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de Atención a mujeres
víctimas de violencia
“Este Programa está financiado con recursos públicos aprobados por la Cámara de Diputados del H. Congreso de
la Unión y queda prohibido su uso para fines partidistas, electorales o de promoción personal de los funcionarios”.
Índice
¿Qué atender?
Fuentes 25
Introducción
La violencia como Torres (2001:29) indica, se refiere a un “comportamiento, bien
sea un acto o una omisión, cuyo propósito sea ocasionar un daño o lesionar a otra
persona, y en el que la acción trasgreda el derecho de otro individuo (…) se trata de
un comportamiento intencional”. En la violencia, se busca el dominio de un género
sobre otro, de un jefe sobre sus subordinados, de un adulta(o) sobre los niñas(os); se
trata en concreto de mantener privilegios, acumular ganancias o validar la autoridad.
La violencia de género, se refiere a “cualquier agresión (física, psicológica, sexual o
económica) dirigida en contra de las mujeres por el solo hecho de ser mujeres” (Torres,
2001: 23).
Sin afán de ser exhaustivo, el presente documento, pretende dar a grosso modo,
los pasos para el diseño e implementación de los programas de atención destinados a
las mujeres que paradójicamente, deben incluir a los hombres.
Marco legal
para el Diseño e
Implementación
de Programas de
atención destinados
para las mujeres
Marco legal para el Diseño e Implementación de
Programas de atención destinados para las mujeres
Las mujeres alrededor del mundo han sido objeto de discriminación y de abusos
sistemáticos ante los cuales los gobiernos permanecieron paralizados; hasta hace menos
de cien años se ha comenzado a incluir a las mujeres en los derechos humanos y se ha
pugnado por leyes que garanticen el acceso de estas a condiciones dignas de vida y al
goce de sus derechos.
La búsqueda por hacer valer la igualdad jurídica, social y familiar llevó a las mujeres
promotoras de los Derechos Humanos a cabildear, realizar campañas y manifestarse
públicamente para colocar la igualdad de género en la agenda de las políticas públicas.
Además, han exigido el reconocimiento de los Derechos de las Mujeres como Derechos
Humanos y que la violencia contra las mujeres y las niñas sea considerada como una
violación de los mismos.
Como resultado de estos movimientos, y en respuesta por parte del Estado
Mexicano, el principio fundamental de igualdad jurídica entre hombres y mujeres se
integró a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en 1974, mediante
la reforma al Artículo 4º.
Finalmente, por iniciativa de varios partidos políticos y aprobada por mayoría por
todas las fracciones parlamentarias representadas por el Congreso de la Unión, el 12 de
enero de 2001 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la Ley del Instituto Nacional
de las Mujeres. Es mediante esta ley que se crea una instancia para el adelanto de las
4 mujeres mexicanas, como un organismo público descentralizado de la administración
pública federal, con personalidad jurídica, patrimonio propio y autonomía técnica y de
gestión para el cumplimiento de sus atribuciones, objetivos y fines.
• Reunión sistemática de datos desagregados por sexo y por otros factores, como
la edad, el origen étnico y la discapacidad, detallando la prevalencia de todas las formas
de violencia contra la mujer; las causas y consecuencias de la violencia contra la mujer, y
la eficacia de cualquier medida que se aplique para prevenir y reparar la violencia contra
la mujer
Líneas de acción para hacer frente a la violencia,
según la ONU
Este enfoque del desarrollo concibe que la pobreza está asociada con la desigualdad
y no a la escasez en general; como el ingreso es el vehículo principal para acceder a las
cosas necesarias, este ingreso tiene que ser distribuido mucho más ampliamente que
en el entorno de las y los directamente involucrados en la producción de cosas.
Por lo tanto, las personas que no son concebidas como productoras de cosas –las
mujeres-, sino reproductoras –de lo doméstico-, no son objeto de las políticas públicas,
ni de los planes de desarrollo.
c) Acceso de todas y todos a los bienes necesarios
El enfoque Mujeres en Desarrollo (MED), surgió en los años 60’s y tenía como
propósito integrar a las mujeres a las estructuras masculinas de poder: buscando acceso
igualitario a la educación, el empleo y beneficios materiales como la tierra y el crédito,
por lo tanto, los temas de equidad quedaron varados.
