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EJERCICIOS IGNACIANOS
CO N SOR ANGELA
ROMA 1988
I N D I C E
Pags.
MEDITACIONES
A modo de preparación
Señor, yo quiero ver ................ 3
III
Segunda etapa: Siguiendo a Jesucristo Pags.
Meditación del llamamiento del rey ................ 63
IV
PRESENTACIÓN
V
Segunda etapa: Siguiendo a Jesucristo y
Meditación del llamamiento del rey ................ 63
Misterios de la infancia de Jesucristo ............ 69
I. Misterio de la Encarnación ............ 69
II. Misterio del Nacimiento ............... 73
III. Otros misterios de la infancia ........ 77
IV. Misterios de Nazaret .................. 82
IV
PRESENTACIÓN
En busca de la voluntad de Di o s .
Visitando Sor Angela de la Cruz en Roma la Cár
cel Mamertina, donde se decía que habían sido encarce
lados San Pedro y San Pablo, escribe en su diario: "Sa
qué grandes deseos de santificarme al gusto de Dios". Y
poco más abajo revela el motivo: "No veía perfecto aspi
rar a mas de lo que no se conozca claro ser su voluntad
santísima" (E. Intimos, BAC pp. 615-616).
"Santificarse al gusto de Dios": norma suprema
de vida espiritual, en la que Sor Angela -no podía r a e r
nos- coincide con todos los santos y maestros espiritua
les. Para San Juan de la Cruz, por ejemplo, la unión
con Dios, objeto principal de todos sus escritos, consis
te en que el hombre conforme su voluntad con la de Dios,
de manera que no haya nada en la voluntad humana que
contradiga a la divina (2 Subida, 5,3).
Santa Teresa enseña a sus monjas, que la perfec
ción no está en "regalos interiores", sino "en estar
nuestra voluntad tan conforme con la de Dios, que nin
guna cosa entendamos que quiere, que no la queramos con
toda nuestra voluntad, y tan alegremente tomemos lo sa
broso como lo amargo, entendiendo que lo quiere Su Ma
jestad" (Fundaciones, 5,10).
Y para no multiplicar las citas, San Ignacio de
Loyola solía terminar sus cartas con esta frase, indica
dora de un ideal de vida: "Que la divina voluntad sinta
mos y enteramente la cumplamos". "Sentir y cumplir". Por
que para santificarse "al gusto de Dios" no basta sentir
o conocer ese gusto o beneplácito divino; no basta saber
lo que Dios quiere de nosotros; es necesario también te
ner voluntad y fuerzas para ponerlo por obra, aunque sea
contrario a nuestro propio gusto y querer. Y en ambas
instancias, del sentir y del cumplir, encontramos obstá
culos levantados sobre todo por nuestro amor propio o
V
nuestro egoísmo. ¿Como vencer esos obtaculos?
San Ignacio fue muy sensible a este problema des
de los primeros días de su conversión en Loyola; y desde
entonces una luz especial del Espíritu Santo le fue lle
vando a su solución práctica. "Dios le trataba -dice el
mismo- como un maestro de escuela trata a un nino ense
nándole" (Autobiografía, 27). Fielmente fue el recogien
do esas enseñanzas del Maestro interior, y acomodándose
a ellas en su experiencia personal. Más tarde constitui
rían el precioso libro de sus Ejercicios espirituales .
Con razón ha sido llamado ese libro "una pedagogía
del cumplimiento de la voluntad divina". Lo que en el se
propone el autor, es precisamente ofrecer al ejercitante
un "modo de preparar y disponer el alma, para quitar de
si todas las aficiones desordenadas, y después de quita
das, buscar y hallar la voluntad divina en la disposición
de la vida, para la salvación del alma" (Ej. n. 1 ).
El purificar el alma de las aficiones desordenadas
o apegos consentidos del corazón debe preceder; porque
son esas aficiones o apegos, en ultimo termino nuestro e-
goísmo, lo que impide oir el suave susurro de las divinas
invitaciones, y lo que nos ata para que no volemos al re
clamo del Señor. Asi dispuesta y liberada, podrá el alma
buscar y hallar la voluntad divina. Pero tendrá que a-
prender a discernir la voz del Buen Pastor, para no de
jarse desviar por otras voces enganosas. San Ignacio le
da preciosas normas a este fin.
Por último, después de hallada la voluntad de Dios,
tendrá el alma que ponerla en practica. Nuevas y mayores
dificultades, que no podrá vencer si no llega a transfor
marse en Cristo crucificado y resucitado, en el Crucifi
cado que vive en medio de nosotros y nos ama con corazón
palpitante y ofrece al Padre el sacrificio perenne de su
cruz. Solo esa transformación le dará fuerzas al alma
para seguir fielmente el llamamiento del Señor, que de u-
na manera u otra, será siempre un llamamiento a vivir cru
cificada con El.
No cabe duda, que para enseñar el modo práctico de
conocer y cumplir la voluntad divina, otorgo Dios a San
Ignacio un carisma especial. De aquí, en' gran parte, pa
rece venir la eficacia extraordinaria que el pequeño li
VI
bro de los Ejercicios ha tenido en la vida espiritual de
innumerables almas. De él se ha dicho que sus paginas
tan sencillas pertenecen a la categoría de los pocos li
bros que, como la Imitación de Cristo y las Visitas de
San Alfonso M. de Ligorio, han trascendido a toda clase
de fieles, y siguen influyendo continuamente en la espi
ritualidad de millones de almas; y que, si la Imitación
de Cristo ha enjugado mas lagrimas, los Ejercicios han
causado mas conversiones y hecho mas santos (De Cau-
sette). San Francisco de Sales llego a decir, no sin e-
xageracion reveladora de su estima personal, que este li
bro había hecho mas conversiones que letras tiene.
Ni aún los protestantes sinceros han temido con
fesar, que el escrito ignaciano pertenece a los libros
que determinan los destinos de la humanidad (H.Boehmer).
Pero, como decía el Papa Pió XI, haciendo suyas las pa
labras de su antecesor León XIII, el mayor elogio tribu
tado al libro de los Ejercicios es el del ejemplo de vir
tudes, adquiridas o aumentadas en esta palestra espiri
tual, por cuantos en los últimos cuatro siglos, han bri
llado mas en el camino de la ascética y en la santidad
de la vida (Ene. "Mens nostra").
•k k k *
VII
cada Instituto religioso mantenga su propio carácter y
misión peculiar, y a este objeto, conozca y conserve el
espíritu y los propósitos del fundador (cf. PC 2). No
se santificarla ciertamente "al gusto de Dios", el reli
gioso que pretendiese ir por un camino, en sí mismo tal
vez excelente, pero ajeno al modo de vida inspirado por
Dios al fundador de su Instituto.
VIII
ALGUNAS ACLARACIONES
IX
C ............ Cartas
A ............ Apuntes
cf........... Confrontar
nn........... Números
No se puede omitir que la orientación, los esque
mas y la trama de este trabajo, han sido elaborados du
rante su estancia en Roma, con solicitud y cariño hacia
Sor Angela, por el P. Luis González, SJ., conocedor pro
fundo de los Ejercicios ignacianos y de la misma Sor An
gela a la que trato personalmente.
También han colaborado otros dignos hijos de San
Ignacio: P. de Aldama, P. Ignacio Gordon, y P. Manuel
Ruiz Jurado. Ellos nos han ensenado a valorar los Ejer
cicios ignacianos, con toda la riqueza y profundidad que
estos encierran.
Para todos , la oración y el agradecimiento del Ins
tituto de las Hermanas de la Compañía de la Cruz.
X
CARTA DEL P, RODRIGUEZ SOTO
XI
pueden producir en nosotros estos días de salvación, si
lo hacemos con las disposiciones convenientes. Mas para
ello, el director necesita luces, celo, oportunidad; y
las ejercitantes deben tener recogimiento, resolución, ge
nerosidad y constante aplicación. Y todo esto, bien lo
sabéis, no podemos esperarlo de nuestra gran debilidad y
suma miseria. Es, pues, indispensable acudir a nuestro
buen Dios y amorosísimo Padre, que conociendo mejor que
nosotros nuestra pobre condición y amando mas aun que no
sotros mismos nuestro mayor bien, derramara sobre n o s o
tros sus abundantes gracias. Pidámoselas fervorosamente
por la poderosísima intercesión de nuestra Inmaculada Ma
dre y de nuestro amado Protector el señor San José, que
tanto se interesan por nuestra santificación.
Ofreced a este intento la santa Misa, sagrada co
munión, y todas las demás obras, procurando hacerlo todo
con fervor y espíritu. Guardad con más cuidado el santo
silencio y la presencia de Dios. Tened paz y caridad, di
simulándoos mutuamente cualquier defecto que por la huma
na fragilidad pueda cometerse. Sobre todo amad y obede
ced a vuestra superiora o a la que haga sus veces, no mi
rando sus cualidades personales, sino a quien os r e p r e
senta, que es Cristo nuestro Señor en cuyo nombre os man
da y gobierna. Si así lo hacéis, Su Divina Majestad se
dignará oir favorablemente nuestros ruegos derramando sus
gracias y celestiales bendiciones sobre todos nosotros.
Estos y los demás Ejercicios que después se harán en las
casas, producirán abundantes frutos de perfección r e n o
vando y fortaleciendo nuestro espíritu, para seguir dando
mucha gloria a Dios y honor y prestigio a nuestra amada
Compañía.
En vuestras oraciones mucho me encomiendo. Y a to
das y a cada una en particular de todo corazón os bendi
ce, vuestro affmo. Padre en Jesucristo
José Ma Rodríguez
XII
LECTURAS BIBLICAS
Principio y fundamento
Ex 3,6
Sab 11,25-26 Ef l,3ss
Ps 139 (138) Le 10,25-27
Primera Etapa
Gen 3; 4; 6 Le 15
Is 6,5ss Le 18,9-14
Os 2,4-13 Rom 5, 1-11
Ps 51 (50) ICor 10,1-13
2Pe 2,4-10
Segunda Etapa
Si 24,1-22 Mt 10,34-39
Ps 63 (62) Le 9, 57-62
Jn 3
Hch 10,34-43
Tercera etapa
Is 50,4-11 Mt 26; 27
Is 52,13-15 y 53 Jn 18; 19
Ps 22 (21) ICor 15,3; 2,1-2
Heb 10,5-7
Cuarta Etapa-
Is 25, 6-8 Jn 20; 21
Is 35 Hch 2,22-26
Is 49 ICor 15,42-44
Ps 110 (109) IPe 1,3-9
Ap 21; 22
Contemplación para alcanzar amor
Is 62 Jn 1,1-18
Ps 103 (102) Rom 5,5
Ps 116 (114-115) ICor 3,16-17
Ps 136 (135) lJn 1,3-8
XIII
DE LA IMITACION DE CRISTO
Principio y fundamento
Libro I cap. 20
ti III " 10
!1 III " 17
Primeva Etapa
Libro I cap. 21 ; 25
1! I " 6 : 13
11 III " 55
Segunda Etapa
Libro I cap. o
11 III " 1
1! III " 10
Tercera Etapa
Libro II cap. í¿
11 III " 56
11 IV " 8
Cuarta Etapa
Librei II cap. b
11 II " 7
11 II " 8
XIV
ALGUNOS CONSEJOS DE SOR ANGELA
XV
\
I
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¿,;y¿tr* 4, ^ ¡ ^ T — i O ’-*-) C & 7c¿f yxU L - S 's a y ^ t c
M *V* ! / / ■ S, y
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s?zes-"a 4 y ^ f£ : .yr4 } ; ^ ¿ ¿ ¿y¿-¿~C y /¿ J Jsc ¿y < x
iéíi *ri-c-
3
la Pascua, nuestro Señor solo ocupado de la redención les
habla a sus discípulos de su pasión y muerte: que sería
atormentado con toda clase de martirios, azotado, corona
do de espinas, abofeteado, crucificado y muerto en la ma
yor humillación (Cf. Me 10,33-34).
Qué hermosa preparación para empezar los E j e r c i -
cios. Nuestro Señor se ocupa de su pasión siempre, has
ta en el Tabor habla de sus padecimientos. Así las Her
manas de la Cruz, ¿de qué deben ocuparse? Be su cruz. I
¿cuál es la cruz? El amor a su Dios y el amor a sus re
glas. Por amor se han abrazado con ella y por amor tie
nen que cumplirla , y aunque le implique sacrificios de
pobreza3 abnegación, obediencia, privaciones, pádecer
hasta morir a nosotras mismas, debemos a imitación del
divino Maestro siempre hablar y ocuparnos de nuestra cruz;
peVo nuestro Señor nos la endulza, es nuestro Cirineo.
A El se la amargan las ingratitudes de los hombres,
y a pesar de eso goza del bien que sus penas han de pro
ducir al genero humano. A nosotras, que tenemos a la vis
ta el premio de las que llevan con gusto la cruz, el h a
blar de ella es lo que más nos debe consolar, y no querer
soltarla o por lo menos eso debe ser" (Circular, 1925).2
misericordia de mi"
4
"¿Po p qué entre tantos se ocupa el divino Maestro
de aquel pobre ciego? lo pregunto: LQué es oración? Con
testa la doctrina: « Levantar el corazón a Dios y pedir
le mercedes >> . Esto era lo que estaba haciendo el ciego,
estaba orando a gritos, estaba pidiendo mercedes con gran
de fe, humildad y confianza. Con fe, porque estaba con
vencido que clamaba al que tenia poder para curarlo; con
humildad, porque estaba penetrado de su ceguera; y c o n
fianza, porque esperaba que atenderla a sus ruegos y sal
dría remediado.
Condiciones indispensables para que nuestras ora
ciones secnoídas. Fe grande en nuestro Dios ¿7. J Humil
dad, como la del ciego .convencido de sü ceguera / 7 . J 7
pedia cón grande confianza al que tenia poder para reme
diarlo" (C. de Año, 1927).
5
Quiero ver el alcance que tienen mis votos en es
te Instituto, para ayudada de tu gracia llegar a lo más
perfecto.
Quiero ver, según mi estado de Hermana de la Cruz,
la perfección que debo practicar en todas las virtudes
religiosas, como es la mortificación, silencio, p r u d e n
cia, hacerme cargo de las cosas, circunstancias y todo lo
que nos rodea.
Quiero ver todo lo que abarca la caridad fraterna,
para asi como Vos me amáis, amar yo por vuestro amor. I
para imitaros, amar a mi prójimo y muy particularmente a
mis Hermanas.
I quiero conocer todas las ocasiones y menudencias
que me mortifican, y por no llevarlas bien y no mirar que
llevándolas bien se .practican virtudes, las dejo escapar
y por menudencias interrumpo la paz y se sigue faltas de
caridad.
Quiero ver mi amor propio para combatirlo; q u i e r
ro ver mi manera de ser para dejarla y tomar la del Ins
tituto.
Quiero ver mis pecados pasados para llorarlos con
perfecta contrición; quiero ver los presentes para evitar
hasta las faltas más pequeñas,
Quiero ver, Dios mió, la manera.de amarte cada dia
más y servirte mejor" (C. de Año, 1927).4
4. "Ve, tu fe te ha salvado"
6
tas gracias de -preservación para que no caiga y de per
dón después de haber caído. Ve las muchas inspiraciones
que ha recibido, de los muchos peligros que la ha libra
do.
Ve la brevedad de la vida, y que por breve penar
eterno gozar. Ve la mentira de los goces de este mundo
y los muchos desengaños hasta de personas intimas. Y ve
la providencia de Dios, que la ha apartado de esos peli
gros y de los enemigos que rodean las almas y las preci
pitan.
Y entre tantos, que son innumerables, haberle da
do la vocación religiosa y haber allanado los ’i n c o n v e -
nientes quitanto los obstáculos; y traerla de la m a n o
hasta verla dentro de la casa religiosa, y ponerla en los
brazos de su Santísima Madre, para que le alcance la per
severancia y sea su Maestra, enseñándole el valor de las
virtudes, para que su práctica se le haga suave y fácil"
(C. de Ano, 1927) .
5. "Recobró la vista
7
contamos, será tanta la alegría de nuestras almas , que
no podremos menos que como el ciego de Jerico dar muchas
gracias a Dios que nos ha quitado la ceguera> para empe
zar en estos Ejercicios a caminar con paso firme por el
camino de la santidad" (Circular, 1925).
Que la oración humilde y perseverante en estos E-
jercicios, nos inunde de luz para conocer la voluntad del
Señor sobre cada una, y nos dé generosidad sin limites
para abrazarla.
8
Principio y fundamento
CREADOR Y
CRIATURA
9
ral. Era un conocimiento práctico, experimental. Y al
mismo tiempo espiritual, en el sentido fuerte de la pa
labra; que significa, fruto de una iluminación particu
lar del Espíritu Santo.
Pidamos, por su intercesión, que seamos capaces
de conseguir un conocimiento semejante: un conocimien
to íntimo que transforma el corazón y llega a la vida.
1. Conocimiento de Dios
10
festín continuado, siempre contentas y dando gracias a
Dios, lo mismo en lo prospero que en lo adverso, consti
tuyendo nuestra felicidad no esto ni aquello, sino hacer
su santa voluntad en toda hora y momento" (A Villafran-
ca, 28-2-1900).
c) Experiencia de Dios.
Una cosa es saberlo y otra haberlo experimentado:
"El haber sacado de la moda a este Instituto c o n
instrumentos tan inútiles que, a la vista de todos, era
una cosa imposible llevar a cabo tal empresa; pero en es
to está el beneficio, porque las obras de Dios no se apo
yan en las riquezas ni en las ciencias ni en la nobleza
de los miembros, sino en la nada. El Instituto está en
los empiezos; pierde el único apoyo que podría sostener
lo, pierde a nuestro querido Padre que representaba la
voluntad de Dios, y solo con la providencia va crecien
do y desarrollándose.
Cuando las obras se sostienen con medios adecuados
a su fin, es beneficio; pero es mayor el que con los me
dios contrarios se ve crecer y adelantar sin que los ene
migos interrumpan su paso. Pasa por las muchas vicisi
tudes de la vida entre grandes pronósticos; sale victo -
rioso de todo; la mano de Dios lo sostiene, no necesita
de las criaturas para realizar sus planes. Son innume
rables los beneficios lo mismo en lo espiritual que en
lo material. Beneficios hechos a nuestra Compañía que
no debemos olvidar, sino tenerlos muy presentes" (Circu
lar, 1925).
11
e) Dios merece nuestra alabanza.
Pero solo después de una larga experiencia, Sor
Angela ha llegado a comprender la excelencia de Dios,
que supera todo calculo. Por eso, no nos debemos cansar
nunca de alabarlo:
"Después de amarle y servirle3 alabarlo 3 bende-
cirlo3 glorificarlo y que todas también le amen y le den
gloria, siempre y en toda hora y momento: de noche y de
día3 durmiendo y despierta3 en penas y alegrías3 en lo
prospero y en lo adverso. Siempre3 sanas y enfermas3 en
vida y en muerte; siempre darle mucha gloria; siempre3
en el tiempo y por toda la e t e m i d a d 3 uniéndonos a los
\bienaventurados y a los espíritus celestiales y3 si fue
ra posible , a nuestra Santísima Madre’’ (Circular, 1925) .
2. Conocimiento propio
12
b) La misericordia resplandece en la <<nada» .
No importa que seamos menos que nada por el peca
do, ¿no es eso lo que sirve para demostrar la misericor
dia de Dios?
"Hasta ahora tenemos que dar muchas gracias a
Dios, pues nos mira con misericordia y nos ■ s a c a con
bien de todo ¿7.J Un poquito que desconfiarían de sí
mismas y una oración hecha con confianza, eso basto para
que nuestro Señor viniera en vuestra ayuda. Y si fuéra
mos mas humildes, estudiando todos los días en el c o n o
cimiento de nuestra propia nada, y todo lo que hacemos
se lo refiriéramos a Dios, penetradas de esta verdad pro
fundamente de que somos nada y nada podemos, nuestro Se
ñor harta aún más de lo que hace" (A Villafranca, 28-6-
1899).
3. Brota el amor
13
donde sea3 cuando conocen su voluntad. I también saca
da aquí no minar en todo lo creado y en las criaturas más
que a Dios. El alma que se -penetra bien de este p u n t o 3
nunca alaba a las criaturas y todas le sirven para lle
varla mas a su Creador" (E. Intimos, BAC p. 370).
A nosotros nos toca gritar: "Te amo3 Dios mío3 amo
tu santísima voluntad3 amo tu providencia. Amo a mi que
rida Madre que tanto nos protege y que tantas gracias nos
alcanza. Bendito sea nuestro Señor que nos la ha d a d o
por Madre. Y bendito mil y mil veces el Sagrado Corazón;
que reine en nosotras y todos te. amen3. Dios mío. I que
todos te adoren3 de día y de noche3 en toda hora3 en to
da momento. Despierta3 durmiendo; siempre3 Dios mío. A-
mandote siempre3 adorándote en toda tiempo y eternidad"
(Circular, 1928).
14
II, LO QUE DIOS QUIERE DE NOSOTROS
EN EL TIEMPO Y EN LA ETERNIDAD
1. El fin inmediato
15
"No preocuparse de nada terreno, solo de vuestra
santificación que es lo único que nos interesa• lo demás
dejadlo a nuestro Señor que nos dará lo que nos convenga
para su mayor gloria, y lo que no convenga ¿para que lo
queremos?" (A Carmona, 23-1-1897).
"Dios nos. ha creado para que le sirvamos y nuestro
último fin debe ser santificamos al gusto de Dios y no
al nuestro; aunque lo último nos parezca más fácil" (A.
de Ejercicios, 1884).
16
"Pensad con frecuencia dónde estáis y a donde
■sais. Estáis en la casa de Dios3 en el estado religio
so3 acompañadas de Hermanas de la Cruz que han venido a
imitar a nuestro Señor no en el Tabor sino en el Calva
rio; han venido a ser crucificadas, como El lo fue3 por
nuestro amor. Aquí estoy con estas almas escogidas que
me ayudan a practicar las virtudes, en este género de
vida de abnegación y sacrificio que yo libre y volunta
riamente he abrazado fT.df Aquí estoy3 donde se visita
a los enfermos, se da de comer al hambriento y beber al
sediento. En fin, donde se practican todas las obras
de misericordia" (A Villafranca, 10-2-1911).
"No hemos venido a este mundo a otra cosa más
que a ser suyas" (A Villafranca, 21-8-1891).
Y en cumplir con sus reglas:
"No busquemos la santificación f u e r a d e l cum
plimiento de nuestras reglas3 porque no la encontrare
m o s " (A Ayamonte, 25-10-1888).
"En fin3 sed buenas3 que para serlo nosotras con
poco lo somos3 porque la regla, todo nos lo da hecho y
no tenemos más que cumplirla; y con eso está Dios con
tento con nosotras3 porque es la medida que de n o s o
tras quiere" (A Utrera, 11-10-1888).
"Otras que tienen- verdaderamente el espíritu de
Hermanas de la Cruz, en el cumplimiento de la regla en
cuentran no solo la seguridad, sino una grande santifi - ■
cación ¿ T . J Para caminar con velocidad es preciso que
vayan por las vías de las reglas /T.ÍJ Este amor a las
reglas debe estar en el corazón" (A Utrera, 2-5-1885).2
2. El fin último
17
viciamos, aflojamos en nuestra perfección y se nos hacen
duros los medios que llevan a ella” (A. de Ejercicios,
1884).
18
nidad. A esta celestial patria voy si cumplo con lo que
me he obligado, si cumplo con los deberes tan sagrados a
que me obligan el sitio y el estado en que me encuentro.
¿Donde estoy? En el estado religioso.
¿Donde voy? Al cielo" (A Carmona, 10-2-1911).
"Qué palabras tan dulces que se graban en nues
tro interior: iVenid, benditos'. Y ¿como no hemos de ser
benditos por toda la eternidad, si las obras que e s t á n
encamadas en nuestras reglas las hacemos con espíritu?
Cuando diga « bendita, porque tuve hambre», y r e c o r d e
mos cómo nos hemos privado muchas veces de cosas que ne
cesitábamos para tener más para ellos; cuántas hemos pa
sado sed para que ellos se refrigeren; cuántas por v e s
tirlos nos hemos privado de lo necesario; porque tengan
cama, no la tenemos; nos privamos del sueño por verlarlos
y estamos a su cabecera pava aliviarlos.
Como si fuesen nuestro Señor, los visitamos pasan
do frío, calor, trabajos y privaciones; por e l l o s nos
sacrificamos, sin reparar si sus enfermedades nos pueden
perjudicar, pues por ellos estamos dispuestas a p e r d e r
la salud y la vida. Qué bien resuena en los oídos de la
que practica la regla y tiene pureza de intención y en
los pobres ve la imagen de Dios, qué bien resuenan estas
palabras: i Venid, benditos de mi Padre, porque de voso
tros es el reino de los cielos '. " (C. de Ano, 1916).
19
III, EL CAMINO QUE CONDUCE AL FIN:
INDIFERENCIA
20
rabie" (E. Intimos, p. 404).
21
"Bueno es no ser nada, -pero mucho más costoso es
llevar este desprendimiento de vivir sin que el corazón
tome parte, es decir, como si no viviera ¿ J . J Muerte
mística a todo: Muerte a las cosas, muerte a las criatu
ras, muerte a sí misma, al genio, a nuestra manera de
ser; y muerte hasta aquel sistema de perfección que h e
mos venido practicando y que nos parecía el mejor. Muer
te, y por la muerte variar por completo hasta nuestra fi
sonomía espiritual" (A. de Ejercicios, 1885).
"Aceptar vida por muerte, salud por enfermedad, el
cargo por la nada; todo el tiempo que sea v o l u n t a d de
Dios. I morirme, enterrarme y disolverme en el sepulcro
del divino beneplácito, estando toda en Dios: no tenien
do ni querer ni sentir ni desear, más que su santa volun
tad. Esta voluntad sea mi vida, mi alimento, mi descan
so, mi alegría, mi consuelo, mi todo" (A. de Ejercicios,
1891).
22
■padecer y sufrir se engaña, tiene una idea errada de la
santidad ¿7.7/ Nos debemos decir a nosotras mismas: ¿Por
que te inquietas con tan pequeñas contradicciones? ¿Por
qué cuando tienes que sufrir algo estas como fuera de ti
misma, sin saber lo que te pasa cuando .ésa debe ser tu a-
legría porque es cuando te ejercitas en tu oficio? Porque
el oficio de la religiosa es el sufrir, el contrariarse
en todo” (A Carmona, 2-6-1887).
