Sei sulla pagina 1di 15

ANÁLISIS AL TEXTO DE JUAN 8: 1-11

¿QUÉ ESCRIBÍA JESÚS EN EL POLVO DE LA TIERRA?

VERSÍCULO 1: “Y Jesús se fue al monte de los olivos.


VERSÍCULO 2: Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a
él, y sentado él, les enseñaba.
VERSÍCULO 3: Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer
sorprendida en adulterio y poniéndola en medio,
VERSÍCULO 4: le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el
acto mismo de adulterio.
VERSÍCULO 5: Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú,
pues, ¿qué dices?
VERSÍCULO 6: Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero
Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.
VERSÍCULO 7: Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El
que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra
ella.
VERSÍCULO 8: E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo
en tierra.
VERSÍCULO 9: Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían
uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó
solo Jesús, y la mujer que estaba en medio.
VERSÍCULO 10: Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer,
le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?
VERSÍCULO 11: Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te
condeno; vete, y no peques más.”. (BIBLIA REINA VALERA versión 1960).

Trataremos de dirimir tres aspectos fundamentales en el texto:


1.- En donde realmente estaba Jesús cuando acaecieron los hechos.
2.- La genuina posición de los Escribas y Fariseos.

1
3.- Que fue lo que realmente escribió Jesús.

En la mayoría de las versiones el texto es igual.

LA PRIMERA PARTE, nos relata la presencia de Jesús en el Templo en horas


de la mañana. Estaban celebrando la Fiesta de los Tabernáculos o de Las
Tiendas (Juan 7:1-2) y debido a ello había multitud de peregrinos, lo que era
aprovechado por El Maestro para enseñar: “Y todo el pueblo acudía a él”, lo
que hace notar el gran concurso de gentes que escuchaban.

Esa afluencia de público nos indica que era un día festivo.

Ahora bien, ¿En dónde se hallaba Jesús? ¿Realmente dentro del templo?

Jesús estaba en uno de los atrios del templo: “Entonces se sentó y comenzó
a enseñarles”.

No pretende decir el evangelista que estuviese sentado en la cátedra de los


doctores, sino en uno de los escaños o pequeña alfombra en donde se
sentaban los discípulos oyentes. (Lucas 2:46).

Era el modo ordinario de enseñar en ese lugar.

Jesús acostumbraba sentarse en el pórtico de Salomón, o frente a la puerta


Hermosa y desde allí proclamar que todos los hombres, aun los pecadores,
eran hijos amados de Dios y perdonados incondicionalmente por Él.

Muy de mañana se presentó en la amplia explanada del templo.

La llegada del célebre y controvertido predicador de Galilea, motivó que la


mayor parte de la gente que venía a la oración matutina, no entrara en el
lugar sagrado, sino que permaneciera escuchando atentamente las palabras
con autoridad que salían de la boca del Maestro.

Las cosas no comenzaban ortodoxamente. El templo estaba vacío, mientras


que el atrio se encontraba abarrotado.

Adentro estaban los letrados que no tenían a quién trasmitir sus profundos
conocimientos.

2
Los escribas y sacerdotes se habían convertido en profesionistas autómatas,
que habían extinguido el Espíritu de la Elección y la Alianza. Ya no resonaba
vibrante la voz de los profetas, sino las exigentes minucias del legalismo.

Roberth Altham en su libro, “La agonía de los hechos”, página 144, narra:

“La religión judía se había convertido en ritualismo y formalismo. La parte


exterior del templo se había transformado en una cueva de ladrones y
comerciantes. La religión de Israel estaba agonizando, al mismo tiempo que
despuntaba una nueva era de gracia y de verdad para la humanidad. El
lugar más sagrado, motivo de legítimo orgullo para Israel, estaba a punto
de ser sustituido. El oro, la plata y las maderas preciosas no se comparaban
con la gloria majestuosa que habría de venir. Los sacerdotes, con suntuosos
ornamentos y sus continuos sacrificios, estaban a punto de ser remplazados
para siempre. Salomón había edificado un templo para ser lugar de
encuentro de Dios con su pueblo. Pero tanta purificación y condición para
entrar a él, aparte de los diferentes muros o de las cortinas que había que
traspasar, hacían prácticamente inaccesible la comunión de Dios con el
hombre. Solamente los “puros, los santos y los cumplidores de toda la ley”
merecían estar delante de la presencia del Eterno”.

