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La relación que existe es que ambas disciplinas tienen como objetivo la solución de los conflictos
sociales.
El espacio más estrecho entre el Derecho Penal y la Criminología es la múltiple colaboración. Ambas
ciencias parte de la existencia de una sociedad determinada, cuya necesaria convivencia es afectada por
actos o conductas dirigidas contra ellas. Para defender a esa comunidad de tales ataques, el Derecho
describe esas conductas o actos e imperativamente, une el destino de éstos a una pena, aplicable a los
autores de los mismos. Estamos ante la prevención general y, en su caso, especial, perseguidas por el orden
legal punitivo. La Criminología que no, obstante persigue esa misma finalidad, intenta salvaguardar a aquella
de tales hechos antisociales a través de medios distintos: con el estudio científico de los factores
criminógenos que influyen y confluyen, de una manera general, con el sujeto activo de tales actos
(Criminología General), para luego intentar neutralizarlos. Neutralizarlos por medio de un estudio sistemático
de la peligrosidad del sujeto agente concreto, singular, que permita formular un diagnóstico y pronóstico de la
personalidad criminal de éste y desembocar en el oportuno tratamiento en orden a su resocialización
(Criminología Clínica). (Herrero, 1997, p.35).
El Derecho Procesal Penal debe ser considerado como instrumento utilizado por el Estado y los
ciudadanos al servicio de la lucha contra la criminalidad.
El Derecho Procesal Penal ha de relacionarse efectivamente con la Criminología, ciencia que estudia
el fenómeno criminal en su conjunto, teniendo en consideración todos sus actores; delincuente, víctima y
agentes relacionados con el control social. (Herrero, 1997, p.38).
Para efectos de un mejor abordaje de la relación entre ésta disciplina y la criminología es importante
conocer el concepto de política criminal como ciencia y como práctica.
La relación existente entre ambas disciplinas es que la Criminología le proporciona la materia prima
(estudio de las causas o génesis de la criminalidad) a la Política Criminal de manera que se pueda
comprender el funcionamiento de la criminalidad y así proceder a la estructuración de las estrategias, tácticas
o mecanismo para obtener un control óptimo del delito.
Recordemos que dentro del campo de acción de la criminología, se encuentra el tratamiento del
delincuente, por lo tanto la relación entre estas dos disciplinas es que el Derecho Penitenciario presta el
marco jurídico a la criminología y ésta le llena de contenido. (Herrero, 1997, p. 38-39).
Con la criminalística
CON LA PENOLOGÍA
La Penología es el "Estudio de las sanciones englobando bajo esta palabra la privación o limitación de
derecho que el reo sufre, pero también la prevención y la corrección buscadas. Esta ciencia es de tipo
eminentemente naturalístico, pues se dedica a recoger datos, analizarlos, evaluar sus resultados de hecho y
realizar hasta donde fuere posible experimentos". La Fenología es el estudio del origen, fundamento,
necesidad, variabilidad y consecuencias de la ejecución de las sanciones.
A) Concepto Jurídico
Nuestra definición propone comprenderla como la disciplina casual-explicativa que estudia a la víctima para
planificar y realizar la política victimal dentro de un Estado de Derecho.
B) Concepto Operacional
Propone comprenderla como la disciplina causal-explicativa que estudia a la víctima de un hecho delictivo, de
sus características personales, biológicas, psicológicas, morales, sociales y culturales.
C) Concepto Didáctico
Es una disciplina causal-explicativa que se interesa por el origen, personalidad, carácter, sexo, edad, religión,
espiritualidad y características corporales del sujeto pasivo del delito.
La Criminología se relaciona con la Victimología, puesto que ambas estudian el mismo fenómeno desde dos
ángulos distintos: Una al responsable del hecho criminal y la otra a quien recibe las consecuencias a ese
hecho.
. CON LA DELITOLOGIA
Estudia los delitos en una época y en un estado determinado. La relación con la Criminología es que estudian
un mismo fenómeno, una su génesis y la otra su comisión.
A) Medicina Legal
Para MARC "Es la aplicación de los conocimientos médicos a aquellos casos, de procedimiento civil y
criminal, que pueden ser aclarados por ellos".
Según TOURDES es "La aplicación de los conocimientos médicos y las cuestiones que conciernen a los
derechos y los deberes de los hombres reunidos en sociedad". Es la aplicación de los conocimientos médicos
a los problemas judiciales. Estudio de cuestiones médicas previstas o relacionadas con las leyes. La medicina
forense se define como la ciencia médica, puesta al servicio de la ciencia del Derecho.
La Medicina Legal al igual que la Criminalística establece la relación entre el delito y la prueba y siendo que
nuestra ciencia estudia en una de sus partes el crimen, en ese punto podemos encontrar relación. La
Medicina es la ciencia que se ocupa de precaver y curar las enfermedades del humano, lo que como ya
quedó apuntado, tiene estrecha relación con la explicación de la criminalidad en el modelo tradicional
criminológico.
B) Biología Criminal
Para LENZ "Teoría sistemática -ordenada de una manera lógica- de la personalidad del agente y de su delito,
en cuanto es resultado individual".
Enfoque que pretende explicar la criminalidad relacionándola con la herencia; ampliamente considerada.
"Tiene por objeto descubrir las correlaciones existentes en el seno de una personalidad".
La Biología Criminal, desarrollada sobre todo gracias a los trabajos de LENZ y de su escuela, en GRAZ y de
EXNER, es la ciencia de la vida de los criminales (bios-vida; logos-tratado). Estudia principalmente, el
problema de la herencia con la transmisión de las enfermedades, las tendencias y predis-posiciones que
constituyen la diátesis para tal o cual infracción.
La relación de esta disciplina con nuestra ciencia, radica precisamente en asociar en forma directamente
proporcional el comportamiento orgánico de la criminalidad.
C) Biotipología Criminal
Es el estudio completo del tipo humano, a fin de llegar a una explicación unitaria del delincuente. El profesor
PENDE, que ha esquematizado la Biotipología, cree que la morfología, las funciones humorales y la
psicología de un individuo no son sino los aspectos ligados a un sistema vital único, que es el “biotipo".
Estudio de los delincuentes a partir de la clasificación de los mismos de acuerdo con sus propias
características. Se recuerdan especialmente las efectuadas por SHELDON, PENDE y KRETSCHMER.
Bajo la concepción tipológica desarrollada por los autores señalados, se ha construido una corriente que en
su tiempo fue determinante para la explicación de la conducta criminal.
El fundador de la Sociología Criminal, ENRICO FERRI, dice que la Sociología General "se subdivide en un
cierto número de ramas particulares" y que las sociologías particulares se desenvuelven en dos direcciones
distintas...", estudiando unas la actividad humana normal... y las otras la actividad humana antisocial y
antijurídica... y que "sobre el fundamento común de la Sociología General... se distinguen de un lado la
Sociología Económica, Jurídica y Política y del otro la Sociología Criminal". De ello se desprende que para
FERRI nuestra disciplina forma parte de la Sociología General y no de la Criminología como lo afirman
algunos autores. En igual sentido se pronuncia el Diccionario de Sociología al decir que: "La Sociología
Criminal, pues, es una aplicación de la Sociología General a los fenómenos específicos de la delincuencia".
Es inconcuso que dentro del real acontecer colectivo hay fenómenos disociativos entre los cuales existen u
nos de excepcional importancia, que consisten en la violación de preceptos de profundo valor humano.
