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TIROIDES

ANATOMIA
Figura 1
El tiroides es una glándula situada en la parte
anterior del cuello, delante del cartílago
cricoides. Consta de dos lóbulos situados a
ambos lados de la parte superior de la tráquea
unidos por un istmo. La vascularización, muy
rica, se realiza por 4 arterias principales, una a
cada lado de los 2 lóbulos. El tiroides pesa 1-3
gr. al nacimiento y llega a alcanzar los 15-20 gr.
en la edad adulta (fig.1).

EMBRIOLOGIA

Figura 2 El tiroides puede identificarse ya a los 16 -


17 días de gestación. Su origen es
endodérmico a partir de las 4° y 5° bolsas
faríngeas, migra caudalmente siguiendo el
camino del conducto tirogloso, y alcanza a
los 40 - 50 días su localización anatómica. La
capacidad funcional de concentrar yoduro
aparece en el 2° trimestre, siendo capaz, el
tiroides fetal de segregar hormonas
tiroideas a las 20-24 semanas de gestación
(fig. 2).

HISTOLOGIA

El tiroides está formado por la agrupación de Figura 3


folículos, entre los que pueden observarse células
parafoliculares o células C secretoras de calcitonina.
El folículo es la unidad funcional de la glándula; tiene
una forma más o menos esférica, y está constituido
por una capa de células epiteliales cuboideas de 15 -
150 pm de diámetro. Los tirocitos tienen 4 caras: la
cara interna o apical formada por una membrana con
vellosidades, la cara externa o basal, en contacto con
los capilares sanguíneos; y las dos caras laterales
que se unen a las de otros tirocitos mediante desmosomas. La cavidad central del
tirocito está rellena de una sustancia coloide, que es el almacén de la tiroglobulina
(fig. 3).
BIOSINTESIS Y SECRECION DE HORMONAS TIROIDEAS

La misión de la glándula tiroidea es la de convertir el yodo en hormona tiroidea


activa. Sus 2 sustratos son el yodo, cuya disponibilidad puede estar limitada, y la
tirosina. La fuente natural del yodo son los alimentos y el agua, que a su vez
depende de su contenido en las rocas y suelo de la región, lo que varía
ampliamente. En la Tabla 1 se especifican los requerimientos de yodo y el aporte
diario recomendado.
Tras la ingestión del yodo, éste se convierte en yoduro y se absorbe en el tracto
gastrointestinal. Su concentración plasmática suele ser de 2 pg/l. Aunque también
se excreta por orina y en pequeña proporción por heces, la mayor parte del yoduro
lo capta el tiroides iniciándose así la síntesis de hormonas tiroideas (fig. 4).
La biosíntesis y secreción de hormonas tiroideas consta de seis etapas:

Figura 4

1.- Captación-transporte del yoduro

El tirocito concentra yoduro contragradiente eléctrico y químico y lo transporta de


la membrana basal a la apical. En primer lugar concentra el yoduro a través de un
cotransportador de Na+/I- denominado NIS (Na+ -I-symporter) que está localizado
en la membrana basal del tirocito. En segundo lugar, se produce el flujo del yoduro
desde el citoplasma del tirocito a su membrana apical, la cual atraviesa mediante
canales de yoduro. Este transporte tiene todas las características de transporte
activo.

Tabla 1 2.- Síntesis de tiroglobulina (Tg)

RECOMENDACIONES DE INGESTA La Tg se sintetiza exclusivamente


DIARIA MINIMA DE YODO (g) en el tirocito. Sus funciones
principales son las de sintetizar
• Prematuros > 30 g/Kg/día
hormonas tiroideas (T3 y T4), y
• Niños
– 0 - 5 meses 90 g / día
acumular yodo mediante
– 5 -12 meses 90 g / día derivados yodados de tirosina
– 1 - 3 años 90 g / día (MIT y DIT).
– 4 - 6 años 90 g / día
– 7 -10 años 120 g / día
• Adultos 150 g / día 3.- Oxidación del yodo;
• Mujeres embarazadas 200 g / día Yodación de la Tg,
• Mujeres que lactan 200 g / día Acoplamiento

El I- transportado desde la membrana basal a la membrana apical del tirocito, a


donde se dirige también la Tg sintetizada es rápidamente oxidado e incorporado a
la Tg. Este proceso se denomina organificación del yodo. En esta etapa de la
biosíntesis hormonal se produce en primer lugar la yodación de restos tirosilo
unidos por enlaces peptídicos al resto de la molécula de Tg. Se incorpora el I- y se
forman la MIT (monoyodotirosina) y la DIT (diyodotirosina). A continuación se
producen los residuos triyodotironínicos y tetrayodotironínicos, 2 residuos DIT
forman un residuo tetrayodotironínico o tiroxínico (T4), Un residuo DIT y otro MIT
forman un residuo triyodotironínico (T3) (fig. 5).