Miremos las circunstancias de presentación de la mujer adúltera.

Primero debemos precisar que este tipo de faltas y pecados eran conocidos
en primera instancia por El Alto Tribunal o Sanedrín local, quienes debían
escuchar a los testigos del caso.

Presumimos que los escribas y los fariseos la llevaban ante los jueces, pero
al pasar por allí y viendo a Jesús, quisieron comprometerle. Tampoco sería
improbable el que se la trajesen exprofeso, para enredarle y hacerle caer en
contradicción.

Al decretar la pena de muerte, por lo menos se sentían mejores que "la


culpable". Estaban ya a punto de ejecutarla, cuando los astutos enemigos
de Jesús quisieron aprovechar el inesperado encuentro para poner a prueba
al predicador de Galilea, y de esa manera tener dos condenados a la vez.

3
Por esta razón fue que esa mañana se precipitaron en tropel desordenado a
la explanada del templo, donde se hallaba Jesús predicando.

El relato evangélico, nos transmite con rasgos vivos e impresionantes cómo


le presentaron a Jesús el penoso caso, exigiéndole una posición definida.

Los acusadores, que se habían dado cuenta de la escabrosa situación y que


no le sería fácil salir bien librado de ella, esperaban la contestación del
Maestro. Sin embargo, allí en la punta del dedo estaba la sabia y profunda
respuesta que ninguno de los circunstantes comprendió.

Jesús que estaba sentado en un pequeño y bajo escabel en donde, por lo


regular se hacían los oyentes, o sobre una estera o alfombra suave que se
acostumbraba poner, “inclinándose, escribía con el dedo en tierra”.

El sentido de este gesto no ha sido dilucidado todavía.

Sin embargo, podría ser, el de una persona que no quería intervenir en el


asunto que se le propone. (Lucas 12:13-14).

4
San Jerónimo es el primero que propone, conforme a una interpretación de
Jeremías 17:13, que estaba escribiendo en la tierra, los nombres de los
acusadores y sus culpas.

“! Jehová esperanza de Israel! Todos los que te dejan serán avergonzados


y los que se apartan de ti serán escritos en el polvo, porque dejaron a
Jehová, manantial de aguas vivas”.

Es sin duda, la serena actitud de una persona que no quiere inmiscuirse en


un asunto ajeno y menos aún en la trampa que le tendían.

Incorporándose, pero sin ponerse de pie, mirándolos y acaso señalándolos


con el dedo, les dijo:

“Aquél de ustedes que no tenga pecado, que arroje la primera piedra”.

En la represión de la apostasía, mandaba la Ley, que quienes fueran los


testigos denunciadores, fueren los primeros en arrojar las piedras contra el
condenado en el juicio. (Deuteronomio 13:9 y 17:7).

Su posterior respuesta de liberación moral y social de la pecadora, dejó


totalmente confundidos a sus perseguidores:

“Yo tampoco te condeno. Vete y no peques más”.

Por una parte se puso del lado de la Ley, por tanto ya no podían acusarlo.

Por otra parte, perdona a la acusada.

Algo natural en ÉL.

Jesús con su bondad confunde la malicia de los hipócritas acusadores.

LA SEGUNDA PARTE, de este texto se refiere a la pregunta capciosa hecha


con el único objetivo de confundir y engañar al Señor. Si Jesús contesta que
la apedreen, le culparán de inconsecuente con su fama de misericordioso.

5
Si la absuelve, le acusarán de transgresor de la ley mosaica sinaítica.

La ley decreta pena de muerte para la adúltera (Levitico 20:10).

Y el Libro de Ezequiel 16:38-40, menciona la lapidación como pena normal


de las adúlteras.

