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Graciela Di Marco
Centro de Estudios sobre Democratización y
Derechos Humanos.
CEDEHU
ESCUELA DE POSGRADO
UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN MARTÍN
democ@unsam.edu.ar
www.posgrado.unsam.edu.ar
Introducción
Los MTD presentaron una mayor visibilidad con respecto a los otros
movimientos sociales (las asambleas y las empresas recuperadas),
relacionada con sus dimensiones y sus modalidades de acción, los
cortes de ruta[7]. Las movilizaciones han tenido como objetivo central la
obtención de subsidios y bolsas de alimentos, interpelando al estado por
la concreción de los derechos fundamentales. Las organizaciones
piqueteras que ya eran actores políticos desde mediados de los noventa
se consolidaron por la lucha en las rutas y por la respuesta en el 2002
del gobierno de transición en encabezado por el presidente Duhalde, el
Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados (PJJHD)[8].La implementación
de este plan permitió un crecimiento casi exponencial de aquellas, a
través de la oferta de las transferencias monetarias. Como nos dijeron
algunos piqueteros: Duhalde nos creó[9]. No obstante, es necesario
tener en cuenta que aún en el pico de las inscripciones al Plan, las
organizaciones piqueteras en su conjunto solo administraron el 10 % de
los 2 millones de planes.
Las mujeres más organizadas despliegan un abordaje colectivo y las actividades son
propuestas, organizadas y lideradas por grupos de mujeres y, en algunos casos, también
participan algunos varones. Comienzan con los intentos de disuasión del grupo de
mujeres; y, si estos fracasan, siguen con algunas acciones organizadas como
movimiento.Las prácticas muestran alternativas creativas, contextualizadas y tomadas
luego de un análisis basado en sus propias experiencias, frecuentemente de mujeres
golpeadas. Se prioriza organizarse colectivamente, Pero si continúa la situación de maltrato,
también pueden pasar a la acción directa, que puede ser violenta o pacífica, según la
gravedad de la situación y de lo que desea hacer la mujer golpeada.
… No tenemos la política de ir a cagar a palos a nadie, en primera
instancia. Primera instancia nos parece que tiene que ser tratar
de convencer, un espacio de disuasión: “pensalo bien” “volvelo a
pensar”. Ahora, cuando el compañero, toda la política de
disuasión fracasa, hay otros elementos de disuasión que son muy
contundentes y que son efectivos. Es lamentable tener que llegar
a ese extremo pero a veces hay que llegar a ese punto y el caso
de Dora lo demuestra. O sea... el tipo la quería matar, estaba
pasado de todo. Las compañeras de la copa de leche hicieron
turrruuuu, se avisaron todas. Lo cagaron a piñas, no volvió nunca
más. (Risas) (Yanina, 29 años, La Matanza).
El pueblo feminista.
Y, te enterás más o menos, porque hay cosas que uno está acá y está
aislado de lo que pasa en la calle, de los gobiernos, y todo eso. Y
nosotros en las marchas, todo, nos informamos, todo, y uno se da
cuenta de las cosas, como son, todo. (MTD, mujer)
Este proceso está en la base de las articulaciones a las que nos vamos
a referir, que dieron como resultado la emergencia de un feminismo
popular que surge de la participación de las mujeres en diferentes
espacios de lucha y en especial en los Encuentros Nacionales de
Mujeres . Los Encuentros comenzaron en 1986 por iniciativa de un
grupo de mujeres feministas argentinas que había participado en la
Tercera Conferencia Internacional de la Mujer en Nairobi convocada
por Naciones Unidas (1985). Son autónomos, se realizan una vez al año
en una provincia elegida por las participantes y es organizado por una
comisión ad-hoc de la misma. La concurrencia a estos eventos fue
creciendo desde dos mil mujeres en el primero, para llegar a una cifra
de alrededor de quince mil en los últimos, realizados en Jujuy (2006) y
Córdoba (2007), con picos importantes en los realizados en Mendoza
(20.000) y Mar del Plata (30.000)[18]. A partir de 1997 las mujeres de
las incipientes organizaciones de trabajadores desocupados y de otras
organizaciones que surgieron en el segundo ciclo de protestas
comienzan a aparecer en los Encuentro[19]. Simultáneamente
comenzaron a recibir cada vez más la atención de los sectores más
reaccionarios, la injerencia de la iglesia y de autoridades provinciales,
para impedir que se debatiera acerca de la anticoncepción y el aborto y
se cuestionaran las familias y los valores tradicionales del patriarcado.
