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1. Psicoanálisis e instituciones
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La línea psicoanalítica kleiniana fue desarrollada por Melanie Klein quien fuera cercana en un primer
momento a Freud. Sus aportes sobre las fantasías inconscientes y el psicoanálisis con niños le apartaron
de muchas concepciones freudianas y se puede decir que junto con Freud y Jacques Lacan son los tres
mayores teóricos de la teoría psicoanalítica. La psicología del yo fue desarrollada también en Inglaterra
pero sobre todo en los Estados Unidos, desde esta perspectiva (tradición iniciada por Anna Freud, hija del
fundador de psicoanálisis) la importancia de desarrollar un yo fuerte y realista es prioridad: el trabajo
sobre lo inconsciente tiene como finalidad el fortalecimiento y el realismo de un yo. Se puede decir que el
psicoanálisis freudiano, el kleiniano y el del yo se encontraban ubicados geográficamente en Alemania,
Inglaterra y los Estados Unidos respectivamente. Si el Instituto Tavistock nace en Inglaterra es evidente
que su línea fuera kleiniana, sin embargo, es importante señalar que de esta corriente psicoanalítica nace
también el psicoanálisis de las relaciones de objeto (Winnicott) crucial para los estudios institucionales
ingleses.
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El ambiente mundial en la posguerra era de una superación del pensamiento
freudiano, así que muchos psicoanalistas salieron a otras disciplinas a buscar formas
diferentes de pensar el psicoanálisis. El psicoanálisis da un giro o hacia la biología,
hacia el culturalismo o hacia la psicología. Es a esto a lo que se le llama neofreudismo o
posfreudismo. Ante esto, el psicoanalista francés Jacques Lacan lanza en 1953 su
consigna del retorno a Freud. Este retorno no se refiere a ni a una cuestión dogmática ni
un uso purista de los conceptos freudianos, más bien se plantea un recorrido de Freud
para analizar cómo pensó la praxis psicoanalítica. Es a través de una vuelta a Freud
como Lacan problematiza y reconceptualiza lo planteado por el primero para refundar el
psicoanálisis. Lacan opinaba que Freud pudo pensar lo que había encontrado a partir de
lo que existía en su tiempo, en otras palabras, muchos de los problemas que los
llamados posfredianos piensan serán superados en el campo de otras disciplinas Lacan
los aborda extrayendo saber útil para la clínica psicoanalítica a partir de los últimos
avances en otras ciencias. Para el francés el psicoanálisis tiene un campo propio, el cual
fue fundado por Freud, de tal manera que lo importante no sería seguir las afirmaciones
o la teoría freudiana sino leer a Freud nuevamente para hacernos las mismas preguntas
que se hizo y responderlas a partir del saber actual de la época. El saber de la época para
Lacan fue la literatura, las matemáticas, la topología, la antropología estructural, la
lingüística y la interlocución con filósofos como Heidegger, Deleuze, Foucault, Derrida,
Althusser y Barthes. Los primeros diez años de la enseñanza de Lacan en sus seminarios
(1953-1963) están concentrados prácticamente en dos puntos: 1) un retorno a las
preguntas que se planteó Freud así como a contestarlas con los saberes de mediados del
siglo XX; y, 2) una crítica a los planteamientos de los posfreudianos, neofreudianos,
psicoanálisis del yo estadounidense, kleinanos y el psicoanálisis de las relaciones de
objeto (Roudinesco, 1994). Esto es importante si se considera que las relaciones entre el
psicoanálisis y los estudios institucionales se constituyeron desde esas corrientes
psicoanalíticas.
Es posible decir que Lacan refundó el psicoanálisis con otras bases filosóficas,
científicas y epistemológicas de tal manera que algunos autores denominados lacanianos
incluso hablan de un cambio de paradigma para el psicoanálisis (Allouch, 1994). Si la
teoría institucional ha sido influenciada por el psicoanálisis freudiano, kleinano y del yo
¿ha sucedido lo mismo con el lacaniano? Nos parece que no, pero si es así, ¿de qué
serviría pensar los estudios institucionales desde esta línea psicoanalítica? El gran
problema epistemológico para relacionar el psicoanálisis con las ciencias sociales es el
paso de lo individual a lo social. Lacan, sin resolver el problema, plantea desde la
lingüística y las matemáticas a través de su concepto de sujeto (y no individuo, persona,
“yo” o self) que todo estudio psicoanalítico es por propia naturaleza social. Esto se
formula cada vez de manera más clara y precisa en el parisino hasta que desemboca en
su teoría más elaborada de lazo social y los cuatro discursos. En otras palabras, Lacan, a
diferencia de los otros abordajes, al realizar un trabajo epistemológico de la obra
freudiana y la formalización del psicoanálisis permite concebir otro tipo de relación
entre los estudios institucionales y la teoría psicoanalítica.
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través del filósofo esloveno Zizek quien fragmentariamente trabaja conceptos
importantes para las instituciones) y transportarlo a la teoría organizacional (Böhm y De
Cock, 2005).
Es así que, bajo los argumentos anteriormente expuestos, nuestra apuesta en este
ensayo es explorar la relevancia de la teoría de los cuatro discursos para pensar a las
instituciones. Es así que se puede hablar de teoría institucional que se inspira en la
teoría psicoanalítica o que echa mano de la teoría psicoanalítica hacer pensables ciertos
elementos de la teoría institucional. Por ello en este capítulo más que hacer una teoría
institucional psicoanalítica se trata de utilizar una pequeña porción de la teoría
psicoanalítica lacaniana para así hacer pensable ciertas cuestiones sobre las
instituciones. Así pues no es un trabajo sobre la teoría institucional, lo que implicaría un
trabajo riguroso sobre las metodologías, discusiones teóricas, problemas
epistemológicos e incluso de investigación.
Es así que este capítulo busca, entre otras cosas, mostrar la posibilidades que hay
en la teoría psicoanalítica para pensar a las instituciones. Otros capítulos de este libro
tratan o a las instituciones o a la teoría institucional desde otras perspectivas, por
ejemplo desde la economía institucional (Gandlgruber), la economía política (López), la
sociología (Mallorquin), el derecho o la historia (Téllez) y el nuevo institucionalismo
(Culebro; Arellano, Lepore y Zamudio).
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Badiou (2005), atraviesa a toda la filosofía francesa de posguerra según Badiou, a saber,
la relación entre sincronía (estructura y lenguaje) y diacronía (historia y palabra),
especialmente el problema para pensar el cambio e una estructura a otra, lo que implica
la relación diacrónica de la sincronía. Piénsese el problema del cambio de una epistéme
a otra en Focault. Esto es importante para la teoría institucional y para las instituciones
puesto que trata de aquello que produce un cambio en la estructura, pero también con
un concepto de historia. Es así que esto tiene relación con otro capítulo de este libro
(Téllez), enviaremos al lector a consultarlo como referencia a un abordaje histórico a las
instituciones. En el caso de los cuatro discursos el concepto de historia, y de cambio, es
tratado desde esta problemática entre la dimensión diacrónica (historia) y la sincrónica
(¿cómo se cambia de un discurso a otro?, ¿cómo se cambia de una estructura a otra?).
Como se mencionó en el párrafo anterior los cuatro discursos son una escritura lógica
(entre la matemática y la historia) por lo cual Lacan hablará de operador en términos
matemáticos. El operador es aquello que posibilita el cambio de una estructura
matemática a otra. ¿Cuál es el operador que permite el cambio entre una estructura y
otra? Es la falla en la estructura, ahí es donde se debe poner atención, según esta teoría,
para captar tanto la dimensión del cambio como la dimensión histórica de las
instituciones. En los cuatro discursos este operador como falla en la estructura tiene
relación, evidentemente, con la operación del “cuarto de vuelta”. Esto también puede
tener efectos para pensar la relación estructura, agente y estructuración.
