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De la Feria. Salterio II
1 de septiembre
I VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
SALMODIA
Damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, en todo momento, rezando por vosotros, al oír
hablar de vuestra fe en Jesucristo y del amor que tenéis a todos los santos, por la esperanza que os está
reservada en los cielos, sobre la cual oísteis hablar por la palabra verdadera de la Buena Noticia, que se os
hizo presente, y está dando fruto y prosperando en todo el mundo igual que entre vosotros.
RESPONSORIO BREVE
V. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
R. De la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Cumplid los preceptos del Señor, porque ellos son vuestra sabiduría y vuestra prudencia a los ojos de
los pueblos.
PRECES
Demos gracias al Señor que ayuda y protege al pueblo que se ha escogido como heredad, y recordando su
amor para con nosotros supliquémosle diciendo:
Padre lleno de amor, te pedimos por el papa Francisco y por nuestro obispo N.;
protégelos con tu fuerza y santifícalos con tu gracia.
Que los enfermos vean en sus dolores una participación de la pasión de tu Hijo,
para que así tengan también parte en su consuelo.
Movidos por el Espíritu Santo, dirijamos al Padre la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios todopoderoso, de quien procede todo don perfecto, infunde en nuestros corazones el amor de tu
nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida, aumentes el bien en nosotros y con solicitud
amorosa lo conserves. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
DOMINGO DE LA SEMANA XXII
De la Feria. Salterio II
2 de septiembre
LAUDES
(Oración de la mañana)
INVITATORIO
(Si Laudes no es la primera oración del día
se sigue el esquema del Invitatorio explicado en el Oficio de Lectura)
Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
Cristo, el Señor,
como la primavera,
como una nueva aurora,
resucitó.
Es grano en la tierra,
muerto y florecido,
tierno pan de amor.
Se rompió el sepulcro,
se movió la roca,
y el fruto brotó.
Dueño de la muerte,
en el árbol grita
su resurrección.
Humilde en la tierra,
Señor de los cielos,
su cielo nos dio.
Ábranse de gozo
las puertas del Hombre,
que al hombre salvó.
SALMODIA
Ant 1. Bendito el que viene en nombre del Señor. Aleluya.
No he de morir, viviré
para contar las hazañas del Señor.
Me castigó, me castigó el Señor,
pero no me entregó a la muerte.
Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:
a ti gloria y alabanza por los siglos.
RESPONSORIO BREVE
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Recibid con docilidad la palabra de Dios que ha sido sembrada en vosotros, y que tiene poder para
salvar vuestras almas.
Ant. Recibid con docilidad la palabra de Dios que ha sido sembrada en vosotros, y que tiene poder para
salvar vuestras almas.
PRECES
Invoquemos, hermanos, a nuestro Salvador, que ha venido al mundo para ser «Dios-con-nosotros», y
digámosle confiadamente:
Que sepamos descubrir, Señor, cómo todas las creaturas están llenas de tus perfecciones,
para que así, en todas ellas, sepamos contemplarte a ti.
Tú que, bautizado por Juan en el Jordán, fuiste ungido con el Espíritu Santo,
asístenos durante este día para que actuemos movidos por este mismo Espíritu.
Por Jesús nos llamamos y somos hijos de Dios; por ello nos atrevemos a decir:
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios todopoderoso, de quien procede todo don perfecto, infunde en nuestros corazones el amor de tu
nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida, aumentes el bien en nosotros y con solicitud
amorosa lo conserves. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
DOMINGO DE LA SEMANA XXII
De la Feria. Salterio II
2 de septiembre
OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Ant. Pueblo del Señor, rebaño que él guía, bendice a tu Dios. Aleluya.
SALMODIA
Ant 1. Señor, Dios mío, te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Aleluya.
Ant. Señor, Dios mío, te vistes de belleza y majestad, la luz te envuelve como un manto. Aleluya.
Ant 2. El Señor saca pan de los campos y vino para alegrar el corazón del hombre. Aleluya.
Salmo 103 II
Ant. El Señor saca pan de los campos y vino para alegrar el corazón del hombre. Aleluya.
Ant 3. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. Aleluya.
Ant. Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno. Aleluya.
PRIMERA LECTURA
Timoteo, hijo mío: Honra a las viudas que son verdaderamente tales. Y si una viuda tiene hijos o
nietos, que ante todo aprendan éstos a practicar sus deberes para con la propia familia, y a
corresponder por lo que deben a sus progenitores. Esto agrada a los ojos de Dios.
