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Diseño de un Programa Integral

de Atención a mujeres
víctimas de violencia

“Este Programa está financiado con recursos públicos aprobados por la Cámara de Diputados del H. Congreso de
la Unión y queda prohibido su uso para fines partidistas, electorales o de promoción personal de los funcionarios”.
Índice

Marco legal para el Diseño e Implementación


de Programas de atención destinados para las mujeres 2

Estrategias para enfrentar la violencia de género 5

Líneas de acción para hacer frente a la violencia,


según la ONU 7

Cuatro visiones sobre el desarrollo 8

Dos Modelos de Desarrollo 11

Género en Desarrollo (GED) 13

¿Qué atender?

Las necesidades prácticas y necesidades estratégicas 14

Tres ejes de intervención en violencia 19

Fuentes 25
Introducción
La violencia como Torres (2001:29) indica, se refiere a un “comportamiento, bien
sea un acto o una omisión, cuyo propósito sea ocasionar un daño o lesionar a otra
persona, y en el que la acción trasgreda el derecho de otro individuo (…) se trata de
un comportamiento intencional”. En la violencia, se busca el dominio de un género
sobre otro, de un jefe sobre sus subordinados, de un adulta(o) sobre los niñas(os); se
trata en concreto de mantener privilegios, acumular ganancias o validar la autoridad.
La violencia de género, se refiere a “cualquier agresión (física, psicológica, sexual o
económica) dirigida en contra de las mujeres por el solo hecho de ser mujeres” (Torres,
2001: 23).

La capacidad de tomar decisiones y de hacer valer las propias opiniones, se ve


afectada cuando la persona se encuentra inmersa en un ciclo de violencia. A pesar de
que la violencia física, sexual y económica tiene efectos devastadores para la persona
que la sufre, la violencia psicológica puede dar como resultado un aniquilamiento de la
psique, “mediante un proceso de acoso moral, o de maltrato psicológico, un individuo
puede conseguir hacer pedazos a otro” (Hirigoyen, 2004: 34).

Comprender la dinámica de la violencia es imprescindible para saber qué hacer.


El presente escrito intenta proporcionar algunos lineamientos que se deben de seguir
en el diseño e implementación de programas de atención destinados a las mujeres
víctimas de violencia desde una perspectiva de género, realzando la importancia de
1
cubrir necesidades estratégicas, esto con el fin de cambiar la manera en que se conciben
las relaciones entre hombres y mujeres, de-construir los patrones culturales y sociales
que legitiman el maltrato hacia las mujeres.

Se analizarán brevemente los modelos de desarrollo que dan sustento a los


programas destinados para las mujeres: el antiguo enfoque de Mujeres en Desarrollo
(MED), hasta el modelo que rige actualmente las políticas públicas y los programas: el
Género en Desarrollo (GED), que como su nombre lo indica, se enfoca en concebir los
problemas de las mujeres en interacción con otros actores sociales y el contexto donde
surgen las iniquidades; el modelo GED comprende que los problemas de las mujeres
no son sólo de ellas, sino en realidad engloban tanto a los hombres como a la estructura
social, cultural, económica y política que sustentan las bases de la desigualdad.

Sin afán de ser exhaustivo, el presente documento, pretende dar a grosso modo,
los pasos para el diseño e implementación de los programas de atención destinados a
las mujeres que paradójicamente, deben incluir a los hombres.
Marco legal
para el Diseño e
Implementación
de Programas de
atención destinados
para las mujeres
Marco legal para el Diseño e Implementación de
Programas de atención destinados para las mujeres

Las mujeres alrededor del mundo han sido objeto de discriminación y de abusos
sistemáticos ante los cuales los gobiernos permanecieron paralizados; hasta hace menos
de cien años se ha comenzado a incluir a las mujeres en los derechos humanos y se ha
pugnado por leyes que garanticen el acceso de estas a condiciones dignas de vida y al
goce de sus derechos.

El avance de los Derechos de la Mujer, entre 1949 y 1967, se aprecia en la adopción


de la Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer (1952), la Convención sobre
la Nacionalidad de la Mujer Casada (1957), la Convención sobre el Consentimiento al
Matrimonio, la Edad Mínima para el Matrimonio y el Registro de Matrimonios (1962).

Posteriormente, los sistemas internacionales de derechos humanos han identificado


en la discriminación y la violencia, los dos ejes temáticos principales para desarrollar una
protección específica hacia las mujeres

Por ello, Naciones Unidas en 1979 adopta la Convención sobre la Eliminación de


Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW), la cual es considerada
como la Carta de los Derechos Humanos de las Mujeres, ya que es el primer instrumento
internacional vinculante para los Estados Parte, que impone la obligación de tomar
todas las medidas apropiadas para eliminar la discriminación contra las mujeres.
3
Por su parte, el Sistema Interamericano adopta en 1994, la Convención para la
Prevención, Erradicación y Sanción de la Violencia Contra la Mujer (Convención de
Belém do Pará). Esta Convención establece que la violencia contra la mujer puede
ser física, sexual o sicológica y ocurrir tanto en el ámbito público como en la esfera
privada. Por ello, obliga al Estado a incluir en su legislación interna normas penales,
civiles, administrativas y de otra naturaleza que sean necesarias para prevenir, sancionar
y erradicar la violencia contra la mujer.

El Estado Mexicano ratificó la CEDAW el 23 de marzo de 1981 y la Convención


de Belém do Pará el 12 de noviembre de 1998, por ello, de acuerdo con lo establecido
por el artículo 133 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, ambas
Convenciones son ley Suprema de toda la Unión.