Figura 5 4.-Almacenamiento de
la Tg yodada en el
coloide

Tg yodada se almacena
extracelularmente en el
coloide, la Tg más vieja
en la zona central del
lumen y la Tg yodada
más reciente en la zona próxima a la membrana apical.
La Tg yodada es una prohormona, reserva de T4, T3 Y de yodo, ya que T4 y T3 no
pueden pasar al torrente circulatorio ni ejercer su acción celular porque debe ser
hidrolizada por enzimas proteolíticas para liberar las hormonas tiroideas activas.
5.- Proteolisis y liberación de T3 y de T4 de la Tg

La TSH estimula la fusión de lisomas con gotas de coloide, produciendose


proteolisis hasta la liberación de la Tg, de MIT, DIT, T3, T4 y aminoácidos yodados.
Las hormonas tiroideas T3 y T4 pasan al torrente circulatorio bien por difusión o por
alguna proteína transportadora específica situada en la membrana. Antes de pasar
definitivamente a la sangre parte de la T4 se convierte en T3 por la acción de 5'
deyodinasa II de la glándula tiroides, siendo controlado el proceso por TSH.

6.- Deshalogenación de MIT y DIT

Las yodotirosinas MIT y DIT liberadas por las proteasas lisosómicas son desyodadas
intracelularmente y el 90 % del I- se vuelve a utilizar dentro del tirocito formando
parte del pool intratiroideo y el 10% restante se vierte al torrente circulatorio.

REGULACION DE LA FUNCION TIROIDEA

La función tiroidea se regula tanto por mecanismos extrínsecos (fundamentalmente


TSH) como por mecanismos intrínsecos (autorregulación tiroidea).
Figura 6
La TSH estimula la síntesis de
hormonas tiroideas, al incrementar
tanto la captación de I- como la síntesis
de Tg, su yodación, acoplamiento,
endocitosis y proteolisis. Ello se
produce por interacción entre TSH y
su receptor. La regulación de la TSH
en la hipófisis se realiza por un
mecanismo de “feed-back” mediante
un control inhibidor o supresor, y un
control estimulador. En la figura 6 se
representa el eje hipotálamo-hipófisis-
tiroides y su servomecanismo de
control. El control inhibidor, se realiza
fundamentalmente por las hormonas
tiroideas. Este servomecanismo
negativo entre tiroides e hipófisis se
realiza directamente en las células
tireotropas hipofisarias, y sólo
parcialmente a través del hipotálamo.
Este mecanismo es
extraordinariamente preciso; cuando
disminuye la T4 disponible (hipotiroidismo) se produce un aumento considerable
de los niveles séricos de TSH incluso aunque la T3 esté dentro de niveles normales;
ligeros incrementos de T3 o de T4 disminuyen la respuesta hipofisaria a TRH.
El control estimulador lo ejerce principalmente la hormona liberadora de tirotropina
(TRH). La TRH se encuentra en el hipotálamo, en el que se sintetiza en las neuronas
de los núcleos supraóptico y paraventricular. Desde allí se almacena en la
eminencia media y alcanza las células tireotropas de la hipófisis a través del sistema
porta hipofisario, y en cuya superficie existen receptores de membrana de TRH. TRH
estimula la síntesis y secreción de TSH. El efecto estimulador de TRH es
contrarrestado por las hormonas tiroideas que regulan el número de receptores de
TRH, que aumentan en caso de hipotiroidismo y disminuyen en caso de
hipertiroidismo. TRH fija el punto de ajuste del servomecanismo negativo hipófisis-
tiroides.

Existen otros mecanismos reguladores extrínsecos que pueden influir en la


producción de TSH y TRH con efectos estimuladores e inhibidores, tales como
norepinefrina, serotonina, estrógenos, dopamina, somatostatina, GH y
glucocorticoides, pero su importancia es mucho menor.

