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Título:

"SALVACION SE ESCRIBE CON SANGRE"

Autor:
RICHARD GARCIA

Copyright © 2004 por Richard García


Todos los derechos reservados. Se necesita permiso
escrito del autor, para la reproducción de páginas
o porciones de texto de este libro.

PRIMERA EDICION: Diciembre 2004, 5000 Ejemplares

Dirección Editorial:
JOSE A. REGUS

Ilustración Portada:
DARREL TANK

Diseño Portada e Interior:


TRIUNFO PUBLICACIONES

TRIUNFO.
MJNJSTBtUO/fVBI.ÍCAClOXES
Triunfo Publicaciones
Tele-Fax: (809) 563-6706
E-mail: jregustriunfo@verizon.net.do
Impreso en Rep. Dominicana.

ISBN 9945-8517-1-3
Agradecimientos ....................................................................... 5
Prólogo ..................................................................................... 7
“Al mirar al Calvario” .............................................................. 8
Capítulo I “El Dios de maravillas”............................................9
Capítulo II “El es La Salvación”............................................ 27
Capítulo III “El Dios Misericordioso”..................................... 43
Capítulo IV “Cuando falta el Vino”....................................... 55
Capítulo V “Jesús puede llenar tu vida”.................................75
Capítulo VI “En El no hay Condenación”............................. 89
Capítulo VII“Su Sangre es Sangre que Limpia”.................. 107
Capítulo VIII “Cuando no Entiendo a Dios”....................... 123
Capítulo IX “Salvación se escribe con Sangre”................... 137
Capítulo X “El Vive!”..... ..................................................... 155
radecimientos
¿ó\ Dios primero, por haberme escogido a pesar de lo poco
que represento y por lo mucho que ha hecho por mí y a través
de mí.
4
A mi esposa Skania y a mis hijos: Richard Javier, Richard
Gabriel y Rey Emmanuel, porque su amor siempre estuvo
presente, a pesar de que las experiencias aquí relatadas
representan tiempo que les quité a ellos.

A mis amigos, quienes se sacrificaron para transcribir y corregir


cada palabra contenida en este libro.

A mi apreciada amiga Karem, por todas las horas que dedicaste


a este proyecto.

A mí querida secretaria Neva, sin tu dedicación poco se habría


logrado.

A una familia a la que he llegado a amar como a mi propia


familia: Alfonso, Consuelo y Daniel Prieto. Gracias por el milagro
que hicieron; sólo Dios podrá pagarles por la forma en la que se
L’ntregaron para hacer realidad este libro.

Al pastor, Andrés Portes, un amigo que ha impactado mi vida


con su ministerio, gracias!, por darme a conocer a Jesús.

Al Dr. Ramón Araújo, Cuando nadie creyó que podría lograrlo,


usted si creyó y eso me dió las fuerzas para seguir, gracias!, y no
desmaye en su gran obra.

Por último, a mis patrocinadores: Eduardo Jorge, Levon


Voskericyan, Edgar López, Juan Rosa, Spiro Miras y por supuesto
n un hombre enviado por Dios en la hora oportuna, José Regús
nuestro editor. Gracias a todos por creer en nuestro proyecto de
salvación. Gracias!, es todo lo que puedo decir.
c /M m /s ra v a / ^ o a lv a w ío

(O ye h ijo mío, dedícam e un m om ento de tu amor,


Se que estas ocupado, se que estas tan cansado
N o nos comunicamos.... Por favor!

x jfo lo m ira al calvario, verás com o se escribe salvación,


Se que excusarte quieres, se que tiempo no tienes,
D edícam e un m omento por favor.

com prender pudieras lo am argo de mi espera,


Tal vez comprenderías que es redención.

. hijo mío, no quiero importunarte, solo vine a salvarte


Y a cam bio solo pido tu aten ció n .

t S ^ l despertar m añana, cuando estés en tu cama,


solo abre tus ojos y di gracias Señor.

Kj^erdónam e buen Padre, al mirar al calvario


vi el rojo de tu sangre y comprendí lo grande de tu amor.

(Ü y c ..Jesú s querido, te ruego no te apartes, al fin he comprendido


con que tinta se escribe Salvación.!

J o ¿ é S Í . 0 ley ÍA

Dedicada a mi apreciado amigo, Pastor Richard García,


para su libro “ SALVACION SE ESCRIBE CON SANGRE”
1 6 /1 0 /0 4
C A P IT U L O y

El _ Zyios de Maravillas
"Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti,
el único Dios verdadero, y a Jesucristo,
a quien has enviado."
Juan 17:3

o v .
y ivimos
iv en un mundo hostil rodeados por una infinidad
i lt* peligros. La maldad se ha acrecentado tanto, que es riesgoso
i'litablar conversación con un desconocido, y mucho más, confiar
>'ii el; sin embargo, la palabra de Dios nos muestra a un salvador,
<|Ulen siendo un desconocido para muchos, pagó el precio de la
itfdención del hombre.
Jesús mismo lo dijo claramente: “A los míos vine, y los míos
no me recibieron” . Hoy quiero invitarte a conocerlo
1 1 impartiendo las maravillas obradas por Dios en mi vida. Eso es

ludo lo que escribí en este capítulo y en todo el libro. Estoy


•>•<inro de que al.terminar de leerlo estarás tan convencido como
Vi i de lo maravilloso que es Dios, quien compró tu salvación con
mi propia sangre.
1,1 significado profundo del versículo que encabeza este
i npílulo, es que la salvación no consiste en sacrificios humanos ni
i", .ilgo que te ganes por los méritos que acumules a lo largo de
lu vida; tampoco es el regalo que Dios te hace por los años que
pivinste siendo un buen miembro de iglesia.

19 ]
10 S a l v a c ió n se E sc rib e con S angre

La salvación se resume en conocer a Cristo Jesús. Cuando


conoces al Hijo, conoces al Padre y cuando conoces al Padre,
tienes vida eterna.
Me gustaría que exploráramos un poco las ideas de algunos
personajes considerados parte importante de la historia de nuestro
mundo. El primero a quien me refiero es Jean Jacques Rousseau,
catalogado como uno de los padres del iluminismo. Este hombre
afirmó que el ser humano tenía la solución para el problema
existencial, ya que siendo en si mismo como un dios no
necesitaba a Dios para vivir plenamente la vida.
Este estilo de pensamiento influyó en muchos de sus
contemporáneos, y lo sigue haciendo en generaciones posteriores.
Francois Marie Arouet, por su parte, enseñó que el hombre
no necesita a Dios porque a El no le importa el hombre; está tan
lejos, tan arriba, que no hay ningún tipo de sentimiento hacia el
ser humano. En pocas palabras, quiso decir que Dios no te ama,
tampoco se interesa por tu sufrimiento y aunque te creó, ya no
tiene nada que ver contigo.
Por ese mismo tiempo aparece Adam Weishaupt, conocido
como “el diablo humano”. Este hombre no solamente dijo que
el hombre tenía la solución para todos los problemas, sino que
negó abiertamente la existencia de Dios argumentando que es
una invención de la iglesia para someter a la humanidad. Según
sus planteamientos, somos creación de un ser superior llamado
Lucifer, quien debe ser el merecedor de toda honra y gloria.
A la edad de diez años, yo no tenía ni la más remota idea
acerca de los planteamientos de estos hombres, pero en ese
momento de mi vida pasé por una triste experiencia, la cual me
llevó a pensar en Dios como un ser injusto a quien no le
importaba el dolor de los seres humanos.
Yo trabajaba en una zapatería limpiando las suelas de los
zapatos. Allí conocí a Eduardo, un joven de quince años,
simpático, amable y ejemplar. Realmente no había otro chico
como él en el barrio. Todas las tardes yo procuraba terminar
rápidamente las suelas que me asignaban, para luego ayudarle a
El D io s de M a r a v il la s

Eduardo con las que le correspondían, y él a cambio me daba


un helado de coco de los que preparaba su mamá.
Una mañana, mi amigo fue al río Yaque a recoger peces para
alimentar un ave que tenía en su casa; cuando lo cruzó, la corriente
era baja y sin peligro, pero al regreso, había subido repentinamente,
y lo tumbó. Parece que al caer se golpeó con una roca, y nunca
más salió.
Esa tarde William, otro amigo, ^legó a mi casa corriendo y
gritando: ¡Richard! Corre que Eduardo se ahogó. Yo salí corriendo
sin pensar en el significado real de lo que había escuchado. Cuando
llegué a la orilla del río había un gran grupo de personas buscando
el cuerpo de Eduardo; pasaron toda la tarde y hasta altas horas
de la noche en el intento, pero no lo hallaron. Estuve allí todo el
tiempo con la esperanza de que mi amigo apareciera con vida en
algún lugar, pero no fue así; al día siguiente, a las siete de la
mañana, encontraron su cadáver.
Yo estaba en la casa cuando se inició el servicio fúnebre. Su
cuerpo quedó desfigurado, y no se parecía en nada al muchacho
simpático y rozagante que yo había conocido. No puedo olvidar
a su madre llorando y reclamándole a Dios: ¿Por qué Eduardo?
¿Dónde está tu justicia? Tantos jóvenes perdidos en las drogas,
asesinos, ladrones y tuvo que ser mi hijo. ¿Por qué?
Cuando llegué a mi casa aquella tarde, después del servicio
fúnebre, mi abuelo, un hombre rudo y duro, quien había sido
un militar en los tiempos de la última dictadura dominicana, usó
unas palabras que todavía añadieron más dolor a mi corazón:
“¿Se dan cuenta? Las personas buenas son las que primero se
mueren, y los malos como yo, vivimos casi para siempre. Entonces,
¿Dónde está Dios?”
En aquel instante me sentí enojado con el Señor. Yo era
monaguillo en la iglesia de mi barrio, estaba tratando de servirle,
y buscaba agradarlo; por eso le pregunté: ¿dónde está tu justicia,
si le envías desgracias a quienes merecen cosas buenas, y
bendiciones a quienes merecerían castigo? ¿Dónde estás? ¿Por
qué eres de esa manera? ¿Por qué no te muestras como eres
realmente? ¿Por qué tantas palabras de un Dios amoroso, cuando
12 S a lv a c ió n se E sc rib e con S angre

en verdad diariamente estamos viviendo experiencias que dicen


lo contrario? ¿Tienen razón quienes niegan tu existencia? ¿O es
que en realidad no te importa lo que nos pasa, y poco te interesa
cómo vivimos?
Casi tres años después de aquellos hechos, pasé por el frente
de una iglesia cristiana, entré y nunca más pude volver a salir. Allí
comencé a buscar respuesta a las inquietudes que tenía, y
encontré cosas maravillosas que cambiaron mi forma de pensar
y transformaron mi existencia.
Quiero mostrarte algunos pasajes bíblicos, en los cuales se
presentan las características verdaderas y maravillosas del carácter
de Cristo; si logras comprender el significado de cada uno de
ellos, habrás iniciado un caminar distinto en su santa compañía,
para bendición tuya y de los que te rodean.
El primero de los textos a los cuales me refiero, se encuentra
en San Juan 10: 11.

“Yo soy el buen Pastor; el buen pastor da su vida por las


ovejas. ”

¿Te has preguntado por qué razón este pasaje dice el “buen”
pastor? ¿No habría sido lo mismo decir sólo, el pastor? De cualquier
forma las personas entenderían que era bueno; sin embargo, si
vas al contexto histórico, notarás que en los tiempos bíblicos
había diferentes tipos de pastores: el dueño de las ovejas, el
pariente del dueño de las ovejas y el pastor asalariado.
Cuando una fiera trataba de atacar a las ovejas, el pastor
asalariado no se quedaba para proteger y salvar al rebaño; ¡no!
él huía porque consideraba su vida más valiosa que la de las
ovejas; la excepción la constituían algunos pastores asalariados
quienes amaban lo que hacían, y querían a las ovejas como si
fueran propias. Con ellos la suerte del rebaño era diferente.
Un ejemplo del cuidado abnegado de un verdadero pastor
nos lo da David, hijo de Isaí. El cuidaba las ovejas de su padre y
cuando veía un león atacando a alguna de sus ovejas, peleaba
El D i o s de M a r a v i l l a s 13

con la fiera y le arrebataba la presa de sus garras o colmillos,


porque él amaba a sus ovejas.
Jesús es nuestro pastor, pero no uno común y corriente; es
tan bueno que ofreció entregar su vida por ti. El es el pastor de
los pastores, y por eso dice: a mis ovejas nadie las arrebatará de
mi mano; no hay lobo ni demonio que se atreva a tocar a la más
humilde de ellas.
Yo quiero invitarte a hacer la prueba: ven al redil del buen
pastor Jesús y verás cómo te conviertes en una de sus ovejas
consentidas.
El pasaje de San Juan 1:29 proporciona luz adicional en torno
a las características de Jesús.

“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He
aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. ”

Ya vimos a Cristo apareciendo como el buen Pastor, pero


ahora la Biblia nos lo muestra como el Cordero. Esto parece
extraño, ¿Verdad? Alguien podría decir: eres pastor o eres cordero,
pero Cristo es pastor y también cordero.
En el capítulo 53 del libro de Isaías, la profecía detalla con
impresionante exactitud el momento en el cual Cristo sería llevado
como un cordero al matadero, y como una oveja delante de sus
trasquiladores.
Cristo Jesús entregó su vida a pesar de ser inocente, porque
El mismo era el cordero sacrificado desde el principio de la historia
de la humanidad. El era y es el verdadero cordero que quita el
pecado del mundo.
La Biblia está llena de nombres que hacen referencia a Jesús;
en el libro de Mateo 25:1 leemos:

“Entonces el reino de los cielos será semejante a diez


vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al
esposo. ”
14 S a lv a c ió n se E scribe con S angre

En algunas versiones, se encuentra la palabra novio en lugar


de esposo, pero realmente el pasaje se refiere al novio. Es
necesario tener en cuenta que en los tiempos bíblicos el
compromiso del noviazgo era tan serio, que el varón se
consideraba prácticamente como esposo.
Al margen de esta explicación, deseo resaltar en este texto
que aquel novio (esposo) representa al Señor Jesucristo.
Creo que la mayoría de nosotros, por supuesto en la edad
apropiada, hemos vivido la experiencia de un noviazgo. Conozco
parejas con 20 años de casadas y siguen viviendo como novios;
pero desafortunadamente, también conozco parejas con sólo seis
meses de matrimonio y ya parecen enemigos.
Cuando conocí a Skania, quien hoy es mi esposa, quedé
flechado. La vi como una muchacha diferente, y eso me impactó
poderosamente. Por aquel entonces ella tenía 13 años, y yo iba
a cumplir 15.
Me enamoré de ella a “primera vista”. A medida que la fui
conociendo, fue creciendo la atracción: me gustaban su físico y
su carácter; es decir, me gustaba todo de ella.
Por la edad que teníamos era lógico que los padres de Skania
no vieran muy en serio mis intenciones de casarme con ella, así
que decidimos hacer un pacto: esperaríamos hasta cuando ella
tuviera 16 años, yo casi 18, y así todo sería más fácil.
Cuatro meses antes de la fecha pactada, trasladaron al padre
de Skania, quien es pastor, a San Pedro de Macorís, ciudad
ubicada a cuatro horas del lugar en el cual yo vivía, Por fortuna
ella se quedó estudiando en el colegio Adventista de Bonao,
situado a sólo 45 minutos. Esa decisión fue una bendición, pero
aún así era difícil ir a verla, pues para ese entonces yo no tenía ni
un centavo en el bolsillo, y el costo del pasaje era de 21 pesos
para ir y otros 21 para regresar.
Pasaron dos eternos meses sin poder visitarla. Si tú has estado
enamorado, sabes lo que eso significa. Yo sentía que me iba a
morir. Recuerdo que mi papá me había enviado unos zapatos
desde Estados Unidos, y un día en medio del gran aburrimiento
miré mis pies y se me ocurrió la gran idea de ir a una casa de
El D io s de M a ra v il la s

empeños y ofrecerlos. Cuando le pregunté al encargado cuánto


me daba por ellos, no podía creerlo, justo me ofreció 42 pesos.
Solucionado lo del pasaje arreglé la maleta y me fui sin pensar
siquiera en con qué iba a comer, pues ver a Skania era suficiente
para mí.
Viajé con la mayor emoción del mundo y pasé un día
maravilloso; No tuve ningún problema con la comida, porque
Skania me invitó a comer por su cuenta. Regresé a mi casa
inspirado, ilusionado, más enamorado que nunca.
Un mes después regresé al colegio, pero esta vez para
quedarme. Llevaba la intención de trabajar, pues sólo de esa
manera podría sostenerme y estar cerca de mi novia.
Mi primer trabajo fue en la finca del colegio. Para serte sincero,
yo nunca había cogido una azada, pero allí estaba yo, con una
en la mano, bajo pleno sol del medio día, con un sombrero de
campesino, limpiando platanales en el colegio Adventista
Dominicano. Jamás pensé en vivir una experiencia como ésa, y
en muchas ocasiones llegó a mi mente este pensamiento: ¿Tú
qué haces aquí? ¿Acaso te volviste loco para estar trabajando
como un animal? Pero detrás de esos cuestionamientos, siempre
venía un nombre a mi mente: Skania. Esa era la realidad, yo
podía aguantar todo lo que viniera, porque estaba enamorado.
De allí me enviaron a cosechar patatas, y fue otra experiencia
inolvidable: yo veía a los adultos sacando las patatas con un palo,
una por una, y pensaba para mi: ¡qué ingenuos!, si las sacan con
la mano les va a rendir el triple, y comencé a hacerlo así; lo que
no calculé fue que las sustancias utilizadas en esos cultivos para
que la tierra se mantenga blanda, iban a producir una terrible
inflamación en mis dedos por la tierra que quedó entre las uñas,
y esa noche no pude dormir del dolor tan intenso. Aquel fue mi
último día de trabajo en la finca.
Luego me trasladaron al comedor y allí debía lavar 500 vasos,
500 cucharas, 500 cuchillos, 500 tenedores y 500 bandejas. Mis
manos quedaban cortadas y maltratadas, y volvía a mi mente la
pregunta: ¿Qué estoy haciendo aquí? Pero ese pensamiento era
16 S a l v a c ió n se E sc rib e con S angre

seguido por el nombre de Skania. Por amor estaba en aquel


lugar.
Otra experiencia inolvidable fue la que viví durante el período
de vacaciones. Casi todos los estudiantes salían a vender libros a
la ciudad de Santiago. Como el padre de Skania era el director
de publicaciones en la capital, la mejor excusa para estar cerca
de ella era decir que yo quería vender libros. Mi suegro me
buscó alojamiento en el Colegio Metropolitano, en un salón
abandonado en la parte de atrás. Allí fui a dormir en un colchón
en el suelo.
Durante mi estadía en ese lugar conté con la particular
compañía de unos ratones que parecían gatos por su inmenso
tamaño. Recuerdo que dormía tapado de pies a cabeza, no fuera
que a un ratón se le ocurriese besarme durante la noche.
Desde el primer día mi suegro fue bien claro conmigo, y me
dijo: Richard; tu objetivo principal al venir aquí es trabajar
¿Verdad? Por lo tanto, durante la semana no quiero verte en mi
casa visitando a Skania. ¡Es a trabajar! Puedes visitarla sólo los
fines de semana. Lo que mi suegro no sabía era que lo único
que yo tenía para comer en mi “penthouse”, era una caja de
cereal y una bolsa de leche en polvo. Pero yo no podía decirle
esto, porque ¿Qué pensaría de su futuro yerno?
Durante cuatro días desayuné, almorcé y comí cereal con
leche. Estuve encerrado en aquel lugar porque tenía miedo de
ir a vender libros. El viernes ya no aguanté más y le pedí ayuda
a Dios. Oré pidiéndole valor para salir y vender por lo menos un
libro y poder comer algo diferente.
Momentos después, Dios me inspiró. Tomé mi prospecto, mi
maletín y salí a la calle.
Caminé por un lugar llamado el kilómetro nueve de la ciudad
de Santo Domingo. Le di tantas vueltas a la manzana, como los
israelitas a Jericó, pero no entré a ningún sitio porque no me
atrevía. Caída la tarde, cuando ya pudo más el hambre que la
vergüenza, toqué en una oficina y ofrecí mis libros, pero no me
compraron nada. Como apelando al buen corazón, le dije a una
El D io s de M a ra v il la s 17

señora: mire, necesito que me compre por lo menos una revista,


porque si no logro vender algo, no tendré con qué comer hoy.
Aquella mujer sintió compasión de mí, y compró la revista.
Salí de aquel lugar feliz, con los primeros veinte pesos que había
ganado con el fruto de mi trabajo.
Fui a una tienda, compré jugos, pan, mantequilla, queso y
guineos (bananos) para la cena de esa noche y el desayuno del
día siguiente. Para el almuerzo seguramente no tendría problema,
porque mi suegra me invitaría; pero esa noche, cuando llegué a
visitar a Skania, su mamá me dijo: Richard, me da mucha pena
contigo, pero mañana estamos invitados a almorzar en casa de
unos amigos y como no son de mucha confianza, no podemos
llevarte; toma algo de la nevera para el desayuno, sin duda alguien
en la iglesia te invitará a almorzar.
Resignado fui a la cocina y tomé tres guineos y un pedazo de
arepa.
Esa noche regresé a mi buhardilla, metí la comida en mi
maleta, y me acosté. El día siguiente cuando desperté, observé
que los ratones habían realizado una cirugía a mi maleta y se
habían comido casi toda la arepa que me dio mi suegra junto
con lo que yo había comprado el día anterior.
Como era lógico, no podía comer las sobras que me dejaron,
así que desayuné con un vaso de agua y un guineo.
Sin perder el entusiasmo, me dirigí a la iglesia. Recuerdo que
esa mañana procuré ser muy participativo durante la escuela
bíblica a fin de que se percataran de mi presencia, pues era nuevo
en ese lugar. El pastor presentó un tema muy inspirador acerca
del amor. Al terminar el servicio me paré en la puerta, junto a
él, de tal forma que estuviera a la vista de todos a medida que
iban saliendo, tal vez así, alguien me preguntaría si tenía a dónde
ir a comer ese día. Mi estrategia no funcionó y cuando sólo
quedaba el pastor, se volteó y me dijo: ¿De dónde vienes? De
Santiago, le respondí, soy vendedor de libros, y estoy alojado en
el colegio, en la parte de atrás. Pensé que con esa información
era suficiente para que se diera cuenta de mi situación y me
invitara a su casa, pero él me dijo: qué bien, yo también fui
18 S a lv a c ió n se E scribe con S angre

vendedor de libros; nos vemos la semana que viene. Hasta pronto


muchacho.
En ese instante mire al cielo y dije: ¿qué es esto? ¿Qué
necesidad tengo de estar pasando miserias aquí? Y de nuevo
vino a mi mente el nombre de Skania. Con su nombre y su
rostro en mi pensamiento, fui a mi cuarto, y allí comí el último
guineo que me quedaba acompañado de un vaso de agua.
Salí a caminar para distraer el deseo de comer y regresé cuando
ya fue cayendo el sol. Esa tarde oré al Señor una vez más
pidiéndole ayuda, pues si continuaba así me moriría de hambre.
Justo cuando terminé la oración, apareció en el colegio un viejo
amigo de la universidad llam ado Angel Rijo a quien
cariñosamente le decíamos Joselito. Ese día él fue un verdadero
ángel para mí. Me saludó afectuosamente y me dijo: Oye “my
friend” ¿por casualidad sabes en qué lugar están alojadas las
muchachas que vinieron junto contigo a vender libros? Le respondí
afirmativamente y nos dirigimos hacia el lugar. Unas horas
después de compartir con ellas, Joselito se despidió, pero una de
las muchachas nos dijo: No se vayan aún, estamos preparando
cena para ustedes. ¡Wow! en mi estómago ya no había ni rastro
del guineo del almuerzo y para mi esto era la respuesta a mi
oración. Mi amigo Ángel les agradeció, y les dijo que no podíamos
quedarnos pues ya era demasiado tarde. Yo pensé en voz alta:
¿Tarde? Puedes irte solo, yo me quedo. Luego les conté la
experiencia del día y no paramos de reír por un buen rato. Esa
noche nos dimos un delicioso banquete de mangú (plato
dominicano hecho con plátanos) con espaguetis.
Aquel día terminó mi sufrimiento, y doy gracias a Dios porque
ese verano fui quien más libros vendió en toda la unión Antillana,
convirtiéndome en campeón de ventas.
Todo porque, por amor a Skania, estuve siempre dispuesto a
soportar lo que fuera, con tal de estar cerca de ella.
Cuando pienses en la ternura del noviazgo, en el amor
maravilloso y puro que se expresa mientras se vive una experiencia
como ésa, debes saber que Cristo es el novio por excelencia. El
dejó su trono, su gloria, y todo cuanto tenía en el cielo por amor
El D io s de M a ra v il la s

a ti. Descendió a la tierra, nació en un pesebre, y estuvo dispuesto


a hacer todo lo que hizo porque te ama.
El amor de Dios es incondicional e inmutable, y El mismo te
lo declara al decir en su Palabra: “Con amor eterno te he amado. ”
El Señor te ama hoy con la misma intensidad con la cual lo
hizo aquel día cuando derramó su sangre por ti en la cruz del
calvario. Su amor es el mismo que expresó cuando estaba siendo
azotado en el pretorio, cuando escupieron su rostro, y cuando lo
golpearon en la cara. El te dice hoy: Te amé no solamente en el
pasado, te amo en el presente, y seguiré amándote en el futuro.
¿No crees que vale la pena tomar más tiempo para conocer a
ese Dios Maravilloso?
Hasta aquí has visto a Cristo cuidando de ti como Pastor, como
Cordero dando su vida por ti, y como Novio amándote con amor
eterno; pero hay mucho más.
Quiero darte a conocer ahora al Cristo hacedor de milagros,
al Dios misericordioso quien sanó y llenó la vida de muchas
personas en el pasado, dispuesto hoy a hacer lo mismo contigo.
En el siguiente pasaje bíblico puedes ver el amor, el poder y la
sencillez de Cristo Jesús:

“Entonces vinieron a Jericó; y al salir de Jericó él y sus


discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo,
estaba sentado junto al camino mendigando.
Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y
a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!
Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba
mucho más: ¡Hijo de David, ten misericordia de mí!
Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron
al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama.
El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús.
Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y
el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista.
Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida
recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino. ”
Marcos 10: 46-52.
20 S alv a c ió n se E s c rib e con S angre

Bartimeo era un hombre pobre y ciego. Estaba sentado a la


orilla del camino mendigando, pero a pesar de su condición
conocía más de Jesús que muchos de quienes profesamos ser
cristianos hoy en día. Cuando este hombre gritaba: ¡Hijo de
David, ten misericordia de mí!, estaba ratificando lo que las
profecías decían acerca del Mesías. En otras palabras estaba
diciendo: ¡Jesús, Mesías, Salvador, ten misericordia de mí!
¡Qué gran contraste! Aunque Bartimeo era ciego, sabía quién
era Jesús. Nosotros en cambio, cuán poco conocemos a nuestro
Salvador. La raza humana vive en gran oscuridad a pesar de
todas las ventajas que posee.
Cuando los viajeros pasaban por la entrada de Jericó dejando
caer las monedas, también dejaban caer las maravillas que el hijo
de Dios estaba haciendo en otros lugares. Fue así como la fe de
este hombre empezó a desarrollarse, y cuando Jesús vino y estuvo
junto a él le pidió con toda seguridad la restauración de su vista.
Aquel milagro fue posible gracias a la fe real de Bartimeo.
Ahora quiero llevarte a otra historia que aparece en el libro
de Lucas 8:43-48:

“Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde


hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto
tenía, y por ninguno había podido ser curada, se le acercó
por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo
el flujo de su sangre.
Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y
negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro,
la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me
ha tocado?
Pero Jesús dijo: alguien me ha tocado; porque yo he
conocido que ha salido poder de mí.
Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado
oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró
delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y
cómo al instante había sido sanada.
E l D i o s de M a r a v i l l a s 21

Y el le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; vé en paz. ”

Esta mujer llevaba doce años sufriendo y muriendo lentamente,


por lo cual ya había perdido toda esperanza. Y tenía razón de
sentirse así, pues nadie tenía capacidad ni deseos de hacer algo
por ella.
Al igual que aquella mujer, es probable que muchos de quienes
leen este libro estén muriendo lentamente mirando un futuro
oscuro y tormentoso. Si eres una d£ esas personas, no lo dudes,
la solución para todos tus problemas está en Cristo Jesús.
Fue en Jesucristo en quien esta mujer encontró la esperanza.
Ella escuchó acerca de las maravillas obradas por Jesús en la
vida de las personas, y entonces se atrevió a acercarse; tomó las
pocas fuerzas que aún tenía, y arrastrándose llegó al lugar por el
cual Jesús estaba pasando para extender su mano en un esfuerzo
extraordinario, y tocar el manto del Maestro.
Hoy Jesús está pasando por tu lado; no lo dejes pasar en
vano, esfuérzate y tócale su manto, y verás cuán poderoso amor
saldrá de El.
En el mismo capítulo ocho del evangelio de Lucas, en los
versículos 49-56, encontramos otro emocionante pasaje de los
milagros de Jesús:
“Estaba hablando aún, cuando vino uno de casa del
principal de la sinagoga a decirle: Tu hija ha muerto; no
molestes más al Maestro.
Oyéndolo Jesús, le respondió: No temas. Cree solamente,
y será salva.
Entrando en la casa, no dejó entrar a nadie consigo, sino a
Pedro, a Jacobo, a Juan, y al padre y a la madre de la niña.
Y lloraban todos y hacían lamentación por ella. Pero él
dijo: No lloréis. No está muerta, sino que duerme.
Y se burlaban de él, sabiendo que estaba muerta. Mas él,
tomándola de la mano, clamó diciendo: Muchacha, levántate.
Entonces su espíritu volvió, e inmediatamente se levantó;
y el mandó que se le diese de comer.
22 S a lv a c ió n se E sc rib e con S angre

Y sus padres estaban atónitos; pero Jesús les mandó que a


nadie dijesen lo que había sucedido.”

Jesús le pidió a Jairo que no temiera, él debía creer solamente,


pero aquello no era fácil para este anciano de los judíos. Es cierto
que había acudido al Maestro para pedirle angustiosamente
sanidad para su hija, pero ahora venían a informarle que ya
había muerto. Yo te pregunto: ¿Quién puede creer bajo esas
circunstancias?
El profundo significado de “creer”, es equivalente aquí al que
aparece en el capítulo once del libro de Hebreos como “fe”. En
aquel momento, para Jairo no era suficiente creer acerca de Cristo
sino que era imprescindible que creyera en El, y en su poder
para restaurar la vida.
Y Jairo creyó. A pesar de las burlas de los presentes en su
casa, recibió en su corazón la fe genuina, la cual es vida, y su hija
vivió.
Si haces un repaso de las tres historias, notarás que el ciego
Bartimeo recibió el milagro de sanidad porque tuvo fe en Cristo;
la mujer con el flujo de sangre fue sanada porque confió en el
poder del Maestro; y la hija de Jairo fue resucitada porque su
padre creyó.
El apóstol Juan escribió acerca de las muchas cosas hechas
por Jesús; tantas que si se escribieran una por una, los libros no
cabrían en el mundo. Por eso duele recordar la reflexión del
Señor al decir: “Cuando el hijo del hombre vuelva a este mundo,
¿Hallará fe en la tierra?”
¿Qué responderías si en este instante Jesús te preguntara
cuánta confianza tienes en El?
En cierta ocasión, uno de sus discípulos le dijo al maestro:
Señor, auméntanos la fe.
Hay quienes piensan que como la fe es un don y un fruto del
Espíritu, sólo necesitan arrodillarse y decir: Señor, auméntanos
la fe; sin embargo, si la fe es un fruto, debe ser cosechada. Voy a
darte un ejemplo utilizado hace un tiempo por un pastor amigo,
con el cual comprendí en forma práctica este concepto.
El D io s de M a ra v illa s 23

En República D om inicana se cultivan unos mangos


deliciosamente dulces, de esos que cuando pruebas el primero te
quisieras comer diez más. Voy a suponer que tú vas a mi país, y
cuando llegas a mi finca te encuentras con que estamos en
tiempo de cosecha. Ves una gran cantidad de árboles cargados
de mangos, unos amarillos y otros rojizos, todos en su mejor
momento. Contigo hay otros amigos contemplando esta belleza
natural. Yo como dueño de la finca tengo total autonomía sobre
la cosecha, así que decido regalarla*y les digo: pueden tomar y
llevar todo los mangos que quieran.
Algunos toman una bolsa y la llenan para llevar mangos a sus
casas, otros piensan en compartir los frutos con sus familiares y
amigos y toman una cantidad mayor, tal vez un saco, pero alguien
más sabio piensa: Richard nos regaló todo lo que quisiéramos,
de modo que voy a traer mi camioneta para llenarla de mangos
y hacer jugo y dulce para una buena temporada. Finalmente
aparece alguien con más visión y alquila cinco camiones para
recoger todos los frutos y venderlos frescos o procesados
obteniendo una gran ganancia.
Pues bien, el anterior ejemplo puede aplicarse a tu experiencia
Cristiana. La fe que tú puedas tener no depende de Dios, quien
te da los frutos, sino del tiempo invertido debajo del árbol
recogiéndolos. Recuerda: tu fe será proporcional a la cantidad
de tiempo que pases a solas con Jesús, recogiendo las bendiciones
que El te da para cada día. Ten presente que quien recogió una
bolsa de mangos sólo gastó unos minutos haciéndolo; quien llenó
el saco gastó tal vez medía hora recogiéndolos; quien llenó la
camioneta invirtió por lo menos tres o cuatro horas en su labor;
pero quien llevó los camiones pasó mucho tiempo recogiendo
los frutos.
Haciendo la respectiva aplicación espiritual, podemos concluir
qüe si quieres tener fe necesitas pasar tiempo en comunión con
Dios. Sólo así podrás conocerlo, saber quién es, cómo es,
comprender su amor, y entender su sacrificio. Como resultado
surge la confianza, y mientras más confíes en El más bendiciones
vas a tener, y su gloria estará sobre ti. Esta es la razón por la cual
24 S a lv a c ió n se E sc rib e con S angre

Hebreos 11:6 dice: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios”. Ten


en cuenta que no podrás ver el rostro de Dios a menos que
aprendas a confiar en El, ahora.
Si das una mirada al mundo o tan sólo a tu alrededor,
encontrarás mucha gente hundiéndose sin hallarle ningún sentido
a la vida. ¿Sabes cuál es la razón? No conocen el amor de Dios, y
lo peor de todo, ni en sus prioridades, ni en sus planes, está salir
de esa terrible ignorancia.
Por favor no vayas a ser parte de ese grupo. Ten la certeza de
que Dios no cambia. Confía en Jesús, quien tiene poder para
seguir obrando milagros hoy de igual manera como lo hizo en
los tiempos bíblicos. Sólo basta con que hagas un inventario de
tus necesidades, y acudas a El.
Hace un tiempo experimenté el poder de Dios obrando
milagros en la vida de un niño inocente. Esa experiencia fue un
instrumento poderoso a través del cual se afianzó mi fe, y quiero
compartirla contigo:
Una noche mientras predicaba en una iglesia en New Jersey,
una mujer me pidió orar por su bebé, quien se estaba muriendo.
Después de hacerlo varias veces durante el culto, ella quiso que
fuéramos al hospital para orar allí por él.
A unque me encontraba lejos del lugar, el temor que
experimenté en mi corazón fue más grande que la distancia que
tuve que recorrer. Yo no quería quedar mal pues había predicado
acerca del poder de Dios para hacer milagros, y aquella mujer
estaba esperando uno bien grande que salvara la vida de su hijo.
Pensé y le dije al Señor: Yo sé que tú haces milagros, pero
todavía no he visto ninguno de ese tipo. Algo dentro de mí me
dijo ve, y yo sentí que el Señor iba conmigo.
La criatura estaba al borde de la muerte debido a un
infortunado suceso que le ocasionó múltiples fracturas en su
cráneo. Ver al pequeño conectado a un sinnúmero de monitores
produjo quebranto en mi corazón, al pensar en mis hijos e
imaginar cómo me sentiría si uno de ellos fuese quien ocupara su
lugar.
El D io s de M a ra v il la s 25

Esa noche oré al Señor pidiéndole que obrara un milagro,


aunque según el criterio de los médicos el niño no tenía muchas
posibilidades de sobrevivir.
Cuando salí de aquel lugar, sentí que Dios estaba dispuesto a
hacer el milagro. Reuní a los ancianos de la iglesia, les pedí que
oráramos cada hora durante tres días, y nos quedamos a la espera
de la respuesta de Dios.
Recuerdo que un hermano me llamó a un lado y me dijo:
pastor, no le dé esperanzas a esa fnadre pues su niño se va a
morir; él está vivo por las máquinas a las cuales está conectado,
pero los médicos no dan esperanza. Yo lo miré con dolor y le
dije: querido hermano, ¿Quién tiene la última palabra cuando de
la vida se trata, El médico o Dios? El hermano bajó su cabeza y
me dijo: Dios, pastor. Entonces le respondí: permítale a Dios ser
Dios.
El médico que lo atendía era un extranjero no creyente, así
que esa noche oré y le dije al Señor: yo sé que tú tienes el poder
para hacer milagros; manifiéstalo en este niño para que tu nombre
sea glorificado.
Finalizando la semana recibí una llamada de la madre
pidiéndome que fuera a ungir a su bebé, pues Dios lo había
puesto en su corazón. Hasta ese momento su condición seguía
siendo igual de crítica, pero yo estaba seguro de que si Dios le
había preservado la vida hasta allí, El obraría el milagro.
El siguiente lunes desconectaron todas las máquinas del
pequeño cuerpo de Mauricio, y sobrevivió. Dos años después
pude abrazarlo cuando aún estaba recibiendo terapia para
recuperar completamente la movilidad de su cuerpo. Dios
reconstruyó su cráneo, y el médico que lo atendió describió lo
ocurrido como un verdadero milagro.
¿Cuál es tu condición hoy? Tal vez necesites que Dios obre un
milagro en tu vida; no sé cuál es tu necesidad, quizás tu hogar, tu
futuro, tu trabajo, tus estudios o tu vida espiritual; lo que sea no
interesa. Dios sólo quiere que tú creas que El todavía está dispuesto
a escucharte y obrar milagros inesperados, para mostrar su gloria
en tu vida. Convéncete de que El te ama y anhela verte feliz.
El es La ¿ O v a c i ó n
"Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad,
y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí"
]uan 14:6

-''y'l- unque sea difícil creerlo, los seres humanos estamos


envueltos en una terrible guerra; todos somos parte de un gran
conflicto, y debes saber que en esta lucha no hay término medio:
estás de un lado o estás del otro.
En mi país cuando tú le preguntas a alguien: ¿cómo te
encuentras?, te responde con una expresión muy popular: “entre
Lucas y Juan Mejía”. Ese dicho para muchas personas carece de
significado, pero quienes vivieron en la época de mis abuelos
sabían a qué se refería; Es una historia, no confirmada, de un
señor llamado Lucas, dueño de un terreno que colindaba con la
finca de don Juan Mejía; justo en el lindero construyeron un
camino por el cual transitaban los vecinos, quienes, cuando
pasaban por allí, decían: estamos entre Lucas y Juan Mejía, dando
a entender que era imposible saber, realmente, en cuál de los
dos terrenos se encontraban.
Muchos en nuestro mundo piensan que están de parte de
Dios porque no roban, no matan, no cometen adulterio, o no

