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IGLESIA

UNA IGLESIA
DEVORADA POR
SU SOMBRA

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Una mirada psicoespiritual al tema de los abusos sexuales
en esa institución nos conduce a aspectos negados o reprimidos
en quienes la integran.
Podemos tener una mirada esperanzada ante este problema, si todos
nos decidimos a un trabajo arduo, con honestidad, valentía y serenidad
de espíritu, para enfrentar el inconsciente sombrío que hay en ella.
Camilo Barrionuevo* | Psicólogo | cfbarrio@uc.cl

ay una sensación de estupefacción al interior de la de malignidad que ha emergido en la Iglesia, con la esperanza
Iglesia. De aturdimiento general y de falta de capa- de que de esa reflexión pueda nacer una praxis de reparación y
cidad de respuesta ante el escenario de la abruman- prevención futura.
te cantidad de denuncias recibidas este último tiem- Un primer elemento teórico de análisis que me parece perti-
po respecto de los abusos sexuales a menores de nente proviene del pensamiento del psiquiatra suizo Carl Gustav
edad, perpetrados por religiosos y miembros del clero católico. Jung respecto de su concepto de «sombra». Jung, en términos
El escenario que se enfrenta es de carácter dantesco e infernal, generales, comprendía a la sombra como los aspectos negados
dicho esto sin miedo a pecar de exageración o hipérbole. Basta y reprimidos de la personalidad. La sombra contiene, entonces,
prestar oídos a la brutalidad de los testimonios de quienes con partes de la psique que han sido rechazadas por el yo por ser de
valentía han narrado sus experiencias de abusos, vejaciones, un contenido penoso y de difícil aceptación para el autoconcepto.
violaciones y verdaderas torturas sistemáticas. A la reacción Este proceso se va produciendo desde la temprana infancia, cuan-
de estupor y espanto contribuye la evidente constatación del do nuestro ambiente inmediato va condenando y/o rechazando
rol que ha cumplido parte de la jerarquía eclesial para ocultar la algunas formas de ser específicas. Dichos contenidos —que
información y proteger a los religiosos victimarios, como al pa- pueden ir desde la expresión de la rabia, a los impulsos sexua-
recer el mismo cardenal Charles Scicluna terminó por constatar les, a la vulnerabilidad, etc.— por razones adaptativas terminan
en su paso por Chile en marzo. finalmente siendo reprimidos por el sujeto, son desalojados de
Enfrentamos, en ese sentido, un proceso de desarticulación la consciencia y terminarán habitando en la sombra personal. La
y desorientación similar al que vive una familia cuando descubre imagen simbólica de la sombra logra, por cierto, subrayar la indi-
que uno de sus amados miembros ha cometido los actos más solubilidad de esta parte de la psique respecto del funcionamiento
horrendos, con la complicidad patológica de varios de los adultos general de la personalidad (por más que corramos o nos tratemos
que hubiesen podido hacer algo para detenerlos. De esta situación de esconder, nuestros aspectos negados y oscuros siempre ter-
surge la urgente necesidad de articular algún tipo de compren- minan siguiéndonos como una sombra) y, por otra parte, se enfa-
sión respecto a estas atrocidades, si queremos llegar a avanzar tiza la general inconsciencia que se tiene respecto de la sombra
en verdaderos procesos de reparación y crecimiento. Debemos, que uno proyecta. Sin embargo, es importante consignar que la
pues, interrogarnos cómo se explica que la Iglesia haya fallado de sombra no es «mala» o negativa en sí misma. Muchas veces en
esta forma en proteger a sus miembros más vulnerables, hacia los ella encontramos elementos que pueden revitalizar y «hacer más
que se supone que tenía una particular misión formativa y espiri- completo» el funcionamiento general de la personalidad, pero
tual. ¿Cómo mirar de frente a estas infancias destruidas y tomar ello solo sucede cuando logramos tener la valentía de mirar y
las acciones requeridas para intentar asegurar un «nunca más»? relacionarnos con dichos aspectos.
