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NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL ^

SEXTA PARTE

LA IGLESIA CRISTIANA
Z- s " J

CAPITULO PRIMERO es
suprimido. El carácter personal del empera¬
dor responde á lo que había de excelente en
Adriano.
estas reformas. Adriano se mostraba con los
La salud deTrajano se agravaba por días y humildes de una afabilidad encantadora, y no
al fin partió para Roma, dejando el mando del podía sufrir que, bajo pretexto de majestad,
ejército de Antioquía á Adriano, su primo y se le prohibiese su placer supremo, el derecho
sobrino alianza. Una hidropesía le obliga
por de ser amable.
á detenerse Selinunte (1), en la costa de Ci-
en
Era, á pesar de todos sus defectos, un espíritu
licia. Murió el 11 de Agosto del año 117, á la vivo, abierto, original. Gusta de Epicteto y le
edad de sesenta y cuatro años. La situación comprende, sin
era aunque creerse obligado á seguir
triste: el Oriente rebelaba por completo; los máximas. Nada le escapa; quiere
se sus se saber¬
haauritanios, los bretones, los sármatas, apare¬ lo todo. Desprendido de esa severidad y de ese
cían amenazadores. La Judea, reducida, pero prejuicio que Hacían al verdadero romano des¬
Estremeciéndose, anunciaba nuevos furores. Una conocer el resto del mundo, Adriano amaba las
intriga muy obscura dirigida por Plotina y cosas exóticas; ^se divertía y se burlaba de ellas
Matiaia, da, en estas circunstancias críticas, el con gracia. El Oriente particularmente le atraía.

imperio á Adriano. No hacía caso de las imposturas, del charlata¬


.
Fué ésta una buena elección. Adriano era un nismo, de los cuales se mofaba. Se .hacía ini¬
Hombre de moralidad equívoca, pero resultó un ciar en todas las extravagancias, componía él
gran soberano. Delicado, inteligente, curioso, mismo los oráculos, fabricaba antídotos y ri¬
fuvo más amplitud de espíritu que ningún otro diculizaba la medicina. Como Nerón, fué un
César. De Augusto á Diocleciano, fué el empe¬ letrado, un artista, sobre el trono. Su facilidad
rador más práctico. Su capacidad administra¬ para la pintura, la escultura y la arquitectura
tiva era extraordinaria. Según nuestras ideas, era admirable, y hacía además bonitos versos;

Administró sin duda, demasiado, pero lo hizo pero su gusto no era puro. Tenía sus autores
bien. Fué el organizador definitivo del gobier¬ favoritos y preferencias singulares. En suma,
no imperial, y marca una época suprema en la un pequeño literato y un arquitecto teatral.
Historia del derecho romano. Hasta entonces, No adopta ninguna religión ni filosofía, pero
íá casa del
príncipe había sido la del primer tampoco niega nada. Su espíritu superior gira
personaje del Estado, una casa como otra cual¬ siempre como una veleta á todos los vientos.
quiera, compuesta de domésticos, libertos y se¬ El elegante adiós á la vida que murmura al¬
cretarios privados. Adriano organiza el palacio. gunos momentos antes de su muerte:
Para llegar á los empleos palatinos, hay que ser,
cuando menos, caballero; los criados de la casa
Animula, vagula, blandula...
de César se convierten en funcionarios. Un con¬ da la medida de su inteligencia. Toda investi¬
sejo permanente del príncipe, compuesto sobre gación tiene para él una alegría, toda curiosi¬
todo de jurisconsultos, toma atribuciones defi¬ dad una sonrisa. La soberanía no~ consigue ha¬
nidas. Los senadores especialmente agregados cerle más que medio serio. Su traje tenía el
al gobierno, son ya los comités (condes); todo desgaire y el abandono del hombre más ''ondu¬
se hace por registros, en la formación de los lante variable" que haya nunca existido.
y
cuales el senado toma su parte, y no por la Se distinguió por su tolerancia. No deroga
voluntad directa del príncipe. Es siempre el las leyes restrictivas que combatían indirecta¬

despotismo, pero un despotismo análogo al de mente al cristianismo, colocándolo en perpe¬


la antigua realeza francesa, templado por los tua contravención, ni deja de aplicarlas, pero

consejos, las audiencias y los magistrados in¬ personalmente procura atenuar el efecto. En
dependientes. Un brillante espíritu de verda¬ este punto fué superior á Trajano, que, sin
dero liberalismo y de humanidad, se manifies¬ ser fiilósofo, tenía una doctrina de Estado de

ta en todo; la situación de la esclavitud recibe hecho retrógrada; y superó á Antonino y á

garantías; la condición de la mujer se eleva; Marco Aurelio, hombres de principios, que


los excesos de la autoridad paternal son limi¬ creyeron obraban bien persiguiendo al cristia¬
tados; lo que quedaba de sacrificios humanos nismo. Las malas costumbres de Adriano con¬

tribuyeron á este resultado. Es propio de las


monarquías que los defectos de los soberanos
(1) sirvan al bien público más aún que sus bue-
Hoy Selindi.
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ñas cualidades. La ligereza de un burlón espi¬ rosas sociedades por


suscripción. El Estado, de
ritual, de un Luciano coronado, tomando el ordinario, inscribía entre los accionistas.
se
mundo como un juego frivolo, fué más favora¬ Por poca celebridad que hubiera tenido una
ble á la libertad que la gravedad seria y la población, tan sólo con que se hablase de ella
-elevada moralidad de los emperadores puri¬ en los autores clásicos, era seguro que la hacía

tanos. renacer el César arqueólogo. Así se embellece

El primer cuidado de Adriano fué liquidar Cartago con un barrio nuevo. En todas par¬
la difícil sucesión que le dejaba Trajano. tes las ciudades caídas en decadencia, salían
Adriano era un escritor militar distinguido, de sus ruinas y tomaban el nombre de Colonia
'

pero no un capitán. La imposibilidad de con¬ JElia Iladriana.


servar las provinciasrecién conquistadas, la Después de una corta permanencia en Ro¬
Armenia, la Mesopoiamia, la Asiria, se le re¬ ma, donde restauró el conjunto del pomcerium,
velaba claramente, y renunció á ellas. Era, en el curso del año 121, parte para otro viaje

sin duda, una hora solemne aquella en que por que dura cerca de cuatro años y medio, y con¬
primera vez las águilas retrocedían y el impe¬ sigue ver todo el Oriente. Este viaje fué aún
rio declaraba haber excedido su programa; más brillante que el primero. Se hubiese di¬
pero esto resultaba sabio y prudente. La Per- cho que el viejo mundo resucitaba bajo los pa¬
sia, como la Germania, era para Roma lo inacce¬ sos de un Dios bienhechor. Maravillosamente
sible. Las grandes expediciones dirigidas á penetrado de la historia antigua, Adriano quie¬
esta parte, como las de Craso, Trajano y Ju¬ re verlo todo, se interesa por todo, y desea que

liano, fueron descalabros, mientras que las ex¬ se restaure todo cuanto había existido. Para
pediciones de un deseo más limitado como las agradarle, se trata de hacer revivir las artes
¿e Lucius Verus y Septimio Severo, cuyo ob¬ perdidas. En estilo neoegipeio se pone de mo¬
jeto era no atacar á fondo al imperio partho, da y lo mismo ocurre con el neofenicio. A su
sino apoderarse de las provincias feudales alrededor pululan los filósofos, los moralistas,

próximas al imperio romano, realizaron sus los críticos. Era Nerón sin la locura. Una mul¬
propósitos. La dificultad de un abandono tan titud de viejas civilizaciones desaparecidas as¬
humillante para el orgullo romano era doble piran á renacer, si 110 materialmente cuando
por la incertidumbre que había sobre la adop¬ menos en les escritos de los arqueólogos y los
ción de Adriano por Trajano. Lucius Quietus historiadores. Así se ve á Herennius Filón de
y Marcius Turbo deducían de la importancia Byblos, tal vez bajo la inspiración directa del
de las últimas comisiones que habían realiza¬ emperador, que intenta restaurar la Fenicia
do, un título casi igual al de Adrianol Quietus antigua. Las fiestas nuevas, los juegos hadria-
fué asesinado, y se puede suponer que, siem¬ nienos renovados de los griegos, recordaban,
pre atentos á expiar la muerte de sus enemi¬ por última vez, el brillo de la vida helénica.
gos, para encontrar una señal de la venganza Era como un renacimiento universal del mun¬

celeste, los judíos vieron en este fin trágico un do antiguo,. renacimiento brillante, pero poco
castigo del mal que el feroz berebere les había sincero, un poco teatral. Cada país, en el seno
hecho. de la gran patria romana, volvía á encontrar
Adriano tardó un año en volver á Roma, sus títulos de nobleza y se los apropiaba. Se
inaugurando la costumbre de los viajes, que piensa, estudiando este singular espectáculo en
hacen de su. reinado una perpetua carrera al la especie de resurrección de los muertos, de
través de las
provincias de su imperio. Des¬ que nuestro siglo ha sido testigo, cuando, en un
pués consagra otro año á los cuidados más momento de universal benevolencia, se quiso

graves de la administración y atiende con es¬ restaurar todo, reedificando las Iglesias góti¬
pecial solicitud á las reformas constituciona¬ cas, restableciendo las peregrinaciones olvi¬
les. En seguida hace un largo recorrido, visi¬ dadas, poniendo en boga las fiestas, las costum¬
tando sucesivamente la Galia, las orillas del bres antiguas.
Rhin, la Bretaña, España, la Mauritania y Adriano, más griego que romano, por la cul¬
Cartago. Su vanidad y sus gustos de anticua¬ tura de su espíritu, favorecía este movimiento
rio le hacían soñar en el papel de fundador ecléctico, contribuyendo poderosamente á él. Lo
de pueblos y restaurador de los recuerdos an¬ que hizo en el Asia Menor fué, en realidad,
tiguos. No le agradaba la ociosidad de los sol¬ prodigioso. Cyziquia, Nicea, Nieomedia, se yer-
dados en los cuarteles y veía en los grandes guen de nuevo. Los templos de la más rica ar¬
trabajos públicos una manera de ocuparlos. quitectura, eternizan por todas partes la me¬
Esta es la causa de las innumerables construc¬ moria del soberano literato, que parece querer
ciones que datan del reinado de Adriano; ca¬ que un mundo rejuvenecido recuerde su nom¬
minos, puentes, puertos, teatros templos. Esta¬ y bre. La Siria no fué menos favorecida. Antio-
ba rodeado de una nube de arquitectos, de inge¬ quía y Dafné
se convirtieron en el rincón más
nieros y de artistas, reglamentados como una le¬ delicioso del mundo. Las combinaciones de la
gión. Todo parecía renacer en las provincias arquitectura pintoresca, las fantasías del pai¬
donde encaminaba sus pasos; todo era vuelto sajista, las obras maestras de la hidráulica, fue¬
á hacer de nuevo. A excitación del emperador ron prodigadas. Palmira misma fué, en parte,

se
formaban, para los grandes trabajos, pode¬ renovada por el gran arquitecto imperial, y
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toma de él, como otras numerosas ciudades, el de estas fieras saltó del mismo sitio donde ha¬
nombre de íladrianópolis. bía estado el Santísimo. Los peregrinos, ane¬
El mundo no había tenido nunca tanta ale¬ gados en lágrimas, dijeron: "¡Cómo! ¿Es aquí
gría, tanta Los bárbaros, más allá
esperanza. el lugar para el cual fué escrito: "El profano
del Rhin y del Danubio, eran apenas presenti¬ que se aproxime, caerá muerto", y ahí están
dos. El espíritu liberal del emperador repartía los chacales paseándose en libertad?"
en todas partes una especie de conformidad. Estas ruinas inspiraron á Adriano el pensa¬
Los judíos mismos se manifestaban divididos. miento que le inspiraban todas las ruinas: el
Todos los que se habían reunido en Bétlier y en deseo de reedificar la ciudad destruida, de co¬
las ciudades del Sur de Jerusalén, parecían po¬ lonizarla, ele darle su nombre ó el de su fa¬
seídos de una rabia sombría. No tenían más milia. La Judea volvería así á la cultura. Je¬
que una idea: levantar por la fuerza la ciu¬ rusalén, elevada á la categoría de plaza fuerte,
dad cuyo acceso les estaba prohibido y devol¬ entre las manos de los romanos, debía servir
ver á la colina elegida de Dios sus antiguos ho¬ para tener á raya las poblaciones judías. Todas
nores. En cuanto á los partidos moderados, en las ciudades de Siria, Gerasa, Damasco, Gaza,
particular los supervivientes, semicristianos y Petra, se reedificarían á la romana, inaugurando
esenios, de las catástrofes egipcias bajo Traja- eras nuevas ó tomando el nombre del dios viaje¬

no, no les causaba á Adriano un efecto desagra¬ ro. Jerusalén era demasiado célebre para consti¬

dable. Hasta pudieron imaginar que el empera¬ tuir una excepción en este movimiento de dile-
dor había ordenado la muerte de Quietus para ttantismo histórico y de universal renovación.
castigar sus crueldades con los judíos. Conci¬ Es probable que, si los judíos hubiesen sido
ben tal vez un momento la esperanza ele ver al menos intransigentes en sus ideas, si algún Fi¬

ecléctico emperador emprender la resurrección lón de Byblos hubiese existido entre ellos para
de Israel como uno de sus numerosos caprichos presentar el pasado judío como una variedad
de artista. Un piadoso alejandrino repite, para simplemente gloriosa entre las diversas litera¬
inculcar estas ideas, la forma ya consagrada turas, religiones y filosofías de la humanidad, el
por el éxito, y supone qúé una sibila, hermana curioso é inteligente Adriano, hubiese ordena¬
de Isis, había tenido la visión- desordenada de do la reedificación del templo, no como querían
las pruebas reservadas á los últimos siglos. los doctores, sino de un modo ecléctico, como
Había bajo Adriano, en Egipto, un grupo de lo que él era, un gran amateur de cultos anti¬
piadosos monoteístas para quien los hebreos guos. El Talmud está lleno de las conversacio¬
eran todavía el pueblo justo y santo por exce¬ nes de Adriano con los rabinos célebres, con¬
lencia, á los ojos de los cuales la destrucción versaciones ficticias, de
seguro, pero que respon¬
del templo de Jerusalén era el crimen irredi¬ den bien al carácter de este emperador, espíri¬
mible, verdadera causa de la ruina de Roma y tu delicado, que gustaba hablar con todo el
que fomentaba las calumnias contra los Flavios. mundo, discutidor, curioso por las cosas extra¬
Estos esperaban la resurrección del templo y ñas, ávido de saberlo todo para burlarse en
de Jerusalén y concebían al Mesías como un seguida. Pero la peor injuria que puede hacerse
hombre elegido de Dios, creyendo que éste fue¬ á los partidos absolutos, es ser tolerante con
ra Jesús, y leían el Apocalipsis de Juan. El ellos. Los judíos se asemejaban mucho bajo este
Egipto estaba habituado desde -hacía tiempo á aspecto á los católicos exaliados de nuestros
singularidades en lo que se refiere á la histo¬ días. Tales convicciones no admiten razonamien¬
ria judía y cristiana. Su desarrollo religioso
no tos; lo quieren todo. Verse tratada como una
era sincrónico al del resto del mundo. Venera¬ secta entre otras muchas, es j ara la reli¬
ban á
Adriano, pero la Judea no hubiese con¬ gión que se cree la única verdadera, una so¬
sentido, aunque fuese por un momento, en con¬ berana injuria. Prefiere estar fuera de la ley y
siderar á este emperador como el mejor de los verse perseguida. Esia situación violenta pare¬

hombres ni fundar en él tales esperanzas. ce una señal de divinidad. La persecución agra¬

da á los creyentes, pues, en el hecho de que los


hombres la detestan, encuentran un signo de
CAPITULO II su prerrogativa. I a maldad de los hombres, se¬
Reconstitución de Jerusalén. gún ellos, es naturalmente enemiga de la verdad.
Nada prueba que Adriano, queriendo reedi¬
En sus peregrinaciones á Siria, Adriano vió ficar Jerusalén, consultara á los judíos ó tratase
el sitio había estado
donde Jerusalén. Desde de ponerse de acuerdo con ellos. Nada inclina
hacía cincuenta y dos años, la ciudad dormía á creer que tuviese relaciones con los cristianos
en su desolación, no ofreciendo á la vista más de Palestina, exteriormente se distinguían
que
menos de los judíos
que montones de piedras inmensas, destroza¬ que los cristianos de otros
das y caídas unas sobre otras. Sólo algunos países. A los ojos de los cristianos, todas las
grupos de pobres casas, la mayor parte cristia¬ jirofecías de Jesús eran anuladas si el templo
nas, se destacaban sobre la cima del monte llegaba á reedificarse. Entre los judíos, por el
Sión. El emplazamiento del templo estaba lleno contrario, la de una reconstrucción
esperanza
de chacales. Un día que Rabbi Aquiba lo visitó del templouniversal. El judaismo de Yab-
era
en peregrinación con varios compañeros, una né, sin templo, sin culto, había parecido un
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corto interregno. las costumbres que suponían en la cual, ciertamente, no pensó Adriano. Los

al templo, como si existiese, se habían conser¬ trabajos- avanzaban con mucha lentitud, y cuan¬
vado. El diezmo se continuaba pagando á los do Adriano, dos años después, emprendió de
sacerdotes y ios preceptos de purismo levítieo nuevo el camino de Occidente, la nueva Colonia

se guardaban estrictamente. Pero la reconstruc¬ JElia Capitalina, era más bien un proyecto que
ción sólo podían hacerla los judíos. la menor una realidad.
falta á las prescripciones legales hubiese bas¬ Circuló mucho
tiempo entre los cristianos un
tado para hacer creer en el sacrilegio. Más va¬ relato singular. Un griego ele ¡Siuope, nombra¬
lía, á los ojos del ¡ iadoso israelita, ver el san¬ do Aquila, recibió de Adriano el cargo de in¬
tuario habitado por las fieras de la noche, que tendente de los trabajos para la reconstrucción
agradecer su restauración á un burlón profano de LElia, y había conocido en Jerusaíén á los
que, después de haberlo edificado, no dejaría discípulos de los apóstoles. Herido por su pie¬
de hacer algún epigrama sobre los dioses ex¬ dad y sus milagros, se hizo bautizar. Pero el
traños de los cuales restablecía los altares. cambio de las costumbres no siguió al de la fe.
Jerusaíén
era para los judíos algo tan santo Aquila, aficionado á las locuras de la astrono¬
como el
templo. A decir verdad, no hacían dis¬ mía judiciaria, sacaba cada día su horóscopo,
tinción entre" lo uno y lo otro. El sentimiento pasando por un sabio de primer orden en estas
que expresaron los hasidim cuando supieron materias. Los cristianos veían tales prácticas
que la ciudad de Dios iba á reedificarse, fué conrecelo y los jefes de la Iglesia dirigían sus
de rabia. Estaba latente el recuerdo de los ex¬ amonestaciones al nuevo hermano, que no hacía
terminios ele de Turbo. Un terror ex¬
Quietus y caso y se rebelaba contra la opinión de la Igle¬

traordinario pesaba sobre Judea; pero podía sia. La astrología le condujo á graves errores
preverse para el porvenir una revolución más sobre el destino y la fatalidad. Este espíritu
terrible que las precedentes. incoherente quería asociar cosas opuestas que
Desde el año 122, probablemente, Adriano nunca podían marchar unidas. La Iglesia lo
dió sus órdenes, comenzando la reconstrucción. declaró impropio para la salvación, y lo recha¬
La población se compuso, sobre tocio, de vete¬ zó conservándole profundo. Sus re¬
un rencor

ranos y de extranjeros. No hubo necesidad de laciones con Adriano fueron


quizás la causa
desterrar á los judíos; sus propíos sentimien¬ de los conocimientos particulares que este em¬
tos bastaban para alejarlos. Sin embargo, los perador parece haber tenido de los cristianos. "
cristianos entraron en la ciudad desde que fué
habitable, cierto apresuramiento. Se divi¬
con CAPITULO III
dió la ciudad
en cuatro barrios, estando á la
cabeza de cada uno de ellos un anjodarca. Los Tolerancia relativa <le Adriano. — Primeros
inmensos cimientos del templo, que aún exis¬
Apologistas.
tían, invitaban á restaurar el santuario de la
ciudad nueva. Adriano cuidaba siempre de que Los tiempos de tolerancia. Los colegios,
eran
los templos que mandaba edificar en las pro¬ las asociaciones
piadosas, se multiplicaban en
vincias orientales, recordasen el culto de Roma, todas partes. En el año 124, el emperador re¬
ligando á las provincias con la metrópoli. Para cibió una carta de Quinto Licinio Silvano Gra-
indicar bien la victoria de Roma sobre un culto niano, procónsul de Asia, escrita con un senti¬
local, se dedicaba el templo á Júpiter Capitoli- miento análogo al que había dictado á Plinio
iio, el dios de Roma por excelencia, dios cuya su bella carta de hombre honrado, sobre los
actitud solemne recordaba á Jehováh, y al cristianos. Los funcionarios romanos serios, re¬
cual, desde Vespasiano, pagaban tributo los pugnaban un procedimiento que admitía crí¬
judíos. El edificio era tetrástilo, como en la menes
implícitos y atribuía el haberlos cometi¬
mayor parte de los templos de Siria, levante- do por el solo hecho del nombre que se llevaba.
dos á partir de Adriano. El cornisamento del Graniano muestra lo que había de injusto en
frontón era interrumpido por una arcada, bajo condenar á los cristianos por vagos rumores,
la en al se colocaba la colosal est atua del dios. fruto de la imaginación popular, sin que pudie¬
El culto de Venus no era menos designado ra probárseles ningún crimen calificado. Sacadas
que el de Júpiter, lo eligiera el fun¬
para que á suerte poco tiempo después las provincias con¬
dador de la colonia. Adriano elevaba por todas sulares, Graniano tuvo por sucesor á Cayo Miní¬
partes los templos á esta divinidad protectora elo Fundano, filósofo y literato de distinción,
de Roma, y la más importante de sus construc¬ amigo de Plinio y de Plutarco, quien le hace in¬
ciones rersonales fué el gran templo de Ve¬ terlocutor de uno de sus diálogos filosóficos.
nus y Roma, cuyos restos se ven todavía cerca Adriano, contestando á una carta suya, le
del Coliseo. Era natural que Jerusaíén, junto encargó justicia imparcial Con los cristianos
al templo de Júpiter Capitolino, tuviese su tan odiados por él populacho.
templo de Venus y Roma. la casualidad quiso Los libelos contra los cristianos se multipli¬
que este segundo templo, no estuviese lejos del caban en todas partes; las delaciones consti¬
Gólgota. Esta dió lugar más tarde, por parte tuían un oficio lucrativo, pues el denunciante
de los cristianos, á reflexiones singulares. Re tenía una liarte de los bienes del condenado. En
vió en esa vecindad una injuria al cristianismo, Asia, sobre todo, las reuniones provinciales,
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acompañadas de juegos, terminaban, casi siem¬ nas, ocupaba un ala especial. Sobre un arco,.,
pre, enejecuciones. Como coronamiento de la que ha llegado á nuestros días, Adriano fué
fiesta, la multitud pedía el suplicio de algunos igualado á Theseo. Un barrio de Atenas reci¬
desgraciados. La terrible aclamación "¡Los cris¬ bió el nombre de Adrianópolis.
tianos á los leones!" se escuchaba de ordinario La actividad intelectual de Adriano era sin¬
en los teatros y era la autoridad no
raro que cera, pero le faltaba el espíritu científico. En
se prestase á tales aclamaciones del pueblo re¬ sus reuniones de sofistas, todos los asuntos di¬
unido. El emperador, acabamos de verlo, se opu¬ vinos y humanos -fueron discutidos; pero nin¬
so cuanto pudo á esas infamias. El verdadero guno se resolvía. No parece que se llegase has¬
culpable era las leyes del imperio que el capri¬ ta el racionalismo completo. El emperador ha¬
cho de la muchedumbre interpretaba á su gusto. cía en Grecia el efecto de un hombre muy
reli¬
Adriano pasó el invierno de 125-126 en Ate¬ gioso, y aún supersticioso. Quería iniciarse en
nas. En este punto de cita de todos los hom¬ los misterios de Eleusis. En suma, lo que se
bres cultos sintió vivas satisfacciones. La Gre¬ beneficiaba con todo este movimiento era el
cia había llegado á ser como un juguete, con paganismo. La libertad de examen constituía
el que se divertían los romanos letrados. Sin también un progreso efectivo. Phlegon, secreta¬
miedo á las consecuencias políticas, se entre¬ rio de Adriano, pudo tener algunos conocimien¬
gaban al liberalismo, á las asambleas del.pue¬ tos de la leyenda de Jesús. Esta amplitud del
blo y el Areópago; á elevar estatuas á los gran¬ espíritu de controversia, bajo Adriano, dió na¬
des hombres del pasado y rehacer el panhc- cimiento á un género de literatura cristiana
llcnio, la confederación de pretendidas ciuda¬ llena de novedad; la literatura apologética, que
des libres. Atenas era el centro de este movi¬ brilló después tanto durante el siglo de los An-
miento nuevo. Los Mecenas esclarecidos tenían toninos.
en ella su domicilio, en particular Llerodes Atti- El cristianismo, predicado en Atenas setenta
cus, uno de los esjDÍritus más notables de la años antes, había fructificado. La Iglesia de
época, y los Philopappus, últimos descendien¬ Atenas no tuvo nunca .la estrechez de algunas
tes de los reyes Seleucidas, que. elevaron, hacía otras. Su carácter particular fué el de produ¬
tiempo, sobre la colina del Museo, un monu¬ cir pensadores cristianos individuales. La apo¬
mento que aún existe. logética debía nacer y nació en su seno.
Este mundo de profesores, de filósofos
y de Algunos de los individuos que se llamaban es¬
liieratos, el verdadero elemento de Adriano.
era pecialmente "filósofos" se habían adherido á-
Su vanidad, su talento, su gusto por la conver¬ la doctrina de Jesús. Este nombre de filósofo
sación brillante, se encontraban satisfechos en requería costumbres graves y un traje aparte,
medio de compañeros á quienes honraba igua¬ especie de manto, que distinguía al que lo lle¬
lándose con ellos, sin abdicar nada en el fondo vaba, algunas veces para la burla y con más
de su prerrogativa. Era hábil polemista y se frecuencia para el respeto de los transeúntes.
figuraba no deber las ventajas, que siempre ob¬ Al abrazar el cristianismo los filósofos no re¬

tenía, más que á su talento personal. ¡Desgra¬ chazaban su nombre ni


traje. De aquí una ca¬
su

ciados los que le hiriesen ó le derrotaran en la tegoría de cristianos hasta entonces desconoci¬
discusión! El Nerón, hábilmente disimulado, da. Escritores y oradores de profesión, estos
que había en él, se revelaba entonces. Lo que filósofos convertidos llegaron á ser pronto los
fundó de cargos nuevos, lo que dió en pensio¬ doctores y polemistas de la secta. Iniciados en
nes literarias, no puede calcularse. Tomaba en la cultura griega, poseían más dialéctica y ap¬
serio sus títulos de arconte y de agonotheto. titud para la controversia que los predicadores
Hizo él mismo una constitución para Atenas, puramente apostólicos. ¡Momento solemne que
'combinando á dosis iguales las leyes de Solon señala la llegada á la plenitud de la conciencia!
y las de Dracon, y quiso experimentar su fun¬ El cristianismo, á partir de esta hora, tuvo sus
cionamiento. La ciudad fué por completo reno¬ abogados. Discutían y se discutía con ellos. A
vada. El templo de Júpiter Olímpico, cerca de los ojos del gobierno eran gentes más suscep¬
Illisus, comenzado por Pisistrato, una de las tibles de tomadas en serio que los adeptos
ser
maravillas del mundo, fué concluido y el em¬ humildes sin educación, orientales- supersti¬
y
perador tomó el título de Olímpico. En el inte¬ ciosos. Nunca, hasta entonces, se había atrevi¬
rior de la ciudad, levantó un vasto recinto de do el cristianismo á dirigirse á la autoridad ro¬
templos, de pórticos, de gimnasios, de estableci¬ mana para pedir que fuese rectificada la falsa

mientos de instrucción pública. Todo estaba muy posición en que se encontraba. El carácter de
lejos de la perfección del Acrópolis, pero estas los anteriores emperadores no invitaba cierta¬
construcciones superaban á cuanto se había vis¬ mente á tales explicaciones. La petición hu¬
to hasta entonces, por la rareza de los mármo¬ biese sido, sin duda, rechazada sin ser leída si¬
les y la riqueza de los adornos. Un Pantheón quiera. La curiosidad de Adriano, la ductilidad
central contenía él catálogo de los templos de su espíritu, el pensamiento de que se le
que el emperador había edificado, reparado ó agradaba presentándole algún argumento nue¬
adornado, y de los que hizo donación á las ciu¬ vo, fueron causa principal de la osadía de
dades tanto griegas como bárbaras. Una bi¬ los cristianos. Comenzando la política que se¬
blioteca, abierta á todos los ciudadanos de Ate¬ guirá constantemente á partir del siglo IV, el
LA IGLEJSIA CRISTIANA 255

cristianismo se decide por resolver sus cuestio¬ de derrotar. La Iglesia triunfa. El momento' de
nes con los soberanos sin hacer caso de los pue¬ Adriano fué más tarde considerado como la
blos. "Con vosotros queremos discutir; pero la sima luminosa de una época de esplendor don¬
multitud no vale la pena de que se le den ra¬ de la verdad cristiana brilla sin obstáculo. á
zones", dice uno de sus escritos. todas las miradas. No se olvidan la inmorali¬
El primer ensayo de eiste género fué la obra dad del soberano, sus supersticiones, su inicia¬
de un cierto
Quadratus, personaje importante ción vana en misterios impuros; pero, á pesar
de la tercera generación cristiana, que se dice de todo, Adriano queda,- al menos para una
había sido discípulo de los apóstoles. Quadra¬ parte de la opinión cristiana, como un hombre
tus entregó al emperador una apología del cris¬ serio, dotado de raras virtudes y que da al
tianismo que se ha perdido, pero que fué muy mundo sus últimos días de belleza.
estimada, durante los primeros siglos. Se que¬
jaba de las supercherías que las gentes malig¬
CAPITULO IV
nas suscitaban entre los fieles para
despertar
la antipatía contra la fe cristianá. Hasta tra¬ Los escritos Juánicos.
taba de convertir á Adriano con el argumento
de los milagros de Jesús. Quadratus pretendía A lo que parece fué por este tiempo cuando
que había conocido algunos de los resucitados se oye hablar por primera vez de un libro mis¬
ó curados por el Salvador. Adriano se hubiese terioso, adeptos constituían un caso ex¬
cuyos
divertido, seguramente, viendo á uno de esos traordinario. Era un nuevo Evangelio muy su¬

venerables centenarios, pero ésto no le hubiese perior, decían, á los hasta entonces conocidos;
convencido. ¡ Había sido testigo de tantos mi¬ un
Evangelio espiritual, tan superior á los de
lagros! Sólo había sacado al verlos una conclu¬ Marcos y de Mateo, como el alma lo es á la
sión, y es que el número de las cosas increíbles materia. Este Evangelio procedía del apóstol
de este mundo, es infinito. más amado de Jesús, de Juan que, habiendo
Otra apología, cuyo autor era un cierto Arís- disfrutado de su intimidad, conocía, natural¬
tides, filósofo ateniense, convertido al cristia¬ mente, muchos detalles ignorados por los otros,
nismo, fué presentada á Adriano. No sabemos y aún rectificaba en diversos asuntos la-forma
más, sino que obtuvo entre los cristianos una en que
ellos habían jiresentado los hechos. El
estimación igual á la del escrito de Quadratus. texto en cuestión, difería bastante de la senci¬
Los que pudieron leerla admiraban la elocuen¬ llez de los primeros relatos evangélicos. Sus
cia, la gracia del autor y el uso acertado que pretensiones eran más elevadas y, seguramente,
había hecho de los pasajes de los filósofos pa¬ la intención de los que le propagaron era des¬
ganos para probar la veracidad de la doctri¬ tinarlo á reemplazar las humildes vidas de Je¬
na de Jesús. sús que hasta entonces habían circulado. El his¬
Esos escritos, emocionantes por su novedad, toriador, del cual se hablaba con tanto miste¬
pudieron causar efecto en el emperador. Ideas rio, había reposado sobre el pecho del maestro,
singulares en cuestiones religiosas dominaban y sólo él conoció los secretos divinos.
su espíritu. Parece que más de una vez dió al El nuevo libro procedía de Efeso, es decir,
cristianismo pruebas de verdadero respeto. Hizo de uno dé los principales focos de elaboración
edificar gran número de templos ó basílicas sin dogmática de la religión cristiana. Ya hemos
inscripción ni destino bien determinado. La ma¬ admitido como posible la hipótesis de que Juan
yor parte quedaron sin concluir ó no dedicadas; había pasado su vejez en esta ciudad, y en ella
y se las llamó las adrianadas. Estos templos terminó sus días. Es cierto, cuando menos, que
vaeíos, sin estatuas, hicieron creer que Adria¬ tuvo un partido en Efeso que hizo cuanto pudo
no los había mandado construir así expresamen¬ por engrandecer su nombre. Pablo tenía sus Igle¬
te. En el
siglo III, cuando Alejandro Severo sias, y Pedro y Santiago disponían también de
trató de levantar un templo á Cristo, los cris¬ una familia de adopción espiritual. Se quiso
tianos esparcieron la idea de que Adriano había que fuese lo mismo para Juan: deseaban igua¬
pretendido hacer otro tanto, y que las adriana¬ larlo á Pedro y hasta llegó á decirse, con detri¬
das debían servir de instalación al nuevo culto. mento de este
último, que en muchos casos
Adriano, aseguraban, se había detenido
porque Juan había ocupado el primer puesto en la his¬
al consultar los oráculos éstos le contestaron que toria evangélica. Como los Evangelios existen¬
si templo semejante se edificaba, todo el
un tes no apoyaban esta pretensión, hubo que re¬
mundo- se haría cristiano, abandonando los otros currir á de fraudes
uno esos piadosos que en¬
templos. Varias de estas adrianadas fueron Igle¬ tonces no causaban
escrúpulos á nadie. Así se
sias en el siglo IV. explica que de Efeso se vea elevarse obscura¬
Hasta las locuras de Adriano con su mance¬ mente, hacia el fin de la edad apostólica, una
bo Antinóo fueron un elemento
apolo¬ de la clase de libros destinados á obtener más tarde,
gética cristiana. Semejante monstruosidad pa¬ en la teología cristiana, un rango superior á
reció el punto culminante del reinado del de¬ todas las otras páginas inspiradas.
monio. Este dios reciente, que todo el mundo Que Juan haya escrito él mismo sus obras,
conocía, fué muy explotado para combatir á es inadmisible. Que
fueran escritas*á su vejez y
los otros dioses, más antiguos y menos fáciles con su asentimiento, es aún muy dudoso. Lo que
25(j NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

parece más probable, es que un discípulo del trata de sorprender á su lector con afirmacio¬
apóstol, depositario de muchos de sus recuer¬ nes enfáticas.
dos, se creyó autorizado para hablar en su nom¬ Insistiendo mucho sobre su cualidad de testi¬
bre y escribir veinticinco ó treinta años des¬ go ocular y sobre el valor de su propio testi¬
pués de su muerte, lo que recordaba como iné¬ monio, el narrador del cuarto Evangelio no dice
dito de su vida. Efeso, en todo caso, tenía tra¬ nunca: "yo, Juan". El nombre de Juan, no fi¬

diciones particulares' sobre la vida de Jesús, y gura ni una vez en la obra; sólo está en el tí¬
aún me atrevo á decir que una vida de Jesús tulo, pero nadie duda de que Juan sea el dis¬
á su manera. Estas tradiciones residían, sobre cípulo anónimo ó designado con ciertas reser¬
todo, en la memoria de dos personas de la ma¬ vas en algunos pasajes del libro. Tampoco se
yor autoridad en la historia evangélica, á saber: duda que la intención del falsificador es hacer
un homónimo del apóstol Juan que se llamaba creer que este personaje misterioso era el autor

el presbytéros Jo au nes y un cierto Aristion, de la obra. ITay un pequeño artificio literario


que sabía de memoria muchos sermones del Se¬ muy parecido á los que Platón empleaba. ¡ Es
ñor. Papias, en el tiempo que atravesamos, con¬ tan agradable ser adivinado, dejar que los de¬
sultaba á estos dos hombres como oráculos, to¬ más hagan las deducciones expresadas tan sólo
mando nota de sus tradiciones, que debía inser¬ á medias palabras!
tar en su gran obra sobre los Sermones del Se¬ Conducir á Jesiis á los que no creen en él y
ñor. Un rasgo muy notable del Presbytéros era hacer que prevalezca una nueva concepción del
su opinión sobre el Evangelio de Marcos. Lo cristianismo, tales son los dos objetos que se pro¬
encontraba insuficiente y, sobre todo, desorde¬ pone el autor. Los milagros eran la prueba, por
nado. Descubría una completa ignorancia del excelencia, de una misión divina, y por ésto en¬
orden verdadero de los acontecimientos en la riquece los relatos de ¡Drodigios que aparecían
vida de Jesús. El
Presbytéros creía evidente¬ en los Evangelios primitivos. Cerinto fué, se¬
mente saber mejor las cosas, y su tradición, si gún parece, uno de los componedores de estos
él escribió, debió apartarse por completo del libros singulares. Cerinto había llegado á ser
plan de la de Marcos. como el espectro de Juan. La movilidad de es¬

Nos inclinamos á creer que el cuarto Evan¬ píritu de este sectario, tan pronto lo aproxima¬
gelio representa las tradiciones de ese Presby¬ ba como lo alejaba de las ideas predominantes
téros y de Aristion, las cuales podían remontar¬ en el círculo efesio. Así es, indistintamente
se al apóstol Juan. Parece, por otra parte, que,
para uno, el adversario que los escritos juáni¬
para preparar el fraude piadoso, se lanzó pre¬ cos quieren combatir, y para otros el verdadero

viamente unaepístola atribuida á Juan que autor de estos escritos. Tal es la obscuridad que
debía habituar al público de Asia á un estado gravita sobre la cuestión juánica, que 110 se
cuya adopción se intentaba como procedente puede considerar imposible esta última hipóte¬
del apóstol. Se atacaba á los docetas ó fanta- sis. Ella explicaría bien lo que sabemos de Ce¬
siastas, que eran entonces el gran peligro del rinto, cuya costumbre era proteger sus sueños
cristianismo en Asia. Con mucha vehemencia y con el nombre de un apóstol, y aclararía el
afectación se insistía sobre el valor del testimo¬ misterio en que estuvo el libro cerca de cin¬
nio del apóstol, testigo ocular de los hechos cuenta años y la oposición viva que se le hizo.
evangélicos. El furor con que Epifanio combatió esta opi¬
El estilo de los escritos pseudo juánicos, cons¬ nión induce á que no estaba falla de fun¬
creer

tituye algo aparte, y ningún modelo había exis¬ damento. Todo posible en estas épocas te¬
es

tido antes del Presbytéros. Sin embargo, se ie nebrosas; y si la Iglesia, venerando el cuarto
ha demostrado demasiada admiración. Hay fue¬ Evangelio como la obra de Juan, fué engañada
go, pasión, á veces cierta sublimidad en estos por uno de los que consideraba como sus ma¬
escritos^ pero tienen algo de soberbios, de fal¬ yores enemigos, ésto no sería, en suma, más
sos, de obscuros. La ingenuidad falta en abso¬ extraño que tantas otras equivocaciones que
luto. El autor no cuenta; demuestra. Nada más componen la trama de la historia religiosa de
fatigoso que esos extensos relatos de milagros la humanidad.

y sus discusiones, donde los maliciosos ó los ad¬ Lo que hay de seguro es, que el autor es, á
versarios ele Jesús juegan el papel de idiotas. la vez, el padre y el adversario <lel gnosticis¬
A esa confusión de verbosidad, preferimos el mo, el enemigo de los que dejaban evaporarse
dulce estilo, hebraico aún, del Sermón de la en un docetismo tenebroso la humanidad real
Montaña, y la limpidez de narración que cons¬ de Jesús y el cómplice de los que le relegaban
tituye el encanto ele los evangelistas primitivos. en la abstracción divina. Los espíritus dogmá¬

Estos no tienen necesidad de repetir sin cesar ticos nunca son más severos que con aquellos

qüe ellos han visto lo que cuentan, y que cuan¬ de los cuales sólo les separa una modificación.
to dicen es verdadero. Su sinceridad, incons¬ El Evangelio de Juan fué una vida de Je¬
ciente de la objeción, no es esa sed febril de las sús, que se aparta de la contada en los escritos
citas repetidas, poniendo de relieve que la in¬ de Marcos, de Lucas y del pseudo Mateo. Es
credulidad y la duda, han comenzado. Por el evidente que estos tres Evangelios y otros del
tono ligeramente excitado del nuevo narrador, mismo género, eran poco conocidos en Asia, ó
se diría que tiene miedo de no ser creído, y que al menos, tenían escasa autoridad. Juan se ha-
LA IGLESIA CRISTIANA 257

bía, sin duela, acostumbrado á contar la vida vación exagerada que el autor concede á Jesús.
de Jesús de una manera distinta á la del pe¬ Semejante altura excluía lo natural. Jesús se
queño círculo galileo,
que los tradieionistas de proclama la Verdad y la Vida; se declara Dios;
la Batanea habían creado, había que una gran no se llega al Padre más que por él. De tales

parte de la actividad de Jesús se desarrolló en afirmaciones pesadas y solemnes, tenía que re¬
Jerusalén. Conocía las personas y los detalles sultar una notable presunción. En los Evan¬
que los primeros narradores ignoraban ó habían gelios sinópticos, el Dios no se afirma; se re¬
olvidado. En cuanto á los sermones de Jesús, vela por el encanto de sus discursos imperso¬
tales como la tradición
galilea los redactaba, nales. Aquí, el Dios argumenta, para demos-
si los conoció, la Iglesia de Efeso debió echarlos tras su divinidad. Es la rosa disputando para
en olvido. probar que tiene perfume. El autor, en seme¬
Así nace el cuarto Evangelio, escrito de nulo jante caso, se preocupa tan, poco de la verosi¬
valor, si se trata de saber cómo hablaba Jesús, militud, que algunas veces no se sabe dónde
pero superior á los Evangelios sinópticos, en ac-aban los sermones de Jesús y comienzan las
lo que se refiere al orden de los hechos. Los via¬ disertaciones del narrador. Otras veces cuenta
jes de Jesús á Jerusalén, la institución de la conversaciones á las cuales nadie pudo asistir.
Eucaristía, que nuestro autor da como resulta¬ Se nota que su verdadero deseo no es recordar
do de una costumbre de Jesús y no de una pa¬ las pal-abras han sido realmente dichas,
que
labra pronunciada en el instante preciso, la sino que pretende, sobre todo, dar autoridad á
agonía anticipada de Jesús, una multitud de las icleas que le son queridas, atribuyéndolas
circunstancias relativas á la pasión, á la resu¬ al divino maestro.
rrección y á la vida de ultratumba del Salvador;
■ciertas particularidades, por ejemplo, lo que se
CAPITULO V
refiere á Cana, al apóstol Filipo, á los herma¬
nos de Jesús, la mención de
Clopas, como miem¬ Principio de una filosofía cristiana.
bro de la 'familia de Jesús, son otros tantos ras¬
gos que aseguran á pseudo Juan una superiori¬ La filosofía
religiosa que sirve de base á to¬
dad histórica sobre Marcos y sobre pseudo Ma¬ das amplificaciones, tan alejadas del
estas
teo. Gran número de estas particularidades po¬ pensamiento de Jesús, es poco original. Filón
dían provenir de los relatos mismos del apóstol la había en conjunto, y por conse¬
expuesto
Juan, cuyo recuerdo se conservaba. Otros tenían cuencia en principios esenciales. Para
sus

su fuente en una tradición que Marcos, ni el que Filón, como para el autor del cuarto Evange¬
-
lo completa bajo el nombre de Mateo, cono¬ lio, el mesianismo y las creencias apocalípti¬
cieron. cas no tienen casi ninguna importancia. Todas

