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DESDE LA REFORMA
HASTA LA REVOLUCIÓN
(UNA INTERPRETACIÓN)
Alan KNIGHT
University oj Essex
4
RAAT, 1 9 7 5 , p. 50.
5
PERRY, 1978.
6 V Á Z Q U E Z DE K N A U T H , 1 9 7 0 , p. 86.
7
GONZÁLEZ N A V A R R O , 1 9 7 0 , pp. 72~78, 535-536.
ALAN KNIGHT
1 1
H A L E , p. 303.
1 2
R E Y E S H E R O L E S , 1957-1961, ra, p. xvi; P E R R Y , 1974, pp. 648-649, pro-
pone que " D í a z resultó ser un gran l i b e r a l " , o p i n i ó n que concuerda con
m i argumento.
64 ALAN KNIGHT
13
m o d e r n o " . N o todos los liberales tenían visión avanzada y
"progresista" (los liberales populares y algunos de la élite m i -
raban m á s hacia el pasado), pero su actitud les s e ñ a l a b a esa
dirección. A d e m á s — y llego a q u í al tercer punto— h a b í a con-
tinuidad tanto en los medios cuanto en los fines. E n la b ú s -
queda de u n orden liberal, todos destacaban el papel de la
educación, todos favorecían cierto grado de secularización (los
liberales populares, en su m a y o r í a , estaban satisfechos con
las p é r d i d a s e c o n ó m i c a s sufridas por la Iglesia en la Refor-
ma; los liberales de la clase media urbana fueron m á s lejos,
porque q u e r í a n sofocar, incluso eliminar, la influencia social
y espiritual de la Iglesia); por ú l t i m o , todos c o n c e b í a n a M é -
xico como n a c i ó n - E s t a d o —no como bricollage de " r e p u b l i -
quetas de indios"—, y por ello eran patriotas en algún sentido.
A u n cuando no h a b í a mucha continuidad y sí muchas d i -
ferencias, los liberales s e g u í a n patrones claros. Fuera del po-
der apoyaban los derechos de los estados y el federalismo; pero
conseguido el poder — l o demuestran los gobiernos de J u á -
rez, M a d e r o y Carranza— t e n d í a n al centralismo, a trans-
gredir los sentimientos individuales y a concentrar el poder
en el ejecutivo. L a misma tensión que hubo entre jefferso-
nianos y hamiltonianos se advierte en ciertos ideólogos libe-
rales como M o r a . C o n frecuencia se v e í a n forzados a com-
prometer su liberalismo puro para crear —con la acción del
ejecutivo— u n medio propicio para el liberalismo. ( H a y en
el socialismo casos parecidos). Así, Porfirio D í a z , que t o m ó
el poder en 1876 con el lema "Sufragio efectivo, no reelec-
c i ó n " , cayó del poder en 1911 al son de las mismas palabras.
Producto de este ciclo clásico, el grupo liberal se dividió en
constitucionalistas que estaban " f u e r a " y centralistas (auto-
ritarios incluso) que estaban " d e n t r o " . Los primeros —como
los maderistas de 1910-1911, p e d í a n respeto por la venerable
c o n s t i t u c i ó n ; los segundos s e ñ a l a b a n las realidades de la so-
ciedad mexicana y a r g ü í a n buen estilo comteano que
sólo violando las bondades de la constitución (y los derechos
naturales que en teoría, les servían de base) p o d í a el régi-
1 3
SCHOLES, 1969, p. 1: BAZANT, 1960, p. 232; SINKIN, .1979, p. 5; Po
WELL, 1974, p. 66.
EL LIBERALISMO MEXICANO
1 4
G O N Z Á L E Z , 1972, p. 38j B U V E , 1975, pp. 118-120.
1 5
L Ó P E Z CÁMARA, 1967, pp. 219-220, n . 13.
1 6
L a frase es de P E R R Y , 1974, p. 640.
66 ALAN KNIGHT
1 7
TJ cL n
H xOA
MoPob nu M
N, 1Q 7 9 n.
p T4 -J3 1
1 .
1 8
HALE, 1 9 6 8 , p . 2 9 ; NIIRANDA, Í 9 5 8 , p p . 5 1 2 - 5 1 3 .
EL LIBERALISMO MEXICANO 67
2 0
MEADERO, 1 9 0 8 , pp. 11, 50, 195-196.
2 1
T A X , 1 9 5 3 . Si la o b t e n c i ó n de utilidad, dentro de un mercado cons-
tituye u n a c o n d i c i ó n suficiente de "capitalismo", es u n a c u e s t i ó n decisi-
va, le d a r í a m o s u n a respuesta negativa; sin embargo, el punto a estable-
cer a q u í es l a presencia, a lo largo del siglo xix y a ú n antes, de mercados
y utilidades, no de capitalismo.
