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1. Ya en sentencia anterior, este Tribunal Constitucional (Exp. N.

0 1480-2006-
AA/TC. F J 2) ha tenido la oportunidad de precisar que "el derecho a la debida
motivación de las resoluciones importa que los jueces, al resolver las causas,
expresen las razones o justificaciones objetivas que los llevan a tomar una
determinada decisión. Esas razones, deben provenir no sólo del ordenamiento
jurídico vigente y aplicable al caso, sino de los propios hechos debidamente
acreditados en el trámite del proceso. Sin embargo, la tutela del derecho a la
motivación de las resoluciones judiciales no debe ni puede servir de pretexto
para someter a un nuevo examen las cuestiones de fondo ya decididas por los
jueces ordinarios. En tal sentido, el análisis de si en una determinada resolución
judicial se ha violado o no el derecho a la debida motivación de las resoluciones
judiciales debe realizarse a partir de los propios fundamentos expuestos en la
resolución cuestionada, de modo que las demás piezas procesales o medios
probatorios del proceso en cuestión sólo pueden ser evaluados para contrastar
las razones expuestas, mas no pueden ser objeto de una nueva evaluación o
análisis. Esto, porque en este tipo de procesos al juez constitucional no le
incumbe el mérito de la causa, sino el análisis externo de la resolución, a
efectos de constatar si ésta es el resultado de un juicio racional y objeto do de
el juez ha puesto en evidencia su independencia e imparcialidad en la solución
de un determinado conflicto, sin caer ni en arbitrariedad en la interpretación y
aplicación del derecho, ni en subjetividades o inconsistencias en la valoración
de los hechos".

Así, en el Exp. N. 0 3943-2006-PA/TC y antes en el voto singular Gonzales Ojeda


y Alva Orlandini (Exp. N. 0 1744-2005-PATC), este Colegiado Constitucional ha
precisado que el contenido constitucionalmente garantizado de este derecho
queda delimitado, entre otros, en los siguientes supuestos:

 Inexistencia de motivación o motivación aparente. Está fuera de toda duda


que se viola el derecho a una decisión debidamente motivada cuando la
motivación es inexistente o cuando la misma es solo aparente, en el sentido
de que no da cuenta de las razones mínimas que sustentan la decisión o de
que no responde a las alegaciones de las partes del proceso, o porque solo
intenta dar un cumplimiento formal al mandato, amparándose en frases sin
ningún sustento fáctico o jurídico.
 Falta de motivación interna del razonamiento. La falta de motivación
interna del razonamiento [defectos internos de la motivación] se presenta en
una doble dimensión; por un lado, cuando existe invalidez de una inferencia a
partir de las premisas que establece previamente el Juez en su decisión; y,
por otro lado, cuando existe incoherencia narrativa, que a la postre se
presenta como un discurso absolutamente confuso incapaz de transmitir, de
modo coherente, las razones en las que se apoya la decisión. Se trata, en
ambos casos, de identificar el ámbito constitucional de la debida motivación
mediante el control de los argumentos utilizados en la decisión asumida por
el Juez o Tribunal; sea desde la perspectiva de su corrección lógica o desde
su coherencia narrativa.
 Deficiencias en la motivación externa,· justificación de las premisas. El
control de la motivación también puede autorizar la actuación del juez
constitucional cuando las premisas de las que parte el Juez no han sido
confrontadas o analizadas respecto de su validez fáctica o jurídica. Esto
ocurre por lo general en los casos difíciles, como los identifica Dworkin, es
decir, en aquellos casos donde suele presentarse problemas de pruebas o de
interpretación de disposiciones normativas. a motivación se presenta en este
caso como una garantía para validar las remisas de las que parte el Juez o
Tribunal en sus decisiones. Si un Juez, fundamentar su decisión: 1) ha
establecido la existencia de un daño; 2) luego, ha llegado a la conclusión de
que el daño ha sido causado por "X", pero no ha dado razones sobre la
vinculación del hecho con la participación de "X" en tal supuesto, entonces
estaremos ante una carencia de justificación de la premisa fáctica y, en
consecuencia, la aparente corrección formal del razonamiento y de la decisión
podrán ser enjuiciadas por/t juez [constitucional] por una deficiencia en la
justificación externa del razonamento del juez.
 La motivación insuficiente. Se refiere, básicamente, al mínimo de
motivación exigible atendiendo a las razones de hecho o de derecho
indispensables para asumir que la decisión está debidamente motivada. Si
bien, como ha establecido este Tribunal en reiterada jurisprudencia, no se
trata de dar respuestas a cada una de las pretensiones planteadas, la
insuficiencia, vista aquí en términos generales, sólo resultará relevante desde
una perspectiva constitucional si es que la ausencia de argumentos o la
"insuficiencia" de fundamentos resulta manifiesta a la luz de lo que en
sustancia se está decidiendo.
 La motivación sustancialmente incongruente
El derecho a la debida motivación de las resoluciones obliga a los órganos
judiciales a resolver las pretensiones de las partes de manera congruente co
los términos en que vengan planteadas, sin cometer, por lo tanto, desviación
que supongan modificación o alteración del debate procesal (incongruencia
activa). Desde luego, no cualquier nivel en que se produzca tal incumplimiento
genera de inmediato la posibilidad de su control. El incumplimiento total de
dicha obligación, es decir, el dejar incontestadas las pretensiones, o el desviar
la decisión del marco del debate judicial generando indefensión, constituye
vulneración del derecho a la tutela judicial y también del derecho a la
motivación de la sentencia (incongruencia omisiva). Y es que, partiendo de
una concepción democratizadora del proceso como la q e se expresa en
nuestro texto fundamental (artículo 139°, incisos 3 y 5), resulta un imperativo
constitucional que los justiciables obtengan de los órganos judiciales una
respuesta razonada, motivada y congruente de las pretensiones efectuadas;
pues precisamente el principio de congruencia procesal exige q el juez, al
momento de pronunciarse sobre una causa determinada, no o · , altere o se
exceda en las peticiones ante él formuladas.
 Motivaciones cualificadas Conforme lo ha destacado este Tribunal, resulta
indispensable una especial justificación para el caso de decisiones de rechazo
de la demanda, o cuando, como producto de la decisión jurisdiccional, se
afectan derechos fundamentales como el de la libertad. En estos casos, la
motivación de sentencia opera como un doble mandato, referido tanto al
propio derecho a la justificación de la decisión como también al derecho que
está siendo objeto de restricción por parte del Juez o Tribunal.
2. Tutela Jurisdiccional efectiva