Lo que en el cuarto Evangelio es, sin duda, las imaginaciones del judaismo popular han
.-artificioso, sin base tradicional, son los sermo¬ sido reemplazadas por una metafísica, á cuya
nes colocados en boca de Jesús. La crítica debe- construcción la teología egipcia y la filosofía
igualar estos sermones con los diálogos de que griega han contribuido en gran parte.
Platón liace honor á Sócrates. Dos omisiones La publicidad de un libro se producía en¬
son notables; no se encuentra ni una parábola, tonces en condiciones tan diferentes de las de
ni un solo discurso apocalíptico sobre el fin hoj*, que no se deben extrañar singularidades
del mundo y la aparición mesiánica. Se nota que, en nuestros días, serían inexplicables.
que las esperanzas de un próximo estallido en Nada más absurdo, que imaginarse los escri¬
las nubes habían decaído. El autor se refugia tos de aquel tiempo como un libro impreso,
en la metafísica, las esperanzas mate¬
porque ofrecido á la lectura de todos, cual los de aho¬
riales le parecen ya quiméricas. El gusto de la ra, y como los diarios que acogen las adhesiones
abstracción hacía que se concediese poca esti¬ ó las protestas provocadas por el escrito nue¬
ma á lo que nosotros encontramos de más divi¬ vo. Todos los Evangelios fueron escritos \ ara
no en Jesús. En fino sentimiento
lugar de ese círculos restringidos de personas; ningún Evan¬
de la poesía de la tierra, qué llena los Evange¬ gelio aspiraba á ser la redacción última y
lios galileos, nos encontramos aquí con una me¬ absoluta. Era género de literatura que se
un

tafísica seca, una dialéctica vagando sobre el ejercía libremente, como sucede hoy, entre los
equívoco del sentido literal y del sentido figu¬ persas, con las leyendas del martirio de Has-
rado. Jesús, en el cuarto Evangelio, habla ver¬ san y de Iíossein. El cuarto Evangelio fué una
daderamente para él solo. Se sirve de un len¬ composición del mismo orden. El autof pudo
guaje que nadie debía comprender, jmesto que escribirla para él y para algunos amigos. Era
toma á intención las palabras fuera del sentido su modo de concebir la vida de Jesús. No co¬

vulgar, y se indigna, después de ésto, de no munica, sin duda, esta obra, más que con mu¬
ser comprendido. Esta falsa situación
produce chas reservas, á los que sabían que no podía
al cabo una impresión fatigosa, y se acaba ser de Juan. ITasta el final del siglo II, el libro

por encontrar á los judíos excusables en su no encuentra más que la indiferencia ó la opo¬

ininteligencia ele los misterios nuevos, que se sición. Durante todo ese tiempo, el cuadro de
les presentaban de un modo tan obscuro. la vida de Jesús, es el cuadro de los Evangelios
Estos defectos eran la consecuencia de la ele¬ que nosotros llamamos sinópticos: el tono de
258 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

las al abras que se atribuyen á Jesús, es el de sido un judío, no quieren oir hablar del judeo
los sermones de Mateo y de Lucas. A fines cristianismo, ni de milenarismo, y arrojarían
del siglo II, por el contrario, la idea de un con gusto al suelo el Apocalipsis. El cuarto
cuarto Evangelio e& aceptada, y se encuentran Evangelio realiza así la gran operación de se¬
para apoyarla leyendas piadosas y razones parar el cristianismo del judaismo, excediendo
místicas. al mismo San Pablo en esta obra. Pablo pre¬
En resumen, lo que parece más probable en tende Jesús derogó la ley; pero no niega
que
este delicado problema es, quevarios años des¬ nunca que Jesús haya vivido bajo la ley.
pués de la muerte del apóstol Juan, alguien Lucas, su discípulo, pone una especie de refi¬
tomó la pluma para escribir en su nombre y namiento devoto en mostrar á Jesús cumplien¬
en su honor un Evangelio que representaba ó do todos los preceptos. Para Pablo, los israe¬
quería representar su tradición. Los comien¬ litas tienen aún grandes prerrogativas. El cuar¬
zos del libro habían sido obscuros, pero el éxi¬ to Evangelio, por el contrario, descubre una
to definitivo fué, en cambio, brillante. Este viva antipatía contra los judíos, considerados
cuarto Evangelio, nacido el último, adulterado como nación y como sociedad religiosa. Jesús,

en tantos puntos y donde las divagaciones fi- dirigiéndose á ellos, dice: "Vuestra ley". No
lonianas sustituían á los verdaderos sermones se trata de la justificación por la fe ni por las

de Jesús, tardó más de medio siglo en hacerse obras. El problema está ahora planteado en
un sitio; pero después triunfa en toda la línea. otros términos menos sencillos. El conocimien¬
¡Era tan cómodo, para las necesidades de la to de la verdad, esto es lo esencial. Se ha entra¬
teología y de la apologética del tiempo, en lu¬ do en la gnosis, en la iniciación de ciertos mis¬
gar de una pequeña historia humana de un terios secretos. El cristianismo se ha converti¬
profeta judío de Galilea, tener una especie de do en especie de filosofía oculta, la cual
una

drama metafísico, escapando á las objeciones no preveían seguramente, ni Pedro ni Pablo.


que ya le preparaba un Celso! ¡El Yerbo divi¬ Este Evangelio, atribuido al discípulo bien
no en el seno de amado que nos transporta de repente al éter
Dios; el Yerbo creando todas
las cosas; el Verbo haciéndose carne, habitan¬ puro del espíritu y del amor, que proclama
do entre los hombres, hasta el punto de que al¬ que el reino de Garizim y el de Jerusalén han
gunos mortales privilegiados han tenido la di¬ acabado, debía, con el tiempo, llegar á ser el
cha de verlo, de tocarlo con sus manos! Con Evangelio fundamental. Será esto, si se quiere,,
el giro especial del espíritu griego, que en esos un gran error histórico y literario; pero será
momentos se apodera del cristianismo, esto pa¬ también una necesidad teológica y política do
recía más sublime. Se podía extraer de aquí primer orden. El idealista es siempre el peor
toda una teología del gusto de Plotino. La de los revolucionarios. La ruptura definitiva
frescura del idilio galileo, iluminado por el con el judaismo era condición indispensable
sol del reino de Dios, no era del gusto de los para fundar un culto nuevo. "Dios es espíritu,
verdaderos helenos. Debían preferir un Evan¬ es preciso que los que le adoren lo hagan en
gelio, donde el sueño transportado al mun¬
era espíritu y en verdad." Jesús comprendido de
do de las abstracciones y donde la creencia, en este modo no es un profeta. El cristianismo
un próximo fin del mundo, estaba desechada. así entendido no es una secta del judaismo,
Hada de apariciones materiales en las nubes, sino la religión de la Razón. El cuarto Evan¬
ni parábolas, ni poseídos, ni reino de Dios, ni gelio dió á la obra apostólica consistencia y
Mesías judío, ni milenarismo, ni judaismo. El duración. Su autor (quien quiera que sea),
judaismo es olvidado, condenado. "Los judíos" fué el más hábil de los apologistas. Hizo, pero
son los malos, los enemigos de la verdad. No con éxito, lo
que han ensayado vanamente los
han querido recibir al Verbo, que descendió oradores cristianos de nuestros días; sacó el
hasta ellos. El autor sólo quiere saber de ellos, cristianismo de sus viejas hormas, demasiado
que han matado á Jesús, lo mismo que para estrechas. Ha traicionado á Jesús para salvar¬
los chiitas pérsicos, el nombre de árabe es si¬ le, como hacen los predicadores que toman las
nónimo de imjDÍo, de incrédulo, puesto que semejanzas del liberalismo y aún del socialis¬
son estos árabes los
que han matado á los más mo, para conquistar nuevos adeptos. El autor
santos entre los fundadores del Islam. del cuarto Evangelio saca á Jesús de la reali¬
Lo que constituye el defecto literario del dad judaica, donde se desvanecía, y lo lanza
cuarto Evangelio, hará su carácter universal. en plena metafísica. La manera
filosófica, pu¬
Este Evangelio libra al cristianismo de una ramente espiritual, de comprender el cristianis¬
multitud de agregados originales; le permite mo, con perjuicio de los hechos y en provecho
lo más esencial á las creaciones del espíritu, ha encontrado en este libro singu¬
que quieren
vivir, la ingratitud hacia lo que le ha precedi¬ lar, el ejemplo que avalora y la autoridad que
do. El autor cree seriamente que ningún pro¬ justifica.
feta ha salido ele Galilea. La metafísica cris¬ Las personas poco al corriente de la histo¬
tiana, yaesbozada en la epístola á los Efesios, ria religiosa, serán las únicas que se sorpren¬
se manifiesta dan de
coneluyente en el cuarto Evan¬ tan
importante papel en la histo¬
ver

gelio. Este será el Evangelio querido por todos ria de la humanidad, realizado por un anóni¬
aquellos que, humillados de que Jesús haya mo. Los redactores de la Thora,
la mayor par-
LA IGLESIA CRISTIANA 259

te de los psalmistas, el autor del libro de Da¬ ra queestaba obligada á ser una ciudad per¬
niel, el primer redactor del Evangelio hebreo, manente, una verdadera sociedad.
el autor de las epístolas atribuidas á Pablo, á La evolución más singular que se haya pro¬
Tito y á Timoteo, han dado al mundo textos ducido en una democracia, se operaba en su
de primera importancia conservando el anóni¬ seno. La ecelesia, ó sea la reunión libre de per¬

mo. Si se admite que el Evangelio y la epísto¬ sonas sobre un mismo pie de igualdad, es la
la que está unida á él, son obra del Presbytéros democracia por excelencia; pero la ecelesia casi
Joannes, se puede pensar que la aceptación de igual á un club, tenía el defecto ►supremo que
los dos escritos como obras de Juan no era hace que toda asociación de este género se des¬
muy difícil, puesto él mismo se llamaba
que^. truya al cabo de poco tiempo. Este defecto es
Juan, y á lo que parece era frecuentemente la anarquía, la facilidad de los cismas. Más
confundido con el apóstol. Se le designaba por mortales aún son las luchas de preferencias en
el simple título de Presbytéros. Precisamente, á el seno de las pequeñas congregaciones funda¬
continuación de la epístola pseudo juánica, das por una vocación espontánea. La ocupa¬
hay dos cartas pequeñas de un personaje que ción del primer sitio era el mal por excelencia
él mismo se designa con estas palabras: el de las Iglesias cristianas, lo que causaba á los
Presbytéros. El estilo, los pensamientos, la sencillos fieles más enojo. Se creyó prevenir el
doctrina, son los mismos de los del Evangelio peligro suponiendo que Jesús, en semejantes
atribuido á Juan. Creemos que el Presbytéros circunstancias, presentaría un niño, diciendo á
es también el autor; pero esta vez no ha que¬ los contendientes: "Este es el mayor". En di¬
rido que sus opúsculos pasen por obras de versas ocasiones, aseguraban, el maestro había
Juan. opuesto la primacía eclesiástica, toda frater¬
A fines del siglo III se hablaba de dos tum¬ nal, á la de los depositarios de la autoridad
bas veneradas en Efeso, uniéndose á las dos el profana, habituados á tomar el tono de amos.
nombre de Juan. En el siglo IV, cuando se re¬ Pero esto no bastaba, y la asociación cristiana
construye con el pasaje de Papías, el sistema estaba amenazada de un gran peligro, si una
de la del Presbytéros Joannes, se
existencia institución salvadora no venía á librarla de sus

atribuye de las tumbas al apóstol, y la


una propios abusos.
otra, al Presbytéros. No sabremos nunca el se¬ Toda ecelesia supone una jerarquía en pe¬
creto de esas combinaciones extrañas en las queño; un tesorero, hoy se dice, un pre¬
como
que la historia, la leyenda, la fábula, y hasta sidente y un personal de sirvientes. Los clubs
cierto punto el fraude piadoso, han entrado en democráticos cuidan que estas funciones sean
proporciones imposibles hoy de distinguir. tan limitadas comoposible en cuanto al
es

la esencia clel cristianismo se transporta con tiempo y á las atribuciones; pero resulta de
el Evangelio de Juan al terreno del dogma. La aquí algo precario, por lo que-ningún club ha
gnosis lo es todo. Conocer á Jesús, y conocerlo durado más tiempo de las circunstancias que
de cierto modo,, es la salvación. Lo que ha lo crearon. Las sinagogas tienen mucha más
salido del cuarto Evangelio, es la teología, es continuidad, quizás porque su personal no La-
decir, una malsana aplicación del espíritu, don¬ llegado nunca á formar una clerecía. Esto se
de se ha consumido el mundo bizantino, á par¬ debe á la situación subordinada que el judais¬
tir del siglo IV,
y que hubiera tenido para el mo tuvo durante
siglos. La presión de fuera
Occidente consecuencias no menos
funestas, si combatía los efectos deletéreos de las divisio¬
el demonio de la sutilidad no se hubiese mezcla¬ nes interiores. Entregada á la misma falta de
do á los cerebros más toscos. dirección, la Iglesia cristiana hubiera, sin du¬
da, dejado de realizar sus destinos. Si hubiese
continuado con poderes eclesiásticos emanados
CAPITULO VI
de la Iglesia misma, ésta pierde, de seguro, su

Progresos del episcopado. carácter hierático y teocrático. Pero estaba es¬


crito que, á la inversa, un clero acaparase la
Los progresos que la Iglesia realizaba en su
Iglesia cristiana, subsistiendo con ella. Llevan¬
dogma, se traducen en el orden de la disciplina do la palabra en su nombre, presentándose en
y de la jerarquía. Como todo sér viviente, des¬ todo como su único fundamento de poder, este
pliega una pasmosa habilidad instintiva para clero será su fuerza, pero al mismo tiempo su
completar lo que falta todavía á su solidez y á gusano roedor, la causa principal de sus fu¬
su perfecto equilibrio. A medida
que las espe¬ turos hundimientos.
ranzas del fin del mundo y La
de la aparición me- historia, repito, no tiene ejemplo de
siánica se alejaban, el cristianismo obedecía á transformación más profunda. Sucede en la
dos tendencias: avenirse lo mejor que podía Iglesia cristiana lo que ocurriría en un club
con el imperio y organizarse para subsistir. donde los asistentes abdicaran el
La en tesorero,
primera Iglesia de Jerusalén y las primeras y éste, á su vez, en el presidente, para que des¬
Iglesias de San Pablo, no estaban establecidas pués todos los asociados, ni aun los más anti¬
para vivir. Eran conventículos de santos del guos, tuvieran ninguna influencia, ningún voto
último día
preparándose á la venida de Dios deliberativo, ninguna comprobación en el ma¬
por la oración y el éxtasis. La Iglesia veía aho¬ nejo de los fondos, y el presidente pudiera de-
260 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

cir: "Yo solo soy el club". Los presbyteri (an¬ facultades estériles. En otro sentido,, sin em¬
cianos) los episcopi (oficiales, vigilantes), lle¬
y bargo, esta transformación era el elemento esen¬
garon á ser muy pronto los únicos represen¬ cial de la fuerza del cristianismo. La concen¬
tantes ele la Iglesia y casi á continuación otra tración de poderes había llegado á ser necesa¬
revolución más importante se realiza. Entre ria desde el instante en que las Iglesias eran
los presbyteri 6 episcopi hubo uno que, por la numerosas. Las relaciones entre esas
pequeñas
costumbre ele sentarse el
primer lugar, ab¬
en sociedades piadosas no fueron posibles, hasta
sorbió los inóeleres ele los otros y llegó á ser el que tuvieron un representante titulado, con el
episcopos ó el presbyleros por excelencia. El encargo de obrar para ellas. Es indudable que
culto contribuye poelerosameníe á establecer sin el episcopado, las Iglesias reunidas un mo¬
esta unidad. El acto eucarístico no era celebra¬ mento por el recuerdo de Jesús, se hubiesen
do más que por uno solo y elaba al celebrante dispersado. Las divergencias de doctrinas, la
una extrema importancia. Este episcopos, con diferencia imaginativa, y sobre todo las rivali¬
una rapidez sorprendente, se convierte en el dades, el amor propio no satisfecho, hubiesen
jefe del presbiterado, y, por consecuencia, de realizado hasta el infinito sus efectos de des¬
la Iglesia entera. Su catheclra estaba colocada unión y desmembramiento. El cristianismo hu¬
fuera de fila y tenía la forma de un sillón, lle¬ biese, acabado al cabo de trescientos ó cuatro¬
gando á ser un asiento de lionor, el signo de la cientos años, como el mithriacismo y tantas
primacía. Cada Iglesia no tuvo entonces más otras sectas, que no han conseguido vencer el
que un presbyteros en jefe, que se llamaba con tiempo. La democracia resulta algunas veces
exclusión de los otros episcopo. Al lado de este eminentemente creadora; pero es á condición
obispo se ven los diáconos, un consejo de pres¬ que de la democracia broten instituciones con¬
byteri. Pero el paso estaba dado: el obispo os servadoras y aristocráticas que impidan á la
único sucesor de los apóstoles, y el adepto ha fiebre revolucionaria prolongarse indefinida¬
desaparecido totalmente. La autoridad apos¬ mente.
tólica ahoga la autoridad de la comunidad. Este es el verdadero
milagro del cristianis¬
Después, los obispos de las diferentes Iglesias mo naciente. Crea el
orden, la jerarquía, la au¬
se pondrán en relación los unos con los otros, toridad, la obediencia del libre, sujetando las
constituyendo la Iglesia universal en una es¬ voluntades. Organiza la multitud y disciplina
pecie de oligarquía, la cual tendrá sus asam¬ la anarquía. ¿Quién hace este milagro que pa¬
bleas, decidirá las cuestiones de fe y ella sola rece tan extraordinario como las pretendidas
formará un verdadero poder soberano. derogaciones' de las leyes de la naturaleza fí¬
En cien años, el cambio estaba casi realiza¬ sica? El espíritu de Jesíis, fuertemente inocu¬
do. Cuando Iiegésipo hizo su viaje á través de lado en sus discípulos, epe espíritu de dulzura,
toda la
cristiandad, en la segunda mitad del de abnegación, de olvido del presente, esa úni¬
siglo II, sólo vió á los obispos. Todo es para ca pretensión de las alegrías interiores, que ma¬

él una cuestión de sucesión canónica; el sen¬ ta la ambición, esa preferencia dada á la in¬
timiento viviente de las Iglesias no existe. Nos¬ fancia, esas palabras, sin cesar repetidas, como
otros probaremos que esta revolución no se de Jesús: "Que el primero de entre vosotros
cumplió sin protesta y que el autor del Pas¬ sea como el servidor de todos", La impresión
tor, por ejemplo, intentó aún mantener, con¬ dejada por lqs apóstoles 110 contribuye menos.
tra la autoridad creciente de los prelados, la Los apóstoles y sus vicarios inmediatos, tenían
igualdad primitiva de los presbyteri. Pero la en todaslas Iglesias un poder indiscutible.
tendencia aristocrática acaba por triunfar. l)e Ahora bien; el episcopado se atribuyó la he¬
una liarte, los pastores; de otra, el rebaño. La rencia de los poderes apostólicos. Los apósto¬
igualdad primitiva 110 existe; la Iglesia 110 es, les quedaban viviendo, gobernando, después
en
adelante, más que un instrumento entre las de muertos. La idea de que el presidente de la
manos de los que la dirigen, y éstos reciben su
Iglesia obtiene su poder de los miembros de la
poder, no de la comunidad, sino de una heren¬ misma que lo han nombrado, 110 se manifiesta
cia espiritual, de una transmisión que preten¬ ni una vez en la literatura de este tiempo. La
de remontarse á los apóstoles en línea conti¬ Iglesia escapa así, por el origen sobrenatural
nua. Se observa que el sistema representativo de su poder, á lo que hay de caduco en toda
no será nunca, en ningún grado, la ley de la autoridad delegada. Una autoridad legislati¬
Iglesia cristiana. va y ejecutiva puede proceder de la
multitud;
Puede decirse en un sentido que esto fué en¬ pero los sacramentos, las dispensas de gracias
tonces decadencia, una disminución de la
una celestes, nada tienen que ver con el sufragio
espontaneidad que hasta aquel momento ha¬ universal. Tales privilegios vienen del cielo, ó,
bía sido eminentemente creadora. Era eviden¬ según la fórmula cristiana, de Jesucristo, fuen¬
te que las formas eclesiásticas iban á ahogar te de toda gracia y de todo bien.
la obra de Jesús, y que todas las manifesta¬ Jamás, hablando propiamente, el obispo ha¬
ciones libres de la vida cristiana quedarían de¬ bía sido nombrado por la comunidad entera.
tenidas. Bajo la censura del episcopado, la La designación del Espíritu Santo, es decir, ol
glosolalia, la profecía, la creación de leyendas, empleo secreto de maniobras electorales, que
la producción de nuevos libros sagrados, serán acusaba una extrema ingenuidad, era suficien-
LA IGLESIA CRISTIANA 261

te al entusiasmo espontáneo de las primeras cia, de abnegación, de dulzura, que constituía


Iglesias. Cuando pasó la edad apostólica, fué el fondo de todo cristiano, para no desesperar,
necesario suplir por decisión eclesiástica esta viendo el tardío cumplimiento de las profecías
especie de dereclio divino de que se suponía de Jesús. Los años corrían, y la gran aurora
revestidos á los 'apóstoles y sus discípulos in¬ boreal, en cuyo centro se esperaba que el Hijo
mediatos, fueron los ancianos quienes eligie¬
y del hombre haría su reaparición, no había co¬

ron entre ellos á


su presidente y le sometieron menzado á dibujarse en las nubes. Se fatigaban
á la aclamación del pueblo. Como esta elección buscando la causa de esta detención del tiempo.
no se liacía nunca sin que se hubiese antes eom Algunos se desesperaban, otros murmuraban.
sultado á la opinión, el nombramiento por acla¬ Lucas, en su Evangelio, anuncia queel desqui¬
mación, ó más bien el voto por la mano levan¬ te se verificará
"pronto", que la longanimidad
tada, no era ele hecho más que una formalidad; de Dios tendría su término, que á fuerza de ro¬

peyó ésta bastaba para conservar el recuerdo gar día y noche bajo el golpe de la persecución,
del ideal evangélico, según el cual, el espíritu los elegidos acabarían por obtener justicia, co¬
de Jesús residía, principalmente, en la comu¬ mo una viuda que triunfa de la negligencia de

nidad. La elección ele los diáconos era igualmen¬ un juez inicuo, á fuerza de importunidad. La ge¬

te grados. La designación se hacía por


de dos neración, que no debía desaparecer por com¬
el obispo; pero la aprobación de la comunidad pleto, antes de la aparición del Cristo glorio¬
era necesaria para que el nombramiento fuese so, había descendido á la tumba. Más de cin¬
válido. Una ley general de la Iglesia es, que el cuenta años eran transcurridos desde los acon¬

inferior no ha nombrado nunca á su superior. tecimientos, que debían preceder solo un poco
Esto da aún hoy á la Iglesia, en medio de la á la realización de las profecías de Jesús. To¬
tendencia contraria de la democracia moderna, das las ciudades de Israel, habían escuchado
una poderosa
fuerza de reacción. la predicación cristiana. Las gentes maliciosas
Es en las Iglesias de Pablo donde este mo¬ lo aprovechaban para sus burlas. Los buenos
vimiento hacia la jerarquía y el episcopado se creyentes respondían, que la primera regla del
hizo particularmente sensible. Las Iglesias ju- verdadero creyente, era no computar las fe¬
deo cristianas, restos de las sinagogas, no daban chas. "Vendrá como un ladrón, cuando menos
pasos tan firmes hacia el clericalismo. Por los se piense", decían los sabios cristianos. "Ven¬

escritos atribuidos á Pablo, se crean argumen¬ drá á su tiempo", dice el autor de las epísto¬
tos para la doctrina que se trata de inculcar. las á Timoteo.
Una epístola de San Pablo era una autoridad Unpiadoso escritor tuvo entonces la idea,
indiscutible. Varios fragmentos de cartas au¬ para borrar todas las dudas, de repartir en los
ténticas del apóstol, predicaban ya la jerarquía, círculos de creyentes una epístola atribuida á
el respeto á la autoridad de los ancianos. Para Pedro. Las Iglesias de Pablo acababan de co¬
tener ai'gumentos todavía más decisivos, se su¬ leccionar la obra de su maestro, haciéndole adi¬
ponen tres pequeñas epístolas, escritas por Pa¬ ciones importantes. Parece que un cristiano de
blo á
discípulos Tito y Timoteo. El autor
sus
Roma, perteneciente al grupo que deseaba á
de estos escritosapócrifos, no tuvo en sus ma¬ todo precio reconciliar á Pedro y á Pablo, qui¬
nos los Hechos de los Apóstoles; conocía de un so aumentar la herencia literaria del apóstol
modo vago, y no por el detalle, los viajes apos¬ galileo. Circulaba ya una epístola bajo el nom¬
tólicos de Pablo. Como muy pocas personas bre del jefe de los apóstoles. Apoyándose en
tenían nociones más precisas, no se comprome¬ este pequeño escrito, y mezclando las frases
tía mucho con esto, y además, el sentido críti¬ extraídas de diversas
se hizo una pre¬
partes,
era entonces nulo y la idea de comparación tendida
co
"segunda epístola de Pedro", con la es¬
de textos debate contradictoria, no interesa¬
en
peranza de que circularía lo mismo que la pri¬
ba á nadie. Algunos pasajes de estas tres epís¬ mera.

tolas son tan bellos, que se puede preguntar si No se olvida nada, componiendo la segunda
el falsario tuvo en su poder algunos escritos epístola, igualar á la primera en autori¬
para
auiéníicos de Pablo, que hizo encajar en su com¬ dad. El autor, mientras redactaba su pequeña
posición apócrifa. obra, tuvo á la vista la carta del apóstol Judas,
Esos tres pequeños escritos, salidos eviden¬ V suponiéndole, sin duela, poco conocido, 110
temente de la misma pluma, y sin duda com¬ tuvo escrúpulo
trasladarla casi entera á su
en
puestos en Roma, forman ya una especie de escrito. Estaba
penetrado de las epístolas de
tratado sobre los deberes eclesiásticos, un pri¬ San Pablo, del cual poseía la edición completa.
mer ensayo de falsas decretales, un código al Hizo también uso del Apocalipsis de Esdras
uso del hombre de Iglesia. ó de Barueh. Confortar á los fieles sobre los
largos retrasos del advenimiento mesiánico,
CAPITULO VII mostrar á Pedro y á Pablo de acuerdo sobre
este misterio fundamental de la fe" cristiana,
Falsos escritos apostólicos. — La Biblia cris¬
combatir los errores del
gnosticismo naciente,
tiana.
tal era el objeto de nuestro piadoso falsario.
El
mundo, sin embargo, se obstinaba en con¬ Su obra encuentra en varias Iglesias una aco¬
tinuar. Era precisa la dosis poderosa de pacien¬ gida favorable, pero suscita, sin embargo, pro-
262 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

testas, que la adopción de un cánon ortodoxo arameo de la Palestina, ese griego popular que
no liizo callar hasta bien tarde. la conquista macedónica introdujo en Oriente
Con "la segunda epístola de Pedro" quedó y que los traductores alejandrinos de la Biblia
cerrado, de cien años después de la muer¬
cerca elevaron á la altura de una lengua sagrada, no
te de Jesús, el ciclo de escritos que se llamó podía servir de órgano á las obras maestras li¬
más tarde el Nuevo Testamento, por oposición terarias; pero, á falta de genio, la nueva Bi¬
al Antiguo. Esta segunda Biblia, de la que blia tuvo la bondad; y á falta de escritores, hom¬
Jesús fué el inspirador, aunque no se encuen¬ bres llenos de Jesús, que nos entregaron su es¬
tre en ella, ni estaba muy lejos
una línea suya, píritu. El Nuevo Testamento ha introducido en
de ofrecer un cánon completo. Muchos opúscu¬ el mundo una idea nueva, la de la belleza po¬
los, más ó menos ¡íseudo-epigráfícos, eran ad¬ pular. Es, en todo caso, el libro que ha sacado
mitidos por los unos, rechazados por los otros. más lágrimas y dignificado más corazones.
Los escritos nuevos estaban todavía poco repar¬ No se puede hablar, de un modo general, del
tidos. La lista 110 sehabía cerrado, y veremos estilo del Nuevo Testamento, puesto que sus
diversas obras, tales como El Pastor, de Ller- escritos se dividen en cuatro ó cinco estilos di¬
mas, tomando sitio junto á los escritos ya con¬ ferentes. Todos estos fragmentos tienen, sin em¬
sagrados, bajo un pie de igualdad. La idea de bargo, algo de común, y esto es, precisamente,
una revelación nueva, era plenamente acepta¬ lo que constituye su fuerza y su éxito. Se ha¬
da. En la pretendida "segunda epístola de Pe¬ llan escritos en griego y concebidos en semita.
dro", las epístolas de San Pablo son colocadas Sus giros absolutos, rígidos, sin variaciones, su
entre las "Escrituras", y no era esta la primera lengua, donde todo es blanco ó negro, sol ó ti¬
vez que tal expresión se empleaba. El cristia¬ nieblas, y que por decir: "Yo amo más á Jacob
nismo tenía, así, su libro sagrado, colección ad¬ que á Esaú", dice: "Yo amo á Jacob y odio á
mirable que debía hacer su fortuna en si¬ Esaú", seduce al mundo por su áspera gran¬
glos remotos, cuando habiendo desaparecido el deza. Nuestras razas no estaban habituadas á
recuerdo directo de los orígenes, las religiones esta amplitud oriental, á estas enérgicas opi¬
no valen más que por sus textos escritos. niones, á esta manera de proceder de una vez
La Biblia judía conservaba toda su autori¬ y como por saltos. Aún en nuestros días, ese
dad, continuando creyéndosela como revelación estilo es la gran fuerza del cristianismo, lo que
directa de Dios. Este
antiguo cánon y los es¬ fascina las almas y las gana á Jesús.
critos apócrifos que se le habían anexionado El cánon de los libros del Antiguo Testamen¬
(tales como el libro de Llenoch, la Asunción de to admitido de los cristianos era, naturalmen¬
Moisés, etc.), que se consideraban como la com¬ te, para las obras esenciales, el mismo que el
pilación de la palabra divina. No se admitía de los judíos. Los cristianos ignorantes del he¬
nada más, mientras que para los escritos nue¬ breo leían esos mismos escritos en la versión
vos se autorizaban las adiciones, y los retoques alejandrina, llamada de los Setenta, que consi¬
arbitrarios. Nadie sentía escrúpulo de atribuir deraban casi igual al texto hebreo. Cuando la
á los apóstoles y á Cristo mismo palabras y versión galega añade algo, el texto, sus adicio¬
escritos que se juzgaban buenos, útiles, dignos nes son aceptadas.
Guardado con menos severi¬
de este santo origen. Si ellos no habían dicho dad que el cánon judío, el cánon cristiano ad¬
tan bellas cosas, se admitía la posibilidad y esto mitía, además, libros como el de Judith, el de
bastaba. Una costumbre eclesiástica inducía á Tobías, el de Baruch, el Apocalipsis de Esdras,
ciertos fraudes y los hacía casi necesarios. Era la Asunción de Moisés, Henoch, y el Psalterio
la costumbre de las lecturas en las Iglesias. La de Salomón, que los rabinos judíos excluyeron
lectura de losescritos apostólicos y proféticos del volumen sagrado y aun destruyeron siste¬
debía ocupar, en las reuniones, todo el tiempo máticamente. En cambio, libros como Job, el
que dejaban libre los misterios y los sacramen¬ Cantar, los Proverbios y sobre todo el Ecle-
tos. Los profetas hebreos
y los escritos autén¬ siastes, á causa de su carácter atrevido y pro¬
ticos de los apóstoles, eran bien pronto agota¬ fano, eran poco leídos de las personas devotas.
dos, y hacía falta algo nuevo. Para atender á Los diversos libros de los Macabeos fueron con¬
las exigencias de esta lectura, se acogía con ra¬ servados más bien como instructivos y piado¬
pidez todo escrito edificante que se presentaba sos
que como fuentes de inspiración verdadera.
con la más ligera apariencia de apostolieidad El Antiguo Testamento, interpretado con
ó con un aire de familia, aunque lejano, con los toda la amplitud
permite un texto priva¬
que
escritos de los profetas antiguos. do de vocales,
el arsenal de los argumen¬
era
El cristianismo había realizado así el primer tos ele la apologética cristiana y de la polé¬
deber de una religión, que es introducir en el mica judía. Estas disputas ocurrían con fre¬
mundo un nuevo libro sagrado. Una segunda cuencia en Grecia. Las versiones alejandrinas
Biblia se añadía á la antigua, inferior como be¬ servían, pero cada vez eran consideradas más
lleza clásica, pero dotada de una gran eficacia insuficientes. Las ventajas que de ellas sacaban
para convertir al mundo. La vieja lengua he¬ los cristianos, las hacían sospechosas á los ju¬
braica, instrumento aristocrático tan maravillo¬ díos. Estos comparaban el día en que se hizo
so para
expresar la poesía, los sentimientos del la versión de los Setenta con el que se fun¬
alma, la pasión, había muerto. El pataa mitad dó el becerro de oro, pretendiendo que esíe
LA IGLESIA CRISTIANA 263

día fué seguido de otros tres de tinieblas. Los cundidad de la nueva conciencia que surgía en
cristianos, por el contrario, admitían las le¬ el seno de la
humanidad, pero creando al mis¬
mo tiempo para la institución naciente un in¬
yendas que presentan á esta versión como mi¬
menso peligro. 'Millares de brazos descuartiza¬
lagrosamente revelada. Rabbi Aquiba y su es¬
cuela habían introducido el principio absurdo ban ; era por así decirlo, la religión nueva, no que¬
de que nada en la Biblia es insignificante, y de riendo unos que saliese del círculo judío, mien¬
que toda letra ha sido escrita con intención ó tras otros trataban de romper todo lazo entre
influida sobre su sentido. Desde entonces los ella y el judaismo que la había engendrado. La
traductores alejandrinos, que habían traducido reaparición de Jesús y la idea del reinado de
humanamente, como filólogos, no como cabalis¬ mil años, coronamiento de los Apocalipsis ju¬
tas, parecían insuficientes para las controver¬ díos, eran las dos cuestiones donde se notaban
sias de la época. Se discutían las particularida¬ claramente dos espíritus opuestos. Los gnósti¬
des gramaticales dudosas; se querían traduccio¬ cos, y hasta cierto punto el autor del Evange¬
nes de la Biblia que sustituyesen á cada pala¬ lio juánico, no piensan más en el dogma fun¬
bra hebrea, ó más bien á cada raíz hebráica, damental del primer siglo. El fin del mundo
con una palabra griega; así, la
traducción, ca¬ apenas les preocupa; es relegado á último tér¬
recía de sentido. mino como una cosa sin sentido. Era preciso
Aquila fué el más célebre de estos nuevos que esos grandes sueños fuesen por completo
traductores, dedicados á una literatura insen¬ olvidados. En Asia Menor, la mayor parte de
sata. Su trabajo está fechado desde el año XII los cristianos vivientes no
querían que se alte¬
de Adriano. Aunque simple prosélito, pudo ser rase la verdad-del
pensamiento de Jesús. A dos
alumno de Aquiba, y en efecto, su exégesis está pasos de la escuela donde se elaboraban los es¬
en correspondencia
exacta con la casuística del critos juánicos, un hombre que pudo tener re¬
rabino. A cada palabra hebrea responde una laciones con los autores de estos escritos, tra¬
palabra griega, aunque resulten absurdos de bajó en un orden de ideas distintas, ó por me¬
esta superposición. jor decir, opuestas.
La traducción de Aquila fué pronto cono¬ Hablamos de Papías, obispo de Hierápolis,
cida de los cristianos, contrariándoles mucho. la personalidad más interesante en un tiempo
.

Habituados á sacar sus textos de los -Setenta, donde dos cristianos podían diferir el uno del
veían en esta nueva traducción la inversa de otro hasta punto del que no tenemos idea.
un

sus métodos
y de toda su apologética. Ufi pasaje, Se ha supuesto que Papías fué discípulo de
sobre todo, les turbaba. Las Iglesias querían a Juan. Esto es seguramente un error. Papías no
todo precio leer el anuncio profético del naci¬ vió á ningún apóstol; pertenecía á la tercera
miento virginal de Jesús en un pasaje de Isaías generación cristiana, consultando á los que ha¬
(VII, 14) que significa otra "cosa. Los cristia¬ bían tratado á los apóstoles. Era un hombre
nos vieron en la traducción de Aquila una mal¬ cuidadoso, conociendo á fondo las Escrituras,
dad, inventándose todo un sistema de piado¬ investigador á su manera. Recoger con solici¬
sas calumniasexplicar cómo, habiendo
para tud, algunos puntos con crítica, las pala¬
y en
sido cristiano, aprendió el hebreo y se entregó bras de Jesús, comentar estas palabras en el
á ese inmenso trabajo únicamente sentido más literal, clasificarlas metódicamen¬
para contra¬
decir á los Setenta y hacer te por orden de materias, reunir, en fin, las
que desaparecieran
los pasajes demostrativos del mesianismo de tradiciones de la edad apostólica ya desapare¬
Jesús. cida, esta fué su obra. Instituyó para ello, una
Los judíos, encantados de la aparente exac¬ amplia investigación, y, descontento de los pe¬
titud de la versión nueva, la prefirieron á la de queños libros que se presentaban como un cua¬
los Setenta. Los ebionitas ó nazarenos la utili¬ dro exacto de la vida de Jesús, creyó que haría
zaron también con frecuencia. La forma en mejor vasto conjunto de
que un sus enseñanzas. No
Aquiba había interpretado el pasaje de Isaías, quiso dar crédito más que á los conocimientos
les sirvió para probar, contra los exaltados dé originales. Así emplea su vida en interrogar á
las Iglesias griegas, que Jesús era sencillamen¬ los que podían saber algo de la tradición primi¬
te hijo de José. tiva.
Aquila no fué el único traductor del hebreo Ningún apóstol existía cuando concibió Pa¬
según el método de Rabbi Aquiba. La versión pías este proyecto, pero aún quedaban algunas
griega del Eelesiastes que forma parte de ia personas que conocieron á los individuos del
Yulgata griega ofrece la particularidad esen¬ cenáculo primitivo. Los hijos de Felipe, llega¬
cial que Rabbi Aquiba hace dos -á una extrema vejez, y con el espíritu con¬
adoptar á los tra¬
ductores de su escuela, y por tanto esta versión fuso, habían llenado Hierápolis de relatos ma¬
no es de Aquila. ravillosos. Papías los había visto. En Efeso y
en Smirna, Presbytéros Joannes y Aristión
CAPITULO VIII
pretendían igualmente ser depositarios de pre¬
El inilenarismo. ciosas tradiciones, á lo que parece, asegu¬
que,

Papías.
raban proceder del apóstol Juan. Papías no
Las tendencias más diversas se manifestaban era de la escuela
que toma el nombre de Juan,
en la Iglesia de Jesús, mostrando la extraña fe¬ y de donde salió, según dicen, el cuarto Evange-
2C4 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

lio. Es probable, sin embargo, que conociese á menos, de los tres primeros, saben evitar. Los
Aristión y á Presbytcros. Su libro estaba com¬ milagros que atribuye á Felipe, por la autori¬
puesto, en gran parte, de citas recogidas en las dad de sus hijos, eran exagerados; los que atri¬
conversaciones de estos dos personajes, que, sin buye á Justus Barsabbas, estaban fuera de la
duda, eran á sus ojos los mejores representan¬ tradición. Contaba la muerte de Juan y, sobre
tes de la cadena apostólica y de la auténtica todo, la de Judas, de un modo del que nadie
doctrina de Jesús-. Inútil añadir que, el judeo había oído hablar. Caía hasta en los sueños
cristiano Papías, menciona ni directa ni in¬
no gnósticos, á lo cuando pretende que Dios
menos
directamente al apóstol San Pablo. había dado el gobierno de la tierra á los ánge¬
Esta tentativa de reconstruir la enseñanza de les mal cumplidores do sus deberes.
Jesús por la tradición oral, cien años después Pero lo que contribuyó, sobre todo, á que Pa¬
de su muerte, hubiese sido una paradoja si Pa¬ pías perdiese prestigio en la opinión ortodoxa,
puas no usara los testos escritos. Su método, en fué un niilenarismo desenfrenado. Su culpa era .

este punto, no fué exclusivo. Aunque prefiere interpretar el Apocalipsis del año (8, en el sen¬
la tradición oral y no concede á los textos en tido que lo había entendido su autor. Admitía,
circulación un valor absoluto, lee las copias de con el vidente de Palmos, que después de la
los Evangelios que llegaron á sus manos. primera resurrección de los muertos vendría un
Este hombre taninstruido, tan al corriente de reino corporal del Cristo sobre la tierra, que
las Escrituras, que había frecuentado el trato duraría mil años.
de los discípulos de Juan, no conocía aún el Según el autor, Judas se negaba- á creer en
Evangelio de Juan, obra que nació, á lo que pa¬ tan bellas promesas, y á partir de ese día fué
rece, á pocas leguas de la ciudad que él habita¬ cuando el maestro lo trató como á incrédulo.
ba. Lo singular es que Papías, que 110 conoce el' la Iglesia ortodoxa observó bien pronto el
Evangelio de Juan, había visto la epístola atri¬ peligro de tales quimeras. El milenium, parti¬
buida á Juan, y en cierto modo, destinada á cularmente, llegó á ser para todo cristiano sen¬
preparar el Evangelio. Tal vez los falsarios le sato, un verdadero objeto de antipatía. Oríge¬
comunicaron la carta, ocultándole el Evangelio nes, Dionisio ele Alejandría, Eusebio y los Pa¬
por temor á su severa crítica. Quizá hubo un dres helenitas, no vieron en la doctrina de-
intervalo entre la composición de la epístola Jesús más que una filosofía revelada. Se trató,,
juánica y la del Evangelio. No se toca nunca por todos los medios p.osibles, de suprimir el
esla cuestión de los escritos atribuidos á Juan, Apocalipsis. En cuanto á Papías, que era de
sin caer en las contradicciones y en las anoma¬ todos los escritores eclesiásticos el más penetra¬
lías. do del pensamiento primitivo, su fidelidad á la
De este conjunto de escrupulosas investiga¬ tradición le fué funesta. Se intentó hacerle ol¬
ciones,. Papías compuso cinco libros que intitu¬ vidar; dejaron de copiarle y sólo lo leyeron los
ló: Excgcsis ó "Exposiciones de las palabras curiosos. Eusebio, aun respetándolo, declara
del Señor", y que consideró como' la perfecta que es un hombre sin juicio.
imagen de las enseñanzas de Jesús. I a desapa¬ La culpa de Papías fué, la de ser demasiado
rición de este escrito, es la pérdida más lamen¬ conservador. A fuerza de amigo de la tradi¬
ser

table que se haya sufrido en el campo de la pri¬ ción,parece retrógrado. El progreso del cristia¬
mitiva literatura cristiana. Un gran número de nismo debía hacer de él un hombre molesto, un
las dificultades que nos detienen en esta obscu¬ testigo que suprimir. En su tiempo respondió,
ra historia, •desaparecerían si poseyéramos ese seguramente, al estado de los espíritus. Los mi¬
libro. Tal vez por eso no lo tenemos, y sólo lo lenarios le consideraron su principal au¬
como

conocemos por los comentarios


ele Eusebio. I a toridad. Ireneo le estima mucho, le coloca des¬
obra de Papías, estaba escrita desde un punto pués de los Apóstoles, al nivel de Policarpo, y
de \ista tan personal, que llegó á ser un escán¬ le denomina con un nombre muy apropiado á su
dalo para la ortodoxia. Los cuatro Evangelios carácter, "un hombre antiguo". Hasta el si¬
habían adquirido una autoridad exclusiva. En glo V los fieles más cristianos sostuvieron to¬
cincuenta años, se encuentran razones místicas davía que, después de la venida del Anticristo
para probar que había cuatro y no podía ha¬ y Ja ruina de las naciones, habría una primera
ber más que cuatro. Un autor que declaraba resurrección, sólo para los justos; que los que-
haber hecho poco caso de esos textos sacramen¬ se hallasen entonces sobre la tierra, buenos y

tales, podía disfrutar de favor.