¿Cómo sostener la mirada frente esta oscuridad maligna que ha-
bita en el corazón de la Iglesia católica y cómo intentar un camino
hermenéutico que nos permita salir del presente aturdimiento
* El autor es docente universitario de posgrado en distintas universidades
para intentar digerir, de alguna forma incipiente, todo lo vivido?
nacionales y supervisor clínico. Cuenta con un magíster en Psicología
Mi interés en este breve espacio es justamente ofrecer una Clínica de la Universidad de Chile, y un magíster en Estudios Teológicos
narrativa reflexiva que mire de frente a este verdadero tsunami de la Universidad Boston College, EE.UU.

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Una dimensión significativa que Jung planteó respecto de la El caso de los abusos sexuales al
sombra es que esta también tiene un nivel que involucra colec- interior de la Iglesia se puede
tividades humanas. Es decir, existe una dimensión colectiva de
la sombra que se vincula de forma directa con lo que un grupo explicar desde la perspectiva de
humano específico rechaza culturalmente. En ese sentido, se hace los aspectos sombríos colectivos
evidente que la Iglesia católica, en tanto grupo humano, también
tiene una sombra particular.
de ella. Es decir, desde la
Mi tesis respecto del caso de los abusos sexuales al interior comprensión de cómo la Iglesia
de la Iglesia es que esta situación se puede explicar desde la aquí ha sido víctima de su propio
perspectiva de los aspectos sombríos colectivos de ella. Es de-
cir, desde la comprensión de cómo la Iglesia aquí ha sido víctima inconsciente sombrío reprimido.
de su propio inconsciente sombrío reprimido, el cual ha irrumpido
con violencia y se ha escenificado en las situaciones de abusos
sexuales a menores. Estos pueden ser leídos, entonces, como un
síntoma gráfico de cómo la Iglesia ha sido, literalmente en este Conozco de cerca sacerdotes
caso, tragada por sus aspectos sombríos y oscuros. que me han contado cómo,
Procuraré, así, intentar descomponer y analizar por partes
cómo es esta sombra anímica de la Iglesia y cuáles pueden ser cuando van a realizar
algunos de los hipotéticos caminos constructivos que se pueden algún tipo de práctica
abrir para abordar este complejo escenario.
de autocuidado, son
LA SOMBRA DEL ORGULLO criticados y descalificados
implícitamente por sus
Mirando de cerca la forma de vida de los sacerdotes y religio-
sos católicos, asombra el nivel de desgaste, estrés y altísima pares, como si el solo hecho
exigencia a que están sometidos. En una época en que las voca- de ser sacerdote o religioso
ciones religiosas están en franca retirada, muchos miembros de otorgara una especie de
comunidades religiosas y del mundo diocesano se encuentran
intensamente demandados por realizar funciones pastorales que inmunidad contra el burnout
antes eran cumplidos entre varios miembros. Además, al inte- y el desgaste profesional.
rior de la Iglesia hay una cultura implícita (es decir, inconsciente)
respecto de que sus miembros debieran comportarse como una
especie de «súper hombres» o «súper mujeres». Se espera de
los religiosos y del clero en general que sean personas con una
entrega total, radical, absoluta, 24/7, que, al igual que Cristo, espíritu, aún existe una lamentable inflación de un tipo de sa-
debieran estar realizando actividades de amor y servicio cons- ber pastoral teológico que no es capaz de integrar otros cono-
tantes. Este ideal cristiano de servicio radical, esta mal entendida cimientos pertinentes respecto de su quehacer. Por ejemplo,
imitatio Christi, termina negando —y reprimiendo— la humanidad sobre las labores pastorales y procesos de «acompañamiento
del clero, poniéndolos en una situación de salud mental particu- espiritual» que deben realizar sus miembros, sorprende los casi
larmente vulnerable e inestable. Conozco de cerca sacerdotes nulos y deficientes espacios de supervisión constante para religiosos
que me han contado cómo, cuando van a realizar algún tipo de que realizan estas actividades. Hace poco más de cien años que
práctica de autocuidado, son criticados y descalificados implí- la psicología moderna viene elaborando y reflexionando, con un
citamente por sus pares, como si el solo hecho de ser sacerdote alto grado de sofisticación, sobre toda la compleja gama de pro-
o religioso otorgara una especie de inmunidad contra el burnout cesos interpersonales implícitos que suceden en los encuentros
y el desgaste profesional. Urge, en ese sentido, reales prácticas íntimos entre dos personas cuando el vínculo que los une es de
de autocuidado y un cambio cultural respecto a cómo integrar carácter terapéutico. En ese sentido, no hay psicólogo clínico que
la dimensión humana del clero. se respete que no sepa que requiere de una supervisión cons-
tante y de la ayuda de otros, cuando intente comprender lo que
LA SOMBRA DE LA SUFICIENCIA DEL SABER sucede en un proceso de transformación terapéutica. Trabajar
RELIGIOSO/ESPIRITUAL con otras personas es complejo, arduo e íntimamente personal,
y ciertamente es muy fácil atascarse, confundirse o involucrarse
Aunque oficialmente la Iglesia ha reconocido la necesidad de en términos personales, a veces, perdiendo el rumbo. No es poco
nutrirse y dialogar con las ciencias naturales y las ciencias del común que un terapeuta se pueda enojar, deprimir, frustrar o

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erotizar cuando trabaja con pacientes. Sabemos que la ayuda específicamente, suele emerger una relación donde fácilmente
de pares y de supervisores es crucial para que el encuentro te- se puede polarizar los lugares del poderoso-sabio-terapeuta en-
rapéutico no tenga efectos iatrogénicos para nuestros pacientes. frentado al infantilizado-necesitado-paciente.
