Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Introducción
Creo que es excelente que estemos reunidos, estos días, para conocer
más de nuestro Dios, para que podamos entender mejor quién es nuestro
Señor, y eso nos llevará a una relación más íntima y personal con Él.
Estamos aquí para conocer al Dios que salva, no sólo saber acerca de Él.
Y es justamente de lo que está escribiendo Isaías. Son palabras de alguien
que ha experimentado en carne propia la obra del Dios Salvador en su vida.
En ese sentido, vamos a hablar de tres aspectos que encontramos en este
pasaje:
Al escuchar del Dios que Salva, es decir, al escuchar las buenas nuevas
de Salvación, lo primero que llegamos a comprender es que Dios es Santo,
y vemos la condición en la que estamos. La ira de Dios está sobre nosotros,
por nuestro pecado. Él está enojado contra nosotros. Él es Santo, y en
nuestra condición de pecadores, sólo merecemos recibir su ira.
No puede pasar por alto nuestro pecado, porque el Dios que Salva
también es Justo. Merecemos la justa retribución por nuestro pecado. Pero
si nos quedamos con un Dios Santo y justo, no tenemos ninguna esperanza.
Lo único que podemos esperar es condenación, y verdaderamente no
podríamos conocer en su plenitud al Dios que Salva.
Es entonces que el pasaje nos muestra que el Dios que Salva, es un Dios
que actúa con Amor y Misericordia, porque, aunque Él estaba enojado, y su
ira estaba sobre nosotros, Él apartó su ira, y nos consoló.
¿Dónde está puesta nuestra esperanza? ¿Es el Dios que Salva el centro
de nuestra esperanza? ¿Dios es mi salvación?
Fue la esperanza que tuvieron y que deberíamos que tener todos los
hijos del Señor. Fue con esa esperanza que los hijos de Dios, soportaron
persecuciones, tribulaciones y martirio, con su mirada puesta en “...aquél
día...” junto a Dios, a su Salvador, contemplando toda su Gloria.
Pero conocer al Dios que salva no sólo trae esperanza. También nos trae
confianza.
¿Cómo no ver en todo esto al Señor que Salva como nuestra fortaleza?
¿Cómo no vivir confiados? ¿Cómo estar temerosos? Si el Señor nos ha
perdonado, si su ira se ha apartado de nosotros, y nos ha consolado. Si el
Señor es nuestra Salvación, tenemos una esperanza futura con Él, y sabemos
que podemos vivir confiados entonces lo que nos queda por hacer es vivir
en gratitud y alabanza a Él.
Y los versículos del 4 al 6 une al pueblo de Dios a una voz y dice: “En
aquél día diréis...” Los que conocemos al Dios que Salva, unidos a una voz:
daremos gracias y alabaremos a Jehovah. Esta escena nos hace recuerdo
cuando el Pueblo de Israel vio las grandes maravillas que el Señor hizo por
ellos al Salir de Egipto.
Aplicación
No basta con saber o decir, no basta con tener los conceptos y enseñar
o predicar acerca de esos conceptos. El Santo de Israel es grande en medio
de nosotros.
Es en esa relación íntima, personal y real, con el Dios que Salva, que Él
nos habla a través de su Palabra, y su Espíritu Santo nos guía, y nos da el
poder sobrenatural para hacer y vivir en su voluntad. Pero también nosotros
respondemos en oración, en plena dependencia, y todo el tiempo le damos
gracias y le alabamos.
Será a través de una verdadera alabanza del Señor, por nuestras bocas
y en nuestros actos, que las personas conocerán las hazañas de nuestro
grande Dios, y tendrán la oportunidad de ver y escuchar acerca de la
Salvación que el Señor nos ha dado y ha puesto también a su disposición.
¿Conocemos al Dios que Salva? ¿Es el Dios en el que creemos? O tal vez
hemos creado una imagen de un dios, que verdaderamente no es el Dios
Verdadero.