no malos, conservarían sus vidas; los buenos, para
Papías, además, á pesar de sus apariencias obedecer á los justos resucitados, como á sus
dé crítico difícil, era de una credulidad extre¬ príncipes; los malos, para estarles sometidos.
mada. Añade á los Evangelios algunos relatos Una Jerusalén, toda de oro, de cipreses y de
que no estaban cubiertos por la autoridad de cedros, reedificada por sus reyes, un templo
la inspiración. En el camino de lo maravilloso, restaurado y convertido en el centro del mundo,
llega hasta la extravagancia. Marcos mismo, los montones de víctimas alrededor del altar,
con su pesada taumaturgia, parece sobrio. las las puertas de la ciudad abiertas noche y día,
enseñanzas y las parábolas que atribuye á Je- para recibir los tributos de los pueblos, los
sús, eran extrañas. El conjunto tenía ese tono peregrinos acudiendo por turnos, según les
de fábula que los relatos de los Evangelios, al fuese permitido llegar', todas las semanas,
LA IGLESIA CRISTIANA 265

todos los meses ó todos los años, los santos, y sólo dirigían á la memoria y á la imagina¬
se
los patriarcas los profetas de mil años de
y ción. La cosmología, la psicología y aun la alta
edad, en medio de un sábado perpetuo, en un especulación teológica, fueron para ellos una
perfecto acuerdo con el Cristo, que les devol¬ página en blanco, y tal vez tuvieran razón. El
verá el céntuplo dé lo que dieran para él: tal cristianismo no venía á satisfacer ninguna vana
era el paraíso, esencialmente judío, que muchos curiosidad; su objeto era consolar á los que su¬
soñaban aún en los tiempos de San Jerónimo y fren, tocar las fibras del sentido moral, poner al
de San Agustín. La ortodoxia combatía estas hombre piadoso en relación, no con un logos abs¬

ideas; sin embargo, estaban expresadas en tan tracto, sino con un Padre celeste, lleno de in¬
gran número de pasajes de los Padres, que no dulgencia, autor de todas las armonías y alegrías
se atrevieron nunca á considerarlas como una del Universo. El cristianismo primitivo no tuvo,
herejía estiáctamente calificada. San Epifanio, de esta suerte, ni ciencia, ni filosofía. San Pa¬
riguroso inquisidor, que busca todos los recur¬ blo, sobre todo, al fin de su vida siente ya la
sos para
enriquecer su catálogo de herejías, ha¬ necesidad de una teología especulativa, y re¬
ciendo dos y tres sectas de una sola, no tiene cuerda á Filón, que, cien años antes, había in¬
capítulo especial para los milenarios. Hubiera tentado dar al judaismo un giro racionalista.
sido preciso, para esto, borrar 'por anticipado Las Iglesias de Asia Menor, hacia el mismo
el Apocalipsis del canon. tiempo, se lanzaban en una especie de eábala,
que unía el papel de Jesús á una ontología
quimérica y á una serie indefinida de avatares.
CAPITULO IX '

La escuela de donde sale el cuarto


Evangelio
Comienzos del siente el deseo de explicar los hechos milagro¬
gnosticismo.
sos de Galilea por una teología. Jesús fué el
El cristianismo era en este momento un niño logos divino hecho carne; la idea judía de la
recién nacido. Al salir de las mantillas, una sin¬ aparición futura del Mesías, se vió reemplaza-
gular enfermedad, una especie de crup de los da por la teoría del Paracleto. Gerinto obede¬
más peligrosos estuvo á punto de ahogarle. El ce á una tendencia análoga. En Alejandría,
principio de esta enfermedad era en parte in¬ esta sed de metafísica se muestra más pronun¬
terno, en parte externo. En algunos puntos, el ciada produce resultados extraños, que es.
y
niño había recibido este germen al nacer. El tiempo ahora de estudiar.
mal, sin embargo, venía en gran parte de fuera. En efecto, de la mezcla de todas los teolo¬
El medio malsano en
que vivía la joven Iglesia, gías y de todas las cosmogonías, se había for¬
le causó especie de intoxicación, á la que mado un compuesto
una
indigesto y nocivo, ilumi¬
necesariamente tenía que sucumbir. nado algunas veces con relámpagos de genio;
A medida que la Iglesia iba creciendo, una je¬ una doctrina que tenía la pretensión de encon¬
rarquía dibujaba: la docilidad y la abnega¬ trar la fórmula de lo absoluto
se y á la que se
ción de los fieles comienza á manifestarse inquie¬ daña el nombre ambicioso de gnosis,
"ciencia
tante. Marchar como una res perdida en las filas perfecta". El iniciado en esta doctrina fan¬
apretadas del rebaño, parecía fastidioso: se pre¬ tástica se llamaba
gnóstico, "sabio completo".
tende salir de la multitud, tener su regla apar¬ Alejandría era entonces, después de Roma, el
te. La ley común considerábase como poco dis¬ lugar del mundo donde la crisis del espíritu
tinguida. En todas partes forman las Iglesias humano era más viva. La ligereza, el eclecti¬
pequeñas aristocracias que van á desgarrar la tú¬ cismo superficial, producían efectos
imprevis¬
nica del Cristo. Dos de estas aristocracias de¬ tos. Todo
se se
quemaba en esos cerebros á la vez
signaron con una extraña originalidad. Una de aturdidos y fantásticos. Gracias á un charla¬
ellas, una aristocracia de piedad, fué el mon¬ tanismo con frecuencia inconsciente, los más
tañismo. La otra, una aristocracia de problemas de la vida
se convertían en
ciencia, graves
fué el gnosticismo. verdaderos escamoteos. Resolvíanse las cues¬
Esta última se manifiesta tiones del mundo y de Dios jugando con las
primero. Para los
espíritus iniciados en las sutilidades filosóficas palabras como fórmulas cinceladas: se evitaba
del tiempo, las ideas y el régimen de la la ciencia efectiva con
Igle¬ giros extraños. Debe
sia debían parecer demasiado humildes. El tér¬ recordarse que las grandes instituciones cientí¬
mino medio de buen sentido relativo donde se ficas fundadas por los Ptolomeos habían des¬
.sostenía la ortodoxia, no convenía á todos. Los aparecido ó estaban en completa decadencia.
refinados pretendían iener sobre los dogmas El único guía que podía impedir al hombre ex¬
y
la vida de Jesús un sentido más elevado
que el traviarse, ó sea la ciencia seria, casi no existía.
vulgar, y no querían abandonarse, sin razonar, La filosofía trataba de revelarse, pero los
á la dirección de los pastores. Se busca lo su¬ buenos espíritus eran raros. El platonismo ha¬
blime en unas enseñanzas que debían ser recibi¬ bía sobresalido en Egipto y en Siria, sobre to¬
das conla inocencia del alma dos los sistemas de la Grecia,
pura y abrazadas pero estaba en
con la sencillez de la fe.
desgracia, el platonismo sólo es eficaz
poraue
Jesús y sus discípulos inmediatos habían ol¬ cuando se le da por correctivo una
enérgica
vidado á los que sienten ansias de saber. En educación científica. No había espíritus bastan¬
ninguna parte revelaban nuevos conocimientos, te selectos para sentir el arte maravilloso de
TOMO III 17
266 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

los Diálogos ele Platón: la mayor parte inter¬ licos y protestantes, deseosos de no aparecer
pretaban obscuramente esas encantadas fanta¬ reñidos con el siglo, adoptar una multitud de
sías filosóficas. Tal disciplina, más satisfacto- ideas filosóficas, que creían compatibles con su
* ria para la imaginación que para la razón, de¬ teología.
bía agradar al Oriente. El germen de misti¬ Los Padres de la Iglesia pretenden, en abso¬
cismo que encierra, liizo su fortuna entre las luto, que toda aquella vegetación envenenada,
razas, á las cuales 110 convenía el racionalismo. tuvo su principio en las sectas samaritanas
El cristianismo seguía la moda universal. Ya errantes de Simón el
Mago. Efectivamente,
Filón había querido hacer del platonismo la Simón parece haber presentado la mayor par¬
filosofía del judaismo. Todos los Padres de la te de los rasgos que caracterizan el gnosticis¬
Iglesia que tuvieron alguna notoriedad fueron mo. La Grande Exposición, que, sin eluda, no

platónicos. ha sido escrita por él, pero que puede ser, al


Para acomodarse á esta fusión contra nátu- menos, un cuadro de sus doctrinas, es un li¬
ra, el genio de Grecia, tan sano, tan claro, tie¬ bro, por completo, gnóstico. Sus continuado¬
ne
hacer grandes sacrificios. Los filósofos
que res, Menandro, Cleobio y Dositeo, parecen ha¬
quieren creer en el éxtasis, en el milagro, en ber abundado en las mismas ideas.
las relaciones sobrenaturales entre el hombre Distinguir todo lo que contribuyó de algún
y Dios. Platón llega á ser un teósofo y un mis- modo á la formación de esta singular filosofía
tagogo. La teurgia es tomada en serio. El espí¬ religiosa, es una misión imposible. El neopla¬
ritu científico desaparece. En esos pequeños tonismo, tejido ele poéticos sueños y las ideas
centros religiosos de Eleusis y de Tracia, don¬ que se propagaban, según las tradiciones apó¬
de arrojaban la ceniza á los ojos para ima¬
se
crifas, sobre el pitagorismo, daban los mode¬
ginar que se sabía lo que es imposible saber, se los de una filosofía mítica, confinando en la re¬

liroclama ya que el cuerpo es la prisión del ligión. Hacia el mismo tiempo en que Basilio,
alma, que el mundo real es una decadencia Valentino y Saturnino desarrollaban sus sue¬
del mundo divino, se dividían las enseñanzas ños, de los retóricos pensionados de Adria¬
uno
en esotéricas y
exotéricas, y á los hombres en no, Filón de Biblos, presentaba las antiguas
espirituales, animales y materiales. La costum¬ teogonias de la Fenicia, mezcladas con la cú¬
bre de revestir las enseñanzas con la forma bala hebraica, bajo la forma de genealogías
mítica, á la manera de Platón y de explicar divinas muy análogas á las de los primeros
alegóricamente los antiguos textos, á la mane¬ gnósticos. La religión egipcia, muy floreciente
ra de Filón, llega á generalizarse. La dicha su¬ todavía, con sus ceremonias misteriosas y sus
prema era estar iniciado en los pretendidos símbolos extraños; los misteiios griegos y el
secretos, en una gnosis superior. Estas ideas politeísmo clásico, interpretados en un senti¬
de una quimérica aristocracia intelectual, ga¬ do alegórico; el orfismo y sus rápidas fórma¬
naban cada día más terreno. Se
imaginaba la las; el brahmanismo convertido en una teoría
verdad como un privilegio reservado á un pe¬ de emanaciones sin término; el budhismo, opri¬

queño número de adeptos. Cada maestro se mido por el sueño de las existencias expiato¬
convierte en un charlatán, tratando de aumen¬ rias y por sus miríadas de budhas; el dualis¬
tar su clientela, vendiendo lo absoluto. mo persa, tan contagioso, y al cual el mesia-
El campo de propaganda de la gnosis y el nismo y el milenarismo judío debían, quizá su
del cristianismo eran, en Alejandría, casi ve¬ primera existencia, aparecían como dogmas
cinos. Gnósticos y cristianos, se parecían por el profundos y seductores á las imaginaciones en¬
extraordinario deseo de penetrar el misterio loquecidas de esperanzas y de terror. La India,
religioso sin la ciencia positiva, en la cual los y, sobre todo, el budhismo, eran conocidos ; n
dos eran igualmente extranjeros. Por esto se Alejandría. Sé les copia la metempsícosis, la
produce la sublime amalgama. Por una parte, manera de considerar la vida como el aprisio¬

los gnósticos, en su pretensión de abarcarlo namiento del alma en un cuerpo, la teoría de


todo, y habituados como estaban á mirar los las redenciones sucesivas. A la Persia se le co¬

dioses de las naciones como eones divinos, in¬ pia el dogma de los dos principios indepen¬
feriores al Dios supremo, querían conocer el dientes el uno clel otro, la identificación de la
cristianismo tomando á Jesús con entusiasmo materia y del mal, la creencia de que las pa¬
como un eón encarnado, para colocarlo junto siones que corrompen el alma son emanadas
á los otros, dándole un lugar distinguido en de los cuerpos, la división del mundo en minis¬
sus fórmulas de filosofía de la historia. Por terios ó administraciones confiadas á los ge¬
otro lado, los cristianos tenían algunas ne¬
que nios. El judaismo
el cristianismo se mezclan
y
cesidades intelectuales, y que deseaban unir el en este galimatías. Más de un adepto de Jesús

Evangelio á una filosofía, encuentran en la se imaginaba poder injertar el Evangelio en


metafísica obscura de los gnósticos lo que Ies una teología anfigúrica, teniendo la apariencia

hacía falta. Ocurre, entonces, algo análogo ti de decir algunas cosas y sin explicar nada en
lo que sucedió hace cincuenta años, cuando se realidad. Más de un israelita preludiaba ya
creó una filosofía cuyo programa (como el las locuras de la cúbala, que no es más que el
gnosticismo) era comprenderlo y explicarlo todo; gnosticismo de los judíos.
viéndose al mismo tiempo á los teólogos cató¬ La Iglesia de Alejandría, como hemos dicho,
LA IGLESIA CRISTIANA 267

fué atacada por estas quimeras. Filón y Pla¬ recido la muerte y que estaban ocultos. Lejos
tón tenían ya muclios lectores entre los fieles de rechazarla, debían bendecir la ley, que trans¬
instruidos. Algunos entraban en la Iglesia sa¬ forma en acto de heroísmo el suplicio sufrido
turados de filosofía, hallando la enseñanza cris¬ en justicia. Si había algunos casos raros de
y pobre. La Biblia
tiana, débil judía les parecía mártires inocentes, se consideraban como caso
aún más débil. A imitación de Platón, sólo bus¬ análogo al de un niño que sufre, y de esto no se
caban lo alegórico, aplicando el mismo método puede acusar más que al destino.
al Evangelio. Moldeable y sin fijeza, la mate¬ Las fuentes de la piedad no e^an, sin embar¬
ria evangélica se prestaba á las transformacio¬ go, agotadas por un racionalismo orgulloso, que
nes. Todas las particularidades de la vida de Je¬ de ordinario se eximía de las prácticas materia¬
sús encumbren, según los Evangelios nuevos, les. Una liturgia envuelta en el secreto, ofrecía
alguna cosa sublime; todos los milagros se con¬ á los fieles de estas singulares Iglesias los con¬
vierten en simbólicos; las locuras de la gema- suelos sacramentales en abundancia. La vida
tría judía fueron reveladas y agravadas. Como era como un misterio, en todos los actos sa¬
Cerinto, los nuevos doctores tratan al Antiguo grados. El bautismo tenía mucho de solemne y
Testamento de revelación secundaria, y no com¬ recordaba el culto de Mithra. La fórmula pro¬
prenden que el cristiano conserve un lazo cual¬ nunciada por el iniciador era en hebreo, y des¬
quiera con el Dios particular, Jehováh, que no pués de la inmersión venían las unciones de
es en nada el sér absoluto. ¿Había mejor prue¬ bálsamo, que fueron más tarde adoptadas pol¬
ba de la debilidad de ese Dios que el estado de la Iglesia. La extremaunción para los moribun¬
ruina y de abandono en que dejaba á su ciu¬ dos, era también administrada de una manera
dad, Jerusalén? que debía hacer viva impresión y que la Iglesia
El cristianismo de estos hombres era el que católica ha imitado. El culto entre estos sec¬

hemos visto en Cerinto y entre los ebionitas. tarios el dogma mismo, más alejado
era, como
Su Evangelio concordaba con el Evangelio de la sencillez judía que en las Iglesias de Pe¬
hebreo. Creían, lo mismo que todos los docetas, dro y de Pablo. Los gnósticos admitían varios
que Jesús no había sido un hombre más que en ritos paganos, los cantos, los himnos, las imá¬
la apariencia. Los relatos de Galilea les parecían genes del Cristo, pintadas ó esculpidas.
inocentadas, indignas de la divinidad, y que de¬ Bajo esta relación, influencia en la histo¬
su
bían explicarse alegóricamente. Él hombre Je¬ ria del cristianismo fué de primer orden. Cons¬
sús, para estos sectarios, no era nada. El eon truyeron el puente por el cual entraron en la
Christos lo significaba todo, y su vida terrestre, Iglesia una multitud de prácticas paganas. Re¬
lejos de ser la base de la doctrina, no represen¬ presentaron. en la propaganda cristiana un pa¬
taba más que una dificultad, de la que era ne¬ pel capital. Por los gnósticos, él cristianismo se
cesario librarse á cualquier precio. proclama entonces como una religión nueva,
Las ideas de los
primeros cristianos sobre la destinada á permanecer/teniendo un culto, sa¬
aparición mesiánica en las nubes, sobre la re¬ cramentos, y iludiendo producir un arte. Por
surrección, y el juicio final, eran también te¬ el gnosticismo, la Iglesia verifica su unión con
nidas por atrasadas. La resurrección se cumplía los misterios antiguos y se apropia lo que és¬

liara cada uno en el instante en que se con¬ tos tenían de satisfactorio para el pueblo. Gra¬
vertía en gnóstico. Cierta desmoralización de cias á él, en el siglo IY el mundo puede pasar
las costumbres era la consecuencia de estas ideas del paganismo al cristianismo, sin notarlo, y,
falsamente aristocráticas. El misticismo ha si¬ sobre todo, sin sospechar que se hacía judío.
do siempre un gran peligro moral, pues con El eclecticismo y la ingratitud de la Iglesia ca¬
demasiada facilidad deja entender que la ini¬ tólica se manifiestan aquí de un modo admira¬
ciación dispensa de los deberes ordinarios. "El ble. Rechazando las quimeras de los gnósticos
oro — decían estos falsos cristianos —
puede y anatematizándolas, la ortodoxia recibe de ellos
arrastrar en la basura sin ensuciarse". Sonreían al mismo multitud de ideas afortu¬
tiempo una
cuando se les hablaba de los escrúpulos relati¬ nadas de devoción
popular. Del teúrgico, ,a
vos á las viandas inmoladas á los ídolos: asis¬
Iglesia toma lo sacramental. Sus fiestas, sus
tían á los espectáculos y á los juegos de gladia¬ sacramentos, su arte, proceden, en gran parte,
dores. Se les acusaba de hablar ligeramente de de Jas sectas que condena. El cristianismo puro
los crímenes contra el pudor y decir: "A la car¬ no ha
dejado ningún objeto material. La pri¬
ne lo que es de la carne; al alma lo que es del mera arqueología
cristiana es gnóstica. La vi¬
alma". Por último, expresaban su antipatía por da, en estas pequeñas sectas libres é invento¬
el martirio, en términos que debían herir pro¬ ras, se manifiesta desordenada, pero poderosa.
fundamente á los verdaderos cristianos. ¿Ha¬ Su metafísica misma se impone en una amplia
biendo sufrido el Cristo, jiara qué sufrir por medida y la fe se ve obligada á hacerse razo¬
él? "El verdadero testimonio que se rinde á nable. Al lado de la Iglesia, hubo en adelante
Dios decían
— es conocerlo tal como es.
— la escuela y junto al anciano, el doctor.
Confesar á Dios por la muerte, es un acto de Algunos hombres de raro talento se hacían
suicidio". Según ellos, los mártires eran casi los órganos de estas doctrinas, hasta entonces
siempre injustos. Las penas que sufrían eran sin autoridad, las sacaban del estado" de espe¬
el justo castigo de crímenes que habían me¬ culaciones individuales en que hubieran podido
268 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

quedar indefinidamente, y las elevaron á la al¬ Jehováh, han creado la tierra, que es el más me¬
tura de un verdadero acontecimiento en la his¬ diocre de los mundos, el más manchado de ma¬
toria de la humanidad. teria, sobre el modelo proporcionado por Bo-
phia (una de las siete perfecciones), pero bajo
el imperio de necesidades que forman un com¬
CAPITULO X
puesto de bien y mal. Jehováh y los demiur¬
Basilio, Valentino, Saturnino y Carpocrato. gos se han dividido el gobierno de este mundo,
distribuyéndose entre sí las provincias y los pue¬
Basilio, que "parece proceder de Siria, habi¬ blos. Estos son los dioses locales de los diferen¬
tando en el bajo Egipto, en Alejandría y en tes países. Jehováh ha elegido á los judíos y es
las vecinas, fué el primero de estos dog¬
liornas un dios invasor, conquistador. La ley, su obra,
matizad ores extraños, á los cualefe se titubea es una mezcla de vistas materiales y vistas es¬
en dar el nombre de cristianos. Fué, según di¬ pirituales. Los otros dioses locales han debido
cen, discípulo de Menandro, recibiendo dos en¬ coaligarse contra su vecino agresivo que, bur¬
señanzas; una, destinada á los iniciados que se lando la participación convenida, quería some¬
mantenía en las regiones de la metafísica abs¬ ter todas las naciones á la suya.

tracta, más análoga á la de Aristóteles que á Para poner fin á esta guerra de dioses, el
la doctrina de Cristo: la otraespecie
era una- Dios supremo ha enviado al príncipe de los eo¬
de mitología, fundada, como la cábala judía, nes, Nous, su primer hijo,' con misión de librar
sobre abstracciones tomadas jior realidades. La á los hombres del poder de los ángeles demiur¬
metafísica de Basilio, por su grandeza enfermi¬ gos. Nous no está, precisamente, encarnado. En
za, recuerda á la de Hegel. Ella debía mucho el momento del bautismo, Nous se ha unido á
á la cosmología estoica. La vida universal es el la persona del hombre Jesús, no abandonán¬
desarrollo de una panspermie. Lo mismo que dole hasta el momento de la Pasión. Según cier¬
la simiente contiene el tronco, las raíces, las tos discípulos de Basilio, una sustitución se hizo
flores y los frutos de la planta futura, lo mismo en este último momento, y Simón de Cyreneo

el porvenir del Universo, 110 es más que una fué crucificado en lugar de Jesús. Las persecu¬
evolución. La filiación es el secreto de todas ciones, á las cuales Jesús y los apóstoles se vie¬
las cosas; ron sometidos por parte de los judíos, proce¬
la especiehija de'l género. La su¬
es
ma de las aspiraciones de las criaturas se ejer¬ dían de la cólera de Jehováh, que, viendo su
ce en el sentido del bien. El progreso se reali¬ reino amenazado, hacía un último esfuerzo para
za por "el espíritu limítrofe" que, teniendo en conjurar los peligros del porvenir.
cierto modo un pie en el mundo ideal y el otro El sitio que Basilio concede á Jesús en la his¬
en el mundo material, hace circular la idea en toria del mundo, no difiere, esencialmente, del
la materia y la eleva sin cesar. que se le atribuye en la epístola á los Colosie-
"La buena nueva" del progreso ha sido traí¬ nos y en el Evangelio
pseudo juánico. Basilio
da al mundo por Jesús, hijo de María. Ya, an¬ sabía algunas palabras de hebreo, y había apren¬
tes de él," una aristocracia de paganos y de ju¬ dido seguramente, su cristianismo de los ebioni-
díos había hecho triunfar el elemento pneumᬠias. Nombra como su maestro á un pretendido
tico sobre el elemento somático; pero Jesús ha Glaucias, intérprete de .San Pedro. Se servía
sabido cumplir de un modo completo la separa¬ del Nuevo Testamento, tal como el consenti¬
ción de los dos elementos, no quedando más que miento general lo había hecho, excluyendo cier¬
el elemento pneumático. De este modo, la muer¬ tos libros, en particular las epístolas á los he¬
te 110 puede arrancarle nada. Todos los hombres breos, á Tito, á Timoteo, y admitiendo el Evan¬
deben imitarle para conseguir igual resultado y gelio de Juan. Escribió veinticuatro libros de
lo realizarán acogiendo con entusiasmo "la bue¬ exposiciones alegóricas sobre el Evangelio, sin
na nueva", es decir, la gnosis transcep dental. que se pueda decir con exactitud de qué textos
Para hacer estas ideas más accesibles, Basi¬ se servía. A ejemplo de todas las sectas que
lio les da una forma cosmogónica, análoga á las rodean á la Iglesia ortodoxa, Basilio fabrica li¬

que eran familiares á las religiones de Fenicia, bros apócrifos, con las revelaciones de persona¬
Persia y Asiría. Era una especie de epopeya di¬ jes quiméricos, como Barcabban y Barcoph y
vina, teniendo por héroes los atributos divinos de las profecías de Chara. Su hijo Isidoro con¬

personificados, y cuyos diversos episodios repre¬ tinúa su enseñanza, comenta sus profetas apó¬
sentan la lucha del bien y del mal. El bien es crifos y desarrolla sus mitos. Los cristianos dé¬
el Dios supremo, inefable, pendido en sí mismo. biles- se dejan fácilmente seducir por estos so¬
Su nombre es Abraxas. Este ser eterno se des¬ ñadores. Un escritoj eclesiástico, docto
y esti¬
arrolla en siete perfecciones, que forman con el mado, Agrippa Castor, se hizo, desde su apa¬
Ser mismo la divina ogdoade. Las siete per¬ rición, ardiente adversario.
fecciones se unen, produciendo los órdenes de La teurgia es, de ordinario, la compañera de

ángeles inferiores (eones, mundo), en número de las intemperancias religiosas. Los partidarios
trescientos setenta y cinco. Este número es el de Basilio no inventan, pero adoptan las vir¬

que dan las letras del nombre Abraxas, adicio¬ tudes mágicas de la palabra abraxas. Se les re¬
nadas según su valor numérico. procha también una moral muy relajada. Es
Los ángeles del último cielo, cuyo príncipe es cierto que, cuando se concede tanta importan-
LA IGLESIA CRISTIANA 269

cia á las fórmulas metafísicas, la sencilla y bue¬ el conocimiento de la verdad, sólo el alma pue¬
na moral parece cosa humilde y casi indiferen¬ de salvarse.
te. El hombre que llega á ser perfecto por la Si Valentino se hubiese limitado á alimentar

gnosis puede permitírselo todo. Parece que Ba¬ interiormente sus pensamientos, á conservar con
silio no dijo esto, pero se hace que lo diga, y sus amigos, á frecuentar la Iglesia más que
no
además, esto era, hasta cierto punto, la conse¬ en la medida que ésta satisfacía sus senti¬
en

cuencia de su teosofía. La frase que se le atri¬ mientos, su situación habría sido correcta. Pero
buye: "Los hombres somos nosotros; los demás quería más; deseaba, con sus ideas, conseguir
no son más que puercos y perros", no era más importancia en la Iglesia. El objeto de la Igle¬
•que la traducción brutal de otra frase suya más sia era la mejora de las costumbres y la dismi¬

aceptable: "Yo hablo por uno sobre mil". nución de los sufrimientos del pueblo; no la
Las aficiones al misterio cpie tenía la secta, ciencia, ni la filosofía. Valentino hubiera debi¬
su costumbre ele huir la luz y de ocultarse á los do contentarse con ser un filósofo. Lejos de es¬
ojos de la muchedumbre, él silencio exigido á to, trataba, como los eclesiásticos, ele captarse
los adeptos, daba lugar á las murmufaciones. discípulos. Cuando se había insinuado en la
Se mezcla á todo esto muchas calumnias. Así confianza de alguno, le proponía diversas cues¬
se acusa á Basilio de haber sostenido, como to¬ tiones para mostrarle lo absurdo de la ortodo¬
dos los gnósticos, que podían sin crimen renun¬ xia. Ensayaba al mismo tiempo persuadirle de
ciar aparentemente á las creencias por las cua¬ que existía algo mejor que esto; y esta verdad
les se era perseguido, asistiendo á los actos que superior la exponía cor. misterio. Si se le hacían
la ley civil exigía, y llegando hasta á maldecir objeciones, suspendía la discusión con un gesto
á Cristo, á condición de distinguir entre el eón significativo, diciendo: "Tú no serás nunca más
Nolis y el hombre Jesús. Poseemos el texto ori¬ que un simple fiel". Sus discípulos se mostra¬
ginal de Basilio, pudiendo hacer una crítica de ban igualmente irascibles.
él, más moderada que la hecha por sus adver¬ La esencia del cristianismo entonces era 110

sarios. Es cierto que no concediendo importan¬ sufrir ninguna aristocracia, ni de la filosofía


cia al Jesús real, los gnósticos no tenían razón odiosa, ni de la santidad pretenciosa. La posi¬
de morir por él. Tal vez las supersticiones que ción de Valentino resultaba muy falsa. Para
brotaron de la secta basiliana 110 fueron falta hacerse aceptar del pueblo, conformó sus dis¬
de Basilio. Algunas de sus máximas eran muy be¬ cursos á los de la
Iglesia; pero los obispos es¬
llas, estilo, según los fragmentos que po¬
pero su taban guardia, y le excluyeron. Los sencillos
en

seemos, parece haber sido obscuro y pretencioso. fieles se dejaban conquistar y murmuraban de
Valen tino le superó, sin duda. Algo de tris¬ que los obispos arrojasen de la comunión á tan
teza, una melancólica y glacial resignación, ha¬ buenos cristianos. ¡Simpatía inútil! pues ya
cen del sistema de Basilio una especie de mal el episcopado había cerrado la Iglesia en to¬
sueño. Valentino está penetrado de amor y de das partes. Valentino quedó así en situación
misericordia. La redención del Cristo tiene para de pretendiente clesgiaciado al misterio pasto¬
él un sentido de alegría. Su doctrina fué un con¬ ral. Escribió cartas, homilias, himnos de un
suelo para muchos, y los verdaderos cristianos elevado tono. Los fragmentos que se conservan
la adoptaron, ó cuando menos, la admiraron. tienen fuerza y brillantez; pero la fraseología
Este célebre
iluminado, nacido, á lo que pa¬ es extraña. Recuerda la manía de los modernos

rece, en el bajo Egipto, se forma en las escue¬ sansimonianos, de edificar grandes teorías en
las de Alejandría y recibe aquí su primera en¬ lenguaje abstracto, para expresar realidades
señanza. Parece que Chipre le vió también dog¬ mezquinas. Su sistema general no tenía esa apa¬
matizar. Sus mismos enemigos le conceden ge¬ riencia de buen sentido, que hace resaltar entre
nio, un vasto saber, y una rara elocuencia. Con¬ la multitud. El pretendido Evangelio de Juan,
quistado por las grandes seducciones del cris¬ con sus combinaciones mucho más sencillas del
tianismo, y unido á la Iglesia, pero nutrido de Logos y el Paracleto, era llamado á conseguir
Platón y saturado con los recuerdos de la eru¬ otros éxitos.
dición profana, 110 se contenta con el alimento Valentino parte, como todos los gnósticos, de
espiritual los pastores dan á los sencillos y
epte una metafísica, principio fundamental es,
cuyo
quiere algo más elevado. Concibe una especie que Dios se manifiesta por emanaciones suce¬
de racionalismo cristiano, un sistema general del
sivas, de las cuales el mundo es la más humil¬
mundo, donde el cristianismo tuviera un puesto de. El mundo es una obra demasiado imperfec¬
de primer orden. Esclarecido,
tolerante, admitía ta para un obrero infinito; es la copia misera¬
una revelación para
ios paganos como para los ble de un modelo divino.
judíos. Una multitud de cosas de la enseñanza Paradesprenderse de la cadena apostólica,
de la Iglesia le parecían groseras,- inadmisibles
pretendía saber las tradiciones secretas, una en¬
á los ojos de un espíritu cultivado. Llama á los señanza esotérica, que Jesús no había comuni¬
ortodoxos "galileos", sin marcada ironía. cado á
no sus
discípulos más espiritualistas. Va¬
'Con casi todos los gnósticos niega la resurrec- lentino decía haber recibido esta doctrina ocul¬
■cióil de los cuerpos,ó, más bien, sostiene que, ta de un supuesto Theodas, discípulo de San
en lo
que se refiere á ios perfectos, la resurrec¬ Pablo. Esto es á lo que él llamaba
el Evange¬
ción está realizada, puesto que consintierfdo c-n lio de 1$ verdad. El Evangelio de Valentino se
270 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

aproxima mucho al de los ebionitas. La dura¬ que llevaba á todos los órdenes las exageracio¬
ción del período de las apariciones de Jesús nes de un supernaturalismo intemperante, con¬

resucitado era fijada en dieciocho meses. duciendo al hombre del ascetismo á la inmora¬
Estos esfuerzos desesperados para acomodar lidad, dejándole el justo medio de
rara vez en
en Jesús el Dios y el hombre, ofrecían las mis¬ la razón. Carpocrato hijo Epifanio no re¬
y su
mas dificultades inherentes á la naturaleza del trocedieron ante ninguno de los excesos del mis¬
cristianismo. El trabajo, que agitaba la concien¬ ticismo sensual, proclamando la indiferencia de
cia cristiana en Egipto, se producía también en los actos, la comunidad de las mujeres, la san¬
Siria. El gnosticismo hacía su aparición en An- tidad de todas las perversiones, como distintas

tioquía casi al mismo tiempo maneras de librar al espíritu de la carne. Esta


que en Alejan¬
dría. Saturnino ó Satornile, que fué, según di¬ libertad del hombre espiritual, que arranca el
cen, alumno de Menandro, como Basilio, emi¬ alma á los malos demiurgos para reuniría con
tió ideas análogas á las de este último, y aún el Dios supremo, ha sido, la obra de los sabios,
más impregnadas del dualismo persa, Según'él, Pitágoras, Platón, Aristóteles, Jesús, etc. Se
el pleromo y la materia, Bytho y Satanás, son adoraba las estatuas de los sabios, se las coro¬
los dos polos del Universo. El reinado del bien naba, se les ofrecía incienso y hasta sacrificios.
y el reinado del mal tienen confines donde se Jesús, el hijo de José había sido según Carpo¬
mezclan. Es en estos límites donde ha nacido crato, el hombre más justo de su tiempo. Des¬
el mundo, obra de los siete últimos eoñes ó de¬ pués de haber practicado el judaismo, reconoce
miurgos, arrojados sobre las tierras de Satanás. su vanidad y por este acto de desprecio merece

Estos eones (Jehováh es uno de ellos) se divi¬ la libertad. Xo está de ningún modo prohibido
den el gobierno de su obra y se apropian cada aspirar á igualarle y aun superarle en santi¬
uno un planeta. Xo conocen al inaccesible dad. Su resurrección es imposible. Sólo su alma
Bvthos; pero éste les es favorable y se revela á ha sido recibida en el cielo y su cuerpo quedó
ellos por un rayo de su bondad, ocultándose des¬ sobre la tierra. Los apóstoles Pedi*o, Pablo y
pués á la admiración. La imagen divina se les otros, no fueron inferiores á Jesús. Pero se po¬
aparece sin cesar en la memoria, y según esta dría llegar á más perfecto desprecio por el
imagen crean al hombre. mundo de los demiurgos, es decir, por la reali¬
El hombre salido de la mano de los demiur¬ dad, superándolos. Este poder, los carpoeracia-
gos no era más que materia. Se arrastra en la nos pretendían ejercerlo por las operaciones
tierra cómo un gusano. Una exhalación proce¬ mágicas, los filtros y los maleficios. Es claro
dente del pleromo lo devuelve á la verdadera que no eran verdaderos miembros de la Iglesia
vida. 'Piensa y anda con sus pies. Satanás, en¬ de Jesús. Estos sectarios se daban á veces el
tonces, lleno de cólera, sólo piensa en oponerse nombre de cristianos, los ortodoxos se enfure¬
y
á este hombre regenerado, obra mixta de los de¬ cían. La usurpación de nombre servía para
miurgos y de Dios. Al lado de la humanidad arraigar en la multitud los más deplorables
divina habrá en adelante la humanidad satáni¬ prejuicios.
ca. Para colmo de desgracia, los demiurgos se Lejos de mostrar complacencia hacia esos
rebelan contra
Dios, y separan la creación del culpables misterios, la Iglesia no sentía por
principio superior donde debía vivir. El rayo ellos más que horror. Les aplicaba los mayores
divino no circula más del
pleromo á la humani¬ anatemas que podía encontrar en sus textos
dad y de la humanidad al pleromo. El hombre sagrados.
es consagrado al mal y al error. Christos lo sal¬ Muchas aberraciones se producían en todas
va, anulando, la acción del dios de los judíos; partes. Xo había paradoja que no tuviese sus
pero la ltieha de los hombres del bien y de los defensores. Se encontraban gentes para tomar
hombres del mal continúa. Los hombres del bien la defensa de Caín, de Esaú, de los sodomitas,
son los
gnósticos; el alma está en todos ellos, y, de Judas mismo. Jehováh era el mal, un tirano
por consecuencia, viven eternamente. El cuerpo, lleno de odio y había sido
bien destruir sus
un
al contrario, 110 sabría resucitar; se halla desti¬ leyes. Eran unas especies de paradojas litera¬
nado á perecer. Lo que propaga el cuerpo pro¬ rias, semejantes á las de nuestros tiempos. La
paga el imperio de Satanás. El casamiento es, moda era presentar ó los- criminales como hé¬
por tanto, una mala obra, pues debilita el prin¬ roes, porque se les suponía en ^rebelión contra
cipio divino en el hombre, subdividiendo este un defectuoso orden social. Hubo un Evangelio

principio al infinito. de Judas. Se decía, para excusa de este último,


Todas estas sectas se encontraban con igual que había traicionado á Jesús con buena inten¬
incapacidad dar á la moral un asiento sa¬
para ción, porque descubrió que su maestro preten¬
no. Difícilmente podían evitar murmui'aciones día arruinar la verdad. Se explicaba también
de desórdenes secretos y acusaciones de infamia. la conducta de traidor,
motivo de interés
por un
Sobre este terreno resbaladizo, Alejandría no hacia la humanidad. Las potencias del mundo
supo detenerse. Estaba en el destino de esta ciu¬ (es decir, Satanás y sus secuaces), querían de¬
dad extraordinaria, ver estallar en su seno, en tener la obra de salvación, impidiendo que Je¬
su época más brillante, todas las enfermedades sús muriese y Judas, que sabía que era venta¬
del tiempo con tenaz energía. Carpocrato de¬ joso que Jesús expirase sobre la cruz, rompió
duce las consecuencias de una filosofía nociva, la cadena, entregándolo á sus enemigos. Se lia-
LA IGLESIA CRISTIANA 271

maba á estos singulares cristianos Cainitas. En¬ un año, y consagra los edificios
cuya construc¬
señaban, Carpoerato, que, para ser sal¬
como ción había ordenado primer viaje. La
en su

vado, es preciso haber hecho toda clase de ac¬ Grecia estuvo en fiesta y vivió de él. Los re¬
ciones y de experiencias de la vida. Cada ac¬ cuerdos clásicos revivían en todas partes; Adria¬
ción'tiene un ángel que las preside y ellos in¬ no los fijaba en monumentos fundando templos,

vocan este ángel al cometerla. Sus libros eran cátedras y bibliotecas. Él viejo mundo, antes
dignos de sus costumbres. Tenían el Evangelio de morir, hacía su peregrinación á los lugares
de Judas y algunos otros escritos hechos para de origen y parecía celebrar sus últimas pane-
exhortar á destruir la obra del.Creador, y un gerias. El emperador presidía, como un pontí¬
libro, en particular, intitulado La Ascensión fice, estas solemnidades inofensivas.
de San Pablo, donde parece habían puesto abo¬ El augusto viajero continuó en seguida, al
minaciones. través del Oriente; visitó Armenia, Asia Menor,
Estas aberraciones, los gnósticos serios las Siria y Judea. En todas partes era acogido co¬
rechazaban tanto como los ortodoxos. Lo que mo una
providencia. Se acuñaban monedas ex¬
había de realmente grave, era la destrucción del presamente jDara darle la bienvenida en cada
cristianismo, que estaba en el fondo de todas provincia. Las hay hasta de Judea. ¡ Qué false¬
estas especulaciones. Se suprimía, en realidad, dad ! Debajo de la leyenda se ve al emperador,
á Jesús viviente; no se dejaba más que un Je¬ en una noble y digna actitud, recibiendo con
sús fantasma, sin eficacia para la conversión bondad á Judea, que le presenta sus hijos. El
de las almas. Se reemplazaba el esfuerzo mo¬ emperador tiene ya el bello y dulce semblante
ral por una pretendida ciencia, .y se colocaba filosófico de los Antoninos y parece la personi¬
el sueño en el sitio de la realidades cristianas. ficación de la civilización serena conteniendo al
Cada uno
arrogaba el derecho de tallarse á
se fanatismo. Los niños marchan delante d« él, lle¬
su capricho cristianismo de fantasía en los
un vando palmas. En medio, un altar pagano y un
dogmas y libros anteriores. No era el cristia¬ toro, simbolizan la reconciliación religiosa. La
nismo; era un parásito extraño, que trataba de Judea, pátera en la mano, parece par¬
con una
hacerse pasar como una rama del árbol de la ticipar en el sacrificio que se prepara. Así era
vida. Jesús era una de tantas apariciones del como el
optimismo oficial enseñaba á sus sobe¬
ranos. En el fondo, la oposición de Oriente y
espíritu divino. El docetismo, reduciendo á una
apariencia toda la vida humana de Jesús, era del Occidente, no hacia más que acentuarse, y
el fondo de todos estos errores. los signos evidentes no consentían que el empe¬
La ortodoxia supo resistir á estas peligrosas rador dudase. Su eclecticismo benévolo se veía,
imaginaciones, dejándose arrastrar algu¬
pero á veces, singularmente quebrantado.
nas veces por lo que tenían de seductor. Los De Siria, Adriano vuelve á Egipto por Petra.
Evangelios se divulgaban, profundamente im¬ Su descontento, su antipatía contra los orienta¬
pregnados dé las ideas nuevas. El "Evangelio de les, aumentaban á cada paso. El Egipto había
Pedro", era la expresión del docetismo puro. El sido poco menos perturbado. El renacimiento
"Evangelio según los egipcios", era una colec¬ de los antiguos cultos oue se realizaba en todas
ción hecha según las ideas de la teosofía alejan¬ partes, produjo alguna fermentación. Hacía
drina. La unión de los sexos se condenaba. El mucho tiempo que 110 se veía un Apis y se co¬
Señor, interrogado por Satanás, cuándo llegaría menzaba á olvidar esas viejas quimeras, cuan¬
su reino,
responde: "Cuando vosotras arrojéis á do de repente, un clamor se levanta. Se había
los pies el vestido del encontrado el animal milagroso, todo el
pudor, cuando dos hagan y mun¬
uno, cuando lo que es exterior sea semejante á do quería verlo. El cristianismo no tenía en
lo que es interior, y el macho, unido con la Egipto un traje tan severo como en otras par¬
hembra, no sea ni macho ni hembra". Interpre¬ tes, y se le mezclaban muchas supersticiones ¡la¬
tadas, según las reglas de'l vocabulario de Filón, gañas. Adriano se divierte con todas estas lo¬
estas singulares
palabras significan que, al curas.
término de la humanidad, el cuerpo será De
espi¬ Egipto, Adriano vuelve á Siria: la en¬
ritualizado y entrará en el alma, cuentra
para que el sediciosa, y se impacienta. Antioquía
hombre no sea más que un puro espíritu. Las le recibe mal, y se traslada de nuevo á Atenas,
"túnicas de piel" de que Dios cubrió á donde era adorado. Aquí le notifican graves
Adán,
serán entonces inútiles, pues la inocencia acontecimientos. Los
pri¬ judíos se llamaban, por
mera reinará de nuevo. tercera vez, á las armas. El acceso de locura
furiosa del año 117, parecía recomenzar. Israel
repugna con más viveza que nunca á la policía
CAPITULO XI

romana. Todo malhechor en rebeldía contra la


Ultima rebelión de los judíos. autoridad, era un santo: todo bandido se con¬
vertía en un patriota. Detener á los ladrones pa¬
Después de una estancia de dos años en Ro¬ recía una traición.
ma, Adriano se fatigo del reposo y volvió de Por su parte,
la autoridad romana era muy se¬
nuevo á soñar en viajes. Visitó entonces la Mau¬ vera.La administración de Adriano llegó á ser
ritania, y se dirigió por segunda vez, hacia cada día menos tolerante hacia las sectas, orien¬
Grecia y el Oriente. Atenas le retiene cerca de tales, de las cuales se burlaba el emperador.
272 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

Algunos legistas opinaban que la circuncisión Los cristianos resistieron mejor á la tentación.
era, como la castración, una sevicia punible y Aunque la rebelión podía excitar las pasiones
se consiguió prohibirla. En la tradición judía, de algunos contra el imperio romano, una des¬
todo lo odioso de estas medidas pesa sobre confianza instintiva hacia el fanático Israel, los
Tineius Rufus, que era entonces delegado de detuvo en pendiente peligrosa. El partido de
la
la provincia de Judea,
y al cual los desconten¬ los cristianos estaba ya decidido. La forma de
tos cambiaron el nombre en Tyrannus Rufus. su resistencia al imperio, no era la rebelión, si¬

Estas disposiciones, á las cuales era fácil es¬ no el martirio. Eran muy numerosos en Judea,
capar mientras sólo atacasen á las familias pero á diferencia de los judíos ortodoxos, se
piadosas, no fueron la principal causa de la permitían habitar en LElia. Naturalmente, los
guerra. Lo que realmente puso las armas en judíos trataron de conquistar á sus casi com¬
manos de los israelitas, fué el horror que les
patriotas, pero los discípulos de Jesús no que¬
producía la transformación de Jerusalén, ó, en rían mezclarse en la política, terrestre: Jesús
otros términos, los progresos de la construcción había enterrado para siempre las esperanzas
de LElia Capitolina. La vista de una ciudad pa¬ de un patriotismo y de un mesianismo mate¬
gana, elevándose sobre las ruinas de la ciudad riales. El reinado de Adriano 110 era desfavo¬
santa, los cimientos del templo profanados, los rable á las Iglesias. En ellas se elevaron voces
sacrificios paganos, los teatros levantados con para predecir á los judíos las consecuencias de
las mismas piedras del edificio santo, los extran¬ su obstinación y el exterminio que les esperaba.