"Se puede aplicar esto que viene muy bien: ¿De qué
le sirve al hombre ganar todo el mundo, si pierde.su al
ma? 1 a la religiosa se le puede decir: ¿De qué te ¿ir
ve estar tan pagada de ti misma? ¿De qué justificarte y
quejarte de todo? ¿De qué sostenerte y no ceder en nada,
de qué salirte con tantos caprichos? De perder la paz y
hacerla perder a las demás, de perder la santificación, de
llenarse de remordimientos y no disfrutar de las ventajas
religiosas” (Circular, 1916).
"Deducirse a la nada por la obediencia. Si e l l a
os arrincona, bendito rincón; si os exalta, bendita exalta
ción. Si os utiliza, hacer cuanto podáis para cumplir con
los encargos que la obediencia pone sobre vuestros hombros
y no dudéis que Dios os dará las gracias para cumplir, si
sólo miráis la obediencia. Si no os utiliza y os parece
que para nada servís, no dar oído a los gritos del amor
propio que es el que os sugiere, esos pensamientos; dad oí
do a las voces de la gracia ¿7.7J Pues no tengo que pen
sar en cargos porque la obediencia me ha dejado sin ningu
no, ¿en que ocupare el tiempo y mis potencias, sino en pen
sar en Dios y en copiar en mi alma las virtudes que prac
ticó mi dulce Maestro mientras estuvo en el mundo?" (A U-
trera, 26-10-1887).
"Sed muy fieles en esto de la abnegación que es lo
que más cuesta, porque es de un valor incomprensible: Es
la joya preciosa de la vida espiritual; y a veces, ¿quién
ha de comprender la abnegación que para un alma encierra
una cosa pequeña? ¿7.7J Amad mucho este ejercicio de ab
negación y labrar vuestra alma con este martillo continuo
de la mortificación del corazón, que tan agradable es a
nuestro Señor" (A Utrera, 26-5-1887).
23
b) Abrazarse con la cruz.
Esta cruz consiste a veces en muchas cosas peque
ñas :
"Esperamos de la graela de Dios perseverar gozosas
en la cruz hasta la muerte, que nos pondrá en posesión de
una vida mucho más dichosa que la presente, porque en e-
lla tendremos la seguridad de no disgustar a Dios ni con
la más leve imperfección, y si de amarle más y más por to
da la eternidad" (A Ayamonte, 24-3-1897).
"Aprovechad el tiempo haciendo de todo lo que nues
tro Señor nos presente medios de santificación, mirando
siempre las ventajas que resultan para el espirita, hasta
de aquellas cosas más pesadas, humillantes y trabajosas;
y alegrándonos que nos ayuden a caminar con velocidad al
único fin que nos propusimos cuando nos hicimos religio
sas" (A Utrera, 26-9-1900).
"Me alegra verlas llevar la cruz contentas y s i n
quejarse, y caminar por las virtudes comprendiendo lo que
valen para la eternidad fj. f7 Mirad la paz que resulta de
abrazarse con los pequeños sacrificios que se presentan,
y la intranquilidad que resulta cuando no se llevanbien
y los rechazamos" (A Ronda, 6-1926).3
24
"Nunca pediré nada, ni salud ni enfermedad; nada
más que hágase la voluntad de Dios. Y esto, lo mismo en
la comunidad que con los de fuera, observaré esta conduc
ta" (A. de Ejercicios, 1884) .
"Cuando haya que hacer obras, fundaciones o cuál —
quier cosa que el publico tenga que apercibirse y tomar
parte, todo lo pondré en manos de Dios, pidiendo no se
haga más que su santa voluntad. Y después me .q u e d a r é
tranquila, digan lo que digan, les parezca bien o mal
a las gentes, sin querer que queden contentos ni disgus
tados, sino que hagan lo que quieran. En mí no resonará
más que esto: Bendita sea la voluntad de Dios que se ve
manifiesta en esto o en lo otro, porque no nos movió más
que el agradarte y cuando tú lo has dispuesto, es tu vo
luntad" (A. de Ejercicios, 1885).
25
criaturas: Si amamos solo a Dios, hasta la separación de
aquellas que mas sentimos no nos producirá destemple, si
no dulzura y mansedumbre. Y si el amor a nosotros mis
mos lo convertimos en amor a Dios y en aborrecimiento pro
pio, entonces ni que nos humillen, ni qu e nos a b o r r e z
can, ni que nos arrinconen, ni que nos trastornen nuestros
planes, ni nada de lo que nos pueda suceder c o n t r a r i o
a nuestra propia voluntad y manera de ser, nos pondrá de
mal humor, sino que nos llenará de alegría al ver que con
esos actos de mortificación nos acercamos más d Dios, que
es .el único objeto de nuestro amor" (A Vi'llafranea, 16-9-
1890).
Ye sea que se manifieste a través de la obediencia
y de la observancia de la regla:
"Sean muy buenas y observantes y no se cansen de ser
vir a Dios con perfección, sino que cada día hagan o re
nueven sus propósitos y empiecen de nuevo a servir a
Dios como si fuera el primero en que le servían" (A Carmo-
na, 29-7-1882).
"Que bueno es estar siempre conforme con lo que
Dios quiere, sin que nos quede en nuestro interior otra
cosa, ni gana de que la voluntad de Dios no fuera sino lo
que yo quiero ¿T. 7J Pero vamos poco a poco trabajando,
hasta que con la gracia de Dios consigamos el estar tan
muertas a nosotras mismas, que no haya en nosotras más que
un solo querer, y este sea el querer de Dios, y repitamos
continuamente despierta y durmiendo: Que se haga en mi,Dios
mío, tu santa voluntad en todo" (A Utrera, 16-7-1887).
"Esta debe ser nuestra continua ocupación: hacernos
buenas y agradables a nuestro Padre celestial . Y para ser
lo en el grado que El quiere lo seamos, debemos hacer en
todo y siempre su santa voluntad, sujetándonos a la obe
diencia en la que está perfectamente marcada, y la que nos
lleva sin tropiezos a nuestro último fin" (A Carmona, 21-6-
1892).4
26
probar con su experiencia.
Sor Angela insiste frecuentemente en estos frutos,
que constituyen por sí mismos una invitación para abra
zarse con ella.
a) La paz interior.
El vivir con esta santa indiferencia trae consigo
la paz interior. "Nada te turbe... solo Dios basta":
"La paz nao-la de lo unida que estaba mi voluntad
oon la de Dios3 pareóla que estaba pendiente de la suya;
a nada me inclinaba mas ni menos; y por ser fiel a lo que
quiera Dios de ml3 atravesarla mil mundos" (E. Intimos,
BAC p. 300).
"Deseo estén fervorosas para gloria de Dios} y go
cen de la paz que gozaba la Sagrada Familia en la casa
de Nazaret3 como habrán meditado estos días: la paz de
la virtud3 que no está ni en la salud ni en los bienes3
ni en los honores3 ni en hacer nuestra propia voluntad3
ni s a l i m o s con nuestros deseos ni caprichos3 sino en
hacer la voluntad de Dios3 en la humildad3 paciencia y
conformidad en todo lo que se vaya presentando" (A Utre
ra, 4-1-1920)
"Prometedle fidelidad y que desde este día ¿7. fj
os abracéis con la abnegación religiosa3 que es la más
preciosa joya que hay en el mundo. ¡Oh santa virtud!
tu das la paz a mi alma; tu me haces adelantar; tú me
purificas de lo pasado; tú robusteces mi alma cada vez
mas; tú eres la santidad; tú3 en fin3 eres la única que
me acercas y me unes a mi divino modelo3 Jesús3 dueño
de mi alma" (A Carmona, 16-7-1887).
b) La libertad de espíritu.
Las cosas estrechan el campo de nuestra libertad:
Unas, con sus atracciones, nos encadenan; otras, con sus
repulsiones, nos paralizan. Es preciso liberarnos de e-
sas cadenas haciéndonos indiferentes:
"Las religiosas3 que como nosotras estamos tocan
do tan de cerca estas alternativas de la vida3 cómo nos
ayuda a tener caridad con todos y no inclinamos ni a
una parte ni a otra3 sino adorar la providencia que tan
27
sabiamente nos eonduoe al más perfecto desprendimiento.
Pues la misma amargura que siente la naturaleza por el
desengaño que nos hemos ere-ido sufrir, hace que tome
parte el espíritu y sienta un desengaño de todo lo huma
no muy grande; y un despreaio profundo de todo lo que
no es Dios, con un deseo vehemente de salir de tanta mi
seria y sacudir la tierra, puesta su vista en la eter
nidad y en el cielo" (Circular, 1923).
"Cuántos prodigios hace el amor de dios enlas al
mas, les entra un hambre grandísima de santificarse. Y
para saciarla se desprenden de lo creado, haciendo de
ello el uso necesario y nada más; y del amor humano y
de sí misma, lo que les pueda servir para la mayor glo
ria de Dios y bien de las almas, que todas les parecen
pocas para llevarlas a Dios" (A Villafranca, 28-5-1923).
"Yo os exhorto a que no os canséis ni digáis bas
ta, sino que siempre estáis con una santa ambición ate
sorando para el cielo. Que desprendáis vuestro corazón
de todo lo criado y hasta de las personas, no mirando en
ellas más que la imagen de Dios; y cuando más, lo que
representan según el cargo que ejerzan. Pero si con es
tas tenemos deferencias, no sea a las personas sino al
cargo" (A Utrera, 7-5-1883).
c) La confianza en Dios.
No se explica si la confianza en Dios engendra la
indiferencia, o la indiferencia vivida engendra la con
fianza en Dios. Para Sor Angela resulta de todas mane
ras evidente que las dos cosas van unidas:
"Esta alma es feliz llorando sus pecados, , en la
sequedad y en el fervor, en la prosperidad y adversidad,
en la salud y en la enfermedad, cuando la bajan y cuan
do la suben. Siempre contenta, porque la paz y tranqui
lidad de su conciencia con la perfecta conformidad con
la voluntad de Dios, hace que disfrute de una felicidad
desconocida a los que no viven en el Calvario; pero muy
conocida y estimada a las almas que fijan su morada en
este santo monte, donde se obró nuestra redención" (A A-
yamonte, 14-3-1.905) .
"Entregarse en los brazos de Dios como niños en
28
los de su padre, que este buen Padre no quiere nada malo
para sus hijos. Todo lo manda para nuestro bien, todo
lo permite porque nos conviene, todo lo ordena paramas
santificarnos; nosotras somos las que no nos aprovecha
mos y no hacemos buen uso de lo que Dios nos presenta
para practicar las virtudes" (A Ayamonte, 6-4-1886).
"Teniendo siempre su mirada en el fin que es la
unión con Dios, dejándose por su madre la providencia co
mo un niño se deja en los brazos de su madre, sin preo
cuparse si va bien o si va mal, si hay o no hay para co
mer o para vestir; nada le altera ni le preocupa. Asi de
be la religiosa, caminar en brazos de la providencia: en
lo espiritual, teniendo la seguridad que no le faltaran
los medios necesarios para llegar al fin; y en lo mate
rial que esté muy tranquila, que su madre la providencia
vela para que no le falte, no sólo lo preciso, sino has
ta las añadiduras abundantes de los que buscan el reino
de los cielos" (Circular, 1925).
29
sus afectos, ella las aparta de si renovando continua
mente la consagración de no ser ni querer a m a r m a s
que a su buen Dios. Hacedlo asi, queridas hijas, y vues
tra vida será un festin continuado, principio del festin
eterno a que aspiramos" (A Arjona, 19-12-1901).
30
Primera etapa
PURIFICACION
31
"En seguida, sin saber como, me encontré meditan
do en esto: que la ofensa de Dios, aunque hecha poruña
criatura finita, tenia una malicia infinita por ser a
Dios a quien se le hacia; pero que la sangre de nuestro
Señor Jesucristo, de un valor infinito por ser sangre
de un Dios, lavando el alma, la deja, después de haber
le borrado todas sus manchas, mucho mas hermosa que an
tes, porque el alma finita encuentra un remedio infini
to. Este pensamiento me llenaba de confianza, pues con
frecuencia me asaltan temores si no estaré perdonada"
(A. de Ejercicios, 1885).
El pecado, dirá en sus cartas a Utrera y a Sanlu-
car, es el único mal que debemos temer: "el mayor m a l
que les puede pasar" (A Utrera, 6-11-1904).
Ni deben temer más que el pecado en medio de
cualquier tipo de sufrimientos que se les ofrezca: "Aun
que digan las gentes lo que digan, SS.CC. muy tranqui
las, sin decir nada, sino que vean están muy naturales
sin temer más que el pecado. Lo digo esto porque co
mo traen ese gáleo con que van a suprimir las comunida
des religiosas, les digo: Mientras yo no les diga que es
verdad que hay que temer, no se apuren por nada, porque
es cosa de la gente ¿7. J Y asi es como se vive tran
quila" (A Sanlucar, 10-6-1910).2
32
la Cruz. Y qué pena ver que el tiempo que hemos perdido
no vuelve y las ocasiones que hemos dejado escapar t a m
poco volverán; porque aunque vuelvan otras, al fin, las
pasadas las perdimos" (A Ayamonte, [l]- 1884).
Cuando teniendo gracias para hacer el bíen>hace-
mos el mal:
"Ay, queridas Hermanas, ¿donde está nuestra fe,
por la que sabemos que en este mundo con mucho menos po
demos satisfacer, porque nuestro buen Dios atiende, a
nuestra miseria? Y como todo lo que hacemos m i e n t r a s
somos dueños de nuestra voluntad es por amor, por eso es
tan agradable a Dios cuando pudiendo hacer mal hacemos
el bien; y cuando teniendo gracias para hacer el bien,
hacemos el mal, nos castiga su divina justicia con el
rigor que sabemos, porque es muy celoso de sus gracias"
(A Utrera, 30-10-1889).
3. E f e c t o s del pec a d o
33
"Dehemos todas hacer cuanto esté de nuestra par
te, para no h a c e m o s reas de que nuestro buen Dios reti
re sus gracias por nuestra infidelidad. Y sabéis que
los altos juicios de Dios son incomprensibles, y asi co
mo por un miembro santo, que ha habido en algunas comu
nidades imperfectas, ha derramado a torrentes sus g r a
cias oyendo la oración de aquella alma agradable a sus
ojos; asi en otras ha castigado por las infidelidades
de un miembro sirviéndoles a los otros de purificación.
Para evitar, queridas hijas, que por nuestras infideli
dades se purifiquen las que son fieles, les repito: ha--
gamos cuanto esta de nuestra parte cumpliendo con exac
titud la santa regla" (A Carmona, 14-4-1890).
Pero sobre todo, por el daño que pueden hacer
nuestras faltas en las almas:
"Uó.s vale morir de cualquier modo siendo fiel, que
vivir en la infidelidad siendo juguete del diablo, y sir
viendo de arma a los malos y descreídos para hacer la
guerra a nuestra madre la Iglesia y el estado religioso"
(A Ayamonte, ¿jB-ll-£7l896) .
Las malas impresiones que reciben los seglares no
desaparecen nunca del todo:
"La mano de Dios está, sobre nosotras como se ve,
y El suple lo que nos falta y hace que no se aperciban
los seglares de muchas faltas que se cometen en el seno
de la comunidad; pero nuestro buen Dios lo suple cuando
obramos sin una plena deliberación. Pero cuando se nos
dice en lo que está, la falta y seguimos, como ya en eso
entra la tenacidad de la voluntad, nuestro Señor permite
que se aperciban; y las malas impresiones, ustedes lo sa
ben, no salen nunca; aunque después se haga mucho, todo
queda rebajado bajo la influencia de la mala impresión"
(A Villafranca, 12-9-1889).
Y asi, los pecados de los religiosos contribuyen
a que muchas almas pierdan la fe y no crean en nada:
"Con frecuencia está, habiendo de estos ejemplos
do religiosas, que debían dar mucha gloria a Dios, y por
su conducta imperfecta no sólo no se la dan, sino que se
la quitan, y contribuyen a que muchas almas pierdan la fe
y no crean en nada, cuxxndo ven que las religiosas son
p e o r e s q u e los seglares y que profanan el habito, sir
34
viéndose de esta santa librea para encubrir sus faltas"
(A Villafranca, 14-6-1899).
35
sufrimientos, ayes y suspiros, quejas y lamentos; siendo
aún más triste este purgatorio porque se sufre sin méri
to y no sirve como el de las almas, ni aún siquiera de
expiación,. sino para acrecentar la deuda delante de Dios
por haber formado este purgatorio abusando de las muchas
gracias que continuamente nos está concediendo" (AVilla-
franca, 15-11-1894).
Muchas veces, por pecados que son tonterías, las
religiosas se ofuscan y se apartan de la perfección:
"Verdaderamente que causa pena el que las religio
sas, algunas veces por tonterías, se ofusquen y se sepa
ren de la perfección; cuando son las llamadas a consolar
el Corazón de Jesús apenado por tantas y continuas ofen
sas como se cometen en la actualidad, que parece el dia
blo se ha desbocado y de todo saca partido, pues le si
guen sin temor olvidándose de Dios, de la muerte, del jui
cio, del infierno y de la gloria" (A Ayamonte, [?>]-1896).
"No nos dejemos llevar de nuestro carácter, ni a-
mor propio, porque esos desahogos pasan en un instante
y nos proporcionan remordimientos, inquietudes, nos au
mentan el purgatorio, retiran de nosotras las gracias y
lo que es más duro todavía: nos apartan de Dios. I sin
Dios, ¿queréis decirme qué hacemos? Tropezar, caer, vi
vir en continua desolación, porque apartados de El todo
es muerte; porque Dios es la vida, la felicidad, la san
tidad, la gloria, todo, todo lo es Dios" (A Utrera, 30-
10-1889).4
36
impropio de religiosas. En fin, que deseemos que haya
buena voluntad de santificarse" (A Ayamonte, Í8-[8J-
1887).
- Y expone el motivo, porque son las que más per
judican:
"Fomenten más y más el espíritu religioso por me
dio de una conciencia delicada, evitando todas las fal
tas por pequeñas que sean hechas con deliberación, que
son las que más perjudican; y las que cometen sin darse
cuenta, cuando las conozcan, poner los medios para evi
tarlas , y así no llevareis■una vida ociosa en lo espiri
tual, sino activa" (A Utrera, 22-5-1891).
- Y como queriendo darles otro argumento para a-
nimarlas a la fidelidad, añadía con gracia andaluza:
"Las exhorto a la perseverancia y que os conven
záis que es más fácil ser buenas que imperfectas, y se
goza más siendo fiel a Lí o s que infiel" (A Villafranca,
18-3-1896).
37
- No desanimarse por los pecados cometidos, por
que es un pensamiento diabólico:
"Y como hace poco tiempo que hicimos los Ejerci
cios 3 donde vimos con claridad cómo nos debiéramos por
taje cuando sintiéramos esta lucha*y que las más de las
veces la naturaleza nos vence y nos dejamos llevar de
nuestros resabios antiguos, nos apuramos y nos parece
todo perdido; y yo digo: No está todo perdido, ese pen
samiento es diabólico para que, persuadidas de que todo
está perdido, nos entreguemos a la pereza espiritual y
vayamos de mal en peor.
No, queridas hijas, no le déis entrada a esa ten
tación, la más perjudicial de todas, porque nos inutili
za para el bien; sino al contrario, aunque cometan m u
chas faltas, sobreponeos y renovad vuestros propósitos,
y decid: Si habiendo hecho los Ejercicios y renovando
mis propósitos en esta voluntad de cumplirlos falto.,
¿qué seria de mi sin estos medios que tanto ayudan a la
perfección?" (A Utrera, 31-3-1892).
- De las faltas y caldas sacar frutos de humil
dad:
"Sed buenas y seguid haciendo cuanto podáis; y si
cometéis alguna falta no desmayad, sino arrepentirse y
sacar humillación, pero no desanimación que eso es lo
peor. Decid lo que d e d a aquella alma santa: Estas son
las flores de mi huerto. SÍ, queridas hijas, que nada
os haga volver la cara atrás, ni aún las mismas faltas"
(A Utrera, 1-9-1887).
"Siempre tendremos males y faltas, pero se hace
cuanto esté de nuestra parte por evitar las dos cosas;
y después, de los males se saca purificación y de las
faltas paciencia y humillación" (A Ayamonte, 19-2-1885).
"Aunque por otro lado no sirvamos para nada, pero si so
mos humildes conseguiremos nuestro fin" (A Ayamonte, 11-
1900) .
"En seguida que conozcamos la falta humillémonos,
pidamos perdón a Dios, hagamos propósito de tener más
cuidado para no volver a cometer la falta, y adelante
esperándolo todo de nuestro buen Dios, que nos ayudará
con su gracia, si acudimos a El con fe y humildad" ( A
38
Carmona, 13-4-1893). Porque "no está el adelanto en ser
impecables, sino en reconocerse, en humillarse, y en se
guir confiadas en Dios" (A Carmona, ¿2-18867).
39
II. SOBRE LA REPETICIÓN DE LOS PECADOS
40
Da la impresión de que Sor Angela, de un modo mas
o menos reflejo, ha quedado íntimamente afectada por el
contenido de las tres gracias de los coloquios.
Veamoslo, recorriendo brevemente sus escritos.
a) La pereza espiritual.
"Bien conozco que es mucha nuestra miseria y que
el peso de la vida religiosa nos hace muchas veces que
aflojemos un poco3 como aquellos que se cansan de traba
jar y quieren unos días de reposo3 para después empezar
con nuevos brios. Pero como en lo espiritual el aflojar
trae tan malas consecuencias 3 que en vez de empezar con
nuevos brios se suele perder todo lo ganado en años; y
después, en vez de adquirir fuerzas nos debilitamos de
una manera que pocas veces llegamos a recobrarlas. Por
eso, cuando vemos que en las comunidades empieza a entrar
la pereza espiritual, tememos tanto; porque el trabajo de
nuestra santificación es tan distinto del material, como
que este rinde, y el otro mientras mas se trabaja ma s
descansada esta el alma y mas dispuesta" (A Carmona, 25-
8-1887).
41
delante de Dios3 que quiere que en todas las cosas le
busquemos a El solo y que en todo nos propongamos única
mente su gloria; c u a n d o ve nuestra poca generosidad
y que trabajamos mas porque se nos logre lo que deseamos
que por El, nos deja solas con n u e s t r a s propias fuer
zas" (A. Carmona, 29-4-1885).
c) El amor propio.
"Ya ven hasta donde .nos llevan las obras del a -
mor propio; queremos subir3 y b a j a m o s hasta el abismo
del pecado; queremos ser y' nos degradamos d e j á n d o n o s
llevar de nuestras pasiones /7.._7 Aprendamos esta lección
y empecemos a luchar contra los engaños del amor propio
y á obrar con el amor puro de Dios3 que es el que nos
exalta3 engrandece y enriquece de dones celestiales" (C.
de Ano, 1919).
"Les digo esto3 porque el enemigo de nuestro bien
se mete en todo3 y algunas veces de lo que se debia sa
car agradecimiento a Dios y conocimiento propio3 se sa
ca despecho pasivo disfrazado de humildad /7.¡J Todo eso
son las voces del amor propio que en esto o en aquello
se ha visto contrariado3 y 'ya que no puede gritar de otro
modo que seria muy impropio de una religiosa3 se sacude
de este que esta mas disimulado" (A Ayamonte, 2-9-1885).
42
tras mismas. Y lo repetiré, por falta de conocimiento
propio; y también que todas esas pasiones las tenemos co
mo las han tenido los santos, pero el tenerlas y sentir
las no nos rebagan cuando no consentimos, antes nos sir
ven de medio para adelantar y de mérito venciéndonos”
(Circular, 1918) •
43
1884) .
"Estamos haciendo el jubileo y todas están que
riéndolo ganar £ ó . J Y lo principal es detestar los pe
cados, las faltas y las imperfecciones, y entrar dentro
de nosotras mismas y arrancar hasta la raíz de donde na
ce esa mala hierba, Y cuando así nos p r e p a r a m o s , es
cuando recibimos las gracias que deseamos.
Y ahora, por la que suspiramos es por esa comple
ta purificación del alma, que quede a los ojos de Dios
sin ninguna mancha, i Qué dicha si todas lo gañéramos y
después no v o l v i é r a m o s a manchar mas nuestra a l m a
con mas pecados, y las faltas que cometiéramos en ade
lante fueran todas, involuntarias!" (A Villafranea, 21-5-
1901).
Para alcanzar este conocimiento y esta decisión
de apartarnos de nuestras faltas y pecados, después de
pedirlo, necesitamos fomentar en nosotros el amor a la
santidad. Este amor a la santidad nos tiene que enarde
cer en ansias de santidad y de purificación.
de nuestras operaciones
44
tonar las malas hierbas" (Circular, 1912) .
- También lo llama espíritu humano:
"Sacudan tanto espíritu Humano y no se dejen a-
rrastrar por el, que es muy peligroso" (A Utrera, 30-6-
1890).
- En último término no es sino el egoismo:
"Ese egoismo, ese yo y siempre yo, se infiltra en
la casa de Dios y basta que una de las que duermen bajo
tu techo respire este aire emponzoñado, para que la paz
desaparezca y la mansión de los angeles, que debe ser la
casa religiosa, se convierta en un infierno; porque don
de no hay paz, donde ésta falta, no tiene otro nombre"
(A Ayamonte, £5-18837)•
- Con otro nombre, propia voluntad:
"Debemos tener siempre la lampara encendida y no
ser vírgenes necias, que después de haber renunciado lo
mas, nos entre la pereza y no renunciemos lo menos; es
decir, nuestra propia voluntad, que es la que hace que
no lleguemos a la perfección que Dios nos pide con esto
de que son pequeneces" (A Carmona, £3-7-18857).
"Despreciar todo lo terreno, como basura; lo hu
mano, como perjudicial para conseguir nuestro ultimo fin;
y renunciar a nuestra propia voluntad, como el principal
enemigo que tenemos para separarnos del divino Corazón"
(A Ayamonte, 28-4-1902).
- También, falta de conocimiento propio:
"Es preciso nos examinemos mucho para s a c a r la
causa por qué no nos utilizamos en favor de la comunidad
mas que cuando no tenemos ocasiones, y en cuanto se nos
presentan, desmentimos. 1 por qué tampoco utilizamos a
las Hermanas, mas que las que congenian y nos halagan y
no nos contrarían.
