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- Características básicas del reportaje de televisión clásico

Un reportaje televisivo ofrece una visión más profunda sobre un acontecimiento que la
noticia. Fundamentalmente, lo hace a través de la contextualización y explicación de
diversos puntos de vista sobre él. También el autor cuenta con una mayor libertad para
su creación y se le permite e incluso solicita una búsqueda de originalidad en cuanto a
su enfoque. Para todo ello se basa en diferentes elementos (ya sean documentos escritos,
testimonios gráficos o audiovisuales, las voces de sus protagonistas, opiniones de
expertos...), que se cohesionan entre sí a través de la voz over de un narrador que
establece las pautas del relato. Los elementos que configuran el reportaje siempre se
utilizan para que ilustren de forma directa la argumentación mantenida por la voz del
narrador. Por este motivo, se puede decir que el reportaje televisivo se genera como
herencia directa del modo de representación documental expositivo.

Aunque dada la libertad con la que se organiza su estructura narrativa su definición es


muy complicada, podemos decir que el reportaje televisivo es un género que profundiza
en un aspecto de la realidad tomando como base diversos documentos y testimonios, y
que, a través de la descripción o la narración, analiza un acontecimiento sobre el que
trata de dar el mayor número de puntos de vista y acerca del que transmite una
argumentación cerrada a través de la cual pretende transmitir un conocimiento
incuestionable acerca del mundo físico.

Sin embargo, el reportaje no se queda en ese estudio a fondo del acontecimiento. El


reportaje televisivo posee otras cualidades que lo caracterizan y que lo hacen
diferenciarse:

- Profundidad. Se trata de aportar novedades, de indagar en un acontecimiento


para llegar más allá y entenderlo en todos sus aspectos. Busca imágenes
relevantes, indaga aspectos de interés relegados en la inmediatez de la
información de actualida. Se centra en el qué, quién, cómo y porqué de unos
hechos, los analiza e interpreta. Es una especie de puzzle que surge de
descomponer un acontecimiento actual y volver a reconstruirlo para llegar a
conseguir una mayor comprensión sobre cómo y por qué se ha producido, así
como cuáles han sido sus consecuencias del mencionado acontecimiento. Este
planteamiento permite profundizar más en el hecho, lo que puede ser sinónimo
también de interpretación, pero el reportaje clásico trata siempre de evitar poner
de relevancia cualquier opinión del propio reportero, aunque intenta recabar
todas las opiniones posibles de protagonistas o expertos relacionados con el
suceso.

- No se rige por la actualidad más inmediata. A diferencia de la inmensa mayoría


de noticias que se emiten diariamente en los telediarios de todas las cadenas, el
reportaje no tiene por qué referirse a la actualidad más inmediata y puede tratar
sobre cuestiones de actualidad prolongada y permanente. De hecho, muchas
veces surge a la sombra de la noticia: una vez en los programas de información
diaria se ha dado a conocer un hecho noticioso, el reportaje sirve para
complementarlo y aportar más cantidad de datos, de tal manera que permita
comprender mejor el acontecimiento. Además, debe ser capaz de dar una nueva
dimensión a la noticia que le dio su razón de ser (si es que nace gracias a un
acontecimiento noticioso de actualidad). Aunque el reportaje a veces también
puede crear su propia actualidad, haciendo resurgir temas olvidados por la
opinión pública y los ciudadanos, de la misma manera que recuerda aspectos de
actualidad más puntuales, como puede ser el caso de las efemérides o
aniversarios de acontecimientos importantes sea cual sea su motivo.