Confirma la pena de muerte por lapidación para la prometida o desposada,


infiel al hombre a quien legalmente pertenece, aunque todavía no conviva
con él, el texto en Deuteronomio 22:21.

La escena se desarrolla públicamente en los atrios del Templo donde Jesús


suele enseñar.

El tipo de pregunta es idéntica a la que le hicieron respecto a la moneda del


César. (Marcos 12:13-17).

No le están pidiendo una sentencia forense o judicial, pues Jesús no es Juez,


sino un dictamen sobre la aplicación de la ley, con todos los aditamentos y
castigos que ello conlleva.

No le están pidiendo que opine.

Le exigen que obre en consecuencia al pecado de la mujer.

Y tiene que ser, ¡…Ya…¡

Esta situación aparentemente inocente, presupone que los interlocutores


han visto a Jesús distanciarse de la Ley y por ende perdonar pecados.

Han visto, que pasa por encima de los preceptos y ordenanzas establecidas
por los Fariseos.

Requieren una respuesta delante de todos.

E insisten: La hemos sorprendido en flagrante adulterio:

¿La llevamos al tribunal competente?

¿La ejecutamos sin más, conforme la ordenanza de Moisés?

6
La cuestión era malévolamente planteada y hasta incluso apuntando a
posibles complicaciones con el poder civil romano vigente, ya que la pena
de muerte era competencia exclusiva del procurador romano. (Juan 18-31).

Con un desprecio olímpico, Jesús se inclina y comienza a escribir en el suelo,


sin contestarles nada.

Esta actitud los enerva y nuevamente le preguntan.

A partir de ese momento crucial, los eventos se desarrollan de una manera


inesperada: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”.

Recordamos al Rey Salomón, cuando obligado por la gravedad de las


circunstancias debió tomar una decisión inmediata: “Enseguida el Rey dijo:
Partid por medio al niño vivo y dad la mitad a la una y la otra mitad a la
otra”. (1ª Reyes 3:25).

La respuesta fue una extraordinaria manifestación de amor.

Se conmovieron las entrañas de la verdadera madre ante la posibilidad de


la muerte de su propio hijo.

Una posición correcta produjo una respuesta acertada. !Evitar una muerte¡

Lo único que quieren es tentarle para hacerle equivocar y tomar una


decisión que vaya en contra de las reglas mosaicas.

Números 14:22: dice: “todos los que vieron mi gloria y mis señales que he
hecho en Egipto y en desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han
oído mi voz”.

Pero en todo su ministerio, fue probado varias veces.

En Mateo 19:3 se lee: “Entonces vinieron a él, los fariseos, tentándole y


diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?

En Lucas 10:25 se afirma: “Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo


para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?

7
En Lucas 11:53 está escrito: “Diciéndoles él estas cosas, los escribas y los
fariseos comenzaron a estrecharle en gran manera, y a provocarle a que
hablase de muchas cosas”.

Lucas 20:20 dice: “Y acechándole enviaron espías que se simulasen justos, a


fin de sorprenderle en alguna palabra, para entregarle al poder y autoridad
del gobernador”.

Mateo 16:1: “Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle y le pidieron
que les mostrase señal del cielo”.

LA TERCERA PARTE de la narración nos dice que El Señor estaba escribiendo


con su dedo.

Los comentaristas han encontrado ancho campo para conjeturas.

Unos dicen que, “algún texto de la legislación penal de la época”.

Otros que, “simples garabatos o signos extraños”.

También que, “les escribía el nombre de Dios”.

Aquellos que, “el nombre de satanás junto al de ellos”.

Algunos otros que, “el nombre de los que se apartan del señor”, conforme
lo escrito en Jeremías 17:13.

Varios, que les estaba recordando la escritura “por el dedo de Dios”, al rey
de los caldeos Belsasar en Daniel 5:5.

Y otros más, “versículos de la palabra para reargüirlos”.

O, que escribió, todo el versículo 10 de Levítico 20 que dice:

“Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y


la adúltera indefectiblemente serán muertos”.

No nos olvidemos que en aquella época no existía la biblia como tal, sino
rollos que se leían de manera continua y no tenían divisiones numéricas.

