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Tecnológico Nacional de México

Instituto tecnológico de león


Ing. Electromecánica
Desarrollo Sustentable
Dr. Graciano Ramírez Bravo
Análisis del contenido temático
Jaime Bernal Sánchez

Escenario económico
La unidad que converge en todo escenario de la sustentabilidad consiste en la gente
y su comunidad, le sigue el territorio en tanto en unidad geomorfológica y como
construcción social. De esta lógica se deriva la necesidad del reconocimiento de las
distintas vertientes culturales que se instalan en los territorios y en los entornos
urbanos y rurales, en cuya articulación no solo se define la localidad, si no también
se perfila la perspectiva de la globalidad. Los recursos que rodean ambas entidades,
es decir, el capital natural, se subdividen en estructuras económicas diferentes. Esta
diferenciación crea, de suyo, los mecanismos necesarios tanto para la generación
de la riqueza como para su apropiación.

En el territorio se descubren las diversas formas en que las comunidades y su gente


(rural o urbana) manejan los recursos de que disponen para la producción de bienes
y servicios; así, mismo hay confianza para la reproducción social. El escenario
económico se nutre de los criterios de identidad de la comunidad para estimular
cambios productivos. Se pretende que estos cambios se rijan con una visión de los
límites ecológicos en su relación con las economías locales y que se fundamenten
en estructuras productivas diversificadas.

Se trata, pues, de mantener el inventario de capital natural del que se obtenga un


flujo de venta que no corra el riesgo las posibilidades de las generaciones futuras
para “satisfacer sus necesidades”. En resumen, para diseñar el escenario
económico de la sustentabilidad se requiere tener en mente que los territorios “son
el resultado de la manera como las sociedades se organizan para usar los sistemas
naturales en los que se apoya la reproducción” (Abramovay, 2006). En suma, la
sustentabilidad es una estrategia por y para la diversidad.

De la noción de crecimiento a la noción de desarrollo


El crecimiento se define como un cambio en el producto nacional bruto real (PNB
real) per cápita, a lo largo del tiempo (de ordinario se mide en periodos). Este cambio
es la tasa de crecimiento y se expresa mediante la tasa porcentual a la que aumentó
o disminuyó la variable macroeconómica en cada periodo.
Esta variación porcentual por periodo se obtiene mediante la siguiente ecuación:

Este cambio se traduce, algunas veces, como un aumento del nivel del consumo
real per cápita. Las condiciones previas asumidas garantizan el inicio y la
continuidad de los procesos económicos agregados durante el horizonte temporal;
estas condiciones son la mejoría de la eficiencia del aparato productivo, la
disponibilidad de recursos naturales, las condiciones geográficas, la acumulación
de capital, la incorporación de contingentes crecientes de mano de obra, las
políticas gubernamentales y la mejoría de los patrones tecnológicos.

La tasa de crecimiento económico es un instrumento que sirve para estimar el nivel


de producto futuro o también para calcular el tiempo durante el cual el PIB sería el
doble. También se utiliza para realizar comparaciones entre distintas economías, o
entre la economía de un país y el grupo de países al cual pertenece. Este tipo de
comparaciones ha inspirado algunos economistas para crear el
concepto convergencia, mediante el cual argumenta que, si los países de niveles
más bajos crecieran más rápido que los de nivel alto, al final los alcanzarían.
Por otra parte, aunque la tasa de crecimiento tuviera signo positivo, es muy
importante considerar que ese crecimiento no necesariamente está ligado al
desarrollo. Esta categoría tiene la virtud de incluir aspectos no materiales, como la
libertad de pensamiento, de religión, intelectual o cultural, acceso a la información y
opinión pública. Asimismo, incluye atributos materiales de acceso a niveles mínimos
de bienes y servicios de calidad. El desarrollo requiere que el progreso económico
no sea solo para una minoría. La pobreza, desnutrición, analfabetismo y corrupción
deben eliminarse para un adecuado desarrollo.