Este enfoque nunca cuestionó las jerarquías de género, sino más bien concebía a
las mujeres como un colectivo de similares características, para las mujeres del llamado
“tercer mundo” significó volverse “mas modernas, más occidentales”.
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¿Qué atender?
Las necesidades
prácticas y
necesidades
estratégicas
¿Qué atender?
Las necesidades prácticas y necesidades estratégicas
Las necesidades prácticas de género son aquellas “que las mujeres identifican en
virtud de sus roles socialmente aceptados por la sociedad (…) no desafían las divisiones
del trabajo por género o por la posición subordinada de las mujeres en la sociedad”
(Mosser, 1995: 69). Como su nombre lo dice, este tipo de necesidades normalmente
se enfocan en cubrir las necesidades básicas más inmediatas de las personas, pero no
buscan un cambio estructural ni ideológico.
Por otro lado, las necesidades estratégicas de género son aquellas que “las
mujeres identifican en virtud de su posición subordinada a los hombres en su sociedad
(…). Se relacionan con las divisiones del trabajo, del poder y del control por género, y
pueden incluir asuntos como los derechos legales, la violencia doméstica, la igualdad
en el salario y el control de las mujeres de su propio cuerpo” (Mosser, 1995: 67-68).
A diferencia de las anteriores, las necesidades estratégicas buscan un cambio en
la forma en que se concibe a hombres y mujeres, tratan de desestructurar un orden
socialmente establecido, tienen como objetivo eliminar o por lo menos desvanecer
gradualmente los estereotipos de género.
Aunque parezca que son excluyentes, los programas que cubren necesidades
prácticas y estratégicas pueden coexistir, siempre y cuando se considere que las
necesidades prácticas pueden implementarse como medidas temporales, mientras
se alcanzan los objetivos estratégicos; por ejemplo, se puede implementar horarios
extendidos en las guarderías mientras se van construyendo nuevas en los parques
industriales donde en su mayoría laboran hombres.
Como se puede notar y sin ánimo de ser exhaustiva, las políticas públicas
18 implementadas no siempre cubren las necesidades estratégicas y pueden tender a
perpetuar estereotipos de género que no ayudan en la eliminación de la violencia hacia
las mujeres.
Tres ejes de
intervención en
violencia
Tres ejes de intervención en violencia
Hasta ahora, los esfuerzos que se han hecho en materia de atención a la violencia
han sido enfocados a las mujeres: programas de atención a víctimas de maltrato,
atención psicológica en instancias como el Consejo Estatal de la Mujer y Bienestar
Social (CEMyBS), las procuradurías y el departamento de Desarrollo Integral para la
Familia (DIF), que si bien han empezado a rendir sus frutos, los resultados no han sido
los esperados. Para que esto cambie, la atención a las mujeres tendría que estar basada
en la intervención sobre las necesidades estratégicas bajo un enfoque que promueva su
empoderamiento.
El poder para “sirve para incluir cambios por medio de una persona o grupo
líder que estimula la actividad en otros e incrementa su ánimo (…), es un poder creativo
o facilitador que abre posibilidades y acciones sin dominación, es decir, sin uso de
poder sobre” (León 1997: 19), es el tipo de poder que se pretende estimular cuando se
asiste a terapia, por ejemplo.
Los elementos anteriormente enlistados tienen como propósito que las mujeres
piensen en un mundo diferente, donde se puedan librar de estereotipos culturales que
las hace más propensas a ser víctimas de violencia.
Culturalmente a los hombres se les educa para no tener miedo, no llorar, ni mostrar
sentimientos de compasión pues eso es característico de las féminas, desafiar a la suerte
haciendo cosas temerarias, despreciar a la muerte, correr riesgos físicos, no enfermarse
o por lo menos no manifestar ningún dolor físico y/o emocional, dominar antes que ser
dominado, violentar antes que ser violentado.
