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INTRODUCCION:
ALGUNAS SITUACIONES QUE AL MENOS DEBEN MOTIVARNOS A PENSAR.
Obviamente ello causará inconvenientes no sólo para él, sino también para su familia
que de él depende, ya que al no poder continuar trabajando ni reinsertarse en el
mercado laboral, el trabajador sustento de su familia -y aunque no lo fuere- se verá
imposibilitado de obtener los medios que le permitan hacer frente a los gastos
necesarios para costear sus necesidades personales y/o familiares. ¿Qué se nos ocurre
inmediatamente de la simple observación de la situación descripta? Olvidémonos de
nuestra calidad de abogados y pensemos sólo en función de seres humanos. Llegaremos
a decir: pobre hombre, pobre familia. ¿No es esto lo que puede venírsenos a la mente
sin esfuerzo si contamos de un mínimo de sensibilidad? Y siguiendo esta línea de
pensamiento, razonaremos también con facilidad: alguien debería ayudarlo. No
podemos dejarlo librado a su suerte -o más bien a su desgracia- Hasta aquí habrá
coincidencia entre los simples ciudadanos y las personas vinculadas y conocedoras del
derecho. Ahora bien; lo que sigue sería preguntarnos: ¿quién debería ayudarlo? Y
pensamos... ¿Sus amigos? ¿Sus familiares? ¿El Estado? ¿Su empleador? Es obvio que
ante un problema de esta magnitud en la vida de las personas, la respuesta que
intentemos dar debe ser seria, y no solo debe estar motivada en el sentido común, sino
que debe buscarse una solución adecuada y definitiva en el mundo del derecho. No
puede quedar librado, ni este sujeto ni su familia a la caridad como consecuencia de un
accidente o enfermedad que recibe la calificación e inculpable, en el marco del Derecho
Laboral. Y esto no es por cierto una idea mínimamente razonable.
Debe tener este trabajador, algún derecho a reclamar ayuda por esta contingencia que
no le es imputable y lo imposibilita de continuar ganando por sí mismo su sustento y el
de los suyos.
Ahora bien, nuestro interrogante se convierte en: ¿puede Vicenzo Staracce reclamar
algo de su empleador, o ex-empleador, en relación a su incapacidad que lo coloca ante
esta contingencia? Obvia es la respuesta jurídicamente hablando, y ello es que sí.
Otro ejemplo de la praxis puede ser también el siguiente: el trabajador de una pequeña
empresa, que practicando su hobbie de paracaidista, pese al pedido concreto de su
empleador de que no realice más este tipo de actividades riesgosas, se incapacita en
forma permanente y absoluta para el trabajo al caer y seccionarse la médula de la
columna vertebral; ¿puede reclamar algo a su empleador en razón de la referida
incapacidad e imposibilidad de reincorporarse al trabajo y de reinsertarse en el mercado
laboral? Nuevamente la respuesta jurídica es sí.
Se debe dejar descontado que todo ser humano a lo largo de su existencia se encuentra
expuesto a riesgos, situaciones que pueden derivar en el padecimiento de ciertas
patologías que afecten a su salud. Se distinguen de este modo aquellas que pueden
manifestarse o adquirirse en forma repentina, sorpresiva, de las otras que se producen
como consecuencia o mediante una evolución paulatina, gradual. La doctrina denomina
accidentes a las primeras y enfermedades a las segundas.
Es por ello que podríamos encontrar ejemplos tanto de unos como de otros en los que
la respuesta al interrogante sobre el posible reclamo del trabajador al empleador sería
siempre positiva. Es decir que sea cual fuere el caso que nos ocupa, si se trata de aquellos
en los que el accidente o la enfermedad son calificados como inculpables, podrá en
cualquiera de ellos el trabajador reclamar una prestación por parte de su empleador.
Ahora bien, a esto nos referimos al sostener que al menos debe motivarnos a pensar.
Significa todo lo dicho anteriormente que, pese a no tener relación alguna el accidente
o la enfermedad sufrida por el dependiente con la actividad que éste realiza para su
empleador, igualmente debe éste último cumplir con el otorgamiento de una prestación
dineraria a favor del trabajador, y de un monto tan importante como lo es el equivalente
al establecido por la misma ley de contrato de trabajo para el supuesto de despido
incausado. Sí, ni más ni menos. Y es precisamente esta situación la que suponemos debe
al menos llamarnos la atención, y obligarnos a preguntar: ¿Por qué esto es así? ¿Es justo
que solamente sea el empleador quien deba soportarlo? ¿Tiene fundamento que así
sea? Y si tiene fundamento, ¿es válido, es aceptable? ¿No podría el derecho solucionarlo
de otro modo, atendiendo la importante carga que puede representar para un
empleador pequeño (por ejemplo una PYME)? Algunas respuestas a estos interrogantes
es lo que procuraremos hallar aquí, mediante un análisis de la normativa vigente en
nuestro ordenamiento jurídico, intentando una recopilación sistematizada de lo que en
relación al tema han opinado los autores, y analizando la tarea jurisprudencial de donde
podamos extraer los criterios que los tribunales han seguido en relación a la materia.
Nuestro deseo es que la lectura de estas páginas ayude para poder hacernos de una
opinión propia, y nos permita adherir con fundamentos a alguna de las aquí explicitadas
o, al menos nos provoque la curiosidad suficiente como para ponernos a pensar acerca
del tema de los accidentes o enfermedades inculpables y su encuadramiento jurídico,
respecto del cual, si bien pudo haber existido interés y discusión tiempo atrás, pareciera
ser que hoy debemos conformarnos con que todo siga como está y que nadie analice
nada más.
CAPITULO I:
LA REGULACION DEL TEMA DE LOS ACCIDENTES Y ENFERMEDADES INCULPABLES EN
EL ORDENAMIENTO JURIDICO ARGENTINO.
Por todo ello, aún cuestionando -cosa que no creemos atinado- la claridad del artículo
14 bis, a la misma conclusión arribamos mediante la interpretación constitucional en
base a las directivas del Preámbulo.
El mismo está integrado por los artículos 208 a 213 que disponen: El art. 208 regula
sobre el plazo y la remuneración: "Cada accidente o enfermedad inculpable que impida
la prestación del servicio no afectará el derecho del trabajador a percibir su
remuneración durante un período de 3 meses, si su antigüedad en el servicio fuere
menor de 5 años, y de 6 medes si fuera mayor. En los casos que el trabajador tuviera
cargas de familia y por las mismas circunstancias se encontrara impedido de concurrir al
trabajo, los períodos durante los cuales tendrá derecho a percibir su remuneración se
extenderán a 6 y 12 meses respectivamente, según si su antigüedad fuese inferior o
superior a 5 años. La recidiva de enfermedades crónicas no será considerada
enfermedad, salvo que se manifestara transcurridos los 2 años. La remuneración que en
estos casos corresponda abonar al trabajador se liquidará conforme a la que perciba en
el momento de la interrupción de los servicios, con más los aumentos que durante el
período de interrupción fueren acordados a los de su misma categoría por aplicación de
una norma legal, convención colectiva de trabajo o decisión del empleador. Si el salario
estuviere integrado por remuneraciones variables, se liquidará en cuanto a esta parte
según el promedio de lo percibido en el último semestre de prestación de servicios, no
pudiendo, en ningún caso, la remuneración del trabajador enfermo o accidentado ser
inferior a la que hubiese percibido de no haberse operado el impedimento. Las
prestaciones en especie que el trabajador dejare de percibir como consecuencia del
accidente o enfermedad serán valorizadas adecuadamente".
El art. 209 regula sobre el aviso al empleador: "El trabajador, salvo casos de fuerza
mayor, deberá dar aviso de la enfermedad o accidente y del lugar en que se encuentra,
en el transcurso de la primera jornada de trabajo respecto de la cual estuviere
imposibilitado de concurrir por alguna de esas causas. Mientras no lo haga, perderá el
derecho de percibir la remuneración correspondiente salvo que la existencia de la
enfermedad o accidente, teniendo en consideración su carácter y gravedad, resulte
luego inequívocamente acreditada".
El art. 210 establece el control al que quedará sometido el trabajador: "El trabajador
está obligado a someterse al control que se efectúe por el facultativo designado por el
empleador".
"Si el empleador no pudiera dar cumplimiento a esta obligación por causa que no le
fuera imputable, deberá abonar al trabajador una indemnización igual a la prevista en
el Artículo 247 de esta ley".
"Este beneficio no es incompatible y se acumula con los que los estatutos especiales o
convenios colectivos puedan disponer para tal supuesto".