El derecho a la tutela jurisdiccional efectiva es aquel por el cual toda persona,


como integrante de una sociedad, puede acceder a los órganos jurisdiccionales
para el ejercicio o defensa de sus derechos o intereses, con sujeción a que sea
atendida a través de un proceso que le ofrezca las garantías mínimas para su
efectiva realización. El calificativo de efectividad que se da le añade una
connotación de realidad a la tutela jurisdiccional , llenándola de contenido.

El derecho a la tutela jurisdiccional , llenándola de contenido. El derecho a la


tutela jurisdiccional es el derecho de toda persona a que se le haga justicia; a que
cuando pretenda algo de otra, esta pretensión sea atendida por un órgano
jurisdiccional, a través de un proceso con garantías mínimas. (González, 1985).

De Bernardis (1985) define la tutela jurisdiccional efectiva como la manifestación


constitucional de un conjunto de instituciones de origen eminentemente procesal,
cuyo propósito consiste en cautelar el libre, real e irrestricto acceso de todos los
justiciables a la prestación jurisdiccional a cargo del Estado, a través de un debido
proceso que revista los elementos necesarios para hacer posible la eficacia del
derecho contenido en las normas jurídicas vigentes o la creación de nuevas
situaciones jurídicas, que culmine con una resolución final ajustada a derecho y
con un contenido mínimo de justicia, susceptible de ser ejecutada coercitivamente
y que permita la consecución de los valores fundamentales sobre los que se
cimienta el orden jurídico en su integridad.

El Codigo Procesal Civil de 1993, con una depurada técnica legislativa, establece
en el artículo I del Título Preliminar el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva, al
señalar:

“Articulo I.- Derecho a la tutela jurisdiccional efectiva.-Toda persona tiene derecho


a la tutela jurisdiccional efectiva para el ejercicio o defensa de sus derechos o
intereses, con sujeción a un debido proceso.

Consiguientemente, es deber del Estado promover la efectividad del derecho a la


tutela jurisdiccional, que no solo se limita al aspecto procesal, sino
fundamentalmente, al aspecto material, en el sentido de resolver la pretensión
planteada.

3. Derecho a la defensa

Moreno, V (2010) precisa que el derecho de defensa es un derecho fundamental


reconocido constitucionalmente y en los textos de derechos humanos, el cual
debe salvaguardarse en cualquier procedimiento jurisdiccional, Es parte del
debido proceso y requisito esencial de validez del mismo.
Consiste en la posibilidad jurídica y material de ejercer la defensa de los derechos
e intereses de la persona, en juicio y ante las autoridades, de manera que se
asegure la realización efectiva de los principios de igualdad de las partes y de
contradicción. Asimismo, constituye un derecho ilimitado, por ser un derecho
fundamental absoluto. Justamente, la defensa de la persona en juicio y de sus
derechos se concibe solamente a través de la intervención del abogado.
(Seco,1947)

