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MODULO: LENGUAJE VERBAL

DOCENTE: GLORIA VIVANCO ARANCIBIA


APUNTE: ESTRATEGIAS DE MEDIACION PARA EL DESARROLLO DEL LENGUAJE, PRIMER CICLO.
UNIDAD: I Y II. APUNTE COMPLEMENTARIO.

ESTRATEGIAS DE MEDIACION PARA EL DESARROLLO DEL LENGUAJE


(DESDE LOS 0 A LOS 3 AÑOS)

I.- DEL BALBUCEO A LAS PRIMERAS PALABRAS:

En los primeros meses de vida, los bebés emiten sonidos y vocalizaciones y empiezan a balbucear. Esta
actividad es muy importante en el desarrollo del habla y del lenguaje en el niño, ya que le permite
experimentar sonidos distintos y ejercitar los órganos del hable (labios. Lengua, paladar, cuerdas vocales).
Se ha observado que bebés de tres meses ya tienen su forma rudimentaria de “conversar” con sus madres y
personas cercanas. Reaccionan frente a distintos sonidos y voces, son capaces de captar señales
emocionales, lloran ante un tono de regaño, sonríen frente a voces tiernas y cariñosas, diferencian voces
conocidas y desconocidas. Diferencian intensidad, duración y movimientos que se dan en esta comunicación.
Así se inicia la discriminación auditiva, por asociación al contenido emocional del discurso, de acuerdo a la
inflexión y entonación vocal de quien habla.
Alrededor de los seis meses, las inflexiones y el tono de voz le interesan más al bebé que las palabras, lo cual
es un requisito previo para la comprensión de estas. Intencionalmente repite sonidos y hace una especie de
conversación autoimitativa. Hacer preguntas a los bebés, cuando estos aún no hablan, haciendo pausa como
para esperar que ellos respondan les va enseñando la forma de esperar su turno para hablar durante las
conversaciones. Se están iniciando así en la dinámica de hablar y escuchar. Aunque en un comienzo ellos no
comprendan todo lo que les decimos, en su cerebro se están fortaleciendo las conexiones necesarias para el
lenguaje.
De aquí la importancia de centrar nuestra interacción en el desarrollo de las primeras vocalizaciones
alentando al niño a aumentar su balbuceo, a vocalizar sonidos más claros y a aproximar los sonidos a los que
son usados en el lenguaje.

QUE DEBE HACER EL ADULTO MEDIADOR:

