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Evolucionismo social

(Dra. Waltraud Müllauer- Seichter)

Premisas básicas

En los primeros años de la antropología, la opinión predominante de los


antropólogos y otros estudiosos fue que la cultura generalmente se desarrolla (o
evoluciona) de manera uniforme y progresiva. Los evolucionistas1 trataron de
seguir el desarrollo de la cultura a través del tiempo. Se pensaba que la especie
humana evolucionaba hacia la complejidad creciente, por lo tanto, las culturas
también avanzarían desde lo simple a lo complejo. Se pensaba que la mayoría
de las sociedades pasaba a través de la misma serie de etapas para llegar,
finalmente, a un fin común. La progresión evolutiva de las sociedades había sido
aceptada por algunos pensadores desde la Ilustración. Los filósofos franceses y
escoceses sociales y morales ya utilizaban esquemas evolutivos en el siglo
XVIII. Entre ellos, Montesquieu, quien propuso un esquema evolutivo que
consistía en tres etapas: caza o salvajismo, pastoreo o barbarie y civilización.
Esta división se hizo muy popular entre los teóricos sociales del siglo XIX como
Taylor y Morgan (1986; 105 de Seymour-Smith).
A mediados del siglo XIX, Europa había explorado, conquistado y colonizado
con éxito muchas partes del mundo hasta entonces desconocidas. La disciplina
de la antropología surgió, en gran medida, como respuesta a este encuentro
entre culturas (Winthrop, 1991:109). La antropología diseñó la primera teoría
etnológica sistemática sobre la evolución cultural para tratar de explicar esta
diversidad entre los pueblos del mundo. La idea de dividir el registro etnológico
en etapas evolutivas que van desde lo primitivo a lo civilizado fue fundamental
para los evolucionistas sociales del siglo XIX. Basándose en el pensamiento de
la Ilustración surgió toda una generación de teóricos de la evolución social
como, por ejemplo, Tylor y Morgan. Estos teóricos desarrollaron diferentes
enfoques sobre el progreso social y cultural.
Edward B. Tylor estaba en desacuerdo con la afirmación de algunos escritores
franceses e ingleses de principios del siglo XlX (liderados por el conde Joseph
de Maistre) que sostenían que los indios americanos y otros pueblos indígenas
eran ejemplos de una degeneración cultural. Tylor creía que los pueblos de
diferentes lugares eran igualmente capaces de desarrollarse y progresar a
través de las etapas. Los grupos primitivos “alcanzaban su posición por el
aprendizaje y no por desaprender” (Tylor, 2006:36). Mantenía que la cultura
evolucionó desde lo simple a lo complejo, y que todas las sociedades deben
pasar a través de las tres fases básicas de desarrollo propuestas por
Montesquieu: del salvajismo a la barbarie hasta llegar a la civilización. “El
progreso”, por lo tanto, era posible para todos. Al tener en cuenta la variación
cultural, Tylor y otros tempranos evolucionistas postularon que diferentes

1 son aquellos autores que se identifican con el evolucionismo, es decir, con


una construcción de la teoría de Darwin de evolución y selección natural

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sociedades contemporáneas se encontraban en diferentes etapas de evolución.
Según este punto de vista, los pueblos “más simples” no habían alcanzado
todavía estadios “superiores”. Así, pensaban que las sociedades
contemporáneas más simples se asemejan a las sociedades antiguas. En las
sociedades más avanzadas se podía observar la evolución cultural a través de
la categoría que Tylor llamó supervivencias (survivals), es decir, las huellas de
anteriores costumbres que sobreviven en las culturas actuales. La fabricación
de la cerámica es un ejemplo de una supervivencia en el sentido utilizado por
Tylor. Él creía que había una especie de unidad psíquica entre todos los pueblos
y lo explicó como secuencias evolutivas paralelas en diferentes tradiciones
culturales. En otras palabras, debido a las similitudes básicas de todos los
pueblos en el aspecto psíquico, las diferentes sociedades a menudo encuentran
las mismas soluciones a problemas semejantes. Sin embargo, Tylor señaló
también que los rasgos culturales pueden extenderse de una sociedad a otra
por difusión simple: que sería el préstamo de rasgos culturales de una cultura a
otra como resultado del contacto entre ambas.
Otro autor del siglo XIX que también abogaba por la evolución cultural
progresiva y uniforme fue Lewis Henry Morgan. Abogado en el estado de Nueva
York, Morgan se interesó en analizar los indios iroqueses locales y defendió su
reserva en un caso de concesión de tierras. En agradecimiento, los iroqueses
adoptaron a Morgan, quien los consideró “nobles salvajes”. En su obra más
conocida, La sociedad antigua, Morgan divide la evolución de la cultura
humana, como la sugerida por Tylor, en tres etapas básicas (salvajismo,
barbarie y civilización). Pero Morgan también divide salvajismo y barbarie en
segmentos superiores, medios e inferiores (Morgan, 1877:5-6), proporcionando
ejemplos contemporáneos de cada una de estas tres etapas. Cada etapa fue
distinguida por un desarrollo tecnológico y tuvo un correlato en los patrones de
subsistencia, matrimonio, familia y organización política.

