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EE.SS.
EMOCIONES SOCIALES
Dice Aristóleles que el todo es mayor que la suma de sus partes. En “Neuromitos en
Educación (2015)”, Jesús Guillén, de un modo claro y divulgativo, argumenta y desmonta
determinados mitos sobre el cerebro y la educación. Por ejemplo, la creencia de que sólo
utilizamos el 10% de nuestro cerebro. Cuando cada acción o pensamiento se produce en
una compleja red sináptica de neuronas, que activan un diverso mapa de regiones
cerebrales. Indica el autor “la neurociencia ha demostrado que utilizamos el 100% de
nuestro cerebro, lo que nos queda por delante es aprender con él”. Y lo que nos queda por
delante es aprender de él.
Hagamos un pequeño viaje por algunas conexiones del cerebro, sus emociones sociales y
los entornos de comunicación mediados por la tecnología. La larga y fecunda investigación
de Antonio Damasio, y la búsqueda del capital social en las redes sociales por parte de
Manuel Castells, son dos referencias. Universo y cerebro son grandes desconocidos. El
primero en su lejana infinitud, el segundo en su cercanía y complejidad. La “Galaxia Internet
y la Sociedad-Red” las describe Castells (2003); el “cerebro creó al hombre” lo
cuenta Damasio (2012). Red y cerebro formarán nuestro discurso. A esta feliz confluencia
lo hemos denominado horizonte neurosocial.
Cabe en la palma de nuestra mano, apenas pesa kilo y medio, tiene un billón de neuronas
y más de un trillón de conexiones, pesa en torno al 2% del cuerpo humano, pero consume
alrededor del 20% de su energía. Hablamos del cerebro y es todavía un enigma para la
ciencia, aunque tenemos algunas certezas.
Las neuronas son sensibles a lo que ocurre a su alrededor, son excitables y disponen
de prolongaciones fibrosas (axones) que les permiten enviar señales, tanto al cuerpo como
al exterior. Estas neuronas se organizan en circuitos.
Por tanto, dos observaciones que parecen muy obvias. El cerebro reside, se comunica con
el cuerpo, las neuronas generan y mantienen constantes conexiones y redes. Como
consecuencia, Damasio ofrece las siguientes reflexiones:
Las neuronas son sensibles a las células más cercanas y más alejadas, con cada parte del
cuerpo y con el exterior.
Cerebro y red son dos analogías con escritura blanda, flexible, dinámica y abierta. Esta visión
convergente, cristaliza en lo que hemos denominado Factor R-elacional, que genera un
circuito en el entorno tecnológico, donde los flujos de información se filtran y debaten, se
organizan y adaptan, se aplican a la construcción de otro
modelo educativo y comunicativo.
Factor R-elacional que es epicentro de las redes tanto psicosociales, como sinápticas en una
doble órbita. Vincula afinidades, estrecha y potencias lazos sociales, genera empatía y
diseña proyectos de acción en su órbita de relaciones humanas y emociones sociales .
Damasio explora las redes neuronales, Castells las redes sociales, y el psicólogo soviético
Vygostky propone un modelo cognitivo, en el que lo sináptico y lo social son fuentes de
aprendizaje.
Cuando algo se pone de moda como ocurre con la neurociencia, es conveniente recuperar
la historia. Joan Ferrés, profesor de comunicación audiovisual de la universidad Pompeu y
Fabra lleva varias décadas analizando las implicaciones y conexiones entre las emociones,
la educación y las imágenes. En su larga trayectoria investigadora (Educar al
vídeo 1988, Televisión, espectáculo y educación 1995, Educar en una cultura del
espectáculo 1998, La educación como industria del deseo 2008, Las pantallas y el cerebro
emocional 2014), donde describe en profundidad y con detalle la importancia del factor
emocional en el discurso audiovisual.
Ferrés en su último libro dibuja el potencial del “cerebro emocional”. Pero advierte sobre
las “profecías de las utopías tecnológicas.” La tecnología será emocional y será social,
según sea el grado y nivel de participación ciudadana.
