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PSICOLOGÍA

CURSO: PROCESOS COGNITIVOS

ALUMNO: CÉSAR VARGAS PARDO

DOCENTE: ESTHER HUANAY VARGAS

TEMA: EXPERIMENTOS ANTIÉTICOS EN PSICOLOGÍA

Chiclayo, 15 de agosto de 2018


EXPERIMENTOS ANTIÉTICOS EN PSICOLOGÍA
La psicología es una ciencia relativamente nueva que ganó popularidad en los siglos XIX y XX con
los aportes de grandes científicos como John Watson, B.F. Skinner, Albert Bandura, entre otros.
Muchos de los primeros psicólogos fueron demasiado lejos con sus experimentos en su afán de
aprender sobre los procesos del pensamiento y el comportamiento humano. Estos
experimentos tan poco éticos sirvieron para sentar las bases de los códigos éticos actuales. Es
por ello que hoy en día, las asociaciones nacionales e internacionales de Psicología tienen un
código de conducta ética que regula las prácticas en las investigaciones psicológicas.

Los casos que se verán a continuación llegaron a existir gracias a una serie de científicos que
creyeron que un poco de sufrimiento no podía ser tan malo. Algunos se mantuvieron al límite y
no perjudicaron en demasía a sus sujetos de estudio, pero en otras circunstancias, varios de
estos hombres de ciencia cruzaron límites que no deberían ser traspasados.

10.- El experimento del pequeño Albert (1920)

En la Universidad de Johns Hopkins en 1920, John B. Watson llevó a cabo un estudio del
condicionamiento clásico, un fenómeno que asocia a un estímulo condicionado con un estímulo
incondicionado hasta que producen el mismo resultado. Watson es el responsable de realizar
un experimento, éticamente cuestionable, a un bebé de nueve meses llamado Albert.

Consistía en relacionar un estímulo que solía ser agradable con otro desagradable, dando como
resultado que, al solo darse el primero, el niño experimentaba miedo, ira y desagrado. Albert
disfrutaba pasar el tiempo con un ratón blanco hasta que, para el experimento, cada vez que lo
veía se reproducía un sonido estruendoso de un martillo golpeando metal. Al repetir este
proceso varias veces, el bebé comenzó a sentir miedo inmediato al solo ver cualquier objeto
relacionado con dicho sonido, empezando con el ratón y luego repitiendo lo mismo con otros
varios animales que le agradaban.

El niño desarrolló estas fobias, pero los experimentadores no se molestaron en eliminarlas.


Luego murió de una enfermedad a los seis años de edad, por lo que no se pudo determinar si
dichos miedos le durarían hasta la edad adulta.

9.- El estudio Monster (1939)

El estudio Monster fue un experimento sobre la tartamudez en 22 niños huérfanos de


Davenport, Iowa, en 1939. Fue llevado a cabo por Wendell Johnson de la Universidad de Iowa.
Johnson eligió a una de sus estudiantes graduados, María Tudor, para llevar a cabo el
experimento y supervisó la investigación. Después de separar a los niños en 2 grupos (de control
y experimental), Tudor aplicó una terapia positiva en forma de elogios a la mitad de los niños,
alababa su fluidez verbal. A la otra mitad de los niños les aplicó una terapia negativa consistente
en menospreciar a los niños por toda imperfección verbal y diciéndoles que eran tartamudos.
Muchos de los niños que recibieron terapia negativa durante el experimento sufrieron efectos
psicológicos negativos y algunos problemas del habla que duraron para toda la vida. Este
experimento fue apodado como “El Estudio Monster” por algunos de los compañeros de
Johnson que estaban horrorizados por el hecho de experimentar con niños huérfanos para
probar una teoría. La Universidad de Iowa se disculpó públicamente en el año 2001 por el
mencionado estudio.
8.- El Proyecto Aversión (1970 - 1989)

Este experimento se llevó a cabo en el seno del ejército del apartheid en el cual se detectaba la
presencia de soldados gays y lesbianas, y se les sometía a castraciones químicas, terapias con
electroshock e incluso a operaciones de cambio de sexo.

