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1. Descripción y contexto
1El 19 de febrero de 2002, entre las 14:20 y las 15:45, una granizada azotó la parte central de la ciudad de La Paz. Es un
fenómeno meteorológico habitual en época de lluvias (diciembre-marzo). En efecto, el ascenso de un aire algo más húmedo
que durante el resto del año, es favorecido por las temperaturas medias más cálidas del verano andino. No obstante, puede
ser muy brutal, forzado localmente por la topografía de la hondonada con declives abruptos (BCEOM, 1977; Demoraes,
1998) donde la aglomeración de La Paz se despliega entre 3 200 y 4 100 metros de altura. El aire, brutalmente propulsado
en altura, se satura muy rápidamente al contacto con el aire más frío que encuentra al elevarse. Su humedad se transforma
entonces en hielo desencadenando granizadas localizadas sobre la aglomeración paceña.

2Aquel 19 de febrero, la masa de nubes sobre La Paz presentó una altura de 10 kilómetros y alimentó una granizada que
duró una hora y media, tiempo durante el cual la temperatura media en el suelo pasó de 13 a 8 grados Celsius (Villegas,
2002: 19). Ese día, el volumen total de las precipitaciones registradas alcanzó una altura de 41 mm de los cuales 39,4 mm
en apenas una hora. Es el evento más fuerte registrado desde 1976, fecha en la cual el volumen había alcanzado 32 mm
(OPS, 2002).

3Muchos testimonios describen la brutalidad del aguacero. Por ejemplo, Yobanca Fernández, presidenta del barrio Palermo,
recuerda:

«Estaba en El Alto, mi auto estaba averiado así que fui a buscar a mi hermano que es mecánico. Comenzó a llover, y cuando
levanté los ojos hacia el cielo, había una enorme nube negra que avanzaba sobre La Paz. No comprendimos inmediatamente.
Llovía muchísimo, las calles de El Alto estaban inundadas y ni siquiera podíamos imaginarnos lo que pasaba en La Paz»
(entrevista del 01/02/07 con Yobanca Fernández) (Combaz, 2007).

2. Consecuencias
4La granizada provocó muchas inundaciones y deslizamientos de tierra en la aglomeración paceña, ocasionando a su vez
importantes estragos. Los recuentos varían de un organismo a otro, pero se puede enumerar al menos 69 muertos —la
mayor parte fueron vendedoras de la calle del sector informal— 130 heridos y 50 desaparecidos. Los daños estructurales
fueron evaluados en 10 millones de dólares (daños en las vías de comunicación, los vehículos, los edificios públicos y
privados como el centro de salud Policonsultorio de la Caja Nacional de Salud en la Avenida Manco Kapac), además de las
interrupciones de alimentación en energía eléctrica y en agua potable (Villegas, 2002; OPS, 2002; GMLP, 2007; Nathan,
2008: 340) que agravaron los disfuncionamientos de la fase de urgencia. Además, aproximadamente 200 familias se vieron
obligadas a abandonar sus viviendas damnificadas (Combaz, 2007).

5Al cartografiar los espacios urbanos afectados (fig. 1) a partir de los casos de urgencia atendidos por los servicios del
Gobierno Municipal de La Paz (GMLP) el 19 de febrero de 2002, se constata que la granizada no afectó de manera
homogénea el territorio de la aglomeración de La Paz. La distribución de las intervenciones de urgencia a nivel de los
macrodistritos del municipio de La Paz determinó tres espacios: el centro, la parte noroeste y la parte sur de la ciudad.

Figura 1 – La distribución de las urgencias en La Paz en respuesta a la granizada y la inundación del 19 de febrero
de 2002
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6Esta distribución espacial se explica primero por el proceso meteorológico: la granizada se concentró en el centro y la
parte noroeste de la ciudad, antes que las aguas de escorrentía pluvial confluyeran en el fondo de la hondonada, es decir
en la parte sur de la ciudad.

7Por otro lado, aunque su superficie sea reducida en relación a los otros macrodistritos de la ciudad, el centro ha tenido el
mayor número de intervenciones de urgencia, lo que da una idea de los problemas que ha encontrado. Por cierto, el registro
de las intervenciones de urgencia del GMLP sólo traduce el número de constataciones de daños, y no la evaluación de los
daños. Así el macrodistrito San Antonio no muestra un número elevado de intervenciones de urgencia, cuando los daños
sufridos fueron evaluados como mayores a los del macrodistrito Max Paredes, donde las intervenciones fueron más
numerosas.

8A pesar de esto, la observación de la distribución de las intervenciones de urgencia en La Paz permite hacerse una idea
de los espacios afectados y, a partir de ahí, de la crisis provocada por su alteración. El análisis posterior de la granizada
permite abordar así los factores estructurales recurrentes de vulnerabilidad que favorecen una mejor comprensión de las
posibles crisis.

3. Factores de vulnerabilidad
9Los factores estructurales de vulnerabilidad identificables en La Paz son de varios tipos, generalmente relacionados, más
o menos estrechamente, unos con otros. Por ende, el conocimiento preciso de los fenómenos físicos, principalmente de su
ocurrencia, constituye un primer paso para prever los problemas que puedan desencadenarse. En Bolivia, el Servicio
Nacional de Meteorología e Hidrología (SENAMHI) es responsable de la previsión meteorológica. No obstante, este ya no
dispone de una red de estaciones meteo-hidrológicas muy densa. En 1980, administraba unas 1 800 estaciones. Debido a
una disminución del presupuesto, ligada a las crisis económicas de los años 1980 y a los ajustes estructurales, el SENAMHI
no administraba sino 353 en el 2007. Pero estas estaciones no proporcionan en tiempo real la información que registran y,
por otro lado, el SENAMHI no tiene radar para monitorear el desplazamiento rápido de las masas de aire localizadas
(Villegas, 2002: 19). En estas condiciones, le es difícil establecer previsiones referentes a las granizadas, principalmente
en términos de ubicación, y transmitir la información a los actores implicados en la gestión de los riesgos. Esta deficiencia
de información es un primer factor estructural de vulnerabilidad de la aglomeración de La Paz, que traduce la propia
vulnerabilidad de las instituciones.
10Los diferentes organismos y actores que pueden intervenir en la gestión de los riesgos son potencialmente numerosos
(GMLP, Defensa civil boliviana, Servicio departamental de salud, etc.). Sin embargo, intercambian muy poca información
entre sí. Además, en caso de desastre, no se ha previsto procedimiento alguno para coordinar sus acciones en el tiempo y
en el espacio, en menosprecio del buen desarrollo de las urgencias y auxilios. Sin embargo, en Bolivia existe un marco legal
que rige la gestión de los riesgos que principalmente define los roles de los diferentes actores (Hardy, 2009). Pero esta
repartición precisa de las tareas de cada uno y la necesaria coordinación de los actores se concretan con dificultad. En
consecuencia, las políticas de prevención se limitan esencialmente a construcciones de obras de ingeniería destinadas a
resistir a la manifestación de las amenazas. Estos desórdenes de tipo institucional en la ciudad sede del gobierno boliviano
son sorprendentes considerando que el espacio es propicio a sufrir daños, por su topografía, por las características
geológicas de los terrenos y por los acondicionamientos.

