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ISBN 978-987-27388-2-2
2
PRESIDENTA DEL COMITÉ ACADÉMICO
COMITÉ ACADÉMICO
COMITÉ EJECUTIVO
3
“Pedregales: de retos, derrotas y victorias”
(Relatos gramaticales)
Resumen
4
Relato 1. Espejo de la comadreja
Esta metarreflexión intenta ser un espejo donde no sólo yo puedo mirarme, sino que
–humildemente- los invito a mirarse y re-pensarse. Propongo un relato con aire de río que
inicia navegando con la pregunta: ¿cuál es el comienzo del trayecto gramatical?
Podría pensarse desde un enfoque funcionalista 1, que el lenguaje materno es la
primera aproximación a la lengua, desde una tímida, luego fuerte y, finalmente, casi absoluta
función fática de una madre y su hijo, pero la gramática en tanto sistema de descripción y
explicación es impensable –para el niño- en esos primeros “juegos lingüísticos”.
En mi experiencia, sucedió mucho tiempo después. La primera aproximación con la
lengua –esa sombra- la tuve al ingresar en la escuela media. Eran años oscuros de
transformación educativa y fuimos una de la primeras generaciones arrojadas a los
porvenires del entonces novísimo EGB. La gramática era para mí, un espacio de cajas
chiquitas, y personas desconocidas que hacían tal o cual cosa. Imperaba en esos días, un
modelo estructuralista, que llevaba aún la profunda marca inquisidora de la tradición 2.
“Durante los años setenta y a partir de la reforma que se inicia con la promulgación de la Ley
General de Educación, el estructuralismo pasa a los libros de texto de la Enseñanza General
Básica, de la Formación Profesional y del Bachillerato.” (AAVV; 1993: 24)
Según Lomas (1993), este modelo, puesto que excluye el habla de su ámbito de
estudio, ha descuidado las variaciones particulares, el uso, por lo que deja de lado uno de
los objetivos fundamentales de la gramática: proporcionar instrumentos para que el alumno
desarrolle destrezas comunicativas.
La gramática era ese espacio lejano -irremediablemente lejano- donde a veces todo
se reducía a un soslayado análisis sintáctico, que –según Giammatteo y Albano (2004)-
terminará por instalarse en el “imaginario colectivo” de varias generaciones como el modelo
gramatical por “antonomasia”.
1
La lingüística sistémico-funcional desarrollada por Halliday supone que el propósito de los estudios de la
lengua es (o debiera ser) la explicación de cómo se construyen singnificados en los intercambios verbales.
2
A modo de chisme literario: Borges en 1933 nombra en un ensayo a los gramáticos españoles (que
respondían a la gramática tradicional –tal vez-: “La gramática –que es el presente sucedáneo español de la
inquisición- se ha identificado con el Quijote, nunca sabré por qué. (…) Contra la burda calidad de esta fama, un
solo medio de defensa es posible. Leer el Quijote.” (Borges; 2005: 34)
5
“… la orientación textualista (…) a partir de la década del ochenta, se fue imponiendo poco a
poco, sobre todo en el nivel medio de la enseñanza secundaria.” (Albano, Giammatteo;
2004: 138)
Se suponía que desde los ochenta, la unidad de estudio había dejado de ser la
oración, para expandirse a un nivel textual, sin embargo, no recuerdo de la escuela
secundaria más que oraciones sueltas, guirnaldas blancas en el pizarrón verde y la
ejercitación mecánica.
A diferencia de las corrientes anteriores, la transposición didáctica del enfoque
textual no fue realizada por figuras tan destacadas –según las autoras-, y por ello sus
conceptos poseen menos claridad y no tuvieron un tratamiento sistemático.
Habían pasado unos años del nuevo milenio, cuando cursé la cátedra de gramática
en la facultad. La universidad –supongo que para algunos al menos- es un despertar
abrupto, un “umbral” a nuevas formas de contacto con el conocimiento. Mientras me pienso
en ese pasado, se me presenta a la memoria, inabarcable –como si fuera un libro de arena-
“La Gramática moderna del español”; y con mis lecturas cortadas, el esfuerzo. Recuerdo el
peso fatal de la hoja al volver hacia atrás, el sinfín de la carilla, y la recompensa invisible, al
ver cómo se consumía el grosor de los capítulos. He leído. He tratado de explicar con
esfuerzo y con categorías metalingüísticas el devenir discursivo.
Quizás –pienso ahora- la gramática es la comadreja de la lingüística, con sus vueltas
caprichosas, ese carácter cambiante -distante a veces-, y ese continuo mirar acechante.
La cátedra de Gramática II –sucesora y correlativa con la anterior- se convirtió en un
recuerdo permanente de mis falencias, a diferencia de la instancia primera, donde –al
menos- pude asirme de ciertos conocimientos, cierta familiaridad, que aunque dudosa a
veces, era un reencuentro de extraños.
Mi fragilidad de huesos ante las oraciones simples, hicieron, de las oraciones
compuestas y complejas, laberintos intransitables. Y aunque la soledad de la lectura a veces
es necesaria, esta dificultad, que descubrí compartida con otros alumnos, dio lugar a tardes
-ahora que las pienso- por lo menos extrañas. Estábamos ahí, en algún aula vacía, con
tererés y mates, libros 3 y chistes 4, frente a un pizarrón inmenso con oraciones complejas. La
idea de ayudar en la cátedra –quizás- tenga que ver con esa experiencia tan grata.
En paralelo con mis andanzas de formación en la carrera – y desde hace
aproximadamente cinco años-, comenzaron a realizarse cambios institucionales en las
cátedras: jubilaciones, retiros, cambios de equipos docentes y de enfoques, una masividad
de alumnos inverosímil de atender. Esta comadreja en estos años ha devenido en lo lejano,
la cosa temerosa que nadie puede atrapar, y sigue siendo aún hoy para los estudiantes, esa
alimaña entre extraña y cercana, difusa y argel, que nos mira tímidamente.
A pesar de ello, creo que el enfoque que hoy se intenta brindar desde las asignaturas de
Gramática I y II, y desde el proyecto de investigación del que formo parte, configuran una
complejización mayor en la comprensión y el estudio de la gramática asociada a las formas
discursivas que no son aquellas -abstractas-, sino éstas, las cotidianas, cercanas y nuestras.
Sobre esta orientación funcional de la lengua Albano y Giammatteo dicen que:
3
Seguramente habrá sido el Dios y santo -que es dos y uno- de la gramática: San… chéz Márquez (voz recogida
en los pasillos).
4
Para los curiosos escribo un buen chiste gramatical que otro elucubró:
-Mamá, mamá, en la escuela me dicen nexo coordinante copulativo…
- ¿Y?
Y otro más para los todavía más curiosos:
- Mamá, mamá en la escuela me dicen nexo coordinante adversativo…
- Peeero…
6
“…propone la correlación con otras áreas de la comunicación y la incorporación de géneros
discursivos cotidianos, más cercanos a la experiencia de los alumnos, como la
conversación...” (Albano, Giammatteo; 2004: 138 - 139)
Este abordaje socio-semiótico que planteamos como grupo de trabajo, nos presenta
a la gramática, como una reflexión, como un metalenguaje que busca a un hablante
consciente de que los problemas y las realidades son construcciones del lenguaje, de las
que –irremediablemente- somos parte.
Quizás Kafka dibuje una última estela en este río. En uno de sus relatos, se les inquiere a
los sabios por no ayudar en los problemas cotidianos y prodigar parábolas indescifrables;
inútiles al fin.
7
Relato 2. El retroscopio gramatical
8
Ahora, en esta reconstrucción reflexiva, puedo darme cuenta de que estas
experiencias desconectadas entre sí y los métodos distanciados entre cátedras, poco
ayudan al acto de aprendizaje que faculta a los sujetos, al cual refiere un representante del
paradigma crítico:
“Por este acto de facultarse me refiero al proceso gracias al cual los alumnos adquieren los
medios para apropiarse críticamente de conocimientos que existen fuera de su experiencia
inmediata (…) las facultades se obtienen a partir de conocimientos y de relaciones sociales
que dignifiquen la historia, la lengua y las tradiciones culturales de cada persona.” (Giroux,
2003, 286)
“Por este corazón del Mercosur (…) La lengua oficial argentina (español estandarizado),
juega sus prácticas fronterizas en directo intercambio con el guaraní y con el brasilero
(portugués estándar), a la vez que se encuentra con el alemán, el polaco, el ucraniano, el
sueco y el italiano.” (Camblong, 2003, 5)
“Hay personas, de no escasa cultura, que temen que sus expresiones autóctonas sean
incorrectas, y procuran ocultar los usos de su habla corriente toda vez que se hallan entre
gente entendida. Hacen mal. Doblemente mal, porque a la vez que se inhiben, privan a la
conversación de color local, que es lo que distingue, precisamente, un habla de otra. Si la
gente entre la que se encuentran es realmente entendida, no sé escandalizará de advertir
en su conversación usos regionales.” (Amable, 1975, 12)
9
Afrontar esta posibilidad investigativa no representa únicamente un paso más en mi
viaje por la gramática, sino implica un compromiso con una identidad lingüística misionera
que entra en diálogo con la región y con la historia-memoria, tanto como lo hacen los ríos
que demarcan (y permiten navegar) nuestras fronteras: desde mi posición ideológica
sostengo que voy a asumir este compromiso como un viajero –y no un ingenuo turista- que
desea inmiscuirse en las aguas gramaticales.