1. Responder repitiendo el sonido: cuando el niño o niña balbucea o emite los primeros sonidos
debemos responder repitiendo el sonido, con la intención de reforzar esta conducta, acompañando
siempre de gestos y expresiones no verbales de satisfacción; así además le estamos asignando un
significado afectivo a sus vocalizaciones. De este modo, cuando el bebé emite un sonido, genera
una respuesta en quienes lo escuchan. Si esta respuesta es escuchada claramente por él, aprenderá
a responder al lenguaje, estableciendo una interacción.
2. Iniciar el balbuceo a través de la imitación: cuando el niño vocaliza poco, debemos iniciar el
balbuceo a través de la imitación, con un sonido alto, claro y lento, asegurándonos de que está
haciendo contacto visual con el mediador. El niño debe vernos y escucharnos.
3. El contacto físico cálido: es muy importante, tomarlo en brazos, tocarlo, acariciarlo mientras le
hablamos, o cambiar nuestra posición para lograr el contacto visual y la respuesta del niño.
4. La expresión afectiva: ella es central al interactuar con el párvulo. Generar un ambiente en que se
sienta acogido y seguro pasa por el tono de voz que utilicemos, lo que digamos y las inflexiones de
voz que usemos. El interactuar con los niños y niñas tocándolos, meciéndolos, cantándoles,
soliéndoles y hablándoles es muy importante para su desarrollo emocional y crucial para el
desarrollo cognitivo y del lenguaje.
5. Repetir constantemente es esencial: un buen modelaje alienta al niño a imitar. El modelaje debe
realizarse de forma prolongada (no sólo “ta” sino “ta-ta-ta-ta”) con distintas entonaciones, de tal
modo de lograr la atención del párvulo.
6. Hablarles constantemente: durante la muda, las comidas y cuando los hacemos dormir. Explicitar
lo que hacemos: “ahora vamos a cantar”, “vamos a cambiar el pañal para que estés más cómodo”,
“vamos a tomar la leche para que crezcas sano”, “ahora vamos a lavarte las manos”, “vamos a
dormir, que tengas lindos sueños, te quiero mucho”.
7. Llamarlo por su nombre: evitar los diminutivos, nombrarle a sus compañeros y a los adultos
significativos. Darle nombre a las personas, objetos, acciones y situaciones que se viven en el jardín.
“Ahí está Camilo, vamos a saludarlo”, “qué bueno, llegó la tía Carola”, “ahora vamos a buscar los
juguetes”. Hablar de las actividades que se hacen y las cosas que están alrededor, señalar con el
dedo y nombrar los objetos de la sala y de los espacios externos como el patio.
8. Incorporar ejercicios de repetición: por ejemplo: tapar repetidamente nuestra boca diciendo
“o,o,o”, al estilo indio, y después repetirlo sobre la boca del bebé, soplar una vela, succionar con una
bombilla, son ejercicios que le ayudan al desarrollo del sistema fonoarticulatorio.
9. Canciones infantiles: las canciones infantiles, acompañadas de mímica, gestos y juego de dedos,
son muy motivadoras, atraen la atención del bebé y existen en una gran variedad que nos permite
elegirlas de acuerdo a su contenido, a nuestra intencionalidad pedagógica y a la actividad que
desarrollemos (más tranquila o que implique movimientos gruesos). Por ejemplo “las manitos,
¿dónde están?”, “araña, arañita”, “este dedito compró un huevito”, “ay que me duele un dedo tilín”.
Durante la muda: “rapidito, rapidale tú te pones los pañales”. Durante la comida: “la comidita qué rica
está”.

QUE DEBE EVITAR EL ADULTO MEDIADOR:

1. Hablar con el bebé dándole la espalda o sin acercarnos.


2. Referirse a los niños o niñas como poseedores de características negativas fijas o permanentes
como: “son mañosos, es llorón, es peleador”. Sus comportamientos corresponden a reacciones
frente a situaciones internas o del medio ambiente, y son modificables, no son un estado fijo que no
cambiará. Por lo tanto nuestro lenguaje tiene que reflejar la creencia en las potencialidades y en la
modificabilidad del niño y niña. Ejemplo: “está llorando ¿por qué será?, ha estado peleando ¿qué le
molestará?”.

DESARROLLO DE LA LECTURA:

Ya a la edad de cuatro a seis meses, lo bebés pueden enfocar su vista en los dibujos y se empieza a
desarrollar la coordinación de sus ojos con las manos. Este es un buen momento para ponerlos en contacto
con los libros señalándoles y nombrándoles las imágenes impresas.
Los dibujos brillantes y de mucho colorido fascinan incluso a los niños y niñas que apenas están aprendiendo
a enfocar sus ojos. Y aún antes de que sus ojos puedan enfocarse, el sonido de la voz de quien está leyendo
atrae la atención del bebé.
Esto implica que desde el nivel de sala cuna menor debemos comenzar a familiarizar a los párvulos con los
libros, escogiendo aquellos que por tamaño y consistencia puedan ser manipulados por ellos y ellas, con
ilustraciones llamativas, y diferentes texturas, con el nombre del objeto dibujado, luego frases cortas y
después textos breves que nos permitan focalizar su atención. Igual función pueden cumplir las fotos o
revistas.

LAS PRIMERAS PALABRAS:

Una palabra es un símbolo abstracto que representa un objeto, un acto o una idea. Nombrar los objetos es
uno de los primeros pasos para organizar y dar sentido al mundo. Gradualmente, la percepción del mundo se
hace más clara y organizada: el mundo estará constituido por gran cantidad de personas y objetos distintos,
separados y con un nombre particular para designarlos.
En la medida que los niños y niñas van aprendiendo las palabras, se van independizando del objeto y van
adquiriendo herramientas del pensamiento representacional.
Es importante recordar que en esta etapa están aprendiendo a comprender muchas palabras (lenguaje
receptivo) antes de lograr decirlas (lenguaje expresivo). El paso entre comprender y aprender a hablar se
extiende por un período que varía entre un niño y otro.