Ramírez (2006) menciona que los hombres violentos desean dominar en cinco
espacios: cultural, emocional, físico, intelectual y social. A los hombres se les educa
para lastimar a otras personas que evalúan como menos fuertes: la pareja y las/los hijos
resultan un campo ideal para someter.
Hasta ahora los programas públicos han dejado de lado la atención a agresores,
enfocándose únicamente en medidas que tienden a castigar sus conductas violentas.
Lo que se necesita es implementar políticas de corte estratégico que permitan a los
hombres de-construir ese tipo de masculinidad dominante para dar paso a lo que se
conoce como “nuevas masculinidades”: un hombre sensible, no violento, que asuma su
paternidad, que colabore con las actividades domésticas, que potencialice la realización
profesional de su pareja, cuya sexualidad esté centrada en el disfrute de ambos más
que en la búsqueda individualizada del placer.
Tener clara cuál es la visión del Estado respecto a ciertos temas, es imprescindible
para entender cómo funcionan las políticas públicas y hacia dónde van encaminadas. Si
el Estado por ejemplo considera a la familia como un lugar privado, entonces todos los 23
eventos que concurran dentro de este espacio tendrán que ser arreglados en los límites
del hogar, “esto le da licencia a los esposos para tratar a las esposas como deseen a
puerta cerrada” (Mosser, 1995: 75).
Todo lo anterior nos puede llevar a acercarnos a la idea que tiene el Estado sobre
las relaciones entre hombres y mujeres en nuestro país: hasta hace poco tiempo se
establecieron las leyes sobre la eliminación de todas las formas de violencia hacia la
mujer, la alerta de género (por los numerosos casos de feminicidios ocurridos) en el
Estado de México fue rechazada en enero de este año, la libertad de elegir sobre el uso
de nuestros cuerpos es diezmada pues todavía se les pide a los esposos autorización
para practicar la salpingoclasia en el cuerpo de sus parejas, se niega el derecho a la
interrupción legal del embarazo; se considera a los hombres como los jefes de la casa
y a las mujeres como amas del hogar, se enseña en los centros educativos carpintería
para los hombres y cocina para las mujeres; la persecución de la prostitución femenina
y una permisividad sorprendente para los clientes; perseguir la violencia familiar por
querella y no por oficio, mandar a la cárcel a las mujeres que matan a su pareja en
defensa propia, la duda sobre la complicidad de la mujer en los casos de violación, etc.
Todos estos ejemplos pueden dar cuenta de las ideas que fundamentan y legitiman
ciertas prácticas estatales, que por cierto, también son un reflejo de la propia sociedad
en que vivimos. De este modo, para crear una sociedad más equitativa, erradicando la
violencia, el Estado y sus políticas públicas también tendrían que cambiar.
Rico, Nieves (1993) Desarrollo y equidad de género: una tarea pendiente. Serie
Mujer y desarrollo. Santiago: Cepal
Documentos
26 Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer (CEDAW) Compilación de los principales Instrumentos Internacionales sobre los
Derechos Humanos de las Mujeres.
Ley de Acceso de las Mujeres a una vida libre de Violencia del Estado de México
Ley para la Prevención y Atención de la Violencia Familiar en el Estado de México
Sen, Gita (s/f) El empoderamiento como enfoque a la pobreza. Disponible en línea
http://www.asocam.org/biblioteca/EMPB_0001.pdf (consultado 22-marzo-2011)
ONU, Poner fin a la violencia contra la mujer, de las palabras a los hechos estudio
del Secretario General, Naciones Unidas 2006, 96-103
Portal del Gobierno del Estado de México. Consejo Estatal de la Mujer. Disponible
en línea: http://portal2.edomex.gob.mx/cemybs/acercadelconsejo/antecedentes/
index.htm (consultado: 12-02-12).
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Derecho de Autor
No. de registro
03 - 2012 - 032110551900 - 01