jeros habitando la ciudad amada de Dios, todo Todas las rebeliones judías se habían ligado
esto les parecía el eoimo del sacrilegio y el úl¬ más ó menos á las esperanzas mesiánicas, pero
timo límite á que se podía llevar c-1 reto. nunca se había visto á un personaje que se atri¬
Lejos de querer entrar en esta nueva Jeru¬ buyese el papel de Mesías. Esto se vió en esta
salén profana, huyan de ella como de una abo¬ ocasión. Sin duda, bajo la influencia de las
minación. El Sur de ia Judea era, por el con¬ ideas cristianas, y á imitación de Jesús, un per¬
que nunca, una tierra judía. Estaba
trario, más sonaje se presentó como el enviado celeste tan
formada de una multitud de aldeas y poblacio¬ esperado y resolvió seducir al pueblo. La his¬
nes
que podían defenderse, por la especial dis¬ toria de este singular episodio sólo nos aparece
posición de las las cuales se habían estre¬
casas, al través de una penumbra. Los judíos, que hu¬
chado en masa compacta sobre la cima de las bieran podido decirnos algo, fueron justamen¬
colinas. Béther había llegado á ser para los is¬ te el pensamiento íntimo y el móvil secreto de
raelitas de estos parajes, como una segunda ciu¬ los agitadores. Sólo han dejado de este asunto
dad santa, un equivalente ele Sión. Los fanáti¬ imágenes confusas, como los recuerdos de" un
cos se procuraban las armas por una singular es¬ hombre que haya atravesado la demencia. Ya
tratagema. Tenían obligación de entregar á los no existía Josefo. Barcoquebas, como á aquel
romanos una pieria cantidad de utensilios de impostor llamaban los cristianos, es un proble¬
guerra, y los fabricaban mal, intencionadamen¬ ma insoluble y sobre el cual la misma imagina¬

te, para que las armas, rechazadas, quedaran á ción no puede ejercer ningún dominio.
su disposición. No
pudiendo construir fortifica¬ El nombre de su padre ó el sitio donde había
ciones aparentes, hacían inmensos subterráneos. nacido era Coziba, y no se le llamaba más que
Las defensas de Béther se completaban con trin¬ "el hijo de Coziba" (Bar ó Ben-Coziba). Su
cheras de piedra. Todos los judíos que queda¬ verdadero nombre propio es desconocido. Tal
ban en Egipto y en Libia, acudieron para au¬ vez sus partidarios se vieran obligados á disi¬

mentar el número de los insurrectos. mular su nombre y el de su familia, en interés


Espreciso hacer justicia á los notables de la de su papel mesiánico. Era, á lo que parece, so¬
nación que permanecieron fuera de este movi¬ brino de Eléazar de Modin, agaclista de mucho
miento, revelador de una prodigiosa ignoran¬ renombre. Se ha.preguntado si los recuerdos de
cia del mundo y una completa ceguedad. En los Macabeos, aún vivientes en Modin y consa¬
su mayor
parte, los fariseos se mostraren des¬ grados por un superior monumento, excitarían
confiados. Muchos doctores huyeron á Galilea, en Bar-Coziba el heroísmo patriótico. Su valor

y otros á Grecia, para evitar la tempestad que está fuera ele duda; pero la escasez de noticias
se aproximaba.
Algunos no ocultaron su fide¬ históricas no permite otras deducciones. ¿Tuvo
lidad al imperio. Rabbi Josué ben Hanania en él algo serio el entusiasmo religioso? ¿Fué

parece haberse inspirado, hasta en su extrema un mesiánico tardío, pero sincero? ¿O, pqr
el
vejez, en el sentido de la conciliación. Después contrario, sólo debemos ver en este personaje
de él, dicen los talmudistas, se perdieron el equívoco charlatán, un imitador de Jesús,
un
consejo y la prudencia. Se nota en esta circuns¬ un grosero impostor, un degenerado, como pre¬

tancia, lo mismo que se había visto desde hacía tenden Eusebio y San Jerónimo? Lo ignora¬
cien años: el pueblo, fácil de engañar al menor mos. la única circunstancia que puede citarse

soplo do esperanzas mesiánicas, marchaba ade¬ en ru favor, es que obtuvo la adhesión clel prin¬

lante, á pesar de los doctores. Estos sólo pen¬ cipal doctor judío de la época, del que más ale¬
saban en su casuística, y si morían, no era com¬ jado debía estar, de las quimeras de un impos¬
batiendo, sirio como supremo recurso para no tor. Hablamos de Rabbi Aquiba.
faltar á la*ley. Desde hacía muchos años era Rabbi Aquiba
LA IGLESIA CRISTIANA 273

]a primera autoridad de los judíos. Se le com¬ á lo que parece, circular el rumor de que el em¬
paraba á Esdras y aun á Moisés. En general, perador se hallaba enfermo y atacado de lepra.
los doctores se inclinaban poco hacia los agita¬ jElia, con su colonia romana, era muy vigilada.
dores popúlales. Ocupados en sus discusiones La legión Décima Fretensis continuaba ele
asumían en la observancia de la ley todo el des¬ guarnición, y sin duda, el camino entre TElia
tino de Israel. Los sueños mesiánicos se limita¬
y Cesárea, centro de la dominación romana, es¬
ban jiara ellos al ideal mosaico realizado por taba también libre. AElia, de este modo, no fué
escrupulosos devotos. ¿Cómo pudo Aquiba en¬ nunca cercada por los insurrectos. El sosteni¬

gañar al pueblo, mostrando confianza en un ver¬ miento de las comunicaciones era fácil, gracias
dadero acto de locura? Tal vez su origen popu¬ á una cintura de colonias establecidas al Oeste
lar y su tendencia democrática de contradecir y al Norte de la ciudad, y, sobre todo, por las
la ti adición saducea, contribuyeron á extraviar¬ plazas de Nicópolis y cíe Lydda, aseguradas á
le. Quizá, también el absurdo de su exégesis le los romanos.

apartó de toda rectitud práctica. No se juega Es, por tanto, probable que la rebelión, en
nunca impunemente con el buen sentido, ni se su marcha liaeia el Norte, no pasase de Béther,

ponen áqprueba los resortes del espíritu sin ries¬ y no llegase á Jerusalén. Pero tocias las ciuda¬
go de romperlos. El hecho, en todo caso, parece des de Judea, que no tenían guarnición, pro¬
exacto. Aunque cueste trabajo concebirlo, Aqui¬ clamaron la independencia de Israel. Bétlier,
ba reconoció el mesianismo de Bar-Coziba. Le en particular, vino á ser una especie de peque¬
entregó la investidura ante el pueblo, dándole ña capital, una Jerusalén en expectativa, al
solemnemente el bastón de mando y sostenién¬ lado de la grande, que se esperaba conquistar
dole el estribo cuando montó sobre el caballo bien pronto. La situación de Béther era de
de guerra para inaugurar su reinado de Me¬ las más fuertes. Enormes trabajos, cuyos res-
sías. Este nombre de Bar-Coziba era desgracia¬ dos aún se ven en nuestros días, la habían he¬
do, pues se prestaba á alusiones .enojosas (1). cho casi inconquistable.
Atendiendo á lo que le atribuía como el salva¬ El primer cuidado de los insurrectos fué la
dor predestinado de Israel, Aquiba le aplicó el cuestión monetaria. Uno ele los suplicios de los
versículo de los Números. "Una estrella (Ko- obligados á
judíos fieles, era verse usar una
bab) se elevará de Jacob", versículo al cual se moneda, sobre la cual se hallaba la efigie del
concedía sentido mesiánico. El nombre de las imágenes idólatras. Para las
un
emperador y
Bar-Coziba se encuentra de este modo cam¬ ofrendas religiosas, en particular, se buscaban
biado en Bar-Kokaba "el hijo de la estrella". las piezas de los príncipes asmoneos, aún co¬
Bar-Coziba, así reconocido por el hombre rrientes en el país, ó las de la primera insu¬
que, sin título oficial, pero en virtud de una rrección, que las había imitado. La nueva rebe¬
especie de aceptación general, pasaba por el lión era demasiado pobre para, emitir monedas
guía religioso del pueblo israelita, se convierte nuevas. Se conformó con retirar de la circula¬
en el jefe de la revolución, y la guerra
queda ción las piezas del tipo de los Flavios y de Tru¬
declarada. Los romanos despreciaron estas locas jano, reconociendo sólo los tipos ortodoxos, que
agitaciones. Bétlier, en una posición apartada, le¬ tenían para él un sentido nacional. Tal vez «e
jos de los grandes caminos, atraía poco su aten¬ encontraron algunos antiguos troqueles y esto
ción; pero cuando el movimiento invadió á facilitó la operación. Se eligieron, sobre todo,
toda la Judea, y los judíos comenzaron á for¬ las bellas monedas de Simón Maeabeo, el pri¬
mar en todas partes grujios amenazadores, fué mer príncipe judío que haya batido moneda.
preciso abrir los ojos á la realidad. Los ata¬ Por época, que era la de "la libertad de Is¬
su

ques, las emboscadas, contra la fuerza romana, rael" ó "de Jerusalén", esas piezas parecían
se multiplicaron y llegaron á convertirse en hechas para las circunstancias. Más apropia¬
matanzas. Además, el movimiento, como ocurrió das todavía eran aquellas donde se veía el tem¬
en el 68 y en 117,
tendía á comunicarse á todo plo coronado por una estrella, y otras, que pre¬
el Oriente. Los ladrones árabes, vecinos del sentaban la sencilla imagen de las dos trompe¬
Jordán y del mar Muerto, entregados á la anar¬ tas, destinadas, según la ley, á convocar Israel
quía por la destrucción del reino nabateano -Te á la guerra santa. La reacuñación se hizo gro¬
Petra, entrevieron la perspectiva del pillaje de seramente. En gran número de monedas, el tipo
la Siria y del Egipto. La insurrección era ge¬ romano era todavía visible. Esta mo¬
primitivo
neral. Los que habían practicado el epispasmo neda se llamó "el dinero de Coziba" ó "el di¬
para escapar al tributo, se sometieron de nue¬ nero de la revolución". Como era en parte fic¬
vo á la operación clolorosa de la circuncisión ticia, perdió más tarde casi todo su valor.
para no ser excluidos de las esperanzas de Is¬ La guerra fué larga y terrible. Duró más de
rael .
dos los mejores generales se vieron apu¬
años, y
Mientras Adriano estuvo en
Egipto y en Si¬ rados. Tineió Kufus, creyéndose perdido, pi¬
ria, los rebeldes disimularon, pero apenas hubo dió socorros: su colega Publicus Mareellus, de¬
marchado á Atenas, la rebelión estalló. Se
hizo, legado de Siria, acudió y los dos fueron derro¬
tados. Era preciso, para sofocar la rebelión,
hacer venir de Bretaña, al primer capitán del
(I) La raíz "Kzb",—en todas las lenguas se¬
míticas quiere decir '•mentira". tiempo, Sexto Julio Severo. Este fué revestido
274 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

del título de legado do la provincia de Judea, número de los que perecieron por el hambre, ti
en lugar de Tineio Rufus. Quinto Lolio Urbicus fuego y la enfermedad, no puede calcularse. Se
le secundó en calidad de legado de Adriano. degollaba, con sangre fría, á las mujeres y
Los rebeldes no aparecían nunca en campo los niños. La Judea se convirtió en un desierto:
raso. Eran dueños de las alturas, construían los lobos y las hienas entraban en las casas. Mu¬
fortificacionesy cruzaban entre sus ciudades chas poblaciones quedaron arruinadas para
caminos cubiertos, comunicaciones subterráneas, siempre, y el aspecto desolado que ofrece hoy el
con claraboyas, que daban aire y luz. Estos co¬ país es todavía el signo de la catástrofe sufri¬
rredores secretos servían de refugio, cuando da hace diecisiete siglos y medio.
eran derrotados, y les permitían marchar á de¬ Severo fué recompensado, por esta campaña
fender otro punto. ¡Pobre raza! Arrojados del tan bien conducida. El senado, á propuesta de
suelo, parecían querer hundirse en sus entra¬ Adriano, lo elevó á la dignidad de legado de
ñas, más bien que abandonarlo ó dejarlo pro¬ Siria. El ejército de Judea fué colmado de re¬
fanar. Esta guerra de topos fué en extremo compensas. El emperador recibió por segunda
mortífera. El fanatismo superaba en intensi¬ vez la salutación imperial.

dad al del año 70. Julio Severos no se atrevió Los judíos vivos aún fueron vendidos al mis¬
en ninguna parte, á concertar un arreglo con sus mo precio que los caballos en la feria anual de
adversarios. Viendo su número y su desespera¬ Tei-ebintho, cerca de Hebrón. Era éste el sitio
ción, temía exponer las pesadas masas romanas, donde se supone que Abraham acampó cuando
á los peligros de una guerra de barricadas y de fueron á visitarle los tres personajes divinos. El
"alturas fortificadas. Atacaba á los rebeldes se¬ campo de la feria, limitado por un recinto rec¬
paradamente, gracias al número de sus sol¬
y tangular, existe aún. Un recuerdo funesto se
dados y á la habilidad de sus oficiales conseguía, unió en adelante para los judíos á este sitio,
casi siempre, cercarlos y reducirlos en sus trin¬ hasta entonces sagrado. No hablan más que ho¬
cheras. rrorizados de la feria de Terebinto. Los que no
Bar-Coziba, luchando lo imposible, era
con encontraron compradores en este sitio fueron
cada día más violento. Su dominación parecía conducidos á Gaza y expuestos en otra feria
la de un rey. Asolaba todos los países de los que Adriano había establecido. En cuanto á los
alrededores. En cuanto á su papel de Mesías, desgraciados que no pudieron venderse en Pa¬
parece que, para sostenerlo, no retrocedió an+e lestina, fueron transportados á Egipto. Muchos
groseras imposturas. La negativa de los cris¬ naufragaron; otros murieron de hambre; la ma¬
tianos, á reconocer su carácter mesiánico y .ha- yoría fueron matados por los egipcios, que no
cer con él causa común, le irritaba iniciando olvidaban las atrocidades cometidas por los ju¬
contra ellos las más crueles persecuciones. El díos, en estos mismos parajes, dieciocho años an¬
mesianismo de Jesús era la negación del suyo y tes. Dos hermanos, que continuaban todavía la
un obstáculo capital á sus planes. Los que rehu¬ resistencia en Kaíarkaroüba, fueron aniquilados

saban blasfemar y negar el nombre de Jesús, con partidarios.


sus

eran sentenciados á muerte, flagelados, ator¬ Los subterráneos de la Judea, sin embargo,
mentados. Juda, que parece haber sido enton¬ contenían una multitud de desgraciados, que no
ces obispo de Jerusalén, fué tal vez del número osaban salir, temerosos de encontrar la muerte.
de las víctimas. La indiferencia política de los Su vida era espantosa. Cada ruido insólito les
cristianos, su adhesión leal al imperio, eran con¬ parecía la aproximación del enemigo, y enlo¬
sideradas por los exaltados como faltas de pa¬ quecidos huían, matándose unos á otros. No te¬
triotismo. • Los judíos sensatos, demostraban nían para aplacar el hambre más que los cadá¬
también, con franqueza, su descontento. Un veres ele sus prójimos, y se los ccfmían. Parece
día queAquiba, á la vista de Bar-Coziba, grita: que la autoridad romana impidió en algunos ca¬
"¡Ahí está el Mesías!", otro le responde: "Rabbi sos el enterramiento de los cadáveres, para ha¬
Johanan ben Torta, la hierba retoñará entre cer más intensa la impresión del castigo. La Ju¬

tus mandíbulas, antes de que venga el hijo de dea era como un vasto osario. Los desgraciados
David". que conseguían llegar al desierto, se considera¬
Roma, como siempre, acababa por tener ra¬ ban favorecidos de Dios.
zón. Cada centro de resistencia tenía que ce¬ Ciertamente, que todos no habían merecido
der. Cincuenta de las fortalezas improvisadas esos castigos severos. Esta vez, como ocurre con
que los rebeldes habían edificado y novecientas frecuencia, Jos prudentes pagaron por los locos.
cincuenta y cinco poblaciones, fueron tomadas Una nación es una solidaridad. El individuo
y arrasadas. Beth-Rimmon, sobre la frontera que no ba contribuido en nada á las faltas de
de Idumea, guarda el recuerdo de una espanto¬ sus compatriotas, es castigado, sin embargo, co¬
sa matanza de fugitivos. El sitio de Béther Jos otros. El
fué, mo primer deber de una comunidad
particularmente, largo y difícil. Llegaron á es mantener sujetos á los elementos absurdos:
los últimos extremos del hambre y de la sed. y el pensamiento de apartarse de la gran con¬
Bar-Coziba pereció allí sin que se sepa nada de federación mediterránea que Roma había crea¬
las circunstancias de su muerte. do, era el absurdo mismo. Mientras los judíos pa¬
La matanza fué horrible. Ciento ochenta mil cíficos, que sólo pedían la libertad de meditar
judíos murieron en los diversos encuentros. El sobre la ley, nos parecen dignos de la sim-
LA IGLESIA CRISTIANA avo

patía de la historia, nuestros principios nos El mártir judío no tiene las mismas claridades:
obligan á ser severos "con un Bar-Coziba, pre¬ "Dónde está ahora tú Dios", es la pregunta
cipitando á su patria en un abismo, y con un irónica que cree siempre escuchar de la boca de

Aquiba, apoyando con su autoridad las locu¬ los paganos. Llasta en su último instante, el ra¬
ras populares. El respeto se debe á quien vier¬ bino Ismael ben Elischa, no cesa de combatir los
te su sangre por una causa que cree buena; pensamientos que se agitan en su alma y en las
pero no puede dársele por esto la aprobación. de compañeros contra la justicia divina.
sus

Los fanáticos de Israel combatían por la


no "¿Aún tienes confianza en tu Dios?" — le pre¬
libertad; combatían la teocracia, por la
por guntan. — "Aunque me matase, esperaría yo
libertad de vejar á los paganos, de exterminar en él"responde Ismael, sirviéndose de

una
tocio cuanto procedía de éstos. Este ideal hu¬ palabra de Job mal interpretada.
biese creado una situación insoportable, anᬠAquiba, desde hacía tiempo prisionero, no
loga por la intolerancia á la triste época as- cesaba, á pesar ele
cautiverio, de estar en re¬
su
monea; hubiese sido el reinado de los zelotes, lación con sus discípulos. "Preparóos á la muer¬
radicales de la peor especie; hubiese sido !a te; vienen días espantosos", eran las palabras
matanza de los infieles, el terror. Todos los li¬ que jirónunciaban á cada instante. Algunas
berales del siglo II lo juzgaron en esta forma. noticias íntimas, cuyo secreto fué entregado á
Un hombre muy inteligente, perteneciendo co¬ los' romanos, le hicieron ejecutar. Se le despe¬
mo los judíos á una raza- noble llejó — dicen — con eslabones de hierro, enro¬
y vencida, el
griego Pausanias, se expresa así: "En mi jecidos al fuego. Mientras que le sujetaban los
tiempo reina este Adriano, que demuestra tan¬ pies, gritó obstinadamente: "¡Jehováh es nues¬
to respeto hacia todos los dioses y deja tan tro Dios! ¡Jehováh es el Dios único!" Siguió
buena memoria en el corazón de sus subditos. repiiiendo la palabra "único" (éhah) hasta que
No emprende ninguna guerra, sin verse obli¬ expiró. Una voz celeste se escuchó entonces:
gado á ello. En cuanto á la de los hebreos ve¬ "¡Dmhoso Aquiba, que ha muerto-pronuncian¬
cinos de la Siria, es do Ja palabra único!"
jorque eran rebeldes, á
quienes consigue domar." Israel concibe las ideas de inmortalidad tar¬
díamente y por experiencias sucesivas. El mar¬
tirio imponía esta creencia. ¿Cómo pretender
CAPITULO XII
que los observadores de la ley muriesen por
Desaparición de la nacionalidad judía. ella, si tenían en la tierra su recompensa? La
respuesta suficiente para casos eomó los de Job
Una verdadera persecución contra el judais¬ y cíe Tobías, 110 bastaba ahora. ¿Cómo hablar
mo fué la consecuencia de esta loca revolución. de larga vida dichosa para los héroes que ex¬
Un tributo, más oneroso que el fiscus j.udaicus, piraban en una muerte atroz? Dios era, pues,
impuesto por Vespasiano, pesó sobre todos los injusto, ó los santos así atormentados, grandes
judíos. El ejercicio de las prácticas más esen¬ culpables. Se ve á los mártires de la Edad Me¬
ciales de la religión mosaica, la circuncisión, la dia acogerse á esta última tesis con una espe¬
observancia del sábado y de las fiestas, las sen¬ cie de desesperación, y cuando se les conduce
cillas costumbres, en apariencia insignificantes, al suplicio, sostienen que lo han merecido, pues
fueron prohibidas bajo pena de muerte. El solo habían cometido toda clase de crímenes. Peto
hecho de enseñar la ley, era perseguido. Los talparadoja debía ser rara. El reinado de mil
judíos renegados, convertidos en espías, denun¬ años, reservado á los mártires, fué la primera
ciaban á los fieles que sereunían en lugares se¬ solución que se ensayó para este terrible pro¬
cretos para estudiar el código sagrado. Los doc¬ blema. Después- se admitió que las ascensiones
tores se vieron perseguidos con encarnizamien¬ al cielo, en espíritu, los Apocalipsis,
y la con¬
to. La ordenación
rabínica suponía, lo mismo templación de los secretos sublimes de la cábu¬
para el la confirmase que para el confir¬
que la, eran la recompensa de los mártires. A me¬
mado, la pena capital. Hubo muchos mártires dida que el espíritu apocalíptico se
desvanece,
en Judea y en
Galilea. Ser judío fué un crimen la tikva, es decir, la invencible confianza del
en toda Siria. En esta ocasión fueron hombre en la justicia de Dios, tomaba formas
ejecuta¬
dos los dos hermanos Juliano y Pappus, análogas al paraíso permanente de los cristia¬
que han
quedado célebres en la tradición judía por ha¬ nos. Nunca, sin
embargo, fué esta fe entre los
ber preferido la muerte á una israelitas un dogma absoluto. No había ningu¬
aparente vio¬
lación de la ley cometida en público. Se les ofre¬ huella la Thora y
na en
¿cómo suponer que
ció el agua en un vaso de color para que se pu¬ Dios había privado á los santos antiguos de un
diera creer que habían bebido del vino dogma tan fundamental?
pagano t

y ellos
se negaron. Toda esperanza de ver reedificar el templo
Lo que hacía singularmente cruel la situación fué perdida desde entonces. Hasta al consuelo
de estos mártires, era la gran duda sobre la Pro¬ de vivir en las proximidades de los lugares san¬
videncia obsesionaba á los judíos desde
que tos, hubo que renunciar. La especie de culto que
que no se veían triunfantes. El cristiano, pen¬ el pueblo judío había dedicado á la tierra
que
diente por completo de la vida consideraba herencia de Dios, fué el mal que
futura, no está
seguro de su fe más que cuando se le persigue. la autoridad romana
quiso curar á cualquier
276 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

precio, corlando de este modo en el porvenir la del emperador fueron, como de ordinario, pro-
raíz de las guerras judaicas. Un edicto arrojó digadas y una de ellas, era ecuestre. Las esta¬
á los judíos de Jerusalén y de sus alrededores, tuas de Júpiter y de Venus, se irguieron igual¬
bajo penade muerte. La vista misma de Jeru¬ mente, cerca del Gólgota. Cuando, más tarde,
salén les fué negada. Un solo día por año, el se fijó la topografía cristiana, produjo escán¬
aniversario de la toma de la ciudad, obtenían dalo esta proximidad y se la creyó un ultraje.
autorización para venir á llorar sobre las rui¬ Se imaginó que el emperador había tenido in¬
nas del templo, y ungir de aceite una piedra tención ele profanar Belén, instalando el culto
perforada, que miraban como señal del sagra¬ de Adonis.
rio. Aun este permiso era comprado muy caro. Antonino, Marco Aurelio y Verus se ocupa¬
"Ese día — dice San
Jerónimo, — podrás ver ron de embellecer la ciudad y mejorar los ca¬
una muchedumbre lúgubre, un pueblo misera¬ minos que á ella conducen. Estos trabajos pú¬
ble, sin que trate de obtener piedad, reunirse, blicos excitaban á los verdaderos judíos. "Las
aproximarse. Las mujeres decrépitas, los ancia¬ obras de esta nación son todas admirables, —
nos... todos lloran. Y mientras las lágrimas decía Juda bar Ilai á dos de sus amigos.que es¬
inundan sus ojos, levantan sus brazos lívidos taban sentados con él. — Establecen foros, cons¬
y retuercen sus cabellos esparcidos, el soldado truyen puentes, elevan termas." — "¡Gran mé¬
se aproxima y les pide que paguen,
para tener rito!, — resjionde Simeón ben Jochar, — es por
el derecho de llorar un poco todavía." El resto su utilidad por lo que hacen todo eso. Los fo¬
de Judea fué también prohibido á los israelitas, ros, ¡lara colocar lupanares; los baños, para
con menos rigor, sin embargo, pues algunas lo¬
divertirse; los puentes, para facilitar sus pea¬
calidades, tales como Lydda, conservaron siem- jes." El odio á la vida griega, siempre vivo en¬
2)re sus barrios judíos. tre los judíos, se redobla á la vista de un reno-
Los samaritanos, que no habían tomado par¬ vamiento material que parecía un triunfo bri¬
te en la rebelión, no sufrieron menos que los llante.
judíos. El Garizim tuvo como el monte Moria,
, Así acaba la última tentativa del pueblo ju¬
su tenqilo de Júpiter. La prohibición de circun¬
dío,para recobrar su nacionalidad. Con mucha
cidarse les atacaba en el libre ejercicio del culto, razón la guerra de Bar-Coziba se denomina en
y la memoria de Bar-Coziba ¡carece haber sido el Talmud "la guerra del exterminio". Movi¬
entre ellos cubierta de maldiciones. mientos como chispazos del incendio, se produ¬
La construcción de .ZElia Cajiitolina continuó cen todavía en los primeros años de Antonino;
activamente. Se hizo todo jior borrar el recuer¬ pero fueron fácilmente reprimidos. A partir
do de un pasado lleno de El antiguo
amenazas. de este momento, Israel no tiene patria, y co¬
nombre de Jerusalén, fué casi olvidado. .ZEiia mienza la vida errante que, durante siglos, le
lo reemplaza en todo el Oliente,. y ciento cin¬ distingue á la admiración del mundo. En el im¬
cuenta anos más tarde, Jerusalén era un nom¬
perio romano,' la situación civil del judío se
bre de geografía antigua, que nadie conoce. La
pierde. Si la Palestina hubiese querido, habría
ciudad se llena de ediíicios profanos; foros, llegado á ser una provincia como la Siria; pero
baños, templos, teatros, tetraninfos, etc. Las es¬ su suerte no hubiese sido ni mejor, ni peor que
tatuas se iH'odigan en todas partes. El espíritu las otras provincias. En el siglo I, algunos ju¬
sutil de los judíos busca intenciones burlescas, díos habían conquistado puestos de extraordi¬
que, ciertamente, no tuvieron los ingenieros de naria impoi'tancia. En adelante todo ha ter¬
Adriano. Así, el remate de la ¡luerta que coa¬ minado : parece que ios judíos desaparecen ba¬
ducía á Bethleem, era una escultura de mármol,
jo tierra; no se oye hablar de ellos más que
donde se creía distinguir un puerco; y vióse en como mendigos refugiados en las calles de
ello una sangrienta ironía contra el pueblo ven¬
Roma, sentados á las puertas de sus barrios,
cido. Se olvidaba que el jabalí era un emblema asaltando los vehículos y recorriendo las calles
romano y íiguraba en los estandartes de las le¬
para obtener algo de la piedad del viajero. Son
giones. El ]jerímetro de la ciudad cambia li¬ un lébaño de raías, teniendo, es cierto, su es¬

geramente, ]ior la parte del Sur, siendo casi lo tatuto y su magistrado personal, pero fuera
mismo qué es hoy. El monte Sión del derecho común, no formando parte del Es¬
queda fuera
del recinto y se cubre de jardines escalonados.
tado; algo análogo á lo que son en Eurojia los
Las jmrtes de la ciudad que no se reedifican,
gitanos. No hubo ningún judió rico, notable,
presentan masas de piedras dislocadas, que sir¬ considerado, alternando con las gentes del mun¬
ven de cimientos para construcciones nuevas. do. Las grandes fortunas judías no reapare¬
El temjilo de ILerodes (el haram actual) produ¬ cen hasta el siglo VI, sobre todo entre los vi¬
cía extrañeza, por su solidez. Los cristianos sigodos de España, á consecuencia de falsas
pretendieron entonces que sus cimientos colo¬ ideas esjiarcidas por el cristianismo, sobre la
sales serían arrancados hasta la usura y el comercio. El judío se convierte en¬
no
aparición
del Anticristo. tonces, y fué, durante una gran paute de la
Sobre el emplazamiento del templo, como ya Edad Media, un ¡personaje necesario, sin fl
hemos dicho, se elevó el de Júpiter Capitoli- cual el mundo no podía realizar las más sen¬
no.
Baco, Serapis, Astarté, los Dióscuros, esta¬ cillas transacciones. El liberalismo moderno es
ban asociados al dios princqial. Las estatuas el que únicamente debía iioner término á esta
..-A" - —


LA IGLESIA CRISTIANA 2/7

situación excepcional. El decreto de la Asam¬ los pecados de sus padres. Por haber sido cul¬
blea constituyente francesa de 1791 los liizo in¬ pables los antecesores de la generación actual,
dividuos de una nación y ciudadanos. ésta se ha dispersado, infamada. Tobías no pi¬
En ese mundo quemado por una especie de de más que un favor, morir en seguida, "para
fuego volcánico interior, hubo también oasis. volver á la tierra y pasar, al lugar eterno".

Algunos supervivientes del saduceísmo, trata¬ Ahora bien, el mismo día, en Ecbatana, otra
dos de apóstatas por sus correligionarios, con¬ criatura afligida pedía también á Dios la muer¬
servan en medio de sus sueños místicos, la sana te. Era Sara, hija de Raguel, que, casada siete
filosofía del Eclesiástico. Los judíos de las pro¬ veces, y absolutamente pura, había visto á sus
vincias sometidas á los Arsacidas, vivían bastan¬ siete maridos estrangulados, la noche misma
te dichosos y observaban la ley serenamente. de las nupcias, por el demonio Aesehmadaeva,.
Se puede suponer en esas provincias, por ejem¬ que celoso de ella, mata á cuantos van á tocar¬
plo, en A diabena, la composición de un libro en¬ la. Las dos oraciones son presentadas á la mis¬
cantador, cuya fecha es incierta, y que no fuá ma hora en el trono de Dios por
Rafael, uno
traducido al griego hasta fines del siglo II. Era de ios siete tienen derecho á pe¬
ángeles que
una pequeña novela llena de frescura, como los netrar hasta el santuario de la gloria divina,

judíos acostumbraban á hacerlas, el idilio por para conducir las oraciones de los santos, y
excelencia de la piedad judía y de las alegrías Dios atiende la súplica de los dos justos pro¬
del hogar. bados, y encarga á Rafael de reparar el mal.
Un cierto Tobías, hijo de Tobiel, originario Es conocido el encantador idilio que sigue.
del país de Cades de Nephtali, es conducido Con mucha razón, se le coloca entre las fábulas
cautivo á Nínive por Salmanasar. Desde su in¬ consagradas, que, reproducidas en todas for¬
fancia había sido .un modelo de sabiduría. Le¬ mas, no se olvidan nunca. La moralidad dulce,
jos de participar de la idolatría de las tribus el espíritu de familia, la piedad filial, el amor
del Norte, iba á Jerusalén, único lugar elegido y la unión eterna de los esposos, la caridad para
por Dios para el culto, y ofrecía el diezmo á el .pobre, la abnegación de Israel, no han sido
los sacerdotes descendientes de Aarón, según jamás expresadas con rasgos más deliciosos.
las reglas del Teruma y del Maeser schéni. Era Benevolencia para estricta honradez,
todos,
caritativo, amable para todos, y se abstenía templanza, cuidado de no hacer á otro lo que
de comer el pan de los paganos. En recompen¬ no se
quiere para sí mismo, buena elección de
sa Dios le proporciona el favor de Salmanasar, compañías, no frecuentando más que á las gen¬
que le hace su repostero. Muere Salmanasar, y tes honradas, espíritu de orden, regmlaridad en
le sucede Sennachérib, que vuelve furioso de los negocios, juiciosos arreglos de familia; tal
su expedición contra Jerusalén, y persigue á era esta excelente moral judía, que no es, pre¬

los judíos. Sus cadáveres aparecen insepultos cisamente, la del aristócrata, ni la del hombre
en todas partes, viéndose á montones fuera de de mundo, pero se convierte en el código de i a
los muros de Nínive. Tobías los enterraba fur¬ burguesía cristiana. Ese mismo Tobías, que vi¬
tivamente. El rey, sorprendido de la desapari¬ ve en la domesticidad de los perseguidores de

ción de los cuerpos, pregunta qué ha ocurrido. sus compatriotas, porque la plaza es ventajo¬
Se persigue á Tobías, que se oculta y pierde sa, tiene por principio, que la felicidad con¬
sus bienes. El asesinato de Sennachérib le sal¬ siste en la modestia de la fortuna, junto á ta
va. Continúa su obra piadosa de enterrar á tos justicia. Sabe soportar alegremente la pobre¬
israelitas y susvecinos se mofan de él. "¿Dónde za, y proclama que la alegría es dar y no ate¬
encontrarás la recompensa?", le dicen. Una no¬ sorar.

che, vuelve lleno de fatiga. No iludiendo entrar Es, sobre todo, la idea del casamiento, la que
en su casa á causa del estado de. impureza en se manifiesta aquí particularmente casta, sen¬
que le ha puesto el contacto de los cadáveres, sata, delicada. El judío tiene siempre el re¬
se arroja al pie de un muro, en el patio de su cuerdo fijo de sus antecesores, los profetas y
casa, y se duerme; un accidente le deja ciego. los patriarcas, y asegurado de que su raza po¬
Este es el problema igual al del libro de Job. seerá la tierra, no se casa más que con una ju¬
Un justo no sólo mal recompensado, sino he¬ día de buena familia, emparentada con gentes
rido á consecuencia ele su misma virtud. Una honradas y conocidas por tales. La belleza fio
virtud seguida de la desgracia. ¿Cómo preten¬ es cosa indiferente; pero es preciso consultar,
der que elservidor de Jehováh, espere siempre ante las costunibres, las con¬
todo, las leyes y
el premio de su fidelidad? "¿Dónde están tus veniencias de familia, para que la fortuna no
limosnqs? ¿Dónde están tus buenas acciones? cambie de mano."El hombre y la mujer están

le dice su mujer. — ¡Ya se ve el provecho reseñados el uno para el otro por toda una
que has sacado de ellas!" eternidad. Los casamientos fundados en el.
Tobías persiste en la afirmación del verda¬ amor sensual, acaban mal. Por el contrario, ¡a
dero israelita: "Dios es justo y bueno." Lleva unión fundada en un sentimiento verdadero,
el heroísmo hasta calumniarse, para justificar es la aglutinación de dos almas. Es bendecida
á Dios. Proclama que ha merecido su suerte; por Dios, cuando se halla santificada por la
primero á causa de sus pecados
de las faltas
y oración de dos aman! es, y se convierte en se¬
cometidas por ignorancia; después, á causa de guida en una amistad llena de encanto, sobre
278 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

tocio, cuando el hombre conserva sobre su com¬ talesprincipios, los judíos de Bar-Gioras y de
pañera lá superioridad que en derecho le co¬ Bar-Coziba, defendían una utopia. La historia
rresponde. Envejecer reunidos, ser enterrados tiene, para ellos, la simpatía que se debe á to¬
en la misma tumba, dejar á sus liijos bien ca¬ dos losvencidos; pero cuando el pacífico cris¬
sados, ver á los nietos y tal vez á los hijos de tiano, y el autor del libro de Tobías, lo hallan
éstos; ¿se quiere más felicidad? todo tan sencillo que no se rebelan contra Sal-
El separado de la composición del
autor, manasar, se adaptan mejor á la tradición de
libro de Job cerca de mil años, no tiene, en el Israel.

fondo, ni una idea más que el autor del antiguo CAPITULO XIII
libro hebreo. Todo acaba bien, puesto que To¬
bías muere á los ciento setenta y ocho años, ha El Talmud.
sido enterrado con distinción, y su mujer re¬
posa á su lado. Su hijo muere á los ciento vein¬ La ley, con la tranquilidad de alma que daba,
tisiete años, en posesión de la fortuna de sus era como un calmante, que hizo recobrar pron¬
abuelos y de la suya propia. Antes de morir, to la serenidad al alma turbada de Israel. Pa¬
sabe que Nínive lia sido conquistada, y se ale¬ rece que las juderías de Occidente no sufrieron
gra de esta buena noticia. ¡Ver el castigo de los mucho las locuras de sus compatriotas de Orien¬
enemigos de Israel! ¿hay nada más dulce? te. Aun Oriente, los israelitas, pacíficos que
en

Dios aparece así, como un padre que casti¬ 110 habían Intervenido en la lucha, se.reconci¬

ga al hijo que ama, y desjmés se apiada de él. liaron pronto con los vencedores. Algunos se
Cuando el justo sufre, es un castigo de sus fal¬ atrevían á pensar que el cielo era favorable á
tas ó de las de sus padres. Pero si se humilla los romanos. El orden se restableció, pues, en
y reza, Dios le perdona y le devuelve la Siria, más pronto de lo que hubiera podido
prosperidad. Pecar es, pues, ser enemigo de sí creeise. Los
fugitivos de Judea se desparrama¬
mismo; la caridad impide morir y la limosna ron Oriente, en Palmira y en Babilo¬
hacia el
salva. nia, ó por e'1 Sur hacia el Yemen y Galilea.
Lo que sucede á Tobías, le ocurrirá á Israel. Este último país, sobre todo, recibió de la emi¬
Después de haberle castigado, Dios reparará sus gración un impulso nuevo, y se convierte por
desastres. El templo será reedificado, pero no siglos en una tierra casi exclusivamente judía.
tal como era. Israel, así reunido, reedificará Después del exterminio del año 67, la Gali¬
Jerusalén y el templo con toda la magnificen¬ lea había sido, durante algún tiempo, perdida

cia, predicba por los profetas, y esta vez para para el judaismo. Después de la derrota de Bar-
la eternidad. Esta será una ciudad de zafiros y Coziba, la población, arrojada del Sur, se re¬
de esmeraldas; murallas y sus torres serán
sus fugia en masa en ella, y repuebla las ciudades.
de oro
plazas parecerán pavimenta¬
puro; sus El bfíth-din llega á ser entonces definitivamente
das de mosaicos; sus calles dirán Aíleluia. To¬ galileo. Este tribunal se refugia en Ousclia,
dos los pueblos se convertirán al verdadero Dios, más tárele en las poblaciones vecinas á Sépho-

rompiendo sus ídolos. ¡Felices los que hayan ris, Schefaram, en Beth-Schearim, y en Sé-
en
amado á Jerusalén y compartido sus sufrimien¬ phoris mismo; por último, se establece en Ti-
tos ! beriades, en donde permanece hasta la conquis¬
Este pequeño libro disfrutó, desde que fué ta musulmana. Mientras el Darom era casi ol¬
traducido, de gran popularidad entre los cris¬ vidado y sus escuelas recluidas, cayendo Lydda
tianos. Más de un rasgo tenía que impresio¬ en la miseria y la ignorancia, la Galilea se con¬

nar á ciertas naturalezas delicadas. El libro vierte en el centro del judaismo. Méiron, Safat,
era, en algunos puntos, demasiado judío, y al¬ Gisehala, Alma, Casioun, Kafr-Baram, Kafr-
gunos pasajes podían ser retocados de un modo Nabarta, Ammonka, fueron las localidades prin¬
más edificante. De aquí una serie de transfor¬ cipales de este desarrollo^ nuevo y se llenaron
maciones que dan nacimiento á la variedad de de monumentos judíos. Estos monumentos, re¬
textos griegos
y latinos. El último de estos re¬ verenciados casi hasta la Edad
Media, como
compuestos, el de Sar. Jerónimo, hecho con un las tumbas de profetas, todavía en me¬
se ven
notable sentimiento literario, da al libro la for¬ dio del país, por cuarta ó quinta vez, desierto
ma presenta boy en el texto latino de la
que y desolado. Tiberiades fué en cierto modo la
Vulgata. Las torpezas, los descuidos del origi¬ capital de este reino de disputas y. de sutilida¬
nal, han desaparecido. El resultado de estas co¬ des, donde se desvanece la última actividad ori¬
rrecciones es una verdadera obra maestra que ginal del pueblo judio.
todos los siglos siguientes lian leído y admi¬ En este tranquilo país, devuelto á su vida
rado. favorita, vida retirada, estudiosa, vida de fami¬
El pueblo judío no tiene semejante cuando lia y de sinagoga, Israel renunció definitiva¬
trata de dar el acento de un ideal de justicia y mente á su quimera terrestre, y buscó el reino
de virludes domésticas. La Thora esel primer de Dios, no como Jesús, en el ideal, sino en la
libro del mundo, considerado como libro de pie¬ rigurosa observancia de la ley. El proselitismo
dad; pero era un código impracticable. Nin¬ desaparece en adelante del seno de este pueblo
guna sociedad habría podido vivir con él y que con más ardor lo había practicado. Una ley
defendiendo una nacionalidad fundada sobre dé Antonino puso fin á las medidas restricti-
LÁ IGLESIA CRISTIANA 279

vas de Adriano ypermitió á los judíos que cir¬ sagrado en sí mismo, se encuentra mejor, á
cuncidaran á liijos; pero el jurisconsulto
sus partir de cierta época, leerlo en los códigos
Modestino hacía notar que este permiso sólo que han sido extraídos de él.
debían aplicarlo á sus hijos, sosteniéndose la El ensayo para codificar la ley oral judía se
pena capital para los que practicasen esta ope¬ hizo en varias partes á la vez. De este modo al
ración en un no judío. Algunos frenéticos, los mismo tiempo que los cristianos, los judíos hi¬
sicarios, seguían las prácticas violentas, colo¬ cieron una Biblia, que dejó un poco cu
nueva
cando al desgraciado á quien sorprendían, en la sombra primera. La Mischna fué su
á la
situación de elegir entre circuncidarse ó el pu¬ Evangelio, su Nuevo Testamento. Del libro ju¬
ñal. La mayoría quedó apartada de estas abe¬ dío al libro cristiano, la distancia^ es enorme.
rraciones : renunció al heroísmo é hizo inútil Es uno de los fenómenos más extraordinarios
el martirio con "hábiles distinciones entre los dé la historia, la aparición simultánea, en la
preceptos pueden quebrantar, á fin de
que se misma raza, del Talmud y del Evangelio, de
salvar la los que obligan á sufrir Li
vida, y una pequeña obra maestra de elegancia, lige¬
muerte. Esto originó un singular espectáculo. reza y finura moral y de un pesado monumen¬

El judaismo, que había sido la fuente del mar¬ to de pedantería, miserable casuística y forma¬
tirio en el mundo, traslada el -monopolio á los lismo religioso. Estos dos gemelos son, segura¬
cristianos, y así se ve en algunas persecuciones, mente, las dos criaturas más desemejantes que
que los cristianos se hacen pasar por judíos hayan podido salir nunca del seno de una mis¬
para disfrutar de las inmunidades del judais¬ ma madre. Algo de bárbaro y de ininteligible,

mo. El judaismo sólo tuvo mártires mientras un desprecio desolador de la lengua y de la


fué revolucionario. Desde que renuncia á la forma, una falta absoluta de distinción, de ta¬
política,, se calma de hecho y se conforma con lento, hacen del Talmud uno de los libros más
la tolerancia, muy cercana á la independencia, repelentes que existen. Se notan las consecuen¬
•que se le concede. El cristianismo, por el contra¬ cias desastrosas de la mayor falta que el pue¬
rio, que 110 se ocupa nunca de política, cuenta blo judío había cometido, que fué volver la
los mártires hasta el momento en que triunfa, y espalda á la disciplina griega, fuente de toda
llega vejez á ser perseguidor.
en su cultura clásica. Esta ruptura con la razón mis¬
Durante este
largo reposo el pueblo judío ma coloca á Israel en un deplorable aislamien¬

liace el Talmud. Los antiguos doctores habían to. Leer un libro extranjero fué mi crimen. La
enseñado la ley sin ningún orden lógico, úni- literatura griega parece un juego, un adorno
-

«ámente según los casos que se representaban. de mujer, una distracción que desdeña el hom¬
Después se había seguido en la enseñanza el bre preocupado de la ley, una ciencia de niño.
orden de los libros del Pentateuco. Con Rabbi La Thora fué considerada, como encerrando
Aqniba, introduce una distribución nueva,
se toda la filosofía, toda la ciencia, como dispen¬
una especie de clasificación por orden de ma¬ sando de cualquier otro estudio. El cristianismo
terias, con divisiones y subdivisiones como las fué menos exclusivo y admitió en su seno una
de un Corpus juris. Así, junto á la gran liarte de la tradición helénica. Separado
Thora, se
forma un segundo código, la Mischna (1). Se de esta gran fuente de vida, Israel cae en un
deja de tomar la Escritura por base, y, á decir estado de pobreza, ó más bien de aberración
verdad, con el gusto de las interpretaciones ar¬ intelectual, de donde no sale más que por la in¬
bitrarias, que se habían introducido, la Escri¬ fluencia de la filosofía llamada árabe, es decir,
tura llega á ser casi inútil. No se trataba, real¬ bajo la acción de un rayo de luz griega, sin¬
mente, de comprender bien la voluntad del le¬ gularmente refractado.
gislador; trataba de encontrar á cualquier
se Sin duda, hay en el fárrago del Talmud, má¬
precio, la Biblia, los argumentos para las
en ximas excelentes, más de una perla preciosa,
decisiones tradicionales, los versículos á los del género de las que Jesús idealizaba adop-
que se pudieran aplicar los preceptos acepta¬ -

tándolas. Desde el punto de vista de la conser¬


dos. Está en el destino de las vación de la individualidad del pueblo judío,
religiones que el
libro sagrado sea siempre- ahogado el talmudismo fué un partido heroico, como
por el co¬
mentario. No son únicamente los libros sagra¬ quizá no se encuentre otro en la historia de
dos los que forman las religiones, El pueblo judío, dispersado de un
son las cir¬ una raza.

cunstancias, la fuerza de las cosas, imponiendo extremo al otro del mundo, no tuvo otra na¬
mil necesidades, en las cuales el autor cionalidad que
primi¬ la Thora. Para sostener esa
tivo no había podido pensar. La coincidencia unión esparcida, sin clero, sin obispos, sin papa,
entre los libros sagrados y el estado religioso sin ciudad santa, sin colegio teológico central,
de una
época, no es nunca perfecta. El traje era preciso una cadena de hierro; pero nada
no queda bien a la medida. El comentador y el liga tanto como los deberes comunes. El judío,
tradicionista vienen entonces y proceden al llevando consigo • toda su religión, no tenía
ajuste. Es así, que en lugar de estudiar el libro necesidad para sú culto, ni de templo, ni de clé¬
rigos, disfrutando de una incomparable liber¬
tad en sus emigraciones al fin del mundo. Su
(1) "Mischna" sis-niñea, aproximadamente, "lec¬
idealismo absoluto lo hace indiferente á las co¬
ciones orales', "reproducción de cosas sabidas
de memoria." sas
materiales; la fidelidad al recuerdo de su
280 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

raza, la profesión de fe (el schema), y la prác-, religión: y la piedad no sufre con esto. Estas
tica de laley le bastan. Cuando se asiste á una gentes, sin esperanza de una vida futura, arros¬
ceremonia en una sinagoga, á la primera ojea¬ tran el martirio con valor admirable, y mueren

da, todo parece moderno, prestado, banal. Nun¬ acusándose de crímenes imaginarios, para, que
ca judíos han buscado en la construcción de
los su suplicio no sea una objeción demasiado fuer¬

sus templosun estilo de arquitectura propio. te contra la justicia de Dios.