QUE DEBEMOS HACER:

1. Las palabras deben ser dichas lentamente: así como las sílabas deben ser enfatizadas con
entonación y moduladas, poniendo mayor énfasis en la primera sílaba.
2. Nuevamente el contacto visual es importante: el párvulo debe ser nuestro rostro y boca. Es
recomendable también acercarle el objeto para permitir que focalice su atención en el rostro del
adulto y en el objeto simultáneamente en forma posterior podemos ir creando situaciones en que los
niños y niñas escuchen la palabra antes de ver el objeto. Esto ayuda a desarrollar su capacidad de
anticipación.
3. Las palabras deben ser enseñadas en un contexto natural de comunicación, donde la
función de la palabra cobre relevancia: cuando el bebé llora, grita o indica un objeto que quiere
obtener, debemos mostrarle una alternativa verbal para reemplazar la anterior. Por ejemplo: ¿quieres
que te pase el juguete?, ¿quieres que te tome en brazos? Ello ayuda, por un lado, al desarrollo de su
lenguaje y, por otro, a la regulación de su propio comportamiento.
4. Utilizar las onomatopeyas. Suelen ser muy motivadoras y les permiten ir reconociendo distintos
elementos de su ambiente. Es importante aquí asociar el sonido con el nombre del animal u objeto
que lo emite. A partir de cuentos, canciones, láminas o juegos mostrar el animal u objeto, nombrarlo,
realizar el sonido y alentar a que el niño lo imite.
II.- ENRIQUECIENDO EL LENGUAJE:

El desarrollo del vocabulario es la acumulación de palabras que el párvulo adquiere, los nombres de las cosas
o las ideas. Contar con un amplio y variado vocabulario dependerá de la cantidad y calidad de la exposición a
nuevos conceptos y categorías mediante el juego, la lectura y las actividades cotidianas que realizan los
adultos cercanos.
Ya al año de edad se observa un alto grado de reciprocidad social, escucha las palabras con atención, las
repite, comienza a orientar sus acciones por las palabras, y agrega paulatinamente otras nuevas a su
vocabulario. Está comenzando a aprender la pragmática o uso del lenguaje como herramientas para expresar
sus necesidades e intereses en relación a personas y objetos del medio.
Es el momento en que dos adquisiciones fundamentales cambian la relación de los niños y niñas con el medio
ambiente:

1.- La aparición de la marcha independiente que amplía el círculo de objetos con los que se encuentran
directamente y cambia las posibilidades de contacto con los adultos.

2.- Sobre la base de un desarrollo intenso del lenguaje tiene lugar la formación de todos los procesos
psíquicos y el desarrollo de la personalidad del párvulo.

QUE DEBE HACER EL ADULTO MEDIADOR:

1. Incorporar las imágenes en forma sistemática: incorporar al trabajo con los párvulos pinturas,
fotografias, dibujos. Al igual que las palabras, las imágenes son también una representación
simbólica y tienen distinto nivel de abstracción. Podemos comenzar con fotografias y dibujos que
están muy cercanos a lo real para luego ir representando imágenes más complejas.
2. Fomentar el uso de frases más complejas: cuando se muestran las imágenes podemos
focalizar la atención del niño o niña en el nombre del objeto representado, los detalles, las acciones
que suceden, algunos adjetivos, junto con relaciones de posesión (“mío”), de localización (“fuera,
dentro”), denominación (“esto se llama…”), y petición (“dame el libro”). Ejemplo: “muéstrame el
gato”, “¿cómo se llama este animal?”, “¿dónde está el gato?”, “mira el gato grande”, “¿de
quién es el gato?”, “qué está haciendo el perro”. Mostrándole fotos, pedir que
reconozcan a personas significativas y a sí mismos en ellas: “¿quién está ahí?”, “¿dónde está el
papá?”, “ ¿dónde está Vicente?”, “¿qué tiene puesto en la cabeza Vicente?”. Cuando el
niño muestre algo y use palabras sueltas, por ejemplo “perro”, convertirlas en frase simples, “sí es un
perro, un perro de color negro”. Intencionar la incorporación de nombres de los objetos, animales y
personas de su entorno familiar y cultural que le sean significativos, agregando características o
atributos (color, tamaño, forma) que los diferencien de otros.
3. Pedirles que señalen y nominen partes de su cuerpo y prendas de vestir: ejemplo :
“¿muéstrame tus ojos?”, “¿dónde está tú nariz?”, “¿y tú boca dónde está?”, “pásame el calcetín”,
“toma tus zapatos”, “¿dónde está tú pantalón?”. Avanzar en el reconocimiento y nominación de estas
nuevas palabras en fotografías, dibujos y videos, incorporando cada vez nuevos términos.
4. Ser muy precisos en la formulación de preguntas y dar tiempo a los niños para responder:
cuando realizamos una actividad y hacemos preguntas el grupo, escuchar individualmente a los
niños, evitando las respuestas a coro. Asegurarnos de que estamos dando el tiempo necesario para
responder, teniendo claro que para nosotros lo más importante no es la rapidez con que responden,
sino que el proceso que realizan al poner atención a la pregunta y elaborar la respuesta. Por lo tanto,
tenemos que lograr una atmosfera que fomente la escucha atenta de las instrucciones o preguntas,
tanto de la educadora como de los párvulos, y luego siempre dar retroalimentación de su
participación al niño o niña, fomentando su motivación y evitando la frustración.
5. Verbalizar las actividades y situaciones acompañándolas de una interpretación de éstas:
explicarles: “te vas a poner la parka, porque vamos a salir y afuera hace frío”, “vamos a sentarnos en
círculo para que todos podamos ver”, “nos vamos a quedar en silencio para poder escuchar a
Javier”. Esto permite además ir fomentando el establecimiento de relaciones entre los distintos
momentos o situaciones.
6. Incorporar la poesía infantil: el ritmo y la repetición de los poemas hacen que lo niños sientan
como si las palabras y los sonidos fueran sus amigos. Los ritmos y los sonidos les ayudan a construir
su sensibilidad hacia los fonemas, un conocimiento relevante en el aprendizaje de la lectura.
7. Sistematizar la lectura de cuentos: seleccionar cuidadosamente los textos, conocerlos y preparar
la lectura de acuerdo al grupo de niños con que trabajamos. Es importante leer con mucho
entusiasmo, cambiar la voz según el personaje y los sentimientos que aparezcan en el cuento. Con
la lectura compartida en forma diaria, los libros se convierten muy pronto en algo que los párvulos
esperan con entusiasmo, se establece una interacción emotiva que permite que los niños asocien la
lectura a un momento de grata comunicación con el adulto.
Necesitamos generar un ambiente de acogida y de escucha atenta:

 Asegurarnos que los párvulos están cómodos y puedan ver las ilustraciones.
 Evitar sentarnos de espaldas a la ventana y que el reflejo dificulte la percepción clara de las
letras e lustraciones.
 Sostener el libro delante o al costado del adulto.
 Mostrar las partes de un libro, mirar la tapa, comentar de que se puede tratar el libro. Mencionar
el título y quien lo escribió.
 Evitar ruidos o música estridente que pueda distraernos.
 Si los niños hacen preguntas, detenerse y responderles, incluso si eso implica interrumpir la
lectura.
 Darle a los párvulos la oportunidad de escoger qué cuento escuchar, par esto, además de la
posibilidad de escoger, tienen que tener los cuentos en un lugar de fácil acceso, a la vista,
donde niños y niñas puedan sacar, manipular y guardar el material.

QUE DEBE EVITAR EL ADULTO MEDIADOR:

Todo tipo de actitud negativa frente al lenguaje de los párvulos:

 Utilizar correcciones del tipo: “eso no se dice así”. En su lugar le repetiremos la palabra o frase de
forma correcta, (“ato” por “auto”, “casa banca” por “casa blanca”) e intencionaremos el uso de esa
palabra o frase en otras situaciones para ofrecerle oportunidades de usarla y si es necesario,
realizaremos nuevamente el modelaje.
 Impacientarnos y responder por él o ella cuando hacemos una pregunta.
 Enunciar preguntas desordenadas o interrumpir nuestro diálogo con el párvulo sin darle espacio ni
tiempo para responder.
 Asumir lo que el niño o niña quiere con sólo indicarlo, sin alentarlo a expresarlo verbalmente.
 Contentarnos con respuestas de tipo onomatopéyico. Ejemplo: ¿qué animal es este? “guau”. En
estos casos es necesario corregir: “este animal es un perro, pe – rro y hace guau”.
 Usar mal el lenguaje, pronunciar de forma incorrecta o con errores gramaticales en el contexto
pedagógico (“gánate aquí, “subió para arriba”).

III.- ESTRUCTURACION DEL LENGUAJE:

Alrededor de los dos años, obviamente con diferencias individuales, los párvulos pueden manejar un
vocabulario de aproximadamente 300 palabras y nombrar imágenes o dibujos conocidos y son capaces de
repetir partes de un cuento o poesía. Existe una percepción exacta de los sonidos del lenguaje y comienzan a
estructurar frases más completas, aunque no siempre gramaticalmente correctas. Elaboran más unos
componentes que otros. Durante este período van incorporando a su expresión artículos (“un”, “una”),
pronombres (“yo”), preposiciones (“a mí”), (“para mía”), y algunos adverbios (“encima”, “debajo”).
En este período, además de continuar estructurando actividades para enriquecer el lenguaje con más
palabras relacionadas, tales como sustantivos, verbos, adjetivos, etc. Necesitamos intencionar nuestra
práctica pedagógica en el desarrollo de una mayor precisión de las expresiones y en la adquisición de reglas
gramaticales por parte de los párvulos.

EL DESARROLLO DE CONCEPTOS: la formación de conceptos es un elemento central que va a


contribuir de forma relevante al desarrollo de pensamiento de los niños, por cuanto le entrega herramientas
cognitivas que le ayudarán a ordenar la información que reciben, a estructurar el mundo y a ordenar la
información que reciben, a estructurar el mundo y a representarse mentalmente la realidad.
Cuando estamos sistematizando la enseñanza de conceptos, es importante considerara algunos pasos:

1. Asociar: un primer paso que tenemos que asegurar es asignarle un nombre, asociar el atributo que
estamos trabajando al término preciso que lo designa. Lo primero es entregar el nombre del atributo:
el color de este lápiz es rojo, el tamaño de esta puerta es grande, la forma de esta figura es
cuadrada.
2. Discriminar: luego, llevar al niño a diferenciar entre aquellos objetos que comparten características
similares, pero que e diferencian en el atributo que estamos trabajando. Ejemplo: “los lápices que
nos son rojo (mostrando lápices de otros colores junto al rojo)” y el tipo de pregunta que hacemos es
relevante: ¿cuál es el lápiz de color rojo?, ¿por qué elegiste este?, ¿por qué no elegiste este otro?
3. Generalizar: en un tercer paso alentar a los párvulos a que realicen una generalización, entre
elementos que comparten sólo el atributo que estamos enseñando: ¿en qué se parecen estos
objetos?
 Es necesario focalizar en la enseñanza de un concepto a la vez.
 Es importante ir desarrollando en el párvulo la relatividad de algunos conceptos como: la
posición y el tamaño.
 Todos los elementos se pueden presentar a través de: juegos, objetos, imágenes,
fotografias, relatos, cuentos, canciones. Adivinanzas y fichas.

4. Categorizar: cada objeto pertenece al menos a un grupo o categoría. Un auto es un medio de


transporte, la manzana es una fruta, el martillo es una herramienta, el azul es un color. A través del
uso de categorías el párvulo irá aprendiendo las propiedades de los objetos: tamaño, color, volumen,
forma y será capaz de establecer agrupaciones, relaciones de orden y correspondencia.
 Explicar el significado de la categoría: “los juguetes son las cosas con las que tú juegas, así
como tu autito, tu muñeca”, de esta forma ayudamos a organizar su vocabulario.
 Incorporar la categoría a la pregunta: ¿en qué se parecen estos lápices?, (son del mismo color).

5. Expresión de sentimientos: el reconocimiento de expresiones faciales y corporales asignándoles


un nombre, les ayudará a expresar su individualidad. Esto lo podemos desarrollar a través de la
observación de las expresiones de sus compañeros, dramatizaciones, el uso de espejos, en los
cuentos, dándole un nombre preciso a estados de animo, emociones y sentimientos: “triste, alegre,
enojado, apenado, pena, alegría”, en un contexto que permita a los niños describirlas en forma más
precisa, asociarlas a indicios y a la expresión gestual. Es importante la validación de estos
sentimientos y su expresión por parte de los adultos: “tienes pena porque se rompió tu juguete”, en
lugar de decir: “ya estás llorando como guagua”.

QUE DEBE HACER EL ADULTO MEDIADOR:

Partiendo del conocimiento previo de determinadas palabras vamos incorporando nuevos términos que
describen partes de un objeto, sus atributos (adjetivos), las categorías a las que pertenecen, las acciones
y verbos relacionados y los adverbios. Siempre ejercitando el lenguaje en forma integrada dentro del
contexto de las distintas actividades diarias.

1. Nombrar partes de los objetos: ejemplo: una casa tiene ventanas, puertas, techo, suelo, podemos
tener láminas o fotografias y motivar con un relato o canción en que aparezca el objeto y sus partes,
o cuando salimos a una visita por el vecindario podemos mostrar la parte y decir la palabra que lo
designa, ir haciendo preguntas. ¿Dónde está la puerta? (estamos llevando al niño a explicitar
adverbios de lugar), ¿qué es esto? (el sentido es que use en su respuesta la palabra puerta en
consonancia con el artículo una), ¿por dónde entramos a la casa?, ¿por dónde salimos de la casa?
(el objetivo es que aluda al uso que hacemos de la puerta, por lo tanto, a su función), ¿hay otras
puertas en la cas? (diferenciación entre singular y plural: puerta, puertas, una puerta, dos puertas,
muchas puertas).
2. Describir los atributos o cualidades de los objetos o personas: la cas puede ser descrita como
vieja o nueva, linda o fea, lo que nos va llevando a incorporar otros conceptos básicos como: color,
tamaño. Existe un variado repertorio de canciones que podemos utilizar con éste propósito. Por
ejemplo: “tengo una casita así, así”, o “veo veo, ¿qué ves?”. La descripción también la podemos ir
haciendo en relación al material del cual está hecho un objeto.
3. Incorporar acciones y verbos: los verbos son más abstractos y, por lo tanto, intangibles. Cuando
una acción fue realizada desaparece, por esta razón, generalmente la adquisición de los verbos es
posterior a los sustantivos. Al enfatizar los verbos estamos nombrando el objeto, la acción y su
funcionalidad. Por ejemplo: “comemos con la cuchara” (la funcionalidad de la cuchara es que sirve
para comer).
 En la descripción de imágenes y relatos de cuentos es frecuente que podamos integrar
fácilmente preguntas frente a la acción de los personajes.
 Dar ordenes sencillas como: “toma, dame, ven sube, baja “o utilizar canciones que
incorporen acciones: “Simón manda, sobre el puente de Avignon”.
4. incluir adverbios: es apropiado usar preguntas que contengan: ¿cuándo? (antes - después, ayer-
hoy-mañana), ¿dónde? (arriba – abajo, dentro-fuera, encima-debajo). A través de los adverbios
vamos entregando a los párvulos, términos precisos para describir las acciones y desarrollamos
conceptos que les permitirán ir estableciendo relaciones espaciales con los objetos y personas e
identificando secuencias temporales en las acciones.
5. Repetir rimas y canciones: la discriminación auditiva, es decir, el reconocimiento de sonidos
iguales y diferentes es precursora de la conciencia fonológica, la que a su vez es un importante
requisito para el aprendizaje de las relaciones entre el sonido y las letras. Las repeticiones rimadas