11Topografía, geología y acondicionamientos remiten respectivamente a las amenazas y a las condiciones que han
conducido a exponerse a estas. De tal manera que la topografía abrupta favorece la rápida concentración de las aguas de
escorrentía pluvial que liberan una poderosa energía. Por otra parte, la escorrentía se lleva a cabo en tierras blandas,
fácilmente saturables de agua. Estas condiciones facilitan, en caso de precipitaciones voluminosas, inundaciones casi
simultáneas en diversos espacios de la ciudad, así como deslizamientos y derrumbes de tierras. Pero es también el proceso
de urbanización el que conduce en gran medida a la exposición a las amenazas.

12La urbanización progresa en forma de glacis, es decir amoldándose a la topografía del valle, a la vez hacia las líneas de
cumbre y hacia las líneas de fondo (Baby, 1995; Demoraes, 1998; Hardy, 2009). Este proceso relega a la población más
pobre hacia los terrenos más abruptos, los menos estables y menos equipados, sobre las laderas del valle formado por el
torrente Choqueyapu. No obstante, las poblaciones más acomodadas no están forzosamente más favorecidas. Ciertamente
ocupan terrenos cuya topografía es menos abrupta y son más estables, pero que están situados sobre terrazas construidas
en el lecho mayor de muchos torrentes que drenan el valle. Por lo tanto, aquí se combinan la exposición a las amenazas
de origen natural y las condiciones de urbanización que las exponen, lo que explica la vulnerabilidad de las formas de
urbanización.

13Para comprender todas las dimensiones de la vulnerabilidad de las formas de urbanización en La Paz, resulta práctico
presentarlas desde arriba hacia abajo del valle. Así, las aguas pluviales, después de haberse escurrido y eventualmente
dañado los terrenos de las laderas poco estables del valle, se concentran enseguida en el torrente Choqueyapu: es un canal
cubierto que recorre el centro, y en el cual se descargan las aguas del sistema de evacuación pluvial. Este sistema técnico
de evacuación de las aguas pluviales, que sólo cubre una pequeña superficie de la ciudad, esencialmente el centro, puede
ser fácilmente saturado, sobre todo si a menudo va cargado de aguas residuales. En efecto técnicamente, casi nunca se
distinguen las dos redes en La Paz. Pero la red de evacuación de las aguas pluviales tampoco ha sido calibrada para soportar
las dos funciones: la función de evacuación de las aguas residuales resulta, en la mayoría de los casos, de conexiones
ilegales en las bocas de desagüe del sistema pluvial. Además, las tormentas de granizo provocan fácilmente la obstrucción
de alcantarillas, obligando así a las aguas de escorrentía a concentrarse en las calles y provocando daños. Aquí, el aspecto
técnico de ingeniería urbana juega su parte en la vulnerabilidad estructural.

14Un poco más abajo, hacia el fondo del valle, a la altura del barrio Obrajes, el torrente Choqueyapu ya no está canalizado,
mientras que el declive de su perfil a lo largo se estabiliza, para volverse horizontal. Las aguas drenadas en el centro llegan
entonces violentamente a Obrajes, casi bajo presión a causa del efecto de desagüe de las obras de ingeniería hidráulica en
el centro, en un lugar donde el bajo declive del torrente disminuye la evacuación de las aguas. En esta parte de la ciudad,
el torrente entra fácilmente en crecida inundando espacios donde las infraestructuras son numerosas (avenida Costanera,
Hospital de la Caja Petrolera, etc.) y muy expuestas al daño. En efecto, estos barrios de la parte sur de la ciudad han sido
edificados en el lecho mayor del torrente Choqueyapu y en el lecho mayor de sus afluentes. Esta elección de localización
se justificó con la realización de obras de ingeniería hidráulica de protección, a pesar de la cartografía de los terrenos
construibles realizada en 1977 (BCEOM, BRGM y PCA, 1977) que identifica estas zonas como inconstruibles por su
exposición a la inundación. De arriba hacia abajo del valle de La Paz, las obras de acondicionamiento (canalizaciones,
gaviones, etc.) así como las modalidades de ocupación de los terrenos, favorecen por lo tanto el daño, tanto como los
fenómenos físicos, y además están ligadas a éstos. Tanto uno como otro aparecen como factores estructurales de la
vulnerabilidad de la ciudad de La Paz.