Algunas de tales violaciones están tipificadas en las leyes penales y, cuando toman realidad (sin prejuzgar de
su moralidad o inmoralidad), se dice que se ha cometido un delito cuyo autor es un ser humano a quien se
llama delincuente o criminal. A la Criminología, según el profesor HECTOR SOLIS QUIROGA, le Loca
examinar la totalidad de las causas y los efectos individuales o sociales, de tal conducta, registrándolos y
describiéndolos en su realidad; pero su orientación puede cambiar, bien hacia el estudio del fenómeno
individual concretamente considerado (delito y delincuente) de que se ocupa la Criminología, o bien hacia el
examen de conjunto llamado delincuencia cono fenómeno social, masivo o colectivo, real, de que también se
ocupa la Criminología. Como la Sociología General es una ciencia de la realidad que estudia las interacciones
entre individuos o grupos, su sentido y sus conexiones de sentido (en que, con justicia mucho insiste
RECANSENS SICHES) la Sociología Criminal debe estudiar también estos puntos, sólo que tomando en
cuenta principalmente el sector de la población que ha reaccionado violando la Ley Penal. Pero como no se
puede separar lo criminal, siempre interpersonal del resto de la vida social, se convierte en el principal interés
del estudio dentro de una sociedad tomándola como fondo.
La Sociología Criminal estudia, pues, la realidad del acontecer criminal colectivo, masivo, estática y
dinámicamente, considerando sus causas exógenas y endógenas y sus efectos.
La Sociología Criminal es la rama de la Sociología General que estudia el acontecer criminal como fenómeno
colectivo, de conjunto, tanto en sus causas, como en sus formas, desarrollo, efectos y relaciones con otros
hechos sociales.
Las estrechas relaciones entre Criminología y Sociología Criminal han quedado evidenciadas con la
exposición anterior y si consideramos que la concepción liberal de la Criminología, señala como génesis de la
criminalidad el medio ambiente, la Sociología General y la Criminal en particular explican su plena
identificación en esa teoría.
6. CON LA DELITOLOGIA
Estudia los delitos en una época y en un estado determinado. La relación con la Criminología es que estudian
un mismo fenómeno, una su génesis y la otra su comisión.
Un delito es un comportamiento que, ya sea por propia voluntad o por imprudencia, resulta contrario a lo
establecido por la ley. El delito, por lo tanto, El delito o crimen es definido como una
conducta típica, antijurídica, imputable, culpable, sometida a una sanción penal y a veces a condiciones
objetivas de punibilidad. Supone una infracción del derecho penal. Es decir, una acción u omisión tipificada y
penada por la ley.
En sentido legal, los códigos penales y la doctrina definen al "delito" como toda aquella conducta (acción u
omisión) contraria al ordenamiento jurídico de la sociedad. La doctrina siempre ha reprochado al legislador
que debe abstenerse de introducir definiciones en los códigos, pues es trabajo de la dogmática. 2 No obstante,
pese a lo dicho, algunos códigos como el Código Penal de España (Art. 10) definen al delito.
La palabra delito deriva del verbo latino delinquere, que significa abandonar, apartarse del buen camino,
alejarse del sendero señalado por la ley. La definición de delito ha diferido y difiere todavía hoy entre escuelas
criminológicas. Alguna vez, especialmente en la tradición, se intentó establecer a través del concepto
de derecho natural, creando por tanto el delito natural. Hoy esa acepción se ha dejado de lado, y se acepta
más una reducción a ciertos tipos de comportamiento que una sociedad, en un determinado momento, decide
punir.
Crimen y delito
Crimen y delito son términos equivalentes. Su diferencia radica en que "delito" es genérico, y por "crimen" se
entiende un delito más grave8 o, en ciertos países, un delito ofensivo en contra de las personas. Tanto el
delito como el crimen son categorías presentadas habitualmente como universales; sin embargo los delitos y
los crímenes son definidos por los distintos ordenamientos jurídicos vigentes en un territorio o en un intervalo
de tiempo.
Tanto en su faz ideal como en su faz material, el crimen ha sido distinto en todos los momentos históricos
conocidos y en todos los sistemas políticos actuales.
Se puede alegar que el homicidio es considerado delito en todas las legislaciones, pero matar a otro es
castigado como homicidio sólo bajo estrictas condiciones: que no se mate en una guerra, que no se mate
ejerciendo una profesión (médicos, enfermeros, policías, jueces, ministros del interior, ministros de defensa),
o que no se mate en legítima defensa y seguridad.
Por otro lado, existen delitos y crímenes considerados internacionales, como el genocidio, la piratería naval,
el tráfico de personas, etc. Pero un crimen que no es castigado es solamente un reproche moral injurioso en
contra de una persona, inclusive si ella incurrió en esa conducta, considerada delito. Sólo el castigo constituye
a alguien en delincuente o en criminal. El castigo transforma la vaga noción de delito en un hecho. Esta idea
se puede intentar refutar argumentando que basta la existencia de una víctima para que exista delito o
crimen.
Crear delitos, crímenes y castigos son facultades soberanas de quienes están a la cabeza de un sistema
normativo (véase principio de legalidad penal). Eso explica que en Singapur sea un delito masticar goma de
mascar en lugares públicos y un crimen arrojarlo al piso o en Alemania el negar el holocausto.
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Preterintencional: La conducta concuerda con el deseo del actor, pero el resultado excede esa
voluntad. Por ejemplo; en una pelea por un asunto trivial el actor desea lesionar a su contrincante, pero
en lugar de eso lo priva de la vida. Esta clasificación nace en el Derecho alemán.
Por la forma de la acción[editar]
Por comisión: surgen de la acción del autor. Cuando la norma prohíbe realizar una determinada
conducta y el actor la realiza.
Por omisión: son abstenciones, se fundamentan en normas que ordenan hacer algo. El delito se
considera realizado en el momento en que debió realizarse la acción omitida.
Por omisión propia: están establecidos en el Código penal. Los puede realizar cualquier persona, basta
con omitir la conducta a la que la norma obliga.
Por omisión impropia: no están establecidos en el Código penal. Es posible mediante una omisión,
consumar un delito de comisión (delitos de comisión por omisión), como consecuencia el autor será
reprimido por la realización del tipo legal basado en la prohibición de realizar una acción positiva. No
cualquiera puede cometer un delito de omisión impropia, es necesario que quien se abstiene tenga el
deber de evitar el resultado (deber de garante). Por ejemplo: La madre que no alimenta al bebe, y en
consecuencia muere. Es un delito de comisión por omisión.
Por la calidad del sujeto activo[editar]
Comunes: pueden ser realizados por cualquiera. No mencionan una calificación especial de autor, se
refieren a él en forma genérica (el que).
Especiales: solamente pueden ser cometidos por un número limitado de personas: aquellos que tengan
las características especiales requeridas por la ley para ser su autor. Estos delitos no sólo establecen la
prohibición de una acción, sino que requieren además una determinada calificación del autor.
Son delitos especiales propios cuando hacen referencia al carácter del sujeto. Como por ejemplo
el prevaricato, que sólo puede cometerlo quien es funcionario público. Son delitos especiales
impropios aquellos en los que la calificación específica del autor opera como fundamento
de agravación o atenuación. Verbigracia la agravación del homicidio cometido por el ascendiente,
descendiente o cónyuge (art. 80, inc.1 del Código Penal argentino).
Por la forma procesal
De acción pública: son aquellos que para su persecución no requieren de denuncia
previa.
Dependientes de instancia privada: son aquellos que no pueden ser perseguidos de oficio y requieren
de una denuncia inicial.
De instancia privada: son aquellos que además de la denuncia, el denunciante debe proseguir dando
impulso procesal como querellante.
Por el resultado
Materiales: exigen la producción de determinado resultado. Están integrados por la acción, la imputación
objetiva y el resultado.
Formales: son aquellos en los que la realización del tipo coincide con el último acto de la acción y por
tanto no se produce un resultado separable de ella. El tipo se agota en la realización de una acción, y la
cuestión de la imputación objetiva es totalmente ajena a estos tipos penales, dado que no vinculan la
acción con un resultado. En estos delitos no se presenta problema alguno de causalidad.