La búsqueda por hacer valer la igualdad jurídica, social y familiar llevó a las mujeres
promotoras de los Derechos Humanos a cabildear, realizar campañas y manifestarse
públicamente para colocar la igualdad de género en la agenda de las políticas públicas.
Además, han exigido el reconocimiento de los Derechos de las Mujeres como Derechos
Humanos y que la violencia contra las mujeres y las niñas sea considerada como una
violación de los mismos.
Como resultado de estos movimientos, y en respuesta por parte del Estado
Mexicano, el principio fundamental de igualdad jurídica entre hombres y mujeres se
integró a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en 1974, mediante
la reforma al Artículo 4º.

A partir de 1975 las reformas legislativas en pro de la igualdad jurídica destacan la


labor conjunta y de consenso de los partidos políticos promovida por las propias mujeres
legisladoras federales y locales, quienes, más allá de las posiciones partidistas, han unido
esfuerzos para alcanzar un objetivo común: la equidad de género. En ese tenor, fueron
reformados algunos instrumentos normativos como códigos civiles y penales en varios
estados de la República Mexicana, lo que busca garantizar los derechos de las mujeres.

En 1980 se creó el Programa Nacional de Integración de la Mujer al Desarrollo, el cual


propuso un conjunto de iniciativas específicas orientadas a promover el mejoramiento
de la condición social de las mujeres. En 1985, se instaló una Comisión para coordinar
las actividades y los proyectos sectoriales en la materia y preparar la participación de
México en la Tercera Conferencia Mundial sobre la Mujer (Nairobi, 1985).

Todos los esfuerzos anteriores fueron reconocidos por el Comité de la Convención


Internacional para la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer
(CEDAW) en la presentación de los informes periódicos 3° y 4°.

Finalmente, por iniciativa de varios partidos políticos y aprobada por mayoría por
todas las fracciones parlamentarias representadas por el Congreso de la Unión, el 12 de
enero de 2001 se publicó en el Diario Oficial de la Federación la Ley del Instituto Nacional
de las Mujeres. Es mediante esta ley que se crea una instancia para el adelanto de las
4 mujeres mexicanas, como un organismo público descentralizado de la administración
pública federal, con personalidad jurídica, patrimonio propio y autonomía técnica y de
gestión para el cumplimiento de sus atribuciones, objetivos y fines.

En el Estado de México fue necesario crear un organismo que se encargara de


vigilar y hacer cumplir los objetivos de los tratados internacionales y las leyes locales en
lo que respecta a las mujeres así, el Instituto Mexiquense de la Mujer, se crea el 18 de
diciembre del año 2000, por Decreto del Ejecutivo del Estado, para promover un cambio
cultural que erradique estereotipos y genere condiciones para un digno desarrollo e
igualdad para las mujeres. Se sectoriza a la Secretaría de Desarrollo Social, a partir del
17 de junio del 2002.

Reconociendo el preponderante lugar que la mujer ocupa en la sociedad, tanto


para su conformación, como para el desarrollo equilibrado, justo, digno y seguro de
la misma, el Gobernador del Estado de México, fortalece este espacio de atención
a la Mujer, ampliando sus atribuciones y conformando un organismo de convocatoria
transversal, que atienda las temáticas de su competencia de forma integral y participativa,
transformándose el día 25 de enero del 2006, en Consejo Estatal de la Mujer y Bienestar
Social (CEMyBS).
Estrategias para enfrentar la violencia de género

El marco internacional de normas jurídicas y de políticas establece estándares para


las medidas que deben tomar los Estados a fin de cumplir sus obligaciones jurídicas y
sus compromisos de políticas para hacer frente a la violencia contra la mujer. Dichos
estándares corresponden a las categorías siguientes:

• Ratificación de todos los instrumentos internacionales de derechos humanos,


en particular la Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
contra la Mujer y su Protocolo Facultativo, y retiro de las reservas.

• Establecimiento de marcos constitucionales que garanticen la igualdad sustantiva


de las mujeres y prohíban la violencia contra la mujer.

• Adopción, revisión periódica y efectiva aplicación, teniendo en cuenta la


perspectiva de género, de normas legislativas que tipifiquen como delito todas las
formas de violencia contra la mujer.

• Formulación y aplicación de políticas ejecutivas o planes de acción para eliminar


la violencia contra la mujer y monitorear y evaluar periódicamente tales políticas o
planes de acción. 5
• Investigación rápida, exhaustiva, inspirada en una perspectiva de género y
eficaz de todas las denuncias de violencia contra la mujer, en particular documentando
oficialmente todas las denuncias; realizando con celeridad las investigaciones y la reunión
de pruebas; reuniendo y salvaguardando las pruebas con medidas de protección de
los testigos, cuando proceda, y dando a las mujeres la oportunidad de presentar las
denuncias ante funcionarias mujeres calificadas y profesionales y de tratar con dichas
funcionarias.

• Enjuiciamiento de los responsables de todas las formas de violencia contra la


mujer y eliminación de cualquier clase de clima de impunidad en torno a esos delitos.

• Medidas encaminadas a garantizar que el sistema de justicia penal, en particular


las reglas sobre prueba y procedimiento, funcione de manera no discriminatoria y con
una perspectiva de género a fin de alentar a las mujeres a prestar testimonio en los
procedimientos relacionados con la violencia contra la mujer.
• Castigo de los responsables de todas las formas de violencia contra la mujer en
forma proporcional a la gravedad del delito.

• Previsión de recursos adecuados, en particular adoptando las medidas necesarias


para permitir que las víctimas obtengan una adecuada compensación simbólica y efectiva,
sin perjuicio de la posibilidad de iniciar procedimientos civiles contra el infractor.