Al examinarnos y preguntamos por qué esto, en se
guida conoceremos que es por falta de conocimiento pro
pio /7 . .J Como no nos estudiemos no sabemos que los la
drones viven con nosotras, nos dormimos t r a n q u i l a s y
cuando estamos mas descuidadas nos roban las virtudes.
Entrando dentro de nosotras mismas, conocemos que el sen
tir no es consentir, y no consintiendo no nos perjudi
can" (Circular, 1918) .
45
- Con frecuencia lo identifica con los afectos de
sordenados :
"Pava que agraden mucho a Dios tenéis que echar
fuera de vosotras los impedimientos que se presentan. El
de los afectos, que tanto nos separa de lo perfecto, e-
charlo fuera con el amor de Dios, La quién mejor que a
Dios debemos entregarle nuestros afectos, y con nuestros
afectos nuestro corazón?
Echar fuera las aficiones a todas las cosas que ha
lagan la naturaleza, con el amor a la pobreza, y estar
contentas con sentir sus efectos. Echando fuera la pro
pia voluntad, amando la obediencia con rendimiento de
juicio. Echando fuera el deseo de gozar, con el espíri
tu de sacrificio. Echando fuera la curiosidad, con no
querer enterarse del espíritu del mundo. I así, echar
fuera lo malo y abrazarse con todo lo bueno, p r i n c i p a l
mente con la santa regla y el espíritu de humillación"
(A Estepa, /7-19267) .
- Insiste en las exigencias de la naturaleza, que
nunca dice «basta » :
"Perseverar en esta santa alegría ¿f.. .J evitando
las imperfecciones, no dejándose llevar del amor propio
ni de las exigencias de la naturaleza" (A Villafranca,
19-12-1901).
- En una palabra el amor propio, nuestro mayor e-
nemigo:
"Pensaran un poco cómo el amor propio es el mayor
enemigo que tiene nuestra alma; y parece se propone in
terrumpir el paso a las almas para que no se aprovechen
de los beneficios recibidos y correspondan con gratitud
a un Dios tan bueno /7.._7 Espero que han de salir tan
dispuestas a aborrecer ese amor propio que tanto daño
nos hace; y estando sobre esto se llevan perfectamente
todas las contradicciones que puedan presentarse, s i n
que el disgusto que puedan producir salga al exterior"
(A Fuentes, 21-12-1905).
46
la raíz de nuestras faltas, sobre todo en la vida reli
giosa, es el análisis tan realista que hace de los enga
ños y de las dificultades que origina. Admira el análi
sis de los efectos del amor propio:
"Estamos rodeados de enemigos de fuera, como son:
el mundo, las alabanzas, la naturaleza, lo humano. Y los
de dentro, que son los que nos hacen más daño: el amor
propio, la envidia, el querer ser el número uno, el creer
que todo lo hace mejor que otras; la propia voluntad, el
carácter y otros muchos que no se pueden enumerar
Nos cuesta mucho creer que tenemos esas pasiones, y por
no tenerlas las espiritualizamos y buscamos la causa de
nuestras faltas en los motivos que nos dan, echando la
culpa a las demás y no a los ladrones que tenemos dentro
de casa, que conociéndolos no nos perjudican porque el
sentir no es consentir" (Circular, 1918) .
"El no recibir alabanzas por lo poco que hacemos,
lo tenemos por desagradecimiento; el que no nos den la
razón cuando no la tenemos, lo tenemos por injusticia;
el que nos adviertan o corrijan, nos parecen desprecios;
las contradicciones involuntarias, nos hacen llorar amar
gamente porque no podemos salimos, con nuestra propia vo
luntad" (Circular, 1930).
Este espíritu humano "es el que nos pone raras e
incomprensibles, porque por un lado quiere descanso, co
modidad y hacer su voluntad, y por otro lado le da ver
güenza de aparecer asi a los ojos de los demás; y como
nada lo justifica, cuando se ve descubierto, por taparse
se disfraza y saca tanta cosa con lo que él cree que ga
na, pero se echa más tierra encima" (A Utrera, 30-6-1890) .
47
bonitas, ni las más apropósito para salir airosas de las
ocasiones que se nos puedan presentar. Y asi, mortifi-
aar esta potencia en todo lo que se relaciona con ella.
La memoria lo mismo, olvidándonos de todo lo que
nos pueda endulzar la vida, y acordándonos sólo de nues
tros pecados y que hemos merecido el infierno; y que to
do lo que se nos presente, por duro y espinoso que sea,
es poco para lo que debíamos hacer por un Dios tan bue
no, que nos ha esperado a penitencia y nos ha dado la
vocación religiosa.
Y la voluntad, ordenando nuestro amor al gusto de
Dios, amándole a El sobre todas las cosas, y a nuestros
prójimos en Dios y por Dios, y amando nuestra santifica
ción" (A Utrera, 18-2-1884).
- Recomienda la mediación de nuestra Señora, pa
ra conseguir una cosa tan difícil como es dejar nuestra
manera de ser:
"Estamos haciendo el jubileo y las encuentro a
todas muy fervorosas queriéndolo ganar; y para ganarlo,
dejar su manera de ser. Estamos encomendadas a nuestra
Santísima Madre para que nos lo alcance, y esperamos de
su misericordia nos lo concederá, aunque verdaderamente
es una cosa muy difícil dejar nuestra manera de ser. Pe
ro como tenemos buena voluntad y a la gracia de Dios,
cuando se une la buena voluntad firme, no hay nada que
se te resista, esperamos cambiar mucho nuestro modo de
ser imperfecto por el modo de ser perfecto de los hijos
de Dios" (A Carmona, 21-5-1901).
- Hemos de procurar la limpieza de alma:
"Limpiándola de todos los pecados presentes y pa
sados ff..J , quitando las imperfecciones, no dejándose
llevar de la naturaleza ni del amor propio ¿f..J ’, no te
niendo afecto desordenado ni a las cosas ni a las cria
turas" (A Utrera, 21-12-1901).
"Es necesario tener la conciencia limpia de todo
afecto desordenado de las cosas de la tierra. Es decir,
de todo lo terreno: que siempre queramos lo más pobre,
lo más viejo, lo que dice la regla; tan desprendidas, que
deseemos lo peor de la casa para nosotras.
También limpias de todo afecto desordenado a las
criaturas; es decir, no tener amistad particular, sino
48
amar a sus Hermanas en Dios y por Dios y a todas -iguales
49
espíritu3 no respirando sino el del mundo?" (Circular,
1892).
"Estad muy alertas para que no entre en nosotras
el espíritu del mundo 3 que sin d a m o s cuenta se va in
filtrando en las comunidades religiosas sin conocerlo.
Y es el amor a lo mas bonito3 mas cómodo , a tener mas
que otras3 a los honores y a la propia voluntad" (A Aya-
monte, 23-3-1914).
to
to pobre y de mucha humillación, pareció era el remedio
mas eficaz para las necesidades actualesj pero compren
diendo desde el principio3 que esto no parecería bien a
muchos y lo tendrían por extravagancia, como que es con
trario a lo que piensa el mundo" (La Herencia de Madre,
p. 5) .
"Cuantas gracias tenemos que dar a Dios porque nos
ha dado esta vocación que tan de cerca se tocan los d e
sengaños de la vida, pues esto hace que nos olvidemos mas
de nosotras mismas Pero en estos casos, cuando se
ven tantas muertes, tantos desengaños, que no se mira en
este mundo ni cariño sino nada mas que el i n t e r é s , es
cuando aborreciendo mas y mas el espíritu del mundo, nos
unimos, a nuestro Señor" (A Ayamonte, 11-4-1902).
51
insufrible la mentira del mundo, que trata de acomodarnos
a los criterios de los mundanos:
"Nosotras, no tenemos que fijarnos en los ejemplos
del mundo, sino en nuestro Señor y en los apóstoles. Pa
ra ganar millones de almas nunca vistieron como el mundo
viste, ni comieron como él come, ni tuvieron casa cómoda
y con todo lo necesario, sino todo de limosna y ni a ú n
siquiera d ó n d e r e c l i n a r la cabeza" (A Zalamea, 2fr-
7- 1909).
"Tenemos que estar muy firmes en nuestra vocación,
estudiándola con frecuencia, y adelantar en perfeccionar
la conciencia de Hermana de la Cruz . I t e n i e n d o esta
conciencia, siempre buscaremos lo más pobre, lo más humi
llante; preferiremos los pobres a los ricos, porque los
pobres son nuestros verdaderos señores y a ellos les de
bemos, después de Dios, nuestra vocación; porque por los
pobres y para los pobres, inspiró nuestro Señor este Ins
tituto ¿7. J En fin, teniendo conciencia de Hermana de
la Cruz nos separaremos del espíritu del mundo, p o r q u e
lo conoceremos aunque venga disfrazado, y no admitiremos
sus razonamientos que tanto nos perjudican" (A Zalamea,
23-3-1909).
Y Sor Angela concluye citando implícitamente a San
Juan de la Cruz:
"En fin, atención al interior y olvido de lo t e
rreno; hasta de que nosotras somos de este mundo nos de
bemos olvidar, para que no hagan eco las exigencias de la
naturaleza en nosotros, olvidándonos de que pertenecemos
al mundo y sólo teniendo presente que somos de Dios.
I si alguna vez nos acordamos que somos del mundo,
mejor dicho, que nacimos en el mundo, sea solo para con
fundirnos en el conocimiento de nuestra nada. Y para hu
m i l l a m o s con el recuerdo de nuestros pecados y l l o r a r
los; si no con lágrimas naturales, p o r q u e no está en
nuestras manos derramarlas .cuando queremos, pero c o n lá
grimas interiores traducidas en un gran propósito de la
enmienda. Y sobre todo, con obras de abnegación es con
lo que probaremos que no somos del mundo, y que solo nos
acordamos que en él nacimos para humillarnos y seguir a
nuestro divino Maestro por el camino de la cruz, q u e ha
sido el que nos ha trazado" (A Utrera, 11-1885).
52
MEDITACIONES COMPLEMENTARIAS
DE LA PRIMERA ETAPA
53
ción de las virtudes que nos enseño nuestro amado Salva
dor" (A Ayamonte, /f>7"1883) .
Por eso, invitaba a las Hermanas a repetir: "Bre
ve penar para un eterno gozar; breve gozar3 llevando la
cruz a la fuerza3 para un eterno pesar" (A Ayamonte, 23-
5-1903).
en la santificación
54
"Vosotras no sed tontas, porque todo os ayuda a
vivir en un terreno positivo; porque vuestra edad no se
presta a alimentar ilusiones, sino a prepararse a que la
muerte sea, no un día de dolor sino de jubilo. Pero si
no nos preparamos con la practica de las virtudes,es pre
ciso desengañarse3 la muerte no sera tan dulce s i n o al
contrario muy amarga, cuando nos encontremos que nos pi
den cuenta de religiosas y que no lo hemos sido mas que
en el vestir el santo habito3 pero en lo demás respiramos
siempre y en toda hora el espíritu humano" (A Ayamonte,
15-10-1889).
"Pocos días nos quedan de vida3 y después nos ale
graremos en esa hora cierta, que ha de llegar sin r e m e
dio; y exclamará el alma fiel sin ruido de palabras pero
con un acento muy intimo y consolador: ¡Bendita abnega
ción’. ¡Benditas humillaciones! iBenditos trabajos lle
vados por Dios!" (A Carmona, 26-10-1887).
"Aprendamos a vivir con la lámpara encendida de un
continuo fervor de mortificación y abnegación" (A Carme
na, /3-7-18857). "No hay más, mis queridas hijas, que
aprovechar el tiempo, pues la muerte viene cuando menos
lo. esperamos. I pobres de nosotras, si después de todo
a esa hora nos encontramos o con las manos vacias, o. que
nuestras obras son avellanas vanas, que después de haber
metido mucho ruido no tienen valor en la p r e s e n c i a de
Dios. Esto, la verdad, que será muy grande pena; y as í
nos pasará, si con afán cada día nos empezamos a trabajar
en nuestra santificación, olvidándonos de nosotras m i s
mas, y no ocupándonos más que en lo que sea del agrado de
Dios" (A Ayamonte, /~8j-1883).
Y concluye: "No hay duda, mis queridas hermanas,
que Dios nos quiere muy perfectas, y por eso la página de
la muerte siempre está abierta a nuestra vista, y no hay
nada que enseñe como la muerte. Pues otras cosas enseñan
a dejar el mundo y sus vanidades, pero la muerte enseña a.
desprenderse hasta de las cosas más lícitas y santas: a
desprenderse de los medios que nos llevan a Dios que es
nuestro fin, pana que nos arrojemos directamente en los
brazos de Dios y más pronto descansemos en nuestro fin.
Saliendo del fondo de nuestra alma estas palabras: Dios,
Dios sólo y sólo Dios es lo que tengo y poseo; y fuera de
55
Dios nada, nada, pues no tengo más que a Dios. .El endul
za las penas de mi destierro, El es mi vida, El es: mi
m u e r t e a todo lo que no es Dios" (A Utrera, 31-12-1883).
56
II. EL JUICIO DESPUES DE LA MUERTE
57
"Ya sabemos lo delgado que se hila en el tribunal
de Dios, y que el Juez pide estrecha cuenta de sus gra
cias a las almas a quien mucho les ha dado. Y n u e s t r a s
Hermanas recibieron mucho. ¿Quién sabe si se encontraran
alcanzadas a pesar de sus virtudes, y están detenidas en
el lugar de la purificación?" (A Ayamonte, 11-1888).
58
III. CELEBRAR LA MISERICORDIA DE DIOS
1. Conocimiento y experiencia
de la misericordia de Dios
59
"Cuánta ¿debe serj nuestra confianza en la m i s e
ricordia de Dios, que como Padre cariñoso todo nos lo
perdona, nos lo dispensa y no quiere mas que n u e s t r o
b i e n " (A Villafranca, 12-1890).
Y con gran realismo añade: "La desconfianza de si
misma para que sea buena, tiene que estar unida a la con
fianza en Dios, para revestirnos de fortaleza" (A Villa-
franca, 19-1-1898).
3. Efectos saludables
de la misericordia de Dios
60
voluntad lo acepté todo ; como que después de haber falta
doj ¿qué otro consuelo puede haber para el alma3 sino e-
se aviso paternal y misericordioso de su buen dios...?
Qué impresión tan íntima y dulce se siente al conocer de
un golpe ese amor , esa ternura del corazón de nuestro Dios
y esa amorosa solicitud de nuestro Padre celestial" (A.de
Ejercicios, 1886)
"No pararse en las contras sino en las ventajas3
que la que tiene buen espíritu siempre las encuentra, por
que cuando no son para el cuerpo son para el alma; y así
es que en todo encuentra ganancia y motivo de dar gracias
a Dios .J porque se- aplica todo lo que le m o r t i f i c a
para aumentar los bienes del alma3 ofreciéndoselo todo a
Dios para que se lo guarde en la alcancía de su misericor-
dia3 y a la hora de la muerte se lo entregue para disfru
tarlo por toda la eternidad" (A Zalamea, 18-9-1905).
Por eso, incluso en nuestras caídas debemos tener
presente la misericordia de Dios:
"Mirad que es consejo de una Madre que os ama mu
cho /Tí.¡J7 y sólo cuando volvéis a vuestras infidelidades
las recuerda3 pero para hacerles ver los beneficios de
Dios en perdonar y olvidarse de nuestra ingratitud" (A
Utrera, 2-1885).
"Vamos a celebrar con su misericordia que nos per
done y nos purifique con su preciosísima sangre3 si llo
ramos nuestras faltas y nos enmendamos" (Circular, 1925).
"La misericordia de Dios es tan grande3 que cuan
do se vale de algunas almas para hacer el bien a otras3
oculta sus defectos para que no se retraigan y pierdan el
buen concepto que habían formado" (A Zalamea, 7-12-1905),
dice aludiendo claramente al ministerio de las Hermanas
entre los pobres.
61
yad, no dejarse llevar de la d e s c o n f i a n z a de que no
van a cumplir los propósitos, sino al contrario, humi
llarse y empezad con nuevo esfuerzoj y que la falta co
metida os haga mas avisadas, y la humillación de veros
caídas de solidez a lo que se presente después" (A Utre
ra, 6-3-1890).
"Porque en lo espiritual todo tiene remedio. Y el
remedio estói en reconocerse, en humillarse, y c o n u n a
conducta irreprensible dar una reparación de n úes tras
faltas a todos, para mover el Corazón de Dios al perdón
y a la misericordia" (A Utrera, 25-9-1889).
Por eso, en sus apuntes de Ejercicios decía: "Y
nombré fiador para la hora de la muerte a mi dulce Je
sús, como que es el único que amo en este mundo, el úni
co a quien le tengo confianza plena, ■que no me da v e r
güenza que sepa todas ■mis cosas. En fin, es mi todo, y
par éso quiero acudir a El con tiempo para que todo lo a-
regle" (A. de Ejercicios, 1884) .
62
Segunda etapa
SIGUIENDO
A JESUCRISTO
1. ¿Quién es Jesucristo?
63
ses que expresan lo que Jesucristo significaba para e-
11a: «esposo» , «.médico» , «fiador» , etc. Pero en ul
timo término lo resume, como San Francisco, en una sola
palabra « mi todo» :
"Tu eres la vida de mi vida, el alma de mi alma,
la alegría de mis alegrías, el gozo de mi gozo. TÚ eres
mi todo. Tu eres mi gloria" (E. Intimos, BAC p. 260).
64
sotros:
"I ¿quién soy yo, Dios mió? ¿qué me dice mi con
ciencia? Soy nada; soy la misma imperfección, soy la ig
norancia. Pero con tu ayuda y las lecciones de tu. divi
no Corazón podré decir un día: Soy discípulo de Cristo,
soy Hermana de la Cruz, soy imitadora de las virtudes de
este amante Corazón" (Máximas, 23-6).
65
nuestro Señor, que no tenía más que una aspiración: ha
cer la voluntad de su Eterno Padre, dándole mucha gloria
y enseñando a los hombres" (A. de Ejercicios, 1887).
d) En la mansedumbre y abnegación.
El estilo del seguimiento de la Hermana de la Cruz
exige especialmente mansedumbre y abnegación:
"¿Como aspirar a ser esposa de Jesús, la que no
es ni pone los medios para ser humilde como Jesús, la
66
que no es mortificada como Jesús3 la que no ama la abne
gación como Jesús nos enseña?" (A Carmona, 5-1887).
"Estas dos virtudes3 la mansedumbre y la obedien-
cia3 aunque toda la vida nos llevemos trabajando en ad
quirirlas y perfeccionarlas 3 siempre nos quedará algo
que hacer" (A Carmona, 4-6-1900).
"Animaos del espíritu de Jesucristo que es espí
ritu de mansedumbre3 de dulzura y humildad3 y sobre to
do de abnegación y de obediencia" (A Ayamonte, 21-7-
1885) .
67
toda clase de injurias, y todo menosprecio
y toda pobreza, asi actual como espiritual,
si vuestra santísima Majestad me quiere e-
legir y recibir en tal vida y estado"(Ej. n.98);
Para una Hermana de la Cruz, la respuesta es cla
ra: fijar su morada en el Calvario para imitar mas de
cerca a Jesucristo crucificado. Sor Angela lo expresa
de un modo tajante:
"Nuestro llamamiento es imitar a nuestro S e ñ o r
en el Calvario. ¿Cuándo mejor que ahora para aprender
las lecciones del divino Maestro, que son: desprecio del
mundo, de su misma, amor a la humillación y a todas las
virtudes?" (A SanlGcar, 17-3-1911).
"El fin de nuestra humilde Compañía es la imita
ción más perfecta, en c u a n t o posible le es a la criar
tura miserable, de nuestro Señor Jesucristo crucificado.
I así como nuestro Señor, por el amor al hombre, derra
mó hasta la ultima gota de su sangre, asi las Hermanas
deben sacrificarse por el prójimo" (La Herencia de M a
dre, p. 12).
"Muy preocupada me tiene la gran misión que pesa
sobre el Instituto y la llamada que nos hace nuestro Se
ñor desde el Calvario: Vosotras que llevciis el nombre de
Hermanas de la Cruz /7.fj estudiad lo que es recorrer la
calle de la Amargura hasta llegar al Calvario y vivir en .
el hasta la muerte” (Circular, 1924).
"Pedidle mucho os dé las gracias necesarias para
vivir perpetuamente en el Calvario, imitándole en la
práctica de las virtudes que El, como Maestro divino,
nos enseña en la cátedra de la cruz
Pedidle mucho la perseverancia en la practica de
estas virtudes, en cuanto os sea posible, y que nuestro
Señor os haga gustar las dulzuras del Calvario para que,
a imitación suya, aunque por un lado la naturaleza sufra
las amarguras del padecer, el espíritu goce con tener e-
so que ofrecer a nuestro buen Dios" (A Zalamea, 10-9-
1905).
68
MISTERIOS DE LA INFANCIA DE JESUCRISTO
I. MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN
69
San Ignacio nos presenta el doble plano de la encarna
ción, cielo-tierra:
- La determinación de las tras personas divinas
de que el Verbo se haga hombre.
- La diversidad de condiciones y de gentes en to
da la extensión de la tierra.
- La contemplación de nuestra Señora en la casa
y aposento de Nazaret.
En la grandiosa perspectiva de este gran m i s t e
rio que nos ofrece, podemos fijar nuestra atención y con
centrar el esfuerzo del entendimiento y de la voluntad
en: Conocer, amar e imitar:
- Aquella actitud del Verbo con que se entrega y
se anonada a sí mismo, por la gloria del Padre y por la
salvación de las almas.
- Aquel estilo suyo de realizar la encarnación tan
eficaz, tan silencioso y tan desacostumbrado.
- Aquella elección suya de Madre tan humilde, tan
sumisa y tan fiel.
a) Enseñanzas sublimes.
"Aquí medite que en aquel instante en que el Ver
bo divino se unió a aquel cuerpo y alma, el alma de núes--
tro Señor Jesucristo hizo el primer acto de agradecimien
to3 junto con el amor a Dios y al prójimo. I de acepta
ción. El amor le hizo que aceptase tan voluntariamente
el plan divino /7.._7 En esta aceptación de nuestro Señor
Jesucristo ai plan divino por amor3 consideraba yo el
principio de la obediencia religiosa, que nace del amor
y del deseo de agradar a quien de veras se ama . ,J
En esta vida oculta de nuestro Señor Jesucristo en
la encarnación, veta yo.una enseñanza sublime para todos
los que aspiramos a la perfección, para sujetarnos a lo
que Dios quiera y como quiera; pues en esto esta, y no en
hacer mucho, pues todavía los hombres no se habían aper
cibido de la venida del Mesías y ya estaba empezada la
redención" (A. de Ejercicios, 1884) .
Meditando en Jesús "encerrado en el claustro vir
ginal de su Santísima Madre, estaba yo pensando en la a-
legría con que desde el primer momento de su vida empie
za a padecer por nuestro amor ¿f.-ñ/, todo lo acepta y con
70
■infinito amor" (A. de Ejercicios, 1886).
c) Exhorta a la humillación.
Por eso, no es extraño que exhorte luego con tan
to vigor a sus hijas a la humillación, que es una carac
terística de su Instituto:
"Amad la humillación y alegraos cuando se os pre
senta la ocasión de practicarla; y cuando no tengó.is en
nada humillación no estar tranquilas, no descansad, sino
buscadla con afán. Y si no la encontráis a l r e d e d o r
vuestro, buscadla dentro de vosotras mismas y ahí siem
pre la encontrareis, y algunas veces mas de lo que nues
tro amor propio quisiera" (A Villafranea, 2-10-1889).
"Que verdad es, que toda la dulzura de la vida re
ligiosa esta reconcentrada en la humildad; y sin ella,se
nos hace amargo todo, hasta lo mas santo y consolador"
(A Utrera, 29-4-1891) .
"Aprovechar todas las ocasiones de humillación
que se nos presenten hasta conseguirlo. ¡Qué hermosa es
esta virtud y qué feliz hace al alma que la posee'. (A U-
trera, 2-11-1900) .
"Todo cuanto profundicemos es poco para penetrar
nos: Un Dios hombre escondido, sin hablar, sin moverse,
sin acción para nada en su encarnación, que fue el pri
mer paso que dio y el que ma.s nos demuestra su amor. Pues
sin el primero no hubiera llegado a completar su obra: de
la humillación nació la redención" (Circular, 1928).
Es el mismo Jesucristo quien nos dice: "Yo les he
71
enseñado et camino, pero no han querido aprenderlo; les
he enseñado en mi encarnación a amar la humillación ¿f.._/
¿cómo después de meditar la humillación de un Dios, h u
yen tanto de la humillación?" (Circular, 1929) .
72
I I . MISTERIO DEL NACIMIENTO
73
a) Nace Jesús en "suma pobreza".
Sor Angela profundiza este misterio en las cartas
anuales:
"Como nadie le da albergue, se ve precisada a re
fugiarse en un establo. Allí sola, recogida, puesta en
oración, su espíritu en la mas alta contemplación, nace
de la Virgen inmaculada el Dios tres veces Santo, crea
dor de todo cuanto existe ; que baga de los cielos para
a b r i m o s sus puertas y algún día podamos ser moradores
de la patria celestial, si ponemos en practica las vir
tudes que tanto el Eigo como la Madre nos enseñan" (C.de
Año, 1913) .
"Nace el divino Infante /f..¡J Este divino Cora
zón latiendo de amor divino y de amor a los hombres es
el prodigio de la vida interior: un Niño tan pequeño, que
ni en sus miradas ni en sus acciones expresa nada, y su
corazón inmolado en el mayor sacrificio. Sigan los espí
ritus celestiales dando gloria a Dios en las alturas, y
todos los hombres hagan practica la paz con su buena vo
luntad" (C. de Ano, 1918).
74
c) Adoración de los pastores.
Este misterio de la vida de Cristo le sugiere a
Sor Angela la alegría espiritual:
"Otros ángeles corren presurosos a anunciar este
divino acontecimiento a todos los pastores de la comar
ca. Al oir tan fausta nueva, como por un resorte, más
volando que andando, se presentan en el portal, en tan
gran número que se llena; todos con sus instrumentos, to
cando, cantando y hasta bailando, queriendo en su rudeza
expresar así su mucha alegría y especial regocijo. Nues
tra Santísima Madre los mira con dulzura expresando su
agradecimiento, complacida del mucho bien que aquellas
almas cándidas y humildes iban a recibir con la r e d e n
ción y la aplicación de los méritos de su divino Hijo.
