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Centremos nuestra atención en una frase de esas que deberían estar esculpidas en cada rincón de

nuestra memoria para ayudarnos a vivir cada día más en Cristo:

Si perdiera una prenda valiosa y muy significativa, ¿qué harías?

Entonces les contó esta parábola:

El terreno de un hombre rico le produjo una buena cosecha. Así que se puso a pensar: “¿Qué voy a
hacer? No tengo dónde almacenar mi cosecha”. Por fin dijo: “Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis
graneros y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes. Y diré:
Alma mía, ya tienes bastantes cosas buenas guardadas para muchos años. Descansa, come, bebe y goza
de la vida”. Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará
con lo que has acumulado?” »Así le sucede al que acumula riquezas para sí mismo, en vez de ser rico
delante de Dios». Lucas 12: 14-21(NVI)

Este es ciertamente un versículo apropiado para muchos cristianos en esta época de materialismo,
concretamente de consumismo, que ocupa una parte significativa de nuestra mente y tiempo. La codicia
es uno de los pecados vigentes de nuestro tiempo y que los demás no necesariamente pueden vernos
cometer; a veces incluso nosotros no seremos conscientes de caer en él. San Francisco de Asís dijo en
una ocasión lo siguiente: "Los hombres me han confesado todo pecado conocido, excepto el pecado de
la codicia".

Leamos los versículos 16 al 21, que presentan la

Parábola del rico necio

"También les refirió una parábola, diciendo: «La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y
él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo donde guardar mis frutos?. Y dijo: Esto
haré: derribaré mis graneros y los edificaré más grandes, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y
diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; descansa, come, bebe y
regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma, y lo que has guardado, ¿de
quién será?. Así es el que hace para sí tesoro y no es rico para con Dios."

Este hombre había acumulado todos sus tesoros en la tierra, pero no había atesorado ninguna realidad
espiritual con valor en el cielo. El Señor llamó necio al protagonista de esta parábola, pero observemos
que clase de hombre parecía ser. Toda su apariencia exterior indicaba que se trataba de un buen
hombre. Era un ciudadano respetuoso de la ley, con una familia normal y un buen vecino. Quedaba
fuera de toda sospecha. Vivía una vida cómoda en una zona residencial de las afueras de la ciudad. Y
llevaba una vida irreprochable, ajena a negocios turbios o maniobras políticas dudosas. En fin, aquí
tenemos a un hombre correcto. Sin embargo, el Señor le llamó necio. ¿Por qué? Porque sólo pensaba en
sí mismo: era egocéntrico y codicioso.

Hay muchos que viven como él. La parábola del rico necio es uno de los párrafos más incisivos de la
Palabra de Dios. La filosofía mundana no ha variado desde que los gladiadores romanos acuñaron la
conocida frase "comamos y bebamos, que mañana moriremos" Esto es lo que convierte al ser humano
en un necio. Si tu vives como si esta vida es la única realidad que existe, y vives solo para ti, y como si no
hubiera nada más allá de la muerte, eres como aquel hombre. Continuemos leyendo los versículos 22 al
24:
"Dijo luego a sus discípulos: Por tanto os digo: No os angustiéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el
cuerpo, qué vestiréis. La vida es más que la comida, y el cuerpo más que el vestido. Considerad los
cuervos, que ni siembran ni siegan; que ni tienen despensa ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis
vosotros mucho más que las aves?"

Por supuesto, no es malo acumular cosas. El problema con el rico necio era la codicia, que le convirtió en
un ser insaciable que no podía dejar de adquirir bienes. Esa es la tragedia de un capitalismo sin Dios. Es
contra este tipo de personas, que se pronuncian juicios muy severos para los últimos días, que se
detallan en la carta a Santiago 5:1 ¡Oíd esto, vosotros los ricos! ¡Llorad y gritad por las desgracias que
vais a sufrir!

Debiéramos examinar nuestro corazón y preguntarnos: "¿Estoy viviendo solo para esta vida?" El Señor
nos recomendó observar a los pájaros, para que aprendiésemos de ellos.

Amada, piensa qué está ocupando el primer lugar en tu corazón; si es el Señor Jesús quien tiene la
prioridad en tu corazón o si hay otro tesoro que está ocupando su lugar, recuerda como dice la Palabra
que donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón.

Si tú crees que Jesús y las riquezas celestiales no están ocupando tu corazón, arrepiéntete y vuélvete a
Él, deja que Él sea el Rey, el Señor de tu vida; resiste al mundo y a sus deleites, resiste las tentaciones y
deja que el Señor Jesús sea el único tesoro que llene tu corazón y no te faltará jamás una de sus
promesas, su paz, su amor y el gozo de la salvación.

Él te guardará para vida eterna y nadie arrebatará tu corona, te concederá las peticiones de tu corazón y
te saciará de todo bien, siendo así, disfrutarás de la vida eterna prometida y guardada para ti.

Que la paz del Señor Jesucristo sea sobre tu vida.

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Frase Corta:

Frase Resumen: Si Dios es importante en tu vida, tu primera ocupación será buscar y pasar tiempos con
Él. Pero, si hay otras cosas más importantes que el Señor, tendrás tiempo para todo, menos para Dios.
Analiza cómo está tu relación con tu Creador y dale el lugar que se merece. (Mateo 6:21)

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