Los ministros del culto, con su alzacuello, su Graves inconvenientes compensaron las ven¬
tricornio y su estola, se asemejan á los curas; tajas de esta disciplina severa, á la que Israel
la predicación está calcada sobre la cátedra ca¬ se sometía para conservar la unidad de su raza.

tólica; las lámparas, los asientos, todo el mo¬ El ritualismo reunió á los correligionarios en¬
biliario están comprados en el mismo almacén tre sí; pero los separó del resto del mundo, y

que suministra á la parroquia vecina. El canto los condenó á una vida secuestrada. Las cade¬
y la música 110 tienen nada que se remonte más nas del Talmud crearon las del Ghetto. El pue¬
allá del siglo XV. Aún ciertas partes del culto, blo judío, hasta entoncespoco supersticioso, se
son imitaciones del culto católico. Pero la ori¬ convierte el
tipo aparente de la superstición.
en

ginalidad, la antigüedad, brillan de repente con Las burlas de Jesús sobre los fariseos, fueron
la profesión de fe: "Escucha, Israel: Adonai, justificadas. La literatura, durante siglos, girar
nuestro dios, es único; santo es su nombre". principalmente, sobre cuestiones de sacristía.
Esta proclamación porfiada, este grito persis¬ La segunda Biblia llega á ser una cárcel donde
tente, que acaba por apoderarse y convertir al el nuevo judaismo continúa su triste vida de
munclo, es todo el judaismo. Ese pueblo ha fun¬ reclusión hasta nuestros días. Encerrados en

dado á Dios, y nunca pueblo alguno se ha ocu¬ esta enciclopedia malsana, el espíritu judío se
pado tanto en disputar sobre Dios. aguza hasta la falsedad.
Un rasgo de gran sentido, fué el haber tomado A partir de este momento, Israel tiene todos
como base de la comunión religiosa la práctica y los defectos de los hombres solitarios: es moro¬

no los dogmas. El cristianismo se une al cristia¬ so maligno. Hasta entonces el espíritu de


y
no por una misma creencia; el judío se une al Hillel no había por completo desaparecido y

judío por las mismas observancias. Haciendo lle¬ algunas puertas, al menos, de la sinagoga, ha¬
var Ja unión de las almas sobre las verdades bían sido abiertas al converso. Ahora 110 se

de orden metafísico, el cristianismo el


prepara quieren prosélitos. Israel pretende tener la
camino á los cismas sin término, reduciendo Ta ley verdadera, la ley única, y al mismo tiempo-
profesión de fe al schema, es decir, á la afirma¬ afirma que esta ley no sea más que para él.
ción de la unidad divina y no al exterior del Quien trate de unirse al pueblo de Dios, es re¬
ritual. El judaismo borra de su seno las dispu¬ chazado con injuria. No se detienen en esto.
tas teológicas. La excomunión entre los judíos, Todo prosélito es considerado como un tráns¬
tuvo por causa, en general, los actos, no las opi¬ fuga que no haría más que atravesar el judais¬
niones. La cábala queda siempre como una es¬ mo para pasar á los cristianos. Se proclamó
peculación libre, nunca llega á creencia obliga¬ que los prosélitos eran una lepra para Israel,,
toria. La inmortalidd del alma 110 fué considera¬ y que la desconfianza hasta las veinticuatro ge¬
da más que como una consoladora esperanza; y neraciones era todo lo que merecían tales impor¬

en cuanto á las prácticas religiosas, se confesaba tunos. E11 realidad


la propaganda era super-
sin pena que serían abolidas en los tiempos flua, pues el mundo griego y romano no se re¬
mesiánicos, cuando los principios israelitas, fue¬ signaba á la vieja práctica de la circuncisión,
ran umversalmente aceptados. Aun las creen¬ higiénica en su origen, pero innecesaria en
cias que se doctor céle¬
referían al Mesías, un nuestros climas, y que, para los judíos mismos,,
bre pudo ponerlas en duda, y el Talmud regis¬ no era más que incómoda
y fuera de sentido.
tra su opinión sin condenarla. Esto era muy Una pequeña secta, encerrada en numerosas
juicioso. Tal es la causa de la independencia prescripciones que la impedían vivir la vida de
filosófica, que, durante la Edad Media, y hasta todos, era por su naturaleza insociable. En una
nuestros días, ha reinado en el judaismo. Los amplia sociedad, penetrada de principios libe¬
docrores eminentes, los oráculos de la sinagoga, rales, como es la civilización moderna y como
tales^ como Maimonides y Mendelssohn, fueron fué en algunos asuntos la civilización árabe de
racionalistas puros. Un libro como los Yeca- la primera mitad de la Edad Media, ésto no-
rim (Principios fundamentales), de Joseph Albo, ofrece graves inconvenientes. Pero en una so¬
proclama que la religión y Ja profecía, son un ciedad como la primitiva cristiana y como el
simbolismo destinado al mejoramiento moral Oriente de nuestros días, ésto produce oleajes
del hombre, que la revelación no es más que acumulados de antipatías y desprecios recípro¬
una manera de presentar las operaciones in¬ cos. Extranjero en todas partes, sin patria, sin

ternas de la razón, que todas las leyes divinas otro interés que los de su secta, el judío talmu¬
pueden ser modificadas y que las penas y las dista ha sido con frecuencia un azote para lo&
reconipensas individuales de la vida futura, no países donde el destino le ha conducido. Quien
son más que imágenes. Tal libro, llegando lo dude, que piense en el judío de Oriente y de
á la
celebridad, sin tener ningún anatema, es un las costas berberiscas, lleno de rencor cuando
hecho del que no liaj^ ejemplo en ninguna otra es perseguido, arrogante é insolente cuando le
LA IGLESIA CRISTIANA 281

AGONÍA DE LOS JUDÍOS DURANTE EL SITIO DE BÉTHER.

bresexcelentes, caracteres de gran elevación mo¬


ral y filosófica y en diversas ocasiones ha sido,
para la civilización, un precioso auxiliar. Sin
embargo, no era ya el judaismo fecundo, lle¬
vando consigo la salvación del mundo, que nos
ofrece la época de Jesús y de los apóstoles. Es
la vejez respetable de un hombre que una vez
ha tenido en su mano la suerte de la humani¬
dad, y vive luego muchos años obscurecido,
siempre digno de estima, pero en adelante, sin
papel providencial.
protegen. Los nobles esfuerzos de los israelitas San Pablo, Filón, el autor de los versos si¬
europeos para mejorar el estado moral de sus bilinos y de los versos atribuidos á Phoclydo,
hermanos de Oriente, son la mejor prueba de la estaban en lo cierto cuando, manteniendo el
inferioridad de estos últimos. Sin duda, la de¬ fondo del judaismo, rechazaban las prácticas.
testable organización social del Oriente es la Estas prácticas hubieran hecho imposibles 1 ¿is
primera causa del mal; pero el espíritu del ju¬ conversiones. Estas prácticas, escrupulosamen¬
daismo exclusivo entra también por mucho. El te conservadas por la mayor parte de la na¬
régimen del ghetto es siempre funesto. Pero, lo ción, han sido, y son todavía, una verdadera
repito, las prácticas del fariseísmo y del tal- desgracia para ella y los países donde vive en
mudismo, hacen de este régimen de reclusión gran número. Los profetas, con sus amplias
el estado natural del
pueblo judío. El ghetto aspiraciones, y no la ley, con sus estrictas ob¬
ha sido, para el
judío, más bien que un contac¬ servancias, encerraban el porvenir del pueblo
to del exterior, una consecuencia del talmudis- hebreo. Jesús sale de los profetas, y no de la
mo. Cualquier hubiera perecido, y la for¬
raza ley. El Talmud, por el contrario, es el culto de
ma en
que el pueblo judío ha resistido este gé¬ la ley llevado hasta la superstición. Después
nero de vida
deletérea, prueba eminentemente de haber hecho una guerra encarnizada á todas
la fuerza de su constitución moral. las idolatrías, Israel las sustituye con un feti¬
El judaismo, dispersado, dió al mundo hom- chismo : el fetichismo de la Thora.
TOMO III 18
282 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

que atacaba á los judíos se refería á los cris¬


CAPITULO XIV
tianos circuncisos y practicando la
ley; pero
El odio de los no á los cristianos incircuncisos que
judíos y de los cristianos. sólo prac¬
ticaban los- preceptos de Noé. Esta última
La catástrofe judía del año 134 fué casi tan circunstancia establece tal diferencia para toda
útil á los cristianos, como lo había sido la del la vida, que es con arreglo á ella y no por la
año Esta fué el triunfo definitivo de las
70. fe ó incredulidad en Jesús como los hombres se
ideas de Pablo. A los ojos de los cristianos, el clasifican. Los cristianos helenistas formaron
mosaísmo debió parecer arrojado para siem¬ mi grupo en
EElia, bajo la presidencia de un
pre. Sólo la fe y los méritos de la muerte de- tal Marcos. Hasta entonces, lo que se llamaba
Jesús era lo que quedaba firme.
Adriano, impi¬ la Iglesia de Jerusalén, no había tenido ningún
diendo la restauración judía de
Jerusalén, bacía sacerdote que no fuera circunciso; pero por
al cristianismo señalado servicio.
un
EElia, po¬ condescencia hacia el antiguo núcleo judío,
blada, todas las colonias, de veteranos y
como casi todos los fieles de esta
Iglesia unían la
de gentes sencillas de procedencia
diversa, no observancia de la la fe en Jesús. En
ley con
fue una ciudad
fanática; sino al contrario, un adelante, la Iglesia de Jerusalén es únicamente
buen medio para recibir al cristianismo. En
helénica; sus obispos son todos griegos, como
general, las colonias tenían la tendencia de adop¬ se les decía. Pero esta segunda Iglesia no
be-
tar las ideas religiosas del país donde se ins¬ reda la importancia de la antigua. Subordina¬
talaban. No podía pensarse en abrazar el ju¬ da jerárquicamente á Cesárea, no ocupa en la
daismo, pero el cristianismo, en cambio, era Iglesia universal de Jesús más que un rango
bien acogido en todo el mundo. Durante sus relativamente humilde, y no se oye hablar de
tres mil años dehistoria, Jerusalén no cuenta nuevo de Iglesia de Jerusalén basta doscientos

más que doscientos años, de Adriano á Constan¬ años más tarde.


tino, en que la libre vida humana se baya pro¬ La controversia los judíos llega á ser
con

pagado en su seno. Los cultos idólatras, esta¬ en estas comarcas objeto capital. Los cris¬
un

blecidos-sobre las ruinas del culto judío, adopta¬ tianos juzgaban á éstos más difíciles de con¬
ron complacientemente más de una práctica ju¬ vertir que á los paganos. Se les acusaba de su¬
día. La piscina Probática continuó siendo un lu¬ tileza, de mala fe en las disputas. Se preten¬
gar de cura, aun para los páganos, y haciendo día que, decididos por adelantado á conside¬
milagros, como en el tiempo de los apóstoles y'de rar al adversario sin razón, no despreciaban
Jesús, en nombre del gran Dios impersonal. las minucias ni las pequeñas inexactitudes para
Los cristianos continuaban sus curaciones ma¬ triunfar. Lo que
les decían de la vida de Je¬
ravillosas con el aceite y las lociones sagradas, sús les irritaba, y esta es, sin duda, la antipa¬
excitando entre los buenos veteranos que for¬ tía que demuestran por los relatos del naci¬
maban la colonia piadosa admiración. Las
una miento virginal del pretendido Mesías y que les
tradiciones de esta Iglesia de Jerusalén se dis¬ inspira la fábula del soldado Panthero y de la
tinguen por un carácter especial de supersti¬ alegre María que, según ellos, habían sido los
ción y de taumaturgia grosera. Los lugares verdaderos autores de un nacimiento que se con¬

santos, en particular la cueva y el establo de fesaba irregular. Los razonamientos sacados de


Belén, eran mostrados todavía á los paganos. las Escrituras no les convencían. Se impacien¬
Los viajes á estos lugares santificados por Je¬ taban oyendo oponer algunos pasajes donde
sús y los apóstoles, comienzan desde los pri¬ parece que Dios habla en plural.
meros años del siglo III, y sustituyen á las Lo esencial para los cristianos era demostrar
antiguas peregrinaciones al templo de Jehováh. que Jesús había realizado todos los textos de
Cuando San Pablo conduce una diputación de los profetas y de los salmos que se creían apli¬
sus Iglesias á Jerusalén, los lleva al templo. car al Mesías. Nada iguala á la arbitrariedad
Seguramente, en su idealismo, no pensaba ni en con hizo la aplicación mesiánica. La exé-
que se
el Gólgota, ni en Belén. Ahora, es la vida de gesis de los cristianos, era lo mismo que la del
Jesús la que se trata de encontrar y se crea Talmud y de los Midraschim; la negación del
una topografía evangélica. Se conocía el empla¬ sentido histórico. Los textos eran cortados como

zamiento del templo, y junto á éste se reveren¬ una materia muerta. Cada frase, separada de
cia la stela de Santiago, hermano del Señor y su sentido, era aplicada sin escrúpulo á la pro¬

mártir.' ocupación dominante en el momento. Ya los


Los cristianos recogieron así los frutos de su evangelistas, de segunda mano, sobre todo el
sabia conducta durante la insurrección de Bar- falso Mateo, habían buscado las razones pro-
Coziba. Habían sufrido por Roma, su persegui¬ féticas en todos los hechos de la vida de Jesú^.
dora, y encontraron, cuandomenos en Siria, el Se llega más lejos. Los exégetas cristianos no
se contentan torturando la versión de los Seten¬
premio de fidelidad que había sido merito¬
una
ria. Mientras los judíos eran castigados por su ta para extraer los que les sirve á su tesis, car¬
ignorancia y su ceguedad, la Iglesia de Jesús5 gando de injurias á los traductores que debili¬
fiel al espíritu de su maestro é indiferente, taban los argumentos obtenidos por este medio,
como él,
á la política, se desarrolla pacíficamen¬ sino que además falsean algunos pasajes. Se
te en la Judea y países vecinos. La expulsión introduce el madero de la cruz en el salmo
LA IGLESIA CRISTIANA 283

XCYI (versículo 10), donde nunca había figu¬ de los judíos y no atribuyendo á Jesús más que
rado y el descenso á los infiernos en Jeremías. un nacimiento ordinario; los otros, reconcilia¬
Cuando los judíos gritan, protestando de que dos con San Pablo, admitiendo sólo la necesi¬
no hay nada semejante en sus textos, se les dad de las observancias para los isrealitas de
contesta que los habían mutilado por pura mal¬ sangre, y reconociendo á Jesús un nacimiento
dad y mala fe; y que, por ejemplo, habían bo¬ sobrenatural como el que se cuenta en el pri¬

rrado del libro de Isaías el relato donde este mer capítulo de Mateo. Los dogmas de la es¬
profeta es aserrado con una sierra de madera, cuela ebionita siguieron la misma línea de des¬
porque este pasaje recordaba el crimen que arrollo que los de la Iglesia católica.
ellos habían cometido contra Jesús. A todo re¬
Aunque excluidos de Jerusalén en calidad
curre apologética, convencida y apasiona¬
una de circuncisos, los ebionitas de Oriente creíún
da. Se hizo apelación á los registros oficia¬ poder habitar la ciudad santa. Los ebionitas
les del empadronamiento de Quirinius, que del resto del mundo concebían aún á la Iglesia
nunca habían existido, y á una pretendida re¬ de Jerusalén tal como era en tiempos de Pedro
lación de Pilatos á Tiberio, que se había fabri¬ y de Santiago, como la capital pacífica de la
cado. cristiandad. Jerusalén es la universal Kibla del
A
partir de la mitad del siglo II, el odio en¬ judeo cristianismo. Los elkaisitas, que observan
tre las regiones estalla. Los tranquilos discípu¬ esta Kibla á la letra, no hacen más que sim¬
los de Jesús y los judíos, desterrados por su bolizar los sentimientos de todos. Pero tal lu¬
fanatismo político, están cada día más furiosos cha contra la evidencia no pjuede durar mucho
los unos contra los otros. Según los cristianos, tiempo. Bien pronto el judeo cristianismo no
un pueblo nuevo ha sustituido al antiguo. Los tuvo más Iglesia madre, y las tradiciones na¬
judíos acusan á los cristianos de apostasía y zarenas ó ebionitas no vivieron más que entre

les hacen sufrir una verdadera persecución. Las los sectariosesparcidos en la Siria.
mujeres que pretendían convertirse, eran azo¬ Odiados de los
judíos, casi extranjeros en las
tada^ en las sinagogas, muertas á pedradas. Los Iglesias de San Pablo, los judeo cristianos dis¬
judíos reprochaban á los cristianos no compar¬ minuían cada día. A la inversa de las otras
tir las cóleras y los dolores de Israel. Los cris¬ Iglesias, todas colocadas en las grandes ciuda¬
tianos comenzaban á hacer caer sobre la na¬ des y participando de la civilización general,
ción judíareproche que seguramente Pedro,
un los judeo cristianos estaban esparcidos en po¬
Santiago y el autor del Apocalipsis, 110 pensaron blaciones ignoradas, adonde no llegaba ningún
en dirigirle: el de haber crucificado á Jesús. ruido del mundo. El episcopado fué el fruto
La muerte de Jesús había sido considerada, de las grandes ciudades. No teniendo ninguna
hasta entonces, como el crimen de Pilatos, de jerarquía organizada, privados del lastre de la
los grandes sacerdotes y de algunos fariseos, ortodoxia católica, mecidos por todos los vien¬
pero no como el crimen de Israel entero. Ahora tos, se confundían más ó menos con el esenismo
los judíos aparecían como un pueblo deicida, y el elkaisismo. Las creencias mesiánicas se
un pueblo asesino de los enviados de Dios, re¬ redujeron entre ellos á las teorías de ángeles
belde á las más evidentes profecías. Los cristia¬ sin fin. La teosofía y el ascetismo de los ese-
nos hacen, de la no reconstrucción del templo, nios hicieron olvidar los méritos de Jesús. La
una especie de dogma, abstinencia de la carne y los antiguos precep¬
y miran como á sus más
monales enemigos, á los que pretendían infligir tos de los nazirs, tomaron exagerada importan¬
en este punto un mentís á las cia. Lá literatura de los ebionitas, toda en he¬
profecías. Efec¬
tivamente, el templo no se levanta hasta la breo, parece haber sido pobre. Una falsa posi¬
conquista del árabe Ornar, es decir, á la hora ción condenaba al ebionismo á morir. "Que¬
misma en que el cristianismo fué á su vez ven¬ riendo sostener una situación intermediaria —
cido Jerusalén. Cuando Ornar dice con acierto Epifanio,'— Ebion no ha sido
en
quiso que
se le mostrase el lugar sagrado, lo halló, con¬ nada, y en ha realizado esta palabra: "No
él se
vertido por los cristianos, depósito de
en un es extraño quesufra todas las desgracias, por¬
inmundicias, por odio contra los judíos. que estoy colocado entre la Iglesia y la sina¬
Los ebionitas ó nazarenos, retirados en su goga". Ocurre con este cristianismo naciente
mayor parte más allá del Jordán, no compar¬ lo que en casi todos los movimientos religiosos.
tían, naturalmente, esos sentimientos. Eran nu¬ Los creadores de movimientos de este género
merosos, y ganaron paso á paso Paneas, todo son, de ordinario, absorbidos y suprimidos por
el país de los Nabateanos, el Hauran y Moab. los que les suceden. El primer siglo de la hé-
Seguían comunicándose con los judíos y Aqui- gira vió el exterminio de los compañeros, de los
ba y los más célebres doctores, fueron conoci¬ parientes, de los amigos de Mahoma, de los que,
dos de ellos. Aquila era su traductor favorito; en una palabra, querían confiscar en su prove¬

pero la forma en que se engañaron sobre la cho la revolución, de la cual eran autores. En
época en que florecieron estos dos maestros, el movimiento franciscano, los verdaderos dis¬
prueba que no habían recibido más que un eco cípulos de Francisco de Asís se encontraban,
vago de su celebridad. Además, los escritores al cabo de una generación, heréticos peligrosos,
de la Tglesia católica nos hablan de dos clases perseguidos por la ortodoxia y entregados á
de ebionitas; unos, conservando todas las ideas centenares á la hoguera.
284 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

Es que la idea, en los primeros días de una la aristocracia romana desaparecían cada día.
actividad creadora, procede á pasos de gigan¬ Los jefes de la sociedad creían en el progreso
te. El iniciador llega á ser pronto un retrógra¬ y trabajaban. Eran los filósofos, los filántro¬
do, un herético en su propia secta, un obstácu¬ pos, ios que querían sin utopia la mayor apli¬
lo á su idea, que quiere marchar á pesar suyo, cación posible de la razón á las cosas humanas.
y con frecuencia le injuria y le mata. Mientras Esto valía más que la fanática é inaplicable
él no se mueve todo se mueve á su alrededor. Thora, buena, á lo sumo, para un pueblo muy
Los ebionim, que habían sido la primera beati¬ pequeño. Se pretendía estar contento de la vida,
tud (¡bienaventurados los ebionim!), son aho¬ y detrás de esta bella generación de hombres de
ra para la Iglesia un escándalo. Su pura doc¬ Estado, se vislumbraba otra más sabia, más
trina pasa como una blasfemia. Las burlas de seria, más honrada aún.
Orígenes y las injurias de Epifanio contra los Adriano se divertía, y estaba en su derecho.
verdaderos fundadores del cristianismo, tienen Su espíritu, curioso y activo, soñaba, á la vez,
algo de extraordinario. en todas las quimeras; pero su juicio no estaba

El ebionismo y el nazareísmo se continuaron bastante firme para librarle de las faltas de


basta el siglo V ó VI de la Iglesia en los te¬ gusto. Hacía construii*, al pie de las montañas
rritorios apartados de Siria, sobre todo más de Tibur, una villa que era como el álbum de
allá del Jordán, así como en la parte de Alepo sus viajes y el pandemónium
de la celebridad.
y en la isla de Chipre. Perseguidos por los em¬ Se hubiera dicho que era el espectáculo brillan¬
peradores ortodoxos, desaparecen en la tormen¬ te y un poco extraño de un mundo próximo á
ta del Islam. En cierto sentido, puede decirse morir. Todo estaba allí; el falso egipcio, el
también que se continúan por el islamismo. Sí, falso griego, el Liceo, la Academia, el Pritá-
el islamismo es, en muchos puntos la prolonga¬ neo, el Pécilo, el Canopo, el Alfeo, los Campos
ción, ó más bien, el desquite del nazareísmo. El Elíseos, el Tártaro, los templos, las bibliotecas,
cristianismo, tal como los griegos politeístas ó los teatros, un hipódromo, una neumaquia, un
metafísicos lo habían hecho, no podía conve¬ gimnasio y las termas. ¡Unión singular! Es
nir á los siriacos ni á los árabes, los cuales te¬ éste el último sitio donde distrae. En
se
Roma,
nían que separar profundamente á Dios del el gran cuidado del fantástico emperador era
hombre y necesitaban mayor sencillez religiosa. el mausoleo inmenso, la Moles Adriana, donde
Las herejías del IV y del V siglo, tienen su Babilonia quedaba vencida, y que, despojado de
centro en Siria y son una especie de protesta sus adornos, ha sido después la ciudadela de
permanente contra las doctrinas exageradas so¬ la Roma papal. Sus construcciones cubrían el
bre la Trinidad y la Encarnación, que mundo. Los ateneos que funda, los impulsos
los Pa¬
dres griegos habían hecho prevalecer. que prodiga á las letras, á las bellas artes; las
inmunidades que concede á los profesores, re¬
juvenecen la memoria de todas las literaturas.
CAPITULO XV
Desgraciadamente, la superstición, la extrava¬
Antonino el Piadoso. gancia, la crueldad, se apoderan de su espíri¬
tu á medida que sus fuerzas físicas le abando¬
Adriano volvió á Roma, á la que no abando¬ nan. Habíase edificado un Elíseo para no creer,
nó en el año 135. La civilización romana
más, un infierno para reir,
sala de los Filóso¬
una
acababa de exterminar á uno de sus más pe¬ fos para burlarse de los filósofos, un Canopo
ligrosos enemigos, el judaismo, y aparecía triun¬ para mostrar las imposturas de los sacerdotes,
fadora. En todas partes, la paz, el respeto de y_recordar las locas fiestas del Egipto, que tan¬
los pueblos, bárbaros eu a]Dariencia, sometidos to le habían alegrado. Ahora todo le parecía

y las máximas más suaves de gobierno introdu¬ pobre y vacío; nada le sostenía.
cidas y practicadas. Trajano tuvo, definitiva¬ Tal vez se deba atribuir á los caprichos y á
mente razón, creyendo que se puede gobernar los desórdenes de los últimos meses, algunos
á los hombres tratándolos con cortesía. La idea martirios que ocurrieron bajo su reinado, y de
del Estado, no sólo tutelar, sino benévolo, se los cuales no se sabe la causa. Telesforo era

arraigaba con fuerza. La conducta privada de entonces jefe de la Iglesia de Roma. Murió con¬
Adriano, daba lugar á graves reproches. Su ca¬ fesando el Cristo, y pasó al número de las glo¬
rácter se pervertía, á medida que se le altera¬ rias de la fe.
ba la salud; pero los pueblos apenas lo nota¬ La muerte del César amateur, fué triste y
ban. Un esplendor y un bienestar sin ejemplo, sin dignidad, pues ningún sentimiento moral
lo envolvía todo, como de una brillante aureola, verdaderamente elevado le animaba. El mundo,
disimulando las partes defectuosas de la orga¬ quizá perdía con él un poderoso sostén. Sólo
nización social. A decir verdad, estas partes de¬ los judíos triunfaron de las angustias de sus
fectuosas eran susceptibles de ser corregidas. últimos momentos. Fué costumbre entre ellos
La puerta estaba abierta á todos los progresos. no nombrarle más que añadiendo á su nombre:
La filosofía estoica penetraba la legislación é "¡Que Dios le rompa la pierna!" Amó since¬
introducía la idea de los derechos del hombre, ramente la civilización, comprendiendo bien lo
de la igualdad civil, de la uniformidad de la que podía ser en su tiempo. La literatura y el
administración provincial. Los privilegios de arte antiguos acaban con su vida. Fué el últi-
la iglesia cristiana 285

mo emperador que creyó en la gloria, como Como sucede siempre, las ideas socialistas
YEilus Verus fué el último hombre que supo aprovechaban esta liberalidad de ideas y ha¬
disfrutar los placeres delicados. Las -¿osas hu¬ cían su aparición; pero el buen sentido gene¬
manas son tan frivolas, que es preciso dar una ral y la fuerza del orden establecido, impedían

parte al brillo, al esplendor. Un mundo no se que se convirtiera en un mal público.


sostiene sin ésto. Luis XIV lo sabía y se ha La semejanza de esta aspiración con las del
cristianismo era singular. Pero una diferencia
vivido, y se vive todavía, de su sol de cobre do¬
rado. Adriano, á su manera, marea una cima, profunda separaba á las dos escuelas y debía
después de la cual comienza el descenso rápi¬ convertirlas en enemigas. Por su esperanza de
do. Antonino y Marco Aurelio le superan infi¬ un próximo fin del mundo, por los votos mal
nitamente en virtud; pero bajo ellos el mundo disimulados que formaba, pidiendo la ruina de
se entristece, pierde su alegría, se encapuchona, la sociedad antigua, el cristianismo era, en el
se hace cristiano y la superstición aumenta. El seno del imperio benévolo de los Antoninos, un

.arte de Adriano, aunque llevando dentro su demoledor al que había necesidad de combatir.

gusano roedor, tiene todavía principios, es un .Siempre pesimista, inagotable en lúgubres pro¬
arte hábil y sabio. Después la decadencia se fecías, el cristianismo, lejos de servir al progre¬
so racional, se mostraba desdeñoso. Los docto¬
produce con una fuerza irresistible. La socie¬
dad antigua observa que todo es vanidad; pero res católicos miraban casi todos como necesaria
hace este descubrimiento cuando se halla pró¬ la guerra entre el imperio y la Iglesia, algo así
xima su muerte. Los dos sabios completos que como el último acto de la lucha de Dios y Sata¬
van á reinar, son dos ascetas á su manera. Lu¬ nás. Afirmaban, atrevidamente, que la perse¬
cí us Verus y Faustino serán los supervivientes cución duraría hasta el fin de los tiempos. La
de la elegancia antigua. Es, ciertamente, en idea de un imperio cristiano, aunque se presen¬

esta fecha, cuando el mundo dice adiós á la tase algunas veces á su espíritu, les parecía una
alegría, trata á las musas de seductoras, no contradicción y un imposible.
quiere oir hablar más que de lo que entreten¬ Mientras el mundo se preparaba á vivir, los
ga su melancolía y se convierte eir un vasto judíos y los cristianosobstinaban más que
se
hospital. nunca en querer que fuese su última hora.
Antonino fué un San Luis por el corazón y Ya hemos visto al falso Baruch, perdiéndose
la honradez, con y serenidad de es¬
más juicio en anuncios vagos. La sibila jucleo cristiana,
píritu. Es el más perfecto soberano que haya durante todo este tiempo, no cesa de tronar.
jamás existido. Aún fué superior á Marco El esplendor siempre creciente de Roma era un
Aurelio, porque los cargos de debilidad que sangriénto ultraje á la verdad divina, á los pro¬
pudieran hacerse á este último, no se le pueden fetas, á los santos. Aplíeause también en negar
aplicar á él. Enumerar sus virtudes, es enume¬ fríamente la felicidad del siglo. Todos los azo¬
rar las cualidades de que es susceptible el hom¬ tes naturales, que continuaban siendo bastante
bre completo. Todo el mundo le saluda como numerosos, eran presentados como signos de
una encarnación del mítico Numa Pompilius. una cólera implacable. Los temblores de tierra
Fué el más constitucional de los soberanos; y, de Asia, pasados y actuales, eran explotados en
además, sencillo, económico, ocupado de las el sentido de los más siniestros terrores. Estas
buenas obras y de trabajos públicos, alejado calamidades, al decir de los fanáticos, 110 tenían
de los excesos, exento de retórica y toda afec¬ más (¡ue una causa: la destrucción del templo
tación de espíritu. Por él, la filosofía llega ver¬ de Jerusalén. Roma, cortesana, se entrega á mil
daderamente al poder. Los filósofos fueron en amantes que le han embriagado y á su vez, ella
todas partes pensionados con esplendidez; su será esclava. La Italia, ensangrentada de gue¬
eorte era toda compuesta de ascetas, y la di¬ rras
civiles, se convertirá en refugio de las bes¬
rección general de la educación de Marco Aure¬ tias feroces. Los nuevos profetas empleaban,
lio fué su obra. para expresar la ruina de Roma, casi las
Así, el ideal del mundo, parece cumplido. La mismas imágenes que habían servido al viden¬
sabiduría reinaba: el mundo, durante veintitrés te del año G9 para pintar su sombrío furor.
años, fué gobernado por un padre. La afec¬ Era difícil á una sociedad soportar sin res¬
tación, el gusto falso de la literatura, caían; puesta tales ataques. Los libros sibilinos que los
la instrucción pública fué objeto de una viva
contenían, los que se atribuían al pretendido
solicitud. Todo el mundo se mejora; se dictan
Iiistaspo y que anunciaban la destrucción del
leyes excelentes, sobre todo, en favor de los es¬ imperio, fueron condenados por la autoridad
clavos y el cuidado de los que sufren llega á romana, y hubo pena de muerte contra los que
ser universal. Los predicadores de moral filo¬ los poseyeran ó los leyesen. La predicción fa¬
sófica superaban el éxito de Dion Crisóstomo: talista del porvenir, en la época imperial, era
la conquista de aplausos frivolos era lo único delito. Casi
un
siempre, en efecto, bajo estas va¬
que habían de evitar. A la cruel aristocracia nas curiosidades se ocultaban deseos de revolu¬
romana
sustituye una aristocracia provincial, ciones y excitaciones al asesinato.
de gentes honradas, amantes del bien. La fuer¬ Hubiese sido digno del sabio emperador que
za y la elevación del mundo antiguo se perdían. introducía tantas reformas liumanitaiias, des¬
Se llega á ser bueno, dulce, paciente, humano. preciar estas destemplanzas de imaginación sin
286 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

inclinación verdadera y derogar las duras le¬ tra los cristianos que, aun bajo este reinado, se
yes que el despotismo romano hacía pesar sobre encuentran muchos mártires. Poliearpo y Jus¬
la libertad de los cultos y la libertad de asocia¬ tino son los más ilustres y no fueron los úni¬
ción; pero nadie pensaba
en ésto á su alrede¬ cos. El Asia Menor se ensangrentó con nume¬

dor. Sólo el libre pensamiento puede ser tole¬ rosos asesinatos jurídicos y ya veremos al mon¬
rante, y Antóninó observaba y mantenía escru¬ tañismo naciendo como una alucinación de esta
pulosamente las ceremonias del culto romano. embriaguez del martirio. En Roma, el libro del
La política de sus predecesores había sido cons¬ falso Hermas aparece como saliendo de un baño
tante en este punto. Habían visto en el cristia¬ de sangre. La preocupación del martirio, las
nismo una secta secreta, antisocial, soñando la cuestiones relativas á los renegados ó de los
destrucción del imperio y como todos los hom¬ que habían demostrado alguna debilidad, lle¬
bres agregados á los viejos principios romanos, nan el libro. Justino nos describe en cada pá¬

creyeron en la necesidad de reprimirla. No ha¬ gina á los cristianos como víctimas que sólo es¬
cían falta edictos especiales. Las leyes contra peran la muerte. Nada más que el nombre, como-
los ccetus illicite, los illicita collegia eran nu¬ eñ tiempos de Plinio, es un crimen.
merosas. Los cristianos
quedaban bajo el impe¬
rio de la ley. Es preciso observar que el verda¬
CAPITULO XVI
dero espíritu de libertad, como nosotros lo en¬
Los cristianos y la opinión pública.
tendemos, no era entonecs comprendido por na¬
die, y que el cristianismo, cuando fué el amo, Para ser justos,
necesario imaginarse los
es
no lo practicaba menos
que los emperadores ¡Da- prejuicios en que vivía, fatalmente, el público
ganos. En segundo lugar, que la derogación de de entonces. Se conocía muy mal el cristianis¬
la ley de las sociedades ilícitas hubiese sido, mo. El bajo pueblo no ama al que se distingue,,
probablemente, la ruina del imperio, fundada al que vive aparte de él,, al que es más purita¬
esencialmente sobre ese principio que el Esta¬ no, y se abstiene de sus fiestas, de «sus costum¬
do no debe admitir en su seno ninguna sociedad bres. Cuando se oculta, puede sospecharse que
diferente á la suya. El principio era malo, se¬ tiene algo que ocultar. En todos tiempos, los
gún nuestras ideas; pero era la piedra angular cultos secretos han provocado ciertas calumnias,,
de la construcción romana. Se hubieran creído siempre las mismas. El misterio de que se ro¬
quebrantadas las bases del imperio, de supri¬ dean hace -creer en desarreglos contra natura,
mirse tales leyes represivas, consideradas como en infanticidios, en incestos, hasta en la antro¬

condiciones esenciales de la solidez del Estado. pofagia. Se intentaba una conspiración organi¬
Los cristianos parecieron comprenderlo. Lejos zada contra las leyes y la delación tenía enton¬
dé enemistarse con Antonino, le miraban como ces, á pesar de los esfuerzos de los buenos em¬
habiendo endulzado su suerte. Un hecho muy peradores, una importancia- que, afortunada¬
honroso para este soberano es que el principal mente, ya no tuvo más. De aquí, un tipo de li¬
abogado del cristianismo se atrevió á dirigirse belos, de algún modo redactados con anticipa¬
á él, con ¡llena confianza, para obtener el afian¬ ción, á los cuales ningún cristiano escapaba.
zamiento de
una situación legal que hallaba Todo era falso, seguramente, en estos rumo¬
con razóninjusta é indecorosa en un reinado res populares; pero los hechos, mal compren¬

tan dichoso. Se fué más lejos, y, en los prime¬ didos, parecían darles cuerpo. Algunas investi¬
ros años de Marco gaciones se habían vuelto en perjuicio de los
Aurelio, se fabricaron, bajo
el nombre de Antonino, diferentes rescriptos inculpados. Los apologistas no lo niegan. El
que se atribuyen como dirigidos á los- larise- respeto de la cosa juzgada les detiene; pero
nos, thessalocienos, á los atenienses, á todos los arrojan la culpa sobre las sectas disidentes, y
griegos, á los Estados de Asia, y tan favora¬ piden que no se extienda á todos el delito de
bles á la Iglesia, que si Antonino los hubiese algunos. Las reuniones nocturnas, los signos de
realmente autorizado, sería una inconsecuencia reconocimiento, ciertos símbolos extraños, todo
que no se hiciera cristiano después de ello. Esas lo que tenía de misterio la Eucaristía, las fra¬
piezas sólo prueban la opinión que los cristia¬ ses sacramentales sobre la carne y la sangre
nos conservaban del excelente del Cristo, excitaban la sospecha. Ese pan, que
emperador. Para
los judíos, Antonino se muestra con igual be¬ la mujer cristiana gustaba ocultamente en cada
nevolencia. Las leyes prohibiendo la circunci¬ desayuno, debía parecer un sortilegio. Una mul-
sión, que habían sido la consecuencia de la re¬ titud de prácticas parecían indicios del crimen
belión de Bar-Coziba, fueron derogadas en lo dé magia el cual se castigaba con la muerte.
que tenían de vejatorias. El judío pudo libremen¬ La costumbre de los fieles de llamarse entre sí
te circuncidar á sus hijos, pero si practicaba hermanos y hermanas, y, sobre todo, el beso-
la operación sobre un no judío, sufría la pena sagrado, el beso de paz que se daban, sin dis¬
de castración, es decir, la pena de muerte. En tinción de sexo, en el momento más solemne
cuanto á la jurisdicción civil en el interior de de la asamblea, debían provocar las más eno¬
la comunidad, parece que no se dió á los israe¬ josas interpretaciones en el espíritu de un pú¬
litas hasta más tarde. blico incapaz de comprender esta edad de oro
Pero tan grande era el rigor de orden legal de pureza. La idea de conciliábulos, donde to¬
establecido y tal la efervescencia popular con¬ dos los vicios, todas las promiscuidades eran
LA IGLESIA CRISTIANA 287

permitidas, surge, naturalmente, de semejantes mentos de los librepensadores, de los incrédulos,


hechos, desnaturalizados por la malignidad y para encontrar, el ridículo de las creencias po¬
el sarcasmo. pulares. Los oráculos eran objeto de las burlas
La acusación deateísmo, era todavía más te¬ de todas las gentes de inteligencia y buen sen¬
rrible, suponía la pena de muerte. La an¬
pues tido y los cristianos aplaudían á estos burlones.
tipatía no disimulada de los cristianos contra Un hecho curioso es el de CEnomaus de Gadara,
los templos, las estatuas y los altares, producía filósofo cínico, que, habiendo sido engañado por
á cada paso incidentes. No había una epidemia, un falso oráculo, se venga con un libro intitu¬

ni un temblor de tierra, del que no se les hicie¬ lado Las trapacerías sin velos, donde ridiculi¬
se responsables. Todos los sacrilegios y los in¬ za agradablemente como una impostura, la su¬

cendios de templos, se les atribuían. Los cris¬ perstición que un momento le había seducido.
tianos y los epicúreos estaban en este punto Este libro se acogió con entusiasmo por los
confundidos, y su presencia secreta en una ciu¬ cristianos y por los judíos. Eusebio lo inserta
dad era un espanto, suficiente para mover á la íntegro en su Preparación evangélica, y los ju¬
multitud. El populacho era, pues, el foco del díos parecen haber puesto al autor al nivel de
odio contra los cristianos. Lo que las actas Balaam, en la clase de apologistas involunta¬
auténticas de los mártires tratan con más des¬ rios de Israel y de les apóstoles entre los pa¬
precio, como el enemigo de los santos, es
peor ganos.
la canalla de las grandes ciudades. Los fieles Los cristianos y los estoicos, en realidad más
no se consideran nunca como gentes del pueblo semejantes entre sí que los cristianos y los epi¬
y parecen formar en las ciudades una pequeña cúreos, nunca soncomparados ni confundidos.
burguesía honrada, muy respetuosa con la auto¬ Los estoicos no demostraban desprecio por el
ridad y dispuesta á entenderse con ella. Defen¬ culto público. El valor de los mártires cristia¬
derse ante el pueblo, parece á los obispos una nos les parecía una loca obstinación, un afecta¬

vergüenza: es sólo con las autoridades con quie¬ do heroísmo, una preocupación decidida por
nes quieren razonar. ¡ Cómo se observa que, el día morir, que sólo merecía el anatema. Estos re¬
en que el gobierno suavice
sus rigores, el cris¬ baños de locos de Asia'que venían á pedir la
tianismo y éste se entenderán! ¡ Cómo es visi¬ muerte, les irritaban. Los confundían con los
ble que el cristianismo se complacerá en ser la cínicos, vanos y orgullosos, que buscaban muer¬
religión del gobierno!... tes teatrales y se quemaban vivos para que ha¬
¡ Cosa singular! La única parte de la socie¬ blasen de ellos.
dad pagana, con la cual los cristianos• tuvieron Sin duda, había más de una semejanza exte¬
alguna analogía de opinión, fué el grupo de rior entre el filósofo cristiano y el cínico; ves¬
los epicúreos. El nombre de ateos se concedía, tido austero, perpetua declamación contra el
igualmente, á los discípulos de Jesús y á los siglo, vidagenerosa,resistencia tenaz á las auto¬
de Epicuro. Tenían, en efecto, como rasgo co¬ ridades. Los cínicos,además de un traje análo¬
mún, el negar (aunque por razones muy dife¬ go al de los monjes mendicantes de la Edad
rentes), lo sobrenatural y pueril, las maravi¬ Medía, tenían cierta organización de novicios y
llas ridiculas, en las cuales creía el pueblo. Los superiores. Eran los profesores públicos de la
eiDicúreos veían las supercherías de los sacer¬ virtud, los censores, "los ángeles de los dio¬
dotes y los cristianos, las supercherías del de¬ ses", á su manera. Se les atribuye una vocación
monio. Lo que agravaba el caso de los cristia¬ pastoral* una misión celeste para predicar y dar
nos, es que se les suponía capaces, por sus exor¬ consejos, misión exigiendo el celibato y un per¬
cismos, de hacer prodigios locales, de imponer fecto renunciamiento. Cristianos y cínicos exci¬
silencio á los oráculos, que constituían la for¬ taban entre los espíritus moderados la misma
tuna y la celebridad de una ciudad, de un país. antipatía, á causa de su común desprecio de
Cuando Alejandró de Abonotique, ve fracasar la muerte. Celso reprocha á Jesús, como Lucia¬
estos fraudes en pleno día. "No es sorjirendeu- no reprocha á Peregrinus, hdber propagado
te —
dice, — el Ponto está lleno de ateos y de ese error funesto: " ¡ Qué sería de la sociedad
cristianos". Esto espanta á la multitud, y da —

dicen ellos,' — si los malvados consiguen no


al impostor un momento de popularidad. Quema temer al suplicio!" Pero la inmoralidad, la gro¬
los libros de Epicuro, y ordena sera imprudencia ele los cínicos, no permitían
lapidar á los
partidarios de las clós sectas. Amas tris, viejo tal confusión más que á los observadores su¬
cristiano y epicúreo, le era particularmente odio¬ perficiales. Nada de lo que se sabe de los cíni¬
so. Al comenzar sus
misterios, grita: "Si hay cos autoriza á creer que hayan sido otra cosa

algún ateo, algún cristiano,- algún epicúreo, que que gentes de baja estofa.
salga". El mismo, decía: "¡A la puerta, los No es dudoso que, en gran número de casos,
cristianos!" La multitud responde: "¡A la la provocación procediera de los mártires. Pero
puerta, los epicúreos!" El nombre de epicú¬ la legislación civil no necesita extremar los ri¬
reo, en los países supersticiosos, era sinónimo gores con aquéllos que parecen solicitarlos. La
de maldito. Como el de
cristiano, hacía peli¬ atroz crueldad del código romano crea el mar"
grar la vida, ó, cuando menos, colocaba á un tirologio, fuente, á su vez, de una vasta litera¬
hombre fuera de la sociedad. tura legendaria, llena de inverosimilitudes y
Los .cristianos se servían de los mismos argu¬ de exagei*ación.
288 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