[27]
28 S a lv a c ió n se E scrib e con S angre

hacen las cosas que comúnmente hacen los demás. Cuidado, el


hecho de ser una buena persona no te convierte automáticamente
en alguien que está del lado de Cristo Jesús. Hay mucha gente
que siendo “buena persona”, quizás terminará perdiéndose junto
con aquellos que están evidentemente del lado del enemigo; ¿y
sabes por qué? Porque para un cristiano verdadero es imposible
vivir “entre Lucas y Juan Mejía”.
El verso que leiste al iniciar este capítulo, ha impactado mi
vida y la de muchos seguidores de Jesús en el mundo entero.
Cuando El dice: “Yo soy el camino, Yo soy la verdad, Yo soy la
vida”, está manifestando claramente que todo lo que hizo por ti,
lo hizo con el propósito de que un día no muy lejano puedas
vivir con El para siempre.
¿Quieres llegar a disfrutar esa maravillosa experiencia de vivir
eternamente con Cristo Jesús? Entonces no esperes más.
Comienza ahora mismo, y decide en este instante de qué parte
del conflicto te vas a ubicar: o estás total y plenamente con Cristo,
o estás en su contra.
Si decides unirte al equipo victorioso de Jesús, empieza por
entender esto: la única puerta de entrada al cielo, se clavó en un
lugar llamado Gólgota. Entrar por ella significa seguir el camino
manchado con la sangre que Jesucristo derramó por ti y por mí,
para que tú y yo tengamos vida eterna.
Aquellos que decidan seguir ubicados en el equipo contrario,
alejados de Jesús y sin ningún compromiso con Dios, sin aceptar
que a partir de la cruz del calvario la historia del ser humano
cambió, tienen que saber que sólo les espera confusión y llanto
en el día postrero.
¿A cuál equipo quieres pertenecer?
Tristemente, muchos seres humanos no entienden el conflicto
en el cual estamos viviendo o lo que es peor, lo entienden pero
han decidido estar lejos de Dios.
Tal vez recuerdas o has escuchado hablar de Marilyn Monroe,
aquella linda actriz quien alcanzó la riqueza y la fama anhelada
por casi todo el mundo. ¿Qué más podría esperar de la vida?
Él es la S alva ción 29

Aparentemente lo tenía todo, pero el “todo” sin Cristo al ser


calculado en la matemática espiritual es simplemente nada.
Es por eso que la fatídica experiencia que vivió aquella noche
de Agosto de 1963, demuestra que no importa cuánto dinero
tengas, cuán privilegiado seas con el status que posees, o qué tan
bien te sientas físicamente; si tú no tienes a Jesús, si no es El
quien llena tu existencia, te vas a sentir siempre vacío y la vida no
tendrá sentido para ti. ^
Marilyn ingirió una sobredosis de los barbitúricos que usaba
para dormir, y ya no despertó más. Esta hermosa chica, estando
en la cumbre de la fama, con el mundo a sus pies, aparentemente
teniéndolo “todo”, murió trágicamente porque escogió un camino
distinto al que Jesús le ofreció.
La palabra de Dios dice que “hay camino que a la gente le
parece bueno, pero su fin es camino de muerte.” Tú puedes
disfrutar lo que estás haciendo, pero no significa que será por
mucho tiempo porque el placer del pecado es temporal y
finalmente muerde como serpiente.
Otros seres humanos han buscado la verdad lejos de Cristo,
creyendo el viejo adagio que dice que “todos los caminos
conducen a Roma”, pero en el sentido espiritual esto no es
cierto; no todos los caminos conducen a la salvación.
Recuerdo la vida del famoso reverendo Jim Jones quien en
la década de los 70’s, por su carisma y su manera amable de ser,
cautivó las mentes de miles de personas en la Nación
Norteamericana; llegó a ocupar importantes posiciones y a tener
muy buenas relaciones con destacadas personalidades del sistema
político del gobierno de ese país. Por razones que todavía no se
conocen claramente (al parecer, problemas financieros con el
estado), huyó y se fue a Guyana en Sur América. Allí fundó una
pequeña cuidad llamada Jone’s town, (el pueblo de Jones). Este
hombre logró convencer a sus seguidores de que todo lo que
decía venía de parte de Dios; más aun, en algunas reuniones
públicas con su grupo llegó a presentarse a sí mismo como Cristo
encarnado.
30 S a l v a c ió n se E sc rib e con S angre

Un día este hombre recomendó a sus seguidores, que todos,


en una fila macabra, pasaran a tomar un veneno que él había
preparado para que pudiesen vivir en un mundo mejor, porque
“Dios se lo había dicho”. Unos días después, las imágenes de más
de 900 cadáveres fueron publicadas en los periódicos del mundo
entero; eran los cuerpos sin vida de un grupo de personas que
un día abandonó todo principio de razonamiento dado por Dios,
para seguir fanáticamente a un ser humano que había perdido la
razón.
Muchas personas abarrotan las iglesias porque les atrae el
predicador; otras, porque se sienten bien con los hermanos que
van a adorar a ese lugar. No les interesa saber si allí se predica la
verdad. No les importa si están haciendo lo correcto o no.
Solamente van porque se sienten bien y, como nada les incomoda,
se quedan en la oscuridad, en la mentira y en el error.
Jesús dijo: Yo soy la verdad, pero los seres humanos están
buscando una verdad que se acomode a sus propios intereses,
una verdad que les permita ir con la corriente, porque así es más
fácil vivir.
Hace varios años en la ciudad de Waco, Texas, un hombre
común, David Koresch, logró cautivar el corazón de cientos de
personas, quienes un día dejaron su cerebro en la puerta y
entraron para seguir las enseñanzas de un ser humano igual a
ellos.
Este líder religioso llegó a presentarse a si mismo como la
encarnación de Cristo Jesús, como el Cordero de Dios. Sus
seguidores se convencieron de que él era Cristo en la tierra. Les
vendió la idea de que todos, hombres y mujeres, le pertenecían,
y le creyeron; en consecuencia, todas las damas que él deseaba,
se convirtieron en sus mujeres. No es de extrañar que cuando
tuvieron que decidir entre vivir o morir, ellos escogieron morir
junto con él. No razonaron, no pensaron, sólo siguieron
ciegamente lo que un hombre les mostró como la verdad ideal.
Me im presionó m ucho leer acerca del m ovimiento
denominado la Cryonic, el cual es bastante popular actualmente.
Esta corriente enseña que el hombre no necesita de Dios para
Él es la S alva ción 31

vivir, y no sólo eso, sino que puede vivir eternamente sin ninguna
intervención Divina.
Por considerarla falsa, rechazan la esperanza que tenemos los
cristianos en la resurrección prometida por nuestro Redentor.
Creen que los seres humanos por su propia cuenta podrán
resucitar y restaurar a los muertos, y es por eso que conservan
congelados en cápsulas especiales y a temperaturas
extraordinariamente bajas, cadáveres de hombres como Walt
Disney, el famoso inventor del Mundo de Disney, quien murió
creyendo que algún día podría recuperar la vida, y pidió ser
congelado. Esperan que una jovencita canadiense, Genevie de
la Poterie, sea el primer ser humano muerto en volver a la vida
porque los de la Cryonic “la van a resucitar”.
Jesús dijo: Yo soy el camino, sin embargo los seres humanos
han estado buscando el camino lejos de Cristo; Jesús dijo: Yo soy
la verdad, pero los seres humanos prefieren buscar una verdad
que se acomode a su estilo de vida; Jesús dijo: Yo soy la vida, y
los seres humanos pretenden conseguir la vida sin Dios.
Apocalipsis 12:9 dice que Satanás “engaña al mundo entero”,
y ésa es la triste realidad de este planeta. Sólo Jesús, si tú así lo
quieres, puede evitar que perezcas en ese engaño.
De El Nuevo Testamento utilizaremos tres ejemplos de
personas que buscaron en Cristo el camino, la verdad y la vida;
el primero lo encontramos en Lucas 19:1-6. En él hay algo
impresionante que Dios quiso registrar para ti:

“Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la


ciudad.
Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de
los publícanos, y rico, procuraba ver quién era Jesús; pero no
podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura.
Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle;
porque había de pasar por allí.
Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le
vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es
necesario que pose yo en tu casa.
32 S a lv a c ió n se E scrib e con S angre

Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. ”

Algunos piensan que Zaqueo no podía ver a Jesús porque


era un hombre de escasa estatura, pero ésa no es la realidad de
la historia. Su tamaño no hubiese sido problema a no ser por la
inmensa multitud que le estaba impidiendo ver a Jesús. El grupo
de personas que se había acumulado hizo imposible que Zaqueo
pudiera ver a Jesús.
Zaqueo era pequeño en verdad y además no era muy amado;
por el contrario, su propia gente lo odiaba porque era un
publicano o cobrador de impuestos y, además, porque era el jefe
de los que tenían dicha tarea. Un cobrador de impuestos era
enemigo de la nación, traidor de su propia gente, hombre sin
escrúpulos y odiado por todos; era tanto el odio que los celotes,
un grupo de personajes políticos de aquella época, andaban con
puñales debajo de sus mantos para dar una cuchillada en el pecho
a cuanto publicano se les atravesaba en el camino. Así que el
pobre Zaqueo con todo el dinero que tenía no podía comprar su
seguridad en ningún sentido.
Sin embargo, este hombre gozaba de privilegios que pocas
personas en su época tenían, ya que era probablemente uno de
los más ricos de la nación. Si Zaqueo viviera en nuestros días,
quizás su carro no seria común y corriente, lo mandaría a diseñar
a su propio estilo y de acuerdo a su tamaño; supongo que tendría
una exclusiva casa al estilo la Isla de los famosos en Miami.
Pero había algo que no tenía y que su dinero no podía
comprar: paz espiritual y salvación. Zaqueo entendió que lo
que más necesitaba no eran todas las cosas materiales, ni su status
social, sino llenar ese gran vacío que había en su corazón. Por
eso, cuando Jesús llegó a aquel lugar Zaqueo se esforzó por ver
al maestro.
Es maravilloso comprender que Jesús habría podido ir por
otro lugar, pero decidió pasar exactamente por debajo del árbol
en el cual se encontraba Zaqueo; No podemos pasar por alto
que Zaqueo tuvo que arriesgarse: imagínate a un hombre de
aproximadamente 50 años de edad trepándose a un árbol; es
Él es la S alva ción 33

toda una aventura para los niños, pero para un hombre de su


edad era casi una locura. Sin embargo, él se decidió y subió. Fue
un verdadero riesgo porque si Zaqueo hubiese caído de aquel
árbol se habría quebrado más de un hueso, quedando lisiado
probablemente para el resto de su vida; pero a pesar de eso y
de hacer el ridículo, subió y pudo ver a Jesús.
Quizás muchas de las personas que te ven portando una Biblia
piensen que haces el ridículo. Es pasible que tus amigos, y hasta
tu familia, se burlen de ti y te hagan mofa, porque, según ellos,
ir a la iglesia y adorar a Dios, es para cuando ya estés viejo, y tus
fuerzas no te alcancen para hacer ninguna otra cosa.
Es probable que este libro haya llegado a tus manos y lo estés
leyendo a escondidas, porque no quieres que otros se enteren
de que lees libros religiosos. Pero, ¿sabes? cometiste el más
oportuno y agradable de todos los “errores”: abriste estas páginas
para encontrarte con Jesús, y al encontrarlo, El te convertirá en
una nueva criatura.
Eso mismo le ocurrió a Zaqueo: nunca imaginó todo lo que
iba a suceder en su vida desde aquel momento; únicamente quería
ver a Jesús pero El Maestro lo vio a él y su historia cambió.
Al igual que a Zaqueo, hoy Jesús te está diciendo: hijo mío,
desciende de ese árbol ficticio que has creado, desciende de esa
nube irreal en la cual vives; hoy Yo quiero irme contigo a tu casa.
No te preocupes por la condición en la que está, no trates de
arreglar nada para que yo pueda llegar, déjame ser Dios, y
permíteme hacer lo que sólo Yo puedo hacer. Dame la
oportunidad de entrar a tu vida. Eso es todo lo que te estoy
pidiendo, que me lleves contigo.
Zaqueo no lo pensó dos veces; yo creo que se arrojó del árbol,
tomó a Jesús de la mano y corriendo se fue gozoso. Entonces
Jesús lanzó una declaración que dejó fríos a todos los que estaban
allí; El dijo: “Hoy ha venido la salvación a esta casa”. ¡Wow!
¿Cómo se sentiría Zaqueo en ese momento? Trajo a Jesús a su
casa, no porque estuviera buscando realmente al Divino Maestro,
sino por aquello que El podría darle. Zaqueo quería paz espiritual
y sin darse cuenta, con sólo haber traído a Jesús a su casa, recibió
34 S a lv a c ió n se E sc rib e con S angre

la paz que tanto anhelaba y algo más glorioso, recibió la salvación


que todos los seres humanos están buscando. ¿Te imaginas cuán
impresionante fue la vida de este hombre después de encontrarse
con Cristo Jesús?
Dios quiere hacer lo mismo con tu vida. El anhela en este
instante tener el encuentro que quizás tú también has estado
deseando por mucho tiempo, y que a partir de ahora puedas
decir como dijo el apóstol Pablo: “Ya no vivo yo, ahora vive Cristo
en mi”. Dios ansia que como Zaqueo, tú sientas que en Jesús
encontraste el Camino, la Verdad y la Vida.
El segundo relato se encuentra San Juan 3:1-8 y dice así:

“H abía un hom bre de los fariseos que se llam aba


Nicodemo, un principal entre los judíos.
Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que
has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer
estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
Respondió Jesús y le dijo: de cierto, de cierto te digo que el
que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Nicodemo le dijo: ¿cómo puede un hombre nacer siendo
viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de
su madre, y nacer?
Respondió Jesús: de cierto, de cierto te digo, que el que no
naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de
Dios.
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido
del Espíritu, espíritu es.
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de
nuevo.
El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni
sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es
nacido del Espíritu. ”

Nicodemo era un principal de Israel, un hombre que pasó


toda su vida estudiando las escrituras; gozaba de un status social
envidiable, era un doctor en teología, y por ende tenia suficiente
É l es la S alva ción 35

conocimiento como para enseñar en la cátedra de Moisés, labor


que desempeñaba; pero este hombre estaba perdido. Vino a Cristo
de noche y trató de impresionarlo, pero El Maestro no prestó
atención a sus palabras y fue directamente al punto: si tú quieres
ser salvo y tener la vida eterna, es necesario que nazcas de
nuevo; es decir, tienes que borrar todo lo que has vivido hasta
este momento y comprender que la salvación no depende de
los años de teología que pasaste en^la universidad ni del grado
doctoral que conseguiste, porque la salvación viene como regalo
de Dios.
El pobre Nicodemo se fue esa noche confundido porque no
es fácil llevar 15 ó 20 años de tu vida creyendo una cosa, y que
de repente te digan que estás equivocado. Al igual que tú, este
hombre aparentemente sabio, necesitaba entender que la
salvación sólo viene como resultado de la fe que tengas en El
Hijo de Dios y que únicamente en El está la verdad en forma
plena, “porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado
a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna. ”
Yo puedo entender a Nicodemo pues me crié en la iglesia
popular desde niño. Fui sincero y estaba allí porque realmente
quería encontrar la verdad. Pero la verdad que me enseñaron
estaba fundamentada en mandamientos, normas y principios
humanos.
Más tarde, cuando llegué a la iglesia Adventista, tampoco
encontré la verdad en las doctrinas. Yo encontré la verdad cuando
conocí a Cristo Jesús, cuando contemplé su vida y empecé a
caminar con El. Sólo entonces entendí la razón por la cual el
sábado es especial para Dios y comencé a disfrutar la maravillosa
verdad del día de reposo. Cristo mismo le dio sentido a mi vida,
porque El es la verdad.
En aquel encuentro Jesús también dijo a Nicodemo:

“Y como Moisés levantó ¡a serpiente en el desierto, así es


necesario que El Hijo del Hombre sea levantado. ”
36 S a lv a c ió n se E sc rib e con S angre

Casi tres años después de aquella noche vio al Salvador


levantado; contempló al Hijo de Dios, al Rey de reyes y Señor de
señores, colgado de una cruz, crucificado, desnudo, sometido a
la vergüenza humana y como estaba escrito: “cargando en El el
pecado de todos nosotros.”
Entonces Nicodemo entendió que la salvación no está basada
en mandamientos humanos ni en la acumulación de las doctrinas
que el hombre practica; comprendió que la salvación es el Dios
crucificado, que Cristo es la verdad encarnada. En ese momento
su existencia cobró sentido, “nació de nuevo” y le entregó su
vida al Salvador.
Al igual que Nicodemo, tal vez tú vienes de una iglesia que ha
perdido el rumbo, en la cual se cree que con sólo guardar los
mandamientos la salvación está garantizada. Si tú crees así, tu
vida será una miseria. Mira: la obediencia de Los Mandamientos
debe ser un resultado de la comunión con Cristo, y debe venir
espontáneamente como fruto de tu relación con El. Si vives con
Cristo, si lo abrazas y te aferras a El, y empiezas a caminar con
El, entonces vivirás y hablarás como El, y tu vida cambiará: ya
no serás alguien más que cumple los mandamientos de Dios,
sino una nueva criatura que los vive por amor a Jesús, y otros,
quizás muchos otros, se acercarán a Cristo por ti.
Dios quiere llevarte a comprender que el evangelio sin
Jesucristo no es evangelio, que la verdad sin El no es verdad,
que una verdad a medias se constituye en una mentira completa,
y que únicamente Cristo es la plenitud de la verdad, porque El
es la Verdad.
Nicodemo se cuestionó y dijo: durante 20 años he sido
religioso, pero no se qué pasa, todo el conocimiento que tengo
no resuelve mi problema interior. Y era lógico que Nicodemo se
sintiera así, porque no importa la religión que profeses, ni los
años que lleves practicando las enseñanzas humanas que recibiste,
no importa si tienes toda la información de la Biblia, si Jesús no
representa lo más importante en tu vida, ¿de qué te vale todo
eso?
Él es la S alv a ción
37

Imagino al Señor mirando a Nicodemo con ternura mientras


le decía: “¿Eres tú maestro de Israel y no sabes esto?” Mira
Nicodemo, tú puedes engañar a otro pero a mi no, y empezó a
explicarle que la obra del Espíritu es una obra misteriosa; cuando
menos lo esperas, ahí está y te atrapa. Esa es la razón por la cual
cuando tú entras en el perímetro de Dios, el Espíritu Santo
aprovecha la oportunidad que le ofreces y empieza a trabajar en
tu corazón. Nicodemo encontró ¿i Jesús, y aunque le tomó
tiempo, finalmente encontró el Camino, Verdad, y también la
Vida.
El último de estos tres impactantes relatos se encuentra en
San Juan 11:38-44:

‘Jesús, profundam ente conmovido otra vez, vino al


sepulcro. Era una cueva y tenía una piedra puesta encima.
Dijo Jesús: Quitad la piedra. Martha, la hermana del que
había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro
días.
Jesús de dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria
de Dios?
Entonces quitaron la piedra de dónde había sido puesto
el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias
te doy por haberme oído.
Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de
la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has
enviado.
Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven
fuera!
Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies
con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo:
desatadle y dejadle ir. ”

Lázaro era amigo especial de Jesús; por esa razón cuando se


enfermó, Martha, su hermana, envió mensajeros a informarle al
Maestro lo que estaba aconteciendo. Jesús les retornó un mensaje
de tranquilidad: “Esta enfermedad no es para muerte sino para
38 S a lv a c ió n se E sc rib e con S angre

la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por


ella.”
Jesús quería decir que la enfermedad no terminaría en muerte,
pero el mensajero seguramente les dijo con mucho optimismo
que no se preocuparan porque Lázaro no moriría. Este fue un
error de interpretación como el que muchas veces cometemos al
leer las escrituras y tratar de interpretarlas a nuestro estilo.
Lázaro no mejoró, peor aún, murió. Para completar el cuadro,
cuando el triste suceso ocurrió Jesús no se presentó para dar el
pésame a la familia. Imagínate: en el momento más doloroso de
las vidas de María y de Martha, Jesús, el amigo íntimo no apareció
por ninguna parte.
Es probable que muchas veces durante tu vida hayas sentido
que Dios te abandonó, olvidándose de que existías; quizás piensas
que lo llamaste y no vino. No interesa cuál es el sentimiento que
hasta este momento hayas tenido, debo decirte que Dios nunca
te ha abandonado. El siempre ha estado a tu lado.
En el caso de Lázaro, es cierto que Jesús no estaba
corporalmente junto a su amigo, pero es evidente que sí vigilaba
cada detalle de lo que le estaba pasando.
Jesús llegó cuando ya Lázaro tenía cuatro días en la tumba, y
Martha, con todo su dolor, lo recibió diciéndole: Señor, si hubieses
estado aquí mi hermano no habría muerto. Entonces, tiernamente
Jesús le respondió: “Tu hermano resucitará.” Ella lo sabía, y
dijo: “Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.”
En ese momento El Salvador llamó la atención de Martha hacia
El, tal vez le pidió que lo mirara con atención, y con la misma
ternura declaró: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en
mi, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en
mí no morirá eternamente. ¿Crees esto?” Y ella emocionada
respondió: “Señor, claro que lo creo, yo creo que tú eres el Cristo,
el hijo del Dios viviente.”
Martha, María y Jesús fueron al sepulcro; cuando El mandó
que quitasen la piedra, nuevamente fue Martha quien lo cuestionó
diciendo: Señor, ya huele mal. Ella indirectamente quiso decir:
mejor no hagas abrir la tumba. Ante esta reacción tan humana,
Él es la S alva ción

he pensado en cuántas veces nosotros también le hemos impedido


a Dios hacer cosas grandiosas en nuestras vidas.
Jesús la miró con firmeza y le dijo: “¿no te he dicho que si
crees verás la gloria de Dios?” ¿Qué piensas que sintió Martha? El
momento fue intenso para todos. El relato bíblico dice que
entonces quitaron la piedra, y Jesús alzando los ojos a lo alto,
oró: “Padre, te doy gracias porque sé que me has oído; yo sé
que siempre me oyes, pero lo dije por causa de los incrédulos
que están aquí, para que crean que tú me has enviado.” Y con
voz poderosa exclamó: ¡Lázaro, ven fuera! Entonces la gloria del
Señor se manifestó y el que había muerto resucitó.
¿Quisieras ver la gloria de Dios en tu vida? Jesús quiere
mostrártela pero El necesita que te atrevas a creer. En el lenguaje
cotidiano creer es una posibilidad, tan sólo una probabilidad;
mientras que en sentido bíblico, creer es una absoluta certeza.
Jesús es la necesidad más grande que tienes en tu vida. El es
el único capaz de hacerte renacer y llenar el vacío que quizás
tengas en tu corazón. Jesús es la solución a todos tus problemas.
Pero, ¿Sabes? necesitas creer en El.
Frente a la tumba de Lázaro se encontraban dos grupos de
seres humanos: aquellos que creían y los que no. Todos
presenciaron el milagroso evento. ¿Qué crees que haría una
persona que no cree, si ve un muerto levantándose para salir
caminando?
Recuerdo una experiencia por la que pasé cuando apenas
tenía once años. Yo vivía cerca del cementerio de la calle 30 de
marzo en la cuidad de Santiago. Mis hermanos me llevaron a dar
un “paseo” por dicho cementerio; allí vimos algunas tumbas, entre
ellas la del varón del cementerio (en mi país el varón del
cementerio es la primera persona en ser enterrada en un
cementerio y quien se “encarga de cuidar las tumbas de sus
colegas”). Me sorprendí cuando miré la tumba porque había
arroz con habichuelas, moro de gandules, y otra gran variedad
de alimentos preparados. Pensé: ¡Wow! a éste si que lo tratan
bien. Luego, al detallar con más cuidado lo que había en la
tumba, vi un montón de monedas de 25 centavos, y como yo
40 S a lv a c ió n se E scrib e con S angre

en aquel entonces estaba atravesando por una “crisis económica”,


me dije: el varón no se va a enojar si le cojo un dinerito prestado
¿verdad? Entonces dejé que mis hermanos se fueran primero,
metí la mano, agarré cuatro monedas, las eché al bolsillo y me
fui.
Cuando íbamos saliendo del cementerio, para sentirme muy
macho les dije a mis hermanos: ¿quieren saber lo que hice? Cogí
cuatro monedas del varón del cementerio. Mi hermano Raulín
me miró con terror y dijo: esta noche el varón va a ir a la casa a
buscarlas. Para darme tranquilidad pensé que lo decía porque
tenía miedo, así que no le hice caso y esa misma tarde gasté las
monedas. El resto del día estuve tranquilo pues se me olvidó el
cuento del varón del cementerio.
Esa noche, a la hora de dormir sólo estábamos en casa mi
mamá, mi papá y yo, pues mis hermanos se habían ido a donde
su mamá (éramos hermanos sólo de padre), ya que no querían
vérselas con el varón del cementerio. Mi papá tenía alrededor
de diez perros callejeros, porque todo el que encontraba en la
calle, sin dueño, lo llevaba para la casa.
Como a eso de las 12 de la noche, al mejor estilo de las
películas de misterio, los perros comenzaron a aullar como si fuesen
lobos; cuando yo los escuché, pensé: ¡mi madre, el varón del
cementerio, y yo ya me gasté sus cuatro monedas!, Dios mío y
ahora ¿qué voy a hacer? Y comencé a sudar pues estaba realmente
asustado.
Mi cuarto estaba ubicado en el segundo nivel, y la puerta de
madera era tan separada del suelo que podía ver si alguien venía
subiendo las escaleras. De repente, créeme, comencé a escuchar
pasos, primer escalón, segundo, tercero y clac, clac, clac. Para
ese instante ya mi ropa estaba empapada de sudor; yo me di
vuelta hacía la pared para no ver quién estaba en la puerta y,
clac, cuando escuché el último escalón, grité tan fuerte como
pude: Papi, ¡levántate, corre! y mi papá, que no era muy valiente,
salió de la habitación con un machete bien amolado y me
preguntó: ¿qué es lo que pasa? Y yo, sin mirar le dije: el varón
del cementerio, el varón del cementerio que está en la puerta; mi
É l es la S a lv a c ió n 41

papá entonces me dijo: muchacho del demonio ¿qué fue lo que


le hiciste al varón? Y tuve que confesarle mi falta.
La Biblia dice claramente que los muertos están durmiendo y
nada saben, así que esa noche en mi casa tuvo que estar presente
algún otro personaje; hoy en día yo no creo en el varón del
cementerio, pero una cosa si te puedo decir: cuando pienso en
esa experiencia que viví creyendo que los muertos andan haciendo
sus fechorías por las calles, sé lo que pudieron haber sentido
aquellos incrédulos que estaban allí, frente a la tumba de Lázaro,
cuando el Señor lo resucitó.
Trata de imaginar la escena cuando este hombre sale atado,
vendado y su rostro envuelto en un sudario y se para en la
puerta del sepulcro; los que no creían en Dios y en Jesucristo,
los que no creían en el poder de Dios, no podían ver en ese
momento su gloria, así que salieron espantados.
Supongo que algunos se enteraron de que Lázaro había
resucitado porque alguien les contó ya que no tuvieron el valor
para quedarse y verlo; en cambio quienes estaban allí y creían
en Jesucristo, cuando vieron al muerto levantarse alabaron el
nombre de Dios porque es todopoderoso y tiene poder aun
para levantar a los muertos.
Otro aspecto de este relato que debes tener en cuenta, es que
Jesús llamó a Lázaro directamente por su nombre. No sólo dijo:
ven fuera, como dejando todo a la posibilidad y a la probabilidad,
¡no! Lo llamó en forma personal.
Es posible que nunca hayas pensado en esto, pero a mí
particularmente me llena de una gran emoción saber que Jesús
nos conoce por nuestro nombre. Si Jesús no hubiese dicho
específicamente, Lázaro, seguramente el cementerio se hubiese
quedado vacío porque todos los muertos habrían resucitado.
En el libro de Lucas, 7:11 encontramos la conocida historia
del hijo de la viuda de Naín. Cuando Jesús llegó a la procesión
fúnebre, tocó al muchacho y le dijo: a ti te digo, levántate, y el
muerto se levantó; “a ti”, no a cualquiera, no sea que otro muerto
esté por ahí cerca, y se levante.
42 S a lv a ción se E sc rib e con S angre

También en la historia de la hija de Jairo Jesús actúa de la


misma manera; aquella jovencita quien a sus doce años había
muerto, escuchó la voz de Jesús cuando le dijo: niña, a ti te digo,
levántate; “a ti”, otra vez en forma específica.
Cuando Jesús llama a un muerto, éste se levanta y no existe
otra alternativa diferente porque quien lo llama es la Vida en si
mismo. Esa es la razón por la cual cuando Jesús venga en las
nubes de los cielos con poder y gloria, cuando las puertas del
cielo se abran y millares de millares de ángeles vengan con el
Señor, al sonido de su voz todos los muertos en Cristo se
levantarán.
Mi querida abuela murió hace casi catorce años con la
esperanza de que Jesús algún día la levantaría. Cuando ella se
levante de los muertos yo tendré el gozo de ver a toda mi familia
reunida, y decirle a la abuela: aquí están los hijos que el enemigo
te arrebató; Cristo los rescató para ti.
Esa es la bendita esperanza que tenemos quienes estamos del
lado de Jesús, porque El es el Camino, y la Verdad, y la Vida. Si
das un repaso a los tres episodios que hemos comentado, verás
que Zaqueo entendió cuál era el camino, Nicodemo encontró la
verdad, y Lázaro fue renovado para vida.
Así como estos hombres vivieron la experiencia de permitir
que Jesús obrara milagros en sus vidas, de la misma manera Dios
quiere que hoy tú abras la puerta de tu corazón y le permitas
manifestar su poder en la tuya. No dudes ni te rindas, y dale
paso a Dios para que El sea el Señor de tu existencia.
Todo lo que Dios necesita es que le des una oportunidad.
Jesús está clamando para que abras la puerta de tu ser. Si lo
haces ahora, vas a encontrar el camino, y la verdad, y la vida; vas
a encontrar a Jesucristo tu Salvador.
C A P íih jL C ) ^

El ios Misericordioso
"Y levantándose, volvió a casa de su padre.
Y cuando aún estaba lejos, su padre lo vio venir,
y fu e movido a misericordia. Corrió,
$e echó sobre su cuello, y lo besó."
Lucas 15:20

¿ Iguna vez en la vida has estado perdido tratando de


encontrar una dirección o visitando algún lugar desconocido?
Casi todos entendemos lo que significa estar perdido y cuando
hemos tenido que vivir esa experiencia el temor nos ha invadido;
pero cuando pasa el tiempo y ese recuerdo vuelve a nuestra
mente, nos da risa y nos regocijamos al saber que finalmente
pudimos salir de esa situación.
Mi hermana Fanny, Emilio, un amigo de mi barrio y yo, una
vez estuvimos perdidos. En República Dominicana, en Santiago
de los Caballeros, mi ciudad natal, hay un lugar conocido como
el Monumento a los Héroes de Santiago; cada domingo muchas
personas escogían ese sitio para pasar un día especial en familia.
Como nuestra familia se había desintegrado fuimos a vivir con
nuestros abuelos maternos; así que si queríamos pasarla bien,
debíamos inventar el tipo de actividades que queríamos disfrutar.
Hacía poco tiempo habían inaugurado una línea de transporte
público; eran unos autobuses a los cuales llamábamos guaguas...
las guaguas de Onatrate. Pasaban a dos bloques de mi casa, era
la Ruta 33 y el pasaje costaba unos quince centavos; nunca
olvidaré esos detalles. Mi hermana y yo no pedimos permiso a la
[43]
44 S a l v a c ió n se E sc rib e con S angre

familia, Emilio tampoco, así que decidimos ir solitos. Yo tenía


aproximadamente siete años, ella tenía cinco años y Emilio nueve.
Tomamos el autobús temprano en la mañana y llegamos al
monumento a los héroes de Santiago.
Imagínate, a los siete años de edad ya nos sentíamos grandes,
así que no necesitábamos supervisión de ningún adulto. Yo
disfrutaba de todos los detalles del monumento. Mi hermanita
estaba tan emocionada que parecía como si estuviera en Disney
World. Ella fue a la piscina del hotel Matúm y a los juegos
electrónicos de algunos lugares alrededor.
Pasamos un domingo extraordinario, inolvidable. Cuando
llegó la hora de regresar a casa, todo el mundo estaba bajando
en dirección al Patrón Santiago, una estatua grande que había
en la entrada de la ciudad. Entonces le pregunté a Emilio: y
ahora ¿qué hacemos? él me dijo: pues vamos con toda la gente
que está bajando. La sugerencia parecía inteligente así que
seguimos a la multitud y nos fuimos.
Cuando llegamos al lugar en el cual estaba la estatua, notamos
que existían cuatro alternativas a seguir: podíamos ir directo,
podíamos ir a la derecha, a la izquierda, o regresar. Y allí se
presentó el problema, ¿hacia dónde debíamos ir?, cuando no
sabes qué camino tomar, necesitas preguntar, pero debes saber
a quién acudir. A Emilio se le ocurrió preguntarle a un señor
que estaba a nuestro lado. Cuando lo vi con la camisa por fuera
y la botella de Ron (bebida alcohólica) en la mano, supe en qué
condición se encontraba. Se veía que estaba muy borracho
porque no podía conservar el equilibrio.
Emilio le preguntó hacia dónde quedaba el Ensanche
Bermúdez, lugar en el cual vivíamos. Y el borracho, supongo
que muy bien intencionado, señaló hacia la izquierda. Como
éramos niños “muy obedientes”, seguimos las instrucciones y
tomamos el camino que nos señaló aquel hombre.
Empezamos a caminar, y a caminar. Llega un momento, en
el cual los pies de un niño ya no dan más; eso nos sucedió y
entonces, paramos. Cuando lo hicimos ya era bien de noche, así
que estábamos asustados. Nos encontrábamos en un lugar en
El D io s M is e ric o r d io s o 45

el que había una calle muy oscura, y al frente, un gran letrero


que decía: “Aquí se construye la extensión de la urbanización
Villa Olga”. Yo sabía que en las afueras de la ciudad de Santiago,
había una urbanización llamada Villa Olga. Así que cuando leí el
letrero, inmediatamente me di cuenta de que estábamos perdidos;
y entonces no pude ocultarlo, lo pensé en voz alta y dije: ¡estamos
perdidos! Fue como si a mi hermana le hubiesen dado una paliza.
Ella, que era llorona por naturaleza, comenzó a llorar
desesperadamente. Mi amigo Emilio, quien yo esperaba que se
convirtiera en mi apoyo, empezó a llorar también; así que como
los dos estaban llorando, yo me les uní para que no lloraran
solos.
Los tres estuvimos llorando, desesperados y asustados, sentados
a la orilla de la calle, hasta cuando vimos venir a aquel señor.
Estaba vestido con corbata, muy elegante, e inspiraba confianza.
Salió de la calle oscura y me preguntó: ¿por qué están llorando?
Yo le dije: porque estamos perdidos. ¿De dónde son ustedes?
¿Dónde viven? En el Ensanche Bermúdez, le respondí; si yo los
mando en un auto hasta el Ensanche Bermúdez, ¿tú reconocerías
tu casa? Claro, le dije. Entonces el hombre paró un carro, pagó
y nos llevaron a casa.
Cuando llegamos, eran más de las diez de la noche; mi abuela
estaba desesperada, pero nos recibió con alegría. En cambio,
cuando mi amigo Emilio llegó a su casa, fue recibido con varios
azotes y sus gritos se escuchaban del otro lado, hasta mi casa.
Gracias a Dios, que a nosotros nos recibieron con el cariño con el
cual se recibe a alguien por quien tú te preocupas, porque mi
abuela nos amaba grandemente.
Aquel día aprendí una gran lección: cuando estés perdido
pregunta, pero hazlo a alguien que te inspire confianza. Dios
siempre pondrá esa persona en tu camino. Nunca le preguntes a
un borracho. Acude a alguien que conozca dónde está y cómo
está. Yo no sé si el hombre que apareció aquel día era realmente
un hombre o un ángel, pero lo que sé muy bien es que Dios lo
usó para salvar mi vida y la de mi hermana.
46 S a lv a c ió n se E sc rib e con S angre

Cada vez que recuerdo esos momentos de mi infancia, viene


también a mi mente el relato bíblico que se presenta en el libro
de Lucas capítulo 15, el cual habla acerca de una oveja perdida,
una moneda perdida y un hijo perdido. Veamos lo que dice la
Palabra de Dios:

“Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:


¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y se le pierde
una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va
tras la que se perdió, hasta encontrarla?
Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros, gozoso.
Y al llegar a casa reúne a sus amigos y vecinos, y les dice:
Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había
perdido.
Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador
que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no
necesitan de arrepentimiento.”
Lucas 15:3-7

La oveja perdida representa a las personas que están perdidas


en el pecado. Los seres humanos que se encuentran en este
grupo andan por la vida sintiéndose vacíos y miserables. Ellos
saben que en la condición en que se encuentran, están perdidos,
pero el problema es que no saben cual es el camino para volver
a la casa. Por esa razón Dios muestra su amor maravilloso a
través del Pastor.
El pastor fue a buscar la oveja. Cuando la encontró, la trajo
en sus brazos, curó sus heridas, llenó su corazón, transformó la
perspectiva que tenia de la vida, y la oveja regresó a vivir en un
ambiente familiar. Es posible que tú, amigo lector, te encuentres
en este grupo. Sientes que tu vida no está bien. A pesar de ello,
eres impotente para volver al lugar que Dios ha preparado para
tí, aun desde antes de nacer.
Mi querido amigo(a), déjate atrapar por Jesús: El te está
buscando; por favor no sigas corriendo, es tiempo de pedir ayuda.
El D io s M is e r ic o r d io s o 47

Veamos la segunda parábola que aparece en el Capítulo 15:

“¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una


dracma, no enciende la lámpara, barre la casa y busca con
diligencia hasta encontrarla?
Y cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les
dice: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que
había perdido. ,
Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios
por un pecador que se arrepiente”.
S. Lucas 15:8-10

En este grupo se encuentran los seres humanos que están


perdidos, pero no saben que lo están; por lo tanto no sienten la
necesidad de volver al lugar al cual pertenecen. Hay personas
que viven haciendo alarde de que están bien, y dicen “Yo no
necesito a Dios, no necesito la iglesia, mi vida está bien así como
está”.
Hay otro grupo que también se puede representar con la
moneda perdida. Estos están dentro de las iglesias: personas
equivocadas, que han creído que por sus méritos ganarán la
salvación. Personas que están convencidas de que porque llevan
veinte años en una iglesia están salvos y tienen garantía de
salvación.
Cuidado querido amigo: si tú piensas de esa manera, estás
completamente perdido. Lo más triste es que probablemente tú
no sepas que lo estás, y por esa razón no sientes ninguna
necesidad de cambiar. Si ésta es tu condición, estás en el grupo
de los Laodicenses: el agua tibia es agradable, te sientes bien,
todo es sabroso, es bueno, no hay necesidad de cambiar nada.
Desgraciadamente, como desconoces tu situación, sin saberlo
rechazas al único que te puede dar salvación.
Si temes pertenecer a este grupo, en este momento haz un
examen de conciencia; pregúntale a Dios si eres de esas personas
que creen no tener necesidad de nada; pídele que te revele si
estás en ese grupo, y si te das cuenta de que es así, mi querido
48 S a l v a c ió n se E sc rib e con S angre

amigo o amiga, regocíjate en el Señor, pues hoy llegó la salvación


a tu vida, hoy llegó el verdadero evangelio a tu corazón.
Vamos al tercer grupo, al cual dedicaremos las siguientes
páginas de este capítulo.

