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1Paul Veyne, «Les noces du couple romain», L’Histoire, 1984, 63, págs. 47-51.
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las características generales descritas por Jack Goody, con un cierto número de
rasgos particulares propios de esta sociedad. El matrimonio inglés, después del
siglo XIV hasta 1850, es un matrimonio «maltusiano», asociando una edad elevada
en el matrimonio a una fuerte tasa de celibato. Parecería, y Alan Macfarlane
multiplica las fuentes para demostrarlo, que la elección de los esposos era
verdaderamente libre y que la decisión de casarse reposaba en racionalidades
económicas y sentimentales. La residencia era neolocal, el matrimonio un libre
contrato que instauraba entre los esposos un compañerismo fundado más bien en
el amor de los cónyuges que en el existente entre las generaciones. En efecto, los
matrimonios ingleses, por otra parte, habrían estimado que tener hijos resultaba
costoso. En este aspecto hacían gala de una modernidad sorprendente, puesto que
en la mayor parte de sociedades del mundo los hijos constituyen la riqueza de los
linajes y de los grupos domésticos. La familia inglesa, en la medida en que las
fuentes permiten mostrarlo, tiene costumbre de colocar a sus hijos desde la edad de
siete años: esta práctica tiene como consecuencia fortalecer la personalidad de los
individuos, autorizar a los jóvenes a acumular un salario para ellos, sin tener que
esperar nada de su padre, de distender los lazos familiares mediante la movilidad
geográfica y social. La familia monógama inglesa no sirve para socializar a sus hijos
durante mucho tiempo, del mismo modo que tampoco cuida de sus viejos. Las
instituciones de caridad son muy antiguas en Inglaterra, en un principio tomadas a
su cargo por la Iglesia y, luego, por las comunidades aldeanas.
Macfarlane ve en este sistema un modelo matrimonial del «salariado» (wage),
por oposición al modelo «campesino» (peasant). La sociedad inglesa, cuyo territorio
no ha sufrido ataque extranjero desde el siglo XIV, es una sociedad rica, móvil
socialmente, en la cual los campesinos no están sujetos a una tierra, como en la
mayor parte de las sociedades europeas, por medio de una aparcería o de una
propiedad. El sistema familiar y matrimonial inglés es el resultado de una sociedad
fluida y contribuye a su construcción. La adopción de una perspectiva histórica
larga lleva a Macfarlane a rechazar las cronologías antiguas sobre la emergencia del
modelo occidental familiar. El matrimonio inglés, de rasgos tan sorprendentemente
«modernos», no es el resultado ni de la revolución capitalista ni del desarrollo de
una ética protestante. Los elementos del capitalismo —existencia de un mercado, de
una masa monetaria, de beneficios— han tenido lugar en Inglaterra desde el siglo
XII, sin la revolución que supone la cronología de Marx o de Weber.
Inscrita en el sistema occidental familiar del matrimonio del que Jack Goody
ha mostrado su puesta en marcha desde el siglo IV, Inglaterra presenta un modelo
particularmente acabado y precoz. Se separa del resto de Europa y, sobre todo, de
la Europa del norte, Francia septentrional, Bélgica, Países Bajos, Alemania, porque
no habría sufrido la conquista romana. La modernidad antigua de Inglaterra se
expresa en una característica en la actualidad bien contemporánea: «La soledad es
el precio a pagar por un individualismo económico y político» (pág. 116).
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2 William Goode, «Individual Investments in Family Relationship over the Coming Decades», The
Toqueville Review, 6, 1, 1984, págs. 51-84.
3 Kingsley Davis, «The Future of Marriage», en Kingsley Davis (ed.), Contemporary marriage, págs. 25-
52.
4 Martine Barthélemy, Anne Muxel, Annick Percheron, «Et si je vous dis famille. Note sur quelques
représentations sociales sur la famille», Revue française de sociologie, XXVII, 1986, págs. 697-718.
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5John Modell, «Historical Reflections on American Marriage», en Contemporary Marriage, págs. 181-
196.
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Los cambios familiares de los últimos veinte años invitan, pues, a poner en
duda la cronología, la solidez y la unicidad del «modelo occidental de la familia». Los
hechos contemporáneos se inscriben dentro de vastos movimientos históricos, y los
países europeos conservan sus especificidades que sería bien interesante comparar
en profundidad. En estas condiciones, debemos someter a discusión la hipótesis
según la cual el «modelo occidental» estaba destinado a conquistar las sociedades
no europeas.
9Michel Cartier, «La longue marche de la famille chinoise», en Histoire de fa famille, págs. 211-235.
10 Marjorie Wolf, «Marriage, Family and the State in Contemporary China», en Contemporary
Marriage, páginas 223-252.