En materia de defensa, el Pacto es muy claro: durante el proceso, toda persona


acusada de un delito tendrá derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías
mínimas:

a) A ser informada sin demora, en un idioma que comprenda y en forma detallada,


de la naturaleza y causas de la acusación formulada contra ella;

b) A disponer del tiempo y de los medios adecuados para la preparación de su


defensa y a comunicarse con el defensor de su elección;

c) A ser juzgada sin dilaciones indebidas;

d) A hallarse presente en el proceso y a defenderse personalmente o ser asistida


por el defensor de su elección; a ser informada, si no tuviera defensor, del
derecho que le asiste, a tenerlo y, siempre que el interés de la justicia lo exija, a
que se le nombre un defensor de oficio, gratuitamente, si careciera de medios
suficientes para pagarlo;

e) A interrogar o hacer interrogar a los testigos de cargo y a obtener la


comparecencia de los testigos de descargo y que éstos sean interrogados en las
mismas condiciones que los testigos de cargo;

f) A ser asistida gratuitamente por un intérprete, si no comprende o no habla el


idioma empleado en el tribunal;

g) A no ser obligada a declarar contra sí misma ni a confesarse culpable.

4. Debido Proceso

El debido proceso tiene su origen en el due proceso of law anglosajón, se


descompone en: el debido proceso sustantivo, que protege a los ciudadanos de
las leyes contrarias a los derechos fundamentales y, el debido proceso adjetivo,
referido a las garantías procesales que aseguran los derechos fundamentales. Su
incorporación al constitucionalismo latinoamericano ha matizado sus raíces,
señalando que el debido proceso sustantivo se refiere a la necesidad de que las
sentencias sean valiosas en sí mismas, esto es, que sean razonables; mientras
que el debido proceso adjetivo alude al cumplimiento de ciertos recaudos formales,
de trámite y de procedimiento, para llegar a una solución judicial mediante la
sentencia. (Marcial 1998),

Por su parte la doctrina y la jurisprudencia nacionales han convenido en que el


debido proceso es un derecho fundamental de toda persona -peruana o
extranjera, natural o jurídica- y no sólo un principio o derecho de quienes ejercen
la función jurisdiccional. En esa medida, el debido proceso comparte el doble
carácter de los derechos fundamentales: es un derecho subjetivo y particular
exigible por una persona y, es un derecho objetivo en tanto asume una dimensión
institucional a ser respetado por todos, debido a que lleva implícito los fines
sociales y colectivos de justicia. (Bustamante, 2001)

Es importante reafirmar que los derechos al debido proceso constituyen la base


sobre la que se asienta la tutela judicial y no judicial. En tal entendido se puede
señalar que, en nuestro sistema constitucional se encuentran consagradas
enunciativamente las garantías de un proceso litigioso, en función de lo cual toda
persona tiene derecho a la tutela jurisdiccional. (Pérez, 1994).

5. Derecho de defensa.- Es el derecho a defenderse de la demanda de un tercero


o acusación policial, fiscal o judicial, mediante la asistencia de un abogado. Este
derecho a su vez se descompone en el derecho a ser oído, derecho a elegir a su
defensor, obligatoriedad del defensor y si es el caso de contar con un defensor de
oficio y con una defensa eficaz, facultades comprendidas en el inciso 14 del
artículo 139º de la Constitución.
La Constitución en su artículo 139, inciso 14, reconoce el derecho de defensa; en
virtud de dicho derecho se garantiza que los justiciables, en la protección de sus
derechos y obligaciones, cualquiera sea su naturaleza (civil, mercantil, penal,
laboral, etc.), no queden en estado de indefensión

El derecho de defensa consiste en la obligación de ser oído, asistido por un


abogado de la elección del acusado o demandado, o en su defecto a contar con
uno de oficio. Este derecho comprende la oportunidad de alegar y probar
procesalmente los derechos o intereses, sin que pueda permitirse la resolución
judicial inaudita parte, salvo que se trate de una incomparecencia voluntaria,
expresa o tácita, o por una negligencia que es imputable a la parte. La
intervención del abogado no constituye una simple formalidad. Su ausencia en
juicio implica una infracción grave que conlleva a la nulidad e ineficacia de los
actos procesales actuados sin su presencia. (Landa, 2010)

La garantía del contenido esencial de los derechos constitucionales, se puede


formular de modo general, que todo derecho constitucional o fundamental cuenta
con un contenido jurídico constitucional, el cual es jurídicamente determinable y
exigible al poder político y a los particulares, y el Tribunal Constitucional peruano
siguiendo los criterios hermenéuticos del Tribunal Constitucional Español, el
mismo que encuentra su formulación y asentimiento en el ordenamiento
constitucional alemán, ha determinado el contenido constitucional protegido de
algunos derechos constitucionales

6. Ministerio Público

Es el organismo autónomo el Estado que tiene como funciones principales la defensa


de la legalidad, los derechos ciudadano y los intereses públicos, la representación de
la sociedad en juicio, para los efectos de defender a la familia, a los menores e
incapaces y el interés social, así como para velar por la moral pública; la persecución
del delito y la reparación civil. También velará por la prevención del delito dentro de
las limitaciones que resultan de la presente ley y por la independencia de los órganos
judiciales y la recta administración de justicia y las demás que le señalan
la Constitución Política del Perú y el ordenamiento jurídico de la Nación.