Un debate que surgió desde la perspectiva evolucionista fue si la civilización


evolucionó desde un estado de salvajismo o si siempre habían coexistido
pueblos civilizado con grupos primitivos. El evolucionismo social ofrecía una
alternativa al enfoque teológico cristiano de entonces sobre la diversidad
cultural. Esta nueva visión sobre la línea de progresión contradecía totalmente
las ideas tradicionales acerca de las relaciones entre Dios, la humanidad, la
naturaleza de la vida y el progreso. Los evolucionistas criticaron el enfoque
cristiano sobre la revelación divina para explicar la civilización. Dentro de la
escuela evolucionista hubo también debates en relación con las etapas más
primitivas de la sociedad sobre dónde se ubicaban las diferentes formas de
organización social (promiscuidad primitiva, matriarcado y patriarcado)

Por otra parte, Karl Marx también fue criticado por el paralelismo entre su propia
teoría de la historia y el evolucionismo de Morgan Marx y su compañero de
trabajo, Friedrich Engels, proponían una teoría según la cual, instituciones
como la monogamia, la propiedad privada y el Estado eran las principales
responsables de la explotación de las clases trabajadoras en las sociedades
industrializadas modernas. Marx y Engels extendieron el esquema evolutivo de
Morgan para incluir una etapa futura de la evolución cultural en la que la
monogamia, la propiedad privada y el Estado dejarían de existir y el
“comunismo” de la sociedad primitiva se instauraría de nuevo.

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Con el comienzo del siglo XX la Antropología cultural se fue desvinculando del
evolucionismo. Su principal opositor fue Franz Boas, cuyo mayor desacuerdo
era sobre la suposición de que ese esquema evolutivo era universal y regía
toda cultura humana. Boas argumentó que los evolucionistas del siglo XIX
carecían de datos suficientes para formular muchas generalizaciones útiles.
Así, el historicismo, y más tarde el funcionalismo, fueron reacciones las
reacciones teóricas al evolucionismo social del siglo XIX.

Principales figuras

Johann Jacob Bachofen (1815-1887). Abogado suizo, desarrolló una


teoría de la evolución de los sistemas de parentesco. Postuló que la
promiscuidad primitiva se caracterizó, primero por el matriarcado y,
posteriormente, por la patrilinealidad. Esta etapa posterior de patrilinealidad
estaría en relación con su teoría de la propiedad privada y el deseo del
hombre a pasar ésta a sus hijos. Esta idea fue también seguida por Morgan
(Seymour-Smith, 1986:21).
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James George Frazer (1854-1841). Formado en Cambridge, se consideraba
el último de los evolucionistas clásicos británicos. Frazer era un coleccionista
enciclopédico de datos (aunque nunca hizo ningún trabajo de campo), publicó
decenas de volúmenes incluyendo el popular trabajo La rama dorada. Frazer
resumió este estudio de magia y religión diciendo que “la magia vino primero
en las mentes, luego la religión y la ciencia, cada una dando forma poco a
poco a la otra en las mentes de los hombres” (Hays, 1965:127). Su obra,
publicada por primera vez en dos volúmenes, más tarde se amplió a doce. Las
ideas de Frazer plasmadas en La rama dorada fueron ampliamente
aceptadas. Frazer estudió el valor de la superstición en la evolución de la
cultura afirmando que dicha creencia reforzaba el respeto por el matrimonio y
fortalecía la idea de la propiedad privada, lo que contribuyó a la más estricta
observancia de las normas de la moral sexual.

