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La clasificación de los retrasos en el desarrollo del lenguaje es problemática, por una parte, debido
a la dificultad de establecer una clasificación bien fundamentada y por otra, a consecuencia de los
distintos puntos de vista que los autores tienen al respecto. Otros creen que la clasificación de estas
alteraciones carece de importancia ya que están originadas por trastornos afectivos.
A nivel de producción:
A nivel Semántico:
A nivel Morfosintáctico:
Desorden en la secuencia normal de la oración y Lenguaje
telegráfico.
Número reducido de términos en la frase.
Dificultades en la utilización de artículos, pronombres, plurales y
alteración en la conjugación de los tiempos verbales.
Presentan dificultad en la adquisición de frases subordinadas, éstas
suelen ser coordinadas con la partícula "y".
A nivel Pragmático:
A nivel de comprensión:
BIBLIOGRAFÍA DE INTERÉS
www.psicopedagogia.com/articulos/?articulo=370
www.aidex.es/lenguaje/taller1/r-s-lenguaje.html
www.espaciologopedico.com
http://www.centro-ide.com/
Se define
como la no aparición del lenguaje a la edad que normalmente se presenta. Además de la falta de
desarrollo se percibe también la permanencia de ciertos patrones lingüísticos que caracterizan
bien a niños de menos edad. Los elementos esenciales para su diagnóstico diferencial son: que no
existe causa patológica, no presenta defectos ni distorsiones específicas y presenta aspecto pueril
pero sin distorsión particular. Los síntomas lingüísticos se presentan de distinta forma según el
nivel de gravedad del retraso del lenguaje, pudiendo ser éste, leve, moderado o grave.
2.-Retraso Moderado:
3.-Retraso Grave:
Estos niños presentas reducidos sus patrones fonológicos ya casi totalmente al consonantismo
mínimo, el vocalismo es confuso y se da múltiples dislalias. El área de significado es pequeña en
calidad y cantidad. Su
sintaxis presenta holofrase y habla telegráfica. Desde el punto de vista pragmático se percibe una
“conversación”
centrada en si mismo.
Factores causales:
No presenta causas, pero deben existir condiciones provenientes del niño o de la situación en la
que el aprendizaje del lenguaje se produce, que sean distintas a las que se dan en la adquisición
normal. El
enfoque neurobiológico
se encuentra el presentar una memoria a corto plazo deficitaria y una alteración en el mecanismo
cognitivo de la atención. En los
factores motores
no encontramos causas sino más bien dificultades motrices de los OFAS que acompañan al retraso
del lenguaje.
Factores Psico-Socio-Afectivos:
Fonética
Fonología:
Semántica:
Valorar el volumen de vocabulario y la extensión de las relaciones entre las distintas entradas
léxicas, una mayor extensión en las relaciones semánticas garantiza una mejor expresión y
comprensión del lenguaje.
Morfosintaxis
: Las pruebas como el TSA e ITPA permiten emitir juicios acerca del retraso o normalidad de
desarrollo morfosintáctico.
Pragmática:
Se deben considerar, el estilo individual y el de los miembros del grupo, adaptación a los distintos
participantes, roles y situaciones, funciones comunicativas y progresiva organización del discurso.
Aplicar pruebas de carácter general para tener información de los efectos del retraso en el
desarrollo intelectual y psicolingüístico.
Exámenes complementarios:
Tratamiento:
La intervención debe ser lo más temprana posible. Consistirá en modificar ciertas actitudes y en
enseñar ciertas técnicas de estimulación a la familia, orientar a la escuela para su intervención
preventiva estimuladora y rehabilitadora; y la intervención especializada: intervención
estimuladora y reforzamiento, automatización, y consolidación del proceso.
Se dice que existe un retraso simple del lenguaje cuando un niño apenas
habla o habla muy poco, las primeras palabras aparecen entre los 21 y
224 meses, cuando deberían hacerlo a los 18 meses, periodo en el que
se considera como propio de un desarrollo normalizado. La expresión del
pronombre YO no aparece hasta los 4 años, cuando es habitual que
surja a los 3.
Desarrollo fonológico:
Ausencia del fonema vibrante múltiple /r/.
Sustitución del fonema /r/ por /d/, “cara” – “cada”.