Dicho de otro modo, hemos abandonado el universo de los contenidos, para explorar
el entorno relacional, descentrado y ubicuo, donde las dimensiones espacio-temporales
son ya transversales, inciertas, mutantes y permeables.
Es interesante la conexión que establece Ferrés entre Damasio con su EEC (‘Estímulo
Emocionalmente Competente’), entendido como idea, objeto, evento o valor, cuya
presencia provoca en el sujeto una respuesta emocional. Se abre una puerta para la empatía
y la sintonía emocional, en la que el educador que comunica provoca esta respuesta.
Este EEC lo provoca un reality show en su cotilleo, una serie en laidentificación con sus
personajes y conflictos, un videojuego en su simulación.
Freinet organizaba sus clases con asambleas entre sus alumnos, desarrolló programas de
innovación alrededor de la imprenta y la creación de revistas escolares, cuando nadie lo
hacía. Supo estimular la pasión de sus alumnos. Este pedagogo francés proponía que “cada
educador fuera capaz de sacar de cada alumno aquello que tenía”. Todos sus alumnos
fueron “el primero en algo”. Estableció algunas bases de la escuela colaborativa, cuando
nadie llegó a pensarlo.
Antes la publicidad era “café para todos”, las audiencias eran generalistas y
el target genérico. Hoy el marketing fragmenta las audiencias, diversifica la información,
personaliza las emociones. De modo que el estímulo que provoca una marca, está buscando
una respuesta emocional concreta, genera una experiencia, que es algo más que una acción
de compra. Un ejemplo lo tenemos en la emisión de la Super Bowl y cómo los anunciantes
se “han repartido” los diferentes nichos de mercado.
La educación tiene una ventana abierta para aprender, no se trata solo, ni principalmente
de ofrecer un buen contenido, sino de pulsar el botón de ese estímulo competente
emocional.
Este proceso lo describe Vygostiky y su ZDP (‘Zona Desarrollo Próximo’), como zona que
muestra la diferencia entre el nivel real de desarrollo para resolver un problema con
autonomía, y el nivel de desarrollo potencial, con la guía de una persona competente. Una
teoría que concede relevancia al tutor o educador, en un aprendizaje constructivista. Una
visión que enfatiza el aprendizaje sociocultural.
El autor presagió la importancia de la interacción, que el entorno digital facilita y
promueve, no exento de riesgos y amenazas. Damasio ofrece su mapa neuronal para
orientar la ruta de la “autocomunicación de masas”. Esta autocomunicación que propone
Castells, puede alcanzar una audiencia global al mismo tiempo; permite que uno mismo
genere el mensaje y defina sus destinatarios. Vygotsky abre su Zona de Desarrollo Próximo
para posibilitar este camino de interacción social y cognitiva. Ferrés aporta el campo
magnético emocional que hará posible, desde la conducción del deseo y la vivencia de la
pasión, el aprendizaje.
La televisión y el entorno virtual prolonga este ritual seductor, en los que devuelve a los
jóvenes el reflejo de un cuerpo perfecto, y por tal, imposible. Ellos perciben la necesidad de
ser mostrados en público y exhibir su imagen, sintiéndose populares y admirados. El
síndrome pasión-selfie es una evidencia.
“Mira mi mundo. Mírame”, es una de las invitaciones que hace un adolescente a través de
su fotolog.YouTube, MySpace, Instagram, Facebook son un escaparate global de
testimonios donde los jóvenes exhiben sus cuerpos y sus sueños. El nuevo milenio expande
el individualismo conectado, las nuevas generaciones son sensibles a la erótica de la
pantalla global, las relaciones en la Red son instantáneas, rápidas, intensas y hedonistas.
Usuarios y jóvenes que son y existen en la medida en que se exhiben y son vistos. El rumor
y el cotilleo fascinado y mediado por la tecnología garantiza el oxígeno de esta existencia.
El móvil es el dispositivo que ofrece una mayor vinculación con la identidad del usuario en
general, y del joven en particular. Lo describen con precisión en “La comunicación móvil”
Martínez, Aguado y Corredor.
Es una prolongación de los sentidos, como ya advirtiera McLuhan, una extensión
del cuerpo, del deseo y de la memoria. Es el bolso y bolsillo doméstico, donde se guardan
las llaves, la cartera. Es el trastero de los recuerdos y rutinas (agenda, direcciones, notas).
Es la personalidad (melodías, aplicaciones, toques, fondo de pantalla) y contiene la
intimidad (fotos, mensajes).
El móvil cristaliza la existencia, justifica que estamos y que somos. Allí donde termina la
textura, la forma y el color de la carcasa, acaba el latido personal. El smartphone concede
al usuario y al joven una sensación de libertad, independencia y seguridad. Se puede usar
en cualquier momento, desde cualquier lugar. El móvil es también espejo que refleja la
imagen que se quiere ofrecer y la mirada que se desea atrapar.
El corazón y sus emociones tienen cerebro. Así como la mente ha estado y permanece
oculta bajo las desconocidas aguas del inconsciente, las emociones se deslizan entre los
intrincados pasadizos del laberinto. Tanto el iceberg (incertidumbre), como el laberinto
(complejidad), son inquietantes y producen el temblor del conflicto, no como problema,
sino como oportunidad para aprender.
Este diálogo se expande de un modo holístico, lo que el cerebro hace con el cuerpo, los
seres humanos lo hacemos con el entorno, que se nutre y retroalimenta. La sinapsis interna
y cerebral es una fascinante analogía de la sinapsis social que describe Castells en
su Sociedad-Red.
Pero no es nuestra intención enfatizar una vez más en la importancia del cerebro
emocional, mucho se ha escrito y subrayado sobre la “era emocional”, y no se trata de
repetir la histórica ley del péndulo: antes todo se centraba en la razón, ahora todo se espera
de la emoción. Abogamos por una convergencia, un horizonte común y simbiótico.
El ciclo neurológico (emoción-sentimiento) inicia su viaje en la percepción sensorial y la
valoración de un estímulo, que es potencial emoción. El viaje se prolonga por el cuerpo que
extiende este “riego emocional” a través de glándulas endocrinas que segregan moléculas
químicas en el cerebro y en el cuerpo. Véase un objeto desconocido que se acerca a
nosotros, que produce un miedo que provoca acciones como la huida o parálisis.
“Mientras que las emociones son percepciones que se acompañan de ideas y modos de
pensamiento; los sentimientos emocionales son principalmente percepciones de lo que
nuestro cuerpo hace mientras se manifiesta la emoción, junto con percepciones de estado
de nuestra mente durante ese mismo periodo de tiempo”
(Damasio, 2010).
2
La sociedad no es una estructura, es una sociedad-red
Necesitamos una visión holística, que permita aterrizar el horizonte neurosocial en el patio
educativo. Para eso, una vez más apelamos al diálogo transdisciplinar entre la educación, la
salud y la comunicación, y acudimos al manantial de lashabilidades para la vida (HpV).
Firtjof Capra, científico físico e investigador que explora los trabajos de Leonardo da Vinci
en sus estudios sobre la naturaleza. En su Learning from Leonardo destaca la visión
orgánica que tenía el sabio renacentista del mundo y de la naturaleza. “Todo está
interconectado”, “Lo esencial no es la materia, sino las relaciones”.
Recoge una bellísima analogía entre la tierra y el cuerpo, en la que el agua es la sangre; la
tierra, la carne; los estratos rocosos, los huesos; las mareas, las pulsaciones… Una visión
holística en “un sistema vivo es más que la suma de las partes”.
https://psicologiaymente.net/psicologia/tipos-de-emociones
https://psicologiaymente.net/psicologia/emociones-basicas-cuatro-seis