Por el daño que causan
De lesión: hay un daño apreciable del bien jurídico. Se relaciona con los delitos de
resultado.
De peligro: no se requiere que la acción haya ocasionado un daño sobre un objeto, sino que es
suficiente con que el objeto jurídicamente protegido haya sido puesto en peligro de sufrir la lesión que se
quiere evitar. El peligro puede ser concreto cuando debe darse realmente la posibilidad de la lesión,
o abstracto cuando el tipo penal se reduce simplemente a describir una forma de comportamiento que
representa un peligro, sin necesidad de que ese peligro se haya verificado. (Cuando la acción crea un
riesgo determinado por la ley y objetivamente desaprobado, indistintamente de que el riesgo o peligro
afecte o no el objeto que el bien jurídico protege de manera concreta).
Delitos en particular
Rama del derecho penal que versa sobre el análisis pormenorizado de los delitos en particular se
denomina comúnmente Parte especial del derecho penal.
Sujeto pasivo de la conducta: es aquella persona que se ve afectada directamente por la acción llevada a
cabo por el delincuente (sujeto activo).
Sujeto pasivo del delito: es la persona que ve consecuencias de manera indirecta a partir de la acción del
sujeto activo.
Un ejemplo de estos dos últimos sería: el empleado se dirige al banco para hacer un depósito en nombre de
la empresa en la que trabaja, pero a mitad del trayecto es asaltado. El delincuente lo agrede y le causa varias
lesiones. El empleado es el sujeto pasivo de la conducta (en él recae directamente la acción), mientras que la
empresa es el sujeto pasivo del delito (se ve afectada indirectamente porque el dinero pertenecía a esta).
La acción
La conducta humana (acción u omisión) es la base de toda la estructura del delito, por lo que se considera a
la acción como núcleo central y el sustrato material del delito. Sin embargo, el concepto de acción engloba
igualmente el de omisión, en la cual existe una conducta en la que conscientemente se evita una acción
concreta. Constituye el soporte conceptual de la teoría del delito y el eje de la consideración axiológica y
natural del hecho punible.
El concepto de acción
Una de las principales funciones del concepto de acción es servir de límite o filtro para seleccionar
previamente las acciones que pueden ser relevantes para el Derecho penal. El concepto de acción ha
experimentado una evolución en la que se han entremezclado puntos de vista filosóficos, político-criminales y
dogmáticos.
Concepto causal de acción
La acción es la "conducta voluntaria humana, que consiste en un movimiento de su organismo destinado a
producir cierto cambio, o la posibilidad, en el exterior del mundo vulnerando una norma prohibitiva."3
El concepto natural de acción es creación de Franz von Liszt y Ernst von Beling, quienes son los fundadores
del sistema clásico del delito. Franz von Liszt define por primera vez el concepto de acción como
la producción, reconducible a una voluntad humana, de una modificación en el mundo exterior. En este
concepto, para la modificación causal del mundo exterior debía bastar cualquier efecto en el mismo, por
mínimo que sea. Debido a la imposibilidad del concepto señalado de explicar la omisión, von Liszt formula
más tarde una segunda descripción, diciendo que "acción es conducta voluntaria hacia el mundo exterior;
más exactamente: modificación, es decir, causación o no evitación de una modificación (de un resultado) del
mundo exterior mediante una conducta voluntaria." Correlativamente, Beling sostiene que existe acción si
objetivamente alguien "ha emprendido cualquier movimiento o no movimiento", a lo que subjetivamente ha de
añadirse la comprobación de "que en ese movimiento corporal o en esa falta de movimiento animaba una
voluntad". En resumen, el concepto de Beling consiste en que "la acción debe afirmarse siempre que concurra
una conducta humana llevada por la voluntad, con independencia de en qué consista esa acción" (es decir,
no considera dentro de su concepto el contenido de la finalidad perseguida mediante la acción -o inacción-
comportada).
Concepto finalista de acción: Hans Welzel
Toda la vida comunitaria de los seres humanos se estructura sobre la actividad final de estos. Los miembros
de la sociedad pueden actuar conscientes del fin, es decir, proponerse fines, elegir los medios requeridos
para su obtención y ponerlos en movimiento con conciencia del fin. Esta actividad final se llama acción.
Cuando el ser humano es corporalmente causal sin que pueda dominar su movimiento a través de un acto de
voluntad, sea porque obre como simple masa mecánica (al ser empujado por otra persona, por ejemplo) o
porque ejecute movimientos reflejos, su quehacer queda excluido del ámbito de las normas del Derecho
penal. La exigencia de la voluntariedad de la conducta humana es un presupuesto esencial del juicio jurídico
penal. Voluntariedad es la posibilidad de dominio de la actividad o pasividad corporal humana.
El objeto de las normas penales es la conducta humana, esto es, la actividad o pasividad corporal del hombre
sometida a la capacidad de dirección final de la voluntad. Esta conducta puede ser una acción, el ejercicio
efectivo de actividad final, o la omisión de una acción, es decir, el no ejercicio de una actividad final posible.
El concepto de acción
Una acción humana es un ejercicio de actividad final. La finalidad o el carácter final de la acción se basa en
que la persona humana, gracias a su saber causal, puede prever, dentro de ciertos límites, las consecuencias
posibles de su actividad. Puede proponerse fines diversos y dirigir su actividad, conforme a un plan
previamente trazado, a la consecución de esos fines.
Actividad final es un obrar orientado conscientemente hacia el fin perseguido. En cambio, el acontecer causal
no está dirigido al fin previsto, sino que es la resultante del efecto de la acción sobre los componentes
iniciales existentes en cada caso, incluyendo las consecuencias involuntarias e imprevistas que configuran el
resultado final. Por eso, suele decirse que la finalidad es «vidente», y la causalidad «ciega».
La dirección final de una acción se lleva a cabo en dos etapas:
La tipicidad
Se denomina tipicidad al encuadramiento o adecuación de la conducta humana en un tipo penal. La tipicidad
nace del principio de legalidad, según el cual, todos los delitos provocados por la acción u omisión voluntaria
del sujeto, deben estar regulados por la ley.
En el tipo se incluyen todas las características de la acción prohibida que fundamentan positivamente su
antijuridicidad.
El tipo es una figura que crea el legislador haciendo una valoración de una determinada conducta delictiva. Se
puede decir que es una descripción abstracta de la conducta prohibida. Es un instrumento legal, lógicamente
necesario y de naturaleza predominantemente descriptiva, que tiene por función la individualización de las
conductas humanas penalmente relevantes.
Existen, principalmente, dos posturas que sirven de fundamento al principio de tipicidad:
1. La llamada certeza subjetiva. El sentido de las acciones penales es modelar el comportamiento de
los ciudadanos para que se ajusten a las normas de conducta cuya infracción está asociada a una
sanción. Por tanto, si las normas penales no existen o no son lo suficientemente claras, perderán su
sentido y serán ilegítimas.
2. La tesis limitativa del poder estatal. Bajo este punto de vista, el principio de tipicidad supone un
incremento del estándar de protección de los ciudadanos frente al poder coercitivo del Estado.
El resultado es la consecuencia externa y observable derivada de la acción (manifestación de voluntad). Los
códigos penales castigan en algunos casos la acción (delitos de simple actividad) y en otros el resultado que
se deriva de ésta (delitos de resultado). Pero también puede haber conductas de no hacer o dejar de hacer
que traen como consecuencia un resultado y puede ser formal o material.
Causas de atipicidad
Las causas de atipicidad se dan en los supuestos en los que concurren unas determinadas circunstancias que
suponen la exclusión de la tipicidad de la conducta, negando con ello su inclusión dentro del tipo penal.
