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Pedro Redondo Reyes
La Harmónica
de Claudio Ptolomeo (90-168)
edición crítica con introducción, traducción y comentário
Ptolomeo y Boecio, de Rafael. Madrid, Biblioteca Nacional
Universidad de Murcia, 2002
(Tese de Doutorado)
Disponível em: <http://interclassica.um.es/>. Acesso em: 16 jun. 2009
NOTA PRELIMINAR
En 1998, por motivos de trabajo, hube de continuar mis estudios de tercer ciclo en la
Universidad de Granada. Allí, bajo la dirección de la Dra. doña Concepción López Rodrí-
guez, tuve mi primer contacto con la música griega antigua. En ese entonces pude compro-
bar, además del buen hacer de aquella mi admirada directora de tesina, la tremenda dificul-
tad que encerraban algunos aspectos de la teoría antigua sobre la música. Privados –quizá
para siempre– de testimonios musicales exactos, el aparato teórico que sí podemos leer nos
es a menudo irresoluble, al trascender la pura práctica de los músicos con vuelos metafísi-
cos y dando por supuesto que podríamos oír siempre el sonido de una cítara, un cuarto de
tono, un mixolidio entusiástico.
Puesto que nunca había olvidado las magníficas clases del Dr. don José García Ló-
pez, que en su día nos hiciera comprender que, al igual que hemos perdido los colores del
Partenón, hemos perdido la música de tantos hermosos versos transmitidos, le entregué
como reconocimiento los resultados de mi trabajo en la Universidad de Granada.
Fue entonces cuando don José me invitó a participar en el ambicioso proyecto del
estudio y traducción al castellano de los grandes teóricos griegos sobre la música, centrán-
dome en la obra de Claudio Ptolomeo: una edición crítica, una traducción y un comentario.
Un trabajo de estas características se enfrenta con problemas serios: no es el último de ellos
verter a nuestra lengua términos que designan realidades hace mucho desaparecidas y sobre
las que ni siquiera sabemos muy bien en qué consistían. No hay más que leer las distintas
opiniones sobre lo que es un modo musical griego.
constante diálogo sobre muchos temas de filosofía antigua, que conoce con una perspectiva
insualmente amplia. Y mi hermano Rafael es quien ha hecho posible que lo que yo tenía
que decir sobre Ptolomeo saliese dignamente de un ordenador. Su constancia, paciencia,
insistencia y pericia han sido, simplemente, indispensables. A todas estas personas, empe-
zando desde mis directores de Tesis, se debe el que este trabajo sea menos incorrecto de lo
que, de otra manera, podría haber sido.
Todo este caudal de conocimiento y ayuda volcada sobre mí fue amplificado por la
musicóloga y guitarrista Ana Bocanegra Briasco. Día a día contempló mi ilusión y mi can-
sancio, mi desesperación y mis energías. A todo contrapuso aquello de lo que está sobrada:
su sensatez, su paciencia, su amabilidad y su cariño inquebrantable.
1.NOTAS PRELIMINARES
Sin embargo, creemos que se puede respetar la fonética original del griego; el
mismo grupo consonántico se observa, además, en determinados términos científicos
(pterodáctilo, díptero, etc.). Nuestra elección por Ptolomeo sigue a los especialistas
castellanoparlantes que han escrito sobre este autor o lo han traducido: así, leemos esta
forma en la Historia de la Literatura Griega editada por J. L. Férez (Madrid 1988), en
la versión de Las hipótesis de los planetas realizada por E. Pérez Sedeño, J. García
Blanco y A.Cano Ledesma (Madrid 1987) o en diversas páginas de volúmenes de una
colección tan significativa como la Colección Clásica Gredos.
I
1.2.Del uso de la medida cent.
En este trabajo se utiliza, en el comentario a los géneros melódicos o divisiones
tetracordiales, la unidad de medida cent concebida por Alexander J. Ellis como apéndice
a su traducción inglesa del tratado de Hermann Helmholtz, Die Lehre von den Tonemp-
findungen, Braunschweig 1863 (On the Sensations of Tone, New York 1885), en las
páginas 481 ss.
II
1.3.De las traducciones utilizadas.
A continuación se especifican las traducciones castellanas citadas en este traba-
jo. La traducción de los restantes pasajes de autores griegos citados son nuestras.
III
2.ABREVIATURAS.
IV
t.c.= tetracordio conjunto (sunhmme/nwn)
t.d.= tetracordio disjunto (diezeugme/nwn)
T.D.= tono disyuntivo
vid.= vide
vol.= volumen
V
schol. = scholium
scr. = scripsit
s.l. = supra lineam
s.s. = supra scriptum
suppl. = supplevit
tab., in tab. = tabella, in tabella
transp. = transposuit
tert.= tertium
b) Ediciones. Las ediciones utilizadas a lo largo de este trabajo coinciden con las
del Canon del Thesaurus Linguae Graecae (TLG), excepto en los autores y obras si-
guientes:
VI
c) Las siguientes ediciones son las utilizadas para los tratados musicales de Ma-
nuel Brienio y Jorge Paquimeres:
GMW: A. Barker, Greek Musical Writings. Vol. II: Harmonic and Acoustic The-
ory. Cambridge University Press, 1989 (indicado como GMW I, referido al volumen I,
Greek Musical Writings. Vol. I: The Musician and his Art. Cambridge University Press,
1984).
PPM: I. Düring, Ptolemaios und Porphyrios über die Musik, Göteborg 1934.
VII
RISM: Th. J. Mathiesen, Ancient Greek Music Theory: A Catalogue raisonné of
Manuscripts. RISM BXI. München 1988.
p: proslambano/menoj
hh: u(pa/th u(pa/twn
phh: parupa/th u(pa/twn
lh: lixano\j u(pa/twn
hm: u(pa/th me/swn
phm: parupa/th me/swn
lm: lixano\j me/swn
pm: parame/sh
td: tri/th diezeugme/nwn
pnd: paranh/th diezeugme/nwn
nd: nh/th diezeugme/nwn
ts: tri/th sunhmme/nwn
pns: paranh/th sunhmme/nwn
ns: nh/th sunhmme/nwn
th: tri/th u(perbolai/wn
pnh: paranh/th u(perbolai/wn
nh: nh/th u(perbolai/wn
H: u(peruperbolai/a
1
Cf. J. García López y C. Morales Otal, “La traducción de un tratado técnico: el Peri\ Mou-
sikh=j del Ps.Plutarco”, en Th=j fili/hj ta/de dw=ra. Miscelánea léxica en memoria de C. Serrano. Madrid
CSIC, 1999, pp.100-101.
VIII
2.7. Otras abreviaturas y símbolos.
2.7.1.Tetracordios
t.i.: tetracordio inferior
t.m.: tetracordio medio
t.c.: tetracordio conjunto
t.d.: tetracordio disjunto
t.a.: tetracordio añadido
2.7.2.Intervalos
D: dítono
d: diesis
T: tono
S: semitono
2.7.3.Símbolos planetarios.
Sol A
Mercurio B
Venus C
Tierra D
Marte E
Júpiter F
Saturno G
Luna K
2.7.4.Símbolos zodiacales
Aries
Tauro
Géminis
Cáncer
Libra
Virgo
Leo
Escorpio
Sagitario
Capricornio
Acuario
Piscis
IX
3.CLAUDIO PTOLOMEO : SU TIEMPO Y SU OBRA.
3.1.Claudio Ptolomeo
Claudio Ptolomeo fue un científico griego que vivió en la Alejandría del siglo II
d.C., o al menos se le asocia tradicionalmente con esta ciudad. A pesar de que, como
veremos, no se puede decir casi nada de su vida, su figura y su obra se proyectan decisi-
vamente sobre la concepción del mundo que estuvo vigente hasta la llamada Época Mo-
derna. Fue él quien dio una definitiva expresión matemática a la teoría geocéntrica grie-
ga, de un modo tan versátil y poderoso, que su modelo de epiciclos y deferentes sustitu-
yó a todos los modelos anteriores2, e hizo que la astronomía heliocéntrica sólo se impu-
siera con muchas dificultades. Solamente esto bastaría para situarle en un lugar privile-
giado en la historia de la ciencia, pero su contribución se extiende a otros dominios. Se
ocupó de la astrología, demostrando desde un punto de vista racional la distancia que
separaba su posición como astrólogo de la práctica común de su época; así mismo, de la
geografía, asentando los fundamentos científicos de esta disciplina y describiendo un
mundo cuya forma y contenido habría de tener valor hasta el Renacimiento. Además de
un conjunto de obras menores de contenido astronómico que corrigen o completan su
grandioso Almagesto, escribió sobre óptica y sobre geografía; y también de música.
3.2. Su tiempo.
La época que le tocó vivir a Ptolomeo, la primera mitad del siglo II d.C., no fue
la peor en la historia del Imperio Romano. Políticamente es un momento de estabilidad
2
Cf. Th. S. Kuhn, La revolución copernicana, Madrid 1996, pp.101 ss.
3
Cf. Harm. I 2 y III 3.
X
relativa, caracterizado por reinados prolongados de emperadores favorables al desarrollo
artístico (como un Adriano). Las letras griegas florecen con la Segunda Sofística4, y la
parte oriental del Imperio es la que posee toda la vitalidad y el vigor intelectuales gra-
cias a sus centros de saber: Pérgamo, Esmirna o Alejandría5. Entre estas ciudades, Ale-
jandría disfrutaba aún de su imponente Biblioteca, que debía de contar con importantes
fondos a pesar de las pérdidas sufridas en siglos anteriores.
intento aglutinador y coherente hizo que Taub10 sugiriera para esta escuela la etiqueta de
4
Cf. G. Aujac, Claude Ptolémée, astronome, astrologue, géographe: connaissance et représen-
tation du monde habité, Paris 1993, pp. 13 ss.
5
Cf. Aujac, op.cit. p. 13 ss., y G. Sarton, Ancient Science and Modern Civilization, University of
Nebraska Press, 1954, pp. 39-40.
6
Grundriss der Geschichte der griechischen Philosophie, Leipzig 191110, p. 275; cf. F. Coples-
ton, Historia de la Filosofía, Barcelona 19816, vol. I, p. 436.
7
Cf. A. Mark Smith, Ptolemy’s Theory of Visual Perception: An English Translation of the Op-
tics with Introduction and Commentary (Transactions of the American Philosophical Society, vol. 86, part
2), Philadelphia 1996, p. 3.
8
Cf. L. Ch.Taub, Ptolemy’s Universe. The Natural Philosophical and Ethical Foundations of
Ptolemy’s Astronomy. Chicago & LaSalle, Illinois 1993, pp. 10-11.
9
Cf. A. A. Long, “Ptolemy on the Criterion: an Epistemology for the Practising Scientist”, en P.
Huby y G. Neal (eds.), The Criterion of Truth. Essays written in honour of George Kerfeld together with
a text and translation (with annotations) of Ptolemy’s On the Kriterion and Hegemonikon, Liverpool
University Press, 1989, pp. 151-178, esp. p. 155.
10
Op. cit., p. 13.
XI
“sincrética”, pues es significativa la semejanza de la situación en la filosofía de esta
época con la situación religiosa, un cosmopolitismo sincrético motivado por la expan-
sión de religiones mistéricas (con el apoyo oficial en algunos casos), de la magia y de la
astrología11.
11
Cf. J. L. Calvo, “La astrología como elemento del sincretismo religioso del helenismo tardío”,
en A. Pérez Jiménez (ed.), Astronomía y Astrología: de los orígenes al Renacimiento, Madrid 1992, pp.
87-110, esp. p. 61 ss; Aujac, op. cit., pp. 17-22.
12
Op. cit., p. 17 y n.62.
13
F. Boll, en Studien über Claudius Ptolemäus. Ein Beitrag zur Geschichte der griechischen
Philosopie und Astrologie. Leipzig 1894 (= Jahrbücher für Classische Philologie, supp.21, 1894), p. 77
ss.
14
Boll, op. cit., pp. 131 ss.
15
Mark Smith, op. cit., pp. 14-17 ss.
16
Cf. C. Minguez, “El Prefacio al Almagesto de Ptolomeo”, Themata 14 (1995), pp. 17-35 y
Taub, op. cit., pp. 19-37.
XII
Desconocemos a ciencia cierta su lugar de nacimiento, su extracción social,
quién fue su maestro o si viajó fuera de Egipto. Una cosa parece segura: su praenomen
es romano, de lo que se deduce que era ciudadano de Roma; pudo ser un griego o un
egipcio helenizado17.
Las únicas referencias realmente seguras en su biografía son las noticias que el
propio Ptolomeo nos proporciona sobre su trabajo como astrónomo. En primer lugar, en
el Almagesto, se refiere a observaciones astronómicas hechas por él mismo, la primera
de las cuales se realizó en Marzo del año 127 d.C., y la última en Febrero de 141 (no se
tiene en cuenta la observación del eclipse lunar de Abril de 125, pues nada indica que la
realizase él; cf. Alm. IV 9 [I 1, p. 267])18. Tales observaciones o thrh/seij, en las que se
da cuenta de eclipses lunares, oposiciones y elongaciones de planetas, posiciones plane-
tarias y demás, se realizaron en Alejandría según nos dice su autor: cf. Alm. V 12 (I 1,
407.7), e)n t%= di¡ ¡Alecandrei/aj parallh/l%, kaJ¡ o(\n e)poiou/meJa ta\j thrh/seij, y IV 6
(I 1, p. 314.16), pa/lin wÂn ei)lh/famen triw=n e)klei/yewn e)k tw=n e)pimele/stata h(mi=n e)n
¡Alecandrei/# tethrhme/nwn. De modo que es verosímil pensar que, fuera cual fuera su
17
Cf. Sarton, op. cit., , p. 42.
18
Las fechas de estas observaciones astronómicas varían en algunos comentaristas antiguos, de
la obra ptolemaica (la del año 141 se calculó en el año 151, vid. Boll, op.cit., p.63; pero cf. G. J. Toomer,
Ptolemy’s Almagest, Princeton University Press, 1998, p.1); cf. Alm. IX 7 (I 2, 167 [Toomer, op.cit., p.
450]), X 1 (I 2, 194). Para las observaciones, véase Alm. II 12 (I 1, 348), VI 9 (I 1, 431), VI 10 (I 1, 435),
IX 10 (I 2, 183) y XI 2 (I 2, 260).
19
Ed. J. L. Heiberg, Claudii Ptolemaei opera quae exstant omnia. Leipzig 1907, pp. 149-155; cf.
B. L. van der Waerden, RE, loc.cit., cols. 1818 ss.; N. T. Hamilton, N. M. Swerdlow, G. J. Toomer, “The
Canobic Inscription: Ptolemy’s Earliest Work”, en J.L.Berggren y B.R. Goldstein (eds.), From Ancient
Omens to Statisticals Mechanics: Essays on the Exact Sciences Presented to Asger Aaboe, Kopenhagen,
1987, pp. 55-73; también, C. von Jan, “Die Harmonie der Sphären”, Philologus, 52 (1893), pp. 13-37, y
B. L. van der Waerden, en el artículo “Ptolemaios” de RE, XXIII.2, cols.1818-1823.
XIII
algo del contenido de las palabras de Olimpiodoro sobre Ptolomeo (vid. infra, testimo-
nio a.1).
ou)de\ ga\r mo/noj ouÅtoj (sc. ¡Endumi/wn), a)lla\ pa/ntej a)ei\ kaJeudh/sousin. e)le/geto
de\ ouÂtoj a)ei\ kaJeu/dein, dio/ti a)stronomw=n e)p¡ e)rhmi/aj die/triben, dio\ kai\ fi/loj tv=
Selh/nv. o(\ kai\ peri\ Ptolemai/ou fasi/n ouÂtoj ga\r e)pi\ m / e)/th e)n toi=j legome/noij
Pteroi=j tou= Kanw/bou %)/kei a)stronomi/#? sxola/zwn, dio\ kai\ a)negra/yato ta\j
20
F. Boll, op. cit., pp. 53-66; antes, M. A.-J. H. Vincent y M. Th. Martin estudiaron algunos as-
pectos de la cronología vital de Ptolomeo en su Passage du Traité de la Musique d’Aristide Quintilien
relatif au nombre nuptial de Platon, Roma 1865. Cf. además K. Ziegler en el artículo “Ptolemaios” # 66,
RE XXIII.2, cols.1788-1791.
21
Op.cit., p. 13; cf. Boll, op.cit., pp. 64-65.
22
Op.cit., p. 65.
XIV
disponemos de fechas determinadas, sólo nos puede indicar un largo período de activi-
dad científica por parte de Ptolomeo: si tomásemos como punto de partida la primera
observación del año 127, los cuarenta años nos llevarían hasta 167, confirmando la noti-
cia de la Suda (vid. infra a.4) de que llegó “hasta la época del emperador Marco (Aure-
lio)”. Si creemos, con Boll y Ziegler, que Ptolomeo murió a los setenta y ocho años (tal
y como afirma la fuente b.3, vid. infra), no hay ningún obstáculo para aceptar este dato
de Olimpiodoro, si bien obviando que viviese en Canopo.
a.2. Escolio a Ptol. Tetr. (J. L. Heiberg, Claudii Ptolemaei opera quae exstant
omnia, vol. II, p. cxlviii), en el códice Monacensis gr.287, fol.77r, editado por J. Ch. von
Aretin (Beiträge zur Geschichte und Litteratur aus den Schätzen der Münchener Natio-
nal- und Hofbibliothek, 1805, p.370)23.
OuÂtoj o( Ptolemai=oj kata\ tou\j ¡Andrianou= me\n h)/nJhse xro/nouj, dih/rkese de\ kai\
me/xri Ma/rkou tou= ¡Antwni/nou. e)n %Â kair%= kai\ Galhno\j i)atrikh\n diefai/neto kai\
de\ par¡ e(/llhsin o( Xi=oj Oi)nopi/dhj ta\j a)strologika\j meJo/douj e)ch/negken ei)j
grafh/n: e)gnwri/zeto de\ kata\ ta\ te/lh tou= Peloponhsiakou= pole/mou. kaJ¡ o(\n kai-
ro\n kai\ Gorgi/aj o( r(h/twr hÅn kai\ Zh/nwn o( ¡Elaia/thj kai\ Hrw/dotoj w(j e)/nioi fasi/n,
do/can h)/negken ou) mikra/n, sunakma/saj Pla/twni t%= filoso/f% kai\ Ktisi/# t%=
a.3. Teodoro de Melite, Prooi/mion ei)j th\n a)stronomi/an (ed. de L. Allatius ap.
Krumbacher, Geschichte byzantinischer Litteratur2, p.623)25.
(O de\ dh\ Klau/dioj ou(tosi\ Ptolemai=oj kai\ Ptolemai/doj me\n e)kfu\j th=j e)n
gegonw\j kata\ pa/ntwn ta\ prw=ta fe/retai, pa/shj me\n w(j au)to\j gra/fwn e)n prw/toij
23
Cf. Boll, op.cit., p.53; Martin, op.cit., p.9 n.4, y “Recherches sur Héron d’Alexandrie”, en
Mémoires près.par div.sav.à l’Acad.des Inscr.et Belles-Lettres, IV (1854), p.268.
24
Boll (vid. op.cit., p.53) corrige el texto: Andrianou= por Adrianou=, a)strologi/an por
a)strologi/#, a)skou=nta por a)skou=nti, a)nagra/fousi por a)nagra/fonti.
25
Cf. Boll, op.cit., pp.54-55, Ziegler, RE, loc.cit., col.1789.
XV
paradhloi= maJhmatikh=j e)pimelhJei\j Jewri/aj, e)caire/twj de\ kai\ th=j peri\ ta\
xro/nwn Ma/rkou tou= basile/wj. ouÂtoj e)/graye Mhxanika\ bibli/a g. peri\ fa/sewn
Contra el escolio del Tetrabiblos (a.2) y Teodoro de Melite (a.3), la Suda asocia
a Ptolomeo con Marco Aurelio, cuyo reinado comenzó en 161. Pero véanse las conclu-
siones infra.
To\ paro\n kefa/laion kai\ ta\ e(ch=j i(ste/on w(j a)po\ pa/ntwn palaiw=n bibli/wn
lei/pousin, ou)k oiÅda di¡ h(\n ai)ti/an. o( me/ntoi sofw/tatoj Grhgora=j, e)pisth/saj to\n
nou=n tv= tw=n kefalai/wn a)kolouJi/#, to\ e)nde/on a)neplh/rwse prosh/kontoj e)/k te tw=n
diaforw=n tw=n e)mmeleiw=n kai\ e)k tw=n ou)rani/wn kinh/sewn. e)/oike de\ o(/ti me/xri tou=
paro/ntoj kefalai/ou e)lJw\n o( Ptolemai=oj te/lei tou= bi/ou e)xrh/sato, pri\n pros-
Jei=nai kai\ ta\ e)fech=j kefa/laia o(/sa e)n t%= pi/naki proe/Jeto. o(poi=on de\ kai\ ¡Aris-
tei/dhj o( r(h/twr e)pepo/nJei: to\n ga\r teleutai=on tw=n i(erw=n lo/gwn au)tou= teleiw=sai
a)prosdokh/t%: o(/per de\ kai\ t%= mega/l% Basilei/% th\n e(cah/meron gra/fonti sune/bh.
pri\n ga\r au)tv= to\ kata\ skopo\n e)piJei=nai te/loj, e)teleu/thse kai\ au)to/j,
kai\ o( Grhgora=j e)pi\ tou= paro/ntoj pepoi/hke bibli/ou, sunJei\j e)k th=j e(autou= dia-
26
Op.cit., p. 42 n.5.
27
Cf. HL, p. lxxxi n.1 para la lista de mss. donde se encuentra el escolio.
XVI
La muerte imprevista de Ptolomeo como causa de las lagunas de la Harmónica
procede, según todos los indicios, de la época bizantina, si bien fue aceptada por Mar-
tin28.
b. Fuentes islámicas
b.1. Ibn Abi Ja ‘kub an-Nadîm (ca. 987), libro VII de su Fihrist (o Catálogo).
29
Boll recoge la traducción al alemán que realizó H. Suter en Zeitschrift für Mathematik
und Physik, 37 (1892), Supp., p.19 ss. y 52. Aquí la vertemos al castellano.
“Es el autor del Almagesto, y vivió en tiempos de Adriano y Antonino; en esa época ob-
servó las estrellas y por sí mismo escribió el Almagesto. Fue el primero que construyó un
astrolabio esférico y (otros) instrumentos astronómicos, e hizo mediciones y observacio-
nes. Pero también se dice que ya antes que él muchos otros habrían observado las estre-
llas, entre ellos Hiparco, y que éste era su maestro, habiendo aprendido de él (las obser-
vaciones); pero la observación no es perfecta sin el instrumento, y el principiante en las
observaciones se convertiría en un artista con ayuda del instrumento”.
b.2. Al-Kifti (1172-1248), ap. Bibliotheca Arabica Hispanica (I, 348)31, ofrece
una noticia traducida al latín por Casiri.
Exactamente son 285 años los que separan a ambos astrónomos, (cf. Ptol. Alm.
III 2), como señala Boll.
28
Op. cit., pp. 12-14.
29
Op.cit., p. 56.
30
Cf. Sarton, op.cit., pp. 40-42.
31
Boll, op.cit., pp.56-57.
XVII
Quidam princeps, nomine Albuguafe, in libro suo quem Scientiarum Electionem et Ver-
borum pulchritudinem nominavit, dixit, quod hic Ptolemeus fuit vir in disciplinarum
scientia prepotens, preeminens aliis. In duabus artibus subtilis, id est Geometria et As-
trologia. Et fecit libros multos, de quorum numero iste est qui Megasiti dicitur; cujus sig-
nificatio est major perfectus. Quem ad linguam volentes convertere Arabicam, nomi-
naverunt Almagesti. Hic autem ortus et educatus fuit in Alexandria majori terra Egypti.
Cujus tamen propago de terra Sem, et de provincia que dicitur Pheuludia. Qui in
Alexandria cursus syderum consideravit instrumentis tempore regis Adriani et aliorum.
Et super considerationes, quas Abrachis in Rhodo expertus est, opus suum edidit. Ptole-
meus vero hic non fuit unus regum Egypti, qui Ptolemei vocati sunt, sicut quidam esti-
mant: sed Ptolemeus fuit eius nomen: ac si aliquis vocaretur Cosdrohe aut Cesar. Hic
autem in statura moderatus fuit, colore albus, incessu largus, subtiles habens pedes; in
maxilla dextra signum habens rubeum. Barba eius spissa et nigra; dentes anteriores
habens discoopertos et apertos. Os eius parvum; loquele bone et dulcis; fortis ire; tarde
sedabatur. Multum spaciabatur et equitabat; parum comedebat, multum jejunabat; redo-
lentem habens anhelitum et indumenta nitida. Mortuus est anno vite sue septuagesimo
octavo.
32
Boll, op.cit., pp.58 ss.
33
Op.cit., p. 9.
34
Según Boll, op.cit., p. 60.
35
Op.cit., pp. 61 ss. La obra de Albuguafe fue traducida al latín por Johannis de Procida en el si-
glo XIV para Roberto de Anjou, y contenía dicta, entre otros, de Homero, Solón, Pitágoras, Diógenes,
Sócrates o Ptolomeo. Ninguno de ellos, a juicio de Boll, puede atribuirse a estos autores; además, ofrece
una descripción de cada una de esas figuras antiguas de un modo característico.
XVIII
3.3.2. Conclusiones
Los testimonios anteriores coinciden en señalar el período de mayor actividad de
Ptolomeo durante los reinados de Adriano y Antonino Pío (117-138 y 138-161, respec-
tivamente). Sólo la Suda lo lleva hasta la época de Marco Aurelio (161-180), lo que
señalaría al año 180 como un terminus ante quem para la muerte de Ptolomeo36. Ahora
bien, su primera y propia observación astronómica data de 127; según Olimpiodoro,
trabajó durante cuarenta años (este dato no parece interesarle a Boll, pero no hay motivo
para rechazarlo); y según Albuguafe, murió a los setenta y ocho años. Cómo se organice
esta información dependerá, evidentemente, de la edad que calculemos que tenía Ptolo-
meo en 127. Martin37 le supone unos veinticinco años, pero no tuvo en cuenta el dato de
Albuguafe. Sumando los cuarenta años que encontramos en el pasaje de Olimpiodoro,
este autor obtiene el año 167 como probable para la muerte de Ptolomeo.
Boll, a la vista de todos los testimonios, supone a su vez que Ptolomeo tuviese la
veintena en 12738. De este modo obtendríamos el año post quem para su nacimiento en
107 y, al sumarle los setenta y ocho que sostiene Albuguafe, el año 185 como límite
ante quem para su muerte. Esta fecha prolongaría la vida de Ptolomeo hasta el reinado
de Cómodo (180-192), algo que no se mantiene con los testimonios. Al contrario, según
Teodoro de Melite (vid. supra a.2) habría alcanzado a Marco Aurelio: de este modo, si
este emperador murió en 180, y Ptolomeo vivió setenta y ocho años, tenemos como una
fecha ante quem para su nacimiento el 102.
Para aceptar esta cronología hay que revisar el testimonio de la Suda (vid. supra
a.4), y es lo que hace Boll. El participio gegonw/j no puede expresar sino el momento de
la a)kmh/ del autor, pero si en 127 Ptolomeo tenía veinte años, habría llegado al año 161
(inicio del mandato de Marco Aurelio) con cincuenta y cuatro años, una edad que no se
corresponde con la tradicional a)kmh/ de un autor. Boll mantiene que, puesto que las de-
más fuentes adelantan a los reinados de Adriano y Antonino el periodo de actividad de
Ptolomeo, la Suda se habría servido de una fuente inexacta, o bien habría que leer ge-
gonw\j e)pi\ tou= Ma/rkou <kai\ e)/ti pro/sJen>. La idea de que Ptolomeo había muerto en
36
Cf. Ziegler, RE, loc.cit., col.1790.
37
Op.cit., pp. 12-14.
38
Op.cit., p. 64. Suponer que Ptolomeo tuviese esa edad aproximada es necesario, si se quiere
hacer coincidir su floruit con los reinados de Adriano y Antonino Pío, y además pensar que murió a los
sententa y ocho años.
XIX
tiempos de Marco Aurelio habría llevado a otra idea equivocada, que su a)kmh/ se produ-
jo en tiempos de este emperador.
Las fechas de nacimiento y muerte de Ptolomeo que propone, pues, Boll son
ca.100 y ca.178 d.C. Como dice Ziegler39, las fuentes son casi unánimes en que Ptolo-
meo sólo vivió hasta el inicio del reinado de Marco Aurelio, no que desarrollase su acti-
vidad bajo él; por ello propone acercar la fecha de su muerte al año 161. Ptolomeo mu-
rió, entonces, seguramente tras 161, y habría nacido tras 83, unas fechas que son parale-
las a las de Boll (pues éste había propuesto un nacimiento antes de 102, y una muerte
antes de 178) sin acercarse tanto a Cómodo. No es posible, con los datos disponibles,
mayor exactitud.
Y en cuanto a su lugar de trabajo, hemos visto que el mismo Ptolomeo hizo sus
observaciones en Alejandría: como dice Boll, Olimpiodoro se dejó llevar incorrecta-
mente por la inscripción de Canopo para postular la residencia en esa localidad de Pto-
lomeo. No hay por qué desdeñar el número de años que, según Olimpiodoro, dedicó
Ptolomeo a la astronomía, pero debe aceptarse la vinculación de nuestro autor a la ciu-
dad del Delta, con una biblioteca a su disposición (Ptolomeo demuestra en algunos de
sus tratados, especialmente los más comprometidos filosóficamente, que conocía bien el
legado griego, y en general toda su obra contiene un gran número de referencias libres-
cas) y siendo un lugar tradicional para los estudios a los que él se dedicó: algunas de sus
obras están dedicadas a Siro40 y parece, por Alm. X 9 (I 2, 275.4) que tuvo alguna rela-
ción científica con alguien llamado Teón, quizá Teón de Esmirna (Ptolomeo lo llama
“matemático”) o simplemente un colaborador41.
39
RE, loc.cit.
40
Cf. N.Tr.1.
41
Cf. G. J. Toomer, op.cit., p. 456 n.83.
XX
3.4. Sobre la obra de Ptolomeo.
3.4.1.Tratados.
Ya hemos hablado de la importancia y trascendencia de la figura científica de
Claudio Ptolomeo. Para enmarcar mejor en su obra el tratado que nos interesa, la Har-
mónica, expondremos brevemente ahora la relación de sus escritos, algunos de los cua-
les, como la Inscriptio Canobi o Peri\ krithri/ou kai\ h(gemonikou=, están estrechamente
relacionados con aquélla42.
42
Seguimos el orden de Ziegler, RE, loc.cit., col. 1788. No incluimos la Harmónica, que recibirá
un tratamiento aparte.
43
Ed. de J.L. Heiberg, Claudii Ptolemaei opera quae exstant omnia, vol. I (1 y 2), Leipzig 1898
y 1903. Cf. Van der Waerden, RE, loc.cit., cols. 1797 ss., con indicación de las ediciones y comentarios
de éste y los siguientes tratados de Ptolomeo. Sobre la división en ciencias de Ptolomeo, cf. Ptol. Alm. I 1,
p.5.8 y Harm. III 3, y Arist. Met. 1026 a ss. Vid. C. Mínguez, op. cit., p. 25 ss.
44
Op. cit., p. 47.
XXI
Fases.
Sólo se conserva el segundo libro de los dos de que constaban las Fa/seij
45
a)planw=n a)ste/rwn kai\ sunagwgh\ e)pishmasiw=n (Fases de las estrellas fijas); se trata
de un calendario astrometeorológico del tipo de los paraph/gmata.
La Inscripción de Canopo.
45
J. L. Heiberg, Claudii Ptolemaei opera quae exstant omnia, vol. II, Leipzig 1907, pp. 3-67. Cf.
B. L. van der Waerden, op.cit., cols. 1813 ss.
46
J. L. Heiberg, op.cit., pp. 70-106. Cf. Van der Waerden, op.cit., cols. 1816 ss. Hay traducción
española, a cargo de E. Pérez Sedeño (introducción), J. García Blanco (traductor del griego) y A. Cano
Ledesma (traductor del árabe) (Madrid 1987).
47
Musici Scriptores Graeci, Stutgart-Leipzig, 1895, p. 410. Sin embargo, para Hamilton, Swerd-
low y Toomer (op.cit., p.56), quienes se basan en un análisis interno de la Inscriptio, no cabe duda de la
autoría ptolemaica.
48
Cf. Hamilton, Swerdlow y Toomer, op.cit., pp.55-56.
49
Vid. Toomer, op. cit., p. 206 n. 52.
50
Para el “Sistema Perfecto”, vid. Ptol. Harm.II 4; sobre las “medias” matemáticas, vid. DK
47B2 (= Porph. in Harm. 93.6-17), Ptol. Harm. I 13; de los estudiosos modernos, vid. Barker, GMW, p.
42, y sobre la inscripción, más recientemente, B. Stephenson, The Music of the Heavens. Kepler’s Har-
monic Astronomy, Princeton University Press, 1994, pp. 30 ss.
XXII
Swerdlow y Toomer51 se desprende que la Inscriptio es anterior al Almagesto (contra la
suposición general).
Analema.
Planispherium.
Tetrabiblos.
51
Op.cit., p.60. En el mismo sentido se pronuncia B. L. van der Waerden, Die Astronomie der
Griechen. Eine Einführung, Darmstadt 1988, pp.298-299.
52
J. L. Heiberg, op.cit., pp. 159-185. Cf. Van der Waerden, op.cit., cols. 1823 ss.
53
J. L. Heiberg, op.cit., pp. 194-216. Cf. Van der Waerden, op.cit, cols. 1827 ss.
54
J. L. Heiberg, op.cit., pp. 227-259.
55
F. Boll-E. Boer, Claudii Ptolemaei opera quae exstant omnia, vol. III, 1, Leipzig 1940 (re-
imp.1957), pp. 1-213. F. E. Robbins también realizó una edición con traducción inglesa para la Loeb
(1940), y de nuevo W. Hübner volvió a editar el texto en Leipzig en 1998. Cf. E. Boer en RE, loc.cit.,
cols. 1831 ss. Demetrio Santos publicó una traducción al castellano (Tetrabiblos, o Quadripartitum, Ma-
drid 1980).
56
Cf. J. L. Calvo, op. cit., p. 75 ss.
XXIII
magesto es un libro de matemáticas, éste trata de aspectos menos seguros57. Los temas
fundamentales que desarrolla son la clasificación de los planetas según sus duna/meij;
geografía y etnografía astrológica; pronósticos de tipo general, según razas, países, ciu-
dades, estaciones, etc.; pronósticos de tipo individual; y la fortuna material y personal58.
Fructus.
Geografía.
Óptica
57
Cf. Tetr. I 1, 2, peri\ de\ tou= deute/rou kai\ mh\ w(sau/twj au)tote/louj h(mei=j e)n t%= paro/nti
poihso/meJa lo/gon kata\ to\n a(rmo/zonta filosofi/# tro/pon.
58
Sarton, op. cit., p. 63.
59
E. Boer, Claudii Ptolemaei opera quae exstant omnia, III 2, Leipzig 1961, pp. 37-61. Cf. Boer,
RE, loc.cit., cols. 1838 ss.
60
F. A. Nobbe, Geographia, Leipzig 1843-1845 (reimp.1966) y K. Muller, Claudii Ptolemaei
geographia, Paris 1883-1901 (libros I-V). Cf. Aujac, op. cit., pp. 107 ss.
61
Sarton, op. cit., p. 51.
62
Mark Smith, op. cit., p. 5.
63
A. Lejeune, L’ Optique de Claude Ptolémée. Leiden 1989. Cf. Van der Waerden, RE, loc.cit.,
cols. 1847 ss.
XXIV
Sobre el Juicio.
Tratados perdidos66.
Simplicio (in Cael. 710.14 ss.; cf. Elias in Cat. 185, 6) cita un Peri\ r(opw=n, que
trataría del peso del agua o del aire. Simplicio (in Cael. 20.10 ss., cf. Procl. in Ti. 274 c)
también cita un Peri\ tw=n Stoixei/wn, que a juicio de van der Waerden podría ser el
mismo Peri\ r(opw=n. Conocemos, también por Simplicio, un Peri\ diasta/sewj (in Cael.
9.21 ss., cf. Eustr. in EN 322, 4) que trataba de las tres dimensiones. Por último, Proclo
(in Euc. 362, 14 [cf. ib. 365.7 ss.]) nos habla de un Tratado sobre rectas paralelas.
64
Op. cit., pp. 66-110. Edición de F. Lammert, Claudii Ptolemaei opera quae exstant omnia,
vol. III 2, Leipzig 1961, pp. 3-25; también, más recientemente, por el Seminario de filosofía griega anti-
gua de Liverpool-Manchester, en P. Huby-G. Neal (eds.), op.cit, pp.182-214, con traducción inglesa y
notas. Cf. A. A. Long, “Ptolemy on the Criterion…”, en P. Huby-G. Neal (eds.), op.cit., pp. 151-178.
65
Cf. el aparato de lugares paralelos en la edición de Lammert, donde se cita a Galeno, Diógenes
Laercio, Sexto Empírico, Albino, Nemesio, Epicteto, etc.
66
Los Fragmenta de Ptolomeo están editados por J.L. Heiberg, op.cit., pp. 263-270. Cf. Van der
Waerden, RE loc.cit., cols. 1858-9.
67
OiÅd¡ o(/ti Jnato\j e)gw\ kai\ e)fa/meroj a)ll¡ o(/tan a)/strwn / masteu/w pukina\j a)mfidro/mouj
e(/lika / ou)ke/t¡ e)piyau/w gai/hj posi/n, a)lla\ par¡ au)t%= / Zani\ Jeotrefe/oj pi/mplamai a)mbrosi/hj.
Cf. F. Boll, “Das Epigram des Claudius Ptolemaus”, Socrates 9 (1921) pp. 2-12.
68
MSG, pp. 411-423; cf. L. Zanoncelli, La Manualistica Musicale Greca, Milano 1990, pp. 471-
483.
XXV
mai/ou Mousika/ (Musica) a partir de los manuscritos Neapolitani gr.III C 2 y III C 3.
tructuración numérica está fundada sobre las tres medias matemáticas (cf. Inscr.Can.
154. 11-12) y no sobre la coincidencia funcional entre las notas proslambano/menoj y
nh/th u(perbolai/wn.
3.4.3. Cronología
La sucesión cronológica de los escritos de Ptolomeo es materia discutida y no
hay una solución definitiva. Tradicionalmente se ha considerado el Almagesto como la
69
Cf. C. von Jan, “Die Harmonie der Sphäre”, pp. 26 ss.; MSG, pp. 409-410.
70
Según las conclusiones de N.T.Hamilton, N.M.Swerdlow y G.J.Toomer, op.cit.
71
L. Zanoncelli, op. cit., pp. 467-468.
XXVI
primera de sus obras debido a que muchas de las restantes la mencionan72, como las
Tablas Manuales, las Hipótesis, Tetrabiblos o Geografía73. Ya se ha indicado (vid. su-
pra) que el Almagesto contiene indicaciones sobre observaciones astronómicas persona-
les de su autor, entre los años 127 y 141. Estas fechas permiten situar al menos un límite
post quem; la Inscriptio Canobi, a su vez, nos da la fecha en que fue redactada “en el
décimo año de Antonino” (Inscr.Can. 155.3), es decir, 147-8; por ello era considerada
posterior al Almagesto. Pero una revisión del contenido técnico de la Inscriptio74 ha
revelado que la teoría astronómica que contiene pertenece a una fase anterior a la ex-
puesta en el Almagesto; de modo que, como consecuencia, éste debe de datar de ca.150.
Del resto de los tratados no es posible ofrecer una cronología sólida; sin duda el Tetra-
biblos es posterior al Almagesto, pues de su prefacio se deduce que es una continua-
ción75 pero se acepta que las Tablas Manuales anteceden a las Hipótesis, y éstas a la
Geografía; finalmente, es prácticamente seguro que la Óptica es un tratado escrito hacia
el final de su vida76.
72
Cf. Aujac, op. cit., p. 10.
73
Cf. Mark Smith, op. cit., p. 2. Ptolomeo, a su vez, promete un escrito sobre geografía en Alm.
II 13.
74
Cf. N. T. Hamilton, N. M. Swerdlow y G. J. Toomer, op. cit., p.57 ss.
75
Cf. Boll, op. cit., p. 131.
76
Cf. Mark Smith, op. cit., pp. 2-3.
77
Op. cit., pp. 12-14.
78
Op. cit., p.65.
79
HL, pp.lxx-lxxi, y nota 2.
80
Op. cit., pp. 169 ss.
XXVII
Contra esta datación más tardía de la Harmónica, surge la reorganización tempo-
ral del opus ptolemaico mediante la revisión ya aludida de la Inscriptio Canobi. Su da-
tación es relevante para la situación temporal de la Harmónica en el conjunto de la obra
ptolemaica sólo si se acepta el fragmento de Harm. III 16 como auténtico (vid. infra),
pues ambos escritos son coincidentes en la disposición armónica de los planetas (cf.
Inscr.Can. 154.1 ss.); podrían entonces pertenecer a la misma época, una fase temprana
en la producción de nuestro autor. Esta coincidencia no tendría por qué ser, en principio,
significativa, pues el autor podría haber mantenido durante mucho tiempo una misma
opinión sobre la identidad del sistema musical y del planetario; pero, en principio, es
muy sugerente vincular temporalmente ambos escritos, ya que podrían revelar un foco
de atención particular de Ptolomeo correspondiente a una época determinada. Esto sólo
es una hipótesis, que ayuda a comprender hasta qué punto es lamentable la pérdida de
los últimos capítulos de la Harmónica. Además, el adelanto temporal de esta obra des-
cartaría la información del advenimiento de la muerte de Ptolomeo in medias res, in-
formación desechada anteriormente por representar un tópico bizantino81.
3.4.4.Pervivencia.
La obra de Ptolomeo, sobre todo la dedicada a la astronomía, fue desde muy
pronto objeto de interés por la complejidad y coherencia del sistema que planteaba. Fue
en la propia Alejandría donde vieron la luz los primeros “Comentarios”: pasados unos
cien años, Papo comentó algunos libros del Almagesto82 y trabajó sobre los Pro/xeiroi
Ka/nonej; más tarde, Teón de Alejandría y su hija Hipatia se dedicaron a las mismas
obras. Ya en el siglo V, Proclo comentó el Tetrabiblos83, pero dos siglos antes la Har-
mónica también había merecido un comentario por parte de Porfirio de Tiro, que dedicó
81
Cf. HL, pp.lxx y lxxi.
82
Commentaires de Pappus et de Théon d'Alexandrie sur l'Almageste, Roma 1931, edición de A.
Rome. Cf. K. Ziegler en RE, loc.cit, col.1791.
83
L. Allatius, Paraphrasis in Ptolemaei Tetrabiblon, Leiden 1635.
XXVIII
su esfuerzo a transmitirnos las fuentes de las que se había servido Ptolomeo para el es-
tudio teórico de la música; esto ha permitido tener noticia de muchos escritores menores
de obra perdida.
84
K. Ziegler, op. cit.
85
Según el catálogo (Fihrist) de an-Nadîn; cf. Ziegler, loc.cit. ; Sarton, op. cit., p. 64 ss.
XXIX
4. LA TEORÍA MUSICAL GRIEGA Y PTOLOMEO.
Cuando Ptolomeo escribe su Harmónica (primera mitad del siglo II d.C.), la teo-
ría musical griega acumulaba un desarrollo cercano a los seiscientos años. Como en el
caso de otros ámbitos de su producción, el autor tiene a su disposición abundante mate-
rial anterior que es reunido y organizado para su revisión y, en muchos casos, correc-
ción: ocurre en la astronomía con Hiparco, en la geografía con Marino de Tiro; en el
terreno musical, Ptolomeo contempla cuáles han sido los caminos científicos en que ha
discurrido la teoría, y elabora un resumen de las tendencias de las principales escuelas
para rechazarlas o integrarlas en un sistema propio.
86
En este sentido, A. Bélis (“Harmoniké”, en J. Brunschwig y G. Lloyd, Diccionario Akal de El
Saber Griego, Madrid 2000, p. 271) establece la división entre “musicógrafos”, que “redactan opúsculos,
generalmente bastante cortos, con títulos que indican los límites de sus ambiciones”, y los “teóricos”, que
escriben Peri mousikes, Peri harmonikes.
XXX
inferior e “irracional”: Aristóxeno critica a los auletas que creen conocer el fin último de
la a(rmonikh/ mediante el conocimiento de la notación; los fragmentos que Porfirio de
Tiro nos ha transmitido de autores como Dídimo o Ptolemaide nos enseñan la triste opi-
nión que les merecían a los así llamados “canonistas” (que sin duda son pitagóricos) los
instrumentistas; y el mismo Ptolomeo no se ocupa de ellos salvo para su objetivo de
contrastar el modelo matemático con los fenómenos musicales.
La primera reflexión sobre la práctica musical vendría dada por los efectos que
en el oyente producía la música. La música griega, a semejanza de la de otros pueblos
como el árabe o el indio, tiene como característica fundamental la microtonalidad. Esta
microtonalidad se organiza en secuencias de intervalos reconocibles y “ajustados”, lla-
mados entonces a(rmoni/ai, que por sus características internas (la ordenación interválica,
la altura tonal relativa, el género al que se asociaba, el instrumento, etc.) conllevaba un
tipo de “carácter” que modificaba el del oyente, tal y como dice Aristóteles en la Políti-
ca (1342a). De este modo, a la vista de la importancia de la paidei/a en Grecia y de la
música como elemento de la educación de los jóvenes, se entienden los motivos de la
preocupación de un Platón (R. 398e ss.) por qué modos deben ser preservados en su
ciudad, sobre todo después de los “excesos” de los representantes del Nuevo Ditirambo.
Éste es un discurso sobre el hÅJoj cuyo máximo exponente entre los presocráticos fue
Damón de Atenas87 y que recogieron después Filodemo, el mismo Platón y Arístides
Quintiliano.
87
Cf. DK 37B6 y Plat. R. 400b ss., 424c. La doctrina ética de los modos griegos se ve contenida
además en numerosos fragmentos de otros autores; vid. para ello H. Abert, Die Lehre vom Ethos in der
griechischen Musik, Leipzig 1899, pp. 74 ss. Pero el hÅJoj no es propio sólo de la escala, sino también del
género melódico, de la melopeya, del ritmo, etc.
88
Cf. Nicom. Harm. cap. 6.
XXXI
canon89: los intervalos consonantes adquieren la forma pollapla/sioj ([nm]:n) o
e)pimo/rioj ([n+1]:n). Este lenguaje matemático sostuvo, al desarrollarse, todo un entra-
mado de cálculos interválicos cuya ordenación posterior daba lugar a los “géneros”
(ge/nh) melódicos, o lo que es igual, modelos generales de organización del tetracordio
(pues la música griega antigua se basa en el intervalo de cuarta como núcleo fundamen-
tal).
Pero el orden matemático subyacente a los intervalos es, para los pitagóricos, el
mismo que subyace en todo lo demás, notablemente en los cielos. A partir de ellos se
desarrolla la doctrina de la “armonía de las esferas”, rechazada por Aristóteles (Cael.
290b 12 ss.), pero repetida y transformada por muchos autores posteriores, desde Platón
hasta Plinio, Ptolomeo, Cicerón o Boecio, por ejemplo. El orden planetario refleja el
orden de las notas en el sistema (y antes, el orden de las cuerdas en la lira), y produce
así, al guardar las debidas proporciones, una a(rmoni/a de orden universal.
Así pues, las coordenadas del sistema pitagórico son, brevemente, las siguientes:
en primer lugar, una fundamentación matemática de la música. La tetraktu/j contiene
ya los números de las tres primeras consonancias (los intervalos de cuarta, quinta y oc-
tava)91. Las consonancias en tanto que intervalos son consideradas como “relaciones”
89
Cf. Sch.Plat.Phd.108d 4, Theo Sm. 59.4 ss.
90
DK 47B2 (= Porph. in Harm. 93.6 ss.) y DK 47B1 (= Porph. in Harm. 56.5 ss.), respecti-
vamente.
91
S. E., M. VII 94. El conocimiento de la importancia del intervalo de octava y su razón 2:1 fue
seguramente muy anterior a los pitagóricos y derivado de la experiencia instrumental: vid. W. D. Ander-
XXXII
(lo/goi) entre longitudes de cuerda, pesos u otros factores, expresables mediante núme-
ros. La expresión e)pimo/rioj descrita antes hace que un intervalo no pueda dividirse en
dos de manera exacta, lo que da lugar a la llamada “afinación pitagórica” donde no exis-
te un semitono temperado, y expresable en el conocido “círculo de quintas” imposible
de cerrar92.
son, Ethos and Education in Greek Musik. The evidence of poetry and philosophy. Harvard University
Press, 1966, p. 7.
92
Cf. J. J. Goldáraz Gaínza, Afinación y temperamento en la música occidental, Madrid 1992, p.
26.
93
Cf. Plat. Ti. 67 a-c, Eliano ap. Porph. in Harm. 33.29, y el estoico Diógenes de Babilonia ap.
D.L.VII 55.
94
Cf. Arist. de An., II 8, GA 786b ss., Theoph. fr. 89 (= Porph. in Harm. 63.21 ss.), Ps.Arist.
Prob.XIX.35 (96.11-15), Aud. 800b 24 ss., pero también Sect.Can.148.9-149.3 y Ptol. Harm.I 3.
95
Philol. DK 47B10, Arist., de An. 407b 27 ss. Cf. D.L. VIII 33.
96
DK 47B6 (Nicom. Harm. cap. 9).
97
Plat. Phd. 86b. La crítica aristotélica se lee en de An. I 4.
98
Cf. Plat. Ti. 34b ss.
XXXIII
pues, lo atraviesa todo, y si el alma es armonía, los pitagóricos cuidaban especialmente
de no alterarla, como dice el mismo Ptolomeo (Harm. III 7).
como una vibración del aire y la consiguiente noción de intervalo como lo/goj entre dos
longitudes de cuerda vibrantes; de esta forma, también entra en conflicto con reflexio-
nes peripatéticas (los Problemata) sobre la música dependientes de la doctrina pitagóri-
ca.
Los temas centrales de Aristóxeno son, en primer lugar, el estudio del género y
sus variedades. Estudia los tipos de géneros en función de las diferencias de tensión de
las notas móviles (internas) del tetracordio, y especifica los tipos de intervalos que son
melódicos: cuartos de tono, tercios, semitono, tono y dítono, repartidos en tres tipos de
género (enarmónico, cromático y diatónico; los pitagóricos –así Filolao y Platón, por
ejemplo– eran afectos a un tipo de diatónico).
99
Ediciones de R. da Rios, Aristoxeni Elementa harmonica, Roma 1954 y F. Pérez Cartagena,
La Harmónica de Aristóxeno de Tarento. Edición crítica con introducción, traducción y comentario.
Tesis doctoral, Universidad de Murcia, 2001. Se puede leer una introducción a la teoría aristoxénica en
Pérez Cartagena, op. cit., pp. lxx ss.
XXXIV
En segundo lugar, aceptadas las tres consonancias básicas (cuarta, quinta y octa-
va, sin discusión sobre sus características matemáticas), estudia las leyes que afectan a
la forma de la melodía: es básico que “todas las notas formen, o bien consonancia de
cuarta con la cuarta nota a partir de ellas, o de quinta con la quinta”100, pero además
explicita los órdenes válidos en la sucesión melódica.
noción de a(rmoni/a como escala, con aspectos éticos asociados y que podemos ver en los
líricos arcaicos. Las formas de octava seguramente tuvieron mucho que ver en la forma-
ción del llamado “Sistema Perfecto”, una escala teórica compleja pero, a diferencia de
las viejas a(rmoni/ai, con una altura tonal abstracta, y lugar de realización de las “for-
mas”. A su vez, la sucesiva repetición a alturas diferentes de tal Sistema da lugar a los
to/noi o “tonalidades” aristoxénicos, pero esto lo sabemos por los seguidores posteriores
100
Cf. Pérez Cartagena, op.cit., p. lvi.
101
Cleonid. Harm. 203.4 ss., cf. Ptol. Harm. II 11.
102
Cf. Porph. in Harm. 3.1-3, pollw=n ai(re/sewn ou)sw=n e)n mousikv= peri\ to\ h(rmosme/nou, wÅ
Eu)do/cie, du/o prwteu/ein a)/n tij u(pola/boi, th/n te PuJago/reion kai\ th\n Aristoce/neion, wÂn kai\ ta\
do/gmata ei)j e)/ti kai\ nu=n s%zo/mena fai/netai; según Porfirio, Dídimo escribió un Peri\ diafora=j th=j
PuJagorei/ou mousikh=j pro\j th\n Aristoce/neion (Porph. in Harm. 5.11) y un Peri\ th=j diafora=j
tw=n Aristocenei/wn kai\ PuJagorei/wn (ib., 23.5).
XXXV
Esmirna; Diógenes Laercio da pistas sobre un interés estoico en la música103; Sexto
Empírico también refutó a los teóricos de la música y Porfirio, comentador de la Har-
mónica de Ptolomeo, fue discípulo de Plotino (neoplatonismo hay también en el tratado
de Arístides Quintiliano). Pero de todos ellos los más influyentes, como ya se ha seña-
lado, fueron los aristoxénicos y los pitagóricos; sin embargo, y a pesar de su incompati-
bilidad, lo cierto es que encontramos en los últimos siglos de la Antigüedad una mixtura
de las dos escuelas en los tratados que son el máximo exponente de la ciencia harmóni-
ca: así, si bien Cleónides (en los siglos II-III d.C.)104 es un aristoxénico puro, en otros
tratados se encuentran sin problema doctrinas aristoxénicas junto a pitagóricas: por
ejemplo, en el Armonikh=j e)gxeiri/dion de Nicómaco de Gerasa (floruit 100-150 d.C.)105,
un eximio pitagorizante en música; en Arístides Quintiliano (de datación incierta, pero
no más allá del siglo IV d.C.)106, es un neoplatónico, como lo es Teón de Esmirna107
(siglo II d.C.); finalmente, en los tardíos Gaudencio o Baquio108 (siglos III y IV d.C.) y
en los Anónimos de Bellermann109. En todos estos autores, la teoría de procedencia aris-
toxénica convive sin problemas junto a la de procedencia pitagórica; sus tratados tienen
como características fundamentales un estilo cercano a la escolástica, preciso en sus
definiciones (a excepción de Nicómaco y Arístides Quintiliano110) y un interés descono-
cido antes por la notación musical111.
103
Cf. Diógenes de Babilonia ap. D.L.VII 55 o Zenón, ib. VII 4: véase A. A. Long, “The har-
monics of Stoic virtue”, en Stoic Studies. University of California Press, 19962 , pp.202-223.
104
La datación de este autor, por lo demás desconocido, es incierta. L. Zanoncelli (op.cit., pp.
74-75), tras repasar las propuestas de especialistas anteriores, lo sitúa entre los siglos II y III, aunque Th.
J. Mathiesen (Apollo’s Lyre. Greek Music and Music Theory in Antiquity and the Middle Ages. University
of Nebraska Press, 1999, p. 368) establece como límites máximos los siglos II y IV. Cleónides está edita-
do por C. von Jan, MSG, 1895, pp. 179-207.
105
Edición en MSG, pp. 236-265.
106
Th. J. Mathiesen, op.cit., p. 521, y, del mismo autor, Aristides Quintilianus: On Music in
Three Books, Yale University, 1983, pp. 10-14.
107
Edición de E. Hiller, Theon Smyrnaeus. Expositio rerum mathematicarum ad legendum Pla-
tonem utilium, Leipzig 1878.
108
Edición en MSG, pp.327-356 y 292-316, respectivamente.
109
Editados por D. Najock, Anonyma de Musica Scripta Bellermanniana. Leipzig 1975.
110
Edición de R. P. Winnington-Ingram, Aristidis Quintiliani De musica libri tres, Leipzig 1963.
111
Th. J. Mathiesen, op.cit., pp. 497-498.
XXXVI
libro VI de Adversus mathematicos; Ptolomeo, como vimos, es exponente de lo que se
vino a denominar “escuela ecléctica”, y en música es precisamente un ecléctico que
revisa la teoría musical tal y como había llegado hasta él. En su Harmónica, nuestro
autor descubre lo que a su juicio son incongruencias en la doctrina de aristoxénicos y
pitagóricos, desde el punto de vista que propone al principio, la búsqueda de una perfec-
ta adecuación entre hipótesis y fenómenos (Harm. I 2). No obstante la refutación de ta-
les escuelas en su libro I, Ptolomeo aprovecha lo mejor de ellas. De los aristoxénicos
rechaza su noción de nota e intervalo, sus géneros melódicos y la doctrina de tonalida-
des que se lee en Cleónides; pero, aun criticando la fe ciega que muestran en la capaci-
dad de la percepción, no deja de admitir la ai)/sJhsij como uno de los criterios, con un
dominio propio. De los pitagóricos rechaza determinados aspectos de su doctrina (como
el problema de la octava más cuarta o el sistema de “iguales” y “desiguales” de I 6) y el
rechazo a la percepción como criterio; sin embargo, acepta, como matemático, el siste-
ma pitagórico de razones interválicas y su ordenación según el tipo de expresión racio-
nal, así como la consideración del canon como instrumento óptimo para la investigación
armónica. En el libro III, Ptolomeo trata las consideraciones astronómico-astrológicas
de la harmónica, lo que, más allá de su propia actividad como astrónomo en Alejandría,
no deja de tener un origen último en el pitagorismo antiguo.
Al confrontarlo con los autores que son grosso modo sus contemporáneos más
relevantes (Nicómaco, Arístides Quintiliano) o aquéllos que muestran ya lo que va a ser
la tratadística más tardía (Gaudencio), Ptolomeo adquiere su figura propia como autor
de teoría musical. En su Harmónica no sólo se percibe un intento de superación de la
división anterior, sino de una sistematización completa de todos los elementos que para
él son relevantes: junto a los tópicos de la harmónica se encuentran aspectos que tratan
sobre la relación entre el alma humana y los intervalos, los géneros o las escalas (Harm.
III 3-7); la comparación entre el Sistema Perfecto (la escala teórica heredada de los
tiempos de Aristóxeno) con el zodíaco (ib. III 8-9, 13-16) o a los movimientos astronó-
micos (ib. III 10-12)112. Muchos de estos temas también son tratados por Nicómaco y –
de un modo conscientemente sistematizador– por Arístides Quintiliano; sin embargo,
aun pudiéndose suponer fuentes comunes, sobre todo para Ptolomeo y Arístides, el tra-
tamiento diferirá notablemente. Ptolomeo no es un neoplatónico o, al menos, no lo es
112
En este paso de astrología a astronomía y de ésta, de nuevo, a la astrología, se revela la íntima
unión de las dos disciplinas en el pensamiento ptolemaico.
XXXVII
siempre, y es el único de los autores que plantea una harmónica astrológica; y lo que es
aún más importante, el objetivo de Ptolomeo al adentrarse en los aspectos cósmicos de
la harmónica es consolidar desde esta perspectiva (necesaria para un pitagórico o un
neoplatónico) el sistema propio expuesto en los libros I y II. El alejandrino, como
hemos dicho, tiene como fin demostrar que la armonía de las hipótesis racionales es
idéntica a la que el oído nos transmite (algo semejante a la tarea del astrónomo, salvar
los fenómenos), y para ello plantea un novedoso sistema de modos basado en las formas
de octava (además de géneros melódicos diferentes a los de otros autores). Este su sis-
tema de escalas se ve reproducido en el cielo (Harm. III 12 y quizá III 14-15), y en este
sentido Ptolomeo no puede sino ser muy diferente a Nicómaco, Teón o Arístides.
XXXVIII
5. LA HARMÓNICA DE PTOLOMEO
4) e)/ndeicij tou= to\n a(rmoniko\n kano/na katatemei=n kata\ pa/ntaj a(plw=j tou\j
to/nouj: II 11-16.
113
J. Solomon, “A Preliminary Analysis of the Organization of Ptolemy’s Harmonics”, en A.
Barbera (ed.), Music Theory and Its Sources: Antiquity and the Middle Ages, University of Notre Dame
Press, Notre Dame, Indiana 1990, pp. 68-84; vid. esp. pp. 73 ss.
114
R.Westphal, Harmonik und Melopoiie der Griechen, Leipzig 1863, p.238.
XXXIX
I, 1-2 Introducción. Razón y percepción como fundamentos de la harmónica. Consideracio-
nes previas sobre la tarea de la harmónica.
I, 3-4 Consideraciones sobre la acústica y los tipos de sonido
I, 5-11 Doctrina sobre los intervalos, con referencia crítica a diferentes concepciones.
I 12-II 1 Doctrina sobre los géneros, con crítica a las diferentes divisiones.
II 2 El helicón.
II 3 Doctrina de las formas de octava.
II 4-11 El Sistema Perfecto. Establecimiento de los tonos mediante su organización armónica.
II 12-13 El canon y su manejo.
II 14-16 Tablas de géneros y de sus mezclas utilizadas en la práctica musical.
III 1-2 El canon de quince cuerdas. Diferentes sistemas para su afinación.
III 3-7 Comparaciones entre las razones de los sonidos y las del alma humana.
III 8-13 Comparación entre las razones de los movimientos del sonido y los de los astros.
III 14-16 Comparación entre los números de las razones musicales y las de los astros.
115
PPM, pp. 8 y 267.
116
A. Barbera, The Persistence of Pythagorean Mathematics in Ancient Musical Thought,
Ph.Diss., University of North Carolina, 1980, p.294; citado por J. Solomon, SPH, p.xxxii n.52.
117
“A Preliminary Analysis…”, pp. 78 ss.
118
Solomon (op. cit., pp. 82-83) pone como ejemplos la República de Platón y la relación que
plantea entre su número de libros (diez) y la tetraktu/j pitagórica, o los números asociados a su primera
y última palabra; las Odas de Horacio, los Fenómenos de Arato, la Eneida de Virgilio o el Arte de Amar
de Ovidio. El mismo Ptolomeo habría buscado apoyarse en la tetraktu/j para el número de capítulos de
algunos de los libros del Tetrabiblos y la Geografía. Cf. Solomon, ib., n. 39.
119
Solomon, op. cit., p. 72. Sobre el Sistema Perfecto, cf. Ptol. Harm.II 4.
XL
del Sistema conjunto120, además de guardar las cuatro primeras palabras del tratado las
razones de las consonancias.
Esta relación entre discurso y armonía, según Solomon, se vislumbra sobre todo
al organizar Ptolomeo el contenido de los capítulos por pares, de modo que en el primer
libro tendríamos ocho emparejamientos, en igual número que las notas del intervalo
más importante, el homófono de octava. Además, el discurso del autor adquiere la for-
ma de una gradación donde paulatinamente se van introduciendo los elementos que va a
tratar121:
Cada par de capítulos lleva consecuentemente al par siguiente. Los dos primeros
contienen lo básico en el estudio de la harmónica: los criterios válidos en ella y la defi-
nición de su objeto y sus medios. Al final de I 2 se introduce una referencia a tratamien-
tos anteriores de la harmónica, lo que da lugar a que en los siguientes pares de capítulos
se desarrollen las partes dedicadas a los aristoxénicos y los pitagóricos. Los dos últimos
(I 15, 16) son el contrapunto a tales escuelas, es decir, la división ptolemaica de los te-
tracordios. La división del tetracordio llega a ser, pues, el punto al que venía conducien-
do todo el capítulo; pero en el camino se han tenido que estudiar los aspectos relativos a
la acústica, la idea de consonancia, así como sus tipos y medida.
No hay duda de que los capítulos pueden ser organizados por pares, y de que el
número de capítulos de cada libro responde a este esquema122. Pero Solomon, sin em-
120
Los períodos son los siguientes: el primero, de quince palabras, a(rmonikh/ e)sti du/namij ka-
talhptikh\ tw=n e)n toi=j yo/foij peri\ to\ o)cu\ kai\ to\ baru\ diaforw=n; el segundo, con once, yo/foj de\
pa/Joj a)e/roj plhssome/nou, to\ prw=ton kai\ genikw/taton tw=n a)koustw=n. Pero no deja de ser una
lectura del texto entre otras posibilidades, como señala Th. J. Mathiesen, op.cit., p. 437 n.154; sin embar-
go, la lectura es igual que Pachym. Mus. 100.1-2.
121
Solomon, op. cit., p. 81. Esta característica de la Harmónica de un comienzo en un tono neu-
tro que da paso a los temas que va a tratar aleja al tratado de las producciónes sobre música más tardías y
destinadas sin duda a un círculo de iniciados, mediante una exposición ab initio de los temas clave de la
harmónica.
122
No obstante la agudeza y penetración de Solomon en este aspecto, no estamos seguros de que
el subtítulo del libro I fuese, como afirma (op. cit., p. 80), “Sobre la exacta división del tetracordio”. La
XLI
bargo, sólo se refiere al libro I de la Harmónica: si seguimos la hipótesis de que hay una
relación consciente entre el número de capítulos y de notas, la suma de los tres libros
hace un total de 36 capítulos, el mismo número que encontramos como cifra más alta en
el sistema planetario-armónico de Inscr.Can. 154.2, y que seguramente se encontraría
también en III 16. Sin embargo, siendo la estructuración en pares de capítulos notable
en el libro I, no lo es en los libros II y III. En éstos el orden de los capítulos parece ser
otro, pues claramente muchos de ellos ya no se agrupan en dos, sino en tres: un ejemplo
es II 7, que contiene el programa de II 8, 9 y 10, esto es, una vez establecidos los to/noi,
en II 7 se dice que se van a estudiar el intervalo que los contiene (II 8), el número de
ellos contenido (II 9) y sus mutuas u(peroxai/ (II 10); éste último, II 10, lleva seguida-
mente a la discusión de II 11. Otro agrupamiento de tres se observa, por ejemplo, en III
10-12. Ahora bien, esto no impide que siga existiendo una suerte de agrupamiento cada
dos capítulos: hay una más que evidente conexión entre II 1-2, 12-13, 14-15, o III 1-2,
3-4, 8-9.
Por nuestra parte, y sin que entremos en contradicción con lo establecido por So-
lomon para el libro I, ensayaremos un esquema que dé cuenta del orden subyacente a la
totalidad de la Harmónica, en la idea preconcebida de que hay una conciencia clara de
la disposición de los temas tratados. Para ello partimos de una estructuración de los
elementos de la harmónica que se lee en Aristóxeno y en otros escritos post-
aristoxénicos, y que, no obstante su procedencia, no es ajena del todo al orden de los
elementos que plantean los índices de los capítulos de Ptolomeo. Así, Aristóxeno
(Harm. 20.21 ss.) establece el programa de estudios de la harmónica: en primer lugar la
nota, a la que siguen los intervalos, los sistemas, la melodía, los géneros, las notas y la
modulación123; en un “segundo índice” (Harm. 44.10 ss.), estudia los géneros, los inter-
valos, las notas, las escalas, las tonalidades, la modulación y la melopeya. Una de las
razones aducidas por este autor es que tras la definición previa de la nota todo lo demás
será mucho más claro: cf. ib. 7.25-26, tou/tou ga\r diorisJe/ntoj peri\ polla\ tw=n e)/peita
razón es que la división acertada de los tetracordios no es un fin en sí mismo en la Harmónica, pues tal
división contribuirá a la exposición de los to/noi del libro II, como éstos sirven a su vez para cuestiones
subsiguientes de tipo ético y cosmológico.
123
Cf. Pérez Cartagena, op.cit., pp. 109-110.
XLII
ma=llon e)/stai safw=j, “una vez hecha dicha distinción quedarán más claras muchas de
124
Cf. L. Zanoncelli, op. cit., p.111 n.3; para su tratamiento por Aristóxeno en las categorías de
intelecto-oído y comprensión, cf. Mathiesen, op. cit., p. 319 y A. Bélis, Aristoxène de Tarente et Aristote:
Le Traité d’harmonique, Paris 1986, p.44.
125
Un orden que, como señala A. Moreno (“El hexámetro dactílico en la doctrina musical de
Francisco Salinas”, en J. Luque Moreno y P. R. Díaz y Díaz (eds.), Estudios de Métrica Latina, Universi-
dad de Granada, 1999, vol. II, p.690, tiene su paralelo exacto en la progresión “de los conceptos de la
rítmica, que tiene su base en el tempus”, i.e., pedes-rhythmi-metra-versus (frente a los armónicos interva-
lla-genera-modi-toni).
XLIII
Si se observa detenidamente la secuencia de temas tratados por Ptolomeo, el or-
den de éstos conserva el principio de inclusión al que hacíamos referencia, y los
elementos fundamentales de la harmónica aristoxénica se han mantenido, aunque
también han sido engrosados con consideraciones sobre cosmología, necesarias para la
perspectiva matemático-astronómica del autor. En el diagrama siguiente veremos la
disposición ptolemaica de ta\ e)n mousikv= prw=ta (Anon. Bellerm. 31); no ha de resultar
sorprendente si, tras un orden aristoxénico, su tratamiento particular es otro.
I 12: “Así pues, queden establecidas estas tantas distinciones en torno a las mayores
diferencias en los sonidos. Hay que abordar las más pequeñas...”
II 2: “Así pues, las diferencias en torno a los géneros entre los tetracordios nos han
quedado establecidas mediante estos procedimientos (...). Pero habría un uso del ca-
non...”
II 3: “Y como es continuación de estas cosas el estudio de los sistemas, hay que delimi-
tar...”
II 15: “En cuanto a lo que nos resta, a causa de la utilización de las modulaciones de
la octava, tomamos...”
III 3: “Así pues, creo que hemos demostrado suficientemente y de muchas maneras que
la naturaleza de la harmonización tiene unas razones propias (...) intentaremos de
forma resumida, en lo posible, examinar esta parte restante de nuestra exposición...”
III 8: “Así pues, con esto han de quedarnos a la vista las afinidades del alma humana
con la harmonización (...). Como nos resta establecer las hipótesis de los cuerpos ce-
lestes...”
III 10: “Así pues, queden delimitadas hasta aquí las investigaciones relativas al movi-
miento circular (...). A continuación ha de considerarse lo concerniente a las primeras
diferencias...”
III 14: “Resta examinar también lo que se puede observar de modo particular con fia-
bilidad...”
En segundo lugar, del ejemplo citado de II 3 (vid. supra) se comprende que Pto-
lomeo era consciente de un orden prefijado o heredado, o al menos considerado útil. Tal
orden, mantenido a lo largo del tratado si bien con modificaciones importantes, tiene
XLIV
como consecuencia el que no hay solución de continuidad entre los tres libros: de ahí
que no nos pareciese oportuno, como se apuntó, que la división tetracordial fuese el
objeto propio del libro I, según Solomon. Así, II 1-2 son la comprobación, via canon, de
la correspondencia entre razón y percepción de los géneros establecidos desde I 15, y III
1-2 hace lo correspondiente con los to/noi de II 15-16.
Estructura126 de la Harmónica
Parte I: la harmónica
I.1. Introducción I 1. Criterios de la harmónica.
I 2. Objetivo del estudioso de la harmónica.
I.2. Las notas I 3. Diferencias entre los sonidos.
I 4. Concepto de nota como sonido en el sistema.
I.3. Los intervalos I 5. Teoría pitagórica sobre la consonancia.
I 6. Errores en la teoría pitagórica.
I 7. Corrección de los errores.
I 8. Introducción del canon como método para la com-
probación.
I 9. Teoría aristoxénica sobre los intervalos.
I 10.Errores de los aristoxénicos sobre la cuarta.
I 11.Errores de los aristoxénicos sobre la octava.
I.4. Los géneros I 12.Teoría aristoxénica sobre los géneros.
I 13.Teoría de Arquitas sobre los géneros.
I 14.Demostración de los errores de los autores estudia-
126
En este diagrama no están consignados los títulos exactos de cada capítulo, sino el tema trata-
do en cada uno de ellos.
XLV
dos.
I 15. División ptolemaica de los géneros.
I 16. Géneros familiares a los oídos.
II 1. Comprobación perceptiva de los géneros familia-
res.
I.5. Introducción al canon II 2. El “helicón” y el nuevo canon ideado por Ptolo-
meo.
I.6. Los sistemas II 3. Las formas de las consonancias.
II 4. El Sistema Perfecto.
II 5. Doble nomenclatura en el Sistema.
II 6. El Sistema de octava más cuarta.
I.7. Las tonalidades. La modulación II 7. La modulación.
II 8. Intervalo máximo entre los modos más agudo y
más grave.
II 9. Número de modos.
II 10.Establecimiento de los intervalos que separan cada
modo.
II 11.Errores de otros sistemas tonales.
I.8.Comprobación, mediante el canon, II 12.Los problemas del uso del canon monocorde.
de I.6-7 II 13.Modificaciones del canon por Dídimo.
II 14.Exposición en el canon de los géneros.
II 15.Exposición en el canon de los modos.
I.9. La melopeya II 16.Afinaciones instrumentales.
I.10.Comprobación, mediante el canon, III 1.El canon de quince cuerdas.
de I.9 III 2.El canon de ocho cuerdas.
Parte II: Correspondencia entre harmónica, ética y cosmología
II.1.Introducción III 3.Consideraciones filosóficas sobre la facultad har-
mónica.
III 4.La facultad harmónica en el alma y en el cielo.
II.2.Harmónica II.2.1.Intervalos III 5.Los intervalos y el alma.
y ética II.2.2.Géneros III 6.Los géneros y las virtudes.
II.2.3.Modulación III 7.Las modulaciones y los cambios en el alma.
II.3.Harmónica II.3.1.Sus elementos correspondientes
y cosmología II.3.1.1.El movimien- III 8.El Sistema Perfecto y el círculo del zodiaco.
to circular III 9.Los intervalos y el círculo del zodiaco.
II.3.1.2.Notas III 10.Las notas y el movimiento longitudinal astral.
II.3.1.3.Géneros III 11.Los géneros y el movimiento altitudinal astral.
II.3.1.4.Tonalidades III 12.Los modos y el movimiento latitudinal astral.
II.3.1.5.Sistemas III 13.Tetracordios del Sistema y aspectos del sol.
II.3.2.Correspondencia entre harmónica, matemática y astronomía
II.3.2.1.Notas III 14.Las notas del Sistema y las esferas celestes.
II.3.2.2.¿Modulación? III 15.¿Modulación y movimiento astral? 127
II.3.2.3.¿Melopeya? III 16.¿Melopeya y efectos astrológicos?
1.Como se observa, el orden de los elementos armónicos es, grosso modo, el que
hemos visto en Aristóxeno, Cleónides, etc. Ahora bien, el procedimiento de Ptolomeo
prácticamente para cada uno de los temas consiste en el desarrollo de diferentes pasos
127
Las interrogaciones en III 15 y III 16 indican los problemas de reconstrucción del contenido
de estos capítulos.
XLVI
metodológicos: (1) introducción y definición del elemento; (2) propuestas o teorías de
autores o escuelas destacados anteriores; (3) refutación y propuesta del autor; y (4)
comprobación de la correspondencia del modelo teórico con la realidad mediante el
canon. Este último paso es fundamental, porque asegura el cumplimiento paulatino del
objetivo del tratado, aplicándose a cada una de las secciones. Así, los intervalos conso-
nantes son llevados a un tipo común de canon en I 8; los modos y la posibilidad de mo-
dulación entre ellos se comprueba en el grupo de capítulos de II 12-15, para lo cual se
ha debido ya hablar sobre ciertas modificaciones (pues la modulación, si se quiere llevar
al canon, exige su realización sobre éste); los capítulos III 1-2 exponen, de un lado, el
examen de los géneros tratados en el canon, así como las modificaciones que propone
Ptolomeo en éste (un aumento de cuerdas y variaciones en su tensión) para la compro-
bación final, la de los modos en sus mezclas genéricas y la modulación entre ellos. Esta
situación parece repetirse al final del libro III, lo que hemos titulado como “Parte II” del
tratado. Los títulos de III 14-15 hablan de unos números que sin ninguna duda habrían
de asegurar la identidad matemática entre los elementos armónicos allí tratados y la
disposición planetaria. Dichos números cumplirían la función del canon en los libros
anteriores, si bien salvando las distancias: los fenómenos musicales y los fenómenos
celestes están gobernados por las mismas hipótesis matemáticas, al modo en que apare-
ce reflejado al final de la Inscriptio Canobi.
3-4 Introducción
13-16 Astrología
128
Pérez Cartagena, op.cit., p.lxxxiv.
129
PPM, p.267.
XLVII
Es difícil estar de acuerdo con Düring en considerar el contenido perdido de III
14-15 como astrológico. La comparación entre el Sistema Perfecto y el sistema planeta-
rio fue, sin duda, la misma que aparece en la Inscriptio Canobi130, y no es tanto una dis-
posición numérica influyente en los seres humanos cuanto organizada para contener las
razones (lo/goi) armónicas así como los tres tipos de medias (aritmética, geométrica y
armónica). En conclusión, III 14-15 sólo son astrológicos en tanto que la diferencia en-
tre astronomía, astrología y armonía universal es en Ptolomeo indiscernible; un ejemplo
de ello es la situación de III 13, que habla de los aspectos astrológicos del Sol, junto a
los capítulos que tratan del movimiento astronómico de los astros en la eclíptica.
130
Cf. el sistema armónico-planetario de Ptol. Mus. 418.14 ss.
131
Cf. HL, p. lxxxiv ss. y Mathiesen, op. cit., p.491.
XLVIII
Es difícil estar de acuerdo con Düring en considerar el contenido perdido de III
14-15 como astrológico. La comparación entre el Sistema Perfecto y el sistema planeta-
rio fue, sin duda, la misma que aparece en la Inscriptio Canobi130, y no es tanto una dis-
posición numérica influyente en los seres humanos cuanto organizada para contener las
razones (lo/goi) armónicas así como los tres tipos de medias (aritmética, geométrica y
armónica). En conclusión, III 14-15 sólo son astrológicos en tanto que la diferencia en-
tre astronomía, astrología y armonía universal es en Ptolomeo indiscernible; un ejemplo
de ello es la situación de III 13, que habla de los aspectos astrológicos del Sol, junto a
los capítulos que tratan del movimiento astronómico de los astros en la eclíptica.
130
Cf. el sistema armónico-planetario de Ptol. Mus. 418.14 ss.
131
Cf. HL, p. lxxxiv ss. y Mathiesen, op. cit., p.491.
XLVIII
cripción de los cromáticos y los diatónicos132, según el epígrafe del capítulo. El texto de
Ptolomeo se interrumpe de manera extraña con el numeral kd / (25:24) que, puesto que
pertenece al cromático de Dídimo, está fuera de su ubicación correcta: a menos que no
se entienda como el denominador de un lo/goj armónico133, es difícil explicar su preser-
vación, si se tiene en cuenta que los números del cromático de Dídimo vendrían mucho
más abajo en el texto134.
Sin embargo, como el propio Ptolomeo había tratado de tales géneros, la pérdida
podía ser, en general, suplida135: los géneros de Arquitas son estudiados en I 13-14; los
de Aristóxeno, en I 12; Ptolomeo expone sus propias divisiones en I 15-16; el cromático
y el diatónico de Dídimo, en II 13, mientras que su enarmónico está conservado en el
inicio de II 14; allí mismo se halla el enarmónico de Eratóstenes, con lo que sólo faltan
los dos restantes de este autor, conservados en las tablas.
La laguna fue completada por el monje bizantino Isaac Argiro, discípulo de otro
erudito implicado en completar el texto del tratado, Nicéforo Gregorás (1295-ca.1359).
Argiro, que también había corregido otros tratados de Ptolomeo, reescribió la parte ver-
bal del capítulo, conservada en A, Vaticanus gr.176 (del siglo XIV), del que fueron co-
132
Cf. HL, p. lxxii.
133
Cf. HL, p. lxxii.
134
J. F. Mountford, “The Harmonics of Ptolemy and the Lacuna in II 14”, TAPhA, 57 (1926), p.
82 n.3.
135
Cf. Mountford, op. cit., p.83; HL, p. lxxxix.
136
Cf. RISM 210 y 273, respectivamente. Algo similar pasa con las tablas de II 15, conservadas
de manera incompleta.
137
Op.cit., p. 432.
XLIX
piados Norimbergensis gr.Cent.V app. 38 (del siglo XIV) y Parisinus Supplentarius gr.
449 (del siglo XV)138; así lo confirman el escolio en estos códices139:
i)ste/on o(/ti e)n toi=j palaioi=j a)ntigra/foij pa=si kai\ h( tw=n e)fech=j kanoni/wn
e(rmhnei/a kai\ au)ta\ ta\ kano/nia pa/nu hÅsan diafJarme/na kai\ a)no/hta,
Mountford140 publicó en 1926 una edición crítica del texto de Argiro, un texto
que dista a menudo del estilo ptolemaico, mucho más monótono que el del erudito bi-
zantino, y que ofrece unas cifras poco verosímiles para las razones de los tetracordios
(lo/goi sin reducir, paso a razones de las “partes” aristoxénicas, confusión entre los cro-
máticos de Dídimo y Eratóstenes y un orden diferente en la presentación de los géne-
ros)141.
Sin haber conocido los manuscritos donde estaba contenida la restitución de Ar-
giro, Wallis realizó su propia redacción de la parte perdida del capítulo en su edición de
1682, con ayuda de las tablas. El matemático inglés comenta lo siguiente en su nota al
texto142:
Post vocem perie/xei unicam habemus (in MSS. singulis) vocem e)pi\ kd¡ (quae occurrit
inferius suo loco). Reliqua (uncis inclusa) quae nescio quo casu exciderant, ad mentem
(quam potuimus) Ptolemaei, ingenio nostro (ne mancus foret hic locus) supplevimus;
Ptolemaica Tabellae primae descriptione, & Tabellis ipsis, adjuti; quas in MSS. habe-
mus, sed depravatas. Audax hoc forte facinus videatur: non dubito autem, vel haec ip-
sissima fuisse Ptolemaei verba; vel horum non absimilia: ad hunc saltem sensum
fuisse, res ipsa docet. Neque major est haec audacia, quam quae Gregorae cujusdam,
qui postrema tria capita (sive a Ptolemaeo non fuerant scripta, sive ante deperdita) in-
genio supplevit suo.
138
Sus números respectivos en el catálogo RISM son 208, 27 y 114.
139
Vat.gr.176, fol.138v, y Par.Supp.gr.449, fol.75r, cf. RISM pp. 525 y 280.
140
Op.cit., pp. 88-90.
141
Mountford, op. cit., p. 92. En Vaticanus gr.176 (A), los números de la división de los géneros
están glosados, a juicio de Düring por el mismo Argiro, pues supone la redacción de la misma mano de
Argiro. Sin embargo, Mountford no encuentra una explicación razonable para este doble cifrado, y cree
que, siendo el texto del manuscrito (al que él llama Q) una copia de una fuente anterior, el escriba podría
haber copiado de un ms.con el cifrado alternativo en el margen o ya sobreescrito.
John Wallis, Klaudi/ou Ptolemai/ou a(rmonikw=n bibli/a g. Harmonicorum libri tres. Ex
142
Codd. Mss. undecim, nunc primum Graece editus. Oxonii, e Theatro Sheldoniano, 1682, p.168, nota g.
L
5.2.2. La laguna de III 14-16.
La otra gran laguna que deja la Harmónica incompleta es la que afecta a los tres
últimos capítulos del tratado. Tal carencia afectaba ya a los bizantinos, que no poseían
copia alguna con el texto de estos capítulos143, aunque sí los epígrafes de cada uno. Tra-
dicionalmente, y como ya hemos visto en los testimonios sobre la vida de Ptolomeo, se
pensó que la causa residía en la muerte del propio autor, una causa explicitada en los
escolios del tratado. Cf. supra 3.3.1, testimonio a.5, a los que deben añadirse los si-
guientes144:
1. Iste/on o(/ti me/xri tou= paro/ntoj kefa/laiou gra/yaj o( Ptolemai=oj te/lei tou=
bi/ou e)xrh/sato, pri\n prosJei=nai kai\ ta\ e)fech=j kefa/laia, o(/sa e)n t%= pi/naki
proe/tacen: o(poi=on dh\ kai\ Aristei/dhj o( r(h/twr e)pepo/nJei: to\n ga\r teleutai=on
tw=n Ierw=n au)tou= lo/gwn teleiw=sai ou)k e)/fJasen ou)d¡ e)kei=noj: e)teleu/thse ga\r
ka)kei=noj no/s% xrhsa/menoj a)prosdokh/t%. o(/per kai\ t%= mega/l% Basilei/% th\n
Ecah/meron gra/fonti sune/bh: pri\n ga\r au)tv= to\ kata\ skopo\n e)piJei=nai te/loj
Nu/sshj. paraplh/sion dh\ pepoi/hken e)pi\ tou= paro/ntoj bibli/ou tou= Ptolemai/ou
kai\ Nikhfo/roj o( Grhgora=j: a)neplh/rwse ga\r tou=to kai\ au)to\j e)k th=j au(tou=
dianoi/aj sunJei\j ta\ e)fech=j kefa/laia. ou) ga\r ei)ko\j eiÅnai e)no/mise to\ me\n o(/lon
bibli/on e(rmhnei/aij dialeuka/naj mh\ kai\ to\ e)llei=pon t%= o(/l% prosJei=nai bi-
bli/%.
2. Tau)to/n ti sune/bh kai\ Ptolemai/% e)ntau=Ja peri\ to\ th=j a(rmonikh=j teleutai=on
bibli/on, o(poi=on pa/lai So/lwni kai\ Pla/twni kai\ Aristei/dv t%= r(h/tori kai\ pro/j
ge e)/ti t%= mega/l% Basilei/%: tou= ga\r So/lwnoj th\n Atlantikh\n u(po/Jesin a)telh=
pro/Jura me\n kai\ au)la\j mega/laj tv= a)rxv= perie/Jhken: o)ye\ d¡ a)rca/menoj
o(moi/wj t%= So/lwni kai\ au)to\j prokate/luse tou= e)/rgou to\n bi/on. Aristei/dhj de\
to\n teleutai=on tw=n Ierw=n au)tou= lo/gwn h(mitelh= kate/lipe teleuth/saj: kai\ o(
me/gaj d¡ e)/ti Basi/leioj, pri\n e)piJei=nai to\ prosh=kon tv= Ecahme/r% te/loj, kai\
a)neplh/rwsen u(/steron. kata\ dh\ to\n au)to\n tro/pon kai\ Ptolemai/ou to\ tri/ton bi-
bli/on au)tou= th=j a(rmonikh=j a)tele\j katalipo/ntoj dia\ to\ prokataleluke/nai to\n
bi/on.
143
Para el caso de III 16, vid. infra.
144
Cf. Pérez Cartagena, op.cit., pp.lxxxi-lxxxii para la lista de mss. donde se hallan estos esco-
lios.
LI
La validez de tal noticia situaría de inmediato a la Harmónica como el último de
los tratados que Ptolomeo habría producido; así lo entendió Martin145, dando crédito a la
indicación que algunos manuscritos añaden al final de III 13, te/loj tw=n tou= Ptolemai/ou
Armonikw=n; y así mismo, a la noticia de Olimpiodoro (vid. supra) de que Ptolomeo
había dedicado cuarenta años a la astronomía. Sumando este número a la primera de las
observaciones fechadas del propio Ptolomeo (año 127), Martin obtiene el 167 como la
fecha alrededor de la cual el alejandrino habría muerto mientras redactaba los últimos
capítulos de la Harmónica, una conclusión ésta que no contradice a la Suda, que pro-
longa la vida de Ptolomeo hasta el reinado de Marco Aurelio.
Siendo razonable aceptar, como se ha hecho, que Ptolomeo dedicase una canti-
dad de años tal a la astronomía, no está tan claro, sin embargo, que la causa de la laguna
final se deba a la muerte de aquél. Considérense las siguientes circunstancias:
2. Se han preservado los epígrafes de los capítulos III 14-16. Tales epígrafes son
sin ninguna duda ptolemaicos147, y por ello es más probable el hecho de que tales capí-
tulos hubiesen existido y ya estuviesen perdidos irremediablemente en tiempos de quien
los volvió a redactar, el bizantino Nicéforo Gregorás, y que desde época antigua tal es-
tado fuese el que dejó Ptolomeo (el índice de títulos que aún estaban sin escribir).
145
Op. cit., pp. 12-14.
146
HL, p. lxxi.
147
HL, p. lxxi; Boll, op. cit., p. 65.
148
Düring (HL, p. lxxxiii) no lo afirma con rotundidad; en la carta de Gregorás mencionada infra
no se menciona la causa del estado del tratado.
LII
servir como criterio seguro de datación de la Harmónica, y que es posible considerarla
como la explicación bizantina a su estado inacabado.
Todos los manuscritos acaban en 123.20 genome/nwn. Pero por los escolios cita-
dos y por una de sus propias cartas, sabemos que Nicéforo Gregorás completó los capí-
tulos que faltaban149 filoponi/# xrhsa/menoi, quien además añadió algunos escolios y
glosas interlineales150 en lo que ha formado la familia de manuscritos que Düring de-
nominó g.
Para completar la laguna, Gregorás echó mano del material que le ofrecía la
misma Harmónica en sus capítulos anteriores, sobre todo en III 9, sin adecuarse al pro-
pósito del título de los capítulos; remitimos a las notas a la traducción de tales capítulos
para su contenido y consideración. Como ya notó Wallis151, el uso del lenguaje es sen-
siblemente diferente al de Ptolomeo:
Videntur autem, in hoc Capite [i.e., III 15], verba multa fidem facere scholio ad initium
cap.14 posito152: ut quae a Ptolemaei, in reliquis, usu variant. Utpote diasth/mata
lo/gwn, iterumque lo/gwn diasth/mata, pro quo Ptolemaeus dicere solitus est, lo/gwn
diaforai/, vel u(peroxai/, vel etiam ei)/dh; nomenque diasth/matoj (dum sua tradit)
cautus evitat, ut Aristoxeni proprium, neque ab illo recte adhibitum. Item dhladh/, bis,
pro Ptolemaei dhlono/ti. Item mousikh=j, ter, quo sensu Ptolemaeus dicere solet
a(rmoni/aj. Item a)na/logon, bis, quo sensu Ptolemaeus dicere solet a)ko/louJon. Item
pro/logoj & u(po/logoj (quae alibi in hoc opere non occurrunt) pro Antecedente &
Consequente rationis: nec quidem Ptolemaeus (ut recentiores) voces u(pohmio/lion,
u(poepi/triton & horum similes (ut ab h(mio/lion, e)pi/triton, etc, contradistinctas) usur-
pare solet; sed (verbi gratia) sive 3, 2; sive 2, 3; indiscriminatim dicit rationem Ses-
quialteram continere: itemque 4, 3; aut 3, 4, sesquitertiam: & in reliquis similter: Item,
in Capite praecedente, thnikau=ta & toutoni/, quae hic alibi non occurrunt. Quae om-
nia testantur, stilum horum capitum, a Ptolemaei stilo, diversum esse.
149
A ello se refiere Gregorás en su carta a Kaloei/daj Sabasto/j, citada por Düring (HL, p.
lxxix) y extraída de R.Guilland, Nicéphore Gregorás, Correspondance, Paris 1926, pp. 94 ss.
150
HL, p.lxxx; cf. Mountford, op. cit., p. 78.
151
Op.cit., p.272, nota l.
152
Vid. supra 5.3.1, noticia a.5.
LIII
intentó suplir el contenido que debió de desarrollar Ptolomeo, o lo que es igual, no se
propuso redactar un texto digno de ser comparado con la producción ptolemaica. En
todo caso, queda claro que no estaba entre los objetivos de Gregorás el conseguir un
texto que pudiese pasar por ptolemaico. Düring153 conjetura que el texto redactado por
Gregorás bien pudiera provenir de ensayos que habría hecho junto con sus discípulos,
durante el estudio conjunto de la Harmónica, en lo que a un posible contenido se refiere
para tales capítulos: Düring compara el final de III 15 (a)lla\ pro\j to\ katepei=gon th=j
xrei/aj th\n proteJei=san a)rkei=n h(gesa/menoi e)/fodon ta\ plei/w sxolazou/saij
parh/kamen w(/raij, “pero considerando que para nuestro propósito es suficiente el méto-
y 7:6”.
153
HL, pp. lxxxiii-lxxxiv.
154
HL, p. lxii.
155
Mountford, op. cit., p. 79 n.23.
156
Como apéndice a su edición de la Harmónica, pp.112-121; anteriormente la había editado J.
Franzius, Commentatio de Musicis Graecis, Berlin 1840, pp.14-23, quien editó el texto de Gregorás y el
fragmento de III 16 (pp.12-14) atribuyéndolos a Barlaam; cf. además C. von Jan, “Die Harmonie der
Sphären”, op.cit., pp.13-37 esp. p.37.
LIV
-Falta de coherencia racional en las comparaciones entre harmónica y astrono-
mía.
-Lenguaje no apropiado.
tri/tou tw=n a(rmoniko\n kei/menon, “pero el último es de un autor antiguo: pues en las más
157
La edición de Düring diferencia el texto de Gregorás del de Ptolomeo mediante el tamaño de
la letra; en su traducción alemana de 1934 añade, naturalmente, la traducción de estos capítulos. En su
versión al castellano, Demetrio Santos no ofrece ninguna indicación de que haya problema textual o lagu-
na alguna, ni de que el texto que está traduciendo no provenga del propio Ptolomeo.
158
Cf. HL, p. lxxxiv y Mathiesen, op.cit, p.491 y n.241.
159
Cf. RISM números 203, 276 y 283.
LV
ring). El monje argumenta lo siguiente: en primer lugar, la equivalencia de Marte con la
nh/th sunhmme/nwn, frente al establecimiento por parte de Ptolomeo (en II 6) de que sólo
“en cuanto al tercer capítulo [sc. III 16], que no es de Ptolomeo está claro a partir del
hecho de tomar la nete del tetracordio conjunto de manera equivalente a Marte. Pues
desechando que el sistema llamado conjunto sea perfecto, tras mostrar que “sólo es tal
la doble octava”160, no desarrolla ningún razonamiento en los capítulos siguientes
acerca del Sistema conjunto.”
En segundo lugar, deja fuera de toda consideración al planeta Mercurio, cf. ib.
120.38 ss.; y por último, las palabras que inician el fragamento, mh/ tij de\ oi)e/sJw, debe-
rían hacer referencia a algo dicho anteriormente por el autor, y algo tal no ha sido des-
arrollado en los capítulos precedentes por Ptolomeo: cf. ib.120.42 ss.
Nete hiperbolaeon G
Nete diezeugmenon F
Nete synemmenon E
Paramese A
Mese C
--- B
Hypate meson K
Mercurio queda sin asignación a una nota e(stw/j, mientras que, por otro lado, ni u(pa/th
u(pa/twn ni proslambano/menoj (ambas notas fijas, aunque la última es equivalente para
Ptolomeo a la nh/th u(perbolai/wn) hacen aquí aparición alguna. Wallis se muestra pru-
dente al respecto (“Quoniam vero, de hoc, nihil certi hic constet; ego, nihil hac in re
statuo”), y se remite a la redistribución propia de Johannes Gerardus Vossius (De Scien-
tiis mathematicis, cap.20).
160
Ptol. Harm. 57.10.
161
Op.cit., pp. 273-274.
LVI
El primer filólogo moderno que estudió el fragmento fue Carl von Jan, quien
en 1894 desestimó la autoría de Ptolomeo162. En su artículo, Jan había estudiado el de-
sarrollo en tres etapas del sistema armónico-planetario: en su primera etapa, el orden
plantetario se caracteriza por situar al Sol junto a la Luna163: la tradición lo hace remon-
tar a Pitágoras, aunque ello sea dudoso debido al estado del conocimiento astronómico
en época de este filósofo. En una etapa posterior, seguramente de origen alejandrino, el
orden planetario ha cambiado y las notas más agudas son explícitamente emparejadas a
los planetas cuyas esferas están más cercanas a la Tierra164, pues su órbita es menor y
por ello más rápida, y la acústica griega igualaba mayor rapidez y mayor agudeza (así,
los sistemas de Alejandro de Éfeso, o los transmitidos por Censorino o Macrobio)165.
Por último, y en un estadio posterior, los planetas se igualan a las notas fijas (e(stw=tej)
del Sistema Perfecto en música, quizás debido a Anatolio, un autor del siglo III d.C. que
escribió sobre matemáticas y astronomía166. Tal esquema aparece ya en la Inscripito
Canobi de Ptolomeo (154.1 ss.) y en los excerpta hallados por el mismo Jan en dos ma-
nuscritos napolitanos167, que conforman lo conocido como Ptolemai/ou Mousika/ (vid.
supra); pero también en el fragmento que fue considerado por Gregorás como parte del
ptolemaico III 16. Ahora bien, Ptolomeo, que adoptó sin duda la última fase de la
homologación entre cielo y armonía descrita por Jan, debía, según este filólogo, de estar
muy lejos de plantearlo al modo de los escritos mencionados.
ésta el alejandrino.
162
Von Jan, op.cit., pp. 32 ss. En esta postura lo seguirá Boll, op.cit., p.101.
163
Von Jan, op. cit., pp. 17-21; B. Stephenson, op.cit., p.26. Es el orden “egipcio” según L. Rich-
ter, “Struktur und Rezeption antiker Planetenskalen”, Die Musikforschung 52 (1999) 289-306, esp.p.290.
164
Von Jan, op. cit., pp. 21-26.
165
Richter, op.cit., pp.294 y 299.
166
Von Jan, op. cit., pp. 26 ss. Igualmente, un esquema similar se puede ver en Plut. an.procr.
1029A 9 ss; recordemos que Vitruvio sólo pensó en hacer resonar las notas fijas por medio de dispositi-
vos especiales en los teatros, pero no las notas móviles.
167
MSG pp. 418.14-419.7.
LVII
Para Jan, es fundamental la concepción circular del sistema que muestra Pto-
lomeo, al igualar la nh/th u(perbolai/wn con la proslambano/menoj en un mismo signo
zodiacal (cf. Harm. III 8), y disponer la me/sh como punto central, es decir, a 180º del
inicio y fin del círculo. Tal concepción habría de ser transformada en III 14-16 para la
asignación de “números primarios” (que no pueden ser los de Gregorás, demasiado ele-
vados), en forma que mantuviesen los lo/goi armónicos. Comparemos la disposición de
la Inscriptio Canobi, de la Música de Ps.Ptolomeo y la configuración del fragmento de
Gregorás168:
8 9 12 16 18 21 ⅓ 24 32 36
p hh hm m pm ns nd nh H169
Inscr.Can. agua, tierra fuego, K C B A E F G Estrellas
aire fijas
Mus. Fuego, aire, K B C A E F G Estrellas
tierra, agua fijas
Gregorás K C A E F G
III 16
(¿B?)
Dos factores exigen, a juicio de Jan, que se postule otro esquema para el per-
dido III 16 de Ptolomeo. En primer lugar, la ya aludida desaparición de la nh/th sunhm-
me/nwn en la doctrina armónica de Ptolomeo a efectos de modulación; en segundo lugar,
y como consecuencia, sobraría el extraño número 21⅓ (en razón 4:3 con 16, la me/sh),
producto, según Jan, de una interpolación de origen neoplatónico que atendería a la pre-
sencia efectiva de la nh/th sunhmme/nwn en la doctrina de Nicómaco (Harm. 256.20 ss.).
Todo ello tiene, a su vez, dos consecuencias: la primera es la adulteración de la Inscrip-
tio Canobi, que consigna la nh/th sunhmme/nwn; la segunda, la consideración de los
prw=toi a)riJmoi/ por Jan consecuentes con aquellos de Harm. III 8-9, donde en la eclípti-
ca los 90º representaban el primer sonido, y los 360º el último, de modo que es capaz de
postular un esquema como el siguiente:
9 12 16 18 24 32 36
nh nd pm m hm hh p
G F E A C B K
Hipótesis de Carl von Jan para III 14-16
168
Téngase presente que los números para cada esfera sólo aparecen en la Inscriptio y en la Mu-
sica. Los números hacen entre sí las razones armónicas de la cuarta, quinta, octava, etc.
169
Me/sh u(perbolai/wn en la edición de Heiberg (154.2), <nh/th> u(perbolai/wn en Ptol.
Mus.418 16, cf. von Jan, op.cit., p. 30 n. 69, quien traduce “Ueber den Hyperboläoi”; Düring (PPM, p.
280) corrige la Inscriptio en u(peruperbolai/a, cf. Richter, op.cit., p.303; Stephenson (op. cit., p.31) sigue
a Heiberg. Pero cf. Plut. an.procr.1029B 13-14, o( de\ Pla/twn dh=lo/j e)stin e)pi\ to\ o)cu\ proslamba/nwn.
LVIII
Esta disposición de dos octavas (correspondientes al Sistema Perfecto disjun-
to) es congruente con la división de la eclíptica de III 8-9, pero obsérvese que el orden
planetario es el inverso a los textos ya mencionados: Jan justifica tal inversión en el
hecho de que sólo así se es coherente con los capítulos anteriores del tratado, y en la
consideración de que debe excluirse (para mantener la relación entre nh/th u(perbolai/wn
y proslambano/menoj) la esfera de las estrellas fijas. Sin embargo, los números propues-
tos por Jan no son congruentes con el fragmento de III 16170, pues allí se dice que Júpi-
ter es consonante con el Sol y la Luna (en la hipótesis de Jan esto se cumple: 18:12 =
3:2 y 36:12 = 3:1), pero, por el contrario, que Venus sólo lo es con la Luna (y en la
hipótesis de Jan lo es con la Luna, 36:24 = 3:2 pero también con el Sol, 24:18 = 4:3). Si
se considera el texto del fragmento como un escolio, estaría aludiendo al texto de Pto-
lomeo, en el que no habría una consonancia entre Venus y el sol, como en la Inscriptio.
junto, su posición respecto a éste no habría sido tal, sino la de considerarlo como mera-
mente redundante: de ahí, pues, su reintroducción en la comparación astronómica. Qui-
zá el argumento más podersoso de Düring sea la coincidencia en la organización de la
analogía existente entre este fragmento en cuestión y los otros textos de contenido simi-
lar relacionados con Ptolomeo de una u otra forma: la Inscriptio Canobi y los Ptole-
mai/ou Mousika/, ya mencionados; además, también Nicómaco opera con el sistema con-
170
Entendiéndose mh/ tij de\ oi)e/sJw, en el sentido de Düring y Wallis.
171
Ptol. Harm. 110.25-111.14 Düring.
172
HL, p. lxxxiv; PPM, p. 282.
LIX
junto. Y añade la que para él es una significativa coincidencia (aunque sea parcial), la
de los prw=toi a)riJmoi/ de Harm. 44.5-6 (referidos a la octava de género o(malo/n) y la del
sistema de Inscr.Can.:
Harm. 18 20 22 24 27 30 33 36
Inscr.Can. 8 9 12 16 18 21⅓ 24 32 36
(ya Wallis traducía “Nemo autem mirum putet...”), una corrupción que Düring también
considera posible en la Inscriptio. Ahora bien, la comparación entre los capítulos III 14-
15 de Gregorás y este fragmento no deja lugar a dudas: para Düring, a pesar de una
transmisión bizantina que sin duda ha podido introducir modificaciones, el texto no es
bizantino; además, el léxico astrológico ya se encuentra en el Tetrabiblos.
Por último, los acercamientos más serios al tratado se han producido en el mun-
do anglosajón176. Tanto Andrew Barker como Jon Solomon177 han mantenido una posi-
ción equidistante entre la opción de considerar el texto como ptolemaico y la de negar
173
J. F. Mountford, “Review of Düring Die Harmonielehre des Klaudios Ptolemaios”, CR, 44
(1930), pp. 242-243.
174
SPH, p.165 n.239.
175
C. Höeg, “Die Harmonielehre des Klaudios Ptolemaios”, Gnomon 6 (1930), p.658.
176
La traducción al castellano con notas de Demetrio Santos no alude en ningún momento al
problema de las lagunas del texto.
177
GMW, p. 390 n.87, y SPH, p. 165 nn. 239 y 240.
LX
esta atribución. Solomon añade que si el fragmento es auténtico, no ha seguido la cui-
dadosa introducción de los conceptos discutidos que caracteriza el método de Ptolomeo
en este tratado. Thomas J. Mathiesen178, en cambio, lo entiende como una “interpola-
ción o glosa”.
Éstas han sido las posturas mantenidas acerca de la autoría del fragmento. Por
nuestra parte, nos parece oportuno señalar algunas significativas coincidencias entre el
contenido del fragmento y un pasaje del Comentario al Sueño de Escipión de Macrobio
(Comm. I, 19, 19-26, pp.108-110). En la parte que dedica a las influencias planetarias en
la vida humana, Macrobio alude a la Harmónica de Ptolomeo (como ya señaló Düring)
para, a continuación, establecer una relación música-astrología que no aparece en el
Tetrabiblos ptolemaico; su comparación con algunas líneas del fragmento de Gregorás
podría indicar una referencia al contenido original de III 16, como sugiere sucintamente
Armisen-Marchetti179. Detengámonos en esta suposición y consideremos el texto de
Macrobio a la luz del material ptolemaico:
19 Quod vero fulgorem Iovis humano 19 Hay que notar que estableció el brillo de Júpiter
generi prosperum et salutarem, contra como favorable y saludable para el género humano;
Martis rutilum et terribilem terris vocavit, por el contrario, el de Marte como rutilante y terri-
alterum tractum est ex stellarum colore – ble para la tierra: lo primero viene del color de los
astros –pues brilla180 el de Júpiter, rutila el de Mar-
nam fulget Iovis, rutilat Martis– alterum
te–, lo segundo del estudio de quienes hacen manar
ex tractatu eorum qui de his stellis ad de estos astros adversidades o prosperidad para la
hominum vitam manare volunt adversa vida de los hombres. En efecto, en general delimi-
vel prospera. Nam plerumque de Martis tan que lo terrible procede de Marte, de Júpiter lo
terribilia, de Iovis salutaria evenire defi- saludable.
niunt.
tou\j me\n du/o tw=n planhtw=n, to/n te tou= Dio\j Los antiguos aceptaron dos de los planetas,
kai\ to\n th=j Afrodi/thj, kai\ e)/ti th\n selh/nhn, Júpiter y Venus, y aún la Luna, como benefi-
178
Op.cit., pp.433 y 491.
179
Vid. Macrobe. Commentaire au songe de Scipion. Livre I. Texte établi, traduit et commenté
par M. Armisen-Marchetti, Paris 2001, p.109 n.422.
180
En la traducción no se refleja la relación etimológica entre fulgor/fulget y rutilum/rutilat.
Cf.Armisen-Marchetti, op.cit., p.108 n.419 para los loci similes acerca de las características de estos as-
tros.
LXI
w(j a)gaJopoiou\j oi( palaioi\ pareilh/fasi, ciosos por su templanza y por abundar en el
dia\ to\ eu)/kraton kai\ to\ ple/on e)/xein e)/n te t%= calor y la humedad, y Saturno y Marte como
Jerm%= kai\ t%= u(gr%=, to\n de\ tou= Kro/nou kai\ productores de la naturaleza contraria, el
to\n tou= Arewj th=j e)nanti/aj fu/sewj poih- primero por su excesivo frío y el segundo por
tikou/j, to\n me\n th=j a)/gan yu/cewj e(/neken, to\n su excesivo calor. Y el Sol y Mercurio, como
de\ th=j chro/thtoj: to\n de\ h(/lion kai\ to\n tou= si tuviesen ambos poderes, a causa de su
Ermou= dia\ to\ koino\n tw=n fu/sewn w(j común naturaleza.
a)mfo/tera duname/nouj
20 Causam si quis forte altius quaerat unde 20 Si se busca más profundamente de dónde
divinis malevolentia, ut stella malefica esse procede la malevolencia de los seres divinos para
dicatur, sicut de Martis et Saturni stellis que un astro sea declarado maléfico (como se
existimatur, aut cur notabilior benignitas considera de los astros de Marte y Saturno), o por
qué es más notable la benevolencia de Júpiter y
Iovis et Veneris inter genethlialogos habea-
Venus entre los astrólogos aunque una sola sea la
tur, cum sit divinorum una natura, in me- naturaleza de los seres divinos, expondré clara-
dium proferam rationem apud unum omnino mente la razón, establecida solamente, hasta don-
quod sciam, lectam. Nam Ptolemaeus in de sé, por un único autor. Efectivamente, Ptolo-
libris tribus quos De harmonia composuit meo, en los tres libros que compuso Sobre armo-
patefecit causam, quam breviter explicabo. nía, reveló la causa, que explicaré brevemente. 21
21 Certi sunt numeri per quos inter omnia Existen unos números determinados mediante los
quae sibi conveniunt, iungunt, aptantur, fit cuales resulta una correspondencia propia de una
iugabilis competentia, nec quicquam potest unión entre todas las cosas que entre sí concurren,
alteri nisi per hos numeros convenire. Sunt se asocian, se ajustan; y nada puede convertirse
en otra cosa sin pasar por estos números. Son el
autem epitritus, hemiolius, epogdous, du-
epítrito181, el hemiolio, el epógdoo, el doble, el
plaris, triplaris, quadruplus. 22 Quae hoc triple y el cuádruple. 22 Esto quiero que lo en-
loco interim quasi nomina numerorum acci- tiendas, en este momento, como si fueran nom-
pias volo; in sequentibus vero, cum de har- bres de números; en lo siguiente, sin embargo,
monia caeli loquemur, quid sint hi numeri cuando hablemos de la armonía del cielo, expon-
quidve possint opportunius aperiemus. Mo- dremos qué son estos números y cuáles son sus
do hoc nosse sufficiat quia sine his numeris propiedades182. Por ahora bastará saber que sin
nulla colligatio, nulla potest esse concordia. estos números no puede haber unión ni concordia
23 Vitam vero nostram praecipue sol et luna alguna.
moderantur. Nam cum sint caducorum haec 23 Nuestra vida la dirigen principalmente el Sol y
la Luna. En efecto, puesto que dos son las pro-
duo propria, sentire vel crescere,
piedades de los cuerpos caducos, sentir y desarro-
ai)sJhtiko/n, id est sentiendi natura, de sole,
llarse, el ai)sJhtiko/n (esto es, la facultad de
futiko/n autem, id est crescendi natura, de sentir) nos viene del sol, y el futiko/n (esto es, la
lunari ad nos globositate perveniunt. Sic facultad de desarrollarse) del globo lunar. Así, del
utriusque luminis beneficio haec nobis cons- beneficio de cada una de las luminarias depende
tat vita qua fruimur. 24 Conversatio tamen la vida que gozamos. 24 Sin embargo, nuestras
nostra et proventus actuum tam ad ipsa duo relaciones y el resultado de nuestros actos atañen
lumina quam ad quinque vagas stellas refer- tanto a las dos luminarias mismas cuanto a los
tur; sed harum stellarum alias interventus cinco astros errantes; pero de estos astros, unos
numerorum quorum supra fecimus mentio- los une y asocia convenientemente a las lumina-
nem cum luminibus bene iungit ac sociat, rias la mediación de los números que menciona-
mos antes; a otros ningún nexo numérico los
alias nullus applicat numeri nexus ad lumi- asocia a las luminarias.
na.
181
Mantenemos el término griego en la traducción porque así lo hace también Macrobio.
182
Cf. Comm. II 1, 14 ss.
LXII
La malevolencia o benevolencia de los astros es una doctrina bien conocida en
los tratados de astrología183. Ahora bien, la única referencia a los números pertinentes
en la harmónica que hallamos en el Tetrabiblos no tiene nada en común con ésta. En
Tetr. I 14, Ptolomeo enumera cada uno de los tipos de aspectos de cada uno de los sig-
nos, estableciendo que del total del zodíaco (360º), dos signos184 están en oposición
cuando les separan seis signos o 180º; en aspecto tri/gwnoj (trígono), si son cuatro sig-
nos o 120º; en tetra/gwnoj (tetrágono), si son tres o 90º, y en e(ca/gwnoj (hexágono) si
son dos o 60º (I 14, 1). Estos aspectos o configuraciones los volverá a tratar el autor en
Tetr. I 18, donde se divide el zodíaco en dos dominios, el solar y el lunar, para asignar
cada uno de los signos a las luminarias y a los cinco planetas. Si lo representáramos en
un diagrama185,
183
Ptol. Tetr.I 4, IV 9; Firm. I 10, 14; Cic. ND II 119; Apul. Flor.10, etc.
184
Cada signo zodiacal o dwdekathmo/rion contiene 30º del total.
185
Cf. un diagrama diferente pero equivalente en la edición del Tetrabiblos de W. Hübner (Leip-
zig 1998), p.60.
LXIII
de la quinta 3:2 la constituyen el aspecto tetragonal respecto al hexagonal (90º:60º), y la
sesquitercia de la cuarta 4:3, por su parte, la oposición respecto al aspecto tetragonal
(120º:90º). Otros signos, sin embargo, no están relacionados por aspecto alguno entre sí,
como el mismo Ptolomeo añade en Tetr. I 17, y también en Harm.118.2-3. Sin duda
Macrobio se está haciendo eco de ello:
Ptol. Tetr. I 17, 1: Asu/ndeta Ptol. Harm. 118.1-3: ta\ de\ dia\ Macr. Comm. I 19, 24: sed harum
de\ kai\ a)phllotriwme/na pe/nte dwdekathmori/wn stellarum alias interventus nu-
kalei=tai tmh/mata, o(/sa tou)nanti/on e)n t%= tw=n e)kmelw=n: merorum quorum supra fecimus
mhde/na lo/gon a(plw=j e)/xei a)su/ndeta/ ge kai\ kalou/mena mentionem cum luminibus bene
pro\j a)/llhla tw=n prokatei- kai\ o)/nta tv= duna/mei. iungit ac sociat, alias nullus ap-
legme/nwn oi)keiw/sewn. plicat numeri nexus ad lumina.
Esto demuestra que Macrobio, tal y como él afirma, está siguiendo a Ptolomeo.
Pero no en lo que a los números musicales respecta, pues lo expuesto por el alejandrino
en Tetr. I 14 no se corresponde con lo que transmite el romano. Sin embargo, dice cla-
ramente Macrobio:
Nam Ptolemaeus in libris tribus quos De harmonia composuit patefecit causam, quam
breviter explicabo.
Nos parece muy probable que este autor esté aludiendo a la doctrina contenida
en el capítulo original de III 16, aunque es difícil establecer el grado de fidelidad al tex-
to, contando siempre con la hipótesis de que Macrobio hubiese llegado a tiempo de po-
der tener el tratado completo.
LXIV
sen las razones de la cuarta (epitritus), quinta (hemiolius), tono (epogdous), octava más
quinta (triplaris) y doble octava (quadruplus)186.
Proseguía Macrobio (I 19, 23) con la distinción entre ai)sJhtiko/n y futiko/n. Di-
cha distinción, como tal, no se encuentra en el texto que poseemos de la Harmónica ni
tampoco en el Tetrabiblos; el único eco lejano en la Harmónica podría ser el me/roj
e(ktiko/n del alma, que en III 5 (109.1-5) contiene tres ei)/dh o formas, au)/chsij, a)kmh/ y
187
fJi/sij, siguiendo a Arist. de An. 411a 30-411b 1 y Mu. 397b 2. Para Ptolomeo, el
alma se divide en tres partes según lo expuesto en Harm. III 5, aunque tal división no
coincida totalmente con la de Tetr. (III 14, 1):
o( h(/lioj katei/lhptai to\ poihtiko\n e)/xwn th=j Se considera que el Sol posee una actividad esen-
ou)si/aj e)n t%= Jermai/nein kai\ h)re/ma cial en la acción de calentar y, en menor grado, en
chrai/nein (...) h( de\ selh/nh to\ me\n plei=ston la de secar (…) la Luna en cambio posee, como
e)/xei th=j duna/mewj e)n t%= u(grai/nein, dia\ principal poder, la humidificación, evidentemente
th\n perigeio/thta dhlono/ti kai\ th\n tw=n por estar cerca de la Tierra y por su exhalación de
189
u(grw=n a)naJumi/asin humedad
Ptolomeo relaciona la parte racional del alma con Mercurio, y la sensorial con la Luna.
186
En el diagrama expuesto supra y que mostraba las razones armónicas de la Inscriptio Canobi,
estos lo/goi serían, por ejemplo, las siguientes: la razón doble, 16:8, 32:16; la sesquitercia, 16:12, 32:24;
la sesquioctava, 9:8, 18:16, 36:32; la sesquiáltera, 12:8, 24:16; la triple, 24:8, y la cuádruple 32:8.
187
Según Düring, PPM, pp.270-271, cf. SPH, p.145 n.112. Cf. Plot. III 6, 4.38
188
Cf., Chrysipp. SVF II 711, Arist. EE 1219b 36 ss., EN 1102b29, Iambl. Theol. Ar. 40.13,
Alex. Aphr. de An. 74.15, Macr. Comm.I 12, 14 y 14, 7, Stob. I 49, 25a12, Plot. IV 4, Firm. IV 1, 5.
189
Cf. F. E. Robbins, Ptolemy Tetrabiblos, Harvard Univerity Press, 1940, p. 34 n.2, donde se re-
trotrae esta doctrina hasta los presocráticos; cf. además Arist. PA 681a 28 ss.
LXV
Prosigue ahora Macrobio (I, 19, 25) exponiendo unas relaciones planetarias que
nos son conocidas:
25 Ergo Veneria et Iovialis stella per hos 25 Por lo cual los astros de Venus y Júpiter son
numeros lumini utrique sociantur, sed Iovia- asociados mediante estos números a cada lumi-
lis soli per omnes, lunae vero per plures, et naria; pero Júpiter es agregado al Sol por todos
Veneria lunae per omnes, soli per plures los números, y a la Luna por la mayoría, y Ve-
nus a la Luna por todos y al Sol por la mayoría.
numeros aggregatur.
Es evidente que tras estas palabras hay una escala armónico-planetaria, pues se
hace referencia a los números (que en este contexto son musicales, cf. Comm. I 19, 21)
que expresan la ratio armónica (lo/goj): “quasi luminibus vitae nostrae auctoribus nu-
merorum ratione concordes”. Remarquemos, entonces, las semejanzas de las palabras
de Macrobio con el fragmento de Gregorás. En primer lugar, lo relevante en ambos tex-
tos es la relación que mantienen Venus y Júpiter con las luminarias (Sol y Luna). En el
pasaje transmitido como Harm. III 16, sin embargo, las relaciones armónicas de estos
astros difieren en cuanto a las razones:
Mh/ tij de\ oi)e/sJw to\n me\n tou= Dio\j Nadie se sorprenda de que la nota de Júpiter
fJo/ggon e(kate/r% tw=n fw/twn dia\ sumfw- está en consonancia con cada una de las lu-
ni/aj eiÅnai, to\n de\ th=j Afrodi/thj mo/n% t%= minarias, en tanto que la de Venus sólo con la
th=j selh/nhj, e)peidh\ o( to/noj ou)k e)/stin e)n de la Luna, puesto que el tono no está en una
lo/g% sumfwni/aj. razón de consonancia.
sonancia con la Luna, a distancia de cuarta, y no con el sol, a distancia de tono (9:8, un
intervalo e)mmele/j según Harm. I 7). La expresión de Macrobio es sustancialmente dife-
rente; sin embargo, se puede ver que está utilizando los mismos números que la Inscrip-
tio Canobi. Dice Macrobio que “Júpiter es agregado al Sol por todos los números, y a la
Luna por la mayoría”. El planeta Júpiter, según la escala de la Inscriptio, hace una cuar-
ta (4:3) con el Sol, y una octava (2:1) con la Luna. La razón sesquitercia, 4:3, es conse-
guida prácticamente mediante todos los números de la escala: esta razón, en sus térmi-
nos más bajos, es equivalente a 12:9, 16:12, 21⅓:16, 24:18 y 32:24. De las nueve cifras
que componen el total de la escala, se utilizan siete190. Por la otra parte, Júpiter establece
una razón doble con la Luna, factible también con 18:9, 24:12, 32:16 y 36:18; también
190
La última cifra, 36, podría hacer una razón sesquitercia con el número 27. Por otra parte, el
primer número de la escala, 8, no hace una razón tal con ninguno.
LXVI
siete cifras. Si mantenemos esta interpretación sobre el uso de los números por Macro-
bio, no se da entonces el que la cuarta sea cumplida por todos los números y sólo “per
plures” la octava. Hay varias posibilidades entonces: la primera es que Macrobio estu-
viese utilizando otras cifras; sin embargo esto parece poco probable, ya por la coinci-
dencia de la Inscriptio Canobi con la Musica de Ps.Ptolomeo, ya porque Jan (vid. supra)
demostró que la escala formada por la igualación entre e(stw=tej del Sistema y astros
había sustituido a las demás. La segunda posibilidad es que Macrobio estuviese ya sim-
plificando, ya interpretando su información erróneamente, ya ante una fuente corrupta.
Nos parece muy verosímil una conjunción de las dos últimas, que podría incluir una
escala planetaria con modificaciones del tipo de la de la Música pseudoptolemaica: en
esta escala, la Luna no es u(pa/th me/swn, sino u(pa/th u(pa/twn. Consecuentemente, hace
una razón de octava más cuarta (8:3) con la nh/th diezeugme/nwn de Júpiter: en las cifras
de la escala, serían equivalentes 24:9, 21⅓:8 y 32:12, sólo seis números. La posibilidad
de que Ptolomeo hubiese utilizado esta escala es muy poco probable, en primer lugar
porque la Inscriptio es una referencia segura en la atribución ptolemaica y no así la Mu-
sica; a continuación, porque se estaría operando con una razón (8:3) muy problemática
(cf. Harm. I 6). La tercera posibilidad, por último, reside en que, aun utilizándose el
modelo de la Inscriptio, no se considerase octava más que aquel intervalo delimitado
por e(stw=tej significativos en el Sistema: u(pa/th me/swn-nh/th diezeugme/nwn, me/sh-nh/th
u(perbolai/wn, reduciéndose así los números que la producen (24:12, 32:16).
En lo que a Venus se refiere, afirma el autor romano que “Venus (es agregada) a
la Luna por todos y al Sol por la mayoría”. Este planeta mantiene una relación de cuarta
con la Luna, estableciéndose así la razón sesquitercia conforme a los números expuestos
supra; con el Sol la razón es de tono (9:8). Este intervalo no consonante ya es reseñado
en el fragmento de Gregorás; con el procedimiento de Macrobio, sólo tenemos la razón
sesquioctava con 9:8, 18:16 y 36:32.
LXVII
La última oportunidad de mantener una coherencia significativa en el texto de
Macrobio a la luz de la escala de Ptolomeo y el fragmento de III 16 es entender que el
romano alude al número de razones equivalentes a la razón de términos menores: así, la
cuarta tendría, como hemos visto, cinco razones equivalentes a 4:3, la octava cuatro y el
tono sólo tres.
Sea cual sea el sentido del pasaje de Macrobio, lo que parece fundamental es la
coincidencia con el fragmento de III 16 en lo que a la consideración de los planetas Jú-
piter y Venus con las luminarias se refiere. Hay una gran distancia en el lenguaje, pero
ambos textos intentan explicar las diferentes relaciones existentes entre estos astros.
Hinc licet utraque benefica credatur, Iovis De ahí que se considere a ambos benéficos; sin
tamen stella cum sole accommodatior est et embargo, el astro de Júpiter está más adecuado al
Veneria cum luna, atque ideo vitae nostrae Sol y Venus a la Luna, y por esto son más favora-
magis commodant, quasi luminibus vitae bles a nuestra vida, como si fuesen consonantes
mediante una razón numérica con las luminarias,
nostrae auctoribus numerorum ratione con-
responsables de nuestra vida.
cordes.
Tras la consignación del tipo de razones armónicas que se establecen en los as-
tros, Macrobio repite la doctrina astrológica referente al tipo de ai(/resij, solar o lunar,
que leemos en Tetr. I 7: la Luna, Venus y Marte son nocturnos, el Sol, Júpiter y Saturno
son diurnos, y Mercurio es común a ambos191. El mismo tipo de enlace conceptual apa-
rece en el fragmento de III 16 (125.27 ss.):
ouÂtoj me\n ga\r th=j selhniakh=j ge/gonen Pues ésta [sc. nota de Venus] tiene su origen en
ai(re/sewj, o( de\ tou= Dio\j katale/leiptai th=j el dominio lunar, mientras que la de Júpiter
h(liakh=j kata\ tau)ta. e)pei\ kai\ tw=n fJoro- está comprendida en el solar, por las mismas
poiw=n e(ka/teroj Jfo/ggoj e(kate/r% tw=n razones. Ya que también cada una de las notas
a)gaJopoiw=n th\n dia\ tessa/rwn poiei= que producen destrucción hace la consonancia
sumfwni/an ktl. de cuarta etc.
191
Es una doctrina “transmitida”, según Ptolomeo, cf. Tetr. I 7, 1 (p.28, 471) paradedw/kasi.
LXVIII
(el mismo Düring en su comentario192 señalaba la doble posibilidad); lo que viene a
continuación en el texto griego no expresa precisamente la causa de que Venus y Júpiter
estén adscritos a dominios diferentes, sino el antecedente que explica (mediante la parti-
cularidad de la consonancia entre astros benéficos y maléficos) que Saturno es solar y
Marte lunar. Existe, pues, un paralelismo entre los textos al referir ambos los planetas
Venus y Júpiter a cada una de las luminarias; III 16 pasa a revisar las razones entre pla-
netas, colocando a cada uno en su ai(/resij, en tanto que Macrobio añade que la existen-
cia de una razón armónica entre estos dos pares asegura una influencia benéfica, algo
que aparece más adelante en III 16 (126.7-10):
dio\ kai\ tw=n sxhmatismw=n tw=n me\n tou= Por esto ocurre que, de entre los aspectos, los
Kro/nou pro\j to\n Di/a pa/ntaj a)gaJopoiou/j de Saturno respecto a Júpiter son todos bene-
kaJi/stasJai sumbe/bhken, tw=n de\ Kro/nou ficiosos en tanto que los de Saturno respecto
pro\j to\n h(/lion mo/nouj tou\j trigw/nouj, w(j al Sol sólo los triangulares, al ser más conso-
tw=n loipw=n sumfwnote/rouj. nantes que el resto.
Para el texto del fragmento de III 16, de los aspectos entre Saturno y el Sol (co-
mo hemos visto) es beneficioso sólo el trígono, mientras que entre Saturno y la Luna
(razón de octava más cuarta, 8:3) lo son todos. Por su parte, entre Marte y el Sol todos
los aspectos son “inestables” (e)pisfalei=j), y entre el mismo planeta y la Luna (interva-
192
PPM, p.284.
LXIX
lo de dos cuartas) sólo es beneficioso, de nuevo, el trígono. No cabe duda de que es lo
que tenemos en el texto de Macrobio (I 19, 26):
La línea “aliqua vel extrema” es, a nuestro juicio, la formada por la relación en-
tre estos astros, con unos lo/goi que no son consonantes193; más abajo se dice claramen-
te, “quasi cum vitae auctoribus [i.e., luminibus] arta numerorum ratione non iuncti”.
“Minus commodi vitae humanae” es lo mismo que expresa el fragmento de III 16 cuan-
do clasifica en beneficiosas o malignas las influencias de los astros dependiendo de los
aspectos y las razones armónicas.
193
Ya hemos visto que la razón entre Saturno y el Sol es la de dos cuartas; la que producen Mar-
te y la Luna es la misma.
LXX
dicada al libro III de la Harmónica) o bien su Comentario al Timeo perdido (al que Ma-
crobio se refiere en II 3, 5194.
5.2.3.3.Conclusiones.
A nuestro juicio, hay razones suficientes y persuasivas tanto para afirmar como
para negar su autenticidad, y por ello no creemos posible pronunciarnos. Hagamos en
este punto una recapitulación de los argumentos en uno u otro sentido. Como razones a
favor de su autenticidad pueden ser ofrecidas las siguientes:
-La Inscriptio Canobi fue considerada por Jan un texto con interpolaciones, pero
no cabe duda de que es de origen ptolemaico. Jan reparó en el número 21⅓, ciertamente
de apariencia forzada para constituir una cuarta (4:3) con el número 16, pero también
aparece en la pseudo-ptolemaica Música, y tal coincidencia apunta a la existencia de un
sistema armónico-planetario que diera cuenta de todas las notas fijas del Sistema
Perfecto. Ahora bien, tan extraño como el número 21⅓ puede considerarse en la
Inscriptio la analogía de la nota me/sh con dos planetas, Venus y Mercurio, algo que en
principio no parece ser el caso del fragmento de la Harmónica. Si hay una manus altera
en la Inscriptio, parece que en la Harmónica sólo Venus es equivalente a la me/sh, lo que
indicaría una analogía en la que una nota sólo correspondiese a un planeta.
194
Es la opinión de J. Flamant, Macrobe et le Néo-Platonisme Latin, à la fin du IVe siècle, Lei-
den 1977, p.454 n.261; el mismo Flamant señala que a lo largo de su Comentario, Macrobio piensa más
en el Ptolomeo de la Harmónica que en el del Almagesto (ib., p.477). Cf. Armisen-Marchetti, op.cit.,
p.191 n.426.
195
El Index Verborum ocupa las pp.361-438.
LXXI
-La aceptación de la Inscriptio Canobi como un texto ptolemaico da sentido a la
inclusión en la escala planetaria de la nh/th sunhmme/nwn como nota fija (en el pasaje
considerado de Macrobio aparece el planeta Marte); de hecho, Ptolomeo, como ya
hemos visto, la cuenta como e(stw/j (Harm. 62.10). La escala de notas-planetas no está
diseñada ni en sus números ni en su configuración para dar cuenta de las modulaciones
o de la o(mologi/a entre la práctica real de los músicos y las hipótesis astronómicas, sino
más bien para señalar la identidad entre la a(rmoni/a que rige en la música y la que go-
bierna los astros; y prueba de ello es que contienen los mismos tres tipos de medias ma-
temáticas (armónica, geométrica y aritmética).
196
GMW, p. 390 n. 87.
197
Cf. N.Ed. ad 125.25, y Th. J. Mathiesen, op.cit., p.433 n.150.
LXXII
modelo celestial que entrase en contradicción con las hipótesis anteriores; el autor aboga
en I 2 por una disposición armónica semejante de toda la naturaleza.
-Si el texto es auténtico, hay que tener en cuenta una contaminación más que
probable, como admite el mismo Düring. Ello es evidente no sólo por la dicción (el pro-
blema de mh/ tij de\ oi)e/sJw), sino también por la comparación con el pasaje del Comen-
tario de Macrobio. Es más, la afirmación de que la doctrina que incluye Macrobio pro-
ceda de la misma Harmónica (basada en I 19, 20) es una petitio principii.
Las dos series de razones se pueden mantener, y por ello es más prudente dejar
en suspenso la atribución del fragmento. No hay que olvidar, además, que si no se con-
sidera ptolemaico no hay motivos para vincular cronológicamente la redacción de la
Harmónica con la Inscriptio Canobi, como se vio supra en 3.4.3.
LXXIII
5.3. La teoría musical de la Harmónica.
Dos son los rasgos que en un primer término pueden destacarse en la teoría pto-
lemaica. En primer lugar, el uso ecléctico de las fuentes por parte de este autor. Para el
cumplimiento de los objetivos que Ptolomeo se propone en el tratado, y que tienen mu-
chos puntos de contacto con la labor astronómica del propio Ptolomeo199, el tratado dis-
pone y utiliza una amplia gama de fuentes a menudo incompatibles, como ya habría de
señalar su comentador Porfirio (sin reparar en la propia originalidad de Ptolomeo), cf. in
Harm.5.8-11. Como muchos críticos han señalado respecto a otras obras de Ptolomeo
(notablemente en el caso de Sobre el Juicio), la metodología general ptolemaica busca
lo que Long200 llamó “optimum agreement”, o una “dialéctica estratégica para dar el
máximo de credibilidad a la posición que mantiene en el equilibrio entre racionalismo y
empirismo”.
198
Cf. Ptol. Alm. XIII 2 y Harm. I 2.
199
Por ejemplo, en el importante principio metodológico de que la acumulación de errores exi-
guos lleva a la inexactitud final (cf. Harm. I 1 y Alm.IX 2), o el principio de adecuación de fenómenos y
modelo explicativo (cf. Alm. XIII 2).
200
A. A. Long, “Ptolemy on the Criterion…, p.171.
201
El problema de la recepción de Aristóteles por Ptolomeo lo trató L. Ch. Taub (op.cit., pp.14
ss. Ptolomeo pudo disponer de un buen conocimiento del Estagirita quizá por la edición de Andrónico de
Rodas; en Harm. III 3 y Alm. I 1 demuestra un buen conocimiento de determinados pasajes de la Metafí-
sica.
LXXIV
perdidos como Adrasto, Trasilo o Panecio; de Eratóstenes, de Dídimo “el músico”202;
por supuesto del gran Aristóxeno y de los que él llama “los aristoxénicos”, quizá la
fuente de la que se sirvió (antes que de la obra del tarentino). Además, hay que contar
con fuentes perdidas que son la base de mucho material armónico-astronómico-ético del
libro III y que también sirvieron a Arístides Quintiliano; este autor no menciona a Pto-
lomeo (ni el alejandrino parece conocerlo), pero sus tratados son los únicos que nos
transmiten el uso del canon llamado “helicón”, y tiene curiosas coincidencias, como la
fijación de una nota particular (me/sh en el caso de Ptolomeo, proslambano/menoj en el
de Arístides) para hallar la situación de cada escala (cf. Aristid.Quint. I 10). Finalmente,
se han buscado conexiones entre Nicómaco y Ptolomeo203. A pesar de todo ello, Ptolo-
meo –ya se ha dicho– no es un compilador, es un ecléctico: en algunos aspectos relevan-
tes desvela las contradicciones internas en doctrinas como las de los aristoxénicos o los
pitagóricos, o las incoherencias en los cálculos concretos de otros teóricos. Sin embar-
go, la transición entre determinados pasajes de la Harmónica puede ser abrupta: la ma-
yor parte del libro III contiene doctrina neoplatónica –compartida en líneas generales
por Arístides Quintiliano– poco compatible con la búsqueda de la matemática teórica en
los citaristas.
los y las relaciones sonoras fundamentales; mediante la razón, obtendrá resultados exac-
tos en la medición de intervalos para los que, debido a su tamaño mínimo, la percepción
no basta.
202
Cf. Porph. in Harm. 5.8-15, donde se afirma que Ptolomeo debe mucho a Dídimo, sobre todo
a su perdido Peri\ diafora=j th=j PuJagorei/ou mousikh=j pro\j th\n Aristoce/neion.
203
Cf. F. Levin, “plhgh\ and ta/sij in the Harmonika of Klaudios Ptolemaios”, Hermes 108
(1980), pp. 205-229.
LXXV
th=j te ga\r ai)sJhtikh=j duna/mewj ai)sJhth/ria me/n e)sti ta\ tou= sw/matoj o)/rgana,
di¡ wÂn a(/ptetai tw=n ai)sJhtw=n, fantasi/a d¡ h( tu/pwsij kai\ dia/dosij h( e)pi\ to\n
nou=n (...). tou= de\ logikou= (...) dia/noia me/n e)stin o( lo/goj o( e)ndia/Jetoj die/doco/j tij
El propósito del estudioso de la armonía sería preservar en todo momento las hipótesis
racionales del canon, de ninguna manera en conflicto con los sentido según la opinión
de la mayoría, como el del astrónomo es preservar las hipótesis de los movimientos ce-
lestes.
El núcleo filosófico del tratado, que después reaparecerá en III 3 (el capítulo que
inaugura lo que se puede considerar la segunda parte del tratado), aparece justo a conti-
nuación: vista y oído son las vías propias de la astronomía y la harmónica respectiva-
mente, y de ambas disciplinas tratará Ptolomeo. Esta “racionalidad”, atendiendo a la
doctrina pitagórica, también se halla en el alma en cuanto ésta es también una a(rmoni/a o
está vinculada a la a(rmoni/a musical; de ahí que también el autor se ocupe del alma y la
virtud en relación a los elementos armónicos.
Pues en todas las cosas es propio del investigador teórico y entendido mostrar que los
trabajos de la naturaleza están moldeados con una cierta razón, una causa ordenada y
en absoluto de modo azaroso, y que nada se ha llevado a cabo por aquélla de modo
204
Cf. Arist. Metaph. I 5.
LXXVI
casual o azaroso, y sobre todo en las más bellas disposiciones, las que alcanzan a los
más racionales sentidos, la vista y el oído (ib.).
“Así pues, la causa para todos de haberse ocupado con poco rigor de la hipótesis de
las razones, fue no considerar antes su utilización, sólo partiendo de la cual pueden
ser comparadas con las aprehensiones de la percepción” (78.16 ss.)
“No hay que suponer un conflicto tal entre razón y percepción, sino de quienes esta-
blecen las hipótesis de manera diferente , un error ya de los más recientes autores,
quienes se sirven de las confirmaciones de los sentidos contra ambos criterios” (27.1
ss.)
205
Cf. A. Barker, “Reason and perception in Ptolemy’s Harmonics”, en R. W. Wallace-B.
MacLachlan (eds.), Harmonia Mundi. Musica e filosofia nell’antichità, Roma 1991, pp. 104-130, esp. pp.
108-112. Ptolomeo introduce modificaciones en el canon para realizar comprobaciones que exigen el
aumento de cuerdas; con ello se separa explícitamente de los usos anteriores del instrumento, cf. Harm.
79.5-8.
206
Sin embargo, en I 2 Ptolomeo no da una buena opinión de los instrumentistas por no ocupar-
se racionalmente de la música. Sus realizaciones pertenecen al ámbito de la ai)/sJhsij, que según Harm.
4.18-19 es “siempre mezclada y fluyente”, es decir, sin los atributos de la razón, que siempre es igual en
todos los casos.
LXXVII
Así mismo, es la o(mologi/a entre el faino/menon y la teoría lo que demuestra, a su
juicio, la validez de sus propios cálculos:
“Y del lado de la percepción reconocida, tomamos, como algo común por igual a to-
dos los géneros, que las tres magnitudes últimas son menores que cada una de las res-
tantes” (38.9-11)
“Podríamos tomar también, por medio de otro procedimiento, las mismas razones de
los géneros familiares y más manejables para los oídos, no como ahora, generando só-
lo a partir de lo racional sus diferencias, y después sometiéndolas con el canon a las
pruebas de lo perceptible, sino al revés, primero exponiendo las afinaciones constitui-
das únicamente a través de la percepción, y después mostrando a partir de ellas las
razones conformes a la igualdad o excesos de las notas concebidos en cada género”
(48.4-10)
“Que estas divisiones de los géneros [i.e., las propias] no sólo contienen lo racional,
sino también lo consonante con los sentidos, será posible percibirlo a su vez gracias al
canon de ocho cuerdas que contiene la octava” (42.8-9)
Sea como sea, lo que está claro es que la música práctica interesa más a Ptolo-
meo que a los demás teóricos, incluso más que a Arístides Quintiliano, que la había in-
troducido en su esquema general de la ciencia harmónica (cf. I 6); pero no, como al me-
nos establece ese autor, en su finalidad y sentido educativo: cf. Aristid.Quint. 6.7-14,
De la totalidad de la música una parte se llama teórica y la otra práctica (...). La prác-
tica es la que obra según esas leyes técnicas y persigue su objetivo; ésta también se
llama educativa”.
Con su posición, Ptolomeo nos recuerda más la defensa del ámbito teórico junto
con el práctico en la música que hace Aristóteles cuando critica el desconocimiento mu-
tuo de estos dos planos. El alejandrino, a su manera, supera el marco pitagórico-
LXXVIII
platónico y salva a los citaristas en su objetivo de demostrar que la realidad natural (cf.
6.20, ta\ th=j fu/sewj e)/rga) posee un substrato matemático, una idea enunciada por Pla-
tón en el Timeo. Cf. Arist. ap. Iambl. Comm.Math. 26.39-49 (= fr. 52 Rose)207:
o(moi/wj d¡ e)/xei kai\ peri\ mousikh\n kai\ ta\j a)/llaj e)pisth/maj, o(/saij div/rhtai to/
te th=j gnw/sewj kai\ to\ th=j e)mpeiri/aj xwri/j. oi( me\n ga\r ta\j a)podei/ceij kai\ tou\j
w(/sper oi( kata\ filosofi/an, skopei=n ei)w/Jasin, ou)deno\j de\ koinwnou=si tw=n
ta\j a)podei/ceij, w(/sper e)pi/thdej, eu)Ju\j au)ta\ xei=ron poiou=sin: oi( de\ tou\j me\n
lo/gouj a)gnoou=ntej, gegumnasme/noi de\ kai\ doca/zontej o)rJw=j o(/l% kai\ panti\
Así pues, éste es, en general, el marco metodológico que utiliza Ptolomeo para
el desarrollo de los tópicos tradicionales de la harmónica. Podríamos detenernos en dos
de tales tópicos, quizá aquéllos en los que el alejandrino se muestra más original: los
géneros melódicos y los modos.
207
Un eco quizá de la disputa sobre la música en la República platónica: cf. O. Gigon, “Zum an-
tiken Begriff der Harmonie”, Studium Generale 19 (1966), pp.539-547, esp. p.545.
LXXIX
forma matemática ya establecida por el pitagorismo y recordada por Ptolomeo en I 5, la
forma e)pimo/rioj ([n+1]:m) y la forma pollapla/sioj ([nm]:m; como se verá en las no-
tas al pasaje, la justificación de tal elección no es ya un problema del propio Ptolomeo,
sino de la tradición pitagórica), y dentro del tetracordio, concretamente la primera. Por
supuesto, esta forma matemática tiene una contrapartida en el mundo fenoménico: cf.
15.8, “al ser necesario que en las razones epimóricas se halle lo melódico”.
en la concepción casi temperada del intervalo, cf. 34.16-18). La segunda razón, nueva-
mente apelando a la percepción, es el desajuste del número de xro/ai o coloraturas de un
mismo género (cf. 37.1-6). Esto afecta naturalmente a otros teóricos como Arquitas, que
sólo establecen una variedad para cada uno; Ptolomeo, por su parte, divide un enarmó-
nico, dos cromáticos y cinco diatónicos, aunque no todos son, como los llama, “familia-
res” o “habituales”, sunh/Jh. La tercer razón, que afecta sólo a Aristóxeno (aunque roce
a Arquitas y su intervalo grave común 28:27), concierne a la división en dos intervalos
iguales del pukno/n (37.6-8): afirma Ptolomeo que “en todas partes la magnitud central
es concebida más grande”, mientras que Aristóxeno afirmaba que los dos intervalos
graves del género son o bien iguales o bien el último menor que los restantes (Aristox.
Harm. 52.10)209. Ahora bien, si se observan en II 14 las magnitudes que forman el puk-
no/n enarmónico de la división de Dídimo o Eratóstenes, parece imposible no pensar en
que la insignificante diferencia entre los lo/goi no reflejase una realidad también presen-
te en los géneros aristoxénicos.
208
Cf. además Aristox. Harm.15.25, Plut. Placit.Phil. 902-903, Porph. in Harm. 94.31-95.19 y
Cleonid. Harm.179.11.
209
Cf. Pérez Cartagena, op.cit., p. 316 n. 158, y GMW, p. 306 n.121.
LXXX
La segunda consecuencia es el rechazo de razones que no tuviesen la forma
e)pimo/rioj, obligada en los tetracordios: así, el cromático de Arquitas contiene 32:27 y
243:224 (cf. 36.5-6), aunque en realidad estén diseñadas para conseguir una summetri/a
de otra naturaleza210. Igualmente contiene una razón similar el enarmónico de Eratóste-
nes en su intervalo más agudo, 19:15, si bien respecto a este género es lícito ser preca-
vido: debido a la laguna de II 14, sólo tenemos sus cifras en las tablas, y si son las au-
ténticas, es sorprendente que Ptolomeo no se hubiese referido a una razón tal.
Se puede ver ahora el hilo conductor del discurso del tratado. En primer lugar,
los géneros de los demás teóricos son criticados por no ajustarse a los datos de que nos
provee la percepción, lo que sencillamente quiere decir que no son los géneros que se
pueden oír en el teatro. En segundo lugar, Ptolomeo ha demostrado que los géneros
“habituales” son derivables racionalmente, lo que a su vez quiere decir que los géneros
210
Como demostró Barker, vid. GMW, pp. 46-52.
211
Aunque pretende ser exhaustivo, hay otras posibles divisiones de la cuarta 4:3, como las que
señala J. M. Barbour, Tuning and Temperament: a Historical Survey. East Lansing, Michigan 1951, p.
23, que no aparecen tampoco en las divisiones griegas conocidas.
212
Cf., por ejemplo, Theo Sm.69.12-706, 86.15-87.3 y Aristid.Quint. 95.20 ss.
LXXXI
que oímos en el teatro “están moldeados con una cierta razón, una causa ordenada y
en absoluto de modo azaroso”, como dijo el autor en 6.21 con un sentido programático.
En tercer lugar, ha demostrado que las divisiones genéricas de sus antecesores carecían
de estos principios-guía, pues consecuentemente sus géneros son los empleados en las
afinaciones. En la buena tradición de la harmónica, en la que cada elemento forma parte
del siguiente, una vez expuestos sus propios géneros sólo ha de indicarnos las a(rmogai/
(cf. 84.17 ss.).
Es ahora cuando surgen las preguntas más importantes. ¿Hasta qué punto está
Ptolomeo reflejando la situación musical de su tiempo y lugar? Con la conciencia de
que hay que ser, en este punto, muy cautos, resulta conmovedora la insistencia del autor
en que las matemáticas coincidan con las percepciones de nuestros oídos. Aunque hay
críticos que no se fían demasiado del sistema armónico –en general– de Ptolomeo213, a
nuestro juicio, y con las debidas reservas, se pueden ofrecer menos razones para des-
echar el material que nos ofrece, que para aceptarlo. Dudar del intento de homologación
entre modelo matemático y praxis musical por parte de Ptolomeo nos parece fuera de
lugar; por ello es verosímil creer en la honestidad intelectual del autor. Es más: con el
desdén por los géneros de los restantes autores, lo que se está mostrando en realidad es
la variada división tetracordial que existió a lo largo del tiempo y del espacio214, y que
para Ptolomeo la teoría musical todavía debía dejar constancia de todos los géneros. En
su tratado recoge las variedades de cromático así como los distintos enarmónicos de los
autores, y su mismo concepto de “género habitual” nos enseña que no todos eran ya
usados. Él mismo lo dice sobre todo respecto al enarmónico, un género que por otras
fuentes sabemos que estaba fuera de uso:
“De los géneros expuestos, encontraríamos todos los diatónicos familiares a los oídos,
pero no ya del mismo modo ni el enarmónico ni el suave de los cromáticos, porque no
se deleitan con los caracteres muy laxos” (43.5-8)
213
Así, cf. Th. J. Mathiesen, op.cit., pp. 465-466; R. C. Phillips (“Mean Tones, Equal Tempered
Tones and the Harmonic Tetrachords of Claudius Ptolemy”, Memoirs and Proceedings of the Manchester
Literary and Philosophical Society 48/13 [1904], p.5) considera que los géneros ptolemaicos son inven-
ción de este autor.
214
Contra, la opinión de Solomon (SPH, p.xxix n.33), quien supone los fenómenos armónicos
como data invariables geográfica y temporalmente.
LXXXII
El enarmónico (el más prestigioso, y normal en la época arcaica) había desapa-
recido prácticamente, aunque Ptolomeo en 45.19 ss. deje lugar a su ocasional uso215. A
su vez, el cromático tuvo la preferencia del público en época aristoxénica216, pero en
época ptolemaica el género triunfador era sin ninguna duda el diatónico, pues así lo
muestran los fragmentos musicales, casi en su totalidad escritos en este género. Y, como
recuerda R. P. Winnington-Ingram217, el cromático usado por Ptolomeo (al que llama
tenso) es prácticamente lo mismo –en el tamaño de sus intervalos– que el diatónico sua-
ve de Aristóxeno218.
215
Aunque ese pasaje puede ser interpretado también en un sentido estrictamente teórico. Otro
pasaje que habla de la posible actualidad del enarmónico podría ser D.H. Dem. 22, cf. M. L. West, An-
cient Greek Music, Oxford University Press, 1992, pp. 165-166.
216
Cf. Aristox. Harm. 23.
217
Mode in Ancient Greek Music, Cambridge 1936, p. 78.
218
En cents, compárese el cromático ptolemaico (267, 151, 80) con el diatónico aristoxénico
(249, 149, 100).
219
“The Scales of some surviving AULOI”, CQ 19 (1969), pp.266-268.
220
El orden de los intervalos en el auló es reversible en función de la digitación; cf. Letters,
op.cit, p.266. Una lista completa de todos los aulós conservados se lee en West, op.cit., pp.97-98.
LXXXIII
En la tabla se han efectuado todas las comparaciones posibles, yendo más allá de
las conclusiones de Letters. Si suponemos que lo que Ptolomeo denomina “géneros
habituales” (sunh/Jh) son los que aparecen en las afinaciones instrumentales de II 15,
entonces los aulós no nos decepcionan: en ellos podemos obtener los diatónicos tenso y
tonal, y el cromático tenso, que a falta del diatónico ditonal son los géneros que obser-
vamos en tales afinaciones de los citaristas. E incluso vemos con sorpresa que el género
aparentemente más teórico de Ptolomeo, el uniforme o o(malo/n, aparece en algunos de
estos aulós. Por su parte, West221 expresa en cents los intervalos en otros aulós (tenien-
do en cuenta factores de medición considerados verosímiles en la experimentación), y la
conclusión más segura a la que llega es que en algunos de ellos existe la secuencia men-
cionada por Aristóxeno (Harm. 47.7 ss.) de ¾, ¾ y 1 tono222; pero muchos de esos in-
tervalos en cents corresponden a lo/goi señalados por Ptolomeo, con diferencias insigni-
ficantes de cents: 9:8, 10:9, 11:10, 8:7, 7:6, e incluso podría considerarse 32:27 (Elgin
B, con 289 cents en su primer intervalo [32:27 = 294 cents, en el cromático de Arqui-
tas]). Sin embargo, el argumento de los intervalos obtenibles en los aulós como prueba
arqueológica de los géneros transmitidos por Ptolomeo es demasiado débil. En primer
lugar, se debe objetar la diversa procedencia espacio-temporal de estos instrumentos,
unido a las diferencias en su diseño y probable destino; de esto habla el propio Ptolo-
meo en I 8, rechazando los aulós como vía de comprobación de las hipótesis racionales
(Harm. 20.1 ss., “pues en los aulós y siringas, al ser difícil encontrar la corrección de su
irregularidad, incluso también los límites respecto a los que es necesario comparar las
extensiones, se establecen de modo indefinido al haber un cierto desorden en la mayoría
de los instrumentos de viento”). Nuestro autor rechazó los aerófonos como o)/rgana per-
tinentes a la harmónica (como también hizo, a su manera, Aristóxeno, y antes de él,
Platón en Phlb.56a con razones parecidas a las de Ptolomeo); justificar sus géneros me-
diante el auló contradiría todo su plantemiento. Pero lo que queda claro es que hay un
principio de relación entre los intervalos instrumentales y los derivados de las hipótesis
racionales.
En segundo y último lugar, la crítica más reciente está de acuerdo en señalar que
los aulós (en los experimentos con reconstrucciones) eran instrumentos muy versátiles
221
Op.cit., pp.99-101.
222
Auló de Éfeso A (ca.600-550 a.C.) y en uno de los aulós Reading (IV a.C.)
LXXXIV
capaces de producir numerosos intervalos223: Proclo (in Alc. 197.13-15) nos informa de
que mediante la obturación progresiva del tru/phma o agujero se pueden producir tres
notas diferentes. Esto casi nos lleva a la conclusión de que podríamos buscar y encon-
trar cualquier género melódico. Seguramente a esta indeterminación se refería el propio
Ptolomeo.
223
Cf. Mathiesen, op.cit., p.209.
224
Cf. Harm.37.17 ss. En realidad, el único axioma dado por la ai)/sJhsij es la existencia del
pukno/n: cf. ib.38.9-11.
225
En este sentido, es difícil justificar a Ptolomeo en su crítica a los demás autores (especialmen-
te a Arquitas y Dídimo, cf. Harm.78.16-19) por no “considerar antes su utilización, sólo partiendo de la
cual podían ser comparadas con las aprehensiones de la percepción”. Con la interpretación ofrecida, y
considerando que Ptolomeo no se diferencia en muchos casos de los intervalos de estos teóricos (vid.
Apéndice I), hay que concluir entonces que el alejandrino se refiere al orden de estos intervalos en el
interior del tetracordio (que tendría su confirmación en las composiciones musicales) según la confirma-
ción sensorial de 37.7-8 sobre la magnitud del intervalo me/son. Ahora bien, las melodías no están conce-
bidas para mostrar el orden de los intervalos en el género: no es éste el cometido de la melopoia.
LXXXV
Es necesario añadir algunas consideraciones sobre la interpretación “moderna”
de tales divisiones tetracordiales. En primer lugar, hay razones armónicas en ellas que
coinciden con las de la llamada “afinación justa”, presente en la teoría y la práctica mu-
sicales del Renacimiento226: por ejemplo, las terceras 5:4 y 6:5, y los semitonos 16:15 y
25:24, presentes en los géneros de Dídimo y Ptolomeo. Pero aunque los teóricos rena-
centistas se sintiesen herederos de los griegos en sus afinaciones, es difícil pensar que
estos mismos griegos tuviesen la intención de mejorar el sistema de afinación pitagóri-
co; más bien era una cuestión de gusto entre los músicos prácticos, como dice Aristóxe-
no (Harm. 23.11 ss.):
“Quienes sólo están habituados a la composición que predomina en nuestros días re-
chazan, como es lógico, la lícano de dos tonos, pues, en general, la mayoría de nues-
tros contemporáneos utiliza lícanos más agudas; la causa de esto es su constante pre-
tensión de dulcificar”.
226
Cf. Goldáraz Gaínza, Afinación y temperamento en la música occidental, Madrid 1992, pp. 33
ss.; Barbour, op.cit. pp. 25 ss.
227
Cf. Pérez Cartagena, op.cit., p. 308 n.135; J. Chailley, La musique grecque antique, Paris
1979, p. 36.
228
“Harmonia und Mousike im griechischen Altertum”, Studium Generale 19 (1966), pp.533-
538, esp.p.536.
LXXXVI
Un último comentario ha de hacerse sobre los géneros de Aristóxeno. En la obra
de Ptolomeo queda consagrada la oposición entre su propia concepción y la del tarenti-
no, y así fue visto por los teóricos de siglos posteriores229. Algunos de estos teóricos han
considerado a Aristóxeno el primus inventior del temperamento, con su distribución de
la cuarta en “partes”; pero los últimos especialistas en sistemas de afinación reconocen
la distancia que separa una genuina teoría del temperamento y las “partes” de Aristóxe-
no230. A nuestro juicio, el tarentino estaba abocado a este método dadas dos premisas
fundamentales de su sistema: en primer lugar, el rechazo a la acústica pitagórica (lo que
sitúa a su harmónica en otro punto de partida); y en segundo lugar, su confianza en la
capacidad de la percepción, que le exime de valerse de las razones armónicas para la
microtonalidad. No hay en la música griega antigua, pues, ni principio de afinación jus-
ta (porque el núcleo motriz de la música griega es la cuarta, y no las terceras o sextas) ni
temperamento (pues el temperamento implica operar con razones)231.
5.3.3.Los modos.
La teoría modal de Ptolomeo es una de las más sobresalientes características de
su doctrina armónica, si no la más importante; es, además, el origen de desarrollos pos-
teriores medievales y renacentistas que se miran en ella. En el siglo II d.C., y en un pa-
norama (que se prolongará mucho después) en el que la tratadística repite, exponiéndo-
las, las llamadas trece tonalidades aristoxénicas, se vuelve a un sistema que apela al
número de las “formas de la octava” como criterio constitutivo de las escalas conocidas
como to/noi. La cuestión del carácter modal o tonal de la música griega antigua es sin
duda alguna la discusión más intrincada y desalentadora de toda la crítica. A lo largo de
los textos antiguos que de una manera u otra han aludido a las “escalas” musicales, hay
pasajes que indican la presencia de modos junto a otros más o menos contemporáneos
que hablan de tonalidades232. No obstante, incluso ésta es una afirmación atrevida. En la
literatura existente sobre la música griega antigua, se suceden aquéllos que admiten una
interpretación modal (Westphal, Gevaert, Winnington-Ingram) frente a quienes niegan
229
Barbour, op.cit., pp.22-23.
230
Goldáraz Gaínza, op.cit. p.24; cf. Barbour, op.cit., p.22.
231
A pesar de Phillips (op.cit., p.8), que a través de ingeniosas operaciones matemáticas tenden-
tes a hallar la razón del tono temperado (55:49), concluye que los tetracordios ptolemaicos están concebi-
dos para el establecimiento de este intervalo.
232
Una reunión y confrontación de los más importantes y significativos se encuentra en J. D.
Denniston, “Some recent theories of the greek modes”, CQ 7 (1913), pp. 83-99.
LXXXVII
que tales modos hayan existido alguna vez (Monro, Chailley en un cierto sentido) y sólo
aceptan las “tonalidades”. Por supuesto, la discusión y los resultados dependerán de la
noción que –sobre todo– se tenga inicialmente de lo que es un “modo”233. Sin duda el
camino pasa por aceptar una definición, y a este respecto es muy interesante el comenta-
rio de W. D. Anderson234 a propósito de la forma adverbial con que los griegos se refe-
rían a las escalas (por ejemplo, ludisti/, frugisti/): “when a Hellene thought of what we
would call modality, he had in mind not merely a particular scale pattern but also a dis-
tinctive musical idiom, as it were a dialect”. Muchos términos empleó la tratadística
musical griega para referirse a una escala donde lo fundamental no era su altura absoluta
sino la disposición interna de sus intervalos: así encontramos a(rmoni/a, to/noj y tro/poj,
en constante confusión, muchas veces sinónimas (como en el caso de Plutarco o
Anon.Bellerm.) 235, o con usos especializados (para Filolao la a(rmoni/a era la octava)236.
Ptolomeo describe un sistema formado por siete modos, en igual número que las
“formas de octava”, pues reconoce que éstas agotan las posibilidades de ordenación
interválica en el marco de la octava. Sin embargo, la noción de “forma”, eiÅdoj tou= dia\
pasw=n, es un elemento de la teoría musical griega muy antiguo, y cuya naturaleza y
papel en la estructuración de las escalas no está del todo claro. Para comprender mejor
la situación teórica que adopta Ptolomeo, es conveniente repasar la historia de la forma-
ción de las escalas musicales en el ámbito griego. Muchas son las teorías y los acerca-
mientos a la cuestión; por nuestra parte, intentaremos situar el marco en el que el ale-
233
En el Diccionario técnico de la música de F. Pedrell (Barcelona, 1894, s.v.) leemos la si-
guiente definición de modo: “Orden determinado en la posición y sucesión de los tonos y semitonos cons-
tituyentes de la escala de un tono”; según Abraham Z. Idelsohn, citado por G. Reese en La Música en la
Edad Media (Madrid 1988, p.29), “Un modo (…) está compuesto por cierto número de MOTIVOS (i.e.,
breves figuras musicales o grupos de notas) dentro de una escala determinada. Los motivos poseen fun-
ciones diferentes. Hay motivos iniciales y concluyentes, y otros de carácter conjuntivo o disyuntivo. El
compositor, en sus creaciones, trabaja con el material de estos motivos folclóricos tradicionales dentro de
un cierto modo. Su composición no es otra cosa que el arreglo y combinación propios de este número
limitado de motivos. Su ‘libertad’ de creación consiste, además, en los embellecimientos y modulaciones
de un modo a otro”. Por su parte, J. Chailley (op.cit., p.107) lo define como “un conjunto de característi-
cas que permiten reconocer un tipo de organización musical”. Este tipo de definiciones van más allá del
criterio de ordenanción interválica típico de los modos medievales, y se adapta mejor a las escalas de la
República de Platón.
234
Op.cit., pp.25-27 y 217 n.26; J. Solomon, “Toward a History of tonoi”, The Journal of Musi-
cology 3 (1984), pp.242-251, esp. p.249.
235
De E apud Delphos 389 E; Anon.Bellerm. 28.
236
DK 44B6 (cf. Arístid.Quint. 15.10)
LXXXVIII
jandrino reflexiona sobre los to/noi, tal y como nosotros mismos percibimos el proble-
ma237.
nocible por su hÅJoj, su carácter. Y que eran algo más que meras disposiciones intervá-
licas en el marco de la octava nos parece claro a partir de unos versos como los de Pra-
tinas (ap. Ath.XIV 19, 37 ss. [= fr. 6 Snell (fr. 5a Page)] )238:
Está claro que aquí se alude a a(rmoni/ai tensas, relajadas e intermedias, un tipo
de clasificación más pertinente a la tensión o registro (del instrumento, de la voz) que a
sus intervalos. Sin embargo, no hemos de olvidar que los griegos no poseían convención
alguna de altura tonal sobre la que afinar universalmente, o sobre la que establecer altu-
ras. Ello hace que las a(rmoni/ai de Arístides Quintiliano sean transmitidas mediante no-
237
Porque de un problema se trata, si se tiene en cuenta la separación temporal entre autores, el
hecho de que ellos mismos sean fuente de épocas muy anteriores, y que no es posible dejar de percibir
que la teoría camina por un lado y los testiminios musicales van por otro.
238
Sobre estos versos, cf. los comentarios de D. B. Monro (The Modes of Ancient Greek Music,
Oxford 1894, pp.5 ss.), J. Lohmann (Musike und Logos, Stuttgart 1970, p.59), O. J. Gombosi (Tonarten
und Stimmungen der antiken Musik, Kopenhagen 1939, p.89), A. Barker (GMW, I p.282), W. D. Ander-
son (Music and Musicians in Ancient Greece, Cornell University Press, 1994, pp.86-92) y M. L. West
(op.cit., pp.178-179), entre otros.
LXXXIX
tación y mediante intervalos, si bien la primera no es del todo relevante. Esto quiere
decir que, más que entender que existiese un cuerpo de “tonalidades” normalizado como
hoy día, la altura de una a(rmoni/a era cuestión de muchos factores239. Un testigo a me-
nudo citado como prueba de la “modalidad” en época arcaica es Heráclides del Ponto,
del siglo IV a.C. (ap. Ath. XIV 19, 49), pero como apunta Monro240, de lo que es testigo
es de que en su época se entendía a(rmoni/a como un fenómeno musical ligado a una al-
tura concreta.
a(rmoni/a 242
Intervalos
Lidia dDTddDd
Doria TddDddD
Frigia TddDddT
Jonia ddD3/2T
Mixolidia ddTTdd3
Syntonolidia ddD3/2D
Como se puede ver, estas a(rmoni/ai no se caracterizan por estar contenidas jus-
tamente por la octava (la mayoría se excede o no llega), y no existe en ellas un principio
de construcción tetracordial claro243. La cuestión de su autenticidad ha sido muy debati-
do, sin que se haya llegado a una conclusión definitiva; pero sean o no auténticas, o se
engañe o no Arístides Quintiliano, lo que parece más que evidente es que antes del equi-
239
Chailley (“Le mythe des modes grecques”, Acta musicologica 28 [1956], p.156) expone dife-
rentes loci donde se relaciona ta/sij con a(rmoni/a.
240
Op.cit., p.11.
241
Además de estas escalas de Arístides Quintiliano, podrían añadirse el Spondeion y algunas
escalas defectivas ligadas a Terpandro y Filolao: cf. Ps.Plut. de Mus.1134F-1135B, 1137B-D, Ps.Arist.
Pro.XIX 32, Nicom.Harm.253; R. P. Winnington-Ingram, Mode...p.22 y n.1, West, Ancient Greek Music
pp.174 ss.
242
Su transcripción musical se puede encontrar en las obras citadas de Winnington-Ingram y
West, pero cf. la traducción de L. Colomer y B. Gil, Arístides Quintiliano. Sobre la música, Madrid,
1996, pp.70-71 y A. Barker, GMW, p.420 n.116; tratamientos recientes son la traducción de F. Duysinx,
Aristide Quintilien: La Musique, Bibliothèque de la Faculté de Philosophie et Lettres de l’Université de
Liège, 1999, p.53, y S. Hagel, Modulation in altgrichischer Musik, Frankfurt am Main 2000, pp.171 y
182. Sobre la posibilidad de reunir algunos de estos intervalos en tetracordios, cf. W. D.Anderson, Ethos
and Education..., p.18. El intervalo 3/2 es un “trisemitono”, y el de 3 un intervalo de 3 tonos.
243
Anderson, op. cit., p.19; este factor podría abogar por su autenticidad.
XC
librio que en su disposición transmiten las “formas de octava”, existían unas escalas que
poco tenían de simétricas, y que seguramente eran capaces de transmitir un hÅJoj preci-
samente mediante estas condiciones244, en relación además con la interválica y no me-
nos con la altura tonal245.
Las fechas posteriores a esta referencia de Platón son claves: el pasaje de la Re-
pública puede ser el último que mencione las a(rmoni/ai (con tal nombre) en términos de
puro modo y pura práctica instrumental (alejado, por tanto, de consideraciones teóricas
normalizadoras). A finales de época clásica la música estaba cambiando, y seguramente
el incremento en la complejidad en la ejecución instrumental ligado a la extensión del
antiguo octacordio en un sistema de doble octava, al aumento de notas (cuerdas) y de la
modulación como efecto estético presionaron los estudios teóricos sobre la naturaleza
de las escalas246. Por otra parte, el uso e investigación armónica en el auló247 habría
propiciado un avance de la tonalidad frente a la modalidad, pues la cítara puede reafinar
sus cuerdas, pero el auló tiene una altura tonal fija248. La consecuencia de esta presión
fue el desarrollo teórico de lo que se conoce como el “Sistema Perfecto” (su/sthma
te/leion). Si un su/sthma era, en teoría, la reunión de varios intervalos, su carácter per-
fecto podía dar cuenta de todos los fenómenos ligados a las escalas, en la tradición de
los diagra/mmata con los que, al parecer, operaron los músicos teóricos249. Uno de estos
fenómenos, y de los más importantes, era la modulación o metabolh/. Entre los
diferentes tipos de modulación se encuentra el de “tono” (kata\ to/non; kata\ tro/pon,
244
Cf. Aristid.Quint.19.15; GMW, loc.cit.; la conclusión de Chailley (op.cit., p.162) sobre estas
escalas es favorable en tanto que no consisten sólo en una disposición de intervalos meramente (se des-
criben por el hÅJoj, por su ta/sij y por sus diasth/mata). Pero no son “modos” en el sentido simple del
término (ib., p.152): “Platon condamne le lydien pour sa tonalité aiguë. Comment un mode peut-il avoir
un caractère aigu ou grave? Antinomie (…)”. Un último tratamiento de la cuestión, relacionando estas
escalas con los sistemas tonales de los a(rmonikoi/ transmitidos por Aristóxeno (Harm. 46.17 ss.) lo hace
Hagel (op.cit., pp.171 ss.).
245
Cf. la denominación suntonoludisti/ y los versos de Pratinas citados supra.
246
Cf., por ejemplo, Ps.Arist. Pro. XIX 15, y Ps.Plut. de Mus. 1141D6-F11 (Pherecr. fr.145
Kock), y Plat. R. 399c7 para poluxordi/a y panarmo/nion; para las fuentes en general vid. West, op.cit.,
p.356 n.2, y además B. Zimmermann, “Comedy’s Criticism of Music”, en Drama. Beiträge zum antiken
Drama und seiner Rezeption (Band 2: Intertextualität in der griechisch-römischen Komödie), pp.39-50,
esp. pp.41 ss.
247
De ello es prueba Aristox. Harm. 46.17 ss. Sabemos que había un auló para cada a(rmoni/a: cf.
Paus. IX, 12, 5 y Poll. 4, 80.
248
Para esta hipótesis, cf. Winnington-Ingram, op.cit., pp.76-77. Véase además X. Smp.2.2, 3,
donde se ha querido ver que primero se ajusta el auló y después la cítara es afinada a partir de él.
249
Es decir, los a(rmonikoi/. Vid. R. W. Wallace, “Music Theorist in Fourth-Century Athens”, en
B. Gentili-F. Perusino (eds.), Mousike. Metrica, ritmica e musica greca in memoria di Giovanni Comotti,
Pisa-Roma 1995, pp.17-40, esp.p.30.
XCI
tipos de modulación se encuentra el de “tono” (kata\ to/non; kata\ tro/pon, según Bacch.
Harm. 304.16); no hallamos nunca en la teoría una metabolh\ kaJ¡ a(rmoni/an250. La mo-
dulación de tono o tonalidad ya es mencionada por Aristóxeno (Harm. 12.8-12)251,
De tono, por su parte, se produce cuando exista una modulación desde el dorio al fri-
gio, desde el frigio al lidio o al hipermixolidio o al hipodorio, o en general, de alguno
de los trece tonos a alguno de los demás.
Esta doctrina sobre la modulación no está basada en las viejas a(rmoni/ai, sino en
los to/noi. Y en tanto que éstos son estructuras de doble octava con una disposición de
tetracordios ya configurada, existe una gran distancia ya desde las a(rmoni/ai, algunas de
las cuales no llegaban a la magnitud de octava.
Este Sistema Perfecto constituye, pues, una escala formada por cuatro tetracor-
dios –cuyas notas “móviles” definen su ge/noj, vid. Ptol. Harm. 60.19 ss.– de manera
conjunta o disjunta, más un tetracordio siempre conjunto que facilitaría la modulación al
pasarse de estructuras disjuntas a conjuntas (la reunión de los cinco tetracordios en uno
sólo da lugar a la escala conocida como “Sistema Perfecto Inmodulante”)252. La teoría
ha llegado, pues, a un tipo ideal de escala que superase las irregularidades de las
a(rmoni/ai de manera equilibrada y simétrica. Éste es el primer paso, anterior a Aristóxe-
no, de un proceso de normalización ya inevitable que culminará con las tonalidades que
transmite Alipio253.
250
Aunque sí había modulación entre ellas: recuérdese el “trípode” que para tal efecto inventó
Pitágoras de Zacinto (vid. West., op.cit., p.226).
251
Cf. Pérez Cartagena, op.cit., pp.260-264; Hagel, op.cit., p.34.
252
Cf. Ptol. Harm. II 6 para el sistema sunhmme/non y su carácter redundante. Ptolomeo describe
el Sistema Perfecto en Harm. II 5. Para diagramas explicativos en solfeo moderno, cf. Pérez Cartagena,
op.cit., pp.429 ss.
253
Cf. Apéndice III; igualmente, Anderson (op.cit., pp. 29-31) y J. Chailley, op.cit., p.156. El
Sistema Perfecto se basa en el círculo de quintas (cf. Chailley, ib.; Hagel, op.cit., p.32) y por ello está muy
alejado de las a(rmoni/ai platónicas. Pérez Cartagena remarca que en la obra de Aristóxeno no se encuen-
tra el plural “escalas perfectas”, sino sólo una “escala perfecta” (op.cit., p.246; cf. Aristox. Harm. 10.12-
XCII
A nuestro juicio, lo más verosímil es pensar que la conformación de este Siste-
ma esté estrechamente ligado –como causa o efecto teórico– al de las llamadas “formas
de octava” (ei)/dh tou= dia\ pasw=n).
13) y añade: “es muy probable (…) que el propio Aristóxeno o alguno de sus sucesores inmediatos haya
sido el creador del sistema de escalas perfectas. Sin embargo, esto podría haberse producido antes de la
redacción de la Harmónica” (ib., p.247).
254
Aristox. Harm.10.19 ss. Como indica Pérez Cartagena (op.cit., pp.252-253), matemáticamen-
te son posibles, por combinación, 23 ordenaciones de intervalos.
255
Cf. Solomon, op.cit., pp.245-246.
XCIII
Cleónides y Arístides Quintiliano nos transmiten las “formas de octava” con las etique-
tas de algunas de las a(rmoni/ai de la lírica256:
Estos autores nos dicen que eran los “antiguos”258 quienes llamaban a tales es-
quemas o formas con esos nombres. Sin embargo, las formas de octava son simples
proyecciones interválicas del Sistema Perfecto, y no parecen estar pensadas, en primer
lugar, para mostrar todas las posibles disposiciones interválicas (la conocida “circula-
ción de los intervalos”), sin referencia alguna a la instrumentación ni, por supuesto, a su
altura, puesto que no la tienen de manera absoluta; y mucho menos a hÅJoj alguno259.
Chailley260 insistió en que los ei)/dh tou= dia\ pasw=n o formas de octava tienen el mismo
origen que las formas de cuarta o quinta: las formas de octava, tal como aparecen en los
tratados (y esto vale también para la definición de octava de Filolao), no tienen carácter
modal alguno en tanto que no definen una nota rectora; están insertas en el Sistema Per-
fecto como segmentos de él. En segundo lugar, hay un evidente propósito de regularizar
las a(rmoni/ai. Este propósito puede haber partido del mismo impulso que la “circulación
de intervalos”, o ser independiente; esto es incierto. Pero fuese como fuese, al final se
obtuvo un medio de localizar en el Sistema Perfecto cualquier tipo de octava. Estos “an-
tiguos” que vincularon etiquetas étnicas y formas de octava habrían sido los que regula-
rizaron las a(rmoni/ai. Obsérvese la similitud de los intervalos y el proceso llevado a ca-
bo:
256
Las fuentes son Aristid.Quint. 15.11-15, Anon.Bellerm. III 62, Cleonid. Harm. 197.4-198.3,
Gaud. Harm. 346.6-347.10 y Bacch. Harm. 308.17-309.9.
257
El mismo Cleónides (Harm.198.11-12), al igual que Ptolomeo, dice que es igual la forma me-
se-nete de las añadidas que la proslambanómeno-mese.
258
Cf. Aristid.Quint.15.11 e)kalei=to, Cleonid. Harm.197.7 e)kalei=to u(po\ tw=n a)rxw=n.
259
Las formas de octava están íntimamente ligadas a las formas de cuarta y quinta. Para las dife-
rentes exposiciones del problema en los autores antiguos, cf. A. Barbera, “Octave Species”, Journal of
Musicology 3 (1984), pp.229-241.
260
Op.cit., p.141; cf. Solomon, op.cit., pp.246-249.
XCIV
nombre a(rmoni/a eiÅdoj tou= dia\ pasw=n
mixolidia ddTTdd3 ddDddDT
frigia TddDddT DddDTdd
doria TddDddD ddDTddD
hipolidia (= lidia) dDTddDd dDTddDd
dependiendo del intervalo punto de partida, como si fuese un círculo; todas son, ade-
más, identificables dentro del Sistema263.
1ª forma: mixolidia; 2ª, lida; 3ª, frigia; 4ª, doria; 5ª, hipolidia; 6ª, hipofrigia; 7ª, hipodoria.
261
Music in Ancient Greece and Rome, London-New York 1999, pp.108-109. R. W. Wallace
(“Damone di Oa ed i suoi succesori: un’ analisi dell fonti”, en R. W. Wallace-B. MacLachlan, Harmonia
Mundi. Musica e filosofia nell’ Antichità, Roma 1991, pp.30-53, esp. p.49) supone que Damón pudo
haber clasificado las a(rmoni/ai al igual que los metros poéticos (cf. Plat. R.400a-b), quizá dando lugar a
los prefijos hiper- e hipo- en las designaciones de las escalas.
262
Landels (op.cit., p.108) conjetura que quizá Arístides Quintiliano transmitiese la lidia con la
interválica de la nueva hipolidia porque no encontrase la verdadera a(rmoni/a. Sobre esto, vid. Hagel,
op.cit., pp. 174 ss. Por otra parte, el triunfo del SPI llevó a la pérdida de la denominación u(perpupa/th
(un tono bajo la u(pa/th), nota que se encuentra en las a(rmoni/ai platónicas (vid. West, op.cit., p.221,
Hagel, op.cit., p.8 y Winnington-Ingram, op.cit., pp.28-28): cf. Aristid.Quint. 8.9-13, Boeth. Mus. 208.10-
16, Theo Sm. 88.18: h(/ te u(perupa/th kaloume/nh h( kai\ dia/tonoj u(patw=n; cf. dia/pemptoj en DAM 6,
ll.10 y 17.
263
Cf. Ptol. Harm. II 5. La séptima forma es conocida por algunas formas como hipodoria o
“común” porque es contenida tanto por proslambano/menoj-me/sh como por me/sh-nh/th u(perbolai/wn.
XCV
Hasta aquí el proceso queda claro, y la mayoría de los especialistas están más o
menos de acuerdo. El problema casi insoluble viene representado por el hecho de que a
partir de esta época (el post-clasicismo) no tenemos apoyo teórico ninguno para estable-
cer la evolución de este Sistema; no ha quedado nada hasta que Cleónides (un autor de
fecha tardía, pero no anterior al II d.C)264 nos habla ya de los trece to/noi kat¡ ¡Aris-
to/cenon. Esta dificultad de reconstrucción ha sido resuelta de dos maneras por la crítica
264
L. Zanoncelli (op.cit., pp.74-75, que además reúne otras conjeturas de diferentes filólogos) lo
sitúa entre el II-III d.C.; Mathiesen (op.cit., p.368) lo fecha entre II y IV d.C.
265
El único tono (T) en el diagrama de las formas de octava supra, en género enarmónico.
266
Por ejemplo, cf. Arist. Metaph.1018b29, Ps.Arist. Pro. XIX 20 y 36, Cleonid. Harm. 201.14-
202.5.
267
La imagen del círculo abierto en una línea es de Landels, op.cit., p.109. Esta explicación, de
una u otra forma, la vemos, por ejemplo, en West. Cf. R. da Rios, Aristosseno. L’Armonica, Roma 1954,
Tavola I B (p.130), con un útil diagrama.
XCVI
entre los griegos, incluidos los basados en el auló, mantienen una determinada similitud:
por ejemplo, dorio, frigio y lidio son to/noi separados siempre por un intervalo de to-
no268. Esto puede indicar que el escalonamiento entre los to/noi proceda de la época
prearistoxénica: en ese momento los ei)/dh tou= dia\ pasw=n sistematizan regularmente las
a(rmoni/ai, pero a la vez, al estar insertas en el Sistema Perfecto, convierten su extensión
268
Cf. Ptol. Harm. 64.9, sobre ello.
269
Sobre la relación de altura inversa que vemos entre las formas de octava y los to/noi, cf. F. H.
E. Styles, “An Explanation of the Harmonic Doctrine of Ptolemy”, Philosophical Transactions 51, art.68
(1769), pp.700 y 708; K. Schlesinger, The Greek Aulos, London 1939 p.123; M. Shirlaw, “The Music and
Tone Systems of Ancient Greece”, Music Review 4 (1943), pp.14-27, esp. pp.16-17; Denniston, op.cit.,
p.87; J. Chailley, L’imbroglio des modes, Paris 1960, p.15; GMW, p.16, J. G. Landels, op.cit., pp.98-99, y
S. Hagel, op.cit., p.29. La causa de esta inversión radica en que la situación dinámica (esto es, la du/namij
de cada nota) es diferente en el caso de que comparemos la posición de los intervalos relevantes: por
ejemplo, la forma de octava hipodoria es la más aguda porque va desde la mese hasta la nete del tetracor-
dio añadido; pero como altura tonal absoluta, es la más grave, pues su intervalo mese-paramese (el tono
disyuntivo, por el que son descritas las formas de octava) es su intervalo más grave, mientras que en el
caso del mixolidio ocupa la posición más aguda. Este nuevo orden es el que recoge y desarrolla Ptolomeo,
al trabajar sólo con la noción de notas por función (kata\ du/namin): cf. Harm. II 5.
270
Cf. las definiciones pertinentes de to/noj con este sentido en Porph. in Harm. 82.3-6 y Cleo-
nid. Harm. 202.4 ss.
271
Cf. West, op.cit., p.233; Hagel, op.cit., pp.32-33; Pérez Cartagena, op.cit., p.351 n.233. Las
fuentes principales son Aristid.Quint.I 10 y Cleonid. Harm. 203.5 ss.
XCVII
contribuyó a la regularización de las escalas como unidades semejantes a distancia de
semitono. Puesto que cuando escribe Ptolomeo la nomenclatura de to/noi o)cu/teroi y
to/noi baru/teroi no ha asignado una etiqueta a uno de estos dobletes, el sistema tonal de
Finalmente, el sistema es aumentado hasta quince to/noi, ocupando todos los es-
pacios semitonales mediante nuevas notas mese, y prevaleciendo un esquema de sime-
tría con escalas hipo- e hiper- a distancia de cuarta de sus to/noi matrices (las escalas
añadidas no tendrían relevancia práctica), si bien sólo continúan siendo posibles siete
formas de octava: es el esquema transmitido por Alipio en su tratado, junto con la nota-
ción.
Los quince to/noi de Alipio (y los trece de los aristoxénicos) son llamadas a me-
nudo “escalas de transposición”, diseñadas específicamente para facilitar la modulación
entre ellas. Sin embargo, tienen su origen último en las formas de octava, y probable-
mente toda la historia de los h)/Jh atribuidos a estas escalas no sea sino el final del tra-
yecto de aquellos antiguos caracteres de las a(rmoni/ai arcaicas. Pero es difícil seguir
272
Un autor más o menos contemporáneo de Ptolomeo como Frínico el Aticista habla también
de las “trece harmonías” (SP 25.8). Nótese que los to/noi aristoxénicos, sin doblar, son ocho, un sistema
similar al de Boeth. Mus. IV 15 o Bryenn. Harm. III 1.
273
La Musique…, p.90.
XCVIII
hablando de tales caracteres cuando lo que prima ahora es la altura absoluta, y cuando
las escalas sólo se diferencian por un semitono. Es más, los nuevos to/noi creados (como
el hiperlidio, por ejemplo) no tienen historial ético alguno. Que el discurso sobre los
h)/Jh estaba agotado en época imperial lo prueba el tratamiento ptolemaico de la cuestión
(Harm. III 7), más preocupado de cubrir el programa que de fundamentar musicalmente
la atribución respectiva274.
Éste es el contexto en que se mueve Ptolomeo cuando decide abordar una revi-
sión de la teoría tonal. La aportación del alejandrino se ha visto normalmente como la
de un reformador, y es bien cierto; no es justo, sin embargo, considerarlo un revolucio-
nario en este aspecto275. Su posición es la de total rechazo a la teoría de los que él llama
“aristoxénicos”276, en quienes hemos de ver a quienes propugnan los trece to/noi de
Cleónides. Ptolomeo no dice que sean trece; pero de que habla de este sistema y no del
de Alipio estamos seguros cuando se refiere a un hipofrigio grave y otro agudo (cf. Ptol.
Harm. 74.14-15). Por ello, es lícito considerar la Harmónica ptolemaica como un post
quem para el sistema de quince to/noi277. El alejandrino no se refiere nunca a tal sistema,
que es derivación del que leemos en Cleónides, si bien habla de aquéllos que han llega-
do hasta ocho to/noi (Harm. II 10).
274
Cf. West, op.cit., p.188; Hagel, op.cit., p.29.
275
Citado por Ateneo (XIV 20, 22), Heráclides del Ponto examina las a(rmoni/ai desde una pers-
pectiva muy similar a la de Ptolomeo, esto es, con el criterio de la forma de octava. Cualquier a(rmoni/a
que suponga una repetición de una forma es redundante.
276
Estos “aristoxénicos” probablemente encubran a Cleónides, un autor de fecha incierta pero
con muchos ecos en la Harmónica ptolemaica. La fuente de Ptolomeo podría ser la misma que la de Arís-
tides Quintiliano.
277
De ahí que consideremos errónea la afimarción de Chailley (La Musique..., p.94) de que Pto-
lomeo rechace los quince tropos alipianos.
278
Cf. Harm. 69.3-4, e)nh/gage d¡ ouÅn h(ma=j o( lo/goj ei)j to\ kai\ to\ plh=Joj tw=n to/nwn suni-
dei=n.
XCIX
ma más vasto y con alcances en niveles superiores de la ciencia harmónica. Demuestra
así Ptolomeo que el principio de inclusión de los elementos en el programa de la
a(rmonikh/ era aún fecundo (cf. el diagrama organizativo del tratado, supra). La tríada
Ptolomeo comienza afirmando que el número de to/noi debe ser igual al de las
formas de octava (Harm. 69.4-5), esto es, siete. Esta aserción tiene una forma de petitio
principii, aunque en realidad a lo largo de los capítulos centrales del libro II el autor
recuerda los principios sobre los que se basa este inicio. Sin embargo, antes de explicar
estas razones conviene recordar que lo que Ptolomeo entiende por “formas de octava”, y
que reflejará en la octava central del Sistema Perfecto, no son las derivadas de la circu-
lación de los intervalos, sino las formas que ya tienen la reversión de alturas efectuada,
pues la revisión de los to/noi de Ptolomeo parte del núcleo que configuró las tonalidades
aristoxénicas, donde la hipolidia es la más grave280.
279
Para el aspecto perceptivo, cf. Harm.17.24-25; para el tipo de lo/goj y su u(peroxh/, cf. ib.
18.10 ss.
280
Ptolomeo, en Harm.II 3 y 5 especifica cuáles son estos ei)/dh tou= dia\ pasw=n, y coincide con
las demás fuentes antiguas (Aristid.Quint. 15.11-15, Anon.Bellerm. III 62, Cleonid. Harm. 197.4-198.13,
Gaud. Harm. 346.6-347.10, Bacch. Harm.308.17-309.9) en disponer la primera forma como aquélla que
va desde u(pa/th u(pa/twn hasta parame/sh, la segunda desde parupa/th u(pa/twn hasta tri/th diezeug-
me/nwn, etc. De este modo, la hipodoria es la más aguda y la mixolidia la más grave (conforme a Arístides
Quintiliano y Cleónides). Pero sin que el alejandrino explique por qué, encontramos, como es habitual en
la teoría post-aristoxénica, que el to/noj hipodorio es el más grave, y el mixolidio el más agudo (cf. Ptol.
Harm. II 10, tab.). Las formas de octava no están incluidas en el Sistema Perfecto (tal y como lo trata
Ptolomeo) entre u(pa/th u(pa/twn y parame/sh, sino entre u(pa/th me/swn y nh/th diezeumge/nwn (cf. Harm.
73.7; la justificación para que un to/noj esté contenido por un Sistema de dos octavas se desarrolla en II
4). La “inversión de alturas” se ha producido –sean cuales sean las notas límite de las formas–, y aunque
lo importante es la disposición interna de los intervalos, esta omisión de Ptolomeo habla contra la equipa-
ración de “los antiguos” –según las fuentes mencionadas– de denominaciones modales étnicas y formas
de octava. Sobre la inversión de alturas, cf. supra n.269.
281
Ptolomeo afirma que es la naturaleza (fu/sij) quien establece este número (Harm. 69.6-7).
Por otra parte, F. A. Gevaert (Histoire et théorie de la musique de l’antiquité, Gand 1875-1881, vol. I,
p.252 n.2) cree que en el siglo II d.C. las especies de octava han perdido sus denominaciones étnicas.
C
Las tonalidades aristoxénicas mantienen un semitono de diferencia entre ellos, pero Pto-
lomeo recuerda que la sucesión continua de semitonos no es melódica; el mismo Aris-
tóxeno no se habría opuesto a ello. Puesto que cada to/noj, atendiendo a las formas de
octava, puede entenderse como una determinada ordenación de intervalos entre dos lí-
mites en razón 2:1, los sonidos interiores necesitan un punto de arranque que disponga
sus funciones (duna/meij): para ello se escoge la nota mese282, de modo que la localiza-
ción de cada mese sitúe relativamente, a su vez, cada uno de los to/noi, ya que marca las
demás funciones de las notas dentro del Sistema Perfecto. Aquí es donde entra el prin-
cipio de jerarquización desarrollado en Harm. I 7: puesto que las formas de octava no
desarrollan sus funciones (duna/meij) más allá del intervalo de octava, consecuentemente
habrá que disponer la mese de cada to/noj con movimientos de cuartas y quintas, porque,
tras los homófonos, quedó establecido que los siguientes en importancia eran los inter-
valos consonantes (dia\ tessa/rwn, dia\ pe/nte). Éste es un principio acústico bien cono-
cido, que permite hallar todos los sonidos para después recolocarlos en una secuencia
consecutiva283. Dicho movimiento era conocido por los griegos como lh=yij tw=n
284
sumfwniw=n , y Arístides Quintiliano lo usa para hallar la nota proslambanómeno285,
pero con la intención de obtener las quince tonalidades separadas por semitonos.
282
Siguiendo la tradición griega, cf. supra n.266. Arístides Quintiliano encuentra los to/noi me-
diante la proslambanómeno.
283
Por ejemplo, un movimiento ascendente de quintas y descendente de cuartas, desde la nota fa,
daría fa-do’-sol-re’-la-mi’-si, que al ser ordenados formarán una escala ascendente desde fa.
284
Cf. Aristox. Harm. 69.9 ss. (= Ptol. Harm.25.9-26.4), Euc. Sect.Can. prop.17 (162.1-12),
Aristid.Quint. 21.8-9.
285
Aristid.Quint.21.10-12; Brienio (Harm.III 2 [302.40 ss.]) desarrolla más extensamente el pro-
cedimiento de Aristóxeno contraponiéndolo al de Ptolomeo (cf. ib. 304.5-9).
CI
que el alejandrino vuelve a repetir la gradación de intervalos de I 7, de nuevo, en 70.8-
10 y 70.14-16286.
ser, a su vez, congruentes con la percepción (cf. Harm. 69.11), de modo que esta apela-
ción a la confirmación de los sentidos, más allá de un seguro constante en las racionali-
zaciones del tratado y del hecho de que sea reforzada con el despliegue de las a(rmogai/
de II 15, es una apelación que deriva lógicamente de los supuestos establecidos ante-
riormente.
286
Harm. 70.14-16, “Y es necesario no sólo aquí, sino también en todas partes, que los interva-
los homófonos precedan y se consideren anteriores a los consonantes, y los consonantes a los melódicos,
de forma que también es menester que, de los to/noi, se tomen primero los consonantes, y después los que
son encontrados mediante el exceso entre éstos, etc.”. Para Ptolomeo habría sido incongruente mantener
un sistema tonal basado en alturas de semitono con eventuales repeticiones de ei)/dh, y decir con Arístides
Quintiliano (22.12-15) “si cada sistema conlleva un determinado tipo de voz, es evidente que a la vez que
cambian las armonías variará también la especie del mélos (tou= me/louj eiÅdoj) ”.
287
Ptolomeo no ve ningún motivo justificado para escoger un semitono, frente a otros intervalos
posibles. Una crítica parecida vertió contra los aristoxénicos en I 9 cuando, según él, remiten en su defini-
ción a otras instancias aún sin definir. Brienio desarrollaría más tarde una explicación para las u(peroxai/
entre los quince to/noi: cf. Harm. 304.20-23, kai\ ga\r ou) kata\ lo/gon o)( a)nh\r ouÂtoj ta\j tw=n to/nwn
div/rei u(peroxa/j, a)ll¡ kata\ a)riJmo\n to\n e)n i)so/thti tw=n merw=n Jewrou/menon, o(/per a)llo/trion
pa/ntv th=j tou= h(rmosme/nou kaJe/sthke fu/sewj.
CII
Es difícil dar una respuesta a este proceder de Ptolomeo. Hay que tener en cuen-
ta, a nuestro juicio, varias circunstancias a la vez. Nos parece evidente que en época del
alejandrino (y al menos en su ambiente vital) la música griega era modal. No hay razón
para discutirle a Ptolomeo que su racionalización de los modos no constituya el contra-
punto teórico a una realidad de su tiempo; más bien harían falta argumentos para refutar
lo contrario, y sea como fuere, su edificio teórico es espléndido. Pese a Ptolomeo, la
razón y su carácter “estable” y “no cambiante” se aplica a faino/mena musicales que de-
penden del gusto y de los instrumentistas, factores ajenos a la permanencia inmutable
del lo/goj. Quede en suspenso precisar el grado en que su racionalización modificó el
sistema real de la práctica musical, pero Ptolomeo no podía escapar –aunque lo hubiese
querido– de las estructuras teóricas heredadas. Y si él intentó dar cuenta racional de un
hecho evidente, no lo es menos que en la música griega (en su vertiente teórica como
mínimo) existió una consideración tonal de las escalas, aunque fuese posible emitir una
teoría que demostrase que tanto los modos como las tonalidades tienen un mismo origen
en el antiguo Sistema Perfecto de época clásico-helenística. Probablemente ello sea así,
pues Ptolomeo vincula sus to/noi a las formas de octava de dicho Sistema, y los to/noi
“aristoxénicos”, con seguridad, tienen un origen último en Aristóxeno, que también
habló de las formas de octava (y de alguna forma tuvo que integrarlas en un sistema
coherente)288.
288
Si se piensa que Aristóxeno nunca habló de las trece tonalidades, entonces hay que concluir
que su escuela desarrolló éstas a partir de la matriz teórica del maestro.
289
Cf. Aristid.Quint. 21.2, o(/pwj g¡ a)\n e(/kastoj baru/thta/ te e)/xoi kai\ meso/thta kai\
o)cu/thta.
CIII
la consecuencia del sistema de escalas tonales: se necesitaba un “principio de referen-
cia”290 a partir de un to/noj de partida, que vino a ser (mese instrumental y vocal notada
como C) el hipolidio. Ptolomeo no necesitaba la parashmei/wsij, porque la altura abso-
luta de sus to/noi no es sino cuestión intrascendente y de motivación externa291.
Son, pues, las formas de octava (aunque con las alturas invertidas respecto a los
segmentos del su/sthma te/leion) y no los modos antiguos o a(rmoni/ai las estructuras que
constituyen el fundamento de los modos ptolemaicos. Y si esto es así, y hemos de pen-
sar además (al igual que en el caso de los géneros) que Ptolomeo está hablando del sis-
tema musical que había en su tiempo, la conclusión es que la simplificación resultante
de la sistematización de los modos en el ámbito del Sistema Perfecto tuvo no sólo im-
plicaciones teóricas292, sino su paralelo en la práctica musical (dada la coherencia de la
teoría de los to/noi con la exposición de las a(rmogai/ de II 15; esto podría indicar, a su
vez, que la sistematización pudo proceder de los músicos prácticos293 o haber influido
en ellos).
290
Chailley, op.cit., p.90.
291
En la convención de Bellermann, el hipolidio no tiene armadura; en cambio, en los to/noi pto-
lemaicos, puesto que el tono de referencia es el dorio –ya que coincide con el Sistema Perfecto en sus
notas por función–, es este tono el que se transcribe libre de alteraciones en la armadura. O. Gombosi
hace una revisión de la bibliografía sobre este punto (op.cit., pp. 6-7).
292
Ptolomeo, aunque fundamenta sus modos en las formas de octava, está muy lejos ya de un
Eratocles, un Aristóxeno o un Heráclides, desde el momento en que sus modos reciben el nombre de
to/noi, una designación que significa normalmente “escala de transposición”.
293
Anderson (loc.cit., p.30) hace constar el origen oscuro de las formas de octava, pero sugiere
una alianza de causas externas al sistema que pudieron contribuir al paso de las a(rmoni/ai al Sistema
Perfecto: “discrepancia entre práctica y teoría; desplazamiento de la hegemonía musical desde Esparta a
Atenas; el intercambio de ideas y el descubrimiento de similitudes en los Juegos Olímpicos; las poderosas
escuelas locales, como la tebana de auló; y el interés teórico entre presocráticos y sofistas”. No obstante,
hemos de recordar que, si bien el término a(rmoni/a está muy relacionado con los pitagóricos y su interés
en la música, eiÅdoj como escala es un término que difícilmente habría surgido de los instrumentistas.
CIV
co294. Otra circunstancia interesante es que Ptolomeo no parece estar muy interesado en
los h)/Jh modales, salvo para completar armónicamente los temas tratados. Como se ve-
rá295, el informe de Ptolomeo sobre los caracteres de cada escala no coincide plenamen-
te con los habituales que encontramos en los textos; al menos Ptolomeo no explica por
qué están asociados a cada modo. ¿Hemos de suponer que el hÅJoj de un modo depende
en el caso de Ptolomeo de la disposición interválica interna? Cuando menos, la crítica
debe de estar en lo cierto al sospechar que los valores éticos asociados a las viejas
a(rmoni/ai perderían mucho de su contenido al entrar en primer plano las formas de octa-
va, si es que éstas son consideradas como modos. Si los modos ptolemaicos dependen
de las formas de octava (o al menos se fundan en ellas), nuestro autor no nos explica
cómo puede hablarse de h)/Jh a partir de una regularización aséptica de los intervalos.
Pero habría aún otra interpretación del legado teórico ptolemaico. Quizás la con-
traposición entre modalidad y tonalidad que hemos dibujado no existiese en esos térmi-
nos, sino que más bien la realidad consistiría en la elección de una determinada ta/cij de
intervalos (lo más parecido al eiÅdoj tou= dia\ pasw=n) que fuese capaz de comportar valo-
res éticos, quizá asociados a la tradición del género, a la instrumentación, al kairo/j, etc;
una ta/cij diasthma/twn a una altura absoluta fijada de antemano y traducida por la no-
tación procedente de lo que la teoría conoce como to/noi o escalas de transposición. So-
lomon296 sugiere vagamente esta perspectiva cuando al observar la doble vía en los
fragmentos, dice sobre Ptolomeo lo siguiente:
“I mentioned earlier the phenomenon which appears in most of our forty-two Greek
musical fragments, that the tonos (tropos) as analyzed via the notation used in Alypian
tables is at the same time describable as an octave species analyzable via the Aristoxe-
nian system (…). Since Aristoxenus refused to employ the notational system(s) devel-
oped most probably as early as the fifth century B.C. –he despised the use of notation
as a pedagogical device– his theoretical, perfect systems were developed apart from
the notational, and the two needed at some point to be reconciled in the theoretical
treatises. This was part of Ptolemy’s contribution.”
294
Obsérvense los to/noi en los que están escritos los fragmentos musicales del período romano.
Por ejemplo, hiperjonio en Pap.Berlin 6870 (DAM 30-33), Pap.Oxy.3704 (nº 34 en West, op.cit., p.316),
Pap.Michigan 2958 (DAGM 41), o Pap.Oxy.3161r (DAGM 53); jonio en la inscripición de Sicilo (nº 18 en
DAM); hipojonio en Pap.Oslo 1413 (DAGM 36-37); hipojonio en Pap.Ox.4467 (DAGM 58), Pap.Yale
CtYbr.Inv.4510 (DAGM 41); hiperlidio en Pap.Ox.4462 (DAGM 46).
295
Cf. N.Tr. 785.
296
“Toward a History…”, pp.250-251; cf. West, op.cit., p.185.
CV
La novedad ptolemaica habría consistido, pues, en renovar el fundamento racio-
nal de la modalidad más allá del factor altura y en explicitar esa doble posibilidad ob-
servable en los fragmentos musicales mediante la distinción de la o)nomasi/a kata\ Je/sin
y kata\ du/namin; la escritura de los fragmentos musicales basada en los to/noi alipianos
sólo tiene significado para el registro del intérprete o del instrumento297. La nomenclatu-
ra por posición sería la traducción al sistema de la notación (pues ésta vincula a una
altura absoluta concreta), y puesto que la consideración de la música por Ptolomeo es
modal, esta altura es irrelevante. Consecuentemente, es la o)nomasi/a kata\ du/namin la
que tiene valor, y la coincidencia del dorio con la o)nomasi/a kata\ Je/sin es pura anécdo-
ta298. De esta manera, la altura de esta última nomenclatura está condicionada por las
posibilidades del artista (cf. Harm. 66.24 ss.), un factor que muy probablemente deter-
minaba el to/noj en su escritura, confiándose más bien el hÅJoj a la estructura interna. Tal
estructura interna es lo que hace depender Ptolomeo de los tradicionales ei)/dh tou= dia\
pasw=n como soporte teórico, si bien cabe la sospecha de que estos patrones teóricos
pudieran haber estado muy alejados de los verdaderos motivos de las secuencias
interválicas en los instrumentos.
Desde este punto de vista, la polémica ptolemaica contra los aristoxénicos está
fundamentada. Tiene más sentido conferir más importancia a la nota mese que a la pros-
lambanómeno, como hace Arístides Quintiliano: el motivo y finalidad de la lh=yij tw=n
sumfoniw=n en cada uno de estos autores es diferente. En segundo lugar, el ataque dirigi-
Esta interpretación, que, como hemos indicado, tiene su origen último en Solo-
mon, es muy sugestiva, pero carece de otros fundamentos más sólidos que le den enti-
dad: por ejemplo, sólo poseemos un breve esbozo por parte de Ptolomeo de dos escuelas
rivales sin que estemos totalmente seguros de que nuestro autor se dirige a sus contem-
297
Porfirio (in Harm. 156.9-10), Anon.Bellerm. (28) y Ptolomeo (Harm. I 16, II 16) constituyen
una fuente extraordinaria para conocer los to/noi de los instrumentistas y coros (vid. N.Tr. 647).
298
Cf. Chailley, “Le mythe…”, p.163.
CVI
poráneos o más bien a la crítica teórica anterior; nos hacen falta más datos para juzgar
si esta misma crítica se ajustó siempre a la realidad musical o si discurrió por senderos
teóricos cada vez más alejados de ella; y sería menester, además, contar con más frag-
mentos musicales contemporáneos a Ptolomeo y a la vez de regiones diferentes.
299
En Harm. 113.17 se hace mención del auló en otro contexto totalmente diferente al anterior,
sin la intención de examinar racionalmente lo producido en él.
300
I. Henderson, “Ancient Greek Music” (ap. E. Wellesz, Ancient and Oriental Music, London
1957), pp.347-58.
301
MSG pp.225 ss. y Luisa Zanoncelli, op.cit., pp.210-229. Se consideran excerpta de una obra
perdida de Nicómaco (cf. C. Bower “Boethius and Nicomachus”, Fundamentals of Music, 8 n.20; contra,
A. C. Bowen y W. R. Bowen, “The Translator as Interpreter: Euclid’s Sectio canonis and Ptolemy’s Har-
CVII
poráneos o más bien a la crítica teórica anterior; nos hacen falta más datos para juzgar
si esta misma crítica se ajustó siempre a la realidad musical o si discurrió por senderos
teóricos cada vez más alejados de ella; y sería menester, además, contar con más frag-
mentos musicales contemporáneos a Ptolomeo y a la vez de regiones diferentes.
299
En Harm. 113.17 se hace mención del auló en otro contexto totalmente diferente al anterior,
sin la intención de examinar racionalmente lo producido en él.
300
I. Henderson, “Ancient Greek Music” (ap. E. Wellesz, Ancient and Oriental Music, London
1957), pp.347-58.
301
MSG pp.225 ss. y Luisa Zanoncelli, op.cit., pp.210-229. Se consideran excerpta de una obra
perdida de Nicómaco (cf. C. Bower “Boethius and Nicomachus”, Fundamentals of Music, 8 n.20; contra,
A. C. Bowen y W. R. Bowen, “The Translator as Interpreter: Euclid’s Sectio canonis and Ptolemy’s Har-
CVII
seguramente una compilación de doctrina nicomaquea303. En 275.7-15, nombran al
mismo Ptolomeo al hablar del número de to/noi del sistema musical:
%Â dh\ kai\ o( Ptolemai=oj sunare/sketai kai\ a)/xri tou/tou tou= a)riJmou= (sc. de-
kape/nte) dei=n i(/stasJai le/gei: tou\j me\n to/nouj toi=j ei)/desi tou= dia\ pasw=n
i)sari/Jmouj le/gwn <kai\ toi=j ei)/desi> tou= te dia\ tessa/rwn kai\ tou= dia\
pe/nte: e)c wÂn kai\ to\ o(mo/fwnon pa/nta tou/t% e)mperilamba/nesJai kata\ tou=to
to\ plh=Joj tw=n fJo/ggwn: th\n de\ me/shn a)kribw=j eiÅnai me/shn, peratou=sJai
de\ a)/mfw ta\ a)/kra e)pi\ me\n to\ baru\ proslambanome/n%, e)pi\ de\ to\ o)cu\ nh/tv
u(perbolai/wn.
“Con esto coincide también Ptolomeo, y afirma que es necesario llegar hasta este nú-
mero [sc.quince], diciendo que los tonos son iguales en número con las formas de oc-
tava que proceden de las formas de la cuarta y la quinta. De éstas se forma el interva-
lo homófono conforme a esta cantidad de notas; y la mese es exactamente la central,
limitando en sus dos extremos con la proslambanómeno en el grave, y en el agudo con
la nete del tetracordio añadido”.
Este pasaje es cita de Ptol. Harm. 59.8-11, tou\j de\ tou= t%= o)/nti telei/ou kai\ di\j
dia\ pasw=n fJo/ggouj, pentekai/deka sunistame/nouj dia\ to\ koino\n e(/na gi/nesJai tou= te
304
barute/rou kai\ tou= o)cute/rou dia\ pasw=n kai\ me/son pa/ntwn; no obstante, F. R. Levin
sospecha que puede ser una interpolación. Un poco antes, los mismos Excerpta (274.13
ss.) hablan de los límites de la voz humana, en un pasaje que recuerda a Harm.11.23-24:
Este pasaje, sin embargo, podría remitirse, junto con el ptolemaico, a una fuente
común. En general, la obra musicológica de Nicómaco no parece tener en cuenta a Pto-
Harmonica in the Latin Tradition”, en M. Rika Maniates [ed.], Music Discourse from classical to early
modern times: editing and translating texts: papers given at the Twenty-sixth Annual Conference on Edi-
torial Problems, University of Toronto, 19-20 October 1990. University of Toronto Press, 1997, p.136
n.11; Zanoncelli, op.cit. pp.207-209 sobre Brienio [y sus diferencias con Nicómaco]).
302
RISM n.8.
303
Cf. Zanoncelli, op.cit. pp.207 ss.
304
F. R. Levin, op.cit., p.206 n.4.
CVIII
lomeo305, lo que se explicaría por la práctica coincidencia en el tiempo de ambos auto-
res306, y la mención del nombre del alejandrino podría ser un argumento en contra de la
atribución a Nicómaco de la totalidad de los Excerpta en vista del escaso interés de Ni-
cómaco en los to/noi.
Que la Harmónica fue un tratado leído lo prueba, además de la cita de los Ex-
cerpta, el que mereciese un comentario a todo el tratado por parte de Porfirio y, hasta
llegar al final de la Antigüedad con Boecio, la noticia de Macrobio307.
Porfirio de Tiro (232/3 - ca.305 d.C.), discípulo de Plotino, escribió un Ei)j ta\
308
Armonika\ Ptolemai/ou Upo/mnhma, editado por John Wallis en 1699 , y ya en el siglo
XX por Ingemar Düring, en 1932309. Aunque se ha atribuido erróneamente la segunda
parte de este comentario a Papo310, el tratado procede tan sólo de la mano de Porfirio, si
bien la tradición textual en su caso no esté exenta de problemas. En primer lugar, el co-
mentario sólo llega hasta II 7 (y falta además I 16), sin que haya indicio alguno que nos
permita saber si Porfirio acabó o no su comentario (obsérvese que acaba mucho antes de
las lagunas del texto ptolemaico), como apunta Mathiesen311. En segundo lugar, señala
también Mathiesen, los primeros cuatro capítulos de Porfirio son mucho más extensos
que los demás, capítulos éstos (de I 5 hasta el final, II 7) que han sido separados por
alguna razón del resto, y que sufrieron una reescritura bizantina (por parte de Nicéforo
305
En todo caso, aunque no estamos seguros de ello, así opina Levin; cf. A. Meriani, “Un ‘espe-
rimento’ di Pitagora (Nicom. Harm. ench. 6, pp.245-248 Jan)”, en B. Gentili-F. Perusino, op.cit., pp.77-
92, esp. p.82 n.25.
306
Cf. F. Levin The Manual of Harmonics of Nicomachus the Pythagorean. Phanes Press,
Michigan, 1994, pp.14-15 y Mathiesen, op.cit., pp.390-391. Sin embargo, Levin acepta que Nicómaco se
encontrase en Alejandría cuando Apuleyo de Madaura (ca.123-ca.170 d.C.) le presentase su traducción al
latín de la Introducción a la aritmética de aquél.
307
Cf. HL, p.lxxvi, quien lo cita como prueba de autenticidad de III 16, y A. C. Bowen y W. R.
Bowen, op.cit., p.103. No hay seguridad de que Macrobio no haya leído a Ptolomeo a través de Porfirio,
según estos autores.
308
Porfuri/ou ei)j ta\ a(rmonika\ Ptolemai/ou u(po/mnhma. Nunc primum ex Codd.Mss (Graece
& Latine) editus. En Operum Mathematicorum, III, pp.185-355. Oxoniae, e Theatro Sheldoniano.
309
Porphyrios Kommentar zur Harmonielehre des Ptolemaios. Göteborgs Högskolas Årsskrift,
vol. 38, nº 2 (reimpreso en New York 1980). Cf. las notas a este comentario de Porfirio en I. Düring,
Ptolemaios und Porphyrios über die Musik, Göteborgs Högskolas Årsskrift, vol. 40, nº 1 (reimpreso en
New York 1980).
310
Cf. Düring (HL, p.lxxiv), quien cita a Lucas Holstenius, De vita et scriptis Porphyrii, Roma
1630 como defensor de tal tesis; pero ya Wallis no veía razones para esto. Contra, vid. P. L. Schönberger
Studien zum 1.Buch der Harmonik des Claudius Ptolemaeus. Augsburg, 1914, apéndice IV. Una revisión
moderna se puede leer en Mathiesen, op.cit., p.512.
311
Op.cit., p.513.
CIX
Gregorás y de Argiro, eruditos que también completaron la Harmónica de Ptolomeo, la
clase g y A de Düring, respectivamente312.
texto de Ptolomeo, lo cual, por su parte, ofrece ventajas en algunos lugares difíciles de
la Harmónica, incluso con valiosas aportaciones al estudio del texto. La originalidad de
Porfirio es otra. Él quiere señalar cuáles son las fuentes de las que se ha servido Ptolo-
meo, sea expresa o tácitamente: según Porfirio, dos son las escuelas principales que se
han ocupado de la música (teóricamente), la pitagórica y la aristoxénica, y Ptolomeo ha
tomado mucho de estos predecesores: 4.2, th\n me\n pro/fasin th=j xrh/sewj labw\n para\
tw=n presbute/rwn, ou)x hÂtton ga\r tw=n PuJagorei/wn kai\ oi( Aristoce(neioi tai=j dia\ tw=n
o(/pou de\ siwpv= parerxo/menon; Porfirio apunta sobre todo (5.8-11) al tratado de Didimo
Peri\ diafora=j th=j PuJagorei/ou mousikh=j pro\j th\n Aristoce/neion. De esta manera, por
el comentario de Porfirio aparecen autores y textos muchos de los cuales sólo conoce-
mos gracias a la preciosísima cita de este discípulo de Plotino: así, no sólo encontramos
a Aristóteles, Platón o Aristóxeno, sino la Sectio Canonis atribuida a Euclides, fragmen-
tos de Arquitas, Heráclides del Ponto, Eliano, Trasilo, Dídimo el músico, Ptolemaide, el
de Audibilibus atribuido a Teofrasto, Arquéstrato y algunos otros313. Gracias a esta
transmisión indirecta podemos hacernos una idea de lo que no tenemos conservado, y
también de la importancia de la oposición entre las ai(re/seij pitagórica y aristoxénica, si
312
Cf. PPM, pp.xxi ss., Mathiesen, op.cit., pp. 511 ss.; Höeg y Alexanderson corrigieron el texto
de Düring (cf. infra las notas a la edición).
313
Para S. Gersh (“Porphyry’s Commentary on the ‘Harmonics’ of Ptolemy and Neoplatonic
Musical Theory”, en S. Gersh y Ch. Kannengiesser [eds.], Platonism in Late Antiquity, pp.141-155,
esp.p.146), se trata de una característica de los textos escolares de época post-plotiniana, junto con el
tratamiento de ideas neoplatónicas en el marco de la discusión musical.
CX
bien había otras muchas (cf. 3.1 ss., pollw=n ai(re/sewn ou)sw=n e)n mousikv= peri\ tou=
h(rmosme/nou, wÅ Eu)do/cie, du/o prwteu/ein a)/n tij u(pola/boi, th/n te PuJago/reion kai\ th\n
Aristoce/neion); y cómo siendo estas dos escuelas tan influyentes en lo que a sus méto-
dos de investigación se refiere (sobre todo en lo que al krith/rion th=j a(rmoni/aj se refie-
re, cf. Ptolemaide de Cirene en Porph. in Harm. 22.22 ss.), existían otros autores no
contados exactamente entre estas ai(re/seij que mantenían una discusión importante so-
bre determinados aspectos de doctrina armónica, muchas veces muy originales: así, la
teoría del de Audibilibus sobre la acústica, o la sección del canon de Eratóstenes y Dí-
dimo (éste último, como ya hemos visto, se ha querido ver como el precedente antiguo
de la entonación justa).
Pero más allá del material utilizado por Ptolomeo, Porfirio falla en la aprecia-
ción de la verdadera originalidad de Ptolomeo, o lo que es igual, no destaca aquello que
es propio del alejandrino; más bien la intención del comentarista es investir de signifi-
cación neoplatónica los aspectos tratados por Ptolomeo316. A diferencia de Arístides
Quintiliano, uno de cuyos objetivos –si no el principal– era ofrecer una obra que abarca-
se por entero todas las partes y objetos del conocimiento de la a(rmonikh/ (cf. 3.10,
314
Cf. Mathiesen, Apollo’s lyre…, pp. 521 ss.; Aristides Quintilianus…pp. 10-14.
315
Cf. R. G. Austin, “Marcus Fabius Quintilianus” en N.G.L.Hammond-H.H.Scullard (eds.), The
Oxford Classical Dictionary, Oxford 19702, p.907.
316
Gersh, op.cit., pp.149 y 155.
CXI
“...ninguno de los antiguos, casi diría, registró de manera completa en un solo tratado
los razonamientos sobre la música, sino que cada uno explicó parcial y dispersamente
algunas cuestiones”), a Ptolomeo lo anima el afán de búsqueda de la verdad, una verdad
fundamentada en su particular posición epistemológica, y que a veces despliega un diá-
logo con los autores consagrados de esta disciplina, ante los que no se siente compro-
metido y a los que reconoce sus aciertos. Un conocedor de la tratadística musical como
Porfirio debió de ver, aunque fuese entre el ingente material de sus fuentes, el original
ptolemaico de conciliar u(poJe/seij con faino/mena a lo largo de todo el tratado, more
astronomico, para lo que no vacila en hacer novedosas modificaciones en el canon,
comprobar la secreta fuente matemática que anima la música real de su tiempo (¿acaso
había hecho esto alguno de sus predecesores?) con especial atención a las afinaciones de
la cítara y la lira (significativamente nos falta I 16 de Porfirio) y a intentar nuevas solu-
ciones en la división de los géneros, incluso algunos especulativos. Otros temas como la
original doctrina tonal de Ptolomeo con su reducción a siete modos, en un momento en
que se estaba consolidando un sistema tonal tendente a los quince to/noi o escalas de
transposición, no merecen un tratamiento especial por parte de Porfirio (o al menos en
lo que tenemos de su comentario no se vislumbra tal cosa). La conclusión que se des-
prende de todo esto es que el comentario es una pieza valiosísima como marco de
transmisión indirecta de autores destacados en la a(rmonikh\ te/xnh, en el sentido de una
obra erudita de investigación de fuentes, a diferencia de los epítomes como los de Cleó-
nides, Gaudencio o Alipio, o anticuarios como Plutarco; por otra parte, es el mejor acer-
camiento a la ciencia harmónica por parte del neoplatonismo. De esta forma, Porfirio
ocupa una posición única en la tratadística musical griega317.
317
Como señala Mathiesen (Apollo’s Lyre..., p. 510); cf. también Gersh, op.cit., p.155. Para los
comentarios de detalle de Porfirio al texto de Ptolomeo, vid. las notas a la traducción.
CXII
o(/son ka)me\ ginw/skein, touti\ pepoihko/ta), pero en absoluto que la Harmónica fuese una
obra inacabada.
Todos estos testimonios, de una u otra forma, aluden al propio Ptolomeo como
autor de la Harmónica. Ahora bien, nos parece interesante añadir aquí una noticia que
no por vaga es menos interesante y reveladora. Sin nombrar a nadie (ni teórico ni escue-
la de instrumentistas), hay un pasaje en la Ei)sagwgh\ te/xnhj mousikh=j318 de Baquio, un
contemporáneo de Constantino el Grande319, en el que –en la forma habitual del tratado
de preguntas y respuestas– se alude a los tro/poi (303.5-6):
Oi( ou)n tou\j trei=j tro/pouj #)/dontej ti/naj #)/dousi; –lu/dion, fru/gion, dw/rion. –Oi(
u(pofru/gion, u(podw/rion.
Quienes cantan tres tropos, ¿cuáles cantan? –El lidio, el frigio y el dorio. –Quienes
cantan siete, ¿cuáles? –El mixolidio, el lidio, el frigio, el dorio, el hipolidio, el hipofri-
gio y el hipodorio.
Hay, entonces, quienes cantan320 tres tropos y quienes cantan siete. Aunque
Ptolomeo nunca se refiere a los modos como tro/poi, sin embargo nos parece una
evidencia de que hubo diferentes escuelas, ya de teóricos, ya de instrumentistas, que
abogaban por sistemas tonales o modales con diferente número de escalas, al modo en
que Ptolomeo en el libro II de su Harmónica refiere un sistema de ocho to/noi. Baquio
podría estar, verosímilmente, refiriéndose a Ptolomeo y su doctrina de siete modos
(aunque el alejandrino nunca utiliza tro/poj para referirse a to/noj)321. Nótese que estos
siete tropos de Baquio no son las “formas” de octava, porque quienes cantan los siete
son comparados a quienes cantan sólo tres, los tres modos considerados más antiguos
(cf. Ptol. Harm. 64.9). La referencia a Ptolomeo cobra verosimilitud si advertimos,
además, que la tratadística tardía cuenta al alejandrino entre sus fuentes: Mathiesen322
318
MSG pp.292-316 y L. Zanoncelli, op.cit., pp.252-285.
319
Según un epigrama transmitido junto con el tratado, cf. MSG p.285 y Mathiesen, op.cit., p.
583.
320
El verbo #)/dein es típico para referirse a las escalas, cf. Ptol. Harm. 64.9. No obstante, aquí
podríamos estar ante una confusión entre to/noj y eiÅdoj, por lo que habría una mera enumeración de los
siete ei)/dh. No obstante, aquí también se ha efectuado la inversión de alturas respecto a los siete ei)/dh,
como en Ptolomeo. Cf. A. Auda, Les modes et les tons de la musique et spécialement de la musique mé-
diévale, Brüssel 1930, p.29.
321
Las u(peroxai/ entre los tonos o distancias de altura relativas que transmite Baquio coinciden
con las de Ptolomeo, salvo en que, menos exactamente, Baquio llama semitono (h(mito/nion) a lo que Pto-
lomeo llama leima (lei=mma).
CXIII
dística tardía cuenta al alejandrino entre sus fuentes: Mathiesen322 ha identificado a éste
y a Gaudencio tras Bacch. Harm. 307.20-25, y lo mismo podemos decir de la definición
de a(rmonikh/ de Alyp. 367.6-9, que combina la clásica aristoxénica con la de Ptolomeo
(Harm. 4.3-4):
Todo ello prueba que Ptolomeo era conocido y leído; y, a la vista del siguiente
pasaje –el último de la Antigüedad griega–, nuestro autor podría haber originado una
escuela armónica. Desgraciadamente no tenemos más que las siguientes líneas de Pro-
clo (410-485 d.C.), in Ti. 183.20-27:
h(mito/nion eiÅnai lego/ntwn, e)c ou kai\ duoi=n e)pogdo/oin e)sti\ to\ e)pi/triton, mh/te
sumfwni/an th\n dia\ pasw=n kai\ dia\ tessa/rwn, w(j oi( Aristoce/neioi, tw=n met¡
au)tou\j a(rmonikw=n oi( a)mfi\ Ptolemai=on to\ me\n prosh/kanto tw=n PuJagorei/wn,
w(j a)/ra ou)k e)/stin w(j a)lhJw=j h(mito/nion to\ kalou/menon h(mito/nion, to\ de\
e)ce/balon, tiJe/menoi su/mfwnon eiÅnai to\ dia\ pasw=n kai\ dia\ tessa/rwn.
No está claro quiénes son estos oi( a)mfi\ Ptolemai=on, que, contrapuestos a las
ai(re/seij pitagórica y aristoxénica, toman de la primera la consideración no temperada
del semitono, y de los segundos la aceptación de la octava más cuarta como consonan-
cia323. Lo único que se puede concluir, sin caer en excesos, de este importante pasaje de
Proclo es que la Harmónica de Ptolomeo pudo haber tenido una trascendencia inmedia-
ta, quizá en los círculos alejandrinos: la recepción podría haber sido lo suficientemente
significativa como para originar una suerte de grupo, sin duda de corte teórico. Pero este
grupo no es referido como los Ptolemai/oi, al modo de los “pitagóricos” o “aristoxéni-
cos”, sino con un giro preposicional (lo que podría indicar que, más que una escuela,
existiría una serie de estudiosos de la obra del alejandrino), y sea como sea, no tenemos
más noticias de ellos
322
Op.cit., p.589.
323
De acuerdo con Ptol. Harm. I 10 y I 6, respectivamente.
CXIV
5.4.2. Boecio y la Edad Media latina.
La importancia del tratado de Ptolomeo como síntesis y re-escritura de todo el
pensamiento armónico antiguo no fue, sin embargo, tan grande en la Antigüedad como
en épocas posteriores, una vez que la Edad Media retomó algunos de sus elementos y
los reorganizó con algunas modificaciones, dando lugar a nuevas formas musicales. La
llave de entrada de la Harmónica de Ptolomeo en el Occidente latino vendría de la ma-
no de Boecio (ca. 480-524 d.C.) y su De Institutione Musica324, que habría de tener su
editio princeps en Venecia, en 1492325, si bien había logrado una extensa difusión por
medio de un buen número de copias manuscritas. El tratado de Boecio demuestra (junto
con la cita de Macrobio) que la Harmónica de Ptolomeo era conocida en el mundo ro-
mano, y en lo que al primero se refiere, que fue considerada como un tratado de primera
importancia. La obra de Boecio, en sí, es una especie de paráfrasis que significa, según
Mathiesen326, una “abstracción” del trabajo de autores anteriores volcada al latín. Debe
mucho a Nicómaco, pero se han señalado además otras muchas fuentes de De Institutio-
ne327: además de Nicómaco, Sectio Canonis de Euclides, Gaudencio, Ptolomeo y otras
más difíciles de precisar. Efectivamente, todo el libro V de Boecio y parte del IV están
basados prácticamente en Ptolomeo. En De Institutione Arithmetica p. 4.27 Friedlin, el
mismo Boecio explica su método para la “traducción”: intenta captar el contenido con
brevedad, añadiendo por su parte aclaraciones a aquellos pasajes más oscuros, sobre
todo de Nicómaco328:
324
Edición de G. Friedlin, De Institutione Arithmetica libri duo. De Institutione Musica libri
quinque. Leipzig 1867. Casiodoro, por su parte, cita a Ptolomeo como autoridad, pero no es probable que
tuviese una copia del tratado en Vivarium.
325
Cf. C. V. Palisca, Humanism in Italian Renaissance Musical Thought, Yale University Press,
1985, p.36, n.57.
326
Op.cit., p. 630
327
Cf. U. Pizzani, “Studi sulle fonti del ‘De Institutione Musica’ di Boezio”, SEGJ 16 (1965),
pp.5-164, citado por Palisca, op.cit., p.36 n.58.
328
Cf. A. C. Bowen y W. R. Bowen, op.cit., pp.100-101.
CXV
libro V (que está incompleto), a su vez, son tratados por Ptolomeo en su libro I, y Boe-
cio siempre cita al alejandrino por su nombre329. Este libro V, además, contiene aspectos
tan importantes como la confrontación entre la doctrina ptolemaica y la pitagórica en lo
tocante a las consonancias (por ejemplo el caso de la octava más cuarta, cf. Mus.V 9,
p.358), y si bien sólo poseemos hasta V 19, la relación de los títulos de los capítulos de
este último libro permite ver que contenía la relación de todas las divisiones tetracordia-
les de Ptolomeo, así como las de los otros teóricos también tratados por el alejandrino
(Aristóxeno y Arquitas; cf. Mus. 350-351).
Quizá uno de los aspectos del tratado de Boecio que más repercusión ha tenido
en el destino de la teoría musical medieval es el de los modos (modi)330, que trata en el
libro IV. En el desarrollo que de la cuestión hace Boecio, aparecen conectados –como
también en Ptolomeo– los ei)/dh tou= dia\ pasw=n o species, y los to/noi o modi. Aunque
incluso llegue a traducir a Ptolomeo en la definición de species331, la vaga conexión que
a menudo se ha considerado entre species y modus, siendo eco de la que Ptolomeo esta-
bleció entre número de ei)/dh de octava y número de to/noi (cf. Harm. II 9), está sin em-
bargo lejos de la doctrina ptolemaica. Quizá por ello mismo no es casual que no esté tal
doctrina modal en el libro más ptolemaico del tratado de Boecio (el V), pero sin embar-
go este autor nombra explícitamente al alejandrino (Mus. 348.2-3), y erróneamente le
supone un octavo to/noj que precisamente es rechazado en la Harm.: cf. Mus. 348.2-3,
“atque hic est octavus modus, quem Ptolomaeus superadnexuit”. No obstante, en IV 15
se refiere a un sistema de siete: ib. 342.9-12, “Has igitur constitutiones si quis totas fa-
ciat acutiores, vel in gravius totas remittat secundum supradictas diapason consonantiae
species, efficiet modos VII, etc”332.
329
Cf. A. C. Bowen y W. R. Bowen, op.cit. p.104, quienes señalan que Boecio no reconoce en la
mayoría de los casos sus fuentes griegas.
330
El diagrama de los modi de Boecio no ha sido bien transmitido, y Friedlin desesperó de su re-
construcción: vid. sus palabras en el aparato crítico en la p.343 de De Institutione Musica: “Signorum
formas quantum potui ex codicum consensu descripsi: ubi nimia erat formarum varietas, satius duxi eam
formam sequi, quam Westphal attulit in libro, quem de Harmonica et Melopoeia Graecorum scripsit”.
331
Cf. Mus. IV 14, 337.22, “species autem est quaedam positio propriam habens formam secun-
dum unumque genus in uniuscuiusque proportionis consonantiam facientis terminis constituta” = Ptol.
Harm. 56.78 eiÅdoj me\n toi/nun e)sti\ poia\ Je/sij tw=n kaJ¡ e(/kaston ge/noj i)diazo/ntwn e)n toi=j
oi)kei/oij o(/roij lo/gwn.
332
J. Chailley (La Musique…, p.116) considera que el error del octavo modo que se transmitió a
la Edad Media es una expresión desafortunada de Boecio: “il voulait sans doute dire ‘a mentionné en
surplus’, ce qui était vrai; on comprit que Ptolémée avait ‘ajouté’ ce 8e ton aux 7 autres, et Ptolémée de-
CXVI
Boecio presenta, a todas luces, un esquema tonal, no modal, originado en la mis-
ma altura de las formas de octava entre sí, y no por la reordenación de los intervalos
alrededor de la mese, como era la doctrina ptolemaica; la misma definición de tropus333
lo explica, cf. 341.21 “sunt autem tropi constitutiones in totis vocum ordinibus vel gra-
vitate vel acumine differentes”334; cada tropus o modus comienza en un paso tonal dife-
rente: 344.21-24, “si proslambanomenos proslambanomeno fuerit gravior, vel quaelibet
alia vox eiusdem loci voce gravior pernotetur, in eodem scilicet genere constituta, totum
quoque necesse est ordinem esse graviorem” (cf. también 344.29-345.3). Conforme a la
lógica que se desprende del texto de Boecio, cada tropus sería, en su ordenación intervá-
lica, uno de los tipos de octava (lo que está lejos de la teoría tonal aristoxénica expuesta
por Cleónides, cf. Harm. 197.4 ss.); pero esto tampoco está claro. Ni lo está si fue el
propio Boecio quien formuló tal sistema compuesto por ocho modi o lo tomó de alguna
fuente (Ptolomeo en Harm. II 8 da a entender que hay autores que mantienen un sistema
de ocho to/noi)335.
La justificación de Boecio para el octavo modo es muy débil: éste surgiría, more
geometrico336, de la “octava forma” o species337 que resta tras la séptima en una serie
correlativa de quince notas, las que forman la consonancia de doble octava (cf. Mus.
348.1-3); otra razón es que la mese del dorio está a una quinta del hipermixolidio (nom-
bre del octavo modus), cf. ib. 347.12-14. Este “octavo modo” fue adjudicado desde
Boecio en adelante a Ptolomeo, y en el ámbito bizantino hizo lo propio Manuel Brienio
(Harm. 116.26); en la discusión general de los modos por los humanistas italianos in-
vint pour le haut Moyen-Age l’inveteur du ‘tetrardus plagal’ ou 8e ton, dont bien entendu l’astronome
polygraphe n’avait jamais soupçonné l’existence”.
333
Ptolomeo no emplea el término tro/poj como sinónimo de to/noj, pero sí Porfirio en su Co-
mentario a la Harmónica. Esto podría considerarse como indicio de una fuente intermedia que hubiese
causado la confusión de Boecio sobre el número de modi de Ptolomeo.
334
Cf. Ptol. Harm. 65.19-20 tw=n kaJ¡ o(/laj ta\j susta/seij [= constitutiones] ginome/nwn me-
tabolw=n, a(\j kalou=men i)di/wj to/nouj.
335
Esquema que veremos en el modelo de Manuel Brienio en el Medievo bizantino; Palisca
(op.cit., p.41) sugiere “a common or related Byzantine intermediary for the two authors”; cf. además H.
Chadwick, Boethius. The Consolations of Music, Logic, Theology, and Philosophy, Oxford University
Press, 1981, pp.98-99, para quien la concepción de los modos de Beocio basada en la altura le habría
llevado a malinterpretar el problema del octavo to/noj en Ptolomeo.
336
Cf. Chailley, op.cit., pp.87, 116-119 y 296 n.54.
337
Todos los autores griegos (incluido Ptolomeo) cuentan tan sólo siete formas de octava, cf. por
ejemplo Cleonid. Harm. 197.4 ss. o Anon.Bellerm. 62.
CXVII
mersos en el estudio teórico de la música tras el redescubrimiento de las fuentes338, au-
tores de la talla de Gaffurio aún mantenían el error, y fue el primero Girolamo Mei en su
(no publicado) De modis musicis antiquorum (Florencia 1573) quien señaló tal error
para siempre339.
Como señala Palisca, éste es el modelo modal que fue transmitido a la Edad
Media latina por Boecio unido al nombre de Ptolomeo, hasta que el Renacimiento des-
cubriese nuevas fuentes antiguas en griego y preparase sus versiones en latín gracias a
los humanistas. Sin embargo, A. C. Bowen y W. R. Bowen340 señalan la sorprendente
poca fortuna del tratado (en comparación con la obra astronómica) más allá de la obra
de Boecio. La causa residiría –sugieren– en el tono decididamente pitagórico del tratado
del romano, que modeló para la Edad Media el de Ptolomeo de una forma tal, que hacía
innecesario volver de nuevo al original griego, por otra parte bastante complejo.
338
Cf. Palisca, op.cit. pp.280-331.
339
Cf. Palisca, op.cit. p.313.
340
Op.cit., p.119.
341
Cf. HL, p.lxxvii ss., Mathiesen, op.cit., pp. 656 ss.
342
Editado por P. Tannery, Quadrivium de Georges Pachymère, ou SUNTAGMA TWN TES-
SARWN MAQHMATWN a)riJmhtikh=j, mousikh=j, gewmetri/aj kai\ a)stronomi/aj. Texte revisé et
établi par le R. P. E. Stéphanou, A. A. Studi e testi 94. Città del Vaticano, Biblioteca Apostolica Vaticana,
1940.
343
Op.cit., p. 657.
344
A pesar de que se esperaría lo contrario, no hay verdadera continuidad entre la música reli-
giosa bizantina y la antigua música griega, como ha demostrado R. Beaton, “Modes and Roads: factors of
change and continuity in Greek musical tradition”, ABSA 75 (1980), pp.1-11. La música bizantina proce-
de en su estructura interna, según este autor, más bien de formas orientales hebreas y sirias (ib. p.4); sin
embargo, se continuó repitiendo los esquemas teóricos heredados.
CXVIII
sobre los principales objetos de interés de la harmónica, y desarrolla el esquema bizan-
tino de ocho modos conforme a los “ocho” de Ptolomeo (los siete ptolemaicos más el
hipermixolidio); de todas formas, el tratado se ocupa exhaustivamente de las diferentes
secciones de la cuarta, y sólo esboza la siguiente correlación (Mus. 199.10-16):
Como veremos en las notas a la edición, hay bastante material ptolemaico incor-
porado por Paquimeres a su tratado verbatim.
toi/nun th=j mel%di/aj ei)/dh ei)/toun oi( to/noi kai\ oi( tro/poi) vuelve en III 4, dando los nom-
bres procedentes de Ptolomeo (el octavo es el hipermixolidio) así como, a la vez, sus
nombres bizantinos (prw=toj, deu/teroj, tri/toj, te/tartoj, pla/gioj prw=toj, pla/gioj
345
Edición de G. H. Jonker, MANOUHL BRUENNIOU ARMONIKA. The Harmonics of
Manuel Bryennius, Groningen 1970.
346
Sobre los pocos datos que se tienen de este autor, cf. Jonker, op.cit., p.20.
347
Cf. Mathiesen, op. cit, p. 658. Para la comparación entre los tratados de Paquimeres y Brie-
nio, cf. Jonker, op. cit., pp. 20 ss. y Tannery, op. cit., p. xxii.
348
Cf.Cleonid. Harm.203.4 ss.
CXIX
deu(teroj, baru/j, pla/gioj te/tartoj) conectando definitivamente la tradición griega anti-
gua con la práctica musical bizantina contemporánea del autor. Cada hÅxoj se define por
la posición de la mese en la escala (i.e., kata\ du/namin, cf. Ptol. Harm. II 5); empieza por
la proslambanómeno y termina en la nete, más allá de las cuales se modula a otro eiÅdoj,
más grave o más agudo; el hÅxoj es, como en el caso de Boecio, conectado con la idea de
eiÅdoj (species); cf. Harm. 314.20 ss., tw=n ouÅn ei)rhme(nwn o)ktw\ th=j mel%di/aj ei)dw=n h)/toi
h)/xwn e(/kaston a)po\ th=j e(autou= me/shj a)rca/menon ei) me\n e))pi\ to\ o)cu/teron xwrei=, e)c
a)na/gkhj e)pi\ th\n e(autou= nh/thn geno/menon i(/statai, ei) de\ e)pi\ to\ baru/teron, e)pi\ th\n
proslambanome/nhn (...). kai\ ga\r o(/tan o)cu/teron th=j e(autou= nh/thj a)/?dv, h)/toi ei)j e(/teron
eiÅdoj tw=n suntonwte/rwn e(autou= metaba/llei h)\ e(auto\ pa/ntwj parafJei/rei. Como seña-
parece suponer que no hay un único espacio tonal fijo e inamovible sobre el que evolu-
cionan los ei)/dh, sino que las escalas se disponen en posición contigua: cf. 154.6 ss, a)ll¡
h( me\n tou= o)cute/rou tetraxo/rdou nh/th, nh/th tou= to/nou, h( de\ u(pa/th tou= barute/rou
u(pa/th, h( de\ nh/th me\n tou= barute/rou, u(pa/th de\ tou= o)cute/rou. La acumulación de estas
formas de octava (el to/noj está compuesto de dos tetracordios sunhmme/na más un tono,
cf. 154.5 e(/kastoj to/noj e)k duoi=n sunhmme/nwn tetraxo/rdwn kai\ e(no\j toniai/ou
diasth/matoj su/gkeitai) se realiza, concretamente, sobre la escala fija de quince soni-
Sobre esta escala discurren ascendentemente los h)/xoi de los que sólo nombra las
notas fijas de la octava central, como se ve en el diagrama.
349
Op.cit., p. 666.
CXX
5.4.4. La Edad Media árabe.
En el proceso de transmisión de la ciencia y filosofía griegas al mundo islámico,
los tratados de Ptolomeo fueron también conocidos para los musulmanes. Aristóteles,
Aristóxeno, Euclides o Cleónides fueron tratadistas vertidos al árabe350. Aunque no
queda ninguna traducción de la Harmónica, los especialistas han considerado muy ve-
rosímil una traducción al árabe del tratado: Farmer351 apunta a Al-Kindī, que vivió en el
siglo IX en Bagdad y desarrolló su actividad en una escuela de traductores de esa ciu-
dad. A Ptolomeo también se le asocia a Abu Nasr Al-Farabi, algo posterior a Al-Kindī
(murió en 950), y fue comentador de la obra astronómica de Ptolomeo352, cuya obra fue
conocida en la Europa medieval353; se ocupó, además, de teoría musical, aunque no nos
quede sin embargo una traducción directa de Ptolomeo354.
Pero los tratados musicales griegos traspasaron los límites del mundo islámico y
conocieron también versiones sirias355 y quizá más allá, pues hay mención de una tra-
ducción persa de la Harmónica de Ptolomeo, hoy desparecida356.
5.4.5. El Renacimiento.
Con el redescubrimiento de las fuentes antiguas en el Renacimiento, la obra de
Claudio Ptolomeo obtendrá los beneficios de una relativa difusión en la forma de tra-
ducción al latín; en esta época muchos humanistas emprendieron la tarea de exponer a
un público más amplio la tratadística musical antigua, siendo traducidos prácticamente
350
Cf. G. Farmer, “The Music of Islam” en E. Wellesz (ed.), Ancient and Oriental Music, Ox-
ford University Press, 1957, pp. 421-477, y “Greek Theorist of Music in Arabic Translation”, Isis 13
(1930) 325-333; Mathiesen, op.cit., p. 610; F. A. Gallo, “Musici Scriptores Graeci”, en F.E.Cranz-P. O.
Kristeller (eds.), Catalogus translationum et commetariorum: Medieval and Renaissance Latin Transla-
tion and Commentaries, vol. III, Washington 1976, p.65.
351
Farmer, op.cit., p. 458.
352
Cf. el recuento de las obras de Al Farabi por Miguel Cruz Hernández en su traducción de La
ciudad ideal de este filósofo árabe (Madrid 1995, pp.xliii-l). Al Farabi escribió un Discurso de Abu Nasr
Al Farabi acerca de varios problemas astrológicos, sobre el cual vid. M. Cruz Hernández, op.cit., pp.
xlviii ss. Para el pensamiento y la obra de Al Farabi, vid. Mohamed Abed Yabri, El legado filosófico
árabe, Madrid 1980, pp.75-115.
353
Cf. Farmer, op. cit., p. 466.
354
Cf. Cruz Hernández, op.cit., p. xlix, quien enumera a este respecto el Libro de los elementos
de la ciencia de la música, la Introducción a la música, y un Gran libro de Música (cf. R. d’Erlanger, La
musique arabe, I, Paris 1930). Sin embargo, el contacto de los árabes con la tradición musical griega es
anterior, cf. Farmer, op. cit., pag.458.
355
Cf. Farmer, op. cit., p. 458.
356
Cf. HL, p. lxvii n.3.
CXXI
la totalidad de los teóricos griegos, e influyendo consecuentemente en el estado de la
teoría musical de la época357.
357
Cf.Gallo, op.cit., pp.65 ss.
358
Cf. Palisca, op.cit., pp. 67 ss. y pp.72-73 para la relación de sus fuentes; Th. J. Mathiesen,
“Humanism and Music: Response”, en D.Hearth y B.Wade (eds.), International Musicological Society,
Report of the Twelfth Congress, Berkeley 1977, Kassel 1981, pp.879-880.
359
Cf. Ptol. Harm.III 9-13; Palisca, op. cit., p. 71 n.16.
360
Cf. Palisca, op. cit., p. 99.
361
Cf. Ptol. Harm. I 6-11
362
Gallo, op.cit., p.70.
363
Cf. Palisca, op. cit., pp. 120-122.
CXXII
Giovanni Battista Augio tradujo al latín de nuevo, a petición de Nicola Manto-
vano, el tratado en 1545, hasta III 14364. El manuscrito probable que utilizó Augio fue el
Bononiensis gr.2280365. La traducción es más “moderna”; incluso añade expresiones
propias que tienen la finalidad de aclarar el texto.
364
Cf. Palisca, op. cit., pp. 122 ss.
365
RISM n.157 (6 en la numeración de Düring).
366
Cf. Palisca, op. cit., pp. 133 ss.; Pérez Cartagena, op.cit., pp. 73 ss.
367
HL, p. xci. Según M. Raffa (“Quadrivio”, en C. Santini-I. Mastrosa-A. Zumbo [eds.], Let-
teratura scientifica e tecnica di Grecia e Roma, Roma 2002, p.513), Ven. Marc. gr. 322 (RISM núm. 264,
Düring núm. 82).
368
Por ejemplo, la nh/th u(perbolai/wn es la ultima excellentium, cf. Palisca, op. cit., p.136.
369
Aunque sí de su traducción del de Audibilibus: cf. Palisca, op. cit., pp.157-160.
CXXIII
La obra de Ptolomeo, así, se sitúa en el centro de la actividad humanística italia-
na, influyendo en las nuevos tratados o aportando materia de discusión, adhesión o re-
chazo. Por ejemplo, influyó notablemente en el De harmonia de Franchino Gaffurio370,
junto con Arístides Quintiliano, para su representación de la armonía del alma y del
cosmos. En II 16-20, Gaffurio expone la división de los géneros ptolemaicos (y de auto-
res transmitidos por Ptolomeo): allí sigue al alejandrino reescribiendo el latín de Leoni-
ceno, o siguió paráfrasis de Boecio. Ésta fue, según Palisca, la vía de más amplio cono-
cimiento de las divisiones genéricas ptolemaicas (la obra fue impresa), pues Gaffurio
comentó estas divisiones observando lo cerca que se hallaban del tipo de afinación (jus-
ta) de su época, con las sextas y las terceras mayores y menores. En su libro IV también
trata de los modos, y vuelve al “octavo” modo.
370
Cf. Palisca, op. cit., pp. 168 ss. y 212 ss.
371
Cf. Palisca, op. cit., pp. 179-181.
372
De Musica libri septem, Salamanca 1577.
373
Ocupa el volumen VI de sus obras completas: Joannes Kepler Gesammelte Werke, ed. Max
Caspar et al., München 1939.
374
Cf. B. Stephenson, op.cit., p. 98 n.3. En esto y en toda la restitución de Kepler seguimos a
Stephenson, op. cit., cap.vii.
CXXIV
además, quería añadir al libro V de sus Harmonices mundi, a modo de apéndice, la tra-
ducción al latín de los capítulos III 3 en adelante, traducción cuya publicación no vio la
luz, sin embargo, y que sólo habría de imprimir Frisch junto con el resto de la produc-
ción del astrónomo en 1864376. Kepler tampoco llevaría a cabo su edición.
Para el capítulo III 14 (cuyo epígrafe reza “Mediante qué primeros números las
notas fijas del Sistema Perfecto podrían compararse con las primeras esferas del Univer-
so”), Kepler diseña una escala planetaria que discurre de forma inversa a la que se en-
cuentra en la Inscriptio Canobi (vid. supra)377. A juicio del astrónomo, Ptolomeo habría
equiparado las notas más graves (y por tanto de velocidad más lenta) con los planetas
exteriores (de órbita mayor):
9 12 16 18 24 32 36
nh nd pm m hm hh p
K B C A E F G
Según Kepler, las notas móviles del Sistema se corresponderían con las diferen-
cias en el epiciclo de cada astro; esto explicaría, según Stephenson378, la distancia de
tono entre Saturno y Júpiter, puesto que el epiciclo de Saturno es muy pequeño (así
mismo, el Sol no tiene epiciclo), si bien se plantea el problema de que Saturno es una
nota fija.
375
Carta de Kepler a J. G. Herwart von Hohenburg, Abril de 1607, nº 424 en Gesammelte Wer-
ke, vol. XV p. 449 ss.
376
C. Frisch (ed.), Joannis Kepleri astronomi Opera Omnia, 8 vols., Frankfurt 1858-91.
377
Cf. Stephenson, op. cit., p. 104 ss.
378
Op. cit., p. 106.
379
Cf. Ptol. Alm. V 15.
380
Gesammelte Werke, V p. 391.
CXXV
256:1. Para obtener 256:1 es necesario tomar cuatro veces 4:1 (la razón de la doble oc-
tava): de ahí esas “tres veces y más”381.
Kepler cree que en III 15 Ptolomeo habría discutido sobre los movimientos
“apropiados” de los planetas382. El problema, una vez más, es planteado por los epici-
clos. Atribuye el género diatónico a los planetas Saturno, Júpiter y Mercurio, que tienen
pequeños epiciclos, más rápidos que la excéntrica. El enarmónico, a su vez, es asignado
a Marte y Venus, planetas de grandes epiciclos y más lentos; y por último el género
cromático, al Sol y la Luna, sin epiciclos al modo planetario.
381
Stephenson, op. cit., pp. 108-109.
382
Stephenson, op. cit., p. 115.
383
Gesammelte Werke, V p. 412; Stephenson, op. cit., p.116.
CXXVI
II.EDICIÓN
1. LOS MANUSCRITOS
La edición de Wallis de 1682 había contado con ocho mss. con el texto de la
Harmónica más otro con el comentario de Porfirio384, como se verá en la lista siguiente.
A estos mss. añadió Düring para su edición de 1930, otros setenta y seis, uno de ellos en
latín (Harleianus lat.3306, del siglo XV)385. De acuerdo con el recuento de todos los
mss. griegos musicales elaborado por Th. J. Mathiesen para el Repertoire International
des Sources Musicales (Ancient Greek Music Theory: A Catalogue Raisonné of Manus-
cripts [= RISM])386, hay otros siete mss. que Düring no tuvo en cuenta en su recensión.
384
Cf. la praefatio de la edición de Wallis, y HL, p.xciii.
385
Cf. Düring, HL, pp.ix-xlv para la lista de los mss utilizados por Düring. En nota a su edición
de Porfirio de 1932 (op.cit., p. xiv n.1) señaló otros seis.
386
Editado en München en 1988.
CXXVIII
Siglo XII
Siglo XIII
Siglos XIII-XIV
Siglo XIV
Siglos XIV-XV
387
Según Mathiesen (RISM p.61), los contenidos de este códice son de manos de diferentes épo-
cas: hay al menos tres manos diferentes en la redacción de la Harm. (cf. HL, p.xxi). Uno de los copistas
para Ptolomeo es del siglo XIII.
CXXIX
Siglo XV
Siglos XV-XVI
Siglo XVI
388
Junto con RISM 227, 194 y 196 fueron incluidos por Düring a su colación en 1932, cf. p.xiv,
n.1
389
No colacionado por Düring.
CXXX
8 45 Escorialensis gr.79 (S.I.19), olim II.G.14| III.L.9
9 48 Escorialensis gr.149 (T.II.10), olim II.D.1|II. L.11
10 55 Escorialensis gr.354 (X.I.12), olim I.D.4|I.L.6
O 13 289 Lugdunensis Vossianus gr.Q.10
V 14 288 Lugdunensis Vossianus gr.F.70
15 125 Londinensis Burneianus gr.101
16 126 Londinensis Burneianus gr.102
18 62 Matritensis390 gr.4713 (olim O 35)
19 62 Matritensis gr.4713 (olim O 35)
21 189 Mediolanensis Ambrosianus gr.1013 (E 19 [olim
83] inf.)
23 192 Mediolanensis Ambrosianus gr.1054 (I 89 inf.)
24 179 MediolanensisAmbrosianus gr.498 (L112 sup.)
25 18 Monacensis gr.193 (olim Bibl.Elect.Bav.)
S 37 145 Oxoniensis Bodleianus Savilianus gr.5
J 41 153 Oxoniensis Collegii S.Johannis Bapt.gr.30
44 81 Parisinus gr.2452
45 82 Parisinus gr.2453
46 85 Parisinus gr.2456
47 86 Parisinus gr.2457
56 112 Parisinus Supplementarius gr.335
62 212 Vaticanus gr.188 (olim 1090)
63 213 Vaticanus gr.189 (olim 1093)
68 219 Vaticanus gr.221 (olim 203)
70 238 Vaticanus Barberinus gr.265
72 242 Vaticanus Palatinus gr.60
74 245 Vaticanus Palatinus gr.389
75 246 Vaticanus Palatinus gr.390
76 255 Vaticanus Urbinas gr.77
84 31 Guelferbytanus gr.4196 (Gudianus gr.9)
20 184 Mediolanensis Ambrosianus gr.795 (A 60 inf.)
12 175 Florentinus Magliabechianus gr.1 (II.III.428, olim
XI.8)
B 35 138 Oxoniensis Bodleianus inter misc.gr.87 (Auct.F.I.4)
48 88 Parisinus gr.2459
223 Vaticanus391 gr.1044
235 Vaticanus392 gr.2365 (Contiene los tratados musica-
les de Arístides Quintiliano, Ptolomeo [Harm.,
ff.64r-130r], Porfirio, Brienio, Euclides, Ps.Plutarco,
Ps.Euclides [=Cleónides], Aristóxeno, Alipio, Gau-
dencio y Nicómaco)
390
Este códice contiene dos versiones de la Harm., y por eso Düring le asignó dos números.
391
Añadido por Düring a su colación en 1932, cf. p.xiv, n.1
392
No colacionado por Düring.
CXXXI
292 Upsaliensis393 gr.45 (Sólo contiene los tres libros de
Ptolomeo, ff.1-135).
295 Yalensis394 Beineckeus gr.208 (Sólo contiene los
tres libros de la Harm. de Ptolomeo, ff.1r-65v).
116 Atheniensis Bibliotheca Popularis395 gr.313 (Con-
tiene el libro I [ff.157r-184v] de la Harm. de Ptolo-
meo, junto con un epítome de Euclides y los
Elem.de éste).
Siglos XVI-XVII
Siglo XVII
393
No colacionado por Düring.
394
No colacionado por Düring.
395
No colacionado por Düring.
396
Añadido por Düring a su colación en 1932, cf. HL, p.xiv, n.1
397
No colacionado por Düring.
398
No colacionado por Düring.
CXXXII
2.EDICIONES ANTERIORES
Así pues, fue la de Wallis la edición príncipe del tratado, titulada KLAUDIOU
PTOLEMAIOU ARMONIKWN BIBLIA G. Claudii Ptolemaiei Harmonicorum libri tres.
Ex Codd. Mss.undecim, nunc primum Graece editus. Oxonii, e Theatro Sheldoniano,
1682 (Reimpresa en la serie Monuments of Music and Music Literature in Facsimile,
II/LX. Broude Brothers, Nueva York 1977). Wallis volvería años más tarde a reeditar,
con algunas mejoras, el texto (KLAUDIOU PTOLEMAIOU ARMONIKWN BIBLIA G. Ex
Codd. Mss. editi; nova versione Latine, & notis, illustrati, en Operum Mathematicorum,
III, pp.1-152. Oxoniae, e Theatro Sheldoniano, 1699). En su prefacio a la edición de
1682, Wallis especifica que esperaba que Marcus Meibom completase su edición de los
tratadistas musicales griegos con Ptolomeo y Brienio; pero por fin, se decidió (“amicis
aliquot id flagitantibus”) a emprender una edición del tratado del alejandrino, mediante
la colación de once códices, dos de ellos conteniendo no la Harmónica, sino el comen-
tario a ésta de Porfirio.
399
Una valoración de la obra matemática de Wallis se encuentra en J. F. Scott, The Mathemati-
cal Work of John Wallis, London 1938; vid. p.130 para la referencia a su trabajo como editor y traductor
de textos griegos antiguos, con el catálogo de sus traducciones, que contienen, además de la obra musical
de Ptolomeo, el comentario de Porfirio (1680), su Aristarchi Sami: De Magnitudinibus et Distantiis Solis
et Lunae (1688), al que unió Pappi Alexandrini, Libri Secundi Collectionum Mathematicarum (nactenus
desiderati) Fragmentum. Éste es el contenido de sus Opera de 1699. Véase también Ch.-É. Ruelle, “John
Wallis et la Musicologie grecque”, REG 26 (1913), pp.77-78.
400
Cf. supra y B. Stephenson, op.cit., p. 100.
401
HL, p. xciii n.1.
402
Sumbolai\ ei)j th\n i(stori/an th=j par¡ h(mi=n e)kklhsiastikh=j mousikh=j, Atenas 1890, p.30
CXXXIII
En ese mismo prefacio, Wallis apunta el método seguido en la elección de las
variantes: “ubi codices inter se variant, eam plerumque lectionem sequor, quae potior
mihi videbatur; ita tamen, ut, ubi ferri posset utraque, plures aliquando sequor codices,
licet pauciorum lectio magis placeat”. Sobre estos presupuestos, Wallis realiza la cola-
ción de ocho manuscritos conteniendo el texto de Ptolomeo más otros dos con el co-
mentario de Porfirio (D y M); véase supra el apartado II.1 para las equivalencias con la
numeración de Düring y el catálogo de Mathiesen. Estos manuscritos, junto con las ini-
ciales empleadas por Wallis, son los siguientes:
El establecimiento por parte de Wallis de las relaciones que guardan entre sí los
nueve manuscritos que contienen el tratado utilizados por él coinciden con los resulta-
dos obtenidos por Ingemar Düring405 en su edición de 1930: G y O son copia de J, y A
de B; este grupo pertenece a la clase f establecida por Düring. S, por su parte, es un ma-
nuscrito que deriva de la mejor clase, la que Düring señaló como m, si bien el manuscri-
to pertenece a la familia que deriva del Vaticanus gr.192 (Düring V). Por último, C y V
pertenecen al grupo de manuscritos que presentan la redacción bizantina de Nicéforo
Gregorás (Düring g).
403
Cf. RISM 133.
404
Cf. RISM 151.
405
Cf. HL, p. xcv.
CXXXIV
El texto griego de esta edición viene enfrentado a la traducción latina del propio
Wallis; éste hace un comentario prudente de la versión latina de Antonio Gogava de
1562, pues a su juicio, el italiano se ve disculpado por ser hijo de su tiempo: “sed graece
lingua peritia erat, ea aetate, aliquanto rarior (qua tamen ille mediocriter instructus erat;
et bene quidem pro ea aetate) et rarius adhuc, ut unus idemque Graeca simul et Harmo-
nica intelligeret”. Además, Wallis sugiere que gran parte de los errores y demérito de tal
traducción se debe al manuscrito utilizado por Gogava (“satis depravato”), por mucho
que éste afirme haber comparado varios. Por lo que a su propia traducción respecta,
Wallis afirma haber mantenido en lo posible la sintaxis oracional del griego, con la par-
ticularidad de que inserta además en el propio texto latino notas aclaratorias entre parén-
tesis y en cursiva de aquellos pasajes más oscuros406.
406
Estas aclaraciones –bien diferenciadas del cuerpo de la traducción- fueron incorporadas por
Demetrio Santos en su traducción como texto procedente del mismo Ptolomeo.
407
Op.cit., pp.760 ss.
408
Cf. Styles, op.cit., p.766 y la Appendix de la primera edición de Wallis, pp.313-315. Styles es
sorprendentemente moderno en la descripción que hace de los modos ptolemaicos y en su adscripción a
una altura convencional, adscripción que es la convenida hoy día por los especialistas, sobre todo a partir
de Riemann (cf. N.Tr. 553). El resultado de la paráfrasis de Wallis es que el sistema de Ptolomeo, en
transcripción moderna, soporta una armadura diferente (que intercambia bemoles con sostenidos), mucho
menos homogénea.
409
También J. F. Mountford (en su “The Harmony of Ptolemy...”, pp.71-95) proyectó una edi-
ción que nunca llevó a cabo, para la que había reunido dieciséis manuscritos.
CXXXV
de la Harmónica (aun contando con sus lagunas) o parte de ella. Ochenta y seis de ellos
la contienen entera; cuatro tan sólo el libro I (y de estos cuatro, uno en estado fragmen-
tario); uno lo que resta del libro III; tres, sólo el capítulo III 16; y por último uno, frag-
mentos del tratado.
Así pues, Düring no contó para su edición con siete manuscritos (cf. supra la lis-
ta general detallada de mss.).
La colación de Düring
-m. Esta clase representa el estadio más antiguo del texto. El códice más antiguo
es el Marcianus gr.app.cl.VI/10 (coll.1300), olim S. Michaelis prope Murianum 83, de-
signado como M. Es de finales del siglo XII. A éste le siguen de cerca Vaticanus gr.191
(olim 199), W; Vaticanus gr.186 (olim 680), E; y Vaticanus gr.192 (olim 672), V; los
tres son del siglo XIII, y no son copia de M, según Mathiesen412. En estos cuatro códi-
ces faltan algunos títulos de capítulos (en M, los de II 1, 3-5, 8-16; en E, los de II 2 a III
9); en M, E y V el texto de los capp.III 9-14 (III 14 se interrumpe en genome/nwn) pero en
W, sólo III 10-14.
410
Porhyrios Kommentar zur Harmonielehre del Ptolemaios. Göteborg 1932.
411
Colación que acepta Mountford (“Review of Düring…”, pp.242) al coincidir con el ensayo
que él realizó en su artículo “The Harmonics of Ptolemy and the Lacuna in II 14”, citado completo en la
nota 134.
412
Cf. Apollo’s Lyre…, p. 432.
413
Esta clase f es la de la mayoría de los mss. de Wallis.
CXXXVI
en el siglo XIII y que se extiende al XVI. La Harmónica presenta en el códice un orden
alterado, copiada por manos diferentes en épocas distintas (libro I, copiado en el siglo
XV; II y III, en el XIII); y lo que Düring414 aceptó como capítulo III 16 aparece interpo-
lado en III 9, un problema éste que ha provocado dudas sobre el origen propiamente
ptolemaico del fragmento (vid. infra). Ahora bien, como señala Mathiesen415, la clase f
presenta el pasaje en cuestión como un escolio marginal en algunos códices, mientras
que en otros simplemente no aparece: así ocurre en las copias más antiguas de F: en
Parisinus Coislinianus gr.172 (número 50 Düring, ss. XIV-XV) el pasaje aparece en el
margen, mientras que en Vaticanus gr.196 y Vaticanus gr.187, ambos del siglo XIV
(números 66 y 61 de Düring respectivamente), no aparece.
Junto con estos tres códices derivados de F, Düring distingue b (cuya fuente no
puede establecer Düring416, pero copiada de F), que a su vez se divide en dos grupos, a
y b. a tiene como representante más antiguo Vaticanus Barberinus gr.257 (olim II.78,
postea 269), nº 69 de Düring; b está formada por códices más tardíos (Escorialensis
gr.79 [S.I.19], Matritensis gr.4713 [olim O 35], Florentinus Maglibechianus gr.1
[II.III.428, olim xi.8], Mediolanensis Ambrosianus gr.498 [L 112 Sup.], Guelferbytanus
gr.4196, y Oxoniensis Bodleianus inter misc.gr.87 [Auct.F.I.4], respectivamente los
números de Düring 8, 19, 12, 24, 84 y 35), del siglo XVI. Según el editor germano417, a
se copió de F antes de que éste fuese corregido, mientras que b lo fue del mismo tras las
correcciones: de ahí que en su aparato Düring señale con F1 tales coincidencias entre F
y b.
-g. Deriva de la corrección del texto por parte del bizantino Nicéforo Gregorás
(1295-ca.1359) a partir de m y f, quien además completó lo que faltaba de III 14 y todo
III 15. El primer códice de esta clase es Vaticanus gr.198, del siglo XIV, identificado
como G: Düring418 sostiene que quizá sea éste el arquetipo de esta clase. Además, Gre-
gorás llevó la controvertida interpolación de III 9 a la posición del capítulo III 16419, lo
que le acarreó las críticas del monje calabrés Barlaam. Como ya vimos, este monje re-
414
HL, pp.lxxxiv ss.
415
Op.cit., pp.432-3.
416
HL, p.lviii.
417
ib. p. lix.
418
Ib. p. lxii; cf. RISM p. 566
419
HL, p. lxxxiv.
CXXXVII
dactó una Anaskeuh/420 donde refutó y rechazó el texto que Gregorás había escrito para
III 14 y 15. De este Vaticanus gr.198 fue copiado según Düring el Parisinus Coislinia-
nus gr.173 (pero contra, cf. RISM p. 566) y el Venetus Marcianus gr. 318 (números 51 y
80 de Düring, respectivamente de los siglos XV y XIV)421. Además, Düring distingue
dos subclases: la representada por gm (Venetus Marcianus gr.322, del siglo XIV), una
copia fiel de G, y gp, cuyo códice más antiguo es Neapolitanus gr. 261 (III.C.3), de los
siglos XIV-XV. Más tarde, el monje bizantino Isaac Argiro aceptó las correcciones y la
reescritura de los capítulos de Gregorás; Argiro (conforme al escolio en A, cf. RISM
p.525) completa la laguna de II 14422. Tal es el texto de A, Vaticanus gr.176, el más
antiguo de los tres que contienen esta versión.
420
Editada por Düring, HL, pp.112-121.
421
El mismo Mathiesen se pronuncia algo más detalladamente en “Ars Critica and Fata Libello-
rum: The Significance of Codicology to Text Critical Theory”, en A. Barberá (ed.), Music Theory and Its
Sources, University of Notre Dame Press, 1990, pp.24-25, acerca de la relación establecida por Düring
(HL, p.xxx) entre Parisinus gr.2456 (= 46 Düring), Parisinus gr.2457 (= 47 Düring) y Venetus Marcianus
gr.322 (= 82 Düring), deriviados de G: los diagramas notacionales de 47 no pueden haber sido copiados
de 46, según este autor; por tanto, son copia de 82 pero independientes entre sí.
422
Ib., p. lxxxix.
423
Ib., p. lxix. E. Gohlke (“Die Harmonielehre des Claudios Ptolemaios”, Philologische Wo-
chenschrift, 50 [1930], pp.1441-1444) sólo objeta que la característica propia de m, la laguna de 114.18-
24, no la presenta el grupo de mss. con Venetus Marcianus gr.321 (número 81) como el más antiguo, por
lo que piensa que habría que corregir el stemma en este lugar.
CXXXVIII
3.ESTA EDICIÓN.
El texto de la Harmónica que presentamos a continuación parte directamente del
texto de la edición de Ingemar Düring, de 1930. Nuestro objetivo no era presentar el
resultado de una nueva revisión de todos los manuscritos que contienen, de alguna u
otra forma, el tratado, y algunos de los cuales, como ya hemos visto, no formaron parte
de la colación de Düring, sino que, por el contrario, se propone alcanzar metas más mo-
destas. En primer lugar, se parte del principio de que la edición de Düring es una exce-
lente edición. Supera con creces la única que le precedió, la de Wallis de 1682, no sólo
por el número de manuscritos colacionados, sino por la calidad de las conjeturas y la
penetración intelectual que demuestra el editor en pasajes difíciles, por el texto y por el
contenido.
Nuestra postura en este aspecto es, por lo tanto, conservadora. Pero aun así, una
nueva edición nos parece justificada por dos motivos principales. En primer lugar, por-
que han sido muchos especialistas los que se han acercado al texto de un modo específi-
co (bien en sus reseñas, como Höeg, Gohlke o Mountford; bien en monografías dedica-
das a corregir algunas lecturas, como Alexanderson) o de un modo indirecto, al hilo de
otras cuestiones de la teoría musical antigua (como, por ejemplo, el gran Winnington-
Ingram). Todos ellos han hecho correcciones al texto, algunas de las cuales eran absolu-
tamente necesarias por tratarse meramente de erratas; otras han aportado luz sobre pasa-
jes corruptos, para los que Düring conjeturó determinadas lecturas producto de su parti-
cular interpretación de la doctrina armónica. Otras, en fin, han versado sobre problemas
textuales prácticamente irresolubles, como el caso de III 16.
En nuestra edición hemos incorporado las correcciones a las erratas, así como
algunas de las sugerencias de lectura de estos filólogos. Nuestras razones para la adop-
ción de lecturas diferentes están guiadas, como las de prácticamente todos nuestros pre-
decesores, por cuestiones internas o de contenido. Se podría decir que la mayor dificul-
tad del texto de Ptolomeo –salvo los casos especiales de las lagunas y sobre todo el ya
mencionado III 16– no reside sino en la propia doctrina que el alejandrino expone, en la
propia dificultad de la materia que aborda: ejemplos de ello son 21.2-3 (transposición de
mei/zwn – e)la/ttwn), 43.11 (uno de los pasajes más difíciles, a nuestro juicio, de todo el
tratado, y donde volvemos a la lectura de los codd.), 80.18 (donde se debe corregir la
lectura tou= toniai/ou de los codd.) y 90.14 (que debe considerarse interpolado).
CXXXIX
En segundo lugar, nos parece conveniente, por diversas razones, optar por va-
riantes textuales en determinados pasajes. Además de los codd., nos hemos servido fun-
damentalmente del comentario de Porfirio a la Harmónica, bien sea en sus paráfrasis,
bien en los títulos de los capítulos que el de Tiro incorpora literalmente. La obra de Por-
firio no es tan determinante como podría parecer a priori para el texto de Ptolomeo
(además, el comentario no cubre toda la Harmónica), pero no deja de constituir un apo-
yo de primera categoría en la consideración de las diferentes lecturas. Por otro lado, y
junto con el comentarista griego, el texto de Wallis nos ha servido para mantener otras
correcciones, muy a menudo apoyadas también por Porfirio, como el caso de 21.2-3 ó
27.25; en el caso de 110.16, Wallis proporcionaba un pasaje omitido por Düring que
aparece en todos los códices, y que señalaría también Mathiesen (en su catálogo RISM).
Sólo en dos lugares se han ofrecido lecturas propias: la primera en 59.25 (to/ pro
to/n), a nuestro juicio inevitable; la segunda (111.1) no es sino una reescritura posible
(kata\ tau)ta/ frente a kata\ tau=ta) y que ya aceptaba como posible el mismo Düring.
El aparato crítico sigue de cerca al de Düring (de carácter negativo casi siem-
pre), pero hemos introducido algunas referencias a pasajes significativos del Comenta-
rio de Porfirio, y sobre todo hemos consignado las diferencias con Jorge Paquimeres, en
los casos no señalados por Düring en que este bizantino no parafrasea el texto ptolemai-
co, sino que toma directamente las palabras del alejandrino424.
Todas las siglas utilizadas para señalar los manuscritos son las de este editor; no
obstante, hemos corregido algunas erratas evidentes señaladas ya por Gohlke (sobre
todo M1 por m1). Por otra parte, el aparato recoge las lecturas divergentes de Wallis, si
bien no así su forma de indicar las razones armónicas (por ejemplo, e)pi/pemptoj por e)pi\
e /, 6:5) derivada de los bizantinos, y que no representan una variación real salvo en con-
tados casos; tampoco la forma cardinal para los números (tria/konta por l /). En cuanto
a las correcciones y sugerencias de otros filólogos, el aparato consigna así mismo su
procedencia.
424
Para las coincidencias de Paquimeres con la clase m, cf. HL, pp.lxxvii-lxxviii.
CXL
Todos los gráficos siguen, igualmente, la edición de Düring425. En lo único que
diferimos –y así también queda especificado en el aparato crítico– es en el hecho de
incorporar todas las tablas numéricas para las afinaciones de la lira y cítara de II 15. Las
tablas 1-7 son idénticas, en su serie numérica y en su orden consecutivo, a las tablas 8-
16, y por ello Düring se limita, para ahorrar esta repetición, a consignar las identidades.
A nosotros en cambio nos ha parecido interesante consignarlas todas para hacer más
fácil y clara su comparación.
425
Para las tablas que Wallis incorpora al capítulo II 11, vid. nota a la edición ad locum, PPM,
p.241, y SPH, p.75 n.85.
CXLI
4.NOTAS A LA EDICIÓN
2] TITVLVS] Hay un consenso general en casi todos los códices sobre el título
del tratado, Klaudi/ou Ptolemai/ou Armonika/; cf. I. Düring, Die Harmonielehre des
Klaudius Ptolemaios, Göteborg 1930 (= HL) p. lxxi. F presenta sin embargo Klaudi/ou
Ptolemai/ou a(rmonikh/.
5.8] dia/foron] Como señala el aparato crítico, se añadió más tarde en los ma-
nuscritos dia/foron tras mh/, que Wallis corrigió en diafe/ron, aunque reconoce que falta
en el número 41 (= Oxoniensis Collegii S. Johannes Bapt. gr.30, RISM 153), de la clase
f, y en el número 38 (= Oxoniensis Bodleianus Baroccianus gr.124, RISM 134) procedía
de otra mano más reciente. Sólo V presenta diafe/ron. Al igual que la interpolación de
labei=n en 5.27 y 28, diafo/ron tras mh/ está causado por la paráfrasis de Porph. in Harm.
6.3] W. Theiler (“Review of Düring’s three works”, GGA 198 [1936], p.199)
sugirió una coma tras sumbebhko/twn para separar el genitivo absoluto; la proposición
modal de kaJa/per quedaría mejor conectada con su correspondiente de dei= (6.7) si se
opta por coma tras karki/nou (6.6) en vez del punto de Düring.
8.18] th/n] C. Höeg (“Ptolemaios und Porphirios über die Musik”, Gnomon 12
[1936], p. 153) y después Alexanderson (op. cit., p. 8) preferían eliminar th/n, borrado
en los manuscritos principales M, V y W y ausente en g y A. Alexanderson arguye que
así habría una correspondencia exacta dia\ me\n tou= sxh/matoj (8.13) – dia\ de\ th=j
CXLII
leio/thtoj (8.18) y dia\ de\ th=j mano/thtoj (8.20). Contra esto, argumenta Solomon (Pto-
Düring la corrige en vista de Porph. in Harm. 52.13, a)potelei=tai (…) o( yo/foj; cf. ib.
51.29 ss. En su Ptolemaios und Porphyrios über die Musik (Göteborg 1934 [=PPM],
p.151) explica que la corrección de algunos manuscritos en Ja=tton es una malinterpre-
tación de este difícil pasaje, pues no es el sonido lo que resulta rápido, sino la percusión.
CXLIII
llis y prefiere leer Barker (Greek Musical Writings, II [= GMW], Cambridge University
Press, 1989, p. 286). La corrección pollapla/sion es un reflejo del razonamiento si-
guiente: 14.16 w(/ste kai\ to\ AB pollapla/sion, to\ a)/ra dia\ pasw=n pollapla/sion; cf.
Euc. Sect. Can. prop.1 (150.1), e)a\n dia/sthma di\j sunteJe\n to\ o(/lon poiv= polla-
pla/sion, kai\ au)to\ e)/stai pollapla/sion. A la luz del texto de Sect. Can. (que informa
todo este pasaje ptolemaico), la lectura dipla/sion no tiene sentido. Del hecho de que un
intervalo sea a)su/mfwnon no se sigue inmediatamente que no sea doble (aunque tal de-
ducción sea correcta), sino, en primer término, que no es pollapla/sion ni e)pimo/rion
(cf. supra Ptol. Harm. 13.11-12 e)farmo/santej dh\ dia\ tou=to tou\j e)pimori/ouj kai\ po-
llaplasi/ouj lo/gouj tai=j sumfwni/aij), toda vez que el lo/goj dipla/sioj es un subtipo
15.19-20] o(/ti kai\ th\n au)th\n e)kei/n% du/namin e)/xei, lectura de Vf parece muy
conveniente, aun ausente de MWE, pues la presencia de o(/ti evitaría que el período fue-
se una redundancia, dado 13.4 tw=n poiou/ntwn au)th\n fJo/ggwn a)diaforou/ntwn kata\ th\n
du/namin e(no/j (cf. Alexanderson, loc. cit., p. 9). Sin embargo o(/ti parece haber sido intro-
CXLIV
nuscritos, sino porque hay muchos ejemplos de uso activo del verbo a)rta=n con com-
plemento directo, como señala el DGE: cf., por ejemplo, Th. II 76.4 kai\ dokou\j me-
ga/laj a)rth/santej a)lu/sesi makrai=j sudhrai=j, E. Hipp.1222 o Praxag. fr.1, 29. Ade-
más, la lección au)t%= supondría que es la cuerda la que está suspendida del peso, mien-
tras que el experimento se verifica cuando de ambos extremos de una cuerda quedan
suspendidos dos pesos. Cf. el importante pasaje de Nicom. Harm. 246.22-247.4, kai\
a)po/ tinoj e(no\j passa/lou dia\ gw/nwn e)mpephgo/toj toi=j toi/xoij (...) a)parth/saj
te/ssaraj xorda/j (...) o(lkh\n prosdh/saj e)k tou= ka/twJen me/rouj, “y de una sola estaca
21.1] ta\j xorda/j] Los mss. más antiguos presentan aquí un plural. Düring si-
gue a V, mientras que MWEfgA presentan tai=j xordai=j; Wallis th=j xordh=j. Porfirio (in
Harm. 121.24) escribe en su paráfrasis sfairika\j d¡ e)/xousai ta\j u(po\ th\n xordh\n pip-
tou/saj e)pifanei/aj, y Alexanderson (op. cit., p. 9) se apoyó en el comentarista griego
para su corrección th\n xordh/n. Es cierto, como afirma Alexanderson, que el capítulo
trata del monocordio, pero Ptolomeo habla específicamente de una sola cuerda a partir
de 18.4 e)a\n toi/nun a)po\ tw=n A kai\ D diatei/nwmen xordh\n su/mmetron, que corresponde
justamente a la traducción de Boecio (Mus. IV 18, 348.15-16), “Super has [sc. magadas]
intendatur nervus aequalis [= Ptol. su/mmetroj] undique is, qui est AEFD [= Ptol.
AEHD]”. Düring (op.cit., p. 182) compara acertadamente 21.1 con otros pasajes (tam-
bién relacionados con éste, pues se habla de las propiedades generales del canon) donde
se lee un plural de xordh/ (cf. 79.9, 103.18); en su paráfrasis, Porfirio pudo estar adelan-
tando la descripción del monocordio, cuando Ptolomeo introducía sencillamente las
carácterísticas físicas del canon en sentido general (Ptolomeo trabaja sobre todo con un
canon de más de una cuerda; en 29.10-11 le añade otras siete). Ahora bien, la elección
de Düring (ta\j xorda/j V) no es la lectio plurimum codicum porque mantiene el acusa-
tivo a la vista del texto de Porfirio.
21.15] Wallis e)pi\ th\n th=j h(misei/aj dixotomi/an, pero cf. Porph. in Harm.
122.12 kai\ e)/ti th\n th=j h(misei/aj dixotomi/an.
CXLV
21.18] kata/] Cf. Porph. in Harm. 122.17 kai\ th=j me/shj au)tw=n tou=
1
kurtw/matoj grammh=j. La lección kai/ la proporcionan mf pero en M está corregida (M )
por kata/. Alexanderson (op. cit., pp. 9-10) da buenas razones para agrupar Je/sewj,
i)so/thtoj kai\ o(moio/thtoj con e(/neken: ku/rtwma sería equivalente sfairikh\ e)pifa/neia
(20.27-21.1) y a kurth\ e)pifa/neia, según Ptol. Harm. 21.3 dixotomi/aj tw=n kurtw=n
e)pifaneiw=n y Porph. in Harm. 121.27 dixotomi/aj tw=n kurtoth/twn. De ahí, entonces,
kata/, que especifica respecto a qué deben ser iguales (Harm. 21.18 a)paralla/ktwj) la
maica sería irregular: Je/sewj, i)so/thtoj kai\ o(moio/thtoj kai\ th=j me/shj grammh=j. De ahí
que, aun con reservas, mantengamos la lectura de Düring si bien contra el testimonio de
mf y Porfirio.
22.15-16] to\n <tw=n> o)ktw\ pro\j ta\ tri/a. Adición de Höeg (“Die Harmonieleh-
re des Klaudios Ptolemaios”, Gnomon 6 [1930], p. 656) aceptada por Düring (op.cit., p.
183). Cf. Ptol. Harm.14.2-3 y 19.2 tw=n o)ktw\ pro\j ta\ tri/a, y Porph. in Harm. 123.17,
o(/te d¡ ei)j to\n tw=n h / pro\j g /.
1934, prefiere leer con el orden e)la/ttwn-mei/zwn; según Düring (op.cit., p. 184), “die
Wöter beziehen sich auf die Grösse des Unterschiedes (…) nicht auf die absolute Grösse
des Intervalles”; consecuentemente, traduce con el nuevo orden de palabras. Básicamen-
te, e)la/ttwn-mei/zwn es la lectura de m, mientras que f presenta mei/zwn-ela/ttwn (op.cit.,
p. 11). El pasaje es complicado y todos los copistas se han enfrentado a la comprensión
del texto, como se ve por las correcciones de las diferentes manos. Por su parte, Porfi-
rio, en edición de Düring (in Harm. 127.4-5), escribe a)ll¡ e)a\n me\n tou\j o)cute/rouj
fJo/ggouj au)tw=n e)farmo/zwmen a)llh/louj, mei/zwn, e)a\n de\ tou\j barute/rouj, e)la/ttwn;
CXLVI
pero no es éste un pasaje tampoco libre de problemas textuales: el orden mei/zwn –
e)la/ttwn, la lectura de Düring, es la de Vaticanus gr.182, del siglo XIV, un buen ejem-
e)/stai w(j h( AB dia/stasij pro\j th\n GE dia/stasin ktl. Y por si cupiese duda, Ptolomeo
dice que A es el “extremo”, es decir, el límite de la cuerda: 24.5, tou= A nooume/nou kata\
to\ o)cu/teron pe/raj. Por ello, pues, consideramos que la interpretación de Alexanderson
(op. cit., p.10) es la correcta, al atenerse a la confusión que procede del propio Ptolo-
meo; como consecuencia, el orden adecuado que arroja el experimento es mei/zwn –
e)la/ttwn, lectura más antigua de acuerdo con Porfirio (in Harm. 127.4-5) donde Düring
CXLVII
sigue la lectio antiquior, y la que en principio aparecía en el texto de Düring (en el cua-
dro de discrepancias aparece referida a las correcciones de Düring de 1934).
26.3-4] Cf. Porph. in Harm. 129.14-15, dito/nou d¡ e)sti\ kai\ to\ AG, w(/ste kai\ to\
AB du/o kai\ h(mi/seoj sunti/JesJai to/nwn (la referencia a la paráfrasis de Porfirio en el
kai\ tou= DB (así también Wallis) siguiendo a W, pero traduce el texto de Düring. Para el
mejor entendimiento de la sintaxis, hemos insertado una coma entre tau=ta y kata-
lei/pesJai, y entre AG y kai/.
27.6] Höeg (op. cit., p. 657) propuso separar mediante coma lo/gou y kai/, pues
kai\ dia\ tessa/rwn no pertenece a la oración de o(/tan (...) lhfJv=.
CXLVIII
27.12] ou)ke/ti] Cf. Porph. in Harm. 131.6, e)n oiÂj d¡ ou)ke/ti au)ta/rkhj e)sti; ou)k
e)/stin en f; cf. Alexanderson, op. cit., p.10. Sólo hay un uso por Ptolomeo de e)/ni en
Pro/xeiroi ka/nonej, II 173.24, kai\ ei) me\n ei)j to\ pro/teron seli/dion tw=n du/o tw=n tou=
a)ste/roj o( a)riJmo/j au)tou= e)kpi/ptoi, o( prw=toj e)/ni sthrigmo/j, ei) de\ ei)j to\ deu/teron, o(
deu/teroj; sin embargo en Harm. leemos claramente e)/nesti (24.12, 38.16, 58.3, etc). No
nos parece verosímil aquí la lectura e)/ni, toda vez que existe un uso similar de ou)ke/ti en
43.6, 101.15 ó 101.19, h( prote/ra xrh=sij du/natai proxwrei=n, ou)ke/ti de\ h( dia\ tw=n
koinw=n maga/dwn lambanome/nh. Aunque es la lectio facilior, Porfirio parece un buen
indicio.
27.17] Alexanderson (op. cit., p. 10) prefiere eliminar la coma antes de o(/ te
del texto de Düring. No es absolutamente necesario, pero así se integra el sujeto doble
de poiou=si dentro de todo un período ininterrumpido (i)/soi – e)pi\ iz /).
tw=n a(rmozome/nwn, pro/sw te kai\ o)pi/sw, ou)/t¡ e)pi\ tw=n au)tw=n a)ei/ (cf. m, a)/llo ti tau)to\
me/geJoj pa/ntwj th=j diafora=j e)pi\ tw=n au)tw=n a(rmozo/menon ou)/te e)pi\ tw=n au)tw=n a)ei/).
Parece difícil no estar de acuerdo con Düring (op.cit., pp. 190-191) en que la idea prin-
cipal de Ptolomeo es afirmar que, debido al carácter e)pimo/rioj de los intervalos en con-
sideración, la superposición continua del mismo intervalo no da lugar a uno consonante,
como es el caso del tono y la octava (seis tonos no son igual que una octava, cf. Ptol.
Harm. 28.17 ss., Euc. Sect. Can. prop.9). El pasaje en cuestión debió de sufrir muy
pronto una malinterpretación debido al carácter huidizo de la expresión de Ptolomeo
(me/geJoj th=j diafora=j, e)pi\ pa/ntwn, e)pi\ au)tw=n; cf. Wallis, op.cit., p. 52): por un lado, la
lectura de m es más esquiva todavía (a)/llo ti tau)to\ me/geJoj – th=j diafora=j) pues prác-
ticamente deja sin sentido tal tau)to\ me/geJoj; por otro, Porfirio no parece recoger la idea
de Ptolomeo de la repetición consecutiva (cf. Harm. 29.3 kata\ to\n au)to\n tro/pon
e)fech=j, y Düring, loc.cit.) de un intervalo, repetición que no consigue un intervalo
su/mfwnon.
CXLIX
La lectura de Düring, que mantenemos en nuestro texto, nos parece la más
plausible con mucho dentro de las conjeturas posibles: se atiene a la idea principal del
argumento, que contiene m, pero corrige la más que probable corrupción por medio de
la paráfrasis de Porfirio, sirviéndose del cual lee dia\ tau)to/. Wallis, como en otras oca-
siones, sigue a f, a)/llo ti pro\j to\ me/geJoj pa/ntwj th=j diafora=j ou)/te tw=n au)tw=n
a(rmozome/nwn ou)/te e)pi\ tw=n au)tw=n a)ei/ (que evidencia una corrección posterior del tex-
to), “nam non modo non dia pason, sed neque aliud aliquod, omnino efficitur ad diffe-
rentia (aliquoties repetendae) magnitudinem praecise, sive ipsorum jam aptatorum dif-
ferentiae, sive (utrumque) ex eisdem semper repetitis” (la cursiva es de Wallis: son sus
añadidos); Santos, en su traducción del tratado ptolemaico (Armónicas, Málaga 1999, p.
48) vierte literalmente a Wallis. A pesar de disponer de un texto inferior, la perspicacia
de Wallis (“propter sequentem clausulam”) le advierte de la idea (sugerida) de la repeti-
ción del mismo intervalo; e incluso coincide con Düring en suponer para a(rmozo/ntwn un
diaforw=n (Düring mege/Jwn), aunque el escolio en g a a(rmozo/menon supone tw=n diaforw=n
o)rga/nwn (cf. Düring HL, p. 25), y para tw=n au)tw=n, e)pi\ mi/aj xordh=j (así también Barker,
GMW, p. 299).
Más tarde, C. Höeg (op. cit., p. 656 n.1) propuso, aunque con dudas, la si-
guiente lectura: ou) ga\r mo/non ou) gi/netai to\ dia\ pasw=n dia\ to\ me/geJoj th=j diafora=j,
ou)de\ a)/llo ti pa/ntwj ou)/te e)pi\ pa/ntwn a(rmozo/menon ou)/te e)pi\ tw=n au)tw=n a)ei/. Düring
(PPM, p. 190) replicó que tal lectura intentaba ciertamente reconciliar su propio texto
con el de Porfirio, pero cambiaba el orden severamente del texto y, como señala este
comentarista, la idea de repetición consecutiva del intervalo se reduce sólo a e)pi\ tw=n
au)tw=n a)ei/, dos objeciones graves a nuestro juicio; además (aunque Höeg reconoce que
ou)t¡ e)pi\ tw=n au)tw=n a)ei/. kai/toi lambano/ntwn h(mw=n kata\ to\n au)to\n tro/pon e)fech=j to/ te
dia\ tessa/rwn kai\ to\ dia\ pe/nte poih/sousin oi( a)/kroi to\ dia\ pasw=n, o(/ti tau=ta tai=j
au)tw=n a(rmozome/nwn entendiendo au)tw=n como personas (“even if the same persons do
CL
la edición de Düring; así también lo entiende Barker, loc.cit.). La interpretación de
Alexanderson es a nuestro juicio más débil: pierde de vista la idea de la sucesión de un
mismo intervalo y se aleja definitivamente de la paráfrasis de Porfirio, que sin duda está
más cerca de la intención ptolemaica (Porph. in Harm. 132.29 dia\ to\ me/geJoj); además,
Porfirio no parafrasea a g, sino a m (cf. Düring, op.cit., p. 191). La corrección de Düring
no deja de ser una conjetura pero es la mejor por su compromiso con m (mejorándola) y
con Porfirio; cf. Solomon, op.cit., p. 36 n.183 con un juicio negativo sobre el texto de
Düring.
30.7] Cf. Porph. in Harm. 134.3 u(p¡ au)tw=n. Düring (op. cit., p. 192) tiene ra-
zón al decir que es indefendible, pero la tradición textual de Porfirio es homogénea en
ese punto y el comentarista griego pudo haber ya corregido el texto (P. L. Schönberger,
en sus Studien zum 1. Buch der Harmonik des Claudius Ptolemaeus, Augsburg 1914, p.
56 no lo discute, entendiendo en u(p¡ au)tw=n a los pitagóricos).
30.8-9] Düring corrigió el texto, que presenta como núcleo del problema la
doble posibilidad de leer tai=j o ta/, así como la acentuación (en función del caso que
entendamos) de o(/moia. MWE presentan dia\ tou=to ma=llon ta\ e)n e)la/ttosi diasta/sesin
o(/moia (entendiendo ta\ ... o(/moia como complemento directo de sklhru/nei). La perífrasis
de Porfirio, sin embargo, contiene una estructura nominal, in Harm. 134.5 dia\ tou=to
ma=llon tai=j e)n tai=j e)la/ttosi diasta/sesi xordai=j h( o(moi/a ta/sij. VAfg también pre-
sentan tai=j, pero difieren repecto a o(moi/a (Wallis, op.cit., p. 54, ma=llon ei)si tai=j e)n
e)la/ttosi diasta/sesin o(/moiai). Desde el punto de vista del sentido del texto la lectura
muy aceptable porque aun siguiendo a uno sólo de los manuscritos de m (V), no discre-
pa de Porfirio y elude el improbable acusativo ta\ o(/moia (cf. infra Harm. 49.5, 63.24,
etc). Alexanderson (op. cit., p. 13) por su parte no se fía de Porfirio, y querría leer, aun-
que con dudas, o(moioi= (sc. h( ta/sij ta\j xorda\j tai=j e)n e)la/ttosi diasta/sesi xordai=j)
que no haría sino convertir el texto de Ptolomeo en una paráfrasis del de los manuscritos
en aras de su interpretación particular. Solomon (op.cit., p.38 n.189) se atiene a MWE.
31.13] w(j de/] Alexanderson (op. cit., p.13) nos parece acertado al querer leer
w(j de/, siguiendo a Porph. in Harm. 134.33, w(j d¡ h( tou= A perioxh/. Todo el pasaje man-
tiene el paralelismo w(j – ou(/twj (w(j me/n – w(j de/). Así también Wallis.
CLI
33.17] El texto de Düring da to\ me\n ouÅn, seguramente producto de una errata,
pero cf. Porph. in Harm. 137.22 tou= me\n ouÅn y Wallis; Alexanderson (op. cit., p. 13)
señala Ptol. Harm. 33.11, 24.
36] Hay que corregir en el diagrama el penúltimo número del diatónico que
aparece en la edición de Düring como ,aymd /(se trata de una errata). El número correcto
según Ptol. Harm. 35.22-23 es ,a md / (kai\ tau=ta [sc. ,aya /] ga\r pro\j me\n ta\ ,a md /
to\n e)pi\ z / poiei= lo/gon. Cf. Pachym. Mus. 138.3 e)pi\ de\ tou= diatonikou=, a)po\ barute/rou,
38.22] me\n dh/] Wallis (op.cit., p. 69.7) e)pi\ me\n dh/, cf. Porph. in Harm.145.6 (in
lemmate) e)pi\ me\n dh/. Aunque a Porfirio sólo sigue la lectura de f, parece conveniente
seguir al comentarista griego porque 38.22 se contrapone a 40.10: e)pi\ me\n dh\ tw=n to\
pukno\n periexo/ntwn genw=n (...) e)pi\ de\ tw=n a)pu/knwn genw=n.
38.25] Düring (op. cit., p.18), en sus correcciones al texto previas a su traduc-
ción, siguió a Höeg (op. cit., p.656) leyendo e)fhrmo/samen (cf. m, e)fh/rmosan e)n; Wallis
e)fh/rmosan, y así también Barker en su traducción [GMW, p.307]). Cf. 41.21 su-
CLII
40.13] tw=n suzugou/ntwn] Alexanderson (op. cit., pp. 13-14) corrige tou\j su-
zugou=ntaj, pero cf. 40.11-13 tou\j me\n e)la/ttonaj tw=n (...) lo/gwn – tou\j de\ mei/zonaj tw=n
suzugou/ntwn.
39.11, 41.19, 42.9, 50.1, 9 y 17, 52.3) siempre utilizan como complemento lo/goj (o
bien la expresión reducida con e)pi/). Argiro debió de corregir to/poj por lo/goj atenién-
dose a esta razón; sumplhrw/sei to/pon supone la uniformidad del uso de to/poj en todo
el capítulo pero una excepción en todo el tratado a la utilización ptolemaica del verbo.
41.18] Siguiendo la puntuación de Höeg (op. cit., p. 657) que no admite Solo-
mon (SPH p. 51) en su traducción, cf. Höeg “Ptolemaios und Porphirios...”, p.155 n.1).
43.8] au)toi=j] Wallis y f au)tai=j, pero Paquimeres (el autor bizantino que utili-
za una gran cantidad de material de la Harmónica ptolemaica y, según Düring –HL,
p.lxxvii– tenía un buen ejemplar de m) presenta au)toi=j y añade a)/nJrwpoi, cf. Mus.
140.4 o(/ti ou) pa/un xai/rousin a)/nJrwpoi toi=j sfo/fra e)klelume/noij tw=n h)Jw=n, a)parkei=
d¡ au)toi=j (que asegura la lectura frente a u(pa/rxei d¡ au)taij f). Barker (BPH p.146) in-
terpreta el pasaje leyendo au)tai=j (= tai=j a)koai=j) siguiendo el texto de f, pues entiende
como sujeto de xai/rousi a ai( a)koai/. La preferencia de Barker se vería apoyada con
pasajes como Ptol. Harm. 43.15-16, au)to/ te ouÅn dia\ ta\ proeirhme/na prosforw/taton
CLIII
fai/netai tai=j a)koai=j, y 48.4-5 la/boimen d¡ a)\n kai\ kaJ¡ e(/teroi tro/pon ta\j au)ta\j sum-
metri/aj tw=n sunh/Jwn kai\ eu)metaxeiri/stwn tai=j a)koai=j genw=n, pero no vemos ningún
43.9] to/ te ga\r pukno/n Höeg (“Die Harmonielehre...”, p. 656), quien hace co-
rresponder te (en mgA) con kai/ (l.12); así también Solomon (op.cit., p.53 n. 259). Dü-
ring acepta la corrección en PPM, p. 200, pero no lo recoge en sus correcciones iniciales
del volumen, cf. to/ te ga\r pukno/n – kai\ e)/ti, au)to/ te – kai\ e(/teron.
ring.
45.10] Hemos separado mediante coma e)pi\ h / de pro\j to\n e)pi\ d / para subrayar
el carácter parentético de toute/sti tou= di\j e)pi\ h /.
45.23] dia\ <to\> to/n] Una conjetura de Düring que viene avalada por Pachym.
Mus.142.17 kai\ dia\ to\ e)/xein oi)keio/thta/ tina, cf. Höeg, op.cit.p.655.
49.11-13] e)pi\ xrwmatikh\n tw=n sterew=n dia\ tessa/rwn, w(j to\ EFZH, tou= E
kata\ th\n parame/shn tassome/nou. Ya Düring (PPM, p.18) corrigió siguiendo a mg
xrwmatikh/n (cf. N.Tr. 358), Wallis e)pixrwmatiko/n (Barker entiende xrwmatiko/j); pero
Düring conjeturó tou= H (ib., p. 205), conjetura que no consideramos necesaria por moti-
vos estrictamente de interpretación del contenido: cf. infra.
51.1] e)n tai=j tri/taij codd., e)n tai=j parupa/taij Düring (cf. PPM, p. 209). La
corrección es absolutamente necesaria porque las tri/tai siguen el diatónico tonal (cf.
Ptol. Harm. 44.19-20) y no el diatónico suave que aparece aquí.
CLIV
53, figura] Höeg (op. cit., p. 658) corrige el error de la edición de Wallis, que
asigna a HM el valor de 6. La cifra correcta es 8, produciendo una razón sesquioctava
con QK.
tessa/rwn i)soto/nwn.
55.3] DZ] Düring (op.cit., p.18) corrigió la evidente errata AZ, también en Wa-
llis, una falsa lectura que debe de ser muy antigua a la vista de Pachym. Mus. 145.8
me/xri th=j AZ.
55.17] Paquimeres, que incorpora este pasaje, omite kata/ (Mus. 145.22).
56.8] Cf. Pachym. Mus. 145.35 tou= me\n dia\ pe/nte kai\ dia\ pasw=n.
56.9] tou= de\ dia\ tessa/rwn] La lectura correcta viene avalada por Pachym.
Mus. 146.2 tou= de\ dia\ tessa/rwn.
58.3] e)/nestin] Paquimeres (Mus. 150.12) toma literalmente el pasaje, pero es-
cribe e)stin.
CLV
58.8-13] Düring (op.cit., p.18) volvió a puntuar el texto y colocó una coma en-
tre eiÅnai y kai\ ta\ tri/a (Harm. 58.12), mientras que Alexanderson (op. cit., p. 14) por
su parte la elimina y, considerando kai\ ta\ tri/a tetra/xorda sunhmme/na como una ora-
ción nominal, la coloca entre sunhmme/na y e(/n mo/non (58.12). Pero Ptolomeo antes (58.9)
había utilizado ta\ sunhmme/na du/o tetra/xorda como un sintagma, y cf. 64.23. Nosotros
hemos mantenido la coma introducida por Düring, pero nos parece más correcto una
coma entre tou= e(no/j y ta\ me\n te/ssara (58.9), pues ta\ me\n te/ssara ... perie/cei es la
oración principal de o(/tan – e)/xv. Nuestra traducción –y el sentido– de 58.12 es equiva-
lente a la de la sintaxis de Alexanderson; cf. Solomon, op. cit., p. 72 n.66.
59.5] Cf. supra 47.8, pro/j te th\n Je/sin. El epígrafe del capítulo II 5 en 51.17
omite la conjunción te.
59.12] Seguimos la puntuación propuesta por Höeg (op. cit., p. 657), coma tras
o)noma/zomen.
59.22] Düring (op.cit., p. 18) corrigió el primitivo i(/na de la edición por eiÅta
(así también Wallis) de W1fg, que da más sentido al texto al responder a 59.20
pro/teron, cf. Düring, ib., p. 228.
diezeugme/nwn to\n koino\n tw=n sunhmme/nwn du(o tetraxo/rdwn tw=n o)cute/rwn pro\j e)kei=na
ta\ du/o baru/tera. Precisamente Porfirio parece estar explicando aquí tw=n o)cute/rwn,
CLVI
Düring en 60.16 pro\ th=j barute/raj diazeu/cewj, porque Ptolomeo considera iguales en
función proslambanómeno y nete del tetracordio añadido (61.6-7), contra la interpreta-
ción de Gohlke (“Die Harmonielehre des Claudios Ptolemaios”, Philologische Wo-
chenschrift, 50 [1930], p. 1443; cf. Porph. in Harm. 167.19 con el mismo error en los
codd. corregido por Düring).
63.10] h)/] Cf. Pachym. Mus.148.34 kata\ to\ o)cu/teron kai\ baru/teron.
(op. cit., p.15) no sugiere la lectura proslhptikh/n, tal y como dice Solomon (op.cit., p.
79 n.104).
fe/rousi. El verbo diafe/rein es utilizado por Ptolomeo con dativo para la expresión del
CLVII
intervalo que separa dos notas (o dos to/noi): cf. Harm. 11.9 mhdeni\ a)ciolo/g% dia-
fe/rwsin (= 45.5), 37.3 ei)kost%= kai\ teta/rt% me/rei to/nou dieferousw=n, 64.9-10 e(ni\ to/n%
diafe/rontaj (justo después del pasaje en cuestión), etc. Otra construcción es con kata/
64.14] t%= (Wallis), según la corrección del mismo Düring a su edición (PPM,
p. 231), Höeg (op. cit., p.656) y Alexanderson (op. cit., p.15). Sin embargo to/ es la lec-
tura de Porfirio in lemmate (in Harm. 171.11), que corrige Alexanderson (ib., p.64), t%=,
cf. Ptol. Harm. 115.16 t%= teta/rt% e(autou= me/rei u(pere/xonta.
de Ptolomeo.
64.21] tou= es omitido por m, pero cf. Porph. in Harm. 171.29, in lemmate.
64.25] [dia\ tessa/rwn] debe considerarse una interpolación, cf. Ptol. Harm.
65.1-2 tou= de\ t%= dia\ tessa/rwn barute/rou to/nou pro\j to\n prw=ton. h( me\n o(moi/a
dia/zeucij tv= GD h( MN. Es una redundancia, pues al ser el to/noj más agudo por una
cuarta (64.24 t%= dia\ tessa/rwn), el tono disyuntivo equivalente, o(moi/a dia/zeucij, tam-
bién estará a cuarta.
dualidad, cf. Porph. in Harm. 174.19 pro\j tau=ta ga\r h( tw=n o)rga/nwn e)pi/tasij kai\
a)/nesij a)parkei=, o(/tan a)potelh=tai to\ au)to\ me/loj h)\ kat¡ o)cufwni/an h)\ kata\ barufw-
o(/tan – diaperai/nhtai depende del genitivo absoluto anterior; toda esta construcción es
CLVIII
67.17] Alexanderson (op. cit., p. 15) corrige la lectura labw/n de Düring y Wa-
llis en labo/n, y aunque no hay apoyo de los manuscritos, el participio no puede referirse
a ningún sustantivo masculino; al contrario, está concertado con l.15 tw=n melw=n
e(/kaston (diasta/sewj es femenino). Así también Solomon, op.cit., p. 83 n. 137.
68.19] Los manuscritos no ofrecen duda en la lectura to\n a)po/ que recogen
Wallis y Düring. Pero vemos imposible entender un género masculino en to\n (...) lam-
bano/menon, porque aquí se refiere a la octava y a su eiÅdoj (así lo entiende también, para-
70.9] e)f¡ e(/tera] Cf. el escolio a 62.4 Düring, oiÅmai o(/ti o( Ptolemai=oj to\ e)f¡
e(ka/tera a)nti\ e)f¡ e(/tera e)klamba/nei, o(/per kai\ a(rmodiw/teron dokei=. prosekte/on ouÅn. kai\
ga\r ka)n tv= a)rxv= tou= paro/ntoj deute/rou bibli/ou ou(/twj e)ce/laben au)to/: e)/fh ga\r
la/boimen ga\r kai\ kaJ¡ e(ka/teron tro/pon ta\j sumfwni(aj a)nti\ tou= kaJ¡ e(/teron. El esco-
liasta tenía ante sí la lectura kaJ¡ e(ka/teron de ME de 48.4. Alexanderson (op. cit., p.
15) tiene razón cuando señala que, debido al procedimiento exhibido por Ptolomeo a
partir de 72.5 ss. para hallar las u(peroxai/ tw=n to/nwn, aquí e)f¡ e(ka/tera no se opone a
ta)nanti/a, pues la cuarta discurre en una dirección y la quinta justo en su contraria. El
escolio da indicios de esta confusión en la tradición manuscrita de Harm., error que ve-
mos también en 111.3 kaJ¡ e(kate/ran m y kaJ¡ e(te/ran fA (conforme también con esta
corrección traduce Barker, GMW, p.335 pero no así Solomon, op.cit., p. 87 n.167). Cf.
Aristox. Harm. 69.1-2, e)pi\ to\ o)cu\ to\ dia\ tessa/rwn, eiÅt¡ e)pi\ to\ baru\ to\ dia\ pe/nte, Ptol.
Harm. 72.5-7, a)po\ me\n th=j tou= dia\ tessa/rwn (…) e)pi\ to\ baru\ kaJaire/sewj, h(/tij e)stin
(…) h( au)th\ tv= dia\ pe/nte pro\j to\ o)cu\ parauch/sei.
CLIX
71.2] Cf. Pachym. Mus.198.4-5, to/nouj i)/swj au)tou/j o)noma/santej.
lo t%= marca, en el período que sigue, los intervalos que distan entre to/noi y que han sido
hallados mediante la lh=yij tw=n sumfwniw=n; sin embargo, no ocurre así con A, B y G.
72.8] tw=n HE, de acuerdo con Wallis. No hay razón para la omisión del artícu-
lo en esta serie.
73.2] Wallis imprimió en el cuerpo del capítulo II 11 unas tablas (tomadas del
Oxoniensis Collegii S. Johannis Bapt. gr.30, del siglo XVI, señalado por Wallis como J
y Düring con el número 41; cf. RISM pp. 364-365) que contenían cada uno de los to/noi
ptolemaicos en género diatónico suave. Sin embargo, Düring (PPM, p.241) estableció
que las tablas no eran ptolemaicas, pues el alejandrino nunca se propuso hacer de este
género melódico un ejemplo para la exposición de todos los to/noi, y además siempre
indica dónde va a incorporar algún tipo de tabla: cf. por ejemplo Harm. 34.8, 36.1, 40.9,
42.7, etc. Estas tablas son incorporadas en la traducción de Demetrio Santos (op.cit., p.
105 ss.).
no entendemos aquí comparación en cuanto a altura tonal, sino con aquéllos con los que
estos nuevos to/noi son idénticos en forma. La forma en acusativo debe ser interpretada
como una lectio facilior.
CLX
75.9-11] Alexanderson (op.cit., p.16) sugirió, sin mucha convicción, <deik-
nu/ein kai\> eu)dia/kriton, pero la conjetura es en absoluto necesaria.
78.15] Es necesaria una coma tras diatoniko/n para separar las proposiciones.
78.17] T%= en la edición de 1930 fue corregida por Düring (op.cit., p.18) en to/.
CLXI
Düring (cuyo texto seguimos), por su parte, modifica ligeramente el texto de
Argiro y Wallis, por otra parte escasamente divergentes. Crea, efectivamente, un nuevo
texto al variar ligeramente en la expresión de las denominaciones de los géneros, más
acorde con el estilo de Ptolomeo (cf. Solomon, op.cit., p. 100 n. 248), optando por el
neutro (xrw=ma malako/n, por ejemplo) frente al adjetivo neutro de Argiro (xrwmatiko/n)
y a la forma en genitivo de Wallis (xrw/matoj); este último, a su vez, sigue expresando
las razones armónicas con los habituales adjetivos (e)pieikosJe/bdomoj por e)pi\ kz /).
81.11] El género xrw=ma malako/n está formado, según Ptolomeo, por 6:5,
15:14 y 28:27 (cf. tabla), por lo que hay que corregir el texto de Düring (72.3) e)pi\ kj /
por e)pi\ kz /; cf. e)pi\ z / A (Mountford, op.cit., p.89), Wallis e)pieikosJebdo/m% (p.169) , y
SPH, p. 100 n.251.
82] Höeg (op. cit., p. 658) señaló una errata en los números del cromático de
Dídimo en la tabla: la transcripción de Düring para rib / l / es 112 1/9, pero la correcta es
112 ½ (= 112 30/60).
83] De nuevo Höeg (ib., p. 658) señala otra errata en la tabla de los diatónicos
del texto de Düring, concretamente en el diatónico de Eratóstenes: rig / nd / no es 113
15/16, sino 113 29/32 (= 113 54/60).
84.10] Düring (PPM, p. 259) corrige la errata e(/cin de la edición por mei=cin, pe-
ro se pueden seguir los códices con Wallis; cf. 44.13-14 e)n de\ tv= (...) mi/cei, 64.6 mi/cei
tini\ merikv=, y 84.11 toi=j oi)kei/oij th=j mi/cewj to/poij. En otras obras de Ptolomeo sólo
aparece mi/cij, cf., por ejemplo, Tetr. I 11, 5 (th=j dia\ th=j mi/cewj sugkirname/nhj, Alm. I
1, 295.8 .
85 ss.] Düring no repite los cuadros de las a(rmogai/ que coinciden en sus cifras,
y así lo especifica en el aparato crítico. Nosostros hemos optado por introducir todas las
tablas con el objetivo de eliminar la tediosa tarea de localizar previamente las equiva-
lencias en las tablas y tenerlas así, rápidamente, todas a la vista.
CLXII
85-89] Höeg (op. cit., p.658) corrigió algunos errores en los números de estas
tablas en el texto de Düring: en el micolu/dioj a)po\ nh/thj, tercera columna (g /), 28:72
debe ser corregido por 28:27; en la del fru/gioj a)po\ nh/thj (p.86), tercera columna (g /),
la penúltima fracción 9:8 debe corregirse por 28:27. Por otra parte, en la del u(polu/dioj
a)po\ nh/thj (ib.), las últimas fracciones de la primera columna (a /) deben ser
(7:6)·(12:11), cf. PPM, p. 93 n.1. A su vez, Solomon (op. cit., p.104 n.262) corrige la
del lu/dioj a)po\ nh/thj (ib.), tercera columna, donde rka / nd / es 121 19/21 (y no 121 17/21).
90.5-6] Los códices presentan ta\ de\ lu/dia oi( tou= toniai/ou diato/nou tou=
dwri/ou, y ésta es la lectura de Wallis. La afinación llamada lu/dia está constituida por la
mezcla de los géneros dia/tonon toniai/on y dia/tonon su/ntonon, cf. 44.23 to\ de\ tou= sun-
to/nou diatonikou= pro\j to\ toniai=on mi=gma. Ahora bien, en las líneas precedentes de este
capítulo se omite siempre el dia/tonon toniai=on como género común en las mezclas,
mientras que se especifica el género nuevo al que se une (en este caso, el su/ntonon), por
lo que cabe sospechar de la lectura tou= toniai/ou: cf. 90.4-5 tou= mi/gmatoj tou= ditoniai/ou
dito/nou que, conforme a 44.25-45.3, sustituye al toniai=on en las i)astiaio/lia y en los
lu/dia. Además, los lu/dia constituyen la mezcla del diatónico tonal con el tenso o el
ditonal, no siendo por ello una afinación “pura” (cf. D. B. Monro, The Modes of Ancient
Greek Music, Oxford 1894, p. 84 n. 2). A nuestro juicio, estas razones obligan a recha-
zar tou= toniai/ou.
mi/gmatoj tou= sunto/nou diato/nou tou= ... ta\ de\ ... > oi( tou= toniai/ou diato/nou. En su con-
CLXIII
jetura establece dos lagunas, la primera correspondiente al modo de los i)a/stia, y la
segunda al nombre de la afinación perdida.
ralelismo en la construcción de los períodos desde 90.4 en adelante; a esto, sin embargo,
se opuso Alexanderson (op. cit., p. 17) y después Solomon (op.cit., p.124 n. 268), en la
idea de que Ptolomeo es a menudo braquilógico. Sin embargo, lo es cuando nombra los
ingredientes de la mezcla (obvia tou= toniai/ou desde 90.2 en adelante) mas no en que
hay tal “mezcla”, tou= mi/gmatoj. A la vista de esto, Höeg (op. cit., p. 656), pensando con
razón que la mezcla con el diatónico tonal (es decir, el diatónico su/ntonon) debe apare-
cer, corrige a Düring conjeturando ta\ de\ lu/dia oi( <tou= mi/gmatoj> tou= toniai/ou di-
ato/nou <kai\ tou= sunto/nou diato/nou> tou= dwri/ou, texto que aún rechazaría Düring
qué suponer que los lu/dia van a presentar, en mezcla con el diatónico tonal, el tenso
(su/ntonon), mientras que los i)astiaio/lia mezclan tonal y ditonal (ditoniai=on)? Ptolo-
meo asoció lu/dia y i)a/stia (= i)astiaio/lia) en 44.24-25, y seguidamente nos informó
de que cuando se canta el tenso (su/ntonon), se afina sin embargo el ditonal (ditoniai=on)
“por no diferir en nada considerable”, 45.5 dia\ to\ mhdeni\ a)ciolo/g% diafe/rein. No tiene
sentido hacer entrar en contradicción ambos pasajes. Si 90.4-5 es claro en su lectura,
...i)astiaio/lia oi( tou= mi/gmatoj tou= ditoniai/ou diato/nou, razonablemente debe ocurrirle,
apoyándonos en I 16, lo mismo a los lu/dia. De ahí que sigamos a Monro (loc. cit.) con-
jeturando ta\ de\ lu/dia oi( <tou= mi/gmatoj> tou= <di>toniai/ou diato/nou.
CLXIV
90.13] During pentamoiriw=n, pero Wallis (op.cit., p. 209) pentamoriw=n. En l.12
leímos penta/moira. La lectura de Wallis es inferior, pues sólo hemos podido encontrar
un ejemplo similar en Archim. Aequil. II 116.12, deikte/on o(/ti a( ZQ du/o pentamo/ria/
e)nti ta=j AB; en cambio, cf. Papp. in Alm. 8.2 Rome kaJ¡ e(/kaston tou/twn ei)j pentamoi-
ri/aj j .
90.22] kanoni/wn] Corregido por Düring (op.cit., p. 18), cf. Wallis, op.cit., p.
211.
97.20] mo/nwn corregido por Düring (op.cit., p.18), cf. Harm. 82.3.
99.3-4] Hemos modificado la puntuación del pasaje: coma (Düring, punto) en-
tre t%= dia\ pe/nte y kai\ a)peilh/fJw pues este imperativo está unido con 98.23 noei/sJw, y
punto (Düring, coma) entre DQ y u(parxJe/ntwn, pues el genitivo absoluto inaugura el
período de 99.7 e)/stai.
100] Hemos recogido las letras del diagrama (la edición de Düring presentaba
una errata), leyendo en la primera cuerda A, C, N, E, conforme a Höeg (op. cit., p. 658
n.2).
102.11] Wallis (op.cit., p. 229) dia\ to\ dei=n. Düring, en su aparato crítico (p.
90) no señala la lectura dia\ to\ dei=n, pero Wallis lee to\ dei=n de Oxoniensis Bodleianus
inter mis.gr.86 (RISM 137) y Oxoniensis Bodleianus inter misc.gr.87 (RISM 138), res-
pectivamente los manuscritos numerados por Düring como 34 y 35, del siglo XVII. El
problema que se nos sugiere es que en la exposición del canon de I 8, los puentes móvi-
les eran algo más altos que los fijos, cf. 21.16-17, katasth/somen (...) maga/dia e(/tera,
u(yelo/tera me\n e)kei/nwn (sc.tw=n meno/ntwn) braxei=. De otra parte, la siguiente sección
(102.13) parece explicar precisamente esto (ga/r) planteando dos puentes esféricos de
alturas diferentes (102.16, w(/ste mei/zona eiÅnai th\n BZ th=j AD). Precisamente Ptolomeo
advierte de que hay que tener cuidado (102.7 prosekte/on) de que “las longitudes entre
los puntos de pulsación” sean idénticas. Tal cuidado no sería necesario si los puentes
CLXV
tuviesen todos –fijos y móviles– la misma altura, pero no así en el caso que a continua-
ción desarrolla Ptolomeo.
103.2-4] Alexanderson (op. cit., p. 17, cf. Solomon, op.cit., p. 136 n. 55) sos-
pecha que e)f¡ wÂn (...) suni/stanto es una interpolación; sin duda el texto estaría corrupto
porque la idea de este período se repite en dh=lon o(/ti (…) KL mh=koj. Pero no vemos con-
veniente mantener esto con todas sus consecuencias porque en e)f¡ wÂn (...) suni/stanto se
establecen los a)poya/lmata, y en dh=lon o(/ti (...) KL mh=koj se establece la aplicación de
la regla; pero no son completamente la misma idea, puesto que si bien K está en la mis-
ma vertical que D, y L que Z, el kano/nion no muestra la distancia DZ sino la de KL;
aunque es la misma, Ptolomeo las está distinguiendo. El problema bien puede verse en
el hecho de que Ptolomeo anuncia su conclusión, i.e., que HQ = KL antes de enunciar su
argumento, la igualdad de los triángulos HKG y QLE. Un problema mayor es ei), que fg
omiten. Una prótasis no tiene sentido aquí, pues e)ceblh/Jhsan se refiere al paso ya efec-
tuado en temne/sJw de\ h( HQ u(po\ me\n th=j GD e)kblhJei/shj kata\ to\ K, u(po\ de\ th=j EZ
o(moi/wj e)kblhJei/shj kata\ to\ L (Alexanderson, para mantener ei), porpone una apódosis
omitida). De modo que las eu)Jei/ai “caerán” (piptousw=n) en D y Z, más allá de las cua-
les ya se habían trazado DK y ZL; la conclusión es que los a)poya/lmata (teóricos, es
decir, los medidos por el kano/nion y equivalentes a HQ) se establecerán en D y Z. De ahí
nuestra lectura e)f¡ wÂn ai(, siguiendo a g, f (en la supresión de ei)) y Wallis, con la pun-
tuación de Düring (contra, Alexanderson, loc.cit.). La inclusión en el texto de ei) puede
haberse debido a la consideración de que era necesario para la oración de suni/stanto
que AD y BZ fuesen desiguales, pues de otro modo las e)pafai/ y los a)poya/lmata estarí-
an en H y Q. Pero Ptolomeo ya dijo que ambas distancias eran diferentes en 90.9, w(/ste
mei/zona eiÅnai th\n BZ th=j AD.
códices para este pasaje es, concretamente, tetagme/nai, como muestra el editor Lam-
mert en el aparato crítico, y es la que aceptan los editores del Seminar on ancient Greek
CLXVI
philosophy de Liverpool-Manchester para su edición del opúsculo ptolemaico sobre
gnoseología, en P. Huby y G. Neal (eds.), The Criterion of Truth. Essays written in
honour of George Kerferd together with a text and translation (with annotations) of
Ptolemy’s On the Kriterion and Hegemonikon, Liverpool University Press, 1989, pp.
179-214; cf. especialmente ib., p. 181 y 226. Düring (HL, p. xcv) arremete contra la
lectura tetagme/naij al considerar que nos encontramos ante la construcción tei/nein pro/j
ti, documentada ya en Platón (Plt. 308 e10).
En el caso de Harm., la lectura de los códices debe de ser la mejor, puesto que,
más que con el pasaje de Iudic. con el que ha sido establecida la comparación, es con
Iudic. 20.21 con el que se ha de enfrentar. Nos parece que no hay duda alguna de que el
verbo en cuestión es tei/nein; Ptolomeo emplea ta/ssein para otros argumentos, cf.
110.16 u(potetagme/non, 113.23 (y 114.9) tetagme/nai:
105.17] to\n lo/gon] to\n lo/gwn de Düring es una simple errata, cf. Wallis,
op.cit., p. 234, y Ptol. Harm. 105.13 para\ to\n nou=n.
106.9] ginome/nw] Estamos de acuerdo con Gohlke (op. cit., p.1443) en que el
dual es dudoso. Düring (PPM, p.269) cita los duales de Harm. 18.3, 55.13 y 76.8, pero
cf. 106.26 genome/nai y 106.27 teJramme/nai.
108.24-25] En su edición, Düring seguía la lectura de W1E1fA o(/ti ta\ me\n tw=n
a)teleste/rwn e)sti\n e)mmeleiw=n te kai\ sugkri/sewn i)/dia, ta\ de\ tw=n teleiote/rwn (así Wa-
llis), pero más tarde conjeturó (op.cit., p.18) to\ de\ tw=n teleiote/rwn, pues mientras ta\
me\n se refiere a to\ dia\ tessa/rwn y to\ dia\ pe/nte, en cambio ta\ de\ sólo se puede referir a
to\ dia\ pasw=n (y no a to\ dia\ pasw=n y o( nou=j, ya que aquí se trata solamente de la jerar-
quía interválica.
110.27] Hay que eliminar la coma de Düring entre a)retw=n y sumfwni/an, cf.
Alexanderson (op. cit., p. 17) y Solomon (op. cit., p.147 n.127).
111.1] tou\j prw/taj a)reta/j del texto de Düring es una errata, cf. Harm. 82.12
Düring.
CLXVII
111.3] Solomon (op.cit., p.148 n.129) prefiere leer tw=n a)retw=n a)rxh/n fA, pero
no hay que leer, con Düring, este genitivo, ya que a)rxh/n no se refiere a virtud alguna,
sino al tipo de conocimiento, cf. Ptol. Harm. 107.4-7, o por ejemplo Arist. Metaph.
1025b 25 pa=sa dia/noia h)\ praktikh\ h)\ poihtikh\ h)\ Jewrhtikh/, o 993b 20.
114.22] th\n u(perbolai/an] Ya Wallis (op.cit., p. 250) prefería haber leído th\n
nh/thn u(perbolai/wn, y Najock (op. cit., p. 212 ) propuso esta lectura: cf. Pachym.
Mus.130.28 th\n nh/thn th\n u(perbolai/an. Pero no hay razón para mantener aquí una lec-
tio facilior (cf. mou=sa en 113.12, 16 por mousikh/) porque u(perbolai/a (y diezeugme/nh)
no son demasiado raras en la literatura musical (cf. Düring, op.cit., p. 274): vid., por
ejemplo, Aristox. Harm. 50.6 to\ ga\r u(perbolai/aj <nh/thj>, Nicom. Harm. 260.21
me/xri\ u(perbolai/aj nh/thj, 263.19 e(/wj nh/thj u(perbolai/aj; Theo Sm. 89.16, 23, h(
u(perbolai/a.
CLXVIII
117] El diagrama de las ediciones de Wallis y Düring lee to\n e)po/gdoon ABGD
pro\j ABG, pero ésta es una razón de la quinta (cf. 116.13); la razón del intervalo ses-
di¡ e(no\j dwdekathmori/ou shmei/a (Düring, en su traducción de 1934 [PPM, p.128], tra-
duce como si leyese shmei/oij), pero a pesar de todo aquí podríamos estar ante una va-
riatio con dwdekathmo/rioj como adjetivo, cf. 121.19 ta\j dwdekathmori/ouj diasta/seij.
para Solomon (op. cit., p. 159 n. 205) es la lectura correcta. Su aparición con un sentido
musical se reduce, además de a Ptolomeo, a Cleónides (Harm. 206.4, 6) y Arístides
Quintiliano (30.13, 40.15), y ya más tarde Brienio (Harm. 362.19): cf. Solomon, “The
diastaltic ethos”, CPh 76 (1981), p. 94. La la tradición textual en estos casos es muy
dudosa: el editor de Arístides, Winnington-Ingram, sigue a los mejores manuscritos en
el caso de 30.13 (V, N, R, F, cf. Solomon, op. cit., p. 94 n.6), pero en el caso de 40.15
corrige la lectura de los códices diastaltiko/j por diastatiko/j, remitiéndose a 30.13
(contra, cf. Th. J. Mathiesen, Aristides Quintilianus. On Music in Three Books, Yale
University Press, 1983, p. 63). En cuanto a Cleónides, en la edición de Jan leemos
diastaltikou= (Harm. 206.4), que sigue al manuscrito L frente a la otra lectura diasta-
1
tikou= de M WB; en 206.6, a su vez, leemos diastaltiko/n, pero no es la lectura de la
El caso de Ptol. Harm. 120.21 no ofrece tanto margen de elección. Todos los
códices presentan diastatika/ y sólo A (Vaticanus gr.176, la redacción de Isaac Argiro)
presenta la variante diastaltiko/j. En su relación con el verbo diaste/llein esta última
forma es más evidente, pero muy probablemente estamos, en el caso de A, frente a la
corrección de Argiro, como señala Winnington-Ingram (op.cit., p. 54 n.1).
CLXIX
121.11] boreiota/taij, cf. Wallis, op.cit., p. 264, corregido por Düring (PPM,
p. 277) sobre baruta/taij, cf. Höeg, op. cit., p. 659.
121.14] tw=n locw=n ku/klwn codd., pero la lectura correcta debería ser, como
señala Düring (PPM, p. 277), tou= locou= ku/klou: no hay una ocurrencia similar (en plu-
ral) en todo el corpus ptolemaico.
122.6] Düring, en su edición (107.20) escribe tv= tw=n pro\j to\n h(/lion sxhma-
tismw=n e)ni/stasJai katafanh/setai a la vista de 107.13 katafai/nesJai du/natai, 69.11
e)ni/statai, frente a tv= pro\j h(/lion sxhmatismoi=j e)ni/statai e)mfanh= de m con un adjeti-
vo injustificado sintácticamente.
125.12] Düring pasó por alto aquí un pasaje que sí contienen los códices; cf.
Wallis (p. 271) poiei= to\n e)pi/triton lo/gon: pro\j de\ to\n b / pro/logoj gino/menoj, poiei= to\n
h(mio/lion lo/gon. Esta es la lectura con que propone suplir la laguna Alexanderson (op.
cit., p. 18), mientras que Najock (op.cit., p.212) conjeturó to\n e)pi/triton lo/gon, pro\j de\
to\n b / poiei=n. Cf. RISM 194, 295, 481, y p.525.
CLXX
p. lxxii); en ciertos manuscritos aparece en forma de escolio (cf. RISM 31, 45, 102, 179,
227) mientras que en otros no aparece (cf. RISM 137-138, 211, 212, 237, 289, 290,
291). El mismo Barlaam, rival de Gregorás, reconoció que la autoría de las líneas era,
cuando menos, antigua (cf. Anaskeuh/... p.112.9-10 Düring). En 3.2.3 hemos repasado
las variadas interpretaciones de los críticos que se han acercado al texto ya desde Grego-
rás y Barlaam; por nuestra parte hemos concluido la imposibilidad de una atribución
segura, ante la acumulación de argumentos para ambas opciones. No obstante, desde
Düring hasta nuestros días los filólogos se han vuelto más escépticos en este problema,
y si el insigne filólogo atribuyó el fragmento al alejandrino, Barker y Solomon, los tra-
ductores a la lengua inglesa, no se pronuncian, y Mathiesen cree que estamos ante una
interpolación o glosa (cf. Apollo’s Lyre…, pp. 433 y 491).
En el fragmento (al que aludiremos como III 16) se oponen por un lado las
ai(re/seij selhniakh/ y h(liakh/, y por otro los pares a)gaJopoio/j y fJoropoio/j. Todos
siones posibles: los términos son utilizados por Ptolomeo (y el fragmento es demasiado
breve como para juzgar sus ocurrencias), pero también son habituales de la literatura
científica astrológica. Es más bien en el contenido y su articulación donde deben bus-
carse razones.
CLXXI
126.1] kata\ tau)ta/] El mismo Düring (PPM, p. 284) contemplaba esta posibi-
lidad. Para nuestras razones, cf. supra Introducción, I.5.2.3.
CLXXII
5.TABLA DE DISCREPANCIAS426
426
No están incluidas las correcciones posteriores al texto de Düring (PPM, p.18) por proceder
del mismo editor.
CLXXIII
6.EDICIÓN DE LA HARMÓNICA
SIGLAS
Ediciones
CLXXIV
Autores modernos
CLXXV
5
10 KLAUDIOU PTOLEMAIOU
ARMONIKWN
BIBLIA G
1
KLAUDIOU PTOLEMAIOU ARMONIKWN PRWTOU KEFALAIA 2 Düring
a/. Perˆ tîn ™n ¡rmonikÍ krithr…wn.
e/. Perˆ tîn e„j t¦j Øpoqšseij tîn sumfwniîn to‹j Puqagore…oij
paralambanomšnwn.
15 i/. “Oti oÙc Øgiîj t¾n di¦ tess£rwn sumfwn…an dÚo kaˆ ¹m…seoj
Øpot…qentai tÒnwn.
ia/. Pîj ¨n kaˆ di¦ tÁj a„sq»sewj ™pideicqe…h tÕ di¦ pasîn œlat-
ton x tÒnwn di¦ ÑktacÒrdou kanÒnoj1.
ib/. Perˆ tÁj kat¦ 'AristÒxenon tîn genîn diairšsewj kaˆ tîn kaq'
20 ›kaston tetracÒrdwn.
ig/. Perˆ tÁj kat¦ 'ArcÚtan tîn genîn kaˆ tîn tetracÒrdwn
diairšsewj.
1
TITVLVS a(rmonikh/ F || 3 tou= a(rmonikou= V1 : th=j a(rmonikh=j Vf || 8 ta/j om. f || 11
sunxJh/sontai A || 18 dia\ tou= o)ktaxo/rdou Vf : dia\ monoxo/rdou A : di’ o)ktaxo/rdou Wallis
2
id/. 'ApÒdeixij toà mhdetšran tîn diairšsewn sózein tÕ tù Ônti
™mmelšj.
ie/. Perˆ tÁj kat¦ tÕ eÜlogon kaˆ tÕ fainÒmenon tîn kat¦ gšnoj te-
tracÒrdwn diairšsewj.
3
KLAUDIOU PTOLEMAIOU ARMONIKWN PRWTON
2
TITVLVS prw=ton] tw=n ei)j tri/a to\ prw=ton G : klaudi/ou ptolemai/ou peri\ tw=n e)n
1
a(rmonikv= krithri/wn ante initium textus m.a. minio scr. M || 3 me/n ante e)sti/ add. W Ef || 4 to/ pr.
om. MW || 16 o(/ti sumbe/bhken to\n me\n lo/gon V || 19 w(j f : e ras. W || 20 diathrei=sJai Vf : s.s.
E || 22 e)/docen e)/xein f
4
yÒfwn, dÒxei mn eÙqÝj ™n…ote m»te ™nde‹n toà metr…ou, m»te Øperb£llein,
™farmosqe…shj d tÁj3 kat¦ tÕn o„ke‹on lÒgon ™klambanomšnhj
¢pelegcq»setai poll£kij oÙc oÛtwj œcousa, tÁj ¢koÁj ™piginwskoÚshj
tÍ paraqšsei t¾n ¢kribestšran æsaneˆ gnhs…an tin¦ par' ™ke…nhn nÒqon,
5 ™peid¾ kaˆ kaqÒlou tÕ kr‹na… ti toà poiÁsai tÕ aÙtÕ ·´on, oŒon p£laisin
toà pala‹sai kaˆ Ôrchsin toà Ñrc»sasqai kaˆ aÜlhsin toà aÙlÁsai kaˆ
¶sin toà ¶sai. kaˆ to…nun ¹ toiaÚth tîn a„sq»sewn œndeia prÕj mn tÕ
gnwr…sai tÕ di£foron ¡plîj À tÕ m¾ prÕj aÙt£j, oÙ parapolÝ ¨n dia-
mart£noi tÁj ¢lhqe…aj, oÙd' aâ prÕj tÕ qewrÁsai t¦j tîn diaferÒntwn
10 Øperoc¦j t¦j goàn ™n me…zosi mšresin ïn e„si lambanomšnaj. ™pˆ d tîn
kat¦ ™l£ttona mÒria parabolîn ple…wn ¨n sun£goito kaˆ ½dh kat£fwroj
aÙta‹j kaˆ m©llon ™pˆ tîn m©llon leptomerestšrwn. a‡tion d Óti tÕ par¦
t¾n ¢l»qeian kaq£pax bracÚtaton ×n ™n mn ta‹j Ñlig£kij ginomšnaij
parabola‹j oÙdšpw t¾n ™pisunagwg¾n toà bracšoj a„sqht¾n dÚnatai
15 poie‹n, ™n d ta‹j pleon£kij ¢xiÒlogon ½dh kaˆ pant£pasin eÙkatanÒhton.
eÙqe…aj goàn doqe…shj ™l£ttona mn aÙtÁj À me…zona labe‹n tÍ Ôyei pro-
ceirÒtaton, oÙc Óti mÒnon ™n pl£tei tÕ toioàton, ¢ll' Óti kaˆ ¹ parabol¾
m…a. kaˆ d…ca teme‹n À diplasi£sai prÒceiron œti k¨n m¾ Ðmo…wj dÚo
mÒnwn ginomšnwn tîn parabolîn. tÕ tr…ton d À labe‹n À triplas…an
20 qe‹nai calepèteron, triîn ½dh sunistamšnwn ™ntaàqa tîn ¡rmogîn, kaˆ
kat¦ lÒgon ¢eˆ dusefiktÒteron ™pˆ tîn ™pˆ ple…osi katametr»sesi qe-
wroumšnwn, Ótan aÙtÕ kaq' aØtÕ tÕ ™pizhtoÚmenon lamb£nwmen, oŒon tÕ
›bdomon À tÕ ˜ptapl£sion, kaˆ m¾ di£ tinwn proceirotšrwn æj Ótan tÕ mn
Ôgdoon tù prÒteron tÕ ¼misu kaˆ toÚtou tÕ ¼misu kaˆ œti toÚtou tÕ ¼misu,
25 tÕ d Ñktapl£sion tù prÒteron tÕ dipl£sion kaˆ toÚtou tÕ dipl£sion kaˆ
œti toÚtou tÕ dipl£sion. oÙkšti | g¦r œstai tÕ Ôgdoon toà ˜nÕj À tÕ 5
3
6 o)rxei=sJai MWV || 8 dia/foron post mh/ add. M1W1Ef : diafe/ron V || 10 gou=n] ou)=n
A || 19 Ea\n de\ to\ tri/ton de/oi labei=n f | de\ h)/] de/oi (a)\n de/ in marg.) W1 || 19-20 trip. Jei=nai]
1 par
triplasiasJh=nai W || 22 lamba/nomen V || 27 labei=n post pro/teron add. M : s.s. V e P || 24
par
kai\ e)/ti tou/tou to\ h(/misu om. f | e)/ti] e)pi/ MW || 25 labei=n post pro/teron add. Vg : s.s. E e P ||
25-26 kai\ e)/ti tou/tou to\ dipla/sion om.W
5
Ñktapl£sion e„lhmmšnon, ¢ll¦ pleiÒnwn ¢n…swn t¦ ¹m…sea kaˆ t¦
dipl£sia. tîn Ðmo…wn oân kaˆ perˆ toÝj yÒfouj kaˆ t¾n ¢ko¾n sum-
bebhkÒtwn, kaq£per ta‹j Ôyesi de‹ tinoj prÕj ™ke‹na krithr…ou logikoà
di¦ tîn o„ke…wn Ñrg£nwn, oŒon prÕj mn aÙtÕ tÕ eÙqÝ tÁj st£qmhj fšre
5 e„pe‹n, prÕj d tÕn kÚklon kaˆ t¦j tîn merîn katametr»seij toà
kark…nou, tÕn aÙtÕn trÒpon kaˆ ta‹j ¢koa‹j diakÒnoij oÜsaij m£lista
met¦ tîn Ôyewn toà qewrhtikoà kaˆ lÒgon œcontoj mšrouj tÁj yucÁj, de‹
tinoj ¢pÕ toà lÒgou, prÕj § m¾ pefÚkasi kr…nein ¢kribîj, ™fÒdou, prÕj ¿n
oÙk ¢ntimartur»sousin ¢ll' Ðmolog»sousin oÛtwj4 œcein.
4
2 tou/j om. g | peri/ ante th/n add. V || 8 kri/nein pef. a)kribw=j f || 10 in tit. a(rmonikh=j
MWV : s.l. G : corr. W1V1 : th=j a(rmonikh=j E || 18 e)nargw=j Wallis
6
m£lista een o† te PuqagÒreioi kaˆ oƒ 'Aristoxšneioi –diamarte‹n
6
˜k£ter|oi: oƒ mn g¦r Puqagorikoˆ mhd ™n oŒj ¢nagka‹on Ãn p©si tÍ tÁj
¢koÁj prosbolÍ katakolouq»santej ™f»rmosan ta‹j diafora‹j tîn
yÒfwn lÒgouj ¢noike…ouj pollacÍ to‹j fainomšnoij, éste kaˆ diabol¾n
5 ™mpoiÁsai tù toioÚtJ krithr…J par¦ to‹j ˜terodÒxoij. oƒ d 'Aristoxšneioi
ple‹ston dÒntej to‹j di¦ tÁj a„sq»sewj katalambanomšnoij Ðdoà
p£rergon ésper katecr»santo tù lÒgJ, kaˆ par' aÙtÕn kaˆ par¦ tÕ
fainÒmenon: par' aÙtÕn mn Óti m¾ ta‹j tîn yÒfwn diafora‹j ™farmÒzousi
toÝj ¢riqmoÚj, toutšsti t¦j e„kÒnaj tîn lÒgwn, ¢ll¦ to‹j diast»masin
10 aÙtîn, par¦ tÕ fainÒmenon d Óti kaˆ toÚtouj ™pˆ ¢noike…wn ta‹j
a„sqhtika‹j sugkataqšsesi parab£llousi merismîn, ïn ›kaston ™x
aÙtîn tîn ™penecqhsomšnwn œstai dÁlon, ™¦n prÒteron t¦ sunte…nonta
prÕj t¾n tîn ™fexÁj parakoloÚqhsin diorismoà tinoj tÚcV.
5
2 a(/pasi f || 3 probolv= Ggr || 6 tw=n ai)sJh/sewn f || 8 kai/ ante par’ au)to/n add. M1VA
|| 11 periba/llousi V || 15 kata/ alt. om. M || 20 ga/r] de/ Wallis || 22 tou= di’ ou sed m.a. mut. in
tw=n di’ wÂn M : tw=n di’ wÂn g | h( plhgh/] plh/ttei f
7
plhttomšnou diafor¦ À oÙdÒlwj ¨n g…noito À oÙk a„sqht» ge di¦ tÕ kaˆ
t¾n tîn ¢šrwn parallag¾n oÛtwj œcein prÕj t¾n a‡sqhsin, ¹ d par¦ t¾n
toà pl»ttontoj b…an megšqouj ¨n | e‡h mÒnon a„t…a kaˆ oÙk ÑxÚthtoj À 7
barÚthtoj. ™pˆ g¦r tîn aÙtîn oÙdem…an Ðrîmen toiaÚthn ¢llo…wsin perˆ
5 toÝj yÒfouj ™piginomšnhn, ¹suca…teron fšre e„pe‹n fqeggomšnwn À geg-
wnÒteron kaˆ p£lin ºremaiÒteron ™mpneÒntwn kaˆ krouÒntwn À
sfodrÒteron À ¡drÒteron, ¢ll¦ mÒnon tù mn biaiotšrJ tÕ me‹zon
˜pÒmenon, tù d ¢sqenestšrJ tÕ œlatton. ¹ d par¦ t¦ di' ïn aƒ plhgaˆ
parallag¾ lamb£netai mn ™ntaàqa par¦ t¦j prètaj toà sèmatoj
10 sust£seij, toutšsti di' §j manÒn ™stin ›kaston À puknÕn kaˆ leptÕn À
pacÚ, kaˆ le‹on À tracÚ, kaˆ œti par¦ t¦ sc»mata. t… g¦r ta‹j
paqhtikwtšraij poiÒthsin, ¢tmo‹j lšgw kaˆ cumo‹j kaˆ crèmasi, koinÕn
prÕj plhg»n; peripoie‹ d di¦ mn toà sc»matoj ™pˆ mn tîn tÕ toioàton
™pidecomšnwn, oŒon tîn glwssîn kaˆ tîn stom£twn, schmatismoÝj ésper
15 tin¦j nÒmouj to‹j yÒfoij, par' oÞj Ñnomatopoioàntai p£tagoi kaˆ doàpoi
kaˆ fwnaˆ kaˆ klaggaˆ kaˆ mÚria Ósa toiaàta, mimoumšnwn ¹mîn
˜k£stouj tîn schmatismîn tù logikètaton kaˆ tecnikètaton ¹gemonikÕn
œcein tÕn ¥nqrwpon: di¦ d t¾n tÁj leiÒthtoj À tracÚthtoj poiÒthta mÒnhn
p£lin, kaq' ¿n6 ÐmwnÚmwj lšgontai le‹o… tinej À trace‹j, Óti kaˆ aátai
20 poiÒthtšj e„si kur…wj: di¦ d tÁj manÒthtoj À puknÒthtoj kaˆ tÁj pacÚth-
toj À leptÒthtoj poiÒthtaj, kaq' §j p£lin ÐmwnÚmwj lšgomšn tinaj
yÒfouj puknoÝj À caunoÚj, kaˆ pace‹j À „scnoÝj kaˆ œti barÚthtaj
™ntaàqa kaˆ ÑxÚthtaj, Óti kaˆ tîn e„rhmšnwn sust£sewn ˜katšra poiÒthj
oâsa par¦ tÕ posÕn gšgone tÁj oÙs…aj. puknÒteron g£r ™sti tÕ ™n ‡sJ
25 ÔgkJ ple…ona œcon oÙs…an, kaˆ pacÚteron tîn Ðmoiosust£twn tÕ ™n ‡sJ
6
15 ou(/j] oiÂj m || 15 th/n eras. MVW : om. gA || 20 th/n ante th=j add. f || 21 h)\ lep-
1 1
to/thtoj om.V | poio/thta W Ef | kai/ ante kaJ’ a(/j add. MWE | a(/j] h(/n W || 24 te supra ga/r
add. m.a. W
8
m»kei ple…ona œcon oÙs…an. kaˆ œsti toà mn Ñxutšrou peripoihtik¦ tÕ
puknÒteron kaˆ tÕ leptÒteron, toà d barutšrou tÕ manÒteron kaˆ tÕ
pacÚteron. ½dh d kaˆ ™n to‹j ¥lloij tÕ ÑxÚteron tù leptÒteron enai
lšgetai tÕ toioàton, ésper kaˆ tÕ ¢mblÚteron tù pacÚteron. pl»ttei g¦r
5 ¢qroÚsteron t¦ mn leptÒtera par¦ tÕ q©tton diikne‹sqai dÚnasqai, t¦ d
puknÒtera par¦ tÕ m©llon. kaˆ di¦ toàto calkÒj te xÚlou yÒfon
ÑxÚteron poie‹ kaˆ cord¾ l…nou, puknÒtera g£r, tîn te ÐmoiopÚknwn kaˆ
‡swn calkîn Ð leptÒteroj kaˆ tîn ÐmoiopÚknwn kaˆ ‡swn cordîn ¹
„scnotšra kaˆ t¦ ko‹la tîn | nastîn, kaˆ p£lin aâ tîn ¢rthriîn aƒ 8
10 puknÒterai kaˆ leptÒterai Ñxutonèterai. toÚtwn d ›kaston oÙ di' aÙtÕ
tÕ puknÕn À leptÕn kur…wj ¢ll¦ di¦ tÕ eÜtonon, Óti to‹j mn toioÚtoij
eÙtonwtšroij enai sumbšbhken, tÕ d eÙtonèteron ™n ta‹j plhga‹j g…netai
sfodrÒteron, toàto d ¢qroÚsteron, toàto d' ÑxÚteron. diÕ k¨n ¥llwj ti Ï
eÙtonèteron, oŒon æj sklhrÒteron À æj Ólwj me‹zon, ÑxÚteron poie‹ yÒfon,
15 kratoÚshj ™f' ïn ¢mfotšrwn Øp£rcei ti toà Ðmo…ou poihtikÕn tÁj kat¦
tÕn ›teron lÒgon ØperocÁj, æj Ótan Ð calkÕj toà mol…bdou poiÍ yÒfon
ÑxÚteron, ™peid¾ m©llÒn ™stin aÙtoà sklhrÒteroj À oátoj ™ke…nou ™stˆ
puknÒteroj. kaˆ p£lin Ð me‹zwn e„ tÚcoi kaˆ pacÚteroj calkÕj toà
™l£ttonoj kaˆ leptotšrou poie‹ yÒfon ÑxÚteron, Ótan Ð kat¦ mšgeqoj
20 lÒgoj me…zwn Ï toà kat¦ tÕ p£coj. t£sij g£r t…j ™sti sunec¾j toà ¢šroj Ð
yÒfoj, ¢pÕ toà to‹j t¦j plhg¦j poioàsin ™mperilambanomšnou di»kousa
prÕj tÕn ™ktÒj, kaˆ di¦ toàto, kaq' o†an ¨n dÚnamin eÙtonèteron ›kaston
Ï tîn7 di' ïn aƒ plhga…, ™l£ttwn te kaˆ ÑxÚteroj ¢potele‹tai. di£ te d¾
7
2 manw/teron Wallis || 4 to/ pr. eras. M : om.VgA || 6 pukno/tera] puxu/tera A || 7 puk-
no/teron V || 7-8 xalkw=n kai\ i)/swn V || 10 kai\ lepto/terai om. sed add. m.a.W || 13 a)/llwj]
a)/llo V || 16 poiei= mf || 18 mei/zwn Alexanderson : mei/zon codd. || 19 kata/ om. M | to/ ante
me/geJoj add. VEg || 21 tou= om. sed add. supra V || 23 e)la/ttwn te kai\ o)cu/teroj scr. Düring :
e)la/ttw te kai\ o)cu/teron M sed mut.in –teroj M : e)la/ttwn te kai\ o)cute/ra s.s.-oj sed m.a.
1
s.s. Ja/ttwn –on W : e)la/ttwn te kai\ o)cu/teron E : mut. in Ja/ttwn V : Ja=tto/n te kai\ o)cu/teron
f : e)la/ttwn te kai\ o)cute/ra s.s. -oj g : Ja/ttwn te kai\ o)cute/ra s.s. gr. e)la/ttwn A : e)la/ttwn
par
te kai\ o)cu/teroj P
9
toÚtwn œoiken ¹ kat¦ tÕ ÑxÝ kaˆ barÝ tîn yÒfwn diafor¦ posÒthtoj
edoj ena… ti, kaˆ m©llon ™k tÁj tîn ¢pocîn toà te plhttomšnou kaˆ toà
pl»ttontoj ¢nisÒthtoj. tù g¦r posù toÚtwn ™nargšstata sun…statai, ta‹j
mn ™l£ttosi diast£sesin ˜pomšnhj tÁj ÑxÚthtoj di¦ tÕ ™k tÁj ™ggÚthtoj
5 sfodrÒn, ta‹j d me…zosi tÁj barÚthtoj di¦ t¾n par¦ tÕ ¢pèteron œklusin,
éste ¢ntipeponqšnai ta‹j diast£sesi toÝj yÒfouj. g…netai g¦r æj ¹
me…zwn ¢poc¾ tÁj ¢rcÁj prÕj t¾n ™l£ttona, Ð ¢pÕ tÁj ™l£ttonoj yÒfoj
prÕj tÕn ¢pÕ tÁj me…zonoj, kaq£per ™pˆ tîn ·opîn æj ¹ me…zwn ¢poc¾ toà
¢rt»matoj prÕj t¾n ™l£ttona, ¹ ¢pÕ tÁj ™l£ttonoj ·op¾ prÕj t¾n ¢pÕ tÁj
10 me…zonoj. kaˆ toàto d Óti ™nargšj, prÒceiron ¢pÕ tîn di£ tinoj m»kouj
ginomšnwn yÒfwn, æj tîn cordîn kaˆ tîn aÙlîn kaˆ tîn ¢rthriîn:
ÑxÚteroi g¦r g…nontai p£ntwj, tîn ¥llwn | diamenÒntwn tîn aÙtîn, ™p… te 9
tîn cordîn oƒ kat¦ ™l£ttouj diast£seij tîn Øpagwgšwn lambanÒmenoi
tîn kat¦ me…zouj, k¢pˆ tîn aÙlîn oƒ di¦ tîn ™ggutšrw toà Øfolm…ou,
15 toutšsti toà pl»ttontoj, truphm£twn ™kp…ptontej tîn di¦ tîn ¢pwtšrw,
k¢pˆ tîn ¢rthriîn oƒ t¾n ¢rc¾n tÁj plhgÁj œcontej ¢nwtšrw kaˆ sÚneg-
guj toà plhttomšnou tîn ¢pÕ toà b£qouj. aÙlù g£r tini fusikù kaˆ tÕ
perˆ t¦j ¢rthr…aj œoiken, ˜nˆ toÚtJ mÒnJ parall£tton, Óti di¦ mn tîn
aÙlîn, toà kat¦ tÕ plÁtton tÒpou mšnontoj, Ð toà plhttomšnou pa-
20 racwre‹ prÕj tÕn ™ggÚteron À ¢pèteron toà pl»ttontoj ™k tÁj
™pitecn»sewj tîn truphm£twn, ™pˆ d tîn ¢rthriîn ¢n£palin, toà kat¦ tÕ
plhttÒmenon tÒpou mšnontoj, Ð toà pl»ttontoj paracwre‹ prÕj tÕn
™ggÚteron À ¢pèteron toà plhttomšnou, tîn ™n ¹m‹n ¹gemonikîn tÍ sum-
fÚtJ mousikÍ qaumas…wj ¤ma kaˆ proce…rwj eØriskÒntwn te kaˆ lam-
25 banÒntwn, Øpagwgšwj trÒpon, toÝj ™pˆ tÁj ¢rthr…aj tÒpouj, ¢f' ïn aƒ
prÕj tÕn ™ktÕj ¢šra diast£seij ¢n£logon ˜autîn ta‹j Øperoca‹j
¢poteloàsi t¦j tîn8 yÒfwn diafor£j.
8
1 tou/twn] schol. tw=n susta/sewn tou= puknou= kai\ manou= kai\ leptou= kai\ pa/xeoj
par
eu)to/nou te kai\ a)to/nou e P irreps. in text. f | diaforai/ M || 4 me/n e ras. m.a. fortasse pro e)n M
1
: e)n mut. in me/n W : om. A | e(pome/nwj G || 14 e)ggute/rwn Mg || 24-25 eu(ri/skonto/j te kai\
lamba/nontoj A | 25 tro/p% f
10
d/. Perˆ fqÒggwn kaˆ tîn ™n aÙto‹j diaforîn.
Pîj mn oân ÑxÚthj sun…statai yÒfou kaˆ barÚthj kaˆ Óti posÒthj
t…j ™sti tÕ edoj aÙtîn, Øpotetupèsqw di¦ toÚtwn. proskataneno»sqw d'
Óti kaˆ t¦j paraux»seij aÙtîn dun£mei mn ¢pe…rouj enai sumbšbhken,
5 ™nerge…v d peperasmšnaj ésper kaˆ t¦j tîn megeqîn, ena… te dÚo
toÚtwn Órouj, tÕn mn aÙtîn tîn yÒfwn ‡dion, tÕn d tÁj ¢koÁj, kaˆ
me…zona toàton ™ke…nou. tîn mn g¦r poioÚntwn toÝj yÒfouj ™pˆ plšon
parallattÒntwn kat¦ t¦j sust£seij, k¨n aƒ kaq' ›kaston ¢pÕ toà ba-
rut£tou prÕj tÕ ÑxÚtaton diast£seij mhdenˆ ¢xiolÒgJ diafšrwsin, ¢ll¦
10 t£ ge pšrata aÙtîn ¢mfÒtera dio…sei sucnÕn pollacÍ, tîn mn ™pˆ tÕ
barÚteron, tîn d ™pˆ tÕ ÑxÚteron. ¹ d ¢ko¾ kaˆ tîn barutšrwn
¢ntilamb£netai toà barut£tou kaˆ tîn Ñxutšrwn toà Ñxut£tou, kaq' Óson
¨n ™n ta‹j Ñrganopoi…aij ™pinoîmen paraÚxein t¦j tosaÚtaj diast£seij.
9
7 auÅ post mei/zona add. W1f: s.s. A || 10 ge] te mg : mut. in ge W1 || 10-11 a)mfo/tera
post baru/teron mf : oblit. M : om. gA : loco suo reposuit Düring || 13 tosau/taj mut. in
1
toiau/taj W : toiau/taj f || 18 sta/sewj m : mut. in ta/sewj eraso s MW || 23 me/n post e)pi/ add.
1
W f || 25 h)/ ante o(/tan suppl. Wallis
11
mšnV t¦ mšrh ™pˆ di£stasin a„sqht»n, æj ™pˆ tÁj diafÒrou paraqšsewj
tîn ¢kr£twn te kaˆ ¢sugcÚtwn crwm£twn. ¢ll' ™ke‹noi mn ¡rmonikÁj
¢llÒtrioi mhdamÍ mhqn Øpob£llontej n kaˆ taÙtÒn, éste m»te ÓrJ m»te
lÒgJ perilhfqÁnai dÚnasqai par¦ tÕ tîn ™pisthmîn ‡dion, oátoi d
5 o„ke‹oi, to‹j mn pšrasi tîn „sotoniîn ÐrizÒmenoi, parametroÚmenoi d
ta‹j t£xesi tîn Øperocîn. kaˆ d¾ fqÒggouj ½dh kalo‹men ¨n toÝj
toioÚtouj, Óti fqÒggoj ™stˆ yÒfoj ›na kaˆ tÕn aÙtÕn ™pšcwn tÒnon. diÕ kaˆ
mÒnoj mn ›kastoj ¥logoj –eŒj g¦r kaˆ prÕj ˜autÕn ¢di£foroj, Ð d lÒgoj
tîn prÒj ti kaˆ ™n dusˆ to‹j prètoij–, kat¦ d t¾n prÕj ¢ll»louj, Ótan
10 ðsin ¢nisÒtonoi, parabol¾n poie‹ tina lÒgon ™k toà posoà tÁj ØperocÁj,
™n oŒj d¾ tÕ te ™kmelj ½dh katafa…netai kaˆ tÕ ™mmelšj. e„sˆ d ™mmele‹j
mn Ósoi sunaptÒmenoi prÕj ¢ll»louj eÜforoi tugc£nousi prÕj ¢ko»n,
™kmele‹j d Ósoi m¾ oÛtwj œcousi. sumfènouj d œti fasˆn enai par¦ tÕn
k£lliston ½dh tîn yÒfwn, t¾n fwn»n, Ñnomatopoioàntej, Ósoi t¾n Ðmo…an
15 ¢nt…lhyin ™mpoioàsi ta‹j ¢koa‹j, kaˆ diafènouj toÝj m¾ oÛtwj œcontaj.
e/. Perˆ tîn e„j t¦j Øpoqšseij tîn sumfwniîn to‹j Puqagore…oij 11
paralambanomšnwn.
10
1 me/nv] me\n vÅ V || 3 mhJe/n] me/n MVEg : mhde/n A | u(perba/llontej VG1A | tau)to/
Wallis | de/ post e(/n add. VG1A1 : e(\n kaJ’ au(to/ f || 11 e)mmele/j – e)kmele/j transp. Wallis || 12
eu)/foroi MWEgAP : eu)/fwnoi fWgrAgr: eu)/fwroi V || 15 e)/xousin V || 18 te om. g || 20-21 kai\ e)/ti
th/n te dia\ pasw=n kai\ dia\ tessa/rwn kai\ th\n dia\ pasw=n om. M || 22 w(j ante pro/j add. f
12
toioÚtwn ™nnoiîn. ¢rc¾n g¦r o„keiot£thn poihs£menoi tÁj meqÒdou, kaq' ¿n
oƒ mn ‡soi tîn ¢riqmîn parablhq»sontai to‹j „sotÒnoij fqÒggoij, oƒ d
¥nisoi to‹j ¢nisotÒnoij, toÙnteàqen ™p£gousin, Óti kaq£per tîn
¢nisotÒnwn fqÒggwn dÚo ™stˆn e‡dh prÕj ¥llhla t¦ prîta, tÒ te tîn
5 sumfènwn kaˆ tîn diafènwn, kaˆ k£llion tÕ tîn sumfènwn, oÛtwj kaˆ
tîn ¢n…swn ¢riqmîn dÚo g…nontai prîtai diaforaˆ lÒgwn, m…a mn ¹ tîn
legomšnwn ™pimerîn kaˆ æj ¢riqmÕj prÕj ¢riqmÒn, ˜tšra d ¹ tîn
™pimor…wn te kaˆ pollaplas…wn, ¢me…nwn kaˆ aÛth tÁj ™ke…nwn kat¦ t¾n
¡plÒthta tÁj parabolÁj, Óti mšroj ™stˆn ¡ploàn ™n aÙtÍ tîn mn
10 ™pimor…wn ¹ Øperoc», tîn d pollaplas…wn tÕ œlatton toà me…zonoj.
™farmÒsantej d¾ di¦ toàto toÝj ™pimor…ouj kaˆ pollaplas…ouj lÒgouj
ta‹j sumfwn…aij, t¾n mn di¦ pasîn pros£ptousi tù diplas…J lÒgJ, t¾n
d di¦ pšnte tù ¹miol…J, t¾n d di¦ tess£rwn tù ™pitr…tJ. logikèteron
mn ™piceiroàntej, ™peid¾ tîn te sumfwniîn ¹ di¦ pasîn ™sti kall…sth
15 kaˆ tîn lÒgwn Ð dipl£sioj ¥ristoj, ¹ mn di¦ tÕ ™ggut£tw enai toà
„sotÒnou, Ð d tù mÒnoj t¾n Øperoc¾n ‡shn poie‹n tù ØperecomšnJ, kaˆ œti
t¾n mn di¦ pasîn sugke‹sqai sumbšbhken ™k dÚo tîn ™fexÁj kaˆ prètwn
sumfwniîn, tÁj te di¦ pšnte kaˆ tÁj di¦ tess£rwn, tÕn d dipl£sion ™k
dÚo tîn ™fexÁj kaˆ prètwn ™pimor…wn, toà te ¹miol…ou kaˆ toà ™pitr…tou,
20 me…zona d ™ntaàqa mn toà ™pitr…tou tÕn ¹miÒlion lÒgon, ™ke‹ d tÁj di¦
tess£rwn t¾n di¦ pšnte sumfwn…an, éste kaˆ t¾n Øperoc¾n aÙtîn, tou-
tšsti tÕn tÒnon, t…qesqai kat¦ tÕn | ™pÒgdoon lÒgon, ú me…zwn ™stˆn Ð 12
¹miÒlioj toà ™pitr…tou, ¢koloÚqwj d toÚtoij kaˆ tÕ mn ™k tÁj di¦ pasîn
kaˆ tÁj di¦ pšnte suntiqšmenon mšgeqoj kaˆ œti tÕ ™k dÚo tîn di¦ pasîn,
25 toutšsti tÕ dˆj di¦ pasîn, paralamb£nontej e„j t¦j sumfwn…aj, Óti
taÚthj mn11¢kolouqe‹ tÕn lÒgon sun…stasqai tetrapl£sion, ™ke…nhj d
11
4 e)sti/n] ei)si/n f | a)/llhla V : corr. M : a)llh/louj WEfgA || 12 to/ ante diafw/nwn
add. f || 9 a(plo/thta] i)so/teta W1grf | me/n del. Wallis || 14 e)gxeirou=ntej gAgr | te om. mgA || 16
1
e)/ti] o(/ti W Af || 23 me/n om. f : oblit. W : eras. A || 24 to/] tw=n MG | tw=n oblit. W || 26 de/ om. M
13
tripl£sion, tÕ d' ™k tÁj di¦ pasîn kaˆ tÁj di¦ tess£rwn oÙkšti di¦ tÕ
poie‹n lÒgon tÕn tîn Ñktë prÕj t¦ tr…a, m»te ™pimÒrion Ônta m»te pol-
lapl£sion.
kaˆ ™peˆ ¢sÚmfwnon tÕ dˆj di¦ pšnte, oÙk ¥ra pollapl£sion tÕ AG, éste
oÙd tÕ AB pollapl£sion, sÚmfwnon dš, ™pimÒrion ¥ra tÕ di¦ pšnte. kat¦
10 t¦ aÙt¦ d kaˆ tÕ di¦ tess£rwn de…knÚousin ™pimÒrion œlatton ×n toà di¦
pšnte. p£lin œstw, fasˆ, di¦ pasîn tÕ AB kaˆ toÚtJ ™fexÁj ›teron di¦
pasîn tÕ BG, éste tÕ AG g…nesqai dˆj di¦ pasîn.
™peˆ to…nun sÚmfwnÒn ™sti tÕ dˆj di¦ pasîn, tÕ AG ¥ra ½toi ™pimÒriÒn
15 ™stin À pollapl£sion, ¢ll' oÙk œstin ™pimÒrion –oÙ g¦r ¥n tij mšsoj
¢n£logon12™nšpipten– pollapl£sion ¥ra tÕ AG, éste kaˆ tÕ AB po-
llapl£sion, tÕ ¥ra di¦ pasîn pollapl£sion. prÒceiron d aÙto‹j ™k to-
12
1 to/] to/n MWVgA : tw=n E : to/ f || 2 dipla/sion e)pi\ d / me/rh post tri/a add. sed exp. V
: rubro s.s. E : add. in marg. A || 4 tau/thn mgA : tau)to/n W1f || 5-16 to/] ta/ novies f || 7 in fig. A
J : B ib /: G ij / codd. || 8 dipla/sion m: pollapla/sion gA W grf || 12 to\ BG w(/ste to\ AG
1 1
1 1 1
gi/nesJai di\j dia\ pasw=n om. MWEA : add. A : to\ BG add. W || 15 ti me/son W f || 16 e)/pipte
V
14
Útwn, Óti kaˆ tÕ mn di¦ pasîn dipl£sion, ™ke…nwn d tÕ mn di¦ pšnte
¹miÒlion, tÕ d di¦ tess£rwn ™p…triton. ™peˆ mÒnoj tîn pollaplas…wn Ð
dipl£sioj lÒgoj ØpÕ dÚo ™pimor…wn sÚgkeitai tîn meg…stwn, éste toÝj ™x
¥llwn ™pimor…wn dÚo suntiqemšnouj lÒgouj ™l£ttonaj sun…stasqai toà
5 diplas…ou, mhdenÕj ™l£ttonoj Ôntoj pollaplas…ou toà diplas…ou, kaˆ toà
tÒnou d ¢koloÚqwj ™pogdÒou deicqšntoj, ¢pofa…nousi tÕ ¹mitÒnion
™kmelšj, ™peˆ mhd' ¥lloj tij p£lin ™pimÒrioj mšsoj ¢n£logon diaire‹tai,
dšon d ™n lÒgoij ™pimor…oij enai t¦ ™mmelÁ.
13
4 sunteJeime/nouj V || 9 in tit. v)tiolo/ghsan] v)tia/santo G || 15 fJo/ggou post e(no/j e
par
P add. f: s.s.WEG | a)/llwn] a(plw=n s.s. W1Vg || 19 o(/ti ante kai/ add. Vf || 20 #)/?dontai mut. in
1 1
gi/- M W : s.s. gi/nontai GgrA : gi/nontai V || 21 fJo/ggou s.s. post e)ggu/teron VEA || 24-25
1
mo/nhj mut. in mo/nv bis W : semel V
15
enai kaˆ tÕ di¦ pasîn kaˆ di¦ pšnte sÚmfwnon enai, tù d tÕ di¦
tess£rwn sÚmfwnon enai kaˆ tÕ di¦ pasîn kaˆ di¦ tess£rwn sÚmfwnon
enai, kaˆ tÕn aÙtÒn ge trÒpon œcein t¾n toà di¦ pšnte kaˆ di¦ pasîn
¢nt…lhyin prÕj t¾n toà di¦ tess£rwn kaˆ di¦ pasîn, Ónper ¹ mÒnou toà
5 di¦ pšnte prÕj t¾n mÒnou toà di¦ tess£rwn ¢koloÚqwj to‹j ¢pÕ tÁj
™nargoàj pe…raj katalambanomšnoij. ™mpoie‹ d' aÙto‹j oÙ t¾n tucoàsan
¢por…an kaˆ tÕ mÒnoij toÚtoij tîn ™pimor…wn kaˆ pollaplas…wn
pros£ptein t¦j sumfwn…aj, to‹j d' ¥lloij mhkšti –lšgw d oŒon
™pitet£rtoij kaˆ to‹j pentapla|s…oij ˜nÕj e‡douj Ôntoj aÙto‹j prÕj 14
10 ™ke…nouj– kaˆ œti tÕ t¾n ™klog¾n poie‹sqai tîn sumfwniîn, kaq' Ön aÙtoˆ
boÚlontai trÒpon. tîn g¦r prètwn toÝj lÒgouj aÙtîn poioÚntwn ¢riqmîn
¢fairoàntej ˜katšrou mon£da Øpr tÁj ™x ¢mfo‹n ÐmoiÒthtoj kaˆ toÝj
loipoÝj ¢riqmoÝj Øpotiqšmenoi tîn ¢nomo…wn, ™f' ïn ¨n taàta ™l£ttona
fa…nhtai, sumfwnotšraj ena… fasin, kaˆ p£nu gelo…wj. Ó te g¦r lÒgoj oÙ
15 mÒnon ™pˆ tîn prètwn aÙtÕn poioÚntwn ¢riqmîn ‡diÒj ™stin, ¢ll¦ p£ntwn
¡plîj tîn Ðmo…wj ™cÒntwn prÕj ¢ll»louj, éste k¢pˆ toÚtwn ¨n g…noito
tÕ parapl»sion, pot mn Ñl…gista, pot d ple‹sta tîn aÙtîn lÒgwn
sun…stasqai t¦ ¢nÒmoia. ™¦n g£r, Óper ¨n dÒxeie tÁj ™piceir»sewj
o„keiÒteron, tÕn aÙtÕn ¢riqmÕn ¤pasi to‹j ™l£ttosin Óroij Øpob£llwmen,
20 oŒon t¦ ›x, kaˆ toÝj ‡souj aÙtù tîn meizÒnwn ¢fairoàntej14¢ntˆ tÁj
ÐmoiÒthtoj toÝj leipomšnouj sugkr…nwmen æj tîn ¢nomo…wn periektikoÚj,
kat¦ mn tÕn dipl£sion x œstai taàta, kat¦ d tÕn ¹miÒlion tr…a, kat¦
d tÕn ™p…triton dÚo, kaˆ ple…w t¦ ¢nÒmoia tîn sumfwnotšrwn. Ólwj d
14
1 pr.to/] t%= g || 1-2 kai\ to\ dia\ pasw=n kai\ dia\ pe/nte su/mfwnon eiÅnai t%= de\ to\ dia\
tessa/ron su/mfwnon ei)nai om. G || 2 to/ om. V || 4 o(/per hÅn mgA : vÂper hÅn f : o(/nper h( Wallis || 8
1 1
toi=j post oiÂon add. VW f || 9 kai/] h)/ f: h)/ ante kai/ add. V || 12 e(kate/rou W fA : e(ka/teron mg :
1
e)c e(kate/rou s.s. G : a)f’ e(kate/rwn s.s. m.rec. M || 14 sumfwnote/raj mut. in sumfwno/tera M |
1
fasi/ Wallis || 15 e)pi/ om. A || 16 tw=n add. ante tou/twn Wallis | a)/n ante gi/noito add. M gA : om.
mf || 17 to/ ante add. pote/ alt. M1gA || 18 sunista/ntwn mal. Alexanderson || 19 e)la/ttosin m.a.
oblit. et s.s. mei/zosin M | u(poba/lwmen Vg || 20 ta/] to/n fg || 21 sugkri/nomen V || 22 tau=ta]
tau)ta/ Wallis
16
kaˆ kat¦ t¾n aÙtîn œfodon met¦ tÕ di¦ pasîn tÕ di¦ pasîn kaˆ di¦ pšnte
sumfwnÒteron ¢pode…knutai tîn loipîn, dÚo mn ™n aÙtù kataleipomšnwn
tîn ¢nomo…wn, pleiÒnwn d ™n ¤pasi to‹j ¥lloij, oŒon triîn œn te tù di¦
pšnte kaˆ ™n tù dˆj di¦ pasîn, ˜katšrou toÚtwn ™nargšstata sumfwnotš-
5 rou kaqistamšnou toà di¦ pasîn kaˆ di¦ pšnte m£la e„kÒtwj, ™peid¾ tÕ
mn di¦ pšnte toà di¦ pšnte kaˆ di¦ pasîn ¡ploÚsterÒn tš ™sti kaˆ
¢sunqetèteron kaˆ oƒoneˆ ¢kratotšrou sumfwn…aj, tÕ d dˆj di¦ pasîn
oÛtwj œcei prÕj tÕ di¦ pšnte kaˆ di¦ pasîn, toutšstin Ð tetrapl£sioj
lÒgoj prÕj tÕn tripl£sion, æj mÒnon tÕ di¦ pasîn prÕj mÒnon tÕ di¦ pšn-
10 te, toutšstin Ð dipl£sioj lÒgoj prÕj tÕn ¹miÒlion. ™¦n g¦r ˜nÕj ¢riqmoà
lhfqîsi tripl£siÒj te kaˆ tetrapl£sioj kaˆ p£lin ¹miÒliÒj te kaˆ di-
pl£sioj, ™p…triton poi»sousi lÒgon15Ð tetrapl£sioj prÕj tÕn tripl£sion
kaˆ Ð dipl£sioj prÕj tÕn ¹miÒlion, éste Óson sumfwnÒterÒn ™sti tÕ di¦
pasîn toà di¦ pšnte, | tosoàton sumfwnÒteron g…nesqai kaˆ tÕ dˆj di¦ 15
15 pasîn toà di¦ pasîn kaˆ di¦ pšnte.
15
1 to\ dia\ pasw=n pr. om. MA sed s.l. add. A1 || 5 tou= me\n dia\ pe/nte kai/ ante ma/la
add. f || 6 e)peidh/] w(/ste dh/ f || 7 a)kratwte/rou g : a)krote/rou W sed corr. W1 || 13-14 o(/s% –
1
tosou/t% f || 17 a)/n om. mg: add. W || 21 de/ om. Wg || 23 tw=n ante e)mmeleiw=n add. Wallis | t’
1
ante w(j add. W f
17
kaˆ oƒ ™x aÙtîn suntiqšmenoi, sÚmfwnoi d oƒ ™ggut£tw tîn Ðmofènwn, æj
oƒ di¦ pšnte kaˆ oƒ di¦ tess£rwn kaˆ oƒ ™x aÙtîn kaˆ tîn Ðmofènwn sun-
tiqšmenoi, ™mmele‹j d oƒ ™ggut£tw tîn sumfènwn, æj oƒ tonia‹oi kaˆ tîn
toioÚtwn oƒ loipo…. diÕ kaˆ sunt…qenta… pwj oƒ mn ÐmÒfwnoi to‹j sumfè-
5 noij, oƒ d sÚmfwnoi to‹j ™mmelšsi.
16
1 sunteJeime/noi MWEgA || 16 e)/ti] e(/teroi gA : mut. e)/ti in e(/teroi et s.s. m.a. lo/goi
post tine\j M1 | metroi=nt’ a)/n MgA | kai\ t%= dia\ pasw=n ante kai/ add. sed oblit. MWE : s.s.V ||
18 tou=ton VPpar : tou/twn MWE : tou/touj fgA || 18-19 o( om. MWEg
18
di¦ pasîn kaˆ di¦ tess£rwn kat¦ tÕn suntiqšmenon lÒgon ™k toà di-
plas…ou kaˆ ™pitr…tou, tÕn tîn Ñktë prÕj t¦ tr…a. nàn g¦r oÙdn ¹m©j
oátoj oÙk ín ™pimÒrioj À pollapl£sioj duswp»sei mhdšn ge toioàto
proãpoteqeimšnouj. ˜xÁj d met¦ tÕn ™p…triton lÒgon g…noint' ¨n ™ggutšrw
5 tÁj „sÒthtoj oƒ suntiqšntej aÙtÕn ™n summštroij Øperoca‹j, toutšstin oƒ
™l£ttouj aÙtîn tîn ™pimor…wn, met¦ d toÝj sumfènouj ™cÒmenoi kat'
¢ret¾n oƒ ™mmele‹j, oŒon Ð tÒnoj kaˆ Ósoi suntiqšasi t¾n ™lac…sthn tîn
sumfwniîn, éste toÚtoij ™farmÒzesqai toÝj ØpÕ tÕn ™p…triton ™pimor…ouj
lÒgouj. een d' oân kaˆ toÚtwn o† te d…ca œggista poioÚmeno… tinaj diairš-
10 seij ™mmelšsteroi di¦ t¾n aÙt¾n a„t…an, kaˆ Óswn aƒ diaforaˆ me…zona
perišcousin ¡pl© mšrh tîn Øperecomšnwn, Óti kaˆ taàta ™ggutšrw toà
‡sou kaq£per tÕ ¼misu p£ntwn m©llon, eta tÕ tr…ton kaˆ tîn ™fexÁj
›kaston. sunelÒnti d e„pe‹n ™k toÚtwn ÐmÒfwnoi mn g…noint' ¨n Ó te
prîtoj pollapl£sioj kaˆ oƒ Øp' aÙtoà metroÚmenoi, sÚmfwnoi d oƒ dÚo
15 prîtoi17tîn ™pimor…wn kaˆ oƒ ™x aÙtîn kaˆ tîn Ðmofènwn suntiqšmenoi,
™mmele‹j d oƒ met¦ tÕn ™p…triton tîn ™pimor…wn. tîn mn oân Ðmofènwn
kaˆ tîn sumfènwn Ð ‡dioj ˜k£stou lÒgoj e‡rhtai, tîn d ™mmelîn Ð mn
tonia‹oj ™pÒgdooj ín ™nteàqen sunapede…cqh di¦ tÁj ØperocÁj tîn dÚo
prètwn ™pimor…wn te kaˆ sumfènwn. oƒ d tîn loipîn tÕn pros»konta dio-
20 rismÕn ›xousin ™n to‹j o„ke…oij tÒpoij. nàn d kalîj ¨n œcoi t¾n
™n£rgeian ¢pode‹xai tîn ½dh parabeblhmšnwn, †na tÕ prÕj t¾n a‡sqhsin
aÙtîn ÐmologoÚmenon ¢dist£ktwj œcwmen Øpoteqeimšnon.
17
4 proãpotiJeme/nouj Wallis || 8 e)pi/ mfg Wallis : u(po/ A : s.s.V || 9 kai/] ka)k f Wallis
|| 11 e)ggu/tera f Wallis || 20 e)n om. mgA || 21 e)ne/rgeian V sed corr. m.a.
19
diabolÁj m©llon ™mpoie‹n ¢form¦j to‹j peirwmšnoij. ™p… te g¦r tîn
aÙlîn kaˆ tîn sur…ggwn met¦ toà dusexštaston aÙtîn enai t¾n tÁj
¢nwmal…aj diÒrqwsin, œti kaˆ t¦ pšrata, prÕj § de‹ t¦ m»kh parab£llein,
™n pl£tei pwj kaq…statai met¦ toà kaˆ kaqÒlou to‹j ple…stoij tîn
5 ™mpneustîn Ñrg£nwn ¢tax…an tin¦ prosg…nesqai kaˆ par¦ t¦j toà pneÚ-
matoj ™mbol£j. ™p… te tîn ™xaptomšnwn ta‹j corda‹j barîn m¾ diasJzo-
mšnwn ¢parall£ktwn ¢ll»laij pant£pasi tîn cordîn, ÐpÒte kaˆ prÕj
aØt¾n ˜k£sthn oÛtwj œcousan eØre‹n œrgon, oÙkšti dunatÕn œstai toÝj
tîn barîn lÒgouj ™farmÒsai to‹j ginomšnoij di' aÙtîn yÒfoij tù kaˆ t¦j
10 puknotšraj kaˆ leptotšraj ™n ta‹j aÙta‹j t£sesin Ñxutšrouj fqÒggouj
poie‹n. polÝ d œti prÒteron k¨n taàt£ tij ØpÒqhtai dunat¦ kaˆ œti tÕ
mÁkoj tîn cordîn ‡son, tÕ me‹zon b£roj tÍ ple…oni t£sei t¾n tÁj ¢rtèshj
aÙtÕ cordÁj di£stasin aÙx»sei te kaˆ puknèsei m©llon, éste kaˆ di¦
toàto sump…ptein tin¦ par¦ tÕn lÒgon tîn barîn ™n to‹j yÒfoij Øperoc»n.
15 t¦ parapl»sia d sumba…nei k¢pˆ tîn kat¦ sÚgkrousin ginomšnwn yÒfwn,
Ðpo…ouj ™pinooàsi toÝj di¦ tîn ¢nisobarîn sfurîn À d…skwn kaˆ toÝj
¢pÕ tîn trubl…wn kenîn te kaˆ peplhrwmšnwn, ™rgèdouj Ôntoj p£nu toà
thre‹n ™n ¤pasi toÚtoij t¾n ™n ta‹j Ûlaij kaˆ to‹j sc»masin
¢parallax…an. ¹ d ™pˆ toà kaloumšnou kanÒnoj diateinomšnh cord¾
20 de…xei mn ¹m‹n toÝj lÒgouj tîn sumfwniîn ¢kribšsterÒn te kaˆ proceirÒ-
teron, oÙ m¾n æj œtuce laboàsa t¾n t£sin, ¢ll¦ prîton mn met£ tinoj
¢nakr…sewj prÕj t¾n ™somšnhn ¨n ™k tÁj kataskeuÁj ¢nwmal…an, œpeita
kaˆ tîn18per£twn t¾n pros»kousan lambanÒntwn qšsin, †na t¦ pšrata tîn
™n aÙto‹j ¢poyalm£twn, oŒj Ðr…zetai tÕ p©n mÁkoj, o„ke…aj te kaˆ d»laj
25 œcV t¦j ¢rc£j.
18
4 a)ori/st% post pwj add. Vf | meta\ tou= om. V : kai\ dia\ to\ kai\ kaJo/lou f :
a)ori/st%: kai\ dia\ to\ kaJo/lou Wallis || 13 au)to/ MWVfgA : au)t%= Wallis et Düring || 15
su/gkrisin f || 16 sfairw=n VGgr || 20 proxeiro/taton M sed corr. m.a. || 27 sfairikai/ MWE sed
mut. in –a/j M1W1E1
20
m£lista, poioàsai t¦j ØpÕ t¦j cord¦j ™pifane…aj, ¼ te BE perˆ kšntron
tÁj e„rhmšnhj ™pifane…aj tÕ Z, kaˆ ¹ GH perˆ kšntron Ðmo…wj tÕ | Q, 18
lhfqšntwn te tîn E kaˆ H shme…wn kat¦ t¦j dicotom…aj tîn kurtîn
™pifaneiîn. qšsin ™cštwsan toiaÚthn aƒ mag£dej, éste t¦j di¦ tîn E kaˆ
5 H dicotomiîn kaˆ tîn Z Q kšntrwn ™kballomšnaj, toutšsti t¾n EZB kaˆ
t¾n HQG kaqštouj enai prÕj t¾n ABGD.
19
1 ta/j xorda/j V : tai=j xordai=j MWEfgA : th\n xordh/n Ppar : th=j xordh=j Wallis || 5
Z kai\ Q Wallis || 5-6 EBZ HGQ WVE sed corr. M || 9 tv=] t%= Vf || 12 EZB kai\ HQG] EBZ HGQ
m: post gi/nesJai interp. WEf : kai/ om. Vg : oblit. M || 15 e)/ti] e)pi/ Wallis || 16 w(j] oiÂj Wallis ||
17 lei=a] li/an MWE : corr. M1 | h)/ om. MWE | braxu/ VfAgr || 18 kata/] kata/ M1 : kai/ mf || 19
1
u(p’] e)p’ Wallis || 21 LH] KH MVE : l in ras. M || 22 au)th=j MWFA : au)toi=j Vg : au)to/Jen F E |
th/n e ras. M
21
dokimas…an ™p' ¥llo mšroj, ½toi cord¾n ¥llhn, ›wj ¨n tÕ ¢kÒlouqon di-
aswqÍ, toutšsti tÕ ™n to‹j Ðmo…oij kaˆ ¢nalÒgoij kaˆ „som»kesi kaˆ m…an
œcousi t£sin ÐmÒtonon. œpeita toà toioÚtou katalhfqšntoj kaˆ ka-
tadiaireqšntoj toà kanon…ou to‹j ™kkeimšnoij tîn sumfwniîn lÒgoij,
5 eØr»somen ™k tÁj ™f' ›kaston tmÁma toà magad…ou paragwgÁj Ðmologou-
mšnaj ta‹j ¢koa‹j ™pˆ tÕ ¢kribšstaton t¦j tîn | o„ke…wn fqÒggwn dia- 19
for£j. toioÚtwn mn g¦r lambanomšnhj tÁj EK diast£sewj tess£rwn,
o†wn ™stˆn ¹ KH triîn, oƒ kaq' ˜k£teron aÙtîn fqÒggoi poi»sousi t¾n di¦
tess£rwn sumfwn…an di¦ tÕn ™p…triton lÒgon. toioÚtwn d lambanomšnhj
10 tÁj EK triîn, o†wn ™stˆn ¹ KH dÚo, poi»sousin oƒ kaq' ˜k£teron fqÒggoi
t¾n di¦ pšnte sumfwn…an di¦ tÕn ¹miÒlion lÒgon. kaˆ p£lin ™¦n mn oÛtwj
diaireqÍ tÕ p©n mÁkoj, éste t¾n mn EK g…nesqai dÚo tmhm£twn, t¾n d
KH toà aÙtoà ˜nÒj, œstai tÕ di¦ pasîn ÐmÒfwnon par¦ tÕn dipl£sion
lÒgon. ™¦n d éste t¾n mn EK sun£gesqai tmhm£twn Ñktè, t¾n d KH tîn
15 aÙtîn triîn, ¹ di¦ pasîn kaˆ di¦ tess£rwn œstai sumfwn…a kat¦ tÕn
<tîn> Ñktë prÕj t¦ tr…a lÒgon. ™¦n d éste t¾n mn EK tmhm£twn enai
triîn, t¾n d KH toà aÙtoà ˜nÒj, ¹ di¦ pšnte kaˆ di¦ pasîn œstai
sumfwn…a kat¦ tÕn tripl£sion lÒgon. ™¦n d éste t¾n mn EK sun£gesqai
tmhm£twn tess£rwn, t¾n d KH toà aÙtoà ˜nÒj, œstai tÕ dˆj di¦ pasîn
20 ÐmÒfwnon par¦ tÕn tetrapl£sion lÒgon.20
20
1 h)/toi e ras. pro th/n MWE : th/n V || 5 e)k th=j] e(autoi=j V || 10 e)sti/n om. V | kaJ'
1
e(ka/teron Vf : kaJ’ e(kate/ran MWEgA : e)f’ e(ka/teron Wallis || 12 w(/ste om. mgA : add. W ||
1 1 1
16 tw=n ante o)ktw/ suppl. Höeg || 26 de/ om. m : add. M : ante 'Aristocenei/oij add. W V
22
aÙto‹j, toÝj Øgiestšrouj ™z»thsan, e‡ ge qewrhtikîj Øpiscnoànto pro-
senhnšcqai mousikÍ. tÕ mn g¦r t¦ toiaàta p£qh ta‹j ¢koa‹j parakolou-
qe‹n ™k toà pîj œcein toÝj fqÒggouj prÕj ¢ll»louj ¢nagka‹on aÙto‹j
™stin Ðmologe‹n, kaˆ prosšti tÕ tîn aÙtîn ¢ntil»yewn ærismšnaj kaˆ t¦j
5 aÙt¦j enai diafor£j. pîj d œcousi kaq' ›kaston edoj oƒ poioàntej aÙtÕ
dÚo fqÒggoi prÕj ¢ll»louj, oÜte lšgousin oÜte zhtoàsin, ¢ll' ésper
aÙtîn ¢swm£twn mn Ôntwn, tîn d metaxÝ swm£twn, t¦j diast£seij tîn
e„dîn mÒnaj parab£llousin, †na ti dÒxwsin ¢riqmù kaˆ lÒgJ poie‹n. œsti
d p©n toÙnant…on. prîton mn g¦r oÙk Ðr…zontai toàton tÕn trÒpon kaq'
10 aØtÕ tîn e„dîn ›kaston oŒÒn ™stin, ésper Ótan punqanomšnwn t… ™sti
tÒnoj e‡pwmen, Óti diafor¦ dÚo fqÒggwn ™pÒgdoon periecÒntwn lÒgon, ¢ll'
eÙqÝj ¢nafor¦ g…netai prÕj ¥llo ti tîn ¢or…stwn œti, kaq£per Ótan tÕn
tÒnon Øperoc¾n lšgwsi toà di¦ tess£rwn kaˆ toà di¦ pšnte, ka…toi tÁj
a„sq»sewj e„ qšloi tÒnon ¡rmÒsasqai m¾ deomšnhj prÒteron toà di¦
15 tess£rwn À tîn ¥llwn tinÕj, ¢ll' ƒkanÁj oÜshj ˜k£sthn tîn thlikoÚtwn
diaforîn sust»sasqai kaq' aØt»n. k¨n ™pizhtîmen d tÕ mšgeqoj tÁj le-
legmšnhj ØperocÁj, oÙd' aÙt¾n ¢pofa…nousi cwrˆj ¥llhj, ¢ll¦ mÒnon ¨n
e‡poien e„ tÚcoi dÚo toioÚtwn, o†wn ¹ toà di¦ tess£rwn pšnte, kaˆ taÚthn
aâ pšnte p£lin, o†wn ¹ toà di¦ pasîn dekadÚo, kaˆ paraplhs…wj ™pˆ tîn
20 loipîn, ›wj ¨n peritrapîsin ™pˆ tÕ lšgein o†wn ¹ tonia…a dÚo. œpeita oÙd'
oÛtwj t¦j Øperoc¦j Ðr…zousi di¦ tÕ m¾ toÚtoij ïn e„sin aÙt¦j pa-
21
rab£llein, ¥peiroi g¦r sunacq»sontai kaq' ›kaston lÒgon tîn poio-
Úntwn aÙt¦j m¾ prosorizomšnwn, æj di¦ toàto mhd t¦j tÕ di¦ pasîn e„
tÚcoi poioÚsaj diast£seij ™n ta‹j Ñrganopoi…aij thre‹sqai t¦j aÙt£j,
25 ¢ll' ™n ta‹j Ñxutšraij t£sesi sun…stasqai bracutšraj.
21
1 e)ch/tasan mgA | u(pisxnou=nto] u(ph=san ouÅn to/ M : corr. M1 : u(phsknou=nto W :
1
corr. W : u(ph=san to/ V : u(ph/xJhsan ouÅn post corr. E : u(pisxnou=to to/ Wallis || 5 ta/j om. V |
1 1 1
de/ om. MWE sed add. M W || 7 me\n a)swma/twn W f | me/n del. Wallis || 23 proorizome/nwn Wal-
lis || 25 a)ll’ om. MWE : a)lla\ ta/j add. M : in marg. a)ll’ a)ei\ ta\j au)ta/j add. W1 : a)lla\ ta\j
1
par
au)ta\j s.l. a)ei/ add. V : a)ll’ a)ei\ ta\j au)ta/j fgP : a)lla\ ta/j A
23
paraballomšnwn goàn ¢ll»laij tîn ‡swn sumfwniîn kat¦ t¦ ›tera | tîn 21
per£twn oÙk ‡sh p£ntote œstai tÁj ØperocÁj ¹ di£stasij, ¢ll' ™¦n mn
toÝj Ñxutšrouj fqÒggouj aÙtîn ™farmÒzwsin ¢ll»loij me…zwn, ™¦n d
toÝj barutšrouj ™l£ttwn. Øpoteqe…shj g¦r tÁj AB diast£sewj toà di¦
5 pasîn, toà A nooumšnou kat¦ tÕ ÑxÚteron pšraj, kaˆ lhfqeisîn dÚo toà
di¦ pšnte, mi©j mn ¢pÕ toà A ™pˆ tÕ barÚ, æj tÁj AG, ˜tšraj d' ¢pÕ toà B
™pˆ tÕ ÑxÚ, æj tÁj BD, ™l£ttwn mn œstai ¹ AG di£stasij tÁj BD di¦ tÕ
kat' Ñxutšrwn p…ptein t£sewn, me…zwn d ¹ BG Øperoc¾ tÁj AD.
22
3-4 e)la/ttwn – mei/zwn transp. M1V1g || 11 u(pa/rxein ante a)ciou=n add. mA: eras. W1 :
om. P | tou= ante tw=n ME : tou= ante tw=n add. W sed eras. W1 : tou= lo/gou ante tw=n add. gA :
par
s.s. lo/gou M1 || 12 mhJ’ e(no/j m || 19 e)kei=noi tv= ge fu/sei sunwrisme/na post gnw/rima add. Vf:
1
oi( Aristoce/nioi tv= te fu/sei sunwrisme/na s.s. M : tv= te fu/sei sunwrisme/na add. gA :
par
poiou=sin oi( Aristoce/nioi gnw/rima tv= te fu/sei sunwrisme/na P
24
i/. “Oti oÙc Øgiîj t¾n di¦ tess£rwn sumfwn…an dÚo kaˆ ¹m…seoj
Øpot…qentai tÒnwn.
23
7 tai=j] tou/taij Wallis || 13 tw=n om. V || 16 kai/ alt. om. f || 18 poih/sein f: poiei=n Ppar
25
Øperoc¾ d' aÙtîn t¦ ZA kaˆ BE, sunamfÒtera mn taàta, katale…pesqai
tÒnou, ˜k£teron d' aÙtîn, toutšstin ˜k£teron tîn AD kaˆ GB ¹miton…ou,
ditÒnou d' Ôntoj toà AG, kaˆ tÕ AB di¦ tess£rwn dusˆ kaˆ ¹m…sei
sunt…qesqai tÒnoij.
5 `O d lÒgoj ¤pax toà tÒnou deicqšntoj ™pogdÒou kaˆ toà di¦
tes|s£rwn ™pitr…tou dhlonÒti aÙtÒqen poie‹ tÕ t¾n Øperoc»n, Î Øperšcei tÕ 23
di¦ tess£rwn toà ditÒnou, kaloumšnhn d le‹mma, ™l£ttona enai
¹miton…ou. lhfqšntoj g¦r ¢riqmoà toà prètou dunatoà de‹xai tÕ pro-
ke…menon, Ój ™sti mon£dwn ,afl$/, ™pÒgdooj mn aÙtoà g…netai Ð tîn
10 ,aykh/, toÚtou d œti ™pÒgdooj Ð tîn ,a"md/, Öj dhlonÒti prÕj tÕn tîn
,afl$/ lÒgon ›xei ditÒnou. œsti d kaˆ ™p…tritoj toà tîn ,afl$/ Ð tîn ,bmh/:
tÕ ¥ra le‹mma ™n lÒgJ ™stˆ tù tîn ,bmh/ prÕj t¦ ,a"md/. ¢ll' ™¦n kaˆ toà
tîn ,a"md/ tÕn ™pÒgdoon l£bwmen, ›xomen ¢riqmÕn tÕn tîn ,brpz/, kaˆ œsti
me…zwn Ð lÒgoj Ð tîn ,brpz/ prÕj t¦ ,bmh/, toà tîn ,bmh/ prÕj t¦ ,a"md/. t¦
15 mn g¦r ,brpz/ tîn ,bmh/ me…zoni mn Øperšcei À tù pentekaidek£tJ aÙtîn
mšrei, ™l£ttoni d À tù tessareskaidek£tJ. t¦ d ,bmh/ tîn ,a"md/ me…zoni
mn Øperšcei À tù ™nneakaidek£tJ aÙtîn mšrei, ™l£ttoni d À tù
Ñktwkaidek£tJ. tÕ œlatton ¥ra toà tr…tou tÒnou tmÁma ™ntÕj ¢pe…lhptai
toà di¦ tess£rwn prÕj tù ditÒnJ, éste tÕ mn toà le…mmatoj mšgeqoj
20 œlatton ¹miton…ou sun£gesqai, tÕ d di¦ tess£rwn Ólon œlatton dÚo kaˆ
¹m…seoj tÒnwn. kaˆ œsti tù tîn ,bmh/ prÕj t¦ ,a"md/ lÒgJ Ð aÙtÕj Ð tîn
sn$/ prÕj t¦ smg/.24
24
2 toute/stin e(ka/teron om. f || 3 AB] DB W : tou= DB : V tou= AG kai\ tou= AB gA : co-
rr. A : tou= AG w(/ste kai\ to\ AB Ppar : tou= AG kai\ tou= DB kai\ to\ AB Wallis : tou= AG kai\ tou=
1
1
DB to\ AB Alexanderson || 6 dhlono/ti] dh=lon Ef: dh/lhn gA | poiei=tai MgA sed mut. M :
poiei/tw f || 9 me/n om. g || 10 tw=n pr. om. gA | tw=n alt. om. g || 15 au)t% bis m : au)tou= (s.s.
1 1 1 1
au)tw=n) W || 20 to/ om. m : add. W V E | de/ om. E
26
T¾n d toiaÚthn m£chn oÙ toà lÒgou kaˆ tÁj a„sq»sewj
Øpolhptšon ¢ll¦ tîn diafÒrwj Øpotiqemšnwn, ¡mart…an ½dh tîn newtšrwn
par' ¢mfÒtera t¦ krit»ria tÍ sugkataqšsei kecrhmšnwn. ¹ mn g¦r
a‡sqhsij mononoÝ kškragen ™piginèskousa safîj kaˆ ¢dist£ktwj t»n te
5 di¦ pšnte sumfwn…an, Ótan ™pˆ tÁj ™kteqeimšnhj monocÒrdou de…xewj kat¦
tÕn ¹miÒlion lhfqÍ lÒgon, kaˆ t¾n di¦ tess£rwn, Ótan kat¦ | tÕn 24
™p…triton. oátoi d oÙk ™mmšnousin aÙtÁj ta‹j Ðmolog…aij, aŒj p£nth
p£ntwj ¢kolouqe‹ tÒ te t¾n Øperoc¾n tîn e„rhmšnwn sumfwniîn tonia…an
oâsan ™n ™pogdÒJ g…nesqai lÒgJ, kaˆ tÕ t¾n di¦ tess£rwn sumfwn…an
10 ™l£ttona sun…stasqai dÚo kaˆ ¹m…seoj tÒnwn, ¢ll' ™n oŒj mn ƒkan¾
kr‹nai pšfuken, toutšstin ™n ta‹j me…zosi diafora‹j ¢pistoàsin aÙtÍ
pant£pasin, ™n oŒj d oÙkšti aÙt£rkhj, toutšstin ™n ta‹j ™l£ttosin
Øperoca‹j pisteÚousi, m©llon d pros£ptousi kr…seij ™nant…aj ta‹j
prètaij kaˆ kuriwtšraij. ‡doimen d' ¨n œti kaˆ tÕ tÁj de…xewj aÙtîn eÜh-
15 qej ™pilogis£menoi tÕ mšgeqoj tÁj toà le…mmatoj prÕj tÕ ¹mitÒnion par-
allagÁj. ™peid¾ g¦r e„j ‡souj mn dÚo lÒgouj oÜte ™pÒgdooj, oÜte ¥lloj
tij diaire‹tai tîn ™pimor…wn, ‡soi d œggista poioàsi lÒgoi tÕn ™pˆ h/, Ó te
™pˆ i$/ kaˆ Ð ™pˆ iz/, e‡h ¨n kat¦ tÕn metaxÚ pwj toÚtwn lÒgon tÕ
¹mitÒnion, toutšsti tÕn me…zona mn toà ™pˆ iz/, ™l£ttona d toà ™pˆ i$/.
20 œsti d kaˆ tîn smg/ t¦ ie/ me‹zon mn mšroj À ˜ptakaidškaton, œlatton d
À ˜kkaidškaton, éste sunteqšntwn aÙtîn toà smg/ kaˆ ie/ ™n lÒgJ
g…nesqai tÕ ¹mitÒnion œggista tù tîn snh/ prÕj t¦ smg/. ™de…cqh d kaˆ toà
le…mmatoj Ð lÒgoj Ð tîn sn$/ prÕj t¦ smg/ kaˆ toà le…mmatoj ¥ra tÕ
¹mitÒnion dio…sei tù tîn snh/ lÒgJ prÕj t¦ sn$/, Ój ™stin ™pˆ rkh/.25
25
25
1 kai/] ou)de/ f : metacu/ kai/ V || 12 ou)ke/ti Ppar : ou)k e)/stin f : ou)k e)/ni rell. || 14 ku-
1
riwta/taij Wallis | e)/ti] o(/ti WVE | eu)/hJej om. m sed add. M || 11 o(ante e)po/gdooj add. f || 16
du/o ante poiou=si add. g || 18 tou=ton W sed mut. m.a. || 20 ta\ ie / om. G | mei=zon me/n] mei/zona
MWE : corr. W1 | me/n om. gA || 21 tou=] t%= V | te ante smg / add. f || 22-23 e)dei/xJh – smg / om. A
27
T¾n d brace‹an oÛtw parallag¾n dunatÕn enai kr‹nai ta‹j
¢koa‹j oÙd' ¨n aÙtoˆ f»saien. e„ to…nun ™ndšcetai tÕ tosoàton t¾n
a‡sqhsin kaq£pax parakoàsai, polÝ m©llon ¨n ™ndšcoito kat¦ t¾n di¦
pleiÒnwn l»yewn sunagwg»n, Ðpo‹on pšponqen aÙto‹j ¹ prokeimšnh de‹xij
5 trˆj mn toà di¦ tess£rwn lambanomšnou, dˆj d toà ditÒnou kat¦
diafÒrouj qšseij, ÐpÒte mhd' ¤pax poiÁsai d…tonon ¢kribîj prÒceirÒn
™stin aÙto‹j. m©llon g¦r ¨n poi»seian tÒnon À d…tonon, ™peid»per aÙtÕj
mn Ð tÒnoj ™mmel»j tš ™sti kaˆ ™n ™pogdÒJ lÒgJ, tÕ d ¢sÚnqeton d…tonon
™kmelšj, æj ¨n ™n lÒgJ tù tîn pa/ prÕj t¦ xd/, ta‹j d a„sq»sesin
10 eÙlhptÒtera t¦ summetrÒtera.
ia/. Pîj ¨n kaˆ di¦ tÁj a„sq»sewj ™pideicqe…h tÕ di¦ pasîn œlat- 25
26
ton x tÒnwn di¦ ÑktacÒrdou kanÒnoj.
26
2 to/ eras. W : om. f || 3 dia/] tw=n f || 7-8 au)to\j me\n o(] o( me/n f : o( au)to\j me/n Wallis ||
11 in tit. e)pideixJv= WEA et in marg. e)pideixJei/h W || 12 dia\ o)ktaxo/rdou MWEA : dia\
e(ptaxo/rdou Vg et in marg. o)ktaxo/rdou V || 13 e)pele/gxoito Wallis || 22 a)pofai/noi to/]
1 par
a)pofai/noito Wf | t%=] to/ g || 24 oi)/ontai W f: u(polamba/netai P
28
di¦ pasîn, ¢ll' oÙd' ¥llo ti di¦ taÙtÕ mšgeqoj p£ntwj tÁj diafor©j, oÜte
™pˆ p£ntwn ¡rmozÒmenon oÜt' ™pˆ tîn aÙtîn ¢e…. ka…toi lambanÒntwn ¹mîn
kat¦ tÕn aÙtÕn trÒpon ™fexÁj tÒ te di¦ tess£rwn kaˆ tÕ di¦ pšnte,
poi»sousin oƒ ¥kroi tÕ di¦ pasîn, Óti taàta ta‹j ¢koa‹j ™stin eÙoristÒ-
5 tera. tù lÒgJ mšntoi lhfqšntwn x tÒnwn ™fexÁj me‹zÒn te brace‹ toà di¦
pasîn oƒ ¥kroi fqÒggoi poi»sousi mšgeqoj, kaˆ kat¦ t¾n aÙt¾n Øperoc¾n
p£ntote, toutšsti t¾n | diplas…an tÁj toà le…mmatoj prÕj tÕ ¹mitÒnion, 26
¼tij œggista sun£getai ™n ™pˆ xd/ lÒgJ ta‹j prètaij tîn Øpoqšsewn
¢koloÚqwj.
27
1 a)/llo ti – a)ei/ scr. Düring : a)/llo ti tau)to\ me/geJoj p. th=j d. ou)/te e)pi\ tw=n au)tw=n
(fJo/ggwn s.s.VE) a(rmozo/menon ou)/te e)pi\ tw=n au)tw=n (xordw=n s.s.VE) a)ei/ m : a)/llo ti pro\j to\
m. p. th=j d. ou)/te tw=n au)tw=n a(rmozome/nwn ou)/te e)pi\ tw=n au)tw=n a)ei/ f : a)/llo ti dia\ to\
par
me/geJoj p. th=j d. ou)/te e)pi\ pa/ntwn tw=n a(rmozome/nwn ou)/t’ e)pi\ tw=n au)tw=n a)ei/ gP sed
par
pro/sw te kai\ o)pi/sw post a(rm. add. P : ou) mo/non ou) gi/netai to\ dia\ pasw=n e)n toi=j
toiou/toij e(pta\ fJo/ggoij a)ll’ ou)d’ a)/llo ti su/mfwnon PACHYMERES : ou) ga\r mo/non ou)
gi/netai to\ dia\ pasw=n dia\ to\ me/geJoj th=j diafora=j, ou)de\ a)/llo ti pa/ntwj ou)/te e)pi\ pa/ntwn
a(rmozo/menon ou)/te e)pi\ tw=n au)tw=n a)ei/ coni. Höeg : ou)d’ a)/llo ti tau)to\ me/geJoj pa/ntwj th=j
diafora=j ou)/te tw=n au)tw=n a(rmozome/nwn ou)/t' e)pi\ tw=n au)tw=n a)ei/ coni. Alexanderson || 3 kai/
VgA PACHYMERES : pro/j MWf : om. E || 7 h(mi/tonon MWE || 13 w(/ste] w(j Wallis || 16 w(j del.
Wallis || 17 GM kai\ au(/th th=j DN kai\ au(/th th=j om. M || 18 poiv= fgA || 19 o(] h( mfA | tou=] th=j
A | QR] RQ Wallis || 20 o)cute/ra W1Vf
29
“Oti ¢diaforoàsin aƒ cordaˆ k¨n ple…ouj ðsi mi©j, ™¦n ™n ‡soij
m»kesi poihqîsin „sÒtonoi, dÁlon d' œstai ™nteàqen. ™peid¾ g¦r tr…a ™stˆn
™pˆ toÚtwn t¦ a‡tia tÁj perˆ tÕ ÑxÝ kaˆ tÕ barÝ diafor©j, ïn tÕ mn ™n tÍ
5 puknÒthti tîn cordîn, tÕ d ™n tÍ periocÍ, tÕ d ™n tÍ | diast£sei, kaˆ 27
ÑxÚteroj g…netai Ð yÒfoj ØpÒ te tÁj puknotšraj kaˆ tÁj leptotšraj kaˆ
tÁj kat¦ t¾n ™l£ttona di£stasin, paralamb£netai d' ™pˆ aÙtîn ¢ntˆ tÁj
puknèsewj ¹ t£sij –tono‹ g¦r kaˆ sklhrÚnei kaˆ di¦ toàto m©llon ta‹j
™n ™l£ttosi diast£sesin Ðmo…a– dÁlÒn ™stin, Óti tîn ¥llwn Øpokeimšnwn
10 tîn aÙtîn, æj mn ¹ ple…wn g…netai t£sij prÕj t¾n ™l£ttona, oÛtwj Ð
kat¦ t¾n ple…ona yÒfoj prÕj tÕn kat¦ t¾n ™l£ttona, æj d ¹ me…zwn pe-
rioc¾ prÕj t¾n ™l£ttona, oÛtwj Ð kat¦ t¾n ™l£ttona yÒfoj prÕj tÕn kat¦
t¾n me…zona. lšgw d¾ toÚtwn oÛtwj ™cÒntwn, Óti tîn ¢nomo…wn cordîn,
Ótan ™n ‡saij diast£sesin „sÒtonoi poihqîsin, ¢ntanaplhroàtai tÕ par¦
15 t¾n me…zona perioc¾n ™ndšon toà yÒfou tù par¦ t¾n ple…ona t£sin
Øperb£llonti. kaˆ g…netai p£ntwj Ð tÁj me…zonoj periocÁj prÕj t¾n
™l£ttona lÒgoj Ð aÙtÕj tù tÁj ple…onoj t£sewj prÕj t¾n ™l£ttona.28
28
2 de/ post o(/ti add. g || 3 d' om. g || 5 perioxv= s.s. schol. t%= pa/xei h)\ t%= tou= ba/Jouj
th=j xordh=j o)/gk% WEA : t%= tou= ba/Jouj th=j xordh=j o)/gk% m.rec. in text. f || 7 e)pi\ tw=n au)tw=n
g : u(p' au)tw=n Ppar || 8 sklhrai/nei MWEA || 8-9 dia\ tou=to – o(moi/a scr. Düring : dia\ t. m. ta\ e)n
e)la/ttosi diasta/sesin o(/moia MWE : dia\ t. m. tai=j e)n e). diasta/sesi/n ei)sin o(/moia VA : dia\
t. m. tai=j e). d. o(/moiai f : dia\ tou=to/ ei)si ma=llon tai=j e)n e). d. o(/moiai g : recc. alii alia : dia\ t.
par 1
m. tai=j e)n tai=j e). d. xordai=j h( o(moi/a ta/sij P || 14 a)niso/tonoi gA
30
”Estwsan g¦r ™n ‡soij m»kesin „sÒtonoi dÚo fqÒggoi oƒ A kaˆ B
kaˆ me…zwn ¼ te perioc¾ toà A tÁj toà B kaˆ dhlonÒti kaˆ ¹ t£sij.
e„l»fqw te ¥lloj ™n ‡sJ m»kei Ð G, t¾n mn perioc¾n ‡shn œcwn tù B, t¾n
d t£sin ‡shn tù A.29
5
™peˆ to…nun Ð G toà B mÒnV tÍ t£sei diafšrei, œstai æj ¹ toà G t£sij prÕj
t¾n toà B t£sin, oÛtwj Ð toà G yÒfoj prÕj tÕn toà B yÒfon. p£lin ™peˆ Ð
G toà A tÍ periocÍ mÒnV diafšrei, œstai æj ¹ toà A perioc¾ prÕj t¾n toà
G perioc»n, oÛtwj Ð toà G yÒfoj prÕj tÕn toà A yÒfon, ¢ll¦ tÕn aÙtÕn
10 œcei lÒgon Ð toà G yÒfoj prÕj tÕn ˜k£teron tÒn te toà A kaˆ tÕn toà B:
‡soi g¦r oƒ tîn A kaˆ B: æj ¥ra ¹ toà G t£sij prÕj t¾n toà B, oÛtwj ¹ toà
A perioc¾ prÕj t¾n toà G. kaˆ œstin æj mn ¹ toà G t£sij prÕj t¾n toà B,
oÛtwj ¹ toà A t£sij prÕj t¾n toà B: ‡sai g¦r aƒ tîn A kaˆ G t£seij: æj d
¹ toà | A perioc¾ prÕj t¾n toà G, oÛtwj ¹ toà A perioc¾ prÕj t¾n toà B: 28
15 ‡sai g¦r aƒ tîn B kaˆ G perioca…: kaˆ æj ¥ra ¹ toà A t£sij prÕj t¾n toà
B t£sin, oÛtwj ¹ toà A perioc¾ prÕj t¾n toà B perioc»n. toàto d' ¨n aÙ-
to‹j sunšbaine kaˆ e„ pant£pasin Ãsan ¢par£llaktoi kaˆ ¢diaforoàntej
˜nÒj. p£lin d' ¨n ™pˆ tîn oÛtwj ™cÒntwn oŒon toà AB kaˆ toà GD t¦j
diast£seij poiîmen ¢n…souj meioàntej t¾n ˜tšran æj mšcri tÁj GE, œstai
20 æj ¹ AB di£stasij prÕj t¾n GE di£stasin, oÛtwj Ð tÁj GE yÒfoj prÕj tÕn
29
1 ga/r om. g | e)n om. m | a)niso/tonoi gA1 | du/o om. f || 2 te om. f | kai/ alt. om. mg :
1
add. E | e)la/ttwn h( tou= (th=j f) B pro\j th\n tou= A post ta/sij add. Vf : scholium non e P sed e
prava interpretatione additum || 10 yo/fon add. post B f || 13 ta/sij] perioxh/ Vf sed s.s. ta/sij V1
| w(j de/ secutus Ppar et Wallis : w(/ste codd. || 18 tw=n] tou/twn f || 18-19 ta\j diasta/seij om. sed
s.l. post a)ni/souj add. V
31
tÁj AB yÒfon. ™peid¾ g£r ™stin æj ¹ GD di£stasij prÕj t¾n GE di£stasin,
oÛtwj Ð tÁj GE yÒfoj prÕj tÕn tÁj GD yÒfon, ‡sh dš ™stin ¼ te AB
di£stasij tÍ GD kaˆ Ð tÁj AB yÒfoj tù tÁj GD, g…netai kaˆ æj ¹ AB
di£stasij prÕj t¾n GE di£stasin, oÛtwj Ð tÁj GE yÒfoj prÕj tÕn tÁj AB
5 yÒfon.
ib/. Perˆ tÁj kat¦ 'AristÒxenon tîn genîn diairšsewj kaˆ tîn kaq'
›kaston tetracÒrdwn.30
30
3 th=j GD gi/netai. kai\ MWEf : th=j GD gi/netai i)/soj: kai\ V | a)/ra post gi/netai e
Ppar add. g || 9 toi=j del. Wallis || 14 e)mmeleiw=n g || 15 tou=] th/n V || 20 kai/] e)/sti ga/r VGgrA1
32
toà ½qouj, suntonèteron d tÕ diastatikèteron: deutšra d æj e„j tr…a,
toà mn tr…tou metaxÚ pwj tîn e„rhmšnwn dÚo tiqemšnou, kaˆ toàto mn
kale‹tai crwmatikÒn. tîn d loipîn ™narmÒnion mn tÕ malakèteron aÙ-
toà, diatonikÕn d tÕ suntonèteron. ‡dion dš ™sti toà mn ™narmon…ou kaˆ
5 toà crwmatikoà tÕ kaloÚmenon puknÒn, Ótan oƒ prÕj tù barut£tJ dÚo
lÒgoi toà loipoà ˜nÕj ™l£ttouj g…nwntai sunamfÒteroi, toà d diatonikoà
tÕ kaloÚmenon ¥puknon, Ótan mhd eŒj tîn triîn lÒgwn me…zwn g…nhtai
tîn loipîn dÚo sunamfotšrwn. poioàntai d kaˆ toÚtwn aÙtîn oƒ neèteroi
ple…ouj diafor£j, ¢ll' ¹me‹j ™p… ge toà parÒntoj t¦j 'Aristoxene…ouj
10 Øpogr£ywmen ™coÚsaj oÛtwj. tÕn tÒnon diaire‹ pot mn e„j dÚo ‡sa, pot
d e„j tr…a, pot d e„j tšssara, pot d e„j Ñktè, kaˆ tÕ mn tštarton aÙ-
toà mšroj kale‹ d…esin ™narmÒnion, tÕ d tr…ton d…esin crèmatoj malakoà,
tÕ d tštarton met¦ toà ÑgdÒou d…esin crèmatoj ¹miol…ou, tÕ d ¹mitÒnion
koinÕn tonia…ou crèmatoj kaˆ tîn diatonikîn genîn, ™x ïn Øf…statai
15 diafor¦j tîn ¢migîn genîn ›x, m…an mn t¾n toà ™narmon…ou, tre‹j d toà
crwmatikoà, malakoà te kaˆ ¹miol…ou kaˆ tonia…ou, t¦j d loip¦j dÚo toà
diatonikoà, t¾n mn malakoà, t¾n d suntÒnou. toà mn oân ™narmon…ou
gšnouj tÕ mn prÕj tù barut£tJ kaˆ ˜pÒmenon di£sthma kaˆ tÕ mšson
˜k£teron poie‹ dišsewj ™narmon…ou, tÕ d loipÕn kaˆ ¹goÚmenon dÚo tÒnwn,
20 oŒon Øpokeimšnou kat¦ tÕn tÒnon ¢riqmoà tîn kd/, tîn mn toà puknoà
diasthm£twn ˜k£teron $/ tîn aÙtîn, tÕ d loipÕn mh/. toà d malakoà
crèmatoj ˜k£teron mn tîn toà puknoà diasthm£twn poie‹ trithmor…ou
tÒnou, tÕ d loipÕn ˜nÕj kaˆ ¹m…seoj kaˆ tr…tou, oŒon ™ke…nwn mn
˜k£teron h/, toàto d md/. 31toà d ¹miol…ou crèmatoj tîn mn toà puknoà
25 dÚo diasthm£twn ˜k£teron poie‹ tet£rtou kaˆ ÑgdÒou tÒnou, tÕ d loipÕn
˜nÕj kaˆ ¹m…seoj kaˆ tet£rtou, oŒon ™ke…nwn mn ˜k£teron q/, toàto d mb/.
31
2 me/n om.VA || 10 i)/sa du/o V || 14 u(fi/statai m : u(fista=? W1E1f : u(fi/statai ta/j V
: u(fi/sthsi V1 : u(fista=? ta/j gA : u(pesth/sato Ppar || 17 tou= secutus Wallis : to/ codd. || 20 tw=n
pr.] tou= V || 22 trithmo/rion to/nou f || 25 teta/rtou kai/ o)gdo/ou codd. Ppar: teta/rtou o)gdo/ou
Düring
33
toà d tonia…ou crèmatoj tîn mn toà puknoà dÚo diasthm£twn ˜k£teron
¹miton…ou poie‹, tÕ d loipÕn ˜nÕj tÒnou kaˆ ¹m…seoj, oŒon ™ke…nwn mn
˜k£teron ib/, toàto d l$/. ™pˆ d tîn loipîn kaˆ ¢pÚknwn dÚo genîn tÕ
mn ˜pÒmenon ™n ¢mfotšroij di£sthma thre‹ p£lin ¹miton…ou, tîn d
5 ™fexÁj ™n mn tù malakù diatonikù tÕ mn mšson ¹m…seoj kaˆ tet£rtou
tÒnou, tÕ d ¹goÚmenon ˜nÕj kaˆ tet£rtou, oŒon ib/ kaˆ ih/ kaˆ l/, ™n d tù
suntÒnJ diatonikù tÕ mn ˜pÒmenon ¹miton…ou, tîn d | loipîn tÒ te mšson 30
kaˆ tÕ ¹goÚmenon ˜k£teron tonia‹on, oŒon ib/ kaˆ kd/ kaˆ kd/. æj ØpÒkeintai
oƒ ¢riqmo….
10 ig/. Perˆ tÁj kat¦ 'ArcÚtan tîn genîn kaˆ tîn tetracÒrdwn
diairšsewj.32
32
8 kai\ kd / om. mf : kai/ om. g || in tab. dia/tonon codd. : diatoniko/n e textu restituit
Düring || 13 diasth/masi post fJo/ggwn e Ppar add. fg: s.s. A || 14 au)tw=n] au)tai=j g || 15 para-
1 par
lipw/n mgA : paralamba/nwn f : s.s. V : pare/lipe P || 16 prosa/yai Wallis | de/ om. fg || 17
par
au)tw=n MWEg : lo/gwn au)tw=n V : lo/gwn e P irrep. fA
34
summštrou tîn Øperocîn. taÚtV d' Ómwj tÍ proqšsei crhs£menoj e„j œnia
mn kaˆ tšleon aÙtÁj fa…netai diamart£nwn, ™n d to‹j ple…stoij toà mn
toioÚtou perikratîn, ¢p®dwn d safîj tîn ¥ntikruj ½dh ta‹j a„sq»sesin
æmologhmšnwn, æj aÙt…ka e„sÒmeqa ™k tÁj kat' aÙtÕn tîn tetracÒrdwn
5 diairšsewj. tr…a mn to…nun oátoj Øf…statai gšnh, tÒ te ™narmÒnion kaˆ tÕ
crwmatikÕn kaˆ tÕ diatonikÒn: ˜k£stou d aÙtîn poie‹tai t¾n dia…resin
oÛtwj. tÕn mn g¦r ˜pÒmenon lÒgon ™pˆ tîn triîn genîn tÕn aÙtÕn
Øf…statai kaˆ ™pˆ kz/, tÕn d mšson ™pˆ mn toà ™narmon…ou ™pˆ le/, ™pˆ d
toà diatonikoà ™pˆ z/, éste kaˆ tÕn | ¹goÚmenon toà mn ™narmon…ou gšnouj 31
10 sun£gesqai ™pˆ d/, toà d diatonikoà ™pˆ h/. tÕn d ™n tù crwmatikù gšnei
deÚteron ¢pÕ toà Ñxut£tou fqÒggou lamb£nei di¦ toà t¾n aÙt¾n qšsin
œcontoj ™n tù diatonikù. fhsˆ g¦r lÒgon œcein tÕn ™n tù crwmatikù
deÚteron ¢pÕ toà Ñxut£tou prÕj tÕn Ómoion tÕn ™n tù diatonikù tÕn tîn
sn$/ prÕj t¦ smg/. sun…statai d¾ t¦ toiaàta tetr£corda kat¦ toÝj
15 ™kkeimšnouj lÒgouj ™n prètoij ¢riqmo‹j toÚtoij. ™¦n g¦r toÝj mn
Ñxut£touj tîn tetracÒrdwn Øposthsèmeqa ,afib/, toÝj d barut£touj
kat¦ tÕn ™p…triton lÒgon tîn aÙtîn ,bi$/, taàta mn poi»sei tÕn ™pˆ kz/
prÕj t¦ ,a"md/ kaˆ tosoÚtwn œsontai p£lin ™n to‹j trisˆ gšnesin oƒ
deÚteroi ¢pÕ tîn barut£twn. tîn d' ¢pÕ toà33Ñxut£tou deutšrwn Ð mn toà
20 ™narmon…ou gšnouj œstai ,aw%/. taàta g¦r prÕj mn t¦ ,a"md/ poie‹ tÕn ™pˆ
le/ lÒgon, prÕj d t¦ ,afib/ tÕn ™pˆ d/: Ð d toà diatonikoà gšnouj tîn
aÙtîn œstai ,aya/. kaˆ taàta g¦r prÕj mn t¦ ,a"md/ tÕn ™pˆ z/ poie‹
lÒgon, prÕj d t¦ ,afib/ tÕn ™pˆ h/: Ð d toà crwmatikoà kaˆ aÙtÕj œstai
tîn aÙtîn ,ay%b/: taàta g¦r lÒgon œcei prÕj t¦ ,aya/ Ön t¦ sn$/ prÕj t¦
33
5-8 u(fi/statai bis MWEfg : u(fista=? W1A : u(fi/sthsi V : s.s.GAgr : 13 to/n tert. om. f
|| 14 suni/sthsi s.s. G | tri/a ante tetra/xorda add. f : s.s. AV1 || 17 to/n post e)pi\ kz / add. m sed
eras. W || 23 ta/ om.W : add.W1
35
smg/. Øpogšgraptai d kaˆ ¹ toÚtwn tîn ¢riqmîn œkqesij œcousa oÛtwj.
34
in tab. diatonica] ,a"md / codd. : ,aymd / Düring || 5 o(] o(/ Wallis | to/n] th/n bis f || 6 tw=n
om. V || 16 lo/gwn post prokeime/nwn e Ppar add. f : s.s. G || 18 e)n tai=j mel%di/aij post h)/Jesin e
Ppar add. f : e)n mel%di/aij s.s. Eg || 19 au)to/ f | to/ ante xrwmatiko/n add. M
36
tikÕn kaˆ tÕ diatonikÕn ˜k£teron monoeidj Øpoqemšnou, kat¦ d tÕn 'A-
ristÒxenon Øperb£llein mn ™pˆ toà crwmatikoà, tîn te toà malakoà kaˆ
toà ¹miol…ou dišsewn e„kostù kaˆ tet£rtJ mšrei tÒnou diaferousîn, æj
mhdem…an ¢xiÒlogon ta‹j a„sq»sesin ™mpoie‹n parallag»n, ™nde‹n d ™pˆ
5 toà diatonikoà, pleiÒnwn fainomšnwn safîj tîn melJdoumšnwn, æj ™k
tîn aÙt…ka ™pideicqhsomšnwn ™xšstai skope‹n. œti d oÙk Øgiîj oÙd' oátoj
oÜte ™pˆ tîn puknîn ‡sa ¢ll»loij poie‹ t¦ ˜pÒmena dÚo megšqh toà mšsou
pantacÍ katalambanomšnou me…zonoj, oÜte p£lin ‡sa t¦ prÕj tù ba-
rut£tJ fqÒggJ diast»mata toà te suntÒnou diatÒnou kaˆ toà tonia…ou
10 crwmatikoà me…zonoj toà crwmatikoà sunistamšnou.
ie/. Perˆ tÁj kat¦ tÕ eÜlogon kaˆ tÕ fainÒmenon tîn kat¦ gšnoj te- 33
tracÒrdwn diairšsewj.
35
Fšre to…nun ™peid»per oÙd toÚtoij Ðmologoumšnwj ta‹j
a„sq»sesi diÇrhtai t¦ prîta gšnh tîn tetracÒrdwn, peiraqîmen aÙtoˆ
15 k¢ntaàqa diasîsai tÕ ta‹j tîn ™mmeleiîn Øpoqšsesi kaˆ to‹j fainomšnoij
¢kÒlouqon ˜pÒmenoi ta‹j prètaij kaˆ kat¦ fÚsin tîn merismîn ™pibola‹j.
proslamb£nomen d e„j t¦j qšseij kaˆ t£xeij tîn phlikot»twn par¦ mn
tÁj ¢rcÁqen Øpoqšsewj kaˆ toà lÒgou koinÕn p£ntwn tîn genîn tÕ kaˆ ™pˆ
tîn tetracÒrdwn toÝj ™fexÁj fqÒggouj ¢eˆ prÕj ¢ll»louj ™pimor…ouj
20 poie‹n lÒgouj toÝj mšcri tîn e„j dÚo par…souj À tre‹j par…souj tomîn,
aŒj ™pera…nonto kaˆ aƒ tîn prètwn sumfwniîn Øperocaˆ kaˆ mšcri tÁj
tri£doj fq£nousai k¢ke‹ di¦ tÕ suntelestikÕn aÙtÁj pasîn tîn di-
ast£sewn. ¢pÕ g¦r toà di¦ pasîn Ðmofènou kaˆ toà diplas…ou lÒgou,
kaq' Ön ¹ Øperoc¾ tîn ¥krwn ‡sh suneist»kei tù ØperecomšnJ, ™pˆ mn t¾n
35
3 ei)kostoteta/rt% Wallis | diaferousw=n to/nou g || 5 w(j om. m : add. W1V1E1 || 6
1 1
e)/ti] o(/ti m : mut. W V : om. fA | ou)x u(giw=j de/ fA | ou(/toj V || 7 me/sou] i)/sou V sed corr. m.a. || 8
katalambanome/nou] lambanome/nou Wallis || 9-10 sunto/nou diato/nou kai\ tou= toniai/ou
1 par 1 1 1
xrwmatikou= gA P : sunto/nou xrwmatikou= m : diato/nou kai\ tou= toniai/ou x. W V E f || 12
in tit.] to/ pr. om.V || 15 te post tai=j add. f || 16 e)piplokai=j sed s.s. e)pibolai=j V || 18 kai/ alt.
om. g || 20 ei)j] e)k m || 21 tmhJei=sai a)po\ tou= i)/sou post e)perai/nonto add. g : s.s. A || 24 kaJ'
1 1
wÂn m : mut.V E
37
¢pÕ toà ‡sou kaqa…resin Ó te ¹miÒlioj ™lamb£neto lÒgoj tÁj di¦ pšnte
sumfwn…aj, kaq' Ön ¹ Øperoc¾ tîn ¥krwn ¼misu perišcei mšroj toà Øpere-
comšnou, kaˆ Ð ™p…tritoj tÁj di¦ tess£rwn sumfwn…aj, kaq' Ön ¹ Øperoc¾
tîn ¥krwn tr…ton perišcei mšroj toà Øperecomšnou, ™pˆ d t¾n ¢pÕ tÁj
5 „sÒthtoj aÜxhsin Ó te tripl£sioj lÒgoj ™lamb£neto tÁj di¦ pasîn kaˆ
di¦ pšnte sumfwn…aj, kaq' Ön ¹ Øperoc¾ tîn ¥krwn dÚo poie‹ toÝj Øpere-
comšnouj ™n ¢ntiqšsei toà ¹m…seoj mšrouj, kaˆ Ð tetrapl£sioj toà dˆj di¦
pasîn Ðmofènou, kaq' Ön ¹ Øperoc¾ tîn ¥krwn tre‹j poie‹ toÝj Øpereco-
mšnouj ™n ¢ntiqšsei p£lin toà tr…tou mšrouj. par¦ d tÁj Ðmologoumšnhj
10 a„sq»sewj koinÕn mn Ðmo…wj p£ntwn tîn genîn lambanÒmeqa tÕ t¦
˜pÒmena tîn triîn megeqîn ™l£ttona sun…stasqai tîn loipîn ˜katšrou,
‡dia d tîn mn tÕ puknÕn ™cÒntwn tÕ t¦ prÕj tù barut£tJ dÚo sunamfÒ-
tera ™l£ttona g…nesqai toà prÕj tù Ñxut£tJ, tîn d ¢pÚknwn tÕ mhdn
tîn megeqîn me‹zon kaq…stasqai tîn loipîn dÚo sunamfotšrwn. toÚtwn
15 oân Øpokeimšnwn diairoàmen prîton tÕn ™p…triton lÒgon tÁj di¦ tess£rwn
sumfwn…aj, Ðs£kij œnestin, e„j ™pimor…ouj lÒgouj dÚo: trˆj d g…netai
mÒnwj p£lin kaˆ tÕ toioàto, proslambanomšnwn tîn Øp' | aÙtÕn triîn 34
™fexÁj ™pimor…wn, toà te ™pˆ d/ kaˆ toà ™pˆ e/ kaˆ toà ™pˆ $/. sumplhro‹
g¦r tÕn ™p…triton tù mn ™pˆ d/ prosteqeˆj Ð ™pˆ ie/, tù d ™pˆ e/ Ð ™pˆ q/, tù
20 d ™pˆ $/ Ð ™pˆ z/ kaˆ met¦ toÚtouj dÚo mÒnoij ¥lloij ™pimor…oij oÙk ¨n
eÛroimen suntiqšmenon tÕn ™pˆ g/ lÒgon.
36
'Epˆ mn d¾ tîn tÕ puknÕn periecÒntwn genîn, ™peid¾ me…zouj
e„sˆn ™n aÙto‹j oƒ ¹goÚmenoi lÒgoi sunamfotšrwn tîn loipîn, toÝj mn
me…zonaj lÒgouj tîn ™kkeimšnwn suzugiîn, toutšsti tÒn te ™pˆ d/ kaˆ tÕn
25 ™pˆ e/ kaˆ tÕn ™pˆ $/, ™fhrmÒrsamen to‹j ¹goumšnoij aÙtîn lÒgoij toÝj d
loipoÝj kaˆ ™l£ttonaj, toutšsti tÒn te ™pˆ ie/ kaˆ tÕn ™pˆ q/ kaˆ tÕn ™pˆ z/,
36
2 kaJ' o(/ WV sed corr. E | h(/misu] tri/ton Vf || 3 e)pi/tritoj] e)pite/tartoj f || 10 lam-
1
ba/nomen W fA | to/ om. M || 17 u(p'] e)p' m : met' A || 22 me\n dh/ f: in lemmate P : me/ntoi codd. ||
25 e)fh/rmosan Wallis | e)n ante toi=j add. m
38
to‹j sunamfotšroij tîn loipîn. g…netai d kaˆ ¹ toÚtwn ˜k£stou dia…resij
kat¦ toÝj ˜pomšnouj dÚo lÒgouj lambanomšnwn aÙtoà tîn e„j tr…a tomîn
di¦ tÕ toÝj tre‹j lÒgouj ½dh toà tetracÒrdou toÙnteàqen ¢potele‹sqai,
tîn mn Øperocîn throumšnwn ‡swn, tîn d lÒgwn par…swn, ™peˆ m¾ du-
5 natÕn ‡swn. toÝj mn g¦r prètouj poioàntaj ¢riqmoÝj tÕn ™pˆ ie/, lšgw d
tÕn ie/ kaˆ tÕn i$/, triplasi£santej ›xomen tÕn me/ kaˆ tÕn mh/, mšsouj te
aÙtîn ™n ‡saij Øperoca‹j tÕn m$/ kaˆ tÕn mz: toà d¾ mz/ m¾ poioàntoj prÕj
¢mfotšrouj toÝj ¥krouj ™pimÒrion lÒgon, mÒnou d toà m$/ prÕj mn tÕn
mh/ tÕn ™pˆ kg/, prÕj d tÕn me/ tÕn ™pˆ me/, Ð mn me…zwn kaˆ ™pˆ kg/ di¦ t¦j
10 ™xarcÁj Øpoqšseij sunafq»setai tù ™pˆ d/, Ð d loipÕj kaˆ ™pˆ me/ tÕn
˜pÒmenon sumplhrèsei lÒgon. p£lin toÝj prètouj poioàntaj ¢riqmoÝj tÕn
™pˆ q/, toutšsti tÕn q/ kaˆ tÕn i/ triplasi£santej ›xomen tÕn kz/ kaˆ tÕn l/,
mšsouj te aÙtîn ™n ‡saij Øperoca‹j tÕn kh/ kaˆ tÕn kq/. ¢ll' Ð mn kq/
prÕj ¢mfotšrouj toÝj ¥krouj oÙ poie‹ lÒgon ™pimÒrion, Ð d kh/ prÕj mn
15 tÕn l/ tÕn ™pˆ id/, prÕj d tÕn kz/ tÕn ™pˆ kz/, éste k¢ntaàqa sun£ptesqai
mn tù ™pˆ e/ tÕn ™pˆ id/, Øpole…pesqai d kat¦ tÕn ˜pÒmenon tÒpon tÕn ™pˆ
kz/. Ðmo…wj d toÝj poioàntaj tÕn ™pˆ z/ lÒgon prètouj ¢riqmoÚj, tÒn te z/
kaˆ tÕn h/, triplasi£santej ›xomen tÕn ka/ kaˆ tÕn kd/, mšsouj te aÙtîn
™n ‡saij Øperoca‹j tÕn kb/ kaˆ tÕn kg/,37oá m¾ poioàntoj prÕj ¢mfotšrouj
20 toÝj ¥krouj ™pimÒrion lÒgon, ¢ll¦ mÒnou toà kb/ prÕj mn tÕn kd/ ™pˆ ia/,
prÕj d tÕn ka/ ™pˆ ka/, sunafq»setai mn k¢ntaàqa tù ™pˆ $/ Ð ™pˆ ia/, Ð
d ™pˆ ka/ tÕn ˜pÒmenon ™fšxei tÒpon. k¢peid¾ malakètaton mšn ™sti
p£ntwn tîn genîn tÕ ™narmÒnion, ÐdÕj dš tij ésper ™pˆ tÕ suntonèteron
¢p' aÙtoà kat¦ paraÚxhsin di¦ prètou toà malakwtšrou crèmatoj, œpei-
25 ta toà sunto|nwtšrou prÕj t¦ ™fexÁj tîn ¢pÚknwn kaˆ diatonikîn, ma- 35
lakètera d fa…netai kaqÒlou t¦ me…zona tÕn ¹goÚmenon œconta lÒgon
37
2 ei)j fPpar : e)pi/ mgA || 5 de/] dh/ f || 15 – 17 w(/ste – e)pi\ kz / om. M || 15-16 sunapte/on
– u(poleipte/on f || 17 de/ om. mf || 19 ouÂ] tou= de\ kg / f e Ppar || 24 e)/peita] e)pi\ ta/ mg
39
kaˆ suntonètera t¦ ™l£ttona, tÕ mn suntiqšmenon tetr£cordon ™k toà ™pˆ
d/ kaˆ ™pˆ kg/ kaˆ ™pˆ me pros»yamen tù ™narmon…J gšnei, tÕ d suntiqšme-
non ™k toà ™pˆ e/ kaˆ ™pˆ id/ kaˆ ™pˆ kz/ tù malakwtšrJ tîn crwmatikîn,
tÕ d suntiqšmenon ™k toà ™pˆ $/ kaˆ ™pˆ ia/ kaˆ ™pˆ ka/ tù suntonwtšrJ
5 tîn crwmatikîn. perišcousi d ¢riqmoˆ prîtoi kaˆ taàta t¦ tr…a
tetr£corda koinoˆ mn tîn ¥krwn Ó te tîn Mi ,$sx/ kaˆ Ð tîn Mid ,acp/:
‡dioi d tîn mn deutšrwn ¢pÕ tîn ¹goumšnwn Ó te tîn Mig ,bwke/ kaˆ Ð
tîn Mib ,zfib/ kaˆ Ð tîn Mib ,g"o/: tîn d tr…twn Ó te tîn Mig ,hc/ kaˆ Ð
tîn Mig ,$ck/ kaˆ Ð tîn Mig ,esm/: æj œcousin aƒ katagrafa….
38
9 kai/ ante ai( k. add. V || 13 tou\j suzugou=ntaj Alexanderson || 14 ou)k eu(ri/skein
dunato\j w)\n to/n M : ou)k eu(ri/sketai d. w)\n to/n WVEgA : eu(ri/sketai mh\ dunato\j w)/n f
40
¹goÚmenon, toutšsti toà ™pˆ ie/ par£ te t¾n ™n£rgeian aÙt¾n kaˆ tÕn
™xarcÁj lÒgon. toà d ™pˆ z/ tassomšnou kat¦ tÕn ¹goÚmenon tÒpon, oƒ tÕn
loipÕn kaˆ ™pˆ $/ perišcontej ¢riqmoˆ prîtoi, Ó te $/ kaˆ Ð z/, triplasi-
asqšntej Ðmo…wj poi»sousi tÕn ih/ kaˆ tÕn ka/, mšswn ™n ‡saij Øperoca‹j
5 lambanomšnwn toà te iq/ kaˆ toà k/. oƒ mn oân iq/ p£lin oÙ poi»sei prÕj
¢mfotšrouj toÝj ¥krouj ™pimÒrion lÒgon, Ð d k/ prÕj mn tÕn ih/ ™pˆ q/,
prÕj d tÕn ka/ ™pˆ k/, ïn Ðmo…wj Ð mn me…zwn kaˆ ™pˆ q/ sunafq»setai tù
™pˆ z/, Ð d ™l£ttwn kaˆ ™pˆ k/ tÕn ˜pÒmenon sumplhrèsei lÒgon. kat¦
taÙt¦ d kaˆ toà ™pˆ q/ tassomšnou kat¦ tÕn ¹goÚmenon tÒpon, ™¦n oƒ tÕn
10 loipÕn kaˆ ™pˆ e/39perišcontej ¢riqmo…, Ð e/ kaˆ Ð $/, triplasiasqšntej
poi»swsi tÕn ie/ kaˆ tÕn ih/, mšswn ™n ‡saij Øperoca‹j piptÒntwn toà te
i$/ kaˆ toà iz/, Ð mn iz/ prÕj ¢mfotšrouj toÝj ¥krouj oÙ poi»sei lÒgon
™pimÒrion, Ð d i$/ prÕj mn tÕn ih/ ™pˆ h/, prÕj d tÕn ie/ ™pˆ ie/, éste tÕn
mn me…zona kaˆ ™pˆ h/ sun£ptesqai tù ™pˆ q/, tÕn d loipÕn kaˆ ™pˆ ie/
15 ™farmÒzein tù ˜pomšnJ tÒpJ. ¢ll¦ prÕ toÚtwn p£ntwn tîn lÒgwn Ð ™pˆ h/
eÛrhtai kaq' aØtÕn perišcwn tÕn tÒnon ™k tÁj ØperocÁj tîn dÚo prètwn
sumfwniîn, oá kat¦ tÕ eÜlogÒn te kaˆ ¢nagka‹on Ñfe…lontoj kaˆ tÕn
¹goÚmenon ™pisce‹n tÒpon, tîn œggista prÕj aÙtÕn sunaptomšnwn di¦ tÕ
mhdšna tîn ™pimor…wn sumplhroàn met' aÙtoà tÕn ™p…triton. Ð mn ™pˆ q/
20 fq£nei sunhmmšnoj aÙtù kat¦ t¾n proekteqeimšnhn dia…resin, Ð d ™pˆ z/
oÙkšti. diÕ toàton mn ™pˆ toà mšsou tÒpou sun£yomen aÙtù, tÕn d
loipÕn e„j tÕn ™p…triton, toutšsti tÕn ™pˆ kz/, ¢podèsomen tù ˜pomšnJ
tÒpJ. k¢ntaàqa d¾ p£lin ¢koloÚqwj tù megšqei tîn ¹goumšnwn lÒgwn tÕ
mn suntiqšmenon tetr£cordon œk te toà ™pˆ z/ kaˆ toà ™pˆ q/ kaˆ toà ™pˆ k/
25 pros£yomen tù malakù diatonikù, tÕ d suntiqšmenon œk te toà ™pˆ q/ kaˆ
toà ™pˆ h/ kaˆ toà ™pˆ ie/ tù suntÒnJ diatonikù, tÕ d suntiqšmenon œk te
39
5 lambano/menon M || 8 lo/gon A : to/pon mfg || 19 met' au)to\n e)pi/triton m | to/n om.
g
41
toà ™pˆ h/ kaˆ toà ™pˆ z/ kaˆ toà ™pˆ kz/ tù metaxÚ pwj toà malakoà kaˆ
toà suntÒnou, klhqšnti d' ¨n eÙlÒgwj tonia…J di¦ tÕ thlikoàton enai tÕn
¹goÚmenon aÙtoà tÒpon. perišcousi d kaˆ taàta t¦ tr…a tetr£corda | 37
prîtoi ¢riqmoˆ koinoˆ mn tîn ¥krwn Ó te tîn fd/ kaˆ Ð tîn cob/, ‡dioi d
5 tîn mn deutšrwn ¢pÕ tîn ¹goumšnwn Ó te tîn fo$/ kaˆ Ð tîn fxz/ kaˆ Ð
tîn fx/, tîn d tr…twn Ó te tîn cm/ kaˆ Ð tîn cmh/ kaˆ Ð tîn cl/. æj
œcousin aƒ katagrafa….
40
13 toi=j – lo/goij] kata\ tou\j – lo/gouj f || 17 diaforou=ntoj F1 || 19 gou=n om. g: exp.V
|| 20 prosforw=n g
42
toioÚtou mšrouj katagnînai, m»te di' aÙtîn ta‹j eÙlÒgoij diairšsesin
™pibale‹n dunhqšntwn, m»te t¦j ØpÕ tÁj a„sq»sewj ™mfanizomšnaj
¢neure‹n ¢xiws£ntwn.
41
2 tou\j – e)mfanizome/nouj mfA || 5 pa/nta eu(/roimen f || 8 h)Jw=n VfgAP PACHYMERES
: ne/wn MWE : s.s.V | u(pa/rxei d' au)tai=j f : a)parkei= d' au)tai=j Wallis || 9 te post to/ mgA add.
Höeg || 17 kai/ om. PACHYMERES || 18 ti/j] ti/ MW || 23 prostassome/nwn MWE sed corr.W1
43
pšnte sumplhrèsewj. ¹ g¦r tù ¹goumšnJ fqÒggJ sunaptomšnh di£zeuxij
poioàsa lÒgon ™pÒgdoon oÙkšti perˆ mÒnaj t¦j tre‹j Øperoc¦j
¢perg£zetai tÕ tÁj „sÒthtoj ‡dion, ¢ll¦ kaˆ perˆ t¦j tšttaraj periecomš-
naj lÒgoij to‹j ™fexÁj ¢pÕ toà ™pogdÒou mšcri toà ™pˆ ia/. poioàsi mn
5 oân tÕ toioàto di¦ pasîn, tÁj diazeÚxewj mšshj tiqemšnhj, prîtoi tîn
¢riqmîn Ð ih/ kaˆ Ð k/ kaˆ Ð kb/ kaˆ Ð kd/ kaˆ Ð kz/ kaˆ Ð l/ kaˆ Ð lg/ kaˆ Ð
l$/. tÁj d di' aÙtîn katatomÁj ™klambanomšnhj ™pˆ tîn „sotoniîn
xenikèteron mšn pwj kaˆ ¢groikÒteron Ãqoj katafan»setai, proshnj d'
¥llwj kaˆ m©llon suggumnazÒmenon ta‹j ¢koa‹j, æj m¾ deÒntwj ¨n paro-
10 raqÁnai di£ te tÕ toà mšlouj „di£zon kaˆ di¦ tÕ tetagmšnon tÁj ka-
tatomÁj. œti d Óti k¨n kaq' aØtÕ melJdÁtai, oÙk ™mpoie‹ ta‹j a„sq»sesi
proskop»n, | Ö42mÒnJ scedÕn sumbšbhke tù mšsJ tîn diatonikîn, tîn 39
¥llwn kaq' aØt¦ mn b…v sunhrmosmšnwn, ™n d tÍ prÕj tÕ e„rhmšnon dia-
tonikÕn m…xei procwre‹n dunamšnwn, Ótan t¦ mn malakètera aÙtoà kat¦
15 t¦ barÚtera tîn diazeÚxewn tetr£corda lamb£nhtai, t¦ d suntonètera
kat¦ t¦ ÑxÚtera. kale…sqw mn oân kaˆ toàto tÕ gšnoj di£tonon ÐmalÕn
¢pÕ toà sumbebhkÒtoj. tÁj d tîn ¥llwn kaˆ sun»qwn genîn ¢nakr…sewj
™klambanomšnhj tÕ mn mšson kaˆ tonia‹on tîn diatonikîn, Ótan kaq'
aØtÕ kaˆ ¥kraton ™xet£zhtai, to‹j te ™n tÍ lÚrv stereo‹j ™farmÒsei kaˆ
20 to‹j ™n kiq£rv kat¦ t¦j tritîn kaˆ ØpertrÒpwn ¡rmog£j, tÕ d e„rhmšnon
toà suntÒnou crwmatikoà prÕj aÙtÕ m‹gma to‹j ™n lÚrv mn malako‹j, ™n
kiq£rv d tropiko‹j, tÕ d toà malakoà diatonikoà prÕj tÕ tonia‹on m‹gma
ta‹j ™n kiq£rv parup£taij, tÕ d toà suntÒnou diatonikoà prÕj tÕ to-
nia‹on m‹gma to‹j metaboliko‹j ½qesin, § kaloàsin oƒ kiqarJdoˆ lÚdia kaˆ
25 „£stia, pl¾n kaq' Óson °dousi mn ¢koloÚqwj tù dedeigmšnJ suntÒnJ
42
3 te/ttaraj mfg : te/ssaraj A || 5 prw=toj f || 13 suneirome/nwn VA || 15
1
lamba/netai Wallis | 20 tritw=n] trei=j tw=n mg : tro/pwn A || 21 sunto/nou g : dito/nou m :
diato/nou fA et s.s. ei)/rhtai sunto/nou A || 22 to/ alt. om. f | toi=j metabolikoi=j h)/Jesi post.
mi=gma add. f
44
diatonikù, kaq£per ™xšstai skope‹n ¢pÕ tÁj tîn o„ke…wn aÙtoà lÒgwn
parabolÁj, ¡rmÒzontai d ›teron gšnoj sunegg…zon mn ™ke…nJ, prÒceiron
d' ¥llwj: dÚo g¦r poioàsi toÝj ¹goumšnouj tÒnouj kaˆ tÕ loipÒn, æj mn
aÙtoˆ nom…zousin, ¹mitÒnion, æj d Ð lÒgoj Øpob£llei, tÕ kaloÚmenon
5 le‹mma. procwre‹ d' aÙto‹j tÕ toioàto di¦ tÕ mhdenˆ ¢xiolÒgJ diafšrein
m»te tÕn ™n to‹j ¹goumšnoij tÒpoij lÒgon tÕn ™pˆ h/ toà ™pˆ q/, m»te tÕn ™n
to‹j ˜pomšnoij tÕn ™pˆ ie/ toà le…mmatoj. ™¦n g¦r toà ob/ ¢riqmoà l£bwmen
tÒn te ™pˆ q/ kaˆ tÕn ™pˆ h/, oátoj mn poi»sei tÕn tîn pa/, ™ke‹noj d tÕn
tîn p/: kaˆ œstai Ð ™pˆ h/ toà ™pˆ q/ ™pˆ p/. Ð aÙtÕj d oátÒj ™sti lÒgoj kaˆ
10 toà ditÒnou, toutšsti toà dˆj ™pˆ h/, prÕj tÕn ™pˆ d/, Öj Ãn ¹goÚmenoj toà
™narmon…ou gšnouj. prÕj g¦r tÕn tîn xd/ ¢riqmÕn Ð mn ™pˆ d/ p£lin poie‹
tÕn p/, Ð d dˆj ™pˆ h/ tÕn tîn pa/. Ðmo…wj d ™peˆ lÒgoj ™stˆ toà le…mmatoj
Ð tîn sn$/ prÕj t¦ smg/, toÚtou d ™pˆ ie/ Ð tîn snq/, œstai kaˆ toà ™pˆ ie/
prÕj tÕ le‹mma lÒgoj Ð tîn snq/ prÕj | t¦ sn$/, Ð d aÙtÒj ™sti p£lin tù 40
15 ™pˆ p/, toàto d Óti kaˆ Ð ™pˆ d/ lÒgoj ‡soj ™stˆ sunamfotšroij tù te ™pˆ h/
kaˆ tù ™pˆ q/. diÒper ™n oÙdetšrJ tîn ™kkeimšnwn genîn sun…stata… tij
¢xiÒlogoj proskop¾ katacrwmšnwn aÙtîn ™pˆ mn toà suntÒnou diatoni-
koà tù te ™pˆ h/43¢ntˆ toà ™pˆ q/ kat¦ tÕn ¹goÚmenon tÒpon kaˆ tù
le…mmati ¢ntˆ toà ™pˆ ie/ kat¦ tÕn ˜pÒmenon tÒpon, ™pˆ d toà ™narmon…ou
20 tù te dˆj ™pˆ h/ ¢ntˆ toà ™pˆ d/ kat¦ tÕn ¹goÚmenon tÒpon kaˆ tù le…mmati
p£lin ¢ntˆ toà ™pˆ ie/ kat¦ sunamfotšrouj toÝj ˜pomšnouj lÒgouj. sunu-
poke…sqw d' oân ¹m‹n kaˆ toàto tÕ gšnoj di£ te tÕ prÒceiron tîn meta-
bolîn tîn ¢pÕ toà tonia…ou gšnouj ™pˆ tÕ di' aÙtoà m‹gma kaˆ di¦ <tÕ>
tÕn toà le…mmatoj lÒgon œcein tin¦ o„keiÒthta prÒj te tÕ di¦ tess£rwn
43
2 ti ante ge/noj add. Wallis || 9 e)pi\ p /] e)pogdoeikost%= unde e)pi\ kh / f || 10 o(\j hÅn
MgA : e)sti\n o(\j h)n WVE : e)sti/n eras. W1 : o(/j e)stin f | tou= tert.] toute/stin m : corr. W1 || 13 ta\
tou\j smg / M : ta\ tou= smg / WVEg | tou/tou] tou= MWEg : t%= V || 13-14 e)/ggista post snJ / bis
suppl. A : semel Wallis || 14 e)/ggista add. post snj /Wallis | pa/lin] pa/ntwj f || 15 e)pi\ p /]
e)pogdoeikost%= unde e)pi\ kh / f || 17 prokoph/ f || 21 u(pokei/sJw f || 23 to/ add. Düring || 24 to\n
dia\ t. f
45
kaˆ tÕn tÒnon par¦ toÝj ¥llouj tîn m¾ ™pimor…wn, ¤te kat¦ tÕ ¢nagka‹on
™phkolouqhkÒta to‹j ™mp…ptousin e„j tÕn ™p…triton dusˆn ™pogdÒoij. œstai
g£r pwj kaˆ tÕ le‹mma kaq' aØtÕ kaˆ di¦ sumfwn…aj e„lhmmšnon ésper
kaˆ Ð tÒnoj, oátoj mn ™k tÁj ØperocÁj tîn prètwn dÚo sumfwniîn, ™ke‹no
5 d ™k tÁj ØperocÁj toà ditÒnou par¦ t¾n di¦ tess£rwn sumfwn…an. poioà-
si mn oân kaˆ toàto tÕ gšnoj ¢riqmoˆ prîtoi Ó te tîn r%b/ kaˆ Ð tîn si$/
kaˆ Ð tîn smg/ kaˆ Ð tîn sn$/. klhqe…h d' ¨n e„kÒtwj kaˆ aÙtÕ ditonia‹on,
Óti toÝj ¹goumšnouj dÚo lÒgouj œcei tonia…ouj.44
44
1 mh/ om. gA || 5 diato/nou Vg || 8 klaudi/ou ptolamai/ou a(rmonikw=n tw=n ei)j ta\
1
tri/a to\ prw=ton add. W g : te/loj tou= prw/tou tw=n a(rmonikw=n Wallis || tab.] dia/t. o(m. foj /, xm
/, yd /, ych /, dia/t. dit. foj /, xmh /, ykJ /, ych / Wallis
46
KLAUDIOU PTOLEMAIOU ARMONIKWN DEUTEROU KEFALAIA 41
45
a/. Pîj ¨n kaˆ di¦ tÁj a„sq»sewj lhfqe‹en oƒ tîn sun»qwn genîn
lÒgoi.
d/. Perˆ sust»matoj tele…ou kaˆ Óti mÒnon toioàto tÕ dˆj di¦ pasîn.
10 j/. Pîj tÕ sunhmmšnon mšgeqoj ™k toà di¦ pasîn kaˆ di¦ tess£rwn
tele…ou sust»matoj œsce dÒxan.
h/. “Oti tù di¦ pasîn Ðr…zesqai de‹ toÝj ¥krouj tîn tÒnwn.
q/. “Oti mÒnouj ˜pt¦ de‹ toÝj tÒnouj Øpot…qesqai to‹j e‡desi toà di¦
15 pasîn „sar…qmouj.
20 id/. ”Ekqesij tîn poioÚntwn ¢riqmîn t¾n toà di¦ pasîn katatom¾n
™p… te toà ¢metabÒlou tÒnou kaˆ tîn kaq' ›kaston genîn.
ie/. ”Ekqesij tîn poioÚntwn ¢riqmîn t¦j ™n to‹j ˜pt¦ tÒnoij tîn
sun»qwn genîn katatom£j.
45
KEFALAIA] Ta/de e)/nestin e)n t%= deute/r% tw=n ptolemai/ou a(rmonikw=n f || 13 t%=
om. f || 24 tit. cap.16 om. mfA
47
KLAUDIOU PTOLEMAIOU ARMONIKWN DEUTERON 42
a/. Pîj ¨n kaˆ di¦ tÁj a„sq»sewj lhfqe‹en oƒ tîn sun»qwn genîn
lÒgoi.
L£boimen d' ¨n kaˆ kaq' ›teron trÒpon t¦j aÙt¦j summetr…aj tîn
5 sun»qwn kaˆ eÙmetaceir…stwn ta‹j ¢koa‹j genîn, oÙc ésper nàn ¢pÕ
mÒnou toà eÙlÒgou gennîntej aÙtîn t¦j diafor£j, œpeita pros£gontej
di¦ toà kanÒnoj ta‹j ¢pÕ tîn fainomšnwn martur…aij, ¢ll¦ ¢n£palin
prÒteron ™ktiqšmenoi t¦j di¦ mÒnhj tÁj a„sq»sewj sunistamšnaj ¡rmog£j,
œpeita deiknÚntej ¢p' aÙtîn toÝj ¢koloÚqouj lÒgouj ta‹j katalam-
10 banomšnaij ™f' ˜k£stou gšnouj tîn fqÒggwn „sÒthsin À Øperoca‹j. Øpo-
tiqšmeqa d k¢ntaàqa mÒna tîn par¦ p©sin ¡plîj æmologhmšnwn tÕ t¾n
mn di¦ tess£rwn sumfwn…an ™p…triton perišcein lÒgon, tÕn d tÒnon
™pÒgdoon. tîn d¾ par¦ to‹j kiqarJdo‹j melJdoumšnwn tetracÒrdwn pe-
poi»sqw prîton tÕ ¢pÕ n»thj mšcri paramšshj di¦ tess£rwn tîn ka-
15 loumšnwn trÒpwn æj tÕ ABGD, toà A kat¦ t¾n n»thn tassomšnou.46
46
4 kaJ' e(ka/teron ME : ante corr. V || 11 mo/na ta\ para\ pa=sin w(mologhme/na f
48
me…zona toà ™pˆ h/ lÒgou, kaˆ œstin Ð tîn AD ™pˆ g/: | ¥lloi te dÚo lÒgoi 43
me…zonej toà ™pˆ h/ tÕn ™pˆ g/ oÙ sumplhroàsin e„ m¾ Ð ™pˆ $/ kaˆ Ð ™pˆ z/,
éste kaˆ tîn AB kaˆ BD lÒgwn Ð mn ›teroj œstai ™pˆ $/, Ð d ›teroj ™pˆ
z/. e„l»fqw d¾ tù B „sÒtonoj Ð H kaˆ pepoi»sqw ¢p' aÙtoà ™pˆ tÕ ÑxÚteron
5 tetr£cordon Ómoion tù ABGD tÕ E ZH. eØreq»setai to…nun Ð A toà ÑxÚ-
teroj -„sÒtonoi d oƒ BH- me…zwn ™stˆn ¥ra kaˆ Ð tîn AB lÒgoj toà tîn
H, ¢ll' Ð tîn H Ð aÙtÕj ØpÒkeitai tù tîn BD. me…zwn ™stˆn ¥ra kaˆ Ð
tîn AB lÒgoj toà tîn BD. Ð mn tîn AB ¥ra œstai ™pˆ $/, Ð d tîn BD ™pˆ
z/.
47
10 P£lin mšnontoj toà ABGD tetracÒrdou e„l»fqw „sÒtonoj tù B
Ð , kaˆ ˜stîtoj aÙtoà pepoi»sqw tÕ ¢pÕ paramšshj ™pˆ crwmatik¾n tîn
stereîn di¦ tess£rwn, æj tÕ E ZH, toà E kat¦ t¾n paramšshn tas-
somšnou.
15 lšgw Óti perišcetai Øp' aÙtoà tÕ toà tonia…ou diatÒnou gšnoj, kaˆ Ð mn
tîn E lÒgoj ™pˆ h/ ™st…n, Ð d tîn Z ™pˆ z/, Ð d tîn ZH ™pˆ kz/. o† te
g¦r E poi»sousin ¢kribîj tÒnon, toutšstin ™pˆ h/ lÒgon, kaˆ Ð Z „sÒto-
noj eØreq»setai tù D, éste kaˆ tÕn Z lÒgon tÕn aÙtÕn enai tù tîn BD,
toutšstin ™pˆ z/, kataleifq»seta… te Ð tîn ZH lÒgoj ™pˆ kz/, Öj met¦ toà
20 ™pˆ
47
1 te] de/ Wallis || 10 tmh=ma b / in marg. codd. || 11 xrwmatikh/n mg : e)pixrwmatiko/n
Wallis || 12 EZHQ et sic infra A | tou= E codd. : tou= H Düring || 15 tou= om. MWEg || 19
katalhfJh/setai mf
49
h/ kaˆ toà ™pˆ z/ sumplhro‹ tÕn ™pˆ g/.
'E¦n mšntoi toà ¢kriboàj ½qouj ™cÒmenoi kaˆ m¾ toà proce…rou tÁj
metabolÁj poiîmen tÕ ™kke…menon tetr£cordon, oƒ mn BG p£lin
¢potelšsousi tÕn tÒnon kaˆ tÕn ™pˆ h lÒgon, oƒ d AB brace‹ tÒnou œlat-
15 ton, éste tÕn mn toÚtou lÒgon p…ptein kat¦ tÕn me…zona tîn ™lattÒnwn
toà ™pˆ h/, toutšsti tÕn ™pˆ q/, tÕn d tîn GD kat¦ tÕn ™pˆ ie/, Öj
sumplhro‹ ¤ma tù te ™pˆ q kaˆ tù ™pˆ h tÕn ™pˆ g/, kaˆ sun…stasqai tÕ toà
suntÒnou diatÒnou gšnoj.48
P£lin mšnontoj toà ABGD di¦ tess£rwn –lšgw d kat¦ t¾n di-
20 tonia…an ¡rmog»n– pepoi»sqw „sÒtonoj tù D Ð H, kaˆ ¹rmÒsqw ¢p' aÙtoà
48
2 tmh=ma g / in marg. codd. | e)fech=j Vf | to/ ante tw=n add. Wallis | a)po/] e)pi/ m || 8 tw=n
om. V | kai/ ante o(/j add. Vf || 10 e)pi\ J / mf : corr. W1V1 || 12 tmh=ma d / in marg. codd. || 17 kai/
alt. om. mfg || 19 tmh=ma e / in marg. codd. | tou= ante kata/ add. Wallis || 20 h(rmo/sJw W1fgA :
o(rmh/sJw m
50
™pˆ tÕ ÑxÝ tÕ ¢pÕ mšshj ™pˆ Øp£thn ™n ta‹j parup£taij di¦ tess£rwn, æj
tÕ E ZH, toà Z poioàntoj t¾n parup£thn.
fhmˆ Óti perišcetai Øp' aÙtoà tÕ toà malakoà diatÒnou gšnoj, kaq' Ö tÕn
5 mn ¹goÚmenon lÒgon eØr»keimen ™pˆ z/, tÕn d mšson ™pˆ q/, tÕn d loipÕn
™pˆ k/. Óti | mn oân Ð tîn E lÒgoj ™pˆ z/ ™st…n, dšdeiktai ™pˆ tîn stereîn: 45
oÙd eŒj g¦r aÙtîn ™ntaàqa kek…nhtai. Deiktšon d’ Óti kaˆ Ð mn tîn Z
g…netai ™pˆ q/, Ð d tîn ZH ™pˆ k/. eØreq»setai mn to…nun Ð G toà Z brace‹
ÑxÚteroj, éste ™l£ttona enai tÕn tîn ZH lÒgon toà tîn GD, toutšsti toà
10 ™pˆ ih/. poi»sousi d oƒ Z œlatton tÒnou, éste kaˆ tÕn tîn Z lÒgon
™l£ttona enai ™pˆ h/, kaˆ œstin Ð tîn H lÒgoj ™pˆ $/, ™peˆ kaˆ Ð tîn E
™pˆ z/. Kaˆ oÙ plhroàsin ¥lloi dÚo lÒgoi tÕn ™pˆ $/, ïn Ð mn ™l£ttwn
™stˆn ™pˆ h/, Ð d ™l£ttwn ™pˆ ih/, e„ m¾ Ó te ™pˆ q/ kaˆ Ð ™pˆ k/. œsti d toà
™pˆ ih/ ™l£ttwn Ð tîn ZH lÒgoj. oátoj mn ¥ra œstai ™pˆ k/, Ð d tîn Z
15 ™pˆ q/.
49
LoipÕn d mšnontoj toà E ZH tetracÒrdou pepoi»sqw
„sÒtonoj tù Z Ð G, kaˆ ˜stîtoj aÙtoà ¹rmÒsqw tÕ ABGD di¦ tess£rwn toà
™xarcÁj crwmatikoà, toà A p£lin kat¦ tÕn ÑxÚtaton tassomšnou, éste
tÕn tîn BD lÒgon enai ™pˆ z/. deiktšon Óti kaˆ Ð mn tîn BG lÒgoj œstai
20 ™pˆ ia/, Ð d tîn GD ™pˆ ka/. eØreq»setai to…nun Ð mn D toà H brace‹
ÑxÚteroj, éste
49
1 parupa/taij scr. Düring : tri/taij codd. || 5 eu(rh/kamen f || 11 #H] GH m | kai/ ante
e)pei/ add. mfg : del. A || 12 e)la/ttwn] mei/zwn mg || 16 tmh=ma j / in marg. codd. || 20 braxu/ Wallis
51
™l£ttona enai tÕn tîn GD lÒgon toà tîn ZH, toutšsti toà ™pˆ k/, Ð d B
toà barÚteroj a„sqhtîj, éste ™l£ttona enai kaˆ tÕn tîn BG lÒgon toà
tîn Z, toutšsti toà ™pˆ q/. oÙdšnej d lÒgoi p£lin sumplhroàsi tÕn ™pˆ
z/, ïn Ð mn ™l£ttwn ™stˆn ™pˆ q/, Ð d ™l£ttwn ™pˆ k/, e„ m¾ Ó te ™pˆ ia/ kaˆ
5 Ð ™pˆ ka/, kaˆ œsti toà ™pˆ k/ ™l£ttwn Ð tîn GD lÒgoj, éste oátoj mn
œstai ™pˆ ka/, loipÕj d Ð tîn BG ™pˆ ia/. ¤per proÚkeito de‹xai.
50
4 e)la/ttwn pr.] mei/zwn mg || 11 a)nisoto/nwn gAPpar : i)soto/nwn mf || 17 me/n ante th\n
AG add. mfg: del. A | tou= pr. om. V
52
aÙtÒqen mn oân51¹ AG ˜katšraj tîn BZ kaˆ ZD ØpÒkeitai diplas…a kaˆ
œti toÚtwn ˜katšra tÁj EQ, ™peˆ kaˆ ¹ AB tÁj AE, éste kaˆ t¾n AG tÁj
mn EQ tetraplas…an enai, loipÁj d tÁj QK ™p…triton. de…knutai d Óti
5 kaˆ ¹ MH tÁj HL diplas…a ™st…n, ™peid»per, æj mn ¹ DG prÕj t¾n GM,
oÛtwj ¹ DB prÕj t¾n HM, æj d ¹ BA prÕj t¾n AL, oÛtwj ¹ BZ prÕj t¾n
LH: kaˆ di¦ toàto æj ¹ BD prÕj t¾n HM, oÛtwj ¹ BZ prÕj t¾n LH, kaˆ
™nall£x, æj ¹ BD prÕj t¾n BZ, oÛtwj ¹ MH prÕj t¾n LH. g…netai ¥ra ¹ AG 47
kaˆ tÁj mn HM ¹miol…a, tÁj d HL triplas…a, éste diataqeisîn cordîn
10 tess£rwn „sotÒnwn kat¦ t¦j aÙt¦j qšseij t¦j tîn AG kaˆ EK kaˆ LM kaˆ
BD eÙqeiîn, kaˆ Øpacqšntoj aÙta‹j kanon…ou kat¦ t¾n tÁj AQHZ qšsin,
™farmosqšntwn te ¢riqmîn tÍ mn AG toà tîn ib/, tÍ d QK toà tîn q/, tÍ
d HM toà tîn h/, ˜katšrv d tîn BZ kaˆ ZD toà tîn $/, kaˆ p£lin tÍ mn
LH toà tîn d/, tÍ d EQ toà tîn g/, ¢potele‹sqai p£saj t¦j sumfwn…aj
15 kaˆ tÕn tÒnon, tÁj mn di¦ tess£rwn kaˆ kat¦ tÕn ™pˆ g/ lÒgon sunista-
mšnhj ØpÒ te tîn AG kaˆ QK kaˆ ØpÕ tîn HM kaˆ ZD kaˆ ØpÕ tîn LH kaˆ
QE, tÁj d di¦ pšnte kaˆ ™n tù ¹miol…J lÒgJ ØpÒ te tîn AG kaˆ HM kaˆ
ØpÕ tîn QK kaˆ ZD kaˆ ØpÕ tîn BZ kaˆ LH, tÁj d di¦ pasîn kaˆ kat¦
51
3 e)/ti] e)pei/ mA : corr. M1 || 5 HL] LH Wallis || 6 toute/sti pa/lin w(j h( DG pro\j th\n
GM post AL add. f : s.s.gA || 7 kai\ – LH om. sed add. in marg.VA | kai/ ante h( BZ add. f || 9 kai/
om. f || 11 th\n th=j om. f | ZHQA V1 || 12 me/n om. mg : add. V1 || 17 QE] EQ Wf
53
tÕn dipl£sion lÒgon ØpÒ te tîn AG kaˆ ZD kaˆ ØpÕ tîn HM kaˆ LH kaˆ
ØpÕ tîn BZ kaˆ QE, tÁj d di¦ pasîn kaˆ di¦ tess£rwn ™n tù tîn h/ prÕj
t¦ g/ lÒgJ ØpÕ tîn HM kaˆ QE, tÁj d di¦ pasîn kaˆ di¦ pšnte kaˆ kat¦
tÕn tripl£sion lÒgon ØpÕ tîn AG kaˆ LH, tÁj d dˆj di¦ pasîn kaˆ kat¦
5 tÕn tetrapl£sion lÒgon ØpÕ tîn AG kaˆ EQ, kaˆ œti toà tÒnou kat¦ tÕn
™pˆ h lÒgon ØpÕ tîn QK kaˆ HM.
52
2-3 e)n – lo/g% W1E1A : e)n tw= ih / pro\j tw= ig / lo/gwn m : e)n t%= tw=n h / pro\j to\n g /
lo/g% fg || 4 kai\ QK kai\ QE post LH add. b || 7 tmh=ma b / in marg. codd.|| 11-12 to\ o)cu\ pe/raj
fg PACHYMERES : ta\j o)cute/raj mGgrA || 12 a)potiJe/menoi f | tei/nomen m : corr. V1 || 14
1
u(poba/llomen Vf | au)ta/j m : corr. W || 15 th\n u(pozeugnu=san mg PACHYMERES : th\n
u(pozeugnu/shj A : th\n th=j e)pizeugnuou/shj f || 15 pa/nta] pa/lin ta/ fAgr: pa/lin mh/kh PACHY-
MERES
54
™peid»per, æj aƒ ¢pÕ toà E lambanÒmenai kat¦ t¾n GD prÕj ¢ll»laj
œcousin, oÛtw kaˆ aƒ di¦ tîn per£twn aÙtîn ¢nagÒmenai par¦ t¾n AG
mšcri tÁj DZ ›xousi prÕj ¢ll»laj, oŒon æj ¹ EG prÕj t¾n ED, oÛtwj ¹ GA
prÕj t¾n DZ: diÒper aátai mn poi»sousi tÕ di¦ pasîn, Óti dipl£sioj
5 aÙtîn Ð lÒgoj.
53
'E¦n d ¢polabÒntej p£lin ¢pÕ tÁj GD t¾n mn GH kat¦ tÕ
tštarton mšroj tÁj EG, t¾n d GQ kat¦ tÕ tr…ton tÁj aÙtÁj, ¢nast»swmen
kaˆ di¦ tîn H kaˆ Q cord£j, æj t¦j HKL kaˆ QMN ta‹j prètaij „sotÒ-
nouj, éste kaˆ t»n te AG tÁj mn HK g…nesqai ™p…triton, tÁj d QM
10 ¹miol…an kaˆ p£lin tÁj DZ t¾n mn QM ™p…triton, t¾n d HK ¹miol…an kaˆ
œti t¾n HK tÁj QM ™pˆ h/, poioàsi kaˆ aátai prÕj ¢ll»laj t¦j
¢koloÚqouj to‹j lÒgoij sumfwn…aj, toà paraplhs…ou parakolouq»sontoj
kaˆ ™pˆ tîn metaxÝ to‹n tetracÒrdoin lambanomšnwn tmhm£twn ™n to‹j
o„ke…oij tîn ¢nakrinomšnwn lÒgoij. œcei d' Ð mn prîtoj trÒpoj par¦
15 toàton proceirÒteron tÕ m¾ de‹n kine‹n t¦j ¢p' ¢ll»lwn diast£seij tîn
cordîn, oátoj d par' ™ke‹non tÒ te koinÕn œcein Øpagwgša kaˆ ›na kaˆ
kat¦ m…an qšsin kaˆ œti tÕ dÚnasqai katabibazÒmenon aÙtÕn di¦ toà E, æj
™pˆ t¾n XOE qšsin ÑxÚteron poie‹n Ólon tÕn tÒnon, menoÚshj tÁj kat¦ gš-
noj „diÒthtoj. ™peˆ kaˆ æj ¹ GA fšre e„pe‹n prÕj t¾n ZOD, oÛtwj ™stˆn ¹
20 XG prÕj t¾n OD, kaˆ ™pˆ tîn ¥llwn Ðmo…wj. p£lin t' aâ kataskelšsteron
Ð mn prÒteroj œcei trÒpoj par¦ toàton tÕ plšona de‹n kine‹n Øpagwg…dia
kaq' ˜k£s|thn ¡rmog»n, oátoj d par' ™ke‹non tÕ t¦j cord¦j Ólwj parafš- 49
rein, kaˆ mhkšti kat' ‡saj aÙtîn diast£seij, ¢ll¦ pollacÍ makrù diafe-
roÚsaj suntele‹sqai t¦j tîn ™piyaÚsewn metab£seij.
25
53
1 ai( om. MVE || 3 DZ] AZ PACHYMERES || 4 Dio/tiper et tmh=ma g in marg. f || 6
tmh=ma g / in marg. mgA || 7 a)nasth/somen m || 12 a)kolou/Jouj (-aj s.l.) G : a)kolou/Jwj Wallis
| parakolouJh/santoj f || 17 kata/ om. PACHYMERES || 18 to/ ante ge/noj add. fg || 19 ZO PA-
CHYMERES || 22 o(/laj fg || 24 e)piyau/sewn] e)pita/sewn f
55
g/. Perˆ tîn ™n ta‹j prètaij sumfwn…aij e„dîn.
54
T¦ mn oân perˆ t¦j sumfwn…aj kaˆ t¦j ™mmele…aj tîn kat¦ tÕ
¢pÒyalma keimšnwn fqÒggwn qewroÚmena mšcri tosoÚtwn ¹m‹n Øpote-
tupèsqw, suneklambanomšnwn to‹j sumfènoij kaˆ tîn Ðmofwniîn. sune-
5 coàj d toÚtoij Ôntoj toà perˆ tîn susthm£twn lÒgou, prodioristšon t¦j
kat¦ tÕ kaloÚmenon edoj tîn prètwn sumfwniîn diafor¦j ™coÚsaj
oÛtwj. edoj mn to…nun ™stˆ poi¦ qšsij tîn kaq' ›kaston gšnoj „diazÒntwn
™n to‹j o„ke…oij Óroij lÒgwn. een d' ¨n oátoi toà mn di¦ pšnte kaˆ toà di¦
pasîn oƒ tonia‹oi kaˆ diazeuktiko…, toà d di¦ tess£rwn oƒ tîn
10 ¹goumšnwn dÚo fqÒggwn, o†tinej poioàsi t¦j ™pˆ tÕ malakèteron À tÕ
suntonèteron parallag£j. prîton mn oân kaloàmen edoj koinîj, Ótan Ð
„di£zwn lÒgoj tÕn ¹goÚmenon ™pšcV tÒpon, Óti kaˆ tÕ ¹goÚmenon prîton,
deÚteron dš, Ótan tÕn deÚteron ¢pÕ toà ¹goumšnou, kaˆ tr…ton, Ótan tÕn
tr…ton kaˆ kat¦ tÕ ˜xÁj oÛtwj. diÕ kaˆ tosaàta ™stˆn e‡dh kaq' ›kaston,
15 Ósoi kaˆ tÒpoi tîn lÒgwn, toà mn di¦ tess£rwn tr…a, toà d di¦ pšnte
tšssara, toà d di¦ pasîn ˜pt£. kaˆ d¾ sumbšbhke toà mn di¦ tess£rwn
n edoj mÒnon, tÕ prîton, Øf' ˜stètwn perišcesqai fqÒggwn, toà d di¦
pšnte dÚo mÒna, tÒ te prîton kaˆ tÕ tštarton, toà d di¦ pasîn tr…a mÒna,
tÒ te prîton kaˆ tÕ tštarton kaˆ tÕ ›bdomon. ™¦n g¦r ™kqèmeqa di¦
20 tess£rwn tÕ ABGD, toà A kat¦ tÕn ÑxÚtaton fqÒggon nooumšnou, kaˆ to-
ÚtJ sun£ywmen ›teron ™pˆ tÕ barÝ di¦ tess£rwn Ðmo…wj œcon tÕ DEZH
kaˆ toÚtJ tÒnon Ðmo…wj tÕn HQ kaˆ p£lin aâ toÚtJ mn di¦ tess£rwn tÕ
QKLM, toÚtJ d ›teron di¦ tess£rwn tÕ MNXO, ˜stîtej mn œsontai tîn
fqÒggwn oƒ A kaˆ D kaˆ H kaˆ Q kaˆ M kaˆ O, toà d | di¦ tess£rwn 50
25 prîton mn edoj tÕ MO, deÚteron d tÕ LX, tr…ton d tÕ KN, kaˆ mÒnon Øf'
54
3 a)potetupw/sJw m : corr. W1 || 7 Je/sij] sxe/sij f || 8 tou= alt. om. PACHYMERES || 9
kata\ de\ to\ dia\ tessa/rwn mg : kata\ to\ dia\ t. ante tou= de/ add. f || 10 fJo/ggoi f : fJo/ggwn (-oi
s.l.) G || 17 o( pro\ tw=n u(festw/twn m : corr. W1V1E1 || 20 fJo/ggwn Wallis || 22 HQ] HE m : corr.
W1V1 | auÅ tou/t%] au)tou= t%= V : au)tou= to/ f
56
˜stètwn fqÒggwn dhlonÒti periecÒmenon tÕ MO kaˆ prîton. toà d di¦
pšnte prîton mn edoj œstai tÕ HM, deÚteron d tÕ ZL, tr…ton d tÕ EK,
tštarton d tÕ DQ, kaˆ mÒna dhlonÒti toÚtwn Øf' ˜stètwn fqÒggwn pe-
riecÒmena tÒ te HM prîton kaˆ tÕ DQ tštarton. kaˆ toà di¦ pasîn prîton
5 mn edoj œstai tÕ HO, deÚteron d tÕ ZX, tr…ton d tÕ EN, tštarton d tÕ
DM, pšmpton d tÕ GL, ›kton d tÕ BK, ›bdomon d tÕ AQ, mÒna d kaˆ to-
Útwn p£lin Øf' ˜stètwn fqÒggwn periecÒmena tÒ te HO prîton kaˆ tÕ DM
tštarton kaˆ tÕ AQ ›bdomon.
10 d/. Perˆ sust»matoj tele…ou kaˆ Óti mÒnon toioàto tÕ dˆj di¦ pasîn.
55
ToÚtwn d¾ proekteqeimšnwn sÚsthma mn ¡plîj kale‹tai tÕ
sugke…menon mšgeqoj ™k sumfwniîn, kaq£per sumfwn…a tÕ sugke…menon
mšgeqoj ™x ™mmeleiîn, kaˆ œstin ésper sumfwn…a sumfwniîn tÕ sÚsthma.
tšleion d sÚsthma lšgetai tÕ perišcon p£saj t¦j sumfwn…aj met¦ tîn
15 kaq' ˜k£sthn e„dîn, Óti kaˆ tšleiÒn ™sti kaqÒlou tÕ t¦ aØtoà mšrh p£nta
perišcon. kat¦ mn oân tÕn prîton Óron g…netai sÚsthma kaˆ tÕ di¦
pasîn –™dÒkei goàn aÜtarkej enai toàto to‹j palaio‹j– kaˆ tÕ di¦
pasîn kaˆ di¦ tess£rwn, kaˆ tÕ di¦ pasîn kaˆ di¦ pšnte, kaˆ tÕ dˆj di¦
55
1-2 kai\ prw=ton me\n eiÅdoj e)/stai tou= dia\ pe/nte to\ HM f || 14 w(/sper] o(/per V || 16
au(tou=] e(autou= Wallis || 17 – 19 kai\ to\ dia\ pasw=n – kai\ dia\ tessa/rwn om. M
57
pasîn. ›kaston g¦r aÙtîn ØpÕ sumfwniîn perišcetai dÚo À pleiÒnwn.
kat¦ d tÕn deÚteron mÒnon ¨n e‡h tšleion sÚsthma tÕ dˆj di¦ pasîn:
mÒnJ g¦r œnestin aÙtù t¦ sÚmfwna p£nta met¦ tîn ™kkeimšnwn e„dîn.
kaˆ t¦ mn Øpr aÙtÕ plšon oÙdn ¨n œcoi tîn ™n ™ke…nJ dun£mei lamba-
5 nomšnwn, t¦ d' Øp' aÙtÕ le…poit' ¥n | tisi tîn ™n ™ke…nJ, Óqen tÕ suntiqšme- 51
non ™k toà di¦ pasîn kaˆ di¦ tess£rwn sÚsthma tšleion oÙ kalîj œcei
kale‹n. t¦ mn g¦r ˜pt¦ e‡dh toà di¦ pasîn oÙdšpote perišxei, t¦ d tšs-
sara toà di¦ pšnte oÙ p£ntote, ¢ll' Ótan mn oÛtwj œcV qšsewj, éste tÕn
tÒnon diazeugnÚnai t¦ sunhmmšna dÚo tetr£corda toà ˜nÒj, t¦ mn tšssa-
10 ra e‡dh toà di¦ pšnte perišxei, tîn d toà di¦ pasîn ˜pt¦ mÒna tšssara
p£lin, t¦ ¢f' Ðpotšrou tîn ¥krwn, Ótan d' oÛtwj œcV qšsewj, éste tÕn
tÒnon ™pˆ tÕ pšraj enai, kaˆ t¦ tr…a tetr£corda sunhmmšna n mÒnon
edoj perišxei kaˆ toà di¦ pšnte kaˆ toà di¦ pasîn, À tÕ prîton À tÕ
œscaton ¢mfotšrwn, æj ™xšstai skope‹n ¢pÕ tÁj prokeimšnhj katagrafÁj
15 ™pisun£ptousin aÙtÍ kaq' ˜k£teron tîn per£twn n Ðmo…wj œcon
tetr£cordon.56
™pˆ dš ge toà dˆj di¦ pasîn, Ótan ™pˆ t¦ aÙt¦ kaˆ Ðmo…wj œconta t¦ dÚo
56
3 e)/nestin] e)stin PACHYMERES || 8 w(/ste t%= to/n% diazeu/gnusJai f || 10 tw=n] ta/ f ||
12 ta/] to/ Wallis || 13 kai/ pr. om. f
58
di¦ pasîn sun…statai, kat¦ p©san ¹ntinoàn tîn diazeÚxewn ¢rc¾n t£ te
toà di¦ pasîn e‡dh p£nta kaˆ œti t£ te toà di¦ pšnte kaˆ t¦ toà di¦
tess£rwn eØr»somen perieilhmmšna kaˆ plšon oÙdn ™n ta‹j toà dˆj di¦
pasîn Øperbola‹j.
57
2 ta/ alt. del. Wallis || 3 tou/twn ante ou)de/n add. g || 9 telei/ouj VE || 10 sunista-
me/nwn post dia\ pasw=n add. mg : s.s. A || 11 Jewh/somen ante pote/ add. fA || 12 o)noma/zomen]
o)noma/zontej fA || 14 me/n om. fA || 15 u(pa/twn hic et infra scr. Düring : u(patw=n codd. || 19 kai\
1
nh/thn u(perbolai/wn ante pote/ add. M fg || 20 h)/ ante % add. WV : ou Ggr || 22 eiÅta] i(/na m : eiÅta
1
M fg | te ante Je/sewn om. mfg || 23 metalamba/nomen f || 24 tw=n] to/n M | e)klamba/nontej
(s.s.gr. e)klabo/ntej) G
59
paraqšntej aÙtù kaq' ˜k£teron mšroj dÚo tetr£corda sunhmmšna tîn ™n
tù ÓlJ tess£rwn, eta tÕn ›teron tÒnon tù loipù kaˆ barut£tJ tîn
diasthm£twn ¢podÒntej, mšshn mn tÍ dun£mei kaloàmen ¢pÕ tÁj tÒte ka-
tast£sewj tÕn barÚteron tÁj Ñxutšraj diazeÚxewj, kaˆ paramšshn tÕn
5 ÑxÚteron, proslambanÒmenon d kaˆ n»thn Øperbola…wn tÕn barÚteron tÁj
barutšraj diazeÚxewj, kaˆ Øp£thn Øp£twn tÕn ÑxÚteron: eta mšswn mn
Øp£thn tÕn koinÕn tîn sunhmmšnwn dÚo barutšrwn tetracÒrdwn met¦ t¾n
barutšran di£zeuxin, n»thn d diezeugmšnwn tÕn koinÕn tîn sunhmmšnwn |
dÚo58<Ñxutšrwn> tetracÒrdwn met¦ t¾n Ñxutšran di£zeuxin, kaˆ p£lin pa- 53
10 rup£thn mn Øp£twn tÕn ¢pÕ toà barut£tou deÚteron toà met¦ t¾n baru-
tšran di£zeuxin tetracÒrdou, kaˆ licanÕn Øp£twn tÕn tr…ton, parup£thn
d mšswn tÕn ¢pÕ toà barut£tou deÚteron toà prÕ tÁj Ñxutšraj diaze-
Úxewj tetracÒrdou, kaˆ licanÕn mšswn tÕn tr…ton: eta tr…thn mn die-
zeugmšnwn tÕn ¢pÕ toà barut£tou deÚteron toà met¦ t¾n Ñxutšran
15 di£zeuxin tetracÒrdou, kaˆ paran»thn diezeugmšnwn tÕn tr…ton, tr…thn d
Øperbola…wn tÕn ¢pÕ toà barut£tou deÚteron toà prÕ tÁj barutšraj dia-
zeÚxewj tetracÒrdou, kaˆ paran»thn Øperbola…wn tÕn tr…ton. kaˆ d¾ kat¦
taÚtaj t¦j Ñnomas…aj, toutšsti t¦j tîn dun£mewn, mÒnwj ¨n kalo‹nto
kur…wj tîn fqÒggwn ˜stîtej mn ™n ta‹j tîn genîn metabola‹j proslam-
20 banÒmenoj kaˆ Øp£th Øp£twn kaˆ Øp£th mšswn kaˆ mšsh kaˆ paramšsh
kaˆ n»th diezeugmšnwn kaˆ n»th Øperbola…wn, m…a tij oâsa kaˆ ¹ aÙt¾ tù
proslambanomšnJ, kinoÚmenoi d oƒ loipo…. metabibazomšnwn g¦r tÍ qšsei
tîn dun£mewn oÙkšti to‹j aÙto‹j tÒpoij ™farmÒzousin oƒ tîn ˜stètwn À
kinoumšnwn Óroi. dÁlon d' Óti kaˆ tÕ mn prîton edoj toà di¦ pasîn ™n tù
25 prokeimšnJ sust»mati, kaloumšnJ d' ¢metabÒlJ, di¦ t¾n e„rhmšnhn a„t…an
58
7-9 meta\ – tetraxo/rdwn om. M || 9 o)cute/rwn ante tetraxo/rdwn add. Wallis et Dü-
ring || 12 o)cute/raj A : baruta/thj mfg || 16 barute/raj] o)cute/raj mal. Gohlke || 18 shmasi/aj
mg : o)nomasi/aj fAgr
60
perišcousin ¼ te paramšsh kaˆ ¹ Øp£th tîn Øp£twn, tÕ d deÚteron ¼ te
tr…th tîn diezeugmšnwn kaˆ ¹ parup£th tîn Øp£twn, tÕ d tr…ton ¼ te pa-
ran»th tîn diezeugmšnwn kaˆ ¹ licanÕj tîn Øp£twn, tÕ d tštarton ¼ te
n»th tîn diezeugmšnwn kaˆ ¹ Øp£th tîn mšswn, tÕ d pšmpton ¼ te tr…th
5 tîn Øperbola…wn kaˆ ¹ parup£th tîn mšswn, tÕ d ›kton ¼ te paran»th
tîn Øperbola…wn kaˆ ¹ licanÕj tîn mšswn, tÕ d ›bdomon ¼ te n»th tîn
Øperbola…wn À Ð proslambanÒmenoj kaˆ ¹ mšsh: æj œcousi toà proce…rou
tÁj ™pibolÁj ›neken aƒ Øpoke…menai toà ¢metabÒlou sust»matoj parash-
meièseij.59
10
59
3 h( om. Wallis, fortasse lapsus in editione || 9 hic restitui tabellam, quam exhibent co-
dices, cum tabella sequentis capitis coniunctam a Düring.
61
j/. Pîj tÕ sunhmmšnon mšgeqoj ™k toà di¦ pasîn kaˆ di¦ tess£rwn
tele…ou sust»matoj œsce dÒxan.
15
60
8 pa/lin om. PACHYMERES || 9 le/gomen paranh/thn PACHYMERES || 14 kata/ del.
Wallis
62
61
E„sˆ d kaˆ par¦ tÕn oÛtw legÒmenon tÒnon metabolîn dÚo prîtai
diafora…, m…a mn kaq' ¿n Ólon tÕ mšloj Ñxutšrv t£sei diex…emen À | p£lin 55
barutšrv, throàntej tÕ di¦ pantÕj toà e‡douj ¢kÒlouqon, deutšra d kaq'
¿n oÙc Ólon tÕ mšloj ™xall£ssetai tÍ t£sei, mšroj dš ti par¦ t¾n
5 ™xarcÁj ¢kolouq…an. diÕ kaˆ kalo‹t' ¨n aÛth toà mšlouj m©llon À toà
tÒnou metabol». kat' ™ke…nhn mn g¦r oÙk ¢ll£ssetai tÕ mšloj ¢ll' Ð di'
Ólou tÒnoj, kat¦ taÚthn d tÕ mn mšloj ™ktršpetai tÁj o„ke…aj t£xewj, ¹
d t£sij oÙc æj t£sij ¢ll' æj ›neka toà mšlouj, Óqen ™ke…nh mn oÙk
™mpoie‹ ta‹j a„sq»sesi fantas…an ˜terÒthtoj tÁj kat¦ t¾n dÚnamin, Øf' Âj
10 kine‹tai tÕ Ãqoj, ¢ll¦ mÒnhj tÁj kat¦ tÕ ÑxÚteron À barÚteron. aÛth d
ésper ™kp…ptein aÙt¾n poie‹ toà sun»qouj kaˆ prosdokwmšnou mšlouj,
Ótan ™pˆ plšon mn sune…rhtai tÕ ¢kÒlouqon, metaba…nV dš pou prÕj ›te-
ron edoj ½toi kat¦ gšnoj À kat¦ t¾n t£sin, oŒon Ótan ¢pÕ diatonikoà su-
necoàj ¢pokl…nV pou tÕ gšnoj ™pˆ crwmatikÒn, À Ótan ¢pÕ mšlouj ™pˆ toÝj
15 di¦ pšnte sumfènouj e„wqÒtoj poie‹sqai t¦j metab£seij ™pˆ toÝj di¦
tess£rwn gšnhta… tij ™ktrop», kaq£per ™pˆ tîn ™kkeimšnwn susthm£twn.
¢naba‹non g¦r tÕ mšloj ™pˆ t¾n mšshn, Ótan m¾ æj œqoj ecen ™pˆ tÕ tîn
diezeugmšnwn tetr£cordon œlqV kat¦ t¾n di¦ pšnte sumfwn…an tù tîn
mšswn, ¢ll¦ perispasqn ésper sunaireqÍ prÕj tÕ sunhmmšnon tÍ mšsV
20 tetr£cordon, éste ¢ntˆ toà di¦ pšnte tÕ di¦ tess£rwn poiÁsai, prÕj toÝj
prÕ tÁj mšshj fqÒggouj ™xallag¾ g…netai kaˆ pl£nh ta‹j a„sq»sesi toà
genomšnou par¦ tÕ prosdokhqšn, kaˆ prÒsforoj mšn, Ótan sÚmmetroj ¹
suna…resij kaˆ ™mmel»j, ¢prÒsforoj dš, Ótan toÙnant…on. diÕ kall…sth
kaˆ m…a dun£mei scedÒn ™stin ¹ Ðmo…a tÍ proeirhmšnV tonia…an
25 lamb£nousa t¾n prolhptik¾n met£ptwsin, Î diafšrei tÕ di¦ pšnte toà di¦
tess£rwn. tù mn g¦r koinÕj enai tîn genîn Ð tÒnoj ™n ¤pasin aÙto‹j
61
2 dieci/emen mgA : die/cimen f : metafe/romen Ppar || 7 ta/sewj mA : corr. M1V1A1 || 9
1
e)kpoiei= W : corr. W || 10 h)/] kai/ PACHYMERES || 12 sunv/rhtai f | metabai/nei m | pou] tou=to
PACHYMERES || 13 to/ ante ge/noj add. f || 14-15 e)pi\ tou= – sumfw/nou gA || 15 e)pi\ tou/j] e)pi\ to/ g :
e)pi\ to/ e)pi\ tou/j Wallis || 16 susthma/twn tw=n legome/nwn sunhmme/nwn PACHYMERES || 18
1 1 par
e)/lJoi PACHYMERES || 24 mi#=? m : corr. M W || 25 proslhptikh/n gAP PACHYMERES || 26 e)n
1
a(/pasin mf : e)mfanh= a(/pasin gV : e)mfanh= e)n a(/pasin A : e)n a(/pasin au)toi=j e)mfanh= du/natai
Wallis
63
dÚnatai poie‹n t¾n metabol»n, tù d tîn ™n to‹j tetracÒrdoij lÒgwn ›te-
roj ™xall£ssein tÕ mšloj, tù d sÚmmetroj æj ¨n prîtoj sunist£menoj
tîn ™mmelîn, m»te meg£laj t¦j ™kb£seij toà mšlouj, m»te brace…aj p£nu
kaqist£nai: dusdi£kriton g¦r ˜k£teron toÚtwn | ta‹j ¢koa‹j. g…netai mn 56
5 oân tr…a tetr£corda kat¦ tÕ ˜xÁj sunhmmšna prÕj tÕ tÁj toiaÚthj meta-
bolÁj ‡dion m…xei tinˆ merikÍ dÚo diezeugmšnwn susthm£twn, Ótan Óla
diafšrwsin ¢ll»lwn kat¦ tÕn tÒnon tù di¦ tess£rwn. ™peˆ d oÙd oÙ
proekekÒfei to‹j palaio‹j ¹ mšcri toÚtwn paraÚxhsij tîn tÒnwn –mÒnouj
g¦r Édeisan tÒn te dèrion kaˆ tÕn frÚgion kaˆ tÕn lÚdion ˜nˆ tÒnJ diafš-
10 rontaj ¢ll»lwn, æj m¾ fq£nein ™pˆ tÕn tù di¦ tess£rwn ÑxÚteron À barÚ-
teron– kaˆ oÙk œcontej, Ópwj ¢pÕ tîn diezeugmšnwn poi»swsin ™fexÁj
tr…a tetr£corda, sust»matoj ÑnÒmati perišlabon tÕ sunhmmšnon, †n' œcwsi
prÒceiron t¾n ™kkeimšnhn metabol»n. kaqÒlou mšntoi ge ™pˆ tîn tÒnwn tîn
tù di¦ tess£rwn ØperecÒntwn ¢ll»lwn, ™£n te tîn prÕ tÁj Ðmo…aj diaze-
15 Úxewj ™n ˜katšrJ tetracÒrdwn tÕ toà Ñxutšrou sunafqÍ tù toà barutšrou
™pˆ tÕ ÑxÚ, poie‹ ™n tù barutšrJ tr…a tetr£corda sunhmmšna, ïn tÕ mete-
necqn g…netai ÑxÚtaton, ™£n te tîn met¦ t¾n Ðmo…an di£zeuxin te-
tracÒrdwn tÕ toà barutšrou sunafqÍ tù toà Ñxutšrou ™pˆ tÕ barÚ, poie‹
p£lin ™n tù ÑxutšrJ tr…a tetr£corda sunhmmšna, ïn tÕ metenecqn
20 g…netai barÚtaton.62
62
1 th\n m. poiei=n f || 7 t%= MW1E1f : ta/ M1g PACHYMERES : th/n WVE : tv= s.s. gr. ta/ A
| ou)de/ om. Fg : del. W1 || 14 t%=] to/ P in lemmate || 15 tetraxo/rdwn VF1 : tetraxo/rd% rell. || 21
tou= om. m | fJo/ggou om. f || 25 dia\ tessa/rwn codd. : del. Wallis et Düring
64
barÝ dÚo p£lin tetr£corda tÒ te QK kaˆ tÕ KL, toà d tù di¦ tess£rwn
barutšrou tÒnou prÕj tÕn prîton ¹ mn Ðmo…a di£zeuxij tÍ GD ¹ MN,
sunhmmšna d' aÙtÍ prÕj tÕ ÑxÝ dÚo tetr£corda tÒ te NX kaˆ tÕ XO.
57
5 ™peˆ to…nun Ð Q fqÒggoj ÓmoiÒj ™sti tù D, ÑxÚteroj œstai aÙtoà tù | di¦
tess£rwn –œsti d kaˆ toà K ÑxÚteroj tù aÙtù– „sÒtonoi ¥ra e„sˆn Ó te D
kaˆ Ð K, éste dunatÕn œstai sunafqÁnai tù D ™pˆ tÕ ÑxÝ tÕ KQ
tetr£cordon kaˆ poiÁsai tr…a ™fexÁj ™n tù AZ tÒnJ tetr£corda, ïn aÙtÕ
œstai ÑxÚtaton, t¦ ZE kaˆ ED kaˆ DQ. p£lin ™peid¾ Ð N fqÒggoj ÓmoiÒj
10 ™sti tù G, barÚteroj œstai aÙtoà tù di¦ tess£rwn –œsti d kaˆ toà X ba-
rÚteroj tù aÙtù– „sÒtonoi ¥ra e„sˆn Ó te G kaˆ Ð X, éste dunatÕn œstai
sunafqÁnai tù G ™pˆ tÕ barÝ tÕ XN tetr£cordon kaˆ poiÁsai p£lin tr…a
™fexÁj ™n tù AZ tÒnJ tetr£corda, ïn aÙtÕ œstai barÚtaton, t¦ AB kaˆ
BG kaˆ GN.
63
9 ta/] to/ mf || 14 e(ch=j h( u(pografh/ post GN add. f || 16 parakeime/noij mfg : para-
keime/nhj A || 20 to/nouj] s.s.gr. tro/pouj G
65
lamb£nein t¦j diafor£j, dun£mei mn ¥peirÒn ™sti tÕ plÁqoj, ésper kaˆ
tÕ tîn fqÒggwn –mÒnJ g¦r diafšrei fqÒggou Ð oÛtw legÒmenoj tÒnoj tù
sÚnqetoj enai par' ™ke‹non ¢sÚnqeton, kaq£per gramm¾ par¦ shme‹on,
oÙdenÕj oÙd ™ntaàqa kwlÚsontoj, ™£n te tÕ shme‹on mÒnon, ™£n te t¾n
5 Ólhn gramm¾n metafšrwmen ™pˆ toÝj sunece‹j tÒpouj– ™nerge…v d tÍ prÕj
t¾n a‡sqhsin ærismšnon, ™peid¾ kaˆ tÕ tîn fqÒggwn. diÕ kaˆ tre‹j ¨n een
Óroi tîn perˆ toÝj tÒnouj qewroumšnwn, æj ™f' ˜k£sthj tîn sumfwniîn,
prîtoj mn kaq' Ön Ð tîn ¥krwn tÒnwn lÒgoj sun…statai, deÚteroj d kaq'
Ön tÕ plÁqoj tîn metaxÝ tîn ¥krwn, tr…toj d kaq' Ön aƒ prÕj ¢ll»louj
10 Øperocaˆ tîn ™fexÁj, kaq£per ™pˆ toà di¦ tess£rwn fšre e„pe‹n, Óti te
tÕn ™p…triton poioàsi lÒgon oƒ ¥kroi tîn fqÒggwn kaˆ Óti mÒnoi tre‹j oƒ
suntiqšntej tÕn Ólon kaˆ Óti toia…de aƒ tîn lÒgwn diafora…, pl¾n kaq'
Óson toÚtwn mn tîn Órwn ›kastoj ‡dion œcei tÕ a‡tion, ™pˆ d tîn tÒnwn
›ponta… pwj tù prètJ tîn Órwn oƒ loipoˆ dÚo mi©j kaˆ tÁj aÙtÁj ™cÒmenoi
15 parafulakÁj, Âj tÕ ¢kÒlouqon ¢gno»santej oƒ ple‹stoi diafÒrwj ›kas-
ton ™kt…qentai |64tîn Órwn, oƒ mn ™p' ™l£ttona toà di¦ pasîn fq£santej, 58
oƒ d' ™p' aÙtÕ mÒnon, oƒ d ™pˆ me…zona toÚtou, prokop»n tina scedÕn toia-
Úthn ¢eˆ tîn newtšrwn par¦ toÝj palaiotšrouj qhrwmšnwn, ¢noike‹on tÁj
perˆ tÕ ¹rmosmšnon fÚseèj te kaˆ ¢pokatast£sewj, Î mÒnV pera…nein
20 ¢nagka‹Òn ™sti t¾n tîn ™somšnwn ¥krwn tÒnwn di£stasin, æj ¨n m»te tÁj
kat¦ t¾n fwn¾n metab£sewj ›na kaˆ tÕn aÙtÕn œcein Óron dunamšnhj,
m»te tÁj kat' ¥llo ti tîn poihs£ntwn toÝj yÒfouj. oÙd g¦r ›neken tîn
Ñxutšrwn À barutšrwn fwnîn eÛroimen ¨n t¾n sÚstasin tÁj kat¦ tÕn
tÒnon metabolÁj gegenhmšnhn –ÐpÒte prÕj t¾n toiaÚthn diafor¦n ¹ tîn
25 Ñrg£nwn Ólwn ™p…tasij À p£lin ¥nesij ¢parke‹, mhdemi©j ge parallagÁj
perˆ tÕ mšloj ¢poteloumšnhj, Ótan Ólon Ðmo…wj ØpÕ tîn barufwnotšrwn À
64
2 o( om. M || 4 kwlu/ontoj f || 7 w(j om. fA || 16 e)/latton g : to\n e)la/ttona A || 17 to\
1
mei=zon g : to\n mei/zona A || 18 palaiou/j g || 22 poiou/ntwn gA || 23 h)\ barute/rwn om. m :
1
s.s.V A : barute/rwn h)\ o)cute/rwn Wallis || 25 e)parxei= f || 26 h)\ o(/tan mal. Winnington-Ingram
66
tîn Ñxufwnotšrwn ¢gwnistîn diapera…nhtai– ¢ll' ›neka toà kat¦ t¾n
m…an fwn¾n tÕ aÙtÕ mšloj pot mn ¢pÕ tîn Ñxutšrwn tÒpwn ¢rcÒmenon,
pot d ¢pÕ tîn barutšrwn, trop»n tina toà ½qouj ¢potele‹n, tù mhkšti
prÕj ˜k£tera t¦ pšrata toà mšlouj sunapart…zesqai t¦ tÁj fwnÁj ™n
5 ta‹j tîn tÒnwn ™nallaga‹j, ¢ll' ¢eˆ prokatal»gein, ™pˆ mn q£tera tÕ
tÁj fwnÁj pšraj toà toà mšlouj, ™pˆ d t¦ ™nant…a tÕ toà mšlouj pšraj
toà tÁj fwnÁj, éste tÕ ™xarcÁj ™farmÒsan tÍ diast£sei tÁj fwnÁj, pÍ
mn ¢pole‹pon ™n ta‹j metabola‹j, pÍ d ™pilamb£non, ˜tšrou ½qouj fan-
tas…an paršcein ta‹j ¢koa‹j.
10 h/. “Oti tù di¦ pasîn Ðr…zesqai de‹ toÝj ¥krouj tîn tÒnwn.
65
”Estw to…nun ¹ prèth kaˆ kuriwt£th tÁj kat¦ tÕ ¹rmosmšnon
ÐmoiÒthtoj ¢pokat£stasij ™n tù prètJ p£lin tîn Ðmofènwn, toutšsti tù
di¦ pasîn, tîn periecÒntwn aÙtÕ fqÒggwn æj ™pede…xamen ¢diaforoÚntwn
˜nÒj. kaˆ ésper aƒ suntiqšmenai met' aÙtoà tîn sumfwniîn toàto poioà-
15 sin, Óper ¨n ™po…oun, e„ kaˆ kaq' aØt¦j Ãsan, oÛtwj kaˆ tîn melîn ›kas-
ton ™pˆ mÒnhj tÁj kat¦ tÕ prîton ÐmÒfwnon diast£sewj À tÁj ¢p' aÙtoà
suntiqemšnhj dÚnatai t¾n ¢rc¾n labÕn ¢f' ˜katšrou tîn ¥krwn fqÒggwn
Ðmo…wj diekdrame‹n. diÕ k¢n ta‹j tîn tÒnwn meqarmoga‹j, Ótan tÕn tù di¦
pasîn ÑxÚteron À barÚteron qel»swmen metalabe‹n, oÙdšna kinoàmen tîn
20 fqÒggwn ¢e… tinaj kinoàn|tej ™n ta‹j loipa‹j, ¢ll' aÙtÒj te Ð tÒnoj Ð 59
aÙtÕj g…netai tù ™xarcÁj. kaˆ p£lin ¢koloÚqwj Ð mn kat¦ tÕ di¦
tess£rwn toà ™xarcÁj diafšrwn tù kat¦ tÕ di¦ pasîn kaˆ di¦ tess£rwn
diafšronti toà aÙtoà, Ð d kat¦ tÕ di¦ pšnte toà ™xarcÁj diafšrwn tù
kat¦ tÕ di¦ pasîn kaˆ di¦ pšnte diafšronti toà aÙtoà kaˆ ™pˆ tîn ¥llwn
65
7 me/loj post fwnh=j add. V1f || 8 e(te/rou h)/Jouj gA : e(te/rou h)\ to/ m : e(tero/thtoj fW1
: e(tero/thta tou= h)/Jouj Ppar : e(te/rou ei)/douj PACHYMERES || 9 pare/xei f || 10 in tit. t%= om.f || 12
1 1
e)n t%= tw=n prw/twn m : corr.W || 15 ou(/twj hÅsan mf : corr. W || 17 labo/n Alexanderson :
labw/n codd. || 18 t%=] tw=n mf || 19 h)/] kai/ mg
67
Ðmo…wj. æj oƒ mn ™ndotšrw toà di¦ pasîn ¢for…zontej toÝj ¥krouj tîn
tÒnwn oÙk ¨n een ¢pokaqesthkÒtej tÕ ¹rmosmšnon –œstai g£r tij Øpr
aÙtoÝj ¢nÒmoioj ¤pasi to‹j prètoij– oƒ d Øperekp…ptontej toà di¦
pasîn toÝj ¢p' aÙtoà toà di¦ pasîn ¢pwtšrw parelkÒntwj Øpot…qentai,
5 toÝj aÙtoÝj ¢eˆ ginomšnouj to‹j proeilhmmšnoij, toutšsti tÕn mn di¦
pasîn tù ™xarcÁj, toÝj d ‡son ¢pšcontaj toà di¦ pasîn to‹j ‡son
¢pšcousin ™pˆ t¦ aÙt¦ toà ™xarcÁj. oÙ deÒntwj oân oÙd oƒ mšcri mÒnou
toà di¦ pasîn proelqÒntej sugkatariqmoàsi to‹j tÒnoij tÕn tù ™xarcÁj
di¦ pasîn. taÙtÕn g¦r fan»sontai peponqÒtej to‹j Øperba…nousi tÕn
10 ™kke…menon Óron, pl¾n kaq' Óson oátoi mn ™f' ˜nÒj, ™ke‹noi d ™pˆ
pleiÒnwn, éste dika…wj ¨n aÙto‹j ØpanthqÁnai par¦ tîn ™pitimwmšnwn,
æj t¾n ¢rc¾n kaˆ t¾n a„t…an parascoàsi tÁj ØperbolÁj. e„ g¦r ¤pax
lamb£neta… tij Ð aÙtÕj ™pˆ tîn prokeimšnwn æj Ð di¦ pasîn tù ™xarcÁj,
t… kwlÚei, f»saien ¥n, prost…qesqai kaˆ toÝj to‹j loipo‹j ˜xÁj Ôntaj
15 ¢n£logon; ka…toi ge toà m¾ de‹n tù pl»qei tîn Órwn toà di¦ pasîn me-
tre‹sqai t¦j ™n aÙtù dun£meij, ¢ll¦ tù pl»qei tîn suntiqšntwn aÙtÕ
lÒgwn, par£deigma prosfušstaton œcomen ¢pÕ tîn Øp' aÙtoà perieco-
mšnwn e„dîn. ˜pt¦ g¦r mÒna taàta p£ntej ¡paxaplîj Øpotiqšmeqa, tîn
poioÚntwn aÙt¦ fqÒggwn Ñktë tugcanÒntwn, kaˆ oÙd eŒj ¨n e‡poi tÕ ¢pÕ
20 toà barut£tou, fšre e„pe‹n, ™pˆ tÕ barÝ lambanÒmenon ›teron edoj poie‹n
toà prètou, kaˆ ™pˆ t¦ aÙt¦ ¢pÕ toà Ñxut£tou, di¦ tÕ kaˆ kaqÒlou p©n
Ðtioàn tÕ kat¦ tÕn aÙtÕn trÒpon ¢f' ˜katšrou tîn ¥krwn toà di¦ pasîn
¢rcÒmenon t¾n aÙt¾n ¢perg£zesqai dÚnamin.66
66
3 tou=] t%= f || 4 tou\j a)p' au)tou= tou= dia\ pasw=n om. mgA : s.s.V1A || 6 t%= e)carxh=j –
1
dia\ pasw=n om. M || 8 to\n t%=] toi=j tw=n m : corr. W || 14 e(\c o)/ntaj m || 15 a)nalo/gouj f || 19 to/
correxi : to/n codd. || 21 e)pi/] e)/ti f | a)po/] e)pi/ Vf
68
q/. “Oti mÒnouj ˜pt¦ de‹ toÝj tÒnouj Øpot…qesqai to‹j e‡desi toà di¦ 60
pasîn „sar…qmouj.
67
'En»gage d' oân ¹m©j Ð lÒgoj e„j tÕ kaˆ tÕ plÁqoj tîn tÒnwn
sunide‹n. kalîj g¦r ¨n œcoi to‹j toà di¦ pasîn e‡desin „sar…qmouj aÙ-
5 toÝj poie‹n, Óti tosaàt£ ™sti kaˆ t¦ sunamfotšrwn tîn prètwn sumfw-
niîn kat¦ tÕ ¢kÒlouqon e„lhmmšna to‹j kaq' ›kaston lÒgoij, ïn ¹ fÚsij
oÜte ple…ouj oÜte ™l£ttouj Øpot…qesqai sugcwre‹. kaq£per oân, e‡ tij
™qšloi kat¦ ple…w mšrh poie‹sqai t¦j diairšseij e„ tÚcoi toà di¦
tess£rwn par¦ t¦j tre‹j, À n¾ D…a tosaÚtaj ™n tucoÚsaij Øperoca‹j, À
10 p£lin ™n ærismšnaij mšn, ˜tšraij d tîn kat¦ tÕn ¡rmÒzonta lÒgon
e„lhmmšnwn, eÙqÝj ™n…statai tÒ te eÜlogon kaˆ tÕ | fainÒmenon: oÛtwj kaˆ 61
to‹j toÝj ØpÕ tîn di¦ pasîn periecomšnouj tÒnouj ¢koloÚqouj Ôntaj tÍ
fÚsei tîn sumfwniîn kaˆ t¾n gšnesin ™ke…nwn ›neken e„lhfÒtaj, †na kaˆ
Óla t¦ sust»mata sumfènouj lamb£nV diafor£j, À ple…ouj tîn ˜pt¦ toà
15 di¦ pasîn e„dîn te kaˆ lÒgwn Øpotiqemšnoij, À kat' ‡saj p£ntwn Øpe-
roc¦j ¢ll»lwn, oÙ sugcwrhtšon, ™peˆ mhd œcousin e„pe‹n piqan¾n a„t…an,
m»te tÁj kat¦ t¾n di' Ólwn paraÚxhsin „sÒthtoj –¢prosfÒrou pant£pasin
™n ¡rmon…v toà toioÚtou katalambanomšnou– m»te toà tonia…aj fšre
e„pe‹n enai p£saj t¦j Øperoc£j, À p£lin ¹mitonia…aj À diesia…aj, ¢f' ïn
20 Øpotiqemšnwn kaˆ tÕn ¢riqmÕn Ðr…zontai tîn tÒnwn kat¦ tÕ tîn poioÚntwn
tÕ di¦ pasîn plÁqoj. t… g¦r m©llon thlikaÚtaj ¨n aÙt¦j poio‹en, toà
sumfènou kat' aÙtoÝj kaˆ taÚtaj k¢ke…naj kaˆ ple…ouj ¥llaj
™pidecomšnou, k¢n ta‹j tîn genîn, k¢n ta‹j tîn diast£sewn t£xesin; oÙd
g¦r œnestin aÙto‹j lšgein, Óti toàto mn tÕ mšgeqoj ¢phrtismšnwj diaire‹
25 tÕ di¦ pasîn, ™ke‹no d oÙk ¢phrtismšnwj, À toàto mn ™n ¢rt…oij e„ tÚcoi
67
3 ei)j to\ plh=Joj Wallis || 6 to/ WgA : to/n MW1VEf || 10 e)n ante e(te/raij add. Wallis
|| 11 ou(/tw kai\ toi=j u(po/ Wallis || 20-21 kata\ – pasw=n scr. Düring : kata\ to\ tw=n toiou/twn t%=
dia\ pasw=n m : kata\ to\ tw=n toiou/twn dia\ pasw=n f : kata\ to\ tw=n poiou/ntwn (gr.toiou/twn)
tou= dia\ pasw=n g : kata\ to\ tw=n toiou/twn to\ dia\ pasw=n A || 21 ti/] h)/ m || 24 au)tai=j m : corr.
W1
69
merismo‹j, ™ke‹no d ™n perisso‹j. ¢ll' ™¦n Ð tÒnoj e„j x diairÍ tÕ di¦
pasîn kaˆ tÕ ¹mitÒnion e„j dèdeka, kaˆ tÕ toà tÒnou tr…ton e„j
Ñktwka…deka, kaˆ tÕ tštarton e„j e‡kosi kaˆ tšssara, kaˆ oÛtw toÚtwn
oÙdn ¢nepa…sqhton œcei t¾n diafor£n, t…naj oân, e‡poi tij, dioristšon tîn
5 ˜pt¦ tÒnwn Øperoc£j, ™peˆ m»te e„j ˜pt¦ ‡souj lÒgouj diaire‹tai | tÕ di¦ 62
pasîn, m»te ¢n…swn Ôntwn prÒceirÒn ™sti tÕ po…ouj aÙtîn Øpot…qesqai
pros»kei; toÝj ØpÕ tîn prètwn sumfwniîn kat' ™pakoloÚqhsin eØrhmš-
nouj ·htšon, toutšsti toÝj perileipomšnouj ™k tÁj toà di¦ tess£rwn ™ntÕj
toà di¦ pasîn ™f' ›tera paraux»sewj, tÁj aÙtÁj oÜshj tÍ toà di¦ pšnte
10 prÕj t¢nant…a sunistamšnV: Óte g¦r tù di¦ tess£rwn tinÕj barÚteroj
fqÒggoj tù di¦ pšnte toà Ðmofènou aÙtù kat¦ tÕ barÚteron g…netai ÑxÚ-
teroj, kaˆ Ð tù di¦ tess£rwn tinÕj ÑxÚteroj tù di¦ pšnte toà Ðmofènou
aÙtù kat¦ tÕ ÑxÚteron g…netai barÚteroj. ¢nagka‹on dš ™stin oÙk
™ntaàqa mÒnon, ¢ll¦ kaˆ pantacÍ prohge‹sqai kaˆ proãpot…qesqai t¦
15 ÐmÒfwna tîn sumfènwn, t¦ d sÚmfwna tîn ™mmelîn, éste kaˆ tîn tÒnwn
toÝj sumfènouj de‹ lamb£nesqai prîton, eta toÝj di¦ tÁj ØperocÁj to-
Útwn eØriskomšnouj, Ðpo‹o… tinej ™¦n ðsin, æj oÙc oÛtwj tÁj e„j toÝj
™fexÁj tÒnouj metab£sewj prÒsforon poioÚshj t¾n metabol»n, æj tÁj e„j
toÝj ta‹j prètaij diafšrontaj sumfwn…aij.
68
6 pro/xeiro/n e)sti to\ poi/ouj au)tw=n om. sed add. m.a. in marg. W || 9 e)f' e(/tera
Alexanderson : e)f' e(ka/tera codd. | tv= tou= A : th=j tw=n ME : tv= tw=n WVf : th=j t%= g || 10 su-
1
nistame/nv scr. Düring : -hj codd. || 12 tou= om. WVA : add. W || 13 to/ om. mA || 15 tw=n
1
sumfw/nwn ta\ de\ su/mfwna om. M || 24 kai\ lu/dion kai\ fru/gion m : corr. W
70
a„tiologe‹n boÚletai, tÒnJ diafšrontaj ¢ll»lwn Øpoqšmenoi, kaˆ di¦ toà-
to ‡swj tÒnouj aÙtoÝj Ñnom£santej, ¢pÕ toÚtwn poioàsi prèthn meta-
bol¾n sÚmfwnon ¢pÕ toà barut£tou tîn triîn kaˆ dwr…ou t¾n ™pˆ tÕ ÑxÝ
di¦ tess£rwn, prosagoreÚsantej toàton tÕn tÒnon mixolÚdion ™k tÁj prÕj
5 tÕn lÚdion ™ggÚthtoj, Óti mhkšti tonia…an Ólhn prÕj aÙtÕn ™po…ei t¾n Øpe-
roc»n, ¢ll¦ kat¦ tÕ perileipÒmenon toà di¦ tess£rwn | mšroj met¦ tÕ ¢pÕ 63
toà dwr…ou ™pˆ tÕn lÚdion d…tonon. eta ™peid»per ØpÕ toàton Ãn di¦
tess£rwn ke…menoj Ð dèrioj, †na kaˆ to‹j loipo‹j Øpob£lwsi toÝj di¦
tess£rwn barutšrouj, tÕn mn ØpÕ tÕn lÚdion ™sÒmenon ØpolÚdion çnÒma-
10 san, tÕn d ØpÕ tÕn frÚgion ØpofrÚgion, tÕn d ØpÕ tÕn dèrion Øpodèrion,
ú tÒnJ tÕn di¦ pasîn ™sÒmenon ™pˆ tÕ ÑxÝ tÕn aÙtÕn Ônta proshgÒreusan
ØpermixolÚdion ¢pÕ toà sumbebhkÒtoj, æj Øpr tÕn mixolÚdion e„lhmmšnon
-tù mn ØpÒ katacrhs£menoi prÕj t¾n ™pˆ tÕ barÚteron œndeixin, tù d
Øpšr prÕj t¾n ™pˆ tÕ ÑxÚteron. kaˆ g…netai kat¦ t¾n tîn prètwn
15 ¢kolouq…an Øpodwr…ou mn p£lin prÕj ØpofrÚgion Øperoc¾ tÒnoj, kaˆ
Ðmo…wj Øpofrug…ou prÕj ØpolÚdion, toÚtou d prÕj tÕn dèrion ¹ toà
le…mmatoj, Ö qšlousi poie‹n ¹mitÒnion.69oÙ de‹ dš, æj œfamen, ¢pÕ tîn
™mmelîn lamb£nesqai t¦ sÚmfwna, toÙnant…on d ¢pÕ toÚtwn ™ke‹na, diÒ-
ti t¦ sÚmfwna kaˆ eÙlhptÒter£ ™sti kaˆ kuriètera prÒj te t¦ ¥lla
20 p£lin kaˆ prÕj metabol£j. Óper ¨n gšnoito kat¦ tÕn pros»konta trÒpon,
e„ ÑxÚteron tÒnon proqšntej, æj tÕn A, l£boimen prîton tÕn toÚtJ di¦
tess£rwn ™pˆ tÕ barÚteron, æj tÕn B, kaˆ tÕn œti toÚtou di¦ tess£rwn
barÚteron ™ntÒj ge toà di¦ pasîn ™leusÒmenon, æj tÕn G, eta, ™peid»per
Ð toÚtJ di¦ tess£rwn ™pˆ tÕ barÚteron Øperp…ptei toà di¦ pasîn, tÕn
25 „sodunamoànta aÙtù, toutšsti tÕn ÑxÚteron toà G tù di¦ pšnte labÒntej,
69
2 i)soto/nouj W1V1fg : to/nouj i)/swj transp. PACHYMERES | o)noma/zontej Wallis || 6
me/rouj m || 6-7 meta\ tou= – dito/nou m || 7 u(po/] e)pi/ mgA || 11 % gA : ou mf || 20 pa/lin mgA :
pa/nta f | ta/j ante metabola/j add. Wallis || 21 to\n tou/tou t%= d. t. baru/teron f || 22 to\n e)pi\
tou/t% mg | t%= ante dia\ tessa/rwn add. Wallis || 23 e)nto/j ge tou= d. p. e)leuso/menon om. sed
add. m.a. in marg.V | ge] te m || 24 tou=] to/ m : corr. M1
71
æj tÕn D, p£lin aâ tÕn toÚtou barÚteron tù di¦ tess£rwn qe…hmen, æj tÕn
E, kaˆ œti ¢ntˆ mn toà barutšrou tù di¦ tess£rwn toà E, di¦ tÕ kaˆ toà-
ton Øperp…ptein toà di¦ pasîn, poi»saimen ÑxÚteron toà E tù di¦ pšnte
tÕn Z, toÚtou d p£lin tÕn barÚteron tù di¦ tess£rwn qe…hmen tÕn H. to-
5 Útwn g¦r oÛtwj e„lhmmšnwn aÙtÒqen ¢pÕ mn tÁj toà di¦ tess£rwn
prètou sumfènou sunecoàj ™pˆ tÕ barÝ kaqairšsewj, ¼tij ™st…n, æj œfa-
men, ¹ aÙt¾ tÍ di¦ pšnte prÕj tÕ ÑxÝ paraux»sei, p£ntwj ™xakolouq»sei
tÕ t¦j mn tîn GE kaˆ tîn HE kaˆ tîn BD kaˆ tîn DZ Øperoc¦j tonia…aj
sun…stasqai, t¦j d tîn HB kaˆ ZA toà kaloumšnou le…mmatoj periek-
10 tik£j. ™peid¾ g¦r Ð D tÒnoj toà mn E tù di¦ tess£rwn ÑxÚteroj ØpÒkei-
tai, toà d G tù di¦ pšnte, tÒnoj œstai ¹ tîn GE Øperoc»: Ðmo…wj ™peid¾ Ð
Z toà mn H tù di¦ tess£rwn | ™stˆn ÑxÚteroj, toà d E tù di¦ pšnte, tÒnoj 64
œstai kaˆ ¹ tîn EH Øperoc». p£lin ™peˆ Ð G ditÒnJ barÚterÒj ™sti toà H,
toà d B tù di¦ tess£rwn, ¹ tîn BH Øperoc¾ perišxei tÕ le‹mma. loipÕn d
15 ™peid»per di¦ tess£rwn e„sˆn o† te BG kaˆ oƒ DE kaˆ oƒ ZH kaˆ oƒ BA, és-
te t¾n mn tîn EG Øperoc¾n ‡shn sun…stasqai tÍ tîn DB, t¾n d tîn EH
tÍ tîn ZD, t¾n d tîn BH tÍ tîn AZ, tonia…a mn œstai kaˆ ˜katšra tîn
DB kaˆ ZD, toà d le…mmatoj ¹ tîn AZ. k¨n l£bwmen dš tina tù G di¦
pasîn À tù A, tonia…an dhlonÒti kaˆ oÛtwj ›xei t¾n prÕj tÕn ™cÒmenon
20 Øperoc»n, di¦ tÕ toÝj AG tÕ dˆj di¦ tess£rwn poioàntaj tù tÒnJ le…pein
toà di¦ pasîn.
70
Kaˆ œstin Ð mn A kat¦ tÕn mixolÚdion, Ð d Z kat¦ tÕn lÚdion, Ð
d D kat¦ tÕn frÚgion, Ð d B kat¦ tÕn dèrion, Ð d H kat¦ tÕn ØpolÚ-
dion, Ð d E kat¦ tÕn ØpofrÚgion, Ð d G kat¦ tÕn Øpodèrion, éste eØ-
25 req»sesqai tù lÒgJ t¦j Ðpwsoàn paradedomšnaj aÙtîn Øperoc£j.
70
1 pa/lin to\n au)tou= tou/tou g | auÅ om. A || 2 E alt.] Q m : corr. V1 || 3 E] Q m : corr.
1
V || 8 tw=n alt.] del. Düring || 9 th\n ZA m : tw=n ZA A || 13 diato/n% M || 15 BA] AB fg || 16 DB]
1
BD f || 19 to/n] to/ mf || 21 tou=] t%= m : corr. W
72
ia/. “Oti oÙ de‹ kaq' ¹mitÒnion paraÚxein toÝj tÒnouj.71
DÁlon d Óti kaˆ toÚtwn mn Øpoteqeimšnwn ¹m‹n tîn tÒnwn tÁj
kaq' ›kaston tÍ dun£mei mšshj ‡diÒj tij g…netai toà di¦ pasîn fqÒggoj
5 di¦ tÕ „s£riqmon aÙtîn te kaˆ tîn e„dîn. ™klambanomšnou g¦r | toà di¦ 65
pasîn kat¦ toÝj metaxÚ pwj toà tele…ou sust»matoj tÒpouj, toutšsti
toÝj ¢pÕ tÁj tÍ qšsei tîn mšswn Øp£thj ™pˆ t¾n n»thn diezeugmšnwn –
›neka toà t¾n fwn¾n ™mfilocèrwj ¢nastršfesqai kaˆ katag…nesqai perˆ
t¦j mšsaj m£lista melJd…aj, Ñlig£kij ™pˆ t¦j ¥kraj ™kba…nousan di¦ tÕ
10 tÁj par¦ tÕ mštrion cal£sewj À katat£sewj ™p…ponon kaˆ bebiasmšnon– ¹
mn toà mixolud…ou mšsh kat¦ t¾n dÚnamin ™farmÒzetai tù tÒpJ tÁj pa-
ran»thj tîn diezeugmšnwn, †n' Ð tÒnoj tÕ prîton edoj ™n tù prokeimšnJ
poi»sV toà di¦ pasîn, ¹ d toà lud…ou tù tÒpJ tÁj tr…thj tîn diezeug-
mšnwn kat¦ tÕ deÚteron edoj, ¹ d toà frug…ou tù tÒpJ tÁj paramšshj
15 kat¦ tÕ tr…ton edoj, ¹ d toà dwr…ou tù tÒpJ tÁj mšshj poioàsa tÕ tš-
tarton kaˆ mšson edoj toà di¦ pasîn, ¹ d toà Øpolud…ou tù tÒpJ tÁj
licanoà tîn mšswn kat¦ tÕ pšmpton edoj, ¹ d toà Øpofrug…ou tù tÒpJ
71
3 tw=n om. m || 13 tou= pr. om. mf
73
tÁj parup£thj tîn mšswn kat¦ tÕ ›kton edoj, ¹ d toà Øpodwr…ou tù
tÒpJ tÁj tîn mšswn Øp£thj kat¦ tÕ ›bdomon edoj, éste dÚnasqa… tinaj
™n tù sust»mati thre‹sqai fqÒggouj ¢kin»touj ™n ta‹j tîn tÒnwn meqar-
moga‹j paraful£ssontaj tÕ mšgeqoj tÁj fwnÁj, di¦ tÕ mhdšpote t¦j ™n
5 diafÒroij tÒnoij Ðmo…aj dun£meij to‹j tîn aÙtîn fqÒggwn tÒpoij pe-
rip…ptein. pleiÒnwn d tîn tÒnwn par¦ toÚtouj Øpotiqemšnwn, Ö poioàsin
oƒ ™n to‹j ¹miton…oij t¦j Øperoc¦j aÙtîn paraÚxontej, ¢nagka‹on œstai
dÚo tÒnwn mšsaj ˜nÕj fqÒggou tÒpJ p£ntwj ™farmÒzein, éste Óla ki-
ne‹sqai t¦ sust»mata kat¦ t¾n e„j ¢ll»louj tîn dÚo toÚtwn tÒnwn me-
10 qarmog»n, mhkšti throànta koin»n tina t¾n ™xarcÁj t£sin, Î para-
metrhq»setai tÕ ‡dion tÁj fwnÁj. tÁj mn g¦r toà Øpodwr…ou, fšre e„pe‹n,
tÍ dun£mei mšshj sunezeugmšnhj tÍ kat¦ t¾n qšsin tîn mšswn Øp£tV, tÁj
d toà Øpofrug…ou tÍ tîn mšswn parup£tV, tÕn lambanÒmenon metaxÝ to-
Útwn tÒnon –kaloÚmenon d Øp' aÙtîn barÚteron ØpofrÚgion, par' ™ke‹non
15 ÑxÚteron– de»sei t¾n aÙtoà mšshn ½toi kat¦ t¾n Øp£thn œcein, æj kaˆ Ð
Øpodèrioj, À kat¦ t¾n parup£thn, æj kaˆ Ð ÑxÚteroj ØpofrÚgioj, oá sum-
ba…nontoj, ™peid¦n e„j ¢ll»louj meqarmozèmeqa toÝj tÕn koinÕn fqÒggon
e„lhfÒtaj tÒnouj, kinhq»setai mn oátoj ™pitaqeˆj À calasqeˆj ¹miton…J,
tù d t¾n aÙt¾n ™n ˜katšrJ tîn tÒnwn dÚnamin œcein, toutšsti t¾n tÁj
20 mšshj, ¢kolouq»sousin aƒ tîn loipîn ¡p£ntwn fqÒggwn ™pit£seij À
cal£seij, ›neka toà sunthre‹n toÝj prÕj t¾n mšshn lÒgouj toÝj aÙtoÝj
to‹j prÕ tÁj metabolÁj kat¦ tÕ koinÕn ¢mfotšrwn tîn tÒnwn gšnoj lam-
banomš|noij, éste mhd' ¨n ›teron œti dÒxai tù e‡dei tÕn tÒnon par¦ tÕn 66
prÒteron, ¢ll' Øpodèrion p£lin À tÕn aÙtÕn ØpofrÚgion Ñxufwnotšrou
25 tinÕj À barufwnotšrou mÒnon. tÕ mn oân eÜlogÒn te kaˆ aÜtarkej tîn
˜pt¦ tÒnwn mšcri toÚtwn Øpotetupèsqw.72
72
7 oi( om. mA | oi( e)n toi=j om. sed add. m.a. W || 19 t%=] ou(/tw m : corr. W1V1E1 || 24-
25 o)cufwno/teron – barufwno/teron fg
74
ib/. Perˆ tÁj duscrhst…aj toà monocÒrdou kanÒnoj.
73
Loipoà d Ôntoj e„j t¾n di' Ólhj tÁj ™narge…aj œndeixin tÁj toà
lÒgou prÕj t¾n a‡sqhsin Ðmolog…aj toà kaˆ tÕn ¡rmonikÕn kanÒna kata-
teme‹n –oÙ kaq' ›na mÒnon tÒnon, oŒon toà ¢metabÒlou sust»matoj, oÙd
5 gšnoj n À dÚo kat¦ t¦ aÙt¦ to‹j prÕ ¹mîn, ¢ll¦ kat¦ p£ntaj ¡plîj
toÝj tÒnouj kaˆ tîn melJdoumšnwn genîn ›kaston, †na kaˆ toÝj koinoÝj
tîn fqÒggwn tÒpouj œcwmen ¤ma sunekteqeimšnouj– bracša prodieleusÒ-
meqa perˆ tÁj ¢tele…aj toÚtou d¾ toà monocÒrdou kanÒnoj, ú mšcri nàn
oÙdn fa…netai prosepinenohmšnon e„j tÕ t¦j lÒgJ ginomšnaj ¡rmog¦j ™n
10 ta‹j di' Ólwn melJd…aij eÙdi£kriton œcein t¾n prÕj t¦j a„sq»seij para-
bol»n. doke‹ mn g¦r parelhluqšnai tÕ toioàton Ôrganon prÕj crÁsin ¤ma
ceirourgik¾n kaˆ qewr…an tîn ¢potelesmatikîn toà ¹rmosmšnou lÒgou,
™peid¾ to‹j ¥lloij oÙk ™fa…neto tîn e„rhmšnwn ˜k£teron Øp£rcon, ¢ll¦
to‹j mn kanoniko‹j tÕ qewrhmatikÕn mÒnon, lÚraij d kaˆ kiq£raij kaˆ
15 to‹j Ðmo…oij tÕ crhstikÒn, k¢n toÚtoij mn met¦ toà kaq»kontoj lÒgou
sunistamšnwn tîn ™mmeleiîn, m¾ deiknumšnou d di' aÙtîn, ÐpÒte mhd ™pˆ
tîn aÙlîn kaˆ tîn sur…ggwn tÕ toioàton ¢kriboàtai, § m©llon ¨n œcoi
prÕj ¢mfotšraj t¦j ™nde…xeij teleiÒteron, Óti to‹j m»kesin ¢koloÚqouj
lamb£nei t¦j tîn fqÒggwn diafor£j. katafane…h d' ¨n ple‹ston Óson tîn
20 ¥llwn ™ndšon tù toÚtoij mn tÕ goàn ›teron ¢kribîj Øp£rcein, aÙtù d
mhdšteron. prîton mn g¦r di¦ tÕ m»te t¾n ÐmalÒthta tÁj cordÁj
™xet£zesqai, m»te t¦j qšseij tîn per£twn, À kaˆ mhd toÝj paradidomš-
nouj tîn kat¦ mšroj lÒgouj Øgiîj œcein, oÙdÒlwj œti tù lÒgJ poioàntai
t¦j katatom£j, ¢ll' ™nte…nantej t¾n cord»n, eta tÕn Øpagwgša
25 par£gontej, ›wj ¨n ta‹j ¢koa‹j Øpant»sV tîn ™pizhtoumšnwn fqÒggwn
›kastoj, ™ke‹ shmeioàntai t¾n o„ke…an tom¾n ¢fšmenoi toà prÕj Ö pšfuken
73
3 temei=n F : katatemei=n F1 || 4 oiÂon w(j e)pi\ tou= a). s. g : e)pi\ add. s.l. V1 : w(j e)pi/ s.s.
A || 14 Jewrhtiko/n V || 22 kera/twn m : corr. W1V1E1
75
–tÕn aÙtÕn trÒpon to‹j t¦ œmpneusta tîn Ñrg£nwn kataskeuazomšnoij–.
eta k¨n deÒntwj Ð pÁcuj Ï katatetmhmšnoj, kat¦ scol¾n mn paragomš-
nou toà Øpagwgšwj, dÚnaint' ¨n oƒ fqÒggoi parab£llesqai metr…wj,
q©t|ton d metabibazomšnou di¦ tÕ tÁj melJd…aj ™fexÁj kaˆ œrruqmon oÙ- 67
5 kšq' Ðmo…wj, m¾ katalambanomšnwn ¢kribîj aÙtîn tîn o„ke…wn shmeiè-
sewn, mhd eÙqiktoumšnwn di¦ tÕ t£coj tÁj paragwgÁj. kaˆ tÁj cr»sewj
d ›neken œscaton ¨n e‡h p£ntwn tÕ Ôrganon toàto kaˆ ¢sqenšstaton, oÙ
mÒnon Óti tÍ mn ¡rmÒzetai, tÍ d kroÚei cwrˆj kaˆ ¤ma ta‹n cero‹n, éste
¢pesterÁsqai tîn ™n tÍ ceirourg…v kall…stwn –lšgw d oŒon ™piyalmoà,
10 sugkroÚsewj, ¢naplokÁj, kataplokÁj, sÚrmatoj kaˆ Ólwj tÁj di¦ tîn
Øperbatîn fqÒggwn sumplokÁj– di¦ tÕ t¾n kroÚousan ce‹ra m…an oâsan
m»te t¦j me…zouj diast£seij Øperba…nein dÚnasqai ·vd…wj, m»te dÚo dia-
ferÒntwn ¤ma ¤ptesqai tÒpwn, ¢ll' Óti kaˆ t¾n sunšceian tîn yÒfwn, tÕ
™kmelšstaton edoj perišcousan, ¤te mhdšna poioàsan ˜stîta mhd æris-
15 mšnon, ¢nagka‹on ™ntaàqa g…netai kat¦ tÕn ple‹ston crÒnon
™pakolouqe‹n tÍ parafor´ tîn Øpagwgšwn ™pisurÒntwn ¤ma tÍ pa-
ratr…yei tÁj cordÁj toÝj toioÚtouj ½couj, di¦ tÕ m¾ dÚnasqai phd©n aÙ-
toÝj ésper kaˆ ¢n£llesqai prÕj toÝj diwrismšnouj tÒpouj, Óqen oÙd to‹j
tacutšroij ·uqmo‹j oŒÒn te g…netai crÁsqai ·vd…wj. ka… moi di¦ taàta do-
20 koàsin oƒ metaceirizÒmenoi tÕ toioàton Ôrganon suneidÒtej ta‹j
™kptèsesi tîn toà ¹rmosmšnou fqÒggwn mhdšpote mÒnon aÙtÕ paršcein
ta‹j a„sq»sesi dokimasqhsÒmenon, ¢ll¦ À katauloÚmenon À katasurizÒ-
menon, †na ta‹j ™x ™ke…nwn kathc»sesi lanq£nV diamart£non.74
74
2 paragenome/nou m : corr. W1E1 || 4 e)/rruJmon MVEfg : eu)/rruJmon W : eu)/ruJmon
W G A || 5 au)tw=n] au)tou= W1f : u(p' au)tw=n A || 7 pa/ntwj f || 8 a(/ma mfA : mi#=? gAgr || 14
1 gr
1
e)kmele/staton f : e)mmele/staton mgA || 16 ta\ para/fora m : corr. W || 19 gi/netai] gi/nesJai f
: gi/nesJai r(#?di/wj Wallis || 22 a)ll' a)ei/ k. f || 23 diamarta/nwn f
76
ig/. Perˆ ïn D…dumoj Ð mousikÕj œdoxe prospoie‹n tù kanÒni.75
75
2 ei)sagagei=n f || 7 e)f' o(/son M : e)f' a(/j A || 8 e)/xein m : corr.W1 || 9-10 o(/san me\n –
gi/netai ME : o(/sa me\n – gi/netai (-h- s.l.) W : o(/saj me\n – gi/netai V : o(/tan pro\j a)/llhla me/n
Wallis || 18 u(pagwgi/wn f | kata/ om. mA || 20 poiei=n f || 22 tw=n om. gA
77
lÒgouj d tÁj katatomÁj oÙdšn ti prospoie‹ tîn fainomšnwn ™cÒmenon,
¢ll¦ tr…a mn kaˆ aÙtÕj Øf…statai gšnh, diatonikÕn kaˆ crwmatikÕn kaˆ
™narmÒnion, poie‹tai d t¦j katatom¦j ™p… te mÒnwn tîn dÚo genîn, toà
crwmatikoà kaˆ toà diatonikoà, kaˆ mÒnou toà ¢metabÒlou sust»matoj,
5 oÙd tîn ™n toÚtoij lÒgwn Øgiîj e„lhmmšnwn. toÝj g¦r ¹goumšnouj tîn
tetracÒrdwn prÕj mn toÝj tr…touj ¢p' aÙtîn kat¦ tÕn ™pˆ d/ t…qhsi lÒgon
™p' ¢mfotšrwn tîn genîn, toÝj d deutšrouj ™n mn tù crwmatikù kat¦
tÕn ™pˆ e/, ™n d tù diatonikù kat¦ tÕn ™pˆ h/, éste kaˆ t¦j mn ˜pomšnaj
diafor¦j ™n ¢mfotšroij gšnesi sun£gein tÕn ™pˆ ie/ lÒgon, t¦j d mšsaj ™n
10 mn tù crwmatikù tÕn ™pˆ kd/, ™n d tù diatonikù tÕn ™pˆ q/ par¦ tÕ ta‹j
a„sq»sesi fainÒmenon. œn te g¦r tù crwmatikù gšnei tîn tÕ puknÕn pe-
riecÒntwn lÒgwn tÕn ˜pÒmenon lÒgon me…zona pepo…hke toà mšsou
mhdamîj, ™mmeloàj toà toioÚtou ginomšnou, k¢n tù diatonikù tÕn
¹goÚmenon lÒgon me…zona toà mšsou, dšon toÙnant…on, æj œcei tÕ ¡ploàn
15 diatonikÕn, kaˆ œti toÝj ˜pomšnouj lÒgouj tîn dÚo genîn ‡souj, dšon
™l£ttw tÕn toà diatonikoà.76gšgonen oân a‡tion ¤pasi toà m¾ dedokimas-
mšnwj proselhluqšnai tÍ tîn lÒgwn Øpoqšsei tÕ m¾ prÒteron ™peskšfqai
t¾n di' aÙtîn crÁsin, ¢f' Âj mÒnhj ºdÚnanto parab£llesqai ta‹j tÁj
a„sq»sewj | katal»yesi, kaˆ di¦ toàto toÝj mn tîn sumfwniîn lÒgouj 69
20 kaˆ di¦ mi©j cordÁj ™xet£zesqai dunamšnouj kat¦ tÕn e„j dÚo merismÕn
™xeilhfÒtej fa…nontai, toÝj d tîn ™mmeleiîn tÍ sunqšsei toà di' Ólou
sust»matoj mÒnwj ¨n qewrhqšntaj, Óper oÙk ™nÁn ™pˆ mi©j cordÁj
¢kribîj „de‹n, kaˆ p£nu dieyeusmšnwj. ™legcqe‹en g¦r ¨n ™nargîj, e‡ tij
kat' aÙtoÝj poio‹to t¦j katatom¦j ™pˆ tîn ™kteqeimšnwn ¹m‹n „sotÒnwn
25 Ñktë cordîn, ƒkanîn oÙsîn ½dh tÕn eƒrmÕn toà mšlouj ™pideiknÚnai ta‹j
¢koa‹j, †na katam£qwsi tÒ te gn»sion kaˆ tÕ m». kaˆ †na ge prÒceiroj
76
1 ti] te Wallis || 2 u(fi/sthsi f || 10 to/ om. m : add. W1 || 16 e)la/ttona f | h( ai)ti/a f | e)n
a(/pasi f || 17 to/] to/ Düring : t%= Wallis || 18 h)du/nanto/ te a)naba/llesJai MWE : h)du/nanto/ te
1 1
a)raba/llesJai V : corr. W V : h)du/nato paraba/llesJai f : e)f' hÂj mo/nhj h)du/nato paraba-
1
le/sJai Wallis || 20 u(giw=j ante kata/ add. g : s.s. A : ante e)ceilhfo/tej add. f || 25 i(kano/n M
78
¹m‹n ¹ parabol¾ Ï tîn te kaq' ¹m©j genikîn diairšsewn kaˆ œti tîn
¥nwqen paradoqeisîn, Ósaij goàn ™netÚcomen, proekqhsÒmeqa merik»n
tina toÚtwn par£qesin ™pˆ toà mšsou kaˆ dwr…ou tÒnou prÕj œndeixin aÙ-
toà mÒnon tÁj ™kkeimšnhj diafor©j.
77
5 KaqÒlou mšntoi kecr»meqa ta‹j tîn diairšsewn ™fÒdoij oÙ
tÕn aÙtÕn trÒpon to‹j palaiotšroij, tšmnontej kaq' ›kaston fqÒggon tÕ
Ólon mÁkoj e„j toÝj diashmainomšnouj lÒgouj, di¦ tÕ ™rgîdej kaˆ
dÚslhpton tÁj toiaÚthj katametr»sewj, ¢ll' ™xarcÁj toà prostiqemšnou
ta‹j corda‹j kanon…ou diairoàntej tÕ ¢polambanÒmenon mÁkoj ¢pÕ toà
10 kat¦ tÕ ÑxÝ pšraj ¢poy£lmatoj mšcri tÁj ØpÕ tÕn barÚtaton fqÒggon
™somšnhj shmeièsewj e„j ‡sa kaˆ sÚmmetra tù megšqei tm»mata, kaˆ pa-
ratiqšntej aÙto‹j toÝj ¢pÕ tÁj prÕj tÕ ÑxÝ pšraj ¢rcÁj ¢riqmoÚj, di'
Óswn ¨n ™gcwrÍ mor…wn, †na toÝj ™n to‹j o„ke…oij lÒgoij sunistamšnouj
˜k£stJ tîn fqÒggwn ¢pÕ toà e„rhmšnou koinoà pšratoj œcontej
15 ™kteqeimšnouj Øp£gwmen ¢eˆ proce…rwj ™pˆ toÝj ™k toà kanon…ou diash-
mainomšnouj tÒpouj t¦ ¢poy£lmata tîn kinoumšnwn magad…wn. k¢peid¾
toÝj sunšcontaj ¢riqmoÝj t¦j koin¦j tîn genîn diafor¦j e„j muri£daj
™kp…ptein sumba…nei, mon£dwn Ólwn ¢partizomšnwn sunecrhs£meqa to‹j
™ggut£tw merismo‹j mšcri tîn prètwn tÁj mi©j mon£doj ˜xhkostîn, éste
20 mhdšpote plšon ˜nÕj ˜xhkostoà tÁj ™n tÍ katatomÍ toà kanon…ou mi©j
mo…raj dienegke‹n t¦j parabol£j. œti d Ópwj toà barutšrou tÁj diaze-
Úxewj di¦ tess£rwn ¹ di£stasij l/ perišcV mo…raj, Ósaj 'AristÒxenoj
Øpot…qetai, prÕj tÕ kaˆ t¦j kat' aÙtÕn diairšseij ™pˆ tÕ me‹zon
¢polamb£nontej tetracÒrdou tmÁma di¦ tîn aÙtîn ¢riqmîn katanoe‹n, r/
25 mn kaˆ k/ tmhm£twn Øpeqšmeqa tÕ ¢pÕ toà koinoà pšratoj mÁkoj ™pˆ tÕn
barÚtaton fqÒggon toà Øpokeimšnou di¦ pasîn, %/ d kat¦ tÕn ™p…triton
77
1 vÅ] gi/nhtai f | tw=n e)/ti a)/nwJen Wallis || 3 au)tou= scr. Düring : au)to/ m : au)th=j gA:
om. f || 5 kaJo/lou] kaJ' o(\n ou) MWE || 24 a)polamba/nontoj m | au)tw=n om. fg || 26 %/] oi( m
79
lÒgon, tÕn ÑxÚteron aÙtoà tù di¦ | tess£rwn, éste kaˆ tÕn mn tù di¦ 70
pšnte ÑxÚteron toà barut£tou tîn aÙtîn p/ g…nesqai kat¦ tÕn ¹miÒlion
lÒgon, tÕn d ÑxÚtaton toà di¦ pasîn x/ kat¦ tÕn dipl£sion lÒgon, tîn
metaxÝ kinoumšnwn ¢koloÚqwj to‹j ˜k£stou gšnouj lÒgoij lambanÒntwn
5 toÝj ¢riqmoÚj.
id/. ”Ekqesij tîn poioÚntwn ¢riqmîn t¾n toà di¦ pasîn katatom¾n
™p… te toà ¢metabÒlou tÒnou kaˆ tîn kaq' ›kaston genîn.
20
78
1 kai/ om. f || 2 o)cu/teron A || 4 a)kolou/Jwj] a)\n o)rJw=j m : corr. V1 || 8 dh/] de/ f | g /
om. mf | tw=n ante sti/xwn add. m | sti/xwn e)n e(ka/stv seli/di to\ me/n f | seli/dwn m || 11 to\
e)narmo/nion ge/noj A || 12 e)n om. f || 14 kai\ g /] kai\ h / m || 15 kata\ Di/dumon e)n lo/goij e)pi\ d /
kai\ e)pi\ me / finis f
80
TÕ d deÚteron kanÒnion perišcei <t¦ crwmatik¦ gšnh: ™pˆ mn toà
prètou selid…ou tÕ kat¦ 'ArcÚtan ™n lÒgoij tù tîn lb/ prÕj kz/ kaˆ tù
tîn smg/ prÕj skd/ kaˆ ™pˆ kz/, ™pˆ d toà deutšrou tÕ kat¦ 'AristÒxenon
crîma malakÕn ™n diast£sei moirîn kb/ kaˆ d/ kaˆ d/ ™pˆ d toà tr…tou tÕ
5 kat¦ 'AristÒxenon crîma ¹miÒlion ™n diast£sei moirîn ka/ kaˆ d/ kaˆ
¹m…seoj kaˆ d/ kaˆ ¹m…seoj, ™pˆ d toà tet£rtou tÕ kat¦ 'AristÒxenon
crîma tonia‹on ™n diast£sei moirîn ih/ kaˆ $/ kaˆ $/, | ™pˆ d toà pšmptou 72
tÕ kat¦ 'Eratosqšnhn ™n lÒgoij ™pˆ e/ kaˆ ™pˆ ih/ kaˆ ™pˆ iq/, ™pˆ d toà
›ktou tÕ kat¦ D…dumon ™n lÒgoij ™pˆ e/ kaˆ ™pˆ kd/ kaˆ ™pˆ ie/, ™pˆ d toà
10 ˜bdÒmou tÕ kaq' ¹m©j crîma malakÕn ™n lÒgoij ™pˆ e/ kaˆ ™pˆ id/ kaˆ ™pˆ
kz/, ™pˆ d toà ÑgdÒou tÕ kaq' ¹m©j crîma sÚntonon ™n lÒgoij ™pˆ $/ kaˆ
™pˆ ia/ kaˆ ™pˆ ka/.
79
1 to\ de\ deu/teron kano/nion e)pi\ kd / finis m : to\ b / kano/nion perie/xei finis g | ta\
xrwmatika/ – 83.2 e)pi\ ia / et tabulas suppl. Düring ex Argyro et Wallis || 2-3 t%= – skd /] t%=
tw=n skd / pro\j ta\ rpJ /t%= tw=n smg / pro\j ta\ skd /A || 4 xrw=ma malako/n] xrwmatiko\n mala-
ko/n A : tou= malakou= xrw/matoj Wallis || 5 xrw=ma h(mio/lion] h(mio/lion xrwmatiko/n A : tou=
h(mioli/ou xrw/matoj Wallis || 6-7 kata\ Aristo/cenon xrw=ma toniai=on] kat' au)to\n toniai=on
xrwmatiko/n A : tou= tonikou= xrw/matoj Wallis || 8-9 xrwmatiko/n post EratosJe/nhn et post
Di/dumon add. A || 9 kai/– ie /] kai\ e)pi\ ih / kai\ e)pi\ iJ /A || 10 xrw=ma malako/n] tou= malakou=
xrw/matoj Wallis || 11 kz /] kz / A Wallis : kj / Düring | xrw=ma su/ntonon] tou= sunto/nou
xrw/matoj Wallis
81
kat¦ 'Era- kat¦ kaq' ¹m©j
tosqšnhn D…dumon crîma ma- crîma sÚn-
lakÒn tonon
x/ x/ x/ x/
ob/ ob/ ob/ o/
oj/ oe/ oz/ q/ oj/ kb/
p/ p/ p/ p/
%/ %/ %/ %/
rh/ rh/ rh/ re/
rid/ rib/ l/ rie/ mg/ rid/ lg/
rk/ rk/ rk/ rk/
80
TÕ d tr…ton kanÒnion perišcei t¦ diatonik¦ gšnh: ™pˆ mn toà
prètou selid…ou tÕ kat¦ 'ArcÚtan ™n lÒgoij ™pˆ h/ kaˆ ™pˆ z/ kaˆ ™pˆ kz/,
™pˆ d toà deutšrou tÕ kat¦ 'AristÒxenon diatonikÕn malakÕn ™n di-
5 ast£sei moirîn ie/ kaˆ q/ kaˆ $/, ™pˆ d toà tr…tou tÕ kat¦ 'AristÒxenon
diatonikÕn sÚntonon ™n diast£sei moirîn ib/ kaˆ ib/ kaˆ $/, ™pˆ d toà
tet£rtou tÕ kat¦ 'Eratosqšnhn ™n lÒgoij ™pˆ h/ kaˆ ™pˆ h/ kaˆ tù toà
le…mmatoj, ™pˆ d toà pšmptou tÕ kat¦ D…dumon ™n lÒgoij ™pˆ h/ kaˆ ™pˆ q/
kaˆ ™pˆ ie/, ™pˆ d toà ›ktou tÕ kaq' ¹m©j diatonikÕn malakÕn ™n lÒgoij
10 ™pˆ z/ kaˆ ™pˆ q/ kaˆ ™pˆ k/, ™pˆ d toà ˜bdÒmou tÕ kaq' ¹m©j diatonikÕn to-
nia‹on ™n lÒgoij ™pˆ h/ kaˆ ™pˆ z/ kaˆ ™pˆ kz/, ™pˆ d toà ÑgdÒou tÕ kaq'
¹m©j diatonikÕn ditonia‹on ™n | lÒgoij ™pˆ h/ kaˆ ™pˆ h/ kaˆ tù toà 74
le…mmatoj, ™pˆ d toà ™n£tou tÕ kaq' ¹m©j diatonikÕn sÚntonon ™n lÒgoij
80
3 pa/lin post prw/tou add. A || 4 selidi/ou post deute/rou add. A | diatoniko\n
malako/n] dia/tonon malako/n A : tou= malakou= diato/nou Wallis || 5 i / kai\ j / kai\ d / kai\ e)/ti
moirw=n ante ie / add. A || 5 e)pi\ – Aristo/cenon] to\ de\ tri/ton seli/dion to\ kat' au)to/n A || 6 dia-
toniko\n su/ntonon] dia/tonon su/ntonon A : tou= sunto/nou diato/nou Wallis | h / kai\ h / kai\ d /
kai\ e)/ti ante ib / pr. add. A || 6-7 e)pi\ – teta/rtou] to\ de\ d / seli/dion A || 7 diatoniko/n post Era-
tosJe/nhn add. A || 8 kaloume/nou ante lei/mmatoj add. A | e)pi\ – pe/mptou] to\ de\ e / seli/dion A ||
9 selidi/ou post e(/ktou add. A | diatoniko\n malako/n] malako\n dia/tonon A : tou= malakou=
diato/nou Wallis || 10 diatoniko\n toniai=on] diatoniko/n om. A : tou= toniai/ou diato/nou Wallis ||
11 selidi/ou post o)gdo/ou add. A || 12 diatoniko\n ditoniai=on] su/ntonon dia/tonon A : tou= dito-
niai/ou diato/nou Wallis || 12-13 e)pi\ pr.– lei/mmatoj] e)pi\ J / kai\ e)pi\ h / kai\ e)pi\ ie / A || 14 dia-
toniko\n su/ntonon] dia/tonon o(malo/n A : sunto/nou diato/nou Wallis
82
™pˆ q/ kaˆ ™pˆ h/ kaˆ ™pˆ ie/, ™pˆ d toà dek£tou tÕ kaq' ¹m©j diatonikÕn
ÐmalÕn ™n lÒgoij ™pˆ q/ kaˆ ™pˆ i/ kaˆ ™pˆ ia/ >.81
kaq' ¹m©j
diato- dia- diatonikÕn diatonikÕn diatonikÕn
nikÕn ma- tonikÕn ditonia‹on sÚntonon ÐmalÒn
lakÒn tonia‹on
x/ x/ x/ x/ x/
xh/ ld/ xz/ l/ xz/ l/ xj/ m/ xj/ m/
oj/ ia/ oz/ q/ oe/ nj/ oe/ og/ k/
p/ p/ p/ p/ p/
%/ %/ %/ %/ %/
rb/ na/ ra/ ie/ ra/ ie/ r/ r/
rid/ iz/ rie/ mg/ rig/ nd/ rib/ l/ ri/
rk/ rk/ rk/ rk/ rk/
5
81
1 e)pi\ pr. – ie /] e)pi\ J / kai\ e)pi\ i / kai\ e)pi\ ia / A | selidi/ou post deka/tou add. A |
diatoniko\n o(malo/n] ditoniai=on A : tou= o(malou= diato/nou Wallis || 2 e)pi\ – ia /] e)pi\ h kai\ e)pi\
h / kai\ t%= tou= lei/mmatoj A | e(ch=j ta\ kano/nia post ia / add. Wallis
83
ie/. ”Ekqesij tîn poioÚntwn ¢riqmîn t¦j ™n to‹j ˜pt¦ tÒnoij tîn 74
sun»qwn genîn katatom£j.
82
Aátai mn oân ¹m‹n aƒ katatomaˆ tugc£nousi protetupwmšnai
prÕj mÒnhn, æj œfamen, t¾n ¢n£krisin tîn genikîn diaforîn. loipÕn d
5 tÁj di¦ pasîn tîn metabolîn cr»sewj ›neken ™l£bomen kat¦ tÕn aÙtÕn
trÒpon toÝj sunistamšnouj ¢riqmoÝj ™f' ˜k£stou tîn ˜pt¦ tÒnwn, kaˆ tîn
™pidecomšnwn tÕ sÚnhqej tÁj melJd…aj genîn, kaˆ œti æj ›kaston aÙtîn
di' Ólou toà Ûfouj sune…resqai pšfuken, toutšsti toà mn kaˆ kaq' aØtÕ
melJde‹sqai dunamšnou toÝj to‹j Ðmogenšsi lÒgoij dieilhmmšnouj
10 ¢riqmoÚj, tîn d kat¦ t¾n prÕj toàto merik¾n m…xin, e„ m» tij ™qšloi
bi£zesqai, toÝj ™k tîn kekramšnwn lÒgwn to‹j o„ke…oij tÁj m…xewj tÒpoij
™farmozomšnouj, †na laqe‹n dunhqîmen kaˆ aÙtoˆ pšran toà dšontoj
Øperekp…ptontej, ™pˆ plšon ½dh kataginÒmenoi perˆ t¦j tîn ¢sun»qwn
genîn katatom£j. ™t£xamen d¾ k¢ntaàqa kanÒnaj id/, diplas…ouj tîn
15 ˜pt¦ tÒnwn, st…cwn mn Ðmo…wj ›kaston h/, to‹j toà di¦ pasîn fqÒggoij
„sar…qmwn, selid…wn d pšnte kat¦ tÕ plÁqoj tîn | sun»qwn genîn. periš- 75
cousi d oƒ mn Øperke…menoi kanÒnej ˜pt¦ toÝj poioàntaj ¢riqmoÝj tÕ
¢pÕ tÁj tÍ qšsei n»thj tîn diezeugmšnwn ™pˆ tÕ barÝ di¦ pasîn, oƒ d
Øpoke…menoi toÚtoij toÝj poioàntaj ¢riqmoÝj tÕ ¢pÕ tÁj tÍ qšsei mšshj À
20 tÁj n»thj tîn Øperbola…wn ™pˆ tÕ barÝ di¦ pasîn, †n' œcwmen ¢f' Ðpotš-
raj ¨n tîn ¢rcîn proairèmeqa poie‹sqai t¦j ¡rmog£j. œti d oƒ mn
prohgoÚmenoi dÚo kanÒnej perišcousi tÕn mixolÚdion tÒnon, oƒ d deÚteroi
tÕn lÚdion, oƒ d tr…toi tÕn frÚgion, oƒ d tštartoi kaˆ mšsoi tÕn dèrion,
oƒ d pšmptoi tÕn ØpolÚdion, oƒ d ›ktoi tÕn ØpofrÚgion, oƒ d œscatoi tÕn
82
4 a)na/krasin tw=n genw=n kai\ tw=n diaforw=n f || 8 suneirh=sJai m || 8-9 tou= me\n
kaJ' au(to\ kai\ kaJo/lou mel%dei=sJai d. f : tou= me\n kai\ kaJ' au(to\ mel%dei=sJai du-
name/nou kai\ kaJolikw=j tou=j toi=j gA || 10 mi/cin codd. : mei=cin Düring || 13 h)/dh] h)\ dei= g |
katahnwmenoi MV : kataknwmenoi E | sunh/Jwn fg : s.s.gr. a)sunh/Jwn G || 16 i)sari/Jmouj mg
|| 17-18 to\ a)po\ th=j Je/sei me/shj h)\ th=j nh/thj – to\ a)po\ th=j Je/sei nh/thj g || 18 tv= om. mf | ||
19 to/ om. f || 21-22 e)a\n de\ oi( me\n – perie/xwsi m
84
Øpodèrion. kaˆ tîn selid…wn d t¦ mn prîta kaq' ›kaston tÒnon poie‹ tÕ
m‹gma toà suntÒnou crèmatoj kaˆ toà tonia…ou diatÒnou, t¦ d deÚtera tÕ
m‹gma toà malakoà diatÒnou kaˆ toà tonia…ou diatÒnou, t¦ d tr…ta kaq'
aØtÕ kaˆ ¥kraton tÕ tonia‹on di£tonon, t¦ d tštarta tÕ m‹gma toà
5 tonia…ou diatÒnou kaˆ toà ditonia…ou, t¦ d pšmpta toà tonia…ou diatÒnou
kaˆ toà suntÒnou diatÒnou, toà mn ¢riqmoà p£lin tÁj t£xewj tîn
fqÒggwn paratiqemšnou to‹j prètoij selid…oij, tîn d kat¦ tÒnon kaˆ gš-
noj ™pigrafîn Øpertiqemšnwn ™n to‹j o„ke…oij tÒpoij. proseq»kamen d
k¢ntaàqa kanÒnion ¢pÕ st…cwn mn i/, selid…wn d h/, perišcon p£saj t¦j
10 sunagomšnaj kaq' ›kaston fqÒggon tîn ¢riqmîn diafor£j, †na dÁlon ¹m‹n
Ï tÒ te plÁqoj tîn tÒpwn kaˆ tÕ mšgeqoj tÁj katalambanomšnhj di-
ast£sewj ™f' ˜k£stou tîn fqÒggwn ™n ¡p£saij ta‹j ™kkeimšnaij me-
tabola‹j.83
83
3 mi=gma] tmh=ma m : tmi=gma F unde tmh=ma in apogr. | kaloume/nou ante diato/nou pr.
add. f | tou= om. mg || 4 to/ pr. om. m || 5 diato/nou] diatoniai/ou f || 6 me/n om. m || 9 seli/dwn m
Ne titulos pagellarum in omnibus tabellis sequentibus repetat, numeris notavit Düring, qui
significant:
a/. tÕ m‹gma toà suntÒnou crèmatoj kaˆ toà tonia…ou diatÒnou
b/. tÕ m‹gma toà malakou diatÒnou kaˆ toà tonia…ou diatÒnou
g/. kaq' aØtÕ kaˆ ¥kraton tÕ tonia‹on di£tonon
d/. tÕ m‹gma toà tonia…ou diatÒnou kaˆ toà ditonia…ou
e/. tÕ m‹gma toà tonia…ou diatÒnou kaˆ toà suntÒnou diatÒnou
Hic omnes tabellas scripsi quo facilius fiat comparatio.
85
b/. Lud…ou ¢pÕ n»thj.
86
j/. `Upofrug…ou ¢pÕ n»thj.
87
i/. Frug…ou ¢pÕ mšshj.
88
id/. `Upodwr…ou ¢pÕ mšshj.
nj/ ia/ xg/ ig/ o/ id/ oq/ a/ pd/ iz/ %g/ lq/ re/ ka/ rib/ kb/
nq/ ij/ xj/ m/ oa/ z/ p/ ph/ ng/ %d/ mq/ rj/ m/ rih/ la/
x/ xz/ l/ ob/ id/ p/ ij/ %/ r/ rh/ kb/ rk/
x/ ib/ xz/ mg/ og/ me/ p/ kz/ %/ ih/ ra/ ie/ ri/ lz/ rk/ kd/
x/ k/ xz/ ng/ oe/ pa/ ij/ %/ l/ ra/ le/ rib/ l/ rk/ m/
x/ nz/ xh/ ld/ oe/ nj/ pb/ nh/ %a/ kj/ ra/ mq/ rig/ nd/ rka/ nd/
xb/ ig/ o/ oj/ ia/ pe/ mg/ %g/ k/ rb/ na/ rid/ iz/ rkd/ kz/
oj/ kb/ pe/ ne/ re/ rid/ lg/
oz/ q/ pj/ mz/ rie/ mg/
oh/ me/
84
2-3 kano/nion – diafora/j e textu ponit Düring : e)/kJesij tw=n e)ntassome/nwn e)n toi=j
kanoni/oij a)riJmw=n meJ' o(po/swn leptw=n e(/kastoj lamba/netai g || 4 tit. om. mfA || 6 kai\ h(
1 1
tw=n koinoth/twn Wallis || 8 u(po\ tw=n] u(patw=n m : corr. W E || 9 sunto/nou scr. Düring : mala-
kou= codd.
89
Øpodwr…ou tÒnou, t¦ d Øpšrtropa Ðmo…wj oƒ toà tonia…ou diatÒnou
¢riqmoˆ toà frug…ou, t¦j d parup£taj oƒ toà m…gmatoj toà malakoà
diatÒnou toà dwr…ou, toÝj d trÒpouj oƒ toà m…gmatoj toà suntÒnou
crèmatoj toà Øpodwr…ou, t¦ d kaloÚmena par' aÙto‹j „astiaiÒlia oƒ toà
5 m…gmatoj toà ditonia…ou diatÒnou toà Øpofrug…ou, t¦ d lÚdia oƒ <toà
m…gmatoj> toà <di>tonia…ou diatÒnou toà dwr…ou. ™peˆ d ™f£nh tîn
fqÒggwn ¡p£ntwn Ð mn ÑxÚtatoj ¢pšcwn toà koinoà pšratoj perˆ t¦j ne/
mo…raj, Ð d barÚtatoj perˆ t¦j rke/, de‹ d met¦ toàto tÕ tmÁma
katale…pesqa… ti85di£sthma mšcri toà ¢ntikeimšnou pšratoj tÕ
10 ¢polhyÒmenon t¦ ¹m…sea toà pl£touj tÁj te menoÚshj mag£doj kaˆ tÁj
kinou|mšnhj, ØfelÒntej Ólou toà m»kouj tÕ ‡son to‹j e„rhmšnoij pl£tesi 81
sunamfotšroij, À kaˆ œti me‹zon: tÕ loipÕn dieloàmen e„j t¦ ke/ pent£moira
tÁj kat¦ mo‹ran ™pidiairšsewj ¢rkeqhsomšnhj ™pˆ mÒnwn tîn id/ penta-
moiriîn tîn periexousîn t¦j metaxÝ tîn ¥krwn fqÒggwn mo…raj o/,
15 toutšsti t¦j ¢pÕ tÁj ne/ mšcri tÁj rke/. cr»simon d œstai kaˆ tÕ to‹j
koll£boij ˜tšrouj „sar…qmouj qemat…zein ™n to‹j ¢ntikeimšnoij toà
kanÒnoj pšrasin Øpr toà ·vd…wj ™n ti pe…rv tîn cordîn parafšrein
aÙtîn t¦ m»kh, toà mn calîntoj, toà d ™pite…nontoj tîn periecÒntwn
aÙt¦j koll£bwn, kaˆ œti tÕ poie‹n aÙtoÝj ™n ti pelek»sei kinoumšnouj ™pˆ
20 toà pl£touj toà kanÒnoj ›neken tÁj ˜tšraj tîn cr»sewn, kaq' ¿n mi©j
mag£doj plate…aj Øpoballomšnhj aƒ kat¦ pl£toj kin»seij tîn cordîn
poioàsi t¦j o„ke…aj ¡rmog£j. diairoumšnwn g¦r p£lin dÚo kanon…wn ‡swn
85
4 au)tw=n Westphal | i)astiaio/lia A : i)astiaioliai=a mfg || 5 diatoniai/ou mf || 5-6
tou= mi/gmatoj tou= ditoniai/ou Monro : ta\ de\ lu/dia oi( tou= toniai/ou diato/nou codd. : ta\ de\
lu/dia kai\ i)a/stia oi( tou= mi/gmatoj tou= sunto/nou diato/nou tou= ... ta\ de\ ... oi( tou= toniai/ou
diato/nou Westphal : ta\ de\ lu/dia oi( tou= mi/gmatoj tou= toniai/ou diato/nou Düring : ta\ de\
lu/dia oi( tou= mi/gmatoj tou= sunto/nou diato/nou Schönberger : ta\ de\ lu/dia oi( tou= mi/gmatoj
tou= toniai/ou diato/nou kai\ tou= sunto/nou diato/nou Höeg || 7-8 peri/] para/ bis f : semel Wallis
|| 10 h(mi/sh Wallis || 11 u(pe/xontej f || 12 ei)j to\n ke / pe/nte moi/raj m : corr. W1V1E1 || 13 pe/nte
1 1 1 1
moirw=n m : corr. W || 16 e(te/rouj] o(/ te tou/j m : corr. W V E || 18 periexome/nwn fGgr || 22
poih/sousi fA
90
tù m»kei tîn menousîn mag£dwn e„j t¦j Øpokeimšnaj metaxÝ tîn ¥krwn
fqÒggwn mo…raj, kaˆ prostiqemšnwn ˜katšrou tîn mag£dwn ˜katšrv kat¦
t¾n ™pˆ t¦ aÙt¦ ¢nt…qesin tîn ‡swn ¢riqmîn, aƒ kat¦ pl£toj ge tîn
cordîn paracwr»seij ¢p' aÙtîn deicq»sontai to‹j ¡rmÒzesqai du-
5 namšnoij. tîn d koll£bwn sugkaqistamšnwn mn kaˆ aÙtîn oƒ fqÒggoi
thr»sousi t¦j aÙt¦j t£seij, menÒntwn d sumb»setai t¦j cord¦j ™k tÁj
™pˆ t¦ pl£gia parafor©j, pot mn calwmšnaj, pot d ™piteinomšnaj,
de‹sqai p£lin tÁj ™xarcÁj ™pˆ t¦j „soton…aj ¢pokatast£sewj.86
10
86
2 prostiJeme/nou f || 3 ge] te m || 5 kaJistame/nwn fA || 6 throu=si f || 8 klaudi/ou
ptolemai/ou a(rmonikw=n tw=n ei)j tri/a to\ deu/teron add. WVg
91
KLAUDIOU PTOLEMAIOU ARMONIKWN TRITOU KEFALAIA 82
a/. Pîj ¨n ¹ di' Ólou crÁs…j te kaˆ ¢n£krisij g…noito tîn lÒgwn
di¦ pentekaidekacÒrdou kanÒnoj.
b/. Mšqodoi prÕj t¾n di¦ mÒnwn tîn Ñktë fqÒggwn mšcri toà dˆj di¦
5 pasîn katatom»n.
g/. 'En po…J gšnei qetšon t»n te ¡rmonik¾n dÚnamin kaˆ t¾n
™pist»mhn aÙtÁj.
d/. “Oti ¹ toà ¹rmosmšnou dÚnamij p©si mn to‹j teleiotšroij t¦j
fÚseij ™nup£rcei, katafa…netai d m£lista di£ te tîn ¢nqrwp…nwn yucîn
10 kaˆ tîn oÙran…wn forîn.
j/. Parabol¾ tîn te toà ¹rmosmšnou genîn kaˆ tîn kat¦ t¦j
prètaj ¢ret£j.
h/. Perˆ tÁj ÐmoiÒthtoj toà tele…ou sust»matoj kaˆ toà di¦ mšswn
tîn zJd…wn kÚklou.
q/. Pîj t¦ toà ¹rmosmšnou sÚmfwna kaˆ di£fwna Ðmo…wj œcei to‹j
20 ™n tù zJdiakù.
i/. “Oti tÍ kat¦ mÁkoj kin»sei tîn ¢stšrwn tÕ ™fexÁj ™n to‹j fqÒg-
goij œoiken.
ia/. Pîj ¹ kat¦ b£qoj k…nhsij tîn ¢stšrwn to‹j ™n ¡rmon…v gšnesi
parab£lletai.87
25
87
2 e)/nesti de\ e)n t%= au)t%= ta/de add. f || 8 telewte/roij m || 10 periforw=n g
92
ib/. “Oti kaˆ ta‹j kat¦ pl£toj parÒdoij tîn ¢stšrwn ™narmÒzousin
aƒ kat¦ toÝj tÒnouj metabola….
ig/. Perˆ tÁj ¢nalog…aj tîn tetracÒrdwn kaˆ tîn prÕj tÕn ¼lion
schmatismîn.
88
1 e)narmoni/zousin V : e)farmo/zousin fgA || 3 ta/j ante tw=n pro/j add. m || 9
oi)keiw/seij fA
93
KLAUDIOU PTOLEMAIOU ARMONIKWN TRITON 83
a/. Pîj ¨n ¹ di' Ólou crÁs…j te kaˆ ¢n£krisij g…noito tîn lÒgwn
di¦ pentekaidekacÒrdou kanÒnoj.
89
1 TIT.] klaudi/ou ptolemai/ou a(rmonikw=n tw=n ei)j tri/a to\ tri/ton G || 4 ge] te m ||
10 tou/j alt. om. f || 13 poiei=n ME : in marg. V || 15 tai=j sta/ses (-i s.l.) m : corr. W1V1 | te del.
Wallis || 17 tou/j ante i)soto/nouj add. m : kai\ i)soto/nouj G || 21 h( e(no/j g
94
œpeita ‡saj ¢pol£bwmen t¦j AE kaˆ GZ, kaˆ Ð AE toà GZ tù di¦ pasîn
ÑxÚteroj œstai.
kaqÒlou g£r, ™pe… ™stin æj mn ¹ AB di£stasij prÕj t¾n AE, oÛtwj Ð ¢pÕ
5 tÁj AE yÒfoj prÕj tÕn ¢pÕ tÁj AB, æj d ¹ | GD di£stasij prÕj t¾n GZ,
84
oÛtwj Ð ¢pÕ tÁj GZ yÒfoj prÕj tÕn ¢pÕ tÁj GD. kaˆ œstin æj ¹ AB
di£stasij prÕj t¾n AE, oÛtwj ¹ GD prÕj t¾n GZ. œstai kaˆ æj Ð ¢pÕ tÁj
AE yÒfoj prÕj tÕn ¢pÕ tÁj AB, oÛtwj Ð ¢pÕ tÁj GZ yÒfoj prÕj tÕn ¢pÕ
tÁj GD: kaˆ ™nall£x, æj Ð ¢pÕ tÁj AE yÒfoj prÕj tÕn ¢pÕ tÁj GZ, oÛtwj Ð
10 ¢pÕ tÁj AB yÒfoj prÕj tÕn ¢pÕ tÁj GD, éste, ™peˆ Ð ¢pÕ tÁj AB toà ¢pÕ
tÁj GD ØpÒkeitai tù di¦ pasîn ÑxÚteroj, kaˆ Ð ¢pÕ tÁj AE toà ¢pÕ tÁj
GZ œstai tù di¦ pasîn ÑxÚteroj, Óper ™pˆ p£ntwn tîn ˜pt¦ diast»mata
periecÒntwn fqÒggwn kat¦ tÕ Ôrganon sumb»setai, tÁj aÙtÁj tomÁj toà
kanÒnoj ¢mfotšroij paratiqemšnhj.
90
15 OÛtw mn oân ¨n ¡rmÒsaito kaˆ Ð mÒnwn tîn „sotoniîn
¢ntilamb£nesqai dun£menoj, ™nšstai d tù kaˆ t¦j ÑfeiloÚsaj g…nesqai
diafor¦j tîn fqÒggwn kaq' ›kaston edoj ºkribwkÒti tÕ ¢n£palin poie‹n,
toutšstin Ðpwsoàn ™cÒntwn t£sewj tîn fqÒggwn kaqist£nai t¦ mag£dia
prÕj ˜nÒj tinoj gšnouj kaˆ tÒnou katatom»n, eta ¡rmÒzesqai ta‹j ¢koa‹j
20 ¢koloÚqwj to‹j Øpokeimšnoij. toÚtou g¦r ¤pax ginomšnou, metaferomšnwn
tîn magad…wn e„j ¥llou gšnouj À tÒnou tÒpouj, ¹rmosmšnon œstai kaˆ
toàto kaˆ t¦ ¥lla p£nta kat¦ tÕn aÙtÕn trÒpon, di¦ tÕ t¾n prèthn
¡rmog¾n „sotÒnouj p£lin ™n to‹j ‡soij m»kesi toÝj fqÒggouj kaqist£nein.
25
90
6-9 e)/stin w(j – GD kai/ om. f || 9 o( pr. om. m || 15 tmh=ma b / codd. | kai/ om. g
95
”Estwsan g¦r Ðmo…wj dÚo fqÒggoi, oƒ AB kaˆ GD, kaˆ ¢peil»fqw
kaq' ˜k£teron ¥nisa tm»mata t¦ AE kaˆ GZ, ¹rmÒsqw te oÛtwj, éste tÕn
toà GZ mšrouj yÒfon prÕj tÕn toà AE lÒgon œcein, Ön tÕ AE mÁkoj prÕj tÕ
GZ:
5
lšgw Óti kaˆ t¦ ‡sa tm»mata tîn fqÒggwn „sÒtona œstai. ¢peil»fqw g¦r
tÍ AE diast£sei ‡sh ¹ GH. ™peˆ dš ™stin æj ¹ AE di£stasij, toutšstin ¹
GH, prÕj t¾n GZ, Ð ¢pÕ tÁj GZ yÒfoj prÒj te tÕn ¢pÕ tÁj AE di¦ tÕ oÛtwj
¹rmÒsqai, kaˆ prÕj tÕn ¢pÕ tÁj GH di¦ tÕ ™xarcÁj Øpoke…menon, tÕn aÙtÕn
10 ›xei lÒgon Ð ¢pÕ tÁj GZ yÒfoj prÒj te tÕn ¢pÕ tÁj AE kaˆ prÕj tÕn ¢pÕ
tÁj GH: „sÒ|tona ¥ra œstai t¦ AE kaˆ GH mšrh tîn fqÒggwn ™n ‡soij 85
m»kesin e„lhmmšna.
91
DÁlon d œstai kaˆ kat' aÙt¾n t¾n ™n£rgeian tÕ dedeigmšnon
¢pokaqistamšnwn tîn magad…wn met¦ tÒ, æj e‡pomen, ¡rmosqÁnai toÝj
15 fqÒggouj ™pˆ toÝj ¢polamb£nontaj tÒpouj p£saj t¦j diast£seij ‡saj.
eØr»somen g¦r ˜k£terÒn te tîn tagm£twn „sÒtonon aÙtù kaˆ ¢mfÒtera
prÕj ¥llhla ™n tù di¦ pasîn, æsaneˆ kat¦ tÕn prÒteron trÒpon
Øpetiqšmeqa tÕ toioàto. kaˆ mhdšna kine…tw tÕ plÁqoj tîn fqÒggwn, Ótan
ge tÍ dun£mei kaˆ kat¦ tÕ koinÕn Øpoke…menon m¾ diafšrwsin ˜nÒj, Óper
20 ™¦n m¾ pant£pasin aÙto‹j Øp£rcV, diamart£noit' ¨n tÕ p©n. oÙ g¦r toàto
Ãn œrgon toà kanÒnoj, tÕ di¦ mi©j ¢riqmù cordÁj À pleiÒnwn mšn,
¢fwrismšnon d ™cousîn tÕ plÁqoj, deiknÚnai toÝj tîn ™mmelîn lÒgouj,
¢ll¦ ¡plîj tÕ di' Ðswnoàn „sotÒnwn, †na paršcwsin aÙt¦j
¢parall£ktouj mi©j, ¡rmÒsasqai mÒnJ tù lÒgJ toàq', Óper ¨n ¡rmÒsainq'
91
6 kai/ om. g || 7 de/ om. mf || 9 to/ om. m : add. W1 || 3 tmh=ma g / mgA || 13 tmh=ma g f
|| 18 u(poteJei/meJa m : u(peJe/meJa A || 22 a)forisme/nwn m || 23 mo/non melw=n post i)soto/nwn
add. f : mo/non xordw=n add. g Wallis : mo/non add. A || 24 a(rmo/sanJ' m : a(rmo/sainto Wallis
96
oƒ mousikètatoi ta‹j ¢koa‹j. m£lista mn parast£sewj ›neken tîn tÁj
fÚsewj dhmiourghm£twn kaˆ tÁj oÛtwj ¢parabl»tou tšcnhj, kat'
™pakoloÚqhsin d kaˆ tÁj di' aÙtÁj cr»sewj, proãpoke‹sqai de‹ tÕ toioà-
ton e‡j te t¾n eÛresin kaˆ t¾n œndeixin tîn ¢kriboÚntwn tÕ ¹rmosmšnon
5 lÒgwn. ™pˆ mn oân toà ˜tšrou trÒpou tÁj toà kanÒnoj cr»sewj, lšgw d
kaq' Ön ˜k£stV tîn cordîn mag£dion n Øpofšretai, oÙdem…a g…netai
proskop», diamerizomšnou toà Ólou sust»matoj e„j dÚo t¦j Ðmo…aj
katatom¦j prÕj tÕ p£saj ¡rmÒzesqai t¦j ™kkeimšnaj diafor£j, ™pˆ d toà
˜tšrou, kaq' Ön de»sei dÚo mÒnaj mag£daj Øpob£llesqai to‹j dusˆ
10 t£gmasi, sumb»setai poll£kij t¦j kat¦ t¦ ™n tù metaxÝ pl£tei toà
kanÒnoj pšrata tîn mag£dwn cord¦j ™n ti tîn meqarmogîn ™pˆ t¦ pl£gia
metafor´ katalamb£nein t¦ ¢ntike…mena pšrata tîn mag£dwn, kaˆ mhkšti
dÚnasqai t¦ o„ke‹a m»kh thre‹n. diÕ mÒna ™gcwre‹ tîn susthm£twn kat¦
toàton pera…nesqai tÕn trÒpon, ïn Ð ›teroj tîn e„rhmšnwn fqÒggwn ›na
15 kaˆ tÕn aÙtÕn ™n ta‹j meqarmoga‹j ™pšcei tÒpon, Ö m£lista sumbšbhke
to‹j di¦ tÁj kiq£raj melJdoumšnoij, oŒj kaˆ mÒnoij ¢rkestšon ™pˆ goàn
tÁj ™kkeimšnhj tîn sunecîn magad…wn cr»sewj, éste kaˆ toÝj koll£bouj
tîn koinîn kaˆ ¢kin»twn ™n aÙto‹j fqÒggwn dÚnasqai mšnein kat¦ tÕ
pl£toj ¢metast£touj.
20 b/. Mšqodoi prÕj t¾n di¦ mÒnwn tîn Ñktë fqÒggwn mšcri toà dˆj di¦ 86
92
pasîn katatom»n.
MeqodeÚoito d' ¨n ¹ toà dˆj di¦ pasîn katatom¾ kaˆ mÒnwn tîn
™xarcÁj Ñktë fqÒggwn Øpokeimšnwn tÕn trÒpon toàton. noe…sqw tÕ
™farmÒzon ÓlJ tî m»kei kanÒnion tÕ AB kaˆ tetm»sqw kat¦ tÕ G shme‹on,
25 éste dipl£sion poie‹n tÕ AG tmÁma toà GB, kaˆ ¢peil»fqw ™f' ˜k£tera
toà G prÕj mn tù B tÕ GD, prÕj d tù A tÕ GE, éste tÕ mn DE Ólon ˜nÕj
92
3 o(/ti ante proãpokei=sJai add. mgA : proãpokei/sJw de/ f || 4 to/] to/n f || 5 le/gw de/
om. F : add. F1 || 24 e)carmo/zon m : corr. W1 | o(/l%] o(/moi ME : eras. W || 26 to\ B – to\ A fgA
97
magad…ou tîn kinoumšnwn À mikrù me‹zon pl£toj ¢polamb£nein, tÕ d EG
toà GD enai dipl£sion, †na kaˆ loipÕn tÕ AE loipoà toà DB mšnV di-
pl£sion.
5 ™¦n d¾ ˜k£teron tîn BD kaˆ AE tmhm£twn dišlwmen e„j t¦j mšcri toà ba-
rut£tou fqÒggou fqanoÚsaj mo…raj, ¢pÕ tîn A kaˆ B lamb£nontej t¦j
tîn ¢riqmîn ¢rc£j, œpeita diplÁn poièmeqa t¾n tîn magad…wn Øpagwg¾n
™n tÍ prÕj ˜k£tera t¦ pšrata toà di¦ pasîn parabolÍ, aƒ to‹j aÙto‹j
¢riqmo‹j ¹nwmšnai paraqšseij ™f' ˜k£stou fqÒggou tÕ prÕj tù A tmÁma
10 toà prÕj tù B thr»sousi p£lin dipl£sion, éste kaˆ Ólon tÕ prÕj tù B di¦
pasîn ÑxÚteron sun…stasqai toà prÕj tù A tù di¦ pasîn.
93
1 mei=zon om. m sed. add. s.l. V || 5 dh/] de/ g | die/lwmen] me/llwmen m : corr. W1V1E1
|| 9-11 t%=] to/ quater fg || 12 e)pei/] e)pi/ m : corr. W1V1 || 14 DB] BD f || 17 te ante eiÅnai add. Wa-
llis || 23 e)f' e(kate/rou Ggr
98
ÑxÚtatoj Ð AE, Ð d tštartoj ¢p' aÙtoà Ð BZ, kaˆ pšmptoj mn Ð GH, Ôg- 87
dooj d Ð DQ, ÑxÚteroi d kat¦ t¾n t£sin oƒ AE kaˆ BZ tîn GH kaˆ DQ tù
di¦ pšnte, kaˆ ¢peil»fqw ‡sa tm»mata t¦ AK kaˆ GL, éste ™p…trita enai
aÙtîn t¦ BZ kaˆ t¦ DQ.
5
Øpacqšntwn d tîn ™n to‹j magad…oij ¢poyalm£twn ØpÕ t¦ QLZK shme‹a,
tù mn di¦ tess£rwn ÑxÚtera dhlonÒti œstai tÒ te AK toà BZ kaˆ tÕ GL
toà DQ. ™peˆ d kaˆ tÒ te BZ toà DQ ØpÒkeitai tù di¦ pšnte ÑxÚteron kaˆ
tÕ AK toà GL, Óti kaˆ Ólon tÕ AE toà GH kaˆ tÕ BZ toà DQ, fanerÒn, Óti
10 kaˆ tÕ mn BZ toà GL tÒnJ œstai ÑxÚteron, tÕ d AK toà DQ tù di¦
pasîn, toà paraplhs…ou k¢pˆ tîn metaxÝ piptÒntwn tmhm£twn
sumba…nontoj, ¤te kaqÒlou tÁj tîn Ñxutšrwn tess£rwn fqÒggwn kata-
tomÁj Øpobibazomšnhj to‹j toà di¦ pšnte lÒgoij ¹miol…oij par¦ t¾n ge-
nomšnhn, ¢nisotÒnwn p£ntwn kaqistamšnwn, †na ™f' Óson ™k tÁj t£sewj
15 ™pˆ tÕ ÑxÝ parhux»qhsan, ™pˆ tosoàton ™k tÁj toà m»kouj meièsewj ™pˆ tÕ
barÝ kaqaireqšntej e„j t¦j tîn ™xarcÁj lÒgwn ¢pokatastîsi phlikÒth-
taj.
94
DiÕ prosektšon Ópwj, ™peid¦n toÝj tîn Ñxutšrwn tetracÒrdwn
tÒpouj ™klamb£nwmen toÝj ¹miol…ouj tîn diashmainomšnwn ¢pÕ tÁj
20 ™kqšsewj ¢riqmîn, e„sfšrwmen e„j t¦j e„lhmmšnaj ™f' ˜k£tera toà ka-
non…ou katatom£j, §j kaˆ prosekbaloàmen ™ntaàqa mšcri moirîn rl/ ia/,
94
2 DQ] AQ m || 6 u(poyalma/twn m || 9 AK] AE g || 13 h(mioli/ou m : corr. W1 || 14 a)\n
1
i)soto/nwn Wallis || 21 prosekalou=men MVE | rl / ia / scr. Düring : rla / m : la / F : rla / F :
rlb / g : rlb / h)\ rla / A
99
†n' œcwmen toà kat¦ tÕn barÚtaton tîn tess£rwn ¢pÕ toà Ñxut£tou
fqÒggwn ¢riqmoà perišcontoj mo…raj p$/ mz/ tÕn ¹miÒlion | ™klamb£nein. 88
parauxhq»setai d' œti m©llon t¦ m»kh tîn Ñxutšrwn fqÒggwn, ™¦n ÓlJ tù
di¦ pasîn Ñxutšrouj poiîmen toÝj e„rhmšnouj tšssaraj fqÒggouj tîn Øp'
5 aÙtoÚj, †na sumba…nV mhkšti kaq£per prÒteron Øp' ¢mfotšrwn tîn tet-
racÒrdwn ˜k£teron sun…stasqai tîn dÚo di¦ pasîn, ¢ll' ¢n£palin ØpÕ
qatšrou q£teron, toutšsti tÕ mn ÑxÚteron Ólon ØpÕ toà Ñxutšrou, tÕ d
barÚteron ØpÕ toà barutšrou, tÁj aÙtÁj katatomÁj ™f' ˜katšrou parati-
qemšnhj.
95
1 tessa/rwn om. f : te/tarton Wallis || 2 pj / mz / f : pe / mz / MWE : ph / md / V : ph /
%J / gA recc. : alii alia || 5 shmai/nv M || 17 e)pi/] kai/ f || 19 in fig. N corr. Höeg : O codd.
100
paratiqšntej to‹j fqÒggoij ™nall£x, éste ™pˆ mn tîn prètwn tess£rwn
¢riqmîn t¾n ¢rc¾n tîn moirîn to‹j QHZE pšrasin ™farmÒzein, tîn
™lattÒnwn ¢pÕ toà Q lambanomšnwn, ™pˆ d tîn ™xarcÁj tess£rwn to‹j
ABGD pšrasi sun£ptein, tîn ™lattÒnwn k¢n toÚtoij ¢pÕ toà A p£lin
5 lam|banomšnwn, Øpofšrwmen t¦ mag£dia ta‹j ØpÕ tîn ¢riqmîn diashmai- 89
nomšnaij toma‹j, poi»sei dhlonÒti Ð mn QK fqÒggoj tÕn ÑxÚtaton toà di¦
pasîn, Ð d HL tÕn deÚteron ¢p' aÙtoà, Ð d ZM tÕn tr…ton, Ð d EN tÕn
tštarton, kaˆ p£lin Ð mn AX tÕn pšmpton, Ð d BO tÕn ›kton, Ð d GP tÕn
›bdomon, Ð d DR tÕn Ôgdoon. k¨n sun£ptwmen aÙtù tÕ ›teron tetr£cordon,
10 ™klamb£nontej kaˆ ™p' ™ke…nou t¾n ™k tîn aÙtîn ¢riqmîn sunistamšnhn
katatom»n, dÚo poi»somen di¦ pasîn, „sotÒnwn mn ¢mfotšrwn Ôntwn tîn
tetracÒrdwn kaˆ aÙt¦ „sÒtona ¢ll»loij kaˆ ésper dipl©, ¢mfotšrwn d
tÍ toà di¦ pasîn diaferÒntwn t£sei, diafšronta tù aÙtù megšqei kaˆ
sunaptÒmena mšcri toà dˆj di¦ pasîn.
96
15 “Oti mn oân oÙkšti proškoyen ™ntaàqa met¦ tÕ tÁj QK mÁkoj
¹ ™pˆ toÝj Ñxutšrouj tÒpouj kaqa…resij, Óper sunšbainen ™pˆ tÁj protšraj
¢gwgÁj, ˜tšrwn ™ke‹ tîn Ñxut£twn fqÒggwn Øpotiqemšnwn, aÙtÒqen dÁlon.
fanerÕn d' Óti kaˆ mÒnh kat¦ toàton tÕn trÒpon ¹ protšra crÁsij dÚnatai
procwre‹n, oÙkšti d ¹ di¦ tîn koinîn mag£dwn lambanomšnh. tîn g¦r
20 kat¦ pl£toj ¢pocîn tîn aÙtîn ™x ¢n£gkhj di' Ólou toà m»kouj tîn
cordîn throumšnwn, ™ke…nh mn ¹ t£xij toÝj ØpÕ tîn aÙtîn fqÒggwn pe-
riecomšnouj lÒgouj ™t»rei prÕj ˜k£tera t¦ pšrata toÝj aÙtoÝj
¢koloÚqwj tÍ tautÒthti tÁj kat¦ pl£toj aÙtîn ¢pocÁj, ™peid»per Øpš-
keinto poi»sontej ¤pantej ™n to‹j ¢ntikeimšnoij mšresi tÕ di¦ pasîn,
25 aÛth d æj ™p…pan ¢nomo…ouj Øfistamšnh lÒgouj ØpÕ tîn aÙtîn fqÒggwn
kaˆ tîn aÙtîn kat¦ pl£toj ¢pocîn ™f' ˜k£tera periecomšnouj oÙkšti
dÚnatai tÕ ¢kÒlouqon tîn Øperocîn ta‹j di' Ólou toà m»kouj ÐmoiÒthsi
perilamb£nein. aƒ mn d¾ piqanèterai tîn ™fÒdwn, kaq' §j ¨n ™n to‹j
96
9 ka)/n] kai/ m | suna/ptomen MWE : corr. W1 || 11 poih/swmen MWEf : corr. W1 || 12
de/ om. f || 13 diafero/ntwn om. mfA | de/ post diafe/ronta add. f || 15 prose/koyen ME || 21 tou/j]
tw=n m || 28 toi=j] tai=j MWE
101
¹m…sesi tîn ¢riqmîn fqÒggoij t¦ tîn diplas…wn sust»mata katatšmno-
imen, toiaàta… tinej ¨n een. kaqÒlou d prosaktšon toÝj ™kkeimšnouj
¢riqmoÝj ta‹j mn tÕ di¦ pasîn periecoÚsaij cr»sesi toÝj ¢pÕ tÁj n»thj
tîn diezeugmšnwn œcontaj t¾n katatom»n, †n' ™n ta‹j mšsaij t£sesin
5 ™klamb£nhtai tÕ mšloj, ta‹j d tÕ dˆj di¦ pasîn toÝj ¢pÕ tÁj n»thj tîn
Øperbola…wn À tÁj mšshj ™kteqeimšnouj, †na kat' ¢mfotšrwn tîn ¥krwn
kaˆ Ðmo…wn ™farmÒzesqai dÚnhtai. œti d prosektšon Ópwj, k¨n œlatton Ï
tÕ tîn kinoumšnwn | magad…wn pl£toj toà tîn prÕj to‹j pšrasi menÒntwn, 90
Óper kaˆ ¢kÒlouqÒn ™stin, †na m¾ sucnÕn mšroj ™xa…rwsi toà m»kouj, t¦
10 goàn kurtèmata p£ntwn ‡swn kÚklwn poiÍ perifere…aj, kaˆ m¾ g…nhta… tij
parallag¾ perˆ t¦ metaxÝ tîn ¢poyalm£twn m»kh, di¦ tÕ de‹n t¦ ki-
noÚmena tîn magad…wn Øyhlotšran tîn ¥krwn œcein qšsin.
97
Noe…sqw g¦r ¹ b£sij toà kanÒnoj ™pˆ tÁj AB eÙqe…aj kaˆ
¢n»cqwsan aÙtÍ prÕj Ñrq¦j gwn…aj aƒ AGD kaˆ BEZ, kaˆ kšntroij to‹j G
15 kaˆ E gegr£fqw tm»mata kÚklwn kat¦ t¦j kurt¦j tîn magad…wn perife-
re…aj t¦ HD kaˆ QZ, éste me…zona enai t¾n BZ tÁj AD: di»cqw te
™faptomšnh tîn perifereiîn eÙqe‹a kat¦ t¦ H kaˆ Q, ¹ QH, kaˆ
™pezeÚcqwsan mn aƒ HG kaˆ QE, temnšsqw d ¹ HQ ØpÕ mn tÁj GD
™kblhqe…shj kat¦ tÕ K, ØpÕ d tÁj EZ Ðmo…wj ™kblhqe…shj kat¦ tÕ L.
20
97
1 to\n a)riJmo/n g | te/mnwmen f || 2 toiou=toi mg | prosekte/on M || 3 mo/non post dia\
pasw=n add. Wallis || 4 tw=n om. m || 10 tou/tou ante kurtw/mata add. f | poiei= m | ge/nhtai f || 11
to\ dei=n secutus Wallis : to\ mh\ dei=n codd. || 17 ta/] to/ f | kai/ alt. del.Wallis
102
tîn d¾ di¦ mšsou toà pl£touj tîn magad…wn shmeioumšnwn eÙqeiîn kat¦
t¦ D kaˆ Z shme‹a piptousîn, ™f' ïn aƒ AD kaˆ BZ ™xebl»qhsan, kaˆ aƒ
™pafaˆ tîn cordîn kat¦ t¦ D kaˆ Z shme‹a kaˆ t¦ ¢poy£lmata
sun…stanto. dÁlon Óti kaˆ ¹ mn prÒsqesij toà kanon…ou to‹j K kaˆ L
5 pšrasi paralambanomšnh de…xei tÕ KL mÁkoj, ¹ d metaxÝ tîn ¢lhqinîn
™pafîn kaˆ ¢poyalm£twn poi»sei tÕ HQ. kaˆ œstin | „sogènion tÕ GHK 91
tr…gwnon tù EQL, Óti kaˆ ¹ GK par£llhlÒj ™sti tÍ EL kaˆ ¹ GH tÍ EQ.
di¦ toàto d kaˆ æj ¹ EQ prÕj t¾n GH, oÛtwj ¹ QL prÕj t¾n HK: ‡swn mn
¥ra oÙsîn tîn GH kaˆ EQ, toutšstin ‡swn kÚklwn tm»mata poiousîn tîn
10 ZQ kaˆ HD perifereiîn, ‡sh œstai kaˆ ¹ mn QL tÍ HK, ¹ d KL ÓlV tÍ
HQ, éste mhdamîj diafšrein t¾n ™klambanomšnhn ØpÕ toà kanon…ou
di£stasin tÁj ¢lhqinÁj: ¢n…swn dš, oÙkšti thrhq»setai tÕ toioàto, ¢ll'
›terÒn ti deicq»setai tmÁma di¦ tÁj katatomÁj toà kat¦ fÚsin
sunistamšnou. kaˆ e„ mn ™nedšceto t¾n toiaÚthn parallag¾n ™pˆ p£ntwn
15 ¡plîj tîn fqÒggwn ØpÕ tÕn aÙtÕn p…ptein lÒgon, Óper ¨n sunšbainen, e„
p£nta t¦ mag£dia t¦j ‡saj ™po…ei prÕj t¦ pšrata diast£seij, oÙdn ¨n
dišpipten ™n tÍ cr»sei to‹j aÙto‹j mšresin aÙxomšnwn À meioumšnwn tîn
lÒgwn ™f' ˜k£sthj tîn cordîn. ™peˆ d' ¢nagka‹on ™k pantÕj ¥nisa poie‹n
m»kh t¦j tîn magad…wn Øpagwg£j, oŒj ¢kolouqe‹ tÕ kaˆ t¦j Øperoc¦j ™pˆ
20 mn tîn meizÒnwn ¢pocîn ™n ™l£ttosin †stasqai diafora‹j, ™pˆ d tîn
™lattÒnwn ¢n£palin ™n me…zosin, oÙk ¹ tucoàsa g…noit' ¨n ¡mart…a perˆ
t¦ m»kh tîn kat¦ toioàto tÕ ¹rmosmšnon tmhm£twn, ™¦n m¾ kaq' Ön
diesteil£meqa trÒpon poièmeqa t¦j tîn magad…wn tîn te menÒntwn kaˆ
tîn kinoumšnwn qšseij te kaˆ Øpagwg£j.98
25
98
2 e)f' wÂn ai( g : e)f' wÂn ei) ai( mA : e)f' wÂn h( f || 2 e)kli/Jhsan MWEf : e)uli/Jhsan V :
e)ceblh/Jhsan in marg. W || 4 suni/stanto m : suni/stantai dhlono/ti fgA | pro/Jesij m | K] H f
|| 5 paraballome/nh WfA || 10 o(/lv bis Wallis || 11 e)kballome/nhn V || 17-18 to/n lo/gon M || 19
maga/dwn f || 20 suni/stasJai fA || 21-22 a(marti/a peri\ ta\ mh/kh tw=n kata/ g : a(marti/a mh/kh
tw=n kata/ m : a(marti/a peri\ tw=n kata\ ta\ mh/kh tw=n kl / f || 23 te om. g | temno/ntwn m
103
g/. 'En po…J gšnei qetšon t»n te ¡rmonik¾n dÚnamin kaˆ t¾n
™pist»mhn aÙtÁj.
“Oti mn oân kaˆ mšcri tîn ™mmeleiîn o„ke…ouj œcei lÒgouj ¹ toà
¹rmosmšnou fÚsij kaˆ t…naj ˜k£stwn aÙt£rkwj kaˆ di¦ pleiÒnwn
5 ¢podede‹cqa… moi dokî, æj mhd' ¨n ™pidist£sai toÝj ¤ma tù eÙlÒgJ tîn
Øpoteqeimšnwn kaˆ prÕj t¾n di¦ tÁj ™nerge…aj dokimas…an, toutšsti t¦j
memeqodeumšnaj ¹m‹n kanonik¦j cre…aj, filotimhsamšnouj ›neken toà di¦
p£ntwn tîn e„dîn katanoÁsai t¦j ¢pÕ tîn a„sq»sewn sugkata|qšseij. 92
™peˆ d' ¢kÒlouqon ¨n e‡h tù qewr»santi taàta tÕ teqaumakšnai mn eÙqÚj,
10 e„ ka… ti ›teron tîn kall…stwn, t¾n ¡rmonik¾n dÚnamin æj logikwt£thn
kaˆ met¦ p£shj ¢kribe…aj eØr…skous£n te kaˆ poioàsan t¦j tîn o„ke…wn
e„dîn diafor£j, poqe‹n d' ØpÒ tinoj œrwtoj qe…ou kaˆ tÕ gšnoj aÙtÁj ésper
qe£sasqai, kaˆ t…sin ¥lloij sunÁptai tîn ™n tùde tù kÒsmJ katalam-
banomšnwn, peirasÒmeqa kefalaiwdîj, æj œni m£lista, prosepiskšyasqai
15 toàto d¾ tÕ le‹pon tÍ prokeimšnV qewr…v mšroj e„j par£stasin toà tÁj
toiaÚthj dun£mewj megšqouj.
99
Tîn Ôntwn to…nun ¡p£ntwn ¢rca‹j kecrhmšnwn ÛlV kaˆ
kin»sei kaˆ e‡dei, tÍ mn ÛlV kat¦ tÕ Øpoke…menon kaˆ ™x oá, tÍ d kin»sei
kat¦ tÕ a‡tion kaˆ Øf' oá, tù d e‡dei kat¦ tÕ tšloj kaˆ tÕ oá ›neken, t¾n
20 ¡rmon…an oÜte æj tÕ Øpoke…menon ¢podektšon –tîn poihtikîn g£r t… ™sti
kaˆ oÙdš ti tîn paqhtikîn– oÜte æj tÕ tšloj, ™peid»per aÛth toÙnant…on
¢perg£zeta… ti tšloj, oŒon ™mmšleian, eÙruqm…an, eÙnom…an, eÙkosm…an,
¢ll' æj tÕ a‡tion, Ö tù ØpokeimšnJ peripoie‹ tÕ o„ke‹on edoj. kaˆ m¾n tîn
a„t…wn tîn ¢nwt£tw tricîj lambanomšnwn, toà mn par¦ t¾n fÚsin kaˆ tÕ
25 enai mÒnon, toà d par¦ tÕn lÒgon kaˆ tÕ eâ enai mÒnon, toà d par¦ tÕn
qeÕn kaˆ tÕ eâ kaˆ ¢eˆ enai, tÕ kat¦ t¾n ¡rmon…an oÜte par¦ t¾n fÚsin
99
5 e)pidedei=xJai f | e)/ti dista/sai fA || 6 e)nargei/aj fA || 7 meJodeuome/naj f || 20
1
a)podeikte/on Wallis || 21 ou)de/ ti scr. Düring : ou)x o(/ ti mgA : ou)de/n ti f || 23 o(/] o(/ti E f
104
qetšon –oÙ g¦r tÕ enai peripoie‹ to‹j Øpokeimšnoij– oÜte par¦ tÕn qeÒn,
™peˆ mhd toà ¢eˆ enai prîtÒn ™stin a‡tion, ¢ll¦ dhlonÒti par¦ tÕn
lÒgon, Öj metaxÝ tîn e„rhmšnwn a„t…wn p…ptwn ˜katšrJ sunaperg£zetai
tÕ eâ, to‹j mn qeo‹j ¢eˆ sunën æj ¨n ¢eˆ to‹j aÙto‹j oâsi, to‹j d fusi-
5 ko‹j oÜte p©sin, oÜte p£ntwj di¦ toÙnant…on. ™peˆ d toà kat¦ tÕn lÒgon
a„t…ou tÕ mšn ™stin æj noàj kaˆ par¦ tÕ qeiÒteron edoj, tÕ d æj tšcnh
kaˆ par' aÙtÕn tÕn lÒgon, tÕ d æj œqoj kaˆ par¦ t¾n fÚsin, kaq' ¤panta
t¾n ¡rmon…an eÛroimen ¨n pera…nousan tÕ ‡dion tšloj. Ð mn g¦r lÒgoj
¡plîj kaˆ kaqÒlou t£xeèj ™sti kaˆ summetr…aj peripoihtikÒj, Ð d
10 ¡rmonikÕj „d…wj tÁj perˆ tÕ ¢koustÕn gšnoj, æj Ð fantastikÕj tÁj perˆ tÕ
ÐratÒn, kaˆ Ð kritikÕj tÁj perˆ tÕ nohtÒn. katorqo‹ d t¾n | ™n to‹j 93
¢kousto‹j t£xin, ¿n ™mmšleian „d…wj kaloàmen, di£ te tÁj qewrhtikÁj tîn
summetr…wn eØršsewj par¦ tÕn noàn, kaˆ di¦ tÁj ceirourgikÁj aÙtîn
™nde…xewj par¦ t¾n tšcnhn kaˆ di¦ tÁj parakolouqhtikÁj ™mpeir…aj par¦
15 tÕ œqoj. toàto dš Óti kaˆ Ð kaqÒlou lÒgoj eØr…skei mn tÕ eâ qewrîn,
par…sthsi d tÕ katalhfqn ™nergîn, ™xomoio‹ d' aÙtù tÕ Øpoke…menon
™q…zwn, éste e„kÒtwj kaˆ t¾n koin¾n tîn par¦ tÕn lÒgon e„dîn ™pist»mhn,
„d…wj d kaloumšnhn maqhmatik»n, m¾ qewr…aj œcesqai tîn kalîn mÒnhj,
ésper ¥n tinej Øpol£boien, ¢ll' ™nde…xewj Ómou kaˆ melšthj ™x aÙtÁj tÁj
20 parakolouq»sewj periginomšnwn. 100
100
4 t%= me\n Je%= a)idi/wj sunw/n f || 5 de/ om. m sed add. W1E1 | e)pei\ de/] o(/ti f : in marg.
V || 8 perai/nousan f : peraiou=san mgA | te/loj] me/loj f || 15 tou=to] to/ m || 16 kai/ ante to\ k.
add. f | kataleifJe\n e)nergo/n f || 17 lo/gon codd. : lo/gwn Düring || 23 tetagme/naj A : tetag-
me/naij mal. Boll || 26 me/n om. mg | e)pi\ me\n tw=n] me\n e)pi\ tw=n Wallis
105
d tîn ¢koustîn tÕ ÑxÝ kaˆ tÕ barÚ, ™pˆ d tîn Ñsfrantîn tÕ eÙîdej kaˆ
tÕ dusîdej, ™pˆ d tîn geustîn tÕ glukÝ kaˆ tÕ pikrÒn, ™pˆ d tîn ¡ptîn
tÕ malakÒn, e„ tÚcoi, kaˆ tÕ sklhrÒn, kaˆ n¾ D…a tÕ kaq' ˜k£sthn tîn
diaforîn prÒsforon À m». tÕ d kalÕn À a„scrÕn tîn mn ¡ptîn À
5 geustîn À Ñsfrantîn oÙdeˆj ¨n kathgor»sai, mÒnwn d tîn Ðratîn kaˆ
tîn ¢koustîn, oŒon morfÁj kaˆ mšlouj, À p£lin tîn oÙran…wn kin»sewn
kaˆ tîn ¢nqrwp…nwn pr£xewn, Óqen kaˆ mÒnai tîn ¥llwn a„sq»sewn t¦j
¢ll»lwn katal»yeij ¢ntidiakonoàntai tù logikù tÁj | yucÁj pollacÍ, 94
kaq£per æj ¢lhqîj ¢delfaˆ ginomšnw. t¦ mn Ðrat¦ mÒnwj ¹ ¢ko¾ dei-
10 knÚousa di¦ tîn ˜rmhneiîn, t¦ d' ¢koust¦ mÒnwj ¹ Ôyij ¢paggšllousa
di¦ tîn Øpografîn, kaˆ poll£kij ™nargšsteron ˜katšra toÚtwn À e‡per
mÒnh t¦ aÙt¦ ¹rm»neuen, æj Ótan t¦ mn lÒgJ paradot¦ met¦ dia-
gramm£twn À carakt»rwn eÙdidaktÒter£ te kaˆ eÙmnhmoneuÒtera ¹m‹n
kaq…sthsin, t¦ d Ôyei gnèrima di¦ poihtikÁj ˜rmhne…aj ™mfa…nhtai mim-
15 htikèteron, oŒon kum£twn Ôyeij kaˆ topoqes…ai kaˆ m£cai kaˆ
perist£seij paqîn, éste sundiat…qesqai t¦j yuc¦j to‹j e‡desi tîn
¢paggellomšnwn æj Ðrwmšnoij. oÙ mÒnon oân tù tÕ ‡dion ˜katšrv kata-
lamb£nein, ¢ll¦ kaˆ tù sunagwn…zesqa… pwj ¢ll»laij prÕj tÕ manq£nein
kaˆ qewre‹n t¦ kat¦ tÕn o„ke‹on sunteloÚmena lÒgon, ™pˆ plšon toà te
20 kaloà kaˆ toà crhs…mou di»kousin aáta… te kaˆ tîn kat' aÙt¦j
™pisthmîn aƒ logikètatai, par¦ mn t¾n Ôyin kaˆ t¦j kat¦ tÒpon
kin»seij tîn mÒnwj Ðratîn, toutšsti tîn oÙran…wn, ¢stronom…a, par¦ d
t¾n ¢ko¾n kaˆ t¦j kat¦ tÒpon p£lin kin»seij tîn mÒnwj ¢koustîn,
toutšsti tîn yÒfwn, ¡rmonik», crèmenai mn Ñrg£noij ¢namfisbht»toij
25 ¢riqmhtikÍ te kaˆ gewmetr…v prÒj te tÕ posÕn kaˆ tÕ poiÕn tîn prètwn
kin»sewn, ¢neyiaˆ d' ésper kaˆ aÙta…, genÒmenai mn ™x ¢delfîn Ôyewj
kaˆ ¢koÁj, teqrammšnai d æj ™ggut£tw prÕj gšnouj Øp' ¢riqmhtikÁj te
kaˆ gewmetr…aj.101
101
3 kai\ nh\ Di/a] ka)\n h( di/a m : corr. W1V1E1 || 9 tw= ginome/nw mfA : a)delfai/. tw=n
ginome/nwn ta\ me/n g : gino/menai Wallis || 11 e)nerge/steron m || 12 au)th=j Wallis || 13
eu)mnhmoneuto/tera Wallis || 14 kaJi/stantai f || 26 ou)sai ante kai\ au)tai/ add. Wallis | genome-
na M | me/n om. mgA
106
d/. “Oti ¹ toà ¹rmosmšnou dÚnamij p©si mn to‹j teleiotšroij t¦j
fÚseij ™nup£rcei, katafa…netai d m£lista di£ te tîn ¢nqrwp…nwn
yucîn kaˆ tîn oÙran…wn forîn.
102
“Oti mn oân ¼ te tÁj ¡rmon…aj dÚnamij edÒj ™sti toà par¦
5 tÕn lÒgon a„t…ou tÕ perˆ t¦j tîn kin»sewn summetr…aj, kaˆ ¹ qewrhtik¾ | 95
taÚthj ™pist»mh maqhmatikÁj ™stin edoj tÕ perˆ toÝj lÒgouj tîn
¢koustîn diaforîn, kaˆ aÙtÕ diate‹non ™pˆ t¾n ™k tÁj qewr…aj kaˆ para-
kolouq»sewj periginomšnhn to‹j ™qizomšnoij eÙtax…an, di¦ toÚtwn Øpotet-
upèsqw. prosparamuqhtšon d' Óti kaˆ t¾n toiaÚthn dÚnamin ¢nagka‹on
10 mn ¨n e‡h kaˆ p©si to‹j ¢rc¾n ™n aÙto‹j œcousi kin»sewj kaq' Ðsonoàn
™nup£rcein, ésper kaˆ t¦j ¥llaj, m£lista d kaˆ tÕ ple‹ston to‹j telei-
otšraj kaˆ logikwtšraj fÚsewj kekoinwnhkÒsi di¦ t¾n o„keiÒthta tÁj
genšsewj, ™n oŒj kaˆ mÒnoij katafa…nesqai dÚnatai, diÒlou te kaˆ safîj
sunthroàsa, æj œni m£lista, t¾n ÐmoiÒthta tîn tÕ prÒsforon kaˆ
15 ¹rmosmšnon ™n to‹j diafšrousin e‡desi poioÚntwn lÒgwn. kaqÒlou mn g¦r
›kaston tîn fÚsei dioikoumšnwn lÒgou tinÕj kekoinènhken œn te ta‹j
kin»sesi kaˆ ta‹j Øpokeimšnaij Ûlaij, Öj ™f' Óswn mn dÚnatai thre‹sqai
kat¦ tÕ sÚmmetron, ™n aÙto‹j gšnes…j tš ™sti kaˆ trof¾ kaˆ swthr…a kaˆ
p©n, Ó ti ¨n ™pˆ toà kre…ttonoj kathgorÁtai, steroÚmenoj d tÁj o„ke…aj
20 dun£mewj, ™f' ïn toàto ™ndšcetai, p£nta ™stˆ t¦ ™nant…a tîn e„rhmšnwn
kaˆ prÕj tÕ ce‹ron œconta t¾n ·op»n, ¢ll' ™pˆ mn tîn aÙtÁj tÁj Ûlhj
¢lloiwtikîn kin»sewn oÙ sunor©tai, m»te toà poioà toà kat' aÙt»n, m»te
toà posoà di¦ t¾n ¢stas…an Ðr…zesqai dunamšnou, ™pˆ d tîn ™n to‹j
e‡desi tÕ ple‹ston ¢nastrefomšnwn. aátai dš e„sin aƒ tîn teleiotšrwn, æj
25 œfamen, kaˆ logikwtšrwn t¦j fÚseij, æj ™pˆ mn tîn qe…wn aƒ tîn oÙ-
ran…wn, ™pˆ d tîn qnhtîn aƒ tîn ¢nqrwp…nwn m£lista yucîn, Óti mÒnoij
102
3 in tit.] periforw=n gA || 13 du/nasJai m : corr. W1V1E1 || 17 e)f' o(/son m : corr. W1
|| 19 kathgorh=tai W1fGgrA : kathgorei=tai m : kathgoroi=to g
107
˜katšroij tîn e„rhmšnwn met¦ tÁj prèthj kaˆ teleiot£thj kin»sewj, tou-
tšsti tÁj kat¦ tÒpon, œti kaˆ tÕ logiko‹j enai sumbšbhken. katafa…neta…
te kaˆ de…knusin, ™f' Óson oŒÒn tš ™stin ¢nqrèpJ labe‹n, t¾n kat¦ toÝj
¡rmonikoÝj tîn fqÒggwn lÒgouj dio…khsin, æj ™xšstai skope‹n ™n mšrei
5 dielomšnoij ˜k£teron edoj kaˆ prîton tÕ kat¦ t¦j ¢nqrwp…naj yuc£j.
25
103
10 to/ ante dia\ tessa/rwn add. Wallis || 14 plhsieste/ran fA || 16 e)peidh/] e)/ti de/ f :
in marg.V || 20 pa/ntwj: a)na/palin de/ Düring et Wallis : pa/ntwj de\ a)na/palin codd. || 21 kai\
o(/pou – pa/ntwj om. sed add. in marg. V || 22-23 ta\ me/n – teleiote/rwn Düring : ta\ de\ tw=n te-
1 1
leiote/rwn W E f : o(/ti th\n me\n tw=n a)teleste/rwn e)sti\n e)mme/leia/n te kai\ sugkri/sewn dia\
teletw=n teleiote/rwn m : o(/ti e)/sti ta\ me\n tw=n a)teleste/rwn e)mmeleiw=n te kai\ sugkri/sewn,
ta\ de\ tw=n teleiote/rwn gA
108
Kaˆ m¾n toà mn ˜ktikoà tÁj yucÁj tr…a tij ¨n e‡poi t¦ e‡dh to‹j
toà di¦ tess£rwn „s£riqma, tÒ te kat¦ t¾n aÜxhsin kaˆ t¾n ¢km¾n kaˆ
t¾n fq…sin –aátai g¦r aÙtoà prîtai dun£meij– toà d a„sqhtikoà tšssa-
ra to‹j tÁj di¦ pšnte sumfwn…aj „s£riqma, tÒ te kat¦ t¾n Ôyin kaˆ t¾n
5 ¢ko¾n kaˆ t¾n Ôsfrhsin kaˆ t¾n geàsin, e„ tÕ tÁj ¡fÁj ésper ™p…koinon
qe…hmen ¡pasîn, ™peˆ tù ¤ptesqai tîn a„sqhtîn Ðpwsoàn poioàntai t¦j
¢ntil»yeij aÙtîn, toà d noeroà p£lin ˜pt¦ t¦ m£lista diafšronta to‹j
toà di¦ pasîn e‡desin „s£riqma, fantas…an mn par¦ t¾n ¢pÕ tîn
a„sqhtîn di£dosin, noàn d par¦ t¾n prèthn tÚpwsin, œnnoian d par¦
10 tîn tupwqšntwn katoc¾n kaˆ mn»mhn, di£noian d par¦ t¾n ¢napÒlhsin
kaˆ z»thsin, dÒxan d par¦ t¾n ™xepipolÁj e„kas…an, lÒgon d par¦ t¾n
Ñrq¾n kr…sin, ™pist»mhn d par¦ t¾n ¢l»qeian kaˆ t¾n kat£lhyin. eta
kat' ¥llon trÒpon diairoumšnhj tÁj yucÁj ¹mîn e‡j te tÕ logistikÕn kaˆ
qumikÕn kaˆ tÕ ™piqumhtikÒn, tÕ mn logistikÕn di¦ t¦j Ðmo…aj ta‹j
15 e„rhmšnaij tÁj „sÒthtoj a„t…aj ™farmÒzoimen ¨n e„kÒtwj tù di¦ pasîn, tÕ
d qumikÒn, sunegg…zon pwj aÙtù, tù di¦ pšnte, tÕ d ™piqumhtikÒn,
Øpok£tw tetagmšnon, tù di¦ tess£rwn. t£ te g¦r ¥lla t¦ perˆ t¦j ¢x…aj
kaˆ t¦j ™mperioc¦j ¢ll»lwn | sumbebhkÒta paraplhs…wj ¨n k¢k toÚtwn 97
lhfqe…h, kaˆ t¦j kaq' ›kaston tîn o„ke…wn ¢retîn ™pifanestšraj dia-
20 for¦j „sar…qmouj ¨n eÛroimen p£lin ta‹j kaq' ›kaston edoj tîn prètwn
sumfwniîn, Óti kaˆ tîn fqÒggwn tÕ mn ™mmelj ¢ret» t…j ™stin aÙtîn, tÕ
d ™kmelj kak…a, kaˆ ¢nastršyanti tîn yucîn ¹ mn ¢ret¾ ™mmšlei£ t…j
™stin aÙtîn, ™kmšleia d ¹ kak…a, kaˆ koinÕn ™n ¢mfotšroij to‹j gšnesi tÒ
te ¹rmosmšnon tîn merîn ™n tù kat¦ fÚsin ˜katšrou kaˆ tÕ ¢n£rmoston
25 ™n tù par¦ fÚsin.104
Een d' ¨n toà mn ™piqumhtikoà t¦ tr…a tÁj ¢retÁj e‡dh par¦
104
5 e)pi/koinon] e)sti\ koino/n m || 8 a)po/ om. F : add. m.rec. F1 || 12 eiÅta] e)/ti fgA || 14
to/ pr. om. f | dia\ to\ ta/j m || 15 diarmo/soimen f || 18 perioxa/j V || 22-23 kai\ a)nastre/yanti –
kaki/a om. M || 24 merw=n] genw=n fA || 26 me/n] te mg
109
t¾n di¦ tess£rwn sumfwn…an, swfrosÚnh mn ™n tÍ katafron»sei tîn
¹donîn, ™gkr£teia d ™n ta‹j Øpomona‹j tîn ™ndeiîn, a„dëj d ™n ta‹j
eÙlabe…aij tîn a„scrîn, toà d qumikoà t¦ tšssara tÁj ¢retÁj e‡dh par¦
t¾n di¦ pšnte sumfwn…an, praÒthj mn ™n ta‹j ¢nekstas…aij ØpÕ ÑrgÁj,
5 ¢fob…a d ™n ta‹j ¢nekplhx…aij ØpÕ tîn prosdokwmšnwn deinîn, ¢ndre…a
d ™n ta‹j katafron»sesi tîn kindÚnwn, karter…a d ™n ta‹j Øpomona‹j
tîn pÒnwn. t¦ d ˜pt¦ tÁj kat¦ tÕ logistikÕn ¢retÁj e‡dh gšnoit' ¨n
ÑxÚthj mn ¹ perˆ tÕ eÙk…nhton, eÙfua d ¹ perˆ tÕ eÜqikton, ¢gc…noia d
¹ perˆ tÕ dioratikÒn, eÙboul…a d ¹ perˆ tÕ kritikÒn, sof…a d ¹ perˆ tÕ
10 qewrhtikÒn, frÒnhsij d ¹ perˆ tÕ praktikÒn, ™mpeir…a d ¹ perˆ tÕ
¢skhtikÒn. p£lin ésper ™pˆ toà ¹rmosmšnou prohge‹sqai de‹ t¦j tîn
Ðmofènwn ¢kribèseij, eq' ›pesqai taÚtaij t¦j tîn sumfènwn kaˆ tîn
™mmelîn –æj toà parabracÝ m¾ tosoàton ™n to‹j ™l£ttosi lÒgoij
parapod…zontoj tÕ mšloj, Óson ™n to‹j me…zosi kaˆ kuriwtšroij– oÛtw k¢n
15 ta‹j yuca‹j ¥rcein mn pšfuke t¦ nohtik¦ kaˆ logistik¦ mšrh tîn loipîn
kaˆ Øpotetagmšnwn, ¢kribe…aj d ple…onoj de‹tai prÕj tÕ kat¦ lÒgon, æj
kaˆ tÁj ™n ™ke…noij ¡mart…aj tÕ p©n À tÕ ple‹ston œconta par' ˜auto‹j.
kaˆ Ólwj ¹ krat…sth tÁj yucÁj di£qesij, oâsa d dikaiosÚnh, sumfwn…a
t…j ™stin ésper tîn merîn aÙtîn prÕj ¥llhla kat¦ tÕn ™pˆ tîn ku-
20 riwtšrwn prohgoÚmenon lÒgon, tîn mn par¦ t¾n eÜnoian kaˆ t¾n eÙlo-
gist…an ™oikÒtwn to‹j Ðmofènoij, tîn d par¦ t¾n eÙaisqhs…an kaˆ t¾n
eÙex…an À t¾n ¢ndre…an kaˆ t¾n swfrosÚnhn to‹j sumfènoij, tîn d par¦
t¦ poihtik¦ kaˆ t¦ metšconta tîn ¡rmoniîn to‹j e‡desi tîn ™mmelîn, Ólhj
d tÁj filosÒfou diaqšsewj ÓlV tÍ toà tele…ou sust»matoj ¡rmon…v, tîn
25 mn ™pˆ mšrouj para|bolîn tassomšnwn kat£ te t¦j sumfwn…aj aÙt¦j kaˆ 98
t¦j ¢ret£j, tÁj d teleiot£thj kat¦ t¾n sunistamšnhn ™k pasîn tîn
sumfwniîn kaˆ pasîn tîn ¢retîn sumfwn…an tin¦ kaˆ ¢ret¾n ésper
¢retîn kaˆ sumfwniîn, melJdikîn te kaˆ yucikîn.105
105
17 h)/] ou) F : h)/ F1 || 17 e)/xontoj MWE : e)/xontaj V || 28 kai/ ante mel%dikw=n add. m
110
j/. Parabol¾ tîn te toà ¹rmosmšnou genîn kaˆ tîn kat¦ t¦j prètaj
¢ret£j.
106
Kaˆ to…nun kaq' ˜katšran ¢rc»n, toutšsti t¾n qewrhtik¾n kaˆ
t¾n praktik»n, triîn Ôntwn genîn, ™pˆ mn tÁj qewrhtikÁj toà te fusikoà
5 kaˆ toà maqhmatikoà kaˆ toà qeologikoà, ™pˆ d tÁj praktikÁj toà te
ºqikoà kaˆ toà o„konomikoà kaˆ toà politikoà, tÍ mn dun£mei toÚtwn m¾
diaferÒntwn –koinaˆ g¦r aƒ tîn triîn genîn ¢retaˆ kaˆ ¢ll»lwn
™cÒmenai– megšqei d kaˆ ¢x…v kaˆ tÍ peribolÍ tÁj kataskeuÁj,
parab£lloit' ¨n o„ke…wj ˜katšrv tîn trigenîn t¦ kat¦ t¾n ¡rmon…an
10 ™pwnÚmwj kaloÚmena tr…a gšnh –lšgw d tÒ te ™narmÒnion kaˆ tÕ
crwmatikÕn kaˆ tÕ diatonikÒn– megšqei tinˆ kaˆ aÙt¦ kaˆ tù kat¦ tÕ
™pVrmšnon À sunestalmšnon ÔgkJ t¦j diafor¦j e„lhfÒta. toioàto g£r ti
pšponqe kaˆ qšsei kaˆ dun£mei tÒ te puknÕn ™n aÙto‹j kaˆ tÕ ¥puknon. tÕ
mn oân ™narmÒnion tù te fusikù kaˆ tù ºqikù parablhtšon di¦ t¾n
15 koin¾n par¦ t«lla toà megšqouj ™l£ttwsin, tÕ d diatonikÕn tù
qeologikù kaˆ tù politikù di¦ t¾n tÁj t£xewj kaˆ tÁj megaleiÒthtoj
ÐmoiÒthta, tÕ d crwmatikÕn tù te maqhmatikù kaˆ tù o„konomikù di¦ t¾n
tÁj prÕj t¦ ¥kra mesÒthtoj koinÒthta. tÒ te g¦r maqhmatikÕn gšnoj ™pˆ
ple‹ston ¢nastršfetai k¢n tù fusikù k¢n tù qeologikù, tÒ te
20 o„konomikÕn metšcei kaˆ toà ºqikoà kat¦ tÕ „diwtikÕn kaˆ Øpotetagmšnon
kaˆ toà politikoà kat¦ tÕ koinwnikÕn kaˆ ¢rcikÒn, tÒ te crwmatikÕn
sunÁpta… pwj kaˆ tÍ kat¦ tÕ ™narmÒnion ¢nšsei kaˆ malakÒthti kaˆ tÍ
kat¦ tÕ diatonikÕn ™pistrofÍ kaˆ sunton…v, prÕj ˜k£teron aÙtîn q£teron
ginÒmenon, æj ¹ mšsh prÕj mn tÕn proslambanÒmenon Ð tù di¦ pasîn
25 ÑxÚteroj, prÕj d t¾n n»thn tîn Øperbola…wn Ð tù di¦ pasîn barÚteroj.
106
1 in tit. ta/j] tou/j Düring || 3 e(te/ran fA | tw=n a)retw=n ante a)rxh/n add. fA || 8 peri-
1 1 1 1
bolv= mF : probolv= W F : parabolv= gA || 9 periba/lloit' m : corr. W E | trigenw=n m : tri-
1
geneiw=n W fA : triw=n genw=n g || 10 e)pwnu/mwj mg : o(mwnu/mwj fA || 12 o)/gx%] o(/ti kai/ m : corr.
W1E1
111
z/. Pîj aƒ toà ¹rmosmšnou metabolaˆ ™o…kasi ta‹j peristatika‹j 99
tîn yucîn metabola‹j.
107
Paraplhs…wj d' ¨n ™farmÒsaimen t¦j ™n to‹j sust»masi kat¦
toÝj tÒnouj metabol¦j ta‹j tîn yucîn di¦ t¦j biwtik¦j perist£seij me-
5 tabola‹j. ésper g¦r ™n ™ke…naij, throumšnwn tîn genîn tîn aÙtîn,
g…neta… tij perˆ tÕ mšloj ™nallag¾ par¦ tÕ toÝj tÒpouj, di' ïn poioàntai
t¾n ™nšrgeian, diafÒrouj À m¾ t¦j ™fexÁj kaˆ sun»qeij lamb£nein
™xallag£j, oÛtw k¢n ta‹j biwtika‹j metabola‹j t¦ aÙt¦ e‡dh tîn
yucikîn diaqšsewn tršpeta… pwj ™pˆ diagwg¦j ¢nomo…ouj, sunelkÒmena
10 to‹j œqesi tîn kat¦ kairoÝj politeiîn ™pˆ t¦j prosforwtšraj aÙta‹j
katast£seij, Ðpo‹on sumba…nei kaˆ perˆ t¦j nomoqes…aj aÙt£j, meqarmo-
zomšnwn poll£kij tîn nÒmwn prÕj t¦j o„ke…aj ta‹j katecoÚsaij tÚcaij
dikaiodos…aj. kaq£per oân aƒ mn e„rhnikaˆ katast£seij ™pˆ tÕ eÙstaqšs-
teron kaˆ ™pieikšsteron tršpousi t¦j tîn politeuomšnwn yuc£j, aƒ d
15 polemikaˆ toÙnant…on ™pˆ tÕ qrasÚteron kaˆ katafronhtikèteron, kaˆ
p£lin aƒ mn œndeiai kaˆ sp£neij tîn ™pithde…wn ™pˆ tÕ swfronikèteron
kaˆ mikrologèteron, aƒ d ™n ¢fqon…v kaˆ perious…v prÕj tÕ
™leuqerièteron À ¢kolastÒteron, k¢pˆ tîn ¥llwn ¢n£logon, tÕn aÙtÕn
trÒpon kaˆ kat¦ t¦j ™n ¡rmon…v metabol¦j tÕ aÙtÕ mšgeqoj, ™n mn to‹j
20 Ñxutšroij tÒnoij tršpetai prÕj tÕ diegertikèteron, ™n d to‹j barutšroij
prÕj tÕ katastaltikèteron, Óti kaˆ tÕ mn ÑxÚteron ™n to‹j fqÒggoij sun-
tatikèteron, tÕ d barÚteron calastikèteron, éste e„kÒtwj k¢ntaàqa
toÝj mn mšsouj tÒnouj kaˆ perˆ tÕn dèrion parab£llesqai ta‹j metr…aij
kaˆ kaqestamšnaij diagwga‹j, toÝj d Ñxutšrouj kaˆ kat¦ tÕn mixolÚdion
25 ta‹j kekinhmšnaij kaˆ drastikwtšraij, toÝj d barutšrouj kaˆ kat¦ tÕn
107
3 e)farmo/soimen f || 4 metabolw=n ante metabola/j add. m : corr. W1 || 6 e)nallagh/
fA : e)callagh/ mg | to/pouj fgA : tro/pouj m || 7 h)\ mh/ scr. Düring : h)\ mh/n m : eiÅnai kai/ fgA || 9
sunerxo/mena toi=j h)/Jesi f || 11 w(j ante o(poi=on add. m | au)ta/j exp. F || 19 kai/ om. m || 21 sun-
taktikw/teron (in marg. kei/menon) F || 24 kaJistame/naij fA || 24 kai/ alt. om. f || 25 kai/ alt.
om.f | to/n del. Wallis
112
Øpodèrion ta‹j ¢neimšnaij kaˆ nwqestšraij. toig£rtoi kaˆ ta‹j ™nerge…aij
aÙta‹j tÁj melJd…aj sump£scousin ¹mîn ¥ntikruj aƒ yuca…, t¾n sug-
gšneian ésper ™piginèskousai tîn tÁj „d…aj sust£sewj lÒgwn kaˆ tu-
poÚmena… tisi kin»masin | o„ke…oij ta‹j tîn melîn „diotrop…aij, éste pot 100
5 mn e„j ¹don¦j kaˆ diacÚseij ¥gesqai, pot d e„j o‡ktouj kaˆ sustol£j,
kaˆ pot mn karoàsqa… pwj kaˆ katakoim…zesqai, pot d parorm©sqai
kaˆ diege…resqai, kaˆ pot mn e„j ¹suc…an tin¦ kaˆ katastol¾n
tršpesqai, pot d e„j ostron kaˆ ™nqousiasmÒn, ¥llote ¥llwj toà
mšlouj aÙtoà te metab£llontoj kaˆ t¦j yuc¦j ™x£gontoj ™pˆ t¦j ™k tÁj
10 ÐmoiÒthtoj tîn lÒgwn sunistamšnaj diaqšseij. Óper omai kaˆ tÕn Pu-
qagÒran katanenohkÒta paraine‹n ¤ma ›w dianast£ntaj, prˆn ¥rxasqa…
tinoj ™nerge…aj, moÚshj ¤ptesqai kaˆ melJd…aj proshnoàj, Ópwj tÕ ¢pÕ
tÁj diegšrsewj tîn Ûpnwn perˆ t¦j yuc¦j taracîdej, prÒteron e„j
kat£stasin e„likrinÁ kaˆ praÒthta tetagmšnhn metabalÒn, eÙarmÒstouj
15 aÙt¦j kaˆ sumfènouj ™pˆ t¦j ¹merhs…ouj pr£xeij paraskeu£zV. doke‹ dš
moi kaˆ tÕ toÝj qeoÝj met¦ moÚshj tinÕj ™pikale‹sqai kaˆ melJd…aj, oŒon
Ûmnwn te kaˆ aÙlîn À tîn a„guptiakîn trigènwn, ™mfa…nein, Óti met¦
praÒthtoj eÙmenoàj ™pakoÚein aÙtoÝj proqumoÚmeqa tîn eÙcîn.
h/. Perˆ tÁj ÐmoiÒthtoj toà tele…ou sust»matoj kaˆ toà di¦ mšswn
20 tîn zJd…wn kÚklou.
108
Aƒ mn oân tîn ¢nqrwp…nwn yucîn prÕj tÕ ¹rmosmšnon
o„keièseij di¦ toàto ¹m‹n gegonštwsan Øp' Ôyin, ™peid»per sunelÒnti
e„pe‹n eØršqhsan aƒ mn Ðmofwn…ai kaˆ sumfwn…ai tetagmšnai kat¦ t¦
prîta mšrh tîn yucîn, aƒ d tîn ™mmeleiîn „dšai kat¦ t¦j „dšaj tîn
25 ¢retîn, aƒ d perˆ t¦ gšnh tîn tetracÒrdwn diaforaˆ to‹j kat¦ ¢x…an kaˆ
mšgeqoj gšnesi tîn ¢retîn, aƒ d kat¦ toÝj tÒnouj metabolaˆ ta‹j tîn
108
13 ei)j] pro/j fA || 14 metabalw/n f || 15 h(merhsi/aj Wallis | paraskeua/zein m || 17
h)/ om. m | o(/ti] ti m || 18 prokalou/meJa fgA || 22 sunoikeiw/seij mal. Düring | dia\ tou/twn
Wallis || 23 o(mofwni/ai] eu)fwni/ai fA
113
ºqîn ™n ta‹j109biwtika‹j perist£sesi parallaga‹j. loipoà d Ôntoj
parastÁsai kaˆ t¦j tîn oÙran…wn Øpoqšseij kat¦ toÝj ¡rmonikoÝj sun-
teloumšnaj lÒgouj, ¹ mšn tij ¹m‹n œstai tîn ™fÒdwn koin¾ p£ntwn À
ple…stwn, ¹ dš tij „d…a kaq' ›kaston tîn merikîj lambanomšnwn, prèth d
5 ¹ prèth kaˆ koin», t¾n ¢rc¾n ™nqšnde poioumšnoij. prîton mn to…nun aÙtÕ
tÕ tÍ diasthmatikÍ kin»sei mÒnV kaˆ toÝj fqÒggouj pera…nesqai kaˆ t¦j
tîn oÙran…wn for£j, mhdemi©j tîn ¢lloiwtikîn tÁj oÙs…aj metabolîn
parakolouqoÚshj aÙtÍ, diasun…sths… pwj tÕ proke…menon, œpeita kaˆ tÕ
t£j te tîn a„qer…wn periÒdouj ™gkukl…ouj te p£saj enai kaˆ tetagmšnaj
10 kaˆ t¦j tîn ¡rmonikîn susthm£twn ¢po|katast£seij Ðmo…wj œcein, 101
™peid»per ¹ mn t£xij kaˆ t£sij tîn fqÒggwn ™p' eÙqe…aj ¨n ésper doko…h
prokÒptein, ¹ d dÚnamij kaˆ tÕ pîj œcein prÕj ¢ll»louj –Óper ™stˆn
‡dion aÙtîn–, pera…neta… te kaˆ sugkle…etai prÕj m…an kaˆ t¾n aÙt¾n
per…odon kat¦ tÕn tÁj ™gkukl…ou kin»sewj lÒgon, ¤te d¾ fÚsei mn mhd
15 ™ntaàq£ tinoj ginomšnhj ¢rcÁj, qšsei d mÒnon ™pˆ toÝj ™fexÁj tÒpouj
¥llote ¥llwj metalambanomšnhj. ™£n te goàn tij tÕn di¦ mšswn tîn
zJd…wn kÚklon temën tù lÒgJ kat¦ tÕ ›teron tîn „shmerinîn shme…wn kaˆ
ésper ¢naplèsaj ™farmÒsV tù dˆj di¦ pasîn tele…J sust»mati kat' ‡sa
m»kh, tÕ mn ¥tmhton tîn „shmerinîn gšnoit' ¨n kat¦ t¾n mšshn, toà d
20 tetmhmšnou tÕ mn ›teron tîn per£twn kat¦ tÕn proslambanÒmenon, tÕ d
›teron kat¦ t¾n n»thn tîn Øperbola…wn: ™£n te tÕ dˆj di¦ pasîn e„j kÚk-
lon katak£myaj tÍ dun£mei kaˆ sun£yaj t¾n Øperbola…an tù proslam-
banomšnJ toÝj dÚo fqÒggouj ˜nèsV, diametr»sei mn ¹ toiaÚth sunaf¾
dhlonÒti t¾n mšshn, œstai d prÕj aÙt¾n ™n tÍ di¦ pasîn Ðmofwn…v.
25 sun…statai d tÕ eÜlogon tÁj e„rhmšnhj parabolÁj kaˆ di¦ toà t¦
109
3-4 pa/ntwn plei/stwn MVE : pa/ntwn. h)\ plei/stwn WV1 : pa/ntwn h)\ tw=n
1 1
plei/stwn fgA || 8 diani/sthsi pro/j g || 11 ta/sij] ta/j m : corr. W E || 12 proko/ptei m : –oi
1
W f || 14 pro/odon fA : in marg. peri- F || 18 a)\n a(plw/saj E : a)\n a)naplw/saj A || 18-24 telei/%
susth/mati – dia\ pasw=n om. m || 22 th\n u(perbolai/an] th\n nh/thn u(perbolai/an Najock || 25
metabolh=j s.s. gr. parabolh=j G
114
parapl»sia sumbebhkšnai tÍ diamštrJ kat¦ tÕn kÚklon st£sei to‹j ™pˆ
toà di¦ pasîn ™pidedeigmšnoij. Ó te g¦r dipl£sioj lÒgoj ™n aÙtÍ
perišcetai toà Ólou kÚklou prÕj tÕ ¹mikÚklion kaˆ ple‹ston „sÒthtoj
par¦ t¦j ¥llaj, Óti te toà kÚklou di¦ toà kšntrou mÒnhn ¢nagka‹on
5 p…ptein t¾n di£metron, Óper ™stˆn ¢rc¾ tÁj toà sc»matoj „sÒthtoj, kaˆ Óti
aƒ mn ¥llwj diagÒmenai, k¨n t¾n perifšreian Ólhn e„j ‡sa diairîsin
Ðposaoàn, ¢ll' oÙ kaˆ tÕ ™p…pedon Ólon, ¹ d di£metroj kaˆ aÙtÕ kaˆ t¾n
perifšreian Ðmo…wj, Óqen oƒ kat¦ di£metron tîn ¢stšrwn ™pˆ toà zJdiakoà
schmatismoˆ ™nerghtikètatoi g…nontai tîn ¥llwn, ésper kaˆ tîn fqÒggwn
10 oƒ poioàntej prÕj ¢ll»louj tÕ di¦ pasîn.
q/. Pîj t¦ toà ¹rmosmšnou sÚmfwna kaˆ di£fwna Ðmo…wj œcei to‹j
™n tù zJdiakù.
110
P£lin d kaq£per aƒ tîn melîn sumfwn…ai mšcri tÁj e„j
tšssara tomÁj †stantai di¦ tÕ t¾n mn meg…sthn kaˆ dˆj di¦ pasîn
15 tetrapl£sion œcein tÕn me…zona toà ™l£ttonoj, t¾n d ™lac…sthn kaˆ di¦
tess£rwn | tÕn me…zona poie‹n tù tet£rtJ ˜autoà mšrei Øperšconta toà 102
™l£ttonoj, tÕn aÙtÕn trÒpon kaˆ t¦j ™n tù zJdiakù katanenohmšnaj sum-
fènouj kaˆ drastik¦j st£seij ¢part…zousin oƒ mšcri tîn e„j tšssara toà
kÚklou merismo…. ™¦n g¦r ™kqèmeqa kÚklon tÕn AB kaˆ dišlwmen aÙtÕn
20 ¢pÕ toà aÙtoà shme…ou, oŒon toà A, e„j mn dÚo ‡sa tÍ AB, e„j d tr…a ‡sa
tÍ AG, e„j d tšssara ‡sa tÍ AD, e„j d x ‡sa tÍ GB, ¹ mn AB perifšreia
poi»sei t¾n di£metron st£sin, ¹ d AD t¾n tetr£gwnon, ¹ d AG t¾n
tr…gwnon, ¹ d GB t¾n ˜x£gwnon. kaˆ perišxousin oƒ lÒgoi tîn ¢pÕ toà
aÙtoà shme…ou, toutšsti p£lin toà A, lambanomšnwn perifereiîn, toÚj te
25 tîn Ðmofènwn kaˆ toÝj tîn sumfènwn kaˆ œti tÕn tonia‹on, æj ™xšstai
skope‹n Øpoqemšnoij tÕn kÚklon tmhm£twn ib/, di¦ tÕ prîton enai tÕn
110
1 th=j ante dia/metr% add. g || 2 to\ plei=ston th=j i)so/thtoj g || 5 diairw=sin]
1
die/lwsin fA || 8 sunerghtikw/tatoi fA || 14 e)/xein to\n mei/zona om. F : in marg. add. F || 20 ei)j
1
de\ e(\c i)/sa tv= GB om. m sed add. in marg. V || 20-21 h( me\n AB – h( de\ AD bis M
115
¢riqmÕn toàton tîn ¼misu kaˆ tr…ton kaˆ tštarton ™cÒntwn mšroj. œstai
g¦r tîn aÙtîn ¹ mn ABD perifšreia q/, ¹ d ABG perifšreia h, kaˆ p£lin
tÕ mn AB ¹mikÚklion $/, ¹ d ADG perifšreia d/, ¹ d AD perifšreia g/.
kaˆ poi»sei t¦ tm»mata tÕn mn dipl£sion lÒgon toà prètou tîn
5 Ðmofènwn, toutšsti toà di¦ pasîn tricîj: t£ te toà Ólou kÚklou ib/ prÕj
t¦ $/ toà ¹mikukl…ou, kaˆ t¦ tÁj ABG perifere…aj h/ prÕj t¦ d tÁj AG,
kaˆ t¦ $/ tÁj AGB prÕj t¦ g/ tÁj AD. tÕn d ¹miÒlion lÒgon tÁj me…zonoj
tîn prètwn sumfwniîn, toutšsti tÁj di¦ pšnte, p£lin tricîj: t£ te toà
Ólou kÚklou ib/ prÕj t¦ h/ tÁj ABG perifere…aj, kaˆ t¦ q/ tÁj ABD
10 perifere…aj prÕj t¦ $/ tÁj AB, kaˆ t¦ $/ tÁj AB perifere…aj prÕj t¦ d/
tÁj AG. tÕn d ™p…triton tÁj ™l£ttonoj tîn prètwn sumfwniîn, toutšsti
tÁj di¦ tess£rwn, kat¦ t¦ aÙt¦ tricîj: t£ te toà Ólou kÚklou ib/ prÕj t¦
q/ tÁj ABD perifere…aj, kaˆ t¦ h/ tÁj ABG perifere…aj prÕj t¦ $/ tÁj AB,
kaˆ t¦ d/ tÁj AG perifere…aj prÕj t¦ g/ tÁj AD. œti d kaˆ tÕn mn
15 tripl£sion lÒgon tÁj di¦ pasîn kaˆ di¦ pšnte sumfwn…aj poi»sei dicîj:
t£ te toà Ólou kÚklou ib/ prÕj t¦ d/ tÁj AG perifere…aj, kaˆ t¦ q/ tÁj
ABD perifere…aj prÕj t¦ g/ tÁj AD. tÕn d tetrapl£sion toà dˆj di¦
pasîn Ðmofènou monacîj: t¦ toà Ólou kÚklou ib/ prÕj t¦ g/ tÁj AD pe-
rifere…aj. tÕn d æj h/ prÕj t¦ g/ | tÁj di¦ pasîn kaˆ di¦ tess£rwn 103
20 sumfwn…aj monacîj: t¦ h/ tÁj ABG perifere…aj prÕj t¦ g/ tÁj AD. tÕn d
™pÒgdoon toà tÒnou p£lin monacîj: t¦ q/ tÁj ABD perifere…aj prÕj t¦ h/
tÁj ABG. æj œcousin aƒ tîn parakeimšnwn ¢riqmîn ™n tÍ katagrafÍ dia-
fora….111
111
2 tw=n om. f || 3 AB] AGB fA | h( de\ GB b / post g / add. Ab || 9 ADB E : DAB
MWVfgA || 13 h)/toi tou= h(mikukli/ou post AB add. Ab || 16 kai\ ta\ j / tou= h(mikukli/ou pro\j ta\
b / th=j GB periferei/aj post periferei/aj add. Ab || 18 kai\ ta\ h / th=j ABG periferei/aj pro\j
ta\ b / th=j GB periferei/aj post periferei/aj add. Ab | 19 ta/ om. m || 22 w(j] a(/j mG || 23
cap.III/16 Mh/ tij – e)pisfalei=j hic inserit f
116
112
T£ssoito d' ¨n kaˆ ™k tîn aÙtîn kaˆ ¹ mn di¦ pšnte tîn prètwn
sumfwniîn kat¦ t¾n tr…gwnon st£sin, ¹ d di¦ tess£rwn kat¦ t¾n
tetr£gwnon kaˆ Ð tÒnoj kat¦ tÕ dwdekathmÒrion. diÒti kaˆ Ð mn kÚkloj
5 prÕj tÕ AB ¹mikÚklion poie‹ tÕn dipl£sion lÒgon, toàto d prÕj t¾n AG
toà trigènou perifšreian poie‹ tÕn ¹miÒlion, aÛth d prÕj t¾n AD toà
tetragènou perifšreian tÕn ™p…triton, Øperoc¾ d' aÙtîn ™sti kaˆ kat¦ tÕn
tÒnon ¹ GD perifšreia, dwdekathmÒrion perišcousa toà kÚklou. kaˆ kat'
e„kÒta lÒgon ¥ra dwdekamerÁ tÕn tîn zJd…wn kÚklon sunest»sato ¹
10 fÚsij, Óti kaˆ tÕ dˆj di¦ pasîn tšleion | sÚsthma dèdeka tÒnwn œggista 104
tÒ te tonia‹on ™f»rmoze tù dwdek£tJ toà kÚklou. qaumas…wj d kaˆ t¦
mn di' ˜nÕj dwdekathmor…ou shme‹a tîn ™n tù zJdiakù sÚmfwna mn oÙk
112
tab] to\n e)po/gdoon ABD pro\j ABG scripsi : to\n e)po/gdoon ABGD pro\j ABG codd. ||
2 kai/ alt. om. f || 5 to/n om.Wallis || 8 kat' ei)ko/ta] kapiko et lacuna quattuor litt. V || 10
1 1 1
dwde/katon o)\n e)pi/stato/ te to\n i)/dion e)fh/rmoze m : corr. W V E || 12 sumfwni/a m : corr. V
117
œstin, ¢ll¦ mÒnon ™n tù tîn ™mmelîn gšnei, t¦ d di¦ pšnte dwdekath-
mor…wn toÙnant…on ™n tù tîn ™kmelîn: ¢sÚndet£ ge kaˆ kaloÚmena kaˆ
Ônta tÍ dun£mei. diÒti prÕj mn t¦j ginomšnaj dÚo perifere…aj ØpÕ tÁj tÕ
dwdekathmÒrion ØpoteinoÚshj eÙqe…aj poie‹ lÒgouj Ð kÚkloj toÝj tîn ib/
5 prÕj tÕ a/ À t¦ ia/, tîn mn sumfènwn ¢llotr…ouj Ôntaj, tîn d ™mmelîn
oÙkšti. prÕj d t¦j ginomšnaj dÚo perifere…aj ™k tÁj t¦ pšnte dwdekath-
mÒria ØpoteinoÚshj eÙqe…aj toÝj tîn ib/ prÕj t¦ e/ À t¦ z/, kaˆ tîn sum-
fènwn kaˆ tîn ™mmelîn ¢llotr…ouj Ôntaj, di¦ tÕ m¾ ™pimÒrion À pol-
lapl£sion ˜k£teron enai, m»te sÚnqeton œk tinwn o„ke…wn sumfwn…aij.
10 ¢polamb£netai d' œti prÕj ¤pasi to‹j ™fhrmosmšnoij di¦ tîn dwdekath-
mor…wn toà kÚklou shme…wn tetragènwn mn e‡dh tr…a mÒna, to‹j tÁj di¦
tess£rwn sumfwn…aj „s£riqma, trigènwn d tšssara mÒna, to‹j tÁj di¦
pšnte sumfwn…aj „s£riqma, di¦ tÕ kaˆ mÒnaij taÚtaij tîn sumfwniîn
¢sunqštoij enai sumbebhkšnai.
15 i/. “Oti tÍ kat¦ mÁkoj kin»sei tîn ¢stšrwn tÕ ™fexÁj ™n to‹j fqÒg-
goij œoiken.
113
T¦ mn oân par' aÙt¾n t¾n ™gkÚklion k…nhsin qewroÚmena
kat' ¢mfotšraj t¦j ¡rmon…aj kaˆ t¦ koinîj kaloÚmena sÚmfwn£ te kaˆ
di£fwna tîn schm£twn ™pˆ tosoàton diwr…sqw. t¦ d perˆ t¦j prètaj dia-
20 for¦j tîn oÙran…wn kin»sewn ˜xÁj ™piskeptšon. triîn to…nun toÚtwn
oÙsîn, tÁj te ™pˆ tîn prÒsw À Ñp…sw kaˆ kat¦ mÁkoj, kaq' ¿n ¢pÕ
¢natolîn ™pˆ dusm¦j diaforaˆ sunteloàntai kaˆ toÙnant…on, kaˆ tÁj ™pˆ
tÕ tapeinÒteron À ØyhlÒteron kaˆ kat¦ b£qoj, kaq' ¿n ¢pogeiotšraj À
perigeiotšraj poioàntai t¦j kin»seij, kaˆ œti tÁj ™pˆ t¦ pl£gia kaˆ kat¦
25 pl£toj, kaq' ¿n ¢rktikwtšraj ¹m‹n À meshmbrinwtšraj sumba…nei g…nesqai
113
1 tw=n post add. mo/non m || 2 ge] te Wallis || 5 to\ a / h)\ ta\ ia / scr. Düring : to\ a h)\
1
to\n ia / mf : to/n a /h)\ to\n ia / g : to\ a /kai\ pro\j ta\ ia / A || 7 e /h)\ ta\ z /] e(pta\ e(pta/ m : corr. V ||
1
8 e)pimo/rion gA : trithmo/rion mf : corr. V || 21 tw=n om. f || 22 diafora/j Wallis || 25 h(mi=n om.
fA
118
t¦j parÒdouj, t¾n mn prèthn kaˆ kat¦ mÁkoj ™farmÒ|zoimen ¨n eÙlÒgwj 105
tÍ prÕj toÝj Ñxutšrouj ¡plîj À barutšrouj tîn fqÒggwn metab£sei –tÕ
g¦r ™fexÁj ÓmoiÒn ™stin ™n ˜katšrv tîn kin»sewn– kaˆ œti t¦ mn
¢natolik¦ kaˆ dutik¦ mšrh ta‹j barut£taij t£sesin, t¦ d kat¦ t¦j
5 mesouran»seij ta‹j Ñxut£taij. a† te g¦r ¢natolaˆ kaˆ dÚseij t¾n ¢rc¾n
perišcousi tîn fantasiîn kaˆ tÕ tšloj, t¾n mn æj ™k toà ¢fanoàj, tÕ d
æj e„j tÕ ¢fanšj: a† te barÚtatai t£seij t¾n ¢rc¾n perišcousi tÁj fwnÁj
kaˆ tÕ tšloj, t¾n mn æj ¢pÕ tÁj siwpÁj, tÕ d æj ™pˆ t¾n siwp»n, Óti tÕ
mn barÚtaton ™ggut£tw toà tÁj fwnÁj ¢fanismoà, tÕ d ÑxÚtaton
10 ¢pwt£tw. diÒper oƒ fwnaskoàntej ¥rconta… te melJde‹n ¢pÕ tîn ba-
rut£twn fqÒggwn kaˆ katapauÒmenoi l»gousin ™p' aÙtoÚj. aƒ d mesou-
ran»seij, ¤te d¾ tÕ ple‹ston ¢pšcousai tîn ¢fanismîn, kat¦ toÝj
Ñxut£touj ¨n t£ssointo fqÒggouj ple‹ston kaˆ aÙtoÝj ¢pšcontaj tÁj
siwpÁj. œti d ™peid»per t¦j mn barut£taj tîn fwnîn oƒ k£tw tÒpoi
15 poioàsi, t¦j d Ñxut£taj oƒ ¥nw, diÕ kaˆ t¦j mn barut£taj t£seij ¢pÕ
tîn lagÒnwn fšresqa… famen, t¦j d Ñxut£taj ¢pÕ tîn krot£fwn. e„sˆ d
kaˆ tapeinÒtatai mn aƒ ¢natolaˆ kaˆ aƒ dÚseij, ØyhlÒtatai d aƒ
mesouran»seij. aátai mn e„kÒtwj ¨n parab£llointo to‹j Ñxut£toij fqÒg-
goij, ™ke‹nai d to‹j barut£toij, éste kaˆ t¦j mn ™pˆ t¦ mesouran»mata
20 kin»seij tîn ¢stšrwn o„keioàsqai ta‹j ¢pÕ tîn barutšrwn t£sewn ™pˆ t¦j
Ñxutšraj metab£sesi tîn fqÒggwn, t¦j d ¢pÕ tîn mesouran»sewn
¢n£palin ta‹j ¢pÕ tîn Ñxutšrwn ™pˆ t¦j barutšraj.114
114
2 a(plw=j om. fA | kataba/sei f || 3 o(/moion] oiÂon m : corr. V1 || 5 a)natolai\ kai\
1 1
du/seij W : a)natolikai\ du/seij m : a)natolikai\ kai\ dutikai\ fu/seij V : a)natolikai\ kai\
dutikai\ fa/seij fg : fortasse fau/seij F : a)natolikai/ te kai\ dutikai\ fau/seij Wallis || 6 fan-
tasiw=n] fa/sewn W || 7 kai\ o)cu/tatai ante ta/seij add. fgA || 8 kata\ to\ te/loj m || 21 meta-
1 1
ba/seij mfg : corr. W E
119
ia/. Pîj ¹ kat¦ b£qoj k…nhsij tîn ¢stšrwn to‹j ™n ¡rmon…v gšnesi pa-
rab£lletai.
115
3 to/ ante ba/Joj add. fA || 4 e)n ante te codd. : del. Wallis et Düring | e)n ante a(rmoni/#?
om. fg || 5 th/n tert. om. mg || 7 th/n alt. om. mfg || 10 e)/ggist' a)\n paraba/llointo toi=j x. g.
ei)ko/twj fA || 11 lixanai/ mfg || 20 o( A : to/ mfg || 21 diastaltika/ A
120
ib/. “Oti kaˆ ta‹j kat¦ pl£toj parÒdoij tîn ¢stšrwn ™narmÒzousin
aƒ kat¦ toÝj tÒnouj metabola….116
116
3 kai/ pr. om. g || 5 ou)de/] ou)/te fA || 6 ou)/t' e)kei=] ou)/te de/ mg || 11 to/ ante tou/j add.
m : corr. V1 || 14 tou= locou= ku/klou mal. Düring || 17 ta/] to/ mf : corr. W1 || 20 du/o ante tro-
pikw=n add. f || 23 Jerinai/ m | e)ch=rtai bis Vf : e)cv/rhtai MWEg : e)ch/rthtai in marg.V || 23
tai=j] ta/j MVE
121
parÒdoij kaˆ æj ¨n [™n] ceimerina‹j, toutšstin, Ópou mn Ð nÒtioj ™xÁrtai
pÒloj ta‹j par¦ t¦j ¥rktouj, Ópou d Ð bÒreioj ta‹j ¢ntikeimšnaij.
ig/. Perˆ tÁj ¢nalog…aj tîn tetracÒrdwn kaˆ tîn prÕj tÕn ¼lion
schmatismîn.117
117
1 e)n codd. : del. Wallis | e)ch=rtai bis Vf : e)cv/rhtai MWEg : e)ch/rthtai in marg. V ||
1-2 no/tioj – bo/reioj transp. fW1 || 2 ta\j a)/rktouj scr. Düring (sed tai=j pro\j a)/rktouj mal. utro-
que loco) : tai=j a)/rktaij M : tai=j a)/rktoij cett. || 5 kai/ pr. del. Wallis || 6 tv= tw=n pro\j to\n
h(/lion sxhmatismw=n e)ni/stasJai katafanh/setai scr. Düring : tv= pro\j h(/lion sxhmatismoi=j
e)ni/statai katafanh= m : tv= tw=n pro\j to\n h(/lion sxhmatismw=n katafanh/setai f : tv= ta/cei
tw=n pro\j h(/lion sxhmatismw=n suni/statai katafanh/j gA : tv= ta/cei tw=n pro\j to\n h(/lion
sxhmatismw=n e)oikui=a katafanh/setai b || 7-8 a)po\ tw=n kru/yewn e)pi\ ta\j fa/seij dia-
sta/sesi b : a)po\ tw=n krufai/wn e(pta\ sfai/raj parasta/sesi m : a)po\ tw=n kru/yewn e)pi\ ta\j
1 1 1
fanera\j parasta/seij W V E fgA || 10 e)pi\ th=j tw=n me/swn mgA | th=j alt. del. Wallis || 11
tou/twn b tou/tou mgA : tou= dwri/ou f || 12 e(ka/stou om. f || 15 tou/tou] tou/t% f || 16 h)/toi] h)/ gA |
a)natolh=j] fa/sewj Wallis || 17 h)/ om. mfA | th=j] tou= m | kai/ ante kata/ add. g || 18 e)pi\ selh/nhn
f || 19 t%=] h( m : corr. W1 | tetraxo/rdwn m : corr. W1 | poiw=n scr. Düring : o)/nta mgA : oiÂon fW1 :
a(\ poiou=si Wallis
122
tÕn prîton mhnoeidÁ kaˆ tÕ tîn Øp£twn tetr£cordon t»n te di£metron
st£sin kaˆ tÕ di¦ pasîn ÐmÒfwnon, Ð d' ™fexÁj toÚtwn mšcri tÁj krÚyewj
kaˆ kat¦ tÕn deÚteron mhnoeidÁ tù tîn Øperbola…wn tetracÒrdJ, poiîn
kaˆ aÙtÕj prÕj tÕn prîton ¢mf…kurton kaˆ tÕ tîn mšswn tetr£cordon t»n
5 te di£metron st£sin kaˆ tÕ di¦ pasîn ÐmÒfwnon. kaˆ e„sˆn aƒ mn <¢pÕ>
tîn krÚyewn ™pˆ t¦j f£seij diast£seij kaˆ kat¦ t¦j ¢kronÚktouj ¢pÕ
tîn ˜sper…wn ¢natolîn ™pˆ t¦j ˜óaj dÚseij À ™pˆ tîn fainomšnwn
pansel»nwn œggista | dwdekathmor…ou, kaq£per aƒ tîn diazeÚxewn 109
tonia‹ai, loipÕn d aƒ kaq' ›kaston tîn tess£rwn schmatismîn dÚo kaˆ
10 ¹m…seoj œggista dwdekathmor…wn, æj kaˆ tîn tess£rwn tetracÒrdwn
›kaston dÚo kaˆ ¹m…seoj œggista tÒnwn. œti d ™pˆ tÁj sel»nhj kaˆ oƒ dia-
metroàntej ¢ll»louj schmatismoˆ sunamfÒteroi toà ˜nÒj e„si kat¦ t¾n
toà Ólou fantas…an sumplhrwtiko…, kaq£per kaˆ oƒ di¦ pasîn fqÒggoi
toà ˜nÕj kat¦ Ðmo…an ¢nt…lhyin ¢pergastiko….
118
2 w(j e)fech=j m || 3 kai/ om. g | t%= om. m | tetra/xordon mF : corr. F1 | poiw=n kai\
1 1
au)to/j mgA : oiÂon kai\ au)to/j fW : a(\ poiou=si kai\ au)ta/ Wallis || 4 prw=ton W gA : deu/teron
mf || 5 a)po/ add. Düring || 4-10 a)po\ tw=n e(speri/wn – dwdekathmori/ou scr. Düring : a)po\ tw=n
e(speri/wn a)natolw=n e)pi\ ta\j e(%/ouj du/seij h)\ e)pi\ tw=n fainome/nwn panselh/nwn w(j e)pi\ ta\
dwdekathmo/ria mf : a)po\ tw=n e(%/wn du/sewn e)pi\ ta\j e(speri/ouj a)natola\j h)\ e)pi\ tou\j fai-
nome/naj panselh/nouj w(j e)pi\ ta\ dwdekathmo/ria gA : ai( a)po\ tw=n speri/wn a)natolw=n e)pi\
ta\j e)%/aj du/seij, h)\ kai\ tw=n fainome/nwn panselh/nwn, e)/ggista dwdekathmori/ou Wallis || 10
e)/ggista dwdekathmori/ou b || 8 diazeu/cewn b : diata/cewn mf : diasta/sewn gA || 9 loipo\n de\
ai( kaJ' scr. Düring : loiph\n de\ oi( kaJ' m : loipo\n de\ kaJ’ f : loipo\n de\ oi( kaJ' gA :
e(/kastoj de\ tw=n loipw=n b || 11 e(/kaston Ab : e(ka/sth mfg || 13 tou= om. m || 15 in tit. ti/naj
secutus Franzius : tinaj Düring || 20 a)/n om. f | ginome/nwn – me/tra suppl. GREGORAS
123
mo…raj, ™peid¦n kat¦ di£metron œlqV tù ¹l…J ¹ sel»nh À tîn planwmšnwn
¢stšrwn Ðstisoàn, thnikaàta ¹ metaxÝ di£stasij Øp£rcei moirîn rp/ ™pˆ
tÁj kuklikÁj nooumšnwn aÙtîn perifere…aj. aátai g¦r diplasiazÒmenai
¢part…zousi tÕn toà pantÕj kÚklou ¢riqmÒn, lšgw d¾ tÕn tx/. ÐpÒte d
5 kat¦ tr…gwnon ¢ll»loij g…gnointo schmatismÒn, thnikaàta ¢f…stasqai
lšgomen aÙtoÝj ¢p' ¢ll»lwn di£sthma moirîn rk/. aátai g¦r triplasi-
azÒmenai ¢part…zousi tÕn toà pantÕj kÚklou ¢riqmÒn, lšgw d¾ tÕn tx/,
ÐpÒte d' aâ kat¦ tetr£gwnon schmatismÕn ¢p' ¢ll»lwn g…gnointo, thni-
kaàta ¢p' ¢ll»lwn aÙtoÝj di…stasqa… famen di£sthma ™pˆ tÁj
10 perifere…aj moirîn %/: tetr£kij g¦r p£lin t¦ %/ g…gnontai Ðmo…wj tx/.
ÐpÒte d' aâ kaq' ˜x£gwnon, tÒte t¾n toiaÚthn di£stasin x/ lšgomen enai
moirîn: ˜x£kij g¦r t¦ x/ g…gnontai aâqij tx/. toÚtoij oân paraballomšnou
toà tele…ou tÁj mousikÁj sust»matoj parablhq»sontai oƒ tîn fqÒggwn
˜stîtej tÍ st£sei toutwnˆ tîn ¢riqmhtikîn diasthm£twn oÛtws… pwj. Ð
15 mn proslambanÒmenoj tÍ st£sei tîn rp/ moirîn, ¹ d tîn mšswn Øp£th tÍ
st£sei tîn rk/ moirîn, ¹ d n»th tîn diezeugmšnwn tÍ st£sei tîn %/
moirîn, ¹ d n»th tîn Øperbola…wn tÍ st£sei tîn x/ moirîn, oƒ d tÕn di-
azeuktikÕn perišcontej tÒnon dÚo ˜stîtej fqÒggoi tÍ, Óqen ¹ ¢rc¾ tîn
e„rhmšnwn diast£sewn, ½toi ™n ú tÒpJ poie‹tai ¹ st£sij toà ¹l…ou À
20 ¥llou tinÕj tîn planwmšnwn ¢stšrwn, ¢f' oá diazeÚgnuntai ™f' ˜k£tera
toà kÚklou t¦ tîn diast£sewn mštra.>
119
19 poiei=tai] noei=tai Wallis et Franzius || 24 tou/twn – w(/raij suppl. GREGORAS
124
prètwn sumfwniîn, tÁj te di¦ pšnte kaˆ tÁj di¦ tess£rwn. ésper d ™pˆ
tÁj mousikÁj aátai aƒ dÚo prîtai sumfwn…ai, ¼ te di¦ pšnte kaˆ ¹ di¦
tess£rwn, suntiqšmenai poioàsi tÕ di¦ pasîn ÐmÒfwnon, oÛtw kaˆ
™ntaàqa t¦ tîn e„rhmšnwn dÚo lÒgwn diast»mata suntiqšmena, toà te
5 ¹miol…ou dhlad¾ kaˆ toà ™pitr…tou, poi»sousi tÕn dipl£sion lÒgon tÕn tù
di¦ pasîn ÐmofènJ ¢n£logon. ™piferÒmenoj d toÚtoij kaˆ Ð tîn toà
Ólou kÚklou tx/ moirîn ¢riqmÕj poi»sei prÕj tÕn %/ tÕn tetrapl£sion
lÒgon, tÕn tù dˆj di¦ pasîn ™pˆ tÁj mousikÁj tele…J sust»mati ¢n£logon.
kaˆ kaq' ›teron d trÒpon ™x aÙtîn tîn toà zJdiakoà dwdekathmor…wn
10 eÛroi tij ¨n t¾n Ðmo…an ¢nalog…an ™piskopîn. aƒ g¦r rk/ mo‹rai tess£rwn
dwdekathmor…wn ™pšcousi di£sthma, aƒ d %/ triîn, aƒ d x/ dÚo, ïn Ð g/
ke…menoj mšsoj, prÕj mn tÕn d/ ØpÒlogoj ginÒmenoj poie‹ tÕn ™p…triton
lÒgon, prÕj d tÕn b/ prÒlogoj ginÒmenoj, poie‹ tÕn ¹miÒlion lÒgon, ™x ïn
¢mfotšrwn Ð dipl£sioj sÚgkeitai lÒgoj, toà d/ fhmˆ prÕj tÕn b/, oŒj
15 ™piferÒmenoj kaˆ Ð tîn ib/ zJd…wn ¢riqmÕj tÁj Ólhj kuklikÁj periÒdou
poi»sei kaˆ aÙtÕj prÕj tÕn g/ tÕn tetrapl£sion lÒgon kat¦ t¾n
Ñfeilomšnhn ¢kolouq…an toà dˆj di¦ pasîn ™pˆ toà tÁj mousikÁj tele…ou
sust»matoj. ™pe… ge m¾n polugènwn ™mn»sqhmen, trigènwn dhlad¾ kaˆ
tetragènwn kaˆ ˜xagènwn schm£twn, e†peto p£ntwj k¢k tîn gwniîn
20 aÙtîn kaˆ e„ d» ti prosÁn ›teron de‹xai Ðmo…wj toÝj tÍ ¡rmon…v
pros»kontaj lÒgouj, ¢ll¦ prÕj tÕ katepe‹gon tÁj cre…aj t¾n proteqe‹san
¢rke‹n ¹ghs£menoi œfodon t¦ ple…w scolazoÚsaij par»kamen éraij.>
25 M» tij d o„šsqw tÕn mn toà DiÕj fqÒggon ˜katšrJ tîn fètwn
di¦ sumfwn…aj eŒnai, tÕn d tÁj 'Afrod…thj mÒnJ tù tÁj sel»nhj, ™peid¾ Ð
tÒnoj oÙk œstin ™n lÒgJ sumfwn…aj: oátoj mn g¦r tÁj selhniakÁj | gšgo- 111
120
12 to\n e)pi/triton lo/gon: pro\j de\ to\n b / pro/logoj gino/menoj codd. : to\n e)pi/triton
lo/gon, pro\j de\ to\n b / poiei= Najock || 23 in tit. oi)keiw/seij Franzius || 25 scripta in hoc capite,
quae Düring veram capitis III 16 partem supposuit, Ptolemaeo tribuere non audeo || 27 ou(/twj N
125
nen aƒršsewj, Ð d toà DiÕj katalšleiptai tÁj ¹liakÁj kat¦ taÙt£. ™peˆ
kaˆ tîn fqoropoiîn ˜k£teroj fqÒggoj ˜katšrJ tîn ¢gaqopoiîn t¾n di¦
tess£rwn poie‹ sumfwn…an, Ð mn tÁj n»thj tîn Øperbola…wn toà KrÒnou
prÕj tÕn tÁj n»thj tîn diezeugmšnwn toà DiÒj, Ð d tÁj n»thj tîn
5 sunhmmšnwn toà ”Areoj prÕj tÕn tÁj mšshj tÁj 'Afrod…thj, ºkoloÚqhse d
tÕ kaˆ tÕn mn toà KrÒnou tÁj ¹liakÁj m©llon aƒršsewj genšsqai, tÕn d
toà ”Areoj tÁj selhniakÁj. diÕ kaˆ tîn schmatismîn tîn mn toà KrÒnou
prÕj tÕn D…a p£ntaj ¢gaqopoioÝj kaq…stasqai sumbšbhken, tîn d toà
KrÒnou prÕj tÕn ¼lion mÒnouj toÝj trigènouj, æj tîn loipîn
10 sumfwnotšrouj. Ðmo…wj d kaˆ tîn toà ”Areoj prÒj te t¾n 'Afrod…thn kaˆ
t¾n sel»nhn m¾ p£ntaj p£lin, ¢ll¦ mÒnouj toÝj trigènouj, tÕ d' ™nant…on
toÝj mn toà KrÒnou prÕj t¾n sel»nhn kaˆ t¾n 'Afrod…thn p£ntaj
faÚlouj, toÝj121d toà ”Areoj prÕj tÕn ¼lion kaˆ tÕn D…a p£ntaj
™pisfale‹j.
121
1 kata\ tau)ta/ scripsi : h(liakh=j kata\ tau=ta. e)pei/ gAN : h(liakh=j. kata\ tau=ta
e)pei/ v || 2 e(ka/teroj – a)gaJopoiw=n om. v || 5 de/ om. v || 6 to/ om. v || 8 tw=n] tou/j v | to/n om. v |
pa/ntaj a)gaJou/j: tw=n de/ A | tou= om. v || 9 to/n om. vgN || 12 tou= om. vgN | th/n pr. om. vgN |
th/n alt. om. vgN || 13 tou= om. vgN | tou\j d' Areoj Franzius | to/n pr. om. vgN | to/n alt. om. vgN
126
NOTA PREVIA A LA TRADUCCIÓN
fili/hj ta/de dw=ra. Miscelánea léxica en memoria de C. Serrano, Madrid, CSIC, 1999,
pp. 97-102. En él se hacen recomendaciones acerca de cómo hay que traducir bastantes
términos al castellano, sobre todo los nombres de las notas o de instrumentos como el
au)lo/j.
En nuestro caso, hemos contado con la inmensa suerte de poseer este anteceden-
te así como el memorable estudio de F. Pérez Cartagena sobre Aristóxeno de Tarento
(La Harmónica de Aristóxeno de Tarento. Edición crítica con introducción, traducción
y comentario. Tesis doctoral, Universidad de Murcia, 2001), que nos han guiado en la
reflexión de numerosos problemas que plantea el tratado ptolemaico. Menor atención
hemos prestado a la traducción de D. Santos Santos del tratado de Ptolomeo (Claudio
Claudio Ptolomeo. Armónicas, Málaga 1999), pues se trata de un trabajo no muy acer-
tado y a menudo desconcertante2. Así pues, nos hemos desviado de algunas de sus pro-
puestas, prefiriendo en algunos casos una traducción diferente. Seguidamente ofrecemos
nuestras razones para la traducción de los siguientes términos.
1
Este sistema musical dio lugar a un corpus léxico especializado, cercano en el caso de Ptolo-
meo al astronómico, pero también (en otros casos) a menudo original y muy articulado; cf. términos como
o)cu/puknoj, baru/puknoj, etc., y familias léxicas como las que contienen las raíces de tei/nein, a(rmoni/a y
otros. Vid. F. Rodríguez Adrados, Historia de la lengua griega, Madrid 1999, pp.184-187.
2
Vid. nuestra reseña en Myrtia 16 (2001), pp.351-355.
127
1.Los nombres de las notas. Hemos seguido las recomendaciones de J. García
López y C. Morales Otal (op.cit.)3. Otras versiones se pueden leer en las traducciones al
castellano de Ps.Plutarco de Mus. de M. García Valdés (en el volumen titulado Moralia,
Madrid 1987) y de Arístides Quintiliano de L. Colomer y B. Gil (Sobre la música, Ma-
drid 1996)4.
proslambano/menoj proslambanómeno
u(pa/th hípate
parupa/th parípate
lixano/j lícano
me/sh mese
parame/sh paramese
tri/th trite
paranh/th paranete
nh/th nete
Otros nombres para las notas, menos frecuentes, aparecen también en la Harmó-
nica. En coherencia con lo anterior, se ha traducido de la siguiente manera:
u(perbolai/a hiperbolea5
dia/tonoj diátono
u(perupa/th hiperípate6
Otra cuestión problemática se plantea con los nombres de los tetracordios, que,
en su forma en genitivo, son añadidos tras el nombre de la nota (por ejemplo, y literal-
mente, tri/th diezeugme/nwn, “trite [del tetracordio] de las [notas] disjuntas”). En el artí-
culo citado, J. García López y C. Morales Otal7 recomiendan una traducción del tipo
3
En la bibliografía alemana, inglesa o francesa, los nombres de las notas son simplemente trans-
critos fonéticamente (hypate, diatonos, meson, etc). Sólo C. Fortlage (Das musikalische System der grie-
chen, Amsterdam 1964) apunta a veces la opción de una auténtica traducción a su lengua (höchste por
nh/th, zeigefinger por lixano/j, dritte por tri/th, etc.). Una versión latina de la nomenclatura griega se
puede leer, por ejemplo, en Marciano Capela, De Nuptiis Philologiae et Mercurii, 349.16 ss. (edición de
F. Eyssenhardt, Leipzig 1866): proslambano/menoj como adquisitus, u(pa/th u(pa/twn como principalis
principalium, etc.
4
Cf. la propuesta de Albino recogida por Boecio (Mus. I 26, 218.23-219.1 Friedlin): “ut hypatas
principales vocaret, mesas medias, synemmenas coniunctas, diezeugmenas disiunctas, hyperboleas exce-
llentes”.
5
Cf. Pérez Cartagena, op.cit., p.ix.
6
Esta denominación sólo aparece en las notas a la traducción.
7
Op. cit., p.101; cf. Pérez Cartagena, op.cit., pp.viii-ix.
128
“hípate del tetracordio medio” para u(pa/th me/swn. Dicha recomendación es la que
hemos seguido en la traducción de Ptolomeo8:
En lo que respecta a los diagramas incluidos en el texto, y para abreviar una tra-
ducción que podría abrumar las figuras, hemos optado por la siguiente convención:
u(pa/twn t.i.
me/swn t.m.
diezeugme/nwn t.d.
u(perbolai/wn t.a.
sunhmme/wn t.c.
8
Con la intención de mantener la coherencia con la traducción de Pérez Cartagena de Aristóxe-
no, seguimos su propuesta (op.cit., pp.viii-ix). Otras traducciones se pueden ver en las versiones al caste-
llano citadas de Arístides Quintiliano y Ps.Plutarco.
9
Siguiendo a Wallis, quien traduce por “solidi”.
10
Este paréntesis es de Santos.
11
Th. J. Mathiesen (Apollo’s Lyre. Greek Music and Music Theory in Antiquity and the Middle
Ages, University of Nebraska Press, 2000, p.473) traduce esta afinación como “modos”, pero nos parece
dudoso que la voz griega tro/poj en su sentido técnico musical contenga noción alguna de modo; más
bien la vemos referida al tipo de escala que entendemos como “tonalidad”.
129
parupa/tai parhypates (p.69), parhípates parípates
(p.132)
lu/dia lidios hyastios12 (p.69), lidios lidios
(p.132)
i)a/stia cf. supra jonios
i)astiaio/lia hiastieólicos jonioeolios
3.La nomenclatura de los lo/goi armónicos. Para expresar la razón armónica en-
tre dos números (equivalente a la razón entre dos longitudes de cuerda) o ratio, el griego
utiliza un sistema integrado por la preposición e)pi/ seguida del número denominador o
u(po/logoj. Ptolomeo varía en su tratado esta expresión, intercambiando, por ejemplo, e)pi
14
e /, e)pi/pemptoj y ta\ o)ktw\ pro\j ta\ tri/a . Los tipos de razones musicales son polla-
pla/sioj, traducida sin problemas como “múltiple”, y el par formado por e)pimo/rioj y
e)pimerh/j. El DRAE no recoge transcripción alguna para estas últimas formas; el latín las
12
Santos traduce como si fuera una sola afinación; parece estar teniendo muy presente la traduc-
ción latina de Wallis (Klaudi/ou Ptolemai/ou a(rmonikw=n bibli/a g. Harmonicorum libri tres. Ex Codd.
Mss. undecim, nunc primum Graece editus. Oxonii, e Theatro Sheldoniano, 1682); cf. su p.84, “...quos
vocant Citharoedi Lydios & Iastios (i.e.Ionios)”, y Santos (op.cit., p.69) “...que los citaristas denominan
lidios hyastios (es decir, jonios)”. En su prefacio, Wallis advertía que la dificultad de la obra le había
llevado a introducir paréntesis en letra cursiva explicativos; Santos traduce estos paréntesis como si del
texto ptolemaico se tratase.
13
Sobre la j- inicial, vid. M. Fernández Galiano, La transcripción castellana de los nombres
propios griegos, Madrid 1969, p.32.
14
Naturalmente, la razón 8:3 no se puede expresar de forma abreviada por no ser e)pimo/rioj.
130
denominación conocida de un pie en la métrica grecolatina15; no obstante, en la misma
doctrina rítmica, el término e)pi/tritoj se opone a h(mio/lioj bajo el criterio del lo/goj16.
Hemos vertido e)pi/tritoj como “sesquitercio” y h(mio/lioj como “sesquiáltera” a pesar de
la recomendación de García López y Morales Otal17, que prefieren “epítrito” y “hemio-
lio” para los respectivos términos griegos. Nuestra razón es que no sería congruente esta
última traducción al menos en este tratado, particularmente porque entran en un sistema
de gradación donde se parte desde el lo/goj h(mio/lioj, se sigue con el e)pi/tritoj, y se con-
tinúa con el e)pite/tartoj, e)pi/pemptoj, e)pi/ektoj, etc. Si no hay más remedio –como es el
caso– que traducir e)pite/tartoj como “sesquicuarta” (pues en el caso de e)pi\ d / hemos
vertido “5:4”, para mantener la variatio ptolemaica), no sería adecuado traducir
e)pi/tritoj como “epítrito” y romper la sucesión. En tanto que Ptolomeo suele expresar
las razones ya mediante la pura preposición seguida del numeral, ya mediante el adjeti-
vo (que será el procedimiento bizantino), la traducción por “epítrito” o “hemiolio”
obscurecería este sistema preposicional completamente transparente en griego.
4.Los intervalos dentro del tetracordio. Ptolomeo es el único autor sobre música
que llama a los tres intervalos que componen la cuarta mediante términos que aluden a
la posición de cada uno de ellos. El intervalo h(gou/menon es “conductor” del tetracordio;
el me/son es el “central”, y el e(po/menon el “siguiente”. En la idea de que el sentido que le
da Ptolomeo a esta nomenclatura es el de una sucesión ordenada (cf. loipo/n en Harm.
44.18 como equivalente exacto a e(po/menon), hemos traducido, respectivamente, por
“primero”, “central” y “último”. Santos traduce “precedente”, “intermedio” y “suceden-
te”.
Los aspectos (sxhmatismoi/) son polígonos que forman los astros en el círculo de
la eclíptica. Para su traducción, seguimos a E. Calderón Dorda, en su “La astrología
grecorromana ayer y hoy”, Cuadernos de literatura griega y latina III, Madrid-Santiago
de Compostela 2001, pp.127-152, esp. pp.138-140: oposición diametral (kata\
dia/metron), trígono (tri/gwnoj), tetrágono (tetra/gwnoj) y hexágono (e(ca/gwnoj).
15
Cf. J. Luque Moreno, De pedibus, de metris. Las unidades de medida en la rítmica y en la mé-
trica antiguas, Universidad de Granada, 1995, p.243.
16
J. Luque Moreno, op.cit., p.18 ss.
17
Op.cit., p.100 n.10; cf. también J. Luque Moreno, “Música celestial: astronomía y psicología
en la teoría musical de los romanos”, en A. Pérez Jiménez, Astronomía y astrología: de los orígenes al
Renacimiento, Madrid 1994, p.132, con el mismo criterio que estos autores citados.
131
6.Otros términos técnicos y musicales.
a(rmonikh/ (por ejemplo, en el título de III 3). Mientras que “harmónica” como ciencia
que estudia la a(rmoni/a no es recogida por el DRAE, este diccionario sí reconoce “armó-
nico” con el valor indicado.
18
Cf. García López-Morales Otal, op.cit., p.100.
19
Boecio traduce “limma”, cf. Mus. 260.24.
132
-o(mo/fwnoj: “homófono”. Los intervalos homófonos son definidos por Ptolomeo
(Harm. 17.24-25) como oi( kata\ th\n su/myausin e(no\j a)nti/lhyin e)mpoiou=ntej tai=j
a)koai=j; son tales la octava y sus compuestos (doble octava, triple octava, etc.). En el
DRAE (s.v.) no hay un significado equivalente a éste: “Dícese del canto o música en que
todas las voces tienen el mismo sonido”. Recuérdese que para los griegos la octava no
es un unísono, sino una consonancia. La pura transcripción nos ha parecido mejor que
buscar una traducción que nunca recogería lo que aporta el compuesto griego, y cuyas
partes se pueden ver sin problemas en la palabra castellana.
ta/sij, “tensión”; más tarde, en 71.1-2 explica la que él cree causa tradicional de su de-
nominación: to/n% diafe/rontaj a)llh/lwn u(poJe/menoi, kai\ dia\ tou=to i)/swj to/nouj
au)tou\j o)noma/santej. A lo largo del tratado, y ya que Ptolomeo opta por to/noj frente a
20
Cf. Fernández Galiano, op.cit., p.73, quien admite la duda entre ambas formas.
21
Cf. García López-Morales Otal, op.cit., p.102, que citan como ejemplo a Plutarco (E ap.
Delph. 389 E); igualmente, Porfirio a lo largo de su Comentario a la Harmónica de Ptolomeo utilza
tro/poj para referirse a los to/noi ptolemaicos, y Anon. Bellerm. 28 es un ejemplo de uso de a(rmoni/a no
en un sentido antiguo (à la Platón) sino equivalente a tro/poj.
22
Ambigüedad que ha provocado lecturas enfrentadas en pasajes de sentido no fácilmente capta-
ble, como por ejemplo Harm. 62.14.
133
como “tonalidad”23, pues tal es su acepción en los escritos pertenecientes a la tradición
aristoxénica (desde el propio Aristóxeno a Cleónides, Alipio, etc.): se trata de un siste-
ma escalar similar a nuestras tonalidades, donde existe el mismo tipo de interválica pero
empezando en grados sucesivos en intervalos de semitono. Pero no es ésta la realidad
musical de Ptolomeo. Como se verá a lo largo de la Harmónica, el autor tiene in mente
un sistema modal, no tonal (y se ocupa de refutar éste último en II 8-11). Un to/noj es un
modo para el alejandrino, y por tanto no es correcta su traducción por “tonalidad”24.
En segundo lugar, surge entonces la cuestión de por qué no traducir to/noj como
“modo”. Ello sería, naturalmente, correcto, pero poco exigente. En su explicación de la
etimología de la palabra ya vista de 65.19-66.1, el autor está demostrando que su signi-
ficante no se había vuelto “opaco”; esto es, aún era claramente visible, al menos para
Ptolomeo, el origen de to/noj en “tensión”, ta/sij (cf. el verbo tei/nein). Traducir por
“modo” equivaldría a perder esa constelación de referencias lexicales (o, en otras pala-
bras, su entorno paradigmático) compuesta por ta/sij, tei/nein, e)pitei/nein, su/ntonoj, etc.
Afortunadamente para nosotros, “tono” contiene el mismo sentido que para Ptolomeo,
como indica la octava acepción del DRAE (s.v.): “Modo, cierta disposición de los soni-
dos de la escala”. El problema de la ambigüedad con “tono” entendido como “intervalo
sesquioctavo” (o también sesquinono) se resuelve si traducimos to/noj (e)po/gdooj) como
“intervalo de tono” en los casos donde se preste a una ambigüedad severa25.
23
Así, por ejemplo, Pérez Cartagena en su traducción de Aristóxeno de Tarento.
24
No obstante, Ptolomeo utiliza, claro está, to/noj para referirse a las “tonalidades” aristoxéni-
cas; podría podría haber reservado tro/poj para otras teorías armónicas como la aristoxénica o la de aqué-
llos que preconizan un sistema de ocho to/noi (Harm. II 9-11) para evitar la confusión terminológica. Pero
el problema es otro: Ptolomeo se ocupa de rebatir las posiciones aristoxénicas desde la asunción de sus
propios postulados, cuando en realidad este sistema y el suyo propio son irreductibles.
25
Una prueba de la confianza de Ptolomeo en la claridad del significado de to/noj es que no uti-
liza el adjetivo que eliminaría la ambigüedad tanto como podría suponerse: nos referimos a toniai=oj.
134
Un problema añadido a modo como traducción de to/noj es el hecho de que en el
texto encontramos su acepción puramente ptolemaica (como “modo”) junto a la aris-
toxénica (como “tonalidad”). Traduciendo como tono hemos evitado verter un mismo
término técnico mediante dos sustantivos diferentes, en la idea de que para Ptolomeo
to/noj es lo mismo ya hable de los aristoxénicos, ya de su propia teoría; nuestro autor
critica a las escuelas rivales no tanto porque traten de cosas diferentes, sino porque con-
sideran hechos semejantes desde puntos de partida equivocados.
Por último, el tratado de Ptolomeo no es un texto fácil, y exige esfuerzo por par-
te del lector, y más del moderno. La terminología musical griega ya era problemática
para los mismos griegos (y los latinos reconocían sus propios problemas), y cualquier
intento de solventarlo en la traducción no sería sino un despropósito al perderse toda la
pregnancia significativa26.
mos por “caracteres mutables”, se escaparía la idea de modulación entre escalas. Vol-
viendo al par de sistemas opuestos, nos parece defectuosa la traducción de “mutable”
(en oposición a “inmutable”) para metaboliko/n. “Mutable” se dice de lo que se puede
transformar, no de lo que modula (cf. gr. metabolh/ y el verbo metaba/llein). Por ello,
su/sthma a)meta/bolon se traduce aquí por “sistema inmodulante”, y su/sthma metaboli-
ko/n por “sistema modulante”, aunque con la conciencia de ser versiones problemáticas.
26
Cf. las palabras de J. Chailley (La Musique grecque antique, Paris 1979, p.106): “On supplie
les traducteurs à venir d’être particulièrement méticuleux quant à la précision des termes; bien des mé-
comptes eussent été évités si to/noj était toujours traduit par ton, a(rmoni/a par harmonie, o( dw/rioj par ‘le
dorien’, (sans interpolantion) etc. Et ceci ne vaut pas seulement pour le français”.
27
Op.cit., p.99.
135
-tri/gwnon: “trígono”. Esta transliteración intenta ser coherente con la correspon-
diente de “auló” para au)lo/j, aconsejada por García López y Morales Otal28. La acen-
tuación de trígono sigue la entrada del DRAE para el término astrológico (tri/gwnon).
-xrw=ma: “cromático”. Al igual que en el caso de dia/tonon, que alterna con diato-
niko/n, Ptolomeo utiliza el sustantivo xrw=ma con el mismo valor que ge/noj xrwmatiko/n.
28
Op.cit., p.101.
136
LIBRO PRIMERO
Düring
1.De los criterios en harmónica. 2
5.De los principios adoptados por los pitagóricos respecto a las hipótesis de
las consonancias.
sonancias.
cias.
8.De qué modo se mostrarán, sin ninguna duda, las razones de las conso-
un semitono.
tóxeno.
139
14.Demostración de que ninguna de las distinciones preserva lo realmente
melódico.
y lo evidente.
140
LIBRO I
agudeza y la gravedad en los sonidos; el sonido es una afección del aire cuando es
el oído y la razón, pero no de la misma manera7, sino que el oído8 está relacionado
con la materia y la afección, mientras que la razón lo está con la forma y la causa9,
ya que es determinada y cumplida la materia tan sólo por la forma, y las afecciones
por las causas de los movimientos, y de ellas, aquéllas son propias de la percepción
son determinadas y cumplidas por las racionales, al someterles primero las diferen-
cias tomadas de forma más general, al menos en las cognoscibles por medio de la
Y esto ocurre porque la razón es simple y sin mezcla, y por ello indepen-
diente, ordenada y siempre igual en relación a las mismas cosas, mientras que la
percepción tiene que ver con la siempre mezclada y fluyente materia13; de forma
de los que permanecen siempre los mismos se observa idéntica en relación a lo que
razón. Así pues, igual que un círculo dibujado tan sólo con la vista16, parece ser a 4
menudo exacto, hasta que el que está construido con la razón conduce la percepción
al reconocimiento del que es en realidad exacto, así, si sólo de oído fuese aprehen-
141
que ni está falta ni sobrada de su medida; pero si se ajusta la obtenida a través de la
que, en general, juzgar algo es más fácil que hacerlo (como, por ejemplo, juzgar
una pelea que pelear, una danza que danzar, una melodía de auló que tocarlo, o un
canto19 que cantar). Ciertamente, tal inferioridad de los sentidos para reconocer lo
de la verdad, ni tampoco para observar los excesos20 de aquellas cosas que se dife-
rencian entre sí, al menos tomadas en partes más grandes de lo que son. Pero en las
en ellas; y aún más en las divisiones mucho más pequeñas. La causa es que lo que
se desvía de la verdad, aun siendo una sola vez muy poco, cuando ha habido pocas
Entonces, dada una línea recta, es muy sencillo tomar una más corta o más
larga que ella con la vista, no sólo porque tal cosa se produce en una extensión, sino
porque también hay una única comparación. Y dividirla en dos o duplicarla es to-
davía sencillo, si bien no del mismo modo al producirse sólo dos comparaciones.
Tomar un tercio o triplicarla es más difícil, porque ya se combinan aquí tres ajustes
con medidas mayores cuando tomemos por sí mismo aquello que se indaga: por
ejemplo, una séptima parte o un séptuplo, y no a través de algo más sencillo, como
en el caso de una octava parte, primero con un medio, un medio de éste y aún un
medio de éste último; o un óctuplo primero con un doble, un doble de éste y aún un
142
doble de éste último. Pues ya no será la octava parte del uno o su óctuplo lo que se 5
ha tomado, sino las mitades o los dobles de más cosas desiguales.
Pues bien, puesto que también ocurre de manera similar con los sonidos y el
oído22, lo mismo que para los ojos es necesario algún criterio racional para aquello
por medio de instrumentos adecuados (por ejemplo, para lo recto mismo, la regla23,
y para el círculo y la medida de sus partes, el compás), del mismo modo también a
los oídos, como sirvientes24, sobre todo con los ojos, de la parte teórica del alma25 y
que contiene la razón, les es necesario algo que proceda de la razón para aquellas
cosas que no pueden, por naturaleza, juzgar con exactitud; un método26 al que los
Pues bien, el instrumento de tal método se llama canon armónico29, que to-
sería preservar en todo momento las hipótesis racionales del canon31 (de ninguna
manera en conflicto con los sentidos según la opinión de la mayoría)32, como el del
sus trayectorias observadas, ya que las hipótesis mismas han sido tomadas también
zón, lo particular tan exactamente como sea posible. Pues en todas las cosas es pro-
pio del investigador teórico y entendido mostrar que los trabajos de la naturaleza
están moldeados con una cierta razón, una causa ordenada y en absoluto de modo
azaroso, y que nada se ha llevado a cabo por aquélla de modo casual o azaroso y
sobre todo en las más bellas disposiciones33, las que alcanzan a los más racionales
143
Este propósito, en verdad, unos parece que no lo han atendido del todo, de-
6 sobre todo los pitagóricos y los aristoxénicos, y ambos se equivocan. Pues los pita-
góricos, al no haber atendido a la aplicación del oído ni en los casos en que era ne-
cesario para todos, ajustaron a las diferencias entre los sonidos razones inapropia-
das absolutamente a los fenómenos, de modo que con tal criterio35 inspiraron una
desavenencia entre quienes tenían diferente opinión. Por su parte, los aristoxénicos,
la razón como de algo accesorio para el método, contra ella misma y contra el fe-
nómeno36. Contra ella, porque no ajustan los números, es decir, las imágenes de las
razones37, a las diferencias entre los sonidos, sino a los intervalos38 entre ellos; y
a las confirmaciones39 de los sentidos. Cada una de estas cosas que van a ser expli-
mente delimitado.
Así pues, si se constituye la diferencia en los sonidos40 (al igual que también
facilidad a qué género de los mencionados hay que referir la diferencia entre agu-
deza y gravedad, antes de haber examinado las causas42 de tal distribución, que de
alguna manera creo que son comunes también a las variaciones en las demás percu-
siones. Pues resulta, en efecto, que las afecciones43 derivadas de ellas difieren se-
gún la fuerza de lo que percute, según las disposiciones corpóreas de lo que es per-
cutido y de aquello mediante lo cual tiene lugar la percusión; y aún, según la dis-
144
tancia entre lo que es percutido y el comienzo del movimiento. Pues, evidentemen-
te, siendo las demás condiciones las mismas44, cada uno de los factores menciona-
dos produce algo propio en la afección, en el caso de que él mismo varíe de alguna
forma.
o bien no se produce del todo o bien, al menos, no es perceptible, por ser así tam-
vedad46. Pues con los mismos condicionantes, no vemos que se produzca ninguna 7
modificación tal en los sonidos (por ejemplo cuando hablamos en voz baja o en voz
da, o más vigorosa, o más fuerte), sino solamente que lo más grande sigue a lo más
se adquiere aquí según las disposiciones originales del cuerpo; es decir, por las que
cada cosa es rara o densa, fina o gruesa, lisa o áspera, e incluso según sus figuras48
(¿pues qué tienen en común las cualidades más afectivas –me refiero a los olores,
los sabores y los colores– con la percusión?49). Por medio de la figura produce, en
aquello que admite tal cosa (como la lengua y la boca)50, unas configuraciones51 –
como unas maneras– a los sonidos, en virtud de las cuales se acuñan vocablos de
ruidos, estrépitos, voces, griterío y muchísimos otros de tal clase; y nosotros imita-
mos cada una de las configuraciones, por tener el hombre el más racional y hábil
su vez, una única cualidad, según la cual se dicen ciertos sonidos con la misma pa-
labra, lisos o ásperos, porque también éstas son cualidades en sentido propio. Por
145
medio de las cualidades de la rareza o la densidad, y del grosor o la finura, produce
otras según las cuales, a su vez, decimos con la misma palabra, densos o raros,
porque, también, al ser cada una de ellas una cualidad de las disposiciones
en igual volumen, tiene más sustancia; y más grueso que cosas de similar
disposición, lo que en igual extensión tiene más sustancia. Producen lo más agudo,
lo más denso y lo más fino56, mientras que lo más grave lo producen lo más raro y
lo más grueso. Y aun en las demás cosas, lo más agudo se dice que es tal por ser lo
más fino, como también que lo más débil es tal por ser lo más grueso; pues percute
más compactamente lo más fino porque puede penetrar57 más rápidamente, en tanto
que lo más denso lo hace más. Y por esto el bronce58 y la cuerda producen un
sonido más agudo que la madera y el lino respectivamente, pues son más densos; y
entre bronces de similar densidad e iguales, lo hace el más fino; entre cuerdas de
similar densidad e iguales, la más delgada59; las cosas huecas, más que las sólidas;
8 y, a su vez, de entre las tráqueas, las más densas y más finas son las más agudas en
el tono. Y cada una de estas cosas no sucede propiamente a causa de lo denso o fino
en sí mismo, sino por la tensión60, porque a tales cosas les sucede que son más
tensas, y lo más tenso resulta más vigoroso en las percusiones: esto resulta más
Por ello, aun cuando resulte más tenso de algún otro modo (por ejemplo,
porque sea más duro o completamente más grande), produce un sonido más agudo,
prevaleciendo, en aquellas dos cosas en las que hay algo que produce lo mismo, el
exceso61 conforme a la otra razón, como cuando el bronce produce un sonido más
agudo que el plomo, puesto que es mucho más duro que él de lo que éste es más
146
denso que aquél. Y a su vez, cualquier bronce mayor y más grueso produce un so-
nido más agudo que uno menor y más fino, cuando la razón respecto a la magnitud
es mayor que la razón respecto al grosor62. Pues el sonido es una cierta tensión63
continua del aire, que se propaga desde el aire que rodea las cosas que producen las
percusiones, hasta el del exterior; y por esto, en virtud de la fuerza con que cada
una de las cosas por las que tienen lugar las percusiones sea más tensa, resulta un
Y por estas razones, ciertamente, parece que la diferencia entre los sonidos
respecto a lo agudo o lo grave es una cierta forma de cantidad65, y que sobre todo
aquello que percute66. Pues se constituye en la cantidad de éstas con total evidencia,
siguiendo la agudeza a las distancias más pequeñas por el vigor causado por la
modo que los sonidos son modificados en sentido inverso67 a las distancias68. Pues,
tal como es la distancia mayor desde el origen con respecto a la menor, resulta el
lo mismo que en las balanzas: tal como es la mayor distancia del peso respecto a la
esto es obvia en los sonidos producidos a través de una cierta longitud, como los de
las cuerdas, los de los aulós y los de la tráquea; pues, aun permaneciendo lo demás
invariable, en las cuerdas resultan de forma absoluta más agudos los producidos 9
con distancias menores entre los puentes que con distancias mayores; en los aulós,
los que suenan en los agujeros más cercanos al hifolmio70, es decir, más cerca de lo
que percute, que los que están más alejados71; y en la tráquea, los que tienen el co-
mienzo de la percusión más arriba y más cerca de lo que es percutido, que los que
147
lo tienen más profundo: pues también lo que concierne a la tráquea se parece a un
cierto auló natural, diferenciándose sólo en que en los aulós, al ser fijo el lugar de la
el recurso de los agujeros; en tanto que en la tráquea sucede lo contrario: al ser fijo
instrumento, los lugares en la tráquea desde los que las distancias hacia el aire exte-
rior, en proporción a los excesos entre sí mismos, llevan a término las diferencias
Así pues, quede esbozado con esto cómo se constituyen la agudeza y la gra-
vedad de un sonido, y que su forma es una cierta cantidad72. Adviértase que tam-
bién sus incrementos son infinitos en potencia, pero en realidad limitados73 (como
también lo son los de las magnitudes), y que hay dos límites para éstos: el propio de
los sonidos mismos, y el del oído; y que es mayor éste que aquél74. Pues al variar
progresivamente en sus disposiciones lo que produce los sonidos, aun cuando las
distancias entre cada uno desde el más grave al más agudo no varíen en nada consi-
derable, sin embargo sus dos límites diferirán en muchos casos bastante, unos hacia
lo más grave y otros hacia lo más agudo75. Pero el oído también percibe sonidos
más graves que el más grave, y más agudos que el más agudo, por cuanto en la fa-
En efecto, siendo esto así, hay que distinguir a continuación que, de los so-
10 nidos, unos son iguales en tono y otros desiguales en tono77. Iguales en tono son los
que no varían respecto al tono, mientras que los desiguales en tono varían. Pues el
148
así llamado “tono”78 sería un género común a la agudeza y a la gravedad, entendido
comienzo. De los desiguales en tono, por su parte, unos son continuos y otros deli-
mitados79. Los continuos son los que tienen los lugares de los cambios hacia cada
dirección poco claros, o ninguna de cuyas partes es igual en tono a intervalo per-
80
ceptible, igual que les ocurre a los colores del arcoiris . Tales son también los que
suenan cuando las cuerdas se tensan o se destensan81; a su vez, hacia lo más grave,
el final de los mugidos, y hacia lo más agudo, los aullidos de los lobos82. Los
delimitados, por su parte, son los que tienen claros los lugares de los cambios,
mo83, de manera que, al contrario que lo propio de las ciencias, ni por una defini-
ción ni por una razón pueden ser aprehendidos84; en cambio éstos últimos son pro-
pios de ella, al estar definidos por los límites de las igualdades de tono y al ser
efecto, denominar notas85 a los de tal clase, porque una nota es un sonido que
mantiene uno y un mismo tono86. Por ello también, cada una, sola, es irracional87,
pues es una e indiferenciada con respecto a sí misma, mientras que una razón es una
relación88 y ocurre entre dos números primarios89; pero en la comparación entre uno
y otro sonido, cuando son desiguales en tono, produce una cierta razón por el
melódico90. Son melódicas cuantas, al ser enlazadas unas con otras, resultan
aceptables al oído, mientras que no melódicas las que no son así. Y aún, afirman
que son consonantes (acuñando la denominación a partir del más hermoso de los
149
do la denominación a partir del más hermoso de los sonidos, la voz) cuantas pro-
porcionan una percepción uniforme a los oídos, y disonantes, las que no son así91.
quinta (cuyo exceso se denomina tono93), y la octava; y aún la octava más cuarta, la
octava más quinta y la doble octava. Para nuestro presente propósito, queden al
margen las que exceden a éstas94. El razonamiento de los pitagóricos sólo excluye
una de ellas, la octava más cuarta, siguiendo sus propias hipótesis, que adoptaron
todo95, según el cual números iguales serán asignados a notas iguales en tono, y
igual que hay dos formas primarias de notas desiguales en tono entre sí, la de las
también hay dos variedades primarias de razones entre los números desiguales: una,
particulares98 y múltiples99, siendo mejor también ésta que la de aquéllas por la sim-
una mayor. Una vez que han ajustado, por esto, las razones superparticulares y múl-
razones, la doble es la mejor, aquélla por ser lo más próximo a la igualdad de tono,
150
y ésta porque produce ella sola un exceso igual a lo excedido105, y aún sucede que
la octava está constituida por las dos primeras consonancias contiguas, la quinta y
quitercia, mientras que allí la consonancia de quinta es mayor que la cuarta, de tal
modo que también el exceso entre ellas, es decir, el tono, está dispuesto en la razón
por octava más quinta y aun la de dos octavas (es decir, la doble octava), porque se
sigue que la razón de ésta queda establecida como cuádruple, mientras que la de
aquélla, como triple, pero ya no la constituida por la octava más cuarta, al producir
siguiente. En efecto, dicen, sea una quinta AB, y a continuación otra quinta BG, de
menor que la quinta. Sea de nuevo, dicen, una octava AB y a continuación de ésta
151
Pues bien, puesto que la doble octava es una consonancia, entonces AG es o
la octava es múltiple. Y está claro para ellos, a partir de esto, que también la octava
de las múltiples la razón doble está constituida por las dos superparticulares más
grandes, de tal forma que las razones constituidas a partir de otras dos superparticu-
lares se presentan menores que la doble, no habiendo ninguna múltiple menor que
consonancias.
la octava más cuarta, al ser absolutamente una consonancia evidente, arruina el ra-
que no varían de una única nota, en su función116, las notas que la producen: cuando
como el número diez, por ejemplo, respecto a los números inferiores a él. Y si se
añadiese una consonancia en la misma dirección que los extremos de la octava (por
ejemplo al más grave o, a su vez, al más agudo de ambos), como fuera la consonan-
152
cia respecto al más cercano de ellos, así se muestra también respecto al más aleja-
do; y tiene el extremo más alejado la misma función que aquél más cercano.
vez la quinta con la octava se cantan en la relación respecto al más alejado, de tal
forma que, con razón, la percepción de la cuarta más octava resulta para los oídos la
quinta sola; y por esto, en general, del hecho de que la quinta sea consonante se
sigue el que también la octava más quinta sea consonante, y de que la cuarta sea
consonante, el que también la octava más cuarta sea consonante; y el que la percep-
más cuarta, que la de quinta sola respecto a la de cuarta sola, de acuerdo con los
bién una aporía el asociar las consonancias a estas únicas razones, superparticular y
múltiple, y no a las demás (me refiero a las sesquicuartas y a las quíntuples123, aun-
de las consonancias de la manera que ellos125 quieren: pues, al restar una unidad a
cada uno de los primeros números126 que forman las razones en pos de la semejanza
entre ambos, y al entender los números que quedan como “desiguales”, en los que
éstos sean menores, afirman que son más consonantes; y sin duda es ridículo. Pues
la razón no sólo es propia de los primeros números que la producen, sino sencilla-
mente de todos los que son semejantes entre sí, de tal forma que también con éstos
número a todos los términos menores (que parecería lo más apropiado para el caso),
153
por ejemplo seis, y, restando los que son iguales a él a los límites mayores en co-
rrespondencia a la semejanza, juzgásemos que los que quedan contienen los “des-
iguales”, éstos serán, según la razón doble, seis, según la sesquiáltera, tres, y según
muestra, tras la octava, más consonante que el resto, porque queda en ella, como
“desigual”, dos128, siendo mayores los “desiguales” en todas las demás, como por
de éstas es clarísimamente más consonante que la octava más quinta, con mucha
razón, ya que la quinta es más simple129 y no compuesta130 que la octava más quin-
ta, y como si fuera una consonancia más pura; y, por su parte, la doble octava es,
respecto a la octava más quinta (es decir, la razón cuádruple respecto a la triple),
como la octava sola a la quinta sola (es decir, la razón doble a la sesquiáltera131).
también la doble con la sesquiáltera, de modo que cuanto más consonante es la oc-
15 tava que la quinta, tanto más consonante resulta también la doble octava que la oc-
nancias.
verdadera y más natural razón, distinguiendo primeramente en tres formas las notas
154
cas135. En efecto, la octava y la doble octava difieren claramente de las demás con-
sonancias como éstas de los intervalos melódicos, de modo que sería más apropiado
notas que dan lugar, al entrar en contacto, a la percepción de una sola cosa para los
oídos, como la octava y los compuestos137 a partir de ella; como consonantes138, las
más cercanas a los homófonas, como la quinta, la cuarta y las compuestas a partir
de ellas y de las homófonas; y como melódicas139, las más cercanas a las consonan-
tes, como los tonos y las restantes de tal clase. Por ello, también, son asociadas de
algún modo las homófonas con las consonantes, y las consonantes con las melódi-
cas.
Una vez hechas, pues, estas distinciones previas, hay que seguir el razona-
miento que se deriva de ellas, el mismo que toman como principio140 los pitagóri-
cos, es decir, según el cual asignamos números iguales a las notas iguales en tono, y
desiguales a las desiguales en tono, ya que tal cosa está clara141 por sí misma. Sien-
do, entonces, consecuente con el principio medir entre sí las diferencias que sobre-
salen entre notas desiguales en tono por su cercanía a las igualdades142, es evidente
de inmediato que la razón doble está muy cerca de esta igualdad, al tener un exceso
igual y el mismo que lo excedido; entre las notas homófonas, la más unitaria y más
hermosa143 es la octava, de modo que a ésta se le ajusta la razón doble, mientras que
a la doble octava está claro que la dos veces doble, es decir, la cuádruple; y de igual
vez, después de las razones dobles, serían más cercanas a la igualdad las que la di-
viden en dos del modo más aproximado, es decir, la razón sesquiáltera y la sesqui- 16
tercia, pues lo que está dividido en dos del modo más aproximado es lo más cerca-
no a lo dividido en dos mitades iguales. Tras las homófonas, por su parte, las pri-
155
meras de los consonantes son las que dividen la octava en dos partes muy próxi-
mas, es decir, la quinta y la cuarta, de modo que la quinta está constituida según la
razón sesquiáltera, y la cuarta según la sesquitercia. Las segundas son las formadas
mediante la unión de cada una de las primeras con la primera de las homófonas, la
octava más quinta según la razón compuesta por la doble y la sesquiáltera, la triple,
pondrá una incoherencia, puesto que no hemos establecido con anterioridad ningu-
es decir, las superparticulares menores que ellas, y tras los consonantes, en lo que
toca a su virtud, los melódicos, como el tono y cuantos componen la más pequeña
de las consonancias, de forma que les son ajustadas a éstos las razones superparti-
culares inferiores a la sesquitercia. De éstas, pues, las que dividen en dos de la for-
ma más aproximada, serían más melódicas por la misma causa, y aquellas cuyas
esto está más próximo a la igualdad, como lo es más la mitad de un total, después el
las que son medidas por ella; consonantes, las dos primeras superparticulares y las
compuestas por éstas y por las homófonas; y melódicas, las superparticulares si-
ahí, que el tono es sesquioctavo147 por el exceso entre las dos primeras superparti-
culares y consonantes. Las del resto tendrán su definición respectiva en sus lugares
156
adecuados. Ahora, en cambio, sería hermoso demostrar la evidencia148 de lo que ya
ha sido expuesto, para tener lo que hemos propuesto en acuerdo sin ninguna duda
con su percepción.
8.De qué modo se mostrarán, sin ninguna duda, las razones de las con-
diante pesos suspendidos de las cuerdas, porque no se pueden alcanzar tales demos- 17
entre quienes lo han intentado. Pues en los aulós150 y las siringas, al ser difícil en-
pasos de aire152. En los pesos colgados de las cuerdas153, al no mantenerse las cuer-
das invariables unas respecto a otras de forma absoluta, toda vez que también supo-
ne un esfuerzo encontrar incluso que cada una de ellas sea así respecto a sí misma,
ya no será posible asignar154 las razones de los pesos a los sonidos resultado de
ellos, por producir las más densas y más ligeras, en tensiones iguales, sonidos más
agudos. Y aún más, si alguien supusiera esto posible, e incluso la extensión de las
cuerdas fuera igual, el mayor peso aumentará, por la mayor tensión, la longitud de
la cuerda que lo sujeta y la hará más densa, de modo que también por esto sobre-
vendrá una cierta diferencia en los sonidos al margen de la razón de los pesos155. Y
lo mismo sucede también en los sonidos resultado de la percusión, que logran por
pues es muy difícil mantener en todas estos recursos la invariabilidad en las mate-
157
En cambio, en el llamado canon, una cuerda extendida nos mostrará las ra-
zones de las consonancias más exacta y fácilmente, sin tomar su tensión al azar
sino, en primer lugar, con una cierta previsión frente a la irregularidad que pudiera
surgir del artefacto, y, a continuación, tomando también los límites una adecuada
localización, para que los límites de los puntos de pulsación158 en ellos, con los que
límites, totalmente iguales y semejantes, que en lo posible hagan esféricos los dos
lados bajo las cuerdas: BE en torno a Z como centro de dicho lado, y GH igualmente
lados convexos. Tengan los puentes una posición tal, que las líneas trazadas a tra-
vés de las bisecciones E y H y de los centros Z y Q, es decir, EZB y HQVG, sean per-
pendiculares a ABGD161.
canon armónico
Entonces, si desde A y D tendemos una cuerda proporcionada162, AEHD, se-
rá paralela163 a ABGD, por tener igual altura los puentes. Y tomará en los puntos E y
164
H los inicios de los puntos de pulsación; pues en ellos hará los contactos de los
lados convexos, por ser EZB y HQG perpendiculares también a ella. Tras haber ajus-
tado a la cuerda una regla165 y trasladado a ella la longitud EH para hacer más fácil
Zeus, incluso otros puentes, un poco más elevados que aquéllos167 pero sin ser dife-
158
rentes por su posición, igualdad y similitud respecto a la línea del centro de la con-
vexidad168, línea que estará bajo la misma bisección de la regla o, a su vez, bajo la
sión169 que KH, y aun KL que LH, nos resulte claro su invariabilidad en su disposi-
partes similares, análogas, de igual longitud y que tienen una única tensión. Enton-
ces, una vez conseguida tal cosa y tras haberse dividido la regla con las razones
puente hacia cada segmento, que las diferencias de las notas apropiadas convienen
con los oídos con mucha exactitud. En efecto, si se toma la distancia EK de cuatro 19
de tales divisiones, de las que KH es de tres, las notas de cada uno de los límites
toda la longitud fuera dividida de esta manera, de modo que EK resultase de dos
de ellos, habrá la consonancia de octava más cuarta según la razón ocho a tres. Y si
resultase de tal manera que EK fuera de tres segmentos y KH de uno, habrá la con-
sonancia de octava más quinta según la razón triple. Y si resultase de tal manera
159
9. Que los aristoxénicos miden las consonancias de forma inconveniente
es que intentaron acercarse de una manera teórica a la música174. Pues les es nece-
sario convenir que tales afecciones175 sobrevienen a los oídos como consecuencia
de mantener las notas entre sí una cierta relación, y además, que las diferencias en-
tre percepciones iguales son delimitadas176 y las mismas. Y cómo son entre sí, res-
pecto a cada forma177, las dos notas que la producen, ni lo dicen ni lo investigan,
sino que como si ellas fueran incorpóreas y las que hay entre ellas corpóreas178,
comparan únicamente las distancias de las formas, para que parezca que hacen algo
cómo es cada una de las formas por sí misma, como cuando, al preguntar qué es el
tono, decimos que la diferencia entre dos notas que contienen una razón sesquioc-
tava179, sino que al punto se produce un desvío hacia alguna otra cosa de las que
aún están sin definir, como cuando dicen que el tono es el exceso entre la cuarta y
cuarta o de alguna de las demás, sino que sería capaz de constituir cada una de las
dicho exceso, tampoco la dan a conocer al margen de otra, sino que sólo dirían,
quizá, que son dos partes de las cinco que forman una cuarta, y a su vez de nuevo
160
que ésta son cinco de las doce de la octava181, e igualmente con el resto, hasta que
a aquellas cosas de las que forman parte, pues resultarán infinitos si lo que los pro-
duce en cada razón no ha sido previamente definido; así que, por esto, en la fabri-
ejemplo, la octava, sino que en las tensiones más agudas son dispuestas más cor-
rentes, no siempre será igual la distancia del exceso, sino que en el caso de que
ajusten entre sí sus notas más agudas será mayor, pero en el caso de las más graves,
y se toman dos quintas, una descendente desde A, AG, y otra ascendente desde B,
BD, será menor la distancia AG que BD por caer en las tensiones más agudas, y ma-
razón si no es mostrada por medio de las mismas magnitudes que los producen, así
como las magnitudes de una nada, a partir de las cuales es al punto posible tener la
entre las notas, no podrían decir de cuáles otras se trata: pues lo consonante o lo
reo186, ni se predica a partir de una sola cosa –la magnitud–, sino de estas dos pri-
meras y desiguales, es decir, de los sonidos que los producen; de modo que no es
161
posible afirmar que las comparaciones según la cantidad son de ninguna otra cosa
sino de las notas y de los excesos entre ellas, aspectos ambos que no han hecho
nos y medio188.
primera189, al establecerla en dos tonos y medio; de tal forma que la quinta se con-
figura en tres tonos y medio, la octava en seis tonos, y cada una de las demás según
lo consecuente con ésta. Pues la razón, por ser ya más fidedigna que la percepción
en las diferencias más pequeñas190, prueba que esto no es así, como quedará claro.
22
En efecto, ellos intentan demostrar lo anterior de la siguiente manera: sean dos no-
tono a la cuarta. De nuevo, desde D tómese una cuarta ascendente DE, y desde G
igualmente una cuarta descendente GZ. Entonces, puesto que cada una, BA y GZ, es
162
una cuarta, también es igual BG que AZ, y por lo mismo también AD que BE. Son,
pues, los cuatro intervalos iguales entre sí. Pero el total ZE, afirman, hará la conso-
nancia de quinta, de tal modo que, al ser AB una cuarta y ZE una quinta, el exceso
entre ellas, ZA y BE, éstos juntos, dan como resto el de un tono; mientras que cada
uno ellos (es decir, AD y GB), el de un semitono; y, puesto que es un dítono AG,
cuarta sesquitercia, hace, claramente, por ello, que el exceso, por el que una cuarta 23
excede al dítono, llamado leima, sea menor que un semitono192. Pues si se toma el
primer número193 capaz de mostrar lo anterior, que son 1536 unidades, su sesquioc-
tavo resulta 1728, y aun el sesquioctavo de éste 1944, que claramente respecto a
ces está en la razón de 2048 a 1944194. Pero en el caso de que tomásemos el ses-
2048 que la de 2048 a 1944; pues 2187 excede a 2048 en más de una quinceava
parte de él, pero en menos de una catorceava. Pero 2048 excede a 1944 en más de
mento, entonces, del tercer tono es apartado dentro de la cuarta junto con el dítono,
de modo que la magnitud del leima viene a ser menor que un semitono, y el total de
la cuarta menor que dos tonos y medio. Y está en la misma razón que 2048 a 1944
la de 256 a 243.
163
No hay que suponer un conflicto tal entre razón y percepción, sino de quie-
nes establecen las hipótesis de manera diferente197, un error ya de los más recientes
autores, quienes se sirven de las confirmaciones de los sentidos contra ambos crite-
rios. Pues la percepción casi grita198, al reconocerla claramente y sin duda, la con-
quedan en las condiciones de la exposición (de las que absolutamente se sigue que
medio), sino que en lo que la percepción resulta suficiente para juzgar, es decir, en
razón intermedia a éstos el semitono, es decir, mayor que 18:17 pero menor que
17:16. Pero también es 15 una parte mayor que una diecisieteava parte de 243, pero
menor que una dieciseisava, de modo que si unimos 243 y 15, el semitono estaría
en una razón muy cerca de 258 a 243. Y se mostró también la razón del leima, 256
a 243; entonces, el semitono diferirá del leima en la razón 258 a 256, que es
129:128203.
164
Que les sea posible a los oídos distinguir una desviación tan pequeña, ni
prete, por una vez, la cantidad, lo sería mucho más con el concurso de más aprehen-
siones204; en esto les afecta la anterior exposición, cuando se toma tres veces la
cuarta y dos el dítono en posiciones diferentes, ya que ni una sola vez les es fácil
ple206 no es melódico, como en la razón de 81 a 64, y para los sentidos es más fácil
declaran que está formada por seis tonos208, como consecuencia de que la conso-
nancia de cuarta sea de dos tonos y medio, porque la octava tiene dos veces la cuar-
das211 para no derivar hacia alguno de los demás intervalos consonantes, la primera
cosa por la ineficacia de la percepción, mostraría como una falsedad que la conso-
nancia de octava esté formada por seis tonos; pero si ocurre por no poder captar ella
misma212 los tonos con exactitud, mucho menos será fiable para la aprehensión de
165
los dítonos, a partir de los cuales cree encontrar la cuarta de dos tonos y medio213. Y
esto es más cierto: pues no sólo no resulta la octava, sino en absoluto ninguna otra
las magnitudes ni siempre con las mismas. En verdad, cuando nosotros tomamos,
del mismo modo215, de forma continua la cuarta y la quinta, los extremos produci-
rán la octava216, porque esto es para los oídos lo más determinado. No obstante, si
son tomados con ayuda de la razón seis tonos en sucesión, las notas extremas pro-
ducirán una magnitud un poco mayor que la octava, y siempre conforme al mismo
26 exceso217, es decir, el doble del leima respecto al semitono, que viene a ser muy
También nos será fácil de percibir tal cosa si añadimos otras siete cuerdas en
en igual tono los ocho notas en longitudes iguales de cuerdas con exactitud, A, B, G,
homofonía de octava, pero PH será un poco más aguda y siempre en el mismo gra-
do que QR220.
166
Que las cuerdas no se diferencian, aunque sean más de una, si son hechas de
igual tensión en iguales longitudes, resultará claro por lo siguiente. Puesto que en
éstas son tres las causas de la diferencia que concierne a lo agudo y lo grave, de las
longitud221, y más agudo resulta el sonido producido por la más densa, más fina y 27
con una longitud menor, y puesto que se toma en ellas la tensión en vez de la densi-
dad (pues aquélla tensa y endurece, y por esto es más similar222 a las cuerdas de
longitudes menores), está claro que, si lo demás permanece igual, tal y como la
mayor tensión respecto al derivado de la menor; y tal y como el mayor grosor res-
pecto al menor, así el sonido derivado del menor grosor respecto al derivado de la
mayor. Digo entonces que, al ser estas cosas así, cuando en longitudes iguales sean
las cuerdas desiguales es compensado por el exceso del que resulta de una mayor
tensión223. Y la razón del mayor grosor respecto al menor resulta siempre la misma
167
Sean, pues, en iguales longitudes, dos notas iguales en tono, A y B, y mayor
igual longitud, G, que tenga el mismo grosor que B, e igual tensión que A.
su vez, puesto que G se diferencia de A sólo por el grosor, tal y como es el grosor de
misma razón tiene el sonido de G respecto a cada uno de los otros, A y B; pues igua-
les son los de A y B. Tal y como es, entonces, la tensión de G respecto a la de B, así
B; pues iguales son los grosores de B y G. Y tal y como es, entonces, la tensión de A
les ocurriría incluso si fueran totalmente invariables y sin diferencia de una sola
si hiciésemos las distancias desiguales al acortar ésta hasta GE, tal y como es la dis-
168
AB. Y puesto que tal y como es la distancia GD respecto a la distancia GE, así es el
Aristóxeno227.
Así pues, queden establecidas estas tantas distinciones en torno a las mayo-
res diferencias en las notas. Hay que abordar las más pequeñas, que también miden
mer intervalo homófono, siendo uno, resulte compuesto a partir de las dos primeras
cuarta no es la misma siempre, sino que está constituida en cada ocasión de modo
diferente, permaneciendo invariables las dos notas extremas para observar dicho
intervalo consonante, por cuya causa les llaman “fijas”230, mientras que las dos de
en medio se mueven231, para hacer desiguales los excesos entre las notas en él. Pues
es en dos, según sea más suave o más tenso: el más suave es el más capaz de con-
29
ducir el carácter, mientras que el más tenso lo es de expandirlo235. La segunda dis-
tinción es en tres236, situándose la tercera entre las dos mencionadas, y éste se de-
169
cromático el denominado pycnón240, cuando las dos razones en lo más grave resul-
tan, las dos juntas, menores que la que resta; pero del diatónico lo es lo denominado
ápycnon241, cuando ni una sola de las tres razones resulta mayor que las dos restan-
tes, unidas. Y de éstos mismos hacen los más recientes autores muchas distinciones,
pero nosotros al menos aquí consignaremos las que son aristoxénicas. Divide el
tono unas veces en dos partes iguales, otras veces en tres, otras en cuatro y otras en
del cromático suave”, a su cuarta con la octava parte “diesis del cromático sesquiál-
partir de los cuales establece seis distinciones entre los géneros sin mezcla: una del
enarmónico, tres del cromático (suave, sesquiáltero y tonal), y las dos restantes del
diatónico (suave y tenso). Así pues, del género enarmónico245 hace cada intervalo
primero248, de dos tonos: por ejemplo, si se asigna el número 24 a cada tono, cada
uno de los intervalos del pycnón es 6 de él, y el restante 48. Del cromático suave249,
hace cada uno de los intervalos del pycnón de tercio de tono, y el restante de uno, la
mitad y un tercio: por ejemplo, cada uno de aquéllos es 8 y éste es 44. Del cromáti-
co sesquiáltero250, hace cada uno de los dos intervalos del pycnón de cuarta y octa-
va parte de tono, y el restante de uno, la mitad y un cuarto: por ejemplo, cada uno
de aquéllos es 9 y éste 42. Del cromático tonal251, hace cada uno de los dos interva-
los del pycnón de semitono, y el restante de un tono y medio: por ejemplo, cada uno
de aquéllos 12 y éste 36. Y en los dos géneros restantes y sin pycnón, observa a su
170
y de los restantes el central y el primero cada uno de un tono: por ejemplo 12, 24 y 30
24. Así están expuestas abajo las cifras:
Así pues, éste254 tampoco muestra aquí preocupación alguna por la razón,
sino que clasifica los géneros sólo con los intervalos255 que hay entre las notas y no
con los excesos entre ellas, obviando las causas de las diferencias como si no fueran
comparaciones256. Y por ello no le preocupa nada cuando divide en dos, casi siem-
pre, los intervalos melódicos257, sin que éstos, al ser superparticulares, permitan tal
cosa258.
dad261 de los excesos. Y aunque, no obstante, hace uso de este presupuesto, en al-
gunas cosas parece desviarse completamente de él, mientras que en muchas otras,
parece dominar tal aspecto, desentonando de manera clara con lo que ya ha sido
aceptado totalmente por los sentidos262, como en seguida veremos por su división
de los tetracordios263.
171
última razón la establece igual en los tres géneros, 28:27; la central, en el enarmó-
31 nico, 36:35, y en el diatónico, 8:7, de forma que la primera del género enarmónico
es 5:4, y del diatónico 9:8. Por su parte en el género cromático toma la segunda
nota a partir de la más aguda mediante la que tiene la misma posición en el diatóni-
co; pues afirma que la segunda desde la más aguda en el cromático tiene una razón,
tales tetracordios según las razones expuestas, en estos primeros números: pues si a
las más agudas de los tetracordios asignásemos 1512268, y a las más graves de ellos,
en la razón sesquitercia, 2016, éste hará una razón 28:27 respecto a 1944 y de tal
magnitud serán, a su vez, en los tres géneros las notas segundas desde las más gra-
ves. Y de las segundas a partir de la más aguda, el del género enarmónico será
1890, pues éste respecto a 1944 hace la razón 36:35, y respecto a 1512, la de 5:4. El
mismo del género diatónico será 1701, pues éste hace respecto a 1944 la razón 8:7,
y respecto a 1512, la de 9:8. Y del cromático, también el mismo será 1792, pues
éste tiene una razón respecto a 1701 como la de 256 a 243. Así queda representada
mente melódico.
cordio cromático –pues el número 1792 ni respecto a 1512 ni respecto a 1944 hace
172
una razón superparticular–; y contra la evidencia de la percepción270, el cromático y
que 28:27, y, a su vez, la última en el enarmónico, que aparece mucho menor que
sus equivalentes en los demás géneros, la supone igual a ellas; además de esto, es-
tablece menor que ella la razón central, situándola en 36:35, aunque tal cosa (que la
del canon por sus valedores274 de acuerdo con las razones expuestas, no se preserva
dos por casi todos los demás no se ajustan a los caracteres reconocidos275. Y tam-
bién parece que el número de géneros según Arquitas está falto de medida, al supo-
ner que cada uno es de un único tipo, no sólo el enarmónico sino también el cromá-
el cromático277, al diferenciarse las diesis del suave y del sesquiáltero en una veinti-
los sentidos; pero queda escaso en el diatónico, pues es evidente que son más los
cantados, tal y como, por lo que se expondrá a continuación, podrá verse. E incluso
éste279, en los pycná, erróneamente hace iguales entre sí las dos magnitudes últi-
mas280, aunque en todas partes la central se percibe más grande; y, de nuevo, hace
iguales los intervalos junto a la nota más grave del diatónico tenso y del cromático
173
15.De la división de los tetracordios según el género, conforme a lo ra-
cional y lo evidente.
33 Pues bien, ya que tampoco éstos han dividido de un modo acorde con los
también aquí, preservar lo que está conforme con las hipótesis de los intervalos
melódicos y con los fenómenos, siguiendo la idea primaria y natural de las divisio-
nes283.
posiciones y orden de las cantidades algo común a todos los géneros, el hecho de
que también en los tetracordios las notas sucesivas siempre establecen entre sí ra-
las cuales eran deducidos también los excesos de las primeras consonancias, que
llegan aquí también hasta tres, por completar todos sus intervalos. Pues a partir del
intervalo homófono de octava y de la razón doble, por la que el exceso entre los
razón sesquiáltera de la consonancia de quinta, por la que el exceso entre los extre-
cuarta, por la que el exceso entre los extremos contiene una tercera parte de lo ex-
nancia de octava más quinta, por la que el exceso entre los extremos produce dos
de la doble octava, por la que el exceso entre los extremos produce tres que son
igualmente, a todos los géneros, que las tres magnitudes últimas se establecen me-
174
nores que cada una de las restantes; y que es propio de los géneros que tienen pyc-
nón que las dos magnitudes junto a la nota más grave sean menores, unidas, que la
que está junto a la más aguda, mientras que de los géneros sin pycnón, tomamos
que ninguna de las magnitudes se constituya mayor que las dos restantes unidas288.
Así pues, una vez establecido esto, dividimos en primer lugar la razón ses-
superparticulares. En tres casos tan sólo sucede de nuevo algo así, cuando tomamos
las tres superparticulares en sucesión por debajo de ella, 5:4, 6:5 y 7:6; pues 16:15 34
completa la razón sesquitercia al añadirse a 5:4, 10:9 a 6:5 y 8:7 a 7:6, y tras éstas
En los géneros que contienen el pycnón, puesto que en ellos son mayores las
razones primeras que las restantes unidas, hemos ajustado las razones mayores de
los pares expuestos (es decir, 5:4, 6:5 y 7:6) a las razones primeras de ellos, mien-
tras que las restantes y menores (es decir, 16:15, 10:9 y 8:7) a las dos que quedan,
juntas. Y la división de cada una de éstas290, en lo que respecta a las dos razones
últimas, resulta también cuando son tomadas en tres secciones291, porque desde ese
momento ya se completan las tres razones del tetracordio, siendo mantenidos igua-
les los excesos, y casi iguales las razones (ya que no es posible que lo sean iguales).
Pues si triplicamos los primeros números que hacen 16:15 –me refiero a 15 y 16–,
nuevo, si triplicamos los primeros números que hacen 10:9 –es decir, 9 y 10-, ten-
dremos 27 y 30, y entre éstos, en iguales excesos, 28 y 29. Pero 29 respecto a am-
175
bos extremos no hace una razón superparticular, mientras que 28 respecto a 30 hace
15:14, y respecto a 27, 28:27, de modo que también aquí 15:14 será unida a 6:5, y
meros números que hacen la razón 8:7 -7 y 8-, tendremos 21 y 24, y entre éstos, en
iguales excesos, 22 y 23; como éste no hace respecto a ambos extremos una razón
superparticular, sino sólo 22 respecto a 24, 12:11, y respecto a 21, 22:21, será unida
Y puesto que el más suave de todos los géneros es el enarmónico, hay como
una vía a partir de él hacia el más tenso mediante la ampliación, primero a través
35 del cromático más suave, después del más tenso, hasta los siguientes, sin pycnón y
diatónicos294, y aparecen en general más suaves los que tienen la razón primera más
grande, y más tensos los que la tienen más pequeña, hemos asignado el tetracordio
compuesto por 5:4, 24:23 y 46:45 al género enarmónico295; el compuesto por 6:5,
15:14 y 28:27 al más suave de los cromáticos296, y el compuesto por 7:6, 12:11 y
22:21 al más tenso297 de los cromáticos. Los primeros números que contienen estos
tres tetracordios son: comunes a los extremos 106.260 y 141.680; particulares a las
segundas a partir de las razones primeras, 132.825, 127.512 y 123.970; y a las ter-
176
más grandes que hacen pareja con ellas, del mismo modo, en dos últimas, la razón
vo los números que hacen la restante, 5:4 –es decir, 4 y 5–, para obtener 12 y 15, 36
también entre éstos caerán con los mismos excesos 13 y 14; 13, respecto a ambos
extremos, no hará una razón superparticular, mientras que 14, respecto a 12, hará
7:6, y respecto a 15, 15:14; ninguna de éstas podrá colocarse en la posición última,
porque va a ser mayor que la que ocupe la primera, es decir, que 16:15, al mar-
en la posición primera, si son triplicados de igual forma los primeros números que
excesos 19 y 20. Pues bien, 19, de nuevo, no hará respecto a ambos extremos una
razón superparticular, mientras que 20 respecto a 18, 10:9, y respecto a 21, 21:20,
de los que igualmente la mayor, 10:9, será unida a 8:7, y la menor, 21:20, completa-
harán 15 y 18, cayendo entre éstos en iguales excesos 16 y 17, 17 respecto a ambos
extremos no hará una razón superparticular, mientras que 16 respecto a 18, 9:8, y
respecto a 15, 16:15, de modo que la mayor, 9:8, será unida a 10:9, y la restante,
Pero anterior a todas estas razones, se encontró que 9:8 contenía por sí mis-
mo el tono procedente del exceso entre las dos primeras consonancias302, debiendo,
más próximas porque ninguna de las superparticulares completa con ella la sesqui-
tercia303. 10:9 está unida con ella en virtud de la división expuesta previamente,
177
pero 8:7 aún no. Por esto se la uniremos en la posición central, y la restante hasta la
compuesto por 10:9, 9:8 y 16:15 al diatónico tenso306; y el compuesto por 9:8, 8:7 y
28:27 al intermedio307 entre el suave y el tenso, y llamado con razón “tonal” por ser
de tal magnitud su posición primera308. Los primeros números que contienen estos
37 tres tetracordios son: comunes a los extremos, 504 y 672; particulares a las segun-
das a partir de las razones primeras, 576, 567 y 560; y a las terceras, 640, 648 y
Que estas divisiones de los géneros no sólo contienen lo racional, sino tam-
bién lo consonante con los sentidos, será posible percibirlo a su vez gracias al ca-
non de ocho cuerdas que contiene la octava, una vez establecidas con exactitud las
das. Pues, tras haber sido alineados los puentes subyacentes con las secciones que
hay en las reglas colocadas al lado (de acuerdo con las razones de cada género), la
octava será afinada de tal forma que ni los más expertos músicos podrían alterarla;
ción310, pues la razón moldea según aquélla311 y, por así decir, da forma a las dife-
la razón, situándose así junto al orden que procede de ella y reconociendo lo apro-
178
piado en cada una de sus aportaciones313. Al contrario, condenará314 a quienes se
han distinguido en tal parte, al no ser capaces por sí mismos de dar con divisiones
racionales, ni juzgar conveniente encontrar las que son evidentes para la percep-
ción.
a los oídos, pero no ya del mismo modo ni el enarmónico ni el suave de los cromá-
ticos, porque no se deleitan316 con los caracteres muy laxos, sino que les basta, en el
paso317 hacia el suave, llegar hasta el cromático tenso. Pues el pycnón, con el que se
delimita la naturaleza del suave respecto a la del tenso, queda cumplido con este
género318, ya que comienza desde aquí en el camino al más suave, y cesa de nuevo
aquí en el camino al más tenso; y aun por la sección en dos razones de todo el tetra-
decir, 7:6 y 8:7, que dividen en dos el exceso total entre los extremos. Por lo dicho,
pues, parece éste más conveniente a los oídos320; y otro género se nos sugiere, si
mente en tres razones casi iguales, en excesos de nuevo iguales. Tal género321 lo
componen las razones 10:9, 11:10 y 12:11, al ser triplicados de similar forma los
primeros números que muestran la razón 4:3 y obtener los números sucesivos 9, 10,
11 y 12, y las razones sucesivas expuestas. Cuando son ordenadas delante también
aquí las razones mayores, resulta un tetracordio situado junto al diatónico tenso322,
más uniforme que éste tanto por sí mismo como aún más en el complemento de la
quinta: pues la disyunción, puesto que está asociada a una nota primera y crea una
179
tres excesos, sino también de los cuatro que están contenidos por las razones suce-
sivas desde la sesquioctava hasta 12:11. Así pues, hacen tal octava, una vez coloca-
da la disyunción en el centro, primeramente los números 18, 20, 22, 24, 27, 30, 33 y
36. Y si a través de ellos se lleva a cabo la sección en cuerdas iguales en tono, apa-
recerá un carácter quizá más extraño y rústico, pero por lo demás agradable, y más
cuando está ejercitado a los oídos, de forma que no sería oportuno despreciarlo por
39 es cantado por sí mismo, no proporciona a los sentidos choque alguno323, cosa que
sucede tan sólo al intermedio de los diatónicos324; los otros, por sí mismos, se ajus-
tan con violencia, pero en la mezcla con dicho diatónico son capaces de avenirse
cuando se cogen los más suaves que él en los tetracordios más graves que las dis-
yunciones325, y los más tensos en los más agudos326. Sea, entonces, denominado
nal de los diatónicos, cuando es considerado por sí mismo y sin mezcla, en la lira se
hipertropos330; la mencionada mezcla331 del cromático tenso con él, en los suaves332
en la lira, y en la cítara en los trópicos333; la mezcla del diatónico suave con el to-
nal, en las parípates334 en la cítara; la mezcla del diatónico tenso con el tonal, en los
caracteres modulantes, que los citaredos denominan lidios y jonios335; con la salve-
dad336 de que, cuando cantan siguiendo el diatónico tenso expuesto, tal como se
puede ver a partir de la comparación entre las razones propias de él, afinan otro
género337 próximo a aquél338, aunque claramente de otra forma: pues producen dos
tonos primeros y el intervalo restante, como ellos piensan, de semitono, pero como
la razón supone, el llamado leima. Y les aprovecha tal cosa por no diferir en nada
180
considerable ni la razón en las posiciones primeras, 9:8 de 10:9, ni en las últimas,
16:15 del leima. Pues si del número 72 tomamos 10:9 y 9:8, ésta hará 81 y aquélla
80; y 9:8 respecto a 10:9 estará en 81:80339. Ésta es también la misma razón entre el
dítono (es decir, dos veces 9:8) y 5:4, que era la primera del género enarmónico: en
efecto, respecto al número 64, 5:4 hace a su vez 80, y dos veces 9:8, 81340. E, igual-
mente, ya que la razón del leima es 256 a 243, y de 243, en 16:15, está 259, será
que 81:80, y esto porque también la razón 5:4 es igual que 9:8 y 10:9 juntas. Por
ello, en ninguno de los géneros expuestos hay desliz alguno digno de consideración
nico, dos veces 9:8 en vez de 5:4 en la posición primera, y el leima de nuevo en vez
Así pues, aceptemos también este género por la facilidad de las modulacio-
nes desde el género tonal a la mezcla con él342, y por tener la razón del leima una
cierta afinidad con la cuarta y el tono frente a las demás que no son superparticula-
tercia. Pues, en cierta manera, también el leima se obtendrá por sí mismo a través
de consonancias343, como el tono, éste desde el exceso entre las dos primeras con-
Los primeros números que hacen, entonces, este género son 192, 216, 243 y 256.
Sería denominado con razón “ditonal”, porque tiene tonos como sus dos razones
primeras.
181
Diatónico uniforme Diatónico ditonal
18 192
10:9 9:8
20 216
11:10 9:8
22 243
12:11 Leima
24 256
182
LIBRO SEGUNDO
cón”.
ción y a la función.
sistema perfecto.
8.Que es necesario que los tonos extremos sean delimitados mediante la oc-
tava.
9.Que es necesario suponer sólo siete tonos, en igual número que las formas
de la octava.
183
15.Exposición de los números que hacen las secciones de los géneros
184
LIBRO II
proporciones de los géneros habituales344 y más manejables para los oídos, no como
las con el canon a las pruebas345 de lo perceptible, sino al revés, primero exponien-
sencillamente por todos, que la consonancia de cuarta contiene una razón sesquiter-
cuarta desde la nete hasta la paramese, de los llamados tropos349, ABGD, asignándo-
se A a la nete350.
Afirmo que está contenido por ella el género cromático tenso ya expues-
185
353
GD serán mostradas tras esto . Se encontrará, entonces, que cada una, AB y BD,
hacen una magnitud mayor que un tono354, es decir, mayor que la razón 9:8, y la
43 razón de AD es 4:3. Y no hay otras dos razones mayores que 9:8 que completen 4:3
a no ser 7:6 y 8:7, de modo que de las razones de AB y BD, una será 7:6 y la otra
8:7355. Tómese, además, H, en igual tono que B, y hágase a partir de ella ascenden-
es más aguda que –siendo iguales en tono B y H–; mayor es, también entonces, la
8:7357.
dos, E ZH, asignándose E a la paramese. Afirmo que está contenido por ella el gé-
pues E harán exactamente un tono, es decir, una razón 9:8, y Z se hallará en igual
tono que D, de modo que también la razón Z será idéntica a la de BD, es decir, 8:7,
y será dejada la razón de ZH como 28:27, que con 9:8 y 8:7 completa 4:3.
186
A continuación, hágase, de los llamados jonioeolios359, la cuarta desde la tri-
te hasta la diátono360, ABGD, asignándose A a la trite. Afirmo que está contenido por
ella el género del diatónico ditonal, en el que cada una de las razones primeras361
era 9:8, y la restante la del leima. E inmediatamente está claro: pues los citaredos 44
afinan de tal modo que se produce un tono362 tanto por AB como por BG, es decir, la
razón 9:8, y es dejada a GD la de 256 a 243, que completa con las dos de 9:8 la de
9:8, pero AB un poco menos que un tono, de modo que la razón de éste caerá en la
mayor de las que son menores que 9:8, es decir, 10:9, y la de GD en 16:15, que
completa junto con 10:9 y 9:8 la de 4:3, y se constituirá el género diatónico tenso.
te365.
187
Digo que está contenido por ella el género diatónico suave, en el que encon-
45 traríamos la razón primera 8:7, la central 10:9 y la restante 21:20. Que la razón,
encontrará, así pues, G un poco más aguda que Z367, de modo que será menor la
razón de ZH que la de GD, es decir, 19:18368. Pero Z harán menos que un tono369,
de modo que también la razón de Z será menor que 9:8; y la razón de H es 7:6,
puesto que la de E es 8:7370. Y no hay otras dos razones371 que completen 7:6, de
las que una es menor que 9:8372 y la otra menor que 19:18, a no ser 10:9 y 21:20.
10:9.
que Z, y fijada ésta, afínese la cuarta ABGD del cromático inicial, asignándose de
188
Hay que mostrar también que la razón de BG será 12:11, y la de GD 22:21.
será menor que la de ZH, es decir, 21:20; y B perceptiblemente más grave374 que ,
de modo que también la razón de BG será menor que la de Z, es decir, que 10:9.
Y, de nuevo, no hay razones algunas que completen 8:7, de las que una es menor
que 10:9 y la otra menor que 21:20, a no ser 12:11 y 22:21; y la razón de GD es me-
nor que 21:20, de modo que ésta será 22:21, y la restante de BG, 12:11; que es lo
“helicón”.
Así pues, las diferencias en torno a los géneros de los tetracordios nos han 46
ción de las notas desiguales en tono. Pero habría un uso del canon de ocho cuerdas
189
entonces, AG es el doble tanto de BZ como de ZD, e incluso cada una de éstas, de
a AL, así es BZ respecto a LH; por esto, como BD es respecto a HM, así es BZ res-
47 pecto a LH; y al contrario, como BD es respecto a BZ, así es MH respecto a LH. Re-
sulta entonces AG también sesquiáltera de HM y triple que HL, de modo que, si son
extendidas cuatro cuerdas de igual tensión en las mismas posiciones de las rectas
378
AG, EK, LM y BD; si es colocada bajo ellas una regla en la posición de AQHZ ,y
si son asignados los números 12 a AG, 9 a QK, 8 a HM, 6 tanto a BZ como a ZD, y, a
la cuarta en la razón 4:3 por AG y QK, por HM y ZD y por LH y QE; la quinta, tam-
también en la razón doble, por AG y ZD, por HM y LH y por BZ y QE; la octava más
triple, por AG y LH; la doble octava, también en la razón cuádruple, por AG y EQ, e
do a GD una distancia igual, DE, seccionásemos ante las reglas el lateral GD con las
entre sí, y, hecho esto, extendiémos bajo ellas el puente que será común a las cuer-
das en la posición que une los puntos A y E, es decir, AZE, produciremos todas las
190
longitudes de las cuerdas en las mismas razones, de modo que será posible el exa-
Por esto, como son entre sí las383 líneas tomadas desde E entre GD, así tam-
bién serán entre sí las trazadas a través de sus extremos a lo largo de AG hasta DZ;
por ejemplo, como EG es respecto a ED, así será GA respecto a DZ. Por ello, éstas
Y si, una vez que, de nuevo, de GD hemos tomado GH en una cuarta parte de
HKL y QMN, iguales en tono que las primeras, de modo que AG resulte sesquitercia
ra, e que incluso HK esté de QM como 9:8, también producirán éstas entre sí las
mentos tomados en medio de los dos tetracordios en las razones propias de los que
son examinados384.
sario mover las distancias de las cuerdas entre sí, pero éste lo es respecto a aquél al
tener un puente común, uno sólo y en una única posición; e incluso, si se desliza
191
hacia abajo a través de E –hacia la posición COE–, al poder producir todo el tono
más agudo, permaneciendo la particularidad de cada género386. Pues, como GA, por
49 to a éste al ser necesario mover más puentecillos en cada afinación, pero éste lo es
cambios en los contactos con distancias iguales entre ellas, sino diferenciándose a
a las consonancias y los intervalos melódicos entre las notas situadas en la distancia
continuación de estas cosas el estudio de los sistemas389, hay que delimitar las dife-
ma391, que son como sigue. Forma, pues, es una cierta posición de las razones que
son peculiares de cada género, entre unos extremos apropiados. Éstos serían, de la
quinta y la octava, los tonos disyuntivos, mientras que de la cuarta, las razones de
las dos notas primeras392, que producen las variaciones hacia el más suave o el más
ocupa la tercera; y así sucesivamente. Por ello, hay tantas formas en cada intervalo
octava. Y en efecto, sucede que de la cuarta sólo una forma, la primera, está conte-
nida por notas fijas395; de la quinta sólo dos, la primera y la cuarta, y de la octava
192
sólo tres, la primera, la cuarta y la séptima. Pues si tomamos una cuarta ABGD, con-
siderándose A en la nota más aguda; a ésta le añadimos otra cuarta en sentido des-
cendente que fuera similar, DEZH; a ésta un tono, de igual manera, HQ; a su vez, de
nuevo, a éste una cuarta, QKLM, y a ésta otra cuarta, MNCO, las notas fijas serán A,
396
D, H, Q, M y O. De la cuarta , la primera forma será MO, la segunda LC y la terce- 50
ra KN, y es claro que sólo MO, la primera, está contenida por notas fijas. De la
quinta397, la primera forma será HM, la segunda ZL, la tercera EK y la cuarta DQ, y
es claro que sólo de éstas HM, la primera, y DQ, la cuarta, están contenidas por no-
tas fijas. Y de la octava398, la primera forma será HO, la segunda ZC, la tercera EN,
la cuarta DM, la quinta GL, la sexta BK y la séptima AQ, y sólo de éstas, a su vez,
están contenidas por notas fijas HO, la primera, DM, la cuarta y AQ, la séptima399.
con las formas de cada una, porque “perfecto” es en general lo que contiene todas
las partes de sí mismo401. Así pues, según la primera definición, resulta un sistema
la octava (por cierto que parecía ésta autosufieciente a los antiguos)402, la octava
193
más cuarta, la octava más quinta y la doble octava; pues cada uno de ellas está con-
tenida por dos o más consonancias. Pero en cuanto a la segunda, sólo sería un sis-
tema perfecto la doble octava, pues sólo en ella están todas las consonancias con las
formas expuestas. Los sistemas más allá de ella no tendrían más que las consonan-
cias que se pueden tomar en aquélla, mientras que los sistemas por debajo de ella
cuarta no es apropiado denominarlo sistema perfecto, pues nunca contendrá las sie-
te formas de la octava ni las cuatro de la quinta en todo momento, sino que, cuando
ocupe una posición tal que el tono constituya una disyunción entre dos tetracordios
conjuntos y otro, contendrá las cuatro formas de la quinta, pero a su vez sólo cuatro
de las siete de la octava, las de cada uno de los extremos404; y cuando ocupe una
posición tal que el tono se halle hacia el límite, también los tres tetracordios conjun-
tos contendrán una sola forma tanto de la quinta como de la octava, sea la primera o
mismo sentido e iguales, en función de todas las posiciones que ocupen las disyun-
194
ciones encontraremos comprendidas todas las formas de la octava además de las de
posición y a la función.
Así pues, veremos seguidamente407 por qué el sistema de octava más cuarta
se empareja con el de doble octava. En realidad, las notas del Sistema Perfecto, la
doble octava –establecidas en quince408 por haber una común a la octava más grave
mún mencionada a las dos octavas, proslambanómeno, la más grave, y nete del
tetracordio añadido la más aguda; después, las que van tras la proslambanómeno
ascendentemente hasta la mese, hípate del tetracordio inferior, parípate del tetra-
cordio inferior, lícano del tetracordio inferior, hípate del tetracordio medio, parí-
pate del tetracordio medio y lícano del tetracordio medio; y las que van tras la me-
se, igualmente, hasta la nete del tetracordio añadido, paramese, trite del tetracor-
dio disjunto, paranete del tetracordio disjunto, nete del tetracordio disjunto, trite
del tetracordio añadido y paranete del tetracordio añadido. En otras ocasiones, las
cual, una vez hemos ajustado en primer lugar a las posiciones las funciones según
mos en los demás sistemas415. Pues tras haber tomado uno de los dos tonos416 en la
doble octava a partir de la mese por posición, y haber colocado junto a él, en cada
uno de los lados, dos tetracordios conjuntos de los cuatro que hay en el total, y des-
pués haber asignado el otro tono al intervalo restante y más grave, denominamos
195
mese por función a partir de su emplazamiento a la más grave de la disyunción más
más aguda. A continuación, hípate del tetracordio medio a la común a los dos
tetracordios conjuntos más graves tras417 la disyunción más grave y nete del tetra-
53 cordio disjunto a la común a los dos tetracordios conjuntos <más agudos> tras la
desde la más grave del tetracordio tras la disyunción más grave, y lícano del tetra-
más grave del tetracordio antes de la disyunción más aguda, y lícano del tetracor-
dio medio a la tercera. Después, trite del tetracordio disjunto a la segunda desde la
más grave del tetracordio tras la disyunción más aguda, y paranete del tetracordio
disjunto a la tercera; trite del tetracordio añadido a la segunda desde la más grave
del tetracordio antes de la disyunción más grave418, y paranete del tetracordio aña-
sólo serían denominadas con propiedad notas “fijas”421 en las modulaciones de los
cordio medio, mese, paramese, nete del tetracordio disjunto y nete del tetracordio
se ajustan a los mismos lugares los límites de las fijas o las móviles. Y está claro
nominado Inmodulante, la contienen, por dicha razón, paramese y hípate del tetra-
cordio inferior; la segunda, trite del tetracordio disjunto y parípate del tetracordio
inferior; la tercera, paranete del tetracordio disjunto y lícano del tetracordio inferior;
196
la cuarta, nete del tetracordio disjunto y hípate del tetracordio medio; la quinta, trite
del tetracordio añadido y parípate del tetracordio medio; la sexta, paranete del tetra-
cordio añadido y lícano del tetracordio medio, y la séptima, nete del tetracordio
Pues bien, este sistema se llama también disjunto427 por oposición al que es 54
mina conjunto428 por tener, en vez de la disyunción, otro tetracordio conjunto con la
197
mese ascendentemente, llamado también él mismo conjunto por lo que le ocurre
conjunto a la nota que sigue a la mese, paranete del tetracordio conjunto a la que
to. Parece, ciertamente, que tal sistema fue introducido por los antiguos para otra
no se llama tal cosa por no modular en cuanto al género (es común430 a todos los
Sistema conjunto
55 tensión más aguda o, a su vez, a una más grave433, manteniendo la sucesión a través
sión, sino una cierta parte de la secuencia original435. Por ello, ésta se denomina-
198
ría436 modulación de melodía más que de tono; pues en aquélla no es alterada la
propio orden, y la tensión no es alterada en cuanto tensión, sino por causa de la me-
a lo más agudo o más grave. Ésta, en cambio, actúa como si apartase la impresión
rato, y la traspasa a otra forma437, bien respecto al género, bien respecto a la tensión
(por ejemplo, cuando desde un diatónico continuo modifica el género hacia el cro-
mático, o cuando desde una melodía habituada a realizar las transiciones hacia las
consonancias de quinta, resulta una desviación hacia las de cuarta, como en los sis-
temas expuestos). Pues, una vez que la melodía alcanza la mese, cuando no marcha,
de las notas medias, sino desviado, como si fuera unido al tetracordio conjunto con
la mese, de modo que hiciese una cuarta en vez de una quinta, resulta, respecto a las
notas anteriores a la mese438, una variación y un extravío para los sentidos porque
cuarta. Pues, por ser el tono común a los géneros, puede hacer la modulación en
todos ellos; por ser diferente de las razones en los tetracordios, puede variar la me-
lodía; y por ser proporcionado, en la idea de que está establecido como el primero
199
56 demasiado grandes ni demasiado breves; pues cada una de estas cosas es difícil de
Así pues, mediante una mezcla parcial de dos sistemas disjuntos, cuando en
su totalidad difieren entre sí respecto al tono en una cuarta, resultan, para lo particu-
no se había desarrollado entre los antiguos el incremento hasta estos tonos (pues
sólo conocían el dorio, el frigio y el lidio445, que diferían entre sí por un tono, de
modo que no llegaban a uno más agudo o más grave por una cuarta) y no tenían
ron al nombre de sistema el de conjunto, para que les fuera más fácil la modulación
ya expuesta446. En general, además, en los tonos que entre sí se sobrepasan por una
del tono más agudo es conjuntado con el del más grave en sentido ascendente447,
hace en lo más grave448 tres tetracordios conjuntos, de los que el más agudo resulta
del tono más grave es conjuntado con el del más agudo en sentido descendente,
hace a su vez en lo más agudo tres tetracordios conjuntos, de los que el más grave
jo de él, otros dos tetracordios conjuntos, DE y EZ. Tómese del tono más agudo por
una cuarta la disyunción equivalente a GD, HQ, y conjuntos con ella descendente-
mente, de nuevo, dos tetracordios, QK y KL; y del tono más grave por una cuarta
respecto al primero, la disyunción equivalente a GD, MN, y conjuntos con ella as-
200
Entonces, puesto que la nota Q es similar449 a D, será más aguda que ella por
una cuarta –y es más aguda que K por lo mismo–; son, pues, de igual tensión D y K, 57
de manera que será posible que el tetracordio KQ sea conjuntado con D en sentido
ascendente y haga tres tetracordios sucesivos en el tono AZ, de los que él mismo
será el más agudo, ZE, ED y DQ. De nuevo, puesto que la nota N es equivalente a G,
será más grave que ella por una cuarta –y es más grave que C por lo mismo–; son,
pues, de igual tensión G y C, de manera que será posible que el tetracordio CN sea
en el tono AZ, de los que él mismo será el más grave, AB, BG y GN.
Por ello ha de estar claro, entonces, que cuando es situada junto a los siste-
hay que distinguir, de nuevo, que, de las modulaciones que se producen en todas las
la de las notas (pues sólo se diferencia de una nota el así denominado tono por estar
compuesto, frente a ella, que es simple, como una línea respecto a un punto454, sin
201
que nada importe aquí si trasladamos hacia las posiciones455 contiguas sólo el punto
o toda la línea), pero en realidad limitada para la percepción, puesto que también lo
es la de las notas456. Por ello, habría tres delimitaciones457 en el estudio de los to-
nos, como en cada una de las consonancias: primero, aquélla por la que se constitu-
los que hay entre los extremos459, y tercero, por la que se constituyen los excesos
entre los que son contiguos, como en la cuarta, por ejemplo, porque sus notas ex-
tremas hacen una razón sesquitercia; porque sólo son tres las razones que compo-
nen su totalidad, y porque de tal valor son las diferencias entre las razones460; con la
salvedad de que en lo que respecta a estas delimitaciones, cada una tiene su propia
causa, mientras que en los tonos siguen a la primera de ellas las dos restantes,
58 mayoría, han planteado de modo diferente cada una de las limitaciones: unos, lle-
gando a una razón menor que la octava, otros tan sólo a la de ella, y otros a una
mayor que ésta, buscando siempre algún aumento462 de esta clase los más recientes
distancia entre los tonos que van a ser extremos, porque ni un cambio en la voz ni
en ninguna otra cosa que produzca sonidos sería capaz de tener un único y mismo
límite466. Pues ni por las voces más agudas o más graves encontraríamos que se
igual manera artistas469 de voz más grave o más aguda. Más bien se produce a causa
de que la misma melodía, en una única voz, al comenzar unas veces desde unas
202
posiciones más agudas, otras veces desde unas más graves, lleva a cabo un cierto
giro del carácter, por no llegar hasta cada uno de los límites de la melodía los de la
voz en los cambios entre tonos, sino cesar siempre antes, en un caso el límite de la
cuando en unos casos se queda atrás en las modulaciones y cuando en otros la so-
470
brepasa, proporciona una impresión de un carácter distinto a los oídos .
octava.
en la octava472, sin que las dos notas que la contienen473, como hemos mostrado474,
sean diferentes entre sí. E igual que las consonancias compuestas de ella producen
lo mismo que si estuviesen solas475, así también cada una de las melodías con la
sola extensión de ese primer homófono o con la de una extensión compuesta a par-
tir de él, puede discurrir de forma semejante476 si toma su inicio desde cada una de
las notas extremas477. Por ello también, en las transposiciones478 entre tonos, cuan-
do queremos cambiar a uno más agudo o más grave por una octava, no movemos
ninguna de las notas (aunque siempre movemos algunas en las demás transposicio-
59
479
nes), sino que el mismo tono resulta idéntico al original . Y de nuevo, consecuen-
temente, el que se diferencia por una cuarta del original, resulta idéntico al que se
diferencia de él por una octava más una cuarta; el que se diferencia por una quinta
del original, resulta idéntico al que se diferencia de él por una octava más una quin-
ta; y de igual forma en los demás480. Así, quienes delimitan los tonos extremos en
203
habrá más allá de ellos algún tono diferente a todos los primeros)481, mientras que
quienes sobrepasan la octava482 los sitúan superfluamente más allá de la octava mis-
ma, al resultar siempre los mismos que los que se toman al principio, es decir, tanto
el que diste una octava del original como los que disten de la octava lo mismo que
los que distan de manera igual, en igual dirección, desde la octava original483. Pues
bien, ni siquiera quienes han avanzado sólo hasta la octava484 cuentan correc-
tamente entre los tonos al que está a una octava del original485; pues será evidente
que les ocurre lo mismo que quienes sobrepasan el límite expuesto, salvo en que
éstos lo hacen en uno sólo y aquéllos en muchos486; de modo que con justicia serían
contestados por parte de quienes les reprochasen que han proporcionado el princi-
pio y la causa del exceso487. Pues si se toma una sóla vez alguno idéntico a los que
están antes que él (como el que está a una octava del original), ¿qué impide –
preguntarían– añadir también los que son equivalentes a los restantes contiguos?
por la octava, de que no es necesario que con la magnitud de los límites de ésta sean
medidas las funciones en ella, sino con la magnitud de las razones que la compo-
nen488; pues todos establecemos en general que estas formas son sólo siete, dándose
el caso de que son ocho las notas que las producen489, y nadie diría que la que se
toma desde la nota más grave, por ejemplo, en sentido descendente, produce una
forma distinta que la primera (y en el mismo sentido desde la más aguda), porque
en general toda aquella forma que empiece del mismo modo desde cada uno de los
204
9.Que es necesario suponer sólo siete tonos, en igual número que las
formas de la octava.
porque tantas son también las de las primeras consonancias juntas493, cuando son
tomadas consecuentemente con las razones de cada una, cuya naturaleza494 no per-
mite suponerlas ni en más ni en menos; del mismo modo, entonces, que si uno qui-
siera que las divisiones se hicieran en más partes –por ejemplo, más de tres en la
dos, pero diferentes de los que se adoptan según la razón que armoniza496, en segui-
da se oponen tanto lo racional como lo evidente497. Así, no hay que estar de acuerdo 61
con quienes suponen que los tonos, que están comprendidos por las formas de la
han tomado su origen en ellas para que los sistemas en su totalidad adquieran dife-
rencias consonantes499, sean o bien más numerosos que las siete formas y razones
de la octava, o bien con excesos iguales entre todos ellos500, ya que no pueden ale-
gar una causa convincente501, ni de la igualdad en los incrementos entre todos (tal
sis503; una vez adoptados, a partir de ellos también limitan el número de los tonos
en función de la magnitud de los que hacen la octava504. ¿Por qué, pues, habrían de
las distancias?507 Pues tampoco les es posible decir que esta magnitud divide con
precisión la octava mientras que aquélla no lo hace así508, o que ésta, si cabe, lo
205
hace en partes iguales, mientras que aquélla lo hace en partes desiguales509. Pero si
que delimitar entre los siete tonos, puesto que ni la octava se divide en siete razones
62 iguales, ni, aun siendo desiguales, es evidente cuáles de ellos conviene suponer?
Hay que contestarle que los que se hallan511 de modo consecutivo bajo las primeras
consonancias, es decir, los que quedan del incremento de la cuarta dentro de la oc-
tava en una dirección, siendo el mismo que el que se constituye para la quinta en
sentido contrario512; pues cuando una nota más grave que otra por una cuarta resulta
más aguda por una quinta que la homófona a ella al grave, también una más aguda
que otra por una cuarta resulta más grave por una quinta que la homófona a ella al
agudo513. Y es necesario no sólo aquí, sino también en todas partes, que los interva-
nantes a los melódicos514, de forma que también es menester que, de los tonos, se
tomen primero los consonantes, y después los que son encontrados mediante el ex-
ceso entre éstos, sean cuales sean, pues la transición a los tonos en sucesión no pro-
duce una modulación tan provechosa como la que la hace a los tonos que se dife-
Parece que quienes han llegado hasta ocho tonos516 al ser contado con los
siete uno de forma redundante517, han venido a dar de algún modo con los excesos
apropiados entre ellos, aunque no los han abordado del modo necesario518. Pues,
simplemente, suponiendo que los tres más antiguos, llamados dorio, frigio y lidio
por los nombres de los pueblos de los que han surgido519 (o como quiera uno consi-
206
derar las causas), se diferencian entre sí por un tono520, y dándoles el nombre, quizá
desde el más grave de los tres, el dorio522, una cuarta ascendente, llamando a este
dítono desde el dorio hasta el lidio524. Después, puesto que el dorio se encontraba
526
situado bajo éste525 una cuarta, para añadir bajo los demás los más graves por
una cuarta527, llamaron “hipolidio” al que iba a estar bajo el lidio528, “hipofrigio”
bajo el frigio, e “hipodorio” bajo el dorio; al que estuviera una octava ascendente
que le ocurría, que había sido tomado sobre el mixolidio (sirviéndose incorrecta-
mente530 de hipo- para señalar lo que está en el grave, y de hiper- para lo que está
gio respecto al hipolidio; y éste respecto al dorio, el del leima, que quieren533 hacer-
consonantes sean tomados a partir de los melódicos, sino al contrario, éstos a partir
de aquéllos, porque los intervalos consonantes son más fáciles de tomar y más im-
Esto sucedería del modo apropiado si, tras establecer un tono como el más
agudo537, A, tomásemos primero el que está a una cuarta descendente de él, B, y aún
el más grave que éste una cuarta, G, que se va a mover dentro de una octava; des-
pués, puesto que el que está a una cuarta descendente de él cae fuera de la octava,
si tomamos el que es idéntico en las funciones538, es decir, más agudo que G por
una quinta, D, a su vez, de nuevo, dispondríamos uno más grave que éste por una
207
cuarta, E, e incluso, en vez de uno más grave que E por una cuarta, por caer también
éste fuera de la octava, construiríamos uno más agudo que E por una quinta, Z; y de
nuevo dispondríamos uno más grave que éste por una cuarta, H. Cuando se han
del primer intervalo consonante de cuarta (que es, como decíamos, la misma que el
incremento ascendente en una quinta), se concluye de modo absoluto que los exce-
agudo que E por una cuarta, y más agudo que G por una quinta, el exceso entre G y
E será un intervalo de tono; igualmente, puesto que Z es más agudo que H por una
64 cuarta y más agudo que E por una quinta, el exceso entre E y H será también un
intervalo de tono. De nuevo, ya que G es más grave por un dítono que H y más gra-
resto, ya que son cuartas BG, DE, ZH y BA, de forma que el exceso entre E y G es
igual que el que hay entre D y B, el que hay entre E y H igual que el que hay entre Z
tono será también cada uno de los que hay entre D y B y Z y D, mientras que de lei-
que también será de un intervalo de tono el exceso respecto al que le sigue539, por-
que AG, al hacer una doble cuarta, quedan a un intervalo de tono de la octava.
tre ellos541, aunque han sido transmitidos de cualquier manera, serán hallados me-
diante la razón542.
208
11.Que no es necesario incrementar los tonos por semitono.
Es claro que, una vez que hemos establecido estos tonos543, hay una nota
la igualdad numérica546 entre ellos y las formas de la octava. Pues si tomamos una
octava en las posiciones intermedias del Sistema Perfecto, es decir, las que van 65
desde la hípate del tetracordio medio por posición hasta la nete del tetracordio dis-
central de la melodía, dirigiéndose pocas veces hacia sus extremos por el esfuerzo y
to, para que el tono haga la primera forma de la octava en el sistema previamente
forma; la del dorio, a la posición de la mese que hace la cuarta forma y la central,
209
cordio medio conforme a la sexta forma, y la del hipodorio, en la posición de la
hípate del tetracordio medio conforme a la séptima forma, de modo que algunas
Pero si suponemos más tonos junto a éstos (lo que hacen quienes incremen-
tan sus excesos en semitonos)557, será forzoso que las meses de dos tonos se asig-
nen totalmente a la posición de una sola nota, de forma que estos dos sistemas se
la voz. Pues si la mese por función del hipodorio, por ejemplo, es unida a la hípate
del tetracordio medio por posición, y la del hipofrigio a la parípate del tetracordio
medio, el tono que se toma entre éstas (llamado por ellos hipofrigio grave, frente al
otro más agudo), necesitará tener su mese o bien en la hípate, como el hipodorio, o
mos hacia los otros tonos que tienen una nota común, ésta se moverá tensándose o
relajándose un semitono, por tener la misma función en cada uno de los tonos, es
decir, la de la mese; seguirán las tensiones o relajaciones de todas las notas restan-
tes, para conservar las razones respecto a la mese idénticas a las tomadas antes de la
parecería diferente del primero por la forma, sino, de nuevo, hipodorio o el mismo
hipofrigio561, siendo tan sólo uno de voz más aguda o más grave. Así pues, queden
hasta aquí esbozadas tanto la racionalidad como la suficiencia de los siete tonos.
210
12.Del difícil uso del canon monocorde562.
pondencia entre razón y percepción, la división del canon armónico (no en un solo
tono, por ejemplo el del Sistema Inmodulante564, ni en un género o dos como nues-
tros antecesores565, sino absolutamente en todos los tonos y cada uno de los géneros
melódicos, para que tengamos también las posiciones comunes de las notas ex-
corde, para el que hasta ahora no parece que se haya mejorado nada con el objeto
totalidad567, tengan una comparación fácil de precisar para los sentidos. Pues parece
que tal instrumento ha caído en desuso tanto para la ejecución manual568 como para
para los demás no existía cada uno de los aspectos mencionados: a los canonistas571
sólo les interesaba la teoría, mientras que a las liras, cítaras y similares, la práctica;
en éstos los intervalos melódicos se constituyen con su razón apropiada, sin que sea
demostrada en ellos, toda vez que ni siquiera en los aulós y siringas tal cosa se al-
canza con exactitud572: éstos serían más perfectos para ambas demostraciones, por-
que toman las diferencias entre las notas como consecuencia de sus longitudes573.
Pero el canon se revelaría tanto más insuficiente que los demás porque éstos
al menos establecen con exactitud uno de los aspectos, pero él ninguno574. Pues, en
siciones de sus extremos577, o también por no ser apropiadas las razones que se de-
rivan de sus partes, en absoluto se efectúan las secciones mediante la razón, sino
tensando la cuerda, después desplazando el puente hasta que ante los oídos se pre-
sente cada una de las notas buscadas; allí señalan la sección correspondiente, ale-
211
jándose de aquello por lo que tenía lugar (del mismo modo que los que fabrican los
67 disponerse entre sí con la medida adecuada; pero cuando se cambia de lugar más
las señales apropiadas ya no se observan las mismas ni son marcadas con precisión,
dos, no sólo porque con una mano se afina y con la otra se pulsa, independiente-
general a la combinación de notas separadas), pues, al ser una sola mano la que
pulsa, no puede atravesar con facilidad las distancias más grandes, ni tocar a la vez
los sonidos, que comprende la forma menos melódica por no hacer ninguno fijo ni
los puentes, cuando arrastran con el roce de la cuerda tales sonidos587, al no poder
ellos, por decirlo así, saltar o lanzarse a las posiciones delimitadas588; de ahí que no
sea posible hacer uso fácil de los ritmos más rápidos589. Y es por esto que me pare-
ce que quienes manejan tal instrumento, aun conociendo las dislocaciones de las
notas de la harmonización590, nunca lo presentan solo para que sea confirmado por
los sentidos, sino ya acompañado del auló o de la siringa591, para que, con el acom-
212
13.De lo que Dídimo el músico propuso modificar en el canon.
del puente, pero para las demás dificultades que hemos tratado593, aun siendo más
numerosas y mayores, no fue capaz de encontrar remedio alguno. Pues toma las
distancias entre las notas no a partir de uno de los límites sólo, sino también desde
el opuesto594, según unas posiciones tales en las que resultan desiguales las longitu-
des respecto a cada extremo, y cada uno tiene una razón en relación al total apro-
piada a alguna nota: por ejemplo, cuando están entre sí las dos partes en razón do-
ble, es evidente que, respecto al total, la más grande está en sesquiáltera, según la 68
quinta, y la más pequeña en triple, según la octava más quinta595. Pues si toda la
de ella) hará la hípate del tetracordio medio, mientras que la menor (un tercio de
ella) la nete del tetracordio disjunto; y en las demás que admitan algo semejante, de
igual modo. Tal modificación palia, estamos de acuerdo, la deficiencia de los conti-
nuos desplazamientos596 del puente, ya que muchas veces los puentes pueden per-
manecer durante más pulsaciones en las posiciones comunes a dos notas597, trans-
fieriéndose la pulsación de una y otra a cada segmento. En realidad hace más difícil
diferenciarse las posiciones de las mismas notas, en torno a la duda de cuál de las
dos hay que utilizar, porque la pulsación continua no concede tiempo para conside-
213
enarmónico603, y efectúa las secciones tan sólo en dos géneros604, el cromático y el
llos las razones de modo adecuado. Pues dispone las primeras notas de los tetracor-
dios respecto a las terceras desde sí mismas en la razón 5:4 en ambos géneros606;
do que las últimas diferencias en ambos géneros llegan a la razón 16:15, mientras
dente para los sentidos608. En el género cromático, de las razones que contienen el
pycnón, ha hecho la razón última mayor que la central, sin que tal cosa resulte en
iguales las razones últimas de los dos géneros, aunque es necesario que sea menor
la del diatónico611.
Así pues, la causa para todos612 de haberse ocupado con poco rigor de la
69 cual podían ser comparadas con las aprehensiones de la percepción613; y por esto
parecen haber construido las razones de las consonancias, que pueden ser también
comprobadas a través de una sola cuerda con una división en dos partes, y las de los
intervalos melódicos, que sólo podrían ser contempladas con la composición del
sistema en su totalidad (lo cual no era posible ver con exactitud en una sola cuerda),
y de una manera harto engañosa614. Pues tales intervalos melódicos serían refutados
claramente si uno hiciera conforme a ellos las secciones en las ocho cuerdas de
igual tensión expuestas por nosotros615 (pues son suficientes ya para mostrar la se-
es. Y con el objeto de que nos sea más asequible la comparación entre nuestras di-
214
visiones de los géneros y las que han sido ya dadas anteriormente (cuantas en cual-
parcial entre éstas en el tono central, el dorio617, para mostrar sólo la diferencia ex-
puesta.
divisiones no de la misma forma que los autores más antiguos, que seccionaban
gitud previamente adoptada de la regla colocada junto a las cuerdas, desde el punto
de pulsación en el extremo agudo hasta la marca que estará bajo la nota más grave,
meros desde el principio hacia el extremo agudo, en cuantas partes haya lugar, para,
al tenerlos establecidos en sus razones adecuadas para cada una de las notas a partir
del extremo común mencionado, una vez expuestos, situar siempre fácilmente en
las posiciones marcadas desde la regla los puntos de pulsación de los puentes móvi-
les619. Y puesto que ocurre que los números que prolongan las diferencias comunes
de los géneros llegan a decenas de miles620, nos hemos servido, de las unidades
enteras totales, de sus sexagésimas partes más próximas, hasta las primeras sexagé-
simas partes de una unidad, de manera que nunca transcurran las comparaciones
30 partes que establece Aristóxeno622, con el fin de entender el segmento del tetra-
cordio a través de los mismos números tomando sus divisiones en una gran escala,
nota más grave de la octava supuesta; 90, según la razón sesquitercia, la más aguda
215
70 que ella por una cuarta, de modo que también la más aguda por una quinta que la
60, según la razón doble623. Las notas móviles intermedias toman sus números con-
Hemos dispuesto tres tablas625, cada una de ocho líneas, la primera de cinco
columnas, la segunda de ocho y la tercera de diez; el orden de las notas está coloca-
60 60 60 60 60
75 76 76 75 75
77 9 78 78 77 30 78 16
80 80 80 80 80
90 90 90 90 90
112 30 114 114 112 30 112 30
115 43 117 117 116 15 117 23
120 120 120 120 120
5:4 x 36:35 x 24 + 3 +3 = 19:15 x 39:38 x 5:4 x31:30 x 5:4 x 24:23 x
28:27= 40:39 = 32:31 = 46:45=
30 = 4:3 = 4:3 = 4:3
=4:3
en la segunda, según Aristóxeno, en una distancia entre las partes de 24, 3 y 3627; en
cuarta, según Dídimo, en las razones 5:4, 31:30 y 32:31; y en la quinta, según noso-
216
REDACCIÓN DE DÜRING TRAS ISAAC ARGIRO Y WALLIS
Eratóstenes, en las razones 6:5, 19:18 y 20:19630; en la sexta, según Dídimo, en las 72
razones 6:5, 25:24 y 16:15; en la séptima, nuestro cromático suave, en las razones
6:5, 15:14 y 28:27; y en la octava, nuestro cromático tenso, en las razones 7:6,
12:11 y 22:21.
217
La tercera tabla contiene los géneros diatónicos: en la primera columna,
según Arquitas en las razones 9:8, 8:7 y 28:27; en la segunda, el diatónico suave
cuarta, según Eratóstenes, en las razones 9:8, 9:8 y la del leima631; en la quinta,
en la sexta, nuestro diatónico suave, en las razones 8:7, 10:9 y 21:20; en la sépti-
ma, nuestro diatónico tonal, en las razones 9:8, 8:7 y 28:27; en la octava, nuestro
74 diatónico ditonal, en las razones 9:8, 9:8 y la del leima; en la novena, nuestro dia-
tónico tenso, en las razones 10:9, 9:8 y 16:15; y en la décima, nuestro diatónico
Así pues, estas secciones están concebidas, como decimos632, en todo caso
para el solo examen de las diferencias entre los géneros. En cuanto a lo que nos
218
resta, a causa de la utilización de las modulaciones de la octava633, tomamos con el
mismo procedimiento los números que se constituyen en cada uno de los siete tonos
y los géneros que acogen lo habitual de la melodía634; e incluso de forma que cada
uno de ellos resulta por naturaleza estar unido por medio de toda la serie, es decir,
un tono, por sí mismo, es capaz de hacer que los números distribuidos en razones
de igual género hagan una melodía, mientras que los demás tonos, en una mezcla
parcial con éste635 (si uno no quiere violentarlos) lo hacen con los números resulta-
mezcla, para que también pase inadvertido que también nosotros hemos ido más
co habituales.
Hemos ordenado también aquí 14 tablas638, el doble de los siete tonos, cada
una igualmente de 8 líneas (en igual número que las notas de la octava) y de cinco
columnas de acuerdo con el número de géneros habituales. Las siete tablas expues- 75
tas primero contienen los números que hacen la octava desde la nete del tetracordio
disjunto por posición en sentido descendente, y las expuestas bajo éstas, los núme-
ros que hacen la octava desde la mese o nete del tetracordio añadido por posición
en sentido descendente, para que podamos, desde cualquiera de los inicios que eli-
jamos, efectuar las afinaciones. Además, las dos tablas iniciales639 contienen el tono
mixolidio, las segundas el lidio, las terceras el frigio, las cuartas y centrales el do-
rio, las quintas el hipolidio, las sextas el hipofrigio, y las últimas el hipodorio. Y de
las columnas, las primeras de cada tono hacen la mezcla del cromático tenso y del
diatónico tonal, las segundas la mezcla del diatónico suave y del diatónico tonal, las
terceras, el diatónico tonal por sí mismo y sin mezcla, las cuartas la mezcla del dia-
tónico tonal y del ditonal, y las quintas la del diatónico tonal y del diatónico ten-
219
so640; de nuevo, el número del orden de las notas está situado junto a las primeras
columnas641, y los epígrafes de cada tono y género están colocados encima de sus
posiciones respectivas. Hemos añadido también aquí una regla de 10 líneas y 8 co-
lumnas, que contiene reunidas todas las diferencias de los números para cada nota,
para que nos resulten claras la cantidad de las posiciones y la magnitud de la dis-
tancia comprendida en cada una de las notas en todas las modulaciones expues-
tas642.
1 2 3 4 5
crom. tenso y diat. suave y diat. tonal diat. tonal y diat. tonal y
diat. tonal diat. tonal diat. ditonal diat.tenso
60 60 60 60 60
67 30 67 30 67 30 67 30 67 30
78 45 77 9 75 56 75 56 75 56
85 55 85 43 86 47 86 47 86 47
90 90 90 90 90
101 15 101 15 101 15 101 15 100
115 43 115 43 115 43 113 54 112 30
120 120 120 120 120
9:8 x 7:6 x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 9:8 x 8:7 9:8 x 9:8 x 8:7 9:8 x 9:8 x
12:11 x 22:21 10:9 x 21:20 x x 28:27 x 9:8 x x 28:27 x 9:8 x 8:7 x 28:27 .
x 9:8 x8:7 x 9:8 x 8:7 x 8:7 x 28:27 9:8 x 256:243 10:9 x 9:8
28:27 28:27 x16:15
1 2 3 4 5
crom.tenso y diat. suave y diat.tonal diat. tonal y diat. tonal y
diat. tonal diat. tonal diat.ditonal diat.tenso
60 57 60 57 60 57 60 59 16
63 13 63 13 63 13 63 13 63 13
71 7 71 7 71 7 71 7 71 7
82 58 81 16 80 80 80
90 30 90 18 91 26 91 26 91 26
94 49 94 49 94 49 94 49 94 49
106 40 106 40 106 40 106 40 105 21
121 54 121 54 121 54 120 118 31
28:27 x 9:8 x 28:27 x 9:8 x 28:27 x 9:8 x 256:243 x 9:8 16:15 x 9:8 x
7:6 x12:11 x 8:7 x 10:9 x 9:8 x 8:7 x x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 8:7 x
22:21 x 9:8 x 21:20 x 9:8 x 28:27 x 9:8 x 28:27 x 9:8 x 28:27 x 10:9
8:7 8:7 8:7 9:8 x 9:8
220
3. Frigio desde la nete643
1 2 3 4 5
crom.tenso y diat.suave y diat. tonal diat. tonal y diat. tonal y
diat.tonal diat. tonal diat.ditonal diat.tenso
60 60 60 60 59 16
68 34 68 34 68 34 67 30 66 40
71 7 71 7 71 7 71 7 71 7
80 80 80 80 80
93 20 91 26 90 90 90
101 49 101 35 102 51 102 51 102 51
106 40 106 40 106 40 106 40 106 40
120 120 120 120 118 31
8:7 x 28:27 x 8:7 x 28:27 x 8:7 x 28:27 x 9:8 x 256:243 9:8 x 16:15 x
9:8 x 7:6 x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 9:8 x 9:8 x 9:8 x
12:11 x 22:21 x 10:9 x 21:20 x x 28:27 x 9:8 8:7 x 28:27 x 8:7 x 28:27 x
9:8 9:8 9:8 10:9
1 2 3 4 5
crom.tenso y diat. suave y diat. tonal diat.tonal y diat. diat.tonal y
diat. tonal diat. tonal ditonal diat.tenso
60 60 60 60 60
67 30 67 30 67 30 67 30 66 40
77 9 77 9 77 9 75 56 75
80 80 80 80 80
90 90 90 90 90
105 102 51 101 15 101 15 101 15
114 33 114 17 115 43 115 43 115 43
120 120 120 120 120
9:8 x 8:7 x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 9:8 x 10:9 x 9:8 x
28:27 x 9:8 x 28:27 x 9:8 x 28:27 x 9:8 x 256:243 x 9:8 x 16:15 x 9:8 x
7:6 x 12:11 x 8:7 x 10:9 x 9:8 x8:7 x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 8:7 x
22:21 21:20 28:27 28:27 28:27
1 2 3 4 5
crom.tenso y diat.suave y diat. tonal diat.tonal y diat.tonal y
diat. tonal diat. tonal diat.ditonal diat. tenso
60 20 60 12 60 57 60 57 60 57
63 13 63 13 63 13 63 13 63 13
71 7 71 7 71 7 71 7 70 14
81 16 81 16 81 16 80 79 1
84 17 84 17 84 17 84 17 84 17
94 49 94 49 94 49 94 49 94 49
110 37 108 22 106 40 106 40 106 40
120 40 120 24 121 54 121 54 121 54
22:21 x 9:8 x 21:20 x 9:8 x 28:27 x 9:8 x 28:27 x 9:8 x 28:27 x 10:9
8:7 x 28:27 x 8:7 x 28:27 x 8:7 x 28:27 x 9:8 x 256:243 x 9:8 x 16:15
9:8 x 7:6 x 9:8 x8:7 x 10:9 9:8 x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 9:8 x x 9:8 x 9:8 x
12:11 8:7 8:7
221
6. Hipofrigio desde la nete
1 2 3 4 5
crom. tenso y diat. suave y diat. tonal diat. tonal y diat. tonal y
diat.tonal diat. tonal diat.ditonal diat. tenso
62 13 60 57 60 60 60
67 53 67 43 68 34 68 34 68 34
71 7 71 7 71 7 71 7 71 7
80 80 80 80 79 1
91 26 91 26 91 26 90 88 53
94 49 94 49 94 49 94 49 94 49
106 40 106 40 106 40 106 40 106 40
124 27 121 54 120 120 120
12:11 x 10:9 x 21:20 x 8:7 x 28:27 x 8:7 x 28:27 x 8:7 x 28:27 x
22:21 x 9:8 x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 9:8 x 10:9 x 9:8 x
8:7 x 28:27 x 28:27 x 9:8 x 28:27 x 9:8 x 256:243 x 9:8 16:15 x 9:8 x
9:8 x 7:6 8:7 9:8 x 9:8 9:8
1 2 3 4 5
crom.tenso y diat.suave y diat. tonal diat. tonal y diat. tonal y
diat.tonal diat. tonal diat.ditonal diat.tenso
60 60 60 60 60
70 68 34 67 30 67 30 67 30
76 22 76 11 77 9 77 9 77 9
80 80 80 80 80
90 90 90 90 88 53
102 51 102 51 102 51 101 15 100
106 40 106 40 106 40 106 40 106 40
120 120 120 120 120
7:6 x 12:11 x 8:7 x 10:9 x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 8:7 x
22:21 x 9:8 x 21:20 x 9:8 x 28:27 x 9:8 x 28:27 x 9:8 x 28:27 x 10:9
8:7 x 28:27 x 8:7 x 28:27 x 8:7 x 28:27 x 9:8 x 256:243 x 9:8 x 16:15
9:8 9:8 9:8 x 9:8 x 9:8
1 2 3 4 5
crom. tenso y diat. suave y diat. tonal diat. tonal y diat.tonal y
diat. tonal diat.tonal diat. ditonal diat.tenso
60 60 60 60 60
67 30 67 30 67 30 67 30 66 40
77 9 77 9 77 9 75 56 75
80 80 80 80 80
90 90 90 90 90
105 102 51 101 15 101 15 101 15
114 33 114 17 115 43 115 43 115 43
120 120 120 120 120
9:8 x 8:7 x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 9:8 x 10:9 x 9:8 x
28:27 x 9:8 x 28:27 x 9:8 x 28:27 x 9:8 x 256:243 x 9:8 x 16:15 x 9:8 x
7:6 x 12:11 x 8:7 x 10:9 x 9:8 x8:7 x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 8:7 x
22:21 21:20 28:27 28:27 28:27
222
9. Lidio desde la mese
1 2 3 4 5
crom.tenso y diat. suave y diat. tonal diat. tonal y diat.tonal y
diat.tonal diat. tonal diat.ditonal diat.tenso
60 20 60 12 60 57 60 57 60 57
63 13 63 13 63 13 63 13 63 13
71 7 71 7 71 7 71 7 70 14
81 16 81 16 81 16 80 79 1
84 17 84 17 84 17 84 17 84 17
94 49 94 49 94 49 94 49 94 49
110 37 108 22 106 40 106 40 106 40
120 40 120 24 121 54 121 54 121 54
22: 21:20 x 9:8 x 8:7 28:27 x 9:8 x 8:7 28:27 x 9:8 x 9:8 28:27 x 10:9 x
21 x 9:8 x 8:7 x 28:27 x 9:8 x 28:27 x 9:8 x x 256:243 x 9:8 x 9:8 x 16:15 x
x 28:27 x 9:8 x x8:7 x 10:9 9:8 x 8:7 9:8 x 8:7 9:8 x 9:8 x 8:7
7:6 x 12:11
1 2 3 4 5
crom. tenso y diat.suave y diat. tonal diat. tonal y diat. tonal y
diat.tonal diat. tonal diat.ditonal diat.tenso
62 13 60 57 60 60 60
67 53 67 43 68 34 68 34 68 34
71 7 71 7 71 7 71 7 71 7
80 80 80 80 79 1
91 26 91 26 91 26 90 88 53
94 49 94 49 94 49 94 49 94 49
106 40 106 40 106 40 106 40 106 40
124 27 121 54 120 120 120
12:11 x 10:9 x 21:20 x 8:7 x 28:27 x 8:7 x 28:27 x 8:7 x 28:27 x
22:21 x 9:8 x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 9:8 x 10:9 x 9:8 x
8:7 x 28:27 x 28:27 x 9:8 x 28:27 x 9:8 x 256:243 x 9:8 16:15 x 9:8 x
9:8 x 7:6 8:7 9:8 x 9:8 9:8
1 2 3 4 5
crom.tenso y diat. suave y diat. tonal diat. tonal y diat.tonal y
diat.tonal diat.tonal diat. ditonal diat. tenso
60 60 60 60 60
70 68 34 67 30 67 30 67 30
76 22 76 11 77 9 77 9 77 9
80 80 80 80 80
90 90 90 90 88 53
102 51 102 51 102 51 101 15 100
106 40 106 40 106 40 106 40 106 40
120 120 120 120 120
7:6 x 12:11 x 8:7 x 10:9 x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 8:7 x
22:21 x 9:8 x 21:20 x 9:8 x 28:27 x 9:8 x 28:27 x 9:8 x 28:27 x 10:9
8:7 x 28:27 x 8:7 x 28:27 x 8:7 x 28:27 x 9:8 x 256:243 x 9:8 x 16:15
9:8 9:8 9:8 x 9:8 x 9:8
223
12. Hipolidio desde la mese
1 2 3 4 5
crom. tenso y diat. suave y diat. tonal diat. tonal y diat. tonal y
diat. tonal diat. tonal diat. ditonal diat.tenso
56 11 56 11 56 11 56 11 56 11
63 13 63 13 63 13 63 13 63 13
73 45 72 14 71 7 71 7 71 7
80 27 80 16 81 16 81 16 81 16
84 17 84 17 84 17 84 17 84 17
94 49 94 49 94 49 94 49 93 39
108 22 108 22 108 22 106 40 105 21
112 22 112 22 112 22 112 22 112 22
9:8 x 7:6 x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 9:8 x 8:7 9:8 x 9:8 x 8:7 9:8 x 9:8 x 8:7
12:11 x 22:21 x 10:9 x 21:20 x x 28:27 x 9:8 x x 28:27 x 9:8 x x 28:27 x 10:9
9:8 x 8:7 x 9:8 x 8:7 x 8:7 x 28:27 9:8 x 256:243 x 9:8 x 16:15
28:27 28:27
1 2 3 4 5
crom.tenso y diat. suave y diat. tonal diat. tonal y diat.tonal y
diat. tonal diat.tonal diat.ditonal diat.tenso
60 57 60 57 60 57 60 59 16
63 13 63 13 63 13 63 13 63 13
71 7 71 7 71 7 71 7 71 7
82 58 81 16 80 80 80
90 30 90 18 91 26 91 26 91 26
94 49 94 49 94 49 94 49 94 49
106 40 106 40 106 40 106 40 105 21
121 54 121 54 121 54 120 118 31
28:27 x 9:8 x 28:27 x 9:8 x 28:27 x 9:8 x 256:243 x 9:8 16:15 x 9:8 x
7:6 x12:11 x 8:7 x 10:9 x 9:8 x 8:7 x x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 8:7 x
22:21 x 9:8 x 21:20 x 9:8 x 28:27 x 9:8 x 28:27 x 9:8 x 28:27 x 10:9
8:7 8:7 8:7 9:8 x 9:8
1 2 3 4 5
crom.tenso y diat. suave y diat.tonal diat. tonal y diat.tonal y
diat. tonal diat. tonal diat.ditonal diat.tenso
60 60 60 60 59 16
68 34 68 34 68 34 67 30 66 40
71 7 71 7 71 7 71 7 71 7
80 80 80 80 80
93 20 91 26 90 90 90
101 49 101 35 102 51 102 51 102 51
106 40 106 40 106 40 106 40 106 40
120 120 120 120 118 31
8:7 x 28:27 x 8:7 x 28:27 x 8:7 x 28:27 x 9:8 x 256:243 9:8 x 16:15 x
9:8 x 7:6 x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 9:8 x 8:7 x 9:8 x 9:8 x 9:8 x 9:8 x
12:11 x 22:21 x 10:9 x 21:20 x x 28:27 x 9:8 8:7 x 28:27 x 8:7 x 28:27 x
9:8 9:8 9:8 10:9
224
Regla que contiene reunidas todas las diferencias entre los números para ca-
da nota
razones y sus características comunes, posible a partir de estas reglas. En la lira, los
del diatónico tonal del mismo tono, y los suaves por los números que hay en su
mezcla con el cromático tenso del mismo tono. En cuanto a lo que se toca a la cíta-
ra, las trites las contienen los números desde la nete645 del diatónico tonal del tono
hipodorio; los hipertropos, de forma similar, los números del diatónico tonal del
frigio; las parípates, los de la mezcla con el diatónico suave del dorio; los tropos,
los de la mezcla646 con el cromático tenso del hipodorio; los denominados entre
ellos jonioeolios, los de la mezcla con el diatónico ditonal del hipofrigio, y los li-
Y puesto que se ve que la más aguda de todas las notas dista del extremo
común en unas 55 partes y la más grave en unas 125648, es preciso, tras este seg-
mento, dejar un intervalo hasta el extremo opuesto, que tomará las mitades de la
649
anchura del puente fijo y del móvil , sustrayendo de la longitud total lo mismo 81
que las dos anchuras mencionadas juntas, o incluso más650. El resto lo dividimos en
225
25 secciones de cinco partes, aunque bastará la división, en partes, tan sólo en 14
secciones de cinco partes, que contendrán las 70 partes que hay entre las notas ex-
tremas, es decir, las que van desde 55 hasta 125. Y será útil también añadir a las
clavijas651 otras en igual número en los extremos opuestos del canon para modificar
las clavijas que las contienen, y al tensarse la otra; y además, será útil hacerlas mó-
viles653 en la cuña654, sobre la anchura del canon, a causa de su otro uso, por el que,
al situarse debajo un único puente plano655, los movimientos de las cuerdas por la
anchura del canon producen las afinaciones adecuadas. Pues cuando, de nuevo, son
divididas dos reglas iguales a la longitud de los puentes fijos en las partes que hay
entre las notas extremas656, y se coloca cada regla junto a cada puente en oposición
ajustadas las clavijas con ellos, sus notas mantendrán las mismas tensiones, pero si
permanecen inalteradas sucederá que las cuerdas, unas veces porque se relajan y
226
LIBRO TERCERO
tas en su naturaleza, pero se revela sobre todo a través de las almas humanas y los
desplazamientos celestes.
los astros.
armonía.
227
12.Que también las modulaciones de tonos corresponden a los pasajes en la-
14.Mediante qué primeros números las notas fijas del Sistema Perfecto po-
vimientos respectivos.
16.Cómo podrían compararse las relaciones entre los planetas con las de las
notas.
228
LIBRO III
ción de algo que llegase sólo hasta la octava, que puede, la primera, contener en sí
misma toda la idea de la melodía661; y por esto, así parece, se denominó “octava” y
no “ocho”662, como “quinta” y “cuarta” por el número de notas que las contienen.
Pero si alguien, yendo más allá, quisiera completar en el canon el sistema de doble
octava con objeto de una completa variedad, de modo que añadiese a las ocho notas
las siete restantes hasta las quince, en la lira663, de la magnitud de la doble octava,
será posible llevar a cabo también tal añadidura, para que ni las distancias cortas
que han quedado de las notas más agudas hagan a éstas desagradables664, ni las re-
glas que se van a disponer tomen sus divisiones hasta la doble octava665, si distin-
guimos con las tensiones y la finura de las cuerdas cada una de las octavas extre-
mas, y mantenemos las ocho notas666 más finas desde el centro en sentido ascen-
dente en igual tensión entre sí, en la tensión que haya sido ajustada conveniente-
mente con la mese; y a las siete restantes y más gruesas, de nuevo, en igual tensión
notas opuestas, una octava, por la que la proslambanómeno era más grave que la
mese. Pues así, la sección de una sola octava se ajustará a los dos ordenamientos, al
hacer la razón de la octava en cada uno de los que deben ser homófonos667.
y GD, AB más aguda que GD en una octava; y después tomásemos iguales AE y GZ,
229
Pues en general, puesto que como la distancia AB es respecto a AE, así es el
más agudo que el de GD, también el de AE será más agudo una octava que el de GZ,
lo cual ocurrirá en todas las notas que contienen los siete intervalos en el instrumen-
cer sólo cuerdas de igual tensión; pero le será posible hacer lo contrario a quien
investigue con exactitud las diferencias que tiene que haber entre las notas según
cada forma, es decir, sea cual sea la tensión de las notas, situar los puentes para la
con lo establecido. Cuando esto se ha hecho una vez, tras ser trasladados los puen-
tes a las posiciones de otro género o tono, también éste estará afinado, y todos los
demás del mismo modo, porque la primera afinación establece de nuevo las notas
Sean, pues, de forma semejante, dos notas, AB y GD, y tómense en cada una
230
Afirmo que también las divisiones iguales de las notas serán iguales en ten-
sión670. Tómese GH igual a la distancia AE. Puesto que como la distancia AE (es
decir, GH) es respecto a GZ, así es el sonido de GZ respecto al de AE por haber sido
afinado así, y respecto al de GH por ser así desde un principio, tendrá la misma ra-
Será claro y evidente lo mostrado si son restablecidos los puentes (tras haber
sido, como dijimos, afinadas las notas) hacia las posiciones que toman iguales todas
tensión a sí mismo, y ambos entre sí a octava, como si hubiéramos supuesto tal cosa
lo cual, si no lo es para todas ellas, todo sería incorrecto. Pues no era la tarea del
canon mostrar las razones de los intervalos melódicos673 a través de una cuerda, una
presenten sin diferencias respecto a una sola), afinar con la razón únicamente lo que
utilización, es preciso que tal método674 sea previamente establecido, para el descu-
231
Así pues, en cada uno de los modos de utilizar el canon, yo digo que, en el
que se coloca un sólo puente bajo cada una de las cuerdas, no hay ningún error, si
se divide la totalidad del sistema en dos secciones similares, con el fin de que todas
disponer sólo dos puentes bajo los dos ordenamientos, ocurrirá a menudo que las
cuerdas en los extremos de los puentes, en la anchura central del canon, llegarán, en
tes, y ya no podrán mantener sus propias longitudes677. Por ello es posible determi-
nar mediante este procedimiento sólo los sistemas en los que una u otra de dichas
notas mantiene una y la misma posición en las transposiciones, lo que ocurre sobre
todo en los sistemas que se tocan a la cítara678, únicamente a los que ha de ser sufi-
ciente con la utilización descrita de los puentes continuos, de modo que también las
clavijas de las notas comunes e inmóviles en los sistemas pueden permanecer sin
hacia el otro lado de G, hacia B, GD, y hacia A, GE, de modo que todo DE tome la
anchura de uno de los puentes móviles, o un poco más, mientras que EG es el doble
de GD, para que también el resto AE quede el doble del resto DB. Si, en efecto, divi-
232
diésemos cada uno de los segmentos BD y AE en partes que lleguen hasta la nota
más grave, tomando los inicios de los números desde A y B, y entonces efectuáse-
mos el desplazamiento de los dos puentes en la comparación hacia cada uno de los
los mismos números, mantendrán de nuevo el segmento que está junto a A doble
del que está junto a B, de modo que también el total de la octava que está junto a B
Sea entonces dividida la regla de esta manera. Puesto que, al suponerse las
ocho notas iguales en tensión, es forzoso que las notas más agudas de las dos octa-
vas, tomadas en la mitad de AE y DB, tengan peor sonido, y, sobre todo, la que está
junto a B al estar los segmentos que las producen condicionados por su poca longi-
tud682, tendremos de nuevo el cuidado de que las cuatro notas683 superiores sean
más finas y entre sí de igual tensión, pero más agudas que las cuatro inferiores en
una quinta y manteniéndose entre sí éstas en igual tensión. Pues así la sección sólo
hasta la cuarta en ambos tetracordios desde las notas más graves, en sentido ascen-
233
estará claro que serán una cuarta más agudas AK que BZ y GL que DQ. Y puesto
que también BZ está situada una quinta más aguda que DQ, y AK que GL (porque el
será más aguda que GL en un tono, y AK en una octava que DQ689, ocurriendo lo
mismo también en los segmentos que caen en medio, puesto que cuando la sección
de las cuatro notas más agudas, en general, es bajada a las razones sesquiálteras de
Por ello, cuando de los tetracordios más agudos693 establecemos las posicio-
sente el llevarlos a las secciones tomadas en cada extremo de la regla695, que exten-
deremos aquí hasta 130 11, para que podamos establecer la razón sesquiáltera del
número que contiene 86 47 partes en la más grave de las cuatro notas a partir de la
más aguda696.
88 Las longitudes de las notas más agudas serán incrementadas aún más si
hacemos las cuatro notas mencionadas697 una octava entera más agudas que las que
hay bajo ellas, para que cada una de las dos octavas no esté constituida ya, como
antes, por ambos tetracordios, sino al contrario, cada una por el otro, es decir, el
234
total de la octava más aguda por el tetracordio más agudo, y la más grave por el
tetracordios, y convéngase seccionar las cuatro notas más graves de la octava en los
te, es decir, GH, en las dos siguientes a partir de las mencionadas; BZ, en las dos que
son terceras desde ellas; y AE en las dos que son cuartas desde los extremos, de
modo que el orden está contenido en un círculo699, desde la más aguda hasta la más
te junto a las notas solamente el segmento más grande en cada parte (de la regla
modo que en los primeros cuatro números el inicio de las partes sea ajustado a los
su vez desde A701, si llevásemos los puentes bajo los cortes señalados por los núme- 89
ros, está claro que la nota QK producirá la más aguda de la octava, HL la segunda a
bién sobre aquél la sección constituida por los mismos números, haremos dos octa-
235
vas: si ambos tetracordios son iguales en tensión, también ellas entre sí serán igua-
una octava, diferirán por la misma magnitud702, y se conjuntarán hasta la doble oc-
tava.
Así pues, inmediatamente está claro que ya no corta aquí la reducción hacia
las posiciones más agudas tras la longitud QK, lo cual ocurría en la serie703 primera,
suponiendo allí otras notas como las más agudas. Y también es evidente que, según
la que opera por medio de puentes comunes704. Pues, al ser mantenidas las distan-
cias laterales entre las cuerdas en anchura las mismas, por fuerza, a través de toda la
longitud, aquel orden mantenía iguales las razones contenidas por las mismas notas
hacia cada uno de los extremos, de acuerdo con la identidad de la distancia lateral
entre ellas, puesto que estaban dispuestas para hacer todas la octava en las partes
opuestas entre sí; mientras que éste, en general, al establecer razones desiguales
contenidas por las mismas notas y las mismas distancias laterales, hacia cada ex-
tremo, ya no puede abarcar lo que se sigue de los excesos con las similitudes a tra-
vés de toda la longitud705. Tales serían, entonces, los más convincentes procedi-
mientos con los que podríamos dividir los sistemas de dobles notas, en las notas
En general, hay que asignar, para los usos que contienen la octava, los nú-
meros expuestos que tienen la sección desde la nete del tetracordio disjunto, para
que la melodía pueda se pueda tomar en las tensiones centrales, y a las que contie-
nen la doble octava los números expuestos desde la nete del tetracordio añadido o
desde la mese707, para que la melodía se pueda ajustar en ambos extremos, que son
semejantes. Y aún hay que atender a que, aunque fuera menor la anchura de los
236
puentes móviles que la de los fijos en los extremos (lo cual es consecuente, para 90
que no supriman de la longitud una gran parte), todas sus convexidades hagan cir-
longitudes entre los puntos de pulsación, al ser necesario708 que los puentes móviles
Considérese, pues, la base del canon en la línea recta AB; levántese en ángu-
línea recta QH, y únanse HG y QE; córtese HQ, por la prolongación de GD, en K, y
de forma similar, por la prolongación de EZ, en L711. Puesto que las rectas, señala-
das a través de la anchura central entre los puentes, caerán en los puntos D y Z, por
los que AD y BZ fueron extendidas, los contactos de las cuerdas y los puntos de
extremos K y L, mostrará la longitud KL, mientras que su aplicación entre los con-
tactos y puntos de pulsación verdaderos hará HQ712. El triángulo GHK tiene los 91
mismos ángulos que EQL porque GK es paralela a EL, y GH a EQ. Y por esto, co-
237
mo EQ es respecto a GH, así será QL respecto a HK; entonces, cuando sean iguales
los iguales), también QL será igual que HK, y KL al total de HQ, de modo que no se
son desiguales, ya no se mantendrá tal cosa713, sino que se mostrará otro segmento
por medio de la sección que el constituido por naturaleza. Y si fuese posible que tal
variación, absolutamente en todas las notas, cayese bajo la misma razón (lo que
ocurriría si todos los puentes mantuvieran las mismas distancias respecto a los ex-
aumentadas o disminuidas las razones en cada una de las cuerdas714. Pero, ya que es
totalmente necesario que los desplazamientos de los puentes hagan desiguales las
longitudes, de las que se deriva que los excesos en las mayores distancias se esta-
las secciones según tal harmonización, si no hacemos las posiciones y los despla-
zamientos de los puentes tanto fijos como móviles según el procedimiento que
hemos delimitado.
llegan hasta los intervalos melódicos716, y cuáles pertenecen a cada uno; de modo
del canon puestos en práctica por nosotros), porque pueden reconocer, a través de
todas las formas, las confirmaciones procedentes de los sentidos717. Y como para
238
quien contemple estas cosas se seguiría el quedarse admirado inmediatamente –si 92
también le ocurre con otras formas de belleza718– de la facultad armónica719, de
cómo es la más racional, encontrando con total exactitud y produciendo las diferen-
cias entre las formas apropiadas; y desear, bajo algún tipo de amor divino720,
contemplar, por así decir, su propio género y con qué otras cosas está conjuntada de
posible, examinar esta parte restante de nuestra exposición teórica, para la manifes-
Pues bien, puesto que todas las cosas existentes se sirven como principios de
(pues es algo de aquellas cosas que producen, no de las que reciben una afección),
ni como el fin, puesto que precisamente ella misma, al contrario, lleva a cabo un
cierto fin, como la cualidad melódica723, el buen ritmo, el buen orden y la belleza; sí
buen ser solamente, y otra a la divinidad y el buen y eterno ser725, la causa corres-
(puesto que tampoco es la primera causa del ser eterno), sino, está claro, en lo que
concierne a la razón; la cual, al caer entre las causas mencionadas, concluye con
cada una el bien726: acompaña siempre a los dioses en tanto que ellos siempre son
los mismos727; pero a las cosas naturales, no a todas ni totalmente, por lo contrario.
239
Y ya que de la causa conforme728 a la razón, una parte es como el entendi-
que la armonía cumple en todos ellos su propio fin730: pues la razón, de modo sim-
conocimiento común a las formas que tienen que ver con la razón, denominado
Tal facultad se sirve, como sus instrumentos y servidores, de los más eleva-
dos y maravillosos sentidos, la vista y el oído739, que están dirigidos, en mayor me-
dida que los demás, hacia el principio rector740 y los únicos de aquéllos que no dis-
tinguen lo subyacente sólo mediante el placer; antes bien, lo hacen mediante la be-
lleza741. Pues por cada uno de los sentidos, uno podría descubrir las diferencias
apropiadas entre lo sensible: por ejemplo, por la vista, el blanco y el negro, por el
240
dulce y lo amargo, por el tacto, por ejemplo, lo blando y lo duro742; y, por Zeus, en
cada una de las diferencias, lo que es provechoso o lo que no lo es. Pero lo bello o
feo nadie lo juzgaría propio del tacto, del gusto o del olfato, sino sólo de la vista y
cuerpos celestes y de las acciones humanas744; de donde sólo ellos entre los demás
muestra lo visible a través de las palabras, y la vista cuando refiere sólo lo audible
por medio de la escritura; y a menudo cada una de estas cosas es más clara que si
palabra nos resulta más didáctico y más fácil de memorizar con diagramas o letras,
tallas y circunstancias emocionales, de modo que las almas son dispuestas con las
formas de las cosas transmitidas, como si se viesen. Así pues, no sólo por aprehen-
der lo propio de cada sentido, sino también por rivalizar entre sí en el aprender y
cho más a través de lo bello y lo útil tanto estos mismos sentidos como las ciencias
respecto a un lugar de aquello que sólo es visible, es decir, de los cuerpos celestes,
241
primas ellas mismas, nacidas de dos hermanos, la vista y el oído, y alimentadas,
fectas en su naturaleza, pero se revela sobre todo a través de las almas huma-
una forma de la causa conforme a la razón750, acerca de las proporciones de los mo-
acerca de las razones interválicas de las diferencias audibles, una forma que tiende
Y hay que insistir en que sería necesario que tal facultad existiese en todas
las cosas que contengan en sí un principio de movimiento755, por mínimo que sea,
como también las demás facultades; pero, sobre todo y en mayor medida, en aque-
mayor grado posible, la semejanza de las razones interválicas que producen la con-
Pues, en general, cada una de las cosas regidas por la naturaleza participa de
una cierta razón en los movimientos y en las materias subyacentes758, la cual, donde
propia facultad, donde esto es posible, todo resulta lo contrario de lo que hemos
242
materia misma, al no poder delimitarse por su inconstancia761, no se ven ni la cuali-
dad ni la cantidad de aquélla762, pero sí en los que tienen que ver más con las for-
763
mas . Éstos son, como decíamos, los de las cosas más perfectas y racionales en
todo, los de las almas humanas, porque sólo a cada uno de los mencionados le co-
ser humano, el gobierno de acuerdo a las razones armónicas de las notas, como se
puede ver si dividimos766 en partes cada forma, en primer lugar la que concierne a
En efecto, son tres las partes primarias del alma, la intelectual, la sensitiva y
Y es que la quinta está más cerca de la octava que la cuarta, al ser más consonante
por tener el exceso más próximo a la igualdad773; y la parte sensitiva está más cerca
de la intelectual que la posesiva, por participar ella misma también de una determi-
nada aprehensión774: pues así como donde hay posesión, no siempre hay sensa-
tanto posesión como sensación776 siempre, de igual modo donde hay una cuarta, no
siempre hay una quinta, ni donde hay una quinta, hay siempre una octava777; al con-
243
trario, donde hay una quinta, también hay siempre una cuarta, y donde hay una oc-
tava, siempre una quinta y una cuarta, porque éstas778 son propias de los intervalos
melódicos y los compuestos menos perfectos, mientras que aquélla lo es de los más
perfectos.
Y ciertamente, uno podría decir que son tres las formas de la parte posesiva
y declive780 –pues éstas son sus primeras funciones–; cuatro, en cambio, las de la
vista, oído, olfato y gusto –si mantenemos el del tacto común a todos, ya que por
medio del contacto con lo perceptible, de algún modo u otro, producen sus percep-
Además, como nuestra alma está dividida de otro modo en una parte racio-
abajo, a la cuarta. Pues las demás cosas que concurren en torno a las categorías y al
estar comprendidos unos en otros podrían tomarse de forma similar a partir de esto;
97
y descubriríamos que las más señaladas diferencias entre las virtudes propias de
cada parte de nuevo son iguales en número a las de las formas de las primeras con-
sonancias, porque también lo melódico de las notas es una cierta virtud de ellas,
244
mientras que lo no melódico es un vicio, y a la inversa, la virtud de las almas es una
cierta cualidad melódica de ellas, mientras que su carencia el vicio; y común a am-
bos géneros es la harmonización de las partes de cada uno en lo que está conforme
ridad, y después que a éstos les sigan la de los consonantes y los melódicos786 (por-
tanto como en las mayores y más importantes)787, así también en las almas es natu-
ral que las partes intelectivas y racionales gobiernen las restantes y subordinadas;
245
coraje y la templanza, que se acomodan a los consonantes, y los correspondientes a
las cosas que producen y participan de las armonías, que se acomodan a las formas
armonía del Sistema Perfecto, siendo ordenadas las comparaciones entre sus partes
98 de acuerdo a las consonancias mismas y las virtudes, en tanto que la más perfecta
tud, la constituida por todas las consonancias y todas las virtudes; por así decirlo,
se diferencie en la función (pues son comunes las virtudes a los tres géneros y están
constitución, se podría comparar apropiadamente con cada una de las tríadas los
cromático y el diatónico796, puesto que también ellos han adquirido sus diferencias
por función797.
Pues bien, el enarmónico hay que compararlo con el físico y el ético, por la
246
mos800. Pues el género matemático, en gran medida, está situado entre el físico y el
sión802 del diatónico, siendo lo contrario de cada uno de ellos, tal y como la mese es
más aguda en una octava que la proslambanómeno, y más grave en una octava que
al igual que en aquéllas, si los géneros se mantienen los mismos805, resulta una cier-
ta variación en la melodía, causada por el hecho de que las posiciones, mediante las
habituales, así también en las modulaciones de la vida las mismas formas de las
siendo atraídas por las costumbres de los sistemas políticos del momento, a condi-
ciones más favorables para ellas, lo cual ocurre también en la legislación, cuando a
menudo las leyes son transformadas806 para una administración de justicia apropia-
da a la circunstancia.
Así pues, tal y como las condiciones de paz inclinan las almas de los ciuda-
danos hacia una mayor estabilidad y moderación, mientras que las de guerra, al
contrario, lo hacen hacia una mayor audacia y altivez; y, por su parte, la escasez y
247
rancia, y en lo demás igual, del mismo modo también en lo que respecta a las mo-
dulaciones en armonía, la misma magnitud en los tonos más agudos se inclina hacia
una mayor excitación807, mientras que en los más graves hacia una mayor tranquili-
dad, porque también en las notas lo más agudo es más tenso y lo más grave, más
tonos centrales, que están alrededor del dorio, a las formas de vida comedidas y
estables; los más agudos, en torno al mixolidio, a las agitadas y más activas; y los
más graves, en torno al hipodorio, a las relajadas y más tardas809. Por tanto, nuestras
ocasión de modo diferente y arrastrar las almas a las disposiciones formadas a partir
prendió esto, pienso, aconsejó que al levantarse con la aurora, antes de comenzar
turbación en sus almas al despertarse del sueño, una vez convertida814 primero en
un estado puro y una dulzura ordenada, las dispusiera bien afinadas y consonantes
para los quehaceres diarios. Y me parece también que el que los dioses sean invo-
cados con música y melodía (por ejemplo, con himnos815, aulós o trígonos egip-
cios816) revela nuestros deseos de que atiendan las plegarias con favorable pacien-
cia.
248
8.De la semejanza entre el Sistema Perfecto y el círculo central del zo-
díaco.
Así pues, con esto han de quedarnos a la vista las afinidades de las almas
almas; las ideas817 de los intervalos melódicos818 conforme a las ideas de las virtu-
des; las diferencias en torno a los géneros de los tetracordios, con los géneros de las
con las variaciones de los caracteres en las circunstancias de la vida819. Como nos
resta establecer las hipótesis de los cuerpos celestes llevadas a su término conforme
a las razones armónicas820, uno de nuestros caminos será común a todas o a la ma-
yoría; el otro, propio de cada una al tomarlas por separado. El primero821 de ellos es
En primer lugar, entonces, el que tanto las notas como los desplazamientos
que ninguna de las modulaciones que alteran la sustancia823 se siga de él, prueba lo
que se ha propuesto; después, también, que los períodos de los cuerpos etéreos son
es similar, pues precisamente el orden y la tensión de las notas parece como si 101
avanzasen en línea recta, en tanto que la función y la relación de unas con otras
conforme a la razón del movimiento circular826; como que, en efecto, no hay allí,
por naturaleza, ningún comienzo, mientras que éste se adopta sólo por posición
249
Así pues, si uno cortase el círculo central del zodíaco827, mediante la razón,
correspondería a la mese, mientras que del punto cortado, uno de los extremos co-
lea829 con la proslambanómeno, unificase ambas notas, está claro que tal conjun-
va831: pues está contenida en ella la razón doble de todo el círculo respecto al semi-
ciones, porque es forzoso que sólo el diámetro pase por el centro del círculo –que es
otra manera, aunque dividan toda la circunferencia en partes iguales, cuantas sean,
pero no lo hacen en toda el área; mientras que el diámetro divide aquélla y la cir-
función del diámetro en el zodíaco son las más vigorosas de todas las demás834,
como también de entre las notas, las que hacen entre sí la octava.
hasta cuatro, al tener la más grande, la doble octava, cuádruple el término mayor
102 que el menor, y por hacer la más pequeña, la cuarta, que el mayor exceda por una
cuarta parte de sí mismo al menor, del mismo modo también las divisiones del cír-
250
culo hasta cuatro completan las posiciones en el zodíaco consideradas consonantes
y activas835.
por ejemplo A, en dos partes iguales mediante AB, en tres iguales mediante AG, en
cuatro iguales mediante AD y en seis iguales mediante GB, el arco AB hará la posi-
Y las razones de los arcos, que son tomados desde el mismo punto (es decir, de
nuevo desde A), contendrán las de los intervalos homófonos y los consonantes, e
al ser éste el primer número de los que tienen mitad, tercio y cuarta parte838: pues el
arco ADG 4 y el arco AD, 3839. Los segmentos harán la razón doble, la del primer
homófono (es decir, la octava), tres veces: los 12 de todo el círculo respecto a los 6
del semicírculo; los 8 del arco ABG, respecto a los 4 de AG; y los 6 de AGB840 res-
nancias (es decir, la quinta), la harán de nuevo tres veces: los 12 de todo el círculo
respecto a los 8 del arco ABG; los 9 del arco ABD respecto a los 6 de AB, y los 6 del
sonancias (es decir, la cuarta), igualmente tres veces: los 12 de todo el círculo res-
pecto a los 9 del arco ABD; los 8 del arco ABG respecto a los 6 de AB; y los 4 del
de octava más quinta la hará dos veces: los 12 de todo el círculo respecto a los 4 del
arco AG, y los 9 del arco ABD respecto a los 3 de AD. Y la cuádruple del homófono
de doble octava, una sola vez: los 12 de todo el círculo respecto a los 3 del arco AD.
La de 8 a 3 de la consonancia de octava más cuarta, una sola vez: los 8 del arco
251
ABG, respecto a los 3 de AD. A su vez, la sesquioctava del tono, una sola vez: los 9
103
del arco ABD respecto a los 8 de ABG. Así son las diferencias entre los números
relacionados, en el diagrama:
ceava parte; porque también el círculo, respecto al semicírculo AB, hace la razón
doble; éste respecto al arco AG del triángulo, hace la sesquiáltera, y éste respecto al
partes el círculo del zodíaco, ya que también el Sistema Perfecto de doble octava
104
está muy cerca843 de los doce tonos, y ajustó el intervalo de tono a una doceava
252
parte del círculo844. Admirablemente también, los puntos del zodíaco que distan una
sola dodecatemoria845, no son consonantes, sino que sólo están en el género de los
melódicos846, mientras que los que distan cinco dodecatemorias, al contrario, están
función; por lo cual, respecto a los dos arcos producidos por la recta que comprende
una doceava parte, el círculo hace las razones 12 a 1, ó 12 a 11, que son ajenas a los
consonantes pero no a los melódicos. Pero respecto a los dos arcos que resultan de
son ajenas tanto a los consonantes como a los melódicos, al no ser ninguna ni su-
consonancias849. Además, en todos los ajustes por medio de los puntos de dodeca-
temorias del círculo, distingue sólo tres formas de cuadrados, en igual número que
de los astros.
Así pues, queden delimitadas hasta aquí las investigaciones relativas al mo-
Pues bien, éstos son de tres tipos852: en longitud (hacia delante y hacia
atrás), mediante el que tienen lugar las diferencias desde el orto hasta el ocaso, y al
contrario853; en altitud (hacia abajo o hacia arriba), mediante el que hacen los mo-
vimientos de apogeo o perigeo854; y en latitud (hacia los lados)855, mediante el que 105
nos resulta su pasaje más al norte o más al sur. Al primero, en longitud, podríamos
253
asignarlo razonablemente al paso de las notas hacia las simplemente más agudas o
más graves –pues la sucesión es semejante en cada uno de los movimientos–, e in-
cluso las partes del orto y ocaso, a las tensiones más graves, y las de las culmina-
ciones856, a las más agudas; pues los ortos y ocasos contienen el principio y el fin
de los fenómenos857: aquél, como si viniese desde lo invisible, y éste, como si fuese
voz: aquél, como si viniese desde el silencio, y éste, como si fuese hacia el silencio,
porque lo más grave está muy próximo a la desaparición de la voz, y lo más agudo
es lo más alejado de ello. Por esto, precisamente, quienes adiestran su voz comien-
zan a cantar desde las notas más graves, y terminan acabando en ellas859. Las cul-
minaciones, por otro lado, en cuanto que, en efecto, distan en gran medida de las
desapariciones, se podrían disponer con las notas más agudas, pues también ellas
distan mucho del silencio. Además, ya que precisamente las posiciones inferiores
hacen las voces más graves, y las superiores las más agudas, afirmamos por ello
que las más graves tensiones son llevadas desde el diafragma, y las más agudas
desde las sienes860. Y también son los más bajos los ortos y los ocasos, y las más
notas más agudas, mientras que aquéllos con las más graves, de modo que también
los movimientos de los astros hacia sus culminaciones correspondan a los pasos de
las notas desde las tensiones más graves hacia las más agudas, y los movimientos
desde las culminaciones, al contrario, a los pasos desde las más agudas hacia las
más graves.
254
11.Cómo se compara el movimiento en altitud de los astros a los géneros
en armonía.
la cantidad de las razones en los tetracordios; y aquélla contiene tres formas de dis- 106
tancias, las correspondientes a lo mínimo, lo intermedio y lo máximo862, estable-
Así pues, los pasajes correspondientes a las distancias intermedias, que siempre
cerca a los géneros cromáticos, porque también en éstos las lícanos cortan el centro
acompañan a las mayores distancias desde la Tierra como si lo hacen a las menores,
a los enarmónicos865, porque los dos intervalos juntos hacen uno menor que el res-
Tierra como si lo hacen a las menores, a los diatónicos867, al no ser nunca los dos
255
12.Que también las modulaciones de tonos corresponden a los pasajes
aquélla según la latitud), hay que ajustarla a las modulaciones de tonos870, puesto
que ni aquí acontece nunca un cambio en los géneros871 por la variación de los to-
pasajes en altitud. Y entre éstos hay que comparar el tono dorio, al ser el más cen-
tral de todos873, con los pasajes centrales según la latitud, y ordenados en el ecua-
107 dor, por así decirlo, en cada una de las esferas874; el mixolidio y el hipodorio, como
extremos, con los pasajes más al sur y más al norte, considerados como trópicos875;
y los restantes cuatro tonos, que se cuentan entre los mencionados, con los pasajes
que caen en los paralelos entre los trópicos y el ecuador, también ellos cuatro, esta-
blecidos mediante la división en doce del círculo oblicuo876, de acuerdo con las
dodecatemorias del zodíaco877. Pues, de algún modo, cada uno de los puntos878 de
los trópicos hará un paralelo, y dispuestos dos puntos a igual distancia desde cada
uno de aquéllos, harán a su vez uno y el mismo, de modo que se establecen cinco
sicigías879, conforme a las distancias divididas en doce partes, y los cinco paralelos
entre ellos880; y todos son siete con los trópicos, en igual número que las modula-
ciones de los tonos. Y los tonos más agudos que el dorio serán dispuestos, por la
mayor elevación de la melodía, con los pasajes hacia el polo más elevado, como los
del verano; es decir, donde el polo norte es más elevado, serán dispuestos con aqué-
llos situados junto al círculo polar, y donde lo es el polo sur, con los opuestos. Los
más graves que el dorio, por la poca elevación de la melodía, lo serán con los pasa-
jes hacia el polo invisible, como los del invierno; es decir, donde el polo sur es más
256
elevado881, serán dispuestos con aquéllos situados junto al círculo polar, y donde lo
aparecerá presente, por último, en la de los aspectos882 del Sol, siendo asignados los
tonos disyuntivos a las distancias desde las puestas heliacales hasta los ortos883 108
heliacales, y a las oposiciones o a los plenilunios884. En cambio, las notas que con-
juntan las dos sicigías885 de tetracordios, hípate del tetracordio medio y nete del
tetracordio disjunto, son asignadas a las posiciones cuadrangulares sobre cada uno
de estos puntos886, como la Luna en su cuarto, para que el aspecto desde cada orto y
en la primera lúnula sea comparado con el tetracordio inferior, al ser común el co-
mienzo, de nuevo, del orto y de las notas más graves887; el aspecto a continuación
empieza bien desde el orto opuesto888, como en Mercurio y Venus, bien desde la
oposición con los tres restantes planetas889, bien desde la ocultación890, como en la
<desde> las puestas heliacales hasta los ortos891 heliacales, y en las oposiciones
desde los ortos vespertinos hasta los ocasos matutinos, o en las manifestaciones de
plenilunio, están muy cerca de una dodecatemoria892, como los tonos de las disyun- 109
ciones; y en cuanto al resto, las distancias en cada uno de los cuatro aspectos están
257
muy cerca de dos dodecatemorias y media, como también cada uno de los cuatro
tetracordios están muy cerca de dos tonos y medio893. E incluso en la Luna los as-
pectos diametralmente opuestos entre sí, tomados juntos, hacen una entera confor-
me a la apariencia del total894, como también las notas en octava producen una sola,
14.Mediante qué primeros números las notas fijas del Sistema Perfecto
Así pues, podríamos comprender, sobre todo por tales semejanzas, lo que de
común hay en las correspondencias entre las diferencias a partir de intervalos meló-
<de los números que resultan y de las razones comprendidas por éstos.
los planetas llegue a una posición diametralmente opuesta al Sol , entonces la dis-
circular; pues éstas, cuando son dobladas, completan el número de todo el círculo,
o sea, 360. Y cuando estén en un aspecto trígono entre sí, entonces decimos que las
separa unas de otras un intervalo de 120 partes; pues éstas, cuando son triplica-
das, completan el número de todo el círculo, o sea, 360. Cuando, a su vez, estén en
un aspecto tetragonal entre sí, entonces afirmamos que las aleja unas de otras un
igualmente 360. Y cuando, de nuevo, estén en uno sextil, entonces decimos que tal
distancia es de 60 partes; pues seis veces 60 hacen otra vez 360. Pues bien, cuando
258
el Sistema Perfecto de la música es comparado con éstos, las notas fijas lo serán
medio con la posición de las 120 partes, la nete del tetracordio disjunto con la
posición de las 90 partes, y la nete del tetracordio añadido con la posición de las
60 partes899; y las dos notas fijas que contienen el tono disyuntivo, con aquélla que
posición del Sol o de alguno de los planetas, desde el que están disjuntas, en cada
movimientos respectivos.
<…>
como medio entre las 120 partes de la distancia triangular y las 60 de la hexago-
juntas, producen el intervalo homófono de octava, así también aquí los intervalos
259
mismas del zodíaco, una analogía semejante: pues las 120 partes contienen un in-
tervalo de cuatro dodecatemorias; las 90, uno de tres; y las 60, uno de dos906. De
está compuesta la razón doble908 (me refiero a la de 4 a 2); cuando a éstos es refe-
rido el número de los 12 signos del zodíaco de todo el período cíclico, producirá
Sistema Perfecto de doble octava en la música. Y puesto que en verdad hemos men-
seguía absolutamente, tanto de sus mismos ángulos como de alguna otra cosa pro-
ción expuesto arriba, hemos confiado la mayor parte para momentos más desocu-
pados.>
16.Cómo podrían compararse las relaciones entre los planetas con las
de las notas.
una de las luminarias911, en tanto que la de Venus sólo con la de la luna, puesto que
el tono no está en una razón de consonancia912. Pues esta nota de Venus tiene su
111 origen en el dominio lunar, mientras que la de Júpiter está comprendida en el so-
lar913, por las mismas razones914. Ya que también cada una de las notas que produ-
cen destrucción915 hace la consonancia de cuarta con cada una de las que son bene-
ficiosas (la nete del tetracordio añadido de Saturno respecto a la nete del tetracordio
Venus), como consecuencia también la nota de Saturno fue en mayor medida del
260
dominio solar, y la de Marte del lunar916. Por esto, ocurre que, de entre los aspectos,
los de Saturno respecto a Júpiter son todos beneficiosos, en tanto que los de Saturno
respecto al Sol917 sólo los trígonos, al ser más consonantes que el resto918. Igual-
mente, a su vez de los de Marte respecto a Venus y la Luna, no todos lo son, sino
sólo los trígonos; y al contrario, los de Saturno respecto a la Luna y Venus919 son
todos malignos, mientras que los de Marte respecto al Sol y Júpiter, todos inesta-
bles920.
261
1
A diferencia de los tratados musicales de Nicómaco, de Gaudencio o de
Arístides Quintiliano, Ptolomeo no introduce al lector en la e)pisth/mh a(rmonikh/.
Más allá de justificaciones o de prefacios poéticos, el alejandrino comienza por una
inesperada –por lo original– definición del objeto de su estudio, como un adelanto
de la asepsia general que va a caracterizar su obra. Esta súbita aparición de la defi-
nición de a(rmonikh/ en el tratado es similar al comienzo de la Geografía (I 1.1, h(
gewgrafi/a mi/mhsi/j e)sti dia\ grafh=j tou= kateilhmme/nou th=j gh=j me/rouj o(/lou meta\
tw=n w(j e)pi/pan au)t%= sunhmme/nwn); y acentúa el hecho, señalado por Jon Solomon
263
de la a(rmonikh/ pitagórica, cuyo objeto era el número, el de esta a(rmonikh/ aristotéli-
ca es el fenómeno perceptible. Aristóxeno, el teórico griego por excelencia, tomará
de su maestro el rigor metodológico: Bélis (op. cit.., pp.193 ss.) ha explicado los
tres principios que rigen la exposición de la obra del tarentino (Harm. 54.15-19): el
primero de ellos, lamba/nein ta\ faino/mena, “captar los fenómenos”, es decir, una
delimitación “perceptiva” del material desde el oído, para después ordenarlos jerár-
quicamente (diorisJe/ntwn e)n au)toi=j tw=n te prote/rwn kai\ tw=n u(ste/rwn o)rJw=j) y
por último establecer conclusiones desde las premisas, tou= sumbai/nontoj te kai\
o(mologoume/nou kata\ tro/pon sunofJe/ntoj. A partir de esta disposición metodológi-
bargo, un o(/roj de partida, sino que aludió a ella y la describió de paso: Harm. 5.5-8,
u(polabei=n dei= th\n a(rmonikh\n kaloume/nhn eiÅnai pragamtei/an, tv= te ta/cei prw/thn
ouÅsan e)/xousa/n te du/namin stoixeiw/dh. tugxa/nei ga\r ouÅsa prw/th tw=n Jewrh-
tikw=n, “es necesario considerar el estudio denominado ‘harmónica’ (...), que es, por
tiene una función dentro de un sistema articulado (en el que también, además de la
propia harmónica, tienen parte la rítmica, la métrica, etc.); pero, además,
stoixeiw/dhj hace referencia, en la teoría gramatical, al carácter del “elemento”,
stoixei=on, que cumple una “función”, du/namij (no olvidemos que la letra es tam-
264
bién una nota musical y un número). Esta comparación, en el terreno musical, la
hace Adrasto, un autor de teoría musical conocido gracias a Teón de Esmirna y
Porfirio:
dieciw=n, fhsi/: kaJa/per th=j e)ggramma/tou fwnh=j kai\ panto\j tou= lo/gou o(losxerh=
me\n kai\ prw=ta me/rh ta/ te r(h/mata kai\ o)no/mata, tou/twn de\ kai\ sullabai/, auÂtai
d’ e)k gramma/twn, ta\ de\ gra/mmata fwnai/ prw=tai/ ei)si kai\ stoixeiw/deij kai\
a)diai/retoi kai\ e)la/xistai (...), ou(/twj kai\ th=j e)mmelou=j kai\ h(rmosme/nhj fwnh=j
kai\ panto\j tou= me/louj o(losxerh= me\n me/rh ta\ lego/mena susth/mata ktl. (ap.
ción aristoxénica será la matriz de las que aparecerán en muchos de los tratados
más tardíos: así Alyp. 367.5 ss., prw/thn te ta/cei stoixeiwdesta/thn nohte/on th\n
peri\ to\ h(rmosme/non pragmatei/an (aunque, como veremos después, es unida inme-
ejemplo Porfirio, pero ya está en la obra del tarentino. Sin embargo, algunos autores
se ocuparon de confrontar tales definiciones, e incluso tomaron partido. Uno de
estos autores es Arístides Quintiliano, que en 4.18-23 hace una preciosa recolec-
265
ción: Mousik» ™stin ™pist»mh mšlouj kaˆ tîn perˆ mšloj sumbainÒntwn. Ðr…zontai
d' aÙt¾n kaˆ æd…: tšcnh qewrhtik¾ kaˆ praktik¾ tele…ou mšlouj kaˆ Ñrganikoà.
¥lloi d oÛtwj: tšcnh pršpontoj ™n fwna‹j kaˆ kin»sesin. ¹me‹j d (...)· gnîsij toà
pršpontoj ™n <fwna‹j te kaˆ> swmatika‹j kin»sesin, “La música es la ciencia del
mélos y de lo que concierne al mélos. Algunos también la definen de este modo:
‘arte teórico y práctico del mélos perfecto y del instrumental’. Y otros así: ‘arte de
lo conveniente en las voces y en los movimientos’. Nosotros en cambio (...): ‘cono-
cimiento de lo conveniente en cuerpos y movimientos’”. La primera de las defini-
ciones es la de Baquio, que ya hemos visto, aunque Th. J. Mathiesen (Aristides
Quintilianus On Music, Yale University Press, New Haven-London 1983, p.16) la
considere aristoxénica. La segunda y tercera, de procedencia desconocida, reapare-
cerán en Anon. Bellerm.12 y 29, y la última de ellas contiene la idea de to\ pre/pon
procedente, según A. Barker (Greek Musical Writings. Vol. II [= GMW], p.402,
n.13) de Platón (cf. R. 397b, 399a, etc., así como Lg. 665a). El o(/roj de Arístides
Quintiliano es de corte neoplatónico, según Mathiesen (op.cit., p.17), aunque mu-
cho antes Schönberger (Studien zum 1.Buch der Harmonik des Claudius Ptole-
maeus, Augsburg 1914, p.2) lo había visto como estoico por su terminología (cf. la
definición de e)pisth/mh de Arístides Quintiliano con Chrysipp., SVF II 93 ó 95):
ciertamente el tratado de Arístides contiene una marcada tendencia neoplatónica,
pero en la época de Ptolomeo el léxico filosófico era un conjunto de términos am-
pliamente compartidos por muchas escuelas.
prende las diferencias en torno a la agudeza y la gravedad en los sonidos” (que uti-
266
lizará más tarde Alipio, cf. 367.6 au(/th de\ a(rmonikh\ kalei=tai [dia\]kritikh/n tina
du/namin e)/xousa kai\ katalhptikh\n tw=n e)mmelw=n kai\ diasthmatikw=n fJo/ggwn kai\
e)n au)toi=j ginome/nwn diaforw=n, y Boecio, cf. Mus.352.4 ss., “Armonica est facultas
segunda contiene elementos ya vistos (cf. Bacch. Harm. 292.1), pero presenta el
término e(/cij (esta definición reaparecerá en Anon. Bellerm. 12). Para Porfirio, Pto-
lomeo ha parafraseado estos dos o(/roi: e)pisth/mh Jewrhtikh/ y e(/cij Jewrhtikh/ son
equivalentes, según él, y lo son a du/namij katalhptikh/ de Ptolomeo, en virtud del
uso antiguo del término e)pisth/mh (6.9-12); por otra parte, h( fu/sij tou= h(rmosme/nou
equivale al ptolemaico tw=n e)n toi=j yo/foij peri\ to\ o)cu\ kai\ to\ baru\ diaforw=n. La
apreciación de Porfirio no da en el blanco. La primera afirmación es más difícil de
refutar: Porfirio debía de tener in mente usos de términos como e(/cij, e)pisth/mh o
du/namij, como los que se pueden leer en Ps.Plutarco, Placit. Philos., 899 C 12, oi(
Stwikoi\ o(ri/zontai ou(/twj th\n ai)/sJhsin: “ai))/sJhsi/j e)stin a)nti/lhyij <di’ >
267
ai)sJhthri/ou h)\ kata/lhyij”. pollaxw=j de\ le/getai h( ai)/sJhsij: h(/ te ga\r e(/cij kai\ h(
La facultad es, pues, la capacidad de que nos proveen, según Ptolomeo, los
órganos del cuerpo, especialmente vista y oído, a los que en Harmónica se les dota-
rá de un status especial (III 3). Pero, de acuerdo con su posición respecto a los
268
krith/ria en armonía, tal capacidad es corregida por la razón, y por ello es ka-
idea de du/namij con la crítica aristoxénica a quienes establecen los te/lh th=j
a(rmonikh=j en el estudio del auló o en la notación (cf. Aristox. Harm. 49.1 ss.): con
ello pretendía recordar que Ptolomeo también desdeña los instrumentistas despre-
ocupados de la razón inherente a la harmónica (vid. I 2). Y para ello utiliza el adje-
tivo katalhptikh/, procedente de la escuela estoica, como hemos visto ya en la crí-
tica de fuentes de Schönberger (recordemos que para Epicteto [ap. Arr. Epict., 1.1],
la única du//namij que investiga la música es la du/namij logikh/ [1.4]). Schönberger
(loc.cit.) conectó la du/namij katalhptikh/ ptolemaica con la fantasi/a katalhp-
tikh/ estoica; en Iudic., Ptolomeo define la fantasía como h( tu/pwsij kai\ dia/dosij h(
e)pi\ to\n nou=n (5.19): cf. D.L. VII 46 sobre la gnoseología estoica, th\n de\ fantasi/an
tu/pwsin e)n yuxv=. En Iudic. 17.17 ss., Ptolomeo utiliza el mismo adjetivo
katalhptiko/j para caracterizar los krith/ria separados y sin lo/goj, es decir, usados
269
for the Practising Scientist”, en P. Huby y G. Neal [eds.], The Criterion of Truth,
Liverpool University Press, 1989, p.155).
270
Solomon añade (SPH, p.xxxvi): “Harmonics is a function of nature that allows hu-
mans to perceive, accept, digest, feel, emote…hypothesize, and teorize the differ-
ences between highness and lowness in sounds, whether they are heard (or hear-
able) or not”. A. C. Bowen y W. C. Bowen (“The Translator as Interpreter: Euclid’s
Sectio Canonis and Ptolemy’s Harmonica in the Latin Tradition, en M. Rika Mani-
ates [ed.], Music Discourse from Classical to Early Modern Times, University of
Toronto Press, 1997, pp.137-138) criticaron la traducción de Solomon y se justifi-
caron en la idea de que una ciencia puede ser una capacidad: véase el comentario de
Porfirio (in Harm. 6.33-7.3), du/namin d’ a)kouste/on ou) th\n para\ tv= duna/mei le-
gome/nhn –a)telh\j ga\r h( toiau/th kai\ ou)/pw me\n e)n e(/cei, e)pith/deioj de\ pro\j th\n e(/cin-
a)lla\ th\n para\ to\ du/nasJai keklhme/nhn t%= oiÂa/n te eiÅnai e)nergei=n h)/dh telei/wj
pro\j a(\ pe/fuken. Porfirio hizo equivalente la du/namij ptolemaica con la e)pisth/mh
(ib., 7.4), y no creemos que le faltase razón: en Harm. III 3, Ptolomeo vuelve sobre
la noción de du/namij a(rmonikh/, y de las tres a)rxai/, la a(rmoni/a es una “causa” que
tiene que ver no con la naturaleza o la divinidad (objetos respectivos de la física y
la teología, cf. Alm. I 1, pp.5.10 ss.), sino con la razón, pertinente a las matemáticas
(cf. Harm. 105.18), que es el verdadero orden subyacente a la realidad, según el
alejandrino (Harm. 6.19-24), y discernible mediante vista y oído, los “más raciona-
les sentidos” (6.23, ai( tw=n logikwte/rwn ai)sJh/sewn). L. Ch. Taub (Ptolemy’s Uni-
verse. The Natural Philosophical and Ethical Foundations of Ptolemy’s Astronomy.
Chicago & LaSalle 1993, pp. 26-31) ha señalado cómo Ptolomeo privilegia las ma-
temáticas dentro de la filosofía teórica (al contrario que Aristóteles y la teología):
todo el tratado tiene como objetivo demostrar que la harmónica es capaz de proveer
al hombre del conocimiento seguro en torno a las matemáticas de la naturaleza,
inteligibles desde la música. Esto, entonces, no está en contradicción con la idea de
ciencia.
2
La capacidad perceptiva actúa sobre las diferencias acústicas del sonido
(yo/foj), y con estas “diferencias” Ptolomeo está aludiendo a las investigaciones
sobre la naturaleza del sonido y las relaciones interválicas que se establecen, y que
desarrollaron sobre todo los pitagóricos (a este tipo de investigaciones se refiere
Aristóxeno en Harm. 41.18-42.3 (ou) kaJa/per oi(( e)/mprosJen) fa/skontej lo/gouj te/
tinaj a)riJmw=n eiÅnai kai\ ta/xh pro\j a)/llhla e)n oiÂj to/ te o)cu\ kai\ to\ baru\ gi/gnetai,
271
pa/ntwn a)llotriwta/touj lo/gouj le/gontej kai\ e)nantiwta/touj toi=j fainome/noij). La
reflexión sobre las propiedades del sonido es una parte esencial en el tratado ptole-
maico y por ello está justificada su inclusión en la definición de a(rmonikh/. En pri-
mer lugar, veremos que el lo/goj corrige las aprehensiones de la ai)/sJhsij. Ésta
está, según Ptolomeo, imbricada con la “siempre mezclada y fluyente materia”; la
acústica es, pues, un paso obligado si se considera a la a)koh/ como un criterio. En
segundo lugar, en I 2 Ptolomeo hablará de la necesidad del canon armónico. La
exactitud de éste en la comprobación de los lo/goi armónicos hace necesario abor-
dar su mecanismo físico (en la búsqueda de los resultados exactos), y por tanto, las
condiciones acústicas de la producción del sonido.
272
Ptolomeo coincide con la doctrina griega sobre el origen del sonido en la
percusión. Casi todos los tratadistas, sobre todo de tendencia pitagórica, han esta-
blecido tal origen, cuyos testimonios más antiguos son Timeo de Locros (cf. 220.4
Marg, fwna\ d’ e)sti\ me\n pla=cij e)n a)e/ri diiknoume/na poti\ ta\n yuxa\n di’ w)/twn, “el
sonido es una percusión en el aire, que se transmite al alma a través de los oídos”) y
Arquitas de Tarento: el sonido es el resultado de una percusión (plh=cij): cf. DK
47b1, pra=ton me\n ouÅn e)ske/yanto o(/ti ou) dunato/n e)stin hÅmen yo/fon mh\ genhJei/saj
plhga=j tinwn pot’ a)/llhla. plaga\n d’ e)/fan gi/nesJai o(/kka ta\ fero/mena
no sucede un impacto de algo contra otra cosa. Y decían que un impacto ocurre
cuando cosas en movimiento se encuentran y colisionan”. Esta colisión puede ser
entre cuerpos o entre un cuerpo y el aire, como señala el peripatético Aud.: ta\j de\
fwna\j a(pa/saj sumbai/nei gi/gnesJai kai\ tou\j yo/fouj h)\ tw=n swma/twn h)\ tou= a)e/roj
pro\j ta\ sw/mata prospi/ptontoj (800a1-3), “sucede que todas las voces y sonidos
ocurren cuando colisionan contra cuerpos ya otros cuerpos, ya el aire”. De ahí que
sea tan importante la consideración del tipo de cuerpo (no es el mismo sonido el
que emite el auló, la tráquea humana –a su vez, un tipo natural de auló, como dirá
Ptolomeo en I 3– o las cuerdas). Más tarde, la teoría pitagórica de la percusión pa-
sará a casi todos los tratadistas, desde Platón (cf. Ti. 67 a-c) a los peripatéticos (cf.
Arist. de An. II 8, Pro. XI 3 y 6; aunque no en el caso de Aristóxeno) y los estoicos
(cf. D.L.VII 55).
bien el sensible propio del oído”; y en un platónico como Eliano, citado por Porfirio
(in Harm.33.20 ss.): pa/shj de\ fwnh=j a)rxhgo\j ai)ti/a e)sti\n h( ki/nhsij. ei)/te ga/r e)sti
fwnh\ a)h\r peplhgme/noj, h( plh=cij ki/nhsij e)stin (...) kai\ ou(/twj h( ki/nhsij ai)ti/a
gi/netai tou= pa/Jouj, “la principal causa de todo sonido es el movimiento. Pues si el
273
Ptolomeo reserva sus argumentos acústicos para I 3, donde tras el desarrollo de su
concepción del origen y propagación del aire, concluye: ta/sij ga/r ti/j e)sti su-
nexh\j tou= a)e/roj o( yo/foj (9.20-21), “el sonido es una cierta tensión continua del
Ptolomeo, pues, sigue a sus predecesores (ya hemos visto lo cerca que está
de Diógenes de Babilonia o de Eliano, aunque no necesariamente éstos deben con-
siderarse sus fuentes directas), pero nos parece interesante detenernos en la inclu-
sión en la definición de pa/Joj (“afección”). Ptolomeo ya había establecido en Iu-
dic. (15.10) que lo propio de la percepción era mostrar los paJh/mata que le con-
ciernen, tv= me\n ai)sJh/sei pro\j th\n tw=n sumpipto/ntwn au)tv= paJhma/twn dh/lwsin,
“a la percepción (sc. le corresponde) la mostración de las afecciones que le sobre-
vienen”, y en este sentido, el pa/Joj del aire que deviene sonido es el objeto del
órgano de la ai)/sJhsij propio de aquél, el oído; de modo que no hay contradicción
con la doctrina de Iudic. No obstante, la “afección” (pa/Joj) de la Harm. y su apari-
ción ligada a la definición del sonido tiene mucho que ver con la consideración de
éste como “cuerpo”, sw=ma, tal y como lo consideraban los estoicos (según Ps.Plut.
Placit. Phil. 902F11 ss.). Este “cuerpo” sonoro es capaz entonces de provocar en el
aire una determinada “figura” (sxh=ma), una configuración, en el hombre gracias a
la boca y a la lengua. Esta idea, de procedencia estoica, la veremos desarrollada por
Ptolomeo en 8.13 (vid. N.Tr. 51); corresponden a una concepción cualitativa del
sonido (que nuestro autor pronto transformará en cuantitativa). De modo que la
“afección”, el pa/Joj, lo es del cuerpo, del sonido, que no es sino aire en movimien-
to. Este pa/Joj, entonces, contiene el sentido estoico de Placit. Phil., pero con otro
significado ya lo hemos visto en la cita de Eliano, cf. Platón Ti. 67a7 ss., pasajes
274
que indican un uso común del término para este contexto específico (ahora bien,
Barker [Scientific Method in Ptolemy’s ‘Harmonics’, Cambridge University Press,
2000 (= BPH), p.17] considera que este pa/Joj constituye las “afecciones” deriva-
das de las variables en la producción del sonido que Ptolomeo estudiará en I 3).
Con este argumento, a la vista de los pasajes aducidos de Ps.Plutarco y de Diógenes
Laercio, Ptolomeo está siguiendo la doctrina estoica del sonido, aunque ésta tenga
un origen último en la investigación acústica de los pitagóricos.
hÅxon, oi( d’, o(/per a)/meinon, to\ tou/tou pa/Joj o(risa/menoi “la materia de la música es
la voz (= sonido) y el movimiento del cuerpo. Unos afirman que la voz es el aire
percutido y otros que es la percusión del aire, definiendo los primeros al sonido
como el cuerpo mismo, como lo afectado, y los otros, lo cual es mejor, como la
afección de éste”.
275
sino más bien una ambigüedad que resulta del uso de términos procedentes de la
tradición filosófica con contextos diferentes, y reunidos aquí. Pa/Joj de 4.7 es el
mismo de Iudic. 15.10 (paJh/mata), pertinente a la ai)/Jhsij, en un sentido mucho
más extenso que su aplicación acústica.
dera mejor; el sonido es el pa/Joj que afecta al aire, algo que ya hemos visto igual-
mente en la definción de Eliano (ap. Porph., loc.cit.).
que supuso una mayor exactitud en la reflexión sobre la producción del sonido, y
cuyo origen es difícil de precisar, pero que probablemente pasa por las modifica-
ciones que Aristóteles (en de An. II 8) hizo a la teoría de Arquitas y a la diferente
consideración de los estoicos del sonido, como se ve en Placit. Phil. (902-3).
4
La precisión to\ prw=ton kai\ genikw/taton tw=n a)koustw=n tiene un origen
estoico, siguiendo a D.L. VII 55: e)/sti de\ fwnh\j a)h\r peplhgme/noj h)\ to\ i)/dion
ai)sJhto\n a)koh=j (cf. Arist. de An. 418a11, le/gw d’ i)/dion me\n o(\ mh\ e)nde/xetai e(te/ra?
ai)sJh/sei ai)sJa/nesJai kai\ peri\ o(\ mh\ e)nde/xetai a)pathJh=nai, “llamo, por lo de-
más, ‘propio’ a aquel objeto que no puede ser percibido por ninguna otra sensación
y en torno al cual no es posible sufrir error”)
276
El patrón se encuentra fijado en los comentaristas de Aristóteles: cf. Phlp. in
APr. 13.2, 73, 29, prw=ton me\n genikw/taton; in GC 14.2, 46.22, etc.; in Ph. 16, 254,
8 to\ ai)/tion genikw/taton; Ascl. in Metaph., 257, 27 koino/taton kai\ genikw/taton;
otros autores como Amonio, con la forma ei)dikw/tatoj unido a genikw/tatoj, in
Porph. 70, 17; 78, 7, etc. Idion se lee antes en Aristóteles, (de An. 418a10) como
“aquel objeto que no puede ser percibido por ninguna otra sensación”, y refiriéndo-
se a yo/foj, también afirma Porfirio (in Harm. 11.27) que o( yo/foj le/getai kai\ to\
i)/dion ai)sJhto\n a)kov=. Según A. Mark Smith (Ptolemy’s Theory of Visual Percep-
tion, Philadelphia 1996, p.74), Ptolomeo en su Óptica (II 13) estableció el color
como “el sensible propio de la vista”.
En su tratado sobre los criterios, Ptolomeo establece (Iudic. 4.16 ss.) como
extremos de su sistema aquello que es u(pokei/menon y krino/menon, es decir, to\ o)/n, y
el fin que se persigue (to\ ou e(/neken), que es la a)lh/Jeia. To\ o)/n en cuanto que juzga-
do es dhlo/taton ga\r kai\ genikw/taton. El sonido es la instancia última que es juz-
gada en la a(rmonikh/, es el ai)sJhto/n (cf. Iudic. 5.12 ss.) y no los fJo/ggoi, que no
pertenecen a la realidad, sino al sistema.
5
La discusión sobre los criterios de conocimiento era un lugar común en la
filosofía contemporánea a Ptolomeo, de esa “koiné stoico-aristotelica”, como la
llama Lucci (“ ‘Criterio’ e ‘Metodologia’ en Sesto Empirico e Tolomeo”, Annali
dell’ istituto di Filosofia di Firenze, 2 [1980], p.26). El mismo Ptolomeo dedicó a
ello su opúsculo Del criterio y el principio rector (Peri\ krithri/ou kai\ h(gemonikou=),
en el que desarrolla su teoría epistemológica a través de la comparación con un tri-
bunal. Brunschwig y Striker han analizado la historia de esta noción, ampliamente
difundida desde la filosofía helenística, pero que, en atención a las vías del cono-
miento humano, también fue tratada por Platón (por ejemplo, cf. Tht. 163a7, ei) a)/ra
e)sti\n e)pisth/mh kai\ ai)/sJhsij tau)to\n h)\ e(/teron), Aristóteles (APo. I 33, Metaph.
277
434b3), en contextos pitagóricos con la forma kritiko/n (Iambl. in Nic.10. 20; cf. la
noción en la filosofía estoica en S.E. M. VII 54). Como se ha puesto de manifiesto,
krith/rion es una voz compleja que abarca no sólo los medios a través de los que
citando fragmentos de Dídimo y Ptolemaide sobre las diferencias entre las escuelas
aristoxénica y pitagórica a este respecto; cf. también Boeth. Mus. V 3). Básicamen-
te, los criterios en música –o “instrumentos” con los que juzgar lo correcto musi-
calmente así como la exactitud de sus elementos– han sido la razón y la percepción,
como señala Porfirio (in Harm. 11.4-6), “los antiguos hicieron a la percepción y a
la razón los criterios de todos los sensibles”. Su primacía respectiva dividió la cien-
278
cia armónica entre quienes propugnaban una vía de conocimiento matematizada y
un desdén por los datos aportados por el oído, representados por los pitagóricos, y
quienes aceptaban la percepción como vía y juez propios de la música (entre quie-
nes se cuenta Aristóxeno), y la razón como un instrumento para organizar racio-
nalmente el material sensible. No obstante, hubo autores que representaron un in-
tento de equiparar ambos criterios en igualdad de funciones, como Ps.Plut. de Mus.
1143F, “En términos generales la percepción y la inteligencia deben correr parejas
para juzgar las partes de la música, y no debe adelantarse la percepción, como
hacen los sentidos más agudos y aventajados, ni retrasarse, como hacen los sentidos
más lentos e inertes” (cf. el testimonio de Arquéstrato ap. Porph. in Harm. 26.26-29
que transmite Dídimo). Un caso extremo es la postura escéptica de Sexto Empírico
en M VI.
Ptolomeo conoce estos precedentes (por ejemplo, cf. Harm. 4.19 ss., 27.1;
vid. A. A. Long, “Ptolemy on the Criterion…”, en P. Huby y G. Neal [eds.], op.cit.,
p.169), pero toma partido por una u otra opción, sino que, por el contrario, su situa-
ción ante los krith/ria th=j a(rmoni/aj está relacionada con su propia opción episte-
mológica, que le sirve además para contestar a las demás escuelas musicográficas.
Según Ptolomeo ambas tendencias en musicografía “se equivocan”, 7.1 diamar-
ta/nein e(ka/teroi, y para entender su opción en Harm. hay que considerar su plan-
teamiento más general de Iudic., pues en realidad la primera no es sino una exten-
sión simplificada del segundo, si bien con matices consecuencia del objeto de estu-
dio: mientras que en Iudic. el método ptolemaico, según Long (op.cit., p.170) es el
de “colección más división” (cf. Iudic. 18.13 ss.), en la Harmónica encontramos
“inducción más deducción” (Harm. 48.4 ss.), un método apto para el trabajo con
lo/goi matemáticos sobre los datos sensibles sin la fiabilidad de la ai)/sJhsij. En
trumento y modo de aplicación que vemos en otros autores y que según Long
(op.cit., p.158) parece haber tenido su origen en Albino. Según Iudic. 5.12 ss.,
ai)/sJhsij es to\ di’ ouÂ, el medio a través del cual aprehendemos la realidad, y lo/goj
es to\ %Â, el instrumento con el que elaboramos el juicio (pero ambos son instrumen-
279
tos de acuerdo con el sentido originario de krith/rion, de acuerdo con A. C. Bowen
y W. R. Bowen, op.cit., p.139], cf.Iudic. 5.11 ss.):
butos en Iudic. y Harm. (en Iudic., lo/goj de la Harm. equivale al nou=j; véase la
diferencia en Iudic. 5.11-14): kai\ h( me\n ai)/sJhsij polumerh\j kai\ toi=j to/poij kai\
tai=j duna/mesin, o( de\ nou=j th\n me\n ou)si/an a)me/ristoj, duna/mei de\ dusi\ tai=j
prw/taij kexrhme/noj tv= te Jewrhtikv= kai\ tv= praktikv= (Iudic. 16.9 ss.), cf. Harm.
4.16-19, tou=to de\ o(/ti to\n me\n lo/gon sumbe/beken a(plou=n te eiÅnai kai\ a)migh=....th\n
de\ ai)/sJhsin meJ’ u(/lhj pa/ntote polumigou=j te kai\ r(eusth=j. En Iudic., Ptolomeo
a) Frente a los pitagóricos reconoce el valor de los sentidos como vía de co-
nocimiento fiable aun reconociendo la posibilidad de error, en consecuencia con la
ai)/sJhsij entendida como instrumento di’ ou (Iudic. 5.12, th\n me\n ai)/sJhsin t%= di’
ou kri/netai to\ krino/menon); la debilidad de los sentidos como órganos sujetos a
error es una idea tan antigua como los presocráticos, aunque Ptolomeo achaque tal
debilidad a la propia u(/lh (4.18), que es fluyente y mezclada (pa/ntote polumigou=j
te kai\ r(eusth=j). En el caso de los pitagóricos, como dice Ptolemaide (ap. Porph. in
280
na=sJai). Ptolomeo, por su parte, acepta en su metodología los datos de la percep-
ción como aproximados (Harm. 4.7-8: tw=n me\n ai)sJh/sewn i)/dio/n e)sti to\ me\n
su/negguj eu(retiko/n), pues a pesar de todo, la percepción es un instrumento del
nou=j, el factor di’ ou en el esquema de Iudic.; y aunque a menudo no es fiable (cf.
Iudic. 15.13; en música, como veremos, dependerá de la magnitud que el oído juz-
gue), tras las correcciones del lo/goj no hay contradicción, como expresamente dice
en Harm. 27.1 ss. (cf. Porph. in Harm. 24.7 ss.); por último, las conclusiones de la
razón son confrontadas de nuevo con la percepción, según afirma en 5.1-4; de ahí la
necesidad del canon armónico (vid. infra). Es así como la a(rmonikh/ deviene
e)pisth/mh.
tervalos en el sistema (cf. Aristox. Harm. 42.12, tv= de\ dia/noia Jewrou=men ta\j tw=n
tou/twn duna/meij [vid. Bélis, op.cit., p.209]), pero no es decisiva en la aprehensión
281
Para el tarentino, la du/namij de un intervalo no consiste en la exactitud de éste
(comprobable desde un canon) sino, por el contrario, en el papel que juega en cada
momento en el sistema, lo que determinará, por ejemplo, si es simple o compuesto,
y no su a)kri/beia tocante a la percepción.
p.155), está utilizando material léxico e ideas tanto del estoicismo como del epicu-
reísmo y del escepticismo, además de una fuerte influencia del aristotelismo en la
versión discutida por Sexto Empírico (M. VII 217 ss., según Boll, op.cit., pp.77-
93). Pero la consecuencia de ello es que, en lo que a la harmónica se refiere, le lleva
a un lugar original y propio; una posición en estrecha relación con su metodología
en sus investigaciones astronómicas, en las que los modelos matemáticos dan una
explicación racional a los fenómenos observados, en este caso, por la vista, un ór-
gano sensitivo imperfecto (cf. Harm.6.11 ss.).
6
El término a(rmoni/a tiene aquí el valor de a(rmonikh/; sólo en el libro III tie-
ne a(rmoni/a un sentido filosófico que se aleja ya del nombre de la disciplina. Un
282
intercambio entre estos dos términos también se observa en el tratado de
Ps.Plutarco sobre la música, cf. J. García López y C. Morales Otal, “La traducción
de un tratado técnico: el Peri\ mousikh=j del Ps.Plutarco”, en Th=j fili/hj ta/de dw=ra.
Miscelánea léxica en memoria de C. Serrano, Madrid CSIC, 1999, p.99, n.8.
7
Cf. Ptol. Iudic. 13.11 ss., ou) me/ntoi kata\ to\n au)to\n tro/pon sobre ai)/sJhsij
y dia/noia, y más tarde, 15.8, con la misma intención, 15.8, a)ll’ e(ka/st% to\ i)/dion
e)/rgon a)ponhmete/on kai\ pro\j a(\ pe/fuke dialamba/nein a)dia/yeustwj xrhste/on. De
na/mei me\n ou=n nou=j ai)sJh/sewj ou)/te pro/teron ou)/te u(/steron (…) e)nergei/a? de\ tou=
8
Cf. la caracterización de los sentidos en Iudic. 15.10, tv= me\n ai)sJh/sei
pro\j th\n tw=n sumpipto/ntwn au)tv= paJhma/twn dh/lwsin (“a la percepción [hay que
general, la [parte] sensitiva del alma está relacionada [cf. el empleo también en este
caso de peri/] con la substancia afectiva”). El oído se opone en la doctrina de los
criterios de Ptolomeo al lo/goj, y en este sentido el término a)koh/ “oído” se usa aquí
para indicar “percepción” como vía de conocimiento opuesta a la de la razón, la
ai)/sJhsij. Esta oposición ya aparece en Aristóxeno (Harm. 19.15-16), al hablar de
los límites de emisión (voz) y percepción (oído) del ser humano: fwnh\ kai\
ai)/sJhsij. Pero no siempre la neutralización tiene lugar en la obra del alejandrino,
283
allí se dice que el canon armónico establece el fundamento racional frente a los
datos de los sentidos).
9
Como advierten A. C. Bowen y W. R. Bowen (op.cit., p.139 n.24), este
período explica, ahora de modo lacónico, ou) kata\ to\n au)to\n de\ tro/pon de 4.4. Las
cuatro instancias en que se articulan los krith/ria para Ptolomeo son el producto de
la amalgama sincrética de ideas filosóficas diversas. Frente al peripatetismo de u(/lh
y eiÅdoj, el par pa/Joj-ai)/tion es estoico (cf. el fragmento 54 de Crisipo en SVF II).
Aquí, como en Iudic. 15.10, pa/Joj tiene un sentido general y no sólo la afección
que sufre el aire como causa del sonido, cf. Ptol. Iudic.13.2 ss., dia/dwsi kata\ th\n
fantasi/an ta\ gino/mena pa/Jh peri\ au)th\n t%= n%=, y Porph. in Harm. 11.14-15; pero
284
tados de la tradición, y de ahí la inclusión de ai)/tion, que es el par ineludible de
pa/Joj.
10
Siguiendo con el modelo gnoseológico, Ptolomeo establece una contra-
posición entre las formas de actuar de cada criterio, que se compadecen con Iudic.
15.8 ss. El problema de los roles está expresado por la forma i)/dion kai\ oi)kei=on (vid.
Boll, op.cit., p.82; cf. Ptol. Iudic. 15.8, e(ka/st% to\ i)/dion e)/rgon a)ponemhte/on kai\
pro\j a(\ pe/fuke dialamba/nein a)diayeu/stwj xrhste/on), que da a cada sentido su
objeto (cf. Arist. de An. 418a10), y a cada krith/rion el suyo, aunque la expresión de
Ptolomeo recuerda a Arist. de An. 424 a17, h\ me\n ai)/sJhsij e)/sti to\ dektiko\n tw=n
ai)sJhtw=n ei)dw=n a)/neu th=j u((lhj. La postura de la Harm. está estrechamente conec-
tada con el proemio del Tetr. (I 1) que distribuye dos conocimientos, el primero de
los cuales (prw=toj kai\ ta/cei kai\ duna/mei, cf. Porph. in Harm. 15.23 igual para el
lo/goj respecto a la ai)/sJhsij) corresponde a la matemática y no tiene por qué coin-
11
Cf. Iudic. 15.9, pro\j a(\ pe/fuke dialamba/nein a)diayeu/stwj xrhste/on.
12
Referimos nohtw=n a diaforai/, pero cf. A. C. Bowen y W. R. Bowen,
op.cit., p.139 n.26 y la traducción de Barker (GMW, p.276). Para la contraposición
nohta/-ai)sJhta/ hay dos posturas básicas (cf. Porph. in Harm. 17.13 con una tercera,
to\ pro\j mo/nhn th\n tou= nou= gnw=sin u(festhko/j), la platónica que se desprende de
Plat. Ti.37a –más explícitamente en Stob. I 1, 29b57– con una oposición corporali-
dad-incorporalidad; y la aristotélica, donde no/hsij equivale a e)pi/stasij tou= nou=
(Porph. in Harm. 17.16, Arist. de An. 407a33, cf. S. E. M. VII 218; Arist. APo. II
19, Metaph. I 1 [recordemos que Sexto [ib., 217 ss.], da dos criterios para la escuela
peripatética, ai)/sJhsij me\n tw=n ai)sJhtw=n, nou=j de\ tw=n nohtw=n]). Düring establece
como platónico el par ai)sJhta/-nohta/; en el caso de la aprehensión de los sonidos y
285
su intelección, ambas instancias son válidas: cf. Plat. Phlb. 17b6: kai\ ou)de\n e(te/r%
ge tou/twn e)sme/n pw sofoi/, ou)/te o(/ti to\ a)/peiron au)th=j i)/smen ou)J’ o(/ti to\ e(/n: a)ll’
o(/ti po/sa t’ e)sti\ kai\ o(poi=a. tou=to/ e)sti to\ grammatiko\n e(/kaston poiou=n h(mw=n.
13
Esta forma de caracterizar ambos criterios es utilizada por Ptolomeo en
otros lugares de su obra, bien para definir lo/goj-ai)/sJhsij, bien para contraponer
los dos tipos de acercamiento al estudio del cielo; o dicho de otra forma, para des-
cribir el objeto respectivo de la matemática y de la física que se lee, por ejemplo, en
el prefacio del Almagesto. Esta paralelismo entre razón-percepción y astronomía
matemática-astronomía física se percibe, por ejemplo, si comparamos el uso que
Sexto Empírico (M. VIII 218) hace de du/namij y ta/cij con otro pasaje de Ptolomeo
(Tetr. I 1, p.2.3):
-S.E. M.VIII, 218 ta/cei me\n ouÅn prw=to/n e)stin to\ a)/logon kai\ a)napo/deikton
krith/rion h( ai)/sJhsij, duna/mei de\ o( nou=j, ei) kai\ tv= ta/cei deutereu/ein dokei= para\
th\n ai)/sJhsin.
-Ptol. Tetr.I 1, 1 e(no\j me\n tou= prw/tou kai\ ta/cei kai\ duna/mei (Cf. Porph. in
Harm. 15.22-24, ou(/tw ga\r a)\n hÅn ou) xro/n% mo/non u(/steroj o( lo/goj th=j ai)sJh/sewj,
a)lla\ kai\ duna/mei).
lo/goj ai)/sJhsij
Harm. (4.17-18) a(plou=j-a)migh/j-au)totelh/j- me/J’ u(/lhj polumigou=j kai\
tetagme/noj-w(sau/twj e)/xwn r(eusth=j
Iudic. (2.14,5.16, (a)lh/Jeia kai\ nou=j) a)kro/thtej polumerh\j kai\ toi=j to/poij kai\
16.10, 21.6) a(plai= (...) o( nou=j th\n me\n tai=j duna/meij
ou)si/an a)me/ristoj (...) to\ de\
dianohtiko\n a)me/riston o)\n tv=
ou)si/a?
Alm. (6.15, 25, (maJhmatiko/n) peri\ th\n tw=n (fusiko/n) dia\ to\ th=j u(/lhj
7.2) ai)ei\ kai\ w(sau/twj e)xo/ntwn (…) a)/staton kai\ a)/dhlon
ou)/te a)/dhlon ou)/te a)/takton
ouÅsan ai)ei\ kai\ w(sau/twj e)/xein
Tetr. (I 1, 1) (tou= prw/tou kai\ ta/cei kai\ mh\ w(sau/twj au)totelou=j
duna/mei)
Cf. Aristid. Quint. 110.2 ss., para quien la materia es ilimitada e irracional,
mientras que el Demiurgo representa el límite y la razón. En este pasaje ptolemaico
286
que nos ocupa se halla la clave de la falta de fiabilidad de la percepción al estar
“mezclada con la materia, que es fluyente”; en el prefacio del Alm., la física se en-
carga de la cualidad material y siempre en movimiento, th=j u(likh=j kai\ ai)ei\ kinou-
me/nhj poio/thtoj. La oración siguiente lo aclara: la percepción varía de unas perso-
nas a otras e incluso en una persona respecto a una y la misma cosa (cf. Iudic. 15.2-
3, [ai)/sJhsij] kai\ ou)de\n hÂtton u(po/ te tw=n o(moi/wn e)nanti/wj kai\ u(po\ tw=n a)nomoi/wn
w(sau/twj e)nde/xetai pollaxv= diateJh=nai). De ahí la necesidad de la razón, que
interviene ahora (no hay conocimiento sin sensación, cf. Iudic. 13.18-20) para co-
rregir gracias a sus características: frente a lo variable, es “simple” y “sin mezcla”
(Harm. 4.17 a(plou=n te eiÅnai kai\ a)migh=, Iudic. 21.6 a)me/riston, como “simples”
deben ser las u(poJe/seij que expliquen los fenómenos: cf. Alm. III 1 [p.201] y XIII
2 [pp.532-534]), aunque los fenómenos en sí no sean simples (ib. p.533.22): esto
permite eliminar el tipo de problemas asociados a la imperfección de la ai)/sJhsij;
de qué forma la ai)/sJhsij está “mezclada” en el tiempo o el “espacio”, Ptolomeo
no lo explica, según Barker (op.cit., p.20).
koinane/onta, ta\ de\ noata\ sta/sioj kai\ ai)dio/thtoj. paraplhsi/wj de\ kai\ a(
287
ai)/sJasij kai\ o( no/oj e)/xonti: a( me\n ga\r ai)/sJasij tw= ai)sJatw=, to\ de\
ai)sJato\n kai\ kinei=tai kai\ metaba/llei kai\ ou)de/pote e)n tau)t%= a)tremei=.
Ib., 38.9-12,
e)/ti o( me\n no/oj a)merh\j kai\ a)diai/retoj, kaJa/per mona\j kai\ stigmh/, pa-
raplhsi/wj de\ kai\ to\ noato/n (…) a( d’ ai)/sJasij merista\ kai\ diaireta/.
Estas ideas van más alla, sin embargo, de las fronteras del pitagorismo,
adquiriendo nuevas formas equivalentes: el par a(plou=j / a)/miktoj o a)migh/j no es
ajeno a la filosofía presocrática (cf. Arist. Metaph. 986b22): se encuentra también
en Anaxágoras (DK 59B12; cf. Arist. de An. 405a16-17 a(plou=n eiÅnai kai\ a)migh= te
kai\ kaJaro/n, 429a19; Metaph. 989b15). La simplicidad del alma también se en-
cuentra en Platón (cf. Ti. 35a1, a)me/ristoj; Phd. 79 y 80, Ti. 52a) ligada a su inalte-
rabilidad (Phd. 78c6, 80b, etc: w(sau/twj kata\ au)ta\ e)/xon). En el estoicismo, la uni-
vocidad de la ciencia hace que sea a(plou=j kai\ a)/miktoj (SVF III 101, 102; cf. ade-
más Chrysipp. SVF II 132.10, susta/sei de\ kaJo/son to\ me\n a)lhJe\j w(j monoeide/j
ti kai\ a(plou=n th\n fu/sin neno/htai), aunque el alma está compuesta (SVF I 143,
144).
mm. Math. 75.1-4, ou) dei= lanJa/nein ka)kei=no, o(/ti polloi\ tw=n newte/rwn PuJago-
rikw=n mo/na ta\ kata\ ta\ au)ta\ kai\ w(sau/twj e)/xonta ta\ u(pokei/mena toi=j
maJh/masin u(pela/mbanon, y Ptol. Harm. 4.18 pro\j ta\ au)ta\ w(sau/twj e)/xonta. Está
es “causa” del movimiento: Teofrasto ap. Simp. in Ph. 27, 17: th=j de\ kinh/sewj kai\
th=j gene/sewj ai)ti/an mi/an to\n nou=n.
288
Sobre tetagme/noj, cf. Ptol. Harm. 6.21, tetagme/nhj ai)ti/aij, Alm. I 1, p.7.2
ou)/te a)/takton; cf. Arist. fr.52 Rose e)/sti de\ w(risme/na kai\ tetagme/na ta\ e)n toi=j
a)kinh/toij maJhmatikoi=j ei)/desin; Ti. Locr. fr. 206, 13; Iambl. Protr. 88.1; Chry-
formulación en Heráclito, cf. Plat. Cra. 402a. En otros testimonios hay una contra-
posición clara: cf. Plut. Col. 1116c7 ss., pa/nta xro/non w(sau/twj e)/xein (...) ta\ de\
sugkri/mata pa/nta r(eusta\ kai\ metablhta/ (más tarde será un lugar común, cf.
Olymp. Prol. 4, 26, ta\ para/gmata, r(eusta\ kai\ metablhta/ kai\ ou) mo/nima [cf. in
Grg.13, 1, 23, donde e)pisth/mh = peri\ ta\ a)ei\ kai\ w(sau/twj e)/xonta, mientras que
e)mpeiri/a = peri\ ta\ r(eusta/]). En Crisipo se asocia a ta\\ sw/mata (SVF II 989). De
Jewrw=n ouÅn ta\j ai)sJh/seij mh\ e(stw/saj a)ll’ e)n tara/x% ouÅsaj kai\ to\ a)kribe\j mh\
katalambanou/saj (cf. Aristox. Harm. 41.19 ss.: oi( e)/mprosJen ...th\n me\n ai)/sJhsin
289
Jeo\j kai\ o( nou=j (...) e(/kaston ga\r tou/twn w(j e(\n kai\ kaJ’ e(auto\ noei=tai. Del núme-
ro dos, dice (100.10 ss.): kaJ’ h(\n (sc. dua/da) u(/lh kai\ pa=n to\ ai)sJhto\n kai\ h(
ge/nesij kai\ h( ki/nesij kai\ h( au)/chsij kai\ h( su/nJesij kai\ koinwni/a kai\ to\ pro/j ti.
de Ptolomeo, vista y oído tienen el mismo carácter exacto en apariencia, pero lleva-
dos después hasta la a)kri/beia mediante un instrumento, dentro de la tradición pita-
górica, según el razonamiento que va a llevar a cabo inmediatamente. En otros au-
tores el oído es más débil aún: cf. Panecio ap. Porph. in Harm. 66.10, a)/topon de\
dokei= th\n a)koh\n polu\ a)sJeneste/ran u(pa/rxousan th=j o)/yewj xwri\j me/trou tinoj
kai\ kano/noj kri/nein ta\ su/mfwna tw=n diasthma/twn, una postura cercana a la de
Ptolomeo.
17
A diferencia de 3.2, aquí el sentido es técnico. En la noción de a(rmonikh/
de Ptolomeo no se unen como “primeros objetos” de estudio (ta\ prw=ta) los habi-
tuales ya desde el locus classicus de Aristox.Harm. 44-48 (Cleonid. Harm. 179.6,
Porph. in Harm. 5.25, Anon. Bellerm. 19 y 31), empezando desde el fJo/ggoj: el
paso desde el yo/foj (un sonido inarticulado, fuera del sistema funcional y objeto de
la acústica, irracional (cf. Nicom. Exc. 276.13 ss) hasta el fJo/ggoj (Trasilo ap.
Theo Sm. 48.7, fJo/ggoj eiÅnai le/getai ou) pa=sa fwnh\ ou)de\ pa/shj fwnh=j ta/sij, cf.
290
Aristox. Harm. 20.16) consistirá para Ptolomeo en su puesta en relación entre dos
yo/foi. Al igual que más tarde Alipio, que toma su definición de Ptolomeo (cf. Alyp.
sxe/sij, “el exceso o diferencia de una nota respecto a otra”); es una noción cuanti-
tativa (Ptol. Harm. 7.15), que está alejada de la noción de “intervalo”, dia/sthma (cf.
Theo Sm. 81.6-82.5). Porfirio conecta las palabras de Ptolomeo con la noción aris-
toxénica de me/loj interválico (Porph. in Harm. 6.15, Aristox. Harm. 24.1-3) para su
interpretación de las diaforai/ ptolemaicas; sin embargo la noción ptolemaica es
muy anterior.
u(peroxh/, dia/sthma y lo/goj (y conectado con éste último, sxe/sij), no siendo fácil,
291
fJo/ggwn w(risme/non mh\ th\n au)th\n ta/sin e)xo/ntwn. fai/netai ga\r w(j tu/p% ei)pei=n,
diafora/ tij eiÅnai ta/sewn to\ dia/sthma kai\ to/poj dektiko\j fJo/ggwn o)cute/rwn me\n
th=j barute/raj ktl. (“el intervalo es el espacio limitado por dos notas que no po-
seen el mismo grado. Por expresarlo con brevedad, el intervalo aparenta ser una
diferencia entre grados, un espacio susceptible de recibir notas más agudas que el
grado más grave y más graves que el grado más agudo de los que limitan el interva-
lo”). Según A. Szabó (Anfänge der griechischen Mathematik. München-Wien 1969,
p.146 ss.), Aristóxeno, en su rechazo a la consideración numérica del intervalo típi-
camente pitagórica, es quien primero se refiere a dia/sthma metafóricamente, como
una diafora/, y abandonando así el carácter concreto de definiciones anteriores (to\
periexo/menon [Cleonid. Harm. 179.11], o(do/j [ib. 243.2]). Tal “diferencia de ten-
292
significados no siempre está clara. Para Nicómaco, por ejemplo, había una confu-
sión: Harm. 261.12, kakw=j ga\r oi)/ontai oi( nomi/zontej diafora\n kai\ sxe/sin to\
au)to\ eiÅnai, “se equivocan quienes piensan que diferencia y relación [aquí por
ción” entre los dos extremos (o(/roi) que forman un intervalo, expresados numérica-
mente, relación que lleva a tres cuestiones: a) una relación como 2:1 (donde 2 refle-
ja la nota más grave, y 1 la más aguda) puede no ser igual que 1:2, pues estamos
ante un doble y una mitad, respectivamente; b) a continuación, es preciso conside-
rar si la relación establecida entre 2:1 y 20:10 es la misma, aunque la diferencia
entre los números sea diferente (este falso problema lo desenmascara Ptolomeo en
I, 6); c) y en tercer lugar, cabe preguntarse si la razón 1:1 es una “relación”, y por
ello delimita un dia/sthma.
e)/xei th\n au)th\n h(\n e(\n pro\j du/o, sxe/sin de\ ou) th\n au)th/n, “2:1 tiene la misma dife-
293
rencia que 1:2, pero no la misma relación”. De modo que, en razón del lo/goj, 2:1
no es igual que 1:2 según Nicómaco (y Aristóteles), pero sí es lo mismo si habla-
mos de diafora/, por lo que es el término no marcado. Esto contestaría a a), y Pto-
lomeo usa diafora/ también en el sentido no marcado, por ejemplo 7.8-9, par’
au)to\n me\n o(/ti mh\ tai=j tw=n yo/fwn diaforai=j e)farmo/zousi tou\j a)riJmou/j, “contra
ella [sc. la razón] porque no ajustan los números a las diferencias entre los soni-
dos”, o el sentido de a)dia/foroj de 12.8.
términos homogéneos entre sí” (cf. así mismo ib. 73.16-17 y Porph.in Harm.139.4-
5). Es importante resaltar que las definiciones de Nicómaco y Teón están muy rela-
cionadas (cf. metacu/, metacu/thj, sxe/sij), pero en el caso del último autor se dife-
rencia entre tw=n o(mogenw=n o(/rwn (el caso de lo/goj) y tw=n o(mogenw=n te kai\ a)ni/swn
o(/rwn (el caso de dia/sthma). Es decir, es legítima una razón tipo 1:1, de dos térmi-
nos homogéneos; pero este lo/goj no constituye un dia/sthma porque no son o(/roi
a)/nisoi (cf. Aristox. Harm. 20.20-21.1 mh\ th\n au)th\n ta/sin e)xo/ntwn). La diferencia
establece una oposición entre ambos términos, donde el término no marcado sería
lo/goj (todo dia/sthma establece un lo/goj, pero no al revés).
294
oído educado para la consideración de los menores intervalos (Harm. 42.13), sin
embargo evitó con esto los problemas de la división de una razón (para ello, vid.
Euc. Sect. Can. prop.3) así como, de forma derivada, un discernimiento de la con-
sonancia y de lo e))mmelh/j de un modo matemático; de esta forma, se puede ver mu-
cho mejor la contribución ptolemaica, al aceptar la consideración fenoménica de la
consonancia (Harm. 12.13-15) pero siempre en relación especular con la considera-
ción matemática de su lo/goj, estableciendo que en las razones e)pimo/rioi se encon-
traba lo más melódico (y lo más consonante), ib. 15.8. Y esto es así porque para
Ptolomeo la realidad está conformada por principios matemáticos subyacentes, co-
mo afirma en 6.19 ss. Otros autores también establecieron la diferencia entre
dia/sthma y lo/goj (el caso visto de Eratóstenes, citado por Theo Sm. 81.16 ss.), y
hubo quienes, como Trasilo (cf. Theo Sm. 48.8 ss., Porph. in Harm. 91.16 ss.), de-
finieron dia/sthma mediante sxe/sij (Porph. op.cit. 91.17 ss.). Todos estos proble-
mas de identificación (o no) de dia/sthma y lo/goj los aborda Porfirio (op.cit. 94.31-
95.23), reuniendo tres ai(re/seij diferentes sobre la cuestión.
para\ th\n a)poxh\n tou= plhttome/nou pro\j th\n a)rxh\n tou= kinh/sewj. Si hay dos con-
de los números que forman su relación. Eso quiere decir, entonces, que los dos so-
nidos entre sí son a)niso/tonoi (Ptolomeo divide los yo/foi en i)so/tonoi y a)niso/tonoi,
295
cf. 11.15) y que los números que los representan serán a)/nisoi como en el caso de
Teón.
Es por ello que para Ptolomeo está claro que el concepto de diafora/ no es el
mismo que el de lo/goj en primera instancia, aunque a lo largo de la Harm. esta
distinción pueda borrarse por el empleo de u(peroxh/, que se usa a veces por ambos.
En efecto, si echamos mano de la definición de Nicómaco y Teón de lo/goj, es lícito
entender como tal, por ejemplo, 1:1 (y que esto es así lo prueba el que para el ale-
jandrino toda consonancia tiende a esta razón de la i)so/thj, por lo que la “más cer-
cana a la igualdad” [tv= i)so/thti ... e)gguta/tw i)/shn th\n u(peroxh/n] será la más conso-
nante, empezando por la razón de la octava, 2:1, y siguiendo por las demás super-
particulares). Si una diafora/ conlleva sonidos a)niso/tonoi entre sí, para Ptolomeo
esto significa que tales sonidos no pueden ser representados con el mismo número:
cf. 18.6-11 (que se han de asignar números a la diafora/ entre los sonidos y no a su
dia/sthma es, para Ptolomeo, una petitio principii, frente al aristoxenismo: cf. 7.5-9,
296
en 12.9 lo/goj como tw=n pro/j ti kai\ e)n dusi\ toi=j prw/toij, y por qué un sonido
(yo/foj) aislado es a)/logoj: dio\ kai\ mo/noj me\n e(/kastoj a)/logoj, ei)j ga\r kai\ pro\j
e(auto\n a)dia/foroj (12.7-8). Es la relación (pro/j ti) lo que establece el lo/goj (y en-
Esta diafora\ e)kkeime/nh debe entenderse como la que hay, entonces, entre los o(/roi
(o números) del lo/goj que se va a “juzgar” y que, para ser consonante, tenderá a la
igualdad. Si 1:1 es entonces un desideratum, todo lo/goj puede considerarse enton-
ces una diafora/, porque 1:1 no es un lo/goj que podamos oír en la música real: aquí
tenemos el primer atisbo, en la obra de Ptolomeo, de que la diafora/ se puede pen-
sar en términos matemáticos, por lo que, a partir de ahora, el término pasa de un
ámbito acústico a otro matemático (o lógico). En conclusión, como en el caso de
dia/sthma, diafora/ es el término no marcado de lo/goj.
ro entero hay un paso muy pequeño. Este número entero es, por supuesto, la dife-
rencia entre el término (o(/roj) mayor del lo/goj y el menor, y es lo que se entiende
por u(peroxh/ (“exceso”): si la u(peroxh/ de un intervalo es mayor que la de otro, la
diafora/ también será mayor (mientras que si se opera con lo/goi, el procedimiento
es otro: 12:6 y 2:1 tienen u(peroxai/ diferentes pero son lo/goi iguales). Cf. así Theo
Sm. 67.15, donde Adrasto establece el lo/goj del lei=mma en 256:243, y añade: to\ de\
297
dia/sthma tou=to/ e)sti, kai\ h( u(peroxh\ ig’ (“éste es el intervalo, y su exceso 13”). Tal
montante le sirve después (ib. 69.12) para comparar este lei=mma con el semitono
aristoxénico (cf. Ptol. Harm. 50.8 ss.). Son las “expresiones braquilógicas” de las
que habla L. Zanoncelli (La manualistica musicale greca, Milano 1990, p.462) que
indican, según Szabó (op.cit., p.186), el modo de operación en el canon (la u(peroxh/
es una sustracción, mientras que para restar un lo/goj a otro se halla el cociente),
donde se trabaja con longitudes de cuerda. El mismo uso aparece en Ptolomeo: vid.
26.13-16, ta\ me\n ga\r ,brpz / tw=n ,bmh / mei/zoni me\n u(pere/xei h)\ t%= pentekaideka/t%
au)tw=n me/rei. Esta cantidad, expresión del intervalo (cf. el procedimiento de los
o(/moia y a)no/moia en Porph. in Harm. 107.15 ss. y Ptol. Harm. 16.14 ss.), aparece
también como me/geJoj: en 24.10-11, Ptolomeo dice que la u(peroxh/ del lo/goj se
juzga por las magnitudes que entre sí la producen (en su crítica al aristoxenismo);
no olvidemos que las comparaciones son en función de la cantidad, kata\ to\ poso/n,
24.17. Este concepto de magnitud no es, desde esta perspectiva pitagórica, el mis-
mo que para Aristóxeno: en 29.6-7, Ptolomeo dice que la magnitud varía con la
u(peroxh/ (aquí el alejandrino está trabajando con el canon, por lo que su sentido
ambos términos, que nos lleva a pensar que efectivamente diafora/ y u(peroxh/ se
entienden como “diferencias” en el sentido de un “exceso” de un número sobre
otro, al modo de Nicom. Harm. 261.10, u(perobolh\ h( e)/lleiyij, y de una “diferen-
cia” de tipo matemático (pues para Ptolomeo siempre se podrá expresar mediante
un lo/goj), susceptible de ser medida por el número que es la diferencia entre ambos
o(/roi, un procedimiento exhibido por Ptolomeo en 27.18-22. Pero acerca de este uso
298
indistinto de u(peroxh/ y diafora/ merece la pena recordar que ya antes habíamos
concluido que diafora/ es también equivalente a dia/sthma y lo/goj, pero lo/goj no
lo es en absoluto a u(peroxh/.
cal de dicha enumeración, según estos dos pares: quien juzga es la ai)/sJhsij y
quien hace es el lo/goj (ib. 19.11), ou(/twj ouÅn kai\ to\ eu(rei=n to\ h(rmosme/non kai\
a)fori/sai ta\j tw=n yo/fwn diafo/rouj summetri/aj tou= kri=nai duskolw/teron. poiei=
que dan los sentidos para Ptolomeo no es engañosa del todo, sino que se desvía de
la verdad muy poco (ou) parapolu/, Harm. 5.8) siempre y cuando el montante del
error sea pequeño y tomado una sola vez (kaJa/pac, 5.13). La sensación dice la
verdad: cf. Iudic. 15.11, (h( ai)/sJhsij) a)lhJeu(ei ga\r peri\ tau=ta kai/ fhsin au)to\
mo/non a(plw=j o(\ pe/ponJen. Pero acto seguido: to\ diaJe\n d’ o(/ti toiou=ton e)ni/ote
yeu/detai, “sin embargo, al decir que lo que lo ha provocado es de tal [o cual] tipo,
a veces yerra”. Este último defecto es el que se encarga de corregir la razón (cf.
Iudic. 15.14, th\n me\n tw=n diaJe/ntwn kri/sin); en Harm. las afecciones (pa/Jh) modi-
fican y alteran la materia (u(/lh), que es el sonido, y como hemos visto estas modifi-
caciones son causa de un tipo especial y no otro de eiÅdoj: de ahí que el lo/goj esté
vinculado a eiÅdoj y ai)/tion, según 4.7 (BPH, p.23).
299
Ptolomeo dedica el resto del capítulo a desarrollar un razonamiento tendente a de-
mostrar la necesidad de un instrumento racional –un tercer criterio– que sea la
constatación para la ai)/sJhsij de su error. Tal instrumento, el canon armónico, es
nombrado por fin y desarrollado en el capítulo siguiente. Podemos observar dos
premisas:
i)/dion e)/rgon respecta, la ai)/sJhsij “dice la verdad”). Puesto que la vista es un senti-
ciones llevan a la idea de que el oído juzga mejor (i.e., está mejor dotado) los inter-
valos que si los ejecuta (mediante la voz), lo cual puede llevar a errores. Esto con-
cuerda con la apreciación vista de Iudic., donde la percepción “dice la verdad”; en
aquello en que la percepción es válida, podemos fiarnos de ella: por ejemplo, juzgar
mejor que hacer. “Hacer” (cf. el instrumental de los criterios, %Â) requiere un ins-
trumento racional (como a la vista le es necesario el compás). Finalmente, todo el
proceso de la corrección del lo/goj y el posterior “reconocimiento” de la percepción
de los datos exactos (Harm. 4.23, e)pi/gnwsin au)th\n tou= t%= o)/nti a)kribou=j) es esbo-
zo primero de la metodología general de la Harmónica (cf. Iudic. 15.15, tv= de\ dia-
noi/a? kai\ pro\j th\n au)tw=n tw=n paJhma/twn kai\ pro\j th\n tw=n diaJe(ntwn kri(sin),
donde los datos exactos y corregidos son devueltos a la percepción para su confron-
tación.
300
[5.7-6.2] Las carencias de los sentidos solos se acentúan con la acumula-
ción de su error. La percepción sin ayuda de la razón es un método válido de cono-
cimiento mientras que la desviación errónea sea mínima (de ahí la crítica a los aris-
toxénicos que realiza Ptolomeo más adelante); igualmente, puede observar errores
grandes. Ahora bien, la acumulación sucesiva de errores pequeños lleva a un resul-
tado final erróneo (5.7-12). La idea de la acumulación de errores imperceptibles en
las operaciones sin ayuda racional también es apuntada por Ptolomeo en Alm. IX 2
(208.13 ss.) al hablar de la observación de los movimientos planetarios: un error
(diafora/) pequeño en la observación temporal, si se acumula en el tiempo, produci-
rá una “diferencia notable”: Alm., loc.cit., e)pi/ te ga\r tw=n peri\ ta\j periodika\j
e(ka/stou kine/seij e)piske/yewn tou= kata\ ta\j sugkrinome/naj thrh/seij u(po\ th=j
poiou=ntoj kata\ to\n e)fech=j xro/non diafora/n, o(/tan e)p’ e)la/ttonoj diasta/sewj vÅ
e)chtasme/non, bra/dion d’, o(/tan a)po\ plei/onoj, “pues, en el estudio de los movimien-
301
conduce a la inexactitud; o bien, igualmente, un apoyo a la tesis pitagórica (“the
monads used in such multiplication are unequal”). Efectivamente el pasaje ha de
considerarse como un presupuesto programático de índole general, a la vista de la
asunción por parte de Ptolomeo de bastantes presupuestos pitagóricos, sobre todo
en lo que a la noción y al cálculo de los intervalos se refiere; y aunque tiene una
inmediata interpretación musical, el pasaje tiene igualmente validez general. En
música, para Ptolomeo, por ejemplo, la octava no está formada por la adición de
seis tonos, pues el error es pequeño pero se ha ido acumulando: la desviación del
semitono aristoxénico respecto al leima es insignificante (cf. infra 27.14-16 y 28.1),
pero su acumulación hace que no se compadezca con la indicación del canon.
302
Este instrumento es diferente según el sentido y el objeto sobre el que se
emplee (en la observación astronómica Ptolomeo indica la construcción de instru-
mentos de observación: cf. Alm. I 12 y V 1). En el caso de la música, se trata del
canon armónico, que no admite errores por lo cuidado de su construcción y el grado
de exactitud posible en él (por supuesto, en contraposición a Aristox. Harm. 42.8
ss., que desdeña la actuación del geómetra [cf. Ptol. Harm. 14.4]; en Aristóxeno se
trata de una petitio principii que conlleva que si la ai)/sJhsij es insuficiente para
juzgar un intervalo, éste no es relevante; pero la ai)/sJhsij junto a la dia/noia deben,
para el tarentino, e)peJisJh=nai e(/kasta a)kribw=j kri/nein. Para Ptolomeo, es la causa
de la necesidad de un instrumento para conseguir la exactitud, y la expresión de la
limitación de nuestros sentidos en lo exiguo).
19
Gr. #Å?sij, un hapax frente al más común %)dh/. El bizantino del siglo XII
Eustacio de Tesalónica se refiere al término y a la Harmónica ptolemaica, en sus
Commentarii ad Homeri Iliadem pertinentes, IV 770.19-25. Eustacio la compara
con la desacostumbrada skw=yij): (/Ora d’ e)n tou/toij a)su/nhJej o)\n to\ “h( skw=yij”,
kaJa\ kai\ h( #Åsij h( a(rmonikh\ h( para\ Ptolemai/%, h( dhlou=sa th\n %)dh/n.
20
La u(peroxh/ es la “diferencia o exceso” entre los términos de una razón.
Sin su sentido de diferencia entre dos razones numéricas interválicas se puede ver
en Euc. Sect. Can. 152.10. En Aristóxeno significa la “diferencia” entre intervalos
(Harm. 37.16-17, 69.10) y con este sentido lo usa Ptolomeo, Harm. 23.21; pero no
en otros lugares como, por ejemplo, 13.21. En la obra de Ptolomeo aparece adjtiva-
do a veces con su/mmetroj (vid. infra) en el caso de que sea un exceso entre los tér-
minos del tipo (n+1):n (superparticular), adjetivo que también se refiere a lo/goj (cf.
15.7-8 y 19.5). Ya hemos visto que la u(peroxh/ se refiere al exceso numérico entre
los términos de la fracción que expresa el intervalo así como entre intervalos (cf.
12.19-20, el tono como u(peroxh/ entre quinta y cuarta), y en este sentido significa lo
mismo que diafora/; un pasaje claro para esto es 27.11-13: e)n tai=j mei/zosi diafo-
rai=j a)pistou=sin...e)n tai=j e)la/ttosi u(peroxai=j pisteu/ousi. La relación se extiende,
además, a lo/goj, en cuanto que éste expresa la relación entre dos términos (cf.
303
Porph. in Harm. 139.4-5, tou=to d’ e)sti\n ou)de\n e(/teron h)\ du/o fJo/ggwn a)nomoi/wn h(
kata\ phliko/thta poia\ sxe/sij, o(/ e)sti lo/goj). La noción se encuentra en interfe-
rencia con las de lo/goj y dia/sthma, como nos informa Porfirio (citando a Eratóste-
nes, in Harm. 91.11-15): estos dos últimos conceptos no son lo mismo según Era-
tóstenes, pero algunos llaman a dia/sthma también u(peroxh/, como Eliano, Trasilo o
Filolao (éste último quizá su inductor), ya que el dia/sthma es una diafora/ entre
dos sonidos desiguales; por lo que también hay que distinguir lo/goj de u(peroxh/,
pues ya antes (ib. 91.4 ss.) se diferenció lo/goj de dia/sthma: por ejemplo, 2:1 tiene
el mismo lo/goj que 6:3, pero no la misma u(peroxh/ (1 y 3, respectivamente).
23
Cf. Nicom. Harm. 246.3, donde se citan otros instrumentos como auxilia-
res –en la tradición del eu(reth/j Pitágoras– para la vista: diabh/thj, kanw/n (una re-
gla) y dio/ptra (cf. Alm. I 1, p.5.14 y sta/Jmh, Iudic. 4.12). Pero la mención de
sta/Jmh aquí es típica de la consideracíon helenística de las “herramientas” como
krith/ria, por ejemplo kanw/n, zugo/n, me/tron (y sta/Jmh), según Striker (op.cit.,
pp.32-33).
24
En 105.21, la vista y el oído son servidores (dia/konoi) de la du/namij
a(rmonikh/, y dispuestos para juzgar la belleza. Por eso en 6.23-24 estos sentidos son
los que nos llevan a las ka/llistai kataskeuai/; cf. Iudic. 23.11 ss., ma=llon ga\r ai(
ai)sJh/seij kai\, ei) mh\ pa=sai, mo/nai ge ai( pro\j to\ Jewrei=n kai\ kri/nein ta\
pra/gmata plei=ston tv= dianoi/a? sumballo/menai, tou=t’ e)/stin a)koh/ te kai\ o)/yij ktl.
Schönberger (op.cit., p.21) confirma que es un lugar común en toda la filosofía. Cf.
infra, Harm. 106.8 a)ntidiakonou=ntaj, y la comparación de Porfirio de lo/goj y
ai)/sJhsij como basileu/j y a)/ggeloj (in Harm. 15.10 ss.).
25
Cf. Iudic. 21.23 ss. y 22.1-5.
304
26
Sobre e)/fodoj en el mismo sentido que Ptolomeo, cf. Panecio ap. Porph.
in Harm. 66.21. La tradición pitagórica cuenta con el canon como instrumento apto
para la consecución de lo a)kribe/j, una boh/Jeia tv= a)kov= (Nicom. Harm. 246.1-3,
ei) a)/ra du/naito tv= a)kov= boh/Jeia/n tina o)rganikh\n e)pinoh=sai pagi/an kai\
dic. 7.1 ss., kai\ h( me\n do/ca tv= a)safei= pwj kai\ u(po/pt% kri/sei...h( d’ e)pisth/mh
tranwta/tv kai\ o(mologoume/nv, “la opinión se parece a un juicio poco claro y sospe-
305
las posteriores comparaciones entre música real y mediciones en el canon que lee-
remos en el tratado en el libro II.
28
Armoniko/j aquí no tiene el sentido del tipo de músico descrito por Aris-
tóxeno (Harm. 12.10) o Platón (R. 531a-c), una escuela con unos procedimientos
específicos (la katapu/knwsij, diagra/mmata, la a)koh/ como criterio, etc.) y de la
que el mismo Aristóxeno se distancia. En el sentido en que lo utiliza Ptolomeo está
más cercano al estudioso de la matemática musical (o( kanoniko/j), pero también
incluye al tipo de músico aristoxénico, pues aunque con criterios y concepciones
diferentes, sin embargo su acercamiento a la música es teórico, como señala más
adelante Ptolomeo; no hay que olvidar que Ptolomeo representa una vía propia y
aquí está redefiniendo el objetivo del estudioso de la a(rmonikh/, tal y como él la
entiende. Al igual que en el caso de la definición inaugural de a(rmonikh/, es un lugar
común en la tratadística el definir la tarea del músico (i.e., el estudioso de la músi-
ca, no el intérprete): cf. Ptolemaide (ap. Porph. in Harm. 23.5), Dídimo (ap. Porph.
op.cit. 26.6 ss.), Anon. Bellerm. 12, Bacch. Harm. 292.5, Nicom. Exc. 412.17. Pto-
lomeo se distancia de sus antecesores una vez más y sitúa al músico teórico dentro
de su concepto de la ciencia harmónica como hermana de la astronomía, y parte de
la matemática (vid. III 3), atándolo al canon, instrumento cuya necesidad ha demos-
trado en la segunda parte de I 1; como astrónomo que es, los fenómenos visibles
son la cara perceptible del modelo matemático que los informa, y por tanto, en lo
que a la harmónica respecta, la misión del músico –y lo que él se propone en todo el
tratado– es asegurarse de que las hipótesis racionales (u(poJe/seij, vid. infra) no
entran en contradicción con lo que oímos. Así queda explícita la concepción de la
harmónica ptolemaica: el a(rmoniko/j, pues, demostrará el uso de su du/namij
a(rmonikh/ con un uso de los criterios expuestos en I 1 y ayudado por el canon para
306
29
Un canon, en principio, es una regla para medir. Como instrumento mu-
sical, esta regla se dispone paralela a una (o más) cuerdas, bajo la que se sitúa un
puente móvil (cf. Nicom. Harm. 254.13 ss., Gaud. Harm. 341.12 ss.), cuyo despla-
zamiento varía de tensión los segmentos de la cuerda que van a ser pulsados. La
regla, dividida en secciones, permitirá conocer las razones matemáticas que forman
los intervalos musicales descubiertos con la pulsación de la cuerda (a)poya/lmata,
cf. Ptol. Harm. 20.24). El canon se toma entonces en sentido general como el ins-
trumento formado por la(s) cuerda(s) y su regla, que es denominada kano/nion (Ptol.
Harm. 21.13; cf. Gaud. op.cit. 350.19). Para Ptolomeo (ib. 75.2-4) es el medio ex-
perimental que ha de confirmar la correspondencia entre razón y percepción: ei)j
th\n di’ o(/lhj th=j e)nargei/aj e)/ndeicin th=j tou= lo/gou pro\j th\n ai)/sJhsin o(mologi/aj.
Nicómaco (Harm. 243.13 ss.) sitúa tal instrumento entre el grupo de los de viento
(aulós, siringas, etc.) y los cordados (cítara, lira, etc.) al afectarle las mismas varia-
ciones: me/sa d’ au)tw=n kai\ oiÂon koina\ kai\ o(moipaJh=. El nombre de kanw/n, según el
mismo autor, provendría de los pitagóricos, pero también tendría otras denomina-
ciones: ta/ te mono/xorda fai/nesJai, a(\ dh\ kai\ fandou/rouj kalou/sin oi( polloi/,
kano/naj d’ oi( PuJagorikoi/. El canon como instrumento no tuvo, probablemente,
o)/rganon tou=to kai\ a)sJene/staton, ou) mo/non o(/ti tv= me\n a(rmo/zetai, tv= de\ krou/ei
xwri\j kai\ a(/ma tai=n xeroi=n...a)ll’ o(/ti kai\ th\n sune/xeian tw=n yo/fwn) pero el más
adecuado para lograr la e)pisth/mh (que según Ptolomeo en Iudic. 7.3 ss., se logra
con la a)lh/Jeia como criterio di’ ouÂ). Su asociación al lo/goj como criterio es pa-
trimonio de la leyenda pitagórica (cf. Aristid. Quint. 92.3-7, dio\ kai\ PuJago/ran
307
fasi\ th\n e)nteu=Jen a)pallagh\n poiou/menon monoxordi/zein toi=j e(tai/roij paraine/sai
dhlou=nta w(j th\n a)kro/thta th\n e)n mousikv= nohtw=j ma=llon di’ a)riJmw=n h)\
ai)sJhtw=j di’ a)koh=j a)nalhpte/on; aunque la misma idea se encuentra en textos pe-
ripatéticos, cf. Ps.Arist. Pro. XIX 43); la asociación del canon a los pitagóricos es
tal que éstos llamaban a la a(rmonikh/ “kanonikh/” (Ptolemaide ap. Porph.in Harm.
22.26). Esta asociación a lo que es correcto se encuentra en Ptolemaide (citada por
Porph. op.cit. 22.18), kanw/n e)sti me/tron o)rJo/thtoj tw=n e)n toi=j fJo/ggoij
h(rmosme/nwn diaforw=n. En 23.4 el instrumento toma su nombre a)po\ th=j kanonikh=j
uso del canon, sino a)po\ th=j eu)Ju/thtoj w(j dia\ tau/thj th=j pragmatei/aj to\ o)rJo\n
tou= lo/gou eu(ro/ntoj kai\ ta\ tou= h(rmosme/nou paraph/gmata, donde paraph/gmata
puede referirse a la división de una regla situada junto a la cuerda (vid. GMW,
p.239, n.135): cf. Nicom. Harm., loc.cit. y 243.15. El mismo Ptolomeo dice en
75.11 ss. que el canon no sólo no servía a los instrumentistas, sino tampoco a estos
kanonikoi/ citados por Ptolemaide, que sólo se ocupaban de los teoremas; del frag-
308
30
Gr. kathgori/a, un término aquí desprovisto de su significado filosófico;
cf. igualmente 59.22.
31
La expresión alude a la más conocida, sobre todo en astronomía, de
s%/zein ta\ faino/mena, “salvar los fenómenos” de la posibilidad de que éstos no co-
incidan con los modelos teóricos propuestos a priori; cf. por ejemplo Arist. Cael.
293a25-27, Simp. in Cael. 7, 32.18, o el mismo Ptolomeo en Alm. XIII 2 (pp.
532.22 ss.), e)a\n a(/pac e(/kasta tw=n fainome/nwn kata\ to\ a)ko/louJon tw=n u(poJe/sewn
diasw/zhtai ktl., o Hyp. I 70.3-8, ta\j u(poJe/seij, wÅ Su/re, tw=n ou)rani/wn forw=n (...)
a)podeiknu/ntej kaJ’ e(ka/sthn to/ te eu)/logon kai\ to\ pantaxou= pro\j ta\ faino/mena
entre hipótesis y fenómenos, cf. Alm. I 8 [p.26], al igual que Ptolemaide [Porph. in
Harm. 24.5] para hipótesis del canon y percepción; en Harm. aparece o(mologi/a
[66.7]). Pero la expresión, de largo uso en la ciencia astronómica, fue rechazada por
D. R. Dicks (Early Greek Astronomy to Aristotle, Ithaca 1970, p.258, n.358) como
lo característico de la astronomía griega: la expresión supone, como dice Barker
(op.cit., p.26) que “it is the perceptual appearances that are at risk if we fail; that is,
if the task proves impossible, it must be because our perceptions are so distorted
and unreliable that no interpretation of them can ‘save’ them as representation of
the way things are”. Ahora bien, según Dicks, la astronomía griega, a través de ob-
servaciones más cuidadosas, fue abandonando teorías explicativas obsoletas por
otras que explicaban mejor los hechos observados. En su obra astronómica, Ptolo-
meo utiliza u(po/Jesij en el sentido de “modelo explicativo” (según G. J. Toomer,
Ptolemy’s Almagest, London 1984, p.23) con la carga etimológica de ser algo que
sirve de principio para un explicación: por ejemplo Alm. I 2, p.9.11 (vid. Toomer,
op.cit., p.38): en este pasaje, el punto de partida (a)rxai=j kai\ Jemeli/oij) son “los
fenómenos visibles” (toi=j e)narge/si fainome/noij), para después “hacer concordar
las deducciones obtenidas a partir de esas concepciones con demostraciones por
medio de figuras geométricas”, ta\j d’ e)fech=j tw=n katalh/yewn e)farmo/zontej dia\
tw=n e)n tai=j grammikai=j e)fo/doij a)podei/cein. Igualmente, en Alm. I 8 p.26 el esque-
309
bles (e)pimarturhJhsome/naj e)c au)th=j th=j sumfwni/aj tw=n a)podeixJhsome/nwn pro\j
ta\ faino/mena).
mática] de estos “aristoxénicos”, quizá con los o)rganikoi/, vid. GMW, p.241,
n.142.). De este pasaje no se puede inferir sino que las disposiciones cuantitativas
en el canon son tomadas como modelo apriorístico de los fenómenos, que en algún
momento son confrontadas con éstos; a la vez, de la adopción de uno u otro criterio
por las escuelas se deduce que no hay compromiso entre razón y percepción en caso
de conflicto (salvo para un cierto Arquéstrato (Dídimo ap. Porph. in Harm. 26.26-
29). En el estudio harmónico, es Aristóxeno quien sienta la base de no contradic-
ción con lo percibido (Harm. 41.17 ss.), aunque él lo organiza de modo diferente
(cf. supra); pero quien se asemeja más a Ptolomeo es nuevamente Adrasto (ap.
Theo Sm. 61.20 ss.), quien afirma que tou/toij toi=j ei)j th\n a)neu/resin tw=n sumfw-
niw=n o)rga/noij kata\ me\n tou\j lo/gouj proparaskeuasJei=sin h( ai)/sJhsij
En el caso de Ptolomeo sí hay que “salvar” una de las instancias, pero la ex-
presión de Harm. 5.14 es justo la inversa de la que aparece normalmente en la lite-
ratura astronómica, como observa Barker (BPH, p.26); nada impide pensar, enton-
ces, que u(po/Jesij pudiera haber tenido un uso paralelo en astronomía y harmónica,
puesto que el contexto del fragmento de Ptolemaide es pitagórico. En Ptolomeo (al
contrario que el caso de los pitagóricos –cf. Porph. in Harm. 26.20-25– y de la ex-
presión astronómica) hay que salvar el modelo explicativo, no los fenómenos. Tal
inversión debe ser considerada, en primer lugar, desde la posición que al inicio
adoptó Ptolomeo aceptando la ai)/sJhsij como criterio y con carácter de verdad
310
(Iudic. 13.18-20, 15.11; Harm. 4.14), aunque con sus propias limitaciones. La clave
está en que son la a)koh/ y la o)/yij las vías de conocimiento del mundo, un mundo
que a través de esas vías se revela como algo bello (6.22, kalli/staij katas-
keuai=j); y en lo que a la a)koh/ se refiere, los e)/rga de la naturaleza son las creacio-
nes musicales que alcanzamos a oír, los faino/mena; y Ptolomeo, como se ve por los
datos que transmite de las afinaciones de la lira y cítara contemporáneas en I 16 y II
16, está muy interesado en la estructura matemática interna de tales fenómenos. Esa
razón (lo/goj) y esa causa ordenada (ai)ti/a tetagme/nh) a los que se refiere a conti-
nuación estudiarán las relaciones interválicas entre sonidos (y no el sonido mismo:
la a(rmonikh/ no estudia el sonido aislado –la acústica– sino las diaforai\ tw=n yo/fwn
según la definición inicial de 4.3). La belleza de tales relaciones es lo que debe
“salvarse”, es decir, debe lograrse el establecimiento de un determinado modelo
matemático que dé cuenta de ella de forma racional (el canon armónico procede de
la razón según 6.8); igualmente, estaría libre de las contingencias de la variabilidad
de la percepción de una persona a otra; así como lo que es más importante, de la
forma en que la percepción recoge –en astronomía y harmónica– los datos fenomé-
nicos: 6.17, u(poJe/seij ei)lhmme/naij a)po\ tw=n e)nargw=n kai\ o(losxere/sterwn faino-
me/nwn (Cf. Alm. I 2, p.9,12 toi=j e)narge/si fainome/noij). Por eso aquí las u(poJe/seij
constituyen una serie de principios racionales que son guía de todos los elementos
de la matemática harmónica ptolemaica, y que sobre todo hablan de la forma ma-
temática de las razones interválicas, sus asociaciones y mezclas, etc.
¿Por qué, pues, hay que salvar las hipótesis y no los fenómenos, como reza
la expresión común de la astronomía? Tradicionalmente, se ha visto desde los estu-
dios de Duhem, a la astronomía griega como una ciencia profundamente matemati-
zada y, en una medida muy importante, despreocupada por la verdad de los fenó-
menos físicos; esta posición metodológica es lo que se vino a llamar “instrumenta-
lismo”. Las hipótesis racionales no se preocuparían de comprobar su veracidad
siendo contrastadas con el mundo físico más allá de su mero carácter axiomático;
como dice A. Wasserstein (“Greek scientific thought”, PCPhS 188, n.s. 8 [1962],
p.54; cursivas de Wasserstein): “…like the geometer or arithmetician the astrono-
mer now starts from axioms or postulates, or whatever you like to call them, and
then deduces a system from them…in Greek astronomy the aim was not, at least
311
not always, the discovery of a theory that corresponded with fact”. Ahora bien, esta
percepción de la astronomía griega fue duramente criticada por G. E. R. Lloyd
(“Saving the Appearances”, CQ 28 [1978], pp.202-22), quien demostró que el su-
puesto instrumentalismo estaba basado en traducciones muy defectuosas de los au-
tores por parte de Duhem, y en lecturas posteriores condicionadas por aquél. Lloyd
argumentó sólidamente que desde el mismo Aristóteles hay una enorme preocupa-
ción por el mundo físico, y en Ptolomeo ocurre igual (Lloyd, op.cit., p.215).
312
canon para todas las comprobaciones de las distintas partes que componen la har-
mónica: las consonancias (I 7-8), las divisiones genéricas (I 14-15, II 1-2) y los
modos (II 12-13), la o(mologi/a tou= lo/gou pro\j th\n ai)/sJhsin (aunque según Barker
[BPH, pp.28-30] Ptolomeo no podría ignorar que la pureza racional de muchas de
sus construcciones racionales son imposibles en la práctica e intolerables en la per-
cepción).
hipótesis (en 44.13 nos habla de la “violencia”, bi/a, de las mezclas incorrectas,
pero nada más). Y que las hipótesis deban “salvarse” significa que la explicación
matemática de los fenómenos –lo cual es obligado según 4.19 ss.– tiene que tener
correspondencia con éstos, pues de otra manera el esquema de los criterios del prin-
cipio de I 1 no habría sido bien aplicado. Si tan sólo hubiera que salvar los fenóme-
nos, significaría que la u(/lh y el pa/Joj del sonido (en un sentido general) no tendrí-
an la menor importancia, y la incorrección de esta suposición se ve en el interés de
Ptolomeo por la acústica (vid. I 3). Ocurre más bien que Ptolomeo ha incluido a la
música entre las más bellas disposiciones (6.22, e)n tai=j ou(/tw kalli/staij katas-
keuai=j) pero ha de emprender una revisión de lo que concierne a sus hipótesis. De
313
[diasw=sai] lo que está conforme con las hipótesis de los intervalos melódicos y con
los fenómenos”.
32
Según el texto, hay quienes piensan que hay conflicto entre los datos de
la percepción y las hipótesis del canon. ¿Quiénes forman esta “mayoría” a la que se
refiere Ptolomeo (tw=n plei/stwn)? Mientras que Solomon (SPH, p.7, n.33) no cree,
como supone el escolio de E, que sean los aristoxénicos, A. C. Bowen y W. R. Bo-
wen (op.cit., p.110) interpreta el pasaje de forma muy singular. Esta “mayoría” su-
pone el juicio estético de la sociedad en un momento dado: preservar las hipótesis
representaría entonces la labor de ajuste entre la racionalidad del canon y la sensibi-
lidad cambiante de la mayoría, de forma tal que preserve la armonía entre ambas
instancias. Merece la pena citar las líneas básicas de su argumentación (ib., pp.110-
111):
“since harmonic science like any other science, if not always in progress, does have
a period of development, it follows that its u(poJe/seij or arithmetic models will re-
quire adjustment (…) it would that as the musical sensibilities of the community
change, the judgment of the majority about the size of melodic intervals will change
and come to contradict conclusions of theory as manifested on the canon, with the
result that the science of music itself must also change to keep pace”.
hirios über die Musik, Göteborgs Högskolas Årsskrift, vol. 40, nº 1, Göteborg 1934
[= PPM], p.143). Ptolomeo sin embargo no dice nada de esto, pero transmite mu-
chas divisiones genéricas de otros autores que contrasta con las suyas (II 14), y cu-
ya variedad podría corresponderse a la variedad de tiempo y espacio de tales auto-
res; las mismas a(rmogai/ de I 16 y II 16 podrían verse como una manifestación his-
tórica.
Sin embargo, contra lo que piensan Bowen y Bowen, parece inverosímil que
Ptolomeo creyera que las hipótesis matemáticas tuvieran que describir la realidad
314
fenoménica modificándose al tiempo que ésta (porque, por otro lado, los usos musi-
cales varían, algo que a Platón le interesó mucho). Si los fundamentos matemáticos
fueran corregibles –incluso después de períodos muy dilatados en el tiempo–, no
serían fundamentos racionales tal y como los entiende Ptolomeo en la Harmónica
(y en el resto de su obra astronómica). Ptolomeo califica a la razón como algo que
está “siempre de la misma manera en relación a las mismas cosas” (4.17-18, a)ei\
pro\j ta\ au)ta\ w(sau/twj e)/xonta); más adelante, nos asegura que la racionalidad de
movimientos celestes son iguales hoy que hace miles de años, y por eso el modelo
matemático debe ser uno y definitivo; pero de la sucesión de formas musicales,
géneros melódicos o modulaciones no sigue un modelo matemático que dé cuenta
de esa fluencia diferente (por mínimas que fuesen esas diferencias) en cada ocasión;
al contrario, las matemáticas intentarán ofrecer una explicación para esa variedad,
por lo que muchos de sus postulados quedan –como es típico de la ciencia griega–
con un carácter axiomático.
Por ello, entonces, Bowen supone que “la mayoría” son el conjunto de las
personas, en general. La precisión de la misión del investigador armónico que ha
hecho Ptolomeo en la frase anterior va dirigida a sus antecesores en la tarea, ésos a
quienes va a discutir en los próximos capítulos. No cabe pensar en “la gente” como
teniendo opiniones acerca de si los sentidos colisionan contra los datos del canon
(ni siquiera ocurre esto con los instrumentistas, cf.sus apreciaciones sobre ellos en
6.25-26); el debate sobre los criterios estaba restringido al ambiente filosófico, por-
que además es una cuestión abstrusa. Quienes piensan que hay “conflicto con los
sentidos”, como dice Ptolomeo, son precisamente los pitagóricos y los aristoxéni-
cos (como sabemos por el recuento de Ptolemaide, ap. Porph. in Harm. 22.22 ss.).
Ésos son “la mayoría”, oi( plei=stoi.
33
La misión del científico según Ptolomeo. Ya para Platón el astrónomo
podía ver la belleza en la constitución de los cielos (cf. R. 530a3: T%= o)/nti dh\
a)stronomiko/n, hÅn d’ e)gw/, o)/nta ou)k oi)/ei tau)to\n pei/sesJai ei)j ta\j tw=n a)/strwn fo-
315
ra\j a)poble/ponta; nomei=n me\n w(j oiÂo/n te ka/llista ta\ toiau=ta e)/rga susth/sasJai,
ou(/tw sunesta/nai t%= tou= ou)ranou= dhmiourg%= au)to/n te kai\ ta\ e)n au)t%=). La natura-
to\n ai)/tion tou= ko/smou kai\ th=j ta/cewj pa/shj. Schönberger (op.cit., p.24) recuerda
tau)toma/tou ga\r gene/sJai th\n di/khn kai\ th\n ki/nhsin th\n diakri/nasan kai\ ka-
tasth/sasan ei)j tau(thn th\n ta/cin to\ pa=n); pero hay que recordar que también los
ou)de\n ga\r dh\ gi/gnesJai a)po\ tu/xhj fasi/n, a)lla\ pa/ntwn eiÅnai/ ti ai)/tion w(risme/non
o(/sa le/gomen a)po\ tau)toma/tou gi/gnesJai h)\ tu/xhj. Hay que pensar en primer lugar
Que Porfirio (in Harm. 24.25) ponga en conexión el pasaje con el pitagorismo
quizá hay que referirlo a Iambl. VP 31, 213, 5 ó 33, 233, 4 (vid. Düring, op.cit.,
p.144).
34
Oyij y a)koh/ tienen un lugar privilegiado en el conjunto de los
sentidos, sobre todo por estar más cerca de los principios rectores del ser humano.
Esto ya queda claro desde Iudic. 20.21-21.3, tou/twn (tw=n ai)sJh/sewn) t’ auÅ ta\j
316
ya queda claro desde Iudic. 20.21-21.3, tou/twn (tw=n ai)sJh/sewn) t’ auÅ ta\j me\n
ma=llon eu)kinhtote/raj kai\ timiwte/raj, o)/yin kai\ a)koh/n, a)nwte/raj te ou)/saj tw=n
a)/llwn, ma=llon teta/sJai pro\j to\ dianohtiko\n th=j yuxh=j; ib., 23.13: a)koh\ kai\
o)/yij (…) kata\ th\n korifh\n kai\ e)gke/falo/n ei)si tetagme/nai, cf. Harm. 105.22-23
o)/yei kai\ a)kov=, tetame/naij...pro\j to\ h(gemoniko/n. También aquí hay que referirse a
los estoicos, cf. por ejemplo Clem. Al. Strom.VII 7 p.852, ou)k ouÅn a)nJrwpoeidh\j o(
Jeo\j tou=d’ e(/neka [kai\] i(/na a)kou/sv: ou)de\ ai)sJh/sewn au)t%= dei=, kaJa/per toi=j
Stwikoi=j, ma/lista a)koh=j kai\ o)/yewj: mh\ ga\r du/nasJai/ pote e(te/rwj
a)ntilamba/nesJai. Oído y vista son los sentidos que nos llevan a las más “raciona-
les” ciencias (logikw/terai) porque, como dijo Ptolomeo (Harm. 6.6-8), ambos son
dia/konoi de la parte racional del alma.
35
Con un sentido técnico.
36
Ptolomeo hace un esquema de tendencias musicales antes de refutarlas en
los próximos capítulos (diamartei=n e(ka/teroi, 7.1; cf. infra 75.14). Esto recuerda a
Aristóxeno, quien en otro contexto (Harm. 49.1 ss.) estableció una oposición entre
los que defienden la parashmantikh/ y los que defienden la aulética como objetivos
de la harmónica: to\ dh\ tau=ta le/gein pantelw=j e)stin o(lou tino\j dihmarthko/toj,
pero también, como señala Long (op.cit., pp.168-169) la distinción entre escuelas
médicas que hace Galeno, que vivió muy poco después que Ptolomeo. Galeno se
separa tanto de los racionalistas, que aunque atienden a la experiencia (pei=ra), ex-
traen conclusiones que son incapaces de probar, como de los empiristas, quienes
sólo se apoyan en la experiencia sin base racional (Gal. de Methodo medendi X 30-
32). Esto indica que en los autores de orientación ecléctica se buscaría un lugar
propio mediante la revisión y aprovechamiento del material de otras escuelas, con-
sideradas como extremos en su disciplina. Porfirio cita como fuentes de Ptolomeo a
Ptolemaide y Dídimo, quienes escribieron tratados que versaban sobre las diferen-
cias entre escuelas de música (cf. Porph. in Harm. 22.22 ss.), y no hay duda de que
Ptolomeo se valió de este material, como veremos a continuación: cf. Porph. in
Harm. 22.22 ss. (así como Plat. R. 530c-531c y Aristox. Harm. 51.18 ss.; no hay
que olvidar la interesante distinción de Aristóteles, APo. 79a1, h( a(rmonikh/, h(/ te
maJhmatikh\ kai\ h( kata\ th\n a)koh/n). Ptolomeo, sin embargo, se aparta del esquema
317
ofrecido por estos autores, estableciendo dos grupos: por un lado, los dedicados a la
mera instrumentación, que serían los o)rganikoi/ y fwnastikoi/ (Porph. in Harm.
24.14-16, 26.6-15, donde también leemos la expresión a)/logoj tribh/ [cf. Dídimo
ap. Porph. op.cit. 26.121-15] para la ocupación de estos músicos, siempre peor con-
siderados: recordemos el desdeño de Aristóxeno (Harm. 52.4 ss.) por estudiar la
a(rmonikh/ desde la organología, y Ptol. Harm. I 8. Por otro lado, el grupo de los
pitagóricos y aristoxénicos, que entran juntos en oi( de\ como recalca Schönberger
(op.cit., p.24) y se desprende ya del tercer grupo de Ptolemaide (Porph., op.cit.
25.16, cf. también 26.2, 26.27 ss., incluso Ptol. Harm. 75.11-16); los aristoxénicos
kata\ me\n th\n e)/nnoian Jewri/an e)/labon (Porph., op.cit. 24.2), lo que no sería lógico
w(j o)dhgo/n (Porph. op.cit. 23.26) sobre los pitagóricos y a w(j parepo/menon (ib.
tv= a)/log% tribv= o ai)sJhtikh\ tribv=, una idea ésta familiar a Platón en su forma
a)/texnoj tribh/, como señala Düring, PPM, p.145; cf. Quint. Inst. X 7), Porph.op.cit.
25.14-16, th\n d’ ai)/sJhsin proe/krinan oi( o)rganikoi/, oiÂj h)\ ou)damw=j e)/nnoia Jewri/aj
e)ge/neto h)\ a)sJenh/j.
318
B1: 7.2-5, los pitagóricos, que desechan los datos de los sentidos (cf. Porph.
op.cit. 25.9-14, 26.15-25; Ps.Plut. de Mus. 1144F). Como para Ptolomeo la a)koh/ es
un criterio, todos los músicos deben forzosamente partir de la percepción (7.2,
pa=si, cf. Porph. in Harm. 29.4, tou=t’ e)/stin a(/pasi toi=j mousikoi=j). Los e(terodo/coi
serían el grupo con criterios opuestos, como indica Porph. op.cit. 29.12 ss.
B2: 7.5-11, los aristoxénicos, que consideran la razón como accesoria, y tra-
bajan con el intervalo, no con la diferencia entre los sonidos, cf. Porph. op.cit.
25.18-26, 27.17-28 (para otra crítica a los aristoxénicos, cf. Ptol. Harm. 27.1 ss.,
donde se explica la relación de éstos y los dos contrarios).
hacen falta dos sonidos desiguales (fJo/ggoi a)niso/tonoi) cuya comparación “produ-
ce una razón por el exceso de cantidad” (12.10, parabolh\n poiei= tina lo/gon e)k tou=
posou= th=j u(perxh=j). En la doctrina rítmica el lo/goj como relación también era un
319
concepto central (cf. Nicom. Exc. 414.11-15; vid. J. Luque Moreno, De Pedibus, de
metris. Las unidades de medida en la rítmica y en la métrica antiguas, Universidad
de Granada, 1995, p.19), al igual que en la harmónica, hay lo/goi i)/soi (1/1), di-
pla/sioi (1/2) y h(mio/lioi (2/3), significativamente denominados con posterioridad
eu)fue/statoi, así como los e)pi/tritoi (3/4) y tetrapla/sioi (1/3), pero hemos visto
en la N.Tr. 17 que la idea de relación, que según Szabó (op.cit., p.139) es de origen
matemático (lo/goj también puede significar número, cf. por ejemplo Hdt. III 120,
cf. Szabó, op.cit. p.223), estaba ya contenida en el concepto de dia/sthma, “interva-
lo” (en harmónica, intervalo de cuerda, de donde intervalo entre dos sonidos).
Lo/goj es entonces un término técnico de la harmónica cuyas características son las
que ya Euclides estableció, cf. Euc.ap. Porph.in Harm. 90.24-91.3 (por contraposi-
ción a la doctrina aristoxénica, cf. N.Tr. 38), lo/goj de\ le/getai du/o megeJw=n
o(mogenw=n h( kata\ phliko/thta poia\ sxe/sij (Euc. Elementa V, dem.3). Para Szabó
(op.cit., pp.221-223) en Euclides queda fijada esta idea de “conexión” entre dos
números, conexión que para Arquitas (DK 47B1) significaba “media proporcional”
entre dos números.
320
El matemático Teón de Esmirna (73.16), tras hacer un estudio del sentido de
lo/goj en Platón y el Perípato, define lo/goj th=j a)nalogi/aj como una relación de
cosas iguales: o( kat’ a)na/logon duoi=n o(/rwn o(mogenw=n h( pro\j a)llh/louj [au)tw=n]
poia\ sxe/sij; pero en música dos sonidos iguales que estableciesen una razón 1:1
no son objeto de la harmónica (cf. Ptol. Harm. I 4), y por ello dia/sthma como di-
afora/ entre sonidos contiene a lo/goj, pero no al revés, como ya hemos visto: cf.
por ejemplo Porph. in Harm. 91.4 ss., citando a Eratóstenes: en un dia/sthma hay
dos lo/goi, o lo que es igual, no es lo mismo el doble respecto a la mitad que su in-
versa, mientras que como intervalo es lo mismo; también Ptolomeo se refiere a esta
importante distinción, cuando en 23.22-24 explica la posibilidad de que, en los ins-
trumentos, el dia/sthma pueda ser diferente pero el lo/goj igual.
Para Ptolomeo al menos está claro: los intervalos musicales son razones en-
tre dos sonidos; los sonidos son consecuencia de unas longitudes (diasta/seij) bien
de cuerda o de auló, longitudes expresadas en números (o(/roi, cf. Theo Sm. 74.8, ta\
o(mogenh= h)\ o(moeidh= lambano/mena ei)j su/gkrisin; Ptolomeo en 7.9 los llama ei)ko/nej
tw=n lo/gwn, una imagen que también utiliza Theo Sm. 100.21, 101.11).
38
Es decir, los aristoxénicos asignan números no a los o(/roi del intervalo (o
diferencia) estableciendo así una razón o lo/goj, sino que miden el intervalo enten-
dido como “distancia”, mediante un número entero. Véase la definición de Aris-
tóxeno para dia/sthma, Harm. 20.20, to\ u(po\ du/o fJo/ggwn w(risme/non mh\ th\n au)th\n
ta/sin e)xo/twn, “lo delimitado por dos notas que no tienen la misma tensión”: lo que
importa es to\ w(risme/non, no el lo/goj entre las dos notas, cuyas particularidades se
dejan a la percepción. Para Aristóxeno es el intervalo lo que es medido como un
espacio, un to/poj entre dos sonidos (cf. Aristox. Harm. 20.18, Cleonid. Harm.
192.13-15; también Trasilo ap. Theo Sm. 48.9), pero no como relación matemática.
Éste procedimiento, que se puede ver en II 14 (nótese la diferencia de expresión de
los géneros entre Aristóxeno y los demás autores), será duramente criticado por
Ptolomeo en I 9, del que aquí tenemos un adelanto.
321
entre dos notas (lo/goj) como una consecuencia de la consideración física del inter-
valo entre dos notas sobre el canon. Básicamente, habría habido tres fases, según
este investigador: un primer momento en que dia/sthma (que es un término técnico
de las matemáticas) sería la “distancia” entre dos puntos cualesquiera en una cuer-
da; sería éste un paso carente de abstracción. Después, cuando la investigación teó-
rica intenta determinar cuáles son las distancias (y por tanto los sonidos) que entre
sí logran una consonancia, se establecen los o(/roi expresados por números, producto
de la previa división numérica del canon (el kano/nion le llamará Ptolomeo). Final-
mente, estos o(/roi numéricos forman el lo/goj, pero también son los o(/roi del
dia/sthma (Szabó, op.cit. pp.146 ss.); en adelante, el dia/sthma ya no designará una
“distancia” determinada en una cuerda, sino en dos (con lo que entre ambas se esta-
blece una relación). Szabó recuerda la confusión entre los autores antiguos en el uso
de dia/sthma, lo/goj o diafora/, y cita como significativo el pasaje de Porph. in
Harm.92.22-23, kai\ tw=n kanonikw=n de\ kai\ PuJagorei/wn oi( plei/ouj ta\
diasth/mata a)nti\ tw=n lo/gwn le/gousin (“la mayoría de canonistas [sc., estudiosos
322
Que la interpretación de Riethmüller es más sólida lo demuestra el uso por
parte de Ptolomeo de dia/sthma. En primer lugar, nuestro autor utiliza poco el tér-
mino, si tenemos en cuenta que estamos ante un tratado sobre teoría musical. Casi
la mitad de las ocasiones en que lo hace, se trata de contextos aristoxénicos: cf. 7.9,
25.17, 33.18, 37.9 (en 120.14 es un uso fosilizado en la definición de pukno/n, cf.
Aristox. Harm. 31.3 ss., Bacch. Harm. 297.21, Anon. Bellerm. 56). En tales lugares
no trata su propia idea de “intervalo”. Sólo restan dos lugares más, que tienen a
nuestro juicio una idea “física” de distancia de cuerda, perceptible a la vista: en
52.17 (las notas por posición lo son en el canon y sobre su cuerda), y claramente en
80.21. Tal renuencia al uso de dia/sthma confirma que el término, usado en otros
contextos, habría podido introducir un elemento de confusión en la terminología
dado lo extendido de la doctrina aristoxénica sobre el intervalo y, además, Ptolo-
meo parece estar intentando desentenderse, para el intervalo, de la idea de “distan-
cia” intermedia (to\ periexo/menon), para la que prefiere con mucho el término
dia/stasij. Este término tiene la ventaja, para Ptolomeo, de evitar el pregnante
dia/sthma cuando desea tratar la longitud (en general) de una cuerda, y también el
a)noikei/wn merismw=n) significan una división del continuo sonoro que posteriormen-
323
de la octava, etc.), y que sería función de la kata/lhyij. De ésta, entre la do/ca y
e)pisth/mh, dice Sexto (ib. VII 150, 3 ss.) h( a)lhqh\j kai\ toiau/th oiÑa ou)k a)\n ge/noito
(Ptol. Harm. 23.1 ss.). En cualquier caso, en Ptolomeo no podemos esperar un desa-
rrollo importante de la noción de sugkata/Jesij en el marco de la teoría de los cri-
terios: cf. 27.3, manteniéndose el origen estoico de la palabra al nivel operativo de
pa/Joj o ai)/tion: Ptolomeo no ofrece el término inserto en el sistema de los krith/ria
h(gemoniko/n usa para aprehender el faino/menon. Parece, a tenor de los pasajes aludi-
dos, que es más grave para Ptolomeo que los datos de la sugkata/Jesij entren en
contradicción con el faino/menon que con los del lo/goj.
40
El capítulo 3 desarrolla la teoría acústica de Ptolomeo, basada en los lo-
gros pitagóricos en la investigación acústica que se remontan a Arquitas, y que pa-
san a través de la escuela peripatética, y con él termina la sección más filosófica del
tratado. Éste y el siguiente capítulo están dedicados a los sonidos en cuanto que uno
de los objetos de la ciencia harmónica (cf. Aristox. Harm. 20.17 ss. y Porph. in
Harm. 5.21). La acústica –que está contenida en la segunda parte de la definición
de a(rmonikh/ de 4.3– es necesaria como estudio propio de las producciones del so-
nido en cuanto que hecho perceptible sujeto a paJh/mata (Iudic. 15.14, Harm.3.7),
además de influir en la construcción del tercer criterio, el canon armónico; incide en
una teoría cuantitativa del sonido, la concepción normal en la acústica griega anti-
gua (con excepciones como Teofrasto, en Porph. in Harm. 61.22-65.15) y siguien-
do muy de cerca al escrito peripatético de Audibilibus. Además, como habremos de
ver, la teoría acústica que Ptolomeo ofrece en este capítulo tiene mucho que ver con
la de Nicómaco (Harm. cap.4), y a este respecto el texto de Ptolomeo ha sido inter-
pretado como una crítica a este autor (F. R. Levin, “Plhgh/ and ta/sij in the Har-
monika of Klaudios Ptolemaios”, Hermes 108 [1980], p. 212); pero Ptolomeo re-
presenta una aportación original en algunos aspectos, sobre todo, como ha señalado
Barker (op.cit., p.33), dentro de un sistema de causa-efecto. Además de proporcio-
324
nar una base para la consideración matemática de los intervalos, una gran parte de
las consideraciones del capítulo son necesarias en el momento de las comprobacio-
nes mediante el canon que se producen a lo largo de la Harmónica, a pesar de que
en varios aspectos es imposible una comprobación experimental de los postulados
ptolemaicos.
dice a Nicómaco, sino que sigue los postulados típicos de la acústica griega al me-
nos en este respecto.
325
41
Sobre este par, cf. el tratamiento filosófico de Aristóteles en Cat. 8a26.
La teoría griega sobre la producción del sonido y su altura tonal sostenía que la
ta/sij (tensión) dependía de aspectos cuantitativos, asociados casi siempre desde
Arquitas de Tarento (DK 47B1) a la “velocidad”: vid. por ejemplo Arist. de An. II
8, Ps.Arist. Pro. XI 6. Pero la disyuntiva a la que se refiere Ptolomeo alude a que
no fue la consideración cuantitativa la única en acústica, pues hubo quienes como
Teofrasto (ap. Porph. in Harm. 61.22-65.15) intentaron refutar la concepción cuan-
titativa del sonido (Porph. op.cit. 61.16) típica del pitagorismo. El hecho de consi-
derar “medibles” o “cuantificables” las variables –explicadas como causas– que va
a exponer Ptolomeo hace que se decante por la perspectiva cuantitativa de las dife-
rencias de altura entre sonidos; otra cosa es, como señala Barker (op.cit., p.35), que
no ofrezca descripciones verdaderamente cuantitativas de esas variables que des-
arrollará: ahí es donde reside, quizá, el aspecto más débil del desarrollo argumenta-
tivo del capítulo. Nicómaco (Harm. 243.5 ss.) representa un intento de salvar si-
quiera teóricamente la imposibilidad de cuantificación sugiriendo un análisis de las
percusiones en partes discretas (polla\ kata\ me/rh; vid. F. R. Levin The Manual of
Harmonics of Nicomachus the Pythagorean. Phanes Press, Michingan 1994, p.66),
si bien Heráclides Póntico (ap. Porph. in Harm. 30.16 ss.) situó la percusión en un
punto temporal difícil de precisar: e)n ou)deni\ xro/n% e)sti\n a)ll’ e)n o(/r% xro/nou tou=
paralhluJo/toj kai\ to\ me/llontoj (ib. 30.19-20).
42
Aquí y en 7.20 encontramos el par ai)/tion-pa/Joj de 4.7 aplicado al estu-
dio de la acústica. Las “afecciones” devienen de las variaciones en las percusiones
en función de las tres variables que a continuación pasa a enumerar (para/, 7.20-
22), la investigación de cuyas “causas” (causa de la agudeza-gravedad, de volumen,
etc) sitúa al capítulo en un plano racional. Por eso, a pesar del carácter experimental
y observacional que posee el capítulo, el discurso y el procedimiento están gober-
nados por los principios racionales de derivación, lo que quiere decir que las con-
clusiones no son fruto de la experimentación, sino de la asunción de determinados
postulados ya tradicionales en la acústica, como la distribución de factores en la
producción del sonido.
326
43
Podemos leer el mismo término, usado en un contexto similar, en Eliano
(ap. Porph. in Harm. 33.24), kai\ ou(/twj h( ki/nhsij ai)ti/a gi/netai tou= pa/Jouj, e
igualmente ya en Arist. Sens. 446b25, e)/sti d’ ou)/te sw/mata tau=ta (sc. los sonidos
y olores) a)lla\ pa/Joj kai\ ki/nhsi/j tij (cf. H. B. Gottschalk, “The De Audibilibus
and Peripatetic Acoustics”, Hermes 96 [1968], p.444, n.4) y su discípulo Teofrasto
(fr. 91, th\n a)koustikh\n ai)/sJhsin Qeo/frastoj paJhtikwta/thn eiÅnai/ fhsi pasw=n.
Las “diferencias” (diaforai/) entre los sonidos tienen que ver con las variaciones en
las percusiones, los pa/Jh, que habrán de ser consideradas en su significado con la
vista en 4.4 y 7, que van más allá de unos meros “cambios”. Éstos se dan en tres
niveles, una organización que guarda similitudes con Arist. de An. 419b10, gi/netai
d’ o( kat’ e)ne/rgeian yo/foj a)ei/ tinoj pro/j ti kai\ e)/n tini (“el sonido en acto es siem-
pre producido por algo, contra algo y en algo” [ap. Porph. in Harm. 39.10 ss.]).
Que el sonido es producto de un “golpe”, plhgh/, en el aire, quedó establecido en
4.2 al definir el sonido como pa/Joj a)e/roj plhssome/nou, cf.Arist. de An. 419b21
(por otra parte, que el sonido –fwnh/, yo/foj– es producto de una percusión es algo
universal en la acústica griega desde Arquitas). Para Ptolomeo serían, en primer
lugar, la fuerza de aquello que golpea; a continuación, las condiciones físicas de los
dos términos de la percusión; y por último la distancia entre lo que golpea y lo que
es golpeado (en lenguaje moderno, amplitud, resonancia y frecuencia, según SPH,
p.10, n.47); estos dos últimos factores los juzgará como los verdaderamente deter-
minantes para la altura (8.16 ss.) por su carácter cuantificable. Ptolomeo está traba-
jando sobre el material peripatético anterior (el pasaje de de An. y también Aud.
[Porph. in Harm. 67.24-77.18 = 800a-804b Bekker]) y sobre fuentes que no han
sido transmitidas, y reelabora los condicionantes del sonido en una manera original.
44
Teofrasto es una fuente principal para Ptolomeo en este capítulo: cf. el
pasaje citado por Porph. in Harm. 64.25-2, ou) ga\r wÂn paraleipome/nwn gi/netai
ta/de ai)/tia tou= eiÅnai ou)x w(j poiou=nta, a)ll’ w(j mh\ kwlu/onta. Barker (op.cit., p.36)
no cree que Ptolomeo hubiese podido crear las condiciones experimentales apro-
piadas tales que fuese capaz de controlar la inmutabilidad de las variables. En cual-
quier caso, Ptolomeo participa de las posibilidades experimentales de que gozase la
acústica griega en general, porque aunque con variaciones, las variables con las que
327
trabaja se encuentran en otros escritos sobre la materia. No olvidemos que el capítu-
lo desentraña los ai)/tia y por ello trabaja desde la perspectiva racional–
argumentativa.
45
A su juicio es una condición indistinguible a los sentidos del hombre. La
su/stasij del aire como “lo golpeado” está ausente de la acústica griega anterior, y
aquí entra en consideración como par necesario de la su/stasij de to\ di’ ou to\
plhgh/ (7.22). Al no ser tal disposición perceptible para el ser humano, en primer
lugar, como sugiere Solomon (op.cit., p.11, n.48), de esta manera se elimina un
factor que no es susceptible de ser medido cuantitativamente. Es cierto que los es-
critos sobre acústica dan cabida a otros elementos que el aire como lo golpeado, cf.
Aud. 800a1 ss., ta\j de\ fwna\j a(pa/saj sumbai/nei gi/gnesJai kai\ tou\j yo/fouj h)\ tw=n
swma/twn h)\ tou= a)e/roj pro\j ta\ sw/mata prospi/ptontoj, pero en la mayoría de los
casos es el aire mismo que, en las fuentes sobre todo de corte peripatético, es el
elemento que transmite el sonido en función de la fuerza con que se emita, pero
también cuando no es dispersado: véase Arist. de An. 420b11, Adrasto (ap. Theo
Sm. 50.6 ss.), etc. En el caso de Ptolomeo, se pasa totalmente por encima de las
modificaciones del aire, que va a adoptar las susta/seij del elemento que even-
tualmente lo percuta (vid. infra). Aristóteles, en de An. II 8, especifica que “el aire
se mantiene sin disgregarse” (419b21, o(/tan u(pome/nv plhgei\j o( a)h\r kai\ mh\
diaxuJv=), un factor que recoge Adrasto (ap. Theo Sm., loc.cit.), yo/foj de\ plh=cij
a)e/roj kekwlume/nou Jru/ptesJai (“el sonido es una percusión del aire al que se le
impide disgregarse”), y en cualquier caso siempre hay movimiento del aire: cf.
Ps.Arist. Pro. XI 6 (61.15), o( a)h\r o( fero/menoj poiei= to\n yo/fon, “el aire en movi-
miento produce el sonido”. Ptolomeo no alude a estos factores, aunque no hay duda
de que los conocía, pues I 3 sigue en gran medida al peripatético Aud. y este escrito
también habla del movimiento del aire en forma de volúmenes contiguos, cf. Aud.
800a7 ss., o(/tan ga\r to\n e)fech=j a)e/ra plh/cv to\ pneu/ma to\ e)mpi=pton au)t%=, o( a)h\r
h)/dh fe/retai bi/a? to\n e)xo/menon au(tou= prowJw=n o(moi/wj, “cuando la exhalación que
rodea al aire golpea al aire contiguo, el aire ya es desplazado con violencia, empu-
jando de manera similar al que hay a continuación a él”. Ptolomeo sin embargo no
dice nada de esto; para él la causa de que el aire y sus modificaciones no sean con-
siderados es la incapacidad de percibir éstas. Ésta es una explicación que puede
328
parecer insuficiente, ya que no aclara por qué los peripatéticos señalaban factores
no perceptibles como causa de hechos perceptibles, siendo además una doctrina
ésta muy extendida. Pero sin embargo también las fuentes hablan del problema de
la percepción de otros aspectos acústicos, como la plhgh/ misma: obsérvese las difi-
cultades para explicar esto por parte de Heráclides (citado por Porfirio, sobre todo
vid. in Harm. 30.19 ss.); el autor de Aud. utiliza la velocidad del impacto para ex-
plicar por qué el aire mantiene las características del agente percutor (803b26 ss.).
El alejandrino, por su parte, recoge las modificaciones del aire producidas por to\
plh=tton (vid. N.Tr. 47) ya en su definición de yo/foj de 4.4, donde pa/Joj bien re-
cordaba, según vimos, a Eliano (ap. Porph. in Harm. 33.20 ss.). No son las condi-
ciones del aire lo determinante, sino cómo influyen las de to\ plh=tton contra él, con-
forme a la definición inicial de 4.4; este principio quedaría lógicamente invalidado
si la su/stasij del aire fuera relevante –y perceptible–, porque entraría en colisión
con la su/stasij de lo que golpea (cf. BPH, p.38 para otra interpretación).
mo, para Aud. 800a16-19, las variaciones en el sonido dependen –como para Pto-
lomeo– de las diferencias en el agente percutor, y no en el aire.
46
El segundo de los factores ya enumerados. El orden de tal enumeración
no es el mismo ahora que el de 7.20-23; aquí se desarrollan según el grado de inci-
dencia en la causación de sonidos agudos o graves (vid. BPH, p.38). En este caso, la
fuerza del percutor es sólo causa de magnitud (volumen) del sonido para Ptolomeo
(ai)/tion tou= mege/Jouj) pero no de altura tonal. Aunque el mismo Pitágoras en la
herrería había desestimado el factor fuerza como causante de la altura (Nicom.
Harm. cap.6), la explicación más antigua en un plano más general y abstracto es
una combinación de altura tonal y fuerza / debilidad que remonta a Archyt. fr.1; en
este pitagórico fuerza y rapidez son equivalentes a agudeza, y lentitud y debilidad, a
gravedad: cf. Porph. in Harm. 57.1-3 [Archyt., DK 47B1], a(\ me\n a)po\ ta=n plaga=n
taxu\ paragi/netai kai\ <i)sxurw=j>, o)ce/a fai/netai, ta\ de\ brade/wj kai\ a)sJenw=j,
329
bare/a dokou=nti hÅmen. El aristotelismo consideró que podía existir una fuente de
emisión sonora con gran volumen (fortaleza) y producir un sonido grave, y vicever-
sa: cf. Arist. GA 786b28-33, fasi\ ga/r tinej to\ me\n polu\ brade/wj kinei=sJai to\ d’
o)li/gon taxe/wj, kai\ tau/thn ai)ti/an eiÅnai tou= ta\ me\n baru/fwna eiÅnai ta\ d’
o)cu/fwna, le/gontej me/xri tino\j kalw=j, o(/lwj d’ ou) kalw=j. t%= me\n ga\r ge/nei o)rJw=j
e)/oike le/gesJai to\ baru\ e)n mege/Jei tini\ eiÅnai tou= kinoume/nou; igualmente,
baru/j, kai\ sfodra=j me\n mei/zwn hÅxoj, h)re/mou de\ mikro/j). Las razones que aduce
“pues la velocidad del aire hace a la voz aguda; la fuerza, en cambio, la hace dura”.
Teofrasto (fr. 89, Porph. in Harm. 61.22 ss.) es un buen ejemplo de la serie de con-
tradicciones que ocasionaba esta relación entre la altura y la cantidad de fuerza ne-
cesaria para desplazar un determinado montante de aire (vid. sobre todo Porph.
op.cit. 63.8-11) y que pudo tener en cuenta Ptolomeo. Pero con todo, el alejandrino
no parece haber escapado de la relación que hay entre la fuerza que impele un vo-
lumen al sonido y los causantes de la agudeza expresados infra en 9.11-13, como ha
señalado Barker (op.cit., p.40): emplea la misma palabra, sfodro/teron, para negar
aquí la relación fuerza-altura, y para afirmarlo allí (en 9.13, cf. nota 55), con lo que
parece que se pierde la coherencia del razonamiento volviendo a introducir un fac-
tor desechado antes. Para Ptolomeo habría entonces, a la vista al menos de 9.13,
relación entre el aumento del vigor y la agudeza sonora, pero este vigor no entraña-
ría, al modo aristotélico, un desplazamiento de aire capaz de un movimiento rápido
330
(que originaría un tono agudo, cf. Arist. GA 787a), si atendemos a lo que dice 9.4
ss.
47
El desarrollo de 7.21-22, es decir, las características físicas del elemento
que produce la percusión. Levin (“Plhgh/ and ta/sij...”, p.216) interpreta errónea-
mente como factores determinantes de la altura tonal las cualidades físicas (sus-
ta/seij) de la cosa golpeada (to\ plhtto/menon) y no del elemento que golpea: sin
embargo, Ptolomeo dijo que las condiciones físicas de lo golpeado no nos son per-
ceptibles (pues es el aire y no el objeto, que es quien golpea al aire) según 7.25-8.1;
otra cosa es que Ptolomeo piense que variables imperceptibles no determinen varia-
ciones sonoras perceptibles, como agudamente ha puesto de manifiesto Barker
(BPH, p.42). Los tres pares de opuestos de 8.18 ss. son propiedades de to\ plh=tton,
lo que golpea el aire (cuerda, voz, u(fo/lmion) y no de lo golpeado (para Levin lo
golpeado, to\ plhtto/menon, es a su vez lo que percute el aire).
Las cualidades que tienen que ver con las plhgai/ se remontan a las cualida-
des de tercer y cuarto género de Aristóteles (Cat. 9a28 ss.); el pasaje ptolemaico
tiene como fuente al Estagirita y Aud. 803b26 ss., pero también está relacionado
con otros textos anteriores como algunos Problemata. Se articula en dos períodos:
en primer lugar, aquello que tiene que ver con las “disposiciones originales del
cuerpo”, para\ ta\j prw/taj tou= sw/matoj susta/seij, en función de tres cualidades,
mano/n–pukno/n (cf. Arist. Cat. 10a17, Aud. 803b28-29 a)raia/j – pukna/j), lepto/n –
paxu/ (cf. Aud., loc.cit. lepta/j – paxei/aj) y lei=on – traxu/ (cf. Arist. Cat. 10a17,
Aud., loc.cit. malaka/j – sklhra/j). En segundo lugar, según “sus formas”, para\ ta\
sxh/mata (cf. Arist. Cat. 10a11-12, te/tarton de\ ge/noj poio/thtoj sxh=ma/ te kai\ h(
Como veremos más adelante (vid. N.Tr. 53), las cualidades audibles del so-
nido son las mismas que las cualidades tangibles de las cosas que inician y modifi-
can sus movimientos; la fundamentación lógica de este aserto es aristotélica, cf.
Arist. Cat. 9a28 ss., y su aplicación se halla en Aud. 803b25-32, oi(/aj ga\r a)\n ta\j
a)rxa\j e)/xwsi th=j kinh/sewj ai( tou= a)e/roj plhgai/, toiau/taj kai\ ta\j fwna\j sum-
bai/nei gi/gnesJai prospiptou/saj pro\j th\n a)koh/n, oiÂon a)raia\j h)\ pukna/j, h)\ mala-
ka\j h)\ sklhra/j, h)\ lepta\j h)\ paxei/aj. a)ei\ ga\r o( e(/teroj a)h\r to\n e(/teron kinw=n
331
w(sau/twj poiei= th\n fwnh\n a(pa/san o(moi/an, kaJa/per e)/xei kai\ e)pi\ th=j o)cu/thtoj kai\
th=j baru/thtoj. En este caso, la velocidad del impacto (una causa no explícita en la
Harm.) asegura la identidad entre fuente sonora y sonido. Al igual que para Ptolo-
meo, lo determinante es la fuente del sonido, porque el aire no modifica a éste, aun-
que como vimos para el autor de Aud. sí sea determinante el volumen expelido
(804a9 ss., por ejemplo). Schönberger (op.cit., pp.51-52) comparó estos contrarios
con sus antecedentes, así como lo que toca a los sxh/mata, y señaló (ib., p.53) lo
que a su juicio era una inconsistencia del paso de las cualidades a las cantidades,
que Düring ve directamente como una petitio principii (op.cit., p. 150); si Ptolomeo
no acepta el condicionamiento del aire para explicar la particularidad del sonido,
debería desarrollar una teoría de cualidades (como las aristotélicas) pero a condi-
ción de llegar a la teoría normal (como en Porph. in Harm. 37.6-8) de la cantidad.
Pero como veremos en las notas siguientes, Ptolomeo se apoya en la tradición peri-
patética a la hora de enumerar las causas de las diferencias en los sonidos en lo que
respecta al agente percutor, y ya una de sus fuentes, Arist. Cat.10a11 ss., estableció
que lo que Ptolomeo llama prw=tai susta/seij (Aristóteles las cita junto a los
sxh/mata, pero no las incluye en ellos) no son cualidades, sino “una posición de las
to\ de\ mano\n kai\ to\ pukno\n kai\ to\ traxu\ kai\ to\ lei=on do/ceie me\n a)\n poio\n
shmai/nein, e)/oike de\ a)llo/tria ta\ toiau=ta eiÅnai th=j peri\ to\ poio\n diaire/sewj.
(Cat.10a16-19).
“lo raro o lo denso, lo rugoso o lo liso, podría parecer que significan tal o
cual, pero las cosas de este tipo, probablemente, quedan al margen de la di-
visión de lo cual” .
332
(ib., 10a19-20). Esta “posición de las partes” (Je/sin tina\ tw=n mori/wn) ya está ade-
lantada un poco antes en el mismo tratado, en su parte dedicada a la cantidad (to\
poso/n, Cat. cap.6): cf. 4b20 ss., “de lo cuanto, por su parte, lo hay discreto y lo hay
continuo; y lo hay que consta de partes componentes que mantienen una posición
mutua (tou= de\ posou= to\ me/n e)sti diwrisme/non, to\ de\ sunexe/j. kai\ to\ me\n e)k Je/sin
e)xo/ntwn pro\j a)/llhla tw=n e)n au)toi=j mori/wn sune/sthke), cf. ib. 5a15. Esta posición
respectiva de las partes está bien definida en cuanto cantidad, y de ahí los reparos
de Aristóteles para su consideración como cualidades. Uno de los ejemplos que
aduce para tal “posición de las partes” es la línea, tanto 10a22 referida al par lei=on-
traxu/ como antes en 4b23, un ejemplo éste que en la sección de la Metafísica dedi-
cada a la cantidad (V 13) aparece entre las cosas “que poseen por sí cantidad”, cf.
Metaph. 1020a17-18, tw=n de\ kaJ’ au(ta\ ta\ me\n kat’ ou)si/an e)sti/n, oiÂon h( grammh\
poso/n ti: compárese el aristotélico kat’ ou)si/an con el ptolemaico para\ to\ poso\n
te/tarton de\ ge/noj poio/thtoj sxh=ma/ te kai\ h( peri\ e(/kaston u(pa/rxousa morfh/
(...) kai\ kata\ th\n morfh\n de\ e(/kaston poio/n ti le/getai: to\ de\ mano\n kai\ to\
333
pukno\n kai\ to\ traxu\ kai\ to\ lei=on do/ceie me\n a)\n poio\n shmai/nein, e)/oike de\
a)llo/tria ta\ toiau=ta eiÅnai th=j peri\ to\ poio\n diaire/sewj. (...) poio/thtej me\n
ouÅn ei)si\n ai( ei)rhme/nai, poia\ de\ ta\ kata\ tau/taj parwnu/mwj lego/mena h)\
Para Aristóteles, lo denso o lo liso no son sxh/mata; las figuras son cuali-
dades, y pone como ejemplos de figura y forma la “derechura” o la “curvatura”. Sin
embargo, añade, lo raro o lo denso no pertenecen a la categoría de lo cual (e)/oike de\
a)llo/tria ta\ toiau=ta eiÅnai th=j peri\ to\ poio\n diaire/sewj, Cat. 10a18-19), porque
más bien indican “una posición de las partes”. Siguiendo aquí a Aristóteles es por
lo que Ptolomeo separa las susta/seij de los sxh/mata, aunque ambos factores in-
tervienen en la producción del sonido. El sentido acústico de sxh=ma (un sentido
ausente en la fuente aristotélica) procede ya de textos de la escuela peripatética,
como señala Raffa (op.cit., p.118), y Ptolomeo encuentra el material que le interesa
preparado: así, Ps.Arist. Pro. XI 51 (74.6), h( fwnh\ a)h/r tij e)sxhmatisme/noj e)sti/;
Teofrasto (ap. Porph. in Harm. 64.5) es el autor que más claramente vincula “for-
ma” (sxh=ma) del sonido y agudeza: ei) kai\ porrwte/rw e)kinei=to, ou) dia\ tou= plei/ouj
kinei=sJai a)riJmou\j o( o)cute/roj, a)lla\ dia\ to\ sxh/ma. El autor de Aud. (800a3) sin
embargo rechaza esta idea en una alusión clara a este pasaje (lo que apoyaría la idea
de que Teofrasto no es su autor, según Gottschalk, op.cit., p.454), ta\j de\ fwna\j
a(pa/saj sumbai/nei gi/gnesJai kai\ tou\j yo/fouj h)\ tw=n swma/twn h)\ tou= a)e/roj pro\j
ta\ sw/mata prospi/ptontoj, ou) t%= to\n a)e/ra sxhmati/zesJai, kaJa/per oi)/ontai/ tinej
334
University Press, 1978, pp.24-25), cf. Ps.Arist. Pro. XI 23 (11.51); una hermosa
expresión de ella la tenemos en Lucr. IV 549-556 Martin:
e)pifa/neian kata\ poia\n plh==cin gi/nesJai fwnh/n, “(Si la voz es incorpórea y cómo
nace el sonido): Pitágoras, Platón y Aristóteles [consideran que es] incorpórea: pues
el sonido no es el aire, sino la figura en torno al aire y su manifestación por una
percusión” (ib., l.3-7); en cambio, los estoicos piensan diferente: oi( de\ Stwikoi\
sw=ma th\n fwnh/n: (...) a)kou/omen ga\\r au)th=j kai\ ai)sJano/meJa prospiptou/shj tv=
a)kov= kai\ e)ktupou/shj kaJa/per daktuli/ou ei)j khro/n “en cambio, los estoicos
[consideran] la voz como un cuerpo: (...) pues la oímos y percibimos que se precipi-
ta al oído, y que da forma como un dedo en la cera”. En este pasaje está claro que
los pitagóricos, los platónicos y los aristotélicos vinculaban el sonido con los
sxh/mata, las figuras, y que nada de esto es válido para los estoicos: recuérdese en
la nota 3 cómo Arístides Quintiliano diferenció aquellos que definían el sonido tan
sólo como “aire golpeado” y aquéllos que lo hacían como “la afección” (pa/Joj) de
éste, una afección que se puede entender como esas “figuras” que adopta el aire en
su consideración del sonido como algo incorpóreo.
49
Ptolomeo sigue ahora de cerca de Aristóteles (como también lo hace Au-
d.) en la doctrina de las cualidades, de las que sólo se ocupará del tercer y cuarto
género. En efecto, Aristóteles (Cat. 9a27 ss. = Porph. in Harm. 41.14 ss.) enumera
335
como tercer género de cualidad las “cualidades afectivas y las afecciones”, paJhti-
kai\ poio/thtej kai\ pa/Jh, tales como la dulzura o amargura (sabores), el calor o frío
ver con la poio/thj. El sabor, olor y color no tienen que ver con el impacto y por eso
no son “sonoros”: cf. Arist. de An. 420a3, yofhtiko\n me\n ouÅn to\ kinhtiko\n e(no\j
a)e/roj sunexei/# me/xrij a)koh=j, “es pues sonoro todo objeto capaz de poner en mo-
la doctrina aristotélica del sxh=ma como paJhtikh\ poio/thj (vid. N.Tr. 48) con la
acepción acústica de la escuela peripatética. Como para Aristóteles los pares opues-
tos denso-fino, rugoso-liso no entran totalmente en la noción cualitativa de los
sxh/mata, éstos no intervendrán en la altura tonal (es decir, en la agudeza o grave-
dad de un sonido) sino en su forma. Así, Ptolomeo, que en su teoría sigue en mu-
chos aspectos a Aud., desliga los sxhmatismoi/ de la altura tonal, pues ésta tendrá
que ver con los factores que dependan de la cantidad, para\ to\ poso/n, Harm. 8.24).
336
Estos sxhmatismoi/, para Ptolomeo –al igual que para el autor de Aud.– son causa
de unos ciertos no/moi en los sonidos (Aud. 800a24, ai( diaforai/), de unas determi-
nadas formas en los sonidos, pero no de la ta/sij, como sí lo eran quizá para Adras-
to (ap. Theo Sm. 66.2-3, aunque de otra forma: w(j mh\ r(adi/wj kinei=sJai mhde\
Ja=tton plh/ttein te kai\ ei)dopoiei=n pleio/na o)/nta to\n peri\c a)e/ra, “no se pueden
imitan los sonidos animales mediante las configuraciones de los aparatos fonadores,
cf. Aud. 800a16-26, a)napne/omen de\ to\n me\n a)e/ra pa/ntej to\n au)to/n, to\ de\ pneu=ma
kai\ ta\j fwna\j e)kpe/mpomen a)lloi/aj dia\ ta\j tw=n u(pokeime/nwn a)ggei/wn diafora/j
(...). tau=ta de/ e)stin h(/ te a)rteri/a kai\ o( pneu/mwn kai\ to\ sto/ma. plei/sthn me\n ouÅn
diafora\n a)perga/zontai th=j fwnh=j ai(/ te tou= a)e/roj plhgai\ kai\ oi( tou= sto/matoj
sxhmatismoi/ (...), kai\ tou\j au)tou\j o(rw=men mimoume/nouj kai\ i(/ppwn fwna\j kai\ ba-
tra/xwn ktl, “todos respiramos el mismo aire, pero emitimos el hálito y las voces
diferentes gracias a las diferencias de las cavidades subyacentes (...). Éstas son la
tráquea, el pulmón y la boca. Así pues, la mayor diferencia de la voz la llevan a
cabo las percusiones del aire y las configuraciones de la boca (...), y vemos que las
mismas [personas] imitan los sonidos de los caballos, de las ranas…”
Para Ptolomeo los sxhmatismoi/ están entonces en la naturaleza, y los imi-
tamos gracias a la figura que formamos en nuestra boca y lengua (8.13-14 dia\ me\n
tou= sxh/matoj e)pi\ me\n tw=n to\ toiou=ton e)pidexome/nwn, oiÂon tw=n glwssw=n kai\ tw=n
stoma/twn). Mientras que para Aud. los sxhmatismoi/ dependían de la tráquea, pul-
337
món y boca, para Ptolomeo el sxh=ma es recibido por boca y lengua, lo que denota
que a él no le interesan los sonidos onomatopéyicos que imitan a los animales (para
los que haría falta un sxhmatismo/j especial de la tráquea) sino sólo las palabras, lo
que deviene tan sólo del sxh=ma de boca y lengua. La diferencia, pues, con Aud.
radica en que para el autor peripatético el hombre imita mediante sus sxhmatismoi/,
mientras que para Ptolomeo éstos están en la naturaleza (sin que se nos precise qué
son tales sxhmatismoi/), y el hombre los imita gracias al sxh=ma de boca y lengua.
Por eso, señala Raffa (op.cit., p.120) que mientras Aud. se ocupa del sonido
de caballos, ranas y otros animales, Ptolomeo en cambio se refiere a la “creación
onomatopéyica” (8.15, o)nomatopoiou=ntai) de palabras cuyo sonido imita al que hay
en la naturaleza, pero que tienen, más allá del valor sonoro imitativo, significado
lingüístico (Raffa, op.cit., p.122-123). Tales sonidos no proceden sólo del mundo
animal: Ptolomeo se refiere aquí a fwnai/ y klaggai/ (que tienen un origen en “seres
animados”) pero también a pa/tagoi y dou=poj, que no tienen por qué tenerlo.
52
Aud. naturalmente no cuenta con esto. Pertenece a la teoría estoica: para
Crisipo (SVF II 839.7) es logistiko\n mo/rion th=j yuxh=j; pero el pasaje de Ptolomeo
recuerda sobre todo lo que dice Diógenes de Babilonia (citado por D. L. VII 55, 4-
6), z%/ou me/n e)sti fwnh\ a)h\r u(po\ o(rmh=j peplhgme/noj, a)nJrw/pou d’ e)/stin e)/narJroj
kai\ a)po\ dia/noiaj e)kpempome/nh. Raffa (op.cit., p.123) sugiere la traducción “grazie
al fatto che l’uomo possiede la parte predominante dell’anima più abile e più adatta
al linguaggio”, contra las traducciones habituales de logiko/n por “racional”, en vis-
ta de la reflexión sobre el lenguaje que conlleva la teoría ptolemaica sobre el
sxhmatismo/j y que señaló el mismo Raffa (cf. N.Tr. 51).
de/dektai ga\r h(mi=n i(kanw=j, o(/ti to\ dianohtiko\n kai\ duna/mei kai\ ou)si/#? timiw/teron
338
kai\ Jeio/tero/n e)stin e)/n te t%= panti\ kai\ e)n h(mi=n: kai\ o(/ti to/poj au)tou= ta\ a)nwta/tw,
53
Como señala Barker, aunque este par de contrarios no están contempla-
dos explícitamente por Aristóteles en sus Categorías, sí se lee mucho antes, y en la
escuela platónica: cf. Plat. Ti. 67b6, th\n de\ o(moi/an (...) traxei/an, Nicom. Harm.
243.8-10 kai\ o(malou=...traxei/an, e incluso también el mismo Aristóteles, GA
788a22, th=j de\ traxufwni/aj ai)/tion kai\ (...) a)nw/malon. El tratado peripatético Aud.
sí estudia detenidamente la producción de los sonidos lisos o ásperos. Para Barker
(op.cit., p.42), en la paronimia se encuentra la clave del cambio de la cualidad a la
cantidad, pues al verse una relación causa-efecto, es esencial que en las causas haya
variables cuantitativas (cf. Harm. 8.23-24, o(/ti kai\ tw=n ei)rhme/nwn susta/sewn
e(kate/ra poio/thj ouÅsa para\ to\ poso\n ge/gone th=j ou)si/aj) pero la paronimia ya se
encuentra en la fuente aristotélica pura Aud. y Ptolomeo: cf. Arist. Cat. 10a28.
54
Schönberger (op.cit., p.52) ofrece las fuentes de este pasaje, cuya matriz
filosófica son las Categorías aristotélicas (9a28 ss.). La justificación del paso del
nombre de la cualidad a la configuración del sonido o paronimia se encuentra en
Cat. (1a15, 10a27 ss.) y en GA 788a22, de una manera similar en los aparatos fona-
dores; su aplicación efectiva en la investigación acústica, como ya hemos señalado,
se lee ya en Aud. 803b25-32. Esta identidad entre el sonido y su fuente aparece en
fuentes platónicas prácticamente con los mismos pares de opuestos, y se volverán a
repetir en Nicom. Harm. 243.5-10. Veamos un esquema de los paralelismos en tex-
tos anteriores a Ptolomeo (aunque sus fuentes son Aristóteles y Aud.):
Plat. Ti. 67b6 o(/sh d’ au)th=j taxei=a, o)cei=an, o(/sh de\ bradute/ra, bradute/ran: th\n
de\ o(moi/an o(malh/n te kai\ lei/an, th\n de\ e)nanti/an traxei=an: mega/lhn
de\ th\n pollh(n, o(/sh de\ e)nanti/a, smikra(n
Sect. Can. 148.9-11 tw=n de\ kinh/sewn ai( me\n pukno/terai/ ei)sin, ai( de\ a)raio/terai, kai\ ai(
me\n pukno/terai o)cute/rouj poiou=si tou\j fJo/ggouj, ai( de\
a)raio/terai barute/rouj
Arist. Cat.10a16-19 to\ de\ mano\n kai\ to\ pukno\n kai\ to\ traxu\ kai\ to\ lei=on do/ceie me\n a)\n
poio\n shmai/nein, ktl.
Aud. 803b26-29 oi(/aj ga\r a)\n ta\j a)rxa\j e)/xwsi th=j kinh/sewj ai( tou= a)e/roj plhgai/,
toiau/taj kai\ ta\j fwna\j sumbai/nei gi/gnesJai prospiptou/saj pro\j
th\n a)koh/n, oiÂon a)raia\j h)\ pukna/j, h)\ malaka\j h)\ sklhra/j, h)\ lepta\j
h)\ paxei/aj
339
Nicom. Harm. pollou= me\n ouÅn plh/gmatoj h)\ pneu/matoj ei)j to\n pe/ric a)e/ra
243.5-10 e)mpeso/ntoj kai\ kata\ polla\ me/rh plh/cantoj au)to\n mega/lhn
a)potelei=sJai fwnh/n, o)li/gou de\ mikra/n, kai\ o(malou= me/n lei=an,
a)nwma/lou de\ traxei=an, kai\ brade/wj me\n e)nexJe/ntoj bradei=an,
taxe/wj de\ o)cei=an.
Ptol. Harm. 8.18 ss. dia\ de\ th\n th=j leio/thtoj h)\ traxu/thtoj poio/thta mo/nh pa/lin, kaJ’
h(\n o(mwnu/mwj le/gontai lei=oi/ tinej h)\ traxei=j, o(/ti kai\ auÂtai
poio/thte/j ei)si kuri/wj: dia\ de\ th=j mano/thtoj h)\ pukno/thtoj kai\ th=j
paxu/thtoj h)\ lepto/thtoj poio/thtaj, ktl.
55
Es conocido que este par de contrarios se utiliza en música
“metafóricamente” según Aristóteles (de An. 420b29). El sentido no marcado es el
de “afilado”, “penetrante” en el caso de o)cu/j: por ejemplo, Pro. XIX 8 (p.82), dia\
ti/ h( barei=a to\n th=j o)cei/aj i)sxu/ei fJo/ggon; h)\ o(/ti mei=zon to\ baru/: tv= ga\r a)mblei/#
e)/oike, to\ de\ tv= o)cei/# gwni/#, (cf. Top.106a13) que en su comparación con un ángulo
agudo no está lejos del modelo de la “forma” o “disposición” del que toma su
nombre (también Arist. Top. 106a32-33, o(moi/wj de\ kai\ to\ o)cu\ kai\ to\ a)mblu\ e)n
xumoi=j kai\ e)n o)/gkoij, a)lla\ to\ me\n a(fv=, to\ de\ geu/sei, Thphr. ap. Porph. in Harm.
63.13-15, S. E. M. V 40).
340
cualidades a lo agudo, tanto en textos de orientación pitagórico-platónica como
Sect. Can. 148.9 ss., tw=n de\ kinh/sewn (...) barute/rouj, como en los peripatéticos,
por ejemplo Pro. XI 19 (68.6-69.4), h( de\ o)cei=a (sc. fwnh\) po/r)r/w a)kou/etai o(/ti lep-
tote/ra e)sti (...) le/goi d’ a)\n tij o(/ti kai\ Ja/ttwn e)sti\n h( poiou=sa au)th\n ki/nhsij (...)
ai( ga\r leptote/rai xordai\ o)cu/terai/ ei)si tw=n a)/llwn tw=n au)tw=n u(parxo/ntwn
au)tai=j, así como Arist. GA 788a18. Aristóteles explica las cualidades de lo claro y
espeso, tosco y liso en Cat. 10a17. El paso está claro: lo que para Aristóteles es
proximidad, para Ptolomeo es cantidad, porque la proximidad es cuantificable.
Desde luego, en lo que al proceso de las plhgai/ se refiere, tanto Ja=tton como
ma=llon (características, respectivamente, de lo lepto/teron y lo pukno/teron,) tiene
leemos, al hablar de las voces, en Pro. XI 6 (p. 62), kai\ (sc. a)h\r) Ja=tton me\n ki-
nei=tai, e)p’ o)li/gon de/. dio\ po/r)r(w o)cu/terai kai\ lepto/terai ai( fwnai/: to\ ga\r Ja=tton
o)cu\, w(/sper kai\ dihpo/rhtai; también en 11, 19 (p. 68), donde se encuentra una no-
ción de lepto/n en referencia al aire (vid. GMW, p.89, n.26), le/goi d’ a)/n tij o(/ti kai\
Ja/ttwn e)sti\n h( poiou=sa au)th\n [sc. th\n o)cei=an] ki/nhsij. ei)/h d’ a)\n tou=to, ei) pukno\n
me\n, steno\n d’ ei)/h to\ kinou=n pneu=ma to\n a)e/ra. o(/ te ga\r o)li/goj eu)kinhto/tero/j e)stin
a)h\r (kinei=tai ga\r o)li/goj u(po\ tou= stenou=), kai\ to\ pukno\n plei/ouj plhga\j poiei=, ai(\
to\n yo/fon poiou=sin; e igualmente en Sect. Can. 148-9, con el esquema siguiente:
movimientos más numerosos y más densos (puknote/rwn kai\ pleio/nwn ... kinh/sewn)
producen sonidos más agudos; movimientos más espaciados y menos numerosos
(a)raiote/rwn kai\ e)lasso/nwn ... kinh/sewn) producen sonidos graves.
Que sfodro/teron contiene este par (Ja=tton y ma=llon) está claro para Pto-
lomeo (cf. Porph. in Harm. 49.5-13), con lo que “compacto” vendría a significar la
unión de “rápido” y “numeroso” (lejos aquí su sentido aristotélico); tanto ma=llon
como Ja=tton permiten la idea de poso/n: de hecho, en Harm. 10.1-6 es la separa-
ción entre percutor y percutido lo que determina la proximidad o lejanía, y de ahí to\
sfodro/n, donde lo importante es la distancia temporal entre los golpes expresada
por diasta/seij.
341
Apoyándose en la tradición, Ptolomeo une estas dos cualidades, lo fino y lo
denso, a la producción del sonido más agudo. Ahora bien, desde aquí en adelante
Ptolomeo elabora una argumentación complicada en la explicación de las causas de
esa misma agudeza, al hacer incidir en su producción otros factores. Estos factores,
aquí como en 9.11-13, son cinco:
342
La cuestión planteada es la del “viaje” del sonido a través del aire, algo que
estudia Teofrasto (Porph. in Harm. 63.26-7), los Pro. (vid. XI 6, XI 19) y Aud., en
conexión con la capacidad del aire para no disgregarse (cf. Pro. XI 6 [63.3-4], Aud.
800a1-11). En las fuentes aparecen las cualidades de lo denso y lo fino ligadas a
gran velocidad, como señala Porfirio (in Harm. 45.22 ss.; cf. Sect. Can. 148.9-
149.3), y la gran velocidad, a mayor agudeza (Aristóteles señaló que ambos aspec-
tos no son sinónimos, sino que el uno es causa del otro, cf. de An. 420a31; su origen
se halla en Arquitas, DK 47B1). Ptolomeo no desarrolla este problema de la “dis-
persión” y “velocidad” del sonido en el aire, pero está implícito (quizá lo omitió
para evitar la asociación de “más lejos” y “más fuerte” que existía para Arquitas,
para quien la agudeza (o)cu/j) se debía tanto a la velocidad (taxu/) como a la fuerza
(i)sxurw=j), cf. DK, ib.: la fuerza para Ptolomeo no es causa de la altura sino del vo-
lumen, como estableció en 8.2-8. El ptolemaico ma=llon es un elemento peripatético
a la luz de Teofrasto ap. Porph. in Harm. 63.21-22, a)kou/etai o( o)cu/teroj fJo/ggoj
t%= porrwte/r% dia\ th\n th=j kinh/sewj o)cu/thta diiknei=sJai h)\ <t%=> dia\ to\ plh=Joj
gi/nesJai (cf. también Pro. XI 19 [p.68.11]), pero recuérdese que Teofrasto utiliza
la idea para refutarla. Barker (GMW, p.113, n.11) señala a su vez lo obscuro del
pasaje de Teofrasto y lo conecta con Sect. Can.148.9-149.3, con la misma idea en
apariencia, a)nagkai=on tou\j me\n o)cute/rouj eiÅnai, e)pei/per e)k puknote/rwn kai\
pleio/nwn su/gkeintai kinh/sewn, tou\j de\ barute/rouj e)pei/per e)c a)raiote/rwn kai\
e)lasso/nwn su/gkeintai kinh/sewn, con la misma relación cualidad-número. A pesar
ción.
¿Cómo se une lógicamente (2), eu)/tonon, con el par to\ Ja=tton y to\ ma=llon
en su viaje (diiknei=sJai)? En 9.11-12 dirá Ptolomeo: “a estas cosas [sc. lo denso y
lo fino] les sucede que son más tensas”. Cuando en 9.5-6 habla de cómo “viajan” lo
denso y lo fino, en realidad está hablando de la tensión en tanto que diiknei=sJai se
realiza a través del aire, como sabemos a partir de toda la indagación griega anterior
a Ptolomeo (cf. Pro. XI 6 [63.3], o( de\ yo/foj a)h/r e)stin w)Jou/menoj u(po\ a)e/roj; Pro.
XIX 2 [77.20-78.3], XIX 37 [98.7-8], etc.). Un pasaje importante es Aud. 800a1-10
343
(= Porph. in Harm. 67.25 ss.), donde la colisión origina un movimiento del aire
(sustello/menon, e)kteino/menon) contrayéndose y expandiéndose. El aire empuja al
aire contiguo a él (to\n e)xo/menon au)tou= prwJw=n) y esto es lo que extiende el sonido,
que se conserva igual (pa/ntv th\n fwnh\n diatei/nein th\n au)th/n). El pasaje de Aud.
está en estrecha dependencia de la noción del aire en movimiento de Aristóteles, cf.
de An. 420b11 a)e/roj ki/nhsi/j ti/j e)stin o( yo/foj, y sin duda ambas son fuente dire-
cta de la reformulación de Ptolomeo, pues esta “contigüidad” del aire expresada por
Aud.la recoge Ptolomeo en sunexh/j, aunque en esencia ambos fenómenos sean
diferentes. Ptolomeo está aludiendo a las condiciones que crean en el aire las cuali-
dades percutivas de lo fino y lo denso (el pa/Joj a)e/roj de 4.4), que crean una espe-
cie de “aire en tensión” alrededor de la plhgh/. Ahora bien, en 9.20-21 Ptolomeo
define el sonido como una “cierta tensión del aire”, ta/sij ga/r ti/j e)sti sunexh\j tou=
a)e/roj o( yo/foj. La tensión, aunque a primera vista no lo parezca, es algo cuantitati-
vo: sucede sólo por lo denso y lo fino (que tiene una cierta velocidad y un número,
según 9.4-6), y es continua. Esta “continuidad” sólo se consigue gracias a la imper-
ceptibilidad de los impactos, o lo que es igual, que sean muchos y rápidos (Ptol.
Harm. 9.4-6), como pone de manifiesto Aud. 801a24, o( ga\r w)sJei\j u(po\ th=j
plhgh=j a)h\r me/xri me/n tinoj fe/retai sunexh=j, e)/peita kata\ mikro\n a)ei\ diakinei=tai
ma=llon, e ib. 803b34-38. Aquí se demuestra la conexión omitida en 9.4-6 entre (1)
El paso (3), to\ sfodro/n o vigor, también está omitido, pero si ha quedado
demostrado que (2) funcionaba de acuerdo al esquema de 9.11-13, el “vigor” debe
de estar operando aquí. El vigor (to\ sfodro/n) como tal está asociado de forma sim-
ple a la producción del sonido y a la velocidad en Arist. de An.419b22, dio\ e)a\n
taxe/wj kai\ sfodrw=j plhgv=, yofei=; cf. igualmente Pro. XIX 37 (98.7-8), “lo que
viaja de forma vigorosa, viaja más rápido, lo cual da lugar a la agudeza”. Anterior-
mente al pasaje que comentamos, Ptolomeo había empleado sfodro/teron al hablar
del vigor con que se tañe un instrumento (8.5-6), lo cual estaba relacionado con el
344
“volumen” del sonido y no con su altura. Como ya hemos visto, la teoría peripatéti-
ca distinguió fuerza de altura, elementos fundidos en Arquitas (cf. BPH, p.40). Ar-
quitas empleaba i)sxurw=j, cf. DK 47B1. Este i)sxurw=j pitagórico es, sin duda, lo
que subyace al ptolemaico sfodro/teron de 8.7 (cf. Adrasto ap.Theo Sm. 50.9-12,
[plh/cewj de\ kai\ kinh/sewj genome/nhj peri\ to\n a)h/ra, bradei/aj de\ baru/j, kai\ sfo-
dra=j me\n mei/zwn hÅxoj, h)re/mou de\ mikro/j] sobre el volumen). Sucede que al apare-
cer el mismo término en 9.12-13, no está referido al volumen, sino al vigor des-
prendido de la tensión (vid. PPM, p.150), con lo cual introduce un elemento de con-
fusión en la argumentación. Si en 8.4 el vigor depende de la tensión (y no del vo-
lumen), ésta a su vez era, como ya vimos, consecuencia del viaje (diiknei=sJai) o
penetración, causado por la percusión de lo fino y lo denso (9.4-6). Lo que parece
estar haciendo aquí Ptolomeo no es confundir la terminología, sino aprovechar ma-
terial anterior que podemos leer en la crítica de Teofrasto (ap. Porph. in Harm.
63.26-7), kai\ to/te ga\r o( o)cu\j sfodro/tero/j e)stin, a(/te oiÂoj te w)\n kai\ po/r(r)w diik-
nei=sJai: aquí, como después Ptolomeo, lo que viaja más allá tiene más vigor, y por
tanto es más agudo (Ptolomeo emplea el mismo verbo, y el teofrasteo po/rrw equi-
vale a ma=llon ptolemaico). Igualmente, leemos la misma conexión entre tensión y
vigor claramente en Nicómaco (Harm. 243.22-25, ai( me\n ta/xista/ te su\n poll%=
t%= kradasm%= kai\ pollaxou= to\n perikei/menon a)e/ra tu/ptousi a)pokaJi/stantai
w(/sper e)peigo/menai u(p’ au)th=j th=j sfodra=j ta/sewj, ai) de\ h)re/ma kai\ a)krada/ntwj
345
58
El ejemplo habitual, cf. Aud. 802b41, Arist. de An. 419b4, Teofrasto ap.
Porph. in Harm. 64.9.
59
Gr. h( i)sxnote/ra. En su traducción de nuestro autor, D. Santos (Armóni-
cas, Málaga 1999, p.22) la vierte por “la más corta”.
60
Gr. to\ eu)/tonon. No es un término ajeno al estoicismo (cf. SVF III, 121,
123). En un contexto similar, Nicómaco (Harm. 243.17-20) utiliza ta/seij (...)
eu)tonw/terai, cf. Aud. 800b11, suntoni/a. La tensión es la causa de lo sfodro/teron y
346
ambos términos (cf. BPH, p.45 y su sugerencia de que en la relación mencionada de
9.13-14 los dos últimos aspectos parecen propios no del que golpea, sino de la cosa
golpeada).
61
Ptolomeo ya puede emplear el término u(peroxh/, propio de la “razón” en-
tre dos sonidos (cf. Harm. 12.10, parabolh\n poiei= tina lo/gon e)k tou= posou= th=j
u(peroxh=j) porque ya ha pasado a la consideración cuantitativa de las cualidades de
7.6 ss.
62
Si hay mayor proporción de uno de los factores que contribuyen a la altu-
ra, el sonido será más agudo: cf. Thphr. ap. Porph. in Harm. 63.12 ss., o(/s% ga\r
eu)tonwte/ra h( th=j leptote/raj ta/sij, tos%=de h( a)nei=sJai dokou=sa paxute/ra. ou(/tw
te o(/s% i)sxuro/teroj o( hÅxoj e)k th=j leptote/raj, tos%=de baru/teroj o( e(/teroj (cf.
Aristox. Harm. 20.17, Cleonid. Harm. 179.9, Anon. Bellerm. 21 y 48), y siendo
ésta, desde el aristoxenismo, ajena a la ki/nhsij pitagórica (Aristox. Harm. 17.4: “no
nos preocupemos por la opinión de aquéllos que reducen las notas a movimientos, y
quienes dicen de modo muy general que el sonido es movimiento”), es un “reposo
de la voz” (monh/, sta/sij, Anon. Bellerm. 38, h)remi/a fwnh=j, 40). Ta/sij está en Pto-
lomeo también como to/noj con el mismo significado (cf. Porph. in Harm. 86.5)
precisamente al hablar de fJo/ggoj (12.7, fJo/ggoj e)sti\ yo/foj e(/na kai\ to\n au)to\n
e)pe/xwn to/non) en una definición que sigue a Aristox. Harm. 20.16 ss.; ta/sij y
acústica pitagórica (cf. más adelante, Harm. 30.2-7), y concretamente para Ptolo-
meo, se trata de “tensión” en cuanto que factor determinante de la o)cu/thj; en 8.4, to\
eu)/tonon, consecuencia de lo pukno/teron y lepto/teron, cf. Thphr. ap. Porph. in
Harm. 63.12, o(/s% ga\r eu)tonwte/ra h( th=j leptote/raj ta/sij, y el importante para-
lamba/netai d’ u(p’ au)tw=n a)nti\ th=j puknw/sewj h( ta/sij, ib. 134. 3-4, donde au)tw=n
debe entenderse como los pitagóricos. Igualmente ocurre con sunexh/j, referido
normalmente a la voz “continua” por oposición a la “interválica” (diasthmatikh/, la
propia del me/loj, cf. Aristox. Harm. 14.11); en el contexto pitagórico en el que se
347
mueve Ptolomeo, el adjetivo “continuo” se refiere al hecho de que el aire desplaza-
do desde la fuente no se disperse, algo que es común en otros autores como Aristó-
teles, quien lo toma de la tradición pitagórica (de An. 419b35-36, 420a3 yofhtiko\n
me\n ouÅn to\ kinhtiko\n e(no\j a)e/roj sunexei/# me/xrij a)koh=j, cf. ib. 419b21) o Aud.
801a24-25 (o( ga\r w)sJei\j u(po\ th=j plhgh=j a)h\r me/xri me/n tinoj fe/retai sunexh/j,
e)/peita kata\ mikro\n a)ei\ diakinei=tai ma=llon, siendo esto último precisamente la
causa del reconocimiento de los sonidos). Adrasto, en el pasaje citado por Teón de
Esmirna (50.4-7) atribuía a los pitagóricos esta idea. Un lugar destacado es Ps.Arist.
Pro. XI 6 (p. 62), dio\ o( yo/foj sunexh\j, o(/ti a)ei\ e)kde/xetai kinou=nta kinw=n, e(/wj a)\n
a)pomaranJv=. Siempre está presente la idea de movimiento. Concluye Barker (BPH,
p.46) que si el sonido es una “tensión continua del aire”, no estamos ni ante la teo-
ría de Arquitas-Platón en la que el sonido se transmite como una flecha a través del
aire (Archyt. DK 47B1, Plat. Ti. 67a-c, 79e-80b), ni ante la propuesta de Aud., don-
de una porción de aire empuja a otra; se trataría más bien de “la transmisión de un
estado de tensión” (cf. BPH, p.46). La “tensión continua” del aire, una idea que
Hunt (op.cit., p.24) ve también en Séneca, sólo puede relacionarse con la “no
dispersión” del aire que ya hemos visto, significando esto una tensión en este medio
e implicando una transmisión continua de tal tensión, cf. Aud. 800a (esto
confirmaría que eu)/tonon no se refiere sólo a las cuerdas, como supone Schönber-
ger). La tensión es continua, y lo es porque el aire permanece continuo, el medio
en el que se producen las plhgai/. A pesar de las conclusiones de Barker, nos parece
que Ptolomeo está recogiendo las tesis de Aud. (lo que actualmente llamaríamos
“vibración en el aire”, cf. Gottschalk, op.cit., p.441), según las cuales el aire expe-
rimenta un pa/Joj (cf. Ptol. Harm. 4.4) producto de la acción del pneu=ma sobre él
(800a7 ss.); a mayor rapidez del pneu=ma, más agudeza (803a5-6, h( me\n ga\r taxu/thj
tou= pneu/matoj poiei= th\n fwnh\n o)cei=an). Esta velocidad en el aire podría ser la ve-
tw=n de\ kinh/sewn ai( me\n pukno/terai/ ei)sin, ai( de\ a)raio/terai, kai\ ai( me\n puk-
a)nagkai=on tou\j me\n o)cute/rouj eiÅnai, e)pei/per e)k puknwte/rwn kai\ pleio/nwn
“De los movimientos, unos son más densos, otros más raros; los más densos
hacen las notas más agudas, y los más raros las hacen más graves. Es for-
zoso que unas sean más agudas, puesto que están compuestas de movimien-
tos más densos y numerosos, y que otras sean más graves, puesto que están
compustas de movimientos más raros y menos numerosos”.
349
evidente aun descontando el factor ptolemaico-peripatético de las prw=tai sus-
ta/seij.
Respecto al cuadro de la nota 49, éstas son las prw=tai susta/seij de Ptol.
Harm. 8.9-10, pero allí eran consideradas como cualidades; Ptolomeo ha pasado
cómodamente a su consideración cuantitativa, y ésta es la perspectiva de este pasa-
je.
64
Cf. Aud. ap. Porph. in Harm. 68.16 ss., donde un pulmón cuyas caracte-
rísticas sean las de ser mikro/j, pukno/j y sklhro/j no puede producir un sonido fuer-
te: ou)de\ th\n plhgh\n i)sxura\n ou)d’ eu)/rwston poiei=sJai th\n tou= pneu/matoj; igual-
mente Pro. XIX 37 (98.4-7), cf. Thphr. ap. Porph. in Harm. 63.6-8.
65
Cf. Nicom. Ar. I 6, 4. No es la “cantidad” de Ptol. Harm. 8.24, referida al
volumen de la su/stasij, sino la doctrina pitagórica (gracias a la “conmensurabili-
dad” de las a)poxai/). Es la conclusión normal en acústica (excepto para Teofrasto):
expresiones similares las encontramos en Heráclides (ap. Porph.in Harm.30.2-4)
citando a Pitágoras por boca de Jenócrates, PuJago/raj, w(/j fhsi Cenokra/thj,
eu(/riske kai\ ta\ e)n mousikv= diasth/mata ou) xwri\j a)riJmou= th\n ge/nesin e)/xonta:
e)/sti ga\r su/gkrisij posou= pro\j poso/n, e igualmente en Nicómaco (Harm. 244.9-
11), que tras su propia indagación llega a la misma conclusión que Ptolomeo: dia\
de\ tou=to eu)/dhlon o(/ti a)riJm%= pa/nta oi)konomei=tai tau=ta: poso/thj ga\r ou)deno\j
66
Es el desarrollo de 7.22-23. Junto a 9.4-6 y 9.11-13, es el último de los
recuentos de los factores que llevan a la agudeza. Levin (op.cit., p.214) refiere la
350
distancia a los instrumentos de viento y madera, pero Ptolomeo establece su hipóte-
sis general y después la ejemplifica también con la voz (Harm. 9.4). Aquí sólo te-
nemos (1), (3) y (5), pero al igual que antes, los factores que no están presentes
están, sin embargo, operando. La cercanía, e))ggu/thj, y la lejanía, to\ a)pw/teron, (de
manera general aunque Levin (op.cit., p.214) refiera la distancia a los instrumentos
de viento y madera) lo son respecto a las a)rxai\ th=j kinh/sewj de Aud. donde produ-
cen los tipos de sonido (a)raia/j, pukna/j, lepta/j, taxei/aj) pero Ptolomeo, según
Schönberger (op.cit., p.59), “führt die a)rxh\ th=j kinh/sewj zurück auf die prw=tai
tou= sw/matoj susta/seij”; el “vigor” y la “relajación” no se corresponden a la bi/an
tou= ple/ttontoj de 8.3, donde quedó establecido que no era causa de la altura de los
sonidos, sólo de su magnitud, que sí es relevante para los Pro. y GA 786b. En este
pasaje, la mayor proximidad entre la fuente y lo percutido lleva directamente al
vigor (3), sin pasar por la tensión (2). Es significativo el pasaje de Aud. 800b6 ss. (=
Porph. in Harm. 68.26-30), en el que, según el autor peripatético, hace falta una
buena distancia para hacer la percusión (e)k pollou= la/bv th=j plhgh=j th\n
a)po/stasin). Con tal distancia, el golpe será vigoroso (800b9, sfodrw=j); y antes
(800b6) estableció que con una distancia pequeña la percusión no puede ser pode-
rosa (i)sxura/n). Pero inmediatamente el autor de Aud. dice (800b11): ei) de\ mh/,
sklhra\ me\n h( plhgh\ gi/gnetai dia\ th\n suntoni/an. La tensión (suntoni/a) contribuye,
pues, a la dureza, y un poco antes (800a31) sklhro/j fue asociado a pukno/j, referi-
dos al pulmón humano. Ptolomeo se refiere a esta dureza en 8.6 como una forma
especial de mayor tensión (dio\ ka)\n a)/llwj ti vÅ eu)tonw/teron oiÂon w(j sklhro/teron h)\
w(j o(/lwj mei=zon). Este pasaje de Aud. nos sirve para descubrir la conexión que en la
351
tan a to\ plhtto/menon: 803b32-34 kai\ ga\r ta\ ta/xh ta\ th=j plhgh=j ta\ e(/tera toi=j
e(te/roij sunakolouJou=nta diafula/ttei ta\j fwna\j tai=j a)rxai=j o(moi/wj. La o)cu/thj
Todos los factores que llevan a la mayor agudeza (y en general a las dife-
rencias entre los sonidos) son cuantificables, o al menos así son considerados, sobre
todo (1) 8.24, para\ to\ poso\n ge/gone th=j ou)si/aj, y (3) 10.1-3, y como consecuencia
también (5), 8.23-24. Otra cosa, como señala Barker (op.cit., p.48) es que tales fac-
tores, como el grado de tensión, puedan ser medidos efectivamente, aunque los sen-
tidos lo perciban como una determinada altura sonora.
67
Es lo que Nicómaco (Harm. 254.11) llama a)nalogi/a, “proporción inver-
sa” (respecto al número de vibraciones), con los mismos ejemplos instrumentales,
contraria a la summetri/a. También se lee en los testimonios de Eliano (ap. Porph.in
Harm.36.9-27), Adrasto (ap. Theo Sm. 65.10 ss. y 66.3: dh=lon ouÅn o(/ti w(j oi(
baru/teroi fJo/ggoi th\n au(tw=n oi)kei/an du/namin kata\ to\n plei/w ke/kthntai
a)riJmo/n) y Teofrasto (ap. Porph. in Harm. 63. 1-7). Según su teoría de las pulsa-
ciones, Ptolomeo asigna números altos a notas agudas y viceversa (vid. GMW,
p.282, n.32): cf. Trasilo ap. Theo Sm. 87.12 a)ntipeponJo/twj y Nicom.Harm.255.16
a)ntipaJw=j en el mismo sentido que Ptolomeo, es decir, el vigor es debido a una
mayor cantidad de pulsaciones, que origina la agudeza, con lo que ésta equivaldría
a un número mayor que el de notas graves; entonces se produce lo que Barker llama
“converse qualification” (w(/ste a)ntipeponJe/nai), que supone una inversión, en pa-
labras de Trasilo (loc.cit.): to\ de\ a)ntipeponJo/twj e)sti\ toiou=ton: o(/son a)\n tou= me-
ge/Jouj a)fe/lvj th=j o(/lhj e)n t%= kano/ni xordh=j, tosou=ton t%= to/n% prosti/Jetai, kai\
o(/son a)\n t%= mege/Jei th=j xordh=j prosJv=j, tosou=ton tou= to/nou u(fairei=tai, como
explica Adrasto (ap. Theo Sm. 65.24 ss.) debido a que la longitud y el grosor dan a
las cuerdas resistencia al movimiento produciendo a)sJe/neian, de modo que no se
mueven con facilidad ni percuten rápidamente.
352
68
Gr. dia/stasij, “distancia” o “longitud” (por ejemplo, la “distancia” que
separa las cuerdas de un canon en Ptol. Harm. 55.15, 23-24). Es, como hemos visto
en la nota 34, el término del que Ptolomeo se vale para evitar el más aristoxénico
dia/sthma. Pero es un sustantivo que en la Harm. es muy versátil, pues significa
varias cosas y es el contexto el que permite optar por un sentido u otro. Su sentido
primario es el señalado de “longitud” o “distancia” en una cuerda (o en general en
cualquier instrumento, cf. ib. 23.24), como aquí y en 10.6, 20.13, 29.16, 30.5, 7, 9,
79.22 y 80.23; esta “distancia”, equivalente también a mh=koj (31.1) es cuantificable
en el canon, como en 76.12, 76.6, con lo que tenemos el sentido de dia/sthma como
intervalo (i.e., distancia delimitada) de una cuerda (cf. Szabó, op.cit., pp.146 ss.),
sentido que da lugar al de “intervalo musical” (cf. 12.1, donde está usado en un sen-
tido muy general). Así, dia/stasij con este significado lo tenemos también en Pto-
lomeo para referirse a una distancia física de cuerda que sirve para delimitar un
intervalo musical, cf. 22.7, 23.7, 37.22, 66.20, 69.23. Este sentido, como hemos
señalado en la nota 34, no contiene la noción de intervalo susceptible de ser medido
en tanto que distancia contenida entre dos o(/roi, al modo aristoxénico; más bien es
equivalente a diafora/ (vid. N.Tr. 17) pero conteniendo el matiz de la consideración
de distancia física o pensada, entendida como componente de una relación (el modo
correcto de entender un intervalo, según Ptolomeo Harm. 12.10 ss.).
353
70
El u(fo/lmion es una sección del auló (este instrumento está montado por
partes), justo después del o(/lmoj y justo antes del bo/mbuc; éstea última sección se
monta sobre el u(fo/lmion. El término aparece ya en Ferécrates o Aristófanes; véase
Poll. IV 70, 5-6, tw=n d’ a)/llwn au)lw=n ta\ me/rh glw=tta kai\ truph/mata kai\
bo/mbukej kai\ o(/lmoi kai\ u(fo/lmia o Hsch., s.v., me/roj ti tou= au)lou= pro\j t%=
71
Efectivamente, las reconstrucciones de aulós enseñan que el tamaño del
intervalo depende de la distancia entre el tru/phma (agujero) y la glw=tta (lengüeta),
y no de la división del tubo del instrumento (bo/mbuc) como si de una cuerda se tra-
tara (cf. Th. J. Mathiesen, Apollo’s Lyre. Greek Music and Music Theory in
Antiquity and the Middle Ages, University of Nebraska Press, 1999, p.210); la
referencia de Ptolomeo al u(fo/lmion señala este principio acústico fundamento del
auló, pues es esta sección del instrumento es la primera tras el tubo. En los
experimentos con reconstrucciones se ha comprobado que, con todos los
truph/mata tapados, el auló da la nota más grave, porque es la más alejada de la
lengüeta: cf. Plut. Plat. quaest. 1008E4-6, au)th\n th\n u(pa/thn o(rw=ntaj e)n me\n lu/ra|
to\n a)nwta/tw kai\ prw=ton, e)n d’ au)loi=j to\n ka/tw kai\ to\n teleutai=on e)pe/xousan.
72
Junto al anterior, forma el par de capítulos dedicados a los fJo/ggoi, tanto
desde un punto de vista absoluto (fenómenos acústicos) como relativo (relaciones
entre los sonidos). Sería el primero de los objetivos de la ciencia harmónica expre-
sados por Aristóxeno y Porfirio. Este capítulo en sí mismo es complementario del
anterior y con él forma una unidad de sentido: es complemento armónico de la físi-
ca acústica planteada en I, 3; una vez halladas las causas de la variación de la altura
tonal, interviene la recepción de los sonidos, así como su emisión. La a(rmonikh/
toma como objeto de estudio aquellos sonidos “divididos”, diwrisme/noi, porque
cumplen el requisito previo de lo uno y lo mismo (12.3, u(poba/llontej e(\n kai\
tau)to/n). A través del cumplimiento de este requisito, Ptolomeo puede llegar a los
354
73
La expresión, que para Boll (op.cit., p.100) era prueba del origen peripa-
tético de la doctrina ptolemaica del conocimiento y su conexión con Iudic., está
tomada de Aristóxeno (cf. además Aristid. Quint. 110.1-2). El tarentino establece
como criterios de extensión la voz (que es lo que al tarentino le interesa, por encima
de la acústica) y el oído, y declara que ambos registros deben coincidir, si bien el
oído puede aventajar en algo a la voz: e)pi\ de\ to\ me/ga ta/x’ a)\n do/ceien u(pertei/nein h(
a)koh\ th\n fwnh\n ou) me/ntoi ge poll%= tini (...). Oti me\n ouÅn ei)/j te th\n fwnh\n kai\
th\n a)koh\n teJei=sa h( tou= bare/oj te kai\ o)ce/oj dia/stasij ou)k ei)j a)/peiron e)f’
ciente podría, tal vez, parecer que el oído aventaja a la voz aunque, ciertamente, no
por mucho (...). Queda, pues, suficientemente claro que, considerada en relación
con la voz y el oído, la extensión entre el grave y el agudo en ambas direcciones no
será ampliable hasta el infinito” (cf. F. J. Pérez Cartagena, La Harmónica de Aris-
tóxeno de Tarento. Edición crítica con introducción, traducción y comentario, Te-
sis doctoral, Universidad de Murcia, 2001, pp.173-174). Pero es mucho más clara la
vinculación del pasaje ptolemaico con el aristoxénico de Harm. 86.8-12 (“Respecto
a los tamaños de los intervalos y los grados de las notas, lo concerniente a la melo-
día parece, en cierto sentido, ilimitado; en cambio, respecto a las funciones y las
posiciones parece limitado y ordenado”, cf. Pérez Cartagena, op.cit., pp.218-219; cf.
Nicom. Harm. 239.20 ss.), que podemos confrontar con el texto ptolemaico para
observar los ecos léxicos:
74
Ya hemos visto en el pasaje citado de Aristóxeno (Harm. 20.1 ss.) que el
oído aventajaba por muy poco a la voz, una idea ésta quizá sugerida, como apunta
Pérez Cartagena (op.cit., p.279, n.70), por el monocordio; en el caso de Ptolomeo,
el límite de la audición supera también al del potencial emisor de sonido.
355
75
El proceso de producción de sonido (lo que para Aristóxeno era, en su
caso, la voz), a su vez, es consecuencia de la consideración cuantitativa de la acús-
tica; su número es virtualmente infinito, pero el grado de variación de las sus-
ta/seij (es decir, la variación de lo denso o lo fino, vid. Ptol. Harm. I 3) no lo es (ib.
11.5), y por tanto la variación tiene un límite por el agudo o por el grave. Este lími-
te es el propio de los sonidos, es decir, el que afecta a las condiciones de produc-
ción (11.5-6). Aristóxeno trata las parauch/seij desde una perspectiva perceptiva;
Ptolomeo las ve como consecuencia de su teoría acústica.
76
Esta idea del aumento del registro de los instrumentos no parece ser aris-
toxénica, si bien el de Tarento habla de las extensiones de los aulós, las siringas y
las voces infantiles en Harm. 20.31 ss., con el límite de dos octavas y una quinta
(th\n [xrh=sin] te dia\ th=j a)nJrw/pou fwnh=j gignome/nhn kai\ th\n dia\ th=n o)rga/nwn).
Para Nicómaco (Harm. 240.20 ss.) los instrumentos están hechos a semejanza de la
voz (kata\ mi/mhsin).
77
El par de contrarios i)so/tonoj-a)niso/tonoj es prácticamente una introduc-
ción novedosa de estos términos por parte de Ptolomeo en la tratadística musical,
con el carácter de termini technici. En otros contextos aparecen en retórica (cf.
Hermog. Id. 1, 12, 332) o en medicina (cf. Orib. XI 30.7, 32), pero sólo Arístides
Quintiliano (98.23 ss.) la utiliza en su tratado refiriéndose a cuerdas de igual ten-
sión (te/ssaraj ga\r e)ktiJe/menoi xorda\j i)soto/nouj e)pi/ tinoj o)rga/nou tetragw/nou,
o(\ dh\ kalou=sin e(likw=na, “en efecto, extendiendo cuatro cuerdas de igual altura to-
baru/thtoj; cuando hay desigualdad de tensión, hay diferencia de altura. Porfirio (in
Harm.82.18 ss.) prefiere el término o(mo/tonon, y en cuanto a las partes del sonido
(a)rxh/n, me/sa, teleuth/n, Porph. in Harm. 82.23), o((moiomerh/j (aunque en Nicómaco
356
[Harm. 261.4] o los Anónimos de Bellermann [21] el sonido es a)/tomoj, a)merh/j).
Ahora bien, el término ptolemaico i)so/tonoj pudo ser más común ya como
o(mo/tonoj, ya como o(mo/fwnoj: S. E. M VI 42-43, o(mo/fwnoi me\n oi( mh\ diafe/rontej
a)llh/lwn kat’ o)cu/thta kai\ baru/thta (cf. o(mo/fwnon como “unísono” opuesto a
a)nti/fwnon en Ps.Arist. Pro. XIX 14, cf. Plat. Phlb.17c4); la definición de Sexto
recoge la de Bacch. Harm. 305.10 y Gaud. Harm. 337.5). El término o(mo/fwnoj tie-
ne un sentido más técnico para Ptolomeo (cf. infra I 7), y el alejandrino pudo estar
buscando una mayor precisión léxica a costa de la creación de nuevos tecnicismos.
78
Relacionado con el verbo tei/nein (cf. ta/sij). Esta palabra tiene varias
acepciones en la teoría musical griega, pero sobre todo dos: la de intervalo de tono
(como nuestra moderna acepción), y la de tonalidad, escala tonal. Concretamente,
Porfirio (in Harm. 82.1ss.) ofrece tres sentidos para to/noj: dia/sthma, su/sthma,
ta/sij, mientras que Cleónides (202.6) da cuatro: fJo/ggoj, dia/sthma, to/poj fwnh=j,
ta/sij. Había entonces una identidad de significado entre ta/sij y to/noj (vid. Za-
noncelli, op.cit., p.125, n.1), como claramente señaló Teón de Esmirna (70.13): h(
de\ ta/sij e)le/gxJh to/noj. En este pasaje, Ptolomeo está utilizando el sentido de
to/noj como ta/sij para los compuestos i)so/tonoj / a)niso/tonoj, al modo de Plat.
Phlb. 17c4, o(mo/tonon; de modo que tras hacer la clasificación de los sonidos en
“iguales en tono” o “desiguales en tono” (11.15), se apresura a explicar qué entien-
de aquí por to/noj. En esto Ptolomeo no hace sino aprovecharse de material anterior,
que encontramos mejor conservado en la tradición aristoxénica: recuérdese la dis-
tinción del propio tarentino en Harm. 13.1-30 entre ta/sij, e)pi/tasij, a)/nesij, ba-
ru/thj y o)cu/thj. Ptolomeo entiende to/noj como denominador común tanto de lo
agudo como de lo grave, es decir, que un sonido grave tiene una determinada ta/sij,
como también la tiene uno agudo. Éste es, pues, el “factor común” de una relación
(lo/goj), que explica más detalladamente Nicómaco (Ar. I 17.3 ss., to\ me\n ouÅn iÅson
Jewrei=tai, o(/tan tw=n sugkrinome/nwn to\ e(/teron mh/te u(pere/xv mh/th e)llei/pv pro\j
th\n tou= loipou= parabolh/n, oiÅon e(kato\n pro\j e)(kato\n h)\ de/ka pro\j de/ka h)\ du/o pro\j
du/o h)\ mna= pro\j mna=n h)\ ta/lanton pro\j ta/lanton h)\ ph=xuj pro\j ph=xun kai\ ta\ pa-
raplh/sia ei)/te e)n o)/gk% ei)/te e)n mh/kei ei)/te e)n ba/rei ei)/te e)n poso/thti v(tiniou=n). El
357
temática de lo/goj o sxe/sij (cf. Aristox. Harm. 18.2-3, th\n me\n [sc. ta/sin] ga\r eiÅ-
nai/ famen h)remi/an fwnh=j, “pues decimos que aquél [sc. el grado] es una quietud de
la voz”): Cleónides dice de ella (Harm. 204.16) kaJ’ o(/ famen o)cutonei=n tina h)\
barutonei=n h)\ me/s% t%= th=j fwnh=j to/n% kexrh=sJai (“según lo cual decimos que es
más aguda o más grave, o que se está utilizando un tono intermedio de la voz”),
palabras que que prácticamente repite Porfirio (in Harm. 82.6). Más sorprendente
es la semejanza entre la expresión ptolemaica y Anon. Bellerm. 49, e)/sti de\ o(
fJo/ggoj koino\n kathgo/rhma o)cu/thto/j te kai\ baru/thtoj.
79
La distinción procede de Aristóxeno, Harm. 13.7 ss., quien se refiere una
vez más a la voz (sunexh/j-diasthmatikh/), un eco de Arist. Ph. 226b25 ss. Nicó-
maco (Harm. 238.18 ss.) la atribuye a los pitagóricos, según Zanoncelli (op.cit.
p.182 n.1 al cap. 2) en un intento del neopitagorismo de atribuirse doctrinas ya con-
solidadas. A este respecto, Ptolomeo realiza de nuevo una síntesis de ambas escue-
las: no se refiere a la voz sino al movimiento del sonido (visible en 11.22, según
Schönberger, op.cit., p.67) desde el punto de vista pitagórico de la doctrina de las
cantidades: para Barker (op.cit., p.283 n.39), “a sound that shifts in pitch does not
move from place to place on a continuum, but alters in its own quantitative proper-
ties, either continuously or by ‘quantum-jumps’. Efectivamente, la variación sonora
se produce en función de cambios en las cantidades (o sea, en las disposiciones
físicas y las distancias, según I 3). Para Porfirio (in Harm. 6.30-31) era más exacto
partir del sonido y no de la voz, toda vez que la du/namij katalhptikh/ es conferida,
sin haber definido fJo/ggoj ni fwnh/, por el yo/foj y sus diaforai/. En 80.13-17, el
mismo Porfirio distinguirá ambos puntos de vista, consecuentes a ambos sistemas:
para Aristóxeno son criterios de extensión la voz y el oído, mientras que Ptolomeo
parte siempre del sonido (yo/foj) como primer hecho acústico, pues hemos visto en
I 3 que la voz participa de los condicionantes que afectan a los demás instrumentos,
y por tanto no tiene para el alejandrino un lugar principal. Ptolomeo está además
cerca de las consideraciones de un Trasilo (ap. Theo Sm. 47.18-48.1-8) acerca del
fJo/ggoj, cuando afirma que no toda fwnh/ (= sonido) es fJo/ggoj sino sólo en virtud
general.
358
80
Aristóteles comparó los colores con las consonancias musicales, pues se-
gún él también aquéllos están formados por lo/goi, como éstas; cf. Sens. 439b31 ss.,
kai\ to\n au)to\n dh\ tro/pon e)/xein tau=ta tai=j sumfwni/aij: ta\ me\n ga\r e)n a)riJmoi=j
eu)logi/stoij xrw/mata, kaJa/per e)kei= ta\j sumfwni/aj, ta\ h(/dista tw=n xrwma/twn
dokou=nto (...) ta\ de\ mh\ e)n a)riJmoi=j taÅlla xrw/mata, “eso ocurre de la misma mane-
ra que en los acordes musicales. En efecto, los colores formados por proporciones
simples, igual que en el caso de los acordes, parece que son los colores más agrada-
bles (...), mientras que los que no están formados por proporciones son los demás
colores”. Ptolomeo será recogido por Boecio (Mus. V 5, 356.14 ss.).
81
Anesij y e)pi/tasij son términos habituales en la tratadística desde
359
En cuanto a a)/nesij, “relajación”, se opone a e)pi/tasij, “tensión”, ya del al-
ma o de las costumbres (Plat. Lg. 724a). También tiene dos sentidos técnicos: en la
retórica, es la sílaba no acentuada (también la sílaba afectada por el acento grave),
cf.Bécares Botas, op.cit., s.v.; en la música, por otro lado, se trata de una “relaja-
ción” de una cuerda, un movimiento de una posición más aguda a una más grave,
que no hay que confundir con el “estado” en una determinada posición (ta/sij). Tal
es el sentido que tiene ya en Aristóxeno y Arístides Quintiliano. Dice Aristóxeno
(Harm. 15.16): h( d’ a)/nhsij e)c o)cute/rou to/pou ei)j baru/teron, “la distensión [es el
movimiento continuo] de un registro agudo a uno grave”. La definición está inserta
en un párrafo sobre el movimiento de la voz, por lo que tal proceso atañe a ésta:
quizá, como opina Barker (op.cit., p.133, n.42), están aplicadados al sonido vocal
en sí mismo, y no al proceso físico de la producción del sonido. Además, Aristóxe-
no señala que la “gravedad”, baru/thj, es la consecuencia de la a)/nesij, pero no es
lo mismo, y permanecen en un error quienes así las identifican (Harm. 15.18-21):
sólo cuando la relajación cesa (en un momento determinado) deviene la gravedad,
como sólo cuando la tensión cesa deviene la agudeza. También tiene como propie-
dad la a)/nesij el que no puede coexistir con la e)pi/tasij.
82
Seguimos en este pasaje la traducción de Wallis (siempre siguiendo su
edición de 1682, p.17: “boum mugitus, luporum ululatus”) así como la de todos los
traductores modernos, si bien el DGE traduce bukanismo/j (citando este pasaje)
como “toque de trompa”.
360
boukanismo/j, que resulta a)/shma, a)/naqra kai\ e)kmelh=, y en el agudo, w)rugmoi=j tw=n
que es lo propio de la ciencia harmónica (Ptol. Harm. 12.2-3; cf. Nicom. Harm.
240.7-8, Trasilo ap. Theo Sm. 47.20 ss. y Teofrasto ap. Porph. in Harm. 64.32 ss.).
Para el mugido de los bueyes, vid. Arist. HA 538b12 ss.
83
No sólo de la harmónica, pues no comparten, en general, los atributos del
objeto de la ciencia: cf. Alm. I 1, 6.23 e)caire/twj de\ th=j peri\ ta\ Jei=a kai\ ou)ra/nia
katanooume/nhj, w(j mo/nhj tau/thj peri\ th\n tw=n ai)ei\ kai\ w(sau/twj e)xo/ntwn
e)pi/skeyin a)nastrefome/nhj dia\ tou=to/ te dunath=j ou)/shj kai\ au)th=j peri\ th\n
oi)kei/an kata/lhyin ou)/te a)/takton ou)/san ai)ei\ kai\ w(sau/twj e)/xein, o(/per e)sti\n i)/dion
cf. Harm. 86.6-8, dei= ga\r e(/kaston tw=n e)n tv= a(rmonikv= kaJ’ o(\ pepe/rastai kata\
tou=to tiJe/nai te kai\ ta/ttein ei)j ta\j e)pisth/maj, v d’ a)/peiro/n e)stin e)a=n.
84
Sólo los sonidos en cuanto que distinguibles interválicamente son objeto
de la a(rmonikh/, y los que se realizan en el me/loj. De otro modo resultan, según Ni-
cómaco (Exc. 274.15-18) e)kmelh= o a)narmo/stouj. Es interesante el pasaje de Ni-
com. Exc. 276.11 ss., en un contexto teúrgico, a)/rrhta me\n au)ta\ kaJ’ au(ta/, com-
parable al a)/logoj ptolemaico: en Ptolomeo este adjetivo significa lo desprovisto de
relación expresable mediante dos números, entre los que se establece una u(peroxh/.
La traducción de lo/goj por razón nos lleva a Nicom. Exc. 277.1-2, du/natai o(
fJo/ggoj, o(\ dh\ e)n a)riJm%= me\n mona/j, e)n gewmetri/# shmei=on, e)n de\ gra/mmasi
stoixei=on (con una ingente cantidad de loci paralleli, cf. por ejemplo Anon. Bel-
lerm. 21, D. H. Comp. 25.41, D. L.VII 56, Adrasto ap. Theo Sm. 49.7-13; y desde
el punto de vista matemático, ib. 83.12 ss., gi/netai de\ a)riJmo\j me\n e)k mona/doj,
grammh\ de\ e)k stigmh=j ktl.; vid. Lohman, op.cit., p.24), y la consideración cuantita-
tiva del fJo/ggoj como a)/tomoj o a)merh/j; estas cualidades se refieren al prw=ton
stoixei=on musical, pero Nicómaco (Harm. 261.8-18) prosigue con el estudio de la
través de las relaciones (cf. PPM, p.176 y Zanoncelli, op.cit., p.201, n.2). Es signi-
ficativa la comparación con un pasaje de Teón (83.5 ss.), donde el stoixei=on debe
361
ser a)diai/reton y a)/tomon, pues de lo contrario se llamaría sullabh/; este stoixei=on
es el principio (a)rxh/) de las relaciones entre dos números (sxe/sij) en un lo/goj
matemático conmensurable. Por otro lado, las u(peroxai/ van a ser las que en virtud
de su montante (vid. infra cap.5) definan lo e))mmele/j.
85
“Nota” traduce al gr. fJo/ggoj. En el estudio de las partes de la ciencia
harmónica, el estudio de las notas ocupa en la tratadística el primer lugar (cf. Anon.
Bellerm. 31). Este primer lugar acentúa el carácter minúsculo de la nota como ele-
mento, que se compara al punto en gramática, a la unidad en aritmética y a la letra
en el alfabeto (cf. Nicom. Exc. 277.1-2, Anon. Bellerm. 21, etc.); a veces aparece
como una de las acepciones de to/noj (Cleonid. Harm. 202.6). La mayoría de las
definiciones son subsidiarias de la que da Aristóxeno (Harm. 20.16-17): sunto/mwj
me\n ouÅn ei)pei=n fwnh=j ptw=sij e)pi\ mi/an ta/sin o( fJo/ggoj e)sti/, “para decirlo en pocas
palabras, la nota es una caída de la voz sobre un grado”. Esta definición aristoxéni-
ca es la misma que la de los Anónimos (capp. 21 y 48) y que la de Cleónides
(Harm. 179.9, que añade e)mmelh/j, “melódica”, es decir, en el movimiento intervá-
lico de la voz que establece Aristóxeno). También Baquio (Harm. 292.15) seguirá a
Aristóxeno, pero añade que la altura tonal (ta/sij) da lugar a la nota musical cuando
aquélla se toma en la voz. La definición de Nicómaco (Harm. 261.4) es diferente,
acentuando su carácter indivisible; también, según autores “más recientes”, sería
una incidencia de la voz en una sola altura tonal (aquí está la definición de Aris-
tóxeno); la tercera definición de fJo/ggoj que da es la de un “sonido que no tiene
extensión en el espacio”. La definición de sonido como algo indivisible es la más
antigua (vid. Zanoncelli, op.cit., p.201, n.2) y tiene reminiscencias aristotélicas
(Arist. Metaph. 1017b, cf. Adrasto ap. Theo Sm. 49).
86
La definición de fJo/ggoj de Ptolomeo (no obstante su consideración si-
guiente como sonido en relación con otro y que por tanto establece un lo/goj) no
contradice a la citada de Aristóxeno (Harm. 20.16-17, sunto/mwj me\n ouÅn ei)pei=n
fwnh=j ptw=sij e)pi\ mi/an ta/sin o( fJo/ggoj e)sti), pues mi/a ta/sij es equivalente para
Ptolomeo eiÂj kai\ au)to\j to/noj de 12.7; cada fJo/ggoj es i)so/tonoj por el concepto de
ta/sij o tensión de 11.16. De este modo, Ptolomeo salva la unidad de la nota como
una cierta altura tonal antes de ponerla en relación, y por otro, al retomar la defini-
362
ción aristoxénica, hace de nuevo al fJo/ggoj objeto de la a(rmonikh/ al quedar defini-
do como “uno y lo mismo”, según la exigencia planteada antes en 12.3, exigencia
que no cumplen los sonidos continuos de 11.15. Ptolomeo utiliza material de pro-
cedencia diversa (Barker [op.cit., p.284, n.41] ha considerado fuentes para esta exi-
gencia de “unidad” pasajes como Plat. Phlb. 17a-e, Aristox. Harm. 86.5 ss.), pero el
alejandrino es capaz de conjugar el carácter “dinámico” de la a(rmonikh/ aristoxénica
con una concepción pitagórica del sonido.
fJo/ggon fhsi\n [Qra/sulloj] eiÅnai fwnh=j e)narmoni/ou ta/sin. e)narmo/nioj de\ le/getai
e)pa\n du/nhtai kai\ tou= o)ce/oj o)cu/teroj eu(reJh=nai kai\ tou= bare/oj baru/teroj: kai\ o(
au)to\j ouÂtoj kai\ me/soj e)sti/n. Para Trasilo, ta/sij e)narmoni/ou fwnh=j [= fJo/ggoj]
guarda una relación de tensión tanto hacia el agudo como hacia el grave. La inexis-
tencia de tales relaciones hace a un sonido fuera de lo melódico: cf. Theo Sm. 48.6-
8, dia\ tou=t’ ouÅn fJo/ggoj eiÅnai le/getai ou) pa=sa fwnh\ ou)de\ pa/shj fwnh=j ta/sij,
a)ll’ h( e)narmo/nioj, “por esto, pues, no se llama ‘nota’ a toda voz ni a toda caída de
eiÅnai toiou=toj oiÂoj ei)j me/loj ta/ttesJai h(rmosme/non y Bacch. Harm. 292.16-17,
mi/a ga\r ta/sij e)n fwnv= lhfJei=sa e)mmelh= fJo/ggon a)potelei=. De un modo diferente
se sitúa Adrasto (ap. Theo Sm. 50.5-7) acerca del tratamiento pitagórico que atien-
de al hecho acústico en sí y no al melódico; pero antes (49.20-50.3), diafe/rousi de\
a)llh/lwn oi( fJo/ggoi tai=j ta/sesin, e)pei\ oi( me\n au)tw=n o)cu/teroi, oi( de\ baru/teroi: ai(
de\ ta/seij au)tw=n kata/ tinaj lo/gouj ei)si\n a)fwrisme/nai (cf. Ptol. Harm. 11.19 diw-
risme/noi), al igual que en Ptolomeo (ib. 12.10): parabolh\n poiei= tina lo/gon e)k tou=
posou= th=j u(peroxh=j. Esta posición la vuelve a repetir Adrasto más adelante ap.
Theo Sm. 50. 14-19, donde los sonidos son e)kmelei=j bajo relaciones a)/logwj, pero
llamados fJo/ggoi bajo determinado tipo de relaciones.
363
Para Ptolomeo sólo se define fJo/ggoj mediante la u(peroxh/, el estableci-
miento de una relación (pro/j ti), pues aquél no está por sí mismo en lo/goj: se esta-
blece, según Porfirio (in Harm.113.3), e)n duei=n, a(/t’ w)\n tw=n pro/j ti. Ésta es la con-
secuencia lógica de entender la a(rmonikh/ como un sistema armónico de relaciones
y actualizaciones, tal como lo desarrollará después en II 5 con la distinción entre
notas por función y por posición.
87
Su sentido primario en griego es “sin habla”, lo cual es propiedad de los
animales (Plat. Prt. 321b), siendo su equivalente (cf. Nicom. Exc. 276.11 ss). De su
significado de “inconmensurable” pasa a la terminología retórica como lo que es
irregular, carente de analogia (A. D. Synt. 195.2) en el sentido retórico de ese tér-
mino (cf. Bécares Botas, op.cit., s.v.). Más adelante pasó a la métrica significando
la propiedad de aquellas unidades rítmicas que no se pueden expresar en proporcio-
nes simples: para Aristóxeno (Rhyth. II 20) un pie métrico puede ser r(hto/j o
a)/logoj, siendo lo segundo cuando el tiempo de una breve es ocupado por una larga
(cf. también Aristid. Quint. 33.19-22; vid. Luque Moreno, op.cit., p.21). El tarenti-
no incorporó esta distinción a su tratado como una propiedad de los intervalos y los
sistemas (Harm. 16.17-18.4). Desgraciadamente, no desarrolló la diferencia entre
un intervalo a)/logon y otro r(hto/n; lo más seguro es que tal distinción no esté muy
alejada en su concepto del uso de estos términos en Rhyth., según Barker (op.cit.,
p.137, n.63). Básicamente un intervalo es irracional para Aristóxeno cuando, o bien
no puede ser cantado, o bien reconocido por el oído como una de las consonancias
(cf. Harm. 27.12-13), o como un tono; Cleónides (Harm. 189.2-8) apostilla que
“racionales son los intervalos cuya medida es posible determinar, como el tono, el
semitono, el dítono, el tritono y semejantes. Irracionales son los que se alejan de
estas magnitudes por una medida no conmensurable (a)lo/g% tini\ mege/Jei).
364
88
Cf. Nicom. Ar. I 17.2 ss., y el tratamiento filosófico de la noción de rela-
ción en Arist. Cat. 6a36 y Metaph.1020b25; vid. además Theo Sm. 80.15 ss. Proba-
blemente Ptolomeo tenía in mente la consideración matemática de la misma noción,
por ejemplo Euc. Elementa VII 11 (o(/loj pro\j o(/lon), que según Szabó (op.cit.,
p.139) es equivalente a los términos de Aristóteles.
89
Los términos (o(/roi) de la relación se establecen, según Theo Sm. 80.16,
e)n e)laxi/stoij kai\ prw/toij a)llh/louj a)riJmoi=j, lo que en otras fuentes es llamado
90
Emmelh/j es la cualidad de aquello que guarda las leyes propias del me/loj
voz de sus otros movimientos”). Esta ki/nhsij e)mmelh/j está relacionada con la
ki/nhsij diasthmatikh/, en la que los tonos están bien definidos; es decir, guardan
lente e)narmo/nioj; Arist. Mu. 399a17, a(rmoni/an e)mmelh=; Nicom. Exc. 274.15-18,
e))kmelh/j, a)na/rmostoj; Porph. in Harm.32.23 ss., etc. Esta concepción, según Dü-
365
harmonisch se apoya en el uso ptolemaico de e)mmele/steroi (19.10), comparativo
que designa la propiedad de aquellas relaciones más cercanas a la igualdad, sobre
todo en el lo/goj e)pimo/rioj: Ptol. Harm. 15.8, de/on de\ e)n lo/goij e)pimori/oij eiÅnai ta\
e)mmelh=; pero entre los dos matices de Düring hay algo en común, que es en realidad
366
El sentido general de e)mmelh/j (como englobador, entonces, de la triple
distinción, cf. Porph.in Harm.113.12) lo vemos también en Gaud. Harm. 337.5,
quien divide los sonidos e)mmelei=j en homófonos, disonantes, consonantes y
paráfonos, pero todos bajo la expresión común: tw=n de\ e)mmelw=n fJo/ggwn oi( me/n
e)stin o(mo/fwnoi, oi( de\ su/mfwnoi, ktl., “de entre las notas melódicas, unas son
(Harm.18.3-4 y 19.7). Éstos serían, según algunos autores (F. A. Gevaert, Histoire
et théorie de la musique de l’Antiquité, Gand 1875-1881, vol. I, p.100; Michaelides,
op.cit., p.56), los dos tipos de tonos, mayor (9:8) y menor (10:9), el semitono
(16:15), la tercera mayor (5:4, producto de 9:8.10:9, que ya tiene cabida en el sis-
tema), y la tercera menor (6:5); no hay que pensar que Ptolomeo salve consciente-
mente las terceras como “les plus douces parmi les diaphonies” al decir de Gevaert,
sino en cuanto que su relación sigue siendo superparticular (cf. Stumpf, op.cit.,
p.57, n.1). Sin embargo, Porfirio (in Harm. 118.1-2 y 28-30) hace un recuento de
las razones superparticulares que son “melódicas”, en tanto que por debajo de la
sesquitercia 4:3; razones que se podrían llevar e)p’ a)/peiron, pero que son las que
aparecerán más adelante en las divisiones del tetracordio. Estas superparticulares
serían las e)pite/tartoi (5:4), las e)pi/pemptoi (6:5), las e)pi/ektoi (7:6), las e)pie/bdomoi
(8:7), las e)po/gdooi (9:8) y demás (kai\ a)/lloi plei/ouj), como 10:9, 11:10…(vid. I
16). El comentario de Porfirio es más exacto dentro de la perspectiva adoptada por
Ptolomeo, con la ventaja de incorporar razones como 12:11 ó 28:27 (cf. Harm. II,
14) que no tienen fácil parangón en el sistema actual; lo que ocurre es que para no-
sotros una razón e)pi/pemptoi es una tercera menor. Bajo los e)kmelei=j, por su parte,
caerían la sexta mayor (5:3) y la menor (8:5), la séptima mayor (15:8) y la menor
(9:5), así como el tritono y la quinta disminuida (64:45 y 45:32, respectivamente).
Porfirio, además (op.cit., 113.25-26), apunta que todos los e)kmelei=j son dia/fwnoi,
pero no al contrario.
91
Antes de referirnos a las consideraciones de Ptolomeo sobre las consona-
cias, es pertinente dibujar un breve panorama de la noción de sumfwni/a en la trata-
dística musical. Si nos retrotraemos hasta Aristóxeno, éste no definió qué es una
consonacia, porque no debió de sentir esta necesidad; tan sólo le interesaría cuál es
367
el mayor y el menor intervalo consonante (Harm. 25.11 ss.), con criterios pertinen-
tes como las posibilidades de emisión y percepción. En 21.15, la nómina de las
consonancias (según su magnitud) tiene un límite por abajo en la cuarta (“la propia
naturaleza de la melodía define la cuarta como el menor intervalo consonante”);
ahora bien, si vamos hacia arriba, “el máximo se halla limitado, en cierto modo, por
nuestra capacidad”. Éstas son la cuarta –consonancia mínima–, la quinta, la octava,
la octava más cuarta, la octava más quinta, la doble octava, doble octava más cuarta
y doble octava más quinta. Más allá de éstas, dependerá de la edad y las posibilida-
des de la voz (27.4-5), descubriéndose así la triple octava e incluso la cuádruple
octava. Una ley para Aristóxeno es que si un intervalo consonante se suma a la oc-
tava, el total resultante es también consonante (25.19-20 y sobre todo 56.11-12);
por ello no hay límite hacia el agudo, como se ha visto, aunque cualquier intervalo
menor que la cuarta es disonante. Este criterio de la magnitud (me/geJoj) en combi-
nación con las posibilidades de la voz es lo que determina la nómina de las conso-
nancias (Harm. 25.11-13, “parece que el menor intervalo consonante es determina-
do por la propia naturaleza de la melodía, pues se usan en la melodía muchos inter-
valos menores que la cuarta, pero todos son disonantes”). En 56.1 ss. dice: “sean
ocho los tamaños de las consonancias. La menor es la de cuarta”, a la que siguen la
quinta y (como suma de las dos primeras) la octava. En conformidad con esto,
Anon. Bellerm. 74 distingue entre consonancias simples (a)su/nJetoi) y compuestas
(su/nJetoi): simples son las que no están formadas por ninguna otra, como la cuarta
y la quinta; compuestas, todas las demás a partir de la octava.
Después de Aristóxeno, lo normal es, fuera del ámbito pitagórico, una defi-
nición de consonancia basada en la sensación de mezcla de dos sonidos, con un
efecto estético determinado: kra=sij, mi=cij, i)so/thj o e(no/thj, ya desde Arist. Me-
taph.1043a10: o)ce/oj kai\ bare/oj mi=cij toia/de. Esta “mezcla” de sonidos, para que
constituya una consonancia, debe conseguir una unión total de las notas –que por sí
son diferentes–, y serán tanto más consonantes éstos cuantas menos pulsaciones
haya y menos destaquen entre sí: es un criterio basado en la ai)/sJhsij y por ello
esta idea de consonancia basada en la noción de “mezcla” no deja de ser subjetiva.
De tal manera se expresa, por ejemplo, Ps.Arist.Pro. XIX 38 (99.10-11) sumfwni/a?
de\ xai/romen o(/ti kra=sij e)sti lo/gon e)xo/ntwn e)nanti/wn pro\j a)/llhla “nos gusta la
368
consonancia porque es una mezcla de opuestos que tienen una relación entre sí”,
siendo la octava la consonancia más hermosa (kalli/sth sumfwni/a, Pro. XIX.35
[95.14]). Esos sonidos que se mezclan expresan su relación mediante una diferencia
de altura, lo que es igual, de tensión, como dice Cleónides (187.19 ss.): e)/sti de\
sumfwni/a me\n kra=sij du/o fJo/ggwn o)cute/rou kai\ barute/rou, “la consonancia es
una mezcla entre dos notas, una aguda y otra grave” (lo mismo dice Porfirio citando
a Eliano [in Harm. 96.11-12]). De otra forma se expresa Nicómaco (Harm. 262.1-
5): su/mfwna me\n e)peidh\ oi( perie/xontej fJo/ggoi dia/foroi t%= mege/Jei o)/ntej, a(/ma
krousJe/ntej h)\ o(/mwj pote\ h)xh/santej e)gkraJw=sin a)llh/loij ou(/twj, w(/ste e(noeidh=
th\n e)c au)tw=n fwnh\n gene/sJai kai\ oiÂon mi/an, “son consonantes cuando las notas
que lo contienen (sc. un intervalo) son diferentes en magnitud, pero al ser golpeadas
o sonar simultáneamente, se mezclan entre sí de tal modo que el sonido resultante
tiene el aspecto de unidad y como si fuera uno” (cf. e((no/thj en Gaudencio [Harm.
337.12] como cualidad de la consonancia, y Ptol. Harm. 18.13-14; según Porfirio
(op.cit., 104) fueron los seguidores de Arquitas los que afirmaron que todas las
consonancias (y no sólo la octava) daban la sensación de un único sonido). Esta
idea de la “mezcla” la recoge Ptolomeo en este su primer acercamiento a la conso-
nancia, en 12.13-15, sumfw/nouj (...) o(/soi th\n o(moi/an a)nti/lhyin e)mpoiou=si tai=j
a)koai=j, “son consonantes (...) cuantas proporcionan una percepción uniforme a los
oídos”. Por otra parte, hay definiciones diferentes, que no estudian la consonancia
como “mezcla” sino como producto de una cierta “afinidad” que además produce
placer: así, Adrasto (ap. Theo Sm. 50.22-51.4) afirma que sumfwnou=si de\ fJo/ggoi
pro\j a)llh/louj, wÂn Jate/rou krousJe/ntoj e)pi/ tinoj o)rga/nou tw=n e)ntatw=n kai\ o(
369
tes”, en virtud de haber excluido la octava (y razones múltiples compuestas por
ella) como o(mofwni/a, entre los sonidos a)niso/tonoi los intervalos de cuarta y de
quinta, más los compuestos de ellos (esto es, octava más cuarta y octava más quin-
ta). En 17.24-25 la definición clásica de consonancia como “mezcla” pasa a ser la
de la o(mofwni/a, oi( me\n kata\ th\n su/myausin e(no\j a)nti/lhyin. Ello ha hecho pensar
que la definición de intervalo su/mfwnon de 12.13 ss. sea provisional, en tanto que
es explicado como más adelante la homofonía.
370
traktu/j, es el llamado de “los similares y disimilares” (Porph. in Harm. 107.15 ss;
Ptolomeo los comenta refutándolos infra en I 7). El modus operandi ptolemaico es,
por supuesto, pitagórico, pero nuestro autor maneja, de acuerdo con su doctrina de
los krith/ria th=j a(rmoni/aj, una noción de consonancia basada en la percepción,
como se ha visto, que luego se traduce en expresión numérica, aunque sin llegar a
conclusiones encontradas por haber aceptado postulados rígidos como hacen los
pitagóricos, según Ptolomeo en I 7-8. Precisamente la posición de Ptolomeo es
ecléctica porque intenta superar ambas ideas sobre la consonancia, en una teoría
que dé cuenta de hechos físicos (acústicos) y de percepción, expresables mediante
un lenguaje matematizado.
Ahora bien, tal disonancia, como opuesta al término su/mfwnoj, tiene más de
una acepción. Para Aristóxeno (Harm. 21.21) la distinción entre consonancia y di-
sonancia es uno de los rasgos que definen los intervalos así como los sistemas. El
tarentino no ofrece una definición cierta de estas cualidades, pero Cleónides (Harm.
188.1) la define como el rechazo de dos notas a combinarse, y equivalente es la
definición de Gaudencio (Harm. 337.13 ss). Arístides Quintiliano (10.1), que dis-
tingue sonidos consonantes, disonantes y homófonos, llama disonantes a aquéllos
que “al ser tocados a la vez se produce el me/loj específico de cada uno de los dos
sonidos”, mientras que en los consonantes son aquéllos en los que hay una mezcla
total. Los intervalos homófonos son los que, teniendo una misma altura tonal, tie-
nen una du/namij distinta de la voz. En Gaudencio (loc.cit.), los intervalos dia/fwna
no llegan a producir una mezcla (mhdemi/an kra/sin).
371
Para Aristóxeno es disonante (dia/fwna) cualquier intervalo menor que la
cuarta (cf. Harm. 25.13-14). Eso implica que el dítono del género enarmónico es
disonante, aunque más tarde la teoría armónica lo retome entre las consonancias (al
pasarse durante el Renacimiento de la afinación pitagórica a la entonación justa).
Esta consideración particular de consonancia / disonancia tiene que ver, pues, con
la magnitud, el me/geJoj de un intervalo (Aristox. Harm. 25.9 ss.): el criterio para el
menor intervalo que no sea disonante es la voz. Cleónides (Harm.187.14), dentro de
la tradición aristoxénica, enumera entre los intervalos disonantes “todos los meno-
res que la cuarta y todos aquéllos comprendidos entre los intervalos consonantes
por su magnitud”; menores que la cuarta son la diesis, el semitono, el tono y el dí-
tono, mientras que los que se encuentran metacu\ tw=n sumfw/nwn son el tritono, el
tetratono, el pentatono y similares. De nuevo aquí el criterio es el me/geJoj del in-
tervalo.
lares. De ahí que la octava sea el intervalo más consonante (2:1) seguido de la quin-
ta (3:2) y la cuarta (4:3): cf. por ejemplo Adrasto ap. Theo Sm. 58.11-59 o S. E. M.
VII 94-5.
Anisotone
Ekmelische Emmelische
Symphone Diaphone
Ptol.Harm.I 4, según Stumpf (op.cit., p.60).
372
dientes entre sí; pero mientras que el primero (e)kmele/j-e)mmele/j) se referiría a un
orden horizontal, el segundo (su/mfwnoj-dia/fwnoj) lo sería vertical. A nosotros, por
nuestra parte, nos parece que del texto de Ptolomeo no se desprende en absoluto la
relación de inclusión que propuso Stumpf, además de que ya hemos supuesto que
no hay un uso diferente (como piensa el autor germano) de e)mmelh/j en el tratado.
Por supuesto que la presente noción de su/mfwnoj-dia/fwnoj no se corresponde a la
de I 7, siendo ésta de I 4 la más cercana a la clásica de las fuentes; a esas fuentes, es
decir, a los demás teóricos, se refiere el verbo fasi\n del texto, que deslinda esta
definición de la posterior más integrada en el sistema total ptolemaico. Esta o(moi/an
a)nti/lhyin, en este contexto, remite a las definiciones clásicas de consonancia como
provisional, como quiere Stumpf (ib., p.63), sino un testimonio, de lo que “dicen”
otros (y por nuestra revisión de las fuentes en la primera parte de esta nota, Ptolo-
meo no se equivoca), pues parece que la aparición de los términos e)kmele/j-
e)mmele/j lleva casi indefectiblemente a la sumfwni/a y la diafwni/a, de alguna mane-
ra asociados para Ptolomeo con aquéllos como una tipología. Aunque la noción de
373
su/mfwnoi yo/foi ofrecida aquí no sea extraña a la que más tarde desarrollará Ptolo-
prw/twn sumfw/nwn kata\ me/geJoj diafora/; cf. Ptol. Harm. 23.11, diafora\ du/o
fJo/ggwn e)po/gdoon periexo/ntwn lo/gon, que recuerda a Filolao [vid. infra] y 41.15-
17, o( e)pi\ h’ eu(/rhtai kaJ’ au(to\n perie/xwn to\n to/non e)k th=j u(peroxh=j tw=n du/o
prw/twn sumfwniw=n, más cerca de Aristóxeno). Esta versión del tono es válida no
374
(DK 44B6), quien llama a la cuarta su/llaba y a la quinta di’ o)cei=an: to\ de\ di’
o)cei=an mei=zon ta=j sullaba=j e)pogdo/wi. Otro texto pitagórico que presenta el mis-
375
sistemática y no práctica, pues su modelo no requiere más de dos octavas, como
señala Barker (op.cit., p.284, n.45).
95
Barker (SPH, pp.60-67) ha dividido el capítulo 5 en tres partes, corres-
pondiendo a tres argumentaciones diferentes que proceden, según Ptolomeo, de la
tradición pitagórica en torno a los intervalos y sus razones matemáticas. El primero
de esos argumentos es el que se inicia aquí (13.1-14.3) y tiene como punto de parti-
da (a)rxh/) la teoría cuantitativa que quedó establecida en I 3, y que es a partir de
ahora manejada en forma de números, esto es, las diferencias entre sonidos diferen-
tes son expresables en forma de números diferentes; esto es un eco de las discusio-
nes habidas entre los teóricos acerca de las nociones de lo/goj, dia/sthma y u(peroxh/,
en las que, además de la confusión entre tales términos, para algunos autores como
Eratóstenes estaba claro que el intervalo, dia/sthma, se estableció entre dos térmi-
nos (o(/roi) desiguales, mientras que el lo/goj era lo contrario, cf. Theo Sm. 81.17
e)peidh\ lo/goj me/n e)sti du/o megeJw=n h( pro\j a)/llhla poia\ sxh=sij: gi/netai d’ au(/th
kai\ e)n <a)>diafo/roij (...) dia/sthma de\ e)n diafe/rousi mo/non, cf. igualmente Euc.
Elementa, def.3.
caso de las notas, expresadas en lo/goi. Inmediatamente pasa a enumerar los tipos
de lo/goi musicales, pollapla/sioi, e)pimo/rioi y e)pimerei=j (simplificando el número
de relaciones, simplificación que también recoge Ptolomeo), cuyas relaciones es
posible decirlas “con una palabra”, e(ni\ o)no/mati (149.15), es decir, lo/goi capaces de
376
ser nombrados sin tener que recurrir a expresar los dos números (vid. Zanoncelli,
op.cit., p. 63, n.5). Esta capacidad no explica, sin embargo, por qué las razones
múltiples y superparticulares son las mejores, como ya aceptaba Sect. Can., y vuel-
ve a repetir Ptolomeo (y reajustará en 18.7 ss.). El alejandrino declara en 13.8 que
la excelencia de un lo/goj se establece por la “simplicidad de la comparación”, ka-
ta\ th\n a(plo/thta th=j parabolh=j, sobre todo entre las múltiples y las superparticu-
lares, pues es más simple la comparación –el exceso– en aquéllas que en éstas. Ésta
es la interpretación de 13.8, au(/th, como lo/goj pollapla/sioj, 13.8 th=j e)kei/nwn
como lo/goi e)pimo/rioi, y que es como lo han entendido todos los comentaristas.
Nosotros seguimos tal interpretación basándonos en el siguiente argumento: si su-
pusiésemos au(/th (13.8) como la diafora\ tw=n e)pimoriw=n te kai\ pollapla/siwn y
th=j e)kei/nwn como la diafora\ tw=n legome/nwn e)pimerw=n kai\ w(j a)riJmo\j pro\j
a)riJmo/n (13.6-7; el plural está justificado pues hemos interpretado h( tw=n lego-
me/nwn e)pimerw=n kai\ w(j a)riJmo\j pro/j a)riJmo/n como “la de las llamadas superpar-
Pero entonces el alejandrino no compararía acto seguido (ib.) las múltiples con las
superparticulares, sino el grupo formado por este par de tipos con el grupo formado
por las superpartientes y número a número. Ptolomeo vuelve a repetir por qué la
razón doble es la mejor (13.15, a)/ristoj) más adelante, en correspondencia a las ya
conocidas virtudes perceptibles de la octava: se debe a que “produce un excedente
igual a lo excedido” (13.16, th\n u(peroxh\n i)/shn poiei=n t%= u(peroxome/n%). Aunque
en opinión de Barker (SPH, p.62) la analogía entre las excelencias de la octava
perceptiblemente y las características de la razón doble sean “vague and elusive”,
representa el esfuerzo que hace Ptolomeo en hallar la debida homogeneidad entre
los datos fenoménicos y su modelo matemático, consecuentemente con su teoría de
los krith/ria. En cuanto a la ordenanción jerárquica de los lo/goi matemáticos, Pto-
lomeo postuló como explicación racional al intervalo consonante tan sólo la des-
cripción de los lo/goi matemáticos que les correspondía, e hizo de esas característi-
cas –explicitadas en 13.8-10– una virtud matemática, siendo como eran un rasgo
377
neutro, como se ve en 13.16 (cf. la clasificación de Tetr. I 14, 2-3). Pero la crítica
ha señalado el valor apriorístico de tal jerarquía (cf. SPH, pp.60-61), y sólo queda
ser conscientes del procedimiento ptolemaico de equiparación de los datos fenomé-
nicos con el modelo matemático que ha de proponerse: la redefinición de los lo/goi
múltiples y superparticulares dando preeminencia al tipo de “exceso”, u(peroxh/,
entre sus términos, frente a descripciones como las de Teón de Esmirna (70.8,
76.21, etc.) o Nicómaco (Ar. I 17.7 ss.), descripciones éstas de Ptolomeo que con-
tribuirán al principio de “cercanía a la igualdad” de I 7 (18.11 ss.) para la gradación
de intervalos homófonos y consonantes.
la tradición pitagórica (cf., por ejemplo, Sect. Can.149.13 ss.) no entra en las razo-
nes que expresan una consonancia; el principio ptolemaico busca la mitad más
aproximada en una razón, lo cual es posible sobre todo en múltiples y superparticu-
lares, pero no lo adopta como axioma, lo que posibilitará la clasificación de I 7
donde tiene cabida una razón superpartiente como 8:3. Por su parte, el axioma de
Sectio Canonis (149.15) es la posibilidad de nombrar la razón con “un solo nom-
bre” (e(ni\ o)no/mati), cf. Ptol. Harm. 16.9 e(no\j ei)/douj o)/ntoj. La doctrina matemática
(Theo Sm. 78.6) la describe como aquel lo/goj, o(/tan o( mei/zwn o(/roj a(/pac e)/xv to\n
e)la/ttona kai\ e(/ti plei/w me/rh au)tou= [tou= e)la/ttonoj], ei)/te tau)ta\ kai\ o(/moia ei)/te
97
A veces se suele identificar las razones e)pimerei=j con las de a)riJmo\j
pro\j a)riJmo/n, (cf. Plat. Ti. 36b y Porph. in Harm. 117.14) pero Teón las explica
378
demás razones. De ahí nuestra traducción de kai\ w(j como “y”, en vez de la disyun-
ción de todas las traducciones.
98
Esta razón matemática (gr. e)pimo/rioj), “superparticular” y expresable
como (n+1):n es descrita por la matemática dentro de los lo/goi mei/zonej, y es el
tipo de razón en que se encuentran las consonancias de quinta y de cuarta. Teón de
Esmirna (76.21 ss.) dice de ella: e)pimo/rioj de/ e)sti lo/goj o(/tan o( mei/zwn o(/roj a(/pac
e)/xv to\n e)la/ttona kai\ mo/rion e(/n ti tou= e)la/ttonoj, toute/stin o(/tan o( mei/zwn tou=
e)la/ttonoj tau/thn e)/xv th\n u(peroxh/n, h(/tij tou= e)la/ttonoj a)riJmou= me/roj e)sti/n.
Junto a las razones múltiples, es susceptible de ser nombrada mediante un solo tér-
mino, y de expresar consonancias (Sect. Can.149.23-24, Theo Sm. 74.23-75.7);
según Ptolomeo incluso (Harm. 15.8), en ella debería encontrarse ta\ e)mmelh=. No
puede ser dividida en dos de manera análoga (Sect. Can. prop.3), por lo que, por
ejemplo, un tono se divide en dos semitonos desiguales, o seis tonos son mayores
que una octava. La definición de Ptolomeo es mucho más simple que la de Teón y a
la vez más exacta, pues explica qué es ese mo/rion e(/n ti tou= e)la/ttonoj; esto es, se-
gún Ptolomeo, “una parte simple”, me/roj a(plou=n, que no es exactamente “one
unit”, la unidad, como considera Solomon (op.cit., p.17, n.87), sino, como dice Bar-
ker (op.cit., p.60, n.4), “an integral factor”, de modo que podamos equiparar, por
ejemplo, 4:3 con 8:6 (pues de otra manera no habría una explicación aceptable para
19.11). La definición de Ptolomeo es diferente a la de Teón y no es casual (también
lo es en el caso de la múltiple, cf. Harm. 13.8), pues tiende a la explicación que el
alejandrino dará de la gradación de consonancias en I 7, según el principio de la
“cercanía a la igualdad” (ib. 18.11, tv= pro\j ta\j i)so/thtaj e)ggu/thti, y sobre todo
19.10 ss.).
99
Razón (m.n):n, “múltiple” (gr. pollapla/sioj). Para Ptolomeo y el pita-
gorismo en general, la mejor razón (cf.13.8: a)mei/nwn ... kata\ th\n a(plo/thta th=j
parabolh=j); sus propiedades matemáticas las desarrolla la euclidiana Sectio Cano-
nis (propp.1 y 2). Para Teón de Esmirna (76.8) existe cuando o( mei/zwn o(/roj pleo-
na/kij e)/xv to\n e)la/ttona, toute/stin o(/tan o( mei/zwn o(/roj katametrh=tai u(po\ tou=
(dipla/sioj), 2:1, que es la razón de la octava, y por tener una u(peroxh/ menor –más
379
cercana a la igualdad– es, según Ptolomeo (13.15), a)/ristoj, como la octava es ka-
lli/sth. Esta razón múltiple está formada por las dos mayores sesquitercias, 3:2 y
4:3 (quinta y cuarta respectivamente). Otras múltiples son la octava más quinta
(3:1, tripla/sioj o “triple”) y la doble octava (4:1, tetrapla/sioj o “cuádruple”), cf.
Ptol. Harm. 13.24 ss., Sect. Can. prop.7 o Theo Sm. 77.23 ss.
100
La causa de las preferencias se explica a través de la a(plo/thj th=j para-
bolh=j (cf. Harm. 37.20 pari/souj y 19.9-10, di/xa e)/ggista (...) e)mmele/steroi; vid.
Solomon, op.cit., p.61), principio que como hemos visto determina la definición
que da Ptolomeo de las razones superparticular y múltiple, y en correspondencia
con el orden estético de las consonancias, empezando por la octava (entre los pita-
góricos, una a(rmoni/a, cf. Philol. DK 44B6). Este tipo de ordenación es apriorística
como también lo era en Sect. Can. para desdeñar la superpartiente (149.14-16,
tou/twn de\ oi( me\n pollapla/sioi kai\ e)pimo/rioi e(ni\ o)no/mati le/gontai pro\j
Sens. 439b31-440a3, ta\ me\n ga\r e)n a)riJmoi=j eu)logi/stoij xrw/mata, kaJa/per e)kei=
ta\j sumfwni/aj, ta\ h(/dista tw=n xrwma/twn eiÅnai dokou=nta (...) ta\\ de\ mh\ e)n a)riJmoi=j
actúa como Ptolomeo, con la asignación de los intervalos consonantes a las razones
superparticulares y múltiples, aunque admite que lo e)mmele/j también se exprese en
razones de “número a número” (igualmente Adrasto ap. Theo Sm. 50.18). El hecho
de que lo más consonante para Ptolomeo sea lo que más se acerca a la igualdad
recuerda los adjetivos que se atribuyen al número 1 de la tetraktu/j en Theo Sm.
100.2 ss., así como al método que tiene este autor para generar las consonancias
múltiples en la p.108. No obstante, este concepto está muy cerca de la noción de
consonancia como “mezcla” (kra=sij, e(no/thj) donde ésta está, en la doctrina ptole-
maica, indisolublemente unida a los números. Dada la comparación establecida al
380
principio del capítulo por Ptolomeo entre números y notas y sus relaciones entre sí,
y puesto que estamos tratando con intervalos, diasth/mata, y no con unísonos (que
serían la razón 1:1), la mayor cercanía a la igualdad posible es la de la octava como
ejemplo de kra=sij o e(no/thj, y por ello su razón (2:1) es la que tiene, como explica-
rá Ptolomeo en 18.11, la simplicidad mayor. Ptolomeo ha hallado así un precioso
medio –si es que ésta es la explicación que tenía in mente– para cualificar las distin-
tas razones matemáticas, ordenándolas según el criterio de la u(peroxh/, y en corres-
pondencia con la gradación que en el terreno sensorial privilegiaba la octava sobre
la cuarta y la quinta (cf. por ejemplo Sect. Can.149.11 ss, Panecio ap. Theo Sm.
66.30 ss., Ps.Arist. Pro. XIX 35). La “belleza” perceptiva tendría su correlato, en-
tonces, en la “cercanía a la igualdad” (vid. GMW, p.285, n.49).
Fuera del ámbito matemático, la razón física es que las razones numéricas
que expresan una consonancia en Grecia reflejan las longitudes de las cuerdas, y no
el número de vibraciones (como señala Gevaert, op.cit., vol. I, p.305, n.2), por lo
que la simplicidad de la comparación surge de la simplicidad de la sucesión geomé-
trica, que en el caso de la razón doble es más pequeña. De ahí que 2:1 establezca
una comparación más simple que, por ejemplo, 4:3.
101
La razón de la octava, “doble”, 2:1 (= [3:2]·[4:3], quinta más cuarta), de
tipo múltiple.
102
Literalmente “el todo y la mitad”, gr. h(mio/lioj. En métrica es el lo/goj
que mantiene el ge/noj paiwniko/n según la teoría rítmica aristoxénica (cf. Rhyth. II
26.6; vid. Luque Moreno, op.cit., p.19 ss.), con una razón de 3:2. En música, la
misma razón es la que mantiene la consonancia de quinta (cf. Sect. Can. prop.6,
Anon. Bellerm. 72) y por ello también su razón recibe esa denominación; Teón de
Esmirna (78.2-3) la explica así: o(/ti dh\ kai\ to\ h(/misu me/roj prw=ton kai\ me/giston
kai\ e)gguta/tw t%?= o(/l%. Dicha razón (compuesta de tres tonos y un leima), junto con
381
Además de su aplicación en la clasificación de los lo/goi, el término será
aplicado también a uno de los géneros de la melodía, el cromático (xrw=ma); éste
tiene una variedad (“coloratura”, xro/a) llamada h(mio/lion (cf. Aristox. Harm. 63.9
ss. o Cleonid. Harm. 189.9). Dicha variedad se caracteriza por una sucesión de dos
intervalos de tres octavos de tono (Anon. Bellerm. 53 lo expresa como “pycnón de
semitono y diesis enarmónica”) más un intervalo de siete cuartos de tono (o lo que
es igual, un tono más tres cuartos de tono). Más claro se ve esta microtonalidad si
echamos mano de la división de la cuarta en 30 partes iguales (cf. Aristid. Quint.
18.1-3), según la cual la interválica sería de 4 ½, 4 ½, 21.
103
Es la razón de la cuarta, 4:3, “el total y un tercio” (e)pi/tritoj); es una ra-
zón matemática del tipo superparticular. Hace, junto a la sesquiáltera de la quinta
(3:2) la razón doble de la octava (2:1), y constituye la segunda superparticular ma-
yor (cf. Theo Sm. 78.3-4, Ps.Arist. Pro. XIX 41). En métrica es esta razón conocida
como ge/noj e)pi/triton (3/4), a su vez en los r(uJmoi\ e)pimo/rioi, tres largas y una bre-
ve.
e(/kaston tou/twn ktl., y 84.1-3, dio\ kai\ sumbai/nei th\n stigmh\n mh\ eiÅnai me/roj
grammh=j mhde\ th\n i)so/thta lo/gou, th\n me/ntoi mona/da a)riJmou=; de otra manera en-
382
dos conjuntos de la escala. Por su parte, la razón doble produce un excedente “igual
al sobrepasado” de forma que la aproximación a la igualdad siempre se podrá redu-
cir a 1 (además de ser la razón múltiple menor; cf. la crítica de 16.15 ss.). El trata-
miento peripatético de la cuestión lo leemos en Ps.Arist. Pro. XIX 35a y 39; se lla-
ma, al igual que lo hace Ptolomeo, a la octava la consonancia kalli/sth (cf. ib.
95.14 y 100.9, h(di/sth). La hipótesis de este carácter podría residir en que sus tér-
minos son o(/loi, “enteros” a diferencia de los superparticulares de la cuarta o quinta;
o bien, el hecho de estar constituida por las dos superparticulares mayores y su me-
dida (96.7-9): h)\ o(/ti telewta/th e)c a)mfote/rwn ouÅsa kai\ o(/ti me/tron th=j mel%di/aj
ktl. Pro. XIX 39b (99.16) guarda relación con la teoría de los impactos desiguales
poiw=n de\ diafora\n tv= ai)sJh/sei hÂtton h(du/nei (ib., 105.12-13); el concepto de la
después, Aristóxeno [Harm. 25.18-20, también otros como Adrasto ap. Theo Sm.
383
52] entiende la producción de consonancias como la suma de cualquiera de ellas a
la octava): dos cuartas producen una séptima y dos quintas una novena, que ya des-
de el punto de vista estético no son consonancias, como tampoco numéricamente:
cf. Pro. XIX 41 (p.102) con semejante argumento. La razón 8:3 está, pues, expresa-
da en forma superpartiente conforme a Ptolomeo (cf. Porph. in Harm. 117.12-13) y
por ello no debe parecer, ni siquiera a los oídos, una sumfwni/a (cf.Arist. Sens.
439b19, donde las consonancias, como los colores, han de estar e)n a)riJmoi=j
eu)logi/stoij para resultar ta\ h(/dista). Desde el punto de vista aristoxénico, que
mite las consonancias mediante la percepción (Harm. 42.8 ss.), la octava más cuarta
debe ser una consonancia de las o)ktw\ mege/Jh: recordemos el pasaje de Dídimo
(Porph. in Harm. 26.20-25).
Teón de Esmirna (79.15 ss.; también Adrasto, ib. p.56), que ofrece con más
detalle una relación de lo/goi matemáticos, incluye la razón 8:3 en las razones po-
llaplasiepimerei=j (“múltiple-superpartientes”, [mn]+x:n, [2.3]+2:3), o(/tan o(
mei/zwn o(/roj di\j h)\ pleona/kij e)/xv to\n e)la/ttona kai\ du/o h)\ plei/w tina\ me/rh au)tou=
ei)/te o(/moia ei)/te dia/fora; la llama dipla/sioj kai\ di\j e)pi/tritoj. En la tratadística
384
a)kov= kri/nomen ta\ tw=n diasthma/twn mege/qh, el geómetra hace todo lo contrario: ou)
ga\r e)/stin w(/sper e)pi\ tw=n diagramma/twn ei)/JisJai le/gesJai: e)/stw tou=to eu)qei=a
108
Cf. Ps.Arist. Pro. XIX 41. No se entiende el primer diagrama de la edi-
ción de Düring, pues para que AG sean una doble quinta, la serie 9-12-16 no es vá-
lida ([3:2]·[3:2] = 9:4). Barker y Solomon corrigen estos números en su traducción :
8-12-18, que mantienen entre sí razones sesquiálteras. Desde Pro. XIX.41 sabemos
que la doble quinta no es consonante ([3:2]·[3:2] = 9:4; tampoco Aristóxeno la con-
sideró): cf. ib. p.102.15-17, o)/ntwn de\ h(mioli/wn triw=n e(ch=j a)riqmw=n h)\ e)pitri/twn oi(
a)/kroi pro\j a)llh/louj ou)de/na lo/gon e(/cousin. Por ou)de/na lo/gon hay que entender
una razón múltiple o superparticular conforme a Sect. Can. 149.15. Según el texto
peripatético, la razón resultante no es ni superparticular ni múltiple (9:4, doble
quinta; 16:9, doble cuarta). Es lo correspondiente a Sect. Can. prop.4: e)a\n
dia/sthma mh\ pollapla/sion di\j sunteqv=, to\ o(/lon ou)/te pollapla/sion e)/stai, ou)/te
385
Por otra parte, es el caso que la doble octava 4:1 puede ser dividida en par-
tes iguales, de forma tal que su razón no puede ser superparticular en virtud de Sect.
Can. prop.3; si era una consonancia, como mostraba la premisa inicial, entonces es
múltiple; una razón múltiple, en virtud de Sect. Can. prop.2, obtenida de un interva-
lo tomado dos veces, nos lleva a ese intervalo simple también múltiple; como AB
era una octava, la razón de la octava es múltiple (Sect. Can. prop.10).
110
Cf. Euc. Elementa VII 19, Sect. Can. 152.2-3, Nicom. Ar. 126, Theo
Sm. 106.
111
Cf. Euc. Sect. Can. prop.12 (la octava es doble porque ésta es la primera
razón múltiple), y prop.6. El tono está en razón sesquioctava según Sect. Can.
prop.13. Si la octava está formada por los dos intervalos superparticulares mayores
(según Sect. Can. prop.6), la consecuencia es que cualquier intervalo formado por
otros dos superparticulares ha de ser menor que la octava; de ahí que no aceptemos
la traducción de Düring (Die Harmonielehre des Klaudius Ptolemaios, Göteborgs
Högskolas Årsskrift, vol. 36, nº 1, Göteborg 1930 [= PH], p.30) para 15.4-5: “so-
dass die zwei aus anderen überteiligen Verhältnissen gebildeten Verhältnisse klei-
ner sein müssen als das Doppelte”, pues du/o es genitivo (cf. 13.24, 15.3). Que no
hay razón múltiple menor que la doble queda demostrado en Sect. Can. prop.12.
112
El término indica “un total y un octavo del total” (gr. e)po/gdooj, i.e.,
1+1/8). Es la razón del tono mayor, 9:8; el adjetivo también puede significar, por
extensión, “tono” (cf. Hsch., s.v.). Es el sentido de “intervalo” de Cleónides
(Harm.202.6-8). En la clasificación de razones matemáticas, Teón (75.3 ss.) inserta
esta proporción en aquéllas e)n sumfwni/#, junto a la del lei=mma, no siendo ni de las
pollapla/sioi ni de las e)pimo/rioi, sino del grupo de las ou)de/teroi.
113
El término también aparece en muchas fuentes, entre ellas los Anon. Be-
llerm. 52 y 54 como h(mitoniai=on, al igual que to/noj es sinónimo de toniai=oj (cf.
Ptol. Harm. 18.3-4). Hay dos consideraciones generales sobre el semitono: la aris-
toxénica, que podríamos llamar “temperada” (aunque vid. las reticencias de E. A.
Lippman, Musical Thought in Ancient Greece, London-New York 1964, p.151), y
la pitagórica, más matemática. En Harm. 27.16-18, Aristóxeno explica que el tono
386
“se puede dividir de tres maneras, puesto que su mitad, su tercio y su cuarto se con-
sideran melódicos”, cf. Ptol. Harm. 33.10-11. De otra forma, el tarentino también
divide la consonancia de cuarta en 30 partes iguales, o lo que es igual, el tono en 12
(puesto que una cuarta son dos tonos y medio), en Rhyth. II 23.15. Esta división del
tono no establece diferencia alguna entre ambos semitonos, y como consecuencia se
establece un sistema de sonidos que distan ya un tono, ya medio, pero sin implica-
ciones matemáticas como las de la octava diatónica pitagórica, con un semitono
menor llamado lei=mma (Sect. Can. prop.17, Philol. DK 44B6). La causa reside en
los criterios de Aristóxeno, que se basan en la percepción y no en la razón (además
de considerar el intervalo como un espacio), además del hecho, señalado por Ptol.
Harm. 30.7-9, de que al considerar el intervalo como un espacio (cf. Porph. in
Harm. 95.13) entre dos notas “incorpóreas”, el intervalo no está sujeto a leyes ma-
temáticas: por ejemplo, el caso de la imposibilidad de la división en dos partes
iguales de una razón superparticular (cf. Sect. Can. prop.3). Por ello se considera la
aristoxénica una concepción precursora del temperamento.
górica del tono en dos partes es la que exhibe Arístides Quintiliano, 95.19 ss. (tam-
bién Gaud. Harm. 343). Si la razón del tono es 9:8, y no hay ningún número entre
ellos; entonces se duplican éstos, obteniendo así 16 y 18, hallando en medio el 17.
Así pues, habrá un semitono mayor (mei=zon) de razón 17:16, y uno menor (e)/latton)
de razón 18:17; Arístides Quintiliano llama al semitono menor, conforme a sus
fuentes, “resto”, lei=mma. La conclusión que saca de todo esto es que la cuarta no es,
como decía Aristóxeno, dos tonos y un semitono (loc.cit.; también Anon. Bellerm.
71), como demuestra en 96.20. Efectivamente, una cuarta de razón 4:3 menos dos
tonos de razón 9:8 da como “resto” un residuo de razón de 256:243 (Plat. Ti. 36b),
para Arístides Quintiliano símbolo de la precariedad de lo sensible, o de lo irracio-
nal (cf. Sect. Can. prop.15).
114
Cf. Euc. Sect. Can. propp.8 y 13; en prop.16, este tratado demuestra (co-
mo aquí recoge también Ptolomeo con un matiz diferente) que el tono no puede ser
387
ser dividido en dos intervalos iguales; ha de dividirse en lei=mma (256:243) y
a)potomh/ (2187:2048). Barker (op.cit., pp.64-65) llama a este último pasaje “argu-
demostraciones; esto por lo que se refiere al manejo de la fuente, pues como señala
Barker, Sect. Can. no dice nada de la cualidad de lo “melódico”, y a la vez emplea
intervalos como pasos melódicos que no son superparticulares como el leima
(Ptolomeo se ocupará en I 7 de los intervalos “melódicos”, que para él se expresan
mediante razones superparticulares, intervalos que llegan en tamaño hasta la
cuarta). De ahí que este pasaje ptolemaico haya sido puesto en relación con otras
fuentes: su carácter “no geométrico”, al modo de 14.4 ss., lo acerca más a las
valoraciones de la primera parte de este capítulo (13.1-14.3) según Barker,
proponiendo este autor a Arquitas en la idea de que es completamente achacable a
este pitagórico la idea de la conexión entre superparticulares e intervalos melódicos
(cf. Ptol. Harm. 19.4-13, 34.21-35.1). Barker (op.cit., p.67) se apoya, aparte de la
teoría de las medias proporcionales de Arquitas, en el sugerente razonamiento de
que, por una parte, Ptolomeo identifica de entre los pitagóricos, a uno sólo con su
nombre, Arquitas (34.18); y por otra, Ptolomeo estaría asociando a Arquitas –o la
fuente que él identifica con Arquitas– con tales u(poJh/seij racionales, las de I 5.
Esto haría pensar, por último, que también el argumento de 13.1-14.4 podría tener
un origen en Arquitas, puesto que ambos están evidentemente relacionados al
considerar el tipo de “exceso” (u(peroxh/) entre los términos de una razón. El pasaje
de 15.8 es un avance del tratamiento posterior de este tipo de intervalos en 19.5 ss.
Si las sospechas de Barker son ciertas, la reestructuración ptolemaica de los
intervalos en tres categorías (I 7), aún siendo relativamente original, tiene una
procedencia de Arquitas clara en lo que al criterio de fondo se refiere, el carácter
115 de los excesos (16.11).
su/mmetron
Que lo “melódico” (e)mmele/j) se encuentre sólo en las razones superpar-
ticulares no se lee en Sect. Can.; más adelante Ptolomeo lo repetirá en 37.19-20.
388
Quizá esté basada en el hecho de que en las divisiones de los géneros melódicos
que veremos a lo largo del tratado, son las superparticulares prácticamente las úni-
cas utilizadas, pero no son en absoluto las únicas, y esto afecta, como señala Barker
(“Ptolemy’s Pythagoreans, Archytas, and Plato’s conception of mathematics”,
Phronesis 39 [1994], p.128) a Filolao, Sectio Canonis o Platón. Pero que esta pro-
piedad sea lo expresable mediante una relación matemática, proviene del pitago-
rismo y del Perípato: cf. por ejemplo Adrasto (citado por Theo Sm. 50.14 ss, para
quien los sonidos son ya notas bajo las razones múltiples, superparticulares y de
“número a número” (cf. Ptol. Harm. 13.8 ss.), aunque acto seguido reconozca que
las únicas “consonantes” (su/mfwnoi) son las múltiples y superparticulares. Barker
(op.cit., p.129) propone a Arquitas como primer origen verosímil de esta tesis, ba-
sándose en la inclinación especulativa que demuestra este pitagórico; no obstante,
en su cromático observamos (cf. Harm. I 13) lo/goi que no son superparticulares,
aunque admiten una interpretación basada en la cualidad e)pimo/rioj (cf. N.Tr. 265).
Para Barker, un apoyo importante a esta atribución es el aserto de Ptolomeo sobre
el mismo Arquitas, que confirmaría que este pitagórico sólo aceptaba lo/goi
e)pimo/rioi: cf. Harm. 34.21-35.1, w(j oi)kei/ou tv= fu/sei tw=n e)mmelw=n o)/ntoj tou= sum-
me/trou tw=n u(peroxw=n, “en la idea de que es propio de la naturaleza de los intervalos
mei/zonoj.
res, al modo en que 2:1 lo es en 4:3 y 3:2. Aunque esta característica matemática
del lei=mma le convierta en e)kmelh/j, quizá con el sentido del término que se puede
leer en Ti. Locr. 220.9 a( de\ a)/takto/j te kai\ a)/logoj e)kmelh/j te kai\ a)na/rmostoj,
sin embargo en I 16 veremos a este intervalo dentro de las divisiones de los géneros
389
de la melodía (en el diatónico ditonal), y en la división del pitagórico Filolao (DK
44B6) aparece con el nombre de di/esij.
116
La “función” de una nota es su relación, pro/j ti, con las que la rodean.
Sólo más adelante, en II 5, establecerá Ptolomeo la denominación de las notas
“funcionalmente”, kata\ du/namin, frente a la denominación “física” o de acuerdo
con su posición en el conjunto de cuerdas de un instrumento, y cuya posición es la
típica del llamado “sistema perfecto”. En lo que a este pasaje respecta, las implica-
ciones no son demasiado importantes, porque incluso sin haber establecido la dife-
rente nomenclatura de II 5, se entiende lo que quiere decir aquí nuestro autor, si
atendemos al importante término de 15.16 eiÅdoj. De nuevo es más adelante (II 3,
especialmente 56.7) donde Ptolomeo introduce la noción de “forma”, eiÅdoj tw=n
sumfwniw=n. Dice el alejandrino que la forma de una consonancia es “una determi-
nada posición de sus razones particulares en sus límites apropiados y en cada géne-
ro (eiÅdoj me\n toi/nun e)sti poia\ Je/sij tw=n kaJ’ e()kaston ge/noj i)diazo/ntwn e)n toi=j
oi)kei/oij o(/roij lo/gwn). De modo que como las consonancias a las que se puede dis-
tribuir en función de sus ei)/dh son la cuarta, quinta y octava, y ésta última está for-
mada por los ei)/dh de las dos primeras (según Ptolomeo, pero cf., de otro modo,
Gaud. Harm. 346.6 ss.), la nota más aguda de una octava es el fin de un eiÅdoj pero
el principio de su repetición, por lo que guarda respecto a la nota más aguda que
ella la misma función que la nota más grave de esa octava respecto a su siguiente
nota. Aquí es ya evidente que los ei)/dh son algo circular, lo que más adelante (58.4)
Ptolomeo llamará a)pokata/stasij, “circularidad” o “periodicidad” en lo que a la
disposición de las escalas o “tonos” se refiere.
390
25.18-26.1 (panto\j ga\r prostiJeme/nou sumfw/nou diasth/matoj pro\j t%= dia\ pasw=n
kai\ mei/zonoj kai\ e)la/ttonoj kai\ i)/sou to\ o(/lon gi/gnetai su/mfwnon, “pues todo inter-
valo consonante añadido a la octava, tanto si es mayor, menor o igual que ésta, da
como resultado una consonancia”), y 56.10-12. Esto sólo es admisible si, como de
hecho afirma Ptolomeo, los dos términos de una consonancia de octava tienen la
misma función; en este caso esta igualdad asegura que cualquier consonancia unida
a la octava resulta una consonancia; de ahí la comparación con el número 10. Este
tópico de la doctrina armónica desde Aristóxeno pero introducido aquí como ele-
mento en la crítica a las consonancias de los pitagóricos, ha de ser retomado de
nuevo más adelante (Ptol. Harm. 67.13-14, 21-24) como elemento fundamental en
su estudio de los “tonos” o escalas. Precisamente, la naturaleza de la octava como
elemento que, añadido a una consonancia, no altera las funciones de ésta, interviene
en el desarrollo de la modulación que Ptolomeo (ib. 63.2-8) llama “de tono”. Efec-
tivamente, si las funciones (duna/meij) no cambian, porque la octava añadida no las
modifica, entonces una escala que se transporte en altura tonal a una octava por el
agudo o por el grave tampoco modificará sus funciones internas, es decir, las rela-
ciones entre las notas y sus intervalos; y por ello resultarán dos octavas idénticas, y
su hÅJoj no variará (63.10), aunque se les denomine con nombres diferentes como
hacen algunos teóricos y Ptolomeo critica en II 9-10.
de\ a(plou=n e)/xei fJo/ggon (cf. Ps.Arist. Pro. XIX 42 [103.5], donde se habla de la
o(moio/thj que se puede producir entre las notas u(pa/th y nea/th). Este principio de
391
será la magnitud de octava más cuarta (igual sucede con Y respecto a A, de ahí e)pi\
ta\ au)ta/, Ptol. Harm. 15.17 y Porph. in Harm. 106.1 ss.), y Ptolomeo va a dejar
claro que ambos intervalos (cuarta y octava más cuarta) funcionan igual.
estético indiscutible, como señala Barker (op.cit., p.70) de acuerdo con su sistema
epistemológico, en el que lo perceptible es una forma de expresión de la racionali-
dad (cf. Harm. 6.19-21), a diferencia de los pitagóricos.
106.3) y con el razonamiento del resto del capítulo y de la tratadística musical. Bar-
ker (GMW, p.287), sin embargo, traduce “note”, sin duda influido por 15.14-15
kata\ th\n du/namin e(no/j y el escolio ad locum (prosupakou/ein dei= tou= fJo/ggou), cf.
Porph. op.cit.104.27.
Porfirio (op.cit. 106.5-25) entiende e)pi\ ta\ au)ta\ toi=j a)/kroij como una adi-
ción de un intervalo consonante (por ejemplo, una cuarta) en la misma dirección
que las notas que bordean la octava central (u(pa/th me/swn, nh/th diezeugme/nwn), es
decir, en ambas direcciones desde ambos extremos. En ese caso, se añadiría una
cuarta hacia el agudo desde u(pa/th me/swn (llegando hasta la me/sh) y desde nh/th
diezeugme/nwn (llegando hasta la nh/th u(perbolai/wn), y viceversa, hacia el grave
392
(u(pa/th me/swn hasta u(pa/th u(pa/twn y nh/th diezeugme/nwn hasta parame/sh). De
cualquier forma, la expresión e)pi\ ta\ au)ta\ puede entenderse, tal y como está expre-
sada, como la adición de una nota a intervalo consonante a partir de cualquiera de
los extremos, sin tener en cuenta la dirección (el resultado no contradice en ningún
caso a Ptolomeo ). Para un uso de e)pi/ más acusativo con este sentido de dirección
en la melodía, cf. por ejemplo Anon. Bellerm. 24, e)pi\ to\ o)cu\ kai\ baru/.
117
El concepto armónico de “forma” (eiÅdoj) lo tratará Ptolomeo en II 3, cf.
56.7 (vid. N.Tr. 391).
118
Gr. #)/dontai, cf. Anon. Bellerm. 69 y 71, mel%dou/menoi con el mismo
sentido.
119
O bien a(plai= según Porph. in Harm. 106.29, en cuanto que “primeras
consonancias”, cf. Aristox. Harm. 56.2 ss. Son “simples” porque no están compues-
tas de ninguna otra consonancia.
120
La sxe/sij es la relación que se da entre los términos (o(/roi) de una razón
(lo/goj) matemática, que expresa un intervalo entre dos sonidos diferentes en ten-
sión. Así lo expresa Euc. Elementa V 3, lo/goj e)sti\ du/o megeJ\w=n o(mogenw=n h( kata\
phliko/teta/ poia sxe/sij (cf. Porph. in Harm. 139.3-4). Nicómaco (Harm. 261.8-
10) la define como lo/goj e)n e(ka/st% diasth/mati metrhtiko\j th=j a)posta/sewj, e
incide en que no es lo mismo que diafora/ (cf. el comentario supra a u(peroxh/ en
N.Tr. 20), como ya puso de manifiesto Eratóstenes (citado por Porph. in Harm. 91.4
ss. y Theo Sm. 81.17 ss.). En la N.Tr. 17 ya se puso de manifiesto la confluencia o
confusión entre estos términos, y por ello no extraña que Trasilo asocie sxe/sij con
dia/sthma, cf. Theo Sm. 48.8-9, dia/sthma de/ fasin eiÅnai fJo/ggwn th\n pro\j
a)llh(louj poia\n sxe/sin, oiÂon dia\ tessa/rwn ktl., sin duda, como dice Porfirio (in
Harm. 92.22), debido a que la mayoría de los pitagóricos dicen dia/sthma en lugar
de lo/goj.
Ahora bien, en 32.20 sxe/sij es utilizada en la definición de ge/noj, allí don-
de toda la tratadística presenta diai/resij (o dia/Jesij), cf. Aristid. Quint.15.21, Cle-
onid. Harm.180.1, Bacch. Harm. 298.3, Gaud. Harm. 331.7 (cf. Nicom.
Harm.282.12): poia\ sxe/sij pro\j a)llh/louj tw=n suntiJe/ntwn fJo/ggwn th\n dia\
393
tessa/rwn sumfwni/an. Según Düring (PPM, p.194), para evitar una confusión con
la definición de eiÅdoj.
121
Explicación en el plano de la ai)/sJhsij. Porfirio (in Harm. 106.26) en-
tiende e)n tv= e)pi\ to\ e)ggu/teron a)/kron (de otra forma, SPH, p.20), mientras que Dü-
ring (PPM, p.31) traduce “ausgehend von dem untersten Ton der Oktave”. Siguien-
do a Porfirio, y al estar formada la sucesión por consonancias, cuarta y quinta por sí
mismas están situadas(en sentido ascendente) en la parte más grave de la octava, y
por eso es la parte “más cercana” al inicio de la octava. Al cantarse la consonancia
de octava más cuarta (u octava más quinta), la cuarta o la quinta añadidas a la octa-
va están ahora en la parte superior o agudo de esta escala, la parte “más alejada” del
inicio. De ahí que, como señala Solomon (op.cit., p.20, n.106) haya homofonía en-
tre las de abajo y las de arriba (una diferencia de octava); de ahí la impresión a los
oídos de 15.24.
122
Una expresión recurrente en Ptolomeo si vemos el inventario de Boll,
(op.cit., pp.177-118): cf.por ejemplo Alm. I 1, 7.11, Geog. I 11, 5.3, etc.
123
Del principio general de que las consonancias se expresan en razones
múltiples o superparticulares no se sigue que las disonancias no se expresen en al-
gunas razones de este tipo, o dicho en otras palabras, hay razones múltiples que no
expresan, en el plano perceptivo, ninguna consonancia. 5:1 es una razón múltiple
que no expresa ninguna consonancia, situada entre la doble octava (4:1) y la doble
octava más cuarta (16:3). Tampoco al restarle cualquier consonancia se obtiene una
razón superparticular. El motivo de la exclusión ha de pasar inevitablemente por
estar operando previamente con consonancias sancionadas por la percepción, y
después racionalizadas.
394
28.8-9 que el dítono de razón 81:64 es e)kmele/j). La razón de esta aparición, a pri-
mera vista incongruente, se explica por el procedimiento habitual de dividir en dos
partes desiguales un intervalo superparticular: así, la quinta se divide en una tercera
mayor más una tercera menor, 3:2 = (5:4).(6:5). En cualquier caso, la razón 5:4 está
presente en la geometría pitagórica como relación entre hipotenusa y cateto mayor
de un triángulo de lados 3, 4, 5, como señala M.Vogel (“Harmonie und Mousike im
griechischen Altertum”, Studium Generale, 19 [1966], p.536).
Que este par de razones interválicas no sean expresión de consonancias, re-
presenta una dificultad en cuanto que son generables mediante el procedimiento
explicado por Teón de Esmirna (108-109), y además, situadas al principio de las
tríadas: la razón e)pite/tartoj o sesquicuarta (tras la sesquitercia) surge e)k de\ tw=n
tetraplasi/wn, y la razón pentapla/sioj o quíntuple, entre las múltiples, se produce
395
nuevo, es totalmente apriorístico y basado en la especulación numérica pitagórica
en el marco de la tetraktu/j.
126
Los “primeros números” (tw=n prw/twn a)riJmw=n) son los números más
pequeños que constituyen una razón, también llamados puJme/nej, vid. Philol. DK
44A13, Theo Sm. 68.7, Nicom. Ar. II 19.3, etc.
127
Es decir, octava, 12:6, 12-6 = 6; quinta, 9:6, 9-6 = 3; cuarta, 8:6, 8-6 = 2,
frente a lo que dicen los pitagóricos (16.11 ss.), utilizando los primeros números,
donde tenemos para la octava, 1 (2:1, [2-1]+[1-1]=1), para la cuarta 5 (4:3, [4-
1]+[3-1]=5) y para la quinta 3 (3:2, [3-1]+[2-1]=3). El problema de no basarse en
los números menores (puJme/nej, Porph. in Harm. 107.18), sino en la relación que
mantienen los términos de una relación, ya lo expone también, al igual que Ptolo-
meo, Euclides (Sect. Can. 153.1-3), o(/soi de\ ei)j tou\j e)laxi/stouj me/soi a)na/logon
e)mpi/ptousi, tosou=toi kai\ ei)j tou\j to\n au)to\n lo/gon e)/xontaj a)na/logon
e)mpesou=ntai, cf. Elementa VIII, 8, y Theo Sm. 80.23-25; ya Adrasto (ap. Theo Sm.
396
de esquivar es la inevitabilidad de expresar las razones interválicas de las conso-
nancias con los números más bajos, como si estuviese esto indisolublemente unido
a los números de la tetraktu/j primitiva (1, 2, 3, 4), en tanto que sistema matriz, y
los números como entidades. Respecto a las interpretaciones anteriores, Solomon
(loc.cit.) remarca que la intención pitagórica era mostrar que la octava es lo más
consonante al acercarse a la unidad total, después la quinta, etc; el absurdo que de-
nuncia Ptolomeo no es esto, sino considerar 2:1 más consonante que 12:6. Los
“desiguales” serían un buen índice de aproximación de la razón a la igualdad si el
resultado fuese siempre el mismo independientemente de los términos de la razón:
ésta es la crítica ptolemaica. Por otra parte, la precisión de Solomon (SPH, p.21
n.114) sobre la sustracción a la fracción de un entero con el resultado de una frac-
ción de términos mayores, pero por ello un lo/goj mayor, es inválida como opera-
ción, pues las operaciones entre razones musicales son logarítmicas.
ciente.
128
Octava más quinta tiene como “desigual” 2, 3:1 = 2 + 0 = 2. La incon-
gruencia reside en que mediante los números, la octava más quinta resulta más con-
sonante que la quinta o la doble octava. Pero, según Ptolomeo, la quinta es simple y
más pura que la octava más quinta (cf. Aristox. Harm. 56.2 ss.; Porph. in Harm.
111.5-6), y además, teniendo en cuenta lo dicho en 13.5 sobre el carácter particular
397
de la octava, la doble octava es respecto a la octava más quinta igual que la octava
más quinta, cosa que con los a)no/moia no sucede (octava= 1, quinta = 3, octava más
octava = 3, octava más quinta = 2). No es extraño si pensamos en que la teoría de la
consonancia para Ptolomeo se articula sobre la noción acústica de la kra=sij.
129
Es la particularidad de la cuarta y la quinta; cf. supra 15.21 kaJ’ au(ta/j,
y Porph. in Harm. 106.28-29.
130
Este adjetivo su/nJetoj, “compuesto”, se usa tanto en la teoría gramati-
cal (para diversos niveles y categorías gramaticales: fónico, morfológico, etc) como
en la métrica (el pou\j su/nJetoj, como kw=lon o ko/mma, cf. Luque Moreno, op.cit.,
p.29 ss.). En la teoría musical griega es uno de los criterios de clasificación para
los intervalos y las consonancias; su opuesto es a)su/nJetoj. Ptolomeo está em-
pleando un terminus technicus anterior y bien establecido; referido a las consonan-
cias, se dice (cf. Anon. Bellerm. 74) que unas son simples y otras compuestas. Las
consonancias compuestas son todas aquéllas formadas a partir de otras consonan-
cias, esto es, la octava (compuesta de las dos consonancias simples, la cuarta y la
quinta, cf. Aristox. Harm. 56.2), la octava más cuarta, la octava más quinta y la
doble octava, doble octava más cuarta y doble octava más quinta, los o)ktw\ mege/Jh
(ib. 56.1); aunque con el criterio de que cualquier consonancia sumada a otra con-
sonancia (ib. 56.10-12) da como resultado otra consonancia, el número de éstas en
la progresión hacia el máximo sólo depende de la capacidad de nuestra voz según
Aristóxeno, pero en teoría no hay límite para su número.
398
kai\ parupa/thj, me/shj kai\ nh/thj, parame/shj kai\ u(pa/thj. La definición de Cleó-
nides es clara porque ejemplifica con sonidos entre los que hay muchos otros que
constituyen pasos melódicos. Pero para tener más claro el concepto de “composi-
ción”, hay que leer Harm. 76.4-6, donde Aristóxeno decía que “la indivisibilidad
(a)su/nJeton) de un intervalo no se determina por su tamaño, sino por las notas que
lo limitan”. Hay que diferenciar, pues, magnitud de intervalo, pues según el tarenti-
no no todo intervalo entre notas sucesivas es una magnitud simple, y notas sucesi-
vas no pueden ser definidas por referencia a magnitudes simples (cf. GMW, p.172,
n.11). Esta distinción se ve más claramente en el ejemplo siguiente: un intervalo de
semitono en el género enarmónico es compuesto, pues hay dos pasos melódicos,
dos diesis enarmónicas de cuarto de tono; la misma magnitud en el género diatóni-
co es simple, pues el intervalo no está compuesto de ningún paso melódico; se ha
alcanzado así la misma altura tonal de dos maneras diferentes. Al contrario, el díto-
no es simple en el enarmónico pero compuesto (por dos intervalos de tono) en el
diatónico. En Harm. 28.8 Ptolomeo establece que el dítono a)su/nJeton (el del géne-
ro enarmónico, por ejemplo) es e)kmele/j debido a la razón que lo expresa, 81:64,
que no es ni múltiple ni superparticular (cf. Ptol. Harm. 11.15 y en general, I 7).
Eso implica que este dítono ha de ser rebajado hasta una tercera mayor de razón
5:4, cf. Ptol. Harm. 16.9.
131
Según lo dicho en 15.11-20.
132
La prueba de que (octava + octava) + (octava + quinta) = octava + quin-
ta es (4:1)·(3:1) = 4:3, y (2:1)·(3:2) = 4:3 en función de lo dicho por Ptolomeo supra
en 13.5. Cuanto más consonante es la octava que la quinta, resulta octava más octa-
va que octava más quinta, pues la misma razón tiene la cuádruple respecto a la do-
ble que la triple respecto a la sesquiáltera es decir, la diferencia de una octava); cf.
Aristox. Harm. 56.10-12.
133
Una vez descubiertos los problemas que conlleva la consideración de los
lo/goi por parte de los pitagóricos, Ptolomeo expondrá ahora su propia ordenación
399
26.20 ss.; si la a)koh/ es tal, la doctrina pitagórica adolecerá de la ausencia de criterio
estético). Esto en cuanto a la percepción; pero el otro criterio, el lo/goj, es el que
confirma los datos fenoménicos, de modo que, según Ptolomeo, el problema está en
el modelo explicativo, las u(poJe/seij, que no han sido bien planteadas (pues llevan
a resultados absurdos, cf. Harm. 16.14 ss.). Las hipótesis no son específicamente
enumeradas por Ptolomeo, pero se pueden rastrear ya desde I 6, y que para Ptolo-
meo, como veremos en este capítulo, establecen la expresión superparticular de los
intervalos melódicos así como la ordenación jerárquica de los lo/goi según su “cer-
canía a la igualdad”.
fe/rontej a)llh/lwn kat¡ o)cu/thta kai\ baru/thta, ou)x o(mo/fwnoi de\ oi( mh\ ou(/twj
e)/xontej. tw=n de\ o(mofw/nwn, w(j kai\ tw=n o(mofw/nwn, tine\j me\n o)cei=j tine\j de\ barei=j
kalou=ntai, kai\ pa/lin tw=n o(mofw/nwn oi( me\n dia/fwnoi prosagoreu/ontai oi( de\
su/mfwnoi, kai\ dia/fwnoi me\n oi( a)nwma/lwj kai\ diespasme/nwj th\n a)koh\n kinou=ntej,
su/mfwnoi de\ oi( o(malw/teron kai\ a)meri/stwj, y en Gaud. Harm. 330.11-13, tw=n de\
diasthma/twn ta\ me/n e)stin e)mmelh=, ta\ d¡ e)kmelh=.. tw=n de\ e)mmelw=n ta\ me\n
134
Sobre la distinción entre sonidos sunexei=j y diwrisme/noi, cf. supra
11.19 ss.; para los i)so/tonoi y a)niso/tonoi, cf.11.14 ss.
135
Puesto que todos los intervalos múltiples y superparticulares han sido
reunidos bajo el epígrafe de e)mmelei=j (al ser “utilizables” en el me/loj, cf. supra
12.11 y Porph. in Harm. 113.13 ss.), podríamos esquematizar la teoría ptolemaica
como sigue, variando el diagrama de Stumpf (op.cit., p.64), quien incluía los inter-
valos homófonos y consonantes de I 7 entre los e)mmelei=j de I 4, y los e)mmelei=j de I
7 entre los dia/fwnoi de I 4, teniendo que suponer otros sonidos e)kmelei=j para justi-
ficar tal reparto (corresponderían entonces a los intervalos disonantes sobre la cuar-
ta).
400
Nuestra justificación en la desvinculación de ambos repartos de sonidos
a)niso/tonoi (I 4 y 7) se basa en que el uso de los términos en I 4 es el correspondien-
te a la tradición anterior y aún no han sido reconvertidos por Ptolomeo para su pro-
pia ordenación; por tanto, no se pueden disponer en el mismo esquema. La clasifi-
cación, pues, para I 7 sería la expuesta en el cuadro siguiente, no debiendo ser sor-
prendente que Ptolomeo no se ocupe de los e)kmelei=j, pues son inutilizables dentro
del me/loj; no vemos, por ello, sostenible que, como establece Stumpf, haya sonidos
e)mmelei=j y menos e)mmelei=j, todos bajo los dia/fwnoi, pues ello haría entrar interva-
los disonantes sobre la cuarta cuya formulación está ausente en la Harm. Hay una
clara intención de establecer una nueva ordenación e incluso una nueva nomencla-
tura, como se desprende de 17.22-24.
a)niso/tonoi
e)kmelei=j en su e)mmelei=j
sentido antiguo y dia/fwnoi su/mfwnoi
general
e)mmelei=j e)mmelei=j o(mo/fwnoi su/mfwnoi
en su en grado en su en su sen-
sentido rebajado sentido tido nuevo
nuevo y nuevo y y restringi-
restringido restringido do
Articulación de I 4 y 7 según Stumpf, op.cit. p.64
a)niso/tonoi
Doctrina tradicional (I 4; cf. 12.13 Nueva clasificación de Ptolomeo (I 7)
fasi/n)
Diferenciación Diferenciación o(mo/fwnoi su/mfwnoi e)mmelei=j
entre sonidos entre sonidos
e)mmelei=j y su/mfwnoi y
e)kmelei=j dia/fwnoi
Nuestra propuesta
los homófonos como aquéllos capaces de e(no\j poiei=n tai=j a)koai=j th\n a)nti/lhyin,
según Ptol. Harm. 17.24, oi( kata\ th\n su/myausin e(no\j a)nti/lhyin e)mpoiou=ntej tai=j
a)koai=j (cf. 15.24, kata\ th\n du/namin e(no\j); los consonantes, los que o(moi/an au)tw=n
tai=j a)koai=j (la definición general, como se vio, de “consonancia”); y los intervalos
401
e)mmelei=j, que dividen el intervalo sesquitercio, son definidos por Porfirio con las
palabras que Ptolomeo emplea para referirse a los sonidos “melódicos” en general,
“utilizables en el me/loj”, común a la tratadística, de 12.12, eu)/foroi pro\j a)koh/n
(pro\j a)nti/lhyin en Porfirio). Cada uno queda englobado en el anterior (en el senti-
do de que cada uno está compuesto por los demás), pero no al revés (Porph. in
Harm. 113.19-21).
136
En los tratados musicales griegos, la o(mofwni/a es el unísono, mientras
que para la octava se reserva el término a)ntifwni/a. Como “unísono” aparece en
Ps.Arist. Pro. XIX 39a (100.3), opuesta a la “correspondencia” de la octava,
a)nti/fwnoj (Dia\ ti/ h(/dio/n e)sti to\ a)nti/fwnon tou= o(mofw/nou;); igualmente para Arísti-
des Quintiliano (10.1 ss.) tiene también el sentido de “unísono”, oi(/tinej du/namin
me\n a)lloi/an fwnh=j, ta/sin de\ i)/shn e)pe/xousin, es decir, notas con funciones diferen-
tes pero de igual altura, como parípate del tetracordio medio diatónica y lícano del
tetracordio medio enarmónica (cf. GMW, p.409, n.59); Porfirio (in Harm. 113.29,
114.9 ss.) afirma que según los antiguos, la o(mofwni/a era entendida como i)sotoni/a.
Referido a la octava, en Pro. XIX 14 el autor percibe la octava como algo cercano a
lo que es el unísono: dia\ ti/ lanJa/nei to\ dia\ pasw=n kai\ dokei= o(mo/fwnon eiÅnai;.
Ambos términos, o(mofwni/a y a)ntifwni/a, están muy cerca (hay un estudio más deta-
llado de las características de la a)ntifwni/a en Pro. XIX 13), pero se distinguen: en
Pro. XIX 39a se establece la diferencia entre ambos términos: la homofonía es sim-
ple, y la octava es la más bella consonancia: sumfwni/a de\ pa=sa h(di/wn a(plou=
fJo/ggou - kai\ tou/twn h( dia\ pasw=n h(di/sth: to\ o(mo/fwnon de\ a(plou=n e)/xei fJo/ggon.
quinta y cuarta.
402
Se trata del primero de los tres tipos de intervalos (aunque Ptolomeo habla de “no-
tas”, fJo/ggoi). El término o(mo/fwnoj es equivalente al uso de a)nti/fwnon visto en los
Problemata y en Trasilo, y corresponde a la octava e intervalos múltiples como
doble octava y sucesivos (al igual que Trasilo en este aspecto); según Gevaert
(op.cit., vol. I, p.100), también el unísono de razón 1:1, en tanto que o(mo/fwnon tenía
esta acepción en Pro. XIX 39a; pero según lo dicho anteriormente respecto a los
sonidos i)so/tonoi, el término o(mo/fwnoj cae dentro de los a)nisoto/nouj kai\ diwris-
me/nouj, por lo que la razón 1:1 está fuera de lugar. Estamos entonces ante un uso de
o(mo/fwnoj original en Ptolomeo como intervalo de octava; para ésta, hemos visto, se
Estos intervalos se distinguen del resto a)reth=j e(/neka (17.21), “por su vir-
tud”, conforme a una larga tradición anterior que privilegiaba la octava: cf. Ps.Arist.
Pro. XIX 16, 35 y 39 sobre la belleza y virtudes de la a)ntifwni/a respecto a los
demás intervalos, consonantes y unísono. Esta virtud en el intervalo representa para
Ptolomeo, desde el punto de vista del lo/goj, la máxima cercanía a la i)sotoni/a en
los términos de la relación (cf. Ptol. Harm. 13.15-16), y desde la a)koh/, por su parte,
aquello que caracteriza en la tratadística griega a la sumfwni/a: la “mezcla”, kra=sij
o e(no/thj (según Porph. in Harm. 115.19-21, el lo/goj testifica que lo más cercano a
la i)so/thj es la razón doble, y la ai)/sJhsij, que la octava es lo más cercano a la
i)sotoni/a). Por eso dice (Harm. 18.13-14) que la octava es e(nwtikw/taton kai\
403
ka/lliston (cf. Gaud. Harm. 337.12, e(no/thj). Efectivamente, para los intervalos
nal como percepción de “mezcla”, oi( kata\ th\n su/myausin e(no\j a)nti/lhyin
e)mpoiou=ntej tai=j a)koai=j (17.24-25), donde ese e((no/j es la kra=sij habitual. Así
pues, o(mo/fwnoi son los intervalos de octava y todos aquellos de razón múltiple, se-
gún 19.13-14, o(/ te prw=toj pollapla/sioj kai\ oi( u(p’ au)tou= metrou/menoi; por ejem-
plo, doble octava (4:1), y sucesivos. Este pasaje continúa al de 13.14 ss., donde la
octava es la consonancia “más hermosa” (cf. infra 67.11, h( prw/th kai\ kuriwta/th)
como hecho perceptivo y por su cercanía a la igualdad de tono, lo que es una pro-
piedad de la razón doble; no olvidemos que esto también vale por la de doble octa-
va, pues una octava funciona como el número 10 (cf. supra I 6).
137
El griego dice exactamente “las notas que están entre sí a intervalo de
octava”.
138
Cf. el comentario a 12.13-15. De los su/mfwnoi, Ptolomeo establece dos
grupos: los primeros, la cuarta y la quinta por dividir de la forma más igual a la
octava, y los segundos, los intervalos compuestos de aquéllos dos más la octava: en
15.23-26 Ptolomeo estableció que la quinta y cuarta por sí solas tenían la misma
impresión para los oídos que la quinta más octava y la cuarta más octava respecti-
vamente. Si esto es así en el plano perceptivo, estos intervalos, en la clasificación
racional, deben estar en el mismo grupo.
404
partes casi iguales de ésta, quizá, como sugiere Barker (op.cit., p.80), por estar estas
dos consonancias simples demasiado asociadas a la primera división de la octava.
139
Cf. el comentario a 12.11-15. Los intervalos por debajo de la cuarta
nunca fueron considerados consonantes, pues el primer y sin duda central intervalo
en la teoría musical griega es la cuarta. Ya antes dijo Aristóxeno (Harm. 25.13-15)
que eran “disonantes”: mel%dei=tai me\n ga\r tou= dia\ tessa/rwn e)la/ttw diasth/mata
polla/, dia/fwna me/ntoi pa/nta. El principal de estos intervalos es 9:8, pero también
hay que incluir, como se ve en las divisiones de los géneros melódicos en el tratado,
otros intervalos como 10:9, 11:10, etc.
140
Es el mismo “principio” que en 13.1.
141
Cf. supra 13.1 ss.
142
Éste es uno de los principios fundamentales o hipótesis que caracterizan
el modelo matemático ptolemaico de los intervalos o lo/goi (cf. BPH, p.83). Ptolo-
meo expresa esta “simplicidad de comparación” con las expresiones di/xa e)/ggista
(19.9) y pari/souj (37.20); esto es sinónimo de “más melódico” (cf.15.8). Atañe a la
relación entre los dos términos del intervalo, y tiene importantes consecuencias en
la gradación de los intervalos desde los homófonos a los melódicos; igualmente,
está relacionado con la simplicidad de la relación establecida entre tales términos.
Es éste un principio que el mismo Ptolomeo entiende deriva del modelo pitagórico
(en 18.6-8), pues la diferencia de tensión se entiende como desigualdad en el núme-
ro asignado. Así, la relación 1:1 sería la total igualdad o i)sotoni/a, y en términos
matemáticos es la relación doble, 2:1, la que más cerca está por la calidad del exce-
so entre ambos términos (la u(peroxh/), según 13.8 ss. La “casi igualdad” entonces
aparece en su mayor grado en la octava, como ya quedó claro (13.14-16), y de ahí
que perceptivamente sea el intervalo más hermoso (cf. 13.15, a)/ristoj): su exceso o
u(peroxh/ es la más simple, como es lo característico de la razón doble (13.10). La
cercanía a la igualdad no es la diferencia mínima entre los dos términos de una ra-
zón, sino el especial tipo de exceso entre ambos, de acuerdo con las precisiones de
13.8 ss. (cf. BPH, pp.86-87).
405
143
Abunda en la idea ya expresada supra en 13.14 (h( dia\ pasw=n e)sti ka-
lli/sth). En este caso el superlativo es e(nwtikw/taton, que se refiere directamente al
carácter del intervalo: Ptolomeo dijo ya en 12.13-15 que los intervalos su/mfwnoi
(en su sentido general) eran aquéllos que producían “una percepción uniforme a los
oídos”, o(/soi th\n o(moi/an a)nti/lhyin e)mpoiou=si tai=j a)koai=j, y justo en 17.24-25 que
los homófonos son aquéllos que “dan la percepción de una sola cosa para los oídos,
oi( kata\ th\n su/myausin e(no\j a)nti/lhyin e)mpoiou=ntej tai=j a)koai=j. La octava como
qué significa esa “cercanía a la igualdad” es cuando cobran sentido las explicacio-
nes de Ptolomeo a las razones superparticulares y múltiples en 13.9-10. La “mínima
diferencia” entre ambos términos de la razón no consiste tan sólo en que disten una
unidad, sino en la relación entre término y término, como ha puesto de relieve Bar-
ker (op.cit., p.80): de ahí la gradación, basada en un único criterio (una u(po/Jhsij)
inicial (de otra forma 9:8 sería tan consonante como 3:2). En el caso de la razón
asociada a la octava, el mejor es un múltiplo del menor, siendo en el caso concreto
de la doble 2:1 el factor mínimo. La “cercanía a la igualdad” está, consecuentemen-
te, más presente en un intervalo de octava que de segunda: los oídos lo perciben así
y Ptolomeo le intenta buscar un modelo racional.
406
144
Efectivamente, Ptolomeo no ha establecido como hipótesis nada de tal
clase, pero dijo antes (15.8) que lo melódico se hallaba en lo superparticular. Por
eso hay que buscar la razón de la coherencia de tal intervalo en sus constituyentes,
toda vez que Ptolomeo está aquí precisamente insistiendo en el carácter compuesto
de la octava más cuarta ([2:1]·[4:3]). Ya Gaffurio, en el Renacimiento, se sorpren-
día de que Ptolomeo aceptase 8:3 y no otros intervalos de la afinación justa (vid.C.
V. Palisca, Humanism in Italian Renaissance Musical Thought, Yale University
Press, 1985, p.222, n.104). Barker (op.cit., p.80) ha elaborado una elegante
interpretación sobre la base de que, a pesar de que parece que Ptolomeo pasa
rápidamente sobre este espinoso asunto, es necesario buscar la explicación sobre los
constituyentes de 8:3 (hay que advertir que el alejandrino siempre ha considerado
este intervalo como compuesto e inserto en una gradación de intervalos, donde su
excelencia no se establece por sí mismos, sino por su relación mutua y sus
u(peroxai/): en 19.9-10 establece la gradación melódica con el criterio de que el
intervalo será “más melódico” (e)mmele/steron) cuanto más simple sea la diferencia
entre los términos de la razón: en 2:1 la diferencia o u(peroxh/ es igual al término
menor y en 4:3 es un tercio; dice Ptolomeo (19.11-13): “esto [sc. una parte simple
mayor que lo que es excedido] está más próximo a la igualdad (como la mitad lo es
de un todo), después el tercio y a continuación cada uno de los demás”. La
fundamentación general de este aserto la adelantó Ptolomeo en 5.12-6.2.
Recuérdese que Boecio (Mus. II 27; cf. V 7) menciona que los pitagóricos
no aceptaban 8:3 pues, establecidos los términos 8, 6, 3 (8:6 es una cuarta y 6:3 una
octava), el 8 contiene dos veces 3 más sus dos tercios (2 = 2/3 de 3); además, afir-
ma que entre 2:1 y 3:1 no cabe razón múltiple alguna.
145
En matemáticas, este adjetivo posee el significado de “conmensurable”
y es lo opuesto a a)/logoj: cf. Theo Sm., 117.7 ss.; pasa al dominio técnico de la mú-
407
sica en la matemática pitagórica, cf. Aristid. Quint. 11.4-5 (r(hta/-a)/loga). Ya Eliano
(ap. Porph. in Harm.35.31) anticipa el uso de summetri/a como proporción adecua-
da en la mezcla de dos sonidos cuando compara la sumfwni/a con la mezcla propor-
cionada del oi)no/meli (ib. 35.29-32), summetri/a que deviene del hecho de mh\
e)pikratei=n ton\ oiÅnon mh/te to\ me/li. Esta proporción adecuada en el ensamblaje de
dos sonidos tiene una consecuencia según Eliano, e(/n ti e(/teron eiÅdoj Jfo/ggou
a)potelei=n par’ e)kei/nouj [sc. tou\j fJo/ggouj sugkrousJe/ntaj] (ib. 35.28). Referido
Arist. Sens. 439b31-440a3, ta\ me\n ga\r e)n a)riJmoi=j eu)logi/stoij xrw/mata, ka-
Ja/per e)kei= ta\j sumfwni/aj, ta\ h(/dista tw=n xrwma/twn eiÅnai dokou=nta...ta\ de\ mh\ e)n
puede comparar la expresión de Adrasto ap. Theo Sm. 50.19-21, wÂn ou) me\n a)/lloi
mo/non h(rmosme/non [aquí se encuentran las razones e)pimerei=j] oi( de\ kata\ tou\j
408
prw/touj kai\ gnwrimwta/touj kai\ kuriwta/touj lo/gouj pollaplasi/ouj te kai\
e)pimori/ouj h)/dh kai\ su/mfwnoi. Adrasto actúa como Ptolomeo, con la asignación de
149
Cf. posteriormente la misma idea en 75.16-17, o(po/te mhde\ e)pi\ tw=n
au)lw=n kai\ tw=n suri/ggwn to\ toiou=ton a)kribou=tai. De todas formas, Ptolemaide
409
(Porph. in Harm.23.1-4; cf. Plut. Quaest. conviv. 657B-E, oi( peri\ lu/ran kanonikoi/)
señalaba que los kanonikoi/ también asociaban el estudio de lo/goi y Jewrh/mata a
estos instrumentos: kanonikh/n ge/ toi kalou=si kai\ th\n e)pi\ suri/ggwn kai\ au)lw=n
kai\ tw=n a)/llwn pragmatei/an, kai/toi tou/twn mh\ kanonikw=n o)/ntwn, a)ll’ e)pei\ au)toi=j
oi( lo/goi kai\ ta\ Jewrh/mata e)farmo/zousi, kanonika\ kai\ tau=ta prosagoreu/ousi.
to sobre los instrumentos que parece nuevo. Toda la escuela pitagórica cuenta en su
tradición el haber descubierto las razones matemáticas de los intervalos por medio
de experimentos, en muchas ocasiones atribuidos legendariamente a Pitágoras. Es
en los experimentos con pesos suspendidos o con discos broncíneos donde según la
tradición fueron por primera vez establecidos los lo/goi de las consonancias (expe-
rimentos de dudosa fiabilidad, pues en el último caso las razones se hallan mediante
las raíces cuadradas de los pesos); y no en la exactitud del canon, sin mención algu-
na de las deformidades o inexactitudes de su confección. Más bien reside en la dis-
cusión posterior sobre los criterios de conocimiento en música el hecho de rechazar
o no la investigación acústica en tales instrumentos, procedentes de la tradición
legendaria.
Hay que incidir, de todas maneras, en que la recomendación del uso del ca-
non, muy clara en algunas fuentes y atribuida al mismo Pitágoras, no ha implicado
el rechazo de la organología tradicional; a este respecto, mencionemos por ejemplo
a Adrasto (citado por Theo Sm. 57), quien, además de referirse al eu(reth/j, cita (ib.,
410
59.7 ss.) a Laso de Hermíone y a Hípaso de Metaponto, que habrían establecido la
velocidad del movimiento a través de vasos (experimento que también hallamos en
fuentes peripatéticas, como Ps.Arist. Pro. XIX 50; el mejor testimonio de esta es-
cuela sobre las razones interválicas y los instrumentos es Pro. XIX 23); éste Hípaso
es a quien se atribuye experimentos con discos de bronce de diferente grosor (cf.
schol. Plat. Phd. 108d2). Después de citar estos instrumentos, también Adrasto (ib.
57.11) pasa al canon para la demostración (dhlw=sai), aunque no hace mención de
los problemas que presenten los demás instrumentos. Pero sobre todo mencionemos
un pasaje interesante, la cita que hace Porfirio (in Harm. 22.22-23.2) de la obra de
Ptolemaide PuJagorikh\ th=j mousikh=j stoixei/wsij. En ella se dice que la pragma-
tei/a kanonikh/ es propia de los pitagóricos, pero no llamada así por el kanw/n; al
contrario, llaman kanonikh/n también a th\n e)pi\ suri/ggwn kai\ au)lw=n kai\ tw=n a)/llwn
pragmatei/an (ib. 23.1-2), aunque éstos no sean “canónicos”. Esta salvedad está en
Panecio (un autor estoico del siglo I a.C.cuya obra Peri\ tw=n kata\ gewme-
tri/an kai\ mousikh\n lo/gwn kai\ diasthma/twn es citada por Porfirio [op.cit., 66.10
ss.]), es un caso cercano a Ptolomeo al advertir de que, dadas las exactas condicio-
nes de relación cuantitativa que subyacen a las consonancias, es difícil aceptar que
la vista o el tacto puedan garantizar –en tanto que vías de la ai)/sJhsij– la exactitud
de los pesos: ib., 66.7 ss., o(/ti ou)/te th=j o)/yewj i)sxuou/shj kri/nein ta\ su/mmetra tw=n
megeJw=n ... ou)/te th=j a(fh=j i)sxuou/shj kri/nein th\n kata\ ta\ ba/rh su/gkrisin. Por
eso, según él, el oído sólo puede captar las consonancias mediante el canon (66.12);
de otra manera se está lejos de la verdad. De ahí su recomendación , similar a la de
Ptolomeo (Harm. 20.19 ss.) de desechar tales instrumentos a favor del canon
(a)/topon de\ dokei= th\n a)koh\n polu\ a)sJeneste/ran u(pa/rxousan th=j o)/yewj xwri\j
411
me/trou tinoj kai\ kano/noj kri/nein ta\ su/mfwna tw=n diasthma/twn). Incluso Aris-
tóxeno había dejado una puerta abierta para el uso de un instrumento más fiable:
afirmaba que como mínimo la ciencia harmónica no puede ser fundada sobre los
aulós, lo que no implica que todos los instrumentos sean rechazados: Harm. 54.7-9
ou)/t’ ei)/ tij %)h/Jh dei=n ei)j o)/rgano/n ti poiei=sJai th\n a)nagwgh/n, ei)j tou\j au)lou\j hÅn
poihte/on.
Levin (op.cit., p.221), sin embargo ha hecho notar que Ptolomeo es un caso
aislado en el rechazo de la experimentación pitagórica con estos instrumentos. Los
argumentos de Ptolomeo son los siguientes: en primer lugar, en el caso de los aulós
y siringas, la indeterminación producida por la falta de perfección en las magnitu-
des, así como por la fuerza del soplido (cf. Ptol. Harm. 75.16-18 donde en estos
instrumentos se realizan los intervalos, pero no se pueden comprobar). En segundo
lugar, el caso de los pesos suspendidos, al margen de las razones hallables en las
raíces de los pesos, la imposibilidad de obtener certeza en la igualdad de condicio-
nes para las cuerdas, pues la tensión y el grosor definen la tensión, y el peso sus-
pendido puede aumentar la longitud de la cuerda (esto no lo tuvo en cuenta Nicó-
maco [Harm. 247.4-12] en su informe sobre los pesos colgantes de cuatro cuerdas,
que habría suspendido el propio Pitágoras de una barra transversal; vid. A. Meriani,
“Un ‘esperimento’ di Pitagora (Nicom. Harm.ench. 6, pp.245-248 Jan)”, en B. Gen-
tili-F. Perusino [eds.], Mousike. Metrica, ritmica e musica greca in memoria di
Giovanni Comotti. Pisa-Roma 1995, pp.77-92, esp. pp.91-92). Y por último, con las
esferas, discos y platos, la imposibilidad de conseguir la uniformidad en sus
condiciones.
e)pitei/nontej kai\ a)nie/ntej kai\ tai=j a)/llaij ai)ti/aij e)nergou=ntej. No hay que basar
el estudio del me/loj en este instrumento: sxedo\n dh\ fanero\n o(/ti di’ ou)demi/an
ai)ti/an ei)j tou\j au)lou\j a)nakte/on to\ me/loj, ou)/te ga\r bebaiw/sei th\n tou=
h(rmosme/nou ta/cin to\ ei)rhme/non o)/rganon...e)peidh\ ma/lista plana=tai kai\ kata\ th\n
au)lopoian kai\ kata\ th\n xeirougi/an kai\ kata\ th\n i)di/an fu/sin (ib., 54.5-10). Esto
sirve, por deducción, no sólo para el auló, sino también los instrumentos de cuerda
(cf. ib. 53.32). Para Aristóxeno, es la percepción (ai)/sJhsij) quien afina los instru-
mentos, no ellos a sí mismos (53.16-18). El tarentino y Ptolomeo tienen, no obstan-
te, objetivos distintos que alcanzar: mientras que para Aristóxeno lo cambiante en
el instrumento imposibilita establecer el “orden de la afinación” (th\n tou=
h(rmosme/nou ta/cin), para Ptolomeo su rechazo a la organología tradicional, aunque
nueva desde un punto de vista pitagórico, está de acuerdo con su doctrina de los
krith/ria establecida en I 1; allí quedó claro que la percepción necesita de un ins-
trumento que le ayude a distinguir con exactitud lo que aquélla no distingue por su
pequeñez. Precisamente de Ptolomeo (Harm. 6.11-19) se puede inferir la adecuada
utilización de la organología como ejemplificación de la teoría acústica en I 3; pero
la “preservación de los fundamentos racionales” (6.14) sólo se puede hacer super-
ando estos instrumentos mediante la exactitud del canon. Sin duda el rechazo de
Ptolomeo se pudo apoyar además en un examen detenido y cercano de los instru-
mentos en cuestión, en el que tendría la oportunidad de observar que la distribución
de agujeros no era uniforme y que los límites (pe/rata; 10.14), entendidos como la
embocadura son difíciles de definir (cf. GMW, p.291, n.73). Sería entonces la cons-
tatación de la imperfección y variedad notorias en esos instrumentos lo que para
413
Ptolomeo sería prueba de la virtual incompetencia en las ejecuciones, llevándole a
desconfiar de la tradición establecida vista en los textos aducidos y que al parecer
era retomada una y otra vez sin certidumbre material, y situándose así en una posi-
ción singular en la tratadística, como señala Levin (op.cit., p.221).
151
Efectivamente, los aulós conservados no responden a un patrón común.
El número de truph/mata (agujeros) varía significativamente, así como la longitud
del tubo (bo/mbuc) y la presencia de elementos externos añadidos al auló (cf. Arc.
(Hrwdianou= 213.12-16; vid. K. Schlesinger, The Greek Aulós, London 1939, p.74 y
Mathiesen, op.cit., pp.191-192); pero el desdén de Ptolomeo por los aulós, concre-
tamente, no se debería al diferente número de truph/mata (pues la lira también vio
modificado el número de sus cuerdas) sino a las diferentes distancias entre ellos, lo
que repercutía en los intervalos. De otra manera se refiere a esto Platón en un pasaje
del Filebo (56a):
En primer lugar, pues, está lleno de eso el arte de tocar la flauta, porque no ajusta
sus armonías por medida, sino por práctica de la conjetura, y toda modalidad de
música que busque la medida de la cuerda pulsada por conjetura, tiene en conse-
cuencia un importante ingrediente de inseguridad y escasa seguridad.
Aquí, medida (me/tron) significa la altura tonal de cada nota respecto a las
que le rodean, y cuerda equivale a nota, según A. Barker, “Text and Sense at Phi-
lebus 56a”, CQ 37 (1987), p.106; según este intérprete, Platón hace referencia al
momento de la ejecución del auleta, cuya melodía depende de factores más azaro-
sos que en el caso de la citarística. Cf. igualmente Aristox. Harm. 52.9-21; no obs-
tante, West (op.cit., p.97) sospecha un diseño consciente de distancias entre los
agujeros: cf. Ps.Arist.Pro. XIX 23.
Otros factores asociados a las variaciones de las notas tienen que ver con la
habilidad del auleta en el manejo de la lengüeta (pues podía modificar la altura to-
nal en función del punto en que la presionase con los labios) o la obturación de los
truph/mata. Todo esto tiene que ver más con la destreza del intérprete que con el
414
152
Gr. pneu=ma, frente a a)h/r. Como término técnico, pneu=ma es el aire en
movimiento productor de sonido, mientras que a)h/r es el aire estático: vid .J. G.
Landels, Music in Ancient Greece and Rome, New York 1999, p.140; cf. Ps.Arist.
Aud. 800a7-8, o(/tan to\n e)fech=j a)e/ra plh/cv to\ pneu=ma to\ e)mpi=pton au=t%=, o( a)h\r
h)/dh fe/retai bi/#.
153
Fuentes sobre la experimentación con pesos suspendidos de cuerdas son
Nicómaco (Harm. cap.6) y Arístides Quintiliano (III 1). Las razones resultantes de
este tipo de experimentos no son las que arrojaría correctamente un canon, pues en
el caso de los pesos depende de las raíces cuadradas de éstos; sin embargo, Ptolo-
meo no parece haberse percatado de esto, y centra su atención en la deformación de
las cuerdas como producto del peso suspendido. Al margen de esto, Levin (op.cit.,
pp. 222-225) sostiene que el texto ptolemaico aquí es un argumentum ad hominem,
verosímilmente contra Nicómaco, en la constatación de que la refutación material
expuesta por el alejandrino (Porfirio [in Harm. 121.2-10] da la razón en esto a Pto-
lomeo basándose en la escasa calidad de las cuerdas)está referida no a la tradición
musicográfica en general, sino a Nicómaco en particular, pues hay ecos verbales
entre Nicom. Harm. 246.22-247.1 y Ptol. Harm. 20.6-8, al decir de Levin:
415
más detalladamente había expuesto el mecanismo del experimento, en este caso
Nicómaco, sin que el propio Ptolomeo sintiese la necesidad de citar el nombre de
este pitagórico, al no tratarse de una refutación de una teoría principal, sino de un
elemento de la tradición incontestado que a juicio de Ptolomeo se desmontaba con
sólo intentar ponerlo en práctica: las cuerdas, al serles suspendidos pesos diferentes,
varían su longitud, y con ello la tensión; éstos son elementos entonces que cuentan
en las razones interválicas, además de los pesos (Ptol. Harm. 20.13-14), y sería in-
verosímil, según Levin, pensar que Pitágoras pensase en las longitudes adecuadas
de cada cuerda antes del experimento (cf. Ptol. Harm. 20.12). Cabría la posibilidad,
también, de que al depender las razones postuladas de las raíces cuadradas de los
pesos suspendidos –y no de sí mismos–, y por tanto no ser halladas mediante el
experimento, Ptolomeo achacase a las variaciones en las cuerdas tal imposibilidad,
cuando quizá las variaciones, en buenas condiciones de experimentación, fuesen
insignificantes; pues del texto se desprende que Ptolomeo varió las condiciones de
grosor y material de las cuerdas (Levin, op. cit., p.228), y aun así persistía la ano-
malía: como Levin apunta, si sólo quedaba cambiar la proporción de los pesos para
que las razones previamente establecidas tuviesen lugar, el experimento quedaba
entonces invalidado. Ptolomeo habría estado así muy cerca del descubrimiento de la
verdadera relación entre los pesos y la altura tonal, cosa que quedaba para V. Gali-
lei y M. Mersenne (quien, como recuerda Levin, experimentó no con cuerdas de
igual longitud, sino de longitud en proporción a las razones musicales).
154
El verbo e)farmo/zein se empleará en II 11 para la asignación a una cuer-
da del canon de 8 cuerdas de la nota cuya du/namij será mese.
155
Cf. supra 9.1-3, kai\ e)/sti tou= me\n o)cute/rou peripoihtika\ to\ pukno/teron
kai\ to\ lepto/teron, tou= de\ barute/rou to\ mano/teron kai\ to\ paxu/teron. De cualquier
416
ción con discos (cf. Aristox. fr.90) y Laso de Hermíone con vasos (Ps.Plut. de
Mus.1141B-C, Theo Sm. 59.4-21).
157
Las razones para la construcción del instrumento de medición han de
ponerse en relación con Alm. V 12 (I.1, 403.2-8), h(mei=j de/, i(/na mhde\n tw=n a)dh/lwn
ei)j th\n toiau/thn e)pi/skeyin paralamba/nwmen, kateskeua/samen o)/rganon, di¡ ouÂ
dunhJei/hmen a)\n w(j e)/ni ma/lista a)kribw=j thrh=sai, po/son kai\ a)po\ phli/khj tou=
kata\ korufh\n a)posta/sewj h( selh/nh paralla/ssei w(j e)pi\ tou= dia\ tw=n po/lwn tou=
meo es consciente de que la magnitud del peso aplicado a la cuerda hará variar su
densidad (Ptol. Harm. 20.12-14), lo que no parece que tuviera en cuenta Pitágoras
(ni Nicómaco).
158
Cf. el verbo ya/llein con el significado de “pulsar” un instrumento de
cuerda, ya con plectro ya con los dedos, y a)poya/llein (= ti/llein, Hsch. s.v.), con
significado similar: cf. Philostr. VS 2, 553.31 ó Heraclit. All. XII 3, 2. No vemos,
entonces, un uso del verbo en la tratadística, sino fuera de ella; la atención especial
que dedica Ptolomeo a la experimentación con el canon en todo el tratado puede
haber provocado la búsqueda de un término que, sin embargo, no tiene un signifi-
cado claro: en el canon, los a)poya/lmata son los puntos, entre dos límites definidos
(Harm. 20.25, ta\ pe/rata), en los que las pulsaciones van a tener lugar para el esta-
blecimiento de las razones interválicas; en el modelo de I 8, estarían situados entre
E y H (cf. 21.11). Sin embargo en 87.5 parece referirse (según GMW, p.367, n.16)
al “punto de contacto entre puente y cuerda”; pero también delimita el “punto desde
el que” se establecen o comprueban las razones.
417
159
Frente a lo que le ocurre a los aulós y siringas en los límites que estable-
cen las longitudes, los cuales son totalmente irregulares, cf. 20.3.
160
Es el “puente” o pieza (según Porph. in Harm. 121.23, de hueso) colo-
cada bajo una o más cuerdas determinando un segmento de pulsación entre dicho
puente y el extremo de la cuerda, u otro puente. El término designa precisamente el
puente que hay en los instrumentos de cuerda estableciendo un tipo de tensión en la
cuerda (cf. Hsch, s.v. maga/j: sani\j tetra/gwnoj u(po/kufoj dexome/nh th=j kiJa/raj
ta\j neura\j kai\ a)potelou=sa to\n fJo/ggon). En el canon, que ahora describe Ptolo-
meo, estos puentes son fijos en los extremos del canon, y tienen forma circular en
su superficie; aunque la cuerda se curva cuando atraviesa este puente por encima,
Ptolomeo establece el punto de contacto de la cuerda con los dos puentes (puntos
que delimitan la zona de pulsación o a)poya/lmata) en E y H por la perpendicular
entre la cuerda y la base del canon, que es también diámetro del círculo que forma
cada puente (EZB, HQG). Maga/j es el puente fijo, pero otras denominaciones que
también aparecen en la Harmónica, tales como maga/dion, u(pagwgeu/j, u(pagw/gion,
u(pagwgi/dion, se refieren en general a los puentes más pequeños insertos bajo las
418
165
El kano/nion es la regla que se coloca junto a la cuerda del “canon” o ins-
trumento para hallar las razones matemáticas de los intervalos (cf. Gaud. Harm.
350.19). Cuando durante la pulsación se encuentran los intervalos buscados, se
marca en la regla con una señal (shmei=on), con lo que se obtiene la medida.
166
Las “equivalencias” (gr. parametrh/seij) se establecen entre la regla y la
cuerda, llevando a ésta exactamente las mismas longitudes que están delimitadas en
el kano/nion por números.
167
Se refiere a los puentes fijos establecidos en EZB y HQG. La mayor ele-
vación de estos puentes es necesaria para hacer más claro el punto de contacto y
dividir así el segmento EH en dos secciones de tensiones claramente distintas. Bar-
ker (BPH, pp.197-199) ha estudiado los cambios de tensión en la cuerda al introdu-
cir un nuevo puente (que verosímilmente también será convexo, según 21.19) bajo
el segmento EH y ser algo más elevado que los fijos. Cuanto más se aproxime este
puente a uno de los puentes fijos, más tensión habrá en el segmento de cuerda más
corto. Barker señala que Ptolomeo no se detiene en este aumento de tensión de am-
bos segmentos (la tensión en ambos será igual cuando el puente móvil esté situado
en el centro de EH), pues al aumentar la tensión, la razón (lo/goj) ya no correspon-
derá exactamente a la que hay entre las alturas de los segmentos. No obstante, Pto-
lomeo pudo simplemente no contar con ella desde el principio.
168
Tou= kurtw/matoj grammh=j se refiere a las líneas EB y HG. Solomon
(op.cit., p.27, n.143) destaca las tres propiedades de los puentes en los puntos de
contacto con la cuerda: posición, igualdad y similitud. El texto implica que los nue-
vos puentes (más pequeños y móviles) han de ser curvos, como los fijos, aunque
Ptolomeo no lo dice claramente; suponemos esto porque la “línea central” de la
convexidad debe estar en estos puentecillos. Sin embargo Düring (op.cit., p.182)
consideró los puentes sin la curvatura, de modo que entonces la “línea” debería
quedar en la mitad de la convexidad (ku/rtwma) provocada en la cuerda por el puen-
te. Lo que Ptolomeo reclama es que haya una total perpendicularidad entre los
puentes móviles y ABGD –pues con la tensión un puente modifica el ángulo con la
base imperceptiblemente– así como su paralelismo exacto con los puentes fijos; lo
419
más verosímil, a nuestro juicio, es considerar puentes móviles circulares a la vista
de 102.10-12, pasaje en que se estudia el problema que surge por la elevación de la
cuerda al pasar por el puente móvil, más alto que el fijo.
169
Gr. i)so/tonon. Hemos traducido “en igual tensión” aquí aunque en otras
partes del tratado (11.15, 13.2-3, etc) se ha hecho por “igualdad de tono”, porque
aquí cuenta más la tensión producida por le puente móvil que segmenta la cuerda,
que el “tono” como sonido identificable en una escala.
170
A otra parte de la cuerda.
171
Frente a i)so/tonon (21.21), Ptolomeo establece aquí la “similaridad de
tensión” (o(mo/tonon) entre dos partes “similares” de una cuerda (o(moi/oij,
a)nalo/goij). En realidad, estas consideraciones sobre la cuerda están destinadas a
i)so/tonon. Por eso las partes iguales en longitud (mh=koj) deben tener una igual ten-
sión entre sí, y cada parte individualizada ser homogénea en esta tensión (21.21,
mi/an e)/xousi ta/sin).
EB – AB = 90º
LC – CD = 90º
KX –BX = 90º
172
Una vez terminada la crítica a la doctrina pitagórica con las correcciones
que Ptolomeo ha introducido, los siguientes capítulos pasan a revisar los postulados
de la escuela aristoxénica (cf. Boeth. Mus.V 13), una revisión que pone de relieve
420
sobre todo las diferencias de posiciones entre la tendencia pitagórica y la aristoxé-
nica; las “incoherencias” de ésta última pueden no ser tales, sino el desarrollo de
axiomas diferentes con consecuencias diferentes. En el primero de los capítulos hay
dos ideas sobre las que descansa la crítica. De un lado, el hecho de que los aristoxé-
nicos no definen las formas por sí mismas, creándose una circularidad en la que
cada término definido remite a otro que, a su vez, remite a otro, volviéndose al final
al término que en principio se quería definir. En efecto, en su exposición metodoló-
gica, Aristóxeno dice que “lo que requiere demostración no es fundamental”
(Harm. 55.3), sobre la idea del criterio de percepción como el fundamental; esta
postura sobre la indemostrabilidad de los principios es propia de la escuela
peripatética (cf. GMW, p.150, n.12 y Arist. APo. 76a33-4). De otro lado, la noción
de intervalo como “magnitud” absoluta con un tamaño independiente de la tensión
(lo que, como dice Ptolomeo, no se verifica en la organología) y por tanto la ausen-
cia de noción de “excedente” (u(peroxh/), producto de la comparación de dos
magnitudes diferentes (dos cuerdas, dos velocidades). Es conocido el rechazo aris-
toxénico a la teoría del número en la a(rmonikh/, y la búsqueda de la inherencia en
los elementos de la ciencia (Aristox. Harm. 54.19 ss.). Ambas ideas, como se puede
ver, son complementarias. El capítulo se cierra con el problema que, a juicio de
Ptolomeo, surge al partir de presupuestos tales: la noción de consonancia (o
también de intervalo e)mmelh/j, cf. Ptol. Harm. I 7): ya afirmó que los intervalos
consonantes se expresaban en razones preferentemente superparticulares (ib., supra
15.8, cf. 13.8), lo que implica por supuesto una parabolh/. Aristóxeno, pues, al
considerar los intervalos como “lo contenido entre dos notas desiguales en tensión”,
con una noción de dia/sthma como algo topiko/n (cf. Porph. in Harm. 95.13 ss.) no
muestra el pw=j e)/xein pro\j a)llh/louj, y de ahí que no sea posible una definición de
consonancia. Pero, con todo, no lo sería de acuerdo a la teoría cuantitativa; la
consonancia es aprehendida, para el tarentino, de forma independiente por la
ai)/sJhsij y sin apelación a la reflexión acústica: cf. Aristox. Harm. 42.8 ss. y 54.19
ss., donde los intervalos se clasifican por su magnitud y por su carácter disonante o
consonante, aunque, según el tarentino ésta última depende de la primera, por lo
que, a falta de una definición de consonancia, ésta queda remitida a la percepción
de la magnitud del intervalo.
421
173
El caso de la octava más cuarta, cf. Porph. in Harm.124.3 ss.
174
La principal crítica ptolemaica al aristoxenismo se dirige contra el mo-
delo teórico de esta escuela, absolutamente ajeno a la matemática. Y lo que es más
grave quizá, como apunta Barker (BPH, p.90), es que siendo una escuela que se
basa en el criterio de la percepción, ésta tampoco corrobora sus propios resultados.
Aquí mousikh/ equivale a a(rmonikh/ según Solomon (op.cit., p.28 n.147), pero no
sólo a ella.
175
Con el sentido ya visto de “afección” en las condiciones auditivas (cf. I
1) que repercuten en la a)koh/. Pw=j e)/xein entre las notas es lo que condiciona un
determinado pa/Joj (cf. Aristox. Harm. 86.1), y esta “cierta relación” consiste para
Düring en general en las relaciones armónicas que guardan entre sí los sonidos.
Aristóxeno no utilizó el término con este sentido: en Harm. 14.14 se refiere a la
modificación de la voz según hablemos o cantemos; en 47.20 habla de pa/Joj como
lo que le sobreviene al me/loj cuando modula, y en 56.10 ss., donde la propiedad de
ser consonante cualquier consonancia más la octava es un tipo de pa/Joj.
176
Cf. Aristox. Harm. 20.19, la definición de intervalo (dia/sthma), to\ u(po\
du/o fJo/ggwn w(risme/non mh\ th\n au)th\n ta/sin e/xo/ntwn. Más adelante, Ptolomeo
(Harm. 23.11) utiliza, al hablar del lo/goj e)po/gdooj, la forma periexo/ntwn, que es la
equivalente en la tratadística posterior a w(risme/non: cf. Cleonid. Harm. 179.11-12 y
Anon. Bellerm. 22, to\ periexo/menon u(po\ du/o fJo/ggwn a)nomoi/wn tv= ta/sei.
177
Gr. eiÅdoj. En Ptolomeo contiene dos sentidos claramente definidos: de
un lado, el sentido filosófico (cf. supra. 4.7) procedente de la escuela aristotélica
que, junto con ai)/tion, es pertinente a uno de los criterios, el lo/goj; de otro lado, su
sentido musical, herencia de la escuela pitagórica (vid. infra)
Desde los niveles más altos de organización, en textos como los Anónimos
de Bellermann (19) se emplea el término para dividir en partes la música (e)/sti de\
th=j mousikh=j ei)/dh e(/c) con el sentido de me/rh (cf. Porph. in Harm. 5.25, Aristid.
Quint. I 4), entre las que se encuentra la rítmica, que según el autor anónimo distin-
gue entre partes (me/rh) de los ritmos y sus formas (ei)/dh), como también distingue
422
en ei)/dh la métrica (cap.16). Si en el capítulo 19 se dice que la harmónica es la prin-
cipal parte (me/roj) de la música, debemos concluir que en lo que a ésta y sus siete
distinciones (cap.13), el uso de eiÅdoj y de me/roj es idéntico, en el sentido aquí de
“división en partes de un todo”.
kai\ th\n diatonikh/n). Ptolomeo (Harm. 32.20) emplea para definir ge/noj la expre-
sión poia\ sxe/sij donde otros autores recurren a diai/resij (cf. Aristid. Quint.
15.21; Cleonid. Harm. 180.1; Bacch. Harm. 298.3; Gaud. Harm. 331.7, Nicom.
423
Harm. 282.12). Los ei)/dh de las consonancias se encuentran, por ejemplo, en Aris-
tid. Quint.14.18 ss., Anon. Bellerm. 60-62, Cleonid. Harm. 195.4.
178
Así pues, según Ptolomeo los aristoxénicos ven el intervalo como un
cuerpo (sw=ma) delimitado por notas entendidas como puntos incorpóreos. No pare-
ce que tal concepción se desprenda de la misma obra del tarentino, pues aunque
Aristóxeno tiene un concepto radicalmente diferente del intervalo del que ofrece la
acústica pitagórica, no se encuentra en su tratado la caracterización que leemos
aquí. Aristóxeno estableció en estos términos el intervalo (Harm. 20.20-21.4):
dia/sthma d’ e)sti\ to\ u(po\ du/o fJo/ggwn w(risme/non mh\ th\n au)th\n ta/sin
e)xo/ntwn. fai/netai ga/r, w(j tu/p% ei)pei=n, diafora/ tij eiÅnai ta/sewn to\
dia/sthma kai\ to/poj dektiko\j fJo/ggwn o)cute/rwn me\n th=j barute/raj tw=n
424
Ahora bien, como señala Mathiesen (op.cit., p.443), aunque la noción de in-
tervalo de Aristóxeno es radicalmente diferente a la concepción ptolemaica (que es
la pitagórica), es más bien en los epígonos aristoxénicos donde parece encontrarse
esta “incorporeidad” de las notas, a la vista de definiciones como las de Cleónides
(Harm. 180.4), to/noj de/ e)sti to/poj tij th=j fwnh=j dektiko\j susth/matoj a)plath/j,
“el tono es un cierto espacio de la voz, susceptible de recibir una escala, sin anchu-
ra” o Nicómaco (Harm. 261.6-7), w(j d’ e)/nioi, hÅxoj a)plath\j kata\ to/pon
a)dia/statoj, “como [dicen] algunos, [la nota es] un sonido sin anchura, sin exten-
del semitono son referidos a “los más recientes autores”, pero no a Aristóxeno
mismo.
kai\ tou/twn paraleipome/nwn a)ei\ diaforai/, “pues no son los intervalos, como algu-
nos dicen, las causas de las diferencias y por ello sus principios, puesto que cuando
éstos son omitidos, las diferencias siempre [están]”: para los aristoxénicos, que una
nota tuviera una altura no suponía que tuviese una cierta magnitud, pero estaba en
una posición determinada en esta dimensión linear, que Teofrasto no admite sin una
diafora/ entre los sonidos, como Ptolomeo (vid. GMW, p.117, n.39).
179
Cf. Aristox. Harm. 27.15-16, e)/sti dh\ to/noj h( tw=n prw/twn sumfw/nwn
kata\ me/geJoj diafora/. La diferencia de la definición de Ptolomeo con la ofrecida
425
supra en 11.29 es que allí se trató de una conclusión de una demostración con pre-
misas previamente adoptadas, mientras que el tratamiento aristoxénico es un círculo
que se remite a sí mismo; Aristóxeno expone en Harm. 54.16-19 las “condiciones
de estudio” para la harmónica, cuales son la aprehensión fenoménica, la distinción
de lo derivado de aquello que es su origen, y la consideración de la ocurrencia y su
consecuencia; y en 42.10 ss., donde dice que con la a)koh/, como criterio, kri/nomen
ta\ tw=n diasthma/twn mege/Jh. De ahí que aunque la crítica a la circularidad está
justificada (cf. ib. 55.3, to\ ga/r pwj a)paitou=n a)po/deicin ou)k e)/stin a)rxoeide/j), no lo
es tanto así el que la ai)/sJhsij no pueda construir por sí misma el intervalo sin ape-
lar a otras instancias; si bien Ptolomeo se puede referir a excerpta aristoxénicos,
esto es un principio del propio tarentino; cf.además Harm. 51.16 ss. Para un peripa-
tético como Adrasto (citado por Theo Sm. 53.5-7), el tono tenía un carácter “reco-
nocible” (gnwrimw/tatoj) al ser la diferencia entre las dos primeras consonancias.
180
Que la percepción aprehende por sí misma las consonancias ya lo acep-
tó Ptolomeo: cf. Harm.12.18-20 y 27.4. Aquí el problema reside en la posibilidad
de la percepción de construir (y reconocer) un intervalo de una determinada magni-
tud; de ahí que Barker (op.cit., p.95) se pregunte si la frase ptolemaica “aunque la
percepción, si quisiera afinar un tono, no necesitaría antes de la cuarta o de alguna
de las demás, sino que sería capaz de constituir cada una de las diferencias de tal
magnitud por sí misma” (23.14-16) la dice Ptolomeo como ataque a la teoría aris-
toxénica o es una apostilla procedente del mismo aristoxenismo y traída como testi-
go de la incoherencia de la escuela. Es difícil decirlo, pero en el detenido examen
que Barker hace del argumento (op.cit., p.96), se demuestra que si se acepta que un
tono es construible o distinguible perceptivamente, entonces la referencia a otras
consonancias como cuarta o quinta en su definición no invalida ésta; ahora bien, en
principio habría que pensar en un tono de 9:8, pero Ptolomeo es consciente (vid.,
por ejemplo, 45.5 ss.) de que hay otros tonos (10:9) cuya diferencia “es insignifi-
cante” al decir de Ptolomeo, y no esperaríamos que una diafora/ como 81:80 fuese
construible mediante el oído. Es bastante probable que el intervalo de tono ses-
quioctavo fuese concebido por el aristoxenismo como directamente emitible y per-
ceptible por la percepción, pues ya hemos visto cómo Adrasto (vid. N.Tr. anterior),
en un pasaje de clara raigambre aristoxénica, lo dice claramente. No parece, en fin,
426
que Ptolomeo pusiese muchos obstáculos al hecho de que la ai)/sJhsij sí pueda ser
competente en el caso del intervalo de tono, debido a sus características melódicas
y matemáticas, cf. 28.7-10 ss., “pues antes producirían un tono que un dítono, por-
que el tono mismo es melódico y está en la razón sesquioctava (...), y para los sen-
tidos son más fáciles de aprehender los más proporcionados”.
181
Las doce partes de la octava representarían un intento de temperamento:
cf. el temperamento de Ellis, donde un cent es la centésima parte de un semitono
temperado, o 1/1200 partes de una octava.
182
En cuanto al carácter circular de las definiciones aristoxénicas, éstas se
basan en el poder de la percepción de reconocer directamente las consonancias
(Aristox. Harm. 68.10 ss.) –lo que apoya también Ptolomeo expresamente, Harm.
12.18-20, 27.4–, mediante las cuales los demás intervalos son construidos (sobre
esto, vid. Ptol. Harm. I 10). Pero éste es un argumento menor si lo comparamos con
la crítica ptolemaica a la noción de dia/sthma como me/geJoj en 24.10-11, porque
una vez establecido que el intervalo no es una relación (como quiere Ptolomeo ) y
sí un espacio fijado dentro de un continuum, la circularidad se mantiene, pues
siempre se puede partir de la percepción. Es más difícil, en cambio, refutar la crítica
de 24.10 ss.
183
El pasaje es oscuro. Aquello “de lo que forman parte los excesos” debe
de ser, sin duda, las notas, pues su desigualdad es lo que produce el intervalo (cf.
24.16). Por la demostración que a continuación presenta Ptolomeo, el hecho de que
las u(peroxai/ o excesos se vuelvan infinitos (a)/peiroi) o indeterminadas significa
que los intervalos aristoxénicos entendidos como “espacios” deberían entonces ser
entendidos, de acuerdo con el tarentino, siempre con el mismo tamaño, aunque,
muy al contrario, podemos ver que las distancias físicas en el auló, por ejemplo, son
menores cuanto más al agudo nos acerquemos. Ello sería prueba, entonces, para
Ptolomeo, de que los intervalos, si los concebimos como mege/Jh o como to/poi, no
pueden conservar su magnitud con independencia de la altura. Pero el alejandrino,
como señala Barker (op.cit., pp.98-99) yerra en su crítica, pues aun entendiéndose
el intervalo como espacio, para Aristóxeno también la consonancia de cuarta, por
ejemplo, es la misma siempre, sea la altura que sea a la que se encuentre (cf. Ptol.
427
Harm. 23.4-5), lo mismo que ocurre con el sistema de razones matemáticas. El “es-
pacio” (to/poj) aristoxénico no es el espacio físico del auló, sino un continuum abs-
tracto (cf. 20.4, donde Ptolomeo hizo la misma crítica de inexactitud de los instru-
mentos). Para Barker, en los pasajes aristoxénicos no hay nada que lleve a la identi-
ficación de ambos conceptos.
184
Cf. Nota a la edición, ad locum. El pasaje es controvertido porque Pto-
lomeo no parece demostrar mucha exactitud en el sistema de demostración de su
tesis. Barker (op.cit., pp.97-98) demuestra efectivamente la inviabilidad del expe-
rimento de Ptolomeo, pues si las letras designan distancias de cuerda o de auló,
entonces no delimitan intervalos sino notas; de ahí que sugiera entender el diagrama
del texto como una dia/stasij a la que hay que sobreenteder otra igual añadida, de
modo que tuviésemos la distancia OB, que haría una octava, y OA, que haría a su
vez la octava aguda de OB. De esta manera, la exposición queda salvada del error y
el resultado que arroja hace necesario leer e)la/ttwn-mei/zwn, con lo que la traduc-
ción quedaría “en el caso de que ajusten entre sí sus notas más agudas será menor,
pero en el caso de las más graves, mayor”; así Barker (GMW, p.294) y Düring
(PPM, p.38). Por su parte, la corrección de Düring (op.cit., p.184) se basa en una
redefinición del diagrama, donde AB no es una distancia (aunque Ptolomeo lo diga
expresamente, cf. 24.4 u(potiJei/shj ga\r th=j AB diasta/sewj) sino dos cuerdas di-
ferentes a octava, A y B; como consecuencia, G y D son también cuerdas. Esta for-
ma de ver el texto es más correcta acústicamente, pero creemos que aquí hay que
admitir que Ptolomeo no es muy correcto en los fundamentos físicos de su explica-
ción (cf. BPH, pp.98-99), y lo que hace Düring es desvirtuar sustancialmente el
diagrama que aparece en su edición (y que es también el de Wallis) y crear un hiato
importante entre las palabras del propio Ptolomeo, que califica a A de “extremo
agudo” (tou= A nooume/nou kata\ to\ o)cu/teron pe/raj), es decir, extremo de la cuerda
y no “la cuerda más aguda”, y el diagrama y la interpretación que ilustran su tra-
ducción. Efectivamente, si A, B, G y D son cuerdas, y A es la más aguda, resulta la
dia/stasij AG menor que la de BD:
428
Según Düring, op.cit., p.38
429
con letras en muchos casos las cuerdas, pero también lo hace con dos (cf. Harm.
28.7).
185
Cf. Aristox. Harm. 20.20 ss., dia/sthma d’ e)sti\ to\ u(po\ du/o fJo/ggwn
w(risme/non mh\ th\n au)th\n ta/sin e)xo/ntwn (...) diafora/ tij eiÅnai ta/sewn to\ dia/sthma
kai\ to/poj dektiko\j fJo/ggwn ktl., y Porph. in Harm. 95.13-15 (también 125.22), oi(
d’ ’Aristoce/neioi topiko\n ti/Jentai to\ dia/sthma: to/pon ga\r eiÅnai fwnh=j a)ki/nhton,
e)n %Â kinou=men th\n fwnh\n phli/kon ti me/geJoj (...) a)fori/zousin, “los aristoxénicos
dicen que el intervalo tiene un carácter espacial: pues lo definen como un espacio
inmóvil de la voz, en el que movemos la voz de un determinado tamaño (...)”. La
teoría del intervalo aristoxénica se basa en una concepción espacial del intervalo, cf.
Aristox. Harm. 13.7-8 prw=ton me\n ouÅn a(pa/ntwn au)th=j th=j kata\ to/pon kinh/sewj
ta\j diafora\j Jewrh=sai ti/nej ei)si\ peirate/on, y de ahí Porph. in Harm. 95.13-15 o
Adrasto ap. Theo Sm. 53. La visión espacial es una magnitud en sí misma, compa-
rable a otras magnitudes y medible en relación a las mismas, y por ello no una rela-
ción (pro/j ti) entre dos magnitudes numéricas, como se desprendía de la teoría
acústica ptolemaica (y la pitagórica en general). Es como si el me/loj transcurriese
en una línea infinita virtualmente, pero en realidad acotada por las limitaciones na-
turales de emisión y percepción. Las notas son puntos de tensión en esa línea, que
delimitan entonces fragmentos de ella, y de ahí la subsiguiente definición de Aris-
tóxeno de dia/sthma. Es justamente lo opuesto a la “relación” que según Ptolomeo
configura el sistema acústico y armónico, según 12.2-9, donde diferencia muy bien
yo/foj y fJo/ggoj. La crítica de Ptolomeo va dirigida en este caso contra este con-
430
distintos. La magnitud por sí misma no es consonante o melódica; queda, al contra-
rio, definida por la relación entre los dos fJo/ggoi que la delimitan, 24.16 a)lla\ du/o
tw=n prw/twn (cf. 12.2-9) kai\ tou/twn a)ni/swn: no se trata de corporeidad o incorpo-
reidad (24.14-15) sino de una relación entre desiguales. Con lo propiamente esta-
blecido por Ptolomeo, la crítica al aristoxenismo venía dada.
186
Que Ptolomeo critique la concepción aristoxénica de la dia/stasij kenh/
no implica que adopte una posición conscientemente estoica, como mantiene
Schönberger (op.cit., p.85), al menos tal y como se lee en Ps.Plutarco Placit. Phil.
902F11 ss.: cf. supra Harm. 3.2. Ya hemos visto la doctrina de Ptolomeo sobre el
origen de los intervalos como pro/j ti en I 4.
187
Una de las propiedades del lo/goj como criterio, según vimos en I 1.
188
La crítica a los capítulos pitagóricos ha consistido en una corrección; a
los aristoxénicos, en cambio, se les ataca con una ejemplificación de que la
ai)/sJhsij no llega a las menores distinciones, como el autor apuntó en el primer
capítulo. Aquí subyace una discusión sobre los criterios (cf. 27.1-14) con los que se
confronta la magnitud de la consonancia de cuarta, sobre todo en lo referente al
intervalo que queda una vez hemos distinguido dos tonos: si se trata de un semito-
no, mitad exacta de un tono, como suponen los aristoxénicos, o bien tiene una mag-
nitud menor, como supone la escuela pitagórico-platónica. Este problema de la
magnitud de la primera consonancia está recogido por Adrasto (citado por Theo
Sm. 67 ss.), quien establece la posición de Aristóxeno (dos tonos y medio, cf.
Harm. 30.20 ss., 57.2, 70.4 ss.) y la de Platón (dos tonos y lei=mma, intervalo éste
“incapaz de ser expresado” y con una u(peroxh/ entre sus términos de 13; cf. Ti.
36b). El capítulo se estructura en tres partes: a) exposición de la demostración aris-
toxénica de que cuarta = 2 tonos ½ por medio de la afinación por consonancias; b)
demostración racional de que la consonancia no cuenta con un semitono de tipo
“temperado”; y c) evidencia racional de la desviación del semitono aristoxénico
respecto al lei=mma.
431
189
La consonancia menor es la cuarta, que contiene efectivamente dos to-
nos y medio; el error no está en esta medida, sino en lo que se entienda, como ve-
remos, por ese “medio”.
190
Conforme a los criterios ptolemaicos, el lo/goj es quien aporta la fiabili-
dad en las más pequeñas diferencias o intervalos, a diferencia de la capacidad que
para ello tiene la ai)/sJhsij aristoxénica: cf. Ptol. Harm. 4.22 ss. Este lo/goj es el
que está expresado en 26.5.
191
Esta demostración procede, en última instancia, de Aristóxeno (Harm.
70.5 ss.), pero Ptolomeo no la sigue fielmente. La demostración se sostiene en tanto
que se supone un tono divisible en dos semitonos iguales y que dia/sthma es igual a
to/poj. Como apunta Düring (op.cit., p.185), au)toi\ me\n (Ptol. Harm. 25.8) se opone
a o( de\ lo/goj (26.5) por lo que hay que entender que la demostración aristoxénica
apela desde el principio a la corroboración del oído: cf. Aristox.Harm.70.14-16,
tou/twn d’ ou(/tw prokateskeuasme/nwn tou\j a)/krouj tw=n w(risme/nwn fJo/ggwn e)pi\
th\n ai)/sJhsin e)panakte/on. Pero ésta es siempre la perspectiva del tarentino: cf. la
perparticular, no puede ser dividido en dos partes iguales (cf. Euc. Sect. Can.
propp.3 y 16). Constituye el llamado “semitono menor” (e)/latton) frente al “ma-
yor” (mei=zon), llamado también a)potomh/, de razón 2187:2048 (cf., por ejemplo,
Anon. Bellerm. 76); la diferencia entre ambos semitonos es la ko/mma (razón
531441:524288). El leima o resto se encuentra en el Timeo platónico (36b), es de-
mostrado por Euclides (Sect. Can. prop.15, to\ dia\ tessa/rwn e)/latton du/o to/nwn
kai\ h(mitoni/ou) y a Ptolomeo, que lo incluye dentro de su género diatónico ditonal,
432
Aristóxeno, quien la había fijado en dos tonos y un semitono (cf. Aristox. Harm.
31.2, 57.2 etc.; su demostración en 70.3 ss. = Ptol. Harm.25.9 ss.). Podemos encon-
trar la explicación del término leima en fuentes como Adrasto (ap. Theo Sm. 70.3-
6): dei= ei)de/nai o(/ti e)sti [sc. to\ lei=mma] tou= dia\ tessa/rwn: t%= ga\r dia\ tessa/rwn
lei/pei pro\j to\ ge/nesJai du/o h(/misu to/nwn telei/wn, e igualmente Gaudencio 343.1
ss., quien lo refiere como el intervalo leipo/menon, y así, dio/per lei=mma e)klh/Jh.
Más lejos apunta Arístides Quintiliano (96.3) cuando lo explica dia\ to\ dus-
te/kmarton th=j i)so/thtoj e)ka/lesan oi( palaioi/.
Los teóricos que aceptan la medida del leima se esfuerzan por diferenciarlo
del h(mito/nion, probando que aquél es menor que éste (algunos polemizan directa-
mente contra él, como Panecio [ap. Porph. in Harm. 65.26 ss.], kai\ kata\ mousikh\n
de\ to\ lego/menon h(mito/nion kata/xrhsi/j e)stin o)no/matoj). El procedimiento suele ser
similar, aunque cada autor presenta variaciones en el desarrollo. Para mejor enten-
der la posición de Ptolomeo y establecer sus dependencias, veremos en las notas
siguientes la forma en que los teóricos hacen la operación; de cualquier forma, en
general son dos las operaciones, una derivada de la otra: primero, calcular el leima
como valor relativo en la magnitud de la cuarta; segundo, calcular la diferencia en-
tre el semitono y el leima.
193
Adrasto (ap. Theo Sm. 86.15-87.3), Arístides Quintiliano (96.26),
Gaudencio (Harm. 342.7 ss.) y otros autores muestran otros números más bajos:
256, 243, 216 y 192 (los dos extremos son el resultado de 4:3 multiplicado por 64).
Pero estos números no son los “primeros” en el sentido de que para los intereses de
Ptolomeo (mostrar la división de un tercer tono), las cifras tradicionales men-
cionadas no sirven, pues como indica Porfirio (in Harm. 130.8-21), 243 no tiene
sesquiáltero (se entiende, como número entero): se multiplican entonces por 8, pues
sí lo tiene 1944. Los números de Ptolomeo proceden de la división del Universo
que aparece en el Timeo y generados de la serie 1, 2, 3, 4, 8, 9, 27, con operaciones
tendentes a evitar los números racionales, como ya advirtió Platón (R. 525d), cf. C.
González Ochoa, La música del universo, Universidad Nacional Autónoma de
México, 1994, p.62.
433
194
O lo que es igual, 1728:1536 = 9:8 (lo/goj e)po/gdooj); 1944:1728 = 9:8
(lo/goj e)po/gdooj); 2048:1536 = 4:3 (lo/goj e)pi/tritoj); 2048:1944 = 256:243 (lei=m-
ma).
2187_____(139)_____2048_____(104)_____1944
196
Por un lado, (2048:15=136,53)< 139 < (2048:14=146,28); y por otro,
(1944:19=102,31)< 104 <(1944:18=108). Luego (2187:2048) > (2048:1944), y la
fracción menor (to\ e)/latton tmh=ma) queda dentro de la consonancia de cuarta, pues
ésta llega, desde 1536, hasta 2048. De hecho, (2048:1944) = [(256:243)·8], la razón
del a)potomh/ (cf. Porph. in Harm. 130.18, a)/ra o)kta/kij gi/gnontai oi( a)riJmoi\ oi(
aflj ktl.). Para otra reescritura diferente de la operación de Ptolomeo, vid. Mathie-
434
on both sets of criteria”. Las dos puntuaciones son aceptables, y a pesar del argu-
mento de autoridad de Porfirio, que entiende a(marti/an h)/dh tw=n newte/rwn (in
Harm. 130.27-28), nosotros seguimos la interpretación de que a(marti/an sea com-
plemento directo de u(polhpte/on, sin entender un zeugma (cf. Ptol. Harm. 28.2-3).
A su vez, u(potiJeme/nwn puede referirse a personas (17.18) y a cosas (cf. Porph. in
Harm. 130.26-27), y ambas interpretaciones son aceptables. Los new/teroi son los
teóricos aristoxénicos, cf. la misma expresión en Nicom. Harm. 261.5, 263.23, aun-
que también, como apunta Barker (BPH, p.105) pueden englobar al tipo de autores
que se mueven entre una consideración matemática de la harmónica y la incorpora-
ción de material aristoxénico (por ejemplo Arístides Quintiliano, Teón de Esmirna,
Nicómaco, etc); no obstante, este capítulo está dedicado a ellos, y hay que recordar
que Ptolomeo en 6.24-7.11 bosquejó un esquema de las escuelas musicales: allí se
decía de los aristoxénicos que do/ntej toi=j dia\ ai)sJh/sewj katalambanome/noij
o(dou= pare/rgon w(/sper katexrh/santo t%= lo/g%, kai\ par’ au)to\n kai\ para\ to\ fai-
no/menon (...) para\ to\ faino/menon de\ o(/ti kai\ tou/touj (sc. tou\j a)riJmou\j) e)pi\
los números asignados a ellas. Lo que Ptolomeo hace en 27.1 es explicitar el pro-
blema aún más. Aquí sugkata/Jesij no significa “combination”, como entiende
Barker, sino que es usada en el mismo valor que en el pasaje ptolemaico anterior-
mente citado. En el caso de 27.1 va contra el lo/goj porque los aristoxénicos están
utilizando el criterio perceptivo en los intervalos menores, algo que Ptolomeo no
puede aceptar puesto que estableció que la percepción no es fiable en tales interva-
los (en I 1). Por eso para la refutación de esta incorrecta aplicación de los criterios,
Ptolomeo hace uso de las matemáticas, o lo que es lo mismo, del lo/goj.
Y por otro lado, esta aplicación de los criterios va contra la ai)/sJhsij (al
igual que en 7.11), porque inmediatamente después (27.4-14) Ptolomeo dice que la
ai)/sJhsij coincide a gritos con las medidas numéricas que ofrece el canon en los
intervalos consonantes; hecho que, entonces, obvian los aristoxénicos al omitir di-
chas medidas (los lo/goi e)pi/tritoi o h(mio/lioi). Si esto es así, no es coherente que
435
entonces entiendan la cuarta como dos tonos y un semitono exacto, pues entonces
ya no tendrímos razón sesquitercia de 4:3 exacta, como reconoce (ke/kragen) la
percepción.
Se puede remitir 27.5-6 a supra 5.2-3, donde los intervalos son tomados
mediante el oído pero comprobados indefectiblemente con la razón; en 27.5, con el
monocordio, se confirma, efectivamente, la primera impresión del oído (también en
las consonancias). El problema de los aristoxénicos, según Barker (op.cit., p.103),
residiría en que las consonancias son afinadas de oído –sin problemas– pero no
confrontadas con aquéllas que da la razón (el canon monocordio), y por tanto con-
tienen un elemento, por mínimo que sea, de inseguridad. Ésta es la diferencia, se-
gún Ptolomeo, en el establecimiento de las hipótesis (27.2). Pero nos parece éste un
punto problemático dada la insistencia de Ptolomeo, a pesar de esto, en la solvencia
de la ai)/sJhsij para la aprehensión de las consonancias (cf. 12.18-20, 23.15-16,
27.4) así como para los intervalos de gran tamaño, por lo que la comprobación de
las consonancias con un procedimiento racional no debería ser una exigencia del
sistema. Esta exigencia de confrontación racional, no obstante, es la que lleva, al
final del razonamiento ptolemaico, a la exigencia de reconocer que el intervalo que
resta del dítono y la cuarta es el leima, dos de los cuales no hacen un tono. Por ello
la quinta nunca se alcanzaría correctamente (27.5). Pero a pesar de todo, señala
Barker, Aristóxeno dejó una puerta abierta a la posibilidad de error (cf. Aristox.
Harm. 70.16-19) pues toda la demostración debe ser sancionada por el oído.
198
Long (op.cit., p.169 y 178, n.50) ha puesto de relieve la semejanza del
texto ptolemaico (mo/non ou) ke/kragen) con S. E. M. VII 257 mo/non ou)xi\ tw=n trixw=n
(…) lamba/netai (sc. h( katalhptikh\ fantasi/a).
199
Sc. oi( new/teroi, cf. Porph. in Harm. 130.3.
200
La crítica tiene su fundamento en lo expresado anteriormente en las
capacidades de cada uno de los criterios en lo que a su exactitud en la aprehensión
de intervalos se refiere (cf. 5.8-6.3): la ai)/sJhsij es competente para los intervalos
mayores (por ejemplo, la cuarta y la quinta, como acaba de declarar Ptolomeo),
pero necesita del lo/goj para los más pequeños. Según Ptolomeo, los aristoxénicos,
436
aún basándose en la percepción como criterio único, estarían haciendo justo lo con-
trario (cf. BPH, p.102).
201
Gr.tai=j prw/taij kai\ kuriwte/raij, sc. kri/sesi siguiendo a Düring,
op.cit., p.187, pero cf. Porph. in Harm.131.9-10, ma=llon de\ prosa/ptousi kri/seij
e)nanti/aj tai=j prw/taij kai\ kuriwte/raij tw=n lo/gwn, h(mioli/ou le/gw kai\ tou=
e)pitri/tou.
202
Conforme a Euc. Sect. Can. prop.3 (152.1-3), Epimori/ou diasth/matoj
ou)dei\j me/soj, ou)/te eiÂj ou)/te plei/ouj, a)na/logon e)mpesei=tai a)riJmo/j.
203
El segundo de los cálculos está destinado a la comparación entre semi-
tono y leima, una demostración que remite a Euc. Sect. Can. propp.3 y 16 y cuyos
cálculos parecen haber sido un lugar común en las matemáticas aplicadas a la har-
mónica, como se desprende de los pasajes que citaremos. Ptolomeo pudo conocer
tales pasajes y sin duda intentó mejorar la demostración. Así, que la división más
aproximada de 9:8 sea 17:16 y 18:17 lo admiten Arístides Quintiliano (95.20 ss.) y
Gaudencio (Harm. 343.1-10) mediante la operación de doblar los o(/roi de la razón:
8·2=16, 9·2=18, dos números (16 y 18, entre sí en relación sesquiáltera) entre los
que se encuentra el 17 (cf. Procl. In Ti. II 179, 18 ss. y Aristid. Quint., loc.cit.: tou\j
prokeime/nouj o(/rouj diplasia/santej e)poi/hsan me\n e(kkai/deka kai\ o)ktwkai/deka,
sumados dan 9:8), de modo que, según Gaudencio, el leima no es el semitono como
mitad exacta del tono, pues (18:17)·(18:17) no resulta 9:8. Gaudencio recalca que
no sólo 18:17 no es el semitono aristoxénico, sino que incluso 18:17 no es el leima,
pues éste es aún menor (vid. infra). ¿Cuál es entonces el valor del semitono aris-
toxénico? Lógicamente, sería mayor que 18:17 pero menor que 17:18 (Ptol. Harm.
27.19). Un intento es el de Adrasto citado por Teón de Esmirna (69.12 ss.), quien
mantiene que el semitono es 17:16 (to\ h(mito/nion di\j e)po/gdoon e)/stai, toute/stin
e)fekkaide/katon); ahora bien, 17:16 no es la media geométrica de 9:8. Pero supo-
niendo como semitono 17:16, entonces 17 supera a 16 por 1:16 (cf. GMW, p.223
n.61); en el caso del leima, con quien lo compara, 13 (su u(peroxh/ entre los térmi-
nos; cf. Boeth. Mus. III 5 [= Philol. DK 46A26] extrae esta cifra al considerar el
437
tono como 27, siendo así 13 el lei/mma, 14 el a)potomh/ y 1 la ko/mma; vid. E. Frank,
Plato und die sogenannten Pythagoreer, Darmstadt 1962, pp.265 ss.) es menor que
1:18 de 243 (ib. 69.15-16, ta\ de\ ig / tw=n smg / e)stin e)n lo/g% plei/oni
o)ktwkaideka/tou: 243:18>13). Ptolomeo sigue este procedimiento, y mientras que
Adrasto sólo operaba con una razón (17:16), el alejandrino intenta hallar una cifra
entre dos razones, 17:16 y 18:17, una cifra entera que se añada a la u(peroxh/, 13:
sólo es posible situar el 15 entre 1:16 de 243 y 1:17 de 243 (si el semitono está en-
tre 17:16 y 18:17, tiene que hallarse entre 1:16 y 1:17 del denominador, es decir, de
243). Así, 15 se suma a 243 resultando 258, y hallamos que 258:243 es la razón del
semitono aristoxénico; restándole el leima, vemos que la desviación es de 129:128
(13,47 cents). Establecida la diferencia con el semitono, el leima se sitúa, dentro de
la sucesión de números racionales, menor que 19:18 pero mayor que 20:19 (vid.
nota 345): así Arístides Quintiliano (loc.cit.), quien dice que el leima es aproxima-
damente 20:19 más 505:504; Anon. Bellerm. 75 lo sitúa de otra manera: mayor que
1:18 pero mayor que 1:19, o sea, 1+(1:18,692307); Ptolomeo, más adelante (50.9-
10), lo establecerá de una manera mucho más simple: e)la/ttwn me\n gino/menoj tou=
e)pi\ ih’, mei/zwn de\ tou= e)pi\ iJ’, “resultando menor que 19:18 pero mayor que 20:19”.
Gaudencio (loc.cit.) sólo dice que es menor que 18:17 pero en Teón (86.15-87.3)
leemos incomprensiblemente que es mayor que 18:19 (ta\ snj /... o(/j e)sti plei/wn h)\
e)poktwkaide/katoj).
204
Cf. supra 5.12-15 con el mismo razonamiento. Barker (BPH, p.103) cri-
tica a Ptolomeo, pues éste no parece tener en cuenta que Aristóxeno sí concibe que
la percepción perciba sin ayuda la cuarta, de modo que tampoco la necesitaría para
tres cuartas: el “error acumulado” de Ptol. Harm. 5.15 ss. no se produciría entonces.
En cuanto al dítono, no se trata de que “no sean capaces de producirlo una sola vez”
(28.6), pues para Aristóxeno tal intervalo no se produce de inmediato por la percep-
ción, sino mediante el movimiento de consonancias (Aristox. Harm. 68.15 ss.).
Barker rechaza la argumentación ptolemaica sobre la base de que, siendo la demos-
tración aristoxénica sostenida por los intervalos distinguibles mediante la percep-
ción sin error (y que Ptolomeo también acepta, cf. 23.15, 12.18-20, 27.4), la teoría
de los aristoxénicos no está diseñada para el discernimiento de la justa dimensión
del semitono, y por tanto Ptolomeo no puede exigir a los aristoxénicos la diferencia
438
con el leima. En realidad, el método de las consonancias de Aristóxeno sólo toma
de oído las consonancias de cuarta y quinta, lo cual no ofrece problemas; ni siquiera
lo hace así con el dítono, como Ptolomeo afirma. Sugiere Barker (op.cit., p.103,
n.10) que quizá haya que suponer una fuente intermedia entre Aristóxeno y Ptolo-
meo; de hecho, éste se refiere a los “más recientes autores”.
205
Aristóxeno, en cambio, sí halla en cambio el dítono mediante consonan-
cias: cf. Harm. 70.3 ss.
206
Es decir, “simple” en el sentido de no estar compuesto por dos interva-
los sucesivos, cf. Aristox. Harm.9.11-12.
207
El capítulo 11 es el último del bloque crítico al aristoxenismo –más ade-
lante volverá a la doctrina de los géneros del tarentino en I 12–, y constituye otra
vuelta de tuerca en su ataque al uso de la ai)/Jhsij como criterio en los intervalos
más pequeños: la conclusión que se desprende es que un intervalo como la diferen-
cia entre una octava de razón 2:1 y seis tonos, la llamada coma pitagórica (aunque
Ptolomeo no le da nombre) ni siquiera es percibido. En efecto, (9:8)6: (2:1) =
531441:524288, aproximadamente 24 cents. Éste es un intervalo nada despreciable
(incluso mayor que la diferencia entre semitono y lei=mma, 13 cents) si pensamos
que tal desajuste constituye el problema del círculo de quintas en la afinación pita-
górica y es el origen de la aparición de los temperamentos posteriores: dicha coma
pitagórica también es la diferencia entre doce quintas justas (el círculo completo) y
siete octavas, así como la diferencia entre a)potomh/ y lei=mma. La existencia de di-
cho intervalo, o mejor, el conocimiento del desajuste entre octavas y quintas era
conocido por Euclides, que lo formula, de manera más simple que Ptolomeo, en la
Sectio Canonis, propp.9 y 14: en la prop.9 se declara que seis intervalos sesquioc-
tavos son mayores que uno doble (157.5-6, ta\ e(\c e)po/gdoa diasth/mata mei/zona/
e)sti diasth/matoj e(no\j diplasi/ou) y en la 14 que una octava es menor que seis
tonos (160.20, to\ dia\ pasw=n e)/latton h)\ e(\c to/nwn). Ptolomeo, dentro de su posición
pitagórica, acepta también los cálculos pero los da por demostrados.
439
nor que seis tonos, una magnitud ésta que aceptan los aristoxénicos. La prueba del
desajuste la realiza Ptolomeo en el canon, aumentando el número de cuerdas hasta
ocho. Como ya antes (cf. supra 20.19 ss.), hay una preocupación por las condicio-
nes de la prueba: la igualdad en todas las cuerdas se logra por el hecho admitido
(30.14-16) de que el mayor grosor de una cuerda se ve compensado por el exceso
de tensión de la más fina, en longitudes iguales y siempre según la misma propor-
ción según Ptolomeo (en la idea de que la tensión se consigue con el menor grosor;
de ahí las características de A y B, “compensadas” mutuamente y produciendo dos
sonidos i)so/tonoi, cf. 30.6-7 y supra 9.1-3 con los mismos presupuestos físicos).
Este argumento de la compensación no es nuevo, pero sirve a otros autores para
exponer otros problemas, como la asignación de números grandes a notas graves
(Adrasto, ap. Theo Sm. 65.13-22, du/o ga\r i)/swn to/ te mh=koj kai\ pa/xoj xordw=n kai\
taÅlla o(moi/wn to\ plei=on ba/roj dia\ th\n plei/w ta/sin to\n o)cu/teron poih/sei fJo/ggon.
e)pei\ ga\r to\ plei=on ba/roj plei/w ta/sin poiei=, plei/ona th\n e)/cwJen prosdi/dwsi
du/namin t%= kat’ au)to\n o)cute/r% fJo/gg%, e)la/ttona dia\ tou=t’ e)/xonti th\n i)di/an
i)sxu\n tou= e)carth/matoj. dh=lon w(j a)ntestramme/nwj o( baru/teroj, th\n oi)kei/an au)tou=
du/namin plei/w kekthme/noj tou= e)carth/matoj, e)parkei= pro\j to\ sw/zein th\n oi)kei/an
a(rmoni/an te kai\ sumfwni/an) o dar argumentos contra la teoría cuantitativa del so-
nido (Thphr. ap. Porph. in Harm. 63.11-14, e)n de\ tai=j xordai=j to\ i)/son kata\
Ja/teron dh=lon: o(/s% ga\r eu)tonwte/ra h( th=j leptote/raj ta/sij, tos%/de h( a)nei=sJai
dokou=sa paxute/ra: ou(/tw te o(/s% i)sxuro/teroj o( hÅxoj e)k th=j lepto/teraj, tos%/de
baru/teroj o( e(/teroj). Cf. también Nicom. Harm. 243.17-20 (tw=n me/n ge e)ntatw=n ai(
440
me/nhj wÂn e(ka/teron h(mito/nion). Explícitamente lo leemos, sin embargo, en el aris-
toxénico Cleónides (Harm. 194.7-9): ...to\ dia\ pasw=n, to/nwn e(/c, oiÂo/n e)sti to\ a)po\
proslambanome/nou e)pi\ me/shn. De nuevo se hace evidente que Ptolomeo está usan-
441
Nuestra traducción sigue la interpretación de Düring, que consideramos la
mejor. Los escolios, así como Barker (GMW, p.299) y Alexanderson (op.cit., pp.11-
13) suponen “cuerdas” donde Düring entendía “magnitudes” (Wallis “diferencias”).
Esta última interpretación es superior, pues da sentido a lo que viene a continua-
ción, y es un colofón a lo dicho antes por Ptolomeo acerca de los seis tonos en su-
cesión y la razón doble. El sentido del texto, aunque redactado por Ptolomeo de
forma esquiva, es que el resultado de la repetición sucesiva de un mismo intervalo
no da lugar a ningún intervalo consonante, ya antendamos al número que componga
tal repetición, ya a su igualdad (para otras interpretaciones, vid. nota al texto). Esto
es una consecuencia del carácter no temperado del sistema de afinación pitagórico y
de la imposibilidad de dividir un intervalo e)pimo/rioj en dos iguales (cf. Euc. Sect.
Can. prop.3).
215
Cf., sin embargo, Porph. in Harm. 133.4 kata\ to\n au)to\n tro/pon
ai)sJh/sewj.
216
Cf. Euc. Sect. Can. prop.6: to\ dipla/sion dia/sthma e)k du/o tw=n megi/stwn
e)pimori/wn sune/sthken, e)/k te tou= h(mioli/ou kai\ e)k tou= e)pitri/tou.
217
Cf. infra 69.16-17 y la imposibilidad de la igualdad (i)so/thj) en la pro-
gresión del me/loj; esto ya lo estableció Aristóxeno (Harm. 36.12-14). Ptolomeo se
apoyará en esta imposibilidad para refutar la progresión (parau/chsij, 69.17) de los
to/noi mediante excedentes iguales, sean éstos cuales sean (contra, vid. Cleonid.
442
219
Esta parte de la exposición de Ptolomeo se basa en Euc. Sect. Can. prop.
9 (= 157.5 ss.), que asigna números enteros para cada cuerda. En la demostración
ptolemaica, cada segmento de cuerda entre el puente fijo y el móvil sería 8 novenas
partes del segmento de la cuerda anterior. Pero esto se hace tras hacer la división en
el kano/nion, de modo que la percepción no nos engañe en la colocación del puente-
cillo y resulte así al final la octava 2:1, con lo que la demostración habría fallado.
De ese modo, al comparar con las medidas racionales el resultado sobre las cuerdas,
la percepción ha de reconocer su error y reconocer la verdadera medida (de acuerdo
con 6.6-9).
220
Estos condicionantes para la construcción del canon y las operaciones
con las cuerdas los vimos en 22.1-3 (igualdad de tono a iguales longitudes).
221
“Longitud”; en 10.13, distancia porque se trataba de comparar el fun-
cionamiento de este factor de la producción del sonido tanto en cuerdas como en
auló y voz humana.
Por otra parte, si se afinan dos cuerdas iguales en tono (i)so/tonoi), la que
tenga una mayor longitud será menos densa. Pero como las cuerdas que intervienen
en el canon de 8 cuerdas tienen la misma longitud (30.2-3, e)n i)/soij mh/kesi), es la
relación tensión / grosor lo que Ptolomeo tiene que estudiar para asegurarse de que
tales factores no intervienen en la consecución de conclusiones erróneas.
443
222
Cf. supra 9.10-13, “y cada una de estas cosas no sucede propiamente a
causa de lo denso o fino en sí mismo, sino por la tensión, porque a tales cosas les
sucede que son más tensas, y lo más tenso resulta más vigoroso en las percusiones:
esto resulta más compacto, y esto, más agudo”. El presente pasaje es un eco del
inmediatamente citado. Aunque con problemas textuales (cf. N.Ed. ad locum), el
sentido está claro: en las cuerdas del experimento con el canon, las posibles des-
igualdades entre ellas referidas a la longitud o grosor se equilibran con la tensión
(según Ptolomeo, en un grado similar). Aquí la tensión (ta/sij) sustituye a la densi-
dad porque aquélla es el factor nivelador que no lo es ésta: de este modo, dice Pto-
lomeo, la tensión actúa (tonoi=) como un contrapeso si es que hubiera desigualdades
respecto a la longitud, por ejemplo; como consecuencia, la densidad (y la tensión)
de las cuerdas de mayor longitud será igual a la de las cuerdas de menor longitud. A
esto se dedican las siguientes líneas del texto. Cf. Porph. in Harm. 134.4 ss., “pues
tensa y endurece, y por ello la tensión es más similar a las cuerdas de menores lon-
gitudes”.
223
Es decir, a igual longitud y buscándose la misma altura tonal, el montan-
te de la tensión que hay que incrementar en la más gruesa es el mismo que el que
sobra en la más fina. La relación se pudo establecer a la vista de las condiciones
prácticas de un experimento, pero no es fácil disponer con exactitud la relación
exacta entre diferente grosor y carencia de tensión. Lo inverso a lo establecido por
Ptolomeo lo leemos, como ya hemos visto, en Teofrasto (ap. Porph. in Harm.
63.11-15), quien se basa igualmente en observaciones generales –y verosímilmente
sin un experimento-, que conducen a la misma indeterminación. En el experimento
de Ptolomeo, que sin duda sí se había enfrentado realmente a los problemas de las
diferencias en las cuerdas, A y B tienen la misma altura tonal, pero las diferencias
de grosor son suplidas con una diferencia de tensión; ésta es la razón que quiere
establecer. La tercera cuerda tiene el grosor de la segunda (el grosor más fino) pero
la tensión de la más gruesa (más tensión que la más fina). El hecho de que no se
pueda decir la diferencia exacta de ta/sij entre A-B y G indica que la determinación
exacta de la razón o proporción entre ta/sij y perioxh/ no estaba al alcance experi-
mental de Ptolomeo Pero es que tampoco es necesario: la conclusión, como mues-
444
tra Barker (op.cit., p.203), es que si longitudes iguales ofrecen igualdad de tono
(i)sotoni/a), las diferencias que hubiese entre ellas en tensión y grosor no intervienen
en el sonido, y por tanto quedan neutralizadas entre sí. Ésta es una evidencia al al-
cance de cualquier músico acostumbrado a afinar cuerdas: una cuerda más gruesa
necesita de un volumen añadido de tensión para adquirir una altura tonal determi-
nada, volumen que no le hará falta a otra cuerda más fina, porque es más densa; y
viceversa. Lo que no es comprobable es que el montante de tensión y grosor sea
exactamente el mismo pero de foma invertida.
224
Por lo dicho en 30.14-16.
225
Esto se debe, en la relación (lo/goj) establecida por Ptolomeo, a que las
razones entre tensión y grosor son proporcionales a los sonidos; ésta es una conclu-
sión de las dos primeras afirmaciones que preceden inmediatamente. El comple-
mento de la afirmación de 31.11-12 es la de 31.15-16.
226
Las equivalencias, basadas en la compensación grosor-tensión en la
misma razón (cf. 30.13-16) se pueden expresar así, donde t es tensión, g grosor, y el
guión —, la relación (pro/j). Las ecuaciones críticas son aquéllas que compensan
grosor y tensión, es decir, la primera y la última (cf. igualmente Wallis, op.cit.,
p.55):
(Gt —Bt) = (Ag —Gg), (Gt —Bt) = (At —Bt), (Gg —Ag) = (Ag —Bg) y
Este tipo de consideraciones acústicas no las volveremos a ver hasta los ex-
perimentos de G. Galilei en el Renacimiento, con sus Discorsi e dimostrazioni ma-
tematiche (Leiden 1638), cf. J. James, The Music of the Spheres. Music, Science
and the Natural Order of the Universe, New York 1995, p.94.
227
Una vez establecida la doctrina sobre las diaforai\ tw=n yo/fwn, se pasa a
las diaforai\ tw=n genw=n o doctrina sobre los géneros, conforme al programa de
Aristox. Harm. 24.16 ss. y 44.10 de la a(rmonikh/.
445
gio de este autor y la “canonización” de sus divisiones tetracordiales. A este respec-
to, Solomon (op.cit., p.40, n.196) añade que es más verosímil que Ptolomeo expon-
ga las divisiones tetracordiales eliminando en primer lugar las que considera “peo-
res”, revisando después las pitagóricas y acabando finalmente con las suyas. En lo
que a Aristóxeno se refiere, nuestro autor expone los géneros del tarentino a la ma-
nera de éste, con fracciones de tono y evitando su expresión en razones; los núme-
ros que emplea Ptolomeo están en la tradición de la división del tono por Aristóxe-
no en doce partes, que podemos leerlo en Rhyth. II 23.15 (oiÂon e)n toi=j diasthmati-
koi=j to\ dwdekathmo/rion tou= to/nou)y, como sucede también para otros aspectos ya
446
230
Se llama “fija” (e(stw/j) a cualquiera de las dos notas “fijas” que señalan
los límites de un tetracordio (cf. Michaelides, op.cit., p.136). La premisa de que
para el estudio de los ge/nh han de conservarse inmóviles (en altura) los límites del
tetracordio, lo recoge también Ptolomeo; Aristóxeno (Harm. 43.3-8) encuadra este
hecho en el marco de la comprensión (cu/nesij) de la música como algo fijo y cam-
biante a la vez; lo cual se ejemplifica en el estudio de las diaforai\ tw=n genw=n: ou)
dei= d’ a)gnoei=n o(/ti h( th=j mousikh=j cu/nesij a(/ma me/nonto/j tinoj kai\ kinoume/nou
e)sti...eu)Je/wj ga\r ta\j tw=n genw=n diafora\j ai)sJano/meJa tou= me\n perie/xontoj
me/nontoj, tw=n de\ me/swn kinoume/nwn. Düring ya señaló la semejanza del pasaje de
Ptolomeo con Aristox. Harm. 57.14, tw=n me\n a)/krwn meno/ntwn, tw=n de\ me/swn ki-
noume/nwn; más concretamente, los sonidos e(stw=tej son designados por Aristóxeno
(Harm. 28.11) como a)ki/nhtoi: e)n tou/t% ga\r du/o me\n oi( perie/xontej fJo/ggoi
a)ki/nhtoi/ ei)sin e)n tai=j tw=n genw=n diaforai=j, du/o d’ oi( periexo/menoi kinou=ntai. Pto-
de\ o(/soi tou)nanti/on pepo/nJasi: e)n ga\r tai=j tw=n genw=n diaforai=j metaba/llousi
kai\ ou) me/nousin e)pi\ mia=j ta/sewj. Schönberger da cuenta del uso de kinou/menoi
por el más pitagórico fero/menoi (cf. Euc. Sect. Can. 165.4), pero o bien hemos de
pensar que el uso de kinou/menoi en Ptolomeo se justifica por el contexto aristoxéni-
co del pasaje, o bien hay que postular una equivalencia entre ambos términos, dado
que fero/menoi se encuentra en autores como Baquio (Harm. 299.14) o Aristides
Quintiliano (9). Nótese que en el tratamiento de Ptolomeo faltan clasificaciones
asociadas a la distinción entre notas fijas y móviles como la de baru/puknoi y
a)/puknoi (cf. Alyp. 368.12 ss.)
447
232
Ya en Aristóxeno metabolh/ es un término musical que designa un cam-
bio en el orden melódico (pa/Jouj tino\j sumbai/nontoj, Harm. 47.20). Hay que lle-
gar hasta la tratadística posterior para hallar definiciones completas, mediante tér-
minos como meta/Jesij en Cleonid. Harm.180.7, cf. Aristid. Quint. 22.11 ss. y
Anon. Bellerm. 27 y 65 a)lloi/wsij; Cleónides (op.cit. 205.2-4) afirma que se pro-
duce o(/tan e)k diato/nou ei)j xrw=ma h)\ a(rmoni/an, h)\ e)k xrw/matoj h)\ a(rmoni/aj ei)/j ti
tw=n loipw=n metabolh\ ge/nhtai. Por su parte, Baquio (Harm. 304.13-15) da una de-
finición parecida, con el verbo de movimiento mete/lJv (él la llama metabolh\ ge-
nikh/). La doctrina ptolemaica sobre la metabolh/ se desarrolla en II, 7, aunque a
448
detrimento del enarmónico desde época clásica hasta el final, pues Ptolomeo lo
señala (Harm. 43.6), y prueba de ello es que los restos de música que nos han sido
transmitidos están mayoritariamente escritos en género diatónico (West, op.cit.,
p.277 ss.).
Sobre la cuestión del origen de los géneros, hay autores que se inclinan por
un origen en el enarmónico, como Da Rios (Armonica, Roma 1954, p.28, n.4); con-
cretamente el género cromático procedería de la costumbre de “dulcificar” (glu-
kai/nein) el enarmónico (Aristox. Harm. 30.5); incluso, según Teón de Esmirna (90-
traxo/rdou diai/resij, Cleonid. Harm. 180.1 ge/noj de/ e)sti poia\ tetta/rwn fJo/ggwn
diai/resij o Gaud. Harm. 331.7 ge/noj de/ e)sti poia\ tetraxo/rdou diai/resij kai\
dia/Jesij. Más imaginativo se muestra Bacch. Harm. 309.15-16, ge/noj de/; me/louj
hÅJoj kaJoliko/n ti paremfai=non, e)/xon e)n e(aut%= diafo/rouj i)de/aj. Ptolomeo usa, él
sólo, sxe/sij (poia\ sxe/sij pro\j a)llh/louj tw=n suntiJe/ntwn fJo/ggwn th\n dia\ tes-
sa/rwn sumfwni/an, cf. supra 56.7-8 la definición de eiÅdoj, poia\ Je/sij tw=n kaJ’
235
Esta afirmación también la encontramos, con variaciones, en otros
tratadistas, aunque no referidas necesariamente a los géneros, como aquí. Según
Barker (GMW, p.302, n.108) apunta que aquí hÅJoj, como más adelante 36.18 o
449
(GMW, p.302, n.108) apunta que aquí hÅJoj, como más adelante 36.18 o 43.8, no se
refiere al carácter de la persona que oye la música, sino al de la propia música (co-
mo por ejemplo Aristox. Harm. 30.5-8; aunque no siempre es así, cf. Ptol. Harm.
114.1, donde el carácter es el de las personas); no obstante, en las fuentes, el carác-
ter afectado es el del oyente. Citemos dos ejemplos clásicos donde se puede leer los
tipos de h)/Jh, Cleónides y Arístides Quintiliano, expuestos en la siguiente tabla
comparativa. Cuando una melodía pasa de un hÅJoj a otro, hay una metabolh\ kata\
melopoian, como veremos en los pasajes; la melodía puede tener tres tipos de ca-
450
esa más bien una descripción de su constitución interna adecuada al faino/menon y
congruente con unas determinadas hipótesis matemáticas.
Ptol.Harm. e)/sti de\ malakw/teron me\n to\ “el más suave es el más capaz de
sunaktikw/teron tou= hÅJouj, conducir el carácter, mientras que
32.23-33.1
suntonw/teron de\ to\ diasta- el más tenso lo es de expandirlo”
tikw/teron
Ptol.Harm. kai\ o(/ti kaJo/lou to\ me\n “y porque, en general, el género
120.19-23 e)narmo/nion ge/noj kai\ tw=n enarmónico y la menor de las velo-
dro/mwn o( e)la/xistoj sustalti- cidades producen una contracción,
ka\ tugxa/nei, to\ me\n tou= me/louj, aquél de la melodía y ésta de la ra-
o( de\ tou= ta/xouj, to\ de\ diatoni- pidez; el género diatónico y la ma-
ko\n ge/noj kai\ tw=n dro/mwn o( yor de las velocidades, una expan-
me/gistoj diastatika/ sión”
Aristid. Quint. h)/Jei, w(/j famen th\n me\n sus- “y por el ethos [difieren entre sí las
30.12-17 taltikh/n, di’ hÂj pa/Jh luphra\ composiciones melódicas], tal como
kinou=men, th\n de\ diastatikh/n, llamamos sistáltica a aquella com-
di’ hÂj to\n Jumo\n e)cegei/romen, posición melódica mediante la cual
th\n de\ me/shn, di’ hÂj ei)j e)remi/an provocamos pasiones de tipo aflicti-
th\n yuxh\n peria/gomen. h)/Jh de\ vo, diastáltica a la que utilizamos
tau=ta e)kalei=to, e)peidh/per ta\ para exaltar el ánimo, e intermedia
a aquella mediante la cual conduci-
th=j yuxh=j katasth/mata dia\
mos el alma a la tranquilidad. Estos
tou/twn prw=ton e)Jewrei=to/ te
eran los llamados ethe, ya que me-
kai\ diwrJou=to.
diante ellos se observaban y se co-
rregían primero los estados del al-
ma”.
Cleonid. e)/sti de\ diastaltiko\n me\n hÅJoj “el carácter diastáltico de la melo-
Harm. 206.3- melopoiaj, di’ ou shmai/netai peya es aquél a través del cual se da
18 megalopre/peia kai\ di/arma a entender la grandeza, una eleva-
yuxh=j a)ndrw=dej kai\ pra/ceij ción varonil del alma, acciones
h(rwikai\ kai\ pa/Jh tou/toij heroicas y emociones propias a esto.
oi)kei=a. xrh=tai de\ tou/toij Los utiliza sobre todo la tragedia y
ma/lista me\n h( trag%di/a kai\ de los demás cuantos tienen relación
con el carácter de éste. Sistáltico, a
tw=n loipw=n de\ o(/sa tou/tou
través del cual se conduce al alma a
e)/xetai tou= xarakth=roj. sus-
su disposición más baja y cobarde.
taltiko\n de\, di’ ou suna/getai
Tal estado se adapta a las emocio-
h( yuxh\ ei)j tapeino/thta kai\ nes del amor, a los trenos, lamentos
a)/nandron dia/Jesin. a((rmo/sei de\ y semejantes. El caráter hesicástico
to\ toiou=ton kata/sthma toi=j de la melopeya es aquél al que si-
e)rwtikoi=j pa/Jesi kai\ Jrh/noij guen la tranquilidad del alma y una
kai\ oi)/ktoij kai\ toi=j paraplh- situación libre y en paz. Se le adap-
si/oij. h((suxastiko\n de\ hÅJo/j tan los himnos, peanes, encomios,
e)sti melopoii/aj, %Å pare/petai consejos y similares”.
h)remo/thj yuxh=j kai\ ka-
ta/sthma e)leuJe/rio/n te kai\
ei)rhniko/n. a(rmo/sousi de\ au)t%=
u(/mnoi, paia=nej, e)gkw/mia, sum-
boulai/ kai\ ta\ tou/toij o(/moia.
236
La clasificación ptolemaica de los géneros se estructura en dos ejes: por
un lado, y primero, la diferenciación entre género malakw/teron y género sun-
451
tonw/teron; por otro, y en segundo lugar, la distinción tradicional en tres géneros,
armónico sea el más suave con su dítono o tercera mayor en el to/poj h/gou/menoj, y
los diferentes tipos de diatónico, género a)/puknon, los más tensos, con una paru-
pa/th más elevada.
452
= más suave). En definitiva, las dos “divisiones” no tienen significación histórica,
como señala Barker (BPH, p.114).
237
Según Ps.Plutarco (de Mus. 1137E), el género cromático “es más anti-
guo que el enarmónico…hay que decir que es más antiguo de acuerdo con el des-
cubrimiento y uso de él por la humanidad” (pero cf. Aristox. Harm. 24.20-25.1). En
Quaest. conv. III 1.1, Plutarco dice que Agatón fue el primero en utilizarlo en tra-
gedia; este género parece tener su origen en la práctica citaródica, con Lisandro de
Sición, en el siglo VI a.C., con el favor no tanto de la tragedia como sí del ditiram-
bo y el nomos citaródico (cf. Th. Reinach, La musique grecque, Paris 1926, p.19).
Rara vez se empleaba solo, pues las fuentes hablan de que “coloreaba” (vid. infra),
por lo que variaba una melopeya de otro género (así utilizado ocupa el tetracordio
superior de la escala modal: por ejemplo, en los tropika/ de Ptol. Harm. II 15).
explicación etimológica el que “colorea a los demás sistemas”; cf. Adrasto ap. Theo
Sm. 55.
Sea como fuere, el género cromático tenía un hÅJoj dulce y triste al decir de
Anon. Bellerm. 26 y Arístides Quintiliano, y la búsqueda de esta “dulzura” es causa
de la variación del to/poj (variación de afinación) de la nota lícano (Aristox. Harm.
30.9 ss.). Tal es la explicación de Aristóxeno a la decadencia del género enarmóni-
co: no un abandono de éste, sino una versión decadente próxima al cromático; se
sustituía al parecer el dítono enarmónico de razón 81:64 por el más “dulce” de ra-
zón pitagórica 5:4, en realidad una tercera mayor (cf. Ps.Plut. de Mus. 1145D, Ptol.
Harm. 34.18 ss. y II 14). Según Aristóxeno, tal versión sigue siendo enarmónica,
pero estéticamente es inferior (cf. Harm. 33.18-34.14, 36.8-12 y Ps.Plut. de Mus.
1145 A-C). Este carácter será rechazado por Platón (Lg. 802c-d) por corruptor.
453
Como en el género enarmónico, Ptolomeo es fuente para los cálculos de
muchos autores cuya única noticia está aquí. R. P. Winnington-Ingram (“Aristoxe-
nus and the Intervals of Greek Music”, CQ 26 [1932], p.202) clasifica tales cromá-
ticos en dos grupos: un primer grupo cuyo pycnón sería un tono menor: Eratóste-
nes, Dídimo y Ptolomeo (malako/n); y un segundo grupo cuyo pycnón sería un tono
mayor: Arquitas (al igual que los kanonikoi/). Esta misma clasificación es la de Dü-
ring (op.cit., p.255). Ptolomeo (Harm. 37.1 ss.) va a criticar a Aristóxeno dos
hechos: por una parte la insignificante diferencia entre la diesis del cromático suave
y la del diatónico (1/24 de tono) y el hecho insólito de hacer los pukna/ simétricos.
238
Nuestro autor constituye la fuente única para conocer los cálculos que
para el primero de los géneros, el enarmónico, hicieron autores como Dídimo, Ar-
quitas o Eratóstenes. Este género, llamado por Aristóxeno a(rmoni/a, parece que fue
inventado por Olimpo (cf. Ps.Plut. de Mus. 1134F), que según West (op.cit., p.163
ss.) dividió el semitono de un primitivo tricordio con un infijo de cuarto de tono,
creando así el género enarmónico –aunque Aristóxeno piense que el diatónico es el
más antiguo–. Fue el más prestigioso en la Antigüedad, debido a su dificultad de
ejecución (a)nw/taton, Arist.Harm.25.2; prueba de su dificultad es que ni siquiera
tenía variantes como los otros), por la exigencia de exactitud (Aristid. Quint. 16.10-
14) y porque tenía un hÅJoj noble (Anon. Bellerm. 26). Ps.Plutarco se queja de que
la gente haya abandonado el género enarmónico (de Mus. 1145 A-C) al dejarse lle-
var por la pereza, aun siendo “el más bello de los géneros”; en 43.7-8, Ptolomeo
afirma que ya no es un género familiar al oído, o(/ti ou) pa/nu xai/rousi toi=j sfo/dra
e)klelume/noij tw=n h)Jw=n, quizá por su dificultad de ejecución (otras fuentes nos
hablan de este abandono, por ejemplo Porph. in Cat. IV.1, 120.6 Busse, Simp. in
Cat. 192.11 Kalbfleisch, Macr. Comm. II 4, 13). Lo que es evidente es que su difi-
cultad de ejecución le obligó a luchar contra el género “más natural” según
Aristóxeno, el diatónico, comenzando un proceso de pérdida del género enarmónico
que quedó como algo teórico (por ejemplo, las escalas de Aristid. Quint.18.5 ss.);
en el siglo V a.C. había sido el género dominante, y como tal fue usado por
Píndaro, Simónides y la tragedia. Incluso era el primer género por su etimología
(Aristid. Quint.15.25), pues su nombre lleva a la pura “armonía” mientras que el
cromático es una “desviación”, un matiz (xro/a) que también Ptol. Harm. 33.2
coloca como intermedio entre enarmónico y diatónico. De cualquier forma, los
454
intermedio entre enarmónico y diatónico. De cualquier forma, los restos de música
que nos han sido transmitidos están en género cromático y diatónico si son de época
helenística; en cambio los de época romana están todos en diatónico. Además hay
rastros de que no se perdió del todo (D. H. Comp. 62-63), y Ptolomeo dice que aún
hay gente que lo canta (Harm. I 16); a este respecto el testimonio de Gaudencio
(Harm. 332.1) es significativo: en su época están en franco retroceso tanto el géne-
ro cromático como el género enarmónico: h( xrh=sij e)kleloipe/nai kinduneu/ei. En
los últimos tratados, el género enarmónico es ya, a nuestro juicio, una reliquia teó-
rica que se conserva en la distinción tradicional de los géneros por parte de todos
los autores (incluso Alipio transmite las quince escalas en los tres).
más suaves los que tienen una razón primera [i.e., más aguda] menor”. De acuerdo
con Winnington-Ingram (op.cit., p.198), atendiendo al pycnón, los diferentes tipos
de enarmónico de los teóricos –aunque éste sea monoeidh/j, cf. Anon. Bellerm. 52 y
Porph. in Harm. 141.26– se pueden clasificar en dos grupos: aquéllos cuyo pycnón
es un semitono mayor (16:15, 112 cents), como el pycnón de Arquitas, Dídimo y
Ptolomeo; y por otro lado, aquéllos cuyo pycnón es un leima (256:243, 90 cents)
como consecuencia de una afinación por consonancias, como el de Eratóstenes. Por
su parte, Düring (op.cit., p.249) establece una clasificación ligeramente diferente a
la de de Winnington-Ingram, al atender al intervalo superior o h(gou/menon: habría
entonces tres grupos, el primero con una tercera mayor (5:4, 386 cents) en dicha
posición (Arquitas, Dídimo, Ptolomeo); un segundo grupo con un dítono (81:64,
408 cents), el caso de Eratóstenes, con un intervalo de 19:15; y un tipo intermedio,
Aristóxeno, con un intervalo de unos 398 cents.
239
West, según su teoría de los infijos (op. cit.,, p.163 ss.), supone que el
género diatónico surge al completar el tricordio primitivo enarmónico con la adi-
ción de un segundo infijo (pues a su vez ese tricordio nació de la adición de un infi-
jo a un semitono primario). Del género diatónico se sabe que era el más antiguo
(Aristox. Harm. 24.20) pero no tenía el prestigio del enarmónico (Ps.Plut. de
Mus.1145A-C), y que su hÅJoj era varonil y austero (Anon. Bellerm. 26 o Aristid.
455
Quint. 92.23). Su denominación se explica por su acumulación de tonos (Aristid.
Quint.15.26, Nicom. Harm. cap.11 o Anon. Bellerm. 26). Su facilidad de emisión
respecto al enarmónico hizo que desplazase a aquél de tal manera que la música que
se componía tendía al género diatónico, aunque hubiese mixturas de diatónico y
cromático.Quizá la música diatónica fue exclusiva de ciertas regiones de Grecia,
según algunos testimonios, y fue estudiado por Filolao (quien vivió en el sur de
Italia) pero sea como fuere en el siglo IV a.C. el género diatónico le había ganado
mucho terreno al enarmónico (cf. Gaud. Harm. 332.1). Además, al éxito del diató-
nico en la práctica se le añade la preferencia por este género en la octava pitagórica,
que era de género diatónico (Nicómaco Harm. cap.11 y Plat. Ti. 35b), pero con un
semitono de razón 256:243, el leima.
240
Pukno/n es un adjetivo que generalmente omite su sustantivo (su/sthma,
cf. Aristox. Harm. 31.17, 37.5 y 62.14-16); designa la parte del tetracordio formada
por los intervalos menores (los más graves) que, sumados, son menores que el res-
tante. Es un hecho perceptivo según Barker (GMW, p.162, n.76) y no cuantitativo –
a pesar de sus definiciones– como evidenciaría su propio nombre (cf. otras denomi-
naciones como xrw=ma o e)narmo/nioj), y que representa “un cierto carácter al oído”
(ib.) más allá de la magnitud que represente, aunque ésta no supere nunca un tono y
cuarto, y aún más allá de consideraciones matemáticas (Euc. Sect. Can. prop.18
demuestra matemáticamente que el pukno/n no se divide en dos intervalos iguales:
ai( parupa/tai kai\ ai( tri/tai ou) diairou=si to\ pukno\n ei)j i)/sa). Ptolomeo lo define
con la temporal o(/tan oi( pro\j t%= baruta/t% du/o lo/goi tou= loipou= e(no\j e)la/ttouj
gi/nwntai sunamfote/roi, precisando que es una característica de los géneros enar-
mónico y cromático (que como consecuencia tienen un carácter más suave, cf. 35.1;
para las magnitudes pícnicas de las variedades de estos dos géneros, cf. Aristox.
Harm. 63.1 ss., Cleonid. Harm.189.9 y Anon. Bellerm. 52). La definición de Pto-
lomeo está entroncada con la de Aristóxeno (Harm. 31.3-5), lege/sJw to\ e)k du/o
diasthma/twn sunesthko\j a(\ sunteJe/nta e)/latton dia/sthma perie/cei tou= leipo-
me/nou diasth/matoj e)n t%= dia\ tessa/rwn, frente a otras diferentes como la más
simple pero sutil de Bacch. Harm. 298.1-2 (compuesto de dos intervalos menores
en cualquier género) o la de Aristid. Quint. 9.15-16 (determinada posición de tres
sonidos). Estas definiciones tardías no concuerdan con la aristoxénica en el sentido
456
de que tal “compuesto” (sugkei/menon) deba ser menor que el intervalo restante,
pero según Zanoncelli (op.cit., p.292, n.16) “permette di ampliare il concetto di
picnon, generalizzando a tutti i generi la funzione degli intervalli gravi del tetracor-
do”. Aunque en la tratadística hay una simplificación de los géneros, según la auto-
ra italiana la definición de Baquio apuntaría a dar cuenta de las particiones comple-
jas y tendentes a la simetría de un Ptolomeo. Para éste, el pycnón es un hecho per-
ceptivo ante todo (pero cf. Euc. Sect. Can. 18) y un dato de la ai)/sJhsij según
38.12 ss., que permite anticipar que el intervalo e(po/menon del pycnón va a ser siem-
pre menor que los demás frente a las divisiones iguales de Aristóxeno. Por ello, en
sus divisiones tetracordiales de I 15, los géneros con pycnón mantienen para éste la
razón menor producto de la división en dos del intervalo 4:3; de tal modo, la razón
está de acuerdo con los datos de los sentidos.
241
Lo a)/puknon es lo propio del género diatónico, que no tiene pukno/n, pues
sus dos intervalos menores, sumados, superan al restante o h(gou/menon: según Pto-
lomeo (33.7-8), o(/tan mhde\ eiÂj tw=n triw=n lo/gwn mei/zwn gi/nhtai tw=n loipw=n du/o
sunamfote/rwn (Ptolomeo habla de lo/goi, no de diasth/mata). Como en el caso de
diferente se lee en Arist. Quint. 9.14 ss. Barker (op.cit., p.302, n.109) apunta la in-
exactitud de la definición ptolemaica, porque no es exhaustiva: el caso del género
apuntado por Aristóxeno (Harm. 65.15 ss.) donde el intervalo me/son es mayor
(lixano/j del diatónico tenso y parupa/th del cromático suave, 1/3, 7/6, 1). Aquí
sería inconcebible que se contase como pukno/n los intervalos e(po/menon y h(gou/menon
(cf. Ptol. Harm. 37.6 ss.), pues está claro que pukno/n y a)/puknon se refieren a los
intervalos e(po/menon más me/son (cf. Aristid. Quint. 9.15-20). La definición de Pto-
lomeo es inexacta al no referirse a estos dos intervalos, pero apurándola, deja una
posibilidad a géneros como el descrito. Que no se refiere a dichos intervalos lo
prueba Ptolomeo (40.14 ss.), cuando 16:15 no puede ser h(gou/menon por quedar un
intervalo e(po/menon mayor, así como las divisiones de los géneros con pycnón. En
los géneros a)/pukna (diatónicos) la razón menor, procedente de la división de la
cuarta en dos superparticulares cercanas, queda en el h(gou/menon, mientras que la
457
mayor es de nuevo dividida en dos, para completar los intervalos me/son y e(po/menon
(cf. Ptol. Harm. 40.10-42.7).
242
Cf. Aristox. Harm. 57.2 ss. No parece que Aristóxeno dividiese el tono
en 8 partes, pero sí encontramos una división en 12 en Rhyth.II 23.15 y Cleonid.
Harm.192.12 ss.
243
Como sustantivo del verbo dii/hmi, este sustantivo expresa la idea de un
“envío hacia fuera”, un “pasaje” (cf. Arist. GA 720b). En música también es un “pa-
so” o una “transición” (¿quizá referido a la [semi-] obstrucción de los agujeros del
auló? Cf. West, op.cit., p.235, n.42), pero de naturaleza interválica. En general es
todo intervalo que sea menor que un semitono, pero la música griega antigua se
caracterizaba por su microtonalidad (al igual que la música oriental moderna), y por
tanto era capaz de reconocer varios tipos de diesis, sobre todo dependiendo del gé-
nero en que nos encontremos. El término di/esij fue compartido por autores de pro-
cedencia diversa: aparece en Filolao (DK 44B6), se ha asociado con los a(rmonikoi/
(cf. Bélis, op.cit., pp.183-184) y es muy común en la obra de Aristóxeno. Por ello,
di/esij significa cosas diferentes para tales autores: en Filolao equivale al leima (y
bien podría ser éste el origen), al parecer para los a(rmonikoi/ consistía en un cuarto
de tono (cf. Pérez Cartagena, op.cit., p.275) y para los aristoxénicos su magnitud,
como veremos, dependía de la xro/a del género. Arístides Quintiliano la define co-
mo “disolución”, pues es el intervalo más pequeño capaz de emitirse y de ser perci-
bido (12.8): “llamaban diesis al intervalo más pequeño de la voz, en tanto que es su
punto de disolución” (dia/lusij). Esta peculiaridad de ser lo más pequeño percepti-
blemente ya lo adelanta Aristóxeno, que siempre con el criterio de oído y voz como
límites, dice que en el progreso hacia el mínimo, “pues ni la voz puede emitir con
claridad un intervalo menor que la menor de las diesis, ni el oído distinguirlo hasta
el punto de determinar de qué parte de la diesis o de cualquier otro de los intervalos
conocidos se trata” (Harm. 19.16-20.1).
Aristóxeno habla de los tipos de diesis en Harm. 46.1 ss.; Ptolomeo toma,
para su exposición de la doctrina de Aristóxeno, el concepto de diesis del tarentino,
en 29.12. Arístides Quintiliano (12.6-8) dice de ella que es el punto de disolución
(dia/lusij), en tanto que intervalo más pequeño de la voz. Esta peculiaridad de ser
458
lo más pequeño perceptiblemente ya lo adelanta Aristóxeno, que siempre con el
criterio de oído y voz como límites, dice que en el progreso hacia el mínimo, ou)/te
ga\r h( fwnh\ die/sewj th=j e)laxi/sthj e)/latton e)/ti dia/sthma du/natai diasafei=n ou)d’
h( a)koh\ diaisJa/nesJai w(/ste kai\ cunie/nai ti/ me/roj e)sti\ ktl. (Harm., loc.cit.).
244
Aristóxeno (Harm. 57.5) llama diesis enarmónica, di/esij e)narmo/nioj, al
cuarto de tono; diesis cromática, di/esij xrwmatikh/, al tercio de tono que entra en
los géneros cromáticos. Ptolomeo (Harm. 33.12) la llama malako/j porque ésta es la
menor de las cromáticas, e)laxi/sth según Aristóxeno. La diesis del cromático ses-
quiáltero la llama Aristóxeno (Harm. 63.10) “sesquiáltera de la enarmónica”, tw=n
die/sewn e(kate/ra e(kate/raj tw=n e)narmoni/wn [sc. h(mio/lia]; Ptolomeo define esta
diesis sesquiáltera como to\ de\ te/tarton meta\ tou= o)gdo/ou, es decir, ¼ + 1/8 = 3/8 de
tono (cf. Anon. Bellerm. 52), la diesis enarmónica (1/4) más su mitad (1/8), lo que
justamente significa h(mio/lioj.
63.1-2, ...e)narmo/nioj e)n v to\ me\n pukno\n h(mito/nio/n e)sti to\ de\ loipo\n di/tonon. Aris-
tóxeno había definido la diesis enarmónica (57.5) como to\ te/tarton [sc. me/roj tou=
to/nou]. La expresión de Ptolomeo, que combina ambos pasajes, recuerda más a
Cleonid. Harm. 190.10-11, mel%dei=tai ga\r kata\ di/esin kai\ di/esin th\n i)/shn kai\
di/tonon. Según Ptolomeo, el tarentino habría dividido la cuarta en 60 partes, pero
459
aquí está claro por 29.28 oiÂon que se trata de una asignación de números más có-
moda, porque en II 13 Ptolomeo vuelve a los géneros aristoxénicos con una cuarta
de 30 partes, citando expresamente al tarentino (o(/saj Aristo/cenoj u(poti/Jetai).
Las fuentes nos dan también estas 30 partes, empezando por una cita de Porfirio del
desaparecido Peri\ Melopoiaj de Aristóxeno (Porph. in Harm. 124.24 ss.), seguido
de Cleonid. Harm. 192.13-15 y Porph. in Harm.137.25. La elección de 60 partes
por 30 está motivada por obtener en el cromático sesquiáltero números enteros (los
tres octavos de tono de cada intervalo del pycnón, se pueden contar como 9 y no
como 4½).
La progresión enarmónica (ascendente) sería entonces de 6, 6 y 48 partes.
Winnington-Ingram (loc.cit.) da un cálculo en cents de 50 + 50 + 398. Según este
autor, este dítono de 398 cents cae entre la tercera mayor y el dítono pitagórico,
estando más cerca del segundo; además, él utiliza la afinación por consonancias
(Aristox. Harm. 56-58) y habla de un diatónico “dulcificado” (glukai/nein) –frente
al suyo– que comportaría una mayor elevación de la lícano, que conseguiría así una
tercera mayor. La consecuencia es el reconocimiento, pues, de la diferencia entre
este tipo de intervalo y el dítono, la coma sintónica de razón 81:80, intervalo éste
cuyo exiguo tamaño hace a Ptolomeo acercar el diatónico ditonal
([9:8]·[9:8]·[256:243]) en 45.3-19 al diatónico tenso ([10:9]·[9:8]·[16:15]), por no
“diferir en nada considerable” (45.5); pues 81:80 es la diferencia entre los dos tipos
de tono o la que existe entre 16:15 y el leima. Winnington-Ingram sugiere así que
Aristóxeno estaría más cerca del grupo segundo de su clasificación (de hecho, es el
más cercano al enarmónico de Eratóstenes, con un dítono y un pycnón de leima).
246
“Último” traduce a e(po/menon, literalmente “el siguiente”, “el que viene a
continuación”; es un adjetivo referido a dia/sthma, uno de los tres que dividen el
tetracordio y cuyas magnitudes diferenciadas originan los ge/nh (cf. 32.17 y N.Tr.
247, 248). El intervalo e(po/menon es el último en sentido descendente (cf. Ps.Arist.
Pro. XIX 33, p.95) siguiendo a los dos anteriores, h(gou/menon o primero y me/son o
central (estos términos son utilizados también por Ptolomeo en su obra astronómi-
ca, pero son términos técnicos referidos a la eclíptica, cf. Toomer, op.cit., p.20).
Para el alejandrino (cf. Harm. I 15, 38.9-11 y 37.7-8) como para Aristóxeno (cf.
Harm. 65.2 ss.), este intervalo, de acuerdo con la ai)/Jhsij, es menor que el siguien-
460
te o central (me/son); tampoco Euc. Sect. Can. (prop.18) admitía división igual del
pycnón. Sin embargo Aristóxeno divide normalmente el pycnón en dos intervalos
iguales (Ptol. Harm. 37.7-8, Aristox. Harm. 65.3-4), pero admitirá como e)mmele/j
un tetracordio con el e(po/menon como intervalo mínimo (cf. Winnignton-Ingram,
op.cit., p.197).
du/o.
247
El intervalo “central” (me/son) está entre el más agudo o h(gou/menon y el
más grave o baru/teron; cf. Bacch. Harm. 307.17-19 con variaciones en la nomen-
clatura, Tw=n sumfwniw=n ei)/dh po/sa; –tri/a. –ti/na tau=ta; –Ap’ e)sxa/tou e)pi\
e)/sxaton, a)po\ me/sou e)pi\ me/son, a)f’ h(goume/nou e)pi\ h(gou/menon.
248
El dia/sthma h/gou/menon (en 110.20 utilizará prohgou/menon), traducido
aquí por “primero”, es para Ptolomeo el primer intervalo del tetracordio empezando
por el agudo (cf. Ps.Arist. Pro. XIX 33, p.95); su magnitud, como señalará Ptolo-
meo (39.23-40.1) determinará el carácter más tenso o más suave del género. Este
término coincide con el uso por parte de Baquio, como hemos visto en la nota ante-
rior, lo que indicaría que la nomenclatura no es original de Ptolomeo.
También se entiende por h(gou/menoj la nota me/sh, cf. 44.1, h( ga\r t%==
h(goume/n% fJo/gg% sunaptome/nh dia/zeucij, la que Ps.Plut. de Mus.1135A llama
h(gemw/n; cf. Ps. Arist. Pro. XIX 33, 95.7. Ptolomeo nombra así a los diasth/mata,
pero también a los to/poi del tetracordio (39.22, to\n e(po/menon e)fe/cei to/pon) y los
lo/goi que los ocupan (36.7-8 to/n te ga\r e(po/menon e)/xonta lo/gon).
Cf. Pachym. Mus. 153.31-32, (h(gou/menon) o(\n kai\ me/giston le/gousin, o(/ti to\n
me/giston lo/gon pro\j tou\j loipou\j du/o fe/rei.
461
249
Cf. Aristox. Harm. 28.3 ss., 63.2 ss. Los cromáticos aristoxénicos no pa-
recen identificarse con ninguno de los demás autores; sin embargo, según Winning-
ton-Ingram (op.cit., p.202) los géneros aristoxénicos reflejarían la práctica de su
tiempo. Ptolomeo define este “cromático suave” como aquél cuyo pycnón está for-
mado por dos tercios de tono y el restante uno, la mitad y un tercio (e(ka/teron me\n
tw=n tou= puknou= diasthma/twn poiei= trithmori/ou to/nou, to\ de\ loipo\n e(no\j kai\
h(mi/seoj kai\ tri/tou); es decir, 8, 8, 44 (1/3 + 1/3+ 15/6 ó 66 + 66 + 366 cents), una
no (Harm. 63.2 ss.): esto podría hacer pensar que Ptolomeo estaría siguiendo fuen-
tes neoaristoxénicas, si bien con reservas a la vista de la descripción del cromático
sesquiáltero.
mismo Aristóxeno (to/ te pukno\n h(mio/lio/n e)sti tou= [t’] e)narmoni/ou kai\ tw=n
462
die/sewn e(kate/ra e(kate/raj tw=n e)narmoni/wn, loc.cit., cf. Anon. Bellerm. 52 y Aris-
Este género, como apunta Winnington-Ingram (op.cit., p.202 ss.), está muy
cerca del cromático suave de Aristóxeno. Como el diatónico suave, contiene ¾,
pero el sesquiáltero en todo el pycnón (3/8+3/8) y el diatónico suave en el intervalo
central. Este es el llamado spondeiasmo/j (cf. Zanoncelli, op.cit., p.293, n.25), que,
aunque aquí no se nombre como tal, es, según Arístides Quintiliano (28.5) “un as-
censo de este mismo intervalo [sc. tres diesis no compuestas]”, cf. Ps.Plut. de Mus.
1135A y Bacch. Harm. 301.20-302.6 (la e)kbolh/, 5/4, se halla en el h(gou/menon del
diatónico suave). Según Zanoncelli, estos intervalos en su origen implicaban una
metabolh\ kata\ ge/noj comprobable sobre todo en los géneros cromático y diatónico
463
252
Cf. Aristox. Harm. 64.8 ss. Sus medidas son, en tonos, 1¼ + ¾ + 1/2, y
en cents 249 + 149 + 100. Ptolomeo no sigue, al definir este diatónico de Aristóxe-
no, ni al tarentino ni a la tratadística aristoxénica posterior, la cual habla de “3 die-
sis enarmónicas” en el intervalo central y “5 diesis” en el agudo (cf. Aristox. Harm.
loc.cit., Cleonid. Harm. 192.6 ss., etc); el alejandrino, por su parte, expresa esto
mismo con “la mitad y un cuarto de tono” y “uno y un cuarto” (to\ me\n me/son
h(mi/seoj kai\ teta/rtou to/nou, to\ de\ h(gou/menon e(no\j kai\ teta/rtou), como en 12, 18 y
30 partes.
todos los géneros (cf. Ptol. Harm. 39.22 ss.), siendo la versión aristoxénica del dia-
tónico pitagórico (cf. Plat. Ti. 35b y el enarmónico de Eratóstenes).
254
“Éste” es Aristóxeno. Este capítulo constituye la exposición de los ge/nh
de Arquitas (cuya crítica se leerá en el siguiente), que claramente entra en oposición
464
a la expuesta de Aristóxeno, basada en presupuestos diferentes. En realidad, y como
apunta Barker (GMW, p.43, n.61), en estos dos capítulos hay una ejemplificación
de los dos extremos de los krith/ria; al comienzo del capítulo, Ptolomeo critica al
tarentino, de un lado, el procedimiento de cuantificación del tetracordio en el que
no juega papel alguno la u(peroxh/ (cuyo uso era pitagórico, cf. Porph. in
Harm.139.4-5); y de otro, la idea del dia/sthma como to/poj, que da entrada a la
división igual del intervalo (cf. Porph. in Harm. 95.13), según los dictados de la
ai)/sJhsij.
La contraposición con Arquitas está clara: bien podría haber sido el primero
que expresase las diaforai\ tw=n yo/fwn mediante razones matemáticas y por tanto,
según Ptolomeo, peira=tai me\n to\ kata\ to\n lo/gon a)ko/louJon dias%/zein (34.19-20,
mientras que Aristóxeno, en cambio, fai/netai mhde/n ti tou= lo/gou fronti/saj,
34.12-13). El uso aquí de dias%/zein remite a la idea de los criterios de Ptolomeo,
que intentan adecuar los fenómenos al modelo matemático; de ahí que el alejandri-
no se identifique, salvo las cuestiones que después criticará, con Arquitas: lo expre-
sado matemáticamente está ya en la naturaleza, w(j oi)kei/ou tv= fu/sei tw=n e)mmelw=n
o)/ntoj tou= summe/trou tw=n u(peroxw=n, 34.21-35.1. A pesar de las virtudes de Arquitas
(Ptolomeo adopta alguno de sus principios, como el privilegiar las razones super-
particulares), en el capítulo siguiente el alejandrino hará una revisión de este pita-
górico según los criterios ptolemaicos.
255
Suplimos “intervalos” siguiendo a Porfirio (in Harm.139.1).
256
Cf. la crítica de Ptolomeo supra 23.6 ss.
257
Sin duda, con Barker (BPH, p.116), los intervalos melódicos que divide
en dos iguales son los del pycnón, que son idénticos en los géneros aristoxénicos. Si
los dos intervalos más graves de estos géneros se suman, además, resultan un inter-
valo que no es su/nJeton (salvo en el caso del cromático suave), por lo que debe ser
melódico según la nomenclatura de Ptolomeo; como esta clase debe ser superparti-
cular, no puede ser dividida en dos partes iguales y de ahí que las divisiones aris-
toxénicas no se sostengan bajo el sistema de Ptolomeo.
465
258
Cf. supra 27.16-17, y Euc. Sect. Can. prop. 3. Este hecho, como se
apuntó arriba (cf. N.Tr. 115) da lugar al concepto aristoxénico de semitono, además
de un lenguaje armónico basado no en la matemática, sino en partes de un tono.
259
Arquitas de Tarento fue un pitagórico que vivió en Tarento (como Aris-
tóxeno) en la primera mitad del siglo IV a.C. Según Diógenes Laercio (VIII 79) fue
un político destacado de su ciudad y además tuvo relación epistolar con Platón; al
parecer, Aristóxeno habría escrito una Vida de Arquitas, cf. Pérez Cartagena,
op.cit., p. xxxi. Arquitas nos ha sido transmitido sobre todo por Porfirio (en su co-
mentario a la Harm. de Ptolomeo), por Jámblico (Vida de Pitágoras) y por Estobeo.
Además de la importantísima información de que disponemos sobre su doctrina
gracias a Ptolomeo, Arquitas está relacionado con la investigación acústica, una
investigación que va más allá de los legendarios experimentos de Pitágoras o Hípa-
so de Metaponto (cf. schol. Plat. Phd. 108d4, Nicom. Harm. cap.6) y cuyas teorías
influyeron sobremanera en todo el pitagorismo musical, en Platón y la escuela
peripatética (como se puede ver en Aristóteles, de An. II 8 o en los Problemata); y,
por otra parte, con el establecimiento de las tres medias matemáticas, la aritmética,
la geométrica y la armónica (DK 47B2).
260
Un eco léxico del pasaje sobre el propósito del estudioso de la armonía
de I, 2 (sw/zein), dando a entender el hecho de que, para Ptolomeo, el sistema de
Arquitas ofrecía la coherencia de unas hipótesis racionales (cf. supra 6.13-14,
a(rmonikou= d’ a)\n ei)/h pro/Jhsij to\ diasw/sai pantaxv= ta\j logika\j u(poJe/seij).
466
(Harm.15.8), que en el contexto pitagórico del capítulo era atribuido a Arquitas.
Ahora, de nuevo “la naturaleza de los intervalos melódicos” se expresa con una
forma matemática e)pimo/rioj, y se establece como norma fundamental, aunque no
sea algo propio de todos los intervalos de la música griega, ni siquiera de los pita-
góricos propiamente(confróntense las divisiones de Filolao o las del Timeo).
las superparticulares se entendía con las expresiones 19.9 di/xa e)/ggista y 37.20
pari/souj, como sinónimo de más melódico (cf. 15.8 y 19.9). No obstante esta cua-
tes son los que dividen la octava de modo más cercano a la igualdad, cf. Euc. Sect.
Can. cap. 6). Así, y como consecuencia, la percepción entiende más fácilmente (el
adjetivo pro/sforoj aparece en este contexto con regularidad, cf. los pasajes aduci-
dos) el intervalo su/mmetroj: Ptol. Harm. 28.9-10, tai=j de\ ai)sJh/sesin eu)lhpto/tera
ta\ summetro/tera, y 63.22-23, pro/sforoj me/n, o(/tan su/mmetroj h( sunai/resij kai\
e)mmelh/j, a)pro/sforoj de/, o(/tan tou)nanti/on; (cf. 64.2). Así también en 43.16, pros-
forw/taton fai/netai tai=j a)koai=j, y 107.14. Esto explica el rechazo del dítono
467
262
A juicio de Ptolomeo, Arquitas habría establecido su sistema de géneros
desde una posición matemática sin hacer entrar los datos de la percepción en con-
frontación con los números previamente establecidos; recuérdense los pasajes de
Dídimo y Ptolemaide en el comentario a I 2. De modo que va a ser inevitable que el
sistema de Arquitas choque con el de Ptolomeo y su doble haz de criterios, razón y
percepción, pues para Ptolomeo sólo la confrontación con el fenómeno y su correc-
ción posterior da sentido a la labor del sabio. Pero es difícil de creer que el pitagóri-
co no hubiese atendido a la práctica musical de su tiempo: a simple vista se observa
que su enarmónico no contiene el dítono pitagórico 81:64 sino una tercera mayor
“dulcificada”, y ni siquiera el diatónico es el de Filolao, que es el “común” de los
pitagóricos.
263
La exposición sobre la figura de Arquitas guarda semejanzas con el tra-
tamiento que reciben por parte de Ptolomeo otros autores que, en su materia, repre-
sentan la principal autoridad, o que merecen el respeto del alejandrino. Ptolomeo no
duda en expresar el respeto que le merecen y en subrayar sus méritos, pero también
en señalar las deficiencias que ha observado en sus obras. Compárese este pasaje de
la Harmónica con los que dedica a Marino de Tiro en la Geografía o Hiparco en el
Almagesto:
Geogr. I 6, 1.1-12
“Marino de Tiro es probablemente el más reciente, entre nosotros, que se ha
dedicado con toda diligencia a esta investigación. Pues parece que ha abor-
dado la mayoría de documentos de que se tenía conocimiento hasta él, y ha
estudiado con cuidado las obras de casi todos sus predecesores, consideran-
do la corrección necesaria en cuantas no habían resultado fiables por aqué-
llos y por él mismo en primer lugar, como se puede ver por las muchas edi-
ciones de su Revisión de la carta geográfica. (...) Pero como parece que él
también ha aceptado algunas indicaciones sin una confirmación fiable, y que
incluso muchas veces en su método cartográfico no ha prestado la necesaria
atención ni a la comodidad ni a la coherencia, de manera razonable nos per-
suadió la idea, en cuanto que pensábamos era necesario, de completar la
obra de este autor para hacerla más racional y más útil.”
Alm. I 2 p. 210, 8-19
“Por lo cual considero que Hiparco, que fue el más amante de la verdad tan-
to por estas cosas como sobre todo por no tener aún tantas observaciones
468
anteriores como punto de partida como él nos ha proporcionado, investigó
las hipótesis del Sol y la Luna y, como al menos le fue posible, demostró por
todos los medios que se llevan a cabo con movimientos uniformes y circula-
res; pero no estableció un principio para las hipótesis de los cinco planetas,
al menos en los escritos que han llegado hasta nosotros; sólo ordenó las ob-
servaciones de ellos de un modo más útil y mostró que, a través de ellas, los
fenómenos no eran congruentes con las hipótesis de los matemáticos”.
264
Arquitas no estudió (o trató) más que tres variantes puras, o géneros sin
xro/ai; cf. Porph. in Harm. 136.13, ...w(/st’ eiÅnai tri/a ge/nh, oiÂj Arxu/taj e)xrh/sato
mo/noij; pero aunque Ptolomeo se lo reproche (Harm. 36.18-19), autores como Dí-
dimo o Eratóstenes sólo nos ofrecen una variante de cada uno. En sentido ascenden-
te, el enarmónico de Arquitas está formado por las razones 28:27, 36:35 y 5:4 (en
cents, 63 + 49 + 386). La crítica de Ptolomeo se dirige contra el intervalo central,
que es menor, contra “la evidencia de la percepción”, para\ de\ th\n a)po\ th=j
ai)sJh/sewj e)na/rgeian (36.6-7), algo que resulta e)kmele/j (es decir, no utilizable en
el me/loj). Ptolomeo está de acuerdo (cf. 37.7-8 y 38.9-11) con Aristóxeno (Harm.
65.2 ss.) y Euclides (Sect. Can. prop.18) en que la magnitud del intervalo central
debe ser mayor que la del último; así mismo, Ptolomeo le reprocha (36.9) la razón
e(po/menon de este enarmónico (28:27) que, además de ser común a los dos géneros
restantes, es mayor (63 cents) que sus equivalentes en otros autores. En las clasifi-
caciones efectuadas de los enarmónicos (cf. Winnington-Ingram, op.cit., p.198), el
de Arquitas se sitúa en el grupo de los que hacen un pycnón de semitono mayor
como Dídimo o Ptolomeo, o también, entre los que hacen el intervalo h(gou/menon de
una tercera mayor 5:4 (cf. PPM, p.249), pero en su forma final recuerda el enarmó-
nico de Filolao; ya Winnington-Ingram (op.cit., p.197 y n.2) señaló que está cerca
del tipo aristoxénico 3/8 + 7/24 + 11/6. Este intervalo 5:4 es la “dulcificación” del
dítono 81:64, según Aristóxeno (Harm. 30.3 ss.), y representa, según P. Righini (La
musica greca, Padua 1976, p.45) la primera quiebra del equilibrio pitagórico pre-
sente en la progresión geométrica del diatónico de Filolao: es muy posible que esto
haya que interpretarlo como un intento por parte de Arquitas de expresar lo más
razonadamente posible la práctica musical de su tiempo (a pesar de lo que dice
Ptolomeo), pues se han explicado los problemas que presentan en general los
números de Arquitas recurriendo a la afinación por consonancias (cf. BPH, p.121).
A pesar de ser considerado un hecho estético por la crítica, el intervalo de tercera
469
de ser considerado un hecho estético por la crítica, el intervalo de tercera mayor en
Arquitas invita a pensar en una homogeneidad racional de los géneros de este pita-
górico, puesto que entre el enarmónico y el cromático, respecto al primer intervalo,
hay un incremento de 90 cents (cf. Righini, op.cit., p.47): 32:27 = tono + leima (294
cents), y 5:4 = tono + 2 lei/mmata (386 cents; en el diatónico es 9:8, 204 cents),
aunque en este caso hay un error inapreciable de 2 cents. Barker (GMW, pp.46-52)
considera que tanto Arquitas como Aristóxeno “veían” a los músicos afinar por
consonancias un dítono de 81:64 y después “dulcificar” éste. El carácter su/mmetroj
(cf. Ptol. Harm. 34.21-35.1) de las razones de Arquitas, además de por estar expre-
sadas superparticularmente, se ve, como señala West (op.cit., p.168), en la suma de
los intervalos hiperípate-hípate, 9:8; hípate-parípate, 28:27; (9:8)·(28:27) = 7:6;
(7:6)·(36:35) [parípate-lícano] = 6:5. Después, 5:4 del intervalo lícano-mese.
265
Además del siempre presente intervalo grave 28:27, lo primero que salta
a la vista en este género de Arquitas ([32:27]·[243:224]·[28:27], 294 + 141 + 63
cents) es, según Winnignton-Ingram (op.cit., p.203), la casi total identidad con el
cromático que Aristóxeno propone en Harm. 65.8 como e)mmele/j, 1/3, 2/3, 3/2 (66
+ 133 + 299 cents), que contendría la parípate del cromático suave y una lícano del
cromático tonal; así mismo parece que hay que relacionarlo con el cromático tonal
aristoxénico (pero en lo que al pycnón se refiere, que Aristóxeno, en una variante
tildada por Winnington-Ingram de “ficticia”, dispone en magnitudes simétricas) y
el llamado por Gaudencio cromático tenso ([32:27]·[2187:2048]·[256:243], cf.
Harm. cap. 15).
470
9:8 ----[7:6]---- 28:27 ----[9:8]---- 243:224 32:27
Como se ve, Arquitas (que en esto coincide con Filolao) hace los dos
intervalos graves iguales a un tono 9:8, una característica que encontramos en
Trasilo (ap. Theo Sm. 91.19-22…e(/comen to/n% o)cute/ran th=j nh/thj diezeugme/nwn
th\n xrwmatikh\n u(perbolai/wn ktl.) y Gaud. Harm. 343.15. Como también sucede
471
(de Mus. 1141B), la ascensión de 5 diesis (cf. la e)/klusij en el central cromático de
Arquitas), cuya finalidad podría haber sido la metabolh\ kata\ ge/noj.
El intervalo 28:27 puede haber sido una razón predeterminada en los tres
géneros de Arquitas, pero Winnington-Ingram (op. cit., pp.206-207) apuntó la
posibilidad de que 7:6 fuese un intervalo importante que determinase la relación
entre trite (o parípate) y otra nota más grave, como la u(perupa/th, con lo que el
intervalo 28:27 estaría ya predeterminado ([7:6] = [9:8]·[28:27]). Quizá, como
apuntó Barker más tarde (con una interpretación muy semejante a la de
Winnington-Ingram) en BPH, p.123, esta nota más grave con la que jugaría el
intervalo 28:27 fuese el tono disyuntivo (9:8) con el que hiciese un intervalo válido
7:6. Al igual que en el caso del enarmónico, estamos ante una afinación por
consonancias (cf. los sistemas de Platón y Filolao), que después se ve modificado
en la variación de las notas móviles.
267
Hay un orden evidente en la confección de los géneros por parte de
Arquitas. En primer lugar, establece las razones de los géneros enarmónico y
diatónico, y en último lugar el cromático (pues es un derivado). Las razones
e(po/menon y me/son son primarias o axiomáticas en los dos primeros géneros (es
472
fuente que manejaba Ptolomeo explicaba esto; es poco probable, pues de lo
contrario Ptolomeo tendría una opinión diferente del procedimiento racional de
Arquitas. Pero lo que sí es seguro es que tiene la fuente delante, por 35.12 fhsi/.
Ahora bien, Ptolomeo no transmite al modo de Porfirio, sino que está explicando su
fuente interpretándola. El fragmento ptolemaico de 35.7-14 coloca los números en
función de los problemas que después nuestro autor quiere resaltar: primero asigna
las tres razones iguales (28:27), para después pasar a las centrales, que es donde
reside el problema del cromático; por último, están las h(gou/menoi, que surgen
simplemente por una simple división de fracciones desde 4:3. Pero de esta forma ha
centrado el problema que apunta en 35.10-12, donde sí hecha mano del texto (fhsi/)
de la fuente para el punto más controvertido, la razón que se establece entre la
lícano cromática y la diatónica. Este es el problema que después reaparece en 36.4-
6.
268
Muy probablemente los números enteros que conforman las razones de
los intervalos de Arquitas proceden del propio Ptolomeo.
269
Se refiere a la pro/Jesij explicitada en 34.19-35.2 y que Ptolomeo atri-
buye al mismo Arquitas. Este capítulo contiene la crítica de los géneros de Arquitas
(añadiéndose también unas notas a los de Aristóxeno). Ptolomeo distribuye sus crí-
ticas al autor pitagórico mediante tres hechos. El primer ataque es éste de 36.4-6;
Arquitas habría violado su pro/Jesij (34.19-35.2) porque el intervalo lícano-
parípate cromático no tiene forma superparticular (cf. N.Tr. 261); pero ya vimos
que la summetri/a en este caso se podía desplegar si se operaba con las propias me-
dias aritmética y armónica del propio Arquitas.
270
Éste es el segundo ataque de Ptolomeo contra las medidas de los géne-
ros de Arquitas. Ahora estarían atentando contra la evidencia de la percepción las
razones de tres intervalos: el intervalo e(po/menon cromático, el e(po/menon enarmónico
y el me/son enarmónico. Aquí, “contra la percepción” significa que sea posible o no
escucharlo en la música contemporánea al alejandrino (cf. un ataque similar contra
Dídimo y los músicos en general en 78.16-19). Si pensamos que Arquitas vivió en
la primera mitad del siglo IV a.C., habría que reflexionar no sólo sobre el lapso de
tiempo y el cambio de gusto (como hace Barker, op.cit., p.126), sino también sobre
473
algo que tácitamente está admitiendo Ptolomeo: la posibilidad de oír en un mismo
momento histórico diferentes variantes de un mismo género reconocibles como
aquéllas registradas en los escritos de los teóricos como Arquitas. De lo contrario,
la consecuencia es la falta de coherencia con lo que el mismo Ptolomeo dijo en
4.18-19 sobre la ai)/sJhsij: th\n de\ ai)/sJhsin [sc. sumbe/bhke] meJ’ u(/lhj pa/ntote
polumigou=j te kai\ r(eusth=j, “a la percepción le ocurre que tiene que ver con la flu-
474
271
Aunque las divisiones de Ptolomeo respetan esto, no así las de otros: cf.
el enarmónico de Arquitas aquí, pero también el cromático de Dídimo. Aristóxeno
(Harm. 65.2 ss.) mantiene que los dos últimos intervalos pueden ser iguales o bien
el e(po/menon menor que el me/son: ciertamente se puede afirmar que son “iguales” los
intervalos pícnicos de los enarmónicos de Dídimo y Eratóstenes y del cromático de
éste último. Un género con el intervalo central menor que el e(po/menon era calificado
por Aristóxeno como a)na/rmostoj; no hay que olvidar que el autor tarentino está
describiendo las tendencias de su época. En el pasaje citado de Harm. y en 27.2 ss.
este mismo autor trató los intervalos hípate-parípate y parípate-lícano como iguales:
tw=n d’ e)n t%= tetraxo/rd% diasthma/twn to\ me\n u(pa/thj kai\ parupa/thj t%= paru-
pa/thj kai\ lixanou= h)\ i)/son mel%dei=tai h)\ e)/latton, mei=zon d’ ou)de/pote; pero más allá
de esto sólo aceptó que el intervalo me/son fuera mayor que el e(po/menon, nunca lo
contrario: cf. Harm. 65.2 ss. Él se refiere a las diaire/seij con un me/son menor que
el e(po/menon con los términos e)kmele/j y a)na/rmostoi (Harm. 65.11 ss.). También
Ptolomeo se refiere al efecto de un me/son menor que su e(po/menon con el término
e)kmele/j (36.11).
272
Cf., de la misma manera, Aristox. Harm. 65.10. Ekmele/j significa aquí
“no melódico” no por el intervalo en sí, sino por el hecho de que 36:35 es menor
que 28:27, lo que haría al género inútil para el me/loj. Cf. más adelante las aprecia-
ciones (en el mismo sentido que aquí) en 38.9-11.
273
Barker, en su traducción (GMW, p.305), refiere tau=ta a lo anterior, pero
parece más lógico, como hace Düring (op.cit., p.197), referirlo a lo siguiente, pues
el canon es la prueba definitiva que realiza el lo/goj sobre los defectos de la
ai)/sJhsij y dicha prueba no “preserva lo melódico”.
274
“Sus valedores” traduce al gr. tw=n proistame/nwn, sc. au)tou= Arxu/tou,
(cf. Porph. in Harm. 141.20), siguiendo a Wallis (op.cit., p.65) “qui illud tuentur”;
los traductores modernos refieren el participio a un lo/gwn (así Düring), cf. GMW,
p.305 “by his proposals”.
275
Aquí Ptolomeo está privilegiando el criterio estético y perceptivo. Pare-
ce que los géneros son aceptados por su uso, de modo que si éste es el criterio de
475
aceptación de un género para su estudio, no tendría mayor problema que algunas de
sus características racionales no se ajustasen a patrones preestablecidos (razones
superparticulares), y dejarían de tener sentido, en último término, las acusaciones
de Ptolomeo hacia los géneros de Arquitas por ir “para\ de\ th\n a)po\ th=j ai)sJh/sewj
e)na/rgeian”, “contra la evidencia de la percepción” (cf. BPH, p.128). Es probable
que la acusación que Ptolomeo quiere articular contra Arquitas se base en un doble
fallo del pitagórico, a juicio de Ptolomeo, respecto a sus propios criterios: respecto
a la razón, las divisiones de los intervalos atentan contra la pro/Jesij previamente
establecida (35.1) de una división basada en lo su/mmetron en las razones; así como
el hecho de que, por otra parte, “los números expuestos [de los géneros de Arquitas]
y los concebidos por todos los demás no se ajustan a los caracteres reconocidos
(ou)k e)farmo/zousi toi=j o(mologoume/noij h)/Jesin)” (36.17-18). La mención de “todos
los demás” (a)/lloij ... a(/pasi) se refiere no sólo a Aristóxeno sino a los demás teó-
ricos que Ptolomeo expondrá más adelante (II 14): Eratóstenes y Dídimo, aunque es
posible que este a)/lloij a(/pasi vaya más allá.
tai=j mel%di/aij, e)n mel%di/aij. Solomon (op.cit., p.46, n.224) quiere ver aquí un
uso por parte de Ptolomeo de una fuente, ya directa ya indirecta, de Arquitas (aun-
que fhsi/ de 35.12 nos habla de una fuente directa para toda esta sección de Arqui-
tas). En todo caso, esta alusión no provendría, naturalmente, de dicha fuente dire-
cta; en todo caso, al alejandrino no parece preocuparle mucho la alusión a estos
“caracteres”, como tampoco le preocupan hasta el grueso del libro III. Podría pen-
sarse, incluso, que Ptolomeo recurriese al expediente de los h)/Jh como prueba de
que tales divisiones numéricas no tienen correlato en la práctica musical; pero esto
llevaría a pensar que Ptolomeo está otorgando al hÅJoj una posición que, a pesar de
la mención de 32.22-33.1, no ha adquirido en su sistema armónico. Debemos pen-
sar entonces que ésta es una mención de carácter técnico pero que de facto sólo
476
alude a los faino/mena, a los hechos observados y reconocibles (por el oído), o lo
que es igual, a la práctica musical de la época (de la época de Ptolomeo). Es difícil
imaginar que los h)/Jh en los géneros hubiesen estado asociados a determinadas ra-
zones; más bien hay que asociar un hÅJoj a un género como una totalidad, al menos
a partir de las fuentes de que disponemos. La tratadística, efectivamente, hizo un
recuento de los diferentes tipos de caracteres, tanto en las notas, los ritmos, las
a(rmoni/ai y los géneros.
477
parece difícil extrapolar esos datos al Tarento del siglo IV a.C., simplemente por-
que no hay modo de probarlo. Más bien se podría pensar que Ptolomeo fue cons-
ciente de lo cambiable del gusto musical y buscó una base racional inmutable; pero
solamente falló al disculpar a Arquitas de no coincidir con él en aquello que se oía,
como si olvidase que él mismo dijo en I 1 que la percepción está mezclada con la
“fluyente materia”. Incluso Ptolomeo podría haber afirmado, en defensa de la habi-
lidad numérica del pitagórico, que sus razones, aún no siendo superparticulares
(caso del cromático), intentaban “aceptar lo cercano”, según su propio decir en 4.9-
10 (tou= de\ lo/gou [sc. i)/dio/n e)sti] to\ tou= me\n su/negguj paradektiko/n, tou= d’
a)kribou=j eu(retiko/n).
276
Se trata de la última de las tres quejas ptolemaicas contra Arquitas, una
vez expuestas los fallos de su sistema respecto a razón y percepción. Aunque Pto-
lomeo la separa del último grupo (36.6 ss.), esta afirmación sobre el número sólo se
puede basar en la percepción. De manera semejante a lo dicho en 36.6 ss., lo que
hace el alejandrino es otorgar carta de intemporalidad a la realidad práctica de su
época, en la Harmónica.
478
canon que unificase” todas las variedades, una “tarea de sistematización”. La lla-
mada de Ptolomeo se dirige a la comprobación perceptiva, pues se oírían más géne-
ros de los que habla Aristóxeno, cf. Ptol. Harm. 37.5 pleio/nwn fainome/nwn safw=j.
Esta frase es problemática: ¿significa que los diatónicos de los demás autores con-
viven con los ofrecidos por Aristóxeno y que éste los ha obviado? Si es así, la mis-
ma acusación serviría para Arquitas, Dídimo, Eratóstenes y el propio Ptolomeo.
Más bien parece que cada teórico expone su propia “normalización” y que no esta-
mos en ningún caso ante una descripción exhaustiva, y Ptolomeo, en este sentido,
tiene mérito al contar con los géneros de otros autores; si existían más, no debió de
considerarlos valiosos. Ahora bien, tal llamada a la comprobación perceptiva difí-
cilmente puede esgrimirse como arma crítica contra Aristóxeno: además, ese 1/24
de tono cuando menos distingue tipos de diesis en cuanto que fracciones de tono,
según Barker (op.cit., p.118). En las divisiones de los géneros que vienen a conti-
nuación, no sólo Aristóxeno sería culpable de tales distinciones mínimas; ese ar-
gumento invalidaría la distinción de géneros por autores.
278
Efectivamente, 3/8 (diesis del cromático sesquiáltero) – 1/3 (diesis del
cromático suave) = 1/24 de tono (aproximadamente 9 cents).
279
Solomon (op.cit., p.46) lo entiende (y traduce) como Arquitas. No nos
parece correcta porque lo que según su traducción está criticando Ptolomeo se en-
cuentra en su propio cromático suave y diatónico tenso, y además Arquitas no tiene
ningún cromático “tonal” ni un diatónico “tenso”. Cf. finalmente Porph. in Harm.
142.3 ss.
280
Para Ptolomeo las magnitudes del intervalo e(po/menon son menores que
las restantes del tetracordio; esto es un dato de la percepción, según 37.5 ss.; pero
no es descartable que Ptolomeo se base, para sostener tal dato, en un principio ma-
temático del tipo Sect. Can. prop. 18 (162.13 ai( parupa/tai kai\ ai( tri/tai ou) diai-
rou=si to\ pukno\n ei)j iÅsa).
281
Barker (op.cit., pp.119-120) interpreta este pasaje estableciendo una
comparación entre estos géneros aristoxénicos (diatónico tenso y cromático tonal)
con los diatónico tonal y cromático tenso del propio Ptolomeo, por ser éstos dos
479
últimos los más difundidos y usados (cf. las tablas de afinación en Harm. II 15). El
problema residiría, de nuevo, en que hay un gran lapso de tiempo (y de lugar) entre
la experiencia musical del tarentino y el alejandrino. La interpretación de Barker
nos parece correcta, pero añadiremos una circunstancia que ayuda a sosterla. Pto-
lomeo, en efecto, debe de estar comparando esos géneros aristoxénicos con los que
a él le sirvan de referencia (los suyos, si es que también se apoya en la práctica mu-
sical de su propia época; cf. la crítica a Arquitas desde 36.6 ss.). Entonces, respecto
al cromático, no puede asimilar el cromático tonal de Aristóxeno con su suave pro-
pio (por su pequeño intervalo e(po/menon, 28:27 = 63 cents; cf. Ptol. Harm. 36.8
sunh/Jouj xrwmatikou=, “cromático habitual” para referirse al cromático tenso), de
modo que lo compara con el tenso (7:6, 12:11, 22:21); y de sus diatónicos, no pue-
de comparar el tenso de Aristóxeno con su suave o su o(malo/n; luego quedan su
tonal, ditonal y tenso. Sólo comparando 22:21 (80 cents) del cromático tenso con
28:27 (63 cents) de su diatónico tonal puede haber diferencia entre estos e(po/mena,
tal como reclama Ptolomeo; no la habría apenas si comparásemos el e(po/menon del
cromático tenso de Ptolomeo con los e(po/mena de los diatónicos ditonal o tenso (90
y 110 cents respectivamente): 10 ó 20 cents no es diferencia sustancial, lo que a
nuestro juicio apoya esta interpretación contra la de Düring (al que sigue Solomon),
quien traduce (op.cit., p.48): “während <dies Intervall im diatonischen Tongesch-
lecht> grösser berechnet wird als im chromatischen”, de acuerdo también con la de
Porfirio (in Harm. 142.9-11), ib / me\n ga/r e)stin e(/kaston moirw=n. a)ei\ de\ to\ dia/tonon
mei/zon o)fei/lei dia/sthma poiei=n a)po\ u(pa/thj e)pi\ parupa/thn tou= xrwmatikou= to-
niai/ou tou= a)po\ u(pa/thj e)pi\ parupa/thn. Aceptar la interpretación de Düring y So-
Aristóxeno Ptolomeo
Cromático Diatónico Cromático Diatónico Diatónico Diatónico
tonal tenso tenso tenso tonal ditonal
298 199 267 182 204 204
100 199 151 204 231 204
100 100 80 112 63 90
480
282
Frente a las divisiones tetracordiales de Aristóxeno y Arquitas, y las crí-
ticas expuestas, Ptolomeo expone su propio método para el desarrollo de las xro/ai,
unas xro/ai que la musicología ha visto desde Gaffurio en el Renacimiento como la
primera expresión de la afinación justa. Naturalmente, y después de la crítica del
capítulo 14, su propia exposición se atendrá a los criterios que ha venido siguiendo
a lo largo de la Harmónica: preservación de los datos fenoménicos, corregidos con
la razón y su principio melódico: kata\ to\ eu)/logon kai\ to\ faino/menon (69.11). El
procedimiento exhibido en el capítulo (que tiene ecos en Theo Sm. 70.7) es total-
mente racional y tiende a “salvar lo melódico”, es decir, construir tetracordios me-
diante su división en tantas formas como sea posible con razones superparticulares:
en 15.8 ya dijo Ptolomeo que lo melódico se expresaba en razones de este tipo
(de/on de\ e)n lo/goij e)pimori/oij eiÅnai ta\ e)mmelh=); pero dicho procedimiento “salva”
datos fundamentales perceptivos: el pycnón o su ausencia, y la magnitud del
e(po/menon, menor que el me/son (contra Aristóxeno [Harm. 34.19 ss. y 65.3] y de
acuerdo con Euc. Sect. Can. prop.18). Esta posición de los criterios de Ptolomeo
expresada en 37.15-16 es una anticipación, pues, del desarrollo que sigue a
continuación: 37.17 es el principio racional de acuerdo con las hipótesis; las
razones del tetracordio han de ser superparticulares, como las de las demás
consonancias: dos en el caso de la octava ([2:1] = [3:2]·[4:3]) pero tres en el tetra-
cordio, pues tres son sus intervalos. En segundo lugar, desde 38.9 ss., las
condiciones que impone la percepción: el e(po/menon en cada ge/noj es menor que
cada uno de los demás intervalos: no así Aristóxeno aunque los acepta como
melódicos, cf. Harm. 65.9-10, ai( toiau=tai diaire/seij tw=n puknw=n e)mmelei=j
fai/nontai. Es un principio perceptivo que se aprecia en casi todas las divisiones
expuestas en II 14, y que recibió una justificación matemática en Euc. Sect. Can.
prop.18 (p.162): ai( parupa/tai kai\ ai( tri/tai ou) diairou=si to\ pukno\n ei)j i)/sa; este
principio ya lo enunció Ptolomeo en 37.7 ss. En cuanto al pukno/n y al a)/puknon, cf.
supra 33.4-8; como se dijo, éstos son un hecho perceptivo que, a su manera –y
desde la observación de la práctica musical–, intervienen en el proceso racional al
asignar las razones menores para el pukno/n, en los géneros con esta característica,
en 38.22 ss., así como en 40.10-12 (en los a)/pukna en lo referente al h(gou/menon,
481
los a)/pukna en lo referente al h(gou/menon, porque la otra razón debe sobrepasarla al
no haber pukno/n, según el postulado de 37.9-10).
283
Cf. supra, por ejemplo, 6.16-18, pasaje cuyo eco se percibe aquí. Aun-
que el grueso del capítulo se dedica a una distribución “racional” de los números
dentro del tetracordio, algunos factores de tal distribución se fundamentan, como se
verá, bajo criterios estéticos o perceptivos, tal como se adelanta en 38.9-14. Sin
embargo, como señala Barker (op.cit., pp.136-138), Ptolomeo no ofrece una hipóte-
sis para algunos hechos perceptivos relevantes como la existencia del pycnón o su
división desigual.
284
Esto se opone a 38.9-10 para\ de\ th=j o(mologoume/nhj ai)sJh/sewj, y es-
tablece los factores que van a intervenir en el procedimiento de división de la cuarta
para cada género. En lo que atañe a la percepción, Ptolomeo da cuenta del fenóme-
no del pycnón ya en 33.5, y por tanto es un hecho característico de la música griega
que no parte como hipótesis. Así pues, estas dos distinciones de 37.18 y 38.9 des-
arrollan la reexposición de los criterios musicales de 37.15.
285
Siguiendo lo establecido en 15.8.
286
También aquí sigue lo establecido en 13.14-16 (donde la razón 2:1 es la
mejor por su mayor cercanía a la igualdad, i)so/thj) ó 18.9-11, donde en las razones
superparticulares “se miden las diferencias por su cercanía a las igualdades”. Aquí
Ptolomeo utiliza para la misma idea este adjetivo.
Barker (op.cit., p.133) interpreta este pasaje en función del método que Pto-
lomeo exhibe en este capítulo para dividir el tetracordio, primero en dos razones, y
después una de ellas de nuevo en dos para establecer el pycnón. Aunque Ptolomeo
ha exhibido un gusto por la especulación numérica basada en los tres primeros nú-
meros, el pasaje podría verse más directamente referido, según lo que añade 37.21
aiÂj e)perai/nonto kai\ ai( prw/twn sumfwniw=n u(peroxai/, “con las que eran deducidos
también los excesos de las primeras consonancias”, a 18.17-23, del que Barker en
este caso se separa. Aunque el proceso de división del tetracordio pasa primero por
dos y luego por tres tomai/, la referencia a “las primeras consonancias” (esto es,
cuarta y quinta) nos devuelve al pasaje mencionado, porque el proceso es de alguna
482
forma similar: allí la octava era “lo más cercano a la igualdad” (18.12) y a conti-
nuación esta octava se divide a su vez en dos razones (4:3, 3:2), “pues lo que está
dividido en dos del modo más aproximado es lo más cercano a lo dividido en dos
mitades iguales” (18.19-20); no se sigue, entonces, una progresión en la división
desde 2:1, sino que es ésta la razón que a continuación se divide, como si esto fuese
lo siguiente a esa “cercanía a la igualdad”. De igual modo ocurre en 37.19-20, y a
lo largo del capítulo 15: primero se divide en dos la razón 4:3 (de tres formas posi-
bles, 38.14-21) de la forma más igual posible, y a continuación es una de ellas la
que es dividida (para obtener las razones del pycnón o en su caso, la otra razón en
los diatónicos). La precisión de 37.22 ka)kei= devuelve esas consideraciones anterio-
res a este pasaje en cuestión, en donde se reducen al tetracordio. De modo que po-
demos encontrarnos divisiones en dos (caso de cuarta y quinta desde la octava) o
(h)/) en tres (con igual método, caso de las razones internas del tetracordio).
287
Según lo establecido en 5.16-6.2 y 19.9-13. En este pasaje, que recuerda
la distribución novedosa de las homofonías y consonancias de 18.17-23, Ptolomeo
sigue operando en el marco de sus presupuestos que establecen que la división en
razones ha de ser “lo más cercana a la igualdad” en lo posible según 37.20 (y ante-
riormente 13.14-16). Ptolomeo efectúa entonces dos operaciones, la “reducción
desde la igualdad” y el “aumento desde la igualdad”, que facilitarán la exposición
de las medidas que se establecen entre los términos mayor y menor de una razón
(cf. BPH, p.134): Barker ve de nuevo aquí el juego de Ptolomeo con las relaciones
entre los tres primeros números, a los que confiere un significado especial en la
generación de las razones y sus posteriores divisiones. Desde un plano matemático,
h( i)so/thj y to\ i)/son representan la “igualdad” a la que debe tender la razón (18.9-11,
cf. Porph. in Harm.143.4, hÅn ga\r to\ prw=ton to\ o(mo/fwnon e(\n kai\ e(\n); a partir de ahí
hay dos movimientos: la “reducción”, es decir, la división de la razón doble 2:1 en
las razones que más cercanamente a la igualdad la dividen (4:3 y 3:2, cuarta y quin-
ta, cf. 18.19 ss.), y por consiguiente el “alejamiento” de esa igualdad. Y por otro
lado, el “aumento” a partir de la igualdad, es decir, el uso de razones de tipo múlti-
ple (octava más quinta, doble octava) más allá de la razón doble de octava. En este
caso, i)so/thj e i)/son significan lo mismo. Además, lo que aquí Ptolomeo está
haciendo es, a su vez, establecer una jerarquización en las razones basándose en esa
483
u(peroxh/ entre ambos términos del lo/goj. Por ello recordemos las palabras del ale-
jandrino en 5.7-12, “tal carencia de los sentidos para reconocer lo que es absoluta-
mente diferente o lo que no lo es respecto a ellos, no se desviaría mucho de la ver-
dad, ni tampoco en cuanto a la observación de los excesos (u(peroxa/j) de aquellas
cosas que se diferencian entre sí, tomadas en fracciones mayores de lo que son.
Pero en las comparaciones en porciones más pequeñas se acumularía [sc. la caren-
cia] más (...); y más en las divisiones más pequeñas”. A continuación establece el
problema de la percepción (ai)/sJhsij) con las operaciones que entrañan una multi-
plicación de una comparación (parabolh/) entre términos. Y “ocurre igual en cuan-
to a los sonidos y el oído” (6.2). En el contexto que nos ocupa, el oído, alejándose
de la i)so/thj o igualdad, tiene más problemas para percibir una u(peroxh/ menor, y
viceversa. Por eso el criterio de comparación entre los términos de la razón es su
diferencia. En el caso de la razón 4:1 (doble octava), 1 = (3:1)·(1:3) y en el de 3:1
(octava más quinta), 1 = (2:1)·(1:2), pues el producto de la inversión (38.9 e)n
a)ntiJe/sei) de una fracción es la igualdad. Otra exposición diferente se puede leer
484
grupo pícnico, en la idea de que tal grupo interválico era percibido como una enti-
dad importante dentro del tetracordio; una división de 4:3 en tres razones directa-
mente podría haber desvirtuado esta percepción, por lo que la división primera en
dos provee de una base matemática que dé cuenta de esa característica.
290
Sc. e)pi\ ie /, e)pi\ J /, e)pi\ z /(16:15, 10:9 y 8:7).
291
Es decir, multiplicando los términos de las razones asignadas al par de
intervalos del pycnón (el párrafo siguiente desarrolla esto). Ahora se efectúan las
divisiones destinadas a los géneros enarmónico y cromático: las tres razones mayo-
res de cada una de las tres divisiones de la cuarta, es decir, 5:4, 6:5 y 7:6, se asignan
a la razón h(gou/menoj, pues las demás constituirán, al ser menores, el pycnón del
género, según lo establecido en 38.12-13. Así, en función de ser el más suave, en el
género enarmónico 5:4 es la razón h(gou/menoj, una razón e)pite/tartoj que ya admi-
tió Ptolomeo como posible en 16.9 (en 28.9-10 dice que 81:64, con una diferencia
de una coma sintónica, es e)kmele/j). Asignadas estas razones a los intervalos
h(gou/mena, de los demás (16:15, 10:9 y 8:7), que contienen los dos lo/goi del pyc-
nón, son multiplicados por 3 sus o(/roi, consiguiéndose razones superparticulares que
constituyen, así, las razones me/soi y e(po/menoi (la más pequeña asignándose al
e(po/menon, cf. 38.9-11). Según Barker (GMW, p.307, n.129), Ptolomeo se separa del
485
292
Es decir, 16:15 ha de dividirse en dos razones solamente; la triplicación
ha resultado (48:47)·(47:46)·(46:45) (=16:15), y a lo que aquí se refiere Ptolomeo
es a las posibilidades de simplificación de estas tres razones en dos ([48:47]·[47:46]
= [24:23], pero no así [47:46]·[46:45], cuyo producto no resulta una razón superpar-
ticular.
293
Explicitadas en 38.10-11.
294
Ptolomeo separa los géneros según sean más suaves (malakw/tera) o
más tensos (suntonw/tera), de tal forma que los primeros son aquéllos con el
h(gou/menon mayor, y éstos los que lo tienen menor. Así, el enarmónico es el más
suave (cf. Porph. in Harm. 136.7-8) y el diatónico el más tenso (cf. Porph. in Harm.
136.8-9). Los cromáticos están “en el camino” de un extremo a otro, cf. Ptol. Harm.
39.23, o(do\j de/ tij. Estos criterios clasificatorios son los que, durante el proceso,
sirven para asignar las etiquetas a cada división tetracordial efectuada.
295
Es fascinante este intervalo de 46:45, el menor de toda la teoría griega
(como señala Düring, op.cit., p.199) en el pycnón enarmónico: es mucho menor que
el cuarto de tono aristoxénico (50 cents frente a 38). En el enarmónico de Ptolomeo
(386 + 74 + 38 cents) hay que destacar la tercera mayor en el intervalo agudo y un
pycnón de semitono 16:15 como Arquitas o Dídimo, así como un intervalo central
mayor que el de los demás autores (74 cents). Ptolomeo sigue la introducción de las
razones justas que iniciara Dídimo, pero no da en su nómina de consonancias
(12.18-21) más que la tradicional de los pitagóricos.
296
En cents, 316 + 119 + 63. Este cromático parece un eco del tipo e)mmele/j
aristoxénico (cf. Aristox. Harm. 65.8-10) 1/3 + 2/3 + 1½, según West (op.cit.,
p.170). En 43.6, Ptolomeo dice de este género que ya no es “familiar a los oídos”
(sunh/Jh tai=j a)koai=j), al igual que el enarmónico, pues su carácter suave no es ya
del gusto popular; el paso hacia este carácter se detiene en el cromático tenso. Está
formado, entonces, por la tercera menor 6:5 ya presente en los cromáticos de Dídi-
mo y Eratóstenes, en el agudo; en el grave, el intervalo de Arquitas 28:27; y en el
central, el necesario 15:14. Gevaert (op.cit., vol. I p.322) considera relevante el
hecho de que Ptolomeo no haya adoptado aquí el cromático de Dídimo; pero hay
486
que recordar la estructura del pycnón de tal cromático, con un me/son menor que el
e(po/menon, cf. Ptol. Harm. 37.7-8 y 38.9-11.
297
En cents, 267 + 151 + 80. El único de los cromáticos usados, según Ptol.
Harm. 43.9. Aparece usado por los citaredos alejandrinos en combinación con el
diatónico tonal (44.25 ss.). Ya vimos al comentar los géneros de Arquitas que el
intervalo 7:6 se podría considerar como la suma de 9:8 y 28:27 (éste último el
e(po/menon del cromático suave, el intervalo fijo de Arquitas), y 12:11 aparecerá en el
por tres para hallar razones superparticulares que se situarán en los lugares me/soj y
e(po/menoj (aquí, igualmente, la razón más pequeña se asigna al e(po/menoj). El caso
de 16:15 como h(gou/menoj ofrece problemas: es imposible asignar esta razón a dicho
to/poj del tetracordio, puesto que las razones que resultarían para el me/soj y
e(po/menoj serían 7:6 y 15:14, ninguna de las cuales puede estar en el e(po/menoj por-
que son mayores que 16:15. De esta manera, una suerte de reducción ad absurdum
invalida esta división, por no ser sancionada por la percepción (cf. Aristox. Harm.
65.10-15, e)kmele/j (...) a)na/rmostoi ga\r fai/nontai ai( toiau=tai diaire/seij); en cam-
bio, 8:7 y 10:9 sí pueden ser lo/goi h(gou/menoi. El problema del tipo diatónico que
falta por dividir a causa de 16:15 lo aborda Ptolomeo en 41.15 ss.
299
Esto no es un uso aristoxénico del término, sino un modo de indicar
lo/goj, de acuerdo con During (op.cit., p.199).
487
300
Cf. el mismo uso de para/ en 36.4. El “razonamiento inicial” es el de
38.9-11; cf. además 39.9-10.
301
Vid. N.Ed. ad locum. En el caso de la división de 7:6, al multiplicar por
3, da 18, 19, 20, 21. En las divisiones de las razones en los géneros, Ptolomeo deja
siempre como intervalo superparticular el que se forma entre los dos primeros nú-
meros más bajos y hace otro intervalo entre el mayor y el inferior a él por dos mita-
des. En el caso de 7:6 es al contrario (los tres primeros forman una razón y los dos
últimos otra), pues de lo contrario y siguiendo las demás divisiones en la razón
e(po/menon tendríamos 19:18, pero entonces (7:6): (19:18) = 21:19, una razón no su-
perparticular; cf. SPH, p.51, n.246 y A. Barbera, The Euclidean Division of the Ca-
non. Greek and Latin Sources, University of Nebraska Press, 1991, pp.305-306.
302
Cf. supra 19.17-18.
303
Efectivamente, (4:3):(9:8) = (32:27), una razón que no es superparticu-
lar.
304
Ptolomeo modifica aquí su sistema por el problema expuesto (40.14 ss.)
de la razón 16:15. Como le falta un diatónico, sitúa 9:8 como h(gou/menoj, según
41.17 “conforme a lo racional y necesario”, y le añade 8:7, combinación no utiliza-
da; el tetracordio se completará con 28:27. Pero la causa de que a la razón 9:8
hayan de unírsele “los más próximos a ella” no es explicada. En el diatónico tenso
hay dos razones “muy próximas entre sí” unidas, es decir, 10:9 y 9:8, pero no es así
en el diatónico suave. Barker (BPH, p.143) postula que Ptolomeo se estaría apo-
yando implícitamente en el postulado de que el tetracordio debería contener razones
con una división “casi igual”, una nueva utilización de la regla ya vista en 13.14-16,
18.10-12, etc. Por otro lado, Ptolomeo también justifica su elección de una forma
extraña al elegir 8:7 porque “10:9 ya está unida con ella” en una división previa (el
diatónico tenso). Sin embargo, Dídimo da como diatónico un tetracordio 9:8-10:9-
16:15, y Ptolomeo no ofrece razones que invaliden el cambio de situación de las
razones (vid. tablas de II 14). Como señala Barker (loc.cit.) no hay razón para que
9:8 esté salvo la apreciación del propio autor de que tal intervalo es la diferencia
entre cuarta y quinta (41.16-17); pero este argumento es ajeno a todo el método
488
desplegado en el capítulo. Significativamente, el diatónico tonal de Ptolomeo es
idéntico al de Arquitas, y no cabe duda de que nuestro autor., cuando estaba razo-
nando las causas de la distribución de 9:8 como h(gou/menoj, tenía en mente el géne-
ro de Arquitas (al que no objetó nada en I 14) como un tetracordio bien construido.
Pero, si como señala Barker, se añade que este diatónico aparece en la mayoría de
las afinaciones de lira y cítara (cf. 44.17-45.3) además de obtenerse en alguno de
los aulós conservados (cf. supra I.5.3.2), Ptolomeo entonces está buscando una base
racional para una división que por un lado tiene el mérito y el certificado de proce-
der de un Arquitas, y por otro lado es aceptado por la percepción como habitual en
la práctica musical. Esto, a su vez, tiene dos consecuencias: por un lado, el que el
sistema ptolemaico basado en las u(poJe/seij es lo suficientemente laxo como para
permitir un resquicio que dé cabida a fenómenos no previstos en el método (la justi-
ficación de 9:8 como diferencia entre quinta y cuarta es quizá la única que tenía a
su disposición el alejandrino); y por otro, que la aceptación y evidencia del género
de Arquitas lleva a la conclusión necesaria de que este tipo de diatónico no había
variado (cf. 43.5-6), si es que hemos de pensar que por ai)/sJhsij o(mologoume/nh
Ptolomeo está pensando en la praxis contemporánea a él y no está inmerso en un
universo libresco (en 43.5 ss. hablará de los géneros que ya no son familiares a los
oídos).
305
Aparece en combinación con el diatónico tonal en las parupa/tai (I 16 y
II 16), y es quizá el más original de Ptolomeo. Está formado por 8:7 (intervalo de
Arquitas), 10:9, el tono menor, y 21:20, el resto hasta completar 4:3 (en cents, 231
+ 182 + 85); este intervalo 21:20 tiene casi el tamaño del leima. Winnington-
Ingram (op.cit., p.205) puso esta variante en relación con el diatónico suave
aristoxénico (1¼ + ¾ + 1/2, 249 + 149 + 100 cents) en virtud de la posibilidad de
dividirlo en dos partes iguales, (Aristóxeno 1¼ + 1¼, Ptolomeo [7:6]·[8:7]; la
diferencia entre el diatónico aristoxénico y el ptolemaico son unos 33 cents), pero
encontró más relación entre esta de Aristóxeno y el cromático tenso ptolemaico.
Winnington-Ingram (op. cit., p.207) menciona un pasaje de Ps.Plutarco (de Mus.,
cap.39) que podría hacer referencia a esta xro/a: según el pasaje, sería habitual
destensar las lícanos y las paranetes; sustituyendo así el 9:8 de todos los diatónicos
tensos por 8:7 ó 7:6. Con un intervalo 7:6 en el agudo estamos ante el cromático
489
tenso de Ptolomeo, y con 8:7 ante el diatónico suave también de Ptolomeo (21:20
prácticamente es igual al leima): en términos aristoxénicos, un intervalo irracional
como 11/6, cf. el diatónico de Aristóxeno (Harm. 65.16-20) 1+ 11/6 + 1/3 (199 + 233
+ 66 cents), un género éste con el que Düring (op.cit., pp.256-257) relaciona el
diatónico suave de Ptolomeo. Según Düring, Ptolomeo fuerza el esquema
aristoxénico para encontrar una referencia en el autor tarentino a sus divisiones
tetracordiales.
306
En cents, 182 + 204 + 112. Es el mismo diatónico de Dídimo, pero con
el tono menor 10:9 en el agudo, ordenación ésta que es producto de una división
armónica y no aritmética (cf. Barbour, op.cit., p.21), como la de dicho autor. Para
Ptolomeo el diatónico tenso es la afinación correcta en determinadas mixturas de
géneros (como la i)astiaio/lia, 90.4), frente a su variante ditonal: en 44.12 ss.
explica que el diatónico está muy próximo (su/negguj) a él por lo insignificante de
la diferencia (una coma, 81:80, entre 9:8 y 10:9 y entre 256:243 y 16:15), dia\ to\
mhdeni\ a)ciolo/g% diafe/rein, 45.5), pero está claro que es el uso “incorrecto” en
lugar del diatónico tenso, cf. 45.17 kataxrwme/nwn y 50.12-13 e)a\n me/ntoi tou=
a)kribou=j h)/Jouj e)xo/menoi kai\ mh\ tou= proxei/rou th=j metabolh=j, es decir, posee el
490
20) 1+11/6 + 1/3, cf. Winnington-Ingram, op. cit., p.201. Porfirio (in Harm. 136.23)
lo llama e)/ntonon malako/n y Ptolomeo también lo denomina como “una suerte de
intermedio”, por estar situado entre el diatónico tenso y el diatónico suave respecto
a los lo/goi de los intervalos h(gou/menoi, 10:9 en el tenso, 9:8 en el tonal y 8:7 en el
suave. Además, el diatónico tonal de Ptolomeo coincide, según Düring (op.cit.,
p.257) y West (op. cit., p.170), con el innominado de Aristóxeno (Harm.65.16-30)
1+1 1/6+1/3 (199 + 233 + 66 cents); no cabe duda de que para Ptolomeo este género
–al igual que su o(malo/n– no está “ajustado a la fuerza” (bi/a?) como los demás, cf.
Ptol. Harm. 44.12, o(\ mo/n% sxedo\n sumbe/bhke t%= me/s% tw=n diatonikw=n, tw=n
a)/llwn, kaJ’ au(ta\ me\n bi/a? sunhrmosme/nwn. Esto refuerzaría la tesis de que los
a)lla\ prosdei=tai sunJe/sew/j tinoj poia=j kai\ ou) th=j tuxou/shj, “pues dado que la
melodía harmonizada no sólo debe constar de intervalos y notas, sino que necesita,
además, de un método compositivo específico y no aleatorio”). Una definición tam-
bién la encontraremos en Cleónides (Harm. 179.4-6), h(rmosme/non de\ to\ e)k fJo/ggwn
te kai\ diasthma/twn poia\n ta/cin e)xo/ntwn sugkei/menon, “la harmonización es el
491
311
Es decir, según la naturaleza.
312
Aparece por primera vez aquí me/loj, un término importantísimo de la
tratadística musical. Me/loj en principio significa “miembro”: cf. S. fr.699 me/lh
bow=n a)/naula. Pasa a significar “composiciones”, “partes compuestas”, cf., por
ejemplo, Pi. Ol.9.1, e)n me/lei h)\ tini a)/ll% me/tr%; en Aristóteles (Pol. 1450a14) se
opone a r(uJmo/j, me/tron, con un significado de “melodía”. Un me/loj se ve siempre
como un compuesto de elementos: en Anon. Bellerm. 29 es un te/leion me/loj el
“compuesto de palabra, melodía y ritmo”, aunque define “como instrumental” a la
sola sucesión de sonidos en un instrumento (krou=ma), que ha de tener una cierta
disposición y no otra. Estos son los elementos que también para Platón (R. 398d) lo
componen, mientras que para Arístides Quintiliano (28.8) el me/loj perfecto es “el
que consta de armonía, ritmo y dicción (e)/k te a(rmoni/aj kai\ r(uJmou= kai\ le/cewj)
aunque en sentido estricto, continúa el autor, me/loj es, en la ciencia armónica, un
“entrelazado de sonidos que difieren en agudeza y gravedad” (i)diai/teron de/, w(j e)n
a(rmonikh/, plokh/ fJo/ggwn a)nomoi/wn o)cu/thti kai\ baru/thti).
492
un abstracto, que es determinado por la capacidad auditiva del oyente (pues, como
dice Aristóxeno, el límite de las consonancias o los intervalos los establece la capa-
cidad de percibirlos) como por su producción. Más que una definición técnica y
escolar del me/loj, que englobase aquellos aspectos de los que está formado, a Pto-
lomeo parece interesarle más, a la luz de este pasaje en concreto, su naturaleza me-
tafísica, el hecho de que el me/loj mantenga una unidad ontológica en el plano de
nuestra percepción como en el plano de su construcción (mediante hipótesis) racio-
nal. Es, a su vez, una manifestación de la naturaleza, y debe en consencuencia com-
partir las producciones de ésta, ante todo su racionalidad (cf. supra I 2). El descu-
brimiento de tal racionalidad está asegurado gracias al oído.
313
Esto es un eco de 6.19-24.
314
Entendiendo como sujeto de katagnw=nai a th\n fu/sin, en la idea de que
las oraciones con participio dunhJh/ntwn y a)ciwsa/ntwn expresan la causa de esta
censura; Barker (GMW, p.311) entiende sin embargo que el sujeto lógico de este
verbo es tw=n de\ prosta/ntwn; por ello traduce “the outstanding experts in the sub-
ject condemned it”. Tw=n de\ prosta/ntwn (42.20) se ha visto como una crítica final
tanto a pitagóricos como a aristoxénicos (así Solomon, op.cit., p.53, n.256), pero la
disposición doble de 43.1-3 recuerda mucho al doble ataque lanzado contra los aris-
toxénicos por Ptolomeo en 22.25-23.2 (“Pero sí [hay que censurar] a los aristoxéni-
cos, porque ni reconocieron que estas razones eran evidentes ni tampoco, si no con-
fiaban en ellas, indagaron las más acertadas”. Ptolomeo vuelve aquí a conectar con
sus palabras anteriores sobre la disposición de la naturaleza bajo un orden racional
de I 1, dando la impresión así de haber cumplido su objetivo de demostrar este aser-
to, a la vez que ha situado a la harmónica en un contexto filosófico y natural mucho
más amplio.
315
Cf. 36.8 tou= sunh/Jouj xrwmatikou=. El cromático tenso es el “habitual”.
316
El sujeto de este verbo no está expreso en el texto, debiendo entenderse
“los hombres”, “la gente”; cf. Pachym. Mus. 140.4, o(/ti ou) pa/nu xai/rousin
a)/nJrwpoi toi=j sfo/dra e)klelume/noij tw=n h)Jw=n. Barker (BPH, p.146) prefiere leer
au)tai=j (en la clase f y Wallis; cf. N.Ed. ad locum), suponiendo entonces un sujeto
493
a)koai/. El pasaje habla de la práctica desaparición no sólo del enarmónico sino
Lo que se nos sugiere de todo esto es que nuestro autor está conjugando va-
rios factores a la vez. Por un lado reconoce que no todos los géneros son usados en
la práctica, lo que constituye el único atisbo de historicismo en su tratado. Por otro,
y con los géneros propuestos o descritos por otros teóricos ante sí, establece un mé-
todo para obtener la división de la cuarta en dos pasos (vid. 38.15 ss.) y sus opera-
ciones subsiguientes, con lo que consigue un enarmónico, dos cromáticos y tres
diatónicos. Así mismo, y yendo más allá de sus principios o hipótesis, incorpora
datos fenoménicos no previstos por éstas: por ejemplo, 38.9 ss., el tamaño de la
última razón en la cuarta, o el mismo hecho del pycnón, o incluso un diatónico aña-
dido que no resulta de la división de la cuarta preestablecida en I 15 y que incluso
contiene una razón no superparticular, el diatónico ditonal, que sólo se apoya en la
observación de la praxis (45.2-5). Al reconocer –sin decirlo– que la práctica musi-
cal contiene fenómenos que no tienen una explicación en el modelo racional pro-
puesto en el principio de su obra, Ptolomeo está admitiendo una limitación en el
alcance de la razón (lo/goj), para la que estableció un papel de “forma” y “causa”
494
de los fenómenos (4.7); si bien la razón debe “aceptar lo cercano” (4.9, to\ tou= me\n
su/negguj paradektiko/n), es decir, lo que hay en el mundo fenoménico, su papel
como motor de las hipótesis consistía en explicar estos mismos fenómenos y expli-
car su sentido de más difícil acceso a la percepción (cf.6.7-9), sin que hubiese dis-
paridad entre el modelo y el fenómeno (6.14-15): ya dijo que “todas las obras de la
naturaleza están hechas con una razón determinada y una causa ordenada, y no al
azar” (6.20-21). Al menos en lo que a los géneros se refiere, Ptolomeo se ve obliga-
do a hacer concesiones al puro fenómeno, que aquí escapa a las determinaciones
racionales. Pero a pesar de este problema, debemos concederle dos cosas al alejan-
drino: la primera, él ya dijo en 4.18 que la u(/lh era siempre “mezclada y fluyente”,
por lo que si esto es una dificultad a la que se ha de enfrentar el filósofo, al menos
como a(rmoniko/j ha “salvado las hipótesis” (6.14) en los géneros que la tradición ha
transmitido a través del tiempo. La segunda, Ptolomeo está siendo honrado al reco-
nocer que los fenómenos musicales escapan a la camisa de las hipótesis, y en este
sentido es muy significativo que nos transmita los sistemas de afinación de los ins-
trumentos (44.17-45.2) y sobre todo géneros no previstos como el ya mencionado
diatónico ditonal.
317
Cf. 39.23-24 supra. Düring (op.cit., p.200) cita a Aristóxeno Harm.
64.4-7 con la misma idea: sumbai/nei d’ a(/ma pau/esJai to\ pukno\n e)n tau/tv tv= tw=n
tetraxo/rdwn diaire/sei kai\ a)/rxesJai gigno/menon to\ dia/tonon ge/noj.
318
En los géneros con pycnón, el cromático tenso es el punto de partida del
pycnón hacia el género más suave (el cromático suave y más allá el enarmónico), y
a la inversa, constituye el límite del pycnón, pues a partir de él empiezan los géne-
ros a)/pukna.
319
Se entiende el cromático tenso.
320
Ptolomeo remarca así la validez de las hipótesis de la cercanía a la
i)so/thj (cf. 13.14-16, 18.9-11, 37.19-20) que desarrolló para los géneros en I 5, pues
esta división “casi igual”, que es una hipótesis, tiene su correlato a nivel perceptivo
en su “conveniencia” a los oídos (43.16, prosforw/taton). Pero Barker (op.cit.,
p.147) señala a pesar de esto que, sin embargo, la referencia al pycnón del cromáti-
495
co tenso como límite no tiene una base en las hipótesis del alejandrino, con lo que
se empieza a conceder que no todos los hechos perceptivos tienen una contrapartida
racional. Efectivamente, el pycnón no tiene explicación racional desde las hipótesis
(lo/goi sólo superparticulares, cercanía a la igualdad) y la posición central del pyc-
nón del cromático tenso no indica ningún valor o virtud racionales, por lo que el
abandono del enarmónico o del cromático suave queda sin explicar. En el caso que
nos ocupa, todavía al menos, Ptolomeo puede apelar a la división “igual” de la
cuarta en dos razones superparticulares.
321
La razón del nombre que le va a dar Ptolomeo (o(malo/n, “uniforme”, en
44.16) está en la “uniformidad” (o(malw/teron, 43.25) que resulta de la ordenación
de sus razones junto al tono disyuntivo (9:8), o sea (9:8)·(10:9)·(11:10)·(12:11); en
cents, el género contiene 182 + 165 + 151. Este género (al que Reinach [op.cit.,
p.25 n.1] llamó “monstre harmonique”), producto de la multiplicación por 3 de los
términos de la cuarta (12 y 9) y encontrar las razones intermedias, refleja el intento
final de la división igual del intervalo de cuarta 4:3 conforme al postulado de la
división igual (cf. 37.20-21). El género parece así ser una consecuencia teórica de
todo el procedimiento expuesto, no sólo porque la división parece venir sugerida
(43.16 u(poba/llei) por la división en dos razones del tetracordio cromático tenso en
43.14 (7:6 y 8:7) –por lo cual “parece éste más conveniente a los oídos”, de modo
tal que una división en tres fuese igualmente conveniente (como señala Barker,
op.cit., p.148)–, sino también porque este diatónico refleja el intento de encadenar
una sucesión de razones consecutivas aliadas al tono disyuntivo 9:8. Sin embargo,
comprobamos con sorpresa que es un género fácil de obtener con algunos aulós
conservados (cf. supra I.5.3.2), lo cual indica que la sucesión interválica en
cuestión era conocida y posible en la música práctica. W. Neumaier (op.cit., p.163)
interpreta la descripción de su me/loj, por parte de Ptolomeo, como la conciencia de
nuestro autor de que el género era aprovechable en la práctica musical.
496
teórico, en la razón 12:11 (151 cents) se ha querido ver el llamado spondeiasmo/j
(cf. Winnington-Ingram, op.cit., p.204), cuyo reflejo podría buscarse en los
intervalos de ¾ de tono (149 cents) de los géneros aristoxénicos cromático
sesquiáltero (en su pycnón, ¾ = 3/8 + 3/8) y diatónico suave (intervalo central ¾).
De ahí que Winnington-Ingram considere improbable una autoría absoluta por parte
de Ptolomeo, y lo conecta con la escala spondei=on. De cualquier forma, es muy
evidente el carácter “buscado” de este género por Ptolomeo, que acentúa un
carácter artificial o al menos de “posibilidad contenida por la teoría”: es el colmo de
la e)mme/leia para\ ta\j i)so/thtaj (43.17). Además, Ptolomeo en este género lleva al
extremo la tendencia a yuxtaponer dos razones superparticulares compartiendo, de
la fórmula (n+1):n, el término n (según J. Chailley, La musique grecque antique,
Paris 1979, p. 34), como 9:8 y 8:7; en este caso, 10:9, 11:10 y 12:11. A pesar de su
carácter “extraño” y “rústico” (cenikw/teron me/n pwj kai\ a)groiko/teron hÅJoj, 44.8),
Ptolomeo le encuentra ventajas evidentes: es “agradable”, proshne\j d’ a)/llwj kai\
ma=llon suggumnazo/menon tai=j a)koai=j (44.9) sin proporcionar choque alguno a los
oidos a diferencia de los demás diatónicos, con la excepción del tonal (44.11-14).
322
Esto es así porque ambos comparten la misma razón aguda, 10:9; y
seguidamente añade Ptolomeo que resulta aún más uniforme si se le añade el
mismo tono disyuntivo (“el complemento de la quinta”), resultando así la sucesión
9:8, 10:9, 11:10 y 12:11. Ptolomeo parece complacerse en esta sucesión perfecta de
razones superparticulares, lo que es un argumento para el carácter teórico de la
xro/a. Los números del 18 al 36 forman entre sí esta sucesión de razones.
323
Ésta es la contrapartida perceptiva a esa percepción en su uniformidad
que tiene el diatónico uniforme. Ptolomeo intenta convencernos de que una virtud
de carácter racional tiene que ser acompañada de un efecto estético positivo, tal
como le sucedió al cromático tenso y su división en dos casi igual (43.15-16). Al
principio puede parecer “extraño y rústico” pero también “agradable (proshne/j),
aunque reconoce que hemos de acostumbrarnos a él. Esto sería un argumento para
considerar el género como un constructo teórico en este contexto ptolemaico, a
pesar, como se ha dicho, de que varios aulós lo habrían conocido (aulós de Elgin nº
1, Brauron y el nº 2 de Pompeya).
497
324
El diatónico tonal, 9:8, 8:7, 28:27. Del pasaje se desprende que las
mezclas de tetracordios en las afinaciones son algo natural y no producen un
“choque” a los oídos; el desarrollo del fragmento es el siguiente: (1) el diatónico
uniforme sin mezcla (44.11, kaJ’ au(to/) no provoca rechazo; (2) lo mismo le ocurre
al diatónico intermedio (= tonal); (3) los demás diatónicos están ajustados
(sunhrmosme/nwn) con violencia; (4) si se mezclan con el diatónico tonal en las
formas convenientes (vid. tablas de II 15) tal percepción desaparece. Esta última
apreciación descarta que entendamos el “ajuste con violencia” de 44.13 referido al
interior del género; Ptolomeo está refiriéndose aquí a las mezclas de géneros en las
afinaciones de la lira y la cítara de 44.17-45.2. Hay dos consideraciones que hacer
aquí. La primera, que Ptolomeo equipara el diatónico uniforme con el diatónico
tonal porque ambos tienen la capacidad de cantarse solos, sin mezcla con otros
géneros; pero el uniforme es casi con total seguridad un género meramente teórico.
Ptolomeo, sin embargo, no explica el porqué de esto, ya que todas las virtudes
estéticas de éste último residen en el carácter “uniforme” de sus razones, y esta
uniformidad no se ve en el diatónico tonal (9:8, 8:7, 28:27). Conclusión: la causa de
que el diatónico tonal pueda funcionar sin mezcla queda sin explicar, y la
equiparación entre los dos diatónicos queda sin substancia, pues no hay afinación
que incluya el diatónico uniforme. En segundo lugar, el hecho mismo de las
mezclas: el paso (3) (que “los demás diatónicos están ajustados con violencia”,
44.13) se ha de interpretar como que tal cosa sucede si no se dan las condiciones de
mezcla óptimas de 44.13-16: el “ajuste con violencia” sería entonces aquél que no
sólo se hace así, sino que mantiene las afinaciones de géneros puros o no mezclados
(salvo en el caso del diatónico tonal). Esta interpretación se deriva de (1) y (2), la
posibilidad de ir solos el diatónico uniforme y el tonal. Barker (op.cit., pp.150-151)
remarca aquí no sólo que Ptolomeo no explica el motivo racional de estas mezclas,
sino que la consecuencia en el plano armónico es la quiebra del principio
aristoxénico de que ha de existir un intervalo de cuarta entre una nota y la cuarta
nota sucesiva a ella (o una quinta con la quinta nota; cf. Aristox. Harm. 67.4 ss.), lo
cual es imposible en el caso de las mezclas.
325
Esta “disyunción” (intervalo entre mese y paramese, equivalente a
proslambanómeno-hípate del tetracordio inferior) se entiende “por función”, kata\
498
du/namin, un factor que introducirá Ptolomeo en II 5 y adelantado aquí. En la
reasignación de funciones a las notas del Sistema Perfecto de doble octava, las
notas varían en su relación con las demás dependiendo de cuál ocupa el lugar de la
mese. Cf. notas 392 y siguientes, y el Apéndice II.
326
En las tablas de II 15 se verá que en una octava ambos tetracordios son
de géneros diferentes siempre, a excepción del diatónico tonal, que puede ser el de
ambos tetracordios sin mezcla. Las mezclas son, por su parte, siempre con el diató-
nico tonal.
327
Ésta y las siguientes afinaciones son tratadas también aquí y en II 16 (cf.
H. L. F Helmholtz, On the Sensations of Tone, New York 1954, app. xx, sect. k,
para una interesante comparación entre estas afinaciones griegas con escalas árabes
medievales). Mientras que en I 16 se tratan las diferentes afinaciones según la mez-
cla de géneros que contengan, en II 16 se hace referencia al to/noj en que se desarro-
llan. Junto con los suaves, los sterea/ o “sólidos” son una forma de afinar la lira; en
concreto, los sterea/ no mezclan géneros y sólo afinan en ambos tetracordios el
diatónico tonal (9:8-8:7-28:27), al igual que, como veremos en el caso de la cítara,
trites e hipertropos. En II 16 se nos dice que puede estar en cualquier tonos (sterea\
to/nou tino/j), con lo que vemos esta afinación en la tercera columna de todas las
tablas de II 15. Por supuesto, las razones del género diatónico tonal en ambos tetra-
cordios se ajustarán a las funciones de cada nota en el tonos particular que en cada
momento se toque, es decir, según las notas kata\ du/namin; por ejemplo, en lidio (=
tabla 2, col.3 de II 15):
Acerca del término griego sterea/, “sólido”, “firme”, Porfirio (in Harm.
154.15) dice: sterea\ de\ tetra/xorda kalei=tai ta\ e)/xonta to\n diazeuktiko\n to/non,
tau)to\n d’ ei)pei=n ta\ diatonika/, “Se llaman tetracordios sterea/ los que tienen el
tono disyuntivo, y es lo mismo que decir ‘diatónicos’”. Parece ser que el género
diatónico en general era asociado a este adjetivo “sólido”, por ejemplo Arístides
Quintiliano (110.22-23), “el diatónico ha participado de la profundidad, en tanto
499
que es sólido” (cf. ib. 77.19-20). No hay duda de que, al desarrollarse ambos en la
lira, sterea/ se opone a malaka/ en nombre y afinación. Mientras que sterea/ afinan
sólo diatónico, malaka/ lo mezcla con un cromático (vid. infra), de modo que ste-
rea/ habría tomado su nombre del adjetivo con el que posiblemente los músicos
conocían al género diatónico, capaz de contener un tono del tipo del tono disyunti-
vo (9:8) (pues, respecto a la afirmación de Porfirio, otras afinaciones diferentes a
sterea/ también contienen el intervalo mese-paramese); de modo que tal tono hace
a los fijos, y que no modulan”, cf. schol. ad 48.15 [HL, p.42]). Pero la oposición
parece que cobra más sentido con malaka/ y no con tropoi/, como veremos en la
nota a este término.
328
“Afinaciones” traduce al gr. a(rmogai/. La palabra a(rmogh/ comparte su
raíz con a(rmoni/a (al igual que el verbo a(rmo/zein, que traducimos por “ajustar”), y
también es un “ensamblaje” o “ajuste” (cf. DGE, s.v., y Ptol. Harm. 5.20), en este
caso el “ajuste” de las cuerdas en lo tocante a su tensión y entre sí, de forma que
configuren, todas las cuerdas del instrumento, un modelo interválico determinado,
es decir, un “ajuste interválico” o afinación. Frínico ofrece una explicación muy
interesante sobre la diferencia existente entre metabolh/ y a(rmogh/: en el primer
caso, se mezclan por medio de metaba/seij las diferentes a(rmoni/ai; en el segundo,
todo el me/loj se ejecuta en una a(rmoni/a y después se cambia a otra: al decir de
Frínico (PS 24.16 ss.), a(rmogh/ es
mousiko\n tou)/noma, tiJe/menon e)pi\ tw=n a(rmo/sewn, a(\j poiou=ntai oi( mousikoi/,
e)peida\n e)c a(rmoni(aj ei)j e(te/ran a(rmoni/an meti/wsi, fe/re e)k Dwri/wn ei)j
Upodw/ria h)\ e)k Frugi/wn ei)j Upermicolu/dia h)\ o(/lwj e)/k tinoj to/nou ei)j e(/teron
500
to/non, ou) tau)to\n ouÅsa h( a(rmogh\ tv= metabolv=. h( me\n ga\r metabolh/ e)stin e)c
o(moi/ou to/nou ei)j a)no/moion meta/basij, oiÂon ei)/ tij e)n e(ni\ poih/mati h)\ krou/mati
th\n melopoian, tuxo\n Dw/rion ouÅsan Upodw/rion poiei=, mignu\j tv= Dwri/% th\n
Upodw/rion. a(rmogh\ de/ e)stin, o(/tan au)lh/saj to\n Fru/gion to/non kai\ e)ktele/saj
to/ te aÅ?sma kai\ ta\ krou/mata tele/wj, meJarmo/ttetai ei)j e(/teron to/non,
Uperfru/gion h)\ Lu/dion h)/ tina tw=n triskai/deka a(rmoniw=n. du(natai d’ a)\n kai\ h(
“un nombre musical, aplicado a las afinaciones que hacen los músicos cuando pasan
de una harmonía a otra, por ejemplo del dorio al hipodorio, o del frigio al
hipermixolidio o, en general, de un tono a otro tono, no siendo lo mismo la afinación
que la modulación. Pues la modulación es el cambio de un tono similar a otro
diferente; por ejemplo, si alguien en un poema o una ejecución hace a la melopeya,
que era doria, hipodoria, mezclando con el dorio el hipodorio. En cambio, hay una
afinación cuando tocando al auló el tono frigio y llevando hasta su fin el canto y la
ejecución totalmente, se reajusta a otro tono, hiperfrigio, lidio o alguna de las trece
harmonías. También podría llamarse afinación a la modulación.”
501
329
Las trites (tri/tai) son, pues, una afinación de la cítara equivalente a los
sólidos en la lira, pues afinan el diatónico tonal sin mezcla. En 89.11 Ptolomeo aña-
de que las trites están sólo en hipodorio, frente a los hipertropos, que afinando
también sólo diatónico tonal, sin embargo están en frigio. De modo que las trites
tendrían el siguiente esquema:
que vemos en las tablas 7 y 14, col.3 de II 15. Como se puede observar en el es-
quema, las notas trite por posición y por función coinciden (trite del tetracordio
disjunto y trite del tetracordio añadido respectivamente), y en este hecho se ha que-
rido ver el origen del nombre. Junto con las parípates, son las dos únicas afinacio-
nes en femenino plural, y lo más verosímil es pensar que hagan referencia a estas
xordai/. En el caso de las parípates coinciden parípate del tetracordio medio por
posición y por función (pues el modo es el dorio), de forma que estaríamos a prime-
ra vista ante la misma motivación en la nomenclatura.
330
Gr. u(pe/rtropa (cf. 90.1) en neutro plural, como casi todas las denomi-
naciones de las afinaciones, excepto trites y parípates. En la cítara forman la suce-
sión interválica del diatónico tonal (9:8-8:7-28:27) a ambos lados de la disyunción
–por tanto sin mezcla de generos– en frigio, según 90.2, de modo que tendríamos
Este sistema lo vemos, en las tablas de II 15, en tab.3 y 10, col.3. Düring
(PPM, p.212) sugirió que el nombre hipertropos podría interpretarse sobre la otra
denominación de to/noj, esto es, tro/poj (cf. Porph. in Harm.82.6), y expone que el
prefijo hyper- haría referencia al hecho de que en los cambios entre afinaciones,
ciertas notas caen fuera de la escala base nete del tetracordio disjunto-hípate del
tetracordio medio (cf. II 15): por ejemplo, la nete del tetracordio añadido en
i)astiaio/lia. Además, conecta los nombres u(pe/rtropa y tro/poj, pues según él los
502
Esta interpretación presenta una dificultad. Además de estar referida al em-
pleo de una denominación en neutro plural que supuestamente está conectada (sin
que quede explicado) con otra en nominativo masculino plural, como lo son
u(pe/rtropa y tro/poi, es un hecho que no aparece en la obra de Ptolomeo tro/poj con
deja precisamente sin explicar por qué u(pe/rtropa debería llamarse así y no, tam-
bién, las demás.
503
sistema ptolemaico en virtud del significado que tienen en su sistema los intervalos
consonantes de cuarta y quinta (cf. 71.17-18). Igualmente, en las tablas numéricas
de II 15 los hipertropos modifican sólo los números –es decir, la afinación– de las
cuerdas del tetracordio superior (cf. tabla 3 col.3 y 7, col.3). A esto hay que añadir
que si trites e hipertropos conforman una modulación aceptable, cabe decir enton-
ces lo mismo del caso de hipertropos y jonioeolios, dos afinaciones cuyos tetracor-
dios superiores son idénticos entre sí (8:7-28:27-9:8); además, hipertropos está en
frigio y jonioeolios en hipofrigio, a una cuarta de diferencia, con lo que la modula-
ción entre ellos es la óptima.
504
333
Sin motivo aparente, esta afinación es llamada tropika/ en I 16 y tro/poi
en II 16; un caso semejante le ocurre a i)a/stia en I 16, que es llamada i)astiaio/lia
en II 16. Para estas variaciones en la nomenclatura caben varias interpretaciones.
Podríamos pensar que el texto está corrupto (cf. el caso de trites, que se leen en mg
trei=j tw=n), pero no tenemos suficientes argumentos. Dado que las variantes afectan
a más de una afinación, lo más verosímil es que al proceder tales nombres del mun-
do de los músicos prácticos y no de la sistematización de la tratadística, algunas
a(rmogai/ fuesen denominadas indistintamente de dos maneras: cf. Mart. Cap.
362.25-26 Eyssenhardt, “sunt etiam aliae distantiae, quae et tropica (erotica Dick)
mela dicuntur: aliae homologica (<en>comiologica Dick)”, vid. Gombosi, op.cit.,
p.107 y Gevaert, op.cit., vol. I p.326.
la disyunción kata\ du/namin se sitúa en el intervalo más grave (el mismo efecto se
repite en los jonieolios):
505
modulación de to/noj, la hay de género, pues del tetracordio disjunto (kata\
du/namin) en diatónico tonal se modula al cromático tenso del tetracordio
u(perbolai/wn (kata\ du/namin) conjunto con él. Éstos y no otros serían los tropos, los
disjuntos a los conjuntos, y viceversa, a los disjuntos”. Düring (op.cit., p.205) acep-
ta esto, pero sin embargo parece más difícil de entender a menos que se refiera al
hecho de que en hipodorio y en una sucesión desde la nete del tetracordio disjunto
por posición hasta la hípate del tetracordio medio por posición, el tono disyuntivo
kata\ du/namin queda en el intervalo más grave y lo que kata\ Je/sin eran dos tetra-
Porfirio (in Harm.153.31-32) añade que los tropos también son conocidos
entre los citaredos como “cromáticos suaves” (tro/pouj d’ e)ntau=Ja kalei= o( Ptole-
mai=oj ta\ tou= h(rmosme(nou ge/nh, a(/per u(po\ tw=n kiJar%dw=n malaka\ xrw/mata ka-
lei=tai). Esto contribuye a pensar que los neutros plurales de las denominaciones de
las a(rmogai/ son referidos a tetra/xorda (Porph. in Harm. 154.15) o a ge/nh (ib.
153.31).
506
334
Junto con trites, este par es el único de todas las a(rmogai/ que se dice en
nominativo femenino plural (frente a los demás en neutro plural). Las parípates
son, entonces, la mezcla en la cítara del diatónico tonal y diatónico suave (9:8-8:7-
28:27 más 8:7-10:9-21:20). En 90.2-3 añade Ptolomeo que tal mezcla se da en do-
rio, con lo que tendríamos la escala:
Al comentar las trites, hemos mencionado que la causa del nombre de tal
afinación debe buscarse en la coincidencia de la trite del tetracordio disjunto por
posición con la trite del tetracordio añadido por función. En el caso de las parípa-
tes, podríamos pensar que su nombre se explicaría por el mismo hecho con las no-
tas parípate (coinciden en posición y función parípate del tetracordio medio, pues
en dorio ambas nomenclaturas coinciden). Pero Barker (GMW, p.360) ha sugerido
una causa aún más específica: trites y parípates están conectadas ya desde su nom-
bre (en femenino y señalando tipos de nota o cuerda), y la comparación de sus in-
tervalos revela una igualdad casi total: sólo se diferencian en los dos últimos inter-
valos, de modo que, según Barker, el nombre de las parípates vendría dado por la
particular afinación de la nota que la hace diferente de las trites, es decir, la parípate
del tetracordio medio (por posición o por función), pues mientras que en las trites la
parípate del tetracordio medio por posición hace con la lícano un intervalo de 28:27
y con la hípate uno de 9:8, en las parípates tenemos respectivamente 10:9 y 21:20.
No cabe duda de que trites y parípates se veían como dos afinaciones espe-
cialmente ligadas. No sólo por su nombre: además de que sólo se diferencian en los
dos intervalos más graves, igualmente ambas están conectadas en lo que al tono se
refiere, pues trites están en hipodorio y parípates en el to/noj matriz de aquél, el
dorio. Esto favorecería la modulación entre ellas, pues si se observan los números
de las tablas de II 15 (trites en tabla 7 col.3 y parípates en tabla 4 col.2) los núme-
ros son diferentes en las dos últimas cuerdas, que serían aquéllas cuya afinación
507
habría que modificar probablamente pisándolas. Obtendríase así una modulación de
to/noj (entre dorio e hipodorio) y de género (al mezclar el diatónico tonal puro de
508
tono disyuntivo kata\ du/namin (cf. N.Tr. 330). Más allá de la pura descripción de
estas afinaciones, la interpretación llega a ser, en este caso, una tarea extremada-
mente difícil, y prueba de ello es la disparidad que se observa en los comentarios a
este pasaje. Por nuestra parte, hemos de confesar que no somos capaces de aportar
sugerencias totalmente novedosas, si bien vamos a abordar el problema de estas dos
a(rmogai/, pues tras las distintas interpretaciones de los expertos, aún quedan cues-
509
una afinación jonia (= hipofrigia) y una afinación eolia (= hipodoria) sin cambiar
las denominaciones kata\ du/namin de las notas (en una escala con tres sostenidos en
la armadura, tal como la supone en el to/noj hipofrigio ptolemaico). El hecho de que
un rango tonal de nueve sonidos, sin ser alterados en su afinación y lo que es aún
más significativo, en su o)nomasi/a kata\ du/namin, comprenda dos tipos de octava
diferentes (empezando, naturalmente, en grados que son vecinos), es un argumento
convincente para explicar la íntima unión del compuesto i)astiaio/lia y como tal
argumento nos parece más que correcto. Sin embargo, no explica el problema de
los metabolika\ h)/Jh como piensa Düring (op.cit., p.209, “jetzt verstehen wir auch
ohne weiteres den Ausdruck 39.13 [= 44.24] e)n toi=j metabolikoi=j h)/Jesin”) porque
tales modulaciones no se producen entre jonio y eolio, sino entre jonioeolios y li-
dios. Es más, Ptolomeo hace mención de tales “caracteres modulantes” llamando a
esta afinación i)a/stia y no i)astiaio/lia si es que tal diferencia contiene algún ma-
tiz. De modo que la explicación de Düring es correcta en sí misma pero incorrecto
el objetivo al que va destinada: esto se ve claramente cuando pretende explicar,
ahora sí, por qué son “modulantes” entre sí dorio, lidio y jonio (= hipofrigio). El
recurso del que se sirvió en el caso de los jonioeolios era ofrecer el rango tonal en
el que se desarrollaban dos tipos de octava diferentes que no obligaban a cambiar
las funciones de las notas. Pero en el caso de lidio-dorio-hipofrigio, hace falta un
espacio tonal mayor (doce sonidos) donde desarrollarse sus octavas características
respectivas, pero ahora sí que hay que cambiar las funciones de las notas. Y expo-
ner simplemente en una sucesión de notas los diferentes tipos de octava no conlleva
la evidencia de que se produzca entre ellas una modulación rápida, ni que tal modu-
lación se dé más fácilmente entre esas octavas y no entre otras.
Hace falta, pues, otra explicación para tal modulación. ¿Qué tienen en co-
mún estas dos a(rmogai/? Si vemos el cuadro del apéndice, veremos que, sobre todo,
a simple vista hay una disposición diferente de los mismos intervalos, pues ambas
afinaciones tienen la misma mezcla genérica. Esta coincidencia en la dimensión de
los intervalos ha sido señalada por Mathiesen (Apollo’Lyre..., p. 474) como la ex-
plicación a la denominación de “caracteres modulantes”: el par de tonos 9:8 en cada
una facilitaría la modulación un tono más agudo o más grave. Sin duda aquí se halla
el origen del cambio de género en este contexto por parte de los citaredos, según
510
Ptolomeo (Harm. 45.2 ss.), pues al afinar el diatónico ditonal por el tenso el ins-
trumento sería más rápidamente afinado y se obtendría, al precio de una mínima
diferencia, unos intervalos que permitirían pasos de un orden a otro. De hecho, el
paso de lidios a jonioeolios, y viceversa, es muy sencillo cambiando tan sólo las
funciones de las notas, sin que haya en ningún momento que cambiar la tensión de
las cuerdas. Y en este hecho cumplen un papel importante los dos tonos seguidos
9:8; si jonioeolios y lidios son modulantes entre sí porque en primer término tienen
la misma mezcla de géneros, ya hemos visto también que trites e hipertropos entre
sí son también “modulantes”, y hemos apuntado la identidad tetracordial entre hi-
pertropos y jonioeolios. Es entonces la identidad del género la que facilita la modu-
lación entre a(rmogai/ (y así se puede entender que siempre haya un género común,
el diatónico tonal, como base de la mezcla); y en el caso de jonioeolios y lidios no
hay coincidencia tetracordial como en los casos anteriormente vistos, sino que la
interválica es la misma pero desplazada dos grados. Se pueden ver tales grados sin
dificultad en los dos tonos 9:8 consecutivos. Si ascendemos la serie interválica dos
grados, estamos en lidios. Si, por el contrario, descendemos, estamos en jonioeo-
lios. A diferencia de las posibilidades de modulación vistas en las afinaciones ante-
riores, aquí no se traslada un tetracordio sino toda la serie interválica. Barker
(GMW, pp.360-361) lo ha señalado: ciertamente es un problema prácticamente irre-
soluble que el dorio sea el to/noj de los lidios (sin embargo During [op.cit., p.213],
en su explicación del “hendecacordio” donde sitúa dorio, lidio e hipofrigio, explica
la denominación lidios por la “prioridad de la octava lidia”). Sin embargo, apunta
Barker, si se suben dos grados las funciones del to/noj dorio, estamos en lidio; y si
se bajan otros dos desde el dorio, estamos en hipofrigio (= jonio). Igualmente, si las
funciones de la afinación jonioeolios se suben dos grado, encontramos los lidios, y
viceversa. Este hecho se ve favorecido en la práctica real de la modulación a la cíta-
ra porque esos dos grados son de igual magnitud, dos intervalos de 9:8.
336
La contraposición se establece entre #?)/dousi me/n y a(rmo/zontai de/, por lo
que no cabe punto ante este último verbo (según entiende Solomon en su traduc-
ción, op.cit., p.55); vid. además pro/xeiron d’ a)/llwj, que refuerza el contraste entre
el diatónico tenso y el nuevo género que ahora se introduce, el diatónico ditonal. El
hecho que aquí Ptolomeo transmite es la realización práctica del género diatónico
511
ditonal donde la teoría de la afinación situaba el diatónico tenso, cf. así también
50.2-18 (es decir, 9:8-9:8-256:243 en vez de 10:9-9:8-16:15). El problema es si
instrumento y cantante están utilizando afinaciones diferentes, aquél el diatónico
ditonal y éste el tenso. Barker (BPH, pp.153-155) supone esto (y traduce “...they
actually tune [their instruments] to another genus...”, manteniendo que la diferente
afinación y sus consecuencias hacia el oído quedarían mitigadas por la diferencia
“nada considerable” entre las razones de uno y otro género. Así, en la interpretación
del estudioso inglés, los cantantes, siguiendo el testimonio de Aristóxeno (Harm.
30.3-5) acerca de la preferencia estética por intervalos ligeramente menores (5:4
por 81:64), “dulcificarían” rebajando una coma sin que la audiencia se percatase de
ello. Y esto lo hacen “incorrectamente” (Ptol. Harm. 45.17 kataxrwme/nwn) tanto en
este caso como en el caso del enarmónico (sin duda por la facilidad para la modula-
ción, cf. ib. 45.22-23). Según Barker, la explicación de 45.9 ss. tiene el objetivo de
hacer entrar en un sistema armónico previamente diseñado con razones superparti-
culares un género como el diatónico ditonal con una razón que no lo es (la del lei-
ma). Esta interpretación se mantiene si pensamos en que la acción de los verbos
#)/dein y a(rmo/zesJai es simultánea, es decir, un cantante y un citaredo a la vez con
512
337
El diatónico que Ptolomeo llama “ditonal” es el diatónico pitagórico-
platónico (Philol. DK 44B6, Plat. Ti. 35b ss., Euc. Sect. Can. 19-20).
338
Esto es, al diatónico tenso.
339
81:80, la llamada “coma de Dídimo”, es la diferencia que subyace a am-
bos géneros: es el resultado de (9:8):(10:9) y de (81:64):(5:4); esta última aprecia-
ción procede de la diferencia entre el dítono que surge de (9:8)2 en el ditonal y el
dítono que surge de (10:9)·(9:8) en el tenso. 81:80 también aparece en la filigrana
de comparar el leima con 16:15 –una comparación en este contexto casi obligada–
y que Ptolomeo consigna al equiparar mediante una sencilla regla de tres ambas
razones, aunque aquí los resultados son casi exactos (el error es ciertamente míni-
mo).
340
Es decir, 81:64, que resulta de (9:8)2. Como Alexanderson (op.cit., p.14)
señala, (9:8)2 es a 5:4 como 81 a 80.
341
Es decir, un enarmónico de tipo aristoxénico o eratosténico donde el dí-
tono no es una tercera mayor 5:4, y las dos últimas razones juntas suman el leima.
O bien interpretamos aquí e(pome/nouj no como “última” en el sentido técnico de
45.19, sino refiriéndose a las razones (lo/gouj, no to/pouj) que siguen a la más agu-
da (de forma similar se usa h(gou/menoj en 46.8), o bien hemos de entender un uso
descuidado de los adjetivos que designan las posiciones de las razones en el tetra-
cordio, porque la central es llamada me/son en I 15.
342
Es decir, la mezcla del género (diatónico) tonal con el diatónico ditonal.
343
El método expuesto en I 10.
344
Los géneros “familiares” o “acostumbrados” para los oídos son, según
43.5-7, todos los diatónicos y el cromático tenso de Ptolomeo, que hemos visto in-
tegrar las diferentes a(rmogai/ de los citaredos, mezclándose entre sí. Entre los diató-
nicos familiares no hay que contar al uniforme (o(malo/n), porque sólo tiene un ca-
rácter teórico.
513
345
Como se ha hecho, por ejemplo, en I 8 y I 11. El procedimiento es aho-
ra el inverso. Ptolomeo va a afinar prácticamente de oído los tetracordios del canon,
y comprobará que los cálculos efectuados (y sus resultados obtenidos) en I 15 y 16
se corresponden con los resultados sobre el canon (cf. Porph. in Harm. 151.5-9).
Nótese que Ptolomeo no lo hace a través de la afinación de oído de una escala o un
sistema de los tratados anteriormente, sino a través de las afinaciones propias de los
citaredos, mediante el procedimiento de comparar los tetracordios manteniendo una
nota común, como veremos (cf. Porph. in Harm. 152.26-35). De ahí las reflexiones
posteriores de Ptolomeo en II 12-13 sobre la capacidad del canon para mostrar su
manejo y las mejoras que hay que introducir. A lo largo del tratado Ptolomeo está
muy comprometido con la música práctica de su tiempo en lo que a su proyecto
armónico se refiere; la causa de esto tiene que su origen en su elección de los
krith/ria en armonía (I 1) donde la percepción es la facultad que provee de los da-
tos fenoménicos hasta cubrir la praxis musical, así como el declarado objetivo del
a(rmoniko/j (I 2), que consecuentemente habrá de “salvar las hipótesis racionales”
514
mantenimiento de todo su sistema, sino que sugiere que contendría indicaciones
apropiadas para que los estudiantes de harmónica las pusiesen en práctica.
347
Todos los tests del capítulo confirmarán las hipótesis racionales median-
te el punto de partida de la percepción, y por eso aquí Ptolomeo no establece premi-
sas racionales salvo “lo convenido sencillamente por todos”: que la cuarta es ses-
quitercia y el tono sesquioctavo. Pero la consonancia sí es reconocible inmediata-
mente por la percepción de todos los hombres (12.18-21), pero no así el tono, que
es un intervalo melódico (cf. I 7). Por eso se ha sugerido que la apostilla “el tono
contiene una razón sesquioctava” alude al hecho de que tuviera delante un canon
para establecer con exactitud la magnitud de tal intervalo (vid. BPH, p.246).
348
Los números que designan en los diagramas la altura tonal de cada cuer-
da están hechos sobre un kano/nion numerado del 60 al 120, y remiten a II 13
(79.24-25) donde se explica el sentido y la utilidad así como los problemas que
pretenden evitar. Están en base sexagesimal, de modo que, por ejemplo, rid’ lg’,
114 33, representa 114 33/60. Ya Wallis, en su edición (p. 91 ss.) pasó a un sistema
más exacto fraccional; pero el hecho de que sea en II 13 cuando Ptolomeo introduce
y justifica el cómputo sexagesimal de los intervalos hace dudoso que estos números
procedan de él. Porfirio (in Harm. 153.11-14) asigna otros números que no dan las
razones exactas (además ofrece la división entre ellos, por ejemplo “la diferencia
entre 105 y 90 es 15 y 1/6”, es decir, 105:90). Parece que el corrector de los núme-
ros es Wallis, cf. ib. p.91: “Numeri schematismis hujus capitis adscripti sunt in om-
nibus codicibus (& Gogavini versione) valde vitiosi: nos ex calculo veros restitui-
mus”).
349
La afinación de la cítara según los tro/poi sigue el tono hipodorio según
Ptolomeo (90.3-4) y mezcla el género diatónico tonal (9:8, 8:7, 28:27) con el cro-
mático tenso (7:6, 12:11, 22:21; cf. 44.21-22, 90.3-4). Para entender por qué Ptolo-
meo afina un cromático bajo la nete del tetracordio disjunto (esperaríamos un dia-
tónico tonal) es necesario adelantarse al capítulo II 5 donde diferencia los nombres
de notas por posición (su posición física en el Sistema Inmodulante) y por función,
la función que una nota desempeña en la escala en relación a las demás.
515
Aunque la regla de afinación (44.14-16) es situar el tetracordio más tenso
sobre el tono disyuntivo (mese-paramese), al tener el hipodorio tal intervalo entre la
hípate del tetracordio medio y la parípate del tetracordio medio por posición, la
parípate del tetracordio medio por posición es la primera nota en sentido ascendente
del tetracordio disyuntivo kata\ du/namin, por lo que está afinado en diatónico tonal,
ocupando desde la parípate del tetracordio medio por posición hasta la paramese
por posición. Conjunto con este tetracordio (ocupando desde la paramese por posi-
ción hasta la nete del tetracordio disjunto por posición) está ahora el tetracordio
u(perbolai/wn kata\ du/namin. Por eso las notas de este capítulo se nombran por posi-
ción, contra la idea de Düring de que sólo existen para Ptolomeo notas por función.
De ahí que entre las notas por posición nete del tetracordio disjunto-hípate del te-
tracordio medio, el género más tenso esté bajo el más suave contra 44.14-16 (aun-
que en realidad no viole tal ley). Al ser notas por posición, Ptolomeo afina bajo la
nete del tetracordio disjunto por posición el tetracordio más suave, el cromático
tenso. No hay que olvidar que Ptolomeo no hablará de la diferencia du/namij-Je/sij
hasta II 5.
350
Porfirio (in Harm. 153.11-14) da unos números distintos a los del texto
para el primer diagrama del tetracordio (90-105-110-120) pero son incorrectos por-
que no contienen las razones adecuadas.
351
En 40.4-5.
352
Ésta es la conclusión a la que se va a llegar inmediatamente a partir de
las siguientes premisas.
353
En 51.19-20.
354
Cf. supra 48.12-13; el reconocimiento del tono sesquioctavo se da por
hecho, aunque la teoría sólo había admitido el reconocimiento inmediato de las
consonancias (12.18 ss.). La medida exacta del tono y su reconocimiento auditivo
516
no representaba un gran problema con el canon, pero el oído puede confundir el
tono mayor (9:8) y el menor (10:9). Expresado como está en el texto, desde una
perspectiva teórica del argumento, el reconocimiento del tono sesquioctavo por
oído es una petitio principii.
355
El razonamiento efectuado es como sigue:
517
cordio es idéntico al primero (contiene un cromático tenso) pero está en otra ten-
sión, lo que se ve en los números y en que H = B. Porfirio, sin embargo, en in
Harm. 153.20 ss. lo toma como un tetracordio diatónico suave, pero no vemos que
tal cosa se desprenda de las palabras de Ptolomeo. La comparación entre el cromá-
tico tenso y el diatónico suave le sirve a Porfirio para establecer las diferentes altu-
ras ([7:6]:[8:7] = [48:47]), así como para justificar el apelativo que entre los citare-
dos recibe la afinación tro/poi, a la que llaman malaka\ xrw/mata (ib., 153.32); se-
gún Porfirio el nombre de tro/poi le vendría de la posibilidad de modulación entre
géneros. Ptolomeo habla sin embargo en I 16 de lu/dia y i)a/stia como caracteres
modulantes (metabolika/).
357
Al disponer los dos tetracordios a alturas diferentes pero compartiendo
la tensión (i)sotoni/a) de las cuerdas B y H, A es más aguda (y se distingue por el
oído) que ,y H es el intervalo correspondiente a BD. Entonces AB H, sino
que AB > H, y H BD. Luego AB > BD. De modo que AB = 7:6 y BD = 8:7.
358
Cf. N.Ed. ad locum. Aquí “cromática” se refiere a la nota móvil del te-
tracordio (lícano o paranete) que por su situación respecto a la nota fija más aguda
determina el género del tetracordio. En el caso del género cromático se denominará
cromática, mientras que en el caso del diatónico se denominará dia/tonoj (cf. Ptol.
Harm. 50.3) y en el del enarmónico, e)narmo/nioj. Cf. un uso de esta nomenclatura
en Cleónides (Harm. 184-5), Anon. Bellerm. 66. Es así que su uso va más allá de
Alipio y Gaudencio como quiere A. J. Neubecker (Altgriechiche Musik, Darmstadt
1994, p.120, nota), pues además también aparece en Nicómaco (Harm. cap.12).
Barker (GWM, p. 268, n.101) la atribuye a un reflejo de estadios anteriores de los
sistemas de notas en que la segunda descendente de un tetracordio era fija (y no
móvil, como en tiempo de Aristóxeno) por lo que habría que indicar su tetracordio.
Zanoncelli (op.cit., p.199, n.4) en cambio aduce como causa la contraria, a saber,
que originalmente el género era determinado por la amplitud del intervalo simple
ascendente, más bien que por la división de los intervalos restantes. Sea como fue-
re, la denominación es inusitada en Ptolomeo, y esto ha añadido confusión a un
pasaje ya por sí en extremo complicado.
518
Aquí Ptolomeo añade un nuevo tetracordio junto al que acaba de ser afinado
en cromático tenso, de tal forma que mediante su comparación resulta la afinación
del diatónico tonal. Este diatónico sin mezcla es el propio de los sterea/ en la lira
(44.19) y, al igual que los malaka/, Ptolomeo no los dispone en ningún to/noj, al
contrario que las afinaciones de la cítara en II 16; esto nos permite pensar que los
sterea/ se pueden afinar en cualquier to/noj. El paso a los sterea/ tiene el objetivo
cordio E ZH con las notas respectivas paramese, mese, lícano, parípate. Si leemos
tou= H kata\ th\n parame/shn (así Düring, Solomon en SPH, p.61) obtendríamos,
La lectura del texto, sea cual sea, modifica severamente el sentido del párra-
fo, y Ptolomeo ha sido aquí bastante vago en la expresión. No hay, a nuestro enten-
der, una interpretación solvente y definitiva porque cualquiera presenta problemas.
Pero a pesar de todo no creemos que haya que emendar el texto. Si seguimos aten-
tamente el discurso de Ptolomeo, tras tener ya afinado en el cromático tenso el te-
tracordio ABGD, hay que hacer una nueva cuarta E ZH “hasta la cromática”. Ya
hemos visto que desde la paramese no hay una cuarta hasta ese grado del tetracor-
dio. Por ello se ha propuesto algunas soluciones: Barker (GMW, p.317, n.9), que lee
xromatiko/j, la entiende como “chromatic lichanos meson, being treated as lying a
9:8 tone above hypate meson”, de modo que haga una cuarta 4:3 con la paramese.
Mathiesen, por su parte (op.cit., p. 453), la entiende como la necesaria parípate que
complete la razón sesquitercia con la paramese. No vemos, en primer lugar, cómo
Barker puede entender una lícano del tetracordio medio del diatónico tonal a dis-
tancia de 9:8 desde la hípate, pues en este género (8:7)·(28:27) = 32:27 > 9:8; pero
indefectiblemente se ve forzado a entender una lícano a cuarta de la paramese.
Mathiesen por su parte es más flexible: la xrwmatikh/ ha de ser una parípate, y aun-
519
que en su comentario a Ptolomeo no lo justifica, Solomon (op.cit., pp.61-62 y n.14)
afirma que se apoya en Aristox. Harm. 44.3-9 como precedente. Este precedente, si
lo es, es bastante oscuro, toda vez que no hay que forzar el sentido a la vista de todo
el fragmento; además, en 51.2, Ptolomeo nombra exactamente a la parípate. Ptolo-
meo está afinando “de oído”, como ya hizo antes, el tetracordio, pero lo hace “hasta
la cromática”, lo cual es bastante explícito. Sin emendar el texto, el sentido de la
afinación desde la paramese no es “ascendente”, e)pi\ to\ o)cu/ como quiere Düring,
sino descendente, y como tal discurre también la sucesión de lo/goi que da Ptolo-
meo (aunque ésta no es la única razón). De modo que xrwmatikh/ sólo puede enten-
derse como lixano/j (aunque no a tono 9:8, como sugiere Barker; Solomon (loc.cit.)
iguala en tensión B [paranete] y [supuesta paranete], pero lo que dice Ptolomeo
es, simplemente, que B = en tensión, sin decir nada de los nombres de las notas).
Pero ¿por qué llama Ptolomeo xrwmatikh/ a una nota móvil que está situada en un
tetracordio diatónico? Deberíamos esperar, en consecuencia, dia/tonoj. Aunque no
se pueda mantener hasta el final con absoluta seguridad, la causa está sin embargo a
la vista: Ptolomeo afina E ZH en principio como un cromático pero la percepción
de la afinación le va a indicar que tiene un diatónico. Esto es así en cuanto asigna E
a la paramese: entre esta nota y la mese, ya sea por función o por posición, hay un
tono 9:8; el tono sesquioctavo era un premisa de todo el capítulo (48.12-13) y tam-
bién fue exactamente reconocido (por oído o porque se disponga de un canon) en el
caso anterior al diferenciarlo de 7:6 y 8:7. Si bien E hacen necesariamente un to-
no, entre y Z (siendo B = en tono, 43.9) también queda clara su razón, 8:7, pues
como hasta ahora se ha afinado hasta la lícano, ésta también resulta igual en tono
que D, y si ya Ptolomeo había especificado (49.8) que la razón BD era 8:7, ahora
puesto que B = y D = Z, y BD = 8:7, entonces Z = 8:7. El último paso hasta
completar la cuarta será entonces afinar la cuerda H, que será parípate, de modo que
haya una consonancia de cuarta con E, y esto es fácil y se hace sin ayuda. Y tam-
bién es fácil obtener la razón de ZH, 28:27, tras saber las de E y Z; Ptolomeo,
claramente, con el verbo katalei/pein (49.19) está diciendo que es la última razón
conseguida. Surge así la afinación del diatónico tonal.
520
Vemos que el hallazgo de la razón 9:8 no es tan natural si E se considera el
intervalo nete-paranete según la hipótesis de Düring-Solomon al contar H como
paramese: sólo se produciría 9:8 pensando en unos sterea/ equivalentes a las tri/tai
de la cítara, donde nete del tetracordio disjunto-paranete del tetracordio disjunto
hacen 9:8, pues es ésta la afinación equivalente a los sterea/ de la lira, al afinar am-
bas en diatónico tonal sin mezcla. Ciertamente tal razón 9:8 la hallaríamos al ser el
intervalo que faltaría para completar la cuarta, pero es que el intervalo que ha de
completar la cuarta, en el pasaje, no es E sino ZH (28:27), cf. 49.19 kata-
leifJh/setai. Esta interpretación que ofrecemos no está exenta de problemas, de los
521
361
Aquí Ptolomeo designa como lo/goi h(gou/menoi a lo que en el resto del
tratado llama h(gou/menoj y me/soj, es decir, respectivamente, razón aguda y razón
central. Posiblemente las denomine igual por ser ambas 9:8.
362
De nuevo el tono es reconocido de oído (o mediante el canon) y ajustado
con su razón 9:8. Por ello no hay más remedio que considerar GD como la razón del
leima.
363
Cf. N.Tr. 192. El cálculo exacto de la magnitud del leima se encuentra
en varios autores antiguos. Y no les era fácil por su forma e)pimerh/j (cf. Ptol. Harm.
13.7), de lo que da cuenta Arístides Quintiliano (96.3-4) al referirse al mismo nom-
bre: “los antiguos llamaron a este intervalo ‘resto’ porque su igualdad era indeter-
minable”, lei=mma tou=to to\ dia/sthma dia\ to\ duste/kmarton th=j i)so/thtoj e)ka/lesan
oi( palaioi/. Ptolomeo coincide en sus cálculos con Arístides Quintiliano y con los
de Anon. Bellerm. Mientras que nuestro autor lo sitúa entre 19:18 y 19:20, Arístides
Quintiliano (96.23-24) afina algo más: “este nuevo término [sc. el leima] no tendría
respecto al tercero ni la razón sesquidecimosexta [17:16] ni la sesquidecimoséptima
[18:17] sino una razón muy próxima a la sesquidecimonovena [20:19] más la ses-
quiquingentesimocuarta [505:504]”. Esta operación, más correcta, la presenta tam-
bién Proclo (in Ti. II 179.9-180.5; cf. el análisis de A. Wesserstein, “Theaetetus and
the theory of numbers”, CQ n.s.8 (1958), 165-179, esp. pp. 173 ss.; una operación
de tipo diferente la ofrece Anon. Bellerm. 75: “al dividir con éste [sc. el tono] la
primera consonancia [sc. la cuarta], encuentran el semitono [i.e., el leima] mayor
que un dieciochoavo [1/18], pero menor que un diecinueveavo [1/19]”; en realidad
(según D. Najock, Drei anonyme griechische Traktate über die Musik, Kassel 1972,
p.209), 1/18,692307. Sin embargo hubo otras medidas, y no precisamente acerta-
das, por ejemplo Theo Sm. 87.2, “...la razón del leima, que es mayor que un dieci-
nueveavo”, to\n tou= lei/mmatoj lo/gon, o(/j e)sti plei/wn h)\ e)poktwkaide/katoj (R. Y D.
Lawlor [Theon of Smyrna. Tw=n kata\ to\ maJhmatiko\n xrhsi/mwn ei)j th\n Platw/noj
a)na/gnwsin, San Diego 1979, p. 57] traducen corrigiendo el texto: “...the relations-
hip of the leimma, which is less than 1+1/18th”; probablemente se trata de un error
del copista). Otros autores se conforman con menos: Gaudencio (Harm. 343.1 ss.)
522
dice: “[el leima] es menor que el semitono, pues es menor que 18:17” (e)/sti me\n ga\r
e)la/ttwn h)\ e)feptakaide/katoj), cf. Adrasto ap. Theo Sm. 69.12-17.
364
El carácter “exacto” del tetracordio, como ya dijo Ptolomeo en 44.25 ss,
es la afinación del diatónico tenso ptolemaico (10:9, 9:8, 16:15) en vez del ditonal
(9:8, 9:8, 256:243). En el pasaje citado explicó Ptolomeo las causas de su uso por la
cercanía de sus intervalos. Este uso de metabolh/ explica los “caracteres modulan-
tes” de 44.24, que cubrían las afinaciones lidia y jastia. Por eso no hay problema en
identificar i)a/stia con i)astiaio/lia, que es “modulante”.
523
meo diferenció las magnitudes respectivas de 19:18, 20:19 y el leima. Como enton-
ces Ptolomeo puede diferenciar el leima de 19:18, lo que tenemos aquí es un intento
de simetría de aspecto superparticular entre 9:8-10:9 y 19:18-21:20. Y tampoco
dice Ptolomeo por qué, concluyendo que la razón ZH debe ser menor que 19:18, no
puede ser 20:19 (razón interválica que como hemos visto reconoce). Realmente
20:19 y 256:243 difieren aún menos (89 cents y 90 cents respectivamente). Es de
suponer que Ptolomeo despreció esta diferencia en su intento de asignar una razón
que realmente fuera menor que 19:18 (o el leima). Pero cabía una explicación para
el rechazo de 20:19, porque de lo contrario de la impresión de que Ptolomeo en este
caso ha estado condicionado por la razón a la que pretendía llegar (21:20).
369
Esto se sabe, como en ocasiones anteriores, de oído (cf. 48.12-13).
370
Según 49.1-2.
371
Ptolomeo siempre entiende por razones las razones epimóricas. Por eso
iguala el leima con 19:18.
372
Porque Z < 9:8.
373
Con la afinación del diatónico suave vista, 8:7, 10:9 y 21:20. El “cromá-
tico inicial” al que se refiere inmediatamente es el cromático tenso (7:6, 12:11 y
22:21 de 48.13 ss., cuyas razones BG y GD no quedaron asignadas.
374
Porque BD = 8:7 y H = 7:6. De modo que BG < Z (pues Z = G), y GD
< ZH (pues Z = G), como dice a continuación Ptolomeo. Nótese con qué facilidad
surgen las razones musicales al tener forma epimórica.
375
En 48.19. Se han comprobado así todos los géneros “familiares”,
sunh/Jh: cromático tenso, diatónico tonal, diatónico suave, diatónico tenso y diató-
nico ditonal.
376
Este instrumento, que consiste básicamente en una tabla de madera
cuadrada (seguramente no muy grande, según Mathiesen, Aristides Quintilianus...,
pp.11 y 164 n.34) a la que mediante puentes fijos se le fijan cuerdas, también es
mencionado por Arístides Quintiliano (98.22 ss.), si bien este autor se detiene mu-
524
cho menos que Ptolomeo. Según Porfirio (in Harm. 157.15), el nombre deriva del
monte Helicón (o(\ dh\ e(likw=na/ fasin a)p’ o)/rouj Elikw=noj, o(/pou ai( Mou=sai mu-
Jeu/ontai xoreu/ein). En el diagrama de Ptolomeo sólo se observan las razones de
525
las cuerdas discurren verticalmente también en AG, LH, NQ, BD, aunque Solomon
(op.cit., p.68, n.36) parece pensar lo contrario (cf. 54.11, th\n GD pleura/n y 54.13
ta\j xorda\j parallh/louj tv= AG). A pesar de que Ptolomeo habla de las ventajas y
desventajas de uno y otro instrumento desde 55.14 ss., el helicón sólo puede com-
probar los números de las consonancias (52.14-15, tw=n e)n tai=j sumfwni/aij lo/gwn),
además de la razón sesquioctava. En cambio Ptolomeo ha preparado un tipo de ca-
non que permite la comprobación y construcción de las razones internas del tetra-
cordio (55.12-13, tou= paraplhsi/ou parakolouJh/santoj […] tmhma/twn) por el
procedimiento que Ptolomeo sólo apunta al final de este capítulo, en 55.23-24. La
innovación reside en el desplazamiento lateral de las cuerdas a lo largo de GD-AB,
naturalmente manteniendo la perpendicularidad con tales líneas, si bien Ptolomeo
no lo desarrolla aquí: habrá que esperar hasta el final de II 16 y III 1, 2 donde nues-
tro autor explica los problemas de la colocación de las clavijas a ambos lados de la
cuerda y la afinación de las cuerdas, que ven aumentado su número. Ptolomeo, co-
mo afirma en 54.10, divide la línea GD con un kano/nion con los números que hacen
los géneros explicados en I 15, 16. La clave de la afinación de estos géneros reside
en el hecho de que la relación entre las cuerdas en línea vertical (la idea-base del
helicón) es la misma que la que hay, en este caso, entre EG, y E y cualquiera de los
puntos de los que parta una cuerda desde GD (cf. 55.1-5): por ejemplo, y por usar un
ejemplo diferente al de Ptolomeo, la razón entre AG y MQ es la misma que la que
hay entre EG y EQ (en este caso una razón sesquiáltera). Pero si queremos afinar
otra razón propia de un género en particular, moveremos lateralmente la cuerda
fijándonos en los números del kano/nion que hay paralelo a GD, hasta encontrar el
lo/goj que buscamos. En ese caso habrá variado la distancia entre la cuerda AG y
MQ (siguiendo con nuestro ejemplo), pero a la vez habrá variado, de forma total-
526
de que hubiese desarrollado y construido esta variante del helicón, destinado a la
comprobación de las razones de los géneros que ha generado racionalmente en I 15
y 16.
tos) en los que están sujetas las cuerdas, de acuerdo con Porfirio, y de acuerdo con
esta idea han traducido Düring y Barker. Santos (op.cit., p.79) traduce “terminales
de las cuerdas”.
381
Es decir, AG está a octava de BD.
382
E es el límite más agudo porque el puente AZE va acortando la longitud
sonora de las cuerdas (en el diagrama, la parte inferior de cada cuerda, desde el
puente AZE hasta la línea GD), de modo que éstas, cuanto más se acerquen a E en su
desplazamiento lateral, más agudas serán.
383
Es difícil suponerle un sustantivo a este artículo, porque no se trata de
las xordai/. Barker (op.cit., p.209, n.6) traduce por “distances” (Düring [op.cit.,
p.62], “<Strecken>”). Creemos que Ptolomeo debía de estar pensando en eu)Jei=ai,
cf. 53.11, porque no hay otro sustantivo femenino capaz de ser sujeto aquí.
384
Es decir, en primer lugar se producirán las razones de las consonancias
(por ejemplo, si AG = 12, KH = 9, MQ = 8 y ZD = 6, tendremos las razones de la
octava (AG:ZD = 12:6), de la quinta (AG:NQ =12:8) y de la cuarta (AG:KH = 12:9, o
bien MQ:ZD = 8:6). AG:KH hacen un tetracordio y MQ:ZD hacen otro, separados
por un tono (disyuntivo) KH:MQ = 9:8. Estos son “los dos tetracordios” a los que se
refiere Ptolomeo. A partir de ahí, bien añadiendo cuerdas o desplazando las que ya
tenemos según los números del kano/nion GD, alcanzaremos las razones internas de
cada tetracordio en el género deseado.
385
El “primer procedimiento” es el helicón de la primera parte del capítulo;
Barker (op.cit., p.210), por su parte, piensa que hace referencia al canon de ocho
527
cuerdas ya expuesto en I 11. Sin embargo creemos que la confrontación con el se-
gundo instrumento que desarrolla Ptolomeo tiene más sentido si pensamos en el
helicón: en éste las distancias de las cuerdas son fijas y no hay desplazamiento late-
ral, lo que no tenía sentido en un instrumento como el de I 11. En cambio, en el
helicón, si queremos modificar la afinación, como sugiere 55.20 ss., hemos de cam-
biar los puentecillos de cada una de las cuerdas mientras que en el segundo instru-
mento todas las alturas cambian a la vez al moverse el único puente AZE. Como en
el helicón no hay desplazamiento lateral de las cuerdas, si quiesiéramos afinar el
interior de los tetracordios habría que buscar la longitud adecuada para cada cuerda
en sentido vertical (al contrario que en el segundo procedimiento).
386
Ésta es la segunda novedad de este segundo instrumento respecto al
helicón: el puente AZE se mueve, como si fuera el radio de un círculo cuyo centro
es E (en el diagrama, por ejemplo, hasta alcanzar la posición COE, pero se puede
variar su altura a voluntad). De ese modo, mientras que el desplazamiento lateral de
las cuerdas modifica el género de los tetracordios, el movimiento del puente modi-
fica la altura (to/noj) de toda la afinación en su totalidad, pues las relaciones entre la
longitud vertical de las cuerdas y las distancias desde E hasta cada una de ellas en
GD tampoco cambian, pues ya vimos que entre sí estas dos variables no interactua-
ban (da lo mismo la altura del paralelogramo). Solomon (SPH, p.69 n.45) señala
que al decir ZOD en vez de ZD evita el paso de especificar que O es el punto donde
el puente corta ZD.
528
magnitud de los intervalos; entonces la i)dio/thj del tetracordio será otra, porque
hemos cambiado de género.
387
Por constituir triángulos equivalentes, cf. GMW, p.322, n.24.
388
En el segundo instrumento, las cuerdas distan unas de otras a lo largo de
GD de acuerdo con las razones de los géneros, y por tanto mientras que en el heli-
cón permanecen fijas, aquí pueden variar mucho en sus desplazamientos laterales.
389
Los sistemas (susth/mata), en el orden aristoxénico de los elementos de
la harmónica, sucede a los intervalos, y Ptolomeo se está refiriendo aquí a tal orden,
por otra parte seguido también en toda la teoría que le deba algo al tarentino. El
estudio inmediato de los ei)/dh tw=n sumfwniw=n (“formas de las consonancias”) es
una preparación para los susth/mata, y éstos lo son para los to/noi. El estudio y de-
finición ptolemaicos de su/sthma los veremos en 57.15 ss.
390
Las primeras consonancias son la cuarta, la quinta y la octava.
391
El concepto de “forma” (eiÅdoj) fue adelantado ya en 15.5. El sentido de
“forma” como “organización” puede ser sinónimo de sxh=ma (cf. Michaelides,
op.cit., pp.90 y 296), tal como había establecido Aristóxeno en Harm.92.7
(diafe/rei d’ h(mi=n ou)de\n eiÅdoj le/gein h)\ sxh=ma, cf. más tarde Cleonid. Harm. 195.8
ss., Anon. Bellerm. 60-62 con los sxh/mata o ei)/dh de cuarta, quinta y octava), en el
sentido de la configuración de la interválica de un tetracordio o de una consonan-
cia, sin tener en cuenta el género: surgen así los tipos de cuarta, quinta y octava,
tantos cuantas formas de ordenación interválica permita cada uno de estos interva-
los. Tras el estudio a lo largo del libro I de las notas y de los tetracordios y sus divi-
siones, el siguiente paso en el programa armónico son los sistemas, en concreto el
que le interesa a Ptolomeo para sus to/noi, el sistema de doble octava. Por ello, y
antes de estudiar en el próximo capítulo el llamado “Sistema Perfecto”, ha de dete-
nerse primero en el estudio y clasificación de las formas de las consonancias, pues-
to que en 57.12 expresa su idea particular de su/sthma como “magnitud compuesta
de consonancias”.
529
La definición de eiÅdoj de Ptolomeo es diferente de la caracterización aris-
toxénica de Harm. 74.15 ss., gi/gnetai d’ o(/tan tou= au)tou= mege/Jouj e)k tw=n au)tw=n
a)sunJe/twn sugkeime/nou mege/Jei kai\ a)riJm%= h( ta/cij au)tw=n a)lloi/wsin la/bv (pe-
ro sólo se refiere al eiÅdoj del tetracordio); Ptolomeo la define como poia\ Je/sij tw=n
kaJ’ e(/kaston ge/noj i)diazo(ntwn e)n toi=j oi)kei/oij o(/roij lo/gwn, más relacionada con
definición ptolemaica de ge/noj (Ptol. Harm. 32.20): poia\ sxe/sij pro\j a)llh/louj
tw=n suntiJe/ntwn fJo/ggwn th\n dia\ tessa/rwn sumfwni/an. El ge/noj tiene que ver
con la ordenación de los fJo/ggoi, el eiÅdoj con los lo/goi. La sutileza de la diferencia
entre ambos conceptos se salva con la ordenación en éste último en función de los
o(/roi oi)kei=oi (ib. 56.8), mientras que el ge/noj siempre se observa entre las notas fijas
diatonikh/n).
392
Los tipos de ei)/dh de Ptolomeo toman un punto de partida radicalmente
diferente a la tradición aristoxénica, toda vez que se trata de una “cierta posición de
las razones interválicas, cf.56.7; esto es lo equivalente a la “modificación”
(a)lloi/wsij) aristoxénica del orden de las magnitudes en el tetracordio (cf. Aristox.
Harm.92.9-11). El criterio ptolemaico de la “posición” de las razones interválicas
tiene que ver con los “extremos apropiados” (e)n toi=j oi)kei/oij o(/roij, 56.8). En el
caso de la quinta y octava se trata de la posición de los tonos disyuntivos (i.e., el
tono entre mese y paramese), y el caso de la cuarta, las razones de las notas
h(gou/menoi, responsables de una orientación más suave o tensa del tetracordio (cf.
530
será aquella que contenga la “razón peculiar” (o( idia/zwn lo/goj) ocupando la prime-
ra posición en sentido descendente: el i)dia/zwn lo/goj será, pues, el tono disyuntivo
(9:8) en el caso de octava y quinta y el intervalo más agudo o h(gou/menoj en el caso
de la cuarta.
393
Cf. supra 39.25 ss.
394
Literalmente “h(gou/menon”, traducido normalmente por “primero” (del
tetracordio).
395
Ptolomeo incide en qué tipos de consonancias son delimitadas por notas
fijas. Esto sólo tiene un eco en Arístides Quintiliano (14.12 ss.): “También es pro-
pia de estos sistemas la diferencia según la especie, pues unos están delimitados por
sonidos fijos y otros por sonidos móviles”; Porfirio (in Harm.162.4-6) dice que sólo
es útil (xrh/simon) el eiÅdoj delimitado por e(stw=tej. Además de estar rodeado por
notas móviles, si el fJo/ggoj h(gou/menoj no ocupa la posición más aguda, da lugar a
formas que son a)/xrhsta según Porfirio: en el segundo tipo de cuarta, se da una
nota h(gou/menoj menor (con semitono o diesis) que los restantes dos intervalos, y en
el tercero un intervalo me/son menor que el e(po/menon, contra lo que dice Ptolomeo
en Harm. 38.9-11. Pero en este capítulo nuestro autor no especifica su validez, sino
que establece sólo el cuadro de posiblidades teóricas. Porfirio (op.cit., 162.6-10) es
confuso: parece confundir la segunda y la tercera forma de cuarta. Que Ptolomeo
marque cuáles son los ei)/dh contenidos por notas fijas podría explicarse por esta
sugerencia de Porfirio.
396
Para Ptolomeo, las formas de la cuarta se definen por la posición de la
razón h(gou/menoj (56.9-10), que puede ocupar así la primera posición (al agudo)
para la primera forma, la segunda posición o intervalo central para la segunda for-
ma, y la última posición o más grave en el caso de la tercera forma. Ciertamente
esto es una reformulación de la clasificación de los tipos de cuarta de Aristóxeno
(Harm. 92.12-17) donde el criterio es la distribución del pycnón: esta distribución
tiene como consecuencia la posición del tono principal, pues si en la segunda forma
aristoxénica éste está rodeado de las dos diesis por el agudo y por el grave, el tono
principal quedará central, lo que es equivalente al segundo tipo de Ptolomeo. Otros
criterios son los de Cleónides en Harm. 195.9 ss. (posición de las notas pícnicas) o
531
la de Gaudencio (Harm. 345.13 ss.) y Arístides Quintiliano (14.23-15.2): para un
recuento de los diferentes criterios de organización, cf. A. Barbera, “Octave Spe-
cies”, Journal of Musicology 3 (1984), pp.229-241.
397
Los cuatro tipos de consonancia de quinta se establecen en función de la
posición del tono disyuntivo (56.9-10; Aristóxeno no habla ya de esto), como en los
tipos de octava. La primera forma tiene dicho tono en la posición más aguda, la
segunda en el intervalo siguiente al más agudo, y así sucesivamente. Este criterio
también se encuentra en la tradición aristoxénica, como se lee en Cleónides (Harm.
196.9 ss.) o Anon. Bellerm. 61; Cleónides especifica también en qué nota pícnica
comienza en tipo de quinta. Gaudencio, por su parte (Harm. 345.24 ss.) utiliza el
criterio de la posición del semitono.
398
Tienen las formas de octava extraordinaria importancia de cara a la ex-
plicación de los to/noi de Ptolomeo, pues el cambio de especie de octava va a de-
terminar el cambio de to/noj. Así, las formas de cuarta y quinta se tratan indepen-
dientemente del género y sin nombrar las notas que los contienen; en el caso de las
de octava, dado que en II 11 se trata del desplazamiento de la mese a los diferentes
grados de la octava, es importante especificar qué notas de la escala-base contienen
dichos tipos. El criterio de Ptolomeo es, como en el caso de los tipos de quinta, la
posición del tono disyuntivo (56.9-10), criterio que también se encuentra en Anon.
Bellerm. 62 y Cleonid. Harm. 197.4 ss. Otros criterios son la combinación de tipos
de formas de cuarta más quinta (Gaud. Harm. 346.6 ss.) o la posición de los semi-
tonos en los tipos de octava diatónicas (Cleonid. Harm. 198.14 ss). Ptolomeo coin-
cide con Cleónides en la asignación de los nombres a los tipos de octava, de cara a
la taxonomía que establece después de los siete to/noi, estrechamente relacionados
con estos ei)/dh tou= dia\ pasw=n: primera forma de octava, paramese-hípate del tetra-
cordio inferior; segunda, trite del tetracordio disjunto-parípate del tetracordio infe-
rior; tercera, paranete del tetracordio disjunto-lícano del tetracordio inferior; cuarta,
nete del tetracordio disjunto-hípate del tetracordio medio; quinta, trite del tetracor-
dio añadido-parípate del tetracordio medio; sexta, paranete del tetracordio añadido-
lícano del tetracordio medio; y séptima, nete del tetracordio añadido (o proslamba-
nómeno)-mese. En 75.2-11 se encuentra la adecuación de la mese por función de
532
cada to/noj a una nota por posición de la octava central del Sistema Inmodulante;
hay una evidente búsqueda de la adecuación de cada to/noj, definido interválica-
mente por la situación de su mese por función, con el tipo de octava correspondien-
te, que le da nombre (pues los tipos de octava presentan las denominaciones que
Ptolomeo va a asignar a los to/noi, cf. Cleonid. Harm.197.4 ss.). El principal pro-
blema de las “formas de octava” es su identificación con las llamadas a(rmoni/ai. Tal
identificación vino dada por dicho pasaje de Cleónides donde se transmiten los
nombres de éstas, junto al sistema cíclico de ordenación de los intervalos. Winning-
ton-Ingram (Mode in Ancient Greek Music, Cambridge 1936, pp.11-31) relacionó
las formas de octava con una concepción modal en la música griega a través de las
críticas de los teóricos (Ateneo, Ptolomeo) a la coincidencia de algunos modos (y
por ello descartables); estaríamos entonces ante una sistematización posterior.
Además, las formas de octava no están en conexión con las de la cuarta o quinta, y
no son conocidas en sus tres géneros hasta dicha sistematización tardía. Pero
igualmente habría razones para pensar que a(rmoni/ai y sxh/mata tou= dia\ pasw=n no
son lo mismo, y que durante el siglo V a.C. se pasó de las viejas a(rmoni/ai a las
formas de octava que llegaron a consistir en segmentos del Sistema Perfecto y a los
que nunca se asoció con h)/Jh. Según West (op.cit., p.227), fue Eratocles quien con-
fundió modos con formas de octava. Vid. nuestra perspectiva del problema en
I.5.3.3.
399
El conjunto de notas entre A y O forman, sin que Ptolomeo lo diga, el
Sistema Perfecto que introduce explícitamente en 57.15. De este modo Ptolomeo
pone ante el lector, sin más problemas, todas las formas de las consonancias en el
espacio sonoro que le interesa, la doble octava.
400
La definición de Ptolomeo de su/sthma es to\ sugkei/menon me/geJoj e)k
sumfwniw=n (...) kai/ e)stin w(/sper sumfwni/a sumfwniw=n to\ su/sthma. Anteriormente
180.2, Nicom. Harm. 243.4 (que usa su/nJesij), Bacch. Harm. 292.18
(mel%dou/menon de más de dos notas), Aristid. Quint. 13.4-5 (un periexo/menon de
533
más de dos intervalos); Anon. Bellerm. 51 utiliza su/ntacij y sunestw/j. La defini-
ción de Ptolomeo sólo coincide con las antiguas (Cleónides) en el empleo del
participio sugkei/menon; no desarrolla ningún aspecto que no le interese para su
propio desarrollo argumental: en contraste con esto se puede leer el tratamiento de
Aristides Quintiliano, por ejemplo, que hace un desarrollo ecléctico del concepto,
llamándolos “principios de los éthe” (15.20, a)rxa\j tw=n h)Jw=n) o, antes, Aristox.
Harm. 21.19-20 y Cleonid. Harm. 199.4 ss. (cf. Ptol. Harm. 62.11).
La definición ptolemaica es general y establece los límites del sistema (la
composición no es cualquier intervalo, sino las consonancias); delimita, según Bar-
ker (GMW, p.323, n.30), la idea del “espacio melódico” sobre el que construirá más
adelante su teoría de los to/noi: cf. Nicom. Exc. 275.7-11, que señala el hecho de que
Ptolomeo iguala el número de to/noi al de las formas de cuarta y quinta. Este con-
cepto ptolemaico está anticipado por Trasilo (ap. Theo Sm. 48.10-12), quien da una
definición de su/sthma que ya adelanta más claramente la de Ptolomeo: su/sthma de\
diasthma/twn poia\n perioxh/n; y por el peripatético Adrasto (ap. Theo Sm. 49.15-
16), quien coincide con Trasilo: ...ta\ lego/mena susth/mata, tetra/xorda kai\ pen-
ta/xorda kai\ o)kta/xorda: tau=ta de/ e)stin e)k diasthma/twn. Arístides Quintiliano
(13.4-5, 14.9) da una definición aristoxénica pero más adelante (ib.) establece como
sistemas el tetracordio, el pentacordio y el octacordio, los dos primeros no perfectos
y el último perfecto: to\ u(po\ pleio/nwn h)\ duoi=n diasthma/twn periexo/menon [Ptol.
Harm. 58.7 perie/cei], su/mfwna me\n ouÅn e)sti [tetra/xorda] ta\ u(po\ sumfw/nwn
fJo/ggwn periexo/mena [penta/xorda( te kai\ o)kta/xorda]. Nicómaco (Harm. 252.10-
11), por su parte, define el sistema como la unión de las dos primeras
consonancias, constituyendo la octava pitagórica (la terminología es de Filolao):
su/sthma de\ a)mfote/rwn sullaba=j te kai\ di’ o)cei=an h( dia\ pasw=n.
401
Ptolomeo redefine siempre que le es necesario o lo cree conveniente
cualquier elemento que ya preexistía en la tradición teórica musical, según sus ne-
cesidades. Lo hemos visto en su definición de a(rmonikh/ (4.3), en la reordenación de
los tipos de consonancia (I 7), y en otros elementos. Su segunda definición (57.15-
16, su/sthma te/leion: to\ perie/xon pa/saj ta\j sumfwni/aj meta\ tw=n kaJ’ e(ka/sthn
ei)dw=n, cf. Nicom. Exc. 275.7) especifica claramente el sistema te/leion o “perfecto”.
534
Te/leion es definido como “lo que contiene todas las partes de sí mismo” (57.16-
17), y esta definición, que recuerda las palabras de Plat. Ti. 30b-d, pretende dar
cuenta del “hecho diferencial” del Sistema Perfecto, que le sirve a Ptolomeo para
explicar por qué sólo es su/sthma te/leion la doble octava (más adelante, en 62.3 lo
llamará diezeugme/non), con lo que se cierra –y se comprende– el sentido del capítu-
lo II 3. Porfirio (in Harm. 163.9) lo define así: to\ te/leion su/sthma o(ri/zetai to\
lei=pon e)n mhdeni/, e)pei\ kai\ pantaxou= toiou=ton to\ te/leion. El núcleo de la defini-
ción se retrotrae hasta Aristóteles; éste había definido te/leion en varios pasajes de
su obra como aquello fuera de lo cual no es posible encontrar parte alguna de él: cf.
Arist. Cael. 286b18, Metaph. 1021b12 (en la Física se une al concepto de to\ o(/lon,
Ph. 207a9) o MM I 2, 7: te/leion de/ e)stin ou paragenome/nou mhJeno\j e)/ti pros-
deo/meJa. Ptolomeo justifica el uso del adjetivo racionalmente sin aceptarlo como
heredado por la tradición musical, en tanto que además está usando la nomenclatura
de la teoría de los susth/mata de un modo diferente, cf. infra Harm. 57.18-19. El
sistema te/leion es, entonces, y a diferencia del uso tradicional, el que reúne todas
las formas de octava, quinta y cuarta (59.1-4), de modo que el teórico puede siem-
pre estar seguro de que el espacio sonoro de la doble octava contiene cualquier
combinación interválica que pueda presentarse, sin necesidad de recurrir a otras
instancias. Es entonces una propedéutica, en cierta manera, necesaria para el estu-
dio de los to/noi o escalas a partir de II, 7. Cleónides (Harm. 200.10 ss.) establece
que hay dos sistemas te/leia, el mayor y el menor (respectivamente, doble octava y
octava más cuarta); lo mismo, con mínimas diferencias, se puede leer en Baquio
(Harm. 308.3), para quien ambos te/leia juntos forman el su/sthma a)meta/bolon, o
Gaudencio 333.19 ss., to\ kata\ sunafh/n y to\ kata\ dia/zeucin. Ptolomeo nombra
como su/sthma simple a la octava más cuarta en 57.19, sin decir siquiera que en los
escritos anteriores este sistema es el conocido como su/sthma e)/latton. Para él, en-
tonces, el carácter te/leion sólo lo tiene la doble octava en cualquiera de sus ei)/dh: en
efecto, es posible representar un diagrama tal que junto a los siete tipos de octava
estén reunidos los cuatro de quinta y los tres de cuarta (cf. supra 56.19-57.8). Dada
la doble octava ABGDEZHQKLMNXO la disyunción sería HQ; tipos de cuarta:
primero, MO; segundo, LX; tercero, KN; tipos de quinta: primero, HM; segundo,
ZL; tercero, EK; cuarto, DQ; y tipos de octava: primero, HO; segundo, ZX; tercero,
535
tercero, EK; cuarto, DQ; y tipos de octava: primero, HO; segundo, ZX; tercero, EN;
cuarto, DM; quinto, GL; sexto, BK; séptimo, AQ.
402
Cf. Ps.Plut. de Mus. cap.37. El pasaje ptolemaico indica el uso anterior
de su/sthma te/leion para la octava, en la idea de que este sistema agotaba las posi-
bilidades de estudio: cf. la crítica de Aristóxeno a los a(rmonikoi/ (Harm. 6.6 ss.), a
Eratocles (ib. 11.3 ss.) y a las a(rmoni/ai (46.9) de los pitagóricos; éstos desarrollaron
el concepto de a(rmoni/a como sinónimo de consonancia de octava (cf. Philol. DK
44B6), formada a su vez por el “ensamblaje” de una consonancia de quinta o di’
o)cei=an y una cuarta o su/llaba. La unión de ambas consonancias la llama
Je/menon me/geJoj e)k tou= dia\ pasw=n kai\ dia\ tessa/rwn, “pues bien, este sistema se
llama también disjunto por oposición al que es construido según la magnitud ex-
puesta de octava más cuarta”. Además, el sistema de octava más cuarta tiene la po-
536
sibilidad de modular, frente al “inmodulante” de doble octava (Ptol. Harm. 62.12-
14): ou)de\ ga\r t%= kata\ ge/noj mh\ metaba/llein le/getai toiou=ton [sc. a)meta/bolon]
o(/ pote/ ge koino/n e)sti pa/ntwn tw=n genw=n, a)lla\ t%= kata\ th\n tou= to/nou du/namin; es
decir, es inmodulante en tanto que, según Barker (op.cit., p.325, n.38), es la base
sobre la que el sistema sunhmme/non ofrece una metabolh/ o variación interválica (el
ge/noj del sistema no es significativo, cf. Porph. in Harm.168.29-31).
404
Se refiere a las notas de los extremos de este sistema de octava más
cuarta. Los cuatro tipos de octava que podrían verse aquí, siguiendo el diagrama del
final de II 3, serían AM, GL, BK y AQ.
405
Esto es así porque los ei)/dh de quinta y octava se distribuyen en función
de la situación del tono disyuntivo (56.9). El “último” tipo de octava –siguiendo el
diagrama del final del capítulo anterior– sería AQ y el “primero” HO; de la quinta,
el “primero” sería HM y el “último” DQ.
406
Cf. el diagrama del final del capítulo anterior. Arístides Quintiliano
(14.15) establece la diferencia entre susth/mata te/leia y susth/mata a)telh==; el
sistema perfecto es el o)kta/xordon: e)pei\ pa=j o( met’ au)to\ fJo/ggoj o(/moio/j e)sti
pa/ntwj e(ni\ tw=n prohghsame/nwn. El criterio es paralelo al de Ptolomeo y la deno-
minación te/leion reposa sobre la misma idea; en vez de sonidos, Ptolomeo se refie-
re a ei)/dh, y de ahí que lo aplique al “sistema” fuera del cual sólo encontraríamos
repeticiones de las formas ya dadas en él.
407
En el capítulo siguiente.
408
Los Excerpta Nicomachi se refieren a este pasaje en 275.3 ss.
409
El sistema a)meta/bolon, ciertamente tomado de la tradición, es, más que
una petitio principii sobre la que se desarrolla toda la teoría de los to/noi, una conse-
cuencia del hecho de que en su interior se hallen todas las formas de las consonan-
cias (cf. 69.12, tou\j [sc.to/nouj] u(po\ tw=n dia\\ pasw=n). En tal sistema encontramos la
o)nomasi/a kata\ Je/sin (59.11), heredera, en la tríada gramático-musical que define
tanto a la letra como al nombre, del o)/noma (o del to/poj). Düring sólo admite el uso
por parte de Ptolomeo de la nomenclatura dinámica: “die Töne nur nach den dyna-
537
mischen Bezeichnungen benannt werden können. Den Ausdruck o)nomasi/a kata\
Je/sin gebraucht er nicht” (op.cit., p.220). No obstante, aunque la enumeración de
(op.cit., p.64, n.3) anota otros usos en 84.18, cf. 73.7 ss., y define la nomenclatura
por posición como la novedad estrictamente ptolemaica, pero la novedad de Ptolo-
meo reside en la explicitación y desarrollo de una posibilidad que encerraba el sis-
tema musical griego. Riemann (Handbuch der Musikgeschichte, Leipzig 1923,
pp.206-7) aduce que no habría una o)nomasi/a kata\ Je/sin anterior a Ptolomeo, y se
sirve de un pasaje de Gaudencio (Harm. 349.6-350.3), quien hace notar que el sig-
no notacional para el más grave sonido del hipodorio (proslambanómeno; en la
transcripción de Jan, fa) sólo puede ser proslambanómeno; siendo más agudo la
siguiente escala (hipofrigio) por un semitono, su signo para su nota más grave sólo
podrá ser proslambanómeno y nunca hípate del tetracordio inferior, pues ambas
están separadas por un tono (cf. Ptol. Harm. 60.5-6, Anon. Bellerm. 70) y no es po-
sible afinar un tono bajo el primer sonido grave del hipojonio. Pero esto sólo de-
muestra que Gaudencio y Ptolomeo parten de puntos diferentes para llegar a lo
mismo. Gaudencio está mostrando en ese pasaje que el sistema de notación de los
quince tro/poi tardíos es dinámico, pues expresamente dice que hay signos con du-
na/meij diferentes (cf. Harm. 349.16-21, por ejemplo). Parte de una extensión que
cubre tres octavas más un tono, porque está describiendo un sistema más amplio
que el que le interesa a Ptolomeo. Gaudencio nombra las notas del sistema (op.cit.,
332.5 ss.) en un pasaje donde sí describe la proslambanómeno por posición: ib.,
332.7, tou=ton de\ [sc. proslambano/menon] ou)k a)ei\ fu/sei baru/taton e)la/mbanon,
a)lla\ kai\ Je/sei. Lo cual viene a decir “la posición en cada tropo (= escala de
538
sión dependiendo del punto de partida teórico: en el caso de Ptolomeo, dos octavas,
en el de Gaudencio-Alipio, tres. La innovación de Ptolomeo consiste en desarrollar
el sistema “dinámico” o funcional abstrayéndose de la altura absoluta del sistema,
porque no se basa, como se verá en el siguiente capítulo, en una progresión de altu-
ra absoluta, sino de desarrollo interno de todas las formas de octava; la altura entre
los to/noi ptolemaicos devendrá entonces de la posición respectiva de las mese (por
función) de cada to/noj entre sí.
pasw=n (...) metalamba/nwmen au)ta\j [sc. ta\j koina\j kathgori/aj] e)pi\ tw=n a)/llwn
[sc. susthma/twn, cf. 59.22 e)p’ au)tou= y R. Issberner, “Dynamis und Thesis”, Philo-
logus 55 (1896), esp. pp.549-550]. Al sustituir el juego de to/noi como escalas de
transposicón aristoxénicas, las variaciones dinámicas se registran sobre una base
inamovible cuyo valor es indicar la variación del to/noj en cuestión; en este sentido
el dorio es la referencia, pues en él coinciden posición y función, y sólo en este sen-
tido se podría aceptar la aserción de Düring sobre la o)nomasi/a por posición, porque
en la descripción de los to/noi ptolemaicos sólo cuenta la dinámica. Lo armónica-
mente significativo es que es el juego de las relaciones y no las Je/seij, en tanto que
la misma operación se puede repetir “en otros sistemas”, es decir, a alturas tonales
diferentes dentro de un espacio de doble octava. El esquema de las funciones según
II 5 se puede ver en Düring, op.cit., p.228.
410
Notas más graves o más agudas entre sí, no absolutamente. La altura del
Sistema Inmodulante en Ptolomeo no importa, sólo es relevante su interválica (es
decir, el eiÅdoj de la consonancia en cuestión). “La posición misma”, par’ au)th\n th\n
Je/sin (59.11) se refiere a la disposición en alturas respectivas original en el sistema
inmodulante de doble octava, por la que la mese es un tono más grave que la para-
mese.
539
411
Según Aristid. Quint. 8.19, “se llama mese, pues cuando son presenta-
dos los sonidos en cada uno de los tropos, éste está colocado justo en el medio”. La
nota mese, que está situada en la región de la voz (to/poj th=j fwnh=j) llamada me-
soeidh/j (“central”, cf. Anon. Bellerm. 63 y Aristid.Quint 29), tenía una importancia
gi/netai, “a partir de la mese y de las demás notas, se reconocen las funciones, pues
resulta evidente cómo es cada una de ellas respecto a la mese” (éste es un pasaje
relevante para el mecanismo de Harm. II 11). Parece que la mese debía estar
perfectamente afinada, pues de ella dependía la afinación del resto de las cuerdas en
la lira: no es sólo “el principio” de la armonía; en palabras de Reinach (op.cit.,
p.40): “elle est aussi le son directeur (h(gemw/n) de la mélodie. Dans tout air bien
composé, la mèse revient fréquemment; dès que la mélodie s’en écarte, elle se hâte
d’y retourner” (cf. sobre todo Ps.Arist. Prob. XIX 20 [89.4 ss.] dia/ ti, e)a\n me/n tij
th\n me/shn kinh/sv h(mw=n a(rmo/saj ta\j a)/llaj xorda\j ... fai/netai a)na/rmoston, y
19.33). Quizá este carácter focal de la nota mese está relacionado con la ordenación
fija que toman las escalas antiguas o a(rmoni/ai: éstas serían ordenaciones
interválicas de carácter circular cuya secuencia sería el resultado del lugar que
ocupase la mese (aunque también se ha pensado en la proslambanómeno, cf. GMW,
p.154, n.33). Por eso unas a(rmoni/ai se consideran más “altas” que otras, aunque
son una proyección de diferentes interválicas en una misma altura tonal: esa
“altura” consiste en relaciones en virtud de dónde esté la mese en cada a(rmoni/a; de
ahí que en la mixolidia, al ser el intervalo mese-paramese el más alto, sea la más
alta, y así consecutivamente. Este foco modal puede verse como una suerte de
tónica (contra, cf. Zanoncelli, op.cit., p.125, n.2) que permita modular de un to/noj a
otro, puesto que Baquio (Harm. 304.10) dice que las metabolai/ de sistema se
producen al establecer otra mese; así también Cleónides (Harm. 201.14), quien
establece una clasificación de los susth/mata en simples, dobles, triples, etc (simple
es el Inmodulante, que sólo tiene una mese), en función de que se organicen en
torno a una sola mese (du/namij fJo/ggou), a dos, a tres.
540
412
Uno de los elementos fundamentales en la teoría de los to/noi de Ptolo-
meo es su distinción en la denominación de las notas. A esta du/namij se refería
Solomon (“A preliminary Analysis…, p.72) cuando sugiere que su significado
armónico se revela ya desde las primeras palabras del tratado, que constituyen una
toma de posición a la vez que una “condensación” en quince palabras de la ciencia
armónica como “sistema de relaciones” entre elementos. Las diferencias acústicas
entre los sonidos sólo tienen valor musical desde sus relaciones respectivas en un
sistema (cf. 12.8), o lo que es lo mismo, una nota se reconoce como tal por el orden
que guarda en él: cf. Cleonid. Harm. 207.10-12, du/namij de/ e)sti ta/cij fJo/ggou e)n
susth/mati h)\ du/nami/j e)sti ta/cij fJo/ggou di’ hÂj gnwri/zomen tw=n fJo/ggwn e(/kaston,
“la función es el orden de una nota en el sistema, o el orden de una nota en virtud
del cual reconocemos cada una de las notas”. La idea de función, al igual que musi-
cal, fue gramatical (el mismo Aristóxeno [Harm. 35.12] hace una comparación en-
tre la posición de las letras y la de las notas en combinación; cf. S. E. M. I 72.7,
grammatikh\ de\ ou)k e)/sti stoxastikh\ a)lla\ mousikv= te kai\ filosofi/a?
47A19b, Aug. de Mus. I 1, Macr. Comm. II 4, 11-12 o Theo Sm. 49.6-12 entre
otros): en las fuentes de los tratadistas encontramos la noción de stoixei=on con va-
rias acepciones; en general, y con matices, tres: o)no/mata, to/poi, duna/meij, así D. H.
Comp.25.41, D. L. VII 56 o S. E. M I 99. El cruce se produce en la noción de
stoixei=on, que pasa a la ciencia armónica como a(rmoniko\n stoixei=on (Nicom.
Harm. 237.8) en una aplicación del término aristotélica (cf. Metaph. 1014a25) del
que dice “no poder descomponerse a su vez, específicamente, en otra especie distin-
ta” (en música, ese carácter indivisible está atestiguado: para Nicom.Harm.261.4 es
a)/tomoj y para Anon. Bellerm. 21, a)merh/j, y cf. para la misma comparación Bacch.
Harm. 306.18, 314.5, y D. L. III, 107.9). Los pasajes principales que conectan
“elemento” y “nota” es Nicom. Exc. 276.13-277.2 y Anon. Bellerm. 21, donde la
nota se parece en geometría al punto, en aritmética a la unidad y en el alfabeto (e)n
stoixei/oij) a la letra. Para el Anon. Bellerm., la nota tiene tres sentidos, o)/noma,
medio “por el que o)cu/n tina h)\ baru\n le/gomen” (cf. ib. 48); ya hemos visto ante-
riormente el pasaje de Cleónides (Harm. 207.10; cf. Bacch. op.cit. 306.18 y 314.5,
541
para quien un fJo/ggoj tiene sxh=ma, o)/noma, du/namin siendo el primero o( to\
stoixei=on shmai/nwn tu/poj, el segundo to\ kata\ tou= sxh/matoj tiJe/menon y el últi-
mo h( e(ka/stou tw=n fJo/ggwn e)n o)rga/noij e)kfw/nhsij (ib., 314.6-9), es decir, la reali-
zación efectiva en la práctica, la puesta en relación dinámica de los o)no/mata. Queda
claro, entonces, que la distinción ptolemaica entre du/namij y Je/sij es novedosa por
cuanto supone una utilización de material dado, en provecho de su propio sistema.
Ahora bien, es posible preguntarse por qué no le hace falta a Ptolomeo el tercer
componente, la grafía (shmei=on) de la nota (en la tríada, el equivalente a tu/poj,
sxh=ma, xara/kthr). Los shmei=a, como señala Riemann (op.cit., p.200) sólo desig-
tema kata\ du/namin, en el que la altura o ta/sij es siempre la misma, no tiene senti-
do una notación de tal sistema, pues es indiferente o teóricamente no significativo
la altura, aunque una eventual ejecución musical haya de atender este factor.
to/de me\n kalw=men u(pa/thn kai\ me/shn, to/de de\ parame/shn kai\ nh/thn, me/nontoj ga\r
85.9-87.2, éste último constituyendo el punto de referencia para la idea de que las
magnitudes pueden ser infinitas, pero las duna/meij son limitadas y determinadas:
kata\ me\n ouÅn ta\ mege/Jh tw=n diasthma/twn kai\ ta\j tw=n fJo/ggwn ta/seij a)/peira/
pwj fai/netai eiÅnai ta\ peri\ me/loj, kata\ de\ ta\j duna/meij kai\ kata\ ta\ eiÅdh kai\
kata\ ta\j Je/seij peperasme/na te kai\ tetagme/na (86.8-12), que da lugar a pasajes
542
Quintiliano 110.1-2 “y en definitiva, el hecho de que las agudezas de los sonidos
avancen ilimitadamente por naturaleza, pero sean limitadas por el arte”. Esta idea
de du/namij como “valor” de una nota dentro del sistema, y no como altura absoluta,
que apuntó claramente Aristóxeno, y que es visible en pasajes de Arístides Quinti-
liano, es la misma que se encuentra en Ptolomeo. La primera innovación radica en
que mientras que en la tradición musical las ta/seij son infinitas y sólo delimitadas
por las funciones o por las características de la voz humana (cf. Anon. Bellerm. 42-
44), para Ptolomeo son delimitados en el ámbito de la doble octava o su/sthma
te/leion. También aquí se entienden las atribuciones del lo/goj ptolemaico como
criterio (cf. 4.17, au)totelh= kai\ tetagme/non) en tanto se ocupa de lo exacto en los
menores intervalos: según Aristóxeno (Harm. 42.12-13) es la dia/noia la que se
ocupa de las duna/meij, que tienen la virtud de convertir ta\ peri\ me/loj en peperas-
me/na te kai\ tetagme/na (ib., 86.12). La causa de la limitación al sistema de doble
octava llevaría la discusión desde el plano de lo natural (tv= fu/sei, según Arístides
Quintiano) o lo acústico (Cleonid. [loc.cit.], fJo/ggoi de/ ei)si tv= me\n ta/sei a)/peiroi)
a lo abstracto, como sostiene Düring (op.cit., p.225).
rakter, Zürich 1948, pp.345 ss.), son clasificados por los sonidos o)cu/puknoi, me-
so/puknoi y baru/puknoi, distinción ésta efectuada completamente con un sentido
543
Como veremos más adelante, la distinción entre o)nomasi/a kata\ Je/sin y
o)nomasi/a kata\ du/namin tiene el efecto inmediato de contar con la posición que
dará lugar a la evidencia de lo melódico y no melódico (cf. Trasilo ap. Theo Sm.
48.6 ss.). La expresión no es nueva: cf. Cleonid. Harm. 202.4, donde la mese posi-
bilita las funciones de las demás notas: to\ ga\\r pw=j e)/xein e(/kaston au)tw=n pro\j th\n
me/shn fanerw=j gi/netai, “pues resulta evidente cómo es cada una de ellas respecto a
música como relación entre dos factores primeros. Ptolomeo dice que esta puesta en
relación es lo propio de la ciencia (12.4 para\ to\ tw=n e)pisthmw=n i)/dion).
414
Es evidente que Ptolomeo da por conocido ya el Sistema Inmodulante
como elemento de la harmónica, pues de otro modo lo habría definido. Sin embargo
544
él lo aplica a la doble octava, a diferencia del resto de autores, para quienes la doble
octava es el Sistema Perfecto Mayor (por oposición a la octava más cuarta, o Sis-
tema Perfecto Menor), y el sistema de doble octava combinado con tetracordio con-
junto, llamado Sistema Perfecto Inmodulante. La explicación de por qué es “inmo-
dulante” la desarrollará Ptolomeo en 62.11-13, en vista de la “inmutabilidad” del
to/noj cuando éste es transportado a otra altura diferente: las funciones no varían
porque tal sistema no tiene como aspecto relevante su situación en cuanto a la altura
tonal (ta/sij). Dos Sistemas Perfectos “diferentes” se diferenciarán no por sus altu-
ras absolutas, sino por el tipo de octava que contenga su ordenación interválica: por
ello precedió el capítulo 3 sobre las especies de octava (para las “alturas relativas”
entre to/noi, Ptolomeo desarrollará su concepto de modulación en II 7).
Ptolomeo llama a)meta/bolon al Sistema Perfecto Mayor, mientras que el
sunhmme/non es denominado metaboliko/n. Normalmente, el adjetivo a)meta/bolon
cubre la combinación del Sistema Mayor con el Menor: así en Trasilo (ap. Theo
Sm. 92.26; cf. Cleonid. Harm. 201.14 ss., Bacch. Harm. 299.1), para quien en el
Sistema a)meta/bolon hay un número “indeterminado” de tetracordios en cuanto a la
cantidad, pero “funcionalmente” cinco (kata\ me\n to\ plh=Joj a)o/rista, kata\ de\
du/namin pe/nte), como para Cleónides, y Gaud. Harm. 333.19 ss. Euc. Sect. Can.
545
compartimos con Issberner 249-50 (que sigue a su antecesor Ziegler) según e)p’
au)tou= de 59.22 (cf. susth/matoj en esta misma línea); además, creemos que la ex-
presión de 59.23 se vuelve a dar en 74.8-9. Sin embargo, Gevaert (op. cit., vol. I
p.257) propone la traducción “nous transporterons ensuite les mêmes functions à
d’autres positions”, como también Solomon (SPH, p.74). Düring (op.cit., p.228) y
Barker (op.cit., p.325 y n.38) siguen la interpretación de Ziegler e Issberner. Este
párrafo es la descripción del sistema que es punto de partida, el dorio, en el que
ambas o)nomasi/ai coinciden.
416
Es decir, mese-paramese y proslambanómeno-hípate del tetracordio in-
ferior.
417
Es decir, “sobre” en sentido ascendente, cf. Porph. in Harm.167.3-7
plh\n shmeiw=sai o(/ti, o(/te me/llei dhlw=sai to\ su/negguj th=j diazeu/cewj te-
tra/xordon tv= meta\ proJe/sei xrh=tai: meta\ th\n barute/ran dia/zeucin to\ prw=ton
tetra/xordon: o(/te de\ to\ e)fech=j tou= prote/rou tetra/xordon Je/lei dhlw=sai, tv= pro/
418
Por ser el Sistema circular; cf. N.Ed. ad locum. La disyunción nete del
tetracordio añadido (proslambanómeno)-hípate del tetracordio inferior es la disyun-
ción grave, frente a la aguda mese-paramese.
419
La du/namij se establece, entonces, en cada to/noj, en primer lugar según
la posición de los tonos disyuntivos. El orden seguido por Ptolomeo para nombrar
las notas establece la jerarquía: primero, notas que delimitan las dos disyunciones;
segundo, notas que delimitan los tetracordios (fijas, e(stw=tej); tercero, notas móvi-
les (kinou/menoi). En 60.17 ss. incide en la importancia de las notas fijas (cf. 58.7-
14).
546
420
Denominación dinámica para cualquier to/noj, organizada sobre la posi-
ción respecto a los dos tonos disyuntivos. Proslambanómeno y nete del tetracordio
añadido dinámicas coinciden en los to/noj que no sean el dorio, pues la primera no
es la nota ya más grave y, en consecuencia, la segunda no es la más aguda: por
ejemplo, en el frigio, la mese dinámica ocupa la posición de la paramese (vid. infra
73.14) por posición; por lo tanto, la nete del tetracordio añadido por posición será
ahora ocupada por la paranete del tetracordio añadido, en tanto que la proslamba-
nómeno dinámica estará en la posición de la hípate del tetracordio inferior por posi-
ción, y esta proslambanómeno dinámica ya no será la nota más grave. El intervalo
entre parípate del tetracordio añadido y nete del tetracordio añadido aparece ahora
entre la proslambanómeno dinámica y su nota inmediatamente inferior. Así, fun-
cionalmente, proslambanómeno y nete del tetracordio añadido coinciden excepto en
el to/noj dorio.
421
Las notas son fijas o móviles kata\ du/namin, es decir, la hípate del tetra-
cordio medio por posición ya es móvil en el to/noj frigio, pues ahora, dinámicamen-
te, ocupa la posición de la parípate del tetracordio medio: cf. GMW, p.326, n.41, y
la crítica de Winnington-Ingram (op.cit., p.64, n.3) a la interpretación de Düring
(op.cit., p.229): to/poj significa aquí el “lugar” dinámico que ocupaba una nota en el
to/noj anterior y que la hacía fija o móvil: por ejemplo, si una nota es dinámicamen-
547
importante consecuencia de que ya no importa su altura tonal absoluta para
representar cualquier ordenación interválica, cualquier eiÅdoj de una consonancia.
Esto lo preparó Ptolomeo al diferenciar los tipos de cuarta, quinta y octava. Un
sistema perfecto es igual a otro aunque sus alturas respectivas sean diferentes, si
ambos contienen los mismos ei)/dh. Las diferencias relevantes son el tipo de octava
que representen, y no su altura.
425
Ptolomeo ya trató de las formas de octava en 57.4-8, pero aquí los dife-
rentes ei))/dh, como propedéutica a la exposición de los to/noi, están delimitados por
los nombres de las notas. Pero obsérvese que ahora Ptolomeo las nombra refirién-
dolas a la disyunción (sea la grave o la aguda); esto se debe en primer lugar a que,
al coincidir las notas proslambanómeno y nete del tetracordio disjunto funcionales
en una sola (60.5), el sistema se ha cerrado en forma de círculo (Ptolomeo empleará
el término a)pokata/stasij, 66.19). Así, la diferencia entre un “círculo” y otro que
contengan una doble octava no será sino (y forzosamente) su ordenación interváli-
ca, sin que cuente ya más la tensión de todo el sistema. De ahí el capítulo previo
sobre los ei)/dh de las consonancias, cuyo reconocimiento será de valor a la hora de
distinguir susth/mata o, más exactamente, to/noi. Y en segundo lugar, por lo dicho
también, el tono disyuntivo es fundamental en la nomenclatura dinámica porque era
el tono que distinguía los tipos de quinta y octava (56.9).
548
426
Cf. N.Ed. ad locum. Un nuevo ejemplo de que las “tablas” acompañaban
al texto de Ptolomeo (cf. 34.8-9, 36.1, etc.). Como señala Solomon (op.cit., p.75,
n.84), Ptolomeo no usa el sistema de notación basado en letras –aunque lo tenía a
su disposición– porque el sistema a)meta/bolon no se identifica por su altura, que
ahora es un aspecto determinado por factores de la ejecución meramente, cf. 66.24
ss.
427
Este nombre lo recibe por tener un tono disyuntivo entre los dos pares
de tetracordios. Tradicionalmente, los sonidos correspondientes al tetracordio die-
zeugme/nwn sólo aparecían en el Sistema Perfecto Mayor (formado por los tetracor-
Harm. 21.19 ss. y Cleonid. Harm. 199.4 ss. Una de estas distinciones es la
establecida según sea el sistema modulante o inmodulante (e)mmeta/bolon-
a)meta/bolon), distinción que Aristóxeno no desarrolla (habla de sistemas simples,
550
mas (ei)/dh) de la octava, que no serían consecuencia de aquél; en Ptolomeo sin em-
bargo, es el punto de partida teórico para el desarrollo de los to/noi.
430
Se refiere al Sistema Inmodulante.
431
El pasaje ha planteado dificultades en su interpretación debido, ante to-
do, a la polisemia de to/noj (sobre sus acepciones, cf. Cleonid. Harm. 202.6 ss.,
Porph. in Harm. 82.1 ss.). Porfirio (op.cit., 169.2 ss.) interpreta este to/noj como
“tono disyuntivo”:…a)lla\ dia\ th\n tou= to/nou du/namin, o(\j diezeugnu/ei ta\ du/o dia\
pasw=n, cf. también 169.7-9: “modulante” o “inmodulante” (metaboliko/n,
a)meta/bolon) se cifran en cuanto a la ausencia o presencia del tono disyuntivo. Ésta
es la interpretación que por su parte hace Düring (op.cit., p.69) del pasaje, enten-
diendo to/nou como “tono disyuntivo”; sería en relación a este tono como existen
dos tipos de modulación en el me/loj: cf. ib. p.230, “das Wichtige dabei ist nicht die
Tonhöhe, sondern die Lage der diazeuktischen Ganztöne”. Puesto que to/noj en
62.14 es “tono disyuntivo”, no tendría sentido entonces que para\ to\n ou(/tw
lego/menon to/non se refiriese a otro diferente. Ahora bien, to/noj en 63.7 y 64.7 es
“tensión”, ta/sij, cf. Porph.in Harm.169.16-17 h( de\ ta/sij kai\ au(/th a)\n pro\j to\
o)cu/teron h)\ to\ baru/teron e)c a)na/gkhj paratrapei/h: así Düring en su traducción ha
que se lee en Cleónides (Harm. 204.19-205.1 ss., cf. Bacch. Harm. 304.6 ss.); es así
que Ptolomeo estaría pensando en la acepción de “escala de transposición” o
551
“tonalidad” (cf. Cleonid. op.cit. 203.4, Porph. in Harm. 82.3-5). El primer tipo de
modulación ptolemaico, que el alejandrino llama metabolh\ tou= to/nou (cf. Porph.in
Harm. 169.14), es un transporte, una transposición a una altura diferente; el segun-
do, llamado metabolh\ tou= me/louj, sería como la metabolh\ kata\ su/sthma tradi-
cional (cf. Cleonid. op.cit. 205.5), consistente en un paso de estructuras diezeug-
me/na a las sunhmme/na, o viceversa. De ahí que, según Winnington-Ingram, to/noj de
tau/thn de\ to\ me\n me/loj e)ktre/petai th=j oi)kei/aj ta/cewj. Si to/noj es tono
to/noj; además, to/noj está relacionado inequívocamente con ta(sij (así Porph.in
Harm.82.6) en la primera metabolh/ ptolemaica, pues añade en 63.8 (tras decir que
en la segunda metabolh/ “no todo el me/loj es alterado en su tensión, tv= ta/sei, sino
una parte al margen de la uniformidad original”), que h( de\ ta/sij ou)x w(j ta/sij
a)ll’ w(j e(/neka tou= me/louj. A esto se puede añadir así mismo el pasaje citado de
66.24.
552
ción, en mixolidio lo estará entre paranete del tetracordio disjunto y nete del tetra-
cordio disjunto por posición, con lo que el tono ha variado de sitio en las cuerdas.
Si el “tono disyuntivo” no variase, no existiría el juego de afinaciones tonales de
Ptolomeo (por otra parte él no ha hablado previamente de tal “modulación de fun-
ción” y la expresión sería entonces un salto en el vacío; es más lógico considerarla
a la luz de las otras fuentes, que sí hablan de una modulación de tono (kata\ tro/pon,
Cleonid. Harm. 205.6).
de to/noi está construido sobre esta escala base. En realidad, la expresión de 62.14
confirma el particular desarrollo de este su sistema, y viceversa, una vez explicitado
éste, la noción de a)meta/bolon y en particular la expresión de 62.14 quedan claras.
Es fundamental traer a colación unos pasajes que delimitan el mismo concepto de
a)meta/bolon, pues es sobre estos textos como la expresión ptolemaica recibe luz. Ya
Aristóxeno (Harm. 47.17-18) había distinguido entre a(pla= y meta/bola: e)pei\ de\
tw=n mel%doume/nwn e)sti\ ta\ me\n a(pla=, ta\ de\ meta/bola. Más tarde Cleónides
tw=n mh\ a(plw=n. a(pla\ me\n ouÅn e)sti ta\ pro\j mi/an me/shn h(rmosme/na, dipla= de\ ta\
pro\j du/o, tripla= de\ ta\ pro\j trei=j, pollapla/sia de\ ta\ pro\j pleio/naj; pasaje
recogido también por Arístides Quintiliano en 13.9-11, kai\ ta\ me\n a(pla=, <a(\> kaJ’
e(/na tro/pon e)/kkeitai, ta\ de\ ou)x a(pla=, a(\ kata\ pleio/nwn tro/pwn plokh\n gi/netai, y
en 14.24-26 (susth/mata) ta\ me\n a)meta/bola, ta\ mi/an e)/xonta me/shn, ta\ de\
metaballo/mena, ta\ plei/ouj e)/xonta me/saj. Como se lee, la presencia de una sola
553
respecto a la posición de la mese: “A melody that modulates from one tonos to
another thereby shifts the sequence of named notes to a new position, identified by
the position of mese (...). If the notes used in a melody involving such modulation
are written out in a single sequence, the result could be described as a ‘modulating
systema’ in which a mese appears in two or more places”. Pero la modulación pto-
lemaica no consiste sino en un cambio de tensión relativo a las funciones entre sí
(63.8, h( de\ ta/sij ou)x w(j ta/sij a)ll’ w(j e(/neka tou= me/louj) dentro de un único es-
pacio tonal, el de la doble octava: no hay “modulación de tono” en el sentido de
Cleónides con un paso intertonal de semitono (la modulación tou= to/nou es ahora
una simple transposición a otra altura del mismo pasaje, cf. Ptol. Harm. 66.26 ss.),
sino una re-adaptación de las funciones sonoras con respecto a la ubicación deter-
minada de la mese. Más allá de las fronteras de la doble octava no hay nada (vid. II
7): de ahí que sólo haya una mese y de ahí que el sistema sea a)meta/bolon, siempre
en el sentido en que es definido en los pasajes citados de Cleónides y Arístides. Un
comentario a la idea de “inmutable” de Ptolomeo lo hace un fragmento de los
Nicom. Exc. 274.20 ss., ai)( de\ (sc. xordai/) kaJ’ e(/kaston (sc. ge/noj) kata\ me\n tou\j
du/o me/saj poiou=ntaj e)n toi=j diezeugme/noij, i(/na vÅ tetra/xordon pentaxo/rd% kata\
dia/zeucin su/mfwnon, --ih. o(/soi de\ kata\ to\ a)meta/bolon ou) plei/ouj mi/aj me/shj
poiou=ntai, a)lla\ ke/xrhntai au)tv= w(j tw=n me\n o)cute/rwn barute/ra?, tw=n de\
barute/rwn o)cute/ra?, dekape/nte xorda\j ei)j to\ di\j dia\ pasw=n kata\ to\ a)meta/bolon
pueden realizar los to/noi al modular entre sí, como dice Arístides (I 11); ahora bien,
según el comentarista de Ptolomeo, son quince cuerdas (notas) las del sistema ame-
tabolon, que hacen uso de una sóla mese: ésta está en el centro (“la más aguda de
las notas graves, y la más grave de las agudas”), aunque no estemos en el tono do-
554
rio, pues los sonidos perdidos reaparecen por arriba o por abajo (cf. infra Ptol.
Harm. 67.3-9).
Ya hemos visto que Düring y Porfirio interpretan tou= to/nou como “tono
disyuntivo”. El problema que resolver es que, aun aceptando la tesis de
Winnington-Ingram, la unión de du/namij con to/noj es más problemática. Du/namij
es la posición relativa de un elemento respecto a los demás: musicalmente la
du/namij se refiere a la posición respectiva de un sonido dentro del sistema, y que
distingue cuidadosamente Ptolomeo en II 5, sobre todo 59.19, para\ th\n du/namin ...
to\ pro/j ti pw=j e)/xon. La noción de “relación”, según Lohmann (op.cit., pp.11-15),
está en la misma idea de música griega, como lo/goj; aquí tiene también esa idea de
relación, pero conectada con los to/noi y sus relaciones de altura respectivas. Si el
elemento en cuestión – aquí el to/noj– no varía, como sí lo hacía en el sistema
aristoxénico, su du/namij no varía, es inmutable por fija y única. No hay
desplazamientos semitonales (ni por ningún otro intervalo) a otras regiones sonoras,
porque la modulación ptolemaica se produce en los límites de la doble octava. De
ahí que no varíe (metaba/llein, 62.12) su función, su “relación” (no existen otras
alturas), como sí puede variar de género.Y por ello no llama Ptolomeo
“inmodulante” al sistema que surge de la unión del Sistema Mayor y Sistema
Menor, porque, como dice Reinach (p.14 n.2), en realidad éste es “modulante”.
555
432
Cf. N.Tr. 232. El estudio de la modulación (metabolh/), en la tradición
musical, es la sexta parte de la ciencia rítmica (cf. Anon. Bellerm. 20). Como otros
términos del léxico musical, está totalmente especializado en Aristóxeno, pero ya
antes Platón (R. 397b-c) decía que la le/cij que hace un uso moderado de la mi/mhsij
apenas muestra metabolh/, mientras que la que la usa en abundancia necesita de
armonías y ritmos, resultando una metabolh/ variada. Los Problemata usan el tér-
mino con el sentido de cambios de ritmo o de metro en una composición (cf. J. Gar-
cía López, op.cit., p.347 ss.). Pero al igual que tro/poj o hÅJoj también tiene un ori-
gen en el vocabulario ético, con el sentido de “inconstancia” en la conducta (X.
HG II. 3,33); pasa después a la teoría política con Tucídides y más tarde a la teoría
literaria con Platón (loc.cit.). Para Aristóxeno es un término técnico musical que
designa un cambio en el orden melódico (pa/Jouj tino\j sumbai/nontoj e)n tv= th=j
mel%di/aj ta/cei, Harm.47.20) pero no lo desarrolla. Hay que llegar hasta la
tratadística posterior para hallar definiciones completas, mediante dos términos que
la desarrollan: Cleónides (Harm. 180.6) emplea meta/Jesij, mientras que los Anóni-
mos de Bellermann (65) emplean a)lloi/wsij, pero ambos para expresar el paso o
modulación de un to/poj a otro. Arístides Quintiliano también emplea a)lloi/wsij
(22.11) pero referida al su/sthma subyacente y al carácter de la voz: como Cleóni-
des o Baquio (vid. infra), no habla de modulaciones de género o sistema, sino sólo
de to/noj, que parece reunir tanto a sistema como a tono. Al contrario que estos au-
tores, Ptolomeo no ofrece una definición explícita de metabolh/; se limita a una
recolocación de la clasificación tradicional, y sólo de aquellas modulaciones que le
interesan. Puede ser útil recoger la clasificación de la tratadística; la de Baquio es la
más completa (304-305): la modulación de sistema (susthmatikh/) se produce
cuando la melodía pasa de un sistema a otro tomando sin cambiar la nota mese: hay
un sistema mayor, formado por los tetracordios u(pa/twn, me/swn, diezeugme/wn y
u(perbolai/wn, y otro menor que sustituye los dos últimos por el sunhmme/nwn; la
556
diente en el tetracordio con la misma función (cf. Ptol. Harm. 32.18). La modula-
ción de tono (kata\ tro/pon), entendiéndose tono (o tropo) como escala de transposi-
ción. Anteriormente Baquio ha definido tropo (Harm. 304.1-2) como plokh=j
e)mmelou=j sxh=ma, una “forma de agregación melódica”, y Alipio estudia quince,
que Baquio clasifica en 303.2 -27. Estos tropos o tonos son auténticas escalas tona-
les de transposición, a diferentes alturas, por lo que en una metabolh\ kata\ tro/pon
la mese no puede permanecer la misma, como sí en las de sistema: ésta es la dife-
rencia estructural que las distingue, además de que las últimas pasen de la disyun-
ción a la conjunción. Cleónides va más allá y dice (205.6) que las modulaciones de
tonos (kata\ to/non), para él en número de trece, pueden ser semitonales (cuando
entre un tono y otro hay un paso de semitono, como del hipodórico al hipojónico), o
sucesivamente hasta octava, (intervalo de octava, como del hipodórico al hipofri-
gio); a su vez pueden realizarse por intervalos consonantes (su/mfwna) o disonantes
(dia/fwna). Son musicales (e)mmelei=j) las que modulan por intervalos consonantes o
por tonos, y en esto coincide totalmente Arístides Quintiliano (22.18). La modula-
ción de carácter (kata\ hÅJoj) lleva desde un carácter humilde a uno grandioso, o de
uno solemne a otro excitado. Para entender este tipo de metabolh/ no hay que perder
de vista que en la música griega el hÅJoj depende de muchos factores: el carácter de
las notas mismas depende de su altura (Arístides Quintiliano lo refiere a la región
de la voz: cf. 10.13 y Anon. Bellerm. 63); el carácter de los géneros depende de la
interválica entre las notas móviles del tetracordio, y la interválica no es sino una
diferencia de tensión; el carácter de las escalas depende también de su interválica,
relacionada con las “regiones”de la voz, que también comportan una serie de carac-
teres propios (Aristid. Quint. 28.11 ss.); y por último el carácter del ritmo está en
función entre tesis y arsis (Aristid. Quint. 82.4-6). Otras modulaciones son la
modulación de ritmo, (kata\ r(uJmo/n), de progresión rítmica (kata\ r(uJmou=
a)gwgh/n), y de posición de la composición rítmica (kata\ r(uJmopoiaj Je/sin).
557
cástico. Precisamente este traspaso del carácter del me/loj a la melopeya es la clave,
según Winnington-Ingram, de la doctrina sobre la modulación de Ptolomeo: el sis-
tema aristoxénico basado en escalas de transposición no daría cuenta del cambio de
carácter en la modulación de tono, sino tan sólo en las de sistema y género.
433
El primer tipo de modulación es una “transposición” de una serie de
sonidos a una altura diferente, sin cambiar ningún elemento de su estructura interna.
Llamada por Ptolomeo metabolh\ tou= to/nou (cf. infra 66.19-67.1 y Porph. in
Harm.169.14), equivale a la metabolh\ kata\ to/non de Cleónides (Harm. 205.6; cf.
Aristid. Quint. I 10-11), y al ser una mera transposición, “no proporciona a los sen-
tidos una impresión de una diferencia (fantasi/an e(tero/thtoj, cf. Harm. 67.3
troph/n tina tou= h)/Jouj) en cuanto a la función...sino en cuanto a su agudeza o gra-
558
un cambio “de tensión”, ta/sij (63.4): es lo equivalente a la metabolh\ kata\
su/sthma de Cleónides (op.cit., 205.5), donde hay un paso de estructuras diezeug-
mel%di/a periferh/j [circular]: periferh\j de\ h( e)mmeta/boloj, oiÂon ei)/ tij kata\
sunafh\n tetra/xordon e)pitei/naj tau)to\n a)nei/h kata\ dia/zeucin). Esta variación que-
da explicitada en el paso de relaciones de quinta a las de cuarta (al ser ahora mese-
nete del tetracordio conjunto un tetracordio conjunto, cf. Ptol. Harm. 63.20-21
w(/ste a)nti\ tou= dia\ pe/nte to\ dia\ tessa/rwn poih=sai pro\j tou\j pro\ th=j me/shj
fJo/ggouj). De modo que por metabolh\ tou= me/louj Ptolomeo está cubriendo la
metabolh\ kata\ ge/noj y la metabolh\ kata\ su/sthma de Cleónides (op.cit., 205.2 ss)
437
Aquí no tiene el sentido técnico de II 3 (56.7).
438
Alexanderson (op.cit., p.14) prefería, con razón, eliminar la coma entre
fJo/ggouj y e)callagh/, y separar (mediante coma) poih=sai y pro\j tou\j pro\ th=j
razón, kai\ kata\ tou=to perispa=tai kai\ e)callagh= gi/netai tai=j ai)sJh/sesi. tou\j de\
pro\ th=j me/shj fJo/ggouj tou\j a)nwte/rw kai\ o)cute/rouj fhsi/, Alexanderson tiene
razón al señalar que Porfirio no ha entendido aquí el uso ptolemaico de pro/ y kata/
(cf. Ptol. Harm. 60.12). Ptolomeo dice que la melodía avanza al tetracordio disjun-
to, de modo que se entiende en sentido ascendente. Mientras que con la disyunción
mese-paramese las relaciones entre las notas de los tetracordios me/swn y diezeug-
me/nwn eran de quinta (por ejemplo, hípate del tetracordio medio-paramese; lícano
559
modo, las relaciones interválicas de cuarta (o de quinta) se establecen desde la nota
más grave a la más aguda, pero no al revés: lo que supondría unir poih=sai y pro\j
tou\j pro\ th=j me/shj fJo/ggouj. De ahí que no se pueda aceptar la puntuación de
Düring, que dejaría la traducción así: “de modo que hiciese, en vez de una quinta,
una cuarta respecto a las notas anteriores a la mese”. Tales relaciones, si la melodía
avanza ascendentemente, han de ser “respecto a las notas posteriores a la mese”.
Ésta es la razón por la que Porfirio, erróneamente (pues el uso de meta/ = sobre la
disyunción y pro/ = antes de la disyunción está claro en Ptolomeo; cf. loc.cit.) dice
en 170.5 tou\j de\ pro\ th=j me/shj fJo/ggouj tou\j a)nwte/rw kai\ o)cute/rouj fhsi/ (pero
cf. sin embargo Porph. in Harm. 167.3-6), tal como señala Alexanderson. Contra,
cf. Solomon, op.cit., p.78, n.101; el problema es qué sujeto se entiende para
poih=sai. Si es me/loj (63.17), la interpretación de Alexanderson (que defendemos)
taxis. Cf. 70.4-6, ti/naj (...) u(peroxa/j; ...tou\j eu(reme/nouj (sc. lo/gouj), con cambio
de referente en la pregunta y la respuesta.
439
La misma idea en Aristid. Quint.22.17-18: ai( [sc. metabolai/] me\n e)k
sumfw/nwn lambano/menai diasthma/twn xarie/sterai, ai( de\ loipai\ tou/twn ou) pa/nu,
“las modulaciones que se obtienen a partir de intervalos consonantes son más agra-
dables, mientras que las demás no lo son del todo”. Los adjetivos su/mmetroj (“pro-
porcionado”) y e)mmelh/j (“melódico”) están relacionados desde I 5 (cf.15.8, 28.8-
10). El término clave aquí es sunai/resij, “asociación”, término habitual en la gra-
mática para expresar “contracción” de letras (vid. Bécares Botas, op.cit., s.v.). Aquí
alude a la correspondencia –que no mezcla– entre las notas que ahora van a tener
una distancia determinada entre sí, con lo que es importante la consideración del
género en ambos tetracordios (cf. SPH, p.79, n.103). Es en II 9 donde se ve claro ya
que las mejores modulaciones entre to/noi son las que se dan con intervalos de cuar-
ta y quinta (70.17-19, donde también leemos pro/sforoj), porque es el movimiento
sucesivo de cuartas descendentes y quintas ascendentes (71.20 ss.) lo que va a utili-
zar Ptolomeo para determinar las u(peroxai/ o excesos entre to/noi (Cf. N.Trad. 470
560
para la relación del adjetivo e)mmelh/j con su uso por parte de Cleónides en la doc-
trina sobre la modulación).
440
Gr. o(moi/a, sc. h( sunai/resij o(moi/a.
441
Mediante la utilización de este término en lugar de to/noj (cf. igualmente
supra 19.18) para el intervalo sesquioctavo que sirve de disyunción, Ptolomeo está
evitando ambigüedades. La definición de este intervalo nos remite supra 20.12-13,
donde el autor criticaba la concepción aristoxénica del tono, en la que entraban tér-
minos aún sin definir (según los aristoxénicos, u(peroxh\n le/gwsi tou= dia\ tessa/rwn
kai\ tou= dia\ pe/nte); en otros lugares, Ptolomeo lo define como la “diferencia entre
561
tono disyuntivo es 9:8 independientemente del género del sistema), y por ello uni-
versal; a continuación, es distinguible como tono disyuntivo porque nunca es inter-
valo e(po/menon de ningún género; por último, es su/mmetroj (es decir, epimórico) y
establecido como el primero de los intervalos melódicos (cf. supra 19.7). Sobre esta
última causa, si Ptolomeo dijo que tales intervalos eran aquéllos por debajo de la
cuarta, el primero debería ser 5:4, en opinión de Barker (BPH, p.174); sin embargo,
en 18.3 y 19.7 el tono sesquioctavo (9:8) es nombrado –sin más explicaciones–
como el primero de los intervalos melódicos, aunque hay una pequeña
contradicción cuando en 19.9-13 afirma que “los más melódicos” (e)mmele/steroi)
son los que dividen en dos (la cuarta) de la forma más aproximada; en tal división
en dos de 4:3 no inerviene el tono 9:8 como se puede ver en 38.15-19: aquí las
razones que dividen de tal forma la cuarta son 5:4, 6:5 y 7:6, y el tono 9:8 se añade
a las divisiones de la cuarta sólo porque “contiene en sí mismo el tono procedente
del exceso entre las dos primeras consonancias” (41.16-17). De modo que ésta debe
de ser (y así también lo sostiene Barker, op.cit., p.174) el motivo de contar 9:8
como el primero de los intervalos melódicos, aunque la razón aducida no sea
congruente con lo dicho por el propio Ptolomeo en 19.9-13.
443
Los tres tetracordios resultantes no resultan ser un “sistema perfecto”
por lo explicado por Ptolomeo en 58.12-14.
444
Es decir, una mezcla parcial (pues sólo se tomará de cada uno un tetra-
cordio) de dos sistemas disjuntos con otro tomado como intermedio a éstos, que
distan de éste último una cuarta (i.e., cuyas me/sai dinámicas están separadas de la
mese de ese sistema por una cuarta [cf. GMW, p.329, n.49, o(/moioj como “harmóni-
camente equivalente”]): tal mezcla tiene como resultado un sistema sunhmme/non de
tres tetracordios: dado un sistema de dos pares de tetracordios conjuntos separados
por una disyunción, Ptolomeo propone otro sistema disjunto (llamémoslo A) donde
el tono disyuntivo, respecto al del primer sistema, se sitúa a una cuarta por el agudo
(siempre en el sentido kata\ du/namin) y otro sistema disjunto (llamémoslo B) con su
tono disyuntivo una cuarta por abajo respecto al mismo sistema. Si se mezcla el
tetracordio justamente antes de la disyunción (cf. Ptol. Harm. 64.14-17), en sentido
ascendente, de A, con el tetracordio del sistema central que hay justo antes de la
562
disyunción, resultan tres tetracordios conjuntos de los que el más agudo es el que ha
variado (es decir, el que se ha incorporado):
que sólo de ellas se sirvió Anacreonte): cf. por ejemplo Plat. R. 398e-399a, Ps.Plut.
de Mus. 1134A-B, Aristid. Quint. 23.1, Bacch. Harm. 303.3-4, Porph. in Harm.
171.4-10; para Heráclides (ap. Ath. XIV 19, 5) son sin embargo dorio, eolio y jo-
nio. Pero que el sistema conjunto se originase por la necesidad de modular a través
de una cuarta desde estas tres a(rmoni/ai es inverosímil, porque, como afirma Mat-
563
hiesen (Apollo’s Lyre…pp. 462-3), desde el siglo VI a.C. había más de tres
a(rmoni/ai. Puesto que la teoría ptolemaica rechaza el sistema sunhmme/non y estable-
ce como la mejor modulación la que se realiza desde una cuarta, las razones de Pto-
lomeo son artificiales y ad hoc.
446
Éste es uno de los pocos momentos en que Ptolomeo adopta una pers-
pectiva histórica de la harmónica. La modulación de cuarta resultaría imposible al
estar entre sí los to/noi extremos a distancia de tercera, lo que era disonante. Los
críticos no tienen una opinión unánime sobre esta aserción de Ptolomeo (vid., por
ejemplo, GMW, p.330, n.51, SPH, p.79, n.110), pero lo que parece evidente es que
la explicación de Ptolomeo parece demasiado reduccionista: la modulación, incluso
desde un punto de vista teórico, no está atada al intervalo de cuarta: cf. Cleonid.
Harm. 205.6-10, kata\ to/non de\, o(/tan e)k dwri/wn ei)j fru/gia, h)\ e)k frugi/wn ei)j
lu/dia h)\ u(permicolu/dia h)\ u(podw/ria, h)\ kaJo/lou o(/tan e)/k tinoj tw=n dekatri/wn
to/nwn ei)/j tina tw=n loipw=n metabolh\ ge/nhtai. Ptolomeo establece el sistema
metabolh\ tou= me/louj, cf. 63.5: elabora una explicación para dar cuenta de las nue-
ptolemaica es una mezcla de sistemas disjuntos (mezcla parcial, 64.6 mi/cei tini\
merikv=, porque sólo se toma un tetracordio) a distancias de cuarta entre sus me/sai
kata\ du/namin. Puesto que la tradición establece que los antiguos sólo conocían los
to/noi dorio, frigio y lidio y éstos están a distancia de tono entre sí, es imposible una
modulación tou= me/louj (o paso a estructuras sunhmme/na) sólo con estos tres, si se
parte de las mencionadas relaciones de cuarta. Barker (GMW, p.330, n.51) conside-
ra la versión de Ptolomeo como improbable; pero, de cualquier forma, en la misma
teoría griega el origen del sistema sunhmme/non se contempló de diferente manera,
como Nicom. Harm. 256.5-260.4, para quien la estructura primitiva estaba formada
por cuatro tetracordios conjuntos que al aumentar en una nota más incorporaron la
564
disyunción; cf. especialmente 259.6 ss. Una explicación diacrónica del origen de
ambos sistemas los presenta Chailley (op.cit., p.47 ss.): un primer momento en que
al heptacordio se la añade un tetracordio conjunto más una nota añadida (proslam-
banómeno), constituyendo el su/sthma e)/latton, y una segunda fase en que lo mis-
mo le ocurre al octacordio (adición de un tetracordio) al agudo, el su/sthma mei=zon.
447
Es decir, desde la mese en sentido ascendente.
448
Es decir, en lo más grave del sistema que antes era disjunto.
449
“Similar” es aquí entendido como “equivalente” en el sentido de que
ambas son meses funcionales de sus to/noi respectivos. El resultado de la operación
desarrollada por Ptolomeo es la consecución de un sistema de tres tetracordios
conjuntos a partir de dos sistemas diferentes y disjuntos separados por una cuarta.
Mediante la localización de sus respectivas meses, se trasladan al tetracordio
anterior a la disyunción –si es un tono más agudo que el primero- o anterior a la
misma –si es más grave–. El resultado es que se reajustan las funciones de las
notas, se cambian sus alturas y por tanto hay un cambio de hÅJoj (cf. 63.10). Nótese
que el mismo efecto no es posible estableciendo meramente un semitono entre la
mese y paramese del sistema original, pues entonces ya no existiría el tono
disyuntivo, esencial para el reconocimiento de la “forma” de la consonancia. Al
tener que mantener las propias reglas del sistema expuesto desde II 3, y garantizarse
el tono disyuntivo, las notas deben ser re-nombradas (funcionalmente) y de ahí la
metabolh/.
450
Que no tiene el sistema sunhmme/non la naturaleza del diezeugme/non que-
dó claro en 58.2-3; que es redundante se explica porque surge de un juego con la
posición de los tetracordios (64.21-65.3). El presente párrafo es la condensación de
64.4-65.14 y la teoría de Ptolomeo sobre el origen y función primitivos del sistema
sunhmme/non.
451
Hemos intentado reflejar la significación que tiene el término su/stasij
de “composición” mediante su traducción por “constitución” (Wallis la vierte en
“compages”, Santos en “grupos”). Con ella Ptolomeo hace referencia a las “estruc-
turas” o “constituciones” de elementos significativos que formen una secuencia
565
articulada y reconocible tanto racional como perceptivamente; aunque Solomon
(op.cit., p.81, n.118) refiere el término al Sistema Perfecto Mayor, Perfecto Menor
y otros como octava más quinta, sin embargo Ptolomeo en la próxima frase los re-
duce al Sistema de doble octava, el llamado “tono”.
452
Como dice el propio Ptolomeo, está emparentada con ta/sij, una asocia-
ción que vemos así mismo en la definción de Cleónides, Harm. 202.6-8, to/noj de\
le/getai tetraxw=j: kai\ ga\r w(j fJo/ggoj kai\ w(j dia/sthma kai\ w(j to/poj fwnh=j kai\
w(j ta/sij. Ptolomeo da una nueva explicación del término en II, 10 (71.1-2), pero la
ta\ peri\ me/loj, kata\ de\ ta\j duna/meij kai\ kata\ ta\ ei)/dh kai\ kata\ ta\j Je/seij pe-
perasme/na te kai\ tetagme/na; cf. Cleonid. Harm. 181.10-11., o bien por factores de
índole perceptiva, como el caso que aquí plantea también Ptolomeo: cf. N.Tr. 456.
454
La comparación de los elementos musicales con los geométricos no es
nueva, pero su aplicación exclusiva al to/noj sí lo es: cf. pasajes como Nicom. Exc.
276.13 ss., dio/ti ka)ntau=Ja tou=to du/natai o( fJo/ggoj, o(\ dh\ e)n a)riJm%= me\n mona/j, e)n
de\ gewmetri/a? shmei=on, e)n de\ gra/mmasi stoixei=on, o Anon. Bellerm. 21. La misma
relación sirve para las letras, cf. Theo Sm. 49.6 ss. (vid. Lohmann, op.cit., pp.4 y
12-13). Ya Nicómaco (Harm.261.4) establecía el carácter inextenso de la nota:
fJo/ggoj (...) hÅxoj a)plath\j kata\ to/pon a)dia/statoj; la matemática, a su vez, fijaba
el punto como aquello que no tiene partes, cf. Euc. Elementa I 1 shmei=o/n e)stin ouÂ
me/roj ou)Je/n, y la línea, ib. I 3 grammh=j de\ pe/rata shmei=a. El sentido matemático
de a)su/nJetoj se puede ver ib. su/nJetoj a)riJmo/j e)stin o( a)riJm%= tini metrou/menoj,
566
cf. Theo Sm. 95.18 o(/ te b / kai\ o( g , o)/ntej a)su/nJetoi kai\ prw=toi kai\ mona/di me-
trou/menoi ktl.
455
O lo que, referido a los to/noi y notas, sería aumentar una nota en el
sistema en cuestión, o trasladar todo éste, por ejemplo, un to/noj más agudo.
456
En la teoría aristoxénica los límites de la percepción están ligados a los
límites de la emisión: cf. Aristox. Harm. 19.10-12, dioriste/on ouÅ)n e(ka/teron au)tw=n
pro\j du/o poioume/nouj th\n a)nafora/n, pro/j te to\ fJeggo/menon kai\ to\ kri=non: tau=ta
eiÅnai sumbe/bhken, e)nergei/#? de\ peperasme/naj w(/sper kai\ ta\j tw=n megeJw=n. Anon.
Bellerm. 94 da un intervalo para la voz humana de tres octavas, pero más allá de las
posibilidades del registro, a Ptolomeo sólo le interesa el rango que queda
delimitado por el sistema de doble octava, por el motivo principal de que en él
quedan cumplidos todos las formas de las consonancias. El sentido general del
pasaje es que son las notas las que actualizan las diferencias de tensión en los to/noi;
en potencia las notas son infinitas, luego las modulaciones entre ellos, que se hacen
en virtud de la tensión (65.20) lo son también. Pero las notas en la práctica no lo
son, luego tampoco las modulaciones. Ésta es una apreciación que tan sólo
constituye un punto de partida delimitador de la cuestión, antes de abordar los o(/roi
(66.6-7) que determinarán la posibilidad de las modulaciones. Por eso ha señalado
Barker (op.cit., pp.175-176) que antes de que Ptolomeo desarrolle las
delimitaciones que han de imponerse en el estudio de los to/noi –y como
consecuencia en el desarrollo de las modulaciones– el aspecto que presenta hasta
aquí la noción de to/noj es la de “tonalidad”, escala de transposición en el sentido
aristoxénico o alipiano; a ello contribuye la comparación con la línea y el punto, y
sus infinitas posibilidades.
457
El establecimiento de las tres delimitaciones es la consecuencia de la
necesidad de precisión en los siguientes aspectos, para poner orden en esa serie de
notas, to/noi y modulaciones que pueden ser potencialmente infinitos. Este párrafo
constituye el programa de los tres siguientes capítulos. II 8 trata de la razón entre
567
los to/noi más agudo y más grave; II 9, del número de to/noi comprendidos entre
ambos extremos, y II 10, de las razones que separan a cada to/noj.
458
O, lo que es lo mismo, qué relación interválica (lo/goj) guardan entre sí
las notas del mismo nombre del to/noj más agudo y del más grave, una cuestión que
se tratará en I 8. Este “lo/goj” entre los to/noi extremos (entre sus notas
dinámicamente equivalentes) se ha tomado ya mayor que 2:1, ya menor, en función
del número de escalas del sistema en cuestión (bien trece, bien quince, bien tres,
caso éste quizá de Bachh. Harm. 303.3). A este respecto, los new/teroi de 66.18
deben de ser los mismos de 27.2, los miembros de la escuela aristoxénica (cf.
GMW, p.297, n.91). Este lo/goj está determinado o configurado, en el caso de
Ptolomeo, por la noción de a)pokata/stasij que veremos en 66.19.
459
Es decir, cuántos to/noi es posible que existan. La respuesta vendrá con-
dicionada por la cuestión anterior (a una razón mayor entre los to/noi extremos, ma-
yor número de to/noi, y viceversa); de ahí que diga Ptolomeo (66.13-14) que los dos
últimos o(/roi dependen del primero. La cuestión es debatida: los aristoxénicos pro-
ponían un sistema de trece escalas según Cleónides (ver la crítica de Aristóxeno a
sus contemporáneos, Harm. 46.18 ss.) mientras que los teóricos tardíos quince (cf.
Aristid. Quint. I 10). Las razones de Ptolomeo a esta cuestión las desarrollará en II
9.
460
Estas tres cláusulas responden a las mismas tres cuestiones que se
planteara antes acerca de los to/noi, pero aquí en lo que respectan a una consonancia
como la cuarta. Desde el punto de vista de la teoría musical, la comparación no es
objetable en absoluto, pues to/noj (= escala) y cuarta son ambos “sistemas” en el
sentido tradicional (técnico) de la palabra (cf., por ejemplo, Aristox., Harm. 21.6
ss.) y es lógico que ambos puedan ser determinados en el plano racional por los
mismos principios (con leves diferencias, como dice Ptolomeo). En el caso de la
cuarta, también podrían ser innumerables las razones interválicas que completan
4:3 (como señala Solomon, op.cit., p.81, n.123), pero los sentidos y la práctica
establecen que sean tres, como es tradicional en la división del tetracordio. En la
tercera consideración sobre la cuarta (66.12), toiai/de (“de tal valor”) se refiere a los
568
distintos excesos o diferencias entre las razones que hacen 4:3, como se pueden ver
en la exposición de los géneros del propio Ptolomeo y otros autores (I 13-15).
461
Solomon (op.cit., p.81, n.126) comenta que esta restricción es “la
precisa magnitud del to/noj”. Pero si nos atenemos estrechamente a las palabras de
Ptolomeo, la restricción que determina a las demás es la primera (t%= prw/t%, 66.14),
esto es, la de la razón que hay entre los to/noi más agudo y más grave. Si esta razón
es mayor que una octava puede haber más de siete, como el caso del sistema
aristoxénico o tardío, o el sistema de ocho to/noi que expone Ptolomeo en II 10;
pero si es menor, puede haber un número por debajo de siete, y Aristóxeno (Harm.
46.18 ss.) da fe de que existían tales sistemas tonales entre los a(rmonikoi/. Baquio
(Harm. 303.5-6) dice que hay quienes cantan siete to/noi –frente a quienes sólo tres,
y con el marco de la tradición en que este autor se inscribe, con la hegemonía del
sistema aristoxénico-alipiano de escalas de transposición en un número elevado, no
es inverosímil pensar que esté citando aquí indirectamente a Ptolomeo.
La determinación del primer o(/roj sobre los demás se debe a que el número
de escalas posibles viene dado, para Ptolomeo, por las “funciones” que hay en el
interior de la octava; así, el número de to/noi no se puede incrementar más allá de un
número determinado porque las funciones están delimitadas. Y, por otro lado, los
excesos entre to/noi dependerán de las tensiones (ta/seij) que mantengan entre sí
dichas funciones. A este respecto, Aristóxeno se quejaba: “[los harmónicos] no han
explicado con qué objetivo se empeñaron en separar así las tonalidades” (Harm.
47.13-15). Efectivamente, Ptolomeo vincula los excesos o diferencias interválicas
entre to/noi a la razón de los dos más extremos, unos excesos que, como señala
Barker (GMW, p.20) y veremos en II 10, no resultan de “la ordenación cíclica de las
meses (habría problemas con los géneros) sino en el movimiento a través de cuar-
tas, quintas y octavas”.
462
El aumento de la razón entre los to/noi extremos tiene como
consecuencia el aumento del número de to/noi intermedios, un aumento que parece
haber sido constante desde el siglo IV a.C. en adelante, hasta fijarse un número de
quince; considérese que casi todos los autores dan la tríada dorio-frigio-lidio como
los tres primitivos (cf. Ptol. Harm. 64.8-10). Contra, Solomon, op.cit., p.82, n.127.
569
463
Por el tratamiento que da Ptolomeo a la cuestión tonal aquí y en los
capítulos siguientes (sobre todo en II 10), hay que pensar que en su época estaba
quedándose fijado un sistema tonal tendente ya a las quince tonalidades, cuales
aparecen en las recopilaciones tardías, pero también que quizá hubiese sistemas
rivales; unos sistemas que podrían tener menos de siete tonalidades, quizá
asociados a una determinada organología, como muestra Aristóxeno (Harm.47.7).
No obstante, es difícil decir si estos sistemas cuya razón entre to/noi extremos es
menor que 2:1 y que Ptolomeo cita aquí tienen algo que ver con los del pasaje
aristoxénico citado. A esto se añade que, en virtud de la incorporación al sistema
teórico que de los fenómenos musicales hace nuestro autor, es difícil evaluar el
valor de su información si el sistema tonal que él oía se corresponde al que describe
en la Harmónica; la consecuencia de ello sería quizá que Ptolomeo se refiere a los
otros sistemas gracias a un conocimiento libresco de la cuestión, seguramente muy
al contrario de lo que ocurría en el caso de Aristóxeno.
464
Gr. a)pokata/stasij. Este término, que utiliza Ptolomeo en sus obras
astronómicas (cf. por ejemplo Ptol. Tetr. II 11, 1, referido al movimiento circular
del sol), nos introduce en la naturaleza del sistema modal que desarrolla Ptolomeo.
Al basarse, por un lado, en una nomenclatura funcional (kata\ du/namin) y por otro
sobre la base de un eiÅdoj tou= dia\ pasw=n que no hace falta repetir al agudo o al
grave, el sistema modal se torna circular o “periódico”, es decir, una vez hemos
alcanzado el to/noj más agudo, el siguiente a él (más agudo) no será sino una
repetición del tipo de octava y de las funciones del primero de todos, pues la altura
(esto es, la modulación kata\ to/non) del to/noj no es lo armónicamente significativo
desde 61.1-10 al no comportar una variación de hÅJoj. La periodicidad, entonces, de
la afinación se mostrará fehacientemente en el hecho de que la nota
proslambanómeno coincide con la nete del tetracordio añadido (61.6-7). Como
consecuencia, la progresión (meJarmogh/, 67.18) entre to/noi no constituye una línea
ascendente (o descendente) potencialmente infinita, como muestra el esquema de
Alipio, sino una periodicidad de las formas de octava, determinadas por la posición
del tono disyuntivo: al sobrevenir la octava de las formas, ésta coincidirá con la
primera.
570
465
El carácter circular o periodicidad determina el primer y más importante
o(/roj en el estudio de los to/noi (66.8), la razón entre los dos más extremos, porque
libre. La distinción de II 6 tou= to/nou / tou= me/louj reforzaba la idea de que sólo en
un cambio de melodía hay cambio de carácter (63.9-10, cf. ahora 63.21), aunque en
la teoría musical griega haya, por lo demás, un nexo claro entre a(rmoni/a como
escala de sonidos y carácter, cf. Aristid. Quint. 81.18 ss., “y por consiguiente, entre
los tropos, el dórico es el más grave y conviene al ethos masculino (...); el tropo que
excede a éste en un tono es intermedio en cuanto al ethos; y el tropo que es más
agudo que el dórico en el mayor de los intervalos no compuestos, el dítono, es más
571
femenino. Los tropos que están entre éstos han de ser considerados de carácter
ambiguo”. Este “carácter” asociado a una escala determinada ha dejado perplejos a
los críticos, porque a veces una a(rmoni/a difería de otra tan sólo en un semitono.
Pero el hÅJoj al que inmediatamente se referirá Ptolomeo es otro, más cercano quizá
al hÅJoj derivado de los fJo/ggoi y su altura, cf. Aristid. Quint. 10.13-15, “unos ethe
corren sobre los sonidos más agudos y otros sobre los más graves, y unos sobre los
sonidos del tipo parypatoeidés y otros sobre los del tipo licanoeidés”, conectándose
esto a las “regiones de la voz” (to/poi fwnh=j).
Pero como son las funciones de las notas las que delimitan y actualizan los ei)/dh tou=
dia\ pasw=n (cf. 65.15-18), el cambio de carácter en Ptolomeo está asociado no
468
Cf. 11.22.
469
En el teatro, según Ps.Plat.Ep.321a2.
470
Podemos ilustrar las palabras de Ptolomeo con un ejemplo. Imaginemos
una melodía como la siguiente, inspirada en el Peán de Ateneo (fechable en el 127
a.C.; vid. E. Pöhlmann, Denkmäler altgriechischer Musik, Nürnberg 1970 [=DAM],
19, pp.59-71):
572
Podríamos explicarla diciendo que el primer compás está en to/noj dorio, en
alguna suerte de género diatónico. Según esto, la es la mese, y el primer compás se
mueve entonces en los tetracordios me/swn y diezeugme/nwn. Pero en el segundo
compás, tras lo que interpretamos como mese, aparece si bemol, que en dorio no
tiene cabida porque entre mese y paramese debe haber un tono disyuntivo
indefectiblemente (cf. Ptol. Harm. 60.4-6). De modo que, según el esquema de los
sistemas perfectos tradicionales, tras la mese vemos, pues, una trite del tetracordio
conjunto, que guarda respecto a la mese la razón del primer intervalo del tetracordio
en el género en cuestión, pues es un tetracordio conjunto (sunhmme/non). Pero en II 6
Ptolomeo demostró que el sistema conjunto es redundante en la teoría porque lo
que se hace al modular es operar con un tetracordio de un to/noj de diferente altura;
parece un sistema diferente (63.19, w(/sper) pero se trata, según Ptolomeo, de la
a)pokata/stasij del sistema con las funciones de la octava. De modo que en vez de
En un ámbito de sonidos,
573
a las de este otro
siendo ambas series las mismas, porque en ambos casos la música se mueve por los
mismos dos tetracordios, me/swn y diezeugme/nwn. Pero ha habido un cambio de
tensión, en palabras de Ptolomeo, h( de\ ta/sij ou)x w(j ta/sij a)ll’ w(j e(/neka tou=
me/louj. Para que las duna/meij sean las mismas (y el eiÅdoj sea el mismo) la nota por
melodía y voz no se separan. Lo que esto viene a significar se ve mejor si del dorio
pasa el segundo compás a mixolidio: la melodía es la misma (to\ au)to/, 67.2) porque
es igual la interválica, pero la voz comienza más arriba (e)pilamba/non, 67.8). Luego
hay un cambio de to/noj (= escala) que, al desajustar, en palabras de Ptolomeo,
me/loj y fwnh/, produce un cambio de carácter (67.8). A primera vista no hay
574
tienen el mismo eiÅdoj y meramente son una repetición de las funciones a una
octava diferente; y cabría en el alipiano (aunque también poco apropiada) una
modulación, por ejemplo, entre dorio y jonio, pero no para Ptolomeo –de hecho
para él no existe el jonio– porque no hay posibilidad de situar una mese dinámica
donde la sitúa este último to/noj, al tener los excesos entre to/noi unas reglas basadas
en las consonancias y no en los intervalos melódicos (cf. II 10).
Pero, una vez expuesto el marco teórico en el que Ptolomeo entiende la me-
tabolh\ tou= me/louj, sería más interesante intentar buscar ejemplos de ello en los
fragmentos musicales que han llegado hasta nosotros. Tales fragmentos están nota-
dos, casi todos, con el sistema transmitido por Alipio, y su utilización excede con
mucho los siete to/noi de Ptolomeo: son normales, por ejemplo, el lidio e hipolidio,
jonio e hiperjonio, y el frigio (sobre esto, vid. West, op.cit., p.259, n.9), entendién-
dose como “escalas de transposición”. Lo primero que llama la atención es la tre-
menda libertad de los compositores frente a los dictados de los tratados teóricos.
Ptolomeo, por su parte, establece que las mejores modulaciones son las que se efec-
túan a distancia de cuarta y quinta (cf. Harm. II 6) porque éstas son las razones de
los intervalos consonantes; en Harm. II 9 rechazará el incremento (es decir, los ex-
575
cesos o u(peroxai/) entre escalas a distancia de semitono, tal y como se observa en
los to/noi post-aristoxénicos: tal cosa es “inapropiada en armonía”, 69.17-18
a)prosfo/rou panta/pasin e)n a(rmoni/# tou= toiou/tou katalambanome/nou. La razón de
ello, según nuestro autor, es que quedó demostrado que una octava no se divide en
un número determinado de intervalos iguales (cf. Harm.69.24-25). Ptolomeo apoya
su argumentación teórica, como es habitual, en que a lo contrario “se oponen tanto
lo racional como lo evidente” (69.11, e)ni/statai to/ te eu)/logon kai\ to\ faino/menon).
Sin embargo, la escuela aristoxénica, con su propio sistema tonal a la vista, sí había
desarrollado una teoría de la modulación más permisiva que la ptolemaica, aunque
esencialmente entedía como mejores las modulaciones desde intervalos consonan-
tes. El motivo para esto (frente a Ptolomeo) es que hay una mayor koinwni/a: cf.
Cleonid. Harm. 205.10-206.2:
576
primeras xarie/sterai; Ptolomeo, por su parte, se refiere a la metabolh\ tou= me/louj
–cuando se realiza convenientemente– como “proporcionada y melódica”, 63.22-23
o(/tan su/mmetroj kai\ e)mmelh/j; este último adjetivo ha de tener, pues, el mismo sig-
nificado que para Cleónides (cf. supra N.Tr. 439). Que los intervalos su/mfwna o
consonantes son los de cuarta y quinta es algo dado de antemano para todos los
autores, aunque en el caso de Ptolomeo el sistema de jerarquías interválicas pro-
puesto en I 7 sea de una fecundidad extraordinaria: no sólo ordenó racionalmente
sus lo/goi matemáticos, sino que justifica por qué unas modulaciones son su/mmetroi
y otras no; después, ayudará a explicar las u(peroxai/ entre los tonos.
nus, Oxford 1902, pp.262-266) ofreció una interpretación excelente acerca de esta
koinwni/a, atendiendo, según Cleónides, al pycnón. Dice Macran: “When we speak
of a common element, we mean not only certain points of pitch common to both
scales, but certain coincident points of pitch occupied in both scales alike by low-
est, by middle, or by highest note of a Pycnum”.
577
bp=baru/puknoj; mp=meso/puknoj; op=o)cu/puknoj. Cf. Cleonid. Harm. 186.
Sólo hay un grado de la escala que coincide (re), pero éste está alterado en
una de las escalas; de ahí que la modulación entre ambas no sea conveniente. Sin
embargo, como ya hemos dicho, la práctica musical iba mucho más allá de la teo-
ría, y aceptaba una modulación de semitono, tal y como se puede observar en de-
terminados pasajes del Peán de Ateneo (cf. DAM 19, y E. Pöhlmann-M. L. West,
Documents of Ancient Greek Music. The extant Melodies and Fragments edited and
transcribed with Commentary, Oxford 2001 [=DAGM], 20), cf. la demostración de
Hagel (Modulation in altgrichischer Musik, Frankfurt am Main 2000, pp.70-76).
578
En el caso de la modulación mediante intervalo de tono, hemos visto cómo
era aceptada por Cleónides entre las e)mmelei=j; Macran (op.cit., p.265) muestra la
koinwni/a entre dos escalas como lidia y frigia, donde a pesar de la distancia
dia/fwnoj que las separa, hay una gran coincidencia de funciones relativas al pyc-
nón. Para Ptolomeo, sin embargo, está claro que si los intervalos consonantes van
antes que los melódicos (e)mmelh=), entendiéndose por tales aquéllos por debajo de la
cuarta, cf. Harm. 70.13-19, “la transición (meta/basij) a los tonos en sucesión no
produce una modulación tan provechosa (pro/sforoj) como la que la hace a los to-
nos que se diferencian por las primeras consonancias”.
Aquí tenemos un tetracordio lidio (mese I) que pasa a uno frigio (mese M).
Pero igualmente es interesante ver cómo la práctica musical coincide con la teoría
en la consideración del intervalo de cuarta como apropiado para la modulación.
Recordemos cómo Ps.Plutarco (de Mus. 1142F, cf. Arist. Pol. 1342b7-12; vid.
Hagel, op.cit., p.81 y West, op.cit., p.365) nos daba noticias de las tonalidades em-
pleadas por Filóxeno en sus Misios: al comienzo, hipodorio; hipofrigio y frigio en
la parte central, y mixolidio y dorio para el final. Los to/noi que van emparejados
están a distancia de cuarta. Consideremos muy brevemente algunos otros ejemplos
con notación. Otro pasaje de la misma composición de Mesomedes (tras ka-
ta/rxou), citada anteriormente, muestra un paso desde el lidio al hipolidio:
579
Contra la doctrina ptolemaica, hay un uso consciente del tetracordio sunhm-
me/non, envuelto en la modulación: obsérvese la identidad de la nh/th sunhmme/nwn
hipolidia y la me/sh lidia. Éste es un ejemplo de metabolh\ tou= ge/nouj, que nos lleva
a pensar que, si bien la modulación de cuarta podría tener su efecto práctico en un
pequeño número de cuerdas que han de ser reafinadas (producto, a su vez, de la
koinwni/a; en el caso del género diatónico, ninguna), en el paso de diatónico a cro-
mático sí hay que modificar más (lixano\j me/swn lidia = paranh/th sunhmme/nwn
cromática del hipolidio un semitono más baja); cf. supra sobre el Pap.Oxy.
LIII.3706, y Hagel, op.cit., p.110.
Pero en seguida (tras el punto alto: a)/Jrauston: a(gi/oij) hay un paso a dorio,
cuya me/sh está a intervalo de tono de la frigia:
580
Se pasa desde la mese frigia (M = do) a la nh/th diezeugme/nwn doria (G = fa),
correspondiente a la paranh/th diezeugme/nwn frigia. Este paso modulatorio se en-
tiende melódicamente mejor si se supone un tetracordio conjunto desde la me/sh
frigia, pues la nh/th sunhmme/nwn frigia (fa) corresponde a la nh/th diezeugme/nwn do-
ria. Pero aun así estamos ante una metabolh\ e)kmelh/j.
471
La similitud (o(moio/thj) está implicada por el carácter circular de la afi-
nación, en virtud del cual la proslambanómeno es equivalente en función a la nete
del tetracordio añadido; su fundamento acústico podría verse en Ps.Arist. Prob.
XIX 42 (103.5), que se pregunta por qué suena otra nota a octava de la que canta-
mos. Esta similitud funcional es el origen y causa de la posterior reducción que hará
581
Ptolomeo de las escalas a un número de siete, puesto que la nota a octava de la pri-
mera es equivalente en función, y por ello se cierra una especie de círculo.
472
Este capítulo es el desarrollo de 66.8, prw=toj me\n kaJ’ o(\n o( tw=n a)(/krwn
to/nwn lo/goj suni/statai. Para Düring (op.cit., p.235) constituye la crítica a las to-
475
La misma expresión la leímos en 15.21 (kaJ’ au(ta/j). Ptolomeo repite
la doctrina ya expresada en 15.11 ss. acerca de la igualdad para la percepción, por
ejemplo, de cuarta y octava más cuarta, según la cual un me/loj que se desarrolla en
una consonancia simple quinta es dinámicamente equivalente al que se desarrolla
en una octava más dicha consonancia. La igualdad funcional entre ambos tipos de
intervalo es un apoyo formal a los datos que ofrece la percepción.
476
“De forma semejante” (o(moi/wj) en el sentido de la o(moio/thj de 67.12 (cf.
N.Tr. 471).
582
477
Esto es simplemente una consecuencia de lo dicho justo antes y en
15.17-20, ka)\n lhfJv= tij e)pi\ ta\ au)ta\ toi=j a)/kroij tou= dia\ pasw=n, oiÂon e)pi\ to\ ba-
ru/teron a)mfote/rwn h)\ pa/lin e)pi\ to\\ o)cu/teron, w(j a)\n e)/xv pro\j to\n e)ggu/teron au)tw=n,
ou(/twj e)/xein fai/netai kai\ pro\j to\n a)pw/teron, kai\ th\n au)th\n e)kei/n% du/namin e)/xein.
De modo que en tanto que las duna/meij se conserven iguales –y esto se debe a la
especial característica de la octava, cf. 15.16–, y como consecuencia los intervalos,
en una melodía no se diferenciarán significativamente –para Ptolomeo– de otros
dos sonidos que disten de los primeros una octava, sea por el agudo o por el grave.
El hecho de que “su inicio (se tome) desde cada una de las notas extremas” (67.17-
18) indica que es más allá de la octava cuando las funciones vuelven a repetirse (y
por ello también los ei)/dh); si la segunda melodía transcurre dentro de los límites de
la octava habrá una configuración del eiÅdoj diferente, y funciones diferentes; habrá,
en definitiva, una metabolh\ tou= me/louj (63.5).
478
Ptolomeo utiliza meJarmogh/ (“transposición”, “cambio de una a(rmogh/ a
otra” con la consiguiente re-afinación, cf. N.Tr. 328) en un sentido muy cercano a
metabolh/, entendida ésta entre to/noi, como se puede ver en este pasaje; sin embar-
go, Frínico (loc.cit., cf. N.Tr. 328) diferenciaba claramente metabolh/ y a(rmogh/,
utilizando meJarmo/ttesJai con el sentido de “reafinación” del instrumento tras una
pieza (cf. PPM, p.237 o Michaelides, op.cit., p.206). El término, además de tener un
uso en la métrica (cf. Hermog. Id. I 6, 230-3), es rescatado por nuestro autor de un
acervo que no había pasado a la literatura técnica; sin duda era un término común
entre los instrumentistas, y de ahí pasó en sentido figurado a otros usos ajenos a la
música. Además del pasaje de Frínico (donde aparece el verbo), el sustantivo como
tal también se puede leer con el sentido de “transposición” por ejemplo en Jámbli-
co, VP 25, 113.6 (meJarmosa/menoj w(j eiÅxe th\n lu/ran); cf. Clem. Al. Paed. I 8,
66.5 (meJarmozome/nou mousikw=j tou= lo/gou kata\ tou\j e(ka/stouj), entre otros; son
testimonios tardíos, pero cf. Erinn. fr. 4, 7-8, kai\ su\ me/n, wÅ Ume/naie, ga/mwn mol-
pai=on a)oida/n / e)j Jrh/nwn goero\n fJe/gma meJarmo/sao.
479
Es la repetición a intervalo de octava lo que produce la repetición del eiÅ-
doj de la octava (y por tanto de sus funciones); constituiría una modulación de
to/noj y no de me/loj. Por eso será la octava el intervalo que delimite los to/noi a)/kroi,
583
en respuesta a 66.8. Por ejemplo, en el to/noj hipodorio la mese dinámica está en la
posición de la hípate del tetracordio medio (cf. Ptol. Harm. 74.1-2). La octava alta
de tal Je/sij sería la nete del tetracordio disjunto. Una mese dinámica colocada en
tal Je/sij (nete del tetracordio disjunto) daría una interválica entre hípate del tetra-
cordio medio y nete del tetracordio disjunto por posición de T-S-T-T-S-T-T, la
misma que se da en el hipodorio.
siete, y son completados con los ocho sonidos de la octava (68.18-19), es decir,
ocho sonidos que comienzan ocho to/noi diferentes con una proyección de eiÅdoj
diferentes los siete primeros; al ser el octavo sonido igual al primero por una octa-
va, el eiÅdoj se repetirá en virtud de que la melodía comienza en el “extremo de la
octava” según 66.12-14. Pero los ei)/dh no se repetirán si no se han formado to/noi
con todos los sonidos de la octava. Lo que aquí ocurre es que aparentemente Pto-
584
lomeo cuenta con los ocho sonidos de la octava, cuando en realidad en 68.15-19
precisará que son los lo/goi –y por tanto las funciones que delimiten– contenidos en
la octava los que consiguen el número de to/noi. Pero esto pertenece al segundo o(/roj
de 66.8-9 y Ptolomeo lo desarrollará en el capítulo siguiente.
482
Ya hemos visto cómo Aristóxeno (Harm. 46.18 ss.) expuso críticamente
sistemas tonales en los que se llega hasta seis to/noi. Mientras que del tarentino no
nos ha quedado parte alguna de su obra que trate por extenso de los to/noi, son Frí-
nico (PS 25.8), Cleónides (Harm. 203.3 ss.) y Arístides Quintiliano (I 10) quienes
hablan de un sistema tonal kata\ Aristo/cenon de trece escalas. Al contrario de lo
que sostiene Düring (op.cit., p.235), Ptolomeo no está criticando aquí exclusiva-
mente a Aristóxeno, porque de lo que se trata más bien es de exponer los problemas
tanto de sistemas que no completan todas las formas de octava como de aquéllos
que los repiten a octava diferente con nombres distintos. Será en II 9 donde inevita-
blemente deberemos pensar en el sistema aristoxénico, aunque Ptolomeo no nom-
bre precisamente a Aristóxeno.
483
Es también consecuencia de lo expresado en 67.21-22. Aquéllos que ex-
ceden la octava obtendrán to/noi idénticos al original al repetirse el intervalo de una
octava (según 67.18-21), o bien to/noi que, más allá de esta segunda octava, resulta-
rán idénticos en el mismo intervalo que un to/noj una octava por debajo. O de otra
manera, si un to/noj B está contenido dentro de la octava siguiente al original A, un
tercer to/noj C, dentro de una segunda octava desde A, será redundante en igual
cantidad interválica respecto a B como B lo es de A (cf. 67.21 ss.).
585
484
El sistema de ocho to/noi de II 10 (Boecio, en Mus. 348.2-3, supuso
erróneamente que el mismo Ptolomeo sostenía un sistema con este número). Ésta es
la restricción que ahora introduce Ptolomeo y con la que no se contaba en 66.15-17
ó en 68.1-9, donde parecía que iba a ser la octava la determinante de los to/noi ex-
tremos y su intervalo entre ellos. Ya hemos comentado que la octava nota hará un
eiÅdoj tou= dia\ pasw=n idéntico a la primera nota; por eso Ptolomeo precisa que este
to/noj a octava del original es redundante (cf. 70.22-23; por ejemplo, el to/noj que
586
489
Aquí reside la verdadera causa de que sean siete los to/noi de Ptolomeo,
que ya venía anticipada por todo lo expuesto en capítulos anteriores. Las duna/meij
de la octava –el rango interválico donde se producen los ei)/dh– no se establecen sino
con las razones interválicas que hay en ella, y éstas son siete solamente (pero entre
ocho sonidos), porque no se trata aquí de un continnum sonoro; las razones (lo/goi)
convertían a los sonidos en notas, según 12.9-10. Entonces, dada la doctrina de los
ei)/dh y visto que sólo la modulación entre diferentes formas de octava en el interior
492
Son siete las formas de la octava: vid. supra 57.4-8 y 60.24-61-7. Como
señala West (op.cit., p.233), al tener en cuenta el eiÅdoj o secuencia interválica, no
hace falta asignar una nota mese dinámica a cada paso semitonal, pues no resultaría
una nueva forma de octava, sino un transporte de tal forma un semitono más agudo
o más grave.
Como ya hemos visto, ésta es la piedra angular del sistema tonal, pues al
equiparar un tono con una forma de octava, el carácter cíclico (a)pokata/stasij) de
la afinación queda asegurado, pues cualquier otro to/noj añadido no será sino –por
587
fuerza– uno de los anteriores aunque a altura diferente (lo que no acarrea cambio de
hÅJoj, vid. 67.3, y por tanto es una modulación que no interesa). Ésta es la diferen-
lu/dion, fru/gion, dw/rion, u(polu/dion, u(pofru/gion, u(podw/rion. No cabe duda de que oi(
de/ debe de estar referido a Ptolomeo pero la mención de un plural aquí es algo os-
curo, porque no tenemos datos para pensar en Ptolomeo como fundador de una es-
cuela, salvo las palabras, también oscuras, de Procl. in Ti II 183.22 oi( a)mfi\ Ptole-
mai=on.
493
Tres ei)/dh de cuarta más cuatro de quinta, cf. II 3. La enumeración de las
formas de octava como combinación de quinta más cuarta era la base de la crítica
aristoxénica contra Eratocles y los a(rmonikoi/, quienes, a juicio de Aristóxeno, no
habrían entendido que sólo hay siete formas de octava porque hay un número muy
determinado de las de cuarta y quinta; cf. Aristox. Harm.11.6-10: ou) katamaJw\n
(sc. )Eratoklh=j) o(/ti mh\ prosapodeixJe/ntwn tw=n tou= dia\ pe/nte sxhma/twn kai\ tw=n
tou= dia\ tessa/rwn pro\j de\ tou/toij kai\ th=j sunJe/sewj au)tw=n ti/j pot’ e)sti\ kaJ’ h(\n
“por no haberse percatado de que, sin mostrar también las especies de la quinta y de
la cuarta y cuál es, además, el procedimiento compositivo en virtud del cual su
unión es melódica, se muestra que se produce un número muchas veces mayor de
siete” (vid. Pérez Cartagena, op.cit., p.249, n.36). Pero para la época de Ptolomeo
esta crítica ya era obsoleta, porque la doctrina de los ei)/dh tou= dia\ pasw=n y su orga-
nización estaba ya totalmente consolidada; no se cuestiona aquí que sean siete las
formas y no más, sino que to/noi y ei)/dh están relacionados y el número de éstos de-
termina al de aquéllos, una cuestión que sí es más cuestionable para los aristoxéni-
cos.
588
494
La insistencia de Ptolomeo en el carácter “natural” de la afinación (cf.
66.19, 69.12-13, incluso 92.9) le permite fundamentar su sistema más allá de una
perfecta construcción teórica independiente por sí misma, y engarza de nuevo, aun-
que de forma menos explícita, los datos fenoménicos con los planteamientos racio-
nales de su sistema, “salvando las hipótesis” una vez más (cf. 6.14). El sistema de
los to/noi es el culmen de la investigación armónica, y en ellos se revelan todos y
cada uno de los elementos que previamente han ido apareciendo y que cumplen su
papel en el mantenimiento de toda la estructura (por ejemplo, la investigación ra-
cional sobre los condicionantes naturales del sonido; la relación entre el sonido físi-
co, aislado e irracional, y la nota, un elemento “dinámico”; los intervalos, tras las
disquisiones sobre la aprehensión de los sentidos y su correlato en forma de lo/goj,
los géneros, desde la perspectiva práctica de la afinación y su plano teórico, y los
sistemas, que emergen como el paso previo entre la disposición lógica de sus ele-
mentos y su articulación en to/noi). Todos estos elementos, regidos por el sistema
doble de criterios en la Harmónica, razón y percepción, aseguran que el sistema
hunda sus bases en la naturaleza entendida como aquello de donde la ai)/sJhsij
recoge el material que la razón ordena (cf. 4.7 ss.). Por eso, desde la perspectiva
ptolemaica, acercamientos a los tipos de formas de las consonancias como el hiper-
elaborado de Gaudencio (Harm. 346.6 ss.) no tendrían un carácter “natural”.
495
Cf. la comparación de 66.10.
496
La “razón que armoniza” se encargó de la crítica de los géneros de los
tetracordios en I 12-16, donde desplegó todos los procedimientos racionales en la
división –siempre en tres lo/goi– del tetracordio; en un plano más filosófico, se
hablará del lo/goj a(rmoniko/j en III 3. Una vez vemos que los criterios del ajuste a la
evidencia perceptiva y su exposiciòn matemática son los que determinan las deci-
siones en el sistema. To\ eu)/logon y to\ faino/menon, “lo racional y lo evidente” son los
objetivos del lo/goj y la ai)/sJhsij respectivamente, de modo que cualquiera de las
divisiones que eventualmente podrían plantearse para una secuencia (excesivas,
azarosas o basadas en criterios diferentes) están fuera de lugar en primer lugar por-
que van contra el faino/menon, y como consecuencia el lo/goj no puede ejercer una
acción de “ajuste” de los elementos que la percepción aprehende.
589
497
Cf. 41.17 kata\ to\ eu)/logon te kai\ a)nagkai=on. No hay azar en la
estructura matemática interna de la música a juicio de Ptolomeo, y la Harmónica se
propone, de acuerdo con el propósito explícito de I 2, descubrir que sólo hay
necesidad (cf.6.19-24) en las bellas manifestaciones de la naturaleza; la tesis
ptolemaica consiste en que el desorden o el flujo que percibimos en la materia
(según 4.17-18) contiene un orden interno de índole matemática, que es inalterable.
Ello revela la profunda coherencia de la elección de los criterios en música de I 1:
aunque sin duda podría haber operaciones matemáticas diferentes en las medidas
musicales (en la división de la cuarta, en el tipo de lo/goi, etc.), el juicio del oído es
inapelable e insoslayable.
498
Aunque un to/noj tenga un ámbito de dos octavas porque se realizan so-
bre el Sistema Perfecto, es la octava central de la serie de sonidos la que compren-
derá la forma de octava particular de cada uno. La respuesta al planteamiento de
66.8-9 está dada: el número de to/noj será siete porque tantas son las formas de oc-
tava; y esto es una consecuencia también derivada de 68.17-19, al medir las funcio-
nes de la octava no con sus notas sino con las razones interválicas, que son las que
configuran, al establecer esas funciones, los ei)/dh tou= dia\ pasw=n. A partir de ahora,
el desarrollo lógico de la exposición y sus cuestiones inherentes plantean –una vez
que sabemos que son siete los to/noi, tantos como formas de octava– los excesos
(u(peroxai/) o diferencias de altura entre ellos, sin olvidar el peculiar sentido de la
altura intertonal que tiene el sistema ptolemaico. Es ahora cuando Ptolomeo plan-
tea, sobre lo ya dicho, una crítica a los sistemas rivales, y sin que quepa duda el
aristoxénico (aunque Düring [PPM, p.235] lo viese adelantado ya en II 8).
499
Las “diferencias consonantes” son las que establecen entre sí los to/noi a
través de la lh=yij tw=n sumfwniw=n (desarrollada por Ptolomeo en I 10) y Ptolomeo
la explicará a partir de 70.7 ss. En realidad es consecuencia de lo dicho justo antes.
Si la octava parte de las consonancias de cuarta y quinta, y los to/noi están com-
prendidos por la octava, lo lógico es que las transiciones (metaba/seij) o modula-
ciones entre ellos se ordenen jerárquicamente –en orden a la modulación óptima en
cuanto a hÅJoj– según el orden de tales consonancias, para lo que Ptolomeo recorda-
rá en este mismo capítulo (70.14-15) la tríada homofonía-consonancia-intervalo
590
melódico que dispuso en I 7, como algo to\n a)lhJh= kai\ fusikw/teron (17.19). Evi-
dentemente, las diaforai/ o “diferencias” de 69.14 no serán nunca el intervalo
homófono (ni sus múltiplos; y así no cuenta con él en 70.18-19, sólo tai=j prw/taij
sumfwni/aij), pues ello constituiría una repetición del to/noj a una octava (aguda o
hacer una apreciación importante aquí. Todos los críticos coinciden en que el capí-
tulo es un ataque al sistema “aristoxénico” (cf. PPM, p.235, GMW, p.335, n.71,
SPH, p.86 n.155), pero Ptolomeo no nombra al tarentino, mientras que en otras
ocasiones a lo largo del tratado lo ha citado por su nombre, y ya hemos visto en las
críticas de I 9 ss. que Ptolomeo pudo tener presente una fuente intermedia. No es
éste un motivo que sea suficiente para negar la doctrina tonal de trece escalas al
propio Aristóxeno y asignarla a autores posteriores de su escuela (si bien se ha su-
591
gerido lo contrario; cf. J. Thorp, “Aristoxenus and the ethnoethical modes”, en R.
W. Wallace y B. MacLachlan, op.cit., p.59), pero quizá habría sido más esperable
que Ptolomeo citase, como ya lo había hecho, al propio Aristóxeno (éste habría
escrito, según las fuentes, un Peri\ to/nwn, cf. Porph. in Harm. 78.15-20, pero no nos
quedan más que unas líneas), si es que éste abordó el tema en sus Elementa Har-
monica (cf. Pérez Cartagena, op.cit., pp.xxiii y xxv n.72). No cabe duda de que las
críticas del capítulo II 9 se vierten como mínimo contra el sistema de trece tonalida-
des, pues Ptolomeo no parece conocer el de quince; y es muy probable que este
sistema naciera en el seno de la escuela aristoxénica, porque en 69.23-70.7 hay un
eco del reproche que Ptolomeo dirigió en I 9 a los aristoxénicos (22.25, toi=j Aris-
tocenei/oij) pero no al propio Aristóxeno, y que se basaba en la “indefinición” o
randi de esta escuela, y a ello se refiere aquí de nuevo Ptolomeo. Por esto, hay que
ser cautos a la hora de fiarnos de Cleónides y su exacta atribución a Aristóxeno de
esas trece tonalidades; a ello comenta Mathiesen (op.cit., p.387) que lo más verosí-
mil, toda vez que la presentación tonal de Cleónides es similar a la que el propio
Aristóxeno ridiculizó al hablar de los a(rmonikoi/, es que este autor, Cleónides, toma-
se prestado material de un tratado “aristoxénico” temprano, o mezclase material
procedente de la escuela aristoxénica con el de algún tratado de un a(rmoniko/j. No-
sotros creemos que sólo podría aducirse que ese número de tonalidades proviniesen
del propio Aristóxeno o de su entorno inmediato, si pensamos que en la misma
época del tarentino había otros sistemas tonales que quizá sobrepasasen ese número
(por lo que se desprende de la cita de Heráclides Póntico que hace Ateneo), y otros
muchos que fuesen deficientes (como sus ejemplos de Harm.46.18 ss.) y que este
autor criticase la exuberancia y diversidad tonales para proponer, acto seguido, una
sistematización de los to/noi, hoy perdida. Sin embargo, el mayor problema que
afronta la datación temprana del sistema de trece escalas es el gran lapso de tiempo
que permanecieron éstas sin una verdadera sistematización que eliminase la doble
nomenclatura de to/noi o)cu/teroi y to/noi baru/teroi. Ptolomeo, Cleónides y Frínico
son testimonios de que este sistema llegó hasta el siglo II d.C.
592
501
Cf. la crítica aristoxénica (Aristox. Harm. 37-38) de los sistemas tona-
les, a los que compara con las diferencias entre los calendarios de las ciudades; esos
to/noi que presenta Aristóxeno varían en los incrementos entre uno y otro (tonos y
semitonos, tres diesis otras veces; cf. Pérez Cartagena, op.cit., p.351, n.233, y
Apéndice). Dice Aristóxeno (Harm. 46.18-20) que sobre los to/noi “nadie ha dicho
nada, ni cómo se deben entender, ni con qué criterio es necesario enumerarlos”,
peri\ wÂn ou)dei\j ou)de\n ei)/rhken, ou)/te ti/na tro/pon lhpte/on ou)/te pro\j ti/ ble/pontoj
to\n a)riJmo\n au)tw=n a)podete/on e)sti/n). Y sobre sus incrementos, quedan sin expli-
car: 47.13-15, “no han explicado con qué objetivo se empeñaron en separar así las
tonalidades”, ti/ d’ e)sti\ pro\j o(\ ble/pontej ou(/tw poiei=sJai th\n dia/stasin tw=n to/nwn
proteJu/mhntai, ou)de\n ei)rh/kasin). Evidentemente tampoco Cleónides (loc.cit.) ex-
ción de los susth/mata en su disposición de notas continuas (to\ sunexe/j) fue hecho
por los a(rmonikoi/ a través de intervalos mínimos (cf. Aristox. Harm. 36.4-5, to\
e)la/xiston dia/sthma die/xein a)f’ au)tw=n). Todo el libro tercero de Aristóxeno está
una sucesión mediante la igualdad de los excedentes, tampoco habrá una tal igual-
dad en la progresión de los to/noi, pues como ya ha quedado establecido antes
593
(66.10), los excedentes entre los to/noi se pueden comparar a lo que existen dentro
de los límites de un intervalo consonante; y, además, las alturas respectivas entre
éstos dependerán de la posición relativa de sus mese dinámicas, establecidas me-
diante la lh=yij tw=n sumfwniw=n (II 10); tal procedimiento nunca dará una continui-
dad de intervalos idénticos.
504
Es decir, el número de to/noi será igual al número de magnitudes en que
divida la octava, y este número dependerá del tamaño de la u(peroxh/. A menor
u(peroxh/, mayor número de to/noi.
505
Explícitamente Ptolomeo habla aquí de otros teóricos, y como hemos
visto en la N.Tr. 501, éstos han de identificarse con la escuela aristoxénica; ahora
bien, si alguna escuela defendió un sistema tonal basado en progresiones de diesis,
éstos debieron ser verosímilmente los llamados a(rmonikoi/, según lo que podemos
deducir de Aristox. Harm. 36.1 ss. Las tonalidades de Cleónides y Alipio progresan
por semitonos.
506
Ésta es la “indefinición” y falta de rigor intelectual que ya criticara Pto-
lomeo en 22.26-23.17. El sentido es que si un intervalo consonante, en la ausencia
de reglas de melodía que preside esos sistemas, puede ser dividido arbitrariamente
en tonos, semitonos y diesis, ¿cuál es el criterio de sucesión entre los to/noi? Aquí la
idea que subyace a la crítica y que Ptolomeo expondrá a continuación (70.7 ss.) es
que las leyes internas a la sucesión melódica y la progresión de to/noi, evidentemen-
te, están vinculadas. Como apunta Barker (BPH, p.185), para los teóricos griegos
una sucesión de semitono, tono y tono no forma una cuarta, sino que una cuarta
puede descomponerse en una serie de magnitudes. De ahí la gradación, que Ptolo-
meo ya expuso en I 7 y que recuerda significativamente más adelante (70.14 ss.), de
intervalos homófonos-consonantes-melódicos, pero no al revés, como parecería ser
válido aparentemente (él mismo no viola esta regla cuando en I 15 divide la cuarta
de todas las formas posibles a partir de la razón 4:3, y no al contrario, intentando
alcanzarla por la adición de razones).
594
fiere–, hay que recordar que por lo que aquí dice el alejandrino, no sólo tiene in
mente a Aristóxeno (de ahí que no lo nombre): el tarentino sí estudió con solidez las
leyes de la sucesión armónica y desdeñó una progresión en diesis, pues dejó claro
que el ser humano no podía ni siquiera cantar tres seguidas (Harm. 36.7); y, lo que
es más importante, también expuso el método de la lh=yij tw=n sumfwniw=n que está
detrás del método expuesto por Ptolomeo en II 10 para la localización de los to/noi a
partir de uno. De aquí que sea verosímil pensar que hubo sistemas tonales estudia-
dos teóricamente por los a(rmonikoi/ pero eclipsados por los de la escuela aristoxéni-
ca.
507
Aquí “distancia” (dia/sthma) es “intervalo”, y Solomon (op.cit., p.87
n.160) comenta que, con su significado vago, Ptolomeo hace referencia no sólo a
las distancias típicas aristoxénicas de tono, semitono y diesis. Ptolomeo, evidente-
mente, no habría utilizado un término con la connotación de “distancia lineal” para
sus propios intervalos, como queda claro en I 9.
508
La comparación entre la progresión de los to/noi y la progresión del
me/loj continúa con el razonamiento siguiente: dado que no hay i)so/thj o igualdad
entre los excedentes y puesto que una consonancia –la octava, por ejemplo, que es
el lo/goj que delimitan los to/noi a)/kroi– se puede dividir en diferencias de tono,
semitono o diesis (y no habiendo razón alguna para elegir tal o cual diferencia;
además, en ocasiones tales diferencias pueden ser perceptiblemente poco significa-
tivas y por ello dinámicamente poco operativas, cf. 70.4) pero nunca de forma per-
fecta por mucho que lo supongan los aristoxénicos (cf. 70.5-6), entonces ya no hay
una razón convincente (piJanh\ ai)ti/a) para establecer tal progresión igual entre los
to/noi, pues es armónicamente inadmisible. Ptolomeo ya demostró en I 11 que la
595
511
“Las que se hallan” (tou\j...eu(rhme/nouj) no se refiere a los “excesos”
(u(peroxai/), pues hay un cambio de género en el texto griego (tou/j...eu(rhme/nouj).
Ptolomeo no lo especifica, pero este masculino se refiere a los lo/goi (razones) que
se van a exponer como u(peroxai\ tw=n lo/gwn en II 10. Alexanderson (op.cit., p.15)
supone to/nouj, pero la cuestión versaba sobre el tamaño de los intervalos entre las
mese dinámicas de los to/noi (o, lo que es igual, entre los to/noi), no sobre los to/noi.
512
Cf. Aristox. Harm. 68.15 ss. con el mismo sistema, un sistema ya consi-
derado por Ptolomeo en I 10. Esto es desarrollado más adelante en el capitulo si-
guiente (Harm. 71.20 ss.), donde los movimientos para localizar los to/noi desde
uno dado se realizan mediante descensos de cuarta y ascensos de quinta (un sentido
inverso al que tenemos aquí, pero equivalente), dentro del ámbito de una octava
(porque más allá las funciones vuelven a repetirse, cf. 71.24-25). Barker (BPH,
p.184) ha señalado una de las claves de la progresión de las diferencias entre to/noi,
es decir, las u(peroxai/ entre ellos: si la música griega acepta como las mejores mo-
dulaciones aquéllas que se hacen entre intervalos de cuarta y quinta (cf. Ptol.Harm.
63.22-25, Aristid. Quint. 22.15-18, Cleonid. Harm. 205.10 ss.), éstas no se podrían
alcanzar si dichas u(peroxai/ estuviesen determinadas por los intervalos que separan
las notas en los diferentes géneros. El movimiento a través de las consonancias dará
como resultado intervalos de 9:8 y leima (o sus combinaciones), porque la diferen-
cia entre una quinta y una cuarta es el tono de razón 9:8.
Por ello las modulaciones mejores también para Ptolomeo son las que se
producen entre intervalos consonantes, de cuarta o de quinta, como dice él mismo
al final del capítulo (70.18-19); así, Ptolomeo está siguiendo, con sus propios pre-
supuestos teóricos y armónicos, a la tradición musical anterior a él.
513
Es la consecuencia de que la octava esté compuesta de cuarta y quinta, y
será utilizado en II 10 para hallar los incrementos entre los to/noi. Lo que aquí dice
Ptolomeo es sencillo: en primer lugar, cualquier nota a una cuarta grave de otra
vuelve a aparecer a la quinta aguda de la que está a octava grave de la primera; o
bien, de otra manera, hípate del tetracordio inferior es una cuarta grave de mese
pero también una quinta más aguda que proslambanómeno. En segundo lugar, tiene
lugar el sentido contrario: cualquier nota a una cuarta aguda de otra vuelve a apare-
596
cer a la quinta grave de la que está a la octava aguda de la primera; o bien, la mese
está a una cuarta aguda de hípate del tetracordio medio pero también a una quinta
más grave de nete del tetracordio disjunto.
514
La progresión modulante entre consonancias elimina un paso de un
to/noj a otro de forma casual o basada en intervalos aislados. Los homófonos están
antes que las consonancias porque éstas no sólo están “dentro de la octava” (70.8-9
e)nto\j tou= dia\ pasw=n), sino porque en el incremento (parau/chsij, 70.9) mediante
597
515
De este modo, según lo dicho en 70.9-10, un paso idóneo en la modula-
ción entre to/noi será entre aquéllos a distancia de cuarta o quinta; a continuación,
los comprendidos por los intervalos melódicos (e)mmelh=). Este paso a distancias de
cuarta o quinta produciría lo que Ptolomeo llamó metabolh\ tou= me/louj (63.5), por-
que el oído esperaba una progresión a lo largo de un sistema disjunto y oía sin em-
bargo un paso al conjunto (63.17-20), es decir, hay una modulación entre dos to/noi
cuyas meses funcionales respectivas están a distancia de cuarta (ver ejemplo musi-
cal en nota 448). Entonces, como dijo Ptolomeo (63.22-23), será este paso
su/mmetroj kai\ e)mmelh/j, y por tanto pro/sforoj, adjetivo que vuelve a aparecer aho-
598
En cuanto al sistema de ocho to/noi, más tarde veremos un sistema con este
número en Brienio (Harm. II 3), quien, como Boecio, transmite un Ptolomeo con
un sistema también de ocho escalas (cf. Bryenn. Harm. 116.26, kata\ de\ Ptole-
mai=on o)ktw/); así se consideró durante mucho tiempo hasta que en el Renacimiento
El sistema que nos presenta aquí Ptolomeo (adelantado en 66.17, oi(( d’ e)p’
au)to\ mo/non [sc. dia\ pasw=n]) debió de existir en la práctica, porque Ptolomeo lo
dice muy claro, 70.21 oi( me/xri tw=n o)ktw\ to/nwn proelJo/tej; cf. también 72.25 ta\j
o(pwsou=n u(peroxa\j paradedome/naj –mas no podemos atribuirlo a los aristoxénicos,
que, con verosimilitud, son los new/teroi de 66.18, porque no acepta el semitono
como intervalo, cf. 71.17– y pudo hallar una sistematización teórica hoy perdida.
No es imposible pensar en un sistema modal basado en las formas de octava, como
el de Ptolomeo, que llegase hasta el octavo to/noj en aras de una circularidad más
marcada.
Tal sistema tiene como criterio organizador la prioridad de los to/noi-base li-
dio, frigio y dorio, y la modulación por cuarta a partir de ellos, pero de una manera
incoherente (cf. 70.23, ou) me/ntoi kata\ th\n de/ousan e)pibolh/n): tal movimiento con-
sonante sólo se hace del dorio al mixolidio; los demás hipo- se colocan “a semejan-
za”, de ahí la explicación etimológica. La exposición de este sistema le sirve a Pto-
lomeo para desmontar la posibilidad de un octavo to/noj más allá de mixolidio, y
sobre todo para explicar que sólo el movimiento a través de las dos primeras conso-
nancias completo es el único coherente con un sistema basado en los ei)/dh tou= dia\
pasw=n; este sistema de II 10 está situado entre los incrementos iguales de semitono
un to/noj central y no el más agudo (vid. 71.2 ss.)–puede conllevar cierta variación
en la localización del mixolidio.
517
Cf. supra 68.7-9.
518
Muy pronto quedará claro que, aunque se haya podido llegar a determi-
nar las u(peroxai/ entre los to/noi correctamente, éstos han sido establecidos de forma
599
inconveniente porque no se ha seguido la norma dispuesta por Ptolomeo en 70.15-
18 acerca de la jerarquización entre homófonos-consonancias-intervalos melódicos,
y la búsqueda de las notas equivalentes dinámicamente a través de cuartas y quin-
tas, como quedó claro en 70.7-9. Estos movimientos a través de consonancias los
explica Ptolomeo desde 71.21 ss.; para él la metodología es fundamental, y en este
caso aceptará los resultados de sus predecesores una vez los haya obtenido racio-
nalmente y con los medios de que le provee su propio sistema, hasta aquí desplega-
do; es el modo “más apropiado”, 71.20 kata\ to\n prosh/konta tro/pon frente al vago
y quizá azaroso, “de algún modo”, 70.23 o(pwsou=n. Ptolomeo recalca la importancia
del acercamiento racional a lo que la tradición le ofrece, de acuerdo con sus crite-
rios: cf. 72.24-25, w(/ste eu(reJh/sesJai t%= lo/g% ta\j o(pwsou=n paradedome/naj
u(peroxa/j.
519
Cf. supra 64.7-8 y N.Tr. 445. Según una de las tradiciones éstos son los
tres más antiguos (están entre las escalas damonianas de Aristid. Quint. 18.5-
19.10); sin duda había una modulación entre ellos, gracias al “trípode”, un invento
de Pitágoras de Zacinto, cf. D. L. VIII 46). Otra tradición, encabezada por Herácli-
des Póntico (ap. Ath. 14.19) hace coincidir a(rmoni/ai con los e)/Jnh griegos, y así la
tríada es dorio, eolio y jonio (trei=j ouÅn auÂtai, kaJa/per e)c a)rxh=j ei)/pomen eiÅnai
a(rmoni/aj, o(/sa kai\ ta\ e)/Jnh, cf. igualmente Poll. IV 65.1); las harmonías frigia y
lidia habrían llegado con los frigios y lidios que marcharon al Peloponeso con Pé-
lope. Ptolomeo no descarta que la nomenclatura esté conectado con tales nombres
étnicos, pero no da mucha importancia al asunto (envuelto en la leyenda y la mito-
logía), como no se la da a los aspectos históricos de la harmónica a lo largo del tra-
tado, una postura que no tienen otros autores como, por ejemplo, Ps.Plut. de Mus.
1134 A-B o Clem. Al. Strom. I 16, 76.5. El cruce entre ambas tradiciones puede
residir en la herencia de la equiparación de Heráclides con la tradición que ya ma-
nejaba Arístides Quintiliano (23.1 ss.) y la nomenclatura que asocia especies de
octava con a(rmoni/ai (cf. Cleonid. Harm.197.4 ss.).
520
Se entiende “por un tono” un intervalo de tono de razón 9:8. Ptolomeo
tiene razón al considerar las distancias entre estos tres tonos (que Arístides Quinti-
liano [23.1] llama “genéricos”); cf. infra Apéndice IV para la distancia entre ellos.
600
521
Esta etimología de to/noj parece proceder de estos teóricos, en la idea de
que hay un tono entre cada uno de los tres originarios, cf. supra 64.9; no obstante,
este origen parece poco verosímil, pues según los a(rmonikoi/ que se atienen al auló
referidos por Aristóxeno (Harm. 46.18-47.16), los to/noi originarios no están sepa-
rados por tales distancias (vid. Apéndice IV). Más segura es la explicación del pro-
pio Ptolomeo en 65.19-20, [ta\j susta/seij] a(\j kalou=men i)di/wj to/nouj para\ to\ tv=
ta/sei lamba/nein ta\j diafora/j, “(las constituciones) que llamamos específicamen-
601
grave llamado también hiperdorio y uno agudo o hiperjonio, a distancia de semito-
no de los que lo rodean (para la comparación, vid. Apéndice IV). Ya hemos visto
que a Ptolomeo (Harm. 70.25-71.1) no parece interesarle la historia particular de
cada uno de los to/noi, pero Ps.Plutarco (de Mus. cap.16) ofrece una información
muy interesante sobre el to/noj mixolidio y su primus inventior (Safo según Aris-
tóxeno [fr.81], Pitoclides según los harmónicos, y Marsias según Clemente de Ale-
jandría [Strom. I 16, 76.6]; cf. además Anon. Bellerm. 28) y su uso en tragedia (lo
mismo podemos decir para los demás to/noi de este capítulo: Ptolomeo los trata en
función de su propio interés –el establecimiento de sus mutuas u(peroxai/– y no da
datos de corte histórico).
de\ to\ paJhtiko\n, me/miktai de\ dia\ tou/twn trag%di/a, “después de tomarlo lo unie-
ron, en efecto, al modo dorio, ya que éste expresa grandeza y dignidad y el otro, en
cambio, patetismo, y la tragedia es una mezcla de estos caracteres” (traducción de J.
García López). Esta asociación mixolidio-dorio, a distancia de cuarta, será el primer
paso en la lh=yij tw=n sumfwniw=n que desde 71.21 va a emplear Ptolomeo para
hallar las mese dinámicas de todos los to/noi.
524
Es decir, el intervalo de leima, 256:243, que resulta de la sustracción a
una cuarta (4:3) del dítono 81:64, aunque Ptolomeo no lo diga. Pero hay que pensar
que aun así, Ptolomeo está pensando en el leima no sólo por la propia forma verbal
que emplea (paraleipo/menon) sino porque concedió al principio del capítulo que
estos teóricos habían dado con las u(peroxai/ entre los to/noi correctas, aunque desde
una metodología incorrecta; y supuesto que para ellos entre hipolidio y dorio hay
un leima (71.17), igual distancia debe de haber entre lidio y mixolidio. Obsérvese
que el paso que dan los teóricos a que aquí se refiere Ptolomeo parten del dorio en
sentido ascendente (Ptolomeo lo hará del mixolidio y en sentido descendente, y más
adelante veremos por qué); pero ya no hay más movimientos a través de las conso-
nancias. Sutilmente, la regla ptolemaica de que hay que tomar antes los intervalos
consonantes que los melódicos (70.14 ss.) está aquí quebrantada por estos teóricos,
602
pues la razón entre lidio y mixolidio se halla una vez localizado el dítono que for-
man entre sí en su separación frigio y lidio; Ptolomeo, en cambio, hallará esta razón
una vez establecido el lidio al descender dos cuartas, ascender una quinta, descen-
der otra cuarta y ascender otra quinta (cf. 72.3-4), en estricta observancia del prin-
cipio mencionado, con lo que el leima entre mixolidio y lidio se ha justificado por
los mecanismos del sistema.
525
Es decir, bajo el mixolidio.
526
Es decir, lidio, frigio y dorio, que partían como primeros (70.24-25).
527
El método de estos teóricos contrasta de manera acusada con el rigor
que exhibirá Ptolomeo desde 71.21, y que ya estaba fundamentado en el capítulo
anterior y mucho antes (I 7). En contraste, los teóricos que describe Ptolomeo sitú-
an a cuarta de distancia los to/noi hipo- de sus respectivos to/noi de origen para man-
tener una simetría entre la distancia mixolidio-dorio, sin que el motivo racional de
tal decisión quede claro; más bien parece una explicación a posteriori a partir de
una situación tonal ya consolidada. En ese caso Ptolomeo revela su habilidad para
descubrir una vez más los resortes racionales que subyacen a los datos fenoménicos
(en este caso la racionalidad se considera como la coherencia de la explicación al
sistema tonal con todo lo expuesto hasta aquí por Ptolomeo, sobre todo lo que atañe
a la clasificación de intervalos consonantes en I 7 y la fundamentación estrictamen-
te matemática que allí ofreció el alejandrino).
528
A distancia de cuarta, y esto vale para los siguientes respecto de sus
to/noi primitivos sin hipo-.
529
Este to/noj aparece en obras tardías mezclado con la nomenclatura de
Alipio, como Anon. Bellerm. 63, lo que indica que se usaba indistintamente con la
designación de hipermixolidio o hiperfrigio, cf. Cleonid. Harm. 203.7
u(permicolu/dioj kai\ u(perfru/gioj kalou/menoj. Aunque no se dice, en este sistema
de ocho to/noi el hipermixolidio debe estar a un tono de distancia del mixolidio para
completar una octava sobre el hipodorio. El hipermixolidio es “el mismo” que el
hipodorio porque repite el eiÅdoj tou= dia\ pasw=n de este to/noj pero una octava más
alta; el sistema teórico de Ptolomeo desdeña esta posibilidad desde II 6 en adelante
603
porque la metabolh\ tou= to/nou no tiene significación alguna, al no comportar cam-
bio de carácter. Del carácter superfluo de un octavo to/noj ya habló Ptolomeo en
68.7-11; su denominación la explica también por su situación respecto a los demás,
pero con la evidente sensación de arbitrariedad: si el mixolidio recibía tal nombre
“por su proximidad al lidio” (71.5), éste lo recibe “por haber sido tomado sobre el
mixolidio”, lo que prácticamente consiste en una misma causa para dos prefijos
distintos.
katafronhte/on ouÅn tw=n ta\j me\n kat’ eiÅdoj diafora\j ou) duname/nwn Jewrei=n,
e)pakolouJou/ntwn de\ tv= tw=n fJo/ggwn o)cu/thti kai\ baru/thti kai\ tiJeme/nwn
u(permicolu/dion a(rmoni/an kai\ pa/lin u(pe\r tau/thj a)/llhn. ou)x o(rw= ga\r ou)de\
th\n u(perfru/gion i)/dion e)/xousan hÅJoj: kai/toi tine/j fasin a)/llhn e)ceurhke/nai
kainh\n a(rmoni/an u(pofru/gion. dei= de\ th\n a(rmoni/an eiÅdoj e)/xein h)/Jouj h)\
“Hay que desdeñar, así pues, a los que no son capaces de estudiar las diferencias
en función de la forma; atienden a la agudeza y a la gravedad de las notas, y esta-
blecen una harmonía hipermixolidia y de nuevo otra sobre ésta. Pues no veo que la
harmonía hiperfrigia tenga un carácter propio; además, algunos dicen haber en-
contrado otra nueva harmonía, la hipofrigia. Es necesario que la harmonía tenga
una forma de carácter o de afección, como la locria”.
604
Alipio, pues es el más agudo en este sistema de ocho to/noi así como en el que
transmite Cleónides.
530
El participio en griego tiene el matiz de “un mal uso”. Düring (op.cit.,
p.238) lo explica con el hecho de que las formas están invertidas en cuanto a su
altura respecto a los to/noi, pero esta interpretación no nos parece convincente, pues
cada eiÅdoj se realiza, en el sistema de doble octava, entre la hípate del tetracordio
medio y la nete del tetracordio disjunto (cf. 73.7), es decir, la octava central; vid.
supra Introducción, I.5.3.3, para las causas de tal inversión. A la vista de que el
propio Ptolomeo adjudica a las mese encontradas mediante el sistema de la lh=yij
tw=n sumfwniw=n (71.21 ss.) los mismos nombres que la tradición le ofrece sin cam-
605
e)moi\ de\ dokei= o(rw=ntaj au)tou\j to\n o)/gkon kai\ prospoi/hma th=j kaloka)Ji/aj e)n
toi=j th=j a(rmoni/aj h)/Jesin Dw/rion me\n au)th\n ou) nomi/zen, prosemferh= de/ pwj
u(po/leukon, to\ mh\ gluku\ me/n, e)ggu\j de\ tou/tou le/gomen u(po/gluku, ou(/twj kai\
606
teóricos que defendían un sistema de ocho to/noi dieron, como dice Ptolomeo, con
las u(peroxai/ correctas, el intervalo que defienden es el leima y no el semitono (cf.
así mismo 62.26). La consecuencia es que estos teóricos son ajenos a los aristoxé-
nicos.
534
El diagrama del sistema de ocho to/noi sería el siguiente:
importancia de la a(rmoni/a doria, ya que no del to/noj dorio en la praxis musical (en
beneficio del lidio). Este sistema, con todo, escapa a la crítica que Ptolomeo hizo en
69.15-16 de los incrementos iguales, algo que definía a las trece tonalidades aris-
toxénicas. A pesar de las críticas de Ptolomeo a la repetición del octavo to/noj (el
hipermixolidio), este pasaje, como hemos dicho, se parece mucho al reproche de
Heráclides (ap. Ath. loc.cit.) a quienes colocan un hipermixolidio “porque son in-
capaces de considerar las diferencias de forma (eiÅdoj) y sólo se guían por la agude-
za de la gravedad”. De modo que, de acuerdo con Heráclides, estos músicos se ba-
san más en las distinciones de altura absoluta de las escalas entre ellas que en el
eiÅdoj. Lo que no nos queda claro es si estamos ante un sistema tonal o modal. Los
607
rio, parece que estos músicos han empleado un sistema de consonancias para el
establecimiento relativo de las escalas, en concreto la cuarta y la octava; este proce-
dimiento podía ser una alternativa a la lh=yij tw=n sumfwniw=n que vimos en Aris-
tóxeno o en Ptol. Harm. I 10, que tendría la ventaja de no dar saltos en el vacío ope-
rando con el ditono.
535
Cf. supra 70.14 ss.
536
Cf. supra 70.14 ss. En el esbozo histórico que ha realizado Ptolomeo, se
han empleado en primera instancia intervalos melódicos (en el sentido en que él
utiliza este adjetivo): los intervalos de tono que separan las tres escalas primarias, y
el leima que separa el mixolidio del lidio. Sólo al final se utilizan la cuarta para las
escalas hipo- y la octava para la hipermixolidia.
537
A partir de ahora se emplea el procedimiento de la lh=yij tw=n sumfw-
niw=n, estudiado ya en I 10 con otro fin (cf. Euc. Sect. Can. prop.17). Muy proba-
blemente, Ptolomeo está haciendo uso de un sistema muy extendido, que ya hemos
608
visto operar para los intervalos, pero que también era empleado para los to/noi. Véa-
se el pasaje de Arístides Quintiliano (21.7-12), donde tras exponer el sistema aris-
toxénico de tonalidades separadas por semitono, afirma poder hallar la nota pros-
lambanómeno mediante este sistema de lh=yij tw=n sumfwniw=n; Arístides Quintilia-
no, a diferencia de Ptolomeo, no se refiere a la mese (cf. N.Tr. 545; un desarrollo
mucho más completo de este pasaje parece ser Bryenn. Harm. III 1). Según Arísti-
des,
(Cf. Gaud. Harm. cap. 20). Obsérvese que, al encontrarse en una sucesión
de escalas sin limitación de registro de tensión entre la primera y la última, se pue-
drán encontrar tantas notas proslambanómenos como se desee; Ptolomeo se verá
constreñido por el ámbito de la octava, pues su criterio es la noción de forma de
octava.
dorio (mese kata\ du/namin la) menos una cuarta = hipodorio (mese mi) más una
quinta = frigio (mese si) menos una cuarta = hipofrigio (mese fa#) más una quinta
= lidio (mese do#) menos una cuarta = hipolidio (mese sol#) más una quinta =
mixolidio con mese en re# y no en re como es la equivalencia normal en términos
modernos (comenzando por el mixolidio)
609
La progresión melódica propia de la lh=yij tw=n sumfwniw=n (tono-tono-
leima) no se mantiene.
538
Como las mese por función de cada to/noj deben estar dentro de la octa-
va (porque es en el ámbito de la octava y sólo en él donde se dan todos los ei)/dh),
ninguna ha de ir más allá en el movimiento por consonancias. Así, se combina el
descenso de una cuarta con el ascenso de una quinta (el principio acústico en cohe-
rencia con el tipo de modulación ptolemaica, que reconoce las efectuadas por cuar-
tas y quintas como las mejores), como ya explicó Ptolomeo en 70.10-13 y recordará
en 72.6-7, en la idea de que cualquier nota X una cuarta más grave de otra A tiene la
misma función (son homófonas) que la quinta aguda de A, llamémosle Y.
539
Efectivamente, el hipermixolidio está a un tono del mixolidio en el sis-
tema tonal de 70.21-71.20 (vid. Apéndice IV). Un to/noj bajo el hipodorio estaría a
una quinta del dorio (luego con una u(peroxh/ de tono respecto al hipodorio por la
sucesión de los intervalos). La circularidad, por otra parte, del sistema ptolemaico
se cierra a falta de esta u(peroxh\ toniai/a, porque la mese dinámica del mixolidio se
sitúa en la paranete del tetracordio disjunto (73.12), a tono de la que sería mese
dinámica redundante, la nete del tetracordio disjunto (repetición a octava del hipo-
dorio).
540
Como se observa, la identificación de los to/noi ptolemaicos con los ei)/dh
tou= dia\ pasw=n es total. Hay una plena coincidencia con los nombres asignados a
610
tas en un sistema sancionado por el lo/goj; así, el capítulo se cierra tal y como se
abrió, pero, conforme es el procedimiento habitual en Ptolomeo, tras las correccio-
nes de la razón sobre el fenómeno, y su establecimiento de bases racionales que le
proporcionen legitimidad en el sistema.
543
El capítulo se dedica, una vez que se han localizado las alturas respecti-
vas entre los to/noi mediante los movimientos de cuarta y quinta, a establecer el or-
den interválico interno mediante la asignación de funciones con la mese como rec-
tora, y equiparar, gracias a esta ordenación interválica, cada to/noj –con su nombre–
con una forma de octava.
544
Es decir, un sonido kata\ Je/sin de la octava central: to\ i)sa/riJmon se es-
tablece al haber siete sonidos diferentes en la octava central y siete formas de octa-
va. Esta nota a la que se va a identificar con la mese por función se puede corres-
ponder igualmente con los to/noi (entendiéndose como sonidos con unas u(peroxai/
entre ellos) alcanzados en el capítulo anterior por medio de las cuartas y quintas.
Dentro de la octava central de cada to/noj, la que va desde las notas por posición
hípate del tetracordio inferior y nete del tetracordio disjunto, se van asignando en
cada uno de los to/noi aquélla que va a ser la mese por función –y la que decidirá las
relaciones funcionales, a su vez, de toda la octava–, con lo que a su vez queda esta-
blecido el tono disyuntivo (entre paramese y mese dinámicas), cuya situación de-
ntro de la octava determinará el eiÅdoj de ésta, según 56.9.
545
El ajuste de la mese a cada posición determina un orden interválico
diferente. Del carácter determinante de esta nota para la afinación total (cf. infra
74.21) habla Ps.Arist. Prob. XIX 20 (89.4, dia\ ti/, e)a\n me/n tij th\n me/shn kinh/sv
h(mw=n a(rmo/saj ta\j a)/llaj xorda\j kai\ xrh=tai t%= o)rga/n%, ou) mo/non...lupei= kai\
fai/netai a)na/rmoston, a)lla\ kai\ kata\ th\n a)/llhn mel%di/an;) y 36, si bien no se
deben buscar demasiada relación entre ambos textos (cf. N.Tr. 550; para otras
fuentes, cf. West, Ancient Greek Music, p.219 n.6). Ya vimos en la N.Tr. 537 el
sistema de lh=yij tw=n sumfwniw=n que Arístides Quintiliano utilizaba para hallar, en
los to/noi aristoxénicos, la nota proslambanómeno.
546
Cf. supra 68.15 ss.
611
547
Las formas de octava se observan en la octava central del Sistema Per-
fecto; estudiosos modernos como J. D. Denniston (“Some recent theories of the
greek modes”, CQ 7 [1913], pp.83-99, esp. p.95), West (op.cit., p.185) o Chailley
(op.cit., p.47) suponen que a esta escala se la añadieron posteriormente los tetracor-
dios u(pa/twn y u(perbolai/wn, y la nota proslambanómeno. Además, Ptolomeo justi-
fica esta zona del Sistema por la comodidad y adecuación de la melodía al ejecutan-
te o al instrumento, según Barker (GMW, p.338, n.83): no hay alturas en el sentido
tonal.
548
Barker (op.cit., p.338, n.83) señala que las notas por posición que deli-
mitan la octava central del to/noj no tienen una altura previamente determinada ni
teóricamente identificable; estas palabras de Ptolomeo sirven para referir tal altura
al registro particular del cantante. Anon. Bellerm. 28 nos informa de los to/noi
empleados por los diferentes músicos; en concreto, oi( toi=j o)rxhstikoi=j
prosh/kontej mousikoi\ e(pta\ tou/toij xrw=ntai: u(perdwri/%, ludi/%, frugi/%, dwri/%,
u(poludi/%, u(pofrugi/%, u(podwri/%, “los músicos que se ocupan de los coros hacen
uso de estos siete: hiperdorio, lidio, frigio, dorio, hipolidio, hipofrigio e hipodorio”.
Éstos son unos to/noi que cubren una octava desde el registro más grave de las
tonalidades alipianas, ascendentemente, un rango donde la voz masculina –
normalmente barítono– se halla cómoda.
549
Ptolomeo se refiere tanto a la dificultad de cantar agudos como de cantar
graves profundos. En 74.20 utilizará como sinónimo e)pi/tasij.
550
Solomon (op.cit., p.91, n.189) cita aquí Ps.Arist. Prob. XIX 20 (cf. XIX
36), un problema donde se considera la importancia de la mese en la afinación, y al
que ya nos referimos en la N.Tr. 545. Evidentemente hay paralelismos, pero cree-
mos que aunque Ptolomeo y el autor del Problema se refieren en el fondo a lo mis-
mo –la importancia de la mese como foco de donde parte el proceso de la afina-
ción– ambos autores tienen objetivos diferentes y parten de supuestos diferentes.
Aunque para Arístides Quintiliano (I 10) los to/noi son localizados mediante el des-
cubrimiento de sus notas proslambanómenos gracias al sistema de la lh=yij tw=n
sumfwniw=n, la importancia de la nota mese fue quizá determinante como demuestra
612
Cleónides (Harm. 202.3-5), a)po\ de\ th=j me/shj kai\ tw=n loipw=n fJo/ggwn ai( du-
na/meij gnwri/zontai, to\ ga\r pw=j e)/xein e(/kaston au)tw=n pro\j th\n me/shn fanerw=j
gi/netai, “las funciones se reconocen a partir de la mese y las demás notas, pues
como verdaderas escalas modales. Ptolomeo recoge esas mismas formas de octava
y les aplica los mismos nombres, pero ya hemos visto que en su sistema es una in-
novación (en lo que a su utilización en el ciclo de formas se refiere) la doble no-
menclatura de las notas así como el desarrollo racional de la lh=yij tw=n sumfwniw=n
para hallar los excesos entre to/noi. Porque mientras que para Cleónides y Arístides
Quintiliano estas escalas son “formas de octava” (otros textos como Anon. Bellerm.
62 transmiten los ei)/dh tou= dia\ pasw=n sin sus etiquetas), es decir, las posibilidades
de ordenación interválica dentro de la octava mediante algún criterio (por ejemplo,
el tono disyuntivo), para Ptolomeo son to/noi, escalas que forman un sistema tonal
que entra en competencia con los to/noi o tro/poi que han sido transmitidos, preci-
samente, por esos mismos autores, para los que ya no había mucha relación entre
to/noj y eiÅdoj, pues todos los to/noi considerados aristoxénicos y los posteriores
613
553
En las distintas afinaciones de los to/noi, las cuerdas permanecen en el
mismo lugar, pero su tensión en ocasiones ha de variar ligeramente; por ello no se
puede entender to/poj con el sentido de “posición exacta”. Riemann (op.cit.,
pp.203-204) ofrece las diferentes armaduras que se han postulado, para lo que hay
que tener en cuenta que Ptolomeo establece un tono de diferencia entre los tres pri-
meros, dorio, frigio y lidio, y un semitono entre el lidio y el mixolidio. En la si-
guiente tabla se comparan las armaduras, indicándose la tonalidad menor moderna
equivalente (cf. SPH, p.90, n.185; la de Bellermann es la propuesta en su Die Ton-
leitern und Musiknoten der Griechen, Berlin 1847, p.54 [cf. O. J. Gombosi, Tonar-
ten und Stimmungen der antiken Musik, Kopenhagen 1939, pp.6-7 para una revi-
sión de la bibligrafía, que se ha dividido entre los que suponen como Grundskala al
tono hipolidio (Bellermann, Fortlage, Gevaert, Jan, Reinach, etc) y los que piensan
en el dorio (Riemann, Abert, Düring)].
554
El sistema a)meta/bolon, cf. 60.24 ss. Wallis (op.cit., p.138) supone dia
pason.
555
Efectivamente, como se puede ver en el cuadro de los to/noi de Ptolomeo
del Apéndice II, la nomenclatura por función coincide con la nomenclatura por po-
sición en el caso del to/noj dorio. Es la contrapartida teórica del predominio que
tuvo esta a(rmoni/a tradicionalmente en la música griega, o al menos de su prestigio
ético. Es significativo que también Arístides Quintiliano (21.13), aunque de forma
diferente porque está hablando de tonalidades, se refiera al dorio como aquél to/noj
que se puede cantar por completo: “Algunos tonos se cantan en toda su extensión,
pero otros no. El dórico se canta entero porque nuestra voz es capaz de dar hasta
doce tonos y porque el sonido añadido [proslambanómeno] del dórico está en el
medio de la octava hipodórica”.
614
556
Cf. supra 60.22-24. Del movimiento a través de cuartas y quintas, como
ya hemos visto, se desprenden las mejores modulaciones y éstas tienen como con-
secuencia que dos to/noi a distancia de tales consonancias comparten más sonidos
(en cuanto a la tensión), y por ello la modulación entre ellos es más fácil y melodio-
sa que en el caso de to/noi a otras distancias. Así, en las modulaciones entre to/noi a
distancia de cuarta y quinta, de un to/noj a otro sólo hay que variar una nota (por
ejemplo, del mixolidio al dorio la paramese por posición; del dorio al hipodorio la
parípate); en cambio, en las meJarmogai/ entre to/noi a distancias disonantes, quedan
menos notas a)ki/nhtoi: por ejemplo, entre mixolidio y frigio (tono y medio) sólo
quedan inmóviles cuatro notas, o entre mixolidio e hipofrigio (tres tonos) sólo que-
dan tres.
557
Cf. supra 67.21 con la misma idea. Quienes incrementan los to/noi por
semitono son los aristoxénicos, cf. Cleonid. Harm. 204.10, oi( a)po\ tw=n o)cuta/twn
mexri\ tou= baruta/tou h(mito/nion a)llh/lwn u(pere/xontej. El sistema tonal que critica
615
to/noi, tal y como aparece en el texto de Cleónides, se basa en una progresión por
616
en Ptolomeo el hipofrigio. Ptolomeo introduce entonces un desconocido sistema
hipofrigio grave en mi, y atiende a la afinación grave aristoxénica.” Es decir, según
Gombosi, Ptolomeo concibiría su hipofrigio sin percibir que es el mismo que el
hipofrigio grave aristoxénico; el que cree ser el hipofrigio grave aristoxénico es, en
realidad, el hipodorio aristoxénico. Por ello el hipodorio ptolemaico sería nuevo,
pues es un hipodorio “grave”. Esta interpretación se basa en la teoría de Gombosi
de la doble afinación griega, lo que él llama la “afinación alta” y la “afinación baja”
(contra esta concepción doble arremetería más tarde Lohmann demostrando que es
incompatible un solo círculo de quintas y dos afinaciones; además, según el mismo
autor, el su/sthma es anterior al to/noj, que es su realización; aquél es abstracto, éste
es su concreción). Puesto que, según Ptolomeo, sólo hay siete formas de octava
posibles, sólo existen siete localizaciones kata\ du/namin para sus respectivas notas
mese. Por ello, el avance del círculo de quintas (o el ascenso-descenso de quintas y
cuartas) se detiene al obtener los siete primeros grados; no es posible obtener la
nota intermedia entre la hípate del tetracordio inferior por posición y la parípate del
tetracordio inferior por posición (ambas distan un tono). Este aprovechamiento de
los pasos semitonales no utilizados es la base del sistema de to/noi entendidos como
escalas de transposición.
Pero al margen de la transcripción de los to/noi alta o baja, parece que lo que
Ptolomeo quiere hacer ver acerca de la inconsecuencia del hipofrigio grave respecto
de su propio sistema no es un problema de alturas relativas, sino de asignación de
mese a to/poi determinados. Ya hemos dicho (en la N.Tr. 557) que los to/poi que van
a ser ajustados a las mese dinámicas no se obtienen para Ptolomeo por una progre-
617
sión de semitonos sino por el método de las consonancias (el primer caso sería otro
tipo de transgresión del principio establecido en 70.15-18), así que Ptolomeo no
está confundiendo alturas, porque su noción de altura del modo está en función de
la colocación de la mese dentro de la octava central y las nuevas relaciones que
crea. La interpretación de Gombosi lleva a pensar en un desajuste de semitonos
entre ambos sistemas, cuando en realidad ambos parten de principios excluyentes.
Esbocemos un nuevo esquema:
les resulta extraño que haya un hipofrigio grave entre el hipodorio y el otro hipofri-
gio porque las mese no se hallan necesariamente por el método de las consonancias,
sino por la progresión de los semitonos (y si así lo hacen, como parece desprender-
se de un pasaje de Aristides Quintiliano [I 10], no se ven restringidos por el número
de formas de octava); y puesto que entre hipodorio e hipofrigio hay un tono de dife-
rencia (cf. Aristox. Harm. 47.6-10, igualmente), hay un paso de semitono expedito,
según ellos, para un nuevo sistema.
561
ou sumbai/nontoj (“al ocurrir esto”) recoge el caso anterior, es decir, la
más notas de la escala para conservar las mismas relaciones de ge/noj (Ptolomeo
618
simplifica suponiendo identidad genérica entre ambas, pero cf. las afinaciones de II,
16), la especie de octava resultante sería, de nuevo, o bien la del hipodorio un semi-
tono más alta (si es que habíamos subido la hípate) o la del hipofrigio (ptolemaico o
agudo aristoxénico, sexta forma de octava, si habíamos bajado la parípate); por otra
parte, como recuerda Düring (op.cit., p.240), habría que modificar todas las cuer-
das, y no algunas (cf. Ptol. Harm. 74.3), como en las transposiciones que sí cam-
bian de eiÅdoj. Recordemos que la modulación busca un cambio de hÅJoj, y éste se
consigue no mediante el cambio de tensión, sino de du/namij (= cambio de forma de
octava): cf. supra 63.8-10: h( de\ ta/sij ou)x w(j ta/sij a)ll’w(j e(/neka tou= me/louj,
o(/Jen e)kei/nh me\n ou)k e)mpoiei= tai=j ai)sJh/sesi fantasi/an e(tero/thtoj th=j kata\
du/namin, u(f’ hÂj kinei=tai to\ hÅJoj, a)lla\ mo/nhj th=j kata\ to\ o)cu/teron h)\ baru/teron.
En conexión con esto hay que recordar de nuevo el pasaje de Ateneo (XIV 19) que
cita a Heráclides: éste daba cuenta de que algunos que habían encontrado un nuevo
hipofrigio (tine/j fasin a)/llhn e)ceurhke/nai kainh\n a(rmoni/an u(pofru/gion), que debe
interpretarse como el hipofrigio grave aristoxénico (o, si seguimos a Gombosi
[op.cit., pp.99-100], al hipodorio aristoxénico, un semitono más agudo que el pto-
lemaico; otra interpretación es la de Barker (GMW, [vol.I] p.283, n.15), quien pien-
sa que este hipofrigio no es el hipofrigio, sino un tipo de hipofrigio, “the highest of
the two later additions to Aristoxenus’ set, which is the Hypophrygian key repeated
an octave higher”. Pero estamos obligados a pensar que Heráclides está más cerca
de la sistematización de trece to/noi que de la de quince).
619
El hipofrigio también muestra, a su vez, la octava hipofrigia (TTSTTST),
igualmente desde fa a fa:
Sin embargo, el to/noj que los aristoxénicos intercalan entre ambos, el hipo-
frigio grave (más tarde, llamado hipojonio) no consigue sino repetir la secuencia
interválica de la octava hipodoria, pero un semitono más aguda (TSTTSTT, entre fa
y fa):
562
El capítulo II 12 fue traducido al francés por C.-É.Ruelle, “Le monocor-
de, instrument de musique”, en REG 10 (1897), pp.309-310.
563
Cf. supra 19.20-22.
564
En este momento Ptolomeo está pensando en Dídimo, cuyos géneros va
a tratar en el próximo capítulo; en 78.4 dirá que este músico sólo se ocupa de dos
géneros y los divide tan sólo en el Sistema Inmodulante. Toda la tratadística musi-
cal efectúa la división del canon, efectivamente, en un solo to/noj, porque no inclu-
ye en absoluto todo el material que Ptolomeo va a introducir desde II 15; no obstan-
te, en 79.3-4 también él promete hacerlo así, al menos en lo que a las divisiones
genéricas respecta. Aquí, el sistema “inmodulante” se refiere al dorio, como en
79.3, pues en él coinciden notas por posición y por función.
565
Nicómaco (Harm.cap.11) o Euc. Sect. Can. prop.19 dividen el canon en
género diatónico; cf. también Trasilo (ap. Theo Sm. 92.25) o Dídimo (referido por
Ptol. Harm. 78.4). Sin duda Ptolomeo debe referirse a fuentes donde se estudiasen
el diatónico y el cromático, pues eran los géneros más utilizados.
566
Cf. las tablas de II 15. Ciertamente en esas tablas no vemos la división
de todos los to/noi en todos los géneros sino los géneros y sus mezclas que son los
620
utilizados en la práctica instrumental (I 16, II 16), pues la intención de Ptolomeo no
es la división del canon desde una perspectiva exclusivamente racional (cf. la si-
guiente mención de los kanonikoi/, 75.14) sino como corroboración y comprobación
racional de los sistemas entendidos como realidades musicales. Ptolomeo ha efec-
tuado en el libro I y a lo largo del II un estudio teórico de las razones musicales y
los modos y su modulación; ha confeccionado un sistema teórico basado en una
u(poJe/seij que han gobernado los principios de la división del tetracordio así como
621
intermedia única entre la práctica y la teoría, y en este sentido es el instrumento
perfecto para Ptolomeo: el objetivo del a(rmoniko/j es “preservar las hipótesis racio-
nales del canon” (I 2): los kanonikoi/ se quedaron en el plano de la especulación y
los instrumentistas no se interesan más que por la práctica. Pero la doble vertiente
del canon es una realidad: este capítulo despeja las dudas sobre la utilización prác-
tica de este instrumento (cf. 76.15-23). Por eso Ptolomeo pone tanto énfasis en la
mejora de las condiciones de la producción del sonido y su medición (cf. por ejem-
plo 21.18-19, 22.2-3, 30.2-17, 90.19-91.5, 94.12-18 y otros), pues determinadas
modificaciones, como las presentadas en II 16 y III 1, pueden ofrecer la posibilidad
de comprobar las razones musicales usadas en la práctica mediante un instrumento
virtualmente perfecto. De ese modo el objetivo de la vinculación en música de la
razón y las producciones que aprehende la ai)/sJhsij estaría cumplido.
567
Expresamente no se trata del me/loj, pues Ptolomeo utiliza el término
mel%di/a. Aunque prácticamente imposible de diferenciar en la traducción, la
general aquí se refiere a la música práctica; cf. 69.14, o(/la ta\ susth/mata y 69.16.
Recordemos que según Aristox. Harm. 46.17-18 los to/noi se cantan sobre los
susth/mata.
Las imperfecciones del canon son ahora las que se refieren a este tipo de
comprobación, la de la división de toda la escala y su aplicación en la práctica (cf.
II 16). Barker (BPH, p.256), en la idea de que cuando Ptolomeo se refiere a la co-
rrespondencia entre la razón y los datos de los sentidos se está refiriendo a la prác-
tica musical de su época, entiende mel%di/aj di’ o(/lwn como la melodía más allá de
los esquemas y sistemas interválicos teóricos; se trataría más bien de las piezas que
combinan géneros y to/noi.
568
La xeirourgi/a es un término habitual para referirse a la destreza manual
del instrumentista; cf. supra 6.24-26, Aristox. Harm. 51.18, Nicom. Exc. 280.12.
569
La contraposición entre las dos facetas, la práctica y la teórica, es prácti-
camente una repetición léxica de 6.24. El esquema de ese pasaje seguía al de Pto-
lemaide en tanto que los que se comportan Jewrhtikw/teron son tanto pitagóricos
622
como aristoxénicos (Ptolemaide los pone, sin embargo, a distinto nivel, y el esque-
ma de Ptolomeo en esto resulta una simplificación). El pasaje de 75.11, así como el
de 6.24, vuelve a simplificar el de Ptolemaide, pues a Ptolomeo sólo le interesa
ahora mostrar los opuestos irreconciliables, los o)rganikoi/ y los kanonikoi/; aunque
utiliza material léxico de 6.24, hay que entender el segundo brazo de 75.14-15 sólo
como los kanonikoi/.
6.24-26 6.26
oi( me\n ... tv= xeirourgikv= xrh/sei kai\ tv= yilv= oi( de\ Jewrhtikw/teron t%= te/lei prose-
kai\ a)lo/g% th=j ai)sJh/sewj tribv= prosxo/ntej nexJe/ntej
75.11-12 75.12
dokei= me\n ga\r parelhluJe/nai to\ toiou=ton kai\ Jewri/an tw=n a)potelesmatikw=n tou=
o)/rganon pro\j xrh=sin a(/ma xeirourgikh/n h(rmosme/nou lo/gou
Quizá debamos pensar que el punto intermedio entre los músicos teóricos y
los prácticos fuesen los fabricantes de instrumentos musicales, seguramente cono-
cedores de los rudimentos teóricos de la a(rmonikh/: cf. A. Barker, Euterpe. Ricerche
sulla musica greca e romana, Pisa 2002, pp.66-67.
570
Cf. supra 69.10 a(rmo/zonta lo/gon: es la misma expresión: el participio
activo indica al lo/goj como rector de la división matemática conveniente; el pasivo
indica un estado, el lo/goj (relación) producto último y establecido de la razón
humana. Según Ptolemaide (ap. Porph. in Harm.22.22 ss., el canonista (kanoniko/j,
también llamado a(rmoniko/j) construye razones en conexión con to\ h(rmosme/non.
571
La mención de los canonistas es un reflejo de la situación de los estudios
sobre harmónica en Grecia, divididos por escuelas filosóficas (cf. Porph. in Harm.
3.1-2, pollw=n ai(re/sewn ou)sw=n e)n mousikv= peri\ tou= h(rmosme/nou, wÅ Eu)do/cie, du/o
prwteu/ein a)/n tij u(pola/boi, th/n te PuJago/reion kai\ th\n Aristoce/neion; Varrón
oi( a)po\ tw=n ai)sJh/sewn o(rmw/menoi a(rmonikoi/, kanonikoi\ d’ oi( PuJagorikoi\ oi(
razones sobre la harmonización. Los músicos y los canonistas son diferentes: músi-
cos se llaman los estudiosos de armonía que parten de los sentidos, mientras que
623
canonistas, tales estudiosos que son pitagóricos”. De este modo queda claro que los
canonistas son los pitagóricos, y más adelante (23.17) añade que su estudio, al con-
trario que el de los mousikoi/ (que parten de la percepción), tiene que ver con el de
los maJhmatikoi/. Y aún después (23.25-31) se nos informa de que “Pitágoras y sus
sucesores” establecieron la independencia del lo/goj en el estudio de la música, y en
el caso de que éste no concuerde con los datos de los sentidos, son éstos últimos los
que yerran. A lo largo del tratado hemos visto determinadas refutaciones de la teo-
ría pitagórica armónica por parte de Ptolomeo (I 5-6) y siempre se les ha llamado oi(
PuJago/reioi. Si ahora Ptolomeo los llama kanonikoi/ puede deberse a que, de entre
eu)Ju/thtoj w(j dia\ tau/thj th=j pragmatei/aj to\ o)rJo\n tou= lo/gou eu(ro/ntoj (cf.de otra
manera Panecio ap. Porph. op.cit. 66.22-3); es más bien al revés, cf. ib. 23.4,
ma=llon ouÅn to\ o)/rganon a)po\ th=j kanonikh=j pragmatei/aj kanw\n w)noma/sJh: esta
Indudablemente, sea cual sea el origen del adjetivo kanoniko/j, estaba aso-
ciado al kanw/n como instrumento musical, pero esta restricción en el origen del
nombre que hace Ptolemaide tiene que ver con otra apreciación que nos devuelve
de nuevo al texto de nuestro autor; dice Ptolemaide (23.1-4): kanonikh/n ge/ toi ka-
lou=si kai\ th\n e)pi\ suri/ggwn kai\ au)lw=n kai\ tw=n a)/llwn pragmatei/an, kai/toi
tou/twn mh\ kanonikw=n o)/ntwn, a)ll’ e)pei\ au)toi=j oi( lo/goi kai\ ta\ Jewrh/mata
624
la aplicación en siringas, aulós y demás, aunque éstos no son ciertamente canóni-
cos, sino que así mismo los llaman ‘canónicos’ porque las razones y los teoremas
también se les ajustan”. Este fragmento introduce una ligera diferencia con el in-
forme de Ptolomeo. Si Ptolemaide está en lo cierto y los pitagóricos se ocuparon
con el mismo afán de los instrumentos –lo cual es verosímil, conocidos los experi-
mentos legendarios de Pitágoras así como de Hípaso de Metaponto y Nicómaco–
para hallar las razones interválicas, entonces el rechazo a los instrumentos se debe a
Ptolomeo, acentuándose así su afán por la mejora sustancial tanto de las partes
constituyentes del canon –cuerda y puentes– como de lo que se refiere al aumento
de cuerdas (I 11). Por eso en 6.24-26 desdeñó a los instrumentistas, oi( me\n ou)do/lwj
e)oi/kasi pefrontike/nai mo/nv tv= xeirourgikv= xrh/sei [cf. 75.15 to\ xrhstiko\n aplica-
da a liras y cítaras] kai\ tv= yilv= kai\ a)lo/g% th=j ai)sJh/sewj tribv= prosxo/ntej.
Ahora entendemos mejor este a)lo/g% de 6.25, referido no sólo como opuesto a
lo/goj y añadido a ai)/sJhsij, sino al propio dominio de los instrumentos, carentes
canon porque no están diseñados para ello. Esta apreciación, aunque en apariencia
insignificante, es importante de cara a todo el objetivo de la división del canon de
Ptolomeo. Si de lo que se trata es de demostrar “la correspondencia entre razón y
625
percepción” (75.3), el oído no podría reconocer la exactitud del intervalo y su razón
hallada en el canon si no dispusiese de instrumentos que en la práctica de los músi-
cos no produjesen tales intervalos. Es decir, si la cítara no produjese los intervalos
meta\ tou= kaJh/kontoj lo/gou y nuestros oídos estuviesen acostumbrados a ellos de
esta forma, la ai)/sJhsij no podría corroborar que los números arrojados por el ca-
non, por muy conformes a las divisiones que fueran, son los correctos; en todo caso
no existiría la buscada o(mologi/a. Entonces la razón no podría “aceptar lo cercano”
y la percepción “aceptar lo exacto” (4.8-10, tw=n me\n ai)sJh/sewn i)/dio/n e)sti to\ tou=
me\n su/negguj eu(retiko/n, tou= de\ a)kribou=j paradektiko/n, tou= de\ lo/gou to\ tou= me\n
573
Cf. supra 10.11.
574
Nicómaco (Harm. 243.13-17) cita al monocordio en un pasaje de orga-
nología, donde este instrumento no se destaca, sino que se inserta en la lista de los
utilizados en la práctica. Según él, el monocordio participa de las características de
los de viento y cordados: me/sa d' au)tw=n kai\ oiÂon koina\ kai\ o(moiopaJh= ta/ te mo-
no/xorda fai/nesJai, a(\ dh\ kai\ fandou/rouj kalou=sin oi( polloi/, kano/naj d’ oi( Pu-
Jagorikoi/, kai\ ta\ tri/gwna tw=n e)ntatw=n, “entre ellos aparecen, con propiedades
comunes y sujetos a las mismas condiciones, los monocordios, que la mayoría lla-
ma fanduros pero los pitagóricos cánones, y los triángulos entre los cordados”; pero
Pólux (IV 60) lo describe como un tricordio: mono/xordon de/, Ara/bwn to\ eu(/rhma,
tri/xordon, o(/per Assu/rioi pandou=ran w)no/mazon, “y el monocordio, invento de los
árabes, [tiene] tres cuerdas; los asirios lo llamaban pandura”. También Ateneno (IV
82) lo llama pandou=ra.
575
Prw=ton introduce las causas de la inexactitud del canon en la investiga-
626
extremos finales de la cuerda: Noei=sJw dh\ kanw\n (...) kai\ maga/dej pro\j toi=j
pe/rasin au)tou= pantaxo/Jen i)/sai te kai\ o(/moiai sfairika/j, w(j e)/ni ma/lista (20.26-
21.1).
578
De modo que este procedimiento en el canon repetiría las mismas inex-
actitudes que se producen en el auló y la siringa, cf. 20.1-6. La consecuencia del
procedimiento sería que el establecimiento de las razones musicales sobre el ka-
no/nion vendría dado por el oído, y no por las u(poJe/seij.
579
Propiamente ph=xuj alude a los brazos de la cítara (como señala Düring;
cf. Sud. s.v. zugo/j y AP VI 204), aquí el armazón o tabla donde se marcan las divi-
siones; otras veces utiliza kano/nion. Cf. Vendries, op.cit., p.134.
580
Es decir, el desplazamiento rápido del puente bajo la cuerda hace que las
notas no se encuentren justo en las señales que marca el kano/nion. Ésta es una evi-
dencia del uso práctico que tenía el canon (señala al final del capítulo Ptolomeo que
siempre acompañado del auló o de la siringa). Más que para cubrir sus posibles
inexactitudes (pues esto se compadece poco con la referencia de I 16 acerca del
hecho de la insignificante diferencia entre el diatónico tenso y el ditonal) el acom-
pañamiento de viento al canon al que se refiere Ptolomeo (cf. infra 76.22-23) servi-
ría para completar la pobreza de sus recursos artísticos y dotar a la ejecución de
más variedad.
581
En general esto también es propio de los instrumentos cordados como la
cítara y la lira, que los dedos de una mano “pisen” la cuerda y los de la otra la “pul-
sen”, aunque no esté del todo claro la acción de ambas manos, cf. R. Wegner, Das
Musikleben der Griechen, Berlin 1949, p.33. Por eso las técnicas de ejecución sobre
cuerda que vienen a continuación implican la pulsación de ambas manos sobre las
cuerdas, quizá a semejanza de un gitarrista que toca con ambas manos sobre las
cuerdas, aunque las pinturas sobre vasos indican probablemente que una mano pisa
las cuerdas y la otra pulsa (o utiliza un plectro). M. Maas y J. McIntosh (Stringed
Instruments in Ancient Greece, Yale University Press, 1989, p.63) señalan que con
la aportación de estas pinturas no podemos hacer conjeturas sobre digitaciones pre-
cisas (no obstante, cf. ib. pp.63-64, 92-93 y 122 para las técnicas manuales en los
627
instrumentos cordados). Hay un intento de reconstrucción de las técnicas referidas
al auló por Barker, a partir de Plin. HN X, 29, 43, vid. Euterpe..., pp.83 ss.
582
Éste y los siguientes términos referidos a los efectos imposibles de obte-
ner con el canon no se refieren como tales sólo a “técnicas propias” de la ejecución
en la cítara o la lira, como sugiere Solomon (op.cit., p.94, n.209), porque algunos de
ellos son también “formas de utilización de la melodía” o usos de la melopoia, la
última de las partes de la harmónica, cf. Aristox. Harm. 48.4-7, Cleonid. Harm.
206.18, Aristid. Quint. I 12, etc. De modo que junto a las formas del empleo del
instrumento (e)piyalmo/j, su/gkrousij) también tenemos aquí términos que descri-
ben técnicas de organización melódica que en principio pueden considerarse inde-
pendientes del instrumento, pues ni el pasaje de Arístides Quintiliano ni Anon. Be-
llerm. 4-9 (el otro pasaje que nos informa de los tou= me/louj o)no/mata/ te kai\
shmei=a kai\ sxh/mata) hablan de ser propias de la cítara o en general de instrumen-
tos cordados. Más bien el problema de lo que aquí llama Ptolomeo ta\ e)n tv=
xeirourgi/# ka/llista es su dificultad de ejecución en un instrumento como el ca-
non, a juicio de Ptolomeo (76.5-8) por causa de que una de las manos tenga que
desplazar el puente; como consecuencia, no pulsará en dos sitios a la vez ni es ca-
paz de afinar y producir grandes intervalos (76.12; cf. Vendries, op.cit.., p.140).
Dado el significado del verbo ya/llein –tocar una cuerda sin plectro, cf. Mi-
chaelides (op.cit., p.275) o Maas y McIntosh (op.cit., p.170)–, el término
e)piyalmo/j designa sin duda el acompañamiento de cuerda a una melodía dada (cf.
PPM, p.246, GMW, p.341, n.46, SPH, p.94, n.209). Düring la asocia al siguiente
término, su/gkrousij (“tañido simultáneo”), que está más claro. Efectivamente, pa-
rece que ambas palabras están relacionadas en el sentido de que son construidas
sobre dos verbos, ya/llein y krou/ein de significado claro; si en su/gkrousij, sun-
indica simultaneidad, y por tanto una acción imposible para el canon (76.12-13), en
el caso de e)piyalmo/j, e)pi- indica la adición a la melodía del tañido sin plectro so-
bre las cuerdas pero de un modo imposible para el canon. Un acompañamiento a la
cuerda, en teoría, sí puede realizarlo el canon, pero no cuando la melodía es rápida,
porque recordemos que una mano ha de mover el puente, quedando la otra tan sólo
para pulsar, y de ahí su imposibilidad dos sonidos a la vez, y mucho menos si el
628
intervalo entre ellos es grande (76.12). De modo que e)piyalmo/j podría designar,
aplicado a la cítara o la lira, un acompañamiento que implicaría tanto la velocidad
como el uso de las dos manos en la pulsación (los instrumentos pulsados eran de-
nominados e)piyallo/mena, cf. Poll. IV 58 ta\ d’ o)/rgana ta\ krouo/mena ei)/poij a)\n
kai\ plhtto/mena, e)piyallo/mena, e)/gxorda ktl. y Plutarco, Quaest. conv. 713B,
me/lesi kai\ r(uJmoi=j e)piyallo/ntej kai\ kataulou=ntej eu) ti/Jentai kai\ katapraä-
nousin. Aquí e)piya/llein está asociado a kataulei=n [S. fr. 60.1 w(j e)piya/llein
tante, en Harm. 20.15 Ptolomeo utilizó su/gkrousij para referirse a la acción percu-
tiva sobre discos, esferas y platos. El verbo krou/ein entra en la oposición ya vista
anteriormente con ya/llein, porque el primero implica el uso del plectro (cf. Maas
y McIntosh, op.cit., p.170). Evidentemente el prefijo sun- indica algún tipo de si-
multaneidad, y por eso se puede leer la correspondiente forma verbal en definicio-
nes de sumfwni/a, cf. Porph. in Harm. 89.17-18 (citado por Düring, op.cit., p.247) y
también Bryenn. Harm. 100.14 ss., 144.29, e)/sti ga\r sumfwni/a duoi=n fJo/ggwn
o)cu/thti kai\ baru/thti diafero/ntwn kata\ to\ au)to\ ptw=sij kai\ kra=sij: dei= ga\r tou\j
las “formas del me/loj”, Anon. Bellerm. 4-10 y 86-93 ofrecen “dibujos” de la melo-
día cuyas denominaciones también están formadas sobre krou/ein: pro/krousij,
e)/kkrousij y e)kkrousmo/j, ésta última reuniendo a las dos primeras (cf. Najock,
op.cit., p.176; aparecerán de nuevo en Bryenn. Harm. 308.15 ss.). Estas formas de
629
la melodía consisten en el avance melódico a través de dos notas del grave al agudo
o viceversa; pero su/gkrousij no es una línea melódica, sino una simultaneidad, lo
que hoy llamamos “acorde” pero verosímilmente reducido a dos notas. Düring
(op.cit., p.247) se inclina a entenderlo como una suerte de trino (también Michaeli-
des, op.cit., p.312) entendiendo que sería una rápida alternancia de sonidos, algo
muy cerca ya del acorde de dos notas. Nos inclinamos a verlo como un acorde de
sonidos (en el papiro de Orestes [DAM 21, DAGM 3] hay trazas de esto), una espe-
cie de lo que hoy se entiende por “acorde armónico”, pues un trino se parece mucho
a lo que Anon. Bellerm. 8 llama e)kkrousmo/j (e)kkrousmo\j de/ e)stin, o(/tan tou= au)tou=
fJo/ggou di\j lambanome/nou me/soj paralamba/nhtai o)cu/teros fJo/ggoj).
584
Formas de la melodía básicas las han transmitido Arístides Quintiliano
(I 12) y Cléonides (Harm. 207.1-7) además de Anon. Bellerm. 4 ss., y estas formas
se han interpretado como elementos que sin duda estudiaría Aristóxeno en su perdi-
da Peri\ melopoiaj (cf. Porph. in Harm. 125.24 [F. Wehrli, Die Schule des Aristo-
teles, Basel 1967, frr. 92-93]). En esas formas transmitidas por estos autores apare-
ce la llamada plokh/: cf. Arist.Quint. 16.20-21, plokh\ de\ o(/te dia\ tw=n kaJ’
u(pe/rbasin lambanome/nwn, “hay entrelazado cuando hacemos la melodía a través
630
que en Ptolomeo u(perbatw=n implica varias combinaciones posibles (u(perbatw=n
también está presente en las definiciones de plokh/ de Arístides Quintiliano [29.15,
16.21, dia\ tw=n u(perbatw=n diasthma/twn, kaJ’ u(per/basin], pero se refiere a
fJo/ggoi y no a diasth/mata). Sumplokh/ (que también es una combinación de tiem-
pos en el ritmo, cf. Bacch. Harm. 314.1) aparece así mismo en Nicom. Exc. 277.16
aunque con un significado más difuso.
585
Mucho se ha especulado sobre el significado y la situación del término
su/rma aquí (véase por ejemplo Gevaert, op.cit., vol. II, p.268, Michaelides, op.cit.,
p.313, PPM, p.246, GMW, p.341, n.96), que algunos han interpretado como “armó-
nicos”, surigmo/j (así Gevaert). En Anon. Bellerm.10 se habla del kompismo/j como
repetición a octava de una secuencia, pero más claramente el efecto del sonido ar-
mónico se plantea en Ps.Arist. Prob. XIX 42. Düring (op.cit., p.246) ha sugerido
que quizá podría leerse su/rigma puesto que ambos términos son irreconciliables. El
problema reside no en el significado de la palabra, sino en su situación, de un lado,
y de otro el hecho de que no se pueda lograr en el canon. Su/rma es el sustantivo de
su/rein, “arrastrar” (cf. infra 76.16 e)pisuro/ntwn, que alude al “arrastre” del puente);
por tanto vendría a significar el efecto de un sonido arrastrado o, como Düring tra-
duce, “Legatospiel”. En lo que a su producción en el canon se refiere, está claro que
en este instrumento es mucho más difícil que en la cítara o la lira, pues se trata de
producir sonidos ligados mediante el desplazamiento del puente, y esto es realmen-
te complicado si éste ha de establecerse y después pulsar. En cuanto a su situación,
el problema reside en que está entre el par a)naplokh/-kataplokh/ y la palabra que
parece englobarlas, sumplokh/. No hay, en principio, problema en que tras ese par
an)aplokh/-simplokh/ venga su/rma; en este caso no es una forma del me/loj, es una
técnica de la ejecución. Hay que pensar entonces con Barker (GMW, p.341, n.96)
que sumplokh/, la “combinación” de la que se habla a continuación, no recoja al par
anterior, y que más bien se refiera en general (76.10 o(/lwj) a una disposición meló-
dica a través de sonidos disjuntos (u(perbatw=n, cf. u(perbai/nein en la apreciación de
76.12-13); de esta forma sería más bien un resumen general de todo lo anterior y de
todas las técnicas y formas del me/loj logrados mediante distancias entre sonidos
grandes y por tocar en dos posiciones diferentes (76.12-13, mh/te ta\j mei/zouj dias-
631
ta/seij u(perbai/nein du/nasJai r(a?di/wj, mh/te du/o diafero/ntwn a(/ma a(/ptesJai
to/pwn).
586
La dificultad de atravesar intervalos grandes en el canon viene dada por
el problema del movimiento rápido del puente, pues no hay que olvidar que está
sometido a una gran presión; esta dificultad explicaría por qué no puede producir la
a)naplokh/ y la kataplokh/. En cuanto a las dos pulsaciones diferentes, veremos en
el capítulo siguiente que Dídimo intentó solventar de alguna forma esta dificultad
(cf. también 100.10 ss). En principio se trata de un canon de una sola cuerda, y por
ello también se vería privado del e)piyalmo/j y de la su/gkrousij (cf. GMW, p.342
n.97).
587
Barker (op.cit., p.342, n.98) trae a colación un pasaje de Teofrasto (ap.
Porph. in Harm. 64.32 ss.) con una idea muy similar: ei) ga/r tij a(/ma fJe/ggoito
kata\ to\ sunexe\j kai\ tou\j metacu\ to/pouj, aÅr’ ouÅn e)kmelh= pro/oito.
588
La “continuidad” del sonido y la no distinción de cada nota está vedado
en la teoría musical: cf. supra Ptol. Harm. 11.19; él los llama sunexei=j. La distin-
ción es aristoxénica, cf. Aristox. Harm.13.10.
589
A mayor velocidad de desplazamiento del puente, mayor inexactitud en
su colocación en el shmei=on de la regla.
590
Tales dislocaciones son debidas a la imposibilidad práctica de conseguir
la ubicación exacta de las notas a lo largo de la cuerda del canon debido a las carac-
terísticas del instrumento expuestas por Ptolomeo. “Dislocaciones” intenta traducir
e)kptw/seij, palabra que describe el hecho de que el puente no llega nunca (es decir,
632
Hraklei/dou, grammatiko/j, o(\j die/triye para\ Ne/rwni kai\ e)xrhmati/sato: mousiko/j
te hÅn li/an kai\ pro\j me/lh e)pith/deioj. Porfirio, si es que se acepta que habla del
mismo personaje, ofrece en su comentario (in Harm. 5.12) el título de una de sus
obras, Peri\ diafora=j th=j PuJagorei/ou mousikh=j pro\j th\n Aristoce/neion y trans-
mite un fragmento de su Peri\ th=j diafora=j tw=n Aristocenei/wn te kai\ PuJago-
rei/wn (ib. 26.6), que seguramente es la misma obra que la anterior.
593
En II 12.
594
Es decir, dados dos puentes fijos A y B, y uno móvil C, respecto al total
de la cuerda AB, la distancia AC hace una razón y la distancia BC otra.
595
Dados dos puentes fijos A y B, y el móvil C, siendo ajustada la cuerda
desde A y B,
633
599
Seguimos la traducción de Solomon (op.cit., p.95) para e)pibolh/, “to at-
tack”, porque es a nuestro juicio muy adecuada, y además en castellano el verbo
atacar tiene, como en italiano, un sentido musical. Ptolomeo podría haber emplea-
do también yalmo/j.
600
Los géneros de Dídimo son tratados aquí bajo la misma óptica que los
de Aristóxeno y Arquitas en el libro I (es decir, bajo la condición de su confronta-
ción con los faino/mena). Barker (op.cit., p.129) sugiere que su inclusión a estas
alturas del tratado se debería al hecho de que Dídimo no era un teórico, en la Anti-
güedad, de la talla de Aristóxeno o Arquitas (Ptolomeo ofrece su opinión de Arqui-
tas en 34.18 ss.). Sin duda aquí las consideraciones sobre el canon, destinadas a la
mejora de este instrumento con el fin de comprobar la adecuación de las razones
matemáticas con la música práctica, llevaron a Ptolomeo a citar a Dídimo como un
teórico que había intentado mejorar las ejecuciones sobre el canon, pero cuya teoría
de intervalos no se correspondía con los que se podían oír entre los músicos.
601
El género diatónico de Dídimo (cf. las tablas de II 14) está formado por
el tono mayor, el tono menor y el semitono mayor ([9:8]·[10:9]·[16:15]; en cents,
204 + 182 + 112). Sus dos primeras razones, juntas, dan 5:4 –lo que ocurre también
en el cromático ([6:5]·[25:24]) –, una razón que también veremos presente en el
intervalo más agudo del enarmónico. El semitono 16:15 ocupa el mismo lugar en el
cromático y en el pycnón enarmónico ([31:30]·[32:31]). Según Gevaert (op.cit., vol.
I, pp.312 ss.), deriva del enarmónico de Arquitas en tanto que contiene todos los
intervalos consonantes de éste ([5:4] = [9:8]·[10:9], [16:15] = [36:35]·[28:27]). Pero
el diatónico de Dídimo hay que ponerlo en relación con el diatónico tenso de Pto-
lomeo ([10:9]·[9:8]·[16:15]), pues ambos contienen los mismos dos intervalos des-
de el agudo, pero en orden cambiado. Mientras que Dídimo hace una división arit-
mética de la tercera mayor 5:6, con el tono menor en la parte grave –lo que, según
Barbour (op.cit., p.21), es más lógico para la construcción del monocordio–, Ptolo-
meo hace la división armónica situando el tono mayor en la parte grave. Este géne-
ro, con las razones de la afinación justa presentes en Ptolomeo, se ha considerado la
prueba del desarrollo en Grecia de tal afinación: Barbour apunta que Ptolomeo sólo
la habría aceptado porque estaba construida sobre razones epimóricas, una de sus
634
exigencias (37.18-20). De hecho, la rechaza por ir contra la percepción y la práctica
musical (78.16-18), pero nada impide considerar que el género no fuese algo más
que una división teórica.
602
El cromático de Dídimo ([6:5]·[25:24]·[16:15], en cents, 316 + 70 +
112) es del tipo común a Eratóstenes y Ptolomeo, con un tono menor en su pycnón
(cf. la clasificación de Winnington-Ingram, “Aristoxenus and the Intervals...,
p.202). Lo más llamativo es su intervalo central menor que el más grave, que viola
los principios aristoxénicos (Aristox. Harm. 65.11-14), principios que también
aceptó Ptolomeo en 37.7-8 ss. y 38.9-11 ss., sobre la necesidad de que el intervalo
más grave sea menor que el central: el mismo Ptolomeo reprocha esta ordenación
de Dídimo por ir contra la percepción (en 78.10-11, para\ to\ tai=j ai)sJh/sesi fai-
no/menon). Los intervalos del cromático de Dídimo son una tercera mayor consonan-
una lícano del cromático suave, sin embargo Barker (op.cit., p.131) ha relacionado
los géneros de Dídimo con los aristoxénicos más comunes.
603
Ptolomeo dirá justo a continuación que Dídimo sólo hizo la división de
los géneros cromático y diatónico. Barker (op.cit., p.129) ha sugerido que, o bien
Ptolomeo olvidó mencionar la división enarmónica de Dídimo y luego, al consig-
narla en las tablas de II 14 olvidó volver atrás, o bien realmente añadió un enarmó-
nico inventado que tuviese visos de proceder del mismo Dídimo. Pero el crítico
inglés ha argumentado convincentemente a favor de la autenticidad del enarmónico
de Dídimo sobre la base de las mismas apreciaciones de Ptolomeo a los otros dos
géneros (razón 5:4 en cromático y diatónico, producto de la suma de las primeras
razones, pero también en el enarmónico, y mismo intervalo 16:15 en el resto, hasta
635
completar 4:3, en todos los géneros). El único motivo que podríamos aducir para
explicar la omisión de Ptolomeo en 78.3 es un pequeño descuido, pues el enarmó-
nico de Dídimo tampoco “sería correcto” (78.5, ou)de\...u(giw=j), ya que, aunque el
enarmónico de Ptolomeo mantiene 5:4 en el agudo, el pycnón está formado por
(24:23)·(46:45).
Aceptemos, sin embargo, que las razones por las que Ptolomeo censura los
otros géneros de Dídimo podrían considerarse respecto a su enarmónico, como es el
parecer ya visto de Barker; además, es improbable que un autor establezca tres gé-
neros dando una definición negativa para uno de ellos.
636
aunque en el caso del cromático (parecido al cromático tonal de Aristóxeno) no se
vea tan claro. Se ha hecho notar que Dídimo introduce la afinación justa con sus
razones 5:4 y 6:5, que se diferencian en 81:80 (la llamada coma de Dídimo, vid.
Ptol. Harm. 45.5). Las razones de la introducción de estos cálculos por Dídimo son
analizados por Righini (op.cit., p.59) como un “affioramento, al livello della perce-
zione e della sensibilità musicale, di vaghe stimolazioni di armonia”; en primer
lugar, en una música monódica como la griega la entonación pitagórica debió de
estimular la reorganización de las razones. No obstante, Ptolomeo (45.20) parece
admitir la existencia de un enarmónico con un dítono pitagórico de 81:64.
604
Cf. supra N.Tr. 565. A pesar de lo que aquí dice Ptolomeo, el texto de
nuestro autor presenta en las tablas de II 14 una división del género enarmónico.
Barker (GMW, p.343, n.103) cita el caso de Trasilo (ap. Theo Sm. 93.1), quien
también divide el to/noj dorio sólo en cromático y diatónico).
605
Cf. supra 75.4.
606
Es decir, en el cromático, (6:5)·(25:24) = 5:4, y en el diatónico
(9:8)·(10:9) = 5:4.
607
Es decir, las razones de las notas agudas de los géneros cromático y
diatónico, respectivamente.
608
El cromático contradice los sentidos al hacer este género la razón central
menor que la más grave, contra lo establecido por Aristox. Harm. 65.11-14 y el
propio Ptolomeo en 38.9-11; y el diatónico, por invertir el orden de las dos razones
más agudas ([9:8]·[10:9]) respecto al diatónico tenso ptolemaico ([10:9]·[9:8]).
609
Cf. supra 36.9 ss., 38.9-11 y Aristox. Harm. 65.11-14.
610
Se refiere al diatónico tonal, que Ptolomeo toma también por “central”
(39.1), cf. BPH, p.131. Los únicos diatónicos que siguen esta regla son el tenso y el
tonal de Ptolomeo, pues de otra manera igualan las dos primeras razones (tenso de
Aristóxeno, Eratóstenes, el ditonal de Ptolomeo). Al igual que Dídimo, la razón
primera es mayor en el suave de Aristóxeno y los suave y uniforme de Ptolomeo.
Vid. las tablas de II 14.
637
611
La crítica ya ha advertido que es el propio Ptolomeo quien en sus divi-
siones del diatónico no mantiene esto (cf. GMW, p.344, n.106), es decir, a excep-
ción de su diatónico tonal, todos sus diatónicos tienen una razón en el intervalo más
grave que es mayor que la correspondiente en los cromáticos; tampoco Aristóxeno
lo mantenía, y Arquitas igualmente hizo las razones e(po/menoi iguales (28:27). Pto-
lomeo puede estar refiriéndose al hecho observado de que 16:15 sea una razón de-
masiado grande para un diatónico –podría pensarse a la vista de los diatónicos de
Arquitas, Eratóstenes o los suyos–, aunque su propio diatónico tenso tiene 16:15 en
su razón más grave, y la situación de los dos diatónicos aristoxénicos es similar.
Ésta es la interpretación más plausible, a nuestro juicio, para este pasaje, en un con-
texto en que por lo demás Ptolomeo ataca los géneros de Dídimo quizá sin dema-
siada justificación.
612
Se refiere a todos los investigadores teóricos, no sólo a Dídimo, que uti-
lizaron el canon persiguiendo to\ Jewrhmatiko\n mo/non (Ptol. Harm. 66.18), es decir,
sin tener en cuenta los resultados de la confrontación con los datos que proporcio-
nan los sentidos (i.e., la práctica musical real); es un problema de criterios musica-
les.
613
Cf. infra 106.8 y 108.17, 109.12. Este pasaje es importante en la Har-
mónica porque justifica en el marco de los criterios que ha venido utilizando Pto-
lomeo la introducción de datos de la práctica musical contemporánea al autor. Co-
mo antes en el caso de Arquitas (36.6-7, para\ de\ th\n a)po\ th=j ai)sJh/sewj
e)na/rgeian), Ptolomeo argumenta contra los géneros de todos los demás autores
638
los sentidos (cf. por ejemplo 37.14-16, peiraJw=men au)toi\ ka)ntau=Ja diasw=sai to\
tai=j tw=n e)mmeleiw=n u(poJe/sesi kai\ toi=j fainome/noij a)ko/louJon; 42.8-9, o(/ti de\ ou)
to\ eu)/logon e)/xousi mo/non ai( prokei/menai tw=n genw=n diaire/seij, a)lla\ kai\ to\ tai=j
ai)sJh/sesin su/mfwnon; todo el capítulo II 1; 75.2 ss., loipou= de\ o)/ntoj ei)j th\n di’
o(/lhj th=j e)nargei/aj e)/ndeicin th=j tou= lo/gou pro\j th\n ai)/sJhsin o(mologi/aj ktl.), es
Esta generalización no tiene por qué indicar una “escuela” de Dídimo, sino
más bien un modo de dividir el canon que podría ser habitual.
615
En I 11 (29.10 ss.).
639
616
De las palabras de Ptolomeo podríamos pensar que las divisiones gené-
ricas que va a exponer en II 14 son todas las que ha encontrado, algo para tener en
cuenta si viene de alguien que trabajó, como parece, en Alejandría.
617
Previamente (cf. 75.4, N.Tr. 564) se había querido distanciar Ptolomeo
de sus antecesores, que sólo exponían sus divisiones en un solo to/noj. La reducción
pretende facilitar la comparación; del resto de to/noi se servirá Ptolomeo para mos-
trar la mezcla de géneros (II 16).
618
Cf. por ejemplo Euc. Sect. Can. 166 o Nicom. Harm. cap.11. El proce-
dimiento de Ptolomeo se basa en una división previa de 60 partes de la regla colo-
cada junto a la cuerda, división explicitada mediante números; tal división será des-
pués trasladada a la cuerda.
619
La regla es dividida de forma simétrica (su/mmetron) mediante números
que irían –como se ve en II 14– del 60 al 120, con sus divisiones en 60 partes. De
este modo, nunca superando un margen de error de 1/60, se evita la incomodidad de
los números elevados. Alexanderson (op.cit., p.16) cree que habría sido muy difícil
escribir un número en cada sección o parte; más fácil, señala, habría sido hacerlo
cada cinco partes. Pero Ptolomeo no es explícito en esto: la cuerda puede tener la
longitud necesaria para que todos los números puedan ser escritos junto a la regla.
En todo caso, la división ha de ser lo suficientemente precisa para obtener una seña-
lización clara y exacta de las fracciones sexagesimales.
640
621
Ptolomeo emplea aquí el sistema sexagesimal, utilizado también en su
producción astronómica (cf. G. J. Toomer, op.cit., p.6), y de procedencia y desarro-
llo babilonio, como señala O. Neugebauer (The Exact Sciences in Antiquity, New
Cork 1962, pp.16-23). Barker (GMW, p.345 n.110) sugiere un motivo de simetría
puesto que también la octava es dividida en 60 partes. De igual manera, se usa en la
astronomía babilonia (cf. Toomer, op.cit., pp. 6-7).
622
Ptolomeo, en 33.17 ss., había dado cuenta de los géneros aristoxénicos
con una división de la cuarta en 60 partes, pero aquí Ptolomeo tiene en cuenta otra
división, procedente del mismo Aristóxeno, como transmite Porph. in Harm.125.24
ss.: kai\ e)n t%= teta/rt% Peri\ melopoiaj fai/netai dokima/zwn to/non kai\ dhlono/ti
tw=n ib mona/dwn u(potiJe/menoj; si el tono tiene 12 unidades, como parece que lo
dividió el tarentino en ese tratado perdido (frr. 92-93 Wehrli, cf. Pérez Cartagena,
op.cit., p.xxvi) y se desprende así mismo de Rhyth. II 23.15 e incluso Harm.25.14
(h( xrwmatikh\ di/esij th=j e)narmoni/ou die/sewj dwdekathmori/% to/nou mei/zwn e)sti/);
de este modo, el total de la cuarta suma 30 partes (cf. igualmente Porph. op.cit.
137.25 y Cleonid. Harm. 192.13-15 u(poti/Jetai ga\r o( to/noj ei)j dw/deka/ tina
e)la/xista mo/ria diairou/menoj, con la misma división). En 33.26, Ptolomeo daba
Barker (GMW, p.345, n.112, BPH, pp.252-4, cf. Righini, op.cit., p.50) ha
señalado los problemas que plantea la medición en el kano/nion de los géneros de
Aristóxeno divididos en partes. Efectivamente, como el crítico inglés pone de mani-
fiesto, los números del kano/nion indican secciones de cuerda, que no son equivalen-
tes a una división del espacio tonal en intervalos iguales. Por ejemplo, en los núme-
ros que hacen los géneros enarmónicos (p.70), en la columna de Arquitas los núme-
ros 60 y 75 hacen entre sí la razón 5:4 (lo/goj h(gou/menoj del género), pero en el
caso de Aristóxeno los números no representan razones interválicas, sino distancias
de la división de un espacio igual; de modo que, en los géneros computados con
razones, no hay iguales distancias entre números que contienen razones idénticas si
están en el tetracordio más agudo o si lo están en el más grave: en el caso de Arqui-
641
tas, 60 y 75 hacen 5:4 como 90 y 112 ½, pero las distancias entre sí no son iguales.
En el caso de Aristóxeno, tampoco las distancias son iguales, pero sin embargo
representan intervalos iguales medidos con partes iguales, es decir, las partes en que
se divide un intervalo para Aristóxeno son independientes de las longitudes de la
cuerda y de su altura.
60
12 partes 6:5
72
4» 19:18
76
4» 20:19
80
10 » 9:8 (T.D.)
90
18 » 6:5
108
6» 19:18
114
6» 20:19
120
Las razones permanecen iguales, las partes varían en número para iguales intervalos.
Por eso la inconsecuencia reside, como señala Barker, en que “número igual
de partes no representan intervalos iguales”: hay igual número de partes entre 100 y
110 que entre 90 y 100, pero 11:10 no es igual que 9:8. Por último, las cuartas que
en Aristóxeno están divididas por la disyunción (90-80) no son iguales: de 60 a 80
hay 20 partes, pero de 90 a 120 hay 30. En definitiva, el intento de expresar las
“partes” aristoxénicas sobre una cuerda tiene como consecuencia que los intervalos
no guardan el mismo número de partes (dítono de 24, tono disyuntivo de 10), y esto
ya lo había criticado el propio Ptolomeo en 23.23 ss. Solomon (op.cit., p.99, n.246)
redime a Ptolomeo del error señalando que en I 11 y 12 el alejandrino comprendió
las diferencias de ambos sistemas, el de Aristóxeno y el pitagórico-matemático;
escuda a Ptolomeo en la laguna de II 14 para postular que el error de las tablas que
pertenecen en ese capítulo a Aristóxeno no es suyo. Pero el error o tergiversación al
que nos referimos no procede directamente de II 14, sino que está ya planteado y
fundamentado por Ptolomeo precisamente en este pasaje de II 13. La interpretación
que da Barker a esta falta de cuidado por parte de Ptolomeo parte del hecho de que
los números de las tablas de II 14 para los géneros de Aristóxeno y Eratóstenes son
642
los mismos: de esa forma, habría sido Eratóstenes quien intentó trasladar las “par-
tes” de Aristóxeno (siendo cada parte un 1/12 de tono) a “razones” interválicas, con
resultados del tipo de 19:15 en el enarmónico, una razón de tipo e)pimerh/j (Ptol.
Harm. 13.7, Theo Sm. 78.6); a Eratóstenes no debía escapársele que los números de
esta razón no se compadecían con el concepto pitagórico de lo/goj (que se puede
leer en Euc. Sect. Can. 149.14-6), y F. R. Levin (The Manual of Harmonics of Ni-
comachus the Pythagorean, Phanes Press 1994, p.167) cree que la crítica de Nicó-
maco a Eratóstenes (Harm. 206.12) se basa en esto. Puede ser que tras sus comenta-
rios a los intervalos aristoxénicos de 23.23 ss., Ptolomeo se sintiese justificado y
considerase que había explicado claramente los defectos de la teoría aristoxénica.
Las tablas de II 14 pretenden sin duda ser, en lo posible, exhaustivas (cf. 79.2,
o(/saij [sc. diaire/sesi] gou=n e)netu/xomen) y Ptolomeo juzgaría que Aristóxeno debía
643
to/noj dorio (es decir, el Sistema Inmodulante). 60 será el extremo agudo y 120 el
grave; entre los extremos hay una octava (120:60 = 2:1), y ésta está formada por
dos cuartas, 60-80 (80:60 = 4:3) y 90-120 (120:90 = 4:3), y un tono disyuntivo en-
tre ambas, 80-90 (90:80 = 9:8).
624
Según lo dicho en 79.3; el to/noj inmodulante es el dorio, al contener la
coincidencia entre nombres de notas por posición y por función.
625
“Tabla” traduce al gr. kano/nion. El significado de este término sigue
siendo el de “regla”, el tipo de calibrador aplicado en el canon para medir distan-
cias o longitudes de cuerda. Aunque hemos traducido por “tabla” para aclarar mejor
la intención de Ptolomeo, significa igualmente una división de la distancia numéri-
ca 120-60 en los puntos adecuados a cada género. Los números de cada kano/nion,
de acuerdo con II 13, indican el punto que debe alcanzar la cuerda en su desplaza-
miento lateral en el canon que Ptolomeo ha desarrollado al final de II 2 y que volve-
rá a retomar también al final de II 16. Todas las tablas, naturalmente, están conteni-
das justamente por 120-60, pues estos números, al estar en razón 2:1, hacen la octa-
va; 90-80, en razón 9:8, hacen el tono disyuntivo. El número 60 equivale a la nete
del tetracordio disjunto y 120 a la hípate del tetracordio medio.
626
En los mss. no encontramos tal ta/cij tw=n fJo/ggwn, pero es evidente que
Ptolomeo incluyó las tablas con los nombres de las notas (cf. infra N.Tr. 641). La
exposición es la de la octava central desde hípate del tetracordio medio hasta nete
del tetracordio disjunto, siendo el número más bajo el correspondiente a la nota más
aguda, según el sistema que Ptolomeo explicó en 79.24-26.
627
Obsérvese que las cantidades aristoxénicas 24, 3 y 3 para el tetracordio
sólo se observan en la cuarta más grave de la octava (90-114-117-120) pero no en
la más aguda (60-76-78-80), a causa de querer mantener unos límites entre 60 y
120, y comprender el tono disyuntivo entre 80 y 90, en la idea de que ambas cifras
están como 9:8, la razón de tal tono. Para este error, cf. N.Tr. 622. Solomon (op.cit.,
p.99, n.246) propone una octava aristoxénica del tipo 60, 62 ½, 65, 85, 95, 97 ½,
100, 120. Esta secuencia salva dos tetracordios de igual tamaño (al contrario de lo
que ocurre en la tabla), pero es improbable que tal división se la hubiese planteado
644
Ptolomeo, porque las tablas están pensadas para la comparación de los géneros, y
un elemento clave en ellas es la invariabilidad de 90-80 como las longitudes de las
cuerdas que hacen entre sí el tono disyuntivo; tal característica no aparece en la
propuesta de Solomon. Efectivamente se puede proponer una progresión numérica
que no varíe el tamaño de los intervalos (lo que hace Ptolomeo), pero Solomon
vuelve a tratar con espacios y no con razones, que es la intención de nuestro autor.
Además, la progresión de Solomon entiende 60 como el número correspondiente al
sonido más grave, mientras que en las tablas es justamente al contrario.
628
Eratóstenes de Cirene vivió en la segunda mitad del siglo III a.C. y tra-
bajó en Alejandría, con lo que Ptolomeo conocía bien la obra de quien fuera tam-
bién astrónomo y geógrafo. Los géneros eratosténicos sólo se han conservado en las
tablas. Como se dijo en la Introducción, el problema de transmisión del capítulo II
14 es especialmente grave con aquellos géneros que no son deducibles del resto del
texto ptolemaico, siendo éste el caso de Eratóstenes. Incluso los números de los
géneros enarmónicos en este capítulo no son fiables completamente, pues las tablas
faltan en algunos manuscritos de la clase más antigua (m) y autores como Mathie-
sen sospechan que incluso esta parte es una reconstrucción posterior. Desgraciada-
mente, de la división de los géneros de Eratóstenes no tenemos, salvo la fuente que
representa Ptolomeo, más que el pasaje de Ps.Ptol. Mus. 416.12 ss., un texto que
nos ofrece material de procedencia diversa y sin unidad alguna. Allí el tratamiento
es diferente a las tablas de Harm. II 14: el autor asegura que Eratóstenes halla los
tonos, semitonos y diesis de la forma siguiente (416.12, e)/sti de\ h( eu(/resij tw=n
to/nwn kai\ tw=n h(mitoni/wn kai\ tw=n die/sewn kata\ to\n EratosJe/nhn): duplica los
términos del tono, 9 y 8, y halla entre ellos las razones de los dos semitonos (17:16
y 18:17); a continuación dupliaca éstos y halla las razones de las diesis que forman
el tono (33:32, 34:33, 35:34 y 36:35); por último, al multiplicar por sí mismos los
términos del tono se obtienen 81 y 64, que forman la razón del dítono. Como se
observa, el procedimiento es semejante al que se ha seguido en los géneros eratos-
ténicos de la Harmónica (vid. infra) –es decir, la duplicación de los o(/roi– pero las
cifras son diferentes. En la Música éstas representan un procedimiento mucho más
simple, con similitudes a lo que leemos en un Gaudencio (Harm. 343.1-10), Arísti-
des Quintiliano (95.20 ss.) o Teón de Esmirna (86.15 ss.) pero aún de forma más
645
simplificada. En cambio, en la Harmónica ptolemaica tenemos unos géneros más
elaborados (en la Música ni siquiera se establece un género en particular) y con
señales de acercamiento a otros autores (el diatónico es claramente pitagórico).
Ambos textos son incompatibles; lo que ofrece Ps.Ptolomeo pertenece más bien a
una base común, pero no deja de ser interesante la adjudicación de todo el proceso a
Eratóstenes. Sea como fuere, aquí nos acercaremos a las cifras de las tablas de la
Harmónica, sin olvidar lo dicho en la N.Tr. 603 acerca de la autenticidad del enar-
mónico de Dídimo.
646
que es igual, a las 18 + 6 partes del cromático tonal de Aristóxeno. No es fácil adi-
vinar la causa de esta más que probable identidad de Eratóstenes con los géneros de
Aristóxeno; la tentación de conciliar al más grande y prestigioso de los teóricos
discípulos de Aristóteles con la precisión de las matemáticas debió de jugar un pa-
pel importante. Como apunta West (op.cit., p.239), Eratóstenes pudo haber conoci-
do la obra de Ptolemaide (cf. Porph. in Harm. 22.22 ss.), que vivió también en Ci-
rene y escribió una obra sobre las diferencias enre los pitagóricos y los aristoxéni-
cos; aún más, la Suda (s.v. EratosJe/nhj) nos habla de que escribió acerca de las
escuelas filosóficas (peri\ tw=n kata\ filosofi/an ai(re/sewn), precisamente algo muy
similar a las obras de la escritora.
La división eratosténica (así como la de Trasilo, cf. Theo Sm. 87 ss.) fue cri-
ticada por Nicómaco (Harm. 260.12-17) en tanto que hay criterios diferentes en el
cálculo del enarmónico-cromático y del diatónico: según Zanoncelli (op.cit., p.201),
Nicómaco sigue a Platón, cuyo método sirve para los tres géneros.
629
Aquí empieza la restitución del bizantino Isaac Argiro y de Johannes
Wallis. Vid. N.Ed. ad locum.
630
El cromático de Eratóstenes ([6:5]·[19:18]·[20:19], en cents 316+93+89)
pertenece, en la clasificación que hizo Winnington-Ingram (op.cit., p.202), al tipo
de cromático que tiene en el pycnón un tono menor 10:9 como el de Dídimo o el
suave de Ptolomeo. Al igual que en el caso de su enarmónico, Eratóstentes sigue
muy de cerca al cromático tonal aristoxénico (cf. West, loc.cit., J. M. Barbour,
op.cit., p.23). Efectivamente, el intervalo 6:5, una tercera menor, se aleja muy poco
de 1½ tonos del cromático tonal, mientras que el pycnón refleja la tendencia a la
igualdad de los intervalos aristoxénicos.
647
631
El diatónico de Eratóstenes ([9:8]·[9:8]·[256:243]; en cents, 204 + 204 +
90) corresponde a la escuela pitagórico-platónica de Plat. Ti. 35b y Euc. Sect. Can.
prop. 15, y es el que Ptolomeo llama diatónico “ditonal”. Mientras que en sus géne-
ros enarmónico y cromático Eratóstenes realizaba una racionalización de los géne-
ros aristoxénicos, en el caso del diatónico se separa de la división del diatónico ten-
so aristoxénico, aunque por muy poco. Si seguimos las razones que presentan los
diatónicos de Aristóxeno, su diatónico tenso está formado en sus intervalos por 217
+ 193 + 89 cents, mientras que el eratosténico-filolaico contiene 204 + 204 + 90; la
razón equivalente en el intervalo agudo del diatónico aristoxénico (17:15) es tan
extraña formalmente como la más aguda del enarmónico de Eratóstenes (19:15), y
esto pone en entredicho la sugerencia de J. F. Mountford (“The Harmonics of Pto-
lemy and the Lacuna in II,14”, TAPhA 57 [1926], p.85, n.35) de que las razones que
acompañan a los diatónicos se deban al propio Ptolomeo (sin duda lo habría men-
cionado, pero el texto está fragmentado). Más bien parecen provenir, como se ha
dicho en la nota 622, del propio Eratóstenes, quien preferiría la división más pitagó-
rica del diatónico cuando ésta es la de mayor prestigio desde Filolao y Platón. Tras
haber convertido en razones las cantidades interválicas de los géneros aristoxéni-
cos, habría dado con un sistema compuesto por el diatónico de mayor calado en la
cosmogonía platónica y por el enarmónico y cromático del músico más famoso;
Neumaier (op.cit., p.164), por su parte, considera que la causa de la incoherencia en
los géneros eratosténicos residiría en que este autor no habría tenido modelos pita-
góricos para el cromático y el enarmónico con los que orientarse, atándose por ello
a los de Aristóxeno. Esto, a pesar de que había habido pitagóricos como Arquitas
que habían propuesto sus propios enarmónico y cromático (quizá Nicómaco [Harm.
260.15] se quejaba de esto precisamente al desdeñar la división de Eratóstenes).
Esta interpretación explicaría la causa de que Ptolomeo incluyese los números de
Eratóstenes sin comentarlos, pues en realidad son cómputos ajenos a él; pero deja
en cuestión al propio Ptolomeo, en tanto que el sistema sexagesimal desarrollado en
II 14 (desde 60 hasta 120) tenía el objetivo de incorporar a Aristóxeno a la compa-
ración de los géneros, y tal objetivo habría obligado a llevar a tal sistema todos los
otros géneros, supeditándolos entonces a un método erróneo.
632
Cf. supra 77.19-22.
648
633
Las “modulaciones de octava” son las modulaciones reales (se habla de
octava porque es la octava definida por el eiÅdoj lo que importa), las de los músicos,
y por ello Ptolomeo ordena los to/noi con los números de los géneros “habituales”
(como dirá a continuación), los que emplean los músicos en sus modulaciones. Es-
tos géneros habituales, según 43.5-9, son los diatónicos ditonal, tonal, tenso y sua-
ve, más el cromático tenso. Este hecho, a la vista de las tablas de II 15, debería ser
la confirmación definitiva del abandono del enarmónico en la práctica citaródica.
634
Cf. supra I 16, ta\ sunhJe/stera ge/nh. Una vez comparados los géneros
de la melodía propuestos por los autores más relevantes en el capítulo anterior, Pto-
lomeo dirige su atención ahora al paso siguiente, la actualización de tales géneros
dentro de la octava; pero, con la evidente perspectiva de la comprobación exacta de
la producción musical real y práctica, cambia ligeramente su intención de 75.2-6.
Allí nuestro autor establecía que como mejor se puede comprobar la identidad
(o(mologi/a) entre lo/goj y ai)/sJhsij es con la sección “no sólo de un to/noj, por
ejemplo el del Sistema Inmodulante [i.e., el dorio], ni de un solo género (...), sino
de todos los to/noi y en cada uno de los géneros que se tocan” (loipou= de\ o)/ntoj ei)j
th\n di’ o(/lhj th=j e)nargei/aj e)/ndeicin th=j tou= lo/gou pro\j th\n ai)/sJhsin o(mologi/aj
tou= kai\ to\n a(rmoniko\n kano/na katatemnei=n –ou) kaJ’ e(/na mo/non to/non, oiÂon tou=
a)metabo/lou susth/matoj, ou)de\ ge/noj e(\n [...] a)lla\ kata\ pa/ntaj a(plw=j tou\j
to/nouj kai\ tw=n mel%doume/nwn genw=n e(/kaston). La causa de ello reside en el hecho
de que a Ptolomeo sólo le interesa, como acaba de decir, “la modulación de octa-
va”, th=j dia\ pasw=n tw=n metabolw=n xrh/sewj e(/neka (84.5). Si se trata de la com-
probación de la o(mologi/a entre razón y percepción (75.3), o lo que es lo mismo,
asegurarnos de que los cálculos de las divisiones de los géneros derivados racio-
nalmente se corresponden con aquéllos que son empleados por los músicos prácti-
cos en sus ejecuciones, no tiene sentido ni objeto desplegar los números de los siete
to/noi en todos los géneros, y esto por dos razones: en primer lugar, porque la músi-
ca práctica no emplea una octava cuyos dos tetracordios sean del mismo género, a
excepción del caso del diatónico tonal, como dice Ptolomeo en 44.13-14. Podría-
mos hacer tales tablas con todos los géneros y todos los to/noi, pero esto no llevaría
a nada al no poder llevarse a la comprobación con la práctica musical. El otro moti-
649
vo es bien claro; aunque Ptolomeo dijese en 75.3 ss., como hemos visto, que pensa-
ba realizar la sección de la octava en todos los géneros, ahora sólo se centrará en los
más familiares.
nico suave, por ejemplo. Así, por medio de la exposición de las tablas, se puede
hacer una melodía o un fragmento de ella que discurriese a través de notas pertene-
cientes a tetracordios de géneros diferentes (84.11, lo/goi kekrame/noi).
636
Tal y como ya dijo Ptolomeo en 44.11, un to/noj cualquiera puede cons-
tituir una melodía sin que tenga en él mezcla de géneros, es decir, ser o(mogenh/j. Es
el caso, como hemos visto, del diatónico tonal, que es el único género que puede
repetirse a ambos lados del tono disyuntivo. Si no es, entonces, el diatónico tonal el
que está a ambos lados de dicho tono, hay que mezclar (84.10, merikh\n mi=cin) los
géneros, pues si hacemos una octava con ambos tetracordios en igual género (que
no sea el diatónico tonal), “violentamos” la afinación (84.10-11 ei) mh/ tij e)Je/loi
bia/zesJai, cf. supra 44.13 kaJ’ au(ta\ me\n bi/a? sunhrmosme/nwn). Tal mezcla de
650
géneros la vimos en I 16 en las afinaciones de lira y cítara, que Ptolomeo recogerá
de nuevo en II 16. No se pueden aducir causas racionales para explicar por qué se
admiten unas mezclas y otras no, o por qué sólo el diatónico tonal puede afinarse en
ambos tetracordios: es un hecho debido al gusto tanto del intérprete como del oyen-
te, que oiría fuera de lugar y “violentado” cualquier to/noj con igualdad genérica (no
obstante, la tratadística no contempla en absoluto un cambio de género melódico en
los tetracordios consecutivos, cf. por ejemplo Boeth. Mus. I 21).
hacer coincidir lo/goj y faino/mena (datos aprehendidos mediante la a)koh/), las dos
instancias que en I 1 Ptolomeo hizo funcionar desde el principio en el estudio de la
harmónica, si bien cada una con funciones diferentes. Este objetivo ptolemaico en
la harmónica no es sino un trasunto de su posición en la astronomía: la adecuación
del modelo matemático desarrollado al conjunto de fenómenos visibles. Si la ma-
temática se funde como el lenguaje de lo visible en los cielos, también ocurre igual
en lo audible en el teatro y los recitales. Citemos como ejemplo un pasaje del Alm.,
I 2 p.9.11:
e(/kasta de\ tou/twn peiraso/meJa deiknu/ein a)rxai=j me\n w(/sper Jemeli/oij ei)j
th\n a)neu/resin xrw/menoi toi=j e)na/rgesi fainome/noij kai\ tai=j a)dista/ktoij tw=n
te palaiw=n kai\ tw=n kaJ’ h(ma=j thrh/sewn, ta\j d’ e)fech=j tw=n katalh/yewn
651
los faino/mena musicales, de los que Ptolomeo ha ofrecido una interpretación racio-
nal a lo largo de los dos primeros libros; el puente entre el plano racional y las afi-
naciones que emplean los músicos en sus recitales es el canon, y de ahí el esfuerzo
que hace el autor en conseguir no sólo la perfección en su construcción (I 8, 11)
sino las modificaciones necesarias que permitan la comprobación de los resultados
racionales. Una vez desechados los instrumentos como aulós, siringas y cítaras por
defectuosos en su construcción, es imposible, como señala Barker (op.cit., p.230
ss.), que la comprobación se realice mediante un aparato que ofrezca márgenes de
error, pues eso invalidaría todos los cálculos racionales previos.
De modo que como astrónomo, Ptolomeo ha ido más allá de las escuelas
musicales tradicionales, y él mismo se ha encargado de establecer las diferencias
que le separan de ellas (cf., por ejemplo, 6.24, 27.1-3, 75.11-16). Ha desvelado los
errores metodológicos y de concepto que hay en la escuela aristoxénica (I 9-11), y
aunque su acercamiento al lenguaje armónico es el de un pitagórico si entendemos
por tal a un “matemático” –en el caso del astrónomo Ptolomeo no podía ser de otra
manera–, el sentido de la investigación ptolemaica no es el de la escuela pitagórica,
tal y como la hemos recibido por los testimonios de la Sectio Canonis, Ptolemaide o
Nicómaco. Para la escuela pitagórica la música real no tiene ninguna importancia;
si hay contradicción entre los números y el oído, éste es desechado (cf. Porph. in
Harm. 25.26-26.5); ello, por no comentar el abismo filosófico que separa tal escue-
la de los presupuestos filosóficos del tarentino. Para Ptolomeo, en cambio, la aten-
ción a la práctica citaródica es fundamental para sostener todo el entramado racio-
nal, que no pierde por ello más hondura metafísica. Pues ya lo había anunciado en
Harm. 6.19, en un pasaje cuya resonancia es la del fragmento citado del Almagesto:
e)n a(/pasi ga\r i)/dio/n e)sti tou= Jewrhtikou= kai\ e)pisth/monoj to\ deiknu/nai ta\
th=j fu/sewj e)/rga meta\ lo/gou tino\j kai\ tetagme/nhj ai)ti/aj dhmiourgou/mena
kai\ mhde\n ei)kh=, mhde\ w(\j e)/tuxen a)potelou/menon u(p’ au)th=j kai\ ma/lista e)n
“pues en todas las cosas es propio del investigador teórico y entendido mostrar que
los trabajos de la naturaleza están moldeados con una cierta razón, una causa or-
denada y en absoluto de modo azaroso, y que nada se ha llevado a cabo por aquélla
652
de modo casual o azaroso, y sobre todo en las más bellas disposiciones, las que al-
canzan a los más racionales sentidos, la vista y el oído”.
653
yuntivo dinámico y por tanto comienzan con el género más suave de la mezcla, cf.
44.14-16).
639
Las dos primeras de cada serie de siete (la primera empezando desde la
nete del tetracordio disjunto y la segunda desde mese).
640
Las primeras siete tablas contienen los siete to/noi en el orden especifi-
cado por Ptolomeo desde la nete del tetracordio disjunto por posición hasta la hípa-
te del tetracordio medio por posición, y las siete restantes los mismos to/noi (en el
mismo orden) desde mese por posición hasta proslambanómeno por posición; ésta
última octava es equivalente a la que va desde nete del tetracordio añadido hasta
mese (pues hacen ambas el mismo tipo de octava). Las octavas van desde el núme-
ro 60 hasta el 120 en el sistema de numeración sexagesimal que adoptó Ptolomeo
para el canon en II 13 (79.22 ss.), siendo el número 60 la nota más aguda. Cada
número indica longitud de cuerda en el canon desarrollado desde la segunda parte
del capítulo II 2.
Por otra parte, cada octava contiene las mezclas de los géneros habituales, y,
como dijo Ptolomeo en 44.12, sólo el diatónico tonal es capaz de mantenerse sin
mezclarse en ambos tetracordios; a él pertenece la columna 3 de cada tabla. El resto
de las columnas contienen los géneros mezclados según la regla expuesta en 44.14-
16: en la octava, el tetracordio más suave se dispone bajo la disyunción, y el más
tenso sobre ella (sobre estas cualidades de los géneros, vid. supra 39.23-40.1),
siempre teniendo en cuenta que hablamos de tono disyuntivo kata\ du/namin, es de-
cir, el tono que media entre mese kata\ du/namin y paramese kata\ du/namin en cada
to/noj, y no entre mese y paramese por posición del orden de los números en cada
columna.
La sucesión de los géneros desde el más tenso al más suave (depende del in-
tervalo más agudo) es la siguiente: el más tenso es el diatónico tenso con un inter-
valo agudo de 10:9; tras él, el diatónico ditonal, diatónico tonal, diatónico suave, y
por último y como más suave, el cromático suave, con 7:6 como intervalo agudo.
Como se da el caso que, por ejemplo, en la octava nete del tetracordio disjunto-
hípate del tetracordio inferior, la nota mese por función en determinados to/noi pue-
de caer en grados de posición graves, ocurre que aparentemente el tetracordio más
654
suave ocupa la zona aguda de la octava y el más tenso la grave, pero esto es debido
a que la afinación ptolemaica es entendida circularmente (coinciden funcionalmente
nete del tetracordio añadido y proslambanómeno); pero aún así la regla se sigue
cumpliendo, y basta mirar los números que hacen los to/noi hipodorio o hipofrigio
para comprender que los tetracordios más suaves siguen estando debajo de la dis-
yunción: por disyunción hay que entender también el intervalo dinámico proslam-
bonomenos-hípate del tetracordio inferior.
Las tablas deben ser consideradas sin perder de vista que están concebidas
de cara a la modulación, como Ptolomeo dice al principio y al final del capítulo.
Por ello, a la vista de 89.7-90.6, podemos identificar las afinaciones de la lira y cíta-
ra que Ptolomeo introdujo ya en I 16. Quizá esperásemos que Ptolomeo nos adelan-
tase qué columnas o tablas corresponden a cada afinación, pero no es hasta el pasa-
je citado, en II 16, cuando Ptolomeo nos informa de qué to/noj desarrolla cada afi-
nación. En tanto que especifica esto recién concluido el capítulo que ahora nos ocu-
pa, con más motivos hemos de ver las tablas de II 15 como un diseño destinado a la
modulación entre to/noi. Según 89.7-90.6, las afinaciones de la lira corresponden a
las siguientes columnas, según la mezcla de géneros:
-Suaves: Diatónico tonal más cromático tenso: todas las tablas, col.1.
655
45.2 que había un cambio de afinación en lidios y jonios (o jonioeolios): a( [sc.ta\
metabolika\ h)/Jh] kalou=sin oi( kiJar%doi\ lu/dia kai\ i)a/stia, plh\n kaJ’ o(/son
a)/?dousi me\n a)kolou/Jwj t%= dedeigme/n% sunto/n% diatonik%= (...) a(rmo/zontai de\
e(/teron ge/noj suneggi/zon me\n e)kei/n%, “los cuales los citaredos denominan lidios y
jonios, con la salvedad de que, cuando cantan siguiendo el diatónico tenso expuesto
(...) afinan otro género próximo a aquél”. Donde el carácter exacto de la afinación
en lidios y jonios requiere la mezcla de diatónico tonal con diatónico tenso, los cita-
redos afinan en lugar del diatónico tenso uno muy cercano a él, el diatónico ditonal,
cercanía que ya estudió Ptolomeo (45.5). De modo que, si bien en tabla 4 col.4 te-
nemos los lidios y en tabla 6 col.6 los jonios, los tenemos en la afinación de los
citaredos que incluye el diatónico tonal; pero la columna 5 nos permite afinar esas
a(rmogai/ con su mezcla más perfecta, que prescinde del ditonal a favor del diatónico
tenso. De modo que Ptolomeo confronta así a efectos prácticos de modulación am-
bas posibilidades en dicha mezcla.
656
por posición; entre ambas notas más agudas de cada octava hay una cuarta (nete del
tetracordio disjunto-mese), o una quinta (nete del tetracordio añadido-nete del tetra-
cordio disjunto), los intervalos que en II 6 se revelaron como los óptimos para la
modulación; ya hemos visto en la nota 313 que a(rmogh/ contiene el sentido, según
Frínico, de “ajuste de cuerdas”, muy cercano a “modulación”.
Así el citaredo, con las tablas a su disposición, sólo tendría que empezar por
el extremo de una tabla en un to/noj determinado, y pasando a la tabla del mismo
to/noj del segundo grupo, estaría modulando a una cuarta. Igualmente, como señala
657
641
Estamos en el mismo caso que las tablas de II 14 (80.10 paratiJeme/nhj
th=j ta/cewj tw=n fJo/ggwn). Parece que Ptolomeo habría dispuesto una numeración
658
las afinaciones de la cítara que sigue los números de Düring, de modo que contradi-
ce la tabla de la página 352 de su traducción.
644
Vid. las notas 327-335 correspondientes a cada una de estas afinaciones
en I 16. Ahora Ptolomeo, una vez que ha tratado sobre los modos, puede informar
además del to/noj en que se mueve cada afinación.
645
Aunque sólo se diga una vez y para el caso de las trites, todas las afina-
ciones son consideradas desde la nete del tetracordio disjunto por posición hasta la
hípate del tetracordio medio por posición.
646
Conforme a 44.22-23, aquí se sobreentiende “la mezcla del diatónico
tonal con el diatónico suave”. Las restantes afinaciones también mezclan con
diatónico tonal.
647
Es interesante, como ya hace Düring (op.cit., p.211; cf. Gombosi,
op.cit., pp.108-113) comparar las enumeraciones de escalas usadas por los citaredos
según los autores que nos las han transmitido:
659
tema tonal; es dudoso, a la vista de que sólo menciona el sistema conocido como
“aristoxénico”, y que transmite Cleónides en Harm. 203.4 ss., con un sistema de
dobletes grave / agudo; cf. Ptol. Harm. 74.14-15), por lo que no se podía esperar
que hablase de un hiperjonio, como tampoco de un jonio (el frigio grave que desde-
ña el propio Ptolomeo por ser una repetición del eiÅdoj tou= dia\ pasw=n). A nuestro
juicio, la comparación entre los informes de cada autor no pasa por la comparación
mutua entre las escalas, como hace Düring, sino en asumir que son sistemas dife-
rentes y que se pueden estar solapando las etiquetas. Hay una relación evidente en-
tre escalas a una cuarta de diferencia, y no sería de extrañar que donde las demás
fuentes hablan de un jonio haya que entender el frigio ptolemaico, pues son, en el
sistema alipiano, contiguos; éstos explicarían a su vez las escalas que facilitarían la
modulación a una cuarta, como los respectivos hipofrigio e hiperjonio. Obsérvese
además que, para Ptolomeo, dorio y frigio están a tono de distancia, como lo están
eolio y jonio.
648
En las tablas de II 14 y 15 se tomaron las cifras límite 60 y 120 (cf. su-
pra 79.24 ss.), comprendiendo una octava. Las cifras 55 y 125 son el redondea-
miento de las que representan, en las tablas de II 15 (vid. sobre todo la última ta-
bla), las diferencias numéricas de las notas más aguda y más grave respectivamen-
te: 56 11/60 [= 56 136/729] de la mese por posición del hipolidio, y 124 27/60 [=
124 4/9] de la hípate del tetracordio medio por posición del hipofrigio (esto es una
prueba de la corrección de las tablas de II 15, que Mathiesen [op.cit., p.473] consi-
dera reconstruidas). En realidad la división sería, en el caso que nos ocupa, 1-125
(25 secciones de 5 partes, cf. 90.12-14); pero bastarán la mitad, dado que el límite
por arriba es 55, y por tanto la división será la de las 70 que hay desde 55 a 125.
649
Ptolomeo vuelve aquí a hablar del instrumento que explicó y desarrolló
en II 2, 54.7 ss., y que era una modificación del helicón, donde las cuerdas estaban
fijadas a dos puentes fijos; las cuerdas eran iguales en tensión, mientras que un
puente móvil, común a todas, las atravesaba diagonalmente, acortando sus longitu-
des sonoras conforme las cuerdas están más cerca al centro del círculo (imaginario)
que describe el puente (en el diagrama de II 2, el punto E), o bien conforme las
cuerdas se desplazan hacia tal punto. En efecto, es ahora cuando Ptolomeo desarro-
660
lla tal desplazamiento lateral de las cuerdas a lo largo de los puentes fijos (y per-
pendiculares a éstos). Este movimiento kata\ pla/toj sólo lo apuntó en la última
frase de II 2. Ahora Ptolomeo explica el procedimiento que lo va a hacer posible,
sin duda sobre la base de un experimento real, como se desprende de sus indicacio-
nes, sumamente concretas. Para ello, en primer lugar, sitúa una clavija (ko/llaboj)
en cada extremo de la cuerda, de modo que si una permanece fija y la otra se mue-
ve, la cuerda variará su tensión (como en el caso del cordal de un violín y la clavi-
ja); en cambio, si ambas son giradas a la vez y en la misma proporción, la cuerda
irá liberándose de un extremo y enrollándose en el otro. Esto, combinado con el
puente móvil diagonal, permitirá mayores posibilidades en la afinación de las cuer-
das según el género en cuestión.
quierda a derecha o viceversa. Con este fin, Ptolomeo hace estas mismas clavijas
móviles corriendo en paralelo a lo largo de la longitud del canon (manteniéndose
las cuerdas paralelas entre sí y perpendiculares a los dos puentes fijos a que están
fijadas en sus extremos). Frente al instrumento que en II 2 Ptolomeo derivó del
helicón, éste consiste en un añadido implícito de cuerdas (hasta ocho, todas en igual
tensión, cf. 91.7-8, de forma que arrojen las razones internas a los tetracordios que
forman la octava), y además del mencionado recurso de las clavijas deslizantes,
añade un nuevo kano/nion paralelo al primero (corriendo ambos paralelos a los
puentes fijos) con los mismos números sucediéndose en la misma dirección, sin
duda para asegurar que las cuerdas se deslizan perpendiculares a los puentes fijos
(cf. GMW, p.357, n.141). El sentido y objetivo del desplazamiento lateral de las
cuerdas es evidente. Si se mira de nuevo el diagrama que representa en II 2 el se-
gundo instrumento derivado del helicón, y añadimos cuerdas hasta completar un
número de ocho, podremos efectuar la afinación de las cuerdas según un género y
to/noj determinado. Ahora bien, el puente AZE (esté en la posición que esté, por
ejemplo COE) irá determinando las longitudes sonoras de las cuerdas entre él y el
puente fijo GD de forma sucesiva y proporcionada, de manera que en principio to-
das las cuerdas entre sí –si son dispuestas en las mismas distancias entre ellas– arro-
jarán razones iguales (vid. el diagrama del canon de I 11). Pero es evidente que las
661
razones de los géneros son muy desiguales, tanto como 7:6 y 22:21. Para establecer
las longitudes de las cuerdas equivalentes a tales razones, aquéllas deberán variar la
distancia que las separa mutuamente, de forma que sus longitudes sonoras aumen-
ten o disminuyan conforme las corte el puente móvil:
662
ta; pero revela que esta descripción estaba diseñada para la confección real del ca-
non y la comprobación en él de las afinaciones de II 15.
651
Los ko/llaboi eran primitivamente las clavijas que ajustaban la tensión
de las cuerdas en cítaras y liras (cf. Mathiesen, op.cit., p.242, Michaelides, op.cit.,
p.173 y GMW, p.258, n.51; de ello da testimonio Hsch. s.v. ko/llopej (oi( ko/llaboi,
peri\ ou(\j ai( xordai/; según Vendries [op.cit., pp.71 ss.] la denominación ko/llopej
es la más antigua). Nicómaco (Harm. 248.12) y Adrasto (ap. Theo Sm. 57.3) tam-
bién los mencionan en un contexto similar a éste.
652
Como ya se ha dicho, al aflojar una clavija y tensar la otra, en la misma
proporción, la cuerda discurre a lo largo de su longitud. De esa manera, como seña-
la Barker (op.cit., p.357, n.139) puede comprobarse su igualdad y su uniformidad.
653
Santos traduce erróneamente “hay que hacer (los sonidos) móviles”
(p.134).
654
Al posibilitar que las cuerdas se desplacen lateralmente, las clavijas de-
ben moverse también, y Ptolomeo recurre a un artificio que no describe todo lo
claro que desearíamos. Pele/khsij (aquí traducido por “cuña”) hace referencia, ge-
neralmente, a la hendidura del hacha (cf. Thphr. HP 3.9.3), y al parecer las clavijas
se insertarían en la arista pero pudiendo deslizarse lateralmente quizá sobre algún
pequeño canal o simplemente desclavándose y clavándose de nuevo. Barker (GMW,
p. 357 n.140) lo entiende de otra manera, suponiendo que las clavijas serían peque-
ñas piezas de madera, quizá con forma de cabeza de hacha. En ese caso la “parte
aguda” haría referencia a la clavija terminada en punta que se clava en la caja ar-
mónica; esta pequeña cuña perforaría la caja y su homóloga opuesta lo haría en el
punto opuesto exacto. La interpretación de este recurso que hace Barker es suma-
663
mente sugerente, toda vez que como explica Düring (op.cit., pp.261-262) las repre-
sentaciones de los ko/llopej o clavijas tienen forma ovalada o incluso de cabeza de
hacha. No cabe duda de que la forma de la clavija estaba diseñada para ser clavada
o desclavada, algo que representaba una novedad respecto al helicón, donde las
cuerdas permanecen fijas. Es probable que la expresión ptolemaica e)n tv= pelekh/sei
equivalga a “hay que hacer a las clavijas, en su parte aguda, capaces de ser movi-
das”. Cf. Vendries, op.cit., pp.77 ss. para los hallazgos arqueológicos de clavijas,
con forma triangular.
655
En II 2 llamó al puente móvil del segundo instrumento (la modificación
del helicón) u(pagwgeu/j, mientras que aquí lo llama maga/j. En general, si hay una
idea de que el puente (o los puentes) se pueden mover, se utiliza el sustantivo com-
puesto de u(po- más la raíz a)g- (cf. I 8 u(pagw/gion, II 2 u(pagwgi/dion), pero si el
puente es fijo, es maga/j como en el caso del monocordio de I 8.
656
En el esquema del instrumento en 54.7 ss., estas cuerdas o notas extre-
mas serían AG y BD (es decir, 55-125).
657
Los kano/nia están seccionados desde el 125 al 55, y estando ambos
ajustados a los puentes fijos, los números de uno y otro discurren en paralelo y no a
la inversa.
658
Es decir, de los números.
659
Aquí “restablecimiento” (a)pokata/stasij) no tiene un sentido técnico:
consiste en el restablecimiento de la tensión inicial modificada por el desplazamien-
to lateral, y necesario para cualquier otra comprobación.
660
Siendo todas las cuerdas de igual tensión al comienzo, en su
desplazamiento lateral la longitud sonora de una cuerda desde el puente fijo al
móvil (éste último corta las cuerdas en diagonal) variará, y en consecuencia la
tensión de la cuerda también lo hará. Si las clavijas se regulan convenientemente y
a la vez, la cuerda no varía de tensión en su desplazamiento; pero si las clavijas no
son reguladas, las cuerdas se tensarán en caso de que se acerquen al punto de
pivotación del puente (en el diagrama de II 2, el punto E).
664
661
La octava, en efecto, concentra en sí cualquier eiÅdoj de consonancia,
además del hecho de que en los to/noi, la comprendida entre nete del tetracordio
disjunto y hípate del tetracordio inferior por posición distingue un to/noj de otro. En
II 15 Ptolomeo ha ofrecido las tablas para la afinación de la cítara con números que
comprenden la octava. De todas maneras, la importancia del concepto va más allá,
y se remonta a la idea pitagórica de a(rmoni/a, que para un Filolao era la consonancia
de octava (DK 44B6; cf. Ps.Plut. de Mus. 1144F): la a(rmoni/a es el elemento unifi-
cador, en un contexto cosmológico y psicológico, de las categorías que forman par-
te del mundo, y que son de naturaleza opuesta: lo limitado y lo ilimitado, par e im-
par, etc (cf. Arist. Metaph. 486a22). Ptolomeo vuelve aquí, por otra parte, al térmi-
no me/loj (frente a mel%di/a, 75.10), sin duda para expresar que las relaciones que se
examinan en el canon parten tanto de la música práctica como de la totalidad de los
susth/mata que son desarrollados racionalmente. De ahí el platónico término i)de/a,
665
taría tanto de contar el número de notas que la contienen, como de expresar su ca-
rácter totalizador. Ya Ps. Arist. Pro. XIX 32 (94.14) se pregunta la causa: Dia\ ti/
dia\ pasw=n kalei=tai, a)ll’ ou) kata\ to\n a)riJmo\n di’ o)ktw/, w(/sper kai\ dia\ tes-
sa/rwn kai\ dia\ pe/nte; - )\H o(/ti e(pta\ ai( xordai\ to\ a)rxai=on, eiÅt’ e)celw\n th\n tri/thn
Te/rpandroj th\n nh/thn prose/Jhke kai\ e)pi\ tou/tou e)klh/Jh dia\ pasw=n, a)ll’ ou) di’
o)ktw/: di’ e(pta\ ga\r hÅn (“¿Por qué se le llama dia\ pasw=n, y no, según el número, di’
o)ktw/, como también la cuarta [dia\ tessa/rwn] y la quinta [dia\ pe/nte]? Quizá por-
que antiguamente había siete cuerdas, y después, tras quitar la trite, Terpandro aña-
dió la nete y se llamó entonces dia\ pasw=n, pero no di’ o)ktw/; pues eran siete cuer-
das”); cf. Mathiesen, op.cit., p.245.
663
Los grandes virtuosos clásicos del instrumento fueron añadiendo cuer-
das a las siete primitivas (aunque el instrumento posiblemente tuvo aún menos), lo
que contribuiría, sin duda, a la sistematización del Sistema Perfecto (cf. Gevaert,
op.cit., vol. II p.264): Nicómaco (Exc. 274.1-9; cf. Plin. NH VII 204 y Boeth. Mus.
I 20) da los nombres de los artistas que fueron añadiéndole: Profrasto de Pieria,
Jastio de Colofón, etc. (vid. Mathiesen, op.cit., p.247), y afirma que su número lle-
gó hasta dieciocho (cf., no obstante, D. Paquette, L’instrument de musique dans la
céramique de la Grèce antique. Études d’Organologie, Paris 1984, pp.94-95). En
época de Ptolomeo y en Alejandría quizá fuese común una lira de quince cuerdas;
no parece que se utilizasen más cuerdas, de acuerdo con Vendries (op.cit., pp.169
ss.), quien cita el caso de un mosaico romano de Shahba-Filipópolis fechado en el
siglo IV d.C. con la representación de un instrumento con dieciséis cuerdas. En
cualquier caso, merece la pena señalar que es la lira el instrumento que cita aquí
Ptolomeo, un instrumento asociado a la educación musical, y no la cítara, que está
reservada a las ejecuciones musicales públicas (cf. W. D. Anderson, Ethos and
Education in Greek Music, Harvard University Press, 1966, p.7).
664
Al añadir siete cuerdas más al instrumento que Ptolomeo ha venido
desarrollando desde el final de II 2 y II 16, las últimas cuerdas hacia la derecha
serían intolerablemente cortas en sus longitudes entre el puente móvil y el fijo al
que están ligadas. La tensión y la densidad serían elevadas, y por ello el sonido pro-
cedente de su pulsación no daría una nota clara.
666
665
Efectivamente, se puede ver que en las tablas de II 15 se emplea la mis-
ma regla dividida desde 60 hasta 120 (aproximadamente) para sendas divisiones del
sistema de doble octava, desde la nete del tetracordio disjunto por posición y desde
la mese por posición. De esta manera, Ptolomeo ahorra en el diagrama de las tablas,
además de resultar un método más económico, porque ambas octavas son idénticas
en cuanto a sus funciones, pero a octava.
666
Aquí nota (fJo/ggoj) equivale a xordh/, “cuerda”, como en 96.6.
667
Ptolomeo describe así la modificación que va a aplicar al canon que em-
pleó en II 16, donde había ocho cuerdas con doble sujeción de clavijas o ko/llaboi.
Estos ko/llaboi Ptolomeo los hizo móviles (90.19-20), y como consecuencia las
cuerdas podían variar su tensión desplazándose lateralmente, de forma que el puen-
te móvil que cortaba toda la extensión del canon acortaba o alargaba los segmentos
de pulsación. Ptolomeo establece ahora un añadido que él considera superfluo (e)k
periousi/aj, 94.8) porque, como afirma, las relaciones en el interior de la octava
bastan para aprehender la i)de/a de la melodía. Este añadido intenta llegar a la doble
octava, con idea de alcanzar todas las relaciones que hay en el Sistema Perfecto
(que consta de dos octavas), de forma que tendríamos ante nosotros la exactitud
propia de un instrumento como el canon, y las posibilidades de afinación que ofrece
una lira. Así, nos encontramos con el problema físico de las cuerdas: si todas las
cuerdas son dispuestas desde el comienzo idénticas en tensión (i)so/tonoi), como lo
eran en los experimentos hasta ahora, las cuerdas que emiten las notas más agudas
tienen sus segmentos de pulsación (a)poya/lmata), entre el puente fijo y el móvil,
demasiado cortos, de forma que estropearían la limpieza y claridad de la parabolh/
entre las notas. La solución a este problema es dividir el grupo de quince cuerdas en
dos juegos de ocho y siete. Las primeras siete cuerdas son i)so/tonoi entre sí, idénti-
cas en tensión (aunque más tarde, cuando el puente móvil sea deslizado debajo de
ellas, darán sonidos diferentes como consecuencia de los diferentes a)poya/lmata),
y más gruesas (94.19, mestote/rouj); están afinadas conforme a la proslambanóme-
no, es decir, la primera cuerda de este juego. El siguiente juego de cuerdas consta
de ocho, más finas (94.17 i)sxnote/rouj), e igualmente son inicialmente i)so/tonoi
entre sí, afinadas según la nota mese. Como entre proslambanómeno y mese hay
667
una octava de diferencia, en realidad tenemos dos juegos de cuerdas separadas por
una octava. A continuación Ptolomeo demostrará que los puentes, al dividir seccio-
nes iguales en cuerdas a octava, generarán relaciones tonales idénticas a diferencia
(de nuevo) de octava. Esto es el complemento a 30.2-13, donde longitudes idénticas
y tensiones idénticas daban lugar a notas idénticas.
668
La tensión entre AB y CD diferiría dos octavas; pero la tensión y la densi-
dad de XD sería elevadísima (al igual que en las cuerdas cercanas a ella) y su soni-
do sería du/shxoj (“desagradable”).
668
El principio ya fue apuntado por Ptolomeo en 30.2-5, basado en que
igualdad de longitudes en igual tensión dan lugar a sonidos iguales. En este caso,
tal principio es aplicado al doble canon que acaba de construir: si la sección de la
primera octava es idéntica a la segunda, las razones (lo/goi) entre las cuerdas de una
y otra serán las mismas, pero a diferencia de octava, que era también la diferencia
inicial entre un grupo de cuerdas y otro. De modo que al segundo juego de cuerdas
se le pueden entonces asignar las funciones que son repetición de las primeras, es
decir, mese-nete del tetracordio añadido (idénticas a proslambanómeno-mese, cf.
94.21-23).
Si bien en este pasaje concreto estamos ante un canon doble (dos cuerdas)
probablemente diseñado y construido para el estudio de los intervalos, Ch. Vendries
ha identificado un instrumento pintado en un fresco romano procedente de Lucus
Feroniae y fechado en época augustea, que bien podría representar este tipo de ca-
non (cf. Vendries, op.cit., pp.137-138 y Plate XIIIIa).
669
Lo que aquí hace nuestro autor es describir dos procesos de afinación
contrarios pero a la vez complementarios. El primero es el que hace una persona
que no es capaz de afinar ninguna a(rmogh/ de un to/noj, pero sí distingue homófonos
(es decir, dada la proslambanómeno, será capaz de afinar la mese en el mismo
to/noj). Para realizar, entonces, la afinación con el canon, él parte de su capacidad
para disponer los dos juegos de cuerdas uno a octava del otro; a continuación, sólo
669
ha de aplicar los puentes según los números del kano/nion (en el canon que nos ocu-
pa, moviendo lateralmente las cuerdas).
Pero otro tipo de afinación la haría aquella persona que sí es capaz de afinar
de oído un to/noj dado con sus variedades genéricas (es decir, que sabe reconocer de
oído los intervalos adecuados y los puede trasladar a las cuerdas girando los
ko/llaboi). Al poder hacerlo de oído, no le importará la tensión de las cuerdas, in-
cluso cuando éstas la tienen diferente entre sí. En ese caso, podrá disponer, a su
vez, los puentes según los números del kano/nion (o, lo que es igual, desplazar las
cuerdas lateralmente hasta alcanzar los shmei=a adecuados a la afinación que bus-
que); a partir de ahí, afinará de oído los segmentos de pulsación de cada cuerda,
alcanzando la misma afinación que el primer individuo. Como las dos afinaciones
son las mismas, si éste último investigador retira los puentes (o el puente móvil
único), las cuerdas serán i)so/tonoi entre sí (y en los dos juegos de cuerdas), pues
será el resultado de su afinación de los ko/llaboi una vez dispuestos los puentes.
Después, añade Ptolomeo, modificando la altura del puente móvil convenientemen-
te, alcanzaremos otro to/noj, pues al estar afinado el primero también resultarán bien
afinados los restantes por el principio de la igualdad de longitudes e iguales tensio-
nes.
670
Esta demostración hace referencia al segundo tipo de afinación vista an-
teriormente, es decir, aquélla que parte de cuerdas afinadas al azar y, una vez situa-
dos los puentes según los kano/nia, las porciones sonoras de cada cuerda son afina-
das de oído según una a(rmogh/ determinada. Esta demostración está destinada a
fundamentar lo que dijo Ptolomeo en 95.22-23, es decir, que tal afinación, una vez
retirados los puentes, descubrirá a las cuerdas en igual tensión entre sí. Así, AB y
GD están en tensión diferente e indeterminada; como las dos afinaciones anterior-
670
igual tensión y por tanto producen la misma nota, pues si GZ:AE = 2:1 (porque AE
es doble en longitud que GZ), entonces AE y GH, que son iguales en longitud, darán
el mismo sonido, unísono, pues están en razón 1:1 (es decir, iguales longitudes); y
lo mismo se puede decir de AB y GD: ahora tendrán la misma tensión.
671
Lo que hace aquí Ptolomeo es decir que, si mediante el movimiento del
puente móvil hacemos todas las longitudes sonoras de las cuerdas iguales, éstas
estarán a la misma tensión, y tal y como hemos visto al principio del capítulo, un
juego de cuerdas a octava alta del otro. Esto se conseguiría con la posición de los
puentes totalmente horizontales.
671
673
Se refiere en este caso al conjunto de intervalos homófonos, consonantes
y melódicos, y no sólo a las e)mme/leiai (intervalos por debajo de la cuarta) de 19.7.
674
Suplimos en la traducción “método” a la vista de 94.12 e)ne/stai meJo-
deu/ein. El método se refiere al canon de quince cuerdas, que podrá dar cuenta de
672
pasaría entonces por apartar claramente los dos juegos de cuerda lo suficiente para
que este contacto no se produjese. Pero Ptolomeo parece estar pensando en que las
razones verticales son coherentes con las horizontales, tal y como explicó en 55.1-
3; pero no hay razón para ello porque al haber dos puentes y las cuerdas variar
completamente en su tensión inicial, las relaciones se establecen independientemen-
te para cada juego.
678
Es decir, el problema descrito, según Ptolomeo, no existirá cuando esas
cuerdas no hayan de ser variadas en su afinación inicial (no han de ser desplazadas
lateralmente). Si hemos visto que las cuerdas 7 y 8 corresponden en el canon a los
grados por posición respectivos lícano del tetracordio medio y mese, es de esperar
que siempre mantengan los mismos números. En las tablas de II 15, de las afinacio-
nes de la cítara (contando desde la mese, como es el caso concreto) corresponden,
para la afinación llamada trites, tabla 14 col. 3; para los hipertropos, tabla 10 col. 3;
para los trópicos, tabla 14 col. 1; para las parípates, tabla 11 col. 2; para los lidios,
tabla 11 col. 4; y para los jonioeolios, tabla 13 col. 4. Entre la mese por posición
(primer número de estas localizaciones, 60) y la lícano del tetracordio medio por
posición (siguiente número), es decir, entre las notas 7 y 8 del canon susceptibles de
tropezar con los puentes, los valores son siempre los mismos, respectivamente 60 y
68 34 (= 68 4/7), excepto en jonioeolios (60 - 63 13 [= 60 – 63 51/243]) y lidios
(60 – 67 30 [= 60 – 67 ½]), como ha señalado Barker (op.cit., p.365, n.10). Este
“excepto” es el ptolemaico 97.15 ma/lista. Incluso, si comparamos tales afinacio-
nes, pero contando desde la nete del tetracordio disjunto por posición, para cubrir
en el canon la octava central (números de cuerdas 5 a 12), veremos a partir de las
tablas que la cuerda 7 en todas las afinaciones de la cítara, salvo en lidios y jonioeo-
lios, tiene que ser movida hasta el número 102 51 (= 102 6/7) del kano/nion, mien-
tras que en las mismas afinaciones (lidios y jonioeolios) la cuerda 8 se sitúa en 90.
En lidios y jonioeolios, la cuerda 7, es decir, lícano del tetracordio medio por posi-
ción, se sitúa respectivamente en 101 15 (= 101 ¼) y 94 49 (= 94 22/27):
(1= proslambanómeno; 8= mese; 15= nete del tetracordio añadido. Todas las cuerdas indican las
notas del sistema por posición).
673
lixano\j me/swn me/sh por
por posición posición
102 51 90 parípates, hipertropos, trites, trópicos
101 15 90 Lidios
94 49 90 jonioeolios
Salvo en los dos últimos casos, los ko/llaboi de las cuerdas 7 y 8 no han de
desplazarse lateralmente. En la lira el caso es diferente, pues las afinaciones pueden
en principio estar en cualquier to/noj, y por ello las variaciones sí serían significati-
vas. De este modo, aunque el instrumento surgiría para imitar las posibilidades de
afinación de la lira (94.11) de modo completamente exacto, Ptolomeo se vuelve a la
cítara dado que sus afinaciones van a ofrecer menos problemas en el manejo del
canon.
679
Ptolomeo vuelve a usar aquí, como en III 1 (cf. 94.17, 96.6), fJo/ggoj
(“nota”) por xordh/ (“cuerda”).
680
Ptolomeo demostrará a partir de ahora que el Sistema Perfecto de doble
octava puede ser llevado al canon sin necesidad de añadir siete cuerdas más allá de
las ocho iniciales, como se investigó en III 1 e)k periousi/aj (94.8), “por ir más
allá”, “por abundar”.
681
Este nuevo procedimiento de la división de la cuerda sigue el mismo
principio establecido ya en III 1, es decir, que a iguales longitudes e igual tensión,
igual sonido. En este caso lo que se hace es articular un sistema que permite obtener
en la misma cuerda dos segmentos, de los que uno es doble en longitud y tensión
que el otro, con lo que obtenemos un sonido a octava (2:1) del otro. De este modo
con ocho cuerdas obtendremos todos los sonidos del Sistema de doble octava. Bar-
674
ker (BPH, pp.217-218) interpreta perfectamente este complicado pasaje. En reali-
dad, la línea AB, como Ptolomeo dice, es el kano/nion, pero para el experimento hay
que considerarla como la cuerda. Los puntos E y D son los puntos donde los puentes
móviles tocan a la cuerda (mientras que en AB lo hacen los puentes fijos), de modo
que se establezca AE:DB = 2:1. Para ello la longitud DE tiene que tener como míni-
mo la anchura de uno de los puentes móviles, porque si bien E y D son puntos sobre
la cuerda, físicamente los puentes son de tipo convexo, como se verá más adelante
en el capítulo, y sus bases pueden tocarse. Por eso la longitud DE está formada por
la suma de las mitades de la anchura de cada puente móvil, dando lugar, como dice
Ptolomeo, a “la anchura de uno de los puentes móviles”. Si aún, por seguridad, es
aumentada la separación entre los puentes (es decir, aumentada la longitud DE),
habrá que hacerlo de forma proporcionada; la longitud añadida a EG deberá también
ser doble de la añadida a GD, para que AE y DB sigan teniendo exactamente la razón
doble en sus longitudes (y por tanto en tensión, y por tanto en sonido); Barker
(loc.cit.) asigna números a las longitudes para ejemplificar lo anterior. A continua-
ción, moviendo los puentes móviles a través del kano/nion y guardando la relación
doble siempre entre AE y DB, en todas las cuerdas, obtendremos ocho sonidos y sus
correspondientes a octava alta.
682
Entre las cuerdas donde se van a producir las notas más agudas, la longi-
tud DB será muy pequeña, y por tanto mayor su tensión; el sonido en consecuencia
será muy agudo pero de muy poca calidad, como ya se señaló en 94.12 ss. Mientras
que en III 1 solucionó el problema al disponer dos juegos de cuerdas en igual ten-
sión pero diferenciados en altura por una octava, ahora lo va a hacer igualmente
dividiendo las ocho cuerdas de nuevo en dos juegos con una diferencia de tensión
de una quinta (e iguales en tensión entre sí las cuerdas de cada juego). Así las dis-
tancias entre DB en cada cuerda ya no serán tan cortas, como señala Barker (op.cit.,
p.219).
683
De nuevo hay que entender “cuerdas”.
684
El pasaje tiene una interpretación insegura. Barker (op.cit., p.220) ha
percibido que, aun a pesar de que las afinaciones de la cítara mezclan géneros en
675
los tetracordios que forman la octava a ambos lados de la disyunción, el sistema de
afinación del canon propuesto con dos juegos de tetracordios a distancia de quinta
se mantiene coherente con tales afinaciones: en éstas se puede observar que entre la
mese por posición y la nete del tetracordio disjunto por posición hay exactamente
una cuarta, como la hay entre paramese y nete del tetracordio disjunto por posición;
igualmente hay un tono 9:8 (aunque dinámicamente no siempre disyuntivo) entre
mese y paramese por posición. De modo que la sección AE y DB en todas las cuer-
das y afinaciones de la cítara harán una octava perfecta. Así, Barker puede prose-
guir con la interpretación de este críptico pasaje: “ambos tetracordios” son las notas
más agudas en cada juego de cuerdas, entre D y B, de modo que incrementan la ten-
sión una quinta porque el segmento AE en la primera cuerda del tetracordio grave
puede ser, por ejemplo, proslambanómeno; mientras que el mismo segmento en la
primera cuerda del tetracordio agudo es hípate del tetracordio medio, a una quinta
de diferencia (tv= ta/sei); y aunque el autor inglés no lo explique, hay que entender
que la longitud es incrementada una cuarta porque el segmento DB de cada cuerda
del tetracordio agudo es un cuarto del doble de AE de su cuerda respectiva en el
tetracordio grave (cf. Alexanderson, op.cit., p.17).
685
Se entienden los “extremos comunes de cada cuerda”, donde están liga-
das a los puentes fijos.
686
Gr. o( de\ te/tartoj, la “cuarta en orden”, no el intervalo de cuarta. De
forma similar para “quinta” y “octava” siguientes.
676
801
“Suavidad” en el sentido técnico de 32.23 ss.
802
La “tensión” (suntoni/a) del diatónico, referida a la tensión de la lícano o
la paranete, recuerda el hÅJoj eu)/tonon con que Adrasto (ap. Theo Sm. 54.15) descri-
be este género.
803
Sobre las modulaciones de los to/noi, cf. II 7.
804
Siguiendo la gradación que ya observó en el libro II, en la fundamenta-
ción metafísica y cósmica que de la harmónica hace el libro III, ahora es el turno de
la modulaciones de los to/noi, tras haberse detenido en los ei)/dh tw=n sumfwniw=n (III
5) y los ge/nh (III 6). Düring (op.cit., p.272) señala como fuentes de este capítulo la
escuela peripatética (cf. Arist. Pol. 1340a38, EE 1241b28), pero además aquí Pto-
lomeo cita expresamente al propio Pitágoras (Harm. 113.10); y, como ya hemos
visto, la noción del alma “afinada y consonante” (eu)a/rmostoj ... kai\ su/mfwnoj,
113.14-15) es de raigambre pitagórico-platónica, así como la equivalencia de los
“movimientos” (kinh/seij, 113.4) de la melodía y los del alma, según señala en el
capítulo: véase, por ejemplo, Platón, R. 401d, un pasaje donde se pone de manifies-
to que la educación musical es óptima para moldear en el buen gusto el alma del
niño. El neoplatonismo insistirá en la comparación: cf. Plot. IV 3, 12.19 ss.
731
806
Gr. meJarmozome/nwn, que conserva además un valor musical, como se
ha visto en el uso de meJarmogh/ como transposición entre to/noi (cf. 67.18) y me-
Jarmo/zesJai con el mismo sentido (cf. 74.17).
807
Gr. diegertikw/teron; la oposición diegertiko/n / katastaltiko/n la halla-
mos así mismo en Sexto Empírico (M. VI 19), cf. Iambl. VP XXV 113, 6, cf. PPM,
p. 273. Su opuesto katastaltiko/n lo conecta Ptolomeo en Tetr. III 15, 11 a lo fe-
menino, to\ Jhlukw/teron kai\ to\ katastaltikw/teron (por oposición a to\
e)pandro/teron kai\ eu)diabohto/teron). Al contrario que Ptolomeo, Arístides Quinti-
liano (III 26) relacionaba los tropos agudos con lo femenino, y los graves (que para
Ptolomeo tienen que ver con lo más relajado, cf. 112.20-21 e)n de\ toi=j barute/roij
pro\j to\ katastaltikw/teron) a lo masculino.
808
El par de opuestos “tenso” y “relajado”, suntatiko/j-xalastiko/j, no
pertene propiamente al léxico técnico musical, sino al de la medicina. Pero cf. Aris-
tid. Quint. 80.23 ss., “En efecto, las armonías, como decía, se asemejan a los inter-
valos que en ellas predominan o a los sonidos que las determinan; y los sonidos, a
su vez, a los movimientos y las afecciones del alma”.
sobre esta sección de la Harmónica. Esta doctrina ética sobre los modos es muy
antigua; Arístides Quintiliano (80.28-29) la atribuye a Damón (cf. W. D. Anderson,
op.cit., pp.38-42), del que tenemos una fuente importante en Plat. R. 424c: “porque
no se pueden remover los modos musicales (tro/poi) sin remover a un tiempo las
más grandes leyes (no/moi), como dice Damón y yo creo”; aquí, tro/poi debe de sig-
732
nificar “estilo musical”, y no/moi, “leyes del Estado”, según R. Wallace (“Damone di
Oa ed i suo succesori: un’ analisi delle fonti”, en R. Wallace – B. MacLachlan,
op.cit., pp.30-53, esp. p.47). La variedad de afectos constituye una de las caracterís-
ticas más notables atribuidas a las escalas griegas (a(rmoni/ai). Sin embargo, para su
desarrollo, Ptolomeo dista de la posición y del interés genuino de Damón en la pai-
dei/a de estas escalas. El alejandrino alega una tesis que queda sin justificar, porque
De modo que los valores éticos asociados a agudeza y gravedad son el nexo
entre “circunstancias vitales” y “modulaciones armónicas”, a través de los genéri-
cos “tensión y relajación” (cf. 112.21 o(/ti). Ahora bien, ambos esquemas podríamos
hacerlos coincidir, aunque no parece que Ptolomeo buscase una exactitud tal:
733
El paralelismo de los fenómenos establecido en lo general dista de estar cla-
ro en lo particular: podríamos preguntarnos si es correcto considerar la “modera-
ción” (112.14 e)pieike/steron) como algo propio del alma envuelta en condiciones
de paz es equivalente a los h)/Jh concernientes a to/noi como el hipodorio y otros
cercanos (formas de vida relajadas y tardas, 113.1 [tai=j diagwgai=j] tai=j
a)neime/naij kai\ nwJeste/raij) y así con los demás; igualmente, si es conveniente
relacionar guerra y abundancia, paz y escasez. Pero lo contrario nos llevaría a rela-
cionar moderación (derivada de la paz) con intemperancia (derivada de la abundan-
cia). Como vemos, las relaciones no son claras, pero Ptolomeo tampoco buscó la
claridad, sin que por ello sintiera que la tesis del capítulo peligrase. Además, a la
falta de claridad contribuye otro factor: la consecuencia de agudeza y gravedad es,
respectivamente, tensión y relajación (112.21-22, suntatikw/teron, xalas-
tikw/teron), términos que en griego refieren la distinción tenso/suave (equivaliendo
734
nuevo podemos comparar con lo que dice Arístides Quintiliano acerca de los to/noi
(II 14). Para este autor las a(rmoni/ai tienen un efecto purificador en el alma humana
(80.10 ss.), pues hay una semejanza evidente (80.22): “en efecto, las armonías, co-
mo decía, se asemejan a los intervalos que en ellas predominan o a los sonidos que
las determinan; y los sonidos, a su vez, a los movimientos y las afecciones del al-
ma”, y se refiere a continuación a Damón y sus discípulos como fuente. Y continúa
(81.2): “es evidente que en función del éthos de cada alma está el de la armonía que
se utiliza”. La clasificación de los tropos que propone Arístides es, sin embargo,
netamente diferente a la de Ptolomeo: varían según sean más “masculinos” o más
“femeninos”, caracteres que por su parte también dependen de la altura tonal: así,
para este autor (81.18), “el dórico es el más grave y conviene al ethos masculino”,
siendo más propiamente femeninos cuanto más agudos, y viceversa. Lo que consti-
tuye el punto en común con Ptolomeo, no obstante, es la consideración central del
dorio, referente para Arístides en la gradación masculino-femenino y para Ptolomeo
en la gradación actividad-calma. Ello nos habla de la importancia capital de este
tropo y su prestigio en la Grecia antigua desde variados puntos de vista (véase, por
ejemplo, Plat. R. 399a, La. 188d y Hor.Ep. IX 5 ss.), y los atributos que Ptolomeo
confiere al dorio tienen mucho que ver con lo que le supuso Aristóteles, cf. Pol.
1340b4, “con un ánimo intermedio y recogido, como parece inspirarlo el modo do-
rio”, y 1342b12, “además de que luego elogiamos el término medio entre los ex-
tremos y afirmamos que hay que seguirlo, y la armonía doria tiene ese lugar frente a
los demás”.
735
igual, el criterio de clasificación u ordenación de las diagwgai/ es el mismo que el
que rige en los to/noi, que no es otro que el de actividad / reposo en sus múltiples
variantes. De ahí, entonces, la oportunidad del segundo momento: la concreción de
los h)/Jh en Harm. 113.5 ss., donde, como veremos, Ptolomeo no es sino un conti-
nuador –a su manera– de la tradición. Esta concreción ética en las a(rmoni/ai (o se-
gún Ptolomeo, to/noi) significa que al igual que podemos comparar unas “condicio-
nes de guerra” y sus estados consecuentes en el alma a determinados to/noi y sus
propios efectos en el alma (así como el paso de unas circunstancias a otras, de unos
to/noi a otros), un largo período de guerra (o de paz) es equivalente al me/loj circuns-
tancial y en un momento dado (cf. 113.4-5, pote\ me\n...pote\ de\, etc.) y al h)/Joj que
despierta en el alma atenta. Se comparan así, en virtud de que los efectos psicológi-
cos son de la misma naturaleza, circunstancias vitales-“circunstancias” melódicas,
comparación que comportan una gran variación temporal.
to/noi diagwgai/
Mixolidio kekinhme/nai kai\
Lidio drastikw/terai
Frigio metri/ai kai\ ka-
Dorio Jestame/nai
Hipolidio
Hipofrigio a)neime/nai kai\
Hipodorio nwJe/sterai
katastaltikw/teron, 112.21).
810
El “parentesco” (gr. sugge/neia) entre música y alma es una idea pitagó-
rica, como ya hemos comentado, en virtud de la concepción del alma como a(rmoni/a
(sobre esto, vid. Arist. de An. I 4). Esta idea la desarrolla Platón en el Timeo al ex-
poner el componente numérico del alma del mundo (cf. Ti. 34b-36b); el alma huma-
na, por su parte, participa de la del mundo (cf. Ti. 41d) aunque de una manera
menos pura: 41d 4 ss., “vertió nuevamente en el recipiente, en el que antes había
736
mezclado el alma del universo, los restos de la materia anterior y los mezcló de una
manera que era en cierto sentido igual, aunque ya no eran igualmente puros”. Pto-
lomeo sin duda tenía in mente estas similitudes, pues se refiere también a los “mo-
vimientos” (Harm. 113.4, tisi kinhma/sin), cf. Plat. Ti. 36e (cf. el pasaje ya citado
de Aristid. Quint. 81.2); no obstante, como buen matemático, deja claro que tal pa-
rentesco lo es con los lo/goi, y no por factores ajenos a las matemáticas.
811
De nuevo vemos el paralelismo que informa todo el capítulo: el hÅJoj de
la melodía “inclina” (112.9 tre/petai) el hÅJoj del alma, y los estados psicológicos
“modulan” al igual que modula (113.9 metaba/llontoj) la melodía. Como ya Pto-
lomeo ha introducido antes, la causa es el “parentesco” (sugge/neia) de las razones,
lo/goi, del me/loj y del alma. En este párrafo se nos presentan seis pares de di-
aJe/seij que son consencuencia, pues, de los h)/Jh de la melodía y del to/noj de un
momento dado. Teniendo en cuenta que Ptolomeo considera al dorio como el to/noj
“central” en la gradación (de acuerdo con Platón, pero el lidio también gozó de esta
prioridad, cf. Anon. Bellerm. 67, Boeth. Mus. IV 6, Ps. Plut. de Mus. 1136B-C),
to/noj cuyos extremos son, por un lado, las formas de vida “agitadas y activas” (ke-
kinhme/nai kai\ drastikw/terai, 112.25), y por otro las formas de vida “relajadas y
tardas” (a)neime/nai kai\ nwJeste/rai, 113.1), Solomon (op.cit., p.151, n.152) ha or-
denado estos seis pares de diaJe/seij de acuerdo a la lógica de Ptolomeo (si bien
este crítico no sigue el orden de tónoi de II 10), en la que mayor agudeza, o)cu/thj,
equivale a mayor excitación (diegertiko/n), y mayor gravedad, baru/thj, a mayor
tranquilidad (katastaltiko/n), según 112.20-21. El esquema de Solomon variado
con el orden de tensión tonal de II 10 sería
737
No hay más remedio que aceptar este esquema, porque aunque Ptolomeo no
lo desarrolle, se desprende de sus palabras: las atribuciones éticas están regidas,
para el alejandrino, por el principio de causalidad en los pares de agudeza y excita-
ción, gravedad y relajación. Pero en las fuentes griegas (y latinas) sobre los h)/Jh
tw=n a(rmoniw=n, esta causalidad está lejos de ser una norma, aunque es significativo
que el informe de Arístides Quintiliano ya visto (III 14), aun siendo muy distinto al
de Ptolomeo, recuerde la lógica del alejandrino en cuanto a la utilización de la ten-
sión como factor de clasificación: según Arístides, los tropos más agudos son pro-
pios de la naturaleza femenina, “ya que...son gimientes y chillones”, en tanto que
los más graves son propios de la naturaleza masculina: “resultan ásperos...y mues-
tran un carácter violento y severo” (81.8-12). Sin embargo, y en lo que respecta a
Ptolomeo, el esquema de Solomon no coincide con muchos de los testimonios de
otros autores. El problema reside más bien en que Ptolomeo utiliza en el capítulo lo
que aparenta ser dos niveles de clasificación diferentes: primero, aquél visto en
N.Tr. 809, donde habla de las tres diagwgai/ (112.22-113.1): agitadas y activas /
comedidas y estables / relajadas y tardas; segundo, éste que nos ocupa (113.4 ss.),
donde parece estar refiriéndose a cada uno de los to/noi en particular. En el primer
caso, Ptolomeo alude a los to/noi que atañen a tales diagwgai/, pero con una cierta
indefinición que entraña peri/ (por ejemplo, 112.23 peri\ to\n dw/rion, “en torno al
dorio”). Hemos propuesto en la N.Tr. 809 cuál sería la distribución (grosso modo)
de to/noi y diagwgai/, pero creemos que Ptolomeo está siendo impreciso a propósito:
en el segundo caso, de 113.4 ss., no nos dice qué to/noj considera que nos lleva ei)j
oiÅstron kai\ e)nJousiasmo/n (y así con los demás estados), y esta indefinición deja al
lector de Ptolomeo no con la duda de qué to/noi considerar, sino con la libertad de
asignarle el que considere más apropiado. La clasificación de Solomon es la justa
desde la lógica que preside el capítulo, pero Ptolomeo podría haberla establecido, a
la vista de la exactitud y precisión mostradas en III 5-6, con largos recuentos y cla-
sificaciones (la teoría de los h)/Jh tw=n a(rmoniw=n era algo más común en la literatura
antigua que, por ejemplo, las adscripciones de las consonancias a las partes del al-
ma o a las virtudes).
738
De modo que las correspondencias de Solomon son las que se desprenden
del capítulo, pero son las de Solomon. La prueba de esto es la importante variación
en las atribuciones éticas de los to/noi, si consideramos aceptable pensar que éstas
no varían, por ejemplo, entre los testimonios de Platón, Heráclides Póntico y Pto-
lomeo (un problema similar observó Barker con el uso real de los ge/nh), y si tene-
mos en cuenta las variaciones con fuentes que hemos visto que Ptolomeo conoce y
ha utilizado (por ejemplo, la República de Platón). Veamos la comparación entre
Ptolomeo y los testimonios (con la clasificación aceptada de Solomon, que se rige
por la equivalencia o)cu/thj = diegertiko/n, baru/thj = katastaltiko/n), testimonios
recogidos, sobre todo, por H. Abert, Die Lehre vom Ethos in der griechischen Musik,
Leipzig 1899, pp.80 ss. (en las variaciones de la nomenclatura en las fuentes, el hi-
podorio equivale al eolio [cf. Ath. XIV 19, 27], el hipofrigio al jonio y el hipolidio
a la e)paneime/nh ludisti/, según Abert, ib., pp.81-82, cf. West, op.cit., p.184 y Neu-
becker, op.cit., pp.139 ss.).
739
Frigio Placeres (h(donai/) y E. Ba. 115-159, me/lpete to\n Dio/nuson / (…) / e)n Fru-
efusiones (diaxu/seij) gi/asisi boai=j e)nopai=si/ te
Plat. R.399b 7 ss., mh\ u(perhfa/nwj e)/xonta, a)lla\
swfro/nwj te kai\ metri/wj e)n pa=si tou/toij pra/ttonta/
te kai\ ta\ a)pobai/nonta a)gapw=nta
Arist. Po. 1340b 4, e)nJousiastikou\j d’ h( frugisti/;
1342b4 ss., o)rgastika\ kai\ paJhtika\ (…) pa=sa ga\r
bakxei/a kai\ pa=sa h( toiau/th ki/nhsij ma/lista tw=n
o)rga/nwn e)sti\n e)n toi=j au)loi=j, tw=n d’ a(rmoniw=n e)n
toi=j frugisti\ me/lesi lamba/nei tau=ta to\ pre/pon;
1342b 7, o( diJu/ramboj o(mologoume/nwj ei=)nai dokei=
Fru/gion
Luc. Harm. 1, 11 e)/nJeon
Apul. Flor. I 4 religiosum
Cassiod. Var. II 40, phrygius pugnas excitat et votum
furoris inflammat.
Dorio [normal] Heraclid.Pont. (ap. Ath. XIV 19.16 ss.), h( me\n ouÅn
dw/rioj a(rmoni/a to\ a)ndrw=dej e)mfai/nei kai\ to\ mega-
loprepe/j
Plat. R. 399a6 ss., h(\ e)/n te polemikv= pra/cei o)/ntoj
a)ndrei/ou kai\ e)n pa/sv biai/% pre/pontoj ktl.
Arist. Pol. 1340b3, me/swj de\ kai\ kaJesthko/twj
ma/lista pro\j e(te/ran, cf.1342b 14-16.
Ps.Plut. de Mus. 1136F4, to\ semno/n e)sti e)n tv= dwristi/
(= Aristox. fr.82); cf. Pi. fr.67 Snell-Maehler, dw/rion
me/loj semno/tato/n e)stin
Hipolidio Lamentación (oi)/ktoi) y Plat. R. 398e9-10, ti/nej ouÅn malakai/ te kai\ sumpoti-
recogimiento (sustolai/) kai\ tw=n a(rmoniw=n; -i)asti/, hÅ d’ o(/j, kai\ ludisti\ auÅ
tinej xalarai\ kalou=ntai
Arist. Pol. 1342b24 ss., ta\j a)neime/naj a(rmoni/aj
a)podokima/seien ei)j th\n paidei/an, ou) kata\ th\n th=j
me/Jhj du/namin, w(j meJustika\j lamba/nwn au)ta/j
(bakxeutiko\n ga\r h(/ ge me/Jh poiei= ma=llon)
Hipofrigio Tranquilidad (h(suxi/a) y Plat. R.398e6 ss., a)lla\ mh\n me/Jh ge fu/lacin
serenidad (katastolh/) a)prepe/staton kai\ malaki/a kai\ a)rgi/a.-pw=j ga\r ou)/; -
ti/nej ouÅn malakai\ te kai\ sumpotikai\ tw=n a(rmoniw=n;
-i)asti\, hÅ d’ o(/j, kai\ ludisti/, ai(/tinej xalarai\ ka-
lou=ntai.
Heraclid.Pont.(ap. Ath. XIV 20, 6 ss.), dio/per ou)de\ to\
th=j i)asti ge/noj a(rmoni/aj ou)/t’ a)nJhro\n ou)/te i(laro/n
e)stin, a)lla\ au)sthro\n kai\ sklhro\/n, o)/gkon d’ e)/xon
ou)k a)gennh=
Ps.Arist. Pro. XIX 48 (108.10) hÅJoj de\ e)/xei h( me\n
u(pofrugisti\ praktiko/n
Hipodorio Embotamiento (ka- Heraclid.Pont. (ap. Ath. XIV 19, 19) to\ de\ tw=n
rou=sJai) y adormeci- Ai)ole/wn hÅJoj e)/xei to\ gau=ron kai\ o)gkw/dej, e)/ti de\
miento (katakoi- u(po/xaunon.
mi/zesJai) Ps.Arist. Pro. XIX 48 (109.2) h( de\ u(podwristi\ mega-
loprepe\j kai\ sta/simon
Cassiod. Var. II 40, animi tempestates tranquillat som-
numque iam placatis atribuit.
740
pondería a lo que ocurre con las notas, según 112.20-21, y un principio semejante
leemos en Aristid. Quint. 10.13-15, “pues unos éthe corren sobre los sonidos más
agudos y otros sobre los más graves”. Ahora bien, en la Grecia clásica los modos
ofrecían un hÅJoj determinado no sólo por la altura tonal de la escala en cuestión:
podía configurarse además por el instrumento de la ejecución, el género literario u
otros factores. Para Ptolomeo sólo la altura tonal es un criterio para el hÅJoj, y este
privilegio de la tensión no es comparable con las fuentes aducidas (cf. por ejemplo
Plat. R. 398e-399a), donde además el principio de organización modal es diferente:
aunque los modos vengan dados por la secuencia interválica (cf. Aristid. Quint.
15.17-18, e)k th=j tw=n e)fech=j fJo/ggwn a)kolouJi/aj), sin embargo no parece haber
existido la sistematización de carácter circular basada en la diferente adscripción
funcional de una mese a cada una de las notas de la octava central del sistema (tal y
como ocurre en la Harmónica de Ptolomeo).
Para nuestro autor, los caracteres de los to/noi no son los mismos que aqué-
llos que leemos en los testimonios. No hay una caracterización con vistas a la edu-
cación o a un género literario en particular, sino más bien una secuenciación sobre
un continuum en tensión creciente (o decreciente) y que tiene como consecuencia la
mayor (o menor) excitación subsiguiente en el alma humana. La comparación entre
las dos columnas del esquema anterior nos invita a pensar que Ptolomeo era cons-
ciente de la conveniencia de ciertos modos para infundir un determinado estado de
ánimo (cf. Arist. Pol. 1340a40-43, eu)Ju\j ga\r h( tw=n a(rmoniw=n die/sthke fu/sij,
w(/ste a)kou/ontaj a)/llwj diati/JesJai kai\ mh\ to\n au)to\n e)/xein tro/pon pro\j e(ka/sthn
que los que los oyen son influidos de modo distinto, y no tienen el mismo estado de
ánimo respecto a cada una de ellos”); sin embargo, le interesaba mucho más salvar
al menos un criterio de ordenación que fuese coherente, y, al no ofrecer sino unas
diaJe/seij de tipo general, escapó de la variedad de las a(rmoni/ai tradicionales, a
menudo con h)/Jh opuestos alguna de ellas: cf. por ejemplo la caracterización del
frigio o del lidio por Platón y Aristóteles.
A pesar de lo dicho, se observa una lejana coincidencia entre Ptolomeo y
sus antecesores. Véase las palabras de Aristóteles sobre el dorio, que en esencia se
ajustarían al carácter neutro que tiene para Ptolomeo, el hipofrigio de Platón o el
741
testimonio de Casiodoro sobre el hipodorio (Abert sostuvo que éste era un valor
tardío). Igualmente, quizá hubiese que citar aquí a Ps.Arist. Pro. XIX 48 (110.2-3),
e)nJousiastikh\ ga\r kai\ bakxikh\, (...) ma/lista de\ h( micoludisti/, pero el texto está
nía entre ambas) y el hecho de que algunas a(rmoni/ai de tipo hipo- tuviesen el mis-
mo hÅJoj prácticamente que el de la a(rmoni/a base (caso del dorio e hipodorio).
La consecuencia de esta simplificación u ordenación sistemática es que
demasiado a menudo los caracteres entre los to/noi ptolemaicos y los tradicionales
no coinciden. Por ejemplo, no son iguales el hipodorio de Ptolomeo y
Ps.Aristóteles, ni se corresponde el importante carácter viril del dorio en las fuentes
con el casi ausente dorio ptolemaico.
Lo que podemos concluir, entonces, es que para Ptolomeo la altura relativa
de cada mese por función determinaba la altura del to/noj, y esta altura la consideró
causa de un carácter determinado que en cierta medida recogía el que la tradición
griega había asignado a la a(rmoni/a, pero sólo porque para los griegos los caracteres
de las a(rmoni/ai también dependían de la altura de ésta (lo cual es decir poco, por-
que los factores que provocan un hÅJoj en una a(rmoni/a no terminan de estar claros).
En qué medida esta simplificación u ordenación causal es completamente original
de Ptolomeo o procede de los ambientes musicales contemporáneos de Ptolomeo,
es algo que no podemos alcanzar.
b) En segundo lugar, debemos vincular la doctrina de la modulación expues-
ta en II 7 con los caracteres expuestos aquí. Al igual que para Arístides Quintiliano
(I 11), para Ptolomeo (70.15 ss.) las modulaciones óptimas son aquéllas que se pro-
ducen mediante intervalos consonantes (cuartas y quintas). Esto significa que al
pasar de un to/noj a otro estaríamos también cambiando de un hÅJoj a otro, siendo
llevados así desde un mixolidio entusiástico hasta un dorio neutro a distancia de
cuarta, y de ahí a un hipodorio (a otra cuarta grave) que casi nos durmiese. Y es
significativo que las modulaciones no sean tan convenientes cuando son a interva-
los no consonantes (por ejemplo el tono): en ese caso, el cambio de carácter sería
742
menos acentuado (hay mese por función que se diferencian en un semitono). Es
justamente lo contrario: si bien en II 16 podemos deducir que la lira afina en cual-
quier to/noj, las cítaras lo hacen en to/noi que distan un intervalo consonante de cuar-
ta. Así, hipertropos están en frigio y jonioeolios en hipofrigio, y lidios y parípates
en dorio mientras que trites y tropos en hipodorio (sin embargo, como se ha visto
las tablas de II 15 parecen estar pensadas para el paso modulante entre todas ellas).
812
Ésta es una anécdota bien conocida que supone el reconocimiento de
Ptolomeo a la doctrina pitagórica, bien representada en este capítulo, si bien él no
tiene reparos en adoptar ideas de escuelas bien diferentes (como el caso del aristote-
lismo de III 3). La armonía y pureza del alma era para los pitagóricos esencial, y
para mantenerlas la apelación a la música es lógica si recordamos que universo,
alma y música son a(rmoni/a: cf. por ejemplo Arist. Cael. 290b12 ss., de An. I 4 y
Philol. fr. 6. Los comentaristas ofrecen numerosas fuentes para la anécdota (para
una reunión de loci similes, cf. SPH, p.151, n.153) : cf., por ejemplo, Iambl. VP
XXV 114 e)/ti toi/nun su/mpan to\ PuJagoriko\n didaskalei=on th\n legome/nhn
e(ca/rtusin kai\ sunarmoga\n kai\ e)pafa\n e)poiei=to, me/lesi/ tisin e)pithdei/oij ei)j ta\
e)nanti/a pa/Jh peria/gon xrhsi/mwj ta\j th\j yuxh=j diaJe/seij. e)pi/ te ga\r eu)na\j tre-
po/menoi tw=n meJ’ h(me/ran taraxw=n kai\ perihxhma/twn e)ceka/Jairon ta\j dianoi/aj
%)dai=j tisi kai\ melw=n i)diw/masi kai\ h(su/xouj paraskeua/zon e(autoi=j e)k tou/tou
kai\ o)ligonei/rouj te kai\ eu)onei/rouj tou\j u(/pnouj, e)canista/menoi/ te e)k th=j koi/thj
nwxeli/aj pa/lin kai\ ka/rouj di’ a)llotro/pwn a)ph/llason a)?sma/twn, e)/sti de\ kai\ o(/te
a)(/neu le/cewj melisma/twn. <e)/sti> te o(/pou kai\ pa/Jh kai\ nosh/mata/ tina, o Quint.
Inst. IX 4.12, “Pythagoreis certe moris fuit et cum evigilassent animos ad lyram
excitare, quo essent ad agendum erectiores, et cum somnum peterent ad eandem
prius lenire mentes, ut, si quid turbidium cogitationum, componerent”; añádase el
pasaje casi idéntico al de Ptolomeo de Boeth. Mus. I 1, 185.26-184.4, y otros apor-
tados por Boll (op.cit., p.109).
No obstante, R. W. Wallace (“Music Theorist in Fourth-Century Athens”,
en B. Gentili-F. Perusino, op.cit., pp.17-39, esp. p.23) ha puesto de manifiesto que
la teoría del hÅJoj (tal y como se entiende en música) no es genuinamente pitagóri-
ca, y que todas las atribuciones de tal doctrina a Pitágoras o a su escuela es post-
platónica (cf. Vendries, op.cit., pp.210-212).
743
813
Gr. mou/sa, “musa”, con el sentido de la etimología de mousikh/, un tér-
mino que West (op.cit., p.225) sugiere haber sido creado por Laso de Hermíone. El
uso de mou/sa entendida como “música” se lee también en Dionisio de Halicarnaso
(Comp.11, o)rganikh\ kai\ w?)dikh\ mou=sa), Eliano (NA II 32, ta\ me\n a)/lla o(/pwj
mou/shj te kai\ w)?dh=j e)/xei ei)pei=n ouÅk oiÅda) y el mismo Ptolomeo en Tetr. (IV, 4 p.
386, a)po\ mou/shj kai\ o)rga/nwn kai\ melwdiw=n h)\ poihma/twn kai\ r(uJmw=n poiou=si
ta\j pra/ceij [Robbins (op.cit., p.387) traduce “the arts of the Muses”]).
814
Gr. metabalo/n, relacionada con el término metabolh/ “modulación”.
Ptolomeo usa la imagen de la “modulación” del alma, conforme a la doctrina pita-
górica expuesta en el capítulo.
815
Cf. Ps. Plut. de Mus. 1132C-1133C y Aristid. Quint. 92.11-12; una idea
semejante se lee en S. E. M. VI 18. Los himnos son normalmente asociados a los
instrumentos cordados, como, por ejemplo, muestra el primer peán délfico de Ate-
neo (cf. DAM 12, pp.59-71). Pero esto no era exclusivo, como informa Proclo (ap.
Phot. Bibl. 320a16-20): kai\ ga\r e)/stin au)tw=n a)kou/ein grafo/ntwn u(/mnoj prosodi/ou,
u(/mnoj e)gkwmi/ou, u(/mnoj paia=noj kai\ ta\ o(/moia. e)le/geto de\ to\ proso/dion e)peida\n
prosi/wsi toi=j bwmoi=j h)\ naoi=j, kai\ e)n t%= prosie/nai v)/deto pro\j au)lo/n: o( de\ kuri/wj
u(/mnoj pro\j kiJa/ran v)/deto e(stw/twn, “pues de los mismos escritores es posible oír
Muchos son los usos y efectos asociados al auló, y algunos testimonios son
totalmente contradictorios con lo que aquí dice Ptolomeo: por ejemplo, cf. Arist.
Pol. 1341a21-24, “además, la flauta (au)lo/j) no es un instrumento moral, sino más
bien orgiástico, de modo que debe utilizarse en aquellas ocasiones en las que el
espectáculo pretende más la purificación que la enseñanza”; a esta capacidad para
hacer entrar en contacto con la divinidad también aludía Platón en su Banquete
(215c): “sus melodías [sc. las de Olimpo], digo, ya las interprete un buen flautista
ya una flautista vulgar, son las únicas que hacen quedar a uno poseso y muestran a
744
quienes están necesitados de los dioses y de iniciaciones, por el hecho de ser divi-
nas” (cf. Min. 318b6). Estas ideas sobre el auló están relacionadas con el rechazo
platónico a determinadas a(rmoni/ai debido a los caracteres asociados a ellas.
816
Gr. tri/gwnon (cf. para su transliteración la Nota previa a la Traducción).
Eliano, en su Ei)j to\n Ti/maion e)chghtika/ citado por Porfirio (in Harm. 33.19 ss.)
describe este tipo de arpa (Maas y McIntosh Snyder [op.cit., p.150] no establecen
con seguridad si su denominación es un nombre genérico o estár referido a un tipo
particular de arpa), también llamada según Eliano sambu/kh (cf. Sud. s.v. i)ambu/kai),
aunque no siempre son considerados el mismo instrumento (Éupolis [fr.148.4] y
Aristóteles [Pol. 1341a41] las nombran juntas). Apolodoro (ap. Ath. XIV 40) tam-
bién la conoce por kleyia/mboj, y Eliano (ap. Porph. op.cit. 34.29-33) informa de
que en este tipo de arpa, las longitudes de cuerda son desiguales con la más larga en
la parte más exterior (e)c a)ni/swn toi=j mh/kesi xordw=n e)poi/hsan, makrota/thj me\n
th=j pasw=n e)cwta/tw; esto se ve confirmado por la cerámica, cf. Maas-McIntosh,
op.cit., p.163) pero de igual grosor (i)sopaxei=j d’ e)poi/oun ta\j xorda/j); en las repre-
sentaciones sobre vasos, el número de cuerdas puede llegar hasta treinta y dos. Su
invención se atribuye a Tirreno de Lidia (según Phot. Bibl. a 2956-7, cf. West,
op.cit. p.72, n.105); pero Juba (ap. Ath 4, 77, 19, cf. SPH, p.151 n.154) hace del
tri/gwnon un invento sirio, aunque también se le atribuía un origen frigio (cf. S. fr.
412, 1) o bien lidio (Diog. fr. 1). Ptolomeo habla del tri/gwnon en un contexto reli-
gioso (sin duda, su uso en la Alejandría del siglo II d.C.) y ello es lo más sorpren-
dente, a la vista de las noticias sobre un uso más festivo (cf. Eup. fr. 3; de un modo
obsceno en fr. 77); Aristóteles (Pol. 1341a39-b3) dice que es uno de esos instru-
mentos que sólo contribuyen, mediante su virtuosismo, al placer de los oyentes (ca-
si lo mismo se puede decir de la sambu/kh, según las fuentes citadas por West,
op.cit. p.77, nn.129 y 130). Ello concuerda con la mención de Platón el cómico, que
la asocia a las mujeres (fr. 69.13; cf. Maas-McIntosh, op.cit., p.154), y con el filóso-
fo Platón, en un contexto que hace a este instrumento poco favorable para la ciudad
(cf. R. 399c10).
817
Gr. i))de/ai, refiriéndose a lo que normalmente la tratadística y el propio
Ptolomeo llaman ei)/dh (“formas”); cf. infra 120.5.
745
818
Emme/leia como “intervalo melódico” en el sentido general (incluyendo
homofonías y consonancias).
819
Esto es una síntesis de los contenidos tratados en III 5 (partes del alma y
virtudes), III 6 (“géneros de los tetracordios”) y III 7 (modulaciones tonales y vita-
les).
820
Ya hemos visto que la idea de parentesco entre harmónica y astronomía
se remonta a Arquitas y Platón; Ptolomeo extiende esta comparación de la escuela
pitagórica estudiando las razones de los intervalos musicales con las de los plane-
tas, por lo que se abre ahora la última parte del tratado (III 8-16) dedicada a la as-
tronomía-astrología. La justificación de la homologación entre razones armónicas y
movimientos astrales tiene un origen pitagórico-platónico, cf., por ejemplo, Porph.
VP 30, Plat. Epin. 991d8 ss. o( de\ tro/poj o(/de (...) pa=n dia/gramma a)riJmou= te
su/sthma kai\ a(rmoni/aj su/stasin a(/pasan th=j te tw=n a)/strwn perifora=j th\n
o(mologi/an ouÅsan mi/an a(pa/ntwn a)nafanh=nai dei= t%= kata\ tro/pon manJa/nonti,
746
821
Solomon (op.cit., p.153, n.165) no identifica el antecedente del femeni-
no griego prw/th (“primero”), pero ha de referirse a e)/fodoj (“camino”). El “primero
de los caminos” tratará de todas las razones musicales-armónicas tomadas a la vez:
en el caso del presente capítulo la a)pokata/stasij armónica vista en II 7-11 o “pe-
riodicidad” del sistema tonal es comparada con todo el círculo del zodíaco. En el
próximo capítulo (III 9) se referirá a cada uno de los lo/goi. Por ello el primer cami-
no es koinh/, “común” o “general”.
822
Como veremos en los capítulos siguientes, cada astro equivale a una no-
ta del Sistema Perfecto, y por tanto los astros entre sí guardan lo/goi equivalentes a
los que mantienen las notas; es decir, se trata del movimiento interválico de la voz
(ki/nhsij diasthmatikh/) propio de quien canta, frente al otro continuo (sunexh/j),
propio de quien habla. Esta distinción, también de raíz pitagórica según Nicómaco
(Harm. cap.3) la hizo Ptolomeo ya en I 4 refiriéndose a los sonidos. Como allí ex-
puso la primera diferencia que permitió pasar de la irracionalidad del yo/foj a la
racionalidad del fJo/ggoj (cf. Ptol. Harm. 12.7-9) y por ello era primaria, aquí es la
primera apreciación sobre el movimiento astral: es semejante al “intervalo” de las
notas, axioma indispensable si queremos establecer la equivalencia (suntelou/mena)
de las razones musicales con los movimientos celestes.
823
Barker (GMW, p.380, n.59) recuerda aquí a Arist. Metaph. 1069b25-26
con la misma idea; a esto hay que añadir otro pasaje aristotélico, Ph. VIII 8, donde
el Estagirita demuestra que el movimiento rectilíneo está asociado a generación y
corrupción, porque no supone continuidad (ib. 264b 8). Sin embargo, el movimien-
to circular (en este caso el de los astros) no conlleva alteración y aumento, cf. 265a
9, “en ninguno es posible moverse continuamente, excepto en el circular –con que
tampoco en la alteración y en el aumento. En conclusión, quede para nosotros esta-
blecido suficientemente que ningún cambio es infinito ni continuo, excepto la tras-
lación circular” (no hay que confundir la idea de “movimiento interválico” que aquí
aduce Ptolomeo con la naturaleza del movimiento circular, al que Aristóteles, en
Ph. 265a28, califica de “uno y continuo”). La misma idea se lee más claramente en
Cael. 270a12 ss., “igualmente razonable es suponer también acerca de él [sc.el mo-
vimiento circular] que es ingenerable e incorruptible, no susceptible de aumento o
747
alteración” (cf. 270b1 ss.); Aristóteles asocia estas características a la idea de in-
mortalidad, cf. 274b8 ss.
824
Esta idea también la repite Ptolomeo en Alm. I 2, p.9.18, to\ me\n ouÅn ka-
Jo/lou toiou=ton a)\n ei)/h prolabei=n, o(/ti te sfairoeidh/j e)stin o( ou)rano\j kai\ fe/retai
827
Solomon (op.cit., p.152, n.156) nos recuerda que la idea del zodíaco
como un círculo se retrotrae al menos hasta Aristóteles (Mete. 343a24-25). Pero es
748
Adrasto, citado por Teón de Esmirna (129.10 ss.) quien describe de forma algo más
extensa el zodíaco. Éste es un círculo oblicuo respecto a los otros círculos perpen-
diculares al eje de la Tierra: cf. ib. 130.15-17, loco\j ga\r tou/toij e)/gkeitai o(
z%diako/j, me/gistoj me\n kai\ au)to\j ku/kloj, “oblicuo a éstos [sc. los restantes círcu-
los] está situado el zodíaco, él mismo también un círculo muy grande”. Este círculo
no es simple, según Adrasto, sino que aparece como una banda donde se imaginan
las figuras animales (133.18-25):
o( de\ lego/menoj z%diako\j e)n pla/tei tini\ fai/netai kaJa/per tumpa/nou ku/kloj,
e)f’ ou kai\ ei)dwlopoiei=tai ta\ z%=dia. tou/tou de\ o( me\n dia\ me/sou le/getai tw=n
z%di/wn, o(/stij e)sti\ kai\ me/gistoj (…): oi( de\ e(kate/rwJen to\ pla/toj
Es a este círculo cetral (dia\ me/sou) al que se refiere aquí Ptolomeo; la mis-
ma expresión la podemos leer también en Tetr. I 9, 1 y Alm. I 5 (p.18.24). Por su
parte, Ptolomeo nunca utiliza para referirse al círculo del zodíaco el término “eclíp-
tica” (e)kleiptiko/j, que reserva para los eclipses según Toomer, op.cit., p.20), sino
dia\ me/swn o loco\j ku/kloj (Harm. 107.5), por lo que tal término ha sido evitado en
nuestra traducción. Toomer (op.cit. p.407, n.186) sugiere que quizá Ptolomeo utili-
zase originalmente para la “banda”del zodíaco el término pri/sma, cf. Alm. VIII 4
(p.186.7), t%= pri/smati tou= z%diakou=.
828
Gr. i))shmerinw=n. Ptolomeo, en Tetr. I 12, clasifica los doce signos del
zodíaco en cuatro grupos en virtud de “su afinidad con el sol, la Luna y los plane-
tas” (p.64, suni/stantai de/ tinej au)tw=n i)dio/thtej kai\ a)po/ th=j pro/j te to\n h(/lion
kai\ th\n selh/nhn kai\ tou\j a)ste/raj oi)keiw/sewj). Estos grupos son los formados
749
vierno en Capricornio y el de verano en Cáncer, y divide en dos el círculo
i)shmerino/j o ecuador. Este círculo recibe el calificativo de i)shmerino/j porque allí
días y noches son iguales en duración (Adrasto ap. Theo Sm. 130.6-8; Ptolomeo,
Alm. I 8), lo que recoge en castellano el adjetivo comúnmente empleado en astro-
nomía, “equinoccial”. Los puntos equinocciales son, pues, los puntos en que el cír-
culo del zodíaco toca (y divide en dos) el ecuador o ku/kloj i)shmerino/j.
Posición de los diferentes círculos en el globo terrestre, Cf.Theo Sm. 131 y Ptol. Alm. I 8
zodíaco, con el Sistema Perfecto, siendo su justo centro la mese y sus dos extremos
los bordes de la sección efectuada en el círculo zodiacal sobre el mismo signo:
750
829
O lo que es igual, la nh//th u(perbolai/wn, que es como quiere leer Najock
(cf. N.Ed. ad locum). El término u(perbolai/a es muy raro en la tratadística musical
y sólo podemos citar el mismo uso en Teón de Esmirna (89.16), quien también uti-
liza diezeugme/nh por nete del tetracordio disjunto (cf. Düring op.cit., p.274), y Filón
el Judío (Legum alleg. III 121); lo más próximo es la nh/th u(perbolai/a (y no
u(perbolai/wn) que leemos en Aristox. Harm. 50.6 y Nicom. Harm. 260.21. Cf.
751
Como se ve, nete del tetracordio añadido y proslambanómeno quedan “dia-
metralmente opuestas” (114.23), y al volver a unirse en círculo, el signo equinoc-
cial vuelve a ser uno: esto implica que, tal y como el sistema armónico expuesto en
el libro II pronosticaba, proslambanómeno y nete del tetracordio añadido son la
misma, por función (cf. supra 60.5), y así lo señala aquí Ptolomeo (114.22, tv= du-
na/mei); la comparación sería imposible con las notas entendidas por posición, pues
752
(pues, como ha demostrado, la razón del semicírculo respecto a la de la totalidad
del círculo es equivalente a la de la octava, matemáticamente, cf. 114.24 ss.). Tal y
como vimos en los libros anteriores del tratado, donde una forma matemática espe-
cial equivalía a un efecto estético determinado, ahora la misma forma matemática
tiene consecuencias a nivel astral.
835
El capítulo corresponde al esbozo de programa establecido antes en
100.28, donde prometía estudiar razón por razón en la comparación entre zodíaco y
el Sistema Perfecto. La razón de la doble octava (el intervalo consonante mayor) es
4:1, de tipo pollapla/sioj (cf. 18.8 ss.); la cuarta (4:3) contiene en su denominador
tres tercios del numerador. Ptolomeo se refiere aquí al hecho de que, sin contar con
la consonancia de octava más cuarta (8:3, cf. supra I 6 para su problema), el núme-
ro 4 es el número mayor en el denominador en las razones interválicas homófonas y
consonantes, un hecho que sin duda refleja la tetraktu/j (cf. J. Godwin, Harmonies
of Heaven and Earth from Antiquity to the Avant-Garde, Vermont 1995, p.413,
n.14). Las cuatro formas de dividir el círculo serán en dos, en tres, en cuatro y en
seis partes, de acuerdo con los tipos de “aspectos” astrológicos (sxhmatismoi/), cf.
infra III 13: oposición, trígono, tetrágono y hexágono. En Tetr. I 14, 1 Ptolomeo los
enumera:
tau=ta (sc. ta\ susxhmatizo/mena) d’ e)sti\n o(/sa dia/metron e)/xei sta/sin, pe-
rie/xonta du/o o)rJa\j gwni/aj kai\ e(\c dwdekathmo/ria kai\ moi/raj rp /: kai\ o(/sa
tri/gwnon e)/xei sta/sin, perie/xonta mi/an o)rJh\n gwni/an kai\ tri/ton kai\
rie/xonta mi/an o)rJh\n kai\ tri/a dwdekathmo/ria kai\ moi/raj % /: kai\ e)/ti o(/sa
“Estos aspectos son los que tienen una posición diametral, conteniendo dos ángu-
los rectos, seis signos y 180 partes; los que tienen una posición triangular, conte-
niendo un ángulo recto más un tercio, cuatro signos y 120 partes; los que se dicen
están en tetrágono, conteniendo un solo ángulo recto, tres signos y 90 partes; y los
que, incluso, hacen una posición hexagonal, conteniendo dos partes de un ángulo
recto, dos signos y 60 partes.”
753
posición de los aspectos (sxhmatismoi/), esto es, las dos epimóricas más importan-
tes, a partir de la oposición (o división en dos partes iguales de la eclíptica): dos
partes iguales de la oposición dan lugar al aspecto tetragonal (180º = 90·2) y tres en
el hexágono (180º = 60·3, cf. Robbins, op.cit., p.74, n.1). La división del círculo por
Ptolomeo en el capítulo de la Harmónica está basada en los mismos presupuestos,
pero hay que destacar la escasa importancia de los argumentos musicales en el Te-
trabiblos (cf. BPH, p.269). La restauración por parte de Gregorás de los capítulos
III 14 y III 15 se basa en III 9, y como consecuencia también en el capítulo citado
del Tetrabiblos.
836
Las figuras surgen al establecer los arcos que dividen la circunferencia
en un número determinado de partes (es decir, en un número determinado de arcos).
El círculo se entiende, además, como el del zodíaco; cada segmento (tmh=ma) del
círculo son 30º.
837
Cf. Aristid. Quint. III 23, quien, en la parte de su tratado correspondiente
en su objeto a este capítulo ptolemaico, también divide el círculo del zodíaco en
doce partes iguales: “En efecto, el zodíaco está dividido en doce partes, el mismo
número que los tonos que hay en la música”(123.24-15). Si bien el Sistema Perfec-
to tiene en realidad quince sonidos, atendiendo al “intervalo de tono” (to\ toniai=on,
104.1) sin embargo contiene doce, en el caso de que supusiéramos que un tono se
divide en dos semitonos. Ahora bien, esto no es así para Ptolomeo y lo dice expre-
samente en 117.10, o(/ti kai\ to\ di\j dia\ pasw=n te/leion su/sthma dw/deka to/nwn
e)/ggista, “porque también el Sistema Perfecto de doble octava está muy cerca de
754
Arístides Quintiliano tiene un tratamiento del tema de este capítulo sensi-
blemente diferente, pues abunda en consideraciones astrológicas derivadas de las
operaciones efectuadas con los números y los lo/goi. Pero también contiene, a su
vez (125.7 ss.) un recuento de las figuras geométricas insertables en el círculo me-
diante los ángulos (triángulo, cuadrado, hexágono) y las razones armónicas que se
derivan de ellos: Arístides las expresa mediante la comparación de los ángulos
(siendo 1/12 del círculo 30º, cf. Ptol. Tetr. I 14): así, el hexágono tiene, en sus dos
ángulos (i.e., 60º), “razón igual”, porque es la base de las comparaciones. El cua-
drado está respecto al hexágono en razón 3:2, pues los ángulos del cuadrado son
rectos (90º; 90:60 = 3:2); el triángulo, bajo las mismas consideraciones, hace la
razón doble frente al hexágono (120º:60º = 2:1) y la sesquitercia respecto al cua-
drado (120º:90º = 4:3); y el diámetro viene determinado por los 180º (cf. Mathie-
sen, Aristides Quintilianus..., pp.50-1). Ptolomeo va a comparar, en el estableci-
miento de los lo/goi armónicos, el número de segmentos (tmh/mata) que delimitan el
diámetro y las cuerdas trazadas.
838
Arístides Quintiliano (103.12) también aduce estas propiedades del nú-
mero doce, al que califica de “el más musical de los números”: “en efecto, el doce
es el único que tiene la razón sesquitercia respecto al nueve, la sesquiáltera respecto
al ocho, la duple respecto al seis y, además, la triple respecto al cuatro y la cuádru-
ple respecto al tres”. Estas propiedades se ajustarán perfectamente al número del
zodíaco (doce signos) en la exposición geométrica que presenta ahora Ptolomeo
(1/12 del círculo = 30º).
839
Representado gráficamente, y teniendo en cuenta que cada doceava par-
te del círculo constituye un ángulo de 30º, tendríamos
755
840
En el diagrama, representados por AB.
841
Gr. e)k tw=n au)tw=n, sc. tmhma/twn, “a partir de tales segmentos”.
842
Aquí Ptolomeo difiere del procedimiento de Arístides Quintiliano (III
26), quien toma el lado del hexágono (una cuerda que establece un ángulo en el
círculo de 60º) como “razón igual” para establecer en comparación con él las razo-
nes de los demás polígonos. Ptolomeo hace equivaler las consonancias a las figuras
geométricas halladas dentro del círculo, un método que recuerda las asignaciones
entre intervalos y virtudes, acciones, etc., que vimos en III 5 y ss. Así, el triángulo
(que se halló con la división en tres partes de la circunferencia mediante AG) equi-
vale a la quinta (3:2) mediante la relación AB:AG (= 6:4); el cuadrado, hallado me-
diante AD en la circunferencia, equivale a la cuarta por la relación AG:AD (= 4:3).
Como se puede observar, Ptolomeo va de más a menos, estableciendo la nueva ra-
zón sobre el denominador de la anterior; obtiene así la progresión 12:6:4:3, quizá en
coherencia con las propiedades del número 12 aducidas en 115.26-116.1 (el número
12 es el primero “de los que tienen mitad, tercio y cuarta parte”), propiedades que
se observan en la progresión. Esto hace que no exista relación entre la octava en-
tendida como la relación círculo-semicírculo, y la quinta como semicírculo-AG,
pues el círculo (12 partes) debería ser siempre el numerador de la razón (cf. BPH,
p.383, n.65); así la comparación entre consonancias sería consistente.
756
sí consiste en el lo/goj círculo-semicírculo), en la línea de las equivalencias vistas
entre los intervalos y las partes del alma o las virtudes, asignaciones efectuadas
basándose en materiales preexistentes o de manera axiomática. Así, como el círculo
dividido en doce segmentos permite cuatro triángulos (según Harm. 118.10 ss.) este
polígono refuerza su vinculación a la quinta (que tiene cuatro ei)/dh), así como el
cuadrado, disponible en el círculo de tres maneras, con la cuarta (con tres ei)/dh):
757
845
“Dodecatemoria” traduce aquí a dwdekathmo/rion, “doceava parte del
círculo del zodíaco”, porque adquire ya un sentido astrológico: se trata de un “sig-
no” del zodíaco, o 30º del mismo. Cf. la nota introductoria a la traducción.
846
El tono (9:8, aquí la relación entre el total de la circunferencia y once
segmentos de ella) era un intervalo e)mmele/j según 19.7 ss.
847
Los “no melódicos” (e)kmelh=) son aquí aquellos intervalos que no siendo
e)mmelh= (por debajo de 4:3) tampoco pertenecen al tipo de los homófonos y conso-
nantes. Arístides Quintiliano también se refiere a algo similar (III 23) cuando señala
que en el círculo del zodíaco (360º), cinco partes de 30º es una disonancia “y sin
conjunción con el círculo”. Ptolomeo expresa lo mismo con la razón 12:5 (“cinco
doceavas partes”), una razón entre arcos no contabilizada en el catálogo anterior
(116.4-20). Hay que tener en cuenta que Ptolomeo está haciendo equivalentes las
razones interválicas habituales con las que se establecen entre segmentos (o arcos)
del círculo, por lo que 12:5 es también un lo/goj a(rmoniko/j. De ahí que no sea equi-
valente, como Solomon apunta (op.cit., p.157, n.188), a 8:7.
848
Gr. a)su/ndeta. Cf. Tetr. I 17, 1, a)su/ndeta de\ kai\ a)phllotriwme/na ka-
lei=tai tmh/mata o(/sa mhde/na lo/gon a(plw=j e)/xei pro\j a)/llhla tw=n prokateileg-
me/nwn oi)keiw/sewn, “ ‘Disjuntos’ y ‘ajenos’ son llamadas las divisiones [del zodía-
758
Ptolomeo se le hubiese escapado esto, y por ello el crítico británico sospecha –sin
afirmarlo– otra mano en la redacción del capítulo.
759
12:5 ó 12:7 como compuestos puede deberse a que 12:5 está situada entre 12:6 (oc-
tava) y 12:4 (octava más quinta), dos compuestos realizados desde intervalos con-
sonantes u homófonos. 12:5 supone integrar una razón no consonante (6:5) que
conllevaría una concesión demasiado grande en una sucesión de intervalos puros o
mezcla de consonancias; lo mismo le ocurre a 12:7, entre 12:6 (octava) y 12:8
(quinta); 12:7 equivaldría más o menos al intervalo de sexta aumentada. Sobre esto,
es significativo señalar que es imposible expresar la razón de la octava más cuarta
(8:3) partiendo de todo el círculo (ABGD), por lo que no se expresa con numerador
12 (8:3 = ABG:AD).
Esto explicaría por qué dice Ptolomeo (118.2-3) la razón de que sean
a)su/ndeta tv= duna/mei, “descoordinados por función”: si no los descompone en ra-
zones, supone que ninguna nota kata\ du/namin establecerá con otra tales razones.
Son, entonces, una suerte de “intervalos irracionales”. Esta noción de “descoordi-
nación” recuerda lo que Arístides Quintiliano (125.11-13) dice sobre “las cinco
partes”, o sea, la suma de cinco ángulos de 30º: ai( de\ pe/nte ou)de/na tw=n a(rmonikw=n
pro\j ta\j prote/raj e)/xousai lo/gon a)su/mfwnon kai\ a)su/ndeton tou= ku/klou poiou=sin
eu)Jei=an, “no presentan ninguna razón armónica respecto a las anteriores, hacen una
760
se puede añadir, por ejemplo, el informe de Heráclides (ap. Porph. in Harm.30.1-
31.21), quien cita a Jenócrates acerca de los pitagóricos: éstos establecieron, según
Heráclides, el movimiento (ki/nhsij) como condición tanto de lo bien afinado o
ensamblado (to\ h(rmosme/non) como de lo mal afinado (to\ a)na/rmoston), con consi-
deraciones sobre el movimiento rectilíneo y el circular.
852
Si bien en el Almagesto Ptolomeo se vale de un sistema de localización
basado en dos factores, longitud –mh=koj– y latitud –pla/toj– (cf. Alm. II 1), esta
clasificación en tres tipos de movimiento también estaba presente en otras partes de
su obra, cf. especialmente Eustr. in EN 322, 4 (= Ptol. fr.6), w(j o( Ptolemai=oj to\n
o(/ron tou= telei/ou sw/matoj a)pe/deicen e)/xonta kalw=j shmei=on u(poJe/menoj kai\ ei)j
tri/a dei/caj ginome/nhn th\n r(u/sin au)tou=, th\n me\n kata\ mh=koj, th\n de\ kata\ pla/toj,
th\n de\ kata\ ba/Joj. Estas r(u/seij coinciden según nuestro autor (ib.) con las dias-
Caelo 9, 21 [= Ptol. fr. 6]. Ptolomeo hace equivalentes aquí las disposiciones posi-
bles entre las rectas (i.e., las tres dimensiones) con tres tipos de movimiento: estas
tres “distancias” son las que recorren los astros en relación a la tierra en su paso
circular, alrededor de la Tierra, a través del círculo oblicuo del zodíaco (cf. Theo
Sm. 134.1-135.11); téngase presente desde ahora en adelante que todas las indica-
ciones astronómicas se refieren al sistema aristotélico-ptolemaico (geocéntrico).
853
Un eco de Ptolomeo Alm. II 1, p.88.10, e)pi\ de\ tou= mh/kouj, toute/stin
th=j a)po\ a)natolw=n pro\j dusma\j paro/dou. Cf. Arist.Cael. 285b 8 ss., le/gw de\ mh=koj
me\n au)tou= to\ kata\ tou\j po/louj dia/sthma, “llamo ‘longitud’, en él, a la distancia
entre los polos”. El movimiento longitudinal (kata\ mh=koj) es el que realizan los
astros de Este a Oeste (es decir, el sentido en que gira el Universo en el modelo
antiguo), o lo que es igual, “desde el orto al ocaso”, a lo largo de la eclíptica. El
movimiento “contrario” es el del astro al ponerse, que gira en pos de los signos del
zodíaco que le siguen (esto es, cuando es de día), cf. Theo Sm. 134.13 ss., ei)/j te
ga\r ta\ e(po/mena tw=n z%di/wn meti/asi kai\ ou)k ei)j ta\ prohgou/mena kata\ th\n i)di/an
porei/an, a)ntifero/menoi <t%=> panti\ th\n kata\ mh=koj au)tw=n legome/nhn fora/n, “pues
van en pos de los signos del zodíaco que les siguen y no de los que les preceden,
761
conforme a un movimiento particular, trasladados en sentido contrario absoluta-
mente, según su movimiento llamado longitudinal”.
854
Apogeo y perigeo, en la órbita de un astro alrededor de la Tierra,
constituyen, respectivamente, el punto más alejado del centro de la esfera terrestre
(o del observador) y el más cercano en el epiciclo de tal astro (cf. Alm. III 3). Esto
es resultado del movimiento en altitud (kata\ ba/Joj, al que dedicará el capítulo III
11), un movimiento que realiza el astro dentro de su desplazamiento en el epiciclo a
lo largo del círculo del zodíaco: a veces está más cerca de la Tierra (perigeo) y otras
más lejos (apogeo) y determinándose su velocidad respecto a ella en función del
sentido del epiciclo y de la localización del planeta en éste (cf. Alm. III 3, p.218-
219). Cf. Theo Sm. 134.21 ss., kai\ e)n au)t%= t%= pla/tei tou= z%diakou= pote\ me\n bo-
reio/teroi tou= dia\ me/sou faino/menoi kai\ u(you=sJai lego/menoi, pote\ de\ notiw/teroi
kai\ tapeinou/menoi (...) dia\ to\ me\n a)pogeio/teroi, pote\ de\ su/negguj h(mi=n e)n t%= ba/Jei
fe/resJai, “y en la misma anchura del zodíaco, unas veces aparecen [sc. los astros]
más al Norte del círculo central, y se dicen más elevados; otras veces, en cambio,
más al sur y descendidos (...) por trasladarse unas veces más lejos de la tierra [=
apogeo], otras veces cerca de nosotros en altura [ba/Joj]”.
855
Cf. Ptol. Alm. II 1 (p.88.1), e)pi\ me\n tou= pla/touj, toute/stin th=j a)po\
meshmbri/aj pro\j ta\j a)/rktouj paro/dou. Pa/rodoj (“pasaje”) es un término técnico
xeimerino\n kai\ a)na/palin fero/menoi dia\ th\n tou= z%diakou= lo/cwsin tou/toij u(f’ w(=n
762
oblicuo a éstos del zodíaco, bajo los que siempre son observados”. Ptolomeo dedica
a este movimiento el capítulo III 12.
856
Gr. mesouranh/seij, término técnico astronómico que indica el pasaje de
un astro por el meridiano (ku/kloj meshmbrino/j), un círculo que se explica en Alm. I
8, dia\ to\ pro\j o)rJa\j gwni/aj t%= o(ri/zonti sunexw=j noei=sJai kalei=tai meshmbrino/j,
e)pei\ h( toiau/th Je/sij e(ka/teron to/ te u(pe\r gh=n kai\ to\ u(po\ gh=n h(misfai/rion dixoto-
mou=sa kai\ tw=n nuxJhme/rwn tou\j me/souj xro/nouj perie/xei, “se llama meridiano
por considerarse de continuo en ángulo recto al horizonte, pues tal posición, al di-
vidir en dos hemisferios sobre la tierra y bajo ella, contiene los instantes centrales
del día y la noche”. Cf. Toomer, op.cit., p.19.
857
De los tres tipos de movimiento (longitud, latitud y altitud) a lo largo del
zodíaco, es al longitudinal al que es comparado el movimiento de las notas en el
Sistema Perfecto (to\ e)fech=j, “la sucesión”) pues, según Ptolomeo –en la compara-
ción más directa de las posibles–, son iguales la aparición o desaparición del astro
(orto y ocaso) a la audición del sonido (voz, fwnh/): la desaparición del astro de
nuestra vista es equivalente a la “extinción” del sonido por su aumento de gravedad
(cf. un adelanto del fenómeno en Harm. 11.23 ss., donde por el contrario el máximo
agudo también suponía la extinción de la voz); de este modo, si la máxima grave-
dad supone la extinción de la voz, la máxima agudeza equivaldrá al punto contrario
en el movimiento: en el paso de un astro, orto y ocaso son iguales a la nota más
grave, y su culminación (mesouranh/sij), es decir, el punto más elevado del astro en
su viaje por el firmamento, a la más aguda (esto no coincide con la comparación
previa de 114.19 ss.), donde el círculo del zodíaco se comparaba al Sistema Perfec-
to, pero todo el círculo).
763
momentos “invisibles”, orto y ocaso, con las notas más grave y aguda posibles y al
borde de la extinción auditiva, sino de que orto y ocaso son el mismo fenómeno, la
invisibilidad del astro. La comparación con la sucesión (to\ e)fech=j) es débil porque
deja sin resolver el problema de la “desaparición” por la zona más aguda y porque
supone un viaje sonoro de ida y vuelta cuando el del astro es continuo, pero a cam-
bio logra la equivalencia entre las oposiciones grave-agudo y orto / ocaso-
culminación, cf. 119.11-13 ai( de\ mesouranh/seij, a(/te dh\ to\ plei=ston a)pe/xousai
tw=n a)fanismw=n, kata\ tou\j o)cuta/touj a)\n ta/ssointo fJo/ggouj.
862
Referida al epiciclo en la traslación del astro alrededor de la Tierra, la
diafora\ kata\ ba/Joj o movimiento según la altitud de tal astro a lo largo del círcu-
764
epiciclo. En principio, el movimiento que va en dirección igual a la del círculo de
traslación (o deferente) es más rápido que el que va en sentido contrario, según es-
tablece Ptolomeo en Alm. III 3, 218.5-219.12. Puesto que, teniendo como centro un
punto del círculo mayor de traslación, en el epiciclo se distinguen un punto de
máximo alejamiento del centro de la Tierra (apogeo) y un punto de máximo acer-
camiento al mismo (perigeo, cf. supra 118.24), Ptolomeo va a establecer tres tipos
de diaforai/, la primera de las cuales es la “intermedia” (kata\ to\ me/son), porque
contiene la velocidad intermedia entre la más rápida y la más lenta (que en unos
casos se situarán en el apogeo y perigeo respectivamente, o viceversa, dependiendo
del sentido del epiciclo), que siempre estarán en puntos diametralmente opuestos.
Las otras dos distancias son, como ya se ha señalado, el apogeo (máxima distancia
respecto a la Tierra) y el perigeo (máximo acercamiento).
863
Gr. dro/moj, un término técnico astronómico, referido, de acuerdo con
Toomer (op.cit. p.177, n.14), a la distancia que el astro recorre en un día. Nuestra
traducción sigue también a Toomer, loc.cit., cf. Ptol. Alm.IV 2 (p.274.9).
864
Es decir, la lícano cromática, si bien varía su posición según las xro/ai y
los diferentes autores, divide el tetracordio (o la razón 4:3) en dos razones semejan-
tes, aunque esto suceda claramente sólo en el cromático tenso de Ptolomeo
([7:6]·[8:7]). Este “carácter intermedio” del cromático (presente en otras descrip-
ciones del género, cf. nota 765) quiere acentuar sobre todo la lícano muy “suave” en
el enarmónico y muy “tensa” en el diatónico.
865
Los “movimientos mínimos”, ai( diaforai/ kata\ ta\j e)laxi/staj
kinh/seij, corresponden a la velocidad mínima del astro en el epiciclo. Conforme a
Alm. III 3 (loc.cit.), pueden ocurrir dos cosas: a) que el astro se mueva, en el epici-
clo, en el mismo sentido que el gran círculo que describe su órbita. Entonces su
765
punto de apogeo (aquí, “las mayores distancias desde la Tierra”, toi=j a)pogeiote/roij
a)posth/masi) será el momento de mayor velocidad del astro en el epiciclo, al coin-
cidir ambos sentidos; y a su vez, su punto de perigeo (“las menores distancias desde
la Tierra”, perigeiote/roij) será, al marchar en sentido opuesto, el de mayor lentitud.
b) que el astro se mueva, en el epiciclo, en sentido opuesto al del gran círculo que
describe su órbita. Como consecuencia, y por lo mismo que sucede en el caso a), el
apogeo constituirá el momento de velocidad mínima (al marchar en sentido opues-
to) mientras que el perigeo el de velocidad máxima.
tikw/teron, “el más suave [el enarmónico] es el más capaz de conducir el carácter,
766
mientras que el más tenso [el diatónico] lo es de expandirlo”. La distinción entre
h)/Jh de este tipo se efectúa en los demás autores en lo que concierne a las diferen-
cias en la melopoi/a, pero no en los géneros; y así hemos citado, al hilo de 32.23-
33.1, a Cleónides (Harm. 206.3-18), y Arístides Quintiliano (30.12-15), cf. N.Tr.
235. Mientras que allí señalábamos el tono elusivo de las palabras de Ptolomeo,
ahora es aquí mucho más claro, volviendo a utilizar para el diatónico el término
diastatiko/j pero introduciendo además sustaltiko/j, que leemos en los testimo-
nios.
870
Más que una comparación entre los puntos del zodíaco y los paralelos
con la compleja exposición de la metabolh\ tw=n to/nwn expuesta en II 7-16, aquí se
trata de justificar astronómicamente su número de siete (al igual que III 11 estudia-
ba en el mismo sentido los géneros y III 10 la sucesión de notas en el Sistema). La
modulación se refiere aquí al pasaje (pa/rodoj) del astro por la eclíptica “tocando”
cada uno de los paralelos de los que a continuación hablará Ptolomeo.
871
La misma idea apareció en 112.5-8.
872
Gr. a)nwmali/a, término técnico astronómico, referido a la variación en el
movimiento de un astro en su epiciclo; vid. Toomer, op.cit., p.21.
873
El carácter “central” del dorio también determinó los h)/Jh de los to/noi
en III 7. Este carácter central hace que, en la asignación subsiguiente de paralelos a
los to/noi, al dorio le corresponda el más central de aquéllos, el ecuador.
874
Solomon (op.cit., p.160, n.210) señala que las dos esferas son la celeste
y la musical.
875
Los trópicos constituyen el punto de la esfera terrestre más al Norte y al
Sur que toca el círculo de la eclíptica, y por eso son asignados a los to/noi extremos.
876
La eclíptica, así también llamada en el Almagesto, cf. por ejemplo I 1
p.8.22.
877
El círculo de la eclíptica corta en un punto solamente a los dos trópicos
(Cf. figura de la N.Tr. 828), pero en dos al ecuador y los restantes paralelos. Como
767
Ptolomeo cuenta dos paralelos entre cada trópico y el ecuador (cuatro paralelos en
total), la eclíptica toca a todos en doce puntos, según la figura siguiente (según
Mathiesen, Apollo’s Lyre..., p. 489):
878
Es decir, cada uno de los puntos más al Norte y al Sur de la eclíptica; en
el diagrama, los puntos 1 y 12, respectivamente.
879
Gr. suzugi/a, término técnico astronómico (cf. Toomer, op.cit. p.22) que
denota tanto oposición como conjunción; cf. por ejemplo Alm. VI 1 ss. y nota si-
guiente, y Gem. II 27. En Harm. 122.9 incluso es adoptado este término en un sen-
tido musical (= sunafh/).
880
Los puntos son “uno y el mismo” porque están a la misma latitud, pero
opuestos entre sí, de tal forma que puede trazarse un paralelo (al ecuador) uniéndo-
los. Los “cinco pares” o sicigías son, en el diagrama, 2-3, 4-5, 6-7, 8-9 y 10-11, que
conforman cinco paralelos (el ecuador y cuatro más entre éste y ambos trópicos),
que sumados a los dos trópicos, hacen un número de siete, igual al de los to/noi.
881
“Elevado” desde el punto de vista del ecuador, i.e., considerándose des-
de el hemisferio Sur, como señala Barker (GMW, p.387, n.78). Cf. Alm. II 11
(p.156.16), kaJ’ o(\n o( bo/reioj po/loj e)ch=rtai tou= o(ri/zontoj moi/raj lj /.
882
Gr. sxhmatismoi/; también traducido por “configuraciones”, referido a la
posición de los astros en el zodíaco: en este caso, de los astros respecto al sol, en
concreto. En general, los aspectos puede ser oposición, trígono, tetrágono y hexá-
768
gono (cf. supra N.Tr. 835), y los “poderes” (duna/meij) astrológicos de los astros se
ven modificados según su aspecto con el Sol y la Luna, cf. Ptol. Tetr. I 4, 3 ss.
883
Gr. kru/yeij (puesta, aquí heliacal) y fa/seij (orto, aquí heliacal, es de-
cir, el orto de un astro con el Sol y su puesta también con él). Kru/yij aparece más a
menudo asociado a su contrario e)pitolh/, pero la pareja kru/yij-fa/sij aparece tam-
bién en Tetr. I, 2. Kru/yij es definido por Ptolomeo (Alm.VIII 4 [p.186.11]) así:
kru/yin me\n ga\r kalou=men o(/tan a)/rxetai/ tij u(po\ ta\j au)ga\j gino/menoj tw=n fw/twn
a)fani/zesJai, “llamamos puesta a la situación en que uno de los astros, al caer bajo
los rayos [de las luminarias] empieza a ser invisible” (cf. Ptol. Phas. II 8.15). Por su
parte, el contrario fa/sij (o e)pitolh/), Alm. VIII 4 (p.186.14), o(/tan e)kfugw=n ta\j
au)ga\j au)tw=n a)/rxetai fai/nesJai, “cuando escapa de ellos [los rayos] empieza a
la Luna es iluminada siempre por la luz solar, cuando está en una posición diame-
tralmente opuesta a él”, cf. Toomer, op.cit. p.174). “Oposición” traduce aquí el gr.
a)kro/nuktoi, cf. Tetr. II 7, 4 a)natola\j h)\ du/seij h)\ sterigmou\j h)\ a)kronu/ktouj
fa/seij poiw=ntai, “[cuando los astros]...se elevan, descienden, están fijos o en opo-
o( d’ e)ktre/petai pla/toj h( selh/nh tou= dia\ me/swn tw=n z%di/wn e)f’ e(ka/tera
dwdeka/moiron. ai) de\ pro\j h(/lion sxe/seij au)th=j e)n trigw/noij kai\ tetragw/noij
769
z%=dia dielJou=sa th\n panse/lhnon w(/sper tina\ sumfwni/an e)n e(cato/n% dia\
pasw=n a)podi/dwsi.
Lo mismo ocurre con el Sol (ib.1028E2 ss.), aunque de manera mucho me-
nos explícita. Más tarde, Arístides Quintiliano expondrá su propio tratamiento de la
comparación (III 13).
“La primera lúnula [mhnoeidh\j prw/th] aparece cuando la luna, en sentido directo
desde el sol, dista 60 partes, conteniendo el lado de un hexágono; el primer semi-
círculo [dixo/tomoj prw/th], cuando la Luna dista del Sol en sentido directo 90 par-
tes, conteniendo el lado de un cuadrado. La primera fase biconvexa [a)mfi/kurtoj
prw/th], cuando la Luna en sentido directo dista del Sol 120 partes, constituyéndose
en el lado de un triángulo; “casi llena” [plhsise/lhnoj], cuando desde seis signos,
dista 150, en sentido directo sin que haya todavía una oposición diametral; hay
plenilunio [panse/lhnoj] cuando en sentido directo diste del Sol 180 partes, consti-
tuyéndose en una posición diametral, lo que llaman conjunción de Luna llena. El
ocultamiento sucede cuando la Luna se desvía respecto al diámetro heliacal una
parte, y se llama “mengua” [mei/wsij] hasta 60 partes. La segunda fase biconvexa
[a)mfi/kurtoj deute/ra] sucede cuando el Sol dista en sentido inverso 120 partes,
constituyéndose en un lado de un triángulo; el segundo semicírculo [dixo/tomoj
deute/ra] sucede cuando de nuevo la Luna dista del sol, en el mismo sentido, 90
partes, conteniendo un lado de un cuadrado. Y la segunda lúnula [mhnoeidh\j
deu/tera], cuando diste del Sol en sentido inverso 60 partes en una figura hexago-
nal, conforme a la variación de las figuras y sus denominaciones”.
770
Fases de la Luna según Pablo de Alejandría:
kaJ’ a(\j ma(lista metacu\ gi(netai tou= te a)pogei/ou kai\ tou= perigei/ou tou=
a las distancias [desde el sol] cuando aparece como lúnula o biconvexa (conforme a
cuando el epiciclo está entre el apogeo y el perigeo del círculo excéntrico)”, cf.
Theo Al. In Ptol. 957.7-958.12. Una descripción de las fases de la Luna más com-
pleta la había hecho Gémino (9.11,1):
lamba/nei de\ tou\j pa/ntaj sxhmatismou\j h( selh/nh e)n t%= mhniai/% xro/n% d,
a)mfi/kurtoj, panselh/nioj. Mhnoeidh/j me\n ouÅn gi/netai peri\ ta\j a)rxa\j tw=n
771
mhnw=n, dixo/tomoj de\ peri\ de\ th\n hhn tou= mhno/j, a)mfi/kurtoj de\ peri\ th\n ibhn,
panselh/nioj de\ peri\ th\n dixomhni/an: kai\ pa/lin a)mfi/kurtoj meta\ th\n
dixomhni/an, dixo/tomoj de\ peri\ th\n kghn, mhnoeidh\j de\ peri\ ta\ e)/sxata tw=n
mhnw=n.
“la Luna adopta todas las fases –cuatro– en el espacio de un mes, realizándolas dos
veces. Las fases son las siguientes: creciente, cuarto de Luna, gibosa y Luna llena.
Es creciente hacia comienzos de mes, cuarto creciente hacia el 8 del mes, gibosa
hacia el 12 y Luna llena mediado el mes; de nuevo gibosa después de mediado el
mes, cuarto menguante hacia el 23 y creciente a finales de mes” (cf. Clem. Al.
Strom. VI, 16, 143.3 y Arist. Cael. 291b18 ss.).
885
Cf. N.Tr. 878. Aquí suzugi/a equivale a sunafh/, “conjunción” (cf.
Bacch. Harm. 310.10 ss., Michaelides, op.cit., p.309). Cf. Ptol. Tetr. II 7, 4 tw=n de\
kata\ me/roj a)ne/sewn kai\ e)pita/sewn a)po/ te tw=n a)na\ me/son suzugiw=n, “(deduci-
kai\ mhnoeidh\j e)peida\n e(ca/gwnoj (“pues [la Luna] está llena cuando esté en posi-
ción diametralmente opuesta [al Sol], en cuarto cuando la posición sea cuadrangu-
772
lar, biconvexa cuando sea triangular y lúnula cuando sea hexagonal”), Paul. Al.
(loc.cit.) y Ptol. Alm. VIII 4 (I 2, 186.2).
887
El tetracordio u(pa/twn cubre entonces en la eclíptica desde la primera
disyunción hasta la primera posición cuadrangular (haciendo, así, el intervalo de
cuarta por lo dicho en 117.3 ss., la hípate del tetracordio medio; vid. figuras en
N.Tr. 842 y 831). El astro en cuestión se levanta (a)natolh/) con el sol, (vid. GMW,
p.387, n.81) igual que la Luna en su fase creciente (prw=ton mhnoidh=) antes de llegar
al cuarto creciente perfecto o dixo/tomoj, situado en hípate del tetracordio medio.
Otra vez, como ya en 119.4, se compara el orto con las notas más graves (al igual
que entonces la culminación con las más agudas). A la luz del pasaje anterior, se
justifica aquí la equiparación orto/gravedad, pero allí entonces también eran corres-
pondientes ocaso/gravedad; y en todo caso, a la luz de tal pasaje, aquí estaría justi-
ficada hípate del tetracordio medio (“al ser común el comienzo del orto y de las
notas más graves”) pero no nete del tetracordio disjunto, sólo en tanto que tras el
segundo tono disyuntivo, en oposición al primero, se considerase un nuevo comien-
zo “desde lo más grave”, lo cual es absurdo; además, ese momento sería el del oca-
so (du/sij), que según 119.4 también sería equivalente a las notas más graves.
888
Es decir, tras la puesta de Sol, o tras la sección de la eclíptica corres-
pondiente al tono disyuntivo mese-paramese.
773
889
Los otros tres planetas son Marte, Júpiter y Saturno, que entran en opo-
sición total con el Sol, a diferencia de Venus y Mercurio, cf. GMW, p.388, n.83.
890
Cf. Paul.Al. loc.cit. La a)po/krousij también conocida en astronomía
como mei/wsij, comienza desde el plenilunio hasta la fase de la segunda biconvexi-
dad (deu/teroj a)mfi/kurtoj).
891
Santos, en su traducción, refiere este orto y ocaso a la luna, pero son
heliacales, pues se estudian los aspectos de los astros repecto al sol.
892
Una doceava parte es un signo del zodíaco, vid. el diagrama de la N.Tr.
831. Antes (123.8) se equipararon los tonos disyuntivos con la distancia que hay
entre la puesta y el orto heliacales. El ocaso solar coincide con el orto (a)natolh/) de
los astros en el firmamento, y viceversa, el alba coincide con la puesta (“ocaso ma-
tutino”, e(%=ai du/seij); de ahí que tengan la misma distancia, un tono. El tono se vio
equivalente a 1/12 de la eclíptica (III 9). Estos tonos disyuntivos separan, cada uno,
a dos tetracordios conjuntos, o sea, diez “casas” del zodíaco (10/12), pues cada te-
tracordio tiene dos tonos y medio.
893
Ello es debido a lo que anteriormente fue establecido, cf. III 9, 117.10
ss., o(/ti kai\ to\ di\j dia\ pasw=n te/leion su/sthma dw/deka to/nwn e)/ggista, “porque
también el sistema perfecto de doble octava está muy cerca de los doce tonos”. Pto-
lomeo está recordando constantemente que, a pesar de la equiparación del Sistema
Perfecto y el zodíaco, no estamos ante un sistema perfectamente temperado: la divi-
sión de la eclíptica es tomada como algo “en líneas generales”, en donde no juegan
papel alguno las diferencias de razones: por ejemplo, la distancia entre tono mayor
y menor; mucho menos, que (9:8)6 ≠ 2:1.
894
Siguiendo el diagrama de la N.Tr. 886, observamos que, puesto que cada
fase de la Luna se sitúa en un tetracordio y éstos entran en oposición, las diversas
fases hacen, convenientemente unidas, la Luna llena: así, consiguen apariencia
(fantasi/a) aquellas fases en oposición total, como las notas del Sistema Perfecto a
octava. De este modo, funcionan como tales notas: deu/teroj a)mfi/kurtoj más
774
prw=toj mhnoeidh/j; dixo/tomoj más dixo/tomoj; y deu/teroj mhnoeidh/j más prw=toj
895
Cf. supra 12.13-15, sumfw/nouj (...) o(/soi th\n o(moi/an a)nti/lhyin
e)mpoiou=si tai=j a)koai=j, “[intervalos] consonantes...cuantos producen a los oídos
775
cerpta o la Inscriptio, constituyendo una doctrina cosmológico-musical poco ex-
tendida, quizá de origen neopitagórico –cf. MSG, pp.418-419–, frente a la más co-
nocida de la asignación de las notas del Sistema (generalmente en el marco de la
octava) a cada astro que llega a remontarse quizá a Filolao y que con modificacio-
nes se lee también en Arístides Quintiliano o Plinio el Viejo, y que posiblemente
fuese el objeto del capítulo de III 15.
Las cifras de los Excerpta y la Inscriptio son las que se ofrecen en el dia-
grama siguiente, con el 36 como cifra mayor: un número significativo en la teoría
armónica ptolemaica como señala PPM, p. 282: cf. Ptol. Harm. 44.4 ss., pero tam-
bién Aristid. Quint. III 12 y III 23, capítulo éste donde se insiste en la importancia
del número 36 (producto de “la división del zodíaco entero en doce partes, al multi-
plicar el número doce por el primer número perfecto, el tres”), uno de los “regentes
de la hora natal” (w(rono/moj) con una gran carga astrológica:
p hh hm m pm ns nd nh nh
8 9 12 16 18 21⅓ 24 32 36
pu=r, a)h/r, K B C A E F G (sfai=ra)
u(/dwr, gh= a)planw=n
9:8 4:3 4:3 9:8 4:3 4:3 9:8
Inscr.Can. 154
p hh hm m pm ns nd nh nh
8 9 12 16 18 21⅓ 24 32 36
u(/dwr, gh= pu=r, K B C A E F G sfai=ra
a)h/r a)planw=n
9:8 4:3 4:3 9:8 4:3 4:3 9:8
776
que la Tierra, al estar en el centro e inmóvil no produce sonido alguno. En el es-
quema de la Inscriptio hay un tono (9:8) entre el par agua-tierra y el par fuego-aire
(Phot. Bibl. 439b17-25 los separa en cuatro esferas diferentes creando así doce); cf.
Arist.Cael. 293a 18 ss. Sea como fuere, la asignación de números lleva a una confi-
guración equilibrada mediante la progresión de cuartas y tonos disyuntivos, incluso
repitiendo un tono más allá de la nete del tetracordio añadido (para el caso de los
Excerpta, vid. el aparato crítico ad locum), lo que no es ajeno a la consideración
ptolemaica de la proslambanómeno equivalente, tv= duna/mei, a la nete del tetracor-
dio añadido (cf. Ptol. Harm. 60.21-22).
898
De nuevo se trata aquí de los aspectos o sxhmatismoi/ de los astros:
oposición (180º), trígono (120º), tetrágono (90º) y hexágono (60º), según vimos ya
en III 9 (cf. Mathiesen, op.cit., p.490). El aspecto tetragonal se asoció a la cuarta
(4:3) y el trígono o triangular a la quinta (3:2), en función del número de estos
polígonos y el número igual (i)sa/riJma) de ei)/dh de tales consonancias.
899
Aquí se trata de asignar cuerdas, tomadas del círculo que describen los
astros, a cada nota fija del sistema (cf. supra 60.17 ss.). Pero la asignación no tiene
sentido. En primer lugar, falta la nota fija hípate del tetracordio inferior; en segundo
lugar, desaparece aquí un elemento capital en el sistema ptolemaico: la identifica-
ción funcional nete del tetracordio añadido-proslambanómeno (cf. 114.20-21 ss.). Y
en tercer lugar, el esquema expuesto aquí no es coherente con el de 101.6 ss. Según
Gregorás:
p hm nd nh
180 120 90 60
2:1 4:3 3:2
777
p hm m nd nh
180 90 60 45
2:1 3:2 4:3
Pero en el siguiente capítulo (III 15), los números vuelven a ser dados en
relación correcta, y por eso Mathiesen (ib., p.491) sugiere un error en la transmisión
lo suficientemente temprano como para llegar ya a Barlaam.
900
Cf. supra III 13 y 123.4-5. En el esquema de la figura de la N.Tr. 883, el
punto A, de donde surgen las dos direcciones: directa e inversa. Pero la situación de
los tonos disyuntivos está mejor explicada en 122.7-9.
901
De nuevo Gregorás toma el material de III 9 para esbozar un sistema de
razones (lo/goi) basadas en los “aspectos” en el zodíaco. Sin embargo el título del
capítulo sugiere que Ptolomeo podría haberse ocupado aquí de un sistema de lo/goi
creados entre las diferentes esferas celestes, asunto que parece lógico si aceptamos
que III 14 estableció, en cifras, las relaciones entre las e(stw=tej. En consecuencia,
podríamos sugerir que ahora Ptolomeo habría configurado las relaciones de las no-
tas “móviles” del sistema, o quizá las de la octava central. Es tentador suponer esto
a la luz de los testimonios abundantes en autores diversos, que equiparan las notas
del sistema con los astros, o bien establecen los intervalos entre tales astros (a este
segundo tipo, pertenecen, por ejemplo, Alejandro de Éfeso citado por Theo Sm.
140.5 ss. y Plinio, NH II 20). El orden planetario y la asignación de notas que apa-
rece en Harm. III 16 podrían, entonces, haber sido establecidos en III 14-15. Todo
este material remonta, según la tradición, a Pitágoras y a su escuela (cf. Theo Sm.
139.11; Arist. Cael. 290b 12 ss. es un locus classicus), y se basa en la idea de
ki/nhsij que subyace al hecho del sonido (cf. Archyt. DK 47B1). A partir de aquí,
los autores difieren: mientras que algunos como Nicómaco (Harm. cap.3) estiman
que el sonido producido por el astro en su movimiento circular es más grave cuanto
más lejos esté de la Tierra (al moverse más lentamente), otros, como Arístides
Quintiliano o Ptolomeo, configuran un sistema donde el astro más lejano emite el
sonido más agudo (sobre esto, vid. F. R. Levin, The Manual of Harmonics..., p.53;
Arístides ordena los astros según sus atribuciones masculinas o femeninas). Mien-
tras que Platón presenta en el Timeo (38d1-3, cf. Theo Sm. 142.7 ss. sobre Eratós-
tenes) un orden planetario que según Levin (op.cit. p.56) es el antiguo (Tierra-
778
Luna-Sol-Venus-Mercurio-Marte-Júpiter-Saturno) y que Lukas Richter (“Struktur
und Rezeption antiker Planetenskalen”, Die Musikforschung 52 [1999], p.290) señala
como “caldeo” frente al orden “egipcio” de un Eratóstenes (ap. Theo Sm.105.15-
106.2 = fr.17 Hiller), sin embargo en la República platónica (617 a-b) se asocia ya
mayor velocidad cuanto mayor es la separación del centro terrestre, como Ptolomeo
(sobre el orden planetario de Ptolomeo, cf. Alm. IX 1). Según lo que aparece en
Ptol. Harm. III 16, podemos comparar algunos de estos esquemas:
Esquemas a los que se pueden añadir el que recoge Plinio (NH II 20), que lo
atribuye a Pitágoras y el de Alejandro de Éfeso, transmitido por Teón de Esmirna
(140.5-141.4):
Plinio II 20:
D K B C A E F G zodíaco
1 ½ ½ 1½ 1 ½ ½ 1½
D K B C A E F G Estrellas
hyp m pm ns
1 ½ ½ 1½ 1 ½ ½ ½
(D= hípate; quizá, según Richter, hiperhípate, cf. op.cit., p.299, y para
quien entre C y B hay 1½ tonos [Theo Sm.140.13 h(mi/tonon d’ u(po\ t%= sti/lbwn
fe/reJ’ Ermei/ao]).
779
rente, nos informa de la antigüedad de la correspondencia entre notas fijas y plane-
tas, tal y como aparece en el esquema ptolemaico: cf. Plut. An. proc.1029B6-11,
e)/ti toi/nun tou\j palaiou\j i)/smen u(pa/taj me\n du/o trei=j de\ nh/taj mi/an de\
me/shn kai\ mi/an parame/shn tiJeme/nouj, w(/ste toi=j pla/nhsin i)sari/Jmouj eiÅ-
nai tou\j e(stw=taj. oi( de\ new/teroi to\n proslambano/menon, to/n% diafe/ronta
th=j u(pa/thj, e)pi\ to\ baru\ ta/cantej to\ me\n o(/lon su/sthma di\j dia\ pasw=n
e)poi/hsan, tw=n de\ sumfwniw=n th\n kata\ fu/sin ou)k e)th/rhsan ta/cin.
to\ e /tetraxo/rdwn o)/ntwn (…) e)n pe/nte diasth/masi teta/xJai tou\j planh/taj:
w)Ân to\ me/n e)sti to\ a)po\ selh/nhj e)f’ h(/lion kai\ tou\j o(modro/mouj h(li/%,
Sti/lbwna kai\ Fwsfo/ron: e(/teron to\ a)po\ tou/twn e)pi\ to\n Areoj Puro/enta:
tri/ton de\ to\ metacu\ tou/tou kai\ Fae/Jontoj: eiÅJ’ e(ch=j to\ e)pi\ Fai/nwna kai\
8 9 12 16 18 21 ⅓ 24 32 36
p hh hm m pm ns nd nh H
Agua, Fuego, K CB A E F G Estrellas
tierra aire fijas
LA SI mi la si re´ mi´ la´ si´
Plut. An. procr. 1029A9 ss.
hh hm m ns nd nh p
K CB A E F G Estrellas fijas
SI mi la re´ mi´ la´ si´
(sobre la situación de la proslambanómeno, cf. ib.1029B13-14)
780
obligado a obviar las notas móviles, anteriormente asignadas a un astro. El pasaje
de Plutarco parece referirse precisamente al período en el que la consideración de
los tetracordios como unidades constituyentes del Sistema influye en la configura-
ción de la correlación.
902
Para los aspectos (y los polígonos asociados a ellos) cf. III 9.
903
Es decir, 120:90:60 = 12:9:6, una proporción aritmética (cf. Archyt. DK
47B2) que constituye dos razones, 12:9 = 4:3 (sesquitercia) y 9:6 = 3:2 (sesquiálte-
ra). Ambas producen la octava (2:1).
904
La razón 4:1. Cf. supra 116.17 (360:90 = 4:1).
905
Cf. de nuevo III 9.
906
O lo que es igual, 120º = (30º · 4), siendo 30º un 1/12 del zodíaco; 90º =
(30º · 3), y 60º = (30º · 2).
907
En la progresión 4:3:2.
908
En el círculo, 120:60.
909
Pues 12:3 = 4:1 (lo/goj tetrapla/sioj).
910
El sentido de la frase obliga a considerar un sentido para este verbo del
tipo Jauma/zein, en opinión de Düring (op.cit., p.282), quien no descarta una co-
rrupción del verbo (no hay más remedio que considerar tal corrupción). Wallis
tradujo “Nemo autem mirum putet...”.
911
Las luminarias son el Sol y la Luna, cf. Ptol. Tetr. I 18, 3.
912
El sentido de la frase reside en que Júpiter produce un intervalo conso-
nante con el Sol (una cuarta) y con la Luna (una octava), mientras que Venus sólo
lo hace con la Luna (una cuarta), pero no con el sol, pues está respecto a éste a in-
tervalo de 9:8, un intervalo e)mmele/j pero no su/mfwnon (Harm. I 7). Ptolomeo está
asignando las notas fijas (e(stw=tej) del sistema a los astros, del mismo modo que
aparece en la Inscriptio Canobi (p.154.2 ss.); los astros están ordenados, conforme
781
al sistema ptolemaico (cf. Alm. IX, 1) según su distancia respecto a la Tierra (aquí
falta Mercurio, pero conforme a la Inscriptio hay que asociarlo con Venus):
hm m pm ns nd nh
K C A E F G
dia\ tessa/rwn dia\ tessa/rwn dia\ tessa/rwn
dia\ tessa/rwn
913
Los “dominios” (ai(re/seij), conforme a Tetr. I 7 y 18, son dos, según
“los intervalos” (ta\ diasth/mata) que producen el tiempo (ib. I 7): el diurno (o del
sol) y el nocturno (o de la luna), producto de dividir en dos partes iguales el círculo
del zodíaco (Tetr. I 18), con el Sol en Leo como rector de este semicírculo y la Lu-
na en Cáncer, del otro. Los demás astros son nocturnos o diurnos: la Luna y Venus
son nocturnos, el sol, Saturno y Júpiter son diurnos, y Mercurio participa de ambas
condiciones (Tetr. I 7).
914
Cf. supra el apartado I 5.2.3 sobre el problema de III 16 para la lectura
dia\ tau)ta.
915
Según Tetr. I 5, los astros son beneficiosos o perjudiciales en función de
la mezcla que contengan de los cuatro “humores”: sequedad, humedad, frío y calor
(cf. ib., I 4). Así, Ptolomeo divide los astros en a)gaJopoioi/ (Júpiter, Venus y luna)
782
y kakopoioi/ (Saturno y Marte), además de distinguir aquéllos que tienen ambas
propiedades (sol, Mercurio).
916
El razonamiento deductivo (h)kolou/Jhse) se basa por un lado en que Jú-
piter es un planeta del dominio solar y Venus del lunar; por otro, en que las conso-
nancias de cuarta se producen entre aquellos astros de características opuestas (es
decir, benéficos y maléficos, cf. nota anterior), como Saturno-Júpiter o Marte-
Venus, pero a la vez pertenecientes a la misma ai(/resij. De modo que Saturno (ma-
léfico) es solar puesto que Júpiter (benéfico) también lo es, como el caso opuesto de
Marte. Pero la última premisa no está explícita en el texto, pero subyacen los moti-
vos por los que cada planeta es asignado a una ai(/resij, según Ptol. Tetr.I 7 (al aso-
ciar un astro kakopoio/j a otro de carácter opuesto, las cualidades destructivas son
mitigadas: por ejemplo, el seco Marte se asocia a la humedad de la noche (cf.
GMW, p.390, n.90). Musicalmente, quizá, la cercanía por tetracordios se hace equi-
valente a la cercanía de las esferas de los astros, cf. Ptol. Tetr. I 18, 3.
917
Intervalo paramese-nete del tetracordio añadido, dos cuartas.
918
Sobre el aspecto trígono, cf. supra 117.3 ss.; la expresión recuerda aquí
a Tetr. I 18, 5 kata\ trigwnikh\n pro\j ta\ fw=ta dia/stasin, h(/tij e)sti\ sumfw/nou kai\
a)gaJwpoiou= sxhmatismou= (aquí se asocia aspecto triangular y carácter “benéfico”)
y I 19, 1, e)peidh\ ga\r to\ tri/gwnon kai\ i)so/pleuron sxh=ma sumfwno/tato/n e)stin
e(aut%=. En el Tetrabiblos (I 15), el aspecto trígono y hexagonal son “consonantes”
fJartikoi=j ta\ a)noi/keia mignu/mena paralu/ei to\ polu\ th=j kakw/sewj au)tw=n). De
783
modo que aquí Ptolomeo está asociando los planetas con los consiguientes efectos
(el caso de Júpiter y Saturno está claro por su total oposición, cf. Tetr. I 5); Saturno,
también según Tetr. I 5, es excesivamente frío (por su mayor lejanía del Sol) mien-
tras que el Sol tiene por función calentar (I 4, 1, o( h(/lioj katei/lhptai to\ poihtiko\n
e)/xwn th=j ou)si/aj e)n t%= Jermai/nein); Marte es seco, mientras que Venus humedece,
como la Luna (Tetr. I 4, 6, o( th=j Afrodi/thj ... ma/lista de\ u(grai/nei kaJa/per h(
selh/nh); Saturno une sus poderes a los de la Luna y Venus, y por ello se ven acre-
centados; lo mismo ocurre con Marte y el Sol. Ahora bien, como señala Barker
(GMW, p.390, nn.91 y 92) Ptolomeo no explica (o su explicación no nos ha llega-
do) por qué algunas asociaciones entre astros sólo son beneficiosos bajo ciertos
aspectos (los triangulares); a la vez, intenta aunar, según Barker, las posiciones de
los astros relativas a la Tierra y entre sí, y la doctrina de los “aspectos” o posiciones
entre sí dentro del círculo del zodíaco, quedando sin articular de manera clara.
Tampoco nos ha quedado desarrollada la última distinción entre “maligno” (fau=loi,
Harm. 126.13) e “inestable” (e)pisfalh/j) (aunque en Tetrabiblos el adjetivo
e)pisfalh/j no parece tener una clara oposición, cf. II 8 [p.190.17]), en los casos
donde hay los dos planetas kakopoioi/ (Saturno y Marte) y ai(re/seij opuestas (Luna
y Sol), al decir de Barker (GMW, p.391, n.92).
784
APÉNDICE I
LOS GÉNEROS MELÓDICOS
1.GÉNERO ENARMÓNICO
razones1 cents
ARQUITAS 5:4 36:35 28:27 386 49 63
ARISTÓXENO 2 ½ ½ 398 50 50
ERATÓSTENES 19:15 39:38 40:39 409 45 44
DÍDIMO 5:4 31:30 32:31 386 57 55
PTOLOMEO 5:4 24:23 46:45 386 74 38
2.GÉNERO CROMÁTICO
nombre razones cents
ARQUITAS 32:27 243:224 28:27 294 141 63
ARISTÓXENO Suave 15/6 ⅓ ⅓ 366 66 66
Sesquiáltero 1¾ ⅜ ⅜ 348 75 75
Tonal 1½ ½ ½ 298 100 100
ERATÓSTENES 6:5 19:18 20:19 316 93 89
DÍDIMO 6:5 25:24 16:15 316 70 112
GAUDENCIO Tenso 32:27 2187:2048 256:243 294 113 90
PTOLOMEO Suave 6:5 15:14 28:27 316 119 63
Tenso 7:6 12:11 22:21 267 151 80
3.GÉNERO DIATÓNICO
nombre razones cents
FILOLAO 9:8 9:8 256:243 204 204 90
ARQUITAS 9:8 8:7 28:27 204 231 63
ARISTÓXENO Suave 1¼ ¾ ½ 249 149 100
Tenso 1 1 ½ 199 199 100
ERATÓSTENES 9:8 9:8 256:243 204 204 90
DÍDIMO 9:8 10:9 16:15 204 182 112
PTOLOMEO Suave 8:7 10:9 21:20 231 182 85
Tonal 9:8 8:7 28:27 204 231 63
Ditonal 9:8 9:8 256:243 204 204 90
Tenso 10:9 9:8 16:15 182 204 112
Uniforme 10:9 11:10 12:11 182 165 151
1
En el caso de Aristóxeno, partes de tono (una cuarta = 2 ½). El paso a cents de estas partes está
basado en la consideración de los intervalos aristoxénicos como temperados. Para las fuentes y cronología
histórica de los géneros, vid. M. L. West, “The Singing of Homer and the Modes of Early Greek Music”,
JHS 101 (1981), pp.113-129, esp.p.117 y n.30.
786
APÉNDICE II-1
LOS SIETE MODOS DE PTOLOMEO
(en cursiva, la nota mese kata\ du/namin de cada uno)
787
APÉNDICE II-2
LOS SIETE MODOS DE PTOLOMEO
A continuación se ofrece una transcripción aproximada en género diatónico. La mese
por función de cada escala es señalada con la letra m; cada ligadura señala los tetracor-
dios, cuyas notas blancas indican los fJo/ggoi e(stw=tej.
788
APÉNDICE III
AFINACIONES DE LA CÍTARA
789
APÉNDICE IV
790
VI. CONCLUSIONES
Podemos, pues, bosquejar qué aspectos han sido planteados y cómo los hemos
abordado.
791
b) El texto. A partir de la edición de Ingemar Düring, hemos propuesto algunas
correcciones, de las cuales tres son propias. Hemos tenido muy presente el texto del
Comentario a la Harmónica de Porfirio y algunos pasajes de la Música de Paquimeres,
que siendo un autor medieval incorpora pasajes intactos de la Harmónica desde un buen
ejemplar de la mejor clase de manuscritos.
Por otra parte, y en lo que a las lagunas del texto se refiere, nos hemos detenido
con especial interés en el caso del capítulo III 16. Düring incorporó el fragmento, trans-
mitido en algunos códices, como auténtico; nosotros hemos revisado su contenido, su
léxico y sobre todo, ha sido comparado con un pasaje del Comentario al Sueño de Esci-
pión de Macrobio (autor que sin duda aún leyó el tratado en su forma completa), quien
muy verosímilmente estaría aludiendo a este capítulo perdido. A nuestro juicio,
Macrobio alude directamente a III 16, aunque el material de que nos provee es insufi-
ciente. Tras todas estas consideraciones, y juzgando que había tantas razones para acep-
tar el fragmento transmitido como para rechazarlo, hemos dejado en suspenso su atribu-
ción.
792
las propuestas existentes en el pasado; y hemos aducido textos de “aristoxénicos” como
Cleónides al estudiar la crítica que el alejandrino hace a esta escuela. En general, los
tópicos de la harmónica tratados por nuestro autor han sido previamente localizados en
autores del mismo género. Por último, han aparecido frecuentemente otros textos del
propio Ptolomeo: así, el opúsculo Sobre el Juicio y el principio rector, fundamental para
situar la doctrina de criterios en música de I 1 así como las implicaciones filosóficas de
la ciencia harmónica que vemos en el libro III, y que tienen su eco en dicho opúsculo.
Los pasajes astronómico-astrológicos han sido puestos en relación con el Almagesto y el
Tetrabiblos, y con otros autores.
793
Por último, se han incorporado útiles diagramas en apéndice que permiten visua-
lizar rápidamente algunas de estas aportaciones de Ptolomeo, sobre todo los géneros, las
escalas y las afinaciones de la cítara.
Con todo ello hemos pretendido ofrecer nuestra visión y perspectiva sobre mu-
chos problemas generales de la música griega antigua, y sobre Ptolomeo como autor
particular.
794
1. ÍNDICE DE TÉRMINOS GRIEGOS
Este índice no es una relación completa de todas las palabras de la Harmónica, sino sólo
un repertorio de términos musicales, tanto técnicos como no técnicos, así como de un pequeño
conjunto de palabras relevantes en el tratado, por pertenecer al campo semántico de la acústica,
de la filosofía o de la astronomía-astrología, comunes en la producción ptolemaica. Las entradas
también recogen términos de la restitución de Nicéforo Grégoras (Harm.III 14, 15) así como de
la reconstrucción de Düring de II 14.
Abreviaturas:
Ed.: Edición (pp.1-126)
N.Ed.: Notas a la edición (cita por página y línea de la edición referidas en las notas)
N.Tr.: Notas a la traducción (cita por número de nota)
tab.: tabla
#)/dein: “cantar”, Ed.5.7; 15.20; 44.25; ai)/tion: “causa”, Ed. 4.7, 11; 5.12; 30.4; 34.14;
N.Tr.118, 336. 66.13; 78.16; 104.19, 23, 24; 105.2, 3, 6;
107.5; N.Tr.42.
a)dia/foroj: “indiferenciado”, Ed.12.8; 108.13.
a)ki/nhtoj: “inmóvil”, Ed. 74.3; 97.18.
a)h/r: “aire”, Ed.4.4; 8.2; 9.20; 10.26; N.Tr.45.
a)kmh/: “madurez”, Ed.109.2.
a)Jrou/j: “compacto”, Ed. 9.5; 13; N.Tr.56.
a)koh/: “oído”, Ed. 4.5, 24; 6.2, 24; 7.3; 11.6,
ai)dw/j: “pudor”, Ed.110.2. 11; 12.12, 15; 15.24; 17.25; 22.6; 23.2;
28.2, 14; 42.18; 43.6, 16; 48.5; 64.4;
67.9; 70.25; 78.26; 95.19; 97.1; 105.22;
ai(/resij: “escuela musical”, “dominio (astroló-
106.9, 23, 27; 109.5; N.Tr.8, 34, 746.
gico)”, Ed 12.24; 126.1, 6.
a)kolouJei=n: “ser consecuente”, “derivarse”,
ai)/sJhsij: “percepción”, Ed 2.17; 4.8, 12, 15,
Ed.12.24; 13.26; 27.8; 74.20; 126.5.
18; 5.7, 6.13, 15, 23, 25; 7.6; 8.2; 12.18;
19.21; 23.14; 25.7; 27.1, 4; 28.3, 9, 11,
21; 35.3; 36.7, 4, 14; 38.10; 42.9; 43.2; a)kolouJi/a: “sucesión”, Ed.63.5; 71.15;
44.11; 47.2; 48.2; 8; 63.9, 21; 66.6; 75.3, 121.15; 125.17.
10; 76.22; 78.11, 19; 104.8; 105.22, 25;
106.7; 108.17, 18, 19; N.Tr.5, 13, 18, a)kousto/j: “audible”, Ed.4.5; 105.10, 12;
180. 106.1, 6, 10, 23.
796
a)kribou=n, –sJai: “establecer con exactitud”, a)niso/thj: “desigualdad”, Ed.10.3.
Ed.42.10; 75.17; 95.17; 97.4.
a)niso/tonoj: “desigual en el tono”, Ed.11.15,
a)kro/nuktoj: “oposición (entre dos astros)”, 16, 19; 12.10; 13.3, 4; 17.20; 18.9, 10;
Ed.122.8, 17; 123.4, 6. 52.11; 99.14; N.Tr.77.
a)/logoj: “irracional”, Ed.6.25; 12.8; N.Tr.84, a)poxh/: “distancia”, Ed.101.20, 23, 26; 103.20.
87.
a)po/yalma: “punto de pulsación”, Ed.20.24;
a(marti/a: “error”, Ed.17.17; 27.2; 103.21; 21.11; 79.10, 16; 99.6; 102.11; 103.3, 6;
110.17. “límite de pulsación”, Ed.54.8; “distancia
de pulsación”, Ed. 56.3; N.Tr.158, 688.
a)meta/boloj: “inmodulante” (referido a un
sistema-escala, cf.su/sthma), Ed.47.21; a)/puknon, to/: “ápycnon”, Ed.33.7; 34.3;
59.21; 60.25; 61.8; 62.12; 75.4; 78.4; 111.13; N.Tr.241.
80.7.
a)/puknoj: “sin pycnón”, Ed.38.13; 39.25;
a)migh/j: “sin mezcla”, Ed.4.7; 33.15. 40.10; 120.18.
a)mfi/kurtoj: “biconvexa” (fase gibosa de la a)reth/: “virtud”, Ed.17.21; 19.7; 92.14; 109.19,
luna), Ed.122.14, 19; 123.4. 21, 22, 26; 110.3, 7, 26, 27, 28; 111.2, 7;
113.26, 26; N.Tr.784.
a)nalogi/a: “proporción”, Ed.32.15; “analo-
gía”, Ed.93.3; 122.3; 125.10; N.Tr.67. Arhj: “Marte”, Ed.126.5, 7, 10, 13.
a)/nesij: “distensión”, Ed.11.22; 66.25; 111.22; a)/rktoj: “círculo polar”, Ed.121.24; 122.2.
N.Tr.81.
a(rmogh/: “ajuste” entre partes, Ed.5.20; “afina-
a)/nisoj: “desigual”, Ed.6.1; 13.3, 6; 18.8; ción” (de un instrumento cordado), Ed.
24.16; 31.19; 77.8; 96.2; 103.18. 44.20; 48.8; 50.20; 55.22; 75.9; 84.21;
90.22; 95.23; N.Tr.328, 640.
797
a(rmo/zein: “afinar”, “armonizar”, Ed.23.14; au)totelh/j: “independiente”, Ed.4.17.
29.2, 12; 42.14; 45.2; 50.6, 20, 51.17;
69.10; 75.12; 76.8; 91.4; 95.15, 19, 21; a)fobi/a: “carencia de miedo”, Ed.110.5.
96.2, 9, 14, 24; 97.8; 107.15; 114.18;
N.Tr.336. ¹Afrodi/th: “Venus”, Ed.122.17; 125.26; 126.5,
10, 12.
a(rmoni/a: “armonía”, Ed.4.5; 32.20; 69.18;
92.23; 104.20, 26; 105.8; 107.4; 110.23, ba/roj: “peso”, Ed.19.26; 20.6, 9, 14.
24; 111.9; 112.19; 118.18; 120.1, 4;
124.27; 125.20; N.Tr.6, 445, 721, 722,
724, 809. baru/j: “grave”, Ed.4.4; 9.2; 10.1; 11.8, 11, 12,
23; 15.18; 24.4, 6; 25.11, 15; 30.4; 33.5,
18; 35.16, 19; 36.12; 37.8; 38.12; 44.15;
a(rmonikh/: “harmónica”, Ed.2.2; 4.2, 3; 12.2;
52.2; 56.21; 59.10, 12, 13; 60.2, 4, 5, 6,
92.6; N.Tr.1.
7, 8, 10, 12, 14, 16; 63.3, 10; 64.10, 15,
16, 18, 20, 21; 65.1, 2, 10, 12, 13; 66.23;
a)rthri/a: “tráquea”, Ed.9.9; 10.11, 16, 18, 21, 67.3, 19; 68.20; 70.10, 11, 13; 71.3, 9,
25. 13, 22, 23, 24; 71.1, 2, 4, 6, 13, 14;
79.10, 21, 26; 80.2; 84.18, 20; 90.8;
a)rxh/: “principio”, “inicio”, Ed.7.23; 10.7, 16; 94.21; 98.5, 20; 99.16; 100.1, 8, 11, 13,
11.18; 13.1; 18.7, 10; 20.25; 21.10; 59.1; 17; 106.1; 111.25; 112.20, 22, 25; 119.2,
67.17; 68.12; 79.12; 84.21; 98.7; 101.2; 4, 7, 9, 11, 14, 15, 19, 20, 22; 121.24;
104.17; 107.10; 111.3; 114.5, 15; 115.5; 122.14; N.Tr.55.
119.5, 7; 122.13; 124.18; N.Tr.721.
baru/thj: “gravedad”, Ed.2.4; 7.14, 17; 8.4,
¹Arxu/taj: “Arquitas”, Ed.34.10, 18; 36.18; 22; 10.5; 11.2, 17.
80.12; 81.2; 82.3; N.Tr.259, 263.
baru/fwnoj: “de voz grave”, Ed.66.26; 74.25;
#Åsij: “canto”, Ed.5.7. N.Ed.74.24-25.
798
Ed.35.10; 48.18; 63.14; 78.11; 81.1, 13; 45.23; 46 tab.; 49.15; 82.11; 83 tab.;
111.11; 120.21. 85.2, 3, 4, 5; 89.8, 11.
799
du/namij: “facultad”, propiedad de la e)kme/leia: “carencia de cualidad melódica”,
a(rmonikh/, Ed.4.3; 92.6, 8; 104.1, 10, 16; Ed.109.23.
105.21; 107.1, 4, 9, 20; “función” (de una
nota), Ed.15.15, 20; 17.17; 47.9; 59.6, e)kmelh/j: “no melódico”, Ed.12.11, 13; 15.7;
21, 23; 60.23; 62.14; 63.9, 24; 66.1; 28.9; 36.11; 76.14; 109.22; 118.2; cf.
68.16, 23; 73.11; 74.5, 19; 96.19; 114.12; e)mmelh/j; N.Tr.90, 91, 115, 135, 272,
“función” (de las partes del alma), 109.3; 470, 847.
de los géneros de los dos principios, teo-
rético y práctico, 111.6; “fuerza”, 9.22. e(ktiko/n, to/: “parte posesiva (del alma)”,
N.Tr.1, 116, 412, 722, 826.
Ed.108.9, 13, 16; 109.1; N.Tr.768.
duna/mei – Je/sei: “por posición – por fun-
e(likw/n: “helicón”, Ed.47.5; 52.9, 14; N.Tr.
ción”, Ed.II 5; 59.19, 24; 60.3, 18, 22;
376, 385.
73.4, 7; 74.12; 84.18, 19; 111.13; 114.15,
22; 118.3; N.Tr.409.
e)mme/leia: “intervalo melódico”, Ed.17.23;
34.17; 37.15; 43.17; 56.2; 57.13; 78.21;
du/seij: “ocasos”, Ed.119.5, 17.
104.3; 108.24; “cualidad melódica”,
Ed.104.22; 105.12; 109.22; 113.24;
dusmai/: “ocasos”, Ed.118.22. 123.17; N.Tr.723, 784, 818.
800
e)pimerh/j: “(razón) superpartiente”, Ed.13.7; euÅ, to/: “el bien”, Ed.104.26; euÅ eiÅnai: “buen
N.Tr.96, 97. ser”, Ed.104.25; euÅ kai\ a)ei\ eiÅnai:
“buen y eterno ser”, Ed.104.26;
e)pimo/rioj: “(razón) superparticular”, Ed.13.8, N.Tr.725, 726.
10, 11, 19; 14.2, 9, 10, 14; 14.15; 15.3, 4,
7, 8; 16.7; 19.3, 6, 8, 15, 16, 19; 27.17; eu)aisJhsi/a: “buena percepción”, Ed.110.21.
34.17; 36.6; 37.19; 38.16, 18, 20; 39.8,
14, 20; 40.18; 41.6, 13, 19; 46.1; 118.8; eu)a/rmostoj: “bien afinado”, Ed.113.14.
N.Tr.95, 98.
eu)bouli/a: “sensatez”, Ed.110.9.
e)pisth/mh: “ciencia”, Ed.12.4; 92.7; 104.2;
105.17; 106.21; 107.6; 109.12; N.Tr.782.
eu)eci/a: “vigor”, Ed.110.22.
e)pisu/rein: “arrastrar (el puente del canon)”,
eu)kosmi/a: “belleza”, Ed.104.22; N.Tr.724.
Ed.76.16.
eu)logisti/a: “racionalidad”, Ed.110.20.
e)pi/tasij: “tensión de una cuerda”, Ed.11.12;
“tensión de un instrumento”, 66.25; “ten-
sión de una nota”, 74.20; N.Tr.81. eu)/logon, to/: “lo racional”, Ed.3.3; 42.8;
69.11; 114.25.
e)pitei/nein, -sJai: “tensar”, Ed.74.18; 90.18;
91.7. eu)/noia: “benevolencia”, Ed.110.20.
801
15; 41.1, 2, 9, 18, 23; 42.3, 5; 44.1; 45.3, i)shmerino/j: “equinoccial”, Ed.114.17, 19;
6, 10, 18, 20; 46.8; 50.5; 51.5; 56.10, 12, 121.9, 14; N.Tr.828.
13; 78.14; N.Tr.248, 361.
i)sodunamei=n: “ser idéntico en cuanto a la
hÅJoj: “carácter” (musical), N.Ed.67.8; función”, Ed.71.25.
Ed.44.8; 63.10; 36.18; 44.24; N.Tr.275,
809, 811; metabolika\ h)/Jh, “caracteres i)sotoni/a: “igualdad de tensión (referido a
modulantes” (en las afinaciones, cf.. notas o a cuerdas)”, Ed.12.5; 42.12; 44.7;
a(rmogh/), Ed.44.24; N.Tr.335. 91.8; 95.15; N.Tr.91, 142.
h(mitoniai=oj: “semitonal”, “de semitono”, kano/nion: “regla”, Ed.21.9, 19; 22.4; 29.13;
Ed.69.19. 42.12; 53.11; 54.11; 79.9, 15, 19; 80.8,
11; 81.1; 82.2; 85.9; 89.2, 6; 90.22;
h(mito/nion: “semitono”, Ed.15.6; 26.2, 8, 20; 94.14; 97.24; 98.12; 99.20; 100.20;
34.2, 4, 7; 74.7, 18; N.Tr.113. 103.4, 11; N.Ed.103.2-4; N.Tr.165, 625,
650.
h(rmosme/non, to/: “harmonización”, Ed.42.16;
66.19; 67.11; 68.2; 76.21; 92.8, 13, 15, kanonikoi/, oi(: “canonistas”, Ed.75.14;
19; 97.4; 103.22; 104.4; 107.1; 109.24; N.Tr.2, 377, 571.
110.11; 111.1; 112.1; 113.21; 115.11;
N.Tr.310, 784. kanw/n: “canon”, “tabla”, Ed.2.12, 18; 6.11, 14;
19.24; 20.19, 26; 28.12; 29.11; 36.15;
h(suxi/a: “tranquilidad”, Ed.113.7. 42.10; 47.4, 18, 19; 48.7; 52.8, 12; 75.1,
3, 8; 77.1; 84.14, 17, 22; 90.17, 20; 92.3;
hÅxoj: “sonido”, Ed.76.17. 94.3, 9; 95.14; 96.21; 97.5, 11; 102.13;
N.Tr.29, 149, 675.
Je/sij: “posición”, Ed.20.23; 21.4; 28.6; 29.11;
35.11; 47.8; 53.10, 11; 54.15; 55.17, 18; karteri/a: “firmeza”, Ed.110.6
56.7; 59.20; 75.22; 77.7; 102.12; 103.24.
(cf. tv= duna/mei – tv= Je/sei) kata/lhyij: “aprehensión (de la percepción)”,
Ed.78.19; 106.8; 108.17; 109.12; N.Tr.1,
Je/sei – fu/sei: “por posición” – “por natura- 774.
leza”, Ed.37.17.
kataplokh/: “secuencia descendente”,
Jumiko/n, to/: irascible (parte del alma)”, Ed.76.10; N.Tr.584.
Ed.109.14, 16; 110.3; N.Tr.783.
katastaltiko/n, to/: “tranquilidad”,
i)astiaio/lia, ta/: “jonioeolios” (afinación de Ed.112.21; N.Tr.807.
la cítara), Ed.50.2; 90.4; N.Ed.90.4-5;
N.Tr.335. kata/tasij: “tension”, Ed.73.10.
i)a/stia, ta/: “jonios” (afinación de la cítara), katatomh/: “sección (de una cuerda)”,
Ed.44.25; N.Ed.90.5-6; N.Tr.335. Ed.36.15; 42.12; 44.7, 10; 47.20, 23;
75.24; 78.1, 3, 24; 79.20; 80.6; 84.2, 3,
i)de/a: “idea”, Ed.94.6; 113.24; 120.5, 7; 14; 89.5; 92.5; 94.22; 95.19; 97.8, 21, 22;
N.Tr.817, 860. 98.20; 99.12, 21; 100.8; 101.11; 102.4;
103.13.
802
kataulei=sJai: “ser acompañado por auló”, krou=sij: pulsación (sobre un instrumento)”,
Ed.76.22. Ed.77.23.
kiJa/ra: “cítara”, Ed.44.20, 22, 23; 47.24; kru/yij: “puesta heliacal”, Ed.123.1, 6;
75.14; 89.4, 10; 97.16. N.Tr.882.
803
6, 9, 12, 14, 15, 21, 24; 46.8; 47.3; 48.3, me/geJoj: “magnitud”, Ed.8.3; 9.19; 11.5;
9, 12, 18; 49.1, 3, 6, 8, 16, 17, 18, 19; 13.24; 23.16; 24.11, 12, 16; 26.19; 27.15;
50.2, 8, 14, 15; 51.5, 6, 9, 10, 11, 12, 14, 29.1, 6; 36.13; 37.7; 38.11, 14; 41.23;
19; 52.1, 2, 3, 5, 15; 53.15, 17; 54.1, 3, 4, 47.10; 48.20; 57.12, 13; 62.1, 4; 69.24;
5, 6, 11, 16, 17; 55.5, 12, 14; 56.5, 8, 12, 74.4; 79.11; 85.11; 94.11; 101.13;
15; 64.1; 66.8, 11, 12, 17; 69.3, 6, 10, 15; 104.16; 111.8, 11, 15; 112.19; 113.26;
70.5; 72.25; 74.21; 75.3, 9, 12, 15, 23; N.Tr.46, 796.
77.8, 10; 78.1, 5, 6, 9, 12, 15, 17, 19;
79.7, 13; 80.1, 3, 4, 12, 14, 15, 16; 81.2, meJarmogh/: “transposición” (referido a las
8, 9, 10, 11; 82.3, 7, 8, 9, 11, 12, 13; escalas), Ed.67.18; 74.3, 9; 97.11, 15;
83.2; 84.9, 11; 89.5; 92.2; 93.8; 94.2, 23; N.Tr.478.
96.3, 10, 22, 24; 97.5; 99.13, 16; 100.21;
101.22, 25; 103.15, 18; 104.3; 107. 6, 15;
meJarmo/zesJai: “transponer”, Ed.74.17;
110.13, 20; 113.3, 10; 115.2, 23; 116.4,
7, 15; 117.5, 9; 118.4; 120.6; 123.21; 112.11; N.Tr.806.
124.26; 125.4, 5, 8, 13, 14, 16, 21, 27;
razón armónica, Ed.108.4; 114.3; como me/loj: “melodía”, Ed.34.16; 42.17; 44.10;
facultad humana, Ed.109.11; razón de un 63.2, 4, 5, 6, 7, 8, 11, 14, 17; 64.2, 3;
movimiento, 114.14, 17; 124.23; razona- 66.26; 67.2, 4, 6; 77.21; 78.25; 94.6;
miento, Ed.12.23; palabra, Ed.106.12; 102.5; 106.6; 110.14; 112.6; 113.9;
kata\ lo/gon, “proporcionalmente”, 120.20; 121.22, 25; N.Tr.312, 661.
Ed.5.21. N.Tr.5, 13, 17, 18, 37, 496, 725,
731. mel%dei=n, –sJai: “cantar”, Ed.44.11; 75.6;
84.9; 119.10; ta\ mel%dou/mena, “(aque-
lu/dia, ta/: “lidios” (afinación de la cítara), llo) que se toca a (un instrumento)”,
Ed.44.24; 90.5; N.Ed.90.5-6; N.Tr.335. Ed.47.24; 48.13; 89.4, 10; 97.16;
N.Tr.661.
lu/dioj: “lidio”, Ed.64.9; 70.25; 71.5, 7, 9;
72.22; 84.23; 73.13; 86 tab.; 87 tab. mel%di/a: “melodía”, Ed.37.5; 73.9; 75.10;
76.4; 84.7; 113.2, 12, 16; N.Tr.567.
lu/ra: “lira”, Ed.44.19, 21; 47.24; 75.14; 89.4,
7; 94.11; pentekaideka/xordoj: “(lira) me/rh th=j yuxh=j, cf. yuxh=.
de quince cuerdas”, Ed.92.3; 94.3;
N.Tr.663. me/sh: “mese”, Ed.44.5; 51.1; 59.12, 15, 17;
60.20; 61.7; 62.8; 63.17, 21; 73.15;
maga/dion: “puente”, Ed. 21.17; 22.5; 42.14; 74.15, 20, 21; 87.3, 4; 88.1, 2, 3, 4; 89.1;
79.15; 95.18, 21; 96.14; 97.6, 17; 98.1, 7; 94.18, 21; 102.6; 111.24; 114.19, 24;
101.5; 102.8, 12, 15; 103.1, 16, 19, 23. 126.5; tv= Je/sei, “mese por posición”,
Ed.59.24; 84.19; tv= duna/mei, “mese por
maga/j: “puente”, Ed.20.16; 21.4, 10; 90.10, función”, Ed.60.3; 73.4, 11; 74.12.
21; 91.1, 2; 97.9, 11, 12, 17; 101.19; N.Tr.545.
N.Tr.160.
meshmbrino/j: “del sur”, Ed.118.25.
ma/Jhma: “matemáticas”, Ed.52.14.
me/son, to/: “central” (intervalo de un tetracor-
maJhmatikh/: “matemáticas”, Ed.105.18; dio), Ed.33.18; 34.5, 7; 35.8; 36.11; 51.5;
107.6; N.Tr.720, 737. N.Tr.247.
malako/j: “suave”, Ed.32.22, 23; 33.3, 12, 16, mesoura/nhsij: “culminación (de un astro)”,
17, 21; 34.5, tab.; 37.2; 39.22, 24, 25; Ed.119.5, 11, 18, 21; N.Tr.856.
40.3, tab.; 41.25; 42.1, tab.; 43.7, 8, 10,
11; 44.14, 21, 22; 51.4; 56.10; 81.4, 10, metaba/llein: “modular”, Ed.62.12; 113.9,
tab.; 82.4, 9, tab.; 83 tab.; 85.3; 90.2; 14; N.Tr.814.
106.3; N.Tr.236.
804
meta/basij: “cambio”, “paso”, Ed.11.20, 25; del tetracordio disjunto”, Ed.59.18; 60.8,
55.24; 63.15; 66.21; 70.18; 119.2, 21. 21; 61.4; 73.7; 77.15; 84.18; 102.3;
122.10; 124.16; 126.4; nh/th sunhm-
metabolh/: “modulación”, Ed.32.20; 45.22; me/nwn: “nete del tetracordio conjunto”,
47.12; 50.13; 62.11; 63.1; 64.1, 5, 13; Ed.62.10; 126.4; nh/th u(perbolai/wn:
65.20; 67.8; 70.18; 71.2, 20; 74.22; 84.5; “nete del tetracordio añadido”, Ed.59.13,
85.12; 92.15, 16; 112.1, 2, 4, 8, 19; 14; 60.5, 21; 61.6; 84.20; 102.5; 111.25;
114.7; kata\ ge/noj: “modulación de gé- 114.21; 124.17; 126.3.
nero”, Ed.32.20; 62.12; N.Tr. 232, 422,
432; tw=n genw=n: “modulación de los gé- noei=n, –sJai: “considerar”, Ed.20.26; 24.5;
neros”, Ed.32.20; 60.19; tou= me/louj: 56.20; 97.23; 98.23; 100.10; 102.13;
modulación de melodía”, Ed.63.2; N.Tr. 121.12; 124.3.
435, 470; kata\ to/nouj: “modulación de
tonos”, Ed.65.15; 66.24; 93.2; 112.4; noero/n, to/: “intelectual” (parte del alma),
113.26; 121.2, 4; N.Tr. 467; tou= to/nou: Ed.108.8, 11, 15; 109.7; N.Tr.768.
“modulación del tono”, Ed.63.6; 121.21;
N.Tr.433, 804. nou=j: “entendimiento”, Ed.105.6; 108.17, 18;
N.Tr.729, 782.
metaboliko/j: “modulante”, Ed.44.24; 62.12;
N.Tr.414. o)/gkoj: “volumen”, Ed.8.25; 111.12.
mousikh/: “música”, Ed.10.24; 23.2; 34.19; o)cu/j: “agudo”, Ed.4.4; 9.1, 3, 7, 13, 14, 17, 19,
124.13; 125.2, 8, 17. 23; 10.1, 12; 11.9, 11, 12, 24; 15.18;
20.10; 23.25; 24.3, 5, 7, 8; 25.11, 15;
mousiko/j: “músico”, Ed.28.17; 42.15; 47.19; 29.20; 30.4, 6; 35.11, 13, 16, 19; 38.13;
77.1, 2; 97.1. 44.16; 49.4, 5; 51.1, 9, 18, 20; 54.11;
55.18; 56.20; 59.10, 11, 14; 60.4, 5, 6, 9,
new/teroi, oi(: “autores recientes”, Ed.27.2; 12, 14; 62.6; 63.2, 10; 64.10, 15, 16, 17,
33.8; 66.18; N.Tr.197. 18, 19, 21, 24; 65.3, 5, 6, 7, 9; 66.23;
67.2, 19; 68.21; 70.11, 12, 13; 71.3, 11,
14, 21, 25; 72.3, 7, 10, 12; 74.15, 16;
nh/th: “nete”, Ed.48.14, 15; 85 tab.; 86 tab.; 87
79.10, 12; 80.1, 2, 3; 90.7; 94.13, 17, 25;
tab.; 89.11; nh/th diezeugme/nwn: “nete
805
95.2, 11, 12; 98.11, 13, 18, 20; 99.1, 2, 7, to”, Ed. 59.18; 60.15; 61.3; 73.11; pa-
8, 10, 12, 15, 18; 100.1, 3, 4, 7, 13, 14, ranh/th sunhmme/nwn: “paranete del te-
17; 101.6, 16, 17; 106.1; 111.25; 112.20, tracordio conjunto”, Ed. 62.9; pa-
21, 24; 119.2, 5, 9, 13, 15, 16, 18, 21, 22; ranhh/th u(perbolai/wn: “paranete del te-
121.21; N.Ed.60.12; N.Tr.55. tracordio añadido”, Ed. 59.19; 60.17;
61.5.
o)cu/thj: “agudeza”, Ed.2.4; 7.14, 16; 8.3, 23;
10.4, 12; 11.2, 17; N.Tr.56; entendida pa/rodoj: “trayectoria”, “pasaje”, Ed.6.17;
como virtud, Ed.110.8. 93.1; 119.1; 120.9; 121.1, 7, 9, 22; 122.1;
N.Tr.855.
o)cu/tonoj: “agudo en el tono”, Ed.9.10.
parupa/tai, ai(: “parípates” (afinación de la
o)cu/fwnoj: “de voz aguda”, Ed.66.1; 74.24; cítara), Ed.44.23; 51.1; 90.2; N.Tr.334.
N.Ed.74.24-25; cf. baru/fwnoj.
parupa/th: “parípate”, Ed.51.2; 74.16; paru-
o)/rganon: “instrumento”, Ed. 6.4, 11; 20.5; pa/th me/swn: “parípate del tetracordio
47.4; 52.8, 13; 54.7; 66.25; 75.11; 76.1, medio”, Ed.59.16; 60.11; 61.5; 74.1, 13;
7, 20; 95.13; 105.21; 106.24. parupa/th u(pa/twn: “parípate del tetra-
cordio inferior”, Ed.59.15; 60.9; 61.2.
o)rganopoia: “fabricación de instrumentos”,
Ed.11.13; 23.24. pa=j: “todo”; dia\ pasw=n, “octava”, “intervalo
de octava” (dia\sthma dia\ pasw=n),
o(/roj: “límite”, “término (de una razón)”, “consonancia de octava” (sumfwni/a dia\
Ed.11.6; 12.3; 16.19; 56.8; 57.6; 60.24; pasw=n), Ed.2.17; 12.20; 13.12, 14, 17,
66.7, 13, 14, 16, 21; 68.10, 15. 23, 24; 14.1, 11, 12, 17; 15.1, 14, 17, 21,
22, 23; 17.1, 9, 14, 22, 25; 18.14, 16, 20;
o)rxei=sJai: “danzar”, Ed.5.6. 22.13; 23.19, 23; 24.5; 25.6; 28.11, 14,
16, 20, 22; 29.1, 4, 6, 19; 37.23; 42.10,
o)/rxhsij: “danza”, Ed.5.6. 14; 44.5; 47.10, 13, 15, 20; 52.13; 53.18;
54.2, 3, 10; 55.4; 56.9, 16, 18; 57.4, 19;
58.6, 7, 10; 59.1, 2, 10, 13; 60.24; 62.1;
ou)ra/nioj: “celeste”, Ed.6.16; 92.10; 106.6, 22;
66.16; 67.10, 13, 19, 22; 68.1, 4, 6, 8, 9,
107.3, 25; 114.2, 7; 118.20; 121.3; 13, 15, 22; 69.2, 4, 12, 15, 21, 25; 70.2,
123.18. 6, 9, 11, 23, 24; 72.3, 19, 21; 73.4, 6, 13,
16; 77.12; 79.26; 80.3, 6; 84.5, 15, 18,
ou)si/a: “sustancia”, Ed.8.24, 25; 9.1; 114.7. 20; 94.5, 7, 16, 20, 22, 23, 25; 95.1, 11,
12; 96.17; 98.8, 11, 14, 21; 99.11; 100.4,
o)/yij: “vista”, Ed.4.22; 5.16; 6.3, 7, 23; 59.8; 6, 12, 14; 101.7, 11, 13, 24; 102.3;
105.22; 106.10, 14, 15, 21, 26; 109.4; 108.10, 11, 13, 20, 21; 109.8, 15; 111.24,
113.22; N.Tr.34, 743. 25; 114.24; 115.2, 10; 116.5, 15, 19;
123.2, 5, 13; 125.3, 6; dia\ pasw=n kai\
pa/Joj: “afección”, Ed.4.4, 7, 11; 7.20, 24; dia\ tessa/rwn, “octava más cuarta”,
23.2; 106.16; N.Tr.3, 42, 43, 175. Ed.12.20, 23; 14.1; 15.12, 24; 16.2, 4;
19.1; 47.10; 54.2; 57.19; 58.6; 59.7; 62.1,
palaioi/, oi(: “los antiguos”, Ed.57.17; 62.11; 5; 67.22; 116.19; 126.20; N.Tr. 106; dia\
64.8; 66.18; 79.6. pasw=n kai\ dia\ pe/nte, “octava más
quinta”, Ed.12.21; 15.25; 16.1, 3; 17.1, 5,
6, 8, 15; 22.17; 54.3; 58.13; 67.24;
panselh/nh: “plenilunio”, Ed.123.8.
126.21; di\j dia\ pasw=n, “doble octava”,
Ed.13.25; 14.12, 14; 17.4, 6, 15, 22;
paragwgh/: “desplazamiento (del puente)”, 18.15; 22.19; 38.8; 47.7; 54.4; 57.11, 19;
Ed.22.5; 76.6. 58.2, 18; 59.4, 8, 9, 22, 24; 90.5; 94.9,
11, 14; 97.21, 22; 101.14; 102.5; 114.18,
parame/sh: “paramese”, Ed.48.14; 49.11, 12; 21; 115.14; 116.18; 117.10; 125.8, 17;
59.17; 60.4, 20; 61.1; 73.14. 126.21.
806
pe/nte: “cinco”; dia\ pe/nte, “intervalo de quin- proarmo/zesJai: “armonizar previamente”,
ta” (to\ dia/sthma dia\ pe/nte), “conso- Ed.28.19.
nancia de quinta” (sumfwni/a dia\
pe/nte), Ed.12.19; 13.13, 18, 21, 24; 14.5, proslambano/menoj: “proslambanómeno”,
6, 9, 11; 15.2, 20, 22, 26; 16.5; 17.4, 6, 9, Ed.59.13, 14; 60.5, 19, 22; 61.7, tab.;
14; 18.2, 21, 22, 24; 22.11; 23.13; 24.6; 77.13; 94.19, 21; 111.24; 114.20, 22;
25.5, 18, 19; 27.5; 29.3; 38.1, 6; 44.1; 124.15.
53.17; 56.8, 15, 18; 57.2, 19; 58.8, 10,
13; 59.2; 63.15, 18, 20, 25; 67.23; 70.9, PuJago/raj: “Pitágoras”, Ed.113.10.
11, 12; 71.25; 72.3, 7, 11, 12; 77.11, 12;
80.2; 94.7; 98.18, 22; 99.3, 8, 13; 108.10, PuJagorikoi/, oi(: “pitagóricos”, Ed.2.6, 8;
12, 13, 20, 21, 22; 109.4, 16; 110.4;
7.1, 2; 12.16, 22; 15.9, 11; 18.7; 22.23;
116.8, 15; 117.2; 118.1, 13; 125.1, 2;
34.18; N.Tr.35.
126.19; di\j dia\ pe/nte, “doble quinta”,
Ed.14.8.
pukno/n, to/: “pycnón”, Ed.33.5, 20, 22, 24;
34.1; 37.7; 38.12, 22; 43.9; 78.11;
pentekaideka/xordoj: “de quince cuerdas”,
111.13; 120.15; N.Tr.240.
cf. lu/ra.
r(uJmo/j: “ritmo”, Ed.76.19.
pe/raj: “límite”, “extremo”, Ed.11.10, 18; 12.5;
20.3, 23, 27; 24.5; 34.15; 54.12; 58.12;
selh/nh: “luna”, Ed.122.11, 18; 123.11; 124.1;
67.4, 6; 77.7, 8; 79.10, 12, 14, 25; 84.12;
90.7, 9, 17; 97.11, 12; 98.8, 24; 100.12; 125.26; 126.11, 12.
101.2, 4, 22; 102. 8; 103.5, 16.
shmei=on: “punto”, N.Ed.118.4; Ed.21.3, 10;
peri/geioj: “perigeo”, Ed.118.24; 120.13, 17; 54.15; 66.3, 4; 97.4; 99.6; 103.2, 3;
N.Tr.854. 115.20, 24; 117.12; 118.11; 121.18;
shmei=on i)shmerino/n: “punto equinoc-
cial”, Ed.114.17; shmei=on tropiko/n:
pla/toj: “extensión”, “anchura”, Ed.20.4;
“punto del trópico”, Ed.121.16.
90.10, 11, 20, 21; 91.3; 93.1; 97.10, 19;
98.1; 101.20, 23, 26; 102.8; 103.1; “lati-
tud”, referida al movimiento de un astro, sofi/a: “sabiduría”, Ed.110.9.
Ed.118.25; 121.1, 4, 7, 9; N.Tr.855; e)n
pla/tei, Ed.5.17. sterea/, ta/: “sólidos” (afinación de la lira),
Ed.44.19; 49.12; 51.6; 89.8; N.Tr.327.
plhgh/: “percusión”, Ed.7.19, 22; 8.8, 13; 9.12,
21, 23; 10.16; 77.19; N.Tr.45, 47. sugkata/Jesij: “confirmación” (en el proce-
so de conocimiento), Ed.7.11; 27.3;
pneu=ma: “aire”, Ed.20.5; N.Tr.152. 104.8; N.Tr.39, 197.
poio/n, to/: “cualidad”, Ed.7.15; 106.25; 107.22. su/gkrousij: “percusión”, Ed.20.15; “tañido
simultáneo”, Ed.76.10; N.Tr.583.
poio/thj: “cualidad”, Ed.8.20, 21, 23;
summetri/a: “proporcionalidad”, Ed.48.4;
N.Ed.8.18; N.Tr.47.
105.9, 13; 107.5; N.Tr.751.
pollapla/sioj: “(razón) múltiple”, Ed.13.8,
su/mmetroj: “proporcionado”, Ed.28.10;
10, 11; 14.2, 8, 9, 15, 16, 17; 15.2, 5;
16.7; 19.3, 14; 118.8; N.Ed.14.8; N.Tr.145, 261, 733.
N.Tr.95, 99.
sumplokh/: “combinación (de notas)”,
poso/n, to/: “cantidad”, Ed.7.16; 8.24; 10.3; Ed.76.11; N.Tr.584.
12.10; 24.17; 106.25; 107.23; 120.6, 8.
sumfwni/a: “consonancia”, Ed.2.6, 9, 10, 11,
poso/thj: “cantidad”, Ed.10.1; 11.2; N.Tr.49, 14, 15; 12.16, 18; 13.12, 14, 18, 21, 25;
65. 15.10, 11, 12, 14, 21; 16.8, 10; 17.7, 16,
23; 19.8, 23; 20.20; 22.4, 9, 11, 15, 18,
22, 24; 24.21; 25.1, 4, 19; 27.5, 8, 9, 16,
prao/thj: “apacibilidad”, Ed.110.4 22; 32.11, 13, 21; 34.20; 37.21; 38.2, 3,
807
6, 16; 41.17; 46.3, 4, 5; 47.6; 48.12; diezeugme/non: “sistema disjunto”,
52.15; 53.14; 55.12; 56.1, 2, 6; 57.12, 13, Ed.64.6; sunhmme/non: “sistema conjun-
14; 58.1; 63.18; 66.7; 67.14; 69.5, 13; to”, Ed. 64.12; 65.18; N.Tr. 428;
70.7, 19; 78.19; 109.4, 21; 110.1, 4, 18, te/leion: “sistema perfecto”, Ed. 47.11;
25, 27, 28; 113.23; 115.13; 116.8, 11, 15, 57.10; 62.2; 73.6; 92.17; 93.6; 110.24;
20; 117.3; 118.9, 12, 13; 125.1, 2, 26, 27; 113.19; 114.18; 122.5; 123.16; 125.8, 18;
126.3; N.Tr.91. N.Tr. 401, 402; te/leion diezeugme/non:
“sistema perfecto disjunto”, Ed.65.17.
su/mfwnoj: “consonante”, Ed.6.17; 12.13;
13.5; 14.9, 14; 15.26; 16.1, 2, 14, 23; sustolh/: “recogimiento”, Ed.113.5.
17.2, 4, 13, 14, 21; 18.1, 3, 4, 5, 20; 19.6,
14, 17, 19; 24.15; 28.19; 32.14, 17; 42.9; sxe/sij: “relación”, Ed.15.21; 32.20; N.Tr.120.
56.4; 58.3; 63.15; 69.14, 22; 70.15, 16;
71.3, 18, 19; 92.11, 19; 72.6; 108.6, 9,
10, 14; 110.12, 22; 113.15; 115.11, 17, sxh=ma: “figura”, Ed.8.11, 13; 20.18; 100.10;
25; 117.12; 118.5, 7, 18; 126.10; 115.5; N.Tr.48, 51.
N.Tr.135.
sxhmatismo/j: “configuración” de la boca,
sunarmo/zesJai: “ajustar (entre sí)”, Ed. Ed.8.14, 17; N.Tr.51; “aspecto (astroló-
44.13 gico)”, Ed. 93.4; 115.9; 122.4, 6, 13;
123.9, 12; 124.5, 8; 126.7; N.Tr.881.
sunafh/: “conjunción”, Ed.114.23; N.Tr.830.
swmatiko/j: “corpóreo”, Ed.7.21; 24.15;
N.Tr.178.
sunexh/j: “continuo”, Ed.9.20; 11.19; 56.4;
63.14; 66.5; 72.6; 77.17, 23; 97.17;
N.Tr.79. swthri/a: “preservación”, Ed.107.18.
su/nJetoj: “compuesto”, Ed.66.3; 118.9. ta/cij: “orden”, Ed.12.6; 37.17; 42.19; 63.7;
69.23; 80.10; 85.6; 100.17; 101.21;
105.9, 12; 111.16; 114.11; 122.5.
sunoikei/wsij: “relación (astrológica)”,
Ed.93.9; 125.23.
ta/sij: “tensión”, Ed.9.20; 11.18; 20.10, 12,
21; 22.3; 23.25; 24.28; 30.8, 10, 15, 17;
suntoni/a: “tensión”, Ed.111.23.
31.2, 4, 6, 7, 11, 12, 13, 15, 16; 63.2, 4, 8,
13; 65.20; 74.10; 91.6; 94.15, 18, 20;
su/ntonoj: “tenso”, Ed.32.23; 33.1, 4; 39.23; 95.18; 98.22; 99.2, 14; 101.13; 102.4;
40.1, 4; 43.12; 44.15; 56.11; N.Ed.89.9; 114.11; 119.4, 7, 15, 20; N.Tr.56, 63.
90.5-6; N.Tr.236.
tei/nein, –sJai: “trazar”, Ed. 54.12; “estar
su=rigc: “siringa”, Ed.19.25; 20.2; 75.17; dirigido”, Ed.105.23.
N.Tr.150.
te/leioj: “perfecto”, Ed.47.7, 11; 57.10, 14, 15;
su/rma: “ligado”, Ed.76.10; N.Tr.585. 58.2, 6; 59.9; 62.2; 65.16, 18; 73.6;
75.18; 92.8, 17; 93.5; 107.1, 11, 24;
sustaltiko/j: “(relativo a una) contracción)”, 108.23; 110.24, 25; 113.19; 114.18;
Ed.120.20; N.Tr.868. 117.10; 122.5; 123.15; 124.13; 125.8, 17.
su/stasij: “disposición”, Ed.7.21, 25; 8.10, te/ssarej: “cuatro”; dia\ tessa/rwn, “cuarta”,
23; 11.8; 21.22; 65.19; 66.23; 113.3; “intervalo de cuarta” (dia/sthma to\ dia\
N.Tr.54, 63, 451. tessa/rwn), “consonancia de cuarta”
(sumfwni/a dia\ tessa/rwn), Ed.2.15;
su/sthma: “sistema”, Ed. 47.7; 56.5; 60.25; 12.19, 20; 13.13, 18, 21; 14.10; 15.2, 20,
63.16; 69.14; 74.3, 9; 78.22; 97.7, 13; 22, 25; 16.2, 5; 18.2, 21, 22; 22.9, 15;
102.1; 112.3; 114.10; 124.13; N.Tr. 400; 23.13, 15, 18; 25.1, 10, 14, 15, 16, 19;
a)meta/bolon: “sistema inmodulante”, 26.3, 7, 19, 20; 27.6, 9; 28.5, 15, 17, 24;
Ed.61.8; 75.4; 78.4; N.Tr. 409, 414, 429; 29.3; 32.11, 15, 21; 38.3, 15; 43.18;
808
45.24; 46.5; 48.12, 14; 49.12; 50.3, 19; Ed.2.16, 18; 12.20; 13.22; 15.6; 19.7;
51.1, 17; 53.10, 15; 56.9, 15, 16, 19, 21, 23.11, 13, 14; 25.2, 4, 5, 6; 26.2, 4, 5, 18,
22, 23, 24; 59.3; 63.16, 20, 26; 64.7, 10, 21; 27.10; 28.7, 8, 12, 15, 16, 17, 18, 22,
14, 24, 25; 65.1, 6, 10, 17; 66.10; 67.22; 23, 25; 29.5; 33.10, 19, 20, 23, 25; 34.2,
69.9; 70.8, 10, 12; 71.4, 6, 8, 9, 22, 24; 6; 37.3; 41.16; 45.3; 46.1, 4; 48.12, 20;
72.1, 2, 4, 5, 10, 12, 14, 15; 79.22; 80.1; 49.17; 50.7, 14; 51.10; 53.15; 54.5;
94.7; 98.19, 22; 99.7; 108.13, 14, 19, 21, 56.22; 58.9, 12, 24; 60.2; 64.9; 70.1, 2;
22; 109.2, 17; 110.1; 115.16; 116.12; 71.1, 11, 15; 72.11, 12, 20; 99.10;
117.3; 118.12; 123.9; 125.1, 3; 126.3; to\ 116.21; 117.4, 8, 10; 122.6; 123.11;
di\j dia\ tessa/rwn, “doble cuarta”, 124.18; 125.17; N.Tr.93, 179; entendido
Ed.72.20. como modo y escala tonal, Ed.47.12, 13,
14, 16, 17, 22; 62.14; 63.1, 6, 7, 26; 64.8,
tetra/gwnoj: “cuadrado”, Ed. 52.15; “cua- 13, 24; 65.2, 8, 13, 15, 20; 66.2, 7, 8, 13,
drangular”,115.22; 117.4, 7; 118.11; 20, 24; 67.5, 10, 18, 20; 68.2, 8; 69.1, 3,
122.11; 125.19; “tetrágono” (aspecto as- 12, 20; 70.5, 15, 18, 20, 21; 71.2, 4, 21;
trológico), Ed. 124.8; N.Tr.835. 72.10; 73.2, 3, 12; 74.3, 5, 6, 8, 9, 14, 18,
19, 22, 23, 26; 75.4, 6; 79.3; 84.1, 6, 15,
22; 85.2, 7; 89.8, 9, 10; 90.1; 93.2; 95.19,
tetra/xordon: “tetracordio”, N.Ed.64.15;
21; 112.4, 20, 23; 113.26; 121.2, 4, 6, 8,
Ed.2.20, 21; 13.26; 32.8; 34.10, 21; 35.4, 12, 20, 21; N.Tr.431, 445, 452, 500, 521,
13, 16; 37.12, 14, 19; 39.3; 40.1, 6;
808; to/noj a)meta/boloj: “tono inmodu-
41.24; 42.3; 43.13, 24; 44.15; 48.13;
lante”, Ed.47.21; 80.7; to/noj diazeukti-
49.5, 10; 50.13; 51.16; 52.10; 55.13;
ko/j: “tono disyuntivo”, Ed.64.22; 122.7;
58.16; 60.9, 11, 13, 15, 17; 62.9; 64.1,
15, 17, 21; 65.1, 8, 12, 13; 78.6; 79.24; 124.18.
93.3; 98.20, 23; 99.18; 100.5, 11; 101.9,
12; 113.25; 120.6, 11; 122.3, 5, 9; tonou=n: “tensar”, Ed.30.8.
123.10; diezeugme/non: “tetracordio
disjunto”, Ed.63.18; 64.12; 122.19, tribh/: “práctica”, Ed.6.25; N.Tr.35.
e)narmo/nion: “tetracordio enarmónico”,
Ed.36.7; me/swn: “tetracordio medio”, tri/gwnon ai)guptiako/n: “trígono egipcio”,
Ed.122.15; 123.4; sunhmme/non: “tetra- Ed.113.17; N.Tr.816.
cordio conjunto”, Ed.58.9, 12; 60.1, 7, 8;
62.6; 63.20; 64.5, 16, 19, 22, 23; 64.1; tri/gwnoj: “triángulo”, “triangular”, Ed. 103.7;
65.3; u(pa/twn: “tetracordio inferior”, 115.23; 117.3, 6; 118.12; 124. 25;
Ed.122.13; 123.1; u(perbolai/wn: “tetra- 125.18; 126.9, 11; “trígono” (aspecto as-
cordio añadido”, Ed.123.3; xrwmatiko/n: trológico), Ed.124.5, 126.9, 11;
“tetracordio cromático”, Ed.36.5, 7. N.Tr.835.
te/xnh: “arte”, Ed.97.2; 105.6, 14; N.Tr.729, tri/tai, ai(: “trites” (afinación de la cítara),
733. Ed.44.20; 89.11; N.Ed.51.1; N.Tr.329.
tmh=ma: “segmento”, Ed.22.5, 12, 14, 16, 19; tri/th: “trite”, Ed.50.2, 3; tri/th diezeugme/nwn:
26.18; 55.13; 77.13, 20; 79.11, 24, 25; “trite del tetracordio disjunto”, Ed.59.17;
90.8; 96.2, 6; 97.25; 98.5, 9, 16, 23; 99.3, 60.13; 61.2; 73.13; tri/th sunhmme/nwn:
11; 100.21; 102.15; 103.9, 13, 22; “trite del tetracordio conjunto”, Ed.62.8;
115.26; 116.4. tri/th u(perbolai/wn: “trite del tetracor-
dio añadido”, Ed.59.19; 60.15; 61.4.
toniai=oj: “tonal”, referido al intervalo de tono,
Ed.18.3; 19.18; 23.20; 27.8; 34.8; 42.2; trithmo/rion: “tercio (de tono)”, Ed.33.22.
46.8; 56.9; 63.24; 69.18; 71.5; 72.8, 17,
19; 117.11; 123.9; referido al género me- tropika/, ta/: “trópicos” (afinación de la cíta-
lódico, Ed.33.14, 16; 34.1; 37.9; 44.18, ra), Ed.44.22; N.Tr.333; entendido como
22, 23; 45.23; 49.15; 81.7; 82.10; 85.2, 3, círculos de la Tierra, Ed.121.11, 13, 16,
4, 5; 89.8, 11; 90.1; 115.25; N.Tr.441. 20.
to/noj: “tono”. N.Ed.41.8. Entendido como tro/poi: “tropos” (afinación de la cítara),
tensión, Ed.11.16; 12.7; 55.18; 64.7; Ed.90.3; N.Tr.333.
N.Tr.78, 431; entendido como intervalo,
809
trofh/: “cuidado”, Ed.107.18. u(podw/rion: “hipodorio”, Ed.71.10, 15; 72.24;
74.1, 11, 16, 24; 85.1; 90.1, 4; 113.1;
tru/blion: “plato”, Ed.20.17. 121.10;
tru/phma: “agujero (del auló)”, Ed.10.15, 21; u(po/Jesij: “hipótesis”, Ed.2.6; 6.14, 16; 12.16,
N.Tr.151. 24; 15.12; 29.8; 37.15, 18; 39.10; 78.17;
114.2; N.Tr.31.
tu/xh: “circunstancia”, Ed.112.12.
u(pokei/menon, to/: “lo subyacente”, Ed.104.18,
u(/lh: “materia”, Ed.4.6, 10, 18; 20.18; 104.17, 20, 23; 105.1, 16, 24; 107.17; N.Tr.721,
725.
18; 107.17, 21; N.Tr.3, 721.
u(po/lhyij: “opinión”, Ed.6.15.
u(/mnoj: “himno”, Ed.113.17; N.Tr.815.
810
fJo/ggoi kinou/menoi: “notas móviles”, xrh=sij: “utilización” (cf. xeirourgi/a),
Ed.32.19; N.Tr.231. Ed.6.25; 47.4; 52.13; 58.8; 75.11; 76.6;
78.18; 84.5; 90.20; 92.2; 94.2, 5; 97.3, 5,
fJoropoio/j: “productor de destrucción”, 17; 101.18; 102.3; 103.17.
Ed.126.2.
xrw=ma: “color”, Ed. 8.12; 11.22; 12.2; enten-
filo/sofoj: “filósofo”, Ed.110.24. dido como género cromático, xrw=ma
h(mio/lion: “cromático sesquiáltero”, Ed.
fora/: “desplazamiento”, Ed.92.10; 107.3; 33.13, 16, 24; 81.5; xrw=ma malako/n:
114.7. “cromático suave”, Ed. 33.12, 16, 22; 34
tab.; 39.24; 40.3, tab.; 43.7, 8, 10; 81.4,
fro/nhsij: “prudencia”, Ed.110.10. 10, tab.; 82 tab.; xrw=ma su/ntonon:
“cromático tenso”, Ed. 40.5, tab.; 43.9;
44.21; 48.17; 81.11; 82 tab.; 85.2; 89.9;
fru/gioj: “frigio”, Ed.64.9; 70.24; 71.10;
90.4; xrw=ma toniai=on: “cromático to-
72.23; 84.23.
nal”, Ed. 33.14, 16; 34.1, 8, tab.; 37.10;
81.7, tab. N.Tr. 237, 249, 800.
fu/sij: “naturaleza”, Ed.6.20; 34.21; 37.16;
42.16; 43.10; 65.18; 66.19; 69.6, 13;
xrwmatikh/: “cromática” (nota), Ed.49.11;
92.9; 97.2; 103.13; 104.4, 24, 26; 105.7;
N.Ed.49.11-13; N.Tr.358, 863.
107.2, 12, 16, 25; 109.24, 25; 114.14;
117.10; N.Tr.494, 725.
xrwmatiko/j: “cromático”, Ed.33.3, 5, 16;
fwna/skein: “adiestrar la voz”, Ed.119.10. 35.6, 10, 12, 23; 36.5, 7, 8, 19, tab.; 37.2,
10; 51.18; 63.14; 78.2, 4, 7, 10, 11; 81.1,
13; 111.11, 17, 21; 120.5, 11, 21. Cf.
fwnh/: “voz”, Ed.8.16; 12.14; 67.4, 6, 7; 74.4, xrw=ma.
11; 119.7, 9.
yo/foj: “sonido”, Ed.2.4; 4.3, 4; 5.1; 6.2; 7.4,
xala=n, –sJai: “relajar”, Ed.74.18; 90.18;
8, 14, 15, 25; 8.5, 15, 22; 9.6, 14, 16, 19,
91.7. 21; 10.1, 6, 7, 11, 27; 11.2, 6, 7, 14; 12.7,
14; 20.9, 14, 15; 24.17, 20; 30.6, 11, 12,
xa/lasij: “relajación”, Ed.73.10; 74.21. 15; 31.7, 9, 10, 20; 32.1, 2, 3, 4, 5; 66.22;
76.13; 95.5, 6, 8, 9, 10; 96.3, 8, 10, 24;
xalastiko/j: “relajado”, Ed.112.22. N.Tr. 3, 413; a)niso/tonoi: “sonidos des-
iguales en tono”, Ed.11.16; diwrisme/noi:
xa/lkoj: “bronce”, Ed.9.6, 8, 16, 18. “sonidos delimitados”, Ed.11.19, 24;
i)so/tonoi: “sonidos iguales en tono”,
xeirourgi/a: “habilidad manual”, Ed.76.9; Ed.11.15; sunexei=j: “sonidos conti-
xeirourgikh\ xrh=sij, “ejercicio manual”, nuos”, Ed.11.19.
Ed.6.25; 75.12; xeirourgikh\ e)/ndeicij,
“demostración manual”, Ed.105.13. yuxh/: “alma”, Ed.6.7; 92.9, 11, 16; 106.8, 16;
107.3, 36; 108.5, 6, 8; 109.1, 13, 22;
xordh/: “cuerda”, Ed.9.7, 8; 10.11, 13; 19.26; 110.15, 18; 112.2, 4, 14; 113, 2, 9, 13,
20.6, 7, 12, 13, 19; 21.1, 8, 13, 21; 22.1; 21, 24; N.Tr.768, 772; me/rh prw=ta th=j
29.11, 13; 30.2, 5, 13; 42.11; 53.9; 54.9, yuxh=j, “partes primarias del alma”,
13, 14, 16; 55.8, 16, 22; 75.21, 24; 76.17; Ed.108.9.
78.20, 22, 25; 79.9; 90.17, 21; 91.4, 6;
94.15; 96.21; 97.6, 11; 101.21; 103.3, 18;
N.Ed.21.1; N.Tr.666, 679.
811
2.ÍNDICE DE TÉRMINOS EN TRADUCCIÓN
818
-dorio: dw/rioj. –producir una homofonía: o(mofwnei=n.
-enarmónico (vid.género): ge/noj -homófono (intervalo): o(mo/fwnoj.
e)narmo/nion. -inmodulante: a)meta/boloj.
-escuela musical: ai(/resij -instrumento: o)/rganon.
-exceso: u(peroxh/. –fabricación de instrumentos:
-fijo (referido a las notas): e(stw/j. o)rganopoii/a.
-forma:eiÅdoj. -intervalo: dia/sthma.
–de octava: eiÅdoj tou= dia\ pasw=n. –intervalos del tetracordio:
–de quinta: eiÅdoj tou= dia\ pe/nte. –h(gou/menon: primero.
–de cuarta: eiÅdoj tou= dia\ tessa/rwn. –me/son: central.
-frigio: fru/gioj. –e(po/menon: último.
-función (de una nota): du/namij. –tipos de intervalo:
–tener la misma función: i)sodunamei=n. –homófono: o(mo/fwnoj.
-género: ge/noj. –consonante: su/mfwnoj.
–audible: ge/noj a)kousto/n. –melódico: e)mmelh/j.
–sin mezcla: ge/noj a)mige/j. -irracional: a)/logoj.
–sin pycnón: ge/noj a)/puknon. -leima: lei=mma.
–poco habitual: ge/noj asunh/Jej. -lícano: lixano/j.
–habitual: ge/noj sunh/Jej. -lidio: lu/dioj.
–enarmónico: ge/noj e)narmo/nion. -ligado: vid. habilidad manual.
–cromático: ge/noj xrwmatiko/n. -lira: lu/ra.
–diatónico: ge/noj diatoniko/n. –lira de quince cuerdas: lu/ra pentekai-
-grave: baru/j. deka/xordoj.
-gravedad: baru/thj. -magnitud: me/geJoj.
-habilidad manual: xeirourgi/a. -materia: u(/lh.
–acompañamiento de cuerda: -melodía: me/loj, mel%di/a.
e)piyalmo/j. -melódico (intervalo): e)mmelh/j.
–combinación de notas separadas: sum- –no melódico: e)kmelh/j.
plokh\ u(perbatw=n fJo/ggwn. –cualidad melódica: e)mme/leia.
–ligado: su=rma. –carencia de cualidad melódica:
–secuencia ascendente: a)naplokh/. e)kme/leia.
–secuencia descendente: kataplokh/. -mese: me/sh.
-hábito: e)/Joj. -mezcla (de géneros): mi/cij.
-harmónica: a(rmonikh/. –sin mezcla: a)migh/j.
-harmonización: to\ h(rmosme/non. -mixolidio: micolu/dioj.
–carente de afinación, de har- -modo: to/noj (vid.también tono)
monización: a)na/rmostoj. -modulación: metabolh/.
-helicón: e(likw/n. –modulación de género: metabolh\ kata\
-hifolmio (sección del auló): u(fo/lmion. ge/noj.
-himno: u(/mnoj. –modulación de tono: metabolh\ tou=
-hípate: u(pa/th. to/nou.
-hiperbolea: u(perbolai/a. –modulación de melodía: metabolh= tou=
-hipermixolidio: u(permicolu/dioj. me/louj.
-hipodorio: u(podw/rioj. -modular: metaba/llein.
-hipofrigio: u(pofru/gioj. -móvil: kinou/menoj.
-hipolidio: u(polu/dioj. -movimiento: ki/nhsij.
-hipótesis: u(po/Jesij. –celeste: ki/nhsij ou)ra/nioj.
-homofonía: o(mofwni/a. –interválico: ki/nhsij diasthmatikh/.
–circular: ki/nhsij e)gku/klioj.
819
–en altitud: ki/nhsij kata\ ba/Joj. –en –tipos de razones interválicas:
latitud: ki/nhsij kata\ pla=toj. –doble: lo/goj dipla/sioj.
–en longitud: ki/nhsij kata\ mh=koj. –múltiple: lo/goj pollapla/sioj.
-música: mou=sa, mousikh/. –quíntuple: lo/goj e)pi/pemptoj.
-músico: mousiko/j. –sesquiáltera: lo/goj h(mio/lioj.
-múltiple (razón): pollapla/sioj. –sesquioctava: lo/goj e)po/gdooj.
-nete: nh/th. – sesquitercia: lo/goj e)pi/tritoj.
-nota: fJo/ggoj. –sesquicuarta:lo/goj e)pite/tartoj.
–fija: fJo/ggoj e(stw/j –superparticular: lo/goj
–móvil: fJo/ggoj kinou/menoj. e)pimo/rioj.
-octava (intervalo de): to\ dia\ pasw=n. –superpartiente: lo/goj e)pimerh/j.
-oído: a)koh/. -regla (dispuesta junto al canon): ka-
-oír: a)kou/ein. no/nion.
-orificio (en los aerófonos): tru/phma. -relación: sxe/sij.
-paramese: parame/sh. -relajación (de una cuerda): xa/lasij.
-paranete: paranh/th. -relajar: xala=n.
-parípate: parupa/th. -ritmo: r(uJmo/j, to\ e)/rruJmon.
-percepción: ai)/sJhsij. –buen ritmo: eu)ruJmi/a.
-percusión (como productor primario -sección: katatomh/.
del sonido en general): plhgh/. -secuencia (de notas): vid. habilidad
-perfecto (referido a la escala): te/leion. manual.
-periodicidad (de la afinación): -semitono: h(mito/non.
a)pokata/stasij. -sesquiáltero (razón): h(mio/lioj.
-pitagóricos: oi( PuJago/reioi, oi( PuJa- -sesquitercio (razón): e)pi/tritoj.
gorikoi/. -sicigía: suzugi/a.
-plato: tru/blion. -simple: a(plou=j, a)su/nJetoj.
-posición (en la escala): Je/sij. -siringa: su=rigc.
-proporcionalidad (entre los términos -sistema: su/sthma.
de una razón interválica): summetri/a. –conjunto: su/sthma sunhmme/non.
-proporcionado: su/mmetroj. –disjunto: su/sthma diezeugme/non.
-proslambanómeno: proslam- –inmodulante: su/sthma a)meta/bolon.
bano/menoj. - perfecto: su/sthma te/leion.
-puente (de un instrumento): maga/j, -sonido: hÅxoj, yo/foj.
maga/dion, u(pagwgeu/j. –delimitado: yo/foj w(risme/noj.
–puentecillo: u(pagwgi/dion, u(pagw/gion. –sonidos iguales en tensión: yo/foi
–arrastrar el puente: e)pisurei=n. i)so/tonoi.
–desplazamiento del puente: paragwgh/. –sonidos desiguales en tensión: yo/foi
-pulsación (sobre un instrumento cor- a)niso/tonoi.
dado): krou=sij. -soplar (un instrumento): e)mpnei=n.
–punto de pulsación, límite de pulsa- -suave (referido a un género): malako/j.
ción: a)po/yalma. -tensión: e)pi/tasij, to\ eu)/tonon, ka-
-pulsar: krou/ein. ta/tasij, ta/sij, to/noj, suntoni/a.
-pycnón (suma de los dos intervalos –igualdad de tensión (en cuerdas o no-
graves del tetracordio): pukno/n. tas): i)sotoni/a.
–tetracordio sin pycnón: a)/puknon. –similaridad de tensión: o(motoni/a.
-quinta (intervalo de): to\ dia\ pe/nte. -tensar:
-razón: lo/goj (facultad humana opuesta –una cuerda: e)ntei/nein, e)pitei/nein.
a la percepción; razón interválica como –referido a factores pertinentes a la
expresión matemática del intervalo). acústica: tonou=n.
820
-tenso (referido a un género, y opuesto
a suave): su/ntonoj.
-tercio (de tono): trithmo/rion.
-término (de una razón interválica;
cf.proporcionalidad): o(/roj.
-tetracordio: tetra/xordon.
–inferior: tetra/xordon u(pa/twn.
- medio: tetra/xordon me/swn.
–conjunto: tetra/xordon sunhmme/nwn.
–disjunto: tetra/xordon diezeugme/nwn.
–añadido: tetra/xordon u(perbolai/wn.
-tocar (al auló): au)lei=n.
-tonal: toniai=oj.
-tonalidad: to/noj.
-tono (como escala y como intervalo
sesquioctavo): to/noj.
–desigual en tono: a)niso/tonoj.
–igualdad de tono: i)sotoni/a.
–igual en tono: i)so/tonoj.
–agudo en el tono: o)cu/tonoj.
-transponer (referido a los tonos): me-
Jarmo/zesJai.
-transposición (de tonos): meJarmogh/.
-trígono (instrumento musical):
tri/gwnon.
-trite: tri/th.
-uniforme: o(malo/j.
-voz: fwnh/.
–de voz aguda: o)cu/fwnoj.
–de voz grave: baru/fwnoj.
–adiestrar la voz: fwna/skein.
821
VIII. BIBLIOGRAFÍA2
1. Ediciones y traducciones
1.1. De Ptolomeo.
1.2. De otros autores antiguos
2. Estudios sobre música griega antigua.
2.1. De carácter general
2.2. Sobre Ptolomeo
2.2.1. Sobre su obra.
2.2.2. Sobre Harmónica.
2.3. Sobre otros autores de teoría musical.
3. Otros.
4. Repertorios bibliográficos.
2
Este sección recoge los autores y títulos pertinentes a la música griega antigua en general y a
Ptolomeo en particular. En la Introducción de este trabajo se han citado algunas obras de tema distinto a
éstos o de menor incidencia, para las que remitimos a las notas al pie de dicha sección. Por otra parte, las
abreviaturas de esta Bibliografía son las utilizadas en L’Année Philologique.
822
1. Ediciones y traducciones
1.1. De Ptolomeo.
BARKER, A: “Ptolemy”, Greek Musical Writings. Vol. II (cf. infra 2.1), pp.
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2.3. Sobre otros autores de teoría musical.
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pp.1-16.
BÉLIS, A.: “La théorie de l’âme chez Aristoxène de Tarente”, RPh 59 (1985),
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