• Aplicación de programas de capacitación y concienciación para familiarizar a los


jueces, los fiscales y otros profesionales del derecho con los derechos humanos de las
mujeres en general, y en particular con la Convención para la Eliminación de Todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer y su Protocolo Facultativo.

• Aplicación de programas de capacitación para el personal judicial, jurídico,


médico, de servicios sociales, de trabajo social, educacional, policial y de inmigración a
fin de educarlo y sensibilizarlo en relación con el contexto social de violencia contra la
mujer.

• Medidas encaminadas a eliminar todas las formas de discriminación contra la


mujer y elevar el nivel de conciencia acerca de la cuestión de la violencia contra la
mujer por conducto de medidas tales como la eliminación de todos los estereotipos
y contenidos sexistas de los planes de estudio y creación de imágenes positivas de
las mujeres; la organización, el apoyo o la financiación, según proceda, de campañas
educacionales de base comunitaria para elevar el nivel de conciencia acerca de la
violencia contra la mujer; la promoción e instauración de políticas activas y visibles de
incorporación de la perspectiva de género en todas las políticas y programas.

6 • Creación de servicios, cuando proceda en cooperación con las organizaciones


de la sociedad civil, en las siguientes esferas: el acceso a la justicia, en particular
mediante asistencia letrada gratuita cuando sea necesaria; creación de un ambiente
de seguridad y confidencialidad para que las mujeres puedan denunciar los actos de
violencia contra la mujer; adecuada financiación de albergues y servicios de socorro;
adecuada financiación de los servicios de atención de la salud y de apoyo, en particular
de asesoramiento; servicios lingüística y culturalmente accesibles para las mujeres que
los necesiten; y programas de asesoramiento y rehabilitación para los responsables de
actos de violencia contra la mujer.

• Reunión sistemática de datos desagregados por sexo y por otros factores, como
la edad, el origen étnico y la discapacidad, detallando la prevalencia de todas las formas
de violencia contra la mujer; las causas y consecuencias de la violencia contra la mujer, y
la eficacia de cualquier medida que se aplique para prevenir y reparar la violencia contra
la mujer
Líneas de acción para hacer frente a la violencia,
según la ONU

En numerosos instrumentos internacionales se establece el deber de los Estados


de investigar los actos de violencia contra la mujer. En dichas investigaciones deben
utilizarse técnicas “que, sin ser degradantes para las mujeres objeto de violencia
y minimizando toda intrusión en su intimidad, estén a la altura de las prácticas más
eficaces para la obtención de pruebas”.

Las mujeres sometidas a la violencia necesitan acceso a los albergues, al apoyo


médico y psicológico y de otra índole, a la asistencia letrada y otros servicios, tal como
se establece en una serie de instrumentos internacionales.

La Convención para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra


la Mujer obliga a los Estados miembros a tener en cuenta los patrones socioculturales
de conducta y las funciones estereotipadas de mujeres y hombres.

Las y los que participan en las actividades de respuesta a la violencia contra la


mujer, como los agentes de la ley, el personal de inmigración, judicial, médico, las y
los trabajadores sociales deben tener la capacidad necesaria para enfrentar a dicha
violencia teniendo en cuenta la perspectiva de género, la capacitación, las directrices y
los manuales relativos a la violencia contra la mujer contribuyen a esos esfuerzos. 7
El papel de los Estados en la promoción de la investigación, la reunión de datos
y la compilación de estadísticas es objeto de consideración en los instrumentos de
políticas (CEDAW)

Se debe impartir a los funcionarios encargados de la aplicación la capacitación


necesaria para asegurar que se sensibilicen respecto de todas las formas de violencia
contra la mujer y puedan responder teniendo en cuenta la perspectiva de género.
(CEDAW/C/2005/OP.8/México)

Garantizar que las víctimas/sobrevivientes tengan acceso a servicios tales como


los albergues y el apoyo jurídico, médico y psicológico.
Cuatro visiones
sobre el desarrollo
Cuatro visiones sobre el desarrollo

El diseño e implementación de programas de atención destinados a mujeres, está


basado en las ideas o visiones que sobre el desarrollo se tienen, ya que depende de
cómo una comunidad, región o Estado, conciba la manera en que deben de salir sus
habitantes adelante. Por ello, se ofrecen cuatro visiones de desarrollo que van a guiar
las pautas de acción de los programas.

a) El desarrollo como aumento de productividad.

Desde esta perspectiva, se propone a la productividad como eje central del


desarrollo, donde hay una estrecha relación entre el esfuerzo, la inteligencia y sus
resultados en términos de cosas producidas; el acceso de las personas a los bienes
depende de la existencia de “derechos” que lo permiten, estos derechos están
determinados en gran medida por la posición no sólo económica de la persona o
colectivo, sino del hecho de la legitimidad de la posesión, es decir, quién debe poseer
qué.
En un sistema falogocéntrico –como Judith Butler refiere-, el eje de las políticas
son los hombres, de tal suerte que ellos son que los que deben poseer las cosas: la
tierra, las propiedades, etc., y por ende se dan facilidades para que ellos accedan a
créditos, becas, subsidios o cualquier otro sistema que les permita “apropiarse” de los
objetos. Existe por lo tanto dentro de las políticas estatales ciertas restricciones para 9
que las mujeres sean “dueñas” de algo, por ejemplo: desarrollar una actividad laboral
extradoméstica que las convierta en sujetos de crédito, de tal suerte que las mujeres
que trabajan dentro de sus hogares en actividades domésticas, no son consideradas
para recibir los beneficios de los programas.

b) El desarrollo como productividad con equidad

Este enfoque del desarrollo concibe que la pobreza está asociada con la desigualdad
y no a la escasez en general; como el ingreso es el vehículo principal para acceder a las
cosas necesarias, este ingreso tiene que ser distribuido mucho más ampliamente que
en el entorno de las y los directamente involucrados en la producción de cosas.