Y como colofón de esta regulación, el art. 213 norma acerca del despido del trabajador:
"Si el empleador despidiese al trabajador durante el plazo de las interrupciones pagas
por accidente o enfermedad inculpable, deberá abonar, además de las indemnizaciones
por despido injustificado, los salarios correspondientes a todo el tiempo que faltare para
el vencimiento de aquélla o a la fecha del alta, según demostración que hiciere el
trabajador".
Ackerman sostiene que respecto de las prestaciones a las que se alude, no parece haber
vacilaciones en cuanto a que ellas constituyen indemnizaciones, ya que, amén de que
así las califica expresa e inequívocamente la propia letra de la ley en los tres párrafos del
artículo 212 LCT, las mismas tienen una finalidad reparatoria de un daño sufrido por el
trabajador, sea que se considere que éste es el mero daño permanente a la salud que
afecta sus posibilidades de reinserción laboral, o que aquél incluye la extinción del
contrato producida por esta causa o, aún, el que le produce el incumplimiento por el
empleador de reasignarle funciones en razón de la pérdida de su capacidad
laborativa.(5) Es decir que la expresión "indemnización" equivale aquí a "reparación",
entendida como la acción y efecto de "cumplir una prestación a favor del damnificado
que se atribuye al deudor y tiene su causa en un daño injusto".(6) Porque tal como se
señala la doctrina, "y, en general, suele calificarse como indemnización a toda
reparación dineraria".(7) Ahora bien, superada la incógnita semántica, en palabras de
Ackerman, podemos introducirnos en la verdadera discusión respecto de la naturaleza
jurídica de estas prestaciones dinerarias colocadas por la ley a cargo del empleador.
CAPITULO II:
NATURALEZA JURIDICA DE LAS PRESTACIONES ESTABLECIDAS EN EL ART. 212 LCT. -
DOCTRINA
1-Consideraciones previas.
En un completo análisis del tema, Mario Ackerman sostiene que "es posible identificar
cinco grandes concepciones: 1) Prestación de la seguridad social. 2) Patrimonialización
de la antigüedad. 3) Independencia de cada párrafo. 4) Indemnización por extinción del
contrato de trabajo. 5) Indemnización autónoma".(9) Manteniéndonos dentro de este
esquema, que consideramos acertado para nuestra finalidad, procuraremos reseñar
ordenadamente el pensamiento de los autores que se enrolan en cada una de las
posturas referidas.
En este sentido, Bidart Campos señala que "la distinción material y formal es
interesante, pero lo que interesa es la naturaleza material de la prestación; el mero
hecho de que el beneficio esté estipulado en normas del derecho del trabajo y su pago
imputado al empleador en la relación individual "patrón-trabajador", no alcanza a
atribuir a la indemnización la naturaleza de una prestación laboral; nos parece, casi sin
duda, que es una prestación de la seguridad social, independientemente del texto
normativo al que viene incorporada".(10) Guillermo A. F. López, por su parte, y como ya
lo había hecho en relación a los salarios de incapacidad del artículo 208 de la LCT (11),
consideró también a la indemnización del cuarto párrafo del artículo 212 como una
"prestación de la seguridad social".(12) Postula además, que el hecho de que el art. 212
de la L.C.T. coloque en cabeza del empleador la obligación de reparar la incapacidad
absoluta sufrida por el trabajador, y que el monto de esa indemnización sea igual al de
la establecida para el despido injustificado, no modifica la naturaleza jurídica de la
institución, que constituye una prestación de la seguridad social.(13) Aunque
limitándose expresamente al supuesto del cuarto párrafo del art. 212 L.C.T., Ricardo
Guibourg ha opinado de modo análogo.(14) Florentino Izquierdo se pronuncia acerca de
la naturaleza de la obligación de abonar la indemnización establecida en el apartado 4º
del art. 212 de la L.C.T., sosteniendo que ella "forma parte de la seguridad social" y que
"se trata de una obligación ajena al contrato de trabajo". (15) Se pregunta el autor
cordobés, si podríamos afirmar, con seriedad, que la naturaleza de la obligación que
compele al empleador a pagar la indemnización se deriva del contrato de trabajo.
"Absolutamente no", responde, señalando que "la respuesta hay que buscarla en el
instituto de la seguridad social".(16) Repárese -dice- en que "la obligación emergente de
dichas normas en manera alguna constituye la reparación de un daño causado a otro
con motivo de un incumplimiento contractual o de un ilícito extracontractual -hipótesis
que, de darse, justificaría la atribución de responsabilidad al empleador-, sino que es
una verdadera prestación integrativa de la seguridad social, y, por lo tanto, su atribución
al empleador es injustificable, contraria a derecho; en suma, es inconstitucional".(17)
Por su parte Rosa Elena Bosio comenta que "en nuestro sistema todavía persiste el
criterio de que muchas contingencias (enfermedad inculpable, indemnización por
muerte del trabajador, cargas de familia y recreación) deben ser responsabilidad
exclusiva de los empleadores, cuando en realidad, ante la indiferencia de la causa,
debería ser responsabilidad de un sistema de seguridad social donde se redistribuya la
carga entre todos los miembros de la sociedad". (18) La presente autora señala además,
que el fundamento en que el legislador ha basado esta responsabilidad se encuentra en
el beneficio que ha tenido el empleador por haber contado con el trabajo del trabajador,
y en el hecho puntual en que éste último no puede quedar desamparado y sin
protección. Pero al empleador no se le puede imputar la provocación de ningún daño.
Éste no es responsable, ya que el deber de responder no se funda en ningún daño
provocado con su actuar. No hay culpabilidad. Simplemente, es la legislación quien pone
a su cargo el deber de responder.(19) Y esto sucede porque en Argentina, "muchos
institutos que deberían ser propios en su objetivo, responsabilidad y funcionamiento de
la seguridad social, permanecen en el derecho del trabajo".(20) Se podría decir que la
normativa vigente no se condice con los postulados básicos plasmados en la
Constitución Nacional, ya que en lo concerniente a la seguridad social, es la comunidad
toda en general quien debe respaldar el sistema, y es el Estado quien debe articular los
mecanismos adecuados para cubrir todas las contingencias que puedan presentarse.
La expansión y alcance hacia todos los individuos, con independencia del status
profesional, constituye un reto para nuestros Estados.(22) Y no es ocioso señalar que en
este sentido se enroló nuestro constituyente, cuando con la reforma de 1994, y
mediante el art. 75 inc. 23, le atribuye al Congreso de la Nación competencia para el
dictar un régimen de seguridad social integral para los menores en situación de
desamparo, pero también que incluye a la mujer embarazada. Estas y otras
contingencias están a cargo en la actualidad de la seguridad social, y se las considera
dentro del cúmulo de los derechos humanos fundamentales, y que son consideradas
como tal en una clara tendencia mundial Y es el mismo estado el responsable de la
creación y organización de un sistema adecuado para dar protección a todas las
contingencias que se devienen en la vida de todos los individuos en general, y de los
trabajadores en particular.
"En la legislación argentina ésta ha sido la forma más fácil que encontró el Estado para
cubrir algunas contingencias, como enfermedad inculpable, licencias remuneradas,
descanso anual remunerado, maternidad, entre otras".(23) De allí que se considere que
se debe propender hacia un sistema integral que transfiera la carga del sector privado a
manos del Estado (o hacia un sistema combinado), tal como lo hacen sistemas más
modernos y "coherentes" de seguridad social. La protección debe ser soportada por
toda la sociedad, en virtud de una interpretación integral del concepto de justicia social.
Y esto porque se deben adecuar criterios: el estado en nuestro país, tiene facultades
para exigir a sus ciudadanos el cobro de impuestos, pero no se observa un compromiso
de su parte para brindarle a los mismos la cobertura de seguridad social que la misma
Constitución Nacional le impone.
Pero además, se debe tener en cuenta que son institutos propios de la seguridad social,
y a la hora de observar su funcionamiento en la práctica, se deben tener en cuenta las
diferencias existentes entre las grandes empresas, que lo pueden enfrentar, y las
pequeñas o medianas que tienen dificultades para cumplir con disposiciones legales de
este tipo.