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momento en que un humano está atravesado por el lenguaje y se convierte en un
ser hablante hay necesariamente una prohibición que instituye en el humano la ley y el
lazo social. Otra manera de decirlo es que aunque en muchas culturas ciertos tabúes no
sean los mismos que en otras (incesto, parricidio, canibalismo) siempre habrá un tabú
que posibilita estructuralmente a la sociedad. Por ejemplo, en algunos pueblos indígenas
es posible casarse o tener relaciones sexuales con las hermanas, pero de cualquier forma
les estaría prohibido hacerlo con sus primas, permitiendo de esta manera la circulación
de las mujeres con otros grupos o clanes. La prohibición posibilita estructuralmente el
intercambio y por este motivo el lazo social. ¿Por qué buscar otro tipo de relaciones si
ya todo está en nuestro propio clan? Precisamente porque hay algo prohibido. Lacan
relacionará entonces, como San Pablo, que al instituirse la ley emerge el deseo de lo
prohibido, no en tanto contenido sino como la búsqueda de un objeto mítico al que
renuncio para encontrar otro mejor (el cual tampoco tiene un contenido concreto o
imaginario). Pero si la ley y la prohibición son elementos de una estructura ¿qué hace
mover a la estructura? Lacan encuentra que es un elemento diferente a los otros
elementos, lo llama en un primer momento muerte, después castración (que lo
relacionará con el falo), más tarde lo hará equivalente al objeto a. Es así que si al
complejo de Edipo se le agrega un elemento pasa de una estructura de tres a una
estructura de cuatro, lo cual sería equivalente al complejo de castración:
GRÁFICO 1
GRÁFICO 2
Para fines de pensar los cuatro discursos y cómo Lacan suplementa la teoría de
los discursos de Foucault podemos decir que es el objeto a el elemento heterogéneo a la
estructura pero que la posibilita en su imposibilidad. Si los humanos están involucrados
en un proceso de subjetivación (atestación de su ser), de relaciones de poder y de
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formaciones discursivas en donde se despliega el saber es porque están en falta, es
porque algo les es imposible. Es imposible saber todo, es imposible ser todo o saber de
mi absolutamente todo y es imposible ejercer el poder de manera absoluta. Se notará
inmediatamente que la problemática se torna ontológica (algo del orden de la
imposibilidad del ser y que se jugaría también en el poder y en el saber). Es por este
motivo que Lacan posteriormente hablará de la imposibilidad de lo Uno y acuñará su
famoso aforismo: “no hay relación sexual” que se refiere a la imposibilidad de
incorporación de un elemento que complementaría. Es de esta manera que se puede
entender que Lacan no complementa al pensamiento foucaultiano, en todo caso lo
suplementaría descompletándolo. Hablamos de un Lacan con Foucault pero no sin
Freud.
No parece aquí el lugar indicado para resaltar a profundidad las diferencias entre
Foucault y Lacan, pero es posible mencionar que la teoría de la discursividad en el
filósofo puede dar cuenta de cómo el saber, el poder y la producción de la sujetos
aparecen con una densidad histórica a través de las prácticas y discursos (por ejemplo
sus análisis del poder psiquiátrico, la visualidad en el origen de la clínica, las prácticas
de encierro, etcétera), algo que no puede encontrase con este nivel de detalle en Lacan.
Puede incluso decirse tentativamente que los análisis discursivos de Foucault son
extremadamente detallados como si fuese un detective de bajos fondos, una tarea gris a
través del análisis de documentos marginales, mientras que en Lacan veremos una
analítica del discurso no a la manera de una genealogía o una arqueología sino de pensar
el espesor histórico como una estructura lógica, como un lazo social, en último término
como una estructura hecha de funciones y operaciones. Lo que se quiere decir en último
término es que no es posible hablar de un más allá de Foucault por Lacan sino de un
pensamiento que suplementa al otro para poder construir una herramienta teórica que
pueda dar cuenta de un campo específico y con una metodología otra que no había sido
pensada por el autor de Las palabras y las cosas. Dos autores, dos discursos, dos
niveles de análisis
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Es evidente que si los antecedentes de Lacan son el estructuralismo francés y el
pensamiento foucaultiano su propuesta será desde el concepto de discurso. ¿Qué es
entonces para el filósofo de cabeza rapada un discurso? Se trata de una matriz de
producción de enunciados que al mismo tiempo describe las relaciones entre los
enunciados: visualizar las exclusiones, señalar sus inclusiones, fijar sus límites y
apuntalar sus violencias. Otra forma de decirlo es que un discurso es una unidad
narratológica mínima que posibilita (y prohíbe) ciertas relaciones entre enunciados.
Lo que Lacan hará es definir al discurso como lazo social. Hay varias cosas que
toma de Foucault: la formalización estructural, algunos de los elementos (sujeto, poder,
saber), las rupturas y un sujeto que es efecto del lenguaje. Lacan articulará estos
elementos de otra manera y suplementará con elementos como el objeto a, el plus-de-
goce y el lugar del resto en la estructura.
El lazo social se refiere a las relaciones entre los sujetos (que al mismo tiempo
los subjetiva de cierta manera o los desubjetiva) mediadas por el lenguaje no en el
sentido dialógico (emisor-receptor) sino como atravesamiento de significantes (el sujeto
no domina el lenguaje sino que es atravesado, hablado por él). Cuando un sujeto habla o
se relaciona con otro está limitado y posibilitado por una cierta gramática que no
depende de ellos sino de una estructura que los precede (leyes del significante). Al
mismo tiempo cuando un sujeto se relaciona con otro se subjetiva de una cierta manera
o se desubjetivan a partir de relaciones de poder, saber y goce (objeto a). Además el
lazo social está atravesado y posibilitado, paradójicamente, por imposibilidades
dependiendo del tipo de lazo o discurso.
La importancia del discurso como lazo social para los estudios institucionales
radica en un cambio de paradigma para pensar a las instituciones: hacérnoslas con un
exceso o resto irreductible para la institución (el goce, el objeto a, plus-de-goce), la
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introducción de la dimensión inconsciente partir del lenguaje, las diferentes relaciones
entre poder-saber-sujeto, pensar a las instituciones como lazos sociales que son
paradójicamente posibilitados por sus imposibilidades (habría cuatro tipos de
imposibilidades posibilitantes), un paradigma diferente de la comunicación (lazo social
mediado por un orden simbólico y atravesado por un exceso) y la producción de sujetos
(o desubjetivación) a partir del tipo de lazo social. Todo esto apunta a una teoría que
intenta dar cuenta la manera en que nos las hacemos con la incompletud y la
incertidumbre como elementos estructurales. Si ya se han pensado a las instituciones
como formaciones discursivas o de manera narrativa lo inédito desde el campo
psicoanalítico es por un lado la formalización y por otra parte este resto irreductible o
imposibilidad llamado objeto a. Es precisamente lo que hace que el pensamiento
psicoanalítico sea algo más que una construcción social, se tiene que enfrentar con algo
del orden de lo Real (no con la realidad ni con lo fáctico), es decir, con algo que excede
a los simbólico y a la estructura pero que es producida por ella, de ahí que sean después
equivalentes producto y resto. Las formaciones discursivas al operar generan un resto
que al mismo tiempo es constitutivo a las mismas formaciones. Se notará la dificultad y
la paradoja para pensar de esta manera. La manera de explicar esto es la noción de
tiempo en psicoanálisis. Para el psicoanálisis el tiempo acaece de manera retroactiva.
Esto quiere decir que los elementos significantes posteriores pueden resignificar lo
acontencido anteriormente. Por este motivo no hay en psicoanálisis teoría del trauma en
el sentido fáctico, sino que un evento es vivido como traumático cuando es resginficado
con eventos posteriores (que no son eventos por sí mismos sino como significantes que
resignifican a otros significantes-eventos). Esta es la lección que aprende Freud en su
caso del Hombre de los Lobos. Es así que el resto, la imposibilidad, el objeto a son
producto de las formaciones discursivas pero que en retroacción son vividos como
anteriores a ellas.