Sustitución del fonema /s/ por el fonema /t/, “mesa” – “meta”.
Tendencia a reducir el sistema consonántico, a utilizar más
vocales que consonantes: esta dificultad puede observarse en
las palabras polisilábicas.
Desarrollo semántico:
La actualización lingüística de contenidos cognitivos es
ligeramente más reducida que en los niños sin retardo. Su
comprensión es similar a la de otros sin retraso, aunque se
perciben lagunas en la percepción de los enunciados que se
refieren a nociones espaciales, temporales, relativas a los
colores, etc.; son nociones que él mismo no suele utilizar en su
lenguaje habitual. El vocabulario es muy reducido. Emplea
palabras truncadas para denominar a otras, por ejemplo, “late”
por “chocolate”.
Desarrollo morfosintáctico:
Se pueden considerar como normal, su lenguaje suele
inteligible y presenta las siguientes conductas lingüísticas:
Emplea interrogaciones, no solamente caracterizadas por
la entonación adecuada, sino también por el empleo de
pronombres o adverbios interrogativos.
Construye frases negativas correctamente utilizando
formas verbales adecuadas, aunque tiene un carácter
telegráfico hasta más allá de los 4 años.
Repite frases con incorrecciones después de haberlas
escuchados.
Ausencia de plurales, de conjugación y de artículos, y no
respeta el orden de las palabras.
Desarrollo pragmático:
Su lenguaje es funcional, sabe escuchar y participar en las
conversaciones, no presentando especiales dificultades
Algunos niños emplean gestos significativos para hacerse
entender en su entorno.
Desarrollo fonológico:
Ausencia casi total de los fonemas fricativos y sustitución por
los fonemas sordos.
Habla de “bebé”.
Abundantes omisiones de consonantes al inicio de la palabra.
Emisión muy defectuosa de sílabas: desaparecen los
diptongos, las consonantes finales, e, incluso, se produce la
omisión total de las sílabas inversas y complejas.
Desarrollo semático:
Pobreza de vocabulario expresivo.
Comprensión normalizada pero referida a su entorno lingüístico
familiar y próximo.
Desarrollo morfosintáctico:
Emplea menos iniciadores interrogativo (pronombres y
adverbios) y gran parte de las interrogaciones están basadas
en la entonación.
Se hace poco uso de las funciones semánticas de género,
número, etc., debido a los déficits fonológicos (omisión de
plurales -s, -es).
Reducción del uso de tiempos verbales.
Escasa utilización de artículos, preposiciones, coordinación,
subordinación…
Desarrollo pragmático:
Abundantes imperativos y “gestos verbales” de llamada de
atención.
Escasas formas sociales de iniciación de la comunicación
verbal.
Conversación entrecortada, cambio de temas en la
conversación.
Interrupciones en la escucha.
Los niños con un retraso grave del lenguaje comienzan a emitir sus
primeras palabras después de los 3 años, por lo que su retraso es de un
año o un año y medio con respecto al desarrollo normal. Por lo que
respecta a las características de su lenguaje, tiene reducidos sus
patrones fisiológicos, llegando casi totalmente al consonantismo mínimo.
La principal dificultad se encuentra en el desarrollo morfosintáctico, en el
que la estructuración de frases es muy primitiva: holofrásicas o de dos
elementos.
Las causas del retraso grave son diversas: de carácter genético,
síndrome hiperkinético/isfunción cerebral, de carácter cognitivo como la
escasa memoria a corto plazo y la escasa atención, inmadurez en los
órganos fonoarticulatorios, factor psicológicos y factores socioculturales
como un entorno lingüístico pobre, un medio familiar poco estimulante o
un bilingüismo mal integrado.
Han sido numerosas las causas de los retrasos del lenguaje que se han
señalado por parte de diferentes autores, entre ellas:
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La edad en la que un niño comienza a hablar difiere de uno a otro. Alguno balbuceará
sus primeras palabras a los nueve meses, y otros no pronunciarán más de una sílaba
hasta los dieciocho. Generalmente las niñas se adelantan a los varones, como en otras
muchas habilidades.