Atipicidad objetiva[editar]
Se da cuando en los elementos objetivos del tipo uno de ellos no encuadra en la conducta típica o
simplemente no se da. Se dice que existe ausencia del tipo cuando en la ley no se encuentra plasmada o
regulada alguna prohibición de alguna conducta, acorde al principio de legalidad penal.
Por ejemplo, la blasfemia no está tipificada como delito en la mayoría de los países. Aunque para muchos
pueda ser una actitud reprochable, esta no será castigada por la ley o el Estado, ya que no es una conducta
recogida y penada en el código penal.
Error de tipo
El error de tipo es el aspecto negativo del elemento intelectual del dolo. Es la falla de la conciencia de los
elementos del tipo penal, ya sea por error o ignorancia. Es el desconocimiento de las circunstancias objetivas
del tipo.
El error de tipo tiene como efecto principal eliminar el dolo. Si el dolo es la voluntad de realizar el tipo objetivo
con conocimiento de todos y cada uno de sus elementos, evidentemente el error que recae sobre el
conocimiento de alguno de los componentes objetivos, eliminará el dolo en todos los casos.
En efecto, el error de tipo se presenta bajo dos formas: a) Invencible. b) Vencible. En los dos casos se elimina
el dolo, pero en el segundo de los supuestos deja subsistente la imprudencia, siempre y cuando se encuentre
incriminado el tipo culposo.
La consecuencia que se prevé para este tipo de error es -al desaparecer el dolo- la atipicidad de la conducta
si el error es invencible, y el castigo con la pena del delito culposo, cuando el error es vencible, siempre que
esté tipificado, ya que hay un sistema cerrado con relación a los tipos penales culposos. Resulta entonces
que si no hay tipo culposo, aunque el error sea vencible, la conducta resultará atípica.
La teoría del error pretende establecer un margen de flexibilidad a la eficacia erga omnes del Derecho,
evitando que esta consista en una aplicación del summum ius summa iniuria. Como reconoce en la mayoría
de los códigos civiles, el principio de ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento. En herencia del
Derecho Romano, los ordenamientos jurídicoscontinentales se rige por el principio ignorantia vel error iurisnon
excusat ("La ignorancia o error de derecho no excusa.").
La primera distinción que se hace al definir el concepto penal de error es la diferencia entre error e ignorancia;
ya que el primer concepto hace referencia al conocimiento deformado de la realidad o de su significación
social o jurídica, y el segundo es la ausencia total de conocimiento perceptivo o valorativo sobre algo. Aunque
se presentan como dos ideas diferentes, que tiene los mismos efectos jurídicos, será indiferenciable que el
sujeto menoscabe un bien jurídico por que pareció un error invencible o por que simplemente ignoraba que
era un bien jurídico valioso para los demás y protegido por un sistema coercitivo penal.
En cuanto a la distinción en las clases de error, la doctrina está muy dividida. La doctrina alemana moderna
niega la distinción clásica entre error de hecho y de Derecho, y acepta la división que hace Carrara entre error
de Derecho penal y error de Derecho no penal (Beling, Liszt). La división actual entre error del tipo, referida a
los elementos que forman parte del mismo, que pueden ser fácticos, valorativos e incluso normativos, y el
error de prohibición atañe a la valoración de la conducta frente al ordenamiento jurídico en su totalidad,
comprendiendo que el error no solo como la significación antijurídica general del hecho, sino como el error
sobre la personal legitimación del autor para llevarlo a cabo. Cabe advertir que la frontera para distinguir
ambas clases de error no es del todo nítida, por lo que no está exenta de defectos o inconvenientes al
analizar los elementos normativos del tipo como ya apunto el profesor Mezguer.
En el error sobre el tipo el sujeto no percibe de forma correcta la realidad de su conducta, ya que conoce
algunos de sus elementos pero no todos. En el error de prohibición el sujeto no conoce que lo que está
realizando es un hecho ilícito.
Los supuestos psíquicos en caso del error del tipo, donde conoce algunos de los elementos del tipo pero no
todos, se pueden clasificar en error vencible e invencible.
En el error de prohibición, el sujeto conoce todos los elementos del tipo penal, sabe lo que está haciendo
aunque en algunos casos desconoce que el hecho en si es típico, y en otro sabe que es típico pero cree que
no es antijurídico. Le falta la conciencia de antijuridicidad o cree que su acción es lícita. Aunque en estos
casos se puede atenuar la pena debido a la falta de dolo con conocimiento de la antijuridicidad, no se puede
prescindir de ella, ya que su conducta negligente, que no ha actuado con el debido deber de cuidado y ha
llevado al perjuicio de un bien jurídico permite afirmar la tipicidad. Situación muy diferente del error vencible
del tipo en los que ni siquiera se actúa con conocimiento de la peligrosidad de la conducta para un
determinado bien, doctrina minoritaria defendida por Hans Welzel.
Clasificaciones del error de tipo[editar]
Las consecuencias derivadas del error del tipo siempre excluyen el dolo, pero no significa que el sujeto activo
del delito que ha actuado bajo un error de tipo no incurra en responsabilidad penal. Las consecuencias
jurídico penales de su conducta dependerán si el error cometido recae sobre los elementos esenciales o
sobre los accidentales.
Los elementos esenciales son aquellos elementos objetivos que caracterizan la conducta típica, y que
configuran el “tipo básico”.
Error invencible: es aquél que no tenía la posibilidad de evitarse. Cualquier persona en la situación del
autor y aún actuando con la máxima diligencia hubiera cometido el mismo error. El autor ni sabía ni tenía
la conciencia de que realizaba una conducta típica
Error vencible: es el error que se podía haber evitado si el sujeto activo hubiera actuado observando el
cuidado debido. El sujeto no actúa con dolo pero se tiene que comprobar si ha actuado con imprudencia,
es decir si ha superado el riesgo permitido infringiendo el deber de cuidado que se exige. El castigo
realizado con el error del tipo vencible sólo será posible si está tipificada la comisión imprudente del
delito, ya que si ésta no se encuentra positivada en el código penal quedará impune (Principio de
Legalidad por el que se rige todo nuestro Ordenamiento Jurídico). Ejemplo: Si A mantiene relaciones
sexuales con B, con una niña de 15 años, creyendo que por su desarrollo físico tenía como mínimo 18
años, no está cometiendo un delito doloso de abusos sexuales, ya que desconocía un elemento esencial
del tipo. Este error, aunque podría haberlo evitado excluye la responsabilidad penal en todo momento ya
que en el código no aparece el delito de abusos sexuales con imprudencia. Un caso especial a tener en
cuenta es cuando el sujeto activo incurría en un error vencible, siendo este no solo evitable sino que
hubo un desinterés por parte del autor para conocerlo “ceguera sobre los hechos”.
El error puede recaer sobre los diferentes elementos típicos, de acuerdo con esto podemos distinguir:
Error sobre el objeto de la acción (error in objeto vel in persona) en principio no tiene una especial
trascendencia la cualidad del objeto o de la persona sobre la que recae la acción. Es irrelevante que
Juan se haga con el collar de Pepa creyendo que su dueña era Luisa, o que mate a Pepe en vez de a
Pablo. El error es irrelevante cuando los objetos son homogéneos, es decir de igual naturaleza; aunque
no ocurre lo mismo si los objetos son heterogéneos, por ejemplo: Juan quiere matar al pájaro del vecino
y mata al vecino, el error causará un concurso de delito que el autor quería realizar, un delito en grado de
tentativa y un delito imprudente consumado. A partir de esto podemos distinguir dos supuestos:
El error sobre una persona que goza de una protección especial. En este caso el error es relevante.
El error sobre una persona que está protegida de la misma forma: el error es irrelevante porque en
ambos casos concurre el mismo tipo de homicidio, donde lo necesario es que se mate de forma
voluntaria a otro.