John Lubbock (1834-1914). Botánico y anticuario, fue discípulo de Darwin.


Acuñó los términos 'paleolítico' y 'neolítico' y publicó la obra: Prehistoric Times:
As Illustrated by Ancient Remains and the Customs of Modern Savages.
Lubbock también contribuyó a la evolución gradual de la religión, vista en cinco
etapas: ateísmo, adoración de la naturaleza (totemismo), chamanismo,
idolatría y monoteísmo.

Henry James Sumner Maine (1822-1888). Jurista inglés y teórico social, se


centró en el desarrollo de los sistemas jurídicos como la clave para la evolución
social. Su esquema de parentesco basado en la territorialidad, incorpora el
estatus del Derecho civil y penal a la sociedad. Maine sostuvo que las
sociedades más primitivas eran patriarcales. Esta opinión contrasta con los
defensores de la primacía de la promiscuidad primitiva y del matriarcado.
Maine también contrasta con otros evolucionistas ya que no fue un defensor de
la evolución unilineal (Seymour-Smith, 1986:175-176).

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John F. McLennan (1827-1881). Abogado escocés, se inspiró en los relatos
etnográficos del ritual de la captura de la novia. De ello construyó una teoría de
la evolución del matrimonio. Al igual que otros autores como Bachofen,
McLennan postula un período original de promiscuidad primitiva seguido de
matriarcado. Su argumento se inició con los pueblos primitivos que practicaban
el infanticidio femenino supuestamente fundamentado en el hecho de que las
mujeres no cazaban para el grupo de apoyo. La escasez de mujeres que
provocó esta práctica fue resuelta con la práctica de la poliandria fraternal y el
ritual de la captura de la novia. Según este autor, estos hechos dieron lugar a la
descendencia patrilineal. McLennan, en su obra el Matrimonio primitivo, acuñó
los términos ‘exogamia’ y ‘endogamia’ (Seymour-Smith, 1986:185-186).

Lewis Henry Morgan (1818-1881). Uno de los teóricos evolutivos más


influyentes del siglo XIX, fue llamado “el padre de la Antropología americana”.
Abogado estadounidense cuyo interés por los asuntos de los indios iroqueses
le llevaron a estudiar sus costumbres y su sistema social, dando lugar al primer
estudio etnográfico moderno de un grupo de nativos americanos: la Liga de los
iroqueses, en 1851. En este libro consideró los aspectos ceremoniales,
religiosos y políticos; también inició su estudio de parentesco y matrimonio que
más tarde iba a convertirse en una teoría comparativa en su obra de 1871,
Sistemas de consanguinidad y afinidad. Esta obra es también un hito en el
desarrollo de la antropología, con el establecimiento del parentesco y el
matrimonio como áreas centrales de investigación antropológica, lo que dio
lugar a una preocupación persistente por las terminologías de parentesco
como la clave para la interpretación de los sistemas de parentesco. Su otra
obra: Sociedad antigua es la declaración más influyente de la decimonónica
posición evolutiva cultural, desarrollada por muchos evolucionistas posteriores
y empleada por Marx y Engels en su teoría de la evolución social. Empleando
las categorías de Montesquieu de salvajismo, barbarie y civilización, Morgan
divide las dos primeras categorías en tres etapas (bajas, medias y superiores) y
dio ejemplos etnográficos contemporáneos de cada una de ellas. Cada etapa
se caracterizaba por un avance tecnológico y se correlacionó con los avances
en los patrones de subsistencia, familia y matrimonio y organización política
(1986:201 de Seymour-Smith).

