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Apreciados Srs.:
Es decir que la expresión Zorro no es una palabra sino una frase. Literalmente es “ir
alerta” o “andar vivo”. En lengua española tenemos una expresión que lo resume
perfectamente y que además incluye la partícula en cuestión. AVIZOR. Zorro es una
locución que bebe de fuente pre griega que se la debemos a nuestros antepasados
carpetanos (cario). Se trata de una voz que en otras palabras quiere decir: “ASTUTO”,
“HÁBIL” o “VIVO”. Verán, en lengua ibérica se expresa de este modo: Foq·qo. En
grafía capital griega ΖΟΡΟ y en castellano, lo decimos igual que se ha pronunciado
desde hace miles de años, así: /ZOR·RO/. Se trata de dos fonemas y sorpresivamente no
se compone de dos sílabas, como se tiene por cierto, sino de dos monemas. Esto supone
que nos encontramos ante dos claros lexemas, unidades mínimas dotadas de
significación y articuladas en un acrónimo ibérico.
El primer vocablo se trata de la voz carpetana (cario) tomada del heleno frigio: Foq
(ZOR). En griego se escribirá ΖΟ “ZO”. Esta raíz pre griega significa: “VIVAZ”. El
segundo vocablo se trata de qo (RO). A la vez, ΡΟ “Ro” es el nombre de la
decimoséptima letra del alfabeto griego. Y la raíz está estrechamente relacionada con la
“FUERZA”. En el alfabeto español es la decimonovena letra y su nombre es “erre”. En
el caso que nos ocupa conjuga como un verbo que hoy no tenemos, aun para nosotros en
la actualidad lo racionalizamos como adverbio que nos indica lo “fuertemente vivo” o lo
“poderosamente hábil” que es el animal.
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ETIMOLOGÍA DE ZORRO
Me hago cargo de que esta afirmación pudiera dejarles perplejos, no puede ser de otro
modo; pues voy a transmitirles una epistemología que ha estado inédita durante miles de
años. Y por raro que parezca, lo que les acabo de desvelar no es una conjetura sino a mi
entender, plena certeza. Esta novedosa teoría del conocimiento tiene un razonamiento
que puedo sustentar empíricamente. Miren, para fijar el nombre común “zorro”, en esta
ocasión, no parece plausible emplear el recurrente recurso de derivarlo del latín. En el
caso que nos ocupa, es vulpi y/o vulpis, así que como pueden imaginar no funcionaría ni
forzándolo como se ha hecho en tantas otras entradas, lamentablemente. Miren, en
primer lugar en castellano, ya tenemos la voz “vulpeja” y en segundo lugar muchos y
distintos idiomas se nutren de las mismas raíces pres helenas, y cada idioma tiene su
particular modo de expresarlo. En absoluto derivan uno del otro ni tampoco entre ellos.
Cada idioma lo resuelve desde su gramática. Y ahora llega lo más asombroso del asunto.
La lengua castellana escogió una raíz distinta que el latín para denominar al zorro, de
hecho tomo dos y las unió en una frase o sintagma verbal, porque era una locución que
necesita expresarse con un sujeto y un predicado para alojar un verbo, tal y como
hacemos en lengua española para construir una oración. Esto es ZOR·RO ya que aun
parezca sorprendente RO es un verbo, y lo es para perro o burro también, como puede
ser BALLO el verbo para “caballo” o ARO el verbo para “pájaro”. Son SINTAGMAS
VERBALES. Y por ello no puede derivarse Zorro de Vulpis. Esto que pudiera verse hoy
como algo excepcional, era la común sintaxis de nuestros antepasados y esas frases,
inadvertidamente, son hoy nuestras palabras en idioma español. Permitan que lo
explique mejor: Zorro no es una palabra, es una frase que verbaliza “lo espabilado” o
“lo vivaz” que es el animal. Porque el zorro se comporta como si fuera capaz de prever
las cosas: Y ustedes ya saben que está asociado a nombres tales como ladino, listo,
avispado, espabilado, sagaz, hábil, vivillo, vivo, calculador, engañoso, tramposo,
cauteloso o disimulado, pero lo que desconocíamos es que no era necesario decir que
“el ZORRO es ASTUTO”, intrínsecamente es su nombre y verbalizado por definición.