Seguramente, si estuviésemos reducidos, para bres más importantes de Persia. Yo, que os
conocer las persecuciones, á los Hechos de los hablo, me he visto obligado á deshacer mi le¬
mártires, el escepticismo podría dar rienda yenda, que se formaba ante mis ojos, impidien¬
suelta. La composición de los Hechos de los do á las gentes que se hicieran matar por mí..."
mártires llegó á ser, en cierta época, un género El martirio no prueba, indudablemente, la
de literatura religiosa, para el cual se consul¬ verdad de una doctrina, pero prueba la impre¬

taba más la imaginación y una exaltación pia¬ sión que hace sobre las almas, y ésto es todo lo
dosa, que los documentos auténticos. Si se ex¬ que importa para el éxito. Las más bellas con¬
ceptúan algunos relatos de carácter serio, es quistas del cristianismo, la conversión de un
preciso confesar que las piezas de este género, Justino ó de un Tertuliano, fueron conseguidas
con demasiada facilidad calificadas de since¬ por el espectáculo del valor de los mártires, de
ras, no son más que novelas piadosas. Reco¬ su alegría en los suplicios de la especie de rabia

nocemos también que los historiadores del im¬ infernal que impulsa al mundo á perseguirlos.
perio, en lo resjiecta á los cristianos, como
que
en otros asuntos, son singularmente pobres de
detalles. CAPITULO XVII
Sin embargo, de Nerón á Cómodo, salvo cor¬
tos intervalos, se diría que el
Las sectas en Roma. — Los "Cérygmes". —
cristiano vive
teniendo siempre ante su vista la perspectiva La novela cristiana. — Reconciliación de¬
del suplicio. El martirio es la base de la apolo¬ finitiva de Pedro y de Pablo.
gética cristiana. Oyendo a los controversistas de
la época, el martirio es el signo de verdad del Roma estaba en el más alto
período de su
cristianismo. La Iglesia ortodoxa sólo tiene
grandeza; su reinado sobre el mundo parecía
mártires; las sectas disidentes, por ejemplo, los indiscutible: ninguna nube se veía en el hori¬
montañistas, hacen ardientes esfuerzos para zonte. Lejos de disminuir el movimiento que
probar que ellas no están exentas tampoco de excitaba á las provincias, sobre todo al Oriente,
ese criterium supremo de verdad. Los gnósti¬ á venir á la capital, aumentaba en intensidad.
cos son rechazados
por todas las Iglesias, sobre El grceculus, insinuante, bueno para todos los
todo porque jirofesan la inutilidad del marti¬
oficios, echaba al italiano de la domesticidad de
rio. La persecución era entonces, como preten¬ las grandes casas. La literatura latina decaía;
de Tertuliano, el estado natural del cristiano. el griego llegaba á ser la lengua literaria, reli¬
Los detalles de los Hechos de los mártires giosa, filosófica, de las clases distinguidas, como
pueden enojosos para la mayoría, pero el
ser era H lengua de una parte del pueblo. La impor¬

espantoso cuadro que desarrollan ant.e nosotros tancia de la Iglesia de Roma se medía por la
no es menos una realidad. Está formado, con de la ciudad misma. Esta Iglesia, toda griega
frecuencia, de engañosas imágenes de esta lu¬ aún, tenía sobre las otras una superioridad in¬
cha terrible, ha rodeado los orígenes cris¬
que dudable. Higinio, su jefe, obtenía el respeto
tianos ele una brillante aureola é
impreso en los del mundo cristiano. Roma era entonces para
más bellos siglos del imperio una odiosa mancha las provincias, lo que París en sus brillantes
de sangre. Las persecuciones lian sido un ele¬ días: la ciudad de todos los contactos, de todas
mento de primer orden en la formación de esa las fecundaciones. El que deseaba abrirse ca¬
gran asociación de hombres, que hizo triunfar mino, llegaba hasta ella. Nada era consagrado
su derecho contra las pretensiones tiránicas del sin que pasara á prueba por esta universal ex¬
Estado. posición de los productos del Universo entero.
Se muere, en efecto, por las opiniones, no El gnosticismo, con su ambición de crear la
por las certidumbres; se muere por lo que se moda, cedió en la oratoria
cristiana, sobre todo,
cree y no por lq que se sabe. El sabio que ha á esta tendencia. Ninguna de las escuelas gnós-
encontrado teorema, no tiene necesidad de
un ticas nace en Roma, pero casi todas vinieron á
morir para atestiguar la verdad de su teorema. ella á discutir. Valentino fué el primero que
Da su demostración y ésto le basta. Al contra¬ intentó la aventura. Este audaz sectario tal vez

rio, desde que se trata de creencias, el gran sig¬ tuvo la idea de sentarse en la silla episcopal de
no y la más eficaz demostración es morir por la ciudad famosa. Se presentó con .todas las apa¬
ellas. Esta es la explicación de los éxitos extra¬ riencias del catolicismo y predicó en el estilo ex¬
ordinarios que han obtenido algunas de las ten¬ traño que había inventado. El éxito fué media¬
tativas religiosas de Oriente. "Vosotros, los no : esta filosofía pretenciosa, esta curiosi¬
europeos, no entenderéis nunca las religiones dad inquieta, escandalizaron á los fieles. Hi¬
decía un inteligente asiático, — pues
me
ginio- arrojó al novador de la cátedra cristiana.

nunca se han hecho entre vosotros. Por el con¬ Desde entonces la Iglesia romana indica la ten¬
trario, nosotros creerlas todos los días.
vemos dencia pinamente práctica que debía siempre
Yo be visto á las gentes partidas á pedazos,
distinguirla, y se manifiesta propicia á sacri¬
quemadas, sufriendo días enteros suplicios ho¬ ficar la ciencia y el talento por la edificación
rribles, y danzaban, saltando de alegría por de los fieles.
morir, afirmando á un hombre que nunca ha¬ Otro doctor heterodoxo, Cerdon, aparece en
bían conocido (el Bab); y eran éstos los hom¬ Roma por este tiempo. Era originario de Siria
LA IGLESIA CRISTIANA 289

y predicaba doctrinas que diferían poco de las sidida por Santiago, hermano del Señor. Nin¬
gnóstieas de este país. Sus maneras de distin¬ gún apostolado era verdadero, si no presentaba
guir al Dios creador, de colocar, por encima del cartas emitidas por este colegio central. Pablo
Dios padre de Jesús, otro Dios desconocido, no las tenía; era, pues, un intruso. Era "el
de presentar á uno de estos dioses como justo y - hombre enemigo" que venía por detrás á sem¬
al otro como bueno, parecieron malsonantes en brar la cizaña, siguiendo los pasos del verda¬
buen derecho. La unidad de la Iglesia era de¬ dero sembrador-
masiado fuerte en Roma, para que Cerdon pu¬ En cambio de Pedro se hacían los relatos más
diera pensar en formarse una congregación novelescos, explicando sus victorias sobre Simeón
aparte, como lo hubiera conseguido en Siria. el Mago.
Ejercía su influencia sobre algunas personas Estas extravagancias de sectarios hubiesen
aisladas, á quienes seducían la aparente pro¬ quedado sin consecuencias en cualquier otra par¬
fundidad de su lenguaje y ,las doctrinas en toda te; pero todo cuanto se refería á Pedro toma¬
su novedad. Se cita en
particular, entre sus dis¬ ba en Roma proporciones considerables. La pri¬
cípulos, á un cierto Lucano ó Luciano, sin ha¬ macía de Pedro se proclamaba. San Pablo era
blar del célebre Marcion que, como veremos, injuriado en el libro de los Cérygmes, destinado
surgió de sus predicaciones. á la glorificación de Pedro, y en el que se hacían
El gnosticismo abstracto de Alejandría y de los mencionados re-

Antioquía, presentándose bajo la forma de 1 a to s novelescos.


una filosofía temeraria, encontraba en la ca¬ Pero algunos reto¬
pital del mundo valor. Eran los ebionitas,
poco ques podían ate¬
los nazarenos, los elkaisitas, los esenios, todas nuar lo que seme¬
estas herejías, gnóstieas también á su mane¬ jantes ataques te¬
ra, pero de un gnosticismo moderado y judeo nían ele extraños,
cristiano en sus afinidades; eran estas, repito, También se liicie-
las herejías que pululaban en Roma, formando ron varios ensayos
la leyenda de Pedro y creando el porvenir de la para disminuir las
gran Iglesia. Las fórmulas misteriosas del el- singularidades d e 1
kaisismo eran usuales en su seno, sobre todo, nuevo libro y adap¬

para la ceremonia del bautismo. El neófito, pre¬ tarlo á las exigen¬ retrato DE JESÚS. (Pintura
sentado á la orilla de corriente de agua, cristiana del sigli III.)
una cias de los católicos.
tomaba como testigo al cielo, la tierra, el agua Estas maneras de
y el aire, de su firme propósito de no pecar. volver los libros en sentido de la secta que los
Pedro y Santiago eran, para estos sectarios ori¬ hacía, estaban á la orden del día. Poco á poco,
ginarios de Judea, los dos ángulos de la Igle¬ la fuerza de las cosas se impuso y los hombres
sia de Jesús. Roma, lo hemos dicho varias veces, sensatos vieron que sólo se salvaba la obra de
fué el foco principal del judeo cristianismo. El Jesús con la perfecta reconciliación de los dos je¬
espíritu nuevo, representado por la escuela de fes de la predicación cristiana. Pablo conser¬
Pablo, estaba contenido por un propósito emi¬ vó durante mucho tiempo enemigos encarniza¬
nentemente conservador. A jiesar ele los esfuer¬ dos, los nazarenos, y tuvo igualmente, discípulos
zos de los hombres conciliadores, el apóstol de
exagerados, como Marcion. Fuera de esta iz¬
los gentiles tenía aún adversarios obstinados. Pe¬ quierda y de esta derecha obstinada, se hizo
dro y Pablo libraban su última batalla, antes de una fusión de las masas moderadas, reconocién¬

reconciliarse definitivamente en el seno de la dose unas á otras escuelas, el derecho de lla¬


Iglesia universal la eternidad.
por marse cristianos. Santiago, partidario de un ju¬

La vida de los apóstoles comienza á ser igno¬ daismo absoluto, fué sacrificado. Aunque había
rada. Hacía próximamente setenta y siete años sido el verdadero jefe de los cristianos de la
que habían muerto y todos los que los vieron, circuncisión, se prefería á Pedro, que se mostró
también desaparecían, la mayor parte sin de¬ mucho menos hostil para los discípulos de Pa¬
jar escritos. Teníase, pues, libertad completa blo. Santiago no conserva partidarios fogosos
para bordar sobre este cañamazo virgen to¬ más que entre los judeo cristianos.
davía. Una leyenda ebionita se forma en Roma Es difícil decir quién ganó más en esta reconci¬
por esta época. Los viajes y las predicaciones liación. Las concesiones vinieron, sobre todo, del
de Pedro eran su objeto principal. Se cuenta lado de Pablo. Todos los discípulos de este úl¬
la peregrinación del jefe de los apóstoles, prin¬ timo admitían á Pedro sin dificultad, mientras
cipalmente á lo largo de la costa fenicia, las que la mayor parte de los ciistianos de Pedro
conversiones que había realizado, sus luchas, rechazaban á Pablo. Pero las concesiones se
sobre todo, contra el gran Anticristo, que era presentaron cada vez con más empuje. En rea¬
en esta época el
espectro de la conciencia cris¬ lidad, el tiempo iba dando la victoria á Pablo.
tiana, Simón de Gitton ó el Mago. Pero con Cada gentil que se convertía, hacía inclinar la
palabras veladas bajo este nombre aborrecido se balanza á su lado. Fuera de Siria, los judeo
oculta otro personaje. Era Pablo, el falso após¬ cristianos eran arrollados por el empuje de los
tol, el enemigo ele la ley, el destructor de la nuevos convertidos. Las Iglesias de Pablo pros¬

verdadera Iglesia. Esta era la de Jerusalén, pre¬ peraban; tenían un buen sentido, sobriedad de
290 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

espíritu y recursos pecuniarios de que las otras consecuencia del mismo acontecimiento. Los lu¬
carecían. Las Iglesias ebionitas se empobrecían gares que se creen haber sido santificados por
todos los días. El dinero de las Iglesias de "Pa¬ este drama sangriento, fueron fijados al instan¬
blo ayudaba á vivir á los pobres gloriosos, in¬ te consagrados por
y las memorias. En seme¬
capaces de ganar nada, pero que poseían la jante caso, lo que el pueblo quiere, acaba por
tradición viviente del espíritu primitivo. Lo interesarle. La asociación "Yoltaire y Rou¬
que había entre estos últimos de piedad eleva¬ sseau" se hizo por necesidades análogas. La

da, de severidad de costumbres, las comunida¬ Edad Media, en diversas ocasiones, trató igual¬
des de cristianos de origen pagano, lo admira¬ mente, para apaciguar los odios de los domini¬
cos y franciscanos, de probar que los fundado¬
ban, lo imitaban y se Lo asimilaban. Bien pron¬
to, las personas más eminentes de la Iglesia res de estas dos órdenes habían sido dos her¬
de Roma, no pudieron hacer distinciones. El manos, viviendo en relaciones afectuosas, que
espíritu dulce y conciliador, que había sido ya sus reglas no formaron más que una, que Santo

representado por Clemente Romano y San Lu¬ Domingo se ceñía la cuerda de San Francis¬
cas, prevaleció. El contrato de paz fué sellado. co, etc.
Se convino, según el sistema del autor de los El relato de la muerte de los dos apóstoles,
Hechos, que Pedro había convertido las pri¬ como el relato depredicación y de sus viajes,
su

micias de los gentiles y que había sido el pri¬ fué entregado así al capricho, cuando menos
mero en desligarlos del yugo de la ley.
Eué ad¬ en la forma. Lo que asegura la fortuna eter¬
mitido que Pedro y Pablo habían sido los dos na de un texto narrativo, la sencillez del esti¬

jefes, los dos fundadores de la Iglesia de Roma. lo, algo de firmeza en el contorno que hacen
Pedro y Pablo se convirtieron en las dos mita¬ creer al lector que las cosas no han podido
des de una unión inseparable, en dos lumina¬ pasar de otra manera, todas esas cualidades que
res como el sol y la luna. Lo que el uno ha en¬ constituyen la belleza de los Evangelios y ele los
señado, el otro lo ha enseñado también; siem¬ Hechos canónicos, faltan á la leyenda de la
pre marcharon de acuerdo, combatiendo á los muerte de Pedro y de Pablo. Pero el trabajo
mismos enemigos. En Roma han vivido como de la leyenda fué rico y rápido. Roma y todos
dos hermanos; la Iglesia de Roma es su obra sus alrededores, sobre todo la vía de Ostia, se

común. La supremacía de esta Iglesia fué de llenaron de recuerdos que se pretendían remon¬
tal modo fundada para el porvenir. tar á los últimos días de los dos apóstoles. Una
Así, de la reconciliación de los partidos y de multitud de. circunstancias sensacionales, la hui¬
la desaparición de las luchas primitivas, surge da de con la cruz, el
Pedro, la visión de Jesús
una gran unidad, la Iglesia católica, la Iglesia iterum crücifigi, el último adiós de Pedro y
á la vez de Pedro y de Pablo, extraña á las ri¬ Pablo, el encuentro de Pedro y de su mujer,
validades que habían marcado el primer siglo Pablo en las aguas Salvienas, Plantilla, envian¬
del cristianismo. Eran las Iglesias de Pablo las do el pañuelo que retenía sus cabellos, para
que demostraron más espíritu conciliador; y vendar los ojos de Pablo, todo ésto hace una
por ésto triunfaron. Los ebionitas obstinados hermosa novela á la cual no falta más qpe un

quedaron en el judaismo participando de su redactor á la hábil é ingenuo. Pero era de¬


vez

inmovilidad. Roma fue el punto donde se ope¬ masiado tarde. La vena de la primera literatu¬
ró esta gran transformación. Ya el alto destino ra cristiana estaba
agotada; la serenidad del
cristiano de esta ciudad extraordinaria, se es¬ narrador de los Hechos se había perdido y
el
cribía con rasgos luminosos. La traslación de tono no se eleva ya del cuento y de la novela.
la Pascua al día de la resurrección, que era, en No se sabe elegir entre una multitud de redac¬
cierto modo, proclamar la autonomía del cris¬ ciones igualmente apócrifas. En vano tratan
tianismo, estaba realizada, al menos desde los de cubrirse estos débiles relatos, con nombres
tiempos de Adriano. venerables (pseudo Lino, pseudo Marcelo); la
Ni Pedro ni Pablo podrían ya resultar sepa¬ leyenda de Pedro y Pablo queda siem¬
romana
radamente. Pedro era la conservación, y Pablo pre en el estado esporádico. Fué un asunto pu¬
la revolución. Los dos eran necesarios. ramente local. Ningún texto se vio consagrado
La, muerte de los dos apóstoles preocupabaá "por la lectura en las Iglesias, ni constituyó
los partidos, dando lugar á las combinaciones autoridad.
más diversas. El tejido de la leyenda se forma En el mismo tiempo parece que se fabrica¬
en este punto por un trabajo instintivo, casi ron las supuestas piezas oficiales de la adminis¬
tan imperioso como el que había presididó á la tración de Pon ció Pilatos, relativas á Jesús.
confección de la leyenda de Jesús. El fin de la Era una gran fuerza, en la controversia con los
vida de Pedro y Pablo era compuesto á priori. paganos y con los judíos, poder citar estas pre¬
Se sostiene que Cristo había anunciado el tendidas relaciones contenidas en los archivos
martirio de Pedro, como predijo la muerte de del Estado. Tal fué el origen de las Actas de
los hijos de Zebedeo. Se nota la necesidad de Pilatos, alegan ya San Justino y Tertulia¬
que
asociar en la muerte á los dos
personajes, que no, y que tuvieron bastante importancia, para
se habían reconciliado á la fuerza. Se quiso, que el emperador Maximino II, á principios
y tal vez en ésto no se hallasen muy lejos de la del siglo IV, mirase como un acto hostil el
verdad, que murieran juntos, ó, al menos, á comprobar su falsedad, para que cayera sobre
LA IGLESIA CRISTIANA 291

los cristianos elridículo y el desprecio. Desde seriamente su fe, entregándose al estudio de la


el momento que se admitía que Tiberio había filosofía griega, sobre todo, del estoicismo. Unía
sido prevenido oficialmente de la muerte de Je¬ un exterior ascético á una grande autoridad.
sús, era natural esta notificación
suponer que Su padre, según parece, se vió obligado á arro¬
fuese seguida de consecuencias. De aquí nace jarlo de su Iglesia, á causa de los peligros en
la opinión esparcida de que Tiberio había pro¬ que ponía la ortodoxia de sus fieles.
puesto al senado colocar á Jesucristo en el Hemos dicho varias veces la especie de atrac¬
rango de los diosea. ción que hacía venir á Roma, bajo el pontifi¬
Roma, como se ve, continuaba siendo el cen¬ cado de Pliginio y en los primeros años de Pius,.
tro de un movimiento extraordinario. Los he¬ á todos los que seducían las luces fosforescentes
réticos de todas partes se daban cita, y venían del gnosticismo. Marcion llegó á la Ciudad
á ser anatematizados. El centro de una futura Eterna, en el momento que Cerdon rebatía las
ortodoxia estaba évidentemente allí. Pius ha¬ creencias más sinceras con su brillante metafí¬
bía sucedido á Higinio, y ponía la misma: fir¬ sica. Marcion,como todos los sectarios, se ma¬
meza que su predecesor en defender la pureza nifiesta entonces celoso católico. La Iglesia de
de la fe. Pius es ya un obispo, en el sentido Roma tenía tal importancia, que todos los que
propio de la palabra. Valentino y Cerdon, aun¬ sentían la ambición eclesiástica, aspiraban á
que condenados por Higinio, estaban siempre gobernarla. El rico Marcion, á lo que parece,
en Roma, tratando de ganar el terreno que ha¬ donó á la comunidad una dine¬
gran suma en
bían perdido, retractándose, siendo recibidos á ro; pero sus esperanzas se-vieron defraudadas.
penitencia, y volviendo de nuevo á sus sueños, La superioridad intelectual era poco apreciada.
para los que hallaban siempre partidarios. Aca¬ Su curiosidad ardiente, su vivacidad de pensa¬
baron por ser excomulgados sin apelación. Va¬ miento y su instrucción, parecieron peligrosas.
lentino, á lo que parece, se retiró á la isla de Chi¬ Era fácil imaginarse que esas facultades no le
pre. Se ignora el fin de Cerdon. El nombre de esté consentirían permanecer tranquilo en los lími¬
último hubiera quedado desconocido, de no de¬ tes estrechos de la ortodoxia. Cerdon expiaba,
jar un discípulo, que le supera mucho en fuer-' como él, en el aislamiento, sus pretensiones á
za de inteligencia, en actividad, y que llegó á la originalidad dogmática. Marcion llega á ser
ser para la Iglesia, hacia la mitad del siglo II, su discípulo. Las teorías transcendentales del
la más grave de las dificultades que hasta en¬ gnosticismo, enseñadas por ese maestro, debie¬
tonces había encontrado. Este-fué Marcion. ron parecer á un espíritu imbuido de doctri¬
nas filosóficas, la forma más elevada del cris¬

CAPITULO XVIII tianismo. El dogma cristiano, ádemás, se halla¬


ba tan retrasado, que cada individualidad nota¬
Exageración de las ideas de San Pablo. —
ble aspiraba á imprimirle su sello. Esto basta
Marcion.
para explicar los caminos tortuosos que sigue
La gran singularidad del cristianismo, el he¬ ese grande hombre, sin que haya necesidad de

cho de una religión nueva, saliendo de otra re¬ dar crédito á las torpes calumnias, con las cua¬
ligión, y llegando á ser, poco á poco, la negación les, los escritores eclesiásticos intentan demos¬
de la que le ha precedido, no podía dejar de trar que todo jefe de secta ha obedecido, al se¬
ocasionar, hasta la completa separación ele los pararse de la mayoría de los fieles, á los moti¬
dos cultos, los fenómenos más opuestos. Dos vos más bajos.
géneros de reacción debían producirse entre La teología de
Marcion no difiere de la de los
ellos,que no se mantienen estrictamente en equi¬ gnósticos de Egipto y de Siria, más que por su
librio sobre la rama estrecha de la ortodoxia. sencillez. La distinción del Dios bueno y del
Unos, excediéndose á los principios de Pablo, Dios justo, del Dios invisible y del demiurgo,
se imaginaron del Dios de los judíos y del Dios de los cristia¬
que la religión de Jesús no tenía
ningún lazo con el mosaísmo. Otros, los judeo nos, forma la base del sistema. La materia era
cristianos, miraban el cristianismo como una el mal eterno. La antigua ley, obra de Jehováh,
sencilla continuación de la religión judía. En. obra esencialmente material, interesada, severa,
general, eran los gnósticos quien es se inclina¬ cruel, falta de amor, no tenía más que un ob¬
ban el primer
en
sentido; pero estos soñadores jeto, que era, sujetar á los demás pueblos, egip¬
parecían atacados de una especie de incapaci¬ cios, canaheos, etc„ al pueblo de Jehováh. Pero
dad práctica. Un hombre ardiente, inteligente, ésto no resuelve la felicidad de tal pueblo,
aparece para dar á los elementos opuestos la puesto que Jehováh se veía obligado á conso¬
cohesión que les faltaba, y para formar una larlo sin cesar con la promesa de enviarle á su
Iglesia duradera, junto á la que ya se llamaba hijo. Se hubiese vanamente esperado esta sal¬
'Ta Iglesia universal, la gran vación por Jehováh, si el Dios supremo, bueno
Iglesia" de Jesús.
_
Marcion, era de Sinope, ciudad llena de acti¬ é invisible, extranjero hasta entonces en el mun¬
vidad, que había dado á las luchas religiosas de do, no hubiese enviado á su hijo Jesús, es de¬
la época los dos Aquila, y que iba á dar á cir, la dulzura misma, bajo la forma aparente
Teodoxion. Era hijo del obispo de esta ciudad, de un hombre, para combatir la influencia del
y parece haber ejercido la profesión de marine¬ demiurgo, introduciendo la ley de caridad. Los
ro.
Aunque nacido cristiano, había examinado judíos tuvieron su Mesías, hijo de su Dios, es
292 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

decir, del Dios demiurgo. Jesús 110 es ese Me¬ traviados, interesantes como todos los rebeldes
sías; su misión ha sido, al contrario, abolir la de antiguo régimen caído, vienen ante él y
un

son salvados. Jesús deja, al contrario, en los lu¬


ley, los profetas y generalmente todas las obras
de los demiurgos; pero sus discípulos lo han gares sombríos del olvido, á Abel, Noé y Abra-
comprendido mal. Sólo Pablo ba sido un ver¬ ham, servidores del demiurgo, es decir, del Dios
dadero apóstol. Marcion se entrega á penetrar del Antiguo Testamento, que tenían por todo
<el pensamiento de Jesús, desfigurado y rnaltre- mérito haber obedecido á las leyes de un tira¬
•cho por los que habían venido después de él. no. Este Dios del Antiguo Testamento era el
Era ya el maniqueísmo, con sus peligrosas que lleva á Jesús á la muerte y corona así, dig¬
antítesis, que hace su aparición en el campo de namente, una Era que había sido el reinado
las creencias cristianas. Marcion supone dos dio¬ del mal.
ses, el uno bueno y dulce, el otro severo y cruel. No se podía inventar nada más opuesto á las
La condenación absoluta de la carne le arras¬ ideas de Pedro, Santiago y Marcos. Las últi¬
tra á mirar la continuidad de la especie huma¬ mas consecuencias se habían deducido de los

na, como sirviendo sólo


prolongar el rei¬
para principios de Pablo. Marcion no da á su Evan¬
nado del mal demiurgo. Por ésto condena el gelio nombre de autor, pero en su pensamiento
casamiento y no admite al bautismo á las per¬ era el "Evangelio según Pablo". Jesús no es
sonas casadas. Nbiguna secta le gana en el un hombre, es la primera aparición ideal del
martirio, y no cuenta (guardando la propor¬ Dios bueno. Una bella moral, reasumida en el

ción), más confesores de la fe. El martirio era, esfuerzo hacia el bien, surge de ese cristianis¬
según los marcionitas, la libertación completa mo espiritualista y nacionalista. Según el autor

del cristiano, la más bella forma de la libertad de los escritos pseudo-juánicos, Marcion fué el
de la vida, de esta vida que es un mal. Los más original de los maestros cristianos del si¬
cuerpos no resucitan; sólo las almas de los ver¬ glo II. Pero, que el colosal error histórico que
daderos cristianos son devueltas á la existencia. bacía presentar como contraria al judaismo
Las almas 110 son y sólo llegan á la
iguales, una religión salida del
judaismo, era un vicio
perfección por serie de transmigraciones.
una profundo que no podía permitir á tal doctri¬
Marcion compuso una obra intitulada Anti- na ser aceptada por los católicos.

thesis, donde los dos Testamentos aparecían en El éxito fué entonces extraordinario. Las doc¬
flagrante contradicción. Apelle, su discípulo, es¬ trinas de Marcion se propagaron muy pronto
cribió un libro para demostrar que Moisés no en todo el mundo cristiano; pei*o la oposición
liabía escrito nada de Dios que no fuese falso é fué enérgica. Justino, entonces en Roma, com¬
indecoroso. bate al novador en escritos que no poseemos.
Una objeción contra esta teoría procede de Policarpo acoge las nuevas ideas con la mayor
los Evangelios diversos entonces en circulación indignación. Melitón, á lo que parece, escribe
y más ó menos conformes con lo que nosotros contra ellas. Algunos sacerdotes anónimos, de
llamamos el tipo sinóptico. El cuarto Evange¬ Asia, las atacan, y proporcionan á Ireneo las
lio estaba todavía poco repartido, y Marcion no armas que debió utilizar más tarde. La situa¬

lo conocía, seguramente, lo hubiera pre¬


pues, ción de Marcion en la Iglesia era de las más
ferido á los otros. En los relatos generalmente falsas. Como Valentino y Cerdon, quiere for¬
.admitidos sobre
Jesús, la impresión judía se mar parte de la Iglesia, y sin duda, predicar;
■observa en cada página. Jesús habla en judío, pero' la Iglesia de Roma gustaba más de la
obra en judío. Marcion se impone la ruda labor mansedumbre y de la medianía qne de la ori¬
de cambiar todo ésto. Place un Evangelio donde ginalidad y la rigurosa lógica. Marcion hizo
•Jesús no es judío, ó mejor dicho, no es un hom¬ concesiones, retrocedió, apareció medio detrac¬
bre. Quiere la vida de un Jesús, que sea la tado; pero todo fué inútil; la incompatibili¬
vida de un puro eón. Toma por base el Evan¬ dad era demasiado grande. Después de ser con¬
gelio de Lucas, al que se le puede llamar, basta denado dos veces, una excomunión definitiva lo
cierto punto, el Evangelio de Pablo, hace una arrojó de la Iglesia. Marchó al Asia Menor,
trabazón según sus ideas y no queda satisfe¬ donde continuó desplegando para la propaga¬
cho basta que Jesús aparece sin antecesores, ción del error una gran actividad. Parece que en
ni padres, ni jdrecursores, ni maestros. Si Je¬ sus últimos años entabló de nuevo negociacio¬
sús no hubiese llegado basta nosotros más que nes para la Iglesia católica, pero que
entrar en
por textos de este género, se podría dudar si la muerte le impidió el éxito.
había existido realmente ó si no era más que Marcion queda como el más audaz novador
una ficción á priori, desprendida de toda unión que el cristianismo haya conocido, comprendi¬
con la realidad. En semejante sistema, el Cris¬ do el mismo San Pablo. Este no había negado
to no nace (el nacimiento, para Marcion, era nnnca la relación de los dos Testamentos y
Mar¬
un sortilegio), no sufre, no muere. Todos los cion los opone el uno al otro como dos antíte¬
pasajes evangélicos, donde Jesús reconoce al sis. Llega hasta atribuirse el derecho de rehacer
■Creador por su padre, estaban suprimidos. En la vida de Jesús á su capricho y de variar los
••su descenso á los infiernos, conduce al cielo á Evangelios sistemáticamente. Aun las epístolas
los personajes malditos del Antiguo Testamen¬ de San Pablo, que adopta, fueron arregladas
to, Caín, los sodomitas, etc. Esos pobres ex¬ y mutiladas, para borrar las cifras del Anti-
LA IGLESIA CRISTIANA 293"

guo Testamento y el nombre de Abrakam, que profanos y su conocimiento de las Escrituras,


Marcion aborrecía. Justino de Neápolis, en Samaria, establecido en
Era la tercera tentativa que se produce para Roma desde hacía varios años, tenía escuela de
hacer de la vida de Jesús, la vida de un sér filosofía cristiana, y combatió enérgicamente;
abstracto, en lugar de una realidad galilea. Fru¬ joor la mayoría ortodoxa. La polémica estaba en.
tos de diversas tendencias, todas igualmente ne¬ sus aficiones y en sus costumbres. Valentinianos,,
cesarias, de la necesidad de idealizar una vida marcionitas, judíos samaritanos, filósofos paga¬
que se en la de un Dios, del deseo de
convierte nos, fueron objeto de todos sus ataques. Justino
negar que ese Dios hubiese tenido sobre la tie¬ no era una gran inteligencia; le faltaba á la vez
rra una familia, una raza, un país de la impo¬ filosofía y crítica; su exégesis, sobre todo, pa¬
sibilidad en que estaba el cristianismo griego de saría hoy como muydefectuosa; pero daba-
admitir que el cristianismo tuviese nada de co¬ pruebas de sentido general bastante recto;,
un
mún con el judaismo, que él despreciaba, esas tenía esa especie de credulidad mediocre que
tres tentativas tuvieron éxitos muy diferentes. permite razonar sensatamente sobre las premi¬
El autor de los escritos pseudo-juánicos proce¬ sas pueriles, y hace detenerse á Tiempo para
de, con inconsecuencia, incoherente, pero tiene no caer más que en la mitad del absurdo. Su
la ventaja de que deja subsistir, junto á la tratado general contra las herejías, sus escri¬
teología del Logos, una biografía de Jesús con tos particulares contra los valentinianos y los
carácter histórico. Su tentativa fué la única que marcionitas se han perdido; pero sus obras en
no fracasa; pues aun considerando al judais¬ defensa del cristianismo tuvieron entre los fie¬
mo moderno enemigo, imaginándose
como un les un éxito extraordinario. Se las copia y se

que la verdad ha descendido entera del cielo las imita. Justino fué de este modo el primer"-
con el Logos, admite que el verdadero Israel doctor cristiano en el sentido clásico de la pa¬
tuvo su misión, y que el mundo, lejos de ser la labra, cuyas producciones relativamente com¬
obra de un demiurgo hostil á Dios, ha sido pletas nos han sido conservadas.
creado para el Logos. Los gnósticos, hundiendo Jüstino, ya lo hemos dicho, era un espíritu
el Evangelio en la metafísica, eliminaron todo débil; pero era noble y de buen corazón. Su
elemento judío, dejando descontentos hasta á gran demostración en favor del cristianismo fué-
los deístas, y como consecuencia, se anularon la persecución de que esta doctrina era objeto.
todo porvenir. Marcio fué más sobrio de espe¬ El ]íeclio de que las otras sectas, los judíos en
culaciones : pero el cristianismo estaba ya he¬ particular, no fueran tan perseguidas, la ale¬
cho, sus textos eran demasiado rígidos y sus gría que manifiestan los cristianos en los supli¬
Evangelios, demasiado completos para que la cios, las calamidades esparcidas á cuenta de los;
opinión católica pudiese ser quebrantada. Mar¬ fieles, el número de los delatores, el odio par¬
cion, no fué, pues, más que un jefe de secta. Su ticular que todos los príncipes atestiguan hacia
secta, es cierto, fué la más numerosa antes de la religión de Jesús, odio que Justino sólo po¬
la de Arrío. La rabia con que la persiguió la día explicarse por la cólera de los malos espí¬
ortodoxia, es la mejor prueba de la profunda ritus, todo esto le parecía constituir en favor
impresión que produjo en el alma de sus con¬ de Ja un signo brillante de la verdad
Iglesia
temporáneos. divina. Esta preocupación le inspiró un nota¬
CAPITULO XIX ble atrevimiento, que debió serle sugerido por
el ejemplo anterior de Anadratus y de Arísli¬
La apología católica. — San Justino.
des. Fué este atrevimiento dirigirse al empera¬
En medio de esas olas agitadas, hay una es¬ dor Antonino y á sus dos asociados, Marco Au¬
pecie de roca inmutable, que resiste á los ata¬ relio y Lucius Verus, para obtener el final de
ques más diversos, á las exageraciones gnósti- una situación que juzgaba inicua, y en contra¬

cas, á las exageraciones judeo cristianas, y cons¬ dicción con los principios liberales del gobier¬
tituye una ortodoxia central, destinada á triun¬ no. La sabiduría del emperador, las aficiones
far de todas las sectas. Esta doctrina univer¬ filosóficas %de uno al menos de sus asociados,
sal, cuya pi'etensión anterior á todas las
es ser Marco Aurelio, entonces de veintinueve años de
doctrinas particulares y remontarse á los após¬ edad, le daban la esperanza de que tan gran¬
toles, constituye la Iglesia católica, en oposi¬ de injusticia sería reparada.
ción con las herejías. El gnosticismo, sobre to¬ Su famosa apología dirigida al emperador
do, encuentra en esta especie de tribunal ecle¬ fué acompañada de otras apologías apócrifas,
siástico un obstáculo invencible. Había en esto, imaginándose que habían de ejercer sobre el al¬
para la religión cristiana, una cuestión de vida ma de los Césares una influencia decisiva. Su
ó muerte. Las tendencias desordenadas de los esperanza iba todavía más lejos; pedía que su
novadores, hubiesen sido el aniquilamiento de queja fuese comunicada al senado y al pueblo
toda unidad. Esta vez, como sucede casi siem¬ romano, y en particular que se reconociera la
pre, es la anarquía quien crea la autoridad. Se falsedad de Simón el Mago y que la estatua que
puede decir asi que, en la formación de la Igle¬ tenía en Roma (sin duda confundiéndola con un
sia católica, el gnosticismo y el marcionismo antiguo cipo), fuese oficialmente derribada.
jugaron por antítesis el papel principal. La ardiente convicción de Justino no le de¬
Un hombre muy estimado por sus estudios ja un punto de reposo. Se imagina ser el res-
294 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

ponsable de todos los errores que no combate. tes; pero la sinceridad del autor hace que se
Los judíos que persistían en no hacerse cris¬ manifieste con soltura.
tianos, eran el objeto perpetuo de sus preocu¬
paciones. Escribe contra ellos en forma de diᬠCAPITULO XX
logo, tal vez imitando á Aristón de Pella, una
obra de polémica, que se puede contar entre los
Los abusos y la penitencia. — Profecías
más curiosos monumentos del cristianismo na¬
nuevas.
ciente.
Los judíos tenían razón en quejarse de su
inexactitud, pues no hubo nunca más débil in¬ La Iglesia era ya como fué el piadoso Israel,
térprete del Antiguo Testamento. No sólo Jus¬ en el tiempo que edificaba su nuevo templo. Con
tino ignora el hebreo, sino que carece de senti¬ una mano combatía y con la otra edificaba. Las
miento crítico y admite las interpolaciones más preocupaciones filosóficas dominaban en redu¬
evidentes. Sus aplicaciones mesiánicas de los cido número. La gran obra cristiana era moral
textos de la Biblia son por completo arbitra¬ y popular. La Iglesia de Roma, particular¬
rias y fundadas en los errores de los Setenta. mente, se manifiesta cada día más indiferente á
Su libro, seguramente, no convirtió á ningún estas especulaciones, á que se entregaban los

judío; pero en el sentido del catolicismo fundó espíritus llenos de actividad intelectual de los
la exogesis* apologética. Casi todos los razona¬ griegos, influidos por los sueños orientales. La
mientos de este orden han sido inventados por organización disciplinaria era en Roma el tra¬
San Justino. Después sólo se hizo imitarle. bajo principal. Esta ciudad extraordinaria apli¬
Inútil es decir que la separación entre el ju¬ caba su genio práctíeo y su poderos energía
daismo y el cristianismo aparecía en este libro moral.
como absoluta. El judaismo y el cristianismo La penitencia había sido siempre una ins¬
son ya dos enemigos ocupados en hacerse todo titución fundamental del cristianismo. El ele¬
el mal posible. La ley es rechazada como im- gido de la futura ciudad de Dios, debía ser
potente para producir la justificación. La cir¬ de una pureza absoluta. Evitar las faltas era
cuncisión, el sábado, son no sólo cosas aboli¬ imposible. Es preciso, pues, que haya medios
das, sino que nunca fueron buenas. La circun¬ de recobrar la gracia perdida. La Iglesia se
cisión ha sido impuesta por Dios á los judíos erige en tribunal y transforma el arrepenti¬
en previsión de sus crímenes contra el Cristo y miento en penitencia públit-a, impuesta por
los cristianos: "Ese signo se os ha dado para la autoridad y- aceptada por el delincuente.
que quedéis separados de las otras naciones y Una multitud de cuestiones, que turban á 'a
de nosotros mismos, para que vuestro país que¬ Iglesia durante siglo y medio, se suscitan des¬
de desierto, vuestras ciudades sean entregadas de- entonces. ¿Podíase, después de haber caí¬
á las llamas, los extranjeros coman vuestros do varias veces,, volver á la enmienda? ¿Los
frutos vuestra presencia, y que ninguno de
en pro«edimiento9 de reconciliación se aplicaban
vosotros pueda entrar en Jerusalén". Esta á todos los crímenes? La hipótesis del asesi¬
pretendida marca de honor se convierte así nato no preocupa. Las costumbres dulces y

para los judíos en un azote, un carácter visible tímidas de la secta apartaban hasta la supo¬
que ios distingue en el castigo. La ley y las sición de un cristiano asesino; pero el adul¬
prescrijiciones mosaicas han sido instituidas á terio en una pequeña congregación de herma¬
causa de las iniquidades y de la maldad del nos y de hermanas, viviendo casi siempre re¬
pueblo. El sábado y los sacrificios no tienen unidos, era bastante común. La apostasía, en
otra causa. La imposiblidad que tenía un ju¬ fin, cuando arreciaban las persecuciones, no era
dío, ateniéndose á sus antiguas Escrituras, de rara. Unos, para evitar el suplicio, llegan hasta

admitir que Dios haya podido nacer y hacerse á maldecir el Cristo. Algunos se hacían los de¬
hombre, no es comprendida de Justino. nunciadores de sus hermanos. Otros se conten¬
Justino vivió aún años
disputando siempre taban con una sencilla negativa: "Yo no soy
contra los judíos, contra los heréticos, contra cristiano". Se avergonzaban del Cristo, sin blas¬
los paganos, escribiendo obras de polémica in¬ femarle.
terminables. Un acto de severidad jurídica de Era esta última categoría de personas la
Lollius Urbicus, prefecto de Roma, le pone en que produce mayores dificultades. La Iglesia-
la mano la pluma de abogado eclesiástico, en era una fuente de tales dulzuras, que, al día si¬
los últimos años del reinado de Antonino. Como guiente de eaída, los apóstatas, los denun¬
su
casi todos los apologistas, no fué miembro de ciadores de sus hermanos, sentían crueles re¬
jerarquía. Esta situación sin responsabilidad, mordimientos. Hubiesen querido volver á la
convenía más á los voluntarios de la fe, y, de asamblea que habían traicionado. La situación
ser preciso, permitía á la Iglesia desautorizar¬ de estos desgraciados era desgarradora. Deses¬
los. Justino fué siempre querido entre los ca¬ perados de su salvación, sufrían espantosos
tólicos. Su alejamiento de las sectas le preser¬ terrores. Ninguna relación entre ellos y los jo-
va de las aberraciones
que no supieron evitar fes. Con una severidad que Jesús no hubiera
Taticno y Tertuliano. Su teología está lejos Je aprobado, pero que la gravedad de las circuns¬
ser la teología ortodoxa de los siglos siguien¬ tancias excusaba, se les trata de sarnosos, se les-
LÁ IGLESIA CRISTIANA 295

nombra con una amargura cruel "los. salvajes, grave era que algunos doctores sectarios flage¬
los solitarios". laban á los pecadores por interés personal. Les
Algunos iban á ver á los confesos prisione¬ vendían, en'cierto modo, el arrepentimiento, y
ros, y hallaban una especie de alegría austera, en la esperanza de ser recompensados de su
en las duras palabras que aquéllos les dirigían. casuística, les decían que no necesitaban pe¬
La mayor parte de los fieles los consideraban nitencia, y que los pastores eran gentes de una
como totalmente muertos en la Iglesia, y no severidad exagerada.
admitían que pudiese haber penitencia para El hecho es que en semejante asamblea de
ellos. Algunos, menos severos, ,distinguían en¬ santos, había, apenas, sitio para la tibieza.
no
tre ellos á los que habían blasfemado de Cristo Una piedad exaltada inclinaba á creerlo todo.
ó denunciado á sus hermanos y á los que sólo La profecía y las revelaciones florecían como en
habían renegado de su fe. Estos podían admi¬ los mejores días. Pero los profetas individuales
tirse al arrepentimiento. Otros, más indulgen¬ se convierten en el azote de la Iglesia. Se llegó

tes, concedían la penitencia á los que habían á inierrogar al porvenir hasta para los negocios
renegado de boca y no de corazón. Se peligra¬ temporales. Estas gentes recibían dinero y da¬
ba, llevando muy lejos el rigor, porque los ju¬ ban ia respuesta que se deseaba obtener de ellos.
díos trataban de ganar en la sinagoga á los Los ortodoxos admitían que los demonios reve¬

que la Iglesia expulsaba. laban algunas veces á los impostores las verda¬
Junto á los grandes culpables, había los dé¬ des, para mejor tentar á los justos; pero soste¬
biles, losinseguros, los mundanos, cristianos nían que se podía distinguir siempre á los pro¬
vergonzosos en cierto modo, que disimulan ra fetas de Dios de los profetas frivolos. Esto pro¬
estado y marchan sin cesar entre semiaposta- dujo graves dificultades, pues lo que el uno lla¬
'

sías. La profesión cristiana era tan estrecha, maba frivolo, el otro lo creía dictado por "id

que si el cristiano no vivía únicamente en la ángel del espíritu profético".