Por lo tanto, las personas que no son concebidas como productoras de cosas –las
mujeres-, sino reproductoras –de lo doméstico-, no son objeto de las políticas públicas,
ni de los planes de desarrollo.
c) Acceso de todas y todos a los bienes necesarios

Este enfoque es denominado de “necesidades básicas”, era la constatación de


carencias graves o necesidades básicas insatisfechas de ciertas personas, esta carencia
tiene que ver con el control de las condiciones que posibilitan o impiden la vida de
las personas, el Estado es quien controla y regula la repartición de los bienes, desde
este punto de vista, el rol productor tiene más status que el reproductor; los hombres
como productores tienen más libertad de decisión al ser los poseedores de los recursos
monetarios para poder adquirir los bienes necesarios; las mujeres desde esta óptica,
estarían supeditadas a las decisiones del considerado como “jefe de familiar”.

d) Desarrollo como expansión de capacidades

Este enfoque representa un cambio en la forma en la que se concibe el desarrollo,


no como la adquisición de bienes o la satisfacción de las necesidades básicas, sino
como un proceso de expansión de capacidades humanas e incluye el reconocimiento
social, la autoafirmación personal o colectiva.

El acento está puesto en lo que la gente “puede hacer y ser” y no en lo que


puede “tener” como fin de indicador de desarrollo, la capacidad refleja la libertad de
una persona para escoger entre diferentes maneras de vivir (no referida solamente a las
habilidades), la calidad de vida está definida por la gama de opciones abiertas por la
sociedad y por las propias características personales y la libertad que tiene de escoger
entre ellas.

La propuesta para realizar los programas con enfoque de género es precisamente


10 esta última opción, en donde se perciba a hombres y mujeres a partir de los aspectos
que pueden potenciar, el eje del empoderamiento entonces es distinto para los
hombres y las mujeres, debido a que cada género debe desarrollar habilidades de las
cuales carece y no enfatizar en las que ya posee; por ejemplo, es necesario buscar
maneras en que las mujeres sean propietarias de sus propios negocios desarrollando
habilidades empresariales; sin embargo éstos no deben estar enfocados en los roles
que tradicionalmente se conciben como exclusivos de las mujeres: tejer, planchar, lavar,
cocinar; sino en ámbitos que se alejen de tales estereotipos.

Esta perspectiva da un giro a lo que comúnmente se realiza en materia de políticas


públicas, creación e implementación de programas, los Estados han estado interesados
en mantener a las mujeres en condiciones sociales inequitativas que impiden que se
desarrollen y potencien habilidades; muy por el contrario, sus esfuerzos han estado
enfocados en colocar a la mujer –y por ende a los hombres- en el lugar “que les
corresponde” socialmente, lo público para ellos y lo privado para ellas; eso habla de
que siguen anclados a un sistema desarrollo que data de los años 60’s y que debido a las
condiciones de vida actuales, resulta ya insostenible, tal y como se verá a continuación.
Dos Modelos de
Desarrollo
Dos Modelos de Desarrollo
Mujeres en Desarrollo (MED)

El enfoque Mujeres en Desarrollo (MED), surgió en los años 60’s y tenía como
propósito integrar a las mujeres a las estructuras masculinas de poder: buscando acceso
igualitario a la educación, el empleo y beneficios materiales como la tierra y el crédito,
por lo tanto, los temas de equidad quedaron varados.

Este enfoque nunca cuestionó las jerarquías de género, sino más bien concebía a
las mujeres como un colectivo de similares características, para las mujeres del llamado
“tercer mundo” significó volverse “mas modernas, más occidentales”.

Como ejemplo de estos programas se tiene lo siguiente:

Nombre del programa Economía familiar


Institución que lo ejecuta CEMyBS
Fecha de consulta L30-agosto-2011
Objetivo “Mediante la impartición de cursos y talleres
de capacitación, se otorga a las mujeres el
12 conocimiento elemental que les permite mejorar de
forma inmediata su economía y en un largo plazo
poder iniciar una micro empresa. Los talleres más
solicitados son los relacionados con las tecnologías
domésticas, como la elaboración de cloro, pino,
champú, gel para el cabello, gel antibacterial, etc.”
Género en Desarrollo (GED)

Este enfoque se concentra en el tema de género antes que en la mujer, es decir,


incorpora a otros actores –como los hombres- para la consecución de los objetivos,
hace hincapié en la constitución social de los roles y de las relaciones de género,
desde este enfoque, se busca transformar los roles de género, incluyendo una mayor
participación de la mujer en la toma de decisiones para la creación de los programas;
por lo tanto, se incluyen estrategias conjuntas para hombres y mujeres donde se busca
el empoderamiento de ambos en distintas áreas.

A pesar de que este es el enfoque que implementa el género en la creación de los


programas, no es el que comúnmente se utiliza en nuestro país, por lo regular, se cree
que la violencia hacia las mujeres les compete sólo a ellas, y se realizan programas que
ni empoderan a las mujeres ni atienden a los actores principales de esta problemática:
los hombres.

Un modelo, programa o política pública que no considere a todos los agentes


involucrados en cualquier problemática social, nunca será fructífera.

13
¿Qué atender?
Las necesidades
prácticas y
necesidades
estratégicas
¿Qué atender?
Las necesidades prácticas y necesidades estratégicas

Antes de implementar cualquier programa tendiente a reducir la violencia que se


ejerce hacia las mujeres, es necesario tener claro qué es lo que se va a atender y qué
se pretende lograr con ese tipo de intervención, es decir, hay que hacer una distinción
entre las necesidades prácticas y las estratégicas.