Edward Burnett Tylor (1832-1917). Fue quien posicionó a la ciencia de la


antropología en una firme base. Tylor formuló una definición de cultura: “cultura
o civilización es todo ese complejo que incluye conocimiento, creencia, arte,
moral, derecho, costumbre y cualesquiera otras capacidades y hábitos
adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad”; y también desarrolló la
idea de las “supervivencias”. Sus mayores contribuciones fueron en el campo
de la religión y la mitología. Él entendía la magia, la astrología y la brujería como
las bases de la religión primitiva. En la obra más conocida de Tylor, Cultura
primitiva, intenta iluminar sobre los complejos aspectos de los fenómenos
religiosos y mágicos. Esta obra es un excelente análisis, bien razonado de la
psicología primitiva como nunca antes se había sugerido. Tylor asocia los tres
niveles de la evolución social con los tipos de religión: salvajes practicando
animismo, bárbaros practicando el politeísmo y hombre civilizado practicando el
monoteísmo. La importancia primordial de Tylor en relación a sus
contemporáneos radica en el uso de estadísticas en sus investigaciones.

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Conceptos principales del evolucionismo

• Evolución social unilineal: es la noción de que la cultura generalmente se


desarrolla (o evoluciona) de manera uniforme y progresiva. Se pensaba que la
mayoría de las sociedades pasaban la misma serie de etapas para llegar
finalmente a un fin común: salvajismo, barbarie y civilización, pero más tarde fue
subdividido en varias etapas para dar cuenta de una mayor diversidad cultural.
• Unidad psíquica de la humanidad: La unidad psíquica era la idea de que la
mente humana es en todas partes esencialmente similar. En la versión de Adolf
Bastian, se recurría libremente a la unidad psíquica para explicar todas las
semejanzas culturales dondequiera que se presentaran. Como Bastian defendía
una versión especialmente exagerada del idealismo cultural, el hecho de que
una idea fuera potencialmente común a toda la humanidad le parecía una
explicación suficiente de su presencia en uno o más lugares. También cuando
se da particular importancia a la evolución paralela se acepta implícitamente
alguna forma de unidad psíquica, puesto que si los diversos pueblos del mundo
pasan a través de secuencias similares, hay que suponer que todos empezaron
con un potencial psicológico esencialmente similar. Mas esta suposición no
tiene relación necesaria con el concepto posboasiano de la igualdad racial. De
hecho, las ideas decimonónicas sobre la unidad psíquica tienen muy poco en
común con las ideas del siglo XVIII o del siglo xx sobre la relación entre la raza,
la lengua y la cultura. (Harris, 1968:137).
• Survivals: “supervivencias”: costumbres de culturas anteriores que sobreviven
en las culturas sucesivas y contemporáneas. Tylor había formulado la doctrina
de supervivencias al analizar el significado simbólico de ciertas costumbres
sociales.
• Promiscuidad primitiva: según esta teoría, el estado original de la sociedad
humana se caracterizaba por la no observancia del tabú del incesto, o de
normas relativas a las relaciones sexuales o al matrimonio. Los primeros
antropólogos como Morgan, McLennan, Bachofen y Frazer compartían este
punto de vista. Sin embargo, otros autores como Freud, se oponían
argumentando que la forma original de la sociedad era la horda patriarcal
primitiva o, como Westermark y Maine, para quienes la familia era monogámica
paterna (Seymour-Smith, 1986:234).
• Estados de desarrollo: se refiere a las etapas evolutivas. El esquema fue
originalmente propuesto por Montesquieu y compartido por los evolucionistas
sociales, en particular, por Tylor y Morgan.

El método comparativo. Logros y críticas

Harris (1968:150-151) tiene una excelente discusión sobre este enfoque: “EI
principal estímulo para [el método comparativo] salió de la Biología, donde el
conocimiento zoológico y botánico de organismos existentes se aplicó a la
interpretación de la estructura y de la función de las formas fósiles extintas”. A
finales del siglo XIX hubo varias aplicaciones antropológicas de este principio.
Sin embargo, en la década de 1860 fue la paleontología de LyeIl, en lugar de
Darwin, la que se vio involucrada. John Lubbock justifica su intento de “ilustrar”