La autorregulación tiroidea es un mecanismo intrínseco de regulación de la función


tiroidea. El tiroides puede regular la cantidad de I- que capta y la cantidad de
hormona tiroidea que sintetiza, aún en ausencia de TSH.

METABOLISMO DE LAS HORMONAS TIROIDEAS

Vías de metabolización
Las yodotironinas, T4 y T3 principalmente, Figura 7
pueden ser metabolizadas en los tejidos
por diferentes vías (fig. 7): a) pueden
reaccionar a nivel hepático y renal con los
ácidos glucurónico y sulfúrico y formar
glucurón-conjugados y sulfatoconjugados
que son excretados por la bilis y la orina,
b) pueden ser desaminadas o
descarboxiladas, igual que cualquier
aminoácido, c) se puede romper el enlace
de oxígeno y por último y de manera más
importante d) se pueden desyodar.
Aproximadamente el 80% de la T4 se
metaboliza a través de la desyodación (40% hacia T3 y el otro 40% hacia rT3); el
20% restante se metaboliza por las otras vías produciendo metabolitos con poca o
nula actividad biológica.
Desyodación
Figura 8
La vía más importante de metabolización de la
T3 Y la T4 es con mucho la desyodación
progresiva hasta la formación de tironina
exenta de yodo (fig. 8).
Están presentes en la circulación en muy baja
concentración.
Para que las hormonas tiroideas ejerzan sus
acciones periféricamente tienen que ser
secretadas por la glándula tiroidea,
transportadas por la sangre y entrar en las
células diana. Esta captación celular es
diferente en cada tejido y para cada
yodotironina en función de las necesidades.

MECANISMO DE ACCION DE LAS HORMONAS TIROIDEAS

Entrada en la célula
Las hormonas tiroideas regulan multitud de procesos biológicos relacionados con el
desarrollo y el metabolismo de la mayoría de los tejidos; producen sus efectos
biológicos fundamentalmente a nivel nuclear, controlando la expresión de genes
sensibles a ellas. La hormona tiroidea libre entra en las células por mecanismos no
bien conocidos pero el principal mecanismo de entrada es por difusión simple, si
bien en algunos tejidos como hígado se ha demostrado la existencia adicional de
una proteína transportadora de membrana. Otros factores que influyen en la
captación periférica son el flujo vascular, la permeabilidad capilar y la capacidad de
unión a las proteínas intracelulares.

El transporte de las hormonas tiroideas desde el plasma al citoplasma y desde éste


al núcleo no parece ser un proceso pasivo de difusión sino que existen datos que
sugieren la existencia de un mecanismo activo que consume energía y que mantiene
un gradiente pequeño entre la concentración extracelular y citoplasmática y un
gradiente mayor entre la concentración citoplasmática y nuclear. La generación de
T3 en el interior de la célula a partir de T4 proporciona un mecanismo de regulación
local de la concentración libre de T3 accesible al compartimento nuclear.

Receptor de hormona tiroidea


La T4 y T3 "libre" pasan del plasma al interior del citoplasma celular y allí la T4 es
desyodada para originar T3; posteriormente la T3 es trasladada al núcleo celular
para unirse receptores específicos de alta afinidad (RT o receptor de hormona
tiroidea). Si se asigna un valor del 100% a la afinidad del RT por la T3, la afinidad
por la T4 es del 10%.

Modelo de acción de los receptores nucleares


Los receptores nucleares pueden regular el proceso de transcripción de diferentes
maneras. Pueden modificar la estructura cromatínica permitiendo que otros factores
ejerzan su acción sobre las secuencias respondedoras de DNA; es decir actúan
cambiando la estructura conformacional del DNA de manera que lo hacen más
accesible. Otras veces interactúan, directamente o indirectamente a través de
moléculas puente o coactivadoras, con la maquinaria del proceso de transcripción
que está compuesta por hasta 25-30 proteínas diferentes y facilitan así la acción de
la RNA polimerasa (fig. 9).