Las necesidades prácticas de género son aquellas “que las mujeres identifican en
virtud de sus roles socialmente aceptados por la sociedad (…) no desafían las divisiones
del trabajo por género o por la posición subordinada de las mujeres en la sociedad”
(Mosser, 1995: 69). Como su nombre lo dice, este tipo de necesidades normalmente
se enfocan en cubrir las necesidades básicas más inmediatas de las personas, pero no
buscan un cambio estructural ni ideológico.

Un ejemplo de ello es la propuesta de horarios extendidos en las guarderías para


que las madres puedan trabajar tiempo completo y tener quien cuide a sus hijas/os;
este tipo de propuesta no pone en duda el rol de la mujer como madre, asume sin
titubeos que las mujeres son las que deben de realizar las labores de crianza.

Cubrir las necesidades prácticas ha sido prioritario en los programas


gubernamentales, esto debido en parte a la rapidez con la que se pueden aplicar y 15
en muchos casos también a prácticas de clientelismo que buscan allegarse adeptas/
os a las filas de los partidos políticos más que atender las demandas de la población.
Además, cubrir este tipo de necesidades resulta menos amenazante para un sistema
que subordina a las mujeres: se proporciona un horario extendido para las guarderías,
las mujeres no se pueden quejar de que no se les da la oportunidad de trabajar y
además deben de cumplir con un rol socialmente impuesto: ser madres.

Aunque cubrir esas necesidades en un inicio puede parecer sumamente atractivo,


si se analiza con calma se puede dar cuenta de la falacia: la percepción que se tiene de
las mujeres no está cambiando, está aumentando su carga de trabajo, pero la estructura
familiar sigue intacta: los hombres no colaboran con las labores de crianza que sería lo
ideal para lograr una equidad de género.

Por otro lado, las necesidades estratégicas de género son aquellas que “las
mujeres identifican en virtud de su posición subordinada a los hombres en su sociedad
(…). Se relacionan con las divisiones del trabajo, del poder y del control por género, y
pueden incluir asuntos como los derechos legales, la violencia doméstica, la igualdad
en el salario y el control de las mujeres de su propio cuerpo” (Mosser, 1995: 67-68).
A diferencia de las anteriores, las necesidades estratégicas buscan un cambio en
la forma en que se concibe a hombres y mujeres, tratan de desestructurar un orden
socialmente establecido, tienen como objetivo eliminar o por lo menos desvanecer
gradualmente los estereotipos de género.

Si nos avocamos al ejemplo de las guarderías, una medida estratégica sería


ponerlas cerca de los centros de trabajo de los padres, esto para promover que ellos
sean también los que atiendan las necesidades de sus hijas/os, que asistan a las juntas
escolares, que participen de los festivales preparados especialmente para ellos, que
las/los vayan a dejar y a recoger a los centros escolares, esto además de quitarle a la
mujer todo el peso de las labores de crianza, tiene el fin de que los padres asuman su
paternidad de otra manera y no únicamente siendo proveedores.

Sin embargo, a pesar de su utilidad, las necesidades estratégicas no son concebidas


por los Estados como prioritarias, pues requieren programas de largo plazo para su
ejecución que transciendan los períodos de una administración (cuatrienios, quinquenios
o sexenios), además como se busca desestructurar el orden social resultan sumamente
amenazantes para un gobierno cuyas raíces siguen siendo misóginas.

Aunque parezca que son excluyentes, los programas que cubren necesidades
prácticas y estratégicas pueden coexistir, siempre y cuando se considere que las
necesidades prácticas pueden implementarse como medidas temporales, mientras
se alcanzan los objetivos estratégicos; por ejemplo, se puede implementar horarios
extendidos en las guarderías mientras se van construyendo nuevas en los parques
industriales donde en su mayoría laboran hombres.

16 A continuación se presentan algunos ejemplos de programas que se implementan


en el Estado de México, por medio del Consejo Estatal de la Mujer y Bienestar Social,
analizando si se trata de políticas que cubren necesidades prácticas o estratégicas.