En ese sentido, asombra cómo los curas y religiosos están Lo problemático es que el terapeuta o religioso puede, cons-
solos frente a su quehacer pastoral cotidiano. Para ellos son ciente o inconscientemente, sentirse muy cómodo y a gusto por
prácticamente inexistentes los espacios donde pueden elaborar ocupar dicho lugar, y así poder proyectar sus propias heridas
y entender cómo son afectados por las relaciones que tienen con y necesidades sobre sus pacientes. En general, la experiencia
las personas de sus comunidades, y cuáles son los procesos im- demuestra que no es común conocer terapeutas ni religiosos
plícitos que suceden en los vínculos de intimidad que desarrollan. que se sientan particularmente cómodos con entrar en contacto
¿Cuántos casos de abuso sexual se podrían haber evitado de po- con su propia vulnerabilidad, con sus propias heridas personales.
der contar con sólidos espacios de supervisión constante, donde El lado oscuro de las relaciones de ayuda implica, entonces,
el clero pudiera elaborar e integrar responsablemente las dinámi- personas que para escapar de sus propios dolores y heridas
cas intersubjetivas implícitas propias de su labor evangelizadora? personales terminan ocupando un lugar social que les permite
Cierto es que existen algunas excepciones al respecto y que esconderse de ellas, atendiendo las de los otros. En el peor de
hay centros y universidades que forman a algunos sacerdotes, los casos —como en el de los abusos sexuales— estas personas
por ejemplo, en el ámbito del acompañamiento espiritual. Aun terminan mal usando estas diferencias de poder y actúan sus
así, los miembros del clero que tienen dicha formación son una heridas, traumas y dolores biográficos, que emergen disociados
minoría y, además, se realiza una instrucción puntual de unos con consecuencias devastadoras.
pocos años, luego de lo cual vuelven a quedar solos frente a Para complicar un poco más la situación, el caso de los sacer-
las personas de su comunidad. Pese a la abrumadora literatura dotes y religiosos implica una dimensión interpersonal implícita
de que disponemos hoy en día respecto de las dificultades de propia de la relación pastoral, que resulta más compleja de ma-
los procesos transferenciales y contratransferenciales que tie- nejar cuando se la compara con la de los terapeutas. Esto se debe
nen todas las personas que trabajan en «relaciones de ayuda» a que, como el terreno de competencia de los religiosos y sacer-
—incluidos, por cierto, los sacerdotes y agentes pastorales— no dotes es el ámbito de la espiritualidad humana, suele emerger en
hay una política clara de parte de la Iglesia para afrontar dicho la relación el complejo fenómeno de la transferencia arquetípica.