“Un hombre tenia dos hijos; y el menor de ellos dijo a su


padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde,
y él les repartió los bienes.
No muchos días después, juntándolo todo, el hijo menor
se fue lejos a una prouincia apartada. Y allí desperdició sus
bienes viviendo perdidamente.
Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre
en aquella provincia y comenzó a pasar necesidad.
Entonces fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de
aquella tierra, el cual lo envió a su hacienda para que
apacentara cerdos.
Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían
los cerdos, pero nadie le daba. ”
Lucas 15:11-16

El hijo perdido representa a aquellas personas que están así,


perdidas, sólo que ellas saben que lo están, saben también cuál
es el camino de regreso a casa, pero por alguna razón que
nosotros no entendemos, ni ellos entienden, no pueden regresar.
Esta historia se ha contado muchas veces como la historia del
hijo prodigo, pero hoy vamos a tratar de verla como la historia
del padre misericordioso, del Dios misericordioso.
Un día el hijo se levantó y le dijo a su padre: dame la parte de
la herencia que me corresponde. El padre no discutió, pero sabía
lo que su hijo le estaba queriendo decir: papá, me gustaría que
estuvieses muerto porque si tú te mueres entonces voy a heredar,
y podré gozar y vivir la vida como yo tanto anhelo. Y el padre,
a pesar del dolor, le dio lo que su hijo pedía: dinero que no le
correspondía, dinero que no era suyo.
Así es Dios; Dios no discute. Si tú quieres vivir en comunión
con El, te recibe con los brazos abiertos. Si quieres irte, Dios
El D io s M is e ric o rd io s o 49

no te obliga a quedarte. El va a buscar la forma de atraerte


nuevamente, pero Dios no te obligará a vivir en comunión con
El.
Recuerdo la historia de una jovencita que a los catorce años
llegó a la iglesia. Era una muchacha modelo: vestía como una
cristiana porque así lo sentía y disfrutaba de cada servicio en el
templo; pero un día comenzó a contemplar a las muchachas de
afuera. Las faldas cortitas que ufaban eran más atractivas,
llamaban la atención de los muchachos quienes les echaban sus
buenos piropos, como dicen en mi país. Así que ella miró su
falda y dijo: esta falda está muy anticuada. Analizó el ambiente
de la iglesia, y concluyó que no era tan excitante como el de
afuera. Y un día decidió irse de la iglesia y su vida cambió
radicalmente.
Tenía dieciséis años cuando inició un noviazgo con un
muchacho que estaba perdido en las drogas. Terminó esa relación
y consiguió otro novio con quien le gustaba ir de discoteca en
discoteca.
Y una vez más se cumple la moraleja bíblica: cuando tú te vas
de la casa del padre, los resultados empiezan a verse muy pronto.
Fue así, como al poco tiempo esta joven tuvo relaciones
sexuales con su novio. A los diecisiete años decidió casarse y a los
dieciocho se separo de él. Quedó tan chasqueada del matrimonio
que dijo: ¡nunca más me volveré a casar! a partir de ahora voy a
vivir una vida de aventuras, sin sentirme atada a nadie, sin
compromisos sociales o familiares. Si me gusta un hombre, lo
tomo, si no, lo desecho; y así comenzó a transitar por la vida sin
aferrarse a nadie, sin estabilidad...sin rumbo... El pecado trabaja
de esa manera.
El hijo prodigo se fue, comenzó a vivir la vida que pensaba
que le agradaba. Poco tiempo después, cuando vino una
hambruna a la tierra, aquel muchacho que desperdició todo,
cuando pasó el placer del pecado que es temporal, pudo ver la
triste realidad de lo que el diablo hace con cada persona que se
aventura en su camino, al descender la cuesta que lo llevó
finalmente a cuidar cerdos.
50 S a lv a c ió n se E s c rib e con S angre

Para un judío ése era el trabajo más despreciable y vergonzoso.


Y allí estaba él, entre puercos, queriendo comer comida de
puercos, pero nadie se la daba. Allí estaba con su vestido
asqueroso y con su cabeza llena de parásitos, en el lugar al cual
Satanás quiere llevar a cada criatura de Jehová.
Probablemente tú te aventuraste también, creyendo que
podrías probar y jugar con el pecado. No te diste cuenta de que
estabas yendo por un camino de muerte. Ahora te miras y
reconoces que estás contaminado. Estás lleno de ese elemento
dañino y desgraciado llamado pecado, el cual va carcomiendo
por dentro cada parte de tu ser.
Hay personas que siguen insistiendo.. .siguen entre los puercos.
No se dan cuenta de que no están en el lugar en el que Dios los
quiere, olvidaron que son hijos de Dios, hijos del Rey de reyes,
que son príncipes y princesas de Jehová. Y ahí están, entre
puercos. No es verdad que Dios creó al hombre para vivir esa
vida desgraciada, miserable de esclavitud. ¡No!
Volvamos a la joven de la historia. Ella no se dio cuenta del
camino que había escogido. Las aventuras la llevaron a un
prostíbulo de “gente rica”, pero ¿qué diferencia hacía? después
de todo era un prostíbulo. Allí estaba vendiendo su cuerpo la
joven que un día se gozó en la casa del padre.
Una noche sintió que un demonio la violaba. Ella misma lo
cuenta. Su ropa fue removida con una furia horrible. Su cuerpo
fue utilizado, y ella sabía que era el mismo demonio quien estaba
abusando de ella desde tiempo atrás. Desesperada, se fue por
toda la ciudad capital buscando una iglesia Adventista del Séptimo
día (a la cual había pertenecido), pero no la encontró; regresó
desanimada.
Poco tiempo después, viajó a otro país, engañada. Allí cada
noche debía acostarse con diez hombres distintos para pagar la
deuda que tenía con las personas que la habían llevado. Desde
ese lugar, recibí su llamada. Desesperada me dijo: Ora a Dios
para que me ayude, yo sé que mi vida se está destruyendo, pero
no se qué hacer para evitarlo. Yo sé dónde está la solución, pero
no sé por qué no tengo fuerzas.
El D io s M is e r ic o r d io s o 51

Le envié el dinero para que pudiera salir de ese lugar. Lo hizo


con su estima propia destrozada y creyendo que no había
oportunidad para ella.
Hay tantos jóvenes que se aventuran y no se dan cuenta de
que lo que el enemigo está tratando de hacer es destrozar sus
vidas. Tú puedes comenzar con la música: es agradable y te hace
sentir bien. Terminarás en la discoteca escuchándola, seguirás con
el trago y luego las drogas, y al final terminarás entre los puercos.
Porque es así como Satanás trabaja. Te va llevando gradualmente,
paso a paso, y cuando te das cuenta, ya no sabes qué hacer para
regresar. Muchos jóvenes han pasado por la misma tragedia.
Hace un tiempo, conocí la historia de José. A los quince años
se fue de la iglesia para probar la vida. Comenzando su juventud
se alejó de la casa del padre, como quizás tú lo has hecho. Cuando
lo conocí, sólo tenía veintinueve años de edad, pero estaba
condenado a muerte, porque tenía sida.
Allí, es a donde el enemigo quiere llevarte. Todo hijo de Dios,
que se aventura en terreno del enemigo, termina siendo su
esclavo. No juegues con fuego, el fuego quema. No practiques
pecado, porque el que practica pecado es del diablo. Cuando te
metes en su camino, le perteneces a él, eres su esclavo porque
estás obedeciendo sus mandamientos. No juegues con él, porque
él no está jugando. El anda buscando tu vida.
Mira hacia atrás, mira el amor del Padre, mira la misericordia
del Padre. Analiza la gran bendición que tenías cuando vivías
en comunión genuina con el Padre, y no sigas caminando
inútilmente por ese sendero, que es un sendero de muerte.
El hijo perdido de la historia, analizó su condición, y vio la
diferencia entre su vida cuando estaba en casa de su padre y la
que estaba viviendo ahora.
Dice la palabra:

“Volviendo en si, dijo; cuántos jornaleros, en casa de mi


padre, tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de
hambre.
52 S a lv a c ió n se E sc rib e con S angre

Me levantaré, e iré a mi padre. Y le diré: padre, he pecado


contra el cielo y contra ti.
Ya no soy digno de ser llamado tu hijo, hazme como uno
de tus jornaleros.
Entonces se levantó, y fue a su padre. Cuando aún estaba
lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia. Y corrió, y
se echó sobre su cuello y lo besó.
El hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti,
ya no soy digno de ser llamado tu hijo.
Pero el Padre dijo a sus siervos, saquen el mejor vestido, y
vístanlo. Y pongan un anillo en su dedo, y calzado en sus pies.
Traigan el becerro gordo y mátenlo, y comamos y hagamos
fiesta;
Porque este mi hijo, muerto era y ha revivido. Se había
perdido, y es hallado, y comenzaron a regocijarse. ”
Lucas 15:17-24

Toma nota de la primera expresión del versículo diecisiete:


“Volviendo en si”. Cuando alguien vuelve en si, es porque estaba
fuera de si, en otras palabras, estaba loco. Realmente este joven
tenía que estar loco, porque para vivir lejos de Dios, tú tienes
que estar en esa condición. Para vivir en el territorio del enemigo,
tú tienes que estar loco. Pero la locura pasó y él dijo: ¿Cómo es
posible que estando en la casa de mi padre, teniéndolo todo, sin
que nada me faltara, me puse a desear las estupideces que el
mundo ofrecía? Y ahora estoy aquí, asqueroso y lleno de piojos,
vuelto un desastre. Me levantaré e iré a mi padre.
Al igual que este hombre, lo primero que debe hacer el ser
humano es reconocer su condición. Estás mal, estás sucio,
contaminado. Entonces entiendes que la solución a tu problema
está en la casa del Padre, y te levantas. El hijo prodigo se levantó
y fue.
Pero en el camino iba pensando: cuando mi Padre me vea,
¿Cómo me tratará? Ya sé, le voy a decir: papá, yo no soy digno
de ser hijo tuyo. Acéptame ahora, pero como un esclavo, como
un sirviente de la casa.
El D io s M is e r ic o r d io s o

La naturaleza humana es increíble; primero se va de la casa,


luego, derrocha todo lo que era del Padre, y cuando regresa trae
sus propias condiciones: “Tú me vas a poner como un siervo.”
¿A quién le tocaba tomar la decisión? ¿Al hijo o al padre? Pero
así nos comportamos los seres humanos: cuando nos hemos ido
lejos del hogar, cuando le hemos fallado al Padre, cuando le hemos
causado dolor, y de repente entendemos que debemos volver,
entonces, nosotros mismos nos degradamos tratando de decidir
cuánto valor tenemos ante el Padre, si nos ama o no como antes;
y le decimos: “Señor yo vuelvo, pero ya no me trates más como
a un hijo; es más, me voy a sentar en una esquina en la iglesia, ya
no voy a participar en nada, sólo seré un espectador todo el
resto de la vida.”
Mi querido amigo(a) ésta no es tu responsabilidad. No le
quites a Dios el privilegio de ser Dios.
Mira la historia: cuando el padre vio al hijo a la distancia, dice
La Palabra que, fue movido a misericordia. En hebreo la palabra
Jesed, que es la que aparece por misericordia en el texto de
Oseas 4:1, significa: amor constante. El amor constante del Padre,
todavía estaba allí, no había cambiado. Al Padre no le importó
que le hubiese deseado la muerte, que hubiera derrochado su
dinero y hubiese manchado el nombre de la familia. El amaba
a su hijo con el mismo amor de siempre.
En algunos momentos el hijo tuvo miedo de volver a su casa,
al pensar en la manera como el padre podría recibirlo y
pensó: cuando esté frente a El, me dirá: ¡qué vergüenza! ¿De
dónde vienes? ¿De qué manera vienes? ¿Por qué no te compraste
un vestido con el dinero que sacaste de la casa? Por lo menos
hubieses venido bien recortado y sin piojos. ¿Tú crees que te
voy a recibir así?... ¿Fue eso lo que dijo el padre?
Querido lector, esa es la parte maravillosa del evangelio. El
padre lo abrazó así como estaba: hediondo y asqueroso. Y no
solamente lo abrazó, sino que también lo besó
Dios recibe a los seres humanos, sin importar cuán bajo han
caído. Los recibe con un abrazo y un beso celestial. Tú puedes
venir confiadamente. Por eso el Señor dice:
54 S a lv a c ió n se E scribe con S angre

“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de ¡ó gracia,


para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno
socorro. ”
Hebreos 4:16

La obra de la salvación es obra de Dios. El hombre solamente


tiene que querer ser salvo y venir. Entonces Dios lo toma, lo
baña y lo viste con el traje de la justicia de Cristo.
Terminaré la historia de la joven perdida, la que se desvió y
terminó en un prostíbulo.
Después de rodar por la vida, intentando llenar el vacío de su
corazón, Fanny llegó al borde de la desesperación. Se refugió en
el alcohol y finalmente en las drogas como su última salida.
Cuando nos volvimos a ver, vivía de forma casi inhumana, con
su marido y tres hermosas criaturas, en una sola habitación. En
ese momento yo estaba en una campaña evangelística titulada
“No Tengas Temor” en el estadio Cibao de la ciudad de Santiago,
República Dominicana. Ella asistió cada noche. Al final tuve el
privilegio de bautizarla, y hoy es una nueva criatura, con una
vida nueva. Dios la convirtió en Princesa.
Mi corazón se llenó de regocijo doblemente; primero, porque
era un alma más para el reino de los cielos y segundo, parque la
joven de esta historia es mi hermana Fanny, la misma que cuando
tenía cinco años, se perdió conmigo en el monumento de
Santiago.
Si Jesús pudo cambiar su vida, créeme, puede carnbiar la
tuya. No temas, dale la oportunidad a Jesús y permítete que te
ponga un traje nuevo: el de su justicia. Nunca te arrepentirás de
hacerlo.
CAPITULO ¿Á

Cuando falta E l^ ^ n o
“Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná de
Galilea, y estaba allí la madre de Jesús. También fueron
im itados a las bodas Jesús y sus discípulos. Y faltó vino.
Entonces la madre de Jesús le dijo: N o tienen vino."
S. Juan 2:1-3.

das un vistazo al mundo que nos rodea, encontrarás un


panorama desolador: niños abusados, mujeres maltratadas,
hogares destruidos y personas asesinadas.
En el año 1997, cuando estudiaba en Mayagüez, Puerto Rico,
uno de mis mejores amigos y compañero de estudio fue a
conversar conmigo; lo recuerdo muy bien: era temprano en la
mañana y su rostro estaba pálido. Tengo que hablar contigo,
dijo, y me contó que mientras dirigía una junta de iglesia la noche
anterior, llegó al lugar un joven con su ropa manchada de sangre,
repitiendo con angustia: “yo no tengo perdón”; al preguntarle
qué había ocurrido, él sólo decía: “Dios no me puede perdonar”.
Finalmente habló y relató su historia: siendo ya adicto a las
drogas, conoció a una linda mujer con quien inició una intensa
relación amorosa. Esta muchacha, como tantas otras, pensó que
con amor podría transformar su vida desordenada y ayudarlo a
dejar el consumo de drogas; sin embargo, la realidad era que él
no estaba interesado en cambiar. La chica quedó embarazada, y
nació una linda criatura; como todo siguió igual y no hubo ningún

55]
56 S a l v a c ió n se E sc rib e con Sangre

intento de cambio, ella tomó la decisión de abandonarlo y se


marchó con su hijo. Por ese motivo, aquella noche, y bajo los
efectos de la droga, fue a donde su bebe, lo arrebató de los
brazos de su madre, lo llevó a un parque y allí le cortó el cuello.
Terrible, ¿verdad? Una víctima inocente de alguien que no
pudo cambiar el rumbo de su existencia. Pero, ¿cómo podría
haber cambiado aquel joven, si no deseaba hacerlo? Cuando tú
no quieres cambiar tu estilo de vida, ni siquiera Dios lo puede
lograr; Dios no violenta, El no tumba la puerta, solamente suplica
y clama por una oportunidad; si tú se la das, entonces obrará
maravillas.
Tal vez estás preguntándote en este momento: ¿Qué mundo
es éste en el que vivimos? Posiblemente eres un padre o una
madre de familia queriendo educar a tus hijos con principios y
valores morales, los cuales tratas de implementar en tu hogar;
pero, cuando van a la escuela, aprenden contravalores que
destruyen aquellos principios y, en poco tiempo, la labor
educativa que tú iniciaste se derrumba y desaparece por completo.
He visto a padres y madres llorar desesperados diciendo:
Pastor, hemos tratado de brindarle la mejor educación a nuestro
hijo, pero la presión social y el ambiente escolar lograron desviarlo;
no sabemos cómo, pero hoy, nuestro hijo está perdido en las
drogas.
La sociedad está fomentando principios y estilos de vida que
contrarrestan los valores contenidos en la palabra de Dios.
Nuestros hijos se están educando en una sociedad que es enemiga
de Dios en todos los sentidos. La televisión, la cual podría ser un
estupendo medio educativo, es utilizada por el enemigo de las
almas para desviar y dañar a nuestros hijos; cuando un joven se
sienta frente al televisor, no aprende a amar a Dios, ni incorpora
valores de convivencia, respeto y solidaridad; por el contrario, la
mayoría de las cosas que ve, lo llevan en dirección equivocada;
por eso, no es de extrañar que hoy en día aparezcan verdaderos
monstruos, con apariencia de seres humanos y sin ninguna clase
de escrúpulos, los cuales no piensan ni sienten ningún
C uando F alta el V in o 57

remordimiento cuando ejecutan lo que el pecado los impulsa a


hacer.
Tal vez recuerdes la tragedia ocurrida hace algún tiempo en
el estado de la Florida, cuando Carlie, una jovencita de 11 años
de edad, salió de su casa para visitar a una amiga que vivía
cerca, apenas a unos bloques de distancia. Cuando iba de regreso,
decidió acortar camino tomando por la parte de atrás de un
lavadero de carros; de repente apareció un hombre con apariencia
de empleado, quien la tomó de la mano y se la llevó. Unos días
después la encontraron violada y asesinada.
Un suceso tan lamentable como éste nos ratifica que estamos
viviendo en una sociedad muy deteriorada, en la cual no podemos
sentirnos seguros ni esperar nada bueno. Pero ¿dónde tiene su
origen todo este horrible espectáculo que presenciamos a diario?
Debemos ir a la Biblia para encontrar la respuesta.
Dios creó a nuestros primeros padres, Adán y Eva, formando
así la primera pareja, el primer hogar, el hogar edénico. Dice La
Biblia que todo lo que Dios hizo era bueno, y no sólo bueno,
sino bueno en gran manera; aquel hogar era perfecto y
maravilloso, hasta que un día el maligno se introdujo en forma
de serpiente y entonces comenzó la desgracia. Satanás dijo a Eva
que Dios era mentiroso y monopolizador de todo el poder, y ella
cayó en la trampa: creyó lo que la serpiente le dijo acerca de
Dios, lo cuestionó dudando de su amor, y finalmente comió del
fruto prohibido, del cual dio también a su marido.
Antes del pecado, la familia humana vivía en una perfección
absoluta; después del pecado el hogar edénico se transformó, y
como consecuencia, surgieron los problemas y tragedias que
afrontan hoy en día los hogares.
Cuando Dios preguntó a Adán por qué había comido del
fruto prohibido, él respondió: “la mujer que tú me diste por
compañera me dio del árbol, y yo comí.” En otras palabras, lo
que Adán quiso decir fue: sólo hay dos responsables, tú, porque
me la diste como esposa, y ella, porque me hizo pecar.
Cuando Dios cuestionó a Eva, ella también se justificó, y al
final de la historia, Dios quedó como el culpable porque fue El
58 S a lv a c ió n se E sc r ib e con S a n g r e

quien creó a la serpiente. Desde ese mismo instante, el pecado


los hizo sentir separados de Dios, y además, generó una barrera
entre ellos. Antes, cuando Dios venia a la tierra, corrían llenos de
entusiasmo para abrazarlo; después del pecado, cuando Dios
descendía al huerto, también corrían, pero ya no para abrazarlo
sino para esconderse de su presencia.
Desde entonces, los seres humanos viven escondiéndose de
Dios. Algunos dicen que no van a la iglesia porque está llena de
hipócritas; sin embargo, deberían ir, porque allí es el único lugar
en el cual los hipócritas pueden dejar de serlo, y donde los
mentirosos pueden abandonar su tendencia a no decir la verdad.
La iglesia es el único hospital que brinda tratamiento especial
para el pecado, porque allí encuentras al médico principal, Dios
mismo, listo y deseoso de sanarte.
Pero esta excusa, y otras más, nos mantienen lastimosamente
engañados, impidiéndonos admitir que estamos escondiéndonos
de Dios. Sí, no lo dudes: vivimos escondiéndonos de Dios, ya
que tenemos tiempo para todo menos para El; tenemos tiempo
en abundancia para nosotros, para “nuestras cosas”, pero cuando
se trata de las cosas de Dios, el tiempo nunca alcanza.
No obstante, Dios sí tiene tiempo para nosotros. Nota que
aunque el pecado quebrantó la relación entre el hombre y su
Creador, Dios no descansó; El siguió corriendo detrás del hombre,
generación tras generación, siglo tras siglo, año tras año y, cuando
llegó el tiempo, el Hijo de Dios se encarnó, Jesús se hizo hombre,
habitó entre nosotros, volvió a caminar en esta tierra... “Y
vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de
gracia y de verdad”.
La palabra de Dios, en Juan 2:11 dice:
“Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea,
y manifestó su gloría”

El texto se refiere al primer milagro de Jesús, realizado en una


fiesta de bodas. Es maravilloso lo que podemos aprender con
este episodio de su ministerio en esta tierra. Veamos los detalles
contenidos en los versículos 1 al 11:
C u a n d o F alta e l V in o 59

“Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y


estaba allí la madre de Jesús.
También fueron invitados a las bodas Jesús y sus discípulos.
Y faltó vino. Entonces la madre de Jesús le dijo: No tienen
vino.
Jesús le dijo: ¿Qué tiene que ver esto conmigo, mujer? Aún
no ha llegado mi hora.
Su madre dijo a los que servían: hqced todo lo que El os diga.
Había allí seis tinajas de piedra para agua, dispuestas para el
rito de purificación de los judíos: en cada una de ellas cabían dos
o tres cántaros.
Jesús les dijo: llenad de agua estas tinajas. Y las llenaron hasta
arriba. Entonces les dijo: sacad ahora un poco y presentadlo al
encargado del banquete. Y se lo presentaron.
Cuando el encargado del banquete probó el agua hecha vino,
sin saber de dónde era (aunque sí lo sabían los sirvientes que
habían sacado el agua), llamó al esposo y le dijo: todo hombre
sirve primero el buen vino, y cuando han bebido mucho, el
inferior; sin embargo, tú has reservado el buen vino hasta ahora.
Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y
manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en El. ”

Hay quienes piensan que a Dios no le gustan la fiestas; se lo


imaginan sentado en su trono, en un lugar separado del mundo,
con el rostro serio, pues piensan que Dios solamente sabe estar
enojado. De hecho, nos acostumbramos a ver en las películas a
un Jesús que no se reía, que todo el tiempo estaba serio, pero
eso no es lo que la Biblia enseña acerca de Jesús; El era tan
alegre y amistoso que todos los niños anhelaban estar en sus
brazos.
Jesús no realizó su primer milagro en el templo, sino en un
lugar humilde en el cual una pareja estaba pidiendo la bendición
de Dios para unirse eternamente. Jesús fue invitado a la fiesta
porque los novios simpatizaban con El; ellos nunca esperaron
60 S a l v a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

que Jesús haría un milagro en su boda, lo invitaron porque


Jesús era especial para ellos.
También fueron invitados sus discípulos, y esto, en aquel
entonces, no era cosa fácil ya que una celebración tan importante
duraba siete días, así que cuando la pareja hacía las invitaciones
debía no solamente proveer la comida para el momento de la
ceremonia, sino para toda la semana y, por su puesto, también
debía pensar en el hospedaje de cada invitado. Y quien sabe si
también debían rentarles un camello para transporte.
No era muy sencillo casarse en aquella época; tampoco era
buena idea invitar mucha gente, pero a Jesús lo invitaron con
todos sus discípulos.
En la actualidad, cuando alguien va a casarse, prepara una
enorme lista preliminar de invitados, hace también una lista de
los regalos que necesita, los asigna y, finalmente, decide a quién
invitar.
En varias ocasiones, amigos muy cercanos a mí no me
invitaron a sus bodas; hoy entiendo que en ese entonces yo no
representaba ningún regalo significativo para ellos. En mi barrio,
el Ensanche Bermúdez, en la cuidad de Santiago, República
Dominicana, la calle ocho en la cual yo vivía, era la más pobre;
por lo tanto, cuando alguien se iba a casar, al lugar al cual casi
nunca se enviaba una invitación era justamente a la calle ocho,
poique, ¿qué podría regalar una persona que vivía allí?
En ese tiempo yo tenía un grupo de 17 amigos; como éramos
“muy unidos”, creamos una estrategia muy efectiva: cuando a
uno del grupo lo invitaban a una boda, entonces los 16 restantes
asumíamos que estábamos automáticamente invitados y asistíamos
como una sola familia. Era la única manera de poder disfrutar de
una experiencia como aquella, a pesar de que en esas bodas
generalmente sólo ofrecían algunos bocadillos, algo simple y
liviano; así que, en lo referente a comida, siempre esperábamos
poca cosa.
Cuando llegué a la iglesia Adventista del Séptimo día en 1987
y recibí la primera invitación a una boda, fui a comprar un traje
C u a n d o F alta el V in o 61

nuevo, más exactamente, mi primer traje. Yo no era un experto


en asuntos de etiqueta, y se me notaba demasiado; así que el
muchacho de la tienda seguramente pensó que a mí me engañaría
con cualquier cosa, y lo logró: me trajo uno que debía ser talla
52, cuando yo era apenas 32; me medí el saco, y como pensé
que ésa era la moda, lo compré (imagínate cómo me veía).
Lo mejor de la historia fue cuando traté de ponerme la
corbata: ya un amigo me había indicado cómo se hacía el nudo,
pero, al poner en práctica lo aprendido, noté que la parte de
atrás quedaba más larga que la del frente; entonces, allí, frente al
espejo, concluí muy “brillantemente” que me había equivocado
de talla; fui entonces a la cocina, agarré un cuchillo y corté el
pedazo que sobraba, lo poco que quedó de tela, lo escondí por
dentro de la camisa.
Cuando llegué a la boda, mis “amigos”comenzaron a hacer
broma diciéndome: oye, le pediste el traje prestado a tu abuelo
¿verdad? y yo, ingenuamente, pensaba que me lo decían porque
estaban envidiosos de mi “elegante” traje.
En esa misma boda pusieron en la mesa un plato con
bocadillos, algunos panecillos y sandwiches. En ese instante
recordé las fiestas de mi barrio y comencé a comer, porque vi
que era muy poco para los que estábamos allí; pero algo extraño
sucedía: al parecer, quienes estaban compartiendo la mesa
conmigo no estaban interesados en comer, así que yo me di
gusto y en poco tiempo terminé todo lo que había en la bandeja.
Entonces pensé: pobrecitos, se descuidaron y se quedaron sin
nada. Estaba yo inmerso en mis pensamientos y con el estómago
bien lleno cuando, ¡imagínate! hicieron la invitación para pasar al
buffet. A decir verdad, esa palabra “buffet” no era muy familiar
para mí, así que sólo me preocupé cuando noté que todas las
personas dejaban la mesa y se dirigían al mismo lugar; por
curiosidad fui a mirar y, al ver el buffet, ¡Wow! sentí deseos de
devolver todo lo que había comido, pues con la llenura que
tenía no podría comer nada de todo aquello que lucía tan
atractivo.
62 S a l v a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

Allí aprendí algo que debes saber: cuando te inviten a una


boda adventista no te vas a embriagar, porque no tomamos
alcohol y no gastamos dinero en ninguna de esas cosas que
pueden dañar nuestro cuerpo; pero, a la hora de la comida,
prepárate porque siempre habrá abundancia de platos muy
sabrosos.
Pero volvamos ahora al relato bíblico. Traslada tu mente a
los tiempos de aquella boda e imagina lo maravilloso que fue el
instante cuando Jesús llegó y vio aquella linda pareja que, aunque
no lo reconocía como el gran Dador de la vida, sentía el gozo de
compartir ese momento con El.
Ellos nunca imaginaron lo que iba a suceder en aquella
ocasión. A mitad de la semana se acabó algo esencial para la
celebración: el vino, el jugo puro de la uva. Eso era lo peor que
podía ocurrirle a una pareja en su fiesta de bodas, así que, en
medio del alboroto familiar, buscando la forma de resolver el
problema, acudieron a Maria, la madre de Jesucristo, quien
sabiamente les dijo: ustedes se equivocaron de persona, no es a
mí a quien deben pedir ayuda, yo no puedo hacer nada, pero
sí sé quién los puede ayudar; los llevó entonces al lugar en el
cual estaba su hijo, y le explicó el apuro por el que estaban
pasando sus anfitriones.
Jesús, con palabras tiernas y especiales, respondió dirigiéndose
a su madre: “¿Qué tienes conmigo, mujer?” Dicho en otra forma:
eso no es parte de mi agenda, no está en mi programa en este
momento. Pero Maria, sabiendo cómo es Dios, conociendo que
cuando Dios está interesado en salvar y bendecir, aunque no
esté en su agenda, siempre hará un espacio para sus hijos
amados, les recomendó: hagan todo lo que El les mande.
Jesús, rápidamente, mandó que buscaran tinajas vacías. Los
criados trajeron seis, entonces Jesús ordenó que las llenaran
con agua y al instante dijo: vayan y denle a probar al maestro de
ceremonias. Cuando el hombre probó, se dirigió al novio diciendo:
todo hombre sirve primero el vino puro, y deja para el final el
mezclado con agua, pero tú has dejado el vino puro hasta el
último momento. Habló así, porque no sabia de dónde venia el
vino y este era mejor que el anterior.
C u a n d o F alta el V in o 63

Y así, lo que pudo haber sido una tragedia para aquella familia
que recién se estaba estableciendo, se convirtió en una gran
bendición por la presencia de Jesús en el hogar.
Cuando Jesús está en tu casa, cuando Jesús es el invitado de
honor en tu vida, no importa cuántos problemas vengan, no
im porta que las tempestades amenacen con hundir la
embarcación de tu hogar: si Jesús está a bordo, esas tempestades
nunca podrán acabar con la integridad de tu familia y ningún
demonio podrá destruir tu hogar.
Cuántos hogares hoy se están hundiendo y todo lo que
necesitan para salvarse es acudir al Señor Jesucristo y pedirle
ayuda. Cuántas personas lloran lagrimas de dolor mirando a
sus seres queridos ir hacia un precipicio, cuando todo lo que
necesitan es levantar la mano para que Jesús los sostenga, los
saque de allí. Cristo Jesús es el punto clave. El debe ser la
persona central de tu experiencia. En Jesús debes buscar cuál es
el estilo de vida a seguir, y puedes estar absolutamente seguro de
que en El encontrarás la plenitud de la verdad que debes practicar.
La esencia de la tragedia que vive la humanidad, es la
ausencia de Dios en su existencia: cuando el hombre lo saca de
su vida, Dios ya no puede intervenir en sus asuntos como El
desea.
Hace algún tiempo, en mi país, me tomé el trabajo de realizar
una encuesta para preguntar a gente común y corriente si creía
en Dios; la respuesta generalizada fue: ¡claro que creo en Dios!
Sí, todo el mundo cree en Dios, pero creer no es suficiente,
porque hasta el mismo diablo cree en Dios y tiembla. Créeme, tú
necesitas algo más profundo que sólo creer como cree casi toda
la gente.
¿Por qué tantos hogares se destruyen cada día?
Analicemos las razones a la luz del relato bíblico de las bodas de
Caná: allí encontramos seis tinajas vacías, ¿verdad? Cada una de
ellas puede representar uno de los elementos que acaba con los
hogares, y que tal vez está afectando el tuyo o el de alguien
cercano a ti.
64 S a lv a c ió n se E sc r ib e co n S a n g r e

1. Falta de comunión personal con Dios.


2. Falta de comunión en el hogar con Dios.
3. Falta de comunicación entre esposos.
4. Falta de comunicación entre padres e hijos.
5. Falta de intimidad entre esposos.
6. Falta de dinero.

La primera tinaja vacía, La falta de comunión personal con


Dios, es posiblemente la causa principal de toda la tragedia
humana. En hebreos 11: 6 dice la palabra de Dios:

“Empero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es


necesario que el que se acerca a Dios, crea que le hay y que
es galardonador de los que le buscan. ”

La palabra clave aquí es Fe; pero tú no puedes tener fe si no


posees un elemento, esencial en el contenido mismo de la
palabra, el cual es Conocimiento. En el sentido más profundo,
Fe significa confiar. Para confiar en alguien, tú necesitas conocerlo;
y para conocerlo, requieres tener comunión con él. Esta
experiencia sólo la podrás vivir con Dios, si en tu cargada agenda
reservas cada día, un espacio especial para estar con El.
Recuerda siempre que sin fe es imposible agradar a Dios. Si
confías en El, tienes la garantía de la victoria. No importa cuál es
el problema que te agobia o cuál es tu condición. Confía en El
porque es Todopoderoso, y puede volver posible lo que para ti
es imposible.

La segunda tinaja, La falta de comunión con Dios en el hogar,


se ha convertido en algo tan común que ya nadie lo nota. Es
claro, que una cosa es tu comunión personal con Dios, y otra, es
la comunión familiar con Dios.
En el libro de Josué 24:15 leemos:

“Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién


sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres,
cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los
amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos
a Jehová. ”
C u a n d o F alta el V in o 65

Por favor, reflexiona en este momento y pregúntate: ¿A quién


se estará sirviendo en tu casa? ¿Acaso, sin darte cuenta, hay
“dioses” que tu familia adora? ¿Cuáles pueden ser esos dioses?
He visto tantas familias desintegradas, tantos hogares
destrozados en el transcurso de mi ministerio como pastor, y,
¿Sabes? hay un factor común en todos los casos: los padres
dedican tiempo y se preocupan por cualquier cosa, pero no
reservan tiempo ni se interesan poyeunir a su familia para hacer
un culto familiar.
Horas y minutos valiosos, que podrían destinarse para la
comunión familiar con Dios, se desperdician viendo novelas y
películas cargadas casi sin excepción de sexo y violencia, y luego,
cuando llegan las consecuencias, cuando aparecen los problemas,
los padres se preguntan ¿qué fue lo que pasó con mi hijo? ¿Por
qué se convirtió en asesino, si tenía tan buenos principios? La
respuesta es obvia: su hijo, lejos de Dios, pasó demasiado tiempo
frente al televisor viendo las series de los muñequitos que, sanos
en apariencia, sutilmente lo insensibilizaron y le enseñaron cómo
matar, sin consideración ni remordimiento.
Hay un principio que necesitas entender y tener siempre
presente en tu vida y, particularmente, en la educación y
formación de los hijos: “El ser humano es transformado por lo
que contempla”.
Así las cosas, y dentro del contexto que estamos analizando,
nuestros hijos están siendo educados con estrategias y recursos
equivocados, los cuales los llevan a contemplar no las cosas de
Dios, sino las del enemigo de las almas. Por eso también es obvid
la respuesta a dos preguntas que nos hacemos con frecuencia
¿por qué los muchachos tienen hoy tan poco interés en Dios?
¿Por qué van en dirección contraria a las normas y principios qtu*
se les imparten? Porque sin darnos cuenta, cada día, frenln ,1 ln
pantalla, se celebra un culto al diablo, en lugar de hacer un culto
de adoración familiar al único y verdadero Dios. Por eso, lioy m
día, y sin darse cuenta, muchos hogares, pudiendo set Irlli
están terminando destrozados.
66 S a l v a c ió n se E sc r ib e con S a n g r e

Recuerda que Satanás entró al primer hogar en forma de


serpiente, sin hacer ruido, sin que nadie lo notase, y luego,
destruyó todo desde adentro.
Es probable que la serpiente ya haya entrado a tu casa, tal
vez tu hogar parezca más un infierno que un pedazo de cielo,
porque la serpiente entró sigilosa y silenciosamente a hacer su
obra de destrucción. Entonces, no esperes más y acude a Cristo
Jesús, el único que puede aplastarle la cabeza al maligno. Di en
tu corazón, con fe y con esperanza: “Mi familia y yo serviremos a
Jehová”.
Otra tinaja vacía, La comunicación entre los esposos, es un
factor determinante en el cumplimiento del plan de Dios para la
pareja cristiana.
La palabra de Dios dice claramente que los dos fueron creados
para ser una sola carne. Lastimosamente, los matrimonios de
hoy sacan tiempo para hablar acerca de temas triviales, para
sentarse a leer el periódico o ver televisión, pero no destinan el
tiempo suficiente y necesario para conversar acerca de cosas
importantes para la familia, lo cual crea un vacío peligroso, y
afecta la calidad de la comunicación en el matrimonio.
Quisiera dirigir este espacio a los esposos, pues creo que la
paciencia es uno de los dones que más hemos descuidado los
hombres. Por favor, traten de ser un poco más pacientes con sus
esposas. Muchos estudios ratifican que la habilidad de producir
palabras es más elevada en la mujer que en el hombre. Así que
la mujer, en promedio, habla un 50% más de palabras que el
hombre. Si un hombre produce 25 mil palabras por día, la mujer
emitirá aproximadamente 38 mil. Entonces imagínense la
siguiente escena: el hombre se va a trabajar, gasta sus 25 mil
palabras durante el día y llega a la casa con balance negativo. Es
probable que la esposa también haya gastado en su trabajo las
mismas 25 mil palabras, pero ella no llega con saldo negativo,
pues aún le quedan 13 mil; cuando ve a su esposo llegar, espera
descargar por lo menos unas 10 mil palabras hablando con él.
El problema surge cuando el esposo no quiere hablar, no
quiere pronunciar una sola sílaba, pues durante el día habló con
C u a n d o F alta el V in o

el jefe, habló con los clientes, habló por teléfono, todo el día
habló y ahora lo que menos desea hacer es seguir hablando. En
consecuencia, la pobre mujer se queda frustrada y con todas las
ganas de decir por lo menos: ¿cómo te fue en el día?
Es verdad que a veces no queremos hablar o no tenemos
muchas palabras por decir, pero se nos olvida que también
podemos escuchar. Esta capacidad, la de escuchar, es parte vital
de la comunicación. .
Seamos comprensivos y amantes con nuestras esposas, y
recordemos cuando durante nuestro noviazgo fuimos los hombres
más románticos del mundo.
Tal vez, en este instante, las esposas que leen estas páginas se
acordaran de cuando el hombre que está a su lado, estuvo
haciendo las gestiones para conquistarla y cómo se inventó
todos los métodos posibles para lograrlo. Recuerdo a un hermano
en Puerto Rico, quien me leyó un poema que un amigo le dio,
en el cual hablaba del amor que aquel hombre sentía por su
novia; en ese poema decía:
“Yo te amo tanto que, por amor a ti estoy dispuesto a subir
al cielo y bajar una estrella.
Te amo de tal manera que yo puedo cruzar los océanos y donde
quiera que tu estés yo te encontraré, así es mi amor por ti”.
Después de esas palabras románticas, añadió una nota final
que decía: te veo el miércoles... “si no llueve.”
Curioso tipo de amor: “puedo bajar la luna y las estrellas para
ti, pero si llueve no puedo ir a verte”. Curioso y a la vez triste,
pero así es que estamos acostumbrados a amar: cuando no hay
dificultades.
Es muy triste lo que a veces sucede cuando, en ocasiones
especiales, nuestras esposas se esfuerzan por hacer lo mejor para
agradarnos, y nosotros, por descuido o por falta de detalle,
dejamos pasar, así nada más, el momento romántico que ellas
crearon inspiradas por el amor que sienten por nosotros; o lo
que es peor, un accidente inesperado, como un cabello de nuestra
amada en la sopa, no sólo nos quita el romanticismo, sino que
puede hacernos asumir lamentables actitudes con nuestras
esposas.
68 S a lv a c ió n se E sc r ib e con S a n g r e

Llenar esta tinaja, La comunicación entre padres e hijos, es


otra clave para que las relaciones familiares sean exitosas. Si la
comunicación es asertiva, es decir, abierta y sincera, se
derrumbarán barreras que, de otra forma, separarán fatalmente
a los hijos de sus padres.
Sé que aún existen en el mundo padres y madres que piensan
que abusando a sus hijos los van a someter, y muchos se jactan al
decir: “a mi hijo yo sólo le doy una mirada y con eso es suficiente;
ya él entiende lo que le voy a decir”. Y es verdad. Pero, ¿es ése
el método que Dios quiere que utilicemos para educar y formar
a nuestros hijos?
Cuando esos padres ya no están, sus hijos se van por la línea
equivocada, porque tuvieron no padres, sino tiranos a cargo de
sus vidas.
La palabra de Dios dice en Efesios 6:4:

“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos,


sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”

Cuando comprendes el pasaje bíblico, sabes que el mensaje


de Dios para los padres es que debemos cuidar y educar a
nuestros hijos con amor y disciplina. Debemos enseñarles a
obedecer, no por miedo, sino porque nos aman, y aquí es
imprescindible que los canales de comunicación estén siempre
abiertos para que, paso a paso, a través del dialogo fraternal, y
con la dirección del Espíritu de Jesucristo, el amor pueda ser
sembrado en sus corazones y se convierta en el elemento esencial
que los motive a la obediencia; si logras hacerlo así, ten la seguridad
de que, cuando se equivoquen, van a sentir dolor, no temor,
porque te aman y no quieren fallarte.
Otra consecuencia positiva que trae la adecuada comunicación
con nuestros hijos es la amistad. Es maravilloso cuando llegas a
ser el mejor amigo de tus hijos, y lo vas a lograr dedicándoles el
tiempo que ellos requieren para ser escuchados y comprendidos.
No dejes que Disney World eduque a tus hijos; tampoco permitas
que el televisor lo haga: sé tú el amigo que ellos esperan y
necesitan.
C u a n d o F alta el V in o 69

Recuerdo la vez cuando mi hijo Richard Javier, teniendo tan


sólo 5 años, me dijo cuando fui adespertarlo: “papi, ¿sabes algo?...
tengo novia”. ¡Mí hijo de cinco años tenía novia! ¡Y siendo hijo
de un pastor! ¡Wow! Yo me sentí viejo. Tal vez una reacción
normal y corriente hubiese sido decirle: pero, ¿te estás volviendo
loco? ¿Cómo que novia a los 5 años? Tu deber es pensar en tus
estudios, no en novias, olvídate de eso. Pero si yo le hubiese
dicho eso a mi hijo, te garantizo que nunca más me hubiese vuelto
a contar ninguna otra cosa. Mi reacción fue seguir indagando,
aunque me parecía algo absurdo. Le pregunté: y ¿cómo se llama
la chica? Katia, me dijo con un brillo intenso en sus ojitos;
entonces concluí que el asunto era en serio, así que continué con
la conversación. Y ¿cómo la conociste? Me la presentó la señora
del autobús de la escuela. -Conque ésa es la responsable ¿eh?
con ella es que debo arreglar las cuentas, pensé.- Al siguiente
sábado, cuando nos estábamos alistando para ir a la iglesia, él
me miró y tímidamente me dijo: papi, ¿me veo lindo? ¿Crees
que le guste a Katia? ¡Ay Dios mío! estas son pisadas de animal
grande, dije para mí; claro que le vas a gustar hijo; entonces su
mirada se entristeció y me dijo: el problema es que ella no va a la
iglesia a la cual nosotros vamos, papi; ella va a la iglesia de otro
pastor. Yo añadí: no te preocupes, puedo hacer arreglos para
que me inviten a predicar en esa iglesia. Qué sonrisa y qué
expresión de gozo manifestó mi hijo en ese momento.
¿Sabes? Esa fue la última vez que me habló de Katia; era sólo
una momentánea ilusión infantil. ¿Qué habría sucedido si yo
hubiera cerrado la puerta de la comunicación con mi hijo? La
confianza se hubiese perdido, y te garantizo que hoy mi hijo y yo
no seriamos los grandes amigos que somos.