Error en el golpe (aberratio ictus) se suele dar en los delitos contra la vida y la integridad física. El sujeto
activo, por su mala puntería mata a Carmen en vez de a José. En este caso se considera que hay
tentativa de delito doloso en concurso con un delito imprudente consumado; un sector doctrinal considera
que al ser resultados típicos equivalentes la solución debe ser igual que en el error sobre la persona y
aparecería un único delito consumado. Según el profesor Muñoz Conde, esta solución seria injusta
cuando además de la tercera persona alcanzada por el disparo, también es dañado la persona a la que
pretendía herir, y desde luego no se puede aplicar con resultados heterogéneos.
El dolus generalis el sujeto activo cree haber consumado el delito, cuando en verdad ha sido causado
por un hecho posterior.( Un marido celoso atropella a su mujer, con la creencia de que esta ya había
muerto la tira al río, siendo que la víctima que estaba inconsciente muere por ahogamiento )Aunque en la
práctica lo que parece más justo es apreciar un solo delito consumado doloso, el sujeto quería matar a la
persona, y ha logrado su objetivo. Lo que le diferencia de la aberratio ictus, es que aquí no se pone en
peligro ni se lesiona a otra persona.
El error sobre los elementos agravantes o cualificantes hace que no puedas conocer las circunstancias
agravantes o en su caso el tipo cualificado.
El problema legal que suscitan las hipótesis de error sobre circunstancias atenuantes o error sobre la
concurrencia de elementos configuradores de un tipo privilegiado aún está sin solventar. Podría resolverse
por la vía de las atenuantes de análogo significado y la analogía in bonan partem, respectivamente.
Error del tipo permisivo: o el error sobre los presupuestos fácticos de una causa de justificación (como es
la legítima defensa putativa), es interpretado por los seguidores de la teoría finalista estricta de la
culpabilidad como un error de prohibición. Otro importante sector, del que es partidario Mir Puig,
partidarios de la Teoría restringida de la culpabilidad y la teoría de los elementos negativos del tipo,
propone aplicar las reglas del error del tipo. Por esta última vía se amplía el ámbito del error relevante
penalmente dado el sistema de incriminación específica de la imprudencia. Tiene un carácter
excepcional. La creencia errónea debe ser probada por quien la alega (inversión de la carga de la
prueba). La incidencia del error debe medirse acudiendo al caso concreto, de modo que se vean las
circunstancias objetivas concurrentes de cada supuesto y en particular las características personales del
sujeto activo en la acción
Caso fortuito
Supone la inexistencia del tipo doloso o del tipo imprudente debido al carácter de imprevisibilidad de la
situación típica. El caso fortuito puede suponer también una causa de justificación, cuando supone una
exclusión de antijuridicidad por no existir desvalor alguno de la acción
Ausencia de un elemento subjetivo del tipo
La antijuridicidad
La antijuridicidad es aquel desvalor que posee un hecho típico contrario a las normas del Derecho en general
(no sólo al ordenamiento penal). Es lo contrario a Derecho, por lo tanto, no basta que la conducta encuadre
en el tipo penal, se necesita que esta conducta sea antijurídica, considerando como tal, a toda aquella
definida por el ordenamiento, no protegida por causas de justificación.
La antijuridicidad precisamente radica en contrariar lo establecido en la norma jurídica. Para que sea
delictuosa, la conducta ha de ser típica, antijurídica y culpable. La antijuridicidad es otro de los elementos
estructurales del delito.
Se le puede considerar como un "elemento positivo" del delito, es decir, cuando una conducta es antijurídica,
es considerada como delito. Para que la conducta de un ser humano sea delictiva, debe contravenir el
Derecho, es decir, ha de ser antijurídica.
Se considera un concepto jurídico que supone la comparación entre el acto realizado y lo establecido por el
ordenamiento y que denota como ésta es una conducta contraria a Derecho, "lo que no es Derecho", aunque
en realidad la conducta antijurídica no está fuera del Derecho, por cuanto este le asigna una serie de
consecuencias jurídicas.
Antijuridicidad formal y material
Tradicionalmente, se ha venido distinguiendo entre la antijuridicidad formal, que es aquella que viola lo
señalado por la Ley, y la material, cuando se trata de una conducta antisocial.
En realidad, una antijuridicidad material sin la antijuridicidad formal no tiene ninguna relevancia para el
Derecho. Por otro lado, la antijuridicidad material sirve de fundamento para la formal, de tal modo que aquella
conducta prohibida por la ley debe serlo porque protege un bien jurídico.
Antijuridicidad material: se dice que una acción es "materialmente antijurídica" cuando, habiendo
transgredido una norma positiva, condición que exige el principio de legalidad, lesiona o pone en peligro
un bien jurídico que el Derecho quiere proteger. La antijuricidad propiamente dicha también se produce
cuando se vulnera el bien jurídico que se tutela, sea este la vida, la libertad, la integridad física, etc.
Tipicidad y antijuridicidad
La antijuridicidad es un juicio negativo de valor que recae sobre un comportamiento humano y que indica que
ese comportamiento es contrario a las exigencias del ordenamiento jurídico.
Por el principio de legalidad y de seguridad y certeza jurídicas, solo los comportamientos antijurídicos que son
típicos pueden dar lugar a una reacción jurídico penal.
La tipicidad, para un sector de la doctrina, es un indicio de que el comportamiento puede ser antijurídico (ratio
cognoscendi). En este sentido, el tipo y la antijuricidad son dos categorías distintas de la teoría del delito. El
tipo puede desempeñar una función indiciaria de la antijuricidad, pero no se puede identificar con ella.
Para otro sector, sin embargo, existe una identificación entre tipo y antijuricidad. Es decir, existe una directa
relación entre ambas categorías (ratio essendi). Se critica esta posición porque conduce a considerar las
causas de justificación como elementos negativos del tipo. Se añade que en la cotidianidad es difícil equiparar
una conducta atípica (por ej. matar un insecto) con una conducta típica, pero realizada mediando una causa
de justificación (matar en defensa propia). Las consecuencias de identificar o diferenciar claramente tipo y
antijuricidad se reflejan en la teoría del error (error de tipo y error de prohibición).
Causas de justificación
Las causas de justificación son situaciones reconocidas por el Derecho en las que la ejecución de un acto
típico se encuentra permitida, es decir, suponen normas permisivas que autorizan, bajo ciertos requisitos, la
realización de actos generalmente prohibidos.
Son normas específicas que excluyen la antijuridicidad de un determinado comportamiento típico que, a priori,
podría considerarse antijurídico.
La comprobación del carácter antijurídico de la conducta tiene un carácter negativo, de manera que, una vez
identificada la conducta típica, habrá de analizarse su eventual inclusión dentro de las causas de justificación,
excluyendo el delito si concurre una de ellas.
Consentimiento del titular
Se actúa con el consentimiento del titular del bien jurídico afectado, siempre que se cumplan los siguientes
requisitos:
La culpabilidad
Bajo la categoría de la culpabilidad como tercer elemento del concepto de delito se agrupan aquellas
cuestiones relacionadas con las circunstancias específicas que concurrieron en la persona del autor en el
momento de la comisión del hecho ya calificado como típico y antijurídico. Se trata del elemento del delito en
el que la persona del autor se relaciona dialécticamente con el detentador del ius puniendi (estado)5
Es común definir la culpabilidad como la reprochabilidad de un acto típico y antijurídico, fundada en que su
autor, en la situación concreta, lo ejecutó pudiendo haberse conducido de una manera distinta, es decir,
conforme a Derecho. Algunos códigos penales, como el de Paraguay de 1998 llegaba a hacer desaparecer el
término "culpabilidad" que era sustituido por el de reprochabilidad. Sin embargo, la doctrina española pone de
manifiesto como el término reprochabilidad se asocia al reconocimiento de la existencia del libre albedrío, algo
imposible de probar en el caso concreto (Gimbernat Ordeig), por lo que desde teorías preventivas de la pena
se propugna su sustitución por la idea de motivabilidad o de exigibilidad (de la Cuesta Aguado).