sociedad de sus hermanos, estaba expuesto ¿ Todo ello dió origen á gran número de pro¬
burlas perpetuas. fecías efímeras y libros nuevos.
No existiendo más que para la vida futura, La costumbre de la lectura pública de los es¬
el cristiano de este tiempo, estaba,
de hecho, se¬ critos apostólicos y proféticos en las Iglesias
cuestrado de la vida pública. Los obligados á consumía, si se puede expresar así, muchos li¬
mezclarse en los asuntos temporales, tenían que bros. La colección de escritos admitidos era

dejar la compañía de los santos, y bien pronto pronto los lectores se arrojaban
recorrida, y
loá despreciaban. Casi muertos para la vida es¬ apresuradamente sobre los libros nuevos que
piritual, caíanen la duda. Los que se hacen aparecían, aun cuando sus títulos no se hallasen
ricos formaban grupo aparte, en virtud del prin¬ en regla. De aquí resultaron unas especies de
cipio, deque el hombre es arrastrado casi ne¬ modas, que hacían los úxitos de die'z y veinte
cesariamente á constituir sociedad con los que años. A veces, cuando el libro no gustaba, se
tienen su misma,fortuna. Evitaban encontrar á limitaba á la lectura á un día fijo por año.
los servidores de Dios, temiendo que les pidie¬
sen una limosna. La
compañía de los fieles pa¬ CAPITULO XXI
recía humilde y se les abandonaba para hacer
con los
gentiles una vida más brillante. Estos El i'ietismo romano. — El "Pastor" do
mundanos, no abandonaban á Dios, pero deser¬ Hermas.
taban de la Iglesia; conservaban la fe, pero de¬
jaban de practicarla. Algunos haeían peniten¬ Un libro tuvo en este género un éxito durade¬
cia y se entregaban á las obras de caridad; ro ysirvió durante algunos siglos de alimento á
otros, ai-rastrados á las compañías de los pa¬ la piedad cristiana. Fué su autor un hermano
ganos, se abandonaban á los placeres. Este me¬ de Pius, el obispo de Roma. Este personaje, que,
dio equívoco no era apropiado sin duda, ocupaba en la Iglesia un puesto im¬
para el marti¬
rio. Al menor ruido de persecución, fingían portante, concibió el proyecto de dar un golpe
volver á los ídolos, para evitar el ser inquie¬ de resonancia, para despertar á los santos. Fin¬
tados.
gió una revelación tenida, cincuenta ó sesenta
¡ En el seno mismo de la Iglesia, cuántas im¬ años antes, en los tiempos de la iiersecución de
perfecciones! Muchos frecuentaban asiduamen¬ Domiciano, por un tal Hermas, anciano de la
te la asamblea, sin
dejar de ser maldicientes, Iglesia de Roma. Clemente, el garantizador de
envidiosos, murmuradores, atrevidos, presuntuo¬ todos los fraudes piadosos del ebionismo roma¬
sos. Las disputas sobre preferencias eran fre¬
no, cubre el libro con su autoridad, y se atri¬
cuentes. El manejo de los fondos de la
Iglesia buye el haberlo dirigido á las Iglesias del mun¬
•daba lugar á abusos; algunos diáconos toma¬ do entero.
ban pasa sí los bienes de las viudas y de los Según dicho libro, Hermas, niño encontrado ó
huérfanos. Los maestrosdoctrinas extrañas
de nacido en la esclavitud, fué vendido, por el pro¬

pululaban y seducían á los fieles. Colocados co¬ pietario de los esclavos que le habían alimentado,
mo Jos jueces, en medio de todas estas mise¬ á dama nombrada Rhodé. Al
una xomana princi¬
rias, los santos se inclinaban, unas veces á la pio de la obra aparece muy contrariado por los
indulgencia y otras al rigor. Lo que había de disgustos que le causan su mujer, sus hijos, y
296 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

también sus negocios, que, á consecuencia del Porque ella ha sido creada ía primera y el mun¬
desarrollo de su familia, van muy mal. Sus hijos do se hizo para ella." La anciana ruega á Her¬
habían cometido el mayor crimen de que un cris¬ mas que remita dos ejemplares del libro, uno
tiano puede hacerse culpable; habían blasfemado á Clemente, y otro á la diaeonisa Gracia. "Cle¬
de Cristo para escapar á las persecuciones y de¬ mente, — dice — enviará el libro á las otras ciu¬
nunciado á sus padres. En medio de estas tris¬ dades, pues esta es su misión. Gracia advertirá
tezas, el pobre Hermas encuentra á Rhodé, á á las viudas y á los huérfanos, y tú lo leerás en

quien no veía hacía tiempo. Los recuerdos que la ciudad á los ancianos que presiden la Igle¬
conservaba le hacen el corazón sensible, y ama sia." Este pequeño libro es la obra del preten¬
á su antigua dueña hermana. Un día,
como una dido Hermas; el origen celeste queda así ates¬
viéndola bañarse en el Tíber, le presenta la ma¬ tiguado.
no y la ayuda á salir del río: "¡Cuan dichoso La tercera visión es más misteriosa. Nueva¬
sería dice
— si tuviese una mujer tan bella
— mente se la anciana. Se dan cita en la
aparece
y bien educada!" Su pensamiento va más lejos campiña. Hermas llega primero, y con extrañe-
y tal reflexión es muy excusable, puesto que su za, se encuentra ante un banco, sobre el cual
mujer era agria, desagradable, llena de defec¬ hay una almohada de lino, cubierta de una gasa
tos. Pero la severidad de las costumbres cristia¬ muy fina. Ruega y confiesa sus pecados. La
nas es tan grande, platónico de
que el amor anciana llega acompañada de seis jóvenes. Ha¬
Hermas fué anotado en el cielo por el vigilan¬ ce sentar á Hermas á su izquierda (la derecha
te celoso de las almas puras y le será reprendi¬ está reservada á los que han sufrido por Dios
do como una falta. el látigo, la prisión, las angustias, la cruz, las

Algún tiemjDO después, en efecto, como mar¬ fieras), y Hermas ve entonces á los seis jóvenes
chara á la campiña, situada cerca de Cumas, á edificar una torre cuadrada, que emerge de las
diez estadios de la vía Campaniana, donde ad¬ aguas. Millares de hombres acarrean las pie¬
miraba la belleza de las obras de Dios, se duer¬ dras. De estas piedras, unas eran sacadas del
me en el camino. Atraviesa en espíritu los ríos, fondo de las aguas, ya en talla, y eran las más
los mares, Jas altas montañas, y se encuentra perfectas, y se juntaban tan. bien, que la torre
en una llanura, donde se pone á rogar al Señor parecía un monolito. De las otras, los jóvenes
y á confesar sus pecados. hacían su elección; alrededor de la torre se for¬
Cuando estaba sumido en estas reflexiones, maba un montón de materiales rechazados, sea
una mujer de edad, ricamente vestida, tenien¬ poroue tenían defectos ó porque les faltara el
do un libro en la mano, se sienta á su lado, y . corte debido. "La torre — clice la anciana, —
después de saludarle, dice: "¿Por qué estás tris¬ es la Iglesia, soy yo, que te he aparecido y
que
te, Hermas, tú de ordinario tan paciente, tan volveré á verificarlo... Los seis
jóvenes son los
igual, tú siempre sonriendo? — Estoy, — dice ánge.ies, creados los primeros, á los cuales el
Hermas, — bajo la impresión de los reproches Señor ha confiado la misión de desarrollar y go¬
de una mujer muy virtuosa, que me dice que he bernar la creación; los que conducen las pie¬
pecacio hacia ella. — ¡ Ah, hijo! — le contesta; — dras son ángeles inferiores. Las bellas piedras
eso sería grave de parte de un servidor de Dios, blancas que se unen bien, son los apóstoles, los
de un hombre respetable, y ya probado, pero obispos, los doctores, los diáconos, vivos ó muer¬
del casto, sencillo é inocente Hermas! Tal vez tos,, que han sido castos y que vivieron en bue¬
hubiera algún sentimiento en tu corazón. Pero na
inteligencia con los fieles. Las piedras que
no es á causa de ello por lo que han sacado del fondo del agua representan á
Dios se ha irri¬
tado contra tí..." El piadoso Hermas respira los que sufrieron la muerte por el nombre del
cuando la anciana le dice que la verdadera cau¬ Señor. Las que han desechado y quedan fue¬
sa de la cólera de Dios, es su debilidad como ra de la torre, figuran á los
pecadores que de¬
padre de familia. No tiene con su mujer y sus sean hacer penitencia."

hijos bastante severidad, no les predica lo con¬ Hermas interroga á su interlocutora sobre
veniente; son ellos la causa de la ruina de sus la proximidad de la consumación de los tiem¬
negocios temporales. La vieja lee en seguida pos. "Insensato, — le responde la anciana, —
en el libro las palabras terribles,
de las cuales ¿no ves que la torre se halla todavía en cons¬
-Hermas no se acuerda, y acaba trucción? Cuando se halle terminada, ese será
muy agrade¬
cido. el fin; ella avanza á su término. No
pregun¬
Al año
siguiente, por la misma época, vuelve tes otra cosa."
á la campiña de Cumas, y halla á la misma an¬ La cuarta visión tiene lugar sobre la vía
ciana, marchando y leyendo un pequeño libro. Campaniana. La Iglesia, que cada vez se apare-
La vieja le explica el objeto del rece más
libro, que es rejuvenecida, se presenta ahora con
exhortar á todo el mundo á la penitencia, pues el brillo de una joven maravillosamente com¬
se hallan próximos los tiempos de la puesta. Un monstruo espantoso (tal
persecu¬ vez Nerón),
ción. Un bello joven ajmrece: "¿Quién crees la hubiera devorado, sin el socorro del ángel
que es esa anciana de la que has recibido el Thegri, que preside á las bestias feroces. Este
libro? La Sibila, quizá, — responde Her¬
— monstruo es el presagio de una espantosa per¬
mas, preocupado de la vecindad de Cumas. — secución que se prepara. Se atravesarán an¬
No, es la Iglesia. — ¿Por qué es anciana? — gustias á las cuales no habrá medio de escapar
LA IGLESIA CRISTIANA 297

cristiano había debilitado. Es la elocuencia


más que por la pureza de corazón. El mundo se

de de la campiña, bonachona, imitati¬


perecerá en el fuego y la sangre. un cura

Todo esto no es más que una preparación va,mezclada á los desvelos de un sacristán pre¬
preliminar. La parte esencial del libro comien¬ ocupado de las gasas, los cojines y todo lo que
za con la aparición de un personaje venerable, sirve para endomingar su Iglesia. Hermas, á
en traje de pastor, vestido con una piel de bes¬ pesar de sus tentaciones y sus pecadillos, es,
tia blanca, con un zurrón suspendido de sus seguramente, la castidad misma, aunque la for¬
espaldas y un cayado en la mano. Es el ángel ma en insiste sobre este asunto, nos haga
que

guardián de Hermas, enviado por el ángel ve¬ un pocosonreir. A las terribles imágenes de
nerable, para ser compañero el resto de sus los antiguos Apocalipsis, á las sombrías imá¬
días. Este "pastor", que en adelante -lleva la genes de Juan y del pseudo Esdras, suceden las
dulzuras imaginativas de un pequeño romano
palabra en la continuación del libro, recita m
pequeño tratado de moral cristiana, adornado devoro, cuyo estilo infantil no está exento de
de símbolos y apólogos. La castidad es la vir¬ pesadez.
tud preferida del autor. Pensar en otra mujer
CAPITULO XXII
que la suya, es un crimen. El hombre debe to¬
mar á su mujer después de un primer adulte¬ El Asia ortodoxa. — Policarpo.
rio, expiado por la penitencia, no después de
un segundo. Las segundas nupcias son permiti¬ Aunque quebrantada por el espíritu sectario,
das; pero es mejor no concertarlas. La honrada el Asia continuaba siendo, después de Roma,
conciencia de Hermas brilla en su afición por la provincia donde el cristianismo era más
la alegría. La alegría es una virtud; la triste¬ floreciente.Era este el país más piadoso del
za aflige al Espíritu Santo, pues el Espíritu mundo; el país donde la credulidad ofrecía á
ha dado la alegría al hombre.' La oración del los inventores de religiones nuevas el campo-
hombre siempre triste no sube hasta Dios. La mejer preparado. Llegar á ser dios era aquí
tristeza es como la gota de vinagre, que desfi¬ cosa muy fácil. Las encarnaciones, los viajéá"
gura al mejor vino. Dios es bueno y los man¬ terrestres de los inmortales, pasaban como
datos, imposibles sin él, llegan á ser fáciles con acomecimientos ordinarios, y todos los impos¬
él. El diablo es poderoso, pero no tiene poder tores triunfaban. Aún vivían los recuerdos de
sobre el verdadero creyente. Apolonio de Tiana. ou leyenda aumentaba to¬
Un perfume de castidad algo enfermizo «e dos los días. Un autor, que toma el nombre de
exhala en este libro de la visión de la montaña Mserageno, escribe relatos maravillosos. Des-
de Arcadia y de las doce vírgenes. Se creería ]iués, un cierto Máximo de .ZEges hace un libro
las fiestas soñadas por la imaginación de un únicamente sobre las cosas extraordinarias que
pobre abstinente. Apolonio había relizado en Híges, en Cilicia.
El autor de Hermas es un puro ebion. F1 Más tarde, hacia el año 200, Filostrato escribe,
único buen puede dar la fortuna,
ejemplo que á petición de la siriaca Julia Domna, esa no¬
es el rescatar esclavos y
cautivos. El cristiano, vela insípida, de la vida de Apolonio, que pasa
para él, es esencialmente un pobre; practica por un libro exquisito, y que, según un pagano
la hospitalidad hacia los pobres y los servido¬ muy serio, debió intitularse Viaje de un dios
res de Dios, y esto es lo que borra hasta los entre los hombres. El éxito fué inmenso. Apo¬
grandes crímenes. lonio vino á ser considerado
como el primero

Algunas Iglesias tuvieron este libro por ca¬ de los sabios, verdadero amigo de los
como un
nónico, concediéndole los honores de la lectura dioses, como un dios. Su imagen se veía en los
en cátedra. Los hombres eminentes, Ireneo, Cle¬
santuarios, y hasta tuvo templos. Sus milagros,
mente de Alejandría, le dan un sitio en su Bi- sus bellas
palabras, edificaban á todos. Fué una
blia; después de los escritos apostólicos. Los especie de Cristo del paganismo, y seguramen¬
más reservados le concedían una revelación an¬
te, la intención de oponer un ideal de santidad
gélica y una autoridad eclesiástica de primer bienhechora á los cristianos, no fué extraña á
orden. Hubo siempre, sin embargo, dudas y esta apoteosis. En los últimos días de la lucha
protestas y algunos llegaron hasta el despre¬ del cristianismo y del paganismo, se le com¬
cio. A partir del siglo IV, 110 se mira El Pastor
para á Jesús, y se prefiere su vida, escrita por
más que como un libro de edificación muy útil literatos,, á los Evangelios, obra de espíritus
para la enseñanza elemental. La piedad y el groseros.
arte se apoderaron de sus ideas. El concilio ro¬ Un charlatán paflagonieno, Alejandro de Abo-
mano de 494, bajo
Gelasio, le coloca entre los notique, llegó firmeza á éxitos no menos
por su
apócrifos, pero no le retira de las manos de ^s asombrosos. Era un hermoso
hombre, de supe¬
fieles, que encuentran un entretenimiento á su rior presencia, voz muy dulce, luenga cabellera,
piedad. y que se decía descendiente de Perseo, y pre¬
La obra tiene
algunos momentos de encanto; dicando el porvenir con los accesos frenéticos
pero nota falta de gusto y de talento. El
se de los antiguos adivinos. Encierra una pequeña
simbolismo, tan -enérgico y tan exacto en los serpiente en un huevo de pato, oculta el huevo
antiguos Apocalipsis, está aquí maltrecho, sin ante la multitud, y hace creer que estaba allí
adaptación precisa. La vena del profetismo una encarnación de
Esculapio, que le había ela-
TOMO III 19
298 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

gido para socorrer á la ciudad de Abonotique. nombre de ateo peligro. Colocaba al que
era un

El dios se desarrolló algunos días. Las gen¬


en se lo atribuía fuera de la
ley, le exponía al su¬
tes de Abonotique quedaron maravilladas al ver plicio y se era ateo por negar las supersticio¬
sobre un canapé una enorme serpiente con ca¬ nes locales y protestar contra los charlatanes.

beza humana, espléndidamente vestida, abrien¬ Se concibe que tal medio debía ser favorable
do y cerrando la boca, y blandiendo su lengua de á la propagación del cristianismo. En ciertas
dardo. Era Alejandro que estaba así transforma¬ ciudades, como Hierápolis, la profesión del cris¬
do, arrollando sobre su pecho y alrededor de su tianismo era pública. Las inscripciones que to¬
cuello una serpiente domesticada, cuya cola pen¬ davía pueden leerse, atestiguan las fundacio¬
día por delante. Se había hecho una cabe'za de nes benéficas, cuya distribución debía hacerse
tela embadurnada con bastante arte, y por me¬ "en Pascuas y en Pentecostés". Las asociacio¬
dio de crines, daba movimiento á las mandíbu¬ nes cooperativas de obreros, las sociedades de

las y al dardo. El nuevo dios fué llamado Gly- socorros mutuos, estaban sabiamente organiza¬

con, y de todo el imperio vinieron á consultar¬ das. Las ciudades manufactureras que tenían
le. Abonotique se convierte en el centro de una desde hacía tiempo colonias de judíos, las cua¬
taumaturgia desenfrenada. El resultado fué una les habían llevado tal vez las industrias del
fabricación abundante de imágenes pintadas, Oriente, acogían todas las ideas sociales. Las
de talismanes, de ídolos de plata y de bronce, obras de caridad se habían desarrollado mu¬

que tuvieron una aceptación extraordinaria. cho. Disponían de inclusas y de establecimien¬


Alejandro fué bastante poderoso para produ¬ tos de niños perdidos. El obrero, tan desdeña¬
cir en su dominio una verdadera persecución do en la antigüedad, llegaba por la asociación,
contra los cristianos y los epicúreos que se ne¬ á la dignidad de la existencia.
gaban á creerle. Estableció un culto que, á pe¬ E.-da vida interior, llena de actividad por¬
sar de su carácter charlatanesco y aun obsceno, que no la turbaba la política, hacía del Asia
se r>ropagó pronto y atrajo una multitud de Menor el campo murado de todas las luchas
hombres religiosos. Lo que tuvo de más singu¬ religiosas del tiempo. Conservadores y progre¬
lar es que romanosimportantes, tales como Se- sistas, milenarios y espiritualistas, judeo cristia¬
verieno, legado de Capadocia, y el cónsul Ruti- nos enemigos del cristianismo, se oponían
y
lianus, uno de los primeros personajes de la épo¬ como dos
ejércitos que, después de combatirse,
ca, sostuvieron su engaño, y el impostor obtuvo acababan por romper filas y mezclarse. Allí

que el nombre de Abonotique se cambiase en había vivido ó vivía aún todo un mundo cris¬
Ionopolis. Pidió también que la moneda de esta tiano, ignoraba San Pablo: Papías, el más
que
ciudad llevase, en adelante, de un lado, la efigie rígido de los Padres de su tiempo, Melitón, casi
de Glieon, y del otro, la suya, con los atributos tan materialista como él, el ultraconservador
de Perseo y de Esculapio. Efectivamente, las Polu-arpo, los presbyleri que enseñaron á Ire-
monedas de Abonotique, del tiempo de Antoni- neo su grosero dualismo, los jefes del movimien¬

to montañista, que pretendían volver á las es¬


no y de Marco Aurelio, llevan una figura de
cenas del primer cenáculo de Jerusalén. Allí se
serpiente, con una cabeza de hombre con cabe¬
llera y barba. Las monedas de la misma ciudad, encontraban ó de allí procedían los hombres
del tipo de Lucio Yero, llevan la serpiente. Ba¬ que se lanzan más atrevidamente á las noveda¬
des ; el autor del cuarto Evangelio, Cerdou,
jo Marco Aurelio, veremos á esta religión ridi¬
cula tomar una importancia increíble. Duró has¬ Marcion, Práxeas, Noetus, Apolinario de Hie¬
ta la segunda mitad del siglo III. rápolis, y los que, llenos de aversión por el Apo¬
Nerullinus, en Troas, triunfó en una empre¬ calipsis, el milenarismo y el montañismo, daban
sa de igual género. Su estatua hacía oráculos, la mano al gnosticismo y á la filosofía. Los
curaba las enfermedades, y se la ofrecían sa¬ ejercicios espirituales, desaparecidos en otras
crificios, coronándola de flores. Eran, especial¬ partes, continuaban viviendo en Asia. Poseían¬
se profetas, como un tal
mente, las ideas absurdas sobre la medicina, 'a Quadratus y una Am-
creencia en los sueños medicinales, en los orácu¬ mia Filadelfia.
los de Esculapio, etc., las que mantenían los es¬ Se glorificaba, sobre todo, á un número con¬
píritus en esc estado de superstición. Se ha siderable de mártires y de confesores. El Asia
creído ver á Galeno mismo entregado á seme¬ Menor presenció numerosas ejecuciones, - en
jantes locuras. Más increíble todavía es la ca¬ particular la crucifixión. Las diferentes Igle¬
rrera de zKlius Arístide, sofista religioso, de¬ sias gloriaban, pretendiendo que la perse¬
se

voto pagano, especie de obispo ó de santo, lle¬ cución es el privilegio de la verdad; lo que era
vando el materialismo piadoso y la credulidad discutible, puesto que todas las sectas han te¬
hasta los últimos límites; lo que no le impide ser nido mártires. Los" marcionistas y los montañis¬
uno de los hombres más admirados y más tas tuvieron más que los ortodoxos. Ninguna
hon¬
rados de su siglo. Sólo los epicúreos rechaza¬ calumnia era evitada para rebajar el martirio
ban absoluto sutilezas. Había aún de los rivales. Las divisiones se manifiestan
en sus
algu¬
hombres de talento para hasva la muerte. Se veía á muchos confesos ex¬
nos burlarse de estos
falsarios, como Celso, Luciano, Demonax. Pero pirando por el mismo Cristo, volverse la es¬
pronto no habrá ninguno y la credulidad reina¬ palda, evitando cuanto pudiera parecer una
rá como señora de un mundo envilecido. El comunión. Dos mártires nacidos en Eumenia,
LA IGLESIA CRISTIANA 299

Cayo y Alejandro, que sufrieron el suplicio en cia, el orgullo de ortodoxo, que no disimula ni
Aparnee Kibotos, tornaron hasta el final pre¬ cuando comunica con sus discípulos, herían
cauciones minuciosas para que no se creyese profundamente á los judíos y á los paganos.
que se adherían á las inspiraciones de Montan Estos notaban que el desdeñoso anciano los te¬
nía por miserables.
y de sus mujeres. Esto nos extraña, pero es
preciso recordar que, según las opiniones de Policarpo tenía las manías de la vejez, cier¬
la época, las últimas palabras y los últimos ac¬ tas maneras de obrar y de hablar que emocio¬

tos de los mártires tenían mucho alcance. Se naban á su joven auditorio. Su conversación
les consultaba sobre las cuestiones de ortodoxia era fácil, y cuando se sentaba en el sitio pre¬

y del fondo de sus calabozos, reconciliaban á dilecto, sin duda sobre una de las terrazas de
los disidentes y daban esquelas de absolución. la pendiente del monte Pagus, de donde se des¬
Se les miraba como encargados en la Iglesia cubre el golfo centelleante y su bella cintura
de un papel de pacificadores y de una especie de montañas, se sabía por anticipado lo que iba
de misión doctrinal. á hablar. "Juan y los otros que habían visto
Lejos de afectar estas divisiones á la propa¬ al Señor": esto lo recordaba siempre. Contaba
ganda, la servían. Las Iglesias eran ricas, nu¬ la familiaridad que tuvo con ellos, lo que había
merosas. El episcopado, diseminado en todas oído decir sobre Jsús y su predicación. Un eco

partes, contaba con hombres capaces, modera¬ de la Galilea se escuchaba así, á ciento veinte
dos y valerosos. Se citaba á Thraseas, obispo años de distancia, sobre las orillas del otro mar.

de Enmenia; Sagaris, obispo de Laoclicea; Pa- Repetía que estaban allá los testigos oculares, y
pirius, del cual se ignora la patria; Apolinario que él los había visto. A tantas otras tradicio¬
de Hierápolis, destinado á jugar, en las con¬ nes obscuras sobre los orígenes del cristianismo,

troversias que iban á dividir las Iglesias leí una nueva fuente, más turbia que las otras, vino

Asia, un papel importantísimo; Polícrato, fu¬ á añadirse de esta manera.


turo obispo de Efeso, primogénito de una fa¬ La impresión que producía Policai'po no era
milia' que había contado en su seno, antes que menos profunda. Mucho tiempo después, sus
él, siete obispos. Sardes poseía un verdadero discípulos se recordaban unos á otros el banco
tesoro, y el sabio obispo Melitón se preparaba donde se sentaba, su andar, sus costumbres, los
ya .1 los vastos trabajos que debían hacer cé¬ rasgos de su cuerpo, su manera de hablar. Cada
lebre su nombre. Como más tarde Orígenes, ha¬ una de sus palabras la grababan en su memo¬

bía querido que su castidad fuese de algún mo¬ ria. En el círculo de los discípulos estaba un
do materialmente comprobada, para lo cual se joven griego de quince años, destinado á re¬
castró. Su erudición oirece mucha analogía con presentar un papel de primer orden en la his¬
la de Justino y de Tatieno. Su teología tenía toria eclesiástica. Era Ireneo, que debía trans¬
también algo de la pesadez, un poco materia¬ mitirnos la imagen con frecuencia falseada, pero
lista, que caracteriza á estos dos doctores, pues en algunos asuntos, muy viva, del último mun¬

pensaba que Dios tiene un cuerpo. Por las do apostólico, del que había visto, en cierto
ideas apocalípticas se aproxima á Papías. Mil- modo, el sol poniente. Ireneo había nacido cris¬
tiacle fué un laborioso escritor, un polemis+a tiano, lo que no le impedía frecuentar las es¬
celoso, que lucha contra los paganos, contra los cuelas de Asia, donde adquirió un conocimien¬
judíos, contra los montañistas, contra las pro¬ to extenso de los poetas y de los filósofos pa¬
fecías de los extáticos, y hace una apología de ganos, sobre todo, de Homero y de Platón. Te¬
la filosofía cristiana, dirigida á las autoridades nía por amigo de la infancia, y condiscípulo,
romanas. si puede decirse así, en las reuniones del
El anciano Policarpo disfrutaba en Smirna anciano, á un cierto Florin, que, más tarde,
de una autoridad. Era más que octogena¬
gran en Roma, abrazó las ideas gnóstieas. de Valen¬
rio, y parece que se le consideraba como here¬ tino
dero de la longevidad del
apóstol Juan. Se le Policarpo pasa á los ojos de todos por el tipo
concedía el don de profecía; se pretende que perfecto de la ortodoxia. Su doctrina era el mi-
toda palabra intencionada. El mismo lenarismo materialista de la
suya era antigua escuela
vivía en la creencia de que el mundo está lleno
apostólica. Lejos de haber roto con el judaismo,
de visiones y de presagios. Noche conformaba con las prácticas de los judeo
y día oraba, se
abarcando en su oración las necesidades del cristianos moderados. Rechazó los adornos pro¬
mundo entero. Como todos admitían fundos que los gnósticos habían introducido en
que había
vivido varios anos con el apóstol Juan, se la enseñanza cristiana, y parece haber igno¬
creyó
poseer en él un último testigo de la edad apos¬ rado el Evangelio que circulaba ya en su tiem¬
tólica. Se le mimaba tratando de agradarle.
po bajo el nombre de Juan. Se atenía á la for¬
Una señal suya de estimación era considerada ma sencilla del
catequista apostólico, y no que¬
como un alto favor. Su persona tenía un en¬ ría que se añadiese nada á lo que fué. Todo lo
canto extremado. Los cristianos dóciles le ado¬ que se pareciese á una idea nueva le irritaba.
raban. Una compañía de discípulos y Su odio de los heréticos era muy vivo, y algu¬
de admi¬
radores se estrechaba á su alrededor, nas de las anécdotas
presuro¬ que se complacía en con¬
sa por hacerle todos los servicios. Sin embar¬ tar sobre Juan, estaban destinadas á hacer re¬
go, no era popular en la ciudad. Su intoleran¬ saltar la intolerancia violenta que, según su opi-
300 Ü6VÍSÍMA HiSfÓRiA UNIVERSAL

nión, liabía constituido el fondo Qfel carácter pero había muerto el día mismo de la Pascuá
del apóstol. Guando se atrevían á éinitir á su di- judía, sustituyendo así al Cordero Pascual.
rededor alguna doctrina análoga á las de los Además, esta fiesta puramente judía, no era
gnósticos, alguna teoría destinada á introducir apropiada á la conciencia cristiana, sobre todo,
un poco de racionalismo en la teología cristia¬ en las Iglesias de Pablo. La gran fiesta de los

na, se levantaba, tapándose las orejas, y huía cristianos era la resurrección de Jesús, ocurri¬
gritando: "Oh, buen Dios, á qué tiempos me da el domingo después de la Pascua judía. Se¬
has reservado, para que tenga que soportar ta¬ gún esta idea, se celebra dicha fiesta el domin¬
les discursos." Ireneo se penetró de este mismo go que seguía después del 14 riisan.
espíritu, que la dulzura de su carácter debía En Roma, esta práctica prevaleció, al menos,
corregir en la práctica. La pretensión de sos¬ desde los pontificados de Sixto y de Telesforo
tener la enseñanza apostólica llega á ser la base (hacia 120). En Asia había más división. Los
de la ortodoxia, en oposición con el deseo de conservadores como Policarpo, Melitón y toda
los gnósticos y los montañistas, que pretendían la antigua escuela, se inclinaban por la vieja
hallar el pensamiento verdadero de Jesús al¬ práctica judía, conforme á los primeros Evan¬
terado, según ellos, por sus discípulos inmedia¬ gelios y á la costumbre de los apóstoles Juan y
tos. Felipe. Sólo una veintena de años bastará para
Aejemplo de Pablo, Ignacio y otros ¡aasto- que esta controversia alcance en Asia las pro¬
res célebres, Policarpo escribe muchas cartas á porciones de un cisma. En la época que atra¬
las Iglesias vecinas y á los particulares, para vesamos 110 hacía más que nacer, y, sin duda, era
instruirlos y exhortarlos. Una sola de estas car¬ una de las menos importantes entre las cuestio¬
tas nos ha sido conservada. Está
dirigida á los nes sobre las cuales Policarpo se creía obliga¬
fieles de Filipos, á propósito de los confesores do á conferenciar en Roma con el papa Anice¬
destinados al martirio, que pasarán entre ellos, to. Tal vez Florin acompañaran al an¬
Irineo y
yendo de Asia á Roma. Como todos los escritos ciano en viaje que, emprendido durante el
este
apostólicos ó pseudo apostólicos, es un pequeño verano, según las costumbres de la navegación
tratado de los deberes de cada una de las clases de aquella época, no tenía nada de fatigoso.
de fieles que componen la Iglesia. Dudas serias La entrevista de Policarpo y de Aniceto fué
se elevarían contra la autenticidad de esta epís¬
muy cordial. La discusión sobre algunos asun¬
tola, si estuviese comprobado que Irineo la
no tos parece que fué muy viva, pero se entendie¬
ha conocido y
la tuvo por obra de Policarpo. ron. La cuestión de la Pascua no había llegado
Sin esta autoridad, se colocaría el opúsculo, todavía á la madurez. Desde hacía tiempo, la
con las epístolas de San Ignacio, en esa clase Iglesia de Roma tenía principio mostrar
por
de escritos de fines del siglo II, por los cuales en este asunto unatolerancia. Los conser¬
gran
se trataba de cubrir con los nombres más reve¬ vadores de la regla judía, cuando iban á Roma,
renciados las doctrinas antignósticas y favora¬ practicaban su rito, sin que se les rechazara.
bles al episcopado. Los obispos de Roma enviaban la eucaristía á
Policarpo, en esos años de extrema vejez, los obispos que seguían en este punto otra re¬
fué el xaresidente ele la Iglesia de Asia.
como
gla. Policarpo y Aniceto guardaron entre sí la
Las graves cuestiones, que apenas se habían misma medida. Policarpo no puede persuadir
abordado, comenzaban á agitar las Iglesias. á Aniceto para que renunciase á una práctica
Con sus ideas de jerarquía y unidad eclesiás¬ que había sido la de los obispos anteriores de
tica. Policarpo debía pensar en volver hacía Roma. Aniceto, por otra parte, se detiene cuan¬
el obispo de Roma, al cual casi todo el mundo, do Policarpo le dice que seguía su regla de Juan
por este tiempo, reconocía una cierta autori¬ y de los otros apóstoles, con los cuales había
dad para reunir á las Iglesias divididas. Los vivido familiarmente. Los dos jefes religiosos
puntos controvertidos eran numerosos; parece, quedaron en plena comunión el uno con el otro,
además, que los dos jefes de Iglesias, Policar¬ y Aniceto hizo á Policarpo un honor sin prece¬
po y Aniceto tenían algunos pequeños resen¬ dente. Quiso que Policarpo, en la asamblea de
timientos. Una de las disensiones se refería á los fieles de Roma, pronunciase en su lugar y
la celebración de la Pascua. En los primeros á su presencia las palabras de la consagración
tiempos, todos los cristianos continuaban ha¬ eucarística. Estos hombres ardientes estaban
ciendo de la Pascua su fiesta principal. Esta llenos de un sentimiento muy apasionado, para
fiesta la celebraban el mismo día que
los judíos, que hicieran descansar la unidad de las almas
el II de nisan. Persuadidos, según todos los an¬ sobre la uniformidad de los ritos y las obser¬
tiguos Evangelios, que Jesús, la víspera de su vancias exteriores. Más tarde Roma pondrá
muerte, había comí cío la Pascua con sus discí¬ una gran obstinación en hacer que prevalezca
pulos, miraban tal solemnidad, más bien como su rito. A decir verdad, no se trata, sencilla¬
unaconmemoración de la cena, que como un mente, en esta cuestión de la Pascua, de una
memorial de la resurrección. Cuando el cristia¬ simple diferencia del calendario. El rito ro¬
nismo se separó más del judaismo, tal manera mano, tomando por base de la gran fiesta cris¬
de ver se halló muy
quebrantada. Entonces so tiana los aniversarios de la muerte y la resu¬
esparce una nueva tradición, según la cual, Je¬ rrección de Jesús, crea la Semana Santa,' es
sús, antes de morir, 110 había comido la Pascua, decir, todo un ciclo de días consagrados á las
LA IGLESIA CRISTIANA COI

«conmemoraciones misteriosas, durante las cua¬ nunciarse ellos mismos, provocando el suplicio.
les el ayuno continúa. En el rito asiático, por Las gentes sabias los condenaban, diciendo, con
el contrario, el ayuno terminaba en la noche razón, que el Evangelio no ordena nada seme¬
del 14 de nisan, y el Viernes Santo no era un día jante. Otros fanáticos, varios smirnitas cris¬
de duelo. Si esta costumbre hubiese triunfado, tianos, fueron reducidos á prisión. Entre ellos
el sistema de las fiestas cristianas se hubiese se hallaban algunos filadelfienos, sea que la ca¬

detenido en su desarrollo. sualidad los hubiese conducido á Smirna, ó que


Los
obispos ortodoxos tenían muchos ene¬ la autoridad, después de haberlos detenido en
migos para detenerse en mezquinas rivalida¬ Filadelfia, los mandara á trasladar á Smirna,
des de liturgia. Las sectas gnósticas y los mar- ciudad más importante donde se celebraban
cionitas inundaban á Roma, y amenazaban re- grandes juegos- Los detenidos eran en número
vducic la Iglesia ortodoxa á una minoría. Po¬ de doce. Según la costumbre odiosa fie los ro¬
licarpo erael adversario declarado de esas manos, fué en el estadio, á falta fie anfiteatro,
ideas. Como Justino, y seguramente de acuer¬ donde se verificó el suplicio.
do con él, hizo contra los sectarios predicacio¬ Los tormentos sufridos por estos desgracia¬
nes fogosas. El raro privilegio que tenía de dos ofrecieron un espantoso carácter de atroci¬
haber visto á los discípulos inmediatos de Je¬ dad. Algunos fueron desgarrados, y sus venas,
sús, le da una inmensa autoridad. Alega, se¬ sus arterias, todo el interior de sus cuerpos,
gún su costumbre, la enseñanza de los após¬ aparecía al desnudo. Se lloraba alrededor de
toles, de los que se dice el último testigo que ellos, pero no se podía arrancarles ni un mur¬
vive, y sostiene, como única regla de la fe, la mullo ni una queja. Desde entonces se esparció
tradición, subiendo por una cadena no inte¬ la idea de que los mártires del Cristo, durante
rrumpida al mismo Jesús. No se recata de nin¬ el tormento, salían fuera del cuerpo, y que
guna rudeza. Un día encuentra en un sitio pú¬ Cristo mismo conversaba con ellos. El fuego
blico á un hombre, que es de sus más grandes les hacía el efecto de una frescura deliciosa.
adversarios, á Marcion: "¿No me reconoces"? Expuestos á las fieras, obligados á marchar so¬

le dice éste. Sí, — responde el ardiente


— bre un suelo formado de conchas puntiagudas,
anciano, — reconozco al primer vástago de aparecían insensibles.
Satanás." Ireneo no tiene bastante admiración Uno solo fué débil, precisamente el que ha¬
para esta respuesta, que muestra cómo el pen¬ bía comprometido á los otros. El frigio fué
samiento cristiano estaba ya humillado. Jesús castigado por su jactancia. A la vista de las
decía más sabiamente: "Quien no está con vos¬ fieras se echó á temblar. Los soldados del pro¬
otros, está para vosotros". cónsul le rodean, le dicen que ceda; y consien¬
¿Se está nunca seguro de no ser uno mismo te en prestar juramento y salvarse. Los fieles
-el primer vástago de Satanás? Es mucho más miraron ésto como un signo del cielo, como la
sabio, en lugar de anatematizar á los que si¬ condenación de los que iban ellos mismos á bus¬
guen otros caminos, aplicarse á descubrir en car la muerte. Tal conducta, impregnada de
-qué se puede tener razón, y si en la manera orgullo, fué considerada como una especie de .

de ver del adversario, hay alguna parte de ver¬ desafío á Dios. Se admitió que el valor del már-^
dad que deba asimilarse. tir procede del cielo, y que á Dios, para de-0
Pero ese tono de seguridad tiene sobre las mostrar que es la fuente de toda fuerza, leJ
gentes de mediana cultura una gran eficacia. agrada manifestar los mayores ejemplos de he-^
Muchos valentinianos y marcionitas vieron á roísmo, en los que, ante la prueba, han sid
Policarpo en Roma y volvieron á la Iglesia or¬ desconfiados de sí mismos y casi tímidos.
todoxa. Policarpo deja así en la capital del Se admiró, sobre todo, á un joven nombrado
mundo un nombre
venerado. Irineo- y Florin Germanicus. Este dió á sus compañeros de ago¬

quedaron tal vez, en Roma, después de su maes¬ nía el ejemplo de un valor sobrehumano. Su
tro. Estos dos espíritus, muy diferentes el uno lucha contra las fieras fué admirable. El pro¬
alotro, estaban reservados á seguir caminos cónsul Tito Statius Quadratus, hombre filósofo
muy opuestos. y moderado, amigo de FElius Arístide, le exhor¬
ta á arrepentirse, compadecido de su juventud.
El excita á las fieras, las llama, las hostiga para
CAPITULO XXIII
que le saquen más pronto de un mundo per¬
Malhirió de vertido. Este heroísmo, lejos de emocionar á la
Policarpo.
multitud, la irrita. "¡A muerte, los ateos! ¡Que
Policarpo volvió á Siria, según parece, en el se busque á Policarpo!", gritan de todas pai'tes-
■«otoño de 154. Una muerte digna de él le espe¬ Policarpo, aunque condenando el acto de lo¬
raba. Policarpo había profesado siempre la cura del frigio Quintus, no había querido huir.