Ahora bien, si para el filósofo francés los discursos son series de relaciones entre
enunciados y ellos son a su vez fundamentalmente funciones entonces se puede pensar
al discurso como relaciones entre funciones lo cual implicaría el acercamiento del
análisis discursivo a la lógica. Este es el punto en el cual Lacan formaliza la propuesta
foucaltiana a través de una escritura lógica. Observamos que este abordaje de los cuatro
discursos en Lacan nos lleva a pensar que para las instituciones el discurso es un lazo
social y una relación entre funciones (enunciados). He aquí una diferencia con otros
abordajes a las instituciones como discurso, la otra diferencia, ya mencionada es la
introducción de un resto-exceso-imposibilidad.
Hasta aquí se ha presentado cómo podrían ser pensadas las instituciones como
formaciones discursivas pero no se ha explorado a los discursos como instituciones. Si
las instituciones son cuerpos normativos, jurídicos y culturales, conformados por un
conjunto de ideas, creencias, valores y reglas que condicionan las formas de intercambio
social, entonces se puede decir que la diferencia entre discurso e institución es que el
discurso no tiene contenido específico, es una forma pura. Esta diferencia es producto
de la “naturaleza” del discurso, a saber, su relación con lo simbólico (pura
relacionalidad como estructura y cadena significante), mientras que la institución puede
tener contenido (de ahí el énfasis en el cuerpo normativo, jurídico, etcétera, o en esta
idea de conjunto de ideas, creencias, etcétera). Otra diferencia, por lo menos en el
concepto de discurso en Lacan, es que el discurso como estructura tiene fallas,
inconsistencias e imposibilidades. Es así que pensar a los discursos como instituciones
implicaría que la función de una institución no es tener un cuerpo, una sustancia o ser
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un continente lleno de contenidos (conjunto de elementos). Un discurso, tal como lo
piensa Lacan, implicaría una estructura vacía que además tiene fallas y que esta
estructura condiciona las maneras de intercambio social (es por ello muy útil la
equivalencia entre “lazo social” y “discurso” en Lacan).
Existe la tentación de pensar a las formaciones discursivas como saber, pero para
Lacan el saber es únicamente un elemento (diferencial en relación a otros elementos) de
las formaciones discursivas. Es importante aclarar este punto puesto que para Foucault
toda práctica produce su propio saber. Si se entiende que las formaciones discursivas
para Lacan incluyen al saber, pero también al poder, al objeto a y al sujeto entonces se
dirá de los cuatro discursos, junto con Foucault que todo lazo social (sería si equivalente
a la práctica puesto que palabras y acciones son elementos discursivos) produce su
propio saber. Más claro: es en la misma relación entre los elementos que se producen
los elementos puesto que lo importante son las relaciones ya que los elementos carecen
de sustancia. Es la práctica discursiva (las relaciones) las que producen su propio saber,
pero también su propio poder, su propia forma de subjetivación y finalmente su propio
resto (y la manera de hacérselas con él).
Pasaremos entonces a explicar los cuatro discursos en Lacan a partir de cómo los
construyó.
¿Qué es un enunciado cómo función? ¿Qué sería un discurso como relación entre
funciones? Los enunciados, en tanto función, efectúan una acción compleja: relacionan
lo diverso yuxtaponiendo lo heterogéneo. Función es un término matemático que indica
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Se ha señalado en otros lugares (Ibarra-Colado, 2001) sobre la ausencia en la teoría institucional de
temas que aborden la problemática de la creación de identidades y la conducción de conductas en las
instituciones. Los cuatro discursos en Lacan abordan de otra manera la problemática foucaultiana sobre
las relaciones del sujeto frente al Estado, frente a otros y frente a sí mismo, por ejemplo.
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Un trabajo importante sobre este tema se encuentra en Clegg (1990), pero que aún en este abordaje tan
novedoso, en donde se estudia el poder de manera relacional y también como circuitos, no se toma en
cuenta la inconsistencia, la falla y la imposibilidad en estas relaciones y circuitos (es decir, no hay
posibilidad de no-relación o de corto circuito). Esto abriría la posibilidad de momentos de imposibilidad
de un todo-poder (o todo-saber) o incluso el ejercicio del poder en la ambigüedad o en la inconsistencia.
Ejemplos de este poder en la inconsistencia o en la ambigüedad se pueden encontrar en los estudios de
Bajtin sobre los carnavales como transgresión tolerada, en la parte obscena del superyó de la que habla
Lacan como una voz que suplementa a la ley y que nos introduce en un círculo vicioso que en la
transgresión de la ley la sostiene de manera más fuerte y eficaz (Zizek, 1992) o en los ejemplos sobre
Rusia comunista en donde estaba prohibido hablar de lo que estaba prohibido implícitamente, es decir,
que si “X” señalaba que había censura en el tiempo de Stalin y “Y” le señalaba públicamente que estaba
prohibido hablar de eso públicamente era más fácil que el último fuera detenido que el primero (Zizek,
1992).
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que una variable es dependiente de otra, más exactamente expresa una relación de
dependencia entre variables. Es aquí donde Jacques Lacan toma de Foucault la idea de
un discurso como relación entre funciones, esto es, una relación de interdependencia
entre diversas variables como son el saber, el poder y el sujeto, conceptos también de
genealogía foucaultiana, para suplementarlos con una creación lacaniana: el objeto a
(resto, plus-de-goce).
Se escriben cuatro letras S1, S2, a y $ que apuntan al significante amo (poder),
al saber, al objeto a (resto) y sujeto respectivamente. Los elementos o términos pueden
determinarse desde el principio de la siguiente manera:
Tabla 1
Acto seguido se escriben dos barras, de manera que de golpe tendremos cuatro
lugares, es puro espacio en donde se establecen cuatro lugares, a saber:
Gráfico 3
Gráfico 4
Usaremos ambas maneras de nombrar los lugares. Veremos entonces que según
el lugar que ocupen estos elementos en las diversas plazas de los discursos su
implicación será diferente. Esto es importante porque si nos tomamos en serio la
propuesta de discurso como relación entre funciones es así que los términos o elementos
no indican nada de por sí, no tienen esencia, sino que su valor depende del lugar que
ocupan en el discurso y la relación entre los elementos. Es en este segundo punto donde
se debe tener en cuenta la definición de significante como la unidad de diferencia pura.
¿Qué significa esto? Significa que un significante es lo que no son lo otros significantes.
Más sencillo: un significante se define por lo que no es en relación a otros significantes
que a su vez se definen por no ser lo que son los demás significantes. El lector advertirá
inmediatamente entonces que cada significante no tiene valor por sí mismo sino en su
encadenamiento o relación de diferencia con los demás. Pensemos en este significante
como trazo o letra:
Gráfico 5
Gráfico 6
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Esto sucede ya que su valor depende de su encadenamiento con los otros trazos,
es decir, su valor depende de las relaciones diferenciales con los demás trazos,
elementos o términos.