Elementos de la culpabilidad Determinantes de su existencia:
Error invencible: Su consecuencia es que se excluye la culpabilidad, y tal acción no merecerá ser
castigada con una pena.
La exigibilidad
Es la posibilidad de autoderminsarse conforme a Derecho en el caso concreto. Se admite que el
ordenamiento jurídico penal no puede exigir al ciudadano comportamiento heroico. Surge así la posibilidad de
excluir la imposición de la pena (exculpar) por la existencia de circunstancias que sitúen al autor del delito en
una situación según la cual adecuar su comportamiento a las exigencias normativas hubiera supuesto una
exigencia intolerable para el "hombre medio".
El juicio de exigibilidad se realiza mediante la comparación de las características personales o
circunstanciales del destinatario de la normas y de un modelo idealizado construido mediante la
generalización.6 Cuando de esta comparación se deduzca que al sujeto no le era exigible actuar conforme al
mandato normativo, su conducta típica y antijurídica no merecerá reproche penal, y como consecuencia, no
se podrá afirmar la existencia de un delito por ausencia de culpabilidad.
La mayoría de la doctrina configura dentro de la categoría de la culpabilidad, la exigibilidad de otra conducta
en sentido negativo, como "causas de no exigibilidad". Ahora bien, recientemente se propugna desde una
perspectiva dialéctica y democrática de la culpabilidad, en España, la consideración de la exigibilidad
entendida como posibilidad de reclamar e imponer por parte del ius puniendi un comportamiento acorde con
la norma jurídico-penal como el auténtico fundamento material de la culpabilidad. Cuando por razones
excepcionales ajenas a su persona el sujeto destinatario de la norma no pudiera adecuar su comportamiento
al mandato normativo, surgirían las causas de disculpa o exculpación basadas en la inexigibilidad de otra
conducta.
Como causa de inexigibilidad se suelen enumerar el miedo insuperable o el estado de necesidad disculpante
(aquel en el que el mal causado es igual que el que se trata de evitar o aquel en el que no se puede
determinar cual de los dos males es mayor). También, aunque escasamente admitido por la jurisprudencia, se
incluyen como supuestos de no exigibilidad el hurto o el robo famélico.
Los diversos códigos penales admiten estos supuestos con diversos enunciados, pero si el juicio de
exigibilidad es un juicio que debe realizar el juez podrían surgir otros supuestos, distintos a los
tradicionalmente reconocidos que deberían admitirse como causa de exculpación, aunque la mayoría podría
ser considerados como supuestos de estado de necesidad.
Fuerza moral irresistible
Ocurre cuando la voluntad del sujeto se ve afectada por un evento externo a su esfera de decisión y gravita
de manera inevitable sobre el aspecto decisorio de la persona. Pues si fuese fuerza física o vis absoluta no
habría voluntad, por tanto, no habría acción y, lógicamente, no se podría dilucidar la culpabilidad.
Cuando la persona se encuentra bajo una amenaza real e inminente que la obliga a llevar a cabo determinada
acción, no le es reprochable el haber obrado de esa manera. El Estado en este caso no le puede exigir a la
persona actuar de otra manera.
Los requisitos de la fuerza moral irresistible en materia penal suelen ser iguales que en materia civil (fuerza
como vicio del consentimiento), esto es:
Existencia de un evento que sea ajeno a la esfera de acción del sujeto, sea de las cosas o de otra persona;
que ese evento sea grave, es decir, que tenga la capacidad suficiente para afectar al sujeto en atención a sus
características personales; que sea determinante, es decir, cuando tiene como consecuencia directa la
realización del acto; en caso de ser un hecho de otra persona, que sea injusto, es decir, el que ejerza la
fuerza moral no tenga derecho a ejercerla o lo haga de forma distinta a lo permitido por el derecho.
Miedo insuperable
El miedo insuperable consiste en la ausencia total de representación en el actor de la acción delictiva de las
consecuencias de su proceder en el resultado a causa del temor que siente y que es provocado por la
persona causante del miedo.
Obediencia debida
La obediencia debida es una eximente de responsabilidad penal, por delitos cometidos con motivo de la
ejecución de una orden impartida por un superior jerárquico, que beneficia al subordinado dejando subsistente
la sanción penal del superior.
Habitualmente se relaciona con la actividad castrense, debido a la subordinación que los miembros de
una jerarquía militar deben rendir a sus superiores, en las acciones que competen al servicio prestado. No
obstante, puede presentarse en otras actividades dPena. ...
La pena también se define como una sanción que produce la pérdida o restricción de
derechos personales de un sujeto hallado responsable de la comisión de una conducta punible.
La pena está contemplada en la ley y es impuesta por el órgano jurisdiccional,
Pena
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Para otros usos de este término, véase Pena (desambiguación).
La pena es el recurso que utiliza el Estado para reaccionar frente al delito, expresándose como la "restricción
de derechos del responsable". Por ello, el Derecho que regula los delitos se denomina habitualmente Derecho
penal. La pena también se define como una sanción que produce la pérdida o restricción de derechos
personales de un sujeto hallado responsable de la comisión de una conducta punible. La pena está
contemplada en la ley y es impuesta por el órgano jurisdiccional, mediante un proceso.
El término pena deriva del término en latín poena y posee una connotación de dolor causado por un castigo.
El Derecho Penal moderno aboga por la proporcionalidad entre el delito y la pena. En muchos países se
busca también que la pena sirva para la rehabilitación del criminal (lo cual excluye la aplicación de penas
como la pena de muerte o la cadena perpetua).
El estado es un ente normativo y carácter institucional, que permite regir de manera coaccionada y limítrofe,
por lo tanto es el único ente encargado de suplir o aplicar una pena, ya sea de cualquier tipo.
Índice
1Efectos
2Clasificación de las penas
o 2.1Penas corporales
o 2.2Penas infamantes
o 2.3Penas inhabilitantes
o 2.4Penas privativas de libertad
o 2.5Penas pecuniarias
La pena produce una serie de efectos en el conjunto de individuos que componen la sociedad que se
suponen positivos para ésta, y que según la teoría relativa de la pena, serían los objetivos en los que se
fundamentaría la aplicación coactiva de la pena. Así, tanto la teoría retributiva de la pena (o teoría absoluta de
la pena), como la teoría relativa antes mencionada coinciden en que la pena, tanto en su vertiente coactiva
como en su vertiente coercitiva tienen, o han de tener los siguientes efectos:
Prevención general: Dirigida al conjunto de la sociedad. Respecto del aspecto negativo, la pena es una
coacción psicológica con la que se amenaza a la sociedad y con ella a los potenciales delincuentes para
que se abstengan de delinquir. En cuanto al aspecto positivo, la función de la pena es confirmar la
vigencia del ordenamiento jurídico en la conciencia colectiva.1
Tortura: Se suele entender que se trata de un trato inhumano o degradante y que va contra los derechos
fundamentales, pero en muchos países se sigue usando (azotes, amputaciones, etc.).
Pena de muerte: La más drástica, abolida en muchos países. Sin embargo, no se considera trato
inhumano o degradante, al contrario que la tortura o los azotes.
Penas infamantes[editar]
Aquellas que afectan el honor o dignidad de la persona.
En el pasado, algunas penas corporales, como los azotes o la crucifixión, eran ejecutadas en público, para
añadir el efecto de infamia en la persona del condenado. En la Edad Media era común la pena de vergüenza
pública, en la que el sentenciado era expuesto de manera ignominiosa (con poca ropa, o vestido
ridículamente), a veces en un punto fijo, a veces en procesión, para efecto de recibir la burla del público. Otro
tipo de pena infamante era que el condenado llevara una seña que recordara su delito, fuera esta de manera
permanente, como la marca a fuego en la piel del mismo, o de manera temporal, como la letra escarlata de
los condenados por adulterio. De este tipo de penas vienen conceptos como el de sambenito.
