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Introducción
A nadie le gusta esperar. Pero esperamos en el tráfico, en las líneas de los autos, en los patrones de espera, en
las tiendas de comestibles, para el cuarteto que tenemos delante, para el médico, para un cónyuge, para un
bebé, para el retiro, para los sermones o para Jesús regresar.
Esperar no es solo algo que tenemos que hacer mientras obtenemos lo que queremos. Esperar es el proceso
de convertirse en lo que Dios quiere que seamos. Lo que Dios hace en nosotros mientras esperamos es tan
importante como lo que estamos esperando. Esperar, esperar en la Biblia, no es una espera pasiva para que
suceda algo que nos permita escapar de nuestros problemas. Esperar no significa no hacer nada. No es
resignación fatalista. No es una forma de evadir la realidad desagradable.
Los que esperan son los que trabajan, porque saben que su trabajo no es en vano. El agricultor puede esperar
todo el verano para su cosecha porque ha hecho su trabajo de siembra y riego de las plantas. Aquellos que
esperan a Dios pueden realizar sus tareas asignadas, seguros de que Dios les dará a sus trabajos el significado
y las conclusiones de sus vidas y la cosecha. Esperar es el apego seguro, disciplinado, expectante, activo y a
veces doloroso a Dios. Sabe que obtendremos una recompensa.
Cuando Jesús les dijo a sus discípulos que esperaran en Jerusalén, les estaba diciendo que esto era un medio
de experimentar su paz, su prosperidad y su poder. Al esperar, atraparían el viento del Espíritu de Dios. Al
esperar, verían a Dios moverse.
Vivimos según el adagio: no te quedes ahí parado, haz algo. Mientras que Dios a menudo nos dice: No solo
hagas algo, quédate allí.
A. Esperar significa que le damos a Dios el beneficio de la duda de que él sabe lo que está haciendo
B. Esperar es la forma en que Dios ve si confiamos en él antes de seguir adelante
Esa confianza es una confianza paciente. Ya sea que tenga que ver con nuestras relaciones, nuestras finanzas,
nuestras carreras, nuestros sueños o nuestras iglesias. Tenemos que confiar en que Dios sabe lo que está
haciendo.
A veces la gente pregunta: "¿Pero qué hago mientras espero?" Buena pregunta. Durante esos tiempos de
espera asumir el papel activo de un vigilante. "Espero al Señor, mi alma espera", declaró el salmista, "espero a
Yahveh, espero y pongo mi esperanza en su palabra. Espero más al Señor que a los centinelas de la mañana,
más que vigilantes por la mañana". "(Sal 130: 5-6). En tiempos bíblicos, los vigilantes vigilaban la
ciudad. Observaban a los enemigos que podrían atacar por la noche y esperaron a que saliera el sol. Estaban
alertas y obedientes, listos para responder cuando sea necesario. Cuando se les solicitó, se pusieron en
acción. Pero, por otro lado, los vigilantes no hicieron que las cosas sucedieran. No controlaron la salida del
sol. No podían acelerar el proceso del amanecer de un nuevo día.