Por su parte, Grisolía se enrola también en esta postura, y no encuentra razonable que
deba el empleador responder por las contingencias sociales sufridas por sus
dependientes, ya que ellas deberían ser asumidas por la seguridad social nacional,
regional o sectorial, debiéndose obviamente llevar a cabo eficientes controles a fin de
evitar fraudes. Señala en apoyo que tanto una importante corriente doctrinal, así como
los países más desarrollados, encuadran a las reparaciones a las que dan lugar como
prestaciones de la seguridad social, entendiendo que son beneficios que no pueden
limitarse a quienes se encuentran en relación de dependencia, sino que deben
extenderse a todas las personas.(25) Esta postura viene siendo recomendada no sólo
por autores nacionales, sino que en ella también se enrolan los congresos y la legislación
internacionales, que suprimen la distinción entre enfermedades y accidentes inherentes
o extraños al trabajo, comprendiéndolas en la común denominación de "dolencias", y
excluyéndolas del derecho del trabajo, amparándolas como contingencia de la
seguridad social, y por lo tanto se traslada la responsabilidad individual a la social, siendo
indiferente la causa que la originó. La preocupación es prevenirla y en su caso repararla
y rehabilitarla.(26) Lo que hay que destacar es que en esta materia hay que poner la
atención en la finalidad del resarcimiento, que no es otra que la necesidad de cubrir la
contingencia de la incapacidad.
Ahora bien, y tal como apunta Guisado (27), partiendo de esta consideración, los autores
coinciden tanto los de una corriente como de la otra en que estamos ante una
"obligación de solidaridad",(28) que tiene un aspecto "provisional",(29) o que "cubre
una contingencia social".(30) Y por lo expuesto, estamos en el punto inicial de nuestra
investigación: si la contingencia a la que nos referimos -accidente o enfermedad
inculpable- es una contingencia propia de la seguridad social (aunque regulada en la
LCT), ¿no merecería una respuesta legislativa por la rama del derecho a la que
corresponde por su naturaleza jurídica? ¿No resultaría más coherente que así fuese? ¿O
acaso la naturaleza jurídica de los institutos en derecho son una cuestión meramente
académica que no implica consecuencia alguna? Creemos que la respuesta fluye sola. Y
los ecos de esta posición se encuentran en la voz y en los escritos de destacados
hombres del derecho. Y hace unos cuantos años el maestro Ernesto Krotoschin señalaba
que este tipo de prestaciones "deberían formar parte de un sistema íntegro de
seguridad social".(31) Hay también quienes, desde una posición aún más radical, se
pronuncian por su supresión y reemplazo por un beneficio previsional(32).
En realidad, la vinculación implícita con la extinción del contrato de trabajo -lo que lleva
tanto a Vázquez Vialard como a Moreno a excluir la acumulación de esta indemnización
con cualquier otra debida por esta causa- hace que esta calificación de
patrimonialización de la antigüedad o compensación por tiempo de servicios, en sus
efectos, no sea sino -reiteramos- una descripción del modo de cálculo de la tarifa, y no,
en cambio, una explicación de su causa, materia ésta en la que ambos autores parecen
aproximarse a la posición mayoritaria.
Con todo respecto a la encumbrada doctrina que se cita, no se entiende que la expresión
"razones de política social", justifiquen la atribución al empleador de una
responsabilidad que la misma Constitución Nacional coloca en cabeza del Estado.
En líneas generales, autores como Ackerman comparten, con quienes sostienen que
cada una de las indemnizaciones del artículo 212 de la LCT se basa en diferentes
fundamentos, pero con algunos matices. Así, considera que la reparación prescripta por
el segundo párrafo "compensa al trabajador por la imposibilidad de ser reubicado en la
empresa en la que prestaba servicios"; que la del tercer párrafo es una reparación
tarifada de los daños causados al trabajador por la negativa injustificada del empleador
a cumplir con su obligación legal de reasignarle funciones sin disminución de la
remuneración; y que la indemnización del cuarto párrafo consiste en una compensación
al trabajador por su imposibilidad de reinsertarse en el mercado laboral.(47) Tanto en el
caso del 2º como en el del 4º párrafo, "el contrato de trabajo se extingue por
imposibilidad de cumplimiento del objeto, pero no es la extinción del contrato lo que se
indemniza, sino la imposibilidad de reinserción laboral", relativa en el primer caso y
absoluta en el segundo. Es así que, en atención a ello piensa este autor que, "si la
extinción del contrato se produjera por una causa distinta, que obligara al pago de
indemnizaciones, éstas deberían ser abonadas con independencia de las obligaciones
impuestas por el artículo 212 de la LCT en sus párrafos 2º y 4º".(48)
CAPITULO III:
LAS INDEMNIZACIONES DEL ART. 212 LCT EN LA JURISPRUDENCIA ARGENTINA.
En este contexto la Corte Suprema falló en el año 1982 la causa "Mansilla"(53), que
consideramos de especial interés.
Sin embargo, la Corte refutó los dichos de la parte patronal, sosteniendo, ante todo, que
el beneficio establecido en la disposición cuestionada "podría considerarse -desde el
punto de vista material- como una prestación de la seguridad social, pues cubre riesgos
de subsistencia, pero formalmente se encuadra dentro del ámbito laboral y es en
consecuencia directa del contrato de trabajo que vinculara a las partes".(54) De allí que
la doctrina considere que la Corte logró balancear y armonizar las dos posiciones
aparentemente contrapuestas acerca de la naturaleza -previsional o laboral- de la
indemnización en examen y parece haber dejado igualmente satisfechos a los dos
sectores, que se aferran de este fallo como respaldo para sus respectivas posturas.(55)
Pero lo que creemos, a pesar de la encumbrada doctrina que sostiene este argumento,
es que lo que en realidad ha hecho la Corte, en el considerando 5º del fallo en estudio,
es lo que vulgarmente se llama "lavarse las manos". Si bien es cierto que no puede ser
tachada de incorrecta la afirmación de referencia, lo que aquí criticamos es la actitud de
"quedar bien con Dios y con el diablo", la falta de toma de posición en relación a la
naturaleza jurídica de la indemnización establecida por el párrafo cuarto del artículo 212
de la LCT.
Estamos de acuerdo con la distinción que realizó el máximo tribunal entre el ámbito
material y formal de pertenencia de la indemnización en cuestión. Nos parece innegable
que desde el punto de vista material estamos en presencia de una prestación propia de
la seguridad social. Asimismo no podemos desconocer que la misma está incorporada
formalmente a legislación del trabajo.
Creemos, como lo hace Bidart Campos que debemos atenernos sin dudar a la naturaleza
material, y que el beneficio debe estar formalmente incorporado a la legislación que
corresponda según aquella.(56) Por supuesto que el traspaso de la regulación del
instituto de los accidentes y enfermedades inculpables del campo del derecho del
trabajo al de la seguridad social no es tarea del Poder Judicial sino del Legislativo.(57)
Pero lo que sí es facultad y labor del primero, y con más razón de la Corte como órgano
máximo del mismo, es declarar la inconstitucionalidad de disposiciones que, como la del
4º párrafo del art. 212 de la LCT, se opone claramente a lo dispuesto por el artículo 14
bis de la Norma Suprema que establece que los beneficios de la seguridad social serán
otorgados por el Estado.
Es la Corte quien debe propiciar cambios y de hecho puede hacerlo a través de su labor,
para ir eliminando (quizás en una posición un tanto utópica sobre el real funcionamiento
de nuestro sistema democrático) las contradicciones que pueden resultar del
ordenamiento jurídico.
Según la misma Corte estos principios anidan en los artículos 14, 14 bis, 33 y 67, incisos
26 y 28 (actualmente: art. 75, incs. 18 y 32 del t. o. 1994). Para Bidart Campos "la
Constitución alberga esos principios, sobre todo en el preámbulo, y además en su
espíritu, que está más acá y más allá de la letra del texto...se trata de valores implícitos
que forman el plexo de los que la Constitución auspicia, y cuyo tono social se remarcó
en el artículo 14 bis con la reforma de 1957".(61) Y estos principios y/o valores se han
acentuado luego de la reforma de la CN en 1994, tal como se ha señalado en los primeros
capítulos.
Por supuesto que sería bueno que el Congreso dictara un Código de Seguridad Social tal
como lo indica el inciso 12 del art. 75 C.N., es más, sería necesario, pero esto no lo
autoriza a legislar de un modo que desconozca o soslaye las prescripciones de la parte
general de la Ley Suprema, ya que precisamente a ellas debe someterse el resultado de
su labor.
Por otra parte, nuestro disenso con el Dr. Bidart Campos lo es respecto de su afirmación
de que, tal como lo manifiesta la Corte, la Constitución Nacional no establece que los
beneficios de la seguridad social deban ser otorgados exclusivamente por el Estado, por
lo que no existe impedimento para que algunos de ellos sean puestos por la ley a cargo
de otros sujetos distintos del Estado, como puede ser el empleador.