 1 Ver en este número del Bulletin de l’IFEA, el artículo de Nuñez & Demoraes, pp. 827-848.

15Otras vulnerabilidades estructurales se desprenden de esta descripción norte-sur de la ciudad, aquellas que están
relacionadas con la presencia de elementos esenciales (D’Ercole & Metzger, 2004) en estos diferentes espacios. El
macrodistrito Centro es el principal espacio de actividades de la aglomeración. Reúne empleos formales (administraciones
del Estado, del departamento y de la municipalidad; sedes del Banco Central y de los principales bancos bolivianos, etc.) y
empleos informales (puestos de venta de alimentos y bebidas, lustrabotas, etc.). Por sus características, este espacio
genera flujos intensos que favorecen la convergencia de la población. Por lo tanto, concentra elementos esenciales
importantes cuya pérdida podría provocar graves dificultades: por ejemplo, la paralización de las actividades bancarias en
el país, de las decisiones políticas y de gestión, etc. Además, el análisis de los elementos esenciales concentrados en el
centro muestra que son en sí mismos bastante vulnerables. En el caso de los empleos informales, consisten en puestos de
venta en la calle, con una infraestructura frágil, donde los trabajadores están directamente expuestos a las amenazas.
Estos puestos por lo general son atendidos por mujeres, de origen indígena, que en su mayoría llevan los vestidos
tradicionales, a saber, una superposición de faldas hechas de tela gruesa. El factor cultural relacionado a la vestimenta
forma parte también de la vulnerabilidad de la población del sector informal del centro de la ciudad que los hace menos
móviles en caso de urgencia. En fin, la accesibilidad a este espacio que concentra elementos esenciales, por ejemplo para
los medios de auxilio, resulta igualmente difícil a causa de la red vial, que toma una forma muy particular en esta parte de
la ciudad. La red vial de la aglomeración paceña es longitudinal, orientada de norte a sur a causa de la topografía que le
deja poco espacio para desplegarse de este a oeste. Igualmente a causa de su topografía, su densidad puede ser fuerte en
ciertas zonas de la ciudad, como en el caso del centro donde se superpone a los lechos drenados de los torrentes. La
pérdida de las vías de comunicación en el centro significa por lo tanto su pérdida de accesibilidad desde y hacia las otras
partes de la ciudad, mostrando así que las vías de comunicación constituyen un elemento de la vulnerabilidad estructural
del centro. Se puede constatar la vulnerabilidad de accesibilidad en muchas otras partes de la ciudad 1.

16Todos estos factores de vulnerabilidad estructural han actuado juntos y separadamente para desencadenar la crisis del
19 de febrero de 2002.

4. Gestión de crisis
17Estos factores de la vulnerabilidad estructural de La Paz tuvieron incidencias sobre la gestión de la granizada,
transformando este evento en una crisis. Así, la vulnerabilidad institucional antes mencionada explica la inexistencia, en
febrero de 2002, de un procedimiento de transmisión de los boletines meteorológicos del SENAMHI a las instituciones
encargadas de afrontar una eventual crisis, como el GMLP o la Defensa Civil boliviana, para que ellas puedan anticipar una
violenta granizada, tomando por ejemplo disposiciones adecuadas. Aún cuando actualmente el SENAMHI sólo es capaz de
proporcionar previsiones meteorológicas de orden muy general, y no alertas, la ausencia de transmisión sistemática de
información el 19 de febrero no permitió a los gestores de crisis estar listos para intervenir.

 2 La policía de la Patrulla 110 es uno de los cuerpos de la Policía Nacional boliviana, específicamen (...)

 3 Fundado en Bolivia en 1992, el grupo SAR (Search and rescue), que funciona bajo el régimen legal de (...)

18De todas maneras, a pesar de los eventos anteriores (granizada de enero de 1973, de enero de 1976, de enero de 1982,
de abril de 1988, etc.), cuando ocurrió la granizada del 19 de febrero, el GMLP no tenía una organización prevista para
enfrentarse a una crisis: responsabilidades definidas de los actores, cadena de decisiones, procedimientos preestablecidos
(Hardy, 2009). La misma constatación vale para los otros actores potenciales de gestión de crisis, como la Defensa Civil
boliviana. La gestión de la urgencia se operó entonces desordenadamente, tanto así que muchos actores intervinieron
simultáneamente: personal de diferentes direcciones del GMLP, policías de la Patrulla 1102, bomberos, voluntarios del
grupo SAR (Search and rescue)3, militares de las Fuerzas armadas bolivianas, personal de urgencia del Servicio
departamental de salud (SEDES La Paz), etc.

19Durante la fase de la urgencia, en ausencia de plan de auxilio predefinido, sus acciones no fueron coordinadas, ni en el
tiempo ni en el espacio, en detrimento de la mejor operatividad esperada de los auxilios de urgencia. Por cierto,
espontáneamente se formaron equipos de auxilio de urgencia. Algunos se ocuparon de despejar los granizos de las vías de
comunicación; otros de buscar víctimas y evacuarlas para darles asistencia; algunos de restablecer la electricidad, o de
reparar las canalizaciones de drenaje pluvial, etc. Pero generalmente estos equipos se formaron sin tener en cuenta las
especializaciones de cada uno de sus miembros y, por lo tanto, de su mejor utilidad. Asimismo, el despeje de las vías de
circulación se operó rápidamente pero sin estrategia de intervención, la cual podría haberse basado en una jerarquía de
vías a despejar en prioridad, establecida en función de su importancia para conectar el espacio afectado y en crisis con los
espacios que podrían haber brindado acceso a los primeros auxilios: centros de salud, bomberos, etc.

20En medio de este desorden, el ministerio de Salud pudo desbloquear rápidamente 30 000 $ US para aportar los primeros
auxilios a las víctimas en tres centros de salud movilizados con esta ocasión (Hospital de Clínicas, Hospital del Tórax,
Asistencia Pública). Por otro lado el personal de salud, que estaba en huelga de hambre protestando contra sus lamentables
condiciones de trabajo, suspendió su acción para asumir inmediatamente sus responsabilidades frente a la crisis y atender
a las víctimas.

 4 Ver en este volumen, el artículo de Hardy & Combaz, pp. 799-823.

21Durante los días que siguieron a la tormenta, los roles de cada uno se aclararon muy rápidamente y la organización se
volvió más eficaz. En primer lugar, frente a la magnitud de los daños, el 20 de febrero, Jorge Quiroga, Presidente de la
República de Bolivia, emitió el decreto supremo n.° 26504, que declaró La Paz y sus alrededores «zona de catástrofe
nacional». Esta declaración permitió poner los medios del Estado al servicio de la resolución de la urgencia en el municipio
de La Paz. El Presidente de la República pudo entonces asignar 10 millones de dólares para la urgencia y los auxilios a los
damnificados (Villegas, 2002: 23). También pidió a la Prefectura del departamento de La Paz canalizar las donaciones
espontáneas que las poblaciones hacían a las víctimas. Un acuerdo entre la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB), la
Prefectura del departamento de La Paz, el GMLP y la Presidencia de la República de Bolivia permitió establecer que la ONG
Caritas de la Iglesia Católica romana fuera responsable de la distribución de los alimentos, ropas y medicamentos a los
damnificados. La Prefectura pidió a los medios de comunicación solicitar donaciones y habilitó una línea telefónica gratuita
para recibirlas. La Asociación Bancaria (ASOBAN) abrió cuentas para administrar las donaciones monetarias. La Prefectura
del departamento de La Paz también decidió poner a disposición de las autoridades encargadas las instalaciones deportivas
de las cuales es responsable, a fin de albergar a los damnificados y permitirles acceder con mayor facilidad a las donaciones.
El viceministerio de Asuntos Sociales instaló células de evaluación de los daños para las víctimas. Por su lado, el ministerio
de Educación, a través del Servicio Departamental de Educación de La Paz (SEDUCA) suspendió las actividades escolares,
por lo menos hasta el 21 de febrero, a fin de que los damnificados se recuperen y se alberguen en las escuelas, hasta
volver a la normalidad. Las autoridades encargadas de la crisis delegaron al Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD) la gestión de las donaciones de los gobiernos, de los organismos internacionales y de las empresas.
Durante los días que siguieron la granizada, organizaciones vecinales, centrales sindicales, empresas privadas, centrales
sindicales, aportaron su apoyo en servicios (transportes, telecomunicaciones y preparación de comidas), y con donaciones
monetarias y diversos materiales. Progresivamente, los roles de cada uno de los principales actores de la gestión de la
crisis se definieron. Por ejemplo, la Presidencia de la República de Bolivia se encargó de la indemnización de las familias
por los miembros fallecidos; la Oficialía de desarrollo económico del GMLP se encargó de indemnizar a los comerciantes y,
en coordinación con el ministerio de Vivienda, de reubicar a los damnificados4.

