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res'.ile parecen-tan insoportables que, sólo por �it�·li-:, · un fondo de ascetismo. Cuando, como queda visto, el fi-
bres de ellos, y a pesar de todo lo dicho, proclama a: los. lósofo habla por una Pa.r!�.de la dura condición de esos
guardianes más felices que los vencedores· de:Ql.im}?.iáj guardianes y p:or otra de s':1 irre�a�le felicidad, lo hace en
( 46Sc,..4�6a). Es claro que él,. �ue no fue esposo ni:padte;t. el misin.o sentido en que _un cristiano puede hacerlo de
no podía hallar compensación para tales desazones: sur los . .roiisagrados a la vi�J.�ieligiosa: como los monjes,
desconocimiento de la índole de los afectos familiares se.' • · quedan aquéllos. S�fi1:e�?S � pobrez� y a renuncia de l_a
revela sobre todo en la suposición de que., desaparecida. .. , propia voluntad. Si.Platór, !1ª presento, en vez de casti-
la única sociedad.natural donde aquéllos viven y pros pe- . dad total, una relación reglamentada de sexos, ello era
ran, han de resucitar como por ensalmo en una comuni- indispensable, prescindiendo de otras consideraciones
dad mucho más amplia donde padres y madres no pue- · · de orden general, enúna clase cuyas calidades debían a
den distinguir entre la multitud a aquellos a quienes han su parecer transmitirse por herencia; pero aun en ello
engendrado. hay renunciación y -sacrificio. Bien entendió a Platón
Menos en discordia con nuestro modo de pensar está nuestro fray Alonso Castrillo cuando transcribe su con-
el otro punto de la prescripción platónica con respecto cepto diciendo «que_ al amor de la República ninguna
a la relación de los sexos: el de la emancipación de la cosa se le debe anteponer, y, por tanto, que los hijos y las
mujer. La tesis podía hallar apoyo en las costumbres de mujeres y nosotros mismos no debemos dejar de ser co-
Esparta y no ya sólo, como la anterior, en las de ciertos munes, de tal manera que más parezca caridad que luju-
pueblos bárbaros (Heród. IV 116). Platón cree que las ria desordenada».
mujeres tienen, aunque en grado inferior, la misma natu-
-il,
raleza y variedad de aptitudes que el hombre; de ahí que,
en principio, puedan desempeñar la mismas !unciones 9. La educación de las clases superiores
que éste, aún las más difíciles y elevadas. Hay, ciertamen-
te, algunas conclusiones exageradas con apoyo en el Hay dos puntos, a más de los dichos, que en la vida de los
acostumbrado argumento de la vida animal ( cf. pág. 32 ), guardianes platónicos nos recuerdan la de las comunida-
pero ya Aristóteles puso en ello la co�rección oportun.a des religiosas modernas: la serie de «probaciones» con
observando que el ser humano precisa desde su naci- que se certifica la aptitud del guardián y los preceptos y
miento un largo. cuidado maternal innecesario en las reglas minuciosas prescritos para su formación.
otras especies. · La �dos griegos se entendía como ·
El brío reiterado de las refutaciones de escuela no !forma.ci.ón:..deLciudad9» y se hacía por el Estado y
debe, sin embargo, hacernos olvidar la nobleza del im- para el Estado; claro es que no en todas las ciudades tenía
pulso que mueve a Platón cuando hace estas prescrip- esta norma el mismo alcance y rigor. El Estado espartano
ciones ni engañarnos sobre su verdadero carácter. Lo. tomaba al niño a los siete años y lo arrancaba para siem-
que él desea para sus guardianes es que vaquen para el pre de la familia; Atenas dejaba mucho más margen a la
servicio del Estado, que vaquen para la filosofía, que es formación privada. Un par de años entre los dieciocho y
la mejor preparación de ese servicio. Y en todo ello hay los veinte eran allí considerados suficientes para la ins-
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'l�¡t:·; . 40 MANUEL FERNÁNDEz-GALIANO:
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JNTRODUCCÍÓN .
