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Erosión de la política tradicional: de la primera guerra mundial a la gran depresión

El republicanismo aristocrático se veía erosionado por el socialismo y el populismo. Tal decadencia


abrió paso a la política de masas propia del XX. La estabilidad del R.A. se basó en la participación
política de un pequeño grupo y la contención de la clase media a partir de la estabilidad
económica. Con la crisis del 30’, cambió tal circunstancia.

La R. Parlamentaria: Políticas defensivas: La elite llevaba una estilo de vida partidista patricio y
europeo que se orientaba a defender sus intereses de clase (especialmente económicos). Para ello
requerían que existiese prosperidad relativa en los grupos inferiores y un presidente
condescendiente con los oligarcas. Un mecanismo para este actuar corporativista fue la existencia
de espacio donde se fortalecían los lazos de consenso (clubes, colegios, la iglesia, etc.).

La política de ascensos: El parlamentarismo entregó importancia al sistema de partidos y


regularidad al electoral lo que favorecía la entrada de Grupos ascendentes.

La clase media, era más un Grupo social que una clase social (en términos marxistas), pues
llevaban un papel ambiguo entre la elite y los trabajadores. Pese a que eran seducidos por la elite,
se identificaban mejor con grupos como los radicales. Esto les puso en contacto con los
trabajadores, el cual se intensificó con la crisis del 30’ (cuando la prosperidad acabó).

La política de protesta: Pese a que aún eran grandes los grupos de campesinado rural, gracias al
desarrollo de una economía urbana se logró generar un proletariado sin lazos de paternalismo. No
obstante, debido al frágil desarrollo de dicha economía, tales grupos bajos tardaron en
organizarse. Fue en las minas donde emergieron huelga que aproximaron a los grupos urbanos a la
sindicalización, lo que culmina con la FOCh y recabarren. Esto incrementó la disciplina de los
proletariados, lo que se expresó en la gestación del POS, un partido que se alejó del elitismo
parlamentario.

Presiones a la república parlamentaria 1915-1919.

Hacia 1915, los movimientos izquierdistas se fortalecieron, incidiendo en el electorado y en las


demandas sociales en el congreso. El Radical, el PD y el POS crecieron relativamente. En este
contexto Alessandri triunfa como El León de Tarapacá, a través de una estrategia populista
(oponerse discursivamente a los oligarcas) que captó a sectores medios y bajos (pese a la
oposición del POS y la FOCh). En tal contexto acontece la Gran Guerra junto a una crisis económica
en el salitre, lo que potencia la propuesta de Alessandri y evoca el nacionalismo (pues se culpó a la
dependencia externa de la crisis). La Alianza Liberal y Alessandri aprovecharon de desafiar a los
conservadores en las parlamentarias en base a las propuestas de reformas sociales. Como
resultado, vencieron en la cámara baja.
La elección de 1920: el populismo liberal y Alessandri.

Para Alessandri la “evolución rápida” es el modo de evitar la revolución. Para ello se requería un
Estado fuerte y disminuir la inestabilidad parlamentaria. Esta postura (acompañada de una
retorica populista y una postura personalista), fue la Reacción reformista de la elite (Alessandri y la
Alianza Liberal) que abogaba por aflojar la lucha de clases. Por otro lado estaba la Derecha (Unión
Nacional) que prefería recurrir a la coerción.

La derecha consideró a Alessandri como traidor de clase, pues recurrió a la retórica de “Canalla
dorada”. Tal retórica fomentó la polarización política. Ante ello, la Unión Nacional copió las
propuestas de la Unión Nacional. El objetivo de ello era mantener a la clase media controlada
(para que no se acercase a otras clases) y reducir los conflictos con la clase baja.

El electorado, en este contexto se hallaba dividido, y se tornó una disputa matizada por lo social,
lo valórico, lo político y lo geográfico. La clase media asumió un rol ambiguo. La Federación de
Clase Media (1919) “se quejaba mucho más por la resistencia de la clase alta a su movilidad social
que por la situación difícil de los obreros” (33). “denunciaban la oligarquía reaccionaria, pero
continuaron buscando un lazo de sangre o amistad. Es en este contexto en el que la política
estudiantil mostró rasgos de corte populista en huelgas. Estudiantes y trabajadores eran atacados
por igual, lo que forjó una unidad entre tales grupos.

El descontento aumentó con la inflación, la caída salitrera, la cesantía. Esto ponderó a la Rv Rusa y
al socialismo. El POS entonces acusó a Alessandri de ser portador de falsas promesas de una nueva
oligarquía. Para combatir a Alessandri nombraron a Recabarren a la presidencia. Recabarren
fracasó debido a las constantes persecuciones y el miedo que se tenía a su postura revolucionaria.
Finalmente Alessandri captó la atención de los trabajadores. Alessandri era el nuevo Mesías.

Pese a que Alesaandri aceleró las divisiones políticas, prosperó en su candidatura más como
candidato regional que un candidato de “clase social”. Provincias resentidas, mineros, clases
urbanas bajas y sectores de la elite… tal conjunto era su masa votante.

El resultado significó el paso a una política de masas urbana y populista, pero no eliminó
totalmente la autoridad de cacique, el sistema parlamentario ni ciertos hábitos (37). “el temor a
las masas, pero no las masas en sí misma, eligió a Alessandri”. La elite comprendió que era
preferible Alessandri a continuar el desorden civil. “Alessandri presidente o la revolución” era un
eslogan amenazante para la elite.

Alessandri entra en funcione 1920-24.

