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Documentos de debate no 29
Los historiadores
Y la
producción de fronteras:
El caso de la
provincia de Misiones
(Argentina)
l El autor :
Los límites que figuran en los mapas que se publican no entrañan reconocimiento
oficial alguno por parte de las Naciones Unidas ni de la UNESCO.
6. Lo global, lo /oca/, lo híbrido. Heinz R. Sonntag y Nelly Arenas. 1995. (en español solamente)
9. Des partenaríats dans nos villes pour I’ínnovatíon urbaíne. Francis Godard. 1996. InglFr
10. Díversíté: bonne et mauvaíse gestíon. Le cas des conflíts ethníques et de I’édífícatíon de
I’Etat dans le monde arabe. Saad Eddin Ibrahim. 1996. Ing/Fr
ll. Urbanísatíon et recherche urbaine dans le monde arabe. Mostafa Kharoufi. 1996. Ing/Fr
12. Publíc Polícy and Ethníc Conflíct. Ralph R. Premdas. 1997. (en inglés solamente)
13. Some Thematíc and Strategíc Príorítíes for Developíng Research on Multí-Ethníc and Multí-
cultural Socíetíes. Juan Díez Medrano. 1996. (en inglés solamente)
15. Global transformations and copíng strategíes: a research agenda for the MOST Programme.
Carlos R.S. Milani and Ali M.K. Dehlavi. 1996. (en inglés solamente)
16. The new social morphology of cítíes. Guido Martinotti. 1996. (en inglés solamente)
17. Socíetíes at risk? The Caríbbean and Global Change. Norman Girvan. 1997. (en inglés
solamente)
18. Replícatíng Social Programmes: Approaches, strategíes and conceptual íssues. Nico van
Oudenhoven & Rekha Wazie. 1997. Ing/Fr
22. Movimiento de capitales y tráfico de drogas en la cuenca del Amazonas. Lía Osório.
Machado. 1998. Ing/Fr/Esp
23. Cities unbound : the intercity network in the Asia-Pacific region. John Friedmann.1998. Ing.
(Fr. :1999)
24. Género y Nación en el Mercosur. Elizabeth Jelin, Teresa Valdés, Line Bareiro.1998. (en español
solamente)
25. Chile y Mercosur : Hasta dónde queremos integrarnos ? Carolina Stefoni E.,Claudio
Fuentes S.1998. (en español solamente)
28. Una navegación incierta : Mercosur en Internet. Anibal Ford. 1998. (en español solamente).
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hdice :
Presentación 1
BIBLIOGRAFIA 26
1
Presentación
1
-Es constitutivo del procesode conformación de la nación argentina la lucha histórica entre autonomías
provinciales y el poder central localizado en Buenos Aires. La formación del estadonacional desdefines del siglo XIX
implicó un procesode homogeneizacióncultural que subsumio las “partes” (provincias) al “todo” (Estado-nación).Aún
hoy, para muchos intelectuales,es un dilema no resuelto que se evidencia en numerosasmanifestacionespolíticas, sociales,
económicasy culturales.
3
“Integración Regional”. Hemos comprobado que los historiadores también sienten la necesidad de
reelaborar discursos y prácticaspara reposicionarseellos mismos en el medio social.
En estos discursosy prácticas se reivindica, por lo general, una identidad y un sentimiento de
pertenencialocal que nosotros denominamos misioneridad para calificar el sentido de las prácticas de
los actores que estudiamos pero que no aparece en el vocabulario de estos como “nativos”. Esta
categoría que no es estática,sino que puede tomar hacia sentidos nacionalistas cuando se recuerdan
sucesosque colocan fronteras “duras” ( se considera a los vecinos como “enemigos” e “invasores”),
o bien hacia propuestasintegracionistas (mediante la apelación a la hermandadcon paísesvecinos y
al llamado a una integración histórica de los pueblos que iría más allá de la decisión de los
gobiernos). En este último caso, al parecer, las fronteras nacionales se diluirían. Sin embargo, la
situación no se presenta en términos tan dicotómicos, sino que se perciben muchas tensiones y
contradicciones que muestran, precisamente, una serie de transformaciones propias de un momento
de cambios.
Estos son los términos que estructuran la problemática general de nuestra investigación. En
ella se pretende llevar a cabo un enfoque histórico-antropológico que busca la articulación de
diferentes fuentes y técnicas para la obtención de información: textos de historia (libros, artículos,
boletines); documentación de archivo de las instituciones productoras de historia y entrevistas a
los historiadores. Además se estudian los encuentros académicos (Congresos,Jormadas, reuniones
institucionales etc..) y las prácticas rituales donde tienen activa participación los historiadores (actos
. de conmemoración de fechas significativas para la historia local y nacional: homenaje a próceres y
recuerdo de sucesos o personajes)2.
Por ahora queremos señalar algunas líneas de nuestra perspectiva teórica con las que
pensamosnuestra investigación, describir el modo en que estas se articulan con casos concretos de la
producción historiográfica que estudiamos e inscribir nuestro análisis en una plataforma diacrónica
que permita entender algunas caracterísitcas que adquieren los procesos actuales de producción
histórica en la Provincia de Misiones.
2
En esta oportunidad queremoscomentar ~610algunosaspectosde nuestro trabajo empírico que se halla en una fase
preliminar y sujeto a modificacionesen el futuro.
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3
-Por matriz entendemos un conjunto de discursosy prácticas institucionalizadascon característicascomunes
cuyos conceptosadquierensignificados “ocultos” conforme a la conyuntura en que estamatriz se desenvuelve:obras
tistbricas, relacionesacadtmicas entre historiadoresy rituales públicos. (Gutfriend: 1994, Jaquet:1997)
- La idea de país central está asociadaen Argentina a la hegemoníahistórica de la Capital Federal (y de Buenos
p) por sobre el resto de las provincias consideradasen contraposición a ese“centro” como interior o periferia.
-Se piensaen la conformación de entidadescomo el Mercosur que englobaríaa varios paísesde sudamkrica
local o misionero para superar la tensión, se incluiría en una instancia intermedia, conceptualizada
como regionaL6.
A través de las modalidades que adquieren estas articulaciones emerge el contenido
argumentativo del relato identitario que especifica la provincia de Misiones. La idea de frontera es
una categoría que subyacecon valor decisivo en el marco de esas representacionesidentitarias.
En el estudio del proceso de elaboración de este relato en contextos sociales y políticos
específicos, es imposible separar la producción histórica del propio proceso de construcción y
legitimación de los historiadores. Estos hacen de la elaboración de la historia un aspecto de sus
propias sociodiceas, es decir, una forma de constituir sus propias identidades como intelectuales
produciendo una imagen del mundo social (de la provincia) apoyados en el uso de la historia y un
lugar para ellos en ese mundo’. La construcción de estos intelectuales se realiza a través de un eje
dicotómico de oposición y complementación entre lo que, en diferentes instancias, se concibe como
global y como local*.