Aunque cada uno tiene un ritmo de desarrollo distinto, lo común es que alrededor
del año y medio sepan identificar, señalar y nombrar, a su manera, distintos
objetos. Incluso la mayoría es capaz de comprender órdenes sencillas que
incluyan dos o tres palabras importantes (“Dame los zapatos”, “Pon el vaso en la
mesa”).
A los veintiún meses pueden construir frases sencillas de dos o tres palabras y
piden lo que quieren verbalmente. Forman plurales a partir del singular y emplean
verbos y adjetivos.
El modo en el que los niños aprender a hablar es por imitación, esto es, repiten lo
que oyen. Por lo que cuanto más le hables más oportunidades tendrá de progresar
en su destreza.
No siempre una demora del habla implica que exista un problema. No es extraño
que muchos se animen a hacerlo cumplidos los dos años, recuperando luego el
tiempo perdido conforme pasa el tiempo, con lo que llegan a alcanzar a los demás
chicos de su edad en pocos meses.
El lenguaje en los niños
La comunicación y el lenguaje son dos aspectos que se suelen confundir. El niño
durante el primer año de vida desarrolla las bases necesarias para la aparición del
lenguaje oral, sus primeras palabras. Hasta ese momento el niño ya es capaz de
comunicarse con las personas de su entorno aunque aún no hable.
- Con 2 años
- Con 3 años
No construye plurales.
- Con 4 años
- Acompaña el mensaje verbal con el tono de voz y los gestos para expresar
emociones.
- No pronuncies mal las palabras como hace él, por muy gracioso que te parezca.
Corrige su pronunciación y gramática indirectamente, dentro del propio diálogo (si
te dice: “Caza”, dile: “Sí, esa es nuestra casa” o “Me he ponido el vestido”,
contéstale: “¡Qué bien te lo has puesto!”).
- Anímale a cantar. Hacedlo juntos siempre que podáis. Con un CD, con las que
recordéis, con una peli… Las canciones le enseñarán a marcar el ritmo y la
entonación del habla.
- Trata de iniciar una conversación cuando tu hijo empiece a decir sus primeras
palabras (o antes). No te limites a darle lo que quiere sin responderle. Si te dice:
“Agua”, respóndele por ejemplo: “¿Quieres agua? Toma, mira qué fresquita.
¿Quieres más?”.
No olvides que los niños aprenden imitando a los adultos. A partir de ahora todo lo
que digas será absorbido y repetido por el niño, por lo que es momento de ser
especialmente cuidadoso con el lenguaje.
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Son muchos los factores que pueden provocar retrasos en el desarrollo del lenguaje,
estos pueden estar relacionados a problemas del aparato fonador, o bien, a alteraciones
en la lengua o en el paladar. Otra de las causas, es tener un frenillo corto (es el pliegue
debajo de la lengua), que limita los movimientos de la lengua y afecta la producción de
sonidos.
Muchos niños con retrasos de lenguaje tienen problemas orales motores, lo cual impide que
su comunicación sea correcta; lo que afecta también otras áreas del desarrollo. El niño con
retraso de lenguaje puede presentar dificultad para utilizar y coordinar los labios, la lengua y
la mandíbula para producir los sonidos del lenguaje. Este aspecto puede ser el único afectado,
sin embargo, los problemas orales motores podrían estar afectando otras áreas como: la
alimentación del niño y el proceso de masticación o de deglución. Otra causa del retraso de
lenguaje puede deberse en gran parte a un problema global.
Por este motivo, cuando a un padre le preocupa el lenguaje de su hijo, debe llevarlo con
un audiólogo para que evalúe y descarte un problema auditivo. Un niño con disminución
auditiva puede tener problemas para pronunciar, así como para entender, imitar y utilizar el
lenguaje.
Si usted o su pediatra sospechan que su hijo tiene un problema de lenguaje, es decisivo que
sea valorado por un especialista de lenguaje o lo valore de alguna otra manera a la brevedad.
Si al realizar la evaluación resulta que su hijo no tiene ningún problema de lenguaje, el
resultado de la evaluación le permitirá reducir la angustia.
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Hasta ahora hemos visto como se desarrolla el lenguaje en los niños, la importancia de la
alimentación, el lenguaje no verbal, etc. Pero, qué sucede cuando nuestro hijo no
evoluciona de manera “normal”.
