Sei sulla pagina 1di 7

Reporte de Lectura “Dos clases de políticas educativas.

La política de las políticas públicas"

Nombre del Alumno : Willian Michel Vélez Candia


Carrera : Maestría en Educación
Nombre del Catedrático : Dra. Carmen Luz Flores Romero
Nombre de la Asignatura : Reformas y Políticas Económicas
Nombre de la Actividad : Actividad Nro. 2
Fecha de Presentación : Julio 2018

Introducción

El presente Ensayo fue elaborado a partir de la lectura y análisis crítico del


documento de la referencia “Dos clases de políticas educativas. La política de las
políticas públicas". No se utilizaron otras fuentes por cuanto se consideró que el
escrito se referiría exclusivamente a las apreciaciones hechas por el autor en
materia de la Política de las Políticas Públicas, especialmente en el Sector
Educativo.

Desarrollo,

América Latina se ha destacado en las últimas décadas por mejorar las


condiciones del Sistema Educativo. Sin embargo los intereses políticos y
económicos han conducido a realizar una serie de reformas que han dificultado
definir con claridad el sentido que ha de dársele a la implementación de Políticas
Públicas en materia educativa. Dice Juan Carlos Navarro (2006), a propósito de
las Políticas Públicas en esta materia, que:

“De un análisis minucioso se desprende que se están aplicando dos clases de


políticas educativas. La primera engloba un conjunto de políticas básicas para
mejorar la calidad y eficiencia, que son muy rígidas y resisten todo cambio
fundamental. La segunda abarca un conjunto de políticas periféricas, relacionadas
con la expansión y crecimiento de la matrícula, que son sumamente adaptables y
hasta volátiles, y son objeto de modificaciones regulares, quizás con demasiada
frecuencia.” (p. 5)

En ese sentido se distinguen dos tendencias bien definidas en las políticas


educativas: una, de carácter básico, que direcciona el mejoramiento de la calidad
y la eficiencia del Sistema Educativo; otra, de orden adaptativo y volátil, que
establece e implementa las condiciones para la cobertura. En general, las políticas
en el contexto educativo se dimensionan de acuerdo a la capacidad de
financiación que tiene el Estado –y los gobiernos de turno-, procurando mantener
el estatus del sector en un nivel de cubrimiento para la mayoría de la población,
especialmente la más necesitada, cuando se habla de la educación pública, y
además estableciendo una normatividad que le exige a los docentes preparación
idónea para lograr grados de excelencia que se reflejen en la calidad de los
procesos de enseñanza-aprendizaje que se reflejarán luego en los resultados de
las Pruebas de Estado, cuyo propósito es medir, tanto a nivel interno, como
externo, la calidad de los estudiantes que reciben de sus docentes
‘profesionalizados’ a nivel de posgrado mejores condiciones cognitivas para el
desarrollo de sus capacidades y competencias y, por ende, con una perspectiva a
ser ‘buenos’ técnicos, tecnólogos o profesionales en el devenir de su desempeño
en el campo laboral. En consecuencia los procesos de formulación de políticas
(denominados PFP por Navarro) tienen implicaciones de orden local, regional,
nacional o global según los contextos e interese en los cuales se propongan e
implementen las mencionadas políticas.

Así entonces, los procesos de formulación de políticas en el sector educativo se


delimitan en dos sentidos, considerados importantes, en América Latina. Si bien
es cierto Navarro toma cuatro ejemplos: Argentina, Brasil, Chile y México,
comulgan en ellos dos dimensiones importantes en las que se desenvuelven los
mencionados procesos: por un lado, la referida a la economía política de la
educación manifiesta en “(…) el establecimiento de incentivos y evaluaciones
docentes.” (Ibídem), y por otro, la del orden periférico referida a la
descentralización.

