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La clasificación de los daños en la

responsabilidad civil
POR
FIORELLA PASTRANA ESPINAL
-
marzo 10, 2017

El daño como elemento constitutivo clave en el análisis material [1] de un caso de responsabilidad civil, supone
siempre el acaecimiento de un hecho que lesiona un interés jurídicamente protegido, provocando siempre un
perjuicio y generando consecuencias negativas en la esfera jurídica de un sujeto de derecho, ya sean estas de
contenido patrimonial o no.

Sumario: 1. Premisas generales, 2. Las clasificaciones del daño, 2.1. Daño evento,
2.1.1. Daño no patrimonial o extrapatrimonial, 2.1.2. Daño patrimonial, 2.2. Daño
consecuencia, 2.2.1. Daño emergente, 2.2.2. Lucro cesante, 2.2.3. Daño a la persona
(en sus efectos patrimoniales), 3. Diferencias y coincidencias entre el daño a la
persona y el daño moral, 4. Palabras finales.

1. Premisas generales
El daño como elemento constitutivo clave en el análisis material[1] de un caso de
responsabilidad civil, supone siempre el acaecimiento de un hecho que lesiona un
interés jurídicamente protegido, provocando siempre un perjuicio y generando
consecuencias negativas en la esfera jurídica de un sujeto de derecho, ya sean estas
de contenido patrimonial o no.

Por lo tanto, cada vez que nos encontremos frente a un daño resarcible, que cumpla
con los requisitos de certeza, subsistencia, especialidad e injusticia, y concurran a su
vez los otros elementos configuradores de responsabilidad civil (hecho generador,
relación de causalidad y criterio de imputación), se activará la tutela resarcitoria,
como mecanismo de defensa frente al sufrimiento de un daño injusto, la que siempre
debe expresarse en términos económicos[2] o patrimoniales (indemnización), sea cual
fuere la naturaleza del daño.

2. Las clasificaciones del daño


El daño como unidad conceptual puede ser analizado desde su naturaleza como
perjuicio y lesión a un interés jurídicamente tutelado (daño evento) o desde sus
consecuencias o efectos negativos, ya sean estos patrimoniales o no (daño
consecuencia)[3]. De este modo, el interés lesionado y las consecuencias negativas
de su lesión son momentos vinculados ente sí, mas no coincidentes, pues de una
lesión sobre el patrimonio de un sujeto, pueden derivarse consecuencias también de
índole personal y viceversa.

Por lo tanto, siguiendo a una doctrina autorizada[4], consideramos la siguiente


clasificación con fines didácticos:

2.1. Daño evento: Se trata de la constatación fáctica del daño o la lesión en sí misma
considerada sobre la esfera jurídica del sujeto. En este sentido, el daño es el resultado
o evento material del hecho generador de responsabilidad. Aquí el requisito de la
certeza material del daño cobra vital importancia, distinguiéndose únicamente por la
naturaleza del ente afectado a raíz del evento lesivo en:

2.1.1.Daño no patrimonial o extrapatrimonial: Es la lesión a la integridad


psicosomática del sujeto de derecho, así como el daño que atenta contra los derechos
fundamentales reconocidos en la norma constitucional y los tratados
internacionales[5].

Dentro de este catálogo de daños podemos encontrar al daño a la persona y al daño


moral, que explicaremos más adelante.

2.1.2. Daño patrimonial: Es el que afecta directamente el patrimonio del sujeto, es


decir derechos de naturaleza económica como el de propiedad y otros conexos.
Un ejemplo de la diferencia entre ambos tipos lo encontramos en el daño que se
genera a la integridad física cuando sufrimos un atropello y perdemos un miembro del
cuerpo (daño no patrimonial) o el menoscabo a nuestro patrimonio cuando sufrimos
un robo (daño patrimonial).

2.2. Daño consecuencia: Desde esta perspectiva se analizan los efectos económicos
negativos generados por el daño evento, que pueden tener una causalidad material
económica en sí misma o una de naturaleza jurídica o atributiva dispuesta por la
norma[6].

2.2.1. Daño emergente: Representa la extracción de una utilidad preexistente del


patrimonio del sujeto; es decir, el empobrecimiento o disminución que sufre el
damnificado en su patrimonio como consecuencia directa del daño evento. V. gr., el
daño generado al patrimonio producto de los gastos médicos y de hospitalización en
los que haya que incurrir con ocasión de un accidente automovilístico.

2.2.2. Lucro cesante: Importa la pérdida de una utilidad previamente inexistente que
el sujeto presumiblemente conseguiría de no haberse verificado el daño; es decir, la
presumible ganancia o incremento en el patrimonio cuyo ingreso a la esfera patrimonial
se impide. Ejemplo, el daño generado al patrimonio producto de la pérdida o
disminución de la capacidad de trabajo en caso de ocurrir un accidente de tránsito[7].