Un niño de 4 o 5 años que no hable bien o que sólo sea entendido por su círculo más
cercano, es indicativo de un retraso en el lenguaje que suele ser debido a una dificultad
para pronunciar algunos fonemas, por ejemplo.
Incluso si se tienen dos pequeños uno puede desarrollar el lenguaje y las habilidades
psicomotrices de diferente manera, el primero pudo tener más soltura a la hora de hablar y
comunicarse y el segundo ser más lento o menos hablador. Y esto no quiere decir que el
primero sea más inteligente que el segundo, incluso no quiere decir que el segundo llegue a
presentar problemas para el correcto desarrollo del lenguaje.
Qué provoca un retraso en el desarrollo
del lenguaje
El retraso en el lenguaje puede ser debido por diferentes causas ya sean orgánicas,
enfermedades o discapacidades, o por un mal aprendizaje o falta de estimulación.
Otitis, las infecciones del oído pueden causar un retraso en el lenguaje, ya que en el
transcurso de la enfermedad el niño ha podido no oír ciertos fonemas, ésto hace que los
confunda o que no los articule correctamente.
Labio leporino o paladar hendido, algunos niños nacen con fisuras palatinas o labio
leporino, esto hace que ciertos fonemas no puedan ser pronunciados correctamente,
aunque hoy en día se les opera desde muy pequeños.
Lesiones cerebrales, los niños que sufren lesiones cerebrales pueden desarrollar el
lenguaje normal, tener dificultades o incluso no desarrollar lenguaje verbal.
Los niños con deficiencias intelectuales, síndrome de dwon, autismo, síndrome de Rett,
en estos casos el desarrollo del lenguaje se ve afectado por esta deficiencia, aunque estos
niños, si no es muy severo, pueden desarrollar el lenguaje.
Los niños que tienen afectado su sistema motor, también tienen dificultades para
desarrollar correctamente el lenguaje.
Sobreprotección de los padres, cuando los padres son muy protectores con los niños,
éstos se acomodan a que sus padres hablen por ellos, pero también puede generar una
introversión en el pequeño por lo que le cueste comunicarse con los demás.
Falta de estimulación, ya lo hemos comentado con anterioridad, hablarles y estimular a
los bebés desde que nacen, es muy beneficioso para el desarrollo del lenguaje. No
estimularlos genera ausencia de un modelo a imitar por el pequeño
Niños de dos años que no hablan o sólo utilizan una o dos palabras.
El niño no entiende lo que se le dice.
No pronuncia bien, puede tener dislalia múltiple o simple, sólo pronuncia mal un fonema
o varios.
El vocabulario que tiene es muy reducido, no conoce las partes del cuerpo o los objetos
más cotidianos.
Se “atasca” al hablar, no le salen las palabras o incluso se niega a hablar.
Habla telegráficamente, no usa el orden correcto en las frases, habla como un indio.
Lateraliadad alterada o sin definir, los niños pueden ser ambidiestros pero por lo general
a la edad de 3 o 4 años ya han “decidido” cual será su mano o pie
Recuerde que lo más importante es nuestro peque y que esta etapa puede llegar a ser
agotadora para él.
E
DISLEXIA, FRACASO ESCOLAR, LECTO-ESCRITURA,LOGOPEDIA
14 junio , 2015
javier
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Y si analizamos niveles más severos de dificultad: Hay un volumen sustancioso de literatura que
confirma que los niños con alteraciones específica en el lenguaje (SLI) cuentan con un riesgo
considerable a la hora de presentar problemática social, emocional y de conducta y reducen sus
Pero ¿qué se entiende globalmente por dificultades en la competencia comunicativa oral? Ruben
(2000) en su estudio sobre la prevalencia de los desórdenes de la comunicación incluye como
categoríasde estudio en patología la: “… pérdida auditiva, alteraciones en la voz y habla, y/o el más
esencial y significativo nivel: las alteraciones lingüísticas” (Ruben, 2000, p. 242)
Es por ello que un diagnóstico y valoración del niño con posibles dificultades debe realizarse en
edades tempranas y con Tests Estandarizados para poder discriminar entre una dificultad propia de
la edad o un retraso o dificultad, que sin una intervención logopédica decisiva pudiera agravar la
situación del niño y desembocar en los cuadros comentados a los largo del presente artículo.