Y no digamos ZORRA, que está asociada a raposa, alimaña, prostituta, ramera, fulana,
puta, fiera, animal, bestia, sabandija, y es que al zorro se le quiso mostrar por nuestros
atepasados como un animal o bicho que sobretodo es vivo. En griego lo veremos en las
raíces: ζωῇ, ζῴην, ζωήν, ζωῆς, ζωάς, que implican “la vida”.
En realidad es sencillo, muy sencillo, sin embargo como de la actual base que se parte
en la etimología española, ésta anda profundamente descaminada, lo que se derive de
ella, lógicamente, también lo estará. Así tenemos este término también desubicado. Por
supuesto, tengo la confianza de que “todo” será enmendado en el sentido que les apunto
pero, hoy por hoy, nos encontramos frente a una teoría que se dio por cierta sin una
debida comprobación: “La lengua madre del español es el latín.” Miren, se trata de un
Axioma. Tropezamos ante un dogma, y las definiciones se ven afectadas y, lo que es
peor, se han propagado en un desacierto de dimensiones colosales. Pues, derivando del
latín lo indeclinable de forma, es decir términos no variables que son genuinos ibéricos,
no se acredita más el origen de la lengua española sino, bien al contrario, se justifica la
conjetura de un latín superior que da como consecuencia un subordinado origen del
idioma castellano. Cuando en realidad son a la par, ambos, un futuro latín y un futurible
castellano por ende español, bebieron de las mismas fuentes “pre griegas”, incluso en
numerosas ocasiones de raíces distintas y, mira por donde, justo este es uno de esos
casos. ¡Inimaginable!
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ZOR·RO
Verán, no basta saber latín para comprender la lengua castellana; es más y espero que
tomen a bien mi franqueza, si les sugiero que mucho me temo desde ahí no es posible.
Es imprescindible conocer como denominaban las cosas nuestros antepasados ibéricos.
Les doy una clave sustancial y de las muchas que deberán aprender en el futuro quienes
deseen entender estos asuntos casi como si pudieran pertenecer a ellos. Determinar
correctamente en esta materia supone y es necesario saber que ambos: Latín e Ibérico
ciertamente bebían de fuentes pres helenas, sí, pero eso no aclara mucho a la hora de
definir a los animales, por ejemplo. El uno y el otro lo hacían por causas concretas y de
modo distinto. Del latín ya versarán otros, y lo harán revelando su gran pragmatismo,
pero de los ibéricos déjenme que les pormenorice que tenían la costumbre de hacerlo
señalando partes llamativas de su semblante o describiendo aspectos concretos de su
personalidad. Sí, entiendo que no se esté habituado a ese derroche de intelectualidad de
parte de unas tribus toscas y celtas, solo que no eran toscas ni tampoco celtas. Y las
palabras españolas no se fijaron en latín, por mucho que algunos se hayan empecinado
en hacérnoslo creer durante años. Así que desde ahí no encontrarán nada que no sean
brillantes conjeturas. Es a consecuencia de ello que teníamos con la etiqueta de origen
incierto, hasta hoy: un perro, un lobo, un burro, un toro, un caballo, etc. Nuestros
ibéricos aplicaban un patrón lingüístico muy coherente y eso facilita que mi tarea en la
actualidad todavía sea más científica, si cabe. Si hubieran denominado a discreción y
aleatoriamente sin orden alguno, me lo hubieran puesto más difícil. Pero no lo hacían al
tuntún, y observaban con rigor unas determinadas reglas. Estar alfabetizado en la lengua
ibérica es fundamental, y por fortuna supe instruirme en ella. Sí, requiere de una gran
dedicación y mucho esfuerzo pero ¿qué en la vida, para todos, no lo exige? y por tanto,
conozco bien que un perro lo es por su hocico, un toro lo es por sus cuernos, un lobo lo
es por sus orejas, un caballo por sus patas, un pájaro por su vuelo, etc. En consecuencia,
para mí no es extraño que un ZORRO lo sea justo también por sus características.
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TAXONOMIA DEL NOMBRE ZORRO
Nuestra lengua ibérica es anterior a la griega, pero hoy la conocemos y desde tiempos
escrita con otra ortografía, con las letras romanas. Que la lengua española viene del latín
es una ilusión óptica. Ya que lo que el ojo ve la mente lo cree. A todas luces parece latín,
pero... créanme, no lo es. Es puro ilusionismo. La vemos escrita con sus letras y
entonces suponemos que fue razonada igualmente en latín, pero miren, fue pensada de
otro modo. Fue construida en un idioma ibérico de origen anterior y muy heleno. Su
lengua, la de nuestros antepasados, es concreta, coherente y lógica. Ellos, pronunciaban
todo lo que escribían, igual que nosotros decimos que lo hacemos en la actualidad, y es
que se trata de nuestra lengua.