Es así que las relaciones entre los cuatro elementos y el lugar que ocupan en la
estructura definen el valor de cada término o elemento. Pero hace falta una operación: el
cuarto de vuelta. Los términos se mueven de lugar de la siguiente manera:
Gráfico 7
Pero nunca de esta otra manera, lo que implicaría una violación en la sucesión de
lugares en la línea circular, como si los elementos estuvieran montados sobre una llanta
tipo oruga de un tanque de guerra (una violación a lo que Lacan llama “cuarto de
vuelta”):
Gráfico 8
Ahora que ya tenemos los cuatro términos, los lugares y la operación podemos
desplegar por vez primera los cuatro discursos (no podría ser un número mayor
precisamente para no violar la operación del cuarto de giro, de otra manera tendríamos
un total 16). Es importante mencionar que aunque los discursos están hechos de
elementos su sintaxis es diferente (lugares y relaciones entre términos) en cada uno y
eso hace toda la diferencia. Los discursos no despliegan una concatenación sintáctica
sino relaciones complejas entre elementos y términos. Es así que tenemos cuatro
discursos:
Gráfico 9
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El discurso del amo se escribe así:
Gráfico 10
Es llamado discurso del amo precisamente por el lugar que ocupa el significante
amo (S1) en la estructura. Se había dicho que el lugar superior a la izquierda es el
agente, lo que indicará también que es una variable dominante en el discurso. Es de
radical importancia mencionar la naturaleza del significante amo (S1), especialmente
para los estudios institucionales porque apunta al problema de la hegemonía (Laclau,
2005). Para Ernesto Laclau, uno de los primeros teóricos de la política que utilizó la
teoría lacaniana para aplicarla a la teoría política piensa que las palabras pensadas como
significantes (como unidades de diferencia pura que únicamente tienen significado en la
medida que no son los otros significantes) no tienen ningún sentido hasta que aparece
una palabra (significante) que estabiliza a todos los demás y les da coherencia. Esta
palabra (significante) hegemoniza el discurso. El ejemplo que utiliza Laclau en varias
ocasiones es solidaridad, las palabras (significantes) que se utilizaban en los discursos
políticos de los años ochenta en Polonia, venidos de izquierda, de derecha o de
cualquier otra posición política, fueron cohesionados bajo la palabra (significante)
solidaridad, es decir, era el significante amo. Pensemos otros ejemplos. Hoy el
significante amo para la política pudiera ser seguridad o cambio en tiempos de
votaciones. Hay significantes amo que estabilizan los discursos de izquierda (cultura,
movimientos sociales, distribución de la riqueza, igualdad, etcétera) o los discursos de
derecha (estado de derecho, seguridad, orden, ley, etcétera). Para decirlo de otra
manera: el significante amo, tal como lo señala Lacan, es el punto de acolchado
(botones que se utilizan al hacer muebles, los cuales impiden que la tela que sirve de
forro al mueble se corra) que impide el corrimiento de la cadena significante. Si un
significante únicamente tiene sentido en relación a otro significante y éste último en
relación a otro significante ¿qué detiene el trote de la cadena significante? Un
significante amo.
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sabiduría de susasesores. Ni al presidente ni al amo les importa el saber: “hazlo, no me
importa cómo pero resuélvelo” 4 .
Pero el nombre discurso del amo no debe ser peyorativo necesariamente. Esto se
puede pensar para los estudios institucionales en términos de liderazgo. Una persona en
una institución por más saber (técnico, filosófico, administrativo, etcétera) que posea
(S2) no puede por el saber mismo tomar una decisión. El saber (S2) por sí mismo no
indica nada, son puros significantes flotantes para utilizar la expresión de Laclau.
Pueden ser significantes muy bien organizados (tablas, estadísticas, comparativos,
investigaciones), pero que su sentido se corre porque no hay nada que detenga o fije su
sentido (¡falta el punto de acolchado!). Es aquí donde el sujeto en posición de S1
(significante amo) profiere su palabra y estabiliza el sentido del saber. Un líder en
posición de S1 en el discurso del amo es quien toma las decisiones que no podrían
tomarse únicamente con el saber (S2). Esa es la utopía de la cibernética y la teoría de
sistemas (de primero, segundo o tercer orden): que el puro saber tome decisiones. El
líder no es líder por sus propiedades esenciales sino porque su palabra, desde el lugar
donde la profiere tiene efecto en todos los términos y lugares del discurso (esto es lo
que significa dominante del discurso, que no es lo mismo dominio del discurso). La
magia del amo es que aunque no hay nada nuevo a nivel de lo fáctico, del conocimiento
o de la situación ya nada es lo mismo después de pronunciar su palabra. Todo esto para
bien o para mal.
¿Qué hay entonces en relación a los demás elementos del discurso, del vector de
la parte superior y de la doble barra en la parte inferior? El vector de la parte superior
implica que hay una relación entre S1 y S2 que pone en circulación la relación entre
todos los elementos (por esto también el lugar del agente es la dominante del discurso).
La barra entre el lugar de la producción y la verdad (que están ocupados en este discurso
por a y $ respectivamente) indican que no puede haber relación entre ese lugar y el otro.
Esto es importante porque entonces no todo puede ser absorbido por la lógica del
discurso. De ahí que este trabajo se titule “discurso con resto”. El elemento que se
encuentra en el lugar de la producción (o resto) no puede ser absorbido, armonizado o
tomando el lugar de complemento. Por esto es la lógica del suplemento y no del
complemento, lo cual recuerda al don descrito por Georges Bataille o el suplemento
propuesto por Jacques Derrida. ¿Qué es lo que no puede ser absorbido y que siempre
quedará como resto por este discurso? El objeto a, es decir, el plus-de-goce (nombre de
evidente genealogía marxista). Es el amo (S1) el que quiere obtener del esclavo (S2) su
goce, su producción, pero que no puede obtener del todo. Se verá que la imposibilidad
de disolver este resto, de reintegrarlo a la lógica del discurso es diferente en cada
discurso. Pero hay algo más: este resto es visto como un exceso, un excedente, un
estorbo que implica el desorden del mundo (o de la institución). Lo picante del asunto
es que esto que parece un estorbo es lo que posibilita todo el discurso. Es lo que en su
momento Foucault explicó como la resistencia implícita en cualquier relación de poder-
saber, pero que no pudo explicitar en estos términos.
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Quizá es desde aquí donde podemos entender cómo pueden presidentes como Bush hijo o Fox hacer
gala de su ignorancia: a nivel de enunciado (dicho) soy ignorante, pero a nivel de enunciación (decir) digo
que soy el poder. “No importa cómo sea el presidente de ignorante, mientras tenga su gabinete de
asesores” es una formulación muy actual que indica lo siguiente S1ÆS2, es decir, legitima el poder de
otra manera.
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Es así que el amo, líder, capitalista o jefe (S1) al explotar, sustraer o extraer el
saber del esclavo, empleado o subordinado (S2) queda algo que no puede dominar. La
fantasía es que en el fondo el sujeto en posición de S2 no entrega algo (a) o disfruta (a=
plus-de-goce) en los momentos en que no es visto por el S1. S1 tira un manotazo o
utiliza todo su poder, sistema militar, aparatos de Estado o tecnología para que obedezca
la ley del amo. Quizá por este motivo la fantasía de S1 es que S2 siempre se ríe de él
(goza) en privado 5 . Nótese cómo el que está en posición de S1 imagina el goce de S2 y
también que puede recuperar el objeto de él o que en algún momento este “a” será
extraído, desaparecerá y será puesto en orden para recuperar la armonía de la ley.
También esto explica cómo una de las paradojas del discurso del amo: no es posible
quitarle el disfrute sufriente (uno de los nombres que le pone Lacan a esto es goce,
placer en el dolor) al esclavo, al empleado; no es posible obligar a alguien a ser libre.
Esto puede dar pistas de aquella vieja pero actual pregunta que se hacían Baruj Spinoza,
Wilhelm Reich y Herbert Marcuse: ¿por qué alguien puede defender incluso al amo que
lo somete? Vemos entonces como se desdibuja desde la lógica de los cuatro discursos la
línea entre objeto y sujeto así como entre yo y los otros. Esto se relaciona
evidentemente con el asunto foucaltiano del gobierno de sí mismo (tecnologías del yo)
como una forma de subjetivación: la relación con el otro (S1ÆS2) es la relación que
tengo conmigo mismo. El amo se trata a sí mismo como esclavo (por ejemplo cuando
un manager organiza su vida según los “hábitos de la gente altamente efectiva”) o el
esclavo se trata a sí mismo como amo sometiéndose al otro aún cuando está en
posibilidad de moverse de lugar, lo que Erich Fromm llamará el miedo a la libertad
(1971).
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elementos pero también el cambio de posición de los elementos, un juego de niños nos
ayudará a pensar esta lógica:
Gráfico 11
Gráfico 12
Vemos entonces que por un lado el discurso de la histérica tiene un lado crítico
que pone en jaque a las autoridades (en cualquiera que sea su forma) pero que también
se puede quedar trabado en la queja y la inacción. Una aclaración, cuando nos referimos
al sujeto aquí puede caber una persona, pero también una institución o un grupo de
personas puede ocupar el lugar de agente. Se puede establecer una relación (lazo social
como relación de funciones según lo venimos diciendo) de una institución a otra (o de
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Cuando se divide (operación matemática) 100 entre 3 el cociente es 33, sin embargo, queda un resto
producido por la propia operación. Si este resto quiere ser absorbido se le agrega un punto decimal, pero
igualmente queda un resto. Cuanto más se quiere dominar o armonizar este resto más indomable se vive,
pero sin este resto no habría movimiento. El movimiento es el resultado de intentar reintegrar este resto.