8
De su actitud serena y majestuosa se desprende una extraordinaria fuerza
que desenmascara a todos los hipócritas presentes y una indignación que
los hace retroceder avergonzados.

El Salmo 90:8 dice: “Pusiste nuestras maldades delante de ti y nuestros


yerros a la luz de tu rostro”.

El Salmo 70:2 reza: “Sean avergonzados y confundidos los que buscan mi


vida; sean vueltos atrás y avergonzados los que mi mal desean”.

Para escudriñar la tercera parte veamos:

En LA ESCRITURA SANTA O LA PESHITA DEL ARAMEO-GALILEO de José Luis


Hernández en la página 1.700 el Versículo 6 dice: “Esto decían, tentándolo,
para tener alguna acusación contra él. Mientras tanto, Ishú, inclinado hacia
abajo, escribía en el suelo con el dedo”.

ACOTACIÓN PERSONAL: Me encanta el nombre de ISHÚ.

En el NUEVO TESTAMENTO GRIEGO-ESPAÑOL de José O’CALLAGHAN de la


Biblioteca de Autores cristianos en la página 533 dice el Versículo 6: “Esto
decían tentándole, para tener de que acusarle. Pero Jesús, inclinándose
hacia el suelo, escribía con el dedo en la tierra”.

En la BIBLIA DEL PREGRINO tomo III, de Luis Alonso Schokel en la página


255 dice: Versículo 6: “Lo decían tentándolo, para tener de que acusarlo.
Jesús se agachó y con el dedo se puso a escribir en el suelo”.

La versión Armenia de la Biblia traducida por Pablo Torijano Morales, sobre


este texto dice: “Reclinando su cabeza escribía con el dedo sobre el suelo,
para declarar los pecados de esos hombres y ellos veían sus distintos
pecados escritos sobre las piedras”.

Lo que estaba escribiendo trastornó y tocó la conciencia de los fariseos y


evitó que tiraran piedras sobre la mujer.

Jesús no vino a rehacer o abolir los mandamientos.

9
Vino a manifestarles que las 613 normas de la Ley, implantadas por ellos
para la obediencia y cumplimiento del pueblo, “son tan onerosas que aún
ellos no podían y evitaban cumplirlas”.

Vino a interpretarlas correctamente y a romper con las tradiciones.

Jesús recurre a la misma LEY, que ellos pretenden aplicar para reargüir la
conciencia de los que deseaban ajusticiar a la mujer.

Tenía que hablarles el lenguaje que ellos conocían suficientemente.

¿Entonces qué fue lo que realmente escribió Jesús?

Jesús sabe que es imposible que, TODA LA TURBA QUE HA LLEGADO, HAYA
PRESENCIADO EL ACTO SEXUAL DE AQUELLA MUJER.

Todos están vociferando, pero la primera pregunta que con su mirada les
hace, es:

*¿En dónde está el hombre?

*¿Acaso no son dos los que cometieron el pecado?

*¿En dónde está el hombre que encontraron con aquella mujer?

Sabemos que para presentar una acusación de esta naturaleza debían ser
personas de intachable moral y de reputada honestidad, de lo contrario no
prosperarían las acusaciones.

En Deuteronomio 17:6 dice: “Por dicho de dos o de tres testigos morirá el


que hubiere de morir; No morirá por el dicho de un solo testigo”.

Entonces ¿podría ser que Jesús estuviera escribiendo las exigencias que
estaban en los rollos?

Ya lo hizo otras veces: Sus discípulos manifestaron: “Y se decían el uno al


otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el
camino, cuando nos abría las Escrituras?. (Lucas 24:32).

*¿En dónde está el hombre adúltero?

10
Los escribas y fariseos eran PROFUNDOS conocedores de la ley mosaica, por
lo tanto debía necesariamente hablarles con ella en la mano.

Deuteronomio 22:22: “Si fuere sorprendido alguno acostado con una


mujer casada con marido, ambos morirán, el hombre que se acostó con la
mujer, y la mujer también, así quitarás el mal de Israel”.

