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Germán List Arzubide ha perdido esa altura descomunal, parece que su cuerpo se
ha concentrado para rasguñarle sonrisas a la vida, su mirada ávida de
descubrimientos es profunda y clara, sus cabellos blancos conforman una
anarquía sabia, sus brazos siempre constructores de edificios en Estridentópolis
se apoyan en el sillón, sus piernas traidoras impiden que se desplace con la
misma facilidad que en sus innumerables viajes pero no impiden que siga
recorriendo caminos; es verano y atardece en su mirada la convicción de vivir.
Le asalta la sorpresa de hablar sólo de Nellie; él, como otros artistas, también
estaba indignado por su desaparición. List no supo que en diciembre pasado la
Comisión de Derechos Humanos encontró la tumba de la coreógrafa y escritora.
Preferimos darle voz al fundador de las revistas Vincit, Ser y Horizonte y autor de
El movimiento estridentista, entre otros.
"Nellie era muy pispireta, muy ágil de pensamiento; la otra era un tantito zonza, la
rubia (Gloria Campobello, media hermana de Nellie
y prima ballerina de la ciudad de México), y cenamos con ellas y tuve que seguir
mi viaje para Veracruz.
Segundo encuentro:
un beso impreso
"Ahí parecía que iba a terminar la cosa, pero no, resulta que a Nellie le había yo
gustado, coqueteaba conmigo y yo... pues me dejaba coquetear, en ese entonces
yo estaba preparando un viaje a EU". En esas fechas viajaba mucho, incluso por
encargos del partido comunista, por eso a Germán le fascinaban
los barcos. "Ella ya se había entusiasmado conmigo, entonces ese día yo fui a ver
cómo estaban las pruebas de ese folletito que estábamos preparando
en Puebla, quiso ver cómo se manejaba un linotipo, yo la acompañé. Estaba
conversando con ella cuando sentí cómo me rodeó la cintura y me apretó junto a
ella, y me besó en la boca, fue un momento de desesperación. Yo quedé muy
satisfecho, ella en ese momento se separó, se apartó, me abrazó... y que esto que
lo otro y nos empezamos a pelear, a ratos, de nuevo, siempre nos aguantábamos.
De cualquier manera, ella me gustaba mucho, aunque era muy caprichosa".
Llegó la hora de partir con Leopoldo Méndez y otros amigos, ella no quería, pero
ni modo, "nos vestimos de aventureros, con unas botas mineras. Me
despedí de ella". Nellie tenía en su piel "un color apiñonado y rasgos un poco
indígenas".
Tercer encuentro:
las letras
Gloria
"Ella había tenido muchos amigos, a veces me hablaba por teléfono para irnos a
desayunar". Cuando se murió Gloria, List fue a darle el pésame, recordaba: "Nellie
era dura de corazón".
En una ocasión "estaba con una gente conocida y me apartó para decirle a
alguien sobre nosotros: `Nuestras cunas se mecieron juntas`, y entonces ya quedó
de misterio... por fin, si era tan chiquita... alguna vez hicimos las cuentas y yo tenía
diez años más que ella".
El desencuentro
Nellie le gustaba a Germán a pesar de sus caprichos. Nellie insistía: "No puedes
quererme como yo te quiero a ti". Ella "me comenzaba a gustar mucho, quizá era
un capricho y cosas por el estilo. Un día que estaba con ella y discutimos en un
restaurante de chismes que tuvo una fama en su tiempo; de repente, me levanté
para tomar mi sombrero y ella creyó que yo le iba a dar un zaporrazo, pero yo,
pensando que no volvía a andar con ella, me fui. Llegué hasta la esquina y me di
la vuelta de desesperación, aquello había acabado y ya seguí mi viaje. En Jalapa
había una cosa así con muchas flores, había dejado mi petaca en el suelo, cuando
de repente un ramo de flores cayó a mis pies y una muchacha muy bonita me
sonreía...".
El anillo
El anillo que Nellie le dio a List, quien durante años lo mantuvo en la mano
izquierda, era un símbolo de la magia y la trascendencia de un affaire que les
impidió el olvido, tenía el nombre de Nellie y una fecha. Comentó con nostalgia:
"Sería muy doloroso perderlo, tenía su nombre, una fecha, mes o año... me
quedaba muy bien".
"Si me pregunta usted qué ha sido de ese cariño... dos seres que casualmente se
encontraron en la vida" y entre esas casualidades estuvo la muerte.