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Antropología Política
Ensayo Final
Itzayana Iran Tarelo Licea
Introducción
En nuestro país del 2009 al 2013, se tiene registro de 298 conflictos socio-
ambientales que afectan alrededor de 180 municipios (Toledo, Garrido & Barrera,
2014), en la mayoría de los casos dichas problemáticas se localizan en zonas
rurales en las que se concentra la mayor diversidad étnica y biológica.
En respuesta a las políticas de devastación ambiental y despojo de las tierras han
emergido diversos movimientos de resistencia, cada una con características
particulares, entre éstos se encuentran aquellos actores que se oponen
rotundamente y quienes proponen crear un diálogo para establecer nuevas vías al
proyecto con el objetivo de mantener una relación amable con el medio ambiente.
En contraparte el Estado hace uso de sus aparatos legales e ilegales (como los
grupos paramilitares) para ejercer la violencia con el objetivo de desintegrar y
acallar a los movimientos de resistencia. Del 2009 al 2013 se tiene un registro de
38 líderes ambientalistas asesinados (Toledo, Garrido & Barrera, 2014), otro son
presos políticos como Mario Luna y Fernando Jiménez, líderes de la tribu Yaqui.
Lo que me interesa analizar son las relaciones de poder que tejen entre los
actores ya señalados, así como las herramientas de resistencia que estos
emplean para alcanzar sus objetivos.
Aquellos que son elegidos como gobernantes, lideres, etc., poseen la autoridad
para ejercer el poder, en palabras de Balandier (1976) “la autoridad puede
definirse como el derecho reconocido a una persona o grupo; por el
consentimiento de la sociedad de tomar decisiones que atañen a los demás
miembros de la sociedad” (p.49). Esta autoridad puede resultar ambigua ya que si
bien el poder se desarrolla en el establecimiento de una relación de dominación,
son los gobernados quienes imponen límites, ya sea de carácter formal o informal,
al poder de los gobernantes. Es este mismo consentimiento que lo vuelve legítimo,
el que puede reducir sus posibilidades de acción (Balandier, 1975).
El poder se encuentra al servicio de la estructura social en el cumplimiento de una
función la cual radica en defender a la sociedad contra sus propias debilidades,
así como de las amenazas exteriores (Balandier, 1976), pero es la defensa de los
peligros internos lo que aquí interesa.
Entonces ¿qué ocurre cuando la sociedad civil toma las armas?, ¿por qué
representa un riesgo para el Estado? Estos movimientos de resistencia armada
representan un cambio en el sistema ideal, es decir un cambio en la estructura de
poder, al arrancarle de las manos del estado el uso legítimo de la violencia, así
como el papel de mediador de los conflictos. Por otra parte al estado no garantizar
seguridad a la sociedad y protección de los bienes o recursos sociales, las
personas dotadas de autoridad, dejan de ser estimadas y en consecuencia
legitimadas por los gobernados, lo que pone en riesgo su poder y autoridad.
Vemos pues como los diferentes actores que participan de la dinámica, hacen uso
de diversas herramientas y estrategias políticas, como la identidad étnica, para
alcanzar sus objetivos. Considero que lo que da fuerza a las resistencias sociales
es la unidad de comunidad o la etnia, esta última entendida por Tyrtanoa (2007)
como una comunidad de supervivencia, que ayuda a combatir la experiencia de
que no somos nadie como individuos frente al estado, es decir la etnia como
cohesión y fuerza.
Nuevos retos de la Antropología: lo personal es político
Por ello Abélès (1997) señala que todo estudio antropológico de los sistemas
políticos, deberá conjuntar tres elementos centrales: “el poder, el modo de acceder
a él y de ejercerlo, el territorio, las identidades que se afirman en él, y las
representaciones, las practicas que conforman la esfera de lo público” (p.3).
Considero que las propuestas del autor resultan de suma importancia para el
crecimiento de la antropología política como ciencia de análisis, interpretación y
comprensión de los sistemas políticos y el ejercicio del poder, pero ¿qué papel
juegan la antropología, así como las y los antropólogos dedicados al estudio de lo
político en el contexto actual?
Al respecto se han gestado grandes discusiones en torno al papel que estos
pueden o no desempeñan en las coyunturas políticas y los movimientos sociales,
por el temor a caer en el activismo y el subjetivismo. En este sentido, tal como lo
señala Gutiérrez Alicia (2005), existe una falsa dicotomía entre el objetivismo y el
subjetivismo, retomando la propuesta de Bourdieu, ambos son momentos
analíticos:
Bordieu señala que existen tres sesgos en la mirada del investigador: el primero
tiene que ver con las características personales de éste, la posición que ocupa en
el campo académico y el sesgo intelectualista, que concibe el mundo como objeto
de análisis y no como un lugar lleno de problemáticas que necesitan soluciones
prácticas (Gutiérrez Alicia, 2005).
Creo que como parte de los nuevos objetivos de la antropología política y las
ciencias sociales en general, deberían encontrarse aquel de realizar una crítica a
las situaciones de violencia, desigualdad y todos los demás abusos o violaciones
de los derechos humanos. Por ello considero pertinente el abordaje de las
problemáticas socio-ambientales que van en incremento en nuestro país y en todo
el mundo, que atentan contra la salud y el territorio en que habitan sociedades
cuyas dinámicas sociales y culturales se ven afectadas con la implementación de
mega-proyectos, así como el estudio de las resistencias sociales que muestran
nuevas vías para la construcción de otros mundos.
Reflexiones finales
La contingencia política, económica y ambiental que afecta a los países
considerados como subdesarrollados, entre los cuales figura México, implica
nuevos retos para las ciencias sociales y en específico para ala antropología
política.
La política debe ser vista como un proceso dinámico que necesita de constante
reinterpretación, al igual que el estudio del poder y la resistencia. Las ciencias
sociales, retomando a Tyrtanian (2007), deberán construirse desde el estudio de la
incertidumbre. Partiendo de la incertidumbre, puedo afirmar que es una
interrogante abierta hacia donde caminan las resistencias que se presentan en los
conflictos de alta intensidad y que pueden ser coyunturales para el cambio de la
estructura, como lo podría ser una revolución social, científica o ideológica. Sin
embargo no hay que olvidar todas aquellas mini resistencias que se generan en el
cotidiano contra las formas de poder y que a diario vemos en las paredes de las
calles, en las redes sociales y demás espacios públicos que han sido tomados
como espacios de protesta.
Por otra parte debemos detenernos a pensar en uno de los objetivos más grandes
de la humanidad: la conquista de la naturaleza, que vista como un objeto de
explotación y enriquecimiento ha afectado principalmente a las sociedades que
habitan cerca de ella. De acuerdo con Tyrtania (2007), este discurso del control de
los recursos y los fenómenos naturales trata de “encubrir la incapacidad de la
clase política, de las sociedades industrializadas de ejercer el buen juicio respecto
a la supervivencia de la sociedad como un todo”. Ante esto cabe preguntarse
como desde la posición de poder que ocupan los científicos sociales, abonamos a
la crítica de los abusos de poder.
Bibliografía
Abélès Marc. 1997. “La antropología política: nuevos objetivos, nuevos objetos”.
Revista Internacional de Ciencias Sociales. No.153
Foucault Miche. 1998. “Historia de la sexualidad. 1-La voluntad de saber”. Siglo xxi
editores, s.a. de c.v
Gutiérrez Alicia B. “La tarea y el compromiso del investigador social. Notas sobre
Pierre Bourdieu”. Intelectuales, política y poder. Pierre Bourdieu. 1ra edición.
Buenos Aires: Eudeba