En la época actual, se ha reducido la aplicación de las penas infamantes a ámbitos más específicos, como es
el caso de la degradación en los delitos militares de algunas jurisdicciones.
Penas inhabilitantes
Son aquellas que impiden del ejercicio de ciertos derechos (generalmente políticos como el voto o familiares
como la patria potestad), privan de ciertos cargos o profesiones o inhabilitan para su ejercicio. Hoy en día
también son muy comunes la privación del derecho de conducción de vehículos de motor, y la privación del
derecho al uso de armas. También son importantes las inhabilitaciones para el ejercicio de cargos públicos
durante un tiempo determinado.
Son de muy variado contenido y existe una tendencia a su expansión. Se trata en la actualidad de una
categoría residual abierta que se define por ser aquellas penas distintas de privación de libertad y multa.
Propiamente hablando toda pena priva de algún derecho.
Entre estas, se pueden señalar: inhabilitación absoluta, que priva definitivamente del disfrute de todo honor,
empleo o cargo público durante el tiempo señalado; inhabilitación especial para el ejercicio de un derecho
concreto ( como el disfrute de empleo o cargo público, profesión, oficio, industria o comercio, de los derechos
de patria potestad, tutela, guardia o curatela, y del derecho de sufragio pasivo); suspensión de empleo o
cargo público; privación del derecho a conducir vehículos de motor o ciclomotores, o a la tenencia y porte de
armas; privación del derecho a residir en determinado lugar, a acudir a él, o a aproximarse o a comunicarse
con determinadas personas.
Penas privativas de libertad
Se denomina de esta forma a la pena emitida por el juez como consecuencia de un proceso penal y que
consiste en quitarle al reo su efectiva libertad personal ambulatoria (es decir, su libertad para desplazarse por
donde desee), fijando que para el cumplimiento de esta pena el sentenciado quede recluido dentro de un
establecimiento especial para tal fin, llamado comúnmente cárcel, aunque cada ordenamiento jurídico le de un
nombre concreto (correccional, establecimiento penitenciario, centro de reclusión, etcétera).
La pena privativa de libertad, tal como su nombre lo indica, consiste en privar de libertad de tránsito al
individuo sentenciado; se diferencia de la "prisión preventiva" porque la pena privativa es resultado de
una sentencia y no de una medida transitoria como sucede con aquélla. Asimismo se diferencia de las
denominadas "penas limitativas de derechos" en que la pena privativa no permite al reo conservar su libertad
ambulatoria mientras la "pena limitativa de derechos" por cuanto ésta no afecta en modo alguno la libertad del
reo para desplazarse y solamente impone la obligación de realizar ciertos actos (por ejemplo, prestar servicios
a la comunidad) o el impedimento de ejecutar otros (ejercicio de una profesión, por ejemplo).
Pese a que viene a ser una concreción de la pena privativa de derechos, la doctrina la sitúa en un campo
aparte debido a su importancia. Es la sanción penal más común y drástica en los ordenamientos occidentales
(a excepción de la pena de muerte, de escasa extensión). Supone la privación de la libertad del sujeto, y
dependiendo del grado de tal privación, pueden distinguirse las siguientes:
Prisión.
Arresto domiciliario.
Penas pecuniarias
La pena pecuniaria es aquella que afecta al patrimonio del penado. Hay que diferenciar en este caso la pena
del resarcimiento de la víctima (responsabilidad civil).
Multa
Comiso
Caución
La caución o fianza es la garantía que entrega el encausado para poder defenderse en libertad. El jurista
ecuatoriano Enrique León Palacios en su obra "La Libertad, Justicia y Derecho en América Latina" afirma que
esta medida es tan solo un privilegio de los que tienen dinero pues aquellos que no lo poseen no pueden
gozar de él.
Confiscación de Bienes
Esta clasificación de las penas toma en consideración la naturaleza del bien de que privan al sentenciado. Se
caracterizan porque recaen directamente sobre el patrimonio, imponiendo al delincuente la obligación de
pagar una suma de dinero a favor del Estado o en entregar los bienes u objetos materiales utilizados en la
comisión del delito o los obtenidos como producto del mismo.
Principios fundamentales en la determinación judicial de la pena
Principio de culpabilidad El principio de culpabilidad, como garantía individual, se halla dentro del conjunto
de postulados esenciales a todo Estado Constitucional de Derecho, que operan como límites de la
potestad punitiva y se traducen en condiciones necesarias tanto para la atribución penal, como para
determinación judicial de la pena. la culpabilidad constituye un principio estructural básico del Derecho
penal, de modo tal que cualquier pena que se imponga sin la comprobación de una previa infracción del
deber de obligación en que consiste la norma subjetiva de determinación judicial de la pena, o que supere
la medida de esta infracción. ¨El principio de culpabilidad, como garantía individual, se halla dentro del
conjunto de postulados esenciales a todo Estado Constitucional de Derecho, que operan como límites de
la potestad punitiva y se traducen en condiciones necesarias tanto para la atribución penal, como para
imposición de la pena.
El principio de culpabilidad no hay pena sin culpa se enuncia dentro del marco general de pensamiento
liberal ilustrado, que lo deriva del de legalidad con la finalidad de excluir la responsabilidad objetiva y la
responsabilidad por hechos de otros. Es decir, que garantiza la objetividad y la individualización de la
responsabilidad penal. Además, el principio de culpabilidad, asegura que sólo será legítima la pena que
tenga por presupuesto la culpabilidad del autor y siempre que no se exceda la gravedad equivalente a la
misma. De esa manera, el principio de culpabilidad se propone evitar que una persona pueda ser tenida
por un medio para la realización de algún fin, es decir, se propone evitar la vulneración de la dignidad de
persona. La culpabilidad, en derecho penal, es la conciencia de la antijuridicidad de la conducta, es decir
supone la reprochabilidad del hecho ya calificado como típico y antijurídico, fundada en que su autor,
pudiendo someterse a los mandatos del Derecho en la situación concreta, no lo hizo ejecutándolo. Bajo la
categoría de la culpabilidad, como tercer elemento del concepto de delito se agrupan aquellas cuestiones
relacionadas con las circunstancias específicas que concurrieron en la persona del autor en el momento
de la comisión del hecho ya calificado como típico y antijurídico.
Se trata del elemento del delito en el que la persona del autor se relaciona dialécticamente con el
detentador del ius puniendi.
Principio de proporcionalidad Cabe precisar que el principio de proporcionalidad se erige en un elemento
definidor de lo que ha de ser la intervención penal, desde el momento en que trata de traducir el interés de
la sociedad en imponer una medida de carácter penal, necesaria y suficiente, para la represión y
prevención de los comportamientos delictivos, y por el otro, el interés del individuo en la eficacia de una
garantía consistente en que no sufrirá un castigo que exceda el límite del mal causado, en otros términos,
la minimización de la violencia en el ejercicio del ius puniendi. Así, la justa medida de la pena se configura
como un principio rector de todo el sistema penal. Responde a la idea de evitar una utilización desmedida
de las sanciones que conllevan una privación o una restricción de la libertad, para ello se limita su uso a lo
imprescindible que no es otra cosa que establecerlas e imponerlas exclusivamente para proteger bienes
jurídicos valiosos.
Encuentra su justificación en distintos preceptos de la Constitución Política de la República de Guatemala.