Mi retroscopio gramatical comenzó a marcar no ya los “pasos perdidos” de un
derrotero dramático, sino el itinerario “gramático” en el cual los obstáculos y la
incertidumbre, seguramente, tendrán más presencia que los puertos seguros. Pero estas
tempestades, lejos de ser motivos de resignación, habrán de convertirse en propulsores
para continuar la desafiante expedición en la que el esfuerzo, la solidaridad y el trabajo
comprometido encuentran su grata recompensa: este es apenas el inicio de un viaje del que
estoy agradecido de emprender, para decir con el griego: nadie navega dos veces por el
mismo río.
Bibliografía
10
La escritura del delito
en la escuela secundaria
Fernando Andino
Escuela de E.M. Nº 1 y Nº 2, ESB Nº6 de Berisso.
gasparand@yahoo.com.ar
Peque6, alumno dos veces repetidor, solía sentarse contra una pared oculto bajo una
capucha para dormir luego de las noches en vela. Yo le daba clases de Prácticas del
lenguaje los días lunes a las 7.30 hs. y notaba que llegaba a la escuela en “mal estado”. Al
acercarme para indagar qué le sucedía ese año (2009) averigüé que los domingos iba a la
cancha del Club Villa San Carlos 7, continuaba su noche en un ciber y desembocaba en la
escuela sin volver a su casa 8.
Peque, a esta altura, ya había sufrido todas las formas de estigmatización
institucional, el gabinete psicopedagógico ya no lo trataba, la madre ya no lo controlaba 9, su
actitud en el aula era pasiva. Sin embargo, nunca faltaba a la escuela. Su presencia en el
6
Para nominar a los alumnos de la presente ponencia se utilizan nombres de ficción.
7
El equipo de fútbol de primera división del Club Villa San Carlos ascendió en el año 2009 de la divisional “C” a
la liga “B” metropolitana. Muchos jóvenes berissenses siguieron esta campaña histórica para un club en la
ciudad.
8
Esta información me la confesó Peque un día que se dormía en clase.
9
Un día la madre se acercó a una de mis clases para decirme que “ya no sabía qué hacer con él. Que lo había
sacado del colegio industrial porque no hacía nada y que había depositado esperanzas de cambio en esta
escuela, pero Peque seguía sin interés por el estudio. Me pidió ayuda porque ya no sabía qué hacer ya que
estaba sola con él.
11
aula se encontraba en el estadio final al formulado por Carina Kaplan respecto del bajo
rendimiento que internalizan alumnos cuya institución clasifica de antemano como “malos
alumnos” (2009:28). Peque se fue desplazando dentro del aula hacia un lugar
“improductivo”, molestando a sus compañeros/as a veces, durmiendo otras. La desconexión
con el dictado de las materias era general a decir de la preceptora que aseguraba que la
mayoría de los profesores le permitían “no hacer nada con tal de que no molestase”. Como
planteé más arriba ya no podemos decir que Peque tuviera un “mal rendimiento”, la
tendencia general pretendía que “no estuviese aunque estuviese”, que se “invisibilizara”
para poder desarrollar las distintas materias.
Hay un momento en que la “estigmatización” ya logró su objetivo final: desconectar al
alumno del sistema, convertirlo en un no-alumno (“que esté pero que no moleste”, “cuántos
alumnos desearían esa silla”). Sin embargo, el alumno está, sufriendo o especulando de la
autoanulación que le confirió el sistema, sin importarle la nota, la carpeta, lo que hay que
hacer, la autoridad del profesor. “No molestar” el normal desenvolvimiento de las clases lo
sostiene allí, al margen de la ley. Pero su presencia no es gratuita. De alguna manera su
cuerpo cuestiona el sistema que lo aisló, aunque no haga nada, aunque, en apariencia, “no
le importe nada”.
La pregunta sería entonces: ¿Dónde nos representamos a Peque aunque su cuerpo
esté en el aula? ¿Podríamos arriesgar que se fue construyendo un lugar que no es la
escuela pero que tampoco es “la calle”? ¿Cómo denominar esa “zona” entonces?
Tal vez Débora Kantor (2008) y su análisis sobre los espacios no formales pueda
aportar algunas claves: “Una primera connotación inquietante: el refuerzo de la idea de que
la escuela está para otra cosa, pero sabe que sin convocar lo juvenil está perdida […]
Gracias a ciertos dispositivos, lo joven, que según suele reconocerse está afuera (en la
calle, en la vida, pero a duras penas en la escuela), puede desplegarse ahora en esa suerte
de afuera que se genera adentro. Entonces…adentro: alumnos; afueradentro: jóvenes.
Adentro: los jóvenes en tanto alumnos y un dispositivo (escolar) que suele omitir lo juvenil o
que no puede con ello/s; afueradentro: los alumnos en tanto jóvenes y un dispositivo
(extraescolar) que a menudo requiere omitir la ´alumnidad´ para desarrollarse.[…]
Afueradentro: el derecho a expresarse, a elegir, a divertirse…”(2008: 154-155)
El espacio no formal se justificaría en ese movimiento de cercenamiento de lo juvenil
dispuesto por distintas prácticas escolares (“Que esté pero que no moleste”). Peque
evidencia con la relación que desarrollamos a continuación esta zona escolar a la que se
destinan (y se autodestinan) muchos alumnos antes de desertar o de ser “cambiados de
aula”. Él está en este sector afueradentro pero al revés de lo planteado por Kantor, el
espacio no formal omite la “alumnidad” estratégicamente para desarrollarse, la “alumnidad”
de Peque está omitida desde adentro, sin embargo, creo productiva la noción espacial
porque echa luz a mi propuesta didáctica de abordar la enseñanza de las Prácticas del
lenguaje desde la epistemología del taller 10.
Por lo tanto, las prácticas, desde este enfoque, tensionan esa zona dividida entre lo
escolar y lo no escolar, la problematizan e intentan construir relaciones productivas que
superen la dicotomía.
10
En una entrevista, Gloria Pampillo, al reflexionar sobre las consignas de escritura que se producían en los
talleres del grupo Grafein explica: “¿Qué hay detrás del texto? Otra palabra […] y lo que tienen de excelente
[las consignas] es que tienen una didáctica, porque está prohibido hacer juicio de valor tanto positivos como
negativos: se trata de descubrir el texto. [Las producciones] eran historias que se iban rompiendo o que daban
vueltas o que iban derivando” [La negrita es mía]. En Lulú Coquette, Revista de didáctica de la lengua y la
literatura, Año 3, Nº3, Noviembre de 2005, pag. 52.
12
A Peque yo ya lo había tenido el año anterior donde presentaba un comportamiento
más infantil pero habiendo mostrado, en el primer cuatrimestre, una actitud más ligada a la
lógica institucional: preocupación por las notas, presentación de algunos trabajos, alguna
discusión en clase sobre la lectura de algún relato. En el segundo cuatrimestre quedó libre
por faltas y dejó la escuela.
Aprovechando este conocimiento y estando al tanto de la buena campaña de la Villa
en la divisional “C” comencé a dialogar con él sin pedirle que trabajara como los demás. La
estrategia fue aceptar la impostura del “alumno al margen” al que todos ya le habían
legitimado la “improductividad” pero aún no tenía en claro si tal aceptación iba a culminar en
una relación productiva en relación a la materia.
Él se sentaba con Chemo, alumno también repetidor, oriundo del barrio marginal de
la calle Nueva York pero que participaba y escribía cuando se lo pedía.
Una mañana mientras recorría los bancos escucho un diálogo bastante cerrado entre
ambos con términos tumberos que yo desconocía. Me acerqué para preguntarles qué
significaba “lillo” y se rieron de mi ignorancia. Finalmente me confiaron que el término aludía
al “papelillo” con que se arma el cigarrillo de marihuana. Desde ese día ambos me
provocaban usando este código cuando nos comunicábamos, jactándose, de alguna
manera, de ser más habilidosos que yo, su “profesor de lengua”.
En efecto, siguiendo a Bajtin, mi situación era la de una persona “desamparada que
no domina las formas genéricas prácticas creadas por estas esferas […] Se trata de una
inhabilidad para dominar el género de la conversación mundana” (1997:269-270). Ellos eran,
entonces, los “especialistas” en esa esfera de la lengua. Mi postura no podía ser otra que la
que señala Maxine Greene en “El profesor como extranjero”: “En la realidad de cada día,
situarse en la posición ventajosa del extranjero es poder mirar con perplejidad e
interrogativamente el mundo en el que se vive. Es como volver a casa después de una larga
estancia en cualquier otro lugar. [El que regresa] descubre que tiene que pensar de nuevo
los rituales y las costumbres de su pueblo para poder entenderlos” (2009: 82). Decidí
entonces hacer de aprendiz, rol que habilitó que Peque comience a “narrarse”, a contar las
anécdotas gracias a las cuales él conocía el código. Así, supe que frecuentaba el Barrio 5
de Mayo de la ciudad vecina de Ensenada donde se drogaba con los barras bravas del Club
Cambaceres (acérrimos enemigos de los “villeros” berissenses), que se emborrachaba en
los partidos y terminaba en el ciber porque no quería volver a su casa, que conocía a los
pibes chorros del barrio chino, que quería matar al profesor de matemáticas porque “lo
bardeaba” sin que él le hiciera nada.