2.2.3. Daño moral (en sus efectos patrimoniales): Pese a que el daño moral como
daño no patrimonial pone énfasis en el daño evento, por disposición legal basada en
criterios de justicia y de acuerdo con la función aflictivo-consolatoria de la
responsabilidad civil, este mismo debe ser indemnizado a través de una reparación
económica, destinada a mitigar los efectos del daño, pues este es imposible de ser
reparado[8] por su naturaleza no cuantificable. Ejemplo, la indemnización que se
otorga a un sujeto que perdió un familiar muy cercano producto de un choque vehicular.

3. Diferencias y coincidencias entre el daño a la persona y el daño moral


De acuerdo con Juan Espinoza[9], “el daño a la persona es entendido como la lesión
a los derechos existenciales o no patrimoniales de las personas”. En este sentido, es
el daño ocasionado a la entidad misma del sujeto de derecho, desde que afecta su
entidad psicofísica y los derechos fundamentales de su personalidad, tales como la
integridad, la salud, la intimidad, entre otros. Ahora bien, respecto al daño moral, este
se define como aquella lesión o padecimiento psíquico que crea sufrimiento en el
sujeto de derecho producto de la ocurrencia del daño.

La definición elaborada de daño moral o también llamado pretium doloris, responde a


un concepto restrictivo, pues de acuerdo con su naturaleza histórica y con la intención
de hacer el deslinde conceptual respecto al daño a la persona, este siempre debe ser
de carácter temporal y afectar únicamente la esfera interna del sujeto. De este modo,
para cierto sector de la doctrina[10], la voz daño a la persona resulta inútil, pues no
tuvo nunca cabida en nuestro ordenamiento jurídico, pudiendo ser fácil y
convenientemente erradicado del Código Civil sin mayor problema. Otro sector[11], sin
embargo, considera que la relación entre ambos conceptos es de género a especie y,
en ese sentido, el daño moral en tanto daño psíquico-emocional es una de las
modalidades del genérico daño a la persona.

Finalmente, de acuerdo con la reciente clasificación de daños propuesta y reseñada


en el presente texto, el daño a la persona y el daño moral, pese a tener una relación
de género a especie, guardan una diferencia sustancial, pues mientras el primero
siempre responde a la función reparatoria de la responsabilidad civil a través de una
indemnización, por ser normalmente valuable; el segundo, es siempre de naturaleza
temporal y afecta la psiquis interna del sujeto, por lo cual no es susceptible de
valuación económica en términos objetivos.
Por lo que la indemnización otorgada en este caso responde únicamente a la
necesidad de consolar o mitigar el sufrimiento causado al sujeto producto del daño,
esto es, a la función aflictivo-consolatoria de la responsabilidad civil.

4. Palabras finales
Más allá de las distinciones conceptuales expuestas, corresponde analizar la
clasificación de los daños que realiza la judicatura en sus distintos fallos emitidos
sobre la materia, motivo por el cual queda pendiente una segunda parte.
[1] Buendía De Los Santos, Eduardo. “¿Cómo resolver un Caso de Responsabilidad Civil?”
Consulta: 08 de marzo del 2017. http://www.ius360.com/columnas/como-resolver-un-caso-de-
responsabilidad-civil/.

[2] Fernández Cruz, Gastón. “La dimensión omnicomprensiva del daño no patrimonial”. En: V
Congreso Internacional de Derecho Civil Patrimonial. Lima: IUS ET VERITAS, 2014, p. 237.

[3] Espinoza Espinoza, Juan. Derecho de la Responsabilidad Civil. Sétima Edición. Lima:
Rhodas, 2013, p. 252.

[4] Fernández Cruz, Gastón. “La dimensión omnicomprensiva del daño no patrimonial”. Op.
cit., p.240.

[5] León Hilario, Leysser. La responsabilidad Civil: Líneas Fundamentales y Perspectivas.


Segunda Edición. Lima: Jurista, 2007, p. 232.

[6] Fernández Cruz, Gastón. “La dimensión omnicomprensiva del daño no patrimonial”. Ibídem.

[7] Campos García, Héctor. “Apuntes sobre la certeza y la prueba del daño”. Actualidad
Jurídica. Lima, Nº 246, p.102. Consulta: 08 de marzo del 2017.

[8] León Hilario, Leysser. La responsabilidad Civil: Líneas Fundamentales y Perspectivas. Op.
cit., p. 240.

[9] Espinoza Espinoza, Juan. Derecho de la Responsabilidad Civil. Op. cit., p. 253.

[10] León Hilario, Leysser. La responsabilidad Civil: Líneas Fundamentales y Perspectivas.


Op. cit., p. 275.

[11] Espinoza Espinoza, Juan. Derecho de la Responsabilidad Civil. Op. cit., p. 257. Del mismo
modo, Fernández Sessarego, Carlos. El “daño al proyecto de vida” en la doctrina y la
jurisprudencia contemporánea. En: Daño Extrapatrimonial; Daño Moral; Daño a la persona
Lima: JURIVEC, 2015, p. 267

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