Aunque el número exacto no se conoce, los antiguos cirujanos del ejército del apartheid estiman
que se hicieron, entre 1971 y 1989, alrededor de 900 operaciones forzosas de “reasignación
sexual”.

Todo esto formaba parte de un programa de alto secreto para acabar con la homosexualidad en
el ejército del apartheid. Los psiquiatras del ejército descubrían presuntos homosexuales dentro
de sus filas y los enviaban discretamente a unidades militares psiquiátricas. Los que no podían
ser “curados” con medicamentos, se les aplicaba electroshock, tratamiento hormonal,
castración química u operaciones de cambio de sexo.

7.- El experimento de prisión de Stanford (1971)

El doctor en psicología, Philip Zimbardo, realizó un experimento que terminó en un caos


completo. Consistía en contratar a varios sujetos para que vivieran en una prisión, como
guardias y prisioneros, pagándoles quince dólares al día por participar.

Se decidió al azar quienes serían los guardias y quienes los prisioneros. Al poco tiempo de
iniciado, surgieron varias disputas entre los dos grupos. Los guardias se tomaron en serio su
trabajo y no soportaban las faltas de respeto de los reos. Comenzaron a humillarlos, castigarlos
y a tratarlos como verdaderos criminales.

Muchos de los individuos haciendo de prisioneros sufrieron colapsos nerviosos producto del
trato inhumano que les estaban propiciando. Los encargados del experimento estaban atónitos
frente a lo que estaban viendo. Los guardias, que en ambientes cotidianos eran personas
completamente normales, no dudaban en desnudar a los presos y obligarlos a realizar trabajo
físico para su propio disfrute.

Zimbardo llevó a su novia, también psicóloga, a ver lo que estaba pasando. Esta quedó
horrorizada por la actitud calmada de su novio ante las humillaciones y los castigos que recibían
los falsos prisioneros. Al ver su propio trabajo desde otra perspectiva, Zimbardo canceló el
experimento a los seis días, cuando debía durar dos semanas.

A pesar del experimento poco ético, Zimbardo es todavía un psicólogo que trabaja en la
actualidad. Incluso fue honrado por la Asociación Americana de Psicología con una Medalla de
Oro en 2012 por su trayectoria en la ciencia de la Psicología.

6.- Indefensión aprendida (1965)

En 1965, los psicólogos Mark Seligman y Steve Maier llevaron a cabo un experimento con 3
grupos de perros. A los 3 grupos se les colocó un arnés. Los perros del grupo uno fueron puestos
en libertad después de un cierto período de tiempo, sin ningún daño. A los perros del grupo dos
se les ató con una correa de 2 en 2. A uno de cada pareja se le aplicaron descargas eléctricas que
podía terminar cuando presionaba una palanca. Los perros del tercer grupo fueron también
emparejados y atados con correa juntos. También recibían una descarga eléctrica pero esta no
cesaba al activar ninguna palanca. Las descargas llegaban al azar y eran inevitables. Esto causó
“indefensión aprendida”, asumiendo que los perros no podían hacer nada para evitar las
descargas. Los perros de este grupo terminaron mostrando síntomas de depresión clínica. Más
tarde, los perros de este tercer grupo fueron colocados dentro de una caja. Se les volvió a aplicar
descargas eléctricas pero esta vez fácilmente podían poner fin a las mismas únicamente saltando
fuera de la caja. Los perros simplemente “aceptaban” las terribles descargas, mostrando una vez
más la indefensión aprendida.

5.- El experimento de la obediencia de Milgram

Stanley Milgram fue un psicólogo de la Universidad de Yale llevó en el año de 1961 una serie de
experimentos cuya finalidad era medir la disposición de un participante para obedecer las
órdenes de una autoridad, incluso cuando estas órdenes pudieran ocasionar un conflicto con su
sistema de valores y su conciencia.

Milgram reclutó a un total de 40 participantes por correo y por anuncio en el periódico en el


cual se les invitaba a formar parte de un experimento sobre “memoria y el aprendizaje” por lo
que además, por el simple hecho de participar se les pagaría una cifra de cuatro dólares
asegurándole que conservarían el pago “independientemente de lo que pasará después de su
llegada”.