Creemos que si la letra del art. 14 bis de la C.N. dice "El Estado otorgará...", no podemos
entender otra cosa de lo que la norma concretamente dispone. Si, aunque se lo haga
por ley, se colocan estos beneficios a cargo de sujetos diferentes -léase en el caso, del
empleador- en realidad el que los otorgará será éste y no el Estado. Clarísimo: si el que
paga las indemnizaciones establecidas por el art. 212 de la LCT es el empleador, ¿cómo
podemos entender que el que otorga estos beneficios es el Estado? En síntesis, el Estado
ha delegado una responsabilidad que le impone la propia Constitución Nacional, se ha
desentendido absolutamente de ella, colocándola por completo a cargo de otro sujeto
diferente. Y eso es lo que sostenemos no puede hacer. No obstante, sí consideramos
atendible la afirmación de la Corte en relación a que lo dispuesto por el art. 14 bis de la
CN "no significa que la cobertura de las contingencias sociales (...) deba estar
exclusivamente a cargo del Estado y financiada por éste".(63) Para explicarnos digamos
que la doctrina se refiere, en líneas generales, a los sistemas de cobertura de la
seguridad social existentes clasificándolos en aquellos de tipo asistencial y los que
poseen carácter contributivo. Para los primeros, el accidente o enfermedad sólo importa
en la medida de la necesidad que provoca la pérdida del ingreso en el beneficiario de la
cobertura, y los recursos provienen totalmente del Estado. Estos sistemas sólo existen
en forma aislada y parcial en la legislación comparada, y se ha desarrollado
especialmente en los países anglosajones y escandinavos.
Los sistemas contributivos, por su parte, recurren al aporte patronal a fin de contribuir
a su financiamiento.
En efecto, coincidimos con el Alto Tribunal en que el texto constitucional no dice que el
otorgamiento de los beneficios de la seguridad social deba estar exclusivamente a cargo
del Estado y financiada totalmente por el mismo. Con lo cual, y teniendo en cuenta la
situación actual de precariedad del sistema argentino de seguridad social, podemos
aceptar que al financiamiento del mismo deba contribuir un sector no protegido por sus
beneficios, como lo es el empleador.
No podemos desconocer que toda regla jurídica debe interpretarse de modo que sus
disposiciones sean útiles y posibles de realización concreta, y no se transformen en
procuradoras de utopías. Dado entonces el estado actual de nuestro sistema de
seguridad social y las posibilidades concretas de su financiamiento sólo por el Estado,
que seguramente se manifestaría en prestaciones y subsidios que no alcancen a cubrir
ni siquiera en parte la contingencia que se quiera atender, es que no formulamos
objeción a la contribución del sector patronal al financiamiento del mismo.
Pero lo que no podemos aceptar, y así concluimos, es que la carga sea en su totalidad
eludida por el Estado y colocada sólo en cabeza del empleador. Porque de este modo ya
no estaríamos interpretando la disposición del art. 14 bis de la C.N. de modo acorde con
la realidad actual del país, sino que flagrantemente la estaríamos violando.
Digamos de todos modos que la Corte aclaró respecto de ella que "la indemnización de
referencia no es un aporte en el sentido constitucional de la palabra, esto es, una
contribución forzosa en dinero hecha al fondo de un organismo previsional o de
seguridad social por los beneficiarios del mismo o por los empleadores, sino que se trata
de una carga derivada del contrato de trabajo, cuyo monto debe satisfacer directamente
el principal a su empleado".(64) Por su parte, el Dr. Máximo I. Gómez Forgués, quien
emitió el dictamen previo en su carácter de Procurador Fiscal, opinó que la prohibición
constitucional de superposición de aportes sólo puede ser invocada por los beneficiarios
de la seguridad social y no por los empleadores obligados a erogaciones impuestas por
normas que responden a distintas finalidades objetivas.
En junio del mismo año falla la causa "Reynoso",(65) señalando que las cuestiones
planteadas allí por el apelante, basadas en el artículo 14 bis de la Constitución Nacional,
eran sustancialmente análogas a la examinadas en el fallo "Mansilla", dando en
consecuencia por reproducidos los términos del mismo.
En el año 1983, falla la causa "Murialdo, Eduardo c/ SOMISA",(67) ratificando allí que el
beneficio o subsidio establecido por el art. 212 de la LCT podía ser considerado, desde
el punto de vista material, como una prestación de seguridad social, destinado a cubrir
riesgos de subsistencia.
Este fallo reitera principios axiológicos invocados en el caso "Mansilla", pero bajo un
distinto esquema de hechos controvertidos.
En la causa "Iglesias",(70) en septiembre del año 1986, ya con otra integración, la Corte
reiteró que el beneficio que establece el artículo 212 del régimen de contrato de trabajo
podía considerarse desde el punto de vista material como una prestación de la seguridad
social, cuyo rechazo no debía operarse sino con suma cautela y expresó que el hecho de
haber prestado servicios -aún en tareas livianas- hasta el momento del cese no podía
enervar el derecho del trabajador a la indemnización del 4º párrafo del citado artículo.
Asimismo atenuó las referencias a la inserción formal en la legislación laboral.
CAPITULO IV:
ACCIDENTES O ENFERMEDADES INCULPABLES COMO PARTE DEL DERECHO DEL
TRABAJO O DE LA SEGURIDAD SOCIAL.
Hemos procurado hasta aquí realizar una sistematización acerca de las distintas
opiniones de la doctrina y de la jurisprudencia nacional acerca de la naturaleza jurídica
del instituto de los accidentes y enfermedades inculpables.
Del debate resultante se hace necesario considerar la importancia que tiene en la praxis
de nuestro derecho adjudicar a una rama u otra del derecho la cuestión. Se considera
que la importancia es innegable y no se trata de una cuestión meramente teórica o
académica.
En efecto, para no pocos autores, cuestión que compartimos, la pertenencia de la
institución bajo análisis a una u otra rama jurídica repercute, o mejor dicho, debe
repercutir o relacionarse directamente con la persona, entidad o sistema en cuya cabeza
ha de colocarse la responsabilidad indemnizatoria por este tipo de infortunios.
Así vemos como Ackerman disiente con quienes consideran a estas indemnizaciones
como prestaciones de la seguridad social, fundando su opinión principalmente en "la
inexistencia de una relación de seguridad social, ya que el ámbito en el que nace, se
impone y se ejecuta la obligación indemnizatoria -y esto vale para todos los supuestos
contemplados en el artículo 212- es el contrato de trabajo, de suerte que los sujetos
vinculados son exclusivamente el trabajador y su empleador". (73) Considera este autor
que no hay sujeto ni objeto de la seguridad social, y por ello no nace una relación de esa
naturaleza. Y esto porque en la realidad de nuestro derecho no existe un fundamento
legal o normativo para calificar a estas indemnizaciones sino como incluidas dentro del
Derecho del Trabajo.
En efecto, de entre los autores que consideran que la mencionada prestación forma
parte de la seguridad social, encontramos algunos que, no obstante ello, están de
acuerdo, o al menos no manifiestan oposición, en que la responsabilidad le sea atribuida
legalmente al empleador; y por otro lado están quienes no concuerdan con esta solución
aunque ella sea la consagrada por nuestro derecho positivo.
Así, en la causa "Frias Regalado c. Riva s.a. s/ cobro de pesos", del 13/8/93, fallada por
la sala VII de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo encontramos una particular
e interesante argumentación emitida por el doctor Boutigue, al que adhiere el doctor
Bergna.(76) Si bien lo que debía decidirse en el caso era la aplicabilidad o no del artículo
212 de la ley de contrato de trabajo en el régimen laboral de la industria de la
construcción, la originalidad en lo que respecta a la materia que aquí nos interesa,
resulta de lo sostenido por el mencionado Camarista, que señala en primer término su
coincidencia en la ubicación de la indemnización del párr. 4º, del art. 212 de la ley de
contrato de trabajo, en el ámbito de la seguridad social, aun cuando, en este supuesto
de pérdida del empleo por razones de incapacidad irreversible, se haya puesto la
cobertura de la contingencia a cargo de una fuente de solvencia presunta como lo es de
quien emplea a ese trabajador.
Parece justificar con esto la decisión legislativa de que las prestaciones del artículo 212
de la ley de contrato de trabajo sean colocadas en cabeza del patrón, en la presunción
de solvencia del mismo.
Por otro lado expresa también el mismo párrafo que lo que es justo es que el empleador
"contribuya" a cubrir los riesgos del trabajador inválido.
