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SUECIA
à VIENE DE PÁGINA 93 las frases puedan tener algún encanto y la cristiana, por el contrario, sobre todo la grie-
gran mapa sobre un tema fundamental, aun- disposición a la entrega total sea loable, al ga, se caracterizaría por el amor ascendente,
que no estuviera de acuerdo con sus conclu- final resulta una contradicción. La recom- vehemente y posesivo, es decir, el eros. Si se
siones. Lepojärvi recoge testimonios de que pensa de la vida cristiana es Dios mismo, y llevara al extremo este antagonismo, la esen-
Lewis se interesó por el libro ya en 1934 y lo la principal pena posible es la privación de cia del cristianismo quedaría desvinculada
leyó con sumo interés. Dios. No tiene ningún sentido decir que un de las relaciones vitales fundamentales de la
Aunque no lo cita, y aunque toma sus dis- cristiano pueda dejar de desear a Dios por existencia humana y constituiría un mundo
tancias, hay una evidente influencia de sus amor de Dios. del todo singular, que tal vez podría conside-
problemáticas en el genial libro de Lewis, El problema del “amor puro” es que no rarse admirable, pero netamente apartado
Los cuatro amores. Allí se plantea con inte- puede ser amor. Y con el “ágape puro” pasa del conjunto de la vida humana.
resantísimos matices hasta dónde puede lo mismo: resulta inhumano y, en el fondo, En realidad, eros y agapé —amor ascendente
ser desinteresado el amor. Y defiende que no imposible. y amor descendente— nunca llegan a separar-
puede haber un amor pleno cuando no hay se completamente. Cuanto más encuentran
algún tipo de correspondencia. Pero también ambos, aunque en diversa medida, la justa
conecta con la autobiografía intelectual de unidad en la única realidad del amor, tanto
Lewis, Cautivado por la alegría (Surprised by mejor se realiza la verdadera esencia del amor
Joy), que toda ella está basada en la búsqueda en general. Si bien el eros inicialmente es sobre
de una alegría que le señala el camino a la todo vehemente, ascendente –fascinación por
conversión. La alegría no debe buscarse por la gran promesa de felicidad–, al aproximarse
sí misma, porque produciría espejismos. Es la persona al otro se planteará cada vez menos
solo la señal de haber acertado. Pero no pue- cuestiones sobre sí misma, para buscar cada
de faltar cuando se ha acertado. vez más la felicidad del otro, se preocupará de
él, se entregará y deseará ‘ser para’ el otro. Así,
El problema del “amor puro”
“La idea del amor ocupa el el momento del agapé se inserta en el eros ini-
Como matiza muy bien Lewis, a nadie le lugar central del cristianismo cial; de otro modo, se desvirtúa y pierde tam-
gustaría ser querido, ni siquiera por Dios, […]. Pero al mirar el trato que bién su propia naturaleza. Por otro lado, el
sin ningún aprecio. La idea misma de que el tema ha recibido entre hombre tampoco puede vivir exclusivamente
nos quieran sin ningún motivo, es decir, sin los teólogos recientes, se del amor oblativo, descendente. No puede dar
descubrir nada bueno en nosotros, resulta comprueba que ha sido uno únicamente y siempre, también debe recibir.
horrible. La caridad no puede ser: “te amo de Quien quiere dar amor, debe a su vez recibirlo
una manera totalmente abnegada, pero sin
de los más olvidados”. como don. Es cierto –como nos dice el Señor–
querer saber nada de ti, porque en realidad que el hombre puede convertirse en fuente de
eres repugnante”. Más bien es: “te amo por- la que manan ríos de agua viva (cf. Jn 7, 37-38).
que veo en ti al Señor, y eres una criatura de Anders Nygren No obstante, para llegar a ser una fuente así,
Dios destinada a realizarse en Cristo”. TEÓLOGO SUECO él mismo ha de beber siempre de nuevo de la
El amor de Dios inspirado por la fe y ani- (1890-1978) primera y originaria fuente que es Jesucristo,
mado por la esperanza, la caridad, permite de cuyo corazón traspasado brota el amor de
superar aspectos secundarios para ir a lo Dios (cf. Jn 19, 34)” (Deus caritas est, 7). n
más nuclear y valioso de cada persona, que
refleja a Dios mismo. Sí que hay motivo para Deus caritas est
amar, aunque solo puede descubrirlo la fe, y En la larga estela de influencias, se puede
se necesiten fuerzas superiores para superar incluir la encíclica Deus caritas est, de Bene-
la gravedad de la naturaleza. dicto XVI, que se propone un doble objetivo
La cuestión del “amor puro”, del amor que en sus dos partes. En la primera, aclarar el
no busca nada, ya enfrentó en el siglo XVIII a concepto de amor. En la segunda, encontrar
dos eminentes obispos franceses, Fenelon y pautas para que la labor asistencial cristiana
Bossuet. Y acabó con la condena de veintitrés no se quede en la actividad de una ONG, sino
proposiciones de Fenelon, que, por otra par- en un testimonio cristiano.
te, era un entregado sacerdote y un excelente Al intentar aclarar el concepto de cari-
predicador. En una se decía: “Hay en esta vida dad cristiana, desde las primeras páginas,
un estado de perfección que excluye el deseo aparece la distinción entre eros y ágape: “A
de la recompensa y el temor de las penas”. Y menudo, en el debate filosófico y teológico,
en otra: “Existen almas tan resignadas a la vo- estas distinciones se han radicalizado hasta
luntad de Dios que si en un estado de tentación el punto de contraponerse entre sí: lo típica-
llegasen a creer que Dios las condena a las pe- mente cristiano sería el amor descendente,
nas eternas, las aceptarían gustosos”. Aunque oblativo, el agapé precisamente; la cultura no