doctrina de que no sedebe buscar el martirio; Cediendo á vivas instancias, consintió, sin em¬
pero muchas gentes no tenían su virtud ni su bargo, en retirarse á una pequeña casa de cam¬
prudencia. La vecindad de los sombríos entu¬ po, situada cerca'de la ciudad, donde pasa va¬
siastas deFrigia era peligrosa. Un frigio, nom¬ rios días. Pero vienen á detenerle, abandona
brado Quintus, montañista, vino á Smirna con¬ precipitadamente la casa, y se refugia en otra;
duciendo á varios exaltados que llegaron á de¬ pero un joven esclavo, puesto en el tormento,
302 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

le traiciona. Un escuadrón de guardias á caba¬ no sacrificar, á


no adorar!", decían los segun¬
llo viene á prenderle. Era un viernes por la dos. Al mismo tiempo pedían á Filipo de Tra¬
tarde, el 22 de Febrero del año 155, á la hora ites, asiarcha y gran sacerdote de Asia, que
de la comida. El anciano estaba en la
mesa, arrojase un león sobre Policarpo. Filipo hace
en la habitación alta de la casa. Todavía hu¬ observar que los juegos de fieras habían aca¬
biese podido escapar, pero dijo: "¡Que se haga bado. "¡Al fuego, entonces!", gritan de todos
la voluntad de Dios!" Desciende tranquilamen¬ lados. Y el pueblo corre á las tiendas y á los
te, conversa con los guardias, les hace servir de baños, para buscar maderas y haces de leña. Los
comer, y pide sólo una hora para rezar con judíos, numerosos en Smirna, manifiestan su
recogimiento. Hace entonces una de esas largas antipatía contra los cristianos.
oraciones que le eran habituales, donde abarca¬ Mientras que se prepara la hoguera, Policar¬
ba la Iglesia católica entera. La noche pasa de po rompe su cinturón, se despoja de todos sus
este modo. Al día siguiente por la mañana, sᬠvestidos é intenta también descalzarse. No lo
bado 23 de Febrero, se le monta sobre un asno hace sin alguna dificultad, pues, en tiempo or¬
y parte prisionero. dinario, los fieles que le rodean se habían acos¬
Antes de llegar á la ciudad, el irenarca Hero- tumbrado á evitar este trabajo, celosos del pri-
des y su padre Nieeto se presentan en un ca¬ vilegio de tocarle. Se le coloca en medio del
rruaje. Estos sostenían relaciones con los cris¬ aparato que servía para fijar al paciente y
tianos. Aleeo, hermano de Niceto, parece que donde se le iba á clavar: "Dejadme así, dice;,
estuvo afiliado á la Iglesia. Colocan al anciano aquél da la fuerza para soportar el fue¬
que me
en medio de
ellos, en el carruaje, y tratan de go, me concederá también la suficiente para
convencerlo. "¿Qué importa, para salvar la vida, quedar inmóvil sobre la hoguera, sin que haya
el decir Kijrios Ccesar, y hacer un sacrificio'!'' necesidad para ésto de vuestros clavos". No se
Policarpo fué inflexible. Parece que los dos ma¬ le clava y se le sujeta con cuerdas. Así, con las
gistrados se irritaron entonces, le dijeron pa¬ manos atadas detrás de la espalda, parecía una
labras duras y le arrojaron con tanta violencia víctima, los cristianos, que le miraban de le¬
y
del carruaje, que se quebró la pierna. jos, veían en él un cordero elegido en todo el
Se dirigió la comitiva al estadio, á la mitad rebaño, para ser ofrecido á Dios en holocausto.
del monte Pagus. El pueblo estaba ya congre¬ Durante este tiempo, reza y da gracias á Dios
gado, lanzando una gritería infernal. En el de habeile admitido en el número de los már¬
instante que el anciano fué introducido, el rui¬ tires.
do redobló. Sólo los cristianos oyeron una voz Las llamas comienzan á eleyarse. La exalta¬
del cielo quedecía: " ¡ Sé fuerte; sé viril, Poli- ción de los fieles testigos del espectáculo llega
carpo!" Se llevó al obispo ante el procónsul, á su colmo. Como estaban lejos de la hoguera,
que empleó las frases ordinarias en semejante pudieron hacerse las más singulares ilusiones.
circunstancia: "En nombre del respeto que de¬ El fuego les parece elevarse en bóveda por en¬
bes á tu edad, etc., jura por la fortuna del Cé¬ cima del cuerpo del mártir y presentar el aspec¬
sar, grita como todo el mundo: "¡No más to de una vela de navio hinchada por el viento.
ateos!" Policarpo, entonces, arrojando una mi¬ El anciano, colocado en el centro de esta ca¬
rada severa sobre la multitud, y señalándola con pilla ardiente se les aparecía, no como una car¬
la mano, dice: "Sí, ciertamente, ¡no más ateos!" ne que se quema, sino como un pan que
y levanta los ojos al cielo, lanzando un profun¬ cuece, ó como una masa de oro y de plata en
do suspiro. "Insulta al Cristo, le dice Statius el horno. Se imaginaban sentir un olor precio¬
Quadratus. —Hace ochenta y seis años que le so como el de incienso ó de los más agradables,

sirvo y no me ha hecho ningún mal, dice Po¬ perfumes (tal vez los sarmientos y maderas
licarpo. Yo soy cristiano... Si tú quieres saber quemadas entraron en algo). Ellos aseguran
lo que es un cristiano, añade, concédeme el pla¬ más tarde que Policarpo no había sido quema¬
zo de un día,
y préstame atención. — Persuade do, que el confector tuvo que darle una puñala¬
de ello al pueblo; responde Quadratus. da, saliendo tanta sangre de la herida que el
— Con¬
tigo vale la pena de discutir, responde Policar¬ fuego se extinguió.
po. Nosotros tenemos por precepto rendir á los Los cristianos consideraban como la mayor-
poderosos y á las autoridades establecidas por gloria el cuerpo del mártir. La autori¬
poseer
Dios los honores que le son debidos, puesto dad se negó á entregarlo, temiendo ver al ator¬
que esas señales de respeto en nada mortificar, mentado convertido en objeto de un nuevo cul¬
á nuestra fe. En cuanto á esas gentes, yo no to. "Serán capaces — decían riendo, — de
me dignaré nunca á descender, para hacerles abandonar por él al crucificado". Los judíos
mi apología". montaban la guardia cerca de la hoguera, para
El procónsul le amenaza, en vano, con las expiar lo que iba á hacerse. El centurión de.
fieras y el fuego. Era preciso anunciar al pue¬ servicio se mostró favorable á los cristia¬
blo que Policarpo confesaba obstinadamente su nos, ylos dejó que tomasen los huesos, "más
fe. Judíos y paganos lanzan gritos de muerte: preciosos que las piedras preciosas y que el
"¡Ese es el doctor del Asia, el padre de los oro más puro". Estaban
calcinados; para con¬
cristianos!", decían los primeros. "¡Ese es el ciliar este hecho con el relato maravilloso, se
destructor de nuestros dioses, el que enseña á pretendió que era el centurión quien había que-
LA IGLESIA CRISTIANA 303

mado el cuerpo. Después se colocan las ceni¬ dido que ellos son todos hermanos los unos de
zas en un lugar consagrado, donde se viene los otros desde el momento que reniegan de los
cada año á celebrar el aniversario del marti¬ dioses helénicos, adoran al crucificado, su so¬
rio, excitando á seguir las huellas del santo fista, y viven según sus leyes. Sólo tienen des¬
anciano. precio por los bienes terrenales y los consideran
El valor de
Policarpo emociona á los mismos como pertenecientes á todos. Inútil es decir que
paganos. La autoridad, no queriendo que se¬ no tienen una razón seria para creer en todo
mejantes escenas se renovasen, suspendió los eso. Si
algún impostor, algún hombre astuto,
suplicios. El nombre de Policarpo quedó céle¬ capaz de sacar partido de la situación, se acer¬
bre en Smirna, mientras se olvidó bien pronto ca á ellos, al
momento se enriquece"•
á los once ó doce smirnitas y filadelfienos, que Peregrinus, agotados sus recursos, trata, por
habían sufrido antes que el obispo. Las Iglesias una muerte teatral en los
juegos olímpicos, de
de Asia y de Galacia, á la noticia de la, muerte satisfacer la insaciable necesidad que tiene de
de este gran pastor, pidieron á los smirnitas hacer hablar de él. Un suicidio pomposo y de¬
detalles de lo que había ocurrido. La Iglesia seado era, como se sabe, el gran reproche que
de Smirna hizo redactar por uno de sus ancia¬ los filósofos dirigían á los cristianos.
nos el
relato del martirio, bajo la forma de
una epístola circular que fué dirigida á las di¬ CAPITULO XXIY
ferentes Iglesias. Los fieles de Filomelium, pun¬
to bastante lejano, eran los encargados de trans¬ El cristianismo en las Galias. — La Iglesia
mitir la carta. de Lyon.
Por este tiempo vivía un tal Peregrinus, filó¬
sofo cínico, de Parium, sobre el Helesponto, que Se creyó un momento que la muerte de Poli-
se llamaba á sí mismo Proteo, y el cual se alaba¬ carpo había puesto fin á la persecución, y pa¬
ba de la facilidad de tomar todos los rostros y rece que ésta tuvo, en efecto, un intervalo de

correr todas las


aventuras. Después de haber apaciguamiento. El celo de los smirnitas no
empezado la vida por el crimen más afren¬
en hizo más que redoblar. Por este tiempo es pre¬
toso, por el parricidio, se hace cristiano, llega ciso suponer la partida de una colonia cristia¬
á ser sacerdote, escriba, profeta, thiasarca y na que, saliendo seguramente de Smirna, dió un

jefe de sinagoga. Interpreta los libros sagrados impulso vigoroso al Evangelio en comarcas le¬
y los compone; pasa por un oráculo, por una janas, donde el nombre de Jesús no había aún
suprema autoridad en los hechos de reglas ecle¬ penetrado. Un anciano de setenta años, Pothin,
siásticas. Se le detiene por este delito y se le tal vez smirnita y discípulo de Policarpo, era,
encadena. Es el comienzo de su apoteosis. A á lo que parece, el jefe de la colonia.
partir de esta hora, es adorado y se remueve el Desde hacía tiempo, una corriente de comuni¬
cielo y la tierra, para hacerle escapar. Por la caciones recíprocas se había establecido entre
mañana, á la puerta de la prisión, las viudas, los puertos de Asia Menor y las orillas medi¬
los huérfanos, esperan para verle. Los nota¬ terráneas de la Galia. Las antiguas estelas de
bles obtienen, á precio de plata, el pasar la no¬ los focios no se habían borrado por completo
che en su compañía. Es una continuidad de en el mar. A las poblaciones de Asia y de Si¬

comidas, de festines sagrados. Se celebran cer¬ ria, transportadas por la emigración hacia el
ca de él los misterios Occidente, les gustaba remontar el Ródano y
y no se le llama más que
"este excelente Peregrinus". Se le califica de el Saona, yendo con ellos un bazar portátil de
nuevo Sócrates. mercancías diversas, ó deteniéndose sobre las
Todo ésto ocurre en Siria. Tales escándalos orillas de los grandes ríos propicios á la vida.
públicos constituyen la afegría de los cristia¬ Yiena (la Yiena actual del Delfinado) y Lyon,
nos, que no respetan nada para hacer una las dosprincipales ciudades de la comarca,
brillante manifestación. De todas las ciudades eran, en cierto modo, el objetivo de estos emi¬
de Asia llegan enviados con el encargo de grantes, que llegaban á la Galia en calidad de
po¬
nerse al servicio del preso
y de consolarle. El mercaderes, domésticos, obreros y aun de mé¬
dinero afluye á su alrededor. Pero el goberna¬ dicos, que los ald«anos allobrogenos no tenían,
dor de Siria es un filósofo; penetra el secreto sin duda, en el mismo grado. La población la¬
de la locura de nuestro hombre, ve que no boriosa ó industrial de las grandes ciudades de
tie¬
ne más
que una idea, la de morir, para hacer las orillas del Ródano estaba, en gran parte,
su nombre célebre, y le da libertad, sin casti¬ compuesta de estos orientales, más dulces, más
garlo. inteligentes, menos supersticiosos que la pobla¬
Por todas partes, en sus viajes, Peregrinus ción indígena, susceptibles, por sus maneras in¬
nada en la abundancia; los cristianos le rodean sinuantes y amables, de ejercer sobre ellos una
y le hacen una escolta de honor. gran influencia. El imperio romano había he¬
"Esos imbéciles añade cho caer las barreras del espíritu nacional que

Luciano, — están
persuadidos que son en absoluto inmortales, que impedían el contacto de los diferentes pueblos.
vivirán eternamente; lo que hace que despre¬ Las propagandas que antiguas instituciones de
cien la muerte y que muchos se ofrezcan los galos hubiesen detenido desde el primer día,
por
sí mismos. Su primer legislador les ha eran ya posibles. Roma perseguía, pero no em-
persua¬
304 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

pleaba medios preventivos, y así, lejos de opo¬ rio Evangélico se ejercía á veces en lengua cél¬
nerse al desarrollo de una opinión que aspira¬ tica. Es notable que entre los recién converti¬
ba á ser universal, la servía. Los siriacos, los dos hubiese un gran número de ciudadanos ro¬
asiáticos, llegaban á Occidente no sabiendo más manos.

que el griego. Seguían comunicándose con este Una de las más importantes conquistas fué
idioma, lo utilizaban en sus escritos y en todas la de un cierto Vettius Epagathus, joven no¬
sus relaciones, pero aprendían pronto el latín ble lyonés que, apenas afiliado á la Iglesia, su¬
y aun el céltico. peró á todo el mundo en piedad, en caridad, y
Oriundos de una región muy limitada, el llegó á ser uno de los espíritus más distingui¬
Asia y la Frigia, todos casi compatriotas, ali¬ dos. Hacía una vida tan casta, tan austera, que
mentados de los mismos libros y de iguales en¬ se le
comparó, á pesar de su juventud, con el
señanzas, los cristianos de Lyon y de Yiena anciano Zacarías, asceta visitado sin cesar por
ofrecen una rara unidad. Sus relaciones con las el Espíritu Santo. Dedicado á las obras de mi¬
Iglesias de Asia y de Frigia eranfrecuentes, y sericordia, se hizo el servidor de todos y em¬
en las circunstancias graves consultaban con pleaba la vida en el cuidado del prójimo, con
ellas. Eran pietistas ardientes, como en gene¬ un celo y fervor admirables. Se creía que esta¬

ral los frigios; pero no tenían la preocupación ba poseído del Parácleto, y que obraba en to¬
sectaria que iba pronto á hacer de los monta¬ das las circunstancias bajo la inspiración del
ñistas un peligro, casi un azote para la Iglesia. Espíritu Santo. El recuerdo dejado por las vir¬
Pothin, reconocido entonces como jefe de la tudes de Vettius queda en la tradición popu¬
Iglesia de Lyon, fué un anciano respetable y lar, que pretende unir á su familia la evange-
moderado en su misma exaltación. Attajo de lización de los países vecinos. Fué, realmente,
Pérgamo, de tanta edad como él, parece liaber las primicias de la Galia cristiana. El diácono
ocupado el segundo lugar en su Iglesia y la Sanetus, de Viena, y sobre todo la buena sir¬
principal autoridad. Era un ciudadano roma¬ viente Blandina, que le era muy inferior en
no, un personaje importante; sabía el latín, dignidad social, le igualan en voluntad. Blan¬
y toda la ciudad lo conocía como el superior dina, sobre todo, hacía milagros. Era tan dé¬
representante de la pequeña comunidad. Un bil de cuerpo, que se temía le faltara la fuer¬
frigio, nombrado Alejandro, que ejercía ¡a pro¬ za física para confesar á Cristo. Pero demues¬
fesión médica, era conocido y amado de todos. tra él día del combate una fuerza nerviosa
Afiliado á los piadosos secretos de los sautos inaudita y fatiga á los verdugos un día ente¬
do Frigia, tomaba parte en los ro. Se hubiese dicho que á cada tormento sen¬
eharismos, es
decir, en los dones sobrenaturales de la edad tía una recrudescencia de, fe y de vida.
apostólica que su patria hacía renacer. Como Tal era esta Iglesia, que desde el primer mo¬
Policarpo, había ascendido á los más altos esta¬ mento consiguió los privilegios más elevados de
dos de la oración interior. Era, las Iglesias cristianas de Asia, y dirigió el cen¬
pues, como se
ve, rincón de la Frigia que la casualidad
un tro de un país semibárbaro, como un faro lu¬
había transportado en plena Galia. Las relacio¬ minoso. Embriagados con el Evangelio de Juan
nes continuas procedentes de
Asia, entretenían y el Apocalipsis, los cristianos de Lyon, sin ne¬
el primer fondo y conservaban el cesitar las escuelas de balbuceo que el cristia¬
espíritu mís¬
tico que constituye el carácter primitivo. Lo nismo había atravesado, fueron llevadas de re¬
más pronto que pudo, Ireneo, fatigado quizá pente á la cima de la perfección. En ninguna
de sus luchas con Florín y con Blasus, aban¬ parte la vida era más austera, el entusiasmo
donó á Roma, esta Iglesia, compuesta en
por más serio, la voluntad de creer en el reinado
su totalidad de
compatriotas, de discípulos, de de Dios, más intensa. El chiliasmo, que tenía
amigos de Policarpo. su foco en Asia Menor, también era proclama¬
Las comunicaciones entre Lyon y Yiena eran do en Lyon.
•continuas; las dos Iglesias casi formaban una. Marselia, Arlés y los alrededores pudieron
En ambas, el griego domina, pero en las dos recibir igualmente, bajo Antonino, una predi¬
también existía, entre los emigrados de Asia y cación cristiana. Nimes, por el contrario, pare¬
la población indígena, hablando latín ó céltico, ce que permaneció cerrado todo el tiempo que
estrechas relaciones. El efecto de esta predica¬ pudo al culto del Oriente.
ción íntima en la casa y en el trabajo, fué rᬠAl mismo tiempo, Africa veía formarse só¬
pido y profundo. Las mujeres, sobre todo, se lidas Iglesias, que llegaron á constituir una de
sintieron atraídas. Sencilla y religiosa la natu¬ las partes más originales del nuevo mundo re¬
raleza de los galos, acogía rápidamente las nue¬ ligioso. Entre los primeros fundadores del cris¬
vas ideas llevadas tianismo africano, en tono místico, que á los pocos
por los extranjeros. Su re¬
ligión, á la vez muy idealista y muy materia¬ años, se llamará montañista, no es menos intenso
lista, su creencia en perpetuas visiones, su cos¬ que entre los cristianos de Lyon. Es probable, sia
tumbre de transformar las sensaciones vivas y embargo, que el despertar del reinado de Dios
finas en una institución sobrenatural, eran ele¬ fuese aquí traído de Roma y no de Asia. Los
mentos apropiados de la raza, inclinada al en¬ Hechos de San Perpetuo, y en general los He¬
sueño religioso que las religiones de la Galia chos de los mártires de
Africa, Tertuliano y
y de Roma no podían satisfacer. El ministe¬ los otros tipos del cristianismo africano, frater-
LA IGLESIA CRISTIANA 305

«izan con el Pastor de Hermas. Seguramente, jeres, jovencitosque, vencidos por los tormen¬
los primeros portadores de la buena nueva ba¬ tos, dijeron todo cuanto se quiso y prestaron
ldaban griego en Cartago, como en los restan- un' fundamento jurídico á las invenciones
Ies lugares. El griego estaba casi tan esparci¬ odiosas.
do en esta ciudad como el latín; la comunidad Las calumnias eran recíprocas y los cristia¬
cristiana se servía entonces de los dos idiomas, nos devolvían contra sus adversarios las menti¬
pero pronto dominó el romano. Africa da así ras inventadas contra ellos. Esas comidas san¬

el primer ejemplo de una Iglesia latina. En grientas, esas orgías, eran los paganos quienes
algunos años, una brillante literatura cristiana, las practicaban. ¿Sus dioses no les habían dado
se producirá en ese extraño idioma
que el rudo el ejemplo de todos los vicios? ¿En algunos de
genio púnico había extraído, bajo la doble in¬ los ritos más solemnes del culto romano, en los
fluencia de la barbarie y de la retórica, de la sacrificios á Júpiter Latiaris, no se hacían as¬
lengua de Cicerón y de Tácito. Una traducción persiones de sangre humana? El hecho era in¬
de los escritos del Antiguo y del Nuevo Testa¬ exacto, pero no por ésto dejó de ser una de
mento en ese dialecfe enérgico, respondía á las bases de la apologética cristiana. La inmo¬
las necesidades de los nuevos fieles, y se convir¬ ralidad de los dioses del viejo Olimpo ofrecía
tió, por mucho tiempo, en la Biblia del Occi¬ á los controversistas un fácil triunfo. Cuando
dente. Júpiter resplandecía en el cielo azul, era in¬
CAPITULO XXV moral como la Naturaleza, y esta inmoralidad
no tenía consecuencias. Pero ahora la moral se
la lucha en Roma. — Martirio de San Justi¬ había convertido en la esencia de la religión;
no. — Frontón. se pedía á los dioses lecciones de honradez bur¬
guesa y los ejemplos de que la mitología esta¬
Escenas desoladoras ocurrían en todas partes, ba llena, parecían escándalos y objeciones irre¬
á consecuencia de
legislación cruel, bajo
una futables.
el reinado del mejor de los ^soberanos. Las con¬ Eran, sobre todo, las discusiones públicas
denas á muerte se multiplicaban. Los cristia¬ entre los filósofos y los apologistas las que agi¬
nos eran con frecuencia atormentados. La se¬ taban los espíritus y producían graves incon¬
veridad, el ardiente amor del bien que les ani¬ venientes. Se insultaban en lucha desigual. Los
maba, les ponía muchas veces fuera de los lí¬ filósofos ocupaban una especie de posición ofi¬
mites de la moderación, haciéndoles odiosos á cial y do función de Estado. Gozaban sueldos,
los mismos que censuraban. El padre, el hijo, una sabiduría que no predicaban siempre con
el marido, el esposo, el vecino, irritados con¬ el ejemplo. No corrían ningún peligro, y po¬
tra estos vigilantes austeros, se vengaban con dían atormentar á sus adversarios, insinuándo¬
denuncias. les que con una palabra podían perderlos. Los
La consecuencia de los odios acumulados eran cristianos se burlaban de los filósofos por sus
atroces calumnias. En este tiempo las murmu¬ pagas. Eran sátiras molestas, análogas á las
raciones, hasta entonces vagas, toman cuerpo que se han visto reproducidas en nuestros días
y constituyen una opinión arraigada. El mis¬ contra los filósofos asalariados. "No pueden
terio de las reuniones cristianas, la mutua afec- ellos, decían, llevar la barba gratis". Se afec¬
oión que reina en la Iglesia, da nacimiento á taba creer que amontonaban el oro, tratándo¬
las sospechas más locas. Se creyó en una so¬ los de avaros, de parásitos.
ciedad secreta, en misterios sólo conocidos de El ardiente Justino estaba á la cabeza de
los adeptos, en una vergonzosa promiscuidad, esasbrillantes batallas, donde le vemos secun¬
en amores contra natura. Unos hablaban de la dado al fin de su vida por un discípulo más
adoración de un dios cabeza
desasno, otros
con violento que él: el asirio Tatianus, alma som¬
de ignominiosos homenajes rendidos al sacer¬ bría, llena de odio contra el helenismo. Nacido
dote. Un relato que había circulado mucho era pagano, hizo estudios literarios bastante exten¬
el siguiente: "Se presenta al que se inicia un sos, y tuvo escuela pública de filosofía, no sin
niño cubierto de pasta. El novicio hiere, la obtener cierta reputación. Dotado de una ima¬
sangre corre, todos beben ávidamente, se dis¬ ginación enfermiza, Tatiano quiere obtener
tribuyen los miembros palpitantes, cimentan ideas claras sobre las cosas que el destino del
así su alianza por la complicidad y se compro¬ hombre no puede saber. Recorre, como su maes¬

meten á un silencio absoluto. Después se em¬ troJustino, el círculo de las religiones y de las fi¬
borrachan, las luces se apagan, y en las tinie¬ losofías existentes, hace viajes, quiere estar inicia¬
blas todos se entregan á odiosos abrazos". Roma do en todos los pretendidos secretos religiosos y
era una ciudad muy murmuradora; una multi¬ escucha á las diversas escuelas. El helenismo le
tud de noveleros y de desocupados eran los in¬ contraría por su aparente ligereza moral. Des¬
ventores de noticias
estupendas. Estos cuentos nudo de todo sentimiento literario, era incapaz
se repetían, pasaban á la notoriedad pública, de comprender la divina belleza. Las Escritu¬
se traducían en ultrajes y en caricaturas. de los hebreos tuvieron únicamente el pri¬
Lo ras

que hubo de grave, es que en los procesos á los vilegio de satisfacerle. Le ganaron por su se¬
cuales dieron lugar estas acusaciones, se inte¬ vera moralidad, su tono sencillo, firme, por su

rrogaba á esclavos de las casas cristianas, mu¬ carácter monoteísta y por la forma repentina
306 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

con que borran, en mitad del dogma de la crea¬ Roma, no puede protestar; pero cuando se
ción, las curiosidades inquietas de la física y nombra otro, Justino dirige al senado una nue¬
de la metafísica. Convertido en cristiano, en¬ va apología. Su posición misma era difícil.
cuentra en San Justino el doctor capaz de com¬ Comprende el peligro de tener por enemigo á
prender su filosofía apasionada. Se une pro¬ un hombre como Crescento, que con una pala¬

fundamente éste, y fué, en cierto modo, su


con bra podía perderle. Es con el presentimiento'
segundo en las luchas que sostenían contra los de una muerte próxima, como redacta esta elo¬
sofistas y los retóricos. cuente queja contra la situación excepcional
Su contradictor ordinario era un filósofo cí¬ hecha á los cristianos.
nico nombrado Crescento, personaje, según pa¬ Hay algo de singular atrevimiento en la.
rece, muy despreciable, que se había creado actitud que toma un filósofo obscuro, ante el
una posición en Roma por su apariencia ascé¬ cuerpo poderoso que los provincianos sólo lla¬
tica y su larga cabellera. Sus declamaciones maban hiera synclétos,* "la santa asamblea".
contra el temor de la muerte no le impedían Justino llama á estos orgullosos al sentimien¬
amenazar á Justino y Tatieno con denunciar¬ to de la justicia y de la verdad. El brillo de
los. Sin
duda, Crescento podía abusar de la su pretendida dignidad puede ilusionarles, pero

protección del Estado contra sus adversarios. quieran ó 110, son los hermanos y los semejan¬
Pero es preciso confesar que Justino no obra¬ tes de los perseguidos. Los mejores entre los
ba con prudencia. Trata á sus adversarios de paganos han sido perseguidos; ¡pero qué dife¬
mentirosos, de im¡iostores. Se puede ser pen¬ rencia ! Mientras. Sócrates no tuvo un solo dis¬
sionado por el Estado, sin que ésto envuelva cípulo que se hiciera matar por él, Jesús tiene
la idea de un hombre- avaro é interesado. Ün una multitud de adeptos, artesanos, gentes del
hecho que ocurre al mismo tiempo en Roma, pueblo, lo mismo que filósofos y literatos, que
muestra euán
peligroso es oponer la persecu¬ por él se ofrecen á la muerte.
ción al fanatismo, aunque el fanatismo sea Es seguro que algunos de los hombres es¬
agresivo y criminal. clarecidos que componían entonces el senado,
Había en Roma un matrimonio desdichado, meditaron esas bellas páginas. Tal vez queda¬
en el que el marido y la mujer parecían rivali¬ ran desencantados por otros pasajes menos
zar en infamia. La
mujer fué convertida al filosóficos, en particular por la absurda demo¬
cristianismo por un tal Ptolomeo, abandona sus nomanía que brilla en cada página. Justina
desórdenes, hace grandes esfuerzos para con¬ provoca á sus lectores á que se compruebe un
vertir á su marido y, no consiguiéndolo, pien¬ hecho notorio pidiendo que se entreguen á los
sa en el divorcio. Teme ser cristianos los poseídos que los exorcistas no ha¬
cómplice de las im¬
piedades de aquel á quien la sociedad le obliga yan podido curar. /Tiene para ello una prueba
á estar unida en la misma mesa y en el mismo decisiva los
fuegos eternos, donde los demo¬
en

lecho. A pesar de los consejos de su familia, nios serán día


castigados con los hombres que
un

abandona la casa conyugal. El marido protes¬ les hayan adorado.


ta, intenta una acción, alegando que su mujer Crescento acabó por denunciar á su contrin¬
era cristiana. La mujer obtiene cante Justino, y el valeroso doctor fué condena¬
las moratorias.
El marido, irritado, vuelve, como era natural, do á muerte. Tatieno escapa á la emboscada
toda su cólera contra Ptolomeo. Resuelve ha¬ del cínico. Es muy lamentable para la memoria
cerle detener por un centurión amigo, á quien de Antonino (ó si se quiere de Marco Aurelio),
persuade que le pregunte sencillamente si es que el abogado valeroso de una causa, que era
cristiano. Ptolomeo confiesa y se le lleva pri¬ entonces la de la libertad de conciencia, haya
sionero. Después de una dura detención, fué sufrido el martirio bajo su reinado.
conducido ante Quinto Lollio Urbieus, prefec¬ Los
ataques de Crescento no eran un hecha
to de Roma. Nuevo aislado. En el
interrogatorio, nueva confe¬ siglo I, hombres muy instruidos-
sión. Ptolomeo es condenado á muerte. Un cris¬ podían ignorar el cristianismo; pero ahora
tiano llamado Lucius, presente en el auditorio, ésto no era posible. Todo el mundo tenía una
interpela á Urbieus: "¿Cómo puedes condenar opinión en el asunto. Cornelio Frontón escribe
á un hombre que ni es adúltero, ni ladrón, ni una invectiva contra los cristianos. Este dis-^
homicida, que no tiene otro crimen que confe¬ curso se ha perdido; ignoramos en qué cir¬
sarse cristiano? Tu cunstancias fué compuesto; pero se puede te¬
juicio no está de acuerdo
con la piedad de nuestro
emperador y con los ner alguna idea por lo que Minucius Félix pone-
sentimientos del Filósofo, hijo de César". Al en boca de su Coecilius. La obra no estaba,
confesarse Lucius cristiano, Urbieus le conde¬ como la de Celso, consagrada á la discusión
na igualmente á la muerte.
"Gracias, responde exegética; no era un escrito de filosofía. Eran
Lucius; gracias á tí voy á cambiar los malos consideraciones de hombre de mundo y de po¬
amos por un padre, el rey del cielo". Un ter¬ lítico. Frontón admite, sin examen, los rumo¬
cer asistente fué asaltado del mismo furor con¬ res más calumniosos contra los cristianos. Creía

tagioso del martirio. Se confiesa cristiano y fué ó afectaba creer lo que se contaba de sus miste¬
unido para el suplicio con los dos precedentes. rios de sus comidas sangrientas..
nocturnos,
Justino se emociona con este drama sangrien¬ Hombre muy honrado, pero hombre oficial, sen¬
to. Mientras que Lollio Urbieus fué prefecto de tía horror por una secta de desclasificados.
LA IGLESIA CRISTIANA 307

El discurso de Frontón no se dedica más que veces, las palabras de Isaías, de Henoch, se
á los letrados. Frontón no prestó un mal ser¬ alegan como palabras de Jesús. No se distingue
vicio al cristianismo. Al contrario, le hizo un entre la Biblia y el Evangelio, y las palabras
bien exponiendo sus ideas al alumno ilustre de Lucas son citadas con ésto al frente: "Dios
que educaba con tanto cuidado y que debía dijo".
llamarse Mareo Aurelio. Los
Evangelios quedaron así, basta el año 160,.
y aun mucho después, como escritos privados
con destino á pequeñas
CAPITULO XXYI
colecciones. Cada una
tiene el suyo, y durante mucho tiempo no hubo
Los Evangelios apócrifos. escrúpulo de completar, de combinar los tex¬
tos ya aceptados. La redacción no era firme.
Casi todos los escritores .cristianos de aquel Se añade, se rompe, se discute tal ó cual pasa¬
tiempo tenían la pretensión de aumentar la lis¬ je, se amalgaman los Evangelios en circulación,,
ta de las Escrituras sagradas, susceptibles de para formar una sola obra más portátil. La.
ser leídas en la transmisión oral continúa desempeñando su pa¬
Iglesia. Desesperando del éxi¬
to por su autoridad privada, se cubrían con el pel. Una multitud de palabras quedan sin es¬
nombre de algún apóstol ó de algún persona¬ cribirse. Era preciso que toda la tradición se-
je apostólico, y no sentían escrúpulo en atri¬ fijase. Muchos elementos evangélicos eran toda¬
buirse la inspiración de que gozaron indistin¬ vía esporádicos. Así, la bella anécdota de la.
tamente los discípulos inmediatos de Jesús. Esta mujer adúltera flotaba aún y se une como se
vena de literatura apócrifa iba á puede al cuarto Evangelio.
extinguirse.
El pseudo Hermas sólo alcanzó un triunfo me¬ Más graves eran ciertos cambios que amena¬
diano. Los numerosos Hechos de los apóstoles, zaban producirse. El bello versículo de Lucas
que nacen en todas partes, no tenían más que donde Jesús llora sobre Jerusalén, era condena¬
éxitos parciales. Ningún Apocalipsis consigue do por los sectarios del mal gusto, quienes pre¬
emocionar seriamente á las masas. El éxito en tendían que llorar es un signo de debilidad. El
la lectura pública, había sido basta entonces el ángel consolador el sudor de sangre del huer¬
y
único* criterio de los cánones. Una Iglesia ad¬ to de las Olivas, provocaban objeciones y mu¬
mitía tal escrito supuesto de un apóstol ó de tilaciones análogas. Pero la ortodoxia ya rei¬
un
personaje apostólico á la lectura en común. nante impedía á esas fantasías individuales que-
Los fieles salían edificados. Se propagaba á las comprometieran seriamente la integridad de Ios-
Iglesias vecinas el ruido de que una comunica¬ textos sagrados.
ción muy bella se había leído tal día en una En realidad, al través de todo este caos se-
comunidad y se deseaba ver el escrito nuevo. bacía el orden. Lo mismo que en medio de las-
Así, de predicación en predicación, el escrito doctrinas opuestas se dibuja una ortodoxia,,
se hacía aceptar; á menos de
que no fuese una así, en medio de la multitud de los Evangelios,,
piedra de escándalo. Pero, con el tiempo, ésto cuatro textos tienden, cada vez más, á conver¬
mismo llegó á ser difícil, y éxitos como los que tirse en canónicos, con exclusión de los otros..
tuvieron las epístolas á Tito y á Timoteo y la Marcos, pseudo Mateo, Lucas y pseudo Juan,,
segunda epístola de Pablo, no se renovaron. marchaban hacia una consagración oficial. El
La fecundidad evangélica estaba, en reali¬ Evangelio de los hebreos, que les igualaba en¬
dad, agotada. La edad de la gran creación le¬ tonces en valor, pero del cual los nazarenos y
gendaria había pasado y no se inventa ya nada los ebionitas hacían un uso peligroso, comen¬
importante. Los éxitos de pseudo Juan fueron zaba á relegarse. Los Evangelios de Pedro, y los
los últimos. Pero la libertad de las modificacio¬ doce apóstoles, parecieron variedades defectuo¬
nes eramuy amplia todavía, al menos fuera sas y fueron suprimidos por los obispos. ¿Que¬

de la Iglesia de San Pablo. Aunque los cuatro ríase ir más lejos y hubo intención de reducir
textos, convertidos más tarde en canónicos, tu¬ los cuatro Evangelios á uno solo, sea supri¬
viesen ya una circulación especial, estaban muy miendo tres, sea haciendo una armonía de los
lejos de excluir á los textos paralelos. El Evan¬ cuatro, á la manera del Diatessaron de Tatieno
gelio de los hebreos conservaba toda su autori¬ ó haciendo una especie de Evangelio á priorit
dad. El autor de las epístolas de San Ignacio como Marcion? Nunca se vió mejor la honra¬

lo cita como texto canónico y aceptado. Ningún dez de la Iglesia como en esta circunstancia.
texto, en realidad, agota la tradición ni suprime Atravesó las mayores dificultades. Prefirió ex¬
á sus lávales. Los libros eran raros y mal con¬ ponerse en el porvenir á las más mortificantes
servados. Dionisio de Corinto, al fin del se¬ objeciones, que condenar los escritos con¬
gundo siglo, habla de los falsificadores de las siderados como inspirados por tantas per¬
"Escrituras del Señor", lo que supone que los sonas. Cada uno de los cuatro Evangelios tie¬
retoques continuaron más de cien años después ne su clientela, si puede decirse así. Arrancarlos
de la redacción de nuestro Mateo. De de las manos de los que los amaban, hubiera sida
aquí esa
forma indecisa de las palabras de Jesús que se un imposible. Se hubiera conseguido con ésta
nota entre los Padres apostólicos. La fuente condenar al olvido una multitud de bellos tra¬
está siempre indicada con vaguedad y muchas tados donde se reconocía á Jesús, aunque exis¬
variaciones se producen en las citas. Algunas tieran diversos arreglos del relato.
308 NOVISIMA HISTORIA UNIVERSAL

La tentativa más original para salir de esta Concepción, de la Natividad, de la Presenta¬


•confusión, fué la de Tatieno, discípulo de Jus¬ ción de la Virgen. El color hebraico es bastan¬
tino. Su Diatessaron fué el primer ensayo de te exacto todavía. Algunos cuadros de costum¬
armonía de los Evangelios. Los sinópticos, com¬ bres hebreas recuerdan el libro de Tobías. Hay
binados con el Evangelio de los hebreos y el huellas sensibles de judeo cristianismo ebionita
Evangelio de Pedro, fueron la base de su tra¬ y de docetismo. El casamiento está casi repro¬
bajo. El texto que resulta se parece bastante bado.
al Evangelio de los hebreos. Las genealogías, Este falso Evangelio, fuente fecunda de fá¬
así como todo lo que une á Jesús con la raza bulas, respondía á los deseos sin cesar renacien¬
de David, le faltaban. El éxito del libro de tes de la' piedad cristiana. No se podían imagi¬
Tatieno fué entonces muy grande; muchas nar á María, José ascendientes, como
y sus
Iglesias lo adoptaron como un cómodo resumen personas ordinarias. El culto de la Virgen, que
de la historia evangélica; pero las herejías del debía tomar más tarde proporciones tan gran¬
autor lo hicieron sospechoso á la ortodoxia. El des, bacía ya invasión en todas partes. Una mul¬
libro acabó por ser retirado de la circulación, titud de detalles, á veces pueriles, siempre de
y la diversidad de los textos lo aporta, definiti¬ acuerdo con los sentimientos de la época, ó
vamente, de la Iglesia católica. susceptibles de quitar las dificultades que pre¬
No ocurrió lo mismo en las sectas numero¬ sentaban los antiguos Evangelios, se esparcen
sas
pululaban en todas partes. Estas quisie¬
que con estas composiciones que acaban por triun¬

ron que la producción evangélica no se crista¬ far. La cueva de la Natividad se completa; el


lizase y que se pudieran escribir nuevas vidas buey la muía ocupan definitivamente un sitio.
y
de Jesús. Las sectas gnósticas deseaban textos Se figura á José como un viudo, de ochenta
sin cesar renovados,satisfacer su ardien¬
para años de edad, simple protector de María; se
te fantasía. Casi todos los
jefes de secta tu¬ quiere que ésta quede virgen, antes y después
vieron Evangelios con su nombre, á ejemplo de del nacimiento de Jesús. Se la hace de raza

Basilio, ó compilados á la manera de Marcion, real, sacerdotal, descendiente á la vez de David


á su capricho. y de Leví. No se puede suponer que hubiese
Tal fué el origen de lo que se llama los muerto como cualquiera mujer y se habla ya
Evangelios apócrifos", extensa serie de obras de su ascensión al cielo. La Asunción nace,
d.ébiles, cuyos principios pueden colocarse hacia como tantas otras fiestas cristianas, de los Evan¬
la mitad del siglo II. Es hacer una injuria á gelios apócrifos..
la literatura cristiana, colocar al mismo nivel Un tono de viva piedad distingue á éstas las
esas composiciones y las obras maestras de Mar¬ composiciones, mientras que no se puede leer
cos, de Lucas y de Mateo. Los Evangelios apó¬ sin disgusto el Evangelio de Tomás, obra insí¬
crifos son los Puranas del cristianismo y tie¬ pida, que hace muy poco honor á la familia
nen por base los Evangelios canónicos. El autor cristiana. Es el punto de partida de esas plá¬
toma los Evangelios como un tema que no se ticas maravillosas sobre la infancia de Jesús,
acaba nunca, trata solamente de ampliarlos, de que tuvieron un éxito tan enojoso en Oriente.
completarlos por los procedimientos ordinarios Jesús aparece como una especie de niño terrible,
de la leyenda hebraica. Ya Lucas había entrado malo, rencoroso, causando miedo á
padres sus
en este camino. Sus desarrollos sobre la infan¬ y á todo el mundo. Mata á sus camaradas, cie¬
cia de Jesús y sobre el nacimiento de Juan ga á sus parientes, confunde á sus maestros,
Bautista, esos procedimientos de amplificación, les demuestra que no entienden nada de los
son el
preludio de los Evangelios apócrifos. misterios del alfabeto y les obliga á pedirle
La más
antigua, y la menos mala de estas perdón. Se huye de él como de la peste; José
falsas rapsodias, es el relato del nacimiento de le ruega, en vano, que esté tranquilo. Esta
María, de su casamiento, del nacimiento de imagen grotesca de un pilluelo omnipotente, es
Jesús, escrito atribuido á»un tal Santiago, re¬ una de las mayores caricaturas que se han in¬

lato al cual se ha dado el título pretencioso de ventado, y los que la hayan escrito, demostra¬
Protoevangelio de Santiago. Un libro gnóstico, ron tan poco talento, que ni aun puede suponer¬

la Genna Marías, que parece fué conocido de se la intención de la ironía. Contrariando el


San Justino, tal vez le sirviera de fondo. Nin¬ sistema lleno de tacto de los evangelistas, sobre
gún libro es, como éste, de tan importantes los treinta años de vida obscura, se trata de
consecuencias para la historia de las fiestas demostrar que la naturaleza divina de Jesús
cristianas y del arte cristiano. Los padres de la no estuvo ociosa, y que el milagro surgía
nunca

Virgen, Ana y Joaquín, la Presentación de la sin cesar ele él. Todo lo que hace de la vida de
Virgen en el templo y la idea de que había sido Jesús una vida humana, se convierte en in¬
educada como en un convento, el casamiento de oportuno.
la Virgen, el concurso de las viudas, de los La Pasión de Jesús tendía también á des¬
cuales la pintura ha sacado tanto partido, todo arrollarse en un ciclo de leyendas. Los preten¬
ello procede de ese curioso escrito. La Iglesia didos Hechos de Pilatos fueron el cuadro del
griega lo considera cási inspirado, y lo admi¬ cual se sirvieron para agrupar este orden de
te á la lectura pública en las Iglesias, en las imaginaciones, á las cuales se asociaban con
fiestas de San Joaquín, de Santa Ana, de la facilidad laspolémicas amargas contra los ju-
LÁ IGLESIA CRISTIANA 309

dios. Fué en el siglo IY cuando los episodios, singularmente ingenuas y plásticas, algunos de
de un carácter casi épico, que se suponía ocu¬ güs más bellos asuntos. La iconografía, sea bi¬
rridos en el viaje de Jesús á los infiernos, fue¬ zantina, sea latina, tiene en ella todas sus raí¬
ron puestos por escrito. Más tarde, esas leyen¬ ces. La escuela perugina no tendría ningún
das sobre la vida subterránea de Jesús se re- Sposalizio; la escuela veneciana, ninguna Asun¬
unen á los falsos Hechos de Pilatos, y forman ción y ninguna Presentación; la escuela bi¬
la célebre obra llamada Evangelio de Nicodemo. zantina, ningún descenso de Jesús al limbo,,
Esta baja literatura cristiana, impregnada sin los Evangelios apócrifos. Su ventaja esta¬
de espíritu popular, fué, en .general, la obra
un ba en su misma inferioridad. Los Evangelios
de las sectas judaizantes y gnósticas. Los discí¬ canónicos eran una literatura demasiado fuer¬
pulos de San Pablo no tomaron ninguna par¬ te para el pueblo. Los relatos vulgares estaban
te. Nació, según todas las apariencias, en Siria. más al alcance de la multitud que el Sermón
Los apócrifos de origen egipcio, por ejemplo, de la montaña ó los discursos del cuarto Evan¬
la Historia de José el carpintero, son más re¬ gelio.
cientes. Aunque de humilde origen y tachados El éxito de estos escritos fraudulentos fue
de una ignorancia sórdida, los Evangelios apó¬ inmenso. Desde el siglo IV, los Padres griegos
crifos adquieren pronto una importancia de más instruidos, Epifanio, Gregorio Niseno, los;
primer orden. Agradan á las muchedumbres, adoptan sin reserva. La Iglesia latina hace
ofrecen ricos temas á la predicación, ensan¬ grandes esfuerzos para quitarlos de las manos;
chan de un modo considerable el círculo del de los fieles, pero no lo consigue. En la Edad
personal evangélico. Santa Ana, San Joaquín, Media, los Evangelios apócrifos tienen una cir¬
la Verónica, San Longino, proceden de esta culación extraordinaria. Llevan una ventaja so¬
fuente un poco turbia. Las más bellas fiestas bre los canónicos, y es, que no siendo Escritura
cristianas, la Asunción, la Presentación de la Sagrada, pueden ser traducidos en lengua vul¬
Virgen, no tienen apoyo en los Evangelios ca¬ gar. Mientras, que la Biblia puede decirse que
nónicos y proceden de los apócrifos. La rica se halla bajo llave, los apócrifos están en to¬

cinceladura de leyendas, que hacen de la Navi¬ das las manos. Los miniaturistas los aceptan
dad la joya del año cristiano, ha sido tallada, con entusiasmo; los rimadores se apoderan de
en gran parte, por los
apócrifos. Esta misma ellos, y sus misterios, convertidos en dramas,
literatura creó la infancia de Jesús. La devoción se representan en las Iglesias. Sin pretensión
á la Virgen encuentra en ellos casi todos sus teológica, estos Evangelios populares querían
argumentos. La importancia de San José pro¬ suprimir en cierto modo, á los Evangelios canó¬
viene de ellos casi por completo. El arte cris¬ nicos. El protestantismo les declara una viva
tiano, en fin, debe á esas composiciones, muy guerra y los considera como obras del de¬
débiles, desde el punto de vista literario, pero monio.

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