¡Oh pastores de Galilea, que felices sois!" (C.de
Año, 1918).
"Animarse del espíritu de la Iglesia, que en e s
tos días llena de regocijo nos invita a todos sus hijos
a que entonemos cánticos en acción de gracias por haber
se hecho hombre nuestro Dios /7.._/ Por eso os exhorto a
una santa alegría . .J y no ocuparse más que del amor a
Dios y al prójimo" (A Utrera, 2. -12-1888).
75
y que somos pobres3 y que en algo nos podemos -igualar
con ellos (Marta y José) que son las almas más queridas
de Dios" (A Utrera, 19-7-1889).
e) Resplandores de la cueva.
Sor Angela saca las consecuencias prácticas de es
te misterio, iluminada ella con luz sobrenatural:
"Necesitamos que nuestro Señor nos ilumine £1 ••_/
y ¿dónde iremos por esas luces que necesitamost para ver
las cosas como conviene al espíritu y no a la naturaleza?
¿dónde? A Belén3 al establo . A los pies de aquel divi
no Infante se aprende lo sobrenatural ¿f..J y salen unas
luces que penetran hasta lo más profundo de nuestras al
mas. Estas luces pasan por el entendimiento haciéndole
comprender sus deberes y la nada de lo presente , y lo que
vale despreciar lo que el mundo ama y estima. Tasan por
la memoria recordando los beneficios recibidos , las mu
chas faltas y pecados cometidos , y todos perdonados y la
vados con la sangre preciosísima de ese Niño ¿f..J Pasan
esos resplandores por la voluntad y ésta se abrasa en un
fuego divino3 el fuego del amor" (Circular, s.f.).
76
I I I . OTROS MISTERIOS DE LA INFANCIA
77
la profetisa Ana llevados por el Espíritu Santo, simboli
za el encuentro de Dios, por medio de Cristo luz del
mundo, con la humanidad a la que ha de redimir.
78
2. La huida a E gipto
79
aprovecha para adelantar, si- le reprenden y le advier
ten, se alegra y se aprovecha; si la quieren, le guardan
consideración, le disimulan sus defectos y se lo dicen
indirectamente, también se aprovecha humillándose y for
taleciéndose en la presencia de Dios, para cuando la tra
ten con rigor; y cuando asi le pasa, lo lleva bien” (A
Arjona, 12-11-1895).
80
cuparme solamente en las cosas de mi Padre" (Le 2,49).
Sor Angela anima en este misterio, sobre todo, a
buscar a Jesús como lo busco la Santísima Virgen, y a
buscarlo en las almas para que lo encuentren también.
En sus Ejercicios, saca las consecuencias:
"Nuestra Santísima Madre, apenas se apercibe que
no estaba Jesús con su padre, sale por tocias partes en
su busca llena del mas intenso dolor; pero nada, pasa un
día y otro, y hasta que no se cumplen los tres días de
amarguras, de incertidumbre, de penas interiores, por si
la pérdida tan dolorosa había sido por culpa suya...,has
ta que no sufrió toda clase de aflicciones, no apareció
en el Templo, disputando con los doctores £f.. .J
La Hermana de la Cruz debe, cuando no como nuestra
Santísima Madre que lo perdió sin culpa, sino que por sus
imperfecciones pierda la unión con Dios, reconocerse, pe
dirle perdón y no esperar ni a que pasen minutos sin es
ta reconciliación. I después, correr por las calles y
por las plazas, y entrar en la casa del pobre y del rico
buscando las almas que por sus pecados han perdido a Dios,
para que lo encuentren por medio de una buena confesión"
(C. de Ano, 1913) .
"Saqué desprender mi corazón de todo y ahogar to
dos los deseos que nazcan en mi corazón antes que salgan
a la luz" (A. de Ejercicios, 1884). "Vivir sola en el
interior, aunque exteriormente esté muy acompañada. D e
sahogar mi corazón sólo con Dios" (A. de Ejercicios,
1893).
81
IV, MISTERIOS DE NAZARET
82
Jesucristo, conocí con mucha claridad la vida oculta y de
humillación que Dios pide a la Compañía, y cómo insensi
blemente nos vamos apartando de este ocultamiento que Dios
quiere de nosotras” (A. de Ejercicios, 1884).
"Tengan mucho cuidado con las cosas pequeñas, por
que la que es fiel en lo pequeño se santifica aunque su
vida sea natural y sencilla ff..J lo grande y extraordina
rio no es lo que santifica, sino la fidelidad perseveran
te en pequeño y grande, pero más todavía en lo p e q u e ñ o
ff...ff En ser muy observantes en el cumplimiento de la san
ta regla, como guardar el silenció con escrupulosidad; ser
muy mortificadas interiormente para siempre estar en una
perfecta igualdad; rendir su Quicio a todo; no dar su pa
recer nunca como no sea preguntada por la superiora f f .
Siempre alegrarse en bagar, en ser despreciada, amar con
todas las veras del alma el trabago y gozarse en ser la
que tenga más ftrábagqj y menos descanso. Y todo esto aa-
lladita, siendo Dios sólo testigo de lo que se realiza en
nuestra alma. En todo esto trabag'ar sin descanso h a s t a
conseguirlo, que esto es lo menudito" (A Utrera, 4-11-
1881) .
Sor Angela supone que el mismo Jesucristo habla a
las Hermanas:
"En mi vida oculta tes he enseñado a vivir ocultas,
desconocidas, olvidadas. Siendo el primero, era el últi
mo" (Circular, 7-7-1929) .
"A imitación de nuestro Señor, que no hace más que
la voluntad de su Eterno Padre y, está la mayor parte de
su vida oculto, así la Compañía que va siguiendo sus pa -
sos no debe aspirar ni a ser ni a crecer más que lo que
sea voluntad de Dios, estando muy contenta con estar es
condida en un rinconcito de la tierra" (A. de Ejercicios,
1887).2
83
Obediencia heroica, si atendemos a la persona que
obedece, el Verbo de Dios hecho carne; a las personas que
son obedecidas, no sólo a María y José, sino a Caifas, A-
nas, Pilato, Herodes, unas autoridades indignas; las co
sas triviales en las que obedece; el largo periodo de
treinta anos en los que llevo esta vida, lo mejor de su
juventud.
Esta obediencia, por su amor al Padre, era caridad.
Sacrificio e inmolación dé lo mejor de sí mismo, al des
cubrirnos el valor de la obediencia y suavizarnos las
fuertes dificultades de ella.
Es natural, que la pluma de Sor Angela trate fre
cuentemente de este tema: las Hermanas de la Cruz deben
aprender de Nazaret la obediencia.
"El Corazón de Jesús, que a todo se sometió para en
señamos, primero obedece a Marta y a San José, enseñán
donos cómo no se puede llegar al fin sin pasar por los me
dios Que grande se nos presenta nuestro Señor cum
pliendo la grande misión que trajo al mundo, la de ense
ñar con su ejemplo" (A. de Ejercicios, 1888).
"Porque si meditáramos en la sabiduría infinita,
humillándose hasta el punto de obedecer a sus criaturas
y después estar oculto treinta años .¡_7 ¿cómo era posi
ble que si esto meditásemos no habríamos de ser humildes,
mortificadas, y cómo no nos entrarían deseos de imitar a
nuestro Señor?" (Circular, 1915).
"La perfección no está en las exageraciones sino
en la obediencia ZT.J37 Con la obediencia se vencen todos
*
los enemigosj el alma sin v a 1va segura y llegará sin tro
piezos al puerto" (A Ayamonte, 24-2-1887).
84
las intenciones de Jesucristo y con el amor de Jesucris
to, es santificador y redentor.
Sor Angela, de la raza de los obreros por n a c i
miento, consideraba el trabajo como la única dote de la
Hermana de la Cruz.
"Conocí que el alma con las mismas cosas que ha he
cho y que debe seguir haciendo3 solo con hacerlas con és
te espíritu, hasta a las acciones mas insignificantes les
da mucha perfección" (A. de Ejercicios, 1885).
"¿En qué debe ocuparse una criatura consagrada a
Dios con lazos santos y nudos tan fuertes como son los vo
tos? ff..fj Si trabada3 que su trabajo sea tan puro que
pueda ofrecerlo a Diosj en fin3 debe ser un cuerpo sin vi
da mas que la del espíritu" (E. Intimos, BAC p.282).
"Si vuestras ocupaciones no os dejan tiempo p a r a
estar en el oratorio3 orar trabajando3 visitando a los en
fermos y haciéndolo todo por esta intención de que se. re
medien estos males presentes" (A Carmona, 3-4-1881).
"Cuando se vean cansadas3 acordarse que ese cansan
cio está escrito en el libro de la vida y ha de tener su
recompensa ff.bf Pero todavía es mas bueno que se olviden
hasta del premio y no miren mas que lo que Dios se m e r e
ce" (A Utrera, 8-6-1886).
85
caridad pura n a c i d a del a m o r de Dios ; pobreza suma,
no queriendo nada, y todo le sobra, y la providencia to-,
do se lo proporcionaba. También hay obediencia perfecta,
todos obedecen al jefe aunque no sea el mas santo. Qué
delicias se experimentan en estas casitas de Nazaret, don
de se forman las religiosas con la práctica de las virtu
des ¿7. J .
Pensad esto en la oración y verán cuánto ádelan-
tan" (A Ronda, 1-1926).
86
MEDITACION DE LAS DOS BANDERAS
87
hacer una buena reforma: criterios evangélicos claros
(banderas), una voluntad libre (binarios) y un corazón
aficionado a seguir el ejemplo de Cristo pobre y humilde
(tres maneras de humildad).
88
uno debe hacer a su manera a la Virgen, a Jesucristo y al
Padre", para que sea recibido debajo de su bandera".
Por lo que puede verse, se trata de una apretada
síntesis del Evangelio: el punto es álgido de la ascética
evangélica y consiste en llevar a las almas a la verdade
ra humildad, "que es andar en verdad", según Santa Tere
sa; porque de ahí llevará a todas las virtudes, especial
mente a la caridad.
1. La vida es lucha
89
almas, que con su astucia nos quiere separar del camino
verdadero que nos conduce a la gloria; y a éste lo vence
mos despreciándolo" (A Carmona, 25-8-1916).
Recordando seguramente el Kempis, al que cita im
plícitamente San Ignacio, Sor Angela hablará de la lucha
entre la naturaleza y la gracia:
"La vida del cristiano y mucho más la religiosa es
la vida de la lucha con la naturaleza y la gracia; siem
pre la naturaleza reclamando sus derechos y la gracia a-
yudándonos a cumplir con nuestros deberes. Pero c u a n d o
los vencimientos se hacen por amor a Dios, son muy dulces"
(Circular, 1911) .
"Ser muy fieles a la divina gracia, sin desmayar
porque cometemos imperfecciones, sino que en seguida nos
levantemos y volvamos de nuevo a luchar con la naturaleza
y la gracia, hasta que esta ultima tome tanta fuerza con
salir victoriosa en casi todas las ocasiones, que llegue
mos hasta donde Dios quiere de nosotros" (A Villafranea,
6-6-1899).
b) Segundo, el mundo.
Sobre todo ella hablará del mundo en un párrafo me
morable para la historia del Instituto:
"Para dar ejemplo tienen que practicar tas virtu
des contrarias al espíritu del siglo. Las cuatro cosas
que dominan son: el amor a tas riquezas, el deseo de so
bresalir y dominar, el hambre insaciable de placer, de
gozar y más gozar, y el olvido de Dios y la indiferencia.
1 la Hermana de la Cruz, con su gran d e s p r e n d í - ■
miento de todo, debe darle ejemplo de la más perfecta po
breza, enseñándote que en ésta está fia verdadera riqueza;
y con su vida de perfecta humillación probarle que en el
bajar está el subir; y con su vida penitente e n s e ñ a r t e
que no ha nacido para gozar de lo terreno, que la misión
del hombre es más alta; y con su oración y presencia de
Dios enseñarte que en Dios se encuentra la paz y alegría
en esta vida. Y en medio de la pobreza, humillación y
mortificación somos felices cuando tenemos a Dios" (La
Herencia de Madre, p.13).
Finalmente Sor Angela habla del "estandarte de la
90
cruz", es decir, de la bandera de la cruz:
"Con el estandarte de la cruz nos vamos abriendo
paso por todas partes3 cuando a la par que enarbolamos el
estandarte nos gozamos en la pobreza como las únicas ri
quezasj y nos gozamos también en la humillación de tan
bendito árbol" (A Utrera, 1-6-1882).
91
se disfraza y saca tanta cosa con lo que él cree que ga
na, -pero que se echa mas tierra encima" (A Utrera, 30-6-
1890) .
92
males vienen a nuestra alma por no habernos abrazado con
la humillación; de una manera, que la Hermana de la Cruz
está tan enlazada con ella, que es una misma cosa d e c i r
Hermana de la Cruz que decir humillación, y ni la conoce
mos ni mucho menos la amamos.
¿Quieren saber la raiz de donde ha salida esa ca
dena no interrumpida de faltas que a pesar vuestro c o n o
céis? Está en que nos abrazamos con una vida de humilla
ción sin conocerla ni amarla. ¿Quieren saber la causa de
no llevar bien las advertencias, de disgustarse y volver
se contra los Superiores dándoles el dictado de injustos?
La causa no es otra, que nos abrazamos con la vida de hu
millación sin conocerla, ni mucho menos amarla.
¿Queréis saber la historia de vuestra vida religio
sa, por qué no habéis .dado un paso y por qué a todo le e-
cháis la culpa sin buscar■la causa dentro de vosotras mis
mas, y por qué creéis que a ustedes no se las quiere y por
eso se les reprende; y cuando debían estar contentos los
Superiores están disgustados cuando ustedes se portan muy
bien? ¿Sabéis donde está la causa de tanta ceguera y que
vean las cosas tan distintas a como las ve un alma reli
giosa? Está, queridas y amadas hijas, en que no se fijar
ron en la tarjeta que está en la puerta de nuestra casa,
y si se fijaron no comprendieron lo que es la abnegación,
que eso es lo que dice; y mucho menos se aplicaron a amar
la con todas las veras de su alma. Todo está en esto y
solo en esto, en que no se ama ni conoce la humillación.
Y las que se enmiendan y adelantan es porque la co
nocen y aman, y aunque su ejercicio le sea duro, costoso
y penoso; y aunque tengan que exprimir su corazón h a s t a
que salga sangre, la conocen, la aman, quieren cumplir con
lo que le han ofrecido a Dios y ven que es el medio m á s
eficaz para santificarse. Y como aman su santificación,
se abrazan con ella y no la dejan de practicar ni un se
gundo, la suban, la bajen, la quieran, la aborrezcan. Y
solo abrazada con la humillación da esta manera adelanta
una Hermana de la Cruz; y sólo la que persevera en la hu
millación ganará la corona, pues no basta esté unos días
humilladita y otros levantadita, no; siempre en la humi
llación sin descanso: me suban, me bajen, me lleven, me
traigan; siempre humillada sin descansar, al contrario,
la humillación tiene que ser nuestro descanso.
93
Si alguna vez nos vemos exaltadas a pesar nuestro,
tengámoslo por el mayor de los males que nos puede venir,
y descansemos en la humillación de lleno para tener fuer
zas y continuar el camino de nuestra santificación" (A
Ayamonte, 15-7-1886) .
94
entusiasta con que les hablaba el Padre de esta virtud,
y aludía con palabras textuales a las reglas de la Compa
ñía de Jesús, que ensenan a "aborrecer en todo y no en
parte cuanto el mundo ama y abraza" (Const. Examen IV,
n.44) .
"Esto verdaderamente no es para esov-ito sino pa
ra oirlo, porque se le quita la fuerza, al pasarlo al pa
pel, que tiene el oirlo de viva voz. Después pasaba a
explicar en lo que consiste esta virtud, que es en abo
rrecer en todo y no en parte, todo lo que el mundo ama y
estima. I por eso en la Compañía se desprecia tan sobe
ranamente ese espíritu mundano, viviendo sin pretensiones
de ningún género: lo mismo tenemos con que nos atiendan
como con que nos desprecien, lo mismo que nos tengan por
tontas que por sabias; lo que únicamente sentimos, que
algunos de los miembros que componen la comunidad, que
tienen por distintivo la humillación, desmientan y no se
porten con la perfección que Dios les pide.
Esto solo, queridas higas, es lo que tenemos que
lamentar y llorar: que no haya virtud y que se multipli
quen los Judas y los Ellas de nuestro P. San Francisco.
Por lo demás, vengan Hermanas pobres y humildes pero con
virtud, y nada nos importe que el mundo discurra con su
soberbia, nosotras seguiremos discurriendo de d i s t i n t a
manera; pero como siempre lo hemos hecho, convencidas que
en la humillación está la exaltación, en la pobreza e s
tán las riquezas, en el bagar está el subir y en el pade
cer está el gozar" (A Ayamonte, 26-7-1894).
Insistiendo en el valor de la humillación, aludi
rá a San Juan de la Cruz, para quien "subir es bajar y
bajar es subir":
"No perder nunca de vista que la vida r e l i g i o s a
es vida de abnegación y que la que más pierde en el orden
natural, es decir, en lo que viene bien a nuestra n a t u
raleza y sentidos, es la que más gana en el orden sobre
natural y la que más se embellece a los ogos de su c e
lestial Esposo. Si después de esto repiten ustedes con
frecuencia, pero se entiende no de rutina sino de c o r a
zón, comprendiéndolo y con deseo de practicarlo: <¿en el
bagar está el subir» , ¡ahí, cómo le harán frente al e-
nemigo, y quedará tan avergonzado que no le q u e d a r á n
95
fuerzas para volver a molestaros3 y ustedes se aprovechar
rán de su retirada y perseveraréis que es lo único que
hace falta3 perseverancia" (A Ayamonte, 3-3-1886).
a) La abnegación es difícil.
Hemos de reconocer que no resulta fácil vivir en
la abnegación completa de sí mismo y en la humillación.
Son cosas que en sí mismas no pueden desearse si no impul
sa por dentro un amor más fuerte. Es necesario pedir es
ta gracia a cualquier precio en el triple coloquio a la
Virgen, a Jesucristo y al Padre, por la suma trascenden
cia que tiene en la vida espiritual.
Para Sor Angela, este camino de abnegación-humilla
ción es el camino para ser verdadera Hermana de la Cruz,
96
es decir, "hacerse digna de ser esposa" de Jesucristo:
"Por Dios, queridas hijas, no desperdicien la doc
trina con que tantas veces vuestra alma ha sido alimenta
da; recordad con respeto los consejos y advertencias que
para vuestro bien se os ha dado3 y empezad una vida e s
piritual en la que cumpláis con hechos el título que lle
váis; esto quiere decir que seáis Hermanas de la Cruz no
sólo en el nombre3 sino también en las obras, imitando a
nuestro divino Modelo que es nuestro Señor Jesucristo. Y
para eso hemos venido a la religión, pana imitarle; y por
medio de esta imitación, agradante; y agradándole hacer
nos dignas, en cnanto nos sea posible, de ser esposas su
yas. Estas son nuestras aspiraciones" (A Carmona, 12-5-
1887).
Hemos de ser, como los niños "cuando juegan a la
cucaña"y se arriesgan para conseguir el premio:
"Es verdad que cuesta santificarse, en particular
pana las que entnan en la religión con mucho espíritu de
mundo, porque tienen que desnudarse de lo que está tan
arraigado, y el arrancarlo es doloroso, y vestirse del
espíritu de Jesucristo.
I este dejar el uno y toman el otro cuesta, pero
todo es hasta proponerse y empezar sin retroceder porque
se den algunos tropiezos, ni aunque se caiga, sino levan
tarse, sacudir el polvo sin detenerse a examinar el daño
causado por los golpes para aplicar remedios humanos, y
seguir adelante sin dan un paso para atrás; porque co n
un solo paso que diéramos o sólo con pararnos, perdemos,
y lo que importa es adelantar. Por eso siempre nuestra
mirada y voluntad tienen que estar fijas hacia adelante,
hasta conseguir lo que me he propuesto.
Nos tiene que pasar como a los muchachos que se
proponen coger la cucaña ¿~.. .J Pues lo mismo le pasa al
alma que alcanza la cucaña espiritual de su s a n t i f i c a
ción, después que hace suyas las virtudes, nada le cues
ta trabajo, su vida es una felicidad, siempre recreándo
se en el tesoro de la igualdad, porque como nada la tur
ba ni inquieta siempre está dispuesta para acercarse a
su buen Dios y adorar sus designios, sin importarle nada
las cosas que antes de alcanzar la perfección le daban
tanto que sufrir; y ella misma a solas con su Padre ce
97
lestial se ríe de haber sido tan tonta" (A Arjona, 14-
11-1899).
b) La abnegación es indispensable.
Es la condición indispensable para abrazarse con
Jesucristo, que esta pendiente de la cruz, separado de
la tierra:
"No desechéis el abrazo que haoe tiempo que vues
tro Esposo quiere daros y que vosotras t a m b i é n lo de
seáis, pero oon esta diferencia: que ustedes quieren a-
brazarse en la tierra y El os espera en el Calvario. ¿Lo
han entendido? Que ustedes lo buscan viviendo una vida
natural, inclinándonos siempre al descanso y a darle la
razón al amor propio; y nuestro Dios nos quiere viviendo
una vida sobrenatural, levantada de la tierra, sin des
canso y dándole la preferencia en todo al amor de Dios,
que es el único que puede hacer que perseveremos contra
riando las exigencias de la naturaleza, que mientras más
le damos más quiere sin decir basta. El amor es el que
hace la vida dulce y dichosa, porque al que ama nada le
parece trabajoso portel amado" (A Utrera, 1-1-1885).
Pero a todos se nos ofrece una dificultad: ¿Podre
mos conseguir una cosa tan difícil? Aquí Sor Angela res
ponde con una confianza ilimitada en el Señor que condu
ce, según su propia vocación a las Hermanas de la Cruz:
"la están todas, es decir, está formada la comu
nidad, han hecho todas sus propósitos en el Calvario a
vista de Jesús crucificado, han conocido lo mal que en
lo pasado se portaron y desean ser buenas religiosas en
lo venidero. Pues, ¿qué falta? Falta una voluntad efi
caz, para cuando lleguen las ocasiones no desmayar y mu
cho menos decir: 'No puedo'; sino entonces llenas d e san
ta fortaleza decir: 'Con la gracia de Dios que no me fal
ta, puedo con esto y con todo lo que me mande El o dis
ponga que me suceda, sea lo que s e a ’.
I si la carne se queja y se duele no importa, us
tedes repetid lo mismo: 'Con la ayuda de Dios puedo', y
reducirla a servidumbre. Y si nuestra manera de ser se
levanta contra nuestros deberes, para que no los cumpla
mos con la perfección debida, y nuestro amor propio se
resiste a la humillación y al sacrificio, decid lo mis-
98
mo: Con la ayuda de Dios todo lo puedo '"
27-2 -1890) . (A Utrera,
99
MEDITACIÓN SOBRE LAS BIENAVENTURANZAS
de Sor Angela
100
el cielo.
Bienaventurada3 que por amor te hiciste pobre
sin tener apego a nada de la tierra.
- Bienaventurada3 por los muchos actos de manse
dumbre que hiciste.
- Bienaventurada, que lloraste tus pecados y los
ajenos.
- Bienaventurada3 que tuviste hambre y sed de a-
gradarme y de perfección.
- Bienaventurada3 que fuiste misericordiosa pri
vándote de comida3 descanso y vestido3 porque
los pobres comieran3 descansaran y vistieran.
- Bienaventiccada3 que tuviste el corazón limpio
de afectos desordenados y siempre juzgaste bien
a los demás.
- Bienaventurada3 que fuiste el ángel de paz de
la comunidad.
- Bienaventurada3 que padeciste persecuciones por
mi amor.
¡Bienaventurada! "
(La Sierva de Dios... p.433) .
101
- Era pobve de espiritu3 y por este motivo todo
le sobraba.
- Eva humilde y mansa de corazón3 y pov esto po
seyó la tierra.
- Lloraba con el que lloraba3 y por eso D i o s la
consoló con gozos indefinibles.
- Tenia sed y hambre de justicia3 y por esto fue
tan completa su santidad3 l l e n a n d o la medida
que nuestro Señor le pidió hasta rebosar.
- Era misericovdiosa3 y por esto nuestro Señor la
hizo Madre y Reina de esta virtud.
- Su corazón estaba limpio y puro de todo afecto
que no fuera Dios.
- Era la pacífica hija de Dios.
- Y padeció persecución por la justicia.
Y por todo esto fue nuestra Corredentora y es n u e s t r a
Medianera3 nuestra Madre y nuestro Todo" (C. de Ano, 1922).
102
dera imitación de nuestro Señor3 -como que -nada .de lo
que se pueda presentar llega ni con mueho a lo que de
bemos desear- todo nos parecería nada en compración de
lo que debíamos practicar3 y no le daríamos importancia
a cualquier menudencia que se presenta" ( A Sanlucar,
s f ).
las bienaventuranzas
103
"Con la mansedumbre poseeréis la tierra, con la
dulzura os ganaréis a vuestros hermanos y a todos los
corazones podréis llevarlos a Dios. Con la humildad os
haréis dignas de las miradas del Altísimo y depositará
sus gracias en vosotras... Con la abnegación venceréis
todas las ocasiones que se os presenten y haréis acopio
de todos los actos de virtudes... Y en fin, con la obe
diencia renunciaréis a vosotras mismas y le haréis la
guerra a vuestro mayor enemigo, al amor propio" (A Aya-
monte, 7-1885).
Sobre todo insiste en la mansedumbre y en la h u
mildad, a ejemplo de Jesucristo. Son virtudes d i f í c i
les, ella lo sabe muy bien y por eso exclama:
"la SS. CC. saben lo que esta bienaventuranza pi
de: el reprimir los movimientos de la ira hasta el pun
to que no salga ni un poquito de disgusto al exterior, di
ciendo todo lo que se deba decir muy tranquila y hasta
con dulzura, si puede ser; y así es como se p o s e e la
tierra. la ven, cuánto tenemos que trabajar las que te
nemos el genio fuerte para llegar a ser mansas" (A Utre
ra, 10-7-1905).
Se trata ademas, de una virtud indispensable p a
ra la misión apostólica de una Hermana de la Cruz:
"Empieza por ser mansa y humilde de corazón, y te
harás dueña de todos los corazones para llevarlos a Dios.