Redacción
Valoración: 5/5
RPP/Edgar Romero
Fernández-Zúñiga explica a Europa Press que "se puede detectar desde edades muy
tempranas, es decir, desde los 2 ó 2 años y medio se observa en el niño un retraso
importante del lenguaje".
El TEL es un trastorno grave y duradero que afecta a la adquisición del lenguaje desde sus
inicios, se prolonga durante la infancia y la adolescencia, pudiendo dejar en algunos casos
secuelas significativas en la edad adulta.
Concretamente, los niños con TEL tienen dificultades en alguna o todas las dimensiones
lingüísticas. Existen diferentes niveles de gravedad ya que puede estar afectada la expresión
solamente o también la comprensión y la expresión oral.
Sea como sea, la psicóloga insiste en que "en el TEL la dificultad es persistente y
resistente al tratamiento. Existe una evolución y mejora, pero es lenta y difícil".
Estas dificultades pueden hacer que, si el niño no tiene una habilidad comunicativa bien
desarrollada cuando empieza a relacionarse a partir de los tres años en el colegio con otros
niños, le resulte complicado defender sus derechos y manifestar lo que piensa y necesita.
"Por lo que le costará relacionarse socialmente y puede llegar incluso a aislarse o a tener
una vida social reducida en la adolescencia", asegura Fernández-Zúñiga.
Además, cuando los niños con TEL perciben esa dificultad para comprender o explicar lo que
les gustaría transmitir a los demás, "el trastorno puede derivar en problemas de
autoestima", añade.
Se habla de retraso simple del lenguaje cuando un niño sin ninguna otra alteración aparente, va adquiriendo
el lenguaje más tarde que otros de su misma edad.
Es decir, se piensa en un retraso simple del lenguaje si hemos descartado otros problemas que puedan
afectar al lenguaje (sordera, déficit motor o cognitivo, trastornos emocionales o trastornos del espectro
autista).
Hay otros trastornos del lenguaje que también cumplen el criterio anterior y a lo largo del texto veremos
como se diferencian del retraso simple.
En el retraso simple suele estar más afectada la expresión del lenguaje que la comprensión (el niño
comprende más de lo que habla).
¿Cómo se manifiesta?
El lenguaje se va adquiriendo más tarde de lo normal, pero en el orden habitual, es decir se desarrolla por
los cauces normales, pero más lentamente. Por ejemplo, las primeras palabras aparecen a los dos años,
en lugar de al año, que es lo más frecuente. La unión de dos palabras aparece después (“papá coche”) a
los tres años, cuando lo habitual es a los 18 meses.
Es decir, en el retraso simple, el lenguaje es más inmaduro, pero éste se va adquiriendo en el orden
esperado.
El vocabulario es escaso y se reduce a las cosas familiares de su entorno. Al ser éste más limitado se hace
más difícil construir las primeras frases. Esto hace que en las interacciones estos niños tomen un rol más
pasivo, esperan a que se les pregunten y contestan con frases más cortas.
La comprensión del lenguaje, aunque de forma menos llamativa, también puede ser inmadura.
El niño comprende las cuestiones concretas y familiares (“dame la pelota”) pero pueden tener lagunas en
los conceptos más abstractos (espacio-temporales) o en comprender frases que hacen referencia a algo que
no está presente (“¿cuando vas de viaje?”).
El trastorno específico del lenguaje o disfasia es una patología más severa que el retraso simple del
lenguaje. En éste el lenguaje se adquiere también más tarde. Pero lo hace sin respetar las pautas evolutivas
de la normalidad y sobretodo suele estar más afectada la comprensión del lenguaje que en el retraso simple.
La respuesta al tratamiento es lenta en este trastorno y mucho más rápida en el retraso simple del lenguaje.
De todas formas, incluso para profesionales expertos, al principio puede ser difícil distinguir un trastorno
de otro. A veces, lo que inicialmente parece un retraso simple en el lenguaje, con el paso de los años
evoluciona como una disfasia. Es importante consultar pronto, pues la evolución es mejor si
se interviene precozmente.
Existe un componente hereditario, puede haber algún familiar que le ocurrió lo mismo.
- Cada vez son mas frecuentes las familias bilingües. Esto, también pueden causar el retraso.