desafío. Paradigmático de esta situación es el casi nulo entrena- Es de conocimiento popular el hecho de que los pacientes
miento en procesos pastorales de acompañamiento que reciben suelen proyectar aspectos de su vida personal inconsciente so-
los sacerdotes diocesanos, frente a su casi exclusiva formación bre el terapeuta, el que es investido de cualidades generalmente
filosófica-teológica. asociadas a los adultos significativos de la vida infantil. Menos
Se requiere, por tanto, una revisión en la formación del cle- conocido, en cambio, es el fenómeno de cuando la proyección
ro, perdiéndole el miedo a la conversación y mutuo aprendizaje implica contenidos de tipo transpersonal, espiritual o arque-
que puede darse respecto profesiones afines, para que así haya típicos. Esto es, el sacerdote súbitamente es investido de una
un mayor entrenamiento y comprensión de los procesos im- cualidad seudo-divina, trascendental, o religiosa, y adquiere,
plícitos interpersonales que suceden en el quehacer pastoral. por tanto, características numinosas sagradas. Comparte con
Ciertamente, se requiere para ello de una mayor participación e el chamán, el maestro espiritual, o el gurú, el ser un canal, un
inclusión de profesionales del mundo laico que puedan aportar puente, un potenciador del desarrollo espiritual humano; y parte
a la formación integral del clero y a tener espacios protectores inherente de ese rol es ser el depositario —al menos, de forma
de supervisión profesional. temporal— de la proyección de lo trascendente y lo sagrado. No
es superfluo acentuar cuán difícil resulta lidiar con dicho rol sin
LA SOMBRA DEL PODER sufrir una peligrosa inflación psíquica en que el religioso termina
por «creerse el cuento» —si se me permite el chilenismo— y se
El connotado analista Guggenbühl-Craig ha planteado lúcidamen- apropia de las proyecciones arquetípicas que su entorno y comu-
te la tesis de que todos los profesionales que trabajamos en «re- nidad realizan, asumiendo entonces una «actitud santificada».
laciones de ayuda» (psicólogos, psiquiatras, asistentes sociales, Este es un patrón del todo común en personas que tienen
sacerdotes, religiosos, etc.) enfrentamos, de una u otra forma, la profundas psicopatologías —generalmente, personas con una
sombra del poder en la relación con nuestros pacientes o clientes. gran vulnerabilidad narcisista— y que se nutren de ese investi-
Intentar ayudar a que otra persona tenga un desarrollo o evolución mento espiritual a modo compensatorio. Un ejemplo gráfico: el
positiva en algún ámbito, implica, por definición y aunque no se de- padre Fernando Karadima.
see, cierto nivel de jerarquía y desigualdad en la relación. Además, Finalmente, este escenario propio de la situación pastoral se ve
las personas que acuden a un terapeuta o a un religioso suelen acentuado con el conocido mecanismo del bypass o evitación espi-
encontrarse en situaciones de gran estrés, angustia y desorienta- ritual. Con ello se quiere designar el mecanismo mediante el cual
ción. De esta forma, rápidamente puede emerger en la relación un se usa un discurso espiritualizado para intentar tapar o camuflar
vínculo que implica la diada arquetípica del sanador-herido. Más aspectos de la vida psíquica personal que son del todo desadapta-

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No son pocos los teólogos y cluso se han cargado de características «demoníacas» durante
agentes pastorales que han levantado centurias. De la misma forma que Rahner afirmaba que si «le
abriéramos la cabeza» a un cristiano promedio para ver cómo es
sus voces críticamente respecto su creencia respecto la naturaleza de Jesús, nos encontraríamos
a la incomodidad cristiana ante con que la mayoría tiene una fe monosofista, donde la naturaleza
humana de Jesús casi no existe o es mayormente subsumida por
la realidad psíquica que deviene su dimensión divina1; me parece que si se entrevista a un cristia-
con el trauma, y la incapacidad no común —y, ciertamente, a parte importante del clero— nos
de quedarnos con las víctimas. encontraríamos con una visión negativa de la realidad del cuerpo
y de sus procesos, que es perfectamente posible calificar de un
carácter dualista de tipo gnóstico.
Mirado el fenómeno desde el lado de la psicología, se puede
afirmar, siguiendo las ideas de Jung, que si a un aspecto de la psi-
que —como la sexualidad— se le niega, se le teme y se le reprime,
este se carga energéticamente en lo inconsciente, y adquiere ahí
tivos o francamente patológicos. Así, el religioso o sacerdote, que una cualidad oscura que emerge de forma persecutoria y ame-
puede tener verdadero pavor de su sexualidad e instintos básicos, nazante. El rechazo al cuerpo y a la sexualidad del imaginario
intenta evitar o camuflar dichos conflictos psíquicos personales a religioso católico —potenciado por una imaginación teológica
través de la adopción de un lenguaje de castidad espiritualizada, negativa a este respecto— no ha hecho más que contribuir a la
sin enfrentar nunca el núcleo de sus problemas. patologización de la sexualidad y a que simbólicamente se la viva
como sede de «lo demoniaco».