Se les hizo saber que para el experimento hacían falta tres personas: el investigador (que
portaba una bata blanca y fungía como autoridad) el maestro y el alumno. A los voluntarios
siempre se les asignaba mediante un falso sorteo el papel de maestro, mientras que el papel del
alumno siempre sería asignado a un cómplice de Milgram. Tanto maestro como alumno serían
asignados en habitaciones diferentes pero conjuntas, el maestro observaba siempre con el
alumno (que en realidad siempre era el cómplice) era atado a una silla para “evitar movimientos
involuntarios” y se le colocaban electrodos, mientras el maestro era asignado en la otra
habitación frente a un generador de descarga eléctrica con treinta interruptores que regulaban
la intensidad de la descarga en incrementos de 15 voltios, oscilando entre 15 y 450 voltios y que,
según el investigador, proporcionaría la descarga indicada al alumno.

Milgram también se aseguró de colocar etiquetas que indicaran la intensidad de la descarga


(moderado, fuerte, peligro: descarga grave y XXX). La realidad era que dicho generador era falso,
pues no proporcionaba ninguna descarga al alumno y sólo producía sonido al pulsar los
interruptores.

El sujeto reclutado o maestro fue instruido para enseñar pares de palabras al aprendiz y de que,
en caso de que cometiera algún error, el alumno debía ser castigado aplicándole una descarga
eléctrica, que sería 15 voltios más potente tras cada error.

Evidentemente, el alumno nunca recibió descargas. Sin embargo, para dotar de realismo la
situación de cara al participante, tras pulsar el interruptor, se activaba un audio grabado
anteriormente con lamentos y gritos que con cada interruptor incrementaba y se hacían más
quejumbrosos. Si el maestro se negaba o llamaba al investigador (que se hallaba cerca de él en
la misma habitación) éste respondía con una respuesta predefinida y un tanto persuasiva:
“continúe por favor”, “siga por favor”, “el experimento necesita que usted siga”, “es
absolutamente esencial que continúe”, “usted no tiene otra opción, debe continuar”. Y en caso
de que el sujeto preguntara quién era responsable si algo le pasaba al alumno, el
experimentador se limitaba a contestar que él era el responsable.

Durante la mayor parte del experimento, muchos sujetos mostraron signos de tensión y angustia
cuando escuchaban los alaridos en la habitación contigua que, aparentemente, eran provocados
por las descargas eléctricas. Tres sujetos tuvieron “ataques largos e incontrolables” y si bien, la
mayoría de los sujetos se sentían incómodos haciéndolo, los cuarenta sujetos obedecieron hasta
los 300 voltios mientras que 25 de los 40 sujetos siguieron aplicando descargas hasta el nivel
máximo de 450 voltios.

Esto revela que el 65% de los sujetos llegó hasta el final, inclusive cuando en algunas grabaciones
el sujeto se quejaba de tener problemas cardíacos. El experimento concluyó por el
experimentador tras tres descargas de 450 voltios.

De haber existido las supuestas descargas, la mayoría de sujetos hubieran matado al “alumno”.

4.- Experimentos con primates de Harlow

El Dr. Harry Harlow, de la Universidad de Wisconsin, es conocido por los experimentos que
realizó en monos Rhesus sobre el aislamiento social. El Dr. Harlow se hizo con unas cuantas crías
de monos Rhesus que ya habían tenido contacto con su madre. Sustituyó a sus madres originales
por 2 tipos de madres para ver con cuál se quedaban: 1) Una estaba formada por una estructura
metálica con un biberón. 2) La otra carecía de biberón pero estaba hecha de felpa y tenía un
tacto más agradable. Los monos eligieron la madre de felpa aun sabiendo que no tenía alimento.
Solo cuando tenían mucha hambre acudían corriendo a la otra para comer y volverse corriendo
a la madre de felpa. Preferían la seguridad al alimento. Gene Sackett, de la Universidad de
Washington en Seattle, uno de los estudiantes de doctorado de Harlow, dijo que el movimiento
de liberación animal en los EE.UU. nació como resultado de los experimentos de Harlow.