Partidos y organizaciones asociadas a los trabajadores progresaron con Alessandri. Los radicales se
vieron elevados. LA persecución a los sindicatos disminuyó y florecieron otros sindicatos.

No obstante fue una decepcionante historia presidencial. So concepto de política de masas se


limitó a la movilización electoral, no gobernando necesariamente para “el pueblo”. De su
desempeño culpó al obstruccionismo electoral. Alessandri llamó de modo caudillístico a “desalojar
a los viejos del senado”. En las elecciones parlamentarias triunfó la Alianza liberal. Esto animó la
crítica militar al parlamentarismo. La política tradicional estaba sitiada y ambos sectores políticos
buscaban ganarse el favor de los militares.

Intervención militar 1924-31.

En este contexto los militares intervinieron en el parlamento en favor de incrementar su dieta


(ruido de sables). Luis Altamirano Talavera asumió el liderazgo y Alessandri renunció. La elite
tradicional intentó influenciar a la nueva junta militar, pero “tratando de reconstruir el pasado, la
elites hipotecaron su futuro” (39). Los militares volvieron a poder a Alessandri y los conservadores
se sintieron traicionados.

LA nueva constitución del 25 prometía bienestar y protección laboral, separó a la iglesia del
estado, elevó el poder presidencial, etc. Alessandri en definitiva ayudó a crear un gobierno
ejecutivo fuerte gracias a su tendencia personalista. “al fortalecer la presidencia, la constitución de
1925 alentó el populismo y puso fin al a República Parlamentaria” (49).

Alessandri se marcha e Ibañez asume el poder tras bambalinas. En las nuevas elecciones llama a la
participación pluralista (discursivamente) convocando Figueroa (elite tradicional) y a Salas
(socialistas y trabajadores). Salas no era una figura pública, siendo prácticamente desconocido, por
lo que impactó que llegase a obtener cerca del 29% de los votantes). Era evidencia de la debilidad
de la elite política tradicional.

En el 27 Figueroa renunció precipitadamente y se artifició una elección en la que Ibáñez salió


elegido. Estaba puesto el señor de legitimidad popular y constitucional. El recuento de votos
ibañez marcaba un 97%.

Ibañez puso en marcha la constitución de Alessandri. Exilió a todo tipo de partidistas político, pidió
créditos externos a inversionistas de EEII y se enfocó en estabilizar la economía. Los mayores
beneficiados fueron la clase media perteneciente a la burocracia y los militares.

Ibañez inició con un proyecto de semi-corporativismo a través de los sindicatos, haciéndolos


servidores del Estado. Socavó la tendencia izquierdista en la política laboral y puso al descubierto
la fragilidad de las organizaciones en clases bajas (43).

Una vez llegada la Gran depresión, el caos desarticuló el proyecto de estabilización a la ibañez.
Tras el 30’ ascendió un nuevo estilo de política nacional, nuevos líderes y nuevos partidos.

El impacto de la gran depresión 1930-31.

Anteriormente a la depresión en la época parlamentaria y con ibañez, la economía se había


enlazado fuertemente con los extranjeros. Una vez acontecida la depresión (expresada en hambre,
desempleo, altos precios) el general de la población concibió que la dependencia de lo foráneo era
dañina. El salitre había prácticamente frenado su producción a causa de la caída económica.
“los trabajadores comenzaron a dejar desiertos los campos mineros” (45). Una gran masa migró a
Santiago o a los campos de sus familias. Ante esto, el gobierno suspendió las obras públicas y
asistió a los desempleados hambrientos. Hacendados y mineros se sentían cada vez más
descontentos con ibañez. Para contrarrestar el déficit generado Ibañez incrementó los impuestos y
redujo los gastos, lo que terminó por acelerar la oposición al régimen militar.

Repudio al gobierno militar.

Ibañez intentó recobrar la confianza de la elite tradicional de izq. Y der. Pero tal se opuso
rotundamente. Todos los grupos sociales atacaban a ibañez (estudiantes, elite, trabajadores, etc.).
En julio del 31’ Ibañez abdica. Ante ello aconteció un fervor anti militar (contra militares y
carabineros), lo que conllevó a que la sociedad civil formase milicias civiles.

Paralelamente hubo una rebelión de la armada en el norte chico, la cual fue reprimida con la
fuerza aérea. “El incidente intensificó el disgusto militar por la política y el deseo de los civiles de
conseguir un orden constitucional” (48).

Restauración de las tradiciones políticas: la elección presidencial del 31’.

“nunca en la historia de Chile había habido un período comparable de confusión política e


innovación” (48). Nuevos movimientos marxistas y fascistas aspiraban a la presidencia. En ese
contexto, la clase media-alta propuso a Montero como representante. No obstante, la izquierda
tradicional llamó a Alessandri. Ambos candidatos representaban al centro, pero cada uno a un
centro de una orientación política distinta.

Durante tales elecciones participaron múltiples candidatos de izquierda marxista (trotskistas,


estalinistas).

La respuesta tradicional a la crisis 1931-32.

El regreso de los tradicionales al poder con Montero no logró aliviar la crisis. Habían comenzado
reiteradas disputas entre militares y trabajadores. La depresión despertaba aires de revolución.

“Desde Ibáñez a Montero, Chile pasó de la tiranía a la impotencia” (53). Montero, rodeado de
familias adineradas, ni pudo hacer nada por salvar la economía. Ante esta situación Alessandri
levantó la idea de una socialismo autóctono “estatal” no definido, que lo llevaría a captar el voto
general (excepto de la elite tradicional de derecha).

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