Si bien hemos dejado claro la estrechavinculación cultural entre identidad y frontera para la
producción histórica, debemos señalar otro sentido que -le otorg-os al término “frontera”. La
consideramos también como un arijicio analítico que nos permite indagar el campo historiográfico
percibiendo otros aspectosde su dinámica. No sería desatinado pensar que existe, en el esfuerzo de
especificar una Provincia Misionera Argentina, una permanente actitud o tendencia a jkonterizar:
recortar la provincia como constructo identitario implica, por un lado, dibujar fronteras conceptuales
. que incorporen, distorsionen o rechacen elementos en la interpretación del pasado. Por otro lado,
implica dibujar en el espacio social un lugar determinado para los historiadores como intelectuales o
productores de cultura marcando fronteras en las relaciones político-académicas. “Hacer” la provincia
desde la historia implica construir “ese” lugar en el que puedan caber los historiadores. En el plano de
las relaciones, es posible “rechazarse”, “ignorarse”, “enfrentarse”, “aliarse”, “criticarse”, según
contextos e interlocutores en un amplio espacio dispuesto para la negociación. Existe un proceso
constante de especificación y diferenciación y, en esa dinámica, hay más de unafrontera.
Los historiadores misioneros, así como son proclives a la negociación y permeables a los
elementos heterogéneos en la construcción de discursos identitarios, también pueden ser los más
activos sostenedores de valores esenciales caracterizados por la irreductibilidad y, es ésta última
alternativa la que aparece con mayor consistencia.Así, el campo historiográfico misionero localizado
“en la frontera” reconoce Zímites que son irreductibles, cuando la negociación entre los historiadores
ya no es posible porque experimentan la sensación de estar en riesgo de desaparecer como
intelectuales si se alteraran los aspectoscentrales de lo que han definido como rasgos inmutables de la
“identidad provincial misionera” que ellos mismos han contribuido a edificar y cristalizar con su
discursos . Hablamos, entonces, en este caso, de la constitución de una “frontera dura” marcada por
los discursos constructores de identidad que, a pesar de su presentación deshistorizada, operan como
un correlato de contextos históricos políticos determinados. Estos momentos están señalados por la
confrontación con aquello que se percibe como posibles disolventes de la supuesta integridad
misionera. La presencia de aquello que se rechaza, la “otredad radical”(Gorosito: 1997) con la que no
6 -Las categorías“interior”, “exterior”, “centro “, “periferia”, como asi también las clásicasdenominaciones
“provincial “, “regional” y “nacional” deberán redefinirse a partir de nuevos paramétros económicos,políticos,culturales y
espacialesen el marco de las configuracíones derivadas del proceso de integración(Mercosur), pero sin perder de vista que
las mismas responden a tradiciones socioculturales y político-académicasque determinarán una compleja superposición de
significados . Nuestro trabajo apunta, en parte, a reconstruir el proceso de constitución de estostérminos en la trayectoria del
;ampo historiogrtico misionero y sus posibles reelaboraciones.
- Federico Neiburg ha utilizado recientementeeste concepto bourdiano de sociodiceaen el estudio del peronismo
considerándolo como una invención cultural producto de la actividad de los intelectuales.Sostieneque en el campo
intelectual específicamente,para construir una posición en el universo social que es pensadoen términos nacionales, los
políticos, los literatos, los ensayistas,los historiadores y los científicos deben ofrecer un relato de historia y proyecto de
pón que pueda se reconocido por el resto de la comunidad. (Neiburg: 1995)
-Afranio García Jr. ha estudiado el surgimiento de los intelectuales nacionalistasbrasilefios a partir de la relación
de oposición con los intelectualescuyo centro estabalocalizado en Paris y cuya influencia era muy grande en las primeras
décadasde este siglo. Este autor demuestra c6mo, en oposición a la ideología “universalista” de los intelectuales franceses,
surgió una plkyade de intelectualesnacionalistasbrasilefios a partir de la década de 1930 (García: 1994).
6
9
- Denominados historizución al procesoque realizan los historiadoresenfrentadosa ciertas situacionesnuevasen
las que tienen que recurrir “a la selección,clasifícaci6n, registro y reconceptualizaci6nde la historia como pasado”(Guber
1995) y de su experienciacomo intelectualesen el marco de la trayectoria histórica del propio campo historiográfico. Es
decir,el procesode recreación y reelaboración dela matrizhistoriomca local dandonuevos sentidosal pasadoy a su rol
social como historiadoresen el presente.Denominamoshistorizución regresiva cuandoese proceso de seleccióny
reconceptualizaciónde la experiencia historiográfica conduce a la idealización y primordialización de elementos“durofde
la matriz que obstaculizanel diálogo y la integracióncon otros. Esto es, cuandola respuestaa los cambios del presente
implican una suertede “repliegue” o “refugio” en episodios o personajessubstancializados,en modos de narrar instituidos y
en pticticas de inserción socio-intelectualesprefiguradaspor prácticasanteriores.
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10
-Incluía aproximadamentemás de la mitad del actual territorio de Santa Catarina, Brasil.
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entendía que era necesario el trabajo y el esfuerzo de los hombres “civilizados” para lograr la
incorporación efectiva de estosterritorios como parte del país:
“Ea! gobiernos, empresarios, ingenieros, aquí tenéis una tierra de promisión, ¿no habrá entre vosotros un ánimo
emprendedor para franquearla?’l1 (Hernández, R.: 1887).
Para los “cronistas”, territorio, nación y civilización eran parte de la misma cosa:
“Trabajemos en Misiones, labremos sus tierras, explotemos sus tesoros naturales y en donde hoy sólo existe
(...) una población arisca, ignorante y pobre (...) que cruza la selva desnuda a pie y desprovista de todo elemento
de sociabilidad, veremos elevarse pronto ciudades florecientes, escucharemos el rechinar de las máquinas en
vez del alarido salvaje del montaraz, el comercio operará sus prodigiosos resultados, enriqueciendo al que
compra y al que vende, al que produce y al que consume y finalmente la luz de la civilización alumbrará estas
oscuras comarcas, permitiendonos fraternizar por la comunidad de aspiraciones, de costumbre y de idioma
con nuestros mismos paisanos robusteciendo los vínculos de solidaridad para el engrandecimiento de la patria”
(Hernández.1887)(resaltadonuestro)
Además de la ideología del “progreso” reflejadas en estascitas, en otros pasajesde las obras e
informes oficiales, puede advertirse que la civilización se enfrentabacon un territorio desconocidoen
cuyo seno las fronteras nacionales se hallaban totalmente indefinidas y diluidas en un “manto oscuro
. de selva virgen”, por la circulación k-estricta de la población “paraguaya”, “brasileña” e “indígena”
que no parecía reconocer frontera política alguna, por la “mixtura” de códigos culturales que debían
ser fraccionados ante el imperativo del estado nación y por el “atraso” que significaba la falta de
industria y de comercio. En este marco se sustentóla idea de un espacioalejado de la “mano de Dios
(de la nación)” donde sólo imperaba la clandestinidad proclive al contrabando de yerba y ganado que
beneficiaba a paraguayosy brasileños. La falta de controles estatalesdeterminaba la existencia de una
nación que, en estasregiones, no alcanzabasu realización completa. De todas maneras,al difuminarse
las fi-onteraspor el desconocimiento del territorio, tampoco aparecíandemasiado claro los enemigos:
se sabía de la existencia en la zona de brasileños y paraguayos que, incluso, eran requeridos como
guías por los exploradores dado su conocimiento del terreno; se los toleraba como usuarios de un
espacio que aún no era totalmente argentino. Se tenía la esperanzade que el progreso asociado a la
nación eliminaría la clandestindadque hasta el momento amparabaa “esa” gente que “cruza la selva
desnuda y a pié”, precisando más claramente las fronteras. La verdaderafrontera estaba marcadapor
la falta de civilización. El verdadero enemigo era el atraso que impedía que la nación argentina
pudiera dar respuestasa las exigencias del mundo moderno en mejores condiciones de competividad.