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adquirir todo lo que es necesario, desde el arroz hasta el tejido. Dentro de la unidad, usted
participa en las clases de educación política, recibe sus contraceptivos y usted aprende que le
toca el turno de comenzar un embarazo (pág. 231).
El amor, aquí todavía, está poco valorizado, y toda la ternura se proyecta sobre
los hijos, o más bien sobre el hijo único, que una estricta política de control de los
nacimientos ha conseguido imponer (las encuestas psicosociológicas recientes
muestran, por otra parte, que el hijo único chino está muy consentido...).
Otros signos de una renovación de la ideología familiar han conducido al
gobierno a promulgar una ley en 1980 imponiendo a los hijos la obligación de
asistir a sus padres y a sus abuelos, tanto paternales como maternales. La
insistencia sobre esta última categoría se orienta a romper las antiguas
solidaridades patrilineales y a limitar el desastre de un hijo único de sexo femenino.
DE LA RESISTENCIA AL RECHAZO
Los sistemas familiares mundiales contemporáneos son el producto de
sincretismos y de compromisos. Reinterpretan y asimilan rasgos occidentales en su
propia cultura. Se ajustan a los constreñimientos de un nuevo Estado-nación. Así
podemos subsumir los ejemplos que acaban de ser desarrollados.
Otros sistemas familiares sufren transformaciones internas que no tienen nada
que ver con una occidentalización. Así ocurre con los sistemas africanos en los que
los efectos de la colonización y de la descolonización han sido mucho más ambiguos
que en los países de Mesoamérica. Movimientos ideológicos y políticos poderosos,
por último, se expresan en el rechazo de los valores occidentales y particularmente
familiares. Así ocurre con los países musulmanes integristas.
Es difícil hablar de un sistema familiar africano, tan diferentes son sus modos
de filiación y de matrimonio, campos de estudio privilegiado de la teorización
antropológica de la escuela anglosajona. Los efectos de la colonización después de la
descolonización son complejos. En los años 1950-1960, los administradores se
apoyan en el postulado de la eficacia económica de una familia nuclear de tipo
occidental para alcanzar el desarrollo. Asimilan las sociedades africanas a las
sociedades campesinas preindustriales e intentan romper las solidaridades de
linaje, de la misma manera que suponían que había sido necesario construir sobre
las ruinas de la «gran familia campesina» la sociedad industrial. La dimensión del
fracaso es la medida de la falsedad de esta hipótesis sociológica.
El tiempo de las independencias africanas marca un retorno hacia la puesta en
valor de los sistemas de linaje, tanto en el plano económico como en el plano
político. En lugar de intentar destruirlos, el desarrollo se apoyará sobre las
solidaridades familiares tradicionales; un socialismo auténticamente africano
descansará, por lo que a ello respecta, sobre las estructuras tradicionales, abriendo
una vía democrática original. Estas posiciones ideológicas conducen a observar
evoluciones familiares complejas en las cuales las «tradiciones familiares están
comprometidas y reinventadas», como lo escribió Jean-Pierre Dozon. 11
La actividad económica en Africa sigue dominada por la actividad agrícola, pero
las sociedades de linaje han sido trabajadas por las relaciones mercantiles que
instauran las economías de plantación. Si se observa una tendencia hacia la
11 Jean-Pierre Dozon, «En Afrique, la famille à la croisée des chemins», en Histoire de la famille, págs.
301-338.
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eclosión en familias nucleares, las sociedades han sabido, sin embargo, adaptar sus
reglas a los nuevos condicionamientos económicos. Así, en la sociedad bantú, el
sistema matrimonial se ha mantenido notablemente estable, a pesar de los cambios
económicos, culturales y sociales, puesto que los rasgos culturales profundos de la
sociedad —división sexual del trabajo, asignación de los recursos en capital a las
personas— persisten. 12
La urbanización no ha erradicado más las estructuras tradicionales. Georges
Balandier señalaba, desde 1955, en su Sociologie de l’Afrique noire, que las
migraciones de los jóvenes (frecuentemente los segundones de linaje) hacia las
ciudades les habían abierto a la influencia occidental, pero también habían
reforzado el sistema de linaje, como consecuencia de la monetarización de la
«compensación matrimonial». Los segundones dependían más que en el pasado de
sus mayores para reunir la suma de dinero necesario para la obtención de esposa.
Generalmente, las relaciones entre emigrados de las ciudades y parientes en el
campo se mantienen muy fuertes. La solidaridad económica aparece como un deber
hacia los miembros de su linaje. Las rupturas familiares se observan, por otra
parte, quizá, más bien entre los emigrantes pobres, como ocurre entre el
subproletariado francés. Los efectos de la escolarización, al igual que los de la
urbanización, son contradictorios: por una parte, contribuyen a la eclosión en
familias restringidas, pero, por otra, los éxitos escolares o universitarios son
integrados en las estrategias simbólicas de la competición entre linajes. Los pleitos
de brujería, a la cual se atribuyen los fracasos, parecen multiplicarse.