- Temática variada: cualquier tema puede ser objeto de los reportajes. Aunque
suelen centrarse en aspectos de interés general o que resulten trascendentes para
los receptores del contexto social en el que se produce y difunde el mencionado
reportaje, también pueden tocar temas minoritario: la libertad en este sentido es
prácticamente absoluta. Esta idea se refuerza si además se tiene en cuenta la
característica anterior (atemporalidad). Cualquier hecho o acontecimiento,
cualquier persona o grupo de personas pueden ser objeto de un reportaje
interesante, ya que el objetivo último de los reportajes es transmitir información
y conocimiento. Incluso algún autor afirma que los reportajes son documentos
audiovisuales en los que queda registrada parte de la historia contemporánea.
Aunque, eso sí, su creación implica la existencia de imágenes y sonidos directos
de los hechos y de los protagonistas de los mismos. Es decir, que los reportajes
no pueden ser encuadrados dentro de un tipo de trabajo audiovisual con una
temática continua, sino que ésta es tan cambiante como diversa puede ser su
construcción y estructura. Si el tema es desconocido para el público o aporta
algún dato nuevo, mucho mejor. Además en su originalidad y con el objetivo de
aumentar el interés del espectador, el reportaje exige abordar los temas a través
de puntos de vista no adoptados anteriormente o introducir imágenes novedosas
o más provocativas. En ocasiones, este planteamiento le puede hacer adoptar una
forma demasiado espectacular y olvidar en cierto modo la base informativo de
este relato, así como cruzar la raya de la ficción. Un aspecto que está patente,
desde luego, en los nuevos formatos televisivos que han partido del reportaje
para adoptar planteamientos muy cercanos al entretenimiento y la ficción
(Callejeros es sólo un ejemplo de ello). En estos formatos se aportan aspectos
desconocidos sobre el acontecimiento que no suelen ser de gran relevancia ni de
interés general, como hechos curiosos o aspectos que por una u otro motivo
puedan interesar (y entretener) al telespectador.

- Tratamiento aparentemente objetivo de los hechos, que también son sometidos a


una interpretación. El reportaje incluye antecedentes, coincidencias, anécdotas,
circunstancias aclaratorias y toda aquella información que permite una mayor
comprensión de un acontecimiento de una manera que intenta parecer lo más
neutral posible. Y dicha neutralidad consiste en ofrecer, al menos, diferentes
puntos de vista acerca del tema que es objeto de reflejo en el reportaje. La
búsqueda, si no de la objetividad, sí de un planteamiento equilibrado, supone
que el reportero contará con la mayor cantidad de fuentes para poder dar una
visión lo más lejana posible de la suya propia y lo más neutral posible. Esta
búsqueda de la neutralidad y la pluralidad de voces acerca de un acontecimiento,
que es la base sobre la que se construye el reportaje, puede incorporar elementos
interpretativos, ya que este género permite una mayor libertad que la
información de actualidad. El reportaje permite una mayor flexibilidad a la hora
de abordar su temática y es el relato audiovisual informativo en el que la
introducción de ciertos toques de subjetividad es algo común e incluso una
característica admitida, fundamentalmente porque en muchas ocasiones se hace
patente la participación del reportero en la construcción del mismo (un rasgo que
también se ha llevado al extremo en los nuevos formatos que se derivan del
reportaje). Sin embargo, las observaciones más allá del propio acontecimiento
no tienen por qué significar la introducción de opinión, sino que pueden implicar
que se saquen conclusiones sobre el acontecimiento una vez analizado en todos
o una mayoría de sus implicaciones. El reportaje admite una mayor
interpretación porque ésta también sirve en la búsqueda de una mayor
originalidad a través de un punto de vista más definido y sin dejar atrás la
neutralidad como principal exigencia. Hay que tener en cuenta la dificultad de
conseguir que los espectadores estén totalmente informados en asuntos
complejos sin que el periodista tome partido ni siquiera en un porcentaje
mínimo.

- Lenguaje exclusivo. Las características del lenguaje en el reportaje audiovisual