Específicamente, ya no se puede sostener que el crecimiento económico sea el


objetivo incuestionable de las políticas de desarrollo económico. El antiguo
concepto que se designó como crecimiento de consumo de recursos (througtput
growth), con un consumo siempre creciente de energía y otros recursos naturales,
no se puede mantener y debe dar pasó a una búsqueda imaginativa de fines
económicos que sean menos dependientes de los recursos. La manera en que se
subvaloran los servicios del capital natural y se deja de registrar la degradación de
los recursos naturales, significa, casi siempre que nos estamos empobreciendo
mientras imaginamos que nuestras economías crecen (Goodland et al., 1994).
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La diferencia que establece el Diccionario Enciclopédico Grijalbo entre crecimiento


y desarrollo es la siguiente:

Crecer: significa aumentar en tamaño como resultado de la asimilación o


acumulación de materiales. Cuando algo crece se agranda cuantitativamente.
Desarrollar: significa expandir o realizar los potenciales o llevarlos a un estado
mejor, mayor o más completo. Cuando algo se desarrolla mejora cualitativamente,
o por lo menos cambia.
El crecimiento cuantitativo y el mejoramiento cualitativo siguen leyes diferentes.
Nuestro planeta evoluciona a través del tiempo, sin crecer. Nuestra economía, un
subsistema de la Tierra finita y no-creciente, debe adaptarse eventualmente a un
patrón similar de desarrollo sin que aumente el consumo de recursos. Este es el
momento para esa adaptación (Goodland et al., 1994).
Enfoque económico del desarrollo sustentable.
La piedra angular del desarrollo sustentable es un sistema de mercados abiertos y
competitivos en el que los precios reflejan tanto los costos del medio ambiente como
los de otros recursos (Schmidheiny, 1992). Esta información es el sustento del
enfoque económico del desarrollo sustentable. Desde esta perspectiva el Consejo
Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD, por sus siglas en
inglés) apunta que el desarrollo sustentable se alcanza a través de mercados,
Competitivos, correctamente encuadrados en el marco internacional que cumplen
con las ventajas comparativas legitimas. Estos mercados fomentan la eficiencia y la
innovación, condiciones necesarias para el progreso humano sustentable.

Es muy importante advertir que el mercado no acumula la capital moral, sino que lo
consume, en consecuencia, el mercado depende de la comunidad para regenerar
la capital moral, así como depende de la biosfera para regenerar el capital natural.

Por desgracia, el mercado como una categoría del pensamiento económico se


abstrae de la comunidad y de la biosfera. Esto significa que el mercado no podrá
afrontar efectivamente las exterioridades (externalidades) y los bienes públicos.
Una exterioridad se presenta cuando la producción o el consumo, por parte de una
empresa o un consumidor, afecta en forma directa el bienestar de otra empresa u
otro consumidor. A esta afectación se le conoce como exterioridad negativa y es
una de las más comunes (Daly y Cobb, 1993).

Una externalidad negativa es, por ejemplo, una central eléctrica que funciona a base
de energía fósil producen contaminación y perjudican la salud humana, corroe el
entorno edificado, mata los bosques acidifica los cuerpos de agua superficiales
cercanos. Los costos de estos daños no son de ningún modo teóricos o abstractos,
pero se dispersan dentro de la sociedad entera y son externos a las operaciones de
la central de energía. Otro ejemplo de estos ejemplos externos se presenta si los
productores hortalizas deciden aplicar a sus cultivos un nuevo pesticida, con lo que
conseguirán una mayor producción, pero de ello se pueden derivar varios tipos de
efectos externos.

Por una parte, abra efectos pecuniarios si el productor hortícola está relacionado
con otras industrias. Otras empresas sufrirán efectos tecnológicos, es decir,
cambios en la estructura de costos; los nuevos pesticidas serán arrastrados por la
lluvia hacia canales que circundan las plantaciones. Esta agua llegara a los esteros
y causara mortandad en los peces. Las piscifactorías instaladas en las bahías verán
muy reducida su producción, por lo que aumentara su relación costo/producto. La
tarea de internalizar los costos ambientales, no obstante, solo puede llevarse a cabo
con los conocimientos existentes y los instrumentos disponibles, y ambos son
imperfectos (Schmidheiny, 1992).