LA SOMBRA DE UNA «TEOLOGÍA GNÓSTICA»: Una vez constelado este escenario, estamos en un suelo fértil
CUERPO Y SEXUALIDAD para que esta sombra de lo sexual emerja de forma disociada y
con una vehemencia y fuerza destructiva tremendas, no precisa-
Un fenómeno frecuente en la historia de las ideas sucede cuando mente porque la sexualidad sea intrínsecamente destructiva y os-
una cultura y visión de mundo se impone y derrota a otra, para cura, sino por la actitud consciente que se ha tenido respecto ella.
que luego la cosmovisión vencida termine infiltrando y cambian- ¿El camino a tomar? Ciertamente, debemos reimaginar la
do, desde dentro, la cultura dominante. Le sucedió a la vencedo- sexualidad y el cuerpo desde un lenguaje teológico que le haga
ra Roma respecto del mundo cristiano y también muchas veces justicia al misterio de la encarnación. Debemos, además, abrir-
al cristianismo respecto de las culturas que conquistó y asimiló. nos a nuevas formas de reconciliar el placer y el goce saludable
De estos procesos me gustaría destacar la fuerte inculturación con la realidad amorosa y compasiva de Dios. Y deberíamos,
gnóstica que tuvo el cristianismo desde sus mismos comienzos, por último, fomentar una actitud consciente hacia el cuerpo y
específicamente sobre una visión dualista respecto a la realidad la sexualidad que reconozca el carácter amable, luminoso y es-
del cuerpo y el espíritu, y la consecuente valoración negativa del piritual de esa realidad humana.
mundo material. El gnosticismo, como corriente de pensamiento
del mundo primitivo que coexistió junto al cristianismo durante LA SOMBRA DEL LENGUAJE DE REDENCIÓN CRISTIANO
los primeros siglos de la época patrística, plantea una marcada
división dualista radical entre el mundo de la materia y el espíritu. Por último, me gustaría referirme brevemente a un aspecto
El mal está directamente ligado al mundo material y al cuerpo. El sombrío del imaginario cristiano respecto a la forma como nos
cuerpo sería una especie de cárcel del espíritu, el que es asociado relacionarnos con el dolor y sufrimiento, y, en última instancia,
a nuestra verdadera naturaleza y a la cual necesitamos despertar con el trauma psíquico.
a través de una gnosis, un conocimiento espiritual directo de ca- En las últimas décadas, el pensamiento teológico cristiano ha
rácter esotérico. Los gnósticos cristianos, por su parte, llegaron tenido un verdadero florecimiento reflexivo critico —que provie-
a postular que Cristo no tenía un cuerpo físico real y que poseía ne, fundamentalmente, del trabajo teológico del mundo femi-
una naturaleza puramente espiritual. Pese a que es sabido que la nista católico— respecto a cómo se ha usado históricamente el
Iglesia rechazó dicha doctrina y desarrolló una sofisticada teolo- lenguaje mítico-simbólico de la pasión (el evento de la cruz y la
gía respecto a la encarnación y la unidad de la naturaleza humana muerte-resurrección de Cristo), tanto para interpretar situacio-
y divina de Jesús, no es menos cierto que a nivel del imaginario nes traumáticas de forma autocomplaciente como para intentar
religioso de la historia del catolicismo, ni el mundo material ni el bypasear los procesos de duelo y desorientación post-trauma.
cuerpo ni —mucho menos— la sexualidad y el placer han gozado
de una particular popularidad y apreciación positiva. El dualismo
implícito o explícito del discurso espiritual cristiano, ha mirado 1 Le debo la referencia de la cita en relación con este
con recelos la naturaleza del cuerpo y sus procesos, los que in- problema a mi estimada colega Carolina del Río.