Jesús debió escribir al tenor de esa situación y conforme estaba escrito en


las Escrituras.

Puso en evidencia la hipocresía de los escribas y fariseos, que presumiendo


de ser celosos guardadores de la ley, la incumplían cuando querían alcanzar
intereses siniestros y ocultos.

Se les había olvidado un pequeñísimo detalle: Traer al adúltero.

¿En dónde estaba el hombre con el cual se había consumado el pecado?

Era indispensable que acudiera junto a la acusada para responder por aquel
delito.

Probablemente estaba en medio de la multitud escondido y con una piedra


en la mano. ¿Acaso el cobarde infractor se había prestado para tenderle
una trampa a aquella indefensa mujer?

Helmunth Coch, un tratadista luterano alemán manifiesta que:

“Muchos de los que estaban ahí, con la Ley en una mano y la piedra en la
otra, presumiblemente habían pecado ya con aquella mujer. La posición de
los alborotadores estaba guiada por los celos. No celos de la Ley, sino celos
pasionales enfermizos que los había llevado a espiar a aquella mujer. Era
una venganza pasional, pues ¿de qué otra manera se explica que la hayan
sorprendido “casualmente” en la comisión del pecado? Estos hombres al ver
sus nombres escritos en el suelo y conociendo las Escrituras, debieron huir
del señalamiento que estaban recibiendo”.

11
George Stendahall en su libro “Jesús” página 119 dice:

“Al señalar Jesús el polvo con su dedo, les estaba ya respondiendo. Pero
ellos, incapaces de entender sus palabras, menos podrían interpretar su
silencio. Lo que quería decirles cuando escribía en la tierra, era: "Miren este
polvo del que todo hombre ha sido formado. Esta mujer fue hecha de barro,
por eso es débil y frágil. Tan pecadora como el hombre con quien pecó. No
olviden que también ustedes, fueron hechos de barro. ¿Por qué, pues,
acusan y quieren la muerte de alguien que es igual a ustedes? Condenarla
incluye la sentencia para cada uno de ustedes, y yo no vine para condenar,
sino para salvar". (?)

Recordemos que en aquella época, la facultad de escribir estaba reservada


a muy pocos, quizás a un 10% de la población.

De allí que el oficio de los escribas era tan valioso y apetecido. Así mismo a
los invasores romanos, no les interesaba que el pueblo judío subyugado
aprendiera a leer y escribir.

Por lo tanto solamente LOS ESCRIBAS Y LOS FARISEOS que se acercaron a


ver lo que estaba escribiendo pudieron LEER. Es presumible que todos sus
oyentes no entendieran lo que estaba haciendo con su dedo en la tierra.

El sacerdote Armand Puig en su libro “Jesús, una biografía” en la página 187


manifiesta:

“En cambio, no demuestra nada el episodio de la mujer adúltera donde se


afirma que Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Se
trata de una frase elíptica ya que no especifica qué escribía exactamente:
¿palabras?, ¿signos alusivos a los pecados ocultos de los acusadores de la
mujer?, ¿rayas sin sentido que mostraban su disgusto por la pena de
muerte que reclamaban para ella?” (?)

Algunos se atreven a cuestionar si Jesús realmente estaba escribiendo o no,


aducen que a lo mejor… ¡no sabía escribir¡

¡Soberana estupidez!

12
Eusebio de Cesárea en su Historia Eclesiástica escrita hacia el 325 d.C.,
recoge una tradición antigua y consolidada del siglo III, y presenta una
correspondencia epistolar entre Jesús y el Rey Abgar de Edesa, ciudad Siria
en la que existió desde temprano una comunidad cristiana que nació en los
tiempos de Jesús.

El rey estaba enfermo y conocedor de los milagros del Nazareno le escribe y


posteriormente recibe la respuesta de la propia mano de Jesús.

A esa correspondencia Eusebio se refiere con estas palabras:

“JESÚS le hizo el honor de una carta de su puño y letra”.