Existen tres mecanismos básicos que pueden utilizarse para alentar al sector
empresarial a internalizar los costos ambientales, a saber:

1. Normas y controles. Se trata básicamente de regulaciones gubernamentales


que fluyen estándares de rendimiento para las tecnologías y productos, tubos
de desagüe y emisiones etcétera.
2. Autorregulación. Esta consiste en iniciativas de empresas o sectores de la
industria, a fin de regularse mediante estándares, supervisión, metas de
reducción de la contaminación y otros.
3. Instrumentos económicos. Consiste en esfuerzos para alterar, mediante la
acción gubernamental, los precios de los recursos y de los bienes y servicios
en el mercado, a fin de afectar los costos de producción y/o consumo
(Schmidheiny, 1992).
Instrumentos económicos.
Los instrumentos económicos tienen la capacidad de controlar la contaminación de
acuerdo con mecanismos de mercado y, de este modo, facilitar la desregulación y
la reducción del compromiso del gobierno (Negrão Cavalcanti, 2002). Un
instrumento económico que está orientado al desarrollo sustentable tiene como
objetivo un cambio en el comportamiento del contaminador del ambiente, a través
de mecanismos indirectos enfocados sobre los factores que inciden en los intereses
del agente económico antes de apelar a la conciencia ambiental.

En general, los instrumentos económicos permiten al contaminador elegir su nivel


de contaminación, pero el costo va de acuerdo con la contaminación producida.
Algunos de los instrumentos más conocidos son los siguientes:La aplicación de un
instrumento económico premia los comportamientos ambientalistas limpios y
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desalienta toda conducta contaminante o de uso inadecuado de recursos. Estos


instrumentos fueron introducidos a fines de la década de 1980 por los países
miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE)
y se designaron inicialmente como sustitutos de los instrumentos para la gestión
ambiental de la primera generación, denominados de “comando y control”
(Barrantes, 1997). El antecedente más próximo es el principio de “quien contamina
paga” (Polluter Pays Principle, PPP), como medio para adjuntar los costos de control
de la contaminación ante cualquier daño generado por la producción de bienes y
servicios (Gilpin, 2003).

Economía y diversidad económica


La economía es la ciencia social que estudia las formas en que las sociedades
asignan sus recursos escasos a la producción de los bienes y servicios que van a
satisfacer sus necesidades. Mientras que la diversidad económica según
Kossmann, (2002), se asume como una “variedad de actores y estrategias
económicas, elegidas por los países y comunidades para la satisfacción de sus
necesidades económicas, sociales, culturales y ambientales”. De la primera
definición se sugiere reflexionar sobre la forma en que se llevan a cabo los
convenios de asignación y los modos de producción: en cuanto a la segunda, se
trata de identificar a la variedad de actores, así como las características de las
estrategias económicas.

Sistemas de producción (oferta y demanda)


El enfoque del sistema de producción que asume las funciones de oferta y demanda
como fundamento para su explicación es, de suyo, un sistema de mercado.
Lindblom (2002) explica que el sistema de mercado “organiza y coordina las
actividades humanas no a través de la planificación estatal, sino mediante las
interacciones mutuas de los compradores y vendedores”. Y agrega que “un sistema
de mercado es un sistema de coordinación de las actividades humanas a escala de
toda una sociedad que procede no mediante un sistema de órdenes centralizadas,
sino vía las interacciones mutuas en forma de transacciones. Este mismo autor
clasifica los mercados en tres tipos: mercados de trabajo, mercados agrícolas y
mercados para los bienes y servicios que la industria ofrece a los consumidores. Sin
embargo, habrá que tener presente, como anticipará Polanyi (1992), que el mercado
causa la muerte de unos y el éxito de otros.
Economía global vs economía local
No es ocioso pensar que la economía global es, sobre todo, un sistema
cuya complejidad se mide por eslabonamiento de las relaciones entre las naciones
mediante los acuerdos comerciales y el flujo de bienes, servicios e información.
Desde la perspectiva geográfica se recomienda pensar en los efectos que estas
relaciones propician sobre todo en la disposición espacial de los servicios, el
surgimiento de nuevas actividades económicas y las amenazas a las que se
exponen las economías tradicionales. Esta misma preocupación es válida en lo que
concierne a las capacidades que tienen las economías locales para incorporarse al
funcionamiento de la economía global o, mejor dicho, a la economía mundo
(Wallerstein, 2005).
Cinco temas, al menos, son de especial interés: re-ubicación de las actividades
económicas, empleo-nivel de ingresos, el papel que tiene la tecnología, los
inventarios de recursos naturales (capital natural local) y el poder de los bloques
económicos. No está por demás decir que la economía local se entiende como el
conjunto de actividades productivas que aprovechan los recursos endógenos
(naturales y humanos), de acuerdo con la capacidad tecnológica de una
determinada zona, cuya estructura tiene el potencial de crear empleo, mantiene un
nivel de ingresos, fomenta la participación colectiva, se preocupa por la educación
y la salud de la comunidad, y es capaz de mejorar la calidad de vida del colectivo.