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la vida de la prehistoria en términos de una analogía explícita con prácticas
geológicas.
Todos los teóricos de la segunda mitad del siglo XIX se propusieron cubrir las
lagunas sobre el conocimiento de la historia universal por medio de un
procedimiento especial que fue muy debatido, conocido como el “método
comparativo”. (Los antropólogos que utilizaban el método comparativo podían
usar su información para sustentar hipótesis de conductas humanas
universales. Al comparar evidencias documentadas de diferentes culturas,
tiempos o regiones, los antropólogos fueron reuniendo importante información
acerca de la cultura humana como un “todo”. En antropología, el método
comparativo fue la herramienta principal que los investigadores utilizaron para
hacer estudios culturales. Los primeros evolucionistas representaron los
primeros esfuerzos para establecer la disciplina científica de la Antropología (a
pesar de que este esfuerzo fue obstaculizado enormemente por el clima de
explicaciones sobrenaturales y la escasez de materiales empíricos fiables).
Ellos ayudaron al desarrollo de los fundamentos de una disciplina organizada
donde nada había existido antes. Nos dejaron un legado de tres supuestos
básicos que se convirtieron entonces en parte integral de la metodología del
pensamiento y de la investigación antropológica:
• La premisa de que los fenómenos culturales deben ser estudiados desde el
modelo naturalista;
• La premisa de la “unidad psíquica de la humanidad”, según la cual, las
diferencias culturales entre los grupos no se deben a las diferencias en el
aspecto psicobiológico de los individuos sino a las diferencias en la experiencia
sociocultural.
• El método comparativo en ciencias sociales es equivalente al método
experimental y a las técnicas de laboratorio aplicadas en las ciencias físicas
(Kaplan, 1972:42-43).

Con el tiempo, los antropólogos y otros científicos sociales comenzaron a


criticar el método comparativo y lo tacharon de anticuado y poco efectivo. Sin
embargo, la discusión sobre este método entre profesionales del campo de la
antropología continúa en la actualidad.
Críticas

La secuencia postulada por Morgan (las unidades familiares se hicieron


progresivamente más pequeñas y más autónomas) para la evolución de la
familia no es compatible con la enorme cantidad de datos etnográficos que se
han recogido desde su tiempo. Por ejemplo, ninguna sociedad reciente que
Morgan llamaría salvaje permite el matrimonio grupal ni el apareamiento
hermano-hermana.
La segunda crítica fue dirigida a Tylor, McLennan y otros evolucionistas por
aplicar la idea de la “recurrencia”: -si una creencia o costumbre similar se
encontró en diferentes culturas en varios lugares del mundo, se consideraba un
indicio válido para reconstruir la historia del desarrollo, de la difusión y del
contacto en las sociedades humanas.- La gran debilidad de este método yacía
en la validez que atribuían a las pruebas halladas fuera de contexto y en el hecho

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de que buena parte del material provenía de observadores aficionados dado que
entonces no había casi ningún trabajador de campo capacitado.
El evolucionismo de Tylor, Morgan y otros pensadores del siglo XIX,
actualmente, es rechazado en gran parte porque sus teorías no pueden explicar
satisfactoriamente la variación cultural. Otra de las cuestiones dudosas en las
teorías de los primeros evolucionistas es la incapacidad de explicar por qué
algunas sociedades han retrocedido, se han extinguido o, incluso, en aquellas
sociedades que evolucionaron a la “civilización”, algunas de ellas no han pasado
por todas las etapas.
Por lo tanto, la temprana teoría evolucionista no puede explicar los detalles de la
evolución cultural ni de la variación cultural tal y como la antropología las conoce
actualmente. Finalmente, una de las críticas más común a los evolucionistas del
siglo XIX es que eran muy etnocéntricos −asumieron que la Inglaterra victoriana,
representaba el mayor nivel de desarrollo para la humanidad-. “Los esquemas
evolutivos unilineales [de estos teóricos] cayeron en desgracia en el siglo XX
debido, en parte, a la continua controversia entre el evolucionismo y las teorías
difusionistas y, por otra parte, debido a la evidencia sobre la diversidad de los
sistemas socioculturales” (1986:106 de Seymour-Smith).
No obstante, las obras generadas en torno a esta corriente representan los
primeros intentos para entender la cultura. Estas teorías provocaron una nueva
ola de pensamiento y un amplio conocimiento sobre grupos no occidentales. El
trabajo de los evolucionistas sociales del siglo XIX representa un paso
importante hacia el campo de la Antropología hoy.

Bibliografía

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