La universalización (o globalización) en la aplicación de los PFP podría, según el


pensamiento de Navarro, traer cambios significativos en la aplicación de las
políticas públicas, dependiendo de su solidez y efectividad que permitan un
relativo equilibrio entre la calidad y la cobertura educativa. Situación que le es
común a todos los países de América Latina en su afán de responder a las
necesidades que demanda la población, especialmente la más pobre, o la
perteneciente a los estratos bajo y medio, v.g., el asunto de la gratuidad que
refleja el comportamiento de un Estado ‘paternalista’; pero además en la formación
de técnicos, tecnólogos y profesionales como insumos que aporten al sector
productivo como mano de obra relativamente ‘barata’.

Manifiesta Navarro que existe una disparidad (asimetría) entre la organización de


los educadores y la dispersión de los estudiantes (de sus familias), en cuanto a los
PFP generales, referidas a asuntos relativos al mejoramiento de la calidad
educativa cuyo impacto se verá reflejado en el contexto del sistema productivo al
aportar el sector educativo mano de obra técnica, tecnológica y profesional bien
preparada como resultado de la aplicación de la política pública también en
materia de cobertura, esto es, llevando a cabo inversiones que posibiliten la
infraestructura escolar, entendida como recipiente de una ‘cantidad’ de estudiantes
que demandan participación en esos PFP que coadyuven además al
mejoramiento de su calidad de vida y la de sus familias.

Para lograr estos cometidos los PFP en el sector educativo se proponen, por parte
de Navarro, tres características, además de otras que le son pertinentes, a la
economía política educativa; en tal sentido refiere esas características así:

“- No se rige por un principio organizativo global. La educación carece de una


definición básica que, una vez formulada, confiera coherencia al conjunto del
sistema. En eso difiere de ámbitos de política como la seguridad social, por
ejemplo, donde existe el concepto de financiamiento mediante el sistema de
reparto. Pueden modificarse parcialmente características particulares de la
provisión de educación sin realinear el conjunto de la política educativa. Con
frecuencia, los cambios y las reformas de política se van acumulando en
capas, una encima de la otra.

- Los problemas de contratación son graves y generalizados. La actividad


docente es sumamente difícil de observar, incluso para los docentes de nivel
superior, los directores o los supervisores de escuelas. El desempeño escolar
difícilmente puede ser objeto de un seguimiento por las autoridades educativas
o los padres. Debido a la enorme magnitud de los sistemas escolares públicos
–que engloban miles de escuelas, cientos de miles de maestros y millones de
estudiantes– la coordinación es una tarea sumamente ardua. En consecuencia,
la norma es que los incentivos sean mínimos porque establecer una
correspondencia entre el esfuerzo de las personas y su contribución al
producto final es casi imposible. Este “producto” del proceso educativo
tampoco es fácil de cuantificar. Es solo a mediano y largo plazo, a medida que
los estudiantes empiecen a ingresar a la fuerza laboral, que los productos se
vuelven verdaderamente visibles y cuantificables1.

- La implementación de la política educativa es una tarea compleja.


Generalmente exige que participen numerosos actores –docentes, directores,
estudiantes, supervisores, burocracias centrales y subnacionales y padres– o,
como mínimo, que no se opongan activamente. Contar con datos específicos

1
El presente Ensayo fue elaborado a partir de la lectura y análisis crítico del documento de la referencia. No
se utilizaron otras fuentes por cuanto se consideró que el escrito se referiría exclusivamente a las
apreciaciones hechas por el autor en materia de la Política de las Políticas Públicas, especialmente en el
Sector Educativo.
sobre plazos y localidades es muy importante para el funcionamiento del
sistema. Concretamente, determinar si una decisión centralizada se está
llevando a la práctica en una determinada localidad es una tarea de gran
envergadura.” (p. 6)

Así entonces, el no regirse por un principio organizativo global, al observarse los


problemas de contratación de los docentes como graves y generalizados y al
contemplarse la complejidad de la implementación de la política educativa, se
describe la economía política en esta materia como un elemento clave para
minimizar los problemas que le son propios y conexos al sector y maximizar las
condiciones en las cuales habrán de darse tanto los procesos de formulación de
política en el ámbito de la calidad, en general, como en el de la cobertura, desde lo
específico o particular en lo local, lo regional y lo nacional.