¿Qué es lo que causa el movimiento en las instituciones? Lacan (2003) menciona que el objeto causa del
deseo, esto es, el objeto a, no se encuentra delante del sujeto (algo que alcanzar) sino detrás del sujeto, es
lo que causa su deseo. Lo que causa el movimiento en un sujeto, lo que lo impulsa a buscar un objeto, es
algo que se encuentra detrás de él, a saber, un falta que al buscar completarla queda siempre un resto que
lo impulsa a continuar deseando, buscando nuevos objetos.
15
un departamento a otro, o de un grupo político a otro) como discurso del amo, discurso
de la histérica, etcétera. Pensemos, por ejemplo, algunas ONG’s que establecen su lazo
social a través de la lástima o algunos partidos que están de maravilla desde la oposición
(queja, $ en el discurso de la histérica) y después no pueden sostener el lugar del poder
(S1 en el discurso del amo).
En el discurso de la histérica la falla está en $ (en la barra que parte al sujeto: S),
el exceso está en el deseo (a) y lo que no es recuperable, armonizable (por la doble barra
en la parte inferior) es un saber o técnica (S2) que pueda quitar la falta en $.
Un ejemplo que usa Lacan para explicar la histeria en una situación primordial es la de
un niño pequeño que se encuentra en una tela de araña de inversiones libidinales, esto
es, es un objeto que toma un lugar importante de intercambio de discusiones y asuntos
importantes para los adultos (por ejemplo, ser objeto de chantaje en un divorcio, ser
objeto de chismes o de situaciones que él mismo no entiende), de pronto el niño se da
cuenta de ser el centro de las inversiones libidinales de otros, pero no puede darse
cuenta de qué es lo que los otros ven en él (de ahí que la pregunta primordial para
histerizarse es “¿qué quiere el otro de mí?, me dice esto y lo otro, pero más allá de esto
¿qué quiere de mi?”): lo que espera el sujeto en posición histérica es conocimiento
acerca que es lo que es él como objeto, pero imposible de contestar puesto que no hay
relación entre el objeto y el saber (// en la parte inferior del discurso, a//S2). Un ejemplo
de esto en las instituciones es cuando alguien (un departamento, una instancia, una
organización o un sujeto) se encuentra en una función de intercambio político para otras
personas o instituciones (ser chivo expiatorio, ser usado con fines políticos, etcétera).
Gráfico 13
Según Lacan este es el tipo de lazo social más común en la actualidad. Aquí el
agente es el saber (S2) que se dirige a un resto o un exceso (a). ¿Qué significa esto? Se
trata de un maestro o experto (poseedor del saber) que se dirige a un otro que sería un
salvaje (exceso) para poderlo domesticar o ilustrar. Por este motivo el paradigma de este
tipo de lazo social (discurso) es la universidad, de ahí el nombre. Es la universidad la
que aspira a la excelencia académica, a educar a los ignorantes o salvajes. Se notará de
inmediato que el experto se legitima a través del saber, de la técnica (“solo soy un
humilde servidor del conocimiento y la sabiduría”). La verdad de este discurso fue
mostrada desde hace tiempo por la Escuela de Frankfurt (Marcuse, 1981; Horkheimer y
Adorno, 1994) cuando ponían en evidencia que detrás de este conocimiento neutral
(postura del positivismo) hay ideología en su modo más puro, es decir, lo racional es la
racionalidad técnica al servicio del Estado, de las empresas o de una élite. Así pues, la
verdad de este discurso es S1. Aunque S2 diga que se legitima en un conocimiento
neutral la verdad es que le sirve a un amo (S1).
16
Es así que el experto en mercados recomienda fuertes medidas presupuestarias
(reducir los gastos en medidas sociales, por ejemplo) como una necesidad impuesta por
su conocimiento neutro y sin ningún tipo de sesgo: lo que oculta es la serie de
relaciones de poder (desde el papel activo de los aparatos estatales a las creencias
ideológicas) que mantienen el funcionamiento “neutral” del mecanismo de mercado;
misma situación con los nuevos expertos en seguridad que justifican las medidas
tomadas en muchas instituciones o aeropuertos como resultado de “como están las
cosas”, la inseguridad como un hecho patente y que no contiene ningún contenido
ideológico y que se justifica “por el bien de todos”.
Aquí podemos hacer un enlace con otro capítulo de este libro, específicamente
con lo trabajado por López a propósito de la economía política y la instituciones, en
donde queda claro cómo ciertos regímenes de propiedad favorecen ciertos intereses y
cómo las instituciones están también influenciadas por legados institucionales
anteriores. La tentación desde ciertas teorías institucionales es mirar esto como algo a
eliminar, sin embargo, desde esta perspectiva existe una irreductibilidad en el discurso
(que se localiza en a o en la doble barra inferior //), de tal manera que la supuesta
neutralidad de una institución, o de su saber, queda en entredicho. Las opciones se
encuentran en permutar lo elementos para generar otro discurso con los mismos
elementos (pero en diferente posición). Esto puede ayudar a pensar de otra manera la
emergencia del nuevo institucionalismo económico (por ejemplo en Arellano, Lepore y
Zamudio).
17
empresarios, gobernantes o estrellas de cine que también poseen “un lado humano” y lo
muestran públicamente, como no queriendo asumir su lugar en el discurso amo como
S1. Otro ejemplo es el cinismo, la ironía, la burla autoreflexiva o el no tomarse en serio
la verdad, tratarla como un juego lingüístico como por ejemplo en filósofos como
Richard Rorty (1991).
Sin embargo, el “objeto” del discurso de la Universidad tiene dos aspectos que
parecen pertenecer a dos espacios ideológicos opuestos: el de la reducción de los seres
humanos a la subsistencia desnuda, al homo sacer (Agamben, 2005) como el objeto
desechable del conocimiento experto; y el del respeto hacia el Otro vulnerable llevado a
un extremo, el de la actitud de la subjetividad narcisista que se experimenta a sí misma
como vulnerable, expuesta constantemente a una multitud de “acosos” potenciales. (por
ejemplo los documentales de Michael Moore, algunas ONG’s, Greenpeace, o algunas
teorías feministas excesivas). Lo que comparten los dos polos es precisamente el
rechazo subyacente de causas superiores, la idea de que el objetivo último de nuestras
vidas es la propia vida, lo cual también puede verse en los discursos sobre el fin de las
utopías o la emergencia del hedonismo consumista descrito por Lipovetsky (2007).
18
sentido que el discurso de la universidad es menos permeable y más sordo a la crítica
pues finalmente remite la responsabilidad y la legitimación de su poder a un S1
anónimo, en fin, el amor por citar autores y justificar las investigaciones desde la
“utilidad” y “el bien social”.
Gráfico 14
7
El analista es “a” como desecho o resto precisamente porque es un sujeto desubjetivizado. Esto
posibilita la relación psicoanalítica porque no puede responder al analizante como si fuera una persona
con contenidos subjetivos (no hay empatía, tampoco sentimientos). Es así que el analista cura por ser un
deshecho.
19
El sujeto o institución en el lugar del analista en este discurso representa la
inconsistencia última y el fracaso de cualquier cultura, orden simbólico u orden lógico
(algo así como el teorema de Gödel), esto es, la incapacidad de cualquier orden para
garantizar la identidad simbólica del sujeto, lo cual implica romper con la imagen
narcisista pero también descolocar al sujeto o a la institución del lugar que se le asigna
socialmente, pero para esto primero es importante no tener la tentación de buscar un
nuevo orden que garantice lo que se hace o se deja de hacer, lo cual es difícil tanto para
sujetos como para instituciones, pues significa habitar el lugar de lo que excede al orden
simbólico o incluso la falla que interroga a los sujetos o a las instituciones
constantemente (aÆ$) para producir una nueva manera de pensar el saber (S1//S2).