68 ALAN KNIGHT
1
VVOMACK, 1979, cap. 2, ofrece un estudio clásico.
2 3
B A U E R , 1979, pp. 34-63, abre un nuevo campo.
T H O M P S O N , 1972, p. 390.
2 5
APTER, 1960, pp. 32o-328, 331, 342.
26 K N I G H T , 1981, ofrece ejemplos de c o n e x i ó n protestante.
EL LIBERALISMO MEXICANO 69
27
su estado eran ociosos, borrachos y ladrones"; si M i g u e l
Macedo —ideólogo porfirista— lamentaba el " e s p í r i t u a n á r -
quico, rebelde y obstinado de la plebe, que carece de orden,
de c o o p e r a c i ó n y es hostil a los ideales de la era capitalis-
2 8
t a " , no diferían mucho de sus oponentes. Estos, aunque
no acordaban en cuestiones políticas y v e í a n m á s por el bie-
nestar del pueblo, coincidían en que los mexicanos necesita-
ban m á s moral, disciplina y e d u c a c i ó n que les ayudaran en
el trabajo productivo y patriótico."' En consecuencia, los
vencedores de 1910-1920 llegaron al gobierno con una ideo-
logía de c u ñ o parecido al de sus opositores; el liberalismo de-
sarrollista surgió de la revolución m á s fuerte que nunca, en-
tre otras razones, por su nuevo sello revolucionario y populista.
H e insistido en que el liberalismo debe entenderse desde
puntos de vista prácticos e históricos. Puesto que su éxito de-
p e n d í a de la actividad de grupos políticos, no funcionaba com-
ino abstracción remota, superestructura!. E l grupo tradicio-
nalmente liberal de principios de siglo es bien conocido: la
reducida clase media citadina, que, temerosa de la revuelta
popular y la " g u e r r a de castas", se alteraba ante los privile-
gios colectivos y la c o r r u p c i ó n del gobierno. El liberalismo
a t r a í a ciertos tipos provincianos e individualistas, caudillos
especialmente, que no aceptaban el poder de la capital y la
burocracia allí concentrada, herencia que la " R e p ú b l i c a bor-
30
b o n a " recibió de la colonia. Por ello, los conflictos entre
liberales y conservadores de principios del siglo X I X , que lle-
garon a su punto álgido en los decenios 1850 y 1860, opusieron
31
la periferia liberal al centro clerical y conservador, reacción
que, en ciertos aspectos, repitió la R e v o l u c i ó n de 1910.
Conservadores y liberales necesitaron apoyo popular des-
p u é s de la revolución de A y u t l a , porque desde esa fecha los
conflictos se volvieron m á s intensos y amplios. Los conserva-
2 7
WOMACK, 1 9 7 9 , p. 43.
2 8
GONZÁLEZ N A V A R R O , 1 9 7 0 , p. 416.
V A U G H A N , 1 9 7 5 , pp. 1 7 - 3 3 , da ejemplos, m á s de los que se h a l l a r á n
en K N I G H T , s/f, cap. 9-ix.
^ CHEVALIER, 1 9 6 4 , pp. 457-474.
^ SÍNKIN, 1 9 7 9 , pp. 37-38.
70 ALAN KNIGHT
3 2
REINA, 1980, pp. 162-163.
3 3
D Í A Z D Í A Z , 1972, p. 94 ss.
3 4
REINA, 1980, pp. 127, 169, 235-236, 250.
3 5
R E I N A , 1980, pp. 171, 326; GONZÁLEZ, 1972, p. 44; POWELL, 1974, pp.
49-50.
EL LIBERALISMO MEXICANO
3 6
POWELL, 1 9 7 4 , pp. 49-50.
3 7
W O M A C K , 1 9 7 9 , p. 2 2 4 . P a r a el extremo federalismo y coqueteo con
el "socialismo asociativo" fourrierista de Otero, v é a s e H A L E , 1 9 6 8 , pp.
1 8 4 - 1 8 7 . E l federalismo español de P i y Margall sugiere una similar con-
gruencia de particularismo local y un federalismo liberal extremo, bordean-
do el a n a r q u i s m o , HENNESSY, 1 9 6 2 .
3 8
REINA, 1 9 8 0 , pp. 4 9 , 1 4 9 , 3 2 7 .
