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LA TORCAZA (Zenaida auriculata)

“Yo la tenía en mi casa

Tan bonita que se crió

Pobrecita mi torcaza

¡El gavilán se la llevó!”

La Torcaza - Alfredo Gutierrez

Esta historia trata de príncipes y de palomas. Príncipes muy


próximos al poder imperial de Francia, y palomas pequeñas, torcazas,
que desde la llegada de los europeos a América han entrado en conflictos
con ellos por sus cultivos donde encontraban una inesperada fuente de
alimentos.

Actualmente la torcaza es vilipendiada no sólo por el agricultor sino


también por los habitantes de los barrios elegantes de Buenos Aires, que
la consideran una plaga sanitaria aún peor que las ratas. Digamos en
verdad que el aumento poblacional de esta especie deriva del exceso en
la oferta de alimento debida a la extensión que ha alcanzado el
monocultivo en nuestras llanuras.

Pero pocos saben que la torcaza lleva el nombre de una princesa de


la más alta alcurnia europea: Zenaida. Nombre de reminiscencias
mitológicas clásicas. Zenaida, la hija de Zeus, el dios supremo del
Olimpo.

¿ Como adquirió la sencilla torcaza ese nombre tan principesco?

UN CUENTO DE PRÍNCIPES

En 1825 el príncipe y ornitólogo Charles Bonaparte describió una


paloma pequeña que había sido capturada en los cayos de Florida,
Estados Unidos, por el naturalista Titian Peale algunos años antes
durante una expedición enviada por la Academia de Ciencias Naturales
a Florida y Georgia. Sin aclarar los motivos del homenaje, Bonaparte le
puso a la especie el nombre de su esposa, Zenaïde, por lo tanto quedó
como Columba Zenaida (actualmente es Zenaida aurita, la Zenaida Dove
o Paloma Sanjuanera, una torcaza caribeña). Más tarde le cambió el
nombre por Zenaida amabilis, elevando el nombre a nivel de género.

Por otro lado, nuestra torcaza sudamericana fue descripta por el


ornitólogo y abogado francés Marc Athanase Parfait Oeillet Des Murs
con el nombre de Peristera auriculata, y luego el mismo Bonaparte la
incluyó también en su género Zenaida. El nombre especifico auriculata
(= con orejas ) hace referencia, según la descripción de Des Murs, a
“siete u ocho plumitas escamadas del mismo color forman una especie de
pincel en el orificio auditivo”.

Pero ¿quién era este Bonaparte? Y ¿qué relación tenía con la familia
imperial?

Charles Lucien Jules Laurent Bonaparte era hijo de un hermano


menor de Napoleón llamado Lucien, quien se había casado sin el
permiso del emperador, por cual fue desplazado con su familia a Roma,
donde Charles se educó. Allí mostró una temprana afición por las aves y
guiándose por las obras y consejos del zoólogo Coenraad Jacob
Temminck llegó a descubrir una nueva especie: el carricerín
real (Acrocephalus melanopogon).

Cuando Charles tenía 7 años, sus padres intentaron huir con su


familia a América, pero fueron sorprendidos por una tormenta en el
Mediterráneo y se refugiaron en Cerdeña, donde los ingleses los
capturaron y los llevaron a Londres. Permanecieron bajo arresto
domiciliario durante cuatro años, hasta la caída de Napoleón. Entonces,
Charles pudo volver a Italia donde recibió el título heredado de su
padre, príncipe de Canino y Musignano, correspondiente a dos
posesiones del Lazio italiano.

Otro hermano de Napoleón, José Bonaparte, rey de Nápoles y de


España, no tenía hijos varones, y a fin de retener la corona de España en
su rama familiar, promovió el casamiento de su hija primogénita Zénaïde
Laetitia Julie Charlotte con su primo Charles a quien nunca había visto
antes.

Zénaïde, criada en Francia, era una joven seria, idealista, que tocaba
muy bien el arpa y se dedicaba al estudio y la pintura. Hablaba muy bien
el francés, español, italiano, y alemán, y dado que gustaba mucho de la
cultura alemana, traducía poemas de Schiller. Físicamente era rellenita,
de facciones regulares y pelo negro y enrulado.

Según Charles “ Corría el año 1822 cuando mi padre decidió


llevarme a Bélgica donde mi prima Zénaïde…destinada a ser mi mujer,
viví bajo la custodia de su madre…Muy pronto, gustosamente, comenzó
la felicidad de mis días gracias a la sabia mujer que me hizo padre de una
numerosa prole”. Así como Zenaïde era taciturna y reflexiva, Charles era
locuaz y talentoso, y la virtud y suavidad de ella calmaban su febril
actividad mental.

El casamiento se realizó en Bruselas y pasaron su luna de miel


visitando museos en Frankfurt, Munich y Milán. Se radicaron en
Filadelfia, Estados Unidos, donde Charles comenzó a desarrollar su
carrera científica actualizando la obra del fallecido Alexander
Wilson, American Ornithology, y trabando amistad con otro gran
ornitólogo, John James Audubon, y participando activamente en la
American Philosophical Society y la Academy of Natural Sciences.

Tras cuatro años regresó a Italia donde siguió trabajando en


zoología, promoviendo la realización de numerosos congresos
científicos. También participó en los movimientos políticos nacionalistas
en contra de los intereses austríacos, de lo que resultó un nuevo exilio a
Londres y finalmente a Paris donde desarrolló una prolífica tarea
científica. Allí fue director del Jardin des Plantes y recibió el
reconocimiento de varias instituciones como la Academia de Upsala, la
Academia de Ciencias de Berlín y el Instituto de Francia.

Charles fue un excelente zoólogo, y especialmente ornitólogo, de


modo que su obra cumbre, Conspectus generum avium, fue un texto
indispensable para los naturalistas de la segunda mitad del siglo XIX.
Intentó listar todas las aves conocidas hasta entonces, pero sólo pudo
publicar el primer volumen, que sin embargo sigue siendo junto con el
de Linneo el mayor trabajo producido por un único autor sobre nuevas
especies y géneros de aves. Para mostrar sus conocimientos de latín
compuso algunos nombres científicos endemoniadamente difíciles y fue
criticado también por crearlos profusamente sin suficiente fundamento.
Sin embargo 141 géneros y 181 especies de aves descriptas por él aún
mantienen su validez.
Revisó la sistemática de los vertebrados que en esa época se basaba
en la obra de Cuvier. Propuso utilizar criterios más amplios, incluyendo
datos fisiológicos, embriológicos y zoogeográficos, tomando en cuenta el
hábitat de las distintas especies. Sus sugerencias sobre la clasificación de
los vertebrados fueron en su mayor parte aceptadas.

Físicamente Caharles era un hombre pequeño, de ojos oscuros, muy


conversador, y un muy agradable compañero, de mucho espíritu,
gallardo, fogoso y ardiente. Con Zenaïde tuvo 12 hijos de los cuales 8
sobrevivieron a la niñez. Pese a un comienzo feliz como pareja, cuando
él fue exiliado de Italia, Zénaïde decidió separarse y quedarse en Italia
con sus hijos y sus padres. Charles era un jugador compulsivo y en los
casinos había derrochado gran parte de la dote se su mujer, consistente
en unos 700.000 francos. Las deudas de juego lo llevaron incluso a
vender sus posesiones de Canino y Musignano, de modo que su esposa
pidió el divorcio para evitar que terminara con el resto de su herencia.
Parece ser que los disgustos que le produjo esta situación debilitaron su
salud y en 1854 falleció de una angina purulenta. A su vez, tres años más
tarde (1857) Charles tuvo una muerte rápida y solitaria, debida quizás a
un ataque cardíaco,

A diferencia de los cuentos infantiles la historia de estos príncipes no


tuvo un final feliz. . .

LOS NOMBRES DE LA TORCAZA

Sánchez Labrador cuenta que los guaraníes las llaman apicazú y


los mbayás, cotidi, y los españoles, torcazas porque en Europa a la
especie semejante le dieron el nombre Palumbus torquatus, por tener
un collar blanco del que sin embargo carecen las de Paraguay.

Paucke registra el nombre mocoví: covinig

En Brasil, según Rudolf von Ihering, es un ave famosa “como se


desprende de los muchos nombres que tiene”: pomba de bando,
pomba de arribaçao, pomba-do-meio, pomba-do-sertão, arribaça,
rabaça, ribaçã, avoante, cardigueira, cardinheira, juriti-
carregadeira , guaçuroba-pequena, paray, pairari, pararé y
bairaray,

En Argentina el nombre habitual es torcaza, pero en Tucumán


se la llama sacha paloma, en La Rioja, apoca, y en Mendoza,
tortolita puntana. En Chile, tórtola y cucule.

En Colombia, torcaza nagüiblanca, coliblanca, pusira, corralera,


abuelita y cutusa. En Venezuela es la paloma sabanera y en
Guadalupe, tourterelle-ortolan (= tortolita hortelana).

LAS TORCAZAS SEGÚN LOS NATURALISTAS

A pesar de su abundancia las torcazas aparecen en los escritos de los


antiguos naturalistas con referencias escuetas, especialmente en lo que se
refiere a su comportamiento.

A William Hudson le agradaba su arrullo: “En los días claros y tibios


de agosto, el dulce y triste canto parecido a un sollozo de esta paloma se
oye en todas las arboledas . . . y es un sonido agradable, suave y
susurrante que le hace uno sentir, con anticipación, el lánguido
sentimiento veraniego en las venas”.

Sánchez Labrador (1767) cuenta que “En todo Paraguay abundan


con demasía estas palomas torcazas. Se mantienen de granos que logran
en los campos y de los que hallan en los sembrados. Comen también
frutillas silvestres que producen los árboles y matas. Son plagas de las
viñas…Casi siempre andan en bandadas, y aunque se ponen a descansar
en los árboles bajan frecuentemente a tierra. De su naturaleza nunca son
tan mansas que vengan a anidar en las habitaciones, pero si a comer
entre las palomas domésticas.” Refiere que en general se las ve bien
gordas, pero especialmente en otoño y que son muy cazadas con
trampas de cimbra.
Para Félix de Azara en cambio “es muy mansejona . . . se posa
hacia la quarta parte alta de los árboles, no en la cumbre, prefiriendo los
muy copudos, sin hacer estudio de esconderse”.

White (1882), la vio en gran cantidad en los viñedos así como en


los alfalfares de Catamarca (Argentina).

Chrysanthus Sternberg (1867) nos cuenta que “Esta pequeña y


elegante paloma se encuentra en los barrios de Buenos Aires, es muy
común y muchas veces se hallan aquí en grandes bandadas.”

Martín Dobrizhoffer (1763), un sacerdote jesuita que vivió entre los


indios abipones de Santa Fe (Argentina) relata acerca de los usos
terapéuticos de las torcazas “Algunos atan a la herida producida por éstas
[serpientes] una paloma o una gallina despedazada viva, pues creen que
ellas absorben el veneno”.

Por su parte Florian Paucke (1752), que misionó entre los mocovíes,
informaba que las torcazas son “tan abundantes y buscan su comida que
yo en el viaje con mis indios musicales desde Buenos Aires a mi
reducción he tirado durante el cabalgar al medio de ellas y he muerto
dos, también tres al montón. La abundancia de estas palomas silvestres
junto con los innumerables pequeños loritos verdes ha causado en cada
año un gran daño al cucurus [maíz]. . . aparecen, como es cierto, en
bosques y campos pero con más frecuencia se encuentran donde hay un
trapiche de vino. Ahí se reúnen en modo de bandadas para comer las
uvas exprimidas o bagazos. En una ocasión cuando ellas comían
semejante simiente de uvas exprimidas en la estancia Jesús María a doce
leguas de Córdoba, aventuré sólo un tiro único al medio de ellas y maté
dieciocho de ellas, por lo cual puede conocerse claramente cuán
comunes y abundantes son las tórtolas.”

Las torcazas llegaban a formar en el pasado enormes bandadas,


inimaginables hoy en día. D’Orbigny relata: “Desde hacía algún tiempo,
las palomas habían llegado en innumerables bandadas a orillas del Río
Negro: todas las mañanas esas bandadas, compuestas, por lo común de
muchos millares, descendían de lo alto del Río Negro hacia la
desembocadura, en nubes espesas, que cubrían de un color azulado
todas las llanuras de las orillas, ocultando la tierra . . . quedé estupefacto
del alboroto que hicieron esos millares de pájaros, al levantar vuelo
todos juntos. Era un ruido semejante al del trueno.”

Pero en el nordeste brasileño, en el sertão, es donde se vieron las


mayores concentraciones, cuando las torczas llegaban en increíbles
números, al comienzo de la época de las lluvias, para anidar. De allí el
nombre de “pomba de arribaçao” (= paloma de llegada) o “arribaça”.

El escritor brasileño Rodolfo Marcos Teófilo pudo conocer este


fenómeno en la zona de Ceará: «Imagínese una área de floresta,
teniendo de extensión algunas decenas de kilómetros, invadida
súbitamente por algunos millones de palomas, que no se sabe de donde
vinieron y tenérselas encima al comienzo del estupendo hecho. La nube
obscura comenzó por un punto negro en el horizonte; cuando ella se
detuvo sobre la floresta, hubo un eclipse casi total. Bajó a tierra y
millones de palomas se posaron en el suelo. Para los pobres habitantes,
que padecían un hambre de muchos meses, llegaban las palomas como a
los hebreos el maná del desierto”. A esto siguió una gran matanza por
parte de gatos monteses, zorros, comadrejas y de pobladores que
despachaban cargamentos de palomas saladas y secadas al sol a varios
pueblos de la región.

Rudolph von Ihering observó en abril de 1934 un suceso similar en


Campina Grande, Estado de Parahyba y registró diversas formas de
cacería. Por ejemplo, la «sangra» es una jaula grande cebada con maíz y
que tiene una sola entrada en forma de embudo, como las redes de
pesca. «Tinguija-se» es el jugo venenoso de una variedad de mandioca
que se echa en los bebederos y produce en poco tiempo el
entorpecimiento y muerte. Los «tiros de clavinote» son trabucos cargados
con una gran cantidad de plomo que al disparar matan centenares de
palomas.

LAS TORCAZAS Y LA GENTE

En el nordeste brasileño la arribaçã era consumida tradicionalmente


como un bocadillo o “tira-gosto”, una valiosa fuente de proteínas para
una región tan castigada. Sin embargo su caza hoy en día es controlada
debido a que la supervivencia de las poblaciones está seriamente
comprometida a largo plazo en el sertão paraibano. Harían bien en
tener en cuenta esto los que proponen su exterminio sin control.

En Colombia las nagüiblancas, como se las conoce allí, constituían


una plaga que desenterraba y se comía las semillas recién sembradas. Los
campesinos las buscaban de noche en sus dormideros en las arboledas del
pie de la montaña, lejos de los campos de labranza. Alumbrándose con
antorchas las cazaban con hondas o caucheras.

Para los criollos argentinos la torcaza puede ser señal de buenas


noticias y su canto indica paz y buenas cosechas. Según el tono de su
canto indica el nacimiento de un varón o de una niña, aunque para los
santiagueños cuando se la oye cerca de las casas puede anunciar la
muerte de un niño. Aparece en los cuentos como un ave tímida y
quejosa que resulta engañada por el zorro y ayudada por el chingolo.

Para los mbayás-guaraníes es un mensajero de los dioses cuya


morada celestial frecuenta. Para los chorotes es una enviada del cielo que
trajo el maíz a la Tierra. Los wichis aseguran que la torcaza tenía antes un
pico largo como el de la garza y que al intentar pescar se lo quebró,
dedicándose desde entonces a comer semillas en los campos. Sin duda un
curioso relato evolutivo. Los qom la consideran un auxiliar que ayudaba
en el trato con brujas y otra gente malvada.