Lo anterior depende de la solidez del Estado en el manejo de las políticas públicas


educativas, especialmente en materia de inversión y financiación del sector, y el
de crear una cultura profesional arraigada que comprometa a los docentes en el
desarrollo de capacidades de idoneidad profesional que se reflejen en la calidad
de la educación. Por tales razones la lucha sindical del magisterio no puede
limitarse a superar ‘necesidades de estómago’, sino además a reivindicar otros
aspectos asociados a su preparación profesional y al mejoramiento de los
ambientes en sus sitios de trabajo, así como a exigir el cumplimiento cabal de las
garantías que ofrecen la Constitución y la ley, lo cual redundará en beneficio de la
calidad educativa que se espera aportar al sector, así como al cumplimiento de las
expectativas del Estado que verá en el mediano y largo plazo reflejadas las
inversiones hechas en los resultados que implicará el mejoramiento de la calidad
educativa, sin desmedro de la capacidad para lograr la cobertura en atención a las
poblaciones, especialmente las vulnerables, que demandan el acceso a la
educación pública y gratuita.

Sin embargo, manifiesta Navarro que: “Debido a un historial de conflictos, los


gobiernos tienen menor capacidad para comprometerse a respetar los acuerdos
intertemporales con los sindicatos; en algunos casos, porque el gobierno en
funciones no puede atarle las manos a gobiernos futuros y, en otros, porque no se
respetaron acuerdos laborales preexistentes.” (p. 7). Situaciones sin duda
consideradas de gravedad que no permitirán la permeabilidad de los PFP en el
sentido que logren superar los requerimientos hechos por los colectivos docentes
organizados en sindicatos que demandan el cumplimiento cabal de sus peticiones
y exigencias.
En consecuencia,

“Esta incapacidad del Estado para celebrar acuerdos intertemporales tiende a


redundar en sistemas educativos que dependen en forma extrema de reglas
rígidas y definiciones institucionales intocables que no pueden negociarse,
independientemente de que cambie por completo el entorno económico del
sistema educativo.” (Ibídem)

Por lo tanto urge en los PFP superar estas situaciones para lograr los cometidos
iniciales de las Políticas Públicas en el sector educativo por un lado en materia de
mejoramiento de la calidad para los fines pertinentes, y por otro la cobertura
anhelada en aras de la gratuidad y el cubrimiento a las poblaciones que así lo
demandan.

Se presentan dos hechos conexos a estas situaciones límites: las crisis


económicas generalizadas en los países de América Latina y, sumado a ello, la
falta de arraigo de una cultura profesional por parte del magisterio. Sin duda la
corrupción y el desvío de los recursos inicialmente destinados al cubrimiento del
sector educativo hacia otras prioridades definidas por los gobiernos del turno,
sumado ello a la superación de los intereses políticos por encima de los intereses
de la educación pública en países dependientes, crean una brecha entre las
Políticas Públicas dirigidas al mejoramiento de la calidad v.s aquellas destinadas a
la cobertura, toda vez que, tanto una, como otra, demandan de altos grados de
financiación que deberá reflejarse en la expansión y aumento de la matrícula y,
concomitantemente, mejorar la calidad y la eficiencia educativa.

