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La era del capital.

- Hobsbawm
La Primavera de los Pueblos
A las pocas semanas de la salida del Manifiesto comunista, las esperanzas y temores del profetas estaba a
punto de convertirse en realidad; la insurrección derroco a la monarquía francesa para establecer así una
república. Esta revolución fue la que se extendió con mayor rapidez por toda Europa. En cuestión de semanas
no se mantenía en pie ninguno de los gobiernos comprendidos en Europa. Por otro lado, fue la primera
revolución parcialmente mundial. Fue la revolución más extendida pero la de menor éxito; al cabo de seis meses
ya precedía su fracaso y a los 18 meses ya habían vuelto los regímenes antiguos, exceptuando a Francia.
Fue el final del embarco de Europa hacia las revoluciones.

La revolución triunfo en el gran centro de Europa y no así en las periferias, ya que estos eran demasiado
aislados y estaban alejados para poseer una zona política revolucionaria. Francia ya se había convertido en un
reino constitucional dominado por burgueses y representaba la única república significaba del continente.

La zona revolucionaria se dividió en dos partes: en Occidente los campesinos eran legalmente libres y los
grandes Estados insignificante; en Oriente los labriegos seguían siendo siervos y la noble terratenientes.
Las revoluciones de 1848, requerían un detallado estudio por estados, pero en líneas generales se pueden
encontrar: que ocurrieron simultáneamente y en todos los casos en donde poseían una atmósfera romántica-
utópica.

Era la primavera de los pueblos y como tal estación no perduro por mucho tiempo. Poco a poco los regímenes
conservadores fueron recuperando el poderío. En Francia, el primer signo de resurgimiento conservador fueron
las elecciones de abril, en las que el sufragio universal, envió a Paris una gran mayoría de conservadores
votados por el campesinado. El segundo signo fue el aislamiento y derrota de los obreros revolucionarios en
Paris.
Ya para 1849 la revolución había muerto, con la única excepción de Francia. Pero que luego de 2 años y
medios, la revolución ya había sido derrotada también.
No obstante, hubo un gran y único cambio: la abolición de la servidumbre en el imperio de Habsburgo.

Además todas las revoluciones tuvieron en común, que en gran parte fue la causa de su fracaso, es que fueron
revoluciones donde los actores sociales eran trabajadores pobres, era su hambre lo que los potenciaba a
demostraciones que se convertirían en revoluciones. Es así como este sector intento sacar el mayor provecho
de estas revoluciones. Desde el instante en que se levantaron las barricadas en parís todos los liberales
moderados se convirtieron en conservadores potenciales.

El fracaso se debió a que la confrontación decisiva no fue entre los viejos y antiguos regímenes, sino entre el
orden y la revolución social. La revolución solo mantuvo su ímpetu allá donde los radicales eran lo bastante
fuertes y se hallaban lo suficientemente vinculados al movimientos populares como para arrastrar consigo a los
moderados. Es por eso que la mayor parte de estas situaciones se dio en países en los que la liberación
nacional era el objetivo principal.

La mayoría de la burguesía cuando en estas revoluciones se atentaba contra la propiedad, preferían en orden a
la oportunidad de llevar a cabo todo su programa. Enfrentados a la revolución roja preferían unirse los liberales
moderados y los radicales. Es a partir de estas revoluciones que los liberales moderados descubren dos cosas:
que las revoluciones eran peligrosas y que algunas de sus demandas podían satisfacerse sin ellas. La
burguesía deja de ser una fuerza revolucionaria. La clase trabajadora era la fuerza revolucionaria pero
raramente una alternativa política. Estos carecían de organización, de madurez de dirigentes y ademas de
coyuntura histórica para poder posicionarse como alternativa, era demasiado para poder postularse como tal y
asustar enemigos. Por otra parte hasta los liberales más radicales tendían a refugiarse en la idea de sentimiento
de pueblo y por su sentido de propiedad y dinero, pareciéndose así a la burguesía liberal. Simplemente
vacilaban acercándose a la derecha.

No podemos subestimar a la clase proletaria de 1848, joven en sus ideologías, tirante a la jacobina, socialista y
democrática que no representaban una fuerza política pero si al menos eran manifestantes. El objetivo popular
de 1848, la “república democrática y social”, era tanto social como política.

Por otra parte, la organización, la ideología y el mando se encontraban en un triste subdesarrollo. Los
comunistas o socialistas contaban con un número más escaso que el resto.
Ni para el propio Karl Marx creía en la revolución proletaria como una solución posible a ese momento; no se
creía en el derrocamiento de la burguesía, por la fuerza, ni tampoco el proletariado contaba con el poderío
suficiente para esta tarea; lo más que pudo manifestarse fue una república burguesa, que luego si daría
comienzo a una lucha entre burgueses y proletarios.
En primer lugar fue una república democrática, en segundo lugar la transición desde una burguesía incompleta
a una revolución popular proletaria y, por último, una dictadura proletaria o, en palabras de Marx de Blanqui “la
revolución permanente”

Las revoluciones de 1848 dejaron atrás el mito y la promesa de una revolución burguesa; sin embargo la
burguesía francesa se apartó de ellas y prefirió el orden social y la restauración de los antiguos gobiernos.
Sin embargo, 1848 no fue meramente un episodio histórico sin consecuencias, a pasar que los cambios
logrados no fueron los esperados, se hicieron algunos en profundidad. Al menos en Europa occidental 1848
significo el fin de la política tradicional, es decir de la creencia de los patriarcales derechos y deberes de los
poderosos social y económicamente, de la monarquía que pensaba que los pueblos aceptaban e incluso
aprobaban el gobierno de las dinastías por derecho divino para presidir a sociedades ordenadas por jerarquías.

En lo sucesivo las fuerzas del conservadurismo debían defenderse de otra manera; tuvieron que aprender la
política del pueblo. Hasta los más ignorantes campesinos del sur de Italia dejaron de apoyar al absolutismo.
Esta fue la mayor innovación que produjeron las revoluciones de 1848.

En Francia la derrota de la insurrección de la clase obrera acaecida en junio había dejado el camino libre a un
poderoso “partido del orden”, capaz de vencer a la revolución social, pero no de conseguir demasiado apoyo de
las masas o incluso de muchos conservadores que no deseaban comprometerse con aquella clase de
moderado republicanismo.

El ganador, que obtuvo una aplastante mayoría con sus votos, fue Luis Napoleón, el sobrino del emperador.
Estaba claro que Luis no era un revolucionario social pero tampoco un conservador; de hecho, sus partidarios
se burlaban de su juvenil interés por el sansimonismo y de sus supuestas simpatías por los pobres. Sin
embargo, gano básicamente porque los campesinos votaron de modo unánime por él, bajo el lema de “No más
impuestos, abajo los ricos, abajo la Republica, larga vida al emperador”, como observo Marx, los trabajadores
votaron por él, contra la republica de los ricos.

La elección de Luis Napoleón significo que inclusive la institución que se identificaba con la revolución, era
compatible con el manteamiento del orden social.
Si bien Luis jamás olvido las ventajas políticas de un sufragio universal, pronto abolió la Republica y se hizo
emperador. Iba a ser el primero de los modernos jefes de estado que gobernara no por la mera fuerza armada,
sino por esa especie de demagogia y relaciones públicas.

Las revoluciones de 1848 evidenciaron que en los sucesivo la clase media, el liberalismo, la democracia política,
el nacionalismo e incluso las clases trabajadoras iban a ser rasgos permanentes del panorama política. es
posible que las derrotas de las revoluciones los borraran por un rato de la escena, pero cuando reaparecieran
determinarían la historia.

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