Más allá de la veracidad de sus relatos 11, Peque iba adquiriendo volumen narrativo
en esta relación pedagógica jerárquicamente invertida: él, el alumno invisible, le enseñaba al
profesor de lengua, “otra lengua”, ajena a su competencia, en la que él era experto pero que
en principio no tenía lugar dentro del aula y, por lo tanto, transcurría silenciada.
Pero más allá de las relaciones de poder que se configuraron en esta escena me
interesa resaltar que entre ambos actores se dio lo que Kieran Egan llama “entendimiento
narrativo”, un entendimiento no muy reconocido tradicionalmente en la escuela pero que
invita a “atender más a la imaginación, que justamente es más patente en la composición de
narrativas y en la construcción de posibilidades.” (2007: 44) La relación pedagógica invertida
que se daba en la oralidad entre Peque y yo, tramada por sus provocaciones sobre su saber
lingüístico y sus conocimientos de un mundo que yo desconocía, poco a poco, fue
posibilitando discusiones sobre la lógica delincuencial de los barrios que él frecuentaba. Él
se construía como héroe de los relatos, cuyas hazañas aparecían como las de un iniciado
en esas prácticas, principalmente en el consumo de droga, robos menores y venganzas
contra hinchas de otros clubes.
11
Una mañana Chemo me confío que Peque tenía relación con estos grupos pero que se “estaba iniciando” y
que a veces “bolaceaba para hacerse ver”.
13
Egan sostiene que “la abundancia y variedad de relatos puede ayudarnos a refinar
nuestra aprehensión y nuestro empleo de la metáfora, que es la lógica conectora de la
narrativa y un componente central de la causalidad de los relatos […] La causalidad de los
relatos conjuga elementos tanto lógicos como emocionales”(2007:44) De hecho, la
necesidad de Peque de contarme historias fue aumentando con el correr de las clases. Mis
preguntas sobre la causalidad de los hechos, sobre los personajes, sobre los significados de
las palabras de origen carcelario fue la forma que decidí de intervención didáctica. Para
concluir con Egan, de algún modo, este vínculo con Peque signado por la imaginación nos
había introducido en “un mundo en el que la posibilidad, la contingencia, lo condicional y lo
provisional rodean a lo real y nos alejan de una despojada realidad literal.”(2007:46)
El policial tumbero
Un lunes, luego de leer en voz alta el Cap.IV de El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr.
Hyde, de Robert Louis Stevenson, y discutir con los alumnos los elementos del cuento
policial clásico, les propuse utilizar la información de algunas noticias para elaborar un relato
dentro del verosímil. Las noticias eran las siguientes:
A) “Hallaron los cuerpos de dos adolescentes en un terreno baldío a la vuelta de un
boliche.”
B) “Encuentran el cadáver del conocido narcotraficante Marcos en un conventillo de
la calle Nueva York.”
C) “Atrapan a viuda negra en el Barrio Obrero de Berisso luego de haber
envenenado a cinco hombres.”
Hasta aquí el vínculo con Peque se había dado a través de narraciones orales
plagadas de términos tumberos y ligadas a sucesos relacionados con la droga. Luego de
leer las noticias me dijo que él “tenía una historia”. Le propuse que la escribiera y se decidió
a hacerlo. El siguiente es el relato policial con el que Peque volvió a relacionarse con la
escritura:
14
El relato se enmarca dentro de la oralidad establecida en el vínculo dado entre el
docente y los alumnos (Peque y Chemo), componiendo un continuum narrativo que ofrece,
en primer instancia, una relación de poder especular entre ficción oral y ficción escrita:
Peque, en sus historias, detenta un poder-saber língüístico superior al del docente de la
misma manera que el narrador de su relato escrito establece igual orden jerárquico (“sabe la
movida”) respecto de la policía y el detective. En este continuum se configuran dos
ficciones: la primera, oral, anecdótica y preparatoria, y la segunda, escrita y producto del
espacio creado 12 por la asimetría invertida ya analizada.
Por otro lado, este continuum ficcional cuyo tema articulador es el de la autoridad y
las relaciones de poder, se trama como un “todo” a pesar de las dificultades que presenta la
comunicación escrita frente a la oral y que derivan del carácter diferido de la
primera(1999). Para Maite Alvarado y Alicia Yeanoteguy “en la comunicación oral cara a
cara existe retroalimentación, el feed-back propio de la interacción, […]. Esto no pasa en la
comunicación escrita. Puesto que no hay un contexto compartido” (1999: 19) [negrita mía].
En nuestra escena, si bien el Peque decidió “volver al aula”, a la materialidad que supone
escribir un relato: la hoja escolar rayada, pedir el lápiz, volcarse sobre la hoja, dedicar
tiempo a la invención para que la lea su profesor, la ficción se fue tramando en las
intersecciones que ofrecían “ambas comunicaciones”. Dicho de otro modo, esta experiencia
didáctica tramó una ficción dialógica desde su génesis (historias anecdóticas de Peque),
pasando por la escritura del cuento (consultas e intercambios en plena elaboración) y
continuando luego de escrito éste a través de las interpelaciones sobre el verosímil policial
por parte mía. Quiero decir, la densidad discursiva en la que se involucraron los dos actores
de la comunicación “mezcló” componentes de ambas esferas, la oral y la escrita, formando
una ficción híbrida donde Peque se apropiaba de términos ajenos a su lengua oral mientras
dialogaba (“detective”, “deducción”, “lugar de los hechos”, etc.), como así también
seleccionaba palabras propias de su habla cuando escribía (términos del código tumbero).
Este cuadro interpelaría la división entre comunicación oral y escrita planteado por
las autoras antes mencionadas, ya que existió, de continuo, un “contexto compartido”,
incluso en el momento de la escritura donde Peque interrumpía su historia para preguntar
algo o yo me acercaba por si se había trabado.
El narrador sabe, “conoce la movida”, no sólo aparece como testigo de lo que hacía
Marcos sino que conoce la escala jerárquica del mundo de la droga (Fui a cer un par de
movida par aver si lo dejaban ser un transa./ Pasando tres días le llego la respuesta de
arriba). Los contactos (la agenda delictiva) es otro de los elementos que aparecían en sus
anécdotas sobre el bajo fondo: “Yo conozco a tal..”; “Aquel es amigo mío…”. Nuevamente,
oralidad y escritura dialogan en la construcción de este narrador tramado por un saber y un
poder específicos fuera de la ley.
Como dije anteriormente, el relato discute la autoridad de la policía (“Entonses me
digieron si quería investigar el caso”) en la primera parte y la de un detective en la segunda
(me fue a buscar para q´lo alludara a investigar el caso). Ambas figuras piden ayuda a un
personaje que conoce esa lógica pero con una diferencia. Mientras que la policía aparece
como “inoperante pero incorruptible”, la construcción del detective va más allá. Propio del
policial negro, género desconocido para Peque pero discutido con él a partir de su relato,
este detective se aleja de Utterson, abogado inglés que hace las veces de detective en El
12
Para Philippe Meireau el educador cumple la función de “crear espacios de seguridad” para que un sujeto
pueda atreverse a hacer algo que no sabe hacer para aprender a hacerlo”. En Frankenstein educador, Bs. As.,
Laertes, 2008, pág. 85.
15
extraño caso… y es iniciado por el narrador en el mundo de la droga (“Fui a cer un par de
movida par aver si lo dejaban ser un transa”).
La discusión sobre el narrador, los personajes, la autoridad y las relaciones de poder
comenzaron a invadir los intercambios entre Peque y yo. Su forma de desacreditar
autoridades (“el detective es un ortiva”, la policía no sabe), de desafiarlas, de no registrarlas
se materializaban en el relato tumbero pero también, y es necesario detenerse en esto,
Peque había vuelto a discutir sobre literatura, sobre géneros, sobre construcción de
personajes, sobre el narrador, poniendo en juego saberes literarios desde la narración
ficcionalizada de su propia experiencia.
Un relato híbrido
La esquina omitida
13
En la novela de Cristián Alarcón sobre los pibes chorros de las villas 25, La Esperanza y San Francisco de la
Provincia de Buenos Aires se describe la práctica del “transa” de la siguiente manera: “Los transas son odiados
no sólo porque son para los chorros la trampa a la que están condenados por la adicción, sino porque la
inmensa mayoría cuenta con protección policial para funcionar en su negocio.” En Cuando me muera quiero
que me toquen cumbia, Bs. As. Grupo editorial Norma, 2003, pág. 54.