La tinaja de la intimidad entre esposos se encuentra vacía


en los hogares con mucha frecuencia, pero por ser un tema
rodeado de misterio, suele no ser atendido con la prioridad que
requiere.
70 S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

Es trascendental entender que la función sexual es un regalo


maravilloso de Dios para que, en el contexto del matrimonio,
cumpla con tres propósitos básicos: La reproducción, el
fortalecimiento afectivo y el placer.
Me referiré a los dos últimos, considerando que se han
convertido en puntos neurálgicos en la relación de un sin número
de parejas.
El texto bíblico que encontramos en Génesis 2: 24, deja ver
claramente cuál fue y sigue siendo el plan del creador para sus
hijos:

“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y


serán una sola carne. ”

Probablemente te estás preguntado qué significa ser una sola


carne. Pues bien, para muchas personas esta frase es sinónimo
de pérdida de autonomía e individualidad. Sin embargo, ése no
es el concepto verdadero.
Lo primero que debes considerar es que el hombre y la mujer,
unidos en el vínculo matrimonial con un propósito divino, no
pierden su condición de seres individuales. El, con su masculinidad
y fortaleza, y ella con su feminidad, dulzura y sensibilidad, han
de constituirse en un complemento mutuo, a fin de que, unidos,
se conviertan en soporte afectivo.
La tragedia de algunos matrimonios es que han tratado de
“ser una sola carne”, pretendiendo cambiar el comportamiento,
los gustos y las necesidades del otro, no teniendo en cuenta que
la individualidad, propia del ser humano, no puede perderse, y
que por el contrario es clave para que la complementariedad y el
crecimiento afectivo sean reales.
Si los dos miembros de la pareja establecen parámetros de
respeto por los gustos del otro, están empezando a fortalecer la
afectividad y sembrando sólidos fundamentos que permitirán una
relación matrimonial duradera y feliz.
Otro aspecto fundamental en la intimidad de la pareja es la
consecución de placer sexual.
C u a n d o F alta e l V in o 71

Lamentablemente, para muchos hombres el término


sexualidad es sinónimo sólo de placer. Miles de parejas asisten
anualmente a programas de terapia sexual debido a que no
consiguen llevar una vida sexual satisfactoria, y en la mayoría de
los casos quien manifiesta mayor insatisfacción es la mujer.
Quiero dirigirme en este espacio a los esposos que leen este
libro.
Para quienes vivimos en el siglp XXI, es muy fácil dejarnos
llevar por los agites y el stress propios del trabajo, olvidando
aspectos importantes de la constitución fisiológica y
comportamental de nuestra esposa. Esta actitud hace que con
frecuencia tratemos a nuestras amadas como si fueran máquinas.
Ellas no son computadoras que se programan para que a la
hora indicada cumplan con la función asignada. No, las mujeres
son seres maravillosos, pero abismalmente diferentes a nosotros,
y en lo referente a la respuesta sexual, esa diferencia es aún más
notoria. En consecuencia, los esposos deben considerar la
naturaleza sexual femenina, y convertirse en complemento y
ayuda para que la consecución de placer sea para ellas una feliz
realidad.
Dicho objetivo se empieza a conseguir si somos conscientes
de que la sexualidad no es un simple acto material; más que la
conjunción física, la sexualidad incorpora amor, ternura, sentido
de pertenencia y de valía mutua.
Queridas Esposas:
Hay una frase muy conocida que dice: “Detrás de un gran
hombre hay una gran mujer”, y esto es realmente cierto.
En muchos aspectos de nuestra vida los hombres necesitamos
el soporte y la ayuda femenina, y la sexualidad no es la excepción.
Las mujeres poseen muchas herramientas, con las cuales
pueden ayudar y motivar a sus esposos a ser mejores amantes.
A pesar de las dificultades de cada día, asegúrate de conquistar
a tu amado, luciendo siempre bella y lozana.
Nunca inventes un dolor de cabeza, pues créeme, el enemigo
siempre tendrá otra alternativa a la cual no le duele nada, y se
aprovechará de esto para destruir tu hogar.
72 S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

La tinaja de la intimidad sólo puede permanecer llena, si los


dos integrantes de la pareja permiten que Cristo, como centro
de sus vidas, los conduzca y ayude a superar las diferencias y
debilidades, cerrando cualquier grieta por donde pueda escaparse
el amor.

La última tinaja vacía, La falta de dinero, es un grave problema


que enfrentan los hogares de hoy. Pero, aunque el mundo entero
está en crisis, y la economía a nivel m undial se ha ido
desplomando, la palabra de Dios nos trae un mensaje de
tranquilidad y confianza, en el libro de Hageo 2:8.

“Mía es ¡a plata y mío es el oro ha dicho Jehová de los


ejércitos. ”

Tu pregunta en este momento puede ser: entonces, ¿qué pasa


conmigo? Si la plata y el oro le pertenecen a Jehová ¿cómo es
que yo, siendo su hijo, estoy viviendo como un miserable? ¡No
tengo para pagar la renta al final del mes, no tengo para comprar
un carro decente para mi esposa, no tengo ni siquiera para proveer
la comida necesaria para mi familia, no tengo...! Si soy un hijo
de Dios y El es el dueño del oro y la plata, yo vengo a ser un
príncipe y debería vivir como tal; entonces, ¿por qué parezco un
simple mendigo?
Mira, no sé si ése sea tu caso; pero si tú quieres ver a Dios
derramando bendiciones sobre tu vida como nunca antes, practica
el principio que la Biblia enseña llamado el diezmo: devuélvelo a
Dios fielmente, pero hazlo de corazón, con amor, no por
obligación y mucho menos por interés.
A mí no me interesa si lo das a nuestra iglesia o a dónde tu
quieras darlo, pero dalo para que se predique el evangelio, para
que la causa de Dios avance; si tu corazón es sincero, el mismo
Dios se encargará de mostrarte en qué alfolí depositarlo.
Muchas familias viven en desgracia económica, porque
desconocen las amonestaciones de Dios y las bendiciones que El
ha prometido para los que le son fieles. En el libro de Malaquías
3: 8 -10 puedes leer:
C u a n d o F alta el V in o 7,'i

“¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis


robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros
diezmos y ofrendas.
Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación
toda, me habéis robado.
Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi
casa, y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos,
si no os abriré las ventanas de losfi cielos, y derramaré sobre
vosotros bendición hasta que sobreabunde.”

¿Quieres que tus problemas se resuelvan? Pon tu vida en


manos de Dios, sé fiel a El y verás cómo El Señor bendecirá tu
experiencia.
En el mes de febrero del año pasado, mi esposa y yo tuvimos
que gastar una suma elevada de dinero. Lo hicimos por una
buena causa: ayudar a nuestra familia que vive en República
Dominicana. Pero ese gasto hizo un gran hueco en nuestro
presupuesto, al punto que no teníamos para cubrir nuestros gastos
básicos de ese mes.
Yo le dije al Señor: ¿ahora con qué vamos a comer, y a pagar
los compromisos? Entonces nos arrodillamos y oramos: “Señor,
tu promesa siempre se cumple, tú eres fiel, dices en tu palabra
que no habrá un justo desamparado, ni su descendencia que
mendigue pan. Aquí estamos sin tener con qué comprar siquiera
comida para la familia; ¡bendícenos!”
Pasadas dos semanas, llegó el correo con un montón de sobres.
Le pregunté a mí esposa ¿viene algún cheque por allí? y ella
sonriendo me dijo: sólo cuentas de cobro. Yo dije entonces: Señor,
eso no fue lo que te pedimos.
Unos instantes después, cuando revisábamos cada sobre, abrí
uno que decía: páguese a la orden de... Por un momento pensé
que era una de esas bromas que mandan diciendo que ganaste
un millón de dólares, y los cheques son de mentira. Pero cuando
abrí el sobre, ¡Señor, qué bendición! era un cheque por 2,851
dólares, girado a nombre de Richard García.
74 S a l v a c ió n se E s c r ib e co n S a n g r e

Al leer la carta anexa encontré la explicación: tres años antes


se había cometió una injusticia conmigo en el lugar en el cual yo
trabajaba y me descontaron un mes de salario completo. Un nuevo
administrador llegó a la empresa y descubrió que se había
cometido ese error y aquel hombre, con tanta integridad, buscó
mi dirección y a pesar de que en cinco ocasiones había cambiado
mi domicilio, la encontró y me envió el cheque, justo cuando
nosotros no teníamos nada para comer. Vale la pena ser fiel a
Dios y confiar en sus promesas ¿verdad?
Querido amigo (a): cuando el vino falta en tu hogar, cuando
una de las tinajas está vacía en tu casa, no trates de llenarla;
primero, preocúpate por llamar a Cristo como invitado de honor
en tu familia.
Cuando vas a la palabra de Dios y tratas de comprender el
significado de la sangre, encontrarás un mensaje maravilloso. La
sangre que aparece en la palabra de Dios salpicando el antiguo
testamento, la sangre que Cristo derramó en la cruz del calvario,
está simbólicamente representada por el vino en la santa cena,
en la última comunión del Divino Maestro con sus discípulos. La
ausencia de vino es ausencia de sangre, y la ausencia de sangre
es ausencia de Cristo. Tu familia necesita a Cristo cada día, porque
El es su más urgente necesidad. Si Cristo viene a tu hogar, no
importa cuál es la tinaja que está vacía, El la puede llenar.
Tú puedes decidir hoy llenar las tinajas de tu hogar, pero no
con agua, sino con sangre, con la sangre de Cristo Jesús. Entonces
podrás ver cómo el milagro sucede en tu propia existencia.
Hazlo, permite que Dios sea el centro de tu vida y de tu hogar...
CAPITULO £

^esús puede
Llenar tu Vida
“La mujer le dijo: Señor dame esa agua, para
que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla."
J u a n 4:5

in duda alguna conoces algunos niños traviesos. No sé si


vas a pensar que yo también lo fui, pero creo que, más que
travieso, fui un niño que tuvo dentro de sí un inmenso deseo de
conocer nuevas cosas por su propia cuenta, y vivir como un
adulto. La historia que vas a leer, la viví cuando apenas tenía
diez años.
Era semana santa y todo el mundo se fue de paseo. Mis
amigos fueron a pasar el fin de semana en la playa, y el barrio se
quedó prácticamente solo desde el miércoles. Con mi espíritu
aventurero yo también quería ir, pero había un problema: sólo
tenía diez años y, por supuesto, mi papá no iría conmigo y
tampoco me dejaría ir solo desde la cuidad de Santiago hasta
Sosúa, Puerto Plata; sin embargo pensé que no perdería nada
con intentarlo, y fui a su casa con el propósito de obtener su
autorización.
Cuando le dije que me iba solo para la playa el fin de semana,
me miró muy serio y me dijo: ¡si usted cree que ya es un hombre,
pues, vaya! Esa respuesta fue para mí un desafío: ¡Claro que si,
le voy a mostrar que ya soy un hombre!

[75]
76 S a l v a c ió n se E s c r ib e co n S a n g r e

Recuerdo que tenía quince pesos ahorrados, así que calculé


dos para el pasaje de ida, dos para el regreso, y once pesos para
pasar un fin de semana de película. Fui y me despedí de mi
abuela, le dije una de esas mentiras supuestamente blancas, y
tomé el autobús hacia la playa. Tras dos horas de trayecto llegué,
y aquel lugar parecía un mar de gente.
Todo lo que me acompañaba eran los trece pesos y una toalla.
Como no sabia adonde iba a dormir, mi idea de niño era poner
en la arena la toalla y acostarme allí las noches que pasaría en ese
lugar.
Observé la multitud disfrutando del agua y sentí el deseo de
bañarme también, pero, cuando me dirigí al mar, pensé: ¿qué
hago con la toalla? Porque si la dejo en la orilla, con tanta
gente, me la roban, eso es seguro, ¿Y los trece pesos? ni loco; así
que tuve que buscar la forma de bañarme con mi dinero y
teniendo control de la toalla: conseguí una bolsa plástica, coloqué
allí el dinero, la amarré al pantalón que llevaba, dejé la toalla en
la orilla, y entré al agua de espaldas para no perderla de vista.
Estuve bañándome por un buen rato, pero la verdad es que no
lo disfruté por estar pendiente de mi toalla.
Mientras veía pasar la gente, reconocí, entre quienes caminaban
por la playa, a Maco, un amigo de mi barrio; al verme se
sorprendió y me dijo: oye Richard, y tú ¿qué haces por acá? Le
respondí con mucho orgullo: ¡ah, vine de fin de semana, y me
dejaron venir solo, porque ya soy un hombre! Ya podrás imaginar
la expresión del rostro de Maco.
El me dijo que Martín, otro amigo del barrio, estaba más abajo,
así que agarré mi toalla y me fui a buscarlo. No fue difícil
encontrarlo; parecía como si me estuviera esperando porque
cuando me vio me dijo: oye Swat (así me llamaban) vamos a
comprar algo de comer pues estoy que me muero de hambre.
Comimos algo ligero, y cuando veníamos me pidió que le
prestara dos pesos; le di el dinero y seguimos caminando.
Yo tenía una mala costumbre, y a decir verdad, aún la tengo.
Déjame contarte: cuando tenía siete u ocho años, llegó a casa
un señor que le contó a mi abuela que él iba caminando por
J e sú s P u e d e L l e n a r tu V ida 77

una de las calles principales de la ciudad, cuando de repente


miró al piso y se encontró un billete de 100 pesos, lo cual, en
aquel entonces, era bastante dinero. Ese relato creó en mí un
deseo inmenso de encontrarme otro billete de 100, así que me
propuse ir caminando siempre con la vista hacia el piso; a veces
no quiero hacerlo, pero parece que por la fuerza de la costumbre,
lo sigo haciendo.
Ese día en la playa, yo iba mirando Ijada abajo como siempre,
pero de pronto noté que alguien se paró frente a mí; comencé a
levantar la mirada lentamente, y ¡Sorpresa! era mi papá. El me
dijo: así que entonces usted se cree un hombre muy mayorcito
¿Eh? Yo le respondí asustado que no, que yo no estaba solo, que
había venido con Martín. Mi padre volteó a mirar a mi amigo, y
como yo lo había invitado a almorzar y le había prestado los dos
pesos, él me cubrió la espalda y le dijo a mi papá que, en efecto,
habíamos venido juntos.
Esa noche mi padre me llevó a dormir a la casa de campaña,
y al otro día, después de quitarme los nueve pesos que me
quedaban, me mandó de regreso a casa. La aventura duró sólo
un día, pero para mí fue algo maravilloso que nunca podré
olvidar.
Años más tarde, cuando llegué a la iglesia y empecé a ver la
manera como Dios busca a los seres humanos, saqué una gran
lección de la actitud que tuvo mi padre conmigo aquella vez: no
importa a dónde vayas o lo que pienses, no interesa el camino
que tomes, si te vas por la orilla o por el centro, Dios siempre te
encontrará. Te podrás esconder en el lugar que quieras o te podrás
ocultar detrás de una apariencia de falsa seguridad, pero Dios
siempre te va a encontrar. Podrás tratar de huir, pero nunca podrás
esconderte del amor de Dios; El siempre te encontrará. Lo
único que Dios no puede hacer es tomar la decisión por ti, pero
El siempre estará allí para ofrecerte la salvación.
La Palabra de Dios registra el relato de la mujer samaritana,
en el cual se manifiesta el infinito y puro amor de Dios al buscar
y encontrar a esta hija suya, a pesar de todo lo que ella había
hecho y del camino que había escogido. En el evangelio de Juan
4: 3, 4 dice la palabra de Dios:
78 S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

“Salió de Judea, y se fue otra vez a Galilea.


Y le era necesario pasar por Samaría. ”

Al leer acerca del contexto histórico en el que vivía la mujer


Samaritana en los tiempos de Jesús, puedes notar que judíos y
samaritanos no se llevaban entre si; de hecho, para los judíos,
los samaritanos eran como animales sin ningún valor, no
representaban nada. Además, los judíos evitaban transitar por
Samaría, pues pasar por allí era sinónimo de contaminación.
La historia dice que Jesús vendría de Judea a Galilea; si
observas el mapa de la Palestina de aquellos tiempos, podrás
darte cuenta de que una línea recta unía las dos ciudades; ésa
era la recta que atravesaba Samaría. Pero cuando los judíos
tenían que hacer ese mismo recorrido, preferían irse por el lado
opuesto del río Jordán, o por el Mediterráneo, pero nunca tomar
la ruta de Samaría, la cual, aunque era mucho más corta,
significaba para ellos contaminarse.
Sin embargo, la Palabra dice que a Jesús “le era necesario”
pasar por Samaría, lo cual me llena de regocijo porque quiere
decir que Dios no hace acepción de personas. El no crea
diferencias entre un hijo y otro: para El no existe judío, ni griego,
ni libre, ni esclavo, para Dios todos somos iguales.
Aquí puedes encontrar una gran lección para muchos de
nosotros: no deberíamos clasificar a las personas por el color de
la piel, por el acento que tienen o por la clase social a la que
pertenecen. Es muy triste ver iglesias, aun dentro del pueblo de
Dios, a las cuales llega un visitante y ni siquiera lo miran; pasa
inadvertido, o lo que es peor, a veces lo desprecian por su forma
de hablar o de vestir.
Eso fue justamente lo que me pasó en una iglesia de mi país:
fui un sábado en la mañana, y nadie me preguntó de dónde
venia. Yo esperaba que al terminar el culto, alguien me invitara a
almorzar; pero, cuando me di cuenta, ya toda la gente se había
ido, así que tuve que resignarme a un ayuno forzoso.

Estuve durante varios meses asistiendo a esa iglesia, pero fui


ignorado todo el tiempo, nadie se interesó por lo menos en saber
quién era yo.
J e s ú s P u e d e L l e n a r tu V ida

Hace unos meses llegué como evangelista a la misma iglesia, y


conté esta historia. Todo el mundo se preguntaba: ¿qué iglesia
habrá sido ésa? ¿Cómo es posible que al Pastor no lo hubieran
invitado a comer? Ese día no les dije cuál era la iglesia, sino que
les guardé la sorpresa para el final de la semana de evangelismo.

Las cosas habían cambiado para mí: ahora yo era un


predicador del cual esperaban grandes resultados, y por eso me
tenían hospedado en un buen hotel, $ sin problemas de comida;
pero en aquel tiempo no me ofrecieron todo eso, porque yo era
un simple y desconocido vendedor de libros.

Gracias a Dios, cuando finalmente les conté, recibieron bien


el consejo, y nos pusimos de acuerdo en que, de allí en adelante,
cualquier persona que llegara a la iglesia iba a ser tratada como
lo hubiese hecho Cristo Jesús; es decir, sin ningún tipo de
discriminaciones.

Hoy aquella iglesia está repleta de gente que aprendió a sentir


como siente Cristo. Ahora viven una experiencia cristiana
maravillosa, y están dedicados a evangelizar los barrios pobres,
conscientes de que ellos esperan, y para ellos también es, el
evangelio de Jesucristo.

Cada vez que leo la historia de la mujer samaritana,


especialmente los primeros versículos, me convenzo más de que
si quieres representar a Dios, debes aprender a caminar como El
camina, a vivir como El vive, a hablar como El habla, a tratar a la
gente como El la trata, no por lo que ellos pueden ofrecer, sino
porque manifiestas el amor desinteresado que proviene del Padre.
En los versículos seis al ocho, puedes ver a Jesús comenzando
un trabajo maravilloso con esta mujer; veamos:

“Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado


del camino, se sentó asíjunto al pozo. Era como la hora sexta.
Vino una mujer de Samaría a sacar agua; y Jesús le dijo:
Dame de beber.
80 S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de


comer”
Hay varios elementos en estos tres pasajes que llenan
grandemente mi corazón. La Biblia declara que Dios se hizo
hombre y habitó entre nosotros, y presenta a Cristo como Dios
encarnado.
Quisiera pues, que ahora imaginaras su experiencia como
hombre: cansado, sediento y, por lo que dice la última parte del
versículo ocho, hambriento, puesto que los discípulos fueron a
comprar alimento. El Hijo de Dios estaba expuesto a las mismas
debilidades de nosotros los seres humanos. Sí, el Dios hombre se
cansaba, sentía hambre, y también sed.
Esa es la razón por la que cuando tú sientes hambre, estás
sediento o cansado, Dios simpatiza contigo, entiende tu necesidad,
y está dispuesto a ayudarte y darte fortaleza.
En ocasiones, cuando llega el final de mes y no tienes con qué
cubrir las necesidades de la casa, es probable que abras la nevera
y en vez de verla llena de comida, encuentras que parece una
piscina vacía, podrías creer que Dios no se conduele de tus
necesidades, pero eso no es verdad; El siempre está pendiente
de ti, no solamente porque eres especial, sino porque siente lo
que tu sientes, porque fue hombre como tú. Esta realidad que
la Palabra presenta, es para que la vivas en tu propia experiencia:
cuando sientas que todo el mundo te ha abandonado, nunca
creas que Dios te abandonó también, y no pienses jamás que ya
no le importas, porque eso sería como blasfemar su nombre.
Recuerdo una experiencia que viví durante mi primer año en
el ministerio. Estaba radicado en el estado de New Jersey, junto
con mi familia. Faltaban tres días para que yo cobrara el pago del
mes, y no tenía ni un dólar en mis bolsillos.
Esa noche mi esposa me dijo algo inusual: Richard, el niño
tiene hambre. Yo le dije de la forma más natural del mundo que
le diera comida. Ella me miró con mucha ternura y me dijo: ¿y
qué comida? Otra vez en forma natural le dije que fuera a la
nevera o a la despensa y sacara algo, y solucionara el problema.
No hay nada, me dijo. ¿Nada? ¿Cómo que nada? ¿Ya se acabó
J e s ú s P u e d e L l e n a r tu V ida

todo? ¿Pero por qué no me lo dijiste? Y ella me respondió: pero


¿cómo te iba a decir, si yo sabía que no tenías ni un centavo? En
ese instante puse la esperanza en mi esposa, ya que ella, suele
guardar algo de dinero para los regalos de fechas especiales, pero
además, y es algo muy particular en ella, si yo le regalo 200
dólares, y dentro de cinco meses yo necesito algo, ella saca los
200 dólares y los comparte conmigo. Mi esposa es una mujer
realmente maravillosa. Así que, confiad^ en su juiciosa costumbre,
le dije que revisara pues de seguro tendría algún dinero guardado.
Comenzamos a buscar en todas las partes posibles, pero sólo
encontramos en total un dólar con noventa y nueve centavos.
Entonces oré en voz alta diciendo: bueno Señor, no sé qué
compraré con un dólar noventa y nueve centavos, pero yo no
voy a pedir ayuda a nadie, porque tú dices en tu palabra que no
habrá un justo desamparado ni su simiente que mendigue pan;
así que me voy para el supermercado, en tus manos.
Al llegar allí, justo en la entrada había un especial: “Pan de
papa 99 centavos”. Le di gloria a Dios, pues por lo menos pan
de papas tendríamos para comer. Agarré la bolsa de pan, y
pensé que si conseguía queso podríamos cenar pan con queso,
guardando algo para el día siguiente; me dirigí entonces al lugar
de los quesos, pero cada paquete costaba 1.68. Ya un poco
desesperado pensé: ¿y ahora qué hago? No puedo aparecerme
en la casa con sólo pan, eso no es comida para mi hijo, ni para la
familia. En ese momento giré y vi un especial de huevos a un
dólar ¡No podía creerlo! Tomé el paquete y me fui a la caja
registradora. No te imaginas cómo iba de feliz: únicamente llevaba
pan de papa con huevos, pero para mi eso era lo más rico que
hubiese conseguido en años.
Cuando fui a pagar, la cajera me cobró dos dólares noventa y
nueve centavos. Extrañado le dije que estaba equivocada, pues
los huevos y el pan estaban con precio especial. Ella me aclaró
amablemente que la promoción era exclusiva para clientes que
tenían tarjeta del supermercado. ¡Dios mío! ¿Por qué me haces
esto? Hay una larga fila de personas esperando y yo aquí, sin
esa tarjeta; ahora voy a pasar una vergüenza porque no tengo
82 S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

con qué pagar dos dólares con noventa y nueve centavos. Estaba
tratando de disimular, buscando la tarjeta que no tenía, cuando
el señor que estaba a mi lado me dijo: ¿le ocurre algo? Yo
tímidamente le dije que necesitaba la tarjeta de afiliado, y este
hombre, como enviado del cielo, me ofreció que usara la suya.
Glorificando a Dios, pasé la tarjeta, pagué, agarré mi pan de
papas y los huevos, y me fui.
C uando iba cam inando hacia el carro, lágrimas de
agradecimiento comenzaron a rodar por mis mejillas, y ore:
Señor, gracias por esta gran bendición; tu palabra nunca falla,
porque siempre habrá pan para tus hijos, aunque sea pan de
papa.
Esa noche comimos pan de papa con huevos revueltos, y fue
un banquete maravilloso; al día siguiente comimos huevos
revueltos con pan de papa, y no te imaginas cuán delicioso fue
aquel desayuno. Dios no desampara a sus hijos: para el medio
día hizo otro milagro, y así, gracias a El, pude superar la
emergencia. Lo más grandioso de todo es que, aun en medio de
cosas tan cotidianas como las que me sucedieron, Dios estuvo
ahí mostrando su bondad y su amor, y el interés que El tiene en
las necesidades de los seres humanos.
El mismo Dios que estuvo conmigo esa noche, estuvo allí, en
el pozo de Jacob, olvidándose de sus propias necesidades y
concentrándose en las de aquella samaritana, quien, al parecer,
tenía algo que esconder, pues las mujeres no llegaban a la hora
del medio día a buscar agua como ella lo estaba haciendo, sino
que siempre iban temprano en la mañana o cuando el sol estaba
a punto de ponerse; además, iban acompañadas de las demás
mujeres de la vecindad.
Ella sentía vergüenza por lo que era y trataba de esconder su
vida, pero no era fácil pues todos la conocían. Quizás el mayor
temor que tenía era el rechazo de la gente que la rodeaba, porque
sentía que la miraban como a una basura. Ella prefería estar
lejos de quienes la hacían sentir sin valor, así que fue a esa hora,
sola, confiando en que no se encontraría con nadie, y pensando
que podría esconderse de la vista de los que la condenaban.
J e s ú s P u e d e L l e n a r tu V id a

Lo que ella no sabía era que no podría ocultarse de la


presencia de Dios. Ahí estaba El, sentado, esperándola. Cuando
se disponía a marcharse, aquel Hombre, el carpintero de Nazaret,
lanzó una expresión que para la época era casi como una oferta
de matrimonio: “Dame de beber”.
La samaritana tembló, porque conocía muy bien la historia
de Abraham; recordó que cuando le encomendó a uno de sus
siervos ir a buscar esposa para su hijo Isaac, la señal que él puso
para saber quién sería la escogida, Ríe que dicha mujer le daría
de beber a él y a sus animales.
Imagino a la samaritana pensando en la posibilidad de que
aquel extraño se hubiera enamorado de ella. Bueno, era verdad,
Jesús la amaba, pero no con el amor terrenal que ella conocía,
sino con el amor incomparable de Aquel que no hace distinción
de personas.
Aquella mujer despreciada, continuó tímidamente hablando
con Jesús, como lo relata el versículo nueve del mismo capítulo:

“La mujer samaritana le dijo: ¿cómo tú, siendo judío,


me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque
judíos y samaritanos no se tratan entre sí. ”

Jesús percibió que esas palabras eran el reflejo de una barrera


racial que habían levantado los seres humanos; y como a El no
le interesaba el tema, puso a un lado lo que ella estaba diciendo,
yéndose directamente a lo que El quería que supiera. La respuesta
del Maestro y el trascendental diálogo que siguió, están en los
versículos diez al quince:
“Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y
quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y El te
daría agua viva.
La mujer le dijo: Señor, no tienes con que sacarla, y el
pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?
¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que
nos dio de este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus
ganados?
Respondió Jesús y le dijo: cualquiera que beba de esta
agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que
84 S a l v a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le


daré será en él una fuente de agua que salte para uida eterna.
La mujer le dijo: Señor, dame de esa agua, para que no
tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.”
Jesús quería suplir la necesidad que ella tenía: Sabía que
esta mujer no necesitaba un hombre, sino a Dios, y por eso le
habló del agua viva. Pero la mujer se confundió, y pensó que
Jesús hablaba de algún tipo de agua que había en el pozo en la
parte más profunda. El, certera pero a la vez dulcemente, la sacó
de su error, y le ofreció inmediatamente el Agua de vida.
¿Cuántas veces, al igual que la Samaritana, habrás probado
de esa agua común, y sigues sediento? ¿Cuántas veces habrás
intentado saciar la sed de tu alma, pero sigues igual, porque el
agua que el mundo te ofrece no puede resolver tus problemas?
No lo sé. Tú lo sabes.
Hay quienes piensan que el problema existencial lo resuelven
con el alcohol, y beben, y beben, pero después se sienten peor
que al principio. Otros creen que el vacío interior lo pueden
llenar con las drogas, y se sumergen en ese mundo oscuro e
irreal probando con alguna suave, luego con otra más fuerte, y,
cuando se dan cuenta, sus vidas ya son un desastre, y están
destruidos. También hay personas que piensan que llenarán su
vacío asumiendo actitudes libertinas; entonces viven la vida como
les agrada, se acuestan con quien quieren, viven con quien
quieren, pero después se sienten utilizados, vacíos y miserables.
Muchos otros, sintiéndose deprimidos y carentes de amor,
pretenden llenar su vacío personal con la música.
Toda esa gente lo ha intentado todo, pero se siente igual de
miserable. Tal vez tú también lo has intentado más de una vez,
pero te has dado cuenta de que por más que te esfuerces, por
más ensayos que hagas, nada cambia. Ya lo dijo Jesús: el que
bebe de esa agua, volverá a tener sed.
Sin embargo, en medio de todo este panorama desconsolador,
hay historias que alientan la esperanza en nuestros corazones. La
de Anne es una de ellas.
Fue violada a los nueve años, y ese suceso marcó su vida de
allí en adelante, convirtiéndola en una persona frágil y con graves
problemas de autoestima. Creció siendo abusada sexualmente
J e s ú s P u e d e L l e n a r tu V id a

por todo aquel que quería hacerlo, y la tristeza y desilusión


permanentes la llevaron a sumergirse en el alcohol, con el cual
pretendía ahogar su desgracia.
Con el tiempo se dio cuenta de que necesitaba algo más fuerte,
así que las drogas fueron su refugio. Se convirtió en una persona
agresiva, hasta tal punto que golpeaba a la cajera de la tienda de
licores, cuando ésta se demoraba en darle la cuenta. Se convirtió
en una fiera humana, y la gente evitaba relacionarse con ella.
Durante esos terribles años de su juventud trajo al mundo tres
niñas, y su desgracia fue tan grande, que una de ellas fue violada
por uno de sus amantes de turno. Cuando se miraba al espejo,
bañada en vómitos, luego de tomarse una botella entera de licor,
Anne reconocía que parecía un verdadero animal.
Luego de pasar por las manos de cuanto hombre se le cruzó
en su camino, llegó a la conclusión de que su vida no valía un
centavo.
Así llegó aquella tarde a mi iglesia, acompañada por un joven
roquero, uno mas en su vida, con el cual pensaba que arreglaría
todos sus problemas. Me contó que había perdido a sus hijitas,
pues se las habían quitado, y con desespero manifestó que su
existencia ya no tenía ningún sentido.
Cualquiera diría que por casualidad llegó a la iglesia ese día,
pero no. Lo hizo por la misericordia de Dios, y ahora estaba allí,
junto con su compañero, escuchando hablar acerca de Aquel
que tenía el poder para hacer de ella una nueva criatura, y traer
a su vida la felicidad que nunca había tenido. Después de predicar
aquella tarde, los jóvenes de la iglesia y yo, hicimos planes de ir
a comer una pizza y los invitamos. Anne y su compañero pasaron
una noche sana y divertida con jóvenes cristianos, y vieron cómo
los hijos de Dios disfrutaban de la vida. La muchacha se dio
cuenta de la gran diferencia que había entre la forma de vivir de
aquellos jóvenes y la de ella.
Desde ese día, y durante los siguientes tres meses, Anne estudió
la Biblia, y luego pidió ser bautizada. Antes de su bautismo se
casó con Héctor, el roquero, quien ahora interpreta con su
guitarra, ya no canciones de rock, sino los coritos y los himnos de
86 S a l v a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

la iglesia. Han pasado dos años desde ese día, y hoy los dos se
mantienen firmes y felices con la decisión que tomaron. Les
devolvieron sus tres hijos, y Anne es una joven completamente
distinta. Cuando la volví a ver me dijo: Pastor, finalmente soy
feliz; ahora mi vida tiene sentido, y ya no existe vacío en mi
corazón, porque Cristo Jesús lo llenó.
La conversión de esta muchacha ha sido una gran inspiración
para mí, porque demuestra que cada vez que Dios toca una vida,
cada vez que alguien toma del Agua de vida, nunca más vuelve a
ser la misma persona.
En el versículo 16, Jesús le dice a la samaritana:
“Ve, ¡lama a tu marido, y ven acá. ”

El estaba dialogando con una mujer pecadora, y aunque ella


pensaba que podía ocultar su gran necesidad, Dios, a quien no
puedes engañar, estaba ahí, llevándola a reconocer su condición.
Es por eso que Jesús le pidió que fuera y llamara a su marido,
antes de darle el agua que le estaba pidiendo. Ante tal petición,
ella bajó la cabeza y confesó que no tenía marido.
Imagino que Jesús sonrió, la miró con ternura, y le dijo: es
verdad, tú no tienes marido, y ésa es la primera verdad que me
has dicho en toda nuestra conversación, porque “cinco maridos
has tenido, y el que ahora tienes, no es tu marido.”
La mujer Samaritana cambió de tema, y se fue por un sendero
teológico indagando acerca de quién era Jesús, diciendo: “Señor,
me parece que tú eres un profeta. Nuestros padres adoraron en
este monte, y los judíos dicen que en Jerusalén es el lugar donde
se debe adorar”. Trató así de desviar la atención que Jesús tenía
puesta en su vida, y El, con infinito amor, le permitió hacerlo.
Así actúa Dios: El te suelta hasta que te cansas, y después te
trae suavemente. Eso fue justamente lo que hizo con esta mujer,
al decirle que el Mesías que habría de venir a ensañar todas las
cosas, era El, con quien ella estaba hablando en ese momento.
Qué poderosas palabras: “Yo soy, el que habla contigo”.
La mujer había ido al pozo a buscar agua, y se encontró con
el Agua de vida. Dice la Palabra, que dejó el cántaro abandonado,
Je s ú s P u e d e L le n a r t u V id a H'J

salió corriendo, y se fue al pueblo, a donde comenzó a gritar


como loca: vengan, vengan a ver a uno que me ha dicho todo lo
que yo he hecho.
Muchos en el pueblo pudieron pensar que no era extraño
que un hombre le dijera lo que había hecho; al fin y al cabo
¿Quién no conocía su vida? Todo el mundo en el pueblo lo sabía,
eso no era nada nuevo, pero entonces, ¿Por qué le creyeron? Lo
hicieron porque había algo nuevo en ella, y sus palabras no
eran las mismas de antes: las que afiora pronunciaba estaban
acompañadas por el poder de Dios. Su cambio fue tan evidente
que cuando dijo: vengan para que confirmen que a lo mejor es
el Mesías, le creyeron, y aquella mujer que antes andaba sola,
ahora iba con todo un pueblo detrás de ella. Esta solitaria mujer
se convirtió en una poderosa evangelista. Llegó a Jesús, y no
vino sola sino con todo un pueblo, porque cuando te encuentras
con Cristo, y bebes del Agua de la vida, tu vida cambia
completamente, y te conviertes en una gran bendición; las
personas te siguen y te creen, porque lo que tú hablas no es
común, es palabra que sale de la boca de Jehová.
Haz una pausa, y reflexiona: ¿Cómo está tu corazón hoy?
¿Cómo está tu vida? ¿Te sientes vacío(a) y sediento(a)? No busques
más: Cristo Jesús está dispuesto a llenar tu corazón, pero necesita
que tú quieras beber de El.
Quizás bebiste hace mucho tiempo, pero dejaste de tomar,
porque pensaste que un sorbo era suficiente, y ahora nuevamente
te estás muriendo de sed.
En Jesús hay salvación para ti. “El es poderoso para hacer
todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pides o
entiendes, según el poder que actúa en ti.”
Cuando llegué al estado de New Jersey, durante un servicio en el
cual yo predicaba, una mujer lloró durante todo el culto. Ella
quería entregar su vida a Cristo, pero su esposo no quería nada
con la iglesia. Fui a visitarlo con otro amigo, pero cuando llegamos
Miguel se hizo el caradura, el que no se sentía cómodo con nuestra
presencia.
Ese día le hablé de corazón, le expliqué lo que en verdad
representaba la Palabra y le dije: mi querido amigo, tú nunca
88 S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

serás feliz a menos que le entregues tu vida a Cristo; dale una


oportunidad, y tu vida cambiará, haciéndote una persona feliz.
Antes de salir de su casa le hice un reto: dale una semana a Dios,
y vé a la iglesia; yo estaré predicando, y te garantizo que cuando
termine la semana, encontraras lo que andas buscando en la
vida.
Ese muchacho se gozaba en buscar mujeres de la calle.
Mientras su esposa, una mujer bonita, permanecía en la casa con
su bebé, él se daba la “gran vida”, exponiéndose, y exponiéndola
a ella, al posible contagio de cualquier enfermedad de transmisión
sexual.
Afortunadamente este hombre aceptó mi reto, y fue cada
noche; el viernes me dijo: Pastor, mañana sábado no puedo venir,
porque tengo que trabajar. Yo le pregunté: ¿Cuánto ganas en tu
trabajo por un día? Me dijo que le pagaban 150 dólares. Como
ya me había funcionado lo del reto, entonces le dije: yo te los
pago, pero ven mañana; no quiero que pierdas el mensaje.
Me miró serio, más bien incrédulo, y como queriendo
preguntar ¿Realmente usted me los paga? Yo pensaba para mis
adentros: ¿De dónde voy a pagarle los 150 dólares si yo no estoy
trabajando todavía? Bueno, Señor, tú me hiciste decírselo, así
que tú me darás el dinero.
Efectivamente el muchacho fue al día siguiente, y estuvo muy
atento escuchando el mensaje. Cuando hice la invitación para el
bautismo, él fue el primero que se levantó, junto con su esposa.
Una semana después los bautizamos.
Todavía, cuando nos encontramos, bromea conmigo
diciéndome: Pastor, usted me debe los 150 dólares que nunca
me pagó.
El Señor ha bendecido grandemente a este hombre. El tomó
el agua de vida, y hoy es un hombre feliz, Dios lo a bendecido
financieramente y tiene una linda familia, en la cual reina Cristo
Jesús.
¿Crees que vale la pena tomar del agua viva? ¿Te gustaría
tomar un buen vaso hoy? Si tú lo deseas, Cristo está dispuesto a
dártela ahora mismo.

¡Salud!
En 0 1 no hay Condenación
"Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a
la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban?
¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, señor. Entonces
Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más."
San Juan 8:10,11

Q Í / t r a v é s de su palabra, Dios ha revelado un propósito


definido y claro: salvar a todos los seres humanos nacidos en este
mundo, ofreciéndoles vida nueva en Jesús.
Dios quiere que todos tengamos derecho a la vida eterna;
pero, ¿A cambio de qué? El Señor dice: te doy vida nueva a
cambio de la vida destrozada y marchita que tienes, te ofrezco
vida nueva, feliz, plena y completa, a cambio de la vida malograda
y llena de sufrimientos que estás llevando; es decir, Dios te está
ofreciendo una vida nueva en Cristo Jesús, la cual puedes iniciar
hoy mismo, y continuarla por la eternidad. Pero recuerda: ese
milagro sólo puede suceder, si tú te decides a aceptarlo.
Por las puertas del cielo no puede pasar nada sucio, nada
contaminado por el pecado. Por esa razón, cuando aquel día
maravilloso tú entres por las puertas de la Nueva Jerusalén, donde
Jesús mismo te dará la bienvenida, tú irás limpio, purificado por
la sangre del Cordero, porque algo grande sucedió en tu vida:
fuiste perdonado y redimido por Jesús, el Dios que no te condena.
90 S a l v a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

Sin embargo, la mitología pagana, llena de historias de dioses


implacables y sanguinarios, y la misma tradición de la iglesia
popular, crearon en el hombre una falsa imagen del carácter de
Dios, opuesta al maravilloso Dios de Amor que nos presenta la
Biblia, quien es tardo para la ira y grande en misericordia y cuyo
deseo más grande es que vivamos eternamente con El.
El título que lleva este capítulo puede aplicarse, sin ninguna
duda, a un dramático episodio que nos presenta la Biblia,conocido
como el de la mujer adúltera, el cual se encuentra en el evangelio
según Juan 8: 1-11.

“Y Jesús fue al monte de los Olivos.


Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo, vino a
El; y sentado El les enseñaba.
Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer
sorprendida en adulterio;
Y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha
sido sorprendida en el acto mismo del adulterio.
Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres.
Tú, pues, ¿qué dices?
Mas esto decían tentándole para poder acusarle. Pero Jesús,
inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.
Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo:
El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar
la piedra contra ella.
E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo
en tierra.
Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían
uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los
postreros; y quedó solo Jesús y la mujer que estaba en medio.
Enderezándose Jesús y no viendo a nadie sino a la mujer,
le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno
te condenó?
Ella dijo: Ninguno, Señor, entonces Jesús le dijo: ni yo te
condeno; vete, y no peques más”
E n É l n o hay C o nd ena ción 91

La Biblia dice que la paga del pecado es muerte, y, desde el


tiempo de Moisés, pecados como éste (el adulterio) eran
castigados con la muerte por apedreamiento. Si a esta pobre
mujer la encontraron cometiendo dicho pecado, parecería normal
que los dirigentes judíos estuvieran tratando de hacer cumplir lo
que la ley establecía, ¿Verdad?
Es evidente que esta muchacha vivía una vida, no muy buena
que digamos, y que muchos de ljs que la acusaban tenían
mucho que ver con lo que ella estaba viviendo ahora. Entonces,
¿Merecía esta mujer un castigo mayor del que merecían quienes
la habían inducido a ese estilo de vida? Algunos comentaristas
bíblicos coinciden en afirmar que era muy bella, y los hombres
con apariencia de santidad que la estaban condenando fueron
quienes, aprovechándose de sus necesidades y su debilidad, la
indujeron a llevar la vida adúltera por la cual la querían apedrear.
Qué maravillosa es la manera como Jesús mira las cosas. Aquel
que escribió la ley sobre dos tablas de piedra en el monte Sinaí y
las entregó a Moisés, el mismo quien con su propio dedo escribió
mandamiento por mandamiento, estaba ahora frente a los que
defendían la ley, para mostrarles su profundidad y verdadero
significado, pues, ¿Quién más que Jesús, tenía autoridad para
interpretarla?
Si miras el resto de la historia, notarás que ellos esperaban
que Jesús les respondiera qué debían hacer con ella, para tenderle
una trampa y poder acusarlo. Pero El se inclinó y empezó a escribir
en el suelo con su dedo; como insistían en preguntarle, se
enderezó y les lanzó un reto: “El que esté sin pecado arroje la
primera piedra.”
Analicemos a profundidad lo que Jesús quiso decir con esa
expresión. Es evidente que todos se sintieron acusados, pero,
¿Por quién? Estoy seguro de que la conciencia no engaña; bien
reza el popular dicho dominicano: “el que no tiene hecha no
tiene sospecha”. Así que algo habían hecho ellos, y en
consecuencia su conciencia los estaba acusando.
Además, la ley decía que los testigos del caso tenían derecho
a ser los primeros en arrojar la piedra, siempre y cuando ellos no
92 S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

hubiesen cometido el mismo pecado por el cual estaban


apedreando al acusado.
Yo imagino que en ese instante, la memoria de aquellos
hombres trajo a sus mentes los recuerdos de las noches en las
que se habían acostado con aquella mujer; y por si fuera poco,
aunque la Biblia no lo dice, pero tenemos derecho a imaginar, lo
que Jesús estaba escribiendo en la arena eran los nombres y los
pecados de todos ellos. En consecuencia, cada uno, acusado por
la conciencia, fue abandonando el lugar.
El comentario que hace Elena White en el libro “El Deseado
de Todas las Gentes”, amplía la escena vivida en ese momento:

“(Jesús) No había puesto de lado la ley dada por Moisés,


ni había usurpado la autoridad de Roma. Los acusadores
habían sido derrotados. Ahora, habiendo sido arrancado su
m anto de pretendida santidad, estaban, culpables y
condenados, en la presencia de la pureza infinita. Temblaban
de miedo de que la iniquidad oculta de sus vidas fuese revelada
a la muchedumbre; y uno tras otro, con la cabeza y los ojos
bajos, se fue furtivamente, dejando a su víctima con el
compasivo Salvador.”
DTG. Pág. 425

Cuando Jesús se enderezó y se dio cuenta de que todos se


habían ido, preguntó a la mujer: ¿Dónde están los que te
acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella contestó: “ninguno, Señor.”
Entonces Jesús le dijo: ni yo te condeno; vete y desde ahora no
peques más.
Al escuchar esas palabras llenas de ternura y amor, aquella
mujer, que había sido echada de muchos lugares y que
probablemente había sido pisoteada, humillada y despreciada
por su vida promiscua, sintió que había sido restaurada. Las
palabras que escuchó de los labios de Cristo, nunca antes se las
había dicho nadie.
Imagina la vida de aquella pobre mujer: quizás en su
adolescencia había sido engañada por un sinvergüenza, y como
E n É l n o hay C o n d e n a c ió n

resultado de esa experiencia amarga, comenzó a vivir una vida


desastrosa. Cuál fue la realidad no es lo que interesa; sólo quiero
que reflexiones en el hecho de que a veces condenamos a las
personas por la manera como viven y se comportan, pero casi
nunca nos preocupamos por saber la razón por la cual actúan
de una u otra forma.
He conocido personas que son desagradables, he tratado con
jóvenes rebeldes que no quieren nada con Dios ni con la iglesia,
pero son así porque aquellos que se autoproclaman cristianos,
los asesinaron espiritualmente en algún momento crucial de sus
vidas.
Cuántas personas se equivocan cuando ven a un joven o a
un adulto cometer un error, y le ponen una marca, la que jamás
tratan de borrar. En mi joven experiencia ministerial, en muchas
ocasiones, cuando se hacen los nombramientos para escoger la
junta de iglesia, algún hermano ha recordado las faltas cometidas
tiempo atrás por otros, por lo que argumenta que no pueden ser
nombrados para ocupar una posición de servicio dentro de la
iglesia.
Muchas veces, nosotros mismos, miramos a alguien que se
equivocó, y lo ponemos en un lugar en el cual ni siquiera merece
que se le considere como hermano.
Cuántas veces la sociedad engendra un criminal, y luego lo
condena por el crimen que la misma sociedad le empujó a
cometer. Algunas veces las iglesias sin querer, empujan a sus hijos
para que salgan fuera de ellas y después los tratan como si fueran
herejes. Este es un error que los seres humanos cometen muy a
menudo, el cual Satanás está aprovechando para destruir a las
personas.
Si analizas el texto Bíblico en el cual se encuentra esta historia,
lo primero que dice el pasaje es que Cristo se fue al monte de los
Olivos a Orar, pues Jesús sabía lo que ocurriría con aquella mujer
pecadora. El no fue a la casa a descansar, porque la salvación de
una persona se estaría decidiendo al día siguiente.
Cuando se trata de salvación, el pueblo de Dios debería usar
el mismo ejemplo que Cristo nos dió: Orar al momento de tomar
decisiones que determinarán la salvación o perdición de una
94 S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

persona, el pueblo de Dios debe pasar noches enteras orando;


no podemos ser ligeros en cuanto a las decisiones a tomar, porque
para Dios la salvación de un alma fue tan valiosa, que entregó la
vida de su hijo amado".
Quiero compartir contigo una historia real, que me fue contada
sobre una iglesia que tenia una población de 60 jóvenes muy
unidos. Al final de los cultos en las noches, se iban al salón de
actividades en la parte baja del templo y allí jugaban pink-ponk,
cocinaban y ponían algún juego electrónico para distraerse, se
quedaban a veces hasta las 3 de la mañana, y a esa hora salían a
dar serenatas a las familias de la iglesia. Pero llego una
administración nueva diciendo que lo que hacían era pecado,
por lo cual ordenaron cerrar la parte de abajo del templo después
de las nueve de la noche.
Como consecuencia de esa medida absurda, los muchachos
se quedaron sin un sitio para su recreación dentro de la iglesia y
se fueron a buscarlo fuera de ella.
A los dos años, sólo quedaban siete jóvenes de aquel grupo
de 60. La llamaron la era de la masacre, pues jóvenes sinceros
que estaban buscando servir a Dios, fueron expulsados
literalmente de la iglesia, por no llenar las expectativas de quienes
se creían “guardianes de la verdad.”
La iglesia fue constituida con el propósito de salvar, no de
destruir. Los dirigentes que pedían la muerte de la pecadora,
estaban jugando un papel que no les correspondía; no era ésta
la función que Dios les había asignado, ellos no eran los cazadores
de los pecadores, ellos estaban encomendados para buscar a
esos pecadores y traerlos a Cristo, no para que los apedrease,
sino para que les diese la salvación. Pero estaban confundidos,
al igual que muchos de nosotros a veces lo estamos. Es necesario
tener sumo cuidado, pues un celo equivocado por la iglesia y por
las cosas de Dios, nos puede llevar a cometer graves errores e
injusticias.
Y hablando de errores, el engaño de las apariencias nos lleva
a cometerlos con demasiada frecuencia. Mira lo que sucedió aun
amigo, su tía vivía en la ciudad de Miami, y ella siempre le enviaba
E n É l n o hay C o n d en a ción

ropa. El nunca ponía objeciones a lo que le mandaba, pero la


mayoría eran pantalones blue jeans. Algunos, muy a la moda,
venían con rotos en las rodillas, y otros traían pedazos de tela
añadidos. Como materialmente no tenía nada más que ponerse,
el iba a la iglesia con ellos. Lo que no sabía era que los hermanos
lo veían como uno de los pecadores más grandes, debido a que
su indumentaria no mostraba que fuera un buen cristiano.
Por tal razón, cuando llegaban los nombramientos en la iglesia,
ni mencionaban su nombre, ignorando que él hacía su culto en
casa y que era muy juicioso con el estudio de las lecciones de la
Escuela Bíblica. Lo triste fue que nadie se acercó para decirle:
ése no es el mejor pantalón para venir a la Iglesia, yo te voy a
regalar uno para que vengas como Dios manda.
En aras de impresionar a la Junta, cometió un error: él había
notado que los muchachos que usaban corbatas eran
considerados los más consagrados, así que compró unas cuantas
(aprender a hacer bien el nudo fue toda una odisea). En ese
tiempo él no conocía los libros de devocionales, y por su puesto,
no los leía; pero noto que dos de sus amigos iban a la iglesia con
una mochila llena de estos libros, y que cuando algún predicador
citaba alguna parte, ellos buscaban y verificaban las citas; por eso
se los consideraba muy consagrados. Un día le pedió a un amigo
dos libros prestados, con el único propósito de llevarlos a la iglesia
para que vieran que él también era consagrado.
En el próximo culto llegó a la iglesia muy elegante, con su
corbata, y sus dos libros. Al caer la tarde, estaba sentado a la
puerta de la iglesia haciendo como si leyera, cuando de pronto
llegó la directora de jóvenes y le dijo: Hemos notado que tú
estás más consagrado a Dios, y por ese crecimiento tan notable
en tu vida espiritual, queremos que tú seas el director de
devocionales de la sociedad de jóvenes; así que ven a las reuniones
con un tema de diez minutos. Se dijo así mismo, ¿Será posible
que esto esté funcionando?
A la semana siguiente lo abordó la hermana directora de las
clases bíblicas y le dijo: Necesitamos un maestro, y como te hemos
96 S a lv a c ió n se E s c r ib e co n S a n g r e

observado, creemos que tú eres la persona clave para ese puesto.


Ese mismo día, el primer anciano le informó que la junta se había
reunido, y lo habían nombrado director de actividades sociales
para toda la iglesia. Se quedó frío, y rápidamente vino una idea
a su mente: Si conseguía otro libro prestado, la semana siguiente
podría ser nombrado anciano de Iglesia, con sólo 17 años de
edad.
Suena increíble cómo la gente se equivoca por las apariencias
¿Verdad? Tú puedes verme con un traje muy elegante, o con
harapos, y formarte un concepto errado sobre mí, porque no
sabes lo que hay en mi corazón. Pero Dios no se equivoca, porque
El no ve lo que está por fuera, sino lo que está dentro de ti.
La lección que debemos aprender, es que tú y yo no tenemos
ningún derecho a condenar a nadie, no importa lo que haya
hecho, ni el pasado que pueda tener. El juicio no le corresponde
al hombre, sino a Dios, y El ama al ser humano en forma
incondicional. Si yo digo que amo y conozco a Dios, debo amar
de la misma manera a mis hermanos, sin importar lo que fueron
o lo que son. Cristo Jesús no hizo diferencia entre una cosa y
otra. El vino y pagó el precio de nuestra salvación con su sangre,
un precio que nadie más pudo pagar, para que la salvación de
todo aquel que en El cree fuese real, y no una simple invención
en la mente humana.
Es impresionante cuando tú miras las cosas desde el punto de
vísta de Dios, tal como se encuentra en Romanos 8:1,2.

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están


en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino
conforme al Espíritu.
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha
librado de la ley del pecado y de la muerte. ”

Jesús dijo además:


E n É l n o hay C o n d en a ción 97

“Porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al


mundo”
Juan 12:47.

No obstante, los seres humanos hemos recibido una versión


equivocada del amor de Dios; El no anda condenando, acusando,
pisoteando, o mucho menos desgraciando nuestras vidas; El vino
para dar vida, y para que la tengamos en abundancia. Si tú
estudias la palabra de Dios, y comparas con las experiencias que
se tienen cada día, vas a ver cómo la escena se repite vez tras vez:
todo aquel que viene a Cristo, es bien recibido. ¿Y sabes por
qué? Porque Jesús lo dijo: “el que viene a mí, no lo echo fuera.”
Quisiera que comprendieras profundamente lo que Jesús hizo
por aquella mujer pecadora que tanto sufrió. Sus palabras son
de contenido ilimitado y profundo, pues le proporcionaron
sanidad y paz. En el siguiente escrito inspirado, podrás notar la
real magnitud de lo vivido por ella cuando se encontró con Jesús:

“Las palabras de Jesús: “El que de vosotros esté sin pecado,


arroje contra ella la piedra él primero,” había sido para ella
como una sentencia de muerte. No se atrevía a alzar sus ojos
al rostro del Salvador, sino que esperaba silenciosamente su
suerte. Con asombro vio a sus acusadores apartarse mudos y
confundidos; luego cayeron en sus oídos estas palabras de
esperanza: “Ni yo te condeno; vete, y no peques más.” Su
corazón se enterneció, y se arrojó a los pies de Jesús,
expresando con sollozos su amor agradecido, confesando sus
pecados con amargas lagrimas. Esto fue para ella el principio
de una nueva vida, una vida de pureza y paz, consagrada al
servicio de Dios.
Al levantar a esta alma caída, Jesús hizo un milagro mayor
que al sanar la más grave enfermedad física. Curó la
enfermedad espiritual que es para muerte eterna. Esa mujer
penitente llegó a ser uno de sus discípulos más fervientes. Con
98 S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

amor y devoción abnegados, retribuyó su misericordia


perdonadora.”
DTG. Pág. 426

Déjame contarte algo que sucedió hace algún tiempo, mientras


predicaba en una campaña evangelística.
Un joven, homosexual, asistió a las conferencias y servicios, y
se inscribió en la lista de interesados en hablar con el pastor. Al
verlo entrar a la oficina pastoral, me esforcé por no prejuiciarme
con su manera de hablar y caminar. Fue directo y bien sincero, y
me dijo sin aspavientos: Pastor, aquí está mi vida, esto es lo que
yo soy, a mí no me gustan las mujeres, me gustan los hombres, y
mi gran lucha ha sido tratar de ir en contra de mi naturaleza,
pero no la he podido vencer. Pastor, ¿Cree usted que Dios puede
aceptarme así como soy? ¿Usted cree que me puedo salvar?
Yo le hablé de corazón a corazón y le dije: ¡claro que Dios te
acepta como eres! Pero te garantizo, ¡Vive Dios!, que El no te va
a dejar así como tú vienes. El te va a transformar en una nueva
criatura, si decides caer de rodillas y clamar por la sangre de
Cristo Jesús. Tú no naciste para vivir así como vives, tú puedes
volver a nacer en el Señor Jesucristo.
Quizás muchos podrían pensar que este pobre hombre estaba
condenado a seguir siendo homosexual porque la regeneración
no sería posible para él. Pero Jesús es Dios de lo imposible.
Aquel muchacho oyó con sus oídos mi voz, pero en su corazón
escuchó la del Señor llamándolo a su redil, y se quebrantó.
Después de este encuentro su vida cambió: ya no estaba sólo
luchando contra el enemigo; ahora Jesús luchaba por él, y, con
el pasar de los días, orando y estudiando la Palabra, conoció el
poder y el amor del Padre.
Hoy me llena de gozo poder contar que, por la misericordia
de Dios, este joven descarriado fue rescatado por el Divino Pastor,
decidió permitir que El Maestro hiciera su obra, selló su pacto
con Jesús en las aguas del bautismo, y hoy es un hombre completo
y feliz, porque ahora tiene en su vida la esperanza de vida eterna.
En É l no ha y C ondenación 99

Hay un tema trascendental para tu vida, del cual quiero hablar


en lo que resta de este capítulo. Ese tema ha inquietado a muchas
generaciones, y sigue inquietándonos hoy: ¿Habrá un Juicio al
final de los tiempos?
Por favor lee la siguiente profecía, registrada en el libro de
Daniel 8: 14.

“Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego


el santuario será purificado. ”

Debes tener presente que una tarde y una mañana completan


un día, y en términos proféticos, un día equivale a un año; es
decir, se habla aquí de 2,300 años. Además, a la luz de los registros
bíblicos, los estudiosos de la profecía han deducido que estos
2,300 años terminaron en el 1844 de nuestra era.
Para facilitar tu comprensión, cito a continuación algunos
apartes de lo que se conoce como La Doctrina de los
Acontecimientos Finales:

“En 1844, al concluir el período profético de los 2.300 días,


Cristo entró en el segundo y último aspecto de su ministerio
expiatorio. Esta obra es un juicio investigador que forma parte
de la eliminación definitiva del pecado, representada por la
purificación del antiguo santuario judío en el día de la expiación.
Este juicio vindica la justicia de Dios al salvar a los que creen
en Jesús. Declara que los que permanecieron leales a Dios
recibirán el reino.”
Antes de seguir adelante, debo declarar que tengo la absoluta
certeza de que la iglesia Adventista fue levantada para proclamar
al mundo un último mensaje, no de condenación, sino de
salvación.
Cuando estudies lo que significa el tema de la purificación del
santuario, no pienses que en 1844 empezó un proceso con el
cual Dios busca cómo condenar a su pueblo, ¡no! Dios no está
investigando para condenar; lo que la Palabra está diciendo es
que Dios comenzó a investigar a su pueblo para purificarlo, a fin
100 S a lv a c ió n se E sc r ib e con S a n g r e

de hacerlo idóneo para su futuro encuentro con El. ¡Pero ten


cuidado! No puedes tomar livianamente, o peor, ignorar la
realidad vigente del Juicio de Dios. El siguiente pasaje te muestra
cómo La Biblia es muy clara en este sentido:

“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos


ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo
que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno a
sea malo.”
2 Corintios 5:10
Y este otro:

“Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta


ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar,
que se arrepientan;
Por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo
con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos
con haberle levantado de los muertos.”
Hechos 17:30,31

Lo que El Señor le mostró al profeta Zacarías, en lo que


comúnmente se conoce como “la visión del sumo sacerdote
Josué”, es un pasaje de las Escrituras que debe llenarte de
esperanza:

“Me mostró al sumo sacerdote Josué, el cual estaba delante


del ángel de Jehová, y Satanás estaba a su mano derecha
para acusarle.
Y dijo Jehová a Satanás: Jehová te reprenda, oh Satanás;
Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es éste
un tizón arrebatado del incendio?
Y Josué estaba vestido de vestiduras viles y estaba delante
del ángel.
Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él,
diciendo: Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: mira
que he quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas
de gala.
E n É l n o hay C o n d e n a c ió n 101

Después dijo: pongan mitra limpia sobre su cabeza. Y


pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las
ropas. Y el ángel de Jehová estaba en pie. ”
Zacarías 3:1-5

Si la detallas, es una escena de juicio, en la cual hay un


acusado, un acusador y un juez, pero tácitamente también un
defensor. Josué, como sumo sacerdote, representa en ese juicio
al pueblo de Dios, y te representa á tí y a mí.
Nota que Josué estaba sucio, igual que nosotros, y que fue
Cristo quien quitó su pecado, lo limpió, lo vistió con ropas de
gala, y lo arrebató de la destrucción del fuego, transformando su
vida.
Tú también podrías ser un tizón a punto de ser destruido en el
fuego, a menos que decidas con corazón sincero entregarte a
Jesús, para que El pueda limpiarte, borrar tus transgresiones y
darte un nuevo vestido, el de su justicia, arrebatándote, a ti
también, del incendio destructor.
En este momento hay un juicio en el cielo, y tú y yo estamos
siendo arrojados allí por el enemigo acusador, de la misma forma
en que aquel día arrojaron a la mujer adúltera. Siendo que la
paga del pecado es muerte, y que en nosotros no hay ningún
mérito, estaríamos sencillamente condenados, y no nos quedaría
más opción que estar frente al juez y esperar su sentencia,
¿Verdad? Pero no es así, y te voy a explicar por qué.
La Biblia dice que el Padre dio toda la obra de juicio al Hijo;
en consecuencia, nuestro juez en ese lugar es Jesús. Además dice
la Palabra: “Si alguno pecare, abogado tenemos para con el Padre,
a Cristo Jesús” (1 Juan 2:1). Y, por si fuere poco, Apocalipsis 3:14
dice: “Y escribe al ángel de la iglesia en Laodicea: He aquí el
Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de
Dios”. La palabra griega utilizada aquí para testigo, realmente
traduce “testigo a favor de”, y se refiere a Cristo.
Por eso, cuando pienses en el juicio, puedes estar seguro de
que tu salvación está asegurada en Jesús, porque El es el Testigo
102 S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

Fiel y Verdadero que está a tu favor, es también tu abogado


defensor, y es el juez que dará el veredicto final. Sólo tienes que
aceptar que El haga todas estas cosas por ti y para ti. No tienes
por qué temerle al juicio, pero sí debes sentir temor de comparecer
allí sin ser amigo íntimo de Jesús.
Yo aprendí muy temprano a tenerle miedo a Dios: siendo un
jovencito en la iglesia, leía Los Diez Mandamientos dos veces al
día, para aprenderlos bien y no pecar. Cuán miserable era yo
entonces. Pero, cuando comprendí que mi salvación estaba en
Cristo Jesús, decidí que cada día de mi vida mi mayor devoción
y mi comunión, serían solamente con mi Señor Jesucristo;
entonces, la obediencia a Los Mandamientos vendría como un
resultado de mi relación con El.
Muchas personas se sienten sucias, y piensan que en ese estado
no pueden relacionarse con Jesús. Eso es lo que el enemigo de
las almas quiere que tú pienses, pero no lo hagas. Cristo te recibe
como tú eres, para hacer en ti el milagro de convertirte en una
nueva criatura. Sólo ten presente que para que El pueda hacerlo,
tú debes invitarlo para que entre en tu vida.
Voy a terminar este capítulo con la historia de un joven a
quien Dios perdonó, a pesar de toda la oscuridad de su vida
pasada.
Hace un par de años, mientras yo predicaba, él llegó a mi
iglesia y se sentó en el último banco, a instancia de uno de los
diáconos. Aquel hombre tendría máximo 37 años, y pidió hablar
conmigo cuando terminó el servicio.
Siempre acostumbro sacar un tiempo para aquellas personas
que necesitan contar su problema, o una oración especial, así
que me senté con él.
A pesar de que el tiempo era bastante corto pues tenía que
predicar a las 2:30 en otro lugar, olvidé el almuerzo y tuvimos
una conversación que marcó mi vida hasta el día de hoy. Me
dijo que no sabía la razón por la cual había pasado por esa calle,
y mucho menos por qué se había parado frente a la iglesia, pero
lo que menos entendía era por qué había entrado si él nunca
E n É l n o ha y C o n d e n a c i ó n lO.'l

pisaba un templo. También me contó que estando ya adentro


trató de regresarse, pero un joven que estaba allí parado lo detuvo
y lo invitó a sentarse, y no fue capaz de negarse a hacerlo. Así
que se sentó, escuchó la predicación, y decidió hablar conmigo.
Lo que siguió fue de verdad espeluznante.
Me dijo: mire Pastor, hoy a las 4 de la tarde voy a matar a mi
mujer, y luego que lo haga, entonces yo me quitaré la vida, porque
ella me abandonó hace dos semanas, y ya nada tiene sentido
para mi. No se sorprenda Pastor, páes ya he matado a más de
400 personas.
Confieso que al principio no lo tomé en serio, pero cuando
empezó a llorar, y a relatarme cómo había asesinado jóvenes,
muchachas, adultos y ancianos, sin ningún miramiento, entonces
supe que decía la verdad. Me contó que trabajaba para el
gobierno de su país, y su labor consistía en eliminar a la gente de
la oposición. Se acostumbró tanto a ver correr la sangre, que
cuando no había misiones por cumplir, él y sus compañeros
salían a asesinar homosexuales.
Aun siendo pastor, no te imaginas lo que uno siente cuando
tiene al frente a un hombre como aquél. Me confesó muchos
detalles de su vida de crímenes, pero en un momento de su
exposición, hizo una pausa, y me dijo: Yo le quiero preguntar
¿Usted cree que Dios puede hacer algo por mí? ¿Usted cree que
Dios puede perdonar a una persona como yo? Pastor, durante
las noches no puedo dormir, y tengo que dragarme, porque los
rostros de las personas que maté desfilan por mi memoria
pidiéndome la clemencia que nunca tuve con ellas.
Yo estaba muy impresionado, y sentía un enorme pesar al
mirar a aquel hombre. Entonces oré al Señor pidiéndole con
fervor que me iluminara, y que lo hiciera rápido. Su respuesta
fue inmediata: me hizo ir al libro de Hechos capítulo nueve, en el
cual está la historia de Saulo de Tarso.
Entonces le relaté cómo este hombre, Saulo, era un asesino
peor que él, pues se dedicaba a buscar a los cristianos para
exterminarlos, siendo gente buena que no le hacía mal a nadie.
Le leí el relato de Saulo camino a Damasco, cuando tuvo aquel
104 S a lv a c ió n se E s c r ib e co n S a n g r e

dramático encuentro con Cristo, después del cual su vida cambió


totalmente, y le hice ver que este perseguidor de cristianos no
andaba casualmente por aquel camino, sino porque Jesús había
planeado encontrarse con él en ese lugar.
Luego le dije: tú tampoco viniste a este lugar por casualidad;
lo hiciste porque Dios te estaba esperando aquí. El amor de Dios
es tan maravilloso, que te perdona sin importar todo lo que hiciste,
ni la vida que antes llevaste. La gran pregunta para ti es: ¿Quieres
que Dios te perdone? Y aquel asesino cruel, con lágrimas en sus
ojos, me dijo: Pastor, claro que quiero. ¡Gloria a Dios! Allí mismo
caímos los dos de rodillas, él arrepentido, y yo agradecido con
nuestro Padre celestial.
Mientras estábamos arrodillados, y yo oraba clamando a Dios
por la liberación de este hombre y el perdón de sus pecados,
sucedió algo muy extraño: aunque la iglesia había quedado
cerrada y vacía, y nadie podía entrar porque se cerraba por dentro
y yo tenía las llaves, sentimos que la puerta de la antesala contigua
se abrió, y oímos que una persona salió dando pasos tan pesados
que hacía temblar el piso, cerró bruscamente otra puerta al pasar,
y como si estuviese enojada, comenzó a bajar hacia el sótano de
la iglesia, donde finalmente cesaron los ruidos.
Al terminar de orar nos incorporamos. Yo no sabía lo que
sucedía, pero sentía mi piel de gallina. El se imaginó que era
alguien de la iglesia, y aunque me sentía temeroso y preocupado,
no le comenté nada.
De todas formas era necesario verificar si algún merodeador
se había introducido, y el chequeo debía empezar por el sótano.
No creas que yo iba a bajar solo, invité a mi acompañante, y
entre los dos revisamos cada salón y cada rincón de la iglesia.
Todo fue en vano, porque, “físicamente”, allí no había nadie;
entonces comprendí quién era el intruso que caminaba tan
furiosamente, y elevé una oración al cielo dándole gracias a Dios,
pues yo sabía que en aquel lugar se acababa de efectuar un
milagro maravilloso.
Dos semanas después fui a buscar a este hombre a su casa. Ya
no era el mismo: salió con una sonrisa franca en su cara, y
E n É l n o hay C ond ena ción

manifestó alegría al verme. Había estado trabajando tiempo


extra, y por este motivo no había vuelto a la iglesia.
Muy entusiasmado me comunicó una buena noticia: no había
matado a su mujer. En seguida me dio otra mejor: sentía el
perdón y la transformación de Dios; las imágenes mentales de
sus víctimas, las cuales no lo dejaban conciliar el sueño por las
noches, no habían vuelto a aparecer, y ya no tenía que ingerir
drogas para dormir. Aquel hombre quien había asesinado a tantas
personas, era ahora una nueva criatiíra en Cristo Jesús.
Esa misma noche regresó a la iglesia, y durante tres meses no
perdió ninguno de los servicios de culto. Finalmente tuvimos el
privilegio de bautizarlo en las aguas del río Delaware.
Una semana antes de su bautismo, él contó en la iglesia la
historia completa de su vida, y sucedió algo que yo llamo curioso,
pero que realmente fue triste: una señora con corazón de piedra,
me llamó por teléfono para decirme que tuviera cuidado y no
bautizara a ese hombre, pues con los pecados que había cometido
no tenía perdón de Dios. Lo que le respondí, me obligó después
a pedir perdón a mi Señor. Yo le dije: hermana, si con esa lengua
tan grande que usted tiene Dios la perdonó, a él también puede
perdonarlo.
Dios no clasifica los pecados por categorías: aun esas mentirillas
que a veces tú dices, no son tan blancas como crees, sino negras,
porque contaminan el traje que Cristo te dio. Por eso, en lugar
de estar mirando a nuestros semejantes para criticarlos y, en el
peor de los casos, juzgarlos, es mejor examinarnos a nosotros
mismos, y ver si estamos en paz con el Señor.
Dios te ama de tal manera, que no ha escatimado nada para
que tú recibas el perdón. El quiere limpiar tu vida de todo pecado,
pero es imprescindible que tú reconozcas la necesidad que tienes
de ser perdonado.
Tú debes saber que cuando practicas el pecado, eres esclavo
del enemigo de Dios; la Palabra dice que “el que peca es del
diablo”, pero Cristo te ofrece la libertad en su sangre bendita. Es
su sangre la que quita de ti toda contaminación, y te garantiza la
vida eterna.
106 S a lv a c ió n se E sc r ib e con S a n g r e

La palabra de Dios es clara en Apocalipsis 22:14.

“Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener


derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la
ciudad. ”

Hay un momento trascendental para nuestras vidas en el cual


debemos humillarnos ante el Señor, reconociendo que no somos
tan buenos como nos creemos. Por favor no creas que porque
no robas, ni matas, ya eres santo. No te engañes. Ten presente
que para estar separado de Dios, sólo necesitas vivir lejos de El, y
esta desgracia puede sucederte con mucha facilidad, si tú no
sientes la verdadera necesidad de vivir en Cristo Jesús, para ser
purificado con su preciosa sangre.
El perdón de Dios es gratis, pero no barato. Costó la sangre
de nuestro Señor Jesucristo.
CAPITULO y
Su O /a ñ g re
Es Sangre que Limpia
"Y he aquí vino un leproso y se postró ante El,
diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús
extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio.
Y al instante su lepra desapareció."
Mateo 8:2,3

uisiera mostrarte, mediante el mensaje de este capítulo,


que a pesar de que los seres humanos nos separamos de Dios, y
caemos en desgracia, El nunca deja de considerarnos sus hijos,
nos llama insistentemente para que volvamos a su redil, y busca
siempre todos los medios posibles para lograr nuestra salvación.
Poseo la enorme bendición de tener tres hijos: Richard Javier,
Richard Gabriel y Rey Emmanuel. Cada uno es muy especial y
diferente de los otros. Entre ellos sucede algo curioso: Gabriel,
el del medio, siempre quiere imitar al mayor que es Richard;
Rey, el menor, quiere hacer lo mismo con Gabriel; así que el
gran reto lo tenemos con el mayor.
Con él hemos conseguido una gran victoria, pues ya está
derechito; pero el segundo tomó la corona, y ahora es el líder
del “terrorismo” en la casa. Si tú le cuentas a cualquier niño la
historia de David y Goliat, lo natural es que simpatice con David,
¿verdad? Pero Gabriel no, pues él quiere ser Goliat, en todas las
ocasiones procura ser el malo de la historia.
Hemos tratado de educarlo de la mejor manera posible, pero
sabemos que hay tendencias heredadas que van de padres a
hijos a través de generaciones; no obstante, algunas veces no
1 107 ]
108 S a lv a c ió n se E sc rib e con S a n g r e

entendemos su comportamiento, y nos preguntamos de d o ^e


salen las tendencias cultivadas, si en casa no se ven películas
violentas ni nada por el estilo. Pero, a pesar de todas las travesi|ras
que hace, lo amamos, porque es nuestro hijo, un hijo especi?l, y
oramos al Señor para que lo guíe.
Hace algunos meses estaba predicando en una iglesia di la
capital de República Dominicana, y me alojaron, junto con mi
familia, en un hotel de la playa de Bocachica. El domingo hebía
por lo menos unas cuatro mil personas bañándose en la playS, y
yo estaba con él, con Gaby, como le decimos cariñosamente y
dos compañeros de trabajo, en la recepción del hotel. M ientas
resolvía algunos asuntos de la estadía en ese lugar, dejé a mi hÜ°
al cuidado de mis compañeros, pero de repente, ellos vinieron a
preguntarme algo; tan pronto los vi a mi lado, sentí terror y les
pregunté: ¿Dónde está Gaby? Sentado allá en la salita, me dijeron
con absoluta seguridad. De inmediato pensé: ¡Sentado! ¿Ac3so
no conozco yo los hierros de mi camión?
Así que rápidamente fui a dar una mirada al lugar, y iTiis
temores se confirmaron: Gaby no estaba. Tratando de imaginar
qué rumbo había tomado, recordé que una hora antes habíanlos
pasado por la piscina, y todas las toallas que vio las arroje al
agua; suponiendo que debía estar por allí cerca, acudí al guardia
de seguridad, quien me aseguró haberlo visto pasar corriendo
hacia la zona de la piscina, por donde se iba directo a la playa.
No te imaginas lo que uno siente como padre en estas
circunstancias; en ese momento, ya tenía un nudo en mi garganta,
y estaba muy angustiado; fui corriendo a la piscina pero no lo vi,
y me dirigí a la playa. Allí comencé a buscar desesperado, recc>rr*
toda la orilla, pero no encontré a mi hijo. Entonces fui y di la
información al equipo de seguridad del hotel, el cual de inmediato
se movilizó en su búsqueda.
Mi esposa estaba en la habitación, así que la llamé p^fa
preguntarle si el niño estaba con ella; eso fue un grave error,
pues se angustió demasiado ya que Gaby no estaba a su ladc>-
Ya habían pasado 30 eternos minutos y el niño no aparecía.
Yo quería llorar, pero no podía, tenía que buscar a £se
muchachito. Entonces fui nuevamente a la playa, y la reco,n'í
S u S a n g r e e s S a n g r e q u e L i mpi a 109

casi toda; llegué a un sector propiedad de otro de los hoteles, y


allá, junto a la orilla, vi a mi hijo jugando con arena, como si todo
estuviera bien, sin preocuparse por nada.
Me acerqué y me senté a su lado. El me miró, me dijo: hola
papi, y siguió jugando con la arena; entonces le pregunté: ¿Por
qué hiciste esto? El desconcertado me dijo: ¿Qué papi? No te
hagas el tonto, pues tú sabes a qué me refiero, dime ¿Por qué te
escapaste? Mi pequeño hijo me confesó que sólo quería jugar en
la playa. Le expliqué que allí afuera había muchos peligros, y
que aun el enemigo podía aprovechar para hacerle daño. Luego
lo tomé, lo abracé y lo besé, y de regreso al hotel, comencé a
llorar porque a pesar del gran susto, ese niño es mi hijo. También
le di su pela cuando llegamos a la habitación, para que entendiera
que el episodio no podría repetirse.
Hijos son hijos, a pesar de todo. A veces ellos no comprenden
el peligro que hay afuera, y no miden hasta qué grado pueden
ser perjudicados al andar por la vida, así no más.
De la misma forma, algunos seres humanos caen en la grave
equivocación de apartarse del Padre, creyendo que están al
control, siguen por la vida cometiendo error tras error sin pensar
en las consecuencias; luego, cuando están en desgracia, sienten
que a Dios no le interesa su suerte, creen que los dejó solos, y
que ya no los mira como sus hijos. Pero lo que más duele, es
cuando algunas personas se nos acercan y nos dicen que las
tragedias que vivimos, nos han venido porque Dios nos está
castigando.
Afortunadamente, la sangre de Cristo es Sangre que limpia,
no importa la condición en la cual los seres humanos se
encuentren. Dios siempre tiene un plan maravilloso para la
salvación de sus hijos. No importa cuánto sufrimiento haya
acumulado una persona, El sabe cómo transformar todo ese
infierno en gloria, y cómo convertir su dolor en alegría.
El hombre del pasaje bíblico con el cual iniciamos este capítulo,
sufría de una enfermedad terrible, quizás la peor de todos los
siglos.
110 S a l v a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

Si haces un recorrido por la historia, notarás que el mundo


ha sido afectado por grandes epidemias; posiblemente algunas
de ellas, por sus características, podrían asemejarse a la
enfermedad que padecía este hombre.
Una de esas epidemias llegó al mundo en los siglos XVIII y
XIX, cuando apareció la conocida enfermedad de la viruela, la
cual en un periodo de cien años, llevó al sepulcro a más de 26
millones de seres humanos. Sólo hasta que el famoso médico
alemán Edward Jenner logró descubrir la vacuna, se controló la
mortandad.
Otra terrible epidemia fue generada por la peste bubónica,
conocida también como peste negra debido a las manchas que
aparecían en la piel de las personas infectadas; esta enfermedad
se presentó a mediados del siglo XIV, y se extendió hasta el siglo
XVII, periodo en el cual murieron unos 27 millones de seres
humanos, y pueblos enteros fueron diezmados.
Los religiosos de la época concluyeron que esta enfermedad
era un castigo divino, debido a que los judíos no habían sido
exterminados de la faz de la tierra; por lo tanto, comenzaron a
matarlos a fin de que la enfermedad desapareciera.
A otro individuo “genial”, se le ocurrió la idea de afirmar que
los herejes protestantes eran los causantes del castigo de Dios
para la tierra, y comenzaron a perseguir y matar a los protestantes
de la época; pero claro, el problema continúo.
Otra persona argumentó que los perros y los gatos eran los
causantes de la epidemia y entonces eliminaron muchos de estos
animales, sin tener en cuenta que con tanta carne para comer,
las ratas podían alimentarse y reproducirse con mayor facilidad.
Tiempo después, se comprobó científicamente que el agente
transmisor de la enfermedad era justamente aquel roedor.
Sin remontarnos a tiempos lejanos, apenas en el año 1918,
surge en un campamento de soldados en Inglaterra, la mortal
epidemia de la influenza Hispánica, matando a 2.500 personas
cada semana. En ocho meses esta enfermedad le dio la vuelta al
mundo entero, quitándole la vida a más de 25 millones de
personas. En ese corto periodo de tiempo, perecieron más
personas que las victimas de la primera guerra mundial.
S u S a n g r e es S a n g r e q u e L i mpi a III

Tal vez las enfermedades mencionadas no signifiquen mucho


para ti por formar parte de la historia, pero hoy, en pleno siglo
XXI, todos conocemos y tememos al virus del sida, debido a que
muchos seres humanos, en todo el mundo, están siendo afectados
y muriendo victimas de esta enfermedad. No sabemos cuántos
millones más irán a la tumba en los años venideros y, a lo mejor,
algunas personas de tu círculo de amigos o conocidos, podrían
estar infectadas sin que ellas ni tú se Hayan dado cuenta.
¿Pero te imaginas qué pasaría si la enfermedad fuese lepra?
Quizás todos saldrían corriendo, ¿Verdad?
¿Sabes? Así pasaba en los días de Cristo; tener esta enfermedad
era una terrible maldición, porque los leprosos eran condenados
a muerte; pero no a cualquier tipo de muerte, sino a la más
terrible: morir en vida. Una persona leprosa, aunque podía
caminar y respirar, estaba muerta, pues ya no tenía sueños, no
había futuro para ella, y el mismo presente era incierto.
La palabra que aparece en la Biblia, del griego “lepros”,
significa azote; por lo tanto, cuando una persona tenía lepra, los
religiosos de la época afirmaban que estaba siendo azotada por
Dios. En consecuencia, el leproso debía abandonar a su familia,
excluirse de la sociedad en la que vivía, e irse a un lugar lejano
especialmente preparado para tales enfermos.
Los leprosos veían sus cuerpos desintegrarse, las partes
sensibles iban desapareciendo, las orejas, la nariz, los párpados,
todo su rostro se desfiguraba hasta convertirse en monstruos.
Poco a poco veían que su vida se les escapaba, pero lo más terrible
no era el hecho de que se estaban muriendo lentamente y de
una manera horrible, sino que debían morir solos, abandonados
por su familia, alejados de la sociedad y, lo peor de todo, debían
cargar la maldición de sentir que estaban siendo victimas de un
castigo de Dios a causa de sus pecados.
El leproso de Mateo ocho, estaba m uriendo física y
espiritualmente; estaba viviendo sin esperanza, miraba hacia el
futuro y lo veía oscuro, y muchas veces llegó al borde de la
desesperación porque no veía solución alguna para su problema.
Pero un día escuchó las palabras de un personaje especial, las
cuales le infundieron esperanza y aliento. Escuchó a Jesús.
112 S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

El encontró lo que probablemente tú necesitas, lo que hace


tanto tiempo vienes buscando, porque es posible que aunque
estés en la iglesia y tengas un buen estatus social o posees muchas
cosas que te hacen sentir “seguro”, cuando miras hacia el futuro,
también lo ves oscuro, te das cuenta de que tu vida no está bien,
y hay un cambio grande que debe ser obrado dentro de ti. Si
ése es tu sentir, necesitas escuchar las palabras de aliento y
esperanza que Jesús está pronunciando.
En el libro El Deseado de Todas las Gentes, se encuentra la
descripción cruda y real de la condición de este hombre:

“El leproso presentaba un espectáculo repugnante. La


enfermedad había hecho estragos; su cuerpo decadente
ofrecía un aspecto horrible. Al verle, la gente retrocedía con
terror. Se agolpaban unos sobre otros, en su ansiedad de
escapar de todo contacto con él. Algunos trataban de evitar
que se acercara a Jesús, pero en vano. El ni los veía ni los oía.
No percibía tampoco sus expresiones de horror. Veía tan sólo
al hijo de Dios. Oía únicamente la voz que infundía vida a los
moribundos.
Acercándose con esfuerzo a Jesús, se echó a sus pies
clamando: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”
DTG. Pág.228.

Este hombre, quien prácticamente estaba al final de su vida,


encontró esperanza cuando Jesús estaba predicando en la
montaña. Algunos decían que era el Mesías, otros, que era un
profeta, pero ciertamente todos coincidían en que Jesús venia
de parte de Jehová; así que, a pesar de lo que estaba viviendo y
de la condición en la cual se encontraba, decidió ir y allegarse a
Cristo.
El mensaje que escuchó aquel día fue muy diferente al de los
dirigentes religiosos, y las palabras que Jesús habló le infundieron
aliento:
S u S a n g r e e s S a n g r e q u e L i mpi a

“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos


es el reino de los cielos.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán
consolación.
Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra
por heredad.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos serán saciados. 4
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordia.
Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a
Dios.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados
hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de
la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. ”
Mateo 5:3-10

Todas esas palabras eran nuevas para aquel hombre, pues


nunca antes las había escuchado. Las personas hablaban de
maldiciones que venían de arriba, en cambio Jesús hablaba de
felicidad y bienaventuranzas.
Las palabras de Cristo se esparcieron por toda la llanura, y
llegaron a oídos del leproso quien sintió renacer la confianza
dentro de su ser, y decidió, ir a Jesús a pesar de que la ley lo
prohibía. Si se acercaba, podrían apedrearlo y quitarle la vida,
pero ¿Qué importaba, si de todas formas estaba muriendo?
Consciente de no tener esperanza, prefirió morir intentándolo.
El leproso hizo un esfuerzo sobrehumano y avanzó para llegar
hasta donde estaba Jesús; cuando ya se encontraba cerca, las
personas se horrorizaron, algunos tomaron piedras para
ahuyentarlo, pero a él no le preocupó, no le importó, pues sólo
miraba a Cristo Jesús, quien podía dar salvación a su alma y
curación a su cuerpo.
Aquí hay una importante lección: el único que puede ayudarte
y darte salvación es Cristo; no mires a quienes te rodean ni a los
114 S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

que te rechazan o condenan, no mires a los que se convierten


en piedras de tropiezo, mira a Cristo, porque la salvación viene
de EL.
Jesús dijo: miradme a mí y sed salvos todos los términos de la
tierra, porque no hay Dios fuera de mí. El es el único Dios
verdadero, el único que puede dar salvación, y así lo entendió el
leproso.
Seguramente en su corazón surgió la duda, y quizás pensó
que si Dios lo estaba castigando no lo sanaría; sin embargo, a
pesar de ello, se arrodilló y le dijo: Señor, yo sé que tú tienes el
poder, lo siento en mi corazón, y si tú quieres, puedes limpiarme.
Hubo ocasiones en las cuales Jesús puso a prueba la fe de las
personas, pero, en el caso del leproso, sabiendo que lo único
que había en el corazón de este hombre, era una ausencia total
de conocimiento respecto al amor maravilloso de Jehová,
solamente le dijo: “Quiero; sé limpio” y, al instante la lepra
desapareció, quedando su piel limpia como la de un bebé.
Imagínate la escena cuando llegó a su casa, transformado y
buen mozo como nunca antes; probablemente su esposa se
desmayó de la emoción al contemplarlo vuelto a la vida después
de sufrir su mortal destierro; seguramente sus hijos sintieron una
felicidad indescriptible, al ver que aquel que les había sido
arrebatado por la supuesta crueldad de Dios, ahora estaba de
regreso, con un cuerpo limpio y renovado, emanando de su rostro
una paz que venia del alma, y gozando de la sanidad de Jehová,
como un testimonio maravilloso del poder del Dios de Israel.
Cuando tú vienes a Cristo Jesús, El transforma completamente
tu vida, sin importar cuán destrozada esté, ni cuán profundo
hayas caído en el pecado. Si pides ayuda al Dios todopoderoso,
El no solamente te la brinda, sino que te da una vida mil veces
mejor que la que tienes.

“La obra de Cristo al purificar al leproso de su terrible


enfermedad es una ilustración de su obra para purificar el
Su S a n g r e es S a n g r e q u e Limpia

alma de pecado. El hombre que se presentó a Jesús estaba


“lleno de lepra.” El mortífero veneno impregnaba todo su
cuerpo. Los discípulos trataron de impedir que su maestro le
tocase; porque el que tocaba un leproso se volvía inmundo.
Pero al poner su mano sobre el leproso, Jesús no recibió
ninguna contam inación. Su toque impartía un poder
vivificador. La lepra fue quitada.
Así sucede con la lepra del pecado, que es arraigada,
mortífera e imposible de ser eliminada por el poder humano.
“Toda cabeza está enferma y todo corazón doliente. Desde la
planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa ilesa, sino
herida, hinchazón y podrida llaga. Pero Jesús, al venir a morar
en la humanidad, no se contamina. Su presencia tiene poder
para sanar al pecador. Quien quiera caer a sus pies, diciendo
con fe: “Señor, si quieres, puedes limpiarme,” oirá la respuesta:
“Quiero; sé limpio.””
DTG. Pág. 231

Jesús sigue limpiando leprosos hoy. Probablemente te sentías


limpio antes de leer este libro, pero ahora te das cuenta de que
también estás contaminado y enfermo de lepra; no una como la
que tenía aquel hombre, sino una lepra espiritual. Pero no temas,
tú eres un hijo de Dios, y un hijo para Dios es un hijo, no importa
que sea bueno o malo, pues a El no le interesa clasificar a sus
hijos entre los que se portan bien y los que se portan mal. Es
verdad que Dios siente satisfacción cuando un hijo es obediente
a sus mandamientos, pero Dios no deja de llamarte hijo a pesar
de que seas desobediente.
Los seres humanos han presentado a Dios como si fuera un
ogro, porque nosotros somos así. Cuando un hijo se comporta
de una manera inadecuada, normalmente utilizamos métodos,
también inadecuados, para resolver el problema. Con Dios, el
asunto es diferente.
Los dirigentes religiosos le dijeron al leproso que lo que él
estaba viviendo era un castigo de Dios por sus pecados. ¡Que
crueles suelen ser los seres humanos! He visto personas viviendo
116 S a l v a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

m omentos difíciles, y los hermanos en la fe, quienes


supuestamente tienen un concepto más claro del significado de
la gracia de Dios, se les acercan para “consolarlos”, diciéndoles
que tienen que cambiar su estilo de vida, pues lo más probable
es que Dios los está castigando por algún pecado oculto que
tienen. Estas personas desenfocadas no perciben el profundo
dolor que sienten los demás, y añaden otro, haciéndoles creer
que es Dios quien los está castigando.
Satanás, en cambio, aparece como un súper héroe, porque
hace ver a Dios como quien castiga, maldice, mata y ocasiona
todo lo malo que sucede en este mundo. Si te rompes una pierna,
es Dios quien te castigó. Si a alguien le da cáncer, es castigo de
Dios. Perdóname, pero si te da cáncer porque llevas 20 años
fumando, ¿Con qué coraje te atreves a decir que es Dios quien
te está castigando? O si una persona ha estado tomando licor
durante años y muere de cirrosis, entonces, ¿Fue Dios quien lo
castigó? No; todo es un resultado natural de lo que sembraron.
No podemos culpar a Dios de nada. Lo que debes entender
es que, fuera del cerco protector de Jehová, el enemigo puede
hacer lo que quiera contigo; pero, si te mantienes dentro del
cerco, Dios puede hacer cosas maravillosas por ti.
Ojalá comprendas que Dios no es como el mundo lo
presenta. Para conocer a Dios necesitas relacionarte con El de
manera personal. No te bases en lo que dice un predicador, no
te preocupes por saber lo que dice la iglesia, no te afanes en
buscar lo que los teólogos están diciendo acerca de Dios, no
fundamentes tu creencia en lo que otras personas quieren hacerte
entender con relación a Dios; debes ir tú mismo directamente a
la Palabra.

Dios está diciendo: mírame a mí, no tienes que buscar


intermediarios, puedes venir confiadamente a mi trono de gracia,
y siempre hallarás oportuno socorro de mi parte. Dios está
esperando que llegues a ser su amigo especial, para que unidos,
siendo una sola carne, viviendo en unidad completa y en
comunión intima, cuando la gente te mire, pueda ver el amoroso
rostro de Cristo plasmado en ti.
S u S a n g r e e s S a n g r e q u e L i mp i a //'/

Cada vez que pienso en la historia del leproso, es inevitable


que llegue a mi mente el recuerdo de Brunilda, una mujer cuya
vida quiero compartir contigo. Su historia es una de las más
increíbles que he conocido.

Aquella jovencita se fue de su casa a los 16 años de edad,


buscando el sueño que toda muchacha de esa edad anhela:
conseguir un príncipe azul quien le brindara la posibilidad de vivir
en un hogar que fuese un pedazo de cielo. En muy corto tiempo,
encontró al hombre de sus sueños y le fue a vivir con él.
Durante los primeros ocho meses todo fue maravilloso, y
parecía que su anhelo dorado estaba siendo realidad; se sentía
como una reina, en comparación con lo que había vivido en su
casa paterna, donde su papá la maltrataba físicamente.
Al quedar embarazada de su primer hijo, su cuerpo cambió,
ya no era tan atractivo como antes, y este hombre en su ignorancia
comenzó a golpearla. Una vez más estaba viviendo la amarga
experiencia de sentirse maltratada. Desde ese momento se vio
sometida a un sin número de humillaciones, a tal punto que su
esposo llegó a llevar otras mujeres a la casa donde ellos vivían;
Brunilda, sin más alternativa que soportar, estuvo viviendo en
esa situación por algunos años, durante los cuales tuvo varios
hijos. Cuando entendió la necesidad de un cambio en su vida,
empacó sus cosas y se marchó de la casa.
Tratando de demostrarle a su esposo que aún era atractiva,
buscó la manera de atraer a otros hombres. Para lograrlo fue a
diferentes bares y lugares de mala muerte en los cuales se
embriagaba, cada vez con más frecuencia, hasta que se convirtió
en una completa alcohólica.
Sumergida en el vicio del alcohol, y a fin de sostener los gastos
que ello implicaba, conoció y se asoció con los peores criminales
de su ciudad, los cuales aprovecharon su juventud y belleza física,
y la utilizaron para cometer diversos delitos. La convirtieron en
señuelo, ubicándola en lugares estratégicos de la ciudad y en las
autopistas, y cuando alguien le hacía propuestas o le ofrecía ayu< la,
ellos aprovechaban y atracaban al incauto.
Uno de los momentos más oscuros en la vida de esta mujer,
tuvo lugar en su propio barrio: una noche dos de sus amigos
118 S a l v a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

trataron de asaltar a otros dos hombres pero, para su sorpresa,


uno de ellos era un cinturón negro de Kárate, así que pudo
defenderse muy bien, hasta que en un momento resbaló y cayó
contra la esquina de la calzada cerca de donde ella estaba; para
salvar a sus amigos, le propinó una puñalada y lo mató.
Aquella muchacha tierna se convirtió en un monstruo. Cada
vez que se emborrachaba quebraba las botellas de licor, y cortaba
su cuerpo con los vidrios. Parecía burlarse de la vida cuando
sonreía viendo brotar la sangre de sus heridas, pero lo que hacía
era transmitir a sus seres queridos el dolor que ella sentía.
Su vida se fue desmoronando poco a poco. Pasado algún
tiempo tuvo la oportunidad de ir a Puerto Rico, y realizó el viaje
en una de esas pequeñas e inseguras embarcaciones llamadas
yolas; en la isla se volvió adicta a las drogas. De Puerto Rico se
fue a los Estados Unidos, se radicó en una populosa ciudad, y allí
se unió a una banda de asaltantes. En aquel lugar vio cómo sus
compañeros asesinaron a una pareja de esposos; en el lugar del
crimen estaba también una hermosa niña de tan sólo cinco
años de edad, la cual, recordándole a sus hijos, hizo renacer en
ella sus sentimientos de madre; por esta razón, pidió a los
homicidas que no la mataran pero uno de los hombres dijo que
no debían dejar ningún testigo, y le quitó la vida a la criatura.
Brunilda no resistió este acto salvaje, se llenó de ira y amenazó
con denunciarlos a las autoridades.
En el bajo mundo de la delincuencia, la traición es sinónimo
de muerte; el jefe de la banda interpretó así la reacción y las
amenazas de Brunilda, y dio orden de eliminarla. Llegado el
momento, cuando el encargado de ejecutar la sentencia estaba a
punto de hacerlo, uno de sus compinches la defendió,
argumentando que ya llevaba un buen tiempo trabajando con
ellos, por lo cual no la creía capaz de denunciarlos. Finalmente
decidieron darle una buena paliza para aleccionarla. La tremenda
golpiza que le dieron la dejó casi muerta y recluida durante tres
meses en el hospital. Cuando le dieron de alta, sus hermanas la
recogieron y la enviaron a su país natal.
Al llegar a República Dominicana, encontró que dos de sus
hijos eran Adventistas del Séptimo Día, así que para no darles
S u S a n g r e e s S a n g r e q u e L impia

una mala impresión, decidió no ingerir nada de alcohol, ni cocaína.


Esa primera noche no se emborrachó, al día siguiente tampoco,
y no usó drogas ni bebió licor por los siguientes 15 días; parecía
que ella misma había logrado dominar el vicio horrible que la
dominaba, pero una noche desapareció de la casa, robó una
gran cantidad de dinero, y se drogó.
Ese fue el comienzo de la pesadilla, parte II, para su familia.
Robaba todo lo que podía para venderlo y conseguir dinero
para la droga. Algo extraño le sucedió: era como si la presencia
del diablo la controlara completamente.
La madre de esta mujer, aparte del dolor físico que le causaba
el cáncer que padecía, murió con el inmenso dolor de ver a su
hija convertida en una drogadicta. La noche de su muerte, el
segundo varón de la familia confrontó a Brunilda, y le dijo que
quien debía haber muerto no era la abuela sino ella.
Esas crudas palabras la llenaron de ira, y le dijo que les iba a
demostrar que usaba drogas y tomaba alcohol, no porque
fuera adicta, sino porque quería hacerlo.
Esta es la parte más tonta de quienes son esclavos de los vicios:
llegan a creer que lo hacen porque quieren, y no admiten su
impotencia para lograr un cambio de vida.
Ella, en efecto, hizo un esfuerzo muy grande para superar la
barrera de los quince días, y logró estar tres meses sin
emborracharse ni drogarse.
Aparentemente el principio bíblico quedó invalidado, “pues
el leopardo sí pudo mudar las manchas de su piel”. Parecía que
aquella muchacha había logrado cambiar el rumbo de su vida,
pero no, fueron falsas ilusiones: El esfuerzo humano sólo duró
tres meses.
Pasado ese tiempo, sus hermanas residentes en Estados Unidos
le enviaron una cantidad considerable de dinero, con el propósito
ayudarle a establecer un negocio familiar. Pensaban que ya había
cambiado, y ahora confiaban en que saldría adelante con su
familia, pero tan pronto llegó el dinero, se acabó el sacrificio. Esa
noche desapareció, tomó todo el dinero, y lo repartió en forma
tal, que cada drogadicto del barrio recibió una porción para
drogarse.
120 S a lv a c ió n se E s c r ib e co n S a n g r e

Dos semanas después apareció un cadáver en la esquina de


la calle ocho del Ensanche Bermúdez. Fue un crimen horrible,
pues el cuerpo presentaba más de veinte puñaladas. Alguien
dijo que esa noche había visto a Brunilda transitar por aquella
calle, y era cierto, así que la llevaron a prisión.
Ella siempre negó haber matado a ese hombre, pero la verdad
es que sí lo hizo, pues según ella confesó antes de morir, la había
violado tiempo atrás.
Ocho meses más tarde la dejaron salir, después de soportar
muchas torturas. Al igual que la mayoría de los convictos que
dejan la prisión, ella salió peor.
En un momento de borrachera y droga, intentó matar a uno
de sus hijos, lanzándole una cuchillada con la cual le atravesó el
brazo. En otro de estos terribles y deprimentes episodios, trató
de quemar la casa en la cual vivía su familia.
Quizás te preguntas por qué registro estos hechos tan
dramáticos, ¿Verdad? Es que la realidad humana es terriblemente
dramática. Y a pesar de esto, y sin que la enorme debilidad del
hombre sea un obstáculo, Dios está pendiente para intervenir en
el momento oportuno.
En el caso de Brunilda, Dios intervino maravillosamente en su
vida. Una noche, cuando inició un ciclo de conferencias en
Santiago, República Dominicana, ella asistió invitada por su hijo.
Aunque para muchas personas, ir a una iglesia es sólo un acto
emotivo o de curiosidad, la realidad es que la presencia de Jehová
está allí; y cuando Jehová se manifiesta en un lugar, todo el que
entra en ese circulo es impactado por su presencia.
Cuando Brunilda entró a la iglesia, quienes la conocían muy
bien se alejaron con temor pensando que algo horrible podía
suceder. Se sentó en el último asiento. Desde ese momento,
cada noche llegó al templo y se ubicó en el mismo lugar.
Finalmente el predicador hizo una invitación para quienes
estuviesen cansados de este mundo, y tuviesen el anhelo de una
vida mejor, a pasar adelante y entregar sus vidas al Señor.
La recuerdo poniéndose en pié, caminando cabizbaja por el
pasillo lateral de la iglesia, con lágrimas en su rostro, las cuales
Su S a n g r e es S a n g r e q u e Limpia

ponían de manifiesto que algo grande estaba ocurriendo en su


vida.
Durante esas dos semanas no había tomado alcohol ni
consumido drogas, y aunque en otras ocasiones ya había
fracasado en el intento, esta vez era diferente porque le estaba
dando la oportunidad a Dios.
Brunilda cayó de rodillas como diciendo: Señor, aquí está lo
que queda de mí; si hay algo que puedas hacer por mí, por favor
hazlo. En ese mismo instante Jesús extendió su mano maravillosa,
la misma que extendió para tocar al leproso, y la tocó diciendo:
Hija mía, claro que quiero; sé limpia. El milagro se produjo y, al
instante, su enfermedad de pecado desapareció. Dos semanas
después aquella mujer, renovada por Jesús, fue bautizada en la
iglesia Adventista del Séptimo día.
Las personas pueden contradecir la lógica de lo que tu dices.
Pueden contradecir los argumentos teológicos que presentas. Pero
lo que tu has vivido, eso no lo pueden contradecir.
El 16 de Enero de 2004, a la edad de 49 años, Brunilda
murió. Tuve el privilegio de estar con ella la última semana de su
vida, y de predicar en su servicio fúnebre, porque, a pesar de
todo lo que ella fue, su historia es especial para mi, pues, Brunilda
era mi mamá, la mujer que me trajo a este mundo. Yo agradezco
a Dios, por haberme dado la oportunidad de llevar a mi madre a
los pies de Cristo Jesús.
Doquiera yo predique, contaré su historia, porque así me lo
pidió antes de morir.
Siempre voy a decir que Jesús es poderoso, y que puede
cambiar tu vida sin importar lo que hayas vivido. No predico
porque lo escuché de alguien, o porque lo leí en algún libro; lo
hago porque fui testigo de cómo Dios transformó la vida de mi
madre, tuvo caídas, en momentos desanimo, pero cuando llego
el final, Jesús fue el gran vencedor. Lo creo de todo corazón,
porque sé que su sangre puede limpiarte de todo pecado.
Mi mamá murió víctima de la terrible enfermedad del sida.
Tristemente, cuando Dios la llamó por primera vez ella no quiso
aceptar; tiempo después la llamó de nuevo, y tampoco escuchó
122 S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

su voz. Y aunque no llegó a Jesús por causa de la enfermedad


que tenia, sino porque aceptó sinceramente el mensaje de
salvación, tuvo que hacerlo cuando ya su vida estaba destruida.
De la misma forma, hay muchas personas que rechazan el
llamado de Jesús, pensando que tienen el mundo por delante, y
suficiente tiempo para esperar. Si éste es tu caso, quiero que
pienses que igualmente vendrás, pero tal vez lo hagas con tu
cuerpo destrozado y con tu futuro cicatrizado por los errores del
pasado.
Hoy puedes entregarte así como estás, y Dios obrará grandes
cosas en tu vida. Jesús te promete un futuro glorioso, y todo lo
que tienes que hacer es decirle Sí, sin importar lo que hayas
vivido hasta ahora, o cuál es la historia que hay detrás de tu
nombre. Lo que importa es que Dios te ama tal y como eres, y
El puede borrar tus pecados sin tener en cuenta qué tan oscuros,
tan sucios o tan negros hayan sido; te ama de tal manera, que
por más contaminada que haya estado tu vestimenta, El la puede
transformar en la más pura, limpia y blanca. Ese es el milagro
que Dios quiere hacer por ti.
Te invito a que le entregues tu vida, rota como está, para que
El la restaure. Dale tus sueños malogrados para que los
transforme. Jesús quiere obrar un milagro en tu vida, quiere
tomar tu corazón, El sabe cuánto has sufrido y cómo te encuentras
en este momento.
El conoce todo lo que hay en tu vida, y te quiere sanar.
Cuando no entiendo a ios
"Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios, mas las
reveladassonpara nosotrosy nuestroshijos para siempre, para
que cumplamos todas las palabra de esta ley."
Deuteronomio 29:29

i (^u án to s momentos difíciles e incomprensibles has


enfrentado en tu vida? La mía también ha estado salpicada de
duras experiencias, las cuales me llevaron a escribir las líneas de
este capítulo. Probablemente te identificarás con su contenido,
ya que las situaciones que sirven de inspiración no han cambiado:
cada día encuentro personas que están pasando por las mismas
experiencias que yo he vivido.
El Dios todopoderoso permite y hace cosas, en ocasiones,
inexplicables para nosotros. Al no comprenderlo lo juzgamos y
llegamos a condenarlo; incluso, en diferentes circunstancias he
escuchado a personas maldecir el nombre de Dios al no entender
el porqué de lo que sucede.
Hace apenas algunos años, en El Salvador, un terremoto acabó
con la vida de cientos de personas. Cuando sucedió esta tragedia,
tuve la oportunidad de leer un periódico de ese país, el cual
decía: “¡Dios, no nos castigues más!”
Cuando sucedieron los terribles hechos en el World Trade
Center, el fatídico 11 de Septiembre de 2001, muchas personas
preguntaron: Dios mío ¿por qué?...

1 123 ]
124 S a lv a c ió n se E s c r ib e co n S a n g r e

Hay un principio que no falla, y tú debes tenerlo claro en tu


mente: Dios no puede hacer mucho por ti, si estás fuera de su
perímetro. Dios no puede proteger tu vida, no puede proteger tu
hogar, más aún, Dios no puede proteger tu nación, si en ese
lugar no le están dando el sitio que le corresponde.
La palabra de Dios es muy clara con este principio que
aparece en el libro de Gálatas 6:7:

“No os engañéis, nadie puede burlarse de Dios. Todo lo


que el hombre siembre, eso también segará. ”

Una ley de la Física, la tercera ley de Newton, nos dice: “A


toda acción corresponde una reacción de la misma intensidad,
pero en dirección contraria.”
En consecuencia, si tú siembras cosas buenas, se espera que
coseches cosas buenas. Pero cuando no siembras cosas buenas,
es natural que coseches cosas que no son buenas.
Cuando echas un vistazo a los lugares afectados por grandes
tragedias, podrías preguntarte: ¿Será cierto que Dios está
castigando? o ¿puede Dios proteger una nación, ciudad, o familia
que se encuentra fuera de su cerco protector?
¿Cómo podía Dios proteger la ciudad de Nueva York? ¿Cómo
podía proteger el condado de Manhattan, cuando en el mismo
lugar en el que las torres se desplomaron, cada noche, en toda
esa zona se encontraban cientos, miles de personas, echando
por tierra todo vestigio de la imagen de Dios, y deshonrándolo
de la manera más terrible? ¿Cómo puede Dios proteger una
ciudad en la que cada día se masacran y asesinan muchas
personas de diferentes maneras y sin escrúpulos? ¿Cómo puede
Dios proteger a un pueblo que lo ha dejado de lado utilizando su
propia fuerza para cumplir con “supuestos” ideales?
Todas estas preguntas solamente alcanzarán respuestas en
forma individual. Necesitamos conocer a Dios para poder
entenderlo: si no lo conocemos, no podremos entender por qué
actúa como actúa. Y si aun conociéndolo no pudiésemos
entender, estaríamos dispuestos a seguir confiando, porque
tenemos la certeza de que El es digno de confianza.
C u a n d o n o E nti en do a D ios

Para comprender mejor este capítulo, volvamos a ver el


principio de siembra cosecha que La Palabra de Dios nos presenta
en Gálatas 6:7. “Lo que tú siembres, eso también cosecharás.”
En tu relación con Dios, si siembras fidelidad, cosecharás
fidelidad. En la cita de Daniel 3:15-18, podemos ver hasta dónde
cumple Dios con este principio; lee tú mismo lo que dice este
relato bíblico:
*
“Ahora, al oír el son de la bocina, la flauta, el tamboril, el
arpa, el salterio, la zampoña y todo instrumento musical, ¿estáis
prestos a postraros y adorar la estatua que levanté? Porque si
no la adoráis, en esa misma hora seréis echados en un horno
de fuego ardiendo. ¿Y qué dios os librará de mis manos?
Sadrac, Mesac y Abednego respondieron al rey
Nabucodonosor: acerca de esto, no necesitamos responderte.
Nuestro Dios, a quien honramos, puede librarnos del horno
de fuego; y de tu mano, oh rey, nos librará.
Y aunque no nos librara, sepas, oh rey, que no adoraremos
a tu dios, ni la estatua que has levantado. ”

Esos muchachos eran valientes. Atreverse a decirle en su cara,


al monarca más poderoso de la tierra en ese momento, que no
iban a adorar la estatua que él había levantado, era un
atrevimiento, un desafío, y significaba muerte segura. ¡Y miren
qué palabras utilizaron!:

“Rey, el Dios a quien nosotros honramos, puede librarnos


del horno de fuego ardiente, y de tu mano nos librará. ”

Esa fue una impresionante manifestación de fe. ¡Qué


seguridad y qué clase de confianza! Pero hubo más fe aún en la
segunda expresión:
“y aunque él decidiese no librarnos, aunque él deje que
nos quemen vivos, no adoraremos a la estatua que has
levantado.”
126 S a l v a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

En otras palabras, nuestra fidelidad a Dios es incondicional.


Somos fieles a Dios no sólo por las cosas buenas que nos da y
por los favores que de su mano hemos recibido o porque El nos
ha rodeado de cosas buenas... ¡Somos fieles a Dios,
incondicionalmente!
El rey se enojó y ordenó que los arrojaran al horno que había
sido calentado siete veces más de lo normal. El monarca esperaba
que los cuerpos fueran consumidos al instante, pero ¡no!, allí
estaban paseándose; porque el Dios de ellos había venido a
visitarlos. Dios estaba con ellos. Y allí, caminando, dialogaban.
Cuando el rey los vio, tembló. Tú conoces el resto de la historia:
los muchachos salieron ilesos.
¿Crees que Dios pudo haber evitado que los arrojaran al
horno de fuego? ¡Claro que si! Pero no lo hizo porque ésa es la
manera misteriosa como El trabaja.
Dios pudo evitar el fuego en tu vida y no lo hizo. Dios, en
más de una ocasión, pudo evitar esas pruebas por las cuales tuviste
que pasar, o aun, las que estás pasando hoy mientras lees las
páginas de este libro, pero no lo ha hecho. ¿A veces te sientes
abandonado? ¿Sientes que no le importas a Dios porque
permitió el fuego? Mi querido amigo o amiga, el fuego no es
una maldición cuando Dios lo permite. Cuando Dios deja que
el fuego venga a tu vida está cumpliendo un propósito contigo,
te está preparando para tiempos mejores, te está moldeando
para experiencias más grandes y plenas. Si te atreves a confiar en
El, la prueba va a ser una gran bendición para tu vida. Los jóvenes
hebreos lo entendieron así y por eso fueron fieles. ¡Y Dios fue
fiel con ellos!
En el capítulo seis del mismo libro, aparece un episodio de la
vida de Daniel. El relato cuenta que se dio un decreto para
todos los habitantes del reino de Babilonia, gobernada en ese
momento por el rey Darío de Medo Persia. Dicho decreto
ordenaba que cualquier petición sólo se podía presentar al rey;
si alguien pedía a otro monarca o dios, debía ser castigado siendo
arrojado al foso de los leones. Daniel era fiel a Dios, y tres veces
C u a n d o n o E n t i e n d o a D i os

al día oraba públicamente en su ventana, mirando hacia Jerusalén,


lugar en el cual estuvo el Santuario terrenal.

Al ser emitido el decreto, Daniel pudo haberse escondido en


su habitación para evitar problemas y no arriesgar su vida, así
como quizás tú lo haces a veces, cuando encontrándote en un
ambiente que no te es propicio, tratas de encubrir el compromiso
que tienes con Dios; te atreves entonces a participar en cosas en
las cuales tú sabes que no debes estar, y escondes tu relación
con Dios para no hacer el “ridículo”.

Pero Daniel dijo, ¡no! él seguiría siendo fiel a Dios. Si lees el


versículo 22, podrás ver las consecuencias de todo lo sucedido.
Finalmente lo arrojaron a los leones, pero cuando Daniel estaba
en el foso, Dios envió a su ángel para que lo librara de las fieras;
entonces dijo Daniel al rey:

“Mí Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones,


para que no me hicieran daño, porque ante El fui hallado
inocente, y aun delante de ti oh rey, yo no he hecho nada
malo. ”

Daniel fue fiel a Dios, y se cumplió nuevamente el principio.


