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Abstract:
The study of the neurobiological and cognitive effects of the chronic consumption of ethanol has been
one of major research subjects in several areas of health sciences and psychology has not been left
behind, the effect of the alcohol that causes activation of the reward circuit of the brain, potentiates
the activity of GABA and inhibits glutaminergic activity, favors the need for the consumption of said
substance, it causes repercussions not only at the brain level, but also, means a risk factor for the
development of comorbid diseases on the basis of of this, for this reason, different treatment
alternatives have been designed for alcoholism, within the main pharmacological treatments, is the
detoxification of consumption with drugs such as benzodiazepines, disulfiram and naltrexone which
main objective is the suppression of desire of consuming, in addition to the biopsychosocial treatment
model where intent support is proposed interdisciplinary for the withdrawal of alcohol consumption
in. Where it is essential that it be a gradual process and in accordance with the needs of the consumer
to ensure its effectiveness.
The following is an interdisciplinary alcoholic abstinence program, which proposes the presence of
medications for the cessation of alcohol consumption and a biopsychosocial model to accompany the
process, creating a comprehensive strategy not only for the withdrawal of alcohol but for the
improvement of quality of life of people with chronic consumption of this.
Desarrollo Teórico:
El alcohol, es un líquido claro, incoloro, volátil, inflamable, de infinita solubilidad en agua, cuyo agente
activo es el etanol (CH3-CH2-0H) de acuerdo con Martín, (2014), dentro de la farmacocinética del
mismo, es principalmente absorbido por el intestino delgado, distribuido a todo el organismo y
concentrado mayoritariamente en los tejidos lipídicos, siendo posteriormente metabolizado en el
hígado, por otra parte, el etanol se conoce por ser un depresor del Sistema Nervioso Central, en su
mecanismo de acción, puesto que, inhibe el transporte activo de sodio, potasio, aminoácidos,
catecolaminas, además, como otros depresores del SNC potencia los efectos inhibitorios del GABA e
inhibe el receptor NMDA de aspartato-glutamato, reduciendo actividad glutamatérgica. Lo cual tiene
efectos de inhibiciones con euforia, elevación del tono vital, mejoría superficial de la asociación de
ideas, disminución de la sensación de fatiga y del umbral ansioso y una sensación de bienestar y
relajación momentánea, gracias a la activación del circuito de recompensa cerebral.
La experimentación de dichos efectos incentivo-motivacionales por parte del alcohol influyen en el
consumo repetitivo del mismo y en la adicción y dependencia tanto física como psicológica del
consumo, denominado alcoholismo, el cual aparece por un proceso de desgaste e intercambio de las
conductas autodirigidas por las conductas automáticas, lo cual trae consigo efectos adversos como
menciona Martín, (2014), durante el consumo tales como padecimientos gástricos,
cardiorespiratorios y sobretodo del sistema nervioso central incluso afectando la atención y memoria
y también consecuencias como el craving, síndrome de abstinencia y delirium tremens al momento de
la retirada de la sustancia, además de múltiples padecimientos comórbidos, que ponen en riesgo la
integridad del consumidor.
En cuanto al enfoque de las herramientas que postulan los biopsicosociales, Simancas indica que estas
están orientadas a, en primer lugar, estabilizar y mantener la abstinencia a la que se somete una
persona en el proceso de retirada del alcohol, asimismo, implicar al paciente en el alcance de los
objetivos terapéuticos destinados a un adecuado funcionamiento adaptativo bajo tres niveles
esenciales y que son la base de este modelo: el nivel físico, psicológico y social. (Simancas, D. 2017).
Por tanto y en resumen de este modelo, se concibe la adicción “como una intrincada y compleja
interacción entre factores biológicos (funcionamiento del organismo), psicológicos (emociones y
motivaciones de las personas) y sociales (sistema social en el cual interactúa la persona)” (Kumate, J.
et al. 2016. p. 17), por tanto, el servicio-intervención debe de ser integral y compuesto por diferentes
especialistas que se encaminen al abordaje de todas estas áreas.