son ideales, porque la capacidad de imitación a esta edad es extraordinaria. El párvulo es capaz de
repetirlas imitando incluso la voz y los gestos de quien las enseña. Por ejemplo: “el sol es de oro, la
luna es de plata, las estrellas de hojalata”, “aserrín, aserrán los maderos de San Juan”, los cuales
pueden ser acompañados con instrumentos de percusión o palmadas.
6. Leer cuentos: los niños y niñas son capaces de repetir partes de cuentos conocidos e, incluso,
pueden advertir que el adulto ha cambiado palabras en su relato (en una historia conocida).
 La lectura permite a los párvulos familiarizarse con nuevos conceptos, temas, vocabulario y
estructuras oracionales de los textos escritos.
 Se familiarizan con destrezas de la lectura como: tomar un libro, voltear las páginas,
observar las palabras, desplazarse de izquierda a derecha.
 Al ir leyendo es recomendable mostrar y seguir el texto con el dedo. Las palabras impresas
se van almacenando en su memoria de largo plazo, establecen similitudes y diferencias,
distinguiendo formas de letras y palabras.
 El lector adulto, cuando lee con entusiasmo, claridad y expresión, proporciona un modelo
que los niños querrán imitar.
7. Realizar dibujos: ayudan a desarrollar la habilidad para reproducir e interpretar el mensaje de un
autor. A través de la pintura los párvulos toman conciencia de que las imágenes sobre el papel son
significativas y dicen algo. Cuando el niño colorea cuadros de personas o animales aprende a
reparar en detalles significativos, a diferenciar figura y fondo, lo cual es una destreza perceptual
necesaria para distinguir los símbolos de una página impresa y el pintar también ayuda a los niños a
desarrollar la direccionalidad izquierda derecha. Este interés por la escritura sirve de nexo entre el
lenguaje oral y el lenguaje escrito.
8. Ofrecer una variedad de materiales impresos: para que los niños vayan utilizando en juegos de
rincones, dramatizaciones, juego de roles, etc., permitiendo a los párvulos familiarizarse con el uso
funcional de la lectura.
 Menús, libretas para tomar ordenes, dinero de juguete y boletas con productos y valores
impresos, boletos de micro.
 Recetas de cocina.
 Envases vacíos de alimentos y etiquetas con los nombres y marcas impresos.
 Catálogos de compras, etiquetas con precios, calcomanías, bolsas con palabras impresas.
 Diarios y revistas, guías de teléfono, agendas, libretas.
9. Ofrecer materiales para estimular la expresión escrita y el dibujo libre:
 Lápices de cera, de colores, plumones.
 Hojas blancas, cuadernos, sobres.
 Block de dibujo.

QUE DEBE EVITAR EL ADULTO MEDIADOR:

El uso de imperativos y negaciones: el uso de imperativos es cortante y cierra la conversación, por


ejemplo: “cállense, quédate quieto, no te pares, no te subas a la mesa”, así como las negaciones
absolutas no dejan opción a que el niño o niña estructure en su mente otras opciones que pueda
compartir con el adulto y enriquecer su pensamiento y su inteligencia. Pedir las cosa utilizando formas
distintas: ¿y si…? por qué no…? qué te parece…? o responder con otras preguntas o intervenciones a
las preguntas de los párvulos, abre caminos de comunicación que crean nuevos conocimientos.
Ante la pregunta “¿puedo ir al patio?”, podemos contestar un “no” seco que acaba toda interacción
comunicativa, o podemos decirle “¿es el momento de salir al patio?”, “me parece que no es hora
(mostrándole el reloj) de salir al patio, vamos a terminar lo que estamos haciendo y dentro de diez
minutos vamos a salir con tus compañeros a jugar al patio”. Y a partir de aquí, iniciar u conversación.
Los “no”, se deben reservar para situaciones en que la seguridad del párvulo este en riesgo, y luego se
debe explicar con razones para que la conducta o situación no se repita.

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