22Para comprender por qué esta granizada se transformó en crisis, conviene examinar sus temporalidades (Lagadec, 2002:
164), y vincular las temporalidades a los espacios de la crisis, en todas sus dimensiones. Efectivamente, se tiene el evento
en sí, la tormenta, que provoca una crisis inmediata, en espacios dados, expuestos, poco accesibles, donde se concentran
poblaciones y actividades, algunas particularmente vulnerables. Luego están las consecuencias del evento —el tiempo del
después— que se prolongaron durante semanas después del evento, en espacios dados a menudo diferentes de los
primeros. También está el ante-evento. Abordar esas tres dimensiones temporales, enriquecedoras en enseñanzas, permite
entender por qué la granizada del 19 de febrero produjo una crisis.

23Durante las semanas anteriores al evento se registraron en la aglomeración paceña voluminosas precipitaciones pluviosas
que, a veces, se convirtieron en granizadas. Estas contribuyeron en gran medida a preparar la crisis a largo plazo,
conduciendo los terrenos a su punto de saturación de absorción de las aguas de escorrentía, facilitando su deslizamiento.
De igual manera, hicieron que los ríos, cuyos caudales ya estaban bastante elevados, entraran en crecida súbita el 19.

24La temporalidad de la ocurrencia del evento nos conduce a expresar algunos comentarios. La granizada se produjo en
plena tarde, un día de semana. La temporalidad del evento, unida al espacio —el centro de La Paz— explica la gran cantidad
de damnificados. Las principales víctimas son vendedoras de las calles del sector informal, que trabajaban cuando fueron
sorprendidas por la tormenta. La acumulación rápida de granizos en el suelo, la tarde del 19 de febrero, les hizo perder el
equilibrio y les dificultó levantarse de un suelo tapizado de granizos. Mientras se debatían en el suelo para ponerse de pie,
rápidamente sus faldas se llenaron de agua fría y su peso hizo que les resultara muy difícil enderezarse.

25El factor temporal vinculado al factor espacial, socioeconómico y cultural, explican por qué hubo víctimas, sobre todo
mujeres, y por qué murieron de hipotermia.

26Por último, la temporalidad de la ocurrencia del evento tuvo repercusiones sobre la gestión de la urgencia. Esta implica
que las familias estuvieran a menudo disgregadas: los padres se encontraban en su lugar de actividad profesional, los niños
en su lugar de estudios o de distracciones. Las consecuencias de esta temporalidad se encuentran así en los primeros
refugios de auxilio: durante la fase de la gestión de la urgencia, las autoridades debieron proceder a la búsqueda de los
miembros de familias separadas, principalmente censando a los damnificados.

27La temporalidad vinculada al espacio afectado explica también por qué los medios de auxilio tuvieron problemas para
intervenir rápidamente. El espacio del centro concentraba en pleno día un tráfico vehicular denso para responder a las
necesidades de movilidad de los habitantes, que iban al centro de la aglomeración a hacer sus compras preparativas del
carnaval 2002. Con la escorrentía pluvial sobre las calzadas, los choferes perdieron el control de los vehículos que
obstruyeron calles estrechas con pendientes abruptas, obstaculizando considerablemente el desplazamiento de los
vehículos de auxilio en este espacio del centro.

 5 Ver en este volumen, el artículo de Núñez & Demoraes, pp. 827-848.

28El establecimiento de las temporalidades de la crisis invita, en un segundo tiempo, a identificar los espacios de la crisis,
para luego establecer los vínculos existentes. Se puede distinguir al menos dos tipos de espacios: los espacios donde la
crisis tuvo lugar, es decir los espacios afectados, y los espacios donde los elementos de gestión de crisis eran movilizables
a favor de los espacios afectados. Enfocándose únicamente en los elementos de gestión de crisis, los centros hospitalarios
requeridos están localizados en el espacio que ocupa el barrio Miraflores. Los espacios afectados son el centro de la ciudad
y los barrios de la parte sur edificados en las inmediaciones del torrente Choqueyapu. Para comprender cómo los elementos
de auxilio médicos han podido ir en auxilio a los espacios afectados, hay que observar la accesibilidad de estos dos espacios.
Ahora bien, el 19 de febrero de 2002, las inundaciones interrumpieron la movilidad en vías de comunicación consideradas
esenciales5. Por ejemplo, en una longitud de 70 metros, la avenida que unía el barrio La Florida al barrio Aranjuez, en la
parte sur de la ciudad, fue destruida, aislando Aranjuez del resto de la ciudad, principalmente de Miraflores. Por su lado, la
concentración del aguacero de granizo sobre el centro provocó la pérdida de ciertos tramos de vías de comunicación y, por
lo tanto, de la movilidad sobre esta parte central de la red vial, la cual provocó también la pérdida de accesibilidad a otros
espacios de la ciudad, como Miraflores, a pesar de ser esenciales para una rápida resolución de la situación. Por ejemplo,
fueron difíciles el acceso y la salida de los medios de auxilio como las ambulancias, entre la zona de impacto del evento en
el centro y el barrio Miraflores. En período de urgencia, la rapidez de intervención de los auxilios es primordial, sobre todo
cuando los heridos sufren de hipotermia. Pero esta rapidez fue afectada por la pérdida de accesibilidad, por lo tanto tuvo
consecuencias negativas sobre la mortalidad. Solo a partir de las 17:00 los tres establecimientos de salud requeridos en el
barrio de Miraflores (Hospital de Clínicas, Hospital del Tórax, Asistencia Pública) pudieron comenzar a recibir a los primeros
heridos (Villegas, 2002: 19).