No obstante, Kumate, J. et. al. (2016), realiza un llamado, en el que exhorta que el modelo
biopsicosocial no solo debe quedarse en el enlistado de factores involucrados con cada una de las
áreas ya mencionadas, de manera independiente, ya que la pretensión de este modelo es lograr dar
cuenta: “de que cada uno de los elementos que integran al sujeto (biopsicosocial) están tocados unos
con otros y sería erróneo considerar que un elemento de la persona corresponde únicamente a una de
las áreas sin relacionarse con las otras” (p.14).
Justificación del retiro gradual de fármacos utilizados para deshabituación del consumo de alcohol:
Dentro de un proceso de deshabituación del consumo de cualquier sustancia psicoactiva, entre ellas el
alcohol o etanol, hay casos en los que necesariamente se requiere la referencia hacia el uso de algún
fármaco específico que contribuya a la abstinencia de la droga o sustancia, no obstante, estos
fármacos pueden no causar ningún daño en la persona usuaria, o, por el contrario, que los mismos
desarrollen dependencia en el paciente.
Cuando lo anterior sucede, lo que los especialistas concluyen es que debe de retirarse el fármaco,
pero ¿Cómo se retira un fármaco del cual el paciente es dependiente, sin causar una recaída?, he ahí
donde surge la explicación de por qué el retiro del fármaco debe de hacerse de forma gradual y no de
forma brusca.
Villén, N. & Troncoso, A. (2015) refieren que se debe de realizar un retiro “gradual para evitar
recaídas de la enfermedad, síndrome de rebote y/o síndrome de abstinencia” (p.45), los cuales
responden a esta dependencia creada en el organismo, al hacer uso continuo del fármaco, ya que el
cuerpo debe de adaptarse a la nueva sustancia, utilizada como tratamiento, y que se le ingresa para
evitar el consumo del alcohol, pero que ahora debe de retirarse.
Entonces, la justificación del porqué debe de ser gradual, es porque si se realizase una retirada brusca,
el paciente recae por los síndromes antes mencionados, y terminaría de la misma forma, o aún más
grave, que como inicio el tratamiento farmacológico que se quiere retirar, por tanto, lo recomendado
es ir condicionando al mismo organismo, para que este se adapte continua y pausadamente a la
inexistencia del fármaco en sí mismo.
Estos mismos autores (Villén, N. & Troncoso, A. 2015. p.46) plantean, que las complicaciones surgidas
por la retirada brusca o gradual, pero en dosis equivocadas del fármaco pueden definirse de tres
maneras, según las características que cada uno presente, entre ellas:
● Las recurrencias o recaídas corresponden a la aparición de nuevo de la sintomatología que
originó la prescripción, de forma persistente. Los síntomas suelen aparecer entre 2 y 3
semanas después de la retirada del fármaco
● El síndrome de retirada o de rebote corresponde también a la reaparición de la sintomatología
que originó la prescripción, pero en este caso, los síntomas aparecen entre el primer y tercer
día de la desprescripción, son transitorios (duran de 7 a 14 días) y de mayor intensidad que los
iniciales.
● El síndrome de abstinencia es el conjunto de síntomas contrarios a los efectos terapéuticos
que el paciente puede no haber experimentado anteriormente. La intensidad de estos
dependerá de la dosis y duración del tratamiento administrado.
Aunado a lo anterior, Arabaolaza, L. (2016), plantea la importancia de incluir acompañamiento
psicológica en la reducción gradual de los fármacos, en vías de prevenir la sintomatología y además
colaborar en la medida de adaptación de la persona, cuyas evidencias han demostrados que estas
aumentan o se mantienen sin presentar recaídas prolongadas, ya que por medio de este
involucramiento de la psicología, se logra instrumentar a la persona con técnicas de relajación y
entrevistas periódicas que le permite hacer catarsis sobre posibles síntomas que puedan ser
antecedente de una recaída y pueda prevenirse.
Identificación de Se identificará aquellos pacientes que son susceptibles a ser deshabitados de la droga,
pacientes susceptibles por periodos prologados de consumo o por otro factor que intervenga.