Tipo de Nombre del Necesidad Necesidad


Objetivo
intervención programa Práctica estratégica
Estatal Madres Otorgar un paquete Sólo cubre
adolescentes nutricional para la mujer necesidades
embarazadas embarazada de hasta inmediatas de
19 años, que vivan en las usuarias
condiciones de pobreza
alimentaria, marginación o
exclusión.
Tipo de Nombre del Necesidad Necesidad
Objetivo
intervención programa Práctica estratégica
Estatal Compromiso Apoyar a las adolescentes Sólo cubre
con el futuro de hasta 19 años de edad, necesidades
que se encuentren en estado inmediatas de
de gestación o periodo las usuarias
de lactancia, con hijos y no busca
menores a un año de edad, cambios
en situación de pobreza culturales
alimentaria, marginación
y/o exclusión, mediante el
otorgamiento de un paquete
nutricional, además de
orientación integral que
fomente la autoestima y su
futuro desempeño materno,
así como capacitación para
el empleo.
Estatal Mujeres Este programa esta dirigido Sólo cubre
trabajadoras a mujeres mayores de 18 necesidades
comprometidas a 35 años de edad, que inmediatas de
vivan en zonas urbanas o las usuarias
rurales de alta y muy alta y no busca
marginación, para contribuir cambios
en la mejora de sus ingresos culturales
y calidad de vida, así como
la de su familia.
Estatal Bienestar Conscientes de la necesidad Sólo cubre
social para que tienen las mujeres de necesidades
la mujer: incorporarse al mercado inmediatas de
talleres de laborar y sabedores de la las usuarias
capacitación insuficiente preparación que y no busca
presentan muchas de ellas cambios
el CEMyBS, organiza (…)
talleres de capacitación para
culturales
17
el trabajo: cursos básicos
de computación, repostería,
panadería, costura,
cultura de belleza, florería,
deshilado, elaboración
de gel para el cabello,
shampoo, conservas,
cloro, suavizantes, leche
condensada, etc. Con estos
conocimientos, las mujeres
tienen la oportunidad
de autoemplearse o
incorporarse al sector laboral
formal e informal, ello les
permitirá acercar recursos
a su hogar, asimismo
economizar el gasto familiar.
Tipo de Nombre del Necesidad Necesidad
Objetivo
intervención programa Práctica estratégica
Estatal Fomento a Sensibilizar a la sociedad Busca
la cultura civil, sector privado y público romper
de género: de todos los niveles, de la con los
capacitación importancia del respeto a los estereotipos
con derechos de cada persona. de género,
perspectiva Ello permitirá ofrecer promoviendo
de género servicios más equitativos, cambios
y bajo una perspectiva ideológicos
de género. Para ello se
realizan talleres regionales
de capacitación donde se
promueve la importancia
del trato igualitario de
género, ello permitirá que se
ofrezcan mejores servicios a
la sociedad.
Estatal Mexiquenses Favorecer el desarrollo Busca
por una vida de procesos educativos romper
sin violencia: y de sensibilización a con los
seminario diferentes servidores estereotipos
públicos en materia de de género,
equidad de género, así promovien-
como de prevención y do cambios
atención de la violencia, ideológicos
desde una perspectiva de
derecho.

Como se puede notar y sin ánimo de ser exhaustiva, las políticas públicas
18 implementadas no siempre cubren las necesidades estratégicas y pueden tender a
perpetuar estereotipos de género que no ayudan en la eliminación de la violencia hacia
las mujeres.
Tres ejes de
intervención en
violencia
Tres ejes de intervención en violencia

La violencia es un problema con raíces culturales, instaurada en lo más hondo de


las prácticas cotidianas, y por lo tanto se necesitan múltiples frentes para poder atacarla.
La propuesta que se presenta va enfocada en la atención de tres esferas con niveles
distintos de ejercicio del poder, que merecen ser consideradas al atender la violencia
hacia la mujer.

Primer eje: el empoderamiento de la mujer

Hasta ahora, los esfuerzos que se han hecho en materia de atención a la violencia
han sido enfocados a las mujeres: programas de atención a víctimas de maltrato,
atención psicológica en instancias como el Consejo Estatal de la Mujer y Bienestar
Social (CEMyBS), las procuradurías y el departamento de Desarrollo Integral para la
Familia (DIF), que si bien han empezado a rendir sus frutos, los resultados no han sido
los esperados. Para que esto cambie, la atención a las mujeres tendría que estar basada
en la intervención sobre las necesidades estratégicas bajo un enfoque que promueva su
empoderamiento.

El empoderamiento como su nombre lo indica, lleva inmersa la noción de poder,


“cambiando las relaciones de poder a favor de aquellos que con anterioridad tenían
20 escasa autoridad sobre sus propias vidas” (Sen, s/f: 1). Sin embargo, es necesario aclarar
que el empoderamiento de ninguna manera está relacionado con la idea que el común
de las personas tiene sobre el poder: aquel que evoca al uso de la fuerza, la violencia,
la humillación, el control y la dominación para cumplir sus propósitos; se trata más bien
del poder como un medio para que las personas potencialicen sus propios recursos y
tomen sus propias decisiones.

Para comprender al empoderamiento, es necesario analizar los cuatro tipos de


poder que Magdalena León (1997), menciona: el poder sobre, el poder para, el poder
con y el poder desde dentro.

El tipo de poder que intenta dominar y eliminar a las/los otras(os) es el poder


sobre, en donde “el aumento de poder de una persona implica la pérdida de poder de
otra” (León 1997: 16). Este tipo de poder impide a las personas realizarse, pues de lo
que se trata es de acabar con la voluntad del adversario; una relación violenta se basa
en el uso y el abuso de este tipo de poder, pues intenta dejar sin recursos a la otra
persona, evitando que desarrolle sus capacidades, tome decisiones por sí misma, crea
en ella y se sienta impulsada a trabajar por su metas personales. Este tipo de poder es
el que precisamente prima en una relación violenta, pues lo que hace es acabar física,
psicológica, económica y/o sexualmente con la pareja.

El poder para “sirve para incluir cambios por medio de una persona o grupo
líder que estimula la actividad en otros e incrementa su ánimo (…), es un poder creativo
o facilitador que abre posibilidades y acciones sin dominación, es decir, sin uso de
poder sobre” (León 1997: 19), es el tipo de poder que se pretende estimular cuando se
asiste a terapia, por ejemplo.

El poder con se presenta “cuando un grupo presenta una solución compartida


a sus problemas” (León 1997: 19), como en el caso de cooperativas de mujeres que
juntan inician un negocio para apoyarse mutuamente.

Y finalmente el poder desde dentro o poder del interior, es un poder de


resistencia, por el cual las personas pueden rechazar las demandas indeseadas “incluye
el reconocimiento y análisis de los aspectos por medio de los cuales se mantiene y
reproduce la subordinación de las mujeres, lo cual se logra con base en la experiencia.
Es el poder que surge del mismo ser y no es dado o regalado” (León 1997: 19).