Piensa que, después de santificarte, tienes que trabajar
en la santificación de los prójimos" (C. de Año, 1929).
104
"Mucho tienes que llorar3 querida hija3 por tus
pecados y los ajenos3 si has de cumplir tu misión y ha
cer muchas obras de reparación3 que aplaquen la ira de
dios3 por las ingratitudes con que los hombres corres
ponden a sus beneficios" (C. de Año, 1929).
105
Hermanas:
"Tienes que tener mucha misericordia con tos ne
cesitados• principalmente con sus necesidades espiritual
les, mirándolos con lástima y proporcionándoles los me
dios para remediarlas" (C. de Año, 1929).
106
da tan limpio como un espejo donde nada impida ver a
Dios oon claridad" (Circular, 1930).
Esta limpieza de corazón "de tantas bajezas y mez
quindades", producirá en el alma "una paz dulce, espiri
tual [f..¡J Con la brillante luz de la antorcha de la fe
verás el más allá, y también dirás aumentando tu agrade
cimiento: 'Me espera un premio eterno'" (C. de Año, 1929).
107
de carino y admiración.
"Deben tener hambre de sufrir y de padecer, y en
tonces no padeceréis nada; porque si lográis t e n e r en
vuestro corazón esta hambre, todo os parecerá nada, y con
nada se mitigará el deseo de padecer por Dios. Trabajad
hasta que .lo consigáis, pues esta hambre de padecer debe
caracterizar a una verdadera Eermana de la Cruz" (A Aya-
monte, £18817).
Los perseguidos "son los que están firmes en el
bien aunque tengan que sufrir cualquier cosa que sea,
aunque los persigan y cálunnien ¿7. .J Pues aplicad los
sufrimientos (cuando faltan las persecuciones externas)
a los actos de abnegación y sacrificio que por deber tie
nen que hacer sin quejarse, ni darle mucho valor, s ino
repitiendo en vuestro interior: Ahora es justo que per
siga a mi amor propio y mi naturaleza que quieren descan
so y desahogo, y es justo que sufra esta privación y se
abrace con este acto de abnegación. Y espiritualizar has
ta lo más sencillo. Y si asi lo hacéis, os encontreréis
en posesión del reino de los cielos, que en este mundo se
posee por la conformidad en todo con la voluntad de Dios;
y en la otra, por haberla cumplido el tiempo de nuestra
vida con toda perfección" (A Zalamea, 16-7-1905).
Era, sin duda, la contemplación de Cristo crucifi
cado la que le habla enseñado estas cosas.
"Al tiempo en que ésta (la antorcha de la fe) em
pieza a tomar luz, se encuentra en un terreno tan sobre
natural, que ve las cosas muy distintas a como las veta
antes, Y en el Calvario, qué resplandores de luz de a-
quella sangre divina derramada con tanto amor por la sal
vación de las almas £7. .J Son nada los trabajos del día
de la vida, para la extraordinaria gloria de la eterni
dad £7. ,jj Do hay más gozo en este mundo que el amor. Pa
ra la que ama no hay trabajos, ni sufrimientos, ni humi
llaciones. Aman, ya está dicho todo. En el fuego del
amor, queman todo lo humano, lo terreno, y todo lo que
no es Dios" (C. de Año, 1929).
108
Tercera etapa
NOS AMO
HASTA EL FIN*
MISTERIOS DE LA PASIÓN
109
-Cuando nosotros mismos, conscientes de ser
miembros suyos, aceptamos los dolores y humillaciones
que El nos envía o los que nosotros, por participar de
su cruz, abrazamos.
Esta participación en las penas de Cristo está in
timamente ligada con la doctrina de la reparación :
a) Porque Cristo quiso, por orden del Padre, redi
mir al hombre ofreciendo una satisfacción dolorosa, y no
sotros no debemos consentir dejarle solo.
b) Porque conscientes nosotros, miembros del cuer
po místico, de nuestra misión, debemos querer reparar la
situación del hombre con nuestro propio esfuerzo y dolor,
completando lo que falta a la pasión de Jesucristo (Col
i,24).
c) Este afán de participar de su cruz no debe ser
sólo efecto de nuestra simpatía con El, sino de una hon
da penetración en el misterio de nuestra unión con El: so
mos miembros suyos, que debemos participar de su con
dición.
El lenguaje de San Ignacio en los Ejercicios y de
Sor Angela en sus apuntes y en sus cartas puede parecer
muy diferente: Ignacio propone temas para contemplar los
misterios de la pasión, dejando gran libertad para que ca
da uno, según la inspiración del Señor, saque el fruto que
más le convenga. Angela por su parte, va derecha a expre
sar sus propósitos o a concretar sus enseñanzas bajo el
signo de la humillación, para ella misma y para sus hijas.
Sin embargo uno y otra dependen de la misma fuen
te: de una profunda experiencia espiritual, nacida de la
contemplación de Jesucristo a través de su pasión, y so
bre todo de Cristo crucificado.
Ignacio invita a hacer la experiencia contemplati
va.
Angela la supone (por ejemplo, su gran visión de
Cristo crucificado) y explica las consecuencias, que ella
aprendió.
El error podría estar en querer apropiarnos los
frutos que Sor Angela nos ofrece, sin haber pasado perso
nalmente por una semejante experiencia contemplativa, que
es, según San Juan de la Cruz, un conocimiento amoroso
de Cristo crucificado.
110
Por eso, los frutos que Sor Angela nos ofrece no
podríamos asimilarlos de un modo personal, resultarían
artificiales y falsos, si no han nacido de una experien
cia semejante, es decir, de la contemplación asidua de la
pasión del Señor. De ahí, entre otras cosas, su recomen
dación de recorrer frecuentemente las estaciones del Via
Crucis.
No cabe duda que por su particular vocación y por
el carisma que transmitiría a su Instituto, Sor Angela
se sentía en la pasión como en su propio ambiente:. "Por
que la verdadj mis queridas hijas3 nuestro país es la
cruz" (A Carmona, 19-2-1885).
Ya en sus Ejercicios personales, en sus Escritos
Intimos y en las cartas a sus hijas las alusiones a la
pasión del Señor son muy frecuentes. Trataremos de es
pigar algunos de sus pensamientos en este campo tan fe
cundo .
111
I. LOS DOLORES Y LAS HUMILLACIONES
DE JESUCRISTO EN SU PASION
112
nes; y con estas reflexiones lo difícil se hace fácil, y
lo dificultoso llevadero y la cruz ligera" (A Arjona, 6-
5-1906).
"Ahora tienen unos días de mucho recogimiento y de
pensar detenidamente en la pasión de nuestro Señor para
imitarle , principalmente en la humillación, llevando bien
todas las que se nos presenten vengan de donde vinieren;
pues llevándolas con el espíritu de ser imitadoras de núes
tro divino Maestro, nos servirán en esta y en la otra vi
da" (A Carmona, 22-3-1904).
"La pasión de nuestro Señor es el remedio para to
das nuestras necesidades; porque, ¿quien tiene valor pa
ra quejarse, viendo a su Creador padecer por amor al hom
bre, y para librarlo de tantos males?" (Máximas, 4-4).
"No nos detengamos en el camino de la perfección c u a n d o
nos sintamos cansadas; acudamos a la meditación de la pa
sión y saldremos fortalecidas y animadas de fervor p a r a
seguir inmoladas cumpliendo nuestros deberes" (Máximas,
7-4).
1. La noche triste
a) La oración de la agonía.
Los dolores del huerto fueron una verdadera agonía,
hasta el punto de que el Señor hubo de ser confortado por
un ángel. Con ser tan grandes, no son sino el principio
de los dolores exteriores del Señor.
Voluntariamente quiso llegar en el huerto a un pro
fundo estado de humillación. Allí le vemos postrado en
tierra, agonizando de temor, tedio y tristeza, bañado en
su sangre, y pidiendo humildemente a su eterno Padre, que
si es posible, pase de El el cáliz de la pasión. Cada u
113
na de estas palabras lleva en si un misterio de dolor y
de humillación.
Sor Angela se fija sobre todo en esa aceptación de
la voluntad divina, aun cuando ponga resistencia la natu
raleza humana:
"En el Huerto, nuestro Señor hace una oración muy
fervorosa y ve pasar por delante todos los padecimientos
que se le iban a presentar en su dolorosa pasión y dice:
4:Padre mío, pase de mí este cáliz ». Así debemos llevar
nuestras penas, esforzándonos si es posible hasta derra
mar la ultima gota de nuestra sangre por hacer la volun
tad de Dios, y acudiendo al Sagrado Corazón decirle: Mi
naturaleza se resiste, no puedo mees; pero tú, Corazón di
vino, ayúdame, fortaléceme y consuélame, que mientras mi
voluntad este dispuesta, no hay falta aunque la resisten
cia se aumente" (Máximas, 20-6).
"Por mucho que padezca el alma, nunca sera tanto
que le haga sudar sangre. Tengamos esto a la vista para
no aumentar nuestros males con nuestra imaginación, para
que, aún cuando sean cortos, nuestro Señor los ace¡p>te
viendo nuestra buena voluntad y que no los ponderamos ni
le damos importancia; pues cuando se la damos los rechaza,
porque no son dignos de ofrecérselos" (Máximas, 25-4).
"Cuánto rehusaba esta mañana padecer. Era mi car
ne flaca y miserable, Dios mío; no mi espíritu, mi volun
tad estaba firme. Y si Vos, oh dulsícimo Jesús, a la vis
ta de lo que tenías que padecer te estremeciste y lleno
de angustias exclamaste: «Si es posible pase de mí este
cáliz, mas no se haga mi voluntad sino la vuestra», ¿qué
haré yo tan llena de miseria? Con tu ayuda repetir lo
que tú me enseñaste muy conforme con tu santísima volun
tad, y a imitación de mi divino Maestro tener sed de pa
decer, repitiendo «.más y más y gracias a Dios» " (E. In
timos, BAC p.204).
114
tado como un malhechor. Así fue conducido de Getsemaní
a la casa de Anas. Triunfa el poder de las tinieblas lle
vándolo maniatado. La serie de dolores y de humillacio
nes que esa conducción llevó consigo la podemos fácilmen
te adivinar, aunque no la narren por menudo los Evan
gelios. "Habéis venido a prenderme -decía el Señor- co
mo un ladrón" (Mt 26,55).
"Sufrió el divino Corazón viendo la t r a i c i ó n de
Judas después de la sagrada comunión, y aquellos amorosos
llamamientos y aquel abrazo paternal pagado con un beso
tan falso , que era la señal de la infame venta. Todo es
to cuanto h a d a padecer al divino Corazón todo amor para
el hombre, y viendo cuántos como Judas despreciarían los
medios de salvación y frustrarían la redención" (Máximas,
21- 6 ).
"Siempre amando incansable en el padecer . Y lo ven
den 3 y en el huerto pasan por cima del milagro de que caen
en tierra a la palabra omnipotente de u Y o soy >> y, cuan
do se levantan, lo prenden. Este es el descaro del amor
propio, están viendo la injusticia de su procedimiento y
que su conciencia les dice: No paséis adelante, es un jus
to; si no lo fuera, no hubiésemos caído a tierra. T ero
metidos en la maldad, el amor propio no los deja entrar
dentro de sí mismos, y siguen la empresa de pagar los be
neficios con la persecución del Justo" (C. de Año, 1919).
"Nuestro Señor va por las calles y las plazas pre
so como un malhechor, y ama tanto la humillación, que su
alma va bañada en gozo porque empieza el camino penoso pe
ro agradxxble a su Padre celestial" (Máximas, 23-2). "No
puede llamarse víctima la que no sufre a imitación de nues
tro Señor persecuciones y malos tratamientos, como El los
sufrió cuando lo llevaron preso y maniatado dándole tantos
golpes" (Máximas, 9-4).
115
esbirro del Sumo Sacerdote. En la primera reunión que
sus enemigos tuvieron en la casa de Caifas, después d:e
oir las acusaciones de los falsos testigos, fue tenido
por blasfemo, y tratado como tal por todos los presentes.
Y luego, cuando le entregaron en mano de los ser
vidores del Sumo Sacerdote para que le custodiaran, fue
convertido en objeto de escarnio. Aquellas salivas, a-
quel vendarle los ojos y abofetearle mientras le decían
4 profetiza quién es el que te ha golpeado» ; aquel girar
en torno suyo en son de burla y sacrilegio, aquellos gol
pes incesantes de que nos hablan los evangelistas, ¿qué
son sino dolores y humillaciones?
Aquella noche podría llamarse por antonomasia la
noche de las humillaciones del Señor. Todas, enseñanzas
sublimes que Sor Angela guardaba en el corazón y pasaba
a su vida.
"La bofetada que reai.be Jesucristo en casa de Anas
por asegurar que es Dios3 es la mayor humillación del Co
razón de Jesús. Aseguras que eres Dios y dices verdad.
¿No han visto tus obras que no pueden hacerse mcts que con
un poder divino? Sólo el Hijo de Dios y Salvador del mun
do podía obrar tantos prodigios y sufrir tan grandes o-
fensas. Y el divino Corazón sigue amando y no por eso de
tiene el curso de su pasión" (Máximas, 24-6).
"Sufre nuestro Señor por nuestro amor una humilla
ción grande con aquella tremenda bofetada3 que por todas
las circunstancias que la rodean es más humillantes que
dolorosa3 para con su ejemplo estimulamos a abrazarnos
con las cosas mas injuriosas por su amor. Cuando se nos
presentan ciertas pequeneces y nos parecen grandes humi
llaciones 3 estudiemos profundamente este paso3 y nos cu
raremos haciendo huir nuestro amor propio y soberbia aver
gonzados con este ejemplo" (Máximas, 24-2).
"Los que algunos días antes decían i bendito el
que viene en el nombre del Señor 9 3 son los mismos que se
burlan de El diciendole todos los improperios y todas las
injurias imaginables; como que el infierno se desbordo pa
ra que los hombres obraran como fieras" (C. de Año, 1913) .
"Nuestro Señor3 como un manso cordero3 calla y sufre por
que ama3 y el amor no retrocede ante los sufrimientos.¿Y
116
tendremos valor de quejarnos por advertencias y repren
siones justas?" (C. de Año, 1919).
Sin testigos que puedan contemplar aquellos miste
rios de dolor, los enemigos de Cristo sacian su pasión,y
Jesús acepta con amor todos los dolores y humillaciones.
Volvamos un momento la vista a nosotros mismos para pen
sar en aquellas situaciones de nuestra vida que llamamos
de humillación y preguntarnos: ¿Hay alguna que se parez
ca a esta situación del Redentor? Esta mirada a nosotros
mismos nos servirá para impedir que nuestro corazón se a-
margue en las situaciones dolorosas y humillantes, sean
las que sean y vengan de donde vengan.
Pero, más que a nosotros mismos, hemos de mirar a
Jesús en esta meditación. Tesoro nuestro son sus dolores
y humillaciones, y mediante ellos se pueden convertir tam
bién en un tesoro los nuestros. Amemos el dolor. Amemos
las humillaciones escondidas, aquellas que quedan ignora
das para los demás y que sólo ve Dios nuestro Señor. Se
pamos recibir y saborear en silencio esas humillaciones y
sepamos santificarlas uniéndolas a las de nuestro divino
Redentor.
117
a ) La flagelación.
Ante el tribunal de Pilato sufre otra serie de do
lores y de clamorosas humillaciones, que proceden no so
lamente de los judíos que le acusan, sino del mismo re
presentante de Roma, que le azota como a un esclavo y le
deja en mano de la soldadesca para que le traten como a
rey de burlas.
Muchos santos han visto en la flagelación un tor
mento sufrido por el Señor especialmente en reparación de
los pecados de impureza. Su sangre preciosísima es la
que nos lava de todas nuestras manchas. Así lo ve Sor
Angela.
"Grande fue la abundancia de sangre que nuestro Se
ñor derramó en la flagelación. A vista de tanto dolor co
mo sufrió amarrado a la columna y azotado con tanta impie
dad, lloremos nuestros pecados y lavémonos en su precio
sísima sangre" (Máximas, 10-4).
"Abracémonos gustosas con la mortificación de los
sentidos, para ser castas en palabras, pensamientos y o-
bras . I así, aprovechamos de la sangre preciosísima que
derramó nuestro Señor en los azotes, para lavar las man
chas de los que se separan de la virtud de la castidad,
apenando al Corazón divino que tanto se agrada de las al
mas puras" (Máximas, 18-4).
llé
za de nuestro Señor, causándole un grandísimo dolor. Es
víctima solo de nombre, la religiosa que no se rinde a la
vos de la obediencia, ofreciéndole este pequeño sacrifi
cio por lo mucho que El sufrió por nuestro amor" (Máximas,
11-4).
"A nuestro Señor le coronan de espinas y posponen
a Barrabás, y El humilde y paciente no se justifica3 por
que quiere enseñarnos prácticamente que nada agrada tanto
a Dios como la humillación" (Máximas, 26-2).
"Quiere nuestro Señor al alma religiosa tan sólida,
que siempre le está sembrando espinas en su camino; pero
estas espinas clavadas con gusto por la conformidad con
su santa voluntad, se convierten en rosas frescas y oloro
sas en ésta y en la otra vida. En ésta, por las muchas
gracias de santificación que nuestro Señor le concede al
alma que todo lo que se le presenta lo lleva bien, aunque
le cueste mucho. Y en la otra, por los grados de gloria
que gozará por toda la eternidad" (A Villafranca, 9-10-
1899) .
"Le ponen la caña en la mano diciéndole: 'Adivina
quién te dio', teniéndole por loco. Para el alma que quie
re imitarle en la humildad, es una gloria la humillación
y que la tengan por loca e imbécil" (Máximas, 29-2).
119
gloria nuestra si alguna vez el Señor permite que parti
cipemos de esos dolores y humillaciones.
Al fin triunfan los enemigos de Jesús, y el Señor
se ve condenado a muerte, kDichoso quien se apoya en la
voluntaria crucifixión de Cristo para creer en El'.
"En dos puntos veo incluida toda la perfección que
Dios nos pide en el paso de su pasión, cuando queriendo
Pilato librarlo de la muerte le dice a aquel pueblo que
tantos beneficios había recibido de nuestro Señor: '¿A
quién queréis que ponga en libertad, a Jesús Nazareno o
a Barrabás?'. I contesta que a éste último. ¿Puede dar
se mayor humillación? Porque no sólo no reconocían los
beneficios, sino que lo bueno lo hicieron malo; y más ma
lo que el hombre que en aquel tiempo había hecho más mal
que ninguno otro. Y con todo, diciendo el pueblo que sol
taran a ése y dieran muerte a nuestro Señor, era tanto co
mo decir era peor que aquel monstruo de maldad" (Circu
lar, 1911).
" «Crucifícalo -dice el populacho a gritos- y suel
ta a Barrabás» . Ese pueblo que días antes también a gri
tos lo bendecía como verdadero Hijo de Dios. Hasta don
de llega la ingratitud de los hombres. Qué honda pena
sufrió el amante Corazón con tanta ingratitud. ¡Qué cegue
ra tan grande.', están viendo que sólo un Dios omnipoten
te puede hacer tantos prodigios, y cierran los ojos a la
luz sobrenatural para abrirlos a lo humano.
Para disculpar lo pasado, cuántas veces faltas de
fe y desconociendo lo que Dios nos pide, como hijas des
naturalizadas, decimos con las obras: ¡Viva Barrabás y
muera Cristo.' Viva mi propia voluntad, que no quiero ha
cer la de Cristo ¿f.. .J Y seguimos la propia voluntad ape
nando cada días más al afligido Corazón con nuestras in
gratitudes" (Máximas, 1-6).
"¿Quién viendo a nuestro Señor tan humillado, quién
no se abraza con todas las humillaciones que se p u e d e n
presentar de injurias, desprecios, desaires, malos trata
mientos? ¿Quién no desprecia la soberbia humana que tan
to rebaja a los mismos que se quieren ensalzar?” (Circu
lar, 1926).
"Los oídos de nuestra Santísima Madre son heridos
120
por la voz del pregonero que va diciendo la sentencia de
muerte de su querido Hijo. El Santo de los santos, el
Salvador de los hombres pregonado como si fuera un enemi
go. Solo una Madre como Marta podrta sentir con la pena
intensa que esta sentencia merecía. Vero ahora en la glo
ria3 el alma de Marta goza de un júbilo celestial viéndo
le aclamado por todas las generaciones por Rey eterno e
inmortal" (Máximas, 17-9).
121
"En la segunda caída de nuestro Señor, saca el al
ma esfuerzo en las suyas gara no desmayar, a pesar de ver
se tan débil e inconstante en sus propósitos; se humilla
y pide perdón, confia en su infinita misericordia, se la
va mas y más en su preciosísima sangre3 se levanta3 se a-
braza con amor de nuevo a su cruz3 y sigue las pisadas de
su divino Maestro" (Máximas, 14-4).
"En la tercera caída se aprende a compadecernos
del prójimo3 que después de muchos propósitos cae3 y si
no le dan la mano no puede levantarse; también se apren
de la propia humillación y necesidad de dirección; porque
por nosotros nada podemos y caeremos de mal en peor si no
nos ayudan" (Máximas, 16-4).
"De buena gana nuestra Santísima Madre llevaría la
cruz para aliviar el peso a aquel Hijo tan querido; pero
eso no es posible3 y esto le hace sufrir más que si ella
sintiera la cajiga de aquel santo madero" (Máximas, 16-9).
"Lo que se desprende de la pasión de nuestro Señor
es el amor a la cruz. Pues ahora prepararse bien para
llevarla cuando se presenten otras cosas más fuertes, pa
ra que entonces sean más generosas y no se quejen, sino
tenerlo por un beneficio de nuestro Señor, que quiere nos
santifiquemos con una santificación muy meritoria.
Queremos ser santas, pero sin trabajo; y por un la
do lo sacudimos y por otro nuestro Señor nos manda otro
trabajo más duro, para que aprendamos a llevar la cruz. I
si alguna vez aprendiéramos, se nos haría cualquiera que
fuera muy ligera" (A Escacena, £4-19177)•
Estas consideraciones pueden servir para incitar
nos a mayor vigilancia y generosidad, pero deben servir,
sobre todo, para que admiremos la condescendencia y la
paciencia de Jesucristo nuestro Redentor ante nuestras in
fidelidades .
122
II. HUMILLACIONES DEL CALVARIO
123
la cátedra de la cruz; pero entendiendo que la humillación
no se puede practicar sin humildad3 como la practica un
pobre que pide una limosna3 que no es porque sea humilde
sino por necesidad. Pero cuando hay humildad3 ese pro
fundo conocimiento de nuestra nada3 y a ese conocimiento
profundo va unida la práctica de la humillación3 es torras
perfecto del cristiano" (A Arjona, 5-5-1909).
"Toda la vida de nuestro Señor fue un conjunto de
virtudes alimentadas y sostenidas por el espíritu de hu
millación; las llevó al Calvario y allí sembró la semilla3
así vemos todo el lleno de flores3 pero de humillación.
Pues si nosotras debemos ser estos grupitos de almas fie
les que rodean esta santa cima3 ¿que es lo que debe ser
nuestro único objeto de nuestro amor3 sino estas lindas
flores de humillación que su aroma llega hasta la vida e-
terna?" (A Villafranca, 28-3-1901).
"En el Calvario y a la vista de nuestro Señor cru
cificado j es cuando se conoce el valor de las virtudes y
lo poco que hacemos pana corresponder a los grandes bene
ficios de la vocación.
Pues sigamos los ejemplos que nos han dada muchas
de nuestras Hermanas3 que aplicadas a la meditación de la
pasión aprendieron a ser de Dios3 a sacrificarse por Dios3
haciendo de su vida un continuo acto de ofrecimiento de
sí misma a Dios" (Circular, ¿19187).
"¿Por que nuestro Señor escogió muerte de cruz?
Porque en cuanto era más ignominiosa y penosa3 fue más me
ritoria y gloriosa. ¿Por que nos ha hecho Hermanas de la
Cruz? Por lo mismo. Mientras más humillante y p e n o s a ,
más meritoria y gloriosa. Pues eso vemos3 que n u e s t r o
Señor ¿f..J buscando en todo lo más ignominioso nace en
un establo3 en la oscuridad de la noche para no ser cono
cido; y muere en el lugar donde morían los criminales3 des
nudo a la vista de todo el mundo por razón de la Pascua.
Meditemos3 pues más dice una meditación bien pro
funda que lo que yo pueda decir. Pensemos cómo nos por
tamos las Hermanas de la Cruz3 a las que ha llamado nues
tro Señor para que le imitemos en el amor al sacrificio3
y le imitamos en todo lo contrario" (Circular, 1930)
124
1. Jesús despojado de sus vestiduras
125
rán y a no tener respeto humano cuando se trata de hacer
la voluntad de Dios" (A. de Ejercicios, 1884).
"Esto fue lo que medite, que en las tres horas que
nuestro Señor Jesucristo estuvo pendiente de la cruz y
levantado de la tierra, nos dio la lección más acabada de
las dos vidas: la vida publica y la vida oculta.
De la vida pública, porque desde aquella cátedra
divina nos predica todas las virtudes practicadas3 en el
grado heroico que. jamás se han practicado ni se practica-
rán3 a la vista de la multitud de criaturas que eran tes
tigo de esta enseñanza divina ¿7.JVida oculta principal
mente 3 por la perfección y consumación de la santidad que
se realiza en su alma3 sin que nadie más que Dios lo com
prenda ni lo vea3 pues nadie puede comprender en el gra
do infinito que nuestro Señor practicó las virtudes3 más
que Dios y Dios solo" (E.Intimos, pp.497-498).
126
mundo en el corazón de los cristianos" (Circular, 1930).
"La Santísima Virgen hizo suyas todas las blasfe
mias que dirigían a su Santísimo Hijo, como: <f.Si eres
Hijo de Dios, baja de la cru z » ; y otras muchas que lle
gaban a lo mas íntimo de su alma. Y si hubiera podido
hablar, cuánto hubiese dicho en defensa del que porque e-
ra Dios no bajaba de la cruz; pero fiel cumplidora de la
voluntad del Altísimo, calla, sufre y se resigna" (C. de
Ano, 1913).