5. Incidencias
29El reconocimiento del evento como un desastre llevó a las autoridades municipales y nacionales a tomar decisiones en
materia de gestión de los riesgos. Desde este punto de vista, la crisis se convirtió en un modelo, al menos para el GMLP,
que sirve todavía de patrón. Las respuestas del GMLP para intentar administrar los riesgos se estructuraron alrededor de
tres enfoques: la planificación, la prevención y la preparación a los riesgos. Por ejemplo, en términos de planificación, el
GMLP, con ayuda de una financiación canalizada por el PNUD, lanzó, desde el segundo semestre de 2002, un estudio de
los riesgos a nivel municipal, que ha desembocado en una serie de mapas de riesgos (Ayala et al., 2004), los cuales orientan
hoy las políticas municipales de gestión de los riesgos (GMLP, 2007). Por ejemplo, los habitantes de las zonas de alto riesgo,
identificados por estos mapas, se benefician por parte del GMLP de una exoneración parcial de impuestos, en reconocimiento
de la exposición de sus bienes a daños. Asimismo, la constatación de las deficiencias funcionales del sistema de drenaje
pluvial, en febrero de 2002, que no había sido revisado desde su construcción en 1972, convenció al GMLP de efectuar un
diagnóstico detenido del sistema. Este documento le permite mejorar las acciones preventivas, ayudándolo a decidir sobre
las reparaciones más urgentes a realizar en el sistema de drenaje de las aguas pluviales, y orientándolo también sobre las
mejoras y extensiones necesarias del sistema (Hardy, 2009).

30En el ámbito de la preparación, el GMLP ha imaginado una estructura de gestión de las situaciones de urgencia a partir
de la organización que surgió espontáneamente durante la crisis. Efectivamente, la ley n.° 2028 de los municipios del 28
de octubre de 1999 establece que los gobiernos municipales deben ejecutar planes y programas que permitan eliminar o
reducir las causas y efectos de las catástrofes naturales, así como aquellas provocadas por el hombre, a través de
mecanismos financieros, educativos y técnicos. A pesar de los eventos catastróficos anteriores, el GMLP nunca había tomado
plena conciencia de esta obligación, no obstante necesaria para anticipar una crisis. El evento del 19 de febrero de 2002
ha representado una profunda conmoción que le ha hecho recuperar su retraso. En marzo de 2002, la resolución municipal
n.° 0045/2002 creó un Comité permanente de atención y de gestión de las catástrofes y de las situaciones de urgencia de
la Municipalidad de La Paz, que progresivamente se convertirá en el Comité permanente de gestión de los riesgos. Pero la
herramienta de gestión de las crisis es sin duda alguna el Comité de operación de emergencia (COE), que fue establecido
por la resolución municipal n.° 0344/2002 del 29 de noviembre de 2002.

31Con los sucesos de la granizada de 2002, los responsables municipales tomaron conciencia que la decisión de subinvertir
en la gestión de los riesgos durante los años anteriores había tenido consecuencias muy costosas en el plano económico,
humano y ciertamente en el plano político… ya que los ciudadanos criticaron severamente la gestión del evento por parte
de las autoridades municipales. Consecuentemente, a partir de 2002, las decisiones municipales vinculadas a los riesgos
estuvieron acompañadas de un apoyo financiero importante (fig. 2). Durante la primera mitad de los años 1990, la inversión
destinada a la gestión de los riesgos había disminuido considerablemente, incluso hasta no representar nada entre 1992 y
1994. Entre 1995 y 2002, si aumentó sólo fue para recuperar la mitad de las sumas invertidas a fines de los años 1980.
Entre 2002 y 2004, los montos invertidos fueron nuevamente muy importantes (hasta más de 10 millones de dólares en
2004), para volver progresivamente a los elevados niveles de las inversiones de los años 1980, es decir entre 5 y 6 millones
de dólares por año. Estas sumas estaban destinadas tanto a las políticas de prevención, que consistían principalmente en
construcciones de obras de ingeniería hidráulica (tubos de desagüe, canales, etc.), como a la preparación para la crisis
(capacitación del personal del COE, compra de material de primera necesidad, etc.) y a la planificación (realización de un
mapa de los riesgos, realización de un mapa de los derechos de servidumbre alrededor de los cursos de agua, etc.).

Figura 2 – Intervenciones de gestión de riesgos efectuadas por el GMLP


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Fuente: Dossier estadístico del Municipio de La Paz 2000-2005

32A nivel nacional, también se aprendieron lecciones de la catástrofe del 19 de febrero de 2002. La ley n.° 2140 del 25 de
octubre de 2000 distribuía los roles entre los actores institucionales en materia de reducción de los riesgos y de gestión de
las crisis, obligando sobre todo las municipalidades a prepararse.

33Sin embargo, la ley no preveía verdaderamente una transferencia de medios para ayudar las municipalidades a cumplir
con esta obligación. El 5 de marzo de 2002, esta ley fue modificada por la ley n.° 2335 que pretendía remediar algunos de
los problemas que surgieron con versión del evento del 19 de febrero 2002. Y fue nuevamente modificada después de los
movimientos sociales de febrero de 2003 por la ley n.° 2442.

34Por otro lado, los organismos internacionales también han contribuido a mejorar la preparación ante la crisis. Por ejemplo,
la Organización Panamericana de la Salud (OPS) se dedicó a reforzar la Unidad de Preparación y de Respuesta a los
Desastres (Upred) del ministerio de Salud, a partir de capacitaciones dirigidas a sus responsables en los campos de las
operaciones y de la logística (identificación de almacenes estratégicos de medicamentos), de la preparación, y de la
vigilancia de las epidemias después de un desastre (OPS, 2002).