16
Decía que esta zona muestra el único reducto de las relaciones de poder donde el
narrador es un igual, equiparación que se da con “los pibes” que lo tranquilizan respecto a
las intenciones de la policía. Este lugar, llamémoslo neutro, respecto a los vínculos de
dominio, se presenta como el lugar de la verdad, donde se detenta un saber, digamos
sociológico, sobre los movimientos de los sujetos, cómo actúan, quiénes son en ese espacio
geográfico específico. Kessler, cuando aborda el espacio-esquina para describir la lógica del
barrio en relación con lo delictivo, afirma que es “el escenario de construcción de una
sociabilidad particular con reglas bien definidas”(2004:226), es más, que Peque no explicite
la palabra “esquina” no altera el significado que puede conferirsele a este espacio. Sigue
Kessler: “La esquina no es el locus de una organización social de los jóvenes, sino el
espacio de una sociabilidad evanescente. Más aún, por lo general, no consiguen
establecerse en una esquina fija, ya que los vecinos logran finalmente echarlos mediante
distintas estrategias […] corriéndolos poco a poco hacia los límites del barrio, hacia espacios
vacíos como casas abandonadas o terrenos baldíos.[…] Esta marginalidad espacial en el
propio barrio es la expresión topográfica de una marginalidad comunitaria que ellos mismos
han naturalizado” 14[las palabras en negrita son mías].
Entonces, el policial de Peque configura una esquina que aparece como el lugar que
detenta información sobre el barrio (“que no me haga la cabeza que no pasaba nada”). En
este sentido, la localización central de esta zona en el texto hace pivotear los demás
espacios a su alrededor, como si desde allí se viera el barrio o se supiera todo lo que
sucede en él. El relato de Peque, entonces, organiza los espacios de acuerdo a la topografía
marginal de la que habla Kessler, jerarquizándolos de acuerdo a sus relaciones con el
siguiente mapa delictivo: la casa de Marcos como venta de drogas, el pasillo de acceso,
propio del hacinamiento de los conventillos de la calle Nueva York, el “rancho” del narrador
como refugio de la ley, la casa de la amiga como coartada para evadir a la policía, la
esquina que informa sobre el accionar policial.
Cada espacio merece un análisis pormenorizado que, como ya expliqué, excede los
límites de este trabajo pero el acercamiento a la figura de la esquina intenta abrir una línea
de investigación que dé cuenta de las significaciones que adquieren los textos de los
alumnos cuando se configuran geográficamente.
14
Ibidem. pág. 226.
17
Conclusiones
BIBLIOGRAFÍA
- ALVARADO, M., YEANNOTEGUY, A. (1999) La escritura y sus formas discursivas, Bs.
As., Eudeba.
- ALARCÓN, C. (2003) Cuando me muera quiero que me toquen cumbia, Bs. As. Grupo
editorial Norma.
- BAJTIN, M. (1997) Estética de la creación verbal, Méjico, Siglo XXI.
- EGAN, K. (2007) La imaginación en la enseñanza y el aprendizaje. Para los años
intermedios de la escuela, Bs. As., Amorrortu.
- GREENE, M. (2009) “El profesor como extranjero”, en Larrosa, Jorge (comp.), Déjame que
te cuente. Ensayos sobre narrativa y educación, Barcelona, Laertes.
- KANTOR, D. (2008) Variaciones para educar adolescentes y jóvenes, Buenos Aires, del
estante editorial.
- KAPLAN, C. (2009) Buenos y malos alumnos. Descripciones que predice, Argentina,
Buenos Aires, Aique Grupo Editor.
- KESSLER, G. (2004) Sociología del delito amateur, Paidós, Bs. As.
- MEIRÉU, P. (2008) Frankenstein educador, Bs. As., Laertes.
- PAMPILLO, G. (2005), “Ya no tenemos prurito en poner la ficción como desencadénate de
la escritura”, en Lulú Coquette, Revista de didáctica de la lengua y la literatura, Año 3, Nº3.
15
Por ejemplo, cuando Peque no quería escribir formaba una dupla interesante con Chemo al que le dictaba
partes de relatos proponiendo su impronta “tumbera”. La relación pedagógica con él duró seis meses hasta
que lo derivaron a otro curso por haberle querido pegar al profesor de matemática.
18
Juglar Buscapalabra
En este trabajo voy a contar la experiencia de una bibliotecaria itinerante. Algo así
como un juglar que recorre escuelas de adultos que estudian su nivel primario en la Ciudad
de Buenos Aires. Estudian en espacios cedidos en sindicatos, centros de recuperación de
adictos al paco, museos, clubes, centros de salud, hogares para discapacitados, centros de
jubilados, sociedades de fomento, entre otros.
Un juglar que transporta poemas, cuentos, libros álbum, imágenes impresas para
buscar la palabra, para habilitar la palabra a todos y cada uno de los estudiantes, que a
veces no conocen el idioma (africanos, taiwaneses), que a veces tienen discapacidades
físicas o neurológicas, o que están excluídos del sistema, cargados de historias difíciles de
dejar ver. En palabras de Michel Petit, “la lectura puede ser un recurso para dar sentido a la
experiencia de alguien, para darle la palabra a sus esperanzas, a sus deseos; (…) la lectura
es una apertura hacia el otro, puede ser el soporte para los intercambios”.
A partir del registro de algunas experiencias vividas en los centros educativos de nivel
primario, durante intervenciones como bibliotecaria itinerante, exploraré el rol de la lectura
literaria en la construcción de la subjetividad.
A comienzos de este año, 2011, me llamaron de la Supervisión de Centros
Educativos de Adultos y Adolescentes de Nivel Primario para ofrecerme la tarea de trabajar
de bibliotecaria itinerante en estas escuelas.
Los Centros Educativos dependen del Área de Educación del Adulto y del
Adolescente del Ministerio de Educación porteño, y otorgan instrucción básica para terminar
los estudios primarios con certificación oficial.
Sonaba tentador, extremadamente tentador poder transmitir experiencias de lectura
forjadas durante la vida, a otras vidas, de adultos, carentes hasta ahora de estas
oportunidades. Yo soy bibliotecaria escolar en dos escuelas primarias públicas del Gobierno
de la Ciudad de Buenos Aires desde el año1992. Trabajo con niños de primero a séptimo
grado y con los docentes de la escuela. La propuesta era dejar estos cargos en stand by, y
trabajar ahora en comisión de servicio para la Supervisión de Adultos.
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Algunos centros funcionan en Sindicatos, y si bien están abiertos a toda la
comunidad, la mayoría de la gente que asiste a ellos pertenece al Sindicato. Hay centros en
El Suterh (Trabajadores de edificios), en Ammar (Asociación de Mujeres Meretrices de la
Argentina). Otros centros funcionan en espacios para tratar adictos al paco, internos u
hogares de día y son estudiantes solamente quienes pertenecen a ese lugar.
En este mundo de adultos, en estos contextos, el sujeto del proceso educativo tiene
experiencias de vida, posee una visión de la realidad y va enriqueciendo el aprendizaje
permanentemente a lo largo de su proceso de educación básica formal, en algunos casos a
partir de la alfabetización, de la socialización, de la integración de contenidos. Aprende a
aprender, para continuar y conducir la autoeducación.
Así las cosas, uno de los objetivos más importantes que me propongo al llegar a
cada centro como bibliotecaria es tratar de que la lectura tenga sentido, tenga
significatividad, y de este modo dar la palabra a los estudiantes, que puedan expresarse.
Como dice Michel Petit, “El lenguaje nos construye. Cuanto más capaces somos de darle
nombre a lo que vivimos, a las pruebas que soportamos, más aptos somos para vivir y tomar
cierta distancia respecto de lo que vivimos, y más aptos seremos para convertirnos en
sujetos de nuestro propio destino.” (Petit, 2001: 114)
Cuando contextualizamos una lectura, un tema, a veces la propuesta es la lectura de
un cuento, a veces teatro leído, a veces las lecturas individuales de poemas, de libros
álbum, de imágenes o textos no literarios circunscriptos a determinados temas curriculares,
estamos entretejiendo juntos un sentido de interpretación. Interactuamos placentera e
intensamente con los materiales de lectura que nos aprontamos a leer. Revisamos
paratextos, títulos, imágenes de tapa, realizamos anticipaciones, pensamos los textos como
una manera de relacionarnos con la realidad, un modo de interpelarla y reinterpretarla, de
dar cuenta de ella.
Al leer el título del cuento “La ovejita negra” de Elizabeth Shaw, Pedro, un estudiante
internado en el Hospital Borda, en el Centro Educativo que allí funciona, dijo: “Yo soy la
oveja negra de mi familia”. Leemos la historia, y se siente distinto como sujeto, aunque no
deja de tener esa etiqueta familiar, las ovejas que piensan distinto, también son necesarias,
tienen un lugar en el mundo. Y a partir de esta escucha, me atrevo a pensar, a reconocer
problemas de la sociedad, como producto del contexto interactivo con el individuo, desde un
enfoque dialéctico; ver la escuela no simplemente como un lugar de adoctrinamiento, o
socialización, o como un sitio de instrucción, sino también como un terreno cultural que
puede promover la afirmación del estudiante en tanto persona y su autotransformación.
En mayo fui a trabajar con una gran mochila de libros álbum al Centro Olimpo. Este
Centro Educativo funciona en el ex campo de detención Olimpo. Es joven y surgió como
producto de una intervención que hizo la sociedad que a veces enfrenta y desentraña
memorias terribles de dolor, de injusticia y se apropia de espacios para revertir su historia.
Los interviene con museos, con bibliotecas, con palabra que circula, en este caso con una
escuela.