El empoderamiento se basa en las tres concepciones anteriores de poder, lo que


lo transforma en un concepto rico, que funciona muy bien para el trabajo con personas
víctimas de violencia. Sin embargo, es necesario aclarar que como dice Sen (s/f: 2), “el
gobierno no empodera a las personas; las personas se empoderan a sí mismas. Lo que
las políticas y acciones del gobierno pueden hacer es crear un ambiente de apoyo o
actuar como una barrera al proceso de empoderamiento”.

Por lo tanto la obligación de las instancias de gobierno, las organizaciones de 21


la sociedad civil y demás agrupaciones que quieran ayudar a las personas víctimas de
violencia será facilitarles el acceso a recursos materiales, legales, médicos, psicológicos,
etc., que promuevan cambios ideológicos y culturales en las personas, mediante la
desmitificación de los estereotipos de género que favorecen este tipo de conductas
violentas.

El empoderamiento incluye también el involucramiento de la sociedad entera en


los procesos de cambio, Young (citada en León 1997: 16) señala que “incluye tanto
el cambio individual como la acción colectiva”, si nos enfocamos en la violencia, las
personas no tendríamos por qué ser partícipes ni fomentar conductas de este tipo: si él
le pega a ella y hay personas viendo, no es un asunto de pareja que tienen que arreglar
a solas, se trata de una conducta inadmisible en cualquier lugar que se tiene que frenar
de alguna manera, ignorarlo es ser parte del problema, quien calla está defendiendo al
agresor.

Si se tiene en cuenta lo anterior, poco a poco se irá produciendo “un cambio en


la dominación tradicional de los hombres sobre las mujeres, en cuanto a control de
sus cuerpos, su sexualidad, su movilidad, el abuso físico y la violación sin castigo, el
abandono y las decisiones unilaterales masculinas que afectan a toda la familia” (León
1997: 16).

Finalmente, en la siguiente tabla se pueden observar algunos elementos que


se deben de trabajar en la promoción de una cultura menos violenta, enfocada a las
mujeres.

No son el pilar de la familia Tienen derecho a enojarse y a manifestar


esos sentimientos
No necesariamente desean ser madres No tienen por qué ser sumisas y serviles
No son objetos de intercambio Tienen deseos sexuales iguales que los
(prostitución) hombres y pueden manifestarlos si es su
deseo
El área de fortaleza de las mujeres no es No siempre desean casarse
la esfera emocional
El mayor atributo de la mujer no es la Las labores domésticas no son
belleza actividades exclusivas de las mujeres
Las mujeres tienen derecho a vestirse La realización personal no siempre se
como quieran sin ser molestadas por ello logra siendo madre

Los elementos anteriormente enlistados tienen como propósito que las mujeres
piensen en un mundo diferente, donde se puedan librar de estereotipos culturales que
las hace más propensas a ser víctimas de violencia.

Segundo eje: promoción de nuevas masculinidades

22 Hasta ahora la atención se ha centrado en las mujeres como víctimas de la


violencia y se ha dejado de lado a los agresores, atendiendo únicamente con medidas
prácticas el problema, como por ejemplo la prisión. El problema no se acaba cuando las
personas ingresan a un penal y se quedan ahí por algunos días, meses o a veces años,
en realidad no se está atacando el conflicto sino que se están dejando para “después”
las consecuencias que medidas como éstas pueden acarrear. Para poder atacar a la
violencia, los hombres tienen que re-aprender a convivir con las mujeres.

Culturalmente a los hombres se les educa para no tener miedo, no llorar, ni mostrar
sentimientos de compasión pues eso es característico de las féminas, desafiar a la suerte
haciendo cosas temerarias, despreciar a la muerte, correr riesgos físicos, no enfermarse
o por lo menos no manifestar ningún dolor físico y/o emocional, dominar antes que ser
dominado, violentar antes que ser violentado.

Ramírez (2006) menciona que los hombres violentos desean dominar en cinco
espacios: cultural, emocional, físico, intelectual y social. A los hombres se les educa
para lastimar a otras personas que evalúan como menos fuertes: la pareja y las/los hijos
resultan un campo ideal para someter.
Hasta ahora los programas públicos han dejado de lado la atención a agresores,
enfocándose únicamente en medidas que tienden a castigar sus conductas violentas.
Lo que se necesita es implementar políticas de corte estratégico que permitan a los
hombres de-construir ese tipo de masculinidad dominante para dar paso a lo que se
conoce como “nuevas masculinidades”: un hombre sensible, no violento, que asuma su
paternidad, que colabore con las actividades domésticas, que potencialice la realización
profesional de su pareja, cuya sexualidad esté centrada en el disfrute de ambos más
que en la búsqueda individualizada del placer.

Actualmente en México, hay organizaciones no gubernamentales que están


empezando a hacer esa labor con muy buenos dividendos, los hombres están
aprendiendo que la violencia es una muestra más de inseguridad y que hay otras
maneras de relacionarse, las políticas gubernamentales tienen abandonado este rubro.

Tercer eje: cambios en las políticas públicas

Las políticas públicas, como representantes de un sistema de gestión


gubernamental, adolecen de una visión adecuada para eliminación de todas las formas
de violencia hacia la mujer. Por ejemplo, el Departamento del Desarrollo Integral de la
Familia debería estar enfocado a la familia en su totalidad y no solamente a la madre y a
sus hijas(os), el padre queda relegado de las políticas que promocionan una convivencia
sana dentro de este núcleo, porque se asume que quien debe de estar a cargo de la
crianza es la madre y la función del padre es únicamente la de ser proveedor.