Sin embargo, a pesar de ello, tanto las políticas de cobertura, como las dirigidas al
mejoramiento de la calidad y la eficiencia, son vistas con ‘buenos ojos’ tanto por
parte de los sindicatos que ven en la construcción de escuelas o centros
educativos y la expansión de los mismos a nivel territorial, una oportunidad de
empleo; como por parte de las familias porque de igual forma posibilita el
cubrimiento a sectores de la población que así lo demandan y, finalmente, por
parte de los organismos internacionales de crédito que, según Navarro, “(…)
también apoyan las reformas de este tipo porque ampliar la capacidad implica
realizar grandes inversiones, que reportan productos tangibles y cuya
implementación no es complicada.” (p. 8)

Por supuesto que el mejoramiento de la calidad y la eficiencia educativa


demandan una preparación sustancial y sistemática del magisterio, situación que
conduce a crear incentivos que motiven a los docentes a prepararse para esos
cometidos, lo cual implica “(…) una reorganización sustancial de la labor de los
docentes, creando incentivos, sistemas de supervisión y mejorando la rendición de
cuentas a través de la descentralización o la intensa participación de los padres.”
(Ibídem)

Los procesos de descentralización del sector educativo con propósitos claros para
los PFP, así como la implementación de incentivos para los docentes, se
constituyen en los dos puntos comunes que, de una u otra forma, posibilitan el
establecimiento de políticas públicas conducentes al incremento sistemático de la
cobertura en concomitancia con el sustancial mejoramiento de la calidad y
eficiencia educativa en los países de América Latina. En consecuencia deberá
diferenciarse el sentido y significado de esas políticas, por un lado desde
contextos generales, pero seriamente focalizados a nivel local, regional y nacional
en lo relativo al mejoramiento de la calidad de la educación; y por otro, desde los
contextos volátiles que conducen a la obtención de las coberturas demandadas
por los sectores más necesitados de la población en materia educativa.

De allí que Navarro concluya su interesante documento en los siguientes términos:

“La evidencia examinada indica que el PFP general afecta tres aspectos clave de
la formulación de la política educativa. El primero es la selección del foro en que se
debate el conflicto. El segundo es la probabilidad de que la reforma o los cambios
de política se lleven a la práctica. El tercero es la probabilidad de que la política
educativa trascienda y afecte el PFP general del país, y los cauces a través de los
cuales tiene ese efecto, intensificando los conflictos, creando grandes
desequilibrios fiscales o generando actores políticos que traspasan los límites del
sector de la educación para transformarse en contrincantes en la escena nacional.”
(p. 23)

Por lo tanto, se hace indispensable hacer un análisis mucho más objetivo acerca
del enfrentamiento que ofrece la implementación de políticas públicas en el sector
educativo cuando ha de tomarse la decisión, un tanto conflictiva, entre la
implementación de la cobertura como elemento significativo para llevar la
educación a los sectores poblacionales que así lo demandan, y el mejoramiento
de la calidad y la eficiencia de la educación. Situaciones que demandan un
consenso tanto político, como económico, a nivel de los poderes ejecutivo y
legislativo, quienes son los garantes de las decisiones para tales cometidos.

En las regiones estudiadas por Juan Carlos Navarro que atañen a países que
ofrecen sistemas educativos relativamente avanzados, evidentemente en los
contextos que ofrece cada uno de ellos, se encuentra unidad de criterio en la
aplicación y administración de las políticas públicas educativas, que atienden tanto
a la cobertura, como a la calidad y la eficiencia; concuerdan, según los resultados
de la investigación, en puntos que conducen a observar un panorama poco
halagador en el manejo de la política de las políticas públicas diseñadas para
superar las necesidades que, tanto de un lado, como del otro, demandan en
general los países de América Latina.

Conclusiones

Se podría concluir que no existe una fuerte cohesión entre los diferentes actores
del Estado, que permitan plantear y llevar a cabo programas que sobrevivan en el
tiempo, es decir, que estén por encima del cambio de los gobiernos de turno o
dirigentes en cada periodo.

Así como no existen entes que regulen taro parcial como imparcialmente, las
acciones de cada gobierno que garantice en gran parte la corrupción

Bibliografía

NAVARRO, Juan Carlos (2004) Dos clases de Políticas Educativas. La Política de


las Políticas Públicas. Programa de Promoción de la Reforma Educativa en
América Latina y el Caribe, N° 36. Artículo disponible en:
http://shop.iadb.org/iadbookstore

Potrebbero piacerti anche