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La Filosofía es la ciencia que se ocupa de responder los grandes interrogantes que desvelan al
hombre como ser el origen del universo o del hombre, el sentido de la vida, entre otros, con el fin
de alcanzar la sabiduría y todo esto se logrará a través de la puesta en marcha de un análisis
coherente y racional que consistirá en el planteamiento y la respuesta de cuanta cuestión se nos
ocurra, por ejemplo, qué es el hombre, qué el mundo, qué puedo conocer, qué puedo esperar de
tal cosa.
Se destaca el trascendente aporte de Santo Tomás de Aquino, quien buscó sistematizar la filosofía
de Aristóteles en el marco del pensamiento cristiano
Luego, ya en tiempos modernos, vendrían a ampliar las bases René Descartes con su duda
metódica como método respuesta a los grandes interrogantes de la humanidad y Jaspers, quien en
un lugar de oposición a todos estos, impuso el filosofar a partir de la sucesión de situaciones
límites como puede ser la muerte. Y claro, la larga lista siguió a través de la historia con Kant,
Hegel, Marx y Wittgenstein, entre los más destacados.
Así por ejemplo la metafísica se ocupa exclusivamente del ser, sus principios, fundamentos, causas
y propiedades, la gnoseología, por su lado, del conocimiento, su naturaleza, alcance y origen, la
ética, de la moral y la acción humana; la estética, de la esencia y la percepción de la belleza y por
último la lógica que intenta echar luz sobre los razonamientos correctos y los que no lo son.
Además de estas ramas diversas que enfocan a la filosofía sobre variados aspectos del saber
humano, existen escuelas filosóficas surgidas de las diversas grandes culturas de la Tierra. Así, es
posible señalar que, además de nuestra reconocida filosofía occidental, las civilizaciones del Asia
han dado lugar a grandes filósofos con menor o mayor repercusión en los actuales tiempos de la
globalización. Tanto China como India han aportado líneas de pensamiento existencial. Del mismo
modo, las grandes religiones, en especial el cristianismo, han aportado escuelas filosóficas
completas de variado impacto en el pensamiento moderno, en muchas ocasiones excediendo el
marco propio de cada una de esas religiones.
Lejos de ser una ciencia reservada para "elegidos" o estudiosos específicos, la filosofía es una
disciplina abierta y destinada al público general
Al igual que otras variantes de las ciencias modernas, la difusión de los conceptos generales de la
filosofía por medio de la divulgación científica consiste en la manera más apropiada de hacer llegar
estos conocimientos a todos los interesados.
Pero y a pesar de las divisiones, que encuentran su sentido únicamente en una cuestión práctica y
de ordenamiento, la filosofía, en esa característica típica de constante indagación, será en realidad
la que provocará cada uno de estos cuestionamientos, dirigidos a lograr una visión más amplia y
contextual del ser humano en su entorno personal, biológico y social.
1. ¿Cuál es el sentido de la filosofía?
Las tareas así fijadas para la filosofía (cuando ésta se autodenomina positivismo
lógico y filosofía analítica, marxismo e historicismo) podrían sugerirnos que el
sentido de la filosofía es, precisamente, el que ella establece para sí misma como
quehacer en una situación histórica determinada. La filosofía no tendría, entonces,
un sentido in dependiente de las circunstancias, éstas serían el punto obligado de
referencia, lo cual implicaría una concepción particular del para qué de la filosofía o,
en cada caso, la creación de un para qué apropiado a tales circunstancias, en función
de los intereses propios de los filósofos que actúan en ellas, o en relación con lo que
en ellas la comunidad les exige.
Ninguna de las tareas que queramos fijar para la filosofía puede justificadamente
hacer a un lado la búsqueda de la verdad. Esas direcciones teóricas de la filosofía
que mencionamos, y las que ahora estemos dispuestos a compartir, no pueden
alterar el sentido de la tarea permanente de la actividad filosófica en el mundo:
la búsqueda de la verdad.
Esto no quiere decir que la filosofía recae en una posición anterior a la del
surgimiento de la conciencia de su propia historicidad. La verdad ciertamente no
puede concebirse ya como una relación intemporal que puede establecerse
independientemente de las situaciones concretas de los hombres, individuos y
pueblos. Pero la relación temporal que la búsqueda de la verdad y su
descubrimiento mantienen con las situaciones concretas, no determinan a priori e
ineluctablemente el carácter de verdaderos (cuando efectivamente lo son) de los
conocimientos que pueda alcanzar la investigación filosófica. Y cuando esos
conocimientos resultan falsos o improbables, tampoco lo son necesariamente por
su vinculación inevitable con circunstancias históricas concretas. Nada de la que
produce el ser humano queda desvinculado de un aquí y un ahora. Pero esta pareja
de coordenadas no garantiza por sí misma ni la verdad ni la falsedad de las
proposiciones en las que se formulan los resultados de los conocimientos
filosóficos o científicos.