Esa mañana fueron a la escuela, al centro de adultos, ocho estudiantes con edades
entre 14 y 77 años. Algunos con el deseo propio de venir a finalizar la escuela primaria,
otros, obligados por la familia, otros obligados por el sistema que los expulsó de otras
escuelas.
Abro allí la mochila y salen colores, imágenes, dibujos, textos breves y largos, que
dicen mucho. Dicen a todos.
Dicen a través de la lectura en voz alta del compañero de al lado, Carlitos, a Luis,
que nunca había ido a la escuela y cuando llevó a su hija a primer grado, la directora del
establecimiento le informó de la existencia de este Centro Educativo. Y está aquí,
alfabetizándose a los 40 años; escucha, descifra alguna sílaba a medida que Carlitos le lee,
piensa y asocia a través de los cuentos “Zorro”, “La línea”…
Dicen a Ivonne de 77 años. Eligió La escoba de la viuda. Se fue con su silla lejos a
leer. Le costó, nos confesó; volvía atrás en el texto cuando no entendía lo que leía, por eso
tardó. Ella antes sabía leer bien, pero se olvidó.
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Dicen a José, que comenta: “yo trabajo de iluminador, y estos dibujos tienen luz,
(señalando el libro Los misterios del Señor Burdick de Chris Van Allsburg). ¡Me gustan
mucho por eso!”. José viaja desde Vicente López para venir a este Centro todos los días,
porque no quiere ir a la primaria cerca de su casa, donde lo conocen. Conoció el Olimpo
antes que fuera escuela, cuando estaba haciendo la conscripción y era custodio de un
militar. Entró muchas veces allí. Ana, la maestra, comenta que en algún momento va a
organizar una visita con el grupo a “El Pozo”, el lugar donde se torturaba. Intervino José:
“No, allí no pueden entrar chicos, hay que estar preparado para entrar a ese lugar.” Este
estudiante adulto, comprende el sentido del “texto” de la realidad, aporta al grupo y a los
docentes su visión, su conocimiento.
Las chicas eligieron libros de poesías. Calladitas. Necesitan decir más, creo. Una
repite séptimo grado, lo había hecho en la provincia de Buenos Aires, pero como no terminó
noveno, y se vino con su familia a vivir a Capital, debe terminar acá, para poder comenzar el
secundario. Una avenida poderosa la General Paz, que influye tanto en la vida de los
habitantes de un mismo país. ¿Ley de Educación para todos?
Belén calladita. Leyó poesía. Acata la ley. Mariel, de trece años, también leyó
poesías. Muy callada. Incluso se tapaba la boca para hablar. ¿Sentirá que está fuera de la
Ley? ¿Que no puede decir, no debe decir?
Luciano disfrutó de “Terrible”. Disfrutó de la literatura, a veces la ficción resulta tan
parecida a la realidad. ¿A su realidad? Luciano no quiere venir a este Centro. Iba a una
escuela primaria durante siete horas diarias, con compañeros de su edad, correteaba por el
patio con sus pares, aprendía. Pero se portó mal. Y esa escuela, a través del psicólogo, del
equipo de orientación educacional, lo mandó a este centro para terminar la primaria. A
Luciano le dijeron que el castigo era por quince días, y la maestra de acá lo tomó, no
escuchó bien por qué venía. Y ya está inscripto acá, dejó de pertenecer allá. ¡Fuerte cambio
de vida de un día para el otro!
Y con estas historias personales que fueron surgiendo durante la visita, los
estudiantes iban descubriendo en la escritura de los cuentos, que por sí sola “no muestra
nada, para leer se necesita unir los caracteres para descifrarlos, y unir en sí una cadena de
representaciones, que es la del lector y no la del texto.” (Petit, 2001: 98) sus propias
representaciones, iban encontrando palabras que permitían la expresión de aquello que
tenían en secreto.
Y es fundamental allí comprometerme con mi trabajo de bibliotecaria, desde la
escuch a atenta, respetuosa, de acompañar a abrir los libros, resquebrajar y buscar nuevos
mundos en esos libros, a partir de lo que cada uno es, dar la ocasión para que el discurso
permita descubrir cómo funcionan algunas cosas interiormente. Cada persona es un registro
de encuentros con el mundo que está relacionado con el pasado (memoria autobiográfica),
pero que también está extrapolado hacia el futuro, un yo con historia y con posibilidad. Paulo
Freire, pedagogo crítico brasileño, señala que una de las funciones primarias de la escuela
debería ser la de nutrir la autoestima de los estudiantes, y la lectura es capaz de abrirnos al
lugar donde nos decimos, donde elaboramos nuestra historia apoyándonos en fragmentos
de relatos, en imágenes, en palabras escritas por otros.
Durante todo este primer cuatrimestre de 2011, primer año de trabajo en estos
espacios, me dediqué a observar. Sentía sed de percibir, de reparar en…,de notar.
Observaba con curiosidad, con ojo investigador si se quiere, para conocer y poder cada día,
en cada visita, encontrar nuevos caminos, nuevas rutas de acceso al conocimiento de esta
población con que debía trabajar, para llegar a intervenir en los estudiantes y en ocasiones
para abrir deseos de independencia, deseos de hacerse cargo de sí mismos, deseos de
encontrar espacios de libertad.
Y los estudiantes también me observaban, por eso la importancia en la calidad de las
intervenciones, en la transmisión de la pasión y del amor por la lectura, que sólo se pueden
transmitir, después de haberlos experimentado.
La subjetividad, no sólo pasa por los otros, pasa también por nosotros mismos, es
necesario cuestionarnos permanentemente, construirnos todos y cada uno como sujetos.
21
Las producciones de los escritores, de los artistas, están a lo largo del mundo para
que dialoguemos con ellos. Según Michèle Petit, “el texto viene a liberar algo que el lector
llevaba en él de manera silenciosa” (Petit, 2001: 48).
Los lectores son activos, desarrollan toda una actividad psíquica, se apropian de lo
que leen, interpelan el texto y deslizan entre líneas sus deseos, sus fantasías, sus
angustias. Cada libro “dice” distinto a cada lector, es imposible saber qué texto puede
generar en cada uno movimientos que permitan elaborar o reconquistar la posición de
sujeto, no sólo de objeto. Lo que moviliza a algunos lectores, tal vez es indiferente a otros.
“La lectura -dice Petit – puede ser a cualquier edad un atajo privilegiado para elaborar, para
mantener un espacio propio, un espacio íntimo, privado.” (Petit, 2001: 44)
Lectura es construcción de subjetividad.
Bibliografía
- DEVETACH, Laura (2004): La hormiga que canta. Juan Lima [il.] Buenos Aires: Ediciones
del Eclipse.
- Diseño curricular para educación primaria de adultos. (1993) Buenos Aires: Municipalidad
de la Ciudad de Buenos Aires. Secretaría de Educación.
- DOURMEC, Beatriz (2010): La Línea. Ayax Barnes [il.] Buenos Aires: Ediciones del
Eclipse.
- MAGLIONE, María Celia (2004): Para pensar las palabras. Neuquén.
- MC LAREN, Meter (2005): La vida en las escuelas: una introducción a la pedagogía crítica
en los fundamentos de la educación. México: Siglo XXI.
- PETIT, Michèle (2001): Lecturas: del espacio íntimo al espacio público. México: Fondo de
Cultura Económica.
- RAMOS, María Cristina (2002): Maíces de silencio. Carlos Juárez [il.] Neuquén:
Ruedamares
- SARDI D`ARIELLI, Valeria (2002): Lengua y literatura 1: el universo de los textos. Buenos
Aires: Longseller.
- SERRES, Alain (2010): Terrible. Bruno Heitzz [il.] Barcelona: Libros del Zorro Rojo.
- SHAW, Elizabeth (1997): La ovejita negra. México: Fondo de Cultura Económica.
- VAN ALLSBURG, Chris (1999): La escoba de la viuda. México: Fondo de Cultura
Económica.
- VAN ALLSBURG, Chris (1999): Los misterios del Señor Burdick. México: Fondo de Cultura
Económica.
- WILD, Margaret (2007): Zorro. Ron Brooks [il.] Caracas: Ekaré.
22
La enseñanza de literatura en espacios
de educación formal y no formal:
problematización de una dudosa dicotomía
23
correrse del primer plano porque percibe que la cátedra le solicita que sitúe el foco en estas
nuevas otredades: los chicos.
Los alumnos pueden elegir hacer sus prácticas en instituciones formales, como la
escuela media, o en lo que denominaremos enseñanza no formal, como comedores, apoyo
escolar, institutos de minoridad y otros. A los fines de este trabajo nos referiremos, en
especial, a la opción escuela - Instituto de Minoridad que, según creemos, podría
constituirse en una dicotomía problemática.
María Teresa Sirvent (2006) sitúa la circulación del concepto de educación no formal
en la década del 60 aludiendo a una amplia y creciente área de experiencias y prácticas
educativas “más allá de escuela”. Parafraseamos a Sirvent:
Nos interesa reflexionar al respecto, no solamente en el sentido del sujeto que elige
uno u otro contexto, sino también en razón de los cuestionamientos suscitados en las
propias definiciones entre lo formal y lo no formal.
