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CRÍTICA DE LIBROS

GEORGES SOREL, Reflexiones sobre la violencia, Alianza Editorial, Madrid, 2005.


404 páginas.

La liberación de los trabajadores será


hecha por los trabajadores mismos o no será
Lema de la Primera Internacional

Quienes elijan adentrarse en este libro des- intelectual solitario, un marginal, un


cubrirán una obra en su forma asertiva, excéntrico, un demagogo, un productor de
contundente, voraz, abrumadora en ocasio- meras palabras —así llamaba a los socia-
nes e incómoda casi siempre. Sobre todo listas parlamentarios y a los sociólogos—
esto último, incómoda, como lo fue su y sobre todo, un enemigo de la democra-
autor; un personaje singular y provocador cia. Por tanto, habrán de tomarse algunas
que pretendió que cada una de las líneas prevenciones antes de enfrentarse a un
que escribió —y que utilizó como arma texto al que pueden aplicarse adjetivos que
arrojadiza contra sus enemigos, aunque basculan entre provocador, subversivo,
con diferente suerte y brillantez— cuestio- desordenado, actual, retrogrado en ocasio-
nara los modos, las formas y los universos nes, irónicamente inmoral por momentos y
de sentido que dominaban la cuestión polí- con trazos de una insoportable e incómoda
tica de su tiempo. genialidad. Su obra es reflejo de una per-
En el pensamiento de Sorel es funda- sonalidad que no deja indiferente a quién
mental la centralidad y superioridad de la lee y mucho menos a quiénes sufrieron
aquello que consideró como un absoluto sus críticas y excesos verbales en una
universal e inmutable: las cuestiones Francia que, a caballo entre los siglos die-
morales. O si se quiere, por ser más ajus- cinueve y veinte, ya post-revolucionaria
tado a su natural pesimismo antropológico ya post-napoleónica, se enfrentaba al
y su combativo pensamiento, Sorel fue un advenimiento de la burguesía y El Capital.
tenaz perseguidor de lo inmoral. La singu- La obra de Sorel debe contextualizarse en
laridad de su vida no tendría mayor rele- este periodo de incertidumbres, nuevas
vancia si no fuera porque en ningún ideologías, reactualizaciones de las estruc-
momento guardó coherencia con lo predi- turas sociales y económicas y escándalos
cado y denunciado en su obra. Esta inco- políticos —capaces de ocasionar fracturas
herencia es el resultado de la contradicción de corte antisemita como fue el caso Drey-
entre un teórico radical de la acción y un fus—, y en el marco de una Europa que se
hombre que vivió apartado de todo víncu- modernizaba de la mano de un capitalismo
lo social y afectivo, tanto de sus homólo- que se tornaba hegemónico —también en
gos —filósofos y teóricos de la ciencia sus expresiones más radicales y antilibera-
política— como del proletariado, al que les como las que dieron lugar al nazismo
consideraba portador absoluto de los valo- alemán, el fascismo italiano y, a principios
res morales auténticos. Sorel acabó con- de siglo, la revolución bolchevique en la
virtiéndose en todo aquello que criticó: un Rusia zarista.