A través de la obra de los cronistas podemos inferir que había un dialogo con el ámbito
global representado por la conformación de un mercado mundial y a partir de la División
Internacional del Trabajo liderados por Europa; la que operaba como fuerza impulsora externa para la
organización nacional. Subyace en esta “fuerza” la idea de civilización y progreso constituyendo el
telón de fondo sobre el que se lee el escenarioregional.
El Estado-nacional se presenta como una entidad nítida, poderosa, avasallante de las
diversidades regionales,como la cara interna del impulso de civilización y progreso.
Lo local se concibe como el escenario para el despliegue de estas fuerzas, como un espacio
d$wo, inaccesible, atrasado, fabulado, paradisíaco y salvaje dónde no se pueden precisarffonteras
internas ni externascomo tampoco los componentesque circulan ante la flexibilidad de un tránsito sin
controles. Las fronteras parecen subsumirse en la genérica y maniquea dicotomía sarmientina de
civilización o barbarie.
Paralelamenteal desarrollo de las obras de los cronistas, surge el primer texto historiográfico
sobre Misiones. Se trata de la obra “El Territorio Nacional de Misiones” (187881) de Mardoqueo
11
-La idea de “franquear” se une a otras expresionescomo “romper”, “transponer”, “penetrar” que nos hablan de la
percepción de una frontera entre dos mundos distintos, separadospor una barrera-obstáculoque había que vencer para
“derramar” por los ríos interiores, en dirección contraria “a la normal disposicibn de la naturaleza”el flujo de la civilización
que venía del atkntico logrando, así, la integración de la nación (Tomas:1993). Paraalgunos autores la “entrada”de la
civilización por la puerta de Buenos Aires implicó una lectura “al reves de la geografia”.(ibidem)
9
NWalT012, que aparece para dar respuesta a la denominada “cuestión Misiones”. Este libro es
significativo porque por primera vez se apela a la historia para resolver un conflicto juridiccional
entre un estado provincial y el Gobierno Nacional en el proceso de organización de la nación.
Además, nos presenta una perspectiva diferente a la de los cronistas para entender las fronteras.
Efectivamente, el libro permite vislumbrar las diversas aristas que presentó el conflicto entre
el Estado-nación y la provincia de Corrientes por la posesión de Misiones. La argumentación está
estructurada a partir de la plasmación de varios tipos de fronteras. La obra revela que el proceso de
organización nacional, problema fundamental de la época, se expresabaa través de las disputas que se
establecían entre las juridicciones interprovinciales, el límite entre la ingerencia del Estado-nacional y
la autonomía de las provincias, la uniformidad de la nación y la argentinización total del territorio
En este caso la presencia de los países vecinos y las fronteras con ellos, dependía
exclusivamente de la resolución de las disputas internas a la Nación. En la batalla política entre los
diputados correntinos y los funcionarios del gobierno nacional se fue especificando el lugar de
Misiones en el seno de la Nación Argentina. La historia constituyó el principal instrumento para
precisar las fronteras de un territorio que hasta ese momento aparecía difuso.
Así comienza una argumentación histórica que presenta a un territorio de Misiones
permantemente “despojado”, “invadido” y “vilipendiado” por la “rapiña” de los vecinos. Por primera
vez aparece la idea de una “vecindad peligrosa”. Paraguay y Brasil constituyen los marcos de
referencia sobre los que se dirimían las fronteras al interior del país entre las provincias y el estado
nacional de reciente constitución. Los derechos de cada parte pasaban por la condición de
argentinidad y ésta se medía por la contribución que las provincias habrían realizado en el pasado
para contener las “invasiones” foráneas. El problema era determinar: iCuál de las dos había brindado
mayores servicios a la nación, Corrientes o Misiones ?. En la resolución de este dilema Misiones podía
convertirse en un estado argentino autónomo como cualquier otra provincia, en un Territorio
Nacional dependiente del Poder Ejecutivo Nacional o en parte de la provincia de Corrientes.
Lo que estaba en el fondo del debate e indirectamente estructuraba la argumentación
histórica, era la lepitimidad de los estados nrovinciales nara internar la nación en el nroceso de
estructuración de la Argentina como estado nacional. Así, Misiones, podía ser considerada un
antemural frente a los “bandeirantes”(portugueses), como Salta lo fue de los “realistas”(españoles de
la época de las luchas por la Independencia), podía ser considerada un desierto proclive a la invasión
de “paraguayos” y “brasileños”, como la Patagonia lo era de los “chilenos”; podía ser vista como un
teatro de las correrías de bandoleros “correntinos”, como las campañas uruguayas lo fueron de las
“bandas” de Artigas. Esto quiere decir, que en la argumentación histórica, la apelación a los países
vecinos servía para cohesionar o desintegrar las reivindicaciones de los propios estados en el seno
mismo de la “comunidad nacional” que empezaba perfilarse. De esta manera, se iban destacandolas
fronteras que separaban a unos y a otros y, en esto, tanto importaba separarse de los países vecinos
como diferenciarse de las otras provincias.
Misiones se ubicará, de esta manera, alternativamente como “víctima”, objeto pasivo del
“escarnio”, como epicentro de luchas “ajenas”, como “corredor” económico para beneficios foráneos,
como un territorio de fronteras “flexibles” para “invasiones” destructivas y siempre “engañada” por
caudillos locales o gobiernos extranjeros; como país codiciado y despedazadopor estados poderosos
como una “Polonia Argentina”. Considerando a Misiones como “centro”, la condición de extranjería
podía afectar tanto a los habitantes de un país vecino como a los de una provincia argentina.
De la obra de Mardoqueo Navarro se desprende una presentación dramática de la trayectoria
de la historia de Misiones, la que habría dejado trunco un destino de grandeza: Misiones poseía un rol
clave desde los comienzos mismos de la nacionalidad y la emancipación americana. Estos elementos
provenían del pasado representado por las Misiones Jesuíticas (160768) y los acontecimientos
trágicos de la contienda nacional dejaron una herencia en la obra de Navarro que es muy importante
12
-Mardoqueo Navarro era Administrador de Aduanas del Estado Nacional y recorrió la zona de frontera sobre la
costa del río Uruguay durante la década de 1870 para relevar información acercade las actividades económicasclandestinas
de los “brasilefios”. Despu& de este viaje entró en la poltmica con los diputados correntinos ya que propuso la separación
de Misiones de esaprovincia por considerar que Misiones estaba “abandonada”dada la ineficacia de la administración del
gobierno de Corrientes para cubrir tan extensoterritorio facilitando las actividades de contrabando.
10
para nuestro análisis del proceso de producción de discursos identitarios desde la historia: “los
estímulosdel sentimiento local contra sus explotadoresde todos los tiempos” (Navarro: 188 1)
El último punto que interesa del texto es la gestaciónde la idea de Misiones como una ínsz.&
dentro del país, dónde los “usurpadores, mediocres y tipejos de toda laya pueden alimentar la fantasía
de convertirse en gobernadores,diputados, procónsules sin méritos propios y mediante el engaño”,
acusacióncon la que los diputados correntinos y Navarro se descalificaban mutuamente mediante la
adjudicación de un supuesto deseo personal de enriquecimiento o de pretensionesde gobernar en
Misiones a expensas de la voluntad de la población nativa. Será este un eje estructurante de la
historiografia local posterior.
Misiones se incorporó al “imaginario” nacional a partir del relato histórico y su
especificación dependió del recorte de “fronteras” con los paísesvecinos para resolver su legitimidad
dentro de la Argentina. Aquí, se observa una negociación conflictiva entre el todo, constituido por la
idea de nación Argentina y las partes, representadaspor las provincias. Aparece una nueva instancia,
lo extrarrjero, loforáneo que se especifica como extraño dialogando con “las partes”y con “el todo”.
Misiones gana un espacionacional como”víctima” o “refugio” de dudosos personajesen disputas en
las que aun sus habitantes no tienen voz, porque no tienen un gobierno reconocido en el plano
nacional. Es un pedazo de tierra convertida en entidad abstractasin representaciónpolítica. En la obra
de Navarro Misiones es sólo un argumento histórico para resolver otras disputas.
El resultado político de la “cuestión Misiones” fue finalmente la separación del territorio
‘misionero de la juridicción de la provincia de Corrientes y la determinación de su status como
Territorio Nacional dependientedel Gobierno central.
Las obras de los “cronistas” y el texto de Mardoqueo Navarro fueron el producto de un juego
de interesesque, en el plano historiográfico que nos ocupa, podemos considerar como externos a
Misiones. Sin embargo, el imaginario sobre Misiones, producido por estas obras, impulsó el
surgimiento de unos intelectuales y de una historia local como una “reacción”, una “fuerza” que
acompañóotra instancia política, la representadapor la provincialización del Territorio de Misiones
en el período 1940-1950. Esto implicó para la historiografia un múltiple proceso de reversión,
reproducción, reelaboración e invención de categorías identitarias tendientes a producir una contra-
imagen del territorio.
Hasta aquí se vislumbra a Misiones desde la óptica del país central: los discursosconstruidos
por los agentes representantesdel Gobierno Nacional. Ahora veremos cómo se constituyó un sector
intelectual que, desde adentro del territorio, inició un proceso de construcción identitaria provincial y,
simultáneamente,su legitimación nacional.
Este momento marca la institucionalización de la historia y la conformación, por primera vez,
de un núcleo de historiadores locales reunidos en la Junta de Estudios Históricos de Misiones
(1939), institución que se convertió en la tribuna pública de un grupo de intelectualesque, a pesar de
su pretensión de especificidad en materia histórica, pueden ser genéricamenteconceptualizadoscomo
productores de cultura (Vedery: 1991), ya que sus actividadesabarcabanuna esfera de competencia
muy amplia en “asuntos” político-culturales; cuestiones que iban más allá del campo estrictamente
historiográfico.
La efervescencia política que signó el proceso de provincialización durante las décadas de
1930 a 1950 fue acompañadapor un no menos efervescentemovimiento cultural tendiente al logro
del objetivo provincialista13. En todo el territorio de Misiones surgieron las denominadas“Juntas”
(nucleamientos de vecinos “notables” del territorio) que procuraban poner “en acto” los principios
13
-Se conoce como “movimiento provincialista” al empeñoconjunto llevado a cabo por diversossectoressociales
tendientea lograr la provincialización de Misiones. Si bien puedenregistrarseantecedentesde estemovimiento sociopolítico
que congregóa un conjunto heteróclito de personasdesde 1920,es en las decadasde 1940 y 1950 cuandoadquirió mayor
envergadura.El cambio de entidadpolítica del Territorio de Misiones se di6 en 1953 cuando se creo la Provincia de
Misiones durante el gobierno del presidenteargentino Juan Domingo Perón (19461955).
ll
Se recuperabade esta forma la idea de una Misiones “víctima” que venía del siglo pasadoy
era parangonadaa la situación de postración que supuestamentepadecíanlos ciudadanos misioneros
en ese presente.Era necesario,para lograr la provincia, recuperar la entidad provincial del pasado.La
Junta se erigía como la institución encargadade hacerlo y, de esa manera, sus historiadores fueron
definiendo un espaciocentral en la sociedad.El objetivo de la Junta era elocuente:
“La vindicación de esepasado,la rememoraci6n digna de suspáginas,la divulgación y discusión
pública de los mismosy la fiscalización de lo quese sigaenunciandoal respecto,representanuno de los puntos
cardinalesde la patrióticalabor que tienea su cargola Juntade EstudiosHistóricosde Misiones”(BoletínNY,
1940)(Resaltadonuestro)
Trataremos de reconstruir algunos aspectosde esta labor que nos permitan percibir asimismo
la producción defronteras.
12
. .
a-c l’t 1s
La producción histórica de la Junta permitió una identificación o consustanciaciónentre el
pasadomisionero y los propios historiadores. Si Misiones ocupabauna posición marginal dentro de la
historia nacional producto del “despojo” y “ataque” de numerososenemigos, los historiadores locales
padecían de la marginalidad a la que los condenaba un círculo de intelectuales nacionales y
extranjeros que habrían escrito la versión espúrea del pasado misionero. Por eso, estos historiadores
locales, desmitificando esa historia “falsa” creían ue encontrarían un lugar para ellos como
intelectualesen los cenáculoshistoriográficos del país141
:
“Es indudable que toda acción en defensa de la integridad de Misiones, solar de las disputas de
paraguayos,portugueses y correntinos, tuvo lógicamente que generar la malquerencia de los vecinos que
alentaron la pretensión de conseguir sus dominios y esclavizar a sus hijos. Esa malquerencia histórica de la que
no pudieron sustraerse algunos autores, es la que ha ensombrecido muchas páginas de grandeza y de heroísmo
injustamente olvidadas, cuando no deliberadamente omitidas de nuestra historia patria (Boletin NT,
194 l).(Resaltadonuestro)
Los enemigos de la historia tenían, para la Junta, cara de historiadores. Para combatirlos
había que trazar una clarafronfera entre una historia “falsa” que lesionaba los interesesmisioneros y
una historia “verdadera”, “auténticamente”misionera, escrita por los únicos que podían hacerlo: “les
hiios de la tierra”. NO había en el ámbito nacional historiadores misioneros y los juntista se
propusieron instalar la versión misionera de la historia haciendo su propio espacio como intelectuales
. en el ámbito nacional. Esto implicaba un tono agresivo, combativo y altamente polémico para
expulsar a los “usurpadores” de la historia. Ese era su rol social en el contexto presente y, en su
desempeño,iniciaron un proceso defionterización en las relaciones socioacadémicas
Simultáneamente a la consolidación de su posición en el medio local, estos historiadores
ampliaron sus fronteras llevando la voz de Misiones a la Capital Federal y dando a conocer, a quien
quisiera escucharlos,la versión “verdadera” de la historia de Misiones. Pero esta apertura hacia los
ámbitos nacionales implicaba también marcar una frontera con los historiadores correntinos con
quiénes entablaron una ardua disputa intelectual por la “verdad” de la historia que afectaba sus
pasadosen común. Los correntinos significaban para los historiadores de Misiones enfrentarsecon la
“otredad radical” a partir de la cual construir su propia identidad intelectual. Con los correntinos no
había posibilidad de negociación. Tanto más cuando en el momento político de reivindicación
provincialista, los titulares de los diarios locales creaban un clima alarmante, sosteniendo,en primera
plana.,junto con las noticias de la Guerra Mundial, las “amenazadoras” pretensiones correntinas:
“Corrientes alienta la recuperación de Misiones” (El Territorio, mayo de 1943); “Los diputados
correntinos se oponen a la provincialización de Misiones” (La Tarde, Julio 1943), “Han sido
desmentidaslas versiones sobre la anexión de nuestro territorio a Corrientes” (Crónica, septiembre de
1944).
La disputa “regionalizada ” entre historiadores correntinos y misioneros fue sometida a la
autoridad “nacional” de la Academia Nacional de la Historia, la cual fue reacia a aceptar a los
historiadores misioneros. Este rechazo permitió el acercamiento de los juntistas al campo intelectual
brasileño y paraguayo en busca de reconocimiento. Así se perfíló la posibilidad del intercambio
académico con los vecinos, la optimización y manipulación de la situación de frontera para
legitimarse como intelectuales “provinciales” 0 “regionales”. La integración con académicos de
Brasil y Paraguayera posible mediante la recuperación substancializadade un pasado común basado
en la “sangre”, la “raza” y la “cultura” rescatando la homogeneidad cultural entre los paísesa partir
del “manto” tupí-guaraní o el “tronco” hispano-guaraní, flexibilizando así las fronteras inter-
nacionales para el flujo académico.De esta manera, se encontraba en la “comunidad” intelectual de
los paísesvecinos, un lugar para Misiones y sus historiadores, así como el respaldo “científico” para
encarar sus disputas con la Academia Nacional de la Historia localizada en Buenos Aires como así
también con los historiadores correntinos.
Sin embargo, la conformación del “nosotros” regional no entorpecía el proceso de establecer
una fuerte diferencia con los países vecinos supuestamente hermanados por un sustrato cultural
“homogéneo”, contrariando el impulso de la “fuerza determinista de sus destinos comunes” (Bertoni,
14
-La principal institución historiográficadel pais era la Academia Nacional de la Historia (1938) localizada en la
Capital Federal.
13
1941), cuando la correspondenciacientífica llevada a cabo por estos historiadores se realizaba con
otras entidades académicasargentinas y era necesario reafirmar la pertenencia de Misiones como
parte de la comunidad nacional. Así, cuando el Director del Museo Etnográfico de Entre Ríos,
Antonio Serrano, envió una carta al presidentede la Junta solicitándole el catálogo de las colecciones
del Museo Regional de Posadasque pertenecía a esa institución sosteniendo « me interesa mucho
Misiones y la región por sus similitudes con Río Grande (Brasil) donde trabajé casi seis meses y
tengo gratos recuerdos », la respuestaque acompañó el envío fue contundente para el proceso de
fronterización y diferenciación:
“...ruégole tenga en cuentaque la similitud debida a un parecido de vecinos no puede hacer confundir la
entidad de 10s propios caracteres de Misiones con la región en la que dice haber estado. Misiones es portadora
de una culturapropia que ofi-ece al país nuestro humilde Museo...” (Nota de Cambas a Serrano, 1941)(Resaltado
nuestro).
Estaba claro que no se deseabaser confundidos con los “hermanos” brasileños y correr el
riesgo de perder, de esta forma, el carácter“argentino” del territorio Misiones.
La zona de frontera es un territorio que exigió, tempranamente, constantes
reposicionamientos a los intelectualespara construir sus propias sociodiceas (Neiburg: 1995) debido
a la heterogeneidad de intereses nacionales, regionales y locales que debieron conjugarse en la
interacción de las relacionessocialesy académicas.
En la construcción de su espacio socio-intelectual la Junta trató, además, de desmitificar la
. imagen de Misiones como territorio “salvaje” e “incivilizado” que imperaba en varios sectores
políticos, culturales e intelectuales de la Argentina. Para ello tuvo que establecer una frontera entre
los términos de la clásica dicotomía civilización y barberie, colocándosedel lado de la primera. Se
constituyó en una reacción violentamente emotiva contra aquella idea elaborada por los cronistas del
siglo pasado,obras que estos historiadores leían profusamente con cierto espíritu de revancha.Debían
demostrar que la población de Misiones ya no era “... pobre, desnuda y bárbara, sin ideas, sin
industrias, sin sociabilidad, sin patria, sin legislación humana y (...) sin una generación que prepare el
progreso social, intelectual y moral del territorio..” (Hernández: 1887). Ellos, los juntistas, una
generación de intelectualessalidos del propio suelo misionero, serían precisamente la prueba de esa
nueva realidad.
Así como la Junta se preocupó por marcar fronteras entre una historia falsaria escrita por los
“enemigos” de Misiones y una historia verdadera, escrita por los hijos de la tierra; también intentó
marcar fronteras entre aquellas visiones poco favorables a Misiones y la supuesta realidad
“civilizatoria” del presente.También aquí trataba deponterizar los imaginarios ubicándose del lado
del progreso. Se sumó con su participación en las numerosas Ferias y Exposiciones Industriales que
mostraban la potencialidad del Territorio Nacional de Misiones, procurando demostrar que existía una
intelectualidad local sinónimo de la prosperidadcultural y material del territorio.
b-J,as fronteras en la sociodicealocal
Dónde más efecto produjo el sentido de misioneridad como delineador de fronteras, fue en la
comunidad local o sociedadmisionera. En el proceso de inserción y legitimación social, la Junta trató
de hacer pasar sus interesesparticulares (y los de la historia) por el meridiano de los interesesde la
comunidad. Una insistente prédica misionerista reivindicativa de derechos,sustentabala solicitud de
recursos económicos y los pedidos de donaciones de bienes culturales para la institución. Estaba
dirigida a maestros, autoridades de gobierno, empresarios, comerciantes,jóvenes y estudiantes.La
permanente actitud demandantede la Junta a la comunidad tenía como misión crear conciencia sobre
el pasado misionero imponiendo en la sociedad la identidad de una institución que se erigía con
perfiles “propios”, “genuinos” y “necesarios”. El estilo de la Junta y el tono de sus discursos,
enérgicos y virulentos, por momentos profundamente emotivos, definían un espacio hegemónico que
colocaba a todos los sectoressocialesen el trance de resolver un dilema: participar y comprometerse
con lo postulado como auténticamente misionero y nacional, lo que equivalía a dar respuestas
positivas a los pedidos de la Junta o, de lo contrario, correr el riesgo de la exclusión de esa misión
patriótica que los ubicaría muy próximos a la pantera de la traiciún. La traición era comunmente
asociada como un rasgo propio de correntinos, paraguayos y porteños. Se suponía que ningún
misionero querría caer dentro de estascategorías.
Se impuso el concepto de “buen misionero” para aquellos que colaborabann con la obra
cultural de la Junta. La dicotomía civilizaciónlbarbarie, héroekontrahéroe a la que era proclive caer
14
Había que dar respuestaspositivas a la obra de la Junta para no caer bajo sospecha:
“..sólo albergando oscuras intenciones, se puede ser indiferente a los intereses de Misiones. Hay que estar
atentos en defensa de nuestros derechos, la indeferencia con la labor de la Junta sólo contribuye a la
malquerencia de los estados vecinos y de los que intencionadamente oscurecen nuestra historia (Acta de la
Junta, 19 mayo 1942).
De esta manera, la Junta y los intereses de Misiones se transmutaban en una sóla y misma
cosa. Este principio tendrá honda repercusión en la constitución del campo socio-intelectual de
Misiones. En el campo historiográfico, especialmente,será posible marcar una frontera clara entre los
de “adentro” y los de “afuera”.
Así, la contera entre patriotas y traidores tiñó la interpretación de la historia que, sumada a
la imagen de un territorio misionero edificado como un escenario de disputas e intereses ajenos y
. permanentemente“ocupado”, “invadido”, “despojado”, cobraba trascendencia mayor para definir
posicionamientos sociales en una zona de fronteras donde la condición de “patriota” exigía la
manifestación de reiteradas lealtades. Aquí el componente afectivo que intervenía en la condición
distintiva de “buen misionero” pasabapor el compromiso público “con la defensay el amor por las
cosas nuestras”. Este principio podría, incluso, disolver las fronteras entre los de “afuera” y los de
“adentro” y ser un factor de admisión a los “extranjeros” que demostrasen compromiso y amor
públicos por las cosas de Misiones. En el campo historiográfico era necesario que los nuevos
historiadoresescribieran una historia que reivindicara hechos, sucesosy personajesde Misiones y a
través de la cual demostraran ese compromiso “misionerista” para mitigar, con el tiempo, la
condición no originaria del territorio. Desde este marco, la historia de los juntistas participó
activamenteen la elaboración de los imaginarios sobre “paracaidistas”(categoría nativa que alude a
los recienvenidos) y “mercenarios” (categoría nativa que se refiere a quienes llegan a Misiones para
enriquecersea costa de cualquier precio a expensas de los intereses de locales) que constituyen
lugares comunes en los discursos de la sociedad misionera actual en cualquiera de sus ámbitos.
. ,.
fronteras entre lo na&nal v local en el discurso hlstonco.
La argumentación histórica estuvo guiada por el principio de que “existen acontecimientos
que determinaron para siempre nuestra nacionalidad...” (Carvallo, Casiano: 1943), por ello era
necesario asociar los acontecimientos locales a los de la Historia Nacional y, de esta manera, se
diferenciabanfronteras con los estadosvecinos visualizados indefectiblemente como enemigos.
Se rescataba la Batalla de Mbororé ocurrida en 1641 enfrentando victoriosamente a los
indios guaraníes y a los jesuítas de las reducciones con los esclavistas-bandeirantes-portugueses
(tríada de alta significación por representar el carácter simultáneo de “enemigos”, “invasores” y
“extranjeros”) como un episodio en defensa del territorio nacional:
“füe en esta memorable acción donde la sangre del indio misionero corrió por primera vez en aras de la
tranquilidad de los demás pueblos (...) fue en esta acción que se gestó, en este territorio de posesión tan
discutida en otro tiempo, nuestra condición de argenfinos”(Escalada, Boletín N”3) (Resaltado nuestro).
Si bien las Misiones Jesuíticas no ocuparon un renglón importante en la producción histórica
de la Junta, las reducciones eran reivindicadas en su estado actual de ruinas pues operaban como
pruebas y evidencias de una historia marcada por la destrucción y el despojo. Por otra parte, servían
para la exaltación de las figuras indígenas defensoras del “solar nativo”:
“...estos son los hechos que explican la existencia de las ruinas en los pueblos misioneros, reducto hoy de
leyendas sugestivas y apasionantes, sobre cuyas piedras dispersas la nación debe mandar esculpir la figura de
los indios, héroes anónimos de las bárbaras invasiones de los vecinos de oriente y occidenfe” (Boletín N”1,
1940) (Resaltado nuestro).
Sin duda, la argumentación histórica más importante de la Junta estuvo destinada a rescatar
del pasadoa uno de esos héroes anónimos de las Misiones y convertirlo en el “prócer” misionero por
excelencia: se trata del caudillo Andrés Guacurarí, el ejecutor histórico de las fronteras. Este
15
15
-Se halla sobre la Ruta Nacional No12 en la localidad de Garupá, límite entre la capital misionera (posadas)y el
interior de la provincia.
16
Otro episodio interesanteque muestra la tensión entre las fronteras de lo local, lo nacional y
lo extranjero en el discurso histórico de la Junta, esta representadapor la oportunidad en que la
institución tuvo que expedirse acerca del cambio de nombre del paraje denominado “Tres Capones”.
El pedido a la Junta lo había realizado el personal de la Escuela No 34 del lugar mencionado.
Proponían el nombre de un argentino célebre, Juan Bautista Alberdi, porque consideraban que el
nombre “Tres Capones” era de “origen brasileño” y “que nada tiene que ver con nuestro léxico”
(Nota N“ 3, 1941). La Junta se expidió sosteniendoque “capón” es de orígen guaraní y no portugués,
por lo tanto el nombre debía mantenerse“por ser auténticamenteregional”, entendiendo como tal el
sustrato cultural guaraní que abarcabatanto a Brasil, Paraguayy Misiones. De esta manera, tomaba
distancia de lo extranjero (representadopor lo brasileño) y se amparabaen lo regional (representado
por el sustrato guaraní originario) para seguir manteniendo el sentido localista. Propuso, para no
desairar el componente nacional, que “el nombre del gran Alberdi sea dado a alguna ruta
caminera..“(Boletín N”2, 1941)
La Junta ignoró personajes y/o mencionó tangencial o parcialmente algunos procesos
históricos. Estas omisiones nos informan de un modo de establecerfronteras “duras” o “flexibles” en
el campo de la negociacionespolíticas y académicas.En ese marco, pueden precisarse los matices y
contradiccionesen el proceso de construcción de discursos identitarios y de los propios intelectuales
misioneros por medio del uso de la historia en una zona de fronteras. Estas consideracionesparciales
de personajesy sucesos eran producto, como siempre, de una lectura interesada de la historia de
. Misiones y, desde ese punto, se pueden percibir también diferentes significados de la tensión entre
local, lo nacional y lo extranjero.
Manuel Belgrano (prócer argentino creador de la bandera nacional) podía ser reivindicado
como expresión de la nacionalidad Argentina, como el prócer que llevó el impulso libertario al
Paraguay y produjo en Candelaria el Reglamento para los pueblos de Misiones considerado como la
primera Constitución Argentina, pero también era virtualmente acusado de la responsabilidad de
haber dejado perder a una provincia hermana (Paraguay) del territorio patrio y especialmente
responsablede la firma del Tratado de 1811, lesivo para los interesesmisioneros, pues ocasionó la
pérdida de los pueblos de la costa occidental del Paraná que pasarona manos del Paraguay.Belgrano
es presentadocomo “iluso” por creer en el Paraguay y en Buenos Aires y los paraguayosy porteños
presentadosindefectiblemente como “falsos” y “traidores”.
La Guerra de la Triple Alianza, que constituye un hito trascendenteen la constitución de la
historiografía paraguaya y uno de los acontecimientos que per-mea actualmente un proceso de
construcción identitaria en la frontera misionera-itapuense permitiendo categorías de diferención
frente a los “otros”i6 , fue omitida en la historia de la Junta. Este episodio, altamente conflictivo en las
relaciones entre los países de la frontera y que podía perturbar las relaciones académicas,sólo era
mencionado como el punto de partida de lo que se dió en llamar la “repoblación de Misiones”
(Cambas: 1945). Convenía, en este caso, como en el antiguo debate del siglo pasado, asumir la idea
de Misiones como “teatro pasivo” de las operacionesde intereses“ajenos”. Misiones sería escenario
de la Guerra de la Triple Alianza, víctima no responsable. De esta manera, se asumía una posición
neutral en la historia que, en las relaciones académicasde fronteras, otorgaba neutralidad presente a
los juntistas para no tratar, al menos, ese tema conflictivo. Se empieza a contar una nueva historia:
“repoblación de Misiones” y se convierte al sucesoen un punto de partida : “ despuésde la Guerra de
la Triple Alianza Misiones inicia un camino de progreso” (Cambas: 1945). Indirectamente, se obviaba
el tema, aunque se reconocía la ocupación paraguaya del territorio que, junto con la “anexión”
correntina y las “invasiones” portuguesasconstituían un período “negro” y “nefasto” para Misiones.
Se mencionaba la “trinchera” de los paraguayos (en lo que hoy es Posadas) como símbolo del
oprobio, pero no se destacaba el proceso social a que dió lugar la denominada “ocupación” o
“invasión” militar del Paraguay. Esto hubiera sido lesivo para las pretensiones nacionalistas de la
Junta en la búsquedade legitimación de una continuidad cultural, territorial e histórica de Misiones a
la Nación Argentina: ¿Cómo reconocer la presencia paraguaya en suelo argentino sin poner en duda
dicha continuidad?
16
- Los encarnacenos
acostumbran
llamar despectivamentea los argentinosde la frontera con el apelativo “curepí”
en alusión a las pernerasde cuero de cerdo que utilizaban los soldados argentinosdurante la Guerra de la Triple Alianza.
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1- Mientras llevaba a cabo una lucha “provincialista” en defensa de los derechos misioneros
procurando el rescate y restitución de su patrimonio “arrebatado por extraños” en el seno del país,
ofrecía en venta a museoseuropeospatrimonio cultural “auténticamente”misionero. Lo global estaba
fuera del área “territorializada” del conflicto local. La acostumbradapráctica de los museos europeos
de contar con muestras de culturas exóticas de América no afectaba, al parecer, la “misioneridad”
que, por el contrario, era vivida como un aspectodel reconociminto mundial que en el plano nacional
no tenían.
2-La mención, finalizada la guerra, del inicio de la correspondencia “interrupida por los
acontecimientos mundiales...” referida a algunas instituciones internacionales con las que
intercambiaba publicaciones.
3-La insistencia en 1944, inminente entrada de la Argentina en la Guerra , de colocar en las
comunidadesdel interior esculturasy bustos dei General San Martín, “padre de la patria”, con el fin
de “sembrar argentinidad” y convertir a la zona en una frontera protegida bajo la invocación del
prócer, en especial en la ciudad de Oberá caracterizadapor su población pluriétnica (con atención
particular sobre los alemanes).
4- Los frecuentespedidos al Ejército Argentino y a la GendarmeríaNacional desde finalizada
la guerra hasta 1950, para que repararan los danos que sus fuerzas ocasionaron en el Museo de la
Junta cuando se instalaron en su sede durante la guerra. El Museo esta muy cerca del río en la frontera
con Paraguay y se convirtió en destacamento de frontera en 1944 por su posición considerada
. estratégica. Los grupo de “zapadores” y “pontoneros” ocuparon las instalaciones del Museo desde
1943 a 1945.
A partir de 1945 “otros” desconocidos hacían su aparición en la escenanacional como el
“aluvión Zoológico”, los “cabecitas negras” que horrorizaron a las clases altas y medias argentinas.
Mientras los obreros reclamaban su espacio social en la Argentina “bajando” del interior del país al
centro, impulsados por el liderazgo carismático del General Perón, simultáneamentese hacía evidente
la presencia de los “provincianos” que trastocaron la estética de la población urbana de la Capital
Federal. Así, los intelectualesde Misiones, “desclasados”de la intelectualidad argentina, reclamaron
también su espacio social desde la condición de provincianía desafiando a los prestigiosos
historiadores de la Academia Nacional. Para algunos historiadores, la revanchay el resentimiento por
años de postración, fueron los signos del avance de los pobladores del “interior” para reclamar un
espacio distinto en el plano social frente a los sectoresprivilegiados. Los intelectualesde la Junta, por
el estilo con que intentaban darse a conocer en todo el país, compartían, quizás, un espíritu de
revanchismo semejante pero en relación a los historiadores consagrados de la Academia.
Sintomáticamente, la provincialización de Misiones, objetivo primordial de los historiadores de la
Junta, se logró en 1953 durante el gobierno de Juan Domingo Perón, saldando una deuda histórica
con los intelectuales provincianos de Misiones como lo habría hecho con los obreros en el plano
sociolaboral.
Se pueden mencionar otros ejemplos, pero creemos que basta con señalar que la mayor parte
de las evidencias demuestranque en el proceso descripto los historiadores de la Junta construyen
enemigos de “afuera” para reclamar un espacio legítimo hacia “adentro” del país. Fueron definiendo,
a través de la producción histórica, fronteras diversas:políticas, simbólicas y sociales.En esa trama se
asentaronlos perfiles de estos historiadores como intelectuales: hacer la provincia de Misiones como
parte de la Nación Argentina les implicó realizar recortes culturales y de escenariosacadémicos que
iban mas allá del ámbito estrictamente historiográfico. Por ello, fueron marcando fronteras de
negociación social no exentasde conflicto y contradicciones locales, regionales y globales que, a su
vez, afectaron la producción histórica. Al proceso de especificar una provincia argentina localizada en
un área de frontera a través de numerosos recortes de discursos y prácticas historiográficas, lo hemos
denominadoffonterización de la frontera y creemos que éste es un rasgo propio de la dinámica de
producción histórica e identitaria en Misiones dando forma a la matriz historiográfica elaborada por la
Junta.
La indagación de la sociogénesis del campo historiográfico misionero que reconoce, como
hemos visto, antecedentesen el siglo pasado (Zasprimeras fronteras) pero que se consolida con la
Junta en la década de 1940 (Zassegundasfronteras) nos permite precisar algunos puntos a tener en
cuenta para la problematizacióndel proceso actual en la producción de fronteras:
-
19
17
- Se trata de “La Revolución Cultural del Mercosur” de Salvador Cabra1Arrechea. Este texto poseedos ediciones,
una en espaííoly otra enportugués.
_ --__-_-- --
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conjugan variados elementos que históricamente han servido para justificar el “acercamiento”: el
manto tupí-guaraní, el tronco hispano-guaraní,la influencia hispano-portuguesa,las Misiones Jesuítas
y el espíritu americanista de los pueblos en una combinación discursiva que no resuelve muy bien la
contradicción de la variedad de los elementos que intervienen. Se promueve ademásla superación de
antiguas rivalidades entre “hermanos” para dar respuestasefectivas a las transformaciones. Su autor
manifiesta:
“El trabajoes una propuestade diálogoa partir de los conocimientoshistóricosque uno puedao no tener y de
los hechosmás importantesque ocurren en el mundo exterior, de los cambiosrapidísmosque se están
produciendo,y esa nueva situaciónque nace desdeel Mercosur a trav& de la cual Argentina comienzaa
reinsertarse.Es una propuestade interpretaciónpara la acción, o sea que es una invitación a todos los hermanos
de Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil a que esta tarea sea un punto de partida y un compromiso
permanente”
También esta presente el componente romántico de superar los conflictos hacia una victoria
futura de los pueblos unidos:
“El verdadero promotor de este trabajo es un amigo de Santa Catarina, Brasil, que fue coleccionando artículos
míos sueltos y me propuso traducirlos al portugués en formato de libro (...) me acaba de anunciar que también
en Brasilia se presentará este libro sobre la historia y Mercosur (...) el creyó, tal vez mas que yo, que en este
trabajo y en este camino esta la victoria tanto del país de él como del nuestro”
Pero algunos historiadores del núcleo “duro” de la matriz lo han visto como una expresión de
< oportunismo y, en especial, “ahoraque estade modahablarde Mercosury de integracióncuandodesdehace
tiempo nosotros hicimos de la integración un hecho y no una declaración (...)“(J.M. R. 1997)
Pero la reacción de los historiadores de la matriz misionera, en su aspectomás refractario, se
produjo cuando en el suplementocultural de un diario local se expresó en referencia a la presentación
del libro:
“Las palabras de...fueron escuchadas por cerca de trescientas personas en la sala Jorge Luis Borges de la
Biblioteca Nacional, fueron saludadas con aplausos como cierre de un acto que representa la primera presencia
en eserecinto de la obra de un escritor misionero, hecho de trascendental importancia para las letras de
esta provincia”(Resaltado nuestro)
Ante este comentario que demostrabaaparentementela consagraciónde un autor “misionero”
en la Capital, una historiadora expresó, quitándole trascendencia al hecho, la revelación breve,
lapidaria y contundente de recuparación de la otredad: “Ese no es misionero...es correntino”. Con este
simple comentario se pretendía quitar importancia al hecho y descalificar el trabajo. Lo sintàmático es
que el rechazo no se fundamentabaen razones de discrepanciashistoriográficas, sino en el supuesto
origen de los autores: la condición nativa en contrastecon la “extranjería”.
Mientras algunos historiadores salen al encuentro de la globalización y el Mercosur apelando
a discursosy prácticas resignificadasde la matriz, otros, apelandotambién a la matriz mantienen, sin
embargo,una actitud de permanentesospechay repliegue. Lo que podemos sostenerpreliminarmente
es que el momento actual pruduce nuevos conflictos y sigue generandoprocesosde fronterización en
las relaciones del campo historiográfico. La fronterización recrea sus dos tendencias clásicas, la
apertura y flexibilización de las fronteras hacia una “comunidad” de intereses o el cierre hacia el
endurecimiento de las fronteras con la recuperación de valores localistas. Pero la definición por uno u
otro parámetro plantea nuevamentemomentos de tensión, de no resolución, de transfi-onterizaciónen
los que hay que definir a los otros poniendo en suspensiónantiguas valoraciones. Estos momentos
suelen ser la clave para determinar la naturaleza del proceso de cambio.
En diálopo tácito con los cambios:
Queremos presentar,ahora, cómo los historiadores dialogan tácitamente con la globalización.
Al parecer no se hacen cargo de ella, manteniendo una actitud prescindente. Sin embargo, la
incorporan como ese oponente omnisciente cuya presencia permea la producción histórica y los
obliga a dar una respuesta para reposicionarse en el medio socio-académico. En el dialogo con los
fenómenos de cambio distinguimos tres momentos que nos revelan la presencia de aquello que es
“innombrable”: perturbación y contradicción, repliegue y profundización de la matriz historiográfica
misionera en sus fronteras “duras” y la producción de fenómenosnuevos.
a-Momento de perturbación y contradicción:
El libro “Misiones, despuésde Andresito”( 1995) hace una descripción detallada de cada uno
de los indígenasque sucedieron a Andresito como comandantesde la Provincia de Misiones después
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24
del 19 de julio de 1816 se exalta la figura de Güemes como el más formidable custodio de nuestras
fronteras, pero se omite citar a la hazaña de Andresito para esa misma epoca, que en lucha desigual
contra los designios de Buenos Aires, y contra las pretensionesde Brasil y Paraguay mantuvo intangible
nuestra soberanía. Y que gracias a esa gesta , la Mesopotamia sigue siendo nuestra (....)Mborore tampoco
significa nada para nuestros niños (...) ni que Misiones fue la primera provincia Argentina en adherir a la
Revolución de Mayo (...) y que en Candelaria el Reglamento Provisional de Belgrano marcó la primera
ConstituciónArgentina”(A.M. 1997)(Resaltadonuestro)
Existe un proceso de reinvención del pasado que encuentra en la fragmentación de múltiples núcleos
identitarios otros modos de afirmación local al interior de la provincia.
Los historiadores misioneros siguen experimentando la sensación de tener que “defender” a
Misiones desde todos los frentes. Siguen operando los esquemas clasificatiorios y las categorías
identitarias que los comprometen con la matriz historiográfica. En el proceso de nuestra
investigación, siendo también historiadores “del lugar”, no podemos dejar de sentir nosotros mismos
la sensación de traicionar a los historiadores que nos han formado y de experimentar el dilema de
lealtades cruzadas.Permanentementenos encontramos frente a situacionesque nos obligan a poner en
crisis nuestra propia formación, para superar el impulso de refugiamos en el lugar pre-determinado
por la protectora matriz historiográfica (dispuesta a funcionar sobre nuestra subjetividad en la
valoración de los hechos) y perder el miedo de ser expulsado del “fuego sagrado de la aldea”.
Entre lo refractario y el oportunismo, entre la apertura y el repliegue, la búsqueda de nuevos
caminos y alternativas sigue revelando procesos conflictivos de fronterización de la fronteras y la
construcción de “otredades” por parte de los historiadores misioneros. ¿Cómo se resolverá la tensión?
No lo sabemos. Sólo podemos decir que persisten esquemas clasificatorios “localistas” que permiten
percibir a las fronteras, sino como barreras, por el momento nada más que como puentes hipotéticos
de integración.
La posibilidad de traducir lo local en el lenguaje de lo global (y no al revés) sigue siendo un
desafío no resuelto para los historiadores misioneros que, al parecer, seguimos sientiendo el impulso
de combatir en la frontera como Quijotes contra molinos de viento.
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Hemeroteca de la Biblioteca Popular Sarmiento (Posadas)
Hemeroteca del Museo Regional “Aníbal Cambas”(Posadas)
Entrevista a historiadores