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¡j inútativa. La imitación es condenada en la poesía y, por I cho más perverso� con la presentación de sus abomina-
consecuencia, en la vida: ella se opone al principio de la · bles modelos; pero mientras el primero, como tradicio-
técnica, de que cada cual ha de practicar un solo y par- nalista, vuelve su mirada a los poetas anteriores, el se-
ticular ejercicio; constituye un falseamiento del propio gundo, como refor�ador, i�cluye a éstos e� la misma
ser y lo hace peor por la reproducción de lo peor. condenación y destierra radicalmente de su ciudad toda
En las consideraciones de Platón va incluido primera- ·
poesía imitativa. En uno y otro hay� sin embargo, en el
mente el juicio de que las representaciones poéticas te-: fondo; una protesta contra un ambiente de derrota! de
nían tan bajo nivel moral que resultaban francamente co- � desesperanza y de claudicaci�n. · . .
rruptoras; aun esto quedaría inexplicado para nosotros La educación de los guardianes tiene por objeto la ad-
si no tuviéramos en cuenta que los poetas, y especial- quisición de bue�os hábitos mediante �os ejercicios de
mente Homero, eran los textos educativos de la juventud gimnástica y música, per� no lleva consigo un programa
y que el pueblo griego era de una extraordinaria recepti- de conocimientos determmados. Este programa se reser-
vidad para las impresiones de la poesía. Característica es va para aquellos guardianes mejor dotados que, por el es-
y
la invectiva contra Eurípides (395c sigs.); representó el tudio de la filosofía, han de prepararse para la goberna-
teatro de éste en el mundo griego algo parecido a la pica- ción del Estado. La tesis fundamental platónica de que
resca en la literatura española del síglo'xvn o el natura- para que cesen los males de los hombres es preciso que.los
lismo en la francesa del xrx: una invasión de la vida en el filósofos se hagan soberanos o los soberanos filósofos,
campo de las letras contra géneros y maneras que habían esto es, que gobiernen las ciudades consagrados a la filo-
quedado demasiado lejos de ella. Las realidades eran tan en
sofía, ha de producir, bien lo ve> la opinión general un
fuertes, tan duras y tan bajas, que se hacía imposible se- escándalo mayor que ninguna de las prescripciones hasta
guir gustando indefinidamente el ambiente ideal y eleva- allí enunciadas (473e-474a). Platón muestra que seme-
do de las piezas de Sófocles y Esquilo; empezaba a sentir- jante aversión tiene por causa un vulgar y falso concepto
se el hastío de lo heroico, de aquellas tragedias donde no de la filosofía y los filósofos y confía en que el demo puede
había más que «Escamandros y fosos y águilas-grifos que ser convencido de la bondad y conveniencia del régimen
van.en bronce sobre el escudo montados en abismal léxi- filosófico ( 499 y sigs.). Y con ello el tratado de la cons-
co que nadie entiende» (Aristóf. Ran. 928 y sigs.). Esqui- trucción política entra en el campo de la doctrina plató-
lo no se entendía con los atenienses (ibid. 807); éstos re- nica. El filósofo debe gobernar porque sólo él posee el ·
clamaban algo más cercano a su existencia cotidiana y verdadero conocimiento, el conocimiento de las Ideas y, ·
Eurípides se lo dio, pues, conservando la forma exterior entre ellas, de la idea suprema del Bien.
de la maquinaria divina y la leyenda heroica, llevó al tea- Y porque tiene el verdadero conocimiento, tiene tam-
tro el hombre de su tiempo con toda la variedad, vacila- bién, conforme a la concepción socrático-platónica, la
ción e indiferencia de sus concepto� morales y el desen- verdadera virtud. El que sea destinada para filósofo-go- _
freno incoercible de sus pasiones. bernante debe poseer un alma noble, exenta de bajeza Y
Aristófanes y Platón se le enfrentan igualmente, por- dotada de facilitad para aprender, pero tales cualidad��
que, lejos de hacer mejores a los hombres, los había he- han de ser perfeccionadas por la educación; y su fideli-
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42 INTRODUCCTÓN 43
dad al servicio del Estado y a los buenos hábitos aprendí- formadas en las aguas. Conforme a estos principios, Pla-
do� a de ser ·· ente éomprobacla. S o1oa 1osan-
h . tón construye su plan de estudios, en el que con razón se
cu nta
. anos ha de ser llevado al 0000 cumen o e1 ten y,
,........,.; t d B. ha visto el origen del Trivium y el Quadrivium de la Edad
designado en turno para la gobernación del Estado ta: Media, así como el de nuestra segunda enseñanza y nues-
, carrera que .ha de seguir hasta llegar a ello correspon de. a tra Universidad.