Producto interno bruto (PIB), distribución del PIB.


La contabilidad nacional es un medio que sirve para medir tanto la producción como
el gasto de la economía de un país. Dos medidas se pueden obtener a partir de este
instrumento:
➢ El producto interno bruto (PIB)
➢ El producto nacional bruto (PNB)

El PIB es el “valor total de la producción corriente de bienes y servicios finales dentro


del territorio nacional durante un cierto periodo, que por lo común es un trimestre o
un año”.
Mientras que, el PNB “mide el ingreso de los residentes en la economía, sin importar
si el ingreso viene de la producción interna o de la producción exterior”. Esta
segunda identidad macro-económica también se define como:

PNB = PIB+PNF

Donde PNF= al pago neto a factores nacionales recibidos del extranjero (Sachs y
Larraín, 1994).

El PIB se puede estudiar de tres maneras:

1. La suma de todas las compras finales en la economía.


2. La suma del valor agregado por todas las empresas de la economía.
3. La suma de todos los ingresos factores de la producción (trabajo y capital)
en la economía.
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Este último comprende los salarios, el ingreso de propietarios, ingresos personales


por arriendos, utilidades corporativas, intereses netos etc. (Sachs y Larraín, 1994).

Externalización e internalización de costos


Para el estudio económico de la contaminación se distinguen dos posibilidades: una
externalización negativa (costos externos) y una deseconomía externa. Los costos
externos se generan cuando se dan dos condiciones:
1) La actividad que desarrolla un agente económico causa perdida de bienestar
a otro.
2) La pérdida de bienestar es descompensada (Pearce y Turner, 1990).
3) Ambas condiciones son esenciales para enmarcar los costos externos.

Visto de otra manera, ocurre una exterioridad (externalización) cuando la


producción o el consumo, por parte de una empresa o un consumidor, afecta
directamente el bienestar de otra empresa u otro consumidor (Daly y Cobb, 1993).
Por otro lado, si la pérdida de bienestar se acompaña por una compensación de
parte de la empresa o el consumidor que causa la exterioridad, entonces este efecto
se asume como internalización de costos por parte de la empresa o el consumidor.
Es decir, se interioriza el costo externo. Es importante hacer notar que la
internalización de costos ambientales es solo un medio, dado que el objetivo
fundamental consiste en evitar los costos externos y dar al agente responsable de
incurrir en ellos un incentivo para que los reduzca o elimine (INE, s/f).

En México, el proceso de industrialización ha venido avanzando y diversificándose


aceleradamente en los últimos cincuenta años. Lo cual ha traído como
consecuencia una producción creciente y variada de residuos peligrosos. En el
futuro, con una economía moderna y abierta al comercio internacional, el volumen
generado y su diversidad aumentarán con mayor rapidez.

Analicemos las cifras de residuos producidos por la industria en la República


Mexicana en 1991. De un total generado de 45 mil toneladas diarias, se estima que
casi una tercera parte corresponden a residuos peligrosos, esto es, 14.5 mil
toneladas diarias. Al año representan cinco millones de toneladas que tienen que
ser dispuestas adecuadamente. En algunas regiones del país este problema es
mayor debido a composición particular de la industria. Por ejemplo, se estima que
en la zona fronteriza norte el 78% del total de residuos industriales es peligroso.
La producción industrial contribuye con una tercera parte del producto Interno Bruto.
Su participación en el empleo es aún mayor. Por ello, es fundamental que la
actividad industrial sea sostenible, lo cual sólo lograremos, cuando asumamos
plenamente la responsabilidad de manejar los residuos peligrosos y causemos el
mínimo impacto a la salud y al ambiente.

Obsolescencia planificada y percibida


La obsolescencia planificada y la obsolescencia percibida son dos conceptos que
se relacionan con la vida útil de un producto en particular. La diferencia es que la
obsolescencia planificada se refiere a intentos deliberados por las empresas para la
fabricación de productos que se conviertan en obsoletos después de un cierto
período de tiempo, mientras que la obsolescencia percibida se refiere a intentos
deliberados por las empresas para inculcar en la gente el deseo de adquirir
continuamente nuevos productos para mantenerse al día sobre las últimas
tecnologías y las tendencias en general.
Su objetivo es crear a largo plazo un aumento en ventas al obligar a los
consumidores a comprar constantemente nuevos productos. De esta manera, las
empresas pueden generar más beneficios a través de las compras repetidas por los
consumidores.