Por ejemplo, una ex alumna que ahora es adscripta a la cátedra, (y también cursó
con nosotros el Seminario de Literatura Infantil y Juvenil), cuando estaba haciendo sus
prácticas en el IM, en 2009, nos hizo la siguiente confesión:
Estaba por dejar esta carrera porque no le encontraba sentido a nada de lo que iba
aprendiendo. Estoy acostumbrada a hacer un trabajo social y desde que estoy en letras me
doy cuenta de que cada vez estoy más lejos de mi meta.
En otras palabras, la elección del instituto y el miedo a la escuela podría tener alguna
relación (quizás inconsciente para los alumnos pero para nosotros también) con las
propuestas didácticas llevadas a cabo en la cursada del primer cuatrimestre. Durante ese
lapso los futuros practicantes atravesaron varias experiencias en el marco de los prácticos,
entre ellas la de ser invitados a participar de la modalidad de talleres de lectura literaria y
escritura creativa. Por un lado, ellos escriben poniendo en juego este papel protagónico que
en Letras es extraño, por lo infrecuente. Tampoco vienen de ejercerlo en la escuela media.
Pero, por otro, saca a la luz una concepción de Lengua ligada a la creatividad.
25
Por otra parte, la idea de que los alumnos se salgan de sí mismos para centrarse en
la otredad suena rara en un contexto en el que pensar en el compañero ha sido producto de
elisión a lo largo de la carrera. Poner en el centro las subjetividades poéticas de ellos
mismos primero y luego pedir que lo hagan con las subjetividades de unos pibes a través de
propuestas de taller que acentúen el placer, la imaginación, la aventura, a veces la
transgresión, podría conducirlos a pensar que no es tarea de un profesor de escuela. No es
extraño entonces, y mucho menos reprochable, el estado de vacilación que exhiben ante la
apuesta a la escritura de ficción e imaginación. La escuela en definitiva podría
presentárseles como menos propicia que el instituto para pensar actividades que suenan tan
informales.
Sin embargo, situados ya en uno u otro espacio, algunos registros autobiográficos
que narran la experiencia pedagógica sucedida, de los que son autores los propios
practicantes, tienden a borrar los límites entre la circulación del conocimiento sobre lengua y
literatura en ambas zonas de enseñanza. Veamos estos dos relatos:
Primer relato
Primero retomaríamos la charla sobre “Corso”, de Walsh ya que en la clase anterior, según
creímos, había tenido un éxito rotundo. Lo pensamos porque se reían de la anécdota pero
más de la jerga y del insulto final del hindú al Ángel. Incluso llevamos información sobre los
corsos antiguos, y conseguimos unas fotos familiares de gente disfrazada en un corso real
de Pompeya en 1965. La última hora pensábamos dar verbo. Pero no hubo caso, estaban
dispersos y no prestaban atención porque les tomarían la prueba sobre verbos al otro día.
Estuvimos un rato largo lamentándonos hasta que se nos ocurrió escribir poemas
grupalmente. Perdido por perdido, dijimos…. Armamos 5 grupos de 4 integrantes y
empezaron a escribir. No pararon, salieron producciones muy buenas. Incluimos la
siguiente:
Como los poemas eran de los chicos, pudimos enseñar el tema de los verbos, como
figuraba en el plan. Los chicos marcando los modos y tiempos. Luego conjugaban sus
poemas en los tiempos perfectos e imperfectos. Al final les dijimos que no es correcto usar
la literatura para señalar los verbos. Y se reían porque nosotras decíamos que lo que
escribieron podía ser llamado literatura.
Segundo relato
Los chicos que el guardia reta reaccionan de la misma manera: cruzan los brazos sobre el
banco y apoyan la cabeza. Nosotros no les decimos nada y después de unos minutos
levantan la cabeza y vuelven a participar. Hernán que estuvo así un largo rato, cuando se
incorporó, empezó a escribir sin parar una carta para su mamá. Después nos pidió que lo
ayudáramos a corregir las faltas de ortografía. Pude copiar un pequeño párrafo que dice así:
“No te preocupes, estoy bien. Los sábados vienen unas señoras de los libros que nos hacen
escribir cuentos y todo. Esta carta la estoy escribiendo con ellas”.
Como vemos, lo formal entra y sale en los dos relatos. La producción de poemas
grupales una consigna típica de taller, lleva a los chicos, casi espontáneamente, a estudiar
26
los verbos para la prueba. La propia poesía los conduce a un contenido curricular, mientras
la escritura de una carta, un contenido típicamente escolar, lleva, en una práctica no formal,
a la apropiación de la ortografía.
Recorriendo los registros autobiográficos de los practicantes de institutos, desde
2002 hasta 2011, encontramos sumamente frecuente el siguiente tipo de sintagmas: “nos
gustaría llevar tal libro”, “quisiéramos mostrarles tal poema”, “me encantaría dejarles algunos
libros”, “nos gustaría armar la biblioteca”. Quizás, los planes de clase deberían empezar
también por “me gustaría”. En su tesis, Bombini cuenta que Pizzurno ya advertía que las
prácticas de lectura y escritura tenían que escapar de la rigidez escolar, entonces los
domingos, en la escuela, convocaba a los alumnos a presenciar narradores orales, poetas y
lecturas en voz alta. Pizurno, que tuvo un éxito bárbaro con su propuesta, ya por entonces,
concebía una enseñanza literaria en la que educación formal y no formal, lejos de constituir
una dicotomía fútil, se nutrieran mutuamente.
Bibliografía
ANEXO II
Libros
APELLIDO (S), Nombre (año): Título de la obra (Nombre y Apellido del editor [ed.], traductor
[trad.], compilador [comp.], prologuista [prol.], etc., cuando sea pertinente). Número de tomo
o volumen en mayúscula [si lo hubiera]. Lugar de edición: Editorial.
Si los autores son dos, se consignan en la bibliografía. Cuando hay más de tres autores, se
escribe AA. VV. (aunque también se puede utilizar el nombre del editor o compilador como
entrada de referencia); también se puede anotar al primer autor, seguido de et al.
27
Ejemplos:
BOURDIEU, Pierre (1991): El sentido práctico. Madrid: Taurus
BURDEA, Grigore y Philippe Coiffet (1996): Tecnologías de la realidad virtual, Barcelona:
Paidós.
AA.VV (2001): Teorías de lo fantástico, Madrid: Arco/Libros.
Artículos
APELLIDOS, Nombre (año): “Título del artículo”. En Título de la revista, Lugar de edición:
Editorial, número (núm.), páginas (pp.).
Ejemplo:
BOMBINI, Gustavo (2001): “Avatares en la configuración de un campo: la didáctica de la
lengua y la literatura”. En: Lulú Coquette. Revista de didáctica de la lengua y la literatura.
Buenos Aires: El Hacedor, Año 1, Núm. 1, pp. 24-33.
Ponencias de congresos
APELLIDOS, Nombre (año): “Título de la ponencia”. En Nombre y Apellidos (ed.), Título del
documento fuente, Lugar de publicación: Editorial, pp.
Ejemplo:
MARGULIS, Alejandro (2005): “Escribir, leer, corregir en pantalla” en Actas del Congreso de
Promoción de la lectura y el Libro 2003-2004, Buenos Aires: Fundación El Libro OEI y
Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, pp. 135-141.
Artículos en red
APELLIDOS, Nombre (año): “Título del artículo”. En Título de la publicación digital (si lo
hubiera), disponible en www…………………… . [Fecha de consulta].
Ejemplo:
ALSTRUM, James (1986 )“La poesía de Luis Carlos López y la tradición de la antiliteratura
en las letras hispánicas” en Boletín Cultural y Bibliográfico, Número 7, Volumen XXIII,
disponible en www.lablaa.org/blaavirtual/publicacionesbanrep/boletin/boleti4/bol7/poesia.htm
[consulta: 11 de junio de 2011]
28
Discurso argumentativo y transposición didáctica.
Un estudio a través de los manuales escolares
El presente texto expone los avances del proyecto de investigación homónimo que
cuenta con aval y subsidio de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UNC (N° 05/F704,
Resol. HCS 214/10, 2010-2011). El objetivo principal del proyecto es el estudio de la
enseñanza de la argumentación a través de los manuales escolares. En tal sentido, se
propone estudiar las formas en las que el discurso y/o los textos argumentativos son objeto
de tratamiento didáctico a partir de actividades, estrategias y/o propuestas escolares que,
vía los manuales escolares de Lengua, intentan generar conocimientos y aprendizajes en
los alumnos para comprender y producir textos argumentativos.
A continuación presentamos los supuestos que hemos explicitado desde el inicio de
nuestro trabajo -en tanto conjunto de ideas, teorías e informaciones que lo impulsaron- y los
principales avances que hemos desarrollado hasta el momento. Se trata de las primeras
conjeturas e interpretaciones que estamos realizando a partir del estudio empírico.
1. Supuestos de base
29
formación lingüística en general y la enseñanza de los textos argumentativos en particular
están ligadas a la obligación democratizadora de la escuela.
1.4. Las novedades disciplinares y curriculares propuestas por la reforma educativa
en los C.B.C. no fueron sistemática y procesualmente presentadas a los docentes, sino que
se instalaron abruptamente en la agenda educativa (Herrera de Bett Graciela, Alterman Nora
y Giménez Gustavo, 2004). Los profesores debieron resolver con celeridad la producción de
planes, programas, proyectos, actividades didácticas, etc. con nuevos objetos -los textos-
que poco o nada conocían.
1.5. En este contexto de “reforma urgente”, los manuales escolares conformaron un
insumo básico para que profesores y maestros comprendieran -al menos inicialmente- las
novedades teóricas y metodológicas propuestas y las formas para su tratamiento escolar.
Muchos docentes reconocen que gran parte de lo que hacen en y para las clases provienen
de, o están “inspirados” en, los manuales escolares de sus disciplinas. (Herrera de Bett
Graciela, Alterman Nora y Giménez Gustavo, 2004).
1.6. Los manuales constituyen, por lo tanto, un insumo escolar que permite
comprender determinadas formas estandarizadas del trabajo que usualmente profesores y
estudiantes realizan en las aulas, modos de enseñanza y tipos de aprendizaje
frecuentemente propuestos y desarrollados en las clases, y en general, formas de
comprender y transmitir determinados contenidos. Los manuales escolares resultan un
dispositivo clave para estudiar las maneras en que se concibe y se instrumenta la
enseñanza y el aprendizaje de determinados contenidos.
1.7. Un problema clave para las didácticas específicas resulta del análisis de las
relaciones entre determinados objetos de conocimiento generados en el ámbito científico y
difundidos en medios académicos especializados, y su transformación en determinados
objetos de enseñanza transmitidos en la escuela. Para Chevallard (1991) los contenidos
escolares no constituyen una simple derivación o simplificación de conceptos científicos
construidos en un ámbito legitimado sino una reconstrucción muchas veces compleja que
reformula los saberes de la ciencia y los pone a circular en redes discursivas ajenas a su
campos disciplinares de origen. Los objetos de conocimiento se redefinen y transforman en
contenidos de enseñanza a partir de un complejo proceso que Chevallard (1991) ha
designado como transposición didáctica.
En sentido coincidente con lo ya señalado, resulta pertinente también la idea de
Bernstein (1993) acerca del discurso pedagógico que se construye necesariamente en
relación con otros discursos a los que “descoloca” de sus funciones y prácticas originarias y
los “recoloca” en otros contextos de significación.
Estas categorías (transposición didáctica y recolocación del discurso pedagógico)
resultan interesantes para el fin que este trabajo se propone, ello es, analizar las formas en
que distintas categorías asociadas a la noción de texto argumentativo adquieren en el
discurso de la enseñanza.
31
argumentación en los manuales escolares y su implicancia en la formación de lectores
críticos.
Actualmente, una de las líneas de este trabajo desarrollada por uno de sus
integrantes, intenta profundizar esta tensión observada en la transposición propuesta por los
manuales de Lengua entre una lingüística “visible” (partes de un texto, estrategias
discursivo-gramaticales, ideologías explícitas, etc.) y una lingüística de lo “invisible” (los
aspectos profundos del discurso: las matrices del razonamiento, de las ideologías, los
supuestos, la confrontación, etc.). En sentido coincidente, otra línea de trabajo desarrollada
por otro integrante, focaliza cuestiones análogas desde la perspectiva de una Lingüística
Crítica: qué espacio asignan los manuales a contenidos lingüísticos que permitirían acceder
a rastros de la ideología dominante, estructurados por el propio lenguaje (Fowler y otros,
1979, 1983; van Dijk, 1999, 2001)
Siguiendo a Ducrot (2004) puede afirmarse que la argumentación está “en” la lengua,
los significados de las palabras orientan argumentativamente al interlocutor para
comprender su significado. Si los padres le dicen al niño que tal perro es “sucio”, puede que
ellos crean que están dando una descripción objetiva del perro, pero esa descripción está en
función de una simple inferencia argumentativa: “es sucio…no hay que tocarlo”. Según
expresa el autor, el sentido de “sucio” no es otra cosa que proveer un argumento para
mantener algo alejado, para excluirlo…” (2004:363)
Las palabras no tienen significados “en sí”, significados “de diccionario”, sino que se
entienden en vinculación argumentativa con otros significados.
En ese sentido, interesa analizar cómo los manuales seleccionados resuelven esta
idea de que la argumentación está inscripta “en” la lengua y que no hay manera de usar la
lengua y comunicarse sin argumentar. En el corpus estudiado, la argumentación aparece
como una propiedad contingente de los textos y por lo tanto algunos textos son
argumentativos y otros no. Es más, la argumentación se adscribe explícitamente al orden de
los “discursos subjetivos” en oposición a otros, como los de la ciencia, exponentes visibles
de los “discursos objetivos”. Cierto imaginario extendido se expresa en esta distinción: es
posible, por tanto, pensar que existe la objetividad en el discurso, y que esta es una
propiedad inherente de algunos textos, más que una estrategia enunciativa de su autor.
En efecto, existen algunos textos donde se genera la ilusión de que “nadie habla”, de
que “reflejan” la realidad o cierto objeto casi sin mediación del lenguaje. Algunos subgéneros
de la información periodística (como la noticia) generan cierta ilusión de “neutralidad” u
“objetividad” en tanto parecen sólo “exponer” o “informar” sin opinar. Desde otro punto de
vista podríamos afirmar la imposibilidad de que existan discursos “sin sujeto”, que todo
discurso es necesariamente “subjetivo” se muestre o se oculte su productor en el discurso, y
que todos los géneros discursivos posibles de ser pensados constituyen subgéneros de la
argumentación.
Esta última afirmación nos permite pensar que cualquier uso del lenguaje es
necesariamente argumentativo, en función de que alguna intención lo orienta, de que las
mismas palabras que utiliza orientan argumentativamente a interpretar algunos sentidos y
no otros.
Esta dimensión enunciativa del discurso (mostrar/ocultar su enunciador y lograr con
ellos efectos comunicativos particulares) no se hace explícita en la transposición didáctica
del discurso argumentativo presentada por los manuales. Los textos aparecen como
exponentes de intenciones comunicativas claras, evidentes y primarias: informar o describir
neutralmente la realidad o mostrar subjetiva e interesadamente la propia opinión.
32
2.3. La argumentación se entiende generalmente como un texto que expresa la
posición personal de un autor-argumentador sobre algún aspecto del mundo, antes
que como un espacio que escenifica una discusión o disputa entre dos o más puntos
de vista, perspectivas o ideologías.
Bibliografia
34
La producción de manuales escolares.
Una experiencia de la Cátedra de “Didáctica de la Lengua
y Literatura”.
Resumen:
16
En el plan de estudios la materia Didáctica de la lengua y la literatura figura en el tercer año de formación,
como asignatura que no implica la realización de prácticas de aula.
35
del Discurso. Tampoco cursaron espacios curriculares de Sociolingüística o
Psicolingüística, por dar algunos ejemplos. De esto, resulta que en didáctica, debemos
abordar contenido disciplinar de lengua y literatura considerados básicos para empezar a
pensar el campo de la didáctica disciplinar. También enfrentamos el desafío de introducir a
los estudiantes en el campo de la didáctica sin estar en situación de práctica docente
concreta, ya que recién lo harán en el cuarto año. Si bien han realizado algunos primeros
acercamientos a la institución escolar, o incluso algunos, ya ejercen en otros niveles del
sistema educativo, la materia está pensada en el plan, como de desarrollo teórico, más que
práctico. Frente a esta doble problemática, vacíos en la formación disciplinar y
descontextualización de la materia en relación con la práctica docente, es que surge la
necesidad de enfrentarlos a la perspectiva didáctica de manera realista.
En sí, la experiencia aquí presentada, consistió, como pudieron anticipar a través del
título, en encauzar el desarrollo de la materia, hacia la realización de contenido para un
“manual escolar”. Para esto se recuperó la experiencia de los estudiantes como usuarios de
manuales escolares a lo largo de su propia escolarización, o a partir de su desempeño como
docentes, en el caso de los estudiantes que ya ejercen en otros niveles del sistema
educativo; a partir de esto, se les propuso repensar y proponer un manual escolar para el
nivel secundario, a la luz de los planteos teóricos y metodológicos desarrollados en la
cátedra. La propuesta responde a una visión de la enseñanza desde enfoques activos, que
propician la interacción del estudiante con el objeto de aprendizaje. Así, en lugar de pensar
la cátedra “didáctica” como un espacio de desarrollo teórico 17, o como espacio de recetas
pragmáticas, pensé en una propuesta activa, que genere interacción cognitiva con el objeto
de conocimiento y que movilice a la toma de postura teórica y metodológica en torno al
campo. Así surgió la idea de la realización de un taller cuyo producto final fuese este manual
escolar.
Que estudiantes deban problematizar un recurso didáctico que generalmente el docente
consume pasivamente, me pareció un desafío interesante para abordar la didáctica de la
lengua y la literatura.
En primer lugar, se vuelve sustancial porque posiciona a los destinatarios en un rol
didáctico es decir, en el lugar del que piensa cómo enseñar un tema. De esta manera la
participación en la materia los obligó a enfrentar el conocimiento disciplinar de un tema
específico, a la luz de la enseñanza, en función de un nivel educativo específico y por tanto,
pensando en sujetos también específicos. Escribir un manual escolar entonces, se volvió
una instancia de auténtica escritura que los obligó a preocuparse por “el problema retórico”.