Mecanismo de acción no mediado por receptores nucleares


Además del mecanismo de acción a nivel nuclear las hormonas tiroideas ejercen
determinados efectos biológicos a través de receptores extranucleares. Efectos
como el aumento del gasto energético necesario para activar la proteinosíntesis
intramitocondrial o la síntesis de ARN mitocondrial estarían mediados por la
existencia de receptores mitocondriales. Las HT a través de un receptor de
membrana estimulan la adenilciclasa con el consiguiente aumento AMPc intracelular
que secundariamente activaría una serie de proteínquinasas y la puesta en marcha
de múltiples efectos metabólicos.

EFECTO DE LAS HORMONAS TIROIDEAS

Los efectos de las hormonas tiroideas se extienden prácticamente a todos los


órganos y tejidos; intervienen en procesos morfogenéticos, sobre el crecimiento y
diferenciación celular y regulan multitud de procesos metabólicos.

Acciones sobre el sistema nervioso central

Está bien demostrado que las neuronas y los oligodendrocitos son células diana de
las hormonas tiroideas durante el desarrollo cerebral. Las hormonas tiroideas,
inicialmente de procedencia materna, intervienen en el desarrollo cerebral durante
la primera mitad de la gestación, semanas 10-20, que es cuando se produce el
desarrollo del tallo cerebral y la migración neuronal, la formación y proliferación
neurítica y la maduración neuronal. A partir de las semanas 20-24 el tiroides fetal es
funcionalmente activo y la producción normal de hormonas tiroideas fetales es
indispensable para el normal desarrollo cerebral durante la segunda mitad de la
gestación. Tras el nacimiento ocurre la mielinización, formación de la glia y
desarrollo de las sinapsis interneuronales, procesos que todos ellos dependen de la
acción de las hormonas tiroideas. El período neonatal es crítico y si existe un
hipotiroidismo se producen alteraciones irreversibles a no ser que se instaure un
tratamiento sustitutivo precoz. La deficiencia de hormona tiroidea no produce
cambios importantes en la anatomía grosera del cerebro pero sí que afecta a la
citoarquitectura del cortex y del cerebelo; se afecta la morfología y sinaptogénesis,
formación de la mielina y la adquisición de la polaridad neuronal y por contra se
incrementa la proliferación de la glia (gliosis) y la muerte neuronal. Las hormonas
tiroideas actúan a través de la estimulación de la síntesis de proteínas específicas
cerebrales como neurotransmisores, factores tróficos neuronales y sus receptores,
neutropinas a nivel del cerebelo, proteínas de la sinaptogénesis, neurotubulinas o
neurograninas en las células de Purkinje y proteínas de la mielina producidas por
los oligodendrocitos tales como la proteína básica mielínica, glicoproteína asociada
a la mielina y proteolípidos.

Acciones sobre el crecimiento

Las hormonas tiroideas actúan sobre el crecimiento celular en parte por acción
sobre la adenohipófisis al estimular la transcripción génica y síntesis de GH y, en
parte, por acción directa sobre el cartílago. La hormona tiroidea influye en la
secreción y en la acción de la GH; estimula la transcripción del gen de la GH así
como su síntesis por acción directa sobre la hipófisis. Se necesitan niveles
adecuados de hormonas tiroideas para mantener una secreción de GH normal; el
hipotiroidismo se acompaña de una menor secreción espontánea y tras estimulación
de GH por un menor contenido hipofisario de GH y el hipertiroidismo produce
también una menor secreción de GH por un aumento de tono somatostatinérgico.
Las HTs también modulan la acción de la GH; regulan la producción de GHBP
(proteína transportadora de la GH) que se corresponde con la porción extracelular
del receptor de la GH, de IGF-I (factor de crecimiento tipo insulina-I) y de IGFBP-3
(proteína transportadora del IGF-I). Así mismo facilita la respuesta de los
osteoblastos al IGF-I que es el factor de crecimiento celular más importante en la
vida postnatal. Por ello el hipotiroidismo en la infancia se acompaña de retraso de
crecimiento y de la maduración ósea que es reversible con el tratamiento
sustitutivo.