- Modelos de crianza (sobreprotección) que pueden entorpecer un correcto desarrollo, como son:
Anticiparse a las demandas del niño. No darle oportunidad a decir lo que quieren.
Mantener hábitos como comer triturado, el uso del biberón o el chupete más allá del año de vida.
Actitudes de indiferencia. No prestar atención a las demandas del niño, despreciar sus intentos de dialogar
o ridiculizar sus errores al hablar.
Por último, otros problemas familiares como situaciones conflictivas o críticas pueden contribuir a un
retraso en el lenguaje.
Me dicen que no tiene importancia ¿es verdad? ¿Qué pronóstico tiene este trastorno?
El pronóstico depende de cada caso, aunque suele ser favorable (la mayor parte mejoran antes de los seis
años). A pesar de ello, no podemos olvidar que son niños que tienen un ligero riesgo de tener dificultades
de aprendizaje, principalmente relacionadas con la lectoescritura.
El retraso simple del lenguaje se asocia en ocasiones a cierta torpeza motora, sobretodo problemas de
coordinación en la motricidad fina, en el establecimiento de la lateralidad y en la adquisición de conceptos
como colores, formas y espacio-temporales.
El retraso simple del lenguaje puede ocasionar baja autoestima y dificultades en la relación con otros
niños, que pueden llevar al aislamiento.
Proporcionar modelos adecuados: vocalizar adecuadamente, no hablarles muy deprisa, evitar vocabulario
infantil (ej. “papes” por zapatos).
Es aconsejable que vaya a la guardería.
En casa debemos fomentar el diálogo, respetando su tiempo y modo de emisión. Mantener
conversaciones como práctica habitual y agradable, adaptándonos siempre a su nivel comprensivo. Leerles
cuentos con imágenes ayuda a ampliar su vocabulario. Introducirlos en canciones infantiles puede ser un
buen modo de iniciarlos en la repetición verbal.
Completar indirectamente sus frases, completándolas con las palabras que ha omitido (ej. niño dice “papá
pelota” y el adulto verbaliza “sí, papa juega con la pelota”.
Cambiar sus expresiones incorrectas (e. niño dice “se ha rompido” y su madre corrige de forma indirecta
“si, se ha roto"). Deben evitarse los mensajes dirigidos al niño del tipo “así no se habla”, “habla bien”.
Optar por, simplemente, proporcionarle los modelos correctos.
Promover la autonomía personal del niño. En cuanto a hábitos alimentarios, dejar de usar el chupete, el
biberón y comenzar si aún no se hizo, con alimentos enteros.
Siempre se debe consultar con el pediatra. El valorará si debe ser derivado a un Centro de Atención
Temprana o Logopedia.
Autor/es:
Clasificación
Entendemos por dificultades del lenguaje oral: “Cualquier
deficiencia sistemática que interfiera o dificulte la capacidad de
comunicación verbal de un sujeto con las personas de su entorno”.
Nosotros las vamos a clasificar en:
1. Alteraciones de la voz:
Cualquier alteración laríngea ocasiona trastornos en la emisión de la
voz. Puede ser, por alteraciones en el tono, intensidad o timbre,
provocados por un uso inadecuado de la voz; ya sea, por excesos o
defectos de sus emisiones (hipertonía / hipotonía).
La etiología de estos trastornos es múltiple (desde bronquitis,
faringitis, asma, vegetaciones; hasta pólipos, nódulos o
malformaciones), pudiendo ser reagrupados en torno a causas físicas
y orgánicas.
Podemos distinguir dos tipos de alteraciones de la voz:
Trastornos de resonancia: Que se revelan a través de la nasalidad
excesiva o reducida.
Trastornos de fonación: Que se manifiestan en anormalidades en
el tono e intensidad de la voz y en una gama de efectos de susurro,
brusquedad y ronquera que se denominan disfonías.
