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Ampliación de contenidos tema 13:

Autoconcepto e identidad social

El Paradigma del Grupo Mínimo

Una de las aportaciones más interesentes de la Teoría de la Identidad Social


es el paradigma del grupo mínimo (PGM). Este paradigma demuestra que la
mera categorización, aunque se deba a criterios arbitrarios, produce favoritismo
endogrupal. Más importante todavía en esta teoría es el paso del favoritismo
endogrupal a la diferenciación intergrupal. La diferenciación se mostraba en los
experimentos de Tajfel por el hecho de que los participantes preferían escoger
una opción en la que existiera más diferencia entre lo que ganaban
respectivamente el endogrupo y el exogrupo que aquella opción en la que el
endogrupo ganaba más en términos absolutos, pero donde existía menos
diferencia con el exogrupo. Veamos con más detalle en qué consiste el PGM.

Los orígenes del PGM datan de los experimentos que Tajfel realizó en los
años 70 del Siglo XX para estudiar la discriminación intergrupal. Los llevó a
cabo con 64 adolescentes de 14 y 15 años que ya se conocían. Realizó dos
experimentos.

Primer experimento

En una primera sesión del primer experimento, a los participantes se les


decía que se les había seleccionado y agrupado (de 8 en 8) porque tenían una
serie de habilidades cognitivas similares (más concretamente, se les clasificaba
supuestamente en función de sus puntuaciones en una serie de tests donde se
les decía que se había medido su juicio visual. La forma de medirlo era
mostrando unos puntos a modo de flash en una pantalla y pidiéndoles que
estimaran el número de puntos que aparecían. Realmente los puntos se
mostraban de manera aleatoria y el objetivo era que los participantes pensaran
que su clasificación en grupos se hacía según un criterio). De esta manera, se
les clasificó en dos grupos: los que estimaban que había más puntos de los
que realmente existían y los que estimaban que eran menos.
Después, se les distribuía en tres condiciones experimentales diferentes
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para que repartieran una serie de recursos (dinero) de acuerdo a unas


matrices, tarea que, según se les indicaba, no tenía nada que ver con la
anterior (se mostrará una matriz ejemplo en el segundo experimento, que se
explicará después). Las tres condiciones experimentales fueron las siguientes:
1. En la primera condición, el dinero debía repartirse entre dos
compañeros del propio grupo.
2. En la segunda condición se repartía entre dos miembros del otro
grupo.
3. En la tercera, el reparto debía hacerse entre una persona del propio
grupo y otra del exogrupo.
Los resultados mostraron que, mientras que en las dos primeras condiciones
el reparto fue justo entre los dos miembros del endogrupo o del exogrupo, en la
tercera se le repartió una cantidad mayor a la persona del propio grupo. El
reparto se hacía siempre en condiciones de anonimato, es decir, los
participantes sólo sabían si la persona a la que supuestamente le estaban
asignando una cantidad determinada era de su grupo o del otro, pero no de
quién se trataba en concreto.

Segundo experimento

En el segundo experimento, los grupos se crearon teniendo en cuenta un


criterio trivial: la preferencia por cuadros de Klee o Kandinsky. Se mostraron 12
cuadros a cada participante sin decirle a qué pintor pertenecían. Se incluye
aquí el ejemplo de un cuadro de cada uno de estos pintores.

Klee. “Hermitage” (1918) Kandinsky. “Yellow, read, blue” (1925)


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El objetivo era conocer la estrategia de los adolescentes a la hora de repartir


los recursos entre los miembros de su propio grupo (aquellos que habían
preferido los cuadros del mismo pintor que él/ella), o del otro grupo (los que
habían elegido los cuadros del otro pintor). Las posibilidades eran:
El Máximo Beneficio Conjunto (es decir, el total para endogrupo y
exogrupo).
El Máximo Beneficio Endogrupal (para el propio grupo).
La Máxima Diferencia (entre lo que asignaban al propio grupo y al
exogrupo).

Las famosas matrices de Tajfel, en las que los participantes debían basarse
para repartir los recursos, consistían en una serie de números, distribuidos en
dos filas paralelas de casillas, que se corresponden con los recursos (en este
caso, dinero) que hay que distribuir. De esta manera, el sujeto debe hacer
simultáneamente una elección doble: cada casilla de la fila superior
corresponde a la cantidad que se reparte a una persona concreta del propio
grupo (endogrupo), y cada casilla de la fila inferior se refiere a lo que se da a
una persona concreta del otro grupo (exogrupo). Las matrices consistían en un
conjunto de trece filas dobles diseñadas específicamente para facilitar el uso de
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una de las tres estrategias anteriormente comentadas (siempre se debe elegir


las dos casillas correspondientes a una misma columna, no de columnas
diferentes). En el centro de las matrices había una fila doble que representaba
un reparto igual para el endogrupo que para el exogrupo para ofrecer la
posibilidad de un reparto igualitario.
Veamos a continuación una de las matrices que se utilizó en el estudio:

Reparto para el Endogrupo 19 18 17 16 15 14 13 12 11 10 9 8 7


Reparto para el Exogrupo 1 3 5 7 9 11 13 15 17 19 21 23 25

Por ejemplo, en esta matriz, la Máxima Diferencia y el Máximo Beneficio


Endogrupal estarían en la elección 19-1, mientras que el Máximo Beneficio
Conjunto estaría en la elección 7-25 (es la que más puntos suma entre las dos
casillas).

Mostramos a continuación otra de las matrices del experimento:

Reparto para el Endogrupo 19 18 17 16 15 14 13 12 11 19 9 8 7


Reparto para el Exogrupo 25 23 21 19 17 15 13 11 9 7 5 3 1

Sin embargo, en esta segunda matriz, el Máximo Beneficio Conjunto y el


Máximo Beneficio Endogrupal están en la elección 19-25, mientras que la
Máxima Diferencia está en la elección 7-1.
Los resultados mostraron que cuando los adolescentes tenían que elegir
entre maximizar el beneficio para todos y maximizar el beneficio para su propio
grupo, elegían esta última opción. Y, lo que era más interesante todavía, los
adolescentes se preocuparon por crear la mayor diferencia posible en el reparto
de recursos entre su grupo y el exogrupo. Tajfel afirmó que este último resultado
representaba una discriminación abierta producida por la categorización. Lo
sugerente de esta resultado es que se había producido incluso cuando el criterio
para clasificar a los adolescentes en dos grupos diferentes había sido trivial y,
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además, lo que se repartía entre los grupos eran simples puntos. Imaginemos
hasta dónde puede llegar esto en realidad cuando se aplica a la vida cotidiana.

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