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Señalaré algunas de las cuestiones teó- nada se puede augurar como probable en
ricas más relevantes del texto con el obje- las ciencias del hombre, ni siquiera por
to de ver en qué medida sus ideas pueden medio de la razón. Es absurdo, pues, tratar
ser útiles para entender lo contemporáneo. de reducir los problemas de la existencia
Esto nos va a permitir, además, hacernos humana —problemas morales— a una
una idea de las influencias recibidas por el cuestión de medios, esto es, de técnica.
autor y las aportaciones posteriores de su Aplicar sistemas de ideas desvinculadas de
provocador pensamiento. De esta forma la acción a los seres humanos o tomar
constataremos cómo y por qué Sorel es nuestras propias construcciones teóricas
considerado uno de los padres fundadores como leyes universales e inmutables sólo
del anarcosindicalismo o sindicalismo puede traer las más funestas consecuen-
revolucionario y, en la misma línea, aun- cias. En este sentido, la crítica de Sorel a la
que con un devenir político de signo apa- Revolución Francesa y al racionalismo
rentemente opuesto, vislumbraremos ilustrado, con constantes referencias a las
pequeñas pinceladas sobre su influencia en “ejecuciones legales” en nombre de los
los orígenes teóricos del fascismo italiano valores que la sustentaban, es manifiesta
o —como ya han señalado otros autores— en toda su obra. Sorel es un antiliberal, un
en el nacional-sindicalismo joseantoniano. anticartesiano y un apologista indisimula-
En Sorel “el hombre” es un ser creador do1 de la violencia, pero al menos, como él
que sólo puede realizarse cuando crea; es mismo señala, no la adorna de eufemismos
ante todo un productor que se expresa a legales y disfraces judiciales. Al igual que
través de su obra, igual que un artista o un Kant y los románticos, Sorel hace descan-
escultor que talla la piedra. Desde esta sar todo el valor de “los hombres” en el
concepción naturalizada de las esencias carácter y en la motivación, añora una
humanas, que tanto recuerdan al romanti- vuelta a los valores “del robusto campesi-
cismo alemán, es desde donde Sorel va a no” y la calidad de vida por encima de
criticar el determinismo de Karl Marx y el valores materialistas y hedonistas, concep-
racionalismo, pues para él nada es previsi- ción que se asemeja claramente a la virtù
ble en la mente humana, a pesar de soció- del Renacimiento. Igual que en G. W. Frie-
logos ilustrados y demagogos utópicos. drich Hegel, para Sorel los humanos —a
Sorel critica en Marx su determinismo his- modo de tragedia griega— son autores y
tórico y su pretensión de adueñarse del actores.
futuro, es decir, dibujar de forma irrespon- Otra constante en toda su obra son las
sable y utópica el horizonte de la dictadu- duras críticas que vierte sobre el socialismo
ra del proletariado y el fin último —el fin parlamentario de su tiempo. Para Sorel éste
de la historia— de la desaparición del se había domesticado en los parlamentos
Estado. Sorel entiende que la vida es una plegándose al carácter pactista del parla-
batalla permanente donde todo está por mentarismo liberal y burgués, al que por
hacer y nada es previsible, por lo tanto otra parte atribuye el papel sustentador y

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Sirva como muestra el título del apéndice II del libro, “Apología de la violencia”.

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legitimador de un sistema político partito- tener en cuenta los sentimientos de las