 6 Ver en este volumen, el artículo de Hardy, pp. 545-560.

35Se observa así que las políticas de gestión de las crisis, a nivel nacional y sobre todo municipal, han sido modificadas
considerablemente a partir del evento de febrero de 2002, que se ha convertido en el modelo patrón de la crisis catastrófica
de origen natural. Sin embargo, las mejoras aportadas no prescinden de interrogar su eficacia. Estas consisten en gran
medida en la prevención esperada por parte de obras de ingeniería civil costosas que permitirían enfrentar las amenazas.
Si bien desde 2002 La Paz no ha sufrido crisis de origen natural, en cambio ha sufrido por lo menos dos crisis de importantes
consecuencias: la crisis de origen social de octubre de 2003 y la crisis vinculada a la ruptura de abastecimiento de agua
potable en enero-febrero de 20086. Esto tiende a demostrar que el enfoque preventivo limitado a las amenazas no reduce
las vulnerabilidades profundas de la ciudad. Eso por las dificultades de los gestores de crisis en apreciar los espacios del
funcionamiento urbano vulnerables, los vínculos entre los espacios vulnerables y los espacios de gestión de las crisis.

Un ‘martes gris’, el agua segó 74 vidas hace 10 años


De 14.00 a 16.00, la lluvia golpeó a una ciudad que mostró su vulnerabilidad

DESASTRE NATURAL. Las aguas golpean con furia en la calle Honda aquel 19 de febrero de 2002. Foto: Ángel Illanes
La Razón / Óscar Ordóñez A. / La Paz
13:59 / 17 de febrero de 2012
14.00: Una formación caprichosa de nubes se concentra sobre el centro y la zona Norte de la ciudad. Alcanza los 10
kilómetros de altura, se ha formado en Alto Lima y es tan grande y densa que oscurece parte de la ciudad. La
temperatura desciende de 13 a 5 grados centígrados. Dentro de esa masa gris de nubes estalla un relámpago y comienza
a llover.

14.16: Caen las primeras gotas de agua. La gente corre a protegerse; muchos, a sus puestos de trabajo.

14.20: Hay fallas de comunicación. Las líneas de los celulares han muerto, se corta la luz en ciertos sectores de
Sopocachi y San Pedro.

14.25: El aguacero aumenta mientras el copioso granizo forra de blanco las calles. Mucha gente recurre al transporte
para escapar, mientras otra corre en cualquier dirección. Un río se ha formado sobre el asfalto, avanza por la avenida
Mariscal Santa Cruz y se lleva todo a su paso. Sillas y bancos de madera, que pertenecían a los comerciantes informales,
flotan sobre las aguas sucias.

En las calles Figueroa y Tiquina, Roxana y su madre cuidan a Richard, de seis meses, que un conocido les entrega
mientras él y su esposa buscan su mercadería de medias que suponen se llevó el agua. Ambas mujeres están en una
puerta y esquivan al fuerte río que cruza sobre la calle. Pero el agua sale con fuerza por esa misma puerta y se lleva a las
dos mujeres y al pequeño Richard. El agua los deja muertos a la altura de la óptica San Miguel, en la calle Honda. Lo
mismo le ocurre a Juana Conde viuda de Mendoza, de 80 años. El aguacero la arrastra desde la calle Graneros hasta la
misma óptica. También llega a ese punto sin vida.

El fenómeno es inclemente y, de un momento a otro, varios puestos de venta de la Pérez Velasco, avenida Manco Kápac,
Montes, Figueroa, Evaristo Valle, Tumusla, América y Uyustus son arrastrados por el agua. Algunos comerciantes no se
atreven a desafiarla, prefieren perderlo todo.

Otros, más osados, intentan cruzar la avenida Mariscal Santa Cruz de un extremo a otro. No lo logran: caen y el caudal
se los lleva. A otras personas el aguacero las sorprende sin darles tiempo de recoger nada.

El granizo arma muros blancos en la calle Honda, en el Subterráneo de la avenida Mariscal Santa Cruz y en el Túnel de
San Francisco. En cuestión de minutos, todo se congela. La impenetrable pared de dos metros de altura de la calle
Honda significa la muerte para diez personas que se encuentran en varios locales.
En el restaurante Churuquella, el agua sorprende a Julio Flores Berdeja y a su esposa Fanny Gumucio. No hacen caso al
llamado de alarma de sus clientes que huyen del restaurante, sino que corren al baño a esconderse porque piensan que
el agua no va a llegar hasta ahí. Se equivocan.Y cuando se dan cuenta de que serán sepultados por la avalancha de
granizo, cierran los ojos, lloran juntos y se abrazan… Así los encuentran.

14.36: Desde su puesto de venta, ubicado en la calle Zoilo Flores, Paulina Mamani es arrastrada un par de cuadras
abajo, hasta la clínica San Pablo. A pesar de los intentos por salvarla, se ahoga.

14.40: Distinta es la suerte del comerciante Mario Chacón. “De pronto me vi rodando por la calle Colombia. Me salvé
por los adoquines desprendidos más arriba y que formaron una barricada. Mi hijita se quedó gritando; no le pasó nada”.

14.50: A la media hora de lluvia, la gente en la avenida 20 de Octubre constata incrédula que el nivel del agua superó el
metro de altura.

15.00: Acompañada de su amiga Fanny, Nilda Carrión Castro, administradora del restaurante Don Pibe, en la calle
Honda, decide ir a Impuestos Internos para resolver un trámite de rigor. De inmediato se presentan ante ellas su
abogado Marco y Nohemí, la esposa de éste. Ante el aguacero persistente, deciden quedarse en el restaurante
Chuquiaguillo, ubicado en el subsuelo de Don Pibe.

Pero el caudal de las aguas aumenta y no hay cuándo baje. Luego de un breve intercambio de ideas sobre qué hacer,
deciden formar una cadena humana. Se toman de la mano y tratan de salir. Las gradas de madera que conducen a la
puerta de salida están muy mojadas y caminan con precaución para que nadie caiga. Sin embargo, un aluvión de nieve
se precipita sobre ellos. Carrión, de 55 años, no aguanta la presión y cae con Fanny. En cambio, Nohemí, que iba
adelante, se hunde en la nieve. Su esposo la saca de los cabellos.

15.10: La granizada que azota al centro hace que los ríos Irpavi y Choqueyapu crezcan. Este último se desborda sobre la
avenida Costanera.

15.15: El agua irrumpe con fuerza en el pequeño cuarto que alquilan Angélica Ramos, su hermana y su abuela en
Tembladerani. Piden ayuda.

Nadie responde. La hermana de Angélica se lleva a Abad, hijo de esta última. Y ella, con ocho meses de embarazo, salva
a su abuela.