El principio de proporcionalidad tiene rango constitucional, lo cual hace que pueda ser apelado en un
recurso de amparo. El principio de proporcionalidad suele estudiarse desde dos sentidos, el amplio y el
estricto, pero este último se encuentra recogido dentro del primero. Por tanto, la proporcionalidad en
sentido amplio engloba tres exigencias:
a.-La exigencia de adecuación a fin: implica que bien el juez o el legislador tiene que elegir la medida o
sanción que sea adecuada para alcanzar el fin que la justifica. Para ello han de tener en cuenta el bien
jurídico que se tutele. La pena óptima ha de ser cualitativa y cuantitativamente adecuada al fin.
b.- La exigencia de necesidad de pena, la exigencia de menor injerencia posible.
c.- La proporcionalidad en sentido estricto: se exige básicamente al juez para que este realice un juicio de
ponderación o valoración donde valore la carga o gravedad de la pena (la cual tiene que venir dada por
determinados indicios: gravedad conducta, bien a proteger, etc.) y el fin que persigue con esa pena.
d.-. Principio de inocencia El principio de inocencia o presunción de inocencia es un principio jurídico penal
que establece la inocencia de la persona como regla. Solamente a través de un proceso o juicio en el que se
demuestre la culpabilidad de la persona, podrá el Estado aplicarle una pena o sanción. La contracara de la
presunción de inocencia son las medidas precautorias como la prisión preventiva. La Constitución Política de
Guatemala establece que “toda persona es inocente, mientras no se le haya declarado responsable
judicialmente, en sentencia debidamente ejecutoriada…” Por su parte, en relación a la persecución penal, es
importante señalar que la presunción de inocencia en un elemento consubstancial al proceso penal acusatorio
adoptado en nuestra legislación en 1993. La Corte Interamericana de Derechos Humanos en la Opinión
consultiva OC-6/86 consideró que: “En una sociedad democrática los derechos y libertades inherentes a la
persona, sus garantías y el Estado de Derecho constituyen una tríada, cada uno de cuyos componentes se
define, completa y adquiere sentido en función de los otros”. La escandalosa captura de personas que ya han
mostrado su respeto a las leyes al presentarse a los tribunales cuando son citadas deja vulnerable a cualquier
ciudadano, escogido quién sabe bajo qué criterios, a ser objeto de una especia de cacería propia de las
acciones contra organizaciones criminales. Por su parte, “la restricción a la libertad individual solo puede ser
ejercida por el órgano jurisdiccional, mediante interpretación taxativa de la ley; siempre que se verifique
concretamente dicha necesidad, auscultando. La naturaleza y gravedad del delito, las condiciones morales,
sociales y económicas del imputado y sus antecedentes”.
Para agravar la indignación del uso de la fuerza impertinente, la ejecución de capturas los días viernes o
previo a algún feriado, así como la desafortunada costumbre de notificar ese último día hábil, refuerzan la
percepción de una actuación de mala fe por parte de las autoridades judiciales. Está bien que se proceda
drásticamente contra las bandas de asaltantes, sicarios y organizaciones del crimen organizado, pero está
mal que se proceda de la misma forma contra acusados de cualquier ilegalidad y se prive de libertad en base
a presunciones y no en evidencias suficientes.
E,. Principio de punibilidad La punibilidad, cualidad de punible, es decir aquella conducta a la que se tiene la
posibilidad de aplicar una pena (dependiendo de ciertas circunstancias), en el terreno de la coerción
materialmente penal no es una característica del delito sino el resultado de la existencia de una conducta
típica, antijurídica y culpable que cumple determinadas condiciones. La punibilidad tiene dos sentidos: a)
puede significar merecimiento de pena, en este sentido todo delito es punible; b) también puede significar
posibilidad de aplicar penas; 28 en este sentido no a cualquier delito se le puede aplicar pena. La afirmación
de que el delito es punible, en el primer sentido, surge de la afirmación de que es delito, pero la coercibilidad
a que da lugar el delito no siempre opera, porque hay una problemática que le es propia y que
ocasionalmente impide su operatividad (en el segundo sentido). Las condiciones de operatividad de la
coerción penal de naturaleza procesal suelen llamarse también requisitos de punibilidad y las mismas rigen
para ciertos delitos en particular, como aquellas que se refieren a las condiciones de ejercicio de las acciones
procesales en general, y que son distintas según que la acción procesal que resulte sea pública (es decir, que
la inicia y sigue la autoridad pública sin que para nada se tome en cuenta la voluntad del sujeto pasivo),
privada (cuya iniciación y prosecución corresponde por entero al sujeto pasivo), y dependiente de instancia
privada (que la debe iniciar la denuncia del sujeto pasivo, aunque luego sigue como si fuese pública. Por
coerción penal se entiende la acción de contener o de reprimir que el derecho penal ejerce sobre los
individuos que han cometido delitos. Es el elemento positivo de la estructura del delito el cual impone la pena
o castigo al sindicado del hecho delictivo, de forma equitativa al delito cometido por el sindicado. La
punibilidad consiste en el merecimiento de una pena, en función o por razón de la comisión de un delito;
dichas penas se encuentran señaladas en las normas jurídicas guatemaltecas, siendo la principal el Código
Penal Decreto 17-73 del Congreso de la República de Guatemala.
La punibilidad es más que un elemento de la tipicidad, pues es la acción combinada con una pena, constituye
un elemento del tipo delictivo. Se define entonces como punibilidad al conjunto de los presupuestos
normativos de la pena, para la ley y la sentencia, de acuerdo con las exigencias de la Idea del derecho.
f.- Principio del debido proceso Es el conjunto de etapas formales secuenciadas e imprescindibles realizadas
dentro un proceso penal por los sujetos procesales cumpliendo los requisitos prescritos en la Constitución con
el objetivo de que: los derechos subjetivos de la parte denunciada, acusada, imputada, procesada y,
eventualmente, sentenciada no corran el riesgo de ser desconocidos; y también obtener de los órganos
judiciales un proceso justo, pronto y transparente. La tarea que tenemos será entonces determinar cuál es el
tipo de proceso que nuestra Constitución desea y confrontarla con las disposiciones de nuestros códigos
procesales, en especial del Código Procesal Penal para saber si dichos procesos constituyen el desarrollo de
los principios constitucionales o si por el contrario los contradicen. Debemos tener claro que la ley no puede
cambiar la Constitución.
g.- Principio de causalidad El principio según el cual a toda causa le sigue un resultado se llama principio de
causalidad y al nexo que une dicha causa con el efecto
Principio real o de protección de intereses
Fundamenta la extra territorialidad de la ley penal, diciendo que un Estado no puede permanecer aislado
frente a ataques contra la comunidad que representa por el solo hecho de que se realicen el en extranjero de
tal manera que la competencia del Estado para el ejercicio de la actividad punitiva esta determinada porque el
interés lesionado o puesto en peligro por el delito sea nacional. Ejemplo: falsificación de moneda nacional en
el extranjero. Ver art. 5 inciso 1, 2, 4 y 6 del CP.
Principio de personalidad
La ley penal del Estado sigue al nacional donde quiera que este vaya, de modo que la competencia se
determina por la nacionalidad del autor del delito y tiene en la actualidad aplicación cuando se dan las
siguientes circunstancias: Que el delincuente nacional no haya sido penado en el extranjero y que se
encuentre en su propio país. Se fundamenta en una desconfianza existente respecto de una posible falta de
garantías al enjuicia el hecho cometido por un nacional de un país extranjero. ver art. 5 inciso 3 del CP.
Principio universal
Principio universal o de comunidad de intereses: Sostiene que la ley penal de cada Estado tiene validez
universal, por lo que todas las naciones tienen derecho a sancionar a los autores de determinados delitos, no
importando su nacionalidad, lugar de comisión de delito, ni el interés jurídico vulnerado, la única condición es
que el delincuente se encuentre en el territorio de su Estado y que haya sido castigado por este delito.