crático, esto es, inmoral. El socialismo par- masas para luego modificarlos con imáge-
lamentario propugnaba por entonces que el nes sugestivas a modo de expresiones de
voto había sustituido al fusil y, para Sorel, voluntad. La huelga general actúa como
eso suponía vaciar de contenido la lucha de mito, y determinados mitos son necesarios
clases, pues seguían utilizando un lenguaje para la revolución social, pues “ciertas
marxista aunque ajeno a Marx. La lucha de construcciones de un porvenir indetermi-
clases, dice Sorel, es la esencia del socia- nado en el tiempo pueden poseer gran efi-
lismo. Y la huelga general, entendida cacia y muy pocos inconvenientes” (p.
como un fenómeno bélico de afirmación 178). Sorel sustituye el contenido raciona-
proletaria, es por extensión la revolución lista (utópico) del marxismo por los
social que, como mito, llevará finalmente a mitos, a los que desplaza del intelecto
suprimir todo un régimen y crear una para instalarlos en la afectividad y en la
nueva civilización. El mayor acierto de actividad. Si todo movimiento viene moti-
Marx según Sorel, es su visión de la lucha vado por la acción, la pretensión del autor
de clases como motor del cambio social. es destruir toda estructura económico-
La lucha es creación y su vanguardia la jurídica por medio de la violencia proleta-
clase trabajadora, que movida por el senti- ria. A la idea ilustrada de progreso, Sorel
do de justicia —valor absoluto para el opone la de catástrofe. Por eso niega la
autor— y la indignación, llevará a cabo negociación con la burguesía liberal y cri-
una revolución social que destruirá el esta- tica duramente al socialismo parlamenta-
do burgués, dando paso a una nueva civili- rio. Si la teoría de los mitos es el motor de
zación de productores, a diferencia de la la revolución social, la violencia es su ins-
civilización de su tiempo que, según Sorel, trumento.
era sólo de consumidores. Los sentimien- Las pequeñas prevenciones a las que
tos que deberán apelarse para llevar a cabo me refería antes tienen que ver con la
la guerra social no serán la envidia ni la ausencia gradual de coherencia argumental
venganza —sentimientos que considera y con el devenir político del propio autor,
dominantes en la revolución burguesa del amén de la imposibilidad de encasillarlo
siglo dieciocho—, sino el honor a modo de en una escuela de pensamiento concreta
ejército napoleónico: “La guerra hecha a —aunque esto último como premisa para
plena luz, sin ninguna atenuación hipócri- entender lo contemporáneo suscite cierto
ta, con miras a aplastar a un enemigo irre- alivio más que un obstáculo apriorístico.
conciliable…Por ello la apología de la vio- Sorel es por momentos marxista, pero cri-
lencia me es particularmente útil” (p. 352). tica el determinismo histórico y su excesi-
Así pues, para Sorel la lucha de clases vo énfasis en la economía así como la
es la esencia del socialismo, y se expresa ausencia de valores morales absolutos; en
a través de la huelga general proletaria. Se otros momentos hace una encendida defen-
antoja imprescindible señalar, por sustan- sa de la violencia proletaria para luego
tiva y central en toda la obra, su teoría arremeter contra los excesos guillotiniza-
sobre los mitos —de evidentes influencias dores de la Revolución Francesa; defiende
bergsonianas—, en la que es fundamental a Lenin y sin embargo, acabó abrazando el

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fascismo de Benito Mussolini; por momen- ma social armonioso donde las cuestiones
tos es esencialista en su concepción de la humanas —cuestiones morales, recorde-
naturaleza humana para luego reivindicar mos, para él— queden reducidas a meras
el carácter creador y creativo de la misma; cuestiones técnicas. Sorel fue un autor que
apela al honor de los ejércitos imperiales analizó los sucesos de la vida social y polí-
de Napoleón como valor absoluto, pero tica de su época desde una muy particular
repudia los intentos de la burguesía y del visión del mundo y de la política. Sus
socialismo parlamentario de desmovilizar influencias filosóficas siempre fueron
y vaciar de contenido la lucha de clases reconocibles, manifiestas y en ocasiones
para convertirla en lucha entre naciones. contradictorias; si en una primera etapa sus
Nos encontramos así ante un autor leído autores de referencia fueron Marx y Lenin
tanto en círculos de extrema derecha, como —a los que terminó reprobando— final-
izquierdistas o simplemente nacionalistas, mente fueron Henri Bergson, Gustave Le
inspirador de ambos extremos políticos y Bon y José Ortega y Gasset los filósofos
de un buen número de jóvenes revolucio- que más influyeron en su pensamiento. No
narios. Sin embargo creo que es de justicia obstante, lo que siempre es una constante
destacar su figura como azote de los dog- en su obra —y aquí es donde quizás encon-
mas y los lugares comunes en los que se tremos al Sorel más brillante y recomenda-
habían postrado los ideales ilustrados de su ble— es el cuestionamiento moral y filosó-
época. Sus ideas contribuyeron entonces y fico de los paradigmas científicos hegemó-
nos invitan aún, con una vigencia y actua- nicos de su época: el racionalismo y el
lidad que inquieta por momentos, a enten- determinismo histórico.
der de forma crítica lo contemporáneo y a
deconstruir el ideal racionalista de un siste- JUANMA DEL POZO

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