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Ecosocialismo y Salud:

Unidad estructural y proyección política conjunta

Las siguientes reflexiones tienen por objeto abordar la problemática de la Salud desde una
perspectiva ecosocialista, las que a su vez nos permitirán avanzar hacia una política
transformadora conjunta. Partiremos desde una premisa filosófica para posteriormente
esclarecer su vinculación estructural. Finalmente se señalan algunas propuestas que nos
permitan pensar y proyectar una política conjunta entre estas dimensiones de la conflictividad
social en Chile.

1- Abrazar la perspectiva ecosocialista implica despojarnos de una premisa que ha permeado los
diversos espacios que promueven una nueva sociedad: la existencia de la naturaleza, por un
lado, y la del ser humano por el otro. Por el contrario, lo primero que debemos señalar es que
la naturaleza y el ser humano no son dos entes separados, sino más bien dos
momentos de la propia naturaleza. Por consiguiente, la naturaleza en su forma humana
(seres humanos) y en su forma extra-humana (flora, fauna, cuencas hidrográficas, clima, etc.)
son fisiológicamente dependientes entre sí.

2- Lo anterior nos obliga a repensar la Salud como parte integrante de una totalidad.
Actualmente el paradigma hegemónico en la Salud -ciertamente determinado por las lógicas de
mercado- radica en el énfasis que se les da a las consecuencias (medicina curativa,
enfermedades). Por el contrario, debemos pensar la Salud mas allá del recinto médico y de la
enfermedad. En otras palabras, lo que nos debe interesar son más bien los factores
estructurales que nos permitan, como sociedad, “prevenir” las consecuencias, es decir, las
“enfermedades”.

3- A propósito de lo anterior, el concepto acuñado como “determinantes sociales” nos sirve


para ejemplificar de manera concreta los dos puntos señalados anteriormente. Dicho concepto
hace referencia a que el estado de salud de una población depende de una serie de condiciones
político-sociales y por supuesto ambientales. Entre ellas, podríamos destacar: las condiciones
laborales y de vivienda, el acceso a servicios básicos como agua potable, servicios sanitarios,
alcantarillado y alimentación sana, contaminación del aire, agua o acústica, etc.

4- Sin duda, los determinantes sociales dejan entrever las desigualdades propias del
capitalismo y su forma de construir el espacio socioambiental. Entonces, los riesgos de
enfermedad y mortalidad están directamente relacionados con la forma desigual en la que
vivimos. Las plantas de chanchos en Freirina, el relave minero en Caimanes, los basurales
instalados en sectores periféricos, etc., demuestran que las diversas zonas de sacrificio a lo
largo del país son precisamente emplazadas en sectores de carácter popular. Lo anterior
implica tener una consideración especial: las luchas socioambientales y de la salud
guardan un fuerte componente de clase.

5- Tanto el Movimiento Salud para Todas y Todos como el Movimiento por el Agua y los
Territorios, son dos iniciativas relativamente recientes que expresan la necesidad de
articulación a nivel nacional entre diversos sectores del pueblo trabajador movilizados, no solo
por revindicar derechos sociales básicos como una salud digna al alcance de todos/as o el
derecho a una vida en equilibrio metabólico con su medioambiente y libre de contaminación y
privatización de sus recursos vitales y bienes comunes naturales. Si bien, son iniciativas que aún
se encuentran en ciernes, ambos frentes plantean la necesidad de aunar sus principales
orientaciones programáticas como, por ejemplo, la garantía de acceso universal al agua para
consumo humano y extra-humano y el fin del mercado con los derechos de agua, esto dice
relación con revertir la situación de escasez hídrica, artificialmente creada por el
sobreortorgamiento de derechos de agua y la especulación con los mismos, dejando a grandes
zonas de nuestros país con graves problemas de saneamiento y sequía. Otro ejemplo, es la
necesidad de movilizarse contra la aprobación de megaproyectos que sacrifican la salud de
personas y ecosistemas en pos de los índices de rentabilidad y productividad de dichos
proyectos que, en su mayoría, basan sus ganancias en la extracción masiva de elementos
naturales. Un último caso ilustrativo, es la industria alimentaria, regulada supuestamente por el
Estado, pero que permite la importación y comercialización de cultivos y alimentos
transgénicos (Monsanto, entre otros capitales y la Asociación Nacional de Productores de
Semillas) y la privatización de las semillas.

6- Por consiguiente, comprender que las problemáticas de la Salud y los conflictos socio
ambientales guardan una relación estructural, nos obliga a pensar políticamente propuestas
conjuntas, que nos permitan ir más allá del apoyo meramente nominal.

- La primera propuesta, por más que parezca obvio, es coordinar el apoyo


comunicacional y material en las diversas movilizaciones que cada uno de los
espacios desarrolle. La lucha contra los proyectos que contaminan el medioambiente,
contra la privatización en la salud, y en post de la educación sexual, es la lucha por los
“determinantes sociales”, o sea, por las condiciones básicas para la óptima salud de
pobladores y su medio ambiente.

- Existe un problema concreto que podemos identificar de manera transversal: la


precarización de la clase trabajadora. Una necesidad fundamental para la
rentabilidad de los diversos proyectos extractivistas radica en las profundización de
condiciones de trabajo paupérrimas, las cuales no solo resultan nocivas para la salud
física, sino también para la salud mental de las y los trabajadores. Por su parte, la
privatización de la Salud, las diferencias sustanciales en el financiamiento de recintos
públicos y privados por parte del Estado, al igual que la instalación de basurales,
relaves, carreteras, etc., afectan siempre a los sectores populares. En síntesis, es
necesario instalar nuestras demandas desde una perspectiva clasista, que ponga
énfasis en la mejora de las condiciones ambientales y de salud de la clase
trabajadora.

Conclusión. El avance en estas y otras luchas por la gestión pública de la salud y de los
territorios que componen nuestro medioambiente y nuestras condiciones de vida en general,
dependerá del avance en la desmercantilización de la salud en Chile. Como hemos afirmado, la
gestión privada de la salud en Chile se encuentra en directa relación con la pauperización de
todas las condiciones de vida del pueblo trabajador. Para que la clase capitalista pueda disfrutar
de una salud privada de lujo, nuestra clase y su entorno deben condenarse a la degradación y,
en última instancia, a la muerte. Las propias condiciones normales de la acumulación de capital
exigen que esto sea así, mas allá de la “maldad” que podamos ver tras el accionar de burócratas
y empresarios corruptos, esto seguiría siendo así aunque se propusiesen operar “éticamente”,
ya que es parte normal del funcionamiento de una sociedad que se organiza en torno a la
expansión ilimitada del capital, y que somete todas las dimensiones de la vida al mismo.
Reformas tímidas que únicamente se limiten a perfeccionar el actual sistema de salud social y
ambiental, solo lograrán consolidarlo. El problema es material y, por tanto, exige soluciones
concretas: romper con el mecanismo de acumulación que degrada nuestra vida, nuestra salud y
nuestro ambiente.

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