Partidos políticos de izquierda vinculados a algunas organizaciones
piqueteras, también intentaron influir en sus demandas, para poner el
énfasis en las luchas sociales y políticas, pero sin vincularlas a las
luchas de las mujeres por sus derechos. En 2003, con la concurrencia
de 12.000 mujeres, el Encuentro de Rosario (ciudad de la provincia de
Santa Fe) marca un punto de inflexión en los Encuentros de Mujeres,
preanunciado en el de Salta, el año anterior. Los derechos relacionados
con la sexualidad estuvieron entre los más reclamados. El uso de
pañuelos de color verde, para identificarse a favor de la legalización del
aborto, se inspiró en los pañuelos blancos de las Madres de Plaza de
Mayo, lo cual también indica la articulación con algunos sectores de
Madres[20].
La presencia de las mujeres de los movimientos sociales en los ENM,
sumada a la avanzada católica para boicotear el encuentro, están en la
base de la radicalización del propuesta de la lucha para la legalización
del aborto, que, al lado de las reivindicaciones vinculadas a la violencia
contra las mujeres y la demanda por trabajo digno, son los tres
derechos fundamentales que demandan las mujeres populares. En el
Encuentro de Mendoza (2004) se exigió la legalización del aborto y al
acceso gratuito al mismo, así como a los métodos anticonceptivos y a la
incorporación de la educación sexual el sistema educativo. La Campaña
Nacional por el Derecho al Aborto, la primera de alcance federal en
Argentina, surgió de los talleres de estrategias para la despenalización.
Para entender estos complejos procesos, detengámonos por un
momento en el análisis de las dos fuerzas antagónicas: el catolicismo
integral y el feminismo.
El cambio de escenario
Así como los reclamos por trabajo y en contra de la violencia hacia las
mujeres se dirigen a las instituciones y pueden ser satisfechos
diferencialmente, el reclamo por la legalización del aborto, como
significante de la ciudadanía plena de las mujeres, del laicismo y el
pluralismo, construye una frontera, y sobrepasa los discursos de la
hegemonía patriarcal representada hegemónicamente por la jerarquía
de la Iglesia católica.
Así como los reclamos por trabajo, y contra la violencia hacia las mujeres, se dirigen a las
instituciones y pueden ser satisfechos diferencialmente, el reclamo por la legalización del
aborto, como significante de los derechos sexuales, construye una frontera, sobrepasando
los discursos de la hegemonía patriarcal. La irrupción de lo heterogéneo aparece cuándo se
articulan las mujeres en movimiento y surge una demanda que significa a todas las
demandas: la lucha por la legalización del aborto, que condensa la lucha por la ciudadanía
de las mujeres, esto es, ejercer la libertad sobre sus propios cuerpos. Los pactos
conservadores que mencionamos intentan dejan afuera lo que es, en el fondo –y a pesar de
todos los avances en la prosecución de los derechos de las mujeres–, revulsivo para el
discurso patriarcal: los derechos de las mujeres, mientras que la respuesta de parte de las
mujeres fue el piquetero tiene cara de mujer. Ellas forzaron el esencialismo para marcar la
resistencia y para competir por el poder. Pusieron en la esfera pública las identidades de
mujeres populares que se inscriben en la demanda por ciudadanía, con sus discursos
políticamente incorrectos (como hemos observado en páginas anteriores al hacer
reverencia las demandas de las mujeres).
El nosotras dentro del nosotros (Piqueteros, carajo!) se articuló con otras demandas y
actores. Mediante esta articulación se constituyó un pueblo. Recordemos que pueblo, para
la teoría de la hegemonía, es un actor histórico potencial, una construcción que constituye
agentes sociales y “no constituye una expresión ideológica, sino una relación real entre
agentes sociales” (Laclau, 2005: 96/99/151). Este pueblo, en palabras de Ranciere (1996:
25), es la cuenta de los no contables, la parte de esos que no tienen parte. Para este autor,
“la política es el proceso de contar la parte de los que no tienen parte” La definición de
quién será considerado/a en la cuenta de la democracia es conflictiva, contingente y no está
predeterminada.