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LENGUA IBÉRICA
Verán, muchos de quienes siguen mis investigaciones y, que aprovecho la ocasión desde
estas páginas para saludarles muy afectuosamente, se preguntan por qué razón no hago
mención a otros especialistas, ni siquiera para rechazar sus hipótesis o argumentar en
contra. Pero ¿por qué debería hacerlo? En primer lugar, no soy quien para ponderar
aquello que no propongo. Y en segundo lugar, desarrollé una fecunda metodología
científica para la investigación a la cual denominé: La Teoría de los Acrónimos Ibéricos.
Es clave para entender nuestro idioma, y su aplicación me permite explicar todo aquello
que nadie hizo jamás; como se debiera, entiéndase. Porque si comprendes cómo
funcionaba el antiguo idioma de nuestros antepasados, conocerás el funcional y actual
que usamos nosotros. Una gran parte de las denominaciones en nuestro país y
preexistentes en nuestro léxico se dieron en la edad de bronce sino con anterioridad; ya
que nuestra lengua es milenaria, sin parecerlo. Dispongo de la mejor herramienta y lo he
explicado, y claro, lo seguiré haciendo, tanto como sea necesario; porque percibo que se
sigue sin entender cómo se denominaron las palabras, los lugares y las cosas en nuestro
país y no solo, antes de que nosotros lo poblásemos, únicamente es método para hallar
su verdadero origen y así demostrarlo.
Así que para entender mejor todo esto, es imprescindible que sepan que el sábado 21 de
abril de 2012 descifré la escritura ibérica tras transcribir el texto de “El bronce de
Luzaga”. Para mi sorpresa, descubrí que las tesis y publicaciones que dieron validez a
un supuesto origen y lengua celta o celtizada de los iberos y los celtíberos, tuvieron que
hacerlas sin la necesaria comprobación. ¡Inaudito! Advertí que no eran auténticas
transcripciones sino simplemente transliteraciones fonéticas sin significado alguno.
Como ustedes saben, todo idioma se sustenta en una filosofía del lenguaje que explica
su mundo y todos los mundos posibles, por ello es tan triste perder un lenguaje, porque
un universo explicado se extingue con él, y pude comprender que aun parezca
sorprendente la escritura de los iberos y los celtíberos se trataba de escritura helena
construida con diversos alfabetos epichorikos, (de las otras regiones), es decir que cada
comunidad lingüística usaba caracteres propios de su territorio y por esa razón los
epigrafistas jamás pudieron encontrar coincidencias grafológicas en otro lugar que no
fuera en ese territorio específico. Esa escritura, es anterior al alfabeto griego Milesio o
de Mileto, sí, pero no obstante se trata de una misma lengua hablada. Y pude comprobar
que para los celtíberos (los íberos septentrionales) se trataba de una lengua proto-griega,
para ser más concreto en sus modos dialectales: frigio-lidio-dorio procedente de Asia
Menor. En realidad, la lengua de los celtíberos y la lengua frigia es la misma lengua
escrita de otro modo, con otros símbolos. Pero lo más sorprendente se lo diré a
continuación: Nuestras palabras, las que usamos hoy, pude comprobar que son las
que usaban ellos. Naturalmente no están escritas completadas tal como las conocemos
hoy, por supuesto. ¡Ojo! otras sorpresivamente sí que lo están. También muchas se
extraviaron en el tiempo, no son de uso corriente, y no obstante podemos encontrarlas
todavía en el griego antiguo, incluso algunas en griego actual, lo cual no me digan que
no es algo sensacional, ahora bien, actualmente, nosotros las conocemos escritas con
ortografía de un patrón latino. ¡Sorprendente!
