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Seguid la paz con todos—en especial con los hermanos (Rom_14:19), de modo
que los “cojos” entre ellos “no salgan del camino” (v. 13), y ninguno de ellos “carezca
de la gracia de Dios” (Rom_12:15).
Procurad la paz con todos significa, ante todo, el mantener la armonía en la comunidad
cristiana (cf. 13:1-3, 7, 16, 17). El desafío relacionado es el de procurar la santidad.
Basado en el v. 10 es claro que Dios debe obrar en nuestras vidas para hacer posible
que “compartamos su santidad” (cf. 13:20, 21), pero el v. 14 insiste en que tenemos
una parte que cumplir. Debemos buscar esa santidad práctica de la vida (gr. hagiasmos,
“consagración, santificación”) que fluye de una dedicación genuina a su servicio y
obediencia a su voluntad. Al margen de esa santidad nadie verá al Señor (es decir,
experimentar la vida eterna). Las implicaciones del v. 14 se extraen en los versículos
siguientes.
12.14 Los lectores conocían el ritual de la limpieza que los preparaba para la adoración, y
sabían que debían ser "santos" o "limpios" a fin de poder entrar en el templo. El pecado siempre
obstaculiza nuestra visión de Dios; por lo tanto, si queremos ver a Dios, debemos obedecerle
y renunciar al pecado (véase Psa_24:3-4). Vivir en santidad armoniza con vivir en paz. Una
buena relación con Dios conduce a una buena relación con la comunidad de creyentes. Aunque
no siempre vamos a sentir amor por todos los creyentes, debemos buscar la paz a medida que
logramos ser más semejantes a Cristo.