Información al paciente Se debe realizar la entrega de una documentación del paciente usuario del fármaco,
sobre qué es el fármaco que consume, sus beneficios a largo plazo, conceptualizar lo
que es una dependencia y sus causas en el organismo, explicar los efectos a largo plazo
de este, explicar la importancia de realizar un retiro gradual del fármaco, y garantizar el
acompañamiento durante el proceso en que su organismo se habitúa sin el uso del
fármaco.
Todas estas indicaciones se relacionan con la motivación del paciente, por tanto, que el
usuario decida y esté de acuerdo con la retirada del fármaco, funge un papel
fundamental en el éxito de este proceso.
Valoración del grado de Se valora el grado de dependencia en el usuario, según algunos factores: tiempo de
dependencia consumir el fármaco, dosis, vida y potencia. Gracias a esta valoración se determina si la
persona requiere una retirada gradual y por cuanto tiempo, aproximadamente, debe
de desarrollarse el proceso.
Plan de retirada La retirada debe de realizarse siempre de forma lenta y gradual, siempre en función del
nivel de dependencia detectado en el punto anterior, hasta lograr suprimir la
utilización del fármaco, resultando un menor índice de síndromes por abstinencia y
mayor apego del paciente al tratamiento sin abandonarlo.
Contiene diversos aspectos a considerar:
En la reducción de la dosis, la reducción, va a variar según el nivel de dependencia,
puede que sea un 15% o 25%, o menos. Se recomienda en caso de que el paciente
presente síntomas por abstinencia, sostener la dosis inicial, o sustituir el fármaco por
algún equivalente. Además, es más viable iniciar con la reducción de la dosis nocturna
y de forma graduar ir abordando la dosis diurna. Cabe señalar que estos procesos no
tienen un límite de tiempo establecido, puede ser más un año o meses, no obstante, se
debe evitar realizar cambios bruscos de la dosis, sino más bien ir en pequeños cambios,
para evitar una recaída que complique todo el resto del proceso.
Otras técnicas La utilización de algún fármaco menos adictivo, enfocado en cada sintomatología o el
tratamiento de síntomas como la ansiedad, depresión e insomnio desde la
psicoterapia, son técnicas considerables que aumentan el nivel de éxito del proceso de
retirada de un fármaco.
En cuanto al enfoque de las herramientas que postulan los biopsicosociales, Simancas indica
que estas están orientadas a, en primer lugar, estabilizar y mantener la abstinencia a la que se somete
una persona en el proceso de retirada del alcohol, asimismo, implicar al paciente en el alcance de los
objetivos terapéuticos destinados a un adecuado funcionamiento adaptativo bajo tres niveles
esenciales y que son la base de este modelo: el nivel físico, psicológico y social. (Simancas, D. 2017).
Por tanto y en resumen de este modelo, se concibe la adicción “como una intrincada y
compleja interacción entre factores biológicos (funcionamiento del organismo), psicológicos
(emociones y motivaciones de las personas) y sociales (sistema social en el cual interactúa la persona)”
(Kumate, J. et al. 2016. p. 17), por tanto, el servicio-intervención debe de ser integral y compuesto por
diferentes especialistas que se encaminen al abordaje de todas estas áreas.
No obstante, Kumate, J. et. al. (2016), realiza un llamado, en el que exhorta que el modelo
biopsicosocial no solo debe quedarse en el enlistado de factores involucrados con cada una de las
áreas ya mencionadas, de manera independiente, ya que la pretensión de este modelo es lograr dar
cuenta: “de que cada uno de los elementos que integran al sujeto (biopsicosocial) están tocados unos
con otros y sería erróneo considerar que un elemento de la persona corresponde únicamente a una de
las áreas sin relacionarse con las otras” (p.14).
Metodología
Tipo de estudio
Para el presente estudio es de tipo cualitativo el cual, según Fernández, S., Pértegas, S. (2002), se
conoce como:
La investigación cualitativa evita la cuantificación. Los investigadores cualitativos
hacen registros narrativos de los fenómenos que son estudiados mediante técnicas
como la observación participante y las entrevistas no estructuradas. [...] La
investigación cualitativa trata de identificar la naturaleza profunda de las realidades,
su sistema de relaciones, su estructura dinámica. (. p.1)
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