Como muchas feministas lo reconocen, mientras las alianzas fueron
básicamente entre las mismas feministas, no se podía avanzar en la
ampliación de las demandas, aunque no fueron pocos los logros
obtenidos desde la restauración democrática. Era necesaria la
articulación de las feministas con otras demandas e identidades. El
campo contrahegemónico se conformó a partir de varios factores: la
articulación de feministas y las mujeres populares, recién mencionada,
que venía produciéndose desde 1997; la coyuntura histórica post-crisis
de 2001; un gobierno que no levantó abiertamente las demandas de las
mujeres, pero sí las de los Derechos Humanos, y que tomó varias
decisiones políticas a favor de los derechos de las mujeres (destrabó la
aprobación del Protocolo de la cedaw, designó personas reconocidas
por su laicidad y hasta por su ateísmo como jueces del Tribunal
Supremo de la Nación, nombró a un reconocido sanitarista favorable a
la despenalización del aborto como Ministro de Salud)
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[1] Esta discusión se aparta de los ya tradicionales enfoques sobre los movimientos sociales, aunque es
heredera de la discusión generada por los mismos.
[2] Desde hace unos años los sectores afectado por la instalación de papeleras en las márgenes del Río
Uruguay, utilizan esta modalidad. En marzo de 2008 esta metodología mas la de los cortes y piquetes fue
tomada por la protesta del “campo”, con características similares a los cacerolazos que derribaron a Salvador
Allende en Chile en 1974.
[3] Laclau (2006) “Why constructing a ‘people’ is the main task of radical politics”. Para ser publicado en
Critical Enquiry. Pág. 7/8.
[4] L.Beccaria Empleo e integración social. Buenos Aires. FC E. (2001); G.Di Marco; H.Palomino
Movimientos Sociales en la Argentina. Asambleas: la politización de la sociedad civil. Ediciones Buenos
Aires. Baudino, UNSAM. (2003).
[5] El tejido de actividades barriales a fines de los ‘80 y ‘90, vinculados con las tomas de tierras en el Gran
Buenos Aires, han sido estudiados por varios autores: Forni y Longo (2003) “Las respuestas de los pobres
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[6] Una parafernalia de “paquetes“y “herramientas“de planes sociales diversos fueron financiados por el
Banco Mundial y el BID: programas de empleo transitorio, nutricionales, para la salud materno infantil,
para la equidad educativa educativa, etc. Todos tuvieron algún “componente” referido a la participación de la
sociedad civil. Entre los programas de empleo transitorio se destacan el Plan Trabajar (1995-1999) y el de
Servicios comunitarios (1997-2000).Los beneficiarios del primero trabajaban en proyectos y obras de
infraestructura. Los del segundo trabajaban vinculados a actividades de servicios a la comunidad (atención a
niños, ancianos y grupos en situación de riesgo, comedores y roperos comunitarios, campañas de promoción
de la salud y proyectos vinculados a la regularización de documentación personal y dominial). En la práctica,
la mayoría de las veces el Plan Trabajar era ofrecido a los varones desocupados y el de Servicios
comunitarios, a las mujeres pobres.
[7] Para una discusión acerca de la emergencia de MTDs y su caracterización: Svampa; Pereyra. Entre la
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[8] El gobierno nacional, en abril de 2002, puso en marcha un programa nacional de subsidios, denominado
Plan Jefes y Jefas de Hogar desocupados. Los mismos se otorgan a hombres y mujeres desocupados de
hogares pobres y con hijos menores de 18 años o discapacitados de cualquier edad o con la mujer (Jefa o
Cónyuge) embarazada. El conjunto de los movimientos de trabajadores desocupados cuenta con el 10% de
estos planes aproximadamente. A cambio de los 150 pesos recibidos los beneficiarios/as deben realizar alguna
contraprestación en actividades comunitarias y de capacitación; finalización del ciclo educativo formal ;
acciones de formación profesional; incorporación a una empresa a través de un contrato de trabajo formal.
[9] Hacen referencia a Eduardo Duhalde, designado presidente provisional luego de la renuncia del
presidente Fernando De La Rua, y de interinatos por pocos días de tres legisladores designados como
presidentes.