,, la escala. umversal de conocimiento que Pl aton , es tabl ece , Los estudios matemáticos previos comprenden la arit-
b .
y qu.e sim oliza en las dos representaciones de la línea mética, la geometría, la estereometría o geometría de los
- seccionada ( 509d y sigs.) y de la caverna (S l 4 . ) sólidos, la astronomía y la armonía musical; considérase
L ysigs ..
os o b'Jetos s:nsibles no son más que débiles-semejan- la necesidad y provecho de cada una para llegar, por fin, a
zas de unas r:ahdades inmutables y eternas, que son las la suprema disciplina de la dialéctica. Este término es de
I�eas, y estas ideas resultan accesibles sólo a la parte inte- significación compleja y, como en tantos otros, conviene
ligente� raz�n�dora del alma; pero aquí el mundo sensi- pensar cuál es su sentido vulgar y cuál aquel, estricto y ele-
ble Y el inteligible aparecen divididos cada uno en dos vado, a que lo sublimó Platón. De por sí no significa más
sect�r�s, po�que en el mundo sensible están los objetos que «arte de la conversación, del diálogo o de la discusión»
per�1b1dos directamente por los sentidos y están también y como tal designaba aquella destreza o habilidad que los
las unágenes o apariencias de esos objetos, como son las jóvenes ponían gran empeño en adquirir para medrar en
sombras que producen o los reflejos que proyectan en la vida pública o lucirse en la privada. Con este fin iban a
las aguas o en otras superficies. En correspondencia con buscar lo mismo a Gorgias que a Sócrates, y este último, en
ello, las ideas u objetos inteligibles pueden ser percibidos la Apología platónica (23 y sigs.), hace mención de los
en toda su realidad y pureza, y es lo que se alcanza por la mancebos que, después de oírle, van, a imitación suya, ar-
ciencia suprema de la dialéctica o mediante imágenes y gumentando a los demás y poniendo en evidencia la igno-
representaciones, como ocurre en las disciplinas mate- rancia de sus interlocutores. Pero la discusión empleada
máticas. Éstas son inferiores a la dialéctica porque no se sólo con el propósito de confundir al contrario y la indife-
remontan como ésta a los primeros principios, sino que rencia de la tesis sostenida ( cf. Phaed. 90c) trajo consigo el
parten de supuestos o hipótesis; y además porque no se empleo indiscreto e irrespetuoso de las grandes palabras
desprenden ni pueden desprenderse de los símbolos sen- como bien, verdad y justicia ( 538d-e); y tras ello, una gran
sibles. El geómetra que estudia el cuadrado lo hace va- confusión y un decidido menosprecio de los conceptos y
liéndose de un cuadrado determinado que dibuja, bien normas por ellas significados. Esto era sofística pura en la.
que viendo, a través de él, el cuadrado esencial, el cuadra- visión peyorativa que de ella dejó Platón a la posteridad.
do en sí, a que aplica sus conclusiones (SIOd). Por eso el Para él, por el contrario, el arte del diálogo y de la discu-
estudio de las ciencias matemáticas es la preparación ne- sión no era otra cosa que el ejercicio adecuado de la razón
cesaria para la dialéctica, a la manera que el hombre sali- para el descubrimiento de la verdad, es decir, del mundo
de las Ideas y, en último término, de la idea suprema del
do de la caverna, para no deslumbrarse, debe dirigir por
Bien. Y, como el mal empleo de que hemos hablado lepa-
de pronto su mirada no a los objetos reales ni al sol, el
recía un gravísimo y calamitoso abuso propio de la lige-
más sublime de ellos, sino a las imágenes de los mismos
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44 MANUEL FERNÁNDEZ-GALIANO/. [NTRODUCOÓN 45
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