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RELIGIOSO POR NATURALEZA, CREYENTE POR DECISIÓN

Coincidimos aquella ocasión, creo que fue en el “metro” de la ciudad de México donde me
confesó que había empezado a leer el «Anticristo»; un libro escrito por el filósofo alemán
Friedrich Nietzsche (1844-1900). En este libro, Nietzsche sostiene enfáticamente que los
valores judeo-cristianos representan un retroceso para la sociedad moderna; por lo tanto,
propone que abandonemos la compasión y vivamos con coraje: como superhombres.
—¡Que coincidencia! —le dije— Acabo de terminar de leer ese libro, me pareció
muy interesante su análisis.
Un par de meses más tarde volvimos a vernos, en medio de las pláticas, el café y la risa; le
pregunté:
—¿Qué te pareció el Anticristo?
Ella me contestó un poco angustiada:
—Sinceramente, no lo terminé de leer; porque me estaba haciendo dudar de la fe
cristiana.
Ante su respuesta, luego de pensar un poco, traté de explicarle cuál había sido el contexto en
el que Nietzsche había escrito. Un tiempo, previo a las dos guerras, en el que se pensaba que
el futuro del mundo podía confiársele al hombre; un mundo optimista, porque estaba gozando
de los beneficios de la Revolución Industrial y las ciencias modernas. Sin embargo, este
mismo mundo, despertó de aquella visión tan positiva cuando fue participe de la Primera y
Segunda Guerra Mundial; confirmamos que el futuro de la humanidad no podía confiársele
al hombre del todo, y entonces, fue necesario volver la mirada a Dios.
Luego de mi explicación, recuerdo que ella contestó:
—Es que para ti es sencillo, porque toda tu vida has estado en la iglesia.
—La fe es una decisión —respondí—
—¿Cómo que una decisión? —dijo ella—
—Sí, una decisión —continúe— Es una decisión que todos los creyentes debemos
asumir a diario, no importa cuanto tiempo tengamos en la iglesia. Incluso, es más fácil
que el tipo de cosas que Nietzsche dice en su libro sobre el cristianismo y el judaísmo
nos hagan dudar de la religión a los que tenemos más tiempo en la iglesia; pero aún
así nunca apagarían la verdadera fe.
—O sea, ¿la religión y la fe son cosas distintas? —ella inquirió—
—Claro que sí. —alegué— El ser humano es religioso por naturaleza, pero creyente
por decisión.
—¿A que te refieres con eso? —cuestionó—
—La religión —comencé diciendo— es un esfuerzo del hombre por alcanzar a Dios;
pero al final éste sólo se alcanza a sí mismo. Por así decirlo, es una manera en la que
el ser humano trata de responderse a él mismo las preguntas más profundas sobre la
existencia y termina creando un “dios” a su imagen. Los estudiosos, han llegado a la
conclusión de que la religión es un fenómeno humano.
—¿Y qué es un fenómeno humano? —indagó ella—
—Un fenómeno humano es, en palabras simples, aquello que se manifiesta como
parte de la naturaleza del hombre. Diversas investigaciones fenomenológicas han
demostrado que en cualquier lugar que han existido los seres humanos, también ha
estado presente la religión. Por esto, los estudiosos concluyen que el ser humano es
religioso por naturaleza. —le contesté—
—¡Oh, creo que ya entendí! Por ejemplo, cuando el hombre no sabía cómo explicar
la lluvia, es decir, no conocía el ciclo del agua; buscando llenar ese vacío terminaba
creando al “dios” de la lluvia. ¿A eso se refieren los estudiosos? —dijo—
—Exactamente, —contesté— lo has comprendido a la perfección.
—Pero, ¿qué hay de malo en la religión? —expresó—
—El problema es precisamente que las respuestas de la religión no satisfacen a
profundidad las preguntas existenciales del hombre, porque los “dioses” de ésta sólo
sirven para justificar las acciones humanas; pero no le ayudan a las personas a
enmendar su pasado y aliviar su interior. —rebatí— La religión es algo absolutamente
humano, donde el odio y el abuso del prójimo pueden tener cabida; donde las
estructuras eclesiásticas pueden aplastar al débil, pero la fe es algo totalmente distinto
a esto.
—¿Qué es la fe entonces? —interrogó ella—
—La fe, al contrario de la religión, es dejarse abrazar por Dios. —contesté— Es
cuando el hombre acepta que no posee todas las respuestas, se comprende como
limitado y se deja envolver por el misterio, por lo trascendente, por aquello que es
mayor que él: Dios. Así que, la fe es una decisión. Es decidir día a día, que, aunque
no tenemos todas las respuestas; podemos caminar hacia la seguridad plena de Dios,