Se ha demostrado la presencia de distintas isoformas del RT en los osteoblastos en


función del estado de diferenciación celular y ello se correlaciona con la respuesta
que la hormona tiroidea produce en el hueso; se conoce su acción sobre la
proliferación y diferenciación osteoblástica en coordinación con otras hormonas y
estimula los fenómenos de formación y resorción ósea en parte a través de la acción
del TGFB, prostaglandinas y citoquinas.
Acción termogénica

La acción estimuladora de las hormonas tiroideas sobre la termogénesis depende


por un lado del aumento del metabolismo oxidativo mitocondrial y la consiguiente
formación de ATP necesario para la estimulación de la síntesis proteica y, por otro
lado, de la estimulación de la ATPasa de membrana, enzima que regula el transporte
de iones intracelulares y mantiene el gradiente iónico normal dentro de las células
con sodio bajo y potasio alto. La energía para la acción de esta bomba procede de la
hidrólisis de ATP en ADP, proceso en el que se desprende calor. Las HT estimulan la
actividad de la ATPasa lo que conlleva una mayor utilización de ATP y
secundariamente un aumento del metabolismo oxidativo mitocondrial. El grado de
estimulación de la termogénesis se correlaciona con el número de RTs en los
tejidos, excepto en el cerebro, en donde hay RT pero no acción termogénica.

Acciones sobre el metabolismo

Las hormonas tiroideas regulan un número grande de procesos metabólicos. Las HT


estimulan la síntesis de muchas proteínas estructurales, enzimas y hormonas
proteicas; las bases bioquímicas de este efecto son un aumento de la actividad de
transcripción génica, estimulación ribosómica de los procesos de síntesis proteica,
mayor eficiencia en los procesos de translación y posiblemente por un aumento en
el transporte intracelular de aminoácidos.
Las HTs intervienen directamente en el metabolismo hidrocarbonado. Muchos de
sus efectos son dependientes de las acciones de las catecolaminas e insulina.
Produce un aumento en la producción de glucosa ya que estimula la
neoglucogénesis, glucogenolisis y glicolisis hepática. Todo ello produce un mayor
aporte de glucosa a las células, lo que es esperable a la vista del efecto calorigénico
de las HT. Las HTs también aumentan la absorción intestinal de glucosa y galactosa,
la captación periférica de la glucosa por el tejido graso y muscular y potencian en
ellos el efecto de la insulina.
A nivel lipídico, las HTs, por una lado, estimulan la síntesis hepática de ácidos
grasos y, por otro lado, estimulan la movilización y degradación de ácidos grasos y
de glicerol en el tejido adiposo. Se afecta más la degradación de la síntesis, por lo
que el balance es una disminución de los lípidos almacenados y de sus
concentraciones en plasma, especialmente de los fosfolípidos y colesterol. Todo, es
el resultado de una lipogénesis aumentada en el adipocito y de una mayor
sensibilidad a la acción lipolítica de las catecolaminas y de una sensibilidad
disminuida a la acción antilipolítica de la insulina.

De esta manera hay más ácidos grasos disponibles para la oxidación y cetogénesis,
hecho importante en la acción calorigénica de las HTs. Las HTs también estimulan la
síntesis hepática de triglicéridos como resultado de la mayor movilización y
disposición de ácidos grasos y glicerol. Las HTs disminuyen la concentración de
colesterol en plasma pues aunque la síntesis está aumentada, la metabolización y
eliminación es mayor debido a una mayor conversión en ácidos biliares y a un
aumento proporcional de su metabolización por una mayor actividad de la
lipoproteín lipasa y del número de receptores para las lipoproteínas de baja
densidad (LDL); es decir las HTs aumentan el turnover del colesterol tipo LDL.
En relación con las vitaminas las HTs regulan la síntesis y acción de algunas
coenzimas de las vitaminas hidrosolubles como tiamina, riboflavina, vitamina B12 de
manera que en el hipertiroidismo aumentan las demandas tisulares y las
concentraciones vitamínicas disminuyen. Las vitaminas liposolubles también están
reguladas por las HTs ya que son necesarias para la formación de vitamina A a partir
de los carotenos; en el hipotiroidismo hay un acúmulo de carotenos lo que da un
tinte amarillento a la piel. Las vitaminas D y E también son reguladas por las HTs; en
el hipertiroidismo hay deficiencia de las mismas.

Acciones sobre el sistema nervioso simpático

Las HTs aumentan el número de receptores beta adrenérgicos en tejidos como el


miocardio, músculo, tejido adiposo y linfocitario; ello explica el aumento de la
sensibilidad de dichos tejidos a las catecolaminas en presencia de HT. Por ello
muchos signos y síntomas de las enfermedades tiroideas, tanto por exceso como por
defecto, reflejan modificaciones de la actividad del sistema simpático.

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