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La teología de la cruz ha sido particularmente sensible a de- ya pronto cerrar este capítulo. El mismo riesgo se aprecia en las
nunciar las lecturas acomodaticias respecto a situaciones abusi- lecturas triunfalistas —por momentos, cercanas a lo hipomania-
vas traumáticas que se liguen de alguna forma con la figura de co— respecto a las cartas del papa Francisco y la reunión que ha
la «expiación», la idea de que el sufrimiento es una «prueba de tenido con los obispos en Roma; como si esta situación se fuese a
Dios» o parte de «su voluntad» (como si las situaciones abusivas resolver por el solo hecho de reconocer la realidad de los abusos
traumáticas hubiesen sido «inevitables», por estar ya, de alguna y encubrimientos en la Iglesia —removiendo quizás a los obispos
forma, preconfiguradas en Dios). más implicados en ello—, por significativo y crucial que haya sido
Por otra parte, se ha criticado de forma aguda cómo el ejercicio este importante primer paso. Sin embargo, mucho camino queda
pastoral católico que se enfrenta a la abrumadora realidad del aún por recorrer, reparar y cambiar en la Iglesia, y debiéramos ser
trauma —como, por ejemplo, el intento de acompañamiento a las precavidos de no volver a actuar la sombra del rush cristiano de
víctimas de las violaciones y abusos— tiene la compleja tendencia precipitarnos defensivamente hacia la resurrección.
de querer correr rápidamente de la cruz a la resurrección, saltándo-
nos el proceso del incómodo e incierto Sábado Santo. No es poco HONESTIDAD, VALENTÍA Y SERENIDAD
frecuente encontrar agentes pastorales y personas religiosas que,
una vez enfrentados a la realidad del trauma producido por los Al finalizar, solo me resta afirmar que, pese al análisis reflexivo
abusos, quieran aconsejar y empujar a que la persona «dé vuelta la recién propuesto, mi sentir está lejos de ser pesimista. Como
página» lo antes posible, o que «aprenda a perdonar», o cualquier miembro de esta comunidad y de esta Iglesia, tengo la fuerte
otro discurso que enfatice la necesidad de correr rápidamente de esperanza de que estos escenarios puedan cambiar y rectifi-
viernes a domingo. Piénsese, a modo de ejemplo, en el caso de carse. Pero dicho proceso no va a suceder por querer esconder
la prédica del sacerdote que se enfrenta al horror de la muerte la cabeza bajo la tierra «hasta que todo pase». La sombra no
tempana de un niño producto de algún brutal acto de violencia: se transforma gracias a políticas de avestruz. Ella cambia y se
nos solemos encontrar con fuertes mensajes que enfatizan que transforma para bien solo gracias a un trabajo arduo que implica
él niño ahora «ya está salvo», que «se encuentra junto a Dios», una buena dosis de honestidad, valentía y serenidad de espíritu
que por medio de Jesús ya todos hemos vencido a la muerte, etc. ante el autodescubrimiento o la auto observación auténtica.
Del dolor, confusión y devastación de los padres, poco y nada. Mientras no se asuma la realidad del mal que habita en la propia
No son pocos los teólogos y agentes pastorales que han levan- casa, seguiremos proyectando esa oscuridad de forma persecutoria
tado sus voces críticamente respecto a la incomodidad cristiana y no pensaremos que es la Iglesia la que tiene un serio problema a
ante la realidad psíquica que deviene con el trauma, y la incapa- este respecto: más bien, nos diremos que todo esto es producto de
cidad que muchas veces se tiene de quedarnos con las víctimas, un «complot de los zurdos», como el mismo papa Francisco lamen-
respetando y acompañando sus procesos con un lenguaje y una tablemente afirmó en un comienzo en referencia al caso Barros, o
imaginación teológico-religiosa que le haga justicia a su realidad bien que es algo inflado, «producido» por el morbo de los periodistas,
espiritual. como el cardenal Ricardo Ezzati se atrevió a señalar. Es labor de
Llevando este tema al clima actual de la Iglesia chilena, me todos, pues, laicos y religiosos, comenzar a conocer y abrazar esta
parecen peligrosas las declaraciones de algunos sobre el «can- sombra que se ha vuelto tan virulenta y destructiva. Se lo debemos
sancio» de seguir hablando de los abusos, y el deseo de querer a las víctimas. Se lo debemos a nuestros niños. MSJ

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