Veremos infra, al hacer somera referencia a las distintas maneras en que puede
instrumentarse o financiarse la seguridad social, que uno de esos modos comprende la
contribución de los empleadores mediante aportes al sistema, que se compone también
de un aporte estatal. Pero lo que impone el artículo 212 de la L.C.T. no es una
contribución, como parece entender justo el párrafo que comentamos, sino lisa y
llanamente que sea el empleador el que cubra la totalidad de la contingencia. Una cosa
es contribuir a un sistema de seguridad social para que este pueda financiar, junto con
otras contribuciones de distinto origen, la cobertura de las contingencias sufridas por
los trabajadores, y otra muy diferente es tener la obligación de hacerse cargo de ellas
en forma total y exclusiva.
Asimismo, nos parece un contrasentido decir que es una prestación que la comunidad
le otorga, y que la coloca a cargo del empleador, porque de este modo será entonces el
empleador quien la otorgue y no la comunidad.
Y para finalizar este capítulo nos referiremos al pensamiento de quienes sostienen que,
siendo las del artículo 212 de la L.C.T. prestaciones de la seguridad social, no pueden, o
mejor dicho, no corresponde que las mismas sean impuestas al dador de trabajo, sino
que deben ser soportadas por el Estado.
Es claro que el empleado debe ser compensado, que debemos acatar el milenario
principio de dar a cada uno lo suyo (Suum cuique tribuere), pero es necesario que se lo
de quien se lo tenga que dar, y no otro, ya que en ese caso se rompe de todos modos el
criterio de justicia y de equidad.(81) Principio que se extrae de integrar nuestro texto
normativo constitucional con el Preámbulo del mismo. Pero además, es la misma
Constitución Nacional quien coloca en cabeza del Estado, en el art. 14 bis, la obligación
de la que venimos hablando.
Y de entender esto de esa manera, resta un tramo muy corto a propiciar el dictado de
la inconstitucionalidad del art. 212, 4º apartado por parte de nuestros jueces.
CAPITULO V:
"DE LEGE LATA"... "DE LEGE FERENDA"
Ahora bien, nos ha conducido a algo todo esto? Creemos que, en primer lugar, bueno
sería que nos lleve a repensar el tema. Si bien comenzamos el trayecto en este trabajo
bajo la consigna: "al menos debe motivarnos a pensar", haciéndolo desde un simple
ejemplo, desprovistos de los elementos que proporcionan la letra misma de la ley, y las
opiniones vertidas por la doctrina y la jurisprudencia, sino munidos simplemente de
nuestra lógica y sentido común, nos parece interesante volver a plantearnos el tema
teniendo en cuenta ahora los argumentos que estas fuentes nos hayan podido aportar
a lo largo de estas páginas.
Interesante seria que hayamos podido encontrar en ellas elementos que nos permitan
tomar posición -si es que ya no lo hemos hecho- acerca de si el tema está hoy
correctamente legislado, o si por el contrario algo debería cambiar.
No debemos perder de vista que todo el análisis que hemos realizado hasta aquí es
referido exclusivamente a las normas de nuestro derecho positivo, es decir "de lege
lata". Así, en un párrafo del fallo "Mansilla", la propia Corte Suprema de Justicia de la
Nación ha dicho que tanto la regulación del contrato de trabajo como la promoción y
organización de la previsión social son objetivos legítimos de la acción legislativa y no
compete a la instancia judicial decidir sobre su eficacia, conveniencia y oportunidad, sino
tan sólo examinar su razonabilidad y congruencia con la Constitución.
Si el ser y el deber ser en cuanto a la legislación de esta materia transitan hoy caminos
diferentes; es necesario teorizar en función a un futuro mejor, para unificar un sendero
y propiciar la coherencia.
En consonancia con lo dicho se manifiesta Mario Ackerman, quien sostiene que "puestos
en el rol de legislador o de responsable de la definición de políticas sociales, no
vacilaríamos en incluir, no ya el art. 212 sino todas las prestaciones económicas del
Capítulo I del Título X de la ley de contrato de trabajo, en el campo de la seguridad social,
apelando a los instrumentos basados en la solidaridad, universalidad e inmediatez
propios de esta disciplina; sin embargo, en el estado actual de nuestro régimen
normativo, que limita al empleador individual la responsabilidad exclusiva en el pago de
las prestaciones, no parece que ellas puedan ser ubicadas fuera del campo del derecho
laboral y, especialmente, del ámbito de las relaciones individuales de trabajo". (84) Lo
dicho, salvo que se declare la inconstitucionalidad de tal normativa, dejando en claro
que para nosotros, al igual que para Florentino Izquierdo (85), ello es lo que debería
ocurrir cada vez que se formule el planteo por ante los tribunales del trabajo, aunque
sólo respecto de los párrafos 4º y 5ª del art. 212 de la L.C.T.
Ahora bien, a más de la posible -aunque difícil- declaración de inconstitucionalidad a que
nos referimos, podemos comenzar a hablar de una solución diferente, generalizada, y
no depender de la aplicación de un parche en cada caso concreto.
Y de allí que no es utópico proponer un cambio en la legislación. Demás está decir que
las propuestas de cambio de la legislación para quitar la carga impuesta por ella a la
patronal, desplazando de ámbito la protección, emanarán siempre de aquellos autores
que consideran que los accidentes y enfermedades inculpables son temas que, por su
naturaleza, hacen parte de la seguridad social. Punto de partida este del que nos
hacemos eco.
El otorgamiento de las prestaciones atinentes a esta materia por parte del Estado es un
mandato constitucional, una obligación emanada del propio texto de la ley suprema. Y
el Estado no cumple con esta obligación si la traslada sin más a un tercero, entiéndase
en el caso concreto el empleador.
Más aún, por supuesto que sería bueno que el Congreso dictara un Código de Seguridad
Social tal como lo indica el inciso 12 del art. 75 C.N., cosa que sería necesario, pero esto
no lo autoriza a legislar de un modo que desconozca o soslaye las prescripciones de la
parte general de la Ley Suprema, ya que precisamente a ellas debe someterse el
resultado de su labor.
Por otra parte, nuestro disenso con el Dr. Bidart Campos lo es respecto de su afirmación
de que, tal como lo manifiesta la Corte, la Constitución Nacional no establece que los
beneficios de la seguridad social deban ser otorgados exclusivamente por el Estado, por
lo que no existe impedimento para que algunos de ellos sean puestos por la ley a cargo
de otros sujetos distintos del Estado, como puede ser el empleador.
Creemos que si la letra del art. 14 bis de la C.N. dice "El Estado otorgará...", no podemos
entender otra cosa de lo que la norma concretamente dispone. Si, aunque se lo haga
por ley, se colocan estos beneficios a cargo de sujetos diferentes -léase en el caso, del
empleador- en realidad el que los otorgará será éste y no el Estado. Clarísimo: si el que
paga las indemnizaciones establecidas por el art. 212 de la LCT es el empleador, ¿cómo
podemos entender que el que otorga estos beneficios es el Estado? En síntesis, el Estado
ha delegado una responsabilidad que le impone la propia Constitución Nacional, se ha
desentendido absolutamente de ella, colocándola por completo a cargo de otro sujeto
diferente. Y eso es lo que sostenemos no puede hacer. No obstante, sí consideramos
atendible la afirmación de la Corte en relación a que lo dispuesto por el art. 14 bis de la
CN "no significa que la cobertura de las contingencias sociales (...) deba estar
exclusivamente a cargo del Estado y financiada por éste". Resaltamos aquí, al igual que
Bidart Campos, el término exclusivamente. Para explicarnos digamos que la doctrina se
refiere, en líneas generales, a los sistemas de cobertura de la seguridad social existentes
clasificándolos en aquellos de tipo asistencial y los que poseen carácter contributivo.
Para los primeros, el accidente o enfermedad sólo importa en la medida de la necesidad
que provoca la pérdida del ingreso en el beneficiario de la cobertura, y los recursos
provienen totalmente del Estado. Estos sistemas sólo existen en forma aislada y parcial
en la legislación comparada, y se ha desarrollado especialmente en los países
anglosajones y escandinavos.
Los sistemas contributivos, por su parte, recurren al aporte patronal a fin de contribuir
a su financiamiento.
En efecto, coincidimos con el Alto Tribunal en que el texto constitucional no dice que el
otorgamiento de los beneficios de la seguridad social deba estar exclusivamente a cargo
del Estado y financiada totalmente por el mismo. Con lo cual, y teniendo en cuenta la
situación actual de precariedad del sistema argentino de seguridad social, podemos
aceptar que al financiamiento del mismo deba contribuir un sector no protegido por sus
beneficios, como lo es el empleador.