15.22: Tras el almuerzo, la médico peruana María Miranda Lozano y sus tres hijos, Andrés, Lorena y Daniel, salen desde
Los Pinos al centro para recoger uniformes y comprar útiles escolares. Llaman a Pablo Loayza, el taxista exclusivo de la
familia para que les lleve. María Miranda está casada con el doctor Wilber Marquiño, jefe del Programa Nacional de
Malaria de la Organización Panamericana de la Salud. Marquiño, natural de Perú, llegó días antes a La Paz para
trabajar por un año. Se había establecido con sus hijos y María para empezar una vida familiar.

15.30: Pablo Loayza toma la avenida Ballivián, de Calacoto, hacia Obrajes. Los sorprende el aguacero, que arrastra el
carro y termina por devorarlo. Por eso, nadie contesta en casa las desesperadas llamadas telefónicas del doctor
Marquiño.

15.37: Mary y Marco, padres de un recién nacido, suben en su auto rumbo al centro de la ciudad con el niño, pero el río
los arrastra hasta el puente Florida. Desde allí, Marco pide ayuda por teléfono. Pero el cauce los vuelve a arrastrar hasta
Las Palmas. Nadie sobrevive.

15.40: Se desploma una casa de la calle Honda. En ella habita una familia de 12 miembros. No se registran heridos
porque no hay nadie en casa.

15.50: En la Plaza de los Héroes, una vendedora de dulces cargada de una bebé es arrastrada por el agua hacia la
avenida Mariscal Santa Cruz. Los pasajeros de un micro estacionado logran salvarlas con vida.
16.00: Cesa de llover. El volumen total de las precipitaciones del día alcanzó la altura de 41 litros por metro cuadrado,
llegando en una hora a 39,4 litros. El granizo invade zonas y barrios de la ciudad. Comienzan las obras de rescate con un
saldo de al menos 74 víctimas fatales y 69 familias que lo perdieron todo.

$us 10 millones para curar heridas

Tras la lluvia y granizada del 19 de febrero de 2002, la Alcaldía paceña calculó que para reparar los daños causados en la
ciudad de La Paz se necesitaron alrededor de 10 millones de dólares.

El recuento de los daños llevado a cabo al día siguiente del desastre arrojó datos provisionales en los que se había
identificado 20 zonas de la ciudad afectadas con daños de consideración.

La municipalidad identificó que el sitio más afectado por el desastre fue la calle Honda, que en realidad se llama
Mercado y que se encuentra a la altura del túnel de San Francisco, junto a la calle Genaro Sanjinés.

Otros daños sufridos se reflejaron en calzadas removidas y deslizadas, puentes colapsados, sumideros reventados,
taponamientos y sifonamientos.

El 20 de febrero de 2002, el Retén de Emergencias reportó 70 casos de consideración. Inundaciones, sumideros


tapados, bóvedas destruidas y muros derrumbados figuraron entre los siniestros en aquella oportunidad.

La revista Memoria del 19 de febrero de 2002, publicada por la comuna paceña al año siguiente de la tragedia, explica
que 342 viviendas, 82 locales comerciales, 93 tiendas de comercio formal, 735 puestos de vías públicas, 86 automóviles
de transporte público y 31 coches privados resultaron dañados a causa de la lluvia. 69 familias lo perdieron todo.

En esta publicación se revela que la riada de aquel “martes gris” dejó también severos daños estimados en más de
cuatro millones de dólares en jardineras, áreas verdes, plazas, parques, canalizaciones, embovedados, drenajes
superficiales, estabilización de suelos y control de torrenteras.

Según el Retén de Emergencias, se registraron al menos 22 inundaciones de magnitud. Frente a ese cuadro, diversas
organizaciones nacionales, internacionales, países de la región y particulares realizaron donaciones en dinero, vituallas
y materiales de construcción para que La Paz pueda levantarse.

La ayuda llegó desde todos los frentesO. O. n Quienes acudieron al llamado implícito de auxilio a favor de las decenas de
familias afectadas por la riada de aquel 19 de febrero de 2002 fue la gente que no tenía más representación que su
obstinado interés de ayudar.Junto a estas personas voluntarias se movilizaron también la Brigada de Rescate,
Salvamento y Auxilio (BERSA), la Unidad de Bomberos, Operaciones Navales, el Grupo de Búsqueda y Rescate SAR-
FAB Illimani, Radio Patrullas 110, el Grupo Naval de Salvataje, el Ejército de Salvación, el Grupo de Scouts y jóvenes
estudiantes de la Universidad Central.Más de dos mil voluntarios, entre efectivos de la Policía, del Ejército, Bomberos y
personal de la Alcaldía, se movilizaron hasta los lugares donde se necesitaba urgentemente mano de obra.El Tesoro
General de la Nación desembolsó 4 millones de dólares; la cooperación internacional, 3,9; y la Alcaldía paceña gestionó
con el Banco Interamericano de Desarrollo 5,1 millones de dólares.Algunos estudiantes del colegio Bolívar, de San
Pedro, colaboraron también aquella tarde a los diferentes grupos de rescate. Muchos de ellos, y con sus propias manos,
intentaban arrancar las gruesas capas de hielo pegadas de las paredes de las gradas de entrada del subterráneo de El
Prado.El mismo cuadro se vio en la calle Honda, justo donde comienza el túnel de San Francisco. Muchas personas
consiguieron baldes en los que cargaban granizo y lo botaban a la calle.Mientras, en el coliseo cerrado se concentró la
recepción de donativos y vituallas para los damnificados del desastre.

Lista de las personas fallecidas*1. Cristina Conde vda. Calisaya (45)