son muy similares a las reglas básicas que se siguen en la información
audiovisual de actualidad, tal y como la hemos conocido hasta la introducción
del fenómeno del infoentretenimiento. Se trata de un tipo de lenguaje
característico de la televisión y que consiste en el la importancia predominante
del sonido, sobre todo a través del voz over, y la introducción de imágenes, tanto
tomadas directamente, como de archivo, y de otros elementos de postproducción
y montaje en función de las pautas marcadas por la narración. Y el objetivo es
también en captar a la audiencia e incrementar el interés de ésta por el reportaje
para que nunca abandone el relato y esté atenta hasta el final del mismo. Para
ello, hay que ser concreto y poner gran énfasis en la repetición de las ideas para
que queden muy claras y definidas. Siempre a través de un lenguaje sencillo,
claro, conciso, expresivo y descriptivo y con el apoyo de una imagen mimética
de la realidad. Eso no significa, sin embargo, que las imágenes resulten
repetitivas en relación con la narración: el reportero siempre intenta que las
imágenes se expresen por sí solas en la medida de lo posible. Si la imagen habla
por sí sola no debe o no tiene por qué ser absolutamente repetida en relación que
la narración en over. Y tampoco se debe contar aquello que el propio
protagonista pueda explicar con sus propias palabras. Eso sí, no hay que olvidar
que las pautas de la narración establecidas por la voz son las que establecen las
líneas maestras del montaje y, por lo tanto, del propio reportaje. Es esta parte del
sonido la que resulta fundamental para la comprensión por parte del espectador
del mensaje informativo canalizado a través del reportaje. En la narración de un
reportaje, la estructura gramatical debe basarse en el verbo expresado en voz
activa, que es la mejor manera del reportero para hacer avanzar el relato. El
tiempo presente es el más apropiado, seguido del pretérito perfecto y el futuro.
Además, en esta narración es necesario reiterar las ideas. Hay que expresar estas
ideas de manera lo más clara posible como para hacer llegar la información al
telespectador de la manera más simple posible para que la capte sin ningún tipo
de problema. No importa, pues, incidir en los aspectos más importantes de la
información para que queden claros. Dicha repetición se justifica
fundamentalmente por que el espectador, a diferencia del lector de prensa o
Internet, no tiene la oportunidad de escuchar o ver de nuevo el reportaje o volver
unos segundos más atrás para comprender mejor un mensaje (evidentemente,
esto ha cambiado por la inclusión de los reportajes en los repositorios digitales
de las emisoras de televisión, pero es un elemento que ha marcado
decisivamente la definición del género hasta ahora). Por ello, para una mayor
comprensión hay que insistir en los principales elementos de la narración. Eso
sí, la narración de un reportaje debe tener un tono informativo, no literario.

- Ritmo. Ese objetivo de mantener el interés del espectador que se trata de


conseguir en la narración audiovisual a través de la palabra y la imagen va
ligado al ritmo de montaje y composición del propio relato audiovisual. Con la
base siempre de la unidad y la coherencia, el ritmo narrativo o expositivo del
reportaje debe evitar la monotonía y ser capaz de mostrar la información
principal del mismo, pero además, la emoción, la espectacularidad o el interés
humano inherentes en el propio relato. Y la capacidad para encontrar el ritmo
adecuado dependerá de la facultad del reportero de aplicar estilo de montaje
adecuado en cada ocasión y temática, ya que la variedad de construcciones es
muy amplia.

- Estructura libre. La construcción del reportaje es totalmente variada. No se


atiene a unas reglas básicas que todos los periodistas sigan, sino que cada uno
puede crear su propio trabajo audiovisual según sus criterios, siempre que
cuando esté acabado permita su comprensión y de él se obtenga la finalidad para
la que fue creado (se entiende mejor el acontecimiento del que trata). La lógica
de la estructura del relato es de carácter lógico, lo que determina que no sean
infrecuentes los saltos del presente al futuro o al pasado así como cualquier otra
técnica creativa. En muchas ocasiones, eso sí, la identidad del programa en el
que se incluya un reportaje implica que en él se utilicen unas pautas
determinadas en cuanto al tratamiento del montaje que sirven para identificar el
estilo adoptado por el mencionado programa (existe, por ejemplo, el estilo
Informe semanal)

- Duración indeterminada. El reportaje no posee una duración máxima o mínima.


En este tipo de relato audiovisual la duración es indeterminada. La que marcan
la mayor parte de autores se encuentra entre los diez y los veinte minutos, pero
su extensión es muy variable, desde un minuto hasta una hora. En el caso de los
programas especializados en este tipo de relatos audiovisuales, tienen una
duración aproximada de entre quince y veinte minutos. También dependerá de la
capacidad de resumir con claridad que tenga el autor del reportaje, de las
imágenes de las que se dispongan, de los testimonios que se hayan conseguido,
de la importancia del acontecimiento o de la duración del programa contenedor
del mismo. Eso sí, independientemente de su duración, el reportaje debe
considerarse como completo siempre que posea todos los ingredientes
necesarios para considerarse como tal, de manera que permitan siempre al
espectador entender aceptablemente la información que se les sirve y que ésta
sea realmente de interés para su vida cotidiana.

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