La viuda que es verdaderamente tal, es decir, desamparada de todos, pone toda su confianza en Dios
y persevera día y noche en plegarias y oraciones. Pero la que se entrega a una vida frívola está ya
muerta en vida. Incúlcales esto, para que no tengan nada que se les pueda reprochar. La que no mira
por los suyos, y en particular por los de su casa, ha renegado de la fe y es peor que un infiel.
No se admita en el grupo de las viudas a ninguna de menos de sesenta años. Que no se haya casado
más de una vez; que sea recomendada por sus buenas obras, tales como haber educado bien a sus
hijos, haber ejercitado la hospitalidad, haber lavado los pies a los fieles y asistido a los atribulados;
haber sido solícita en toda clase de beneficencia.
Pero no admitas a viudas jóvenes, porque, cuando les asaltan deseos contrarios a su decisión en
Cristo, luego quieren casarse; así incurren en juicio condenatorio por no haber sido fieles a su
compromiso anterior. Y a todo esto, no teniendo nada que hacer, se dedican a ir de casa en casa; y
no sólo están ociosas, sino que se vuelven habladoras y entrometidas, hablando de lo que no deben.
Quiero, pues, que las viudas jóvenes se casen, que críen hijos y gobiernen su casa, y que no den al
enemigo ningún motivo para que se hable mal de nosotros. Que ya algunas se han extraviado y han
ido en pos de Satanás. Si alguna mujer de la comunidad tiene viudas en su parentela, manténgalas,
para que la comunidad no se vea gravada. Así podrá la Iglesia mantener a las que son
verdaderamente viudas.
Los presbíteros que ejercen bien su cargo merecen doble honor, principalmente los que se afanan en
la predicación y en la enseñanza. La Escritura, en efecto, dice: «No pondrás bozal al buey que
trilla», y también: «El obrero tiene derecho a su salario.» No admitas ninguna acusación contra un
presbítero si no viene con el testimonio de dos o tres. A los culpables, repréndelos delante de todos,
para que los demás cobren temor. Yo te conjuro en presencia de Dios, de Cristo Jesús y de los
ángeles escogidos, que observes estas recomendaciones sin dejarte llevar de prejuicios ni
favoritismos. No te precipites en imponer a nadie las manos, y así no te harás partícipe de los
pecados ajenos. Consérvate puro.
Deja ya de beber agua sola. Toma un poco de vino para tu mal de estómago y por tus frecuentes
achaques. Los pecados de algunos hombres son ya manifiestos aun antes de que los examines; los
de otros, en cambio, no lo son hasta después. Lo mismo sucede con las obras: las buenas están al
descubierto, las que no lo son no pueden quedar siempre ocultas.
R. Llevad una vida conforme al Evangelio de Cristo, luchando todos a una por la fe; * no os
encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás.
V. Tened entre vosotros los sentimientos propios de una vida en Cristo Jesús.
R. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás.
SEGUNDA LECTURA
Nosotros, por tanto, no éramos buenos. Y, con todo, él se compadeció de nosotros y nos envió a su
Hijo a fin de que muriera, no por los buenos, sino por los malos; no por los justos, sino por los
impíos. Dice, en efecto, la Escritura: Cristo murió por los pecadores. Y ¿qué se dice a continuación?
Apenas habrá quien dé su vida por un justo; quizás por un bienhechor se exponga alguno a perder la
vida. Es posible, en efecto, encontrar quizás alguno que se atreva a morir por un bienhechor; pero
por un inicuo, por un malhechor, por un pecador, ¿quién querrá entregar su vida, a no ser Cristo,
que fue justo hasta tal punto que justificó incluso a los que eran injustos?
Ninguna obra buena habíamos realizado, hermanos míos; todas nuestras acciones eran malas. Pero,
a pesar de ser malas las obras de los hombres, la misericordia de Dios no abandonó a los humanos.
Y Dios envió a su Hijo para que nos rescatara, no con oro o plata, sino a precio de su sangre, la
sangre de aquel Cordero sin mancha, llevado al matadero por el bien de los corderos manchados, si
es que debe decirse simplemente manchados y no totalmente corrompidos. Tal ha sido, pues, la
gracia que hemos recibido. Vivamos, por tanto, dignamente, ayudados por la gracia que hemos
recibido y no hagamos injuria a la grandeza del don que nos ha sido dado. Un médico extraordinario
ha venido hasta nosotros y todos nuestros pecados han sido perdonados. Si volvemos a enfermar no
sólo nos dañaremos a nosotros mismos, sino que seremos además ingratos para con nuestro médico.