A L M A D A , 1 9 3 8 , pp. 8 6 - 8 7 ; VANDERWOOD, 1 9 8 1 , pp. 9 1 - 9 3 . E n otro lu-
gar hemos tratado esos movimientos SBTTUtlOS, K.NIGHT, 1980, pp. 27-36.
72 ALAN KNIGHT
4 0
Bois, 1 9 7 1 .
4 1
POWELL, 1974, p . 7 1 ; COVARRUBIAS, 1946, p p . 159-160, 219; BOLÍO,
1967, p. 94.
4 2
Cosío VILLEGAS, 1 9 5 5 , p . 168.
4 3
KEARNEY, 1972.
44 \VAV/ ^Ü,M
wA,™
C^K, JÍ Q
J /7zQJ , p . Ofl
¿U.
EL LIBERALISMO MEXICANO 73
4 5
Por ejemplo: ia petición de "indios" y "trabajadores pobres" de Ix-
tepeji a Madero, junio 16, 1911, en Archivo Madero, Museo de Antropo-
l o g í a e Historia, M é x i c o , D . F . , Rollo 20; p e t i c i ó n de B a c h í n i v a (ca. 1899)
a L u i s Terrazas, Archivo Silvestre T e r r a z a s , Bancroft L i b r a r y , Berkeley.
VANDERWOOD, 1981, p. 91.
4 7
SINKÍN, 1979, p. 167.
74 ALAN KNIGHT
^ FRASER, 1 9 7 1 , p. 628.
^ J A C O B S , 1 9 8 2 , p. 43.
ALAN KNIGHT
55
conflictos. E n la región central de México sobre todo, don-
de era m á s fuerte la t r a d i c i ó n comunal, hubo numerosas pro-
56
testas y rebeliones. Puesto que la fractura de la corpora-
ción, a la que c o n t r i b u y ó la Ley Lerdo, era política liberal
que a m p a r ó la constitución de 1857, algunas rebeliones ad-
auirieron matices conservadores y antiliberales: fueron sus
líderes caudillos conservadores como M e j í a y algunos curas
de parroquia; M a n u e l Lozada, bajo el lema " r e b e l i ó n y tie-
r r a s " , e n c a b e z ó u n a revuelta en el noroeste y los yaquis re-
57
beldes se unieron al partido imperialista. Pero no se explo-
tó lo suficiente la alianza entre conservadores y campesinos.
L a mayor parte de los conservadores defendían el derecho de
la Iglesia a conservar sus propiedades, pero favorecía la diso-
58
lución continua de las propiedades comunales i n d í g e n a s .
A u n M a x i m i l i a n o — m á s liberal que muchos de sus correli-
gionarios mexicanos— c o n s e r v ó la Ley Lerdo y se opuso a
cualquier r e s t a u r a c i ó n de propiedades disueltas. Los juaris-
tas liberales pudieron conseguir m á s apoyo popular a pesar
de la naturaleza antipopular de su legislación agraria ¿ c ó m o
pudo ocurrir esto?
Debemos tener en cuenta dos puntos; en primer lugar, la
disolución no fue inmediata n i uniforme. E n muchas regio-
nes los pueblos conservaron sus tierras; en buena parte del
centro de M é x i c o hasta 1870, en Guerrero hasta principios
de siglo, y en Oaxaca hasta la R e v o l u c i ó n . '' C o m o en tan-
tas cosas de M é x i c o , el decreto legislativo no engendraba el
cambio. E n muchos casos, la agresión real a la propiedad co-
m u n a l llegó en los decenios 1880 y 1890, cuando h a b í a desa-
parecido la g e n e r a c i ó n liberal de J u á r e z y Lerdo, y llegaban
al poder los liberales desarrollistas del porfiriato que tendie-
ron a la c e n t r a l i z a c i ó n , la estabilidad y r á p i d o desarrollo ca-
5 3
W O L F , 1973, especialmente pp. 276-280.
5 6
POWELL, 1974, p. 82 ss.
5 7
POWELL, Í 9 7 4 , p. 65; R E I N A , 1980, pp. 129-292; M E Y E R , 1 9 7 / , po-
nencia presentada en l a " C a u d i l l o and Peasant Conference", C a m b r i d -
ge, abril.
5 8
FRASER, 1 9 / 1 , p. 627.
5 9
POWELL, 1974, pp. 140-141; TAGOBS, 1982, pp. 45-47; B E R R Y , 1981,
pp. 163, 180-191.
EL LIBERALISMO MEXICANO 77
6 0
G O N Z Á L E Z , 1 9 7 2 ; S C H R Y E R , 1 9 8 0 , pp. 2 6 - 3 1 ; K A T Z , 1 9 8 1 , p. 8.