No podemos desconocer que toda regla jurídica debe interpretarse de modo que sus
disposiciones sean útiles y posibles de realización concreta, y no se transformen en
procuradoras de utopías. Dado entonces el estado actual de nuestro sistema de
seguridad social y las posibilidades concretas de su financiamiento sólo por el Estado,
que seguramente se manifestaría en prestaciones y subsidios que no alcancen a cubrir
ni siquiera en parte la contingencia que se quiera atender, es que no formulamos
objeción a la contribución del sector patronal al financiamiento del mismo.
Pero lo que no podemos aceptar, y así concluimos, es que la carga sea en su totalidad
eludida por el Estado y colocada sólo en cabeza del empleador. Porque de este modo ya
no estaríamos interpretando la disposición del art. 14 bis de la C.N. de modo acorde con
la realidad actual del país, sino que flagrantemente la estaríamos violando.
c) El objetivo no debe ser indemnizar la extinción del contrato de trabajo, sino brindar
protección a quien sufre las consecuencias de su imposibilidad, relativa o absoluta, de
reinsertarse en el mercado laboral y procurarse su subsistencia.
d) Las obligaciones impuestas por las normas laborales sobre la materia no constituyen
un castigo al empleador por daño alguno causado por él al dependiente o por algún
incumplimiento contractual de su parte o aun por un ilícito extracontractual. Al no
verificarse ninguno de estos supuestos, resulta injustificada la atribución de tal
responsabilidad al dador de trabajo, y como tal injusta. Pero en la práctica, la obligación
de responder impuesta al patrón sí se traduce en un castigo sin causa.
e) No concordamos con el argumento que justifica que sea el empleador quien deba
responder en el caso de los accidentes o enfermedades inculpables por el hecho de
haber gozado de los servicios del trabajador. Si bien ello es cierto, no lo es menos que
para poder utilizar esos servicios ha debido pagar por ellos, cumpliendo con la
contraprestación a su cargo.
f) Del art. 14 bis de la Constitución Nacional, al establecer que "el Estado otorgará los
beneficios de la seguridad social...tendrá el carácter integral e irrenunciable", se deduce
que el término integral denota que la cobertura de las necesidades debe ser amplia y
total. Y como ya se ha señalado anteriormente, se interpreta en forma comprensiva de
todas las contingencias que puedan acaecer a una persona, dentro de las que se
encuentran los accidentes y enfermedades inculpables.
Nos cupo ante esto preguntarnos entonces acerca de lo atinado o no de tal disposición,
de la justicia o injusticia que puede resultar del cumplimiento de la misma, de lo lógico
o ilógico de la atribución legislativa de tal responsabilidad al empleador, y, por supuesto,
de la constitucionalidad o inconstitucionalidad de la norma laboral.
Pensamos además si tiene fundamento que esto sea de este modo, y si lo tiene, si es
válido, aceptable; y si no podría ser de otra manera.
Ahora bien, si sostenemos con base en los argumentos esgrimidos supra que estamos
en presencia de contingencias propias de la seguridad social, puede que del análisis de
las disposiciones de nuestro derecho positivo nos surja un interrogante más: El hecho
de que las prestaciones destinadas a cubrir dichas contingencias se encuentren
encuadradas formalmente dentro de las normas del derecho del trabajo, es razón
suficiente para atribuirles naturaleza laboral? La respuesta nos parece obvia. No.
Por ello creemos que la respuesta legislativa en la materia debe ser concordante con la
naturaleza material que posee la institución, es decir que si las prestaciones a que nos
referimos forman parte del campo de la seguridad social, las normas que las impongan
y regulen deben pertenecer también a esa rama jurídica.
Pero, hoy por hoy, en el estado actual de nuestra legislación en la materia, no resulta
posible que los tribunales resuelvan eximir de responsabilidad al empleador por las
contingencias a que venimos refiriéndonos, salvo que se decidan por la declaración de
inconstitucionalidad de las normas relativas a esta materia contenidas en la LCT.
No se nos escapa tal circunstancia, de tal modo que reconocemos que pretender una
financiación exclusiva por parte del Estado significaría tanto como condenar a los
beneficiarios del sistema de Seguridad Social, a tener que recibir prestaciones o
subsidios insuficientes y, siendo ellos el objeto excluyente de la protección, nos obliga a
descartar esta interpretación.
De este modo, a nuestro entender, no sólo habrá justicia, sino respeto a la supremacía
de la Constitución, principio éste que constituye la más eficiente garantía de la libertad
y la dignidad del individuo, al imponer a los poderes constituidos la obligación de
encuadrar sus actos en las reglas que ella prescribe, en su carácter de ley fundamental
y suprema de la Nación.
Por último, y a manera de colofón definitivo, no sobran las palabras vertidas en la 92º
Conferencia Internacional de la OIT, cuyo documento se titula ejemplarmente
"Organizarse en pos de la justicia social". En ese texto expresamente se señala: "La
legislación no es estática; y puede evolucionar para reflejar las circunstancias
cambiantes. Así pues, en relación con la legislación laboral, los gobiernos necesitan
capacidad para elaborar, codificar y revisar las leyes. Esta capacidad no se limita a las
cuestiones técnicas y al conocimiento del derecho comparado nacional e internacional.
También puede requerir aptitudes para sopesar las implicaciones socioeconómicas de
diversas disposiciones de la legislación laboral. Los gobiernos también deben tener
capacidad para celebrar consultas con los interlocutores sociales en el proceso de
formulación y revisión de las leyes laborales, así como para la aplicación de las
mismas".(91) Así, nuestra propuesta no dista de lo que señala la prestigiosa
Organización. Entre todos debemos colaborar para que el cambio y el camino a la justicia
se haga realidad en nuestro país.
Notas al pie:
1) Conf. GELLI, María Angélica. "Constitución de la Nación Argentina, comentada y
concordada". Editorial La Ley; Bs. As.; 2006; p.170. Conf. EKMEKDJIAN, Miguel. "Análisis
pedagógico de la Constitución Nacional". Editorial Desalma; Bs. As.1993. p. 29.
2) ALBERDI, Juan Bautista. "Bases y puntos de partida para la organización política de la
República Argentina". Editorial Plus Ultra; Bs. As.; 1991; p.285. El autor, comentando el
Preámbulo de su proyecto constitucional, sostiene: "el Preámbulo vendrá a ser la
antorcha de disipe la oscuridad de las cuestiones prácticas, que alumbre el sendero de
la legislación y señale el rumbo de la política del gobierno".
3) BIDART CAMPOS, Germán. "Derecho constitucional". Editorial Ediar; Bs. As.; 1964; T.
I; p. 314 y ss. En el mismo sentido parece enrolarse GELLI; Conf. Op. cit., p. 6 y ss.
4) Conf. GELLI. Op. cit.; p. 8.
5) Conf. ACKERMAN, Mario E.; "¿Qué reparan las indemnizaciones del artículo 212 de la
L.C.T.?". En R.D.L.; 2000-2; p. 39.
6) ALTERINI, Atilio A.; "Responsabilidad civil; límites de la reparación civil". Editorial
Abeledo-Perrot; Bs. As.; 1974; p. 171 y ss.
7) MOSSET ITURRASPE, Jorge; "Responsabilidad por daños". Editorial Ediar; Bs. As; 1979;
T. I; p. 238.
8) Conf. ACKERMAN, M.. Op.cit.; p. 39 y ss.
9) ACKERMAN, Mario E.. Op. cit.; p.41.
10) BIDART CAMPOS, Germán; "Prestaciones de la seguridad social a cargo del
empleador". En T. y S.S. 1982; p. 637.
11) LOPEZ, Guillermo A. F.; "La suspensión de la relación de trabajo". Editorial Astrea,
Bs. As.; 1978; p. 66.
12) LOPEZ, Guillermo A. F.; "La indemnización por incapacidad absoluta del artículo 212
de la LCT"; En D.T. 1983; p. 1749.
13) Ibidem; p. 1749-1750.
14) GUIBOURG, Ricardo; "El dos doce"; En L.T. XXXI-A; p. 200.
15) IZQUIERDO, Florentino V.; "La inconstitucionalidad del art. 212, apartados 4º y 5º de
la L.C.T.". En "Foro de Córdoba"; Nº 26; 1995; p. 27.
16) Ibidem.; p. 28.
17) Ibidem.; p. 27. Sobre las consecuencias que acarrea para este autor la pertenencia
de la obligación establecida por los párrafos 4º y 5º, art. 212 de la Ley de Contrato de
Trabajo al ámbito de la seguridad social volveremos más adelante.