Una variante de las disfonías que aparece con frecuencia es
la rinofonía, que puede ser abierta, a causa de un insuficiente cierre
del velo del paladar con escape nasal, o cerrada, como consecuencia
de una obstrucción nasal
2. Alteraciones en la articulación
Las alteraciones en la articulación de los fonemas son
perturbaciones en la producción de las unidades fonéticas que
componen el habla. Conforman este grupo aquellos trastornos
producidos durante la articulación de la cadena hablada, como
consecuencia de una incapacidad, anomalía o dificultad del niño para
la normal emisión de los sonidos. Entre estas disfunciones podemos
encontrar:
DISLALIAS: Alteraciones en la articulación de los fonemas, por una
dificultad para pronunciar de forma correcta determinados fonemas o
grupo de fonemas de la lengua. Cuando son abundantes los fonemas
afectados, el habla puede llegar a ser ininteligible. Podemos
diferenciar cuatro tipos de dislalias, atendiendo a su etiología:
Dislalia evolutiva o fisiológica: Son los errores que se producen al
no articular o distorsionar algunos fonemas de la lengua, como
consecuencia de un inadecuado desarrollo del
aparato fonoarticulatorio. Son llamadas también “falsas dislalias”.
Normalmente, desparecen con el tiempo, pero no espontáneamente.
Dislalia audiógena: Por causa de una deficiencia auditiva, el niño
no oye bien y tenderá a cometer errores en su pronunciación.
Dislalia orgánica o disglosia: Son alteraciones de la articulación
producidas por lesiones o malformaciones de los órganos periféricos
del habla (labios, lengua, paladar, etc.).
Dislalia funcional: Son alteraciones fonéticas producidas por una
mala utilización de los órganos articulatorios, sin que se observe causa
orgánica alguna.
DISGLOSIAS: Son alteraciones en la articulación de los fonemas, a
consecuencia de una lesión o malformación de los órganos que
intervienen en la articulación del lenguaje, provocando una dificultad
para pronunciar de forma correcta.
DISARTRIAS: Son alteraciones en la articulación, propias de
lesiones en el sistema nervioso central (SNC), así como enfermedades
de los nervios o de los músculos de la lengua, faringe y laringe;
responsables del habla. La anartria es el caso más extremo y grave.
En función de las lesiones producidas en el SNC, podemos diferenciar
distintos tipos de disartrias: flácida, espástica, atáxica hipocinética
e hipercinética.
RETRASO MODERADO DEL LENGUAJE (Disfasias): Trastorno
global de la expresión, con locuciones automáticas, vocabulario
pobre, palabras simples y frases cortas. Las características más
significativas de la disfasia son las siguientes:
Aparición tardía del lenguaje productivo.
La comprensión presenta el mismo desfase que la producción.
Producción de las primeras palabras de forma muy personalizada y
cualitativamente anómala.
Frecuentemente, el nivel cognitivo es equivalente al de los otros
niños.
El desfase lingüístico genera una especie de disarmonía entre el
desarrollo del lenguaje y el desarrollo cognitivo.
Déficit de la memoria a corto plazo.
Etc.
RETRASO GRAVE DEL LENGUAJE (Afasias): Es el más grabe de
todos. Se sospecha que hay RGL cuando a los 5 años no ha aparecido
nada de lenguaje y, además, se ha comprobado que no hay problemas
de audición e inteligencia que impidan su adquisición. Se presenta
como muy importante el momento de adquisición de la lesión, porque
de ello dependerá el desarrollo lingüístico posterior. Así, nos
encontramos con afasias congénitas (no se ha adquirido el lenguaje
cuando se produce la lesión: prenatales, perinatales y postnatales)
y afasias adquirida o infantil (la lesión se produce después de la
aparición del lenguaje).
Las afasias las podemos clasificar atendiendo a las áreas del lenguaje
afectado:
a) Afasia sensorial o receptiva: La lesión se localiza en la zona
de Wernicke. Los sujetos que la padecen no comprenden el significado
de las palabras, aunque pueden hablar con dificultad.
b) Afasia motora o expresiva: La lesión se sitúa en la zona de Broca.
En este caso, el sujeto comprende el significado de las palabras, pero
no puede expresarse.
c) Afasia mixta: Se trata de una lesión más amplia que afecta, tanto
a las áreas motoras, como receptivas del lenguaje.
Transcripción de CLASIFICACIÓN DE LOS RETRASOS DEL LENGUAJE.
CLASIFICACIÓN DE LOS RETRASOS DEL LENGUAJE
Diferenciamos tres niveles de gravedad, con distintos síntomas, cuyos límites son difusos y
dependen, además de los síntomas, de la edad del niño: