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Cinismo en alza.

Así como no se detiene la escalada del dólar en Argentina, no para de aumentar el cinismo
imperante en el gobierno de la nación y sus principales voceros, quienes no dejan de mostrarse
satisfechos y complacidos por la brutal, por brutos, reducción de ingresos en los trabajadores del
país.

La escala de reducción tiene variante y matices, pero una sola constante: llegar a fin de mes sin
deudas es escalar el Everest descalzos y sin abrigo.

Nadie se queda afuera, salvo los amigos del presidente Macri, en su versión minera, petrolera,
gasífera o financiera, que es fácil imaginarlos con gesto de aprobación a una política
económica que provoca pobrezas para los muchos y más riqueza para los pocos de siempre.

En una semana veremos qué pasa con las asignaciones familiares para los trabajadores de la
Patagonia, porque el decreto de reducción no está derogado , ni suspendido solo a la espera de
que maduren las condiciones.

Se fue el Fondo Sojero y a pesar del “pataleo” sonriente de Arcioni, se fue para no volver, otra
alegría para los sojeros. Los jubilados patagónicos recibieron menos leña para calefaccionarse, y
los científicos y universitarios, no pueden pagar la luz. ¿Cual será el límite para Macri? ¿Existirá?

El subsidio para el transporte cuelga de un hilo con una vela encendida por debajo, y las naftas
promocionales en la Patagonia serán la próxima escala, pero no la única en este espinoso camino
que los trabajadores recorren a diario. Allí, en los despachos del senado la reforma laboral acecha
impaciente, que la derecha liberal la libere, aquella de los 90, la devuelva rejuvenecida a este
escenario de desempleo permanente.

Cambiemos ya sabe que tiene que hacer o que les ordenaron hacer, y actúan en consecuencia en
el terreno que les toque, se reúnen con los ruralistas, se ausentan de las sesiones legislativas
donde pueden torcer un decreto o una ley, aplauden la baja de la obra pública o el aumento de
las naftas.

Hay que reconocer que han cumplido su palabra en algo: mejorar la vida de los argentinos. De
algunos al menos, los que apostaron a la timba financiera, los que ni borrachos pondrían un peso
para una fábrica, de los argentinos que no repatriaron su dinero, muchos del pro, otros
funcionarios del gabinete macrista.
El que tiene empleados, el que defiende sus derechos laborales, los despedidos por la
importación, los que cobran menos, son el enemigo del gobierno. Pero ellos son nuestros amigos.

Y sabiendo que la resignación es una ropa que descartamos, el peronismo vuelve a reunirse,
apartando las diferencias, recuperando la certeza de que esto no puede durar para siempre , que
la mejor lección nos la enseña nuestra propia historia.

Se viene un tiempo de alegría, la alegría de dar una lucha por los valores y principios que
hicieron del peronismo el movimiento de masas que alcanzó los cambios más importantes de la
historia de los trabajadores.

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