La sustitución de una economía de plantación por una economía de
abastecimiento no ha mejorado el estatus de las mujeres africanas que, a causa de
la tradicional separación entre los sexos, se han visto sobreexplotadas. Las
migraciones de las mujeres hacia las ciudades han sido numerosas, y los sistemas
de linaje parecen haber sido más puestos en peligro por las mujeres de los años
ochenta que por un siglo de colonización y descolonización. Las mujeres rechazan el
sometimiento al linaje, rechazan a menudo la conyugalidad y la maternidad, lo que
constituye una revolución en la mentalidad africana que valoriza particularmente al
hijo, y se organizan en asociaciones para asegurar su independencia económica.
La emancipación de la mujer también está en el núcleo de los choques
culturales entre sociedades occidentales y sociedades musulmanas. ¿A una
«modernización» en los años setenta no le sucede un retroceso de la condición
femenina, sobre todo en los países musulmanes más integristas? La
«modernización» ha sido apresurada y bastante relativa. El velo de la mujer aparece
a los ojos de los occidentales como el signo de su servidumbre, cuando esta forma
de vestido la autoriza a salir a la calle, a abandonar su exclusivo espacio doméstico.
El mundo árabe (cuyas fronteras no son secantes con el mundo musulmán, puesto
que algunas sociedades africanas o hindúes están islamizadas, mientras que grupos
de libaneses son cristianos) es, según la expresión de Philippe Fargues, una
«ciudadela (...en la cual) el tabique entre los dominios masculino y femenino es la
llave maestra del edificio familiar». 13
Si la escolarización masiva de los niños de los dos sexos es portadora de una
futura emancipación femenina, en los años ochenta, los países siguen, en su
12Adam Kuper, «African Marriage in an Impinging World», en Contemporary Marriage, págs. 253-272.
13Philippe Fargues, «Le monde arabe: la citadelle domestique», en Histoire de la famille, págs. 339-
371.
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Categoría socioprofesional de los hijos casados según la del padre (encuesta a los padres)
Cuadros
Agricultores Obreros Empleados Cuadros Comerciantes Conjunto
superiores
medios
profesiones
liberales
Categoría del hijo
Agricultores……………………………………………………….. 39 –– –– –– –– –– 7
Obreros……………………………………………………………. 25 47 38 11 26 –– 22
Empleados………………………………………………………… 17 15 27 9 14 20 27
Cuadros medios…………………………………………………. 4 21 26 30 18 15 19
Comerciantes, artesanos………………………………………. 9 7 6 4 24 –– 7
Cuadros superiores y profesiones liberales……………….. 6 10 13 46 18 65 18
Categoría de la hija
Agricultores……………………………………………………….. 27 –– –– –– –– –– 5
Obreros……………………………………………………………. 6 14 9 –– 5 –– 7
Empleados………………………………………………………… 22 36 37 23 31 17 28
Cuadros medios…………………………………………………. 6 12 12 17 15 17 12
Comerciantes, artesanos………………………………………. 1 3 4 2 9 2 4
Cuadros superiores y profesiones liberales……………….. 3 1 7 24 10 26 10
Inactivas…………………………………………………………… 35 34 31 34 30 38 34
Fuente: Louis Roussel, La Famille après le mariage des enfants, pág. 108.
Nivel de instrucción de los hijos casados según la de los padres (a) (encuesta a los padres en %)
Nivel del hijo según el del padre Nivel de la hija según el del padre
Nivel del hijo
Técnica Técnica
Primaria Secundaria Superior Conjunto Primaria Secundaria Superior Conjunto
y y
Comercial Comercial
Primaria……………………………………. 37 (b) 6 –– 24 41 –– –– –– 25
Técnica y comercial……………………… 36 26 –– 32 29 29 21 16 26
Secundaria………………………………… 18 28 14 19 21 58 44 36 30
Superior……………………………………. 9 40 86 25 9 13 35 48 19
TOTAL……………………………. 100 100 100 100 100 100 100 100 100 100
Nivel del hijo Nivel del hijo según el de la madre Nivel de la hija según el de la madre
Primaria……………………………………. 33 5 22 35 3 24
Técnica y comercial……………………… 43 (b) 30 (b) 37 35 (b) 18 (b) 30
Secundaria………………………………… 15 23 19 22 47 28
Superior……………………………………. 9 42 22 8 32 18
TOTAL……………………………. 100 100 100 100 100 100 100 100 100
Fuente: Louis Roussel, La Famille après le mariage des enfants, pág. 108.