Es visible entonces como en el discurso del analista no hay solución final. Esto
se debe a que no hay posibilidad de reintegrar este nuevo nombrar, nuevo significante
amo (S1) a un saber (S2) como verdad (por la doble barra en la parte inferior). En otras
palabras: no se puede dominar con el saber la verdad. Esto puede dar pistas sobre cómo
salir de la lógica posmoderna de “deconstruir" discursos, hacer análisis y crítica de
prácticas pero no proponer nada puesto que podría desembocar, según algunos autores
que se nombran a sí mismos posmodernos (Lipovetsky por ejemplo) en una reedición de
Auschwitz. El saber en el discurso del analista no puede ser integrado en un saber,
siempre hay una imposibilidad estructural de que esto suceda (S2//S1), lo cual no
implica que necesariamente una producción de un nuevo significante (S1) no tome el
lugar del amo en un discurso amo, para ello es importante tomar una posición
interrogativa y deseante (aÆ$). Desde otros discursos las posibilidades pueden ser
otras.
Ahora que se han explicado de manera general los cuatro discursos parece
importante hacer algunas comparaciones y profundizar en algunos puntos. Se notará que
el lugar del objeto a en cualquiera de las estructuras señala el lugar de la falta, del resto
y de lo que excede al discurso; pero también un lugar importante en la estructura es el
que se encuentra en la parte inferior a la derecha que indica la producción o el resto se
refiere a lo que sobra o se produce en la puesta en escena de cualquiera de los discursos;
por último nos referiremos a la imposibilidad que está marcada por la doble barra (//) en
la parte inferior cualquiera de las estructuras, la que se refiere a la imposibilidad,
especialmente la no posibilidad de reducir un elemento a otro o de reintegrar un
elemento excesivo o resto (el lugar inferior a la derecha ya mencionado). Es así que en
20
cada discurso existe un elemento excesivo, un lugar que produce restos y una función
que imposibilita la reintegración y la reductibilidad de estos restos. Se muestra así
inmediatamente a un Lacan que no piensa en términos de significantes únicamente sino
de algo del orden de lo Real como lo que excede a la estructura. Son estas precisamente
las diferencias entre los otros abordajes discursivos o narrativos tanto en la psicología
como en la sociología o la teoría institucional: hay algo que desborda la lógica del
sentido y de lo simbólico. Puede decirse entonces que Lacan es fiel al descubrimiento
de Freud: lo inconsciente hace de las suyas. Aunque lo inconsciente esté estructurado
como un lenguaje no es un lenguaje. Siempre habrá retornos de lo reprimido
(formaciones de lo inconsciente, chistes, sueños, síntomas, actos fallidos) que exceden
al orden del lenguaje. Es el lenguaje el que apunta a lo inconsciente pero él mismo no es
lo inconsciente.
El discurso del amo produce entonces esclavos que se someten a sí mismos, pero
también amos que se consideran autosuficientes o que se tratan a sí mismos como
esclavos (también es posible hablar de una relación con la naturaleza del orden del
dominio). El discurso de la universidad produce por un lado una subjetividad del
experto, del tecnócrata, obsesiva incluso (en el sentido no de una patología sino de dar
una explicación a todo, de una verborrea que taparía cualquier pregunta, salvo que fuese
técnica o retórica, a través del saber). Esto puede explicar como en un hospital o un
centro de investigación que su lazo social sea el discurso de la universidad (nótese como
puede haber en esas mismas instituciones otros discursos) se producen médicos expertos
que no les es importante la palabra del paciente (serían supersticiones, exageraciones o
en todo caso un dolor fingido que no existe puesto que no hay localización objetiva) o
académicos que tapan la posibilidad de una pregunta a través de tecnicismos o citas de
autores y discusiones entre escuelas (Lacan dirá que a la ciencia en todo caso le importa
el saber y no la verdad puesto que la verdad aparece justamente donde el discurso falla o
es excesivo). Pero también el discurso de la universidad produce aquellas subjetividades
estigmatizadas que alguna vez estuvieron a en una institución total (Goffman, 1988):
enfermos mentales, prisioneros, sacerdotes, y soldados. En un extremo sería la relación
entre el médico de la muerte nazi y el prisionero de un campo de concentración (S2Æa),
pero como ha señalado el filósofo Slavoj Zizek (2006) también podría explicar cómo se
trata a las víctimas de las guerras, de los desastres naturales y a aquellos a quienes se les
viola sus derechos, es decir como deshechos. Esto es paradójico puesto que al querer
“ayudar” a estas víctimas (por el vínculo que se establece no por la ayuda misma) se les
introduce más en la lógica de ser deshechos de la sociedad. ¿Por qué se les llama
derechos humanos a los derechos sin más? Zizek supone que es precisamente porque la
lógica es suponer que ya no son humanos y que por ello se les debería de restituir el
status de humano, serían los expertos (Médicos sin Fronteras, el Teletón, Amnistía
21
Internacional o incluso CNN recaudando fondos para las víctimas en Irak) quienes
tratan a estos humanos como animales a los cuales se les debe restituir su dignidad. Es
el mismo diagnóstico que hace el filósofo italiano Giorgio Agamben (2005) cuando
habla del homo sacer y de la biopolítica que está en juego en los derechos humanos
cuando toma esta forma discursiva, como se menciona anteriormente a propósito de este
discurso. Lo anterior implica entonces una despolitización de la política a través de la
moralización ¿por qué hablar de dignidad humana cuando se puede hablar de derechos
sin más o de derechos ciudadanos? Lo que queda claro es que el uso de categorías
políticas va siendo borrado por el uso de categorías morales. Es desde aquí que nos
preguntamos ¿habrá también una despolitización en los estudios institucionales cada
vez que se recurre más a categorías morales sustituyendo así términos políticos?
Como un apunte final de este apartado se puede decir que por motivos de
facilitar la exposición se violó la operación del cuarto de vuelta ya que es más fácil
explicar el discurso amo primero, mientras que el discurso más complicado de mostrar
dado lo poco conocido de la práctica psicoanalítica, por lo menos de la práctica clínica
lacaniana, es el discurso del analista. El psicoanalista francés señalará que el primer
discurso (que hará equivalente a la discursividad en que “habla” lo inconsciente) es el
discurso amo y de ahí se desprenden los demás. Lacan no abundó mucho en ello pero
según las discusiones actuales (Charraud, 1997; Edelsztein, 1992) es posible pasar del
discurso amo al de la histérica y de ahí al del analista pero no al de la universidad;
también es posible pasar del discurso amo al discurso de la universidad (un cuarto de
vuelta a la inversa de las manecillas del reloj) pero no de éste al del analista. El paso del
discurso del amo al de la histérica se da, según lo visto en el tratamiento de aquél, es a
través de la histerización del ocupante del lugar del amo. Del discurso de la histérica al
del analista se realiza a través de una posición interrogante, en lugar de instalarse en el
lugar de la queja ($ÆS1) para extraer saber útil del amo (médico, sacerdote, psicólogo,
presidente de la organización) sino cambiar a un lugar en donde es el deseo de analizar
el que interroga al sujeto (aÆ$), es decir, un vacío que interroga al sujeto desde un
lugar íntimo. Es por este motivo que en el psicoanálisis lacaniano se dice que el analista
toma el lugar de semblante de objeto a, lo que quiere decir es que el sujeto en posición
histérica necesita adjudicarle a otro (analista) el lugar de la interrogación para explorar
el deseo que le habita. Semblante de objeto a implica que el analista no es el objeto que
completaría al sujeto sino únicamente toma el lugar de un señuelo que provocaría en el
analizante el deseo de analizarse. La lógica anterior es un buen ejemplo de cómo en la
teoría de los cuatro discursos se piensa más allá de una lógica de objeto y sujeto. Si el
analizante no tuviera la sospecha de que es el deseo el que lo habita y desde ahí lo
interroga (aÆ$) el analista por más que ocupara el lugar de semblante de ese objeto
causa del deseo no cambiaría de posición. Si un elemento de la estructura se moviese de
lugar puede ocurrir que el discurso cambie, eso puede explicar por qué es importante
que el analista no tome el lugar del amo que responde a las demandas y quejas del
analizante de lo contrario puede sostener el discurso de la histérica ($ÆS1) o incluso
hacer del paciente un esclavo (S1Æ$) o un resto a educar y civilizar (S2ÆS1).