Hasta aquí todo está bien. El otro lado de la moneda es el que
nos complica el panorama: Alrededor del año 650 D.C. en la
ciudad de Toro, España, vivieron Antonio Herrezuelo y su esposa
Doña Eleonor de Cisneros. Fieles a Dios, comenzaron a predicar
y proclamar el evangelio. Pregonaron que la salvación viene por
la fe en Cristo y no por las obras; enseñaron que había un sólo
mediador entre Dios y el hombre, Jesucristo, y por lo tanto ningún
hombre podría pretender ocupar ese lugar, ningún otro santo
podría interceder ante Dios por el hombre; Jesús estaba allí para
representarlo como su abogado.
128 S a lv a c ió n se E sc r ib e con S a n g r e

Cuando la iglesia de la época entendió el problema que ellos


representaban para sus doctrinas equivocadas, los apresaron,
los encerraron en celdas separadas y los mantuvieron aislados
por un periodo de dos años, durante los cuales, los sobornaron,
los torturaron e hicieron hasta lo imposible para conseguir que
delatasen a quienes habían aceptado el evangelio a través de su
predicación. Con Antonio no consiguieron nada, pero Eleonor
cedió y aceptó entrar en un proceso de penitencia en el cual
estaría recuperándose de las doctrinas “diabólicas” que según
ellos, había recibido de la Biblia.
Ahora ella estaba vestida de penitente como testimonio de
que había abandonado su posición de hereje; entretanto, su
esposo, quien se mantuvo fiel, fue condenado a muerte. Llegó
el día de la ejecución: todos los que serían quemados en la
hoguera comenzaron a caminar por aquella calle angosta; a un
lado y al otro estaba la multitud aplaudiendo y gritando por el
“gran” evento que iban a presenciar.
En un costado, entre la muchedumbre, estaba Doña Eleonor
vestida de penitente. Cuando Antonio Herrezuelo vio a su
hermosa esposa, de veinticuatro años de edad, entre quienes se
habían retractado de su fe, sintió en ese instante lo que no le
haría sentir la hoguera: su rostro cambio, pareció como si le
hubiesen dado una cuchillada mortal, y como si aquello, tan duro
para él, fuera imposible de resistir. Pero no por ello cambió su
decisión. Llegó hasta la hoguera, se encendieron las llamas, y el
cuerpo comenzó a consumirse por el fuego. No podía hablar,
pero su mirada expresaba lo que estaba sintiendo en su corazón,
no por el fuego que estaba quemándolo y consumiendo su
cuerpo a pesar de ser fiel a Dios, sino por el hecho de ver a su
esposa abandonando el camino de la salvación.
Eleonor no pudo olvidar aquella última mirada de Antonio.
Al poco tiempo suspendió su proceso de penitencia y ocho años
después murió quemada en la hoguera.
La historia de Antonio y Eleonor no es un caso aislado; miles
de cristianos fieles a Dios murieron de la misma manera,
sacrificando sus vidas por su fidelidad a Dios.
C u a n d o n o E n t i e n d o a D i os r;<i

La historia cristiana registra el sacrificio de Marcelo, un capitán


de la guardia romana quien entregó su vida a Cristo. El día que
asesinaron a Polio, un niño romano cuya historia es también
admirable, él estaba encubierto entre la multitud que colmaba el
coliseo; cuando vio cómo el niño fue sacrificado, Marcelo se
levantó en aquel mismo lugar y pasó al frente, diciendo: yo
también soy cristiano. Si mi sangre es necesaria para que el
evangelio siga creciendo, entonces 1^ derramo por amor a mi
Jesús. Y así lo hizo.
Después de los intentos de su mejor amigo y compañero de
armas por convencerlo de que se retractara, Marcelo mantuvo
su convicción y siguió adelante; cuando lo llevaron al coliseo
romano ya las fieras habían comido bastante, así que optaron
por quemarlo en la hoguera. Mientras su cuerpo era consumido
por las llamas, él clamó al cielo y gritó con voz potente el nombre
de Cristo, alabando su glorioso nombre.
Quizás al contemplar una escena como ésa, tú puedas
preguntar: ¿Dónde está el Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego?
¿Dónde está el Dios fiel de aquellos que le son fieles? ¿Cuántos
miles y miles de cristianos murieron asesinados? ¿Cuántos fueron
consumidos por las llamas? ¿Cuántos fueron alimento para leones
y tigres? ¿Cuántos de ellos fueron descuartizados? ¿A cuántos los
enterraron vivos? ¿Quieres saber la respuesta?
Dios estaba en el mismo lugar en el que estuvo cuando Sadrac,
Mesac y Abed-nego fueron echados al horno; El estaba en el
mismo lugar en el que estuvo cuando Daniel fue puesto en el
foso de los leones. Dios siempre es fiel. Muchas personas han
abandonado su fe al no entender por qué Dios en un caso salva
y en otro permite la muerte. No te afanes; no todo lo
entenderemos ahora, pero un día le podremos preguntar a El, y
su respuesta siempre será convincente.
Aunque Dios permitió que muchos miles murieran como
mártires, les dio el valor y la fortaleza para soportar el martirio. Y
algo más: en el mismo lugar en el cual los fieles fueron sacrificados,
otros miles se entregaron al Dios por quien aquellos valientes
murieron.
130 S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

La Biblia nos ayuda a comprender más profundamente este


tema. Veamos primero el ejemplo bíblico, y luego voy a tratar de
explicar toda la historia. En Job 1:6-12, leemos el siguiente texto:

“Un día fueron ¡os hijos de Dios a presentarse ante el Eterno,


y entre ellos se presentó también Satanás.

Y dijo el Eterno a Satanás: ¿De dónde vienes? Satanás


respondió al Señor: De rodear la tierra y andar por ella.
Jehová dijo a Satanás: ¿Has visto a mi siervo Job? ¡No hay
otro como él en la tierra! ¡Hombre intachable y recto, temeroso
de Dios y apartado del mal!
Respondió Satanás a Jehová: ¿Teme Job a Dios de balde?
¿No lo cercaste a él y a su familia y a todo lo que tiene?
Has bendecido el trabajo de sus manos, y por eso su hacienda
ha crecido sobre la tierra.
Pero extiende tu mano, toca todo lo que tiene, y verás si
no te blasfema en tu rostro.
Jehová dijo a Satanás: Todo lo que tiene está en tu mano;
pero no pongas ni un dedo sobre él. Y Satanás salió de la
presencia de Jehová. ”

Dios había puesto un cerco alrededor de Job, de su familia y


de todos sus bienes. El, quien era fiel, tenía la garantía de la
protección divina. Cuando Dios pone un cerco sobre tu hogar,
Satanás no puede tocar a tu familia. Cuando Dios pone un cerco
sobre tu ciudad, Satanás no puede tocarla. Cuando Dios pone
un cerco sobre un lugar específico, no hay quien entre. La Biblia
dice que cuando Dios cierra nadie entra, y cuando Dios abre
nadie cierra. Nadie puede ir en contra de lo que Dios hace. La
Palabra es clara: cuando algo así sucede, cuando Satanás puede
tocar, es porque Dios retira el cerco, pero siempre lo hace con un
propósito.
C u a n d o n o E n t i e n d o a D i os 131

Quizás estés pensando ahora en aquellos momentos duros


que has vivido hasta aquí, para los cuales no has encontrado
explicación; tal vez sientas que la vida ha sido muy dura contigo,
y no sabes por qué. Tranquilízate, trata de comprender esta
historia, y sabrás que Dios también tiene un propósito con tu
vida.
Lo que sucedió allí con Job, fue en verdad impresionante;
nota que él no sabía nada de la conversación que hubo en el
cielo. El relato bíblico dice que estando Job en su casa llegó un
siervo y le dijo: señor, estábamos cuidando los bueyes y las asnas,
y de repente vinieron los enemigos, se robaron los animales y
mataron a los criados, y sólo escapé yo para darte la noticia. En
ese momento llegó otro siervo y le dijo en palabras claras y
simples: fuego de Dios cayó del cielo y consumió a todas las ovejas
y a los pastores, y sólo escapé yo para traerte la noticia. Por si
fuera poco, otro vino a decirle: señor, los caldeos se llevaron los
camellos, mataron a los criados a espada, y solamente escapé yo
para darte la noticia.
Job era el hombre más rico, el más grande de entre los
multimillonarios de la tierra, y de repente, en un sólo día lo perdió
todo. No obstante, a pesar de que se quedó sin nada Job se
mantuvo sereno y tranquilo.
Pero el relato continúa: llegó un siervo y dijo: señor, tus hijos...
Cuando aquel hombre mencionó la palabra “hijos”, Job sintió
profundo dolor. “Ellos estaban en la casa del hermano mayor y
de repente vino un viento del desierto y derribó las paredes y
éstas los aplastaron.” Imagínate el sufrimiento de Job en ese
instante, al pensar en la trágica muerte de sus hijos.
¿Qué hubieras hecho tú en el lugar de Job? ¿Qué hace un
padre o una madre cuando su hijo muere antes de tiempo?
¿Qué hiciste cuando perdiste a tu madre, a tu padre, a un ser
querido? ¿Qué hiciste cuando te quedaste sin trabajo, cuando
tuviste un fracaso financiero? ¿Diste bendiciones a Dios por eso?
Nota lo que hizo Job:
132 S a l v a c ió n se E s c r ib e co n S a n g r e

“Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su


cabeza, y se postró en tierra y adoro.
Y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo
volveré allá. Jehová dio, Jehová quitó; sea el nombre de
Jehová bendito.
Y en todo esto, Job no pecó, ni atribuyó a Dios
despropósito alguno. ”
Job 1:20-22

Ahora nota lo que Satanás dijo: él no trajo nada cuando vino


a la vida, se quedó sin nada, no hay problema. Atrévete a tocar
su cuerpo y verás cómo te maldice.

“Y Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano;


mas guarda su vida.
Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a
Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la
coronilla de la cabeza.
Y tomaba Job un Tiesto para rascarse con él, y estaba
sentado sobre cenizas. ”
Job 2:6-8

Y como si todo esto fuese poco, la esposa se le allega y le dice;


“¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios y muérete. ”
Job 2: 9

Este hombre soportó grandes pruebas, por las que tú nunca


has pasado, y dudo que tengas que hacerlo algún día. Y a pesar
de todo, ¡cuán grande fue su integridad!, no atribuyó a Dios
despropósito alguno. Al final de la historia encuentras que Dios
duplicó todo lo que Job tenía. Dios le devolvió los hijos que
perdió, y le dio hijas más hermosas que todas las mujeres de la
tierra. Dios le devolvió lo que permitió que le quitaran.
Algunas veces Job se enojó y le dijo: Señor ¿por qué no
dejaste que me muriera antes de nacer? ¿Por qué no impediste
C u a n d o n o E ntiendo a D ios

que yo naciese? Y Dios lo entendió al igual que te entiende a l¡


cuando a veces estás enojado y confundido, cuando sientes dolor
y reclamas.
Dios te entiende cuando lloras, pues El llora contigo. Pero
Dios quiere que seas paciente esperando y aguardando porque
El tiene una respuesta. Sólo necesitas confiar. El problema está
en nuestra falta de confianza genuina. Y no confiamos, porque
no conocemos a Dios. Pero, ¿cómo lo vamos a conocer si no
tenemos tiempo para El? ¿Y cómo tendremos tiempo para El, si
hay tantas prioridades en nuestras vidas robando el tiempo lindo
que podríamos pasar con Jesús? El trabajo es prioridad, los
estudios se convierten en prioridad. La novia es prioridad, el novio
es prioridad, la esposa, el esposo, los hijos; tantas cosas antes que
Dios. Y así esperas entender cuando vienen las pruebas.
Hay una parte de mi vida la cual no me es fácil contar.
Comencé a buscar a Dios cuando aún era un niño. Siendo
monaguillo de la iglesia de mi barrio, di mis primeros pasos. Conocí
la Biblia y su contenido cuando tenía 13 años, pues asistí a un
ciclo de conferencias en las cuales la estaban estudiando y allí me
prestaron un ejemplar. Así se cumplió en mí lo que dice Juan
8:32:

“Y conocerás la verdad, y la verdad te hará libre. ”

Mis hermanos y yo vivíamos con nuestros abuelos, a raíz de la


separación de mis padres. Allí con ellos, siendo un jovencito, pasé
la parte más dura de mi vida.
Imagínate: había empezado a caminar por el buen sendero,
estaba en la iglesia sirviéndole a Dios, pero la maldición de mi
familia me seguía; mi mamá estaba perdida en las drogas, y para
mí era una experiencia amarga cada vez que la veía en esa
condición, drogada en la esquina del barrio donde vivíamos. Yo
le decía a Dios que por lo menos permitiera que ambas cosas
estuvieran separadas: que ella viviera su vida por allá, y nos dejara
vivir la nuestra, sin cargar con la vida que ella había escogido.
Pero no era así. Cuando llegaba a mi barrio, con mi Biblia en la
134 S a l v a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

mano, ella venía para abrazarme, así, drogada como estaba, y la


gente miraba y se burlaba, pero yo no la podía rechazar. A
veces era duro, pero ¿cómo podía volverle la espalda a mi propia
madre?
Siendo ya un adolescente, en varias ocasiones me sentí
desesperado cuando la vi cometer la locura de cortar su propio
cuerpo y sangrar.
Recuerdo momentos que fueron críticos para mí. En una
ocasión yo estaba en casa de Dennis, un gran amigo. El vivía en
una urbanización cerca de la iglesia, lejos del mundo que yo tenia
que ver en mi barrio; yo estaba en su cuarto cuando alguien
tocó a la puerta. El fue y abrió, volvió a su habitación, sacó
dinero de la billetera y fue a darlo a la persona que había tocado.
Por curiosidad fui a la puerta para ver quién era y me di cuenta
de que era mi mamá, estaba drogada, pidiendo dinero. Fue
algo que me dolió en lo profundo de mí ser. Entonces le reclamé
a Dios diciéndole: “¿por qué eres así? estoy tratando de seguir un
camino distinto, pero tú permites que la desgracia me siga y que
la tragedia de mi familia me acompañe a donde quiera que voy”.
Unas semanas después, casi a las 12 de la noche, llegó mi
mamá con una herida horrible en su cabeza. Intentaron matarla,
y ahí estaba, frente a mí, sangrando. Yo me sentía impotente y
no supe qué hacer. Salí corriendo de la casa, me fui a la autopista
principal de mi ciudad, la cual atravesaba mi barrio, y me arrojé
a fin de que el primer carro que pasara me aplastara, y así acabar
mi aparente pesadilla. Porque ¿para qué seguir viviendo,
queriendo ser bueno, cuando los vientos son contrarios? ¿Por
qué querer servir a un Dios que no te facilita las cosas, a un Dios
que en vez de allanar el camino, te lo pone más difícil?
Sin embargo, para sorpresa mía no pasó ningún carro.
Entonces me senté a la orilla, y le dije a Dios: tú eres muy gracioso.
No me dejas vivir una vida feliz, pero tampoco quieres que me
muera. Y ahí hablamos, dialogamos bastante. Si no me vas a
explicar el porqué, ayúdame a soportar todo lo que viene, y así
fue. Tuve que soportar grandes pruebas en mi vida, y yo fui el
único soporte de mis hermanos, el único amparo aun de mi propia
C u a n d o n o E nt iendo a D ios

mamá, quien luego se bautizó y llegó a ser miembro de nuestra


iglesia.
Por esas cosas de la vida, que uno no sabe si esperarlas o no,
llegué a los Estados Unidos. Dios me había llamado para ser un
ministro, y yo le había dicho que no, porque pensaba que los
pastores podrían tener ropa bonita y un carro, pero no ganaban
suficiente dinero para ayudar a sus familiares y yo necesitaba
tener mucho dinero para sacar a mi familia adelante.
Pensando que yo podía estudiár cualquier carrera, decidí
estudiar Administración de Empresas o Computadoras, y me
propuse ser el mejor en esa área. Entonces Dios sonrió al verme
tan ingenuo y creer que me iba a escapar del plan que El tenía
para mi vida.
Recuerdo especialmente aquella noche cuando fui a dormir
en casa de mi amigo Jonathan y durante la madrugada tuve un
sueño que marcó la diferencia y cambió mi vida para siempre.
Soñé que estaba en el cielo, frente al trono de Dios. Desde allí
salía una luz tan brillante que yo no podía ver a quien estaba
sentado; sólo veía una mano saliendo con una Biblia, la cual me
entregó. El que estaba sentado en el trono me dijo: Predica. Y
leyó un versículo, Apocalipsis 13:10. Yo desperté inquieto, y sentí
como un fuego quemando todo mi ser. Rápidamente busqué la
cita bíblica y cuando leí el versículo, encontré lo siguiente:

“Si alguno ha de ir a la cárcel, a la cárcel irá. Si alguno ha


de morir a espada, a espada morirá. Aquí está la paciente
perseverancia y la fe de los santos.”

Entonces reflexioné y le dije a Dios: Señor ahora comprendo


que tú quieres que me dedique a predicar y a difundir tu
evangelio; está bien, voy a hacerlo. Pero, Señor, el versículo
habla de padecimientos; si es así, por favor ayúdame a perseverar.
Dame la confianza necesaria para soportar las pruebas que
vengan, porque de lo contrario, voy a desfallecer.
Allí mis experiencias y mi vida entera, cobraron sentido. Al
mirar hacia atrás, y ver la desgracia de mi vida, entendí que a
136 S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

través del sufrimiento y de las experiencias amargas que me


habían acompañado, muchas personas se iban a convertir al
evangelio.
Dios quería que yo predicara, pero no un evangelio inventado,
sino un evangelio que conocía, porque era el resultado de la
experiencia misma. Dios quería que predicara un evangelio
verdadero, un evangelio que cambia gente, que transforma
corazones. Y desde ese día hasta hoy, he decidido predicar, y
predicar, aunque tenga que dar mi vida por ello. Cada vez que
veo cómo una persona es transformada por el poder de Dios,
siento una vez más que vale la pena confiar en El.
Aunque no comprendas en este momento lo que está
sucediendo en tu vida, confía en Dios. El tiene un propósito
maravilloso contigo. Ahora es probable que no lo entiendas,
pero lo entenderás después. Lo que Dios quiere es que tú le
tengas confianza. Recuerda que las cosas secretas le pertenecen
a El y las reveladas son para nosotros. Dios quiere que tu vida
sea un instrumento de bendición para aquellos que te rodean y
que a través de ti, mucha gente se salve. El anhela que a través
de la luz de Cristo brillando en tu vida, muchos conozcan la
felicidad. Dios quiere cambiar tu hogar, pero debe comenzar
por ti, cambiando tu vida.
Cuando los cristianos comencemos a brillar con la luz de Cristo,
entonces el mundo entero será iluminado con la Gloria de Dios.
¿Crees que vale la pena confiar en Dios? Yo lo creo y te invito a
confiar plenamente en EL. Verás que tu vida cambiará para
siempre.
CAPITULO

alvación se Escribe
con Sangre
“En quien tenemos redención por medio de su
sangre, la remisión de nuestros pecados"
Efesios 1:7

cX-a historia de este mundo está manchada de sangre. En


todas las épocas, los seres humanos han anhelado conquistar
fama, autoridad y poder; para algunos, la razón de su existencia
es el dinero, y por conseguirlo han derramado mucha sangre.
Nuestra generación ha sido testigo de guerras, terrorismo y
violencia extrema. Hemos contemplado las más crudas escenas
de dolor, al ver niños destrozados por explosiones, familias
desintegradas al perder sus seres queridos en cruentas batallas,
desolación y miseria por los conflictos armados, y sufrimiento
generalizado por asesinatos sin sentido. ¡Cuánta sangre derramada
sin ningún propósito verdadero!
Pero además, en varios lugares del mundo, un sin número de
personas derraman su sangre de otras formas. Ejemplo claro de
ello es lo que pude presenciar el 21 de enero de 1988, estando
de visita en la ciudad de La Altagracia, lugar en el cual se
encuentra la catedral de la virgen del mismo nombre. Según la
tradición, esta virgen es la misma virgen Maria y la que a la vez es
la virgen de Guadalupe, a la cual miles de personas son tan
138 S a lv a c ió n se E s c r ib e c o n S a n g r e

devotas en México; en República Dominicana la llaman así, por


el lugar en el cual ha hecho sus apariciones.
Me causó asombro ver la gran cantidad de personas llegando
al lugar, provenientes de todas las ciudades del país; muchas de
ellas lo hacían de rodillas, dejando a su paso las calles manchadas
de sangre, evidenciando su creencia en que a través de un
sacrificio humano lograrían su salvación.
Esta misma situación se vive en México durante la celebración
de la fiesta de la Guadalupana. Muchas personas hacen lo mismo:
recorren muchas millas, e incluso van de una ciudad a otra de
rodillas, creyendo erróneamente que con su sacrificio están
ganando el favor de la virgen y el de Dios.
Todas estas personas son conscientes de que para que haya
salvación se necesita sangre, pero están derramando la propia
en vano, ya que no es la sangre de un macho cabrío, ni la de
un ser humano pecador la que se necesita, sino la sangre de
Cristo Jesús, la única que garantiza la salvación, porque Salvación
se escribe con sangre: con la sangre de Cristo Jesús.
La Biblia nos muestra cuán poderosa y valiosa fue la sangre
desde el principio de la historia de este mundo.
Cuando nuestros primeros padres, Adán y Eva, pecaron, se
erigió una muralla de separación entre ellos y Dios. La palabra
de Dios dice en el capítulo tres del libro de Génesis, que la
serpiente astutamente le tendió una trampa a Eva, y ella al caer,
inmediatamente pasó de vida a muerte, porque la paga del
pecado es muerte, y la trasgresión de la ley de Dios demanda la
vida del trasgresor.
Posteriormente, cuando Adán comió del fruto prohibido, de
igual forma pasó de vida a muerte. Desde ese instante, por
cuanto pecaron los dos quedaron destituidos de la gloria de Dios.
Ya no podían disfrutar de la presencia de Jehová, ni Dios podía
caminar de la mano con ellos.
A causa del pecado, Adán y Eva se sintieron desnudos y para
cubrir sus cuerpos cosieron delantales con hojas de higuera. Ellos
pretendieron cubrir la desnudez y restituir la gloria perdida con
S a lv a c ió n se E s c r ib e co n S a n g r e

elementos humanos, pero se equivocaron: para eso necesitaban


de un salvador.
Entonces, “Jehová Dios hizo para el hombre y su mujer túnicas
de pieles, y los vistió.”
Evidentemente las pieles que se utilizaron, eran las de un
cordero o tal vez de varios, porque para vestir un hombre del
tamaño de Adán, o una mujer del tamaño de Eva, sólo una piel
de cordero no hubiese sido suficiente. De cualquier forma, lo
importante aquí es resaltar el hecho de que para obtener su piel,
el cordero fue previamente sacrificado; es decir, el cordero murió
para que su piel y su sangre limpiaran temporalmente al pecador.
Aquella sangre fue un anuncio de la sangre del Hijo de Dios,
quien un día vendría y se encarnaría para derramarla en
propiciación por los pecados del mundo, y simbolizó la del único
y verdadero Cordero, el cual fue “herido por nuestras rebeliones
y molido por nuestros pecados”, muriendo en la cruz para que
tú y yo pudiéramos tener vida eterna.
Otro momento trascendental registrado en la palabra de Dios,
es la historia de la liberación de Israel, consignada en el Libro de
Exodo.
En este acontecimiento aparece también el “protagonismo”
de la sangre: cuando Dios fue a libertar a su pueblo, le dio al
faraón de Egipto, una y otra vez, la oportunidad de cambiar su
obstinada posición de impedir la salida del pueblo a presentar
sacrificio a Jehová. Sin embargo, este hombre no cedió, endureció
su corazón, y se opuso abiertamente a la voluntad de Dios. Como
consecuencia, el Señor mandó las plagas una tras otra, hasta
que finalmente llegó la hora de la liberación. Este grandioso
acontecimiento se encuentra registrado en Exodo 12: 3-14, así:

“Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el


diez de este mes tómese cada uno un cordero según las
familias de los padres, un cordero por familia.
140 S a l v a c ió n se E s c r ib e c o n S a n g r e

Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer


el cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán
uno según el número de las persona; conforme al comer de
cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero.
El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis
de las ovejas o de las cabras.
Y lo guardareis hasta el día catorce de este mes, y lo
inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las
dos tardes.
Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y
en el dintel de las casas en que lo han de comer.
Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes
sin levadura; con hierbas amargas lo comerán.
Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua,
sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas.
Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que
quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego.
Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado
en vuestros pies y vuestro bordón en vuestra mano; y lo
comeréis apresuradamente; es la pascua de Jehová.
Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y
heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los
hombres como de las bestias y ejecutaré mis juicios en todos
los dioses de Egipto. Yo Jehová.
Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros
estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en
vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto.
Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta
solemne para Jehová durante vuestras generaciones, por
estatuto perpetuo lo celebraréis”
S a lv a c ió n se E s c r ib e con Sangre

En torno a la historia de la esclavitud de Israel, es importante


comprender que Dios no envió las plagas por un capricho divino;
El lo hizo, porque los egipcios adoraban diez dioses diferentes, y
era tal la confianza depositada en ellos, que Faraón lo desafió al
desobedecer sus designios y hacer evidente su plena
dependencia de ellos.
Dios envió una plaga para humillar a cada uno de los dioses
egipcios y, finalmente, descendió a la^tierra de Egipto.
Al pasar casa por casa, fueron muriendo todos los primogénitos
en aquellas que no estaban manchadas de sangre, según las
instrucciones del Señor. Esta sangre, puesta en los dos postes y
en los dinteles de las casas, representaba a Cristo Jesús; por lo
tanto, era símbolo de salvación. Por ello, una vez más, se reafirma
que Salvación se escribe con sangre.
Observa que desde el Génesis hasta el Apocalipsis, la Biblia
presenta al cordero derramando su sangre. Ese es el patrón
constante que Dios usa, como si hubiese un hilo de sangre uniendo
cada aspecto de la palabra de Dios, en torno a la misión del
Cordero.
La descripción más exacta nos es provista en el libro de Isaías,
en el cual el profeta mesiánico pone de manifiesto a Aquel que
tenia que encarnarse y venir a la tierra a ocupar el lugar de los
seres humanos. Así, el Cordero aunque era inocente moriría
como si fuese culpable. Esa realidad está plasmada en el siguiente
texto:

“Despreciado y desechado entre los hombres, varón de


dolores, experimentado en quebrantos; y como que
escondimos de El el rostro, fue menospreciado y no le
estimamos.
Ciertamente llevó El nuestras enfermedades, y sufrió
nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido
de Dios y abatido.
Mas El herido fue por nuestras rebeliones, molido por
nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre El, y por
su llaga fuimos nosotros curados.
142 S a lv a c ió n se E s c r ib e c o n S a n g r e

Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual


se apartó por su camino; mas Jehová cargó en El el pecado
de todos nosotros.
Angustiado El, y afligido, no abrió su boca; como cordero
fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus
trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca”
Isaías 53:3-7

El profeta escribió de manera exacta, setecientos años antes


de los sucesos, lo que sería la experiencia del Mesías. La raza
humana no ha tenido un personaje más rechazado que Jesús:
cuando llegó a este mundo, el hijo de Dios tuvo que nacer entre
animales, pues no le ofrecieron otro lugar más adecuado; fue
despreciado y desechado por la gente, y en su vida sólo hubo
doce hombres que se atrevieron a dejarlo todo por seguirlo. Aún
hoy, Jesucristo sigue siendo desechado y rechazado por muchas
personas en el mundo entero.
Años más tarde, el profeta Daniel señaló el tiempo cuando
Jesús vendría, “para traer la justicia perdurable, y sellar la visión
y la profecía, y ser ungido como el Santo de los santos” (Daniel
9:24). Dio también la fecha en la cual se quitaría la vida al Mesías
(Daniel 9:26).
Es maravilloso ver en el nuevo testamento el cumplimiento
de estas profecías, pues cuando llegó el tiempo, el Mesías vino a
este mundo a cumplir su misión salvadora. El texto de Juan
1:29 es muy explícito:

“El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He
aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.”

Aquel fue un momento grandioso para Juan el Bautista: frente


a él estaba el Cordero encarnado, quien había venido para salvar
a la humanidad perdida; estaba hablando con el Mesías anunciado
durante casi 4000 años, quien había sido prefigurado por los
corderos que cada mañana y cada tarde derramaban su sangre
S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

en el altar del holocausto; estaba mirando al único que puede


regresar a los seres humanos al lugar de donde vienen, y restaurar
la relación entre el cielo y la tierra. El Bautista estaba en la presencia
de Aquel que poseía el amor necesario, y el poder suficiente,
para unir lo que el pecado había dividido.
Después de ser bautizado por Juan, Jesús comenzó su
ministerio, siendo la mayor bendición para los seres humanos.
El Cordero de Dios, cuya sangre eat sangre que limpia, tocó al
leproso y al instante su lepra desapareció. Ante la multitud
necesitada, oró al Padre, y los peces y los panes se multiplicaron
para alimentar a más de cinco mil personas. El Cordero inmolado
tuvo compasión de la multitud, y sanó a quienes estaban
enfermos. El salvador del mundo se ofreció para que cada ser
humano pudiera ser alimentado con su amor, cuando dijo: Yo
soy el pan vivo que descendió del cielo. El Dios encarnado trajo
alegría y gozo a familias sumergidas en la pena, cuando levantó
del sueño de la muerte a sus amados.
A pesar de todo el bien que hizo, muchos no entendieron la
misión del Cordero quien derramó su sangre para la redención
de sus hijos; por lo tanto no lo aceptaron, y nunca decidieron
entregarle sus vidas.
Sin embargo hubo un momento en el cual los seres humanos
percibieron con claridad la misión que Jesús había venido a
cumplir a este mundo. Ese episodio glorioso se registra en la
Biblia en el libro de San Mateo 21:6 -10;

“Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó;


Y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus
mantos; y él se sentó encima.
Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos
en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las
tendían en el camino.
144 S a lv a c ió n se E sc r ib e c o n S a n g r e

Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaban,


diciendo: ¡hosanna al hijo de Dauid! ¡Bendito el que viene en
el nombre de¡ señor! ¡Hosanna en las alturas!
Cuando entró El en Jerusalén, toda ¡a ciudad se conmovió,
diciendo: ¿Quién es éste?”

¿Puedes imaginarte a toda la gente, niños, adultos, jóvenes y


ancianos, reunidos a lado y lado de la calle, dando hosannas a
quien, poco tiempo después, derramaría su preciosa sangre por
nuestra salvación? El libro Deseado de Todas las Gentes narra
este momento de la siguiente forma:

“Este día, que parecía a los discípulos el día culminante de


su propia existencia, habría sido oscurecido con nubes muy
tenebrosas si ellos hubiesen sabido que esta escena de regocijo
no era sino un preludio de los sufrimientos y la muerte de su
Señor. Aunque repetidas veces les había hablado de su seguro
sacrificio, sin embargo, en el alegre triunfo presente, olvidaron
sus tristes palabras, y miraron adelante a su próspero reinado
sobre el trono de David.
Continuamente se unía más gente a la procesión y, con
pocas excepciones, todos se contagiaban del entusiasmo de la
hora, para acrecentar los hosannas que repercutían de colina
en colina y de valle en valle. El clamor subía continuamente:
“¡Hosanna al hijo de David! ¡Bendito el que viene en el
nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”
Nunca antes había visto el mundo tal escena de triunfo.
No se parecía en nada a la de los famosos conquistadores de
la tierra. Ningún séquito de afligidos cautivos la caracterizaba
como trofeo de valor real. Pero alrededor del Salvador estaban
los gloriosos trofeos de sus obras de amor por los pecadores.
Los cautivos que El había rescatado del poder de Satanás
alababan a Dios por su liberación. Los ciegos a quienes había
restaurado la vista abrían la marcha. Los mudos cuya lengua
El había desatado, voceaban las más sonoras alabanzas. Los
S a l v a c i ó n se E s c r i b e c o n S a n g r e I4ñ

cojos a quienes había sanado saltaban de gozo y eran los más


activos en arrancar palmas para hacerlas ondear delante del
Salvador. Las viudas y los huérfanos ensalzaban el nombre
de Jesús, por sus misericordiosas obras para con ellos. Los
leprosos a quienes había limpiado, extendían a su paso sus
inmaculados vestidos y le saludaban Rey de gloria.
Aquellos a quienes su voz había despertado del sueño de
la muerte estaban en la multitud. Lázaro, cuyo cuerpo se
había corrompido en el sepulcrof pero que ahora se gozaba
en la fuerza de su gloriosa virilidad, guiaba el asna y el pollino
en la cual cabalgaba el Salvador. Muchos fariseos eran testigos
de la escena y, ardiendo de envidia y malicia, procuraron
cambiar la corriente del sentimiento popular. Con toda
autoridad trataron de imponer silencio al pueblo, pero sus
exhortaciones y amenazas lo que hicieron fue acrecentar el
entusiasmo. Temían que esa multitud, por la fuerza del número,
hiciera rey a Jesús. Como último recurso, se abrieron paso a
través del gentío donde estaba el Salvador, y se dirigieron a El
con palabras de reprobación y amenazas: “Maestro, reprende
a tus discípulos”. Declararon que tan ruidosa demostración
era contraría a la ley, y que no sería permitida por las
autoridades. Pero fueron reducidos al silencio por la respuesta
de Jesús: “Os digo que si estos callaren, las piedras clamarían.”
Tal escena de triunfo estaba determinada por Dios mismo”
DTG Pág. 526-527

Qué impresionante fue cuando los gobernantes de Jerusalén


recibieron el informe de que Jesús se aproximaba a la ciudad
con un gran concurso de gente. Ellos no le dieron la bienvenida
al hijo de Dios; por el contrario, salieron con temor a su encuentro,
esperando dispersar la multitud. En el momento en el cual la
procesión estaba por descender del monte de los Olivos, los
gobernantes la interceptaron e inquirieron la causa del tumultuoso
regocijo.
La sierva inspirada presenta éste, como el momento grandioso
en el cual a Jesús se le da reconocimiento público de su condición
de Rey y Salvador, en la siguiente declaración:
146 S a lv a c ió n se E s c r ib e c o n S a n g r e

“Cuando los gobernantes preguntaron: “¿Quién es éste?”


los discípulos, llenos de inspiración contestaron en elocuentes
acordes repitiendo las profecías concernientes a Cristo: “Adán
os dirá que es la simiente de la mujer que herirá la cabeza de
la serpiente.”
Pregúntenle a Abraham quien os dirá: es “Melquisedec rey de
Salem, rey de paz.”
Jacob os dirá: “es Siló, de la tribu de Judá.”
Isaías os dirá: “Emmanuel, Admirable, Consejero, Dios fuerte,
Padre Eterno, Príncipe de paz.”
Jeremías os dirá: “La Rama de David, Jehová Justicia Nuestra.”
Daniel os dirá: “Es el Mesías.”
Oseas os dirá: “Es Jehová, Dios de los Ejércitos: Jehová es su
memorial.”
Juan el Bautista os dirá: Es “El Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo.”
El gran Jehová ha proclamado desde su trono: “Este es mi
hijo AMADO.”
Nosotros, sus discípulos, declaramos: Este es Jesús, el Mesías,
el Príncipe de la Vida, el Redentor del mundo.
Y el Príncipe de los poderes de las tinieblas lo reconoce,
diciendo: “Se quién eres, el Santo de Dios.”
DTG. Pág. 532

Ese Cristo, glorioso y maravilloso vino a la tierra y los seres


humanos, tristemente, no comprendieron su grandeza.
Días después, Jesús estaba en el huerto orando por el
sufrimiento que habría de padecer. Eran tan grande la angustia
a la cual el Hijo de Dios estaba siendo sometido, y el peso de
llevar sobre sí los pecados de toda la raza humana que, el Rey de
Reyes y Señor de Señores, sudaba grandes gotas de sangre; los
vasos capilares de su frente comenzaron a reventarse y el sudor
salía mezclado con sangre. El hijo de Dios estaba padeciendo
tanto, que El mismo le dijo al Padre: “Si es posible, pasa de mi
esta copa, pero si no, entonces que se haga tu voluntad.” El
S a lv a c ió n se E s c r ib e co n S a n g r e

salvador estaba derramando sangre anticipadamente, porque sólo


con sangre hay remisión de pecado.
Mira que irónico: No había pasado aún una semana desde la
entrada triunfante de Jesús a Jerusalén cuando se había exaltado
como rey, y ahora llegaba al huerto una gran multitud
preguntando por El, con palos, piedras y espadas, como buscando
a un criminal, El Santo Hijo de Dios estaba siendo tratado como
un vil malhechor. *
Sin duda alguna, Jesús pudo haberlos exterminado o haber
llamado a toda la hueste angelical para que vinieran a defenderlo,
pero no lo hizo, todo lo contrario, se sometió a sus perseguidores.
El gran Jehová, Aquel quien había venido como Salvador, se
sometió bajo aquellos a quienes vino a salvar, ¿y sabes por qué
lo hizo? Por una sola razón: Por amor, porque El sabía que por
su muerte, tu podrías tener salvación.
Cuando lees en la palabra de Dios la historia del sacrificio más
grande que se ha visto, no sólo en este mundo, sino en todo el
universo, tu corazón se enternece porque hubo sangre inocente
derramada. San mateo 27:45-50 dice:

“Y desde la hora sexta hubo tinieblas en toda la tierra hasta


la hora novena.
Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo:
Eli, Eli, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por
qué me has desamparado?
Algunos de los que estaban allí decían, al oírlo: A Elias
llama éste.
Y al instante, corriendo uno de ellos, tomó una esponja, y
la empapó de vinagre, y poniéndola en una caña, le dio a
beber.
Pero los otros decían: deja, veamos si viene Elias a librarle.
Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó
el espíritu. ”
148 S a l v a c ió n se E s c r ib e c o n S a n g r e

