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Encabezado: COMO SER PARTE DEL PUEBLO DE DIOS 1

¿Cuándo se considera a una persona como parte del Pueblo de Dios?

Abraham Bruno

Seminario Wesley en Indiana Wesley University

MISS - 600: La Iglesia Misional

24 de mayo del 2018.

Nota de autor

Director del Seminario Bíblico Juan Wesley en Norte Carolina.

Este trabajo se presenta para responder a la pregunta del dilema pastoral sobre cuándo una

persona es parte del Pueblo de Dios.

Puede comunicarse al (336) 448 9268 o al e-mail abrajambh@hotmail.com


COMO SER PARTE DEL PUEBLO DE DIOS 2

Tabla de Contenido

Introducción ................................................................................................................... 3

Análisis Exegético ......................................................................................................... 4

Exégesis del Antiguo Testamento .............................................................................. 4

Exégesis de Jeremías 31.31-34 .............................................................................. 4

Exégesis del Nuevo Testamento ................................................................................ 6

Exégesis de Efesios 2.11-22 .................................................................................. 7

Análisis Teológico ......................................................................................................... 9

Análisis Histórico......................................................................................................... 11

Agustín de Hipona ................................................................................................... 11

Juan Wesley ............................................................................................................. 12

A modo de conclusión ................................................................................................. 14

Referencias ................................................................................................................... 15
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Introducción

¿Cuándo se considera a una persona parte del Pueblo de Dios? La Palabra es sencilla

al respecto: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio

potestad de ser hechos hijos de Dios” Juan 1.12. Sin más complicaciones ni condiciones. La

salvación es una garantía de parte de Dios. Dios es un Dios de orden, pero no de

complicaciones. A través de la historia y desde que Satanás hizo que Eva mal interpretara la

Palabra de Dios, se han formulado una serie de posiciones teológicas con bases ideológicas,

que han entorpecido el avance del Reino de Dios en la tierra.

Responder bíblica y teológicamente a esta pregunta demanda toda una tesis. En el

presente trabajo presentamos una síntesis de tres análisis: exegética, teológica e histórica que

fundamentan una respuesta a la pregunta investigativa. La idea principal es entender cómo

una persona pasa a formar parte del Pueblo de Dios. No vamos a responder a las preguntas

de: ¿cómo una persona se mantiene o pierde ser parte del Pueblo de Dios?

La sencillez del evangelio nos muestra que es importante que la persona que lo

escucha entienda que su pecado lo separa de Dios, que es necesario que se arrepienta y crea

que Jesus es el Hijo de Dios que le perdona de todos sus pecados, y lo reciba como el Señor y

Salvador de su vida. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de

nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la

cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” Rom. 5.1-2. No

somos parte del Pueblo de Dios por asistir al templo, hacer buenas obras o portarnos bien.

Los pueblos en este mundo se distinguen el uno del otro por costumbres, lenguaje, relaciones.

El Pueblo de Dios tiene estas y muchas otras distinciones que nos hacen “linaje escogido,

real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de

aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;(1 P. 2.9).


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Análisis Exegético

Exégesis del Antiguo Testamento

Título: ¿Cómo llegar a ser Pueblo de Dios?

I. El fundamento:
A. Por aceptar un nuevo Pacto: v.31
B. Por invalidar el antiguo Pacto: v.32
II. Los Principios:
A. Vivir conforme la ley de Dios: v.33a
B. Reconocer que hay un solo Dios: v.33b
C. Integrarse al Pueblo de Dios: v.33c
D. Anunciando el mensaje de Dios: v.34
1. Conociendo al verdadero Dios.
2. Un mensaje de perdón.
3. Una nueva oportunidad de vida.

Exégesis de Jeremías 31.31-34

Lo que este pasaje nos muestra es que hay de por medio un “pacto”. El pacto implica

acuerdo, compromiso, aunque no tanto de Dios, sino de la persona que lo acepta. “haré

nuevo pacto” – está acción no es una posibilidad, sino que inevitablemente será hecho. Todo

el que quiera pertenecer al Pueblo de Dios deberá “firmar” este nuevo pacto que le da entrada

a ser parte del Pueblo de Dios. “Cada pacto que Dios instituye con los hombres consiste,

desde el lado de Dios, en la garantía de sus favores y otorgamiento real de ellos; estos unen a

los hombres a guardar los mandamientos en ellos” (Keil & Delitzsch, 1996, p. 281)

porque ellos invalidaron mi pacto (v.32) El hombre que no quiere vivir bajo los

lineamientos de Dios siempre va a buscar formas de invalidar los mandamientos de Dios.