Los mecanismos del mercado inducen a que los consumos sean cada vez más
insostenibles. La suma de productos que genera el capital industrial incluye
vestidos, televisores, casas, automóviles, lavadoras, relojes, juguetes, estufas, etc.
Asimismo, a los recursos necesarios para obtener ese consumo final (maquinaria
industrial, medios de transporte, etc.) se agregan los recursos agrícolas (maquinaria
de recolección o tratamiento, infraestructura de riego, etc.) y los recursos utilizados
en los servicios (edificios y equipamientos educativos, financieros, sanitarios,
comerciales, etc.).
Todo lo anterior se enmarca dentro del principio de la obsolescencia planificada,
que se explica cómo el proceso por el cual un producto se diseña con el propósito
de que se vuelva obsoleto en el menor tiempo posible y el consumidor deba comprar
otro en ese tiempo breve. A la par, la maquinaria publicitaria se pone en marcha
para crear en el consumidor la necesidad de tener el último modelo, aunque sus
nuevas características sean, en la mayoría de las ocasiones, superfluas.

A esa actitud se le llama obsolescencia percibida y se produce no porque el antiguo


modelo haya presentado una variabilidad funcional y por ello deje de desempeñar
su función, sino porque el consumidor, por efecto de la publicidad, quiere ir al ritmo
de la “última moda”. Esta actitud derrochadora es, precisamente, lo que viene
llevando a la biosfera a un estado de peligro irreversible.
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Valoración económica de servicios ambientales


Los estudios de las ciencias económicas, en particular quienes estudian la
economía del bienestar y que la relacionan con las ciencias ambientales, consideran
a la degradación ambiental como un caso particular del “fracaso del mercado”. Tal
degradación es una señal de que el ambiente tiende a no ser usado en una forma
óptima. Esto es, no se hace el mejor uso de sus funciones (Pearce, 1985). Estas
funciones o servicios “consisten en la provisión de ‘bienes materiales’ tales como un
panorama hermoso, la provisión de recursos naturales que se usan para crear
bienes económicos y la provisión de un ‘resumidero’ en el que pueden echarse los
subproductos inevitables de la actividad económica”.
Visto de otro modo, los servicios ambientales se entienden como el conjunto de
condiciones y procesos naturales que ofrecen los ecosistemas por el hecho de
existir y que la sociedad puede utilizar para su beneficio. Entre estos servicios se
pueden mencionar algunos como la conservación de la biodiversidad, el
mantenimiento de germoplasma, la estabilidad climática, la conservación de ciclos
biológicos y el valor derivado de su belleza y significado cultural (Sajurjo, 2001).
Aunque estas funciones y servicios del ambiente no se venden en el mercado, la
asignación de un precio podría ser o no óptimo; lo cierto es que el “precio efectivo
de cero” no lo es.
Lo anterior, explica Pearce (1985), permite de inmediato tratar los problemas
ambientales como problemas de la determinación no óptima de los precios, tarea
que se aborda mediante la teoría del valor económico total (VET). Este VET se
compone de este modo: valores de uso pasivo y de uso activo. Los valores de uso
pasivo se subdividen, a su vez, en valores de herencia y de existencia; mientras que
los valores de uso futuro se derivan el valor de opciones. Los valores de uso
presente se subdividen en valores de uso directo y valores de uso indirecto.

El poner un precio a los bienes que nos proporcionan los ecosistemas es


posiblemente una buena herramienta para la conservación de la naturaleza, ya
que darles un valor monetario nos hace más evidente su importancia.
Muchos esfuerzos locales, nacionales e internacionales se están haciendo en esto,
incluso la ONU tiene un proyecto en marcha desde hace algunos años con este
objetivo llamado TEEB.

Sin embargo, al ponerle un precio a los servicios de los ecosistemas se corre el


riesgo de permitir su mercantilización, o lo que es lo mismo, abrir la posibilidad a la
compra-venta de los servicios, y con esto propietarios de los mismos

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