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Además de la teoría del doble vínculo, Bateson estudió la evolución de los organismos,
el concepto de homeostasis aplicado a la psicología y a la antropología y la metodología
científica, entre otros temas.
Si bien la hipótesis del doble vínculo ha quedado obsoleta en este sentido, fue
determinante para la evolución de la terapia sistémica.
Los dobles vínculos son dilemas comunicativos debidos a la contradicción entre dos o
más mensajes. Esto lleva a que, responda como responda el receptor, siempre estará
cometiendo un error; resumidamente, se le transmite que tiene que hacer algo, pero
también que no puede hacerlo.
En el doble vínculo los mensajes suelen estar codificados en niveles de abstracción
distintos; así, se produce una incongruencia entre el nivel digital o de contenido y el
analógico o de relación. El ejemplo típico es el de una madre que dice “Te quiero” a su
hija o hijo, pero cuyo lenguaje corporal transmite rechazo.
Esto significa que se llevan a cabo dos peticiones u órdenes simultáneas, pero es
imposible cumplir una de ellas sin desobedecer la otra. Según Bateson, muchas personas
en posiciones de autoridad utilizan los dobles vínculos como herramienta para controlar
a otras.
Si se dan de forma continua, como sucede en algunas familias, estas paradojas llevan a
la persona en posición de subordinación a sentir angustia con respecto a la relación e
inseguridad sobre su propia perspectiva de la realidad.
Bateson describió cinco características principales que definen el doble vínculo. Para que
éste se produzca deben cumplirse estas condiciones en un contexto comunicativo dado.
Los dobles vínculos se producen en intercambios verbales entre dos personas. Uno de
los individuos debe sentir respeto por el otro, que suele definirse como una figura de
autoridad.
Aunque normalmente se habla del doble vínculo en relación a los padres o cuidadores
principales de un niño, también puede producirse en profesores, por ejemplo.
2. Experiencia recurrente
El doble vínculo no debe entenderse como una situación puntual sino más bien como
una experiencia recurrente para el individuo. Para que esto suceda, la mayor parte de
veces es suficiente con que uno de los padres utilice los dobles vínculos de forma
habitual.
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En ocasiones aparece también una tercera petición que impide que el receptor pueda
escapar del dilema. El mandato negativo terciario implica que el sujeto no puede
metacomunicarse, es decir, hablar sobre la incongruencia entre los mandatos primario
y secundario o los niveles de contenido y de relación.
Bateson desarrolló la teoría del doble vínculo para explicar las causas psicológicas de la
esquizofrenia. Opinaba que en su época el diagnóstico de este trastorno se realizaba con
una frecuencia excesiva y pretendió delimitar los patrones específicos por los que se
desarrollaba.
Según este autor, las alteraciones del pensamiento y del lenguaje que caracterizan a la
esquizofrenia se deben a la adaptación de la persona a un contexto familiar en el que se
producen interacciones incongruentes. En tales casos se internaliza la lógica
contradictoria del doble vínculo, llevando al individuo a escapar de la realidad a través
del delirio.
Aunque la teoría de Bateson fue muy influyente lo cierto es que nunca ha sido
confirmada por las investigaciones. En la actualidad se cree que el doble vínculo puede
ser considerado como un tipo de estresor de los muchos que pueden provocar la
aparición de síntomas psicóticos en personas biológicamente predispuestas.