2. Juana Estela Capcha (43)

3. Filomena Huacata Mansilla (52)


4. Martha Nina Cochi (42)

5. Dominga Choque Vallejos (44)

6. Teresa Delgadillo (52)

7. Paulina Mamani (se)

8. Benita Quispe Condori (64)

9. Máxima Llave J. (55)

10. Carmen Morales vda. Blacut (86)

11. Miriam Moldez Rivas (36)

12. Teófila Moldes Rivas (46)

13. Elvira Blanco Lave (51)

14. Nilda Aliaga Claure (58)

15. Santusa Rosalía Silva (36)

16. Martha Sullka de Ticona (41)

17. Rosa Huayhua (s/e)

18. Juana María Surse Mamani (35)

19. Francisca Condori de Quispe (42)

20. Nery Alejandra Valle (s/e)

21. María Miranda Lozano de Marquiño (38, ciudadana peruana)

22. Nataly Durán Fuentes (23)

23. Nilda Carrión Castro (55)

24. Marisol Lozano Plata de Ulloa (33)

25. Ricarda Paco de Calcina (23)

26. Sofía Arias (40)

27. Claudia Vásquez Quispe (23)

28. Jeny Miriam Machicado Vera (37)

29. Filomena Huanca (se)

30. Teresa Delgadillo (52)


31. Albina Cristina Patiño Apaza (3)

32. Ana Claudia Castillo Ticona (1)

33. Cristina Villa Quispe (6)

34. Fabiola Estefaníe Durán (12)

35. Judith Jarli Quino Choque (6)

36. Lorena Marquiño (7 c. peruana)

37. Nery Alejandra Valle Chávez (6)

38. David Calisaya Conde (20)

39. Antonio Ayca Choque (40)

40. Rigoberto Castrillo (24)

41. Marcelo Amusquívar Suárez (40)

42. Salomón Poma Choque (37)

43. Hugo Rubén Nava Cahuaya (44)

44. Carlos Manuel Estrada (65)

45. Domingo Quispe V. (s/e)

46. Ángel García Ontiveros (65)

47. Milton Aliaga (s/e)

48. Pablo Carlos Loayza Patón (30)

49. Jaime Choque Poma (43)

50. Alejandro Ulloa L. (s/e)

51. Eugenio Quispe Carrillo (55)

52. J. Fernando Mayta Villalobos (37)

53. Francisco Choque P. (s/e)

54. Marco Antonio Ulloa Fajardo (35)

55. Pedro Raúl Roque Choque (61)

56. Carlos Montesinos (se)

57. Iván Ojeda Ojeda (6 meses)


58. Javier Limachi Mamani (4)

59. Cristian Werner (6)

60. Iván Calcina Paco (2)

61. César Joel Calcina Paco (3)

62. Andrés Marquiño Miranda (8, ciudadano peruano)

63. Daniel Marquiño Miranda (5, cudadano peruano)

64. Marco Andrés Ulloa Lozano (4 meses)

65. Juan Valle Chávez (año y medio).

NN mujeres, 4

NN hombres, 5

* Nómina elaborada con datos del archivo de La Razón; al no existir una lista oficial, podría haber variaciones.

comentarios
GRANIZADA EN LA PAZ, BOLIVIA
77 personas fallecieron, 103 resultaron heridas y 50 se encuentran desaparecidas y
más de 10 millones de dólares en perdidas y daños.

Eran aproximadamente las tres de la tarde del martes 19 de febrero de 2002, más negro que haya
vivido la ciudad de La Paz, se midió una intensidad de precipitación de 41 milímetros-hora desde
las 14:20 hasta las 15:45 HLB.

Se trata de una cifra histórica, pues la anterior mayor precipitación se produjo en


1976, cuando se registró una intensidad de 32 milímetros-hora.

La granizada poco común en esta parte del Bolivia, aún más cuando cinco comarcas se
quejaban de que tenían ocho meses sin llover y había verano prolongado este se interrumpe de
forma impredecible cuando de manera localizada en La Paz se presenta este fenómeno de la
granizada con lluvia torrencial sin previo aviso que causo incontables daños en la población y a
la economía a través de los deslaves que generaron torrentes de aguas sin control que arrazaron
todo a su paso.

La nube asesina tenía diez kilómetros de alto

Los signos de la fatalidad coincidieron ese día. Se formó una masa nubosa gigante, como muy
pocas veces ocurre, que se paró a la altura de la pendiente más alta de la ciudad desde donde
bajan los ríos, y descargó su furia durante una hora y 25 minutos.

La nube negra, que provocó la mayor granizada que sufrió La Paz el martes, tenía 10 kilómetros
de altura y llegó a cubrir gran parte de la ciudad.

Se formó en las planicies de Alto Lima y fue tan grande y densa que llegó a oscurecer a la urbe,
según el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología

La supercélula se estacionó entre las zonas Norte y Central por más de una hora y recorrió de
norte a sur.

En la parte baja de la ciudad se debilitó una vez que lanzó su mortífera durante 1 hora y 25
minutos.

Si el país tuviera radares meteorológicos, cuyo costo alcanza a 1,5 millones de dólares, pudo
haberse detectado el fenómeno con cuatro horas de anticipación, afirma el jefe del servicio de
Meteorología del Senamhi, Reynaldo Maldonado.

Inclusive es posible destruir esas nubes asesinas, que causan grandes pérdidas agrícolas con
cohetes antigranizo que impactan en el núcleo de la célula.

Hace unos años, otra cúmulus nimbos gigante arrasó los cultivos de uva en Tarija provocando
cuantiosas pérdidas. Ya entonces se habló de adquirir equipos.

Según el Laboratorio de Física de la Atmósfera de la UMSA, la tarde del martes ocurrió "un
fenómeno excepcional".

La radiación ultravioleta y la temperatura bajaron bruscamente.

La ciudad se hizo noche y la temperatura descendió de 13,3 grados a 8,2.

La formación de nubes que traen granizo es frecuente en el altiplano y los valles durante el
verano, pero es extraordinario que se forme una masa tan enorme como la del martes.

Todos los signos de la fatalidad concurrieron ese día entre las 14:20 y 15:45.

La nube más grande con una carga letal se parapetó sin moverse en el peor lugar de la ciudad, la
zona Norte.

¿Cómo se formó una nube tan grande?

El meteorólogo Maldonado explica que las nubes se fueron acumulando y una corriente de
viento muy fuerte en la parte superior impidió que se dispersaran.
En el núcleo de la célula la temperatura llega hasta 20 grados bajo cero, haciendo que la lluvia se
congele y el peso desencadene la descarga.

Esa lluvia y granizada rompió todos los récords.

En 1976 se produjo un tormenta similar cuando cayó 32 milímetros de agua en una hora.

El martes 19 se rompió este registro con 39,4 milímetros de agua por hora con una intensidad de
41 milímetros.

El Senamhi trabaja con imágenes satelitales que hacen seguimiento a las masas de aire y está
conectada vía internet con la Unión Meteorológica Mundial que proporciona datos cada día. Pero
la formación de nubes son fenómenos locales que requieren de equipos especializados.

Ni siquiera todas las estaciones del Senamhi que controlan el clima para la aeronavegación
están interconectadas. Sólo lo están 30. El TGN le ha ido recortando su presupuesto.

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