Tres años después de ser bautizado, el Hijo de Dios estaba


siendo clavado en una cruz. A pesar de ser el gran Yo Soy, se
entregó en la cruz del calvario. Allí estaba el Todopoderoso, sujeto,
levantado en esa ignominiosa cruz, la cual era ajena, pues era la
cruz de Barrabas, un terrible asesino. Así, en la cruz de un
criminal, Jesús derramó su sangre, siendo inocente, para pagar
el precio de tu salvación y de la mía.
Llama la atención en la escena de la cruz, el enorme contraste
entre dos grupos opuestos: de una parte, quienes percibieron lo
sublime, santo y sagrado de aquel momento en el cual el Hacedor
de todo el universo, quien sustentaba la tierra y todo lo que tenía
vida en ella, era crucificado, desnudo, para vergüenza de toda la
creación y del cielo, muriendo como víctima de las mismas criaturas
que El había creado.
En aquel momento, el Padre celestial y su hueste de ángeles
velaron su rostro, la naturaleza se tornó opaca, y el mismo sol se
oscureció, como si no quisiera ver la vergüenza a la cual había
sido sometido su creador.
Por otro lado, los soldados echando suertes sobre la túnica de
Jesús, para ver quién se quedaba con ella, los sacerdotes que
aborrecieron al salvador y la multitud enceguecida.
Es probable que en algún momento de tu vida hayas
menospreciado el sacrificio de Dios, tal vez no jugando dados,
pero sí evadiendo los compromisos con El, pretendiendo que
Dios vaya por un lado y tú por otro, viviendo según tus criterios,
y probando las cosas que tú quieres, aun sabiendo que a El no le
agradan.
Es posible que asistas a la Iglesia, pero, a pesar de ello, tu
mente no esté en ese lugar. Hasta podría sucederte que vayas a
la iglesia para adorar a Dios, pero realmente al único que estés
adorando sea a ti mismo. Desconozco cuál es tu experiencia,
pero mi deseo y oración es que, al finalizar este capítulo, puedas
sentir en tu corazón que verdaderamente Cristo es el Hijo de
Dios, tu Salvador y Redentor.
Cuando Pilato puso a Cristo delante de la muchedumbre, le
dio a escoger entre el Salvador y Barrabás. Este hombre era un
S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

criminal, símbolo del pecado, y representante de Satanás. Sin


embargo la multitud clamó: ¡suéltanos a Barrabás!
E.G.White en su libro El Deseado, dice que había demonios
encarnados mezclados con la muchedumbre, los cuales gritaban
e instigaban a los demás a gritar: ¡crucitíquenlo! Así, al inocente,
al Santo Hijo de Dios, a quien vino a salvar la raza humana, su
propia gente lo mató.
De igual manera, como aquella multitud, hoy tienes la
oportunidad de decidir a quién quieres como rey, a Cristo o a
Satanás. ¿A quién vas a escoger?
No lo hagas a la ligera, porque tu decisión es para muerte o
para vida. Pero si escoges a Cristo, es para entregarle tu vida
entera, no una partecita de ella, porque tu salvación, Jesús la
escribió con su sangre.
Tal vez es algo difícil de comprender, pero voy a tratar de
explicártelo: cuando estudiaba Teología en la Universidad
Adventista de Mayagüez, Puerto Rico, asistí a una clase en la cual
comprendí el principio impactante del pacto de sangre en la
antigüedad.
En aquel tiempo no había notarios públicos que autenticaran
documentos, y los pactos se sellaban con la sangre de un cordero.
Los interesados buscaban unos cuantos testigos, y en su presencia
cortaban el cordero por el torso, y luego pasaban por en medio
del animal. De esta forma los testigos confirmaban que se había
llevado a cabo un “Berit”: el pacto había sido sellado con sangre.
Si uno de los dos violaba el acuerdo firmado, la ley le daba al
otro el derecho de buscar a los testigos, conseguir al violador del
pacto, y quitarle la vida.
Pues bien, es exactamente a través de un pacto como Dios
mira la raza humana. Nuestro Creador hizo al principio un pacto
de fidelidad con los seres humanos: el hombre se gloriaría de
todo cuanto Dios le había concedido, y sería señor de toda la
tierra, con la única condición de serle fiel y obediente.
Infortunadamente el hombre violó ese acuerdo, y como
consecuencia le correspondía morir. Pero aquí está la parte
maravillosa: aunque fuimos nosotros quienes violamos el acuerdo,
150 S a l v a c ió n se E s c r ib e c o n S a n g r e

y nos correspondía recibir el castigo, Dios nos ama tanto que se


puso en nuestro lugar para recibir el castigo de nuestra paz.
Los clavos que nos correspondían serían para El, los latigazos
los iba a soportar El, y finalmente recibiría la muerte que tú y yo
merecemos, para que podamos tener vida eterna.
Fue así como Jesús vino y derramó su sangre, y hasta hoy
sigue siendo derramada, para perdón de los pecados de quienes
creen en El.
Dios entregó su vida por ti, no derramó su sangre en vano, lo
hizo porque estaba seguro de que tú lo ibas a recibir como
Salvador, y su sangre seria poderosa para salvarte.
Hace catorce años yo no entendía realmente lo que era la
cruz, ni lo que fue el sacrificio del hijo de Dios. Pero un día
escuché a una joven predicadora contar esta historia y desde ese
instante comprendí de manera sencilla lo que aconteció en la
cruz del calvario
Sucedió en una escuela de campo en la que no había orden
ni disciplina. En aquel lugar se robaban las meriendas, copiaban
en los exámenes, y el respeto mutuo no se veía por ninguna
parte. Una clase decidió comenzar una reforma, se reunieron y
escribieron un conjunto de leyes que debían regir el
comportamiento de los estudiantes. Era como la constitución de
la escuela. Todos los alumnos participaron en la elaboración del
reglamento, luego el maestro leyó su contenido: quien robe la
merienda de su compañero recibirá diez azotes de regla en su
espalda, aquel que copie en un examen recibirá diez azotes y así
sucesivamente fue leyendo todos los acuerdos.
Después de escuchar atentamente, fue propuesto al pleno
de la clase. Todos apoyaron, se dio tiempo para las observaciones
y comentarios y finalmente la clase votó aprobar todas las leyes.
Ese día el maestro despidió la clase y los alumnos regresaron a
sus casas confiando en que la escuela cambiaría radicalmente.
Sin embargo, al día siguiente a Pedro le robaron su merienda.
El era un niño fuerte, de buena clase social, así que su merienda
S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e Iñl

era atractiva. El pequeño alumno fue rápidamente donde el


maestro y le dijo: me acaban de robar mi merienda y la ley dice
que el ladrón debe ser castigado, yo exijo que lo busquen hasta
encontrarlo y se aplique el castigo.
El maestro reunió a sus alumnos y avergonzado dijo: da pena,
justamente ayer firmamos la constitución y hoy alguien ha
violado la ley. Luego instó al culpable a reconocer su falta
diciendo: el alumno que robó la merienda de Pedro, por favor
sea suficientemente valiente, levántese y venga al frente.
Creo que aunque yo hubiese sido el ladrón, no me habría
levantado porque no es fácil reconocer las faltas ante un grupo
de compañeros. El maestro seguía esperando en silencio, pero
nadie se levantó. Por segunda vez instó al culpable a reconocer
su falta, pero nadie se puso en pie, entonces dijo: todos conocen
la ley y saben que exige un castigo. Hay un ladrón y está en esta
clase, si él no se atreve a reconocer su error, todos tendrán que
recibir el castigo; levántese uno por uno y venga al frente, quítese
su camisa y recibirá diez azotes de regla.
La drástica decisión del maestro creó pánico entre los niños.
Algunos discutían, otros lloraban y los demás guardaban silencio.
Durante unos minutos el ambiente se tornó extremadamente
tenso. De repente, Luis, el niño más tranquilo de la clase, se
puso de pie. Era un estudiante ejemplar, así que cuando el
maestro lo vio le dijo: Luis, ¿qué pasa? El pequeño tímidamente
respondió: no castigue a mis compañeros, seria injusto porque
yo fui quien robo la merienda.
Un profundo silencio invadió el aula de clases. El maestro se
dirigió al estudiante: Luis, no tienes que decir eso, no necesitas
venir a recibir el castigo para librar a tus compañeros. Sin
embargo, él reafirmó su confesión: fui yo quien robo la merienda.
Luego explicó apenado: usted sabe que vivo con mi mamá, a
veces en mi casa no hay nada para comer, ayer no comí nada
en todo el día, hoy no aguantaba el hambre y me dio vergüenza
decirle a mi compañero que compartiera su merienda, así que
pensé que a Pedro no le iba a importar porque él tiene mucho
en su casa y yo no tengo nada y por eso la tomé.
152 S a lv a c ió n se E s c r ib e c o n S a n g r e

Los compañeros sintieron un gran dolor, el maestro también,


pero dijo: Luis, lo siento mucho, pero la ley es la ley y hay que
cumplirla, ven al frente.
El niño obedeció, caminó hasta el frente del salón y se quitó
su camisa. Era tan delgado que la piel parecía estar pegada a los
huesos, algunos de sus compañeros empezaron a llorar. Fue en
ese momento cuando Pedro, el niño a quien le habían robado la
merienda, se puso en pie y dijo: maestro, un minuto por favor,
no castigue a Luis, perdónelo. No es posible, la ley hay que
cumplirla, respondió el maestro con tristeza.
Entonces por lo menos acépteme como sustituto, déme a mí
los azotes que le corresponden a mi amigo, insistió el alumno.
El maestro no podía comprender el contenido real de las
palabras de aquel estudiante y prosiguió: Pedro, pero es a ti a
quien robaron la merienda, tu eres la víctima no el acusado, tu
no mereces ningún castigo.
Lo sé, pero yo quiero recibir el castigo de mi compañero, por
favor acéptelo para que la ley se cumpla.
El maestro asintió con su cabeza y Pedro pasó al frente, se
quitó su camisa y recibió, en presencia de la clase, diez azotes de
regla en la espalda.
Cuando yo escuché aquella historia, mi corazón se quebrantó
al pensar en nuestro salvador. Nosotros le ofendimos, le fallamos,
éramos culpables y merecíamos el castigo, sin embargo, ahí estaba
el hijo de Dios recibiendo no diez, sino mucho más azotes con
unos látigos que al tocar el cuerpo rasgaban la carne y la sangre
caía a chorros.
Esa es la realidad: los azotes que merecíamos tu y yo, El los
recibió, “el castigo de nuestra paz fue sobre El y por sus llagas
fuimos nosotros curados”. El ganó la Salvación para ti y te está
diciendo ahora mismo: hijo mío, yo quiero darte salvación, déjame
escribir Salvación con sangre en tu vida, yo le voy a cambiar el
sentido a tu existencia, dame la oportunidad, ya recibí tu castigo,
ahora quiero recibir tu corazón.
S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

Hace algún tiempo, mientras predicaba en una ciudad del


estado de la Florida, conocí a un hombre cuyo rostro reflejaba la
amargura de su vida. Me acerqué a él, y a medida que
dialogábamos, me di cuenta de que su historia estaba inundada
de odio y desesperanza.
Me contó la historia de su hogar destruido por la infidelidad
de su esposa, quien lo engañó con su mejor amigo, y cómo esta
gran desilusión lo condujo a una yida licenciosa de bares y
tabernas, a tal extremo de llegar a ser prácticamente un alcohólico.
Durante muchos años permitió que el odio y el anhelo de
venganza, estuvieran en su corazón, y toda la amargura interior
no le permitía aceptar que lo que yo le decía era posible para él.
Después de una larga conversación me dijo: Pastor, desde
hace varios años he sentido que mi vida no tiene sentido y ahora
usted me da esperanza porque Jesús murió por mí y eso no lo
entiendo.
Entonces le respondí: Mi querido amigo, Dios no espera que
tú lo entiendas. El quiere que lo aceptes, porque el evangelio no
se comprende, la sangre del hijo de Dios no se puede entender,
porque de tal manera te amó, que no hay palabra en el diccionario
humano para poder explicar esa clase de amor.
Tuve el privilegio de bautizar a aquel hombre, y hoy es un
verdadero seguidor de Jesús. Hace poco me escribió una carta
diciéndome: he logrado entender que el amor de Dios es muy
grande y a quien sustituyó en la cruz fue a mí.
Hoy, el Señor Jesucristo quiere que comprendas que también
a ti te sustituyó en la cruz. El desea que sientas el poder
transformador de Jesús permitiendo que la sangre de Cristo te
lave y limpie tu vida pasada; permítele hacer el milagro y siente
su presencia junto a ti.
Dios quiere escribir salvación con su sangre en tu vida; por
favor...no le niegues la oportunidad.
CAPITULO t í )

c
El r .ive
"Y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿por
qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha
resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea"
Lucas 24:5,6

V ejando con un corazón ávido de la verdad, tú lees en la


palabra de Dios acerca de la resurrección de Jesucristo, la
esperanza nace o se aviva en tu ser. El versículo con el cual
estamos iniciando este capítulo, te coloca de frente a la razón de
esa esperanza: El Cristo vivo, El Cristo resucitado.
El enemigo no quiere que tú tengas esperanza, y es por eso
que desde tiempos inmemoriales, viene inventando argumentos
y teorías en contra del maravilloso evento de la resurrección de
Jesús, las cuales afirman que Cristo nunca resucitó, o que su
muerte y resurrección fueron parte de un planificado engaño.
Estas hipótesis, y muchas otras opuestas a lo que dice la Palabra,
constituyen la más grande de las mentiras satánicas, y tristemente,
han engañado a multitud de seres humanos en el mundo entero.
Pero hay una situación aún más triste: existen personas que,
aunque rechazan este tipo de versiones, viven como si Cristo
estuviese muerto; dicen creer en Dios pero su estilo de vida
sostiene lo contrario, pues mantienen con El una relación
demasiado liviana. Proclaman con sus palabras a un Cristo vivo,
mas con su forma de vivir están predicando a un Cristo muerto,
al menos para ellas.
1 155 ]
156 S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

Probablemente estarás pensando que éste no es tu caso, o


dudando si lo es. No te preocupes. Lo que deseo es que tú mismo
puedas concluir cómo te encuentras: vivo, si el Cristo resucitado
vive en tu corazón, o muerto, si no has permitido que El te dé
vida nueva. Los siguientes textos, tomados del libro “El Deseado
de Todas las Gentes”, te ayudarán en tu conclusión:

“El mensaje de la salvación es comunicado a los hombres


por medio de agentes humanos. Pero los judíos habían tratado
de monopolizar la verdad que es vida eterna. Habían
atesorado el m aná viviente, que se había trocado en
corrupción. La religión que habían tratado de guardar para
sí, llegó a ser un escándalo. Privaban a Dios de su gloria, y
defraudaban al mundo por una falsificación del Evangelio. Se
habían negado a entregarse a Dios para la salvación del mundo,
y llegaron a ser agentes de Satanás para su destrucción.
El pueblo a quien Dios había llamado para ser columna y
base de la verdad, había llegado a ser representante de
Satanás. Hacía la obra que éste deseaba que hiciese, y seguía
una conducta que representaba falsamente el carácter de Dios
y le hacía considerar por el mundo como un tirano. Los mismos
sacerdotes que servían en el templo habían perdido de vista
el significado del servicio que cumplían. Habían dejado de
mirar más allá del símbolo, a lo que significaba. Al presentar
las ofrendas de los sacrificios, eran como actores de una pieza
de teatro.”
DTG. Pág. 26,27

“Encontraremos esta triste verdad: muchos asisten a los


servicios religiosos y se sienten refrigerados y consolados por
la palabra de Dios, pero por descuidar la meditación, la
vigilancia y la oración, pierden la bendición y se hallan más
indigentes que antes de recibirla; con frecuencia les parece
que Dios los ha tratado duramente, no ven que ellos tienen la
culpa. Al separarse de Jesús se han privado de la luz de su
Él V iv e ! ir,y

presencia. Sería bueno que cada día dedicásemos una hora


de reflexión a la contemplación de la vida de Cristo,
debiéramos tomarla, punto por punto y dejar que la
imaginación se posesione de cada escena, especialmente de
las finales y mientras nos espaciemos así, en su gran sacrificio
por nosotros, nuestra confianza en El, será más constante, se
reavivara nuestro amor y quedaremos más imbuidos de su
Espíritu. Si queremos ser salvos jjl fin, debemos aprender la
lección de penitencia y humillación al pie de la cruz.”
DTG. Pág.63

Necesitamos tener comunión real con Jesús, pero ¿cómo tener


comunión con alguien que está muerto para nosotros? ¿De qué
nos sirve orar a quien realmente no existe para nosotros? A la luz
de una espiritualidad objetiva, Jesús está vivo o muerto para ti,
dependiendo del grado de conocimiento que poseas de EL Yo
te pregunto: ¿cómo puedes llegar a conocer a alguien, si no te
mantienes en contacto permanente con él?
Recientemente se estrenó con bombos y platillos, y con una
campaña de expectativa sin precedentes, una película vista por
millones de personas hasta la fecha, cuyo título es “La Pasión”;
seguramente tú ya la viste.
En esa cinta se presenta de una manera impresionante, y yo
diría brutal, el sacrificio de Cristo. Sin embargo, la película sólo
muestra una escena de la resurrección, y allí termina. Al notar
esto, me pregunté: ¿Por qué no hacer más énfasis en la victoria
que en la aparente derrota? ¿Por qué no hacer más énfasis en el
Cristo vivo, que en el que fue sacrificado y muerto? ¿Por qué
razón no mostrar la esperanza bendita de la resurrección? ¿Por
qué dedicar más de una hora y cuarenta y cinco minutos a las
palizas y golpizas, y no tomar por lo menos quince para mostrar
la grandeza de ese Cristo que se levantó de los muertos, ascendió
al cielo, y vive por los siglos de los siglos? ¿Por qué no haber
tomado más tiempo para reforzar la gran verdad sostenida en la
Palabra, acerca de que Cristo está vivo hoy?
158 S a lv a c ió n se E sc r ib e con S a n g r e

Ante tal cantidad de interrogantes no es fácil encontrar


respuestas; pero al analizar lo que está sucediendo a nuestro
alrededor, entiendo que hay un plan satánico detrás de todo
esto.
Hugo Scofield, un escritor judío, escribió hace algún tiempo el
famoso libro “Teoría de la conspiración de una pascua”, en el
cual presenta a Jesucristo como el más grande de los mentirosos,
y afirma que era tan bueno en sus engaños, que aun los famosos
milagros que realizó fueron una falsificación, ya que pagaba a
algunas personas para que se fingieran enfermas o muertas, y
luego aparecieran sanas.
Según este escritor, Jesús ideó morir crucificado, seguro de
que si aparentaba ir a la tumba, era sepultado y luego se levantaba
de ella, entonces el mundo entero se postraría ante El; en
consecuencia, planeó todo muy bien: hizo los arreglos para que
lo crucificaran, más aún, la anunció para que en el momento en
el cual sucediera, nadie dudara de El. Cuando estuviera en la
cruz, daría una señal estratégica diciendo que tenía sed; entonces
le darían a beber una sustancia especial, la cual lo dejaría
inconsciente, haciendo descender sus signos vitales al punto de
aparentar estar muerto. Así, engañados, los soldados lo bajarían,
lo enterrarían, y luego Jesús aparecería resucitado.
Pero algo falló en el plan: un soldado curioso no creyó que ya
estaba muerto, y le atravesó el corazón con una lanza; entonces,
Jesús murió de verdad. Como el plan fracasó, los discípulos
fueron de noche, robaron el cuerpo, y salieron a inventar ese
absurdo cuento de que Jesús había resucitado.
No se qué sentirás al leer este relato, pero produce coraje,
¿verdad? Cuando piensas en cómo esta persona se atrevió a
escribir cosa semejante, quizás sientes verdadera indignación. Pero
¿Sabes? Es más doloroso pensar, que los cristianos estamos
viviendo como si la mentira de este escritor fuese real. Decimos
que somos cristianos, pero nuestras vidas muestran todo lo
contrario: con la boca anunciamos al Cristo resucitado, y con
nuestra forma de vivir lo enterramos nuevamente. Personas de
diferentes religiones sienten orgullo al decir que pertenecen a
una iglesia o a otra, y piensan que porque son religiosos, ya son
cristianos.
El cristianismo no es una religión, es un estilo de vida fácilmente
perceptible; un verdadero cristiano no tiene que anunciar su
cristianismo pregonándolo a los cuatro vientos; los que te rodean
sabrán que eres un cristiano, no porque lo dices, sino porque
vives como tal; será evidente que en ti mora el Cristo vivo, y
todas esas hipótesis y teorías del enemigo serán derrumbadas
por tu experiencia.
La profecía bíblica es contundente cuando se trata de rebatir
las ideas absurdas puestas por el diablo en la mente de algunos
hombres; si abres tu Biblia en el antiguo testamento, capítulo 53
del libro de Isaías, encontrarás allí un cuadro casi en vivo de los
sufrimientos soportados por el Mesías, varios siglos después; y al
leer los versículos transcritos a continuación, los cuales
corresponden al libro de Daniel, te vas a maravillar con la
exactitud de esta profecía revelada por el Altísimo a su siervo.

“Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y


sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner
fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer ¡a justicia
perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al santo de
los santos.
Sabe pues, y entiende, que desde la salida de la orden
para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías príncipe,
habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a
edificar la casa en tiempos angustiosos.
Y después de las sesenta y dos semanas se quitara la vida
al Mesías, mas no por si; y el pueblo de un príncipe que ha de
venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con
inundación, y hasta el fir de la guerra durarán las
devastaciones.
Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la
mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda.
160 S a l v a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

Después con la muchedumbre de las abominaciones


vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo
que está determinado se derrame sobre el desolador.
D aniel 9:24-27

Es necesario recordar aquí, que en profecía se habla de un


día por año, es decir, una semana profética son siete años; en
consecuencia, esta profecía de las setenta semanas, es la profecía
de los 490 años.
En el texto transcrito arriba, está implícito que quien podía
expiar y limpiar el pecado era el cordero sacrificado, pero además,
que el verdadero Cordero, el Mesías, vendría y aparecería
exactamente 483 años después del comienzo de las profecías (7
más 62, multiplicado por 7, da como resultado 483), poniendo
fin a los sacrificios y las ofrendas de animales.
Juan el Bautista bautizaría a Jesús, cumpliéndose así el
ungimiento del “Santo de los santos.” Los evangelistas Mateo,
Marcos y Lucas narran ese momento, describiendo cuando del
cielo descendió el Espíritu Santo a manera de paloma y se posó
sobre El, mientras una voz gloriosa se escuchó diciendo: “Este es
mi hijo amado, en quien tengo complacencia.”
A partir de esa fecha, cuando Jesús tenía 30 años, comenzó
su ministerio. Aquí hay algo impresionante: a la mitad de la última
semana, es decir, a la mitad de los últimos siete años de la profecía,
cuando El Salvador tenía 33 años de edad, la Biblia nos muestra
a Jesús colgado de una cruz, derramando su sangre inocente, y
haciendo realidad la profecía dada siglos atrás.
Cuando Jesucristo dijo, “Consumado es”, y expiró, hubo en
la tierra un terrible terremoto, y “el velo del templo se rasgó en
dos, de arriba hacia abajo”, significando que ya no habría
necesidad del sacrificio diario de animales, pues El Cordero de
Dios ya había sido sacrificado, cumpliéndose así la verdadera
expiación del pecado. Desde ese glorioso instante, los creyentes
ya no tenemos necesidad de comprar un corderito para
sacrificarlo por nuestros pecados, y tú y yo no necesitamos la
intervención de un sacerdote humano intercediendo por
É l V iv e ! Ihl

nosotros ante el trono de la gracia; ahora podemos ir directamente,


porque allí está sentado el Cristo de la gracia, nuestro Redentor
quien vive por los siglos de los siglos.
En el nuevo testamento, los evangelios muestran cómo Jesús
mismo anunció en forma precisa su muerte y su resurrección.
Veamos estos dos ejemplos:

“Entonces respondieron algunos de los escribas y de los


fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal.
El respondió y les dijo: la generación mala y adúltera
demanda señal; pero señal no les será dada, sino la señal del
profeta Jonás.
Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres
días y tres noches, así estará el hijo del Hombre en el corazón
de la tierra tres días y tres noches. ”
Mateo 12:38-40

“Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos


que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los
ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser
muerto, y resucitar al tercer día. ”
Mateo 16:21

Esta última declaración del Maestro ha sido tomada por Hugo


Scofield para afirmar que Jesús estuvo anunciando su muerte
“fingida” en forma planificada, y que ese anuncio no garantiza su
poder para resucitar. Este hombre tiene razón: el anuncio en sí
mismo no es garantía. La garantía es Jesús, quien resucitó a la
hija de Jairo, levantó del sueño de la muerte al hijo de la viuda
de Nain y le devolvió la vida a Lázaro cuando ya su cadáver
estaba descompuesto. Y ¿sabes por qué? porque cuando Cristo
Jesús, el Autor de la vida, llama, la muerte se disipa. Por eso
pudo decir de Sí mismo con todo su poder: “Yo pongo mi vida y
la vuelvo a tomar, nadie me la quita sino que yo la pongo.”
Lucas 24:1-6, narra así el maravilloso episodio de la
resurrección de Jesús:
162 S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

“El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al


sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían
preparado, y algunas otras mujeres con ellas.
Y hallaron removida la piedra del sepulcro; y entrando,
no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí
que se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras
resplandecientes;
y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les
dijeron: ¿por qué buscáis entre los muertos al que vive?
No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que
os habló, cuando aún estaba en Galilea. ”

Algunas veces he tratado de imaginar aquella mañana gloriosa


cuando esas mujeres fueron al sepulcro para ungir y preparar el
cuerpo de su maestro y Señor y vieron la pesada piedra removida;
asustadas entraron y no vieron el cuerpo, pero en cambio vieron
dos varones con vestiduras resplandecientes, quienes les
informaron que Jesús estaba vivo. Qué inigualable experiencia y
cuánto gozo debieron experimentar al saber que el Maestro había
resucitado, tal como se lo había dicho en Jerusalén.
Pero aquí hay un elemento adicional, precioso para nuestra
fe. El apóstol Juan, narrando el mismo evento, dice que María
Magdalena, una de las mujeres allí presentes, “vio a dos ángeles
con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera,
y el otro a los pies, a donde el cuerpo de Jesús había sido puesto”.
En el antiguo Israel, dentro del Santuario que el Señor ordenó
construir, exactamente en el lugar Santísimo, dentro del cual
estaba el arca del pacto, y desde donde se manifestaba la presencia
de Dios, había dos ángeles, uno a cada lado del Arca del Pacto.
¿Dos ángeles? Sí, dos, exactamente igual como en el sepulcro en
el cual fue puesto el Santo de los Santos, para que allí se
manifestara la gloria de Dios, y Jesucristo resucitara victorioso
para vivir por los siglos de los siglos.
Él V iv e !

Sin embargo, ese mismo día se urdió la diabólica mentira:


aunque los guardas temblaron y se quedaron como muertos,
cuando volvieron en sí fueron a la ciudad y dieron el informe de
lo sucedido a los sacerdotes, quienes, en unión con los ancianos,
les pagaron una gran cantidad de dinero para que dijeran que
los discípulos se habían robado el cuerpo mientras ellos dormían.
Increíble, ¿verdad? no se pudieron inventar una historia más
absurda; si cuando los discípulos se robaron el cuerpo, ellos
estaban durmiendo, ¿cómo supieron quiénes lo habían robado?
de otra parte, si no estaban durmiendo y vieron a los discípulos
cuando se robaban el cuerpo, ¿por qué no los atraparon,
pudiendo hacerlo de sobra, si ellos sabían perfectamente que
eran sus cabezas las que les iban a cortar como castigo?
Elena White escribió que Pilato no creyó el informe y mandó
a buscar a los soldados, los entrevistó y les prometió preservarles
la vida si le decían la verdad de lo que realmente había pasado
en la tumba de Cristo; los soldados confesaron lo sucedido
diciendo que dioses paganos bajaron del cielo, movieron la
piedra, y el que estaba muerto resucitó. Después de ese día, Pilato
jamás pudo tener paz hasta que finalmente él mismo se quitó la
vida; no pudo resistir la culpa del sacrificio del inocente Hijo de
Dios.
Hace algún tiempo, mientras un predicador estaba mostrando
a una congregación la verdad acerca del Cristo vivo, se levantó
un musulmán y le dijo: yo no creo en su religión, no puedo creer
lo que ustedes los cristianos predican, porque están hablando
acerca de un personaje cuya tumba esta vacía. ¿Qué evidencias
tienen ustedes de que existió y vivió en realidad, si allí en la tumba
no hay nada? En contraste, si ustedes van a la Meca, van a
encontrar allí el cuerpo de Mohamed, como evidencia poderosa
de nuestra religión.
El predicador guardó silencio por un instante y luego, lleno
del poder de Dios, le respondió: usted tiene razón amigo, nuestra
religión, está basada en una tumba vacía, ¿Pero sabe por qué?
porque nuestra religión no termina en muerte como la suya; la
nuestra termina en victoria, porque Jesucristo no está muerto.
164 S a lv a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

Es verdad que en la Meca se encuentra el cadáver de


Mohamed. También en la India, en diferentes relicarios, se
encuentran los restos de Buda, y en la China se encuentran los
de Confucio. Pero si va a Jerusalén encontrará una tumba vacía,
porque mi Cristo resucitó, está vivo, y vive por los siglos de los
siglos.
Ahora puedes entender la razón poderosa por la cual Pablo
dice:

“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de


los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros
que no tienen esperanza.
Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también
traerá Dios con Jesús a los que durmieron en El.
Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que
nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida
del Señor, no precederemos a los que durmieron.
Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de
arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los
muertos en Cristo resucitarán primero.
Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado,
seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para
recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.
Por lo tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras. ”
1 Tesalonicenses 4:13-18

Esa es mi esperanza y mi seguridad, y quisiera que también


fuese la tuya. Todo lo que el Cristo vivo te está pidiendo hoy es
que le des la oportunidad de salvarte. El no te quiere viviendo
una vida aburrida, porque eso no es el cristianismo. El te brinda
una vida sin comparación y te la ofrece gratuitamente. Pero
¡cuidado! No es que la salvación sea barata; todo lo contrario: es
tan costosa, que ningún ser humano podría pagar su precio, y
Dios lo pagó por ti. El te pide que por favor lo dejes vivir en tu
Él V iv e ! 6
Í f)

corazón y le des un lugar en tu casa. Jesús anhela vivir en tu


medio, entre los tuyos. Te invita a tomar su ofrecimiento y abrir
la puerta para que puedas morar con El por la eternidad.
Dios es maravilloso. Es cierto que a veces no nos concede
algunas cosas, pero El nos da las que realmente son valiosas.
Cuando leas lo que te voy a relatar a continuación, estoy seguro
de que me darás toda la razón:
Mi madre soñó siempre con que ella, mis hermanos y yo, nos
fuésemos a vivir a los Estados Unidos. Cumplidas todas las
diligencias necesarias, hipotecada la casa para pagar los gastos
que el plan implicaba, y a los pocos meses de aceptar a Jesús y
ser bautizada, llegó la cita para la embajada. Aquello fue
emocionante y esperanzador para todos, pues ya nos sentíamos
en familia viviendo el “sueño americano”.
Sin embargo, cuando mi familia prácticamente ya tenía la
bienvenida al país del norte, surgió un inconveniente el cual hizo
que todo empezara a dilatarse: el resultado de un examen
practicado a mi mamá hizo necesario que se le practicaran otras
pruebas de laboratorio, con el diagnóstico final, triste y doloroso,
de que estaba enferma de Sida. Como consecuencia, le negaron
la visa a ella y a todos mis hermanos.
Para mamá fue muy triste ver su sueño truncado, y sentir su
cuerpo afectado por esa terrible enfermedad. Pero además, cargó
con un dolor intenso al ver a mi hermano Arturo entregado a las
drogas.
Seis meses antes de la muerte de mi madre, a mi hermano le
dieron un disparo en la cabeza y quedó como muerto. Viajé a mi
país para verlo y porque me habían pedido que por favor fuera
a ver si algo se podía hacer. Cuando lo vi sentí una profunda
tristeza. Según los estudios médicos no se podía hacer nada; la
bala estaba en el cerebro y al parecer ningún medico lo podía
operar. Mi mamá lloraba desesperadamente porque, a pesar de
tener la esperanza bendita, ahora mi hermano estaba al borde
de la muerte.
Cuando entré a verlo, todavía le quedaba un poquito de vida.
Yo le pedí a Dios que le diera una oportunidad: que si iba morir,
166 S a l v a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

lo hiciera con la seguridad de que se levantaría en el día postrero


y nos podríamos reunir como familia en el reino de los Cielos;
luego entró en coma. Volví a orar y dije: Señor, yo sé que tú vas
a hacer un milagro.
Hablé con los médicos y el diagnóstico seguía siendo el mismo:
nadie podía hacer nada por él. Tratamos de buscar al mejor
neurocirujano y aunque no teníamos dinero con qué pagarlo, yo
sabía que allí estaba el Padre amante quien tiene todos los recursos
del universo y ¿por qué no confiar en El?
Algo maravilloso sucedió: mi hermano despertó y pude decirle:
sólo vine para decirte que Dios te ama y te quiere salvar. Es
probable que mueras, pero antes, arregla tus cuentas con el Señor
y pídele que te perdone por la vida que escogiste. Haz un pacto
con Dios ahora; si El quiere, te puede dar la vida pero necesitas
atreverte y ponerte en sus manos. Como no pudo hablar, le
dije: si así lo sientes, aprieta mi mano. En efecto me la apretó, y
entonces le dije al Señor: te lo entrego, Padre.
Lo intervinieron quirúrgicamente y sobrevivió, pero
lamentablemente el diagnóstico fue que no volvería a caminar.
Nuevamente oré y exclamé: Padre Santo, cuando tú haces un
milagro generalmente lo haces completo; por favor, obra un
milagro en la vida de mi hermano.
Dos semanas después de haber salido del hospital Arturo
comenzó a caminar, y tres meses después tuve el privilegio de
bautizarlo en la Iglesia Adventista del Séptimo Día; allí estaba
debajo del agua, muriendo a su vida pasada, enterrando sus
pecados y entregando su vida a Jesús, para renacer con la
garantía de vivir por los siglos de los siglos.
Este muchacho literalmente pasó de muerte a vida; hoy es
un miembro fiel de iglesia, sin drogas ni alcohol, y con la bendita
esperanza de ver a Cristo, y vivir con El por la eternidad.
El Señor también le concedió a mi madre la dicha de ver a
mis otros dos hermanos entregar sus vidas al Señor: John, quien
también había estado perdido en las drogas, y Edwin, quien
había llevado una vida desordenada y promiscua, hoy en día
son mensajeros de Jesucristo. Así, Dios le permitió a mi mamá
Él V iv e !

tener la esperanza de no entrar sola al Reino de los Cielos, sino


de hacerlo en compañía de sus hijos.
Durante un viaje que hice a Santo Domingo, mi madre me
pidió que la acompañara a la funeraria, pues quería hacer los
arreglos necesarios para cuando ella muriera de tal forma que
nadie se preocupara por su funeral. Imagínate lo que yo sentí
con aquella invitación. No obstante, superé mis sentimientos y le
di el gusto llevándola a escoger su ataúd. Eligió uno bien sencillo,
el más simple de todos, el cual costaba 2,500 pesos,
aproximadamente cien dólares. Yo le sugerí otro más adornadito,
para que la gente no fuera a criticar y a estar comentando que ni
siquiera un ataúd decente le habíamos comprado. Pero no aceptó
mis argumentos; me miró y me dijo estas palabras, las cuales
nunca olvidaré: ¿Para qué gastar tanto dinero, si finalmente no lo
voy a usar por mucho tiempo? Yo sé que voy a resucitar cuando
Jesús venga, y eso será muy pronto.
Aquel instante fue de verdad muy feliz para mí y emocionado
oré al Señor dando gracias porque sentí la seguridad de que
nuestro Padre Santo completaría la buena obra.
Cuando mi mamá murió, no tuvo la oportunidad de ver a sus
hijos salir adelante desde el punto de vista económico. No pudo
obtener la visa para ir a Norte América, pero en su lugar, Cristo
le dio su visado para el Reino de los Cielos, y como si fuera poco,
con pasaje incluido; ese pasaje tiene un costo altísimo pero Alguien
lo pagó por ella.
Y tú, ¿Ya tienes tu boleto? No vayas a quedarte en el grupo de
quienes no lo han comprado, pensando que no tienen con qué
pagarlo, porque ignoran o no comprenden esta parte del glorioso
plan de salvación: todo lo que tienes que hacer es recibirlo...
gratuitamente.
Dios merece que alabemos y glorifiquemos su nombre; El es
lo que ningún ser humano podrá describir jamás con palabras,
El es todo lo que tú y yo necesitamos, por eso hoy puedes
entregarle tu vida a Cristo Jesús y comenzar una experiencia de
vida para vida, con el que vive por los siglos de los siglos. En este
mismo instante, puedes permitirle a Cristo vivir en tu corazón, El
168 S a l v a c ió n se E s c r ib e con S a n g r e

te está diciendo: “Yo estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi


voz y abre la puerta, yo entraré a él, cenaré con él y él conmigo.”
Cuando tú abres la puerta y le permites entrar, su sangre se
derrama sobre tu vida y eres transformado en una nueva criatura,
alcanzando la victoria sobre el pecado y recibiendo la salvación
para vida eterna.
Ahora ya puedes concluir si te encuentras vivo o muerto, pues
sabes perfectamente que depende de lo que Dios representa para
ti.
Ahora tienes claro que de nada vale jactarte de ser cristiano, si
Jesús no es la razón de ser de tu cristianismo.
Ahora entiendes que lo único que necesitas es abrir la puerta,
para que el Cristo vivo entre a tu vida y pueda encargarse de
todo.
Ahora debes abrir tu puerta y permitirle a Jesús entrar, para
que su sangre se derrame sobre tu vida, y seas transformado en
una nueva criatura que alcance, con el poder de Dios, la victoria
sobre el pecado.

¿Ahora comprendes porque Salvación se Escribe con Sangre?


Entonces, puedes recibir el regalo de la vida eterna.
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de seguro usted querrá que otros también reciban las bendiciones
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conozcan los milagros que el Señor Jesús puede hacer cuando
una persona lo acepta y se consagra a su ministerio.

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Invllndón pniii linlin|ni til In Anuí Im irm iIt* Allenheny
del I .li'. i'ii Im I ''Imliiii I hiUln'i ilr Ai ih i li n, (loncli’ lili1
pastor y Director ele Jóvenes de Imblti hlspunn I m i d e un mío • I. ..'i virio i'ii i"..i
Asociación, aceptó otra invitación como n.r.l<>i rn In A mh Im Ion de Nrw .li'i'ii'v, donde
trabajó por algunos años. Allí tuvo el gozo tic fundar y dirigir el pioiiimnu imllnl I I Mensaje
de la B iblia”, uno de los programas cristianos de mayor m id ie n do en la zona.
Actualmente es pastor en la Asociación del Lago, donde ha fundado dos minislerios,
uno radial, “La Gran Mañana”, que se transmite desde la ciudad de Chicago y el Ministerio
Evangelístico “Jesús Vive”.
Richard es un apasionado de la predicación, a la cual ha dedicado los últimos doce
años de su vida, desde diferentes púlpitos y en distintos países, donde miles han aceptado
a Jesucristo como su Salvador personal. Con el fin de obtener más conocimiento y dar
mayor eficiencia a su ministerio, Richard, en la actualidad cursa una maestría en Ministerio
Pastoral en la Universidad de Andrews, en Berrie Springs, Michigan.

En su matrimonio de nueve años con Skania Acosta han procreado tres hijos: Richard
Javier, Richard Gabriel y Rey Emmanuel. La familia García Acosta vive actualmente en
la ciudad de Chicago Illinois, USA.

MI NI STERI O

jesús Vive.
E l Ministerio Euangelistico “Jesús Vive” es una organización sin fines de lucro auspiciada
por laicos cristianos, cuyo objetivo fundam ental es proclam ar el evangelio de Jesucristo y
el mensaje de los Tres Angeles a través de conferencias en vivo y todos los medios masivos
de comunicación, tales como: la radio, /q,televisión, la Internet, grabaciones en video, DVD,
CD, además de la publicación de libros, revistas, tratados y recursos para la proclam ación
del evangelio de nuestro Señor Jesucristo.

Actualmente las conferencias del pastor Richard García están disponibles para ser usadas
por las iglesias en la obra misionera, esfuerzos personales y especialmente en los grupos
pequeños. La adquisición de estos materiales y sus donativos para el ministerio “Jesús Vive”,
pueden avudar en form a efectiva y directa a la proclam ación del mensaje.

Estamos seguros que millares de personas serán beneficiadas y serán literalmente


añadidas al pueblo que se prepara para el encuentro con su Dios y salvador, cuando regrese
a buscar a los suyos en las nubes del cielo.

«JT?
IfU U N F O

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