Nadie que invalida este pacto puede ser parte del Pueblo de Dios.

Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón (v.33) Es su voluntad revelada

para librarnos del pecado y conducirnos hacia una vida de santidad. No existe pueblo sin

leyes.

La religión ya no será meramente externa; la interioridad será la nota dominante en el

futuro. Hasta ahora las leyes de Dios habían estado escritas en tablas de piedra; ahora
COMO SER PARTE DEL PUEBLO DE DIOS 5

estarán escritas en el corazón. En lugar de tratar los síntomas externos, Dios se

ocupará de los principios interiores. Bajo el nuevo pacto, los hombres responderán a

la motivación interior, más bien que a formas externas de compulsión (Gray, 2010, p.

434).

Todo pueblo tiene sus leyes, preceptos, regulaciones. Dios es un Dios de orden.

Nunca la ley de Dios fue dada para ser tropiezo a la conducta del hombre. La ley de Dios es

una norma de conducta para ser obedecida en amor. Es este el propósito por la cual Dios dice

que se escriban, se implanten en la mente y el corazón.

y yo seré a ellos por Dios, (v.33b) Elohim – Es el termino hebreo para Dios. Con esta

frase se establece la primacía del único Dios, un Dios Trino. Nuestra fe se basa en Elohim no

en Buda o Alá. Dios es el único Dios y no hay ni habrá otro.

y ellos me serán por pueblo. (v.33c) Esta es la distinción del pueblo de Dios. Un

sentido amplio sin restricciones de fronteras, lengua, religión. Esta es una nueva comunidad

de fe que se relaciona en el verdadero amor.

Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo:


Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más
grande, dice Jehová;

Relaciona a toda persona sin ningún tipo de distinción. Como resultado de este nuevo

pacto y el poder de la interiorización de la ley de Dios en el verdadero ser de la

persona, no habrá necesidad de compartir su fe el uno con el otro, porque todos van a

conocer a Jehovah, desde la persona más insignificante hasta la persona más

poderosa, desde el más joven al más anciano, hombres y mujeres, porque todos le

conocerán. El uso del verbo “conocer” indica la relación íntima entre Dios y la

persona, como se ha indicado varias veces en este comentario. Es un conocimiento tan

profundo que dará nueva vida a la persona (Cevallos & Zorzoli, 2010, p. 227).

porque perdonaré la maldad de ellos,


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Habrá un nuevo nivel de moralidad. Judá había sufrido de un corazón “engañoso” y

“perverso” (17:9). Era muy necesaria una transformación moral—un cambio de

corazón. Bajo el nuevo pacto, esto será una gloriosa posibilidad. La verdadera

religión, en adelante, tendrá aspiraciones basadas en el conocimiento personal de

Dios, y operará según leyes espirituales escritas en el corazón. El resultado será que

nuevos principios morales gobernarán la sociedad (Gray, 2010, p. 434)

y no me acordaré más de su pecado.

El perdón de pecados sería parte del nuevo pacto sólo porque Dios proveyó a un

Sustituto para que pagara por la pena que el hombre merecía (Walvoord & Zuck,

2000, p. 187)

En esencia podemos decir de este pasaje, que se nos muestra una nueva dimensión

espiritual. La voluntad de Dios estará escrita en el corazón. Bajo el nuevo pacto, los hombres

responderán a una motivación interior, más bien que a formas externas de compulsión. Habrá

una nueva relación: la relación del hombre con Dios será íntima y personal. Habrá un nuevo

nivel de moralidad, un cambio de corazón. El pueblo de Dios tendrá aspiraciones basadas en

el conocimiento personal con El, y operará según leyes espirituales escritas en su corazón.

Este es el ideal de Dios para con Su Pueblo. Ningún otro dios, ningún otro pueblo se asemeja

en todo esto.

Exégesis del Nuevo Testamento

Bosquejo del Pasaje de Efesios 2.11-22 El único Pueblo de Dios – La Iglesia.

A. El fundamento de un solo pueblo: la sangre de Cristo 11-13


B. La diversidad del Pueblo de Dios: 14-22
1. La iglesia es un solo pueblo: 14
2. La iglesia es un solo y nuevo hombre: 15
3. La Iglesia es un solo cuerpo: 16
4. La iglesia es un solo sacerdocio: 17-18
5. La iglesia es una sola nación: 19ª
6. La iglesia es una sola familia 19b
7. La iglesia es un solo edificio-templo 20-22
COMO SER PARTE DEL PUEBLO DE DIOS 7

Exégesis de Efesios 2.11-22

“Pero ahora en Cristo” Ahora el pueblo gentil tiene la misma posibilidad que los

israelitas. ¿Por qué? Porque el Mesías esperado llegó. Vosotros que en otro tiempo estabais

lejos habéis sido hechos cercanos. El nuevo Pueblo de Dios no se fundamenta en

reglamentos, sino en Cristo y sus enseñanzas.

Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared

intermedia de separación. V.14

Jesús logra unir a judíos y a gentiles en un nuevo pueblo, la Iglesia. “Este era el

misterio del evangelio escondido en siglos pasados. Los creyentes ya no son judíos o gentiles,

sino cristianos (Gál. 3:28; Col 3:11). Este era el misterio de Dios revelado en Efesios.” (Gen.

3:15). (Utley, 2015).

aboliendo para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre v.15

El nuevo pacto (Jer 31:31–34; Ez 36:22–36) está basado en un nuevo corazón y un

nuevo espíritu, no en el desempeño humano de un código legal. Los judíos creyentes y los

creyentes gentiles ahora tienen la misma posición frente a Dios. En el nuevo pueblo de Dios

no hay divisiones, segregación, discriminación o algo parecido.

“un nuevo hombre”, Este término griego significa “nuevo” en especie no en tiempo.

¡El pueblo de Dios no son judíos ni gentiles sino cristianos! La Iglesia es una nueva entidad

en, a través y para Cristo (ver Ro 11:36; Col 1:16; Heb 2:10) (Utley, 2015)

y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella

las enemistades. V. 16

Por el pecado, los lectores de Pablo habían antes estado “en enemistad” con Dios y

con sus prójimos. Habían estado separados de Dios, pero ahora estaban reconciliados

con El, y vivían en armonía con los propósitos y leyes divinos. Una restauración de

compañerismo con Dios ha sido efectuada por la gracia (Taylor W. H., 2010).
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porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu

al Padre vv.17-18

Jesús es el camino de pertenencia a ser parte del Pueblo de Dios. Es el Espíritu quien

nos convence que nuestro pecado nos aparta de esta pertenencia. Ni ser bueno ni hacer obras

nos garantiza la entrada a este pueblo.

Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos

v.19a

En esta metáfora, que Pablo toma de la vida de la ciudad, él les asegura a los gentiles

que “sus nombres están grabados en el mismo rollo cívico con todos aquellos ‘a quienes el

Señor contará cuando examine al pueblo’” Hubo un tiempo en el que los judíos eran los

santos, ciudadanos de la ciudad de Dios, y los gentiles estaban afuera. Esta ya no es la

situación. Los creyentes gentiles forman parte del nuevo Israel (Gál. 6:16), el cual está

compuesto por todos los cristianos. Comparten todos los derechos y privilegios de este nuevo

pueblo (Taylor W. H., 2010, p. 194).

y miembros de la familia de Dios v.19b

La segunda metáfora, tomada de la vida familiar, sugiere una relación más íntima. Los

gentiles son ahora “compañeros de la casa de Dios, miembros cabales de su familia, sobre la

misma base de los hijos naturales de Abraham que han entrado en la familia de Dios

mediante ‘una fe igualmente preciosa’”. La relación con judíos creyentes puede ser

caracterizada sólo mediante el uso de palabras tales como “miembros de la familia”, o

“hermanos”, o “conciudadanos de los santos”. Milagrosa y misericordiosamente, los gentiles

han sido ligados con lazos de amor con los judíos creyentes (Taylor W. H., 2010, p. 195).

Robinson comenta: “Estos no son meramente miembros de la familia, sino en realidad

una parte de la casa de Dios.” La iglesia es un templo santo que está siendo construido, y es

para morada de Dios en el Espíritu (22) (Taylor W. H., 2010, p. 195)


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Análisis Teológico

Los enfoques de la tradición católica, calvinista y wesleyana sostienen que, debido al

pecado original, que resultó de la mala representación de Adán de la raza humana, nacimos

con una condición que nos inclina hacia una vida de pecado. Las Escrituras enseñan que

somos esclavos del pecado (Ro. 6:16–17). Nos muestra que somos incapaces de hacer por

nosotros mismos lo que sabemos que debemos hacer (7:15, 18) “separados de mí nada

podéis hacer” (Juan. 15:5). Estos pasajes escritúrales sugieren la incapacidad del hombre

caído para hacer lo bueno, a menos que reciba la ayuda especial de Dios, es decir, la gracia

preveniente. Por este asunto, ningún hombre puede ser parte del Pueblo de Dios.

Sin embargo, las Escrituras nos muestran que Dios, en su clemencia, nos extiende su

mano para ayudarnos a llegar a él y formar parte de un nuevo Pueblo. “Nosotros le amamos a

él, porque él nos amó primero” (1 Juan. 4:19). También leemos: “Ninguno puede venir a mí,

si el Padre que me envió no le trajere” (Juan. 6:44) Se dice que a Cornelio y a los de su casa

les “ha dado Dios arrepentimiento para vida” (Hch. 11:18). Al aceptar ser el pueblo de Dios,

estamos aceptando el gobierno de Cristo en nuestras vidas y nuestro completo sometimiento a

sus normas y preceptos, porque Él es el soberano y nosotros sus seguidores.

Martín Lutero declaró que la justificación solo por la fe es el artículo sobre el cual la

iglesia o el pueblo de Dios se apoya o cae. La justificación puede ser definida como el acto

por el cual los pecadores injustos que no son aun parte del pueblo de Dios son hechos justos a

la vista de un Dios justo y santo. Cristo provee esta falta de justicia en lugar del pecador

creyente. La justificación solo por la fe significa la justificación únicamente por la justicia o

el mérito de Cristo, no por nuestra bondad o por nuestras buenas obras.

La teología protestante afirma que la fe es la causa instrumental para la justificación

porque la fe es el medio por el cual nos apropiamos de los méritos de Cristo para ser parte de

este nuevo pueblo, la iglesia. La teología católica enseña que el bautismo es la causa
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instrumental primaria para la justificación y que el sacramento de la penitencia es la causa

secundaria, o restauradora. El sacramento de la penitencia precisa de obras de satisfacción

por las cuales los seres humanos logran el mérito apropiado para la justificación. El punto de

vista católico afirma que la justificación es por la fe, pero niega que sea únicamente por la fe,

agregando las buenas obras como una condición necesaria. Esto ocasiona falsas condiciones

de lo que realmente las Escrituras señalan para ser parte del Pueblo de Dios.

“La fe que justifica es una fe viviente, no una profesión hueca de fe. La fe es una

confianza personal que acepta únicamente a Cristo para su salvación. La fe salvífica es

también una fe que acepta a Cristo como su Salvador y Señor”. (Sproul, 1996., p. 217)

La humanidad necesita volverse a Dios. Los requisitos para ser parte del Pueblo de

Dios están al acceso de todos. Dios siempre va a proveer todos los medios necesarios para

que toda persona responda a la salvación que El ofrece, pero no va a obligar a nadie a

aceptarla. Dios no quiere que nadie se pierda, sino que todos procedan al arrepentimiento.

La iglesia necesita ser motivada a evangelizar de distintas maneras. No nos

corresponde juzgar la salvación de nadie. Estamos llamados a que las personas que aceptan a

Cristo crezcan en Cristo y hagan sus obras. Si alguien se aleja o aparentemente cae de la

gracia, debemos ayudarlo a que se restaure. No somos culpables porque alguien rechace el

evangelio. Somos culpables cuando nos mantenemos tibios o conformistas en la vida

cristiana, y no hacemos ningún esfuerzo por vivir una vida de santidad como la Palabra lo

exige, una vida de fe con señales de sanidad y liberación.

Es verdad que Dios ha ampliado sus fronteras, pero también ha puesto condiciones

para aceptarnos como su pueblo. No tenemos que ser judíos, pero sí tenemos que guardar sus

mandamientos y andar en sus caminos, porque es además la forma como le demostramos

respeto y amor.
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Análisis Histórico

Agustín de Hipona

“Todas las personas nacen espiritualmente muertas en pecado original y dependen

totalmente de la gracia de Dios para su salvación” (Schmeling, 2007, p. 134). Toda teología

concuerda con esto y también Agustín, así que era necesario entender lo que es el pecado y la

gracia de Dios. El pecado nos separa, la gracia nos acerca.

Harry Boer explica que Agustín entendió que el pecado no consiste en acciones

malas, sino que procede de una naturaleza mala heredada de Adán. Sin embargo, esta no es

parte de nuestro ser creado; la recibimos después de la creación. Por lo tanto, puede ser

eliminada y en su lugar podemos recibir de vuelta nuestra naturaleza buena. Esta restauración

es el resultado de la gracia de Dios. La gracia es la obra de Dios en los corazones de los

hombres que les permite hacer lo bueno. Sin esta gracia no podemos obedecer la ley ni creer

el evangelio de Cristo. El creer en Cristo nos une a él, añade amor a la fe, y hace posible una

vida de obediencia a Dios. La gracia de Dios es irresistible en aquellos que están

predestinados a la vida eterna; no la tienen aquellos que están predestinados a la muerte

eterna (Boer, 2001, p. 224). Estas son las raíces del concepto arminiano. Para ser parte del

pueblo de Dios se requiere creer en Cristo, recibir su gracia para no estar dominados por la

naturaleza mala de Adán. Este nuevo hombre se distingue de toda práctica malvada, y vive

bajo el dominio de la Palabra de Dios.

En la práctica Agustín identifica la ciudad de Dios con la iglesia en su tiempo, aunque

reconoce que es un campo mixto de trigo y cizaña; no todos los que pertenecen a esta iglesia

son necesariamente cristianos verdaderos. Esa iglesia es una iglesia peregrina, que no se

identifica con ningún lugar, ningún reino o imperio humano. (Donner, 2004, p. 113)

Agustín fue el maestro por excelencia de la nueva era. Durante toda la Edad Media,

ningún teólogo fue más citado que él, y por tanto a la postre se convirtió en uno de los
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grandes doctores de la Iglesia Católica Romana. Y, sin embargo, Agustín fue también el autor

favorito de los grandes reformadores protestantes del siglo XVI. Luego, de entre todos

aquellos gigantes, ninguno tan notable como este último, que llevó a cabo su obra en una

pequeña ciudad del norte de África, pero cuyo impacto se hizo sentir en los siglos por venir

en todo el cristianismo occidental —tanto católico como protestante. (Gonzalez, 2003, p.

229)

Juan Wesley

Wesley pasó muchos años para encontrar una especie de solución al fracaso espiritual

de los cristianos. Su propia vida serviría de experiencia y fundamento. En un inicio él actuaba

como cristiano. Estaba convencido de su fe en Cristo, pero no era un convertido. Después que

él experimenta lo que es la primera obra de gracia, concluye que el cristiano debe obtener una

segunda crisis o experiencia a la que llamó la perfección cristiana o perfección en amor. El

escribe: Es el amar a Dios con todo nuestro corazón, mente y fuerza. Esto indica que nada de

mal genio, nada contrario al amor, queda en el alma; y que todos los pensamientos, palabras y

acciones, son gobernados por amor puro. (Wesley, La Perfección Cristiana, 1961)

La manera en que Dios cambió profundamente la Iglesia en Inglaterra a través de

Wesley fue por su llamado a que el creyente realmente viva una vida de santidad. Wesley no

creía en ser un creyente hipócrita. Por ejemplo, cantar en la iglesia y luego salir a pecar. Un

cristianismo pecador no era parte de su entendimiento de la verdad bíblica. Llamaba a

creyentes a vivir en perfección cristiana, a madurar y crecer.

Él levantó a la iglesia establecida de sus basureros. Donde era mundana y corrupta él

la levantó a nuevos niveles de espiritualidad...Encendió a la iglesia con un nuevo celo

misionero...Él derritió el sentimiento religioso congelado de la Iglesia Anglicana, lo vertió

sobre nuevos moldes y lo hizo nuevo con un significado espiritual. Wesley cambió el clima

espiritual de Inglaterra (Garlow, 2008).


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En pocas palabras: Si una persona no busca ser santo no puede ser parte del Pueblo de

Dios. El buscar ser santo implica todo un proceso. Wesley habló de la necesidad de

experimentar dos obras de gracia o crisis: la justificación y la entera santificación.

Cada persona debe esforzarse en hacer lo mejor que pueda para responder a Dios. En

otras palabras, a la gracia de Dios le corresponde a cada uno un trabajo personal por su

salvación. Es por eso necesario resaltar que, si una persona que recibe un regalo de Dios y no

hace nada para cultivarlo, lo perderá.

El camino normal que utiliza el Espíritu Santo para despertar a los pecadores de su

realidad es a través de la predicación de la ley, ésta tiene como función convencer a las

personas de sus pecados. Wesley consideraba que ésta es la manera cómo Dios rompe el

corazón de piedra, de cualquier persona, en pedazos. Él creía que se debía predicar la ley

antes que el evangelio, ya que éste es la medicina para sanar el corazón herido. Este método

de predicación es el que Wesley utilizaba durante el avivamiento y lo recomendaba a sus

predicadores.

Wesley hace algunas precisiones entre la justificación y la santificación. La

justificación se refiere a la relación de la persona con Dios, mientras que la santificación se

refiere al cambio total en nuestras almas. La justificación es una restauración del creyente en

favor de Dios; la santificación es la restauración de la imagen de Dios en el creyente.

Justificación es lo que Dios ha hecho por el creyente a través de Jesucristo, su

Hijo; la santificación es lo que Dios ha hecho en él por medio del Espíritu Santo. La

justificación nos da la entrada a ser parte del Pueblo de Dios. La santificación nos mantiene

como Pueblo de Dios.


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A modo de conclusión

Ser Iglesia es ser pueblo de Dios. Esto lo vamos a demostrar de acuerdo con el gran

proyecto de amor del Padre hacia la humanidad, sin ningún tipo de distinción. A través de las

Escrituras, la historia y la teología comprenderemos que Dios no pertenece de manera propia

a ningún pueblo; porque es Él quien nos llama, nos convoca, nos invita a ser parte de Su

pueblo. Esta invitación está dirigida a todos, sin discriminaciones, porque la misericordia de

Dios "quiere la salvación para todos "(1 Tim 2:04). Jesús no dice a los Apóstoles y a nosotros

que formemos un grupo exclusivo; un grupo de élite. Jesús dice: “Vayan, y hagan que todos

los pueblos sean mis discípulos” (Mt 28,19). Pablo afirma que, en el pueblo de Dios, en la

Iglesia, "no hay ni judío ni griego... porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús" (Gálatas

3:28).

Ambos hombres buscaron la mejor manera que la humanidad entendiera que hay un

Dios que no quiere que el hombre se pierda, sino que proceda al arrepentimiento. Ambos

entienden las razones por las que las personas practican la maldad. Agustín fue muy honesto

en confesar públicamente su lucha contra el poder del pecado. Ambos propusieron formas de

ayudar al hombre caído y alejado de Dios, a cómo ser parte de Su Pueblo. Antes de que pueda

amar a Dios y servirle, es necesario que la voluntad humana esclavizada sea emancipada Esto

es posible sólo por la gracia de Dios en Cristo. Entonces, y sólo entonces, puede el hombre

disfrutar del conocimiento de Dios que es la salvación. La vida y legado de estos hombres

nos ayuden a que todo lo que hicieron no sea en vano.

La distinción del Pueblo de Dios es una vida santa, diferente. Tenemos que

diferenciarnos en todo lo que hacemos y decimos. Nuestra forma de mirar, oír, hablar,

caminar, vestir tiene que ser diferente. Nuestro genio, nuestro carácter debe reflejar el de

Cristo, de lo contrario nuestra “pertenencia” al Pueblo de Dios solo es nominal y no real.


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Unilit.

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