Los cuatro discursos pueden pensarse también en términos políticos tanto dentro
como fuera de las instituciones: el discurso amo es el modo de autoridad política
elemental apoyada en la fantasía de totalidad; el discurso de la universidad es el
gobierno de los expertos post-políticos supuestamente sin ideología (lo cual es
paradójicamente más ideológico); el discurso histérico es la lógica de la protesta y la
resistencia en donde las peticiones que se hacen se tienen que reformular ya que, como
22
los histéricos, dicen “en realidad no era eso lo que quería”; y, el discurso del analista
que trata de una política emancipadora radical en la que el agente que es a, el punto
sintomático, la “parte de ninguna parte” de la situación que posibilita la emergencia de
un nuevo acontecimiento que modifique las coordenadas desde donde se piensan las
cosas y no quien quiere hace una revolución ya sabiendo a dónde se debe llegar
(pidiendo así un nuevo amo).
6. Palabras finales
Es difícil desplegar en unas cuántas páginas las consecuencias de utilizar la teoría de los
cuatro discursos de Lacan para pensar a las instituciones. Por esta razón este escrito
pretende ser un primer abordaje, general por cierto, sobre la relación entre el
psicoanálisis lacaniano y la teoría institucional.
Cada uno de los cuatro discursos, pero también las diferencias entre uno y otro,
pueden ayudar a pensar de una manera otra cuestiones como el cambio institucional, la
cristalización de una estructura, la relación estructura-estructuración-agente, etcétera.
Asuntos que nos parecen inéditos, algunos en su forma de tratarlos, otros en el propio
tema se refieren a la reincorporación de la subjetividad, a la problematización del
conocimiento neutral, la relación entre deseos y sujetos, la incorporación de problemas
éticos/políticos, la racionalidad como algo estructural, pero principalmente la
introducción de la dimensión del resto y la imposibilidad. Estos últimos dos temas son
muy poco tratados en la literatura sobre las organizaciones, y sospechamos que lo sea
porque no es sencillo pensar a las instituciones como carentes de dominio por parte o
del a sociedad o de los sujetos, pero tampoco es fácil hacérnoslas con los deshechos
(recordaremos la frase lacaniana “el hombre es el único animal que se preocupa por sus
deshechos). Pensemos en algunas teorías mecanicistas que imaginan a las instituciones
como engranajes o en el contador que quiere “cuadrar” todo su estado financiero, este
amor por el número está emparentado con la figura de lo esférico y el valor de la
perfección.
23
ahí es donde puede emerger el sujeto como una toma de posesión donde no hay
garantías. El yo o el individuo son fantasías de dominio que únicamente se acoplan muy
bien a la estructura, pero únicamente el sujeto puede ser responsable y libre, pero no sin
relación a la estructura, puesto que es en ella donde se localizan sus rompimientos y
fallas que posibilitan la toma de posesión por parte del sujeto. Con esta respuesta por
parte de Lacan nos parece que se responde de otra manera al problema de la modernidad
(individuo con voluntad y dominio) y la posmodernidad (disolución del individuo por
las estructuras) yendo a un más allá de la estructura sin recular al concepto de individuo,
de yo o de self. Si hay libertad, un tema importante para las instituciones, radica no en la
voluntad sino en la búsqueda de rompimientos en la propia estructura, y queda claro que
estas no aparecen al gusto del individuo. Piénsese este problema ahora desde el capítulo
escrito en este mismo tomo por Geoffrey H. Hodgson sobre las instituciones y los
individuos.
Tabla 2
24
dialéctica entre el resto y la imposibilidad. El señuelo por excelencia es eliminar los
obstáculos para alcanzar la totalidad, lo cual es imposible, pero por ello lo intentamos
nuevamente. Si hubiese totalidad no habría deseo, ni habla, ni intentos por realizar nada.
Cuando en una institución aparece esta imposibilidad nuevamente se le justifica como
algo externo a su estructura, como algo contingente, pero como lo mencionamos es la
imposibilidad como algo inherente y posibilitador del cambio. Para muestra una cita
que se encuentra en otro capítulo de este mismo tomo (Clegg):
Las cursivas son nuestras. Nótese como estos agentes inintencionados (virus,
desastres naturales y tecnologías) son efectivamente los restos de cada discurso. Aquí
cabe la pregunta ¿qué tipos de deschechos y restos produce cada discurso? La pregunta
no se refiere a la eliminación de los “efectos inintencionados” sino a cuáles son los que
generaremos.
Es así que teoría de los cuatro discursos también muestra que las estructuras
nunca son totales y que la completud es un ideal imposible, en primer lugar porque,
como se mencionó anteriormente, si la falta faltara no podría existir relación entre los
elementos, es la falta la que posibilita el movimiento hacia dentro de las estructuras ya
que existe la motivación o el empuje para completar lo que hace falta en la estructura,
de otra manera ¿para qué movilizar los elementos de la estructura si ya estuviera
completa? Si no es así ¿cómo se explica el cambio entre una estructura y otra? Es por
este motivo –la incompletud como motivación o empuje– que Lacan puede explicar dos
asuntos: 1) que el objeto a no es un objeto a alcanzar sino una ausencia que empuja (de
ahí que sea llamado objeto causa del deseo), esto es, no es un objeto puesto delante del
sujeto sino anterior a él que empujaría a buscar la totalidad o plenitud; 2) Que es
precisamente el objeto a, como falta constitutiva a la estructura, el señuelo para que
pudiera emprenderse algo. Es así que Lacan señala que una de las acciones del
psicoanalista es causar el deseo, es decir, mostrar una falta que posibilitara el
movimiento de la estructura del sujeto que se encuentra en el diván.
Podrá notarse entonces, por un lado, que esto cambia la noción de objeto como
presencia lo cual implica una crítica la metafísica de la presencia realizada
anteriormente bajo otro sesgo por Jacques Derrida; por otro lado esto significa una
teoría de la motivación no basada en recompensas (objeto a alcanzar) ni en presencias
(impulsos biológicos) que empujan, sino una falta que movilizaría en la ausencia al
sujeto. Lo anterior es una pequeña muestra de lo que implicaría para la teoría
institucional, por ejemplo, en el tema de la motivación y el cambio. Si en la teoría
institucional se entienden los cambios como una manera de agregar algo, desde el
punto de vista del psicoanálisis lacaniano el cambio se podría pensar como una
sustracción o como un cambio en el orden de los elementos, pero para que esta pudiera
darse es necesario un vacío en la estructura que posibilitara el reordenamiento (como se
25
explicó anteriormente a través de la metáfora del juego de 15 números). Así mismo la
motivación sería resultado de sustraer o imposibilitar algo en la estructura del discurso
(sea de un sujeto o de la institución ya que desde este punto de vista lo importante es el
discurso y no los individuos o instituciones) en lugar de pensarlo como un objeto al
final. Esta sustracción o imposibilidad, se ha explicado, no es sin consecuencias el lugar
en donde se localice. Esto implicaría que la esta sustracción o imposibilidad tendría
diferentes efectos (además no calculables a priori) según el lugar de la estructura en
donde se localice. Finalmente, si no es posible una estructura, un discurso de manera
total, esto sería un tema complicado, por decir lo menos, para la teoría institucional
¿cómo pensar desde entonces las instituciones llamadas totales (Goffman,1988)? Desde
los cuatro discursos siempre hay imposibilidades, hay lugares en donde el discurso se
fisura y es ahí donde puede aparecer un acontecimiento que cambie las coordenadas
desde donde se piensa a las instituciones, a los sujetos y al mundo. Una política radical
apuntaría a posibilitar la emergencia de nuevos acontecimientos justamente en las
fracturas de la estructura y no en la búsqueda de nuevas estructuras o de nuevos amos.