El Ministerio Público es el titular del ejercicio de la acción penal. Actúa de oficio, a


instancia de la víctima, por acción popular o por noticia policial.

7. Fiscal

El fiscal se hace cargo de la dirección de la investigación, eso quiere decir que desde
que se produce la principal noticia del crimen que llega al fiscal este dirige la
investigación con ayuda de la policía y es el encargado de diseñar el plan de
investigación que debe terminar con la reconstrucción de lo que habría ocurrido que
es lo que se conoce como teoría del caso. Cuando el fiscal tiene idea clara de lo que
ha ocurrido, tiene identificado el autor de un hecho y tiene claro que ese hecho es
criminoso ese fiscal tiene que ir a la segunda parte que es acusar y para acusar tiene
que usar todas las pruebas que ha recabado en la etapa de investigación, tiene que
ir ante el juez y tiene que demostrarle al juez la comisión del delito para pedir una
pena, una sanción, al autor del mismo que ha identificado

El Fiscal conduce desde su inicio la investigación del delito. Con tal propósito la
Policía Nacional está obligada a cumplir los mandatos del Ministerio Público en el
ámbito de su función.

8. Juez

Conciliar con equidad. Es decir, propone alternativas de solución a las partes con el
objetivo de facilitar un arreglo. Sin embargo, le está prohibido imponer un acuerdo.

Función jurisdiccional. Quiere decir que de no lograr la conciliación ejerce funciones


jurisdiccionales y por lo tanto puede emitir sentencia. El juez se pronuncia según su
leal saber y entender, debidamente motivada y no siendo obligatorio funtamentarla
jurídicamente. Su alcance abarca la materia penal y civil, asi como en cuantías,
espacio y territorio

En cuanto a lo Civil, acoge casos de alimentación, desalojos e interdictos. Sin


embargo, no puede fallar en temas de vínculo matrimonial, nulidad de actos jurídicos
y contratos, declaratoria de herederos, derechos de sucesión, testamentos y
derechos constitucionales.

En lo Penal, puede imponer sanciones con servicios a la comunidad y multas por


faltas contra la persona, contra el patrimonio (robo), contra las buenas costumbres y
contra la tranquilidad y la seguridad pública. También tiene la facultad de detener a
una persona hasta por 24 horas, para luego formular la denuncia correspondiente, de
ser el caso, al Ministerio Público.
Bibliografía

González, J. (1985). El derecho a la tutela jurisdiccional efectiva, España.


Editorial Civitas. Segunda Edición, Pág. 27

De Bernardis, L. (1985). La garantía Procesal del Debido Proceso Lima, Cultural


Cusco, S.A. Editores.

Moreno, V (2010) “Sobre el derecho de defensa”, Teoría & Derecho Revista de


Pensamiento Jurídico, El derecho de defensa, Valencia, núm. 8, p. 17.

Seco, J.(1947) El derecho de defensa. La garantía constitucional de la defensa


en el juicio, primer premio otorgado por la Asociación de Abogados de Buenos
Aires, Buenos Aires, Depalma, p. 38.

Marcial (1998), Estudio de la Constitución Política 1993, tomo 5, Pontificia


Universidad Católica del Perú - Fondo Editorial, Lima, 1999, pp. 47-69; asimismo,
Víctor García Toma, Análisis sistemático de la Constitución peruana de 1993,
tomo II, Universidad de Lima, Fondo de Desarrollo Editorial, Lima, 1998, pp. 461-
463.

Bustamante, R. (2001). Derechos fundamentales y proceso justo, Lima, 2001,


pp. 236 ss.; asimismo, revisar el documento de la CAJ elaborado por Luis Huerta
con la colaboración de Enrique Aguilar, El debido proceso en las decisiones de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos (anális del artículo 8º de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos)

Pérez, M. (1994).La aplicación de la Constitución por los jueces y la


determinación del objeto del amparo constitucional, en RCEC, N° 3, Mayo-
Agosto, CEC, Madrid, 1989, pp.71 y ss.; asimismo, Francisco Fernández Segado,
La configuración jurisprudencial del derecho a la jurisdicción, en RGD, Nº 600,
Valencia, pp. 9236-9257.
Landa, C. (2010) Los derechos fundamentales en la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional. Palestra Editores. Lima. Pág. 285.

Bernales, E. (1997) La Constitución de 1993. Análisis comparado. Constitución


y Sociedad. ICS. Tercera edición. Lima. Pág. 656.

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