mismo que se auto-revela en el camino y nos va proveyendo las piezas para el
rompecabezas de la vida. La fe es una expresión muy interna, es algo del corazón.
—Pero, ¿cómo saber si estoy viviendo la fe o una religión simplemente? —impugnó
con su cara de angustia—
—Sencillo, —le respondí— en la fe la relación hombre-Dios se fundamenta en el
amor común y desinteresado (como en la historia de Job); pero en la religión, el
hombre se relaciona con “dios” buscando obtener premios por su buen
comportamiento.
—Ahora comprendo, —dijo ella con el rostro renovado— lo que Nietzsche critica en
su libro son las estructuras religiosas que encarcelan al hombre y que le impiden su
realización; pero la fe no es eso, por el contrario, es una manera de potencializar al
ser humano, pues calma su angustia ante lo desconocido. ¿No es así?
—Excelente, —le contesté sonriendo un poco— lo has dicho mucho mejor que yo.
La fe bíblica, básicamente, se caracteriza por dos cosas: primero, dirigir la confianza
hacia alguien fiel; y segundo, es un proceso de la inteligencia, por medio del cual
logramos concluir que Dios es real, aunque no lo vemos.
—A ok, ya me acordé. —interrumpió ella— Eso está en la Biblia: “Confiar en Dios
es estar totalmente seguro de que uno va a recibir lo que espera. Es estar convencido
de que algo existe, aun cuando no se pueda ver.” (Heb. 11:1 TLA) Pero si la fe es
algo del corazón. —continuó— ¿Qué hay de los rituales cristianos? ¿no serían
solamente religión?
—Muy buena pregunta. —le dije algo asombrado— La clave está, nuevamente, en la
manera que practiquemos el culto cristiano. Si el rito cristiano solamente sirve para
justificar nuestra forma de vida desordenada, si solamente es un medio para apaciguar
la conciencia; entonces, estamos viviendo en la religión. Pero, si abrazamos al
misterio del Dios de la vida, quien nos busca día con día, y realizamos los rituales
cristianos como una respuesta de gratitud al amor divino; entonces, estamos viviendo
la fe.
Conclusiones
En suma, la charla citada anteriormente pretende clarificar la diferencia entre fe y religión;
algo necesario e importante. Desgraciadamente, la religión aprisiona al hombre, lo limita y
no le permite desarrollarse; pero la fe, es una de las expresiones más sublimes del ser humano.
Es en la fe donde realmente se alivia la angustia y se vive en libertad, aceptando que no
tenemos todas las respuestas. Pero que decidimos creer, apoyados en la razón, que si tenemos
preguntas que no somos capaces de contestar y que nos acercan al misterio; entonces,
seguramente existe una realidad que nos trasciende y es la única capaz de darnos respuestas
satisfactorias: Dios.
Estoy seguro que hoy, miles de personas viven peleadas con la religión; pues ciertamente los
sistemas religiosos oprimen al hombre, le dan cabida al egoísmo y buscan superponerse ante
la dignidad humana. Sin embargo, la fe es algo completamente distinto; la fe es algo del
corazón, es allegarse al misterio de forma sincera y humilde. Y aunque la religión es un
intento por estructurar la fe, ésta última es más una expresión del espíritu humano que tiende
a ser espontanea. Y, si bien es cierto que el ser humano es religioso por naturaleza, no es
menos verdadero que es creyente por decisión. Así que, a pesar de que la religión (estructura
eclesial, líder religioso, etc.) falle; siempre tendremos la opción de abrazar la fe verdadera.
En la religión siempre habrá hombres y mujeres de fe, gente piadosa que se abandona en
Dios; pero también debe estar claro que no toda la religión es sinónimo de fe. ¿Qué prefieres,
fe o religión?

*Si te gustó esta manera de presentar el blog, por favor házmelo saber en la caja de
comentarios. Así mismo, si lo aquí expuesto ha sido de ayuda para ti o te ha hecho
reflexionar; te animo a compartirlo.

Bibliografía consultada
Charpentier, E. (1987). Para leer la biblia. Estella, España: Verbo Divino.
Erickson, M. J. (2008). Teología Sistematica. Barcelona, España: Clíe.
León-Dufour, X. (1965). Vocabulario de la Teología Bíblica. Barcelona, España: Herder.
Pannenberg, W. (1992). Teología Sistematica. Madrid, España: UPCO.
Rovira Belloso, J. M. (1996). Introducción a la Teología. Madrid, España: Biblioteca de
Autores Cristianos.
Velasco, M. (1978). Introducción a la Fenomenología de la religión. Madrid, España:
Cristiandad.
Vilanova, E. (2000). Para comprender la Teología. Estella, España: Verbo Divino.

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