Esperamos que este escrito abra un espacio para la discusión entre los campos
del saber psicoanalítico e institucional, no por la discusión misma o con la finalidad de
teorizar, sino para crear nuevos insights para comprender e intervenir en las
instituciones de maneras diferentes, esto sin olvidar que el saber incluye en sus
relaciones siempre poder, subjetividad e imposibilidades. La teoría institucional como
saber no es neutral, produce sujetos, resistencias y efectos de poder.
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Glosario
Nota: No está de más señalar que desde la teoría de los cuatro discursos, como desde el
psicoanálisis, es difícil hace un glosario puesto que la lógica de éste es básicamente
esencialista, lo cual crearía la ilusión de que una palabra tendría independientemente de
otras un significado (ilusión puesto que incluso en un glosario o un diccionario hay una
relación con otras palabras lo cual implica necesariamente una relacionalidad en lugar
de una esencialidad). Una de las cuestiones centrales de este capítulo es precisamente
que un elemento de los cuatro discursos tiene un significado en relación a los otros
elementos de la estructura, por lo cual este glosario tiene únicamente un sentido
aproximativo, esto es, como un primer acercamiento para fines pedagógicos.
28
capaz de ingresar en un juego de relaciones con otros enunciados o elementos
semejantes (a través de una función por ejemplo). Cuando una producción lingüística es
analizada en términos de unidades gramaticales abstractas (palabras, acciones, prácticas
y objetos) independientemente de las circunstancias específicas de su ocurrencia se
denomina enunciado.
Función: Función es un término matemático que indica que una variable es dependiente
de otra, más exactamente expresa una relación de dependencia entre variables. Por
ejemplo, una función f(x) implica que todo lo que está en el interior del paréntesis es
afectado por lo que está en el exterior del paréntesis, es decir, una variable depende de
la otra (si f(x) es igual a y depende del valor que se le otorgue a “x”). Esto da como
resultado que los enunciados, en tanto función, efectúan una acción compleja:
relacionan lo diverso yuxtaponiendo lo heterogéneo.
Lazo social: Articulación posible en una red simbólica o significante que regula las
relaciones intersubjetivas. El lazo social se refiere a las relaciones entre los sujetos que
son mediadas por el lenguaje no en el sentido dialógico (emisor-receptor) sino como
atravesamiento de significantes (el sujeto es hablado por el lenguaje y no lo domina).
Cuando un sujeto se relaciona con otro está limitado y posibilitado por una cierta
gramática que no depende de ellos sino de una estructura que los precede (leyes del
significante). El lazo social es una noción equivalente al discurso.
Objeto a: Designa a un objeto que nunca pude alcanzarse, que es realmente causa del
deseo (de ahí que también sea llamado objeto causa del deseo) y no aquello a lo que el
deseo tiende, ese sería en todo caso el objeto del deseo, pero no puede desearse un
objeto si no hay algo que cause el deseo, por ello el objeto a no es un objeto que exista
sino por su ausencia, es decir, una falta que moviliza el deseo. El objeto a puede ser
depositado en cualquier cosa que ponga en movimiento el deseo. Por esta razón Lacan
menciona que la pulsión (que no el instinto) no busca obtener el objeto a sino girar en
torno a él. El objeto a también puede ser leído como un resto para ciertas enunciaciones
dentro de un discurso. Este resto tiene la misma función de causar deseo o pueden
movilizar tanto a los sujetos que ocupan la estructura de un discurso como el cambio de
un discurso a otro. Dependiendo del lugar que ocupe a en un discurso o de lo que se
pretenda explicar puede ser o un objeto causa del deseo, un resto (que se vive como
excesivo) o incluso un plus-de-goce, es decir, un pedazo de satisfacción que se obtiene
29
en la transgresión y que invita a transgredir aún más (esto explica muchas adicciones –
imposibilidad de nombrar, dicción, al objeto a–; de ahí que el término esté ligado a la
plusvalía como lo que pone en movimiento al sistema capitalista).
Poder: Se refiere a la fuerza para afectar a otros sujetos, esta fuerza depende no de una
esencia sino de un dominio enunciativo, de un lugar desde donde se habla, el lugar que
ocupa el agente en relación a los otros elementos de la estructura. Ningún discurso
carece de poder, es decir, de fuerza para afectar a otros sujetos, lo que está en juego es
el lugar que ocupa este poder y cómo se ejerce. Por ejemplo, en el discurso del analista
el poder principalmente trata de no hacer uso de él (el analizante le otorga un poder y el
analista tendrá la tentación de usarlo, pero en la medida que lo haga cambiará de
discurso), esto es, un poder como no-poder. En el discurso de la universidad el poder
está sustentado principalmente en un saber legitimado por un significante amo (S2/S1,
con una sola barra). En todos los discursos el poder depende del agente, del lugar que
ocupa el saber (S2), el resto (a), el significante amo (S1) y el sujeto ($). Es en este
sentido que la fuerza para afectar a otros sujetos es relacional, pero también depende de
una inconsistencia en la propia estructura que puede ser localizada en el elemento a o en
la imposibilidad del propio discurso (// en la parte inferior del discurso).
Significante amo (S1): Aquél significante que estabiliza a los demás significantes que
son “flotantes” (S2), es la puntada que organiza a los demás significantes y les otorga
un sentido. Este significante no tiene ninguna validez en sí mismo sino en relación a los
demás significantes (un significante es una unidad de diferencia pura) pero que toma un
papel principal porque les da un contenido a todos los demás. S1 también es lo que
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representa a un sujeto para todos los otros significantes (S2 o saber), pero ningún
significante puede representar al sujeto ($), de ahí la frase de Lacan “no hay uno”. De
aquí se desprende que una persona (o institución) que se coloca en el lugar del agente
como S1 (en el discurso del amo) considera que su propia enunciación lo dice todo, es
decir, es uno y su palabra es lo que lo representa como sujeto para los otros significantes
con la ilusión de ser representado como sujeto por un significante (Lacan dice que un
loco que dice ser Rey no es menos loco que el Rey que se considera Rey y no
únicamente el depositario de una embestidura simbólica –S1ÆS2–). De aquí la relación
entre tomar la posición de S1 y el poder (todo puedo puesto que no estoy en falta, mi
palabra agota mi ser), el discurso del amo es un intento de totalización. Lacan juega con
la homofonía entre maître (amo o maestro en francés) y m’être (mi ser en francés).
Sujeto: Cuando Lacan dice que el sujeto está dividido (y por ello se escribe con una
barra que lo atraviesa: $) está diciendo que no puede ser ni un referente de un
significante y también que no es posible que sea enunciado por un solo significante, en
todo caso es lo que está entre un significante y otro. Es así que la definición canónica de
sujeto en Lacan es la siguiente: “es lo que representa a un significante para otro
significante”, es decir, lo que anuda a un significante con otro significante. De ahí que el
sujeto es un efecto del lenguaje. No hay sujeto sin relación con otros significantes (S1 y
S2) o sin relación con otro (que tomaría el lugar de otro significante (S1 ó S2 según el
discurso). Pero el sujeto también es efecto del algo que lo excede y que no es
significante (objeto a). El yo es imaginario y el sujeto es simbólico, por ello cuando
alguien dice “yo” este significante actúa como un sujeto del enunciado (sujeto
simbólico) o como un índice que designa pero no significa al sujeto, eso ocurre
únicamente en la imaginación (un yo que es dicho totalmente con todo lo que de
narcisismo implica).
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Gráfico 1
Madre
Hijo Padre
Gráfico 2
Castraci—n Madre
Hijo Padre
Tabla 1
Agente Otro
Verdad Producción
Gráfico 4
Agente Trabajo
Verdad Pérdida
Gráfico 5
Gráfico 6
Gráfico 7
S1 S2 S1 S2
a S a S
Gráfico 8
S1 S2 S1 S2
a S a S
Gráfico 9
S1 S2 S S1
S // a a // S2
Discurso de la universidad Discurso del analista
S2 a a S
S1 // S S2 // S1
Gráfico 10
S1 S2
S // a
Gráfico 11
1 2 3 4
5 6 7 8
9 10 11 12
13 14 15
Falta
Gráfico 12
S S1
a // S2
Gráfico 13
S2 a
S1 // S
Gráfico 14
a S
S2 // S1
Tabla 2