Tener clara cuál es la visión del Estado respecto a ciertos temas, es imprescindible
para entender cómo funcionan las políticas públicas y hacia dónde van encaminadas. Si
el Estado por ejemplo considera a la familia como un lugar privado, entonces todos los 23
eventos que concurran dentro de este espacio tendrán que ser arreglados en los límites
del hogar, “esto le da licencia a los esposos para tratar a las esposas como deseen a
puerta cerrada” (Mosser, 1995: 75).

Otro ejemplo sería un Estado que no le reconoce a la mujer la capacidad de


controlar su propia fertilidad y entonces implementa políticas pro-natalistas o anti-
natalistas para controlar sus cuerpos.

Todo lo anterior nos puede llevar a acercarnos a la idea que tiene el Estado sobre
las relaciones entre hombres y mujeres en nuestro país: hasta hace poco tiempo se
establecieron las leyes sobre la eliminación de todas las formas de violencia hacia la
mujer, la alerta de género (por los numerosos casos de feminicidios ocurridos) en el
Estado de México fue rechazada en enero de este año, la libertad de elegir sobre el uso
de nuestros cuerpos es diezmada pues todavía se les pide a los esposos autorización
para practicar la salpingoclasia en el cuerpo de sus parejas, se niega el derecho a la
interrupción legal del embarazo; se considera a los hombres como los jefes de la casa
y a las mujeres como amas del hogar, se enseña en los centros educativos carpintería
para los hombres y cocina para las mujeres; la persecución de la prostitución femenina
y una permisividad sorprendente para los clientes; perseguir la violencia familiar por
querella y no por oficio, mandar a la cárcel a las mujeres que matan a su pareja en
defensa propia, la duda sobre la complicidad de la mujer en los casos de violación, etc.
Todos estos ejemplos pueden dar cuenta de las ideas que fundamentan y legitiman
ciertas prácticas estatales, que por cierto, también son un reflejo de la propia sociedad
en que vivimos. De este modo, para crear una sociedad más equitativa, erradicando la
violencia, el Estado y sus políticas públicas también tendrían que cambiar.

Profesionalización del personal

Finalmente, pero no menos importante es la profesionalización del personal


que pone en práctica todas estas políticas públicas. Las personas que trabajan dentro
de estas instituciones también tendrían que adoptar una perspectiva distinta de las
problemáticas antes mencionadas, una visión más equitativa: una visión de género.

Si las personas que trabajan directamente con las/los actores de la violencia no se


capacitan adecuadamente entonces cualquier esfuerzo para eliminar la violencia será
inútil. Las/los funcionarios públicos deberían de ser las/los primeros en adquirir una
perspectiva de género. Entender que en el ciclo de la violencia los agresores trabajan
primero desde lo psicológico y por lo tanto a las mujeres se les dificulta salir de una
situación de este tipo; si no se capacitan adecuadamente, entonces serán incapaces
de comprender que por miedo no se denuncia y que aproximadamente se dan ocho
intentos de separación antes de la mujer abandone definitivamente a su pareja.

Si el personal no se empapa de la perspectiva de género, entonces acusarán a


24 cada mujer que use escotes o enseñe los hombros de ser la causante de un ataque
sexual; o señalarán aquellas que no desean ser madres porque se supone que eso es lo
correcto.

Si el personal y la sociedad no reacciona, entonces estaremos condenadas/os a


repetir los patrones culturales que hemos aprendido desde la infancia y entonces no
habrá lucha que valga la pena.
Fuentes
Bibliográficas

HIRIGOYEN, Marie-France (2004). El acoso moral en la vida cotidiana. México:


Paidós.

León, Magdalena (1997) “El empoderamiento en la teoría y la práctica del


feminismo”. En Magdalena León. Poder y empoderamiento de las mujeres. Bogotá:
Tercer Mundo, p.p. 1-23

Mosser, Caroline (1995) Planificación de género y desarrollo. Teoría, práctica y


capacitación. Lima: Flora Tristán Ediciones mujeres.

Ramírez, Antonio (2003) La violencia masculina en el hogar. México: Pax

Rico, Nieves (1993) Desarrollo y equidad de género: una tarea pendiente. Serie
Mujer y desarrollo. Santiago: Cepal

Torres, Marta (2001) La violencia en casa. México: Paidós

Documentos
26 Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la
Mujer (CEDAW) Compilación de los principales Instrumentos Internacionales sobre los
Derechos Humanos de las Mujeres.

Consejo Estatal de la Mujer y Bienestar Social. Gobierno del Estado de México.


(Disponible en línea)
http://www.edomex.gob.mx/portal/page/portal/cemybs/programas/mpuvsv/
seminariopcavv (consultado el 22-marzo-2011).

Investigación con arreglo al artículo 8 del Protocolo Facultativo de la Convención


para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer sobre
México y respuesta del Gobierno de México, 2005, Comité para la Eliminación de la
Discriminación contra la Mujer.

Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia

Ley de Acceso de las Mujeres a una vida libre de Violencia del Estado de México
Ley para la Prevención y Atención de la Violencia Familiar en el Estado de México
Sen, Gita (s/f) El empoderamiento como enfoque a la pobreza. Disponible en línea
http://www.asocam.org/biblioteca/EMPB_0001.pdf (consultado 22-marzo-2011)

ONU, Poner fin a la violencia contra la mujer, de las palabras a los hechos estudio
del Secretario General, Naciones Unidas 2006, 96-103

Portal del Gobierno del Estado de México. Consejo Estatal de la Mujer. Disponible
en línea: http://portal2.edomex.gob.mx/cemybs/acercadelconsejo/antecedentes/
index.htm (consultado: 12-02-12).

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Derecho de Autor

Velvet Romero García


Compartido únicamente con
Saber Se Estrategia y operación S.C.
y el municipio de Zumpango.

No. de registro
03 - 2012 - 032110551900 - 01

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