3.- Experimento de Landis de las expresiones faciales en 1924

En 1924 Carney Landis, licenciado en psicología por la Universidad de Minnesota desarrolló un


experimento para determinar si diferentes emociones crean expresiones faciales específicas a
esa emoción. El objetivo de este experimento era ver si todas las personas tienen una expresión
común cuando se siente disgusto, shock, alegría, y así sucesivamente. La mayoría de los
participantes en el experimento eran estudiantes. Fueron llevados a un laboratorio y sus rostros
estaban pintados con líneas negras, con el fin de estudiar los movimientos de los músculos
faciales. Fueron expuestos a una variedad de estímulos destinados a crear una fuerte reacción.
A medida que la persona reaccionaba, era fotografiada por Landis. Landis les hizo oler amoníaco,
mirar pornografía o poner sus manos en un cubo de sapos. Pero la controversia en torno a este
estudio fue por la parte final de la prueba. A los participantes se les mostró una rata viva y se les
daba instrucciones para decapitarla. Si bien la mayoría de los participantes no siguió las
instrucciones, un tercio lo hizo. La situación se vio agravada por el hecho de que la mayoría de
los estudiantes no tenían ni idea de cómo realizar esta operación de manera eficaz y se infringía
a los animales un gran sufrimiento. Las consecuencias de este estudio fueron más allá de lo que
pretendía Landis.

2.- Experimento de conformidad de Asch (1953)

Durante la década de 1950, Solomon Asch realizó y publicó una serie de experimentos de
laboratorio que demostraron el grado en el que las opiniones propias de un individuo están
influenciadas por las de un grupo mayoritario.

Estudiantes varones universitarios participaron en una simple tarea de “percepción”. En


realidad, todos menos uno de los participantes fueron “cómplices” (es decir, actores), y el
verdadero foco del estudio era acerca de cómo el estudiante iba a reaccionar al comportamiento
de los cómplices.
El experimento era simple en su construcción, se les pidió a cada participante, por turnos, que
respondiese a una serie de preguntas, como qué línea era más larga o cual coincidía con la línea
de referencia. Los participantes dieron una variedad de respuestas, en un primer momento
correctas para no despertar sospechas en el tema, pero con la adición de algunas de las
respuestas incorrectas.

Los resultados del experimento de Asch fueron interesantes y mostraron que la presión social
puede tener una influencia medible sobre las respuestas dadas.

En el grupo de control, no expuestos a la presión de grupo, donde todo el mundo respondió


correctamente, hubo una sola respuesta incorrecta de las 35, lo que probablemente podría ser
explicado por el error experimental. Sin embargo, en los resultados de los otros grupos, cuando
están rodeados de gente que da una respuesta incorrecta, más de un tercio de los sujetos
también manifestaron una opinión errónea.

Al menos 75% de los sujetos dieron la respuesta equivocada a al menos una pregunta. No había
duda de que la presión de los compañeros puede causar conformidad.

1.- Experimento de apatía del espectador (1968)

El efecto espectador se demostró por primera vez en el laboratorio de John Darley y Bibb Latané
en 1968 a raíz del asesinato de Kitty Genovese en 1964.

Estos investigadores iniciaron una serie de experimentos que dieron lugar a uno de los efectos
más fuertes y replicables en la psicología social. En un experimento típico, el participante está
sólo o en un grupo con otros participantes. Entonces, entra en escena una situación de
emergencia.

Luego, los investigadores miden cuánto tiempo les lleva a los participantes actuar, y si
intervienen o no. Estos experimentos a menudo han descubierto que la presencia de los demás
inhibe la ayuda, a menudo por un amplio margen.

Por ejemplo, Bibb Latané y Judith Rodin organizaron un experimento en torno a una mujer en
peligro en 1969. El 70% de las personas solas llamaron o fueron en busca de ayuda al creer que
la mujer se había caído y se había herido, pero cuando había otras personas en la habitación:
sólo el 40 % ofreció ayuda.

Caso especial: El niño que fue criado como niña, David Reimer (1965-2004)

Los gemelos Bruce y Brian Reimer eran dos niños perfectamente normales que nacieron en
Canadá, pero a los siete meses de nacidos ambos comenzaron a presentar dificultades para
orinar.

Siguiendo un consejo médico, sus padres, Janet y Ron, llevaron a los niños al hospital para
someterlos a una circuncisión.

Pero a la mañana siguiente recibieron una devastadora llamada telefónica. Bruce había sufrido
un accidente. Los médicos habían utilizado una aguja cauterizadora en lugar de un bisturí, y el
equipo eléctrico había tenido un problema que provocó un aumento en la corriente que quemó
por completo el pene de Bruce.

Pasaron varios meses y los Reimer no tenían idea de qué hacer, hasta que conocieron a un
hombre que cambiaría su vida, y la de los gemelos, para siempre. Era el doctor John Money un
psicólogo especializado en cambios de género.
El experto creía que no es tanto la biología la que determina si somos mujeres u hombres, sino
la forma como somos criados.

Janet Reimer llevó a Bruce a Baltimore para consultar al doctor Money. Para el experto, el caso
presentaba la posibilidad de un experimento ideal: un niño que él pensaba que debía ser criado
como el género opuesto, y que incluso contaba con su propio grupo de control, un gemelo
idéntico.

Si su teoría se confirmaba sería evidencia irrefutable de que la crianza podía invalidar a la


biología. Además, el doctor Money creía realmente que Bruce tenía mejores posibilidades de
ser feliz como mujer que como un hombre sin pene.

Así que Bruce, a los 17 meses de edad, se convirtió en Brenda. Y cuatro meses más tarde se llevó
a cabo la primera fase quirúrgica de su tratamiento, una castración.

El experto subrayó que, si querían que el cambio de género funcionara, los padres nunca debían
decirle a Brenda ni a su hermano gemelo que había nacido siendo niño.

Así que para seguir su progreso el caso fue bautizado como John/Joan. Y la identidad de Brenda
fue mantenida en secreto.

En una de esas sesiones anuales el doctor Money grabó que "la niña tiene muchas características
de 'marimacho', una abundante energía física y un alto nivel de actividad y rebeldía. Y a menudo
es la que domina en un grupo de niñas".

Para 1975, cuando los niños tenían 9 años, el doctor Money publicó un estudio detallando sus
observaciones. El experimento, dijo, había sido un éxito total. "Nadie más sabe que Brenda es la
niña cuyo caso están leyendo en los medios. Su conducta es tan normal como la de cualquier
niña y difiere claramente de la forma masculina en que se comporta su hermano gemelo".

"No hay ninguna señal que provoque sacar conjeturas contrarias", expresó el especialista. Sin
embargo, cuando Brenda alcanzó la pubertad a los 13 años comenzó a mostrar sentimientos
suicidas. Ante esta situación los padres de Brenda optaron por no seguir consultando al doctor
Money.

Poco después hicieron algo que el psicólogo les había advertido que no hicieran: le dijeron a la
niña que había nacido siendo niño. Semanas después Brenda eligió volverse David. Fue sometido
a cirugía reconstructiva y eventualmente se casó.

Aunque no pudo tener hijos, fue el feliz padrastro de los tres hijos de su esposa.

Pero David no sabía que había sido inmortalizado en el mundo académico y científico como el
protagonista del caso de John/Joan para reasignación de género.

Y cuando se enteró no podía creer que se le presentara como un "caso exitoso" en los libros de
texto médicos y psicológicos que lo ponían como ejemplo en los protocolos para tratar a
hermafroditas y a personas que habían perdido el pene.

Cuando cumplió 30 años David sufrió una crisis de depresión. Perdió su trabajo y se separó de
su esposa.

En 2002 su hermano murió a causa de una sobredosis. Y dos años más tarde, cuando David tenía
38 años, la policía le informó a Janet y Ron que su hijo se había suicidado.
Referencias

https://www.bbc.com/mundo/noticias/2010/11/101125_cambio_genero_sexualidad_men

https://hipertextual.com/2016/09/experimentos-psicologicos-que-sobrepasaron-los-limites-
de-la-etica

https://www.recursosdeautoayuda.com/los-10-experimentos-psicologicos-mas-
controvertidos/

https://omicrono.elespanol.com/2013/02/5-experimentos-psicologicos-que-muestran-
nuestro-lado-oscuro/

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