[10] Estás prácticas colectivas no son nuevas. En Yugoslavia, entre 1950 y 1973, se observaron casos de
autogestión obrera impulsada por el régimen socialista. En la revolución de 1952 en Bolivia se impulsó el
sistema de autogestión de trabajadores (sobre todo en el sector minero), pero en 1964 un golpe de Estado
llevó a la ocupación militar de las minas. En 1967, en Perú, un grupo de oficiales nacionalistas tomó el poder
e impulsó un sistema de cooperativas y comunidades industriales. En Chile, bajo el Gobierno de Salvador
Allende (1970-1973), más de 125 fábricas estaban manejadas por obreros. En Brasil, hay más de 200
empresas recuperadas por trabajadores y la primera experiencia data de 1991 en una fábrica de calzados. En
1994 se creó la Asociación Nacional de Trabajadores en Empresas Autogestionadas (ANTEAG) para
coordinar diversas experiencias que surgían debido a la crisis de la industria.
[13] La noción feminista de la ciudadanía sexual intenta hacer visible el desbalance de derechos existente
entre varones y mujeres. Coincidimos con Richardson (1998) en que no hay una definición estándar de
ciudadanía sexual. Esta concepción se alza sobre la demanda por el reconocimiento de las necesidades y
deseos de las mujeres sin vincularlos necesaria y únicamente a la reproducción, esto es, a ninguna visión
esencialista de alguna finalidad de la sexualidad. esta noción, al ser más amplia, contiene a los derechos
reproductivos.
[14] Agradezco a Oscar Grillo por esta observación.
[15] Laclau señala en la centralidad del nombre del lider, el investimiento afectivo clave como significante
vacío que representa la cadena de equivalencias. Laclau La razón populista. Buenos Aires. FCE. (2005)
Pág.127/130.
[16] Sin embargo, sólo en un caso una experimentada militante (una “señora de nadie”) rompió con la
dirigencia y armó otra organización.
[17] Testimonio recogido por Marta Dillon, nota Rebelión en el piquete Periódico Página 12 2004/7-9.
[18] Para una ampliación de este tópico: G. Di Marco. “Igualdad de género y movimientos sociales en
Argentina”. En E.Maier y N.Lebon ed. (comp.) De lo privado a lo público: 30 años de lucha ciudadana
de las mujeres en América Latina. México. UNIFEM-Lasa-Siglo XXI. (2006)
[19] En 1997, se contabilizaron 104 cortes de rutas en diferentes provincias argentinas, cuyos objetivos
estaban vinculados con el reclamo de puestos de trabajo y subsidios y la demanda por incremento del gasto
social en salud, alimentación y educación, junto con peticiones de ayuda del gobierno nacional para evitar el
cierre de fuentes de trabajo y el pago de salarios atrasados.
[20] Una de las organizadoras, de Católicas por el Derecho a Decidir, dice: .... Pero debemos reconocer que
la idea de lograr impacto con pañuelos la hemos tomado del impacto que significaron los pañuelos blancos
de las Madres de Plaza de Mayo.
[21] No haremos lo mismo con el proceso seguido en otros países latinoamericanos.
[22] En 1930, el golpe militar, el primero en el país, derrocó al presidente constitucional, Hipólito Irigoyen
(Partido Radical). Al periodo inaugurado por este golpe y los sucesivos presidentes emparentados con los
conservadores, se lo conoce como década infame, caracterizada por: gobierno autoritario, corrupción y fraude
electoral. Los autores del siguiente golpe de Estado (1943) proclamaron que se alzaban contra los que habían
gobernado durante la “década infame”. Entre los militares que formaban parte del grupo que derrocó al
entonces presidente Ramón S. Castillo se encontraba Juan Domingo Perón. Perón fue Secretario de Trabajo y
Previsión y en 1944 al desplazar el general Edelmiro Farrell de la presidencia al general Pedro Ramírez, fue
nombrado Ministro de Guerra y Vicepresidente. En 1946 fue elegido presidente de la Nación.
[23] La inmigración italiana fue la más numerosa, seguida por la española. Entre 1857 y 1940, la primera fue
del 45% del total de la inmigración, y la segunda, 31%.
[24] Según los resultados de una encuesta publicada en 2008, el 76% se define como
católico, el 9% como evangélico y un 11.3% dice ser ateo, agnóstico o no tener
ninguna religión. Está de acuerdo con el aborto en algunas circunstancias un 63,9 %,
mientras que el 92,4 por ciento apoya la educación sexual en las escuelas.
[25] El obispo es también defensor de las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura.