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A
pesar de que la frase anterior fue escrita hace unos años, el escritor Alan
Moore nunca se equivocó en su expresión, hoy en día esas palabras son
evidentes, tenemos una enorme cantidad de herramientas tecnológicas
que nos facilitan la vida, beneficiosas, a su vez, pero también desastrosas.
Gracias al enorme auge producto de la globalización presente en todos los países; la
televisión como uno de los primeros medios de comunicación, permite la transmisión y
recepción de imágenes y sonido que simulan movimiento a distancia, se emplea hoy
como un mecanismo de difusión.
Giovanni Sartori en su libro Homo videns citó: “…la televisión nos permite “verlo todo” sin
tener que movernos: lo visible nos llega a casa, prácticamente gratis desde cualquier
lugar. (…). Ante esta afirmación se dice que la televisión se ha convertido, junto con
internet y los teléfonos móviles, en un riesgo patente para el desarrollo de la capacidad
de atención y las habilidades de aprendizaje de los adolescentes. Por lo tanto, estar
expuestos a este tipo de avances, requiere de mucha atención hoy en día por parte de
la familia como también de la escuela.
Ahora bien, ¿Dónde está la influencia de la televisión en los valores y las creencias de la
juventud y la niñez? Recordemos según estudios los adolescentes pasan un promedio
aproximado de más de tres horas diarias viendo televisión. Lo más preocupante es que
los medios de comunicación se han olvidado de lo realmente importante: “la educación
de todos”, lo que importa para éstos es lo que más audiencia les da, no les interesa
mostrar violencia, injusticias, venganzas, intrigas, infidelidades y mentiras, pero muy
poco amor, felicidad, responsabilidad y madures; no les importa que los televidentes
adquieran conductas negativas, lo que implica pérdida de valores a su vez. Vivimos en
un mundo donde el niño imita a su personaje favorito de la televisión y el padre mantiene
ocupado a su hijo con la misma, en lugar de darle amor y cuidado. Somos personas
sujetas a un objeto, un arma de doble filo, en la medida que nos dejamos influenciar
demasiado en su utilización. Somos parte de un mundo donde ahora más que nunca se
necesitan de personas críticas ante un mundo tan cambiante.