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ACRÓNIMOS IBÉRICOS
Y es que nosotros, que teníamos una escritura antigua y anterior a la lengua griega, con
la llegada del latín ganamos una nueva ortografía, pero en cambio perdimos nuestras
pretéritas funciones del lenguaje. Sí, perdimos la función emotiva por otra. Perdimos la
función conativa por otra. Perdimos la función poética por otra. Perdimos la función
fática por otra. También la función metalingüística se vio afectada y, lo que es peor,
perdimos toda la función referencial y para siempre por otro idioma que desde entonces
se pretendió ab initio. Miren, los ACRÓNIMOS IBÉRICOS son las primarias frases de
uso por los autóctonos (de facto) en la península ibérica y por asombroso que parezca
hoy constituyen los morfemas, fonemas y lexemas del léxico del actual idioma
castellano por ende español. ¿A que nos referimos con Acrónimos? En lingüística
moderna un acrónimo, del griego ἄκρος, transliterado como akros “extremo” y ὄνομα
transliterado como “onoma” significa NOMBRE. Pueden ser siglas que se pronuncian
como una palabra pero también son vocablos formados al unir parte de dos o varias
palabras. Este tipo de acrónimos es el tipo común de uso de la sintaxis íbera y celtíbera.
¿Y qué son los alfabetos epichorikos? Bien, será necesario esclarecer también de que se
trata cuando hablamos de los alfabetos epichorikos: Son los distintos alfabetos y formas
anteriores helenas a la adoptada finalmente en común y denominada Milesia o de Mileto
para el idioma griego. En el caso de los caracteres ibéricos estos tienen sus orígenes en
los alfabetos arcaicos locales procedentes de las islas y de la península de Asia Menor.
Epichorikos vendría a significar “De las otras regiones”. Y a partir de comprender como
habían sucedido las cosas pude argumentar la teoría de los acrónimos ibéricos. La
elaboré a la vez que realizaba numerosos hallazgos y múltiples descubrimientos. La
teoría de los Acrónimos Ibéricos o teoría de las frases ibéricas es la que explica la
escritura y el idioma de los iberos y los celtiberos miles de años después de que se
dejase de usar, y hoy para que nosotros podamos comprenderla, conocerla y estudiarla.
Todas las ventajas de su interesante estudio y conocimiento pienso son más que
evidentes y no será necesario que aquí las enumere. Otra cosa interesante de ver es que
los acrónimos ibéricos se leen de izquierda a derecha al igual que hacemos en las
oraciones del idioma español, a menos de que se trate de un palíndromo, claro está.
Nuestros antepasados y llamados por el eminente geógrafo Estrabón con el nombre de
carpetanos, hallé que el apelativo se trataba de un exónimo, es decir de una traducción.
En realidad se trataba de Καρυο “Karyo” (Eran – Çeltikçi – por lo tanto, no eran celtas
sino gálatas.) Miren, habrán escuchado en muchas ocasiones, si no la han exclamado
ustedes mismos, la famosa interjección: Carpe Diem, es decir, “disfruta el día”. Está
pronunciada en latín, pero su origen se encuentra en el griego: καρπός “karpós”, que es
de donde se presupone deriva incluso el nombre de Καρυο (Cario) y que significa fruto,
solo que en este caso, es incluso el gentilicio empleado para un pueblo concreto que
forma parte de los castellanos, llamados por aquellos entonces en las fuentes latinas
clásicas: Carpetanos. Ellos, entre otras, fundaron la ciudad de Madrid que significa “Por
el trayecto”, fundaron la ciudad de Toledo que significa “¡Oh! Ledo” en referencia a la
diosa madre del Sol, también Valladolid que su acrónimo original fue “Bal·Ledo·Lid”,
es decir “Nuestra Señora Ledo” y un largo etc., y son quienes junto con lidios, licios,
cilicios, dorios y jonios nutrieron al castellano de sus palabras, quise decir frases, y que
hoy son preexistentes en su extraordinario léxico.
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Referencias
Cabrejas Iñesta, Enrique (Enero 2013) KARUO - EL SECRETO ÍBERO - ISBN 978-84-9030-665-9.
Editorial Círculo Rojo. Almeria. DEPÓSITO LEGAL: A 1185-2012.
Cabrejas Iñesta, Enrique (Marzo 2015) HIJOS DE TITANES - EL SECRETO ÍBERO - ISBN: 978-84-
9095-585-7. Colección: Investigación. Editorial Círculo Rojo. Almería. DEPÓSITO LEGAL: AL 199-
2015.
Bibliografía:
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ZORRO. Origen etimológico fijado por Enrique Cabrejas
1ª edición 2015
ORCID: 0000-0002-5002-5850
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