Sigamos, pues, las sendas que él nos indica e imitemos, en particular, su humildad, aquella
humildad por la que él se rebajó a sí mismo en provecho nuestro. Esta senda de humildad nos la ha
enseñado él con sus palabras y, para darnos ejemplo, él mismo anduvo por ella, muriendo por
nosotros. Para poder morir por nosotros, siendo como era inmortal, la Palabra se hizo carne y puso
su morada entre nosotros. Así el que era inmortal se revistió de mortalidad para poder morir por
nosotros y destruir nuestra muerte con su muerte.
Esto fue lo que hizo el Señor, éste el don que nos otorgó. Siendo grande, se humilló; humillado,
quiso morir; habiendo muerto, resucitó y fue exaltado para que nosotros no quedáramos
abandonados en el abismo, sino que fuéramos exaltados con él en la resurrección de los muertos los
que ya desde ahora hemos resucitado por la fe y por la confesión de su nombre. Nos dio y nos
indicó, pues, la senda de la humildad. Si la seguimos confesaremos al Señor y con toda razón le
daremos gracias, diciendo: Te damos gracias, oh Dios, te damos gracias, invocando tu nombre.
R. Te alabaré de todo corazón, Dios mío, daré gloria a tu nombre por siempre; * por tu grande
piedad para conmigo.
V. Tú eres mi Dios, yo te doy gracias; Dios mío, a ti dirijo mi alabanza.
R. Por tu grande piedad para conmigo.
Himno: SEÑOR, DIOS ETERNO
A ti la Iglesia santa,
por todos los confines extendida,
con júbilo te adora y canta tu grandeza:
Tú destruiste la muerte
y abriste a los creyentes las puertas de la gloria.
Tú vives ahora,
inmortal y glorioso, en el reino del Padre.
Sé su pastor,
y guíalos por siempre.
Dígnate, Señor,
guardarnos de pecado en este día.
ORACIÓN.
OREMOS,
Oh Dios todopoderoso, de quien procede todo don perfecto, infunde en nuestros corazones el amor
de tu nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida, aumentes el bien en nosotros y con
solicitud amorosa lo conserves. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
II VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
SALMODIA
El cántico siguiente se dice con todos los Aleluya intercalados cuando el oficio es cantado. Cuando el Oficio
se dice sin canto es suficiente decir el Aleluya sólo al principio y al final de cada estrofa.
Aleluya.
La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios
(R. Aleluya)
porque sus juicios son verdaderos y justos.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Alabad al Señor sus siervos todos.
(R. Aleluya)
Los que le teméis, pequeños y grandes.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Porque reina el Señor, nuestro Dios, dueño de todo.
(R. Aleluya)
Alegrémonos y gocemos y démosle gracias.
R. Aleluya, (aleluya).
Aleluya.
Llegó la boda del cordero.
(R. Aleluya)
Su esposa se ha embellecido.
R. Aleluya, (aleluya).
Nosotros debemos dar continuamente gracias a Dios por vosotros, hermanos, a quienes tanto ama el
Señor. Dios os eligió desde toda la eternidad para daros la salud por la santificación que obra el Espíritu y
por la fe en la verdad. Con tal fin os convocó por medio del mensaje de la salud, anunciado por nosotros,
para daros la posesión de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
RESPONSORIO BREVE
CÁNTICO EVANGÉLICO
PRECES
Demos gloria y honor a Cristo, que puede salvar definitivamente a los que por medio de él se acercan a
Dios, porque vive para interceder en su favor, y digámosle con plena confianza:
Señor Jesús, sol de justicia que iluminas nuestras vidas, al llegar al umbral de la noche te pedimos por todos
los hombres,
que todos lleguen a gozar eternamente de tu luz.
Padre nuestro...
ORACION
Oh Dios todopoderoso, de quien procede todo don perfecto, infunde en nuestros corazones el amor de tu
nombre, para que, haciendo más religiosa nuestra vida, aumentes el bien en nosotros y con solicitud
amorosa lo conserves. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del
Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.