"La vida de las Hermanas es la imitación de lo que'
pasa en el Calvario. Están rodeadas de multitud de e s
pectadores, cada uno con sus impresiones: tan pronto so
mos santas como pecadoras, ya nos suben a lo mas alto de
la perfección, como nos bajan hasta el abismo de la ilu
sión y falsedad. Pero ¿que hacer? Inclinar nuestra ca
beza, a imitación de nuestro divino Maestro, y unidas a
su Sacratísimo Corazón no hacer caso de los dichos de los
hombres cuando se trata de la voluntad de Dios. Y seguir
paso a paso hasta el Calvario" (C. de Año, 1918).
"En esto esta la felicidad religiosa, y es una lás
tima que por no ser humildes que se interrumpa una cosa
que tanto vale. Todas queremos subir, aunque de palabra
digamos que queremos bajar; pero en los hechos se ve la
tendencia a subir, a ser algo, a que me prefieran, a que
me utilicen; con la boca decimos quiero bajar, y con los
hechos quiero subir.
Pues si tantas ganas tienen de subir, les voy a
proporcionar una subida muy hermosa y que en nada perju
dica, es la del Calvario. Subamos a esa cima, que en e-
lla no hay peligro; allí se encuentra la mas profunda hu
millación, la más grande pobreza y el más acerbo dolor:
estas son las subidas que no perjudican y a las que debe
mos aspirar.
Trabajemos en imitar a este divino Maestro, que en
este mundo no tuvo más que olvidos y desprecios, y era la
infinita sabiduría y el infinito poder, y sólo buscó la
elevación de la cruz para que la humillación fuera más
pública; y nosotras, siendo la misma ignorancia y nada,y
menos que la nada por lo mucho que hemos ofendido a Dios,
no podemos con nada que nos humille" (A Huelva, 22-7-1910).
127
4. Entre dos ladrones
128
valor sobrenatural.
"iQue dulce se hace la práctica de las virtudes a
la vista de nuestro divino Maestro, practicando lo que nos
enseña! Es tan grande su dulzura, que facilita hasta las
cosas más difíciles. Cuán distinto resulta enseñar con
los libros y con la teoría a enseñar con la práctica. To
dos los que meditan en la pasión se hacen santos, pues no
se puede resistir la fuerza del llamamiento. Liorna nues
tro Señor a la santidad poniéndonos a la vista su amor.
I amor son sus llagas; y amor es su corona de espinas; a-
mor son sus azotes; amor es la purpura, es la túnica blan
ca y la caña; y amor son aquellos gritos del populacho di
ciendo <¡ccrucifícalo, crucifícalo ; amor es su cruz, sus
clavos y su agonía " (Circular, 1924).
129
III. LAS SIETE PALABRAS DE JESUCRISTO
EN LA CRUZ
130
1. "Padre, perdónalos porque
131
2. "Hoy e s t a r á s conmigo
en el Paraiso" (l c 23,43)
132
zon3 para no volverse a acordar de lo que le había ofen
dido" (C. de Año, 1929).
"Quiere que trabajemos para que las almas le conoz
can y le confiesen Dios y hombre verdadero" (Circular,
1924).
133
nuestros trabajos, nuestros sufrimientos, nuestros sacri
ficios tienen un valor redentor, que toca toda la humani
dad .
Y esto es lo que tiene que ser la vida de la Herma
na de la Cruz: de tal manera unida con Jesucristo crucifi
cado, que todo lo de Cristo sea suyo, y todo lo suyo sea
de Jesucristo. Sus sacrificios y sus sufrimientos son su
frimientos de Jesucristo, con los cuales El está c o mp l e
tando lo que falta a su pasión. Pero por su parte, tiene
que tomar no solamente los pequeños sacrificios, los pe
queños acontecimientos de su vida, sino toda la Iglesia
sobre sus espaldas, porque todos los problemas de Jesucris
to son verdaderamente problemas suyos.
"Nuestro Señor nos enseña también el amor a nues
tra Santísima Madre, para poder morir en sus brazos" (Cir
cular, 1926) .
"Ahí tienes a tu Madre. *0h que grandes son los
frutos de la vida interior’ . En la oración profunda que
nuestro Señor hace a su Eterno Padre, nos legó a su San
tísima Madre por nuestra. Tenemos una Madre que es la de
Dios y todo lo puede: porque el Padre le ha dado su poder,
el Higo le ha comunicado su sabiduría y el Espíritu Santo
su amor. 1 esta Madre es toda para sus higos; ella nos
alcanza la gracia de nuestra conversión, nos consuela en
nuestras penas, mitiga nuestros dolores, lo mismo los in
teriores que los exteriores, y hace suyos todos nuestros
sufrimientos y sinsabores. ¡Que bueno es tener una madre
que tanto nos ama! Amémosla nosotras también, e inculque
mos este amor a todos nuestros prógimos, para que se apro
vechen de este beneficio y saboreen las dulzuras del amor
maternal" (C. de Año, 1918).
134
dolorosa es aquella que se lleva por dentro.
No hubiéramos podido ni imaginarnos lo que era la
tragedia del alma de Jesús, si El no hubiera querido em
plear aquellas palabras del Salmo 21: "Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?". Es este misterio de la de
solación interior, de la pena interior. Es esta s e n s a
ción de inutilidad de todas nuestras fuerzas; es ese no
sentirnos amados del Señor, ni comprendidos quizas por
sus representantes; este sufrimiento íntimo porque nos pa
rece que es imposible agradar al Señor, y que nuestra o-
ración no le satisface por ser tan distraída, por ser tan
pobre.
El que ha querido pasar por este sufrimiento inter
no del espíritu, que los grandes místicos solamente han
experimentado de lejos; pero que han dejado escritas pa
ginas tan enormemente misteriosas, como son esos ejemplos
no solamente de esos santos de la antigüedad, sino de san
tos modernos. La misma Sor Angela, que pasa por momentos
de verdadera desolación, de total oscuridad: aquellas ten
taciones que sentía de blasfemia; aquella inquietud por si
agradaba o no agradaba al Señor. Son momentos muy duros
espiritualmente, con los cuales Dios esta purificando al
alma
El Señor nos quiere alentar generosamente en el ca
mino y mostrarnos que esos sufrimientos pueden sobrevenir:
dudas de fe, momentos de angustia, de oscuridad, de deso
lación, de falta de amor, de falta de comprensión; pero
que a través de todos esos sufrimientos, está haciendo su
obra de salvación. Así está Jesucristo salvando al mundo.
"El Señor nos enseña a llamar a nuestro Padre ce
lestial en nuestra ayuda en los momentos de angustia" (Cir
cular, 1926). "Quiere que con santa fortaleza salgamos
victoriosas de las desolaciones} tentaciones y desamparos
espirituales" (Circular, 1924).
"El divino Corazón nos enseña a no separarnos de la
vida interior3 cuando clama a Dios por qué le ha desampa
rado. Aprendamos de nuestro celestial Maestro en las de
solaciones , sequedades y desamparos3 a no buscar consuelos
humanos, sino a seguir clamando hasta que nuestro P a d r e
celestial se compadezca del alma que en su aflicción po
ne su confianza solo en Dios" (C. de Año, 1918).
135
5. "Tengo s ed" ( Jn 19,28)
136
Y la Hermana de la Cruz tiene que pedir al Señor,
a través de toda su vida, que santifique a su Iglesia y
que la haga un instrumento fecundo; como una levadura que
fermente toda la masa del mundo y que santifique a todos
los hombres. Y desde sus trabajos más humildes y más
sencillos, puede ser instrumento activísimo en las manos
de Dios, para dilatar su Iglesia y para establecer su rei
no .
"En la vida interior y en la unión oon el Sagrado
Corazón, es donde se comprende lo que vale la sed espiri
tual que tenía nuestro Señor. Y las almas de oración co
rren por las calles y las plazas llenas de un santo celo
por la salvación de todos, para que haya muchas almas que
amen a Dios y mitiguen con su fervor esa sed que tiene de
espíritus fuertes, que le sirvan; y las unas busquen a
otras, y todas le den mucha gloria amándole y sirviéndo
le con perfección" (C. de Año, 1918).
"También nos enseña a renovar la entrega que le
hicimos en nuestra profesión, y a trabajar sin descanso
en nuestra propia santificación con aquella « sed tengo »
de más padecer, de más sufrir, de más humillaciones y más
satisfacer a la justicia divina" (Circular, 1926).
"Quiere que tengamos sed de cumplir con nuestros
deberes; sed de aborrecer al mundo y todo lo que tiene
relación con ese enemigo que es tan terrible; sed de a-
borrecer el amor propio que muchas veces nos separa del
de Dios; sed de no tener prevenciones, echando de noso
tras todas las pasiones para quedar muy limpias de cora
zón. Sed de ser todas de Dios y de u n i m o s más y más a
su cruz" (Circular, 1924).
137
y más pequeñas. Porque toda esta obra maravillosa de la
redención que El ha hecho en el mundo, todo se ha hecho
por este camino sencillo y gris de la obediencia. El,
siendo Hijo de Dios, tomo forma de siervo y se hizo obe
diente hasta la muerte y muerte de cruz; y con la o b e
diencia de uno se ha salvado la rebeldía de muchos (cf.
Fip 2,8; Hb 10,14).
Con esa obediencia sencilla, compuesta tantas ve
ces de pequeños permisos, de pequeñas observancias, tan
metida en su espiritualidad y en su vida, saber que ese
es el camino con el cual el Señor ha obrado la redención
del mundo, y con el cual sigue obrando actualmente la sal
vación del mundo.
Esta es la primera obediencia que hay que practi
car, aceptar la realidad de los hombres, la limitación de
nuestras fuerzas, la precariedad de nuestra salud, la bre
vedad de nuestra vida. Pero al mismo tiempo, la docili
dad para aceptar la palabra de Dios que nos enseña, que
nos aconseja, que nos manda; guardando como la Virgen to
das estas palabras en el corazón y tratando de cumplirlas
a la letra.
La obediencia a la voluntad del Señor, que se nos
manifiesta de tantas maneras en la vida: a través de la
santa Iglesia, a través de los Superiores. No es la gran
deza exterior de las cosas, ni el brillo de las obras de
apostolado con los pobres; lo que importa es hacerlo vo
luntariamente, y hacerlo con amor, y hacerlo unidas a Je
sucristo.
Es el camino que nos ha mostrado para salvar a los
hombres.
"Mueve nuestro divino Salvador enseñando: 'Todo es
tá consumado ’. Como enseña en lo que está una buena muer
te. Y la tranquilidad de la que puede decir a esta hora:
Ya está acabada la obra de mi santificación. Ayudada
de la gracia de mi Dios he hecho lo que he podido con mi
buena voluntad: Cuando he caído me he levantado; en mis
desalientos he acudido a mi querida Madre que me ayudabaj
también a los santos que me enseñaban a imitarlos; he si
do pobre de espíritu venciendo las tentaciones de mi na
turaleza que me inclinan a lo contrario; he sido obedien
te contrariando mi propia voluntad; he amado la humilla
ción; he llorado mis faltas con verdadero arrepentimien
138
to3 y siento el consuelo en mi interior de haber s i d o
■perdonada >> " (Circular, 1926) .
"Y llenas las almas interiores de este santo ce
lo3 ten venir la muerte con paz y alegrta3 diciendo a i-
mitación de la Victima que muere en la cruz: 'Ya está
todo consumado, ya mi vida se acaba'" (C. de Año, 1918).
139
tus manos, vivimos seguros porque estamos seguros de tu
amor » .
"A la hora de la muerte -podrá decir la que ha si
do fiel: ’Dios mío, en tus manos encomiendo mi espiritu
Y también podrá decir: ’Te encomiendo mis Hermanas3 que
suplan lo que yo no haya hecho3 que completen lo que me
haya faltado’" (C. de Año, 1928).
"No puedo decir que he llenado mi misión como la
lleno mi Redentor3 pero me acojo a su misericordia como
el buen ladrónj para que borre todas mis infidelidades y
me perdone de todo cuanto lo he disgustado3 y ya perdo
nada pueda decir « e n tus manos encomiendo mi espíritu»3
para unirme a tu divino Corazón por toda la eternidad"
(C. de Año, 1918).
140
IV. LA MUERTE DEL HIJO DEL HOMBRE
141
"¿Quien más amado de Dios que su divino R i j o , y
quiere que muera con una muerte la más ignominiosa que ja
más se había oonoaido? Bien pudiera nuestro Dios ,h a b e r
escogido otro género de muerte, pero ésta es la voluntad
de su Padre y la acepta gustosamente por su amor, tenien
do amor para padecer hasta el fin del mundo" (E. Intimos,
BAC pp.406-407).
"Consumada está la obra de la redención; e inclina
la cabeza para no levantarla más. Esto es lo que debe ha
cer una religiosa3 morir a todo lo humano y bajar la cabe
za para no ocuparse nunca más de lo terreno; no viviendo
más que para Dios y para cumplir con sus deberes" (Máxi
mas, 30-4).
"Qué bueno es esto de morir con nuestro Señor en el
Calvario y estar en este mundo como si no estuviéramos,
porque si muriésemos verdaderamente3 no viviríamos ni pa
ra la emulacián3 ni para el amor propio3 ni para la curio-
sidad3 ni para tanta tontería que nos ocupa el tiempo y
nos separa de lo sólido. Pero qué difícil es morir a sí
mismas.
Estamos tan vivas3 que por defendemos y justifi
carnos algunas veces hasta faltamos a la caridad3 o t r a s
por hacer ver que lo nuestro3 cualquiera .cosa que sea3 es
mejor que lo de otras3 echamos por tierra lo que es dig- -
no de alabanza. I así3 en todas nuestras respiraciones
se ve que no es de una que está muerta a lo humano y te
rreno 3 sino viva y muy viva y muy mortecina para el espí
ritu, queriendo siendo pobre3 cosas buenas y preciosas;
siendo religiosas, hacer vuestra voluntad; habiendo abra
zado la penitencia, no sufrir nada ni exterior ni i n t e
riormente. Y por eso no somos todo lo felices que debíar
mos3 porque no tenemos la resurrección de la virtud"
(Circular, 1910).
"Esto deben ser las Hermanas de la Cruz: criaturas
muertas3 cadáveres que anden por este mundo sin tomar na
da de lo que el mundo tiene, aunque les brinde con sus te
soros, preciosidades, honores y elevaciones; los muertos
están insensibles a todo esto, para ellos no hay más que
el sepulcro, la tierra, la nada" (C. de Año, 1907).
"El alma muerta al mundo y r e s u c i t a d a para
142
Dios, es ¿7. J insensible en su espíritu sin alterarse
por nada: en las pérdidas de personas amadas, si siente
es un sentir físico; pero como esta muerta, esa pena no
llega al espíritu. Y éste vuela a Dios, sin que nada ni
nadie pueda desviarlo; porque las humillaciones no las
siente, la enfermedad tampoco, las demás cosas que le pue
den suceder se quedan en la naturaleza y no llegan a su
alma, que vive la vida de la resurrección y está adornada
con esa dote de la impasibilidad" (C . de Año, 1907).
2. La exaltación de la cruz
143
do a nosotros por esto mucho bien. Pero así como no hu
bo ni habrá quien le iguale en el padecer, tampoco hay
quien le iguale en la gloria" (E. Intimos, BAC p.407).
"Veta tan claro la exaltación que resulta de la hu
millación; y que nuestro Señor Jesucristo porque era tan
divino, se abraza con aquellos padecimientos y humillacio
nes tan grandes; y como las criaturas, mientras más tie
nen de Dios más aman la humillación. Estas palabras: <$en
la humillación está la exaltación; y en el bajar está el
subir; y en la pobreza están las riquezas >>, eran tan fa
miliares en mi que siempre las estaba repitiendo, y no de
rutina sino comprendiendo todo lo que eso abarca y quería
decir" (k. de Ejercicios, 1885).
"¡Oh enseñanza divina! Cuando con el ejemplo de
mi dulce Dueño conozco que bajando subo y muriendo vivo,
y con el desprecio de lo criado poseerá al Creador; cuan
do se oculta del todo la luz natural y empieza la luz de
la fe a derramar sus rayos en el entendimiento, entonces
es'cuando se comprende el misterio del Calvario y un Dios
tan humillado para que el hombre sea exaltado, si pone en
práctica lo que se le ha enseñado.
Nuestro Dios viene al mundo para pagar lo que el
hombre debía y para enseñar; y cuando consuma el sacrifi
cio y muere cubierto de ignominia por parte de sus enemi
gos, ve cumplida su misión y exclama: "Consumatum est " .
I de esta suerte empieza a nacer su gloria y su doctrina,
la que han seguido tantos santos porque han sido sabios
sobre lo natural" (E. Intimos, BAC p.409).
"Si aspiramos a figuran en algo, el ser de las ul
timas nos humillaría; pero si somos las primeras que que
remos el vivir oscurecidas y que no se ocupen de nosotras
para alábamos, no sólo no tenemos humillación, sino exal
tación verdadera como verdaderas imitadoras de nuestro Se
ñor crucificado" (A Arjona, 26-12-1902).
"Amemos mucho la humillación. El mundo quiere la
exaltación en esta vida, y nuestro Señor nos llama a prac
ticar la humillación en este mundo, para gozar la exaltar
ción por toda la eternidad" (C. de Año, 1909).
144
3. La alegría de la cruz
a) El premio de la cruz.
No se trata solo del premio que ella nos merece,
aunque alude también a ello: "Porque en el d í a de la
cuenta no nos hemos de encontrar más que con lo positivo;
de modo que el que ha tenido una cruz ligera y suave, aun
que él por su poca virtud se la haga pesada y trabajosa,
el premio no ha de ser según el trabajo imaginado, sino
según el trabajo ligero y sencillo, que es el p o s i t i v o
¿7. J Animo, ánimo , queridas Hermanas , y avergoncémonos
de nuestra cobardía" (A Ayamonte, 29-6-1882).
145
"Llevad la cruz con la alegría c o n q u e la llevó
nuestro dulce Señor, para que después nos sírva de gloría,
como a El le sirvió" (A Carmona, ¿.25-3-18917).
b) Un sentimiento de alegría.
Sobre todo, la pasión excita en el alma de Sor An
gela, aunque pudiera parecer a primera vista extraño, un
sentimiento de alegría:
"Las que llevamos el nombre de cruz, debemos pro
bar con nuestras obras que no nos gloriamos en otra cosa
que en la cruz de nuestro Salvador" (A Villafranca, 18-3-
1891).
"Comprendiendo lo que l l evo dicho, abrazándo
nos con la cruz religiosa con santa alegría y a g r a d e c i
miento, mirando este beneficio como el más grande de tos
que nos ha hecho nuestro Señor, pidámosle que sea nuestro
Cirineo, y nuestra Santísima Madre no s a l c a n c e la gra
cia de vivir fieles hasta la muerte" (Circular, 1930).
c) Se aprende de Jesucristo.
Esta alegría para sufrir la aprendió Sor Angela y
la deben aprender sus hijas del mismo Jesucristo. En rea
lidad esto nos ensena Jesús en el Calvario. Y da la ra
zón:
"Aprovecho para decirles que las Hermanas de la
Cruz no se cansen en buscar consuelo en nada pues no lo
encontrarán en otra cosa sino en el Calvario, en la imi
tación de nuestro Señor, en el sufrimiento, sea que ven
ga de un lado o que venga por otro; en saber sufrir, en
llevar nuestra cruz contentas, eso es saber sufrir. I en
esto están tas verdaderas alegrías" (A Utrera, 15-2-1924).
"Pues nuestro Señor quiere que a imitación suya,
nuestra vida sea de cruz, y hasta en nuestras g r a n d e s
fiestas nuestra principal ocupación sea saborear tos fru
tos de este divino teño" (A Utrera, 7-8-1901).
146
"Estamos llamadas a darle a Dios mucha gloria, si
ponemos en práctica este ejercicio de la voluntad en lo
prospero y en lo adverso. Pero si el alma que está con
forme con la voluntad de Dios, cuando las cosas le vienen
bien le da gloria a Dios agradeciendo el beneficio y amán
dole y sirviéndole con alegría, cuánta más gloria dará a
Dios la que en las mayores contradicciones, sufrimientos
y aflicciones, le da gracias a Dios con alegría, con una
fe viva del mérito de estos sufrimientos y conociendo que
es el mayor de los beneficios que Dios le puede hacer, al
encontrarla digna de padecer algo por su amor. No hay
duda que si está animada de estos santos sentimientos le
da.mucha más gloria a Dios" (A Carmona, 24-7-1885).
Insiste en lo más principal, que no es el s u f r i
miento sino el amor con que se soporta y abraza la cruz:
"Pensemos cómo nos portamos las Hermanas, de la
Cruz a las que ha llamado nuestro Señor para que le imi
temos en el amor al sacrificio" (Circular, 1930).
Asi podía resumir toda su doctrina con estas pala
bras tan repetidas a las Hermanas: "Esta es mi doctrina
de siempre; que en el gozar está el padecer, y en é s t e
está el gozar ¿7. .J No, ya ustedes no serán nunca tan
imperfectas, eso es cosa de principiantes y ustedes so n
veteranas y heroínas ¿7. ,J ¿Es verdad, q u e r i d a s mías,
que son ustedes todas de Dios, y lo que deseáis es que se
les presente la ocasión en que puedan probarle el a m o r
por medio del sufrimiento? SÍ, así lo creo" (A Ayamonte,
¿18837). "Si nosotras no encontramos esta felicidad es
porque cerramos los ojos a lo espiritual y no los abrimos
más que a lo terreno" (A Fuentes, 13-3- 1905).
147
V, CRUCIFICADA FRENTE A MI SEÑOR
(La vocación de Sor Angela)
Composición de lugar:
"El monte Calvario, Nuestro Señor enclavado
en la cruz y la cruz levantada de la tierra.
Otra cruz a la misma altura3 pero no a la
derecha ni a la izquierda3 sino enfrente y
muy cerca" (E.I. p.176).
148
"Si un momento me aparto de la cruz, falto a mi
santificación, pues conozco muy claro que mientras mas
Hermana de la Cruz soy, mas gusto le doy a Dios" (E. I.
p. 521).
149
pués de mi muerte" (E.I. p.177).
Sor Angela copia las páginas de pobreza de Cristo
y las transcribe a su propia vida. A la cruz, arriba, a
colocarse en el madero, se llega dejando atrás, en el ca
mino, al pie, todo. Dejándolo sencillamente todo. En su
ma pobreza. Pobreza radical, esencial. Para estar solo
pendiente de Dios, estar colgado de Dios:
"Qué ejemplo de pobreza nos da nuestro Señor en la
oruz más que en ninguna de las otras oiraunstanoias de su
santísima vida. J qué imitación tan acabada de esta po
breza encontramos en nuestra regla" (E.I. p.528).
Un desprendimiento absoluto de todo lo terreno, es
decir, una pobreza de espíritu que nadie puede estorbar:
"Dios mío, voy a ser toda tuya, voy a desprender
me de todo para siempre, ya voy a quedar pendiente de la
cruz con mis tres votos" (E.I. p.221).
"Vivo, pero no en la tierra, sino en el aire, a i-
mitación de mi Señor cuando lo levantaron en la cruz, que
eso nos quiso enseñar, el desprendimiento de todo" (E.I.
p.529) .
En la cruz se habita en humillación permanente.
No basta una tendencia a la humildad, o una humildad cre
ciente, progresiva, que aumenta de grado según la genero
sidad del alma en diversas etapas de la vida. No; aquí
hay la humildad realizada, cumplida, la humildad existen-
cial, florecida cada hora en las humillaciones que al es
tado de la cruz le son connaturales:
"Dios me hizo el beneficio de comprender lo que
vale la humillación" (E.I. p.425).
"Para llegar a esa perfección se necesita, no só
lo la humildad de entendimiento, sino la humildad de vo
luntad; mejor dicho y de una vez: el amor a la humilla
ción y las ocasiones, para que no se quede en palabras,
sino en obras ¿f . J Amo mucho esta virtud. Pero vi tan
claro que una cosa es amar y desear, y otra practicar;
y más esta virtud que es la que más lastima el amor pro-
prio" (E.I. p.487).
150
2. Lo que sentía Sor Angela
151
¡Oh tesoros escondidos y desconocidos de tantos!
i Quien os poseyera!" (E.I. p.I77).
a) Levantada de la tierra.
"Faltan tres explicaciones: Primera: ¿por qué es
ta la cruz levantada de la tierra? Porque el alma que
quiere que su cruz esté al nivel de la de su Salvador, ha
de tener tan grande desprendimiento de lo criado, que en
su corazón no haya nada terreno" (E.I. p.178).
"Pero ¿cómo aspirar a ser esposa de Jesús .J la
que no está desprendida del mundo, como nuestro dulce Je
sús lo estuvo todo el tiempo que en él vivió, hasta que
murió tan desprendido de él, que la cruz estaba levantada
de la tierra para enseñarnos este desprendimiento?" (A
Carmona, 12-5-1887).
c) Frente a la de Jesucristo.
"¿Por qué está enfrente? Porque el alma, con la
presencia de Dios continua y fija su mente en el Salvador,
copia en ella sus virtudes con la mayor perfección" (E.I.
p.178).
"Que tengáis mucha presencia de Dios ¿7. J Quién
pudiera penetrar hasta en lo más profundo el espíritu de
recogimiento y vida interior que Dios nuestro Señor nos
152
pide. Hermanas, nosotras de la cruz de Jesucristo, quie
re decir: Hermanas crucificadas de Jesucristo. I cruci
ficados quiere decir que todo lo hemos abandonado, que
nada de lo del mundo nos importa, y sólo la cruz de Cris
to es nuestra conversación, nuestro trato, nuestro afec
to, nuestra vida, ya sea exterior e interior" (A Ayamon-
te, 9-1879).
153
esposas suyas por la vocación religiosa. No nos ha lla
mado para que le imitemos en el Tabor, sino en el Calva
rio" (Circular, 1930).
"Amad mucho a Dios; y por este amor, desprenderse
de todas las cosas, de las criaturas y de sv mismas, que
es lo principal" (A Carmona, 25-11-1893).
"Que dichosas son las almas interiores que están
muy unidas a nuestro Señor y a nuestra Santísima Madre;
no les -importa riada de esta vida, porque su contento y
felicidad lo tienen dentro de si, con estrechar a su Dios
y estar conformes con su santa voluntad no quieren mas.
No se cómo hay almas que después de venir buscando esta
unión con su divino Esposo, cambien esta felicidad p o r
las satisfacciones de la naturaleza" (A Villafranea, 8-
5-1917).