18) BOSIO, Rosa E.. "Lineamientos básicos de Seguridad Social". Editorial Advocatus.
Córdoba. 2005. p. 17.
19) Ibidem.; p. 18.
20) Ibidem.; p. 37.
21) Ibidem.; p. 46.
22) Ibidem.; p. 92.
23) Ibidem.; p. 94.
24) Ibidem.; p. 94.
25) GRISOLIA, Julio Armando; "Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social", Tomo I;
Décima edición ampliada y actualizada. Editorial Lexis Nexis, Buenos Aires; 2004; p. 955
y ss.
26) AISS, XIV Asamblea General, Estambul 1961; "Organización y financiamiento del
seguro de accidentes de trabajo"; RISS, 1982, nº 2. ALTAMIRA GIGENA, Raúl E.;
"Protección de las incapacidades"; ponencia presentada al VI Congreso Nacional de
Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social; íd., DT, XXXIX-655; Etala Juan José, "Ámbito
de aplicación personal de la seguridad socia". DT, XXXIX; p. 993.
27) GUISADO, Héctor. "El art. 212, párr. 4º de la LCT y los trabajadores de la
construcción"; D.T. XLIII-B; p. 815. El presente autor señala: "Quizás la dificultad para
entendernos radica en que nuestras respuestas corresponden a interrogantes diversos:
qué es este "beneficio" y para qué se ha establecido. Un examen más detenido de la
cuestión nos lleva a reformular nuestro enfoque anterior y a sostener -a la luz de todas
estas reflexiones- que el resarcimiento en cuestión es una respuesta "laboral" a una
contingencia propia de la seguridad social".
28) ACKERMAN, Mario, "Accidentes y enfermedades inculpables, El art. 212 de la LCT".
Editorial Hammurabi, Buenos Aires, 1997, p. 177. "Indemnización por incapacidad
absoluta del artículo 212, apartado 4º de la Ley de contrato de Trabajo". L.T. XXIX-A;
p.1057. Cit. Guisado, H. op. cit.; p. 59.
29) PERUGINI, Eduardo R.. CNAT, sala IV, 28-12-76, T. y S.S. 1977-717. Cit. Guisado, H.
Op. Cit.; p. 59.
30) Conf. FERNÁNDEZ GIANOTTI, Enrique, "Derecho Civil, incapacidad absoluta (art. 212,
LCT) y convenios colectivos: Jornadas Nicoleñas", en D.T. XLII-B-795. Cit. por Guisado, H.
Op. Cit.; p. 59. 31) KROTOSCHIN, Ernesto; "Tratado práctico de Derecho del Trabajo".
Editorial Depalma; Bs. As.; 1981. T.I; p. 422.
32) ALTAMIRA GIGENA, Raúl E.; "Extinción del contrato de trabajo por incapacidad del
trabajador". Revista de Derecho Laboral, Nº 2000-1. Extinción del Contrato de Trabajo.
T. I: Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe., p. 359.
33) PAWLOWSKI DE POSE, Amanda Lucía; "La compensación del artículo 212, 4º párrafo,
de la ley de contrato de trabajo como beneficio propio de la seguridad social"; DT; 2002-
B; p. 1413. Afirma que el mismo "satisface un objetivo caro a la seguridad social, que no
es otro que permitir la cobertura patrimonial del sujeto afectado en su capacidad
productiva por una contingencia que afecta su estado de salud práctico". Ello explica, a
su entender, que la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en distintas oportunidades,
haya destacado que la indemnización prevista por el art. 212, 4º párr. de la LC puede
considerarse una prestación propia de tal disciplina. "Lo resuelto se ajusta a derecho
pues, como señalamos anteriormente, nos encontramos con una prestación propia de
la seguridad social impuesta a los empleadores con base en el principio de solidaridad
que inspira esta disciplina". 34) SIGIFREDO, Eugenio C.; "La Ley de Riesgos del Trabajo
en problemas (Crónica de una muerte anunciada)". Semanario Jurídico; T. 81-1999-B; p.
169. El presente autor señala: "el eje es la imposibilidad o incapacidad para trabajar
(transitoria o permanente) que priva al trabajador de sus ingresos (en forma total o
parcial) y que le coloca en una situación de debilidad o hiposuficiencia mayor a la que
normalmente vive en la relación jurídica sustancial (relación o contrato de trabajo)".
35) VAZQUEZ VIALARD, Antonio; "La inhabilidad psicofísica sobreviniente como causa
de modificación o resolución del contrato de trabajo"; T. y S.S.; 1980-65; p. 80.
36) Ibidem, p. 71.
37)MORENO, Jorge. "La indemnización por incapacidad absoluta". L.T.; XXVII-B.; p. 1013-
1018.
38) ACKERMAN, M. E. "¿Qué reparan...?". Op.cit.; p. 45.
39 GUIBOURG, R. Op.cit.; p. 196.
40) Ibidem; p. 199.
41) En su voto en CNAT, sala III, 8-11-78, T. y S.S. 1979; p. 49.
42) HERRERA, Enrique. "Extinción del contrato de trabajo por incapacidad del
trabajador". D.T.; 1984; p. 1212.
43) Esta analogía fue uno de los argumentos en los que se apoyó la mayoría en el
plenario 241 de la Cámara Nacional de apelaciones del Trabajo del 27-9-82; en
autos "Querro, Oscar c/ EFA"; L.T. XXX; p.1034.
44) ORTIZ LALLANA, María del Carmen. "La extinción del contrato de trabajo por
imposibilidad física de cumplimiento". MTSS-IELSS; Madrid; 1985; p. 49.
45) Se discrepa con Herrera, que ve en el cuarto párrafo -y no, en cambio, en el primero-
un caso de mayor onerosidad sobreviniente.
46) ORTIZ LALLANA, M del C. Op. cit.; p.50.
47) ACKERMAN, Mario E. "Qué reparan...". Op. cit.; p. 53.
48) Ibidem.; p. 53. El presente autor agrega: "Las indemnizaciones de los párrafos 2º y
4º son obligaciones de solidaridad que, por razones de política social, y ante la
precariedad del sistema argentino de seguridad social, el legislador ha puesto en cabeza
de aquel que utilizó la capacidad laboral del trabajador".
49) Conf. ACKERMAN, Mario E., "Accidentes y enfermedades...". Op.cit; p.23. Cit. por
GUISADO, H. "La extinción..." Op.cit., pág. 55.
50) Acuerdo 227 del 25-6-81, D.T. 1981; p. 1224 y LT. XXIX-B-855; Acuerdo 241 del 27-
9-82, D.T. 1982; p. 1442 y L.T. XXX-B; p. 1034, y Acuerdo 254 del 10-12-86, D.T. 1987; p.
335 y L.T. XXXV-A; p45.
51) Conf. Crit. CSJN, Sent. del 18-9-86, "Iglesias c/ CAP", Fallos 308:1745; ídem.; Sent.
del 10-9-91, "Piersante c/ YPF", DT 1992-A; p. 881. En www.csjn.org.ar.
52) Conf. GUISADO, H. "La extinción en los términos del artículo 212 (4º parr.) de la LCT
según la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación". Revista de
Derecho Laboral Nº 2000-2; Extinción del Contrato de Trabajo - II. Ed. Rubinzal-Culzoni,
Santa Fe. Op.cit.; p. 57.
53) CSJN; Sent. del 30-3-82. "Mansilla, Manuel Antonio c/ Cía. Azucarera Juan M. Terán
- Ingenio Santa Bárbara s/Falta de acción. Inconstitucionalidad". Fallo 304.415.
www.csjn.org.ar 54) CSJN; Sent., del 30-3-82; consid. 5º; T. y S.S.; 1982; p. 637.
55) Conf. GUISADO, H.. "La extinción...". Op.cit.; p. 58. 56) Conf. BIDART CAMPOS, G.,
"Prestaciones...". Op.cit.; p. 637.
57) La propia Corte, después de señalar las dos facetas de la indemnización: previsional
(por su finalidad) y laboral (por el ámbito en que se encuadra la obligación), afirma que
tanto la regulación del contrato de trabajo como la promoción y organización de la
previsión social son objetivos legítimos de la acción legislativa y no compete a la
instancia judicial decidir sobre su eficacia, conveniencia y oportunidad, sino tan sólo
examinar su razonabilidad y congruencia con la Constitución.
58) BIDART CAMPOS, G.; "Prestaciones...". Op. Cit.; p. 637. Señala este autor que "La
distinción material y formal es interesante, pero lo que interesa es la naturaleza material
de la prestación"... "nos parece, casi sin duda, que es una prestación propia e la
seguridad social, independientemente del texto normativo al que viene incorporada".