El texto es el siguiente entregado a Hanán secretario del Rey:

“Id, y decid a vuestro amo, quien os envió a mí: “Feliz seáis, vos que habéis
creído en mí, sin haberme visto, porque está escrito de mí que quienes me
vean no creerán en mí y que aquellos que no me vean creerán en mí. En
cuanto a lo que habéis escrito, que debería ir a vos, todo a lo que fui
enviado aquí, está terminado, y subo de nuevo a mi Padre quién me envió, y
cuando haya ascendido a ÉL os enviaré a uno de mis discípulos quién sanará
todos vuestros sufrimientos y os dará la salud de nuevo, y convertirá a
todos aquellos con vos a la vida eterna. Y vuestra ciudad será bendecida por
siempre y el enemigo nunca prevalecerá sobre ella”.

MI POSICIÓN PERSONAL:

Muchas vertientes religiosas han tratado de minimizar el hecho, aduciendo


que la importancia del mismo no radica en lo que escribió, sino en la
maravillosa gracia del perdón. Eso es innegable.

Pero, TODO EN LAS ESCRITURAS tiene un porqué y una respuesta.

Nada es producto del azar o las circunstancias.

Podríamos aceptar cada una de las diferentes posiciones aquí descritas y


someternos a vivir con la disyuntiva de no saber cuál es la verdadera.

13
No escribió el nombre de Dios, porque en aquella época era CASTIGADA
severamente la persona que osara pronunciar el Tetragrámaton, hasta con
la pena de muerte. Ocultaban el nombre del Señor.

No escribió versículos de la Palabra, porque todavía no se habían codificado


alfanuméricamente los textos.

No escribió el nombre de satanás, porque inmediatamente lo hubieran


tachado de servidor del diablo, como ya lo habían tildado una vez.

No escribió ninguna referencia, a la escritura aparecida en la pared en


tiempos de Daniel, porque no hubiese tenido significado para el momento.

No escribió parte de los textos bíblicos porque estaba TERMINANTEMENTE


PROHIBIDO escribir en las paredes o en lugares públicos y mucho menos en
el suelo, apartes de la Palabra de Dios.

Recordemos que Jesús era un Rabino y por ende conocía todo esto.

PERO SI ESCRIBIÓ…

Los nombres de cada uno de los que estaban desafiándolo y al frente, cada
pecado personal o violación a la ley cometido.

Se iban acercando desde los ancianos hasta los más jóvenes y veían en el
polvo de aquella tierra, escrito su nombre y su pecado.

¡Escribió DOS VECES¡

La primera vez para ir anotando los nombres de la mayoría de los que


habían acudido con la acusada, o por lo menos el de los cabecillas.

La segunda para escribir frente a cada uno de los nombres sus pecados.

Extraordinaria manera de salir de aquella tremenda encrucijada.

¡Y la única! Porque estaba corriendo el riesgo de ser condenado juntamente


con la sindicada de adulterio.

14
Cuando se fueron acercando a mirar lo que había escrito, contemplaron sus
nombres y huyeron avergonzados por la exposición clara y fehaciente de
todas sus faltas, por este hombre que se autocalificaba Hijo de Dios.

En Jeremías 17:13 nuevamente leemos: “¡Oh Jehová, esperanza de Israel!


Todos los que te dejan serán avergonzados; y los que se partan de ti serán
escritos en el polvo, porque dejaron a Jehová, manantial de aguas vivas”.

Luego, Jesús se incorporó. La miró de frente y le dijo: "Mujer".

Ella, que ya no era considerada mujer.

La que había perdido su dignidad femenina.

Juguete de hombres.

Menospreciada y acusada por los que se creían mejores.

Ella, La pecadora, es llamada con el título más grande: MUJER.

Sólo CINCO MUJERES reciben de Jesús este glorioso nombre entre ellas su
madre María.

Si para otros, la adúltera ya no era una mujer y merecía la muerte, para


Jesús es una mujer con todo el significado de la palabra.

El Maestro le devuelve la dignidad perdida.

Extiende su mano de misericordia y perdón, sin guardar memoria de su


pecado.

Y con una sola palabra, la transforma en MUJER.

15

Potrebbero piacerti anche