"Si en nosotras prendiera un poquito de fuego di
vino, entonces, como los Santos correríamos por él cami-
no de la santidad. Qué felices eran en los sufrimientos,
en la abnegación y en el sacrificio; cómo trabajaron en
morir a sí mismos hasta encontrar la verdadera felicidad.
-¿Qué fue lo que les hacia lo amargo dulce? El a-
mor.
-¿Por qué crecían tanto en las virtudes? Por el
amor.
-¿Por qué eran tan exactos en sus deberes? Por el
amor.
I este amor los enseñaba, y este amor les hacía co
nocer lo perfecto y lo imperfecto, y los llevaba de la ma
no hasta conducirlos a su verdadera Patria, la gloria.
Fomentemos también en nosotras este amor y a imi
tación de los Santos encontraremos la felicidad. No es
ta en la posesión de las cosas, en los consuelos humanos,
ni en hacer nuestra voluntad; la que la busca en esto no
la encontrara, porque estas cosas no tienen estabilidad.
Hay que buscarla en el amor: éste es el estable. Y cuan
do lo ponemos en Dios, como éste no se muda, nuestra fe
licidad es estable. Entonces en las privaciones se goza,
en los desprecios se regocija, en morir a si misma encuen
tra la vida verdadera, la sobrenatural.
¡Qué secreto escondido, pero que encierra tanta ri
queza y remedia todas las necesidades '." (Circular,1922).
154
5. Sor Angela responde a la llamada
155
VI, EL ALMA DE LA PASION DE JESUS
156
res, pero todas las penas y las angustias de los hombres
juntas no podrán alcanzar, ni de lejos,a la pasión del al
ma del Redentor.
Esta pasión del alma está contenida en las si
guientes palabras del Apóstol: "A quien no conocía peca
do, le hizo picado poh. noSotAos, pa/ta que viniésemos a
SQA justicia di VloS en E
l" (2 Cor 5,21). El Hijo mismo
de Dios, el inocente, el santo, convertido en "pecado".
En Getsemaní, Jesús ora diciendo: "pase de m
Ze
s
te cáliz" (Mt 26,39). La imagen del cáliz evoca casi
siempre en la Biblia la idea de la ira de Dios contra el
pecado (cf. Ap 14,10). La "copa del vefitlgo" la lla
ma Isaías (51,22)... Ahora Jesús en su pasión es la
maldad, toda la maldad del mundo. Por lo mismo, sobre
El se vuelca la ira de Dios. Dios "ha condenado el peca
do en la caAne de C
histo
" (cf. Rm 8,3).
El justo conocimiento de la pasión de Cristo está
impedido por una visión demasiado jurídica de las cosas.
Se cree que de una parte están los hombres con sus peca
dos y de la otra Jesús que sufre y expía la pena de esos
pecados, pero permaneciendo a cierta distancia; mientras
la relación entre Jesús y el pecado no es indirecta y só
lo jurídica, sino cercana y real. Los pecados, dicho
con otras palabras, versaban sobre El misteriosamente,
porque libremente se los había cargado. "El -está escri
to- llevo nuestros pecados en su cueApo" (1 P 2,24). Se
sentía de alguna manera el pecado d,el mundo y ésta es la
pasión del alma.
Alguna vez debemos dar un nombre y un rostro a es
ta realidad del pecado para que no nos quede como una i-
dea abstracta o una cosa de poca importancia, como lo es
para el mundo. Jesús ha cargado sobre sí todo el orgullo
humano, toda la rebelión contra Dios, toda la lujuria...
toda la hipocresía, toda la violencia y la injusticia, to
da la mentira, todo el odio que es tan terrible.
157
d
e.¿U6 heAmanoA" (cf. Rm 9,3). Aquello que el Apóstol ha
entrevisto como la mas grande de las privaciones, aun
sin haberla sufrido, la ha vivido Jesús realmente en la
cruz hasta el fondo: "Calato -esta escrito- no4 ha
c
atad
od e.lam aldició
nd elaley, h
aciéndo
le El mi¿m
o
mald
ició
np onno ¿otno¿, c
omoe¿>tae
¿caito
:M ald
itoelqu
e
p
ended elmade
no"(Gal 3,13).
La experiencia del silencio de Dios, que el hombre
moderno siente tan duramente, nos ayuda a entender algo
de la pasión de Cristo... El silencio de Dios se mide,
por la intensidad con que se invoca su nombre. Eso no
significa nada para el que no cree o, aun creyendo, se di
rige a El con indiferencia. Cuanto mas grande es la con
fianza puesta en El, cuanto mas ardiente es la súplica,
mas doloroso se hace el callar de Dios. Por eso podemos
intuir lo que debió ser para Jesús el silencio del Padre
sobre la cruz y que abismo se esconde detrás de aquel
grito: "
Vio
¿>m
ío
,Vio
¿>m
Zo
, ¿p
onq
uém
eh
cu
>ab
and
ona
do?"
(Mt 27,46).
También María junto a la cruz, sabe lo que es el
silencio de Dios. Nadie como ella podría hacer suya la
exclamación que brotó de un Padre de la Iglesia oriental,
pensando en un momento de feroz persecución contra la I-
glesia por el emperador Juliano, cuando las iglesias
fueron profanadas y las vírgenes violadas:"ÍQuá duro fue,
oh Dios, soportar aquel día tu silencio'.".
Jesús en la cruz ha experimentado hasta el fondo
la consecuencia fundamental del pecado, que es la perdida
de Dios. Se ha hecho el sin-Dios, el ateo (con un ateís
mo de pena, no de culpa) y esto para expiar todo el ateís
mo culpable que existe en el mundo y en cada uno de noso
tros, bajo la forma de resisteftcia a Dios, de egoísmo o
de indiferencia. Está claro que nunca el Padre celestial
ha estado tan cerca del Hijo como en este momento en que
El cumple su suprema obediencia; pero en cuanto hombre,
ha sido el momento en el que Jesús no ha advertido esta
cercanía, se ha sentido abandonado.
158
de la maldición nosotros recibiésemos "lap
ao
me*
ade
lE*
~
p
Zcítum
ed
ia
ntela{¡e
"(Gal 3,14). Los Padres de la I-
glesia han aplicado a Cristo en la cruz la figura bíbli
ca de las aguas amargas de Mará, que se transforman en
aguas dulces al contacto con el leño arrojado por Mises
(cf. Ex 15,23ss). En el leño de la cruz el mismo Jesús
ha bebido las aguas amargas del pecado y las ha transfor
mado en el agua dulce de su Espíritu, del cual es símbo
lo el agua que salió de su costado. Ha transformado el
inmenso c<no» a Dios de los hombres, en un ésí» , en
un «Amén>;> todavía más inmenso, tanto que ahora, "
dé
c
imo
*po
nEl A
ménalag loaladeV
io
*" (2 Cor 1,20).
"el g
aa
Este esnmísten
lod
elapie
dad
" (1 Tm 3,
16). Consiste en el hecho de que también en una s i t u a
ción tan extrema Jesús ha conservado su confianza en Dios,
su amorosa sumisión al Padre; sobre sus labios jamás se
"
tAb
ba,P
ha extinguido el grito filial;ada
emZ
ol" y ha
muerto diciendo "
Pad
ae,e
ntu
*m an
o*en
tne
go e *p
Znl- mi
tu
" (Le 23,46).
159
En la pasión se encuentran varios caminos, pero
entre todos, ninguno como el de la cruz, i Dios mío, ayu
dadme para que yo pueda explicar estol
Nuestro divino Maestro nos enseña el más sublime
de todos los grados de amor a que puede llegar un a l m a ;
el más desintersado y el más perfecto; parecía que se le-
ventaba un poquito el velo que cubre el misterio del amor,
para que el alma comprendiese alguna cosa, pero yo cono
cía que por mucho que en esto se estudie no se puede com
prender todo.
No solo padece nuestro Señor en todo su cuerpo tor
mentos incomprensibles por su grandeza, sino también en
su alma padece más, muchísimo más. Y en esto se puede co
nocer que se aumentaron sus penas interiores de una mane
ra que no tienen comparación con las de antes, porque has
ta entonces vemos que la divinidad ayudaba a la humanidad,
fortaleciéndola a padecer no como hombre, sino como Dios;
y en toda su pasión ni una leve queja salió de sus labios;
por el contrario, su igualdad en todo y aquella d u l z u
ra que expresaba su semblante, llamaba la atención h a s
ta de los que le atormentaban, que no pudieron, por más
que hacían, ver ni la más leve señal de impaciencia en Su
Majestad. Pero cuando apura la ultima gota del cáliz se
ve cubrirse de congojas mortales y.... qué sufriría nues
tro amado Señor cuando exclama: r¡ Dios mío, D i o s m í o ,
¿por qué me has desamparado?!'.
Y yo me callo sobre este punto, porqué ninguna plu
ma al llegar aquí debe seguir escribiendo, y mucho menos
la de una pobre negrita; lo único que se debe hacer es,
en el silencio y en la oración, esperar con humildad que
Dios nos dé aquella luz que sea su voluntad, para concer
este beneficio de lo mucho que nuestro Señor padeció p o r
nosotros y después guardarlo en nuestro corazón para que
sea nuestro alimento diario'? (E.I. BAC pp. 304-305).
160
su morada y mueva con su agonía, es más, más dichosa to
davía.
Jo sentía en mi alma una seguridad de que Dios i-
ba a concederme este gran beneficio. SÍ, grande; y es
verdad, que nunca sabré agradecérselo lo bastante. Que
ya me -parecía verme al lado de mi Dueño sin consuelo de
ninguna especie, viviendo en el Calvario en un continuo
penar hasta la muerte.
Pero al mismo tiempo yo conocía toda la grandeza
de este camino, el último que se encuentra .en Va pasión.
Porque, ¿que pasará cuando un alma asi purificada en es
te continuo penar, privada siempre de todo consuelo y mu
riendo en este desamparo, abra los ojos en la otra vida
y se encuentre en los brazos de su Esposo? E s p o s o tan
querido, .Esposo tan amado y tan deseado, y Esposo tan ado
rado. ¿Qué, qué pasará en esta bendita alma de n e g r a ,
transformada en una virgen hermosa de las que siguen al
Cordero y de una blancura que no tiene comparación? ¿Has
ta dónde la elevará su amado Esposo? /Ah!, ella, priva
da por tanto tiempo del cariño de su Amado, descansará
dulcemente en sus brazos. Y... ¿quién podrá quitarle su
dicha? i Oh misterio del amor!, ¿por qué no te es t u dia
mos?
Ati alma, que estaba empapada en estos sentimientos,
despreciaba todos los consuelos humanos como una poca de
basura corrompida que atormenta su mal olor; y los espi
rituales también los renuncié, pero sin despreciarlos.
Al comprender el alma la grande perfección que en
cierra este género de padecer, lo desea como el avaro las
riquezas, pero no, no quiero hacer esta comparación tan
baja para cosa tan buena. Ella desea llegar a este esta
do porque conoce que no hay camino que le iguale.
iOh padecimientos, oh angustias, y qué agradable
hacéis a la negrita a los ojos de aquel g r a n R e y p o r
quien ella está loca de amor!
En el fondo de mi alma sentía también una seguri
dad de que Dios me lo iba a conceder, que ya me parecía
verme unida a mi dulce Amado, y exclamando a imitación
suya: «Dios mío, ¿por qué me has desamparado?...>>
Después empezó el sermón, y cuando yo oía la expli
cación de este misterio (la Ascensión), sentía como si be
sara con gran respeto los pies de mi Señor y me despedía
de Su Majestad para fijar, mi morada en el Calvario, que
161
es el imán que tira de mí; yo oreo que, si soy fiel,
Dios me concederá esto, y que por eso me lo ha hecho co
nocer: para que haga lo que este de mi parte para conse
guirlo" (E.I. BAC pp.304-307).
en sus escritos
162
"Pobre de mí, que mi Amado que se dejó sentir un
poquito se ha ocultado del todo. Con El los trabajos me
son dulces; y ahora en este momento se me ocurre: Qué
les importaba a los mártires los tormentos y la muerte,
si tentan a Dios.
Porque cuando en el alma se siente un poquito de
la unión con su Amado, cuando se siente un poquito cerca,
iqué dulce es padecer',, o más bien, es gozar; pero cuan
do se oculta por completo y en ninguna parte aparece, el
alma siente todo el peso de su nada y parece que no tie
ne espíritu, desfallece y muere, porque sin Dios nada pue
de.
I no muere-y no se rinde al peso de su m i s e r i a
porque tu, Dios mío, la fortaleces ocultamente; p u e s
bien, más quiero padecer penando que■padecer gozando, Pe
ro tú Dueño mió, no te alejes; yo quiero que estés siem
pre conmigo, aunque yo no te vea ni te sienta; no te apar
tes de mi lado, ayudándome con tu gracia" (E.I. BAC pp.
215-216).
163
"¿Quién viendo a nuestro Señor tan solo en la cruz,
separado hasta de su Santísima Madre3 se quejara de ver
se sin consuelo humano? y ¿quién sera tan i n g r a t a que
busque el amor de criaturas? ¿Quién no se conformará
viendo a nuestro Señor tan desamparado hasta de su Eter
no Padre? ¿Quién -repito- no se conformará con las seque
dades, desolaciones, tentaciones, todo lo que sea volun
tad de Dios enviarle?” (Circular, 1926),
"Debemos llevar las penas y desconsuelos c o n la
misma resignación que nuestro Señor nos enseña cuando di
ce: <£ Dios mío , Dios mío3 ¿por qué me has desamparado?^.
Con este ejemplo estaremos dispuestas a sufrir más
si fuese necesario , animándonos de una santa sed de más y
más padecer" (Máximas, 29-4).
164
NUESTRO PAIS ES LA CRUZ
(La vocación de Hermana de la Cruz)
165
el m o r t i f i c a r s e ¿7.7/ Porque la verdad, mis queridas
hijas, que nuestro país es la cruz: En la cruz volunta
riamente nos hemos establecido y fuera de la cruz somos
forasteras. Pues la Hermana que establecida en la cruz -
quiere vivir sin cruz, es tanto como querer vivir erran
te fuera de su país donde puede gozar de paz y de ventu
ra; y por salirse de él vivir en un continuo sobresalto,
como le pasa a los desterrados o expatriados que viven
en un continuo penar" (A Carmona, 19-2-1885).
b) La repugnancia a la cruz.
Por eso Sor Angela se entristece cuando se encuen
tra con Hermanas con repugnancia a la cruz: "Me encuentro
como en un país extraño, sin tener donde volver la cara
porque no entienden el idioma de la cruz" (A Carmona, 19-
2-1885).
"¿Saben SS.CC. por qué no somos más constantes en
nuestros propósitos? Porque no fomentamos nuestra voca
ción al pie de la cruz, en el Calvario. Si t o d o s los
días pensáramos un poquito en la pasión de nuestro Señor
y regáramos nuestras almas oon aquel rocío celestial que
destila el monte santo del Calvario, con la s a n g r e co n
que quedó sembrado cuando nuestro Señor en la cruz derra
mó hasta la ultima gota, creceríamos en vocación, que es
tanto como crecer en el amor a nuestros deberes, que son
sufrir y humillarse" (A Huelva, 4-8-1910).
"Conociendo el mérito del sufrimiento, apenas nos
presenta nuestro dulce Dueño una- gota de su cáliz, deci
mos basta; porque si no lo decimos con la boca, lo deci
mos con las obras, y con la repugnancia que sentimos en
nuestra naturaleza al padecer. ¿Por qué será esto?, pre
gunto .
¿Saben por qué? Porque no comprendemos lo que sig
nifica el nombre de cruz, que quiere decir padecer, sufrir
y morir; si no con la muerte natural, pero si morir a to
do lo que es gozar y sólo en los sufrimientos encontrar
consuelos. Y, como voluntariamente nos hemos abrazado con
la cruz, nos encontramos con el deber de sufrir, y nues
tro buen Dios nos manda algo; pero es tan grande nuestra
miseria, que también rechazamos esta parte del sufrimien
to, que es lo que hace que las almas amen a su Dios c o n
verdad. *Cuanta pena que haya tan pocos amadores verda
deros!" (k Carmona, 24-7-1885).
167
nos de dar oído a la naturaleza y solo oigamos la voz de
la gracia que resuena en el fondo de nuestra conciencia
y nos grita: A la hora de la muerte solo te han de valer
cruz3 abnegación y sacrificios" (A Ayamonte, /Tl-18857).
168
en vez de enfervorizarlos les comunicaremos nuestra frial
dad" (A Arjona, 19-2-1921).
"No nos cansemos de llevar la cruz, sino que la a-
bracemos cada día con nuevo gusto y entusiasmo, gozándonos
en su amor que es lo único que endulza las amarguras de
este santo madero, como se las endulzó a nuestro d i v i n o
Maestro, que en ella murió con hambre y sed de más pade
cer y sufrir. I de esta manera daremos gloria a Dios, a
la Iglesia, nos santificaremos y ayudaremos a nuestro pró
jimo con la edificación y caridad como todos lo esperan
de las pobres Hermanas de la Cruz" (A Villafranea, 19-9-
1896).
"Vosotras que, aunque pocas en comparación de las
muchas que he llamado, comprendáis el lenguaje de la cruz
y ponáis los medios para llevarla por mi amor, trabajad
para que otras almas la comprendan y con vuestro ejemplo
también la lleven bien y practiquen las enseñanzas de la
cruz, y consuelen mi corazón dolorido por tanta ingrati
tud" (C. de Año, 1927).
169
Cuarta etapa
RESUCITO
COMO DI J O. . . »
MEDITACIONES SOBRE LA
RESURRECCION DE JESUCRISTO
171
da cristiana, el misterio pascual de Jesús.
Al final del siglo XIX ni los maestros espiritua
les de Sor Angela, ni siquiera los teólogos, sabían ex
plotar las riquezas que se encierran en el misterio pas
cual, que comprende no solo la pasión de Cristo, sino
también su resurrección. Sin embargo, Sor Angela pudo in
tuir a través de su proceso contemplativo, de la liturgia
y de su propia experiencia, el valor y el significado de
la resurrección para la vida cristiana, y concretamente
para una Hermana de la Cruz.
Aquí habría que recordar, como se ha hecho antes,
a propósito de los misterios de la pasión, que no debemos
pararnos en la lectura de las recomendaciones practicas
que ella sabe hacernos acerca de estos misterios, sino
que debemos beber en las mismas fuentes en que ella bebió,
dejándonos conducir por su magisterio. Es decir, en la
contemplación de las paginas del Evangelio, donde se ma
nifiesta. Cristo resucitado. Sólo familiarizándonos con
estas paginas, llegaremos a comprender la exactitud y la
profundidad que encierran las enseñanzas de Sor Angela.
Y, sobre todo, sólo así llegaremos a vivir los frutos,que
de ella se desprendían tan connaturalmente.
I , LA RESURRECCION
172
1. I m p o r t a n c i a de la R e s u r r e c c i ó n
173
1923).
174
mundo; sin embargo, debe causar en nosotros el efecto de
quitar la turbación y el miedo.
A Sor Angela le impresiona la insistencia con que
Jesucristo repite su saludo de paz en sus apariciones a
los discípulos.
"Como estamos en la resurrección, les diré lo que
en el tiempo que nuestro Señor estuvo en el mundo, d e s
pués de su muerte, les decía a sus discípulos siempre que
se les aparecía: 'La paz sea con vosotros ’. I ¿por qué lo
repetía tanto? Porque la felicidad de este mundo consis
te en la paz interior y exterior; y la de las comunidades
consiste en lo mismo, en la paz. Aunque haya mucha pobre
za, trabajos y humillaciones, si hay paz hay felicidad,
pero si no la hay, aunque todo abunde mucho, nada nos da
la felicidad cuando falta la paz...
Pues trabajemos todas por conservar la paz interior
y exterior, y ayudemos a que la haya en la comunidad ¿ Ó . J
Y la paz de la comunidad consiste en la. caridad fraterna;
en la comunidad donde reina esta virtud hay u n a pa z ex
traordinaria, todos los miembros que la componen ayudán
dose, disculpándose y amándose en Dios nuestro S e ñ o r "
(Circular, 1911).
"Ahora que nuestro Señor les está anunciando la paz
a los apóstoles siempre que se les aparece, bus quemosla en
la verdad, en el conocimiento propio, en la mayor gloria
de Dios y no buscándonos a nosotras mismas, que por eso
algunas veces no entendemos la virtud, porque no queremos
o l v idamos de nosotras mismas" (Circular, 1918).
175
dre con Cristo nos prepara.
A Sor Angela le regocija sobremanera, cuando con
templa a Cristo resucitado, el pensamiento del cielo.
a) Gozo eterno de la resurrección.
Con cierta impropiedad de lenguaje habla de la re
surrección como de la condición de Cristo resucitado; pe
ro se entiende fácilmente su pensamiento.
"Y la resurrección, esa no pasa con brevedad, esa
es estable por toda la eternidad; descanso eterno, a l e
g r í a s inefables y duraderas, gozar sin mezcla de m a l y
para siempre, siempre empezando sin acabar" (Circular,
1924).
Y sigue describiendo con fruición la alegría de en
contrarnos con los santos y con la Virgen:
"Todo esto le espera al alma fiel, y mientras mas
fidelidad tenga en esta vida, mayor gloria y más g r a d o s
de santidad y unión con su Dios. Cuánto se alegrará el
alma de verse por toda la eternidad más cerca de la Santí
sima Trinidad" (Circular, 1924).
"¿Quien en medio de las privaciones y trabajos es
más feliz que yo? Del Calvario he recogido las flores re
gadas con la sangre de mi dulce esposo Jesús, y yo me re
creo en la fragancia que exhalan las virtudes, que éstas
son las flores que producen ese divino riego. Y después
de esta felicidad que disfruta en esta vida la que está en
posesión de las virtudes, ¿qué le espera a una Hermana de
la Cruz más que oir: << Yen, bendita de mi Padre... » , y
estrecharse en los brazos de nuestro Señor y su Santísima
Madre?" (Circular, 1923).
176
sus desprecios, con sus azotes, con su corona de espinas,
con su cruz y crucifixión, con la hiel y vinagre que tan
to le atormentó, con las tres horas de agonía. Triunfo y
expió los pecados de todos los hombres y bajando a las hu
millaciones del Calvario, subió a la diestra de su eterno
Padre" (Circular, 1930).
"Como madre que ama de veras a sus hijas las exhor
to a lo mas perfecto; es que como pasa el tiempo que es
tan breve, quiero ganen mucho por toda la eternidad que
es lo único que les ha de valer siempre. Ese siempre que
es el mayor tormento de los condenados y sera la mayor fe
licidad para los bienaventurados: siempre gozando, siem
pre con mi Dios amándole y adorándole. Siempre c o n mi
Santzsima Madre amándola y estrechándola en mis brazos,
s i e m p r e en compañía de mis hermanos los moradores de
la gloria. Esta es la felicidad que les deseo y por eso
les digo: « Aprovechad el tiempo perdiendo tierra para ga
nar cielo; perdiendo lo humano para ganar lo sobrenatural;
perdiendo los derechos de la naturaleza para ganar los de
la gloria » .¿J ¿ Ven cómo, aunque les haga sufrir, ¿7. J
cuando las obligo les doy la mayor prueba .de amor que les
puedo dar?" (Circular, 1924).
de la Resurrección
177-
poco..., que todo lo proporcionara la providencia que
nunca falta en lo que es preciso. . Animo, paz y alegría;
esto no puede faltar nunca a los servidores de Cristo"
(A Ayamonte, 29-4-1886).
"Ya nuestra Santísima Madre la Iglesia, que nos hi
zo el llamamiento de acompañar a nuestro Señor en su do-
loro sa pasión, nos llama hoy con grandes repiques a medi
tar en las alegrías de la resurrección" (Circular, 1924).
Un aspecto muy particular de su espíritu litúrgi
co, al participar de la alegría y del triunfo de Cristo
resucitado, lo podemos apreciar en la circular de 1930:
para imitar a Cristo resucitado tenemos que acudir a la
Eucaristía, sobre todo en el sacramento de la comunión.
"Veamos nosotras ahora donde encontramos la forta
leza para seguir el camino de la cruz y perseverar en buen
espíritu hasta llegar a la santidad. En la sagrada comu
nión, en ese beneficio diario con que nuestro Señor nos
regala, nos alimenta, nos fortalece, nos ilumina, ense
ñ á n d o n o s sin ruido de palabras, .pero con una elocuencia
divina. Nos enseña tantas cosas: Nos enseña la brevedad
de la vida; los medios para ganar la gloria; nos enseña
el valor de las virtudes; nos enseña la caridad fraterna,
lo que le gusta la unión en las comunidades religio s a s ;
nos enseña los secretos de su amor. Son tantos esos se
cretos, desconocidos hasta de los escogidos... No saben a-
preciar el amor con que permite los sufrimientos, las a-
marguras, las tristezas. Amor, todo amor" (Circular, 1930).
178
"Los favíseos y los de autoridad, que le tenían e n v i
dia..., los indiferentes y curiosos,.., otros pocos que
también le seguían formando filas por la calle de la A-
margura, pero razonando a su manera... Otro grupo lo for
maban los que seguían a su divino Maestro y aconrpaaban a
su dolorosísima Madre;'pero estos le confesaban Dios om
nipotente y con El sufrían y con su Madre lloraban. Es
tos recogían la sangre purísima que derramaba, la intro
ducían en su interior, empapaban en ella su corazón y re
gaban con ella sus potencias y sentidos ¿7. J Estos son
los que gozan de la resurrección.
Nuestro Señor se aparece a ellos después que a su
Santísima Madre, a estas almas predilectas les comunica
gozos inefables. A estas almas se aparece el ángel res
plandeciente de luz brillando como el sol, las espera a
la puerta del sepulcro y con dulzura celestial les dice:
&¿A quién buscáis? ¿por qué lloráis? Vuestro Maestro ha
resucitado,entrad y lo veréis», y levanta la losa. I tam
bién les dice: << No temáis, Dios está con vosotras » .
Y cuando por vez primera ven a su Redentor glori
ficado, qué júbilos tan inefables £ f ,J Tánto gozar en
su alma y en su espíritu. Y después la resurrección eter
na que les espera. Cómo pueden exclamar: ¡Bendito p e m r
que nos ha dado tanto gozar en esta vida y por t o d a la
eternidadf ’7 (Circular, 1923)
Merece también resaltar la conexión intima que es
tablece entre el misterio de la muerte y de la vida.