La torcaza aparece muy frecuentemente en la poesía popular


representando a la mujer querida que abandona a su pareja:

“Linda tortolita
que yola crié
se junto con otra
se voló y se fue”.

ANTOLOGIA DE LA TORCAZA

Numerosos poetas se han sentido inspirados por las formas


delicadas y el plañidero arrullo de las torcazas, veamos algunos
ejemplos:
Torcaza, torcaza, paloma torcaz
tan corto tu sueño de miga y nidal.
Torcaza, torcaza, paloma torcaz
tan corto tu sueño de miga y nidal

Alberto Cortés

La torcaza volaba
y tú la contemplabas.
…….
No le importaba a la torcaza su belleza,
pues vanidad no abriga;
volaba y nada más y el mar y el mundo
razón de ser tenían
y existían.

Juan Domingo Argüelles

Eres una palomita pequeña


y muchos te llaman Torcaza
andas por el campo vuela que vuela
y no sé, cómo no te cansas.

Alejandro J. Díaz Valero

Corre torcaza a mi lado,


llévame donde él voló,
bien sabes que he sido yo
la mujer que más lo ha amado.
Casilda García Roldán

Há muito tempo não se via


Água correr no ribeirão
A juriti e a rolinha
O canto de um canção
A sabiá voando baixo
Arribaçã pousar no sertão

Alex Zuza

En mi infancia las patas rojas


de las torcazas adoré:
los pies de cuero colorado
y aquellos dedos escarlata.
¿De qué mundo de pluma y sueño
de qué inaccesible vestuario
se desgranó la cetrería
hasta mi pobre condición?

Hacia mi pobre condición


de cazador sin escopeta
perdido en la lluvia y las hojas
del bosque bajaban volando
las innumerables torcazas;
comiendo las negras semillas,
el pan secreto de la selva,
las bayas del áspero estío,
comiendo los granos del cielo,
las direcciones del barranco,
el amanecer cereal,
las golosinas de la aurora.

Pablo Neruda

Una torcaza se asoma a mi ventana.


La miro.
Ella también.
El muro de vidrio es infranqueable.
Una ventaja tiene la paloma.
Está del lado de afuera y con sus alas intactas.

Juan José Mestre

REFERENCIAS

-Azara, F. de-(1802)- Apuntamientos para la Historia Natural de los


Páxaros del Paraguay y del Río de la Plata. Comisión Interministerial de
Ciencia y Tecnología. 1992.

Beaumont, E. de – 1866 – Notice sur les Travaux Scientifiques de S.


A. le Prince Charles-Lucien Bonparte. Paris

Dobrizhoffer, M. – 1968 – Historia de los Abipones - Universidad


Nacional del Nordeste - Resistencia (Chaco).

Gay, C. – 1854 - Historia física y política de Chile. Paris

Hudson, W. H. – (1920) - Aves del Plata – Libros de


Hispanoamerica.
Marbach, C. – 2005 - Charles Lucien Bonaparte, Audubon et Saint
John Perse. Bulletin de la Sabix, 38003A54 -60.

Palermo, M. a. (ed.) -1984- La paloma torcaza – Fauna Argentina


44 – CEAL.

Paucke, F. – 2010 - Hacia allá y para acá. - 1a ed. - Santa Fe:


Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe.
Rey y Cabieses, A. M. -2008 – Descendencia de José Bonaparte,
Rey de España y de las Indias I - Anales de la Real Academia Matritense
de Heráldica y Genealogía XI - Madrid

-Sanchez Labrador, Jose –(1767)- Peces y aves del Paraguay Natural


Ilustrado. Fabril Editora, Bs As, 1968

Von Ihering, R. (1935) La paloma, Zenaida auriculata, en el


nordeste del Brasil. Hornero 006 (01) : 037-047.

White, E. W. – 1882 – Notes on Birds collected in the Argentine


Republic – Proc. Zol. Soc. London. P. 591.

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