Ésta es la segunda ventaja que le veo a la propuesta: aprenden de didáctica, escribiendo
didácticamente. Siguiendo a Carlino (2005) considero que la escritura es una de las
actividades cognitivas más importantes para el desarrollo del conocimiento. En tercer lugar,
quiero remarcar que un problema de la enseñanza es la falta de espíritu crítico de los
docentes frente a propuestas editoriales que responden, muchas veces a meros intereses
comerciales y se ubican lejos de marcos teóricos actualizados. Así el hecho de mostrarles a
los estudiantes que ellos mismos pueden realizar propuestas didácticas para sus alumnos,
incluyendo material impreso para que éstos desarrollen un tema, es un aspecto necesario
de la formación profesional para el docente del siglo XXI, quienes deben ser capaces de
evaluar críticamente propuestas didácticas editoriales, realizar creativamente adaptaciones
de dicho material y producir el propio material de la cátedra, cuando fuese necesario.
Seguramente alguien podrá objetar que un docente novel o un estudiante en
formación, debe aprender primero de los más antiguos y experimentados y, por tanto, que
esta propuesta es impertinente. Sin embargo, la producción buscada no fue un manual
escolar realizado por expertos sino una primera escritura, un primer discurso propio desde el
lugar del que enseña. Esto nos habla de las limitaciones de las propuestas elaboradas por
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En el plan de estudios la materia Didáctica de la lengua y la literatura figura en el tercer año de formación,
como asignatura que no implica la realización de prácticas de aula.
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nuestros alumnos: son sus primeros pasos en esto del oficio o arte de enseñar y, por ende,
podemos estar tanto frente a una ópera prima de calidad consagratoria, como frente a un
simple bosquejo.
Por último, sobre la propuesta, me parece pertinente contar el proceso de ejecución.
Como forma de entrar al campo de la didáctica disciplinar les propuse a los estudiantes la
lectura del texto de Bombini (2006) Reinventar la enseñanza de la lengua y la literatura. La
manera de leer también fue activa, ya que debían realizar un informe de lectura sobre dicho
texto. A partir de sus producciones, se discutió en clases los sentidos que el texto abría para
pensar el campo de la didáctica disciplinar. Así quedó presentada la asignatura, en cuanto a
su enfoque y a los objetivos perseguidos.
A continuación abordamos conceptos teóricos sobre procesos de comprensión y
producción escrita que serían necesarios para pensar el trabajo didáctico y que los alumnos
no habían desarrollado en otras asignaturas. También se discutieron conceptos como
“clases” y “tipos” de textos. Recién allí se les presentó la propuesta del taller de producción
del manual escolar.
Los temas se repartieron al azar, y fueron impuestos por el docente responsable. El
criterio para elegirlos fue por un lado, la presencia en la curricula vigente, y por otro la
potencialidad didáctica de los mismos, desde un enfoque comunicativo. También la
selección se vinculó con los ya mencionados baches de formación, en tanto el juego era
doble: por un lado, aprender o profundizar contenido teórico y por otro empezar a desarrollar
un pensamiento didáctico.
Las tareas de los alumnos fueron diversas. En primer lugar, debían construir
teóricamente el objeto de enseñanza. Búsquedas en internet, en bibliotecas universitarias y
en la del profesor dieron origen a fichas de lectura, con las cuales hicieron una presentación
en power point para socializar con el grupo los temas individuales. El hecho de tener que
presentar su trabajo, produjo un intercambio propicio para el aprendizaje entre pares, ya
que muchos vieron en la tarea del otro, aspectos novedosos para incluirlos en las propias
realizaciones. Además, fue una etapa de consolidación del grupo de trabajo en función del
objetivo en común.
Paralelamente al desarrollo del tema propio, en las clases se compartían lecturas
sobre el enfoque comunicativo de enseñanza, la pedagogía de proyectos y los planteos en
torno a la didáctica específica como espacio de reflexión crítica sobre la tarea de
enseñanza.
En forma conjunta también se tomaron decisiones en torno al título del manual, el
formato de realización y los roles de corrección, edición y armado. Todas estas etapas
ayudaron a que el grupo tome conciencia de una posible circulación real del material
producido.
En las clases se plantearon criterios para la construcción de secuencias didácticas:
disciplinares, didácticos, de adecuación al grupo clase, a la institución y a la región. También
se problematizó la distancia que hay entre enseñanza y aprendizaje.
La propuesta termina con la reflexión metalingüística y metacognitiva. Se exige del
estudiante un distanciamiento de su propio trabajo en el taller, para reflexionar sobre el
mismo desde la experiencia de escritura, de participación, pero también en torno a lo que
aprendieron, a cómo la propuesta de la cátedra ayudó o no a la construcción del objeto de
aprendizaje. Esta etapa incluye el examen final de la materia, que consiste en expresar de
manera oral esta reflexión y en una defensa del propio trabajo.
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construcción que depende de decisiones contextualizadas es imprescindible para el
desarrollo de un pensamiento didáctico.
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Si analizamos críticamente esta manera de enunciar la consigna, podemos señalar
cierta imprecisión al proponer un trabajo de investigación, o cierta recurrencia al análisis de
las respuestas de los alumnos, en el clásico esquema lectura- cuestionario. Sin embargo, la
formulación de la secuencia, con una explicación, con un desarrollo reflexivo y narrativo de
lo que se está proponiendo, muestra el comienzo de un camino hacia las mejores, diversas
y enriquecidas escenas de lectura y escritura en la que podremos, día a día transformar
nuestras clases.
Vinculado con las críticas anteriormente formuladas, creo que una debilidad en el
desarrollo del taller fue dedicar poco tiempo al análisis de manuales escolares habituales.
Hubiese sido rico fortalecer esta instancia de crítica a producciones editoriales, para marcar
con más fuerza lo que se buscaba, o lo que se esperaba en la producción.
Prospectiva:
Bibliografía:
40
---------------------- (1998) La formación del lector literario. Narrativa infantil y juvenil actual.
Barcelona: Barcanova.
- CHARTIER ANNE-MARIE Y JEAN HÉBRARD (2002) La lectura de un siglo a otro.
Discursos sobre la lectura (1980- 2000) Barcelona: GEDISA.
- CHAMBERS AIDAN (2001) Lecturas México: Fondo de Cultura Económica.
- CUESTA CAROLINA (200&) Discutir sentidos. La lectura de literatura en la escuela. Bs.
As. Libros del Zorzal.
- DUSSELL, I. “La enseñanza de la Literatura (1863-1900): sobre tradiciones, cánones y
democracia” en AA. VV (1997) Voces de un campo problemático, La Plata.
- EDELSTEIN Y CORIA (1996) Imágenes e imaginación. Iniciación a la docencia, Bs.As.:
Kapelusz.
- FRUGONI SERGIO (2006) Imaginación y escritura Bs. As. Libros del Zorzal.
- GIMENO SACRISTÁN Y PÉREZ GÓMEZ (1985) La enseñanza, su teoría y su práctica,
Madrid: Akal.
- HERBRARD, J. “El aprendizaje de la lectura en la escuela...” en Materiales del Primer
Seminario Nacional de Formación de Mediadores, Plan Nacional de Lectura, Bs. As., 2000.
- LARROSA, J. (2003) La experiencia de la lectura. Estudios sobre literatura y formación.
Nueva edición revisada y aumentada. México: FCE.
----------------------------- “Dar a leer, dar a pensar...” en materiales del Primer Seminario
Nacional de Formación de Mediadores, Plan Nacional de Lectura, Bs. As., 2000.
- LOMAS, CARLOS (1994) La enseñanza de la Lengua y el aprendizaje de la comunicación,
Gijón: Trea.
- MANGUEL, ALBERTO (1999) Una historia de la lectura. Bogotá: Editorial Norma.
- QUINTEROS GRACIELA – EDITORA- (1999) Cultura escrita y educación. Conversaciones
con Emilia Ferreiro México, Fondo de cultura económica,.
- ROSENBLATT, LOUISE (2002) La literatura como exploración, México: Fondo de Cultura
Económica.
- ROBLEDO BEATRIZ HELENA (2011) La literatura como espacio de comunicación y
convivencia. Bs. As. Lugar.
- SARDI VALERIA (2006) Historia de la enseñanza de la lengua y la literatura.
Continuidades y rupturas. Bs.As. Libros del Zorzal.
Artículos y publicaciones:
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ANEXO:
II- Lírica:
a- Poesía: aspectos históricos.
b- Yo lírico.
c- Estructura.
d- Recursos y tropos. Imágenes.
e- Etc.
III- Narrativa:
a- Cuento de autor o cuento literario.
b- Novela histórica.
c- Microrrelato
d- Épica.
Trama narrativa. Personaje. Narrador, punto de vista. De Mimético no mimético (realista/
fantástico). Cronología del relato. Efecto de lectura. Recursos narrativos. Etc.
V- Gramática:
Reflexión metalingüística.
Normativa
Ortografía
Sintaxis oracional y morfología.
Gramática textual.
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Informe de lectura.
Fichaje bibliográfico.
Etc.
VIII- Paratexto
IX- Teatro
Texto dramático y espectacular.
X- Ariel
XI- Sandra Yonar
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