59) CSJN; Sent., del 30-3-82; consid. 7º; T. y S.S.; 1982; p. 640.
60) Conf. BOSIO, R.. Op.cit.; p. 92. Esta autora considera que esto es una clara tendencia
mundial y constituye un reto para nuestros estados. 61) BIDART CAMPOS, Germán J.,
nota a fallo (sin titulo). E.D. 100-526. Cit. Guisado, H. op. cit.; p. 61 62) CSJN, 30-3-82
(consid.8º), T. y S.S. 1982; p. 640.
63) Ibidem.; p. 640.
64) Ibidem.; (consid. 9º), T. y S.S. 1982; p. 640.
65) CSJN, 17-6-82, "Reynoso, Miguel O. c/ Fidensa SRL". E.D. 100; p. 525. 66) CSJN, 11-
11-82, "Rivarola, J. c/ Empresa Ferrocarriles Argentinos", D.T. 1983; p. 371.
67) CSJN, 29-11-83 "Murialdo, Eduardo c/ Somisa", Fallos: 305:2048 68) CSJN, 19-11-85,
"Arrieta de Reynoso, Julia Argentina c/ Empresa Ferrocarriles Argentinos", Fallos:
307:2200.
69) CSJN, 10-9-91, causa P.39.XXIII, "Piersante, Carlos S. C/ Yacimientos petrolíferos
Fiscales.
70) CSJN, 18-9-86, "Iglesias, Julio c/ Corporación Argentina de Productores de Carne", T.
y S.S. 1987; p. 1037.
71) CSJN, 2-9-86, CAUSA M.424.XX, "Mejía, Oscar c/ YPF s/ Demanda laboral". Expresó
también que la Cámara había soslayado que el beneficio en cuestión "puede
considerarse desde el punto de vista material, como una prestación de la seguridad
social, pues está destinado a cubrir riesgos de subsistencia".
72) CSJN, 18-5-89, "Andrade, Romualdo Inocencio c/ Siderca S.A.", T. y S.S. 1989; p. 609.
73) ACKERMAN, M. E. "Qué reparan...". Op.cit.; p. 44.
74) MACHADO, José Daniel. "El doscientos ocho". Revista de Derecho Laboral Nº 2003-
1; p. 363. Aunque manifiesta que lo dicho no es incompatible con la opinión doctrinaria
de que esta contingencia debería ser atendida mediante técnicas de la seguridad social,
que de hecho es lo que ocurre en el derecho comparado. Respetuosamente disentimos
y pensamos que sí esta institución es ya de la seguridad social; lo que ocurre es que está
incorrectamente legislado dentro de la LCT, pero ello no cambia la naturaleza jurídica
que el instituto posee.
75) Ibidem, p. 363.
76) CNAT; Sala VII; 13-8-93, "Frias Regalado c. Riva s.a. s/ cobro de pesos"; sent. 22.019;
Manual de Jurisprudencia La Ley, Ley de Contrato de Trabajo, 4ª ed.; Ed. La Ley, Buenos
Aires, 2002, p. 554.
77) En ella se señala: "la cobertura integral de esta contingencia debe encuadrarse de
manera coherente con otros institutos referidos a infortunios laborales, de manera que
se cubran las siguientes situaciones: ...c) El sistema, además de resguardar a las víctimas
de los infortunios tanto en su aspecto reparatorio y/o resarcitorio como en su cobertura
médico-asistencial, permitirá descartar la posibilidad de que un siniestro se torne de
imposible cumplimiento para el empleador. d) Por esta última circunstancia, el sistema
deberá asumir toda responsabilidad de los empleadores por los infortunios laborales o
no (accidentes, enfermedades, reparación, recapacitación, art. 212 LCT, y cualquier otra
norma jurídica al respecto)...". En www.ilo.org.
78) CNAT, sala IV, 28-12-76, "Bernachi, Ricardo C. contra Hilanderia Villa Devoto (S.A.)";
T. y S.S. 1977; p. 717.
79) VAZQUEZ VIALARD, Antonio. "Derecho del Trabajo y de la Seguridad social"; 2ª
Edición actualizada; Ed. Astrea, Buenos Aires, 1984, T. I; p. 374.
80) IZQUIERDO, Florentino V.. "La inconstitucionalidad del art. 212, apartados 4º y 5º de
la L.C.T."; En "Foro de Córdoba"; Nº 26; 1995; p. 27-30. El presente autor señala: "La
inconstitucionalidad de las normas citadas nace del hecho de que la imposición por ley
al empleador de la obligación, vulnera su derecho de propiedad, protegido por el art. 17
de la Constitución Nacional, al obligarle a abonar una indemnización sin causa legal".
81) Ibidem. p. 28. Expresa que "puestos a opinar sobre la constitucionalidad de este
traslado arbitrario de responsabilidad (el efectuado por el art. 212 de la L.C.T). -
sustentado en el solo argumento de que es el que manda (el Estado) quien lo impone al
que obedece (el empleador)- sólo volviendo a la época en que existían el señor y los
súbditos podríamos justificarlo. Pero puestos en el marco del Estado de derecho,
necesariamente debemos concluir admitiendo la existencia de la inconstitucionalidad".
82) Diario de Sesiones de la H. Convención Nacional Constituyente de 1957; T. II; p. 1474.
Cit. IZQUIERDO, Florentino; op. cit.; p. 29.
83) Que la indemnización establecida por el 4ª párrafo del art. 212 de la L.C.T. es un
beneficio de la seguridad social, y que como tal, de acuerdo a lo establecido por el art.
14 bis de la Constitución Nacional, debe estar a cargo del Estado y no del empleador.
84) ACKERMANN, Mario E.. "Sobre la aplicación del artículo 212 de la ley de contrato de
trabajo (t.o.) en el régimen laboral de la industria de la construcción". DT.; 1994-A; p.
350.
85) Conf. IZQUIERDO, Florentino V. op. cit.; p.27-30.
86) CSJN. Sent. del 30/3/82; "Mansilla, Manuel Antonio c/ Cía. Azucarera Juan M. Terán
- Ingenio Santa Bárbara s/Falta de acción. Inconstitucionalidad"; Fallo 304.415.
www.csjn.org.ar. T. y S.S.; 1982; p. 637.
87) BIDART CAMPOS, G.. Nota a fallo... Op.cit.,Guisado, H. op. cit.; p. 61.
88) ALTAMIRA GIGENA, Raúl. "Sistemas de cobertura de los accidentes laborales".
Rev.Trab.y Seg. Social. 1988; p. 784.
89)ALTAMIRA GIGENA, Raúl E. Ponencia en X Congreso Nacional de Derecho del Trabajo
y la Seguridad Social (Informes de los Relatores); Tema 3: "Accidentes laborales.
Sistemas de Cobertura". (Relator: Doctor Alberto José Maza). Derecho del Trabajo. T.
XLVIII-B. p.1667. Allí señala: "Cuando el trabajador sea dado de alta con incapacidad, se
le otorgará la jubilación por invalidez parcial, y a partir de allí el organismo previsional
le abona la jubilación en proporción al grado de incapacidad. La Empresa le continuará
efectivizando los haberes en función al grado de capacidad residual. De ello surge que
el trabajador continuará percibiendo el salario íntegro, pero le será abonado por dos
"entidades", el organismo previsional y la Empresa. Si la incapacidad se incrementa en
la misma proporción se modificará el régimen de pago, hasta que se determine la
incapacidad total, por la que deberá dejar de trabajar para percibir únicamente el haber
previsional...se pretende que el trabajador continúe vinculado a la industria y el
comercio, hasta que eventual y realmente no pueda desempeñar tarea alguna. Se aspira
a que el trabajador se considere así útil, parte de la sociedad productiva, a diferencia del
sistema actual que lo relega, sin desempeñar un rol productivo. Tiene también como
positivo las reformas, que el trabajador continúa vinculado o asociado a la obra social, y
por lo tanto siempre tendrá asegurada la contingencia salud...el trabajador minusválido
no tendrá un tratamiento distinto del que tiene salud plena, ya que ambos estarán
protegidos por el sistema previsional y de obras sociales; la única diferencia estaría dada
por quién le abone parte o todos los haberes." 90) Ibidem. p.1669.
91) 92º Conferencia Internacional del Trabajo. "Organizarse en pos de la justicia Social".
Ginebra; 2004; p. 98. www.iol.org
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Fuente
Testa, C. (2009). Accidentes y enfermedades inculpables. Recuperado de
http://www.saij.gob.ar/doctrina/dacf090006-testa-
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