6 1
WOMACK, 1 9 7 9 , pp. 7-9.
6 2
WOMACK, 1979, p. 8; Cosío VILLEGAS, 1955, pp. 100, 117-120,
179-180.
6 3
S T E V E N S , 1 9 8 2 , pp. 153-166.
78 ALAN KNIGHT
6 4
Enrique Rojas y 1 2 0 indígenas comuneros a Madero, julio 1 9 , 1 9 1 1 , A r -
chivo M a d e r o , Rollo 2 1 .
6 5
GONZÁLEZ, 1 9 7 2 ; M C B R I D E , 1 9 7 1 , pp. 8 2 - 1 0 2 , sobre el desarrollo y ca-
rácter de los rancheros.
6 6
A G U I L A R C A M Í N , 1 9 8 0 , pp. 9 2 - 9 3 , 101-102, 118-119.
EL LIBERALISMO MEXICANO
J ACOBS, 1 jO¿. , p. / Z7 .
0 0
ÍSCHRYER, Í 9 8 0 , p. /O.
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7 1
R E I N A , 1980, pp. 306, entrecomillando El Hijo del Trabajo, septiem-
bre 30, 1877.
7
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ALAN KNIGHT
7
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^ R E I N A , 1980, p. 301.
EL LIBERALISMO MEXICANO
7 5
WOMACK, 1 9 7 9 , p. 20.
7 6
WOMACK, 1 9 7 9 , p. 42.
H A L E , 1 9 6 8 , pp. 2 6 1 , 2 7 1 , 301, señala que el punto de vista de M o -
ra sobre el desarrollo e c o n ó m i c o era "esencialmente individualista, rural
y agrario", lo cual era típico de los m á s antiguos liberales mexicanos del
siglo xix.
82 ALAN KNIGHT
7 8
El Diario del Hogar, mayo 2 9 , 1 9 1 1 .
7 9
KNIGHT, 1980.
8 0
A N D E R S O N , 1 9 7 6 , pp. 2 5 4 - 2 6 5 ; KNIGHT, 1 9 8 4 , pp. 55-57.
EL LIBERALISMO MEXICANO 83
8 1
G A V I R A , 1 9 3 3 , pp. 16-17.
WOMACK, 1 9 7 9 , pp. 3 9 9 - 4 0 4 , nota 4 5 .
8 3
R E E D , 1 9 6 9 , p. 6 6 , "Salida de C a m p a ñ a de G . G . S á n c h e z " , julio,
1 9 1 1 , Archivo de G o b e r n a c i ó n , Legajo 8 9 8 .
8 4
Palomar y V i z c a r r a a Orozco y J i m é n e z , febrero 5 , 1 9 1 5 , Museo de
A n t r o p o l o g í a e Historia, M é x i c o , D . F . , Serie Conflicto Religioso, Rollo 9 .
8 5
BASSOLS, 1 9 7 6 , p. 1 2 2 ; C f r . ALVARADO, 1 9 5 5 , p. 2 1 , que t a m b i é n con-
c e b í a a la r e v o l u c i ó n como un episodio en " l a lucha secular entre liberales
y conservadores" (escrito c. 1 9 1 8 ) . Se debe anotar que el vigoroso anticleri-
calismo de l a d é c a d a de 1 9 2 0 - 1 9 3 0 , especialmente el relacionado con el
84 ALAN KNIGHT
9 0
W O M A C K , 1 9 7 9 , p. 3 4 2 , cita a Palafbx sobre Zapata; C A R R , 1 9 7 9 , p.
6 1 1 , cita al D r . A t l .
9 1
SINKIN, 1 9 7 9 , p. 7 3 . Así, el liberal radical Ponciano Arriaga, que exi-
gía la pronta e x p r o p i a c i ó n de los bienes de la Iglesia (SINKIN, 1 9 7 9 , p. 6 9 )
por otra parte c o n c e b í a a la Reforma como parte de u n a " r e v o l u c i ó n glo-
bal, tanto liberal como cristiana" (Cosío V I L L E G A S , 1 9 5 5 , p. 6 5 ) , palabras
que n i n g ú n anticlerical revolucionario hubiera pronunciado.
9 2
CARR, 1 9 7 9 , pp. 6 1 0 , 6 2 0 - 6 2 2 ; NÍANERO, 1 9 1 6 , pp. 44, 165-166.
9 3
GREENE, 1 9 7 1 , pp. 42-61.
PERRY, 1 9 7 8 , pp. 3 5 0 - 3 5 1 , t a m b i é n s e ñ a l a el paralelo.
86 ALAN KNIGHT
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