"Si hemos muerto en el Calvario con una muerte ver
dadera, resucitaremos a las virtudes, no con una resurrec
ción pasajera sino duradera y perseverante" (Circular,
1910) .
"A ver si nosotras imitamos ¿a nuestro divino Sal
vador.7 abrazándonos con todo lo que se nos presente has
ta morir a nosotras mismas, a nuestro amor p r o p i o y a
nuestras malas inclinaciones; para que asi como nuestro
Señor resucito a una vida gloriosa, nosotras resucitemos
a la vida de las virtudes para dar mayor gloria a Dios y
buen ejemplo a nuestras Hermanas y prójimos" (A Utrera,
28-7-1907).
"Después de meditccr en la pasión, viene la alegría
179
de considerar a nuestro Señor resucitado y glorioso. iDi
chosos trabajos y dichosas penas premiadas con gloria e-
ternal Esto nos debe animar a morir a nosotras mismas,
pues hasta en la vida presente la que lo consigue, resu
cita a las virtudes y disfruta en lo posible de la r e s u
rrección verdadera, porque las almas bienaventuradas vi
ven sólo para Dios y para su mayor gloria, y en eso con
siste su felicidad esencial. Si se ocupan de los que es
tamos en este mundo es para alcanzarnos gracias, para que
haciendo la voluntad de Dios nos santifiquemos y le demos
gloria y le gocemos por toda la eternidad" (Circular,
1910).
18.0
II. LAS DOTES DEL CUERPO GLORIOSO
en Jesucristo resucitado
a) La resurrección de la gracia.
En los Ejercicios de 1887, cada una de las dotes
del cuerpo glorioso de Jesucristo, le sugiere a Sor Ange
la una virtud, que la pide para toda su vida.
"Que mientras me dure la vida me dé la resurrección
de la gracia, y mi alma tenga las cuatro dotes gloriosas:
-La de la impasibilidad, por la conformidad con la
voluntad de Dios, que me haga superior a todo lo que me
181
venga;
-la de la claridad, por la oración, que alcance
por medio de ella las luces necesarias para mi propia san
tificación y la de mis Hermanas;
-la de la agilidad, por el fervor, que me haga o-
brar el bien con prontitud y ligereza;
-y la de la sutileza, estando revestida s i e m p r e
del espíritu de Dios, que me haga traspasar las murallas
y tapias con que mis enemigos quieran cercarme" (E. Inti
mos, BAC p.537).
182
mío, el que te busca a tí solo, nunca padece.
La dote de sutileza, por la humildad y mansedum
bre que tanto edifica al prójimo y también dispone al al
ma para penetrar las verdades de la fe, y cuando es nece
sario, hasta enseñarlas con esa sutileza que sólo los bue
nos lo pueden hacer" (E. Intimos, BAC p.543).
a) Impaslbilidad.
"La impasibilidad en el alma muerta al mundo y re
sucitada para Dios, es la conformidad con su santa volun
tad. Esta conformidad la hace indiferente a todo: lo mis
mo a la salud que a la enfermedad; la hace insensible en
lo prospero y en lo adverso; tan conforme esta con que la
suban, como con que la bajen.
Insensible en su espíritu sin alterarse por nada
¿ Ó . J Las demas cosas que le pueden suceder se quedan en
la naturaleza y no llegan a su alma, que vive la vida, de
la resurrección y esta adornada con esta dote de la impa
sibilidad"
b) Claridad.
"La segunda dote, la claridad, es la oración.
♦Cuántas luces recibe el alma en este santo e j e r c i c i o l
Euestro Señor la ilumina, le hace comprender la nada de
183
esta vida y el oropel del mundo, la une a su divino Cora
zón y le descubre todo lo que necesita para seguir firme
en el camino emprendido por su amor, I esta criatura es
toda de su Dios: por El respira, por El vive, trabaja y
se desvela. Nada le cuesta trabajo, todo se le hace lle
vadero: en la oración adquiere las fuerzas para l u c h a r
con el enemigo.
Es de Dios en cuerpo y alma: le entrega sus poten
cias y sentidos. No discurre mas que lo que la une mas
a Dios; desecha las cavilaciones y hasta las imaginacio
nes las espiritualiza ¿f..fj No admite en su memoria mas
recuerdos que los beneficios recibidos por su buen Dios.
No ama más que a su Dios y en Dios a las criaturas y to
das las demás cosas, para con todas darle gloria...
Y, ipara que voy a decir más de los prodigios que
se obran en un alma, que posee esta dote gloriosa de la
claridad por medio de la oración?”.
c) Agilidad.
"La tercera dote es la de la agilidad, que quiere
decir el fervor sólido, que es la prontitud del alma pa
ra todo lo bueno y lo que es del servicio de Dios. Si es
tá adornada de las otras dos virtudes, la conformidad con
la voluntad de Dios y es alma de oración, claro está que
tendrá ese fervor porque esta dote es consecuencia de las
otras dos. Con esta dote del fervor aprovechará mucho,
no d e s p e r d i c i a n d o ninguna ocasión que se le presente,
en que pueda adelantar y agradar a Dios.
Estas son las almas que con su fervor no se dejan
llevar de su carácter, no faltan al silencio y mucho me
nos a la caridad ... Estas son las que tienen grande pru
dencia para tratar al prójimo y vivir en comunidad; tie
nen dulzura, amabilidad...
I en fin, como el fervor es la prontitud en abra
z a m o s con las obras de santificación, practican t o das
las virtudes, para gloria de Dios y su propia santifica
ción".
d) Sutileza.
"Cuarta dote, la sutileza. En las almas que están
tan levantadas de la tierra y tan unidas a Dios, se les
184
ve practicar esta sutileza con grande provecho de las al
mas; porque prevenidas con las virtudes dichas, son muy
agradables a Dios, y nuestro Señor les da el acierto pa
ra con suavidad irse introduciendo en el interior de los
demás, y con esa santa sutileza atravesar los muros de la
incredulidad y del vicio y ganarlos para Dios...
La voz de la que tiene esta vida sobrenatural, por
las virtudes de un cuerpo glorioso, es omnipotente y na
da se le resiste ff. J 1 el que tiene esta dote gana mu
chas almas para Dios, hace fruto en los pecadores empe
dernidos, en las familias de los enfermos, y en las ni
ñas formando esos corazones para la virtud".
"tQue hermoso es esto, queridas hijas, y cómo to
das desearían poseer estas dotes! Pero para resucitar es
preciso morir, por la conformidad con la v o l u n t a d de
Dios, oración, fervor y caridad; si no morimos a nosotras
mismas, nunca gozaremos de esta felicidad" (C. de año,
1907).
185
í
PARA
ALCANZAR
AMOR. . .
187
todas las ocasiones que se nos presenten, lo mismo en lo
prospero que en lo adverso, lo mismo en la muerte que en
la vida3 lo mismo en la enfermedad que en la salud, lo
mismo en la honra que en el desprecio, lo mismo en la po
breza y escasez como en la abundancia. En fin, siempre
alabándole y bendiciendole" (A Carmona, 28-4-1903).
"...hasta que amándole con obras y no con palabras,
llegue la muerte y empecemos la vida de unión con su divi
no Corazón que durará por toda la eternidad" (A Utrera,
28-4-1896).
188
Algunas veces somos más agradecidas a lo humano que a lo
divino; y las Hermanas de la Cruz, como esposas verdade
ras del divino Crucificado, debemos ser agradecidas y a-
mar lo que mejor nos puede santificar" (A Vi 11 afranca,
20-12-1915).
"Nuestro buen Dios nos ha sacado de la nada, t e
niéndonos presentes desde toda la eternidad, a m á n d o n o s
con un amor infinito, y ni lo mucho que le Íbamos a ofen
der le ha detenido para colmarnos de beneficios" (Máxi
mas, 2-8). "A nuestro Señor le debemos el movemos, el
respirar, el hablar, el obrar; por El somos y vivimos; a
El debemos consagramos, no ocupándonos más que en s¡u
santo servicio" (5-8).
"Nuestro Señor nos ha concedido el d a m o s m u c h o s
miembros buenos y sanos y los sentidos corporales p a r a
dedicamos a su servicio... Un alma con tres potencias a
imagen suya... para que esta imagen permanezca v i v a en
nosotros dándole gloria a su Creador" (Máximas, 6-8).
"Toda la creación es beneficio para el hombre.,. Nuestro
Señor, para el hombre ha creado plantas, flores, animales,
pájaros y peces; unos sirven para recreo, otros para tra
bajar y otros para sustento; si con agradecimiento se ha
ce buen uso de estos beneficios, nos sirven para b i e n "
(8-8).
"Después de habernos creado, nuestro Señor por pu
ra m i s e r i c o r d i a , nos ha lavado en las saludables aguas
del bautismo, limpiándonos de la culpa original: g r a c i a
concedida a nuestra alma sin merecerla y que a otras no se
le ha concedido. Debemos pues corresponder con amor" (Má
ximas, 3-8). "Con el bautismo se nos infundio en el alma
el hábito de las virtudes, fe, esperanza y caridad: la fe
para conocer a Dios, la esperanza para gozar en el b i e n
que nos espera, la caridad para amar a nuestro único S e
ñor y Dios de toda, bondad" (10-8).
"En el tribunal de la penitencia se lava el a l m a
en la sangre preciosísima de nuestro Señor. Esta es una
de las gracias más eficaces para después de haber c a í d o ,
levantarse limpia y purificada de sus miserias y poder a-
cercarse de nuevo a su Dios" (Máximas, 20-8). "Nos enri
quece con los tesoros de su gracia, nos colma de b e n e f i -
189
d o s y se une a nosotras en la sagrada comunión para no
separarse jamás ... Desde el Sacramento nos dice nuestro
Señor: Venid a mi todos los que estáis c a r g a d o s y yo
os aliviare; venid a mi y os consolare y os daré fuerzas
para llevar bien los trabajos de esta vida" (30-8).
"El tener una Madre tan santa que cuenta o o n el
poder de su Santísimo Hijo, pues no le niega nada de lo
que le pide3 es uno de los mayores beneficios que tienen
los cristianos ,.^ Tenemos a nuestro Santo Patriarca tan
buenisimo y cariñoso para sus devotos... Nos ha concedi
do un ángel de la guarda que por nosotros vela3 que nos
aparta del mal3 no sólo espiritual sino corporal y nos a-
yuda a inclinamos al bien... Que beneficio el de n u e s
tros hermanos los Santos3 que nos ayudan con su ejemplo
y siempre están dispuestos a ser nuestros abogados e in
tercesores. . ." (Máximas, 15-8).
"tCuántos /beneficios/3 si miramos a Dios, dándo
nos continuas inspiraciones y fortaleciendo nuestra v o
luntad para que practicáramos el bienl Cuántos también
por medio de nuestros Superiores obligándonos a ejecu
tar la voluntad de Dios3 unas veces con suavidad y otras
con amonestaciones y advertencias3 y cuando lo han visto
preciso hasta las reprensiones. Y cuántos y cuántos de
nuestros prójimos3 dándonos ocasiones mil de ganar la glo
ria y adelantar en las virtudes: haciéndonos ejercitar
la paciencia3 humillándonos3 despreciándonos3 dándonos a
veces más trabajo del que pueden nuestras débiles fuerzas3
teniendo exigencias que han mortificado bastante nuestro
amor propio" (A Carmona, 31-12-1891).
"No se pueden enumerar los beneficios recibidos.
Eso cada una en particular tiene un deber de meditarlo. Y
no podrá menos de caer a los pies de nuestro buen Dios y
decir como decían los Santos: ¿Qué has visto Señor en mí3
para que tanto me ames? Tu has derramado hasta la ulti
ma gota de tu sangre por mí; y como si no hubiera en el
mundo más almas que redimir que la mía3 parece que me has
aplicado todos los méritos de tu pasión, Porque tú3 Se-
ñor3 no has podido hacer más por mí3 que lo que has he
cho. ¿Con qué3 dulce Jesús mío3 te pagaré? ¿Qué quieres
de mí? Babia que tu sierva escucha.
190
Y en el fondo del alma suena esta voz: itComo el
Padre me ama3 así os amo yo; y oon este mismo amor, amar
se los unos a los o t r o s » " (C. de Ano, 1912).
2. La presencia de Dios
191
facultades que ofrece, se cansan los que se creen que en
esto esta el tener presencia de Dios, y, cuando se c a n
san 3 ya no llevan ninguna.
Esta que digo yo es muy sencilla: es c r e e r que
Dios esta conmigo, que esta en todas partes, viéndonos,
oyéndonos y siendo testigo de todas nuestras acciones.
Es considerarnos siempre acompañadas de Dios, que está
dentro de nosotras y nosotras dentro de El, que todo lo
llena, dispone y ordenaj que todo lo sabe, lo oye y lo
puede; que es como si estuviéramos con una persona que
nos está mirando y está a nuestro lado aunque no nos ha
ble.
Pues esta presencia de Dios es este convencimien
to del alma por medio de la fe, que con el ejercicio se
va aumentando cada día más. I el alma que goza de este
beneficio (porque esto, como todo lo sobrenatural, no es
de la criatura, sino de Dios), vive con mucha p e r f e c
ción. .. Si fuera viva esta presencia de Dios, con cuanta
pureza de Intención obraríamos. Pues, estando d e l a n t e
de una persona de autoridad, parece propio por respeto
dedicarle lo que tenemos y hacemos; pues estando delante
de Dios nos pasarla eso mismo: que empezaríamos nuestras
obras por Dios, las seguiríamos por Dios y por Dios las
concluiríamos...
Muchos son los medios que tenemos en nuestro Ins
tituto para conservarnos en este ejercicio de la presen
cia de Dios, convencidas de que no se puede perseverar en
buen espíritu, en un género de vida de tanto movimiento
y tan distintas impresiones como se reciben al día, si
no lo practicamos... Nos ayuda el dormitorio, con ese as
pecto fúnebre que al entrar nos está recordando que cada
día que vivimos estamos más cerca de la muerte.
Los cuadros del Via Crucls, que nos representan el
camino del Calvadlo... Parece que al mirar y reflexionar
en lo que estos cuadros significan, que nos alentamos, o-
frecemos a Dios nuestros sufrimientos, y seguimos con pa
so firme y alegría en el rostro, el camino que por nues
tro buen Dios empezamos; y prometemos de nuevo seguir
sin retroceder hasta llegar al fin.
También nos ayuda a unirnos más y más con nuestro
Dios, /el ver/ tantas penas que sufren los que viven en
los palacios de la tierra, cubiertos con ese oropel des
192
timbrador y en el interior devorado el corazón de amargu
ra.. .
También nos ayuda a permanecer en la presencia de
Dios, los trabajos que vemos padecer a nuestros hermanos
los pobres... Como cuando esto se ve, se levanta el cora
zón a Dios y se dice: Eres infinitamente justo. Qué pre
mio tendrán estos pobres llevándolo con paciencia, y ¿co
mo es posible que el premio sea igual en los que carecen
de todo, como a los que todo les sobra?... Pero nosotras,
que esto vemos y tocamos, más avivamos la presencia de
Dios, pidiéndole gracia para ser cada día un poco mejor
de lo que somosj y para alcanzar de estos pobrecitos su
conversión, que tengan paciencia, que hagan una buena con
fesión y que esas almas no se pierdan...
Este es el resultado de esta hermosa virtud de la-
presencia de Dios: nuestra propia santificación y la del
prójimo, con lo que se da mucha gloria a Dios".
193
todos eva como imposible llevar a oabo tal empresa... lo
afirma, lo sostiene ; de las piedras saca hijos de Abra-
han. Con su poder desmiente los razonamientos humanos de
los que creían que se iba a deshacer como todo lo humano,
pero se prueba que es obra de Dios en que va adelante sos
teniéndose con su poder. Se prueba en las aprobaciones
de los señores obispos, en la aprobación definitiva de sus
Constituciones...
Por potencia, porque con su poder hace la nada fe
cunda y multiplica sus bienes espirituales, y al poder de
su gracia se debe la conversión de los pecadores y las
transformaciones de las almas tibias y pusilánimes, con
vertidas en fervorosas cristianas y en soldados valientes
de Cristo. I su poder se ve en la multiplicación de los
panes, como pasa en el Instituto, que con nada se le da
de comer a tantos hambrientos" (Circular, 1925).
San Ignacio aconseja que se haga una reflexión pa
ra sacar provecho. La primera reflexión es excitar el a-
mor y el ofrecimiento como en los puntos anteriores. Tam
bién en Sor Angela se encuentran estas reflexiones:
"Si algunas veces os sentís perezosas, que el amor
de Dios os haga diligentes. Si os sentís tibias, que el
amor de Dios os haga fervorosas. Y si os sentís sin ga
nas de trabajar, que el amor de Dios os haga activas" (A
Sevilla, 13-5-1880). "Como que el amor hace que se cum
pla con nuestras obligaciones a la perfección, que todo
se haga con gusto, que no nos cansemos ni del trabajo ni
de la penitencia, porque el que ama está cada día más ham
briento de hacer por el amado" (A Carmona, 11-10-1888).
"Les digo que fomenten mucho el amor a Dios. Es
tan necesario, como que el amor de Dios está siempre bus
cando donde hay que sufrir, dónde hay humillaciones, don
de hay algo que yo pueda ofrecer a Dios, dónde hay virtu
des que practicar, dónde puedo multiplicarme trabajando
para gloria de Dios, que no quiero estar ociosa" (A Es
tepa ¿.10-19277) .
194
4. E l conocim iento de Dios
a tr a v é s de l a s c r ia t u r a s
"Mirar cómo todos los bienes; y
dones descienden de arriba, asi
como mi potencia limitada proce
de de la suma e infinita de arri
ba... así como del sol descienden
los rayos, de la fuente las aguas,
etc." (Ej. n.237) .
195
veremos que tampoco nos hemos hecho a nosotros: si algo
bueno tenemos es de Dios, por lo que no nos podemos enva
necer y mucho menos creernos superiores a los demás; sino
darle gracias a nuestro Señor y emplearlo en su mayor glo
ria, que para eso nos ha concedido tan señalados benefi
cios ..J
De pensar bien se pasa a sentir bien. Y la volun
tad hace suyo este pensar y sentir, y habla siempre y en
toda ocasión bien de su prójimo, alabando todo lo b u e n o
que hay en el y olvidando lo defectuoso.
I ya venimos a la pra,ctica de los tres últimos pun
tos. Primero le honramos ornándole como a nosotros mismos,
reconociendo en el la imagen de Dios, sus virtudes y los
dones recibidos de nuestro Señor, por lo que también lo
respetamos. Como a seres privilegiados3 nos consideramos
muy inferiores a todos nuestros prójimos, teniendo a nues
tra vista lo bueno3 hasta del ultimo3 mees inútil y d e s
preciable; y lo malo de nosotros mismos f~..J
Penetrados de todo esto3 le honramos con todas las
veras de nuestra alma, y llevamos nuestro amor al próji
mo hasta el último grado que se puede llevar3 que es arran-
cblo con el mismo amor con que nuestro Señor nos amó, de
rramando hasta la última gota de su sangre y muriendo en
una cruz para abrirles las puertas de la gloria. Con es
te último grado de amor, estamos también prontas a derra
mar la nuestra por defenderlos como criaturas tan q u e r i
das de Dios" (C. de Ano, 1908).
"¿Como puede encontrarse igualdad entre Dios y la
criatura? Pues todo está, en el amor. Es claro que nues
tro Esposo en todo es infinito, en el amor y demets atri
butos. Y en cuanto hombre sus virtudes infinitas y sus
obras tienen un valor infinito porque es Dios y h o m b r e
verdadero; y nosotras somos tan finitas que mirado así,
nos separa de nuestro celestial Esposo una distancia tam
bién infinita. Es verdad, pero la igualdad que se le pi
de al alma no esta en la medida, sino en la calidad.
Por este ejemplo, aunque muy sencillo, pueden com
prenderlo: Una reina muy alta y esbelta se hace un ves
tido de tisú riquísimo, con una cola que coge todo un sa
lón y esta, deslumbradora. Tiene una muñequita de una pul
gada, y le hace del mismo tisú de su vestido uno a la mu~
196
ñequita. En la tela del vestido se iguala, aunque haya
tanta distancia de la reina a la muñeca" (Circular, 1912).
"Los atributos que mas tocamos en las comunicacio
nes del alma con su Dios, los que más r e s p l a n d e c e n en
nuestra vida son: su justicia, su misericordia y su bon
dad; su generosidad y su clemencia ... Con estos b e n e f i
cios bien meditados, cuánto se aumenta el amor de Dios y
el deseo de ser muy fiel a un Esposo que tanto nos ama y
que tanto nos ha dado sin merecerlo" (Circular, 1925).
* * *
197
INDICE GENERAL
Pags .
XtidicB ............................................. XXX
Presentación ....................................... V
-En busca de la voluntad de Dios ............ V
-Santificarse al gusto de Dios ......... ..... VII
Algunas aclaraciones .............................. IX
Carta del P. Rodríguez Soto .................... ... XI
Lecturas bíblicas para los Ejercicios ............ . XIII
De la Imitación de Cristo ......................... XIV
Algunos consejos de Sor Angela .................... XV
MEDITACIONES
A modo de preparación: Jesús, yo quiero ver>> .... 3
1. Jesús subía a Jerusalen .................. 3
2. "Hijo de David, ten misericordia de mi" ... 4
3. "Señor yo quiero ver" .................... 5
4. "Ve, tu fe te ha salvado" ................ 6
5. "Recobró la vista y le seguía" ........... 7
199
Pags.
200
Pags.
d) Esterilidad en el apostolado ......... 35
e) Falta de paz en las comunidades ...... 35
4. Evitar las faltas voluntarias ............ 36
5. Sacar provecho de las propias faltas ..... 37
II. Sobre la repetición de los p e c a d o s ............. 40
1. Conocimiento de nuestros pecados ......... 41
a) La pereza espiritual ..... ........... 41
b) La falta de pureza de intención ...... 41
c) El amor propio ....................... 42
d) Las pequeñas pasiones ................ 42
e) Faltas que nos enredan diariamente .... 43
2. Conocimiento del desorden de nuestras
operaciones ............................. 44
a) Origen de nuestras faltas ........... . 44
b) Engaños y dificultades que originan las
aficiones .......................... 46
c) Cómo corregir nuestros desórdenes ..... 47
d) Cómo llegar a conocerlos ........... .. 49
3. Conocimiento del espíritu del mundo ...... 49
a) Se infiltra en las casas religiosas ... 49
b) Se contagia al tratar con el mundo .... 50
c) Combatir el espíritudel mundo ........ 50
d) La persecución del mundo ............. 51
e) Nuestra conducta ante el espíritu del
mundo ........... 51
Meditaciones complementarias de la primera etapa 53
I. Meditación sobre la muerte ...................... 53
1. La muerte nos enseña el desprendimiento ... 53
2. Nos impulsa a santificarnos .............. 54
3. Otras lecciones de la muerte ............. 56
II. El Quicio después de la muerte ................. 57
1. El juicio debe infundir temor ............ 57
2. El juicio debe infundir animo ............ 58
III. Celebrar la misericordia de Dios .............. 59
1. Conocimiento y experiencia de la misericor
dia de Dios ........... 59
2. Objeto de la misericordia de Dios ........ 60
3. Efectos saludables de la misericordia..... 60
4. Abandonarse a la misericordia de Dios .... 61
201
Págs.
Segunda etapa: Siguiendo a Jesucristo
202
Tags.
IV. Misterios de Nazaret ........................... 82
1. Nazaret, misterio de vida oculta ........ 82
2. Nazaret, misterio de obediencia ......... 83
3. Nazaret, vida de trabajo ................ 84
4. Las casas de las Hermanas de la Cruz, de
ben ser un Nazaret ..................... 85
203
Pags.
e) "Bienaventurados los misericordiosos" 105
f) "Bienaventurados los limpios"... 106
g) "Bienaventurados los pacíficos" .... 107
h) "Bienaventurados los que padecen" ... 107
204
Pags.
b) Un sentimiento de alegría .......... 146
c) Se aprende de Jesucristo ........... 146
d) ¿Cuáles son los frutos de la cruz? .. 146
V. « Crucificada frente a mi Señor »
(La vocación de Sor Angela) ................. .. 148
1. Todo lo que conocio Sor Angela ......... 148
a) Para ser santos, imitar a Jesucristo 148
b) Llamada a crucificarse ............. 148
c) La cruz, término de la perfección ... 149
d) Bajar para subir ................... 149
2. Lo que sentía Sor Angela ............... 151
a) Un deseo vivo y vehemente .......... 151
b) Una confianza grande ............... 151
c) Un consuelo muy puro ............... 151
3. «Enfrente y muy cerca» .............. 152
a) Levantada de la tierra ....... ...... 152
b) Derecha, sin inclinación ........... 152
c) Frente a la de Jesucristo .......... 152
d) Muy cerca, casi tocándola .......... 153
4. La identidad con Jesucristo efecto del a-
mor .................................. 153
5. Sor Angela responde a la llamada ....... 155
VI. El alma de la pasión de Jesús y Sor Angela ... 156
1. «Dios mío, Dios mío ¿por qué me has aban
donado? >> .................. 156
a) "Le hizo pecado" .................. 156
b) Fue abandonado de Dios ............. 157
c) «El grande misterio de la piedad-».. 158
2. La vocación personal de Sor Angela ..... 159
a) La cumbre del camino de la cruz ..... 159
b) Llamada a fijar su morada en el d e
samparo de Jesús ................. 160
3. Reflejos de la vocación de Sor Angela en
sus escritos .......................... 162
a) En sus apuntes personales .......... 162
b) En sus escritos posteriores ........ 163
VII. « Nuestro país es la cruz » ................. 165
1. Llamadas para vivir en la cruz ......... 165
205
Pags.
a) La vocación de la Hermana de la Cruz
nació en el Calvario ............. 165
b) La repugnancia a la cruz ..... ...... 166
2. Como esposas de un Crucificado ......... 167
a) Como esposa debe seguir a su Esposo.. 167
b) El amor a la pasión se concreta en
cosas bien conocidas ............. 167
c) Una regla escrita a los pies de Jesu
cristo crucificado ......... 168
d) Una razón apostólica ............... 168
3. Una conclusión definitiva .............. 169
206
Pags.
Contemplación para alcanzar amor .. 187
1. Los beneficios de Dios
188
2. La presencia de Dios ....
191
3. Dios trabaja por nosotros
4. El conocimiento de Dios a través de. las
193 .
criaturas .........
195
* * *
207